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    Palabras desperdiciadas y tiempo malgastado

    Desperdiciando nuestras palabras

    El libro de Proverbios nos dice que: “…el que esparce calumnia es un necio. En las muchas palabras,la transgresión es inevitable, mas el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:18b-19). Taldeclaración aplica sin lugar a duda a los medios de comunicación social también.Hoy en dí a las personas que propagan calumnia y chisme en el internet pueden ser demandados por

    una corte o simplemente despedidos de sus puestos de trabajo. Pero, incluso si no existieran talesconsecuencias, los cristianos deberán responder ante un tribunal superior. Dios ha dejado claro loque piensa sobre el chisme: “El que anda en chismes descubre el secreto; No te entremetas, pues, conel suelto de lengua” (Proverbios 20:19).Un estudio en el periódico New York Daily News reveló que el 80% de las conversaciones normalesconsisten en hablar acerca de chismes. Esos números parecen ser consistentes con las interaccionesen el internet, donde el hablar de otra persona es casi tan popular como hablar de uno mismo. En un

    artí culo titulado “Salomón en las redes sociales“, Tim Challies da esta advertencia oportuna: “Hay muchos sitios web, blogs y cuentas de Twitter dedicado casi por completo a los chismes, a compartirlo que es deshonroso en lugar de lo que es noble. ¡Evite estas personas y sus chismes!”Las estadí sticas sugieren que en próximo segundo habrá 700 actualizaciones de estado en Facebook y 

    más de 600 tweets. Aun cuando algunas de esas palabras tienen valor y valen la pena que sepubliquen, más allá del mundo de la calumnia nos podemos preguntar cuántas palabras, tweets y mensajes de texto se publican con gran descuido y a la ligera.Nuestro Señor abordó esta cuestión directamente en su declaración, “Mas yo os digo que de todapalabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el dí a del juicio” (Mateo 12:36). Paraenfatizar este punto Proverbios 17:28 nos dice: Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio;El que cierra sus labios es entendido” (más de un joven blogger harí a bien en aprender de memoriaestos versí culos).En 1 Corintios 10:23-24, Pablo explica un principio importante sobre la libertad cristiana. Él escribe:“Todo me es lí cito, pero no todo conviene; todo me es lí cito, pero no todo edifica. Ninguno busque su

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    propio bien, sino el del otro.” Si aplicamos esta verdad al mundo de las redes sociales, podemosseparar rápidamente aquello que es valioso de lo que no es más que madera, heno y hojarasca.Twitear de los detalles inservibles de la vida podrí a no ser pecaminoso, pero si no edificaespiritualmente, tal vez serí a mejor no decir nada.

    Malgastando nuestro tiempo

    Según las estadí sticas de Nielsen, el trabajador estadounidense promedio gasta casi seis horas al mes

     visitando sitios web de redes sociales durante el tiempo de trabajo. La mayor parte de ese tiempo segasta en Facebook.Mi punto no es sólo acerca de perder el tiempo en el trabajo, sino de malgastar el tiempo en general.Por su propia naturaleza, las redes sociales son una distracción masiva y f ácilmente llega adistraernos del estudio disciplinado, la meditación reflexiva y la oración concertada.En un artí culo de la revista Time titulado “ Es hora de enfrentarte a tu adicción al Facebook“, KaylaWebley comparte algunas estadí sticas alarmantes.

    Un tercio de las mujeres de entre 18 a 34 revisa su Facebook durante la primera hora de la

    mañana… 39% de los 1,605 adultos encuestados sobre sus hábitos en ls redes sociales son

    ‘adictos a Facebook’… 57% de las mujeres de entre 18 a 34 dicen que hablan con gente

    por internet más que con gente f í sicamente… 21% admite que suelen revisar su Facebook en medio de la noche.

    ¡Parece ser que las redes sociales se han convertido en las telenovelas de hoy en dí a!Por supuesto, el problema real es un asunto que tiene que ver con el corazón, no la psicológica. Peroel punto sigue siendo el mismo: la cantidad de tiempo dedicado al uso de las redes sociales está fuerade control para muchas personas. Ya sea que hayan sido definidos como “adictos” o no, la gentegasta gran parte de su tiempo navegando de blog a blog, viendo videos en YouTube, leyendo tweets y 

     viendo su perfil o el de otra persona.En septiembre de 2010, la cantidad de tiempo gastado en Facebook superó a Google por primera vez.Combine esto con el tiempo que la gente pasa leyendo blogs, comentarios, mensajes de texto,

    mensajes instantáneos y navegando por internet, y se dará cuenta en la enorme cantidad de horasque invertimos en el mundo de redes sociales.Irónicamente, las personas pueden pasar horas saltando de enlace a enlace sin siquiera darse cuentade la cantidad de tiempo que están perdiendo. Como autor Ivan Misner explica en BusinessWeek, “Vasa LinkedIn o Facebook y lees un comentario que te lleva a otro enlace, y ahora estás en

     YouTube viendo v í deos de alguien. Muy pronto algo extraño sucede en el paso del tiempo y te dascuenta que ya has perdido dos horas.”Como creyentes, el mandamiento de Efesios 5:15-16 es tan aplicable para nosotros hoy en d í a comolo fue en el mundo del primer siglo: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sinocomo sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los dí as son malos.”La exhortación de Pablo tiene implicaciones enormes para la forma en la que interactuamos con los

    medios de comunicación social. Un dí a vamos a estar delante de Cristo y daremos cuenta de la formaen que utilizamos sus recursos (incluyendo nuestro tiempo y energ í a). Con esto en mente, ¿cuántotiempo podemos justificar en gastarlo viendo y leyendo Twitter, Facebook, YouTube o páginassimilares?Recuerde: sólo unas pocas horas cada dí a, a lo largo de toda la vida, son el equivalente a años deoportunidades perdidas.****

     John MacArthur es el presidente de The Master’s Seminary y pastor de la iglesia Grace Community 

    Church. Sus predicaciones en el programa de radio Gracia A Vosotros son escuchados alrededor del

    mundo.  É l y su esposa Patricia tienen cuatro hijos y quince nietos.