El Trabajo En La Argentina

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Temas de debate La pobreza hoy: evolución, mapa y perfil de quienes viven en situación de pobreza en la Argentina. Si bien la tasa de pobreza viene cayendo sostenidamente desde hace ya varios años, aún sigue siendo grande la proporción de hogares que se encuentran en situación de privación. En esta sección se analiza la evolución de este indicador y se presenta una caracterización de la población cuyo ingreso es aún insuficiente para superar la barrera de la pobreza. En el año 2002 la pobreza alcanzó su pico histórico en el país: llegó a afectar al 45,8% de los hogares y al 56,8% de los argentinos. Desde entonces tuvo lugar una caída sostenida y, en 2006, la cantidad de hogares y personas en situación de pobreza se había reducido a menos de la mitad. En el segundo semestre de 2006 la pobreza afectaba al 26,9% de la población (gráfico N°3). Los niveles de indigencia trazaron un recorrido aún más sorprendente: pasaron de afectar al 29% de los argentinos en 2002 al 8,7% en 2006 (una caída del 70%) 1 . En forma paralela a la reducción en la cantidad de hogares y personas en situación de pobreza e indigencia, la brecha de la pobreza – que mide su intensidad– también se redujo considerablemente. Esta espectacular trayectoria descendente se explica tanto por la pujanza de la recuperación económica experimentada desde 2002 como, ante todo, por el tipo de patrón de crecimiento adoptado por la economía argentina, en el que se evidenció un formidable ritmo de creación de puestos de trabajo –reflejado en una elevada elasticidad empleo-producto– y cierta recuperación de los ingresos reales desde los deprimidos niveles posteriores a la devaluación de la moneda 2 . Ahora bien, aun en el marco de esta auspiciosa mejora en las condiciones de vida de los trabajadores –sin duda uno de los mayores éxitos del gobierno kirchnerista– la pobreza sigue siendo hoy uno de los grandes dramas de la sociedad argentina. No sólo subsiste una importante cantidad de personas viviendo bajo las líneas de pobreza e 1 Si bien están disponibles los datos oficiales de pobreza e indigencia para el año 2007, la intervención en marcha en el INDEC despierta fuertes dudas sobre el grado de confiabilidad de estos valores. Aun así, el cruce de la información oficial para el primer semestre de 2007 con un conjunto de estimaciones propias permite afirmar que la tendencia a la reducción de la pobreza y de la indigencia se ha mantenido en ese período. No obstante, es imposible estimar de manera rigurosa el nivel exacto de estas variables. Para el segundo semestre de 2007 la información oficial es aún más escasa, lo que dificulta cualquier verificación o estimación propia (véase la sección Panorama laboral). El Newsletter sobre la situación laboral y social de la Argentina de SEL consultores correspondiente al mes de marzo realiza una estimación de la incidencia de la pobreza en este último período. Dado que la consultora comparte las preocupaciones respecto de la inexistencia de información oficial, su estimación se fundamenta en una larga serie de supuestos metodológicos alternativos, por lo cual sus datos no pueden considerarse como concluyentes. 2 En un trabajo reciente publicado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación se demuestra que en el período 2003-2006 las salidas de hogares de la pobreza se explicaron fundamentalmente por cambios relacionados con el mercado de trabajo (aumento en los ingresos laborales y aumento en la ocupación), siendo de menor importancia los cambios en los ingresos no laborales y los demográficos. Para más referencias, véase Maurizio, R., B. Perrot y S. Villafañe (2007), “Dinámica de la pobreza y mercado de trabajo en la Argentina post- convertibilidad”, en Trabajo, ocupación y empleo. Dimensiones del trabajo en el nuevo modelo económico y social, Serie Estudios Nº 6, MTEySS. 1

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Si bien la tasa de pobreza viene cayendo sostenidamente desde hace ya varios años, aún sigue siendo grande la proporción de hogares que se encuentran en situación de privación. En esta sección se analiza la evolución de este indicador y se presenta una caracterización de la población cuyo ingreso es aún insuficiente para superar la barrera de la pobreza.

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Temas de debate

La pobreza hoy: evolución, mapa y perfil de quienes viven en situación de pobreza en la Argentina. Si bien la tasa de pobreza viene cayendo sostenidamente desde hace ya varios años, aún sigue siendo grande la proporción de hogares que se encuentran en situación de privación. En esta sección se analiza la evolución de este indicador y se presenta una caracterización de la población cuyo ingreso es aún insuficiente para superar la barrera de la pobreza. En el año 2002 la pobreza alcanzó su pico histórico en el país: llegó a afectar al 45,8% de los hogares y al 56,8% de los argentinos. Desde entonces tuvo lugar una caída sostenida y, en 2006, la cantidad de hogares y personas en situación de pobreza se había reducido a menos de la mitad. En el segundo semestre de 2006 la pobreza afectaba al 26,9% de la población (gráfico N°3). Los niveles de indigencia trazaron un recorrido aún más sorprendente: pasaron de afectar al 29% de los argentinos en 2002 al 8,7% en 2006 (una caída del 70%)1. En forma paralela a la reducción en la cantidad de hogares y personas en situación de pobreza e indigencia, la brecha de la pobreza –que mide su intensidad– también se redujo considerablemente. Esta espectacular trayectoria descendente se explica tanto por la pujanza de la recuperación económica experimentada desde 2002 como, ante todo, por el tipo de patrón de crecimiento adoptado por la economía argentina, en el que se evidenció un formidable ritmo de creación de puestos de trabajo –reflejado en una elevada elasticidad empleo-producto– y cierta recuperación de los ingresos reales desde los deprimidos niveles posteriores a la devaluación de la moneda2. Ahora bien, aun en el marco de esta auspiciosa mejora en las condiciones de vida de los trabajadores –sin duda uno de los mayores éxitos del gobierno kirchnerista– la pobreza sigue siendo hoy uno de los grandes dramas de la sociedad argentina. No sólo subsiste una importante cantidad de personas viviendo bajo las líneas de pobreza e

1 Si bien están disponibles los datos oficiales de pobreza e indigencia para el año 2007, la intervención en marcha en el INDEC despierta fuertes dudas sobre el grado de confiabilidad de estos valores. Aun así, el cruce de la información oficial para el primer semestre de 2007 con un conjunto de estimaciones propias permite afirmar que la tendencia a la reducción de la pobreza y de la indigencia se ha mantenido en ese período. No obstante, es imposible estimar de manera rigurosa el nivel exacto de estas variables. Para el segundo semestre de 2007 la información oficial es aún más escasa, lo que dificulta cualquier verificación o estimación propia (véase la sección Panorama laboral). El Newsletter sobre la situación laboral y social de la Argentina de SEL consultores correspondiente al mes de marzo realiza una estimación de la incidencia de la pobreza en este último período. Dado que la consultora comparte las preocupaciones respecto de la inexistencia de información oficial, su estimación se fundamenta en una larga serie de supuestos metodológicos alternativos, por lo cual sus datos no pueden considerarse como concluyentes. 2 En un trabajo reciente publicado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación se demuestra que en el período 2003-2006 las salidas de hogares de la pobreza se explicaron fundamentalmente por cambios relacionados con el mercado de trabajo (aumento en los ingresos laborales y aumento en la ocupación), siendo de menor importancia los cambios en los ingresos no laborales y los demográficos. Para más referencias, véase Maurizio, R., B. Perrot y S. Villafañe (2007), “Dinámica de la pobreza y mercado de trabajo en la Argentina post-convertibilidad”, en Trabajo, ocupación y empleo. Dimensiones del trabajo en el nuevo modelo económico y social, Serie Estudios Nº 6, MTEySS.

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indigencia, sino que también los niveles actuales se mantienen por encima de los registrados tanto al principio de la década del noventa como, más aún, hacia inicios de los años ochenta (gráfico Nº2) y en los setenta. Lo llamativo es que, aunque prácticamente un cuarto de la población se encuentra hoy en situación de pobreza (casi diez millones de argentinos), este tema ocupe un lugar marginal en la agenda de discusión pública. ¿Quiénes son hoy pobres en el país? ¿En qué zonas del país se concentran? ¿Cuál es su relación con el mercado laboral? En las próximas páginas analizaremos en detalle estas cuestiones, así como pondremos en relación los actuales niveles de pobreza con los registrados desde 1980, con el fin de comprender las características y las perspectivas de la pobreza en la Argentina de hoy. Gráfico N°1 Hogares no pobres, pobres no indigentes y pobres indigentes en

la Argentina. Total de aglomerados urbanos, 2003 y 2006. En porcentajes sobre total de hogares

Octubre de 2002 Segundo semestre de 2006

Pobres indigentes

8,7%

Pobres no indigentes

73,1%

No pobres

Pobres indigentes

29,0% No pobres 18,2%43,2% Pobres no

indigentes 27,8% Nota: Para dar continuidad a las series de pobreza e indigencia, se empalmaron los datos provenientes de la EPH Puntual realizada hasta mayo de 2003 con los de la EPH Continua implementada desde el primer trimestre de ese año. Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH - INDEC. ¿Cómo se estima la pobreza? Notas metodológicas e impacto de la distorsión del IPC. • Según consigna el INDEC, el cálculo de los porcentajes de hogares y personas con

ingresos por debajo de la línea de pobreza se elabora en base a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por dicho organismo. A partir de relevar los ingresos de los hogares se establece si éstos tienen capacidad de satisfacer –por medio de la compra de bienes y servicios– un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales. El procedimiento parte de utilizar una Canasta Básica de Alimentos (CBA) y ampliarla con la inclusión de bienes y servicios no alimentarios (como vestimenta, transporte, educación y salud) con el fin de obtener el valor de la denominada Canasta Básica Total (CBT). Para calcular la incidencia de la pobreza se analiza la proporción de hogares cuyo ingreso mensual no supera el valor de la CBT y, para el caso de la indigencia, la proporción cuyo ingreso no supera la CBA. La CBA y la CBT varían

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para cada hogar, teniendo en cuenta su composición en términos de adultos equivalentes.

• Los porcentajes de población viviendo bajo las líneas de pobreza e indigencia suelen ser mayores que los mismos porcentajes referidos a los hogares, dado que en general los hogares en situación de pobreza tienen un mayor número de miembros que los hogares no pobres.

• La fuente de datos para la elaboración de los gráficos y cuadros de esta sección es la EPH. Desde 1995 hasta la actualidad, se cuenta con datos de ingresos para la totalidad de los aglomerados urbanos que releva la encuesta. El índice que se utiliza para actualizar los precios de la CBA es elaborado a partir de un subconjunto de precios de los que componen el Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al aglomerado Gran Buenos Aires (GBA), que incluye la Capital Federal y el Conurbano bonaerense, corregido por diferencias de precios regionales estimadas para 2001 por el mismo INDEC.

• Para el análisis histórico (1980-2006) se recurre a los datos correspondientes al aglomerado GBA, ya que no se dispone de datos de otros aglomerados. De todas maneras, la evidencia refleja que los datos correspondientes a este aglomerado son una aproximación adecuada de lo que sucede en las demás localidades urbanas del país y que, en todo caso, tienden a subestimar levemente la pobreza a nivel nacional.

• Para dar continuidad a las series se empalmaron los datos provenientes de la EPH Puntual realizada hasta mayo de 2003 con los de la EPH Continua implementada desde el primer trimestre de ese año.

• Dado que para estimar los niveles de pobreza e indigencia es necesario utilizar el IPC, el último dato que se considera íntegramente confiable es el correspondiente al segundo semestre del año 2006, previo a la intervención vigente en el INDEC. La poca confiabilidad de los datos para el año 2007, tanto de la EPH como del IPC, hace imposible conocer de manera rigurosa los niveles de pobreza e indigencia para este período (véase la sección Panorama laboral).

La pobreza en perspectiva histórica: tendencias de largo plazo. Es cierto que el fenómeno de la pobreza no es nuevo en nuestro país, pero también es cierto que hace tan sólo 25 años la población viviendo en condiciones de miseria era aproximadamente un cuarto de la de hoy (gráfico N°2). La evidencia empírica confirma desde mediados de la década de 1970 una marcada tendencia de largo plazo al aumento de la pobreza y la indigencia en el país, al menos hasta el año 20023. En términos estructurales, esta trayectoria se encuentra vinculada al final de la etapa de industrialización vía sustitución de importaciones y a su reemplazo por un patrón de acumulación regido por la desregulación económica, la apertura comercial y la liberalización financiera. La consecuente desindustrialización y reprimarización de la economía nacional durante las últimas décadas tuvo un severo impacto en las condiciones de vida de la población, donde el aumento exponencial de los niveles de pobreza fue tan sólo una de sus caras. En el marco de esta tendencia de largo plazo, la pobreza fue creciendo de manera escalonada a lo largo de las crisis cíclicas que sacudieron la economía nacional. Los

3 En octubre de 1974 el porcentaje de hogares en condiciones de pobreza en el Gran Buenos Aires era del 4,4%; en octubre de 2002, del 44,2%. (Elaboración propia sobre la base de EPH-INDEC. Los porcentajes surgen de la serie empalmada de EPH Puntual y EPH Continua, para mantener la comparación con los años posteriores.)

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años 1982, 1989, 1996 y 2002 marcan picos del nivel de pobreza, en los que ésta creció abruptamente debido a fuertes descalabros económicos. A excepción de 1996, los niveles máximos fueron generados por fuertes procesos inflacionarios, que hicieron añicos el ingreso real de los hogares más vulnerables, arrastrándolos a la miseria. La nota dominante de esta trayectoria es que luego de cada episodio de crisis, aun cuando el nivel de pobreza descendió fruto de la estabilización y la recuperación económica posteriores, el nuevo piso fue siempre superior al vigente previamente. Los niveles previos a la crisis no se recuperaron, trazando una dinámica de tipo escalonado en la que cada nuevo ciclo impulsaba la incidencia de la pobreza un poco más arriba. Gráfico N°2. Incidencia de la pobreza y la indigencia en el aglomerado Gran

Buenos Aires. 1980-2007. En porcentajes sobre población.

8,4

5,1

35,6

15,3

18,6

13,2

21,3

32,7

47,8

34,1

21,7

18,0 17,019,2

25,1

28,226,3 26,2 27,0

29,2

35,8

54,9

46,2

37,7

30,9

25,5

1,9

8,9

4,2 3,7 3,7

6,5

11,3

17,4

6,9

3,2 3,44,6 3,7

6,67,9

6,7 7,3 7,08,1

12,8

26,0

18,9

14,0

10,38,0

0

10

20

30

40

50

60

1980

1981

1982

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

Pobreza

Indigencia

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH - INDEC. Así, luego de la crisis de 1982, que elevó la pobreza de niveles del 7% al 35%, el nuevo piso osciló en el 16% entre 1984 y 1986, para luego iniciar una espiral alcista que culminó en 1989 con un nivel de más de 47%. El inicio de la convertibilidad implicó una reducción de la pobreza respecto de la crisis hiperinflacionaria, pero aun así se ubicó en un nivel mayor que el de mediados de los años ochenta, al oscilar alrededor del 18%. A lo largo de esta década la pobreza experimentó una tendencia ascendente –aun en los años de crecimiento–, con un nuevo pico en 1996, cuando trepó al 28%. La leve recuperación posterior se correspondió con un nuevo escalón ascendente en el piso de la pobreza, ubicándose por encima del 26% en 1998. La tendencia desde entonces fue explosiva hasta que, en 2002, puso bajo la línea de pobreza a más de la mitad de la población argentina.

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Esta dinámica de corto plazo se sostuvo en el proceso de transformación estructural de la economía argentina iniciado a mediados de la década del setenta. Así, si bien la pobreza creció especialmente en las fases de crisis, se constituyó –a los saltos– en un fenómeno de carácter estructural. La evolución del porcentaje de personas viviendo en la indigencia exhibió un trazado similar. La dinámica post-devaluación: ¿una reversión de la tendencia? En este marco histórico se desprenden algunas interesantes observaciones respecto de la trayectoria de la pobreza y la indigencia en el último lustro:

• Por primera vez desde 1980 los niveles de pobreza e indigencia acumulan cinco años consecutivos de reducción4. En la anterior recuperación económica –e importante caída en el nivel de pobreza–, en el inicio de la convertibilidad (1990-1993), la tendencia se revirtió en el quinto año (1994).

• Por primera vez, la caída sostenida implicó que el nivel de pobreza perforara el piso de partida previo al alza generada por la crisis. En efecto, el nivel de pobreza en el segundo semestre del 2006 (25,5%) es menor que el correspondiente al año 1998 (26,2%), que representaba el piso anterior. Esto implica que, al menos por ahora, se habría puesto fin a la tendencia de crecimiento escalonado de la pobreza de las últimas décadas.

• Esta tendencia no se verifica, no obstante, para el caso de la indigencia, ya que el último registro de 2006 (8,0%) aún supera el piso correspondiente al ciclo anterior (un valor de 6,7% en 1999).

• Además, en ninguno de los dos casos se ha logrado mejorar aún los niveles vigentes al inicio de la década del noventa, cuando la pobreza afectaba al 17% de la población (1993) y la indigencia al 3,7% (1994). Éstos eran los valores existentes antes del sostenido crecimiento de la pobreza durante la convertibilidad. Desde ya, los registros actuales también superan ampliamente los de las décadas del ochenta y del setenta.

En pocas palabras, desde el 2003 se evidencia una sostenida contracción tanto del nivel de pobreza como de indigencia que señala, en primer lugar, la interrupción de la larga tendencia ascendente experimentada por ambos registros entre 1980 y la última devaluación. El ritmo y el patrón de crecimiento experimentados desde el año 2002 sugieren, además, que podríamos estar no sólo frente a una detención sino también ante una reversión de la tendencia ascendente de la pobreza. Pero es todavía temprano para confirmar esta hipótesis. Los registros actuales se mantienen aún cómodamente en los dos dígitos y, si se extrapola esta información al total del país, se evidencia que casi diez millones de argentinos continúan viviendo por debajo de la línea de pobreza. Más aún, las continuas alzas de precios –especialmente de los productos alimenticios– colocan a porciones enteras de trabajadores al borde de caer en una situación de pobreza mes a mes. A esto se suma la falta de estadísticas confiables para el año 2007, especialmente para el segundo semestre, que hacen imposible confirmar si el indicador de pobreza continúa en descenso o si, como se sospecha, ingresó recientemente en una meseta. El mapa regional de la pobreza: el peso del norte del país y los grandes centros urbanos.

4 En rigor, se trata de cuatro años y medio de caída del nivel de pobreza, ya que la falta de datos confiables para el segundo semestre de 2007 impide confirmar esta tendencia.

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Más allá del dato global de las tasas de pobreza en el país, es relevante conocer las diferencias regionales en la materia, su distribución espacial. El cuadro Nº2 permite apreciar con claridad que las zonas con mayor incidencia de la pobreza son las provincias del norte del país, tanto del Noreste como del Noroeste5. El porcentaje más alto corresponde al Chaco, ya que en el segundo semestre de 2006 en el aglomerado de Gran Resistencia la proporción de población bajo la línea de pobreza ascendió al 48,1%, superando a todos los demás aglomerados. En los aglomerados de otras seis provincias esta proporción también superó el 40%: Corrientes, Santiago del Estero, Formosa, Misiones, Salta y Jujuy. En estas mismas provincias es también alarmante el porcentaje de personas que viven bajo la línea de indigencia, es decir, que tienen ingresos que no les permiten siquiera adquirir lo necesario para consumir una canasta básica de alimentos. En Chaco, esta proporción asciende al 19,0%, en Corrientes, al 18,1%.

Cuadro Nº1 Las diez provincias con mayor incidencia de la pobreza e indigencia urbanas, segundo semestre de 2006*. En porcentajes.

Bajo la línea de pobreza

Bajo la línea de indigencia

Provincia

Hogares Personas Hogares Personas

1 Chaco (Gran Resistencia) 37,9 48,1 15,0 19,0

2 Corrientes (Corrientes) 34,4 46,0 11,4 18,1

3

Santiago del Estero (Sgo. Estero-Rada Tilly) 34,2 44,2 10,9 14,5

4 Formosa (Formosa) 31,8 43,7 7,8 11,5 5 Misiones (Posadas) 31,1 43,6 8,9 12,6 6 Salta (Salta) 31,9 41,4 11,0 15,6

7 Jujuy (S. S de Jujuy-Palpalá) 30,8 40,0 10,1 13,8

8 San Juan (Gran San Juan) 30,2 37,8 8,6 11,4

9 Tucumán (Gran Tucumán-Tafí Viejo) 28,6 37,4 8,7 11,2

10 Catamarca (Gran Catamarca) 27,2 37,2 7,5 10,0

Total del país 19,2 26,9 6,3 8,7 * Las tasas por provincia fueron calculadas en base a los aglomerados que, para cada una de ellas, releva la EPH, los que se detallan entre paréntesis junto al nombre de cada provincia. Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH - INDEC. Los datos expuestos permiten conocer cuáles son las provincias donde el problema de la pobreza es más grave. Ahora bien, también es relevante conocer cuáles son las regiones donde se aglutina la mayor cantidad de hogares y personas viviendo en condiciones de pobreza (gráfico Nº3). La distribución espacial de la población pobre del 5 Cabe recordar que la información disponible sobre pobreza e indigencia surge de la EPH realizada por el INDEC en 28 aglomerados urbanos del país, donde habitan 23,6 millones de personas. Esto implica que las zonas rurales quedan fuera del análisis. Se toman aquí los datos correspondientes al segundo semestre de 2006.

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país muestra que las personas que se hallan en situación de pobreza se concentran, por un lado, en los aglomerados del norte y oeste del país, debido a que éstos tienen las tasas más altas de incidencia de la pobreza, y, por otro lado, en las grandes urbes (el Conurbano bonaerense, Santa Fe, Córdoba, la ciudad de Buenos Aires), debido a su densidad poblacional. Por caso, en la provincia de Buenos Aires, que concentra el 47,9% de la población del país, se encuentra el 50,5% de la población pobre de la Nación (hay 3,2 millones de personas pobres, la mitad de los 6,3 millones que suman las áreas relevadas por la EPH). En Santa Fe viven 421.000 personas bajo la línea de pobreza, 371.000 en Córdoba, y entre 200.000 y 300.000 en la Capital Federal y en las provincias de Tucumán y Salta. Gráfico Nº3 Las diez provincias con mayor población pobre urbana, segundo

semestre de 2006. En porcentajes sobre total de población pobre.

Buenos Aires; 50,5%

Santa Fe; 6,6%

Córdoba; 5,8%

Ciudad de Buenos Aires; 4,7%

Tucumán; 4,6%

Salta; 3,3% Mendoza; 2,8%

Chaco; 2,8% San Juan; 2,6% Corrientes; 2,4%

Resto de las provincias; 13,8%

Fuente: Elaboración propia en base a EPH – INDEC y Proyecciones demográficas INDEC. Perfil demográfico e ingresos de los hogares pobres y no pobres. Un modo de aproximarse a las razones asociadas con la pobreza consiste en analizar cuáles son las características distintivas que presentan los hogares que se encuentran en la actualidad en situación de pobreza. En particular, resulta fundamental conocer cómo es la inserción de sus miembros en el mercado laboral. ¿Cuál es la proporción de desocupados? ¿En qué tipo de ocupaciones se desempeñan quienes consiguen trabajo? ¿Cuáles son sus ingresos? En lo que sigue buscamos mostrar una radiografía actual de los hogares que viven en condiciones de pobreza, y de sus miembros. Un primer elemento para conocer las características de los hogares en situación de pobreza es identificar su perfil demográfico (cuadro Nº2). De este análisis surge, en primer término, que los hogares con ingresos inferiores a la línea de pobreza tienen, en promedio, mayor tamaño que los hogares no pobres (en promedio 4,6 personas versus 3,0). A su vez, están compuestos en mayor proporción por niños y jóvenes. En especial, se destaca la proporción de niños de 0 a 13 años, que es de 35% en los hogares pobres y de 19,1% en el resto de los hogares. El corolario de esta diferencia

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en la composición de los hogares es un dato alarmante: el 40,5% de los niños del país vive en condiciones de pobreza, aún hoy. Hasta aquí los contrastes entre los hogares pobres y no pobres. La información disponible revela que la proporción de mujeres viviendo en hogares pobres es prácticamente la misma que en los hogares no pobres. Del mismo modo, tampoco es significativa la diferencia en el porcentaje de hogares pobres que tienen como jefa de hogar a una mujer (32,7%) en relación con los hogares no pobres (31,2%). Esto mostraría que la situación de pobreza urbana en Argentina es un problema que atraviesa por igual a los dos géneros. Cuadro Nº2 Perfil demográfico e ingresos de los hogares según condición de

pobreza. Segundo semestre de 2006.

Indicadores Hogares pobres

Hogares no pobres

Cantidad promedio de miembros en el hogar 4,6 3,0

Composición de los hogares según edad (en % población) 0 a 13 años 35,4 19,1 14 a 22 años 20,8 14,3 23 a 64 años 39,6 54,1 65 años y más 4,2 12,5

Proporción de mujeres (en %) 51,9 52,8 Hogares con jefatura femenina (en %) 32,7 31,2 Ingresos (en $)

Ingreso total del hogar 606 2.144 Ingreso per cápita del hogar 127 715

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH - INDEC. Donde sí existen diferencias marcadas entre ambos tipos de hogares es en materia de ingresos: en el segundo semestre de 2006 el ingreso total familiar promedio de los hogares no pobres fue de $2.144, y el de los hogares pobres fue de $606. El hecho de que los hogares viviendo bajo la línea de pobreza tengan un tamaño medio mayor hace que las diferencias sean aún más significativas cuando se consideran los ingresos per cápita: los ingresos de los no pobres son casi seis veces mayores que los de los hogares pobres. Pobreza y mercado de trabajo: el peso de la desocupación, la informalidad y los bajos ingresos. El análisis comparativo de las tasas básicas del mercado de trabajo para los hogares en situación de pobreza y los que no lo están arroja algunos datos reveladores (cuadro Nº3). En primer lugar, se observa que los jefes de hogares en condición de pobreza tienen tasas de actividad algo superiores a los jefes de hogares no pobres (76,2% versus 73,5%). Es decir, entre los jefes de hogares pobres es mayor la participación en el mercado de trabajo, ya sea como ocupados o en la búsqueda de empleo. Sin embargo, un porcentaje muy importante de estos jefes activos no logra conseguir una ocupación: el 12,5% son desocupados, frente al 2,7% de los jefes de hogares no pobres. Esto mismo es válido si se considera a toda la población de 14 años y más (no sólo a los jefes de hogar). En este último caso, la tasa de desocupación de quienes

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viven en hogares con ingresos bajos triplica la de los hogares no pobres (20,1% versus 6,8%). Estas evidencias aportan un resultado relevante: la desocupación, a pesar de haber disminuido significativamente, sigue siendo uno de los factores determinantes de la situación de pobreza de muchos hogares. No sólo la desocupación es mayor en los hogares pobres, también lo es la subocupación. Se observa que entre quienes consiguen empleo en los hogares pobres (incluyendo a los jefes de hogar y al conjunto de los miembros) es tres veces mayor la proporción de aquellos que son subocupados respecto de los hogares no pobres. La subocupación abarca a quienes, queriendo hacerlo por más tiempo, trabajan menos de 35 horas por semana. Desde luego, la subocupación involuntaria está íntimamente asociada con la percepción de ingresos más bajos. Finalmente, otra de las diferencias marcadas entre los ingresos de los hogares pobres y no pobres tiene que ver con la proporción de quienes cobran una jubilación o pensión. Aun luego de la sanción del decreto que permitió jubilarse a personas de más de 60 años que no tenían los años de aportes legalmente requeridos, en los hogares pobres sólo un 35,7% de las personas de 65 años y más cobra jubilación o pensión, frente al 75,5% en los hogares no pobres. Otro modo de leer estos datos indica que los sucesivos aumentos del haber jubilatorio mínimo entre 2003 y 2006 ayudaron a salir de la pobreza a algunos de los hogares que estaban en dicha situación.

Cuadro Nº3 Perfil de actividad de los miembros de hogares pobres y no pobres, segundo semestre de 2006. En porcentajes.

Indicadores hogares pobres

hogares no pobres

Jefes de hogar Tasa de actividad 76,2 73,5 Tasa de empleo 66,7 71,4 Tasa de desocupación 12,5 2,7 Tasa de subocupación 23,3 7,8

Personas de 14 años y más Tasa de actividad 53,7 62,1 Tasa de empleo 42,9 57,9 Tasa de desocupación 20,1 6,8 Tasa de subocupación 26,6 9,8

Personas de 65 años y más Porcentaje de jubilados 35,7 75,5

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH – INDEC. El cuadro Nº4 permite ahondar en las características de las ocupaciones a las que acceden los miembros de hogares en condición de pobreza. Ya hemos visto que con mayor frecuencia se trata de ocupaciones de una reducida cantidad de horas semanales, y no por razones voluntarias. El análisis por categoría ocupacional arroja otros indicadores que dan cuenta de la menor calidad de estas ocupaciones. Frente al 57,9% de los ocupados de hogares no pobres con ocupaciones que podríamos considerar formales o de calidad (asalariados registrados, trabajadores por cuenta propia profesionales y patrones o empleadores), sólo el 15,5% de los ocupados de los hogares que viven bajo la línea de pobreza tiene este tipo de empleos. La mayor parte se desempeña como asalariado no registrado (48,7%), como trabajador independiente

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no profesional o como trabajador familiar sin remuneración fija (27,2%), o bien como destinatario de planes sociales que implican una contraprestación laboral (8,6%). Las diferencias también se notan en la distribución de las ocupaciones por sector de actividad. Prácticamente el 60% de los trabajadores ocupados de hogares pobres se concentra en tres sectores: comercio, restaurantes y hoteles; construcción; y servicio doméstico (en comparación, este porcentaje es 36,4% para los ocupados del resto de los hogares). Las características comunes de estos sectores explican buena parte de la condición de pobreza: se trata de sectores en los cuales los salarios son más bajos que en el promedio de la economía, la proporción de ocupaciones informales es significativamente mayor y también lo es el nivel de subocupación. El hecho de que entre 2003 y 2006 el empleo en estos sectores haya crecido aún más que la ocupación total fue otro de los factores que contribuyó a que se redujera rápidamente la incidencia de la pobreza en el país, ya que permitió que se emplearan personas con bajo nivel de educación formal, antes desocupadas o inactivas. Cuadro Nº4 Perfil de los ocupados en hogares pobres y no pobres, según categoría ocupacional, género y sector de actividad, segundo semestre de 2006.

Indicadores Hogares pobres

Hogares no pobres

Composición según categoría ocupacional (en porcentajes sobre ocupados)Planes de empleo 8,6 1,1 Asalariados no registrados 48,7 26,9 Asalariados registrados 13,5 50,7 Trab. por cuenta propia no profesionales y trab.

familiares 27,2 14,1

Trab. por cuenta propia profesionales y patrones 2,0 7,2 Composición según género (en porcentajes sobre ocupados)

Ocupadas mujeres 38,7 43,3 Composición según ramas de actividad (en porcentajes sobre ocupados)

Industria 13,6 14,1 Construcción 18,2 7,1 Comercio al por mayor y al por menor, restaurantes y

hoteles 26,2 22,6

Transporte, comunicaciones y servicios conexos 4,8 6,8 Intermediación financiera, actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler 5,0 10,8

Servicios personales 6,8 13,2 Servicio doméstico 15,3 6,7 Sector público 8,9 17,0 Otros 1,4 1,6

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH - INDEC. El gráfico Nº6 testimonia de otro modo algunas de las cuestiones ya señaladas. La comparación entre los años 1998 y 2006 muestra sucintamente algunos de los efectos que los cambios en el mercado de trabajo tuvieron sobre la pobreza, a partir de la comparación de la condición de actividad de los jefes de hogar. En estos dos años la incidencia de la pobreza mostró niveles relativamente similares (22,6% de los hogares en 1998; 19,2% en 2006). Sin embargo, la inserción

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ocupacional de los jefes de los hogares que viven en condiciones de pobreza no son las mismas, y tampoco lo son sus ingresos. El menor nivel global de desocupación (14,1% en 1998; 8,7% en 2006) se refleja en la menor proporción de jefes de hogar desocupados en los hogares pobres, que era de 16% en 1998 y que en 2006 se redujo al 10%. Del mismo modo, el aumento general de la ocupación (44,7% en 1998; 46,1% en 2006) también se evidenció entre los jefes de hogares pobres: el 61% de los mismos era ocupado en 1998, el 65% en 2006. Aun así, los ingresos reales de los ocupados en 2006 son menores que en 1998, tanto para el caso de los subocupados como de los ocupados plenos. Los únicos ingresos que se han visto incrementados en este período son los de los jefes de hogar que reciben una jubilación o pensión. Es decir, si se compara la situación actual de los jefes de hogares pobres con la última etapa del régimen de convertibilidad, resulta que hoy en día la pobreza se asocia en mayor medida con bajos ingresos laborales y, en menor medida, con la desocupación.

Gráfico Nº4 Composición de hogares en situación de pobreza, según condición de actividad del jefe de hogar (en porcentajes), e ingreso total

familiar (en pesos de 2006).

Octubre 1998 Segundo semestre 2006

Inactivos jubilados14%; $ 520

Otros inactivos10%; $ 433

Desocupados15%; $ 442

Subocupados16%; ITF $ 547

Ocupados plenos45%; ITF: $ 737

Inactivos jubilados8%: ITF: $ 623

Otros inactivos17%; $ 377

Desocupados10%; ITF: $ 364

Subocupados15%; ITF: $ 516

Ocupados plenos50%; ITF: $ 683

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH – INDEC. Perspectivas. A pesar del fuerte descenso de la pobreza desde 2002, los niveles actuales no dejan de ser alarmantes. La recuperación posterior a 2002 ha permitido revertir sólo en parte la situación de carencias que viven diariamente millones de personas. Como se mencionó, prácticamente uno de cada cuatro argentinos vive en condiciones de pobreza, destacándose especialmente la presencia de niños y jóvenes en estos hogares. Las implicancias de largo plazo de esta situación, en términos de la transmisión intergeneracional de la pobreza y la pérdida de capacidades laborales, son imposibles de exagerar. Si bien se han ganado algunas batallas decisivas en los años recientes, es claro que la tendencia de largo plazo de aumento de la pobreza en el país se encuentra por el momento solamente suspendida, y todavía resulta apresurado anticipar si se trata de

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una verdadera reversión o de una detención transitoria. La posibilidad de consolidar la sostenida reducción de la pobreza e indigencia registrada desde el año 2002 reposa en dos pilares fundamentales: la reducción de la tasa de desocupación y la expansión de los ingresos en términos reales. Si bien el desempleo ha descendido marcadamente desde 2003, la recuperación de los ingresos ha sido mucho más lenta, de modo tal que los salarios actuales están en términos reales en los mismos niveles que en 2001. Por ello, resulta esencial mantener el alto ritmo de crecimiento económico pero, también, implementar medidas que empujen hacia arriba los ingresos reales de los trabajadores al tiempo que logren mantener los precios controlados. Éstos son los desafíos más apremiantes del presente si el objetivo es, como se enuncia desde el gobierno nacional, propiciar una verdadera mejora de la distribución del ingreso vigente en el país.