EL ULTIMO HARÉN

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EL ULTIMO HARN (Italia-Turqua, 1999) Direccin: Ferzak Ozpetek Despus de HAMMAN, Ferzak Ozpetek vuelve a introducirnos en el universo cultural turco, en una indagacin que se adentra en los ltimos aos del sultanato y los orgenes de la repblica modernizadora. Si Borges deca que el conocimiento de Turqua requiere un segundo viaje, la nueva pelcula de Ozpetek nos permite hacerlo, claro que cmodamente instalados en la butaca de espectador y a travs de una mirada ajena, un viaje esttico sin duda, rico y sugerente. La mirada del director es de extraamiento, de prdida, de nostalgia por un mundo arrasado por la modernizacin. Si en HAMMAN la especulacin inmobiliaria, el omnipresente mundo de los negocios, pareca barrer contra uno de los smbolos tradicionales, en EL ULTIMO HAREN son las reformas impulsadas por los militares las que darn por tierra contra otro de los smbolos, esta vez del poder absoluto. En ambas pelculas el resultado es la coexistencia de dos Turquas, entrecruzadas cotidianamente. El hecho de ser turco, aunque con casi dos dcadas en Italia, le da a Ozpetek una sensibilidad especial para captar el fenmeno, para penetrar en los cdigos ms hermticos de los universos culturales que describe, a diferencia del exotismo tan de boga en Occidente que convierte a los pases extraos en depositarios de un discurso para el propio mundo occidental, un juego retrico del cual el Cndido de Voltaire es paradigmtico, y que encuentra su expresin ms abusiva, volviendo al cine, en las superproducciones hollywoodenses de ambiente egipcio u oriental. Es una mirada que acta en un complejo entramado de flashbacks cruzados que llegan a disolver la lnea del tiempo, al menos la lineal, e incluso el propio concepto de flashbacks. En ese sentido es fiel a la idea cinematogrfica del tiempo como multiplicidad, como abolicin de las percepciones tradicionales. Ese tiempo laberntico sirve para el objetivo de recrear una atmsfera basada en el tiempo de los detalles, donde la duracin se prolonga, alejada del bullicio de la ciudad moderna, donde cada detalle nfimo alcanza valor de clave, permitiendo contener todo un mundo para el cual el mundo real es slo una excusa. Al final de cuentas, el harn no pertenece al mundo de los hombres de carne y hueso, es terreno exclusivo de un semi-dios, del poder divinizado, y su tiempo es el de la eternidad. A esta altura, entramos a otro juego laberntico, construido sobre el anterior, el de los relatos que constituyen la pelcula, superpuestos y entrelazados de manera admirable, fieles a la tradicin del cuento oriental, herederos de la Sherezade que mantiene en tensin al sultn durante ms de mil noches para salvar su vida. Aqu es la criada la que debe hacer soportable la espera de la decisin del semi-dios, la que demora a las decenas de mujeres del harn, entre abanicos, aperitivos, cuchicheos, expectantes por una historia que es la del propio derrumbe del universo en que ha transcurrido su existencia. Los hombres deben hacer la historia mientras las mujeres mantienen y resguardan la palabra. Lo importante no es cmo vivas una vida, sino cmo la cuentes, dice uno de los personajes, sintetizando el papel del relato. De hecho, el argumento de la pelcula es ese juego de relatos, todos centrados en historias de mujeres, las nicas posibles en el harn, el coto reservado a la

femineidad, una femineidad resguardada por los eunucos y que permite slo la inclusin del sultn, como el quiebre que justifica la existencia de cada una de ellas. Veamos: la criada frente al harn, Nadir frente a Safiy, la anciana frente a la angustiada mujer que espera el tren que le llega no sabe a dnde, el tcito de Anita que slo se comprende con HAMMAN; y una pitillera que entabla otro puente, esta vez fsico con la anterior historia, encarnacin de los nexos que unen a todas esas mujeres, embarcadas todas en la experiencia de la bsqueda del significado. Los relatos y la historia de los fracasos de los cuales se desprenden. El de Nadir, el del amor impotente; el del sultn, el del poder marchando irreversiblemente al colapso, el de Safiy, la favorita hecha caricatura grotesca de s misma; el del mismo harn, condenado por un mundo que no puede aceptarlo. Y sobre ellos, el viaje del deseo, que describe Juan Goytisolo, como el salto al abismo abierto dentro de nosotros mismos por medio de la representacin fantstica del serrallo y del monstruo que lo habita pavoroso, enigmtico, inasible Eros oriental. Y es el deseo, con todas sus trampas, sus elucubraciones, sus presunciones, sus tensiones y sus inercias, el que reina por sobre todo ese universo, el deseo que convierte a una mujer en la favorita del sultn y luego la arroja al Bsforo, el que venera la paternidad y luego la rechaza, el que pasa por encima de la impotencia y explora las diversas formas del placer, el que aletea sobre una sultana en las noches de verano y el que se condensa en una pitillera. Leonardo Martnez