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Elección del cónyuge Los jóvenes yámana al igual que los de otras culturas poseen un ideal de pareja, basado en atributos físicos, de personalidad y virtudes sociales; ideales no siempre conquistadas. Para los varones estos atributos están delineados por los adultos en la ceremonia de iniciación a la pubertad, no así para las niñas, quienes adquieren la noción del ideal de pareja a través de los consejos de su madre, y el resto de las mujeres de la comunidad. Por lo general los varones una mujer bien formada y de aspecto agradable. Una cara pequeña y regular, ojos claros y tranquilos, una boca delicada con labios finos, un cuerpo esbelto (ni flaco, ni pesado) y algo rellenita, una voz suave y movimientos sueltos o armónicos. Por lo general prefieren las mujeres tranquilas, en ningún caso violentas o irritables, alegres, que demuestren simpatía, compasión y sean discretas. También que sean ordenadas y preocupadas de la limpieza (personal y de la choza) y que demuestren un gran afecto y carisma tanto por sus padres como por los niños. Las mujeres también poseen un estereotipo ideal de pareja, como un joven sano, vigoroso y bien proporcionado, que no posea mutilaciones, quemaduras o cicatrices que lo desfiguren, así también como posibles quebraduras que le impidan una libertad de movimientos. Una figura esbelta, erguida, ágil y flexible. El varón debe demostrar coraje, valentía y hombría, lo cual no implica la violencia. Además debe tener un temperamento activo y despierto, poco irritable, divertido y alegre, así como un gran espíritu de iniciativa propia. Existe una diversidad de argumentos con relación a la forma en que se elige al cónyuge (contrato comercial o conveniencia, rapto y libre elección). Según Bove la relación entre los esposos debe ser considerada como un contrato comercial, eligiendo el padre de la hija el que crea conveniente de acuerdo a sus atributos físicos y la complacencia en la negociación, es decir, aquel que sea

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Elección del cónyuge

Los jóvenes yámana al igual que los de otras culturas poseen un ideal de pareja, basado en atributos físicos, de personalidad y virtudes sociales; ideales no siempre conquistadas.

Para los varones estos atributos están delineados por los adultos en la ceremonia de iniciación a la pubertad, no así para las niñas, quienes adquieren la noción del ideal de pareja a través de los consejos de su madre, y el resto de las mujeres de la comunidad.

Por lo general los varones una mujer bien formada y de aspecto agradable. Una cara pequeña y regular, ojos claros y tranquilos, una boca delicada con labios finos, un cuerpo esbelto (ni flaco, ni pesado) y algo rellenita, una voz suave y movimientos sueltos o armónicos. Por lo general prefieren las mujeres tranquilas, en ningún caso violentas o irritables, alegres, que demuestren simpatía, compasión y sean discretas. También que sean ordenadas y preocupadas de la limpieza (personal y de la choza) y que demuestren un gran afecto y carisma tanto por sus padres como por los niños.

Las mujeres también poseen un estereotipo ideal de pareja, como un joven sano, vigoroso y bien proporcionado, que no posea mutilaciones, quemaduras o cicatrices que lo desfiguren, así también como posibles quebraduras que le impidan una libertad de movimientos. Una figura esbelta, erguida, ágil y flexible. El varón debe demostrar coraje, valentía y hombría, lo cual no implica la violencia. Además debe tener un temperamento activo y despierto, poco irritable, divertido y alegre, así como un gran espíritu de iniciativa propia.

Existe una diversidad de argumentos con relación a la forma en que se elige al cónyuge (contrato comercial o conveniencia, rapto y libre elección). Según Bove la relación entre los esposos debe ser considerada como un contrato comercial, eligiendo el padre de la hija el que crea conveniente de acuerdo a sus atributos físicos y la complacencia en la negociación, es decir, aquel que sea conveniente tanto para la muchacha como su familia. Así también tanto Haydes como Bridges aseguraban que la novia estaba sujeta a un sistema de compraventa, cuyo pago se realizaba en trabajos, pieles, alimentos y regalos. Outes llega mas halla con este argumento, ya que señalaba que si el marido no estaba conforme con su adquisición (la esposa) este podía devolverla, recuperando así su inversión. La teoría del rapto de la novia creemos que debe ser descartada o entendida de otra manera, ya que este acto no implica necesariamente el consentimiento de la muchacha, por lo cual ella podría fácilmente escapar de su cautiverio. Otro argumento para refutar esta teoría es que si la costumbre de la elección conyugal estuviera sujeta al rapto de la novia, no serían tan importantes los atributos y enseñanzas del chiejaus, así como la perdida del sentido de la ceremonia nupcial, fundamental como ocasión de reunión para los diferentes grupos. Con estos argumentos no queremos ser excluyentes de esta practica, ya que se puede haber dado en determinadas circunstancias, como la desaprobación del futuro cónyuge por parte de los parientes de la novia, o simplemente un capricho de ambos para rehuir la ceremonia matrimonial. De esta manera vislumbramos, al igual que Gusinde, que la regla general en la elección del cónyuge era de común acuerdo entre los enamorados, es decir, una libre elección. La

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cual no estaba completamente libre de influencias, ni tampoco de regalos por parte del novio para complacer a sus futuros suegros. “Lo que algunos europeos mal informados consideraban que era el precio de la novia, en realidad eran los regalos que el novio o yerno presentaba en su alegría y satisfacción, por cortesía y agradecimiento al padre de su elegida. Esta costumbre formaba parte de las obligaciones del yerno para con su suegro”.

En la elección del cónyuge es el deber especial del tío velar por la libre elección de estos, podiendo incluso mover a la opinión publica, aunque la decisión final es la del padre de la novia, la cual queda automáticamente anulada con el nacimiento de un hijo. NE n el caso de que el padre de la novia no aprobara al futuro cónyuge, se deduce que la opción de estos era la procreación o fuga y aislamiento, hasta que los ánimos se calmaran. Esta libre elección conyugal también se amplia a una posible segunda esposa.

El papel que desempeña el tío paterno (indáruwa) por parte del joven en la elección de su cónyuge y futuro matrimonio es de vital importancia, y un poco menor el que desempeña la tía materna sobre la muchacha. Cuando a los ojos de los mayores el galanteo entre los jóvenes ya se ha prolongado demasiado, es el tío paterno el que habla con el muchacho y le aconseja el matrimonio. A su vez es este personaje el que propone al padre del joven las intenciones que este tiene de casarse. Si el joven carece de tío paterno, es su tío materno (íman) el que intercede por él, lo mismo realiza la tía paterna por el lado de la joven. Los hijos nunca informan directamente a sus padres el deseo o los planes de contraer matrimonio. Aunque estos son los que deben tomar la decisión final, la cual tiene un carácter de legalidad, ya que se basa en la demostración de que los jóvenes enamorados no están unidos por lazos de sangre. Este arreglo es llevado a cabo en unos cuantos días, luego la noticia es divulgada conquistando el apoyo de la sociedad, misión encargada al tío y la tía de los novios. Aquellos que contraen matrimonio por segunda vez no deben cumplir con dichas formalidades, no obstante estos recien casados comunican su unión a la comunidad.

Si bien la elección del cónyuge es generalmente de carácter libre, existen en determinados casos la obligatoriedad o deber moral de casarse, o encargarse de la viuda de un hermano, y su respectiva prole. Además se debe señalar que existen ciertos impedimentos matrimoniales, que restringen las posibilidades en la elección de la pareja.