Elecciones 7 de octubre: La victoria irreversible

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Año IV. Número 37. Caracas, octubre de 2012 • 20 Bs Edición venezolana PARADOJA DE LA GLOBALIZACIóN La competitividad: un mito que está de moda P . 16-18 DESORDEN Y DESESTABILIZACIóN Libia: ¿el fin de las ilusiones? • P . 14-15 EL CASO ASSANGE Embajadas, derecho de asilo y extradiciones • P . 4-5 por Raúl Cazal La victoria irreversible (continúa en la p. 8) T odas las mañanas, a partir de las 6, Russell Stanton se sienta frente al volante de su pick-up y recorre las explo- taciones agrícolas aledañas con la esperanza de encontrar un trabajo para el día: recoger melocotones, cacahuetes, maíz, cualquier cosa que se le proponga. En el calor pegajoso de esta tarde de agosto, el hombre, de unos cuarenta años, sale regular- mente de su habitación con aire acondicionado para fumar un cigarrillo en el estacionamiento del motel. Él vive acá, en Darien, Georgia, desde hace tres años: “Es menos caro que alquilar un apartamento. Tengo incluida la electricidad, el cable y hasta alguien que viene a limpiar la habitación todos los días”, se mofa dirigiendo la mirada hacia su hermana Jenna, la mucama del establecimiento. Instalada con su marido y sus hijos en dos habitaciones medianas, ella sólo trabaja una o dos horas por día. “El motel no tiene muchos clientes, hay sobretodo residentes permanentes. En este momento, hay un camionero, su joven amiga y una familia de hindúes. En la esquina, la gente sólo pasa, prefieren quedarse al borde de la auto ruta”. Los candidatos a la Casa Blanca no creen que valga la pena pararse en Georgia: ellos prefieren quedarse en Carolina del Norte o en Florida, donde se decidirá la próxima elección presidencial. Situada a algunas millas de la Insterstate 95 que se extiende a lo largo de la costa atlántica, desde Florida hasta Canadá, esta ciudad del sur de Estados Unidos de apariencia apacible, no tiene nada que la identifique con un destino turístico: un gran boulevard, una multitud de calles perpendiculares, bombas de gasolina, tiendas de comestibles desprovistas de frutas y legum- bres y, principalmente, innumerables casas puestas a la venta. De las 1.090 habitaciones con que cuenta la comuna, 292 están vacías. Golpeados por la crisis de la industria textil, sus dos mil habitantes también sufrieron de frente la de las subprime. En el condado de McIntosh, la tasa de desempleo sobrepasó el 10% y el ingreso anual medio cayó en 4.000 dólares entre 2007 y 2009, pasando de 25.739 a 21.771 dólares, antes de enderezarse un poco. Los Stanton, hermano y hermana, aterrizaron en el Fort King George Motel después del embargo de la casa familiar. “Yo vivía de pequeños trabajo y mi madre tuvo que dejar de trabajar. Los tratamientos eran demasiado caros, entonces nos vimos obliga- dos a irnos. Me fui a Texas durante un año para probar suerte, después vine para acá”, cuenta el hermano mayor. Jenna y su familia probaron alquilar un apartamento, pero rápidamente se dieron cuenta de que no podían pagar el alquiler y se insta- laron en el motel. De este período, la joven mujer guarda un gusto amargo: “durante cuatro años, Obama no hizo nada por nosotros. Yo que soy pobre, voy por los republicanos, porque los demócratas no tienen en cuenta a los blancos pobres como yo”. Por Benoît Bréville* Fiebre electoral en Estados Unidos Los dos Sur U na mujer, vestida con una franela estampada con los ojos de Hugo Chávez, gritó:“¡Por la victoria irre- versible!”, mientras éste se desplazaba como candidato en medio de la marejada de gente en Petare, estado Miranda, un mes antes del 7 de octubre, fecha en que se llevó a cabo la elección presidencial en Venezuela. Mientras esta mujer gritaba lo mismo que expresaban las encuestas, otras le declaraban su amor con los brazos abier- tos. Esta misma pasión estuvo presente en todos los actos de la campaña presidencial del presidente Chávez, la cual culminó con el lleno total de siete avenidas en Caracas. Los venezolanos tuvieron una partici- pación histórica y, después de tres meses de campaña electoral, el presidente Chávez logró más de 8 millones de votos, vencien- do a su contendor más cercano, Henrique Capriles Radonski, con 11 puntos porcen- tuales de diferencia. La abstención fue me- nor al 20% del electorado inscrito. Este alto índice de participación es in- dicio, además de la confianza en el sistema electoral venezolano, de la preocupación por los sistemas políticos e ideológicos que estaban en juego con la elección presiden- cial. Ignacio Lula Da Silva que, con humor, se ha referido a Venezuela como un país exa- geradamente democrático, con igual consi- deración hacia el presidente Chávez al ser reelegido por el voto popular en diferentes elecciones y ratificado por referendo en 2002. En casi 13 años de “democracia par- ticipativa y protagónica”, una vez aprobada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999, se han celebrado alrede- dor de 15 elecciones –entre presidenciales, parlamentarias, regionales y referenda–, que contrasta con los 40 años previos de “de- mocracia representativa” donde se cuentan la misma cantidad de elecciones. La mirada mundial estuvo expectan- te sobre Venezuela principalmente por la campaña de los medios hegemónicos na- cionales e internacionales que impulsaron la posibilidad de un empate técnico, según unas encuestadoras que en las más recien- tes elecciones han sido desacertadas con los resultados finales, e incluso llegaron a pronosticar mediante fórmulas matemáti- cas, con basamento más en la fe que en la ciencia, de que Capriles Radonski ganaba por un margen de 10 puntos de diferencia. El resultado fue inverso y la supuesta “guerra de encuesta” –que realmente no existió, porque la mayoría de las empresas encuestadoras daban ganador a Chávez con márgenes que oscilaban entre 10 y 16 puntos porcentuales– terminó siendo considerada como una “guerra de inter- pretaciones”. Sobre esas “interpretaciones” favora- bles al candidato de la derecha venezolana los medios de comunicación generaron un panorama de victoria inminente de Capri- les Radonski y actualmente continúan en el mismo afán de pretender hacer creer que su “liderazgo” logró aumentar el caudal de votos de la oposición. Esta interpretación está basada en la comparación de los re- sultados obtenidos por ésta con Manuel Rosales como candidato en las elecciones presidenciales de 2006, sólo que eluden recordar que en las elecciones parlamen- tarias de 2010 trataron de convencer de que eran la “mayoría” al sumar los votos lista (52%). La oposición venezolana ha aumentado constantemente su votación tras cada elec- ción. Después del Referen- do Revocatorio de 2002, ésta comenzó a subir con moderación en las siguiente elecciones. En la presidencial de 2006 logra un aumento de 8%, en el referendo de la Reforma Constitucional (2007) 4% y en la Enmienda (2009) 15%. Para la elección de parlamentarios de 2010 mantiene este aumento, pero su crecimien- to porcentual se reduce en 2 puntos y llega al 13%. Esta ten- dencia decreciente se mantuvo el 7 de octubre de 2012 donde la oposición aumenta un 11%. El líder de la revolución bolivariana también creció en esta última elección un 12 % con respecto a las presidenciales de 2006. La votación que obtuvo el chavismo posterior a esa elección no habían sido superadas hasta esta de 2012. Esto muestra una clara tendencia de apoyo al Presidente, pero también de un elector crítico que se abstiene con los demás cargos y pro- puestas del chavismo sometidos a elección popular. Diferente es el comportamiento del opositor, que no asume posición crítica con su programa político y candidato, por- que su único objetivo es salir de Chávez. La victoria fue perfecta, porque no que- dó duda de ello. Esa fue la estrategia que marcó el Comando de Campaña Carabobo y estuvo acompañada de una participación de más del 80% de los electores inscritos. Chávez planteó públicamente que a quien había que vencer era a la abstención y con esa variable, la victoria, además, fue irre- versible. Ilustración: Ugo Ramallo

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Raúl Cazal / octubre de 2012

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Le Monde diplomatique Venezuela 1Caracas • octubre de 2012

A ñ o I V. N ú m e r o 3 7 . C a r a c a s , o c t u b r e d e 2 0 1 2 • 2 0 B s E d i c i ó n v e n e z o l a n a

Paradoja de la globalizaciónLa competitividad: un mito que está de moda P. 16-18

deSorden Y deSeSTabilizaciónLibia: ¿el fin de las ilusiones? • P. 14-15

el caSo aSSangeEmbajadas, derecho de asilo y extradiciones • P. 4-5

por raúl cazalLa victoria irreversible

(continúa en la p. 8)

Todas las mañanas, a partir de las 6, Russell Stanton se sienta frente al volante de su pick-up y recorre las explo-taciones agrícolas aledañas con la esperanza de encontrar

un trabajo para el día: recoger melocotones, cacahuetes, maíz, cualquier cosa que se le proponga. En el calor pegajoso de esta tarde de agosto, el hombre, de unos cuarenta años, sale regular-mente de su habitación con aire acondicionado para fumar un cigarrillo en el estacionamiento del motel. Él vive acá, en Darien, Georgia, desde hace tres años: “Es menos caro que alquilar un apartamento. Tengo incluida la electricidad, el cable y hasta alguien que viene a limpiar la habitación todos los días”, se mofa dirigiendo la mirada hacia su hermana Jenna, la mucama del establecimiento. Instalada con su marido y sus hijos en dos habitaciones medianas, ella sólo trabaja una o dos horas por día. “El motel no tiene muchos clientes, hay sobretodo residentes permanentes. En este momento, hay un camionero, su joven amiga y una familia de hindúes. En la esquina, la gente sólo pasa, prefieren quedarse al borde de la auto ruta”. Los candidatos a la Casa Blanca no creen que valga la pena pararse en Georgia: ellos prefieren quedarse en Carolina del Norte o en Florida, donde se decidirá la próxima elección presidencial.

Situada a algunas millas de la Insterstate 95 que se extiende a lo largo de la costa atlántica, desde Florida hasta Canadá, esta ciudad del sur de Estados Unidos de apariencia apacible, no tiene nada que la identifique con un destino turístico: un gran boulevard, una multitud de calles perpendiculares, bombas de gasolina, tiendas de comestibles desprovistas de frutas y legum-bres y, principalmente, innumerables casas puestas a la venta. De las 1.090 habitaciones con que cuenta la comuna, 292 están vacías. Golpeados por la crisis de la industria textil, sus dos mil habitantes también sufrieron de frente la de las subprime. En el condado de McIntosh, la tasa de desempleo sobrepasó el 10% y el ingreso anual medio cayó en 4.000 dólares entre 2007 y 2009, pasando de 25.739 a 21.771 dólares, antes de enderezarse un poco.

Los Stanton, hermano y hermana, aterrizaron en el Fort King George Motel después del embargo de la casa familiar. “Yo vivía de pequeños trabajo y mi madre tuvo que dejar de trabajar. Los tratamientos eran demasiado caros, entonces nos vimos obliga-dos a irnos. Me fui a Texas durante un año para probar suerte, después vine para acá”, cuenta el hermano mayor. Jenna y su familia probaron alquilar un apartamento, pero rápidamente se dieron cuenta de que no podían pagar el alquiler y se insta-laron en el motel. De este período, la joven mujer guarda un gusto amargo: “durante cuatro años, Obama no hizo nada por nosotros. Yo que soy pobre, voy por los republicanos, porque los demócratas no tienen en cuenta a los blancos pobres como yo”.

Por Benoît Bréville*

Fiebre electoral en Estados Unidos

Los dos SurUna mujer, vestida con una franela estampada con los ojos de Hugo chávez, gritó: “¡Por la victoria irre-

versible!”, mientras éste se desplazaba como candidato en medio de la marejada de gente en Petare, estado Miranda, un mes antes del 7 de octubre, fecha en que se llevó a cabo la elección presidencial en Venezuela. Mientras esta mujer gritaba lo mismo que expresaban las encuestas, otras le declaraban su amor con los brazos abier-tos. esta misma pasión estuvo presente en todos los actos de la campaña presidencial del presidente chávez, la cual culminó con el lleno total de siete avenidas en caracas.

los venezolanos tuvieron una partici-pación histórica y, después de tres meses de campaña electoral, el presidente chávez logró más de 8 millones de votos, vencien-do a su contendor más cercano, Henrique capriles radonski, con 11 puntos porcen-tuales de diferencia. la abstención fue me-nor al 20% del electorado inscrito.

este alto índice de participación es in-dicio, además de la confianza en el sistema electoral venezolano, de la preocupación por los sistemas políticos e ideológicos que estaban en juego con la elección presiden-cial. ignacio lula da Silva que, con humor, se ha referido a Venezuela como un país exa-geradamente democrático, con igual consi-deración hacia el presidente chávez al ser reelegido por el voto popular en diferentes elecciones y ratificado por referendo en 2002. en casi 13 años de “democracia par-ticipativa y protagónica”, una vez aprobada la constitución de la república bolivariana de Venezuela en 1999, se han celebrado alrede-dor de 15 elecciones –entre presidenciales, parlamentarias, regionales y referenda–, que contrasta con los 40 años previos de “de-mocracia representativa” donde se cuentan la misma cantidad de elecciones.

la mirada mundial estuvo expectan-te sobre Venezuela principalmente por la campaña de los medios hegemónicos na-cionales e internacionales que impulsaron la posibilidad de un empate técnico, según unas encuestadoras que en las más recien-tes elecciones han sido desacertadas con los resultados finales, e incluso llegaron a pronosticar mediante fórmulas matemáti-cas, con basamento más en la fe que en la

ciencia, de que capriles radonski ganaba por un margen de 10 puntos de diferencia.

el resultado fue inverso y la supuesta “guerra de encuesta” –que realmente no existió, porque la mayoría de las empresas encuestadoras daban ganador a chávez con márgenes que oscilaban entre 10 y 16 puntos porcentuales– terminó siendo considerada como una “guerra de inter-pretaciones”.

Sobre esas “interpretaciones” favora-bles al candidato de la derecha venezolana los medios de comunicación generaron un panorama de victoria inminente de capri-les radonski y actualmente continúan en el mismo afán de pretender hacer creer que su “liderazgo” logró aumentar el caudal de votos de la oposición. esta interpretación está basada en la comparación de los re-sultados obtenidos por ésta con Manuel rosales como candidato en las elecciones presidenciales de 2006, sólo que eluden recordar que en las elecciones parlamen-tarias de 2010 trataron de convencer de que eran la “mayoría” al sumar los votos lista (52%).

la oposición venezolana ha aumentado constantemente su votación tras cada elec-ción. después del referen-do revocatorio de 2002, ésta comenzó a subir con moderación en las siguiente elecciones. en la presidencial de 2006 logra un aumento de 8%, en el referendo de la reforma constitucional (2007) 4% y en la enmienda (2009) 15%. Para la elección de parlamentarios de 2010 mantiene este aumento, pero su crecimien-to porcentual se reduce en 2 puntos y llega al 13%. esta ten-dencia decreciente se mantuvo el 7 de octubre de 2012

donde la oposición aumenta un 11%.el líder de la revolución bolivariana

también creció en esta última elección un 12 % con respecto a las presidenciales de 2006. la votación que obtuvo el chavismo posterior a esa elección no habían sido superadas hasta esta de 2012. esto muestra una clara tendencia de apoyo al Presidente, pero también de un elector crítico que se abstiene con los demás cargos y pro-puestas del chavismo sometidos a elección popular. diferente es el comportamiento del opositor, que no asume posición crítica con su programa político y candidato, por-que su único objetivo es salir de chávez.

la victoria fue perfecta, porque no que-dó duda de ello. esa fue la estrategia que marcó el comando de campaña carabobo y estuvo acompañada de una participación de más del 80% de los electores inscritos. chávez planteó públicamente que a quien había que vencer era a la abstención y con esa variable, la victoria, además, fue irre-versible.

Ilustración: Ugo Ramallo