ELOY ALFARO TEXTOS POLÍTICOS

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Eloy AlfaroEscritos Políticos

PENSAMIENTO POLÍTICO ECUATORIANO

Eloy AlfaroEscritos Políticos

Introducción y selección de Jorge Núñez Sánchez

Ministerio de Coordinación de la Políticay Gobiernos Autónomos Descentralizados

DORIS SOLIZ CARRIÓN

Ministra

ALEXIS RIVASViceministro

MÓNICA MANCERO

Proyecto de Estudios y Pensamiento Político

Pensamiento Político EcuatorianoColección dirigida por Fernando Tinajero

Quito, Junio 2011

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Presentación

Doris Soliz Carrión

Sin duda, la figura de Alfaro y su Revolución han sido un referente fundamentalpara la Revolución Ciudadana. Como no serlo, si la vida entera del “Viejo Lu-chador” estuvo marcada por su valor, voluntad y liderazgo. Por su perseveranciae inquebrantable abnegación en pos de una radical transformación social y ma-terial de nuestro País. Si se entregó a la causa de la integración nacional, enla-zando el norte con el sur, y sobre todo la Costa y la Sierra, a través de vías decomunicación, y por supuesto, del ferrocarril. De aquel ferrocarril, por mediodel cual, la inefable lejanía regional tuvo al fin su encuentro.

El General Alfaro no fue tan solo un revolucionario, fue también un vi-sionario. Su pensamiento y su concepción política, social y económica tuvo uncarácter de avanzada. Buscó sentar las bases para la modernización y el desarro-llo ecuatoriano, cuando hasta entonces, el Ecuador era uno de los países másatrasados de América Latina. Gracias a su empeño, la educación se democratizó.Instituyó la enseñanza laica y obligatoria en el nivel primario, procurando ge-nerar una conciencia ciudadana renovada, más libre, tolerante y crítica. Asi-mismo, dio un gran empuje a la producción, al comercio y al desarrollo de laindustria nacional. Pero su labor no quedó ahí, ya que luchó por los derechos,las reivindicaciones y las libertades ciudadanas y, en especial, por la soberaníadel país.

Si bien su tendencia doctrinaria proviene de una matriz liberal, el soplodel tiempo lo condujo hacia la “vanguardia ideológica del radicalismo” impreg-nado de un fuerte contenido social, ubicándole en la vanguardia del pensa-miento político de su tiempo. Su sueño fue abolir el viejo sistemaclerical-terrateniente y romper con los prejuicios de la época que corroían losespíritus libres. Es así como procuró quebrantar la mentalidad patriarcal y lasataduras que asían a la mujer a un mundo doméstico, estrecho, imbuido enuna plétora de carencias asentada en la ignorancia, y se propuso crear una so-ciedad con nuevos horizontes y un renovado porvenir.

Su visión amplia de la vida lo llevó, entonces, a consagrar planteamientostales como la igualdad entre hombres y mujeres; la protección a los sectoresmás vulnerables de la sociedad, en especial de los ancianos y discapacitados; el

elevar el potencial y las capacidades de los ciudadanos y ciudadanas a través delas ciencias y las artes;, y el franquear las brechas de injusticia e inequidad socialmediante la acción del poder público.

Ese es el gran Alfaro, el Gran Revolucionario de Montecristi, cuya imageny estela, lejos de desvanecerse, adquieren más fulgor. El conductor y estadistaal que admiramos, al que seguimos y al que dedicamos estas líneas. Este volu-men no recoge únicamente su pensamiento, recoge su destello que estoy segurase impregnará en todo aquel que decida sumergirse en su memoria.

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Índice

Presentación................................................................................................5Doris Solíz Carrión

Eloy Alfaro: pensamiento y acción de un revolucionario..............................9Jorge Núñez Sánchez

1. Correspondencia y documentos .........................................................432. Mensajes a las Asambleas Constituyentes y

al Congreso Nacional .........................................................................793. Escritos para la historia.....................................................................1674. Documentos anexos .........................................................................221

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Eloy Alfaro:pensamiento y acción de un revolucionario

Jorge Núñez Sánchez

Un siglo después de la “hoguera bárbara” de El Ejido, la figura de Eloy Alfarosigue siendo poco conocida en varios aspectos, y particularmente, en lo quehace referencia a su actividad internacionalista y su pensamiento político. Loprimero puede resultar explicable, en tanto que aún no se ha hecho una minu-ciosa investigación sobre la actividad política coordinada que desarrollaran,entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, ese conjunto de revolucionariosliberales de América Latina al que pertenecieran Eloy Alfaro y José Martí, entremuchos otros. Pero lo segundo resulta del todo inexplicable, dada la buenacantidad de estudios, ensayos y libros que se han escrito sobre Alfaro y la Re-volución Liberal ecuatoriana de 1895.

Ocurre, a nuestro entender, que la imagen de Alfaro como pensador polí-tico ha sido distorsionada por el fervor que se ha puesto en la consagración delhéroe, hecho que ha privilegiado el estudio de sus acciones políticas y militaressobre el de sus ideas y experiencias políticas. Pero también ha contribuido aello cierta pereza mental de algunos estudiosos, que se han limitado a repetirque Alfaro fue un liberal por antonomasia, y quienes, a partir de ese equívoco,nos han regalado una figura de alcance ideológico limitada, e incluso, anacró-nica a la luz de la historia.

Algo ha tenido que ver en esto ese complejo de inferioridad con que nues-tros intelectuales han visto la vida y la historia nacionales. Acostumbrados avalorar a su propio país como “la última rueda del coche”, y a mirarlo con des-precio o, en el mejor de los casos, con conmiseración, a ellos les parecía lógicoy normal que nuestra Revolución de 1895 hubiera sido el más tardío ensayode reforma ocurrido en la América Latina. De lo cual se derivaba la conclusiónde que Alfaro todavía se hallaba empeñado en la reforma liberal cuando enotras partes del continente ya se estaba luchando por la revolución agraria.

Apreciaciones de esta laya, construidas sobre prejuicios intelectuales y com-plejos nacionales, han contribuido a minusvalorar nuestra historia y a distor-sionar la imagen de los grandes personajes de ella. Si esos supuestos estudiososdel alfarismo y la Revolución de 1895 se hubieran empeñado en investigar a

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fondo aquel periodo de nuestra historia, pasando luego a compararlo con el si-milar de otros países de Hispanoamérica, hubieran descubierto varias verdadesde bulto, como las siguientes:

— Que si bien Eloy Alfaro vino de una matriz ideológica liberal y, en sen-tido general, puede ser clasificado dentro del liberalismo de su tiempo, no esmenos cierto que integró la vanguardia ideológica del radicalismo, un movi-miento político de corte social demócrata, que por entonces emergía en Amé-rica Latina y que luego daría lugar a la formación de los Partidos Radicales envarios países sudamericanos.

— Que Alfaro imprimió a la Revolución Liberal ecuatoriana un carácterde avanzada, que la convirtió en la última y más completa experiencia de re-forma del continente, a la vez que en un matinal ensayo de desarrollo industrialautónomo, en el que se podían identificar ya ciertos rasgos del nacionalismorevolucionario que luego florecería en otros países del área, particularmente enel “varguismo” brasileño, el “peronismo” argentino y el “cardenismo” mexicano.

— Que el proyecto alfarista de desarrollo industrial fue tomado como mo-delo, en al menos, otro país de América Latina (Colombia), con efectos alta-mente positivos.

— Que fueron precisamente esas ideas las que distanciaron a Alfaro y losalfaristas, de Plaza y el liberalismo tradicional, llevándolos a romper el bloquehistórico de la revolución de 1895 y a enfrentarse por las armas en 1906, enbusca de definir la orientación revolucionaria.

— Que, por otra parte, Alfaro fue uno de los principales líderes del inter-nacionalismo liberal, movimiento que promovió la independencia de Cuba yPuerto Rico. Abogó por la reconstitución de la Gran Colombia y adelantó unaudaz intento de alianza militar y unidad política de América Latina para en-frentar la emergencia del imperialismo.

Este libro, en el que se recogen algunos documentos representativos del pen-samiento político de Eloy Alfaro, apunta a ilustrar al público ecuatoriano acercade estos temas, que empatan directamente con los asuntos de nuestro tiempo.

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ELOY ALFARO REVOLUCIONARIO

Eloy Alfaro Delgado nació en Montecristi, Manabí, el 25 de junio de 1842,siendo el tercero de los siete hijos habidos entre Manuel Alfaro González, uninmigrante español dedicado al comercio, y Natividad Delgado López, unajoven manabita. Ya joven, estudió contabilidad y comercio, pues su padre –unantiguo luchador republicano, perseguido por la monarquía española– buscódarle la mejor educación posible en su medio, con profesores privados, y luegolo llevó en sus viajes comerciales al exterior.

Esa educación y los viajes le abrieron a Eloy los ojos a la realidad de supaís y luego su temperamento arrojado lo impulsó a interesarse por la luchapolítica. Se inició, así, una etapa en la que compartió las tareas comerciales ylos afanes políticos, logrando hacer una buena fortuna con el comercio de som-breros de paja toquilla producidos en su tierra natal, que él empezó a exportarhacia otros países y especialmente a Panamá. Pero los afanes políticos pudieronmás y lo llevaron a la lucha por las transformaciones sociales, en la que consu-mió toda su fortuna personal.

Convertido en un combatiente liberal, su voluntad, inteligencia y capaci-dad de mando le granjearon progresivamente el liderazgo del liberalismo, pri-mero en su provincia y luego en toda la costa norte ecuatoriana. Así, paramediados de 1882 se hallaba ya en capacidad de lanzar desde Esmeraldas unaprimera campaña militar contra la dictadura de Veintemilla, que lamentable-mente fracasó. Mas esa lucha tuvo un logro: permitió que Alfaro y sus segui-dores se desengañaran del todo de los viejos políticos liberales, fervientescolaboradores del dictador y acostumbrados al acomodo burocrático. Fue asíque esos jóvenes combatientes asumieron rápidamente las ideas del radicalismo,nueva corriente política que crecía en América Latina y que reivindicaba losprincipios democráticos y laicos del liberalismo, así como las nuevas ideas so-cialdemócratas respecto del trabajo y los trabajadores.

De este modo se explica que, meses más tarde, cuando se extendió a todoel país la lucha armada contra la dictadura, se hayan formado tres gobiernosinsurgentes regionales: uno, de corte radical, que tenía a Eloy Alfaro como JefeSupremo de Manabí y Esmeraldas; otro, liberal, presidido por Pedro Carbo,en Guayas y Los Ríos; y un tercero, conservador, formado por los conservadoresde la Sierra.

Alfaro se destacó militarmente en esa lucha nacional y especialmente enlas operaciones encaminadas a la toma de Guayaquil, pero él y sus combatientes

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radicales, triunfantes en el campo militar, fueron fácilmente derrotados en elcampo político por una coalición de hábiles señores de gabinete, conservadoresy liberales, que instauraron lo que se dio en llamar “Período Progresista”. Conello, el viejo régimen oligárquico logró un nuevo respiro que habría de duraronce largos años, durante los cuales se sucedieron los gobiernos de José MaríaPlácido Caamaño, Antonio Flores Jijón y Luis Cordero.

Amparado en una imagen de “liberalismo católico”, que se mostraba comoalternativa frente a los extremos, liberal y conservador, el “Progresismo” logróaglutinar a buena parte de la clase política ecuatoriana, aunque el nivel decisorioquedó reservado a “La Argolla”, un pequeño círculo de grandes familias pro-pietarias de Quito, Guayaquil y Cuenca, vinculadas por parentesco, amistad onegocios. Ello explica que otras familias poderosas de cada región, tanto con-servadoras como liberales, combatieran activamente al “Progresismo”, acusán-dolo de corrupción y nepotismo.

En 1894, el negociado conocido como “la venta de la bandera”, causó unacreciente indignación nacional, que luego se volvió irrefrenable. Al comenzar1895, se multiplicaron las protestas y actos populares en todos los rincones delpaís. Entre tanto, los grupos radicales empezaron a utilizar nuevas tácticas delucha: el 3 de febrero ensayaron una huelga general en Guayaquil, mientras entodo el país adquirían armas y se preparaban para la lucha. El 5 de ese mes,desde Managua, Eloy Alfaro dirigió una proclama al país, convocando a la in-surrección armada. Decía en ella:

Solamente a balazos dejarán vuestros opresores el poder, que tienen únicamentepor la violencia. Pensar de otro modo equivale a dar tregua a tenebrosas intri-gas… Sin sacrificios no hay redención… La libertad no se implora como unfavor, se conquista como un atributo inmanente al bienestar de la comunidad.Afrontemos, pues, resueltamente los peligros y luchemos por nuestros derechos ylibertades, hasta organizar una honrada administración del pueblo y para elpueblo.

EL ESTALLIDO REVOLUCIONARIO

Respondiendo al llamado del líder radical, diversas poblaciones del litoral sealzaron en armas contra el poder; las primeras fueron Milagro y Vinces. Luego,las montoneras se multiplicaron en toda la cuenca del Guayas y las demás pro-

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vincias costeras, mientras se insurreccionaban contra el gobierno algunas ciu-dades del interior.

En síntesis, la revolución triunfó rápidamente en la costa, dada la generalaceptación que tuvo entre la ciudadanía la Jefatura Suprema del general EloyAlfaro y la rapidez y eficiencia con que las fuerzas liberales vencieron o ahu-yentaron a las tropas oficiales. Asustadas por la situación, las oligarquías deQuito, Guayaquil y Cuenca buscaron formar un gobierno interino, con un ca-caotero liberal a la cabeza, pero el pueblo guayaquileño se lanzó a las calles yproclamó a Eloy Alfaro como Jefe Supremo del país. Éste se hallaba en Cen-troamérica y se embarcó rápidamente para Guayaquil, adonde llegó el 18 dejunio para asumir el mando otorgado por el pueblo.

Con gran visión política, el “Viejo Luchador” formó prontamente su go-bierno y buscó constituir un “bloque histórico”, capaz de garantizar el triunfode la revolución gracias a una conjunción de fuerzas y capacidades: el empujey la sangre del pueblo, la influencia y poder económico de la burguesía costeña,y la inteligencia, cultura y sagacidad política de la pequeña burguesía radical.

Alfaro inició su gobierno en Guayaquil bajo el lema de “Perdón y olvido”.Ofreció a sus enemigos el olivo la paz, buscando evitar una dolorosa guerracivil y orientar las energías nacionales hacia la reconstrucción moral y materialde la nación. Pero la oligarquía de la Sierra no estaba en disposición de cederfácilmente el poder y, contando con el poderoso apoyo de la Iglesia, se preparóafanosamente para una “guerra santa” contra el liberalismo, haciendo colectaspúblicas y reclutando hombres. Al fin, fracasadas las Comisiones de Paz en-viadas a Quito y Cuenca, Alfaro preparó a su ejército popular para la marchahacia la Sierra, al mismo tiempo que organizaba el gobierno en las provinciascosteñas.

Mientras tanto, la clerecía serrana organizaba procesiones de fe militantey clamaba desde los púlpitos reiteradas convocatorias a la “guerra santa”, des-tacándose en ello el arzobispo de Quito y los obispos de Portoviejo, Riobambay Loja. Por su parte, la oligarquía regional de Cuenca y Loja atizaba una cam-paña separatista, en busca de unir al Austro con El Oro, para formar una “Re-pública del Pacífico”.

El 16 de julio de 1895, el ejército montonero de Alfaro inició su marchay logró ascender rápidamente hacia la Sierra, ayudado por los indios del Chim-borazo. Luego derrotó a los conservadores en varias batallas decisivas, que mar-caron definitivamente el triunfo militar de la revolución: San Miguel deChimbo (8 de agosto), Ambato (15 de agosto), Gatazo (15 de agosto) y Girón

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(23 de agosto). Al fin, el 4 de septiembre entraba en Quito el “Viejo Luchador”con sus tropas, en medio de los aplausos de la multitud.

ELOY ALFARO, EL ESTADISTA

El triunfo militar de Alfaro fue solo el comienzo de un amplio esfuerzo de re-novación y modernización de la sociedad ecuatoriana. El programa de la re-forma liberal fue esbozado en el Registro Oficial del 3 de septiembre de 1895:Regeneración de la República. Paz en el exterior. Orden, honradez y reorga-nización en régimen interno. Fomento al comercio y las industrias, desarrollode las artes, protección a las ciencias. Mejora y aumento de la instrucción pú-blica. Arreglo y fiscalización de las finanzas del Estado. Mesura y equidad enel reparto presupuestario. Régimen de responsabilidad para los funcionariospúblicos. Respeto a las garantías constitucionales. Fomento de la inmigración.Respeto para la religión nacional y consideración para las ajenas creencias. Im-pulso a la agricultura. Multiplicación de las vías de comunicación entre regio-nes. Construcción de ferrocarriles. Perfeccionamiento de las institucionesmilitares.

En síntesis, se trataba de una reforma de carácter laico, que se proponíaseparar al Estado de la Iglesia, refrenar toda intromisión clerical en la política,nacionalizar y secularizar al clero y nacionalizar los bienes de manos muertas.Paralelamente, con la institución de la “educación pública laica y obligatoria”se buscaba crear una nueva conciencia ciudadana, proclive al libre pensamientoy a la tolerancia.

De otra parte, se trataba de una revolución burguesa, que buscaba eliminarlas relaciones feudales de trabajo existentes en el país (el concertaje y la servi-dumbre indígena, la prisión por deudas) y redistribuir la propiedad de la tierra,tal como lo ofreciera Alfaro, en 1895, a los indígenas del Chimborazo que leapoyaron en la guerra civil.

Por fin, era una revolución nacionalista, que pretendía integrar las aisladasregiones ecuatorianas, fortalecer al país para su defensa y buscar paralelamentela resolución del secular problema territorial con el Perú por medios pacíficos.Y el plan de ferrocarriles nacionales era el medio a través del cual el régimenrevolucionario se proponía unir a sierra y costa, vincular al norte con el sur ycolonizar y poblar la región oriental.

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Empero, tan ambicioso proyecto nacional chocaba inevitablemente conmuchos intereses creados, puesto que se orientaba a destruir políticamente alrégimen clerical-conservador y, en lo económico, se enfilaba contra el sistematerrateniente en su conjunto. De ahí que el proyecto revolucionario hallara re-sistencias inclusive al interior de las filas progresistas, donde lo apoyaban losradicales y lo resistían los liberales de la vieja escuela, que solo querían una tí-mida reforma política y un irrestricto comercio internacional.

Desde su primer gobierno, el presidente Alfaro buscó sentar bases para lamodernización y desarrollo del Ecuador, hasta entonces uno de los países másatrasados de América Latina. Así, se propuso democratizar y mejorar la educa-ción nacional, para lo cual la Asamblea aprobó la Ley de Instrucción Pública(1897), que establecía la enseñanza primaria gratuita, laica y obligatoria. Luegose crearon el Instituto Nacional Mejía, de Quito, las escuelas normales de Quitoy Guayaquil, para la formación de los nuevos maestros laicos, y la Casa de Artesy Oficios, en Manabí. También hubo especial cuidado en profesionalizar alnuevo ejército surgido de la revolución, para asegurar la defensa nacional. Así,se fundaron en Quito el Colegio Militar, para la formación de oficiales, y laAcademia de Guerra, para su posterior perfeccionamiento; y también la Escuelade Clases y los Cursos Militares de Aplicación, para la formación técnica de latropa. En otros ámbitos, se fundó la Maternidad pública y la primera plantatelefónica de Quito.

Asunto importante fue la apertura de negociaciones con el Vaticano, parareformar el Concordato de García Moreno. La negociación fue dura y tensa yel gobierno finalmente promulgó la Ley de Patronato, por la que el Estado sedeclaraba patrono de la Iglesia y se reservaba el derecho de aprobar los nom-bramientos de prelados y de vigilar la administración de los bienes eclesiásticos.No menos significativa fue la suspensión de pagos de la deuda externa, que Al-faro decretó para cortar los abusos de los prestamistas y obligarlos a una rene-gociación que favoreciera los intereses nacionales.

También fue destacada la política internacional del gobierno alfarista.Frente al desangre causado en Cuba por el colonialismo español, interpuso susbuenos oficios ante la monarquía de Madrid, pidiendo la independencia paraese país hermano. De otra parte, preocupado por el expansionismo peruanosobre el Ecuador y también por la emergencia amenazante del imperialismomoderno, promovió la reconstitución de la Gran Colombia de Bolívar, me-diante negociaciones con los gobiernos de Venezuela y Colombia. No obstante,la iniciativa más importante en este campo fue su propuesta de reunir un Con-

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greso Internacional de Países Americanos, con objeto de “dictar un DerechoPúblico Americano, a la vez que facilitar los medios para ensanchar las relacio-nes comerciales entre sí”. La iniciativa de Alfaro apuntaba a reglamentar la apli-cación de la “Doctrina Monroe”, usada por los EE.UU. para intervenir en losasuntos internos de los demás países americanos, y por eso mereció la activaoposición de la diplomacia del norte, que buscó hacerla fracasar. Pese a ello, elCongreso se reunió en Ciudad de México, con la asistencia de delegados deCentroamérica, México y Ecuador, pues otros países de excusaron a últimahora.

Paralelamente, dispuso la iniciación de estudios para construir los ferro-carriles de Manta a Santa Ana, de Machala a Pasaje, de Sibambe a Cuenca y deIbarra a El Pailón. Reorganizó la obra del ferrocarril Guayaquil-Quito, iniciadoen tiempos de García Moreno, ampliando la vía, rectificando el trazado y bus-cando financiamiento internacional para esa gran obra nacional. Más tarde,hizo planes para construir un ferrocarril de Tulcán a Macará y otro de Ambatoal Curaray, con miras a ocupar y colonizar el Oriente.

Pero mientras Alfaro se esforzaba en moralizar y modernizar al país, la re-acción clerical-conservadora seguía atizando el fuego de la guerra civil. DesdeColombia se armaban sucesivas invasiones militares contra el Ecuador, porparte del obispo de Pasto y los conservadores emigrados, mientras la Iglesia ylos hacendados serranos organizaban grupos armados para seguir su “guerrasanta” en el centro y sur de la Sierra. Por suerte, el ejército liberal logró vencera todas esas fuerzas contrarrevolucionarias, aunque esa constante presión militarconservadora llevó al gobierno alfarista a moderar su acción de reforma, enbusca de aplacar la resistencia de sus enemigos.

LA DIVISIÓN DEL LIBERALISMO

Al terminar su primer período de gobierno, Alfaro se vio en el dilema de escogerun candidato oficial para la Presidencia de la República. Dubitó y finalmenteescogió al moderado general Leonidas Plaza, vinculado por matrimonio a al-gunas de las más destacadas familias terratenientes de la Sierra. Pero el métodode selección dejó un hondo resentimiento en Plaza, que sería el germen de fu-turos enfrentamientos entre “alfaristas” y “placistas”.

Plaza triunfó electoralmente y su acción de gobierno calmó progresiva-mente los ánimos de la clase terrateniente serrana y trajo la ansiada paz. Dis-

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tanciado de Alfaro y apoyado en el ala moderada del liberalismo, el nuevo go-bernante se aproximó a los conservadores y les garantizó la posesión tranquilade sus latifundios. Paralelamente, un Congreso con fuerte presencia radicalpuso en ejecución algunas avanzadas medidas anticlericales, tales como la Leyde Matrimonio Civil (1902), que permitió el divorcio de los cónyuges, y laLey de Cultos (1904), que refrenó la acción política del clero y el poder eco-nómico de la Iglesia.

En 1905, “alfaristas” y “placistas” se enfrentaron otra vez por la sucesión pre-sidencial. Alfaro propuso que una asamblea del partido escogiera al candidato li-beral, pero Plaza impuso un candidato oficial enemigo del radicalismo: LizardoGarcía. Este banquero de Guayaquil y enemigo de Alfaro representaba los inte-reses de la plutocracia costeña, empeñada en restablecer una suerte de nuevo “pro-gresismo”, en el que los liberales compartieran el poder con la oligarquíaconservadora de la Sierra. Como Alfaro criticara los afanes de García, que buscabaponer término definitivo a la revolución y suspender los trabajos del ferrocarrilGuayaquil-Quito, fue calumniado por el gobierno, que lo acusó de peculado enel contrato ferroviario e incluso hizo planes para enjuiciarlo penalmente.

Fue la gota que colmó la paciencia de los radicales, quienes se lanzaronnuevamente a la revuelta. El 1 de enero de 1906, los liberales de Riobamba, li-derados por los generales Emilio María Terán y Julio Román, desconocieronal gobierno de García y proclamaron la Jefatura Suprema de Eloy Alfaro. Trasuna campaña de veinte días, Alfaro retomó el poder como Jefe Supremo y deinmediato convocó una Asamblea Constituyente, que lo nombró Presidentede la República y dictó la avanzada Constitución de 1906, en la que se consagróel verdadero espíritu de la revolución alfarista: separación absoluta del Estadoy la Iglesia y supresión de la religión oficial. Libertad de enseñanza. Educaciónpública laica y gratuita, obligatoria en el nivel primario. Absoluta libertad deconciencia y amplias garantías individuales. Prohibición de ser elegidos legis-ladores los ministros de cualquier culto. Protección oficial a los indígenas y ac-ción tutelar del Estado “para impedir los abusos del concertaje”.

Ese segundo gobierno de Alfaro fue más radical y tuvo grandes logros yrealizaciones. Pero también tuvo una mayor oposición política, pues a sus viejosenemigos conservadores, que siguieron combatiéndolo incluso con las armas,se sumaron ahora los nuevos enemigos liberales, que conspiraron para derro-carlo y hasta trataron de matarlo. Y a ellos se sumó una activísima prensa deoposición, audaz y desaforada como ninguna, que lo tachaba de “tirano”,“monstruo sanguinario”, etc.

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El mismo Alfaro no era ya el activo gobernante de otros días. Prematura-mente envejecido, no se hallaba en condiciones de radicalizar la reforma liberaly convertirla en una revolución agraria, lo que le habría permitido vencer alcontubernio de la vieja oligarquía y la nueva burguesía liberal. Su acción se en-filó, pues, a afianzar las conquistas políticas ya logradas y a continuar sus planesde obra pública.

No obstante, remontando esas aguas adversas, el viejo caudillo siguió bo-gando por sus proyectos de progreso nacional, a veces pese a la oposición deun Congreso adverso. Impulsó reformas a la Ley de Instrucción Pública. Creónuevas escuelas primarias en muchos lugares del país y escuelas nocturnas paraartesanos. Fundó la Escuela de Bellas Artes, el Conservatorio Nacional de Mú-sica, una Escuela Normal para Mujeres en Guayaquil, la Escuela Naval y la Es-cuela de Medicina Veterinaria. Becó a una cincuentena de jóvenes, hombres ymujeres, para que estudiaran en el exterior profesiones útiles al país. Inició lasobras de canalización y agua potable de Quito, y las de canalización y sanea-miento de Guayaquil. Pero, por sobre todo, se esforzó en la terminación delferrocarril Guayaquil-Quito, obra formidable que él concebía como su mayorlogro gubernamental. Al fin, el tren llegó a la capital el 25 de junio de 1908,entre aclamaciones de la multitud y loas al progreso nacional.

LOS GRANDES SUEÑOS DE ELOY ALFARO

Como todo estadista de verdad, Alfaro tuvo grandes sueños y proyectos parael progreso nacional. El primero de todos ellos fue el plan de ferrocarriles y ca-rreteras, que él concebía como el medio básico para unir a las grandes y aisladasregiones, romper los prejuicios regionalistas, promover el desarrollo internode la nación y fortalecer al país para su defensa, buscando paralelamente la re-solución pacífica del secular problema territorial con el Perú. En este sentido,el plan de ferrocarriles nacionales tenía una gran importancia, porque era elmedio a través del cual el régimen revolucionario se proponía unir a sierra ycosta (línea Guayaquil-Quito), vincular al norte con el sur (ferrocarril Tulcán-Loja, ferrocarril de El Oro y ferrocarriles de Manabí) y colonizar y poblar laregión oriental (ferrocarril Ambato–Curaray). Además, el plan ferroviario res-pondía también a una estrategia de defensa nacional, pues permitiría una rápidamovilización de tropas desde y hacia cualquier lugar de país (véase, en este vo-lumen, la Historia del Ferrocarril de Guayaquil a Quito (1911).

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Sin embargo, tan ambicioso proyecto nacional debía chocar inevitable-mente con muchos intereses creados, puesto que implicaba romper con unosaislamientos regionales favorables al caciquismo político, facilitar la moviliza-ción de las gentes y los productos y abrir el interior del país a la modernidadtecnológica y las nuevas ideas. Entre los mayores opositores al plan ferroviariofiguraron los clérigos, que proclamaban que el ferrocarril era un engendro deldemonio, que era movido por fuego y vapor, echaba chispas y producía ruidosmetálicos, todos ellos signos infernales.

Su segundo gran sueño fue el desarrollo industrial del país. Como radicalque era, quería un Ecuador moderno, lleno de fábricas y con trabajadores bienpagados, que diera un salto hacia la modernidad y dejara atrás los tiempos delatraso y la dependencia. Para ello, promovió leyes que protegieran a la industriay la agricultura nacionales y estimularan el desarrollo interno y el empleo, an-ticipándose a las ideas del “New Deal” que treinta años después aplicara Fran-klin Delano Roosevelt en los EE. UU. Opinaba que un país como el nuestro,

“casi virgen en materia de aplicaciones modernas, demanda una decidida pro-tección para levantarse al nivel industrial productor de naciones mucho máspobres que la nuestra en materias primas”.1

Y consideraba que un mecanismo esencial de ese proteccionismo debía serel manejo arancelario, toda vez que, en su opinión,

“la liberación de derechos sobre la importación de artículos similares a los quese producen en la República, tiene necesariamente que producir una competenciadesastrosa para la agricultura e industrias nacionales; puesto que los importa-dores de productos extranjeros, están en condición de abaratar el precio de esosartículos, hasta el extremo de hacer ruinosa la producción ecuatoriana.” 2

Movido por estas ideas, Alfaro solicitó al Congreso liberar de derechos ala importación de máquinas para la agricultura y la industria fabril, a fin demodernizar la producción, fomentar el empleo y duplicar la riqueza pública,consciente como estaba de que

1 Véase, en este volumen, el Mensaje del Presidente de la República sobre liberación de derechos deaduana a las máquinas para la agricultura. Quito, mayo 27 de 1897 (ver Documento Nº 10).

2 Véase más adelante el Mensaje especial sobre liberación de derechos a la importación de víveres.Quito, a 9 de enero de 1907.

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“la carencia de brazos, el elevadísimo tipo de interés sobre el capital que se em-plea en la República, lo rudimentario de nuestra agricultura, los mismos fenó-menos meteorológicos que ocasionan la frecuente escasez de víveres, lasdificultades de transporte, el casi ningún uso de la fuerza mecánica aplicada alas labores del campo, etc., son obstáculos inmensos para la producción nacio-nal; y, por lo mismo, el precio de nuestros productos resulta excesivamente su-bido, en comparación de los gastos que los productores extranjeros tienen dehacer en el mismo caso.” 3

Inevitablemente, esta política económica intervencionista le ganó una ferozoposición de sus antiguos amigos, los comerciantes liberales del puerto, que seoponían a todo proteccionismo y abogaban por la más absoluta libertad de im-portación y exportación, en busca de favorecer a sus negocios particulares. Encambio, fue apreciada por los trabajadores del país, que le agradecieron porella, y admirada en otros países de América Latina, donde el liberalismo tradi-cional había merecido la resistencia de los productores nacionales, precisamentepor su feroz librecambismo, que terminaba siempre por arruinar las manufac-turas, las artesanías e incluso la agricultura nacionales.

Como anotara el ex Presidente de Colombia Alfonso López Michelsen,Alfaro sorprendió a la América Latina con

“el impacto de una concepción liberal, impregnada de contenido social, despo-jada de retórica vacua, y que tenía por meta el desarrollo económico… Fueun caso realmente excepcional en la América española el de que, años antes dela revolución mexicana, de la aparición de Alessandri en Chile o de Irigoyenen la Argentina, hubiera aparecido en este rincón de América, que es el Ecua-dor, un precursor de la talla de Eloy Alfaro.”

Continuando con ese análisis de la Revolución Liberal ecuatoriana, LópezMichelsen agregó:

“No era Alfaro un hombre culto en el sentido que se le daba a esta palabra en-tonces. Era, por sobre todo, un hombre práctico. Se había iniciado como em-presario y había culminado su carrera como político, tras haber dado muestrasde una singular sensibilidad social. … Pero lo más interesante del político li-

3 Mensaje Especial al Congreso sobre la liberación de derechos a la importación de víveres.

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beral ecuatoriano fue el haberse desprendido de los prejuicios liberales de susantecesores y haber optado por constituirse en defensor de las clases trabajadorasy en vocero de las reivindicaciones proletarias. Su espíritu pragmático lo llevóa atribuirle una gran importancia al desarrollo de la infraestructura de su país,poniendo especial empeño en la construcción del ferrocarril entre Quito y Gua-yaquil, pero, simultáneamente, en donde puso el mayor énfasis el llamado “So-litario de Montecristi” fue en hacer de su partido el abanderado de las ideasprogresistas de la época. Y cuando digo progresistas me refiero no al marxismo,que hasta entonces era desconocido en la América española, sino a las grandesdivulgaciones que a través de sus novelas había hecho Víctor Hugo sobre la con-dición de las clases menos favorecidas por la fortuna.”Con razón decía yo, en el discurso que pronunciara con motivo de la inaugu-ración de un busto de Alfonso López Pumarejo en el salón llamado de los ExPresidentes, (del Congreso Colombiano, J.N.), que la “Revolución en Marcha”de los años 30 había sido un reflejo de la enorme influencia que ejerció EloyAlfaro sobre López Pumarejo, apenas salido de la adolescencia.” 4

El tercer gran sueño de Alfaro fue una reforma social que aboliera el viejosistema clerical-terrateniente, rompiera la mentalidad patriarcal y creara unasociedad más abierta, equitativa y democrática. En ese marco debe verse su es-fuerzo por romper las cadenas que ataban a las mujeres al mundo de la vidadoméstica, la ignorancia y el beaterío. Decía que “nada hay tan doloroso comola condición de la mujer en nuestra Patria” y por eso se propuso

“abrirle nuevos horizontes, hacerla partícipe de las manifestaciones del trabajocompatible con su sexo, llamarla a colaborar en los concursos de las ciencias ylas artes; ampliarle, en una palabra, su campo de acción, mejorando su porve-nir.” 5

4 “Revolución en Marcha” se llamó el exitoso proceso de reforma política desarrollado por el Pre-sidente colombiano Alfonso López Pumarejo, padre de López Michelsen, durante sus dos administra-ciones (1934-1938 y 1942-1945). Este concepto fue definido por él mismo como “el deber del hombrede Estado de efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución”. Lasprincipales medidas de esta reforma reivindicaron el intervencionismo del Estado en beneficio del de-sarrollo nacional y los derechos laborales, el fortalecimiento del sistema tributario y el mayor cobro deimpuestos. También buscó una reforma agraria, que finalmente no ejecutó.

5 Véase más adelante el Mensaje del Presidente de la República solicitando la protección especial a lamujer; Quito, junio 2 de 1897.

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Uniendo la acción a la palabra, les franqueó a las mujeres la entrada a loscolegios y universidades, las ocupó en las Administraciones de Correos y Telé-grafos Nacionales, y creó para ellas Escuelas Normales y numerosas plazas demaestras de párvulos. Claro está, la Iglesia y los conservadores pusieron el gritoen el cielo, acusándolo de corromper a las mujeres y violar la santidad del hogar,y en el fondo temían que esas mujeres educadas y dueñas de su propio destinodejaran de estar bajo el control ideológico de la Iglesia.

También debe verse bajo esta orientación la más radical medida de su go-bierno, que fue la nacionalización de los “bienes de manos muertas” (1908),es decir, de todos los bienes raíces de las comunidades religiosas establecidasen la República. Las rentas de esos bienes fueron destinadas a la BeneficenciaPública y con ellas se crearon hospitales gratuitos, ancianatos y hogares paraniños desamparados, además de seguir manteniendo a los religiosos existentes.Por desgracia, muchos de esos bienes no llegaron a manos del Estado, sino quese quedaron en manos de jefes liberales, que se apoderaron ilícitamente de ellostras recibirlos en “encargo” de las comunidades religiosas, las cuales buscabanevitar así su expropiación.

La misma orientación tuvo su denuncia del “concertaje” y su pedido desoluciones legales, hechos a la Convención Nacional de 1897:

“Tenemos en las provincias del Litoral una clase de gente campesina, conocidacon el nombre de peones conciertos; esclavos disimulados, cuya desgraciadacondición entraña una amenaza para la tranquilidad pública, el día en queun nuevo Espartaco se pusiera a la cabeza de ellos para reivindicar su liber-tad.” 6

Por desgracia, la resistencia conjunta de sus aliados liberales y sus oponen-tes conservadores impidió la eliminación del “concertaje” y la creación de unmercado de trabajo basado en la libre contratación y el pago de salarios.

En fin, hay que recordar que esa preocupación por los problemas socialesllevó a don Eloy a interesarse por la suerte de los trabajadores ecuatorianos, apartir de la idea de que su primer problema era la falta de fuentes de trabajo.Precisamente por ello abogó por la protección a las industrias nacionales, a lasque algunos diputados liberales próximos al comercio buscaban afectar, bajoel pretexto de combatir a los monopolios. Dijo al respecto:

6 Véase el Mensaje del Jefe Supremo de la República a la Convención Nacional; Quito, octubre 10 de1896.

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“Lo más grave, es la pérdida de trabajo para tantos brazos empleados hastaahora en dichas fábricas. El problema que más preocupa a los hombres de Es-tado, en todos los países civilizados, es el de proporcionar trabajo remunerativoal pueblo; porque los brazos desocupados constituyen un peligro mortal paralas naciones; el pueblo sin trabajo, es el abismo siempre abierto para las insti-tuciones, para la moralidad y el progreso, para la paz y felicidad públicas.” 7

No es menos cierto que Eloy Alfaro promovió la organización de sindica-tos, contando para ello con el apoyo del líder obrero cubano Miguel Albuquer-que, que por entonces vivía en Guayaquil y actuaba como representante delPartido Revolucionario Cubano. Eso explica que las primeras organizacionesobreras nacieran en la época de la Revolución Liberal y desenvolvieran en aqueltiempo sus primeras luchas. Y así se explica también, en buena medida, la fuerzaque el movimiento sindical ecuatoriano alcanzó entre 1912 y 1922, hasta llegaral punto de realizar grandes huelgas obreras.

Un reflejo del avanzado pensamiento político del sector radical del libera-lismo, más conocido como “bando alfarista”, es el que trasluce el “ProgramaLiberal Radical del Chimborazo”, suscrito hacia 1908 por los activistas de Rio-bamba, encabezados por el general Julio Román, quien fuera Ministro de Edu-cación de Alfaro y actuara como uno de los líderes de la rebelión militar deenero de 1906 contra el presidente liberal Lizardo García. En este documento,que se publica por primera vez en este libro, pueden verse planteamientos talescomo la igualdad entre hombres y mujeres, la protección a ancianos y discapa-citados, la nivelación de las inequidades humanas por medio del poder público,el combate al egoísmo individual en pro de la unidad humana, la nacionaliza-ción de la propiedad agraria “en beneficio de todos los asociados”, la proteccióny control a la producción industrial, la concentración en el Estado del derechoa la emisión monetaria, la recaudación completa de los bienes de manos muer-tas, la elevación cultural del pueblo y su preparación “para la revolución cien-tífica” y el reconocimiento de la ciencia como única fuerza del progreso. Ensuma, toda una serie de planteamientos que se aproximaban más a la ideologíaanarquista, que al viejo liberalismo individualista.8

7 Cf. Mensaje Especial al Congreso sobre la liberación de derechos a la importación de víveres. Cit.supra.

8 Hay que recordar, a este propósito, que en el liberalismo latinoamericano se había desarrolladouna corriente de pensamiento anarquista, que tuvo como sus máximos exponentes a José María VargasVila, en los países de la antigua Gran Colombia, y a los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón enMéxico, donde fundaron el anarquista Partido Liberal Mexicano.

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CUESTIONES LIMÍTROFES Y DE SOBERANÍA

En 1910 recrudeció el viejo litigio fronterizo con el Perú, a propósito del arbi-traje del rey de España. El Perú había gastado sumas considerables para comprarel favor de los asesores del rey, por lo que el Ecuador temía que ese laudo lefuera totalmente adverso. Entonces el Perú empezó a concentrar tropas en lafrontera, con ánimo de obligarnos a reconocer su ocupación de los territoriosorientales. En tal situación, el Ecuador entero se galvanizó alrededor de su go-bierno y Alfaro mostró una vez más su temple de estadista y organizador: pusoen pie de guerra un ejército de 25 mil hombres y organizó una reserva de 20mil; luego, usando el ferrocarril trasandino, movilizó rápidamente las tropas ala frontera sur y se colocó él mismo a la cabeza. Aunque el árbitro español seinhibió finalmente de dictar su laudo, la exhibición de fuerza hecha por nuestropaís logró frenar la agresión y evitar la guerra.

Pero el Ecuador no podía vivir en un permanente sobresalto. Necesitabagarantizar su integridad territorial y su desarrollo pacífico. Con sincero patrio-tismo, Alfaro creyó encontrar una garantía para nuestra seguridad nacional enla propuesta de arrendamiento de las islas Galápagos hecha por los EE.UU.Estos constituían una potencia imperialista emergente, en cuyos planes geo-políticos entraba la posesión –pacífica o forzada– de nuestras islas, a fin de ga-rantizar la seguridad del Canal de Panamá, que se encontraba en construcción.Preocupado con el peligro de que los norteamericanos ocuparan el archipiélagopor la fuerza, el gobierno alfarista hizo una contrapropuesta, según la cual elvalor del arrendamiento sería de quince millones de dólares y debería ir acom-pañado de una garantía norteamericana sobre la integridad de nuestro territorioamazónico. Respaldaban la posición de Alfaro algunos insignes patriotas y opo-sitores políticos, como fray Enrique Vacas Galindo y el doctor Juan BenignoVela, quienes incluso iban más allá y planteaban la venta del archipiélago parafinanciar la defensa nacional. No obstante, la reacción conservadora, cegadade odio y rencor, se alzó terrible, feroz, incendiaria, acusando al gobierno deAlfaro de pretender vender el país a los Estados Unidos. Lo menos que le dije-ron al gobernante en esos días fue “traidor”, “pillo”, “vendepatria” y otras lin-dezas por el estilo.

Luego, receloso de seguir adelante una negociación como ésa sin contarcon la opinión nacional, Alfaro encargó a los gobernadores de todo el país queconsultasen sobre el asunto a las gentes más honorables de cada provincia, “sinexceptuar a ningún partido político”. Efectuada la consulta, la opinión ciuda-

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dana fue desfavorable al arrendamiento, por lo que Alfaro acató la voz de lasoberanía y suspendió toda negociación al respecto. El desenlace fue excelentepara el país, que así logró salvarse de los voraces planes imperialistas, pero tam-bién para Alfaro, cuya iniciativa de consultar al pueblo fue sin duda ejemplary le salvó de un paso en falso.9

CRISIS SUCESORIA Y GUERRA CIVIL

Al acercarse la terminación de su segundo período, Alfaro tropezó otra vez conel problema de la sucesión. Una vez más, temió que una candidatura radicalagravara el conflicto político, por lo que escogió como candidato a Emilio Es-trada, un viejo luchador liberal y empresario porteño. Luego se enteró de queEstrada era un enfermo cardíaco y que podía morir por la altura de la capital,lo cual provocaría una guerra civil, por lo que pretendió que Estrada renunciasea su elección, a lo que éste se negó. El consiguiente conflicto condujo a ungolpe de Estado preparado por los “estradistas” (11 de agosto de 1911). Alfarose asiló en la legación de Chile, renunció a la presidencia y salió del país luegode comprometerse a no regresar antes de un año.

Poco después se concretaron los temores de Alfaro. Antes de los cuatromeses de gobierno, Estrada murió y estalló la guerra civil: el general Flavio Al-faro se alzó en armas en Esmeraldas, proclamándose Jefe Supremo del país yotro tanto hizo en Guayaquil el general Pedro J. Montero.

Alfaro vino de Panamá, pero no para liderar a las fuerzas anti guberna-mentales, sino para promover un arreglo pacífico entre las diversas faccionesliberales que se enfrentaban. Mas todos sus esfuerzos de negociación fueronvanos y la guerra civil estalló una vez más, sangrienta, brutal, incontenible. Fla-vio Alfaro y Montero unieron sus fuerzas para enfrentar a las del gobierno, co-mandadas por los generales Leonidas Plaza y Julio Andrade, las que bajaronhacia la costa y triunfaron en Huigra, Naranjito y Yaguachi, en enero de 1912,al costo de un terrible desangre (solo en el combate de Yaguachi hubo 400muertos). Pero los insurrectos tenían todavía en su poder la gran plaza de Gua-yaquil y vencerlos parecía tarea difícil, y más si se considera que era época deinvierno y los soldados serranos se hallaban agobiados por el calor y las enfer-medades del trópico.

9 Véase Historia del Ferrocarril de Guayaquil a Quito (1911).

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Don Eloy, actuando como mediador, propuso una capitulación que Plazay Andrade aceptaron, garantizando la vida y libertad de los vencidos. Parecíaque con esto se había evitado la continuación de tan sangrienta campaña y quealboreaba ya la paz. Pero el gobierno de Quito desconoció los acuerdos de ar-misticio firmados por sus generales en campaña y ordenó el apresamiento yenjuiciamiento de los jefes insurrectos. Entre ellos incluyó al “Viejo Luchador”,que ninguna participación había tenido en esta revuelta, aunque era el símbolomayor del radicalismo, tan odiado por la clerecía, la oligarquía y la gran bur-guesía liberal. Montero fue enjuiciado sumariamente en Guayaquil y asesinadodurante el juicio; luego, su cadáver fue arrastrado por las turbas. Los demáspresos fueron conducidos a Quito, por órdenes del gobierno, con igual ho-rrendo propósito. Junto a Flavio Alfaro, autor y líder de la revuelta, figurabantambién todos aquellos líderes radicales a los que la derecha temía y quería eli-minar, aunque fuesen inocentes: los generales Medardo Alfaro, Manuel Se-rrano, Ulpiano Páez y el coronel y periodista Luciano Coral, cuyos artículoscausaban escozor a los conservadores.

Los presos llegaron a Quito el 28 de enero y, tras la formalidad de entre-garlos en el panóptico, fueron masacrados por una turba asalariada, dirigidapor el jefe de la cochera presidencial. Luego sus cuerpos fueron arrastrados porla chusma fanatizada hasta el parque de El Ejido, donde se los incineró en esaque Alfredo Pareja llamó “hoguera bárbara”. Las fotografías de esa horrendamasacre muestran a la chusma alevosa quemando los cadáveres, bajo la miradacomplaciente de señoritos bien vestidos, que parecieran dirigirla.

Entre los autores intelectuales del crimen se destacaron la gran prensa, quedesde días atrás clamaba por la sangre de las futuras víctimas, y muchos bene-ficiarios de la revolución liberal, que habían trepado hasta las alturas del poderbajo la sombra generosa del radicalismo. A la cabeza de estos figuraban el En-cargado del Poder, Carlos Freile Zaldumbide; el ministro de Gobierno, OctavioDíaz, y el ministro de Guerra, general Juan Francisco Navarro.

Tras el asesinato de los jefes radicales, el régimen liberal renegó de su ide-ología revolucionaria y se transformó en un despiadado régimen plutocrático,presidido por la gran burguesía bancaria, que lideraba el banquero guayaqui-leño Francisco Urbina Jado; la emergente burguesía agro-industrial, represen-tada por el coronel Enrique Valdez Concha, propietario del ingenio Valdez; yel nuevo poder militar, que lideraba el general Leonidas Plaza Gutiérrez, que ala vez era representante del sector terrateniente de la sierra.

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EL INTERNACIONALISMO ALFARISTA

Eloy Alfaro fue también un líder preocupado por la suerte de América Latina,continente que conocía más que la mayoría de líderes políticos de su tiempo.Habiendo vivido, trabajado y luchado por la reforma liberal en Panamá y variospaíses centroamericanos, también estaba al tanto de las realidades políticas exis-tentes en México y los países del Caribe y, gracias a sus contactos con José Martí,Antonio Maceo y otros independentistas caribeños, seguía con sumo interés lasluchas de independencia de Cuba y Puerto Rico. En fin, sus viajes por Sudamé-rica como exiliado político le pusieron en contacto con los grandes líderes ypensadores de la región, particularmente con los liberales peruanos, colombianosy venezolanos, e igualmente con los radicales chilenos y argentinos.

Esas estancias y viajes le pusieron en contacto con las duras realidades so-ciales y políticas del continente, donde sesenta años después de la independen-cia pervivían las viejas lacras sociales heredadas de la colonia y agravadas por elrepublicanismo oligárquico: el peonaje servil de los campesinos indígenas, laexplotación y marginalidad de negros y mestizos y el atraso económico de lasregiones interiores, junto a la prepotencia de las oligarquías terratenientes, es-trechamente aliadas con una Iglesia de mentalidad colonial, que todavía pre-dicaba contra el sistema republicano de gobierno.

Pero, por otra parte, ese conocimiento y esas relaciones le permitieron tam-bién enterarse de las luchas y proyectos de las fuerzas progresistas del conti-nente, que por diversos medios buscaban impulsar una reforma quemodernizara y fortaleciera al Estado nacional, liberándolo de la agobiante in-fluencia eclesiástica, integrando sus regiones dispersas, estimulando el desarrolloeconómico y mejorando las condiciones de vida de la población. Y finalmentelo llamaron a convertirse en una suerte de coordinador de las acciones del li-beralismo revolucionario del continente y a plantearse avanzados proyectos deunidad e integración entre los países del área.

Influido desde su juventud por la combativa prédica liberal de Juan Mon-talvo, su pensamiento político se completaría más tarde con las ideas de liberalesrománticos como el panameño Justo Arosemena, el peruano Ricardo Palma,los cubanos José Martí y Rafael María Merchán y el colombiano José MaríaVargas Vila; de liberales nacionalistas como el chileno José Manuel Balmaceda,los venezolanos Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo, y el nicaragüenseJosé Santos Zelaya, y también con las de pensadores radicales como los chilenosJosé Victorino Lastarria y Francisco Bilbao, y el argentino Leandro N. Alem.

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Durante su exilio en Lima, sus planes internacionalistas tuvieron un avancesignificativo en las conversaciones entabladas con el prócer cubano AntonioMaceo, en 1888, cuando identificaron como objetivos comunes la lucha porla independencia de Cuba y la liberación política del Ecuador. Dos años des-pués, en 1890, Alfaro viajó con destino a Chile, donde entró en contacto condirigentes liberales y radicales, siempre en el marco de la fraternidad masónica.Luego viajó a la Argentina, con la recomendación de tomar contacto con el exPresidente Bartolomé Mitre, que dirigía el respetado rotativo La Nación, en elque colaboraba José Martí. Por entonces, Mitre acababa de fundar con LeandroN. Alem la “Unión Cívica”, que en el futuro se convertiría en un partido sim-bólico del radicalismo sudamericano.

Cuando Alfaro reemprendió su viaje, con dirección a Uruguay, Brasil yVenezuela, llevaba consigo una carta de Mitre para José Martí, en la que le pre-sentaba a Alfaro y le recomendaba aunar esfuerzos con él; llevaba también unasuma de dinero, que era el pago de Mitre por las colaboraciones de Martí. Peroantes de entregar esas valiosas encomiendas, Alfaro recaló en Venezuela, dondegobernaba por entonces el general Joaquín Crespo, uno de los líderes liberalesnacionalistas, con quien entabló estrecha amistad política y de quien recibióapoyo pecuniario para su lucha. Ahí se encontró también con el pensador yactivista liberal colombiano José María Vargas Vila, que se asilara en ese paíshuyendo del gobierno conservador de Rafael Núñez. Alfaro reconoció en Var-gas Vila al pensador de avanzada que requería su causa y éste, por su parte, vioen el ecuatoriano la experiencia y capacidad de liderazgo que hacía falta paracomandar los planes revolucionarios del internacionalismo liberal; fue así queambos decidieron concertar en el futuro sus esfuerzos de liberación.

En octubre de 1890 Alfaro marchó hacia los Estados Unidos en busca deJosé Martí, con quien se encontró finalmente en Nueva York el 24 de ese mes.Luego de la entrega de las encomiendas de Mitre, los dos heraldos de la libertadentablaron estrecha amistad y desarrollaron planes de cooperación política, encompañía de otros latinoamericanos radicados en esa ciudad, entre quienes seencontraban César Zumeta, Patricio Jimeno, y Juan Pérez Bonalde. Más tardeVargas Vila, también se sumó al grupo junto con su secretario Ramón PalacioViso.10

10 Regino Sánchez Landrián, “Eloy Alfaro y la emancipación latinoamericana”, en www.josemarti.cu/files/Eloy Alfaro.doc

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Tras su estancia en los Estados Unidos, Alfaro siguió su periplo latinoa-mericano, que lo llevó nuevamente hacia Panamá, Costa Rica y finalmente Ni-caragua, donde gobernaba por entonces (1893) el general José Santos Zelaya,un reformador que laicizó y modernizó el Estado, eliminó los fueros coloniales,nacionalizó los bienes de manos muertas, impulsó el desarrollo económico yactualizó la legislación del país. Zelaya era también un fervoroso partidario dela unión centroamericana.

Vinculados por un ideario político común, Alfaro y Zelaya negociaron re-servadamente el primer “Pacto de Amapala”, por el que se creó una Internacio-nal revolucionaria con participación de los revolucionarios centroamericanosJosé Santos Zelaya, de Nicaragua,; Policarpo Bonilla, de Honduras; y RafaelAntonio Gutiérrez, de El Salvador, así como varios revolucionarios sudame-ricanos: el ecuatoriano Eloy Alfaro, los colombianos Benjamín Herrera y Juande Dios Uribe, el venezolano Joaquín Crespo, el colombo–panameño BelisarioPorras y los cubanos José Martí y Antonio Maceo. Por ese pacto, los suscrip-tores se comprometieron a brindarse ayuda mutua en los campos militar, po-lítico y financiero, con miras a conquistar un abanico de objetivos que incluíanla independencia de Cuba y Puerto Rico, la aplicación de la reforma liberal enlos países centroamericanos y andinos y la reconstitución de la Gran Colombia,como puntos de partida para un nuevo proyecto de unidad latinoamericana.

Una simple revisión de la cronología política de esos años muestra la se-riedad con que los firmantes tomaron su compromiso y el modo coordinadocon que ejecutaron sus acciones. Crespo tomó el poder en Venezuela en 1892,entrando en Caracas de modo triunfal, el 6 de octubre de ese año. Zelaya tomóel poder en Nicaragua en julio de 1893, derrocando al conservador RobertoSacasa. Bonilla depuso del poder al conservador Domingo Vásquez en Hon-duras y asumió el mando en 1893. Los liberales colombianos se alzaron enarmas en enero de 1895 contra el gobierno conservador, que les había cerradolas puertas a la participación electoral, y capitularon tras una breve campañase sesenta días. Por su parte, los liberales cubanos se lanzaron en febrero de1895 a una nueva campaña por la independencia de su país. Alfaro, llamadopor el pueblo ecuatoriano, asumió la Jefatura Suprema del país en junio de1895 y entró triunfalmente en Quito el 4 de septiembre de ese mismo año,tras derrotar a las fuerzas conservadoras en una breve pero durísima guerra civil.Y los liberales colombianos tomaron nuevamente las armas en octubre de 1899e iniciaron la llamada “Guerra de los Mil Días”, ganada finalmente por losconservadores.

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A más de la coordinación de sus cronogramas de acción, la fraternidadmasónica que unía a todos estos revolucionarios liberales se expresó tambiénen formas directas de colaboración político-militar, en las que Eloy Alfaro des-tacó notoriamente, tanto a través de sus iniciativas políticas como de sus girascontinentales, en las que promovió la formación de una alianza revolucionarialatinoamericana, que tuviera por objetivo el establecimiento de una “Confe-deración de Estados Sudamericanos”, que contrapesara la influencia continentalde los Estados Unidos.

La acción de esa Internacional Revolucionaria coordinada por Alfaro nose redujo a conversaciones y planes políticos. Pasando de las palabras a los he-chos, el presidente venezolano Joaquín Crespo entregó fondos para promoverlas acciones revolucionarias. Lo propio hizo el gobernante nicaragüense JoséSantos Zelaya, quien entregó para la causa recursos financieros, armas y unbarco, el “Momotombo”, que quedó en manos de Alfaro. Hubo también otrascontribuciones para la causa común, de las que se conoce poco o casi nada, enrazón del secreto con que se manejaron. Y no faltaron contribuciones específicaspara tal o cual proceso nacional, como p. e. el aporte personal de mil pesos queAntonio Maceo hizo a Alfaro para la revolución liberal ecuatoriana.

Los participantes del “Pacto de Amapala” habían acordado previamenteque esos recursos serían usados en el país donde más próximo estuviera un es-tallido revolucionario. Y como el estallido se dio primero en Colombia, elbarco, las armas y los recursos acopiados fueron canalizados hacia ese país,donde los liberales se habían lanzado a una guerra revolucionaria con más vo-luntad que recursos y sin contar con el armamento indispensable para una largacampaña, al punto que no pudieron proveer de armas de fuego a grandes con-tingentes de voluntarios que se enrolaron para la lucha.

Para entonces, las fuerzas conservadoras del área coordinaban también susacciones contrarrevolucionarias, en especial, los gobiernos de Bogotá y Quito,que mantenían una estrecha colaboración mutua. Estos gobiernos también cru-zaban información con el gobierno español, cuyos agentes vigilaban estrecha-mente a los revolucionarios cubanos y a sus colaboradores en los diversos países.Fue así que Eloy Alfaro, identificado ya como el jefe de esa internacional revo-lucionaria, fue expulsado de la provincia de Panamá por el gobierno colom-biano de Rafael Núñez, a petición del gobierno ecuatoriano de Antonio FloresJijón. Nuestro personaje pasó entonces a Costa Rica y desde ahí emprendióuna nueva gira política que lo llevó a Nueva York, San Francisco de California,México, El Salvador, y finalmente, Nicaragua. Aquí lo esperaba un honroso

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decreto de la Asamblea Nacional nicaragüense, por el cual “en atención a susaltos merecimientos personales” y a “los grandes servicios prestados por él a lacausa de la democracia en América Latina” se le otorgaba el grado de “Generalde División del Ejército de la República”. Ese decreto tenía fecha del 12 deenero de 1895. Cinco meses después, Alfaro recibía desde Guayaquil el avisode que había sido proclamado Jefe Supremo de la República del Ecuador, porlo que regresó de inmediato a su país.

Una vez en el poder, Alfaro se empeñó en cumplir con las obligacionesque le imponía el “Pacto de Amapala”, particularmente respecto de la guerracubana de independencia y la revolución liberal colombiana (“Guerra de losMil Días”). En cuanto al primer caso, es conocido su frustrado intento de en-viar tropas ecuatorianas a pelear por la independencia de Cuba, así como susgestiones políticas ante el gobierno español. También es conocido su apoyo ala lucha de los liberales colombianos, que en buena medida era una continua-ción de los apoyos mutuos que en el pasado se habían brindado los liberales deEcuador y Colombia.

El apoyo de Alfaro a la revolución colombiana no sólo se justificó en losideales comunes y la fraternidad masónica, sino también en la activa colabora-ción que el gobierno conservador de Colombia, presidido por Miguel AntonioCaro, brindó a los derrotados conservadores ecuatorianos, amparándolos enterritorio colombiano, brindándoles apoyo económico y financiero, y entre-gándoles una franja fronteriza, para que desde ahí incursionaran frecuente-mente contra el Ecuador. Alfaro, por su parte, dio protección territorial yentregó apoyo económico, armas y equipos a los revolucionarios colombianos,con miras a que estos lograran abrir un corredor en el frente sur para abastecerpor ahí a sus tropas del Cauca. Cabe precisar que igual cosa hicieron entonceslos gobiernos liberales venezolanos de Joaquín Crespo y Cipriano Castro, quie-nes proveyeron de armas, recursos y apoyo logístico a los liberales colombianosdel departamento de Santander. Y tampoco faltó el sostenido apoyo del go-bierno nicaragüense de Zelaya, que ayudó, conjuntamente con el gobiernoecuatoriano de Alfaro, a la fuerza liberal colombiana de Belisario Porras queincursionó en Panamá desde Centroamérica, con ánimo de abrir un nuevofrente de guerra contra el gobierno de Bogotá.

Varias fueron las incursiones militares hechas en ese periodo desde Co-lombia contra el Ecuador, bajo la coordinación de los generales colombianosMiguel Montoya, Jefe del Sur del Cauca, y N. Domínguez, enviado especialdel gobierno colombiano. La primera tuvo lugar en 1895, cuando el jefe con-

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servador ecuatoriano Aparicio Ribadeneira, autoproclamado “Capitán Generalde los Ejércitos, Supremo Director de la Guerra y Encargado Provisional delPoder Ejecutivo”, empezó una campaña de reclutamiento de mercenarios enlas poblaciones del sur de Colombia, con fondos y armas provistos por las au-toridades colombianas; de este modo logró formar una columna de más de 100pastusos, con la que fortaleció sus propias tropas, cada vez más afectadas porla deserción. Sin embargo, por presión directa del Presidente colombiano, quebuscaba guardar al menos un aparente respeto al derecho internacional, Riba-deneira se vio compelido a ocupar “siquiera un palmo de terreno ecuatoriano”,como condición indispensable para continuar recibiendo el reconocimientooficial colombiano de “representante del Gobierno Constitucional del Ecuador”y el consecuente apoyo económico y militar.11 Buscando, pues, controlar el te-rritorio de la sierra norte para asentar allí su gobierno, el ex-Ministro lanzó unaoperación militar contra Ibarra, a cargo de los batallones Ayacucho y San Ga-briel, dirigidos por el comandante Ricardo Cornejo. La operación resultó unfracaso, pues los expedicionarios fueron derrotados en Ibarra por las fuerzas li-berales del coronel Nicanor Arellano. Esto produjo un generalizado derrotismoen el resto de emigrados conservadores, que terminó por frustrar la continua-ción de la campaña. Al fin, el gobierno colombiano desarmó a los emigrados ymercenarios, poniendo fin, por el momento, a la acción militar de éstos en laregión fronteriza colombo-ecuatoriana (3 de octubre de 1895).

Posteriormente, nuevas incursiones militares contra el Ecuador fueron or-ganizadas por los conservadores ecuatorianos emigrados, con el activo respaldodel gobierno de Colombia y del Obispo de Pasto, fray Ezequiel Moreno Díaz,que convirtió a la guerra contra los liberales ecuatorianos en su particular “gue-rra santa” contra el odiado liberalismo12. Teniendo como “Comandante Generalde Operaciones” al coronel colombiano Almeida, el prelado formaba ejércitosde pastusos fanáticos y los lanzaba contra el vecino país, proclamando que “elliberalismo es pecado, es un error contra la fe y está condenado por la Iglesia”.También protegía a los cristeros ecuatorianos derrotados y, sin recato alguno,instruía a los sacerdotes de su jurisdicción para la recluta de combatientes: “Pro-curad, Venerables Cooperadores, –les decía– que vuestros pueblos no vean im-pasibles la guerra que se hace a Jesucristo y a su Religión Santa”.

11 Miguel A. González Páez, 1934. “Memorias Históricas”. Tipografía Quito, 1934, págs. 228-229.

12 Desde 1992, fray Ezequiel Moreno es santo de la Iglesia católica.

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Uno de sus protegidos en Pasto era monseñor Pedro Schumacher, el obispode Portoviejo, que había desatado la guerra civil en la provincia de Manabí,proclamando “el exterminio de los impíos”. Al fin, como el aguerrido ejércitoecuatoriano derrotara una y otra vez a los invasores (que en enero de 1899 lle-garon a penetrar hasta el nudo de Sanancajas)13, fray Ezequiel y sus cómplicesbuscaron provocar la directa intervención de tropas colombianas en los ataquesal Ecuador.

Entonces, al gobierno de Alfaro le salió un aliado inesperado: lastimadosu espíritu patriótico por la descarada intervención extranjera en los asuntosinternos de su país, el obispo de Ibarra, monseñor Federico González Suárez,al ser llamado por el Gobierno para pronunciar una oración fúnebre en el tras-lado de los restos del Mariscal Sucre a la Catedral, encargó su obispado a suVicario General, monseñor Alejandro Pasquel, mediante una carta que ordenópublicar. En ella decía:

“Cooperar de un modo u otro a la invasión colombiana, sería un crimen delesa Patria; y nosotros, los ecuatorianos eclesiásticos, no debemos nunca sacrificarla Patria para salvar la Religión: el patriotismo es virtud cristiana y, por lomismo, muy propia de sacerdotes” 14.

Exasperados, fray Ezequiel y sus áulicos se lanzaron frontalmente contraGonzález Suárez. Mediante folletos y pasquines le dijeron de todo: “apóstata”,“oportunista”, “infame”, “tonto”, “turiferario del crimen victorioso”, etc. Elmás afiebrado insultador del obispo de Ibarra fue Schumacher, quien, según elmismo González Suárez, lo había “perseguido con encarnizamiento” desde añosatrás, por revelar en la Historia General de la República del Ecuador la corrupcióneclesiástica existente en la época colonial. Y se dice que la facción pastusa llegóincluso a planear el asesinato del prelado ecuatoriano.

La polémica entre los obispos de Pasto e Ibarra fue tremenda. Entre otraspublicaciones, fray Ezequiel lanzó un violento folleto titulado “O catolicismo oliberalismo. No es posible la conciliación”. En él, señaló a “los cómplices más no-tables del liberalismo”, que en su opinión eran: 1.- Los que dan su voto porcandidatos liberales. 2.- Los que contribuyen con su dinero a la mejor organi-zación del Partido Liberal. 3.- Los que asisten a fiestas liberales; los que concu-

13 En el duro combate de Sanancajas, ocurrido el 23 de enero de 1899, hubo 44 muertos, en sumayor parte colombianos.

14 Cit. por Oswaldo Albornoz Peralta, “Historia de la acción clerical en el Ecuador”: Ed. Claridad,Guayaquil, 1973.

rren a entierros liberales;... los que... llenan de aplausos a los que pronunciandiscursos liberales. 4.- Los que se suscriben a periódicos liberales. 5.- Los quemandan a sus hijos o dependientes a escuelas y colegios liberales... Según estecruzado de la fe, ni siquiera se salvaban del anatema “las mujeres que se adornancon cintas rojas o engalanan sus casas y balcones con trapos rojos en las fiestas...”.

Como si todo esto no bastara, el obispo Moreno Díaz viajó a Roma en1898 para que la Sagrada Congregación dirimiera sus contradicciones conmonseñor González Suárez. La opinión del Vaticano le fue favorable y el 30de mayo del año siguiente Ezequiel tuvo una “entrada triunfal en Pasto, resar-cido de tantos pesares”.

A partir de entonces, prosiguió con más bríos su guerra santa contra el li-beralismo ecuatoriano, mientras la feroz guerra civil llamada “De los Mil Días”agitaba ya el suelo colombiano. Entonces Alfaro pasó a la ofensiva: envió uncontingente de tropas en apoyo de los liberales colombianos y prestó todo suapoyo y protección a sus coidearios del país vecino que se organizaban o refu-giaban en nuestro país. El 29 de marzo de 1900 ordenó que sus tropas regularescruzaran la frontera y liquidaran al nuevo ejército mercenario formado por elobispo de Pasto y acampado en Ipiales. En represalia, tropas regulares colom-bianas y cristeros atacaron Tulcán, donde fueron derrotadas.

Como es sabido, los liberales colombianos no lograron vencer a las fuerzasde contención que los conservadores habían colocado en la frontera sur, conlo cual perdieron la posibilidad de beneficiarse en mayor medida del apoyo al-farista. Y tras ello se instaló en el Ecuador el gobierno de Leonidas Plaza Gu-tiérrez (1901), que continuó la reforma liberal en el interior pero negó todoapoyo a la revolución liberal colombiana, obteniendo a cambio que el gobiernode Bogotá refrenara al obispo de Pasto y su “guerra santa” contra el alfarismoy retirara el apoyo militar a los conservadores ecuatorianos emigrados. Añosmás tarde, por el Tratado Peralta-Uribe (1910), Colombia se comprometió ala internación de los frailes capuchinos refugiados en Pasto, que seguían en ac-titud agresiva.

LOS PROYECTOS DE UNIDAD AMERICANA

Los proyectos de unidad americana fueron parte esencial del internacionalismorevolucionario de Eloy Alfaro. Hemos mencionado antes su empeño por el es-tablecimiento de una “Confederación de Estados Sudamericanos”, que vincu-

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lara políticamente a nuestros países y contrapesara la influencia continental delos Estados Unidos. A eso apuntaban sus gestiones con el presidente AntonioGuzmán Blanco, de Venezuela, en 1887, su convocatoria a un Congreso Con-tinental Americano, en 1895, y el Pacto Político Reservado que acordó, en1900, con los presidentes Cipriano Castro, de Venezuela, y José Santos Zelaya,de Nicaragua, en su condición de Presidente del Ecuador.

En cuanto a la iniciativa de reunir un Congreso Internacional Americano,sus objetivos fueron definidos de este modo por el gobierno alfarista:

“La formación de un Derecho Público de América, que, dejando a salvo dere-chos legítimos, dé a la Doctrina Americana, iniciada con tanta gloria por elilustre Monroe, toda la extensión que se merece y la garantía necesaria parahacerla respetar; medios de procurar el adelanto por el perfeccionamiento e im-plantación de industrias; impulsar el comercio dictando medidas que vayanextendiéndolo, con desarrollo progresivo, sin dejar de atender a las necesidades,conveniencias y derechos de nación a nación, y aprovechar, en fin, todo aquelloque, sin perjudicar a los demás, proporcione a nuestras repúblicas medios ade-cuados para afianzar las relaciones comerciales y conseguir el engrandecimientomutuo” 15.

Sin duda resultaba audaz, por decir lo menos, que el gobierno de un pe-queño país sudamericano promoviera una reunión internacional para analizary reglamentar la aplicación de la “Doctrina Monroe”, usada por los Estados Uni-dos como un pretexto para intervenir unilateralmente en los asuntos internosde los demás países americanos. Y, obviamente, esta iniciativa alfarista merecióla activa oposición de la diplomacia norteamericana, que finalmente hizo fracasarla celebración de tan importante cónclave hemisférico, pese a la favorable dis-posición mostrada inicialmente por varios países de América Latina.

Para evaluar mejor esa iniciativa del líder ecuatoriano hay que precisar quelos Estados Unidos vivían por entonces el momento de emergencia de su poderimperialista y que, en ese mismo año de la convocatoria alfarista, en 1895, elSecretario de Estado norteamericano, Richard Olney, señaló que “La soberaníade los Estados Unidos, por motivos de defensa, se extiende a todo el continente” 16.

15 Invitación a los Cancilleres del Continente a participar en un Congreso Americano; Guayaquil, di-ciembre 26 de 1895).

16 Jorge Núñez, Nicaragua, La Trinchera invencible. l985. Quito: Ediciones de la ADHILAC, p.143.

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También es útil indicar que, un año después, el Presidente Cleveland afirmó:“Hoy los Estados Unidos son prácticamente soberanos en este continente y su palabraes ley en los asuntos en los que intervienen” 17. Y no está demás exponer que pocodespués, en 1899, el Presidente Teodoro Roosevelt proclamó desembozada-mente el “derecho” de su país a la expansión imperial, diciendo:

“Siempre que se ha producido un movimiento de expansión ha sido porque la razaque lo ha llevado a cabo era una gran raza. Ha sido como una señal y una pruebade la grandeza de la nación expansionista. Y además debe tenerse en cuenta que, entodos y cada uno de los casos, esos movimientos supusieron un beneficio incalculablepara la humanidad” 18.

Al fin, el Congreso Americano se reunió en México, en la fecha prevista,pero sólo asistieron a él los representantes de los países anfitriones (Ecuador yMéxico) y de las cinco repúblicas centroamericanas. Esto llevó al ilustre inter-nacionalista mexicano don Genaro Estrada a atribuir el fracaso de la reunióna “los más fuertes intereses de los Estados Unidos…al negarse a que se discutiera laDoctrina Monroe, y la reservadísima actitud de los gobiernos sudamericanos” 19.

Por los mismos días de su convocatoria al frustrado Congreso Americano,Alfaro tomó otra histórica iniciativa americanista que, a su turno, habría deenfrentar la oposición norteamericana: el 19 de diciembre de 1895 se dirigió ala reina María Cristina de España, abogando por la Independencia de Cuba.20Y como sus buenos oficios no lograran resultado positivo, el Viejo Luchadorno trepidó en preparar un cuerpo de tropas destinado a luchar por la indepen-dencia cubana, mismo que puso a las órdenes del coronel León Valles Franco.Finalmente, la absurda negativa colombiana a permitir el paso de esas tropascon destino al Caribe frustró esa acción internacionalista del Ecuador y el pre-sidente Eloy Alfaro. Y poco después se produjo la intervención de los EstadosUnidos en la guerra cubana de independencia, no cono ánimo de ayudar a lospatriotas cubanos, que se hallaban cerca del triunfo, sino de tomar bajo su con-trol la “Perla de las Antillas”. En efecto, tras derrotar a España en una brevecampaña naval-militar, los EE. UU. firmaron con España el Tratado de París(10 de diciembre de 1898), por el que Cuba se constituyó en territorio especial

17 Núñez, Nicaragua…, p. 143.18 Núñez, Nicaragua…, pp. 145-146.19 Citado por Jorge Villacrés Moscoso, “Historia diplomática del Ecuador”, T.II, p. 272.20 Cf. Carta a la Reina María Cristina de España (1895).

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de ocupación militar, las islas Guam y las Filipinas se convirtieron en coloniasnorteamericanas y Puerto Rico fue tomado por los vencedores como botín deguerra21.

Pero el gobierno alfarista no solo hubo de enfrentar la oposición estadou-nidense a su política americanista, sino también una nueva escalada de presio-nes imperialistas en busca de la enajenación de las Islas Galápagos. Pobre, débily estremecido aún por los efectos de una larga guerra civil, el Ecuador se hallabaabocado a una ardua tarea de reconstrucción y modernización nacional, querequería de grandes inversiones públicas. Entonces, queriendo aprovechar ensu beneficio las urgencias económicas del Estado ecuatoriano, se hicieron pre-sentes varios países y corporaciones extranjeras interesadas en la compra o arren-damiento del Archipiélago de Colón o de alguna de sus islas. Un consorcioeuropeo ofreció 25 millones de dólares por la venta de las islas y el gobierno deFrancia propuso 100 millones de francos por el arrendamiento de un puertolibre. Y los Estados Unidos, que avanzaban planes para la construcción delCanal de Panamá, consideraron que el control de las Galápagos era una nece-sidad estratégica para la protección del futuro Canal. Fue así que el gobiernode Taft instruyó a su embajador en Quito, Archibald Sampson, para que pro-pusiera al gobierno ecuatoriano el arrendamiento de la Isla Chatham por ellapso de 99 años y un pago de 5 mil dólares anuales. Finalmente, estas pro-puestas no prosperaron, como no prosperó una contraoferta del general Plazaal embajador Sampson para hipotecar las islas a cambio de un préstamo nor-teamericano de 10 millones de dólares22. Sin embargo, ello no significó el finde las ambiciones estadounidenses sobre el Archipiélago, que continuaron enlos años siguientes.

Hablemos ahora del Pacto Reservado firmado en 1900 entre los presiden-tes Cipriano Castro, de Venezuela, José Santos Zelaya, de Nicaragua, y EloyAlfaro, del Ecuador.23 Es bueno recordar que en el año de 1900 los países lati-noamericanos se encontraban en una expectante actitud frente a la situacióninternacional, caracterizada por variados síntomas de emergencia de un nuevo

21 Hortensia Pichardo, 1977. “Documentos para la Historia de Cuba”, La Habana: Ed. de CienciasSociales, I, pp. 540–546.

22 Gonzalo Ortiz Crespo. 1980. “El Imperialismo y las Islas Galápagos”. Cuenca: mimeo, p. 36. 23 Véase Pacto Político Reservado firmado por los gobernantes de Venezuela, Nicaragua y Ecuador

(1900). Este documento, que ha sido recientemente descubierto en el Archivo del Ministerio de Rela-ciones Exteriores de Venezuela dentro de una investigación efectuada acerca del tema “Venezuela y lasConferencias Panamericanas”, y que aparecerá incluido en su segundo tomo, que al momento está porpublicarse, nos ha sido proporcionado por la dirección del mencionado Archivo. Dada su significativaimportancia, lo incluimos en este libro.

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imperialismo. Dos años antes, España, la vieja potencia imperial, había sidovencida militarmente por el naciente poder de los EE. UU., que tomó Cuba yPuerto Rico y se convirtió, así, en una potencia dominante en el Caribe. Esemismo año, Colombia se hallaba conmocionada internamente por un nuevointento de revolución liberal (la “Guerra de los mil días”), mientras que los Es-tados Unidos firmaban con Inglaterra el Tratado Hay–Pauncefote, que margi-naba a los ingleses de la futura construcción de un canal por Panamá, obra quequedaba consagrada como un derecho exclusivo de los estadounidenses. Almismo tiempo, crecían las tensiones entre EE. UU. y Nicaragua, cuyo gobiernohabía respaldado a los independentistas cubanos y miraba con recelo el proyectode construcción de un canal por Panamá, que dejaba al margen el proyecto decanal interoceánico por Nicaragua. Finalmente, se acumulaban sobre el hori-zonte regional los nubarrones de la primera crisis de la deuda externa, pues va-rios países latinoamericanos habían suspendido el pago de la deuda (entre ellosEcuador y Venezuela) y otros más se hallaban inclinados a hacer lo propio.Ecuador, como se ha visto, se hallaba bajo la amenaza de enajenar sus islas delArchipiélago de Colón o ser despojado de ellas.

En medio de ese crítico panorama, la conciencia latinoamericana recibiópor entonces un campanazo de alerta con la publicación de “Ariel”, libro escritopor el pensador uruguayo José Enrique Rodó, en el que se denunciaba la pre-sencia de un nuevo imperialismo, que amenazaba a los pueblos hispanoameri-canos. Fue precisamente a fines de ese año cuando los delegadosplenipotenciarios de Venezuela, Nicaragua y Ecuador, debidamente instruidospor sus gobiernos, firmaron en Caracas, el 9 de noviembre, un “Pacto PolíticoReservado”, “inspirados por el deseo de precaver á los tres Países de todo peligro in-ternacional y de velar colectivamente por la conservación del orden público en cadauno de los tres Estados” 24.

Por este pacto, los tres países se declaraban “unidos por el sagrado vínculode los principios liberales y democráticos que felizmente rigen en las Institucionesde los tres Países” y constituían una triple “alianza ofensiva y defensiva para loscasos de hostilidad”, detallando las medidas a tomar por los tres países en casode que alguno de ellos fuese agredido, y comprometiéndose a utilizar todos losrecursos pacíficos y militares que fuesen necesarios para la defensa del país ata-cado.

24 Ver texto en Documentos Anexos.

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Dos características particulares de este pacto internacional eran: una, elplazo de vigencia del mismo, que debía durar mientras ejercieran el poder lostres gobernantes que lo suscribieron, salvo el caso de que alguno de sus susti-tutos quisiera adoptar las obligaciones contraídas y los demás estuviesen deacuerdo; y otra, el carácter secreto del mismo, derivado del artículo octavo,donde se especificaba que dada “la naturaleza especial de este Pacto, cada una delas Partes contratantes se obliga á mantenerlo en secreto, hasta que por las tres seconsidere oportuna su publicación”.

Empero, los suscriptores subrayaban que no se trataba de una alianza agre-siva contra otros países latinoamericanos y precisaban, en el artículo séptimo,que “las tres Altas Partes contratantes propenderán de común acuerdo á obtener laincorporación de las demás Repúblicas hermanas á esta alianza, que sólo tiende almayor aseguramiento de la paz general”.

A nuestro entender, es precisamente este artículo el que revela el sentidoprofundo del Pacto tripartito, que buscaba crear una barrera defensiva frente ala amenaza implícita de los poderes imperialistas, por medio de una alianzaque vinculaba a tres países, pero propendía a crear un sistema defensivo lati-noamericano, en busca del “mayor aseguramiento de la paz general”.

Visto en perspectiva histórica, este Pacto Tripartito fue una reedición del“Tratado de Unión, Liga y Confederación” suscrito en 1825 por los asistentes alCongreso Anfictiónico de Panamá, y también, en gran medida, una prefigura-ción de la UNASUR.

EPÍLOGO

Iniciado el siglo XXI, la imagen de Alfaro ha cobrado una creciente dimensiónhistórica, mientras los fuegos de su revolución siguen encendiendo el espíritude los ecuatorianos e inspirando movimientos políticos y proyectos revolu-cionarios. Seguidores de Alfaro se reclamaron los jóvenes oficiales que derro-caron al régimen de la “bancocracia” en 1925 e instauraron la RevoluciónJuliana. Y como alfaristas se proclamaron los jóvenes guerrilleros que insur-gieron contra el régimen oligárquico en los años ochenta del siglo XX. Enfin, hace apenas unos pocos años, el pueblo del Ecuador, mediante una en-cuesta nacional, escogió a Eloy Alfaro como “El mejor ecuatoriano de todoslos tiempos”, lo cual revela la profundidad con que su acción caló en la con-ciencia del país.

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Las ideas de Alfaro trascendieron también las fronteras nacionales. Durantesu vida, fue objeto de variados honores y homenajes. Así, el Congreso Nacionalde Nicaragua le otorgó el grado de general, en agradecimiento por sus luchasen pro de la libertad y por sus esfuerzos de paz entre naciones centroamericanas.Luego, a fines del siglo XIX, un congreso liberal colombo-venezolano lo pro-clamó futuro Presidente de una nueva Confederación Grancolombiana. Por suparte, el gran pensador, escritor y prócer cubano José Martí lo proclamó como“uno de los pocos americanos de creación”. “Y un gran combatiente, escritor eideólogo colombiano, Juan de Dios Uribe, exaltó la lucha y los valores patrió-ticos de Alfaro, mientras su antiguo secretario privado, Angel T. Barrera, escri-bió una biografía de Alfaro, en que lo calificó como “El Garibaldi americano”,comparándolo con el gran revolucionario europeo y unificador de Italia.

José María Vargas Vila, otro notable pensador radical y hombre de letrascolombiano, escribió un libro sobre su vida e inmolación, titulado La muertedel cóndor. Luego, monumentos en su honor se levantaron en casi todas las re-públicas americanas, a la par que sucesivos gobiernos cubanos elogiaban susgestiones ante la corona española, en favor de la libertad de Cuba. Para cerrarcon broche de oro esa zaga de homenajes, el ex presidente de Colombia, Al-fonso López Pumarejo, afirmó que la exitosa política económica que ejecutóen su país, y que impulsó la industrialización y desarrollo interno de Colombia,la había aprendido del general Eloy Alfaro durante su estancia en Ecuador.

Justificadamente, el nombre y la imagen de Eloy Alfaro siguen siendo, parael pueblo ecuatoriano, una bandera para luchar por el progreso social y materialdel Ecuador. Esperamos que este libro contribuya también a la difusión delpensamiento de ese gran combatiente revolucionario, que abrió en nuestro paíslos cauces de la modernidad, el progreso material y la justicia social.

Eloy AlfaroEscritos Políticos

1. Correspondencia y documentos

Alfaro eligió en 1876, Jefe Supremo del Liberalismoa Nicolás Infante

En la ciudad de Guayaquil, a los dos días del mes de mayo de mil ochocientossetenta y seis, los abajo suscritos, miembros del Gran Partido Liberal, reunidosen la casa del Sr. ..., con el objeto de acordar los medios de contener el crimenterrorista que amenaza apoderarse por completo de la República, al amparo dela presente Administración, y con el fin de tender a la formación de un nuevoGobierno que armonice con los verdaderos principios democráticos y que dévida, libertad y engrandecimiento a la Nación Ecuatoriana, y

CONSIDERANDO:

1º- Que la revolución inmoral e injustificable del 17 de Enero de 1869 hadestruido el imperio de la Soberanía Nacional, base de la República;

2º- Que esa obra inicua ha sido sancionada por el Presidente señor Borrerono sólo con el hecho de haber jurado la Constitución draconiana impuesta porel capricho del Dictador, sino también con el hecho más escandaloso aún dehaber rechazado con el voto del absolutista la justa solicitud elevada por variospueblos para que se convocara la Convención, en cuyo seno renacerían los de-rechos políticos y sociales que el pueblo tiene perdidos;

3º- Que es un deber de todo ciudadano guardar y defender su libertad ysus derechos;

4º- Que con la negativa del Gobierno los patriotas liberales han perdidotoda esperanza de reconquistar los derechos legítimos de la Patria por mediospacíficos obligándoles, por lo tanto, a apelar a la violencia y buscar en las armasel sostenimiento de la justa causa que defienden;

5º- Que proclama y circular dirigidos por el Gobierno a los ecuatorianosprueban hasta la evidencia que el doctor Borrero ha traicionado al Partido quelo elevó, y ponen de manifiesto el deseo de perpetuar las sangrientas leyes de latiranía que han debido desaparecer a la muerte del tirano;

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6º- Que el doctor Barrero, inconsecuente con los principios proclamadospor él anteriormente y burlando las esperanzas de los patriotas, ha rendidoculto a la memoria del tirano, ha adoptado sus leyes, se ha rodeado de sus es-birros, y ha santificado su detestable política ultramontana, rechazando, contraidora mano, las ideas y los hombres del Gran Partido Nacional que le pro-clamó su Caudillo y que, por tanto, han sido rotos los lazos que le unían a lamayoría de los ecuatorianos;

7º- Que según las mismas palabras de la proclama gubernativa; roto el vín-culo de unión entre los gobernantes y los gobernados, ni aquéllos tienen el de-recho de mandar ni éstos el de obedecer.

8º- Que la Constitución de García Moreno quedó rota por sí misma en elmemorable 6 de Agosto y después anulada y completamente sepultada por elpueblo quiteño, en la jornada del 2 de Octubre, y que, en consecuencia elnuevo Presidente no ha tenido derecho para desenterrarla y declararla vigente;oponiéndose a la convocatoria de una Asamblea Constituyente;

9º- Que ha sido desconocido por el actual Gobierno el principio de la al-ternabilidad, haciendo figurar en los altos destinos de la República a los mismosempleados de la Dictadura;

10º.- Que con indignación y escándalo de los pueblos el doctor Borrerose ha rodeado de algunos hombres serviles, corrompidos y traidores, y que talcírculo no puede inspirar la menor confianza a la nación que ha sido por largosaños degradada y oprimida por ellos;

11º.- Que la pretensión de sostener la Constitución y leyes monstruosasde la Dictadura, es una amenaza constante contra la seguridad individual, con-tra la industria, el comercio y la agricultura; ramos de suyo aniquilados y des-trozados por los gravámenes y malversaciones de las rentas públicas en la épocade la dominación garciana;

12º.- Que siendo, por otra parte, casi seguro que, en fuerza de las intrigasministeriales, y de los ocultos manejos del ultramontanismo se renueven lashostilidades y vejámenes contra el Partido Liberal y vuelva la nación a caer im-potente y encadenada bajo el poder de sus antiguos opresores y verdugos hun-diéndose quizás para siempre en la negra fosa del terror, los últimos restos delpatriotismo, las escasas formas del sistema del gobierno electivo y alternativoque aún existe.

Por todas estas poderosas razones y en ejercicio de nuestros derechos,

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RESOLVEMOS:

Art. 1º- Desconocer la autoridad de la actual Administración y la de laConstitución de 1869;

Art. 2º- Trabajar sin tregua ni descanso, como lo demandan las presentesdifíciles circunstancias, hasta poner en armas la República para combatir y de-rribar el orden de cosas existente,

Art. 3º- Nombrar al ciudadano NICOLAS INFANTE, Jefe del Partidode Acción, investido de amplias facultades, hasta el día en que cualquiera delas provincias del Ecuador regularice la marcha de la Revolución y dispongacon entera libertad lo que tenga por conveniente;

Art. 4º- Respetar y obedecer al Jefe designado en todo lo que sea condu-cente a la Revolución; ya sea en esta ciudad o en cualquier otro punto de laREPUBLICA.

(f) Eloy Alfaro.- Miguel Valverde.- Es copia.-(f) Rafael Caamaño.- ,secretario.

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Eloy Alfaro a sus Conciudadanos

ECUATORIANOS!En cumplimiento de un deber ineludible, marcho nuevamente al suelo

patrio para tomar parte en la sagrada y honrosa campaña que ha emprendidola Nación contra la oprobiosa Dictadura que está insultando la dignidad de laAmérica republicana.

CONCIUDADANOS! Después del triunfo, la hidra de la anarquía se presentará reclamando el

botín de las aspiraciones vulgares. Por mi parte, la designación de Magistradocon que me han honrado los habitantes de la ínclita provincia de Esmeraldas,servirá de base para dar ejemplo de abnegación y patriotismo: llegado el mo-mento oportuno, propondré resignar el mando en el territorio. que se hallebajo mi jurisdicción, en un ciudadano que por sus preclaros antecedentes me-rezca la confianza de la República.

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COMPATRIOTAS! El caudillaje condecorado con el Poder, ha venido entregando la Nación

en las garras del buitre del Personalismo. Si no por gratitud, por patriótica con-veniencia, debemos esforzarnos en tributar homenaje de reconocimiento anuestros ilustres progenitores del DIEZ DE AGOSTO en Quito y del NUEVEDE OCTUBRE en Guayaquil: coronar la magna obra del Libertador Bolívary del inmaculado Sucre, debe ser la aspiración de todo hombre honrado y elfruto de nuestros patrióticos esfuerzos.

Mis antecedentes me dan la autoridad necesaria para asegurarnos que micabeza responde, en el camino que sea preciso seguir, de la dignidad y de lahonra de la Nación.

En marcha, Enero 27 de 1883.

Eloy Alfaro.

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Eloy Alfaro a los habitantes de Manabí

Conciudadanos! El entusiasta recibimiento que habéis hecho a los valero-sos soldados de la ínclita Esmeraldas, es digno de un pueblo que ama la libertad.Como un solo hombre os habéis levantado para apoyarnos y vuestra valiente ydecidida actitud, ha contribuido eficazmente al triunfo pacífico que hemos ob-tenido. En nombre de los vencedores Esmeraldenses, os tributo público testi-monio de gratitud.

HABITANTES DE MANABI! En las actas populares, vuestra generosidadme ha discernido el grado de general; os lo agradezco. Tengo, ante todo, eldeber de dar ejemplo de abnegación y desprendimiento, y lo hago con entu-siasmo, porque así sirvo mejor a los principios republicanos. Respetuosamenterenuncio, pues, el nuevo título militar que me habéis dado. En otra ocasión,cuando mis servicios sean de más importancia para la Nación, lo aceptaré, yrecordaré con gratitud y orgullo, la iniciativa que habéis tomado en premiarmi consagración a la causa de la República.

MANABITAS! La grave situación política que alcanza el país, os presentala oportunidad de pesar en la balanza de sus destinos de una manera decisiva.

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Por mi parte no omitiré sacrificio alguno para corresponder a la confianza queen mi se ha depositado.

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Mensaje del Ciudadano Encargado del Mando Supremode Esmeraldas y Manabí a la Asamblea Nacional

Honorables Diputados:Sea lo primero felicitar a los verdaderos representantes del pueblo en el

día de su instalación. Este fausto suceso anunciará el renacimiento de la justicia,en brazos del derecho y de la libertad, puesto que vuestras deliberaciones seránpresididas por el patriotismo y el progreso legítimo de la República..

El esclarecido patricio señor don Miguel Valverde, que ha desempeñadoel Ministerio de lo Interior y Relaciones Exteriores de mi Gobierno, lleva elcarácter de Delegado de éste, ante la Asamblea nacional.

Los poderes que me confiaron los patriotas habitantes de Esmeraldas yManabí, cesan en el momento en que yo tenga conocimiento oficial de vuestralegal y solemne instalación. De hecho me separaría del Gobierno el 9 de Oc-tubre próximo, si me acompañara la convicción de que en este día se cumplíavuestra reunión; pero los deplorables atentados perpetrados el primer día delas elecciones, en la capital de la Nación, hacen dudar a los verdaderos patriotasde su realización en la fecha señalada. Cuando os constituyáis como Cuerposoberano, el Sr. Valverde os presentará este Mensaje, y os expresará mi pro-fundo acatamiento a la Asamblea constituyente de la República.

Devuelto a los legítimos Delegados del pueblo el poder supremo, que even-tualmente se me confió, sólo me resta luego darles cuenta de mis actos en Me-morias especiales, mías y de mis Secretarios de Estado.

Hoy que, por primera vez, se reúne una Asamblea constituyente, repre-sentante de todos los partidos políticos, es la época preciosa en que, poniéndoosa la altura de vuestra sagrada misión, remediéis nuestros males y aseguréis lapaz, tan necesaria para la ventura del país. Tened presente, Honorables Dipu-tados que no vais a dar Constitución para un solo partido, sino para toda laNación; y que por esto mismo ha de ser acomodada a la naturaleza del hombrey a sus grandes aspiraciones; garantizad el libre desenvolvimiento de la inteli-

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gencia, y habréis engrandecido la República, colocándola en el carril de su pro-greso gradual, merced a una paz civilizadora.

A un pueblo que, alzado en masa, derrotó la tiranía, preciso es darle unasabia constitución que asegure la libertad que se supo conquistar. Esa, Hono-rable legisladores, es vuestra ardua labor.

¡Quiera el Todopoderoso escuchar los votos que a El elevo para que iluminevuestras deliberaciones!

HONORABLES DIPUTADOS Portoviejo, a 27 de Setiembre de 1883. Eloy Alfaro.

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Eloy Alfaro a los habitantes de Esmeraldas y Manabí

Conciudadanos: La Asamblea constituyente se ha instalado en la capital de la República, y,

por tanto, cesa el Mando Supremo que me confiásteis para combatir y debelarla humillante Dictadura.

Compatriotas:Al retirarme a la vida privada, llevo la satisfacción de haberos acompañado

en los momentos de peligro para la Patria, y de haber propendido, en la esferade mis alcances, a hacer práctico el ejercicio de las libertades públicas.

Compañeros de armas: Habéis conquistado con vuestros esfuerzos y vuestra sangre, el derecho de

ser libres. Descansáis placenteros en vuestros hogares, después de establecer elhonroso precedente de que sabéis abandonarlos para someteros a las fatigas dela guerra, cuando la dignidad del ciudadano así lo reclama.

Como ecuatoriano he cumplido literalmente cuanto ofrecí a la Nación.Vuestro conciudadano y amigo,

Eloy Alfaro. En Portoviejo, a 28 de Octubre de 1883.

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Mensaje sobre el Federalismo

Honorables Diputados:Os ofrecí, en mi mensaje preliminar del 27 de Septiembre, daros cuenta

de mis actos oficiales; pero antes de ello, juzgo como esencial necesidad sometera vuestras deliberaciones un problema político -social de vital importancia, queresuelve la condición de oprimidos y opresores que constantemente aviene enpos de nuestras luchas civiles, y mantiene en expectativa continua y en con-moción a toda la República.

Prácticamente viene demostrando la historia política del Ecuador y laluenga experiencia que, en nuestras contiendas intestinas, cuando ha triunfadola sierra sobre la costa, ésta ha sido la oprimida; y cuando ha predominadosobre el interior el litoral, éste ha sido el opresor. Tal hecho explica como hahabido siempre en el Ecuador, más o menos débiles o fuertes, series no inte-rrumpidas de oprimidos y opresores.

Hoy mismo cuando el progreso tanto ha debilitado el ruin y opacado egoísmode localidad, se atiza con pasión desapoderada el espíritu de provincialismo enprovecho de intrigantes y en mengua y menoscabo de los principios políticos.

He ahí el fruto que ha cosechado el Ecuador, allí ha germinado esa cábalacentralizadora, origen de la tiranía, travestida de carácter legal o constitucional,sistema que ha mantenido al país sumido en la más paciente abyección. A costadel progreso físico y moral de éste, se ha ostentado, por esa causa, triunfante elcaudillaje, favorecido por la suerte. Para cortar ese cáncer político no hay másrecurso que dar al través con el personalismo, simbolizado por el centralismo,y adoptar resueltamente el sistema redentor de la federación, en cuyo vastísimorecinto tienen puesto y cabida los partidarios doctrinarios, que lindan por eltriunfo en la justicia y de la equidad de luchas civilizadoras.

Opónense al federalismo algunos que convierten sus miradas para fijarlassólo en el estrecho límite del tesoro nacional. Grande es el obstáculo; pero todoes obviable para el patriotismo que guía a las administraciones honradas. De-jemos por el momento que prevalezca el sistema actual de recaudación y envista de los presupuestos de gastos de cada provincia, asígnesele a cada uno delos Estados su cuota para atender a sus precisos gastos Palpablemente se veráentonces cuan notable es el excedente que arrojan los ingresos de la República;y este superávit formará el tesoro nacional, del cual, según lo requieran las ne-cesidades del país, dispondrá el Congreso federal.

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Fijad la consideración, honorables legisladores, en la azarosa situación quealcanza el país y palparéis cuanto necesita una forma de gobierno que, tran-quilizando los ánimos, infunda confianza en la paz que, bajo estos auspicios,sería fecunda en atributos bienhechores.

No hay concordia sin armonía; y sin una y otra prevalecen los odios. Laconcordia y la armonía vendrán unidas si a cada Estado se asegura, conformeel sistema federal, la soberanía inmanente de que es dueño, para constituirseconforme a sus costumbres y legítimas aspiraciones. Si, por ejemplo, Azuayquiere ser mandado por un eclesiástico sea y acátese la voluntad de ese pueblo;si Pichincha prefiere un jurisconsulto, téngalo, nada más justo; y si Guayas leplace un financista, en hora buena; sea servido según su querer. Así satisfacenlas localidades sus deseos y sus, propósitos; y el ejecutivo federal será una ga-rantía de orden como acontece en los Estados Unidos de Norte-América.

En Colombia, gracias a sus instituciones federales, van tornándose impo-sibles las guerras civiles de carácter general. Merced a su federalismo, Colombiano destierra ni a uno de sus hijos por opiniones políticas; y por su educaciónliberal, los colombianos se distinguen en todas partes por su decidida propen-sión a favorecer la libertad de los pueblos oprimidos. Todo, colombiano, al re-cordar el adelanto de su país, se enorgullece de ser colombiano, educación quea esa nación valerosa hace fuerte y respetable y simpática en el exterior.

Cuanto a Venezuela, salvó la federación del caos de anarquía en que sumidala puso el centralismo.

Solamente el Ecuador se ha quedado rezagado, atrás de sus hermanas las“hijas del inmortal Bolívar”, y –dígase lo que se quiera– en lo legítimamentenoble y bueno, nuestra política debe ser colombiana de llano en plano; porqueasí lo reclama nuestro progreso y nuestra grandeza futura. Hoy no somos másque un girón desprestigiado de la gloriosa nacionalidad que nos legaron íntegralos héroes de la magna revolución de la independencia.

Dejemos, pues, a un lado las pasiones ruines del partidismo personal, ho-norables diputados, y reparemos medio siglo que llevamos de errores y calami-dades, bajo el título nominal de República.

Los ecuatorianos, que rendimos culto eterno a la imperecedera memoriade Bolívar, al par que a las virtudes del inmaculado Sucre, hemos de propendera la pacífica reconstitución de Colombia la grande. Venezuela y la nueva Co-lombia, son acaso las que menos necesitan de la grandiosa reorganización de lanacionalidad fundada por los egregios obreros de nuestra emancipación y sinembargo siempre anhelan, como sus documentos públicos lo comprueban, la

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unión de las tres secciones en la misma gloriosa entidad de otros días. Deseoinnato es siempre en los pueblos tender hacia su mayor grandeza y así, tarde otemprano el advenimiento de la unión colombiana será el fruto espontáneo dela ilustración de sus hijos. Entre tanto, el sistema político de antaño ha venidoalimentando mezquinos odios y pequeñas rivalidades y ha pretendido poner aecuatorianos y granadinos sobre el mismo pie de las locales competencias quedividen a interioranos y costeños. El federalismo hará desaparecer esas emula-ciones triviales y llevará a entrambos pueblos por el camino de la fraternidad yde la unión cuando sin ceder a sujeción alguna, libres de toda presión, procla-men con espontaneidad ese sistema fundamental.

Cuando en 1787 se reunieron en convención los fundadores de la GranRepública norteamericana, establecieron el sistema federal “con el objeto deformar una unión más perfecta, establecer la justicia, afirmar la quietud do-méstica, promover a la defensa común,’ promover el bienestar general y ase-gurar los beneficios de la libertad para nosotros y para nuestra posteridad...como dice el texto de la sencilla constitución que sirvió de pauta a Washingtony de base a la prosperidad y asombroso desarrollo de ese gran pueblo.

El centralismo ha costado a la República cruentísimos y casi estériles sa-crificios. El federalismo es el sistema hoy adoptado por pueblos que mucho sehan esforzado por constituirse libremente. A vosotros toca determinar lo quemás convenga al Ecuador.

Honorables diputados. Eloy Alfaro. Portoviejo, a 9 de octubre de 1883:

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A los Ecuatorianos

Compatriotas:

Los repetidos mandatos de la opinión pública, que pusieron desde No-viembre de 1884 la espada en mis manos, me autorizan hoy a dirigiros la pa-labra, que, como debéis estar persuadidos no es la del engaño, de la ambicióny del fraude, sino la voz amiga de quien, como vosotros, anhela la redención

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de nuestra patria, para que libre y feliz, pueda ocupar en la familia americanael distinguido puesto que le tiene señalado la Providencia.

Desde que por una de esas inmensas desgracias que suelen pesar sobrelas Naciones, la más santa de las causas vino a personificarse, por una de esasinconcebibles aberraciones de nuestra vida política, en el más abominable delos Gobiernos; el pueblo ecuatoriano, tan grande como generoso siempre, havisto esterilizados los nobles esfuerzos y los cruentos sacrificios que, en arasdel patriotismo, ofreciera a la libertad, tan perseguida en el Ecuador por lostiranos.

Bien sabéis, Conciudadanos, que el actual Gobierno de nuestra patria in-fortunada, no sólo ha suspendido las garantías constitucionales, violando laCarta Fundamental y las leyes secundarias, sino que con escándalo del mundoha recorrido toda la escala de los crímenes. No hay uno solo que haya dejadode ser cometido por los sicarios del despotismo. Allí están las publicaciones dela prensa revelando los atentados de lesa civilización, que ponen al Gobiernodel señor Caamaño fuera de la ley común. Asesinatos, flagelaciones, robos, tor-turas, incendios de poblaciones indefensas; y, en una palabra, todas las trans-gresiones de la moral, han sido consumadas en varios pueblos de la República,que siguen, no sólo como ayer bajo la inmensa pesadumbre de los consejos deguerra, sino que hoy se asesina con refinada crueldad a los prisioneros comosucedió en Montecristi y otros lugares.

Este violento estado de calamidades y humillaciones para el país, no podíamenos que engendrar la resistencia, que ha venido a traducirse en la indigna-ción general y en la actitud bélica de algunos pueblos, que no ha podido nipodrá someter el Gobierno por carecer de popularidad y de prestigio.

No me detendré aquí en aducir como nuevas causas justificativas de lalucha empeñada, los innumerables desaciertos de la Administración actual yaen lo que dice relación con el Gobierno, ya en lo que se refiere a nuestro vale-roso Ejército y a nuestras relaciones internacionales, para contraerme a lo quehoy preocupa verdaderamente el país, pues se trata nada menos que de sus in-tereses permanentes. Quiero hablaros de la situación económica de la Repú-blica, una vez que el peculado y la ineptitud del Gobierno, la han conducidoa un estado de postración tal, que no tiene precedente en nuestra historia.

El Ecuador, por causas que son bien conocidas, atravesaba una profundacrisis, digna de llamar seriamente la atención de los poderes públicos, obligadosa buscar el remedio para salvar al país, cuando vino la Convención de 83 a 84a decretar el desbarajuste de la Hacienda Nacional, sancionando un monstruoso

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presupuesto que le presentó el Gobierno, a fin de que le sirviera de pretextopara cohonestar sus especulaciones ilegítimas.

Cerca de dos millones de déficit anual, arrojaba aquella ley que vino a de-mostrar de un modo palpable, la mala fe y la incompetencia de los encargadosde la cosa pública, quienes, después de este su primer despropósito, han seguidoimperturbables en el camino de los desaciertos. Vinieron luego las medidaseconómicas que la opinión general reclamaba del Gobierno para conjurar lacrisis que se reagravaba cada día, y las decepciones experimentadas demostraronal país que lejos de obtener la protección que le era debida, tenía que seguirsoportando los nuevos errores económicos, que, como la incalificable ley deAduanas, aumentaban más y más las dificultades de la situación.

Surgió por entonces la imposibilidad de la transacción entre el Comerciodel Interior y el del Litoral, a consecuencia de la falta de metálico, pues lospueblos de la sierra sólo eran tenedores del inconvertible billete del Banco deQuito. Informada la prensa de las causas que motivaban esa falta de canje delpapel circulante, pidió al Gobierno exigiera al expresado establecimiento decrédito el cumplimiento de sus deberes, o el correspondiente castigo, en casode que faltara a ellos. Pero la complicidad culpable del Ejecutivo fue tardando,con general escándalo, esta medida salvadora, hasta que amotinado el pueblode Quito, obtuvo promesas que por ser oficiales creyó seguras, cuando no hi-cieron sino aumentar su ruina, puesto que no se cumplieron.

El arreglo con el Banco Internacional de Guayaquil abrió un paréntesis aesta situación, comprometiéndose el Gobierno a hacer ilegales desembolsos, eimponiendo al pueblo una pérdida de 25%. Bien sabéis hoy, conciudadanos,que ese arreglo ha sido ineficaz, pues las emisiones clandestinas que arruinaron alas Provincias trasandinas enriqueciendo a unos pocos, están ya saliendo a luz.

La inmoralidad administrativa que engendraba la anterior conducta delGobierno, reagravada con los saqueos a la Aduana de Guayaquil, que por esaépoca eran ya públicos y notorios, han dado al pueblo la medida de la corrup-ción de sus gobernantes.

El derroche de los caudales públicos puso al Gobierno en la necesidad deapelar a empréstitos hostiles de la opinión, consumando los actos de vandalajeque todos conocéis.

Pero como la paz es hoy imposible en el Ecuador mientras ese Gobiernosubsista, la solicitud de nuevos empréstitos, que le han sido negados por el co-mercio honrado, le ha puesto en el caso de apelar a una farsa urdida en los con-ciliábulos de la camarilla destinada a ventilar los asuntos económicos. El

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descuento del nuevo empréstito de 250.000 sucres, ha sido rechazado por elBanco del Ecuador, que tantos servicios ha prestado al Comercio en sus épocasde angustia y que tanto honor hace al país por la notoria probidad de sus pro-cedimientos. Irritado el Gobierno con esa negativa que, además de quitarle elcrédito le dejaba sin recursos, pues el empréstito sólo estaba suscrito en pagarésde acomodo, ha querido exigir al Banco el descuento de esas obligaciones; peroesta institución ha resuelto, con mucha cordura, ponerse en liquidación antesque suscribir su ruina, que sería también la del país.

Ved aquí, Conciudadanos, trazado a grandes rasgos, el doloroso cuadro denuestras desgracias públicas. Os encontráis en presencia de un Gobierno desacre-ditado que es impotente para consolidar la paz, y que habiendo agotado la fortunapública que ha consumido en sus derroches, se lanza hoy sobre la fortuna privada,como lo demuestra la contribución decretada por el Ejecutivo con fecha 22 deMarzo último, que tiende a esquilmar completamente la riqueza particular.

A vosotros toca hoy manifestar de un modo solemne vuestra soberana vo-luntad, que estoy a cumplir como soldado republicano. O apoyáis al Gobiernoque es una vergüenza nacional, y que en el actual estado del país, no hay poderhumano capaz de reconciliarlo con la opinión pública, pues la moral y la civi-lización lo condenan; o para no ver consumada la pérdida de vuestros interesesy tranquilidad, presenciando impasibles la ruina de la República, hacéis un es-fuerzo patriótico a fin de abreviar esta violenta situación con menos sacrificiosde sangre, de tiempo y de dinero, pues la caída de ese Gobierno es inevitable,si no hoy, que es lo más probable, mañana, que ese aparato administrativo quese denomina Gobierno venga a tierra; pues no hay pueblo que cuando resuelveser libre, no acabe con sus opresores.

No es posible suponer siquiera que el Gobierno del señor Caamaño, des-pués de sobreponerse a las leyes, quede en pie burlándose del pueblo que havilipendiado. Tiene que sucumbir bajo el enorme peso de sus crímenes, quehasta hoy han quedado impunes; tiene que abrirles paso a las ideas de justicia,de libertad y progreso; tiene en fin, que desaparecer para que la dignidad na-cional quede salvada.

Esta es, compatriotas, la inflexible lógica de la Historia; ésta vuestra firmecreencia; ésta vuestra suprema aspiración.

En cuanto a mí, bien lo sabéis, Conciudadanos, mi único anhelo es con-tribuir a la pública ventura en la medida de mis fuerzas. Yo sólo aspiro a cumplirvuestros mandatos, poniéndome, como siempre, al servicio de la causa liberal,que, como sistema de Gobierno, busca en la justicia y el respeto a la ley, el ne-

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cesario equilibrio que debe existir entre la autoridad y la libertad, entre los de-beres y los derechos del hombre.

Las exageraciones que a las ideas que profesamos, les atribuyen los explo-tadores de la sencillez del pueblo, no son sino las innobles armas de que sevalen los enemigos de la causa liberal. Nosotros aspiramos a implantar un sis-tema de honradez y de progreso, contando con el apoyo de los buenos ciuda-danos, y rindiendo en todo tiempo el debido homenaje a la opinión pública.

COMPATRIOTAS: La hora de la redención ha llegado. Hagámonos dignos de obtenerla, y

mereceremos las bendiciones de la posteridad.

Eloy Alfaro.Lima, Abril 24 de 1886.

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Carta a Antonio Guzmán Blanco, Presidente de Venezuela

1887.- Lima, Enero 9.Señor General Antonio Guzmán Blanco. Presidente de los Estados Unidos de Venezuela. Caracas.Señor El señor General don Rafael Aizpurúa tuvo la dignación de trasmitirme,

desde Panamá, el atento cuanto interesante recado con el que Ud. se ha servidohonrarme, y al cual en comprobación de la importancia que tienen para mí lasacciones de los hombres eminentes y encaminadas al progreso de los pueblos,correspondo por medio de la presente misiva, que será puesta en manos de Ud.por mi hermano el Dr. Marcos A. Alfaro, quien sabrá interpretar fielmente miprofunda consideración por el regenerador de Venezuela, y por el patriota encuyo pecho, para honra de esa República, cuna de tantos héroes, está palpi-tando el corazón del inmortal Bolívar.

Cuando en 1883, una parte de mis compatriotas, me honró, encargán-dome del Mando Supremo de una de las secciones más liberales de mi patria,

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elevé a la Asamblea Constituyente, reunida entonces en Quito, un Mensajeconcerniente a la forma federal y a la reconstitución de la Gran Colombia. Masno siempre ni en todas las regiones son acogidas las grandes ideas, o para hablarcon más franqueza, en aquella Asamblea predominaba el partido sin luces nivirtudes, formado por los tiranuelos de mi patria, y yo desde entonces he tenidoque morar en el destierro, donde no he dejado de luchar un solo día, a brazopartido, y continuaré luchando hasta ver triunfante la idea.

Ahora bien, los actos recientes de Ud., como Primer Magistrado de Vene-zuela, sus conatos en favor de las naciones hermanas de ella, y finalmente, elrecado a que he aludido al principio, de esta carta, me han suministrado la su-ficiente claridad, para apreciar las nobles propensiones del Ilustre Americano,a favor de mi patria.

Mi hermano Marcos hablará a Ud., como si yo le hablara, y espero queUd., se dignará prestarle su benévola acogida.

Ofrézcome de Ud., señor General, como elocuente amigo y compatriota.

Eloy Alfaro.

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Credenciales a Marcos Alfaro

Eloy Alfaro al Presidente de Venezuela,General Guzmán Blanco - 1887

Sr. Don Marcos A. Alfaro. Como Jefe de la Revolución Ecuatoriana, y en virtud de los plenos poderes

de que estoy investido, tanto por actas públicas y privadas en el Ecuador, comopor actas de los emigrados en Colombia y el Perú, expido a Ud. la presentecredencial, para que en representación del Partido Liberal de nuestra Patria,pueda pactar con el Ilustrado Presidente de Venezuela, General Guzmán Blancouna alianza ofensiva y defensiva, que sirva de fundamento para la reconstituciónde la Gran Colombia, bajo las bases del sistema Federal, o de la Confederación,y en guardia de la dignidad y recíprocos intereses de ambos países.

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De sus gestiones se servirá darme oportuno aviso para mi aprobación porescrito.

DIOS Y LIBERTAD (f.) Eloy Alfaro

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Ecuador, tiranicidio del “Seis de Agosto”

Por casualidad ha llegado a mis manos el diario La Nación que se publica enGuayaquil, en cuyo número 2.315, correspondiente al 1º de Marzo del añoen curso, he leído una carta suscrita por don José María Sarasti y dirigida alseñor Francisco Ignacio Salazar.

La persona que firma la referida carta, me hace figurar, maliciosamente,emitiendo conceptos o palabras que he estado lejos, de haber expresado jamás.

Repugnancia inmensa siento al verme forzado a hacer una ligera reminis-cencia; pero no puedo permitir que mi silencio se interprete de un modo in-debido.

Fue en Esmeraldas y no en Manabí, donde mandé comparecer ante mí alprisionero Comandante Francisco Sánchez tomado en la Tola, en Diciembre de1882. A las preguntas que le hice sobre su participación en la tragedia políticadel seis de Agosto de l875, que dio por resultado la muerte de García Moreno,me contestó que no había sabido nada. Esta respuesta, que yo transmití en unaconversación al señor José María Sarasti, es la que éste ha tergiversado a su sabor.

El Ministro Sr. Semblantes, que, privadamente, tenía bastantes datos res-pecto de lo acaecido en esa memorable conspiración, interrogó también al des-graciado Sánchez, y éste se encerró siempre en la frase de que no había sabidonada. Al fin se confundió y atribuló tanto que, por esa circunstancia, mandéque se le restituyera a su prisión.

Continuando después la campaña, me trasladé a Manabí y el preso fueconducido a Montecristi, donde lo dejé enfermo, si mal no recuerdo.

Para que se comprenda mejor quién era el personaje, cuya palabra se tratade hacer abonada, con lo dicho por mi al señor Sarasti, lo daré a conocer rela-cionando el funesto episodio de que fue protagonista en Montecristi.

Don Gustavo Rodríguez, Jefe Civil y Militar de la Provincia, nombrado

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por mi Gobierno, movido a compasión por las súplicas de Sánchez, lo dejabaandar libremente en la población de Montecristi, y lo socorría en todo lo quepodía necesitar. El presunto preso, a título de agradecimiento, rogó al Sr. Ro-dríguez, que le permitiera servir de instructor de los reclutas, para corresponder,de alguna manera, a los actos de caridad de que era objeto. El representante dela autoridad se negó; pero instó tanto el prisionero que al fin el Jefe Civil y Mi-litar accedió a su petición. Sánchez tuvo, entonces, entrada franca al cuartel yse hizo recomendable por su contracción en instruir a los soldados en los ejer-cicios elementales. Transcurridos algunos días, en altas horas de la noche, y porobra de la más negra de las traiciones, cayó el cuartel en poder de los enemigos.Al tener noticias el Sr. Rodríguez del alboroto, abandonó su habitación y sedirigió al cuartel. Encontróse con aquel pérfido instructor y le preguntó:

—¿Qué novedad hay, Comandante Sánchez? —No sé nada contestó el interrogado. Como se ve, no saber nada era la frase estudiada de aquel sujeto. Había acaecido lo siguiente: con refinada astucia, el citado Sánchez, había

facilitado la toma por sorpresa del cuartel, lo que ocasionó después el asesinatoa sangre fría y con premeditación de varios vecinos muy honorables de la ciu-dad, a parte de los que perecieron combatiendo.

Restablecido el orden, a costa de algunas víctimas, y recapturado Sánchez,fue juzgado y sentenciado a muerte. Antes de expiar sus crímenes, suplicó alJefe Civil y Militar, que también había salvado de un modo verdaderamentecasual de ser ultimado, que le oyera los grandes secretos que poseía. Negóse elSr. Rodríguez; instó el reo, expresando que al país le importaba saber los detallesextraordinarios de esos secretos; pero al Jefe Civil y Militar le repugnó escuchara un hombre de tan negra historia. Este, al fin, consiguió hacer sus revelacionesa otra persona. A su debido tiempo se sabrá lo que interese a la justicia; puesen el tiranicidio del Seis de Agosto, hay dos clases de actores: unos, libertadores,que se sacrificaron por patriotismo y otros, asesinos de la calaña del individuoque aseguraba no saber nada, y que fueron movidos por el resorte de bastardos,personalísimos intereses.

Había ocurrido ya el drama sangriento de Montecristi, cuando el señorSarasti dice que marchaba conmigo “hacia el campamento de Sabana Grande”y que “durante el viaje conversábamos del asesinato del doctor don GabrielGarcía Moreno y de las publicaciones que se habían hecho entonces” precisa-mente cuando, con el sacrificio de nuevas víctimas, podía apreciar mejor el es-tudiado no se nada, señor, del reo Sánchez.

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De paso haré notar, que lo que el señor Sarasti llama asesinato, es para elMinistro de la Guerra de García Moreno en la época del tiranicidio, el origende “ACONTECIMIENTOS POLITICOS, iniciados en Agosto de 1875”,según carta escrita en 1880, que original he visto y leído.

Bastará para los imparciales, que les recuerde lo dicho por mí, en variosacápites, de los dos primeros opúsculos que, con el título de la Regeneración yla Restauración, publiqué en Panamá en 1884, mucho antes del movimientopolítico de Noviembre de ese mismo año. Del segundo de esos cuadernos, pá-gina 31, línea diez y siete, copio el párrafo que sigue:

“Entre los que, pagaron con la vida sus crímenes, estaba el famoso Co-mandante Francisco Sánchez, el mismo sujeto que jugó un papel tan tenebrosoen el tiranicidio de García Moreno.

Ya que el Sr. Sarasti se ha mostrado tan asequible para hacer revelacionescapciosas, suponiendo frases que no han existido, bien ha podido recordar loque, respeto de su defendido, le dije en la conferencia de la hacienda de SanAntonio (cuando por primera vez le conocí), amén de lo que ya le había dichoen una de mis cartas, que me parece me la contestó de Riobamba.

Por lo demás, está bien que ciertos herederos políticos de esa funesta mor-tuoria, sigan derramando lágrimas de cocodrilo del que los manejó como a es-clavos y los gobernó como a parias.

La Historia no se ha escrito aún: y puede considerarse obra inútil pretenderoscurecer los acontecimientos de nuestra política: día llegará en que al verdadalumbre los hechos y en que la Justicia cumpla su deber.

Eloy AlfaroLima, Junio 5 de 1887.

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Proclama de Eloy Alfaro al Pueblo Ecuatoriano

“Compatriotas.“Vuestro elevado civismo me retrae de mi obligado silencio y me impone

el deber de dirigiros nuevamente la palabra.

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“Este país palpando los vergonzosos efectos de esa escuela de vicios y de-pravaciones que en aciaga hora fundó en nuestros lares el Caín de la InmortalColombia.

“Habéis protestado valerosamente en los comicios y actos populares contralos malignos mandatarios que han puesto en almoneda hasta la dignidad na-cional.

“Ahora os falta arrancar de esas manos impuras el arma patricida que tienelevantada sobre el pecho del pueblo! ... Solamente a balazos dejarán vuestrosopresores el poder, que tienen únicamente por la violencia. Pensar de otromodo equivale a dar tregua a tenebrosas intrigas. ...

“Sin sacrificios no hay redención. La libertad no se implora como un favor:se conquista como un atributo inmanente al bienestar de la comunidad. Afron-temos, pues, resueltamente los peligros y luchemos por nuestros derechos y li-bertades, hasta organizar una honrada administración del pueblo y para elpueblo. En fin, hagamos algo digno que merezca los aplausos de la posteri-dad”.

“Ecuatorianos: Con vuestro altivo proceder, habéis consagrado una páginainmortal en la Historia Patria; vais a continuar la obra redentora, bien lo sé.

“Marcho, pues, en vuestro auxilio para participar en las penalidades de lacampaña y tener la honra de conduciros al combate y a la victoria.”

Managua, 5 de febrero de 1895.

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El Jefe Supremo de la República, al Pueblo Ecuatoriano

Conciudadanos: Desde que acepté la Magistratura Suprema, he consagrado todos mis afa-

nes a llevar a glorioso término la grandiosa obra de la Regeneración Nacional,que confiasteis a mi patriotismo.

Brindé con la paz a nuestros hermanos del Interior, que permanecen sub-yugados por un Gobierno espurio; y, aunque la inmensa mayoría de las perso-nas sensatas, ha reconocido la justicia de nuestra causa y manifestado ardientesdeseos de secundar nuestros propósitos y tendencias, se me hace, sin embargo,

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necesario apelar a las armas para reducir a los que, contra el torrente de la opi-nión pública, pretenden sostener aún, el carcomido edificio de las viejas tira-nías.

La lucha por la Honra Nacional puso en mis manos el Gobierno del pue-blo, y es en defensa de éste que marcho al Interior, para asegurar el triunfo delprograma liberal y establecer la moralidad política en oposición al corruptorsistema de vandalaje, depredaciones y negocios inicuos de que ha hecho galala expirante administración que puso en almoneda la bandera de la República.

Agotados mis esfuerzos conciliadores, que no tenían otro objeto, que elde evitar el derramamiento de sangre ecuatoriana, he asumido una actitud re-suelta, que ponga término a los tenebrosos manejos de los mismos a quieneshe concedido amplias garantías y generoso perdón. Caiga, pues, la responsabi-lidad de los sucesos que van a desarrollarse, sobre los empecinados enemigospúblicos, que anteponen sus intereses a los de la Patria que defendemos.

Las intrigas de los viejos sicarios del despotismo y de los traficantes delpoder caído, unidas, por desgracia, a la impaciencia de unos pocos y a las am-biciones de un círculo más reducido aún, han estado sembrando alarmas y des-confianzas en la hora suprema de la justicia nacional.

Esta conducta antipatriótica para con un Gobierno que ha permitido elejercicio de las libertades públicas en plena campaña contra el despotismo y labarbarie, me ha permitido medir el grado de desmoralización en que tenía su-mida la República el más pérfido y criminal de los Gobiernos.

Compatriotas del Interior: Voy a combatir a los tiranos que os engañan y oprimen.Estad seguro que os devolveré vuestras libertades y trabajaré sin descanso

por vuestro bien, Las creencias del pueblo y todos los derechos legítimos, seránrespetados por quién ha emprendido en la obra de levantar la República pormedio de estas dos grandes virtudes sociales: la tolerancia y la justicia.

Ecuatorianos:Al salir a campaña, dejo encargado el Poder Ejecutivo al Consejo de Mi-

nistros, que goza de toda mi confianza y que marchará de acuerdo conmigo enel despacho de los múltiples ramos de la Administración Pública.

Prestadle todo el apoyo que necesita para secundar mis esfuerzos y rodeadledel respeto que merece como colaborador inteligente y honrado de una causasanta.

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Guayaquileños: Mientras yo combato en el interior a los enemigos de la Libertad, cuidad

vosotros de este Cuartel General, con serenidad y valor, que para eso sois losdescendientes de los héroes de Octubre y de Marzo.

Conciudadanos todos: Tened fe en el triunfo definitivo de la causa que defendemos y estad per-

suadidos de que la victoria más espléndida coronará vuestras cívicas virtudes.Guayaquil, Julio 24 de 1895.

Eloy Alfaro El Presidente del Consejo y Ministro de lo Interior, Relaciones Exterio-

res, etc., (f.) L. F. Carbo.- El Ministro de Hacienda, (f.) Lizardo García.- ElMinistro de Guerra y Marina, (f.) Cornelio E. Vernaza.

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Alfaro contesta al General José M. Sarasti

Alausí, Agosto 4 de 1895.Toda medida que tienda a suavizar los rigores de nuestra contienda civil,

me causa especial satisfacción: y de ahí el agrado con que he recibido la nota ella que va Ud a permitirme que conteste con alguna extensión.

El Gobierno que se inauguró en Guayaquil, acorde con el programa depaz y concordia que se impusiera, expidió pasaporte para el exterior a los seño-res Sáenz, Borja, Sucre, etc... Harto penetrado estoy, señor General, de que no-bleza y generosidad son deberes que no puede eludir un caudillo político; yhasta me parece que durante mi dilatada carrera política lo he probado lo bas-tante. Ahora mismo, en esta ocasión, el país es testigo de cuanto he hecho porevitar la inútil efusión de sangre y demás desastres de la guerra civil. Si no lohe conseguido, si las gestiones pacíficas de que fueron encargadas las diferentescomisiones parlamentarias, que acredité ante su gobierno abortaron por com-pleto; y finalmente, si la guerra entre hermanos ha estallado, nadie dirá que esculpa mía, y sí de quienes, como Ud., no han sabido o no han querido inspi-rarse en los sentimientos de un puro y levantado patriotismo; la culpa es, y lahistoria lo confirmará, de quienes han apelado a todo medio, a la calumnia, a

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la sencilla credulidad de las masas, al fanatismo que busca pretexto en una re-ligión que nadie ataca, para atizar una contienda que no tendrá, ciertamente,otro resultado que el de privar al país de hombres que pueden ser útiles. Laculpa es suya, señor General, puesto que ha podido y puede aún evitar estalucha neciamente fratricida, entre la casi totalidad de la Nación y un fantasmade gobierno. Me hallo a la cabeza de un ejército invencible por su patriotismo;la justicia, apoyada en la fuerza, está de mi lado; cuento con la victoria, no obs-tante que sé que tengo por adversario un ejército denodado, dirigido por unjefe experto y valeroso, digno de estar a la defensa de una mejor causa; peroantes que mis glorias como soldado están mis deberes como ciudadano; y asíme permito invitar nuevamente al Gobierno de Quito, por medio de su Co-mandante en Jefe, a un tratado de paz que, siendo honroso para ambas partes,satisfaga las nobles aspiraciones del país; entendiéndose que esta proposiciónno implica la suspensión de las hostilidades.

(f.) Eloy Alfaro

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Al General Sarasti

Guamote, 9 de Agosto de 1895.Aunque no ha sido mi intención entablar con el señor General ninguna

discusión, y sobre ningún respecto, no puedo menos de manifestar la extrañezaque me ha causado el que se impute a mi Gobierno el desconocimiento delvoto general de las Provincias del Interior, ni menos ese provincialismo intrusoque Ud. parece reprocharle. El voto, si voto hubiera, le manifestaría a Ud lainmensa popularidad que apoya nuestra causa. No estoy solo, señor General,es el partido liberal, con sus antecedentes irreprochables, con sus hombres con-notados y con una gran masa del pueblo independiente muy laborioso, los quecoadyuvan a esta ardua, pero nobilísima tarea que me he impuesto. Ni cómopodría sostenerse que la guerra por la reivindicación de la honra nacional, seamás bien costeña que interiorana? Porque si es verdad que a la costa le cupo lahonra de iniciarla, no lo es menos que estalló igualmente y casi al propiotiempo, en las Provincias de Imbabura, el Carchi, Pichincha, León, Tungura-

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hua, Chimborazo, Bolívar y últimamente en Loja y Cañar. Los combates deTulcán, San Miguel de Latacunga, Guaranda, Quito, y al fin los de Chillo yLoja, probándolo están, perentoriamente, ya que en estas acciones de guerrano ha entrado como motor principal el elemento costeño.

En suma, esta guerra no es guerra de provincialismo: no es la costa la quese lanza a invadir la sierra, ni los cañones los que se preocuparán de entrar a sacoen los hogares de los pacíficos, pero valerosos interioranos. Decirlo por la Prensa,es una inteligente mala fe; asegurarlo en nota oficial, una ligereza incalificable.La guerra podrá ser, si Ud. quiere, guerra de partidos, guerra de probidad contrael fraude, de la honradez en el manejo de los caudales públicos, contra los pe-culados monstruosos, y esta guerra no soy el único que la ha encendido: ella esel resultado de la labor incesante y eficaz de toda la República que se ha levan-tado, en masa, a vengar su honra, ultrajada, a asegurar de una vez para siempre,su buen nombre y sus más caros intereses en peligro. Mi presencia en el Ecuador,solicitada con espontaneidad sin ejemplo, y por una gran mayoría de la Nación,de lo cual me honraré toda mi vida, significa que ella quiere, por fin, el términode sus desventuras, contando para ello con que todavía sabré sacrificarme, sifuere menester. ¿Cómo Ud. puede acusarme, señor General de haber invadidoesta comarca, sin agravio ninguno de parte de ella, cuando, ciertamente no mecupiere la honra de dirigirles esta nota desde Guamote, abogando todavía poruna paz casi imposible y contraria quizás al sentimiento unánime de la Repú-blica, que quiere, una vez por todas, acabar con ese elemento de depravación,que ha estado a punto de hundirla en el abismo de la deshonra y de la miseria,si no hubiera sido Ud., con su ataque a Guaranda, guarnecida por un puñadode patriotas, quien tomó abierta y decididamente la ofensiva?

Por lo demás, voy persuadiéndome de que es Ud. señor General, y se lodigo francamente, el defensor conocido del orden legal y las instituciones re-publicanas de estos últimos tiempos, por más que en 1883 fue Ud. declarada-mente revolucionario: lo que siento es que ese orden legal y esas institucionesRepublicanas sean los del señor Caamaño, desgraciado fundador de la argolla,después del señor Flores, el celebérrimo financista que todos saben: los delinepto y desventurado señor Cordero, uno de los pasivos culpables de aquellaalmoneda indigna del pabellón ecuatoriano, y en fin, lo que siento y hasta ahorame asombra, es que Ud. que en diversas ocasiones ha asegurado que, según suopinión, la constitucionalidad del Gobierno de Quito terminaba el 20 de Junioúltimo, se empeñe en la defensa de un orden de cosas condenados privada-mente hasta por su propia conciencia.

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Para concluir, diréle a Ud. señor General, que nunca he hecho políticacon miras de interés personal. Si tal hubiera sido mi objeto, quien sabe si nadame hubiera sido más fácil que ocupar constitucionalmente el solio presidencial,que no vale, sin duda, uno solo de los sufrimientos, ni una sola de las persecu-ciones de que vengo siendo víctima, donde quiera que me he hallado Y desdehace tan largo tiempo. De modo que estoy enteramente dispuesto a un acuerdorazonable que, soluciones pacíficamente la contienda.

El señor General se servirá, pues, decirme oportunamente si su Gobiernoacepta la iniciativa de paz, tomada por mí, para formular entonces las bases delarreglo a ella conducentes, sin que, mientras esto suceda, haya suspensión dehostilidades.

(f.) Eloy Alfaro

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Acerca del Mercado Público

Quito, Octubre, 3 de 1895.Sr. Gobernador de la Provincia. Con sorpresa he visto la falta de un mercado en esta ciudad porque los

puestos de vivanderos al aire libre, que hay esparcidos en la plaza de San Fran-cisco, no merecen el nombre de mercado, y son un descrédito para la capitalde la República. Es urgente, por tanto, que se proceda a establecer un localapropiado y decente para el expendio público de los víveres de consumo diario;y en tal sentido recomiendo a Ud. que, con la mayor solicitud posible, pida aeste Concejo Cantonal que formule las bases para proceder inmediatamente ala construcción de la plaza de abastos, en el lugar que el Concejo elija, y con-tando para la obra con la subvención fiscal de $ 50.000, que se pagarán por elTesoro de Hacienda de esta Provincia, en dividendos de $ 3.000 mensuales;pero con las condiciones indispensables de que la construcción del edificio sehará, previa licitación pública, por el contratista que ofrezca mayores ventajas,y de que la obra estará terminada dentro del plazo de dos años.

Una de las atenciones preferentes de la autoridad debe ser el cuidar de lahigiene pública, que en esta capital ha sido muy desatendida; siendo la provi-

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sión de agua potable y el establecimiento de desagüe, elementos indispensablesde salubridad, especialmente en una ciudad populosa y civilizada como Quito.Recomiéndole, pues, que proponga a la Municipalidad el estudio de tan im-portante asunto, así como también el de proporcionar a ese vecindario un buensistema de alumbrado público; tratando, en todo caso, de prevenirse contra elpeculado y el fraude, que han sido erigidos en sistema de administración porlos gobiernos anteriores. Para establecer estas mejoras, el Gobierno contribuirácon las subvenciones que sean indispensables.

Dios y Libertad,

Eloy Alfaro.

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Referente a los Indios

Quito, 8 de Octubre de 1895Señor Gobernador:Desde mi llegada a Alausí he venido oyendo quejas incesantes y revelacio-

nes conmovedoras acerca de la suerte tristísima de la raza primitiva y de lacrueldad con que generalmente se le trata. Y ha llegado a sorprenderme, entoda su repugnante desnudez, esta novedad tradicional, de que los antiguospobladores del Nuevo Mundo sean en esta región lo mismo que fueron en lostiempos de Pizarro; y de que la raza negra, importada de África tenga mejoresderechos, universalmente reconocidos, que los humildes pobladores de losAndes.

Es necesario que tan monstruosa excepción desaparezca, que la Repúblicasea consecuente consigo misma y que nuestra civilización no tenga anchurososaspectos de barbarie. Así, mientras nuestros Legisladores elaboren leyes prácticasen favor de nuestros afligidos parias, leyes que los levanten de la abyección enque yacen a la dignidad de hombres libres, en posesión de todos los derechospropios de los seres racionales, quiero que Ud. imparta órdenes severas a todaslas autoridades que le están subordinadas para que el infeliz indio sea tratadocomo lo exigen los sentimientos humanitarios de la civilización moderna y sepersiga y castigue rigurosamente a los que, abusando de su autoridad, maltratan

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de cualquier modo a esos nuestros hermanos, desheredados e injustamente vi-lipendiados.

Usted se servirá dar cuenta al Ministro de lo Interior del modo como secumple esta prevención del Gobierno de la provincia de su mando.

Dios y Libertad,

Eloy Alfaro.

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Sobre el Mejoramiento de la Condición de la Mujer

EL JEFE SUPREMO DEL ECUADOR

Quito, 11 de Octubre de 1895 Señor Gobernador de la ProvinciaPresente.En todas las naciones serias y verdaderamente civilizadas de uno y otro

continente, viene dándose a la mujer, de acuerdo con los principios más obviosde la ciencia de buen gobierno, una participación directa en aquellos de losasuntos públicos que, lejos de ser incompatibles con su condición e índole es-pecialísima, contribuyen, por el contrario, a darle mayor realce, elevándose asus propios ojos y suministrándole los medios necesarios de practicar la virtudy de atender a su subsistencia por sus propios esfuerzos y con una honrada in-dependencia. Fundado en éstas y otras consideraciones que sería prolijo enu-merar, me propongo, a mi llegada a Guayaquil, expedir un decreto que habilitea la mujer ecuatoriana para el ejercicio de ciertos cargos públicos, de fácil des-empeño y muy en armonía con su sexo y aptitudes. Así, pues, he resuelto, a tí-tulo de ensayo, que la Administración General de Correos, sea servidas porseñoritas, a excepción de los cargos de Administrador General e Interventorque continuarán desempeñados por hombres.

Por tanto, sírvase Ud. extender los respectivos nombramientos y darles in-mediata posesión de sus cargos a las señoras y señoritas de la adjunta lista.

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Con el objeto de facilitar el trabajo se servirá Ud. disponer igualmente queel actual Oficiar Mayor de la Oficina continúe en su cargo.

Dios y Libertad.

(f.) Eloy Alfaro.

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Mensaje a la Reina Regente de Españaabogando por la Paz en Cuba

El Jefe Supremo de la República del Ecuador a su Majestad la Reina María Cristina, Regente de España.- Madrid.

Majestad:

El pueblo del Ecuador, que en un tiempo formó parte de la monarquíaespañola, a la cual lo ligan los vínculos de la amistad, de la sangre, del idiomay de las tradiciones, se siente conmovido en presencia de la cruenta y aniqui-ladora lucha que sostienen, Cuba, por su emancipación política y la Madre Pa-tria, por su integridad.

Mi gobierno, ciñéndose a las leyes internacionales, guardará la neutralidadque ellas prescriben; pero no se puede hacer el sordo al clamor de este pueblo, an-heloso de la terminación de la lucha; y debido a esto me hago el honor de dirigirmea V. M. como lo haría el hijo emancipado a la madre cariñosa, interponiendo losbuenos oficios de la amistad, para que Vuestra Majestad, en su sabiduría y guiadapor sus humanitarios y nobles sentimientos, en cuanto de V. M. dependa, no ex-cuse la adopción de los medios decorosos que devuelvan la paz a España y Cuba.

Nuestra historia recuerda que durante quince largos años lidió Colombiapor su independencia y la conquistó a costa de más de doscientas mil vidas, dela casi total extinción de su riqueza pública y privada y de un legado en deudaflotante de doscientos millones de pesos; y ha sido preciso el decurso del tiempopara que las antiguas colonias, ya constituidas en naciones autónomas, reanu-dasen oficialmente, con la Madre Patria, los lazos de amistad. España perdió

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casi todo su comercio con América; no obstante que a raíz de obtenida la in-dependencia, Colombia permitió la admisión de la bandera española en suspuertos y que los españoles eran acogidos en ellos como hermanos.

Tan grandes males se habrían evitado, a mi ver, si España no hubiera des-oído el prudente consejo que en tiempo oportuno dio el gabinete británico,consistente en que ajustase la paz con sus colonias, reconociendo su indepen-dencia con la reserva establecida en solemne convenio, entonces aún posible,de ventajas especiales para su bandera. No se habría desviado la corriente desu comercio de esta parte del mundo y la comunión entre ambos pueblos habríatenido solución de continuidad

V. M. sabe que fue solo bajo el reinado del augusto esposo de V. M., donAlfonso XII, de gloriosa memoria, cuando definitivamente las relaciones ofi-ciales entre España y sus hijos vinieron a ser cordiales.

Parece cuerdo acatar ahora las enseñanzas de la experiencia y el consejodel gabinete británico, dado en caso análogo en la época a que me he referido;así España pondrá a cubierto sus intereses y habrá hecho justicia a las aspira-ciones de Cuba sin mengua de su decoro.

Ruego a V. M. que acoja esta carta como una prueba de la leal amistadque el Ecuador profesa a España, puesto que sólo un sentimiento elevado memueve a dirigirle a V. M.; así como me guía también un sincero deseo de quese acreciente la gloria del trono que con tanta prudencia como sabiduría ocupaV. M. en nombre y representación de su augusto hijo Don Alfonso XIII, aquien Dios guarde.

Hago votos por la felicidad de España, y por la de V. M. y la de su augustohijo el Rey.

Dado en Guayaquil, residencia accidental del Gobierno, a 19 de Diciem-bre de 1895.-

f) Eloy Alfaro.El Ministro de Relaciones Exteriores.-f) I. Robles

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Invitación a los Cancilleres del Continente a participar en unCongreso Americano

Ministerio de Relaciones Exteriores.-Guayaquil, Ecuador.Diciembre 26 de 1895.

Señor Ministro:Después de la revolución política efectuada en la República del Ecuador,

se ha inaugurado un gobierno popular cuyo programa puede reducirse a estaexpresión: la prosperidad de la Patria.

Y como para conseguirlo, no sólo debe entenderse al régimen político ad-ministrativo, sino también procurar las mejores y más estrechas relaciones in-ternacionales y no sólo entre el Ecuador y las demás repúblicas americanas,sino de todas ellas entre sí; he recibido instrucciones del señor Jefe Supremode la República, quien desea dar una prueba de sus elevadas miras respecto dela política en el exterior y procurar que se afiance la paz en el continente, paradirigirme al gobierno de la República de .........., por el digno órgano de V. E.,e invitarle a la reunión de un Congreso Internacional al que concurran dos re-presentantes de cada una de las repúblicas del Continente de Colón.

La realización de este propósito ha sido constante preocupación del SeñorJefe Supremo, quien en sus largos años de ostracismo ha sabido captarse la sim-patía de muchos pueblos, de manera que cuenta con la aquiescencia de los go-biernos de varias repúblicas y con la cooperación de varios hombres ilustrados,patriotas de influencia y de prestigio reconocido.

Hoy que se encuentra al frente de los destinos del Ecuador, en observanciade sus principios siempre firmes y favorables a la reunión de las repúblicas ame-ricanas, su primer paso fue acreditar un plenipotenciario ante el gobierno deWashington con instrucciones de facilitar dicha reunión, como consta en eloficio dirigido al Excelentísimo Señor Secretario de Estado de los Estados Uni-dos el 16 de noviembre del presente año, con estas frases:

“Ensanchar las relaciones políticas y comerciales entre los dos países y ocu-parse en dar a los intereses de este continente, por medio de un Congreso In-ternacional, toda la fuerza de cohesión de que han menester para la mutuaprosperidad y grandeza de las naciones del Nuevo Mundo, son las labores aque dedicará el representante del Ecuador sus preferentes esfuerzos”.

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El ilustrado gobierno de V. E. Está, sin duda, penetrado de la necesidadde tal reunión, porque ella es la llamada a resolver puntos de vital importanciapara todas las repúblicas de América, en lo político y en lo comercial.

En la actualidad y considerando el impulso que han recibido estas repú-blicas por el esfuerzo propio de sus hijos, y por el imprescindible adelanto queproporcionan el tiempo, el estudio y el trabajo, cada una de ellas ha adquiridosu importancia y por mutuo interés, por seguridad propia, deben reunirse losrepresentantes de todas las Repúblicas Americanas y discutir y resolver todo loque se relaciona con su progreso y bienestar; y formar, teniéndose por base lajusticia y la confraternidad, el derecho público americano.

Así habremos adquirido respetabilidad y evitaremos conflictos, asegurandola paz entre nuestras repúblicas y las demás naciones.

El Ecuador, por esto, quiere tomar la honrosa iniciativa para la reunióndel Congreso Internacional de que he hablado, Congreso que debe tomar enconsideración como puntos primordiales:

La formación de un Derecho Público de América, que, dejando a salvoderechos legítimos, dé a la Doctrina Americana, iniciada con tanta gloria porel ilustre Monroe, toda la extensión que se merece y la garantía necesaria parahacerla respetar;

Medios de procurar el adelanto por el perfeccionamiento e implantaciónde industrias; impulsar el comercio dictando medidas que vayan extendiéndolo,con desarrollo progresivo, sin dejar de atender a las necesidades, convenienciasy derechos de nación a nación, y aprovechar, en fin, todo aquello que, sin per-judicar a los demás, proporcione a nuestras repúblicas medios adecuados paraafianzar las relaciones comerciales y conseguir el engrandecimiento mutuo.

Resolver la reunión del Congreso en épocas determinadas, que bien puedefijarse en cada diez años; y designar la capital de la República, en donde, de unmodo alternativo, debe efectuarse la reunión.

Como por desgracia, entre algunas de nuestras Repúblicas, existen hoy di-ferencias por hechos especiales que traen su origen desde años atrás, como ladiscusión sobre límites, no debe el Congreso, de ninguna manera ni en formaalguna, ocuparse de estos asuntos, porque ello podría traer dificultades mutuasy hacer hasta perjudicial la benéfica labor que deseamos llevar a cabo.

Los fines principales de la convocatoria están expuestos, dejándose en li-bertad al Congreso para que determine el tiempo que debe funcionar. Comolugar para la reunión, fíjase, por esta vez, la capital de la República Mexicana

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y como fecha para la instalación el 10 de Agosto del año próximo, aniversariodel Primer Grito solemne de Independencia, lanzado con tanto heroísmo enla cuna de los primeros próceres, quienes como mártires regaron con su sangreel suelo de la antigua capital de los Shiris y hoy de la República Ecuatoriana.

Si el gobierno de V. E. juzga, como lo creo, aceptable la proposición, fácilserá llevarla a cabo, sobretodo cuando mi gobierno se propone que el CongresoRepublicano de América se reúna, cualquiera que sea el número de represen-taciones que a él concurran, pues, como es de costumbre, las otras nacionespodrán adherirse posteriormente a las resoluciones que se dicten.

Esperando favorable acogida de parte del gobierno de .........., tengo ahonra suscribirme con la mayor consideración y respeto.

De V. E. obsecuente servidor,f) Ignacio Robles

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Para que los Indios hagan valer sus Derechos

Eloy Alfaro, Jefe Supremo de la República

Considerando: Que es un deber del Gobierno, proteger de una manera especial a la parte

más desvalida y menesterosa de nuestra sociedad, la clase indígena, facilitándolelos medios de hacer valer sus legítimos derechos, y poniéndola al mismo tiempoa cubierto de los abusos de que frecuentemente es víctima por su ignorancia;

Decreta: Art. 1º.-Los individuos de raza indígena pura gozarán del beneficio de am-

paro de pobreza, en los términos de los artículos 940 y 946 del Código de En-juiciamientos Civiles, pudiendo aún hacer uso de papel común en suspedimentos ante cualquiera autoridad.

Art. 2º.-En los juicios en que los indígenas, siendo actores, fueren conde-nados en costas, el Juez de la causa ordenará que la mitad de éstas sea satisfechapor los procuradores de aquéllos, siempre que aparezca mala fe o temeridadnotorias.

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Art. 3º.-La disposición anterior es relativa sólo a los indígenas que no sepanleer ni escribir, y para sus efectos, las demandas iniciadas por ellos y todos losescritos subsiguientes, serán firmados por sus respectivos apoderados o defen-sor, sin lo cual no podrán ser admitidos dichos escritos.

Art. 4º.-Los indígenas que se hallaren actualmente retenidos por costas ju-diciales procedentes de juicios civiles, serán puestos en libertad, tan luego comosumariamente comprueben su insolvencia.

Quedan reformados el artículo 946 del Código mentado y demás leyesque se opusiesen al presente decreto, cuya ejecución corresponde al Ministrode Estado en el despacho de Justicia.

Dado en Quito, en el Palacio de Gobierno, a 10 de Abril de 1896.

f).-Eloy Alfaro. f).-EI Ministro de Justicia, Carlos Freile Z. f).-EI Subsecretario, José Julián Andrade.

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Al Partido Liberal - Radical

Llamado a esta Capital por el último Congreso para formar parte de la Comi-sión Militar Codificadora, me ha sido altamente satisfactorio hallar en los hijosdel Pichincha, siempre vivo, el fuego de ese elevado patriotismo que, en todaocasión ha hecho de esta ciudad uno de los principales focos de las grandesideas.

Nada tiene, pues, de particular que varios de mis copartidarios, tanto deQuito como de otras poblaciones de la República, firmes en las doctrinas queen todo tiempo han sostenido, me hayan invitado a dirigir un llamamiento atodos los ciudadanos de buena voluntad, para la unificación del Partido a quepertenecemos. La consolidación inquebrantable de las instituciones liberales,que garanticen y fomenten el desarrollo moral y material de nuestra Patria,clama por esta reorganización.

En obsequio de la mutua conciliación, no toquemos las causas de la divi-sión que entre nosotros ha prevalecido durante último cuatrienio; pero, sinnegar cuán sensiblemente ha dañado ésta el renombre de nuestro Partido, no

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olvidemos, las obligaciones contraídas por su doctrina, desde que se constituyóen poder, tomando por norma la Equidad y la Justicia. Los reivindicadores dela dignidad nacional, a par que infatigables obreros, del progreso, unidos comoun solo hombre, en Junio de 1895, si obtuvieron indiscutible victoria en lalucha más tenaz que registran los anales patrios, fue cabalmente por la uniónque en sus filas dominaba y fue también por ella la seguridad con que entoncesse sentó la base de la regeneración política y social del Ecuador, con reformasque se imponían por ley evolutiva.

De esa misma unión hemos menester ahora para la consolidación de nues-tras conquistas civilizadoras, y a la sombra de la paz, cuya conservación debeser nuestro principal objetivo, a no ser que desaforadas ambiciones o incalifi-cables felonías intenten destruirla.

Y es, precisamente, la unificación del Partido Liberal Radical, en toda laRepública, la que de suyo conjurará la temida perturbación.

Unámonos, pues, cuantos anhelamos por la existencia prospera y vigorosade las Instituciones Liberales en nuestro país; haya centros directores en cadacapital de provincia, los cuales, en comunicación constante con las Juntas oClubs de los cantones y parroquias, inspiren un mismo pensamiento y una solavoluntad a cuantos, bajo una misma bandera, no aspiramos más que al bien-estar y engrandecimiento de la Patria.

Quito debe ser el centro de esta unificación del Liberalismo ecuatoriano,mediante la formación de un Directorio General que atienda a todos los mediosposibles para lograrla. Y dichos círculos directivos son los que, naturalmentedeben designar los candidatos idóneos para Senadores y Diputados de la pró-xima Legislatura.

Los Partidos doctrinarios nacen y luchan por moralidad política y por elanhelo vivísimo de perfeccionamiento de las instituciones patrias; pero no to-leran jamás gobiernos que -por negocios o conveniencias privadas- se formancon personal híbrido.

No olvidemos que en todas las naciones de América, en donde aún preca-riamente ha imperado el deslayado acomodamiento a que me refiero, con ladesmoralización política, ha traído siempre consigo la corrupción o la ruina delos pueblos. Ni tenemos necesidad de remontarnos demasiado en nuestra his-toria, para la comprobación del hecho innegable de la verdad que acabamosde asentar.

La reorganización, por tanto, de nuestro Partido y la consiguiente conso-lidación de las instituciones liberales que nos rigen, son prendas de paz y de

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prosperidad para la República, y aseguran, además, la pronta conclusión delFerrocarril Trasandino, timbre, en lo material, el más preciado de la transfor-mación de 1895.

(f.) Eloy Alfaro.

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Hacia la Reestructuración de la Gran Colombia

Quito, 27 de Junio de 1. . . Señor Presidente Rafael Reyes Bogotá. Agradezco a V. E. profundamente la expresiva felicitación que V. E. se ha

dignado enviarme, en nombre del pueblo y Gobierno colombiano y en el suyopropio para el pueblo y Gobierno ecuatoriano y para mí, con motivo de la in-auguración de nuestro ferrocarril interandino, en las puertas de la históricaCiudad de Quito. Se ha realizado en mis días con esta obra magna de paz, pro-greso y civilización, el anhelo más grande de mi vida de ciudadano, de soldadoy de magistrado; y mi satisfacción sube de punto cuando considero que la Pro-videncia me ha concedido la fortuna de haber acercado, por mi mano, con ellazo de acero de la fraternidad humana, el Ecuador a sus hermanos de sangre,la nueva Colombia y Venezuela: primer paso gigantesco dado hacia la Confe-deración de las tres hijas de Bolívar, obligadas a cumplir su testamento político,ya que heredaron de él Patria y Gloria. Después de este gran acontecimientode la terminación de la primera etapa del ferrocarril interandino del Ecuador,la lógica de la historia nos señala ya un deber que cumplir: el dar el primerpaso hacia la Confederación Colombiana.

Este año rico, a pesar de todo, en beneficios para Colombia, Venezuela yel Ecuador, no debe terminar sin que se cuente en sus anales la primer granDieta Colombiana, en la cual los delegados de los Gobiernos respectivos pon-gan los cimientos de la Confederación de las tres repúblicas.

Confiemos en Dios que tendremos virtudes y fortaleza para conquistar yconservar este gran bien.

Eloy Alfaro.

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Al General Montero, Jefe Supremo del Guayas,invocándolo a la Paz

Guayaquil, Enero 5 de 1912. Señor General don Pedro J. Montero, Jefe Supremo del Guayas. Señor Convencido de que una guerra fratricida entre liberales no solamente es

dañosa para nuestro partido sino también de funestas consecuencias para elpaís, he creído de mi deber presentarme con el carácter de mediador, en lostérminos que constan del Manifiesto adjunto.

A la penetración de Ud. no pueden ocultarse los móviles patrióticos queme han impulsado a procurar el advenimiento de una paz que reclama la civi-lización no menos que los principios liberales y los intereses de la Nación.

Para el mejor éxito de mi pacificadora misión, era indispensable disiparhasta la sombra de la sospecha de una ambición personal, de mi parte, y contal motivo insinué la conveniencia, de fijarse en una candidatura civil para elejercicio del poder.

Punto es éste sobre el que llamo la atención de usted, confiado en quesabrá estimarlo como la segura prenda de que no me guía otra aspiración quela de la paz general y la buena armonía de cuantos componen el gran partidoLiberal Radical. Conozco el patriotismo de usted y no dudo que sin vacilaciónalguna se prestará a coadyuvar a la consecución de la paz sin derramamientode sangre, con lo cual habrá alcanzado un nuevo timbre honroso, y la gratitudde los ecuatorianos.

Encarezco por tanto a usted que a la brevedad posible se sirva nombraruna Comisión compuesta de tres miembros, a efecto de que conferencie conla que a su vez y en igual forma nombre el Jefe Supremo proclamado en Esme-raldas, General don Flavio E. Alfaro y el Gobierno que preside en Quito eldoctor Carlos Freile Zaldumbide.

Establecidas las conferencias de paz en el lugar que se estime conveniente,fácil será, no lo dudo, llegar a un avenimiento que unifique la opinión, asegure lapaz, afiance el Régimen Liberal y asegure garantías para todos los ecuatorianos.

No creo necesario excitar el civismo de usted, ni extenderme en conside-ración acerca de la conveniencia de cuanto dejo expuesto, y así sólo me restaesperar su aquiescencia.

(f.) Eloy Alfaro.

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Último Manifiesto de Alfaro a la Nación

“Al regresar a mi Patria, a la que saludo con veneración, creo un deber im-puesto por las circunstancias, el dirigir la palabra a la Nación Ecuatoriana yparticularmente al gran Partido Liberal Radical.

La situación del País, en extremo delicada, exige, para salvarla dignamenteque todos procedamos con abnegación y desinterés.

Hoy más que nunca deben posponerse las aspiraciones personales ante lanecesidad de unificar la acción patriótica de cimentar la paz en la República.

La perfecta armonía, la más absoluta concordia, son en los momentos ac-tuales los factores que se imponen para contener la anarquía, cuyas funestasconsecuencias a nadie se le ocultan.

Para evitar tan grave mal, preferí abandonar el suelo patrio, antes que ocu-par nuevamente la Presidencia como pude hacerlo sin ningún esfuerzo, a raízde los sucesos de agosto del año pasado.

En la actualidad la familia ecuatoriana se encuentra en plena discordia y apunto de entrar en una guerra fratricida, cruenta y dolorosa. En tales circuns-tancias no he trepidado en abandonar mi retiro para mediar amistosamentecon el objeto de que se llegue a buen acuerdo entre las secciones de la Repúblicaque se encuentran regidas por gobiernos diferentes.

El patriotismo me impone misión de paz, y si como lo espero, me secundala mayoría de mis compatriotas para obtener el buen éxito, será ello lo queconstituya la más grata satisfacción de mi vida.

Ir a la paz mediante un juicioso acuerdo para elevar a la primera magistra-tura del Estado un personaje civil, de reconocida honorabilidad, capaz de con-tinuar la obra de engrandecimiento que ha venido efectuando el régimenliberal, sería hermoso y digno de un pueblo patriota como el del Ecuador.

En el desgraciado caso de encenderse la guerra civil hasta el punto de ir alos campos de batalla, ELEMENTOS LE SOBRAN PARA TRIUNFAR ALA JEFATURA SUPREMA PROCLAMADA EN ESTA CIUDAD. Esto estáen la conciencia pública, pero el patriotismo, la humanidad, el buen nombreecuatoriano y los altos intereses del país, exigen que se procure a todo tranceuna solución pacífica a la par que decorosa para todos.

Tenemos pendiente una grave cuestión internacional, que si bien hastahoy hemos tratado de solucionar equitativamente aceptando los buenos oficiosde las poderosas naciones que median en el asunto, no por eso deja de exigirnos,de un modo imperioso, que nos presentemos unidos ante el mundo y con ca-

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pacidad suficiente para merecer las altas consideraciones de los demás al propiotiempo que para hacer valer nuestros legítimos derechos ante la justicia o encualquiera otra forma. Reclamo, pues, el concurso de todos mis compatriotaspara la obra que me propongo realizar, haciendo completa abstracción de mipersonalidad y sin otra mira que la de ver a mi Patria feliz al amparo de sólidapaz interna basada en el Imperio de las Instituciones liberales vigentes.

Procedamos con la cordura que las circunstancias reclaman, y no sólo da-remos una prueba de civilización, sino que escribiremos una bella página en lahistoria ecuatoriana.

Guayaquil, Enero 5 de 1912.

(f.) Eloy Alfaro. (Imprenta El Vigilante)

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2. Mensajes a las Asambleas Constituyentesy al Congreso Nacional

Mensaje del Jefe Supremo de la República a laConvención Nacional de 1896 - 1897

Señores Diputados:En cumplimiento del deber que me ha impuesto el cargo de Jefe Supremo

de la República, paso a daros cuenta de los actos ejecutados durante el tiempoque he ejercido el Poder Supremo, de que fui investido por los pueblos.

Breve seré en la narración de los hechos, porque así lo requiere la naturalezamisma de este Mensaje; pero, la deficiencia que notéis, será suplida, ya por losseñores Ministros en sus respectivos informes, ya por mensajes especiales, quedebo presentaros para tratar, detenidamente, de varios asuntos de vital interés.

Vivía la Nación bajo el peso abrumador de un círculo político, corrompidoy corruptor, cuando la medida de la iniquidad se colmó con el negociado delJapón. La prensa honrada del país afrontó el peligro, descubrió por completoel negociado infame y los pueblos se lanzaron a la lucha armada. Guayaquil, elpueblo de las heroicas tradiciones, dio forma respetable al sentimiento patrió-tico de reivindicar la dignidad nacional ultrajada, y, en ejercicio de su soberaníainmanente, el CINCO DE JUNIO, estableció un nuevo Gobierno que lo di-rigiera en la gran labor de su regeneración.

Yo tuve la honra de ser proclamado Jefe de ese Gobierno, con el carácterde Jefe Supremo de la República.

Hallábame en la hospitalaria tierra de Nicaragua, cuando el alambre eléc-trico me llevó la noticia de mi proclamación. Al instante acepté tan alta distin-ción, me puse en marcha y el 18 de junio arribé a esta ciudad. Conmovida mialma por el entusiasmo delirante del pueblo, que me hacía palpar que siempreera digno descendiente de los Próceres del Nueve de Octubre, asumí el mandoel día 19.

Un deber de justicia me obliga a hacer constar aquí que el cargo de que fuiinvestido lo recibí de manos del señor don Ignacio Robles, a quien Guayaquilencargó del mando, con el carácter de jefe Civil y Militar, durante mi ausencia.

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Su comportamiento en los momentos de mayor excitación; en las circuns-tancias difíciles que siguen siempre después de que un pueblo sacude la opre-sión; en el instante mismo en que se hacía indispensable, unir el tino a laenergía, la indulgencia con la justicia y procurar la unión del partido, hacenrecomendable al señor Robles, a la gratitud del pueblo que, si honra le dispensóy justicia le hizo con la elección, bienes ha recibido de él, con un procederejemplarmente desinteresado, en época tan especial en que ambiciones bastar-das, suelen poner a prueba la moría de bien.

La Nación se encontraba, cuando me hice cargo del mando, en completa anar-quía; y fue por esto mi cuidado preferente procurar la conciliación ánimos exal-tados, para que no fueran estériles los sacrificios del pueblo.

Envié comisiones de paz a Quito y Cuenca, donde se encontraban los ver-daderos núcleos de resistencia, y di como instrucción especial, al señor doctordon Rafael Pólit, Presidente de la Comisión principal, la de que, si mi perso-nalidad fuese un inconveniente para obtener la paz, yo estaría pronto a sepa-rarme del poder, con tal de que ese paso tendiera a la reconciliación de la familiaecuatoriana.

Las comisiones fueron rechazadas, e hizo entonces inevitable la guerra.Carecíamos del armamento necesario para atender a los miles de patriotas

que clamaban por empuñar el rifle para combatir y lavar la afrenta inferida alsagrado Emblema de la Patria, a esa bandera que Bolívar y Sucre llevaron ensus manos siempre victoriosa, hasta verla tremolar con gloria en la cumbre delos Andes, sellando la independencia de medio Continente.

La situación económica del país no podía ser más aflictiva; todas las rentaspignoradas; la Tesorería de Guayaquil empeñada con certificados por ingentessumas y la ciudad amenazada de un desbordamiento por manejos maquiavéli-cos, brote natural de esa escuela de depravación que había implantado en elpaís el partido floreano de tenebrosa historia.

Para llevar a cima la grande obra de la regeneración, se presentaban obstá-culos al parecer insuperables, pero la sensatez y levantado patriotismo del Pue-blo guayaquileño, alejó el peligro y obvió todos los inconvenientes. Se facilitóal Gobierno el dinero preciso para atender a los gastos inaplazables; las armasque estaban en manos de los buenos ciudadanos fueron entregadas al Parque yse organizó en la Costa un ejército de voluntarios hasta donde lo permitieronlos exiguos elementos de guerra; ejército que, por distintas direcciones marchóen auxilio de sus hermanos del Interior, quienes, si es verdad se encontraban

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empeñados en heroica lucha, hubieran sucumbido ante la desigualdad de fuer-zas y la carencia de elementos. Con su abnegada cooperación y con el valerosoarrojo de nuestros soldados se triunfó en todas partes, volviendo así la paz a laNación.

Los vencidos en armas fueron perdonados.

Restablecido el orden, dedicó el Gobierno sus esfuerzos a reorganizar la admi-nistración pública y a prestar decidido apoyo a las mejoras de interés generalque reclamaban preferente atención.

Empeñado en esas labores sobrevino la tenaz conspiración de los vencidos.Mi programa de Perdón y Olvido lo tomaron por debilidad, acostumbrados,como estaban, en la condición de vencedores, al exterminio del vencido.

Era notorio que el Gobierno se encontraba con escasez de armamento ensus parques. Para prevenir la alteración del orden y en la convicción de que es-tando bien armado el Gobierno, desistirían los insensatos de sus planes sub-versivos, o bien que, al estallar cualquier movimiento reaccionario,anonadaríamos por la fuerza y en poco tiempo a los rebeldes, puse especial cui-dado en proveer nuestros parques, y en consecuencia, contraté una buena can-tidad de elementos de guerra, que habrían estado en nuestro poder en febreropróximo pasado, a no haber ocurrido en Europa intrigas que lo impidieron.

El contrato se ha renovado, y por cable tenemos ya aviso de encontrarseen camino diez mil rifles Mausser. Con este refuerzo seguirá consolidándose lapaz, y en caso necesario, tendremos a la mano medios con que restablecer elorden sin demora.

Los enemigos del adelanto del Ecuador se reanimaron al ver casi desar-mado al Gobierno y aún precipitaron sus movimientos temerosos, quizás, deque pudiéramos remediar el daño que se nos había causado. Ambiciones bas-tardas completaron el plan revolucionario.

Cuando la conspiración tomó el carácter de notoriedad pública, expedí elDecreto de 21 de marzo que prescribe que el Gobierno haría la guerra con losbienes de los enemigos; decreto que, al haberlo puesto en ejecución, sin mira-mientos de ninguna clase, habría ahorrado a particulares y al país inmensos sa-crificios. Mas, debo aclarar que en el terreno de las intrigas, bajo el velo de losempeños por conmiseración, no soy fuerte.

Poco uso he hecho de este Decreto, casi reducido a pocas familias que de-dicaron con cinismo sus bienes a proteger invasiones filibusteras y a favorecerinsurrecciones en todo sentido. Esos bienes adquiridos con la desolación del

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país, amasados con el sudor del Pueblo, fomentados con la fuerza y regadoscon la sangre de hermanos, debían pagar el mal que hicieron y precautelar unomayor.

Los facciosos llamándose defensores de la Religión que el Gobierno no haatacado ni podía atacar –aunque dictara providencias contra determinadas per-sonas del clero, quienes saliendo del círculo de acción que les da su ministerio,se convirtieron en corifeos políticos–, se presentaron en armas desde el Carchial Macará y solo debido al concurso y denuedo de los buenos ciudadanos hanpodido el gobierno debelar la insurrección más formidable que registran nues-tros anales.

Según los datos adquiridos ha sido el clero extranjero el motor principalde la conspiración. Son de notoriedad pública los trabajos en el Exterior delObispo Schumacher, oriundo de Austria, para organizar invasiones y procu-rarnos conflictos internacionales; así como la labor constante del Obispo Masía,de nacimiento español, revelada en una carta que se encuentra en poder delGobernador de Loja. En Cuenca los Padres Salesianos fabricaron gran cantidadde cápsulas para los facciosos, asegurando que era para salvar la Religión.

En Riobamba expedí el Decreto de 1 de julio, que asigna gratificaciones a losheridos y a los deudos de nuestros valerosos soldados que se sacrificaran en de-fensa de las libertades públicas.

He cometido la falta de no haber impuesto a los culpables una contribu-ción de guerra extraordinaria para el cumplimiento de ese sagrado compromiso,pero os ruego, encarecidamente, que reparéis esa falta involuntaria en la formaque estiméis conveniente.

En Cuenca, compadecido del engaño de que habían sido víctimas los azua-yos, que pensaban que era deber morir por la religión que creían perseguida,mandé poner en libertad a los prisioneros de guerra en el mismo campo de ba-talla y expedí además el Decreto de indulto fechado en 23 de agosto.

Encontrábame en Riobamba por consecuencia de los disturbios que terminaronen los desfiladeros de Quimiag a Chambo, cuando tuve conocimiento de la re-presentación dirigida al Gobierno por el Pueblo guayaquileño, solicitando quela Convención Nacional se reuniera en esta ciudad.

Grande fue mi conflicto: conocía por una parte las ventajas naturales quetiene en su favor la Capital de la República y que ellas facilitarían la reunión ytrabajos de la Representación Nacional; y por otra, me encontraba en el deber

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de hacer justicia a la alteza de miras que entrañaba la solicitud del Pueblo factorprincipal de la Regeneración del Ecuador.

Resolví el problema, conciliando los deseos y aspiraciones de los dos pue-blos, en comunicación telegráfica que dirigí al Consejo de Ministros y en cir-cular que, por recomendación mía, pasó el señor Ministro de lo Interior a losGobernadores de Provincia.

En tal virtud, expedí con fecha 14 de septiembre el Decreto de convoca-toria que me permite la honra de veros reunidos en el Templo de la Ley, y pre-sentaros mis respetuosas congratulaciones.

Nuestras relaciones internacionales son satisfactorias.Mi Gobierno ha puesto todo su anhelo en estrechar más los vínculos de

cordial amistad con todas las naciones del mundo y, especialmente, con las deeste Continente.

Hemos recibido Ministros Plenipotenciarios de Colombia, Perú, Vene-zuela, Brasil, Chile y España y Ministro residente de la Gran Bretaña.

Por nuestra parte se acreditó una misión diplomática ante los Gobiernosde Estados Unidos de Norte América y Méjico.

Abundando el Gobierno ecuatoriano en sentimientos fraternales de levan-tado americanismo, invitó a los Gobiernos del Continente a un Congreso In-ternacional, que debía reunirse con el objeto de dictar unDerecho-Público-Americano, a la vez que facilitar los medios para ensancharlas relaciones comerciales entre sí. En el día señalado se instaló en la CapitalMejicana la Junta de Delegados, con asistencia de los Representantes de Mé-jico, Guatemala, San Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Ecuador.Las Repúblicas de Bolivia y Paraguay, ofrecieron enviar sus Representantes;más, después se excusaron.

La mayoría de los gobiernos de las demás Naciones acogieron el proyectocon entusiasmo, elogiando el propósito; y ofrecieron estudiar las decisiones delAreópago y adherirse a ellas, sometiéndolas a sus Legislaturas.

La Junta de Delegados al Congreso Americano clausuró sus sesiones, con-trayendo el empeño de procurar la reunión de otro Congreso con la asistenciade Representantes de todas las Repúblicas del Continente.

Al Ecuador, que le cupo la honra de tomar la iniciativa para la reuniónde una Asamblea Internacional que tan imperiosamente se hace necesaria, cá-bele la satisfacción de haber dejado su nombre en alto puesto, habiendo reci-bido, a la vez, honrosos elogios en documentos de trascendental significación,

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que tendré complacencia de comunicaros, en el instante que los reciba ofi-cialmente.

Siendo la Isla de Cuba, teatro de una guerra desoladora, consideré deberde humanidad, a la vez que de americanismo, interceder con nuestra MadrePatria a favor de la generosa emancipación de esa Antilla. Aún no he recibidocontestación.

Con la íntima convicción de que uno de los pactos que requiere variacionestrascendentales, es el existente en el Ecuador y el Vaticano, envié especiales yconcretas instrucciones a nuestro Ministro ante la Santa Sede, a fin de que ini-ciara las reformas convenientes y de acuerdo con las ideas, tendencias y aspira-ciones del país. Los trabajos para conseguir la variación del Concordato, quetanto predominio concede a la Iglesia sobre el Estado, se han iniciado ya, y losinformes y demás documentos recibidos, me persuaden de que esos trabajosavanzan en términos satisfactorios.

Dados los antecedentes escandalosos que han precedido siempre a los arreglosde la Deuda Inglesa, juzgué de estricta justicia cortar, ejecutivamente, el nudogordiano, y al efecto expedí el Decreto de 14 de marzo, que suspende la entregade las sumas asignadas para el pago de esa deuda y ordena depositar su productoen el Banco del Ecuador. El depósito está existente sin que, la penuria del Era-rio, ni en los momentos más difíciles, haya sido motivo para distraer esa suma;la honra nacional exigía su conservación.

Para que se estudiara detenidamente, este viejo y enojoso asunto, nombréuna comisión de personas honorables y competentes de Guayaquil, pero des-graciadamente no aceptaron.

Por fortuna, el Sr. Dr. Emilio M. Terán, había aceptado el cargo de escla-recer la manera como se había procedido en la concesión de los terrenos baldíosde Esmeraldas, y como uno y otro asunto están conexionados íntimamente, seimpuso, espontáneamente, la ímproba labor de hacer a la Nación ese especialservicio. Los documentos recopilados, los datos recogidos y la narración de loshechos que han tenido lugar, constan impresos en un libro de 868 páginas.

La República ha contraído deuda de gratitud con ese buen ecuatoriano, y,por mi parte, y en nombre del Gobierno, he expresado mi reconocimiento alinteligente laborioso patriota.

El vigor más inquebrantable, la mayor energía de mi Gobierno, no han sidosuficientes para triunfar sobre las capciosas y eternas alegaciones empleadas por

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los fatídicos empresarios de la vía férrea de Chimbo, por tener el injusto pleitoque se ha sostenido contra los derechos de la Nación.

Cuando me hallaba resuelto a emplear todo rigor de la justicia ejecutivacontra esos pertinaces especuladores, convine en una transacción cuyo resultadofuese la entrega inmediata al Gobierno del Ferrocarril de Durán a Chimbo,ciertas restricciones y el pago de las costas procesales a cargo de la Compañíade Obras Públicas, aunque, a decir verdad, la insolvencia de ésta dejaba sinefecto el cumplimiento del convenio.

Se me ha informado posteriormente que los términos del arreglo son detal naturaleza que verificada la liquidación prescrita, el Estado, además de pagarlo que no tiene por que reconocer, quedaría todavía comprometido con fuertesuma de dinero a favor de los autores de nuestra ruina. Las bases de transacciónhan sido suscritas a nombre del Gobierno de completa buena fe y por falta deconocimientos perfectos en el embrollo; de ahí el que todo esfuerzo de mi partehaya sido estéril sobremanera.

Esto me ha persuadido de una tristísima realidad; si a un Gobierno comoel que os dirige la palabra, que ha hecho guerra con energía a quienes de malafe han especulado con el país, lo burlan sin temor ni respeto a la justicia ¿quéno se habrá consumado antes de ahora si el régimen caído hubo pervertido enlos suyos todo sentido de honradez, para aprovecharse de negociaciones sinies-tras y perdurables?

La Deuda Externa y el Ferrocarril de Chimbo explican suficientemente laperversión de esos Gobiernos y lo ilícito del móvil de sus actos administrati-vos.

El retardo en la solución del pleito con los titulados contratistas, ha impe-dido al Gobierno dar a los trabajos del Ferrocarril una forma práctica y bene-ficiosa, consignándolos previamente a la administración de una Junta formadaen Guayaquil con sujetos de indisputable honradez y competencia rentística,que alejaran la venalidad y el fraude e inspirasen absoluta confianza a la Repú-blica. En esta forma el ferrocarril será un hecho.

Capitales se consiguen fácilmente para grandes empresas, cuando la inver-sión de los empréstitos es honrada y se sabe que la obra que se construye es lamejor garantía para el prestamista, sin tomar en cuenta los productos delmismo ferrocarril y las rentas que el Gobierno puede afectar transitoriamentepara el pago de un interés moderado, pero que estimule el lucro individual decapitales nacionales y extranjeros que no tardarían en cubrir sus gastos y seratendidos con seguridad en el servicio de intereses.

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Va para un año que el Gobierno tiene contratado un buen cuerpo de in-genieros –dirigido por el señor Muller, profesor de primera clase y ventajosa-mente conocido por su honorabilidad y competencia– que se ocupa de ejecutarel trazo de la vía a Sibambe. Levantando científicamente el plano, se sabrá elcosto de la obra.

Tanto de Europa como de Norte América se han solicitado informes sobreese proyecto ferrocarrilero y he diferido el suministrarlos para cuando esté ter-minado el plano respectivo.

Habiendo honradez, habrá capital de sobra, repito, y la obra se realizará,sin pérdida de tiempo.

A un ingeniero del Estado se ha recomendado levantar el plano para unavía férrea de Manta a Santa Ana, pasando por Montecristi y Portoviejo. El tra-yecto es llano y por tanto la obra barata y con brillante perspectiva de beneficiospara los empresarios y para Manabí.

Otra empresa ferroviaria de fácil construcción es la de Machala al Pasaje.Tarde vine a penetrarme de ello, por cuyo motivo no he tenido tiempo de hacerestudiar científicamente ese camino.

He tenido ofertas para varias otras empresas de ferrocarril: la principal unaque debía partir de la Provincia de los Ríos a Ibarra. Para garantizar el cumpli-miento del contrato, exigí el depósito de una cantidad competente, y como laque se ofreció fue pequeña, la rehusé. Además, la Nación debe dar toda prefe-rencia a la obra empezada por Yaguachi.

Habría aceptado un depósito de cincuenta mil sucres, por un privilegiopara construir el ferrocarril del Pailón a Quito, pero consultado el ingenieroill en los detalles, éste lo condenó por ser de vía demasiado angosta y portanto quedó sin efecto el proyecto.

El camino de herradura de Ibarra al Pailón, estaría ya terminado sin lostrastornos políticos que han tenido lugar en las Provincias del Norte. Para laprosecución de los trabajos se ha asignado renta especial y la terminación de laobra será una realidad en el año próximo.

La apertura de ese camino dará vida al comercio de Imbabura y Carchicon Esmeraldas.

La Instrucción Pública exige de preferencia vuestra especial atención; quese establezca un buen sistema de una manera sólida y que se reglamente la en-señanza para hacerla fácil y práctica.

Para ello se hace necesario crearle rentas propias y que garanticen su exis-tencia independientemente del Gobierno. De este modo no estarán los pre-

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ceptores sujetos a los vaivenes de la política, percibirán sus haberes con regu-laridad y, por tanto, se contraerán con interés y buena voluntad al cumpli-miento de sus deberes.

La Beneficencia, necesita también rentas y administración propias.Con el sistema actual, no reciben los Hospitales y demás casas de caridad,

los subsidios que debe darles el Gobierno, con la puntualidad debida, por cau-sas que serían demás reseñar en este Mensaje.

Bien reglamentado el servicio y con personal honrado que se encargue delmanejo del ramo, no se repetirían los casos de falta absoluta de recursos, comosucede a menudo en épocas de alternación del orden. Se ha observado en laBeneficencia de Guayaquil, que cuando ha estado servida por personas hono-rables, los donativos han sido cuantiosos, y que estos cesaron cuando el Go-bierno anterior puso en juego su influencia perniciosa, para explotar tambiénese ramo. Personal honrado dirige hoy la administración de la Beneficencia,pero con el accidente que ocurrió prevalece la desconfianza que es preciso des-vanecer con leyes protectoras de tan respetable institución.

La agricultura, hoy por hoy, constituye la verdadera riqueza del país, y, porconsiguiente, merece leyes que le presten apoyo y fomento. Los gravámenesque pesen sobre ella, deben dedicarse exclusivamente al establecimiento de es-cuelas agrónomas, tendentes a mejorar científicamente el cultivo de los exis-tente y a introducir nuevas industrias, como la seda, el henequen y otras queno están al alcance de la iniciativa particular para implantarlas inmediatamente.El cultivo del heneque o cabuya en Yucatán –Méjico–, sobrepuja en valor alcacao en el Ecuador, con la perspectiva favorable de que en nuestro país, seproduce esa planta espontáneamente.

Precisa reglamentar el cultivo de la tierra, porque entiendo que la destruc-ción de los bosques produce el alejamiento de las lluvia, así como también esmenester disminuir gradualmente los impuestos ordinarios que gravan los fru-tos, especialmente al cacao.

Me he visto obligado, perurgido por los gastos de la guerra a gravar algunosproductos de exportación, pero esto es transitorio y deben desaparecer tan luegocomo se cubran los empréstitos a que están afectados.

La agricultura merece tal protección que, en mi concepto, los frutos deexportación deben estar exentos de toda contribución fiscal, exceptuando loque se destine para el establecimiento y fomento de escuelas agrícolas. Los im-puestos municipales deben limitarse en lo posible.

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Los establecimientos bancarios que destinaran sus capitales al exclusivo fo-mento de la agricultura, necesitarían a su vez de prerrogativas razonables, y laconcesión de ella, os la recomiendo especialmente.

El comercio ha tenido en mí decidido apoyo en consonancia con las conve-niencias generales, y por esto he alterado en tal sentido los derechos de impor-tación de algunos artículos.

Soy partidario del libre cambio en su más lata aceptación, pero mientrasdure la infancia de nuestro desarrollo industrial, pienso que debemos dar am-paro juicioso a los ramos que necesitan de leyes protectoras, y aun de razonablesauxilios del Tesoro Nacional.

La grande cuestión que viene preocupando a los pueblos y gobiernos, esla de la moneda que debe adoptarse como el curso obligatorio.

Las estadísticas demuestran que al presente no hay en el planeta oro sufi-ciente para atender a todas las transacciones y que su producción es relativa-mente escasa: mientras que la plata abunda y su producción aumentadiariamente en proporción tan gigantesca que la depreciación de su valor se-cular obedece a ese interés natural que señala los precios sobre toda especie porla ley económica de la oferta y la demanda. Esta emergencia ha dado margenal inmenso juego de bolsa que hacen los grandes capitalistas de ultramar; juegoque ha estado amenazado arruinar a los países de América, donde el metalblanco es la base monetaria de su sistema económico; situación anómala queconvierte en su caos el valor real de los tipos regulares de cambio y que direc-tamente afecta la marcha próspera de nuestro comercio.

Prevenir, en lo posible, los daños que todavía pueden surgir de semejantesituación, será labor que os agradecerá el país.

Escuchar a los economistas y estudiar atentamente los debates que suscitenlos particulares sobre tan vitalísimo problema a fin de resolver lo que convengaa los habitantes de la República, cuya prosperidad, proveniente siempre del tra-bajo, constituye la riqueza positiva y honrada de la familia y la fuerza y respe-tabilidad de los pueblos libres; esta es la cuestión.

El papel moneda fiscal en sus variadas formas, debemos desecharlo, porqueeste arbitrio, como recurso normal, establece y constituye, con rarísimas ex-cepciones, una amenaza inminente a la fortuna del rico, como al bienestar delpobre. Al fin degenera el papel moneda en juego de bolsa y las fluctuacionesde alzas y bajas, efecto del agio corruptor socavan la moralidad comercial, pre-cipitando a la ruina absoluta, como corolario de las bajas forzosas.

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Procurar la descentralización de las rentas nacionales, lo más posible, es en miconcepto un asunto que debe ocupar, preferentemente, la atención de la Con-vención Nacional. Los asociados teniendo particular interés en la recaudacióne inversión de las rentas públicas, vigilarán especialmente su manejo y haránnotorias las faltas que se noten y las necesidades y reformas que deban llenarse.

Igualmente y para que día a día, en lo posible, pueda saberse el movimientode la Hacienda pública es menester que en la contabilidad de hacienda se efec-túen reformas de trascendencia.

Esto haré a mi juicio indispensable la creación de una cartera especial, quese contraiga, exclusivamente, a la recta administración de los caudales públicos,a la inspección periódica u ocasional de las oficinas de Hacienda y a cuidar deque las cuentas marchen con el día, como sucede en los Bancos comerciales.

Así como en la milicia no hay verdadero ejército sin disciplina, en el ordeneconómico no hay hacienda sin método claro y sencillamente práctico.

Debido al actual sistema está ahora la Nación, en riesgo de perder algunoscentenares de miles de sucres por derechos de importación de la Aduana deGuayaquil. Las planillas de varias quincenas no pudieron pasarse con oportu-nidad, debido al pésimo sistema que está en vigencia y el último incendio seha encargado de liquidarlas.

Los créditos antiguos a cargo de la Nación necesitan que se regularice el pagobuscando un sistema que sin gravar en demasía al Erario, permita ir amorti-zando esas deudas contraídas por todos los gobiernos, reconocida por muchosy no cubiertas por ninguno.

El cumplimiento de las obligaciones contraídas trae el crédito; nadie debetenerlo mayor que el Estado y sin embargo la ley actual que reglamenta la can-celación de deudas, tiene también cancelado el crédito nacional interno.

Con excepción de los préstamos en dinero que hacen los Bancos al Go-bierno, y que tienen ramos determinados para amortizar las sumas dadas porcontratos y cuyo fiel cumplimiento interesa a la conveniencia pública; para elservicio de los de créditos antiguos puede asignarse cantidades limitadas y pru-dentes, con el fin de extinguir las deudas de quienes concedan mayores ventajasal Fisco. Este sistema de licitación o remate ha sido adoptado ya con resultadosatisfactorio en otras naciones, desapareciendo también así, el favoritismo yaun el agio corruptor.

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El servicio judicial ha venido siendo una llaga social gangrenosa, porque lasdisposiciones legales subsistentes dan lugar a toda clase de abusos.

Sin buena administración de justicia no puede vivir en paz ningún país ypara conseguir ésta en el nuestro, es indispensable que se lleven a cabo las ne-cesarias reformas que requiere tan importante ramo de la administración pú-blica. Jueces que personalmente son honrados pero que tienen que guiarse porleyes tenebrosas no pueden dar buen fruto. Corrijamos, pues, los defectos le-gales para impedir la torcida aplicación de la misma ley.

Creo que convendría hacer obligatorio el sistema de árbitros en las cues-tiones civiles, a fin de conseguir así pronta y barata administración de justicia,y procurar favorecer al litigante honrado.

Puede hacerse el ensayo limitándolo a las cuestiones que en lo futuro seventilen y fijando cuantía bien determinada. Los demás quedarían bajo la féruladel actual sistema, hasta tanto se palpen los beneficios o inconveniencias delnuevo.

En la administración pública el progreso material que ha alcanzado el Ecuador,se debe, por lo general, a esfuerzo de las Municipalidades; y esto a pesar de quealguno malos gobernantes han restringido y desviado por miras proditorias laacción benéfica de los Municipios.

Es indispensable darles facilidades fuerza y amplitud en su acción local,pero sin permitirles que comprometan por sí solas las rentas del porvenir. Bien,que la acción libre se ejerza en las rentas del año, pero no así en la de los pos-teriores, porque tal procedimiento es poner al personal que va sucediéndoseen la dolorosa necesidad de no poder ejecutar trabajos que se hacen indispen-sables en épocas dadas aunque antes no lo hayan sido.

Recibir por legado de un personal anterior, la bancarrota del Erario mu-nicipal, es bien triste; y sobre todo si, como sucede actualmente en la de Gua-yaquil, se hace indispensable acudir al alza de contribuciones o la creación deotros impuestos, para salvar una situación difícil o conseguir los medios precisosde llenar las obligaciones que impone la ley. Los que comprometen el porvenirno asumen la responsabilidad; los que heredan la triste situación son quienessufren las consecuencias y la mala voluntad del pueblo, que sin atender a losantecedentes, fijase solo en la nueva traba que se le impone.

Juzgo, pues, conveniente que siquiera mientras se consiga regularizar lamarcha económica de los Municipios, deben de limitarse sus atribuciones porlo que respeta a la administración e inversión de fondos, a los de solo un año,

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pudiendo afectarlos por tres, previa aprobación del Ejecutivo con dictamen delConsejo de Estado. Si la época pasare de más de tres años, deben acudir alCongreso para obtener la concesión.

La mujer, ese ángel del hogar, que entre nosotros vive relegada a oficios do-mésticos, merece la especial protección de una Asamblea liberal, por medio deleyes que la protejan, como en Estados Unidos de América, y darle, además,derecho de participación en los empleos públicos que sean compatibles con susexo. Por mi parte, he dado principio a esa protección ocupándolas en las ad-ministraciones de correos; aparte de que en Guayaquil se ha establecido unaescuela de telegrafía para señoritas, con el objeto de emplearlas en nuestras ofi-cinas telegráficas.

Justo es también ensanchar la esfera de protección abriendo a las mujereslas universidades de la República, a fin de que puedan dedicarse al estudio deprofesiones científicas y proporcionarles, igualmente, talleres adecuados parael aprendizaje de artes y oficios.

En Guayaquil sería fácil, con apoyo de un decreto protector, organizarotra sociedad que, a semejanza de la Filantrópica se ocupe, exclusivamente deniñas.

Reconociendo el Gobierno los inmensos beneficios que la Sociedad Fi-lantrópica de esta ciudad viene prestando, por esfuerzo privado, a juventuddesvalida, y por eso, dispuso auxiliarla con la suma de cien mil sucres que per-cibirá de un pequeño dividendo que se le ha señalado en los rendimientos delmuelle. Igual apoyo he dispensado a otras instituciones análogas, por ser estepuerto el centro donde convergen las mayores necesidades y ocupaciones co-merciales.

Tenemos en las provincias del Litoral una clase de gente campesina, conocidacon el nombre de peones conciertos; esclavos disimulados, cuya desgraciadacondición entraña una amenaza para la tranquilidad pública, el día que unnuevo Espartaco se pusiera a la cabeza de ellos para reivindicar su libertad.

En el curso de la campaña del año anterior, recibí muchas insinuacionesde soldados que eran peones, en el sentido que esperaban de mí, un decretoque los redimiera de su condición de esclavos. Recuerdo la impresión que mecausó en la batalla de “Gatazo” un soldado que se me acercó para decirme, en-altecido por ardor bélico, poco más o menos estas palabras: “Mi General, voya pelear mi libertad; después del triunfo me dará una papeleta, para no ser más

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concierto.” –Creo que ese valeroso soldado sucumbió en el combate, porqueno se me presentó al día siguiente como se lo recomendé, para atenderlo en sujusto reclamo.

He tenido el propósito de reunir en Guayaquil a los dueños de haciendaspara que excogiten los medios de llegar a un resultado satisfactorio tanto parael patrón como para el infeliz concierto.

La solución del problema no es tan difícil como a primera vista aparece.Hablando sobre el particular con un inteligente administrador de una gran ha-cienda, me dijo: que a sus peones les había perdonado las deudas bajo la con-dición de que, por el jornal que les pagara otro, le darían la preferencia, y quedesde entonces, por agradecimiento, tenía los brazos necesarios para sus laboresagrícolas.

Este punto es digno de vuestra atención, pues más vale prevenir el malque remediarlo.

La raza indígena, la oriunda y dueña del territorio antes de la conquistaespañola, continúa también en su mayor parte sometida a la más oprobiosa es-clavitud, a título de peones. Triste y bochornoso me es declararlo; los benéficosrayos del sol de la Independencia, no han penetrado en las chozas de esos in-felices, convertidos en parias por obra de la codicia que ha atropellado a lamoral cristiana.

A título de peones conciertos, los indios son siervos perpetuos de sus lla-mados patrones.

Y como no solo son culpables los que esclavizan sino también los que san-cionamos con la indiferencia, ese delito de lesa humanidad, contra una clasedesvalida, cada uno de nosotros cargue con la parte de responsabilidad que lecorresponde y ponga el hombro a la reparación que reclama la propia concien-cia de personas racionales y honradas.

Por un decreto se ha exonerado ya a la clase indígena de ciertas contribu-ciones.

A vuestra sabiduría toca conciliar el derecho a la libertad que tiene esa clasedesvalida, con el apoyo que requiere la agricultura y servicio doméstico, puessi no debemos consentir la esclavitud, tampoco debemos tolerar la vagancia,ni menos que falte a los patrones la protección debida en contratos humanita-rios y honrados con los peones y jornaleros.

Con la perspectiva del restablecimiento completo del orden, de las liberalesy progresistas reformas que con justicia se esperan de la Convención Nacionaly seguros de que en el Ecuador encontrarán una libertad completa en sus dis-

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tintas manifestaciones, tal como sucede en todos los países civilizados, se pre-paran a venir a nuestro suelo millares de familias de Europa y de América delNorte, con el propósito de cultivar nuestras selvas.

Preparar el terreno para darles facilidades, proporcionarles la mejor acogidaposible y garantizarles por completo el ejercicio libre de industrias, favorecién-dolas por medio de concesiones que despierten el deseo del trabajo, tal es nues-tro deber, porque esa es también nuestra conveniencia.

Dar vida al país por medio de la inmigración y el fruto benéfico que mástarde se coseche, será debido a la fructífera semilla sembrada en hora feliz porlos distinguidos patriotas que forman hoy la Asamblea Constituyente,

En el Ecuador existen fueros para los militares y los eclesiásticos, odiosoprivilegio que es necesario eliminar.

Pensé decretar la abolición de tales fueros, mas tuve que abstenerme porla cortapisa que pone una de las cláusulas del Concordato; pero como este obs-táculo tiene que ser obviado en el nuevo arreglo con la Santa Sede, creo que,en nuestra Carta Fundamental podéis consignar que, ante la ley, son igualestodos los habitantes de la República.

Servicios inmensos prestaría a la marina, dando ocupación lucrativa a cen-tenares de artesanos, la construcción de un verdadero astillero o dique seco enla ría de Guayaquil.

En tiempo de la colonia, Guayaquil era el obligado arsenal marítimo,donde no solo se reparaban los buques que surcan el mar Pacífico, sino tambiéndonde se construían las naves para el servicio de cabotaje.

El flujo y reflujo hace de las riberas de la ría, astilleros naturales, que solopor incuria de los Gobiernos permanecen estacionarios.

Esta obra, en mi concepto es indispensable, y conociendo su importanciame he ocupado de ella, pero sin poder darle forma práctica por lo azaroso delos tiempos que han corrido.

Una vez levantados los planos, creo fácil conseguir que por empresa par-ticular se realice la construcción del dique aludido, atendiendo a que será unbuen negocio para el empresario.

Para nada nos hemos preocupado aún, del fomento de la piscicultura, sinembargo de prestar nuestros ríos y esteros de agua salada, facilidades inmensaspara la procreación del salmón y otra variedad de peces, que no existen en nues-tras aguas. Igual cosa pasa con los criaderos de ostras, que fácilmente puedenaumentarse en proporción suficiente para abastecer la costa del Pacífico.

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No se necesitan caudales para fomentar estas y otra nuevas industrias, sinoligero apoyo pecuniario del Gobierno cuando sea menester. Concediendo pri-vilegios razonables abundarían las ofertas de capitalistas y la implantación y fo-mento de nuevas empresas sería un hecho.

Juzgo que podéis autorizar al Gobierno para que, mirando como más con-venga a los intereses comerciales, proceda a dar apoyo transitorio, ya sea enforma de prima, garantía de intereses sobre capital, concesión de privilegio oalza o baja de derechos de importación a toda empresa nueva que se introduzcaal país, sujeto como es natural a la aprobación del Congreso cuando se trate deoperación de mayor cuantía. Me refiero solo a empresas y concesiones de menorconsideración, las últimas pueden fijarse limitadamente, disponiendo que laconcesión se efectúe de acuerdo con el Consejo de Estado y sin afectar en nin-gún caso el presupuesto y la marcha próspera de la administración.

El ejército que tenemos, todo es nuevo, improvisado, y si algo se ha veterani-zado ha sido en la campaña misma.

Todo él ha sabido corresponder a la aspiración de la República, combatiendocon bizarría donde ha sido menester, sin que la falta de elementos, la diferenciadel clima y las privaciones y fatigas de varias campañas, hayan hecho vacilar suconstancia ni doblegar su valor. El restablecimiento del orden lo han conquistadonuestros bizarros soldados en cruentas luchas; la paz de que disfruta el país y lareunión del Cuerpo Constituyente, son el resultado de sus sacrificios.

Los Jefes y Oficiales que hoy tenemos, ostentan sus presillas orladas conel fuego de los combates, ellos y nuestros valientes soldados pusieron a pruebasu patriotismo. Me enorgullezco con justo motivo de haber sido el Jefe de esalegión de valerosos ciudadanos.

En otra parte ya os he hablado de la deuda que tiene pendiente la Nacióncon los heridos y deudos de los que han rendido la vida con la aspiración dever la Patria honrada y libre. Os recuerdo también, de nuevo, mi recomenda-ción, esperando de vosotros este acto de justicia.

He ofrecido terrenos baldíos, con la condición de que sean cultivados, alos voluntarios que han sido licenciados después de ruda campaña soportadacon ejemplar abnegación. Nada más justo que recompensa tan exigua y nadamás conveniente al incremento de la agricultura.

Que el Gobierno cumpla con lo ofrecido a sus denodados defensores yque a la vez procure decretar cuanto convenga al mejoramiento moral y mate-rial del Ejército activo, es uno de mis principales aspiraciones.

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Os he hablado anteriormente del Ejército activo; tócame ahora recordaros quedebéis también dictar disposiciones adecuadas para reglamentar debidamentelas guardias nacionales.

Los Gobiernos anteriores han abusado tanto de este elemento militar, quesu existencia ha venido a ser impopular y es preciso que sabias reformas denpor resultado que corresponda a los altos propósitos que entraña esa nobilísimainstitución.

De ella hay que obtener en caso indispensable los ciudadanos que la Patrianecesite para su defensa, pero garantizando su estabilidad e impidiendo quelos abusos que se cometen y los forzados cuanto inútiles trabajos a que en másde una ocasión se les obliga, den un contrario resultado, pues así en lugar detener buenos soldados, aumenta el número de peones arrastrados por el abusoo por el engaño.

Preferible es, la esclavitud voluntaria a la obligada; de allí que los peonesabunden y los soldados del ejército pasivo, sean en tan escaso número.

Muchos extrañarán que habiendo estado investido de todos los Poderes,sin limitación alguna, no haya puesto en práctica varias de las reformas quevoy reseñando.

Bien sabéis la vida tempestuosa que ha llevado el Gobierno y que hemosvivido constantemente con el arma al brazo, asechados siempre por un enemigoimplacable e insensato.

La lucha, ha sido por otra parte, no solamente en los campos de batalla,sino también contra ese torrente de enredos, intrigas y favoritismo, convertidodesde antaño en sistema de vida política, y que impide al mandatario honradocumplir sensiblemente con su deber. Agréguese a esto, la necesidad inaplazablede levantar recursos para atender a tantos gastos extraordinarios, motivadospor las aspiraciones, y se comprenderá fácilmente que no he dispuesto mate-rialmente de más tiempo que el que he empleado en lo poco que se ha hechoen el sentido de la reorganización del país.

(…)Por la situación anómala que ha atravesado el país no me ha sido dable es-

tudiar las necesidades de las oficinas públicas y las reformas que en ellas con-venga implantar

Algunas variaciones he llevado a cabo, así como también he aumentadoen varias oficinas el tren de empleados, por considerarlo de necesidad inapla-zable, como lo ha sido el aumento de muchos sueldos. –Solo así, se obtienebuen servicio en las oficinas con buenos colaboradores.

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En el régimen pasado, ha sido sistema señalar sueldos exiguos que obliga-ban a vivir casi en la indigencia al hombre de bien que será por la necesidad ola desgracia compelido a prestar sus servicios.

En cuando a otros que aceptaban desempeñar un puesto para explotarlo,el monto del sueldo les era del todo indiferente.

Actualmente por el cambio de empleados como por el aumento de la rentaque les estaba asignada, el servicio público ha mejorado notablemente en todosentido en especial en el ramo de Hacienda, pues sin embargo de habernos en-contrado envueltos en dilatada guerra civil, que todo lo ha trastornado, los in-gresos han sido superiores a los de los últimos años en que la paz dabafacilidades para la recaudación de rentas.

Las entradas de la Aduana de Guayaquil en el presente año serán superioresa las del mejor año económico del Gobierno anterior.

Para la buena administración de justicia, para conseguir aumento de rentas,para contar con soldados pundonorosos y empleados activos, se necesita ocuparhombres inteligentes y honrados y los servicios de ellos solo se consigue con elsistema de pagar buenos sueldos implantados ya por la Jefatura Suprema.

El ensayo durante la borrasca ha sido favorable; al consolidarse la paz estoyseguro de que en el año próximo, el resultado será extraordinariamente satis-factorio.

Sé muy bien que este Mensaje no encierra la solución de grandes problemas,ni la minuciosa relación de todos los actos de la administración política que hacorrido a mi cargo desde junio de 1895; lo último corresponde a los Ministrosde Estado, como ya os lo manifesté al principio, lo primero lo espera el paíscon derecho y con justicia como obra digna de vuestros méritos e ilustración.

No olvidéis que esa obra tiene que ser redentora y que la suerte del Partidoy de la Patria se encuentra en vuestras manos; tened presente que la corrupciónpolítica implantada desde la dominación floreana, es sistema que, en las últimasadministraciones ha adquirido prosélitos en gran escala, quienes hoy, siguiendola consigna del partido, tratan en todo terreno de establecer el caos y de dividirpara mandar.

Aquí debiera terminar el presente Mensaje, pero tengo que extenderlo aún más,porque si las amarguras que he experimentado en el Calvario del Poder, no hansido suficientes para herir de golpe y profundamente mi ánimo, el flagelo te-rrible de las llamas que en fatídica hora ha destruido el corazón del a República,

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me ha contristado tanto, que justo y necesario es que os llame la atención demanera especial, sobre la triste situación a que ha quedado reducido Guayaquil,el orgullo de nuestra Patria y áncora preciosa de las libertades patrias.

Si como Magistrado cumplo con el deber de deciros, el Ecuador ha per-dido su mejor ciudad; como ciudadano tengo que demostrar mis sentimientosde dolor al ver aún las cenizas humeantes de este suelo querido; solo como pa-triota, callo, porque Guayaquil es escombros, pero la libertad y el patriotismotienen su domicilio en el espacio de tierra privilegiada donde os encontráis; suhogar es la ciudad entera, cubierta por el cielo que ostenta los colores de sugloriosa bandera.

Oprimidos se encuentran hoy por el dolor, contristados al ver el esfuerzode tantos años en escombros, pero al toque de guerra, si ésta es para defender laPatria y sostener sus principios, veréis al instante salir de entre las ruinas unnuevo ejército de voluntarios y sacrificar familia y fortuna en aras de la libertad.

Manos criminales, han querido ahogar el progreso de esta ciudad, herirlade muerte, para ver en agonía su preponderancia y amortajada la libertad, peroinsensatos, no conseguirán sus fines, porque de esas cenizas saldrá Guayaquilmás floreciente, más próspera y más rica.

La adversidad retempla los ánimos y donde hay elementos y hábitos detrabajo, las riquezas acumuladas en un siglo se recuperan en pocos años.

Por sus propios esfuerzos se levantará la Perla del Pacífico, pero eso noquita que los Representantes de la Convención Nacional, que comprendenbien cuánto debe la transformación política del país a esta ínclita ciudad, quesaben que el ejército patriota se ha compuesto en gran parte de hijos de Gua-yaquil y que les consta los esfuerzos y sacrificios que le cuesta la derrota delodioso partido que nos agobiaba y la conquista de la libertad que disfrutamos,escogiten los medios de devolver en corto tiempo, todo el esplendor y toda labelleza a esta patriótica ciudad.

Protección decidida a ella y que la paz sea el primer bien que reciba.La suerte de Guayaquil está en vuestras manos porque con sabias disposi-

ciones de vuestra parte y un Gobierno que esté a la altura de su deber renaceráde nuevo feliz.

Dios os guíe en el cumplimiento de vuestro deber.Señores Diputados,

Eloy Alfaro.Quito, octubre 10 de 1896.

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Mensaje del Presidente Interino de la Repúblicasobre la necesidad de que el Gobierno

continúe el Ferrocarril del Sur

Señores Diputados:En Mensaje especial tuve la satisfacción de manifestaros la necesidad im-

periosa de proceder cuanto antes, y venciendo todos los obstáculos que puedanpresentarse, a la continuación y término del Ferrocarril del Sur; factor principalpara el progreso del país; medio expedito y seguro de unir a todos los habitantesde la República, y de conseguir, como práctico resultado, que la igualdad deideas, principios y aspiraciones, afiance la paz, dé impulso al Comercio y a laAgricultura, y vida y bienestar a la Patria.

Más, para dar principio a estos trabajos con la libertad necesaria y la acti-vidad que ellos han menester, ante todo, y como condición indispensable, espreciso buscar los medios de conseguir que el pequeño trayecto que hasta hoyrecorre la línea férrea, entre a la Administración directa del Gobierno sin queexistan trabas para ello; ni haya que buscar la intervención de un tercero, que,con el carácter de juez y a nombre de la justicia tenga embargada no solo lapropiedad fiscal, sino aún la acción misma del Gobierno.

El arreglo lo creo fácil y aceptable por las partes que intervienen en el jui-cio, para la rescisión de los contratos del Ferrocarril de Durán a Sibambe; esdecir, el Gobierno, el Sr. Marco J. Kelly y la compañía del Ferrocarril y ObrasPúblicas de Guayaquil. Al primero le es conveniente, como os lo he manifes-tado, tener a su cargo la línea férrea con absoluta, independencia de todo otroindividuo, sociedad o intervención judicial, y poder así sin obstáculo, entrarde lleno en las reparaciones que son de vital importancia y en la obra misma;a los otros, para ver concluidos juicios que, si se prolongan por intereses con-trapuestos, no por eso pueden darles esperanza de una solución favorable.Compensar los derechos y obligaciones y renunciar cada parte a lo que puedealegar, pedir u obtener, es el bien que debemos hacer al país, dejando alegatospara ejecutar trabajos reproductivos e indispensables para el porvenir.

Consecuente con el modo de pensar que os manifiesto, traté, en la épocaen que estuve investido de amplios poderes, de llegar a una transacción acep-table, y aun se firmaron por parte del Gobierno y del defensor de la compañíay Obras Públicas, las bases para el arreglo; documento que encontraréis anexoy señalado con la letra A.

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Obstáculos provenientes de la reacción terrorista que conmovió de nuevoa la República, impidieron que el arreglo se llevara a efecto con las solemnidadesdebidas.

Después, e instruido de que entre las cláusulas que formaban la transac-ción, existían algunas perjudiciales al Gobierno, otras que daban mayor derechoa la compañía del que realmente tiene en la actualidad y que también se habríaprescindido de varios puntos esenciales, me vi obligado a buscar un nuevo arre-glo que, sin los inconvenientes especiales apuntados, diera por resultado la ter-minación de los litigios, renunciando cada una de las partes, mutuamente, lasacciones a que se creía con derecho. Formúlese entonces la minuta, letra B.

Al irse a efectuar esta nueva forma de transacción, vino el desastroso in-cendio de Guayaquil a entorpecer la terminación del asunto, motivo por elcual, y no creyéndome ya con atribuciones legales para concluirlo, acudo a laConvención Nacional: ella, conociendo los antecedentes, y estudiando las con-veniencias del país, debe dar sobre el particular una solución en armonía conlos intereses y aspiraciones del Gobierno.

Deseo que la Asamblea Nacional proceda en este asunto, con toda la am-plia libertad de que goza, y sólo como data ilustrativo, me permito dejar cons-tancia de las siguientes observaciones.

Bajo dos aspectos puede y debe estudiarse la conveniencia de las partespara la terminación de los litigios pendientes, y procediendo con imparcialidad,os presentaré en números, y por los datos existentes, cuál sería el resultado fa-vorable o adverso, si se atiende a los cómputos hechos hasta que el Gobiernorecibió las sales y la Empresa Ferrocarrilera perdió la administración de la obra,por secuestro judicial.

El cómputo de todos los trabajos hechos por el Señor Kelly, primeramente,y por la compañía de Obras Públicas, después, en las distintas secciones en quese encontraba dividido el estudio del Ferrocarril, asciende según documentosoficiales, y teniendo en cuenta el precio y condiciones del contrato, a la

Suma de S/. 598.701,38Y la Empresa tendría que pagar al Gobierno por elproducto de las sales a razón de S/.200.000 anualesen 4 años 5 meses que la explotó la Compañía S/. 833.500,00 SALDO EN CONTRA DE LA EMPRESA S/. 234.798,62

Si tomamos, no ya la estrictez del precio fijado en el contrato, en relacióna lo trabajado, sino el avalúo total de los trabajos ejecutados, y que existen he-

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chos por orden y cuenta del Gobierno, tendremos:Avalúo practicado S/. 835.972,41Recibido por sales S/. 833.500,00SALDO A FAVOR DE LA EMPRESA S/. 47.527,59

Si dejamos estos datos y tomamos los suministrados por los mismos Em-presarios, tenemos:

Valor del avalúo según ellos S/.1’076.279,00Recibido por sales S/. 833.500,00SALDO A FAVOR DE LA COMPAÑÍA S/. 222.770,00

Nada debo manifestar respecto del cómputo, porque el deja a favor delGobierno una suma de consideración.

Por lo que respecta al tercero, aparecerá a primera vista que le es perjudiciala la empresa la transacción; pero debemos tener en cuenta que no es así, ya porcuanto es exagerado el cómputo de que me ocupo, e imposible de tomarsecomo base, ya por cuanto, ese saldo a favor, nada da en compensación al Go-bierno.- Los trabajos ejecutados durante el tiempo que la Empresa ha estado acargo del señor Kelly y de la Compañía de Obras Públicas, son hoy tan inútilesal Gobierno, que no representan valor alguno, pues ni en parte pequeña sonutilizables.

Además de esta observación, es necesario tener presente, que en ningún caso,se ha hecho el cómputo, aunque sea aproximativo de los daños y perjuicios su-fridos por el Gobierno por la falta de cumplimiento del contrato, menos porlos intereses de la explotación de sales y tampoco la liquidación de las multas,que a razón de S/1.000 mensuales debería pagar la Empresa, desde la fecha enque debía haberse hallado el Ferrocarril en Sibambe.

Nótese además que si a favor de la Empresa, se ha cargado el valor de todotrabajo y todo gasto, en su contra y unido al producto de la sal, debe cargarseel producto del Ferrocarril en todo tiempo de la explotación.

No puedo aceptar que el valor que representa el Ferrocarril, comprendidoentre Durán y Yaguachi, y que ha sido avaluado en S/.426.000 entre en losavalúos ya puntualizados, porque la subvención que el contrato de Agosto 11de 1887 concede a la Empresa, o sea la suma de S/.50.000 anuales, quedó can-celada al firmarse el nuevo contrato, cuyas bases aprobó el Congreso de 1890(artículo 5º).

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A este hecho particular me refiero, al deciros que las primeras bases detransacción no se firmaron por contener, entre otras, cláusulas que daban a laEmpresa más derecho del que realmente tiene.

De aceptarse la inclusión del avalúo del Ferrocarril de Durán a Yaguachi, en-tonces la operación en sus tres distintas fases, varía por completo en contra delGobierno en esta forma:

Saldo que en contra de la Compañíadeja en el primer cómputo S/. 284.798,62Valor del Ferrocarril de Durán a Yaguachi S/. 426.000,00Saldo a favor de la Empresa S/. 141.201,38

El segundo daría:Saldo que en contra de la Compañía dejael seguido cómputo S/. 47.427,59Valor del Ferrocarril de Durán a Yaguachi S/. 426.000,00SALDO A FAVOR DE LA COMPAÑÍA S/. 378.472,41

Por el tercero, tendríamos:Saldo a favor de la Compañía S/.192.779,00Valor del Ferrocarril de Durán a Yaguachi S/.426.000,00A FAVOR DE LA EMPRESA S/.618.779,00

Pero como os he dicho, no puede el Gobierno, ni debe pagar esa sumaporque se renunció a ella por el contrato de 1890, y esa renuncia surtió suefecto como lo surtió la entrega inmediata de las sales, aunque en lo generalno se llevó a cabo por la falta de cumplimiento de las cláusulas resolutorias.

Existían en la primera transacción, bases perjudiciales al Gobierno, porquesólo se comprendían los materiales embargados, y no lo están los que en algunacantidad se encuentran después del puente de Chimbo, que es menester seandel Gobierno, como todo lo existente y todo lo trabajado, para que la inter-vención extraña y nuevas reclamaciones no se presenten en otra ocasión.

1896.

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Mensaje del Presidente Interino de la Repúblicasobre la conveniencia de continuar las sesiones de la Asamblea en

la Capital de la República

SEÑOR PRESIDENTE DE LA CONVENCION NACIONAL:Vuestro propósito de terminar aquí la Constitución de la República, es un

título de honra para los Representantes de la Nación que han accedido a lasaspiraciones del Partido Liberal; pero como mis deberes de primer Magistradome obligan a corresponder debidamente a vuestros patrióticos esfuerzos, véameen la imprescindible necesidad de manifestaros las dificultades que pueden pre-sentarse si prolongáis vuestras sesiones en esta ciudad que tanto se interesa porvuestro bien. La inusitada proximidad del invierno, me hace temer que la sa-lubridad pública sufra algún tanto, por la aglomeración de las familias, conmotivo del último incendio que ha destruido buena parte de la ciudad; así esque soy de parecer que la Convención Nacional vaya a terminar sus labores enla Capital de la República. Si resolvéis hacerlo así, otro deber no menos impe-rioso me obliga también a manifestaros que, como los enemigos jurados de lalibertad continúan conspirando contra el orden público, juzgo indispensableque invistáis al Ejecutivo de las facultades extraordinarias que necesita duranteeste interregno para mantener la paz, que es el primer bien que debemos ofreceral país. Reinstalada la Convención en Quito, las cosas volverían al orden nor-mal, tal y cual se encuentra hoy.

Señor Presidente. ELOY ALFAROEl Ministro de lo Interior,J. de LA PIÉRRE.Guayaquil, Noviembre 6 de 1896.

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Mensaje del Presidente Interino de la Repúblicapidiendo prórroga del plazo dado al Comercio de Guayaquilsobre las liquidaciones y pedidos, con motivo del incendio

del 5 y 6 de Octubre

SEÑORES DIPUTADOS:Después del desastroso incendio que tuvo lugar en la ciudad de Guayaquil,

en los días 5 y 6 de Octubre del presente año, que destruyó parte de esa rica yfloreciente ciudad, y teniendo en consideración las serias dificultades, en lastransacciones comerciales a fin de evitar perjuicios considerables al comerciode esa plaza, expedí el decreto de 8 de Octubre en el cual se dispuso en su Art.3º, que los saldos a cargo del comercio por liquidaciones de pedimentos deAduana hasta el 5 de ese mes, podían ser satisfechos en pagarés a seis meses deplazo con intereses descontables de nueve por ciento anual a la orden del Te-sorero de Hacienda del Guayas, firmados por personas abonadas y garantizadaspor otras de igual carácter a juicio de dicho empleado y del Colector de Aduana.

En el artículo 4º del referido decreto se hizo igual concesión a todos loscomerciantes que verificaran pedidos de Aduanas hasta el 31 de este mes.

Hoy vence el plazo señalado, y como el comercio no se repone todavía delos grandes quebrantos producidos por el incendio, creo indispensable que laAsamblea Nacional disponga, si lo tiene a bien, la prórroga de los artículos 3ºy 4º del mencionado decreto, por un tiempo prudencial que pueda ser de seismeses más, es decir, hasta el 30 de Junio del próximo año de 1897.

Quito, Diciembre 31 de 1896Señores Diputados.ELOY ALFAROEl Ministro de Hacienda,José María Carbo.

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Mensaje especial sobre la obra del Ferrocarril del Sur, dirigidoa la Convención Nacional por el Presidente Interino de la

República, General Don Eloy Alfaro

Señor Presidente de la Convención Nacional:En el Mensaje que dirigí a la Convención Nacional, dándole cuenta del

movimiento administrativo de la República, durante el tiempo en que ejercí laJefatura Suprema, tracé, a grandes rasgos, la historia de las especulaciones es-candalosas y del peculado infame de que fue víctima la grandiosa obra del Fe-rrocarril del Sur.

Vinculado como está en ella el porvenir de la Nación, en todos los ramosde su actividad mercantil, agrícola e industrial, vuelvo a llamar la atención delos Representantes del pueblo para que, con su ilustración y patriotismo exco-giten los mejores medios de llevar a feliz término la empresa comenzada, porexigirlo así, no solamente la conveniencia nacional, sino el buen nombre y pres-tigio de la noble causa de la libertad y el progreso que defendemos, con inque-brantable perseverancia y con fe ciega en el triunfo definitivo de la justicia y lacivilización, sobre el abuso y la barbarie.

El informe del Ingeniero en Jefe, Mr. Muller, encargado por mi Gobiernodel estudio y trazo de la línea, y que acompaño a este Mensaje especial, llevaráa la Cámara el convencimiento de la practicabilidad del ferrocarril en condi-ciones mucho más favorables de las que generalmente se creía, pues puedenvencerse las grandes dificultades que, anteriores e incompletos estudios de puraespeculación, habían dejado entrever.

Línea fácil, segura y económica nos promete el informe en que me ocupo:así es que la alteza de miras de los Diputados de la Nación hará lo demás, paraque al volver de pocos años, los pueblos todos de la República, unidos con lazode fierro, consoliden la unidad nacional que hará desaparecer el provincialismoy levantará al país de su postración económica, abriendo al esfuerzo individualnuevos y más hermosos horizontes.

En el mundo moderno y en la civilización que alcanzamos, es necesarioproscribir el empirismo en todos los ramos de la administración porque él ma-logra toda honrada labor o da margen al abuso y a la especulación con detri-mento de los caudales del pueblo.

Increíble parece, señor Presidente, que las últimas Administraciones hu-bieran celebrado contratos a la gruesa ventura sin saber lo que tenían entremanos, y sin someterse a la ciencia llamada a establecer la verdad.

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De allí el robo inicuo de que ha sido víctima nuestro Tesoro, explotadopor los mismos a quienes la ley encargaba de su custodia.

Especuladores sin conciencia celebraron esos contratos con la única mirade ganar grandes comisiones y dejar burlada la credulidad de tantas personashonorables que, dentro y fuera de la República, contribuyeron con sus capitalesa la redención económica del país.

Por esta razón, juzgo absolutamente indispensable, para celebrar contratosdefinitivos, que la ciencia pronuncie primero su última palabra, a fin de podernegociar, sobre base sólida y con éxito cierto.

Pero, como mientras los estudios científicos se terminan, el Gobierno nopuede ni debe cruzarse de brazos, opino por que le autoricéis a continuar laobra con los recursos que tengáis a bien disponer, pues bien puede hacersemucho en la parte que no ofrece dificultades de otro lado del Chimbo.

En el firme propósito de proseguir los trabajos del ferrocarril, hice venirdel extranjero seiscientas toneladas de rieles que están en Durán esperando dela Convención Nacional esta palabra entusiasta; adelante!

Las rectificaciones que hay necesidad de hacer al trazo hecho por los ante-riores contratistas, han impedido al Gobierno poner manos a la obra; pero,como es fácil vencer esos inconvenientes, no debemos perder un tiempo tanprecioso.

Los principios de la ciencia nos enseñan que en las grandes Empresas Na-cionales, generalmente los Gobiernos no son buenos administradores, porquesus ocupaciones múltiples no les permiten, entrar en ciertos detalles y fiscali-zarlo todo. En esta virtud, yo no vacilaría en confiar el éxito del Ferrocarril auna comisión honorable, compuesta de hombres patriotas, probos y de fortuna,que se encargase de allegar los capitales de que habemos menester para la cons-trucción de la obra redentora y de excogitar los mejores medios de llevarla acabo.

Los Poderes Legislativo y Ejecutivo, en los respectivos casos, se reservarían,como es natural, la facultad de aprobar o desechar los contratos; pero la Co-misión administraría, con entera independencia, a fin de ofrecer a todos la máscompleta garantía de honradez y competente manejo.

Esa Comisión podría componerse, en mi concepto, de las siguientes per-sonas que inspirarán confianza al capital extranjero y al nacional.

Señores:Ignacio Robles,I. C. Roca,

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Eduardo M. Arosemena,Homero Morla,Enrique Seminario,Lautaro Aspiazu,Nicolás Norero,Eduardo Rickert,Pedro Pablo Gómez.Agregándose un número igual de suplentes que podrían serlo los señores

siguientes:Vicente Sotomayor y Luna,Guillermo López,Luis A. Dillon,Antonio Madinyá,Francisco J. Coronel,Carlos Alberto Aguirre,Lisímaco Guzmán,Sixto Durán Ballén,Samuel Koppel.Firmemente persuadido estoy, señor Presidente, de que confiada la Admi-

nistración del Ferrocarril a una Comisión como la que acabo de indicar, loscapitales extranjeros vendrán al país a buscar colocación provechosa y a en-grandecer la República.

Toca, pues, a los Representantes del pueblo, señalar, por lo pronto, los fon-dos necesarios para que el Gobierno pueda continuar la obra.

Terminados los estudios científicos, el Poder Legislativo destinará, al fe-rrocarril rentas seguras que puedan ser pignoradas para allegar los fondos quenecesita para llevarla a feliz remate, ya por cuenta de la Nación o ya por em-presas particulares, como mejor convenga a los intereses públicos.

Algún dinero costará la grandiosa obra; pero habiendo honradez, los mi-llones sobrarán y la patria renacerá, como el fénix, de sus propias cenizas.

No tengo que encarecer a usted, señor Presidente, este Mensaje especial,porque todos los ecuatorianos estamos convencidos de que sin ferrocarril noes posible el verdadero y rápido progreso nacional.

A petición del ingeniero Mr. Muller, nombré una comisión compuesta delos señores Emilio Estrada, C. ill y Rafael Ontaneda, para que examinaralos trabajos hechos y la ruta que debía seguir el camino. Acompaña a este Men-saje el informe de dicha Comisión.

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Las ofertas que de capitales de Europa y los Estados Unidos del Norte, hacomenzado a recibir mi Gobierno, me demuestran que el mundo comercial,buscando la manera de invertir sus caudales con seguridad y provecho, se in-teresa por la prosperidad del Ecuador, porque tiene confianza en la rectitud demiras y en la honorabilidad de la nueva Administración.

Si los Diputados del pueblo, como lo espera la Nación entera, dan a esteasunto vital para la República, toda la importancia que realmente tiene, y rodeaal proyecto del prestigio que necesita para infundir la confianza general, la an-helada construcción del ferrocarril será la página más hermosa del Partido Li-beral.

Señor Presidente,

Eloy AlfaroEl ministro de Obras Públicas,J. de Lapiérre

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Mensaje del Presidente de la República sobre Liberaciónde Derechos de Aduana y las Máquinas para la Agricultura

Señores Diputados:En uno de mis anteriores Mensajes os manifesté cuán decisiva es en el pro-

greso de los pueblos la acción proteccionista de los Gobiernos.El egoísmo arancelario respecto a artículos dedicados a la agricultura y a

las industrias, debe desaparecer de nuestra Ley de Aduanas, a fin de fomentarel empleo de las máquinas, que tanto significan para el impulso y desarrollo delas empresas fabriles y agrícolas, duplicando la riqueza pública.

Países como el nuestro, casi virgen en materia de aplicaciones modernas,demanda una decidida protección para levantarse al nivel industrial productorde naciones mucho más pobres que la nuestra en materias primas.

El empirismo y la rutina dominante en casi todas las manifestaciones deltrabajo, por falta de máquinas, es asunto de reforma que debemos favorecerhasta donde sea posible; para lo cual bastaría librar de derechos de importacióntodo lo que sea máquinas para la agricultura y la industria fabril, especificando

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convenientemente las clases exceptuadas, correspondiéndole al Ejecutivo con-ceder la liberación, como medida reguladora del abuso que puede sobrevenir.

Con solo esta medida habremos dado un gran paso favoreciendo dos fuen-tes de riqueza, cuyos benéficos resultados muy pronto los palpará el país.

Dictad, pues, la reforma conveniente en la Ley de Aduanas, seguros delinmenso beneficio que reportará tan liberal disposición.

Señores Diputados,

Eloy AlfaroEl Ministro de Hacienda, encargado del Despacho de Fomento,Ricardo ValdiviesoQuito, mayo 27 de 1897.

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Mensaje del Presidente de la República solicitando la ProtecciónEspecial a la Mujer y Participación en los Empleos Públicos

Señores Diputados:Nada hay tan doloroso como la condición de la mujer en nuestra Patria,

donde relegada a los oficios domésticos, es limitadísima la esfera de su actitudintelectual, y más estrecho aún el círculo donde pueda ganarse el sustento in-dependiente y honradamente.

Abrirle nuevos horizontes, hacerla partícipe en las manifestaciones del tra-bajo compatible con su sexo, llamarla a colaborar en los concursos de las cien-cias y de las artes; ampliarle, en una palabra, su campo de acción, mejorandosu porvenir, es asunto que no debemos olvidar.

En el Ecuador, especialmente, nada se ha hecho por mejorar la condiciónde la mujer; no es justo que una Asamblea ilustrada y compuesta de liberales,clausure sus sesiones sin haber iniciado siquiera la reforma en este sentido.

¿Por qué no franquearle a la mujer las puertas de las Universidades, a finde que se dediquen al estudio de profesiones científicas?

¿Por qué no proporcionarle, asimismo, institutos especiales para el apren-dizaje de artes y oficios que no riñan con su sexo?

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¿Por qué no darle participación en los empleos públicos, compatibles tam-bién con su sexo?

En los Estados Unidos, la protección especial que las instituciones handado a la mujer, está proclamando el perfeccionamiento social de ese gran país.

Y no se diga, siguiendo el pesimismo egoísta de muchos, que todas estasreformas en la educación de la mujer alejan del hogar su poesía y su tranquili-dad. Todo lo contrario: la mujer instruida, la mujer que posee artes o indus-trias, la mujer que trabaja y adquiere la experiencia que da al contacto másinmediato con la vida real, lejos de perjudicar en la vida doméstica, es un granauxiliar para la familia y una prenda valiosa para el esposo, porque, retempladasu alma en el realismo, sus ideas acerca de la fidelidad y del honor –su mejorpatrimonio–, llegan a ser más claras y más perfectas, y más sólida, por consi-guiente, la educación moral que reciben los hijos de tales mujeres.

Prácticamente proclama el aserto anterior la mujer norteamericana, dondelas leyes protegen decididamente al bello sexo, dándole garantías y concedién-dole derechos que han levantado su nivel a un grado tal, que es prodigiosa laactividad en que se desenvuelve la influencia femenina en las distintas mani-festaciones de la vida social.

Convencido de la importancia de cuanto dejo expuesto, inicien el períodode la Jefatura Suprema esa protección a la mujer, ocupándolas en las Adminis-traciones de Correos y estableciendo una clase de Telegrafía para señoritas.

Pero como no es posible quedarnos en el principio, corresponde a la Asam-blea de 1897 perfeccionar la protección iniciada dictando leyes que emancipena la mujer ecuatoriana de ese estrechísimo círculo en que vive, y la brindenoportunidad de levantarse a un nivel que la ofrezca abundancia de recursospara su subsistencia honrada.

El tiempo se encargará de hacer palpar las ventajas de las reformas en estesentido, y la Historia hará justicia a quienes las pusieron en práctica.

Señores Diputados,

Eloy AlfaroEl Ministro de Hacienda, encargado del Despacho de Fomento, Ricardo ValdiviesoQuito, junio 2 de 1897.

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Mensaje del Presidente de la República al Congreso Nacional

Señores Senadores y Diputados:Siéntome animado de viva satisfacción al ver instalado el Augusto Cuerpo

Legislativo; pues ello me permite cumplir con el precepto constitucional dedarle, en esta ocasión, somera cuenta de mis actos administrativos e informarleacerca de la situación de la República.

La tranquilidad del país no es todavía sólida. La paz no ha podido man-tenerse sino a expensas de la constante y eficaz vigilancia del Gobierno; mas espreciso tener en cuenta que, si sólo se hubiese tratado de los enemigos tradi-cionales, la Policía habría sido suficiente para mantener el orden; pero circuns-tancias especiales han proporcionado fuera a la oposición desatentada, dándolea veces carácter amenazante y produciendo inquietud y malestar generales.

Respecto a lo moral, debo deciros que, tras de la cruenta lucha en los cam-pos de batalla, ha sobrevenido para mi Gobierno otra sumamente enojosa, lalucha contra la corrupción política; corrupción que no es desconocida paranadie y que, nacida bajo tenebrosos auspicios, desde la iniciación de la nacio-nalidad ecuatoriana, ha venido desarrollándose a pesar de algunos intervalossaludables, y ha obligado al país a recorrer una víacrucis de sacrificios y confu-sión, cuyos efectos se sienten todavía, porque un mal tan arraigado no puedeextirparse sino de una manera paulatina.

Con sobrado fundamento, uno de los Patriarcas de la causa redentora delos pueblos, don Pedro Moncayo, decía:

“De todos los males que causó Flores al país, ninguno ha sido tan inicuo, ni detan fatales consecuencias, como esa escuela de vicios y depravación que dejóestablecida”.

Esa escuela de iniquidad, que se ha alimentado con la vida de los pueblosy que, en diversas épocas y en diferentes formas, ha traicionado a la República,combina aún criminales planes encaminados a adquirir de nuevo, por la vio-lencia, la posesión del Poder; pero ellos serán, en todo sentido, frustrados porel vigoroso esfuerzo de los buenos ciudadanos, que están prontos a inmolarseen aras de la Patria, si fuere menester, para asegurar las libertades públicas. In-tentar, pues, que vuelva a inclinar la cerviz a ese yugo, el pueblo que tan heroi-camente lo sacudió para avanzar en el camino de la civilización, equivale acometer la loca empresa del desquiciamiento de la mole inmensa de los Andes.

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El Decreto de amnistía de 9 de Julio último, fue expedido a pesar de laamenaza de una invasión liberticida en connivencia con algunos traidores dedentro del país, y esa amenaza aún subsistente; pero nuestros valerosos soldadosestán, con el arma al brazo, esperando sólo la señal de marcha a donde los pro-voquen el peligro, para escarmentar otra vez, si fuere preciso, a los contumacesperturbadores del orden.

Demás es asegurar el triunfo de nuestras legiones, máxime contando, comodebo contar, con el apoyo de los hombres de bien, y la opinión honrada delpaís, con los cuales tengo la confianza de que se cimentará y afianzará la pazpública, y el Estado avanzará, con paso firme, por el camino de su regeneraciónpolítica y social.

Esta como conspiración permanente por parte de la escuela a que me refiero,incapaz de entrar en razón y menos aún de arrepentirse de las calamidades que ala Patria ha ocasionado, ha sido causa para que, muy a pesar mío, haya conservadohasta hoy las Facultades Extraordinarias de que me invistió la última Asamblea yque ahora solemnemente os las devuelvo, asegurándoos que, si bien el peligro quelas motivó aún subsiste, rara vez, sin embargo las he usado, y eso para precaver elcrimen, que no para castigarlo. Y os las devuelvo, Señores Representantes, movidopor la confianza que ya os manifesté, y porque abrigo la convicción de que vuestraslabores contribuirán eficazmente a consolidar la paz que demanda el progreso dela República, basado en el desenvolvimiento de sus poderosas fuerzas vitales.

Nada, nada ha omitido la oposición ciega para hacerme desistir de mispropósitos de procurar la armonía nacional por medio de una política de cle-mencia; pero hasta ahora, felizmente, no me ha sido menester recurrir a la apli-cación de todo el rigor de la justicia para cumplir los deberes que me competencomo inmediato responsable de la causa de la libertad y la civilización.

A pesar de las dificultades expuestas, complázcome en manifestaros, quelos diversos partidos políticos, tocante a sus legales luchas por las ideas, han te-nido, tienen y tendrán verdaderas garantías, circunstancia que aquí, como Jefede la Nación, me enorgullezco al patentizarla.

He puesto escrupuloso esmero en conservar y extender más, en lo que haestado a mi alcance, las buenas relaciones del Ecuador con las otras Potencias.

Nuestra Legación en Washington continúa prestando importantes servi-cios al país.

Ante la Dieta de la República Mayor de Centro América, existe acreditadauna Legación permanente, que la representa ad honorem, el honorable y dis-tinguido doctor don Fernando Sánchez.

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Al antiguo Encargado de Negocios en Montevideo, Señor Francisco A. Gómez,se le ha promovido, por sus buenos servicios, al rango de Ministro Residente,también ad honorem.

Se ha celebrado con la República de Chile un tratado de reciprocidad co-mercial, que será sometido a vuestra deliberación. Dicho parto, en mi con-cepto, abre un nuevo mercado al tabaco, azúcar y café. El beneficio que de élreportarán nuestros productores compensa con creces las concesiones que ha-cemos a todos los artículos chilenos. Además, el establecimiento de una nuevalínea de vapores directos, facilitará un valiosísimo comercio de frutas de ambospaíses, siendo él una ventaja para los que a ese negocio se dedican en nuestropuerto principal y para los agricultores de las provincias del Oro, del Guayas yLos Ríos.

Con módicos derechos de exportación, impuestos oportunamente a esefácil y abundante tráfico, el Fisco se resarcirá de lo que deje de percibir por lasfranquicias que se otorgan en el tratado de comercio con Chile.

Sin embargo, considero el referido convenio como un ensayo que tiene deensancharse y perfeccionarse con la práctica, y que contribuirá, por modo efi-caz, a realizar el inmenso bien de estrechar, con los vínculos de intimidad sin-cera y provechosa, a dos pueblos hermanos.

También se ha celebrado, con la misma República, un tratado de Extradi-ción, que ha merecido ya aprobación del Congreso Chileno, y que el SeñorMinistro de Relaciones Exteriores someterá a vuestro estudio. Chile, que siem-pre se ha manifestado deferente para con el Ecuador, acaba de darnos otraprueba de amistad, concediéndonos varias becas en sus colegios nacionales,que serán de grande utilidad para nuestra juventud estudiosa e inteligente.

En la Legación Norteamericana ha ocurrido un cambio de personal: alExcmo. Señor Archibald J. Sampson, sucesor del Honorable Señor Tillman,se le ha reconocido en su elevado carácter de Enviado Extraordinario y MinistroPlenipotenciario de los Estados Unidos de América.

El Honorable Señor J. Hipólito Frandin está reconocido como Encargadode Negocios de Francia, Nación con la cual se ha celebrado un convenio, porel que, las Altas Partes contratantes, se garantizan recíprocamente el tratamientode la nación más favorecida.

También hemos ajustado con la República Francesa convenciones sobrepropiedad literaria y cambio de paquetes postales, todo lo cual será sometidoa vuestra decisión.

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Para la concurrencia de nuestras manufacturas y frutos a la Exhibiciónuniversal del año 1900, se han adoptado las medidas más conducentes a queel Ecuador figure, dignamente, en ese grandioso certamen de la civilización ydel progreso.

Para la Exposición Ecuatoriana en Berlín, se ha nombrado Delegado alCónsul Señor Roberto Jannasch, y a este mismo Agente se le han conferidolos necesarios poderes para celebrar un convenio de cambio de paquetes postalescon el Imperio Alemán.

El país ha estado debidamente representado en el Congreso Postal Inter-nacional celebrado en Washington, en el Congreso Científico Latino Ameri-cano de Buenos Aires, en el Jubileo de S. M. la Reina Victoria, y lo estará asímismo, en la Conferencia Internacional de Historia y Demografía de Madrid,en el Congreso Internacional de la Historia de La Haya y en las fiestas del Cen-tenario de Vasco de Gama en Lisboa.

Se ha declarado el desahucio del Tratado de 1886 con la Gran Bretaña, con elobjeto de celebrar otro que esté más en armonía con las necesidades de la épocay de nuestro comercio.

El Honorable Señor Antonio Díaz Miranda, Cónsul de España en Quito,fue promovido, por su Gobierno, a la categoría de Encargado de Negocios, ycomo tal se halla reconocido.

Además, el Señor Antonio Díaz Miranda, representa al Gobierno de Italia,en lo referente a una reclamación de los Padres Salesianos, la cual se discute yapor medio de Jueces árbitros.

En la guerra surgida desgraciadamente entre los Estados Unidos de Amé-rica y España, se ha adoptado, como norma de conducta, la más completa neu-tralidad.

Háse adherido el Ecuador al Reglamento Internacional, que indica los me-dios de evitar colisiones en el mar, y al Código Internacional de señales marí-timas, publicado por el Admirantazgo Inglés.

En las relaciones entre el Ecuador y la Santa Sede existe un grave asuntopor solucionarse, y es el ajustamiento de un Concordato que deslinde, de unamanera razonable y precisa, los deberes y derechos del clero, sin menoscabo dela religión predominante en el país y de acuerdo con la Constitución vigente.

Anhelando terminar, cuanto antes y del modo más satisfactorio, tan inte-resante cuestión, se invitó a la Santa Sede Apostólica para que acreditase un Re-presentante debidamente autorizado para arreglar las diferencias pendientes.

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Debido a esta invitación, que se hizo con el carácter de premiosa, el SumoPontífice Romano se dignó elegir a Monseñor Gasparri para que le representaseen el Ecuador, debiendo precederle Monseñor Juan Bautista Güidi, a fin de noretardar los arreglos más urgentes.

Vino, en efecto, del Brasil, Monseñor Güidi, y en el acto, nombróse, con elcarácter de Ministro Plenipotenciario ad-hoc, al Señor Doctor Don ManuelB. Cueva, investido de todas las facultades necesarias para tratar con el distin-guido Enviado de la Santa Sede.

Iniciáronse las conferencias entre los dos Representantes; pero, cuandomenos se esperaba, Monseñor Güidi manifestó que carecía de autorización paratratar, y, aunque sus credenciales acreditaban lo contrario, se retiró, dando porterminada su misión con sólo haber conocido los deseos y propósitos del Go-bierno Ecuatoriano.

De la manera como se discutió, por parte del Ecuador, este delicadoasunto, podéis juzgar por los documentos que os presentará el señor Ministrode Relaciones Exteriores, los cuales considero honrosos para el país.

En la actualidad, Monseñor Gasparri se encuentra en Lima, sin que sepa-mos aún la época en que vendrá a esta Capital, para desempeñar la misión quele ha sido encomendada.

La veneración que guardo por los Próceres de nuestro Independencia, quie-nes nos legaron una Patria, la más poderosa en las Américas del Sur y Central,me impele a fijar la atención en nuestra debilidad y pequeñez actuales, e indi-caros lo que, a mi juicio, convendría realizar, para asegurarnos tranquilo por-venir, al abrigo de una hermosa confraternidad.

Por ahora, intereses bastardos impiden pensar en la reconstitución de laantigua y gloriosa Colombia de Bolívar; pero sí sería fácil formar una Confe-deración que presente unidos, ante el Nuevo Mundo, a los pueblos que con-quistaron su Independencia en los campos de Carabobo, Boyacá y Pichincha.Efectuada esta unión, esas nacionalidades, en lo tocante en sus asuntos internos,continuarán disponiendo de sus destinos, como a bien tuvieren, tal cual ha ve-nido sucediendo hasta el día de hoy; pero, en lo referente a Relaciones Exte-riores, formarían una sola entidad política compuesta de Venezuela, Colombiay el Ecuador confederados, con un total de ocho millones de habitantes, es-parcidos desde las playas del Orinoco y Hoya Amazónica, hasta el Golfo delGuayas; es decir, en toda la extensión del territorio más rico del Continente deColón.

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Una Dieta, compuesta de Plenipotenciarios de las tres Repúblicas, sería lallamada a organizar esa gran entidad internacional, que nos mostraría fuertesy respetables ante las demás potencias, y nos permitiría representar un inmensopapel, como Nación, en la vida del porvenir. Además tendríamos la ventajade que entonces, nuestras cuestiones de límites, tan peligrosas y de suma tras-cendencia ahora, siendo de suyo insignificantes al tratarse de una fraternidadpráctica, serían arregladas por Juntas Anfictiónicas, como querellas de familia.

Meditad, os ruego, al calor de acendrado patriotismo, plan tan vasto comoprovechoso, a fin de que si, con la mirada siempre fija en lo porvenir, lo estimáisoportuno, me autoricéis para proponer, sin demora, a los Gobiernos de Caracasy Bogotá, la reunión de un Congreso preliminar, en el que se discutan las basesde la gran Confederación que ha de verificarse después, naturalmente con elmutuo acuerdo de los pueblos respectivos.

La situación económica ha mejorado en algún tanto, a pesar de las difi-cultades, al parecer invencibles, que ha venido presentando.

La desmoralización en el manejo de las rentas públicas, durante el régimenanterior, es notorio al país, así como los perniciosos efectos que han produ-cido.

En consecuencia, el Gobierno actual heredó de las Administraciones pa-sadas la bancarrota, en todas sus variadas formas, situación que se agravó acausa de los ingentes gastos ocasionados por la guerra civil de 1895 y 1896.

Nuestra renta principal, la de la aduana de Guayaquil, se ha encontrado siem-pre comprometida por obligaciones improrrogables, cuyos pagos han afectadode una manera sensible, el modus vivendi diario. Por esto, comprenderéis fá-cilmente, cuántas y cuán graves dificultades rentísticas se habrán presentado ami Gobierno; y por que éste, constreñido por supremas necesidades de saludpública, haya tenido que adoptar medidas salvadoras y honorables, suficientespara no llegar al extremo de no hacer uso de las odiosas facultades que concedenal Ejecutivo los apartes 2º y 3º del artículo 98 de la Constitución, para cobraranticipadamente las contribuciones, o exigir empréstitos forzosos.

Los ingresos en 1897 han subido a S/. 6.760.544,58Y los egresos a S/. 5.690.219,73

La diferencia que entre estas dos Partidas aparece, proviene de la cuentade Crédito Público y de la existencia de Caja de las Tesorerías, como se expli-cará en los cuadros anexos a la Memoria respectiva.

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Como entradas de las Aduanas marítimas y terrestres figuran S/. 5.568.621,92De los cuales corresponde a laDe Guayaquil S/. 5.373.198,81

Divididos como sigue:Importación S/. 2.668.003,17Exportación, sustitución, diezmo,Impuestos adicionales de Exportación, etc. S/. 742.295,92

Y partícipes S/. 1.962.899,72

El sistema arancelario que se observa en la República es muy deficiente, ypide variación absoluta.

A causa de esta deficiencia y de las inventariadas y viciosas rutinas queestán en práctica, sucede que, a pesar de manejar la Aduana de Guayaquil unpersonal tan honorable como competente, siempre se encuentra atrasado elcobro de algunas quincenas.

El arancel norteamericano, que fija simplemente un tanto por ciento sobreel valor de factura, lo estimo como el más práctico, sencillo y correcto.

El escandaloso contrabando que, hasta la formación del actual Gobierno,se efectuaba por el Muelle y por la Aduana de Guayaquil, se ha logrado quehoy sea casi imposible; mas, por desgracia, no ha podido conseguirse igual re-sultado respecto a las introducciones clandestinas que se hacen por las fronterasdel Carchi y del Macará, donde se ha establecido una verdadera y muy alar-mante corriente de tráfico ilícito. Vienen ya, hasta para el comercio de Quito,mercaderías que no pagan un centavo por derechos de importación. Esto sedebe muy principalmente al escaso personal que la ley señala para impedir elcontrabando por ese lado; pues, para vigilar la frontera del Carchi, apenas de-signa un cabo de resguardo y veinte guardas, en tanto que la vecina Repúblicade Colombia mantiene, en esa misma zona, ciento veinte guardas, y ni aun asíconsigue impedir, en lo absoluto, el paso de bayonetas y otros artículos que,comerciantes de ambos países, introducen a Pasto de contrabando.

La provincia de Loja se abastece, en gran parte, de lo que libremente in-troducen los especuladores por la extensa línea del Macará, que materialmentees imposible pueda ser vigilada por sólo doce guardas que la ley establece paratal objeto.

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Así mismo por el cantón de Santa Rosa, tanto por tierra como por mar, seefectúa un constante contrabando, que no puede impedirse con el escaso res-guardo existente y que también exige seria atención.

Otro tanto puede decirse del Pailón, en la provincia de Esmeraldas.Por lo expuesto, os recomiendo dictéis las providencias necesarias para ata-

jar este mal, que amenaza reducir considerablemente nuestra renta aduanera.El millón y medio de sucres en Bonos de Aduana, fue depositado en el

Banco Comercial y Agrícola, recibiendo el Gobierno un anticipo deS/.630.000, y por esta cuenta se debía el 30 de Junio último S/.209.347,47.

El empréstito de S/.650.000 levantado en Setiembre de 1896, ha sido cu-bierto ya, con sus respectivos intereses, al Banco Comercial y Agrícola.

Las cuentas todas de los Bancos han bajado notablemente; sólo al Bancodel Ecuador se le ha pagado, hasta el 31 de Julio último, la suma deS/.735.187,08 por deudas contraídas por los Gobiernos anteriores al de Juniode 1890, y además S/.150.000, valor de una mensualidad que el último deellos recibió adelantada, por cuenta de su contrato de anticipos sobre las rentasde Aduana.

En el ramo de sal ha producido en el año 97, la suma de S/.253.854,66.También exige reforma la ley sobre el estanco de este artículo, pues ella da mar-gen a un contrabando que perjudica mucho al Fisco. Además la provincia delCarchi se abastece con sal introducida clandestinamente de Colombia.

El impuesto sobre aguardientes ha rendido en 1897 la suma deS/.322.105,57, producto insignificante, debido a la ley de la materia; y, portanto, se hace indispensable adoptar otro sistema de impuesto sobre ese artí-culo, procurando la sencillez en el procedimiento y la mayor equidad al gravaral productor, con el objeto de alejar la posibilidad del contrabando, y conseguirasí que el rendimiento sea cuantioso, cual debe esperarse de la sabiduría delLegislador.

Se ha convocado licitadores para el arrendamiento de las minas de brea ypetróleo de Santa Elena, sobre la base condicional de cuatrocientos mil sucrespor veinte años. Los plazos de la licitación se han ido prorrogando, y el último,que está fijado para el 30 del mes en curso, también será necesario prorrogarlo,para favorecer la competencia.

Aún no se ha presentado ninguna propuesta; pero informes privados quehe recibido, me hacen esperar que se logrará arrendar las referidas minas enmayor cantidad que la indicada.

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Os recordaré, que los Sres. M. G. Mier y Compañía obtuvieron de la Con-vención Nacional de 1878 un privilegio, por veinte años, para explotar esa pro-piedad nacional por la suma de 1.100 pesos febles al año. Dicho privilegioterminó el 22 de Mayo próximo pasado, y, desde entonces, se arrendaron pro-visionalmente al señor Antonio B. Agacio dichas minas, por 3.000 sucres anua-les, hasta el 30 del mes actual, o hasta que el Gobierno verifique la licitaciónde que os he hablado. Además, se ha levantado un plano y redactado un in-forme científico de las referidas minas, todo lo cual se ha remitido a nuestrosConsulados de ultramar, para dar a conocer debidamente esa valiosa propie-dad.

Espero señaléis al Ejecutivo el modo cómo, en definitiva, debe procederrespecto a este asunto.

El estanco de pólvora ha producido S/.35.625,73, y se han recaudadoS/.41.699,55 por impuesto sobre tabaco, correspondiente todo al año ante-rior.

Respecto al ramo de tabaco se me ha iniciado una vasta negociación sobrela base de un monopolio a cambio de un empréstito al Gobierno, en cantidadsuficiente, para pagar todas las deudas de la Nación; empréstito que será amor-tizado con parte de las utilidades de ese monopolio.

Cuando se me presenten formalmente las bases para este negociado, laspasaré a vuestro estudio, para que, conciliando los intereses económicos delpaís, con los de la clase trabajadora que se dedica a esta industria, resolváis loconveniente.

Un Sindicato de capitalistas franceses, es el que desea acometer tal em-presa.

El ramo de timbres, en el año próximo pasado, produjo:Por timbres fijos y móviles S/. 117.639,88Por timbres telegráficos S/. 15.127,31Por timbres postales S/. 41.812,63Por timbres conmemorativos S/. 7.219,95

Es de advertir que, desde antes del advenimiento de la Jefatura Supremadel 95, había venido realizándose una gran falsificación de papel sellado, la cualno pudo notarse sino después de algún tiempo. Además, cuando, en Agostode 1895, esta ciudad quedó abandonada, a consecuencia de la fuga de los sos-tenedores del antiguo régimen, se efectuó un gran fraude de sellos postales, ytanto par eso, cuanto por haberse verificado después otro fraude del mismo gé-

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nero, del cual se dio oportuna denuncia al Poder Judicial, el Gobierno hubode dictar providencias para remediar el mal; y a ello responden las disposicionescontraídas a declarar inválido el papel sellado que se hallaba en uso y a ordenarla incineración de gran cantidad de sellos de varias clases, sobre todo postales.

Debido a lo expuesto y a la deficiencia de la ley de la materia, lo producidopor este ramo en el año anterior, sólo monta a la suma de S/.181.799,77; héaquí indicado el origen de las dificultades gravísimas, que, en este año, ha arros-trado la instrucción primaria especialmente.

El impuesto sobre timbres produce generalmente en otros países una rentade consideración. Por ejemplo, en México rinde sobre veinte millones de pesos,teniendo esa República doce millones de habitantes. Tomando, pues, pornorma esa proporción, en el Ecuador debería producir, por lo menos, dos mi-llones de sucres. Conviene, por tanto, fijéis vuestra atención en este impor-tantísimo punto y hagáis, en la ley respectiva, las reformas necesarias para queella produzca los mejores resultados.

La Contribución general del 1% y 2% y 3%produjo en el primer semestre de 1897 S/. 15.576,07Y el segundo S/.123.137,26

Los catastros que existía para el cobro de esta contribución, dejan muchoque desear en toda la República, salvo contadas excepciones. Por esta razónen algunas provincias han transcurrido largos años sin que ingrese un solo cen-tavo, y en otras lo que se ha logrado cobrar no es lo que en justicia debía per-cibir el Fisco, por ese ramo. Es por tanto necesario levantar nuevos catastros,y he tomado empeño en que ello se verifique por personas competencia, a finde obtener el mejor y más equitativo resultado.

Por alcabalas se ha recaudado, en el año de 1897, la suma de S/. 158.124,20El monto de los derechos percibidospor nuestro Cuerpo Consular duranteel año anterior, fue de S/. 79.216,69

Desde el mes de Febrero de 1896 hasta el de Abril de 1898, se recaudaronpor el 10% de derechos de importación afecto al pago de la Deuda Externa,S/.531.878,54. De esto, existen depositados en el Banco Comercial y AgrícolaS/.83.448,79. La diferencia S/.448.429,75 hubo, imprescindiblemente, deemplearse para atender a gastos ineludibles y premiosos del servicio público,

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en fuerza de la necesidad y contando para la consiguiente reposición con el50% del producto de los Bonos de Aduana, producto que está destinado a eseobjeto, y que, con lo correspondiente a las quincenas que aún figuran en el In-greso de los libros fiscales, tal vez alcance a la suma de S/.600.000.

Siendo como es notoria la severidad como siempre he tratado a la llamada“Deuda Inglesa”, no necesito afirmar que, sólo en presencia de angustiosas dis-yuntivas relacionadas con la conservación del orden, pude resolverme a tocarese delicado depósito, aún con la seguridad de que, cuando llegase el caso, ten-dría facilidades para reponer la cantidad de que hubiese dispuesto, y dejaría asísalvada cualquier dificultad.

En los estudios de la línea de Chimbo a la carretera, frente a Sibambe, seha gastado la suma de S/.206.003,53.

Se impone ya en el Ecuador la necesidad de adoptar el Talón de oro, por variosmotivos y, muy especialmente, porque la fluctuación de los cambios de margenpara que se efectúe un juego de Bolsa, que ha perjudicado ya mucho a nuestrocomercio y que amenaza arruinarlo.

La comisión de monedas nombrada por el Gobierno, ha elaborado un pro-yecto de conversión, que os será presentado original, lo mismo que otro quedebo recibir, y en vista de ello, el Ejecutivo emitirá oportunamente su opiniónacerca de este problema de tanta trascendencia para el porvenir.

Al introducirse las convenientes reformas en la Ley del impuesto sobreaguardientes y en la de Timbres, de suerte que se obtenga por ellas el debidorendimiento, puedo asegurar que habrá más de lo necesario para que cada pro-vincia esté en condiciones de atender a su presupuesto civil, como acontece yacon las de Cañar, Imbabura, León, Tungurahua y Bolívar, a las cuales hoy, salvopequeños y excepcionales auxilios, el Gobierno sólo suministra lo preciso parael sostenimiento de sus guarniciones y policía.

El trabajo que le corresponde al Ministerio de Hacienda, resulta ahora tanrecargado, que le es enteramente difícil poder desempeñar las diversas y labo-riosas secciones de que se compone; y, por esto, no se ha conseguido aún tenertodos los libros con el día, a pesar de la asiduidad y constancia que los emple-ados han empleado a ello. Sin embargo ha logrado mejorar este servicio hastadonde ha sido posible. Esto, no obstante, si pudiese ser reformada la Consti-tución antes del año de 1901, pediría de nuevo que, en el acto, se aumentaseel número de los Ministros Secretarios de Estado con un Ministro del Tesoro,seguro de que con esto lograríamos tener una contabilidad fiscal completa-

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mente satisfactoria, lo que, como se ocultará a vuestra ilustración facilitaría labuena marcha administrativa; pero, como tal reforma es prohibida por lamisma Constitución, me abstengo de pedir absolutamente nada al respecto.

El Señor Ministro del Ramo completará detalladamente los datos que, enorden a la Hacienda Pública, acabo de daros.

El convenio celebrado el 14 de Julio de 1897, entre el Gobierno debida-mente autorizado, y el señor Archer Harman, para la construcción de un Fe-rrocarril Trasandino, fue perfeccionado de acuerdo con el Art. 1º del contratoreferido.

Con fecha 9 de Septiembre de 1897, se me hizo saber que se había for-mado la respectiva Compañía Empresaria en Jersey City, siendo su Presidenteel señor Charles R. Lee y Secretario el señor Edward Morley, y a este acto leconferí la aprobación debida.

Por parte de los enemigos de la Empresa se han puesto en juego activísimasintrigas para frustrar la formación de la mencionada Compañía; pues a la parque propalaban, en todos los tonos, dentro del país, que el contrato era ruinosopara el Ecuador, hicieron llegar, a manos de los accionistas de la Empresa, in-formes de que el Ferrocarril costaría de 25 a 30 millones de pesos oro, en lugarde los 17 millones calculados por el señor Harman; agregando además a guisade adehala, que sería imposible que el público tomase acciones, tratándose denegocios con una Nación desacreditada, cuyo Gobierno acababa de repudiarsu Deuda Externa.

Felizmente el señor Harman conocía ya al país, y había tenido ocasión depalpar la justicia que caracteriza a mi Gobierno en todos sus actos, y desvaneciólos temerarios cargos formulados; mas, para llevar adelante la gran empresa deuna manera eficaz, era necesario remover el obstáculo de la llamada Deuda Ex-terna, y, en consecuencia, los contratistas resolvieron comprarla, creyendopoder adquirirla al bajo precio que se había cotizado, y, con tal propósito, par-tió a Londres el señor Harman.

Por su parte, los tenedores de bonos ecuatorianos, en presencia de unfuerte comprador, elevaron, de una manera extraordinaria, el tipo de su papel,y sólo, con mucha labor y dificultad, pudo obtener el señor Harman condicio-nes relativamente razonables.

Las bases que primeramente se transmitieron de Londres, por cable, paraconvenir en la amortización de la deuda, las rechacé: y, después de varias ges-tiones, de acuerdo con el Consejo de Estado, quedaron fijadas otras que sonlas siguientes:

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Aceptada la deuda al tipo de 35%, con 4% de interés y 2% de amortiza-ción anuales, garantizados con renta de Aduana.

Pagar 6.000 libras por gastos; yDedicar los fondos existentes del 10% a la amortización de la deuda re-

ducida.Esto tiene la ventaja de que, al formalizarse el convenio, la deuda quedará

reducida aproximadamente a 200.000 libras esterlinas; y el servicio podrá ha-cerse con parte del 10% de los derechos de exportación, quedando el saldopara el Gobierno.

Sin la necesidad de favorecer la obra de nuestro Ferrocarril Trasandino,obra grandiosa que atraerá y desarrollará la riqueza en las principales provinciasde la República, especialmente en las Interandinas, sin esa necesidad, repito,habría rechazado el arreglo, porque me repugnaba, en extremo el alza abusivadel tipo; pero, antes de dar oído a mis particulares sentimientos, debía atendera las conveniencias del país, y por eso acepté las condiciones apuntadas.

Sabéis, Señores Representantes, que el Congreso de 1894 autorizó al Go-bierno del Sr. Dr. Luis Cordero para un nuevo arreglo con los acreedores ex-tranjeros, en lo tocante al pago de intereses y amortización, pero sin disminuir,en dicho arreglo, el capital reconocido. En consecuencia, en Marzo de 1895,celebróse, el convenio correspondiente, y, a no ser por el Decreto expedido porla Jefatura Suprema el 14 de Marzo de 1896, habría quedado la Nación de-biendo, por muchísimos años, alrededor de 700.000 libras esterlinas, a más desacrificar inútil e indefinidamente el gravamen sobre Aduanas, destinando a sucumplimiento; mientras que, por el arreglo Harman, quedará, como os he ma-nifestado, rebajada la deuda a 200.000 libras esterlinas aproximadamente, y elservicio reducido a la menor expresión.

Hasta ahora, sólo tengo motivos para juzgar favorablemente del Señor Ar-cher Harman y de sus asociados en la Empresa ferrocarrilera, quienes han efec-tuado ya desembolsos relativamente considerables, sin que el Gobierno les hayaayudado ni con un solo centavo, en tanto que, en épocas de vergonzosas re-cordación para el pueblo ecuatoriano, los dineros del Fisco eran los sacrificadosa la sombra de contratos ferroviarios, llegando la farza a tal extremo, que hastalos planos proyectados entonces, para el trayecto de la línea del puente deChimbo a Sibambe, eran inexactos, según testimonio del Señor Müller.

La guerra que inopinadamente ha sobrevenido entre España y los EstadosUnidos, ha demorado los arreglos definitivos que tiene que hacer la Compañía,y, por consiguiente, también el comienzo de los trabajos; pero tengo aviso de

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que, a pesar de este contratiempo imprevisto, prepara el envío de materiales yque, dentro de poco tiempo más, se pondrá en viaje el Señor Harman, seguidode un respetable Cuerpo de Ingenieros.

Considero, por lo expuesto, muy seria y respetable la expresada Compañía;y si, por un acaso, obstáculos inesperados e insubsanables, hiciesen fracasar laempresa, ninguna suma perdería la Nación; pero tengo confianza de que lagrande obra redentora del Ecuador, se realizará durante mi Administración.

En las Memorias de los señores Ministros de Obras Públicas y de Hacienda,encontraréis insertos los documentos que se relacionan con la Empresa del Fe-rrocarril Trasandino y el arreglo de la malhadada Deuda Externa.

En Agosto del año próximo, el Gobierno entró en posesión del Ferrocarrilde Durán a Chimbo y, desde entonces hasta el 31 de Diciembre del mismoaño, esa propiedad nacional ha producido S/.91.542,77.

Deducidos los gastos ordinarios y los sueldos de empleados, el saldo delanotado rendimiento, se ha invertido en mejoras de la obra; pues la línea se re-cibió en mal estado y ha sido menester continuar reconstituyéndola casi denuevo.

Durante el invierto antepasado, las lluvias torrenciales destruyeron elpuente de Yaguachi e inundaron la parte baja de la vía, al extremo de inte-rrumpir el tráfico; pero los daños causados fueron reparados sin demora, y elservicio se encuentra restablecido.

Los trabajos de los caminos de herradura de Ibarra al Pailón, del Girón alPasaje y de Pelileo a las montañas de Canelos se han continuado con empeñoy se hallan muy avanzados. El camino de Chone a Quito, por las montañasde Santo Domingo de los Colorados, estará expedito para el tráfico antes determinar el año en curso; y el ramal de Riobamba a la carretera está ya con-cluido.

Para el nuevo edificio de la Aduana de Guayaquil, se ha convocado licita-dores dentro y fuera del país, de acuerdo con un plano levantado al efecto; masdebo haceros notar que, tratándose de una obra de primera clase como ésta,que tal vez costará alrededor de un millón de sucres, el pago resultará muy di-latado, si se efectúa con sólo el 4% de los derechos de importación que señalala ley, lo cual tiene de influir desfavorablemente en el precio que fijen los quepresenten propuestas para la construcción del citado edificio. Por lo tanto,opino sería más conveniente fijar un derecho adicional de 10% sobre la Im-portación por la Aduana de Guayaquil, con el exclusivo objeto de atender a la

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obra de que os hablo. Con este aumento en la renta, sobrarán licitadores, y,de la competencia, resultará ventaja en el costo y prontitud en la ejecución.

El Puerto Bolívar fue inaugurado el 24 de Julio de este año, aniversariodel natalicio del Libertador; pero todavía no se ha abierto al tráfico, atendiendoa las observaciones de la Cámara de Comercio de Guayaquil, y a la aproximidadde la reunión del Congreso que, con mejor acuerdo, puede ahora resolver loconveniente.

Aún cuando en el presupuesto no existe asignación alguna para obras nue-vas imprevistas, se ha atendido a las de mayor urgencia, con cargo a la partidade “Gastos extraordinarios”. El Ministro del ramo os dará cuenta detallada deestos particulares.

Dedicado por la ley, el producto del ramo de timbres, para atender a laInstrucción Pública, calculándolo en S/.400.000, ha resultado que, el rendi-miento del impuesto referido, sólo monta a la suma de S/.181.799,77; razónpor la cual se ha tropezado con verdaderas dificultades para cubrir el costo queocasiona la buena marcha de la Instrucción, a tal punto que, parte de ellos, sehan pagado con los fondos para gastos extraordinarios.

Si la Convención Nacional hubiese sancionado la Ley de Timbres que mo-dificaba la existente, es seguro que no habríamos tenido tan notable diferenciaentre el rendimiento calculado y el efectivo, y el servicio de la Instrucción sehabría verificado con regularidad y hasta con holgura.

Sin embargo, han funcionado, en toda la República, 758 escuelas, a lasque han asistido 50.000 alumnos de ambos sexos.

A favor de los más aprovechados y estudiosos jóvenes se sostienen en elExterior las becas siguientes:

Varones.- En París 1 para Medicina y 2 para AgronomíaEn Roma 1 para PinturaEn Estados Unidos 2 para Electricidad y 3 para Ingeniería.Señoritas.- Una en Londres y otra en San Salvador, para Pedagogía.Tanto el Instituto Mejía de esta Capital, como el Colegio Olmedo de Gua-

yaquil, ambos de reciente creación, se encuentran en buen pie y prometen serde los mejores de la República.

Salvada que sea, como lo espero, la escasez de la renta señalada para la Ins-trucción Pública, sólo faltaría completar tan importante ramo, creando Escuelasde Artes y Oficios para niñas.

El Ejército ha continuado adquiriendo regular organización, y tanto por estocuanto por su lealtad y disciplina, es invencible guardián del orden público.

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A él se deben los beneficios de la paz que disfrutamos, y es seguro que, para man-tenerla, no trepidará en sacrificarse abnegadamente, en caso que fuere necesario.

Nuestros bravos soldados, hechos a las privaciones y conocedores de sualta y honrosa misión, han correspondido perfectamente a la confianza de laNación y del Gobierno, siéndole a este sensible que, por la penuria del Tesoro,no siempre haya podido satisfacerles todos sus haberes, lo que va efectuándosecomo mejoran las actuales circunstancias.

Son dignas del mayor encomio la aplicación y la constancia con que losJefes, Oficiales y soldados se dedican al estudio y manejo de las armas moder-nas, y de los adelantos que en ellas se hacen; lo que prueban que aman la noblecarrera a que pertenecen y sienten verdadera satisfacción en servir bien a la Pa-tria y a la Libertad.

Se han establecido escuelas primarias en los cuarteles, a fin de que, hastalos soldados rasos, sepan leer y escribir.

Nuestros recursos no nos han permitido aumentar la flotilla nacional; perose ha atendido a la conservación de los buques que poseemos. El “Cotopaxi”ha sido seriamente reparado y se encuentra en condiciones de hacer el servicioentre la costa y el Archipiélago de Colón, al cual me propongo dedicarlo, parafavorecer la rica agricultura de esa parte de la República.

La cañonera “Tungurahua” necesita de algunas reparaciones, y ya se hapedido a Europa lo necesario para efectuarlas; pero tal como está, puede todavíafuncionar.

Cuando comiencen los trabajos del Ferrocarril Trasandino, emplearé enellos algunos batallones alternándolos convenientemente. Con esto se aumen-tará los haberes del soldado; mantendremos nuestro Ejército permanente conun presupuesto muy reducido, y podremos contar con buena base para levan-tar, con facilidad, una respetable fuerza en cuanto fuere preciso.

Ha ocurrido una que otra falta cometida individualmente por algún mi-litar, cosa harto común aún en los países más adelantados que el nuestro; sinque ninguna haya quedado impune. Muy satisfactorio me es deciros que estoycontento del comportamiento ejemplar de mis valerosos camaradas.

Los gastos del Ejército, en el año anterior, ascienden a S/.1’868.930,17,de los cuales S/.881.065,96 corresponden al semestre.

La administración de nuestras selváticas regiones del Oriente requiere, demodo inaplazable, una reorganización completa.

Es también de urgente necesidad dictar leyes que favorezcan la inmigraciónque convenga al país.

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En Mensajes especiales os manifestaré lo que, a mi juicio conviene disponerrespecto a Beneficencia, Policía, Agricultura, Comercio, Bancos, Concertajede peones y otros asuntos.

Terminaré reproduciendo aquí algo de lo que expuse a la Convención Na-cional en mi Mensaje de 10 de Octubre de 1896, y es lo siguiente:

“Procurar la descentralización de las rentas públicas lo más posible, es, enmi concepto, un asunto que debe ocupar, preferentemente, la atención de laConvención Nacional. Los asociados, teniendo particular interés en la recau-dación e inversión de las rentas públicas, vigilarán especialmente su manejo yharán notorias las faltas que se adviertan, y las necesidades y reformas que debanllenarse o efectuarse.

Igualmente, y para que día a día, en lo posible, pueda saberse el movi-miento de la Hacienda pública, es menester que en la contabilidad fiscal se in-troduzcan reformas de trascendencia.

Así como en la milicia no hay verdadero Ejército sin disciplina, en el ordeneconómico no hay Hacienda sin método claro y sencillamente práctico”.

En efecto, Señores Representantes, el desorden en que encontré la Ha-cienda pública, y que no podía remediarse en poco tiempo, ha sido la más gravedificultad con que he tropezado en mi Administración, y por eso reclamo devosotros especial consagración en escogitar los medios mayormente eficacespara terminar, de la manera más rápida posible, la organización de todas y cadauna de las oficinas fiscales.

Arreglada la Hacienda Pública, el país, tranquilo y a la sombra de la paz,seguirá, con paso firme, el camino de su regeneración y engrandecimiento.

Hago fervientes votos porque el más acendrado patriotismo y la más es-tricta justicia, prevalezcan en vuestras deliberaciones.

Señores Senadores y Diputados.

ELOY ALFAROQuito, Agosto 10 de 1898

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Mensaje del Presidente de la República al resignarel Mando Supremo ante el Congreso Nacional

Honorables Legisladores:En conformidad con el Art. 143 de la Constitución, hoy es el día en que

debo resignar el Supremo Cargo de la República; deber que, ante vosotros, mees altamente honroso cumplir.

Al prestar solemnemente la promesa constitucional ante la Convención,el bien posible de la Patria y su progreso, fueron mi primordial objetivo; y aun-que tan escabrosa ha sido la senda que, Administración tan combatida comola mía, se ha visto obligada a seguir, con todo, jamás me han faltado patrióticoanhelo e infatigable tesón por el bienestar y adelanto de la República.

Merced a la cooperación de los hombres de buena voluntad y a la abnega-ción y bizarría del Ejército con que felizmente ha contado mi Gobierno entodo trance, juzgo sin pasión que mi programa “Perdón y Olvido”, no menosque el de reparación y justicia, han sido fielmente cumplidos hasta este mo-mento.

Arrancar de la Administración pública las raíces de los vicios sembrados yhábilmente cultivados durante el larguísimo lapso de la dominación conserva-dora; abrir vías de comunicación, cuantas las han permitido nuestros recursosy la iniciativa de cada sección territorial; realizar el sueño más ardiente del as-cendrado patriotismo, un ferrocarril al través de nuestra cordillera; levantarmuy alto el Crédito público del abismo en que tanto tiempo yaciera; descartarla Instrucción pública de las trabas del monopolio que la envilecía; crear y fo-mentar instituciones magníficas para la inaplazable instrucción militar; sostenera fuerza de contrariedades y hasta sacrificios cruentos el sistema democráticoadoptado y prescrito por la última de nuestras Constituciones; velar porque lalibertad, la ley y la igualdad en el derecho no sean palabras vanas en la Repú-blica,…he ahí la ambición más ardiente que me ha dominado durante el ejer-cicio del Poder. El Ecuador de hoy, en efecto, no es la República anterior a laimperecedera fecha del 5 de Junio de 1895; y esta sencilla comparación apenasme basta para aguardar tranquilo, como aguardo, el fallo de la Historia, nomenos que el de todo espíritu imparcial y levantado.

Tienda ahora vuestras arduas labores, HH. Legisladores, a la consolidación dela paz y de las instituciones del verdadero liberalismo; tiendan a la unión desincera fraternidad de cuantos hemos militado por la regeneración de nuestra

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Patria, que de esta manera dejaréis al nuevo Jefe del Estado expedito el senderoque ha menester la República para su prosperidad. Tal es el voto más ardientey sincero de quien, con abnegación, estará siempre listo hasta para el sacrificiode su existencia por el engrandecimiento de la Patria y del Partido Liberal.

Honorables Legisladores,

ELOY ALFARO.Palacio Nacional, Quito, Agosto 31 de 1900.

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Mensaje del Presidente de la Repúblicaal Congreso Nacional sobre la necesidad de Premiar

a los Buenos Servidores de la Patria

Señores Senadores y Diputados:Allí donde las virtudes cívicas pasan inadvertidas; donde la labor patriótica

de los ciudadanos no encuentra sino desdén y olvido, donde el premio reser-vado para los mejores servidores de la Patria, son la ingratitud y la miseria; nopuede haber progreso moral, no puede haber civilización verdadera, no puedenformarse esos grandes patricios, honra y gloria de los pueblos ilustres.

Estimular la virtud, premiar los sacrificios llevados a cabo en pro-común,venerar y proteger a los buenos ciudadanos, glorificar a los héroes y a los sabios,han sido siempre reglas infalibles de un buen Gobierno; por más que las pa-siones de bandería hayan también perseguido con tesón a los hombres de ver-dadero mérito. Estos hombres no pertenecen únicamente a un partido políticoni a una reducida agrupación de ciudadanos, sino a la República entera; porqueel patriotismo y las virtudes cívicas no dejan de serlo en ningún bando civil,en ninguna escuela política, por contraria que sea a nuestras ideas. Todo ciu-dadano benemérito tiene, pues, derecho a la gratitud nacional; y el Estado sehalla en el deber ineludible de acordar premios y dispensar protección a todoslos ecuatorianos ilustres, sin distinción de colores políticos.

Don Antonio Borrero, Presidente que fue de la República, aunque adversariomío en política, es ciudadano digno de encomio, si por su acrisolada honradez,

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si por los importantes servicios que ha prestado a la Patria como escritor y hom-bre público.

En los más lóbregos días de la República, cuando el despotismo habíacomo anonadado a la Nación, el Señor Borrero se irguió con la altivez propiade los defensores del Pueblo y “El Centinela” vino a ser uno como látigo defuego para la tiranía. Y cuando por imprevistos acontecimientos llegó el SeñorBorrero al Poder, por más que el partido liberal haya visto frustradas muchasde sus esperanzas, es indiscutible que la Administración fue honrada y tolerante:la probidad era el distintivo del Gobierno de aquel Magistrado.

Y el Señor Borrero, anciano y pobre, vive hoy casi olvidado de sus conciu-dadanos, Señores Legisladores; y es menester que nos apresuremos a repararesta injusticia, cumpliendo los deberes de gratitud y protección para con unode los ecuatorianos más notables. Es menester que escogitéis el medio de ma-nifestar palpablemente al País, que el Estado no olvida ni puede olvidar, a hom-bres como Borrero; y que corresponde a la Nación hacer llevadera la honradaancianidad de todos sus buenos hijos. Es menester que señaléis siquiera unasuma para costear la edición de los escritos del Señor Borrero, a fin de que laRepública no se prive de las producciones, de un escritor tan ilustrado. Os en-carezco, pues, la deliberación de este importante asunto; puesto que el premioque acordéis al Señor Borrero, será a la vez un acto de estricta justicia, y un es-tímulo para que la juventud siga las lecciones de probidad de nuestros pro-hombres.

Señores Legisladores,

ELOY ALFARO.Palacio Nacional, en Quito, Octubre 5 de 1900

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Mensaje del Presidente de la República al Congreso Nacional

Señores Legisladores:Motivo es de felicitación para la Patria veros hoy congregados en este re-

cinto, dando cumplimiento a lo dispuesto por el Art. 44 de la Suprema denuestras leyes; si bien me fue harto sensible que no llegara a verificarse el Con-

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greso Extraordinario, convocado para el 24 del mes que espiró, por la urgentenecesidad de resolver asuntos de vital importancia para la Nación.

Frustrada de manera definitiva y sin que para ello fueran menester nuevossacrificios, la última, la más injustificable de las invasiones organizadas en lafrontera del Norte; y extinguidas ciertas divergencias alarmantes que habíansurgido en el partido liberal y que hacían temer por el orden público, éste, du-rante los últimos meses de mi Gobierno no ha sido alterado visiblemente, sibien las amenazas no han desaparecido.

Mi Gobierno, sin embargo, con el fin de llevar a cima sus nobles y levan-tados propósitos, en orden a la regeneración del Ecuador, ha tenido que conti-nuar en la lucha y lucha ardua contra la corrupción política de que os hablé enuno de mis anteriores Mensajes; y ésta es la causa de haber conservado yo las fa-cultades Extraordinarias, de las cuales he hecho uso muy limitado. El Decretode indulto general, con que mi Administración saludó la llegada del nuevo siglo,acreditando está la magnitud y clemencia del Gobierno radical para con sus ene-migos, que lo son a la vez de la paz, y, por consiguiente, del progreso. Me com-plazco, pues, en repetirlo: todos los ecuatorianos sin distinción de colorespolíticos gozan hoy plenamente de las garantías constitucionales.

Modificado por el último Congreso el art. 17 de la Ley de Régimen Ad-ministrativo Interior, para que estuviese en consonancia con el 101 de la Cons-titución, a fin de atender mejor al servicio público, establecí, por Decreto de1º de Enero del año en curso, la Secretaría de Fomento, adscribiendo a ella amás de ese ramo, los de Crédito Público, Beneficencia, Agricultura, Estadística,Correos y Telégrafos, etc., que, con excepción del segundo pertenecían todosal Ministerio de lo Interior, Oficina de suyo recargada de trabajo y más ahoratodavía con las atenciones que demandan la obra del Ferrocarril.

Obedeciendo a lo prescrito por el Art. 1º de la Ley de 20 de Octubre de1900 se expidió en 24 de Diciembre del mismo año, el Decreto reglamentariode las Casas de juego en Guayaquil; y por el de 24 de Abril próximo pasadoquedaron también reglamentadas todas las otras casas establecidas o que enadelante se establecieren en la República con dicho objeto.

Si por hacer entrar en la vida social a la Región de Oriente ha sido grandey tenaz el anhelo del Gobierno, las disposiciones legislativas, por desgracia, dic-tadas hasta ahora con este fin, han venido a ser en la práctica del todo nugato-rias. Mientras no haya un camino fácil y expedito, siquiera hasta Archidona,los habitantes de esas comarcas continuarán en el mismo estado de barbarieque siempre lamentamos.

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Deuda de gratitud, y por tanto sagrada, para quienes no tuvieron reparoen derramar su sangre a fin de legarnos Patria y Libertad, fue la que se propusopagar la Legislatura del 98, la que con tanto ahínco quiere verificarla el Go-bierno, laudablemente secundado por los patrióticos miembros del Comité“Diez de Agosto”, que presto dará cima a la erección del monumento destinadoa la memoria de los Próceres de nuestra Independencia.

Cumple a mi deber como hombre público y a mi decidido interés por laintegridad y salvaguardia del liberalismo ecuatoriano, dejar anotadas para quela Historia las estudie, las ilumine y las sancione, algunas de las faces que hapresentado el problema político que se encarnó en la lucha eleccionaria para ladesignación del Presidente de la República en el próximo período constitucio-nal.

En el ardor de esa lucha, como fue y aún es notorio, el país se veía amena-zado de una conflagración armada. De los candidatos exhibidos prevalecíandos que, con razón o sin ella, fueron considerados por el sentimiento de la ma-yoría como representante de tendencias extremas, que no aseguraban la comúnaspiración a la tranquilidad de la República. En frase gráfica, pero injusta porlo absoluta, un notable escritor americano tuvo al uno como representante delConvento y al otro del cuartel.

En tal situación, surgió una candidatura de conciliación, que fue acogidacomo vínculo de cordialidad entre los liberales y como prenda de paz y de con-cordia entre la familia ecuatoriana. Ella, además, se presentaba como promesay como garantía de la prosecución en la política liberal implantada por el mo-vimiento redentor del 5 de Junio de 1895. En ese concepto, con tales pers-pectivas y como encarnación de esos que tengo por loables objetivos, aceptéesa candidatura en mi condición de ciudadano.

La elección presidencial se efectuó en orden, obteniendo mayoría el can-didato que simbolizó las patrióticas aspiraciones de quienes dieron ese valor yese sentido a sus sufragios.

La situación así despejada presagiaba una era de tranquilidad. Sin em-bargo, en el curso de poco tiempo surgió la desconfianza en el seno del libera-lismo, desconfianza que relajaba su cohesión y que debía comprometer sufuerza e inhabilitar su labor. Más tarde fue manifiesto el peligro de un trastornodel orden público. Lo anómalo de la situación, y la natural deferencia a inte-reses vitales del liberalismo, imponían al candidato elegido su renuncia, comoúnico medio de que la agrupación política de que él iba a ser personero, y sobrela cual pesa la responsabilidad de los destinos del país, reasumiera la aptitud y

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la libertad de disponer de su suerte y de proveer del modo que mejor la satis-ficiera a su necesaria unificación.

Por desgracia no se cumplió ese acto de abnegación, que hubiera restable-cido la calma cubriendo de gloria al propio tiempo a quien de ese modo pro-pendía a la ventura nacional.

Y la expectativa, así como la incertidumbre, lejos de conjurar fomentan ladesconfianza y están dando ocasión a cambios de actitudes y a confusión enlas opiniones. Esto hace temer para lo futuro una desviación en la línea rectay definida de una política genuinamente liberal.

Estamos viendo a los vencidos en los campos de batalla y en las urnas elec-torales, formar en las filas del candidato en referencia, encubriendo su procedercon la calumniosa conjetura de que el actual Gobierno prepara un golpe deEstado. Bien saben quienes aparentan esa patriótica alarma, que el empeño demi palabra y mis antecedentes me ponen a cubierto de sospechas acerca de pro-pósitos indignos de un hombre de mi carácter.

Altos y nobles han sido los motivos que determinaron palabras o insinua-ciones mías a que se ha querido dar una torcida inteligencia. He contribuidoa los sacrificios que mi causa ha demandado para hacerla triunfar y exaltarla;he consagrado a sostener su existencia política todos mis desvelos y todas misenergías; he dado a ella la mayor y mejor parte de mi vida; tengo para ella mismejores pensamientos y mis más puros deseos; y no pido sino el derecho decontribuir a su afianzamiento, y que se me crea que no amenazo su vida niprocuro su ruina. Sufro inmensamente cuando la veo en peligro, y del mismomodo que me siento capaz, en pro de ella, de todas las abnegaciones, supongotambién en los demás la misma disposición a idénticos sacrificios. Mis palabras,mi actitud, han sido un reclamo, no una imposición. Ellas expresan las in-quietudes de un patriota, sin poner jamás en tortura la rectitud del Magistrado:en ese carácter, el camino que me señala la ley es el que debo seguir: He creídoe insisto en creer que la actitud actual de las opiniones se presta respecto del li-beralismo a muy serios peligros. El apoyo del adversario, sea espontáneo o re-querido para resolver cuestiones de incumbencia doméstica de una comunidadpolítica, no puede ser desinteresada, dadas nuestras circunstancias y nuestrosantecedentes históricos. Los cambios políticos radicales no se improvisan; yde una comunidad como el partido conservador ecuatoriano, sobre el cual pesael atavismo fatal de tres siglos de espíritu absorbente, autoritario y tradiciona-lista, no surge de improviso un partido eminentemente democrático. Gobier-nos de transacción, de compromiso, no son todavía para nuestra educación

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política. Después de una servidumbre de muchos lustros, el liberalismo en elEcuador responde a sus compromisos históricos adaptados sus ideales a la pri-mordial necesidad de su existencia y a las condiciones de educación de nuestropueblo. Bastante he hecho con procurar calma odios inextinguibles, ilustrarlas masas, empeñarme en abrir vías de comunicación, otorgar garantías paratodos los derechos. Pero el manejo de la dirección política hay que efectuarlocon sus hombres y según sus propósitos para ir hacia la luz, hacia el progreso.En la dirección política es reclamo de vida el deslinde de los partidos. Las fu-siones, tenemos ejemplos próximos, palpitantes y vivos, desmoralizan los par-tidos y envilecen a los pueblos. Hago esta digresión para encarecer a los SeñoresLegisladores, continúen manteniendo como hasta aquí sus propios ideales, puesel sostenimiento de la existencia definida, incólume de su propio partido, comobase y fuente de una moralidad política nos librará de agrupaciones híbridas.

En las actuales perspectivas mi deber es claro: resignaré ante vosotros elmando de la República el 31 del presente mes para retirarme a la vida privada;pues solamente prestaré mis servicios a la causa genuinamente liberal. Confíoen que vosotros y el país entero, reconoceréis que tengo como el primordial demis deberes y el más escrupuloso de mis cuidados no empañar mis glorias derepublicano. Que los liberales se mantengan a la altura de sus nobles propósi-tos: que la Nación prospere y se engrandezca a impulsos de las más generosasideas y de los esfuerzos de todos sus buenos hijos, son mis grandes ambiciones;que ellas se realicen y tendré por gratas muchas torturas y algunas ingratitudes,y hasta por coronas las actuales acerbas infundadas calumnias.

Si fuere menester, en Mensaje especial volveré a tratar con más amplitudel punto a que se contrae esta parte de mi informe.

Nuestras Relaciones Exteriores se mantienen en el mejor pié; y puedo afirmarosque el Ecuador cultiva cordial amistad con todas las Naciones civilizadas. ElHonorable Cuerpo Diplomático, acreditado en Quito, se compone de los dig-nos Representantes de los Estados Unidos del Norte, Chile, España, Francia yel Perú. Los Honorables Diplomáticos que representan a Alemania, Bélgica,Inglaterra e Italia, tienen su residencia en Lima, desde donde se entienden conla Cancillería Ecuatoriana.

La República Argentina y la de Colombia hánnos enviado también susMinistros Plenipotenciarios y Enviados Extraordinarios, los que se hallan yaen esta Capital.

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El Excmo. Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de los Es-tados Unidos del Norte América, hubo de ausentarse temporalmente; pero sehallará de regreso después de poco.

Nuestra Cancillería ha recibido aviso oficial de que el Sr. Arzobispo de Far-sallia ha sido nombrado por la Santa Sede para Delegado Apostólico residenteen Quito. El Diplomático Pontificio se hallará en esta Capital hasta el 15 delmes entrante.

En el Cuerpo Diplomático Ecuatoriano he tenido a bien aumentar el per-sonal secundario de las Legaciones; y he puesto preferente atención a la obrabeneficiosa de nacionalizar el Cuerpo Consular. También he acreditado al Sr.Dn. Homero Morla como Ministro Residente en la Gran Bretaña.

El Ministro de Relaciones Exteriores os dará cuenta de la estrictez con que,por nuestra parte, hemos cumplido lo estipulado en los Protocolos Carbo-Cuerpo Márquez y Peralta-Uribe. Las autoridades colombianas fronterizas nohan correspondido a este leal proceder, y hasta han puesto empeño en violarmanifiestamente esos pactos. La organización de invasiones allende el Carchi,puede decirse que ha sido permanente hasta hace pocos meses; pero el EjércitoEcuatoriano ha sido una valla inexpugnable para los invasores y los que prote-gían. Debo, sin embargo, advertiros que nuestras amistosas relaciones con Co-lombia no se han alterado.

El 24 de Noviembre del año último, recibí en audiencia pública solemneal Excmo. Dr. Dn. Aurelio Sousa, Enviado Extraordinario y Ministro Pleni-potenciario del Perú. Este distinguido Diplomático mantiene la mejor armoníacon nuestro Gobierno; y confío en que su labor será eficaz para la terminaciónde nuestras diferencias con la República del Sur.

El Ministro Peralta, cumpliendo especiales instrucciones del Gobierno,solicitó también que se concediera la dignidad cardenalicia al Prelado Metro-politano del Ecuador; y el Excmo. Sr. Gasparri ofreció someter esa solicitud ala Santa Sede, como consta en un recuerdo especial.

Como consecuencia de las Conferencias de Santa Elena, el Delegado Apos-tólico declaró oficialmente restablecidas las relaciones entre la Iglesia y el Es-tado; y prescribió al Clero la obligación de respetar la Autoridad constituida,con lo que desapareció el pretexto religioso para la guerra civil.

A pesar de la penuria fiscal, la Instrucción Pública ha dado muchos y gran-des pasos en la senda del adelanto.

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Al hablaros de las obras públicas, he manifestado ya las adquisiciones denuevos locales para Colegios Escuelas, así como la reconstrucción o mejora-miento de otros edificios destinados al mismo objeto.

El Ministro de Instrucción Pública os dará minuciosos informes sobre esteramo que viene a ser la piedra angular de la prosperidad nacional. El os hablarádel prodigioso aumento de alumnos en las escuelas primarias y en los plantelesde instrucción secundaria y superior; de las nuevas asignaturas establecidas enlas Universidades y Colegios; de la fundación de escuelas pedagógicas y noc-turnas de obreros; del aumento de becas para facilitar la instrucción y educaciónde los militares y niños pobres; en fin, de todos los esfuerzos del Gobierno afavor de la difusión de las luces, y de todos los obstáculos con que ha tropezadoen su patriótico empeño. Os recomiendo, sí, que prestéis preferente atenciónal aumento de rentas destinadas a la Instrucción pública, en especial a la ense-ñanza primaria.

Como lo notaréis en el cuadro de egreso, lo invertido en Instrucción Pú-blica asciende a S/.559.665,60, incluyéndose en esta cantidad S/.34.800,81que corresponde al Colegio Militar.

Los Tribunales de Justicia, puede afirmarse que generalmente cumplen susaugustos deberes; pero, os diré con pesar, que hay algunos Jueces que estánmuy lejos de merecer el alto cargo que desempeñan. La Administración deJusticia es deficiente y tardía en algunos distritos; más, teniendo el Ejecutivoque respetar religiosamente la independencia del Poder Judicial, no le ha sidoposible reprimir los abusos y castigar la negligencia de esos Jueces y muchomenos cambiarlos con otros que llenen a conciencia sus delicadas funciones.Al Juez que prevarica, que deniega o retarda la justicia, se le puede enjuiciar ycastigar, cierto, Señores Legisladores: pero esos enjuiciamientos escollan nopocas veces en resistencias que o es del caso exponer, y el Juez culpado quedaimpune. La recta Administración de Justicia es el fundamento del bienestarsocial; y por lo mismo, espero que, en vista de los datos que os dará el Ministrodel Ramo, vuestra sabiduría escogitará los medios más adecuados para dismi-nuir el mal, aunque no sea posible extirparlo.

Penetrado de la importancia del Ramo de Policía, incesantes han sido mis es-fuerzos por levantar en lo moral y material, a la altura que se merece Instituciónde tanta trascendencia; y he logrado que siquiera en Quito y Guayaquil lleguea cumplir su cometido de manera bastante satisfactoria. Palmarios han sidotambién los resultados de su benéfica influencia en la zona de los trabajos fe-

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rrocarrileros, en comarcas como en Canelos, Santo Domingo de los Colorados,Archidona, el Aguarico, etc., que por lo extensa de su territorio, lo apartadasque se hallan de los centros de población y de la vigilancia inmediata de la au-toridad, el crimen prevalecía impune hasta la transformación política de 1895.

Pero como el objeto primordial de la Policía, antes que castigar el delito,debe ser prevenirlo, se hace imperiosa la necesidad de que, por todos los mediosposibles, ensanchéis la esfera de acción de la Policía de O. y S.: poner nuestroCódigo Penal en consonancia con las instituciones que hemos reformado; yseñalar en el presupuesto fondos suficientes, para que el Ejecutivo pueda esta-blecer Policías rurales militarmente organizadas, en todas las provincias y depreferencia en las de la Costa que justamente y con instancia las reclaman, héaquí los dos puntos capitales a que, en asunto de tanta monta llamo vuestraatención.

Después de la seria atención que, de parte mía, han requerido el manteni-miento del orden público y la consolidación de la paz, mis labores como Go-bernante se han dirigido de preferencia a las obras públicas. Muy importanteha sido el empuje dado a estas en estos últimos años de mi Administración, es-pecialmente a los caminos, arterias sin las cuales se haría imposible la vida delos pueblos. De aquí mi constante afán porque todas las provincias tengan sa-lida directa y rápida al Océano y a las Regiones occidentales y orientales, em-porios las últimas, sin disputa, de la futura riqueza ecuatoriana. En esta materiay sin tomar en cuenta los caminos nacionales y la grandiosa obra del FerrocarrilTrasandino, baste deciros que sólo para los vecinales de Pichincha se han expe-dido 19 Decretos Ejecutivos.

Pero enumeremos en orden siquiera las principales obras que se han llevadoo se están llevando a feliz término en toda la República, aún sin mencionar lareparación constante y el embellecimiento de ciertos edificios como el Palaciode Gobierno, el Teatro, el Observatorio Astronómico, etc.

En la provincia del Carchi, y entre el fragor mismo de los combates libra-dos casi a diario con la reacción conservadora, se ha atendido con entusiasmoa la vía que pone en comunicación esa provincia con la de Imbabura, vía quepresto y sin dificultad será carretera; en el pueblo de Mira y en Tulcán, dentrode muy poco se verán provistos de agua potable.

En Imbabura, el camino del Pailón, sueño de todo Gobierno, desde lostiempos coloniales, en el mío ha venido a ser una realidad; habiéndose invertidoen más de las 40 leguas ya expeditas para el tráfico, algo como 200.000 sucres:no terminará el año en que corre sin que se halle concluida esa grande obra.

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La canalización de Ibarra, en cuyos trabajos preliminares se ha gastado ya unasuma no despreciable, también presto dejará de ser vana aspiración de esa ciu-dad, que tanto la ha menester por su clima. El agua potable para Imantag, elcamino de Cotacachi a Otavalo, la carretera de Ibarra a esta Capital, los puentesde Cristopamba y Apuela, y lo de Chorlaví, la Josefina y San Antonio, mani-fiestan el progreso que por el Norte ha adquirido el ramo a que me refiero.

En la provincia de Pichincha, los edificios públicos de Quito han sido mejora-dos con munificencia, concluidos algunos de urgente necesidad, y compradosotros indispensables para el mejor servicio administrativo. Inauguróse hacepocos meses, el edificio destinado a Escuela de Clases; y en estos días se inau-gurará otro más cómodo y espléndido para Colegio Militar. La casa presiden-cial, lo sabéis, es una de las mejores de esta ciudad; y está al acabarse el edificiode la Policía, que será sin disputa el primer cuartel de la República. El SanitarioRocafuerte, obra deveras colosal, progresa a pasos agigantados, merced a la hon-radez y actividad de la Junta que dirige esos trabajos; y el monumento a losPróceres del Diez de Agosto, cuenta ya con una suma respetable de dinero, conla que se facilitará la pronta conducción de la obra que se ha mandado trabajaren Europa.- En cuanto a caminos larga sería la enumeración de los emprendi-dos en esta provincia; pero el que nunca será ponderado lo bastante, es el queacorta de quince a cinco días la distancia de Bahía a la Capital. Se me asegura,por último, que en esta estación se iniciarán los estudios para el trazo del Fe-rrocarril que pondrá a Quito en comunicación con la Costa por la vía deChone.

En la provincia de León, se trabajan un camino directo a la Costa por Que-vedo y otro por contrato a la Región Oriental; y están al concluirse tanto unacasa magnífica de Gobierno como la destinada a Escuela de Artes y Oficios,comenzada en las Administraciones anteriores.

En la provincia de Tungurahua, merece mención especial el camino de Ca-nelos, en el que se han colocado puentes de tanta importancia como el deBaños, puente que los reaccionarios tuvieron el salvajismo de cortar. Las obrasdel Sanitario de Ambato, del agua potable, del Hospital, etc., van tomandocada día mayor aliento.

La provincia del Chimborazo ha adquirido una valiosa casa para oficinasde gobierno; ha terminado una carretera que empalma con la nacional; ésta seha extendido hasta Guamote; hállase adelantado en gran parte el camino dePapallacta, vía tan necesaria para la Costa; y en breve, Riobamba, gozará de

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agua potable, obra que vivamente os encarezco por la importancia a que estállamada dicha ciudad.

La provincia de Bolívar, ha sido también agraciada con una casa para ofi-cinas fiscales, los dos caminos a la Costa han sido constantemente reparados,y los edificios públicos como el Colegio San Pedro, el Hospital, el ColegioEcheandía, han sido atendidos, ya refaccionándolos o ya continuando en suconstrucción suspendida hace largo tiempo.

En la provincia de Cañar, a más de la casa con que se le ha dotado paradespacho de Gobierno, sus vías de comunicación para con el Azuay y la Costahan recibido impulso considerable.

En el Azuay, las casas de Beneficencia están resucitando, aunque lenta-mente de la postración en que las dejaron los Gobiernos anteriores, y no muytarde cumplirán su objeto debidamente. Apenas está concluido un gran edificiopara la plaza de mercado; hánse concluido puentes en el río Chigli y Azogues;parece que por fin llegará a su término la vía tan costosa del Naranjal, sin quepor esto se haya desatendido la que conduce al Priente. Háse por fin estable-cido en Cuenca una Junta de Obras Públicas que debe llevar a cabo las delagua potable y alumbrado eléctrico y las demás que con tanto entusiasmo hanemprendido.

Loja y nuestra Capital son las únicas ciudades de la República que gozande alumbrado eléctrico, instalado durante la actual Administración, por es-fuerzo particular, pero con apoyo decidido del Gobierno. El Colegio BernardoValdivieso, el de niñas, la casa de Artes y Oficios, la de Huérfanos, el caminoque conduce al Macará y el que va directamente a la Costa, son las obras quemás han progresado en la provincia de Loja.

La obra de más aliento en El Oro es el Ferrocarril de Puerto Bolívar yacon seis kilómetros entregados al tráfico de la capital de la provincia con elmencionado Puerto, en el que se está colocando un muelle de fierro de muchocosto.

En la provincia de Los Ríos, háse gastado mucho dinero para tener expe-dito el camino que desde Babahoyo nos trae acá del Chimborazo; reconstrúyesela casa de la Gobernación y el puente del Palmar, y espero que no tardará lacolocación del de hierro para unir la ciudad nueva con la vieja.

Pero en ningún otro punto de la República ciertamente ha habido másafán por su bienestar y adelanto como en el Guayas; en su capital quedan re-lativamente pocos vestigios del gran incendio que en 1896 redujo a cenizas lamitad de Guayaquil. De entonces acá el Palacio de Gobierno, la Cárcel, los

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Hospitales, los Cuarteles, etc., han sido objeto de constantes y costosas recesoresde Rafael Valdez la construcción de una Aduana de fierro a prueba de incendio,la cual ha comenzado; y por S/50.000 va a terminarse en toda su extensión lacasa de Gobierno. Se ha contratado con los Sres. Reimberg y Cª un muelle defierro y de madera, para cuya ejecución ha debido organizarse una empresa conel capital de 200.000 libras esterlinas.- El Colegio Vicente Rocafuerte es unaobra colosal que inmortalizará a la Junta Patriótica encargada de su construc-ción y en especial, al Sr. Emilio Estrada, quien desinteresadamente, ha cum-plido con afán y probidad la obligación que se impuso. Si no de tantamagnitud, no es de menor importancia el Colegio de la Inmaculada, para edu-cación de señoritas, construido en esta Administración. El benemérito Cuerpocontra incendios ha sido atendido con preferencia en la reconstrucción de de-pósitos, adquisición de material, etc.

En la provincia de Manabí debo volver a mencionar el camino de Quitoa Bahía, tanto porque es ésta provincia la que más aprovechará de este beneficio,cuanto porque la Junta auxiliadora ha contribuido en mucho al progreso de laobra. En Portoviejo, la casa de Huérfanos y de Artes y Oficios; en Bahía, elColegio Mercantil y el de niñas, la Aduana de Cayo, el Colegio de niñas enCalceta y el de niños de Rocafuerte, son obras que, fuera de las emprendidaspor las Municipalidades, quedarán como recuerdo de la presente Administra-ción.

De la provincia de Esmeraldas, merece especial mención el edificio delFaro que está en reconstrucción y el adelanto, aunque paulatino, del InstitutoAgrícola “Vargas Torres”.

Más todavía y no menos importantes son las obras públicas que duranteeste tiempo ha emprendido la Nación; pero he tenido que exponer apenas su-cintamente las principales, exceptuando la del Ferrocarril Trasandino, que ocu-pará lugar preferente en el Informe del respectivo Ministerio. En él se osindicarán además las obras que de preferencia deben iniciarse a fin de que dic-téis las medidas oportunas para que no haya pueblo en la República que noparticipe de este benéfico impulso por su adelanto material, a par del que vadesarrollando por su progreso intelectual y moral.

Sin traer como buenas y valederas las reformas de otros países, bastará decirque la experiencia adquirida durante largos años en el nuestro, evidencia de losbuenos resultados de confiar la dirección, conservación y administración de losestablecimientos de beneficencia a Juntas que, como la de Guayaquil, seancompuestas de personas honorables sin tomar en cuenta su filiación política.

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De allí el haberse puesto en práctica el Decreto de 26 de Junio de 1896 y laformación en Marzo último de la Junta de Beneficencia que funciona en esaCapital, y cuya labor administrativa, fecunda desde luego en buenos resultados,ha venido a satisfacer las aspiraciones del Gobierno. En los tres meses que llevade vida la Junta, se palpan los beneficios realizados, los cuales demuestran loconveniente que es interesar a los asociados de una misma circunscripción civilen la administración y fomento lo que a su localidad se refiere. Tal es la ideaque encarna el Proyecto de Ley que presentará el Ministerio, estableciendo Jun-tas de Beneficencia en las capitales de provincia donde no las hubiere, así comootros también sobre Beneficencia.

La clausura del Lazareto de Quito, es una de las medidas indispensablesque la higiene recomienda a favor de los habitantes de la Capital, que vivimosrespirando los aires de Lazareto y con el temor peregne (sic) del contagio.

No obstante la buena voluntad del Gobierno para atender a la pública be-neficencia, no siempre ha podido llenar con regularidad las necesidades de lascasas nacionales en donde se ejerce esa virtud altamente cristiana. A esto seañade la incuria de algunas Municipalidades en cumplir el Decreto de 6 deAgosto de 1892 siendo ésta otra de las causas para que los establecimientos acre-edores a estas cuotas centesimales hayan sentido notable malestar económico.

La provincia de Esmeraldas, así como algunas poblaciones de las del Gua-yas y Pichincha han sufrido epidemias más o menos asoladoras, y para comba-tirlas se han dictado todas las medidas del caso y provisto a sus pobladores decuanto hubieron de menester en tan aflictivas circunstancias.

A fomentar y provocar la inmigración y colonización que contribuyen pode-rosamente al desenvolvimiento económico de los pueblos, y a la cultura y bien-estar material de ellos, obedece la creación de la Junta que se estableció porDecreto Ejecutivo de 12 de Junio, la cual ha comenzado a funcionar, despuésde haberse dado el Reglamento que mereció la aprobación del caso.

La Ley de 1849 es un anacronismo a la hora presente. Y por lo tanto nomerece una mera reforma, sino una completa derogación por otra que amplíeel Decreto de 10 de Marzo de 1897, consultando el estado actual del puebloecuatoriano, y que ofrezca más facilidades y garantías a los inmigrantes o co-lonos que vengan aumentar la población de nuestras ciudades o a establecercolonias en las vastas y vírgenes comarcas del territorio nacional.

El establecimiento de un Departamento de inmigración y colonizacióndel que dependan directamente las Juntas provinciales y los agentes especiales,

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dotándolas de rentas propias, es una reforma que se impone, y en este sentidoel Departamento del Ramo someterá un Proyecto de Ley.

Cuanto al Comercio, a la Agricultura e Industria, palmario es el desenvol-vimiento operado después de la trasformación política del 5 de Junio de 1895.

Como un dato significativo del incremento del comercio en general, bastedecir que la circulación de moneda y títulos de crédito mercantil en 31 de Di-ciembre de 1900, es decir, poco después de la adopción definitiva del Talón deoro, era de S/29’328.000 contra S/16’815.000 en 1895.

Lo propio ha acontecido con la agricultura, a la que íntimamente está vin-culada la riqueza pública del Ecuador.

Las propiedades rústicas han aumentado en un 50% sobre el valor que teníanen aquel año, y algo más en las provincias de la Costa, en donde el cultivo delcacao y por lo mismo su producción han ido en progresión ascendente, ya quesegún las estadísticas industriales, el Ecuador es el mayor productor de cuantosmandan a los mercados extranjeros ese grano que tantas aplicaciones tiene. Laproducción ecuatoriana representa hoy la tercera parte de la del globo, y enpocos años más conseguirá, indudablemente, alcanzar a la mitad, y ejercer po-derosa influencia en las cotizaciones de los mercados consumidores.

La protección a la industria, no en toda la amplitud que fuere deseable, sinoen las medidas de la posibilidad, ha ocasionado el desarrollo actual, tanto queciertos ramos de ella han mejorado de manera tan notoria que rivalizan en calidadcon los mejores similares de los países en donde han llegado a la perfección.

La pesca en general y la cacería marítima, otro ramo de industria que ejer-cen con provecho en las aguas de la República los buques extranjeros, con no-table perjuicio, de la industria nacional, fue objeto de un reglamento queexpidió el 25 de Febrero último y cuyos resultados comienzan a palparse.

Para proceder con acierto en orden a la concesión de patentes industriales,de acuerdo con la ley de 1880, puesta en vigencia por la Legislatura de 1898,se dispuso oír el dictamen del H. Consejo de estado, quien opinó por la con-cesión siempre que se llenaran las formalidades legales, y se comprobara por elinventor el carácter de tal.

En la Secretaría de Fomento se ventilan algunas solicitudes; concluida latramitación legal de una de ellas, se concedió al Sr. Asmussen patente de im-portación para introducir al país una nueva industria, consistente en una ex-tensa red de comunicaciones telefónicas con los aparatos autoteléfonos yteatromicrófono.

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La Ley de 1880 que he mencionado no guarda armonía con las necesidadesactuales, natural es de que se la reforme; y con tal propósito, se ha consultadoel Proyecto que presentará el Ministro del Ramo, así como otro referente a lade marcas de fábrica y comerciales.

Los gastos hechos en el Departamento de Guerra y Marina ascienden aS/.3’113.607,60 cts.

La Escuela de Clases, fundada para reorganizar el Ejército, funciona a sa-tisfacción del Gobierno, bajo la competente dirección de instructores chilenos,dignamente presididos por el Mayor Cabrera.

En breve se inaugurará también el Colegio Militar, cuyo espacioso edificioestá ya casi terminado. Profesores chilenos serán también los encargados deinstruir a los alumnos de dicho Colegio; y me halaga la esperanza de que, des-pués de no mucho tiempo, el Ejército de la República –que tanto se distinguepor su abnegación, valor y más virtudes militares- podrá igualarse a los ejércitosmejor instruidos y organizados.

Hemos adquirido en Alemania una batería de cañones Krupp, de tiro rá-pido para fortaleza, y cuatro baterías de campaña, del mismo sistema moderno,con abundante parque y accesorios completos, inclusive tres aparatos para re-cargar los cartuchos metálicos ya usados.

Respecto de nuestra marina, he tenido el propósito de adquirir un buque deguerra moderno, ofrecido en venta por tres millones y cien mil francos. Enco-mendé la gestión de este negocio a nuestro Ministro en Francia, Sr. Homero Morla;pero, no habiendo podido cerciorarse el comisionado de las buenas condicionesmarineras de la nave en referencia, he suspendido la negociación. También dosGobiernos amigos nos han ofrecido ceder cruceros convenientes para nuestras cir-cunstancias; y es probable que el Gobierno se decida a aceptar esta oferta y adquiriruno de dichos cruceros, si persistieren las dificultades para el inmediato examendel primer buque de que os he hablado, el que se encuentra en aguas asiáticas.

A nuestro Ejército le ha tocado en suerte la parte más ardua en esta etapade la formación política iniciada en Junio del 95. Como es bien notorio, losreaccionarios del Ecuador, eficazmente protegidos por sus correligionarios delExterior, no han cesado un instante en sus maquinaciones liberticidas. Venci-dos a cada paso por nuestros valerosos soldados, siempre han contado con elperdón más amplio; y siempre han vuelto a reincidir en su tarea de ensangrentary arruinar la República. Desde 1895 se ha combatido con encarnizamientodesde el Carchi al Macará; mas lo que ha producido mayor conflagración, hansido las repetidas invasiones por nuestras fronteras.

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He tenido también reiterados avisos de proyectos de expediciones maríti-mas; pero preparado como estaba a no permitir que los enemigos del orden yla libertad pisasen nuestras playas, he visto disiparse por sí aquellos criminalesproyectos.

El comportamiento del Ejército liberal ecuatoriano ha sido superior a todoelogio; y en esa larga y cruenta lucha, sostenida para salvar las públicas liberta-des, hánse visto frecuentemente mis camaradas privados hasta de lo más nece-sario. Conocían la penuria fiscal; y con abnegación sin límites, sin raciones ysin abrigo, han soportado todas las penalidades de una campaña cruda, sin másestímulo que el cumplimiento del deber y sin más esperanza de premio que lasalvación de la Patria.

El liberalismo de mis compañeros de armas ha estado sometido a las másduras pruebas; pero sus virtudes han vencido todo obstáculo y el Partido Liberalse encuentra en pié. Sólo con soldados de esta clase ha podido el Gobierno,en que tengo la honra de presidir, triunfar en una lucha tan desigual como laque ha sostenido, manteniendo siempre en alto la dignidad y los derechos delpueblo ecuatoriano.

Debo hacer justicia al Cuerpo de Telegrafistas, colaborador impertérritodel Ejército, puesto que estos empleados han participado de todos los peli-gros y azares de la campaña, viéndoseles, con el rifle a la mano y el aparatotelegráfico debajo del brazo, en todos los campamentos, cumpliendo siempresu deber.

La Policía ha hecho lujo de actividad y de enérgico valor; y siempre queha sido menester ha entrado en combate, sosteniendo luchas extraordinaria-mente desiguales, como sucedió en Latacunga y San Antonio, donde su hero-ísmo asombró al enemigo.

No menos digno de encomio ha sido el proceder de los empleados civiles.Muchos de ellos han abandonado sus oficinas para tomar parte activa en lascampañas; y cuando se ha aumentado la amenaza al orden, todos han acudidoa los cuarteles y convertídose en abnegados defensores del Gobierno.

Cuando calmada la exaltación de las pasiones políticas, se estudie fría yconcienzudamente el proceder de mis colaboradores en la Administración pú-blica, ya civiles, ya militares, la Historia les hará justicia; y los señalará comoinfatigables obreros de la libertad, que han merecido bien de la Patria.

En cuanto a mí declaro que sin el apoyo abnegado de todos esos patriotas,nada habría podido hacer en pro de las libertades públicas y del buen nombrede la Nación; y que por consiguiente, habría sido quizás víctima de mi patrió-

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tico empeño, sin conseguir que la Bandera Liberal tremolase tan alta en la Re-pública. No habría tenido la satisfacción de anunciaros ahora, como lo hago,que la obra del Ferrocarril Trasandino es un hecho, que la vigencia del Patrónde oro tiene asegurados los capitales ecuatorianos contra las oscilaciones delmetal blanco; que los caminos de herradura a Manabí y Esmeraldas, que au-mentarán prodigiosamente la riqueza y darán más facilidades a la defensa de laNación, están para concluirse; que el peculado oficial ha desaparecido, comolo prueba la pureza con que la Convención Nacional, las Legislaturas poste-riores y el Ejecutivo han manejado los intereses del Estado.

No os podría hacer notar los rápidos progresos alcanzados por la Naciónen el corto tiempo que domina en ella el régimen liberal; el restablecimientode su crédito en el Exterior; los nuevos rumbos señalados a la InstrucciónPública; los nuevos campos abiertos para la Industria; el notable cambio delas ideas sociales en el pueblo; en fin, el vivo interés que el Ecuador inspirahoy día a las naciones extranjeras. Indudablemente que la República ha en-trado de lleno en un período de prosperidad y engrandecimiento; y que, me-diante la subsistencia de Gobiernos liberales y patriotas, muy pronto nuestraRepública se contará entre los pueblos más adelantados y ricos del mundoColón.

Sobre la tan debatida cuestión del Archipiélago de Galápagos, lo más im-portante que podría deciros, se contiene en mis Mensajes de 27 de Agosto y25 de Octubre de 1898; Mensajes que los recibisteis y estudiasteis en sesiónsecreta; y que no me fue dado publicarlos, por habérmelo prohibido la Legis-latura. El Ministro de Relaciones Exteriores os hablará de las falsas aseveracio-nes que, sobre enajenación de las referidas islas, ha propalado la oposiciónpolítica, con el ánimo de hacer daño al Gobierno actual.

El arreglo definitivo de la Deuda Externa ha encontrado nuevas dificulta-des, las que están por fin allanadas; y tendré el placer de informaros, en Mensajeespecial, de negociado tan importante.

En vísperas de resignar el Supremo Poder, me es satisfactorio manifestarosque abrigo la firme esperanza de que los verdaderos servidores de la Patria ymiembros genuinos del Partido Liberal han de continuar la regeneradora laborque se inició en el memorable y glorioso 5 de Junio de 1895; y que no habrásacrificio, por grande que sea, capaz de hacernos retroceder en el camino quenos ha trazado el patriotismo y que nos va conduciendo rápidamente a la pros-peridad de la República. Vuestra alteza de miras y acendrado amor patrio sonprendas seguras de que continuaréis formando siempre en las filas de los obreros

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del engrandecimiento nacional; y de que os empeñaréis en conquistaros unnombre digno de figurar entre el de los mejores ciudadanos.

Honorables Legisladores

ELOY ALFAROQuito, 11 de Agosto de 1901

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Mensaje del Encargado del Mando Supremo de la Repúblicaa la Convención Nacional de 1906 - 1907

Señores Legisladores:Cumplo la honrosa obligación de presentaros el Mensaje de estilo; a fin

de que conozcáis lo principal de la marcha administrativa y de las necesidadesde la Nación.

Como sabéis, desde la memorable transformación política de 1895, la Re-pública se convirtió en un campamento hasta 1901; porque la desesperada re-sistencia que opuso el partido conservador a las reformas liberales, fue tenaz yconstante, a pesar de los repetidos triunfos que obtuvo en muchos campos debatalla, el denodado e invencible Ejército liberal.

Contra toda previsión, vino enseguida un período de traficantes en polí-ticas; y la desmoralización más lamentable cundió en todos los ramos de la ad-ministración nacional. Y como consecuencia legítima de esa profundacorrupción administrativa, surgió la elección del Sr. Dn. Lizardo García; elec-ción debida a la coacción y a la venalidad más degradantes y vergonzosas. Enlas elecciones presidenciales anteriores, con excepción de la popular del Sr. DonAntonio Borrero, habían luchado los partidos disputándose el triunfo en loscomicios, aun con violencias de hecho, y ensangrentando no raras veces lasurnas del sufragio; pero, jamás, ningún bando político había descendido a com-prar votos, hasta la elección del Sr. García. Este procedimiento corruptor, sem-bró el descontento en todas las clases sociales; y el Gobierno del Sr. García seinauguró sin partido doctrinal propio, y sobre una base de arena que debía de-rrumbarse al menor soplo.

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Evidenciada la política desmoralizadora de mi sucesor en el Gobierno, fuiacremente censurado por la generalidad de los liberales; y muchos considerabanque estaba en el deber ineludible de ponerme en armas para lanzar del Solio,al Magistrado que nos afrentaba, después de habernos hecho traición. Amantede la paz, y esperando que ese período de mercantilismo político terminaríacon la elección del nuevo Presidente, me negué repetidas veces a echar manodel doloroso remedio de las armas; y, persiguiendo siempre mis pacíficos pro-pósitos, provoqué la reunión de una Asamblea de Delegados del Partido Libe-ral, a fin de que se eligiera una persona honorable para candidato a lapresidencia de la República. Y, en efecto, reunióse en Quito esa Asamblea depatriotas, a pesar de la odiosidad y resistencia del Gobierno; pero, por desgracia,no dio resultados prácticos, a causa de haberse negado a terciar en la lucha elec-toral, el candidato que fue elegido. Los secuaces del mercantilismo quedaron,pues, dueños absolutos del campo; y el Sr. García fue levantado al Poder porel esfuerzo oficial y los votos comprados.

En vista de la mala atmósfera que rodeaba el nuevo Gobierno, los parti-darios del Sr. García propalaron de todas maneras, que estaba resuelto a tomarel camino de la rectitud y de la honradez, separando de la administración atodos los que la habían desacreditado; más, nada de esto llegó a cumplirse; y,con ligeros cambios, todo continuó como antes, para oprobio de la República.

A pesar de todo, deseando mantener la paz a toda costa, opiné todavía quedebíamos dejar pasar los cuatro años de administración del Sr. García, si obte-níamos por lo menos, honradez en el sufragio; pero mi opinión fue debatidaen los principales grupos liberales; y mucho mas cuando se llegó a tener cono-cimiento de los proyectos que halagaba el Gobierno en punto a reformas reac-cionarias de la Constitución.

Por ese tiempo fuéme forzoso abandonar mi domicilio y trasladarme a laCapital, para desempeñar el cargo de Codificador Militar, con que me honrarael Congreso, y sin parar mientes en la hostilidad que desplegó el Gobierno con-tra las pacíficas labores que se me habían encomendado, a fin de que no se al-terase el orden, hice un llamamiento a mis correligionarios para que seorganizaran y tomaran parte en la próxima lucha eleccionaria de Senadores yDiputados. Pero, luego llegué a convencerme y a palpar que era inútil ese tra-bajo; y que se hallaban en grave peligro esas instituciones liberales que tantossacrificios habían costado al país.

Había llegado el momento de resolver definitivamente acerca de la situa-ción; y reuní a mis amigos políticos de la Capital, a fin de buscar el medio más

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adecuado para conjurar los males que afligían a la República. La discusión fueserena y desapasionada; y por unanimidad, resolviese apelar a las armas paralibertar la Patria de manos de los que la infamaban; y se me impuso la obliga-ción de acaudillar ese movimiento salvador, el que debía realizarse el día 1 deenero en varias provincias, cuando yo me hallase de regreso en la ciudad deGuayaquil.

Si el partido liberal-radical contaba con la opinión pública, carecía dearmas y de dinero; y un patriota de la Capital proporcionó la pequeña sumade diez y ocho mil sucres, en calidad de préstamo y en dos dividendos, paralos grandes gastos que la transformación política demandaba. Esta cantidaddistribuyóse entre los jefes del movimiento que debían operar en las provinciasde Chimborazo, Tungurahua, Carchi y Pichincha; y el General Flavio E. Alfaroreintegró después una parte de la suma destinada a la última provincia, por nohaberla invertido. Este es el único dinero que tuve a mi disposición para realizarlos acontecimientos del mes de enero pasado; y he tenido que entrar en estosdetalles, quizás impropios de un documento tan solemne, para desvanecer lascalumnias de nuestros adversarios. Toda la fuerza de la transformación de enero,estuvo en el inmenso prestigio de la causa liberal, amenazada por el mercanti-lismo político imperante. Las instituciones liberales que implantaron los Le-gisladores del sextenio de mi primera administración, habían echado hondasraíces en el corazón del pueblo; y los ciudadanos que se levantaron en armaspara defenderlas, de ninguna manera pensaron en el lucro vil, sino que obraronimpelidos por los más nobles ideales. Las armas con que combatieron, fueronlas mismas que ya otras veces habían manejado en defensa de la libertad, comole consta a todo el país; de manera que es una calumnia infame afirmar quemanos extrañas me suministraron dinero y enviaron fusiles Winchester desdeNorte América, para que derrocara al Gobierno del Sr. García.

La política desleal y corruptora del General Plaza; las sórdidas negociacionesen que se hallaban envueltos algunos de los principales dignatarios de la Na-ción; los proyectos de operaciones financieras ulteriores, denunciadas y com-batidas por la prensa, como afrentosas para el país; nuestras cuestionesinternacionales lamentablemente dirigidas por nuestra Cancillería; la tendenciamanifiesta a favorecer la reacción conservadora, resucitando el progresismo; elquebrantamiento de las leyes fundamentales, y la degradación de las institu-ciones democráticas, llevada hasta el extremo de ponerle precio al sufragio po-pular, los atentados y errores diarios de los gobernantes, habían llenado ya la

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medida de la paciencia del pueblo, y fueron los más poderosos elementos parala caída de ese mercantilismo político que representaba el Sr. García. La revo-lución era necesaria, inaplazable, en el concepto de la mayoría de los ecuato-rianos; como un remedio heroico para los males de la República; y cuando mepuse a la cabeza del movimiento, verificóse, de modo espontáneo y fácil, la másrápida de las transformaciones políticas que registra la Historia de América.

Los radicales de Riobamba y Guaranda iniciaron esa transformación en lanoche del 31 de diciembre al 1 de enero, y se apoderaron de las citadas plazas,con la mayor facilidad. En Riobamba dirigieron el movimiento los CoronelesPacífico Gallegos, Emilio María Terán y Julio Román, que fueron aclamadosGenerales del Ejército, a raíz del triunfo; pero, desgraciadamente, cuatro díasdespués, se sacrificó esa falange valerosa en los desfiladeros de Chancaguán.

El 4 de enero se pronunció en Latacunga el bizarro batallón “Pichincha”,impulsado exclusivamente por la adhesión de la tropa a la causa liberal; puestoque el Ejército, formado y aguerrido en las incesantes luchas del liberalismocontra los enemigos de la civilización y la libertad, no podía permanecer indi-ferente, y menos, combatir contra su propia bandera, por la que había derra-mado su sangre en tantos campos de batalla. El Ejército era esencialmenteliberal; y, obedeciendo a sus principios y a sus tradiciones gloriosas, tenía queapoyar por fuerza, el movimiento salvador de la causa democrática, que es lacausa santa de la humanidad. Gran parte del Ejército se puso, espontáneamentey con el mayor entusiasmo, de nuestro lado, y en el mismo día 4 de enero, sepronunciaron, asimismo, los valerosos Carchenses que componía el Batallón“No. 7o. de línea”, y que se encontraban en marcha para Latacunga. El deno-dado Escuadrón “Yaguachi” se incorporó también en masa al “Carchi”; y todaslas fuerzas indicadas pusiéronse a órdenes del Coronel Justiniano Viteri, Jefeque las condujo hasta la población de San Andrés, en el Chimborazo, en dondeel General Terán asumió el mando de esa División.

Movida por los mismos patrióticos sentimientos, la guarnición de Ibarrase pronunció el 5 de enero y se puso a órdenes del General Nicanor Arellano,siendo reforzada, luego, por los valientes soldados de Tulcán que se pronun-ciaron por la revolución el día 7 del mismo mes.

Mientras tanto, se habían levantado partidas armadas en los históricos can-tones de Daule y Vinces; y los liberales y radicales de todas las provincias sehallaban a punto de secundar los pronunciamientos ya realizados, pues reinabaen todo el país el más grande entusiasmo por la transformación.

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A las once de la noche del 31 de diciembre salí de Guayaquil, sirviéndomede guía el antiguo y valiente guerrillero radical, Coronel Pedro Montero; y através de las montañas, me dirigí a la provincia de Bolívar, acompañado ya porun puñado de patriotas. En el camino tuve conocimiento del desastre de Chan-caguán; y cerca ya de Guaranda se me unió el Jefe Civil y Militar de la provin-cia, Dr. José Facundo Vela, con unos cincuenta jóvenes armados. Sin másnoticia que la derrota de las fuerzas revolucionarias de Riobamba, pensé retro-ceder a la provincia de Los Ríos para organizar las fuerzas liberales de la Costa;pero recibí aviso oportuno del pronunciamiento de los Batallones “Carchi” y“Pichincha”, y del Escuadrón “Yaguachi”; y me puse en marcha inmediata-mente para incorporarme a mis valerosos camaradas, lo que conseguí el 12 deenero, en Latacunga.

En la mañana del 15 de enero, seguí la marcha con el ejército, en direccióna la Capital; y al llegar al tambo de Cuilche, nuestra bizarra Caballería capturóuna avanzada; y por ella supe, con seguridad, que el ejército contrario se en-contraba acampado en Chasqui. Proseguí la marcha y, como a una milla, hicealto y dispuse el orden de ataque. La resistencia de los adversarios fue vigorosay digna de mejor causa; más fue tan irresistible a fondo la carga que dieron misvalientes camaradas, que no tuve necesidad de impartir nuevas órdenes paraobtener la más completa victoria. En premio de tanto valor, concedí un ascensogeneral hasta Tenientes Coroneles, inclusive; y como el Coronel Montero so-bresalió en esa acción de guerra, ganó las estrellas de General de la República.

Al día siguiente proseguimos la marcha a la Capital, y antes de llegar aMachachi, recibí la grata nueva del pronunciamiento de Quito. Sucedió quelos presos políticos del Panóptico, dirigidos por uno de ellos, el General FlavioAlfaro, se adueñaron de las armas de la guardia, y, apoyados por el pueblo, selanzaron denodadamente sobre los cuarteles, los que se rindieron sin resistenciaalguna. El 17 de enero, en medio del entusiasmo del pueblo, tuvo lugar la en-trada del ejército vencedor en el Chasqui; e inmediatamente me ocupé en laorganización del Gobierno. El día 18 expedí un decreto de amplia amnistía;puesto que no debía haber entre ecuatorianos, ni vencedores, ni vencidos.

Entretanto, la población de Santa Rosa, en la provincia de El Oro, se habíapronunciado el día 16; y la libérrima provincia de Esmeraldas, el 19, dirigidapor el Coronel Carlos Concha. Las partidas armadas que levantaron los Coro-neles Martínez, Rugel y Figueroa, se habían aumentado considerablemente yconcentrádose en Palenque y Daule.

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El siempre invicto pueblo guayaquileño se levantó en masa el día 19 deenero, impulsado solo por su amor a las instituciones liberales, y sin siquieraun caudillo que lo dirigiera en el combate. Principió por libertar a los presospolíticos y apoderarse sorpresivamente del Cuartel de Policía, y con las armasque encontró allí, lanzóse sobre los cuarteles y se sacrificó heroicamente enlucha desigual con los cuerpos de línea. Sin embargo de haberse agotado lasmuniciones, se mantuvo a la defensiva, sin que lo amedrentaran los centenaresde víctimas, tendidas en las calles. En el fragor del combate, muchos patriotasse reunieron en la Gobernación, y aclamaron como Jefe Civil y Militar al Dr.Emilio Arévalo. Al amanecer del día 20, vino por fin el desenlace de aquel san-griento drama: se rindieron los cuarteles, y se concedieron amplias garantías atodos los vencidos.

Cuenca, la cuna de Abdón Calderón, se pronunció el 21 del propio mes,dirigiendo el movimiento el Dr. José Peralta; y en el mismo día, se pronuncia-ron también Azogues y Machala, siendo nombrados para Jefes Civiles y Mili-tares, respectivamente, el Dr. Rafael Aguilar y el Comandante Benicio Mejía.En igual fecha, como si hubiera habido acuerdo previo, se pronunció Loja conel Coronel Virgilio Guerrero a la cabeza; y en fin, el movimiento popular deenero fue secundado a porfía por todas las poblaciones de la República. Laguarnición de Manabí fue la última en rendirse el día 26, al Coronel CarlosConcha; el que había desembarcado en Bahía con los voluntarios de Esmeral-das, para auxiliar a los radicales manabitas que se habían levantado sin armas.

Por esta breve y genuina narración constante a todos los moradores delEcuador, conoceréis, Señores Legisladores, la magnitud e infamia de las calum-nias lanzadas contra la transformación de enero: os repito que ninguna clasede elementos hemos recibido, ni podido recibir, del Exterior, como lo propalanlos enemigos de nuestra causa; pues la caída del Sr. García se debió únicamentea su propio desprestigio, y al patriótico entusiasmo de la inmensa mayoría delos ecuatorianos.

Fenecida la lucha armada, emprendieron los vencidos la más dura campañapolítica contra los vencedores; y, en su desapoderado furor, han echado manode todos los medios imaginables, por reprobados y desdorosos que fuesen.Jamás, en ningún país de América, se ha desbordado la prensa de oposición,como entre nosotros, en la época actual; la falsedad, la injuria, la calumnia, ensus más repugnantes e inmorales fases, han sido las armas preferidas por nues-tros adversarios. Se ha conspirado abiertamente, sin respetos ni escrúpulos; sehan urdido conjuraciones que, descubiertas a tiempo, se han desvanecido; se

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ha difamado a la Nación misma, por combatir a mi Gobierno; en fin, se hadado rienda suelta a todas las pasiones de bandería, en uno como certamen deperversidad y de infamia. Y en medio de este desleal combate, el Gobierno seha mantenido sereno y exageradamente respetador de todas las libertades, detodas las garantías constitucionales, de todos los principios de equidad y de to-lerancia. Aun llegado el caso de ser ya necesario reprimir a los conspiradoresmás audaces, el Gobierno no ha salido de los estrictos límites señalados por laley, como os lo expondrá el Ministro de lo Interior y Policía; de manera que,si la audacia y procacidad de los enemigos del régimen radical, ha ido a los ex-tremos, también la moderación y tolerancia del Gobierno han sido sin igualen nuestra historia.

Arduos y difíciles, os he dicho que son varios de los problemas sometidos y avuestra deliberación; y salta como el primero y más importante, el de las rela-ciones entre la Iglesia y el Estado, que tenéis que resolver con amplio criterioy elevado espíritu; ya que la cuestión religiosa ha dividido hondamente a la fa-milia ecuatoriana y mantenídola en agitación violenta. Recordad que el sexteniode mi primera administración, a pesar de nuestra tolerancia y generosidad conlos adversarios, nos vimos envueltos en una constante guerra religiosa, que de-vastó al país; y como vuestra labor es de paz, y ha de tender al establecimientode instituciones definitivas y permanentes, os recomiendo que prestéis especialatención a este difícil problema, y que tratéis de solucionarlo de manera quedesaparezca, una vez por todas, de la órbita de la política ecuatoriana.

La doctrina liberal impone el deber ineludible de respetar la creencia detoda persona; y de amparar y rodear de garantías el santuario de la concienciahumana. La tolerancia más amplia, el respeto más acendrado al derecho ajeno,el acatamiento más profunda a la fe de todos los asociados, son la base del li-beralismo y la norma de una política conciliadora y acertada.

La grandiosa misión del Partido liberal consiste, precisamente, en rompertoda traba de la conciencia, en extirpar toda opresión del espíritu humano, enhacer práctico el derecho irrestricto de adorar a Dios, según las creencias decada cual; y es por esto que combate todo fanatismo y condena en lo absolutotoda tiranía religiosa.

La ley llamada de Cultos, hízose necesaria para evitar que los bienes de losfieles llegasen a invertirse otra vez en elementos de discordia social, en revolu-ciones sangrientas, en esas invasiones ofensivas a la dignidad de la República,tan frecuentes en los años de mi Gobierno anterior; y esa Ley, aunque imper-

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fecta, si se hubiera ejecutado con tino, honradez y equidad, habría evitado quese exasperara tanto la pasión religiosa y se ahondase más y más la división entrelos ecuatorianos. Pero, de la manera como se ha llevado a ejecución la Ley deCultos, preciso es decirlo, el Gobierno del General Plaza ha querido arrojar unbaldón eterno sobre su Administración; puesto que no se ha hecho sino prote-ger negociaciones ilícitas y afrentosas con pretexto de dicha Ley, como si hu-biera sido sancionada únicamente para favorecer usurpaciones. Al volver almando de la República, unos de mis mayores empeños ha sido corregir estemal; y he dado órdenes constantes a los Señores Ministros de Cultos para queesa Ley fuese lealmente cumplida, y se cubrieran con puntualidad los Presu-puestos de las Comunidades religiosas que, hasta la transformación de enero,casi no habían sido pagadas de sus haberes, sin embargo de haber fondos paraese pago.

Empeñado, como el que más, en que la doctrina liberal se llevase a la prác-tica, mi primera administración fue de constante labor para establecer una ra-zonable libertad de conciencia en el Ecuador, procurando conciliar todos losintereses de los asociados, en beneficio de la paz; pero la intransigencia del clero–acostumbrado a un dominio absoluto no interrumpido– volvió estériles todoslos esfuerzos conciliadores de mi gobierno. El clero, con raras excepciones, y elpartido conservador se opusieron a todo advenimiento, a toda tentativa de pa-cificación, a todo anhelo de concordia; porque solo aspiraban a la restauraciónde ese estado de cosas que había mantenido al pueblo en el aislamiento y elatraso, hasta la gloriosa Revolución de 1895. Y hoy, como entonces, nos halla-mos al frente del problema religioso, de cuya solución depende, en gran parte,la consolidación de la tranquilidad pública.

Dos son, a mi juicio, las soluciones posibles de la cuestión religiosa; el re-greso al antiguo patronato, con todos sus inconvenientes, y mientras la libertadde cultos se abra campo en los centros populares para que pueda el clero cató-lico adquirirse vida independiente y propia, o la separación de la Iglesia y elEstado, también con todas las dificultades inherentes a este sistema político. Sihemos de tomar en cuenta el estado de nuestra civilización y los seculares per-juicios dominantes todavía ente nosotros, lo natural y conveniente sería tornara la Ley de Patronato, en una forma equitativa y conciliadora, de manera quela creencia católica quedase amparada y garantizada por los poderes públicos;pero dentro de límites fijos, que la potestad eclesiástica no pudiese traspasar,con ningún pretexto. De esta manera, deslindadas las facultades de ambos po-deres; señalada la órbita de acción meramente espiritual para la Iglesia; desli-

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gadas la religión y la política, es de creer que la concordia surgiría de suyo; yque la reconciliación sincera de los ecuatorianos no presentaría dificultades deningún género. Dada la excepcional situación de la República, éste sería tal vezel camino de la prudencia y del acierto; pero el clero se niega a reconocer elpatronato, juzgándolo contrario a sus doctrinas.

Eliminado uno de los términos de la disyuntiva, no quedaría sino la sepa-ración de la Iglesia y el Estado, para resolver el problema que me ocupa. Há-blese de personas o de colectividades, es la base del liberalismo genuino, elrespeto al derecho ajeno; y por tanto, en este caso, lo racional, lo justo, lo con-veniente, sería que el Estado reconociese todos los derechos de la Iglesia, con-siderada como persona jurídica, tal y conforme sucede en las naciones máslibres y más adelantadas del mundo moderno. Así lo exige el más sagrado delos principios, el respeto al sentimiento religioso, a la libertad más íntima delhombre, la de su conciencia; principio sin el que vendría a ser contradictoriala doctrina liberal.

Sea libre la Iglesia y capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones;pero, quede sujeta a todas las prescripciones de nuestra legislación. Y al decre-tarlo así, os encarezco prevenir todos los motivos de ulteriores conflictos entrela Iglesia y el Estado; adoptando en lo posible, disposiciones análogas, a las queen los EE.UU., México, Venezuela, etc., han evitado toda colisión entre losPoderes. En los países que van a la vanguardia del progreso, el clero está privadode toda oportunidad de intervenir en los negocios del Estado; y el ateísmo escasi desconocido, y no existen partidos que profesen en sus doctrinas forma al-guna de hostilidad contra el culto. Los gobiernos, por su parte, se ven libres dela necesidad de dictar medidas preventivas o represivas que hieran, de una ma-nera u otra, los sentimientos religiosos de gran número de ciudadanos. Allí,donde la religión existe en situación de completa independencia, toda formade subvención oficial es innecesaria para su mantenimiento; porque las eroga-ciones de los fieles son suficientes para dar al culto todo el esplendor que susdogmas exigen. La separación de los Poderes, cuando no significa la erecciónde un Estado dentro del Estado y del Altar frente del Solio; cuando la potestadeclesiástica, como mera persona jurídica, está sujeta a todas las leyes de la Na-ción, y no sale de la órbita espiritual en que domina; cuando el Estado no in-vade, ni puede invadir, esas atribuciones espirituales de la Iglesia, no hay dudaque es una base sólida y perdurable de concordia social, y un elemento de pro-greso y de civilización.

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Os he puesto de manifiesto, con la ingenuidad y alteza de miras propiasde la ocasión, el difícil y complejo problema religioso; y la Nación puede esperarque, cualquiera solución que adoptéis será maduramente dictada, bajo la ins-piración de los más elevados sentimiento de justicia y patriotismo, y teniendoen cuenta únicamente la mayor conveniencia nacional.

No ignoráis, Señores Legisladores, el rumbo dado a nuestros negocios interna-cionales, en los pasados cuatro años; y el Ministro del Ramo os expondrá ensu Memoria todo lo necesario, al respecto. A pesar de los inconvenientes crea-dos por esa desacertada dirección diplomática, el nuevo Gobierno ha puestotodo empeño en remover dificultades y cimentar las más cordiales relacionesde amistad con las Repúblicas limítrofes; me es placentero afirmaros que lalabor de nuestra Cancillería ha producido los mejores resultados.

En Colombia y en el Perú continúan representando al Ecuador los mismosdiplomáticos Andrade y Aguirre Aparicio, respectivamente; y han sido acredi-tados por mi gobierno, el Dr. Emilio Arévalo, como enviado Extraordinario yMinistro Plenipotenciario, ante el Gobierno del Brasil; el Sr. Dn. Luis F. Carbo,con igual carácter, ante el Gobierno de Norte América; el Dr. Emilio MaríaTerán, con el mismo elevado cargo, ante la Gran Bretaña; el Dr. Fernando Sán-chez, como Ministro Residente, ad-honorem; en Nicaragua; el Dr. Rafael H.Elizalde, ascendido a Ministro Residente, ante la República de Chile; y el Sr.Walter Schultze, como Encargado de Negocios ad-honorem, ante el ImperioAlemán. Los Sres. Ministros Rendón y Vásquez, continúan en España con laMisión Diplomática que antes desempeñaban; siendo el primero, además, Mi-nistro Residente en Francia.

El cuerpo Diplomático en esta Capital, se compone de los distinguidosseñores: Monseñor Alejandro Bavona, enviado extraordinario y Delegado Apos-tólico; Dn. Emiliano Isaza, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciariode Colombia; Dn. Joseph Lee, enviado extraordinario y Ministro Plenipoten-ciario de los Estados Unidos de América; Dn. Francisco J. Herboso, enviadoextraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile; Dn. T. Carletti, enviadoextraordinario y Ministro Plenipotenciario de Italia; Dn. G. Michaelles, en-viado extraordinario y ministro Plenipotenciario de Alemania; Dn. RicardoLarios y Segura, que remitió de Lima copia de las credenciales que lo acreditancomo enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de España; represen-tando a esta Nación, como Encargado de Negocios, el Sr. Enrique de Perera yBlesa, mientras venga el Sr. Larios al Ecuador; Dn. Graccho da Sá Valle, Mi-

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nistro Residente del Brasil ; Dn. Bobot Descoutures, Ministro Residente deFrancia; Dn. Willam Nethorpe Beauclork, Ministro Residente de la Gran Bre-taña e Irlanda; y Dn. Arturo García, encargado de Negocios del Perú; Diplo-máticos que han contribuido eficazmente a estrechar más los lazos de amistady unión que nos ligan a las nobles Naciones que representan.

El nuevo Gobierno fue quien tuvo la honra de recibir y reconocer en suelevado cargo, a los Sres. Herboso, Carletti y Descoutures.

El Ministro de Relaciones Exteriores, lo repito, os dará razón detallada detodos los actos del Gobierno creado por la transformación política de enero; yos encarezco, señores Legisladores, que prestéis atención preferente a nuestrosnegocios internacionales, pues sois los llamados a resolver de una manera sa-tisfactoria, las complicadas y difíciles cuestiones que se hallan pendientes en laCancillería.

Bien sabéis, Señores Legisladores, que a medida que desarrollan y adelantanlos pueblos, han menester leyes adecuadas que llenen las nuevas necesidades; ysean conformes con el grado de prosperidad y civilización de los que han deobedecerlas. Las transformaciones del Derecho están íntimamente ligadas a lastransformaciones de los pueblos; de tal manera que sería absurdo regir un Es-tado moderno con la misma jurisprudencia de las naciones antiguas. Los pro-gresos de nuestra República y las conquistas del liberalismo ecuatoriano, exigíanpremiosamente una reforma radical de nuestras leyes; las que ni siquiera guar-daban armonía con la Constitución, ni con los principios filosóficos y políticosque hoy imperan en el Ecuador.

Conocedor de esta necesidad, he decretado nuevos Códigos, como elPenal, el de Comercio, el de Policía, el de Enjuiciamientos en materia Criminaly la Ley de Instrucción Pública; leyes que someto a vuestro ilustrado criteriopara que, estudiándolas maduramente, las reforméis y perfeccionéis en cuantofuere posible. Al promulgar dichos Códigos, me propuse facilitaros vuestralabor, presentándoos un cuerpo de leyes; a fin de que la discusión de los SeñoresLegisladores recayese únicamente sobre puntos determinados, y se ahorrasentiempo y trabajo en la realización de reformas tan indispensables. Como el in-terés de todo ecuatoriano no debe ser otro que el acierto en cuestión de tantamonta, confío en que emprenderéis el examen de dichas leyes con el empeñoy patriotismo que os distinguen.

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El estado de la Hacienda deja mucho que desear; y requiere reformas urgentes.El aumento de gastos que ha producido la guerra, indispensable para salvar

al país de garras del mercantilísimo político, y la rebaja de las rentas aduaneras,producida por el inconsulto Arancel que expidió el Congreso último, han cau-sado el natural desequilibrio en el Presupuesto; pero, mediante las acertadasreformas económicas que habéis de dictar seguramente, se restablecerá ese equi-librio tan necesario para que la República pueda llevar vida desahogada y pro-pia. Y esto os será fácil; porque, como lo estamos viendo ya, las industriastoman inusitado incremento y se extienden a regiones que antes no las cono-cían; los capitales extranjeros acuden a fomentar el progreso de la Nación; lasvías de comunicación dejan de ser una ilusión lejana, mantenida solo por elpatriotismo, y las riquezas naturales del país, se están transformando en filónabierto y en fuente de prosperidad para todos. La explotación del los bosques;el cultivo del caucho; el desarrollo de la agricultura en sus ramos más produc-tivos; la extensión del comercio; el laboreo de minas, en especial las de carbónen las provincias azuayas; la implantación de nuevas industrias, etc., no son yameras esperanzas, sino que unas se han convertido, y otras están para conver-tirse, en halagadoras realidades, en pruebas elocuentes e indiscutibles de que elEcuador marcha sin detenerse por el camino del progreso; y de que, en un díano muy lejano, lo veremos grande, próspero y feliz. La República no está, Se-ñores Legisladores, en el estado de inopia y miseria que los calumniadores desu propia Patria han pintado con colores siniestros; la República está exuberantede vida y tiene a su alcance todos los medios para enriquecerse, para llegar alnivel de los pueblos poderosos del Continente. Y vosotros tenéis la gloria dehaber sido llamados para emprender la labor económica que ha de conducir anuestra Patria a ese estado de prosperidad y grandeza; puesto que el Gobierno,en que tengo la honra de presidir, háse limitado a decretar las reformas que hacreído más urgentes e inaplazables para la reorganización de la Hacienda.

Para combatir el contrabando de aguardientes, se ha limitado a una quintaparte de los rendimientos que debía producir ese Ramo, expedí el Decreto del10 de abril. gravando la destilación; puesto que con este sistema se logra facilitarla recaudación de la renta y evitar en mucho los perjuicios que el Fisco recibede los contrabandistas. Esa contribución la pagan, en definitiva, los consumi-dores; y de ninguna manera se ha de considerar como un obstáculo puesto a laproducción. Naturalmente, el Decreto mencionado ha sido muy combatidopor los que tenían interés en mantener las facilidades para el contrabando; pero,espero de vosotros que conservaréis el mismo sistema de imposición, con el

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que veremos cuadruplicarse las rentas del ramo de aguardientes, en el próximoaño; lo que contribuirá a balancear el presupuesto de las provincias. Esta rentaes cuantiosa en todos los países; pero en el Ecuador ha sido casi nula hastaahora por falta de leyes adecuadas sobre la materia.

Deseando prestar apoyo eficaz a las industrias nacionales, promulgué unnuevo Arancel de Aduanas, basado sobre el sistema proteccionista; arancel quedebía principiar a regir el 1 de noviembre próximo. Más, como se levantaseuna considerable corriente de oposición contra ese Decreto, dando prueba deimparcialidad, lo declaré suspenso, para someterlo a vuestra consideración; yos recomiendo que emprendáis su inmediato estudio, a fin de que el nuevoArancel que acordéis, principie a regir desde el año entrante.

Con el fin de atraer capitales extranjeros y de que se establezcan nuevasindustrias en el país, expedí el Decreto de 26 de junio, el que producirá opimosfrutos para el progreso nacional.

El cultivo del Tabaco, constituye un ramo de riqueza que puede desarro-llarse muy en grande, ya en la Costa, ya en las regiones montañosas de la zonamedia; y considerando necesario proteger esta industria, decreté la abolicióndel estanco, aceptable solo en países no productores.

Y, como es más beneficioso para todo país el comercio libre que el mono-polio, dispuse también la extinción del estanco del papel de fumar y de la pól-vora.

Por un error económico se habían multiplicado las Colecturías especiales,en las que existen cantidades relativamente considerables, sin utilidad prácticapara la Nación. Por esto he decretado su abolición, exceptuando las Colecturíasde Beneficencia, de Instrucción Pública, de Aduana de Guayaquil, y de las cuo-tas correspondientes a los Municipios en las rentas del Fisco. Además decretéque los ingresos locales de cada provincia se invirtiesen exclusivamente en elpago de sueldos de los empleados respectivos, los que antes han vivido reci-biendo sus haberes con mucho atraso.

La dualidad que existía en los Tribunales de Cuentas, me determinó a crearun Tribunal de Revisión que garantizara mejor los intereses del Fisco y de loscuentadantes.

Una comisión de Banqueros de Francia y Holanda ha celebrado con elGobierno, un contrato ad-referéndum, sobre empréstitos; contrato que enbreve someteré a vuestra deliberación, para que resolváis lo que sea más conve-niente a la República.

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Pretender progreso sin vías de comunicación, es buscar el fin sin poner los me-dios indispensables para conseguirlo. Aquella frase tan común y tan repetidade que los caminos son las arterias que dan la vida a los pueblos, encierra unagran verdad; porque la nación que no tiene ferrocarriles, ni carreteras, ni ca-minos de herradura, es realmente una nación muerta para el progreso. Mientrasmás vías de comunicación tenga un Estado, mayor y más pronto es su desarro-llo; de manera que nunca es inútil la apertura de la más pequeña senda, porquesignifica un adelanto positivo para el país. Sin caminos ¿qué significan para elEcuador sus inmensos y feraces bosques, donde la cosecha siempre es segura ypingüe, donde las maderas preciosas abundan en asombrosa variedad, dondeel caucho y aun el cacao son espontáneos, donde la quina se halla a cada paso,donde todo es riqueza, apenas desflorada? Qué significan las dilatadas y fértilesplanicies interandinas, cuando la producción ha tenido que limitarse siempreal consumo interior, por falta de salida de los productos excedentes, aún a lascomarcas más cercanas? No estamos viendo frecuentemente que el hambreaflige a una provincia, mientras las vecinas nadan en la abundancia, y no pue-den socorrerla solo por falta de facilidad de locomoción? De qué le han servidoal Ecuador las grandes riquezas minerales de sus cordilleras, cuando los mejoresyacimientos, los filones más abundantes, se hallan muy lejos de las costas, ais-lados entre las quiebras de los Andes, en lugares donde no es posible el trans-porte de máquinas poderosas ni de los medios más necesarios para suexplotación?

Para mí, señores Legisladores, lo mismo que para todos los ecuatorianosque ansían el engrandecimiento de la patria, la realización de nuestro ideal estáen la apertura de caminos, de cuantos caminos se pueda, en todas direcciones;y sin perdonar sacrificio, sin retroceder ante ningún obstáculo, sin acobardarseante la grita del tradicionalismo que anhela aún mantenernos en el más abso-luto aislamiento, es decir, en la oscuridad y el atraso, en la miseria y la muerte.He aquí la razón de mi decidido empeño en la construcción del FerrocarrilCentral; y tengo el placer de anunciaros que, a pesar de todos los obstáculosque la mala fe y el espíritu de bandería han opuesto a esta obra verdaderamenteredentora, se ha conseguido ya que la gigantesca palanca del progreso, la loco-motora, llegase a Mocha. En el curso de este mes avanzará a la ciudad de Am-bato; en noviembre, a Latacunga, y muy a principios del año próximo, a laCapital, la que verá realizados sus sueños más constantes y patrióticos, al escu-char en su seno, esos silbidos de la locomotora que son la llamada de resurrec-ción para los pueblos.

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Siguiendo el mismo sistema de promover el progreso, ha celebrado el Go-bierno dos contratos ad-referéndum para la construcción de una línea férreaque una las provincias de Cañar y Azuay al Ferrocarril Central. Esas dos pro-vincias importantísimas, aparte de la feracidad y extensión de sus campos, cons-tituyen la zona mineral más rica de la República; y bastará la explotación desus abundantes minas de carbón para que ese ferrocarril tenga vida propia desdeluego, y deje utilidades a la empresa y al Gobierno.

El primer contrato se celebró con el señor Eduardo Morley; y el segundo,con la misma Compañía del Ferrocarril de Guayaquil a Quito: el Ministro deObras Públicas os presentará ambos contratos para que os sirváis estudiarlo, yaprobar el que mayores ventajas ofrezca a la Nación.

Animado del mismo espíritu, ha celebrado también el Gobierno otro con-trato ad-referéndum, para la construcción de tres líneas férreas: la primera, deQuito a la rica e importante provincia de Imbabura; la segunda, de Bahía aChone; y la tercera, de Manta a Santa Ana, ambas en la no menos rica e im-portante provincia de Manabí. Os dignaréis asimismo, prestar vuestra atencióna este contrato; y aprobarlos si lo juzgáis ventajoso para la República, como loha juzgado el Gobierno.

El Ferrocarril al Curaray es de suma importancia; de modo que debe cons-truirse sin omitir sacrificio alguno. Más, según las bases del contrato acordadocon la Junta Patriótica, ese ferrocarril habría resultado sumamente caro; y elGobierno se vio en la necesidad de convocar licitadores, a fin de obtener lasmayores ventajas posibles. El Ministro del Ramo os dará cuenta detallada deeste importantísimo negocio y de las ofertas que se nos han hecho.

Los caminos de Quito a Chone, y de Ibarra a Esmeraldas, se hallan des-truidos en gran parte por la imperdonable desidia en no haberlos terminado,y por la inercia en no haber reparado lo construido; y os encarezco que dictéislas medidas necesarias para que tan importantes vías de comunicación se pon-gan al servicio público lo más pronto posible.

El camino de Machala a Cuenca, a más de poner en comunicación dosprovincias, dará vida a los ricos valles que atraviesan los ríos Jubones, Rircay yTarqui. Las leyes han señalado fondos especiales para este camino; pero esosfondos han desaparecido sin que la obra se realizara. Servíos, pues, dictar dis-posiciones adecuadas y de la mayor eficacia para la apertura inmediata de estavía.

Una de las obras más necesarias y urgentes para la Capital, es su canaliza-ción y provisión de agua potable; y el Gobierno declarándola obra nacional,

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votó la suma de $1.700.000, como veréis en los Decretos respectivos. Esta obraes inaplazable; y os recomiendo su inmediata conclusión.

Es incalculable la importancia de la canalización y saneamiento de Gua-yaquil, nuestra metrópoli comercial y el centro del movimiento del país. ElMinistro de Obras Pública os informará de las disposiciones dadas al respecto;pero me incumbe recomendaros sobre modo que, ampliando el Decreto dic-tado últimamente para la extirpación de la fiebre amarilla, señaléis los fondosnecesarios para esta obra salvadora.

Del respeto debido a lo más sagrado del hombre, la conciencia, nace la libertadde enseñanza: limitarla, de cualquier modo que fuera, sería volver a la esclavituddel espíritu humano, contra la que tanto ha combatido y combate la doctrinaliberal. Todos tienen derecho para enseñar, sujetándose a las leyes de la materia;pero, la enseñanza oficial y costeada con fondos públicos, debe continuar obli-gatoria y laica.

Asombroso es el interés que en todas las clases sociales se ha despertadopor la educación e ilustración de sus hijos; de suerte que las Escuelas y los Co-legios son pocos para esa laudable ambición de saber que se ha apoderado delpueblo. Puedo afirmaros que, dentro de poco, el Ecuador rivalizará con las na-ciones más adelantadas de América, en el número proporcional de escolares yde estudiantes; lo que ha de significar un alto grado de progreso moral e inte-lectual para nuestra Patria.

Aparte del adelanto en los Colegios y Universidades, debo anunciaros quese palpa ya la gran utilidad de los demás planteles de enseñanza, como los Ins-titutos Normales, la Escuela de Bellas Artes, el Conservatorio de Música, etc.;de donde principian a salir alumnos muy aprovechados, y aptos para desem-peñar el magisterio. El Instituto Normal de Señoritas acaba de proporcionarinstitutrices a varias provincias; y el pueblo, conocedor de estas ventajas, tieneya empeño en que sus hijos concurran a los referidos planteles.

El Gobierno ha comprado varias casas destinadas a Escuelas y Colegios;pues juzga que todo sacrificio es pequeño, al tratarse de la difusión de las lucesentre el pueblo.

Fue mi resolución destinar para Beneficencia e Instrucción Pública, en ge-neral, las rentas de Sal y de Timbres; pero, el cúmulo de obstáculos sobrevenidosen la actualidad, me han impedido realizarla.

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No cumpliría un deber de justicia y de patriotismo, si no os recomendara anuestro denodado Ejército; cuyas dotes militares son una firme garantía parael liberalismo y para la seguridad de la Nación. El valor indómito, la abnega-ción, la disciplina, la constancia en la defensa de los principios liberales, el amorardoroso a la Patria, hacen del Ejército ecuatoriano, una colectividad digna dela atención preferente de todos los altos Poderes del Estado.

La Instrucción del Ejército va muy delante; y el Colegio Militar y la Es-cuela de Clases están produciendo buenos resultados. La reorganización de lamilicia será más fácil, a medida que aumente la instrucción del soldado y de laoficialidad; y es de esperar que, no muy tarde, tendrá la República un Ejércitobien organizado e instruido que rivalice con los mejores del Continente.

El Gobierno ha iniciado la compra de cincuenta mil fusiles Manlicher re-formado, calibre siete-nueve, con las municiones necesarias; elementos de gue-rra comprados al Sr. Georg Grotstueck de Berlín. También se ha negociadocon el Sr. F. U. Falcinelli Graziosi dos baterías de Artillería, sistema Skoda,Austriaco, con las municiones necesarias.

Los Señores Ministros de Estado, os darán cuenta detallada de todo lo re-lacionado con su respectivo Departamento administrativo.

Os repetiré, para concluir, Señores Legisladores, que este Mensaje no con-tiene sino ideas generales sobre lo principal de la Administración pública; pero,vosotros, interesados en el bien de la Nación, y con vista de los informes de losMinistros Secretarios de Estado, desarrollaréis mis ideas y las transformaréis enleyes, si las juzgáis encaminadas al progreso y engrandecimiento de la Repú-blica. Al someteros mis propósitos, no tengo otro fin que cumplir un deber; ycooperar con patriótico empeño, al mejor acierto en las labores de los encarga-dos del Poder público. Pero, en vuestras manos está la suerte de la Patria; ytengo la convicción íntima de que os conquistaréis un puesto envidiable en lahistoria ecuatoriana, cumpliendo como se debe el difícil y elevado cargo queos han conferido los pueblos.

Honorables Diputados,

Eloy AlfaroPalacio Nacional, Quito, a 9 de octubre de 1906.

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Mensaje Especial del Presidente de la Repúblicaa la Asamblea Nacional, sobre la Ley de Liberación de

Derechos a la Importación de Víveres

Honorables Señores Diputados:Tengo la honra de dirigiros este Mensaje especial, porque, convencido

como estoy de vuestra alteza de miras y acendrado patriotismo, no dudo queacogeréis las observaciones que voy a haceros sobre la Ley de Exoneración dederechos de importación de víveres.

El Gobierno, como repetidas veces lo ha manifestado, tiene el mayor in-terés en remediar las necesidades del pueblo; pero débese ejercer esta filantropíaoficial, conciliando los intereses de la clase necesitada con los de las industriasnacionales y los del Fisco. La Ley que habéis sancionado, desde luego animadosde las mejores intenciones, no guarda esta conciliación tan necesaria para laprosperidad del país; y en las objeciones que os presenté, las que ni siquierahan sido leídas en la Asamblea, puse de manifiesto los gravísimos inconvenien-tes que se originarían de la sanción de la referida Ley.

En efecto, la liberación de derechos sobre la importación de artículos si-milares a los que se producen en la República, tienen necesariamente, que pro-ducir una competencia desastrosa para la agricultura e industrias nacionales;puesto caso que los importadores de productos extranjeros, están en condiciónde abaratar el precio de esos artículos, hasta el extremo de hacer ruinosa la pro-ducción ecuatoriana. La carencia de brazos, el elevadísimo tipo de interés sobreel capital que se emplea en la República, lo rudimentario de nuestra agricultura,los mismos fenómenos meteorológicos que ocasionan la frecuente escasez devíveres, las dificultades de transporte, el casi ningún uso de la fuerza mecánicaaplicada a las labores del campo, etc., son obstáculos inmensos para la produc-ción nacional; y, por lo mismo, el precio de nuestros productos resulta excesi-vamente subido, en comparación de los gastos que los productores extranjerostienen de hacer en el mismo caso. De aquí es que, por ejemplo, los cerealesproducidos en California, aun cargando los gastos de conducción hasta Gua-yaquil, pueden ser vendidos a menor precio que los productos similares delpaís; lo que, a todas luces, vendría a causar la más completa ruina de la agri-cultura ecuatoriana; es decir, cegaría esa fuente de riqueza, la primera en todoslos pueblos, y la que todos los Legisladores del mundo, han procurado mante-ner abierta y ensancharla cuanto les ha sido posible.

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Y no se diga que así se combate la miseria del pueblo; porque, en épocasanormales, se puede conseguir tan laudable fin, concediendo a los Municipiosel privilegio que hoy se ha concedido a todo el comercio. El proyecto que tuvela honra de someteros, al respecto, habría llenado todas las necesidades públicas,sin causar el menor perjuicio a los intereses de la Nación y de los productores.

Añadid a esto la pérdida de más de un millón de sucres anuales para elFisco, con la liberación de los derechos de aduana de que estoy tratando; y ve-réis que, sin aliviar sensiblemente la condición del pueblo, habéis aumentadolas dificultades económicas del Gobierno, precisamente cuando debemos ponertodo empeño en aumentar las rentas fiscales para salvar al país.

Por lo que mira a la industria azucarera, ciertamente, debéis poner coto atodo monopolio que encarezca aquel artículo de primera necesidad; pero laLey que impugno, sin remediar el mal, no ha hecho sino abrir nuestros mer-cados al libre expendio de azúcar extranjera, en perjuicio de los productoresnacionales. Vuestra gran ilustración me dispensa de hacer comentarios sobreeste desastroso resultado; pero, sí llamaré la atención de la Honorable Asam-blea, sobre las indefectibles leyes económicas que regulan ese equilibrio instableentre la demanda, la oferta y el precio de un artículo. Abierto un nuevo y vastomercado al azúcar del Perú, por ejemplo, su precio debe subir necesariamente;y más, si se toma en cuenta que la producción ecuatoriana viene de sufrir unadepresión considerable, ya que no sufra paralización completa, como es detemer. Por consiguiente, no tendremos azúcar barata, como se ha pretendidoal expedir la Ley que refuto; sino que, lejos de obtener este beneficio, emigraráel numerario y quedará sacrificada una industria nacional en provecho exclusivode la República vecina.

Lo mismo digo de las demás industrias perjudicadas, como la fabricaciónde cerveza y de fideos; pero lo más grave, es la pérdida de trabajo para tantosbrazos empleados hasta ahora en dichas fábricas. El problema que más preo-cupa a los hombres de Estado, en todos los países civilizados, es el de propor-cionar trabajo remunerativo al pueblo; porque los brazos desocupadosconstituyen un peligro mortal para las naciones; el pueblo sin trabajo, es elabismo siempre abierto para las instituciones, para la moralidad y el progreso,para la paz y felicidad públicas. Mas, la Ley que habéis expedido, produciríatodo lo contrario; porque privaríais de ese trabajo moralizador a millares deecuatorianos, los que han de convertirse por necesidad en factores de desordeny de anarquía.

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Ahora, si paramos mientes en la manera cómo se ha tramitado la expedi-ción de dicha Ley, no os ocultaré mi extrañeza de que el Ejecutivo haya sidoasí como sorprendido, en un asunto de tan suma importancia. En oficio defecha dos del presente mes, marcado con el número 71, el Ministro de Ha-cienda se dirigió a la Honorable Convención, acusando recibo de los Proyectosde Decreto sobre liberación de derechos de aduana de artículos alimenticiosde primera necesidad, y sobre derogación del Decreto Supremo de 4 de octubredel año anterior; e hizo la observación de que el término para sancionar dichosProyectos, no debía correr desde el primero de enero, por haber sido feriadodicho día. La Asamblea, tomando en consideración el referido oficio del mi-nisterio, declaró que accedía a las insinuaciones hechas por el señor MinistroPuga; y, por tanto, quedó resuelto que el término para la sanción indicada,debía contarse desde el día dos, como así consta en el oficio del Sr. Secretariode la Asamblea, fechado el día tres y marcado con el número 73. El H. Consejode Estado, con vista de este oficio y atendiendo a que los términos deben con-tarse conforme al artículo 44 del Código Civil, resolvió en la sesión del díacuatro, estudiar los Proyectos que se le habían sometido, en la reunión del díasiguiente; y así lo hizo, en efecto, y el día cinco fueron presentadas las objecionesdel Ejecutivo. El Consejo de Estado, el Presidente de la República y sus Minis-tros, descansábamos, pues, en la resolución previa de la Asamblea Nacional; yno podíamos suponer, ni por un momento, que habíais de declarar ilegal vues-tra resolución del día dos, y sancionado por el Ministerio de la Ley, un Decretotan lesivo a los intereses de la Nación. Os repito, el Ejecutivo, se ha visto asícomo sorprendido; pero, aún es tiempo de remediar el mal, modificando el re-ferido Decreto en el sentido de Proyecto que os presenté, o conforme vuestraalta ilustración os aconseje. Evitad, señores Legisladores, todos los graves in-convenientes que a la ligera os he apuntado en este Mensaje; sin que por estodesatendáis las necesidades del pueblo ni dejéis de reprimir los monopolios,que tan justamente os han alarmado. Como solo el patriotismo y la convenien-cia pública inspiran a todos los poderes públicos, espero que acogeréis benévo-lamente mis observaciones.

Señores Diputados,

Eloy AlfaroPalacio Nacional, Quito, a 9 de enero de 1907.

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Segundo Mensaje Especial del Presidente de la Repúblicaa la Asamblea Nacional sobre la Derogación de la Ley de

Derechos sobre la Importación de Víveres

Honorables Diputados:Conocido en la República el texto del Decreto de 27 de diciembre del año

próximo pasado, sobre liberación de derechos a la importación de víveres, etc., haproducido él, la excitación que era de esperarse, por los males que a la industriay a la clase obrera acarrea, y los cuales tuve ocasión de apuntaros en mis Obje-ciones a dicho Decreto.

Los trabajadores de la Fábrica de Cerveza Nacional de Guayaquil, los pri-meros, me han dirigido la solicitud que os transcribo, y en la cual ponen demanifiesto todo el cuadro de miserias y desdichas que se les depara con motivode la próxima clausura de esa Fábrica, la cual va a ser literalmente arruinadapor ese mismo Decreto.

Doscientas familias, Sres. Diputados, van a quedar sin pan ni abrigo; lafloreciente industria de Cerveza Nacional va a ser extinguida; y todo esto conperjuicio del Erario y con riesgo inminente de la alteración de la bienhechorapaz, a cuyo abrigo, únicamente, puede engrandecerse la Nación. Y mañana,asimismo, quedarán arruinados los Ingenios de Azúcar, deudores, en su mayorparte, de gruesas sumas de dinero a los Bancos Nacionales, y saldrán a la callemillares de laboriosos jornaleros a engrosar el número de los elementos nocivosdel país, y el Fisco perderá una respetable cantidad que debería figurar en suexhausto ingreso.

Y lo sabéis bien, señores diputados, el Gobierno carece de facultades paracontener tamaño mal; y si vosotros no lo remediáis, tendrá el dolor de ver que seconsuma, y con él, la ruina de la industria y el desastre de considerable númerode jornaleros, dignos de que los protejan y amparen los Poderes del Estado.

No quiero cansaros repitiendo las mismas poderosas razones que tuve elhonor de exponeros en mis Objeciones y Mensaje anterior sobre ese Decreto,que, si inspirado en el más puro patriotismo, a acarrear no los bienes que ospropusisteis, si no todos los males que no os imaginasteis, y que los consideroirremediables, si es que no optáis por revocarlo, como es de conveniencia y dejusticia; y así me limito a llamar vuestra atención acerca de ellas, y pediros car-guéis vuestra consideración sobre la fundada solicitud de que os vengo ha-blando, a fin de que, interesados como sois por la paz y el progreso del país,hagáis por salvarlo del peligro que le amenaza, revocando el Decreto.

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Vuelvo a repetiros; el Decreto prepara la ruina de una parte importante dela industria nacional, y deber mío es volver a vosotros para que la conjuréis;conjuradla. El Decreto va a inutilizar centenares, tal vez millares de brazos, sa-cándolos de las fábricas, donde elaboran la riqueza nacional, a la calle, en dondeengrosarán, seguramente, las filas de los perturbadores del orden público; ydeber vuestro es contener la consumación de este gravísimo mal: contenedlo.El Decreto va a privar el Erario de una gruesa suma de dinero en sus ingresos;y deber vuestro es evitar este daño a las rentas nacionales: evitadlo.

Y no debo dejar desadvertida la consideración de peso indiscutible, de queel Decreto fue oportunamente objetado, y por lo mismo, no pudo ser sancio-nado por el Ministerio de la Ley, como lo acreditan los antecedentes publicadosen el No. 274 del Registro Oficial, conexionados con el propio Decreto; sobrecuyo particular llamo vuestra ilustrada atención, a fin de que lo apreciéis comouna razón más para declarar su derogación.

He aquí, Honorables Diputados, la solicitud en referencia: estimadla entodo lo que ella vale, y salvad la industria nacional.

Honorables Diputados,

Eloy AlfaroPalacio Nacional, Quito, a 18 de enero de 1907.

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3. Escritos para la historia

Campaña de Esmeraldas

El deber cumplido hace que sea menos dolorosa para mí la obligación enque estoy de hacer una reseña de lo más sustancial ocurrido en la reciente cam-paña de Esmeraldas. Propóngome, pues, hacer una breve exposición de los he-chos para que formen su juicio mis conciudadanos.

El 5 de junio llegué a Pianguapí, en donde me esperaba un grupo de vo-luntarios; asumí el mando y nombré Secretario General al joven patriota donMiguel Valverde, que me acompañaba en unión del Coronel J. Mz. Pallares,Comandante Centeno y otros amigos más.

El armamento que allí encontré consistía en menos de 100 fusiles de ful-minante, entre buenos y malos, 18 armas de precisión de diferentes sistemas,con muy pocas cápsulas y algunas escopetas. Y llevé 60 rifles y 10 carabinas ré-mington con abundante parque. Al emprender la marcha desde Panamá, mipropósito era seguir avanzando con celeridad como medida indispensable, paraevitar se reforzara la guarnición enemiga que había en Esmeraldas; pero estono me fue posible verificarlo. En la madrugada del 7 salimos de Pianguapí paraLa Tola en embarcaciones menores y en el curso del día llegamos a esa pobla-ción; al siguiente debíamos continuar avanzando y tuve que desistir por infor-mes especiales; y resolví esperar la llegada de un buque que debía traerme unacantidad de rifles y dos cañones, de montaña. El buque tuvo su viaje dilatadí-simo; llegó al fin pero sin los cañones y desfalcadas las cajas en las que solamenteresultaron 36 rifles. Ignoro dónde tuvo lugar el robo. Los citados rifles conabundantes cápsulas fueron trasbordados en canoas y llegaron a mi poder des-pués de un viaje peligrosísimo, pues hubo que burlar la vigilancia de varios va-pores enemigos que recorrían la costa con tropas de desembarco y queesperaban dar caza al buque y a los valerosos expedicionarios que lo tripulaban.Recibido este armamento, aunque muy deficiente, resolví avanzar. Durante mipermanencia en La Tola, el enemigo, superior en número y bien provisto deartillería, no intentó ningún movimiento agresivo y se limitó a bloqueamos ya hacer ostentación de sus fuerzas sin desamparar sus embarcaciones. Para fa-

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cilitarles el ataque, dispuse dejarle libres todos los puntos por donde podíanefectuar un desembarco; medida infructuosa, pues, como llevo dicho, solo selimitaron a hacer alarde de los elementos de que disponían. En La Tola se en-grosaron algo nuestras filas, y puse especial atención en disciplinarias lo mejorposible. ¡Ímproba labor es organizar voluntarios! Se formaron las columnas Es-meraldas, Seis de Abril, Libertadores y Constitución, que componían un totalde 150 hombres, aproximadamente, al mando de los Comandantes Villacís,Ríos, Centeno y Mayor Marchán, respectivamente.

Dos días antes de salir de La Tola llegó a mis manos un Boletín que el ene-migo había dejado en un caserío inmediato, en el cual anunciaba oficialmentehaber sido dispersadas las fuerzas revolucionarias del norte. Yo no le di enterocrédito a esa noticia, pero en la duda no vacilé en tomar la ofensiva para cumplircon mi deber en lo que humanamente fuera posible.

Con las fuerzas mencionadas emprendí la marcha. Llegamos a Rioverdeel 14 de julio, en donde encontré varios tripulantes del vapor Esmeraldas consu Capitán, tomados prisioneros por nuestra avanzada. Una fuerte fiebre quenos atacó al señor Valverde y a mí nos hizo perder muchos días en Rioverde.Allí se nos presentaron también algunos voluntarios. El 23 se incorporó el señorRoberto Andrade que había salido de Imbabura con tal propósito; y en el actocomo un homenaje tributado a sus heroicos méritos, le nombré jefe de EstadoMayor con el grado de Comandante. El 24 emprendimos nuevamente la mar-cha para buscar un paso por donde cruzar el correntoso río de Esmeraldas. Secaminó toda la noche, y al rayar el día 25 pasamos por el caserío llamado LaPiedra, frente a la ciudad de Esmeraldas y a tiro de cañón de vapor enemigoque estaba anclado en el puerto. En ese punto me informaron que el enemigotenía la costumbre de situar un destacamento de 25 a 50 hombres en el caseríode Tachina, dispuse lo necesario para coparlo y designé las columnas Seis deAbril y Esmeraldas para su ejecución, con orden, terminante comunicada a susjefes de no hacer fuego mientras no se les intimara rendición. En Tachina nadaencontramos, pero allí adquirimos la certidumbre de que el destacamento ene-migo estaba en el caserío inmediato de Tábule. La Seis de Abril llevaba la van-guardia, y en los momentos que consumada la sorpresa y que el ComandanteRíos personalmente intimaba rendición, que ya era inevitable para los contra-rios, una descarga inesperada sembró la desolación de ese recinto; descarga quepor poco ocasiona también la muerte del valiente Ríos. Había sucedido queun sargento con unos pocos soldados de la Esmeraldas se habían extraviado desu columna, y apenas divisaron por una vereda el grupo de los soldados del

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destacamento, sin orden rompieron los fuegos que ocasionaron seis bajas, entremuertos y heridos, dos de estos paisanos. Siempre deploraré esa sangre derra-mada inútilmente. El destacamento se componía de solo 10 soldados; los so-brevivientes que eran 6 con un oficial, fueron tomados prisioneros, y los riflesque tenían pasaron a mejores manos. La captura de ese piquete nos causómucho daño, debido en parte a los guías que temerosos de un encuentro, nosextraviaron y desorganizaron en el orden de la marcha. Seguimos adelante ydonde encontramos canoas principiamos a pasar el río; en la tarde de ese mismodía acampamos en Puebloviejo. Ocupábamos y a la misma orilla en que estabael enemigo.

El 28 recibí un posta de Tumaco con cartas de los tripulantes del vaporOlmedo. Se me proponía que fuera yo a Tumaco, o bien que evitara encuentrosy que me retirara a La Tola para recibir ciertos refuerzos. Reuní un Consejo deGuerra para deliberar lo que convendría hacer, en el que prevaleció la opiniónde que si emprendíamos retirada a La Tola, perderíamos la mitad de la tropaen razón de que estaba muy maltratada por las penosas jornadas que se habíanhecho y por el riguroso servicio de campaña que acostumbrábamos hacer, yque entre todos ellos ninguno quería retroceder sino combatir. Se tomaron enconsideración otras circunstancias que presentaban como infructuoso el regresoa La Tola. A mí también se me hacía doloroso retroceder por más que deseabarecibir el refuerzo de buenos compañeros y de 80 rifles. Pero convencido de laverdad que expresaban los jefes que componían el Consejo de Guerra, procedíde conformidad.

Las fuerzas que estaban a mis órdenes, se componían de propietarios arte-sanos, agricultores, etc., etc., gente toda difícil de sujetarse a una vida dilatadade cuartelía y marchas y contramarchas. Contesté a los amigos de Tumaco loque me cumplía hacer.

Al día siguiente, julio 29, tuvo lugar la acción de Las Quintas. En la ma-ñana recibí aviso de que el enemigo se movía sobre nuestro campamento, quela mayor parte de sus fuerzas venía por tierra camino de Tiaune a la Victoria,y que una pequeña parte estaba destinada a llamarnos la atención por la isla deTontavaca, situada cerca de Puebloviejo. A las 10 de la mañana los fuegos denuestras avanzadas por la orilla del río, anunciaron la presencia del enemigoen la citada isla. Inmediatamente dispuse que la columna Esmeraldas, com-puesta de excelentes tiradores, se situara en el caserío de Las Quintas, y el restode las fuerzas las coloqué convenientemente para recibir al enemigo que veníapor tierra. Viendo que el ataque por el río era de mayores proporciones de los

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que se me había avisado, ordené que el Libertadores tomara parte en la acción;momentos después de haber entrado en línea este refuerzo, el enemigo princi-pió a gritar “viva Alfaro, viva Villacís” y los fuegos calmaron de ambos lados.Acto continuo el enemigo se internó al monte y se perdió de vista. No era po-sible imaginarse que los tales vivas habían sido una estratagema para conseguirretirarse impunemente. El ataque esperado por tierra no se efectuó. En la acciónde Las Quintas que duró una hora, el enemigo presentó sobre 200 soldados enuna línea de guerrillas situada en la playa de la isla, que sirvieron de buen blancopara nuestros tiradores; las pérdidas que sufrieron fueron considerables, las quetuvieron buen cuidado de ocultar. La fuerza que los rechazó se componía demenos de 70 voluntarios, y no tuvimos pérdida que lamentar, gracias a la fa-vorable situación del terreno. Aunque todos pelearon bien, los honores deltriunfo correspondieron a la Esmeraldas, en particular al Comandante Villacísy a todos los oficiales que mandaban las descubiertas Tenientes Ampudia yCazar que fueron ascendidos a Capitán. Cayeron en nuestro poder la mayorparte de las canoas en que había venido el enemigo, en las cuales se encontróun pequeño botiquín de campaña y dos cajones de cápsulas rémington.

Confieso que las innobles estratagemas del enemigo, me quitaron las ven-tajas de la victoria. Al mismo tiempo que se retiraban a todo correr para Esme-raldas, recibía yo aviso de que realmente venían las fuerzas anunciadas portierra. Con ese informe y los vivas durante el combate, que yo tenía motivospara considerar verdaderos, me engañaron completamente.

En Puebloviejo aumentáronse bastante nuestras filas, allí organicé la co-lumna Colombia, que eligió por su Comandante al entusiasta señor JacintoNevares.

Como resultado de la acción de Las Quintas, los mudistas hicieron em-barcar en Esmeraldas sus equipajes y todo lo que les estorbaba para la retiraday pronto embarque de sus tropas. Para mí no podía ser más aciaga la noticia,puesto que teníamos seguridad de apoderarnos del armamento que tenían enmano. Estaban en disposición de reembarcarse cuando optaron por hacer trin-cheras para defenderse en la ciudad.

De Guayaquil me habían escrito asegurándome que de allí no saldrían re-fuerzos para la guarnición de Esmeraldas.

Yo estaba esperando, aunque ya con desconfianza, un movimiento quedebía tener lugar en las fuerzas contrarias, cuando se me informó que esperabanrecibir refuerzos de Guayaquil. Entonces resolví no perder más tiempo.

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Salimos de Puebloviejo el 4 de agosto con el propósito de efectuar el ataqueal día siguiente: El atraso de una de las Columnas retardó nuestra llegada al es-tero de Tiaune, y en la mañana siguiente pasamos en canoas el estero para llegara la hacienda llamada “La Propicia”, en donde se empleó parte del día en lim-piar el armamento que se había mojado por la lluvia constante de la noche an-terior. Se hizo forzoso perder allí el resto del día.

Circunstancias especiales me determinaron a mandar un parlamentariopara intimar la rendición a la guarnición de Esmeraldas. El Capitán Sarria, quefue de parlamento, cumplió su misión y regresó con la noticia de haber llegadoel Babahoyo con el General Robles.

Pensar en retirada encontrándonos en las inmediaciones de Esmeraldas,no era prudente ni decente. Reflexioné en la confianza que entraría el enemigocon el refuerzo recibido, y resolví llevar a cabo el ataque a las cuatro de la ma-drugada. Personalmente di la orden a los jefes de cuerpo para que algunas horasdespués, a media noche, estuvieran listos para marchar. En la tropa que yotenía, la columna más cumplida era la Seis de Abril, la cual en ese día estaba si-tuada vigilando uno de los caminos que conducía a Esmeraldas. Llegó la horafijada y esa columna no apareció. Mandé traerla y al fin llegó algunas horasdespués. Su demora consistió en que emboscaron una avanzada más lejos dellugar que había señalado yo personalmente. Esta dilación me trastornó lo pri-mordial del plan. Al fin emprendimos la marcha; todos íbamos a pie con ex-cepción de dos presos políticos, a quienes por estar en imposibilidad de caminarles permití ir a caballo; tres bestias, unas que con mucha dificultad conseguí,las destiné para conducir el parque.

Horas antes de salir de “La Propicia”, dispuse que todos los empleados ci-viles formaran una columna de Macheteros, la que puse bajo las órdenes delSecretario General señor Valverde.

Amanecía cuando descendíamos el cerro Mucumbiazo; a las seis y mediade la mañana hice alto: nos encontrábamos a pocas cuadras de Esmeraldas. Elmonte estaba espeso, y al aparecer nosotros, el enemigo no había advertidonuestra aproximación. Las columnas Esmeraldas y Constitución venían de van-guardia; llamé a sus jefes comandante Villacís y Mayor Marchán; al primero leseñalé el extremo Sur, y al segundo Norte, los que debían atacar, limitándose asostener el fuego formados en guerrillas a distancia proporcional. Les manifestéque el objeto de iniciar el ataque en la forma indicada a los extremos opuestosde la ciudad, era para llamar la atención del enemigo hacia esos lados, y que elresto de las fuerzas las destinaba para tomar por asalto el centro; operación que

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se facilitaba, por extenderse Esmeraldas de Norte a Sur. En términos precisosles manifesté todo el plan para que se penetraran bien de la importante coope-ración que yo esperaba de esos dos cuerpos. Ambos jefes conocían perfecta-mente la localidad. Les ordené marchar por las veredas interiores que hay, parano ser vistos o detenidos por el enemigo. Tenía planos de las trincheras y co-nocía las disposiciones de defensa que adoptaban en la población. Previne aMarchán de no romper los fuegos hasta tanto no lo hiciera la Esmeraldas, yambos jefes se fueron llenos de entusiasmo. Entonces avanzó la Seis de Abril apoca distancia para esperar mis órdenes. Principiaba a desfilar la Colombiacuando oí el primer tiro, que fue contestado con una descarga del enemigo, ycontinuó el fuego generalizándose. Al momento supuse que la Constitución yquizás la Esmeraldas habían encontrado obstáculos para avanzar, y en el actoresolví precipitar el asalto del centro. Al efecto ordené que la Colombia, seguidade la columna de Macheteros, se incorporaran a la Seis de Abril y ejecutaran elataque. Avanzaba yo con el Libertadores que tenía de reserva, cuando se mepresentó un sargento de la Colombia a darme parte de que el enemigo manio-braba para cortarnos, señalando con la mano hacia mi izquierda. Lancé al Li-bertadores en la dirección que se me indicaba. Yo seguí adelante y entonces via nuestros voluntarios desorganizados y en pelotones. Continué recorriendonuestra línea hacia la izquierda, y encontré al Libertadores que no habiendohallado enemigo a retaguardia, iniciaba el ataque por un camino bastante anchoque hay detrás de la iglesia. Dispuse una carga general. En ese avance murió eldenodado Mayor Pizarro, segundo jefe del Libertadores. Fueron apagados losfuegos de la trinchera inmediata a la iglesia que estaba a pocos pasos de nuestrosvalientes, la cual, como un cuarto de hora después la reocupó el enemigo. Laartillería funcionaba con actividad, pero ningún daño nos causaba; no así delas trincheras, de donde disparaban sin dejarse ver ni la cabeza. Estaban muynutridos los fuegos, cuando recorrió nuestra línea la voz de “bandera de parla-mento, el enemigo se rinde”. La bandera blanca que había puesto el enemigo,la fueron desenvolviendo lentamente hasta que se reconoció la antigua banderaecuatoriana que es azul en el centro y blanca a los extremos. Reconocida la ini-cua superchería, los fuegos se renovaron, pero no volvieron a tomar el vigorque tenían antes.

Veamos lo que desde el principio había causado el trastorno del plan.El Mayor Marchán se puso a la cabeza de la descubierta que precedía a su

Columna, y en vez de elegir una vereda que lo llevara al punto que le había de-signado yo, tomó el camino que conduce al centro del enemigo. El primer tiro

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salió de esa descubierta y mató al centinela; el enemigo respondió con una des-carga que mató al valeroso Marchán que avanzaba. El resto de la Columna sinvoz ni mando se convirtió en una pelotera. El Comandante Villacís al oír esostiros no prosiguió su marcha, y seguido de unos pocos inició el combate porese lado. Con el resto de esa Columna sucedió como con la anterior. El ene-migo que creía probable nuestro avance y que descansaba descuidado, recibióaviso oportuno de nuestro movimiento, concentró sus fuerzas, se preparó ynos recibió con descargas cerradas. El Comandante Ríos entró con muy pocagente también. El Comandante Nevares evitó en parte ser envuelto por el tor-bellino, desviándose hacia la derecha y mediante maniobra entró en lucha laColombia con arrojo temerario. Los Macheteros, aunque envueltos por el tu-multo, se condujeron con intrepidez. El Libertadores fue la única columna queentró íntegramente a la pelea, y con algunos dispersos que se agregaron, sostuvolos fuegos con regularidad. Perdió más de una tercera parte de los 33 volunta-rios que la componían. Entre los muertos que hubo en ese recinto quedaron,además de los malogrados Marchán y Pizarro, los intrépidos oficiales RobertoMorales, Rubén Miranda, Daniel Carrillo; y entre los heridos el señor Mon-túfar de quien recordaré sus denodados esfuerzos con admiración y gratitud, ylos valientes oficiales Santillán, julio Carrasco. Continuaba el combate, en al-gunos lugares a tiro de pistola, cuando se me presentó un oficial a darme partede que el enemigo tomaba posiciones en punto inmediato para flanqueamos.Llamé al Comandante jefe de Estado Mayor que estaba inmediato, a mi Ayu-dante Capitán Andrade y unos cuantos compañeros más y marché a contenerel avance del enemigo por nuestra retaguardia. Siguiéronme los demás com-batientes de ese punto; por este movimiento se interrumpió casi repentina-mente el combate, pues un momento después solo se oía uno que otro tiro porel resto de la línea. A retaguardia no encontramos enemigos; a unos pocos denuestros dispersos los confundieron sin duda con los contrarios. Apagadosnuestros fuegos y en desorden todo, no era posible ya renovarla lucha. Busquéel camino que había traído y principié a organizar los dispersos que encontré.Entonces emprendimos la retirada andando paso a paso, por los heridos quellevábamos, de los cuales, los más graves iban a hombros o colocados en los ca-ballos que conducían el parque. El intrépido Mayor Rebolledo, tercer jefe dela Colombia, que había sido de los últimos en retirarse, cerraba la marcha conun grupo que él mismo había organizado. Como a las dos de la tarde hicimosalto en la hacienda de San Rafael, situada a orillas del Tiaune. Allí se atendióa los diez heridos que llevábamos, entre los cuales estaba el segundo jefe de la

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Seis de Abril, el abnegado Comandante López Rosas, a quien se le amputó unpie, y el valerosísimo joven Clemente Concha, segundo jefe de la Colombiaque había sido sacado de la inmediación de una trinchera por la intrepidez denuestro cirujano, fue allí curado también.

Cuando el ataque, contábamos con 250 voluntarios. El armamento con-sistía en 115 rifles, 70 fusiles de fulminante, algunas escopetas y machetes.

Aún en medio de la pelotera, los que tenían armas de fuego no se retiraronsin disparar; pero los que realmente combatieron en toda regla, calculo que nollegaron a ciento, consecuencia del desorden que se introdujo al principiar laacción. La lucha duró menos de una hora. Nuestras bajas fueron relativamenteconsiderables; ascendieron a unos 40 entre muertos y heridos. Prisioneros per-dimos muy pocos; entre estos uno de mis ayudantes, Capitán Mario Oña, quecombatió con mucho denuedo; se había separado de mí para ejecutar unaorden. También quedaron en poder del enemigo, heridos, el abnegado SargentoMayor Julio Estupiñán y el bravo Alférez Octavio Jurado, pertenecientes a lacolumna Macheteros. Individualmente ejecutaron prodigios de valor nuestrosvoluntarios. Tal fue el combate de Esmeraldas, que tuvo lugar el día 6 de agosto.

Yo estoy seguro de que sin la heroica precipitación del Sargento MayorMarchán, todas las columnas habrían ocupado sus puestos previamente desig-nados, y entonces, sin embargo de los mil hombres que atrincherados y conartillería guarnecían la ciudad, la victoria habría sido irremisiblemente nuestra.A los valientes que yo tenía la honra de mandar, les sobraba voluntad y resolu-ción para combatir y triunfar. Solamente un desorden fortuito ha podido hacerinfructuosos, por el momento, los esfuerzos del más abnegado patriotismo.

Como en la acción de Las Quintas, hubo también en las trincheras vivasinsidiosos.

De Esmeraldas habíaseme informado que la guarnición estaba pronta aproclamar a don Pedro Carbo siempre que yo lo apoyara con las fuerzas quetenía a mis órdenes. Yo acepté, y en esperar el pronunciamiento perdí untiempo precioso. El envío de un parlamento la víspera del combate de Esme-raldas, no fue más que un ultimátum a esa proposición.

Después de la retirada, nuestra fuerza reunida en San Rafael ascendió aunos 170 hombres. En la noche acampamos en las inmediaciones de la ha-cienda de San José. Al día siguiente hicimos alto en Monquilve, a orillas delestero. Muchos me pidieron su baja y se la concedí; y a los prisioneros que aúntenía los puse en libertad. Algunos desertaron. Estas circunstancias redujeronmucho mis fuerzas.

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Los soldados, llenos de indignación, me informaron que el enemigo ofrecíaveinticinco mil pesos por mi cabeza. En Monquilve descansamos un día, y el9 de agosto cruzamos la montaña; como a las dos de la tarde, salíamos a Timbreen el río de Esmeraldas. El enemigo en número considerable había llegado enla mañana a la hacienda de La Victoria distante una hora de Timbre. Hicimosrancho en el Peñón de Chula y continuamos a la hacienda del señor Chiriboga.En la tarde del 10 de agosto continuamos la marcha, subiendo el río con eldeseo de pasar a Manabí. Había que cruzar una dilatadísima montaña, y porescasez de víveres tuve que desistir, y adopté otra ruta. Por enfermedad tuveque separarme de mis compañeros don Miguel Valverde que se quedó en com-pañía del muy patriota Gobernador don Pedro Gómez, quien tampoco pudoseguir la marcha por su quebrantada salud. Pasamos el riachuelo Popa y llegar-nos al estero de Rioverde. Nos encontrábamos en la montaña, en vía para elrío Onzole, cuando recibimos un posta que traía la noticia de haber sido redu-cida a 200 hombres la guarnición mudista de Esmeraldas, y que lo demás delas tropas las habían mandado a Guayaquil. En el acto dispuse regresar, y nosencontramos con que la noticia había sido inexacta. Regresamos. El 30 deagosto subimos el estero de Meribe, y después de dos días de montaña, llegamosal estero de Contaduro en donde nos proveímos de balsas y en pocas horas denavegación, desembocamos al río Onzole, que bajamos en dos días. Estuvimosa corta distancia de La Tola, que estaba ya ocupada por el enemigo, lo mismoque otros puntos de tránsito para la costa. Determinamos trasladarnos a la Sie-rra. En canoas subimos el caudaloso río Cayapas, y el 7 de septiembre llegamosa un lugar que llaman El Puerto, de donde principia el viaje a pie por la mon-taña. Allí tuvieron que quedarse muchos compañeros. El día 8 principiamos ainternarnos; el 10 llegamos a Pueblo Viejo, caserío antiguo de los indios Caya-pas, en donde se quedaron los Comandantes Centeno y Ríos y algunos com-pañeros más que no podían caminar o que estaban enfermos. De allí en 5 díascruzamos la montaña más inclemente y áspera que sea posible imaginarse. Eldía 15 salimos a la provincia de Imbabura por los páramos de Pifian. Me acom-pañaban el Coronel Pallares, Comandante Andrade; en fin 22 entre jefes, ofi-ciales y clases. Mi plan se desconcertó porque no encontré los caballos que seme había dicho habría para todos. Tuve que variarlo. El 17 estuve a corta dis-tancia de Ibarra, y adquirí la certidumbre de un próximo movimiento revolu-cionario. Encontré en el tránsito numerosos amigos que me acompañaron yfacilitaron el viaje que era casi público. El 20 de septiembre por la mañana pa-saba el puente de Chiles y me encontraba en territorio de la libre Colombia.

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En Ipiales, los colosos en intrigas políticas, hicieron imposible mi cooperaciónpersonal: el movimiento revolucionario que a la sazón se levantaba en Imbaburatenía color de rosa y consideraron innecesario el contingente del patriotismo.En obsequio de la verdad agregaré que no dejaron de invitarme repetidas vecespara que los acompañara, pero sin programa, sin organización y de tal modoque implicaba renegación anticipada de mis convicciones políticas; proposicióninaceptable para mí, que tengo por norma respetar las opiniones ajenas, y queaspiro a un movimiento verdaderamente nacional. Y como tampoco era deco-roso favorecer división alguna, resolví regresar a la costa, y al efecto el 28 deseptiembre salí de Ipiales para Tumaco.

Los hechos que han ocurrido demuestran palpablemente que si al princi-piar la campaña hubiera tenido a mi disposición 209 rémington, en el términode la distancia habría caído en nuestro poder la guarnición mudista que habíaen Esmeraldas, y sobre la marcha Manabí hubiera sido el lugar donde en brevepudiera organizar fuerzas respetables que habrían dado apoyo eficaz al levan-tamiento de las provincias del Guayas y Los Ríos. Los enemigos del usurpadorson numerosos; lo que ha faltado han sido armas de precisión.

Frecuentemente sucedió en Esmeraldas, al presentarse un hombre, que alarmarlo con un fusil o escopeta, decía francamente que si no le daban un ré-mington se desertaba; y como no podía mejorarle el armamento, tampocopodía evitarle la deserción por ese motivo.

Me cumple dar cuenta del dinero sonante recibido y gastado en Esmeral-das bajo mi inspección. Excusado es anticipar que no tuvimos abundancia delprecioso metal. En La Tola fue urgente tomar prestados 600 pesos; en Rioverderecibió el comisario de Guerra, Mayor Estupiñán, unos 300 pesos en dos par-tidas, y en Puebloviejo 200 pesos, otro préstamo. Algunos créditos que se con-trajeron, especialmente por víveres, ropa, etc., constan en los recibosrespectivos. No había más sueldo que la ración en víveres que se daba diaria-mente y que era igual para todos. Algunos amigos del exterior me ayudaronoportunamente con generosidad.

Con esos elementos, yo no me habría lanzado a la campaña tan prematu-ramente como lo hice; mucho más teniendo entre manos una fuerte negocia-ción por armamento, que un mes después habría estado a mi disposición; peromi respetable amigo el doctor Francisco J. Montalvo me comunicó que iban aponerse en armas por Imbabura, y me instaba para que cooperara por la costa;y también se me dio aviso de que el grupo de patriotas que había en Pianguapíse disolvería si yo retardaba mi viaje. Y como no soy muy reacio cuando se trata

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de luchar por los principios republicanos, por ello me felicito, aun cuando eldescalabro del Seis de Agosto haya interrumpido el curso de la campaña.

La caída del Mudo Veintemilla habría sido inmediata, sin los intrigantesque por adueñarse del Poder por medio de la cábala, han sacrificado a los quecombatían a pecho descubierto. Mientras los pueblos se levantaron inermespara combatir y derrocar al traidor, los miserables intrigantes por interés per-sonal frustraron movimientos importantes en Guayaquil especialmente.

Mientras tanto Esmeraldas, la débil y aislada provincia del Ecuador puedeenorgullecerse de haber cumplido su deber con denuedo.

Panamá, octubre 14 de 1882.

Eloy Alfaro

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Historia del Ferrocarril de Guayaquil a Quito

Páginas de verdad escritas por el General Eloy Alfaro,gestor de la Magna Obra

Quito, marzo 5 de 1931 Señor don Leopoldo Rivas B., Director de la Revista “Nariz del Diablo”. Presente.

Mi estimado señor:Tengo el agrado de contestar la atenta esquela de usted, correspondiente

al 14 de enero del año en curso.No son “folletitos sobre el desarrollo de los trabajos del Ferrocarril del Sur,

que, de su puño y letra, escribió el General Eloy Alfaro”, los que se hallan enmi poder, sino páginas escritas a máquina y corregidas por el propio General,acerca de la construcción de dicho Ferrocarril, tres meses antes de su victima-ción. Las referidas páginas, en forma de carta, fueron dirigidas al señor ÁngelT. Barrera –ex Secretario Privado del General– quien comenzó a darlas a luzen El Tiempo de Guayaquil; pero los acontecimientos políticos de entonces, elasalto a la imprenta de ese diario, etc., etc., impidieron que continuase la pu-blicación, desapareciendo los originales.

Cuando el General era conducido preso a la Capital –en el mismo Ferro-carril objeto de sus constantes desvelos– acompañélo yo desde Huigra. EnAlausí me entregó un rollo de papeles, diciéndome: “Te encargo esto que meha tenido muy preocupado durante el viaje, por temor de que se me pierda,no de que me roben; porque, felizmente, estos muchachos son muy honrados.(Pronunció estas palabras con marcada acentuación dirigiéndose a los que leescoltaban). La maletita en que los he guardado, a cada rato se me confunde;y en tus manos, los papeles quedan seguros. Es la Historia del Ferrocarril”. Mástarde, al momento de almorzar, el General agregó: “Esos papeles que te he dadoson muy interesantes: sería lástima que se perdieran. Contienen la historia delFerrocarril. Es la vindicación del pobre Harman, a quien tanto se ha calum-niado. Comenzó a publicarse en El Tiempo; pero supongo que ya no existenlos manuscritos. En cuanto puedas, que eso se dé a luz. Es la única copia que

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ha quedado … Tal vez me dé un cólico en el viaje, y quiero estar seguro de queesos documentos no desaparecerán”.

He conservado el rollo de papeles con la veneración de que es digno todocuanto proviene de una mano ilustre. Las vicisitudes de la suerte –adversa antesque próspera– no me han permitido emprender en la publicación de obra detanta importancia y trascendencia. En mi concepto reviste carácter de palpi-tante actualidad e interesará la lectura no solo a nuestros compatriotas.

El respeto a la verdad y el que merece un autor tan eminente, ya por lasinceridad del relato, ya por la justicia y la modestia, en los conceptos con quese refiere a sus más encarnizados enemigos, imponen el deber de no omitir niuna línea del escrito. Conviene que el Ecuador lo conozca, que lo conozcaQuito, especialmente, Quito que presenció el sacrificio del hombre cuyas ener-gías se consagraron, exclusivamente, a su engrandecimiento y belleza.

Accediendo, pues, a la amable insinuación de usted, gustoso le envío laspáginas del General Alfaro, con algunas notas mías que no se apartan de la ver-dad.

De usted, muy atento y S.S.

Carlos Andrade.

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Historia del Ferrocarril de Guayaquil a Quito

Panamá, 28 de octubre de 1911

Mi recordado amigo Barrerita:1Todavía no me llega tu carta correspondiente al presente vapor, lo que sig-

nifica que no me has escrito o que en la oficina de correos de allá la han inter-ceptado para evitarme la molestia de leerla. En este caso, poco ganamos con eltranscurso del tiempo, que tiene la imprudencia de aclararlo todo.

Me ha sorprendido dolorosamente la noticia de la muerte de Don ArcherHarman, de la manera trágica que dicen ha sucedido. Yo la deploro en el alma,

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1 Se refiere al señor Ángel T. Barrera, que fue Secretario Privado del Presidente General Eloy Al-faro (Nota de la primera edición).

porque sin la honradez, inteligencia y actividad de ese amigo, los cargos espan-tosos lanzados por los enemigos del Partido Liberal, con ocasión del Ferrocarril,habrían quedado aparentemente justificados.

Todavía recuerdo con indignación que el Congreso de 1898 levantó labandera de la insurrección contra el contrato ferrocarrilero, calificándolo depretexto para saquear la Nación, sin perjuicio de calificarme de traidor a la Pa-tria, porque de esa manera iba a entregar el País a los yanquis, aseguraban, ysobre todo, que con su anulación se salvaba la santa religión de nuestros ma-yores.

Recuerdo que en la Cámara de Diputados, quedamos reducidos a dosvotos favorables al Gobierno, el de Don Emilio Estrada y el de un joven In-triago, que después nombré Ministro del Tribunal de Cuentas de Guayaquil,en premio a su patriotismo. Recuerdo que dicha Cámara, acordó un decreto,anulando el indicado Contrato y expresamente quitándome hasta la facultadde intervenir de ninguna manera en su realización. Advertido de ese propósito,pasé un mensaje especial a la Cámara del Senado, protestando enérgicamentede ese proceder arbitrario e inicuo, y aunque solo, como una tercera parte delos Senadores apoyaban honradamente al Gobierno, conseguí contener la ava-lancha desmoralizadora de esos políticos de sacristía y obtuve también que elseñor Harman consintiera en satisfacer las exigencias de mis enemigos políticos,y se acordaron algunas reformas secundarias en el contrato originario. Seríaalargar demasiado esta carta, si me pusiera a referir todos los incidentes queentonces ocurrieron, así es que me limitaré ahora a mencionar lo más notorio.

Aquella oposición que entonces se me hacía, no era más que un pretextopara facilitar la revolución contra los liberales que componíamos el Gobiernoy que de buena fe emprendimos en la tarea de la reforma política y social delEcuador. Para dar una idea de la magnitud de las contrariedades que hemossufrido, referiré únicamente lo que se relaciona con el Ferrocarril.

Desempeñaba en esa época Don Miguel Valverde, el Consulado del Ecua-dor en Nueva York. Se me dio parte de que era agente activísimo de los cons-piradores de Quito, especialmente inculcando la desconfianza a los accionistasdel Ferrocarril, y lo destituí al momento. Antes Don Miguel había descolladopor sus sacrificios en pro de la buena causa. Siendo adolescente mereció queGarcía Moreno, arbitrariamente, lo aventara al Napo, junto con el malogradojoven Don Federico Proaño, en castigo de ser redactores de un periódico mo-derado de oposición, llamado la “Nueva Era”. Para mí era un deber la buenacolocación del señor Valverde y lo nombré Cónsul en Nueva York, designándole

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todos los ingresos como sueldo. Si hombres ilustrados y de talento como el señorValverde, tuvo de contrarios el contrato Harman, ¿qué había que esperar delos señores Curas, que se les hacía creer que defendían la Santa Religión ha-ciéndole la guerra al Gobierno Liberal que yo presidía?

Entre los Senadores se encontraban los señores Manuel A. Larrea y LizardoGarcía, ambos candidatos rivales a la jefatura Suprema de la revolución en ciernes.El primero consiguió la supremacía de la presunta jefatura, y despechado DonLizardo de la conducta de los conspiradores, apoyó con algunos de los suyos elContrato Ferrocarrilero, y de esta manera, desde ese día, obtuvimos en el Senadouna ligera mayoría de votos que facilitó el arreglo de la transacción con Mr. Har-man. Revísese la lista de los nombres de los ciudadanos que componían el Con-greso netamente oposicionista de 1898 y se podrá estimar el cargo pérfido quepor la prensa y a gritos vociferaban contra la “feroz tiranía” de mi Gobierno. Severán allí los nombres de muchos “radicales” que dudando se consolidara la doc-trina liberal en el Poder, se afiliaron con los empedernidos terroristas de siempre.En cierto modo, siendo notoria la hostilidad que se presentaba por la fronteradel Norte y Sur, y que realmente en el interior de la República estábamos en mi-noría entonces, no era obligación de los dudosos afrontar el peligro, como loafrontamos nosotros sin vacilación, hasta triunfar en toda la línea. Con esta ex-plicación, no hay que extrañar la generosidad con que fueron tratados todos nues-tros adversarios. Pero no anticipemos el orden de los sucesos.

Cuando regresó el señor Harman a Quito y se encontró con la novedadhostil del Congreso, accediendo con generosidad a mis observaciones, me dijoque con la venta de una de las islas de Galápagos, obtendría más de lo necesariopara ser indemnizado por daños y perjuicios; pero que por consideraciones amí, entraría en arreglos con el Congreso, porque prefería ganar por medio desu trabajo y a la vez siendo útil a mi Gobierno y al País, lo mismo que podíaconseguir por medio de una reclamación, y de ese modo retribuía la maneradecente como yo lo había tratado; pero que contaba con mi apoyo honrado desiempre cuando la empresa lo necesitara. Habría preferido que Harman hubierarelacionado este punto, porque habría sido más explícito que yo.

Enseguida del arreglo con el Congreso, volvió Don Archer a Nueva Yorky se encontró con el principal accionista, desanimado en lo absoluto, por dosagentes de Quito, que tuvieron el apoyo del señor Valverde en su labor diabó-lica. Siento no recordar en este momento el nombre del accionista principalde entonces, que era una casa millonaria, y que dándose por engañada, exigióde Mr. Harman la devolución de la fuerte cantidad que ya había desembolsado.

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El hecho de la modificación arbitraria del primitivo contrato, celebrado contodos los requisitos de Ley, ponía en transparencia que no había buena fe enesa clase de operaciones en el Ecuador, principiando por el Gobierno que lopermitió, decían los accionistas, y exigieron el reembolso de lo que ya habíanpagado y fue forzoso a Don Archer Harman atenderlos, quedando así casi des-baratada la Compañía.

Al señor Harman se le había facilitado conseguir en Nueva York, la sus-cripción comp1eta de accionistas, comprobando que en la adquisición del Con-trato del Ferrocarril no había tenido necesidad de gastar en gratificaciones niun solo centavo con nadie, circunstancia que demostraba la idoneidad de todoslos ciudadanos que intervinieron en la negociación, entre quienes se encontra-ban los miembros de la Asamblea Constituyente, que había reorganizado laRepública del Ecuador y que tuvo la honra de decretar y sancionar las basespara el Ferrocarril Trasandino Nacional. Decreto que considerado en sentidomercantil tenía las apariencias de visionario, porque en realidad la Nación nocontaba con capital ni con crédito para poder realizar obra tan gigantesca. So-lamente tenía en nuestro abono la pureza con que se manejó la negociación,que demostraba la honorabilidad de todos los Diputados, amén de la gratifi-cación de tres millones y medio de dólares en Bonos diferidos que fueron re-chazados con el decoro debido.

En cambio estábamos abrumados con las perpetuas conspiraciones reac-cionarias, que frecuentemente nos envolvían en la guerra civil, siendo la másruidosa la que terminó en la batalla de “Chimborazo”, que a bandera desple-gada era enemiga del Ferrocarril; y como adehala de semejante época de lucha,vivíamos debiendo hasta el aire que respirábamos, para ser menos gravosos alos vencidos y facilitar la reconciliación. Mucho hay que aclarar a este respecto.

Don Archer había conseguido contratar con una poderosa Compañía demateriales para Ferrocarril, la ejecución del nuestro; pero cuando el represen-tante que mandaron a Quito, presenció el procedimiento de los congresistas,desistieron y anularon su convenio con Harman. Este inteligente y audaz em-presario, no se amilanó ni un momento y continuó en su labor adelante, conel firme propósito de llevar el tren a Quito y así lo cumplió salvando terriblescontrariedades. Hubo momentos que su principal capital consistió en el des-interesado apoyo que decididamente le prestaba el exhausto Gobierno Ecua-toriano.

Escribiendo sin ver los documentos pertinentes, no puedo precisar muchospuntos esenciales que me sirvan de base de comparación. El Ferrocarril nuestro

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se contrató en doce millones 282 mil dólares, en Bonos que deben ser pagadosgradualmente por el Gobierno. Además hay otra emisión de cinco millones250 mil dólares, que deben ser amortizados con productos del mismo Ferro-carril. Nuestra vía férrea mide 290 millas desde Durán a Quito. En su cons-trucción se emplearon doce años escasos.

Entiendo que el Ferrocarril del Oroya mide 148 millas escabrosas como elnuestro, y que su construcción costó más de cuarenta millones de pesos oro,invertidos paulatinamente en más de 30 años de trabajo.

El Ferrocarril de Costa Rica, del Puerto Limón a Alhajuela, mide unas 120millas, costó más de cuatro millones de libras esterlinas, siendo la altura de suCordillera como la mitad de la nuestra.

Solicitando el valor de los Ferrocarriles de Valparaíso a Santiago; de Mi-llendo a Puno; de Veracruz a Méjico, y otros similares en América, podríamosestablecer comparaciones concluyentes en nuestro favor.

Palpando ya el señor Harman los aciagos efectos de las travesuras de loscongresistas y confiando firmemente en la buena fe de mi Gobierno, resolviócambiar de escenario y se trasladó a Londres. Allí se encontró con Sir JamesSivewright, archimillonario filántropo que daba protección a toda empresahonrada que se le presentara, por lejano que fuera el lugar donde se realizara.Cerciorado el filántropo inglés, de los antecedentes y pureza que había mediadoen la negociación, tomó parte como accionista en nuestro Ferrocarril y esteapoyo entrañó la realización de nuestra obra redentora, base eficaz del desarrolloindustrial de algunas Provincias andinas del Ecuador.

Los Gobiernos de García Moreno, Borrero, Veintemilla y Caamaño, ha-bían construido como 60 millas de la línea férrea, vía angosta, es decir, treintay seis pulgadas de ancho, desde Durán a Chimbo, de donde tenía que seguir aSibambe, como la ruta más asequible para trepar la Cordillera andina. Lo cons-truido comprendía la parte plana del camino.

El Empresario Harman inició los nuevos trabajos con mucho vigor. Estabanya enrieladas seis millas y listas número mayor de millas para recibir los rieles,cuando un derrumbe espantoso cubrió con grueso espesor de tierra la mayorparte de cuanto se había trabajado. Sucedió que en ese año no hubo estación secay que las lluvias torrenciales se prolongaron ocasionando el desastre indicado.

En años anteriores había. sucedido igual percance en los trabajos que ini-ciaron el Presidente García Moreno y el empresario Kelly, que terminaron conderrumbes de tierra; pero los trabajos fueron entonces en la parte más baja deltrayecto; mientras que los trabajos de Harman fueron en latitud más alta, para

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ponerse a cubierto de los percances sucedidos a Don Gabriel y a Kelly; peroparecía que hasta la naturaleza se oponía al avance de la locomotora a la cunade los Shirys y que se había aliado con los terroristas para darle golpe mortal alFerrocarril.

Don Archer llegó desalentado a Quito, y cuando me relacionó la magnituddel desastre acaecido, también quedé anonadado, y cuando me preguntó, ¿ahoraqué hacemos?, le contesté: primero tomemos un trago de whisky para espantaral diablo y después veremos qué se hace. Ambos quedamos reanimados, y comomi interlocutor era hombre de empresa, convinimos en buscar una nueva vía.La Compañía tenía un magnífico ingeniero, de apellido Davis, que ganaba ca-torce mil dollars de sueldo anual (sueldo mayor que el del Presidente del Ecua-dor), y lo escogimos para la nueva exploración, utilizando los diversos datosadquiridos antes por los prácticos montañeros, en definitiva aceptamos la delrío Chanchán con el inconveniente de exigir más gradiente y ser muy escabrosa,pero más corta que la ruta de Sibambe abandonada por necesidad. El IngenieroDavis adquirió en el desempeño de su comisión, una insolación terrible que lollevó a la tumba. Felizmente quedó un buen auxiliar en el Mayor John A. Har-man, ingeniero, hermano de Don Archer, que se desempeñó perfectamente yque más tarde también fue víctima de la maligna fiebre.

Los trabajos volvieron a iniciarse con mucho empeño partiendo desdeBucay (Elizalde) en dirección a Huigra y Alausí. La Compañía Empresaria hizovenir más de cuatro mil peones de Jamaica, que prestaron en oportunidad buenconcurso, porque los jornaleros nacionales escaseaban.

Repentinamente se me presentó el señor Harman en Quito, con la nove-dad de que toda la cuadrilla de peones que trabajaban en abrir la trocha, habíancaído enfermos con fiebre. Observaron que a la altura de unos 700 pies sobreel nivel del mar, había muchos árboles pequeños que producían insectos colo-raditos muy diminutos, que al caer sobre cualquier persona le ocasionaba dolorde cabeza, que degeneraba en fiebre. Mucho nos alarmó esa novedad. Acorda-mos guardar reserva del obstáculo inesperado y que se contratara la destrucciónde esos arbustos con una persona competente, mediante generosa gratificación,abarcando el espacio de cien metros a cada lado del camino. Don Archer regresóvolando a su campamento, ejecutó todo con la actividad y energía de costum-bre, y desapareció, sin causar alboroto, ese peligro inimaginable.

Don Archer tuvo que regresar a Ultramar. Siempre que hacía compras demateriales en cantidad considerable, nos presentaba en Quito las facturas ori-ginales, lo mismo que los conocimientos de embarque. De todos esos materiales

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había en camino, en la época a que aludo, cantidades considerables. El reem-bolso que hubo que hacer a los primeros Accionistas, que se retiraron espanta-dos del proceder de los Congresistas del 98, puso en conflicto a la Compañía,que también tuvo que atender al pago de los valiosos materiales adquiridospara llevar adelante los trabajos principiados de la magna Obra.

Los Ministros de Estado, especialmente el doctor José Peralta y Don Abe-lardo Moncayo, mis buenos auxiliares, vivían llenos de confianza, lo mismoque yo, considerando que ya la gran obra estaba salvada y asegurada su ejecu-ción, aunque los tenaces oposicionistas seguían asegurando en todos los tonos,que todo no era más que un pretexto para saquear al País, y que Don Gabriella habría realizado con solo cien mil Libras, a lo más. No dejaban de infundirdesconfianza y alarma.

En esas circunstancias, se me presentó el Mayor Harman con un cable-grama descifrado, en el cual le decía su hermano Archer que le pidiera al Go-bierno, en calidad de anticipo, tal cantidad en Bonos (no recuerdo ahora lasuma fija, pero pasaban de dos millones de dólares), para poder hacer frentea tales y cuales compromisos pendientes; o de lo contrario, la bancarrota dela Compañía era inevitable. Aunque la respuesta tenía el carácter de premiosa,contesté al emisario volviera por la resolución definitiva. Entonces llamé a losseñores Ministros Peralta y Moncayo, y al leer el cablegrama en referencia, losdominó la misma mortificación que yo había sentido. Entramos en conferen-cia que importaría se conociera en sus menores detalles, pero que no lo hagohoy por no alargar demasiado esta carta. Pues bien, los señores Ministros, conmucho juicio, apelaron a todos los razonamientos y peligros que presentabael préstamo para negarse rotundamente. Observéles que con la negativa sevenía abajo el proyectado Ferrocarril, y que eso equivalía a la caída del PartidoLiberal y al consiguiente triunfo de los terroristas. Más bien estaban resueltosa expatriarse voluntariamente del país, que a sufrir los peligros que presentabael préstamo. Felizmente el patriotismo es una fuente ilimitada para los sedien-tos de esa enfermedad. Les observé que los materiales habían principiado allegar y que llegaría lo restante anunciado; que al quebrar la Compañía, comose presumía, yo me comprometía a dejar la Presidencia de la República enmanos del Vicepresidente, para irme a dirigir personalmente los trabajos dela vía férrea, y que ayudado por ingenieros competentes, si no traía el trenhasta Guamote, por lo menos alcanzaría a dejarlo en Alausí. Los Ministrosinterlocutores, tenían plena confianza en el cumplimiento de mis resoluciones.Aceptaron con aplauso mi combinación y facilitaron con regocijo el temido

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préstamo, que me parece pasó luego de 4 millones en total, y que después dela terminación de mi período constitucional, nos puso en peligro de ir a pararal Panóptico, como lo demostraré a su tiempo. En medio de la gritería que le-vantaron nuestros enemigos, vivíamos tranquilos, porque podíamos compro-bar de manera exacta, con las facturas a la vista, cómo se había invertido elsupuesto desfalco, que había salvado la Obra del Ferrocarril; la falta consistíaen el pago anticipado del valor entregado, lo cual envolvía responsabilidadpara nosotros al ser juzgados por la mala fe, mientras que ese proceder salvóa los Accionistas de la pérdida de sus aportes, y al Gobierno de los trastornosconsiguientes.

Cada vez que se me ofrecía hacer viaje a Guayaquil, me venía por el ladode Alausí, recorriendo la línea señalada para la vía férrea, y quedaba espantadoal ver esos precipicios que eran intransitables hasta para las cabras, y a veces measaltaba la idea de su impracticabilidad si no se hacía mayor gasto de millonesde dólares. Cerraba los ojos y confiaba en mi buena estrella.

Me propuse acumular recursos para atender al servicio de los Bonos res-pectivos, desembolso que entonces era reducido. Sin embargo de las necesida-des terribles exigidas por la situación de guerra interna que atravesábamos,remitíamos a Londres esos fondos. Recuerdo que cuando me separé del Go-bierno en 1901, quedaron depositados en poder del Fideicomisario, algo como150 mil libras, depósito que les dio valor extraordinario a los Bonos ferrocarri-leros y que moralmente sirvió de mucho a la Compañía Empresaria en el en-sanche de su crédito.

Teníamos en contra el desprestigio de los Bonos de la llamada Deuda In-glesa, provenientes de la época de la Independencia. Aquello fue un abuso delos primitivos prestamistas, aunque algunos de ellos aparentemente justificadospor el hecho de dar crédito a los patriotas de la Guerra Magna, lo que en apa-riencia equivalía a arrojar el oro sellado al fondo del mar; de tal manera era elpeligro que se corría al cruzar el Océano hasta llegar a tierra firme. En muchoscasos sucedió que una Nación poderosa facilitó el dinero que algunos comer-ciantes antillanos recibían a condición de invertirlo en materiales de guerra ydarlo a crédito con la seguridad de ser consumidos en favor de la Independenciade Colombia. De esta manera el Gobierno protector, se ponía a cubierto delcargo de quebrantar la neutralidad; pero los intermediarios abusaron sensible-mente de su generoso proceder. En el arreglo de cuentas, aparecieron uniformespara soldados, pantalón y chaqueta de paño ordinario, al precio de £16 cadaterno, y lo demás por el estilo. Mediaron otros abusos, efecto de la inocencia

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de nuestros mayores en esa clase de negociaciones. En el definitivo reconoci-miento de esos créditos, la víctima venía a ser la generación presente; y cono-ciendo los antecedentes que en variadas formas habían ocurrido, especialmentela falta de colonización pactada en el arreglo conocido con el nombre de Icaza-Mocatta, que doraba la píldora, porque en verdad al cumplirse habría iniciadola prosperidad del País, en vez de producirnos el conflicto de 1858 con el Perú,que tanto daño causó al Ecuador. Tuve que aplicarle a ese nudo gordiano, ungolpe supremo: decreté la suspensión de esa Deuda, contrariando mis propiosdeseos, porque me hacía mucho daño personal ese proceder; pero en cambiocumplí con mi deber.

Acreedor muy diferente fue el Presidente africano de Haití, protector deBolívar. Cuando Don Simón le preguntó de qué manera le pagaría el carga-mento de materiales de guerra que le daba, le contestó el noble Pétion: “Mepaga usted dándoles libertad a los esclavos”, y así lo cumplió con la subsiguientederrota de los realistas en Venezuela, Cundinamarca, Quito y en el Virreinatode Lima.

La Compañía del Ferrocarril necesitaba que los Bonos del Ferrocarril queles dábamos en pago de los trabajos que se realizaban en la vía férrea, fuerancotizados en la Bolsa de Londres, y para conseguir esto era necesario la extin-ción de los Bonos de la llamada Deuda Inglesa; lo que considerándolo conve-niente a la salvación del crédito nacional, de acuerdo con mis colaboradoresprincipales, acepté las condiciones que me dirigió el señor Harman, al tipo de35 por ciento, parte al contado y parte en una emisión de Bonos, llamadosBonos Cóndores, moneda de oro ecuatoriano, equivalente a una Libra Esterlina.El señor Harman consiguió comprar gradualmente una parte de los llamadosBonos de la Deuda Inglesa a tipo muy bajo; pero cuando en la Bolsa advirtieronque había compradores de ellos, principiaron a subir su precio, y Don Archeroptó por entenderse directamente con los Bondholders y los contrató al 35 porciento con excepción de unas cien mil Libras en Bonos que conservaba parti-cularmente un socio de la firma de Rubert Lubbeck y Compañía, que Don Ar-cher se encontró compelido a comprar al 45 por ciento, para conseguir recogertoda la emisión circulante entonces. Los terroristas clamaron contra ese arreglo,y más tarde intrigaron y consiguieron se enviara a Londres a Don Lizardo Gar-cía, con el carácter de Comisionado Fiscal, para que pesquisara los fraudes quefirmemente creían, a puño cerrado, habían ocurrido, y poder acabar así conmi pobre personalidad política. La operación fue tan clara y sencilla, que confacilidad pudo el señor Comisionado Fiscal cerciorarse del proceder correcto

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en todo ese negociado. A los esfuerzos del señor Harman, procurando la mejorcotización en la Bolsa de Londres, de los Bonos ferrocarrileros, se debió la ex-tinción de la llamada Deuda Inglesa, deuda que después de la consumación denuestra Independencia, causó muchísimos males al Ecuador.

El General Castilla, Presidente del Perú, dominado de nobles sentimientosde americanismo, impugnó la concesión de terrenos baldíos en el Oriente, queel Gobierno del Ecuador había celebrado con nuestros acreedores de Ultramary que debían colonizar los ingleses, considerando salvar así la autonomía de lasNaciones de la América del Sur; pero pretextando que esos terrenos eran pe-ruanos, porque de otro modo no podía impedir la supuesta amenazante colo-nización, y, además, salvándonos del peligro de volvernos ingleses.

Los oposicionistas del Gobierno en Quito, también desconfiaban de la co-lonización inglesa, y miraban con simpatía la intervención del Perú, cuya pro-tección aceptaron al principio, suponiendo que el bondadoso PresidenteCastilla hacía el reclamo de los terrenos baldíos para salvar al Ecuador de lasgarras de los ingleses. Sobrevino la confusión y se convirtió todo en un caos,sirviendo de pretexto el forzado arreglo de la llamada Deuda Inglesa; digo arre-glo forzado, porque también se propalaba la especie de que en caso contrario,obligábamos a la poderosa Nación inglesa a echársenos encima para cobrarnoslo que debíamos, especie que propalaban los cobradores, abusando de nuestradebilidad. Atribuyeron a la Gran Bretaña una intención malévola que jamásabrigó contra nuestros pueblos; intención imaginaria que fue explotada pérfi-damente por los especuladores, como lo comprobó más tarde la repudiaciónde los Bonos aludidos, cuando el cumplimiento de exigencias temerarias nosobligó a anularlos. Sin la necesidad de construir el Ferrocarril Trasandino, qui-zás se habría puesto en evidencia la verdadera historia de los Bonos antiguos,si se nos hubiera exigido su pago; pero fue forzoso atender de preferencia a laObra redentora del Ecuador, dejando a la vez terminado el odioso reclamo deesa Deuda, que había asumido ya apariencias de completa legalidad. Volvere-mos a tomar el hilo de los trabajos de nuestro Ferrocarril Trasandino.

Los trabajos en la construcción del Ferrocarril, continuaron con vigor ex-traordinario. El trayecto de Durán a Chimbo, que era de vía angosta, se en-sanchó a 42 pulgadas y así continuó desde Bucay hasta Quito. El renombradoingeniero Coronel Shunk, que había sido Presidente de la Comisión de Inge-nieros Americanos que había estudiado el trazo para el grandioso Ferrocarrilintercontinental, proyectado por el Gobierno de Washington, fue contratadopor la Compañía para rectificar el trazo que debía servir de lecho a nuestra

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línea férrea, y en esa labor pude verlo varias veces en mis frecuentes viajes a laCosta.

Los materiales anunciados, llegaron y continuaron llegando en abundan-cia: ya no había lugar a desconfianza, en apariencia al menos. La plaga de lavariolosa, muy aficionada a la raza indígena y a los africanos, de los que teníanalgunos miles de braceros, se introdujo varias veces a los campamentos; perofue repelida rápidamente adoptando medidas sanitarias eficaces.

En agosto de 1901 terminó mi Administración, y contento me separé delejercicio de la abrumadora Presidencia. Como de costumbre, me vine a Gua-yaquil recorriendo los campamentos y lugares de trabajo. Cada campamentoera una aldea donde abundaban materiales y elementos de subsistencia, y régi-men de sanidad y de moralidad. Prevalecía completo orden y organizaciónmagnífica en todo sentido.

Con mi familia fijé mi residencia en Guayaquil, como un grato homenajeal valeroso Pueblo que el Nueve de Octubre, Seis de Marzo y Cinco de Junio,llevó a cabo la Independencia y regeneración política y social de la Patriaamada, a la vez que procuraba garantías para mi personalidad. Por igual con-sideración estaría actualmente viviendo en Guayaquil; pero los sentimientosde patriotismo que en la Capital de la República me obligaron a permaneceren quietud, me obligaron también a expatriarme. Salvado milagrosamente dela sorpresa que produjeron los acontecimientos del día once, con solo guardarsilencio, habría recobrado en seguida el ejercicio de la Presidencia en Quito;pero los revoltosos habrían abandonado la ciudad, y mirando por su propiadefensa; se habrían retirado a los páramos, donde tenía que prolongarse laguerra civil, que habría arruinado completamente al País, y así debilitado,puéstonos a merced de cualquier invasión, que impulsada por el interés deconsumar la descuartización inicua del Territorio Nacional, se habría lanzadocontra el Ecuador.

Ante semejante perspectiva, mi deber era prescindir en lo absoluto de mivenganza personal y procurar la unificación del elemento liberal en el Poder,con la certidumbre de que al verificarse la codiciosa invasión suriana, sería vic-toriosamente rechazada. Al quedarme en Guayaquil, juzgaba que al presentár-seme el Pueblo pidiéndome que se repitiera otro Gatazo, tenía que darle gusto,y la manera de evitar ese compromiso, era alejarme, bajando silenciosamenteel río, con la resolución de que al sobrevenir cualquier conflicto internacionaly necesitar la Patria de mis servicios, al instante volar a su llamada para conducira mis compatriotas al combate y a la victoria.

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Encontrábame, pues, en la época a que me refiero, avecindado en Guaya-quil, cuando se me presentó el Mayor Harman a manifestarme confidencial-mente que ya se había gastado en los trabajos del Ferrocarril, todo lopresupuestado hasta Guamote.

No me causó sorpresa la confidencia, porque en más de 20 millas, enrie-ladas unas y listas para recibir durmientes las otras, destruidas en los espantososderrumbes ocurridos entre Chimbo y Sibambe, la Compañía había sufrido pér-dida considerable, y el costo de cada milla por la nueva ruta del muy escabrosoChanchán, era muy superior al de la vía abandonada. No recuerdo si entonceshabía llegado o estaba al llegar la locomotora a Alausí.

No quedaba otra medida de salvación, decíame el Mayor Harman, que elauxilio extraordinario del archimillonario Sivewright, y que estaban seguros deconseguir ese concurso monetario, si yo le dirigía el cablegrama que en borradorme presentó, explicando extensamente la situación. El mensaje me pareció de-masiado extenso, con explicaciones técnicas escritas en un pliego, y lo rehusé.Convine en dirigir a dicho Don James un cablegrama netamente mío, lacónicoy escrito a mi manera. Este cablegrama se encaminó sin demora y se ha publi-cado después, pero sin la explicación de los antecedentes premiosos que lo mo-tivaron, ha pasado desapercibido. Más o menos decía en mi lacónico mensajecablegráfico, que la necesidad de salvar el capital invertido, obligaba a los ac-cionistas a proteger a la Empresa hasta alcanzar la llegada del tren a Guamote,con cuya operación quedaba asegurado el tráfico en la parte más difícil del ca-mino, y que de esa manera se aseguraba un considerable rendimiento, teniendopor base un buen servicio de utilidad pública. El señor Sivewright me contestóal instante, que seguiría apoyando los trabajos de la obra del Ferrocarril hastallegar a Quito, y así lo cumplió en todo lo que le fue pedido razonablementepor los accionistas directores.

En homenaje a los importantes servicios prestados por Sir James Sive-wright, en la obra ímproba del Ferrocarril Trasandino del Ecuador, fue que fi-guró su fotografía en la colección de estampillas que se emitieron oficialmentepara conmemorar el portentoso arribo del tren a la cuna de los Shyris. Pero noanticipemos los acontecimientos. Me parece que en Septiembre de 1902 al-canzó a llegar el tren a la villa de Alausí. Algunos días después de la inaugura-ción, por invitación del Presidente de la Compañía, fui con mi familia ymuchas personas amigas, a visitar la magna obra terminada hasta Alausí. Que-damos encantados del escabroso trayecto recorrido desde Elizalde (Bucay) enadelante. Mediante infinidad de puentes, chicos y grandes, y tres túneles pe-

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queños con gradiente máxima hasta de seis por ciento en determinado lugar,se pudo conseguir la formación del lecho para los durmientes y consiguienteascenso a la Cordillera de los Andes en la parte más difícil para la vía férrea.Hubo que atropellar el escabroso cerro conocido con el nombre de la Narizdel Diablo, para abrirle paso a la locomotora. Ese pequeño obstáculo pudo do-minarlo la Empresa con el gasto de un millón de sucres.

Poco tiempo después volvió a invitarme el señor Harman, fuera a inspec-cionar los trabajos en el paso de la quebrada de Shucos. En efecto fui, y salimosde Alausí en un convoy compuesto de la locomotora y un carro. Hicimos altoal llegar al sitio de los trabajos, y salimos del carro y seguimos a la orilla, desdedonde con la vista se dominaba la profunda quebrada de Shucos y el puenteque se trabajaba para cruzarlo, cuyo piso tendría como una cuadra de extensión.Su costo fue mayor que lo gastado en el paso de la Nariz del Diablo. Pasaríamedia hora en esa inspección turista, cuando al regresar encontramos a la lo-comotora con una de sus ruedas descarriladas por un hundimiento pequeñodel terreno. Se supone que ese espacio debió ser en tiempo inmemorial el cráterde un volcán; pues, todo ese terreno se hunde en pequeñas secciones con fre-cuencia.2 Volví a mi domicilio de Guayaquil algo alarmado con la continuaciónde los obstáculos inesperados.

Los trabajos continuaron adelante con actividad, y en seguida el tren llegóa Guamote. No recuerdo con precisión si ese grato acontecimiento ocurrió en1903. Las pasiones políticas se habían calmado y pude concurrir a su inaugu-ración, con la trivial novedad de que pudiendo llegar el tren en la tarde, de día,lo hicieron llegar en la noche para evitar que el Pueblo me hiciera una demos-tración entusiasta. Tuvieron la atención oficial de señalar el 25 de junio, díade mi natalicio, para hacer la fiesta de la inauguración. Allí tuve el placer dever a muchos amigos, que pasaron de paseo a Guayaquil. Algunos de ellos vi-sitaban por primera vez a la invicta ciudad, cuna de Olmedo y de Rocafuerte,más regocijados y orgullosos que si vinieran de explorar el Polo Ártico.

Los trabajos prosiguieron bien y con ligera variación en el lecho que recibiólos rieles entre Guamote y Riobamba; pues, en el plano original se prescindíacasi en lo absoluto de ocupar en parte la carretera que servía de tráfico al pú-blico. Alcanzó a llegar el tren a Riobamba, pero no recuerdo con certeza si estegratísimo acontecimiento se verificó en 1904 o en 1905.

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2 La sección a que alude el General Alfaro, es la que hoy se conoce con el nombre de Puebloviejo,en donde la Compañía del Ferrocarril ha mantenido siempre cuadrillas para cuidar la línea en el terrenoque se hunde (Nota de la primera edición).

La Compañía solicitó a la Municipalidad de la citada ciudad, le señalarasitio para establecer la estación, y por indicación de uno de los señores conce-jales más influyentes, señalaron un solar situado a algunas cuadras fuera de lapoblación. Anoto este incidente porque más tarde fue motivo de serios disgus-tos para el Gobierno, y con dificultad se consiguió que la Compañía llevara laestación del Ferrocarril adentro de la ciudad, como se encuentra actualmente.

El Congreso de 1905, tuvo a bien legislar sobre Codificación de las leyesmilitares y nombró una Comisión compuesta de los Generales Sarasti, NicanorArellano y el suscrito. En oportunidad me trasladé a Quito para dar cumpli-miento al mandato legislativo. En lo que menos pensaba era en tomar parte enningún trastorno político; pues solo el pensarlo me causaba disgusto. Mis co-rreligionarios connotados, me patentizaban el peligro que corría el Partido Li-beral Radical de sucumbir, envuelto por una política descolorida, mercantil, yles contestaba con una negativa redonda. Para ponernos a cubierto de even-tualidades adversas, observé la necesidad de tomar parte en la elección de Se-nadores y Diputados en perspectiva, y cuando observé que teníamos que lucharcontra corriente y marea, como dicen los marinos, al tener que navegar contraobstáculos insuperables, comprendía lo grave de la perspectiva.

Ya veía a los espías que rondaban mi casa habitación para conocer a laspersonas que suponían que yo llamaba para catequizarlas. Los señores que com-ponían el Gobierno, creían de buena fe que yo era un cadáver político, y enesta creencia consideraban les era permitido tratárseme de la manera más des-airada posible. Bastará observar por ahora, que yo había llevado a mi hijo Ol-medo, que había estudiado con provecho en las Escuelas Militares de WestPoint y Saint Cyr, con el objeto de utilizar sus conocimientos militares en laemisión legislativa en lo que a mí correspondía hacer, y se me pusieron obstá-culos que me dieron la medida de lo que yo tenía que esperar.

Además de los cargos políticos, tenía en perspectiva la cárcel con toda apa-riencia de justicia, por los millones que anticipadamente había ordenado se leentregaran a la Compañía del Ferrocarril, sin lugar a defensa ante la desaforadaperversión de mis enemigos.

Cuando tuve conocimiento de que en la alta esfera oficial se había tratadode la conveniencia de apresarme y de reducirme al Panóptico, ya no me quedóotro recurso que procurar el inmediato cambio del personal gubernativo.

En una de tantas visitas de los principales correligionarios Liberales Radi-cales, tratóse de la situación, y en definitiva resolvimos apelar a las armas, paraponer a cubierto de cualquier trapisonda política, los principios liberales pro-

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clamados en la popular transformación de 1895, y al mismo tiempo darnosgarantía personal.

Recomendé a dicha junta designara al ciudadano que debíamos reconocercomo caudillo, anticipándoles que de mi parte prestaría con gusto mis serviciosúnicamente como militar. La junta se fijó en mi persona, y como no habíatiempo que perder, acepté el patriótico encargo.

Inmediatamente dicté todas las órdenes necesarias para en el caso de queyo fuera apresado, estallara en el acto la revolución en la misma Capital.

Para llevar a feliz término el patriótico problema resuelto por la junta, con-tábamos únicamente con el prestigio que nos daba en la mayoría de la opiniónpública, la nobilísima doctrina Liberal Radical, conocida ya prácticamente porel Pueblo Ecuatoriano.

Al principio tuvimos que soportar la contrariedades consiguientes, quepor la intriga de un alma de Judas revistieron más gravedad de lo imaginable.

Emprendí viaje de regreso a Guayaquil. En Riobamba me puse de acuerdocon los amigos principales. A dicha ciudad llegaban con regularidad los trenesdesde la estación de Durán. Los trabajos en la vía férrea en construcción, con-tinuaban lentamente, y se desconfiaba de oír pronto el silbato de la locomotorasaludando la cuna del esclarecido Juan Montalvo.

Proseguí ya mi viaje en tren expreso, gracias a la fina atención de los em-pleados, del Ferrocarril; pero en la base de la Nariz del Diablo, me encontrécon un carro descarrilado intencionalmente, lo cual me obligó a seguir en carrode mano hasta Huigra y me hizo demorar el tiempo respectivo, lo que nadame significaba con tal de llegar al día siguiente en la tarde. Pero para desbaratarla demostración popular que las Autoridades suponían me haría el pueblo Gua-yaquileño, determinaron que mi arribo fuera tarde de la noche, como sucedió,pero con la novedad de que millares de ciudadanos me esperaron en el Malecóny me acompañaron contentos desde el muelle hasta mi casa de habitación. In-dudablemente el celoso pueblo del Cinco de Junio, desconfiaba también sobrela estabilidad de sus heroicos esfuerzos en 1895.

Insensiblemente, el trastorno para mis proyectos, había sido completo enla cuna de Olmedo. Se veía en transparencia que la intriga de una persona ex-perta en política, hacía informar de lo más esencial al Gobierno. Ya veremos elnombre y apellido de ese ambicioso de baja estofa.

No cabía prórroga. Se había acordado que al amanecer el día 1 de enero, tu-vieran lugar los pronunciamientos. Se trataba por lo menos de la salvación per-sonal de mis correligionarios comprometidos, y ya no me era posible ni vacilar.

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Sin embargo de encontrarse mi casa permanentemente vigilada, me resolvía salir de ella en la noche del 31 de diciembre de 1905, y lo conseguí con todafelicidad. Necesitaba encontrarme en campo libre para poder concurrir al lugardonde me llamaran los acontecimientos.

Mediante rápida travesía por la montaña, guiado por el intrépido CoronelMontero, antiguo guerrillero conocedor de esos lugares, estaba al día siguientea corta distancia de la estación de Barraganetal. Únicamente pude adquirir lanoticia de que los patriotas de Riobamba se habían pronunciado el día 1 deenero, de conformidad con lo acordado.

Los empleados del Ferrocarril, creo que todos tenían simpatía personal enmi favor, pero en cumplimiento de su deber, guardaron estricta neutralidad,de manera que me fue imposible incorporarme al instante a mis bizarros ca-maradas pronunciados en Riobamba, teniendo, la confianza de que mi presen-cia allí, en esos momentos, produciría el inmediato pronunciamiento de todala República, pues amigos y enemigos ignoraban mi paradero en la montaña,incidente que explotaban a su amaño los gobiernistas.

Como era natural, el Gobierno se apropió del tráfico de los trenes y conmucha actividad movilizó tropas de Guayaquil, que pusieron en jaque a Rio-bamba.

En la necesidad de ponerme en contacto con mis correligionarios, resolvíencaminarme al centro de la República, y por camino montañero me dirigí ala provincia de Bolívar. En el tránsito tuve conocimiento del desastre de Ya-guarcocha, noticia propalada por los señores curas de aldea, con la añadidurade que los pronunciamientos de Riobamba andaban dispersos.

Felizmente, Guaranda se había pronunciado también el 1 de enero, gratoacontecimiento que facilitó la realización de mi itinerario. Excúsome detallesque me será satisfactorio relacionar más adelante, en homenaje a mis bizarroscompañeros. Únicamente diré ahora que el 12 de enero me incorporé a misvalerosos camaradas que me esperaron en Latacunga y que cinco días despuésdescansábamos tranquilamente en Quito, en donde también se me incorporóen breve el General Nicanor Arellano, a la cabeza de los batallones de volunta-rios que comandaba. Al darme cuenta de la manera como había cumplido sucomisión en el Norte, me manifestó la mortificación que había sufrido al es-cuchar al Doctor Manuel Benigno Cueva, en sentido enteramente contrario alo que habíamos resuelto en la junta. Dicho Doctor Cueva era uno de los pocoscopartidarios de confianza que habían compuesto el escaso número de los ami-gos que formaron la referida junta, y estaba, por consiguiente, impuesto de

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todo lo que se resolvía y hacía. Don Nicanor era la honradez y lealtad en pasta,sencillez de carácter extraordinaria, y todavía expresaba su espanto al oír la in-sistencia del Doctor Cueva, para persuadirlo que dejara sin cumplir la comisiónque yo le había señalado en las provincias del Norte, de acuerdo con lo resueltoen la junta, de la cual era miembro también Don Nicanor. “El General Alfaroes un cadáver político; no se sacrifique usted inútilmente”, llegó a decirle elDoctor Cueva al General Arellano. Al informarme de semejante incidente, misorpresa fue también extraordinaria. En cumplimiento de mi deber, los señoresMinistros de Estado, fueron informados del particular por el mismo Don Ni-canor, quien autorizó se hiciera el uso que consideraran conveniente de todolo que relacionaba. Así pude conocer quién era el alma de Judas que nos pusoen inminente peligro de sucumbir.

Al haberse cumplido el pronóstico del ex vicepresidente de la República,aún estaríamos esperando la llegada de la locomotora a Quito.

La Convención Nacional que en 1906 funcionaba en la Capital, exigiócambiara el personal del Ministerio, y en esa época, ejercía el General Arellanoel cargo de Ministro de Guerra y Marina. Mirando por la conciliación entrelos copartidarios, de acuerdo con los Ministros censurados, hube de acceder ala expresión de los Legisladores constituyentes. Desde entonces principiaronlos intrigantes a minar el carácter sencillo de Don Nicanor, hasta que con eltranscurso del tiempo, consiguieron convertirlo en enemigo del Gobierno, encuya labor sospecho tuvo parte principal el Doctor Cueva.

Como hombre rastrero o felón, es una notabilidad ese Doctor ManuelBenigno Cueva. Como Diputado concurrió a la Convención Nacional queen 1896 se instaló en Guayaquil. Era persona de una conducta privada inta-chable, trabajador, estudioso y de carácter conciliador. Lo consideré adecuadopara Vicepresidente de la República y le ofrecí ese puesto. Me contestó queno podía desempeñar ese alto cargo con dignidad, y lo rehusaba porque eradeudor de tantos miles de sucres, cuya cantidad no recuerdo ahora, pero quela mandé entregar y se obvió el obstáculo. El agraciado tuvo su polémica conalgunos de sus coterráneos que trataron de desacreditarlo, tanto por la prensacomo por medio de un abogado respetable de Guayaquil. En obsequio a laverdad declararé que en el desempeño de la Vicepresidencia se comportó re-lativamente con honradez, aunque algunas ocasiones con timidez ante el pe-ligro. Con el transcurso del tiempo, llegó la época de elegir el Presidente quedebía de sucederme en ese cargo, y francamente me propuso lo apoyara enesa elección, a lo cual me negué rotundamente, porque la Constitución lo in-

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habilitaba para ese cargo en tal período, lo mismo que a mí. Desde esa época,silenciosamente se alejó de mi lado. Cuando para la Codificadora regresé aQuito y vino a verme, me figuré que lo hacía por patriotismo ante el peligroque amenazaba a los Liberales, y con esa apariencia consiguió desorientarme.Tiene su circulito, y en agradecimiento a los notorios servicios que le he pro-digado, me ha causado sigilosamente todo el daño que ha estado a su alcancehacerme.

Clausurada la Asamblea Nacional de 1907, tuvo la Policía conocimientode que Don Manuel Benigno era uno de los conspiradores de trastienda, y seresolvió su destierro, de cuyo castigo se salvó presentándose y haciéndome lapromesa de guardar absoluta neutralidad. En lugar de mandarlo inmediata-mente al patíbulo, con lo cual habría consumado un acto de estricta justicia,confié en su palabra y cometí el crimen de dejarlo libremente en su casa. A ren-glón seguido se fraguó una seria conspiración, que al haber tenido feliz resul-tado, habría dado al traste con los trabajos de la vía férrea en las provincias deLeón y de Tungurahua, o retardarlos por mucho tiempo al menos. El mani-pulador de esos planes fue el Doctor Cueva, valiéndose de otras personas queen cierto modo le pertenecían, pero que procediendo judicialmente, lo dejabana salvo de responsabilidad.

Entraron en acción los conspiradores, y descubiertos los cabecillas osten-sibles de la rebelión, cayeron prisioneros algunos y fueron a parar al Panóptico,mientras que otros ganaron la frontera para esquivar el rigor de la Ley. Cons-tantemente se me presentaban dificultades indirectas en esas conspiraciones,que habrían dado al traste con la obra del Ferrocarril Trasandino, y que feliz-mente desvanecimos.

De los nuestros, no faltaba uno que otro cangrejo que desconfiara hasta desí mismo. Por mi parte no hubo jamás el interés del soborno, que podía ende-rezar a cualquier torcido o tímido. Advertiré que siempre les he tenido miedoa los flojos, porque por timidez, ante el peligro, cometen cualquier bajeza, sinel menor escrúpulo. Sobre este particular podré escribir prodigios a su debidotiempo. Anticiparé que he tenido a mi lado numerosos patriotas con cuya co-operación, he podido darle patria redimida a los esclavos.

Volveré a tomar el hilo del trabajo material de la vía férrea, con el mayorlaconismo posible.

Los accionistas muy contentos con el cambio del personal del Gobierno,y nosotros ofreciéndoles cariñosamente hasta el cielo con la mano, con tal deque pronto llevaran el tren a Quito. En cambio, los verdaderos enemigos del

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Ferrocarril, procurando hacernos volar hasta con bombas de dinamita. En loeconómico, la situación de la Compañía era muy crítica. Desacreditados susBonos, que los cotizaban al 40%, sin compradores.

En el antiguo plano de la línea férrea, estaba señalado que un ramal debíahacer la conexión con Ambato pero definitivamente se consiguió que el trencruzara la ciudad.

Recomendamos encarecidamente emplear el máximo de actividad en lostrabajos, y salvadas las dificultades que presentó la quebrada conocida con elnombre de Oreja del Diablo, entró la locomotora a la cuna del egregio JuanMontalvo y se inauguró alegremente la Estación. Los empresarios, haciendoprodigios de inteligencia y de economía, alcanzaron a llevar el tren a los su-burbios de San Miguel.

Si mal no recuerdo, gran parte de los pagos que habíamos anticipado a laCompañía en momentos de suprema necesidad, correspondían al trayecto dela vía férrea en la provincia de León; había que darle inversión legal a ese prés-tamo y cancelarlo. No podíamos repetir la misma operación anterior sin agravarnuestra responsabilidad; y sin el respectivo auxilio, la vía férrea no podía ade-lantar una milla más puesto que los Bonos correspondientes a este trayecto,los habíamos entregado en pago anticipado y su valor encontrábase invertidoen la parte construida ya.

En presencia de situación tan angustiosa, resolví que se le ayudara con di-nero efectivo; pero sucedía que recursos en metálico, no teníamos; que las ren-tas eran insuficientes para atender a los gastos en el sostenimiento de las tropasque se organizaban para poder contrarrestar a los conspiradores y mantener elorden público; en fin, atravesábamos espantosa escasez de recursos.

La situación era aún más grave de lo que vamos reseñando. Estaba infor-mado de que la cantidad gastada en los trabajos ferroviarios realizados, excedíancon mucho a lo presupuestado. Comprendía que al suspenderse los trabajos,la ruina de los Empresarios era obligada, y que los Bonos ferrocarrileros, caeríanen completo desprestigio. Al finalizar esta relación, explicaré la equivocaciónque sufrió el señor Harman al formular su contrato ferrocarrilero; la enormepérdida que sufrió la Compañía y la manera como fue subsanada.

No me quedó otro recurso que disponer, en calidad de préstamo, de losfondos destinados al servicio de los Bonos, salvando así los cuantiosos interesesde los contratistas y los del Gobierno. La suma fue relativamente considerable,no recuerdo ahora el total, que se entregó en dinero sonante a los Empresarios,y que se invirtieron en la prosecución de la obra magna. Resultó insuficiente

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este auxilio, y fue necesario agregar 600 mil sucres más, que se consiguieronen operaciones de crédito en el comercio de Guayaquil.

Después de ímproba labor, pasó el tren por los suburbios de Latacunga yllegó a Machachi. De este lugar a Tambillo, se presentaba un declive que parecíafavorable, pero que al soportar el peso del tren, se hundía el lecho en algunaspartes, motivado por grietas subterráneas formadas por corrientes de agua. Fuepreciso reforzar el lecho de ese trayecto y los gastos presupuestados se aumen-taron considerablemente. En definitiva, para llegar a los suburbios de la histó-rica ciudad de Quito, tuvimos que prestar 400 mil sucres más a la Compañía;y el 17 de junio de 1908, en el barrio de Chimbacalle, se colocó el último clavode oro que fue clavado por mi hija América. La fiesta de la inauguración fuesolemne. Los habitantes de la República regocijados, se pusieron en pie parasaludarla. En especial, el entusiasmo del verdadero Pueblo Quiteño rayó en de-lirio.

Don Archer Harman estuvo presente a la inauguración, y las demostra-ciones de merecido cariño de que fue objeto, le hicieron olvidar las gratuitasofensas que los enemigos de mi Gobierno le habían prodigado temerariamente.

Ante el beneficio que reportaba a la Patria amada, me consideré recom-pensado también y profundamente agradecido de mis nobles copartidarios, es-pecialmente de mis valerosos camaradas que, en cada uno de sus triunfos,dejaban expedito el camino para el avance de la locomotora hacia la cuna delos Shirys, y con sus toques marciales de dianas en cada triunfo que obtenían,saludaban el progreso material de la Nación.

Mi proyecto primitivo fue dejar establecida la vía férrea desde Loja a Tul-cán, con cuya medida consideraba la República, relativamente, bien defendida.Igual propósito fue el que me impulsó en la necesidad de llevar el tren, a todotrance, de Bucay a Quito, de cuya medida hemos principiado a recoger ya elfruto, previsto. Cuando en el año anterior, tuvimos la amenaza de invasión porel lado de Tumbes, nuestras medidas de defensa las facilitó mucho nuestro Fe-rrocarril Trasandino. Desde Pasto y Tulcán, lugares los más distantes del pro-bable teatro de la guerra, habrían venido los voluntarios por miles, soldadostodos, y desde Quito, el tren les habría facilitado su marcha rápida a la Costay consiguiente incorporación al Cuartel General. Por documento oficial irre-prochable sabemos, que el Gobierno peruano movilizó más de 30 mil soldados,que escalonaron en los Departamentos del Norte hasta el puerto de Tumbes.Esa amenaza de invasión tomó tal aspecto de gravedad, que juzgué de mi deberinspeccionar personalmente el campo limítrofe y me trasladé al poblado de

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Santa Rosa. Los gratuitos enemigos del Ecuador, tenían ya abundante materialde guerra y mucha tropa acantonada en Tumbes y sus inmediaciones. Entoncesdispuse la movilización de algunos batallones de Guayaquil, y horas despuéscruzaban entusiastas por Machala. En esos momentos llegaron, también, dosbatallones de los bravos Esmeraldeños, que desesperaban por tener la honra depertenecer a la vanguardia. Los patriotas orenses, clamaban por su acuartela-miento; dispuse se acuartelaran solamente tres batallones, en Santa Rosa, enMachala y en el Pasaje, sirviéndome el primero de escolta en la parroquia li-mítrofe. De los patriotas azuayos llegaron hasta Girón dos batallones que sedesesperaban por incorporarse al Cuartel General. Vinieron volando de Quito,el Regimiento de Artillería “Bolívar”, y de Portoviejo el Batallón “Manabí”.Gracias al Ferrocarril se me habrían incorporado, sin dilación, numerosos ba-tallones que solo esperaban la orden de marchar. En pocos días más, habríacontado en el Cuartel General, con un Ejército capaz de castigar al aleve inva-sor; digo aleve, porque entiendo que a título de más fuertes, pretendían adue-ñarse hasta de Machala, a pretexto de indemnización. Mientras tanto, el másínfimo de los soldados que me acompañaba, tenía absoluta confianza en nues-tro triunfo, como que nuestra causa entrañaba la justicia. Paralizó el enemigola concentración de su Ejército en Tumbes, y paralicé también la marcha delnuestro hacia la línea fronteriza; pues nosotros siempre hemos tratado con ge-nerosidad a nuestro vecino, como hermano.

Yo me regresé entonces para Quito, dejando en mi lugar al bizarro GeneralFranco, con la recomendación de vigilar bien la línea fronteriza.

Felizmente sobrevino la mediación ofrecida por los Gobiernos de Was-hington, Río Janeiro y Buenos Aires, que aceptamos con agradecimiento, comoacción humanitaria, y retiramos de la provincia de El Oro, los batallones queteníamos allí acantonados.

Por el interés que presentaba la cuestión Internacional, inspeccioné el Fe-rrocarril que parte de Puerto Bolívar a Machala y al Pasaje, y lo encontré enmalísimo estado todo. En el viaje nos descarrilamos varias veces, pero como elterreno es muy plano, no hubo novedad andando despacio como íbamos. Sinembargo, para el servicio militar nos era útil, y resolví su reconstrucción inme-diata. Apelé al señor Harman, y conociendo el beneficio temporal que podíareportar esa mejora a la Nación, en esa época de movimientos militares, al ins-tante principió el trabajo de su mejoramiento sin exigir ningún pago de pre-sente, en consideración a nuestra penuria fiscal y convino en ser reembolsadocon el producto del tráfico del mismo ferrocarril.

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Conociendo la importancia estratégica que significaba un ramal ferroviariode Machala a Santa Rosa, estuvo a punto de realizarse; pero cuando tuve cono-cimiento que un Senador en plena Cámara, con aplauso de los oposicionistas,había dicho, más o menos, que era falso el mal estado del Ferrocarril de Machala,y que solo servía de pretexto para negociaciones ilícitas y poner su manejo enmanos de extranjeros, presumí se presentarían mayores dificultades. Consignoeste incidente antiferrocarrilero, relativamente insignificante, para dar una ideade la clase de oposición que he tenido que contrarrestar constantemente.

Se presentó en Quito el Conde de Chamacé; y cuando tuve conocimientoque este caballero contaba con el apoyo de los banqueros Rothschild, conocidosfavorablemente en el mundo comercial, para la Empresa que venía a proponeral Gobierno Ecuatoriano, entramos en arreglos, ad referendum, sobre la cons-trucción de un Ferrocarril que partiendo de un lugar central, (no recuerdo ahorael lugar de partida) debía terminar en la orilla norte del Río Amazonas. Partedel territorio señalado para el nuevo Ferrocarril ecuatoriano, estaba ocupadoabusivamente por el Gobierno peruano, lo sabía perfectamente el contratistaCharnacé, y nos decía que estaba bien informado que la justicia amparaba losderechos del Ecuador en toda su plenitud, y que no tenía la menor duda de queel Laudo sería en nuestro favor. Se convino en pagar en terrenos baldíos, en lotesalternados, a tanto la milla, el valor de la línea férrea pactada. Antes de firmarsela escritura respectiva, nos suplicó el Conde de Charnacé, que suprimiéramoslas palabras de “lotes alternados”, porque le proporcionaría algún tropiezo en laformación de su Compañía en Europa, y que esa condición la dejáramos al ar-bitrio del Congreso, que viendo que la operación era tan benéfica para el Ecua-dor, lo ayudaría en la forma que fuere necesario. Siendo ad referendum elContrato, convine en la supresión de esas dos palabras, puesto que en definitivael Congreso resolvería lo que fuere conveniente a la Nación. Sobre todo, a míme halagaba muchísimo el auxilio indirecto, eficaz, que nos iba a proporcionarel contrato con el honorable Conde de Charnacé en la cuestión Oriente.

Pues bien, la oposición anatematizó el contrato Charnacé, y trabajó contanta actividad, que consiguió poner al país en peor predicamento que en 1858,cuando la temida colonización inglesa. Los principales promotores fueron loshéroes de Torres-Causano o Padre Solano.

La situación llegó al extremo de que si no rescindía el contrato Charnacé,sin esperar el Congreso como lo pedían los rememoradores de Don Gabriel, larevolución estallaba, el país se arruinaría completamente y el único beneficiadosería el Perú.

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Era perjudicial a los intereses del país la anulación del referido contrato;pero los perjuicios habrían sido mayores al estallar la guerra civil por ese motivo.En presencia de tan grave perspectiva, se acordó anular el contrato Charnacé,y administrativamente lo anulamos, aunque mortificados con la postergacióndel anhelado ferrocarril al Oriente. Transcurrirían muchos años antes que sevuelva a presentar la oportunidad de conseguir la celebración de otro contratosimilar, que reporte tanto beneficio al Ecuador, como el de Charnacé, repu-diado temerariamente en fuerza de las malas pasiones de los oposicionistas alrégimen Liberal.

Habíamos pactado ya con el Señor Harman, la prolongación del Ferroca-rril de Quito a Ibarra, cuando Don Archer, espantado de la oposición que ha-cían a mi Gobierno, con pretexto de las obras ferroviarias especialmente,encarecióme se cancelara la Escritura sobre continuación del Ferrocarril alNorte, siquiera para no oír tanta difamación gratuita y atrozmente calumniosa,que ya volvía casi imposible el sostenimiento del orden público; me suplicóMr. Harman, repito, que le cancelara el Contrato adicional aludido, y tuveque cancelárselo, sin someterlo al Congreso.

Preocupado en la conveniencia de procurar a mi país alguna otra produc-ción que iguale o supere a la del Cacao, cuyo cultivo actualmente constituye lariqueza principal de nuestra agricultura, venimos a informarnos que el Magueyo Heniquen, Ramie y más similares textiles, era el ramo que debíamos protegerpara fomentar su cultivo en el Ecuador, con la perspectiva de superar prontoen riqueza al Cacao, y sin causarle perjuicio de competencia.

Don Archer Harman, procurando un nuevo artículo que fomentara el au-mento de carga para el Ferrocarril, había mandado de Riobamba muestras deCabuya a la rústica, tal cual se produce, para su análisis en los Estados Unidos,y resultó ser la fibra de superior calidad a la de Manila y Yucatán.

Vinieron de Chicago capitalistas especuladores en esa fibra, y quedaronmuy entusiasmados de las facilidades que había para su cultivo, y especialmentedel análisis de la Cabuya de Imbabura, que resultó de calidad superior a la delas otras provincias ecuatorianas. Me manifestaron que necesitaban alguna ga-rantía para los fuertes capitales que pensaban dedicar al negocio, tales como lade que no se les impondría fuertes derechos de exportación que les causara laruina de su negocio.

Necesitaban también procurarse transporte barato para lo cual pensaron enestablecer un tranvía movido por fuerza eléctrica desde Ibarra a Quito, y para laconducción al puerto de Guayaquil, contaban con el Ferrocarril Trasandino.

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Por el deseo de abreviar el fomento de la agricultura en Manabí, con faci-litarle transporte barato, especialmente al Maguey o Cabuya, conseguí del señorHarman, Presidente de la “Guayaquil and Quito Railway Company”, celebrarun contrato para que se tendiera a uno de los puertos marítimos del Cantónde jipijapa, y fue negado o embrollado en el Congreso.

Esta oposición motivó, de parte de los fanáticos políticos, un torrente deimproperios contra el Gobierno y los Empresarios Ferrocarrileros, que llegó a talextremo, que los Contratistas nos rogaron nuevamente se cancelara el Contratoque los obligaba a extender la vía férrea a la provincia de Imbabura, sin someterloal Congreso, y que fue forzoso acceder. Capitalistas franceses habían ofrecido alseñor Harman ser accionistas principales en esta sección del Ferrocarril al Norte.

Yo deploré inmensamente este trastorno en mis planes ferrocarrileros, es-pecialmente en lo relativo a Manabí, porque sobre la protección a las industrias,me preocupaba más la movilización rápida de tropas de Manabí o viceversa,pues en los planes de hostilidad del adversario gratuito del Ecuador, entra laocupación transitoria de la rica provincia manabita, como medida estratégicacontra Guayaquil.

Yo reconozco la superioridad del actual Ejército peruano, al que actuó enla Guerra del Pacífico: ahora es relativamente respetable por su mejor organi-zación y disciplina, y desde luego, le he prestado la buena atención que merece.Dispone el Perú de mayores elementos bélicos, especialmente marítimos.

Ahora la superioridad del Ejército Ecuatoriano, consiste principalmente enque el último de nuestros soldados, sabe y está identificado con la justicia queasiste al Ecuador en su cuestión límites, y que la santidad de la causa que de-fiende, lo obliga a luchar hasta vencer o morir. Con esta resolución inquebran-table, con más o menos sacrificios, la victoria tiene que coronar los esfuerzos delEjército Ecuatoriano. Desde luego, preferible que el Gobierno peruano aban-done sus pretensiones y acatando los nobles sentimientos de justicia, prefierauna transacción razonable, capaz de que reconcilie a ambos pueblos, que en suconveniencia recíproca, reconocen la de vivir como buenos hermanos. Que des-istan, pues, de su política de rapiña de territorio en el Oriente, y que tambiéntratan de implantar en la línea del Macará, especialmente en las inmediacionesde Tumbes. Ni aun Colombia, ha estado libre de esa rapacidad internacional,aliento de los especuladores en Caucho en vasta escala, por de pronto.

En vista de la situación intransigente, que en cierta manera predominaba enel País, desistieron los capitalistas de Chicago en sus proyectos de implantacionestextiles, y por tanto, se desvaneció la esperanza del tranvía eléctrico a Ibarra.

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En la provincia del Cañar existen magníficas Hulleras, reconocidas ya. Elcarbón que consume la Compañía, lo traen de Australia, que es caro. Algunosaccionistas del Ferrocarril pensaron en la organización de un Sindicato con elobjeto de construir una línea férrea para explotar las Hulleras, dando al Go-bierno una módica retribución por el uso de ellas. Habláronme sobre el parti-cular, convinimos en que formalizarían su propuesta para someterla alCongreso; pero en presencia de la situación intransigente que observaban, des-istieron de su propósito del Ferrocarril a Cuenca, y terminó la esperanza queabrigábamos de que continuaría inmediatamente la cinta de acero hasta Loja,silos informes que les dábamos sobre abundancia de minas de mármol, hierro,cinabrio, parafina y otros minerales, se presentaban en cantidad suficiente parasu favorable explotación. Todo hubo de suspenderse, hasta que desaparezca lainfluencia de los cabecillas promotores de esa resistencia antipatriótica en al-gunas poblaciones serraniegas, como todavía sucede, aunque de capa caída ya,cuando no son utilizadas por los explotadores políticos.

Personalmente me abochornaron mucho semejantes contrariedades pro-ducidas por el fanatismo religioso, y ante los extranjeros procuraba atenuar laspasiones extraviadas de muchos de mis conciudadanos que, con pretexto dedefender la pureza de sus sentimientos religiosos, violaban precisamente lospreceptos Evangélicos que recomiendan la tolerancia religiosa y respeto a laconciencia honrada del género humano. Que en Turquía, sin embargo de en-contrarse a la vista de Europa, tan poderosa, no podían evitar dejaran de co-meterse atropellos sangrientos, fruto exclusivo del fanatismo. Lo que acontecíaen la Patria de Rocafuerte y Montalvo, apenas eran rezagos de la Colonia.

En la cuestión límites con el Perú, hemos visto a tales opositores del Go-bierno Liberal, negarle toda clase de recursos para atender a la defensa de laintegridad nacional, con el santo pretexto de no agobiar a los pueblos con pe-sadas contribuciones, o de que los gobernantes se robaban el producto de esascontribuciones, escarneciendo así uno de los preceptos sagrados de la Iglesia,que manda no calumniar a su prójimo. Por moderación, suspendo, por ahora,la continuación de este párrafo.

Pero para nada toman en consideración, que en la época que los Gobiernosdel Ecuador confesaban y comulgaban constantemente, y que eran más papistasque el Papa, ha sido que algunos Gobiernos Católicos del Perú, principiaron aadueñarse de nuestro selvático territorio Oriental, y que solamente desde 1895,que los Gobernantes Ecuatorianos comulgaban en la fuente del patriotismo, havenido a contenerse el avance desmedido del maquiavélico usurpador.

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Lejos de mí la idea de lanzar la menor inculpación contra los Legisladoresque aceptaron el monstruoso arreglo Herrera–García; digo monstruoso, porqueimposible que el Ecuador quede sin salida libre, propia, al Amazonas, y que lalocomotora, al fin y al cabo, lo ponga en contacto directo con las riberas delGuayas, mediante la conexión con nuestro Ferrocarril Trasandino, existente ya.Con la realización del contrato Charnacé, debidamente estudiado y sancionadopor el Congreso, habríamos terminado la más grande aspiración nacional. Perono volvamos a recordar este fracaso, que constituye un gran triunfo de los ene-migos del régimen político que he tenido la honra de acaudillar, y volvamos areanudar el asunto primordial de estos apuntamientos.

Desagradaba mucho a los habitantes de Riobamba, el establecimiento dela Estación ferroviaria a algunas cuadras fuera de la ciudad, y tenían razón.

Las complicaciones que se presentaron, sirvieron de pretexto para algunaspublicaciones muy ofensivas y calumniosas contra los Empresarios del Ferro-carril y el Gobierno.

Entonces los neutrales fomentaron la idea de que la línea férrea fuera di-recta de Cajabamba a Ambato, lo cual acortaba la distancia, y que un ramalhiciera el servicio a Riobamba. Semejante innovación, levantó el consiguienteresentimiento de los riobambeños. El caso era delicado. La tarifa de pasajerosy flete de carga; señala a tanto la milla, y la innovación favorecía el tráfico di-recto entre Quito, Guayaquil y poblaciones intermedias. Que ganaban algunasmillas en el viaje directo, era incuestionable.

En Riobamba decían que al no llegar el tren de pasajeros a la ciudad, que-daban reducidos a ruinosa exclusión, y era la verdad. Pensábamos en que siaplicábamos esa máxima de economía a la ciudad de Ambato, quedaba tambiénperjudicada, y que el objeto de las líneas férreas, es favorecer a las poblacionesrazonablemente.

Al fin se acordó que los trenes de pasajeros, continuaran llegando directa-mente a Riobamba, y se contrató la construcción de una línea férrea que, par-tiendo de las inmediaciones de Cajabamba, acortara la distancia a Riobamba,con el fin de afianzar el tráfico directo de los trenes de pasajeros.

Para rebajar la tarifa de fletes y pasajes, era forzoso procurarse combustiblebarato. Ya no era posible pensar por de pronto, en las Hulleras del Cañar yAzuay. De acuerdo con el Señor Harman, se resolvió apelar a la fuerza eléctrica.El camino se encuentra cruzado por algunos riachuelos muy correntosos, sufi-cientes para proporcionar todo el poder hidráulico necesario para un buen ser-vicio del Ferrocarril. La base central, venía a ser el riachuelo que corre por las

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inmediaciones de Ambato; pero en esta ciudad, se formó un grupo de oposi-ción, con el pretexto de que las aguas que se tomaran del río, eran perdidaspara los agricultores que tenían chacras de plantaciones frutales en las orillas,quienes, engañados, se presentaban como enemigos irreductibles de cualquierestación hidráulica en su río. No había más remedio que desistir o exterminar-los: se optó por lo primero.

El pueblo ambateño no es responsable de ese atraso, sino un grupo de le-guleyos desalmados, a quienes movía el deseo criminal de causar daño al Go-bierno, cuando el perjudicado era el mismo pueblo, cuyos intereses pretextabandefender. Quedó, pues, sin efecto, el propósito de rebajarse la tarifa de fletes ypasajes, a causa del crecido valor del combustible en uso.

Omito ocuparme del contrato de transacción, celebrado con la Compañíadel Ferrocarril, porque sin tener a la vista el texto respectivo, no puedo recordardetalles de trascendencia.

Lo propio tengo que manifestar respecto al capítulo Arbitraje, en el cualme representó el finado Doctor César Borja con inteligencia y probidad; lomismo que del Ministro Plenipotenciario William C. Fox, digno representantedel Excelentísimo Presidente de los Estados Unidos.

Aún más ocurrió en Ambato, por el insano interés de perjudicar a Harman,socio de Alfaro, decían los infames calumniadores, con el objeto de acrecentarel odio contra mí y mis dignos colaboradores.

Resolvió la Compañía sacar del ardiente clima de Durán, sus talleres dereparación de máquinas y construcción de carros que tienen allí, y que le con-venía establecerlos en Ambato, por su clima benigno, abundancia de agua, queel pueblo congeniaba con sus empleados, y sobre todo, por ser lugar central.Tenían la intención de establecer allí talleres que les facilitarían hasta la cons-trucción de locomotoras. El señor Harman consultó al Gobierno su proyecto,pidiendo se le concediera gratis los solares de pertenencia fiscal que se necesi-taren, y con gusto accedimos a ello.

Se esparció la grata noticia en las provincias centrales de la República, ycuando llegó a conocimiento del grupito de aquellos leguleyos desnaturalizadosde Ambato, a los que he aludido antes, principiaron en tal laboreo de oposición,que la Compañía desistió del proyecto de establecer sus grandes talleres de ma-quinarias en Ambato.

En contraposición, vecinos honorables de Riobamba, ofrecieron facilitargratis, los solares que necesitaren para trasladar los talleres de Durán a Rio-bamba. También el Gobernador de la provincia de León informó al Gobierno,

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que la Municipalidad o vecinos ofrecían hacer construir en Latacunga, gratis,los edificios que indicara la Compañía para establecer allí los grandes talleresque tenían en Durán, y rogaban que les dieran la preferencia.

De todos esos particulares informamos a la Compañía; pero recordaronque en Riobamba había existido una pandilla denominada Manta Negra, quehasta personalmente provocaba a los empleados de la Compañía, y que desea-ban evitar choques escandalosos; que además, la escasez de agua adentro de laciudad, era grave inconveniente. Las propuestas generosas de Latacunga, leagradaron muchísimo al Señor Harman, pero su ubicación lo alejaba dema-siado del punto central, aparte de que las erupciones del Cotopaxi se encami-naban mucho a los contornos de Latacunga, y que ya habían causado dañosterribles a los empresarios en fábricas de telares. Para evitar reclamaciones ju-diciales y aun choques con apariencias de populares, hubo que desistir de laimplantación del sistema eléctrico, que habría podido movilizar con economíalos trenes de nuestro Ferrocarril Trasandino.

En conversación confidencial, pregunté al señor Harman, a cuánto ascen-día el valor real, en efectivo, gastado en la obra del Ferrocarril.

Me contestó Don Archer, que aún no se había preocupado en saberlo conprecisión matemática, pero que calculaba que tal vez alcanzaba a veinte millonesde dólares el valor de lo gastado en dinero sonante.

Le observé se sirviera informarme de qué manera había cubierto el déficitque a simple vista, notaba en la operación.

Me respondió el Señor Harman, que el déficit lo habían sufrido en especial,las Compañías auxiliares que había organizado para atender a la mejor adqui-sición de los materiales que se habían empleado en la vía férrea. En seguida,mencionó los nombres de los Agentes vendedores o Casas Comisionistas quese encargaron de ese trabajo y con cuyo sacrificio se cubrió el déficit de laenorme pérdida sufrida, que no pudieron resistir, y que en definitiva los obligóa presentarse en quiebra.

Sucedió que la Compañía pagaba en Bonos, el valor de los materiales con-seguidos para el Ferrocarril, y que fueron los Agentes intermediarios aludidos,los que sufrieron las pérdidas que ocasionaron las fluctuaciones en el tipo delos Bonos que recibieron en pago. La operación, aunque correcta, fue desgra-ciada para los especuladores, y de suyo se explica el resultado, sensible paranuestro crédito.

Únicamente la Ecuadorian Association, establecida en Londres, se salvóde la quiebra, como había sucedido con sus antecesores similares en Nueva

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York y Londres. Los accionistas de la Ecuadorian Association, eligieron de suPresidente a Sir James Sivewright. Este caballero aceptó el cargo por lo quetenía de honorífico, pero no concurrió al despacho ni una sola vez. Al infor-marse que se encontraba en falencia la Asociación que estaba garantizada mo-ralmente con el prestigio que le daba la gerencia de su nombre, dispuso suliquidación y que el déficit se pagara a prorrateo entre los accionistas. Verificadala liquidación, le correspondieron a Sir Sivewright más de 90 mil libras de pér-dida y al señor Harman 42 mil libras, que era uno de los socios de menor cuan-tía, y en proporción pagaron los demás accionistas, cuyo número no recuerdo.Mediante este sacrificio, pudo la Ecuadorian Association salvarse de la quiebra;medida que no pudieron adoptar los accionistas de las Agencias anteriores;pero cuya pérdida contribuyó también a cubrir el déficit que, de otro modo,habría correspondido a los Empresarios del Ferrocarril, o encontrándose obli-gados a paralizar la obra sin poder llegar a su término.

Me parece que después, los accionistas del Ferrocarril organizaron otraCompañía con el nombre de “Inca”, que les ha servido mucho.

Ahora, ocupémonos en recapitular la operación.El Gobierno ha pagado la suma de 12 millones 282 mil dólares en Bonos,

que llaman “principales” y que ganan el 6 por ciento de interés y que seránamortizados en el transcurso de 33 años con el uno por ciento anual que tieneasignado para el objeto. Este es el costo neto de la Obra para la Nación.

Además, debidamente autorizada por el Contrato, la Compañía construc-tora ha emitido 5 millones 250 mil dólares en Bonos, que ganan el seis porciento de interés anual, y señalado también el uno por ciento de amortización,servicio que debe ser atendido del producto del tráfico del mismo Ferrocarril;comprometido a atender con su rendimiento, de preferencia, al pago de susempleados y demás gastos propios. A estos Bonos se les da la denominaciónde “privilegiados”.

Por intereses y amortización, se han entregado sumas considerables relati-vamente, pero estrictamente ajustado a lo debido. A estos pagos, es que misenemigos políticos, califican de robos del Gobierno, o de peculados, de acuerdocon el señor Harman. Todos esos santos fariseos católicos, aseguran y han pu-blicado en todos los tonos, que existe ese latrocinio o peculado. Ocasión pro-picia se les ha presentado a esos feroces calumniadores, para comprobarjudicialmente su aseveración.

Los Bonos amortizados ya, pasan de un millón de dólares, Bonos que per-manecen en depósito en la respetable casa Bancaria de los señores Glyn, Mills,

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Currie y Compañía, que actúan como Fideicomisarios en el Contrato del Fe-rrocarril Trasandino.

De conformidad con el respectivo Contrato de junio de 1897, se ha veri-ficado otra emisión como de siete millones de dólares, (no recuerdo la sumafija) que se denominan “Bonos comunes”, de los cuales corresponden al Go-bierno 49 por ciento y a la Compañía constructora 51 por ciento, cuyas uni-dades rigen la administración de la empresa, determinada en los Estatutosrespectivos. Después de amortizados los Bonos principales, serán únicamentelos Bonos comunes, los que representen a la Compañía constructora, princi-palmente para el reparto de los ingresos líquidos con el Gobierno, hasta termi-nar el plazo de la concesión, desde cuyo vencimiento vendrá a ser el Ferrocarrilpropiedad exclusiva de la Nación.

Yo sí comprendo la buena fe con que se imaginan mis enemigos políticos,que ellos podían haber arreglado un contrato infinitamente mejor que el cele-brado bajo mi inspección; pero sucede que, por egoísmo, nunca hacen nadagrande, que pueda mejorar la condición de sus prójimos, amén de que ni ban-queros católicos se atreven a hacerles préstamos de millones ni con hipotecas,por la perspectiva de que aun librando bien, se convierta lo esencial en carnescondensadas en lata, como aconteció en la construcción del famoso Ferrocarrilde Ambato al Curaray. Sabían perfectamente lo que hacían, al oponerse patrió-ticamente al proyecto efectivo del Ferrocarril Charnacé, de Ambato o sus in-mediaciones a la orilla norte del Amazonas. Mientras tanto, esos santos católicosde la oposición, podían hacer saber al público, por la imprenta, la cantidad decentenares de miles de sucres que recibieron para la obra del Ferrocarril de Am-bato al Curaray, de qué manera la invirtieron y cuántas millas férreas recorre lalocomotora. Demás es decir, que no se preocuparon en comprar ni un solo riel;pero sí compraron en Nueva York cantidades considerables de víveres conser-vados en latas, especialmente carnes, en época que, como el Ferrocarril no habíallegado todavía a Ambato, se conseguía el mejor novillo por menos de 20 pesossencillos. La Policía de Guayaquil se encargó de arrojar al río, por encontrarseen mal estado, muchos cajones o barriles que contenían de esos materiales des-tinados a la construcción de la flamante vía férrea de Ambato al Curaray.

Bien conozco que el Ecuador, con su Ferrocarril Trasandino, emprendióuna obra superior a sus recursos, y que su realización nos había de envolver engravísimos apuros económicos, si sobrevinieren contrariedades extraordinarias.

Recuerdo que en 1897, se levantó un Catastro ligero, que computó el valorde las propiedades urbanas y rústicas de las provincias del Pichincha, León,

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Tungurahua y Chimborazo, en algo más de cien millones de sucres, catastroque se pensó en formalizarlo judicialmente para darle precio propio a cada pro-piedad e imponerle una contribución sobre el aumento del valor que le dierala vía férrea, cuyo impuesto se destinaría al pago de la obra del Ferrocarril. Laoperación se presentaba muy complicada y desistimos de ella.

Bien, pues; esas mismas casas, haciendas y terrenos del catastro de 1897, conla llegada del tren a Quito, han cuadruplicado su valor, que actualmente valenmás de 400 millones de sucres. De manera que los propietarios de las provinciaspor donde ha pasado la línea de acero, han obtenido una utilidad de 300 millo-nes, sin más sacrificios que los que ha soportado el Gobierno, en cumplimientode su deber, mirando por la prosperidad de sus compatriotas y vecinos.

Por su parte, los caballeros de la oposición, no se cansan de propalar entodos los tonos, que esa obra monstruosa tiene arruinado al país y que si el Go-bierno no se compusiera de pícaros y ladrones, ya el Ferrocarril sería propiedadnacional. Los más moderados de los enemigos, dicen que el Ferrocarril es unELEFANTE BLANCO para el Ecuador. ¡Hágame usted patria libre con se-mejantes cangrejos!

Desgraciadamente, los últimos semestres de intereses y amortización, no sepudieron pagar, debido a la amenaza permanente de agresión del Perú, que nosobligó a destinar todas nuestras escasas rentas para atender a la defensa nacional.

Atónito tengo que recordar la vocinglería que formaron los filántropos dela oposición, para combatir los decretos legislativos de contribuciones llamadasde “guerra”, que le quitaban la comida de la boca al pueblo infeliz, clamabancon desenfado los flamantes opositores.

Basta manifestar que, si hubiera tenido que apoyarme en el producto deesas contribuciones de guerra, ni un buen servicio diplomático habría podidoatender con la oportunidad y eficacia necesaria, como se atendió todo. Se tra-taba de cuestión internacional y de acuerdo con mis colaboradores principales,se nombraron a varios conservadores en el alto cargo de Ministros Plenipoten-ciarios y Enviados Extraordinarios; y en homenaje a la justicia, diré que se ma-nejaron muy bien, como buenos ecuatorianos, porque no hay regla sinexcepción, agregaré.

Cuando en el año próximo pasado, se consideró inminente la invasión,según los aprestos bélicos que hacía el Gobierno del Perú, vime obligado a tras-ladarme a Guayaquil. Recuerdo se me presentó una comisión de la junta Pa-triótica de esa ciudad, compuesta de personal muy honorable, a estimularmepara el inmediato acuartelamiento de nuestros conciudadanos que anhelaban

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organizarse. Nos cruzamos las explicaciones del caso, y se convencieron que,de mi parte, no consistía la demora. Les dije que señalaran el número de milesde compatriotas que juzgaban necesarios para la campaña y que en el acto seríancomplacidos; pero que la indicada junta se hiciera cargo de hacer pagar direc-tamente las raciones respectivas y que en cuanto al armamento, todo estabalisto. Me ofrecieron consultarse con la junta. En definitiva les manifesté que,si deseaban se elevara a 60 mil soldados veteranos el número de tropas existen-tes, al momento se ordenaría, comprometiéndome a tenerlos listos y equipadosen el curso de una semana; que lo único que necesitaba era contar, con seguri-dad, con el servicio de las raciones.

La contestación de la junta Patriótica fue que estaba empeñada en la adqui-sición de algunas baterías de cañones de los mejorados recientemente, y que encuanto a lo demás, cuando se presentara el caso se atendería en la forma posible.

La Comisión de la junta estaba compuesta de los connotados vecinos DonCarlos Gómez Rendón y Don Martín Avilés, que a veces no concurría por in-disposición en su salud, y una o dos personas más, notables de la localidad,que a veces se renovaban. En la primera visita, fueron acompañados por DonAmalio Puga, Intendente General de Policía. A estas conferencias asistía tam-bién Don Emilio Estrada, Gobernador de la Provincia del Guayas, cuando eldespacho a su cargo se lo permitía. Me parece que su ocupación principal en-tonces era procurar recursos para gastos del Ejército, y que los conseguía de losBancos. Ante la inminencia del peligro, se veía a los ciudadanos, pobres y ricos,artesanos y labriegos, lo mismo que al estudiante y al doméstico, preocupadosesencialmente en aprender el manejo del fusil y uniformes, todos en noblessentimientos de abnegación para atender a la salvación de la Patria amada. Conorgullo descansaban en el cumplimiento de sus deberes desde el más infelizsoldado hasta el jefe. Fortalecidos por la justicia que asiste a la Nación ecuato-riana, tenían absoluta confianza en que el triunfo coronaría sus esfuerzos. Anadie le preocupaba el capítulo raciones, porque muchos que habían sido miscomilitantes, sabían que cuando escaseaba el dinero, abundaba el ganado: co-mida no había faltado nunca, y por tanto no faltaría en lo futuro.

Recuerdo que en esos días de preparativos premiosos, tuvimos acuarteladosmás de 28 mil soldados, listos para entrar en campaña, los cuales considerába-mos base suficiente para conseguir rechazar completamente la invasión que nosamenazaba por la línea del Macará.

Contábamos, además, con unos 20 mil voluntarios que por la tarde con-currían a los cuarteles provisionales, y que después de sus ejercicios doctrinales,

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volvían por la mañana a sus ocupaciones habituales durante el día, para atendera la alimentación de sus familias.

Declarada que hubiera sido la guerra, al instante se habría duplicado elefectivo del Ejército ecuatoriano, obligado a defender con las armas, la integri-dad de su territorio, que trata de arrebatarle el Perú, a viva fuerza.

Pero el Ecuador, si no contara con las facilidades que le presta el FerrocarrilTrasandino, estaría embromado, porque le sería imposible atender a la movi-lización de sus elementos con eficacia. Sin embargo de palparse este beneficiosalvador, no estaba libre el señor Harman, lo mismo que yo, de los más burdosimproperios, sin tener más culpabilidad Don Archer, que haber cumplido suscontratos con el Gobierno, de la manera más honorable a su alcance.

Conmigo, el caso era distinto, porque los movía la venganza contra elhombre que los había aniquilado políticamente, destruyéndoles la continuaciónde la vida política de antaño. Ahora mismo sucede que uno de los principalesdifamadores que han aprovechado de la transformación del once de Agosto, lohace por inquina personal.

Decía el renombrado Don Pedro Moncayo, que entre los liberales y con-servadores doctrinarios, no había más que un paso de diferencia; que unos de-seaban ampliar la libertad individual, y que los otros procuraban concentrarmás acción en la autoridad; no son las mismas palabras expresadas en una desus publicaciones por el esclarecido publicista señor Moncayo, pero en esenciaes el contenido de su apreciación. Por supuesto, se refería a los países cimenta-dos en el camino del progreso. En verdad, no puede decirse lo mismo de lospolíticos que son movidos por bastardos intereses o por depravadas pasionespersonales, como sucede con la notabilidad cuyo nombre deseo lanzar a la es-tampa, para que sea juzgado por sus propios coterráneos.

Bien, pues; esa clase de simulados políticos, cuando abundan, son los queconducen a los pueblos al caos y a la confusión, como ocurre actualmente enel Ecuador. Merece un estudio imparcial el punto, comparados los anteceden-tes, con los que precedieron al Seis de Marzo y Cinco de Junio.

Esa clase de personas en su labor inicua, son las que consiguieron amargaren su vida a Don Archer Harman, en su carácter de Gerente en la construccióndel Ferrocarril Trasandino, al extremo de haber conseguido formar en la opi-nión pública cierta corriente desfavorable; todo con el objeto principal de pro-yectar sombras tenebrosas contra el Régimen Liberal que me ha tocado ensuerte presidir en el Ecuador. Felizmente al fin, la luz resplandece más en se-mejantes tenebrosidades y pone en transparencia a los actores.

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Constantemente me llaman “asesino del pueblo quiteño”, “asesino del 25de Abril”, afirmación que vociferan y propalan mis enemigos, tal como si real-mente hubiera ocurrido algún acontecimiento desgraciado que autorizara esecalificativo. Sucedió lo siguiente:

Los oposicionistas conspiraban públicamente; se valieron de los Estudian-tes descendientes de familias curuchupas,3 que relativamente son numerosas,para formar su asonada. Sin recelo hacían propaganda en favor de su revolu-ción. Con pretextos especiosos se presentaron en pleno día en la Plaza principal,a bandera desplegada; como a los vivas y mueras no se les agregaba nadie prin-cipiaron a disparar sus revólveres. Entonces el destacamento que teníamos enla Plaza rompió sus fuegos al aire, según lo había ordenado anticipadamente.Los bochincheros consiguieron herir al jefe de Artillería, a un joven empleadodel Ministerio y a uno o dos más neutrales. Ante el fuego nutrido al aire quehacía la tropa, los Estudiantes abandonaron la Plaza y se dispersaron comple-tamente sin salir ninguno de ellos ni contuso. Tal fue el decantado asesinatodel pueblo quiteño que se me atribuye.

También sucedió que al oírse el alboroto en el Cuartel del Batallón “Car-chi”, destacaron un piquete para que recorriera las inmediaciones. Los soldadosno hacían caso de las provocaciones que les hacían los revoltosos que encon-traban a su paso, pero uno que otro borrachito se permitió hacerles fuego consu revólver, y los soldados en natural defensa, dispararon sus rifles sobre ellos,y dos de los bulliciosos murieron y unos pocos más salieron heridos en el cursode la recorrida del mencionado piquete. Esta fue la famosa carnicería del 25de Abril.

Detalladamente consta todo en el respectivo sumario que se levantó, conmotivo de los disturbios del 25 Abril de 1907 en Quito; y sin embargo, no tre-pidan en afirmar que el pueblo fue asesinado, cuando lo cierto es que el verda-dero Pueblo quiteño fue indiferente a ese bochinche y lo ha sido siempre atodo lo que sea innoble, aun cuando se le atribuyan actos que únicamente co-rresponden a los trastornadores fementidos.

Como esos calumniadores no tienen respeto ni por la memoria de sus an-tepasados, que en parte fueron los asesinos de Berruecos, Miñarica, del 19 deOctubre en Quito, de Mocha y Jambelí, del 3 de junio en Guayaquil, y otrosmuchos actos sangrientos, no les importa un pito el reproche histórico, por

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3 Curuchupa. Palabra quichua; se aplica al ganado que se encuentra muy agusanado. El puebloquiteño designaba con ese adjetivo a los defensores del Gobierno conservador de 1895. Nota del GeneralEloy Alfaro.

amargo que sea, con tal de colmarnos de improperios y satisfacer sus bastardasaspiraciones.

Uno de los cargos formidables que me han atribuido los furibundos opo-sicionistas, ha sido de que he tratado de negociar el Archipiélago de Galápagos.He manifestado ya, que la mayoría de los Senadores y Diputados que constitu-yeron el Congreso de 1898, tomaron por bandera para su revolución el contratodel Ferrocarril Trasandino, pretextando ser ruinoso; pero había omitido decir,que también propalaban que yo trataba de vender el Archipiélago de Galápagos,con el innoble propósito de enriquecerme y enriquecer a mis partidarios.

Entonces juzgué de mi deber pasarles un Mensaje, haciéndoles saber queantes de finalizar el año de 1895, había recibido ofrecimiento de cinco millonesde Libras Esterlinas por el mencionado Archipiélago, que había rechazado, ade-más de otra cantidad, igual destinada para repartir entre las familias que estabanen desgracia a consecuencia de la tiranía de García Moreno, y de cualquier otroacto de reparación justiciera, que quedaba a mi albedrío donar, como lo con-siderara justo. La necesidad de poner a salvo la honorabilidad del Partido Li-beral Radical que me había honrado con su confianza, que se trataba demancillar gratuitamente, me obligó a poner en evidencia la manera como re-almente había pasado el incidente.

La oferta tenía más gravedad de lo imaginable, porque entonces ejercía yoel cargo de jefe Supremo de la República, investido de facultades omnímodasen las Actas Populares, en cuya confección no tuve arte ni parte, ni podía te-nerla, encontrándome hacía muchos años lejos de la Patria amada y declaradohasta Pirata por una Legislatura endemoniada.

No necesitaba del concurso del Congreso para consumar legalmente la ne-gociación del Archipiélago. Lejos de mí el pensamiento de atribuirme ningúnmérito en mi procedimiento, porque simplemente cumplía con mi deber, juz-gando que estando en poder de una poderosa Nación Europea aquellas Islas,constituía entonces una amenaza para la autonomía de las Repúblicas de laAmérica del Sur en la Costa del Pacífico. Ipso facto rechacé la proposición, ydespués referí a los colaboradores lo ocurrido y a muchos amigos les he mos-trado los Mensajes aludidos.

Con el Congreso de 1898, coincidió también que me ofrecieron 300 mi-llones de francos por el Archipiélago de Galápagos o de Colón, como se lellama ahora en memoria al legendario marino descubridor de América, y losrechacé sin vacilación por las consideraciones apuntadas. Con este motivo, paséotro Mensaje reservado al Congreso, y cesaron entonces en el cargo de especu-

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lación con el Archipiélago, y solo quedaron los conspiradores limitados en suoposición al Ferrocarril, dizque por considerarlo ruinoso al país.

Hará cosa de dos años, se me insinuó que si el Gobierno del Ecuador con-venía en arrendar dicho Archipiélago, se me haría la propuesta respectiva. Yono podía resolver problema tan arduo por mí y ante mí, y habiendo cambiadolas circunstancias se resolvió en Consejo de Ministros que yo pasara una circulara los Gobernadores de las provincias, indicándoles que consultaran la opiniónde los vecinos principales para saber positivamente los deseos de la mayoría delos habitantes, y entonces resolver lo que me cumplía contestar. En definitiva,al Congreso le correspondía solucionar el problema.

Los opositores, se aprovecharon de la Circular sobre arrendamiento delArchipiélago que dirigí a los Gobernadores, de la cual tuvieron conocimientopor la imprenta, pues tenía la costumbre de hacer publicar mis actos adminis-trativos, de interés general, en la mayor extensión que era dable hacerlo, y juz-garon propicia la ocasión para pensar en otro 25 de Abril en mayor escala.

Forzosa es una ligera digresión. En años anteriores que tuve la satisfacciónde ser vecino de Guayaquil, hubo un Intendente a quien le agradaba muchocualquier manifestación contra mi persona. De vez en cuando, se veían gruposde pueblo, más o menos numerosos, que recorrían en la noche las calles de laciudad al grito de “muera o abajo Alfaro”, con el aditamento de tirano, asesino,ladrón, traidor, incendiario, pirata, y otras lindezas de estilo en esa clase de ma-nifestaciones.

Al día siguiente recibía las visitas de algunos artesanos nacionales, que ve-nían a informarme que los manifestantes agresivos de la noche pasada, erancasi en su totalidad peruanos, que habían muy pocos ecuatorianos, pero queninguno era guayaquileño. Me lo decían con cierto orgullo los descendienteso compañeros de los que realizaron las transformaciones políticas del “Seis deMarzo” y “Cinco de Junio”.

En ese tiempo había avecindados en Guayaquil como ocho mil peruanosentre mujeres, niños y hombres, la mayor parte jornaleros oriundos de los De-partamentos del Norte del Perú, quienes encontraban fácil ocupación en nuestroLitoral. La participación que han tomado en nuestras disensiones domésticas,les ha perjudicado tanto como la cuestión internacional, tratándose de un puebloesencialmente liberal como el costeño ecuatoriano, en particular en presenciadel pueblo guayaquileño, que con justicia se enorgullece de haber tomado partedecisiva en favor de los grandes acontecimientos que han conducido a la Repú-blica por el camino de su verdadera regeneración política y social.

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Sin embargo de tanto encono como ha germinado de la cuestión interna-cional, no pueden quejarse los peruanos de maltrato en el Ecuador, comparadocon el que en el Perú han sufrido los ecuatorianos, siendo los agredidos. Departe de la Autoridad ecuatoriana, han tenido siempre los peruanos las consi-deraciones y tolerancia que han sido posibles, con generosidad.

Los oposicionistas pusieron en explotación sus planes subversivos en todala República, con ocasión del Archipiélago, y no se discutía lo que convinieraal País sino lo que más pudiera contrariar la acción del Gobierno.

Problema tan grave, lo trataba siempre con mis compatriotas connotados,en especial con los Señores Ministros de Estado, como era natural. Ningunopensaba en enajenar ni una pulgada de territorio nacional, pero se preocupabande lo que sería más conveniente a la Nación y del peligro de perder el Archi-piélago sin lugar a respirar. Mucho se discutían las complicaciones que pudie-ran surgir después de terminada la grandiosa obra del Canal Interoceánico, yque nuestras Islas, debido a su posición geográfica, y casi desiertas, venían aconstituir una zona estratégica en el Mar Pacífico, estación obligada e inmejo-rable, para cualquier flota beligerante. Conferencias íntimas de esa clase, no sepueden publicar prematuramente con todas sus minuciosidades y solo se ma-nifiesta aquello que en esencia signifique lo favorable y adverso a la convenien-cia pública. En estos casos, siempre he puesto a un lado los enconos políticos,sea cual fuere su naturaleza, y he procedido de acuerdo con lo más convenienteal País, dentro de los límites de la dignidad nacional.

Concluyamos con el Capítulo arrendamiento. Activaron los opositores sustrabajos, especialmente en la Costa. Ocasionalmente encontrábame en Gua-yaquil, cuando se me presentó una Comisión a solicitar del Gobierno de partedel pueblo y en su propio nombre, que rechazaban en lo absoluto el arrenda-miento del Archipiélago de Colón y que no pensara en ello. Contesté que siem-pre había acatado la voluntad del pueblo, y que por tanto atenderíamos susdeseos. Influyó moralmente en mi contestación, el personal de la Comisión,compuesta de vecinos respetables de la ciudad, cuya intervención pacífica enlos asuntos internos, he atendido siempre, cuando la consideraba desinteresada.Con esta contestación de mi parte, se desentendió el Gobierno en el asuntoarrendamiento; pero no así los opositores que siguieron propalando rumoresfalsos que favorecieran sus planes proditorios.

Cortemos por lo sano, para abreviar la terminación de estos breves datosferrocarrileros.

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Entró ya la Compañía constructora en desahogo, nos devolvió los cente-nares de miles de sucres que le habíamos prestado para conseguir llevar la lo-comotora a Quito, como la llevó, y aún más, nos dio en préstamo, enmomentos de penuria fiscal, una regular cantidad, medio millón de sucres, simal no recuerdo, y que con nuestros agradecimientos les pagamos también,después de poco tiempo.

Llegó el momento de fijar, dentro de la ciudad de Quito, sitio para la es-tación ferroviaria. El Señor Harman solicitó de la Municipalidad señalara lalocalidad necesaria, y con tal motivo se suscitó entre los vecinos alguna com-petencia, natural en esos casos, que dio por resultado disolverse la reunión devecinos o de Ediles, no recuerdo con precisión, sin resolver el problema.

Entonces solicitó la Compañía, que el Gobierno fijara el sitio de la Esta-ción. Cuando se me presentó el Señor Harman con semejante solicitud, le con-testé que debíamos fijamos en que el lugar de la nueva Estación facilitara lacontinuación de la vía férrea al Norte. Uno de los circunstantes observó que sinos empeñábamos en la continuación del Ferrocarril a Ibarra, la malicia de losoposicionistas supondría que era un pretexto para perpetuarme en el Poder yque corríamos el peligro de que intentaran asesinarnos. Nos reímos de la bromaamenazante, que tenía apariencias de verdad, y Don Archer manifestó que sos-pechaba que el sitio que yo deseaba era el Ejido norte de la ciudad que provo-caba a la continuación del Ferrocarril a Tulcán, que tanto anhelaba yo. Porunanimidad se acordó con placer que la nueva Estación se estableciera en ellugar que ocupan los vastos edificios que componen el Hipódromo y cuartelde Caballería y que además se le facilitara el terreno fiscal necesario para que laestación fuera muy amplia, cual lo requería mi proyecto. El Señor Harman im-partió las disposiciones del caso, y lleno de salud y vigor emprendió viaje aNueva York, sin imaginamos jamás que se despedía para la otra vida.

Quedó a cargo de la administración del Ferrocarril el Señor Norton, ca-ballero muy honorable. Terminados los estudios de la prolongación de la víaférrea de Chimbacalle al Ejido, vino a informarme el Señor Norton, que esetrabajo se presupuestaba en un millón y medio de sucres o de dólares, no re-cuerdo bien en cual moneda, y que atento a la situación financiera de la Com-pañía, lo conveniente era cruzar el río Machángara por la cercanía del Palaciode la Exposición y establecer en sus inmediaciones la Estación principal; cuyaoperación se calculaba costaría medio millón, y que el millón de economía seinvirtiera en nuevo material rodante que atendería bien, con provecho recí-proco, el servicio público.

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Siendo tan juiciosas las observaciones del Señor Norton, le contesté quepor mi parte las aceptaba, pero que atento a las circunstancias, yo no podía pordelicadeza resolver solo el asunto, que se sirviera dirigirme una solicitud razo-nada, que sometería al Consejo de Estado, y que en definitiva, en Consejo deMinistros se resolvería su solicitud. Convinimos en esto, pero en esos días tuvonecesidad el Señor Norton de irse a Guayaquil, y me manifestó que a su regresopresentaría la solicitud indicada. Mas, a su regreso se tropezó con los famososaccidentes del Once de Agosto y se paralizó mi intervención.

Conociendo que el costo del Ferrocarril Trasandino había sobrepujadomucho al valor contratado y que no obstante esa enorme pérdida, el Ferrocarrilhabía sido construido hasta llegar a los suburbios de Quito, les he guardado,por decencia y en conciencia, toda clase de consideraciones a los contratistasen lo relativo a detalles secundarios de la magna obra.

Felizmente el producto del tráfico, ha correspondido a lo que se esperaba.No recuerdo el rendimiento en los últimos meses, pero ya pasaban de 100 milsucres mensuales, observándose que van aumentando rápidamente con el trans-curso del tiempo. A ese paso ya produce más de lo necesario para atender a susgastos, y pronto tendrá sobrante, que será aplicado al servicio de intereses yamortización de los Bonos ferrocarrileros.

En la actualidad, volver a estudiar los medios conducentes para conseguir lareducción de la tarifa de fletes y pasajes, es lo primordial. Obtenida esta reducción,contribuirá a fomentar eficazmente el desarrollo de la producción agrícola en todassus variedades, ensanchará el comercio interno y aumentará extraordinariamenteel tráfico personal, en beneficio todo del Ferrocarril y de la Nación. Entonces elrendimiento de la vía férrea, retribuirá con creces los sacrificios sufridos antes.

Siento no tener a la vista, algunas publicaciones favorables y adversas a loscontratos de 1897 y 1898 relativas al Ferrocarril, que me refrescarían la me-moria y me permitirían aclarar puntos contradictorios.

Después de llegada la locomotora a los suburbios de Quito, he tenido laintención de hacer venir un Ingeniero caracterizado, que se ocupara en estudiarvalorizar por secciones, nuestra vía férrea Trasandina; pero la contratación deun buen Ingeniero de reputación conocida, cuyo informe sea intachable, de-manda un gasto crecido, que la crisis económica que hemos atravesado, no melo ha permitido. Una verídica información de esa clase, ahogará para siemprea los difamadores sin ley ni conciencia.

En muchas naciones del mundo, se ha visto con frecuencia hartar de im-properios a empresarios honrados, cuyos hechos causaban daño a un bando

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político, y en la innoble necesidad de desprestigiar al adversario, han traspasadolos límites del encono y se han posado en el fango de la calumnia. Estos fenó-menos se advierten principalmente en los países donde predomina el fanatismo.

Notorio que en materia religiosa, sobrepujó él Gobierno Ecuatoriano atodas las Naciones del Continente Americano, al extremo de que se trataba deeliminar el nombre glorioso de “Ecuador” por el de “República del SagradoCorazón de Jesús”. Esto ocurría hasta el día de la batalla de “Gatazo”.

Al partido que yo he tenido la honra de acaudillar, le ha tocado una épocade reformas que hemos llevado adelante, amparados por la equidad y la justiciasiempre. En otras naciones, pero de épocas recientes aún, las reformas religiosasse han verificado a sangre y fuego; mientras que los liberales ecuatorianos hemosrealizado dichas reformas con la mayor cortesía y humanidad.

Vencidos nuestros, fanáticos adversarios, reaccionaban constantemente,ayudados por sus cofrades de las naciones vecinas. En 1898, hasta llegó a rea-lizarse una colecta considerable en el Continente, con cuyo auxilio llevaron acabo la santa cruzada que terminó con la derrota que sufrieron en las faldas delChimborazo.

Para nuestros católicos, no era el mismo Dios, el “God” de los ingleses, el“Gott” de los alemanes, el “Allah” de los turcos, o el “Dieu” de los franceses.Hasta el año de 1895, sobraban dedos de la mano para contar el número deresidentes europeos en Quito, porque a todos se les miraba como herejes, y sino confesaban y oían misa frecuentemente, estaban expuestos a recibir una ca-riñosa apedreada en las calles, o por lo menos, oír insultos y provocaciones in-sulsas. Tales son los enemigos acérrimos del Ferrocarril en el Ecuador.

Don Archer Harman profesaba la religión Protestante, circunstancia quelo presentaba como persona inaceptable, bajo ningún concepto, para los faná-ticos católicos. Era Don Archer un caballero cumplido en la extensión de lapalabra: trabajador activo, generoso, franco y jovial en su trato social.

Contrariedades y disgustos no faltaron como sucede siempre en todagrande empresa. Yo solo tengo motivos de consideración y aprecio por la me-moria del Señor Archer Harman, en recuerdo de su porte honrado, inteligentey leal. En conciencia declaro que sin el auxilio personal de Don Archer Har-man, jamás habría podido realizar la Obra del Ferrocarril Trasandino del Ecua-dor, como al fin se realizó, venciendo dificultades casi increíbles.

Estoy seguro que, cuando los habitantes del Ecuador se convenzan delhonrado proceder observado por Don Archer Harman, en la obra del Ferroca-rril, como homenaje de gratitud le elevaran una hermosa estatua en una de las

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cumbres de los Andes, en la vía férrea, que eternice a la vista del viajero, los es-fuerzos de un hombre digno de ese recuerdo y del pueblo agradecido que laerigiere.

Termino estos breves apuntamientos, significando mi profundo pesar porla pérdida en esta vida del excelente amigo y buen obrero auxiliar del progresomaterial, apoyo de la moral, del Ecuador, rogando al Todopoderoso prodiguesu mirada misericordiosa en favor del Espíritu del que fue Archer Harman.Por mi parte, ¡honra a su memoria!

Eloy Alfaro

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4. Documentos anexos

Pacto Político y Reservado, firmado por los Gobernantesde Venezuela, Nicaragua y Ecuador

Caracas, 9 de noviembre de 1900.

Cipriano Castro, Jefe Supremo de la República de Venezuela, José SantosZelaya, Presidente de la República de Nicaragua, y Eloy Alfaro, Presidente dela República del Ecuador;

Inspirados por el deseo de precaver á los tres Países de todo peligro inter-nacional y de velar colectivamente por la conservación del orden público encada uno de los tres Estados, han convenido en celebrar un Pacto especial, decarácter político y reservado, y al efecto han nombrado Plenipotenciario: elprimero al señor Doctor Carlos González Bona; el segundo al señor DoctorFernando Sánchez, su Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Ex-teriores é investido hoy con el carácter de Enviado Extraordinario y MinistroPlenipotenciario ante el Gobierno de Venezuela; y el tercero al señor DoctorFelicísimo López, investido hoy con el carácter de Ministro Residente ante elGobierno de Venezuela; Quienes, después de haber exhibido sus respectivosPlenos Poderes, hallados en buena y debida forma, han convenido en lo si-guiente:

Primero: Los tres Gobiernos se declaran unidos por el sagrado vínculo de losprincipios liberales y democráticos que felizmente rigen en las Instituciones delos tres Países.

Segundo: Para asegurar el mayor imperio de los mencionados principios en elseno de la paz interior y exterior de cada uno de dichos Países, éstos quedan envirtud del presente Pacto, unidos en alianza ofensiva y defensiva para los casosde hostilidad.

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Tercero: En el caso de que alguna Nación fomente ó auxilie expediciones re-volucionarias contra cualquiera de los aliados, los restantes interpondrán susbuenos oficios a favor de la neutralidad; y si no se obtuviere resultado satisfac-torio, concurrirán inmediatamente con todas la fuerzas y recursos de que pue-dan disponer, hasta obtener el triunfo de la triple alianza que por el presentePacto queda constituida.

Cuarto: Caso de declaración oficial de la guerra por parte de alguna Nacióncontra uno ó más de los aliados, la concurrencia de los restantes será inmediatacon todas las fuerzas y recursos de que puedan disponer.

Quinto: Declarada la guerra, corresponderá al General Cipriano Castro, JefeSupremo de la República de Venezuela, -ó á quien él designare,- la direcciónsuprema de la guerra; como también le corresponderá sellar la paz, de acuerdocon los otros aliados, que habrán también de suscribirla.

Sexto: Los Estados aliados no podrán celebrar por sí solos Tratados de paz conlas demás Naciones. La dirección de esas negociaciones corresponderá al Ge-neral Cipriano Castro, Jefe Supremo de la República de Venezuela, y los Tra-tados se celebrarán de común acuerdo entre los aliados, debiendo todossuscribirlos.

Séptimo: Las tres Altas Partes contratantes propenderán de común acuerdo áobtener la incorporación de las demás Repúblicas hermanas á esta alianza, quesólo tiende al mayor aseguramiento de la paz general.

Octavo: Dada la naturaleza especial de este Pacto, cada una de las Partes con-tratantes se obliga á mantenerlo en secreto, hasta que por las tres se considereoportuno su publicación. La presentación de él á los respectivos Cuerpos Co-legisladores se conciliará con esta circunstancia.

Noveno: La alianza establecida por este Pacto permanecerá en pleno vigormientras ejerzan simultáneamente la primera Magistratura de Venezuela, deNicaragua y del Ecuador, los Generales Cipriano Castro, José Santos Zelaya yEloy Alfaro, respectivamente, salvo el caso de que el sustituto de alguno quierahacer suyas las obligaciones de este pacto y las demás Partes asientan á ello.

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Décimo: Las atribuciones conferidas al General Cipriano Castro por los nú-meros quinto y sexto de este Pacto, se mantendrán en toda su fuerza y plenitudcualquiera que sea el carácter discrecional ó constitucional con que se halle alfrente del Gobierno de Venezuela.

Undécimo: Este Pacto será ratificado dentro del menor plazo posible por losJefes de los tres Estados aliados, y las ratificaciones se canjearán en Caracas.

En fe de lo cual los Plenipotenciarios se suscriben en los ejemplares, enCaracas, á nueve de noviembre del año de mil novecientos.

Carlos González BonaFernando SánchezFelicísimo López

(AHMPPRE, Archivo Antiguo, Ecuador, Tratados Varios,1859-1912, Vol. 9, fs. 122-123.)

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Programa Liberal Radical del Chimborazo (1908)

La Sociedad Liberal Radical del Chimborazo, llamada por su índole a cum-plir con los preceptos que informa la doctrina liberal, en cuanto se compadecencon los adelantos de la ciencia, la evolución de las gentes y las necesidades deorganización, cumple con un deber político amplificando su Programa de Prin-cipios, que lo promulgara en 1904.

El progreso sigue la ruta de las perfecciones sin detenerse jamás y en suavance deja la luz que ha menester la conciencia humana. Esa luz llega a lospueblos que han puesto esfuerzo para alcanzar el beneficio, a los pueblos queno hacen de piedra obstaculizadora en el camino del Ideal.

El Ecuador trabaja y trabajará, tesoneramente, por su progreso y a medidade sus posibilidades va limpiando los obstáculos. La Justicia reconocerá, cuandola preocupación haya concluido y al liberalismo ecuatoriano deberá la Patriala aureola que la adorna. En la circunscripción relativa, la Sociedad Liberal Ra-

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dical del Chimborazo ha cumplido su obligación . De su seno han salido legis-ladores que iban por su programa, militares que le han defendido con nobleespada, ciudadanos que le han mantenido sin mancha y mártires que con susacrificio le han santificado.

Pero, ¿es toda la obligación? ¡No! El derecho reclama sus preeminenciassobre el hecho; la organización social busca mejores orientaciones; el pensa-miento quiere amplios horizontes para ejercitar sus facultades, y a todo estotiende la Sociedad Liberal Radical del Chimborazo, y promulga sus principiosde hoy, repitiendo lo que dijera en 1904, “para que merezca el apoyo unánimede la mayoría ilustrada y el prestigio inherente a la firmeza de convicciones”, yexpone su campo de acción en los principios siguientes:

1º Ratificar su programa anterior.2º Reconocer y hacer práctico el derecho de todos los ecuatorianos a los

beneficios de la tierra.3º.- Nivelar, en relación a la equidad, las preeminencias de unos que per-

judican a la igualdad de todos.4º Reconocer la majestad humana como una sola y en cada individuo la

majestad completa.5º Destruir el egoísmo con la unidad del hombre.6º Impedir toda esclavitud que amengüe la dignidad.7º Los sexos son iguales y aptos para la vida y para el trabajo.8º La desgracia que emane por edad, por caso fortuito y por fenómeno

materno la remediará el Municipio.9º El desarrollo de la inteligencia da la competencia política.10º En guerra justa ha conquistado el liberalismo su exaltación y debe

mantenerla aun por medio de la guerra. 11º La ley no puede restringir la libertad de reunión y de asociación.12º Reivindicar los intereses sociales para la amplitud inmensa de las ne-

cesidades.13º Si el sufragio es una verdad, aceptarlo; si es una mentira, desecharlo.14º El municipio autónomo es moralizador del Estado.15º La prostitución y el juego son males morales. El Estado no debe man-

charse con las rentas que ellos producen.16º Instrucción primaria laica y obligatoria y a cargo únicamente del Es-

tado.17º Toda necesidad de la niñez para su instrucción, subvencionada larga-

mente con las rentas del Estado.

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18º En el presupuesto nacional, el primer capítulo, la Instrucción Pública.19º Hacer del Estado la propiedad agraria, en beneficio de todos los aso-

ciados.20º Mientras lo anterior se consiga, reglamento a la utilidad agraria y obli-

gación de cultivo.21º Protección a las industrias, que serán controladas por el gobierno, fa-

cilitando la utilidad equitativa y no la ganancia usurera.22º El crédito público es el único que tiene derecho a la emisión (mone-

taria), y los bancos a sus transacciones bursátiles, vigiladas por el Estado.23º La religión es propiedad del fuero interno. Las religiones son libres.24º El Estado vigila las religiones y las sujeta en sus manifestaciones ex-

ternas.25º La Sociedad desconoce como un coeficiente de progreso a los tercios

petrificados por el dogma o desmoralizados por el lucro.26º Recaudación completa de los bienes de manos muertas.27º Impedir a todo punto el motín en el pueblo y prepararlo para la revo-

lución científica.28º Las relaciones entre los Estados deben estar concordantes con el res-

peto humano.29º Reconocer la ciencia como única fuerza del progreso.30º Atacar el gobierno de los hábiles y procurar el gobierno de los sabios.

Suscriptores: Julio Román, Pacífico Villagómez, Benigno Chiriboga, Al-fredo Monge, Rosendo Uquillas B., Julio C. Chiriboga, José Velasco R., Anto-nio Falconí, Manuel T. Haro, Emilio Baquero, Julio Falconí, AlejandroBaquero, Manuel Lizarzaburu, Urcisino Alvarez, Luis Falconí.

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Este libro se terminó deimprimir en Junio de 2011

en la imprenta V&M Gráficas. Quito, Ecuador