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Institut français d’études andines Empresas coloniales | Susana Aldana Rivera Capitulo II. La evolución de las

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Este trabajo trata sobre la evolución de las casas tina en la Piura colonial. Su estrecha vinculación con la producciónganadera determinó que fueran de la mano, los altibajos productivos de ambas actividades.

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Institutfrançaisd’étudesandinesEmpresas coloniales | Susana Aldana Rivera

Capitulo II. Laevolución de las

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casas­tinapiuranasp. 61­108

Texto completoLas casas­tina estuvieron intímamente ligadas a la Piuracolonial. Su estrecha vinculación con la producciónganadera determinó que fueran de la mano, los altibajosproductivos de ambas actividades. La industria del jabónsirvió de nexo integrador de la provincia pues paradesarrollarla, se necesitó de la conjunción de muchosintereses. Los hacendados­ganaderos en mantener unaproducción que posibilitara la permanencia de laindustria, los indígenas que abastecían de insumos a lastinas y la mano de obra que sustentaba el procesoproductivo. Para todo el que se dedicó al comercio, gran opequeño mercader, factor o mercachifle, peninsular ocriollo, indígena o mestizo, negro o mulato, el productoindustrial de las casas­tina fue un artículo originario dePiura, susceptible de ser distribuido a nivel local y a travésde los circuitos comerciales norteño.Se tiene referencias a producción de jabón desde 1552cuando se solicita al Cabildo de Lima, permiso parafabricar jabón ralo1. Más, en todo el territorio de lo queactualmente es Perú, tan sólo se produjo jabón en cuatropartes, Ica y Pisco en el sur y Piura y Lambayeque en elnorte. Los valles sureños contaron con una producciónagrícola eminentemente vinícola (Ramos 1984:18) que noimpidió el desarrollo de la industria del jabón. La haciendaVillacurí y la fábrica en el Pago de Santiago, Ica, y la deCaúcato en Pisco2 enviaban su producto a los mercados de

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1. LOS INICIOS DE LA INDUSTRIA

la sierra central a más de Lima. Huamanga, Huanta,Lucanas, Acarí y valles de Palpa son un ejemplo de ellos.El mayor o menor éxito en la comercialización del jabóndependía de su facilidad de acceso a centros detransformación textil. Los obrajes, utilizasen lana oalgodón, requerían de jabón como insumo para suprocesamiento. Por otro lado, parte de la producción dejabón era consumida en los mercados urbanos. En 1802 yen sólo tres meses, Lima recibió 802 quintales “para lavarla ropa” como señalara el tinero remitente3.Las casas­tina contaron con una línea de producciónparalela a la del jabón: los cordovanes, aunque como se havisto, no todas las fábricas tenían tenería. Los cordovanesde “valles” —inclúyase a Piura— eran más reputados y demejor calidad que, por ejemplo, los chilenos y fueronelementos importantísimos en el comercio. Todo mercadernecesitaba de cordobanes para el acondicionamiento de sumercancía. Eran distribuidos por los mismos circuitoscomerciales que el jabón y por tanto, accedían a losmismos mercados.El ciclo vital de las casas­tina no fue homogéneo. Tuvofases con mayor y menor actividad en torno a ellas. Y sibien las sociedades civiles no dejan cifras de su quehacereconómico4, al trabajarse con la documentación general,dichas fases son bastante sensibles.

Piura fue la primera ciudad fundada en el virreinato delPerú aunque fue también una ciudad itinerante hasta casifines del siglo XVI. Pizarro la fundó primero en Tangarará,valle del Chira, de donde se trasladó a Monte de losPadres, luego al Puerto de Paita y finalmente, al Chilcal,lugar donde se fundara San Miguel del Villar de Piura yque es el que hasta hoy sigue ocupando.

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“... atento que esta ciudad, esta poblada de gente pobre ysolas dies o dose personas mas o menos que tienen alguncaudal...”5

Es probable que a partir de esta definitiva localización, SanMiguel comenzará fungir como ciudad; es decir, comonúcleo articulador de la región. Hacia 1535, un visitadorseñalaba que los vecinos de Piura vivían del comercio ycasi robando (Keith 1976:32). Incluso y aún en pleno sigloXVII ante la disyuntiva de aumentar o no el impuesto de lasisa, se aconseja que no:

La definición de Piura como ciudad capital provincial sehabría dado a lo largo del siglo XVII, período en que estaciudad concentró el poder económico del corregimiento.En el siguiente siglo, es claramente visible esaconcentración.La región norte desarrolló la ganadería como una de lasactividades económicas más importante. En el siglo XVI, secombinó con el cultivo de pan­llevar y en el siguiente,cobró auge la agricultura comercial. Trigo, vino,aguardiente y sobre todo azúcar tuvieron una crecientedemanda en mercados que iban desde México a Chile.Ante esto, los valles costeños se re­dedicaron a producircosechas comerciales; “la agricultura de exportación seimpuso sobre la agricultura para el mercado interno”6.Mas, no toda la región norte es homogénea. Dos zonas seestablecen claramente teniendo como punto límite eldespoblado de Sechura; Piura queda de un lado yLambayeque y Trujillo del otro. El auge de la agriculturacomercial añadió a la diferenciación geográfica, laeconómica.A lo largo de la primera mitad del siglo XVII, el trigo fuereemplazado gradualmente por el azúcar. Sobre todo enLambayeque en que el suelo, era “relativamente libre desalinización y un típico clima soleado, caliente y seco

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.las primeras casas­tina

“... muchos carneros en esta jurisdiccion que se be en lasmatansas tan crecidas que se liasen todos los años parajavon entabladas por los criadores de dies y seis o dies ysiete años a esta parte y para su labor tienen sincotinas...”7.

fueron ideales para el cultivo de la caña”. Cultivo quecolocó en segundo plano tanto a la industria lambayecanade jabón y cordobanes como a la actividad pecuaria de laregión (Ramírez 1973:14,63 y 172).Probablemente y a semejanza de lo ocurrido al sur, enPiura se debió de haber intentado aclimatar primero eltrigo y luego el azúcar. Prueba de ello, la presencia deambos cultivos en la sierra del corregimiento. Sinembargo, no debió lograrse una producción competitivafrente a la de los valles sureños por lo que ésta se habríadirigido a cubrir el consumo interno de la zona. Ante elpoco éxito en cultivos de fuerte demanda como losmencionados y con la atención de los lambayecanoscentrada en la producción de azúcar, los hacendadospiuranos estuvieron libres de concentrar sus esfuerzos enel desarrollo de la actividad ganadera; actividad quedominarían en la región norte hasta 1720 (Peralta1987:161) y que, como se ha repetido varias veces, sustentóel fuerte desarrollo de la industria del jabón.

La infraestructura industrial tinera en Piura comienza aser construida a partir de mediados de la primera mitaddel siglo XVII. En la disyuntiva entre aumentar o no elimpuesto la sisa se señala:

Prueba de ello, la compañía establecida entre Diego deBenítes, Antonio de Araujo y Pedro Rodríguez de Albújarpara la cría de ganado y beneficio de jabón en 1637. Lafábrica de esta compañía se ubicaba a un cuarto de legua

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de la ciudad de Piura. Además y muchos años después, en1682, Sara de Bargas señalaba en su testamento que con suprimer esposo, el tinero Jerónimo de Sotomayor, “hizo ylabró” una casa­tina8. Sin embargo, no se ha encontradoreferencias a algún contrato de construcción de algunafábrica.Fuera de la jurisdicción de la ciudad, no parece haberselevantado fábricas de jabón. Quizás en Sechura, puestoque Araujo y Benítes indicaban tener “un fondo que estaen Sechura nuebo para la tina que está en Sechura”. Peroen el testamento de la hija del primero, se señaló laposesión heredada de una tina ubicada “en el paraje deChucte que dista dos cuadras de la dicha ciudad”. Vocablotan semejante que puede haber llevado a equivocación alos mismos escribanos. En todo caso, en su trabajo sobreLambayeque, S.Ramírez remarca que ocho hacendadosrelacionados a la familia del lambayecano Blas Fragoso“poseían haciendas en Piura, tinas y tenerías enLambayeque, Chiclayo, Motupe y Sechura”9.No obstante y anterior a esta fecha, hubo producción dejabón en la zona piurana. Probablemente utilizandofondos de tina y de manera artesanal. D.León Borja (1976)presenta unos cuadros sobre importaciones en balsasdesde los valles de Trujillo, Paita, Colán, Sechura yTumbes a Guayaquil para principios del siglo XVII. En ellosy entre los productos enviados, el jabón tiene un lugarpreponderante. Sin embargo, al no conocer laespecialización ganadera de la provincia piurana —quesería luego el sustento de la industria tinera de la zona—,la cantidad de quintales transportados por los indiosbalseros desde Paita a Guayaquil, le hacen indicar a Leónla probabilidad de que parte de esos envíoscorrespondieran a productos trujillanos. En realidad debióser jabón producido al interior del corregimiento piurano,fuera en la ciudad o en las haciendas de los alrededores. Y

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Cuadro V: Jabón remitido en balsa del norte de laaudiencia de Lima a Guayaquil.

ps= pesos qq=quintal Fuente: León Borja, D. 1976.

pese a que no se ha encontrado la contraparte documentalperuana sobre esta producción, resulta interesanteextractar la cantidad de jabón que se exportaba aGuayaquil.

No se especifica el volumen de cada producto transportadoen las balsas y por eso se ha calculado los posiblesquintales de jabón contenidos en el valor total. Es decir, sial valor en pesos se le aplica el precio del jabón en esemomento (8 pesos/quintal), se tiene una idea del topemáximo de lo que pudo haberse exportado de esteproducto. Así Guayaquil habría recibido alrededor de 800quintales entre 1600­1611 desde el norte del Perú. Y comose aprecia del cuadro, el mayor valor y volumen fueexportado desde el corregimiento de Piura.El hecho mismo que estas importaciones se realizaran porbalsa y no por barcos en un momento de tanto vigorcomercial marítimo como fue el período 1590­1690(Clayton 1979:43 y ss), debe tomarse como un indicativodel poco alcance de la industria del jabón a principios del

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.las “compañias de ganado, almona y noria”

siglo XVII. Esta industria en Piura, será notoria a finales dela primera mitad de ese siglo.

Fueron los primeros intentos por parte de los vecinospiuranos de explotar sistemáticamente esta industria. EnPiura al establecer las compañías, los miembros aportabanel mismo capital. En la que formaron Araujo y Benítes deuna parte y Rodríguez de Albújar de la otra, cada quieninvirtió 12,522 pesos 2 reales. Mientras que los primerosllevaron ganados, esclavos, terrenos y la almona, elsegundo puso animales e incluso, tuvo que añadir dineroen efectivo para completar la misma cantidad invertidapor los otros. De igual manera en 1652 cuando Isidro deCéspedes establece una compañía con su yerno, SebastiánFernández Morante, ambos aportan exactamente la mismacantidad; alrededor de 13,000 pesos en animales, seismitayos, 1,800 pesos en esclavos y siete sitios de una y otrabanda del río10.El interés principal de las compañías se centraba en lacrianza de ganado cabrío y ovino. Las manadas de engordao de matanza eran las que se beneficiaban en la “almona” otina y el jabón obtenido circulaban a través de las redescomerciales norteñas. Desde épocas tan tempranas yguardando las distancias, se podría hablar de la presenciade “grupos económicos”11. Compañías que mantenían unahacienda proveedora de la materia prima, vinculada entodo momento una fábrica de jabón de su propiedad y conproducción tanto de la casa­tina como de la hacienda,redistribuida por los canales comerciales de la empresa. Loque era materialmente imposible fue la gestión conjunta.En la compañía establecida entre Diego Benítes, PedroRodríguez de Albújar y Antonio Araujo, el primero seencargó de “asistir en la dicha almona personalmente” esdecir, bajo su responsabilidad estuvo la dirección de la

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“...assi en gastos, pagas de mitayos ianaconasmayordomos y demas gastos que fueren nescesarios en elveneficio tocante a las estancias como en matancas ihechuras de jabon y lo mas que fuere necesario...”

casa­tina. Al segundo le fue encomendada laadministración de la hacienda pues debía “asistir en la críade los ganados y nombrar los mayordomos (...) yyanaconas e indios alquilados”. Y finalmente el tercerotenía a su cargo “acudir al despacho del javon ansi parabenderlo en esta ciudad como fuera de ella”. Cada quienestaba obligado a llevar un libro y todos se reunían una vezal año para clarificar las cuentas12. En la compañía deCéspedes con Fernández, el segundo corrió con laadministración de la casa­tina

Y sólo cuando Fernández salía de la ciudad, tomabaCéspedes las riendas de la fábrica13.La compañía inicial de Rodríguez de Albujar, Benítes yAraujo, se truncó por la muerte de este último a poco deformarse. Sin embargo, Araujo había estipulado en sutestamento que se la mantuviera sin dividir los bienes porun período de dos años, entrando en su lugar Isidro deCéspedes. De este modo, se formó una nueva compañía yse recompusieron los deberes y obligaciones. Rodríguez deAlbújar tomó a su cargo la dirección de la casa­tina y en1647, presenta las cuentas de ese año. En ocho meses, lafábrica había producido un poco más de 514 quintales dejabón. A un promedio de 11 pesos/quintal, la fábrica movióalrededor de 707 pesos mensuales o 5,654 pesos en total14.Tan pequeña producción se comprende enmarcada dentrode la génesis de la industria tinera. Algo más tarde en1656, un sólo comerciante negoceaba de una vez, 200quintales de jabón y para 1680, un envío común era de 100quintales15.

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2. EL AUGE DE LAS CASAS­TINALos piuranos no desaprovecharon el control de la actividadpecuaria de la región entre 1680 y 1720. Coincidentementees en este período en que se puede hablar del auge de laactividad tinera en Piura. A fines del siglo XVII, se puedehablar de por lo menos siete tinas funcionando:Diego de Saavedra Rangel 2 (con una almona)Joseph de Céspedes 2Pedro Rodríguez de Albújar 1Gerónimo de Sotomayor 1Juan Cortés Carrasco 1Si bien el número de fábricas podría pensarse pequeño,una tina construida no significaba necesariamente tenerun sólo fondo. La fuerte actividad se reflejaría más en elnúmero de personas que se ven envueltas en la industriaque en la infraestructura levantada. Prácticamente todoslos hacendados llevan sus animales a beneficiar a lascasas­tina y los mercaderes comercian jabón. Ladocumentación consultada no permite establecer laubicación exacta de estas fábricas, salvo las de aquellasque sobrevivieron hasta el XVIII y fueron registradas en elmapa que hiciera el Obispo Baltazar Martínez deCompañón a fines del mismo. Incluso, muchas veces no sepuede diferenciar con certeza a los dueños de estas casas­tina. Las menciones a tineros son numerosas pero no esclaro si fueron propietarios o arrendatarios, si trabajaroncon fábricas o con simples “fondos” de manera artesanal osi simplemente giraban en el rubro.Desde 1676, Diego de Saavedra Rangel contaba con dostinas y una almona fuera de la traza de la ciudad. De los52,565 pesos en que fueron avaluados todos sus bienes, el20% correspondió a la casa­tina16. El complejo queformaron estas tinas con la tenería sobrevivió basta plenosiglo XIX. Por el contrario, Joseph de Céspedes que también

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.los arrendatarios

poseía para la vuelta del siglo XVII dos tinas, tuvo quedeshacerse de ellas. Una vendió al capitán Andrés deUrbina y Quiróz hacia 1784 y la otra le fue rematada en1713 por concurso de acreedores17.Para la segunda década del siglo XVIII y terminado elperíodo de auge, los tineros más conocidos eran AntonioBernaldo de Quiroz, Juan Sojo Cantoral, Joseph Velasquezy Tineo, Nicolás de Vuela, Andrés de Urbina, AntonioRodríguez de Taboada y Carlos de León y Sotomayor18.Unos habían sido fabricantes y otros lo eran al momento.

A lo largo de toda la existencia de las casas­tina piuranasen la colonia, es éste el único período en que se arriendanlas fábricas de jabón. Recién en pleno siglo XIX

republicano, se volverá a encontrar algún caso de arriendo.No todos los que fueron tineros se iniciaron en la industriaconstruyendo la casa­tina. Al parecer, buen númeroarrendaron primeramente la fábrica y tras aprender eloficio, adquirían una de éstas. Es más, por lo general seconvirtieron en dueños de la tina que arrendaran. En1682, Francisco Sojo coarrendó con Bartolomé Subiaur, latina Nuestra Señora del Rosario de propiedad del Maestrode Campo, Fernando Cortés y Velasco. Algunos años mástarde, en 1707, Sojo contaba con una larga tradición comodueño de tina. El mismo año de 1682, Francisco deHerrera y Andrade arrendó la tina de Joseph deSotomayor y en la década siguiente, era propietario de unafábrica de jabón comprada por mitad a Joseph deCéspedes y a Sebastián Fernández Morante19. Pero pocotiempo después de esta compra, en 1696, Herrera arrendósu casa­tina a Joseph Velásquez y Joseph Valdivieso. A sumuerte, la fábrica fue arrendada por remate en concursode acreedores tan sólo a Velásquez pero con un alquilermuy bajo. Por ello, Pedro Domínguez Franco, tutor del

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.la tina y la hacienda

heredero de Herrera, retractó la operación pasando aadministrar la casa­tina20. En todo caso, si bien Velásquezno fue propietario de una fábrica de jabón si inició a lafamilia en la industria. Su hijo poseyó una casa­tinaalgunos años más tarde.Si fallecía el arrendatario, su albacea podía continuar conel contrato de alquiler hasta por lo menos, terminar debeneficiar los materiales que tenía el inquilino. Tal fue elcaso de Joseph de Céspedes, yerno y albacea de JosephVelásquez y Tineo. Después de muerto éste último y pormás de dos meses, Céspedes aún ajustaba las cuentas delarriendo por haberse labrado los materiales que habíaquedado por bienes de su suegro21.El arriendo se calculaba anualmente y la cantidad se fijabaentre las partes interesadas. En muchos casos no searrendaba sola la casa­tina sino que incluía una hacienda.Sojo y Subiaur arrendaron la fábrica de Cortés por 500pesos anuales y Herrera la de Sotomayor por 400 pesos.Sin embargo, el arriendo que hicieron Velásquez yValdivieso y luego sólo Velásquez de la casa­tina deHerrera, comprendía la hacienda Ñomala y fue de 3,550pesos en el co­alquiler y de 2,550 pesos en el segundo caso.En su testamento, Domínguez Franco reconocía su malagestión administrativa de la casa­tina y hacienda de supupilo. Sólo había podido pagar el arriendo en especie,100 quintales de jabón y 800 pellejos de cabra durante elaño que las había tenido (Ver el cuadro No. IX). Como entodo contrato de alquiler se estipulaba además el tiempopor arriendo. Por lo general se señalaban unos años“forzosos” y otros voluntarios. El plazo respondía a losintereses de las partes y variaba mucho de contrato encontrato.

Las compañías de ganados y almonas que se formaron a

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principios del siglo XVII, desaparecieron para la segundamitad. De esta fecha en adelante, los tineros poseyeronsiempre alguna hacienda; fue su manera de asegurarse lamateria prima necesaria para mantener su tina enfuncionamiento en todo momento. Pero además de contarcon los propios animales de sus haciendas y hastaalrededor de 1730, fue muy común el arriendo y venta demanadas22. Por ejemplo, a principios del XVIII, el vicario deCaucaos arrendó al licenciado y tinero Andrés de Urbina,cinco manadas de ganado cabrío y ovino. Se comprometióel licenciado a devolver el mismo número de animalesrecibidos y puso como garantía sus bienes, especialmenteuna “tina y almona con todas sus casas y viviendas yesclavos y aperos de dicha tina”23.Por supuesto que los tineros prestaban servicios a terceros.Estos llevaban sus animales a ser beneficiados en la casa­tina o si eran hacendados de la sierra, traían su materialcon un primer procesamiento como lo hiciera Diego deMesones y la Portilla. Hacendado que había beneficiadouna manada de ganado mayor, separando la grasa y elsebo para llevar a labrar todo el material24. Incluso y si setrataba de terceros no hacendados pero que giraban en elrubro del jabón, se aseguraban la venta de manadas conmucha antelación. En 1715, Thomás y Joseph Veloquicontrataban con Juan Antonio de la Fuente la entrega deuna manada de 850 cabezas de ganado cabrío “limpias yamachorradas para el día de San Juan” de Junio de 1717.Mientras que Fuentes tendría que pagar 12 reales porcabeza no entregada cumplida la fecha,los Veloquitendrían a su cuenta el pago de los pastores. Los animalesse irían beneficiando en las tinas que se le señalaren aFuentes hasta la Navidad de 171825.Un ejemplo de la productividad de las tinas de Piura eneste período se puede obtener acercándose al movimientode una de ellas. Los albaceas de Joseph Velásquez y Tineo

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Cuadro VI: Movimiento productivo y comercial deuna casa­tina 1704­1705

hicieron una declaración jurada de lo producido en la tinaque éste tuviera en arriendo. Ellos habían mantenido suadministración entre enero de 1704 y enero de 1705.

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p=pesos; r=reales; a=arroba, l=libras, q=quintal,u=unidades, d=docenas Fuente: Albaceazgo J.Velásquez yTineo.

.las tinas y el comercio de su producto

Incluso si se considera como producción única y sedescuenta un porcentaje por gastos de hacienda, resultaun fuerte beneficio a favor del tinero. En la tina delLdo.Andrés de Urbina, doña María Leonarda SojoCantoral benefició en el año de 1716a 1717,1,604 quintales1 arroba 5 libras de jabón. Esta cantidad de quintales lesignificó un gasto de 2,816 pesos por la labrada a 14reales/quintal pero le reportó una entrada de alrededor de16,040 pesos. En ese momento el precio del jabón en elmercado piurano estaban 10 pesos/quintal. Es más, seprocesaron los 1,673 pellejos provenientes de la manadabeneficiada en la tenería de su hermano, Juan Sojo26. Yobviamente al igual que con el jabón, la utilidad al venderlos cordobanes debió de ser mayor que el gasto de lacurtiembre. Para 1719 señalaba el tinero Quiroz habersebeneficiado en su tina en tan sólo una temporada27, 1,200quintales de jabón de varios interesados28.

El tinero no sólo vendía su jabón a nivel local sino quetambién lo hacía a nivel regional e interregional. Piuramantuvo siempre una estrecha relación con el sur de laaudiencia quiteña. Las vinculaciones con la ciudad deQuito eran por tierra, a través del eje Piura­Loja­Cuenca ypor mar, llegando a Guayaquil y de allí subiendo a laSierra. Camino este último extremadamente duro (León1876:289 y ss.) que sin embargo no amedrentaba a loscomerciantes. En 1680, el tinero Urbina recibió unaescritura de factoraje. Juan Farías se comprometía a llevar50 petacas de jabón piurano de Paita a Quito. Además,este contrato contemplaba el comercio de 1,500 pellejos de

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cabras y 9 cargas de caña fístola. Las ganancias serepartirían entre ambos tras haberse descontado los gastosde la travesía y del avío del camino29. Al año siguiente, eltinero Herrera vendía 100 quintales de jabón a AntonioRamírez con plazo de un año. La deuda seríapuntualmente pagada en 1683 tras haber ido Ramírez avenderlo a la provincia de Quito30.En el siglo XVII las relaciones con Lima no parecen habersido tan estrechas como con el sur de la audiencia quiteña.Quizás a partir de su definición como mercado nuclear yredistribuidor de los productos del virreinato más en elXVIII, haya hecho que Piura busque vincularse con la ciudadcapital. Y en el camino hacia el sur, los nexos conLambayeque y Trujillo fueron también recreados. Fueronmás estrechos por la misma cercanía. Los comercianteslambayecanos en muchos casos compraban los productospiuranos y los comercializaban31. Sebo y grasa piuranosque posiblemente fueran convertidos en jabónlambayecano y comercializados como tal. Sara de Bargas,esposa del tinero Sotomayor, tenía intereses que lavinculaban con Lima. Alrededor de la década de 1680, sela encuentra enviando 800 cordobanes a lima con su hijopolítico Francisco Andrade32.Algunos años más tarde,16%, el tinero Francisco de Herrera llevaba tollos ypescado de tributos a vender a Trujillo y contaba con unfactor, Matías del Río, que traficaba ropa de Quito a Lima.En 1719, el tinero Quiroz envió a Lima en enero 800quintales de jabón y semejante cantidad en el siguientemes33. Y a finales del período de auge, Francisco Sojoindicaba en su testamento tener cuentas con Pedro deOlabarrieta por 1,457 pesos de jabón y cordovanes a másde 65 docenas de éstos para llevarlos a Lima34.También se enviaba estos dos productos a Panamá. Elmencionado Francisco Sojo dejó indicado un resto de 19petacas de jabón corte de Quito y 600 cordobanes

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.el fin del período

estacionados en Paita rumbo al puerto mencionado35. Y engeneral, en todos los barcos en que se enviaban productosde Piura a Panamá, hubo siempre algunas petacas dejabón y fardos de cordobanes. Por ejemplo en 1725,Francisco de Queyedo envió 22 petacas de jabón —aproximadamente 33 quintales—36 al puerto de Perico.Dentro de la estrategia de los tineros y los comerciantes dejabón estuvo aprovechar el mejor mercado. Y este es elmotivo por el cual el tinero Antonio Bernaldo de Quirozfue enjuiciado por el hacendado Diego de Mesones.Señalaba éste último en 1719, que el tinero habíaincumplido con la labrada de su material por procesar elpropio. Mientras que él había perdido el buen momentodel mercado para el jabón, Quiroz había enviado suproducto a Quito vía Guayaquil y a Lima, con grandesganancias37. Entre los precios de una ciudad y otra podíahaber gran diferencia, justificando todo tipo de gasto en eltransporte. Por ejemplo en 1744, mientras que en Piura elquintal de jabón costaba 10 pesos, en Quito éste valía 29pesos. Algunos años después al principio del período derepunte de la actividad tinera piurana, se dió también unlitigio entre Toribio de Arellano y Santiago de Vilela. Elmotivo el mismo que con Mesones y Quiroz. SeñalabaArellano que había sido muy perjudicado por elincumplimiento en la labranza de su material pues laspequeñas cantidades de jabón que en forma parcial se lehabía ido entregando, las había tenido que vender a uncuencano en tránsito. En 1763 el quintal de jabón en Piuraestuvo a 16 pesos/quintal mientras que en Cuenca seestaba expendiendo a 36 pesos/quintal. 20 pesos porquintal que no hubiera perdido de haber recibido todo sumaterial beneficiado de una vez38.

Lentamente al doblar el siglo XVIII, comienza a frenarse la

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“...la dicha almona y curtiduría tambien vieja y rendidoslos techos que amenasa caerse brebe y todas las demasoficinas unas en el todo caidas (...) y dies esclabos los sietede ellos viejos y defectuosos ...”40

expansión. A un período muy seco que daña la producciónganadera de la zona, le continúa uno de fuertes lluvias queafectaron la infraestructura tinera. En un litigio por lahacienda Malingas, señalaba María Leonarda de SojoCantoral que la había recibido en arriendo “en tiemposestérilísimos por cuia causa avía mucha mortandad deganados”. Se refería a 1706 en adelante, hasta por lomenos 1715. Por el contrario al menos en 1718 y según laqueja del tinero Quiroz, las lluvias habían destruido elpozo de agua, la curtiduría y la pellejera mientras que loscoladores de lejías habían quedado al descubierto en lapampa. La misma Sojo señalaba como años de lluvias lostranscurridos entre 1716 y 172139.En estos primeros años del siglo XVIII, fueron muyfrecuentes los remates de tina: Joseph de Céspedes aBemaldo de Quiroz o Francisco de Herrera a JosephVelásquez y Tineo; aunque ésta fuera una transacciónanulada. También se comienzan a vender las fábricas enmal estado como la que vendiera Herrera a Rodríguez deTaboada,

Lentamente se percibe como el auge de la industria tinerapiurana va pasando. A nivel documental, 1720 es el límitede la fuerte actividad legal relacionada a las casas­tina dela zona del extremo norte. Y coincidenteniente,Lambayeque finaliza su etapa de boom azucarero. ParaS.Ramírez (1986:103 y 147), éste fue entre 1670 y 1719,período para el que presenta un vacío en su cuadro sobreprecios de jabón. Vacío explicable si se considera el mayorinterés de los de la zona en la producción azucarera que enla de jabón.

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48 Pero el declive de esta industria tinera piurana no resultaun fenómeno aislado, local, sino por el contrario, rebasa loregional inscribiéndose en una tendencia general de caídadentro del virreinato. No solamente declina la más

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3. LATENTÈ COMPETENCIA:LAMBAYEQUE Y SU INDUSTRIA TINERA

importante producción de este período en Lambayeque, elazúcar de ingenios y trapiches como lo demuestraRamírez, sino que también otras industrias como losobrajes se ven envueltos en este movimientodescendente41.Además a partir de esa misma fecha, 1720, se modificó lasituación de predominio piurano sobre la actividadpecuaria de la región norte. Aprovechando sus pastizales,Lambayeque se convirtió en el centro de mantenimiento yde engorde de ganado comprado a las estancias de Piura(Peralta 1987:161). Ganado que probablemente fuerabeneficiado en la casas­tina de la zona. Renovado elinterés por la actividad ganadera relegada a un segundotérmino ante la producción azucarera, gradualmente loslambayecanos retomaron la actividad de las casas­tina y sereafirmaron como los más fuertes competidores de lostineros piuranos.

En la región norte y desde el siglo XVII, se había establecidoun “escalonamiento” entre Piura y Saña que sefundamentaba en una complementaridad entre una áreade crianza de ganado como Piura y otra de “compra,engorde y transformación como Saña” (Assadourian1982:187). Esta relación se habría acentuado en el XVIII conla re­dedicación por parte de los lambayecanos, a laindustria del jabón.Al igual que Piura, la provincia de Saña contaba con layerba del vidrio o lito, con indígenas —como losmorropanos— que fabricaban y abastecían de lejía y con elsebo de ganado tanto piurano como propio, parabeneficiar en sus fábricas de jabón. Sus tinas se construyendesde muy temprano y en las haciendas del corregimiento.

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“... hace en ellas xabon, tiene ocupados tres yanaconas,casados, con sus mujeres y tres hijos y dos negros y unmuchacho de servicio ...”42

Tan temprano como 1593 al hacer su visita, Fray DomingoAngulo señalaba que en una estancia cerca del pueblo deCallanca, Joan de Fuentes:

Información semejante no se encuentra para Piura. Es máspara la segunda mitad del siglo XVIII en Lambayeque, sellegó a beneficiar hasta 60,000 animales anualmente(Alcedo 1786:489, Keith 1976:134). Para Assadourian(1982:187), fue el “partido con mayor producción de jabóndel espacio peruano”43.Invertir en la crianza de ganado favorecía el aumento delas manadas y por tanto, la capacidad tinera. Sin embargo,los lambayecanos debieron obtener beneficios mucho másatractivos en la producción de azúcar puesto que hubo unafuerte y constante inversión en esta industria (Ramírez1986:164). Terminado el período de auge, se dio unadepresión en la industria del azúcar lambayecana entrecuyos factores estuvo la caída del precio del azúcar, elaumento del precio de algunos insumos básicos, elmantenimiento de un mismo nivel de vida, el pago decréditos de deudas fijas y los desastres naturales. Lasinundaciones de 1720 y 1728 arrasaron los campos decultivo, convirtiendo la estagnación económica endecadencia y ruina (Ramírez 1986:57 y 66; Flores Galindo1984:30).Ante esta situación. Saña se vio en la necesidad dediversificar su producción para sobrevivir. A partir deestos primeros años del siglo XVIII, se instalaron fábricas dejabón y cordobanes en los limites de la ciudad y se dio unproceso de substitución de cultivos agrícolas; trigo, maíz,arroz y tabaco pasaron a ser productos de primer orden(Peralta 1987:14). Con esa nueva mercancía Lambayeque

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.la situación de las casas­tina de Piura

intensificó su comercio con otras regiones del virreinato ypudo mantener su economía.De modo semejante, las alteraciones climatológicas de ladécada de 1720 se sintieron con intensidad en la provinciade Piura (Eguiguren 1894:251). Algunos de los puntosmencionados como factores de la depresión en la industriaazucarera lambayecana podrían considerarse para explicarel estancamiento de la actividad tinera piurana desde estaépoca hasta alrededor de la década de 1750. Sobre todo elcreciente endeudamiento por el pago de créditos dedeudas fijas a lo que habría de sumarse la diversificacióneconómica lambayecana y su renovado interés en laproducción y comercialización de jabón y cordobanes.Distribuidos porcentualmente los litigios colonialesexistentes en el archivo departamental de Piura,justamente la más baja actividad legal corresponde alperíodo 1730­1759. Ello podría tomarse como una muestradel estancamiento de la industria tinera piurana44.

Por lo dicho, muy poca información se encuentra sobre lasfábricas de jabón en este período. La que se halla se refierea las cuatro casas­tina más grandes y que sobrevivieron aeste período de estancamiento. Producirán concompetitividad nuevamente con el repunte de la actividadtinera piurana hacia mediados de la segunda mitad delsiglo XVIII.Los datos recopilados se refieren principalmente a loscambios de dueños de las diferentes tinas. En la vuelta delsiglo XVII probablemente Joseph de Sotomayor vendió latina que había recibido como herencia de su padre,Gerónimo de Sotomayor. El comprador: Gregorio deVilela. Esta fábrica estuvo ubicada “en esta banda del río”o del lado de la ciudad de Piura, junto a la que pertenecieraa los Saavedra. Permaneció en manos de esta misma

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familia hasta finales del siglo XVIII. De Gregorio pasó amanos de su hijo, el licenciado Presbítero Nicolás de Vilelaquien, a su vez, la traspasó a su sobrino Gabino de Vilela.Esta operación se realizó hacia 1747 previo pago de 8,000pesos. De ellos, el licenciado sólo recibió mil pesos enefectivo y los siete mil restantes, Gabino de Vilela debíarepartirlos entre los otros miembros de la familia, algunasmisas y para la cofradía de Huancabamba. Muerto estesobrino al poco tiempo y mientras se realizaba latestamentaría, quedó enfrente de la tina su hermano,Francisco de Vilela. Tras un litigio con su cuñada, RitaPonce, con el que se buscaba que los bienes se vendieranen Piura y no en Lima, la casa­tina terminó en manos deotros hermanos de Gabino de Vilela, Bernardo, Juana eInés. Siendo el primero incapaz, la dirección de la fábricafue asumida por las mujeres. En adelante esta casa­tinafue conocida como la “de las Vilela”45.De acuerdo a la declaración jurada que presentó Franciscode Vitela mientras estuvo a cargo de la tina de su hermanoentre enero de 1748 y mayo de 1752, los gastos habíanmontado 17,938 pesos 6 reales. Sin embargo, losbeneficios obtenidos en esos años no llegaron más allá delos 14,459 pesos 5 reales y medio; es decir la testamentaríadebió pagarle un alcance de 3,479 pesos y medio real.Cantidad cercana al promedio de lo que había rendido lacasa­tina anualmente durante esos 4 1/2 años en que fueadministrador Francisco de Vilela46 y bastante menor de loque rendía una fábrica de jabón en el período de auge. Alrealizarse la testamentaría de Nicolás de Vilela y elconcurso de acreedores de su sobrino Gabino de Vilelahacia 1749, se señaló que Diego de Saavedra (hijo) le debíaal licenciado 6,000 pesos por los materiales y por elbenefìcio de cuatro manadas en su tina desde hacíaalgunos años. En su testamento, Gabino de Vilela señalabaque el Capitán Sebastián del Barco le debía 10 años de

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beneficios de diversas manadas además de los materialesque habían sido necesarios para la labrada de jabón47.Inmediata a esta tina se encontraba la que en el siglo XVIIperteneciera a Diego de Saavedra Rangel. Hacia 1681 estafábrica había sido adquirida por Luis Fernández del Ríogracias a la venta hecha por el heredero de la casa­tina, eljesuíta Alonso de Saavedra. Sin embargo, esta venta fueanulada por haber considerado la fábrica como libre degravamen cuando en realidad contaba con una hipoteca afavor del hermano del religioso, Juan de Saavedra. De unou otro modo pasó a manos de Juan Sojo Cantoral quien en1707, poseía una tina “destta banda del río por la parte dearriva conjunta a la del Capitán Gregorio de Villela”. Eneste mismo año, se encuentra la venta de la fábrica(incluyendo quizás una hacienda) que Sojo realizó aCatalina de Rivera en 20,000 pesos48 reconociendo éste unprincipal de 500 pesos de capellanía. Venta que no se llevóa cabo aunque la casa­tina fuera finalmente comprada porel General de Caballería Juan Antonio de Rivera entre1720 y 1745. A partir de este año, las referencias indicanque la tina se encontraba en manos de Baltazar Jaime delos Ríos. Esta fábrica le fue rematada al licenciadopresbítero Silvestre Antonio del Castillo en 1760. Esinteresante remarcar que en su postura compitió con la deJoseph Masías Saavedra, descendiente directo de losdueños originales. La casa­tina fue avaluada en la mismacantidad en que se había vendido 18 años antes, 4,900pesos y pese a que el licenciado había ofertado tan sólo3,000 pesos, Saavedra no pudo mejorarlos. Del Castilloremozó la casa­tina y la re­activó aprovechando elmomento de repunte de la actividad tinera piurana49.Al otro lado del río, se encontraba la casa­tina que aprincipios del siglo XVIII aún se mantenía en poder de JuanJoseph Herrera y Neira. Este, siguiendo la costumbre quetuviera su padre Herrera y Andrade y tras el fracaso en la

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administración de su padrastro y tutor Domínguez Franco,la alquiló al Maestre de Campo Antonio Rodríguez deTaboada en 1708. Luego de comprarla este maestre decampo, la arrendó su vez por un lustro a Mateo deUrdapileta en 1710. La anualidad era de 3,000 pesos ycomprendía la casa­tina y la hacienda de San Juan deÑomala. Sin embargo tan sólo tres años después vendió latina a Antonio Bernaldo de Quiroz en 7,500 pesos.Descontada una deuda de 2,145 pesos por jabón ycordobanes que le tenía el maestre, Quiroz debía pagar3,000 pesos en un año a partir de la escritura, 1,955 pesosen el tiempo que corriese hasta la entrega de la fábrica y400 pesos para cubrir cualquier riesgo de la misma o desus esclavos. Después que reconoció censos impuestos enla casa­tina por un monto de 4,000 pesos, finalmente secerró la operación en 1715. Mayor información sobre lafábrica no se encuentra hasta 1747 en que se halla unahipoteca de 1,500 pesos a favor del Capitán Ignacio deLeón por parte del Alférez Real Juan Gervacio Rodríguezde Taboada. Hipoteca que fue avalada por la casa­tina deéste último ubicada “en la otra banda de este río assia laparte de arriva de esta ciudad”. Es decir y sin duda alguna,Juan Gervacio Rodríguez de Taboada logró recuperar enese lapso la fábrica que comprara su padre, la misma queno saldría de la familia hasta finales del siglo XVIII50.La última tina que superó estos años de baja producciónde jabón fue La Caledonia, única fábrica que no perdió sunombre con el traspaso de dueños. Carlos de León ySotomayor compró a medias con su primo, JosephValentín Velásquez y Tineo, la casa­tina que era propiedadde Antonio Bernaldo de Quiroz. También estaba ubicadaen la otra banda del río y al momento de ser comprada en1722, tenía impuestos censos por 6,300 pesos. Para 1731,esta fábrica estaba en manos de Joseph Montero y sumujer, María Fernández Sierra, pues en ese año la dejaron

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en herencia al Convento de las Madres CarmelitasDescalzas de Trujillo. Por esto esta tina se convierte en uncaso especial que vincula estrechamente a Piura conTrujillo. Siendo religiosas de clausura, las Carmelitas nopudieron nunca administrar directamente la casa­tinaheredada, manteniéndola arrendada —aunque no conmucho éxito— y nombrando apoderados que lasrepresentasen en Piura. Además, toda operación legalsobre esta fábrica debía ser autorizada primero por elObispo de la región.Hacia 1758 decidieron vender la casa­tina heredada deMontero así como las haciendas de San Francisco deTerela y Chapallirá. La venta sería hecha a censoenfiteútico y a don Jacinto de Aguirre. Las condiciones leeran favorables: 10,000 pesos como valor total pagaderos4,000 pesos en los dos años de haberla recibido con un 5% de interés y los 6,000 pesos restantes impuestos a censoa razón del 5% de interés anual. Una condición especialera que Aguirre le diera al convento tres quintales anualesde jabón. Sin embargo a partir de 1763, las religiosascomenzaron a reclamar por el incumplimiento delcontrato y a nombrar representantes para la defensa desus derechos, el Ldo.Carlos del Castillo, Esteban Martín deBlas y Fernández y finalmente el Ldo. Silvestre Antonio delCastillo. Todo este asunto se vio complicado primeroporque Aguirre había firmado un contrato fletero con Rosade la Puente, condesa del Villar, garantizándolo con susbienes entre los que había colocado por supuesto, la casa­tina y las haciendas. Y luego porque el litigio tuvo quepasar a testamentaría ante la muerte de Aguirre.Finalmente tras 24 años de usufructo efectivo, lasreligiosas lograron recuperar su tina en 1785, año en que asu vez, la traspasarían a Vicente María Fernández deOtero51.

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.las tinas de LambayequeA lo largo de estos años, se dio un proceso de traslación delas casas­tinas de las haciendas a la ciudad enLambayeque. Al parecer igual que en Piura, los precios deljabón se mantuvieron estancados entre 1725 y 1770aproximadamente mientras que los del azúcar fluctuaronmucho en ese tiempo, sobre todo a partir de 1740(Ramírez 1986:85, 103 y 113). Posiblemente se comenzabaa dejar sentir la consolidación de la producción azucareralimeña, asentada para la segunda mitad del siglo XVIII y queimplicó la captación de mercados norteñostradicionalmente exportadores no importadores. Incluso,tos intentos por establecer el trigo como cultivo substitutofracasaron frente a la presencia del chileno por lo cual eljabón fue el perfecto “mecanismo compensatorio” que enmuchos casos, permitió a los hacendados re flotar susingenios azucareros (Flores Galindo 1984:32, O’Hielan1976:12). A partir de 1790 y según los cuadros de Ramírez(1986:85), se dieron variaciones fácilmente visibles en elprecio del azúcar, con repetidas alzas y también bruscas yfuertes caídas. Macera señalaba a 1795 como el inicio deuna crisis para los cultivos agro­exportadores por la“pérdida relativa y parcial de mercados extranjeros”, sobretodo Buenos Aires permitido de comerciar con Brasil;crisis que tras una corta etapa de rehabilitación, continuóa partir de 1810 con las guerras independentistas(Macera/Márquez 1964:147).Ante estas bruscas fluctuaciones de los precios del azúcaren el siglo XVIII, tos lambayecanos buscaron reducir los“riesgos económicos” (Peralta 1987:161) e invertir ennegocios más estables como eran las fábricas de jabón. En1786, el obispo Martínez de Compañón registró cuatrotinas en Lambayeque: la de Figueroa, la de Gastelú, la deBernui y la de Irigollen. Es decir que hasta este momento,

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“...a causa de la escasez de estas oficinas piden los dueñosde las thinas que hay corrientes, quatro pesos por lahechura del javon de manteca y 18rs por el de cebo demanadas cuando antes se pagaba a catorce reales y 2 pesos...”52

había el mismo número de fábricas de jabón que en Piura.Sin embargo, algunos años después y tal vez como reflejodel mercado para los subproductos del ganado, secomienza a construir una nueva tina. Incluso en 1793,Lequanda señalaba que en Saña había seis tinas “cada unacon tres oficinas que son 18 en la substancia” (Lequanda[1793] 1965c:59).En 1791, Pedro de Estela y Suazo sostiene un litigio conClemente Anto y otros indios del común de Lambayequepor la construcción de una casa­tina en los extramuros dela ciudad. El terreno estaba a seis cuadras del río y segúnel común les pertenecía a ellos mientras que Estelasostenía haberla comprado de de los Sipiones y de doñaJosefa de Lara. S.Ramírez toca el caso y lo analiza en lacoyuntura local lambayecana señalando que en últimocaso al otorgar la licencia de construcción, la decisión delCabildo se reducía optar entre “ellos”, los indios y“nosotros”, los hacendados (Ramírez 1986:242­3).Obviamente la licencia fue concedida. Pero en el litigio semencionan a otros tineros de la zona además de Figueroa yBcrnui, Miguel Paredes, Iginio Agüero y Josef Pinillos.Paredes y Agüero no son mencionados por el obispoMartínez de Compañón, tal vez por cambio de dueños enla tina o quizás por haber emparentado por líneafemenina. Pinillos poseía una casa­tina en Chiclayo. Perolos servicios de la tinas resultaba insuficiente.

Es decir que, al igual que en Piura, la práctica normalestipulaba el pago de 2 pesos por la labrada del quintal dejabón para finales del siglo XVIII. Sin embargo, la demandapor este servicio en Lambayeque era tan fuerte que los

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tineros pudieron simplemente duplicar el valor delbeneficio del jabón. Para esta época y según Lequanda([1793] 1965c:86), en Saña se producía alrededor de12,000 quintales de jabón anuales. El precio promedio delquintal en el lugar, estaba a 15 pesos. Y como segundoartículo de comercio en esta zona, estuvieron loscordobanes. Se produjeron de 65 a 75,000 anuales y comoera la costumbre, se vendían por docenas a 5 y 6 pesos.Pero ya para la última década del XVIII, los mismos tinerosreconocían que sus fábricas no se daban abasto. Inclusoseñalaban que el material a labrar podía llegar a serretenido hasta dos años, demora “originada por la escasezde estas oficinas que aunque se duplicasen las que hay, noserían bastantes”53.Como respondiendo a esa necesidad, en 1796 y tras pedirlicencia al gobierno central, Pedro Cabrera construye unatina. La levantó en un terreno de 15 fanegadas de tierra,llamado Mocse y Ramblán, ubicado en la otra banda delrío a un cuarto de legua de la ciudad de Lambayeque. Laestrecha vinculación entre esta ciudad y la de Piura quedaresaltada con esta construcción. Para poder terminar lafábrica, Cabrera busca imponer un censo por 8,000 pesossobre la misma y envía representantes a Trujillo y a Piurapara conseguir el dinero. Y es en esta última ciudad dondelo logra. En la avaluación que se hace de la tina paraimponerla con el gravamen, se le señala un valor de 17,390pesos. De ellos, 1,500 pesos por el terreno en que estabaubicada; 2,250 pesos por los esclavos e igual cantidad porlas construcciones. El resto correspondía a lo ya levantadoy a los materiales existentes. En 1799, la tina se habíaconcluido de levantar en la nueva tasación se indica que lomejorado ascendía a 8,304 pesos 6 reales. Para esemomento contaba ya con un censo de 4,500 pesos deprincipal fundado por Pedro Pedrajas y los 8,000 pesossolicitados a la Caja de Depósitos Eclesiásticos de Piura54.

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Nuestra Señora del Rosario de don Pedro de EstelaSanta Rita de Pululú de doña Catalina AguilarteLa Soledad de don Domingo FigueroaSan Judas de don Juan Romualdo de VidaurreSan Miguel de doña Juana LópezSan Jacinto de doña Josefina LópezNuestra Señora del Cisne de don Pedro CabreraSan Pedro de don Juan José y Juan Pinillos (Chiclayo)

A partir de 1800, los precios del jabón van siempre enaumento (Ramírez 1986:103). Y coincidiendo con ello, seencuentran para principios del siglo XIX en Lambayeque,siete casas­tinas además de una en Chiclayo, según lasinformaciones geográficas (Macera/Márquez 1964:176).

En los primeros años republicanos se encuentra que hayuna tendencia al arrendamiento de casas­tina enLambayeque a semejanza de lo que se diera en Piura en elperíodo de auge. En 1822, Miguel Blanco dueño almomento de la fábrica Nuestra Señora del Cisne la da enarrendamiento a Bartolomé de Acosta. Al año siguiente,Catalina Aguilarte arrienda su fábrica a su hijo, el CoronelJuan Manuel Iturregui. Las condiciones del contratoestipulan el tiempo forzoso y voluntario del arriendo,detallan las construcciones y esclavos que se entregan y lamerced conductora55. Es interesante ver como a pesar deldesfase económico republicano inicial que se supone se diocomo consecuencia lógica del proceso independentista, noparece haber alterado mayormente la industrialambayecana del jabón.Tanto Piura como Lambayeque fueron ciudades en las quehubo fuerte producción de jabón y cordobanes ymantuvieron mercados muy bien delimitados en la regiónnorte. Mientras que Piura por su ubicación geográfica y sutradición comercial, enviaba sus productos al sur de laaudiencia de Quito principalmente, Lambayeque comoportada de Sierra, comercializó sus jabones y cordobanes

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Cuadro VII: Recepción mensual de jabón ycordobanes en Lima. 1773

en Cajamarca, Cajamarquilla (Pataz), Chachapoyas,Huamachuco, Cajabamba, Santiago de Chuco, Guaylas,Chota y Hualgayoc. (Macera/Marquez 1964:1777). Porejemplo, en 1811, José Antonio Cacho tenía 10 petacas dejabón en Cajamarca. Jabón que en partida de 20 petacas lehabía sido enviado en consignación por el regidorlambayecano Pedro de Estela56.Ambas ciudades también enviaban sus productos aPanamá y Guayaquil pero sobre todo Lima fue el mercadopor el que compitieron Piura y Lambayeque durante elsiglo XVIII. A las finales, el jabón lambayecano habíalogrado imponerse en el mercado capitalino aunque nohabía desplazado del todo al piurano. Se le consideraba decalidad superior. En 1773, por ejemplo, llegó gran cantidadde jabón norteño a Lima. El Guarda caminero de laportada de Guía anotó cuidadosamente mes a mes, losproductos que llegaron y quienes fueron los comerciantesque los trajeron. La mayor parte de éstos giraban en todala región norte, tanto en Piura como en Lambayeque, y enningún momento se especificó el lugar de procedencia delos productos. Algodón, cera, añil, tocuyos de Quito, jabóny cordobanes fueron principalmente los registrados. Y delos dos últimos, llegaron alrededor de 2,981 quintales dejabón así como 418 fardos de cordobanes:

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Fuente: Librete de Guarda Caminero de la Puerta de Guía.

Resulta interesante remarcar que justamente en los mesesposteriores a los períodos de matanza, aumenta el envíoglobal de jabón norteño hacia Lima. Es decir, el sebo delganado que se ha beneficiado para Navidad y San Juan, esprocesado en los siguientes 40 días normalmente. Por ello,febrero y julio son los meses punta en la recepción dejabón en la capital.Alrededor de 1789,­el precio del jabón en Lima estabaentre 16 y 17 pesos si era el de Piura y entre 18 y 19 pesos siel de Lambayeque. En ese mismo año, un mercader limeñole escribía a su consignatario piurano comentándole eléxito de su gestión comercial pues había logrado colocar eljabón remitido a 17 pesos mientras que el de Lambayequese estaba consiguiendo a 16 pesos57.Pero es interesante anotar que muchos piuranos en estaépoca, colocaban su producción en Lambayeque. Elcapitán Antonio Martínez de Vila tenía una cuentapendiente por 368 pesos de 114 quintales de jabón piuranoenviados a ese partido sureño, donde se habíanbeneficiado y estaban a consignación de José Ubillús. Porsu parte, el licenciado del Castillo mantenía contactos conel tinero lambayecano Juan Romualdo de Vidaurre.

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4. REPUNTE DE LAS CASA­TINA ENPIURA, SIGLO XVIII TARDIO

Resulta sugerente pensar que incluso el tinero piuranoaprovechaba la buena coyuntura del mercadolambayecano para colocar su producción. En todo casopara 1799, Vidaurre le tenía un resto de 39 quintales dejabón58.El proceso de auge en la producción de jabón deLambayeque a partir de la segunda mitad del siglo XVIII esfácilmente visible. Ramírez confirma lo dicho pues señalaque para alrededor de 1790, la industria ganaderasustentaba al bienestar de la provincia pues habíadesplazado a la empresa azucarera (Ramírez 1986:255).De igual manera que Piura un siglo antes, el partido vecinodel sur está en pleno proceso de expansión. Período deauge de las casas­tina lambayecanas que no se contraponeal repunte piurano sino que por el contrario, confirma larenovada actividad tinera en la región norte.

Alrededor de 1760 comienza a sentirse una mayor energíaen la actividad tinera de Piura. Pero será recién amediados de la segunda mitad del siglo XVIII cuando seaclaramente visible este renovado vigor y aproximadamentepara la década de 1780, se podrá hablar de un repunte deesta actividad industrial. La estrecha relación entre Piura yLambayeque, le había permitido a la primera incrementarsu fabricación de jabón ante un vacío productivo en lasegunda. Sin embargo, una creciente demanda de unproducto le permitió a Piura reformular esta relación: elalgodón. En términos económicos, el conjunto Trujillo­Saña fue más potente que Piura pero no llegó a ejercer uncontrol muy fuerte en la red de vinculaciones norteñas(Darasse 1987:6). El desarrollo del cultivo del algodón a lolargo del XVIII y sobre todo a partir de la segunda mitad, le

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.el resurgimiento de las casas­tinas

“...sin casa ni oficinas corrientes, pues como está a la vista,apenas han quedado unos cortos despojos que dan aconocer el destino que antes tuvo...”59

resultó muy beneficioso a Piura. Gracias a él, se re­vitalizóel eje Piura­Loja­Cuenca. En adelante, se remitiría muchoalgodón en rama de Piura a Cuenca para sutransformación y aprovechando estos envíos, se colocó conmayor facilidad la producción piurana de jabón. Por víacontraria, los piuranos negocearon los textiles cuencanoshasta Lima. Estos, junto con el jabón y los cordobanes, lespermitió una presencia medianamente competitiva en elmercado limeño. De este modo, el repunte de la actividadtinera en el tardío siglo XVIII no se dio ante un vacíoproductivo en Lambayeque, como se había sido la tónicaanteriormente. Por el contrario, la industria piurana dejabón compitió con la lambayecana e incluso es probableque la producción de los tineros piuranos formara parte delo que bajo jabón de Lambayeque se comercializaba.

El repunte productivo de la industria piurana del jabón nofue lo suficientemente largo como para generar elsurgimiento de nuevas casas­tina. Sin embargo, si lo fuecomo para vitalizar las existentes y por tanto, laproducción tinera. En 1786 tras ser recuperada de manosde Jacinto de Aguirre, la tina de las Carmelitas Descalzasfue puesta a la venta. Nuevamente a censo pero con lacondición expresa que las religiosas no perdían el acceso alcontrol directo de la misma mientras no se redimiera lacantidad principal.En este momento hubo numerosas ofertas. Juan JoséGonzales Carrasco y Cruzat ofertó pagar 13,000 pesos acenso redimible por la casa­tina y la hacienda en lascondiciones en que se hallaban. Sobre todo la fábrica,

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Según Gonzales le interesaba la cercanía de esta casa­tinaa la ciudad. Pues le iba a servir mas como diversión quecomo inversión, aunque solicitaba una pronta respuesta delas religiosas para aprovechar “los pastos verdes que hoyse logran poniendo en la hacienda los ganados que tengoresuelto poner”. Sin embargo de lo ofrecido tan sólo12,500 pesos eran colocados a censo y el resto iba a favordel Conde del Villar.Por su parte, Santiago de la Sota ofertó 14,100 pesos al 5%de interés, pagando 2,050 pesos de contado en el primeraño e igual suma en el segundo. Tan sólo impondría ungravamen de 10,000 pesos. Avalaba la transacción con susbienes y los de su esposa, doña Micaela Sanchez de laBarra. Además obligaría 10 piezas de esclavos y unamanada de engorde pronta a beneficiar cuyo importe de3,000 pesos sería invertido en el fomento de la empresa.El pago de los 4,100 pesos sería avalado por sus hermanasGracia y Mariana de la Sota con 9 piezas de esclavos, 1,000pesos en alhajas y oro, 1,000 pesos en plata labrada y 900pesos en dinero.Pero la oferta que le resultó más tentadora a las religiosasfue la de Vicente María Fernández de Otero y su esposa,Josefa Ruiz Martínez. Ellos ofrecieron colocar a censoredimible 14,000 pesos al 5% de interés y liberar a la casa­tina de las cargas y gravámenes que acumulara mientrasestuvo en manos de Aguirre60.En 1782, los herederos de Juan Gervacio Rodríguez deTaboada vendieron la tina al licenciado Juan de Ubillús yBarco en 9,850 pesos, entrando éste en posesióninmediata de la fábrica. Cinco años después en sutestamento, Ubillús mencionaba que Vicente Valdivieso leadeudaba 3,000 pesos. Por su parte Valdivieso señalaba en1797 al imponer un censo de 3,500 pesos sobre su casa­tina, que hacía diez años la había adquirido de losherederos del Alférez Real Rodríguez de Taboada en los

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.los hacendados y la casa­tina

mismos 9,850 pesos que señalaba haber pagado Ubillús.Es bastante probable que el licenciado no hubieracumplido con el pago total de la fábrica y que por tanto,hubiera revertido nuevamente a los herederos deRodríguez. Podría ser que en los 3,600 pesos queValdivieso pagó al contado, estuviera la explicación de ladeuda que tenía con Ubillús. Tal vez estaría devolviéndolela cantidad que éste hubiera pagado por la propiedad de latina61.Pero si bien no se construyeron más casas­tina en esteperíodo, la fuerte actividad tinera requirió de unmantenimiento constante de los implementos de lasfábricas. Los fondos de tina se quebraban fácilmente,arruinándose la labrada del sebo que en ese momento seestuviera procesando. Al ser adjudicada la tina de BaltazarJaime de los Ríos, se remarcaba la existencia de “una tinaelecta de Guachapelí que no hay igual en esta provincia”.Aguirre al hacer cuentas con las religiosas carmelitas,descontaba la re­edificación de partes de la casa­tina y laconstrucción de una nueva oficina de tina. Al comprarValdivieso la tina de los Taboada, se estableció que en elprecio se incluían las mejoras del licenciado Ubillús62.

Como se vio anteriormente, la buena marcha de las casas­tina estuvo siempre determinada por el número demanadas que los hacendados beneficiaban en ellas. Alembargarsele la tina a Baltazar Jaime de los Ríos, ellicenciado del Castillo señaló inmediatamente que en esafábrica mantenía “considerable porción de jabón y unamanada de cueros de ganado cabrío”, todo lo cual no debíaser considerado en el inventario de remate63.Prácticamente siempre todos los tineros fueronhacendados. Y si no propietarios, a los menos alquilaba elpotrero de Jibito de la hacienda Tangarará. El acuerdo con

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Tomás Fernández de Paredes, marqués de Salinas,estipulaba el arriendo de “todas las oficinas, casas,potreros, orillas y montes que se hallan dentro de estapertenencia”. Es decir que Espinoza se encargó demantener en funcionamiento la tina que se habíaconstruido en esa hacienda. El único que rompió con estaregla en toda la etapa colonial fue Miguel de Arméstar.Este peninsular avecindado en Piura, tuvo como giroprincipal el comercio y de productos que envolvían fuertescapitales como la cascarilla. Aunque poseyó una hacienda,fue en co­propiedad con su sobrino político y socio JuanMiguel de Larraondo. No se dedicó a ser hacendado64.Hubo tinas que de uno u otro modo siempre se vieronadscritas a una determinada hacienda. Incluso, elseguimiento documental de la mayoría de las fábricas dejabón ha sido tan sólo a través de litigios sobre esashaciendas. Por ejemplo, la tina de los Taboada es vendidajunto con la hacienda Miraflores. Vicente de Valdivieso, elnuevo propietario, podría haber dejado de comprar “lospastos y montes que la rodean” mas no lo hizo. La tina delas Carmelitas Descalzas estuvo desde la segunda décadadel siglo XVIII vinculada a las haciendas San Francisco deTerela y Chapallirá así siguió hasta mediados del XIX. Losdel Castillo mantuvieron relacionadas la casa­tina y lahacienda de Somate. Es decir, formaron un complejo agro­ganadero industrial complementario que no se rompiópese a los cambios de manos sino que por el contrario, sereforzó con el tiempo.Y si hubo una excepción esta fue la casa­tina de los Vilela.Hasta mediados del siglo XVII, parece que se mantuvieronindivisos los bienes de Gregorio de Vilela. Bienes entre losque se contaban las haciendas de Lengas y Tambogrande.Sin embargo, su sobrino nieto, Gabino de Vilela, parecehaberse dedicado más a la compra y venta de ganado que ala cría en hacienda. En 1747 y en compañía con doña

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.el negocio del tinero

María Sebastiana López, compraba por 1,800 pesos dosmanadas de ganado para se beneficiada en su tina65. Susherederas, Juana e Inés, quizá sólo prestaron servicios aterceros pues no se ha encontrado referencias a ningunahacienda o tierras de su propiedad y menos vinculadas a lacasa­tina.

Por lo general, el tinero comerciaba directamente suproducción. Establecía una compañía con algúncomerciante cuya área de acción fuera el mercado al que altinero le interesaba acceder. Se acordaba la cantidad dejabón y cordobanes que le iba a ser proporcionado, lacondición de que se debía tratar de obtener los mejoresprecios por los productos y los efectos de la tierra quedebían ser traídos como contrapartida. Terminada laventa, se establecían las cuentas y se liquidaba lacompañía. En algunos casos, si ambas partes estabancontentos del éxito de la compañía, la renovaban pero noparece haber sido la regla común.Pero las compañías de comercio que se establecieron haciala segunda mitad del siglo XVIII tuvieron comocaracterística especial contar como productos de giro“jabón y algodones”. En 1769, Francisco de Arcelus seobligaba a pagar en 14 meses a partir de la fecha aSantiago López de Ubillús, 1,400 pesos por “efectos dejabón y algodón”. Años después en pleno repunte de laactividad tinera, 1786, el licenciado Silvestre Antonio delCastillo y Feliciano de Vilela formaron una compañía paravender “jabón y algodones efectos producidos en lasaziendas”. El “adelantamiento” de la compañía serepartiría por mitad entre los dos pero las pérdidascorrerían por cuenta del licenciado. Vilela recibió 300quintales de jabón con un valor de 4,800 pesos, con lacondición de llevarlos a Cuenca y fijarse personalmente en

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Cuadro VIII: Movimiento comercial de la casa­tinade J.Aguirre.

*Cantidades calculadas, doc=docena, qq=quintales,p=pesos, r=reales.Fuente: Carmelitas Descalzas contra J.Aguirre por venta acenso.

obtener los mejores precios. Además estaba llevando 600pesos en 50 cargas de algodón y 2,269 pesos en efectivo.Estos nada despreciables 7,669 pesos debían ser utilizadosen la compra de “efectos de la tierra” en Cuenca losmismos que “deveran venderse en toda esta carrera asta laciudad de Lima”. Finalmente y como en muchascompañías de la época, se establecía una claúsula deprotección mutua. Esta compañía no podía ser rota por losherederos de ninguno de los socios hasta venderse lasropas de tierra en la capital y liquidarse las cuentas de laoperación66.Aunque Jacinto de Aguirre no fue un tinero exitoso,acercarse al movimiento de su casa­tina en los añosanteriores al repunte de muestra como pudo ser el negociode jabón y cordobanes. Quizá la exclusividad en unproducto fuera la causa de comercio tan pobre.

Sin embargo, alrededor de una década más tarde, lascuentas que dejara pendiente el Ldo.del Castillo puedenhacer más claro el panorama de la actividad tinera. Sobretodo porque en ellas, no sólo hay comercio de jabón sino

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39qq 2as 141bs de jabón a Casimiro Laine paravenderlo en Lambayeque a don Juan RomualdoVidaurre y de la Parra.803ps que dio a Anselmo Montenegro por unacontrata de ganado cabrío.140 cargas de algodón y 150qq de jabón dados a Juande Arévalo y Arce para que se venda en Cuencaconsiderando los costos.400ps de una “una partida de jabones” enviados aSosoranga por cuenta de Eugenio Sandoval.14qq de jabón en poder de su sobrina, Clara Ramos, aquien los vendió como gracia a 14ps.

también de ganado y algodón.

Todos estos negocios estuvieron envueltos en una red denumerosas relaciones comerciales. Una aproximación a sucantidad, volumen y principalmente dirección en elcomercio se tiene idea al conocer las deudas por cobrar aterceros de este licenciado. Le debían GregorioMaldonado, 1,500 pesos; Francisco Menéndez Pabón(Lima), 751 pesos; Ignacio de Atoche, 200 pesos; SantiagoTávara, 113 pesos 2 reales; Bernardino Vásquez,algodones; Manuel Cárdenas, 80 pesos; Juan Castro, 80pesos; Vicente Olmedo (Loja) 300 pesos; Simón de Neira,200 pesos; Antonio Vidaurre y de la Parra (Lima) yFeliciano Vilela (Cuenca).Por otro lado en su casa­tina se encontraron cuatromanadas de ganado de matanza. Dos en plena etapa debeneficio, una dejada para el año siguiente de 1800 porestar flaca y la última metida a la cría para aprovechar susproductos a la espera de su turno de beneficio. Además en1798, había beneficiado una manada de su hermanoMiguel Serafín del Castillo por 390 pesos 6 reales y otrapor 366 pesos 4 reales del Regidor Diego Manuel Farfán

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.los traspasos de casas­tina

de los Godos67.El número de manadas que se beneficiaban estuvo enrelación directa de la producción de jabón y cordobanes.En 1793, José Ignacio de Lecuanda ([1793] 1965c:81)señalaba que había habido años en Piura en que sebeneficiaba entre 80 y 100 manadas. Unos pocos añosdespués, en 1804, Joaquín de Helguero comentaba que lomás común era beneficiar entre 25 y 30 manadas deganado. Disminución tan fuerte en las apreciaciones cuyaexplicación podría buscarse en la escasez de ganado que sedio a fines del siglo XVIII. Al vender una manada de cabras aDiego Farfán de los Godos, el ganadero José NatividadNoé le señalaba a este Regidor que si la operación serealizaba comprando cada animal a 12 reales “en untiempo de tanta escasez de ganado a fines de año ­hablabaen febrero de 1799­ lo verá usía por 14 y 2 pesos”68.Esta escasez afectó la actividad tinera piurana en losúltimos años del siglo. Además, debe considerarse tambiénla costumbre de vender animales a Lambayeque. Lacantidad de cueros y de sebo disponible debió disminuir yafectar con fuerza a las casas­tina de Piura. Es más, lasreferencias a sebos de Chile en esta zona del extremo nortecorresponde a estos años. Incluso Lecuanda ([1793]1965b:54) señala que un nuevo artículo de comercio queestá imponiéndose en Piura y Lambayeque, era elbeneficio de la piel de venado. Quizás como productoalterno a la escasez de otras pieles.

En este período, las operaciones legales que se encuentranrelacionadas a las casas­tina están referidas más que nadaa ventas e imposiciones de gravámenes. A diferencia delperíodo de auge, en esta etapa en que hay un repunteindustrial no se dieron arrendamientos. Recién será yaentrado el XIX cuando se encuentre alguna mención a

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arrendatarios de casas­tina.Cuatro fueron las fábricas que sobrevivieron y todascambiaron de manos. Las familias a las quetradicionalmente habían pertenecido, las vendieron aforáneos o a quienes no tenían mayor relación con ellos.Vicente María Fernández de Otero y Miguel de Arméstar,peninsulares, se hicieron de las casas­tina de lasCarmelitas Descalzas y de las Vilela respectivamente. Ellicenciado Silvestre del Castillo adquirió la de BaltazarJaime de los Ríos y Vicente Valdivieso compró la deTaboada.Pero cortado el período de repunte, la situación semodificó. Para 1797, quebraron dos tineros y justamentelos dos foráneos. El hacendado Fernández de Otero habíacomprado la fábrica de las religiosas diez años antes.Arméstar acababa de hacerse de la de las Vilela el añoanterior. Había colocado incluso, censos por 2,400 pesossobre la casa­tina y el mismo año de 1796, había impuestouno por 500 pesos. Ambos personajes tuvieron en comúnel giro de la cascarilla y el mantener vínculos comercialescon grandes mercaderes limeños, en este caso, los señoresElizalde, Larrea y Compañía. Envueltos con ellos en eltráfico de efectos de Castilla por gran cantidad de dinero sefueron a la quiebra al fracasar su comercialización.Además de no encontrar mercados donde colocar lamercancía tampoco pudieron cumplir con las remesas dequinina con las que iban a pagar las obligaciones. Y comohabían colocado sus bienes como garantía de latransacción, los perdieron.La tina que comprara Arméstar, fue rematada porconcurso de acreedores. El Capitán Comandante ManuelJoseph de Vascones y doña María Josefa de Taboada sehicieron de ella pagando 5,425 pesos. De éstos, 4,828pesos estaban colocados censo. Y aunque la familia deArméstar trató de retractar la acción legal, no tuvo éxito.

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La fábrica de Fernández de Otero pasó a manos deFrancisco Menéndez Pabón, apoderado y socio de lacompañía mercantil limeña. El ofreció a las Carmelitasreconocer el censo impuesto en la casa­tina secuestrada sise le disminuían los réditos a pagar. Mientras que conFernández de Otero, las religiosas obtenían 700 pesosanuales, Menéndez ofrecía sólo un 4% del valor del censo,es decir, 560 pesos aunque correrían con todos los gastoslegales, escrituras, testimonios, etc. La marcha normal deestas casas­tina se debió ver alterada con todos losprocedimientos legales. Incluso aún en 1827, José MateoFernández de Otero litigaba por recuperar los bienes de supadre69.De las otras dos tinas que restaban, la de Silvestre delCastillo también se vió envueltas en procedimientoslegales para 1799. Este licenciado había cumplido con losdeseos de su tío, el presbítero Carlos del Castillo,manteniendo indivisos todos los bienes de la familia.Continuando el ejemplo, él también estableció en sutestamento que sus propiedades se agregaran a las del tío yque todos se mantuvieran juntos como bienes propios yfamiliares. A la cabeza de todo se encontraría unatestamentaría, administrada por su hermano MiguelSerafín del Castillo y su cuñado, Diego Farfán de losGodos. Sin embargo, la fortuna envuelta eraexcesivamente grande y muy rápido comenzaron lasquerellas familiares y en consecuencia, los litigiosjudiciales. Es bastante seguro que el funcionamiento de lacasa­tina se vió afectada por estas indefiniciones legaleshasta 1804 por lo menos, en que se optó por la división ypartición de la herencia.Finalmente de la última tina, la de Valdivieso, no seencuentra mayor información. Debió continuarproduciendo jabón, sufriendo la escasez de ganadoreinante y los embates de la sequía por algunos años más.

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Cuadro IX: Transacciones legales sobre las casas­tina piuranas.

+h= más hacienda *venta a censo.Fuente: ADP, Notarios:Varios pl48, Céspedes p25,

Nuevamente se encontrará datos sobre ella en el XIX.Se puede presentar resumidas todas las operaciones dearriendo y venta referidas a las casa­tinas durante elperíodo colonial hasta su desaparición en el XIX en elsiguiente cuadro:

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Rodríguez de las Varillas p109­110­111, Montero p52,Seminario p156, Adrianzen p149, Zavala p147, Del Solarp113­124­125, Ca.2 [37] 1704, Co.23 449] 1713, I.1 [1] 1785,JPI.83 [1671] 1851 /87 [1740] 1852 ­135 [2723] 1871;ALMRE­Lea 12­64.

5. DECLIVE Y FIN DE LAS CASAS­TINAPIURANAS, SIGLO XIX

“... de suerte que los asendados no tienen otro asunto quetratar con frecuencia que de ganados o si llueve o no, puesde esto les resulta la utilidad o la pérdida ...”70

El repunte de la actividad tinera de mediados del siglo XVIIIse vio cortado bruscamente por un largo período desequía. La economía de la región norte estuvocondicionada por la variaciones climatológicas.Agricultura, ganadería e incluso el comercio, se veíanafectados en su normal desarrollo. Con la franja desérticamás ancha del litoral virreinal, Piura fue especialmentesensible a toda alteración climática. Alteración quegeneralmente implicaba modificaciones en el acceso ysuministro de agua, elemento vital para la economía agro­ganadera de la zona. Sobre todo la abundancia o la escasezde animales directamente relacionada con la presencia o laausencia de agua, afectaba todo el panorama general de laeconomía de Piura eminentemente ganadera.

Si llovía en exceso los partidos de la Sierra quedabanincomunicados con la capital provincial puesto que loscaminos se volvían intransitables. Además al suceder esto,también era difícil extraer los productos de la zona. En1747 por ejemplo, Gabino Vilela remarcaba que esperabaque llegaran a Lima 25 panes grandes de jabón para lavarla ropa que había enviado “si los ríos nos las han detenidoporque las aguas son muchas”71. Por otro lado, la parte decosta sólo contaba con agua constante del río Chira. El

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“...el ganado ha sufrido por la dilatada escasez de pastospor la falta de lluvias lo que no sucede ya por haver habidosus aguaceros... ”73

Piura se secaba varios meses al año y tan sólo dejaba unos“bebederos” con los que se abastecía la población ymediante el calabaceo, se regaban los cultivos de algodónubicados en las orillas del río. Y un problema adicional alos citados era la irregularidad del cauce de los ríos queirrigaban unas tierras un año y al siguiente, no.El crecimiento de los de por sí vastos pastizales naturalesse veía favorecido por las lluvias abundantes. Pastizalesque a su vez, permitían incrementar el número deanimales. Sin embargo el problema entonces residía enque ante la abundancia de ganados, se daba elabaratamiento de los productos pecuarios, jabón entreellos. Un ejemplo muy claro cuando en el corregimiento dePiura los precios del jabón cayeron de 14 pesos en 1718 a 8pesos en 1719. El primer año mencionado había sido degrandes lluvias; a más pastos más animales.De modo inverso, la ausencia prolongada de lluvias hacíaestragos en la actividad tinera y en general, en la economíade la zona. Sin agua se secaban los pastizales y disminuíael número de animales que se podía mantener con ellos72.En 1804, Joaquín de Helguero señalaba que loshacendados estaban tan afectados por la sequía que debían“girar por distinta suerte” ([1804] 1984:9­11). No habíanpastos y los algarrobos no eran más que palos secos. Segúnunos, 1791 fue un año diluvial (Leguía 1914:192) y paraotros, fue bastante bueno por la cantidad de lluvia habida.(Eguiguren 1894:251). En todo caso, toda la informaciónconfirma un período de sequía a partir de 1792 hastaalrededor de 1814. Período cortado tan sólo por dos añoscon agua. 1803 y 1804 tuvieron lluvias regulares yabundantes. Sin embargo, sería recién en 1815 cuando loshacendados tuvieron un respiro a su mala situación pues:

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.la competencia sureña

Respiro muy corto pues, pese a que Eguiguren califica esteaño como extraordinario, la tendencia de los siguientes fuea seco. Sin embargo, hubo lluvias en 1817, 1818 y 1821.Espinoza escribe que en 1820 se dio “una brutal sequía”cuyas consecuencias aún se dejaban sentir en 1823(1982:11). Al parecer en tres décadas, entre 1691 y 1821,sólo hubo seis años con lluvias medianamente abundantesen Piura.En general, toda la región norte parece haberse vistaafectada por esta sequía de fines del siglo XVIII y principiosdel XIX. Hünefeldt (1984:401) señala que la abolición de loscorregimientos, la disminución de envíos de mulastucumanas y la fuerte sequía en el norte, afectófuertemente el comercio chachapoyano. Se dio “una fatalescasez de muías” que obligó en muchos casos, atransportar los productos a hombro de indios.

A esta mala época para la economía piurana, vino asumarse una mayor competencia para sus casas­tina.Entre 1790 y 1819, los precios del azúcar en Lima bajaronconstantemente. La tasa de disminución fue de 0.62% yrecién en 1820 se recuperaron los precios del azúcar,logrando alcanzar niveles más altos que antes de la baja(Haitin 1984:289). Los valles azucareros norteñosdebieron ir resintiendo la creciente mala situación delmercado para su cultivo más importante. Por ello, loshacendados buscaron actividades económicas alternativas.A lo largo del XVIII, Lambayeque había recentrado suinterés en la producción ganadera y en la industria deljabón como consecuencia de esa inestabilidad delmercado. Trujillo comenzó un proceso semejante aprincipios del siglo XIX pues sus trapiches, principalindustria de la zona,

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“... dieron a este país abundantes riquezas pero hoy se venen estado de lastimoso abandono...” (Lecuanda [1793]1965a:92)

“...Esta fábrica de jabones no se conocía en el territorio deTruxillo y se surtía de la provincia de Lambayeque...”(Macera/Márquez 1964:184)75.

Resulta interesante ver como son piuranos avecindados enTrujillo los que dan inicio a este proceso. Fernanda de laGuerra, dueña de la hacienda de Minocucho, era piurana,sobrina de los tineros Gregorio Espinosa de los Monteros yde Miguel de Arméstar y estaba casada con el socio deéstos, Juan Miguel de Larraondo. En 1802, ella y su esposoenviaron un procurador a Lima para que solicitase lalicencia de construcción de la casa­tina. Licencia que lesfue concedida ese mismo año. Dos años después, 1804, yahabían beneficiado 200 quintales de jabón74.El encargado de realizar la información económica de laprovincia de Trujillo, Urquiaga y Aguirre, señalaba que enel valle de Chicama estaba siendo construida otra tina porRamón Guerrero y Manuel de Larrea. Por otro lado, lahacienda Santa Elena de doña Isabel Cavero iba a correr lamisma suerte y ser convertida en fábrica de jabones.Además dejaba constancia que:

Incluso en Lima se dejaron sentir los efectos de las sequíasnorteñas que implicaban el desabastecimiento de “jabónde valles”. Josefa Manrique señalaba a finales de 1801, quese le había concedido licencia en junio de ese año paraconstruir una casa­tina en la capital. Basándose en eseprecedente, el trujillano Larrea solicitaba también elpermiso para construir él una fábrica en los límites de laciudad.Dos cosas resultan interesantes de estas solicitudes.Primero que doña Josefa traía ceniza de yerba Lito a Limapara fabricar la lejía necesaria para la labranza de jabón.

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Hasta donde se sabe, la yerba conocida como Lito crecíasólo en los valles del norte y que el envío haya pasado laaduana de Santa, confirma su procedencia. Es más queprobable que fuera ceniza de yerba recogida en eldespoblado de Sechura. Esto indicaría que en losalrededores de Lima no se encontraba ceniza con lacalidad necesaria para preparar la lejía y que al menos ensus inicios, la industria limeña del jabón habría dependidode insumos norteños. En este caso, posiblemente piuranosmás que lambayecanos.Por otro lado Manuel Larrea señalaba como motivo paraque le fuese concedida la licencia de construcción de lacasa­tina, el haber perdido todos sus caudales al hundirsesu fragata Nuestra Señora de la O. Pensaba que laactividad tinera era un negocio sujeto a poco riesgo pese a“ser nesesario hacer gastos y desembolsos considerables”.Girando en ella, podría resarcirse de sus pérdidas76.Prueba indiscutible que la industria del jabón eraconsiderada por los contemporáneos como una actividadestable y por lo mismo, alternativa a otras de carácter máscontingente y azarosas.Al darse el permiso solicitado para la construcción de estatina, las autoridades buscaban “que bajase el subido precioque hace tiempo tiene el que viene de valles”.Efectivamente, los precios había subido muchísimo aldoblar el siglo. Hacia 1789, el jabón piurano estaba entre16 y 17 pesos/quintal en Lima mientras que para 1802, elprecio del quintal de jabón de valles fluctuaba entre 25 y30 pesos en esta ciudad. El desabastecimiento y laespeculación fue tan fuerte que se tuvo que nombrarencargados para vigilar la comercialización de esteproducto. En el informa que prepararon, señalaban que elquintal vendido al menudeo había alcanzado los 100pesos77. Una ventaja para la actividad tinera limeña fuepoder acceder a sebo barato aunque Lima no fueran la

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zona particularmente dedicada a la crianza de ganado78.La percepción de la industria tinera en el sur comomecanismo alternativo a otras actividades por su caráctereconómico medianamente estable, se confirma con losexperimentos para fabricar jabón en Arequipa. Esta zonaes citada por Macera y Márquez, como un ejemplo dediversificación agrícola y de relativo equilibrio económicodentro del universo virreinal (1964:142). Jusamente hacia1810, Francisco Antonio de Zela remite salitre de Tacnaseñalando en forma específica “por encargo que se mehace para experimento de jabón”79. Es probable que setratara más que buscar una nueva utilidad al salitre, dehallar un alcalí con las cualidades necesarias para lafabricación de jabón.Si bien la industria ganadera peruana entró en una crisisde largo tiempo entre 1783 y 1860 como señala Jacobsen(1984:135), se importaba la materia prima de Chile. Losprecios a los que se le obtenía eran más bajos que losexistente en las mismas zonas ganaderas como Piura. Elsebo de Concepción costaba 5 pesos/quintal y el fletemarítimo variaba entre 10 y 14 reales. Lo más común era12 reales entre este puerto y el del Callao (Baquíjano [1791]1965:229). Tan sólo cinco años a la fecha de este cálculo,en 1784, en Piura el quintal de sebo estaba a 12 pesos. Y sise enviaba Lima debía agregársele el valor del flete, entre10 y 12 pesos por carga o alrededor de 4 pesos/quintal.Diferencia abismal que se agrandaba al considerar eltiempo que se demoraba en llegar de una y otra zona aLima. Por esto mismo, los tineros piuranos buscaronconseguirlo. Sequía, escasez y bajo costo del seboimportado tuvieron que seducir a quienes contaban conuna larga tradición en la industria del jabón. Y aunque nohay mayor documentación probatoria, debió generalizarsetanto su uso que un siglo después los recoge el novelistaE.López Albújar80.

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.las casas­tina piuranas a principios del siglo XIXLas lluvias de 1803 y 1804 hicieron concebir esperanza demejoría a los lugareños. Incluso el informe de Joaquín deHelguero presentaba un panorama sino halagüeño sioptimista de la situación por completo diferente a la visiónque años más tarde presentaran los tineros­hacendadospiuranos.En el informe sobre el volumen de los productos de Piura yLambayeque en 1807 (ver apéndice 3), se indica unaproducción de 3,000 quintales de jabón para Piura frentea 4,086 quintales de Lambayeque. En promedio unamanada de ganado cabrío producía 100 quintales, lo quesignificaría un beneficio de alrededor de 30 manadas.Además el precio del jabón piurano era bastante más altoque el lambayecano, 20 pesos frente a 16 pesos. Sinembargo, la zona del extremo norte tiene de lejos, unamayor producción cordobanera. Y ello puede ser tomadocomo un índice de la mala situación ganadera y tínera puesuna manada flaca no rendía beneficio pero si daba pieles.Además es probable que la costumbre del campesino o delganadero de salar y secar las pieles de sus animalesmuertos para luego venderlas, se remonte más allá deprincipios de nuestro siglo81. Peor aún en tiempo de sequíaque abundaban los animales muertos de hambre.Los problemas entre las comunidades de Sechura yMórrope por el abastecimiento de lejías puede ser tambiéntomado como un índice de la mala situación de las casas­tina piuranas dentro de una coyuntura de declive local. En1808, los del común de Mórrope se quejaron a lasautoridades que los indios sechuranos estaban llevando avender su lejía a Lambayeque, quitándoles el mercado quenaturalmente les pertenecía. Pero los de Sechura aducíanque los tineros de esa zona preferían sus lejías porque noeran adulteradas además que:

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“...porque siendo pocas las tinas de esta ciudad de Piura ymuy escaso el consumo de legias por no verificarse elabundante veneficios de jabón, que en las deLambayeque...”82.

“La esterilidad de los tiempos (es tal), que tieneenteramente arruinadas las crías de ganado de todasespecies de esta Provincia”83.

El problema no era nuevo. En 1773 se había presentado elmismo caso y litigio. Incluso, en esa fecha se señala que 50años antes los de Sechura habían tenido camino libre paraintroducir sus lejías en Lambayeque. 1723 coincide con ladécada de declive de la actividad tinera piurana, decliveinserto dentro de una coyuntura general de caída en elvirreinato. Es bastante probable que cada vez que se dierauna disminución medianamente fuerte en la demanda delejía en Piura, los del común de Sechura buscaranampliarse al vecino mercado tinero lambayecano.Cuando en 1815, las autoridades presionaron por el pagode la alcabala por la venta de la carne de las manadas deganado cabrío, los hacendadostineros presentaron unavisión desoladora de la situación piurana. Visión quecontratas con el panorama optimista de Helguero algunosaños antes pues,

Uno a uno fueron atestiguando los tineros respecto albeneficio de manadas en sus casas­tina. Según FranciscoMenéndez Pabón, sólo había beneficiado “una manadaincompleta y flaca” en 1814. Manuel Gerónimo Seminarioy Jaime, albacea de Valdivieso, no declaró mayor cosa perotan sólo dos años después cuando le fueron adjudicadas lafábrica y las haciendas de Santa Ana y Pabur, señalaba quehabía tenido que cerrar la fábrica puesto que en muchotiempo no se había beneficiado ganado en ella. Algosemejante aducía José de Lama. Se quejaba que si enalgún momento había beneficiado alguna manada, el tenerque pagar 50 pesos para poder expender la carne había

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desanimado a los pocos que giraban en eso. El darles otrodestino a sus animales, sebos y pieles era la causa que sufábrica estuviera a punto de cerrarse pese a haberseinvertido más de 30,000 pesos en su edificación84.Esta casa­tina era la que le había correspondido a JosefaRamos y Castillo después de muerto el licenciado delCastillo y hecha la repartición de bienes. Ella era sobrinadel licenciado y estuvo casada con Diego Manuel Farfán delos Godos. A su vez, la hija de ambos, Luisa Farfán de losGodos se había casado con José de Lama quien, tras actuarcomo albacea y herederos de sus padres políticos terminócomo propietario de la fábrica85.El último de los tineros llamado a testimoniar fueFrancisco Javier Fernández de Paredes, marqués deSalinas. En su hacienda de Tangarará tenía una fábrica dejabón aunque según él, no beneficiaba más que sus propiosanimales. En 1815, había sacrificado alrededor de 800cabezas y no le tocaba el pago del impuesto porque lacarne la había dedicado casi toda a la manutención de susesclavos.Unos pocos años más tarde de estos testimonios, en 1818,Francisco Menéndez Pabón traspasó su tina y la haciendade Chapallirá a Fernando Seminario y Jaime. El valor erade 25,817 pesos, pagaderos parte al contado y partereconociendo el censo de 14,000 pesos de las CarmelitasDescalzas de Trujillo. Seminario contaba con experienciaen el negocio del jabón e incluso, entroncó por matrimoniocon una familia de tineros. Desde finales de siglo, enviabajabón y cordobanes a Cuenca como por ejemplo en 1799,en que había vendido 70 docenas de cordobanes y 72quintales de jabón por un valor de 1,922 pesos. El mismoaño que se hizo de la casa­tina estableció una compañíacon José Coronel de Mora, vecino de Sosoranga (Loja) por5,500 pesos repartidos en 135 quintales de jabón, 50cargas de algodón, 50 pellejos para forrar tercios de jabón

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.la República y las casas­tina

y 1,049 pesos en dinero común para gastos. Por su parte,Mora llevaría los productos a Cuenca para venderlos almejor precio y hacerse de efectos de la tierra para regresara Piura. Las ganancias serían por mitad descontados losgastos puesto “que el primero pone su caudal y el segundosu industria”86. En 1820 se encuentra que el ahora AlcaldeProvincial del partido de Piura, le había dado 30 quintalescon valor de 810 pesos al cuencano Juan Astudillo yProaño para su negocio en dicha ciudad87. Tal vez pormantenerse dentro del circuito clásico del comercio deljabón, es decir en el eje de Piura a Cuenca, y negociarcantidades no muy grandes de textiles de la tierra comocontrapartida, Seminario fue uno de los pocos que logrómantener en funcionamiento su casa­tina al momento dela desestructuración colonial.Para fines del siglo XVIII, el jabón piurano se manteníanentre los 12 y 16 pesos, siendo más común el primer precio(Ver apéndice No.6). Resulta sorprendente como en tansólo una década el valor del jabón aumentó en más de un50%. En 1811, el quintal alcanzaba comúnmente los 20pesos. Y para el término del período colonial, se había másque duplicado, llegando a costar entre 25 y 27 pesos paralos años de 1820­1822. Recién hacia el 30, retomará elvalor de la primera década, 20­21 pesos.

La etapa republicana significó el fin de una sensibleactividad tinera en la provincia. De ser una industria deprimer orden pasó a convertirse en un mecanismo desobrevivencia de una clase venida a menos. Joaquín deHelguero, el otrora diputado de comercio, casado con unade las más ricas herederas de la región, había recibidocomo parte de la dote el monte de la Rinconada. En 1830en el litigio que se le hizo a la testamentaría por el pago deréditos, su albacea y esposa Juana Josefa Carrión, indicaba

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“Es prohibido la fábrica de javones dentro de la población.Lo es igualmente la matanza de ganados y las curtiembres.Los contraventores sufrirán una multa de 12 a 25 pesos.”89

que hacía mucho que su dote estaba incompleta y que suesposo se había dedicado a prestar dinero al diario paramantenerse. Recién aproximadamente desde 1820, sehabía dedicado al negocio de los jabones pues LaRinconada contaba con una tina. Helguero la habíaexplotado al retirarse de “su giro de comercio” y para elmomento del jucio, la estancia y tina fueron avaluadas entan sólo 6,988 pesos 4 reales88.Lentamente el algodón había sentado sus reales,desplazando la industria del jabón. En 1839, mantienen unlitigio José Santos Trelles con su vecino Santiago Tavara.Aducía el primero que el segundo “ha plantificado unestablecimiento de máquinas de desmotar algodones”justo apoyado en el lado más débil de su casa y amenazabacon derrumbarse. Por su parte, Tavara señalaba que enrealidad Trelles quería vengarse del litigio que él le hicierapara que se cumpliera la ley municipal y dejara de fabricarjabón en la casa en la que vivía.Este ley municipal había sido dada por el intendente depolicía, Miguel Caravedo, a fin de ordenar la ciudad. Entremuchos puntos, el artículo No. 14 estipulaba:

Este bando levantó todo una serie de protestas pues seseñalaba que Caravedo quería gobernar la ciudad y a sushabitantes. Obviamente, en el sustrato, se debe poderencontrar un choque de intereses entre la élite dominanteestablecida y las nuevas autoridades republicanas.Sin embargo, lo que si es claro gracias a este bando es quehabía en la ciudad de Piura además de la fabricaciónindustrial también la artesanal de jabón. Pese a que no seha encontrado mayor referencias sobre esta última90, almenos Trelles debió dedicarse de este modo a esta a la

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producción de jabón91. Ubicado el fondo de la tina y elhorno al lado de una desmotadora de algodón, materiasumamente inflamable, los riesgos de incendio debieronser muy altos. De allí, el interés de Tavara en hacercumplir la ley municipal. Es más, en el mismo litigio, seindica que hay otra casa­tina en la otra banda del río endonde se acopia algodón. El enfrentamiento entre estosdos personajes resume el choque entre la industria tinera,tradicionalmente asentada en Piura, y la pujanteproducción algodonera cuya demanda iba en aumento díaa día. En el terreno legal y en la realidad local, ganó labatalla el algodón, Trelles hubo de desistir de su demanday más aún, dejar de producir jabón92.En 1847, el mayor Miguel Zavala levantó un planotopográfico de Piura en el que registró tan sólo dos casas­tina. Una en “el otro lado del río” y la otra “en el lado dearriba”, al norte de la ciudad93. Confrontado con el mapade Martínez de Compañón, resultan ser la de losValdivieso y la de los Farfán de los Godos. La primera tinaque, según señalara su propietario Miguel GerónimoSeminario se hallaba cerrada para 1816, había vuelto afuncionar y de un modo u otro había regresado a manos delos Valdivieso. Es más, este Seminario se había hecho de lacasa­tina que fuera de las Vilela. En 1850 los dueños de laprimera de la primera fábrica era Rosa Checa Vda. deValdivieso y su hijo, José Antonio de Valdivieso, quienes latenían arrendada a José Gutierrez. En 1882, Valdivieso dioen arriendo el terreno de su hacienda Miraflores quequedaba comprendido “entre la casa denominada la Tina”y el cerco del potrero grande. Aproximadamente 21cuadras de orilla con fondo hasta el despoblado en que laantigua fábrica de jabón no era más que una señallimítrofe. En el arriendo se incluyó la casa­tina pero“advirtiéndose que se halla bastante deteriorada”94. Porúltimo, el viejo edificio sirvió como lazareto en las

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epidemias que hubo en Piura en los primeros años denuestro siglo95.La tina Farfán de los Godos estuvo arbitrariamente enpoder de José Lamas. El se había encargado deadministrar los bienes de la testamentaría de sus suegros yno le había entregado lo que le correspondía a PaulaGodos aún en 1822. Estando ésta ya casada con AndrésDías, litigaba por su herencia contra su cuñado.Finalmente la recuperó pues hacia 1856, Paula Godos seseñalaba como heredera de esta fábrica aunque no contaracon documentos. Los inventarios se habían realizadocuando era menor de edad y nunca le habían sidoentregados. Pero las condiciones de la fábrica eran tanmalas por el transcurso del tiempo que la Godos indicabaque para reconstruirla, se debía buscar la participación delos censualistas si éstos aún existían y tenían derecho pueseran más de 40 años los transcurridos sin haber cobradoni recibido un real. Su hijo, Ramón Días, trató de reflotarla casa­tina. Buscó establecer una “sociedad particularpara el beneficio de jabones y aguardiente” con ManuelBaltazar Meneses, quien aportaría 7,056 pesos mientrasque Días dirigiría el establecimiento. Pero unos pocos añosmás tarde reconocía que la “finca no le produce un real ycada día viene en deterioro”. Por no tener un litigio con elprincipal censualista de la fábrica y tras buscarcompradores extrajudicialmente. Días pidió se diera pasoal embargo de la casa­tina y a su remate para cumplir conla deuda. Finalmente la propiedad de 123 varas de fronterapor 82 de fondo, situada a extramuros, “en los barrios delNorte” y sobre barranco, fue avaluada en 3391 pesos yrematada a Pedro López en 2,260 pesos como terreno.Años más tarde se construiría en parte de éste, la capilla dela Cruz del Norte96.Al levantar su plano topográfico, es posible que Zavala noseñalará la casa­tina de los Seminario por no funcionar

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más como fábrica. Justamente hacia 1850, Fernando VegaSeminario emprendió acción legal para lograr vender enremate público la hacienda Chapallirá y la casa­tinasimada en las inmediaciones del Tacalá. Además delproblema por el número de condóminos (Pedro Seminarioy los cinco hermanos Vega Seminario), estaba el censoirredento de 14,000 pesos a favor de Convento de lasCarmelitas Descalzas de Trujillo. Desde 1845 se buscaba ladivisión de estos bienes entre los herederos. La soluciónestaba en entenderse con las religiosas, vender la casa­tinay con el dinero obtenido, cubrir el gravamen. De estemodo, se pagaría menos censo y no se tendría algo que conun poco de tiempo más, terminaría en escombros.Finalmente en 1852, se realizó la mensura y división de lahacienda y pese a estar inconcluso el expediente, lo másprobable es que la casa­tina fuera vendida como terreno.Sin embargo, el añejo edificio sobrevivió los avalares deltiempo. En 1932, se denunció que en la construcción delAsilo de Ancianos pobres se estaba utilizando ladrillos que“eran de los muros viejos de la Tina que tienen deexistencia alrededor de un siglo”97. Cálculo de tiempo quese quedó corto, la casa­tina contaba en el territorio conuna presencia casi tan antigua como la misma ciudad dePiura.De igual modo, Zavala no recoge la casa­tina que fuera delas Vilela. A fines del siglo XVIII, esta fábrica habíapertenecido a Miguel de Arméstar y tras el embargo yremate que sufrió de sus bienes, pasó a poder de ManuelJoseph Vascones. Posteriormente, se hizo de esta casa­tinaManuel Gerónimo Seminario y Jaime. Pero para mediadosdel siglo XIX y por no poder cumplir con los censosimpuestos, esta fábrica se remató en José Gavino deRivera. La cantidad, 1,686 pesos y un octavo de real, noalcanzaba ni para cubrir el monto total del gravamen pues,a principios del siglo XVIII, Nicolás de Vilela había impuesto

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una capellanía colativa de 2,450 pesos. Rivera buscabaasegurar al capellán de la misma, su hijo Juan de Rivera ypor ello, la había adquirido98. Es bastante probable queesta tina fuera luego por la que litigaban los herederos deJosé Gutiérrez. De arrendatario en 1850 pasó a serpropietario de una casa­tina para alrededor de 1884. Sinembargo, sus hijos legítimos señalaban que la fábricajamás le había pertenecido a su padre sino que erapropidad exclusiva de su madre, doña Francisca Herrera“que la hubo por herencia paterna”. La ubicación de estafábrica “situada cerca del cementerio de esta ciudad”,sugiere que es la misma que en el XVIII fuera conocidacomo la de las Vilela.A lo largo del siglo XIX, las casas­tina dejaron de funcionarcomo fábricas de jabón. Raimondi (1900:388) señalabapara 1868 que la industria del jabón en Lambayeque nopodía sostener la competencia de jabones limeños oeuropeos. Con menor producción de jabón queLambayeque desde principios de siglo, es más que seguroque Piura tampoco pudo competir con ellos. Por otro lado,la atención de los hacendados se había centrado ya deltodo en el cultivo del algodón. A partir de 1860 y con laguerra de secesión americana, se aseguró el mercadointernacional para el “áspero peruano” como se conocía alalgodón piurano. Actividades menos rentables, como laproducción de jabón en base a sebo animal, fueron dejadasde lado. En todo caso en 1899, la casa comercial DuncanFox contaba con la representación en Piura de los jabones“Corona” de la compañía Guadalupe Ltda. Una de lasfábricas más importantes de Lima99.Las casas­tina que se arraigaron en la Piura colonial desdecasi el establecimiento de la ciudad capital provincial,fenecieron ante las nuevas líneas de interés económico dela Piura republicana. En adelante la producción de jabón ycordobanes se convertiría en la de jabón y aceite. Ya bien

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Notas1. No se ha logrado determinar que fue este jabón ralo. El problema,registrado como item 599 de la sesión del Cabildo del 19 de septiembrede 1552, fue entre el Ldo.Martínez y Juan Rojas. El primero aducía serel inventor y se oponía a la concesión del monopolio por una década,en la producción de este jabón al segundo. Libro de Cabildos de Lima,T.III, Edcn.Cuarto Centenario de la Fundación de Lima. (Agradezco lainformación al señor Eduardo D’Argent)

2. A principios del XIX, las haciendas estaban valoradas en 80,000pesos (Macera/Márquez 1964:207­216). Mientras que su jabón sevendía a 20 pesos/quintal, el de Piura valía entre 25 y 30 pesos para lamisma época.

3. Jabón introducido en Lima (AHRA­CM A­II­294,1802).

4. Contreras (1987:18) señala además atinadamente, que las cuentasfiscales no reflejan necesariamente las bonanzas de producción eingresos.

5. Abasto de camero para la ciudad (ADP C.cc 9 [130] 1657).

6. Keith (1976:65) y Jacobsen 1986: 116. La cita es de Flores Galindo(1984:29).

7. Abasto de camero para la ciudad.

8. Compañía de Benítes, Araujo y Albújar en Schlüpmann 1987:axo.VII; testamentaría de J.Albújar (ADP Ca.cc. 152 [264] 1681);testamento de Sara de Bargas (ADP Not.Céspedes p.25 vi:29, 1682).

9. Compañía de Benítes, Araujo y Albújar; testamentaría J.Albújar yS.Ramirez 1984:194.

10. Compañía de Benítes, Araujo y Albújar; compañía de I.Céspedes yS. Fernández Morantes (ADP Not.Morales p54:279 y en Schlüpmann1987:axo II). Este último caso es bastante peculiar, ver lo dicho sobrela dote en el capítulo III.

establecida y generalizada la actividad algodonera,industriales como Jacinto Calixto Romero estableceránfábricas de jabón teniendo como materia prima la pepa osemilla del algodón100. Es decir, la industria tinerarepublicana a semejanza de la colonial, sería en base alnuevo elemento eje de la economía piurana, el algodón.

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11. Según Reaño y Vásquez (1988:28­29), el grupo económico es “elconjunto articulado de unidades de producción de bienes y serviciosque operan bajo gestión conjunta y cuyos vínculos de enlace seexpresan a distintos niveles”.

12. Córdova contra los herederos de P.Albújar (AGN RA.cc. 173 [651]1662).

13. Compañía I.Céspedes y S.Fernández Morantes.

14. D.Córdova contra los herederos de P.Albújar; testamentaría delSargento Mayor Diego Benítes (ADP Co.6 [82] 1647) y cuentas deRodríguez de Albújar en Schlüpmann 1987: axo. V (parte de latestamentaría de Benítes).

15. M.García contra P.Angulo por venu de ropa (ADP C.ccrim. 52[1017] 1656) y venta de jabón de F.Herrera a A.Ramírez (ADP Not.Céspedes p25,vl:38v).

16. Capellanía D.Saavedra R (AEP, Cap.col.3 [15] 1732).

17. Remate de tina, M.Tolosano a favor de A.Bernaldo (ADP C.cc.23[449] 1713).

18. D.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta de grasa(ADP C.cc. 24 [475] 1719)

19. C.Rivera contra F.Sojo por capellanía (AEP, Cap.col.5 [62] 1750);imposición de censo J.Sojo a favor C.de Rivera (ALMRE, LEA 12­64,1707); arriendo J.Sotomayor a F.Herrera (ADP Not.Céspedesp.25:137, 1682) y venta de almona de J.J.Herrera a A.Rodríguez deTaboada (ADP Not.Rodríguez de las Varillas p109;253­263, 1708).

20. Testamentaría de J. Velásquez y Tineo (ADPCa.cc.2 [37] 1704);testamento de P.Domínguez Franco (ADP Not. Rodríguez de lasVarillas p111:35, 1712).

21. Albaceazgo de J.Velásquez y Tineo (ADP C.cc.2 [39] 1704).

22. Aunque no parece que haya dejado de practicarse nunca, estapráctica vuelve a generalizarse visiblemente a Unes del siglo XVIII,coincidiendo con el repunte de las casas­tina.

23. Arriendo de ganado cabrio, tierras y pastos, el Ldo.Saavedra alLdo.A.Urbina (ADP Not.Rodríguez de las Varillas pl09:352)

24. D.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta de grasa.

25. Obligación de entregar una manada de ganado J.A.Fuente a T.Veloqui (ADP Not.Rodríguez de las Varillas p111:217, 1715).

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26. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda (AGN RA.cc.45[286] 1712).

27. El tiempo común de matanza era entre noviembre y diciembre y latemporada de producción, los metes de verano.

28. P.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta de grasa.

29. Escritura de factoraje J.Farías a favor A.Urbina (ADP Not.Céspedes p24 v3:232v, 1681).

30. Escritura de venta de jabón F.Herrera a A.Ramírez (ADPNot.Céspedes p25 v1 :38v, 1682).

31. L. Rubio contra E.Neira por pago de sebo (ADP C.cc.7 [105] 1654).

32. Testamento de Sara de Bargas.

33. Testamento de Francisco de Herrera (ADP Not.Valencia pl32:386,1696) y D.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta degrasa.

34. Testamento de Francisco de Sojo (ADP Not.Nivardo p62:185,1733).

35. idm.

36. Por lo general una petaca contenía 1.5 quintales. (ADP, C.cc. 25[499] 1725).

37. D.Mesones contra B.Quiroz sobre cumplimiento en venta de grasa.

38. T.Arellano contra S.Vilela por pago de jabón (ADP. C.cc.33 [702]1763).

39. M.Sojo contra T.Subiaur por arriendo de hacienda (AGN RA.cc.45[286] 1722); D.Mesones contra B.Quiroz. sobre cumplimiento enventa de grasa.

40. Testamento de J.Joseph de Herrera y Neira (ADP Not.Rodríguezpl09:253. 1708).

41. M.Salas de Coloma encuentra que no sólo los obrajes del centrocaen en un movimiento de baja en los primeros años del siglo XVIII sinoque también Glave y Remy en su estudio sobre la situación del maízdel Cuzco y Tandeter y Wachtel en referencia a la minería de Potosí yCharcas, encuentran una situación semejante (1986:148).

42. Diario de la segunda visita pastoral del Arzobispado de los Reyesdon Toribio Alfonso de Mogrovejo por Fray Domingo Angulo, Revistadel Archivo Nacional tI, vI, pg.237.

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43. Coincido con este autor en que la “nombradla” de Saña provienede sus producciones cordobaneras y de jabón pero ello mas en el sigloXVIII que en el XVII, siglo para el que S.Ramíres (1986) ha demostrado elmayor interés de los lambayecanos por la industria azucarera.

44. Considero que la mayor o menor actividad legal refleja la mayor omenor actividad comercial piurana y que por tanto, traduce y sirvecomo muestreo del movimiento económico de la zona. Aldana, 1987b

45. D.Mesones contra B.Quiroz por cumplimiento en venta de grasa;testamentaria de N. Vilela (AGN RA.cc. 112 [948] 1750); M.Del Curasobre adjudicación de capellanía fundada por N.Vilela (AEP Cap.col.18[239] 1805); J.Merino por R.Ponce de León contra L.Vilela sobrebienes G.Vilela (ADP C.cc 30 [626] 1750); G.Castro contra Vilela espor sevicia (AGN RA.cc. 207 [1764] 1778).

46. J.Merino por R.Ponce de León contra L. Vilela sobre bienesG.Vilela.

47. Acreedores de G.Vilela (AGN RA.cc.109 [925] 1749); testamentaríade N. Vilela.

48. Se hace la salvedad de la hacienda puesto que cuando se realizó laavaluación de los bienes de Diego de Saavedra, la tina fue tasada en10,400ps. Es probable que en esta cantidad se sumara la curtiduría oalguna hacienda.

49. Algunos años después, Del Castillo señalará que la tina le fuerematada en 1763 y a 5,200ps de contado en la ciudad de Trujillo.D.Mesones contra B.Quiroz por cumplimiento en venta de grasa;bienes D.Saavedra (ADP C.co. 15 [274] 1683); C.Rivera contra F.Sojopor capellanía; imposición de censo J.Sojo a favor C.de Rivera;D.Masías Saavedra sobre concurso de acreedores (AEP Cap.col. 11[158] 1777); M. del Cura sobre adjudicación de capellanía fundada porN.Vilela; capellanía sobre tina B.Jaime de los Ríos (AEP Cap.col 8[106] 1760).

50. Imposición de censo J.Sojo a favor de C.de Rivera; CarmelitasDescalzas contra J.Aguirre por venta a censo (ADP I.cc. 1 [1] 1785);testamentaría de J. Velásquez y Tineo; P.Domínguez Franco contraJ.Velásquez y Tineo oponiéndose a remate (ADP C.cc.19 [380] 1702);testamento de J.J.Herrera y Neira; arrendamiento de haciendas y tinade A.Taboada a M.Urdapileta (ADP Not.Rodríguez pl 10:330, 1710);venta de almona de A.Taboada a A.Bernardo de Quiroz (ADPNot.Rodríguez p.l 11:37, 1713); J.J.Carrasco sobre pago de créditos quedebe J.G.Rodríguez (ADP I.cc.3 [33] 1786).

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51. Testamento de Carlos de León (ADP Not.Adrianzen pl49:53,1722);venta Carmelitas Descalzas a V.Otero (ADP Not.Zavalapl47:109,1786); Carmelitas Descalzas contra J.Aguirre por venta acenso; J.Aguirre por devolución a Carmelitas Descalzas (ADP Ca.cc 7[126] 1785).

52. Pedro de Estela contra el común de Lambayeque (AGN RA. 302[2711] 1791).

53. idm.

54. Resulta curioso señalar que del dinero entregado 6,461ps fueronen doble de cordoncillo y 1,539ps en reales de dos. M.Ramírezapoderado de P.Cabrera solicitando capellanía (AEP Cap.col 15 [212]1796); imposición del censo J.M. Angeldonis a favor capellaníaP.Pedrajas (ADP Not.Adrianzen pl49, 1796); manual de alcabalas dePiura (AGN Libro de Cuentas cl5, 177 [880] 1796).

55. Archivo Departamental de Lambayeque, Not. J.DomingoCasanova 1822 y 1823 (cuaderno 13), s/f. (Agradezco estos datos dearchivo a la Dra. S.O’Phelan).

56. ADT Not.Concha exp.316, 1811. La Dra. O’Phelan, a quien tambiéndebo esta información, me ha señalado además que en Cajamarca esmarginal la presencia de jabón piurano.

57. B.Ruiz contra M.Tineo por pago de jabones (ADP Ca.cc.8 [138]1789).

58. Testamento de A.Martínez de Vila (ADP I.cc.l) [197] 1795);J.M.Uribe Va.J.A.Vargas contra M.Henríquez por réditos (ADP I.cc.18[399] 1801).

59. Venta Carmelitas Descalzas a V.Otero.

60. idm.

61. Testamento de Ubillús (ADP Not.Montero p52:396,1787);imposición de censo V. Valdivieso (ADP Not.Ruiz Martínez p152:19,1797).

62. Concurso de acreedores de tina y curtiduría de B.Jaime de los Ríos(AEP Cap.col. 8 1106] 1760); Carmelitas Descalzas contra J.Aguirrepor venta a censo y testamentóle Ubillús.

63. Concurso de acreedores de lina y curtiduría de B.Jaime de losRíos.

64. Arrendamiento de Tangarará, T.Fernández de Paredes a

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G.Espinosa (ADP Not.Zavala pl47:125, 1789); inventario de bienessecuestrados de G.Espinosa, M.Arméstar y J.M.Larraondo (ADPI.comp.46 [33] 1799).

65. Acreedores de G.Vilela.

66. Compañia entre F.J.Arcelus y S.Lopez de Ubillùs (ADP Not.Lazurregui p36, 1769), conipania entre S.A.Del Caslillo y F.Vilela (ADPNot.Zavala pl47:93v; 1786).

67. J.M. Uribe Va.J.A. Vargas contra M.Henríquez por réditos; poderpara testar del S.A.Del Castillo a M.S.del Castillo y D.M.Farfán (ADPNot.Arméstar pl57:87, 1799)

68. M.S.del Castillo contra D.Farfán de los Godos por ganado (ADPI.cc. 18 [323] 1800).

69. Imposición de censo por 1,500ps M.Arméstar (ADP Not.Seminario pl56:116, 1787); imposición de censo por 500psM.Arméstar (ADP Not.Seminario p146:109, 1796); manual dealcabalas de Piura 1796; inventario de bienes secuestrados daG.Espinosa, M.Arméstar y J.M.Larraondo; minoración CarmelitasDescalzas a favor F.Menéndez Pabón (ADP Not.Del Solar p113:322v1802); venta a censo Carmelitas Descalzas a V.Fernández de Otero yJ.M.Otero sobre restitución hacienda (ADP GPM 9 [173] 1826).

70. Oficio J.Sánchez Navarrete sobre pago de siza, ADT RH.aa. 136[311] 1815.

71. Acreedores de G.Vilela.

72. Resulta interesante señalar que Godofredo Labarthe, ex­ministrode agricultura de Prado, señalaba para alrededor de 1950: “Las sequíastienen gran influencia en las zonas productoras de ganado y zonas deengorde”. Ello había sido la causa que en 1937 aumentara laexportación de pieles de ganado piurano. Había habido un sacrificioanormal de animales además de los que habían muerto por falta dealimento. Si esto fue en nuestro siglo, piénsese en el impacto de unafuerte sequía en la etapa colonial.

73. Oficio J.Sánchez Navarrete sobre pago de siza.

74. Solicitud de licencia para labrar jabón (AGN SG.29 [928] 1803).

75. En todo caso, la fabricación de jabón en Trujillo habría sido en elperíodo inicial y se habría perdido posteriormente. S.Ramírez señalaque desde mediados del último tercio del siglo XVI al construir suspropias tinas, los de Lambayeque habían dejado de enviar ganado para

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ser beneficiado en Trujillo; ciudad en la que se producía jabón desdealrededor de 1550 (Ramírez 1986:81).

76. J.Manrique y M.A.Larrea solicitando permiso para instalar tina.(AGN SG. 88 [888] 1801)

77. Jabón introducido en Lima (AHRA, col.Maldonado A­II­294,1802).

78. Fernando Janssen, quien está estudiando como un grupo de laélite limeña mantiene sus propiedades por un período mayor de 120años, me ha señalado que en la zona de Chancay se desarrolló la críade ganado de cerda; ganado que era enviado para el consumo de lacapital. Esta habría sido la tónica de la actividad ganadera en el restodel territorio provincial limeño, para el abastecimiento de la ciudadmás que en ser pilar de la economía capitalina (comunicaciónpersonal).

79. AGN, Real Aduana de Arica, Guía No.3 a Arequipa (1810).(Información gentilmente proporcionada por el señor Lizardo Seiner.

80. Me refiero a su novela costumbrista Matalaché. La ambienta en latina del Barrio Norte, la que fuera la del licenciado Silvestre Antoniodel Castillo.

81. Córdova y Bernex (1984:164) señalan que esto suelen hacerlo loscampesinos y luego vender las pieles a los comisionistas decurtiembres. Si lo proyectamos en el tiempo, es posible que los tinerosfueran los que compraran las pieles.

82. Común de Mórrope contra el de Sechura por ventas en sumercado. (Fichado bajo AGN DI 349, 1773, el juicio es en 1808 se ypresenta como antecedente el juicio de 1773).

83. Oficio J.Sánchez Navarrete sobre pago de siza.

84. Oficio J.Sánchez Navarrete sobre el pago de siza; adjudicaciónhaciendas de Santa Ana, Pabur y casa­tina (ADP Not. del Solarp124:222, 1816).

85. P.Godos sobre capellanía (ADP JPI, R, cc.96 [1923] 1856);F.J.Fernández de Paredes contra J.Lama por capellanía (ADP JPI.R,ce 16 [381] 1829).

86. Recién en 1834, el bachiller Fermín Seminario por muerte de sumadre, cancelaría esta escritura. Compañía entre F.Seminario y Jaimey J.Coronel de Mora (ADP Not.López 160:91, 1818).

87. Obligación J.Astudillo a favor F.Seminario y Jaime (ADP

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Not.Rebolledo p70, vl: 101v, 1820).

88. T.Rodríguez contra testamentaría J.Helguero por mil pesos (ADPJPI.R.cc 17 [339] 1831); testamento de J.Helguero y Gorgolla (ADPNot.Rebolledo p77:120, 1831)

89. Alcance al Comercio No.379, viernes 21 de agosto de 1840.(Agradezco el dato al señor Miguel Arturo Seminario).

90. Tan sólo Leguía y Martínez (1914:65) menciona producción dejabón en Catacaos en base al aceite de higuerilla. Producciónobviamente artesanal que probablemente se diera desde la etapacolonial.

91. La ubicación de los edificios era en la calle del Playón. Es posibleque Trelles arrendara o comprara una casa­tina de las de la banda dela ciudad, por la ubicación, pero no se ha encontrado referencias alrespecto.

92. J.S. Trelles contra S.Tavara sobre demolición de establecimiento(ADP JPI. ce. 41 [788] 1839).

93. Mapa en la Casa Museo Grau, cedido gentilmente por su directora,Srta. Isabel Ramos.

94. M.Merino contra J.Gutiérrez por remate de balsa (ADP JPI,R.c.municipales, 159 [3232] 1850); ventó casa­tina a J.G.Rivera (ADPNot.Rebolledo p89:36v, 1850); arrendamiento de terreno en“Miraflores” J.A.Valdivieso a G.Escudero (ADP Not.Bustamaníep6:498, 1882).

95. Comunicación personal del señor Jorge Moscol Urbina.

96. Pbo.M.del Castillo sobre adjudicación de capellanía (ADP JPI. R.cc.87 [1740] 1852); testamento de Paula Godos (ADP Not.Rebolledop71:284, 1822); P.Godos sobre capellanía; R.Días contra M.B.Meneses solicitando pago (ADP JPI. R cc. 110 [2230] 1861); R.Díascontra P.Godos por pago de réditos (ADP JPI. R. cc. 135 [2723] 1871);E.López Albújar 1972.

97. F.Vega contra P.Seminario sobre venta por remate de hacienda ycasa­tina (ADP JPI, R. cc.83 [1844] 1851); periódico La Opinión delPueblo, 23 de abril de 1932 en: Colección de Recortes de periódicos dePiura de Vega Veles 1926­1947 vol.1, Cendoc­Cipca.

98. Venta de casa­tina a J.G.Rivera; fianza de J.G.Rivera a favorPbo.J.Rivera (ADP Not.Rebolledo p89:7v, 1850).

99. Garland (1905:123) señala que la producción de jabón es una de

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las industrias más antiguas del Perú. Para principios del XX, lasfábricas limeñas más importantes eran Guadalupe, Limoncillo,Castagnino y Ca., Lavarello) y Ca., C.M. Schröeder y Ca. y AlbertoBasombrío.

100. En 1926, se estableció una fábrica de jabón en La Legua. Reaño yVásquez (1988:13­44), lo señalan como “una estrategia de integraciónvertical de la materia prima (semilia) a la producción del bien final(jabón)”.

© Institut français d’études andines, 1988

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Referencia electrónica del capítuloALDANA RIVERA, Susana. Capitulo II. La evolución de las casas­tinapiuranas In: Empresas coloniales: Las tinas de jabón en Piura [enlínea]. Lima: Institut français d’études andines, 1988 (generado el 12febrero 2015). Disponible en Internet:<http://books.openedition.org/ifea/1889>. ISBN: 9782821845077.

Referencia electrónica del libroALDANA RIVERA, Susana. Empresas coloniales: Las tinas de jabónen Piura. Nueva edición [en línea]. Lima: Institut français d’étudesandines, 1988 (generado el 12 febrero 2015). Disponible en Internet:<http://books.openedition.org/ifea/1882>. ISBN: 9782821845077.Compatible con Zotero