En domingo · 2006-11-25 · en páginas 2 y 3 El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha...

8
26 de noviembre de 2006 En domingo ENTREVISTA Enrique Dacosta El cocinero de El Poblet recibe la segunda estrella de la Guía Michelín 6-7 ARTE Manolo Boix, artista gráfico Una exposición recoge la extensa obra del pintor e ilustrador 4-5 HISTORIA Machado en Valencia Setenta años de la llegada del gran poeta a Valencia y Rocafort 8-9 José Sierra VALENCIA FOTOS: FERNANDO BUSTAMANTE E N 1974, un año antes de la muerte de Francisco Franco, Aumar inaugu- raba los primeros tra- mos de la autopista del Mare Nos- trum, feliz acierto de la toponimia que hoy ha sido desplazado por la asepsia tecnocrática de la AP-7, o lo que es lo mismo: la A-7 con una intercalada que recuerda que todavía se paga. Algunos creen, y quizás aciertan, que si la autopista se hubiera construido antes tam- bién el dictador y todo lo que re- presentaba su régimen se habría resquebrajado unos años atrás, empujado por cambios sociales y modelos de vida que llegaban por un camino paralelo al de la Vía Au- gusta que trajo la romanización. Y es que más que la cicatriz en el territorio que ven algunos ciu- dadanos, la autovía del Mare Nos- trum representó el papel de un vaso sanguíneo maestro, a la vez arteria y vena, que trajo el cora- zón de Europa a Valencia y puso a los valencianos en el centro de Europa, donde les habían prece- dido sus naranjas. Sin embargo, el hipnótico atractivo que ofrece el torrente del tráfico a quienes viven cerca del mismo ha tenido un efecto perverso. En cualquier lugar del mundo la gente prefiere tapar sus verguenzas, pero si vives cerca de la autopista parece que exista un interés especial en exhibirlas de una forma casi impúdica; o peor: quizá es que nunca, o al menos hasta ahora, se consideraron ver- guenzas. Canteras, granjas aban- donadas, vertederos, las traseras de los polígonos industriales y los chalés mas kitsch— la esencia misma del mal gusto llevada a su máxima expresión— han busca- do en los últimos años la autopis- ta, envolviéndola. La preocupación por este fe- nómeno ha llegado incluso al pre- sidente de la Comunitat Autóno- ma Valenciana, Francisco Camps. Sus razones no distan mucho de las de quienes afirman que para quien viaja por primera vez a la Co- munitat, o la atraviesa, la autopis- ta es como una tarjeta de visita, un escaparate que no siempre ofrece lo mejor de esta tierra. La Calle Mayor, la Gran Vía valenciana re- quiere un poco de atención. Quizá por ello, el Gobierno valenciano ha aprobado una ley del Paisa- je en la que las restricciones en el ámbito visual de las grandes infraestruc- turas son una parte esencial del texto legal. También fruto de esta preocu- pación institucional, Francisco Camps ha pedido a la empresa concesionaria Aumar (Abertis) un estudio «visual» de la autopista para identificar todos los impac- tos y explorar la posibilidad de eli- minarlos o reducirlos en su caso. Levante-EMV ha recorrido la Calle Mayor de la Co- muni- tat Valenciana con ojos críticos y ofrece el resultado de esta inspec- ción en este reportaje que abarca desde la Sènia hasta Valencia y al que seguirá el próximo domingo un nuevo recorrido hasta los lími- tes con Murcia. Continúa en páginas 2 y 3 El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha pedido a Aumar un informe sobre los impactos visua- les que se ven desde la A-7 y que constituyen la tarjeta de visita, no siempre agradable, para miles de viajeros Auto vistas valencianas

Transcript of En domingo · 2006-11-25 · en páginas 2 y 3 El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha...

26 de noviembre de 2006

En domingo

ENTREVISTA

EnriqueDacosta El cocinero de El Poblet recibe lasegunda estrella dela Guía Michelín

6-7ARTE

Manolo Boix,artista gráfico Una exposiciónrecoge la extensa obra del pintor eilustrador

4-5 HISTORIA

Machado en ValenciaSetenta años de la llegada del gran poeta aValencia y Rocafort

8-9

José Sierra ■ VALENCIA

FOTOS: FERNANDO BUSTAMANTE

EN 1974, un año antes dela muerte de FranciscoFranco, Aumar inaugu-raba los primeros tra-

mos de la autopista del Mare Nos-

trum, feliz acierto de la toponimiaque hoy ha sido desplazado por laasepsia tecnocrática de la AP-7, olo que es lo mismo: la A-7 con unaPé intercalada que recuerda quetodavía se paga. Algunos creen, yquizás aciertan, que si la autopistase hubiera construido antes tam-bién el dictador y todo lo que re-presentaba su régimen se habríaresquebrajado unos años atrás,empujado por cambios sociales ymodelos de vida que llegaban porun camino paralelo al de la Vía Au-gusta que trajo la romanización.

Y es que más que la cicatriz enel territorio que ven algunos ciu-dadanos, la autovía del Mare Nos-

trum representó el papel de unvaso sanguíneo maestro, a la vezarteria y vena, que trajo el cora-zón de Europa a Valencia y puso

a los valencianos en el centro deEuropa, donde les habían prece-dido sus naranjas.

Sin embargo, el hipnóticoatractivo que ofrece el torrentedel tráfico a quienes viven cercadel mismo ha tenido un efectoperverso. En cualquier lugar delmundo la gente prefiere tapar susverguenzas, pero si vives cerca dela autopista parece que exista uninterés especial en exhibirlas deuna forma casi impúdica; o peor:quizá es que nunca, o al menoshasta ahora, se consideraron ver-guenzas. Canteras, granjas aban-donadas, vertederos, las traserasde los polígonos industriales y loschalés mas kitsch— la esenciamisma del mal gusto llevada a sumáxima expresión— han busca-do en los últimos años la autopis-ta, envolviéndola.

La preocupación por este fe-nómeno ha llegado incluso al pre-sidente de la Comunitat Autóno-ma Valenciana, Francisco Camps.Sus razones no distan mucho delas de quienes afirman que paraquien viaja por primera vez a la Co-

munitat, o la atraviesa, la autopis-ta es como una tarjeta de visita, unescaparate que no siempre ofrecelo mejor de esta tierra. La Calle

Mayor, la Gran Vía valenciana re-quiere un poco de atención. Quizápor ello, el Gobierno valenciano haaprobado una ley del Paisa-je en la

que las restricciones en el ámbitovisual de las grandes infraestruc-turas son una parte esencial deltexto legal.

También fruto de esta preocu-pación institucional, FranciscoCamps ha pedido a la empresaconcesionaria Aumar (Abertis) unestudio «visual» de la autopistapara identificar todos los impac-tos y explorar la posibilidad de eli-minarlos o reducirlos en su caso.

Levante-EMV ha recorrido laCalle Mayor de la Co-muni-

tat Valenciana con ojos críticos yofrece el resultado de esta inspec-ción en este reportaje que abarcadesde la Sènia hasta Valencia y alque seguirá el próximo domingoun nuevo recorrido hasta los lími-tes con Murcia.

Continúa

en páginas 2 y 3

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, hapedido a Aumar un informe sobre los impactos visua-les que se ven desde la A-7 y que constituyen la tarjetade visita, no siempre agradable, para miles de viajeros

Autovistas valencianas

José Sierra ■ VALENCIA

FOTOS: FERNANDO BUSTAMANTE

El viajero que llega a la Co-munitat cruza antes elEbro, un lugar ideal paracolocar una frontera que

no existe, aunque a veces se bus-que. El paisaje en las llanuras pre-vias al riu de la Sènia está forma-do por olivos, carrascas y peque-ñas parcelas de regadío formandoun mosaico propio también de tie-rras valencianas. Es, en esencia,paisaje mediterráneo, excepto enel pequeño detalle de que desde laautopista todavía no se ve el Mare

nostrum que le presta su nombre.En el kilómetro 343, la autopis-

ta cruza La Sènia, donde un carteloficial índica los kilómetros hastaCastelló. Nada de vertebración. Niun solo símbolo de la Comunitatsalvo un pequeño y discreto cartelde la Mediterránea, heredero deaquella criticada campaña de An-drés García Reche y que ahora,muchos años después, es el únicoque ofrece una tímida bienvenidaa los visitantes.

Tras el impacto de una fábricade piedra artificial inoportuna-mente construida junto a la auto-pista, el paisaje parece respondera lo que sería el tópico valenciano,que aquí ofrece lo mejor de sí mis-mo, con casitas blancas donde sealojan los pozos y campos y cam-pos de naranjos que se abren en lla-nura a derecha y a izquierda, don-de el terreno se aleja en suave ca-ída hacia un mar plateado quedebe figurar, también, en el imagi-nario soñado de quienes visitan laComunitat Valenciana.

La autopista sigue, devorandokilómetros. Siempre se ha dicho dela vida que todo depende del colordel cristal con que se mira. Y escierto, aunque las percepciones a120 kilómetros hora dependen fun-damentalmente de la luz del sol, dela intensidad con que nos ilumina.

Hoy es miércoles, 22 de noviem-bre, y el Poniente lo ha purificadotodo hasta dejar la atmósferacomo una especie de rayos X ca-paz de detectar cualquier imper-fección.

En el punto kilométrico 355,cerca de Peñíscola y a la izquierdadel visitante que busca el cálidosur, una familia rebusca entre labasura de un vertedero. Entre losadultos hay también niños queconforman una imagen habitual enlos vertederos de La Paz (Bolivia)y Johannesburgo (Sudafrica). Algofalla Sr. Camps.

DE PRINCESAS Y CASTI-LLOS. Poco después aparece, in-sultante a los ojos, la primera can-tera abandonada, una imagen queperseguirá al viajero en su recorri-do hasta Murcia. Paradójicamen-te, la dentellada no destruyó ínte-gramente el poblado ibérico situa-do sobre la montaña de la cantera,que ahora es visitable convertidoen un recurso de turismo cultural.

Hasta el pk. 359 casi nada pue-de romper el idilio del viajero conla Comunitat, aunque el perfil dellitoral muestra aquí por primeravez en el trayecto el skyline , la lí-nea del cielo que es ya una seña deidentidad del paisaje valenciano:un mar al fondo, de plata bruñida,que solo se ve a retazos entre edi-ficios de apartamentos y bajo el pa-raguas de decenas de grúas. Pocodespués el mismo esquema se re-petirá en Orpesa, Moncofa o Ta-vernes. Aquí empieza el espectá-

culo.

En el kilometro 371 hay unagran masía aislada y construida en-tre naranjos a los pies del monteque asume el papel de testigo en-tre tantas y tantas construccionesde este tipo desaparecidas en lossetenta y ochenta.

A la izquierda, el viajero se en-cuentra con la imponente Sierra deIrta, coronada por castillos delTemple, algunas ermitas y unos po-cos pinos que se han abierto pasopese a los reiterados incendios fo-restales. En medio de este paisajeidílico, que encuentra su contra-punto en la estilizada torre-cam-panario de Alcalà de Xivert — «la

más alta del Reino», se dice— yen la vecina ermita, con sus tejasazules, tan valencianas, cerrandola bóveda, hay una nave industrialsituada en el arranque de la sierra.

Hace unos años hicieron for-tuna en los bares unos azulejoscon la leyenda: «Hoy hace un día

precioso...pero seguro que viene

alguien y ...». Pues eso pasa enIrta con la nave industrial y al

igual que aquí casi siempre que alo largo del trazado el viajero sepermite una ensoñación. Al-guien, algo, viene, y...

Capítulo aparte merecen las nu-merosas granjas, muchas de ellasabandonadas, que salpican el pai-saje con depósitos que parecen to-rreones de oxidadas fortalezasabandonadas por sus señores.Acostumbrados a granjas de dise-ño, construidas en madera, con co-lores chillones y una parabólica re-matando el tejado, estas granjas deautopista deben ser una ofensapara el viajero europeo.

Muchas llevan varios años sinactividad y la mayoría son ilegales.Solo falta que alguien se intereseun poco por ellas y las eche abajo.

En el pk 385 el mar se abre a laizquierda, esplendoroso, sin las in-terferencias del hormigón que noaparecerán de nuevo hasta supe-rar el marjal del Prat de Cabanes-Torreblanca. La imagen es de lomejor que se puede ver en todo elrecorrido y una invitación a que-darse.

A partir de aquí, a la derechaaparecen las primeras transfor-maciones agrarias. Al presidenteCamps quizá le conforte pensarque a ojos de un extranjero, ajenoal debate abierto desde hace añosen la Comunitat, el atentado eco-

lógico no es más que es una acer-tada composición de arbolitos si-tuados en filas e hileras.

Más difícil es que ese mismoviajero se engañe sobre el signi-ficado de un grupo de gaviotasque revolotean a su derecha, le-jos del mar. Seguramente pensa-rá que están allí comiendo basu-ra y acertará.

En el pk. 400, número redondo,aparecen las torres vigía que sal-pican el paisaje agrario entre Ca-banes y Orpesa. Son 4, visibles a laderecha del viajero, y una quintaencalada y casi oculta entre na-ranjos situada a la izquierda. Haytambién un castillo para soñar: pe-queño, coqueto, borracho de sol ycerca del mar en Cabanes, y una al-dea que se recupera ladrillo a la-drillo colocados por manos queparecen ácratas, pero que no re-nuncian al flujo de informaciónque llega por las parabólicas.

A la izquierda, casi sin avisar, elviajero se topa con Marina D’ Or,el paradigma del skyline.

Antes de llegar al punto kilo-métrico 418 los camiones remon-tan La Renegá, paraíso perdido en-tre Orpesa y Benicàssim donde elbosque de pinos que destruyó unincendio hace una década ha sidosustituido por otro de grúas.

Casi en un suspiro aparece a laderecha el monte rojo del Bartoloy a la izquierda una panorámicaque ofrece una imagen engañosade Castelló, con Benicàssim a la iz-quierda, los barcos entrando en elpuerto con la torre de la centraltérmica como referencia , la refi-nería, las casitas del marjal y la ciu-dad formando una conglomeradocon aspecto de metrópoli.

Al acercarse al kilómetro 428,las urbanizaciones se vuelvenfeas, sin gusto, y destartalados po-lígonos se acercan hasta la auto-

REPORTAJE EL PAISAJE QUE SE DIVISA DESDE LAS AUTOVÍAS VALENCIANAS ES LA «TARJETA DE VISITA» DE LA COMUNITAT

2/3 En domingo 26 de noviembre de 2006

La Comunitat a 120kilómetros/hora (1)

Los polígonosindustriales seasoman a laautopista en Castellóofreciendo a veces supeor cara.

Uno de los vertederos quese suceden en el trayectohasta Valencia.

La «línea del cielo» o skyline del litoralvalenciano visible desde la autopista es la deun mar plateado tras los naranjos sólo visiblea retazos entre edificios de apartamentos ybajo el paraguas de decenas de grúas

A la izquierda elviajero seencuentra con laimponente sierrade Irta, coronadapor castillos delTemple, algunasermitas y unospinos que seabren paso pesea los incendios

El castillo de Cabanescompite con los otros«castillos» y torreones de lasgranjas abandonadas.

Tras la masía, las grúasanticipan el destino final de

este tramo de costa.

Torre-campanario de Alcalá deXivert con una nave que

rompe el plano visual delviajero.

Peñíscola

s

Vinaròs

Orpesa

CASTELLÓ

Sagunt

Burriana

Torrent

VALENCIA

Almenara

Nules

Valld’Uixo

Lliria

Benicassim

Torreblanca

Alcossebre

45

46

47Vilareal

51

A7

A3

44

48

49

43

42

A7

A7

pista haciendo que por contrasteresulte agradable, incluso, la ar-quitectura de los viejos cuartelesdel Tetuán 14.

Antes de cruzar el Mijares elpaisaje se vuelve contradictorio.No es una imagen idílica, ni si-quiera agradable, pero tampocochirría. Hay agricultura, fábricas,almacenes agrícolas y chimeneasdesde las que salen azulejos paramedio mundo. Quizá es bueno quealgo les recuerde, especialmente alos europeos, que la Comunitat esalgo más que naranjas y playas.

Poco después, la autopista se

eleva sobre el ferrocarril y es po-sible ver de nuevo un bosque degrúas en Moncofa y el emporioagrícola de Xilxes.

En Almenara, el protagonistade seguro que hoy viene alguien y

.. pasó por aquí abriendo una ci-catriz gratuita para hacer pasar elgasoducto por una colina llena depinos.

El viajero se encuentra ahora enel kilómetro 471 junto al nuevo pe-aje, cerca de Sagunto, ciudad his-tórica que desde esta perspectivano ofrece su mejor cara. En estepunto la autopista se convierte en

By Pass y la arteria que venía flui-da desde el Ebro se congestiona alborde del infarto con camiones yfurgonetas de reparto.

En el kilómetro 494 se abre unespectacular corredor de palmerasque da acceso a una masía. Aquí laocupación territorial ya es masiva yla ciudad se adivina muy cerca,como atestiguan los carteles de lacarretera y las numerosas pintadasque llenan todos los muros.

Finalmente la carretera cruza laCV-35 y poco después el Turia, des-de el que se ve a lo lejos un avión des-pegando. Por fin el viajero ha llega-

do al área metropolitana de Valen-cia que se extiende como una man-cha siguiendo la A-3 hasta topar conla A-7, una especie de por ahora in-franqueable muralla que ha conte-nido a la industria y los servicios.

Desde el puente de la autopistay mirando hacia el este se abre unmar de tejados industriales mien-tras al oeste todavía sobreviven losnaranjos y al sur se insinúa la Pe-renxiza, con sus adosados remon-tantes y espíritu de escalada, unejemplo que se repite también en elsur de la Comunitat, aunque esa, ladel sur, es otra historia.

Antes de cruzarel río Mijares elpaisaje desde laautopista sevuelvecontradictorio.No es unaimagen idílica,ni siquieraagradable, perotampoco chirría

La moderna Orpesa ha crecido hacia el nortehasta chocar con el complejo de Marina d’Or.

La industria azulejera de Castelló demanda y ofrecemillones de kilowatios que requieren grandesinfraestructuras de transporte eléctrico.

Croquis del trayectorelatado enel texto.

Un vieja aldea, reconstruida,entre Cabanes y Orpesa.

ARTE

9.- ILUSTRACIÓNPARA THE NEWYORK TIMESIlustracionesoriginales continta china. 1988

10.- POLIFEMO1966-2006Original a latinta china,acuarela ycollage.Diseñado para elvestíbulo en laexposiciónManuel Boix:Obra gráfica eimpresa, en elMuseo de BellasArtes deValencia -Centre delCarme.

1.- APLEC D’ESTUDIANTS DE BUP.(Cuaderno) Tipografía y tinta china 1979

2.- L’ARC DEL TRIOMF. Serigrafía a siete tintas. 1971

3.- AL TAL. CANÇÓ POPULAR PAÍSVALENCIÀ. Cuatricromía en offset. 1977

4.- CON EL CULO AL AIRE. OVIDIMONTLLOR. Cuatricromía en offset. 1980

5.- FEDERACIÓ DE SINDICATS DETREBALLADORS DE L’ENSENYAMENT.Cuatricomía en offset. 1979

6.- EL PARDALET SABUT I EL REIDESCREGUTTinta china y acuarela sobre cartón, 1982

7.- VALÈNCIA CAPITAL DE LA REPÚBLICA.50 ANYS Cuatricromía en offset. 1986

8.- PORTADAS PARA LA CODORNIZ Ilustraciones originales con tinta china yacuarela. 1975/1976

EL CONVENTO DEL CARME ACOGE UNA VASTA EXPOSICIÓN DE UNO DE LOS ARTISTAS GRÁFICOS VALENCIANOS MÁS RELEVANTES

S I no fuese por algunosmitos, mucha gente notendría alicientes para

vivir. Uno de estos mitos es,sobre todo para los vascos, elpincho, en vascuence, pintxo,al cambiar la c y la h por unat y una x, procedimiento utili-zado para "euskaldunizar"muchas palabras, comoanchoa (antxoa) o chuletónde vaca (txuleton).Los pintxos / pinchos sonuno de los iconos de la culi-naria vasca de bares y taber-nas. Ellos se erigen igualmen-te como algo más que unpintxo. Son uno de los símbo-los o señas de identidad de lapatria (vasca). No son equipa-rables a la paella, un platosimplemente regional (porfortuna), porque encima ydetrás de la barra de cada barde pintxos, mezclada con lamayonesa, asoma la nación.La mitología del pintxo (oqué bien se come en todoslos restaurantes del PaísVasco: no es cierto, porque secome bien donde se comebien y nosotros sabemosdónde) se beneficia, desdesiempre, de la adoración nosólo de los vascos –lógico ycomprensible- sino tambiénde los no vascos, es decir, delos "españoles". ¿Quien no haescuchado decir más de unavez en cualquier parte deEspaña lo geniales que sonestos bocados, generalmenteatravesados por un palillo omondadientes?Casi todo el mundo que visitael País Vasco no dejar de ir alos bares de pintxos, que sue-len encontrarse en las partes

viejas de las ciudades, y encualquier pueblo. Es un ritualturístico, sobre todo, unaexaltación populista y unamanera de saciar el hambrecon cuatro o cinco pintxos,en cuya base suele estar unacortada de pan y en la cimamayonesa. A buen hambre,no hay pan duro.La masificación de los bares,en horas punta, o sea, a lashoras del pintxo, es lo quemás le gusta a la gente. Hayuna disposición natural delser humano (un gregario ñu,si bien se piensa) a disfrutarmucho más de la vida, o deunos minutos de su existen-cia -el tiempo que tarda encomerse cuatro o cinco pint-

xos- cuando está apretujado yde pie. Nadie cuestiona la calidad delos pintxos, ni la del vino decosechero con el que se les suele acompañar, porquecuando el mito ha vencido ala realidad, como sucede en

El hombre que mató a

Liberty Valance, gana siem-pre el mito, en este caso, elpintxo.La mayoría de las colectivida-des necesitan mitos, inven-ciones, cuentos, fútbol, falseamiento de la historia ycocina regional para autoafir-marse como diferentes a susvecinos. Cuando el individuose agarra para sobrevivir yautoafirmarse a una lista dela compra como la citada,hay motivos para desconfiardel ser humano.El pintxo, u otras manifesta-ciones del chovinismo –nosiempre inofensivo-, jamástendrá la grandeza, el univer-salismo, la intemporalidad, elarte y la verdad de Charlie

Parker interpretando Lover

man.

De todos modos, estamosseguros de que Parker habríasido capaz de legarnos estabreve y dramatica obra musi-cal sustituyendo su saxo altopor el txistu (chistu). ¿A quesuena bien el txistulari (chis-tulari) alto, Charlie Parker,nacido en Kansas City?A todo esto, hace tres días,en Sebastián, hubo un con-curso de pintxos.Participaron 50 profesionales. Los miembrosdel jurado estuvieron casicuatro horas catándolos. Unaperiodista japonesa, al duodé-cimo pintxo, tenía la expre-sión de la protagonista de El

imperio de los sentidos, peroen pintxo. La calidad generalfue más que mediocre.Lo cual nos podía llevar a laconclusión de que no todo elpintxo es orégano; o de quees preferible el grandioso bis-tec que se disputan John

Wayne y Lee Marvin en El

hombre que mató a Liberty

Valance al mito culinario dereferencia.

El bistec de LibertyValance

Antonio Vergara

SALVE Y USTED LO PASE BIEN

4/5 En domingo 26 de noviembre de 2006

José Ricardo Seguí ■ VALENCIA

FOTOS: CATALOGO EXPOSICIÓN

SE vive intensamente si tie-nes un compromiso por-que es lo que da sentido ala vida. El compromiso de

un creador es la coherencia y la co-herencia es lo que genera confianzaen tu trabajo». Así es y lo cree Ma-nolo Boix.

Hablar de coherencia, compromi-so y confianza cuando se hace de laobra y trayectoria del artista de l'Al-cudia está de más. Porque esas pre-misas han sido y son la base de unaobra que ha cumplido 40 años sin queel tiempo haya dado tregua a la cre-atividad ni la haya desviado de su ca-mino. Un compromiso con su cultu-ra, tradición, historia y gente y, porsupuesto, con el arte; una coheren-cia con el tiempo y consigo mismo yuna confianza, ante todo, con el tra-bajo bien hecho.

Todo esto que podría quedar enuna simple concatenación de adjeti-vos es una realidad palpable que secomprueba en el Convento del Car-men de Valencia, en una exposicióndesbordante que a muchos hace re-troceder en el tiempo, pero para po-derla recorrer como si se caminarapor el sendero de su propia memo-ria.

La muestra de Manolo Boix des-vela y agrupa por primera vez imá-genes olvidadas y muestra, al mismotiempo, a un artista infatigable, de-tallista, perfeccionista...a un creadorque se identifica por su propia im-pronta y que ha conseguido aquelloque todo artista va buscando, aunqueen su caso no fuera el objetivo finalni, tampoco, lo suficiente. «Se pue-de ser moderno siendo realista»,confesó no hace mucho revolvién-dose contra los prejuicios.

Grabados, dibujos, ilustraciones,libros, carteles, portadas de discos,portadas de libros, de revistas, edi-ciones de bibliofilia, serigrafías, pe-queñas esculturas, apuntes...allí seencuentra todo un universo que sólodeja de lado la parte plástica y la es-cultura de gran formato. Segura-mente, reservada para otro momen-to.

En Manolo Boix 1966-2006, Obra

Gráfica e Impresaestán sus miradasal Tirant, Ausiàs March, los Borja, ElQuijote, sus grabados de corte ita-liano, sus ilustraciones infantiles, lasportadas que dedicó a Al Tall, su eta-pa neoyorkina, las colaboracionesen el New York Times o los innume-rables carteles para colectivos cívi-cos y actos culturales de la décadade los ochenta, sus guiños al pop art,su faceta más crítica y también polí-tica, contundente en fondo pero nun-ca exenta de sutileza en la forma.Todo esto se agrupa en esta exposi-ción que explica un currículum depremios nacionales : Diseño, Graba-do, Ilustración y Bellas Artes.

Ahora, casi desde la distancia deltiempo, Boix confiesa que ver hoytanto trabajo le abruma, mientras re-conoce que su fortuna ha sido poderser diverso. Eso, añade, es lo que leha enriquecido como artista y comopersona. Para el visitante, lo que sor-prende es descubrir todo el trabajorealizado e imaginar lo que aún pue-de dar de sí en los años que le espe-ran.

años de arte y compromiso40

Cuarenta años de creación ha cumplido Manolo Boix, cuatro décadas queahora reúne en una exposición instalada en el Convento del Carmen deValencia y que muestran todo un universo iconográfico que va unido al dela sociedad que le ha acompañado durante todo este tiempo. Manolo Boix,obra gráfica e impresa agrupa su faceta como ilustrador, dibujante,grabador y autor de una memoria colectiva implicada con la cultura, lahistoria y por supuesto el arte.

1

2

34

5

8

9

10

6

7

La mayoría de lascolectividades

necesitan mitos,invenciones, cuen-

tos, fútbol, falseamiento de lahistoria y cocina

regional para auto-afirmarse comodiferentes a sus

vecinos. Cuando elindividuo se agarra

para sobrevivir yautoafirmarse a

una lista de la com-pra como la citada,hay motivos paradesconfiar del ser

humano.

Lee Marvin, JhonWayne y JamesStewart en unasecuencia dereminiscenciasgastrónomicas de «Elhombre que mató aLiberty Valence».

Antonio Vergara

■ SAN SEBASTIÁN

—Enhorabuena.—Muchas gracias.—¿Cúando y cómo se enteró dela buena nueva?—El domingo día 19. Me llamóun periodista de El Periódico,Pau Arenós, por cierto, valen-ciano, de Vilareal, y me dio la no-ticia. Yo sospechaba, o intuía queeste año iba a conseguir la se-gunda estrella. Los cocineros so-lemos tener buen olfato, pornuestra profesión.—Supongo que lo celebraría actoseguido.—Sí.—¿Cómo?—Fui a la cocina, sonriendo, algoque no suelo hacer cuando traba-jo, y todo mi gran equipo adivinóla causa de mi sonrisa. Nos abra-zamos, y pedí champagnepara to-dos.—¿Qué bebieron, si no es indis-creción?—Empezamos con un Bollinger, se-guimos con Gosset, y continuamoscon otras marcas.—¿Y luego?—Se lo dije a Natalia, mi mujer. Des-pués nos reunimos en familia, conmi madre. Tomás Arribas, mi men-tor, José Ignacio, jefe de sala y so-brino de Tomás y Natalia.—¿Qué cenaron?—Tortilla de patatas, setas y cosasasí, sencillas y ricas.—Su perro Sugar (azúcar), ¿tam-bién estaba?

—Sí, cuando no me ve se ponetriste.—¿Cuántas inspecciones de la Mi-chelín tuvo en 2006? —Seis. Incluso dos en un mismoservicio. Un inspector estaba sen-tado en una mesa y otro en la de másallá. Son estrategias que utilizan. Aveces, no se presentan.—¿Qué edad suelen tener estosmisteriosos personajes?—Depende. Los hay de 50 años omás y de 30.—¿Qué críticos fueron los primerosen reconocer su talento? No dude en

decir la verdad.—Ibn Razin, que me dio el PremioGastronómico de la Cartelera de Le-vante-EMV en noviembre de 2000, yRafael García Santos. Me nombrócocinero del año 2002 en su presti-giosa guía Lo Mejor de la Gastro-

nomía.

—¿Qué hacía en 2004, al poco dellegar de su Cáceres natal a Dénia?—Trabajar en pizzerias, fregando yen bares de tapas. Tenía 14 años. Es-tuve en una pizzeria, Sorrento, cuyopropietario, Kiko, era muy aficiona-do a la gastronomía. Allí comencé a

hojear y leer los libros, que traduci-dos de la editorial francesa RobertLaffont, publicaba Grijalbo. Obrasde Guérard, los hermanos Troisgrosy Girardet.—¿Cuánto cobraba por su trabajo?—25.000 pesetas.—¿Antes de llegar a Dénia, teníaclaro qué deseaba hacer en la vida?—A los 14 años quería ser promotorinmobiliario, como mi padre, perono albañil. No era un mal estudian-te, pero tampoco muy bueno. Era yabastante inquieto e inconformista.Pero fue en aquella pizzeria dondeme di cuenta que mi futuro podía es-tar en la hostelería. Me gustabaaquello de que los clientes venían,comían, te felicitaban y encima pa-gaban. Pensé que era una intere-sante manera de ganarse la vida.—¿Cuál fue el primer libro de coci-na que compró?—La cocina de los pescados, paso

a paso. Tenía 16 años y ya me habíaincorporado a El Poblet, a las órde-nes de Tomás Arribas. Fue en 1986.Tomás me puso en la partida de lasguarniciones de las carnes. Prepa-raba las guarniciones, como aqueltomate provenzal, espolvoreadocon hierbas. Como me gustaba mu-cho el mundo de la pastelería, un es-pacio donde se puede soñar, traba-jé con un gran pastelero clásico,Montiel. Me levantaba a las 5 de la

mañana, estaba en su obrador has-ta las 10, y luego empezaba mi jor-nada en El Poblet.—¿En qué año accedió a la jefatu-ra de cocina?—En 1995.—¿Cuál fue su primer coche?—Un Renault 11, con veinte años deedad y muchos kilómetros. Me cos-tó 300.000 pesetas.—¿Visitaba ya restaurantes presti-giosos en los años noventa?—Sí, con un amigo, que estudiabaquímica, Sebastián Castellano. Fui-mos a Zalacaín. Sebastián tuvo quecomprarse una corbata para poderentrar. Yo la traía desde Dénia, conel nudo hecho. Nos trataron de ma-ravilla, a aquellos chavalines, y nosenseñaron todas las instalaciones.En una pequeña habitación había unempleado que estaba todo el día sa-cando brillo a la cubertería de pla-ta. Como no teníamos mucho dine-ro, dormíamos en el coche, tapán-donos con mantas.—Me han dicho que guarda muybuen recuerdo de su visita al res-taurante de Pedro Subijana.—En efecto. Todavía no se me ha ol-vidado la sopa de castañas con chi-charrones de pato. Pedimos la so-pera y repetimos dos platos más.—¿Cuándo comenzó el cambio deorientación gastronómica de El Po-blet?—Hacia 1997. Desde los inicios delrestaurante, en 1981, la carta secomponía, en lo fundamental, delmenú típico de Dénia, es decir, en-salada, salmueras, salazones, ban-deja de marisco cocido y arroz abanda, como plato fuerte, y platosde lo que entonces de denominabacocina internacional.—¿En qué consistía esta cocina?—En un poco de todo. Cocinába-mos merluza en salsa verde o a la ga-llega, magret de pato a la salsa dearándanos –sacábamos el plato fi-leteado muy finamente y formandouna especie de círculo que cubríatodo el palto–, lubina al hinojo ochateaubriand. Paulatinamente fui,primero retocando estos platos, enpresentaciones y ejecuciones, y des-pués, teniendo buen cuidado en noasustar a la clientela habitual connovedades exageradas, introduje elmenú degustación individual.—¿Y esto, por qué?—Porque ya estaba bastante con-vencido de mi filosofía como coci-nero. Conocía ya a la generaciónpost Nouvelle Cuisine, GeorgesBlanc y otros. Además, había esta-do, durante veinte días, en La Bas-

tide de Sant Antoine, el restauran-te en el que todavía está JacquesChibois, en Grasse, la ciudad de losperfumes de la Costa Azul. Yo teníamis ideas, pero ver los medios téc-nicos y humanos del local, con nadamenos que nueve pasteleros, me im-presionó y me hizo meditar que nohabía un camino intermedio paramis proyectos. O apostaba a fondoo no. Aposté a fondo. No podía crearplatos y ponerlos en el centro de lamesa para que me los desestructu-raran. Estaba claro que la única so-lución era el emplatado individual.—¿Qué papel jugó el Congreso deAlta Cocina de Autor de Vitoria de losaños 90 en su formación?—Fundamental. Allí pudimos esta-blecer conocimiento con algunos delos mejores cocineros mundiales.Ducasse, Robuchon, Maximin, Ma-nolo de la Osa, Ferran Adrià. Fue

6/7 En domingo 26 de noviembre de 2006

ENTREVISTA

Enrique DacostaVadillo (Jarandilla dela Vara, Cáceres, 1972)cocinero y propietariodel restaurante ElPoblet (Dénia) hasumado otra estrellade la Guía RojaMichelín a la que yaostentaba desde 2003.Ha ingresado, pues enel Olimpo de losmejores cocineros deEspaña. Estaentrevista transcurreluego de su ponenciaen el VIII Congreso Lo

mejor de la

Gastronomía, la citaque anualmente reúnea los profesionales detodo el mundo en elpalacio de CongresosKursaal (SanSebastián). Elteléfono portátil deDacosta no deja deemitir su sintonía nide parpadear.Decenas de colegas,amigos, clientes yproveedores lofelicitan.

«El estilo, que es lo máscomplejo, ya lo tengodefinido»

DacostaDacostaEnriqueEnrique

FOTO: EFE/MIGUEL RAJMIL

una época definitoria. Teníamos amano a maestros, con los que lue-go se entablaban debates muy inte-resantes. Allí probé por primeravez, un par de platos sin referenciaen la memoria degustativa, la sopade pino de Marc Veyrat y el meren-gue sin huevo de Adrià.—¿En qué año conoció al críticoGarcía Santos? —En 1997. Yo no sabía que existía.Me llamó por teléfono a las 18.30 yme dijo que venía a cenar.—¿Qué le dio?—Entre otras cosas, una moussedebogavante dentro de un puerro quehabía vaciado (se rie).—¿Cuál fue su veredicto?—Me animó, pero me dijo: «lo tuyo

es la cuchara». Ese año me puso enguía con un 7; ahora tengo 9,25. Meenvió artículos suyos para que am-pliara mis conocimientos. Fue muypaternal conmigo.—¿Qué papel ha jugado GarcíaSantos en el panorama gastronó-mico español?—Es un generador de reflexiones.Una vez, al principio de conocer-nos, me dijo:«¿por qué un steak tar-tare no podría ser caliente?»

—¿Qué proceso sigue para inven-tar platos nuevos?—Trabajar a todas horas. A vecesle doy vueltas a una idea en la cama,aunque no mucho. Hay que tener encuenta que el restaurante es unaempresa también, con sus compli-

caciones. Somos 34 personas tra-bajando. Y esto no se puede olvidar.La idea puede venir en cualquiermomento. Cuando esto sucede, loque hago es anotarla e ir enseguidaa la cocina. Por ejemplo, el platoque llamamos granito (rocas dealga, erizo y aceite) nos costó cua-tro meses redondearlo. Sin embar-go, el salmonete con juliana de va-rias judías verdes y aceite esencialde eucalipto, lo resolvimos en tressemanas.—¿Y cuándo duerme?—Todos los días, pero poco, no másde cuatro horas. No he hecho va-caciones tampoco desde hace cua-tro años. En marzo de 2007 me per-deré una semana, para relajarme yreflexionar. Ya se dónde, pero es unsecreto. Desconectaré el teléfono ylo más seguro es que no vaya a co-mer a ningún restaurante gastro-nómico.—¿Tiene vida familiar?—En mi oficio, hay que llevarse lafamilia encima, como los caracolesy su concha.—Al parecer,practica usted el sub-marinismo.—Pues miro y observo paisajes ma-rinos, algo que no vemos en direc-to normalmente, sino por medio delos documentales de Cousteau o dela National Geographic. Veo pra-deras de algas movidas por las co-rrientes, salmonetes o doradas. Elsilencio es total y relajante. Nor-malmente buceo todos los días quepuedo, cuando acabo el servicio,desde las seis hasta las siete de latarde.—Tampoco hay música en su res-taurante. —No. Buscamos una atmósferamuy limpia e íntima, sin interferen-cias. Queremos que los clientes secentren en la comida y la compañía,porque para esto han venido.—¿Piensa en la tercera estrella?—Seguiré trabajando para conse-guirla, si puedo, y obtener más va-loración en Lo mejor de la Gastro-

nomía y en el Anuario Gastronó-

mico de la C.V. El estilo, que es lomás complejo, ya lo tengo definido.Ahora, lo que pienso es ir evolucio-nando.—¿No corre el riesgo de convertir-se en un cocinero mediático?—No pretendo serlo. Pero asumoque si los medios de comunicacióntienen interés en mí, debo atender-los. Pero no me voy a meter en ca-misas de once varas. Sólo soy un co-cinero.—¿Qué le gusta fuera de la cocina?—Dibujar con cera y con acrílico.—¿Qué dibuja?—Caras, ojos y figuras abstractas,cosas raras.—¿Gore?—No, en absoluto. Empecé haceunos seis años. Dibujo desde las 2hasta las seis de la madrugada. Noquiero jubilarme de cocinero. Megustaría retirarme a los cincuentaaños, o antes, y dedicarme a ana-lista de la cocina. Tengo 3.000 li-bros.—¿En que plato nuevo están tra-bajando?—En una especie de tortilla de eri-zos. Precisamente, ahora empiezala temporada de este equinodermo.—¿Cree que la paella de pollo, co-nejo y verduras se dejaría transfor-mar en un plato de «autor»?—Yo sería incapaz de hacer algonuevo con ella. Está bien como es.

“ Me gustaríaretirarme a

los cincuentaaños, o antes, ydedicarme aanalista de lacocina

“ Asumo quesi los medios

de comunicacióntienen interés enmí, deboatenderlos

“ Duermotodos los

días, pero poco,no más de cuatrohoras. No hehecho vacacionestampoco desdehace cuatro años

“ Yo seríaincapaz de

hacer algo nuevocon una paella depollo, conejo yverduras. Estábien como es

S E lo digo con tiempo paraque lo vayan apuntando: el22 de diciembre cae en

viernes. Consulten su agenda. Sitienen algo mejor que hacer,cosa que dudo, ya pueden irloborrando para anotar esta citanueva, porque ese día, el 22,tendrán, tendremos, en nuestrasmanos la responsabilidad inelu-dible de salvar al mundo consi-guiendo la paz universal.¿Cómo? Pues con la incuestiona-ble fuerza de nuestros orgasmos.La idea no es mía. Ya me gusta-ría. Una se pasa la vida pensan-do y no llega a ningún sitio deprovecho, y en cambio, van dospacifistas estadounidenses ydescubren que con la energíasexual se pueden cambiar loscampos energéticos de la tierra.Puede parecer una tontería.Nada más lejos de la realidad.

Primero, porque Bob Dylan

estaba equivocado y la respuestano está flotando en el viento sinoen el sexo, porque el sexo liberatensión y con la tensión yaliberada todos somos un pocomenos quisquillosos, y segundoporque estos dos activistas, quese llaman Donna Sheehan yPaul Reffel, lo tienen todo de lomás estudiado. No les digo másque han hecho una página web –www.globalorgasm.org– dondelo explican todo de pé a pá y enla que se pueden hacer donacio-nes para la causa pacifista. Yo la he visto, la página, digo. Nose asusten. No hay que hacernada en público, ni con todo elmundo que se te ponga delante,ni a una hora determinada. Cadauno puede tener el orgasmocuando le venga bien. Eso sí, loque hay que hacer es concentrarel pensamiento en la paz mun-dial cuando llegue el momentopara conseguir "un audible

orgasmo mundial" (sic). La ideade ellos, de Donna y de Paul, esesta: en el mundo sobran armasy testosterona agresiva, pero silos participantes concentran supensamiento en la paz durante ydespués del orgasmo se podrácambiar el campo energético dela Tierra y reducir los peligrososniveles actuales de agresión yviolencia. Esto es así en general,pero sobre todo, dicen, en lospaíses que tienen armas dedestrucción masiva, o sea, entodos. Ellos son osados pero no sontontos, y como saben que laparticipación de la convocatoriaserá difícil de medir, han encar-gado una evaluación al Proyectode Conciencia Global (GlobalConsciousness Project) de laUniversidad de Princeton, queintenta observar cómo eventosglobales como los atentados del11 de septiembre de 2001 enEstados Unidos afectan laconciencia humana. Además,han pensado que si a finales deagosto de 2007 nacen más niñosen el mundo entero es que lagente les ha hecho caso, y ya, sia Bush se le encuentran derepente dos dedos de frente esque el éxito ha sido total. Yo,por si acaso, ya se lo he adverti-do: el día 22 será viernes.Apúntenselo.

Apúntenselo

Carmen [email protected]

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS

S OMOS lo que los demásrecuerden de nosotros. Esosomos. La vida se alimenta

de otras vidas que llegaron antes,de la memoria que esas vidas nosdejaron. Muchas veces miramosatrás y descubrimos que no haynada, apenas un esbozo inútil delvacío, cuatro nubes que no llevanni agua, aquel libro que sólo noscontaba mentiras a destajo. Perootras veces miramos atrás y lo quevemos es una huella suspendidaen el aire que nos engancha elalma sin que opongamos resisten-cia alguna. Escudriñamos esa hue-lla y lo que vemos es un grumo depalabras hermosas, de gestos quecomponen uno a uno y en conjun-to la semiótica inestimable de unavocación ilustrada que actúadirectamente, como inyectada envena, sobre nuestra conciencia.No sé si hay alguien que salga másen nuestros recuerdos que losbuenos maestros, de cuando éra-mos críos y en las escuelas deantes, tan lóbregas, tan endiabla-damente oscuras, nadie hablabade lo que pasaba de verdad sinode lo que se inventaban paraengordar las barrabasadas delfranquismo. Pero siempre habíaun maestro que te embarcaba enotras aventuras, que te mirabacara a cara y llenaba tu cabeza depájaros volando en libertad, que

escarbaba en la tierra más desco-nocida y extraía de sus profundi-dades las historias más apasionan-tes. A los maestros mejores se losllevó por delante la dictadura,cuando acabó la guerra y el magis-terio republicano fue condenadoal paredón o al destierro. Esemagisterio fue sustituido por unacaterva de falangistas enchufadosque no sabían hacer la o con uncanuto. Sólo de vez en cuandohabía un maestro, una maestra,que casi a escondidas llegaba a unpueblo y extendía allí lo que otrosle enseñaron antes sobre la digni-dad y la decencia. Un día de 1943llegó a Bugarra, un pequeño pue-blo de la Serranía, Adolfo Gadea

Fernández. Era maestro. De losde verdad, no de los enchufadoscon la camisa azul y los correajesdel miedo. Se metió a la gente en

el bolsillo. Organizaba grupos deteatro, coros, miraba cómo pasa-ban las nubes cerca del río y urdíala soñadora arquitectura de unaenseñanza noble que no emponzo-ñara el alma de los críos que acu-dían a la escuela con el únicoequipaje de una lata de brasaspara calentarse los pies en los díascrudos del invierno. Se pasabatodo el día, hasta que era nochecerrada, metido en su trabajo.Vivía para eso. No fue fácil llevar acabo su profesión tal como él laconcebía. Un día se murió en lavecina Pedralba la nieta deNarciso Poeymerau, el militanteanarquista fusilado unos añosantes, y don Adolfo y algunosalumnos fueron al entierro deArmonía, la niña muerta. Eso lecostó un expediente y la amenazade una de aquellas depuraciones alas que tan acostumbrada estabala autoridad educativa de aqueltiempo. Yo no lo conocí pero séque eso es verdad porque su hijoLuis lo escribió en un libro her-moso y uno se fía de la buenagente. Y precisamente esa buenagente que fueron sus alumnos harendido tantos años después unhomenaje a su memoria. Desde elpasado dieciocho de noviembrehay una placa con su nombre en elcolegio público del pueblo. Nopude estar allí, con todos ellos,porque andaba rodando por tie-rras francesas con mi novela"Maquis" bajo el brazo. Por esoahora, en este domingo que rozala tibia melancolía de un otoñoincierto, he querido acercarme alrecuerdo que Adolfo GadeaFernández, un maestro y hombrebueno al estilo de Machado, dejóen la memoria de sus alumnos deentonces.

DESDE LA FRONTERA

Maestro

AlfonsCervera

Adolfo Gadea.

Tomás Gorria Ortega

■ VALENCIA

EL 26 de noviembre,hace ahora setentaaños, y tras un azarosotrayecto, la caravana

llegaba a Valencia. La familia Ma-chado se instaló, como el resto dela comitiva, en la Casa de la Cul-tura, en la calle de la Paz. Pero losproblemas de salud del poeta re-comendaron un cambio de aires.Las autoridades republicanas dis-pusieron entonces que su destinofuera Rocafort, un tranquilo pue-blo, a veinte minutos en tren des-de la Estacioneta, en el que se en-contraba Villa Amparo, un chaletburgués de estilo neoclásico, conamplios jardines de limoneros,palmeras y buganvillas, junto a lahuerta y la acequia de Montcada.«Desde los miradores se abarca-

ba la maravillosa huerta valen-

ciana, labrada con ese amor que

los valencianos ponen sobre sus

campos», escribirá años mas tar-de José Machado, en el libro «Ul-timas soledades de Antonio Ma-chado».

Los biógrafos del poeta coinci-den en que la época de Rocafort fueel período más tranquilo de la últi-ma etapa de su vida, además deprotagonizar una feraz actividad li-teraria. Escribió colaboracionesperiodísticas (Abc, La Vanguardia),poemas (recopilados en el libro La

Guerra, editado por Espasa Calpeen 1937), artículos de más caladoensayístico (colaboraciones deJuan de Mairena para Hora de Es-

paña) o encargos más o menos ur-gentes para las combativas publi-caciones de la época.

«En el amplio comedor —escri-be su hermano José— se quedaba

todas las noches ante su mesa de

trabajo y, como de costumbre, ro-

deado de libros. Metido en su ga-

bán desafiaba el frío escribiendo

hasta las primeras horas del ama-

necer, en que abría el gran venta-

nal para ver la salida del sol o, en

otras ocasiones, y a pesar de estar

cada día menos ágil, subía a lo

alto de la torre para verlo desper-

tar allá lejos, sobre el horizonte del

mar».

En realidad, el poeta sevillanoestaba prácticamente recluido en

8/9 En domingo 26 de noviembre de 2006

A finales de noviembre de 1936, la situación de Madrid era extremadamente delicada. ElQuinto Regimiento organizó una comitiva paratrasladar a una comisión de intelectuales ycientíficos a nuestra ciudad, sede del gobiernorepublicano. En uno de aquellos autobuses,que partió de Madrid viajaba Antonio Machado y su familia.

Francisca Castellano, vecina deRocafort, trabajó al servicio de la

familia Machado durante suestancia en Rocafort. En la imagen,

en los jardines de la finca. FOTOCEDIDA POR LA FAMILIA MARCO CASTELLANO

Machadoen Rocafort

HACE SETENTA AÑOS LLEGABA A VALENCIA ANTONIO MACHADO, QUE VIVIÓ EN ROCAFORT HASTA MARZO DE 1938ANIVERSARIO

LA lealtad de Antonio Machado ala causa republicana, a la legi-

timidad democrática que repre-sentaba el gobierno republicanodel Frente Popular fue una lealtad -y nunca mejor dicho- a prueba debombas. Machado, desde Rocafort y a pesarde su debilidad física, trabajó conenergía generosa y solidaria al ser-vicio de la causa republicana conla fuerza de su pluma, que era lafuerza de su razón (aunque, pordesgracia, ya sabemos que lasguerras las gana la razón de lafuerza y no la fuerza de la razón).Colaboró en todos los números dela revista «Hora de España» que,junto a «Nueva Cultura» son, sinduda, dos de las mejores revistaspublicadas durante la guerra civil yambas en aquella Valencia republi-cana. Ayudó en la medida de susposibilidades a la entonces nece-saria labor de agitación y propa-ganda: firmó manifiestos; intervinoen polémicas como la suscitadapor el doctor Lafora a propósito dela Casa de la Cultura, y siempre lohizo en defensa de las autoridadesdel Ministerio de Instrucción Públi-ca porque representaban para él lacausa «popular». Y no por casuali-dad sobre pueblo y cultura versósu discurso el 10 de julio de 1937

ante el Segundo Congreso Interna-cional de Escritores para Defensade la Cultura, inaugurado el día 4en el salón de sesiones del Ayunta-miento de Valencia, el acto de pro-paganda más espectacular organi-zado por el gobierno republicanodurante la guerra civil. Un Congre-so en el que intervinieron algunosde los mejores escritores de todoel mundo, que vinieron a nuestraciudad para manifestar pública-mente su solidaridad con la Espa-ña republicana, atacada por el fas-cismo internacional (nunca deberáolvidarse que la República no hizola guerra sino que se la hicieron).Y, ante todo y sobre todo,AntonioMachado siguió escribiendo desdeRocafort infatigablemente porqueésa era la mejor manera de expre-sar su solidaridad con los milicia-

nos republicanos que, a vida omuerte, combatían en las trinche-ras en defensa de la democracia yde la libertad. Y Antonio Machadosiguió escribiendo en Rocafort lasprosas de su excelente «Juan deMairena» y sus poemas de guerra,en donde latía el mismo alientoque impulsaba a aquellos milicia-nos en los frentes, milicianos y susjefes militares que representabanpara él lo más noble del pueblo es-pañol.Antonio Machado, por su calidadliteraria, lealtad política y firmezade convicciones, se convirtió -como Valle-Inclán, Federico GarcíaLorca y, más tarde, Miguel Hernán-dez- en un símbolo del antifascis-mo intelectual, en un escritor querepresentaba la causa republicanaen guerra contra el fascismo.

■ MANUEL AZNAR SOLER. Catedrá-tico de Literatura Española en laUniversitat Autónoma de Barcelo-na, coautor de «La guerra civil enla Comunidad Valenciana»

La Repúblicaque no pudo ser

Manuscritosde poemas de

AntonioMachado

escritos enRocafort,

cuyosoriginales se

encuentranen la

BibliotecaNacional.

Durante algún tiempo,se creyó que esta foto

estaba tomada enColliure. La foto de la

derecha, tomada en laterraza de Villa Amparo,demuestra el verdadero

origen de la misma.FOTO: EDITORIAL PLANETA

FOTO: T. GORRIA

Ilustración de Ramón Gaya para el artículo deMachado, «Sigue hablando Mairena a sus alumnos»,

del número II de Hora de España (febrero de 1937), enel que se puede adivinar la silueta del poeta cruzando

un pequeño puente sobre la acequia de Montcada,cercana a Villa Amparo.

la finca. Tan sólo cogía el trenet

para comprar libros en las librerí-as de viejo del barrio del Mercadoo en ocasiones excepcionales,como las que requería su condiciónde Presidente de la Casa de la Cul-tura o las ponencias del Congresode Intelectuales. Su acto publicomás destacado fue su presencia enun mitin del Primero de Mayo delas Juventudes Socialistas, con undiscurso en en el que paradójica-mente se declaró no marxista.

VISITAS ILUSTRES. Sin embar-go, las visitas a Villa Amparo de losintelectuales que residían o visita-ban Valencia eran constantes. Porlos jardines de membrillos y limo-neros pasearon personajes de la ta-lla de Tristan Tzara, León Felipe,Rafael Alberti, Octavio Paz,José Bergamín, Vicente Gaos,María Zambrano, Juan Gil Al-bert, o Ramón Gaya (muchos deellos miembros de la redacciónde Hora de España), que han de-jado en sus obras las reseñas desus encuentros con el poeta,pero muy probablemente tam-bién los miembros del gobiernorepublicano (según Gibson, Ne-grín le ofreció a Machado la car-tera de Cultura, que rechazó) quetambién pernoctaban en las lujo-sas mansiones de la burguesía va-lenciana de Godella y Rocafort,que la República requisó para susautoridades.

En marzo de 1938, Antonio Ma-chado recibe un telegrama en elque se le conmina a que abandoneValencia y vaya a Barcelona, nue-va sede del Gobierno. Tras una es-tancia de unos meses en la CiudadCondal, en la inhóspita Torre Cas-tanyer, inicia el penoso camino delexilio, acompañado, entre otros,por el rector de la Universidad deValencia, José Puche. Semanasmas tarde, el 22 de febrero de 1939,Machado morirá en Colliure.

En lo que se refiere a las refe-rencias bibliográficas que reflejenla estancia del poeta en Valencia yRocafort podemos destacar la edi-ción en 1984, de Valencia a Ma-

chado, un libro de gran formatoeditado por la Generalitat Valen-ciana, en el que se recoge la mayo-ría de la producción literaria delpoeta durante su estancia en nues-tra Comunitat. Un bello ejemplar,coordinado por Rafael Pérez Con-tel y Jesús Huguet, a la manera enla que la imprenta «La TipografíaModerna» editaba los libros de laValencia republicana, en la que elestilo tipográfico de Manuel Alto-laguirre marcó escuela.

Más allá de este libro homena-je, hay que rastrear en las diversasbiografías machadianas (la muyreciente de Ian Gibson) o en algu-nas obra aisladas como «Los lími-tes del modernismo», del valen-ciano Rafael Ferreres, en la que re-lata cómo le incomodaban las re-ferencias a su querido hermanoManuel, militante de la causa fran-quista.

En Internet, resulta imprescin-dible la visita a www.abelmar-tin.com, revista digital de estudiosmachadianos, dirigida por JordiDoménech, en la que se encuentraabundante y documentado mate-rial gráfico y literario sobre Anto-

nio Machado, también sobre su pe-ríodo valenciano.

LOS POETAS HABLAN POCO.Francisca Castellano Gómez (1906-1980) trabajó como criada de la fa-milia Báguena (propietaria de lamansión) en Villa Amparo desdeprincipios de la década de los trein-ta, pero una vez requisada la casacontinuó trabajando en ella, al ser-vicio de la familia Machado.

Seguramente fue una de las po-cas personas de Rocafort que tu-vieron trato con la familia del poe-ta, ya que en aquella época, la fincaestaba algo alejada del pequeño nú-cleo urbano del pueblo, y la familiade los Machado rara vez se acerca-ba a él. Tras la guerra, ella y su fa-milia trabajaron como caseros en lapropiedad.

Manuel Marco, hijo de Franciscay vecino de Rocafort, nació en VillaAmparo en 1946, y vivió hasta los 14

años en la casa. En declaraciones aLevante-EMV, Manuel comentó queaunque su madre no le llegó a con-tar nada relevante sobre aquellaépoca, (no tenían conciencia de laimportancia del personaje), sí re-cordaba una anécdota que su ma-dre le contó a Carmen Clausell, unapoetisa francesa que en 1979 reca-ló en Rocafort para rememorar laestancia del poeta: «Ustedes no ha-

blan casi nada», le comento Pa-quita a Don Antonio, quien respon-dió; «los poetas hablan poco».

Sorprendentemente, una suertede manto de silencio rodea la es-tancia del poeta entre los habitan-tes de Rocafort. A excepción de lafamilia de Francisca, no hemos en-contrado testimonios que recorda-ran el paso de los Machado. Del mis-mo modo, un portavoz de la familiaBáguena, rehusó hacer cualquiertipo de declaraciones a este perió-dico sobre el tema, sin especificarsus razones.

Quizás el hecho de que la casafuera requisada por el gobierno re-publicano, con apresuramiento yposiblemente sin los requisitos le-gales pertinentes (y en una épocaciertamente convulsa), haya preva-lecido al paso del tiempo y al valorhistórico y literario de su ocupante.

Tan sólo una placa (instalada enla casa en 1979 por una asociacióncultural ya extinta) y la rotulaciónde una calle de nueva creación pró-xima a Villa Amparo, recuerdan elpaso del poeta por el pueblo, posi-blemente el único acontecimientopor el que el nombre de Rocafort esconocido fuera de la Comunitat Va-lenciana.

Tampoco parece que el Ayunta-miento (en manos del Partido Po-pular) planee honrar la memoria delpoeta a corto o largo plazo. A ins-tancias de este periódico, el Ayun-tamiento ni negó ni afirmó esta po-sibilidad pero si confirmó la inexis-tencia de documentación en sus ar-chivos sobre este tema.

Hace años se creó la denomina-da red de ciudades machadianas,integrada por las corporaciones lo-cales de Baeza, Barcelona, Madrid,Sevilla, Soria, y Segovia, pero Ro-cafort nunca perteneció a la mis-ma (tampoco cuando el gobiernomunicipal era socialista). En trein-ta años de democracia, ni una solapublicación, ningún acto de ho-menaje oficial, ningún recuerdo ohito relevante…

En la actualidad, y a través de lasubsede de la Fundación Societat iProgrés en Rocafort, se esta traba-jando en la preparación de una ex-posición y un programa de actosque constituya un año dedicado alpoeta en el 70 aniversario de su lle-gada a Rocafort, que posiblementese inaugure a finales de este año.

Por lo demás, Villa Amparo, queen la actualidad es un restauranteespecializado en recepciones y bo-das, es un edificio catalogado conel nivel 2 de protección urbanísti-ca, que permite pensar que no serávíctima de la especulación inmo-biliaria, a pesar de que su extensaparcela ocupa una privilegiada po-sición (al lado de la estación delmetro y en un entorno urbano re-sidencial) en el cada vez más ape-tecible suelo de esta población del’Horta Nord.

L igero de equipaje», la biogra-fía de Machado del escritor

hispano-irlandés Ian Gibson hasido uno de los acontecimientoseditoriales de los últimos meses.El escritor ha respondido a laspreguntas de Levante-EMV sobresu libro y la relación de Machadocon Valencia y el gobierno repu-blicano.

—¿Qué importancia tuvo la es-tancia en Valencia y Rocafort enlos últimos años de su vida?—Machado siempre decía que le afec-taban mucho los lugares en que residía.Era el caso, seguramente, de Rocafort.Allí escribió obra importante, disfrutódel paisaje, gustaba de subir a la torrede Villa Amparo y ver desde allí el mar alamanecer, compuso sonetos conmove-dores, muchos artículos para la prensa,era visitado por distinguidos escritores ynumerosos periodistas, etc.—¿Cómo fue su relación con elgobierno republicano?—Relación estrecha, desde luego, has-ta el punto de que, según los familiaresdel poeta, Juan Negrín le ofreció en1937 la cartera de Cultura, oferta re-chazada. No hay que olvidar nunca queMachado casi nació con el republicanis-

mo en la sangre, debido en primer lugara su abuelo. Durante los cinco años dela Segunda República su compromisocon la democracia y su antifascismoeran conocidos de todos.A lo largo dela guerra afirmó una y otra vez su leal-tad a la República y se podría decir quedio su vida por ella.—¿Cómo valora la repercusióneditorial de su biografía sobreMachado?, ¿Considera que elpoeta esta suficientemente reco-nocido en nuestro país? —Creo que era un libro necesario, queha llenado una laguna.Alrededor delpaís la gente me ha expresado su fervormachadiano, la profunda admiraciónque le suscitan el hombre y su obra.Me alegro de haber podido a llevar abuen puerto mi proyecto biográfico,aunque soy el primero en reconocer susdeficiencias. Pienso que el poeta serácada vez más conocido, aquí y fuera. Yno sólo el poeta sino el pensador. Ma-chado es hoy un referente ético para to-dos cuantos desean una España culta yprogresista. ■ T. GORRIA

«Negrínofreció aMachado lacartera deCultura»

Los biógrafos deAntonio Machadocoinciden en que la estancia delpoeta en Rocafortfue el período mástranquilo de sus últimos años yespecialmentefructífero en suproducciónliteraria.

FOTO: T. GORRIA

Aspecto actual de Villa Amparo.Bajo estas líneas, una delas portadas de laedición valenciana deHora de España, en laque Machado colaboraba

con regularidad.

En las escaleras de Villa Amparo, Machado (en el centro) junto a dosperiodistas de Fragua Social. La imagen ilustra una entrevista publicada

en ese diario cenetista el 19 de diciembre de 1936, días después de lallegada de Machado a Rocafort. FOTO: HEMEROTECA MUNICIPAL DE VALENCIA

Ian Gibson.FOTO: EFE

ENTREVISTA