En el mes de marzo de 1.964, laDelegación Nacional de laOrganización Juvenil Española (OJE),dentro de su plan de formación premi~litar y programa de CampamentosNacionales, para aquel año, convocóel le'. Campamento Nacional deActividades Aeronáuticas; el cual sellevaría a cabo en la Escuela de VueloSin Motor de Ocaña (Toledo), entrelos días 2 al 31 de agosto yen el quese impartirían las siguientes especiali-dades y disciplinas: vuelo sin motor,aeromodelismó, preparacaidismo y, ensu caso ~pues no estaba nada claro-,

paracaidismo.Las plazas, lógicaJI!ente, eran limi~

tadas y para realizar en la especiali~dad de preparacaidismo, sería condi~ción sine qua non el que los partici~pantes, en el momento de iniciar el

"P' verde, al "mérito en el servicio". Primera recom-pensa de la OJE concedida a un paracaidista.

de la geografía española.Magistralmente dirigidos por la firme"batuta" de D. Antonio GómezMuñoz, por aquel entonces cabo 10del Ejército de Aire, en posesión delos títulos de "Instructor Paracaidista"y de "Educación Física"; hombre decarácter enérgico y enorme valía,dotado de notables facultades físicas,cualidades nada reñidas con la auste-ridad y la dureza propias de la época.

Después de cuatro semanas deimplacable "caña" y de abundantes"dosis" de moral e ilusión, finalmen-te, se produjo el "milagro" y la tardedel 29 de agosto de 1964, en lasinmediaciones del aeródromo deCuatro Vientos, en Madrid, se pudosaltar.

Los paracaídas empleados, dedotación en aquella época en elEjército del Aire, fueron el "T6-R"fabricado en España por la FirmaS.A. SANPERE DE PARACAIDAS,bajo licencia "IRVING" y el "INTA"de diseño y manufactura enteramenteespañoles. Ni que decir tiene que eranunos equiparnientos muy volumino-sos y pesados; pero eso si, sus campa-

curso, tuvieran cumplidos los 15 añosy no hubieran rebasado los 21. A lavez que "por si sonaba la flauta" yhubiere ocasión de saltar, había queaportar la preceptiva autorizaciónpaterna; habida cuenta que, en aque-llos tiempos, no se alcanzaba lamayoría de edad hasta haber cumpli-do los 21 años.

El reconocimiento médico y laspruebas físicas se llevarían a cabo"sobre la marcha" y si por élloalguien causase baja -como así fue-siempre quedaría la posibilidad depasarse a aeromodelismo que, comoes obvio, al albergar menores riesgos,no precisaba de mayores condicionesy aptitudes.

Finalmente, imaginamos que porconveniencia del antiguo Ministeriodel Aire; organismo que aportaba loscorrespondientes profesores e ins-tructores de las especialidades a des-arrollar, así como otros medios y apo-yos logísticos (aviones, paracaídas,etc...) se realizó en la Escuela deVuelo Sin Motor de Somosierra(Madrid).

Los principales "padres de la cria-tura" fueron entre otros, D. ManuelGuisado Muñoz, a la sazón profesorde aeronáutica y aviónica en laAcademia de Mandos "José Antonio"de Madrid y el, entonces (más tardealcanzaría el general ato), tenientecoronel del Ejército del Aire D.Ramón Salas Larrazabal, personajecon autentica proyección histórica alhaber sido el promotor del paracaidis-mo en España, así como el fundadorde la Escuela Militar de Paracaidismo"Méndez Parada" de Alcantarilla(Murcia), pero que en aquel tiempoya estaba destinado en el Ministeriodel Aire.

El curso lo iniciaron 17 chavalesllegados de los más diversos lugares

Florencio Cano. con 15 años (en 1965).el día de su primer salto.

Aire, Sres. Cárdenas y Méndez, yotro, cuyo nombre no nos viene a lamemoria, apodado "el maño"; añosdespués lo volveríamos a ver en laEscuela de Alcantarilla.

Al día siguiente, el 30 de agosto,se dieron otros dos saltos; pero consolo tres no se concedía título, habíaque dar los preceptivos seis saltos.Así que, al objeto de que el grupopudiera completar los saltos y finali-zar el curso con aprovechamiento,hubo que ampliarle el calendariohasta más allá de la fecha de clausuradel campamento; objetivo que sealcanzó, felizmente, en los primerosdías de septiembre.

Si bien no hubo lesionado alguno,de los 17 alumnos que lo iniciaron,únicamente lo terminaron 15, los dosrestantes (ambos de Valladolid) nopudieron saltar por falta de la autori-

zación paterna y porque uno de ellos,llamado Florencio Cano, se había"colado" con sólo 14 años. Al añosiguiente volvería a intentarlo, viendosu tesón recompensado al conseguirser paracaidista OJE.

La madrina de aquellos primeroscursos fue Doña Eulalia Lamarnié deClairac, esposa del Tcol. SalasLarrazabal y prima de los cuatro her-manos Chicharro Lamamié deClairac, que lucharon en Rusia con laDivisión Azul y la Escuadrilla Azul,muriendo dos de ellos.

A finales de 1.966 se desactiva elantiguo Escuadrón de Paracaidistasdel Ejército del Aire, quedando enuna única Escuadrilla (de "ZapadoresParacaidistas"), la cual es trasladada ala Base de Alcantarilla. DichoEscuadrón tenia su sede en el yaobsoleto (por su proximidad a la Basede Torrejón) aeródromo de Alcalá deHenares (lugar donde hoy se ubica el"campus" universitario); de modoque los apoyos logísticos (paracaídas,

plegados, chichoneras, etc...) quedicha Unidad venía prestando a los

cursos de la OJE, pasaron adepender de la, por aquel

entonces, recién creadaBrigada Paracaidista delEjército de Tierra (BRl-

PAC), hasta el año 1.975;época en la que.. con el cam-

bio de régimen, prácticamente,desaparece la Organización

Juvenil Española y, con élla, su ambi-cioso y encomiable programa de

campamentos juveniles.Un personaje "clásico" de la etapa

BRlPAC fue el cabo 10/ sargento D.Gregorio Torezano Zazo, pertene-ciente a la mítica "Compañía Base"(precursora de lo que hoyes el GLA-PAC), cuyo jefe, el carismático einolvidable capitán Sagaseta, le enco-mendó la misión de prestar los apo-yos necesarios.

Por otra parte sería injusto omitirque, a comienzos de los años 70, lasbanderas paracaidistas que estuvierondestacadas en Las Palmas de Gran

nas eran blancas y, por supuesto, deauténtica seda.

La "uniformidad" para la instruc-ción paracaidista y los saltos consistíaen un polivalente chándal modelo"años 60", confeccionado en algodónde color azul indefinido y botas para-caidistas del Ejército del Aire; prendasque, una vez finalizado el curso, que-daron en propiedad de los alumnos.

La avioneta empleada al efectoseria una "Domier" de cinco plazas(incluidas las de la tripulación), por loque fueron necesarios hasta cincodespegues; con la consiguiente zozo-bra y nerviosismo de quienes se que-daban en tierra y la euforia contagio-sa de los que ya habían saltado. Dichaavioneta estuvo pilotada por el coro-nel del Ejército del Aire D. TeodoroPérez de Eulante, veterano aviadorque había volado en famosas escua-drillas y que, en aquel tiempo, era elPresidente del Real Aero Club de

España.Como jefe de salto estuvo el Sr.

Ríos, antiguo paracaidista del aire,joven emprendedor que intentaba )'conseguir "fama y fortuna",abriéndose camino en el difícilmundo del toreo; conoci-do en los medios de laépoca como "el toreroparacaidista": su especia-lidad consistía en saltar enapertura manual sobre unaplaza de toros, lógicamentevestido de luces y provisto detodos los "trastos" del arte deCúchares. A mediados de los años 60,los paracaídas al uso eran arcaicos ysus prestaciones nulas; por lo quepretender hacer precisión en un cosotaurino -con aquellos "ladrillos" -

resultaba harto difícil, por no decirimposible. El caso es que, pocosmeses después, volvería a intentarlo;esta vez en la plaza de Cartagena deIndias (Colombia), con tan mala for-tuna que cayó en el mar, padeciendo

ahogado.También colaboraron los, enton-

ces, suboficiales del Ejército delEmblema de los titulados en paracaidismo de la Qm.