En torno al nuevo Museo Judío de Berlín y la cultura ... · día de Tel Aviv y el Holocaust...

3
En torno al nuevo Museo Judío de Berlín y la cultura alemana de la memoria Jimena Aguilar Prieto' 01 9 de septiembre de 2001 fue inaugu- rado el Museo Judío de Berlín. No es de asombrar el carácter espectacular que tuvo este evento en la nueva capital alemana: más de 800 invitados escucharon en la Filarmónica de Berlín la Séptima Sinfonía de Mahler y fueron agasajados con un ban- quete en el moderno y provocativo edifi- cio del arquitecto americano Daniel Liebeskind, para celebrar "un nuevo capí- rulo en la historia judío-alemana", según los medios de información. Celebridades del mundo político, como Johannes Rau (presidente de Alemania) y Joschka Fischer (ministro del Exterior), tuvieron la opor- tunidad de conversar en el recinto del museo con artistas de la ralla de Chrisro y con representantes de comunidades judías de roda el mundo. El Museo, en el que serán expuestos más de 3.900 documentos de historia judío-ale- mana a lo largo de dos siglos, no pretende ser entendido como un museo mds del holocausto o como un recinto para recor- dar a las víctimas del nazismo. La concep- ción del museo se debe casi en su totalidad a Jeshajahu Weinberg, quien también conceptualizó el Museo de la Diáspora Ju- día de Tel Aviv y el Holocaust Memorial Museum, en Washington. Lo que distin- gue este nuevo museo de otros museos ju- díos, es su decidida distancia respecto a una concentración temática en el holocausto. Lejos de ello, afirma el director del museo (Michael Blumenthal), se trata de narrar e ilustrar una historia: la historia de los ju- díos en Alemania, desde los primeros asentamientos semíticos en tiempos del Imperio Romano hasta el presente, basán- dose para este propósito en documentos historiográficos e ilustraciones (fotografías, objetos religiosos y de arte, etcétera). Los creadores de este museo están conscientes de los peligros ideológicos que puede te- ner una perspectiva en la que la historia sea el criterio selectivo del contenido: no pocas veces se ha mitificado la historia del pueblo judío, caracterizándola como una fatalidad que comienza con el Éxodo de Egipto. Los judíos son vistos dentro de esta interpretación como eternas víctimas de la historia, sin ser la menor consecuencia el que el holocausto se entienda también como parte constitutiva y necesaria de la historia de un pueblo eternamente perse- guido. El Museo Judío de Berlín quiere abrir sus márgenes a otras realidades de esta cultura: pretende dar a conocer la cultura judía en toda su riqueza y en su contribu- ción económica y cultural a la nación ale- mana y no sólo recordar el período más oscuro de la historia judío-alemana. 1 Pocas veces se repara en que la especifi- cidad conceptual de un museo está deter- minada en gran parte por la fuente de su financiamiento. La mayoría de los museos judíos europeos son creaciones de comu- nidades judías locales, lo cual se expresa en la presentación de objetos de culto religio- so o de arte como testimonio material de la cultura y, muchas veces, en la identidad entre el judaísmo y el holocausto. Este nuevo museo se apoya en un finan- ciamiento estatal, es decir, que no provie- ne de la comunidad judía de Berlín. Esta mediación estatal le otorga un lugar deter- minado dentro del discurso institucional cultural alemán: al instituirse un museo que pretenda en su concepto ir más allá del es- quema en el que se identifica al pueblo ju- dío con el holocausto y su historia con la historia del Éxodo, se señala a la vez la po- sición política actual en torno al nacionalsocialismo. Ya el hecho de que este museo esté situado en Berlín, le otorga un carácter único en relación con cualquier otro museo judío. Si la famosa tesis de la Dialéctica de la Ilustración, de que la civili- zación contiene en su mismo concepto los gérmenes de la barbarie, pudiera encon- trar un símbolo materialmente existente e históricamente dado, ese símbolo lo ten- * Maestra en Filosofía y Estudios Latinoamericanos. Actualmente cursa el doctorado en Filosofía en la .. Universidad Humboldt, en Berlín Cfr. }üdisches Museum Berlin,especial del semanal alemán: "AlIgemeine Jüdische Wochenzeitung", sept./oct. 2001, Berlín 2001. UNIVERSIDAD DE MEXICO • E,.co 20021.7.1 ••••

Transcript of En torno al nuevo Museo Judío de Berlín y la cultura ... · día de Tel Aviv y el Holocaust...

En torno al nuevo Museo Judío de Berlíny la cultura alemana de la memoria

Jimena Aguilar Prieto'

01 9 de septiembre de 2001 fue inaugu­rado el Museo Judío de Berlín. No es deasombrar el carácter espectacular que tuvoeste evento en la nueva capital alemana:más de 800 invitados escucharon en laFilarmónica de Berlín la Séptima Sinfoníade Mahler y fueron agasajados con un ban­quete en el moderno y provocativo edifi­cio del arquitecto americano DanielLiebeskind, para celebrar "un nuevo capí­rulo en la historia judío-alemana", segúnlos medios de información. Celebridadesdel mundo político, como Johannes Rau(presidente de Alemania) yJoschka Fischer(ministro del Exterior), tuvieron la opor­tunidad de conversar en el recinto delmuseo con artistas de la ralla de Chrisro ycon representantes de comunidades judíasde roda el mundo.

El Museo, en el que serán expuestos másde 3.900 documentos de historia judío-ale­mana a lo largo de dos siglos, no pretendeser entendido como un museo mds delholocausto o como un recinto para recor­dar a las víctimas del nazismo. La concep­ción del museo se debe casi en su totalidada Jeshajahu Weinberg, quien tambiénconceptualizó el Museo de la Diáspora Ju­día de Tel Aviv y el Holocaust MemorialMuseum, en Washington. Lo que distin­gue este nuevo museo de otros museos ju­díos, es su decidida distancia respecto a unaconcentración temática en el holocausto.Lejos de ello, afirma el director del museo(Michael Blumenthal), se trata de narrar eilustrar una historia: la historia de los ju­díos en Alemania, desde los primerosasentamientos semíticos en tiempos delImperio Romano hasta el presente, basán­dose para este propósito en documentoshistoriográficos e ilustraciones (fotografías,objetos religiosos y de arte, etcétera). Loscreadores de este museo están conscientesde los peligros ideológicos que puede te­ner una perspectiva en la que la historiasea el criterio selectivo del contenido: no

pocas veces se ha mitificado la historia delpueblo judío, caracterizándola como unafatalidad que comienza con el Éxodo deEgipto. Los judíos son vistos dentro de estainterpretación como eternas víctimas de lahistoria, sin ser la menor consecuencia elque el holocausto se entienda tambiéncomo parte constitutiva y necesaria de lahistoria de un pueblo eternamente perse­guido. El Museo Judío de Berlín quiereabrir sus márgenes a otras realidades de estacultura: pretende dar a conocer la culturajudía en toda su riqueza y en su contribu­ción económica y cultural a la nación ale­mana y no sólo recordar el período másoscuro de la historia judío-alemana. 1

Pocas veces se repara en que la especifi­cidad conceptual de un museo está deter­minada en gran parte por la fuente de sufinanciamiento. La mayoría de los museosjudíos europeos son creaciones de comu­nidades judías locales, lo cual se expresa enla presentación de objetos de culto religio­so o de arte como testimonio material dela cultura y, muchas veces, en la identidadentre el judaísmo y el holocausto. Estenuevo museo se apoya en un finan­ciamiento estatal, es decir, que no provie­ne de la comunidad judía de Berlín. Estamediación estatal le otorga un lugar deter­minado dentro del discurso institucionalcultural alemán: al instituirse un museo quepretenda en su concepto ir más allá del es­quema en el que se identifica al pueblo ju­dío con el holocausto y su historia con lahistoria del Éxodo, se señala a la vez la po­sición política actual en torno alnacionalsocialismo. Ya el hecho de que estemuseo esté situado en Berlín, le otorga uncarácter único en relación con cualquierotro museo judío. Si la famosa tesis de laDialéctica de la Ilustración, de que la civili­zación contiene en su mismo concepto losgérmenes de la barbarie, pudiera encon­trar un símbolo materialmente existente ehistóricamente dado, ese símbolo lo ten-

* Maestra en Filosofía y EstudiosLatinoamericanos. Actualmente cursael doctorado en Filosofía en la ..Universidad Humboldt, en Berlín

Cfr. }üdisches Museum Berlin,especialdel semanal alemán: "AlIgemeineJüdische Wochenzeitung", sept./oct.2001, Berlín 2001.

UNIVERSIDAD DE MEXICO • E,.co 20021.7.1••••

t,,~:=~.Ie 14 "mnwria tD-

Dela lIIaJDr importancia es que las ins­~culturales enAJemania. como las~tsW1 en la base de este museo, buscan__de SUS fines más importantes im-píIíIt liDa poIItica educacional. No se tra­a...... l:ieno. de un nuevo programa deWsoc:iaIdemócratas y los vemes (que for­_ una coalición en el gobierno actual);lItII)' por el contrario, la educación políri­cádel pueblo alemán es una meta que sur­ge ya en los tiempos de la posguerra,comirtiéndose paolarinamente en una tta­dici6n que busca formas de confrontarseedv.cadvamente con la parte más proble­milica de la historia alemana: el periododel nacionalsocialismo. A una ya.iDItitucionalizada "culrura de la memoria"($lnnmmgrftultur). que se ha ido desarro­lIiado y modificando a lo largo de seis dé­..de historia, le subyace el impetarivoaléIode loque los alemanes designan con ell;ll',no:prode VtrgtmgmkiJsbewiilngung, con­l!'IfRD di/Icil de traducir, ya que lo mismo~ combatir que sup"",r el pasado. DejlJaIqWrlOnna, ttátase de consrituir y man­_umcoo<:iencia en tomo al pasado ale­,..1lllponer brevemente cómo se ha ido¡DilolaVetp.,.."rhn1Ibewiilngungdcsde lapoIgIIetta basca la acruaIidad, puede servirpilla ahondar en el significado que el Mu­llOJudío de BedIn tiene al tomar en cuentael aJIIlCIlD de educación política en A1e­..

Con la ca!da del nazismo surge la inquie­tud, por parre de los poderes de la ocupa­ción, de que pudiera darse una recaída enun régimen totalitario y terrorista. La po­sibilidad de construir en Alemania un nue­vo orden democrático era una pregunta quese hadan los poderes aliados pensando so­bre todo en las causas sociales que habíanpermirido que Hitler llegara al poder. Deesta suerte, desde el principio de la pos­guerra. la pregunta por un posible futurodemocrático de Alemania se constituyecomo inseparable de su pasado totalitario.y si bien todos los países aliados estuvie­ron de acuerdo en resolver la cuestión ale-

mana exterminando el nazismo de raíz(baste recordar la fundación de! famoso rri­bunal de Nürnberg y e! Tratado de lon­dres, firmado por los poderes de laocupación en 1945, en el que se exigían así mismos «la persecución y el castigo delos principales criminales de guerra", te­niendo como mayor consecuencia la poU­rica de «desnazificación"), cada uno teníasu forma propia de interpretar el pasadoinmediato y de proponer vías de democra­tización. Como sabemos, Alemania que­dó dividida en dos grandes ideologías, nosólo contrapuestas. sino en una crecientetensión entre sí, lo que finalmente habríade desembocar en la Guerra Fría. A partirde ambas ideologías pueden disringuirse dosformas de entender el pasado nazi y, por con­secuencia, dos formas de reeducación haciala democracia: la de la Alemania occidental(RFA) y la de la Alemania orienta! (RDA).

La interpretaci6n de la cuestion alemanaen la&pública Democrárica Alemana (RDA),ocupada por la Unión Soviérica, era el resul­tado de la aplicación de un modelo marxistadogmárico a la historia. La inrerpretación dela hisroria se basaba en la resis de que las rela­ciones de clase son las que hlUen la historia.

De esta suerte, habían sido los "capitalistaS"los que se encargaron de que Hicler llegara alpoder, para asegurar sus intereses de clase eimpedir que la clase embajadora llevara a cabosu tarea hist6riGl de fundar el comunismo.La interpretación de la historia como un prerceso sometido a leyes inamovibles tuvo porconsecuencia en b RDA excluir del discursooficial la cuestión tie la responsabilidad ffierral por los crímenes cometidos bajo elnacionaisocialismo. Alos "capitalisras-nazis"no había que juzgulos moral e individual­mente, sino que más bien había que perse­guirlos y liql1id,u'los como "enemigos declase". Tampoco podía hablarse de una culpacolecriva, ya que ! Tercer IImh había sidoobra de! capitalismo ysus cómplices. La cuc­tión alemana quedaba solucionada de unaforma simple: el pa.<;ado capitalista-nazi en·conuaba su superación una vez que la claserrabajadora había ..Jcamado el poder; la edi­ficación de la RJ.1A se entendía, dentro de ladoctrina del marxismerleninismo, como fe­liz superación de! ll.lzismo.2

Al contrario de h ROA, los aliados occi·dentales no tenÍln un modelo ideol6gicocomún a la polir¡cd de ocupación. Si biencomparúan cier~o\ valores fundados en lademocracia (autonomía, libertad de pren·sal pluralidad de putidos, etcétera) no exis·úa una política uniraria para interpretar elpasado nazi. Sin embargo. a diferencia de laROA, en los sectores occidentales estaba enel aire la idea de ljuc Alemania podía recaeren cualquier momCJl[O en la barbarie delnazismo: la cultura alemana era antidemerecirica no desde Hitler. sino desde tiemposque hundían sus raíces en el siglo XIX. desdedonde se había preparado el carnino paraque Hitler llegara por elecciones libres alpoder. Hitler, lejos de ser un inexplicablefenómeno en la historia, era lo que se podíaesperar de un pueblo que cómodamente sesometía a las órdenes de un dictador. unpueblo incapaz de responsabilizarse por supropia liberrad,3 Los alemanes no habíanalcanzado la mIlyor'" de etlad de la que ha­blaba el más gtande filósofo de la Ilustra­ción. Ya que no estaban maduros paraemprender por sí mismos formas de derno-­cratización, había que reeducarlos para ello.Esta opini6n la sustentaban sobre todo losestadounidenses, quienes se encargaron deimplantar un vasto programa de reeducaci6n

(por medio del cine, conferencias, en las es­cuelas, etcétera) en el sector que ocupaban.Resumiendo, en la década inmediata alnacionalsocialismo, se trataba de una "culpacolectiva ordenada" (así, en la interpretaciónde Friedrich H. Tennbruek), lo cual impedíanecesariamente una reflexion crítica y abier­ta en torno al pasado nazi. Cienamente, enese entonces no podía plantearse de otramanera la relación con el pasado: sólo con eltranscurso de los años, es decir, con la distan­cia histórica, podrían empezar a relacionarsede forma más libre y diferenciada.

En los años sesenta era ya conocimientocomún el que millones de seres humanos,principalmente judíos, habían sido exter­minados en campos de concentración. Sinembargo, ante el descubrimiento de la másterrorífica de las realidades se impuso lanecesidad de "olvidar" el pasado; una pro~

funda resistencia traumática que era con­secuencia de enterarse de lo que realmentepasó, encontraba su cabal expresión en lamedida en que el pasado se convertía entema tabú, destinado al silencio represivo.Sólo la generación estudiantil, fuertemen­te politizada y en constante rebeldía con­tra las instituciones, comenzaba a exigir,recordar y confrontarse con el pasado nazi.Por cierto, esta exigencia juvenil no brota~

ba de un mero ímpetu de rebeldía, sinoque encontraba un importante fundamen­to teórico en las universidades: el tema co~

menzó a ser dilucidado a nivel académico,sobre todo tomando en cuenta que losmiembros de la Escuela de Frankfurt leotorgaron un lugar prioritario en sus in­vestigaciones. El que en Alemania se hayainstitucionalizado a lo largo del tiempo unconcepto de l/ergangenheitsbew¿¡ltigung,bajo un horizonte de política educacional,mucho tiene que ver con los estudios inter­disciplinarios de intelectuales de la talla deAdorno y Horkheimer. Es cierto que des­de principios de los años sesenta se produ~

jeron varias teorías que intentabanestablecer un concepto de l/ergangenheits­bew¿¡ltigung con vistas a una política edu~

cativa a nivel nacional. Sin embargo, laconcepción de la Escuela de Frankfurt, vin­culada explícitamente a los_ideales de edu~

cación de la Aufklarung (MosesMendelssohn e Immanuel Kant subrayanla educación cultural y crítica del indivi~

duo como condición necesaria para laemancipación del hombre de poderes aje­nos a su determinaci6n racional) se impu­so finalmente como una política peda­gógica que se basaba en la reflexi6n indivi­dual y autocrítica y que tenía por finalidadevitar el surgimiento de tendencias totali­tarias y antidemocráticas. 4

Elpresente, con miras hacia la toleran­cia multi-cultural

El problema de la confrontación con elpasado ha sido desde entonces una preocu­pación constante en la política educacio­nal alemana. No solamente se discute comodebate entre intelectuales que intentan so­lucionar la delicada cuestión de la culpaalemana, sino que es una realidad en losprogramas de formación para las escuelassecundarias. Como era de esperarse, se hallegado a la banalización a causa del abusodel tema. Las generaciones actuales de jó­venes, que s6lo tienen una experienciamediada del holocausto, no encuentranmás que palabras vacías e incapaces de res­ponder a sus preguntas: ¿qué tan "culpa­bles" son las nuevas generaciones delnacionalsocialismo?, ¿qué protege a los ale­manes de volver a cometer crímenes seme­jantes: una moral individual o más bieninstituciones sociales yestatales?5

Combatir el pasado no puede significarolvidarlo totalmente ni convertirlo en unaobsesión traumática y acusatoria de culpa.Esta necesidad bien pudo satisfacer a ge­neraciones pasadas que tuvieron la expe­riencia (unos más de cerca que otros) delmayor crimen de la humanidad. El "com­bate" actual con el pasado tiene que hacer­se desde los márgenes de un pensamientolibre (sin culpas) y productivo. Si bien lacultura de la memoria alemana parte delsupuesto de una "memoria colectiva", éstano puede darse más que a través de un diá­logo crítico y sin tabúes con el pasado. Unaforma en la que se puede dar este diálogoes precisamente a través de un museo. Enese recinto el visitante tiene la oportuni­dad de hacer sus propias preguntas a partirde su singular historia y experiencia pararelacionarse históricamente con el todo desu sociedad y con el resto de los individuosque la componen. .E1 pasado no puede re­ducirse a ser una experiencia traumática,

ya que el poder de una razón constructiva yproductiva sólo puede ejercerse a través delpensamiento libre. Precisamente porque elTercer Reich y el holocausto se constituyencomo una realidad que nunca puede tenerel carácter de problema solucionado y per­teneciente a un pasado muerto, cada nuevageneración ha de encontrar nuevas formasde relacionarse con ello. El imperativo éticode mantener una "cultura de la memoria'sólo puede adquirir en el presente una orien­tación hacia la sociedad actual y futura, porejemplo, abriendo formas de sensibilizaciónno sólo para respetar a las comunidades ju­días actuales, sino a cualquier minoría queviva en una sociedad multicu1tural y demo­crática. Este es precisamente el carácter pe­dagógico del Museo )u<1J0 de Berlín, que sematerializa también al ofrecer un archivo deinvestigaci6n y un Learning Center conmaterial didáctico e informativo para maes­tros, científicos y para toda persona que ten~

ga interés en ello.

Si la cultura de la memoria comenzósiendo un control civilizador ordenado porlos aliados, hoy en día encuentra el mayorrespaldo en instituciones culturales que sepreocupan tanto por una conciencia críti­ca y compleja respecto al pasado, como porun diálogo de tolerancia y. respeto haciatodo aquello que es /o diferente, lo que so~

mas, por cierto, cada uno de nosotros.

2 Respecto a la lectura de la historia enrelación al pasado nazi en la RDA, cfr.Friedrich H. Tehnbruck."Von derverordnetenVergangenheitsbewaltigung zurintellektuellen Gründung derBundesrepublik: die politischenRahmenbedingungen", en: Dieintefektuel/e Gründung derBundesrepublik, Frankfurt, 2000.

3 ¡bid.

4 Cfr. Clemens Albrecht, "1m Schattendes Nationalismus: Die politische .Padagogik der Frankfurter Schule",en: Die inte/ektuelJe Gründung derBundesrepublik, Frankfurt, 2000..'

5 Cfr. Bernhard Schlink,"Auf dem Eis.Van der Notwendigkeit und derGefahr der Beschaftigung mit demdritten Reich und dem Holocaust". enel semanario: 5piegeJ 19/2001.

UNivERSIDAD DE MÉXICO· Eoem 2002173