Ensayo de Identidad
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IDENTIDAD NACIONAL, COMO NUEVO CAMINO A UN VERDADERO DESARROLLO SOCIAL Y
ECONÓMICO DEL PAÍS.
Para hablar sobre identidad nacional primero debemos saber lo que esto
significa. La identidad nacional, por su parte, es una condición social cultural
y espacial. Se trata de rasgos que se relacionan a cierta territorialidad, a la
sangre y al origen, como una esencia inalterable formada por un pasado
remoto.
Decir que el problema de identidad nacional puede sonar trillado en nuestra
sociedad es válido, pero que solo abarque un ámbito social apartado de lo
político y económico no es correcto, puesto que la mística de una real mas
no ideal identidad nacional puede también permitir que las otras áreas se
desarrollen como voy a proponerlo en este ensayo.
Para entender un poco como es que la transición de una identidad puede
cambiar y alienarse por diversos fenómenos sociales debemos tener
presente nuestra historia como forjadora de nuestras costumbres y nuestra
esencia como nación, se puede hablar de un problema de razas o de rasgos
étnicos para entender un poco el porqué de los trechos sociales.
La diversidad cultural de nuestro país crea un sistema complejo de
costumbres, de creencias y diferentes formas de pensar que hace difícil
tener una identidad nacional “común” para todos los peruanos. Para tratar el
tema de identidad nacional sería importante, primero, definir identidad para
luego analizar su evolución en el Perú. Este tema es importante no solo por
el hecho de reconocernos, del saber quiénes somos sino que con este
reconocimiento podemos señalar un punto de partida para la integración de
nuestra diversidad.
La identidad nacional en nuestro país ha sido siempre un tema difícil de
abordar, ya que si bien todos vivimos como peruanos, nosotros creemos
(implícitamente o no) que estamos jerarquizados o segmentados, podría ser
por raza: el criollo, el indio, el mestizo, el chino etc, o segmentados por nivel
socioeconómico, entre otras clasificaciones; además de esto existe otro
problema, el que en el Perú la gente para definir su identidad parte del
hecho de lo que no se es o de lo que no se ha sido, con lo cual aparte de
agregar un ingrediente de pesimismo por el hecho de hacer “recordar” lo no
alcanzado, puede percibirse además la creación de una diferenciación entre
ellos y los demás.La diferenciación en expresiones diversas crea racismo y
divergencias, se vuelve un tema de “importancia en particular cuando entra
en la esfera pública, cuando los valores explícitos o subyacentes pasan a
ser usados para definir la vida y cultura política de la sociedad. Así, al
analizar una coyuntura de un país, se puede rechazar, o no, la validez de
centrarse en la diferencia de género, por ejemplo, étnico-racial”
Analizando el porqué es difícil identificar cual es nuestra identidad nacional,
podemos encontrar que a los peruanos les falta nacionalismo, pero...
¿Cómo habría de saber que es el ser peruano con la multiculturalidad que
presenta el país? Entonces, si vemos el pasado podemos encontrar que
este problema proviene desde la época en donde todavía se discutía el
futuro del Perú. En la confederación Peruana-Boliviana Santa Cruz intentó
mantener las relaciones comerciales coloniales con Bolivia ya que no solo
existían los caminos necesarios para los comerciantes sino también
similares costumbres, creencias y razas (del sur del Perú y Bolivia), sin
embargo la clase aristocrática de Lima quienes tenían negocios
principalmente con Chile por medio de la costa Pacifico se vería afectada,
es entonces que comenzó una guerra entre el grupo de Santa Cruz y los
aristocráticos. Es en esta época donde el racismo logró su máxima
expresión desde que comenzó la Republica, fue la pluma de Felipe Pardo y
Aliaga quien se encargó de crear diversos artículos y poemas contra el indio
invasor de Santa Cruz, “el delito no era ser conquistador, sino que un “indio”
se atreviese a serlo”
.Es importante también mencionar que la etapa post colonial, mientras el
Perú se iba estructurando como republica, fue la ausencia de un sentimiento
de nacionalidad por parte de los que participaron en la independencia la que
influyó para que la identidad nacional no existiese o fuese
confusa.Actualmente el Perú se encuentra en una etapa de integración,
donde los provincianos, la población que siempre fue mayoritaria esta
influyendo de forma significativa con las costumbres, ideas e incluso su
música.
Las leyes están cambiando para tratar de igualar las posibles diferencias
que pudiéramos enfrentar frente a la sociedad, están tratando de poner un
marco de respeto entre las culturas/costumbres que tienen diferentes
características que permita que estas interactúen permitiendo así armonía.
1. ANTECEDENTES GLOBALES Y NACIONALES DE LOS FENÓMENOS QUE MARCARON LA IDENTIDAD.
La primera causa importante del problema la encontramos en nuestro
pasado histórico. Para constituir una comunidad nacional es necesario
construir un sentimiento de comunidad. En el Perú no se dio; por el
contrario, se fragmentó. A comienzos del siglo XIX, se logra la
independencia pero con ella no se concretaron la igualdad ni la autonomía.
La mayoría de la población pertenecía a un estrato social discriminado; y el
estado estaba conformado únicamente por españoles y criollos. Para
justificar el dominio criollo se usaron argumentos basados en las
desigualdades económicas, sociales y biológicas. Los criollos se sentían
más identificados con la cultura española, y los indios sentían que eran
excluidos y apartados. Simplemente no pertenecían.
Es quizás en 1684 cuando se usa por primera vez el término “raza” por el
filosofo francés Bernier, quien ayudado de la antropología física, destinada a
la clasificación y estudio de las razas logra dividir la raza humana en 4 ó 5
según el sentido moderno de la época.
“No hay odio racial porque no hay razas”1 esta idea utópica de José Martí
nos muestra la idea de los librepensadores sobre las razas, en la época
contemporánea cuando el liberalismo empezó a posicionarse como la
ideología con mayor proyección, dando paso a nuevas tendencias
escudriñadas entre esta, tales como el materialismo y el nihilismo.
Dejando de lado el panorama global intentemos dar un alcance corto a los
problemas que acrecentaron nuestro trecho social, que son las preguntas
de donde y como empezó el abismo social en nuestro país, aquel abismo
del que se atrevió a hablar Jorge Basadre, principal historiador de la guerra
del pacifico, y es que Basadre decía que el motivo por el cual perdimos la
guerra fue porque nuestro estado carecía de una nación, lo que producía
grandes diferencias económicas y sociales, “en el Perú el rico es muy rico, y
el pobre es muy pobre”.2
1 José Martí2 Jorge Basadre
Lo que vengo ahora a decirles no es algo nuevo pero que muchos olvidan y
es la razón de que se culpe al provinciano pobre o al más adinerado de los
problemas que acaecen en nuestro país; En el Perú nuestro desorden social
viene desde épocas antiquísimas, ya que somos herederos de un imperio,
aquel que se caracteriza por el dominio de un estado sobre otro. “Quien
crea que el proceso nacional actual es distinto al de su historia está
equivocado, pues somos y cargamos con muchos temas no resueltos de
nuestro pasado y que una y otra vez nos confrontan con viejos problemas
como si fueran nuevos y con viejas soluciones vestidas de modernidad”.3
Lo que dice Margarita es muy cierto no estamos acostumbrados a
confrontar viejos problemas como lo es la inclusión y el abismo social, pero
revestimos nuestras soluciones con caretas pintadas con un barniz muy
barato y desastroso. Acaso se ventilan democráticamente a los
librepensadores que se inmutaron hacia la verdadera realidad nacional.
La historia dominante del imperio incaico no cambio mucho con la llegada
de los españoles, el encuentro entre estas dos cosmovisiones que
aparentemente eran tan diferentes tenían algo en común que fue prioridad
en la conquista; y esta era el poder. Aquel poder que motivo al imperio a
imponerse sobre otras verdaderas naciones, y ahora con la llegada de los
españoles mueve las riendas de los caballos, prevaleciendo la
subordinación y la dominación.
Con la llegada del Perú republicano no se hizo más que cambiar mocos por
babas, ya que ahora la clase dominante eran justamente los precursores de
liberarnos del yugo español para imponernos el de la aristocracia,
entregando el nuevo monopolio a los criollos, los únicos beneficiados solo
por ser descendientes de españoles, dejando en lugar a parte a los
indígenas, es aquí donde se muestra claramente en un país libre la 3 Margarita Giesecke, Caretas Nº 1625, Lima 30/06/2000
diferencia racial imponiéndose sobre la económica.
Con la llegada de Velasco al poder muchos creyeron que las reformas que
se pretendía implantar serian la solución para los problemas como nación
que tenía el Perú. Pero Velasco no hizo más que llenarse de un
patrioterismo desmedido implantando reformas que no tenían pies ni
cabeza, como lo es la reforma agraria, aquella reforma que se encargo de
quitarles todas las propiedades a los grandes hacendados o terratenientes
que anquilosaban grandes cantidades de dinero y no lo compartían
equitativamente con sus trabajadores; pero la medicina fue peor que la
enfermedad, se les dividió las grandes haciendas entre los trabajadores y se
les dejo con la fortuna sin una materia prima para trabajarla, sin una
jerarquía que imponga un orden; y el resultado fue perder todo lo ganado
implementando así las primeras migraciones a la capital, debido al
empobrecimiento y fracaso de las haciendas, viniendo con ello si se puede
decir el primer chorro del desborde que se produciría más adelante.
En esencia nuestro Estado está ligado a la fragilidad de nuestra economía,
todavía fundamentalmente primario exportadora, la que sigue planteando un
escenario y actores políticos sumamente vulnerables. En otras palabras,
frágiles democracias para las que las oleadas neoliberales muchas veces
no pasan de ser barnices relucientes sobre viejas maderas.
"El Estado inauténtico, frágil, corroído por impurezas y por anomalías... el
Estado con un Presidente inestable, con elecciones a veces amañadas, con
un Congreso de origen discutible y poco eficaz en su acción, con
democracia falsa... Un Estado en el que no abundan las personas capaces
y bien preparadas para la función que les corresponde" (JB, tomo VIII de la
Historia de la República).
Tomando en cuenta este pequeño párrafo nos damos cuenta que los
actores políticos y la escena en si no ha cambiado mucho, la conciencia
colectiva decae hacia una barranca lodosa y no pensamos en nuestra
prioridad como ciudadano, hacer un análisis interno si en realidad estamos
capacitados para desenvolvernos en un cargo público.
Este Estado empírico reposaba, por añadidura, sobre un abismo social,
pues se evidenció una total despreocupación en la época republicana por el
problema indígena, lo que originó la ausencia de una mística nacional en
este grupo humano.
En conclusión de Basadre: "el peruano del siglo XIX no había tecnificado el
aparato estatal ni había abordado el problema humano del Perú”. En 1978,
en las anotaciones a su obra Perú: Problema y Posibilidad, escrita en 1931,
nos recordó la relación estrecha entre el tema del desarrollo económico y la
todavía urgente superación del Estado empírico y del abismo social sobre el
cual éste reposaba.
Para Basadre, "el desarrollo económico auténtico no sólo implica la
ampliación de bienes y servicios, sino que queda definido mejor en términos
que eleven los niveles de subsistencia, dignidad y libertad humanas y
combatan la pobreza, el desempleo y la desigualdad". Más aún planteó la
lucha contra el subdesarrollo como: "una planificación auténtica de tipo
democrático, gradualista y experimental en el avance hacia el futuro con
soluciones de corto, mediano y largo plazo que tiendan al aumento de la
productividad y al alza del nivel de vida, defiendan al mismo tiempo
derechos humanos esenciales y busquen, sin mengua de ellos, la justicia
social." Al parecer unos ideales utópicos pero que más que entenderse
como pensamientos surrealistas al permutarse realidades físicas en planes
realmente elaborados y concisos la idea de que una nación prevalezca
sobre el estado era la senda correcta para crear una real identidad en
nuestro país.
En el año 2010 resulta complejo afirmar que el Estado peruano ha logrado
superar su empirismo, el abismo social, la debilidad democrática y el
subdesarrollo. Por cierto, el abismo social ya no se presenta solamente
como la marginación del indígena en los Andes, sino también como pobreza
extendida de un alto porcentaje de peruanos, su real marginación del
sistema educativo y su creciente dependencia cultural y cívica de los
medios de comunicación. El "problema humano del Perú hacia la
construcción de una mística nacional" sigue siendo una tarea pendiente en
la construcción de nuestra historia.
El estudio de la historia social, en cambio, arroja un saldo positivo. En
realidad el puente entre la historia social y la historia de la sociedad estaba
dado ya en la concepción histórica de Basadre y, aún cuando tuvo que
privilegiar la historia política, lo social estuvo siempre presente en su obra.
No sólo lo está en las páginas que dedica a las nuevas clases sociales y a
las jornadas reivindicativas de obreros y campesinos, sino en toda su obra,
y ello es fruto de su calidad de persona profundamente preocupada por la
marcha de la sociedad en su conjunto.
2. IDENTIDAD NACIONAL:
El hecho de saber qué somos realmente, cómo nos diferenciamos, y si
tenemos rasgos característicos son condiciones preocupantes para
cualquier ser humano, nuestro país está pasando por un momento de
bonanza económica y con proyecciones hacia un modelo capitalista que nos
asegura este desarrollo, pero nos deslinda de lograr un desarrollo paralelo
de no sólo lo económico sino también lo espiritual y cultural.
El hecho de que el país crezca rápidamente puede generar dos fenómenos,
uno de ellos, que el bien común enriquecido nos una históricamente
despertando nuestro interés por lo económico; que el empleador empiece a
preocuparse por sus empleados. O que la autosuficiencia del poder
económico como es conocido en la condición humana despierte al lobo del
que habla Thomas Hobbes, y como es ya costumbre en nuestra sociedad el
rico siga siendo muy rico y el pobre sin oportunidades equitativas siga
siendo muy pobre.
Las prioridades están decayendo junto con nuestra moral y lo correcto sería
desarrollarnos primero como sociedad, como humanos y luego que venga la
bonanza económica, así estaríamos preparados para este cambio, pero
nadie puede contra el tiempo y la evolución y hay que acoplarse a ello, por
qué no entonces desarrollarnos como sociedad paralela a nuestro desarrollo
económico, y para lograr esto hay que supurar heridas cargadas de
animadversión histórica.
Para entender un poco que es la identidad debemos saber que cuenta con
varias interpretaciones.
En su primera acepción, identidad se refiere a “identificación” todas las
cosas tienen rasgos que permiten reconocerlas y diferenciarlas de otras
cosas, en este sentido no cabe alguna duda de que Perú es un país
perfectamente identificable.
En una segunda acepción, identidad se refiere a “una sociedad
determinada” por ejemplo la peruana, en este caso todos en la costa sierra
y selva, tienen la conciencia de tenerlos.
Pero una cosa es tener la conciencia de tenerlo y otra sentirlo realmente
como identificable, así en la costa y algunas partes de la sierra, la cultura
occidental es un factor constitutivo, a diferencia de las otras regiones donde
las costumbres autóctonas están cimentadas tan fuertemente que solo
aceptarían una clase de simbiosis mas no de cambio rotundo.
Sin embargo esta simbiosis de la que hablo se está dando en la costa y está
produciendo una nueva cultura con más fuerza que las anteriores,
simplemente por el éxito de su inicio que se refleja en el de su economía.
Algunos sociólogos, ideólogos y politólogos se enfrascan en la típica frase
de varguitas, “cuando se jodió el Perú” pero no hacen más que centrarse en
la identidad real mas no en la identidad ideal que es lo mismo que decir, qué
somos, en lugar de decir qué podemos ser.
3. MIGRACIÓN DE LA IDENTIDAD POR FACTORES PERSUASIBLES.
La falta de interés por el bienestar de las zonas mas alejadas del país
puede generar una respuesta negativa en cuanto a la identidad de estas
clases con el estado. Y puede ocurrir lo que actualmente se da en la
frontera con Brasil por ejemplo, donde los pobladores de la zona mandan a
sus hijos a cruzar la frontera para que puedan ir a las escuelas brasileras
donde la educación es gratuita y de buen nivel, o por otro lado lo que está
ocurriendo en el altiplano, donde los pobladores aymaras (peruanos y
bolivianos) planean separarse de los países a los que pertenecían para
formar un nuevo Estado y esto demuestra una gran falta de identidad con
las naciones políticas a las que pertenecen.
Por otro lado, la concentración del poder político en la capital, también
genera que los pobladores de provincia viajen a esta para encontrar un
mejor estándar de vida, aunque muchas veces no lo logren. Por lo que
tienen que alejarse de sus naciones culturales perdiendo la identidad con
estas sin encontrar nuevas identidades en la capital
Si analizamos el problema del indio peruano, cosa que solo ha hecho
Mariátegui, podremos ver que este se ha visto discriminado. Desde la
llegada de los españoles al Perú.
“al indio se le uso como herramienta de trabajo en beneficio de los
colonizadores y este no tubo la educación ni la formación necesarias para
poder participar equitativamente en los destinos del país”. 4
Debido a estos factores la población indígena se vio en la ignorancia y con
esto en el subdesarrollo. Es tanta la segregación que incluso utilizar el
termino “indio” en una conversación para referirse a algún individuo esta mal
visto y en algunos casos llega a ser un insulto, cuando en realidad
deberíamos respetar al indio como un semejante. Si la identidad nacional
supone una identificación con nuestras raíces, suena absurdo segregar al
indio cuando vivimos en un país que cientos de años atrás fue poblado por
estos individuos y que incluso hoy representan a la mayoría de la población.
Otra importante causa la encontramos en la globalización. Este término tan
usado en los últimos tiempos tiene una alta incidencia en lo que respecta al
forjamiento de la identidad nacional. A pesar de que este fenómeno abarca
a todos los países, impone los patrones de los países más desarrollados, lo
cual genera la idea, reflejada con mayor notoriedad en los jóvenes, de que
las tendencias extranjeras son siempre mejores que las propias. Ello
4 Siente Ensayos de la realidad Peruana. José Carlos Mariategui.
produce que nos alejemos más de nuestras tradiciones y costumbres, y
adoptemos otras que nos hacen ser supuestamente mejores.
Hasta el día de hoy, persisten las ideas arcaicas de las desigualdades por
causas raciales, ideas que nos condenan a un estado sin integración y con
una fuerte exclusión social. Estamos atados a nuestros prejuicios aunque no
lo queramos admitir muchas veces.
Arguedas habló del país de todas las sangres; sin embargo, no todas las
sangres han convivido de manera armónica en nuestro país. En el Perú, se
vive una crisis de identidad; y un factor que ha contribuido en sobremanera
con ello es el hecho de que no sabemos manejar nuestra diversidad
Nuestra heterogeneidad ha puesto aun más trabas en el camino hacia la
integración. Esto se debe, principalmente, a que la cultura oficial (la criolla o
“blanquiñoza”) se negaba a reconocer esta diversidad; y quiso imponer su
cultura desde el principio. Somos un país que se ha formado sobre la base
de fusiones. La primera ocurrió entre los españoles y el conglomerado
andino. Más adelante, con la creación de leyes que promocionaban la
llegada de los europeos, las migraciones desde aquel continente se
volvieron masivas. Luego, en el siglo XIX, miles de chinos llegan al Perú y,
poco tiempo después, los japoneses. Internamente, se produjeron las
migraciones del campo a la ciudad.
Al respecto el testimonio de José María Arguedas, describiendo al Perú de
los años 20 del pasado siglo, es ilustrativo:
“(…) un ‘serrano’ era inmediatamente reconocido y mirado con curiosidad o
desdén; eran observados como gente bastante extraña y desconocida, no
como ciudadanos o compatriotas. En la mayoría de los pueblos pequeños
andinos no se conocía siquiera el significado de la palabra Perú. Los
analfabetos se quitaban el sombrero cuando era izada la bandera, como
ante un símbolo que debía respetarse por causas misteriosas, pues un
faltamiento hacia él podría traer consecuencias devastadoras. ¿Era un país
aquél que conocí en la infancia y aún en la adolescencia? Sí, lo era. Y tan
cautivante como el actual. NO era una nación” .5
Esta descripción de Arguedas grafica con mucha claridad el desprecio racial
incubado en el corazón y en la cabeza de muchos peruanos. No hemos
terminado de construir nuestra nación y esto no será posible en tanto exista
ese tipo de actitudes excluyentes. Sin embargo, hoy es evidente que el
contexto social ha variado en algo. Los pobladores llamados andinos,
amazónicos, etc., han encontrado canales alternos de expresión más allá de
la música o el arte, y participan cada vez en ámbitos como el empresarial
llamado “emergente”.
Tenemos una identidad por consolidar, y el único camino hacia ello es
educando a la población. Muchos de nosotros tenemos aires de
superioridad, siempre buscamos vernos más que otros y no podemos
formar un todo para así formar unión. Debemos concientizar a la población
que nuestro país es un conglomerado de culturas querámoslo o no y
debemos empezar por valorar esto.
¿Existe una manera única o típica de ser peruano? Para mí, en un país tan
diverso como el Perú, es ingenuo sostener que exista una estatura, unas
facciones o gustos alimenticios que identifiquen a todos los peruanos.
Erasmo Wong, Mónica Carrillo o el propio Nobel de literatura Mario Vargas
5 Todas las Sangres-José María Arguedas.
Llosa no son ni más ni menos peruanos que Alejandro Toledo o Magaly
Solier.
Todos los seres humanos somos diferentes por sexo, edad, mentalidad,
temperamento, estatura, gustos y aficiones. Pensar en una identidad
nacional no quiere decir que todos seamos idénticos. Sería absurdo pensar
que los habitantes de Puno, Piura o Pucallpa tengan que usar la misma
vestimenta o tener las mismas comidas. La identidad nacional quiere decir
más bien aprender a aceptar las diferencias, reconociéndonos todos y cada
uno como peruanos.
4. CONCLUSIONES
Las amplias brechas sociales, económicas y políticas de nuestro país se
nutren de, y reproducen, percepciones históricamente cristalizadas acerca
de lo que somos como nación, y acerca de las poblaciones indígenas. Los
proyectos poscoloniales se han concebido desde una lógica
homogeneizadora que ha buscado la integración a partir de la negación de
lo indígena, considerándolo sólo un obstáculo para la unidad, el progreso y
la modernidad nacionales. Así, la nación, ese ente simbólico que pretende
agruparnos en una comunidad horizontal, se ha imaginado a partir de un
deseo civilizador etnocida, que termina valorando sólo el pasado glorioso de
los incas, y no los elementos culturales y las poblaciones indígenas del
presente. Arrojado del presente, lo indígena contemporáneo no es más que
un conjunto de imágenes congeladas, acaso parte del pétreo paisaje andino
(al estilo de los Paisajes Peruanos, de Riva Agüero), acaso para añadir
singularidad y exotismo a un país colorido (al estilo New Age de la vistosa
vestimenta de Eliane Karp, esposa del presidente Toledo). Lo indígena
queda, por arte de magia poscolonial, reducido a aquel espacio,
domesticado, inofensivo y marketeable del museo arquelógico-etnológico
nacional.
No es éste el espacio para esbozar la historia de la constitución y desarrollo
de tal museo. Habría que remontarse al período colonial, y centrarse en la
historia más reciente del desarrollo de la imaginación nacional; tarea que
demandaría la revisión crítica de los conceptos-guía y las elaboraciones
liberales, positivistas, e inclusive indigenistas y de izquierda. Basta
constatar que el racismo y la discriminación cultural y étnica —a pesar de
quienes se niegan a admitirlo, persistiendo con Víctor Andrés Belaúnde en
que somos la armónica «síntesis viviente» de las culturas indígenas y
española— permanecen en la base de nuestra formación nacional. O, lo
que es lo mismo, siguen obstaculizando su formación reconciliada,
plasmando un país ajeno: de sujetos ajenos para con los demás y para
consigo mismos.
No existe un pasatiempo nacional que nos distraiga más que la reflexión
sobre la identidad nacional. La angustia por definir lo que somos se sigue
expresando en los siempre actuales debates sobre si el ceviche es el
«verdadero» plato peruano, o si debemos dejar de tomar Inca Kola porque
la empresa que la produce es ahora manejada por capitales foráneos. La
remoción de la estatua de Pizarro, que vigilaba desde brioso corcel el lugar
simbólico del poder poscolonial limeño, despertó una agitada discusión no
sólo sobre el papel histórico del conquistador (hubo quienes lo consideraron
el verdadero «fundador» de la nación, y quienes lo calificaron de genocida,
comparándolo con Hitler), sino, fundamentalmente, sobre lo que somos y
queremos ser. El monumento ya no está (y seguimos comiendo ceviche y
tomando Inca Kola), pero la pregunta sigue en pie, así como la angustia de
la necesidad de definirnos como país y encontrar elementos que condensen
nuestra histórica «esencia».
Si bien tal pasatiempo expresa conflictos irresueltos sobre nuestra
«identidad», se convierte en un ejercicio improductivo que no podrá hallar
resolución mientras persistan las brechas simbólicas que nos definen no
sólo como diferentes, sino como más o menos ciudadanos. La angustia
sobre la esencia nacional es irresoluble (más aún si la consideramos como
resultante del «trauma de la conquista»). El problema principal es cómo
fomentar una atmósfera plural y reconciliada en la diferencia; en donde
todas las maneras de ser, sentir y hablar sean viables y reconocibles como
válidas, contemporáneas y, finalmente, nacionales. En la que todos, vivos y
muertos, contemos.