Ensayo sobre antropología y urbanismo

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EL URBANISMO CRÍTICO COMO CAMPO FÉRTIL PARA LA ANTROPOLOGÍA Ibán Díaz Parra Historia de la Antropología 1º Grado en Antropología Grupo de tutoría 22 Sobre la escasa presencia de los antropólogos en el urbanismo crítico El problema urbano (conjunto de contradicciones características de la ciudad capitalista) ha ido ganando peso en las discusiones científicas, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. Esto coincide con el progresivo interés por el espacio, - la espacialización de las ciencias sociales que diría Soja (2008), - frente al énfasis histórico predominante en las diversas disciplinas con un sesgo crítico durante la mayor parte del siglo XX. Dentro precisamente de las perspectivas críticas es donde el fenómeno urbano parece haber alcanzado un mayor interés. La progresiva importancia de lo urbano es una de las razones obvias que motivaron estos estudios, revelada por el hecho de que desde 2007 la mayor parte de la población mundial ha pasado a vivir en ciudades. Otra razón menos obvia es que, desde los primeros pasos de los estudios urbanos, se ha planteado el proceso de la urbanización como un hecho problemático y la ciudad como un espacio humano donde se reflejan las principales contradicciones de la sociedad moderna, de la sociedad capitalista. La antropología ha tendido a desenvolverse en espacios fundamentalmente rurales en sus configuraciones clásicas. Evolucionistas, difusionistas y funcionalistas centraron su atención en sociedades pre-urbanas, cazadores recolectores, nómadas, etcétera. Mientras que el pensamiento evolucionista inmediatamente posterior, en el siglo XX, condujo en mayor medida al estudio de sociedades rurales por parte de la antropología americana, mientras la sociología se apropiaba del estudio de la ciudad.

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Ensayo sobre urbanismo crítico en antropología. Para la asignatura de Historia de la Antropología, UNED

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EL URBANISMO CRÍTICO COMO CAMPO FÉRTIL PARA LA ANTROPOLOGÍA

Ibán Díaz Parra

Historia de la Antropología

1º Grado en Antropología

Grupo de tutoría 22

Sobre la escasa presencia de los antropólogos en el urbanismo crítico

El problema urbano (conjunto de contradicciones características de la ciudad capitalista) ha ido ganando

peso en las discusiones científicas, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. Esto coincide

con el progresivo interés por el espacio, - la espacialización de las ciencias sociales que diría Soja (2008), -

frente al énfasis histórico predominante en las diversas disciplinas con un sesgo crítico durante la mayor

parte del siglo XX. Dentro precisamente de las perspectivas críticas es donde el fenómeno urbano parece

haber alcanzado un mayor interés. La progresiva importancia de lo urbano es una de las razones obvias que

motivaron estos estudios, revelada por el hecho de que desde 2007 la mayor parte de la población mundial

ha pasado a vivir en ciudades. Otra razón menos obvia es que, desde los primeros pasos de los estudios

urbanos, se ha planteado el proceso de la urbanización como un hecho problemático y la ciudad como un

espacio humano donde se reflejan las principales contradicciones de la sociedad moderna, de la sociedad

capitalista.

La antropología ha tendido a desenvolverse en espacios fundamentalmente rurales en sus configuraciones

clásicas. Evolucionistas, difusionistas y funcionalistas centraron su atención en sociedades pre-urbanas,

cazadores recolectores, nómadas, etcétera. Mientras que el pensamiento evolucionista inmediatamente

posterior, en el siglo XX, condujo en mayor medida al estudio de sociedades rurales por parte de la

antropología americana, mientras la sociología se apropiaba del estudio de la ciudad. Gran parte de los

estudios sobre ciudades (que se indican en el tema 6 del manual de la asignatura1) hacen referencia en

mayor medida a estudios “en” la ciudad que “sobre” la ciudad. De hecho, si prestamos atención, podemos

comprobar como la mayor atención aquí se centra en grupos de origen rural y/o procedentes de sociedades

preurbanas que se enfrentan a este medio humano como fruto de un proceso de migración reciente, caso

en el que incluiría a Oscar Lewis (1959), a Mitchell y a Glukman. Incluso en casos en los que se hace una

cierta teorización sobre la ciudad como espacio humano, este interés surge como oposición al verdadero

interés del antropólogo, la comunidad natural preurbana, premoderna o folk, caso de Redfield y Singer

(1955).

En este sentido, no es extraño que un campo como los estudios urbanos críticos, tan fértil para disciplinas 1 Martínez Veiga, U. Historia de la Antropología, Formaciones socio-económicas y praxis antropológicas, Teorías e ideologías. UNED, Madrid, 2010.

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como la sociología o la geografía, sea poco trabajado por los antropólogos. En la esfera internacional a

penas se menciona a Anthony Leeds (1968), dentro de la primera oleada de este tipo de estudios en los

años sesenta. En el ámbito español destaca Manuel Delgado, con una fuerte deuda para con académicos de

otras disciplinas.

Precisamente el camino abierto por estos antropólogos muestra las potencialidades que tienen los estudios

urbanos críticos para la antropología, así como la potente aportación que puede suponer el pensamiento

antropológico para la misma. En este breve ensayo se parte de la defensa de esta tesis, es decir, de una

potencialidad no desarrollada de la disciplina en este campo de trabajo. En este sentido se exponen, a partir

de los principales autores de esta escuela, aspectos en los que la antropología podría encontrar sostén y/o

ser de utilidad a los debates científicos ya abiertos.

La escuela francesa de Sociología Urbana

Cuando me refiero a los estudios urbanos críticos pienso en la corriente de pensamiento que se plantea en

el epígrafe “Anthony Leeds y el replanteamiento maduro de la Antropología urbana” del tema 6 del manual

de la asignatura. Esta viene claramente marcada por el auge de la escuela francesa de Sociología Urbana en

las décadas de los sesenta y setenta, con una notoria influencia sobre otros territorios y que llega hasta el

momento actual. Dentro de esta escuela, la primera espada es, sin lugar a dudas, Henri Lefebvre, cuya

originalidad a la hora de plantear la dimensión espacial dentro de la teoría marxista es seguida por un buen

número de prestigiosos académicos que quedan en clara deuda con él, incluso aquellos que le critican,

como Castells (1977). Es precisamente este último autor el abanderado más conocido de esta escuela, a

pesar de su pronto abandono de esta perspectiva y temática, junto con algunos otros, entre los que

destacaría a Topalov (1978). El impacto de las perspectivas de estos académicos traspasaría fronteras

estatales y disciplinares, notoriamente hacia la geografía humana y la arquitectura-urbanística y tanto hacia

el idioma español como hacia el mundo anglosajón. Dentro del primer ámbito geográfico y cultural

destacan figuras como Horacio Capel (1983) en España y Manuel Pradilla Cobos en América Latina. Dentro

del segundo destaca sin duda David Harvey y otros autores estadounidenses o que han desarrollado su

trabajo en este país como Edward Soja o Neil Smith.

Los estudios urbanos no nacen con esta escuela, y de hecho tanto la sociología como la antropología

contaban ya con una cierta tradición de estudio del hecho urbano. No obstante, la corriente imperante

durante la mayor parte del siglo XX había sido la marcada por la Escuela de Sociología Urbana de Chicago y

su posterior deriva o versionado cuantitativo y neopositivista. Las críticas a estas posturas son

especialmente claras y explicitas en Harvey (1973), que reclama el estudio de Engels sobre Manchester

frente a los análisis del Chicago de las primeras décadas del siglo XX, y que acusa a estos últimos de

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limitarse a la descripción, obviando las relaciones sociales subyacentes en la producción y reproducción de

lo urbano, o de abandonarse a una deriva técnico-matemática que cada vez explica menos sobre cosas

menos interesantes.

Lefebvre: Un marco teórico general para el estudio de la ciudad

Lefebvre es un filósofo y sociólogo del espacio. Su logro más relevante quizás sea el de abrir la puerta a la

espacialización del marxismo. Es interesante contrastar su concepción del espacio frente a la de los

estructuralistas marxistas para comprender el carácter revolucionario de su teoría. Principalmente, Lefebvre

(1976) ofrece un nuevo marco teórico desde el cual estudiar el espacio en las ciencias sociales. Lefebvre

rechaza en primer lugar la concepción clásica del espacio como un espacio absoluto, el espacio cartesiano,

el espacio isotrópico de los modelos neopositivistas. Desde esta perspectiva, predominante en las ciencias

sociales, el espacio es poco más que una idea que nos sirve para organizar el conocimiento, un espacio

vacío y neutral que sirve como contenedor de los acontecimientos que son el verdadero objeto del estudio

del académico. No obstante, Lefebvre también rechaza la postura Althusseriana, estructuralista, dentro de

la cual podríamos incluir también a Castells, que ve el espacio como un simple producto de las relaciones

sociales. El espacio estaría aquí fuera de los procesos, como un producto del trabajo, de la producción

humana y de los conflictos entre grupos sociales. Divergiendo, aunque en gran medida incorporando este

planteamiento, Lefebvre concibe el espacio como un instrumento, un mediador entre las prácticas políticas

y la configuración de las fuerzas productivas. Pero el espacio no solo sería un instrumento, sino que sería el

instrumento más importante de la sociedad, y no solo para la producción de riqueza y acumulación de

capital sino para la reproducción del conjunto de relaciones sociales. El espacio es así no solo un reflejo o un

producto de relaciones sociales sino que reproduce en esas mismas relaciones. De aquí parte la idea de la

dialéctica socioespacial, tan extendida entre los geógrafos humanos, en base a la cual la sociedad

transforma el espacio y el espacio transforma la sociedad. La perspectiva rica y particular que esto abre

dentro del estudio de la antropología debe resultar evidente.

Soja, Jacobs y Harvey: Las ciudades primero. Una aproximación al origen de las civilizaciones urbanas.

Una de las discusiones con más peso antropológico, en un sentido clásico, dentro de esta escuela es la

referente al origen de la civilización y su relación con el hecho urbano. Para Harvey (1977) la ciudad es un

depósito de plustrabajo o plusproducto acumulado por una producción previa. La forma de esta producción

y de la acumulación determinan la forma urbana, de tal forma que un modo de producción estaría

caracterizado por una forma urbanística. Aquí Harvey sigue fundamentalmente los Grundrisse de Marx,

además de apoyarse en los modos de integración económica de Polanyi. Como resultado realiza una

teorización de corte neoevolucionista sobre la ciudad que se acerca más a la antropología que a la geografía

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humana (disciplina a la que se adscribe este autor) Dentro de lo que es el origen de la ciudad el autor se

apoya en Gordon Childe para defender la acumulación de excedente como condición necesaria y factor

fundamental para la aparición del urbanismo.

Frente a esta postura, bastante extendida y aceptada, por otra parte, Soja (2008), al grito de “las ciudades

primero”, desarrolla la idea de Jane Jacobs según la cual el desarrollo social y económico humano se

produce casi exclusivamente en el medio urbano. En esta línea, el desarrollo de la agricultura habría sido un

producto de la innovación producida por la aglomeración urbana en núcleos sedentarios. Las ciudades no

habrían sido un producto de la acumulación de excedente permitida por el desarrollo de la agricultura, sino

que habrían surgido en base a la fuerza del sinecismo. Este término alude al proceso histórico por el cual

una serie de grupos o poblaciones antes separados se fueron uniendo hasta crear las ciudades estado de la

Grecia clásica. Un proceso que habría actuado para la formación de ciudades primitivas como Katal Uyuk o

Jericó, que habrían estado formadas en un primer momento fundamentalmente por cazadores-

recolectores. Soja opera aquí una inversión dialéctica de la idea de los geógrafos y antropólogos marxistas

de la acumulación de excedente con origen en la agricultura como paso previo a la aparición de la ciudad,

un recurso que genera una hipótesis pero que no la demuestra. El debate está abierto.

Castells y Harvey: Comunidad y movimientos sociales

Otro aspecto de gran interés para la Antropología es el foco sobre los movimientos sociales y su relación

con la conformación de identidades colectivas y con el espacio humano. En esta línea, uno de los teóricos

más reconocidos es Castells (1977). Para este autor, en sus primeras obras, la naturaleza contemporánea del

problema urbano procedería de las conquistas sociales y políticas del movimiento obrero (vivienda,

servicios, sanidad, cultura etc.). Estas necesidades colectivas e integrales entrarían en contradicción con el

carácter privado y parcelario de los agentes económicos. Como consecuencia, el consumo colectivo se

convierte en sector deficitario y objeto permanente de reivindicación. Aunque la primera etapa de Castells

se sitúa dentro del paradigma del estructuralismo marxista, posteriormente, su posición va cambiando,

negando el carácter de clase de, por ejemplo, los movimientos vecinales. Desde la década de los ochenta

sus planteamientos coinciden en mayor medida con el paradigma de los nuevos movimientos sociales,

identidades colectivas que estudia en su relación con el espacio urbano, haciendo hincapié en las

tendencias hacia el consumo colectivo y autogestión (Castells, 1983).

Por su parte, en David Harvey encontramos una clara evolución hacia perspectivas que integran el cuerpo

teórico de la antropología. En principio, este autor señalaba que las tendencias a la diferenciación

residencial en la ciudad tendían a crear conciencia de comunidad en lugar de conciencia de clase, un hecho

que sería incluso promovido por los aparatos del estado, reforzando la segregación para dificultar la

organización de clase (Harvey, 1985). No obstante, más adelante, cuando vincula el espacio a los

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movimientos de base, utilizando la teoría del particularismo militante de Raymond Williams, parece situar

los sentimientos solidarios de comunidad y la conciencia de clase en diferentes escalas de abstracción-

concreción que no serían incompatibles entre sí. Esta teoría sostiene que toda acción o estrategia política

parte de grupos sociales que desarrollan su visión política en contextos históricos y geográficos

determinados, necesitándose de instituciones mediadoras entre lo particular y lo universal para generar

movimientos amplios como el movimiento obrero (Harvey, 2002). Otro geógrafo urbanista relevante que ha

ido modificando sus posiciones es Edward Soja (2008), que frente a los análisis de clase expone la

fragmentación sociocultural de la ciudad contemporánea, fruto en parte de los cambios en el modelo

económico capitalista. Los movimientos sociales que describe este autor, netamente post-marxista, son

micromovimientos volcados en lo local y en la comunidad.

A modo de conclusión

El campo de los estudios urbanos críticos tiene un gran potencial, en gran parte por explorar para los

antropólogos. Son muchos los aspectos a los que la teoría antropológica podría arrojar luz y donde los

antropólogos podrían desarrollar un trabajo relevante en relación a los problemas de la sociedad

contemporánea. Algunos de estos aspectos, sobre los que se ha tratado de llamar la atención aquí, son, en

primer lugar, la relación dialéctica entre espacio humano y sociedad. En segundo lugar, la correspondencia

entre los modos de integración social y las formas urbanas, el origen del urbanismo y su rol en la economía

capitalista moderna. Por último, el rol del espacio geográfico en general, y el urbano en particular, en el

surgimiento de comunidad, de identidades comunes y de formas de acción social.

Bibliografía:

Capel, H. 1983: Capitalismo y morfología urbana. Barcelona, Universidad de Barcelona, Barcelona.

Castells, M. 1977: The Urban Question: A Marxist Approach. London, Edward Arnold.

Castells, M. 1983: The City and the Grassroots: A Cross-Cultural Theory of Urban Social Movements.

Berkeley, University of California Press, Berkeley.

Harvey, D. 2002: Spaces of Hope. Edinburgh, Edinburgh University Press.

Harvey, D. 1985: The Urbanization of Capital. Oxford, Blackwell.

Harvey, D. 1977: Urbanismo y desigualdad social. Madrid, Siglo XXI.

Leeds, A. 1986: The Anthropology of Cities: Some Methodological Issues, en Eddy, E. M. (ed) 1968: Urban

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Lefebvre, H. 1976: Espacio y política. Barcelona, Ediciones Península.

Lewis, O. 1959: Five Families, Case Studies in the Culture of Poverty. NY, Basic Books.

Martínez Veiga, U. 2010: Historia de la Antropología, Formaciones socio-económicas y praxis

antropológicas, Teorías e ideologías. Madrid, UNED.

Redfield, R. y Singer, M. 1954: The Cultural Role of Cities. Economic Development and Cultural Change, n 3.

Soja, E. 2008: Postmetropolis. Estudios críticos sobre ciudades y regiones. Madrid, Traficantes de Sueños.

Topalov, C. 1979: La urbanización capitalista. Algunos elementos para su análisis. México D. F., Edicol.