Ensayo sobre el tango.-

2
TRABAJO PRACTICO N°7 Estudiante: María Florencia Zurini. Carrera: Prof. Universitario en Letras. Cátedra: Seminario de Producción Oral y Escrita. El tango es un género musical y una danza característicos del Río de la Plata. Comenzó haciendo pie en la Ciudad de Buenos Aires y en la ciudad hermana de Montevideo, sin embargo hoy tiene vigencia mundial y musicaliza todos los rincones de la Argentina. Aquella melodía contagiosa que limitaba su cantar a los conventillos de la Boca, Pompeya o Barracas fue abriendo paso entre los ritmos más modernos hasta lograr instalarse en las vidrieras mundiales. La música de arrabal supo ser cosa de hombres, sin embargo hubo mujeres a la altura de las circunstancias. En los años 20 Tita Merello fue quien pisó fuerte y buscó destacarse en medio de críticas infundadas: en un mundo donde la convención estaba sujeta al ser varón, sentenció su suerte femenina y bastó un sólo tono de su voz para demostrar todo lo que una mujer podía hacer con una melodía arrabalera. Finalizando Los años 20 filmó junto a Libertad Lamarque ¡Tango!, su primer gran éxito, y ya para los años 30 ambas formaban parte del circulo tanguero, habiendo grabado “Se dice de mi”. Pongo un pie en el acelerador y viajo de aquellos años 20 y 30, en los que el Tango descubrió su esplendor entre inmigrantes y conventillos en una Buenos Aires que aceptaba los grandes cambios y que terminó convulsionada por las consecuencias sociales y políticas de una época compleja, hasta hoy. Dicho así sólo parece que fueron pasando los años, que algún cambio que medie el ayer y el hoy se produjo, y que terminó por acabar el Siglo XX tal como lo predijo el tango: problemático y febril; y que ya entrado el Siglo XXI, donde la gente si bien tiene lugares de encuentro donde sonríe, comenta de la televisión o aborda temas de actualidad, prefiere internet. En ese mundo paralelo al real se conecta, compra, saborea, confiesa, habla y cuenta… El que se conecte encontrará todo lo que parece imposible, hasta un tanguito con la púa del toca disco sonando sucio, como de fondo. Entre la Argentina de finales del Siglo XIX y principios de Siglo XX, que enseñara el tango como ley y que se nos viene a la cabeza cuando trabaja la primer nota del bandoneón, y la vida de hoy aparece en reiteradas ocasiones una gama de contradicciones que puedo identificar principalmente con habladurías o decires de la gente más grande. Hay una brecha generacional vasta, y al ritmo de los avances tecnológicos cambia todo tan rápido que se acentúa más.

description

Trabajo Práctico para Seminario de Producción Oral y Escrita, un ensayo de mi autoría sobre el Tango.

Transcript of Ensayo sobre el tango.-

Page 1: Ensayo sobre el tango.-

TRABAJO PRACTICO N°7Estudiante: María Florencia Zurini.Carrera: Prof. Universitario en Letras.Cátedra: Seminario de Producción Oral y Escrita.

El tango es un género musical y una danza característicos del Río de la Plata. Comenzó haciendo pie en la Ciudad de Buenos Aires y en la ciudad hermana de Montevideo, sin embargo hoy tiene vigencia mundial y musicaliza todos los rincones de la Argentina. Aquella melodía contagiosa que limitaba su cantar a los conventillos de la Boca, Pompeya o Barracas fue abriendo paso entre los ritmos más modernos hasta lograr instalarse en las vidrieras mundiales.

La música de arrabal supo ser cosa de hombres, sin embargo hubo mujeres a la altura de las circunstancias. En los años 20 Tita Merello fue quien pisó fuerte y buscó destacarse en medio de críticas infundadas: en un mundo donde la convención estaba sujeta al ser varón, sentenció su suerte femenina y bastó un sólo tono de su voz para demostrar todo lo que una mujer podía hacer con una melodía arrabalera. Finalizando Los años 20 filmó junto a Libertad Lamarque ¡Tango!, su primer gran éxito, y ya para los años 30 ambas formaban parte del circulo tanguero, habiendo grabado “Se dice de mi”.

Pongo un pie en el acelerador y viajo de aquellos años 20 y 30, en los que el Tango descubrió su esplendor entre inmigrantes y conventillos en una Buenos Aires que aceptaba los grandes cambios y que terminó convulsionada por las consecuencias sociales y políticas de una época compleja, hasta hoy. Dicho así sólo parece que fueron pasando los años, que algún cambio que medie el ayer y el hoy se produjo, y que terminó por acabar el Siglo XX tal como lo predijo el tango: problemático y febril; y que ya entrado el Siglo XXI, donde la gente si bien tiene lugares de encuentro donde sonríe, comenta de la televisión o aborda temas de actualidad, prefiere internet. En ese mundo paralelo al real se conecta, compra, saborea, confiesa, habla y cuenta… El que se conecte encontrará todo lo que parece imposible, hasta un tanguito con la púa del toca disco sonando sucio, como de fondo.

Entre la Argentina de finales del Siglo XIX y principios de Siglo XX, que enseñara el tango como ley y que se nos viene a la cabeza cuando trabaja la primer nota del bandoneón, y la vida de hoy aparece en reiteradas ocasiones una gama de contradicciones que puedo identificar principalmente con habladurías o decires de la gente más grande. Hay una brecha generacional vasta, y al ritmo de los avances tecnológicos cambia todo tan rápido que se acentúa más.

Sin embargo me gustaría detenerme en el espíritu arrabalero, en esas melodías quejosas, tristes acompañadas por el lamento del bandoneón y un argot llamado lunfardo que dedica letras y sollozos a una ciudad, a una mujer o a un amigo. Esa sensación no cambia, sigue intacta en todos los tangueros ya sean del siglo XIX, XX o del XXI. Bailen, canten, o sinteticen en una pista de música electrónica las melodías. Sean hombres que porten el rostro y la actitud de un malevo de principios del XX o uno que le hablaron de lo lindo que siguen las milongas en Buenos Aires, y después conoció una y otra y bueno, ahí lo vemos, hoy 2015 aprendiendo a bailar tango, desafiándose a él mismo cuando pensaba que no se movería ni para agarrar el control remoto.

Cuando era una niña veía a mi abuelo que caminaba lento hacia el toca disco, tomaba en sus manos el disco de pasta dura, bajaba la púa y con sus dos manos agarrándose la panza simulaba bailar. Quedó en mí ese recuerdo, y me parece ver aún hoy cómo sus ojos brillan, cuando se siente un tango. Después iba a buscar un vasito de Gancia, y al tercero o cuarto venía mi abuela a retarlo. Tango, me traes esos recuerdos imborrables de mi infancia en Buenos Aires, de una pena que aunque ajena no encuentra consuelo, de una tristeza que compramos de manera colectiva para disfrutarte y de la certeza de saber que el tiempo no para y que en los próximos siglos el Tango seguirá viajando por más corazones.