Ensayo sobre la verdad del Ser Supremo. Dios
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UNIVERSIDAD DE PIURAFACULTAD DE CIENCIAS Y
HUMANIDADES
CURSO: METAFÍSICA I
Ensayo sobre la Verdad del Ser Supremo: Dios.
Monografía que presenta:
EDWIN LEONEL CÓRDOVA RETO.
PIURA – PERÚ
JUNIO 2008
A los creyentes y a los que creen haber creído ya que nunca creyeron.
A Daniela, por el interés mostrado a este trabajo y sus diversas preguntas
que me animaron a realizarlo.
ÍNDICE
Pág.
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPITULO I: ¿QUÉ ES EL SER SUPREMO?................................................ 1
1. Grados de conocimiento humano de Dios. ............................. ................. 1
1.1 El conocimiento vulgar. ............................ . .............................. ........ 31.2 El conocimiento filosófico. ...................... . ............................. ........... 41.3 El conocimiento sobrenatural. .................. . ............................. . ......... 5
2. Noción de Dios. ......................... .......................... .......................... .......... 7
2.1. Importancia de Dios. .................. . ............................. . .................. . 72.2. Diversos puntos de vista. ............................. . .................. ………….. 8
2.2.1. Opiniones diversas. ............................. . .................. ……. 132.2.2. Concepción de San Agustín y Noción Tomista. ................. 15
2.3. El nombre Qui est es el nombre más propio de Dios. La esencia metafísica de Dios: Ipsum Esse Subsistens... .............................. ...... 16
CAPITULO II: DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS. ....... 18
1. Demostración Tomista. .................. .................. .................. .................. 19
1.1 Principales errores o herejías de la existencia de Dios. .................. . . 211.2 Breve Doctrina de Santo Tomás de Aquino. .................. . ................. 21
1.2.1 Si la existencia de Dios es verdad de evidencia inmediata... 211.2.2 Si, por lo menos es una verdad demostrable……………… 221.2.3 Cómo se demuestra la existencia de Dios………………… 22
1.2.3.1 Marco teórico de las vías. .................. . ................ 231.2.3.2 Las cinco vías. .................. . ............................. ... 24
CAPITULO III: COGNOSCIBILIDAD DE LA ESENCIA DIVINA. ......... 28
1. Los límites de nuestro conocimiento esencial de Dios. .................. ....... 28
2. La analogía. .................. .................. .................. .................. ................... 30
3. La triple vía del conocimiento esencial de Dios. .................. ................. 31
4. Perfecciones de persona y perfecciones de cosa. .................. ................ 31
CAPITULO IV: NATURALEZA DIVINA Y OBRAR DIVINO. ................. 33
1. Naturaleza Divina.................. .................. .................. .................. ......... 33
1.1 Atributos entitativos. .................. . ............................. . .................. .. 341.1.1 La Simplicidad. .................. . ............................. . ............... 34 1.1.2 La Perfección. .................. . .............................. ................. 35 1.1.3 La Bondad. .................. . ............................. . .................. .. 351.1.4 La Infinitud. .................. . .............................. .................... 361.1.5 La Inmensidad. .................. . .............................. ............... 361.1.6 La Inmutabilidad. .................. . ............................. . ............ 371.1.7 La Eternidad. .................. . ............................... ................. 371.1.8 La Unidad. .................. . ............................. . .................. . 38
1.2. Constitutivo formal de Dios. .................. . .............................. ......... 38
2. Obrar Divino. .................. .................. .................. .................. ................ 39
2.1. Atributos inmanentes. .................. . ............................. . .................. 392.1.1 Entender Divino. .................. . ............................. . ............ 39 2.1.2 Divino Querer. .................. . ............................. . ............... 402.1.3 Vida Divina. .................. . .............................. .................... 40
2.2. Atributos transitivos. .................. . ............................. . .................. . 412.2.1 Poder Divino. .................. . ............................. . .................. 412.2.2 La Creación. .................. . .............................. .................... 422.2.3 La Conservación. .................. . ............................. . ............ 422.2.4 Gobierno Divino. .................. . ............................. . ............ 43
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
ENLACES WEB
INTRODUCCIÓN
El ser humano se realiza múltiples preguntas. Entre esas interrogantes está
la existencia e importancia de un Dios, un Dios que tanto se necesita en un mundo
caótico como el actual, un mundo de violencia y carente de valores. Pero
recordemos que Dios es la luz de nuestro existir y entre cuanto mas poderoso sea
Él – creador y luz nuestra- más poderosas serán nuestras capacidades. Y como su
poder es infinito, eso quiere decir que si bien nuestras capacidades no son infinitas
por lo menos son de dimensiones considerables por lo tanto con nuestra fe
aceptamos la revelación y con nuestra razón también buscamos al ser supremo:
Dios.
Esta interrogante –justificada por la naturaleza humana de querer encontrar
respuesta a todo- fue el motivo de la realización de esta monografía. La cual había
sido planeada desde hace unos años -2006 para ser exacto- pero debido a falta de
conocimiento y falta de tiempo no se pudo llevar a cabo. Hoy no es que el
conocimiento abunde y rebase límites, tampoco que un plácido descanso nos
favorezca sino que debemos cumplir con un trabajo universitario. Pero en su titulo
“Ensayo sobre la verdad del Ser Supremo: Dios.” Descubrimos la verdadera
naturaleza del presente trabajo monográfico. En primer lugar porque al ser ensayo
no se da por concluida totalmente alguna afirmación presente en este trabajo y se
muestran los deseos de llevar un trabajo más serio en el futuro; en segundo lugar
sobre la verdad del ser supremo que es Dios, el objetivo es explicar y demostrar la
importancia y existencia de Dios –y sus atributos-.
El autor clave en esta monografía es Santo Tomás de Aquino, por su
autoridad en la materia y brillante raciocinio metafísico. También nos guiamos
por las sagradas escrituras y por documentos publicados por el Vaticano.
En esta monografia nos preguntamos sobre la existencia de Dios y la
importancia que tiene para nosotros. ¿Cómo responder estas nobles interrogantes
humanas?
FIDES ET RATIO binae quasi pennae videntur quibus veritatis ad
contemplationem hominis attollitur animus. Deus autem ipse est qui veritatis
cognoscendae studium hominum mentibus insevit, suique tandem etiam
cognoscendi ut, cognoscentes Eum diligentesque, ad plenam pariter de se ipsis
pertingere possint veritatem -La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos
alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la
verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y,
en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda
alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo-.1 Con estas palabras comienza
nuestro recordado Juan Pablo II, el Papa peregrino, su encíclica Fides et ratio
enseñándole al ser humano que tiene la capacidad de acercarse al ser supremo
tanto por la revelación –fe-, como por la razón.
En esta monografía plantearemos la verdad cognoscible de Dios por el hombre.
Aclarando que la verdad que mostraremos, es la verdad cognoscible por nuestra
razón y también incluimos la de la revelación. Pero no es la verdad absoluta, una
verdad imposible de conocer para el ser humano por que es limitado temporal e
intelectualmente –solo tenemos una vida y nuestra mirada no puede abarcar más
que un solo sector-. Además somos seres contingentes, no necesarios. Pero que
tendemos a buscar a Dios. Así como lo expresaba San Agustín: “Grande eres,
Señor, y laudable sobre manera; grande es tu poder, y tu sabiduría no tiene
número. ¿Y pretende alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación, y
1 Juan Pablo II. FIDES ET RATIO Sitio Web: Sede del Vaticano, entrada el 30 de Mayo de 2008. (5.30 p.m.) URL: http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/index_sp.htm
precisamente el hombre, que, revestido de su mortalidad, lleva consigo el
testimonio de su pecado y el testimonio de que resistes a los soberbios? Con todo,
quiere alabarte el hombre, pequeña parte de tu creación. Tú mismo le excitas a
ello, haciendo que se deleite en alabarte, porque nos has hecho para Ti y nuestro
corazón está inquieto hasta que descansa en Ti”.2 En esta oración San Agustín –
eterno buscador de verdad y sabiduría- nos muestra la tendencia de todo hombre
de ir hacia Dios. Tendencia seguida de diversas maneras, pero que en este caso –
me refiero a la presente monografía- la seguiremos por el camino antes señalado:
el de la fe y la razón.
Pero qué valor tiene la revelación para nosotros. Cuando Dios revela,
debemos prestar “la obediencia de la fe”, por la que el hombre se confía libre y
totalmente a Dios prestando “a Dios revelador el homenaje del entendimiento y de
la voluntad”, y asistiendo voluntariamente a la revelación hecha por Él. Para
profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios -favor sobrenatural y gratuito
concedido al hombre para ponerlo en el camino de la salvación-, que proviene y
ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo
convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da “a todos la suavidad en el aceptar
y creer la verdad”. Y para que la inteligencia de la revelación sea más profunda, el
mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones.3
Cómo conocemos a Dios por medio de la razón. Todo lo que conocemos
de Dios lo tenemos ante nuestros ojos “Lo que es y que no podemos ver ha pasado
a ser visible gracias a la creación del universo, y por sus obras captamos algo de
su eternidad, de su poder, de su divinidad”.4
Para reforzar la posición anterior y comprender que tampoco la razón del
hombre es ilimitada viene la siguiente explicación “La incapacidad natural del
hombre se revela en su ignorancia de Dios. Todo lo que admiran por su valor no
2 San Agustín. Confesiones. EDAF, ediciones-distribuciones, S.A. Madrid 1969. 288 p.3 Concilio Vaticano II. DEI VERBUM. Sitio Web: Sede del Vaticano, entrada el 30 de Mayo de
2008. (5.00 p.m.) URL: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm
4 Biblia Latinoamericana. – Católica- ROM. 1, 20.
los llevo a conocer al Que Es. ¡Se quedaron con las obras y no reconocieron al
Artesano! Consideraron como dioses que gobiernan el mundo tanto al fuego como
al viento, a la brisa, al firmamento estrellado, al agua impetuosa o a las luminarias
del cielo. Fascinados por tanta belleza, los consideraron como dioses, pero
entonces, ¿No debieron haber sabido que su soberano es todavía más grande?
Porque solo son criaturas del que hace que aparezca toda esa belleza. Si estaban
impresionados por su fuerza y su actividad, debieron haber comprendido que su
creador es más poderoso aún. Porque la grandeza y la belleza de las criaturas dan
alguna idea del que les dio el ser. Pero, quizás no haya que criticar tanto a esa
gente: talvez se extraviaron cuando buscaban a Dios y querían encontrarlo.
Reflexionando sobre las criaturas que los rodeaban, y lo que veían era tan
hermoso que se quedaron con lo exterior. Pero ni aun así están libres de culpa: si
fueron capaces de escudriñar el universo, ¿Cómo no descubrieron en primer lugar
al que es su Dueño?”5
La Revelación divina constituye de hecho la base de la fe: del “creo” del
hombre. Al mismo tiempo, los pasajes de la Sagrada Escritura en que está
consignada esta Revelación, nos enseñan que el hombre es capaz de conocer a
Dios con su sola razón, es capaz de una cierta “ciencia” sobre Dios, si bien de
modo indirecto y no inmediato. Por tanto, al lado del “yo creo” se encuentra un
cierto “yo sé”. Este “yo sé” hace relación a la existencia de Dios e incluso a su
esencia hasta un cierto grado. Este conocimiento intelectual de Dios se trata de
modo sistemático en una ciencia llamada “teología natural”, que tiene carácter
filosófico y que surge en el terreno de la metafísica, o sea, de la filosofía del ser.
Se concentra sobre el conocimiento de Dios en cuanto Causa primera y también
en cuanto Fin último del universo.
Estos problemas y toda la amplia discusión filosófica vinculada a ellos, no
pueden tratarse a fondo en el marco de una breve monografía. Tampoco nos
ocuparemos con detenimiento de las “vías” que conducen a la mente humana en la
búsqueda de Dios –pertenecientes a Santo Tomás de Aquino-. Para esta
5 Biblia Latinoamericana. – Católica- SAB 13, 1-9
monografía es suficiente explicar que noción tenemos de Dios, si podemos
conocer a Dios, Cómo lo podemos conocer y sus atributos. Por ello y según la
Iglesia todo nuestro pensar acerca de Dios sobre la base de la fe, tiene también
carácter “racional” e “intelectivo”. E incluso el ateísmo queda en el círculo de una
cierta referencia al concepto de Dios. Pues si de hecho niega la existencia de Dios,
debe saber ciertamente de Quién niega la existencia.
Claro está que el conocimiento mediante la fe es diferente del
conocimiento por la razón. Sin embargo, Dios no podía haberse revelado al
hombre si éste no fuera ya capaz por naturaleza de conocer algo verdadero a su
respecto. Por consiguiente, junto y más allá de un “yo sé”, que es propio de la
inteligencia del hombre, se sitúa un “yo creo”, propio del cristiano: en efecto, con
la fe el creyente tiene acceso, si bien sea en la oscuridad, al misterio de la vida
íntima de Dios que se revela.6
Sin más que decir, agradecemos su interés por esta monografía y
esperamos que tengan su mente abierta para poderla entender y criticar. Les
deseamos una buena lectura y que Dios los ilumine y puedan extraer brillantes
conclusiones.
El autor.
6 S.S. Juan Pablo II, Audiencia general. Miércoles 20 de marzo de 1985. El hombre puede llegar con la razón al conocimiento de Dios.
CAPÍTULO I
EL SER SUPREMO
El problema de Dios es el problema del hombre. Juan Pablo II nos dice:
“El camino del hombre –el primero que busca a Dios- es el camino de la iglesia;
es el camino de Dios, a través de su hijo Jesucristo.”
1. Grados de conocimiento humano de Dios.
Es propio del hombre buscar el absoluto. El ser humano no se colma sin
buscar y preguntarse de los afanes de la vida. Pero ¿Por qué se pregunta?
Evidentemente, por que percibe y sabe que las cosas no son portadoras de si
mismas, que no son ya su sentido por si mismas, sino que señalan más allá de si
mismas.
El hombre siempre busca el absoluto, así lo expreso Karl Jaspers: “Si
suprimo algo que es absoluto para mí, automáticamente otro absoluto ocupa su
puesto.” 7
E n el hombre late el deseo de conocer a Dios debido a que Dios mismo, al
crear al hombre a su propia imagen, inscribió en el corazón de éste el deseo de
verlo. Aunque el hombre a menudo ignore tal deseo, Dios no cesa de atraerlo
7 Jaspers, Karl. La filosofía desde el punto de vista de la existencia. México, DF: Fondo de Cultura Económica, 1970. 151 p.
hacia sí, para que viva y encuentre en Él aquella plenitud de verdad y felicidad a
la que aspira sin descanso. En consecuencia, el hombre, por naturaleza y
vocación, es un ser esencialmente religioso, capaz de entrar en comunión con
Dios. Esta íntima y vital relación con Dios otorga al hombre su dignidad
fundamental.8 Así lo expresaba San agustín al decir: “Tú eres grande, Señor, y
muy digno de alabanza (…). Nos has hecho para ti y nuestro corazón está
inquieto mientras no descansa en ti.”9
El hombre empieza a mirar las realidades, se hace una serie de
interrogantes. Lo primero que puede observar vía experiencia es la realidad de su
propia persona y comienza a preguntarse por su ser, su devenir, su origen. Luego
mira el mundo que le rodea y se da cuenta que tanto él como el mundo no pueden
haberse hecho a si mismo. De esta manera es como el ser humano llega a
preguntarse por el autor de toda la realidad, por su creador, por el ser supremo.
Así el hombre llega a la interrogante sobre Dios.
Lo explicado en el párrafo anterior muestra el procedimiento natural de la
razón humana, abandonada a sus propias fuerzas, es el movimiento progresivo y
ascendente de lo sensible a lo inteligible, del efecto a la causa, de la criatura al
Creador. Por eso, según una observación profunda de Santo Tomás, “en la
doctrina o ciencia natural que considera las criaturas en sí mismas, y por medio de
ellas se levanta al conocimiento de Dios, la primera investigación es acerca de las
criaturas, y la última acerca de Dios. Pero en la doctrina sobrenatural de la fe, la
cual considera las criaturas sólo con relación a Dios, la primera es la
consideración acerca de Dios, y después viene la de las criaturas. Así es que el
procedimiento científico que se refiere a la fe (la ciencia teológica), es más
perfecto en sí mismo, porque es más semejante al conocimiento de Dios, el cual
conociéndose a sí mismo, conoce en su esencia las otras cosas.”
8 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (COMPENDIO), Sitio Web Vaticano en español – Catecismo de la Iglesia Católica, entrada el 31 de Mayo de 2008 (8.00 p.m.) URL: http://www.vatican.va/archive/ccc/index_sp.htm
9 San Agustín. Confesiones. EDAF, ediciones-distribuciones, S.A. Madrid 1969. 288 p.
Ahora pasamos a estudiar los grados de conocimiento del Ser Supremo, los
cuales son tres: el vulgar, el filosófico y el sobrenatural. Y serán estudiados según
su perfección en el conocimiento de Dios.
1.1. El conocimiento vulgar.
También llamado conocimiento espontáneo de Dios. Resulta de aplicar la
causalidad a las maravillas del universo basándonos en la experiencia y la razón.
La razón es aplicada a nuestra experiencia, así que podemos hablar de una
correlación entre estas.
Para esto el ser humano se formula tres interrogantes: La primera es si se
han hecho a si mismos, cuya inmediata respuesta es no, pues se dan cuenta que
provienen de otro ser. La segunda, es sobre su existencia, ¿Existen desde siempre?
No pues por experiencia comprobamos que las cosas se desgastan, que nos
hacemos viejos y fallecemos, nada es eterno en este mundo material, todo cambia,
todo varia según transcurre el tiempo. La tercera pregunta trata sobre el autor de
nuestra existencia ¿Quién los hizo? Entonces la respuesta que nos damos los seres
humanos es que el autor de nuestra existencia es un ser potentísimo y sapientísimo
-lo más poderoso y sabio que se pueda pensar- y ese ser sería Dios, el Ser
Supremo.
Es así como nace la religión -Conjunto de creencias o dogmas acerca de la
divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales
para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la
oración y el sacrificio para darle culto- como elemento esencial de la cultura
humana. Elemento fundamental histórico, social y cultural en el devenir del
hombre. La base y la expresión de los deberes del hombre para con Dios es la
religión. La religión, en general, es la relación moral del hombre con Dios.
Religión como un elemento de unión entre el hombre y Dios.
1.2. El conocimiento filosófico.
Este conocimiento es superior al vulgar y al científico. Es cierto y
verdadero, versa sobre lo universal y necesario, y se apoya en demostraciones o
causas. Busca la universalidad en la máxima amplitud y también las causas
últimas. Su certeza es objetiva manifestada en la realidad por evidencia mediata o
inmediata.
El conocimiento filosófico desemboca en la búsqueda y el consiguiente
hallazgo de la divinidad. Solo en Dios podemos hallar la última explicación de
todas las cosas en la medida que es posible hacerlo con la luz natural de nuestra
razón. Porque Dios es el supremo, y por ello principio primero y fin último de
todos los demás seres. El conocimiento filosófico de Dios es el objetivo principal
de la investigación filosófica. Muestra el anhelo del hombre por lograr una
respuesta cabal a la pregunta más onda de la filosofía ¿Por qué existe algo, y no,
más bien nada? La parte más elevada de la filosofía se denomina teología natural
que muestra primero la existencia y después los atributos de Dios.
La teología natural es un conocimiento especulativo dentro de los límites
de la razón humana. También es un conocimiento demostrativo por vía de las
cosas sensibles y del hombre. Lo conocemos en las perfecciones de las criaturas,
pero no en si mismo, no en toda la riqueza que encierra. La existencia de Dios no
es inmediatamente, es decir sin previo esfuerzo de nuestra razón, evidente para
nosotros, como lo creyeron Malebranche y los ontologistas; sino que, mediante el
trabajo de la inteligencia, que es la operación más fundamentalmente propia del
hombre, mediante el razonamiento, es como llegamos a comprenderla con
claridad; y la razón, para elevarse hasta ella no ha de apoyarse en la simple idea o
noción del ser perfecto (argumento ontológico de san Anselmo y de Descartes),
sino que ha de apoyarse sobre realidades indubitablemente ciertas y comprobadas.
Es teología, es decir tratado de Dios; y natural, o sea, por las solas luces de
la razón natural. Precisamos formalmente que se alcanza a Dios; a partir de la
ratio entis se alcanza la causa primera del saber de todas las cosas. No se accede a
Dios secumdum quod in se est, lo que es Dios en su esencia (ésta es una
formalidad teología sobrenatural), sino como causa de las cosas. De ahí la
definición de la teología natural: parte de la metafísica que estudia la primera
causa de los entes. La teología natural es formalmente metafísica.10
1.3. El conocimiento sobrenatural.
Hay un conocimiento superior, un conocimiento sobrenatural o
sobrehumano en el cual interviene la ayuda de Dios mismo. Es un tipo de
conocimiento que el ser humano no debe poner en Duda pues proviene del mismo
creador omnipotente y sapientísimo del hombre y de toda la naturaleza.
Son dos los tipos de conocimientos sobrenaturales. El primero de ellos se
obtiene por la fe divina. La fe es la firme adhesión de la mente a una verdad, no
directamente conocida, sino conocida indirectamente, por el testimonio de otra
persona de la que nos fiamos, porque sabe lo que dice y no quiere engañarnos. La
persona que reúne esas condiciones detenta cierta autoridad y por ello es creíble.
Pero existe una autoridad máxima, que reclama para sí la fe más firme, y es la que
corresponde al testimonio del mismo Dios, que recibe el nombre de revelación
Divina. Dios no puede engañarse, pues es omnisciente; ni puede engañarnos, pues
es veraz y nos ama sobre toda ponderación. Aunque no entendamos lo revelado
por Dios, los seres humanos debemos tener la absoluta certeza que eso nos
encaminara al correcto camino. Como dice San Juan de la Cruz: “a oscuras y
segura.”.
Los contenidos de la fe divina son las verdades reveladas por Dios y
enseñadas por la iglesia, que es la fiel depositaria y custodia, de ese tesoro. Son
verdades expresadas con palabras humanas. De esto nace otro grado en el
conocimiento sobrenatural de Dios, la teología sagrada. En las palabras que
expresan las verdades divinamente reveladas hay siempre contenidas riquezas
10 González, Ángel Luís. Teología Natural. Ediciones Universidad Navarra, S.A. (EUNSA), 2000. 253 p.
mayores de las que a primera vista podemos entender. Sacar a la luz las riquezas
escondidas en esas palabras es la tarea de la teología sagrada. Por eso la teología
es un saber divino-humano; divino porque arranca de la fe divina y en ella
descansa; humano, porque echa mano de la razón humana y utiliza sus
encadenamientos naturales para obtener nuevas conclusiones. La fe trata sobre la
revelación explicita; la teología sobre la revelación implícita.
Existe otro conocimiento sobrenatural de Dios, superior a la fe y a la
teología sagrada, que es la sabiduría mística. Las dos anteriores muestran cierto
grado de imperfección debido a que visten con nuestras palabras y conceptos lo
dado por Dios. La sabiduría mística hace conocer -al que la tiene- ese mismo
objeto esencialmente sobrenatural que alcanza la fe, pero según un modo
asimismo sobrenatural. Aquí ya no se representa sino se viven las cosas divinas;
se da primero un conocimiento sobrehumano, porque sobrepasa todo modo
natural de conocer, esto es, todo modo conceptual, ya que para conocer a Dios por
experiencia mística hay que ir más allá de toda representación humana. Y en
segundo lugar es un conocimiento por connaturalizad, una connaturalizad dada
por la gracia santificante y sobre todo, la caridad, el amor sobrenatural a Dios, en
su vida absolutamente propia e intima, pues la caridad tiende a Dios en Sí mismo
Y por ultimo, el grado supremo del conocimiento humano de Díos es la
visión beatifica, que solo es accesible al hombre en la otra vida. Es la unión íntima
e inmediata de la inteligencia del hombre con la esencia de Dios, el saber más alto
que podemos alcanzar. La esencia de Dios se ofrece como objeto, sin
interposición de velos ni símbolos, a la inteligencia del hombre.
Para poder conocer a Dios hay dos vías: oscurecer la esencia de Dios con
conceptos creados por humanos y alumbrando nuestro intelecto con luces de
gloria.11
11 García López, Jesús. Metafísica Tomista; Ontología, Gnoseología y Teología natural. Ediciones Universidad Navarra, S.A. (EUNSA), 2001. 720 p.
2. Noción de Dios.
2.1. Importancia de Dios.
David Hume en sus Diálogos sobre religión natural decia: “¿Cuál verdad
más obvia, más indudable que la del ser de un Dios, admitida por épocas más
ignorantes, verdad por la que los genios más finos han pugnado ambiciosamente
por producir nuevas pruebas y argumentos? ¿Cuál verdad más importante que
ésta, que es el sostén de nuestros anhelos, el más seguro cimiento de la moral, el
más firme apoyo de la sociedad y el único principio que, ni por momento debe
estar ausente de nuestros pensamientos y meditaciones?”
El hombre es un ser religioso por naturaleza. Desde que hay hombre hay
signos de religiosidad. En la evolución del hombre, para saber si estamos ante un
hombre (homo) o un mono (pithecos), nos fijamos en los enterramientos. El
hombre entierra a sus muertos, los “pithecos” no lo hacían. Por eso, el hombre,
desde siempre, se ha ido formando una noción de Dios, que ha podido variar en
función de la experiencia concreta de esa religión, y del lenguaje empleado para
describirlo.
Qué magnifico ser es el que nos imaginamos y no llegamos a comprender
que la inmensidad de lo eterno no podemos ocultarla en un cofre de madera.
Entendemos que con conceptos humanos no podríamos definir completamente a
un ser de tal naturaleza.
Pero si podemos comprender entonces cuál es la importancia de ese ser -al
que llamamos por conveniencia Dios- que aún no podemos afirmar su existencia.
¿Existe Dios? Bueno, esta es una gran pregunta pero la respuesta se encontrara en
el capitulo II.
La importancia radical de Dios se encuentra en la idea de este ser –idea
que puede variar según las diversas personas- más allá de su existencia o no. Su
existencia lo hace trascendente e inmanente. La idea de este ser es la más
importante en el hombre, pues refleja en esta idea su necesidad de apoyo y
protección. Esta idea encamina al hombre en su razón y moral. Lo encamina en su
vida tanto en lo personal y lo social.
Entonces comprendemos que la importancia de la idea de Dios radica en
cuanto forma sistemas ordenadores tanto en el ámbito personal, como en el social.
De manera que tratamos de seguir determinadas reglas de vida, las cuales son
dadas por la noción o idea de Dios que se tenga. El ser humano intenta no fallar,
no ir en contra de su idea de Dios, de las reglas dadas por esa idea. De forma que
con esa conducta entiende que agrada al ser que refleja su idea y al agradarle
conserva su apoyo y protección.
Si la idea de Dios muere, nace el caos, el desorden, la violencia y empieza
a morir la humanidad.
2.2. Diversos puntos de vista.
Dios es uno y supremo. Pero no podemos entender completamente a este
ser y por ello solo podemos entender a Dios según el sector al cual le prestemos
mayor atención.
Una historia que ejemplifica esto es la de los seis ciegos y el elefante que
relataremos a continuación:
La historia de los seis ciegos y el elefante 12
El siguiente relato, es un antiguo cuento hindú sobre nuestra percepción
del mundo, como nos sentimos dueños de la Verdad y como nos cegamos a la
percepción de quién está a nuestro lado.
12 La historia de los seis ciegos y el elefante. Sitio Web: ATREVETE A CAMBIAR EL MUNDO, entrada el 29 de Mayo del 2008 (9.00 p.m.) URL: http://www.atinachile.cl/content/view/186383/La_historia_de_los_seis_ciegos_y_el_elefante.html
Hace más de mil años, en el Valle del Río Brahmanputra, vivían seis
hombre ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era
de todos el más sabio.
Para demostrar su sabiduría, los sabios explicaban las historias más
fantásticas que se les ocurrían y luego decidían de entre ellos quién era el más
imaginativo.
Así pues, cada tarde se reunían alrededor de una mesa y mientras el sol se
ponía discretamente tras las montañas, y el olor de los espléndidos manjares que
les iban a ser servidos empezaba a colarse por debajo de la puerta de la cocina, el
primero de los sabios adoptaba una actitud severa y empezaba a relatar la historia
que según él, había vivido aquel día. Mientras, los demás le escuchaban entre
incrédulos y fascinados, intentando imaginar las escenas que éste les describía con
gran detalle.
La historia trataba del modo en que, viéndose libre de ocupaciones aquella
mañana, el sabio había decidido salir a dar una paseo por el bosque cercano a la
casa, y deleitarse con el cantar de las aves que alegres, silbaban sus delicadas
melodías. El sabio contó que, de pronto, en medio de una gran sorpresa, se le
había aparecido el Dios Krishna, que sumándose al cantar de los pájaros, tocaba
con maestría una bellísima melodía con su flauta. Krishna al recibir los elogios del
sabio, había decidido premiarle con la sabiduría que, según él, le situaba por
encima de los demás hombres.
Cuando el primero de los sabios acabó su historia, se puso en pie el
segundo de los sabios, y poniéndose la mano al pecho, anunció que hablaría del
día en que había presenciado él mismo la famosa Ave de Bulbul, con el plumaje
rojo que cubre su pecho. Según él, esto ocurrió cuando se hallaba oculto tras un
árbol espiando a un tigre que huía despavorido ante un puerco espín
malhumorado. La escena era tan cómica que el pecho del pájaro, al contemplarla,
estalló de tanto reír, y la sangre había teñido las plumas de su pecho de color
carmín.
Para poder estar a la altura de las anteriores historias, el tercer sabio tosía y
chasqueaba la lengua como si fuera un lagarto tomando el sol, pegado a la cálida
pared de barro de una cabaña. Después de inspirarse de esta forma, el sabio pudo
hablar horas y horas de los tiempos de buen rey Vikra Maditya, que había salvado
a su hijo de un brahmán y tomado como esposa a una bonita pero humilde
campesina.
Al acabar, fue el turno del cuarto sabio, después del quinto y finalmente el
sexto sabio se sumergió en su relato. De este modo los seis hombres ciegos
pasaban las horas más entretenidas y a la vez demostraban su ingenio e
inteligencia a los demás.
Sin embargo, llegó el día en que el ambiente de calma se turbó y se volvió
enfrentamiento entre los hombres, que no alcanzaban un acuerdo sobre la forma
exacta de un elefante. Las posturas eran opuestas y como ninguno de ellos había
podido tocarlo nunca, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y
de este modo poder salir de dudas.
Tan pronto como los primeros pájaros insinuaron su canto, con el sol aún a
medio levantarse, los seis ciegos tomaron al joven Dookiram como guía, y puestos
en fila con las manos a los hombros de quien les precedía, emprendieron la
marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva más profunda. No habían
andado mucho cuando de pronto, al adentrarse en un claro luminoso, vieron a un
gran elefante tumbado sobre su costado apaciblemente. Mientras se acercaban el
elefante se incorporó, pero enseguida perdió interés y se preparó para degustar su
desayuno de frutas que ya había preparado.
Los seis sabios ciegos estaban llenos de alegría, y se felicitaban unos a
otros por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema y decidir cuál era la
verdadera forma del animal.
El primero de todos, el más decidido, se abalanzó sobre el elefante preso
de una gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron que su pie
tropezara con una rama en el suelo y chocara de frente con el costado del animal.
-¡Oh, hermanos míos! –exclamó- yo os digo que el elefante es exactamente
como una pared de barro secada al sol.
Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución,
con las manos extendidas ante él, para no asustarlo. En esta posición en seguida
tocó dos objetos muy largos y puntiagudos, que se curvaban por encima de su
cabeza. Eran los colmillos del elefante.
-¡Oh, hermanos míos! ¡Yo os digo que la forma de este animal es
exactamente como la de una lanza... sin duda, ésta es!
El resto de los sabios no podían evitar burlarse en voz baja, ya que
ninguno se acababa de creer los que los otros decían. El tercer ciego empezó a
acercarse al elefante por delante, para tocarlo cuidadosamente. El animal ya algo
curioso, se giró hacía él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la
trompa del animal y la resiguió de arriba a abajo notando su forma alargada y
estrecha, y cómo se movía a voluntad.
-Escuchad queridos hermanos, este elefante es más bien como...como una
larga serpiente.
Los demás sabios disentían en silencio, ya que en nada se parecía a la
forma que ellos habían podido tocar. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó
por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para
asustar a los insectos que le molestaban. El sabio prendió la cola y la resiguió de
arriba abajo con las manos, notando cada una de las arrugas y los pelos que la
cubrían. El sabio no tuvo dudas y exclamó:
-¡Ya lo tengo! – dijo el sabio lleno de alegría- Yo os diré cual es la
verdadera forma del elefante. Sin duda es igual a una vieja cuerda.
El quinto de los sabios tomó el relevo y se acercó al elefante pendiente de
oír cualquiera de sus movimientos. Al alzar su mano para buscarlo, sus dedos
resiguieron la oreja del animal y dándose la vuelta, el quinto sabio gritó a los
demás:
-Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien
como un gran abanico plano – y cedió su turno al último de los sabios para que lo
comprobara por sí mismo.
El sexto sabio era el más viejo de todos, y cuando se encaminó hacia el
animal, lo hizo con lentitud, apoyando el peso de su cuerpo sobre un viejo bastón
de madera. De tan doblado que estaba por la edad, el sexto ciego pasó por debajo
de la barriga del elefante y al buscarlo, agarró con fuerza su gruesa pata.
-¡Hermanos! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante
tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera.
Ahora todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma
verdadera del elefante, y creían que los demás estaban equivocados. Satisfecha así
su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les
conducía a su casa.
Otra vez sentados bajo la palmera que les ofrecía sombra y les refrescaba
con sus frutos, retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante,
seguros de que lo que habían experimentado por ellos mismos era la verdadera
forma del elefante.
Seguramente todos los sabios tenían parte de razón, ya que de algún modo
todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda todos a su
vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante.
2.2.1. Opiniones diversas.
La idea de un ser superior a otro y como causa primera de todo surgió en la
filosofía griega, entre las disputas para encontrar el principio de todas las cosas.
Nos referimos al conocimiento filosófico de ese ser superior. Que en la filosofía
antigua lo podemos encontrar en Anáximandro, quien nos dice que el apeiron,
fuerza infinita que permite entender el orden de la realidad. Sócrates nos habla de
una inteligencia ordenadora. Platón y sus seguidores nos muestran la figura del
Uno y también la de un Demiurgo –modelador de las cosas-. Para Aristóteles
vendría a ser el primer motor, un ser que seria acto puro.
También esta idea la encontramos en las diversas religiones. Hay algunos
aspectos comunes a todas las religiones respecto de Dios. Todas entienden a Dios
como trascendente, como algo inalcanzable, radicalmente diferente a nosotros,
contrario a nuestra naturaleza. En palabras de Barth, lo “totalmente otro”,
“totaliter alter”. Un segundo aspecto de la noción de Dios sería su fundamento, su
origen, su potencia todopoderosa. Su capacidad para superar al hombre, llegar
donde él no llega, su poder. Este aspecto, junto con el primero son comunes a casi
todas las religiones. Pero en algunas de ellas, incluido la nuestra, hay un tercer
aspecto, su carácter personal, su capacidad para intervenir y dialogar con los
asuntos de los hombres.
La filosofía posterior utilizó un lenguaje para referirse a Dios con un deseo
de exactitud y precisión. Santo Tomás empleó términos como “ser supremo”,
“bien supremo”. San Anselmo, consciente de la dificultad entendía que Dios era
“aquello que ni siquiera puede ser pensado, que está más allá de nuestra
pensamiento y nuestra capacidad”.
En la edad moderna encontramos filósofos que intentan racionalizar a
Dios, como Descartes que habla de un ser perfecto por el cual poseemos la razón.
Un excelente diseñador que hizo su obra y se alejo del mundo, según Leibniz.
También encontramos posturas panteístas como Baruch Spinoza que se refiere a
Dios como Causa Sui, Deus sive Natura.
Kant consideraba como caracteristica inevitable: “Dios es el concepto más
dificilmente alcanzable, pero al mismo tiempo el más inevitable de la razón
especulativa humana”. Y Hegel llegó a señalar que decir que no deba realizarse el
recorrido del mundo a Dios, de lo finito al infinito, es decir que no se debe pensar.
Los contemporaneos cayeron en un ateismo filosofico. Ludwing Feverbach dijo
“Dios fue creado a imagen y semejanza del hombre y no el hombre a imagen y
semejanza de Dios” Consideraba a Dios simplemente como una forma infantil del
hombre de proyectar su grandeza. Sigmund Freud afirmaba que el miedo forja a
los Dioses. Porque tenemos miedo buscamos apoyo y consuelo. La religión –y
Dios- es un deseo infantil de buscar un padre que nos proteja. Friedrich Nietzche
polemizo con la frase “Dios ha muerto”. El rendir culto nos da una categoria
infrahumana, como esclavos. Esperaba –buscaba- al superhombre, superhumano
es la mejor traducción (Übermensch). Para concluir con nuetsra lista de filosofos
ateos mencionaremos a Karl Marx, “La religión es el opio del pueblo”, como gran
exponente materialista.
En la observación del Ser Supremo encontramos diversas posturas de
caracter religioso. La primera y más antigua es el Politeismo -Doctrina de los que
creen en la existencia de muchos dioses-. Después del politeísmo esta el
Panteísmo que desaparece a la religión pues niega la existencia de un ser externo
al cual rendirle culto; el panteísmo es antropocéntrico y todo antropocentrismo
deriva en panteísmo, las criaturas son parte de Dios y no creaciones de Dios. El
panteísmo deriva en un Ateísmo, que es una doctrina que niega la existencia de
Dios o de su cognoscibilidad. Y la simple negación de la cognoscibilidad de Dios,
que puede distinguirse del ateismo, es conocida con el nombre de Agnosticismo.
Las tres religiones monoteístas más importantes son: el Judaísmo, el
Cristianismo –Catolicismo- y el Islamismo. La Iglesia Católica mira también con
afecto a los musulmanes que adoran al único Dios, vivo y subsistente,
misericordioso y todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y al Judaísmo
como los hermanos mayores en la fe. Las tres observan a Dios como un padre
bueno y poderoso.
2.2.2. Concepción de San Agustín y Noción Tomista.
Se produce un encuentro entre el Dios de los filósofos griegos y el Dios
cristiano. Jesús es un maestro práctico, no teórico. El cristianismo no es un
sistema conceptual; es una religión “religación” del hombre con Dios; es norma
de vida. Sin embargo, hay una filosofía y teología cristiana, que trata de
comprender el sentido profundo de ese mensaje y esa cosmovisión. El Dios
cristiano es inmanente y trascendente.
Para San Agustín, Dios es el ser absoluto, inmutable y eterno en el cual se
puede fundamentar la verdad universal. Sus características básicas son la bondad
y la inmutabilidad. Agustín nos muestra que nosotros somos criaturas de Dios y
nuestro corazón esta inquieto hasta no llegar a Él.
Santo Tomás de Aquino nos muestra un Dios como punto inicial de sus
cinco vías, como un ser trascendente y superior a todas las cosas que vemos.
Tomás de Aquino señalaba que conocer la verdad es lo que anima nuestra vida
intelectual, ya que nos impulsa a conocer la causa final de todos nuestros
conocimientos: “El fin último del hombre y de toda sustancia intelectual se llama
felicidad o bienaventuranza; pues esto es lo que desea como fin último toda
sustancia intelectual, y lo desea de por sí. En consecuencia, la bienaventuranza y
felicidad última de cualquier sustancia intelectual es conocer a Dios”.
2.3. El nombre Qui est es el nombre más propio de Dios. La esencia metafísica de Dios: Ipsum Esse Subsistens .
La filosofía cristiana ha considerado un texto de la Sagrada
Escritura para explicar la naturaleza propia de Dios, profundizando
filosóficamente en su sentido; es éste: Dixit Deus ad Moysen: “Ego sum qui
sum”. Ait: “ Sic dices filiis Israel: Qui sum misit me ad vos “.13 –Dios dijo a
Moisés: Yo soy: “YO-SOY.” “Así hablaras al pueblo de Israel: YO-SOY me ha
enviado a ustedes”14-. Entre los innumerables nombres con los que podemos
llamar a Dios, hay uno privilegiado que es el de Ser, con el que Él mismo se
denominó, dando respuesta a Moisés.
Santo Tomás da tres razones para probar que – El que es- es el nombre
más propio de Dios.
1. Por su significado a Saber: el Esse que es la misma esencia divina.
“Este nombre no significa una forma indeterminada, sino el mismo
ser, y puesto que el ser de Dios es su esencia, y esto a nadie
compete más que a Él, éste será sin duda, entre todos, el nombre
que le designa con mayor propiedad, pues los seres toman nombre
de su forma”
13 Biblia Vulgata Ex. 3, 1414 Biblia Latinoamericana. – Católica- Ex. 3, 14
2. Por su universalidad en el modo de significar: el Esse incluye todo
otro nombre; pero además expresaen cierto modo la inefabilidad
divina, ya que el Esse no corresponde aun concepto abstracto; para
el hombre el esse se presenta necesariamente como acto de una
potencia: nunca puede representarse en sí –eso sería conprehender
a Dios.
3. En tercer lugar, por lo que incluye su significado (co-significado):
Ser siempre en presente o eternidad. La plenitud de Ser que es Dios
no tiene pasado ni futuro.
Aunque Ser sea el más propio nombre de Dios, sin embargo, utilizamos el
término Dios, pues, por el uso, ha llegado a ser el nombre más propio de Dios que
designa la naturaleza divina. Los demas nombres con que denominamos a Dios se
le aplican parasignificar determinadas perfecciones: sabio, justo, etc.; en cambio,
Dios no significa una perfección determinada sino la misma naturaleza divina. Por
eso es incomunicable, a la manera de un nombre propio, que designa lo distintivo.
CAPÍTULO II
DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS.
La fe y la razón
Parvus error in principio magnus est in fine. “Un error pequeño en el
principio se convierte en grande al final”, escribe Tomás de Aquino, citando a
Aristóteles (Cf. De ente et essentia, Prólogo); un error en el inicio de una
argumentación se hace mayor a medida que se avanza, crece como bola de nieve
que rueda. No es cierto que de Dios, lo único que tenemos es una fe sentimental.
Se trata, por el contrario, de un doble error inicial: Primero, que sólo se lo conozca
por la fe, y Segundo, que la fe sea credulidad, afectividad sin razones.
En primer lugar, filósofos paganos, judíos, cristianos, musulmanes, etc.,
han expuesto argumentos, a lo largo de los siglos, para demostrar la existencia de
Dios. Luego no es mera creencia sentimental. Hay razones. En segundo lugar, los
hombres de ciencia, antiguos y modernos, reconocen que la ciencia está limitada,
por su propio método, a un sector de la realidad, mientras la razón pide una causa
para la existencia de todo ser y para el orden universal. No es una creencia anti-
científica. En tercer lugar, en fin, el orden moral, el jurídico y el social exigen un
Legislador supremo, de Quien dependan las leyes que los hombres no podemos
discutir ni pactar, como esta por ejemplo: “Hay que cumplir las leyes justas”. No
es tampoco una creencia subjetiva.
En el inicio tenemos, pues, que la humanidad llega a Dios por dos vías: la
fe y la razón. La fe, por su parte, supone alguna idea de Dios y algunos
razonamientos; de lo contrario, estaría pidiendo gratis la aceptación del absurdo; y
no es digno del hombre adherirse a absurdos. La proposición de fe se dirige a la
razón, y el acto de fe juzga verdadera una afirmación, en virtud del testimonio de
otro, aunque no en virtud de la evidencia propia. Ahora bien, juzgar que es verdad
una afirmación, en virtud del criterio que sea, es un acto del entendimiento. Como
acto intelectual, el acto de fe es estudiado por la “filosofía de la religión” (y por la
“teología fundamental”). Ahora bien, el acto cognoscitivo depende de su objeto:
no se apoya en sí mismo, sino en “lo que entiende”. Antes de cualquier filosofía o
teología de la religión, se precisa una justificación de su “objeto”; ello corre a
cargo de la teoría del conocimiento y de la metafísica. La primera garantiza que la
inteligencia va más allá de las apariencias (fenómenos), hasta el ser, y desde el ser
finito hasta el Ser infinito; la segunda versa sobre “el ser”. Por eso, la disciplina
filosófica que estudia la existencia de Dios y su naturaleza es la metafísica, así ha
sido desde la antigua Grecia.15
1. Demostración Tomista.
Nuestro conocimiento natural empieza por los sentidos. De ahí que nuestro
conocimiento natural sólo pueda llegar hasta donde le lleva lo sensible. Lo
sensible no puede llevar a nuestro entendimiento hasta ver la esencia divina, pues
las criaturas son efectos de Dios que no se pueden equiparar al poder de la causa.
De ahí que el conocimiento que se tiene a partir de lo sensible no puede llegar a
conocer todo el poder de Dios. Consecuentemente, tampoco puede ver su esencia.
Pero, como quiera que son efectos dependientes de Él como causa, en este sentido
podemos partir de los efectos para saber que Dios existe; así como lo que es
necesario que haya en Él por ser la primera causa de todo, por encima de todo lo
causado. Por lo tanto, podemos conocer la relación existente entre El y las
15 Curso de Filosofía Elemental de Santiago Fernández Burillo. Sitio Web: Catholic.net, entrada el 29 de Mayo del 2008 (8.30 p.m.) URL: http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?capitulo=5174&consecutivo=440
criaturas, esto es, la relación de causa en todas ellas; y también podemos conocer
la diferencia existente entre El y las criaturas, esto es, que El no es nada de lo que
ha sido causado por El. Y no es nada de todo eso porque le falte algo, sino porque
lo supera todo.16
Pero antes de buscar, se precisa una idea de lo que se busca; esa idea está
contenida en el nombre “Dios”, y no es infrecuente que este nombre altísimo
evoque prejuicios o conlleve equívocos. Por eso, hemos considerado las distintas
ideas de la divinidad que acompañan a las diversas aproximaciones y teorías que
se han dado en la historia, tales como el agnosticismo, el ateísmo, el panteísmo,
etc.17 18
Santo Tomás de Aquino pretendio por via de la razón llegar a la
demostración de la existencia de Dios. Para ello intenta responder a la pregunta
An Deus sit?.19 En la Suma Teológica se plantea el tema De la existencia de Dios
en los tres artículos de la cuestión segunda, que versa sobre la existencia de Dios.
Estos artículos son:
1. Si la existencia de Dios es una verdad de evidencia inmediata.
2. Si, por lo menos es una verdad demostrable.
3. Cómo se demuestra la existencia de Dios.
Para conocer una verdad tenemos dos caminos: El primer camino es el de
la fe que puede ser divina o humana. Y el segundo camino de la evidencia que
puede ser inmediata o mediata (Demostrada).
En los siguientes apartados intentaremos resolver el problema planteado por
Santo Tomás: ¿Cómo se conoce la verdad sobre la existencia de Dios? ¿Existe Dios?
16 Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica I, q.12, a.12. Sitio Web: Suma Teológica, entrada el 31 de Mayo de 2008. (5.00 p.m.) URL: http://hjg.com.ar/sumat/
17 Curso de Filosofía Elemental de Santiago Fernández Burillo. Sitio Web: Catholic.net, entrada el 29 de Mayo del 2008 (8.30 p.m.) URL: http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?capitulo=5174&consecutivo=440
18 Revisar CAPITULO I - 2.2.1. Opiniones diversas.19 SUMA TEOLÓGICA. Cuestión 2.- De la existencia de Dios.
1.1 Principales errores o herejías de la existencia de Dios.
Estos errores o también consideradas herejías son las que Santo Tomás
combate en la Suma Teológica a la hora de demostrar la existencia de Dios:
1. Ontologismo: Dios es una verdad inmediata y evidente.
2. Tradicionalismo: La razón del hombre esta débil desde el pecado
original, por ello no puede conocer a Dios. Solo debemos creer vía
tradición en la revelación primitiva.
3. Agnosticismo: La existencia de Dios es absolutamente
incognoscible para la razón humana.
4. Ateismo: Niegan la existencia de Dios.
1.2 Breve Doctrina de Santo Tomás de Aquino.
La existencia de Dios no es por si misma evidente, pero que puede ser
demostrada a posteriori por sus efectos, partiendo de cinco distintos aspectos del
ser creado y contingente, que constituyen cinco caminos o vías para llegar de la
criatura al creador.
A continuación explicaremos “La exposición teológica de Santo Tomás
acerca de la existencia de Dios.”
1.2.1. Si la existencia de Dios es verdad de evidencia inmediata.
El hombre, que es espíritu recibido en una materia (alma y cuerpo), no
puede entender sino ideas abstraídas de las imágenes recibidas, por medio de los
sentidos, del mundo material y sensible (idea e imagen, espíritu y materia). La
inteligencia del hombre no puede conocer directa e inmediatamente un ser
completamente espiritual y menos si además de espiritual, es infinito. El mundo
material y sensible es el camino obligado que debe el hombre recorrer para
remontarse al conocimiento de las cosas espirituales y divinas. Estas solamente
pueden ser conocidas por el entendimiento humano a través del mundo sensible;
por consiguiente, de modo mediato y discursivo.
1.2.2. Si, por lo menos es una verdad demostrable.
Porque una verdad no sea evidente, no se sigue que sea absolutamente
incognoscible. Puede llegarse a conocer a la verdad por medio de la demostración.
Demostración es el conocimiento de una verdad por medio de otra que nos es más
conocida. No cabe duda que la existencia de Dios no se puede demostrar a priori,
toda vez que el ser divino no tiene causa alguna, pues es el ser incausado, que
existe en virtud de su misma esencia. Pero, en cambio, es perfectamente
demostrable a posteriori, porque tiene efectos y porque estos efectos nos son más
conocidos, aun bajo la razón formal de efectos, que la existencia de Dios.
No hay otro camino para demostrar racionalmente la existencia de Dios
que el de la causalidad. El principio de causalidad nos lleva a conocer a Dios
solamente como causa primera y ultimo fin de los seres todos del universo.
1.2.3. Cómo se demuestra la existencia de Dios.
En la demostración de la existencia de Dios debemos partir del concepto
corriente y vulgar que todos los hombres tienen de Dios. Todos los hombres,
cuando hablan de Dios, quieren significar por este nombre un ser trascendente y
superior a todas las cosas que vemos, el cual las ha formado, las gobierna y dirige
todas en orden a sus respectivos fines y al fin general del universo. Un Ser
Supremo que existe, con existencia absolutamente necesaria, y del cual depende el
conjunto o universalidad de los seres que no son él.20 21
20 SUMA TEOLÓGICA. Cuestión 2.- De la existencia de Dios.21 Zeferino González. Libro Sexto – Teodicea. Sitio Web: Filosofía Elemental, entrada el 29 de
Mayo de 2008 (4.30 p.m.) URL: http://www.filosofia.org/zgo/zgfe2601.htm
Advertimos que esta no es una definición real de Dios; pues, aparte de que
ésta no es posible a la limitada inteligencia del hombre, si se habla de una
definición adecuada, aun la imperfecta o inadecuada debe ser el resultado de la
investigación relativa a su esencia y atributos. La noción anterior es, pues, una
definición nominal, más bien que real.
1.2.3.1. Marco teórico de las vías.
Toda vía para demostrar la existencia de Dios constara de un punto de
partida, de arranque en las cosas creadas: de un recorrido o puente, que no puede
ser otro que la causalidad extrínseca, y de un término de llegada, que es la causa,
Dios. Por consiguiente, todas las vías de Santo Tomás tendrán, un esquema
común:
1. Un punto de partida: Consignación de un hecho de la experiencia,
un rasgo que se puede observar en las cosas y que es distinto para
cada Vía (movimiento, causalidad, existencia dependiente de otro
ser, perfección, conducta final).
2. Primer grado de la vía (Principio metafísico): Este hecho de
experiencia es algo necesariamente causado. Santo Tomás
introduce un principio de índole filosófico o metafísico a partir del
cual desarrolla la prueba (todo lo que se mueve se mueve por otro,
nada de lo que experimentamos es causa de sí mismo,...).
3. Segundo grado de la vía (imposibilidad de las series hasta el
infinito): En una subordinación per se de causas es preciso llegar a
una primera. Este momento es particularmente claro en la primera
y segunda Vía, en donde se señala expresamente la imposibilidad
de prolongar hasta el infinito la serie de motores y la serie de
causas eficientes, siendo necesario detenerse en un término.
4. Término final de la vía: Esa causa primera es Dios. Luego Dios
existe. las Vías concluyen en la afirmación de la existencia de Dios
y en cada caso atribuyéndole un rasgo característico (Dios como
Primer Motor, como Primera Causa, como Ser Necesario, como
Ser Perfectísimo, como Ser Ordenador). Los nombres dados a Dios
en cada una de las Vías se fundamentan en la consideración de las
cosas del mundo como efectos de su poder creador; pero esos
efectos no son proporcionales a la causa -a Dios- dada la radical
distancia que le separa de las criaturas; sin embargo, por cualquier
efecto podemos deducir la existencia de la causa correspondiente,
así por los efectos de Dios en la creación podemos demostrar su
existencia, aún cuando no podamos tener un conocimiento exacto
de cómo es Él en sí mismo.
He aquí el marco general dentro del cual es preciso encuadrar todas y cada
una de las vías de Santo Tomás; toda interpretación que rompa este marco esta
evidentemente fuera de la ruta señalada por Santo Tomás y, por consiguiente,
fuera de su pensamiento.
1.2.3.2. Las cinco vías.
Dado que la creencia en la existencia de Dios es fundamental para la
salvación, Dios la ha dado a conocer a todos los hombres en los textos sagrados y
en la fe. Pero Santo Tomás fue optimista en cuanto a las capacidades de la razón
humana y consideró que también podemos conocer la existencia de Dios con las
fuerzas de la razón natural. Se llaman “Cinco Vías” a los cinco argumentos que
expone en la “Suma Teológica” y que le permiten demostrar su existencia.
Estas pruebas (o vías para llegar a su existencia) tienen antecedentes en
otros filósofos, particularmente Aristóteles. A diferencia del argumento
ontológico, que el propio Tomás de Aquino rechaza, las Vías comienzan por la
observación de rasgos del mundo que se ofrecen en la experiencia (en este sentido
se puede decir que son argumentaciones a posteriori). Dado que la fe afirma que
Dios ha creado el mundo, es razonable suponer que en las criaturas podemos
encontrar una huella o vestigio cuya correcta comprensión nos ayude a
remontarnos a Él como causa.
Hay, pues, para Santo Tomás cinco vías, todas ellas firmes y seguras, que
llevan de modo cierto e indudable a Dios. Es evidente que Santo Tomás distingue,
ordena y denomina sus cinco vías según los distintos puntos de partida. Cinco
distintos puntos de partida, de donde procede la razón, siempre por vía de la
causalidad eficiente, hasta llegar a Dios.
Este esquema común se concreta aún más en las 5 vías, que enumeramos a
continuación haciendo referencia a los autores en los que se inspira Sto. Tomás:
1. Vía del movimiento (Por el movimiento.): inspirada en
Aristóteles, toma el movimiento que se observa en la
realidad como punto de partida, y desemboca en Dios
como motor inmóvil.
2. Vía de la causalidad (Por la subordinación de las causas
eficientes.): con precedentes en Aristóteles y en el filósofo
árabe Avicena, parte de todos los procesos causales que se
pueden encontrar en la naturaleza, encontrando su origen
en Dios, que sería la causa primera de todo lo existente.
3. Vía de la contingencia (Por la contingencia de los seres.):
en esta vía Sto. Tomás introduce la distinción entre ser
necesario (aquel a cuya esencia le pertenece la existencia)
y ser contingente (aquel que existe, pero podría dejar de
existir). Dado que la experiencia nos dice que todo lo que
nos rodea es contingente, la existencia ha tenido que venir
dada de fuera, en este caso por Dios, que sería el ser
necesario. Sto. Tomás se fija en el filósofo judío
Maimónides para desarrollar esta vía.
4. Vía de los grados de perfección (Por los grados de
perfecciones de los seres.): esta vía tiene influencias
neoplatónicas y agustinianas, y se sale un tanto del
esquema común, anteriormente presentado. Parte de los
distintos grados de perfección que hay en la realidad, y que
tienen que participar, para Sto. Tomás, de un ser que
incluya todas esas perfecciones en grado máximo.
Llegamos así a la existencia de un Ser perfecto,
responsable de todas las perfecciones de nuestro mundo, al
que llamamos Dios.
5. Vía de la finalidad (Por el orden del universo y la finalidad
interna de los seres naturales.): centrada en la idea
aristotélica de telos, parte de la observación de la finalidad
de la naturaleza. Esta finalidad, este orden cósmico, les he
venido dado a las criaturas, por lo que tiene que existir una
inteligencia ordenadora, que es Dios.
De las cinco vías, tres son dinámicas y dos estáticas o entitativas;
afirmación que se corrobora considerando el termino de llegada pues unas nos
muestran a Dios bajo un aspecto dinámico y otras bajo el aspecto entitativo. La
existencia de un motor inmóvil, de una causa eficiente primera, de un director o
gobernador, son aspectos dinámicos operativos, bajo los cuales nos descubren a
Dios (Vías 1era, 2da y 5ta). Pero la existencia de un ser necesario por si mismo, que
es causa de la necesidad en todos los demás seres, y la de un ser por esencia, que
es causa del ser, de la bondad y de toda otra perfeccionen cuanto existe, son, a
todas luces, aspectos entitativos de la Divinidad (Vías 3era y 4ta).
LAS CINCO VÍAS
1. Por elMovimiento.
2. Por la subordinación de las causas
eficientes.
3. Por la contingencia de los seres.
4. Por los grados en las perfecciones de los seres
5. Por el orden del
universo y la finalidad
interna de los seres naturales
Punto de partida
Los sentidos nos muestran
que en el mundo hay cosas que cambian
La experiencia muestra que en
el mundo sensible hay
causas eficientes
Encontramos que las cosas pueden existir
o no existir (son
contingentes)
En la naturaleza hay una jerarquía de valores o perfecciones
Hay cosas que no tienen conocimiento
y sin embargo
obran por un fin
Principio metafísico
Todo lo que se mueve es
movido por otro
No hay nada que sea causa de sí
mismo
Los seres contingentes no tienen el
principio de su existencia en sí
mismos
lo perfecto no puede tener su origen en lo imperfecto sino sólo en algo aún más
perfecto
Los cosas que carecen
de conocimiento
solo puede tender a un
fin si alguien que entiende
las dirige
Imposibilidad de las series
hasta el infinito
En la serie de motores no se puede seguir
indefinidamente
En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente
No es posible la serie
indefinida de seres
relativamente necesarios
----- -----
TérminoDebe haber un Primer Motor no movido por
nadie
Debe existir una Causa Eficiente
Primera
Debe existir un Ser
absolutamente Necesario
Debe existir un Ser
Perfectísimo
Debe existir un Ser
Inteligente que dirija a
todas las cosas
naturalesCONCLUSIÓN DIOS EXISTE
CAPÍTULO III
COGNOSCIBLIDAD DE LA ESENCIA DIVINA.
1. Los límites de nuestro conocimiento esencial de Dios.
De Dios no podemos Saber lo que es, sino más bien lo que no es. A esto le
llamamos la incomprehensibilidad de Dios, que se muestra como la imposibilidad
de que nuestro conocimiento pueda alcanzar lo que Dios es.
Es imposible que un entendimiento creado por su capacidad natural vea la
esencia de Dios. Pues el conocimiento se realiza según el modo como lo conocido
está en el que conoce. Y lo conocido está en el que conoce según su modo de
conocer. De ahí que todo conocimiento se ajuste a la naturaleza del que conoce.
Así, pues, si el modo de ser de alguna cosa conocida excede el modo de ser de la
naturaleza del que conoce, es necesario que el conocimiento de aquello esté por
encima de la naturaleza de aquél. Y hay un múltiple modo de ser de las cosas. Hay
algunas cuya naturaleza no existe más que en la materia individual. Así son todos
los seres corporales. Hay otras, sin embargo, cuya naturaleza subsiste en sí misma,
no en alguna materia, y que, sin embargo, no son su propio ser, sino que tienen
ser. Así son las sustancias incorpóreas llamadas ángeles. El único propio modo de
ser es el de Dios, que es su propio ser subsistente. Así, pues, aquellas cosas que no
tienen su ser más que en la materia individual, las conocemos por connaturalidad,
pero nuestra alma, a través de la que conocemos, es forma de alguna materia. Y,
además, tiene dos facultades cognoscitivas. Una, la correspondiente al acto de
algún órgano corporal. A éste le corresponde conocer por connaturalidad las cosas
tal como están en la materia individual. De ahí que el sentido no conozca más que
lo singular. La otra facultad cognoscitiva es el entendimiento, que no es ningún
acto de un órgano corporal. De ahí que al entendimiento le corresponda conocer
por connaturalidad las naturalezas que no tienen su ser más que en la materia
individual, pero no en cuanto concretadas en la materia individual, sino en cuanto
son abstraídas de la materia por el entendimiento. De ahí que por el entendimiento
podamos conocer de este modo lo universal, algo que está por encima de la
facultad del sentido. Por su parte, connatural al entendimiento angélico es conocer
las naturalezas no existentes en la materia, algo que está por encima de la
capacidad del entendimiento del alma humana, por cuanto en la presente vida está
unida al cuerpo. Consecuentemente, hay que concluir que conocer al mismo ser
subsistente es connatural sólo al entendimiento divino, que está por encima de la
capacidad natural de cualquier entendimiento creado, porque ninguna criatura es
su propio ser, sino que participa del ser. Así, pues, el entendimiento creado no
puede ver a Dios en su esencia, a no ser que Dios, por su gracia, se una al
entendimiento creado haciéndose inteligible.22
Dios es incomprehensible para toda inteligencia creada. Para poder ver la
esencia de Dios es necesario que el entendimiento creado sea provisto de una luz
de gloria. En realidad, el conocimiento más elevado que de Él podemos tener en
esta vida consiste en conocer que Dios esta muy por encima de todo lo que
podemos pensar acerca de Él.
Sin embargo, tenemos un conocimiento verdadero y cierto, pero
imperfecto, de lo que es Dios y de sus principales atributos. Ese conocimiento de
Dios lo obtenemos por el principio de la causalidad –el mismo que nos ayudo a la
demostración de su existencia-. Esta es la cognoscibilidad de lo que Dios es.
Y como a Dios no le podemos conocer, en el orden natural, más que a
partir de sus efectos, por eso es precario y deficiente el conocimiento que
22 Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica I, q.12, a.4. Sitio Web: Suma Teológica, entrada el 31 de Mayo de 2008. (5.00 p.m.) URL: http://hjg.com.ar/sumat
podemos tener de Dios. Pero algo podemos saber de Él con verdad, aunque sea
poco. “Podemos saber, en primer lugar, que Dios existe, y además podemos
conocer de Él todo lo que necesariamente compete por el hecho de ser la causa
primera de todas las cosas, y que excede a todos sus efectos. Así sabemos que
Dios es la causa de todas las criaturas; que éstas son muy diferentes de Él; que no
se puede confundir a Dios con alguna de las cosas que Él ha creado, y que esa
diferencia radical entre Dios y las criaturas no se debe a que Dios le falte algo de
lo que las criatura tienen, sino a que está muy por encima de todas ellas”23
Aunque en realidad e Dios más conocemos lo que no es que lo que es, sin
embargo la cognoscibilidad de la esencia divina por parte del entendimiento
humano es algo positivo. Si no conociéramos algo positivo de Dios, no podríamos
tener ningún conocimiento de Él, pues un conociendo exclusivamente negativo
–Como lo afirmaba en su Docta Ignorantia, Nicolás de Cusa- es imposible; todo
conociento negativo se basa siempre en una previa afirmación.
2. La analogía.
La analogía de los nombres es el instrumento adecuado, y completamente
imprescindible, de que disponemos para adentrarnos por los caminos de nuestro
conocimiento esencial de Dios.
Analogía en el lenguaje ordinario y tambien en el filosófico, equivale a
semejanza. Pero la semejanza de que aquí se trata es la correspondiente a los
diferentes significados adscritos a una misma palabra, en las varias atribuciones
que de ella se hacen a distintos sujetos.
La analogía es intermedio entre la univocidad y la equivocidad. La
analogía como hemos señalado, implica semejanza en la desemejanza, o
viceversa. Pero nunca se insistirá lo suficiente en que mientras la semejanza –real,
23 Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica I, q.12, a.12. Sitio Web: Suma Teológica, entrada el 31 de Mayo de 2008. (5.00 p.m.) URL: http://hjg.com.ar/sumat/
verdadera- de la criatura de Dios es finita, la desemejanza en cierto modo o mejor
entre Dios y las criaturas es mayor la desemejanza que la semejanza.
3. La triple vía del conocimiento esencial de Dios.
De tres maneras es necesario proceder en nuestro conociendo filosófico de
la esencia divina:
1. Afirmación –o causalidad-: se afirma de Dios la perfección de las
criaturas. Una perfección que vemos en las criaturas la firmamos
de Dios como de su causa: Dios es Sabio.
2. Negación: se niega a Dios en todo lo limitado, en que la perfección
se encuentran en las criaturas.
3. Eminencia: Se afirma esa perfección en Dios, como infinita o
eminente; se atribuye a Dios una determinada perfección según el
modo subsistente e infinito, propio de Dios: Dios es eminentemente
o infinitamente sabio.
4. Perfecciones de persona y perfecciones de cosa.
Conviene separar la diferencia de entre estos dos tipos de perfecciones,
tanto en si mismas consideradas, como cuando se trata de aplicarlas a Dios.
La noción de cosa que usamos en este momento se refiere a los seres que
carecen de conocimiento intelectual –o sea, a los que no son personas-.Pues bien
los seres no personales tiene tres clases de perfecciones: primero, las que son
comunes a todos los seres, es decir, las perfecciones trascendentales; segundo, las
que son propias de las simples cosas y se encuentran en todas ellas. Y tercero la
que se encuentran, en un grado muy inferior, en algunas cosas, pero que tambien
se encuentran, en un grado más elevado, en las mismas personas, como son la
vida y el conocimiento. Pues bien las perfecciones de la segunda clase son mixtas
por ello no se pueden atribuir a Dios mas que virtualmente. Son perfecciones de
la segunda clase que contiene en si conceptos que irradian ciertos rasgos de
imperfección. En cambio, las perfecciones trascendentales, y tambien esas otras
que se dan en las cosas pero de manera muy deficiente, como la vida y el
conocimiento, son de suyo perfecciones puras, y se dan formalmente en Dios,
bien depurada y sublimada hasta un grado máximo.
Al hablar de perfecciones de personas nos referimos a las que se dan en
las personas pero de manera propia, como la inteligencia y todo lo que la
acompaña. Se obtiene una ventaja al apoyarse sobretodo en el conocimiento de las
perfecciones de la persona, cuando se trata de alcanzar algún conocimiento de la
esencia divina.
El conocimiento que llegamos a alcanzar de Dios, partiendo de las
personas, es mucho más perfecto que el que podemos lograr partiendo de las
cosas. A Dios se le conoce mucho mejor y más propiamente, a partir del alma
humana –el conocimiento que el alma tiene de si misma proviene del previo
conocimiento que ella tiene de las naturalezas de las cosas sensibles-, que lo
presenta como imagen, que a partir del conocimiento de los cuerpos, que lo
representan como vestigios.
CAPITULO IV
NATURALEZA DIVINA Y OBRAR DIVINO.
El estudio de la naturaleza de Dios lleva tambien aparejado el estudio del
Obrar divino. Aunque nosotros distingamos, como aconseja el buen método, no
deja de ser verdad que el obrar de Dios se identifica con su propio ser. Si no lo
vemos así, es por defecto de nuestra capacidad de entender, y no porque en Dios
mismo haya fundamento para esta distinción.
1. Naturaleza Divina.
La amplitud que reclama el estudio de la Naturaleza divina es inmensa.
Todas las perfecciones de las criaturas tienen que tener su correlato en Dios,
porque nada de positivo y perfecto hay fuera de Dios, que no provenga de Él.
Aparte de Dios, hay, sin duda más seres, pero no más ser. Y por otro lado,
tambien todas las imperfecciones y limitaciones de las criaturas deben tener su
réplica en Dios, porque todas ellas deben ser negadas o eliminadas para hablar
correctamente de Él. Por consiguiente, el conjunto entero de los conocimientos
humanos tiene que encontrarse de alguna manera acumulado en el conocimiento
de Dios, de su Naturaleza o Esencia.
Nos sentimos cegados por la luz divina y solo podemos vislumbrarla a
través de las sombras de las cosas materiales y sensibles, y, en el mejor de los
casos a través del espejo de nuestra alma.
1.1 Atributos entitativos.
Llamados tambien atributos esenciales. Siguiendo a Jesús García López nos
ocuparemos de ocho atributos entitativos: La Simplicidad, la Perfección, la
Bondad, la Infinitud, la Inmensidad, la Inmutabilidad, la Eternidad, la Unidad.24
1.1.1 La Simplicidad.
Al decir que Dios es simple predomina lo negativo sobre lo positivo pues
equivale a decir que Dios no es compuesto. Y no es compuesto porque la
composición implica imperfección. Todo lo compuesto lo es en partes
cuantitativas las cuales son potenciales respecto del todo, o en partes entitativas
las cuales son potenciales respecto de la otra parte. Pero todo lo potencial es
imperfecto, ya que acto es sinónimo de perfección, y potencia, sinónimo de
imperfección. Luego Dios no puede ser compuesto, sino que tiene que ser
absolutamente simple.
Santo Tomás añade una serie de argumentos para negar en conjunto cualquier
composición en Dios.
1. Toda composición es, o implica, composición entre acto y potencia.
Pero Dios es Acto Puro sin mezcla de potencia; luego es
absolutamente simple.
2. El compuesto es posterior –al menos ordine naturae- a sus
componentes. Pero Dios no es posterior a nada, sino que Él es primum
ens, como tenemos demostrado.
3. Todo compuesto requiere una causa de su unidad; es decir, todo
compuesto es causado. Pero Dios es la Primera Causa Incausada; por
consiguiente, no hay en Él composición: es simple.
24 García López, Jesús. Metafísica Tomista; Ontología, Gnoseología y Teología natural. Ediciones Universidad Navarra, S.A. (EUNSA), 2001. 720 p.
Para concluir este apartado solo cabe mencionar dos ideas más. La primera
es que la absoluta simplicidad divina no es concebible por nuestro entendimiento.
La segunda idea es que la simplicidad divina no es ausencia de contenido, sino
por el contrario infinita riqueza, plenitud de realidad poseída en perfecta unidad.
1.1.2 La Perfección.
Siendo Dios simplísimo encierra en si mismo la mayor riqueza y
perfección. Dios es, sin duda, la Primera Causa o Principio de todo cuanto existe;
pero no a la manera de un principio material, de donde todo se extrajera, pues un
principio de esa índole seria totalmente potencial y por ello imperfecto. Por el
contrario Dios es el primer principio activo, el primer Agente, del que todo
procede en virtud de su soberana Actualidad o Energía.
Dios es perfecto en este sentido, porque es acto y sólo acto, o sea, porque
es Acto Puro. Su perfección significa que no le falta nada, que es pleno en su ser y
en su obrar.
1.1.3 La Bondad.
La bondad es una consecuencia de la Perfección, y por eso todo lo que es
perfecto es bueno. El término “Bueno” significa lo que es perfectivo de otro.
Pero si ha quedado demostrado anteriormente que Dios es perfecto, del
mismo modo puede demostrarse que Dios es Bueno, y lo es, tanto en el orden
natural, que es el orden del ser y de la operación necesaria, como en el orden
moral, que es el orden de la operación libre.
Dios es el bien por esencia. Porque la bondad de unas cosas se puede
considerar de tres maneras: En su Ser, en su operación y en el cumplimiento de su
fin.
1.1.4 La Infinitud.
Llamamos infinito al ser que no tiene límites. Pero el ser se divide
adecuadamente en potencia y acto, y por eso hay tambien dos géneros de infinito,
a saber: el infinito potencial o material, que es radicalmente imperfecto., y el
infinito actual o formal, que es, cambio perfecto. Pues bien es, es claro que la
infinitud de la que ahora hablamos es la correspondiente al infinito actual o
formal, que es, en cambio, perfecto. Dios es infinito en acto y solo Él lo es.
La infinitud actual o formal es la que conviene aun ser que carece
totalmente de límites en su perfección. Pero ya hemos visto que Dios exige o
comporta la plenitud de la perfección. Luego Dios es totalmente infinito, ya que
no le falta perfección alguna, ya porque todas las perfecciones se encuentran en Él
en grado máximo.
1.1.5 La Inmensidad.
Es una consecuencia de la infinitud. Es la falta de toda posible medida
Consideremos a la medida como el arquetipo o modelo a semejanza del cual algo
resulta configurado o construido. Es claro que Dios no puede tener medida alguna,
porque no tiene, ni puede tener, algún modelo extrínseco al que imitar.
Es inmenso también con respecto a las cosas y lugares posibles; porque
contiene en sí la actualidad y perfección necesaria para estar presente a ellas lo
mismo que a las cosas existentes, y si de hecho no está presente a las posibles
como a las existentes, no es por defecto de inmensidad en Dios, sino por defecto
del término o realidad externa. En otros términos: con respecto a las cosas
posibles, posee la inmensidad, porque posee la perfección positiva y actual, por
razón de la cual puede existir en todas las cosas actuales y posibles, y llenarlas
con su presencia: con respecto a las cosas existentes, posee no solo la inmensidad
sino la omnipresencia o ubiquidad, la cual es como la aplicación y ejercicio de la
inmensidad.
1.1.6 La Inmutabilidad.
Dios no está sujeto a mutación por parte de la esencia, ni por parte de la
existencia, puesto que una y otra son necesarias con necesidad absoluta. Tampoco
lo está por parte de sus perfecciones, ya porque se identifican con la esencia, y por
consiguiente son tan necesarias e inmutables como ella, ya porque lo que es
infinito no puede perder ni adquirir nada de nuevo. Es inmutable también por
parte de las operaciones: Primero porque éstas no se distinguen realmente de la
sustancia o esencia, en fuerza de la simplicidad absoluta de ésta, y por
consiguiente son tan inmutables en sí mismas, como lo es la sustancia que las
ejecuta o posee: Segundo porque estas operaciones están reguladas por la
inteligencia y sabiduría infinita de Dios, el cual conoce por medio de una intuición
simplicísima y eterna todas las cosas posibles y actuales, presentes, pasadas y
futuras, necesarias, contingentes y libres, y por consiguiente no es posible que se
presenten motivos nuevos, ni razones antes ignoradas para variar o modificar su
acción.
La inmutabilidad absoluta solo conviene a Dios. Sus criaturas son
mudables tanto respecto al lugar, los accidentes y hasta de la sustancia pues es de
suyo corruptible.
1.1.7 La Eternidad.
La eternidad es consecuencia de su inmutabilidad. Por eternidad
entendemos la duración simultánea e interminable de una cosa en su ser y en sus
operaciones; y de aquí la definición adoptada generalmente por los Escolásticos y
tomada de Boecio: Interminabilis vitae tota simul et perfecta possessio: “Posesión
simultánea y perfecta de una vida interminable.” Esta interminabilidad se refiere
al principio y fin, de manera que lo que es eterno excluye todo principio y todo
fin.
Lo que es necesario con necesidad absoluta e inmutable en su ser,
es eterno en su duración; porque por una parte, lo que es necesario absolutamente
y existente por si mismo, no puede tener principio ni fin; y por otro lado, lo que es
inmutable excluye toda sucesión. Luego la eternidad, como atributo divino, es una
consecuencia necesaria de su necesidad o existencia por si mismo, y de su
inmutabilidad. “La razón o concepto de eternidad, escribe Santo Tomás, es una
consecuencia de la inmutabilidad, así como la razón de tiempo es consiguiente al
movimiento. Luego siendo Dios absolutamente inmutable, le compete la eternidad
en sumo grado. Y no solo es eterno, sino que es su misma eternidad, porque su ser
o existencia, y por consiguiente su duración, no se distingue de su propia esencia,
al contrario de lo que sucede en las otras cosas, en las cuales la existencia, y por
consiguiente su duración, se distingue de la esencia.”
1.1.8 La Unidad.
Cuando se afirma que Dios es uno, no se trata de la sola unidad afirmativa
o trascendental, que divide, y separa la cosa de otras existencias singulares, sino
de la unidad exclusiva o por negación, en cuanto excluye la multiplicación
numérica de la esencia, o sea su comunicación a varios individuos. Y de esta
unidad, o mejor dicho, unicidad, es de la que aquí se trata.
No podemos negar a Dios el carácter de persona, pues dicha palabra y
noción expresan lo que hay de más perfecto en todo el universo creado, y Dios es
el Ser infinitamente Perfecto. Además, no sólo porque es Uno, con la más
completa unidad, sino también, por que es Inteligente y Libre en máximo grado, le
compete también el ser Persona de manera eminente y suprema.
1.2. Constitutivo formal de Dios.
Nos es necesario formar muchos conceptos para explicar la Esencia Divina.
Necesitamos un concepto absoluto y entitativo. El concepto de ser o de esencia es
el más radical o primordial.
Pero incluso el mismo concepto de Acto puro parece apoyarse en el
concepto de puro Ser. El acto puede aplicarse al movimiento, que hay que
excluirlo de Dios. Pero el ser no es solo acto (el acto de ser), sino que es la
actualidad de todos los actos, e incluso de las mismas formas. Luego el Ser sin
más, el ser puro, el Ser por esencia, es el concepto más radical y primordial de
todos los que podemos aplicar a Dios. Santo Tomás demuestra que el nombre
más propio de Dios es Qui est –“El que es”-.25
2. Obrar Divino.
El estudio del Obrar divino, es el estudio de las operaciones de Dios, que
son sus Atributos operativos.
2.1. Atributos inmanentes.
Son inmanentes porque se inician se consumen y permanecen siempre en
la propia intimidad de quien las lleva a cabo.
2.1.1 Entender Divino.
Dios es una Inteligencia, y una Inteligencia suprema, es absolutamente
evidente, si se tiene en cuenta: Primero que en Dios, causa primera e infinita de
las existencias finitas, deben existir las perfecciones de éstas, entre las cuales es
sin duda la más importante la inteligencia: Segundo que el orden general del
universo, y las leyes y fuerzas armónicas que rigen y gobiernan sus partes, acusan
la existencia de una inteligencia y sabiduría infinita por parte de su autor.
La inteligencia de Dios, como atributo divino y, por consiguiente, infinito,
y como identificada con el ser puro y absoluto de Dios, exige como objeto propio
y adecuado una cosa infinita; de donde resulta que su objeto propio y adecuado
una cosa infinita; de donde resulta que su objeto primario y adecuado sólo puede
ser la misma esencia divina, puesto que sólo Dios es absolutamente infinito, y por
25 Revisar CAPITULO I - 2.3. El nombre Qui est es el nombre más propio de Dios. La esencia metafísica de Dios: Ipsum Esse Subsistens.
consiguiente sola la esencia divina, como objeto infinito, responde a la
inteligencia infinita de Dios. El objeto secundario son las cosas distintas de la
misma, o sea las existencias finitas.
2.1.2 Divino Querer.
Tambien llamado Voluntad divina. Constituye uno de los atributos divinos
más importantes, a causa de la multitud y trascendencia de los problemas
teológicos que con ella está relacionados.
La Voluntad divina, puede considerarse como una verdad evidente:
Primero porque es una perfección simple, cuyo concepto no envuelve
imperfección alguna, ni exclusión o incompatibilidad con otras perfecciones:
Segundo porque la voluntad es una consecuencia necesaria de la inteligencia, con
la cual se halla en necesaria relación; de manera que cuanto más noble y perfecta
es la inteligencia, tanto es más noble y perfecta la voluntad. Luego existiendo en
Dios una inteligencia infinita, debe existir también en él una voluntad infinita.
La voluntad divina ama libremente y no por necesidad absoluta las
criaturas, se reconocerá con toda evidencia, reflexionando que si las amara
necesariamente, existirían necesariamente; porque el amor de una cosa presupone
su ser, puesto que las cosas se aman en cuanto son y no en cuanto no son: si
existen necesariamente, Dios no podrá existir sin ellas: si Dios no puede existir sin
ellas, depende de alguna manera de ellas, en cuanto a su ser: luego Dios no sería
ens a se, ente perfectísimo, ente infinito.
2.1.3 Vida Divina.
La vida divina es autoposesión y autoafirmación completas, expresadas en
la identidad plena del entender divino con la esencia de Dios, y del querer divino
con la bondad de Dios. Él se posee así mismo de la manera más perfecta posible,
lo hace por completa identidad; e igualmente al amarse Dios a Sí mismo, según
toda la infinita bondad de su ser, Dios se afirma a Sí mismo del más perfecto
modo, o sea, por absoluta identidad.
Santo Tomás nos dice que el vivir de Dios es su mismo entender. Pero en
Dios se identifica el intelecto, el acto de entender y el objeto entendido. Luego
todo lo que esta en Dios a titulo de entendido, es su mismo vivir y su propia vida.
Y como todas las criaturas están en Dios como entendidas, todas ellas son vida –
en cierto modo- en Dios.
2.2. Atributos transitivos.
La definición de transitivas hace referencia a que si bien se inician en el
agente, no terminan ni se consumen en él, sino en un efecto exterior.
Pero esto necesita una aclaración, puesto que en sentido formal no cabe
atribuirle a Dios verdaderas acciones transitivas. La acción transitiva, si
verdaderamente lo es, no solo tiene que originarse en un sujeto agente, donde no
es mas que actividad, sino que tiene tambien que prolongase en un sujeto
paciente, y en dicho sujeto paciente, la acción “prolongada” o recibida, ya no es
pura actividad, sino pasividad; más aún, es precisamente la misma pasión.
2.2.1 Poder Divino.
La acción divina ad extra es formalmente y virtualmente transitiva,
decimos ante todo, que dicha acción es, propiamente hablando, una acción
inmanente. Pero añadimos que todo lo que hay de perfección en las acciones
transitivas de las cosas creadas se tambien en Dios, y no sólo como las
perfecciones de los efectos se dan en las causas que las produce, que esto vale
para todas las perfecciones mixtas, sino de una manera más propia y radical, como
expresión del carácter difusivo y comunicativo de la bondad divina y de la
dilección -Voluntad honesta, amor reflexivo.- de Dios.
Lo único que añade la accion productiva en Dios al querer y entender
divinos es una cierta razón de principio ejecutor respecto de los efectos exteriores,
resultantes de la acción divina.
2.2.2 La Creación.
Santo Tomás de Aquino nos dice que es: “la emanación de todo el ser, por
virtud de la causa universal, que es Dios.”
“De la nada, nada se hace.” Esto es verdadero respecto a las producciones
particulares, pero no respecto a la producción primera y absolutamente universal,
que es la creación. Una creación que se hace de la nada pero no por si sola sino
surge por una causa eficiente o productora, es decir, Dios.
El mundo no puede existir sin dios porque el mundo todo es contingente,
no tiene en si mismo la razón de su ser, sino que su ser queda fuera de su esencia,
es realmente distinto de su esencia, y necesita por lo tanto recibirle ser, ser
implantado en el ser por acción creadora de Dios
2.2.3 La Conservación.
Todas las cosas creadas son contingentes pero además hay algunas que
aparte de ser contingente son corruptibles.
Esta claro que la accion conservadora de Dios no puede distinguirse
realmente de la acción creadora; pero si se puede y debe distinguirse
conceptualmente. Creación se refiere al comienzo, mientras que conservación se
refiere a la permanencia en el tiempo.
Hay dos aspectos, la conservación de sustancias corpóreas y la de
sustancias espirituales. Las primeras se conservan remplazándose en el tiempo –
generaciones- y manteniéndose hasta su corrupción. Para las espirituales, la
conservación se manifiesta en el mantenimiento indefinido.
Dios tiene en si la capacidad de aniquilar el mundo dejando de conservarlo
pero la omnipotencia divina nunca se separa de su sabiduría. Ninguna sustancia
espiritual dejara de existir. Y las sustancias corpóreas de suyo perecederas, pero
que al perecer dan lugar a otra sustancia. De este modo queda excluida la
aniquilación en el mundo material.
2.2.4 Gobierno Divino.
El gobierno divino es aquella manifestación del poder de Dios que tiene
por objeto la dirección y conducción hasta su fin de todos los movimientos y
operaciones de las cosas que Dios ha creado. Como es claro, el gobierno divino
supone la creación de todo el universo y así mismo la conservación del mismo y
de todas las cosas que lo constituyen. Pero también hay que decir que tanto la
creación como la conservación se ordenan al gobierno, que es lo que, en último
termino, persigue o procura toda actividad de Dios fuera de Él.
La providencia divina será por tanto, la acción compleja mediante la cual
Dios encamina y dirige todas las cosas creadas a sus fines propios o particulares,
y a la vez a un fin general. Es acción compleja, porque incluye la acción del
entendimiento que dispone y ordena los fines de las cosas, y la acción de la
voluntad que aprueba este orden y decreta su ejecución. Teniendo en cuenta estas
indicaciones, podremos decir que la providencia divina es: “La razón o idea
práctica del orden de las cosas creadas a sus fines propios y al general del
universo, preexistente desde la eternidad en el entendimiento divino:” Ratio
aeterna, qua Deus singula creata in suos fines particulares, et omnia simul in
finem universalem dirigit.
Aunque la providencia divina, considerada en sí misma, es eterna, como lo
son el entendimiento y la voluntad en Dios, si se considera precisamente por parte
de su ejecución, puede decirse temporal o existente en el tiempo, como lo son las
cosas de las cuales Dios tiene providencia. Considerada la providencia bajo este
punto de vista, o sea simplemente como ejecución del orden providencial,
constituye lo que llamamos gobierno del mundo.
Si Dios gobierna el mundo por medio de su providencia universal y
eficacísima, ¿por qué los malvados prosperan y abundan en riquezas y felicidad,
mientras los buenos se ven obligados a pasar la vida con tristezas, dolores,
amarguras y privaciones? He aquí la objeción sempiterna de la razón vulgar
contra la providencia divina. No es exacto que los malos prosperen y los buenos
padezcan. La experiencia y la observación nos enseñan que los bienes y males
físicos: Primero alcanzan igualmente a buenos y malos; Segundo que no pocas
veces los males son producidos por las imprudencias y determinaciones libres e
imprevisoras de los individuos que los padecen; en Tercer lugar, que si nos llama
la atención la prosperidad del malo y pasamos como desapercibida la del bueno,
es en fuerza de una especie de preconcepción y propensión innata que tenemos a
considerar la felicidad como el premio de la virtud, y la desdicha o miseria como
castigo del vicio, sin reflexionar que hay otra vida superior en la que se
restablecerá el equilibrio de la justicia, lo cual quiere decir, que, en último
resultado y a los ojos de la razón, esta objeción contra la providencia se resuelve
en una demostración de la misma providencia divina, en sus relaciones con la
existencia de un destino humano ulterior y superior al que al hombre compete en
la vida presente.
Por más que Dios no intente el mal físico per se o como fin, en atención a
que no se deleita en el mal de sus criaturas como mal, y lejos de aborrecer, ama
todo lo que creó, es indudable que puede elegirlo o quererlo, como medio
proporcionado para realizar algún fin bueno. La volición del mal físico, en el
sentido expuesto, no se opone a la bondad divina, se prueba además porque, en la
hipótesis contraria, Dios no podría querer y realizar ciertos bienes y perfecciones
de un orden superior. Se reconocerá, sin duda, que la ausencia absoluta y
completa del mal físico llevaría consigo la ausencia de la paciencia, la fortaleza, la
magnanimidad, la constancia, etc. -de los rasgos más bellos y sublimes de la
virtud en todas sus múltiples manifestaciones-. Más todavía: la ausencia de todo
mal físico llevaría consigo la muerte o la atonía absoluta de la sociedad humana,
con sus artes, ciencias e industria, que vienen a ser la lucha perseverante de la
humanidad contra el mal físico.
CONCLUSIONES
PRIMERA.- Para el ser humano hay tres grados de entendimiento de Dios. Estos
son: El conocimiento vulgar, el conocimiento filosófico y el
conocimiento sobrenatural.
La importancia de Dios radica en su idea –creadora de sistemas
ordenadores para el orden personal y social-, pero sin negar la
existencia de este Ser supremo. Sino que para saber de la existencia
de algo debemos poseer primero una idea de ese ser. La concepción
mas adecuada de Dios es “El que es.” Pues en el mismo radica su
existencia y aunque “Ser” sea el más propio nombre de Dios, sin
embargo, utilizamos el término Dios, pues, por el uso, ha llegado a
ser el nombre más propio de Dios que designa la naturaleza divina.
SEGUNDA.- La existencia de Dios no es por si misma evidente, pero que puede
ser demostrada a posteriori por sus efectos, partiendo de cinco
distintos aspectos del ser creado y contingente, que constituyen
cinco caminos o vías para llegar de la criatura al creador.
Santo Tomás fue optimista en cuanto a las capacidades de la razón
humana y consideró que también podemos conocer la existencia de
Dios con las fuerzas de la razón natural. Se llaman “Cinco Vías” a
los cinco argumentos que expone en la “Suma Teológica” y que le
permiten demostrar su existencia.
TERCERA.- Se explica el conocimiento de Dios como incomprehensible para
toda inteligencia creada. Para poder ver la esencia de Dios es
necesario que el entendimiento creado sea provisto de una luz de
gloria. En realidad, el conocimiento más elevado que de Él podemos
tener en esta vida consiste en conocer que Dios esta muy por
encima de todo lo que podemos pensar acerca de Él. Nuestra forma
de llegar a Dios es por vía de la causalidad desde las cosas sensibles
hasta Él.
La triple vía que debemos seguir es la de la afirmación, negación y
eminencia. El conocimiento que llegamos a alcanzar de Dios,
partiendo de las personas, es mucho más perfecto que el que
podemos lograr partiendo de las cosas. A Dios se le conoce mucho
mejor y más propiamente, a partir del alma humana, que lo presenta
como imagen, que a partir del conocimiento de los cuerpos, que lo
representan como vestigios.
CUARTA.- El estudio de la naturaleza de Dios lleva tambien aparejado el estudio
del Obrar divino. La amplitud que reclama el estudio de la
Naturaleza divina es inmensa. Todas las perfecciones de las criaturas
tienen que tener su correlato en Dios, porque nada de positivo y
perfecto hay fuera de Dios, que no provenga de Él.
El estudio del Obrar divino, es el estudio de las operaciones de Dios,
que son sus Atributos operativos. Son atributos inmanentes porque se
inician se consumen y permanecen siempre en la propia intimidad de
quien las lleva a cabo. La acción transitiva no solo tiene que
originarse en un sujeto agente, donde no es mas que actividad, sino
que tiene tambien que prolongase en un sujeto paciente, y en dicho
sujeto paciente, la acción recibida, ya no es pura actividad, sino
pasividad; más aún, es precisamente la misma pasión.
BIBLIOGRAFÍA
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