Ensayo sobre los principios de la fundamentación ética de Aristóteles, Stuart Mill y Kant

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Ensayo sobre los principios de la fundamentación ética de Aristóteles, Stuart Mill y Kant

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitario

Universitaria Yacambú

DEONTOLOGÍA

Ensayo sobre los principios de la fundamentación

ética de Aristóteles, Stuart Mill y Kant

Integrantes:

Yibert González C.I.Nº 16.769.434

[email protected]

Facilitadora: Prof. Leonardo Castillo

Barquisimeto, Octubre del 2013

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Ensayo sobre los principios de la fundamentación ética de Aristóteles, Stuart Mill y Kant

Cada una de estas teorías nos hablan de todo lo que es mejor, desde el punto de

vista de cualquier Humano podrá darle critica a lo que estos grandes filósofos y

estudiadores de la ética, pero jamás podrá poner en práctica todos los fundamentos

morales o convicciones éticas de las cuales nos volveríamos perfectos en la sociedad,

así formando una sociedad perfecta, tener una Buena voluntad es hacer uso de la

consciencia, Aristóteles planteo sobre la amistad en principio sobre la ética, además su

origen también se ha dado por otros pensadores, el segundo planteamiento lo haré sobre

el carácter social que vivimos en la actualidad respecto a la amistad, a demás podremos

reconocer que la amistad es más que un fundamento solamente individual, ya que la

ética aristotélica plantea que la amistad es más que un grupo reducido. Al reflexionar

sobre la ética aristotélica nos podemos dar cuenta que se refiere mas a un soporte

individualista, pero cabe resaltar que esta virtud es muy importante ya que se conoce

como un fundamento social que si Aristóteles lo hubiera clasificado por encima de una

relación meramente individual, la sociedad podría impulsar a que la persona cumpliera

las normas que se pueden formar por las relaciones de una amista, sin embargo

Aristóteles ve la amistad como un sentido más legitimo. Siempre se ha notado la

importancia y la necesidad de la que sufre el ser humano por ser amistoso, por tener

amistad con las demás personas, desde la sociedad, pero aunque la vea necesaria el ser

humano ve la amistad como un vínculo atractivo para su propia existencia.

No se da a conocer la amistad como un simple apreciar y a asistir a los otros, sino

que Aristóteles no la presenta como una necesidad por naturaleza del hombre y la

enseña como un requisito para poder participar de los propios intereses, ideas, etc.

Además la idea de que la correlación entre amigos, se ve relacionada con la obligación

de obtener aprecio. Aristóteles también nos da a conocer que el hombre en su naturaleza

vive tres tipos de amistad los que viven la amistad por un interés y por una utilidad

determinado además son directamente egoístas con la persona y están los que viven la

amistad como una virtud, como una relación entre personas entre la cual hay decisión,

intimidad además se vive una autentica amistad cuando la persona da animo y tiene la

capacidad de entender las situaciones sentimentales en que vive dicha persona.

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Así afirma que en toda amistad debe haber una proporción para que cada

persona reciba el afecto necesario y que merece por que dice cuando el amor es merito

ocurre una igualdad y esto parece personal de cada relación amistosa. Sin cuestionar lo

mencionado y viviendo la realidad que la sociedad vive hoy en día que una buena

amistad es una amistad desinteresada, en la cual se busca el bien de la persona, estaría

de sobra que se propusieran cálculos para sacar proporciones para que haya una buena

amistad podríamos reconocer que para que haya una buena amistad es una constante

aceptación y superación, mejorando así la vida del amigo y ayudarle y ofrecerle un

cambio que sea beneficioso tanto para el cómo enriquecedor para la amistad.

Para Stuart Mill como fundamento moral, entiende que las acciones de Utilidad

son acciones justas siempre y cuando tiendan a promover la felicidad más abundante

para la mayor cantidad de seres vivos. En el sistema ético de Mill, las sanciones están

enraizadas en el motivo hedonista, esto es, las reglas morales son reconocidas y

obedecidas en virtud de la anticipación de placeres o de dolores. Existen sanciones

"internas" y "externas". Las externas son aquellas fuerzas de premio y castigo en el

universo alrededor de nosotros que controlan las acciones de las personas a través del

miedo al dolor y de su propensión al placer. Por ejemplo, en nuestra sociedad, el miedo

a la desaprobación social y a la prisión es disuasivo del crimen. Pero advierte Mill, la

conformidad con la letra de la ley en presencia de tales sanciones externas no debe ser

tomada como signo de un auténtico sentido de obligación moral: la última sanción

moral debe proceder del interior. La fuerza de una sanción interna deriva del

sentimiento de placer que se experimenta cuando una ley moral es obedecida, y el

sentimiento de dolor que acompaña a su violación. Que el principio de la mayor

felicidad puede ser sancionado desde dentro, es atestiguado por la observación. En

algunas personas, al menos sostiene Mill, el sentimiento de simpatía por otros está tan

bien desarrollado que la felicidad del individuo depende del bienestar de los otros. Así,

por medio de la doctrina de las sanciones internas, Mill está en capacidad de reconciliar

la teoría psicológica según la cual la gente desea su propia felicidad con la teoría moral

que dice que uno debe actuar para servir al bien común. Sin embargo, Mill reconoce que

su argumento en soporte de las sanciones no constituye una demostración lógica del

principio de la mayor felicidad para el mayor número.

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De hecho, él arguye que no es posible dar ninguna prueba directa de ningún

primer principio o fin último, y que el problema de la prueba en realidad se reduce al

problema del asentimiento racional, donde el carácter de prueba mediante razonamiento

es algo común a todos los primeros principios, tanto por lo que se refiere a las primeras

premisas de nuestro conocimiento como a las concernientes a nuestra conducta. Sin

embargo, las primeras, siendo cuestiones fácticas, pueden ser objeto de una apelación

directa a las facultades que juzgan de los hechos, a saber nuestros sentidos y nuestra

conciencia interna. Si el fin que la doctrina utilitarista se propone a sí misma no fuese,

en teoría y en la práctica, reconocido como fin, nada podría convencer a persona alguna

de que era tal cosa. No puede ofrecerse razón alguna de por qué la felicidad general es

deseable excepto que cada persona, en la medida en que considera que es alcanzable,

desea su propia felicidad. Para Kant todo lo que se mira, se ve, se observa desde el

punto de vista universal es la formación de un imperativo categórico que se descubre

por la razón universal. Donde fundamentar la moral; una moral formada por una serie

de normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias, y en Kant

encontramos un elaborado intento por fundamentar las obligaciones morales del

hombre, en conceptos de la razón pura que se expresa por medio de juicios

analíticos y juicios sintéticos, nos dice Kant. El comportamiento moral del hombre no

puede encontrar su fundamentación en alguna forma de conocimiento que tenga que ver

con la razón pura, puesto que no es posible acceder a ello por juicios analíticos o

explicativos ni tampoco por medio de los juicios sintéticos. En esta forma, Kant se vio

precisado a buscar otro camino para fundamentar la moral, en conclusión que persigue

Kant es fundamentar una Ética Racional Universal basada en leyes que determinan la

voluntad y que no puede estar sustentada en la pluralidad de fines, puesto que éstos

varían y son contingentes. Si puede haber una Ética Racional, ésta descansará sobre

principios universales y no sobre relativismos culturales, históricos, etcétera, de allí que

formula el imperativo categórico de varias maneras, que considera equivalentes a pesar

de ser sorprendentemente diferentes. La formulación antes presentada es la más

conocida. Un principio muy importante que expresa es el de la exigencia de respeto a

las personas. El autor se ha caracterizado por una defensa de la dignidad humana pero

según la concepción de Guisán es el principal responsable de la despersonalización de

los seres humanos al despreciar las pasiones y lo genuino.