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    Actas XV Congreso AIH (Vol. IV). MARGA GRAF. "Entre las orillas: imágenes de Europa e Hispanoam...

    ENTRE

    LAS ORILLAS: IMÁGENES DE

    EUROPA

    E

    HISPANOAMÉRICA

    EN

    LAS

    OBRAS

    DE

    DOMINGO

    FAUSTINO

    SARMIENTO (VIAJES, 1848),

    RICARDO GÜIRALDES

    (RAUCHO, 1917 Y

    EDUARDO CABALLERO

    CALDERÓN

    (EL BUEN

    SALVAJE,

    1966)

    Este trabajo será enfocado a las auto- y heteroimágenes de

    Europa

    e

    Hispanoamérica

    en

    las

    obras

    de tres escritores latinoamericanos, dos

    argentinos,

    Domingo

    Faustino

    Sarmiento

    ( 1811-1888) y Ricardo

    Güiraldes

    ( 1886-1927) y un colombiano,

    Eduardo Caballero Calderón

    (1919). Todos viajaron

    por Europa,

    con

    una

    estancia

    más

    o

    menos

    larga

    en

    París.

    Francia

    y su metrópoli simbolizan

    para

    ellos, así

    como para

    muchos

    latinoamericanosde su tiempo, el

    centro

    de la cultura occidental,

    con carácter

    de

    modelo

    en

    cuanto a las naciones americanas.

    Eduardo Caballero

    Calderón,

    era de familia

    hidalga

    con extensos

    latifundios, y Ricardo Güiraldes, hijo de terratenientes.

    En

    cambio, la

    familia

    de Domingo

    Faustino

    Sarmiento

    ( 1811-1888) vivía,

    como

    escribió

    en

    sus Recuerdos

    de

    provincia

    (

    1850), largos años

    en

    una

    mediocridad

    muy

    vecina

    de la indigencia

    1

    Creció

    dentro

    de un

    clima

    familiar muy

    patriótico. Su

    padre

    tomó

    parte en

    las luchas de la

    guerra

    de

    Independen-

    cia junto con las tropas del general San Martín.

    Sarmiento

    mismo, por

    sus actividades políticas contra el

    régimen

    tiránico de

    Juan

    Manuel de

    Rosas, y frente a su afiliación a los Unitarios, fue perseguido

    por

    la

    policía del

    dictador

    y

    en

    1831,

    por primera

    vez, tuvo

    que huir

    exiliado a

    Chile. Ahí tomó

    parte

    en la organización de la Escuela

    Normal

    en

    Santiago, la primera

    en América

    Latina, y fue

    nombrado

    su director. A

    fines

    de

    1845

    partió

    hacia

    Europa

    con

    el objeto

    de

    ver

    por

    mis propios

    ojos, y de palpar, por decirlo así, el estado de la enseñanza primaria, en

    las naciones

    que

    han hecho

    de

    ella

    un

    ramo

    de

    la

    administración

    pública

    2

    1

    Citado

    por jEAN

    FRANCO,

    Historia de la literatura hispanoamericana, Ariel,

    Barcelona, 1985,

    p. 76.

    2

    DOMINGO

    FAUSTINO

    SARMIENTO,

    Advertencia, en Viajes, Editorial del

    Belgrano,

    Buenos Aires, 1981,

    p. xiii.

    entro Virtual ervantes

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    MARGA GRAF

    LA IMAGEN

    DE

    PARÍS EN

    LOS VIAJES DE DOMINGO

    FAUSTINO

    SARMIENTO

    El

    libro

    comprende

    Impresiones

    de viajes,

    en este caso

    impresiones que

    tratan

    los viajes

    por Europa,

    especialmente

    por

    Francia

    y

    de

    interés

    para

    este trabajo, sobre todo, de su estancia

    en

    París. Sarmiento el viajero, al

    mismo

    tiempo, narrador y

    protagonista,

    fue confrontado

    con

    vínculos estrechos que

    ligan

    el alma a las cosas visibles, y hacen que

    vengan

    éstas a espiritualizarse, cambiándose en imágenes, y modifi-

    cándose y adaptándose al tamaño y alcance del instrumento óptico

    que

    las refleja

    3

    No

    puede extrañar

    que ese argentino, espíritu crítico, con la visión de

    una América Latina moderna y avanzada, no sólo quiso divertir a sus

    lectores pasivamente, sino

    también

    hacerles

    participar activamente

    en sus

    experiencias en el extranjero comparándolas con la situación en

    América:

    Por lo que a mí respecta, he sentido agrandarse y asumir el carácter

    de una convicción

    invencible,

    persistente, la

    idea

    de que

    vamos

    en

    América en

    mal

    camino, y de que

    hay

    causas profundas, tradiciona-

    les, que es preciso

    romper,

    si

    no queremos

    dejarnos arrastrar a la

    descomposición, a

    la

    nada,

    y

    me

    atrevo a decir a

    la

    barbarie

    ..

    (p. xvii).

    En

    1846, durante su estancia

    en

    París, Francia era

    gobernada

    por Louis

    Philippe, el rey

    ciudadano

    (1830-1848). Los esfuerzos de Sarmiento para

    entrar en contacto con políticos franceses e interesarlos

    en

    sostener a los

    argentinos liberales

    en

    su lucha

    contra

    el régimen del dictador Rosas,

    solamente tuvieron un eco algo positivo con Louis

    Adolphe Thiers,

    historiador y político de gran influencia dentro del consejo de ministros

    del rey. Sarmiento, frente a

    esa

    reacción

    inesperada,

    se sintió muy

    desilusionado y, sólo

    cuando Thiers

    le

    prometió informar

    a

    la

    Cámara

    francesa

    de su deseo, modificó su imagen de una

    Francia liberal

    y

    progresiva

    en

    la

    tradición

    de la Revolución de 1789.

    En

    cuanto a la

    posición dominante de la vida

    cultural

    de Francia,

    Sarmiento

    estaba

    lleno de esperanzas exaltadas. Ya frente a la costa francesa lo invadió un

    sentimiento

    de alegre expectación, mezclado, al

    mismo

    tiempo,

    con

    el

    miedo de presentarse en esta región civilizada

    como

    simple

    hombre

    de

    provincia:

    3

    SARMIENTO, ed. cit., p. xvii.

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    ENTRE LAS ORILLAS

    259

    Saludábanlas

    [las costas] todos con alborozo, las saludaba también yo,

    sintiéndome

    apocado

    y

    medroso

    con la idea de presentarme luego en

    el

    seno

    de la sociedad europea, falto de trato y de

    maneras, cuidadoso

    de no dejar traslucir la gaucherie del provinciano, que tantas bromas

    alimenta en París.

    Saltábame

    el

    corazón

    al acercarnos a tierra, y

    mis

    manos recorrían

    sin

    meditación

    los

    botones

    del vestido,

    estirando

    el

    frac,

    palpando

    el nudo de la corbata, enderezando los cuellos de la

    camisa,

    como cuando el enamorado novel va a

    presentarse ante

    las

    damas (p. 94).

    Tocar

    el suelo

    de Francia

    a Sarmiento le

    parecía

    casi

    un

    acto

    de

    consagración espiritual o

    como

    escribió

    en

    una

    carta

    a Carlos Tejedor el 9

    de

    mayo

    de

    1846

    de

    Rouen:

    Avise usted a los míos, mi

    buen

    amigo, que

    he

    tocado tierra

    en

    Europa,

    que

    he

    abrazado, más

    bien dijera, esta Francia de

    nuestros

    sueños (p. 81 )

    ...a aquel foco desde

    donde parten para

    nosotros los movimientos del

    espíritu,

    uno

    en pos de otro, como los círculos concéntricos

    que

    describen las

    aguas

    agitadas en algún punto de la superficie, siento

    no

    sé qué timidez,

    mezclada de

    curiosidad,

    admiración

    y respeto,

    como

    aquel sentimiento religioso e indefinido del niño que va a

    hacer

    su

    comunión

    primera

    (p. 83).

    Más

    que eso, sintiéndose, en gran

    parte,

    europeo en

    cuanto

    a su origen

    racial,

    no

    quiso ser visto en Francia, por los franceses,

    como

    huésped, ni

    extranjero, sino

    como

    miembro de familia, igual entre iguales:

    que

    nacido en otros climas

    se

    acerca al hogar de sus antepasados,

    palpitándole el corazón, con la anticipación de las sensaciones

    que

    le

    aguardan, dando

    una

    fisonomía

    a los

    que

    sólo

    de nombre

    conoce, y

    tomando prestados a la imaginación, objetos, formas y

    conjunto que

    la realidad destruirá bien pronto, pero que son indispensables

    al

    alma, que,

    como la naturaleza, tiene

    horror

    al vacío (id.).

    París a

    Sarmiento

    se le

    presentó

    moderno y progresivo, con calles

    limpias,

    des

    boulevardsmagníficos,

    iluminados

    a gas, y poblados de laneurs.

    Flaneur, palabra

    que no

    existe en español, para los franceses,

    como

    informó

    a sus amigos, es

    su

    estado

    normal,

    lo

    que

    hace

    que

    el

    pobre

    latinoamericano,

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    MARGA

    GRAF

    recién venido,

    habituado

    a la quietud de las calles de sus

    ciudades

    americanas anda

    aquí los

    primeros

    días con el

    Jesús en la

    boca,

    corriendo

    a

    cada

    paso riesgo

    de

    ser aplastado

    por uno de

    los mil

    carruajes

    que

    pasan

    como

    exhalaciones, por delante, por detrás, por

    los costados (p. 111 .

    Si por una parte, él también,

    con

    el tiempo,

    iba

    a

    acostumbrarse

    de

    flaner a

    a

    parisien, de otra parte

    se

    preguntó

    algo

    asombrado,

    si estos

    franceses, siempre

    en

    estado de flanear, aficionados a la ociosidad,

    son

    en

    efecto el

    pueblo que

    ha hecho las revoluciones de 1789 y 1830? (p.

    112 . La

    alegría

    de

    vivir, el

    afán de

    placeres y de lujo,

    son

    elementos

    característicos del francés, sobre todo del parisiense. Su

    savoir

    vivre, para

    Sarmiento,

    podía

    servir como modelo

    para

    el desarrollo

    cultural

    de

    otros

    pueblos.

    Según Sarmiento

    el futuro de los pueblos, su proceso civilizato-

    rio, no

    depende

    de su carácter,

    en

    lo

    que

    él

    no

    cree, sino del nivel de su

    cultura

    y

    de

    las regiones, del

    ambiente

    social, que han formado

    la vida

    de esos pueblos. Los parisienses,

    hombres

    y mujeres,

    son

    representantes

    de una sociedad de iguales, sin diferencias de clases.

    Además

    de sus

    contactos con hombres políticos,

    con

    empleados y

    hombres

    profesionales,

    con

    los cuales tuvo discusiones

    que tocaban

    los

    problemas de

    la

    educación

    primaria, temática de

    especial interés

    para

    Sarmiento,

    tomó

    parte

    en

    diversiones públicas,

    por

    ejemplo,

    en

    los numerosos bailes.

    Diversiones públicas, las cuales le

    permitieron

    distanciarse un poco del

    mal de la patria, que

    le causó tanto malestar. Sobre todo,

    mucho

    le

    gustan

    las diversiones del

    hipódromo,

    especie de circo cerca del Are de Triomphe,

    con

    sus espectáculos ecuestres medievales y pantomimas históricas,

    diversión

    popular

    que le parecía

    muy

    similar al

    carácter

    argentino a

    nuestra manera

    de ser y

    que debiera

    ser

    transportado incontinenti

    a

    América, en

    donde

    echaría

    raíces profundas, como todo lo

    que

    es

    eminentemente popular {p.

    142 .

    LA

    IMAGEN DE PARÍS EN R UCHO DE RICARDO GüIRALDES

    Irse a Europa, irse a París, a Raucho, el protagonista de la novela, lo

    mismo

    que a

    Sarmiento,

    el acercarse al

    París

    de

    sus

    sueños, le causó

    una

    excitación impaciente: París .. París

    ¿Qué

    le esperaba en París?

    4

    Llegado a París

    tomó

    un

    taxi para poder

    ver lo más

    pronto

    posible todos

    los lugares de sus sueños:

    4

    RICARDO

    GüIRALDES, Raucho -momento

    de

    una juventud contemporánea,

    Losada,

    Buenos Aires,

    1953, p.

    86.

    Centro Virtual Cervantes

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    ENTRE

    LAS

    ORILLAS

    261

    Llegó al Quai d'Orsay, para caer de lleno en la ciudad. Iba a tocar su

    sueño.

    Corriendo en

    el apestoso taxi , reconoció

    lajeanne

    d'Arc

    de

    Fremiet, por una

    reproducción

    que

    había en

    su casa. La calle de

    Rívoli, el Louvre, el jardín de las Tuilleries , le

    eran

    familiares por

    grabados

    y descripciones

    .. Raucho

    llegaba, pasaba por todas partes,

    con la voluntad de poseer, de apoderarse para siempre de todo

    aquello,

    tan ansiado durante

    años (p. 90).

    Nos

    encontramos

    aquí

    con

    un joven latinoamericano, señorito rico, sin

    ambiciones especialmente intelectuales. Parece

    más

    al tipo de jlaneur que

    vino a París como turista. París para la clase social a

    que

    pertenece,

    era

    un

    viaje obligatorio. El joven argentino

    de

    24 años estuvo

    extremamente

    impresionado de la

    capital francesa, sus pasos se detuvieron,

    por la

    intensidad

    de sus emociones (p. 91 . París, la

    ciudad

    alegre, le fascinó al

    joven

    Raucho.

    Encontró

    a Gonzalo,

    compatriota

    argentino, evidentemen-

    te

    gran

    conocedor

    de

    París,

    de la vida

    parisiense y

    de

    gente interesante.

    Se hizo

    compañero

    piloto de

    Raucho

    y trabajó para su amigo un

    proyecto

    de

    orgía, para

    introducirlo

    en

    la

    vida

    cultural, lo

    que

    significa, sobre todo,

    en

    las diversiones nocturnas de París.

    Pasaban

    su tiempo en el

    Maxim

    y la

    Place Pigalle.

    Cada día

    más, el joven argentino,

    iba cambiándose engallo

    pisafuerte:

    Es un

    hombre

    que sabe dónde

    pone

    el pie. Los bulevares, el café de

    París, Fischer, L'Abbaye,

    todo

    está

    en

    su

    mano. El tango

    lo ha hecho

    familiar en el mundo

    híbrido

    de los cafés nocturnos, y cruza saludos,

    apretones de

    manos

    o tuteos

    con

    amigos de ayer (p. 104).

    Se

    encontraron

    en grupos con otros jóvenes, hombres y mujeres,

    discutían y criticaban piezas de teatro,

    música

    de Debüssy o Strauss,

    comentaban

    los dirigentes Nikisch y Weingartner, visitaron exposiciones

    de arte de artistas españoles y franceses. Después de semanas y meses de

    ininterrumpidas diversiones culturales junto con orgías de alcohol, el

    joven

    Raucho había perdido

    todo su dinero, y por falta de los cheques de

    su

    padre, no podía pagar

    sus deudas. Por fin, para

    Raucho, la ciudad

    alegre

    va

    a cambiarse en una pesadilla. Se enfermó gravemente. A la

    euforia siguió

    la

    depresión y

    una

    nostalgia creciente

    por la patria

    lejana,

    el deseo de volver a la región familiar que

    abandonó.

    En busca

    de sus orígenes europeos, Sarmiento y Güiraldes son

    viajeros

    entre

    las culturas. Los Viajes

    de

    Sarmiento son

    el

    producto

    de un

    espíritu

    romántico

    y al

    mismo

    tiempo

    de

    un

    hombre moderno

    y

    entro Virtual ervantes

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    ctas XV Congreso AIH (Vol. IV). MARGA GRAF. "Entre las orillas: imágenes de Europa e Hispanoam...

    262

    MARGA

    GRAF

    pragmático, que tiene la

    visión

    de

    una

    América

    Latina

    civilizada

    correspondiente

    a los modelos de las naciones avanzadas.

    De

    una

    América

    Latina,

    por

    lo

    general,

    y

    de

    la

    Argentina,

    en

    especial,

    que

    bajo

    aspectos culturales y económicos, para él, se encuentran

    más

    o

    menos

    en

    estado de barbarie,

    como

    lo

    representan,

    por ejemplo, los gauchos de la

    pampa. Opuesto

    a Sarmiento,

    Ricardo

    Güiraldes, sobre

    todo

    en su

    novela Don Segundo

    Sombra

    (1926), y ya en Raucho reflejaba la

    imagen

    del

    latinoamericano

    que,

    por una

    parte,

    buscaba el

    contacto

    con la cultura

    y la civilización de sus antepasados europeos, y, por otra parte, desilusio-

    nado, lejos de su

    patria

    descubría su verdadera identidad con la región

    paternal,

    en su caso especialmente con el gaucho y la

    pampa

    de su patria

    argentina.

    L IMAGEN

    DE

    PARÍS EN

    EL BUEN

    SALVAJE

    DE

    EDUARDO CABALLERO

    CALDERÓN

    El protagonista

    en

    la novela El buen salvaje es un joven colombiano de 26

    años, estudiante en

    la

    Sorbonne, que en vez de

    ocuparse

    de su tesis sobre

    la realidad psicológica de los

    hispanoamericanos

    fuera de su

    espacio

    vital,

    está

    más

    interesado en hacerlo tema de una novela suya. Por eso, hizo diversos

    borradores en

    forma

    de

    cuaderno,

    dividido

    en

    14 fascículos.

    Dentro

    de

    los varios

    borradores, en

    constante cambio, surgen

    escenarios

    y

    personajes,

    reflejando los

    problemas

    de

    identidad, la

    definición del ser

    latinoamerica-

    no, el estado multirracial de los pueblos nuevos en América

    Latina,

    frente

    a sus orígenes europeos,

    ¿qué representa

    París

    para un

    extranjero como

    yo? ¿Qué es realmente París? '\ en este problema enfocó el tema de su

    novela .a escribir. Como a Sarmiento y al Raucho de Güiraldes, al

    estudiante-escritor le fascinó la capital francesa de tal modo que hasta

    olvidó a los suyos, a su familia, a su

    región paternal desde

    la primera

    noche

    en

    que llegué a París (p. 35). Investigando el ser latinoamericano,

    construyó

    un

    psicograma

    humano

    en

    el

    que

    incluyó,

    entre

    otros,

    escenarios familiares,

    de su

    familia

    en Colombia,

    su

    padre, su

    abuela,

    su

    hermana, todos de mentalidad provincial. En otro lado colocó escenarios

    del

    ambiente

    intelectual

    con

    estudiantes, políticos, artistas, de los

    años

    después de la segunda Guerra

    Mundial,

    latinoamericanos

    que

    le sirvende

    modelo para una temática,

    como

    él la

    define,

    no sólo literaria, sino

    también

    sociológica

    en

    lo que toca el ser latinoamericano. Pero ¿cómo

    caracterizar a un latinoamericano?, se pregunta: Etnográficamente el

    EDUARDO

    CABALLERO CALDERÓN

    El buen salvaje, Destino, Barcelona,

    1966,

    p. 36.

    entro Virtual ervantes

  • 8/18/2019 ENTRE LAS ORILLAS: IMÁGENES DE

    7/10

    ctas XV Congreso AIH (Vol. IV). MARGA GRAF. "Entre las orillas: imágenes de Europa e Hispanoam...

    ENTRE

    LAS

    ORILLAS

    263

    hispanoamericano es un ser sorpresivo (p. 72 . Puede ser un gigante

    rubio,

    hijo de

    padres

    alemanes y

    nacido

    en el sur de Chile , o un

    africano del Congo Brazzaville, que es un ministro dominicano , o un

    sacerdote budista vestido a

    la

    moda occidental,

    que

    es

    un

    millonario

    boliviano

    (id.).

    Lo verdadero y típico latinoamericano

    en

    su novela, en su opinión,

    debía ser

    representado

    por tres tipos ejemplares: un

    blanco

    en el siglo XVI

    un indio en el siglo xv, y un

    negro

    en el siglo XVII ; los cuales por regla de

    mezcla son tipos más o menos multirraciales.Un personaje fingido

    en

    su

    novela a escribir, un diputado,

    en

    cuanto

    a América Latina y los

    latinoamericanos, argumentó: Internacionalmente

    dejamos

    de existir.

    Históricamente, somos un imperio en descomposición. Ante el porvenir

    somos

    una

    carrilera

    abandonada Como

    noticia periodística no somos

    nada

    (p. 87). Al releer ese

    párrafo

    anterior en su

    cuaderno,

    esas

    palabras

    le causaban

    un sentimiento

    de vergüenza:

    Hasta

    en París el recuerdo de

    América a un escritor hispanoamericano no le produce ideas, sino

    palabras

    (id.). En otro

    escenario

    un grupo de jóvenes intelectualesdiscutía

    problemas

    étnicos, el status quo de las

    razas

    en las sociedades

    modernas

    a

    mediados

    del siglo

    XX, problemas

    de blancos, negros,

    judíos

    europeos,

    y, especialmente, de los pueblos

    multirraciales

    en

    América

    Latina. Dijo

    uno de

    ellos:

    El

    auténtico hombre

    del Nuevo

    Mundo

    es el campesino,

    el

    proletario,

    el

    empleadito que

    lucha contra un

    Estado anacrónico

    y un

    capitalismo

    sujeto a

    la dominación extranjera. Nuestras

    élites

    siempre han

    tenido una mentalidad

    subalterna

    y ahora

    están

    vendidas a los

    Estados

    Unidos .

    Eso

    no es

    verdad

    les

    respondió

    el escritor-estudiante. Las élites

    hispanoamericanas son la única manifestación importante del mestizaje

    hispanoamericano .

    Fueron los conquistadores, esos

    híbridos

    de jinete

    y de caballo como los centauros , los

    que

    junto con los primeros colonos

    europeos constituyeron en América el fundamento de las futuras élites, y

    eran

    espiritualmente

    mestizos

    porque

    en ellos había penetrado

    profunda-

    mente la influencia

    del paisaje y

    de

    nuestras razas

    aborígenes

    (p. 123).

    En otro escenario un hombre político, embajador,

    trató

    de interesarle

    para otro aspecto importante que, en su opinión, aun faltaría en su

    novela, es decir la influencia importante

    que

    procedió de las actividades

    de la generación latinoamericana

    en

    el siglo XIX hasta principios del siglo

    xx, de

    esa generación

    formada

    aquí

    en París,

    cuya influencia

    fue

    decisiva

    tanto

    en América como en Europa (p. 180).

    Reflexionando

    sobre tiempos

    pasados,

    dijo:

    entro Virtual ervantes

  • 8/18/2019 ENTRE LAS ORILLAS: IMÁGENES DE

    8/10

    ctas XV Congreso AIH (Vol. IV). MARGA GRAF. "Entre las orillas: imágenes de Europa e Hispanoam...

    264

    MARGA GRAF

    esa generación formó

    una

    conciencia

    americana en Europa

    y

    en

    América

    una conciencia europea... Por París ha

    pasado toda

    la

    historia americana

    desde

    la

    Independencia

    hasta nuestros días

    .. En

    París nació

    en

    Bolívar

    la

    idea

    de

    la

    Independencia

    cuando

    habló

    con

    Humboldt y asistió a la coronación de Napoleón en Notre-Dame

    ..

    La

    organización del

    Estado

    se hizo

    en América con

    ideas de la Revolu-

    ción Francesa. Las élites de todos nuestros países han leído

    en

    francés.

    En

    París escribió esa generación

    de

    fines del siglo diecinueve y a

    comienzos del veinte a la cual tanto le

    debemos

    (pp.

    180-181

    .

    No estuvo de acuerdo

    con

    esto el joven

    compatriota

    y escritor. Hoy,

    le contestó al embajador, las cosas han cambiado, los jóvenes latinoameri-

    canos

    en

    París, los auténticos representantes de

    América, son

    los hijos

    de

    familias

    muy

    modestas ,

    no

    más los del tipo

    de

    señorito rico

    de

    tiempos pasados: Esos

    muchachos

    no creen en la historia, ni les importa

    un bledo. Todos son más o

    menos

    marxistas, más o

    menos

    socialistas,

    más

    o

    menos

    castristas,

    más

    o menos peronistas (p. 183). No tienen algo

    común con la

    generación después de

    la

    segunda

    guerra mundial

    cuando:

    Centenares

    de

    hispanoamericanos

    ricos y enriquecidos

    súbitamente

    a la sombra de gobiernos inescrupulosos, vinieron a París. Su símbolo

    era

    el cabaret

    de

    La

    Nouvelle

    Eve,

    en

    la

    Place Pigalle:

    un

    almácigo

    de

    lindas francesitas que

    bailaban con

    los senos

    desnudos

    y se

    parecían

    a Chantal (p.

    210 .

    Al fin, y a

    pesar

    de todos sus esfuerzos de acercarse bajo aspectos tan

    diferentes a la temática

    de

    su novela, es decir,

    de

    definir el ser latinoame-

    ricano, el joven escritor se ve capaz de definir

    literariamente

    lo esencial

    de la

    sociedad latinoamericana, como, evidentemente, lo

    podían

    definir

    en sus obras autores europeos, en cuanto a su

    ambiente

    social,

    por

    ejemplo Tolstoi, en

    un

    medio

    aristocrático,

    Balzac, en

    un

    medio

    profandamen-

    te

    burgués,

    y otros más. En

    Hispanoamérica

    no existen sociedades como

    en

    Europa: En Hispanoamérica el

    único

    tipo de novela teórica y

    prácticamente

    factible es

    la

    popular,

    con

    personajes extraídos de

    la masa

    anónima,

    del campo, de la tierra

    ..

    (id.).

    En

    este clima, bajo estas condiciones en que faltan

    la autenticidad del

    medio y de los personajes, para el escritor/estudiante, no hubo posibilidad

    ninguna de escribir la novela de sus imaginaciones, aunque

    no podía

    resistir,

    como

    dice, a la

    tentación de trabajar

    el

    tema de la

    versatilidad

    de

    Hispanoamérica

    vista

    desde

    París y

    en

    París, a través

    de

    esa sociedad

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  • 8/18/2019 ENTRE LAS ORILLAS: IMÁGENES DE

    9/10

    ctas XV Congreso AIH (Vol. IV). MARGA GRAF. "Entre las orillas: imágenes de Europa e Hispanoam...

    ENTRE LAS

    ORILLAS

    265

    que

    vivió un

    momento

    como

    una hoguera

    de

    paja

    y luego se redujo a

    cenizas y a

    una columna

    de

    humo

    negro (pp. 211-212).

    En

    fin, sin dinero, enfermo y envuelto

    en

    negocios ilegales

    con

    drogas, desistió y con la ayuda de su

    Consulado

    y el apoyo financiero de

    su

    padre,

    se mostró de acuerdo con su repatriación para Colombia.

    Considerando

    la

    imagen

    de París de Sarmiento, de Güiraldes y de

    Caballero

    Calderón,

    hay un factor común que les une: la

    admiración

    y

    fascinación, el

    flair de

    París, su

    status quo como centro cultural de la

    civilización occidental, que,

    aún

    hoy, parece un hecho indiscutible para

    muchos de sus visitantes aficionados de Europa, así

    como

    de los países

    de ultramar.

    El problema

    de identificarse

    con

    el Nuevo

    Mundo, la

    definición del ser latinoamericano,

    en

    cuanto argentino, mexicano, o

    de

    otro

    pueblo

    de

    América

    Latina,

    entre

    escritores e intelectuales,

    ha

    dado

    un

    tema

    de discusiones durante todo el siglo XX.

    De

    tal manera

    que,

    en

    los años setenta, Ernesto Sábato,

    en

    su ensayo

    Seamos

    nosotros

    mismos

    con alusión a una visita de Nathalie Sarraute, se quejó que una

    vez

    más

    se manifestó ese colonialismo intelectual que

    en

    otro

    tiempo

    constituyó una de nuestras

    más

    célebres calamidades nacionales

    6

    En

    este ensayo el escritor argentino está

    apelando

    a sus compatriotas a

    llevar

    a cabo

    estos fenómenos de éxtasis venerativo ante ciertas

    culturas

    prestigiosas, y

    particularmente

    ante todo lo que nos llega

    de

    París (p.

    72 .

    MARGAGRAF

    Universitiü

    Aachen/Humboldt Universitat, Berlín

    6

    ERNESTO SÁBATO,

    La cultura en la encrucijada nacional. Ensayos, Edi tor ia l

    Crisis,

    Buenos

    Aires, 1973, p. 71.

    entro Virtual ervantes

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    10/10

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