“Entremuros, -Las prisiones en la transacción democrática-” de Xavier Cañadas Gascón

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    ENTREMUROS

    -LAS PRISIONES EN LA TRANSACCIN DEMOCRTICA-

    AGRADECIMIENTOS

    En primer lugar a todos aquellos compaeros y compaeras que crearon los

    comits de apoyo de Nou Barris, a Yoyi, Diego, Pili, Jose, Maite, Sole y a muchosotros de los que no recuerdo el nombre.Sobre todo a mi madre fundadora del Comit de Apoyo al Caso Scala de NouBarris, que supo afrontar las incongruencias del tiempo y de sus propioscompaeros de partido y que dedic una buena parte de su vida a defendermeprimero a m y despus a muchos presos que no tenan a nadie en la calle.A mi padre, por los largos desplazamientos que haca al volante de su Renaultdoce familiar, para que los mos pudieran visitarme all donde me llevaran.A mi abuelo, miembro tambin de la C.N.T., que destin una parte importante desus ahorros para que mi familia pudiera desplazarse por las diferentes prisionesdel estado.

    A mi ex compaera Pilar, que aguant estoicamente los siete aos y medio quenos mantuvieron separados.A mis tas Magda y Mara por los suculentos paquetes de comida que me hacanllegar durante los periodos que pas en La Modelo de Barcelona.Y sobre todo a todos aquellos compaeros presos que nunca se dejaron doblegarpor el sistema, que siempre estuvieron luchando por intentar cambiar la situacinen las prisiones espaolas y que no pudieron porque a nadie le interesaba quecambiaran, ni a los diferentes gobiernos, ni a los diferentes grupos quesupuestamente ejercan de oposicin.Tal vez, algn da, sea real aquel sueo de que la democracia llegue a lasprisiones, aunque mientras existan prisiones, dudo que eso llegue a suceder.

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    PRLOGO

    El presente libro, pretende ser una denuncia de los sistemas penitenciario yjudicial durante los primeros aos de la democracia en Espaa.Todos los hechos narrados se relatan tal como sucedieron, aunque deben pedirdisculpas si el paso de los aos ha borrado de mi mente alguna cuestinimportante.Los nombres de los personajes que an estn vivos, han sido substituidos para noherir la sensibilidad de nadie.Slo algunos nombres son reales, bien porque los personajes estn ya muertos,bien porque fueron tan malas personas que creo que merecen ocupar una partede este libro con sus verdaderos nombres.Los apodos son todos verdaderos, porque si los cambiara, desvirtuaran

    demasiado la realidad.El libro, constituye la historia de las prisiones espaolas que viv en propia carne.En l, relato algunas de las circunstancias que se sucedieron y que para mi modode ver tienen la suficiente importancia como para que el lector descubra que entremil novecientos setenta y ocho y mil novecientos ochenta y cinco, la democraciano hizo acto de presencia en las prisiones.Los funcionarios seguan siendo los mismos que cuando Franco y las formas dehacer eran no slo idnticas sino ms salvajes si cabe.Me resulta necesario criticar a toda aquella izquierda que si bien durante elfranquismo vivi el terror de intramuros, se olvid totalmente de los derechoshumanos de los presos y presas en cuanto vieron que podan dedicarse a vivir de

    la poltica.Durante esos siete aos y medio estuve en diferentes crceles espaolas acusadopor el caso Scala, un delito que no comet y del que nunca la justicia pudodemostrar nuestra culpabilidad.Entr en prisin con diecinueve aos recin cumplidos y sal en libertad a punto decumplir los veintisis. La juventud perdida en la crcel a causa de un montaje delEstado contra el Movimiento Libertario espaol y ms concretamente contra laC.N.T.A alguien le puede parecer extrao que no incluya pistas en lo que se refiere alCaso Scala, la verdad es que no tengo ni idea de las personas que cometieronaquel brutal y asesino atentado que cost la vida a cuatro trabajadores.

    Seguramente, la verdad, como de costumbre slo se sabr una vez que hayamosmuerto, pero soy consciente que aunque algn da se sepa la verdad, nunca lostribunales decretarn nuestra inocencia y nunca el sistema nos pedir perdn porel dao que durante aos nos caus. No lo hicieron con el Caso Savolta, tampococon el caso Sacco e Vancetti, no lo hicieron con el Caso Granados y Delgado ytampoco lo harn nunca con el Caso Scala.Mi conciencia y la de mis compaeros, aquellos que sufrieron tambin lasconsecuencias del sistema, est totalmente intacta.

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    El terrorismo de Estado ha existido siempre, no lo invent el PSOE con el GAL, yacon el gobierno de la UCD, estaba al orden del da: Batalln VascoEspaol,Triple A, mafias policiales, etc...El que est libre de culpa, que tire la primera piedra.

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    I

    Dieciocho de enero de mil novecientos setenta y ocho.Despus de setenta y dos horas de interrogatorios y torturas, procedentes de laDireccin General de Seguridad de Barcelona (DGS), en un furgn blindado de la

    polica nacional y con una fuerte escolta, llegamos a la prisin Modelo deBarcelona, tres nuevos internos.Pedro, Armando y yo.Nos conocamos de la calle, los tres ramos militantes de CNT, dos del sindicatodel metal y uno de oficios varios, adems vivamos en el mismo barrio.Nos acusaban del atentado contra la Sala de Fiestas SCALA de Barcelona. Lapolica nos haba torturado porque pretendan demostrar ante la opinin pblicaque haban desarticulado un grupo armado y para ello, deban encontrar armas enalgn lugar.Sobre la SCALA, recuerdo que al ser detenido, en un pequeo cuarto de la DGSen el que me introdujeron al llegar a comisara, haba sobre una mesa una carpeta

    de cartn en la que en letras maysculas se poda leer:CASO SCALA(FSFORO DEL PANI). Hasta pasados unos meses no llegara a entender elsignificado de aquella carpeta.Las declaraciones ya las tena confeccionadas la polica, lo nico que necesitabanera tiempo para que las firmramos.Para justificar que ramos un grupo armado, decidieron que formbamos parte deun comando de la FAI, cuando ni la FAI tena comandos ya, ni nosotrospertenecamos a esa organizacin libertaria. Slo pudieron arrancarnos quepertenecamos a diferentes sindicatos de la CNT.Durante aquellos das, las comisaras de Barcelona se llenaron de militantes deCNT, las celdas estaban abarrotadas, sin embargo, Armando, Pedro y yo

    estbamos incomunicados en celdas individuales, en los pocos momentos quedejaban de torturarnos. pues la prensa dira que gracias al buen trabajo deinvestigacin de los cuerpos de seguridad del Estado, haban descubierto a losautores materiales del atentado terrorista, cuando das antes de que empezara aarder la sala de fiestas SCALA, haban elegido unas cabezas de turco para hundirla CNT y el Movimiento Libertario, Porqu nos eligieron a nosotros y no a alguiencon peso en la organizacin, o a alguien que estuviera practicando la luchaarmada? Eso no lo sabremos nunca.A los pocos minutos de estar en la Direccin General de Seguridad, empezaronlas torturas, preguntndome bsicamente por las armas que segn ellosescondamos en mi casa y por el atraco que, tambin segn ellos, bamos a hacer

    en el candromo de Avenida Meridiana. Despus me torturaron durante horaspara que reconociera haber cometido un atraco en el Carrefour de Tarragona,cuando yo no haba estado nunca en esa ciudad. Ms tarde se dedicaron atorturarme preguntndome sobre unas pistolas automticas y unos fusilesametralladores que yo no haba visto en mi vida.Estaba claro que me torturaban por pasar el tiempo, por amor a esa profesin tanvaliosa por la que mediante el sufrimiento de unos pocos, se mantiene un Estadocorrupto desde su existencia.

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    Me amenazaron con violar a mi compaera.Como estis acostumbrados a eso del amor libre, unos cuantos polvos de msle pueden dar hasta gusto me decan los muy cabrones.De repente me llevaron a una rueda de reconocimiento. Me introdujeron en unahabitacin con un gran espejo y a los pocos minutos me sacaron a golpes diciendo

    que me haban reconocido.Que s, que tu estabas en la SCALA, cabrn, quin ms estaba contigo!.Acabamos de detener a tu colega Armando y no tardaremos en coger a Pedro.Porqu coo me preguntaban quin ms estaba conmigo si ya tenan claro aquien le iban a cargar el muerto?Despus de otro espacio interminable de interrogatorio y torturas, me llevaron a uncuarto con olor a petrleo, me hicieron fotografas de frente, de espaldas y deambos costados, tomaron las huellas dactilares de todos los dedos de mis manosy de mis pies y, de nuevo, vuelta al cuartucho de los interrogatorios.Calculo que llevaba dos das enteros de interrogatorios, sin comer ni beber nada ysin dormir, cuando de repente me bajaron a los calabozos y pens que ya no meiban a torturar ms, que se haban dado cuenta que nada tena que ver con elatentado en cuestin.En cuanto entr en mi celda, entr detrs un polica nacional con gorra de plato ycargado de galones.

    Eres un asesino me dijo si pudiera te mataba aqu mismo.Sali de la celda, se cerr la puerta e inmediatamente o mi nombre y misapellidos, me llevaban de nuevo a interrogatorio.Volvieron a pasar interminables las horas de tortura, mi cabeza ya no tena fuerzaspara nada, mi cuerpo era un saco de patatas, una cosa intil que me molestabahasta para respirar.Al anochecer del tercer da, consiguieron que firmara una declaracin que no pudeleer porque cuando lo intent, me aplastaron la cara contra la mesa de hierro.Me bajaron a los calabozos.Vaya, tienes mala suerte, eh!, acabamos de repartir la cena dijo un policanacional nuevo.Me tumb sobre el poyete de hormign que serva de asiento o de camastro enaquella maloliente i oscura celda, pero me incorpor enseguida porque todos losmsculos de mi cuerpo me dolan demasiado.Apenas me haba reincorporado, cuando de nuevo o el eco de ultratumbagritando mi nombre i mis apellidos.Esta vez no me llevaron a interrogatorio. Me colocaron en un pasillo junto aArmando y a Pedro.

    Conduccin a la crcel dijo un polica.Esposados con las manos a la espalda, nos hicieron subir a un furgn y, de laDGS nos llevaron a un lugar que nunca he podido recordar.Nos hicieron bajar del furgn.

    Vais a declarar ante el juez. Como rectifiquis la declaracin, tengo permisopara torturaros setenta i dos horas ms nos dijo el comisario que habaparticipado en los interrogatorios.El que tericamente era el juez, estaba acompaado por alguien que tomabanotas, por el comisario y por dos policas que tambin haban participado en los

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    interrogatorios.Yo pensaba que de comisara nos iban a llevar al Palacio de Justicia y que allbamos a poder declarar ante el juez, el secretario y nuestros respectivosabogados. Pero al parecer, la presencia de los abogados la haban sustituido porla de los propios torturadores.

    De una cosa estaba seguro, aquello no era el Palacio de Justicia.Lo conoca porque unos aos atrs, me detuvieron en un piquete estudiantil dehuelga.Ante la mirada atenta de los torturadores, no nos qued ms remedio queratificarnos en aquella declaracin que ni habamos ledo, ni nos iban a dejar leer.

    II

    El furgn de la polica nacional, se detuvo ante el gran portaln de la crcelModelo de Barcelona, ese portaln que tantas veces haba visto en la calleEntenza cuando acompaaba a mi novia a su casa o cuando participaba en lasmanifestaciones proamnista.

    Se abri lentamente y el furgn penetr hasta el patio interior de la crcel paradetenerse inmediatamente.Nos hicieron bajar, con las manos esposadas a la espalda y, unos funcionarios

    de prisiones vestidos de verde, con gorra de plato y guantes negros, nos invitarona pasar al interior de la crcel.

    Se abri una gran puerta de hierro de color beige con un estruendo quepoda perfectamente despertar a todos los presos de su interior.

    Un pasillo de unos ocho metros de ancho i unos cinco de alto, con las paredescubiertas de azulejo blanco, un pasillo que por su silencio i por su eco, mspareca un corredor hacia la muerte que una prisin.

    Al final del pasillo otra gran puerta de hierro igual que la anterior se abri

    estruendosamente para darnos paso a ms pasillo. Unos diez metros ms all, amano izquierda se poda ver una garita de hierro y cristal y una pequea puertaabierta de la que sala una tenue luz.

    Los policas nacionales vestidos de gris y los funcionarios de prisiones vestidos de verde nos hicieron parar ante la pequea puerta abierta.

    Los policas nos quitaron las esposas y los funcionarios nos hicieron ponernoscon las manos en cruz apoyadas a la pared y las piernas abiertas.

    Tena un sueo atroz y bastante hambre, no entenda nada de cuanto estabasucediendo; estaba convencido de que al fin, esa noche, iba a poder dormircon tranquilidad.

    Al poco nos hicieron ir pasando de uno en uno a travs de la pequea puerta de

    luz tenue situada a la izquierda del pasillo. El cuartucho en cuestin despeda unprofundo olor a petrleo.De nuevo preguntas.

    Cmo se llama?Francisco Javier Caadas Gascn.Nacionalidad.Cataln.Ser espaol me dijo reprobadoramente.

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    Ponga lo que quiera, usted pregunta y yo contesto le dijeReligin?Ateo.Est bautizado?S.

    Entonces es catlico.Como usted quiera.Ideologa?Anarquista.A claro, por eso es ateo.Pues claro.Me tomaron de nuevo las huellas de mis diez dedos y luego me tendieron un

    trapo ennegrecido mojado con petrleo para que me limpiara la tinta de lasmanos.

    Una vez nos hubieron tomado las huellas a los tres, un funcionario nos hizoacompaarlo. Unos metros despus, se nos junt otro funcionario y nos hicieronatravesar un pasillo totalmente oscuro, fro como un congelador y con olor aquemado. Al final del pasillo haba un pequeo cuartucho, encendieron unatenue luz y nos hicieron entrar en l.

    Desndense.Los dos funcionarios salieron del cuartucho y nos dejaron encerrados mientras

    nos bamos desnudando.Haca un fro terrible, la ventana del cuartucho no tena cristales y el fro de

    enero se calaba en nuestros huesos.Despus de permanecer como un cuarto de hora desnudos y semi muertos de

    fro, volvieron los dos funcionarios de antes.Diez flexiones cada uno dijo uno de ellos.Aquello era demasiado, para qu nos hacan hacer flexiones si venamos de la

    DGS. Era el inicio de otra nueva humillacin constante.Vstanse! dijo el otro, que pareca tener menos mala leche.Apagaron la luz del cuartucho, nos hicieron desandar el oscuro pasillo y de

    nuevo volvimos al ancho corredor de azulejo blanco.Andamos unos metros y se abri estruendosamente otro portaln de hierro,

    ste de color gris mate. Justo detrs del portaln haba un cuartuchooscuro, con olor a quemado y a humedad.

    Cojan un petate, una manta, una cuchara y un plato cada uno nos dijo unode los dos funcionarios.

    Los petates estaban todos llenos de mierda, mojados i repletos de manchas desangre. Se trataba de un saco de arpillera en cuyo interior haba lana apelmazada,aquello nos servira para dormir. Las mantas estaban igualmente mojadas, lonotamos nada ms cargarlas al hombro, por el peso. Los platos eran de zinc ytenan un dedo de grasa seca en el fondo, igual que las cucharas, que eran dealpaca y que adems estaban retorcidas.

    Esto les tiene que durar hasta que salgan de la crcel nos dijo riendo otrofuncionario.

    Sganme nos dijo otro.Tras unos pasos, llegamos a lo que imagin sera el centro de la

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    prisin. Una gran garita hexagonal rodeada de cristaleras transparentes i elevadadel suelo por cuatro escalones que conducan a la puerta de entrada.

    En los laterales, bordeando todo el centro, dos rotondas repletas de policasnacionales especiales y armados hasta los dientes. Tras ellos, las rejas de lasdiferentes galeras, seis en total.

    Nos hicieron caminar hasta la puerta de barrotes de lo que pareca ser lasegunda galera.All, otro funcionario nos abri desde dentro.La entrada a la galera era espeluznante, las paredes completamente

    quemadas, la planta con tres dedos de agua, las paredes llenas de pintadas malescritas de color rojo sangre, un olor a humedad y un fro casi polar que calaba loshuesos.

    El funcionario nos hizo pasar a una habitacin situada al principio de la parteizquierda, en la planta baja.

    Celda nmero tal, primer piso.Dganme sus nombres.Tal como los bamos pronunciando, l los iba anotando en el recuadro de su

    tablilla correspondiente al nmero de la celda que nos haba asignado.Recojan todas sus cosas i acompenme nos dijo amable.

    En el pasillo izquierdo del primer piso se hallaba nuestra celda, aqulespacio que nos iba a permitir descansar despus de ms de setenta i dos horassin poder dormir.

    No haba luz en la celda; entramos y la puerta de hierro se cerr con llave. Erade noche, la oscuridad era la duea de aquel pequeo espacio con olor a mierda,el silencio era sepulcral, similar al de un cementerio.

    Colocamos los petates lo mejor que pudimos sobre una cama adosada yuna litera que se hallaban al fondo de la celda. Haca mucho fro, inmediatamentedescubrimos que la ventana no tena cristales.

    Vamos a descansar, maana hablaremos de los interrogatorios dijo Pedro.

    Vestidos como estbamos, con picores por todo el cuerpo tras tres das sinuna ducha y con la misma ropa, nos acomodamos en los jergones de lana y nostapamos con las mojadas mantas. En unos segundos, estbamos los tres sumidosen un profundo sueo.

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    De repente nos despert el sonido de una corneta mal tocada, no tenamos reloj yno sabamos qu hora era, el amanecer helado del da veinte de enero se colabaen la celda a travs de las ventanas sin cristales. El olor ftido de la noche anteriorvolvi a recordarnos dnde nos hallbamos.

    El suelo de la celda estaba lleno de mierda, las paredes llenas de pintadasde rojo sangre donde se poda leer: MUERTE A LOS BOQUERAS,

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    VIVA LA COPEL!, MUERTE A LOS CHIVATOS, LIBERTAD O MUERTE, ygrabaciones con fechas de entradas y salidas de presos.

    Nos levantamos de nuestros respectivos camastros, con el fro de la nochemetido en los huesos y nos dispusimos a descubrir de donde proceda aqulftido hedor.

    Lo que deba ser la mampara del wc, situada a la derecha segn se entraba enla celda, era un amasijo de metales y trozos de PVC, dentro, donde deba haberestado alguna vez la taza de las defecaciones, slo haba un agujero tapado poruna montaa marrn cubierta de moscas verdes y rodeada de orines semisecos.

    Galera, recuento! se oy una voz procedente de algn lugar fuera denuestra celda.

    Las puertas fueron abrindose con sonidos metlicos que al ser ayudados por eleco, parecan estruendosos a nuestros odos.

    Se abri la puerta de nuestra celda. El funcionario de la noche anterior,acompaado por un preso, nos cont y anot algo en su pizarrn de mano. Asu paso se cerr la puerta de hierro, igual que se haban ido cerrando todas lasanteriores.

    Pasados aproximadamente unos quince minutos, la misma voz de antes,anunci que se repeta el recuento. Las puertas fueron abrindose y cerrndoseestruendosamente al paso del preso y el funcionario con el pizarrn.

    Transcurrida una media hora, la misma voz de antes anunciaba conformidad derecuento y la corneta mal tocada que nos despertara tocaba el sonido militar de laconformidad.

    Se fueron abriendo todas las celdas.Galera, desayuno! grit alguien desde la planta baja.Salimos al pasillo y nos apoyamos en la barandilla, los presos se iban dirigiendo

    desde sus celdas, vaso de plstico en mano a la planta baja y empezaban aformar una cola ante la entrada de la galera.

    Tenis vasos? nos pregunt un preso muy joven que no nos conoca denada.

    No, llegamos anoche le dijo Pedro.En breves segundos se present ante nosotros como El Tirillas y nos ofreci

    un vaso de plstico a cada uno. Qu bien! Despus de ochenta y tantas horasbamos a comer algo.

    Nos dirigimos hacia la planta baja y nos pusimos en cola.El desayuno consista en un vaso de un lquido marronceo semi fro y cuatro

    galletas Maria. Tena bastante mal gusto y aunque estuviera casi fro, sutemperatura era superior a la del ambiente y nos reconfort un poco.

    Nos dirigimos a nuestra celda y al poco se present el Tirillas con dospresos ms.

    Vaya mierda chavolo os ha dao el cabrn del pingino!, dejad los petates queos vamos a dar colchones de espuma y otra celda con cristales y taza pa cagar nos dijo uno de ellos.

    Los seguimos con lo puesto porque tambin nos hicieron dejar los platos, lascucharas y las mantas mojadas.

    Tiene un poco de mierda pero ahora os dejamos pa que la limpiis

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    dijo el Tirillas.Nuestra nueva celda tena efectivamente taza de wc, llena de mierda eso s,

    pero era cuestin de ponerse manos a la obra y limpiarla, la ventana tena cristalesy sobre los camastros nos haban puesto colchones de espuma y dos mantas enmejores condiciones para cada uno.

    Colegas, si queris os dejo pasta hasta que cobris el peculio, vais a tenerque comprar leja si queris quitar tanta mierda.Nos dej unos cartones gastados, numerado cada uno con la cantidad de dinero

    correspondiente. Nos quedamos extraados.Es que aqu no hay dinero de la calle, colegas nos dijo Sois anarcas

    verdad nos pregunt afirmativamente.Cmo lo sabes? le pregunt Armando.Aqu nos enteramos de todo, colegas.El recibimiento por parte de los presos no hubiera podido ser mejor, eso s, nos

    aclararon que lo hacan porque ramos anarcos, que si hubisemos sidocomunistas, hubiesen pasado de nosotros.

    Salimos al pasillo y vimos como algunos presos achicaban el agua acumuladaen la planta baja. Se ayudaban de palos de escoba i mantas tendidas en el suelo.

    Vamos a echarles una mano dijo Pedro.No colegas, hoy no, ya lo haris maana.Hay que hacerlo todos los das? pregunt.Llevamos un mes as, hasta que estos cabrones no arreglen el escape de

    agua, habr que joderse dijo sonriente el Tirillas. El Tirillas era unpersonaje simptico, un chaval joven, deba tener unos diecisiete aos, dos menosque yo.

    Oye Porqu te llaman tirillas? le pregunt Pedro.Rpidamente se quit el jersey y la camisa. Su cuerpo y sus brazos estaban

    llenos de cortes cosidos.Slo me falta cortarme en las piernas nos dijo.Y, Porqu lo haces? le pregunt.Pa hacer currar a estos cabrones me dijo refirindose a los funcionarios.Galera, patio! se oy la voz de siempre tronar desde la planta bajaVamos al patio que luego abrirn el colomato y podris comprar, luego os

    ayudaremos a limpiar el chavolo.Bajamos a la planta y a travs de una pequea puerta por la que circulaba el

    caudal de achicamiento de la planta, salimos al patio.La pared de la derecha estaba llena de ventanas con barrotes correspondientes

    a la primera galera, al fondo a la izquierda haba una cancha de frontn malhecha con pared de derechas y al final de esta el primer muro que nosseparaba de la libertad.

    En medio del patio haba una gran palmera que deba ser centenaria y otrabastante ms pequea pero que por el grosor del tronco, deba tener algunosaos.

    Paseamos los tres solos un rato, hasta que desde la puerta de salida

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    al patio, la voz de siempre anunciaba Economato!.Entramos en la galera y despus de enterarnos donde estaba el economato,

    nos pusimos en la cola. Se trataba de una ventana enrejada, de barrotes negros yhmedos, detrs de la cual, otros presos servan los pedidos de los presos de lagalera.

    Compramos vasos, platos y cubiertos de plstico, leche, leja, una escoba, unafregona con cubo, jabn para las manos, tabaco, algunos sobres y sellos ybolgrafos BIC.

    Nos dirigimos a nuestra celda y la limpiamos de tal manera que ya empezaba aser apetecible habitarla.

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    Una voz procedente de la entrada de la galera, anunciaba:Odo, galera, a locutorio de comunicaciones!.Empez a relatar una serie de nombres con sus respectivos apellidos; la voz era

    fuerte y el eco ayudaba a que se repartiera por toda la galera, de todos modos,como haba bastante ruido, tenamos que estar alerta por si nos llamaban anosotros.

    Efectivamente, estbamos los tres en la segunda lista.Bajamos a la planta y seguimos al preso que haba pronunciado nuestros

    nombres. Salimos de la galera, atravesamos el centro de la prisin. Las rotondasque recorran la parte exterior de las galeras estaban llenas de policas nacionales

    armados hasta los dientes. Andamos un corto espacio del pasillo de azulejosblancos y, a mano izquierda, atravesamos una pequea puerta abierta que, atravs de un hmedo y ennegrecido pasillo, conduca al locutorio decomunicaciones.

    Estuvimos cerca de un cuarto de hora esperando en aquel hmedo pasillo.Haca bastante fro i nosotros continubamos con las ropas sucias desde el dade la detencin.

    Por fin nos toc el turno, dejamos salir a los presos que haban comunicado enla primera lista y entramos acompaados de otros diecinueve presos.

    Las cabinas de comunicacin estaban separadas unas de otras por un estrechomuro y bordeaban la sala donde deban situarse los familiares.

    Entre los presos y los familiares haba una reja de gruesos barrotesennegrecidos y dos planchas de PVC con agujeros dispersos sin corresponderselos de la primera plancha con los de la segunda, agujeros por los que apenascabia la mina de un bolgrafo.

    Estuvimos unos minutos esperando hasta que por fin empezaron a entrar a lasala los libres, los que venan de la calle a comunicar con sus respectivosfamiliares presos.

    Ante m se colocaron mi madre y mi padre. Mi madre no paraba de

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    llorar, mientras mi padre se dedic a soltar un discurso fuera de lugar.Ya te lo haba dicho yo, que con los anarquistas no ibas a llegar muy

    lejos.Yo me limitaba a callar y a poner la cara ms relajada posible para tranquilizar el

    llanto de mi madre.

    No te juntes con los atracadores deca mi padre porque eso constar enel expediente y puede perjudicarte an ms.No tena sentido responderle, ya me haba hecho amigo de algunos

    atracadores, no poda pretender mi padre que me aislara del resto de la gente.Te hemos trado ropa y comida dijo mi madre una vez que consigui dejar

    de llorar.La comunicacin dur apenas un cuarto de hora. Tena que gritar para que me

    oyeran, veintids presos gritando a la vez en un mismo espacio, era algoenloquecedor que te impeda or la mayor parte de la conversacin con tusfamiliares.

    Escrib una nota en un papel y la puse ante mis padres para que la leyeran.No s si alguien escucha lo que hablamos pero por si las moscas i teniendo

    en cuenta que no se puede hablar en condiciones dignas, la prxima vez traerpapel y bolgrafo, sobre todo para que podamos decirnos las cosas importantesque no queremos que nadie oiga deca mi nota. Salimos del locutorio decomunicaciones, desandamos el hmedo y ennegrecido pasillo, salimos al anchopasillo de azulejos blancos, atravesamos el centro de la prisin y esperamos aque el funcionario abriera la cancela de grandes barrotes negros para entraren nuestra galera.

    La planta ya estaba totalmente seca, la gente segua en el patio o paseando porla planta baja o apoyada en las barandillas de la primera y segunda planta.

    Galera, recuento! se oy la voz de siempre.La corneta mal tocada, anunci el toque militar de recuento.Los presos empezaron a entrar procedentes del patio y todos nos colocamos en

    las puertas de nuestras respectivas celdas.Un funcionario que no era el que nos recibiera por la noche ni el que estaba

    en el primer recuento de la maana acompaado por el mismo preso, con supizarrn de mano, iba pasando celda por celda y anotando el nmero de presos decada casilla, mientras una tras otra se iban cerrando todas las celdas.

    Pas un largo rato, cerca de media hora, la corneta an no haba dado eltoque de conformidad de recuento. De nuevo se oy la voz de siempre.

    Galera, recuento!.Se abrieron una a una todas las celdas con su sonido metlico ensordecedor

    que ya empezaba a serme familiar y seguidamente se fueron cerrando todas denuevo.

    Pas otra media hora aproximadamente, la corneta segua sin dar laconformidad de recuento. La voz de siempre, atronaba de nuevo.

    Galera, recuento!.Los presos empezaron a aporrear las puertas de las celdas.

    Cabrones, a ver si aprendis a contar! se oa desde varias

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    celdas.Hijos de puta! Nos vais a tener todo el da encerrados o qu?

    se oan otros gritos.Empezaron de nuevo a abrirse todas las puertas y a cerrarse tras el paso del

    funcionario con el pizarrn y del preso que le ayudaba.

    Unos diez minutos despus, son la corneta anunciando laconformidad de recuento.Una a una se fueron abriendo todas las celdas.Una voz grit desde la planta.

    Galera, comida!.Todos los presos de la galera, unos cien aproximadamente, fuimos bajando a la

    planta con nuestros platos para recoger la comida. A nosotros nos apeteca mscomer lo que nos haban trado de la calle pero an no nos haban entregado lospaquetes.

    Guardamos cola hasta que nos lleg el turno. Haba algo que deba haber sidosopa pero que slo eran unos cuantos fideos con unos pocos garbanzoscasi secos y de segundo, tres sardinas requemadas, una barra de pan por cabezay una naranja de cmara.

    Subimos a nuestra celda, el primer plato lo arrojamos por el sumidero, noscomimos las sardinas, la naranja y casi toda la barra de pan. Nos quedamos conhambre a la espera de que nos entregaran los paquetes.

    Una hora ms tarde, la voz estruendosa de siempre, anunciaba.Galera, recuento!Todos los presos nos bamos colocando en la entrada de nuestras celdas para

    facilitar la labor del funcionario y el preso que contaban, bueno, la verdad es queno lo hacamos por facilitar nada, sino porque era obligatorio.

    Las puertas de las celdas se iban cerrando una tras otra al paso del funcionariocon el pizarrn y el preso de siempre.

    Unos diez minutos ms tarde, la corneta mal tocada son con su conformidadde recuento, pero ya no volveran a abrir las celdas hasta las cuatro de la tarde,era el espacio para la siesta o mejor dicho, las tres horas de relax de losfuncionarios.

    Bueno, vamos a hablar de los interrogatorios en comisara dijoPedro.

    Como me haban detenido el primero, me tocaba empezar el relato de losacontecimientos.

    Lo primero que me preguntaron nada ms llegar a comisara, fue por unatraco al candromo de Meridiana. dije.

    Est claro, el Gambn est detrs de todo esto dijo Pedro.Resulta que la noche anterior a la manifestacin de la C.N.T. contra los Pactos dela Moncloa, Gambn (Joaqun Gambn Hernndez), nos invit a cenar a todos.A mi compaera y a m no nos apeteci y no fuimos, sin embargo s que fueronPedro y su compaera y Armado.

    Los llev a cenar a un bar situado en las inmediaciones del candromo yall, les propuso realizar un atraco.

    Nosotros no hacemos atracos le haba dicho Pedro.Pero tos, si es muy fcil, se exactamente el da que sacan las

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    sacas de dinero y por donde las sacan.Te repito que nosotros no hacemos atracos volvi a decirle Pedro

    , adems no tenemos armas y no las necesitamos para nada.Por eso tranquilos les dijo Gambn, yo puedo proporcionaros subfusiles

    ametralladores y revlveres, Qu tal tres Colt 45?

    Pasamos de eso to le volvi a decir Pedro.Estaba claro, yo no tena porqu saber nada de ese atraco, la polica inici losinterrogatorios metiendo la pata.

    Cuando le coment a Pedro que en un momento de los interrogatorios mellevaron a reconocimiento, a un cuarto con un espejo y cuando Armando dijo que al le haban hecho lo mismo, las cosas empezaron a quedar an ms claras. APedro no lo llevaron a reconocimiento.

    La polica saba quin era l, lo haban detenido el ao anterior en una reuninque se celebr en la Av. Virgen de Montserrat para intentar reorganizar la F.A.I., yGambn tambin saba quien era Pedro porque haba sido detenido en la mismaredada, pero l, con compaeros de la F.A.I. de Murcia y la polica se habaencargado de reunirlos a todos en la Modelo de Barcelona.

    Pareca claro que ya entonces, la polica o mejor dicho, el Estado, empezaba aplanear algo en contra del Movimiento Libertario, aunque en aquellos momentosnadie sospechara nada, mucho ms tarde se sabra que alguien del exilio lo saba,pero no haba dicho nada a nadie.

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    Joaqun Gambn Hernndez, alias el Grillo como se sabra ms tarde atravs de la prensa, lleg a Barcelona unos diez das antes de la primeramanifestacin legal de la C.N.T..

    Su destino era claro, la polica le haba encomendado ponerse en contacto conmiembros de la C.N.T. de Barcelona, cosa que no le iba a ser difcil porqueconoca a bastantes de cuando en el setenta y siete haba estado en la crcel porlo de la F.A.I..

    En los sindicatos, todos sabamos que haba llegado un compaero deMurcia y tambin nos enteramos que haba quedado con algunos compaeros enla pizzera La Rivolta, de modo algunos jvenes del sindicato del metal, movidospor la curiosidad de quin sera tan legendario personaje, nos dirigimos a la

    pizzera para ver cmo era.Estaban reunidos en un reservado de La Rivolta, por lo que apenas pudimosver nada.

    Unos das despus, nos llam Pedro y nos dijo que si lo queramos conocer,que lo haba invitado a comer en su casa para el sbado siguiente, da catorce deenero de mil novecientos setenta y ocho.

    Fuimos a casa de Pedro a comer y a conocer al tal Gambn.Era un hombre alto, fornido, de unos cuarenta aos, con bigote y gafas

    graduadas, en su mano derecha luca un sello de oro.

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    Nos dijo que vena a esconderse a Barcelona porque lo buscaba la polica poralgunos atracos y atentados que haba hecho con los compaeros de Murcia.

    Vais a ir a la manifestacin? nos dijo.Si, claro contestamos.Supongo que iris armados.

    Cmo armados? preguntamos.S hombre, llevareis ccteles molotov no?.Ah, pues no lo habamos pensado, pero por si pasa algo, no estara de ms

    dije yo.No tenemos nada para hacerlos dijo Armando.Bueno, pues compramos todo lo necesario, pago yo dijo Gambn.Gambn se fue con Armando a comprar la gasolina, Pedro se fue a la Plaza

    Tetun a comprar el cido sulfrico y yo fui a una farmacia del barrio a comprar laspastillas para la tos de clorato de potasa y a esperarlos en mi casa.

    Un cuarto de hora despus se presentaron en casa Gambn y Armandocon tres latas de gasolina, una media hora despus se present Pedro con elcido sulfrico, con papel secante de color de rosa y con seis botellas de fruco detres cuartos vacas.

    Si quieres puedes quedarte en mi casa hasta que te encontremos algo ledije a Gambn.

    No que tu casa es un piso franco dijo Pedro, en el sentido de que nadiede la C.N.T. saba donde viva yo y porque tenamos almacenadas revistasilegales de la F.A.I. y del Movimiento Libertario en el exilio.

    Mi compaera respir aliviada al ver que no se iba a quedar con nosotros, no leinspiraba demasiada confianza aqul cuarentn que la miraba con ojos lascivosconvencido de que nosotros tambin practicbamos el amor libre.

    Una vez confeccionados los seis ccteles molotov, decidimos irnos a dar unavuelta. Ya en la calle, Gambn nos dijo:

    Os invito a cenar a todos.Mi compaera y yo no quisimos ir, preferamos tomar algo en el barrio y volver

    a casa a hacer el amor en la intimidad de nuestro piso alquilado situado en lacalle de Juan Riera, en el barrio de Verdum.

    Nos despedimos y quedamos para el da siguiente, domingo, en casa pararecoger los ccteles y dirigirnos a la manifestacin.

    El domingo, sobre las diez de la maana, se presentaron todos en casa.Gambn nos dijo que siendo tantos ramos seis, haba pensado que lo mejorera bajar a la manifestacin en su coche, a lo que accedimos gustosamente.

    Su coche era un 1430 ranchera de color blanco con matrcula deMurcia.

    Lo normal para ir a la manifestacin era ir directamente por la Meridiana hastaColn, lugar en que se iniciaba la manifestacin, pero l, conocedor de la ciudadcasi ms que nosotros prefiri ir hasta el Paseo de San Juan y bajarlo todo hastael parque de la Ciudadela, para llegar a Coln a travs de la Estacin de Francia.

    A la altura de la sala de Fiestas SCALA, detuvo unos segundos el coche i nosdijo.

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    Si no sucede nada en la manifestacin, podis venir a tirar los ccteles aqu.Bueno, ya lo pensaremos le contestamos.Llegamos al lugar de inicio de la manifestacin, bajamos del coche y cargamos

    con la bolsa de niln verde que contena los seis ccteles.An faltaba algn tiempo para el inicio de la manifestacin y Armando, Pedro y

    yo, con la bolsa a cuestas nos dirigimos a la Federacin Local.Habis organizado piquetes?les preguntamos.S nos dijo un compaero.Nosotros llevamos seis ccteles por si hacen falta dije.Bueno, colocaros por el medio de la mani.Volvimos a la estatua de Coln, habamos quedado en un bar con Gambn, mi

    compaera y la compaera de Pedro, nos tomamos una cerveza y esperamos aque se iniciara la marcha.

    Empez a llegar mucha gente con banderas rojinegras y pancartas en contra delos Pactos de la Moncloa. Empez la manifestacin a la hora que estabaconvocada, creo que a las once de la maana.

    bamos andando durante toda la manifestacin al lado de Gambn, la bolsa delos ccteles nos la bamos turnando Armando, Pedro y yo; Gambn deca que nopoda llevarla porque a l lo buscaba la polica, pero se pas todo el rato bienerguido para que cualquiera pudiese verlo, era bastante ms alto que nosotros.

    Casi al final de la manifestacin, nos dio la impresin de que la polica fuese acargar, pero no pas nada.

    Algunos compaeros decan que se iban a hacer otra manifestacin a la puertade la crcel Modelo, en apoyo a las luchas de la COPEL.

    Vais a la SCALA? nos pregunt Gambn.No, vamos a deshacernos de los ccteles y a lo mejor vamos a la

    Modelo.Anarquistas de mierda! dijo no tenis cojones para nada, con vosotros

    no s qu revolucin vamos a hacer.Bueno, est bien le dijimos para tranquilizarlo, vamos a la

    SCALA.Montamos una cita de seguridad y quedamos una hora despus en el bar

    Crdoba, cerca de nuestras respectivas casas.Comenzamos a andar los tres en direccin al Paseo de San Juan. Cuando

    llegamos a la Gran Va, unos compaeros de Rub que conocan a Pedro, nospararon.

    Dnde vais? nos dijeron.A la SCALA, a tirar unos cuantos ccteles les respondimos.Estis locos o qu. Para qu mierda vais a ir a la SCALA. Os vamos a

    acompaar y ahora mismo nos deshacemos de los cocos.Caminamos junto a ellos una manzana de Gran Va, bajamos por la siguiente

    travesa, y escondidos tras unos coches, sacamos el papel secante a los seisccteles y vaciamos el contenido en una cloaca.

    Bueno nos vamos al Crdoba dijimos Armando y yo VienesPedro?.

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    El Crdoba era un bar que estaba en Verdum, en lo que ahora se conoce comoPlaza de Francesc Layret o la Plaza de los huevos. Solamos ir all cada domingoa hacer el vermouth con amigos y amigas del barrio.

    Nos dirigimos a la parada del autobs y unos cinco minutos despus yaestbamos de camino a nuestro barrio.

    El bar Crdoba estaba atestado de gente, unas treinta personas y ms quefueron llegando procedentes de la manifestacin.Estuvimos esperando casi dos horas a ver si llegaba Gambn con mi compaera

    y la de Pedro. Se retrasaban bastante en llegar a la hora a la cita. El bar estabaa punto de cerrar las puertas y decidimos ir a esperarlos a mi casa, supusimos queal verlo cerrado se imaginaran que bamos all.

    Una vez que hubieron llegado, mi compaera y yo nos fuimos a comer a casade sus padres, que vivan en la misma calle.

    Por la televisin nos enteramos que la sala de fiestas SCALA estaba enllamas, los informadores comentaban la posibilidad de alguna explosin de gas.

    Despus de comer, mi compaera y yo, nos fuimos al cine Paladium, queestaba en la Guineueta, a ver la primera pelcula ertica que se pasaba enEspaa, Emmanuelle. Despus del cine volvimos a casa, cenamos, hicimos elamor y nos fuimos a dormir.

    Sobre las tres de la madrugada son el timbre de mi casa, me levant desnudocomo estaba.

    Quin es? pregunt.Un vecino, tengo a mi mujer enferma, Me puedes dar una aspirina?.Un momento, ahora vuelvo le dije.Abr la puerta y cual fue mi sorpresa al encontrarme a ocho tipos apuntndome

    a la cabeza con sus ametralladoras de doble cargador.Al suelo hijo de puta! No te muevas o te fremos, cabrn! grit uno de

    ellos.Pens que se trataba de algn grupo fascista, no haca demasiado tiempo que a

    una compaera del barrio, militante de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), lehaban grabado a fuego una cruz gamada en la espalda, en su propia casa.

    Polica! grit uno enseando la placa.Me tranquilic, aquello deba ser un error, por lo menos no era un grupo fascista.Me retorcieron los brazos en la espalda y en volandas me llevaron hasta el

    comedor. Al poco aparecieron con mi compaera.Qu pasa? deca asustada.Nada, tranquila, debe ser un error le deca yo.Dnde estn las armas, hijo de puta? me deca uno de ellos.Qu armas? preguntaba yo que no haba visto una de verdad en mi vidaEsto es un piso franco, a nosotros no nos engaas, tarde o temprano

    las encontraremos deca otro claramente irritado.Lo nico que tengo es propaganda ilegal contest.En la habitacin contigua al comedor encontraron la propaganda

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    ilegal, papel secante y tres latas de gasolina vacas.Con esto habis hecho los ccteles para quemar la ESCALA eh cabrones!.Nosotros no hemos quemado nada.Quin sois vosotros?. Vamos, llevarlos a comisara que los vamos a poner

    bien.

    A m me metieron en un coche y a mi compaera en otro. Por el camino, desdeVerdum hasta la Va Layetana, me iban golpeando violentamente sin preguntarmenada.

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    Tanto mi compaera como la de Pedro estaban prisioneras en la crcel demujeres de la Trinidad Vieja, de modo que por el momento, la polica haba

    decidido inculpar a cinco personas en lo que ms tarde vendra a llamarse CasoScala.Galera, recuento! se oy de nuevo desde la planta.Ya deban ser las cuatro de la tarde.La corneta volvi a anunciar recuento con su carraspeo habitual.Las puertas se fueron abriendo una a una y cerrndose despus tras el paso

    del funcionario con el pizarrn y el preso de siempre.Este preso, que ayudaba en los recuentos a los funcionarios y que se dedicaba

    a hacer de machaquilla y confidente de las autoridades penitenciarias, reciba elnombre de cabo de galera.

    Pasada una media hora, volvi a sonar la voz de siempre.

    Galera, recuento!.No estaba claro si realmente los funcionarios no saban contar o si lo quepretendan era tenernos el mayor tiempo posible encerrados en nuestras celdas.

    Volvieron a abrirse y a cerrarse una a una todas las puertas de nuestragalera.

    Pasados unos diez minutos, como no sonaba la corneta anunciando laconformidad de recuento, los presos empezaron a aporrear las puertas de susrespectivas celdas y nosotros nos sumamos a la protesta.

    Inmediatamente empez a sonar la corneta y a abrirse todas las puertas de lasceldas.

    Galera, patio! anunci la voz de siempre, se trataba del cabo de

    galera.Salimos de nuestra celda y nos apoyamos en la barandilla del pasillo.Galera, paquetes! tron la voz de antes, empezando a nombrar

    toda la lista de los que habamos comunicado por la maana.Los paquetes los traan un par de presos sobre un enorme carro lleno de mierda

    y los depositaban en la entrada de la galera. Ayudados de un funcionario nos ibanllamando por el nombre y nos los entregaban.

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    Recogimos nuestros paquetes y subimos a la celda para guardar todo y para verqu nos haban trado.

    Ropa limpia, dos toallas, un anorac y una bolsa llena de comida.Nos dirigimos directamente a las duchas, en las que estuvimos muy poco tiempo

    porque el agua sala helada, lo suficiente para enjabonarnos, aclararnos y

    vestirnos con ropa limpia. Qu gozada! Aquello ya era otra cosa.Fuimos a buscar a los colegas que nos haban proporcionado la nuevacelda con sus colchones y sus mantas y les invitamos a comer de nuevo.

    Dos de ellos eran de Almera y el tirillas tena a su madre muerta y a su padreen la crcel, en el Puerto de Santa Mara (Cdiz) creo que dijo.

    Sabis que soy el nico preso que tiene ms salidas que entradas? nos dijo.

    Cmo es posible eso? le pregunt.Nac en una crcel de mujeres.Despus de comer lo que nos haban trado de la calle, recogimos la celda y

    bajamos al patio.Estuvimos paseando los cinco juntos hasta que la voz de siempre anunci:

    Galera, economato!.Los tres se separaron de nosotros y al rato volvieron con una botella de agua

    de litro y medio llena de caf y un par de porros de hachs.Tomamos el caf entre los cinco y los dos porros entre los cuatro pues

    Pedro no fumaba ni tabaco.Transcurridas unas dos horas, el funcionario nos comunicaba desde la pequea

    puerta que entrsemos en la galera, que se haba acabado el tiempo de patio.La planta empezaba a estar de nuevo llena de charcos de agua, al da siguiente

    por la maana, nos uniramos al grupo de presos para ayudarles a achicar elagua.

    Subimos a nuestra celda y cual fue nuestra sorpresa al comprobar que todocuanto nos haban trado nuestras familias, haba desaparecido.

    Ya est dijo el Tirillas, ha sido el Vaquilla.A parecer era el nico en toda la galera que se dedicaba a robar cosas a

    los dems y no precisamente porque no tuviera familia sino por el puro placer derobar.

    Vamos a hablar con la COPEL dijo uno de ellos.Los seguimos, entramos en la oficina del funcionario y le pidieron permiso para

    que nos dejase ir a la primera galera a ver a unos colegas. ste accedi y nosabri la cancela que daba al centro de la prisin. Giramos a la derecha y al poco,un funcionario nos abri la cancela de la primera galera.

    Entramos, nos dirigimos a una celda de la primera galera y nospresentaron a dos presos mayores que nosotros.

    Hola, me llamo Arturo! dijo el que pareca tener mayor edad.Yo soy Miguel dijo el otro.Javi, Armando y Pedro dije yo.Estos tres son los colegas anarcos que entraron ayer, el Vaquilla les ha

    robado todo lo que sus familiares les han trado esta maana dijo uno deellos.

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    Vamos a la segunda dijo el tal Arturo.Una vez en la segunda fuimos todos a la celda del Vaquilla.

    Devuelve todo lo que les has robado dijo Miguel, y pide el cambio degalera porque sino maana aparecers muerto, aqu no queremos ladrones entrelos compaeros y t has demostrado demasiadas veces no serlo.

    Con todas nuestras cosas faltaba una buena parte de la comida pero nodijimos nada, volvimos a nuestra celda. Esa misma tarde, el Vaquilla fuetrasladado a otra galera.

    Vamos a vacilar a los monos? dijo el Tirillas.Venga dijeron los otros dos.Los acompaamos girando el pasillo a la derecha, cuando llegamos a las rejas

    que separaban nuestra galera de la rotonda central, nos detuvimos ante cuatropolicas especiales armados, como siempre hasta los dientes.

    Eh, monos! Queris cacahuetes? les dijo el Tirillas.Otro de ellos se baj los pantalones y los calzoncillos y le dijo a uno que tena

    los ojos azules.Te apetece hacerme una mamadita, monada?Despus de un rato y cansados de no poder provocarles, se separaron de

    nosotros y se dirigieron a sus respectivas celdas.Galera, cena! tron la voz de siempre.Fuimos a nuestra celda, cogimos los platos i nos dirigimos a la cola de presos

    situada en la planta.La cena era lo mismo que a medio da y decidimos coger solamente la naranja,

    adems tena toda la pinta de ser las sobras de la comida.Volvimos a nuestra celda y nos comimos lo poco que nos haba dejado el

    Vaquilla; despus limpiamos los cacharros y bajamos a la planta a dar un paseoantes de la hora de dormir.

    Una hora despus son la voz atronadora de siempre.Galera, recuento!.Subimos a nuestra celda y como todos los presos en todos los recuentos, nos

    situamos en la entrada de la misma.Las puertas fueron cerrndose una a una. Cinco minutos ms tarde sonaba el

    toque de corneta anunciando la conformidad.Como an tenamos sueo acumulado, Armando y Pedro se metieron

    directamente en la cama. Yo sin embargo, empec a escribir una carta para darnimos a mi compaera.

    La mesa que haba en la pared estaba rota y no se sostena, de modo queintent escribir desde la cama. La postura era muy incmoda y la letra mesala bastante ilegible, de modo que dej de escribir, me met en la cama y medorm enseguida

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    Al despertar por la maana con el sonido de la corneta anunciando diana, Pedronos pregunt si habamos odo como una explosin durante la noche. NiArmando ni yo habamos odo nada.

    Galera, recuento! tron la voz de siempre.Se fueron abriendo y cerrando de nuevo todas las celdas, ese da repitieron el

    recuento cinco veces, nos tuvieron encerrados dos horas y media. Por ms queaporreramos las puertas de nuestras celdas, la revuelta no sirvi para nada.Finalmente son la corneta anunciando la conformidad y pudimos salir de

    nuestra celda.Nada ms salir, nos enteramos por un preso al que slo conocamos de vista,

    que la noche anterior haban puesto una bomba en la puerta de la crcel yhaban herido gravemente al guardia civil de la garita de la entrada.

    Por eso han tardado tanto con el recuento, hoy estn rebotaos los boquerasnos dijo.

    Despus del desayuno, bajamos a ayudar a los presos que achicaban el aguade la planta baja.

    Una vez finalizada la tarea y cuando volvamos a nuestra celda, un preso al queno conocamos de nada se nos present como miembro de la Unin de MilitaresDemcratas y nos invit a tomar el caf en su celda.

    Porqu ayudis a fregar a los comunes? Vosotros sois presos polticos y notenis porqu hacer esas tareas nos dijo una vez en su celda.

    Perdona, pero nosotros somos presos sociales, nosotros pisamos la plantabaja igual que t y por eso colaboramos en su limpieza como los dems. Sivosotros, los polticos no entendis de solidaridad y compaerismo, es vuestroproblema, pero luego no pidis que nadie se solidarice con vosotros le dijoPedro.

    A partir de aquella corta conversacin en la que nos negamos a tomar el cafcon l, nunca ms volvi a dirigirse a nosotros ninguno de los siete de la U.M.D.que haba en la galera.

    Hasta el Albert Boadella el director dels Joglars nos dijo que no entendacmo no defendamos el estatuto de presos polticos, un estatuto que, por otrolado, no exista.

    Tambin dej de dirigirnos la palabra y cuando se cruzaba en nuestro caminonos miraba de reojo por encima del hombro como si fuese algo ms que nosotros,sin darse cuenta que realmente era menos que nosotros e incluso menosque cualquiera de los que haba encerrados en la prisin. Eso lo descubri cuandotrasladaron a los de la U.M.D. al departamento de invertidos y militares y sequed completamente slo, nadie le hizo caso a partir de ese momento, como sino existiese.

    Las horas transcurran interminables, los funcionarios se turnaban cadaveinticuatro horas; entraban de servicio despus del primer recuento de la maanay salan despus de ese mismo recuento al da siguiente.

    Ese segundo da de nuestra estancia en prisin, ingres en La ModeloLucas, un compaero, tambin acusado

    del Caso Scala al que yo no conoca i en la prisin de mujeres entrMarta, tambin acusada del mismo caso y a la que yo tampoco conoca. Eran

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    ambos de Rub, Pedro los conoca de vista, eran segn nos dijo, los que nosayudaron a deshacernos de los ccteles despus de la manifestacin.

    As pues, ya ramos siete los acusados por el Caso Scala, Lucas yMarta tenan slo diecisiete aos cada uno;

    Armando tena dieciocho aos, mi compaera y yo diecinueve, la

    compaera de Pedro veinte y l veintisis.Adems se daba la circunstancia que la compaera de Pedro estaba en estado,se enter en comisara.

    Aun a pesar de estar acusados por el mismo caso, a Lucas lo metieronen la tercera galera en lugar de la segunda que era donde estbamos nosotros,as que por el momento seguira sin tener la oportunidad de conocerlo.

    La prisin estaba totalmente quemada a causa de los motines del ao anterior.En lugar de conseguir mejoras en el sistema penitenciario, se haba conseguidoque ahora, todos, tuviramos que vivir como animales.

    La crcel Modelo de Barcelona, tiene una capacidad para ochocientos presos ypor aquellos tiempos ya ramos unos mil doscientos.

    Las galeras quinta y sexta estaban en obras con lo que la capacidad se reducaa unos seiscientos presos.

    Todo el mundo estaba harto de las psimas condiciones de la crcel, del tratohumillante que recibamos por parte de los funcionarios, la COPEL se estabareorganizando, estaba creciendo dentro de los muros a velocidades incontrolables,se haba olvidado la tctica de los motines porque slo conducan a empeorar lascondiciones de vida.

    El apoyo en la calle, de organizaciones como el PCE(i) o la C.N.T., se ibadiluyendo poco a poco, la C.N.T. se estaba quedando en casi nada, el Estado, conel montaje del Caso SCALA haba conseguido sus propsitos.

    A ningn partido de la izquierda le interesaban para nada las protestas de lospresos, ni las condiciones de vida, ni las torturas a las que hacan odos sordos. Nisiquiera todos aquellos comunistas que haban salido con las dos amnistas de milnovecientos setenta y siete les importaba qu estaba pasando dentro de lascrceles.

    Slo pensaban en araar puestos de poder, puestos en los que mantenerse acosta de los dems. El resto no tena ninguna importancia, tenan que hacer creerque con su participacin en los estamentos del Estado iban a cambiar la situacinde las crceles, pero nunca hicieron nada por intentarlo, todo lo contrario, lasinformaciones que desde dentro de las crceles les llegaban peridicamente, lassilenciaban o tergiversaban.

    Habamos entrado en la crcel en una poca dura y lo sabamos.Incluso personas a las que habamos considerado siempre como compaeras,

    no por afinidad ideolgica, pero s por trabajo comunitario, andaban por la callediciendo Si lo han hecho, que lo paguen, incluso compaeros de mis

    padres, militantes del P.S.U.C. de Nou Barris que tenan ciertasinfraestructuras, las negaban siempre que el comit de apoyo de Nou Barrispretenda hacer algn mitin en solidaridad con nuestra situacin.

    En la calle tenamos el respaldo de grupos de apoyo que se iban formando portoda la ciudad, en Nou Barris, nuestro distrito, haba uno dirigido por mi madre yapoyado por compaeros excenetistas y de otras ideologas, y

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    grupos que con toda la buena voluntad, luchaban por nuestra libertad, pero quepor diferentes puntos de vista y diferentes tendencias ideolgicas, nunca llegarona coordinarse, con lo cual, el trabajo que podan realizar era poco.

    A la izquierda parlamentaria le interesaba ms que nosotros furamos losautores porque de ese modo, la C.N.T. no podra molestarlos ms. Tenan el

    camino libre para hacer y deshacer a su gusto. Siempre supieron que aquellohaba sido un montaje policial pero les interesaba ms salvaguardar a losdefensores del orden de aquella mal llamada democracia de la cual tambintenan culpa, que defender a anarquistas. Ya en la guerra se haban dedicado aasesinar anarquistas, ahora no podan, pero aceptaban de buenos ojos que elnuevo orden les las cosas los mantuviera alejados y encerrados en las crceles.

    Acababan de dar dos amnistas y haca muy poco tiempo que se habanrealizado las primeras elecciones democrticas. Espaa era un pas demcratacon pena de muerte en vigor todava y con una forma de hacer que presagiaba lacontinuidad de un franquismo leve pero fascista al fin, con la nica salvedad deque ahora los partidos polticos podan aspirar a jugar en el poder y a eso sededicaban todos, excepto alguna excepcin que continuaba en el radicalismo puropor la defensa de la ruptura poltica.

    La ruptura poltica no llegara nunca, ya entonces estabasuficientemente claro.

    Se haba pasado de una dictadura a una democracia, pero los mandosseguan en las mismas manos, los funcionarios de prisiones eran los mismos quehaba cuando Franco, el sistema penitenciario segua siendo exactamente elmismo. La corneta de las dianas, los recuentos y los silencios, eran un clarosigno de que el fascismo tardara an demasiado tiempo en desaparecer de lasprisiones.

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    Los das transcurran interminables y montonos, las horas se hacan mslargas de lo normal.

    Al fondo de la segunda galera haba una cristalera rota a causa de los motines,a travs de los agujeros podamos hablar con gente de la calle que se situaba enlas confluencias de Vilamar con Provenza; para conseguirlo, subamos a la

    segunda planta y nos pasbamos largos espacios de tiempo hablando con lagente. Era el nico contacto directo que tenamos con la calle.Pasbamos los das en el patio paseando y tomando litros y litros de caf.De vez en cuando conseguamos algo de hachs, que se pasaba mejor

    que en la calle, nos encerrbamos en la celda con otros presos y nos pasbamosel da fumando, era una forma ms divertida de pasar el tiempo, no nosevadamos de nada porque los porros no son alucingenos y por tanto no evadende nada, simplemente intentbamos pasar los das lo menos aburridos

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    que se pudiera.Yo pasaba largas horas escribiendo a mi compaera, a la crcel de mujeres y

    como saba que lean las cartas, de vez en cuando pona frases soeces dirigidasa las monjas, que eran quienes entonces dirigan aquella prisin. Tambinescriba a la hermana de mi compaera, a mi madre y a otros amigos y amigas de

    la calle.Casi cada da reciba correspondencia, llegu a ser la envidia de miscompaeros, yo casi cada da tena alguna carta para leer mientras ellos lastenan de vez en cuando y es que mi dedicacin de largas horas dndole albolgrafo se vea correspondida, ellos sin embargo, apenas escriban una carta ala semana

    Al tercer da de estar en la prisin nos llamaron a locutorio de jueces.Salimos de la galera, atravesamos el centro, andamos bastantes metros del

    pasillo de azulejos blancos, se abri un gran portaln de hierro con suestruendoso ruido y a mano izquierda subimos por unas escaleras.

    Los locutorios de jueces servan tambin para las visitas de los abogados, habauna decena, creo recordar, se trataba de cabinas cerradas en las que no hacafalta gritar para comunicarte con quien viniera a verte.

    Nos hicieron entrar a los tres en una, al poco lleg Lucas y ah fue la primeravez que lo vi.

    Haba venido a vernos el secretario del juez.Les traigo la orden de prisin incondicional y sin fianza nos dijo y

    adems se les impone una multa de responsabilidad civil de mil millones depesetas a pagar solidariamente entre los cuatro.

    Oye, Cuando nos va a tomar declaracin el Juez? preguntamos.An no os la ha tomado? dijo contrariado.No, aqu no ha venido an.Pues no lo entiendo dijo, ver qu puedo hacer.Oye, los mil millones los quieres en pesetas o en cartones de la crcel le

    dijo Pedro con sarcasmo.No, no, en pesetas, claro est.Pues dile al juez que nos saque, que nos pase armas y con unos cuantos

    atracos pagamos la multa volvi a decirle soltando una carcajada. Su sumario es el nmero 1/78 del Juzgado nmero 2 de lo penal de los de

    Barcelona nos dijo. Firmen aqu, por favor, nos dijo entregndonos un papellleno de letras.

    Nosotros no firmamos nada ms le dijimos y cuando encontris a losculpables, acordaos de que estamos aqu.

    Ah, pero No sois vosotros los culpables? pregunt.Pues mira por dnde, no, nosotros no tenemos nada que ver con este montaje

    policial.El pobre hombre se levant todo extraado y se acab la

    comunicacin.Volvimos a nuestras respectivas galeras, nosotros a la segunda y Lucas a la

    tercera. Al pasar por el centro de la prisin nos dirigimos a un funcionariolleno de galones y con gorra de plato, que deba de ser el Jefe de Servicios deaquella guardia y le pedimos por favor que trasladaran a Lucas a

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    nuestra galera, ya que estbamos implicados en el mismo sumario, pero no hubomanera de conseguirlo.

    La tarde ya tocaba a su fin, haban hecho el recuento de despus del patiomientras nosotros estbamos en locutorio de jueces, nos habamos librado deuno y eso era muy importante a esas alturas.

    Cuando llegamos a la galera, empezaban a repartir la cena, por lo quefuimos a nuestra celda a buscar los platos.Nos dieron un cucharn de caldo que no saba a nada, tres albndigas

    resecas y una manzana.

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    A primeros de febrero, detuvieron a un grupo al que la polica llam GruposAutnomos Libertarios, los acusaban de varios atracos y de la colocacin de labomba en la puerta de La Modelo.

    Haban detenido a bastante gente, en Barcelona, en Madrid y en la fronterafrancesa. Cuando llegaron a la crcel, a los dos que acusaban de la bombaen la puerta, los esperaban conocidos funcionarios torturadores para darlesuna paliza, se salvaron porque casualmente, ese da estaba de guardia uno deFuncionarios Demcratas.

    Los metieron en la primera galera y, los presos de la COPEL, alertados por esemismo funcionario, les abrieron la celda de la planta baja, donde los habanencerrado y los subieron a la segunda planta mientras en su celda se quedaban

    cuatro presos armados con espadas y palos de hierro a la espera de quellegasen los funcionarios torturadores.Esa noche no pas nada, no los torturaron a pesar de las ganas que les tenan.Por esas mismas fechas, pas una noche por nuestra galera Agustn Rueda

    Sierra, otro compaero del Movimiento Libertario al que haban cogido a finales deenero en la frontera intentando entrar explosivos y armas procedentes del exilio.Vena de la prisin de Figueras y al da siguiente se lo llevaban hacia Madrid, a laprisin de Carabanchel.

    Hacia finales de aquel mes estall un motn en la primera galera, nosotros nossalvamos porque an estbamos en la segunda, pero los compaeros deGrupos Autnomos Libertarios, lo vivieron en sus carnes.

    Desde nuestra celda se vean las ventanas de la primera galera, veamos comoel humo empezaba a salir por las ventanas.Oamos los gritos de los presos LIBERTAD O MUERTE! decan.Haban esperado a que los policas nacionales que estaban en la rotonda se

    fueran de la prisin, resultaba bastante suicida iniciar un motn con ellosdentro.

    De todos modos, la polica no tard en hacer acto de presencia.Pasada una media hora, comenzamos a or el ruido de las pelotas de

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    goma que lanzaban sin cesar los policas.Oamos los gritos desgarradores de los presos, era horrible estar subido a

    la ventana escuchando aquellos gritos, por una parte nos alegrbamos de estaren la segunda galera, pero por otra, por aqul sentido histrico de solidaridad quenos marcaba, desebamos estar con ellos y ayudarles en lo que fuera necesario.

    Pasada una hora, cesaron los gritos aterradores, vimos como se abra la puertaque daba al patio y como de uno en uno iban saliendo todos los presos con lasmanos en la cabeza, acompaados por los policas antidisturbios y por losfuncionarios.

    Los fueron poniendo a todos contra el muro que da a la calleProvenza, con las manos contra la pared y las piernas abiertas.

    Una vez estuvieron todos en el patio, en aquella desagradable posicin, unoscuantos funcionarios se dedicaban a sacar a algunos presos de la formacin paraque los policas se los llevaran a palos dentro de la galera.

    Las horas iban pasando y la gente segua en la misma posicin.Algunos se desmayaban bien por el miedo, bien por el cansancio y, tal como

    caan al suelo, eran duramente apaleados por funcionarios y policas.Los tuvieron en aquella posicin cerca de seis horas, fueron muchos los que se

    desmayaron y acabaron molidos a palos.De repente empezamos a or gritos de terror procedentes de nuestra galera,

    miramos a travs de la mirilla rota y descubrimos que funcionarios armadoscon porras y policas antidisturbios haban entrado en nuestra galera y estabanapaleando a gente.

    Cmo poda ser me preguntaba en nuestra galera no habamos hechonada, ni siquiera gritar en solidaridad con los de la primera.

    Llegaron a nuestra celda, se abri la puerta y entraron dos enormesantidisturbios acompaados por un Jefe de Servicios apodado El Cojones.

    Estos son los de la SCALA les dijo el Cojones burln.Uno de ellos, el que ms galones llevaba, se acerc a nosotros blandiendo su

    porra y nos dijo.Si yo pudiera os mataba aqu mismo, cabrones, hijos de puta.Sonri y nos mostr toda la dentadura superior de oro reluciente.

    Esto es de una pedrada que algn cabrn como vosotros me tir en unamanifestacin.

    Por cierto Qu hacis aqu cabrones, cmo no estis en la primera? pregunt el Cojones.

    Estamos aqu desde que llegamos contest Pedro.Mala suerte dijo si llegis a estar en la primera me hubiera encargado

    personalmente de que lo pasarais peor que vuestros compaeros de la bomba.No sabamos qu quera decir, pero desde luego, por la forma en que lo dijo,

    nada bueno les poda haber pasado.Recoger todas vuestras cosas, vais a la primera nos dijo burln

    , veris como all estis ms cmodos.No tenamos ms remedio que obedecer, all dentro no ramos nada, ni siquiera

    nmeros, pues no nos numeraban como en las pelculas.

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    Salimos de la galera acompaados por el Cojones y entramos en la primera,estaba toda destrozada, la planta llena de agua, colchones quemados, literasrotas, era imposible circular por ella.

    Subimos las escaleras situadas a la derecha y nos alojaron en una celdatotalmente destruida, junto con seis compaeros de Grupos Autnomos, unos

    de Figueras, otros de Perpignan y otros de Barcelona.No tenamos colchones y por tanto bamos a tener que dormir en el suelo ocomo pudiramos.

    Se han llevado a Amador y a Manolo y an no los han trado, no sabemos nadade ellos dijo uno con acento francs.

    Amador y Manolo eran los que estaban acusados de la bomba en la puerta de laModelo.

    Nos acostamos los nueve en el suelo, en un espacio de doce metros cuadrados,e intentamos dormir. Nos cost bastante, por la dureza del suelo y porque estaballeno de agua.

    Por la maana no omos el toque de diana de la corneta de siempre, nosdespertaron a patadas, como yo era el ms cercano a la puerta, me toc recibirlascasi todas.

    Cuando salimos de nuestras celdas, pudimos ver a Amador, estabacompletamente molido a palos, tena una herida en la frente y la cara deformada,el cuerpo lleno de moretones.

    Qu ha pasado? Dnde est Manolo? le preguntaron sus compaeros.Cuando os sacaban a todos al patio, a Manolo y a m nos llevaron entre ocho

    policas y cuatro funcionarios a la cuarta galera, nos metieron en las duchas yestuvieron dndonos palos al menos unas cuatro horas. No s dnde estManolo, igual se han pasado con l y lo han matado, poco les ha faltado paramatarme a m.

    Nuestros compaeros no haban participado en el motn, la prueba de ello eraque sus celdas estaban intactas, bueno, las celdas en las que estaban antes delmotn.

    Despus del desayuno, nos llamaron a los nueve que habamos dormido juntosa la oficina del funcionario, nos haban sancionado con cuatro fines de semana sincine por no habernos levantado al recuento de diana.

    De puta madre dijo alguien total, para ver cada sbado a laLola Flores, prefiero estar en el chavolo.

    Una media hora despus, nos llamaron a locutorio de jueces, nos llamaron a losdel Caso Scala y a cuatro compaeros de Grupos Autnomos.

    En el locutorio de jueces estaba uno de nuestros abogados, se haba enteradopor la prensa de lo que haba pasado i vena a ver cmo estbamos.

    Has llamado a Manolo? le dijo Amador.S, he dado su nombre tambin.Le contamos lo sucedido, cuando estbamos explicndole todo lo que haba

    pasado, apareci Manolo, lo traa un enfermero en silla de ruedas, la caradeformada, pareca una patata, de la nariz le sala una sonda, iba en pijama y nosmostr como del pene le sala otra sonda, lo haban reventado por dentro. Elmdico de la prisin le haba comunicado que tena para al menos quince das de

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    convalecencia, que iba a estar otros tres en la enfermera y luego lo devolveran asu celda.

    Ese da, de madrugada, omos como se iban abriendo algunas celdas de lanuestra galera, seguidamente empezamos a or gritos aterradores.

    Por la maana, nos enteramos que se haban llevado a unos cuarenta en

    conduccin a diferentes penales del Estado.Unos das ms tarde, nuestros abogados, que tambin eran abogados dealgunos de los presos comunes que haban sido trasladados, nos comunicaronqu haba sucedido.

    Sobre las tres de la madrugada, entraron en la galera unos cuantosfuncionarios apoyados por policas antidisturbios. Fueron abriendo celdas ysacando a la gente tal como salan de la cama, algunos en pijama, otros encalzoncillos y casi todos descalzos.

    Los llevaban a palos hasta la planta y, desde all hasta la salida de la prisin. Uncordn formado por ms policas y funcionarios, se dedicaban a molerlos a palos.

    A unos los llevaron al penal de Huesca conocido entonces como prisinpsiquitrica, a otros al Dueso Santoa (Santander), a otros al Puerto deSantamara (Cdiz).

    Todos estaban siendo torturados diariamente por funcionarios de las diferentesprisiones, sobre todo en el Dueso, donde les llenaban las celdas de agua paraque no pudieran sentarse durante todo el da.

    Uno de los que haban secuestrado y conducido a la prisin del Dueso,se haba cortado un dedo de la mano derecha en protesta. Ayudado de unacuchara afilada y una piedra, se haba cortado el dedo de cuajo.

    Durante esos das los funcionarios, ayudados por la polica, se haban dedicadoa sacar a muchos presos de sus camas, a extremas horas de la madrugada y atrasladarlos a la quinta galera, recin remodelada. Donde diariamente erantorturados por la polica y por los propios funcionarios.

    Haban trasladado a las cabezas visibles de la COPEL y crean que habanacabado con las luchas de los presos. En pocos das ya habamos reorganizado

    de nuevo la COPEL y, cansados de tantos secuestrosindiscriminados y de tantas torturas hacia nuestros compaeros, organizamos unaautomutilacin general.

    Unos trescientos presos nos cortamos las venas, ms que las venas, realmenteeran las arterias. Con la sangre que derrambamos, llenbamos cubos yutilizbamos la sangre para hacer pintadas en las paredes de la prisin.

    Nosotros no estbamos de acuerdo con las automutilaciones pero slopodamos hacer dos cosas, encerrarnos en nuestras celdas para no ver nada, osolidarizarnos y cortarnos tambin.

    Dos de Grupos Autnomos y dos del Caso Scala, decidimos lo segundo, peroms que por solidaridad, por salir al hospital y buscar la manera de fugarnos.

    Como ramos tantos los presos automutilados, en el pasillo de azulejosblancos de la entrada a la prisin, colocaron infinidad de camillas y vinieronmdicos y enfermeros de los diferentes hospitales de Barcelona, sobre todo dePere Camps, del Hospital Clnico y de San Pablo.

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    Pareca una enfermera de campo instalada despus de una batalla o de unaepidemia.

    Los que nos negbamos a ser atendidos en la propia crcel, ramos conducidospor turnos a los diferentes hospitales de la ciudad, en furgones de la policanacional.

    A nosotros cuatro, nos dejaron para el final y, sobre la cuatro de la madrugadanos condujeron a Pere Camps rodeados de fuertes medidas de seguridad.Nos instalaron a los cuatro en la misma sala, cada uno en una camilla, con la

    mano que no tenamos mutilada esposada a las barras de hierro de las camillas.Delante de cada uno de nosotros se colaron dos policas con metralleta de doblecargador y el dedo en el gatillo.

    Disparar cabrones, si tenis huevos! les decamos mientras esperbamosser atendidos.

    Cuatro mdicos o enfermeros a la vez, acompaados de enfermeras, nosatendieron, nos durmieron las heridas con cuatro pinchazos de anestesia en cadauna, nos limpiaron las heridas y nos cosieron, a m me pusieron siete puntos dehilo de sutura.

    Mientras nos curaban bamos explicndoles a los mdicos y las enfermeras cualera la situacin dentro de la crcel, los secuestros diarios, las torturas en la quintagalera, etc.

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    Como no podan culparnos de haber hecho ninguna accin en el motn y nostenan tantas ganas, un buen da decidieron que tenamos sarna y que debanponernos en cuarentena para la seguridad del resto de la poblacin reclusa.

    Nos quitaron toda nuestra ropa para desinfectarla segn nos dijeron, nos dieron unos monos azules y nos cortaron el pelo al cero. Durante cuarentadas, cada maana, antes de que sonara la corneta anunciando diana, nosdespertaban, nos llevaban a las duchas del patio general, situado entre lasgaleras tercera y cuarta, donde se encontraban la escuela y los talleres y noshacan ducharnos con agua helada y pastillas de jabn flota, nos llenaban elcuerpo con unos polvos blancos y nos obligaban a sentir de nuevo el agua helada.

    Estaba claro que lo nico que pretendan era tenernos aislados, como en celdas

    de castigo, el mayor tiempo posible. Si realmente hubisemos tenido sarna, noshubiesen incomunicado uno por uno en la enfermera del centro.Una de las noches en que estbamos encerrados acusados de tener sarna, nos

    llam un compaero de la celda de al lado.Colegas Tenis algo de comida? nos pregunt.S, espera un momento le dijo Pedro.Pero si no tenemos comida le dije yo.

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    Calla que les vamos a hacer una putada.Se meti en el wc con una bolsa de plstico y al rato sali con ella bien

    cerrada y con una cagada dentro. Ayudado de un palo de escoba, sac la bolsapor la ventana y se la pas a los de la celda de al lado. Las celdas estabantotalmente oscuras y no podran distinguir el contenido.

    Te pasamos un trozo de chorizo, colega le dijo Pedro.Al rato, empezamos a or insultos y amenazas de muerte.Os vamos a matar en cuanto nos saquen del aislamiento

    Cabrones!.Mientras nosotros reamos a pierna suelta.A primeros de marzo se llevaron a Armando y a Lucas a la prisin de

    Carabanchel. Pensamos que era para tomarles declaracin ante la AudienciaNacional y que ms tarde nos llevaran a Pedro y a m. Pasados unos meses nosdaramos cuenta que ese traslado simplemente serva para mantenernosseparados.

    A mediados de marzo, entraron en prisin unos compaeros de la SEATacusados de pertenecer a un grupo armado que, al parecer, haca atracos abancos para mantener las huelgas de la empresa. Uno de ellos era de C.N.T., treseran independientes y dos, delincuentes habituales.

    Unos das ms tarde, a travs de la prensa nos enteramos que AgustnRueda Sierra haba sido hallado muerto en la prisin de Carabanchel (Madrid).

    Ese mismo da vinieron a vernos nuestros abogados y nos informaron de lo quehaba sucedido.

    Los funcionarios de Carabanchel haban encontrado a Agustn haciendo untnel para fugarse. Lo torturaron para que dijera quin ms estaba detrs delintento de fuga.

    En un momento de la tortura en que Agustn perdi el conocimiento, llamaron almdico de la prisin; ste diagnostic que la prdida de conocimiento era causadapor la humedad que haba sufrido dentro del tnel, que nada tena que ver conla tortura que le estaban aplicando, lo reanim y permiti a los funcionarios quesiguieran con las sesiones de palos. Una media hora ms tarde, los funcionariosde la prisin de Carabanchel, acababan matando a Agustn; lo haban asesinadocruelmente con el beneplcito de la direccin y del mdico. Sin embargo, Agustnse fue a la tumba sin revelar un solo nombre de los compaeros que pretendanfugarse con l.

    Los compaeros de Carabanchel se declararon en huelga de hambre paradenunciar tan terrible asesinato y para que dejaran de torturar a una compaeralibertaria que estaba recluida en el psiquitrico de Madrid.

    Nosotros, en La Modelo de Barcelona, secundamos la huelga denunciando lomismo que ellos.

    Esperbamos una respuesta desde la calle orquestada por la C.N.T. o al menospor grupos del Movimiento Libertario, sin darnos cuenta que la C.N.T. ya no eracasi nada y el Movimiento Libertario, slo una serie de grupos sin coordinar.

    Unos das ms tarde apareci asesinado el Director General dePrisiones, un tal Haddad, creo que se llamaba.

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    Haba sido obra de algn grupo del Movimiento Libertario?. No, al dasiguiente, los GRAPO reivindicaba el atentado, en represalia por el asesinato deAgustn.

    Tras el asesinato del tal Haddad, abandonamos la huelga de hambre, habamosconseguido que la compaera que estaba bajo tortura policial en el psiquitrico,

    fuera trasladada a la prisin de mujeres de Yeseras (Madrid); fueron tales lastorturas que le administraron que nunca ms volvi a recuperar su sano juicio.Como director de la Direccin General de Prisiones, fue nombrado D.Carlos

    Garca Valds, un tecncrata que nada tena que ver con el cuerpo defuncionarios de prisiones.

    En poco tiempo, present la Reforma del Reglamento Penitenciario, una reformaque, sobre el papel, era muy progresista, se la lleg a nombrar como muy similar ala de los pases nrdicos.

    Segn esa reforma se regulaba el tiempo mximo que un preso poda estar enceldas de aislamiento, situndolo en slo catorce das.

    Los presos dejaban de llamarse as y pasaban a llamarse internos.Las crceles deban ser cogestionadas entre los funcionarios y los presos.Se apostaba por el tratamiento rehabilitador, por el acercamiento de los

    presos a la realidad social.Era necesario abrir las crceles espaolas a la prensa internacional para dejar

    constancia de en qu condiciones se encontraban y en qu condiciones iban aquedar en poco tiempo gracias a la reforma.

    El Estado necesitaba dar la imagen de que la democracia realmente avanzabaen todos los frentes, era simplemente, una forma ms de mentir a los millones devotantes que se haban credo aquello del cambio.

    Se regulaban los grados de clasificacin penitenciaria en primero, segundo,tercero y seccin abierta y se instauraban las comunicaciones bis a bis con lasmujeres y con las novias.

    Con el tiempo, tras obtener los recursos necesarios se instaurara la figura delJuez de Vigilancia Penitenciaria, que tendra que velar por el cumplimiento de losderechos de los internos.

    La prisin, pasaba de ser un centro de castigo, a un centro de tratamiento yrehabilitacin.

    Los internos no podan ser trasladados a penales hasta que estuvierancondenados en sentencia firme y en todo caso, siempre tenan que estarinternados en la prisin ms cercana a la residencia de sus familiares msdirectos.

    Una semana despus de la publicacin de la reforma en el Boletn Oficial delEstado, se empez a cumplir la promesa de dejar que la prensa internacionalentrase en las prisiones.

    La Modelo se llen de periodistas y fotgrafos. Los presos los bamosacompaando por todos los lugares de la prisin, para que vieran las condicionesinfrahumanas en que nos encontrbamos.

    Recuerdo que yo estaba en huelga de hambre reivindicando nuestra libertadprovisional o la celebracin del juicio y, que me filmaron algunos

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    periodistas mientras me hacan preguntas tumbado en la cama.Durante bastante tiempo, mis compaeros me llamaron Cleopatra.El propio Carlos Garca Valds vino con la prensa, sac a todos los presos de la

    quinta galera y la clausur. Se trataba de una galera de castigo, las celdas notenan camas, en su lugar haba un banco de hormign. Todas las celdas, adems

    de la puerta de hierro de entrada, tenan otra puerta de rejas semicircular.Valds orden que se reconstruyera de nuevo y en condiciones dignaspara el tratamiento de los internos, lo orden ante una rueda de prensa y enpresencia de muchos presos y funcionarios.

    Al da siguiente, nos dimos cuenta de la gran mentira que supona la reforma;ningn medio de comunicacin, excepto algn diario francs o alemn de pocatirada, publicaron absolutamente nada de lo que haban visto.

    Sin embargo, las condiciones en la crcel cambiaron radicalmente, se implantla co-gestin por primera vez en la historia de las prisiones del pas.

    En cada galera se formaron comisiones de delegados. Los cabos de galerafueron substituidos por otros presos y ahora se les llamaba delegados de galera.

    Cada da se hacan asambleas en los patios de la prisin,conseguimos que la leja y los artculos de limpieza general los pusiera el centro.Hasta la fecha, lo nico que tenamos para limpiar las galeras era agua.

    Se organizaron turnos de limpieza, a travs los cuales, ningn preso selibraba de hacerla.

    Se organizaron cajas de solidaridad para proveer de tabaco, jabn y leche a losindigentes, en su mayora africanos. Cada vez que alguien cobraba de ventanillade peculio lo que le pasaba su familia desde la calle, voluntariamente pona en lacaja un tanto por ciento establecido.

    Los recuentos ya no duraban ms de lo necesario, ms que nada porque quiendaba la conformidad eran los propios presos y no los funcionarios, como hastaentonces.

    Se descubri ante todos los presos a los cabos de varas, a algunos de ellos,los peores, se les apale en las asambleas y a todos se les oblig a pedirproteccin en la quinta galera.

    Los cabos de varas eran presos que rediman sus condenas a cambiode torturar a otros presos, estaban normalmente en el departamento psiquitricode la enfermera.

    Las condiciones de vida haban cambiado para mejor, peroseguamos presos y nuestra obligacin como tales era intentar fugarnos.

    Que estuviramos mejor en cuanto a condiciones de vida no significabaque estuviramos de acuerdo con estar presos y mucho menos con el CdigoPenal existente, que no haba sido reformado desde su aprobacin en el siglo XIX.

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    Aquella nueva situacin no agradaba a la mayora de losfuncionarios, los nicos que la apoyaban eran los miembros de la Asociacin deFuncionarios Demcratas, unos diez en toda la prisin.

    El resto segua con los deseos de control absoluto que les haba otorgado elrgimen franquista.

    Los torturadores tenan ganas de seguir torturando, se les notaba amargados yde vez en cuando intentaron provocar algn motn a travs de sus confidentes yprotegidos para dar al traste con aquella situacin.

    Sin embargo, la conducta de los delegados era firme, fra y calculadora yno se permita que esto sucediese. Cuando se descubra a algn confidenteintentando provocar un disturbio, se le obligaba a pedir proteccin en la quintagalera bajo amenaza de muerte.

    La nueva situacin, a pesar de todo, no durara demasiado.Hacia el mes de mayo, se organiz una fuga por la modalidad del tnel, se

    haca desde una celda de la enfermera.Entonces haba libertad de movimiento de los presos por las diferentes

    galeras.Era escandaloso, estaba claro que se estaba haciendo el tnel con el

    consentimiento de la direccin.La gente que trabajaba en el tnel se paseaba por el centro de la prisin con la

    cabeza y los zapatos llenos de barro, cuando haca al menos dos meses que no

    llova en Barcelona.La fuga estaba preparada para ochocientos presos, cada grupo tena un orden

    de salida y una tapadera de cloaca de la ciudad asignada por donde salir a la callepara dar tiempo a que nos fugsemos todos. El primer grupo tena que salir cercade Badalona y as sucesivamente.

    Nosotros, como llevbamos poco tiempo en la crcel, formbamos parte delltimo grupo y tenamos que salir por la tapadera de cloaca que hay justo al ladode los jardines del metro de Entena.

    Pedimos ayuda en la calle a la C.N.T. pero nadie quiso saber nada,posiblemente entonces valoraron que era ms importante para la organizacintener presos y explotarlos polticamente que tener a los compaeros en libertad.

    Fuera como fuese, lo cierto era que los pocos compaeros que apoyabannuestra decisin no tenan ni el valor ni los medios necesarios para apoyarnos.

    El apoyo nos lleg desde los compaeros franceses de AccinDirecta.

    Los mismos que aos atrs haban propuesto a Puig Antic sacarlo enhelicptero de la crcel, pero l se neg porque la clase poltica lo tenaconvencido de que lo iban a salvar de la pena de muerte, pero luego les lleg un

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    juicio ms importante contra dirigentes de Comisiones Obreras y dejaron que lomataran, al fin y al cabo, se trataba de un anarquista menos.

    Nos pasaron una mini-cmara fotogrfica; les pasamos nuestras fotografas,confeccionaron las documentaciones falsas necesarias para todos y el dasealado para la fuga estaban en una furgoneta con el suelo agujereado justo

    encima de la tapa de cloaca por la que tenamos que salir. Haban alquiladoalgunos pisos en la ciudad para escondernos unos das y despus llevarnos hastaSudamrica va Portugal.

    Unos das antes de la fecha sealada para la fuga, un funcionario de losdemcratas vino a nuestra celda, nos reuni a todos y nos inform que se estabahaciendo un tnel en la enfermera, quera saber si estbamos enterados y si nosbamos a fugar.

    No sabamos nada le dijimos mintiendo.Aquello era un mal augurio, si lo saba aqul funcionario, lo tenan que saber

    ms y evidentemente, quien seguro lo saba era la direccin de la crcel.Lleg el da de la fuga. El primer grupo, formado por el Vaquilla y otros ms que

    haban estado trabajando en el tnel, en vez de salir cerca de Badalona como seles haba asignado, salieron por la tapa de cloaca situada justo delante de lapuerta de entrada a la prisin.

    Slo pudo fugarse el grupo que les segua, cuarenta y cinco presos en total.Nosotros, temiendo que algo malo estaba pasando, nos saltamos el turno y nos

    dirigimos hacia la enfermera, pero cuando llegamos al patio de la misma,descubrimos que seis funcionarios venan desde donde estaba el tnel paradar la alarma.

    Volvimos a nuestra galera para que no nos descubrieran yempezamos a llorar de rabia y amargura.

    Las nuevas condiciones de vida se fueron a la mierda, la direccin de la crcelhaba conseguido lo que quera.

    La quinta galera fue abierta de nuevo como celdas de castigo y en breves dasvolva a estar llena de presos a los que torturaban diariamente.

    Las asambleas de cada da se acabar