Entrevista con Rodrigo Rivero Lake

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El consumo de arte y antigüedades responde a modas, fluctuaciones de oferta y demanda, necesidades y deseos generados en los usuarios, competencias y condiciones de intercambio. Es decir, forma parte de un mercado y por tanto son productos que están sujetos al robo y a la falsificación. Las fronteras entre la reproducción, la imitación y la influencia de un estilo en distinta época son muy endebles y en cierta medida elásticas, ésta es la opinión del anticuario Rodrigo Rivero Lake quien platicó con Kaleidoscopio sobre el tema. Único mexicano miembro de la Oriental Ceramic Society de Londres, pionero en recuperación de templos, iglesias y calles enteras, reconocido autor y dueño de la galería que lleva su nombre, con más de cuarenta años de experiencia, Rodrigo Rivero Lake ha llegado a la conclusión de que a pesar de los errores que se puedan dar, o las copias que puedan llegar a la venta, el límite que no se debe de cruzar es el fraude. “La idea del falso y de la réplica o de “la escuela de” o “al estilo de” es una cosa muy variada y realmente yo creo que lo que puede hacer daño es la mala fe, el dolo, en el cual se introduce esa pieza a un comprador.” El oficio del anticuario Ante el cuestionamiento de la participación de un anticuario en el mundo del arte, Rodrigo Rivero Lake comenta que “entra en la conciencia moral de cómo se están comprando y vendiendo las cosas, hay que tener una ética para llevar a cabo éste trabajo.” Especifica: “Yo he trabajado intensamente, desde que empecé esto, con una secta musulmana en India, ellos tienen una moralidad para comprar. Si tu llegas y ves algo que te gusta sabiendo que vale diez pesos, no puedes ofrecer ocho porque estás robando, estás cometiendo un acto de engaño, tienes que ofrecer los diez que vale.” Sin embargo, el trabajo del anticuario es el de revalorizar la obra, Rivero Lake nos comenta que la pieza lo agradece y aclara que tienen su propia alma, el tiempo que han estado antes y después de nosotros les da un “destino marcado” entonces, a pesar de esa gratitud, se irá con quien quiera, a donde tiene que estar. “Tú la vas estudiando, justificando, porque hay ciertos compradores que necesitan una justificación de por qué tiene ese precio y entonces puedes meterla al mercado, ya sea nacional o internacional.” Para ejemplificar esta idea del destino, nos cuenta una experiencia vivida, platica que una vez en un periódico sobre antigüedades en Inglaterra vio una fotografía de un castillo en donde se veía algo que le recordó a un biombo de Tepotzotlán, que es la mitad del biombo de la familia de Moctezuma enconchado. Cuando lo notó, encontró que ese biombo era el mismo que el de Tepoztlán. A pesar de que alguna vez por teléfono se le había dicho que tal biombo no estaba a la venta, en realidad habían decidido subastarlo. “Las piezas te andan buscando. Primero el haberlo descubierto ahí, como una casualidad y después al momento de la venta había teléfonos de todo el mundo esperando la subasta, (y de pronto) se va la luz y yo me lo llevé, en el precio base, por eso digo: él agarró su camino” Otra de las aportaciones del anticuario es rescatar y llevar a la comercialización a ciertos autores olvidados. “Para mí” – dice Rivero Lake – “La aportación fue la de Ángel Zárraga que era un tipo muy desconocido en México, nadie había realmente seguido su biografía y cuando se hizo su primer exposición El valor de lo “original” en el arte Entrevista con Rodrigo Rivero Lake Por: Ana Mireles KALEIDOSCOPIO - Crítica y Reflexión ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN Universidad del Claustro de Sor Juana A.C. 2011

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Entrevista con Rodrigo Rivero Lake

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El consumo de arte y antigüedades responde a modas, fluctuaciones de oferta y demanda, necesidades y deseos generados en los usuarios, competencias y condiciones de intercambio. Es decir, forma parte de un mercado y por tanto son productos que están sujetos al robo y a la falsificación.

Las fronteras entre la reproducción, la imitación y la influencia de un estilo en distinta época son muy endebles y en cierta medida elásticas, ésta es la opinión del anticuario Rodrigo Rivero Lake quien platicó con Kaleidoscopio sobre el tema.

Único mexicano miembro de la Oriental Ceramic Society de Londres, pionero en recuperación de templos, iglesias y calles enteras, reconocido autor y dueño de la

galería que lleva su nombre, con más de cuarenta años de experiencia, Rodrigo Rivero Lake ha llegado a la conclusión de que a pesar de los errores que se puedan dar, o las copias que puedan llegar a la venta, el límite que no se debe de cruzar es el fraude. “La idea del falso y de la réplica o de “la escuela de” o “al estilo de” es una cosa muy variada y realmente yo creo que lo que puede hacer daño es la mala fe, el dolo, en el cual se introduce esa pieza a un comprador.”

El oficio del anticuario

Ante el cuestionamiento de la participación de un anticuario en el mundo del arte, Rodrigo Rivero Lake comenta que “entra en la conciencia moral de cómo se están comprando y vendiendo las cosas, hay que tener una ética para llevar a cabo éste trabajo.” Especifica: “Yo he trabajado intensamente, desde que empecé esto, con una secta musulmana en India, ellos tienen una moralidad para comprar. Si tu llegas y ves algo que te gusta sabiendo que vale diez pesos, no puedes ofrecer ocho porque estás robando, estás cometiendo un acto de engaño, tienes que ofrecer los diez que vale.”

Sin embargo, el trabajo del anticuario es el de revalorizar la obra, Rivero Lake nos comenta que la pieza lo agradece y aclara que tienen su propia alma, el tiempo que han estado antes y después de nosotros les da un “destino

marcado” entonces, a pesar de esa gratitud, se irá con quien quiera, a donde tiene que estar. “Tú la vas estudiando, justificando, porque hay ciertos compradores que necesitan una justificación de por qué tiene ese precio y entonces puedes meterla al mercado, ya sea nacional o internacional.”

Para ejemplificar esta idea del destino, nos cuenta una experiencia vivida, platica que una vez en un periódico sobre antigüedades en Inglaterra vio una fotografía de un castillo en donde se veía algo que le recordó a un biombo de Tepotzotlán, que es la mitad del biombo de la familia de Moctezuma enconchado. Cuando lo notó, encontró que ese biombo era el mismo que el de Tepoztlán. A pesar de que alguna vez por teléfono se le había dicho que tal biombo no estaba a la venta, en realidad habían decidido subastarlo. “Las piezas te andan buscando. Primero el haberlo descubierto ahí, como una casualidad y después al momento de la venta había teléfonos de todo el mundo esperando la subasta, (y de pronto) se va la luz y yo me lo llevé, en el precio base, por eso digo: él agarró su camino”

Otra de las aportaciones del anticuario es rescatar y llevar a la comercialización a ciertos autores olvidados. “Para mí” – dice Rivero Lake – “La aportación fue la de Ángel Zárraga que era un tipo muy desconocido en México, nadie había realmente seguido su biografía y cuando se hizo su primer exposición

El valor de lo “original” en el arte

Entrevista con Rodrigo Rivero Lake

Por: Ana Mireles

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Universidad del Claustro de Sor Juana A.C. 2011

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en el Museo Tamayo yo tenía treinta y ocho Zárragas, participé con ellos. Yo fui de los que hice la gran promoción para que esto sucediera y ahora es uno de los pintores mejor valuados del mercado mexicano, y como no se ha declarado patrimonio cultural puede existir un movimiento de intercambio de las piezas que participe también en el mercado internacional. Va subiendo, va teniendo unos precios extraordinarios por la gran calidad de las piezas.”

Nos confiesa también que a todos los que practican esta profesión les gusta hacer “sus juguetes”. Sobre su propio placer nos platica: “muchas piezas réplicas de platería que tengo, les pongo mi nombre, los numero, les pongo todo esto y después a los seis meses me están llamando para decirme: ya tengo tu pieza. Pero ya le quitaron el nombre, ya le quitaron la marca en la cual yo decía que era una pieza hecha por mí copiando una de las que tenía y que quería compartir ese gusto sin tener que dejar mi pieza.”

La valuación de las piezas

“Valuar una pieza – dice Rivero Lake - es muy complejo, pues entran muchos factores en consideración. En ocasiones una réplica puede llegar a ser más apreciada que un original, dependiendo de su pedigree.” Nos da un ejemplo hipotético de “una pieza réplica de una pieza romana que se bajó Napoleón cuando entró a Egipto y se la llevó en la mano, y la tuvo en su colección privada. Hay retratos en los cuales él está pintado con esta pieza, entonces tiene un valor mayor de la que podría tener un original por la historia que significa. No es lo mismo tener una carta firmada de Santa Anna diciendo que hay que fusilar a alguien, a otra en el cual se

comprometa dentro del nivel histórico a hacer acciones que están desconocidas, vamos a decir, en la historia tiene un valor muy personal, subjetivo la pieza en sí.”

Ayudan también las procedencias, los archivos, la conservación, las restauraciones, etc. Rivero Lake conversando nos comenta, de un ejercicio de reflexión que se hizo en Inglaterra con una exposición llamada ¿Cuánto vale?, y explica: “Había dos piezas iguales con los precios tapados, venía también toda una explicación de por qué una de las piezas, por decir, un candelabro que pertenecía a un rey valía más que la misma pieza que no pertenecía, ¿por qué uno vale diez y el otro cien?, la explicación es la condición en la cual estaba. El que vale cien es con el que mataron a algún noble, es del Castillo de algún personaje histórico, fue el que se llevó robado el Príncipe… El

mercado del arte es muy profundo, y es justamente lo que debe tener de profesionalismo el anticuario: estar pendiente de cuánto valen las cosas y poderlas justificar.”

En la época del internet, y con el gran flujo de información disponible, es mucho más difícil que a las casas subastadoras se les pasen ciertos datos, se ha facilitado la tarea de la clasificación. “De repente da hasta gusto ver un catálogo en Francia que diga que una pieza es oaxaqueña en base al libro de Rodrigo Rivero Lake, La visión de un anticuario. Ese era un poco el matiz del libro, dar un conocimiento a la gente. ¿Cómo compras las cosas? ¿Cómo hay que verlas? y ¿Cómo descubrir qué son? Se ha convertido en un libro de consulta de muchos países, afortunadamente para mi ego (risas) y eso es lo bonito de éste trabajo.”

“La falsificación es parte del mercado, encontramos que desde el

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tiempo de los romanos ellos mismos hacían falsificaciones” pero, tiene sus consecuencias, “se empobrece el mercado, se aligera la confianza del comprador”. Por lo tanto, Rodrigo Rivero Lake le aconseja a la gente que está comprando que compare antes de juzgar, que coteje los precios.

Por caso se refiere al arte de India, sobre todo en construcción y arquitectura, un mercado que él abrió en México. Invita al coleccionista a ver las piezas que se parecen a lo que él vende y que pareciera que son más baratas.

Rivero Lake explica que han habido confusiones en el mercado, expone que a partir de la experiencia y los viajes realizados por el mismo anticuario es que se pueden hablar de una mejor calidad en las piezas. “Me encanta ir con los dealers de allá y decirles no, esta pieza no porque es falsa. A lo que ellos contestan que los otros no lo ven, es así, el ojo que tiene la experiencia es básico”.

Réplica, imitación y copia

Al respecto de estos tres temas, Rodrigo Rivero Lake ejemplifica con la historia de una pieza de El Greco, que nos cuenta tuvo oportunidad de ver en México hace algunos años. Los expertos de varios museos dijeron al comprador que la obra no era del autor, si no de su hijo. Ya que se veían las pinceladas de cómo le estaba enseñando a pintar. “Por ejemplo, cuando le encargaron los doce apóstoles, el mismo año se los encargaron doce veces, lo cual da una suma de ciento cuarenta y cuatro piezas que se tuvieron que producir en un lapso de seis u ocho meses. Él hizo una serie, otra serie está hecha con participación de su hijo y otra por el taller del mismo pero nada más retocada por el

maestro. Entonces hay Grecos que pueden valer treinta mil dólares, otros ochocientos mil dólares y otros tres millones.”

Rodrigo Rivero Lake nos comparte también su experiencia de cuando empezaba en el negocio, cuando lo llevaban en España a ver a los grandes restauradores porque eran ellos quienes sabían hacer las copias, ya que, acota en otro momento sobre los restauradores, “como dicen en el argot legal alemán: el que inventó la ley, inventó el agujero.” Por lo tanto. “¿Hasta dónde es una falsificación si el maestro que lo está haciendo, está haciendo una copia de algo? ¿En qué momento se convierte en una falsificación? En el dolo de la acción jurídica.”

Bajo éste entendido funciona el mercado, tanto es así que no existe una ley que proteja a los compradores. El galerista nos explica que las casas de subastas trabajan por medio de contratos en los que se especifica que actúan solamente como comisionistas y que sus expertos expresan una opinión sobre la pieza, permitiendo que el comprador lleve a sus propios

valuadores a que vean, toquen y hagan las pruebas que consideren pertinentes sobre lo que van a adquirir, siendo entonces responsabilidad de cada uno si decide invertir.

El mercado del arte fluctúa más que ningún otro, Rivero Lake nos platica que “uno de los grandes jeques árabes, muy rico, estuvo coleccionando durante mucho tiempo huevos de Fabergé, tenía una colección increíble de los más caros y todos comprados en el mercado internacional en grandes subastas. Un día decidió cambiar de estilo, tomó esas piezas y las quiso meter en la misma casa de subastas donde las había comprado, pero no se las recibieron ya que tenían ahora nuevos asesores, nuevos descubrimientos, nueva información. Los expertos decían ahora que esas piezas no eran originales. El jeque hizo una demanda a la casa de subastas y no la ganó. La diferencia entre la opinión de la casa de subastas y el conocimiento del comprador no es una garantía.”

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Expresa también que el error cabe porque el valuar piezas sigue siendo un trabajo muy subjetivo en el que la experiencia pesa mucho, en ocasiones más aún que las pruebas científicas: “La idea del carbono 14 que es muy manejada por la gente, pero en realidad no es una prueba que pueda hacerse más allá de cuando se están sacando por primera vez las piezas, después ya no es funcional. Creo que lo más importante son los grandes anticuarios que ayudan mucho a partir de su experiencia en el tiempo y su saber, saber ver y saber tocar los falsos. Ahora estamos viendo también que en la porcelana china los grandes compradores chinos sí se van a los laboratorios a comprobar que la pieza es original, lo podemos ver en la pintura también, de ver si son los mismos pigmentos usados por el gran maestro al que se le atribuye esa pieza… en fin, hay mucho, está muy combinado entre la tecnología, la ciencia y el gusto o el ojo y el saber.”

“Ojalá se pudiera transmitir” comenta Rivero Lake “esa curiosidad con la cual vas conviviendo y vas aprendiendo, cuando vas metiéndote a este mundo.” Ahora hay cursos para saber de estilos, pero “lo que lleva al conocimiento es la práctica, el tocar, el tener ese gusto de ir a una tienda de antigüedades y saber, por qué estoy cargando un Tibor, de qué época es y si es muy ligero no puede ser de la época que me están diciendo aunque me den un certificado. Es un conocimiento muy personal, yo sé, yo soy el que sé, yo la encontré, yo la valoro y después, a través de mi próximo estudio la puedo poner en el mercado de acuerdo a lo que yo supuse. Generalmente es afortunado, pero también hay veces que no lo es.”

Sobre estos casos de equivocación nos narra una anécdota personal, a propósito de un cuadro de José

Juárez que se encuentra en su galería: “lo compré en una venta de Sotheby's y estaba catalogado como pieza española del diecisiete, cuando fui a verla con una serie de trucos me di cuenta que estaba sobrepintada la aclaración de donde era, pero la habían comprado en México. Entonces surgió esa emoción de descubrir como a un amigo, encontrarte en un reencuentro con alguien, del decirle: te voy a llevar de regreso a tu casa, ese juego con tu alma y con la pieza es lo bonito.”

El “original” en el arte contemporáneo

Como reflexión final le preguntamos a Rodrigo Rivero Lake sobre la posición que ocupan los originales en una época en la que impera la reproductibilidad técnica, a lo que respondió: “la cultura clásica, o inclusive la cultura popular o el arte tribal siempre tendrá un momento en el cual se pueda encajar en el arte contemporáneo, lo podemos ver en el gran Picasso, en toda su participación con el arte africano y toda su representación de ese arte e n l a c u l t u r a contemporánea. Entonces, el momento en que los grandes pintores de ahora tengan la suficiente seguridad en ellos y el deseo de poder decir de dónde sacaron esas ideas, obviamente van a empezar a meter el pie en lo clásico, porque nada es nuevo.

¿En qué momento el arte va a evolucionar? y el arte contemporáneo va a trascender, o ¿Qué es lo que va a trascender? lo vamos a ver con el tiempo, no creo que sea predecible.”

“Acerca del vacío que está

dejando la cultura actual, leí en un libro muy interesante que se llamaba Robándose la Mona Lisa que cuando se robaron la Mona Lisa a principios de siglo, había una afluencia de aproximadamente doscientas personas en la sala, después fue robada, se crea un escándalo durante los años que se encuentra perdida. Fueron tres años que se dejó el vacío en la pared y entonces iban más de mil personas a ver el vacío, no a ver la pieza. Esa idea del vacío es muy interesante porque es algo que repercute en el arte actual y el vacío que está dejando el tener que justificar que la pieza está hablando de una rebelión nuestra en contra de la sociedad.”

“No soy una persona especialista del arte contemporáneo o del arte moderno pero, lo veo un poco así, en base a esa idea, entrar de repente a un museo y decir: mira qué maravilla esto que está tirado en el piso o un escusado. Sí, es muy bonita la rebelión, pero ¿Cuál es el trasfondo? ¿Por qué hay que explicarlo?”

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