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14 EPS Hacía tiempo que Luiz Inácio Lula da Silva se había fijado en esa mujer me- nuda, de mirada penetrante, considerada todo un símbolo de la defensa de la Ama- zonia. Tras ser elegido presidente de Bra- sil, Lula dio en Washington los nombres de sus dos primeros ministros: António Palocci, su brazo derecho institucional, para la cartera de Hacienda, y María Os- marina Silva Souza, para la de Medio Ambiente. Marina, como la llaman en el Partido de los Trabajadores (PT), des- pertó la curiosidad nacional cuando fue la senadora más votada en las elecciones de 1994, por la candidatura del Frente Po- pular de Acre, su Estado natal. Una se- ringueira (recolectora de caucho) im- pregnada de los valores de la selva por los cuatro costados había derrotado a viejos caciques de la política regional, y al mismo tiempo rompía con la antigua tradición que reservaba el Senado para ex gobernadores y grandes empresarios, en una Cámara considerada como el ce- menterio de elefantes. Ahora, Marina Silva vuelve a Brasilia, corazón del poder político y símbolo del Brasil moderno, desde el Estado más re- moto de una nación gigantesca. La bio- grafía de esta mujer de 44 años es una Es odiada por corruptos y especuladores y por quienes defienden a los poderosos. La nue- va ministra de Medio Ambiente de Brasil, ahijada política de Chico Mendes y una ardiente de- fensora de la Amazonia, es uno de los valores más seguros del Gobierno del presidente Lula. [03] ENTREVISTA Marina Silva ElbuenambientedeBrasil Por Francesc Relea. Fotografía de Rogerio Voltán

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Hacía tiempo que Luiz Inácio Lulada Silva se había fijado en esa mujer me-nuda, de mirada penetrante, consideradatodo un símbolo de la defensa de la Ama-zonia. Tras ser elegido presidente de Bra-sil, Lula dio en Washington los nombresde sus dos primeros ministros: AntónioPalocci, su brazo derecho institucional,para la cartera de Hacienda, y María Os-marina Silva Souza, para la de MedioAmbiente. Marina, como la llaman en elPartido de los Trabajadores (PT), des-pertó la curiosidad nacional cuando fuela senadora más votada en las eleccionesde 1994, por la candidatura del Frente Po-

pular de Acre, su Estado natal. Una se-ringueira (recolectora de caucho) im-pregnada de los valores de la selva porlos cuatro costados había derrotado aviejos caciques de la política regional, yal mismo tiempo rompía con la antiguatradición que reservaba el Senado paraex gobernadores y grandes empresarios,en una Cámara considerada como el ce-menterio de elefantes.

Ahora, Marina Silva vuelve a Brasilia,corazón del poder político y símbolo delBrasil moderno, desde el Estado más re-moto de una nación gigantesca. La bio-grafía de esta mujer de 44 años es una

Es odiada por corruptos y especuladores y por quienes defienden a los poderosos. La nue-va ministra de Medio Ambiente de Brasil, ahijada política de Chico Mendes y una ardiente de-fensora de la Amazonia, es uno de los valores más seguros del Gobierno del presidente Lula.[03]

ENTREVISTA

MarinaSilvaElbuenambientedeBrasilPor Francesc Relea. Fotografía de Rogerio Voltán

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muestra de los contrastes abismales de lasociedad brasileña que, por primera vezen su historia, tienen cabida en el Gobier-no de la nación.

No había escuela en el Seringal Ba-gaço cuando Marina Silva nació en 1958.Hoy es un proyecto de asentamiento agrí-cola que ha puesto en marcha el Institu-to Nacional para la Reforma Agraria,pero en aquel entonces no había carrete-ras ni asistencia médica, lo que contri-buía a la elevada mortalidad infantil. Suspadres, Pedro Augusto y María Augusta,tuvieron 11 hijos, de los que tres fallecie-

ron a corta edad. Marina quedó la segun-da de los ocho supervivientes, siete chi-cas y un varón.

La familia bajó por el río hasta Be-lém do Pará, en busca de mejor vida. Elintento fracasó. Regresaron al Seringalcon la frustración de la derrota y el padreendeudado con el patrón que le había fi-nanciado el viaje. Para pagar la deuda,Marina y sus hermanas hicieron granparte de las actividades de la selva, comorecoger caucho, plantar, cazar y pescar.La niña creció hasta la adolescencia ro-deada de viejos, en casa de su abuela,donde el conocimiento no procedía de loslibros, sino del contacto con la selva, el

bosque y los secretos y costumbres de sushabitantes. Su tío-abuelo, que vivió mu-cho tiempo con los indios, era chamán(brujo).

A los 14 años, aquella muchachaanalfabeta aprendió a descifrar las horasdel reloj y las cuatro operaciones básicasde matemáticas; a los 15 años quedóhuérfana de madre, y como la hermanamayor se había casado tuvo que asumirel cuidado de los más pequeños. Un añodespués contrajo por primera vez hepati-tis, por lo que debió trasladarse a la ciu-

dad para recibir tratamiento médico.Empezó a trabajar como empleada do-méstica, pasó por el convento –soñabacon ser monja— y dio sus primeros pasosen la escuela, donde aprendió a leer y es-cribir. Primer grado, segundo grado y an-tes de cumplir los 20 años se preparabapara ingresar en la universidad, dondeestudió historia. Descubrió el marxismo,entró a militar en uno de los grupos clan-destinos de oposición a la dictadura,tomó carrerilla en su actividad política yfue sucesivamente fundadora de la Cen-tral Única de Trabajadores en Acre, afi-liada al PT, concejal, diputada y senado-ra federal.

Madre de cuatro hijos, intenta conci-

liar los conflictos y contradicciones deuna mujer que trabaja y no está dispues-ta a desligarse de los compromisos fami-liares. “No es fácil conjugar tantos verbos,pero de otra manera no sería feliz”, dice.

La ministra había dejado huella pordonde pasó, empezando por su Estado na-tal, donde promovió acciones polémicasque transformaron la política en Acre,como la devolución del dinero de gratifi-caciones injustificadas, que otros conce-jales recibían sin rechistar, o la denunciaen la prensa y la televisión de las cifrasde los sueldos de políticos. La odian loscorruptos y especuladores de la Amazo-nia; los poderosos que ordenaron hace 15años el asesinato del dirigente ecologis-ta, sindical y político Chico Mendes, sumaestro en la lucha por la preservaciónde la floresta y los derechos de sus habi-tantes.

Tiene ideas bien perfiladas sobre larealidad de su Brasil, un país que, en suopinión, “existe para 30 millones que tie-nen alguna condición social y económi-ca”. “El resto de la población”, añade, “escomo si fuera descartable”. Recuerda unseminario en Chicago, al que asistió jun-to a economistas brasileños: “Hablaban alos investigadores y banqueros interna-cionales con discursos totalmente dirigi-dos a esos 30 millones de personas. Losotros, como si no existieran. La mayor es-peranza es evitar esa gran exclusión so-cial planetaria”.

En dos ocasiones, como concejal yposteriormente como diputada de su Es-tado, fue la candidata más votada. Unaencuesta de la Universidad de Acre mos-tró que a principios de los noventa tuvo lamejor actuación parlamentaria entre to-dos los diputados del Estado. Excelenteoradora, su desempeño en los escaños ad-quiere mayor relevancia si se tiene encuenta la fragilidad de su salud, que lamantuvo apartada de la Asamblea legis-lativa durante un año.

Su inquebrantable fuerza de volun-tad pudo más. Después de una agotadoracampaña electoral –en la que recorrióAcre en coche, barco y avión, e incluso apie– ganó un escaño en el Senado, dondese convirtió en la voz principal de laAmazonia. En busca de apoyo para la de-fensa de un desarrollo sustentable viajóal exterior, y fue recibida, entre otros,por el papa Juan Pablo II y el ex vicepre-sidente de Estados Unidos Al Gore, em-presarios y sindicalistas, científicos y di-rigentes de organizaciones no guberna-mentales de distintos países.

Hoy, Marina Silva ocupa el inmensodespacho oficial del Ministerio de MedioAmbiente, y comparte desde su puesto enel Gobierno de Lula “un momento de quí-

[03] Marina Silva

LUCHADORES Y AMIGOS. Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, presidente de Brasil, abraza a MarinaSilva, en diciembre de 2002, al presentarla como su futura ministra de Medio Ambiente.

FOTOGRAFÍA DE JAMIL BITTAR

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mica colectiva”, según describe, entre to-dos los integrantes de la nueva Adminis-tración de Brasil.

Por primera vez, ciudadanos de origen hu-milde como el presidente Lula o ministrascomo usted y Benedita da Silva han llega-do a los puestos más altos de la Adminis-tración. ¿Qué significa para usted? Creo que es el resultado de todo un es-fuerzo por la reconquista de la democra-cia en el país, que ha vivido procesos deorganización social, política y partidistamuy consistentes. La síntesis de mayoréxito ha sido lo ocurrido con el Partidode los Trabajadores, que, después de 22años de lucha política y de organizaciónde la sociedad, ha colocado como presi-dente de la República a un antiguo me-talúrgico. En mi caso, quiero que la ac-tuación de mi ministerio tenga tres ejes:horizontalidad, control social y una nue-va manera de hacer política de medioambiente. No basta con la figura de la ministra, por muy carismática que sea.Hace falta capacidad de liderazgo, accióny diálogo. Si la llegada al Gobierno de to-dos nosotros significa que somos produc-to de un esfuerzo colectivo que trae a lapolítica a personas con esta biografía devida, nuestro trabajo tiene que mostrarque este esfuerzo colectivo será capaz delograr resultados en las áreas social, am-biental y económica a la altura de los de-safíos de una nación con 53 millones depersonas excluidas y uno de los mayorespatrimonios de recursos naturales delplaneta.

¿Cómo se siente una persona con su bio-grafía en un Gobierno tan heterogéneo,donde conviven empresarios, diplomáticos,militantes de partidos de izquierda y cen-tro-derecha?Me siento muy cómoda. Tal vez tengaque ver mi experiencia en la selva ama-zónica, donde los ecosistemas son muydiversificados. Por eso las cosas funcio-nan. Pretender que el Gobierno tenga unpensamiento único está condenado al fra-caso. Creo que las distintas miradas de larealidad son el gran elemento dinamiza-dor del Gobierno de Lula. Me siento có-moda en este Gobierno, me gusta la di-versidad social, cultural y política sobrela base de propuestas. Siempre digo quecuando hay principios éticos y moralesduraderos se pueden hacer alianzas di-versas.

¿Tiene usted la sensación de que éste seráun Gobierno más, dentro de la alternancia,o, por el contrario, Brasil está entrando enuna nueva era?Éste es el gran desafío. No pienso en elpartido en sí, sino en el proceso y en el re-

sultado de este proceso. Si somos capacesde reorientar la política económica paraque el país vuelva a crecer y la política so-cial que posibilite la inclusión, entonceseste proyecto tiene que ser victorioso paramás de cuatro años. Si es así habremosconquistado algo muy importante paraAmérica Latina: que un partido de iz-quierda en una coalición de partidos nosea atropellado por el inmediatismo o porla decepción que se produce en torno a re-sultados no alcanzados. Si este proyectoresulta victorioso, la consecuencia será lareelección.

La relación tan especial que establecencon el medio quienes habitan en la selvaconvirtió a la pequeña Marina en unaecologista precoz. Era una criatura, re-cuerda, cuando creía salvar los árbolescortados taponando con pedacitos de ma-dera la salida de la savia. Le hablaba alcedro –“te estoy poniendo penicilina, vasa curarte”–, y repetía las palabras de suabuela cuando trataba con pomada la he-rida de quien acababa de cortarse. El sen-timiento por la selva era muy elemental:cuando se convive en un medio que teprovee de todo surge una relación deamor y afecto.

La conciencia de la lucha por la pre-servación de la selva llegó más tarde,cuando Marina Silva tenía 15 años. Hubouna acción de los seringueiros para im-pedir una tala cerca de su casa. Allí fueella junto a su padre para ayudar y en-frentarse a los propietarios deforestado-res. A comienzos de los años ochenta en-cabezó, junto al entonces líder sindicalChico Mendes, los empates, acciones deprotesta no violentas de los seringueiroscontra la devastación de la selva y el des-plazamiento de sus pobladores. Unos dosmillones de hectáreas de selva se salva-ron como consecuencia de aquella lucha.

“Las poblaciones tradicionales de-fendían la selva, sin saber lo que signifi-caba proteger el medio ambiente o la plu-ralidad étnica y racial. A partir de la dé-cada de los setenta, cuando conocí aChico Mendes, y a través de la teología dela liberación, fui viendo que aquellas ac-ciones tenían una orientación y un pen-samiento que unía a la gente. Despuésvino la universidad y el contacto con am-bientalistas. Eran tiempos de lucha con-tra la tala de árboles, y el concepto se fueampliando hasta el día de hoy. En aquellaépoca, defender la selva era defender la

supervivencia, el medio de vida. Todo elmundo valoraba la tierra por la tierra.En la Amazonia, lo importante es lo quehay encima de la tierra, es decir, la selva,un concepto totalmente distinto del quehay en el sur del país, donde se da másimportancia a la tierra para eliminar laselva y dedicarla a la agricultura. Paralos seringueiros recolectores de caucho,la tierra desnuda no valía nada. La ideade riqueza y bienestar era tener ríos conpeces, castaños, caucho, caza…”.

Usted ha dicho en alguna ocasión que lostres puntos fundamentales de su vida sonsu padre (‘seringueiro’), la fe cristiana yChico Mendes.Sí, fueron una referencia en la forma-ción de mis valores. Mi fe cristiana, por-que lo que la gente dice tiene que tradu-cirse en frutos, no podemos transformarel mundo sólo con palabras. Chico Men-des me enseñó cómo percibir en los otrosel deseo de hacer cosas, y que los proce-sos más fuertes y legítimos son aquellosque consiguen contemplar las tres di-mensiones de la necesidad humana a lahora de actuar: autoría, realización y re-conocimiento. Con mi padre tiene quever el estilo de vanguardia que tenía. Mis

padres nunca nos pusieron cortapisas–éramos 11 hermanos, murieron tres, ysomos siete mujeres y un hombre–, a pe-sar de que veníamos de la cultura de laselva, del norte, donde el machismo tie-ne mucha fuerza. Perdí a mi madrecuando tenía 14 años, y mi padre nuncame enseñó que la mujer no podía hacerciertas cosas.

Usted pasó por el convento.Sí, estuve dos años y ocho meses de no-vicia.

¿Qué buscaba?Inicialmente, mi abuela, que era muycatólica, me dio los primeros conoci-mientos rudimentarios de la fe cristiana.Y así fue como empecé a alimentar elsueño de ser monja. Cuando entré encontacto con la teología de la liberacióndescubrí que no era lo que quería. No espreciso pasar todo el tiempo en la cimade la montaña para contemplar a Dios,por lo que pensé que tenía que hacer lascosas en el valle y no en la cima.

Durante su mandato como diputada deAcre comenzó un largo calvario, en el

“Nuestro trabajo tiene que lograr resul-tados a la altura de los desafíos de unanación con 53 millones de excluidos”

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que la salud se deterioraba progresi-vamente sin que los médicos consi-guieran detectar las causas. La hepa-titis había golpeado en tres ocasiones,pero esta vez era algo más serio. Viajóa São Paulo; pidió ayuda a Lula, a JoséGenoíno (actual presidente del PT) y aotros amigos del partido. Los análisisno detectaban nada, pero ella insistíaen que sentía un gusto extraño en laboca, “como si tuviera una moneda enla lengua”. Nadie la entendía cuandoalertaba que tenía la sensación de es-tar contaminada por metales. Tuvo co-nocimiento de un especialista en lamateria y fue en su busca, sola.

Envió muestras de su cabello a unlaboratorio de Estados Unidos, dondeconfirmaron su sospecha: sufría unacontaminación por metales pesados,contraída probablemente en el trata-miento contra la malaria cuando vivíaen la selva, y que le había provocadoproblemas neurológicos severos y alte-raciones en varios órganos. Tuvo queesperar el parto de su hija Mayara, amediados de 1992, para empezar a to-mar los medicamentos que combatie-ron la contaminación.

¿Los problemas de salud que usted hapadecido han influido en su manera dever el mundo?Mucho. Siempre digo que Dios me dioun espíritu fuerte y un cuerpo débil.Cuando se siente muy cerca la posibi-lidad real de dejar de existir, se tieneuna conciencia mucho más profundade las limitaciones. Se aprende a valo-rar lo que uno es y no lo que le atribu-yen. Esto me ayudó mucho, porque yotengo una parte que soy yo misma yuna parte que me atribuyen. Lo quesoy va conmigo siempre, y lo que meatribuyen puede desaparecer en cual-quier momento. No soy dueña de estaparte. Aprender que eso es así es muyenriquecedor.

Y su salud ¿cómo está hoy?Gracias a Dios tengo una salud razo-nable.

Los que se fueron y viven lejos de la sel-va, muchos de ellos en la periferia de lasgrandes ciudades, ¿sienten añoranza?No todos. Aunque las cosas están cam-biando. Antes mucha gente tenía ver-güenza de decir que era de la selva,porque era sinónimo de pobreza, anal-

fabetismo. Chico Mendes contribuyómucho a recuperar la identidad de lospueblos de la selva y a estar orgullosode ello. En la periferia de las grandesurbes, la gente ha aprendido a haceruna síntesis de los tiempos de la ciudady de la selva. El tiempo de la ciudadtranscurre muy rápidamente, las cosasno son interiorizadas y procesadascomo en la selva. En la selva, todo va aotro ritmo. Una noticia nueva tarda 15días en llegar. Las cosas son más dura-deras: las relaciones, las amistades…

Brasil es como un continente, con paí-ses y pueblos muy distintos. ¿Es posiblela integración de todos ellos?Brasil tiene una cultura integrada. Esfantástico que un país continental, concostumbres bien diferenciadas, tengauna integración cultural tan fuerte. Elseringueiro y el industrial paulista tie-nen el mismo sentido de referencia deser brasileño. La cultura brasileña tie-ne una ligazón muy fuerte.

¿Cómo explicaría a un niño qué es el de-sarrollo sostenido?Tal vez la mejor manera de entender

qué es el desarrollo sostenido sea pen-sar como un niño, que no tiene con-ciencia de los riesgos de su futuro. Unniño imagina que tener agua potable yaire puro es algo normal para toda lavida. Recuerdo que de pequeña no te-nía ninguna duda de que aquella in-mensidad de la selva era infinita, noterminaría nunca. Hoy, cuando vuelvoa mi tierra, todo ha cambiado, granparte de la selva ha sido devastada.

¿Cuáles son los mayores devastadoresde la selva?Hay un conjunto de cosas. La agricul-tura intensiva es, sin duda, una de lasmayores causas de la deforestación,además de la explotación ilegal de ma-dera, los garimpeiros [buscadores demetales y piedras preciosas] depreda-dores… La explotación de los recursosnaturales no tiene por qué ser depre-dadora. No es cuestión de más repre-sión, sino de una respuesta en buscade una alternativa que tenga en cuen-ta los 20 millones de personas que vi-ven en la selva.

¿Cree usted que Brasil ha conseguidodemostrar en los foros internacionales

la importancia de su riqueza ecoló-gica?El mundo desconoce el potencial denuestros recursos naturales. Todavíaestamos a tiempo para ejercer un lide-razgo. Pero, para ello, todos los brasi-leños, no sólo los dirigentes políticos,tienen que asumir el papel estratégicoque nos corresponde. Ése el desafío dela política ambiental y de nuestro país.

¿Considera usted que el concepto ‘Ama-zonia, patrimonio de la humanidad’cuestiona de alguna manera la sobe-ranía brasileña?Depende. Que la torre de Pisa sea con-siderada patrimonio de la humanidadno me incomoda. Pero la Amazoniacomporta muchas riquezas e inclusocierta mitificación de que es una espe-cie de panacea para todos, lo que enparte es cierto por ser una base delequilibrio del planeta. En este sentido,es un patrimonio porque de ella depen-de la vida de la humanidad. Pero eso nopuede derivar, de ninguna forma, enuna pretensión sobre su soberanía. Elproblema es quién dice, cómo lo dice ycuál es su intención al decirlo.

En el área que a usted compete, ¿le pre-ocupa la actitud de la Administración deBush en la lucha contra el narcotráficoen Colombia, y sus efectos en el medioambiente, o en la negativa a firmar elProtocolo de Kioto?Creo que Brasil busca afirmar una rea-lidad de igualdad con todos los paísesdel mundo que sea ventajosa para losintereses económicos y sociales deBrasil, y percibiendo que forma partede un proceso inexorablemente global.Usted puede hablar de su aldea, viviren su aldea, cultivar su aldea, pero sualdea está conectada con todas las al-deas del planeta. Creo que la humani-dad tiene que crear principios éticos,en relación a la guerra, al hambre, a laexclusión planetaria; con 2.000 millo-nes de personas pobres…

¿Cómo imagina el mundo, y concreta-mente Brasil, dentro de 25 años?Tengo que imaginarlo con menos po-bres, menos analfabetos; con más soli-daridad entre los pueblos, más respe-to a la diversidad cultural, más es-fuerzo para que las generacionesfuturas puedan usufructuar de losmismos recursos que hoy disfruta-mos… De aquí a 25 años tendré 70años. Me gustaría recordar esta entre-vista y poder decir: logramos esos ob-jetivos, que mejoraron muchas cosas.Necesito creer en todo esto para llegarhasta allí. ●

[03] Marina Silva

“De la Amazonia depende la vida de lahumanidad, pero eso no puede derivaren una pretensión sobre su soberanía”