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¡ES TIEMPO PARA EL HOMBRE!
En el contexto de un nuevo tema de estudio:
La Ecología Humana
Por Peter Mario Saldarriaga S. M.
Medellín. Año 2009
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CONTENIDO DE TODA LA OBRA
INTRODUCCION
LIBRO 1
ÉTICA
La necesidad de una ética práctica para, llegar al entendimiento de
los seres humanos entre sí y de ellos con la Naturaleza.
CAPÍTULO 1
PROYECCIONES DE LA NATURALEZA HUMANA
1.1.0 El orden social del prehomínido. El orden social de la
manada
1.2.0 La “historia” de Adán y Eva es todavía una realidad vigente
1.1.1 La Razón, el nuevo ingrediente de la Creación.
1,2.2 ¿Cuál es el papel de la razón en el ordenamiento de la Vida?
1.2.3 El dilema fundamental para el ser humano en relación con la
Naturaleza: ¿Relación de Poder o de liderazgo?
1.2 4 Síntoma de dominación del líder: El Carisma
1.2 5 Síntomas del efecto sinergético de la acción del líder: La fe
de sus seguidores
1.2 6 Consecuencias de la experiencia de la fe: La autoridad del
líder o, en caso contrario, su negación: El escepticismo
1.2.7 La autoridad del líder, consecuencia de la fe: Origen del
orden social eficaz, de la disciplina auténtica dentro del orden
establecido
1.2.8 ¿Es posible forjar nuevos usos, nuevas costumbres, nuevos
órdenes, nueva cultura?
1.3.0 La Ética
1.3.1 El lenguaje, expresión del carácter, camino del
entendimiento.
1.3.2 La solución verbal de los conflictos.
3
1.3.3 La Cultura de la Vida: La liberación del espíritu humano de
las garras del primitivo animal prehomínido
1.3.4 La liberación del espíritu humano de la tiranía, de la
hegemonía, de la dependencia, del dominio indiscriminado de los
hombres poderosos.
1.3.5 La liberación del espíritu humano de los condicionamientos,
de los determinismos de la Cultura.
1.3.6 El pensamiento utópico, como herramienta para la
liberación del espíritu humano.
CAPÍTULO 2
DEL MITO A LA RAZON
2.1.0 El principio de la razón.
2.2.0 Respuesta humana a sus retos vitales.
2.3.0 La noción de deidad
2.3.1 la imagen de los dioses en la mente humana de la
modernidad.
2.3.2 La deificación de los fenómenos de la Naturaleza, y su
relación con la experiencia inmediata del hombre al entrar en
contacto con ellos
2.3.3 ¿Son razonables las luchas religiosas, desde el punto de
vista del presupuesto de la fe?
2.4.0 La sustitución en las sociedades secularizadas del
pensamiento religioso por el pensamiento ideológico.
2.5.0 ¿Es posible la construcción de una ética universal?
2.6.0 El trabajo de desarrollar las herramientas idóneas para la
interacción social justa.
2.7.0 El Estado moderno y sus compromisos humanos.
LIBRO 2
GLOBALIZACIÓN ECONOMICA
¿Oportunidad o frustración?
4
CAPÍTULO 3
TEMA ESTRATÉGICO DE FONDO EN LA POLITICA
CONTEMPORÁNEA
3.1.0 La política internacional.
3.2.0 El tema de la Globalización.
3.2.1 La globalización bipolar.
3.2.2 La globalización del Mundo en los tiempos finales del
Imperio Castellano.
3.2.3 La globalización anglosajona
3.2.4 La globalización mirada desde un ángulo moderno.
3.0.0 ¿Tiene o no tiene la Vida su propio sentido?
3.1.0 El eje de la respuesta: La propuesta del Amor
3.5.0 El proceso de la energía
3.6.0 La consciencia de la realidad actual
CAPÍTULO 4
LA CONSCIENCIA DE SÍ MISMO
4.1.0 Las preguntas fundamentales.
4.2.0 ¿Puede la Ciencia afrontar el reto de proponer las bases
físicas de una humanidad sostenible?
4.2.1. La navegación oceánica.
4.2.2 Otros horizontes de la Ciencia
4.2.3 La visión del conflicto.
4.3.0 ¿Podemos contar con el apoyo de la Ciencia en el esfuerzo
serio de prescindir de la Guerra?
4.3.1 Algunas consecuencias de los cambios en el
comportamiento de la Naturaleza Humana por acción del
Hombre.
4.3.2 La herencia de su vieja condición animal.
4.3.3 ¿Podría ser la globalización, como ha sido planteada, acaso
un enorme e imprático absurdo?
4.3.4 El etiquetado de los hombres, ¿un sofisma de distracción?
5
4.3.5 La globalización al estilo propuesto por las grandes
potencias económicas del Planeta.
4.4.0 El inhóspito medio siberiano modela muchas de nuestras
viejas costumbres y tradiciones políticas.
4.4.1 Los tonguses
4.4.2 Los vogules, los ostiakos y los samoyedos, los mongoles,
los tchouktche, los koriakos. Los kamtchadalos.
4.4.3 Los turcómanos.
4.4.4 Los kirguishes.
CAPÍTULO 5
LAS CONDICIONES CIVILIZADAS DE VIDA
5.1.0 La Realidad
5.2.0 El conocimiento de la Realidad
5.3.0 El pensamiento científico
5.4.0 Derribando paradigmas científicos
5.5.0 El legado imperecedero de la cultura cristiana occidental a
los pueblos americanos.
5.6.0 De cara a un cambio de actitud frente a las propuestas éticas
de la civilización moderna occidental
5.7.0 Influencia del conflicto generado entre el mundo moderno y
la ciencia contemporánea en el desempeño del técnico y del
ingeniero
5.8.0 La crisis del ingeniero en Colombia
5.9.0 Consecuencias del rompimiento del eje cultural de
Occidente en la cultura contemporánea
5.10.0 Una consecuencia de los descubrimientos científicos de la
actualidad: La necesidad de un nuevo encuentro del Hombre con
la Naturaleza
5.11.0 El origen del comportamiento de los occidentales y su
forma de hacer cultura.
5.12.0 ¿Son o no una realidad, la madurez mental de la Ciencia,
de la Cultura Occidental?
5.13.0 ¿Qué podría significar todo aquello para el científico, el
técnico, el ingeniero actuales?
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5.14.0 Cambios importantes en la mentalidad de Occidente
generados por la experiencia científica
5.15.0 Una mirada retrospectiva. Una mirada dentro de nosotros
mismos
5.16.0 Una utopía digna de realización
5.17.0 Una noción de ecología humana, consecuencias de su
aplicación a la vida humana
5.18.0 Avances científicos que abren nuevos horizontes en el
conocimiento de la Realidad.
LIBRO 3
EL PENSAMIENTO CIENTÍFICO
OCCIDENTAL
CAPÍTULO 6
ORIGEN, APLICACIONES
6.1.0 Introducción al pensamiento científico
6.1.1 Qué es el pensamiento científico
6.1.2 La lógica científica
6.1.3 El lenguaje científico
6.1.4 La experimentación. Los modelos experimentales
6.1.5 El desarrollo y significación de los instrumentos de
observación
6.2.0 La dinámica del pensamiento científico. El rompimiento de
paradigmas del pensamiento científico.
6.2.1 El origen humilde de la Ciencia
6.2.2 El mundo que supera la Ciencia como disciplina reconocida
6.3.0 Empieza a romperse el eje de la Cultura
6.4.0 La Gran Controversia
6.5.0 El gran conflicto ético entre la Reforma y la Contrarreforma
6.6.0 La extraordinaria obra misional de los jesuitas en América y
Asia
6.7.0 Influencia del pensamiento científico en la vida cotidiana
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CAPITULO 7
LA TECNOLOGÍA
7.1.0 La Técnica
7.2.0 La dinámica de la tecnología
7.3.0 El valor de la tecnología Obsolescencia de los modelos
científicos y tecnológicos. El rompimiento de paradigmas
7.4.0 El aporte de la técnica a la vida cotidiana
7.4.1 La Revolución Industrial
7.4.2 El espíritu de los hombres que lograron la Revolución
Industrial
7.4 3 El movimiento obrero. Antecedentes de la Revolución Rusa
de Octubre de 1917
7.4.4 La transformación de las sociedades tradicionales en
sociedades urbanas
CAPITULO 8
LA INGENIERIA
8.1.0 La Ingeniería interpretada como el conjunto de técnicas
destinadas a la solución práctica de los problemas humanos por
medio del uso racional de los recursos naturales
8.2.0 La Ingeniería y su propósito de optimizar el uso de los
recursos naturales en la Industria Humana. Los modos de su uso.
La instrumentación de la Industria. La reutilización y reciclaje de
deshechos. El equilibrio Ecológico
8.3.0 El manejo de la Crisis por los Ingenieros. La crisis de la
Ingeniería
8.4.0 La influencia de la Ingeniería en la vida cotidiana
8.4.1 El proyecto de ingeniería más grande en 4.000 años desde
Keops, cambia la suerte de una nación
LIBRO 4
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
8
CAPÍTULO 9
DEL GENIO HUMANO
9.1.0 Cómo eran las raíces del europeo que partió la Historia
Universal en dos con el descubrimiento y la colonización de
América; del que dio origen a la civilización contemporánea.
9.2.00 De la caza, la pesca, la rueda, el manejo de metales, la
guerra y la navegación a la compleja economía de la sociedad
humana de hoy
9.2.1 De la caza y la pesca.
9.2.2 La Rueda
9.2.3 El manejo de los metales
9.2.4 La Guerra
9.2.5 La Navegación
9.3.0 De Stonehengue al urbanismo actual. El desarrollo
industrial
9.3.1 En la Europa antigua
9.3.2 En la América primitiva
9.3.3 La evolución de las culturas americanas hasta su
reencuentro con el Viejo Mundo
9.4.0 El desafío que representa para el científico el medio social
actual
9.5.0 El establecimiento de estructuras sociales humanas para el
desarrollo de empresas colectivas
9.6.0 Reparos a la “ciencia ficción” como medio eficaz para la
ambientación de las mentes jóvenes al mundo moderno
9.7.0 El nuevo reto de las Ciencias: Darle las oportunidades al
Hombre, no quitárselas
9.8.0 El Hombre tiene habilidades para moverse en los espacios
del espíritu. Es esencialmente espiritual
LIBRO 5
EL HOMBRE EN AMERICA
9
CAPITULO 10
LAS CULTURAS DE MESOAMÉRICA
10.1.0 Los pueblos originarios
10.2.0 Los huastecos y otros pueblos inmigrantes
10.3.0 Las culturas superiores de Mesoamérica
10.4.0 Los Aztecas
10.5.0 Las culturas de Zacatenco y Ticomán
10.6.0 Las culturas de Coloma y Nayarit
10.7.0 El pueblo tarasco
10.7.1 La cultura tarasca
10.7.2 La cerámica tarasca
10.6.0 La cultura olmeca
10.6.1 La cerámica olmeca
10.8.2 La escultura olmeca
10.8.3 El país olmeca
10.8.4 La arquitectura y el urbanismo
10.8.5 Los tesoros artísticos
10.9.0 La cultura teotihuacana
CAPÍTULO 11
EL IMPERIO AZTECA
11.1.0 El significado de la religión
11.2.0 Algunos aspectos de la vida material
11.3.0 Algunos aspectos de la vivienda y el urbanismo
11.4.0 La escultura azteca.
11.5.0 La pintura
11.6.0 Aspectos de su estructura política
11.7.0 Aspectos de la industria artesanal
11.8.0 La metalurgia y los trabajos en plumas, piedra y otros
CAPITULO 12
LA CULTURA MAYA
10
12.1.0 El Medio Natural. La Economía. Su área de dispersión
12.2.0 La historia maya
12.2.1 El Viejo Imperio y su cultura
12.2.2 El urbanismo
12.2.3 La población y su legado cultural
12.2.4 El Clan, base de la organización social
12.2.5 Las demandas de su vida cotidiana tipifican su industria
12,2.6 La agricultura y el espacio para la civilización
12.2.7 Copán: El centro científico. La Meca del arte y la
civilización maya
12.8.0 La lectura de los jeroglíficos mayas
12.2.9 La decadencia del Viejo Imperio
12.2 10 El testimonio arqueológico
12.2.11 El testimonio documental
12.2.12 El Nuevo Imperio maya
12.2.13 Significado universal de la cultura maya
12.2.14 La religión de los mayas
CAPÍTULO 13
LAS ANTIGUAS CULTURAS DEL PERÚ
13.1.0 La era incipiente
13.1.1 El período pre – agrícola
13.1.2 El período agrícola antiguo
13.2.0 La era del desarrollo
13.2.1 El período formativo
13.2.2 El período cultista
13.2.3 El período experimental
13.3.0 La era floreciente
13.4.0 La era climática
13.4.1 El período expansionista
CAPÍTULO 14
EL IMPERIO INCA
14.1.0 La historia
11
14.2.0 La vida económica
14.2.1 La caza y la pesca
14.2.2 La cría de animales domésticos
14.2.3 La agricultura
14.2.4 La preparación de los alimentos
14.2 5 El vestido
14.2.6 El ciclo de la vida de las personas
14.2.7 La arquitectura y el urbanismo
14.2.8 Otras obras de ingeniería: Caminos, puentes y obras de
riego
14.2.9 El uso de los caminos. El transporte. Las comunicaciones.
14.2 10 La mayor expresión de plenitud artística peruana: Los
textiles
14.2.11 La cerámica. La metalurgia. Otras artes menores
14.3.0 La organización social
14.4.0 La organización política
14.5.0 La Religión
14.5.0 Algunos aspectos de la vida intelectual
CAPITULO 15
LOS PUEBLOS DE LA REGIÓN SEPTENTRIONAL
OCCIDENTAL DE SUR AMÉRICA
15.1.0 Panorama humano general
15.2.0 Las migraciones y las interacciones entre las poblaciones
aborígenes en Sur América septentrional
15.3.0 La Arquitectura, La vivienda.
15.4.0 La Agricultura El transporte. Las vías. Las comunicaciones
15.5.0 El transporte, las vías, las comunicaciones.
15.6.0 La Metalurgia.
15.7.0 Los hilados y tejidos. El Arte rupestre. La cerámica. La
Escultura. Otras artes
15.7.1 El arte rupestre
15.7.2 La cerámica.
15.6.3 La escultura.
15.8.0 La organización social. La familia. El parentesco
15.9.0 Algunos aspectos de la organización política
12
15.10.0 La visión religiosa y el culto
15.11.0 Similitudes con las culturas peruanas
15.12.0 Extensión de la memoria americana sobre su tradición.
Testimonios Sobre su vida cotidiana y acerca de su proyección
espiritual.
CAPÍTULO 16
EL CHOQUE DE DOS MUNDOS
16.1.0 ¿Acaso tienen alma los indios americanos?
16.2.0 A pesar de la oposición de los intereses creados las
misiones jesuitas demostraron que es posible el rescate del
Hombre; Todavía más, que debería ser considerado un proyecto
político inaplazable
16.3.0 El mundo feliz posible
16.4.0 Hacia la búsqueda de un sincretismo cultural
LIBRO 6
LA ENERGÍA; COMBUSTIBLE DE LA VIDA
CAPÍTULO 17
NUESTRO HOGAR UNIVERSAL
17.1 0 El impulso primigenio y la evolución del Universo.
17.1.1 El Big Bang
17.1.2. La formación del primer elemento de la Tabla Periódica:
El Hidrógeno
17.1 3 Las primeras generaciones de estrellas
17.1.4 La formación de los elementos más pesados. La formación
de los sistemas estelares de segunda generación
17.1.5 La Materia: ¿Una forma de “condensación” de la Energía?
El proceso de la Evolución.
17.1.6 El Universo: Colosal escenario de la Vida
17.1.7 La Vía Láctea: Nuestra galaxia
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17.1.8 Nuestro sistema solar. Desarrollo local del proceso de la
Energía
17.2.0 El Ciclo del Carbón: El sistema fundamental de la
economía de la Vida.
17.2.1 El “Árbol” de la Vida, y la interacción de sus “ramas” en
cada hábitat. La ecología natural. Mantenimiento y regeneración
del Medio Ambiente. La Ecología Natural. Simbiosis con la
especie humana. Relaciones con su “liderazgo” interespecífico.
17.2.2 La Economía Humana vista como un capítulo de la
Economía Natural
17.2.3 El proceso de la evolución con rostro humano
17.3.0 Las Leyes de la Termodinámica. El concepto de Entropía.
17.3.1 Aplicaciones generales de las leyes de la Termodinámica
17.3.2 Aplicaciones de las leyes de la termodinámica a la
economía de la Vida y a la economía humana
CAPÍTULO 18
EL SIGNIFICADO CÓSMICO DEL TRABAJO HUMANO
18.1.0 La visión del Trabajo desde el punto de vista de la
Ergonomía
18.1.1 El funcionamiento del cuerpo como “instrumento” de
trabajo del sujeto humano.
18.1.2 El rendimiento en el trabajo y en el deporte. Los deportes
de alto rendimiento
18.1.3 La Ergonomía como materia interdisciplinaria de la
Ingeniería y la Medicina
18.1.4 La Energía, su obtención y disposición: Propósitos básicos
del Trabajo
18.1.5 La movilización y transformación de los recursos naturales
18.1.6 El Trabajo visto como una opción de “encuentros” <<no
fortuitos>> del Hombre con los demás seres de la Naturaleza.
18.2.0 Algunas categorías económicas expresadas en términos
ergonómicos. Aplicación del cálculo vectorial al estudio del
balance económico. Efectos a corregir, en las aplicaciones
perversas de la tecnología electrónica a los conceptos
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desactualizados de la Economía Clásica: La deformación y el
empobrecimiento de la visión de la persona humana.
18.2.1 La unidad de medida del valor económico del Trabajo: El
Ergio.
18.2.2 Valor económico – social de la salud física y mental.
18.2 3 Especificaciones de las cargas de trabajo.
18.2.4 Los requerimientos nutricionales. Las condiciones
ambientales para los altos rendimientos
18.2.5 El cuerpo humano como “activo” básico para aprovechar
en el Trabajo.
18.3.0 La estructura social vista como un “supracuerpo”.l
18.3.1 El cálculo económico del valor de los riesgos.
18.4 0 La noción de Industria
18.4.1 Cálculo del costo.
18.4.2 Las líneas de abastecimiento
18.4.3 El “Mercado”. Estructura, dinámica, personalidad.
Tendencias, modas, relaciones con la Cultura
18.4.4 Los problemas que soluciona la Industria
18.4.5 El control ciudadano de la actividad pública, Una
“auditoría” muy singular.
18.4.6 Infraestructura Industrial, infraestructura de poblamiento.
Desarrollo urbanístico y de infraestructura
18.4 7 El manejo económico y el liderazgo de la gestión industrial
18.4 8 El apoyo estratégico del Trabajo y el desarrollo de la
consciencia del consumidor
CAPÍTULO 19
LA INDUSTRIA ALIMENTARIA: UN ENFOQUE
NOVEDOSO DEL TEMA
19.1.0 No hay una identidad clara ni una visión integral de la
Industria de Alimentos
19.1.1 Hay millones de empresas que ofrecen “comida” para
cubrir la “demanda” de alimentos
19.1.2 La noción del consumidor acerca de sus necesidades
nutricionales. Racionalización de la educación, desde el punto de
vista de la nutrición optima.
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19.1.3 Las tendencias económicas en la evolución de la demanda.
La nueva consciencia del bienestar.
19.1.4 Necesidad para el empresario de conocer acerca de los
requerimientos nutricionales de su cliente
19.1.5 El ajuste de la oferta industrial de alimentos con los
requerimientos nutricionales del consumidor
19.2.0 La salud a partir de la buena nutrición
19.2.1 Presupuesto de vida, de rendimiento ocupacional,
requerimientos de servicios de salud y seguridad social
19.2.2 Optimización de la inversión en los recursos humanos, en
el aparato productivo y en la seguridad social
19.3.0 El desarrollo de un plan coherente de ofertas para una
industria de alimentos con visión global
19.3.1 Desarrollo de fuentes de abastecimiento primarias
confiables en la tierra y en el mar
19.3.2 Influencia de las formas de tenencia de la tierra en la
eficiencia de su uso como fuentes de recursos primarios para la
alimentación.
19.3.3 Requerimiento de la planificación integral vertical de los
empresarios a lo largo de toda la cadena de abastecimiento.
LIBRO 7
POR EJEMPLO…
CAPÍTULO 20
DEL CAOS, DE LA ANARQUÍA AL ORDEN
20.1.0 El lenguaje que uso, por naturaleza, el que usa todo ser
humano, es un lenguaje simbólico
20.2.0 La implementación de una ética práctica
20.3.0 La “Psicología de la Forma” y la visión en profundidad de
la Realidad
20.4.0 El Enfoque técnico fundamental: El aprovechamiento de
las fuentes energéticas del Sistema Solar
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APÉNDICE:
Encíclica “Caritas in Veritate” de Benedicto XVI. Ver:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/docu
ments/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html
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INTRODUCCIÓN
Luego de unos cuantos años de reflexionar sobre el transcurso de
mi vida, me doy cuenta cuán pobre fue siempre el fundamento de
mis decisiones, cuán flojas las bases de mis opiniones, cuán
ingenua la elección de mis referentes, cuán etérea, difusa,
insustentable mi visión, cuán errados muchos de los caminos
escogidos, cuán gigantescos los escollos, cuán poderosas la
fuerzas encontradas a superar, cuántos velos, cuantas humaredas,
cuantas sombras interpuestos en el camino escondían mis mejores
opciones, cuán maliciosa la multitud de seducciones encaminadas
a buscar la hipoteca de mi vida, el compromiso de mis energías en
la consecución de logros ajenos. En medio de toda aquella
confusión, sin embargo, escogí de buena fe, fui decidido en la
conquista de mis logros, traté de darle buen ejemplo a los que me
rodean y mi obra no fue, en la mayoría de los casos, resultado de
premeditaciones perversas, sino de mis mejores propósitos, de
aspiraciones sinceras y razonables. Ahora, ya maduro, quiero yo
entender mejor mis motivos, mis motores, mis sueños, explicarme
mejor la razón profunda de mis acciones, de mi manera de pensar,
de mi contexto social y su historia, al menos sus aspectos más
relevantes, de los conflictos que se daban en su medio, de las
perturbaciones que aquellos generaban, etc.
Nunca me consideré una persona especial. Me consideré alguien
del común, digamos de clase media, de una familia corriente
aunque bien constituida por un padre trabajador y juicioso y una
madre hacendosa y amorosa; con comodidades económicas y con
la oportunidad de estudiar una carrera técnica, como los de mi
generación, nacido en una ciudad de provincia, pero destinada a
ser una gran ciudad, un gran centro de vida típicamente urbana,
quizás, donde se percibían, de manera especial, las consecuencias
de los eventos de importancia mayor en un mundo que cambiaba
de un día para otro y cuyos elementos constitutivos se acercaban,
entre sí, más y más cada día, por efecto del desarrollo tecnológico
de los medios de comunicación, sin que ello significara,
finalmente, mayor cercanía entre los seres humanos, sino
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definiendo en conjunto, más bien una vida humana, un proceso
social cada vez más conflictivos.
Pero en mis indagaciones, aún siendo joven, encontré que mi
visión, mis dificultades, mis escogencias erróneas no eran un
problema solamente mío, mi visión y mi mentalidad no eran un
asunto que me afectaba a mí solamente. Entre la gente que vivía
alrededor mío, aún estando cerca, había distancias insuperables
que no entendía. En un mundo de libertades aparentes, de
“independencias” personales, de opciones “ciertas”, todos, mis
vecinos y yo caminábamos como en medio de un gran rebaño de
ovejas por caminos trazados por otros, cumpliendo expectativas
sembradas por otros, enfrentando conflictos manipulados por
otros que no lográbamos entender cabalmente.
¡Era increíble, para mí, darme cuenta, que la mayor parte de mi
vida no fui realmente dueño de mí mismo! Mis resultados no
estaban determinados necesariamente por mi voluntad, incluso ni
siquiera por mi arduo trabajo; mis esfuerzos estuvieron muchas
veces, orientados a neutralizar, a conjurar los efectos de acciones
extrañas, que interferían mi labor y que no sabía si eran inocentes
o perversas. Lo que en el argot de la política se denomina,
“apagar incendios” que tenían muchas veces el significado de
amenazas serias contra mi suerte, contra mi vida, provocados
incesantemente por otros. Veía que a quienes me rodeaban
también les ocurría lo mismo. Todavía más, veía cómo en mi país,
en mi ciudad, en mi sociedad, ni siquiera el estar lejos y aislados,
aparentemente, de los Medios donde, parece, se toman las grandes
decisiones en el Mundo, donde, parece, se urden los planes que se
ponen en marcha para controlar, para asegurarse de la
participación en los resultados de la gestión productiva ajena, en
los beneficios globales del Trabajo, difícilmente ha podido
evitarse que nuestras vidas dejen de depender y estén
condicionados decididamente por los designios de otros, que
nuestras aspiraciones, por modestas y justas que sean, deban estar
en último lugar como motivo primario para alentarnos en nuestro
propio trabajo, y que no dejen de ser meros asuntos locales, sin
mayor trascendencia al nivel global. Esa convicción me condujo
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a elegir la disciplina técnica que finalmente elegí, la Ingeniería
Administrativa, algo así como un “Management Engineering”,
luego de haber cursado dos tercios de la Ingeniería Civil y,
eventualmente, me condujo a mejorar mis habilidades de
observador social, lo cual fue de gran ayuda durante mi vida
posterior en mi lid de autodidacta. De ahí también se deriva el
título de esta obra: ¡Es Tiempo para el Hombre!, que más que
título simple, es una afirmación vehemente que me permite el
desahogo de un “taco” contenido por muchos años, que intenta
mover en el público, en cada lector, el despertar de una
consciencia de sí mismo, mover a su lucha por conseguir y
mantener el respeto al derecho de <<ser uno mismo>>, del
derecho a la autogestión de los hombres, individual y
colectivamente considerados.
Una de las cosas que me llamó siempre la atención, era la
tendencia de los especialistas en mi área, que es, básicamente, el
manejo de la planificación industrial, del comercio, y su
implementación, a elegir referencias muy cercanas históricamente
y muy simples para sustentar sus trabajos, que consisten, en gran
parte, en labores de predicción de resultados, apoyada en técnicas
de manejo matemático de curvas que los describen, el uso de
referencias provenientes de trabajos experimentales realizados
antes sobre el tema, o modelos matemáticos ya evaluados, que
permiten ciertas proyecciones, dentro de márgenes de error
aceptables. Aún a pesar de los logros obtenidos hoy por el uso de
esos métodos de sistematización de la observación, considerados
rigurosos, ¡y lo son!, me sorprende hoy, sin embargo, el apego a
tales herramientas y la manera como muchos técnicos se resisten
a agotar las fuentes de referencia inmediatos y se apegan, para sus
estudios técnicos, sólo a ciertos aspectos <<de “alto nivel
profesional”>> en su visión vital, esenciales sí, como los aspectos
económicos, financieros, de los materiales a usar, de las
características del suelo a servir de apoyo a las infraestructuras
necesarias, de los procesos de manufactura a elegir, del diseño de
los puestos de trabajo, de la calidad y especificaciones de las
obras civiles a desarrollar, etc., sin atreverse a ampliar sus
perspectivas de observación más allá, (¿por falta de visión
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comprehensiva, por demasiado “pudor” profesional al tener que
considerar aspectos “demasiado profanos” de la realidad
cotidiana, o con los que profesionalmente y consuetudinariamente
nada creía tener?), hasta perder, en sus intentos inquisitoriales, la
perspectiva humana requerida, la proyección histórica de muchos
de sus temas de estudio, el conocimiento del sujeto al cual sirven,
de sus aspiraciones, de sus frustraciones, de los riesgos que
representan sus proyectos respecto de sus fines humanos , etc.
Con una ingeniería incursionando cada día más, desde mediados
del siglo XX en campos antes específicos de las humanidades, e
interesándose más en temas que tienen qué ver con la aplicación
del rigor científico en áreas en que antes parecía suficiente el
manejo un poco más especulativo, me pareció que valía la pena
avanzar más en la consideración de los estudios históricos y en
otras áreas manejadas hoy con base en la investigación científica,
como la Geología, la Antropología, la Sociología, la Economía,
etc. En mi opinión, ello enriquecería y le daría más solidez a la
respuesta de cualquier cuestionamiento que pudiera hacerme. Así
es como, aún no siendo rigurosamente sistemático, planeé abordar
el tema de este trabajo, en el entendimiento de que hallaría no
pocas novedades de proyección histórica que le darían relieves y
sentido inesperados a las explicaciones que yo buscaba.
Dentro de las preocupaciones que me embargaban, era entender el
origen, las raíces de muchos aspectos de nuestra visión de la
Realidad, de de nuestra mentalidad, de muchas de las costumbres
y usos comunes en nuestra sociedad de hoy, que afectan
profundamente nuestra vida, muchos de los cuales son verdaderos
paradigmas que nos separan insidiosamente de un aceptable nivel
de vida, de una real armonía de vida, hoy, con otros seres
humanos, por decirlo de alguna manera, de otras culturas. Fue
sorprendente para mí enterarme que una inmensa porción de las
poblaciones del planeta, incluidas las sociedades más avanzadas,
viven como lo hacían hace mil, mil quinientos, dos mil o más
años atrás. Para mí es obvio, que en esas circunstancias su
adaptación a las instituciones modernas es insuficiente. Muchos
actos humanos parecen plenamente reprobables, perversos en sí
21
mismos, mirados desde nuestra perspectiva actual; muchas
costumbres, por ejemplo, merecen la sanción social, y aún, la
sanción legal de los sectores más avanzados de la sociedad
moderna y de sus instituciones. Es obvio, que una sociedad
urbana, con aspiraciones de ser ampliamente democrática, como
la nuestra, va a encontrar muchas dificultades si no se enfrenta
con objetividad el problema. Hoy, me atrevo a pensar, que los
difíciles circunstancias de violencia que afrontan Colombia y
muchas otras naciones del planeta se relacionan con esta
situación, que no hemos logrado comprender cabalmente.
El que sean adoptados hábitos respetuosos de la democracia en
sociedades habituadas a la aceptación de formas de liderazgo
primitivo como el caudillismo, como la de los discursos que
excitan a la acción mediante la inflamación emocional, como la
intimidación de la fuerza sobre la razón, donde imperan toda clase
de movimientos hostiles a las instituciones sociales, donde pocos
se preocupan por la concordia y la armonía social, por el bien
común, sino por su predominio hegemónico, donde los conflictos
no se enfrentan con el debate sino con la amenaza de ruina, con
las armas, es más un acto de fe que la aceptación de una realidad
social. En los sistemas democráticos el Poder no está detrás del
fusil ni de la propiedad del Capital; está detrás de la <<Opinión
Pública>>. No detrás de una opinión pública inexistente,
deformada, superficial, artificial, como la opinión de los
“consumidores” sometidos a un bombardeo despiadado de la
publicidad comercial, sino detrás de una opinión pública mirada
en profundidad, que encierra elementos del carácter humano, de
su consciencia, de su subconsciente, de su inconsciente,
construidos a través de generaciones y de interacciones culturales
e interacciones con el Medio Natural donde creció cada
personalidad, y que han dejado en cada persona un rastro propio,
unos valores singulares, fuente muy importante de riqueza
patrimonial de las culturas que han de desarrollarse en el porvenir.
El valor de la Democracia reside, en su mayor parte, en su poder
de preservación de aquellos patrimonios humanos, en su poder de
permitir la elección de nuevos caminos concretos, la búsqueda de
otros destinos, de refinar la cultura, de mejorarla como
22
instrumento de desarrollo de la consciencia. El poder de la
Democracia, en este sentido, puede oponerse al poder de la
Fuerza, al poderío económico, pero puede ser coherente con ellos.
Todavía más, puede conjugarse con ellos.
En las mentes visionarias la esperanza en la Democracia parte de
la Fe, de la confianza en que es posible disfrutar de aquel
patrimonio cultural que todos los humanos hemos heredado, y que
define básicamente nuestras identidades, en que puede construirse
sociedad, comunidad, esferas públicas, sin que dejen de
permanecer las diferentes esferas privadas, en que pueden
conjugarse las aspiraciones de todos para obtener las aspiraciones
comunes, en que puede trabajarse en común para escoger el
camino que han de seguir las sociedades humanas, las
comunidades. El desarrollo científico y tecnológico es una
promesa en cuanto ayuda a generar una consciencia objetiva de la
realidad, en este campo. Ese desarrollo serviría como una base
muy fuerte para construir y redoblar la confianza en el
aprovechamiento de las opciones que ofrece la Democracia. Ello,
sin embargo, no “blinda” esas suertes de la Democracia, frente a
los malos usos de quienes no se comprometen con ella, con el
Hombre tal como lo muestra la experiencia: El aprovechamiento
del desarrollo tecnológico no ha sido eficaz en su aplicación a las
telecomunicaciones; en no pocos casos, ese aprovechamiento ha
sido algo perverso:
La necesidad de mantener el <<crecimiento económico>> como
un índice elocuente de Progreso, la necesidad de <<conquistar>>
nuevos mercados, entre otras cosas, asumidos como propósitos
ideales de los empresarios modernos, como exigencias, “sine qua
non” es imposible mantener su autoestima y su confianza en el
Porvenir, han hecho, que ellos, en el marco de la Economía
Liberal, apoyados en el desarrollo tecnológico de las
comunicaciones y de los medios, sobrepasen sutilmente las
fronteras de la esfera privada del público consumidor, y lleguen a
pretender <<prefabricar>> la opinión pública, crear nuevas
necesidades humanas, generar expectativas, que, más que
favorecer la adaptación de la Sociedad al Medio la desadaptan
23
más, incluso enajenan sus decisiones de “consumo”,
<<justifican>> los modelos de consumo propuestos en las
percepciones de la persona, en vez de respetar y mantener la
autonomía vital del público, todo ello en orden a su propio, pero
privado interés. La sociedad “liberal” moderna no solamente está
cada vez más desarticulada, sino que esta experiencia y las
consecuencias que de ella ha derivado la gente, han hecho que las
personas mayores, para las que es importante todavía su tradición,
se vuelvan, como ocurre en Colombia, más desconfiadas y más
recelosas, que se divorcien, que se distancien más de la manera de
pensar de la juventud indefensa, que abraza sin reservas esa
influencia, sin tener claridad frente a la opción de su propia
enajenación, incluso, de la pérdida de su propia identidad,
convirtiéndose en una víctima explotada y envilecida, en un
verdadero <<autómata>> proveedor de renta de la Sociedad de
Consumo.
Esa práctica, dentro del contexto de la Globalización Económica,
ha conducido a una verdadera encrucijada económica: No se trata
ya de la inseguridad que pueda generase en ciertos lugares del
Planeta para los grandes conjuntos económicos multinacionales, y
pueda asegurarse la integridad del conjunto, con el apoyo de su
actividad en los lugares donde la Globalización ha logrado
consolidarse, o que su gran escala preserve su capacidad de
competencia, sino que sus factores internos de inestabilidad
puedan generarse dentro de aquellas gigantescas estructuras
centralizadas, de manera semejante a como se dio la crisis
económica de 1930 que se propagó con sus efectos en todo el
Mundo. ¿Es válida aquella pretensión inicial para las masivas
privatizaciones de las empresas públicas, para las fusiones y las
liquidaciones masivas de empresas que vivimos los últimos diez
años de neoliberalismo? La crisis económica, que se empieza a
manifestar durante este año del 2008 en los EE. UU. de Norte
América, que empieza a extenderse por todo el Mundo afectando
las expectativas de crecimiento económico de las naciones, es una
muestra evidente, de los problemas que nos esperan en el futuro,
y tiene todas las de convertirse en una verdadera catástrofe. La
codicia de algunos dirigentes bancarios los movió a conceder
24
préstamos impagables para la compra de vivienda a clientes
insolventes y a asegurar su recuperación, negociando en otras
agencias financieras las hipotecas. El resultado acumulado es que
esas agencias tuvieron qué recibir un número inusual de
propiedades de vivienda, se sobrecargó la oferta de las mismas y
se cayeron los precios que sustentaban el retorno de esas
hipotecas. El Gobierno ha tenido que lanzar un plan de apoyo
financiero de US$ 700.000 millones de dólares (a cargo de los
contribuyentes), pero los ingresos de aquellos dirigentes que se
volvieron millonarios, de la noche a la mañana, quedó intacto y en
sus manos, al menos hasta ahora. Ello ha generado muchos
comentarios: Es “el fin del Capitalismo”, al menos del
Neoliberalismo. En lo político, dado que las elecciones para
presidente de los EE. UU., se realizan en este contexto, parece
que va a darse un giro de 180 0 en el cual, la política
intervencionista del partido Demócrata tomará el puesto de la
absolutamente liberal del partido Republicano, procurando
<<llenar el espacio>> dejado por una ética que desde hace
trescientos años no hace acto de presencia.
Otra de mis preocupaciones era entender cómo podían afectar
nuestra vida actual las relaciones que nuestros antepasados
llegaron a tener con otros pueblos, en qué medida sus éxitos y sus
fracasos en este campo hubieran generado en ellos cierta actitud
de discriminación contra nosotros, de cierta consciencia de
“inferioridad”, de una pobre autoestima que he descubierto en
nosotros, de cierto complejo sobre nuestra capacidad para
alcanzar altos niveles de desempeño en nuestra vida productiva,
de una baja estima de lo nuestro, de cierto estado depresivo que
nos agobia, entre otras cosas, todo lo cual percibo claramente en
el ambiente que me rodea, algo que me parece absolutamente
injustificado, que me siento inclinado a rechazar íntimamente y
que me llena de profunda indignación.
Algo que me parece casi impensable y que me angustia, es
sentirme viviendo en un mundo manejado por gente que ignora y
desconoce tercamente, el significado profundo de la imagen de la
Realidad que nos han legado los pensadores humanos de todos los
25
tiempos y de todas las latitudes del planeta, particularmente los
modernos, de los que hemos heredado toda la estructura del
pensamiento científico de que disfrutamos hoy, y que nos aporta
una visión extraordinaria, panorámica y en profundidad, de lo que
es nuestro Universo, y de lo que podemos entender, somos
nosotros dentro de ese contexto que es nuestro hogar.
La Globalización Económica, estructurada institucionalmente
sólo sobre conceptos económicos y financieros propuestos por la
Economía Clásica, representa un riesgo de gran alcance. La crisis
económica mundial que se empieza a desencadenarse en estos
meses (primer semestre del 2008), como fruto de los actos
reprobables de hombres codiciosos con influencia suficiente en
EE. UU., que lo demuestra. Pero lo más delicado es que ese
modelo desconoce, riñe en la práctica con el sentido global y el
poder de la Naturaleza, que dispone de sus propios conceptos de
globalidad, que impone sus condiciones y su propia dinámica
evolutiva, querámoslo o no, y cuando nos salimos de la disciplina
que ella exige, nos pasa la factura en términos de perjuicios de
magnitud inconmensurable. Una de esas facturas corresponde al
proceso de calentamiento global, cuyas consecuencias no hemos
logrado estimar en toda su magnitud.
Frente a la experiencia de los últimos doscientos años, es preciso
entender que la visión burguesa de la vida humana es demasiado
parcial, no ofrece las garantías que por tanto tiempo esperamos
ver plasmadas como fundamento de la seguridad de nuestra
economía, de nuestra civilización, de nuestra identidad, de nuestra
independencia. La sociedad burguesa y sus principales dirigentes
tienen el poder, pero no el conocimiento necesario para lograrlo y
sostenerlo. La idea de establecer una economía humana general,
suficientemente sana, una cultura, sólo sobre el criterio propio de
los Negocios, sin haber construido antes una esfera social de lo
público y otra de lo privado, o sin mirar las diferencias
fundamentales entre ellas y lo que deben ser sus interrelaciones
institucionales, permitiendo la invasión desde uno de esos
espacios, indistintamente al otro, lo que ha pretendido en un
momento dado la vertiente política neoliberal, no solamente
26
señala algo incompleto en las percepciones del profesional de
nuestro tiempo, sino que puede ser ruinoso, particularmente
cuando se toman decisiones erróneas desde el punto de vista
estratégico, lo que exige una amplia perspectiva de carácter
humano. Nadie puede negar hoy, que la experiencia en el manejo
de los asuntos globales, de gobierno, de educación, de cultura
humana como un todo, como son el deporte, las artes, la lengua,
los asuntos de seguridad social, etc., van mucho más allá de los
negocios y el efecto de sus carencias tiene, indudablemente, un
costo económico demasiado alto para la población humana, objeto
de la intervención del técnico y del profesional.
¿Quién podría decirle a los autosuficientes grandes magnates,
grandes estadistas, grandes fabricantes de ideologías, en especial
si gozan de gran prestigio, que podrían estar equivocados cuando
lo están? Es sabido que muchas de las grandes fuerzas humanas
desencadenadas por ellos no sólo no están concebidas para
beneficiar al ser humano, sino que pueden sumarse a los efectos
de los accidentes naturales para originar gran devastación entre
los seres humanos. Las afectaciones actuales en un mundo
superpoblado y desequilibrado fisiológica y psíquicamente, las
consecuencias pueden ser mortales, y… ¡de hecho lo son!
¡Alguien va a tener que decirlo!
Y los argumentos probablemente no van a ser teológicos ni
filosóficos: Los efectos en el medio ambiente terrestre ya son
elocuentes: La concentración de CO2 en la atmósfera terrestre
superan las concentraciones existentes hace dos millones de años;
ello puede desencadenar un efecto invernadero inusual. Pero no
sólo eso: la contaminación en la alta atmósfera junto con el calor
inusual amenaza la capa de ozono dañándola o destruyéndola
totalmente, haciendo que la radiación ultravioleta del Sol se
vuelva letal para la Vida. Por otra parte, el aumento de
temperatura global de sólo 5 o C puede desencadenar
consecuencias inesperadas: Cuando la temperatura del fondo del
mar encuentre su equilibrio unos grados más altos que los
actuales se va a presentar la evaporación del hidrato de metano
del fondo de los mares cercanos a las costas, lo cual acrecentaría
27
el calentamiento general del Planeta; ello haría inhabitables vastos
territorios terrestres donde la temperatura diurna podría llegar a
60 o C y más; grandes masas acuáticas se evaporarían de los
mares y provocarían grandes tormentas eléctricas, y por si fuera
poco, una nueva forma de ellas, las tormentas de rayos gama, -de
gran actividad radiactiva-, que podrían hacer arder toda clase de
materia orgánica, incluso la humana. Y todo eso, consecuencia de
los desafueros humanos acumulados, va a tener que decirlo, en
nuestro tiempo, probablemente no un filósofo, un humanista,
quizás tampoco un confesor que pretende absolver y ayudar a un
hombre contrito, arrepentido de sentirse culpable de un desastre
no imaginado, sino tal vez, sino un técnico, un científico
adecuadamente preparados. Esa experiencia no es nueva en
nuestro Planeta Tierra. Hace entre 252.3 y 251.4 millones de años
más o menos 300.000 años, en el período Pérmico del Triásico
(PT), se dio, en un período geológicamente pequeño, de un millón
de años, la extinción del 95% de la vida marina y el 70% de la
vida terrestre vertebrada. Parece posible, por indicios hallados en
Siberia, que las ondas de choque de un gran meteorito que cayó
en lo que es hoy nuestro polo sur se difundieron a lo largo de los
meridianos terrestres y se encontraron en Siberia (las antípodas)
provocando una actividad volcánica que desencadenó el proceso
de calentamiento global, de transferencia de CO2 y de metano de
los volcanes y del fondo del mar. Ello produjo la devastación casi
total de la Vida en la Tierra
(es.wikipedia.org/wiki/Extinción_masiva_del_Pérmico-Triásico).
¡En Colombia, curiosamente al menos, los teólogos, los filósofos,
los humanistas, los grandes empresarios, los políticos y estadistas
no han despertado! Y los grandes centros educativos y
universitarios colombianos, olvidándose de formar y mantener
coherente consigo misma la personalidad del joven dentro de los
marcos éticos que les señala nuestra propia cultura, mandándolos
a dormir el “sueño de los justos” en el “cuarto de San Alejo”, los
introducen con tremenda ingenuidad y sin que haya mediado el
más mínimo debate, la más mínima consideración, en un mundo
secular, laico, casi extraño, podríamos decir urbano, “universal”
como le dicen ahora, donde pierden su identidad, abrazan los
28
nuevos valores culturales que posan de modernos, pero que
uniforman la personalidad de los humanos, le mutilan a la
consciencia del estudiante sus propias proyecciones históricas y
futuristas, le hacen una nueva reseña y lo “conectan” con el
exterior, le dan una nueva etiqueta y le siembran una nueva idea
de “progreso” desconectada con los valores de su medio social;
luego se dedican a la tarea de producir y adiestrar a grande escala,
a los profesionales que “demanda” la Sociedad, dentro del marco
de las “exigencias de los estatus técnicos internacionales” con lo
cual procuran y consiguen su homologación y reconocimiento.
Mientras tanto: <<las razones políticas, en el medio político,
entre nosotros, siguen estando por encima de las razones
técnicas>>. ¡Definitivamente, casi doscientos años de profunda
discordia y desacuerdos y ochenta años de guerra casi continua
(incluida la cruenta guerra no declarada entre liberales y
conservadores entre los años 1930 y 1953) han logrado socavar
profundamente nuestra cultura dentro del imaginario colectivo
nacional! ¡Tal vez, por eso, nuestras gentes buscan fuera los
referentes que necesitan para darle sentido a sus vidas y que no
pueden encontrar dentro de su sociedad!
Las profesiones liberales, la Técnica, en general, no han logrado
tampoco superar las barreras de su inmediato utilitarismo entre
nosotros. Por eso entre nosotros no se lleva a cabo una
investigación pura, <<todo nuestro bagaje científico y técnico o
casi todo él es importado>>. Nuestros referentes técnicos y
científicos son casi todos de apellidos impronunciables en
castellano. Nada o casi nada de eso es nuestro y el costo de
nuestro acceso a él hay que pagarlo a un precio humano
inconmensurable. Nosotros dependemos de lo que investigan
otros casi en un 100%. En ese sentido, somos minusválidos y
dependientes de las instituciones que hacen investigación y
avanzan en grandes obras en el exterior.
De la misma manera que en la sociedad europea de la Edad Media
la formación académica y universitaria eran un privilegio
exclusivo de la aristocracia, <<dado que se suponía que a ella
solamente le competía la dirección de la Sociedad>>. Luego, la
29
idea de prepararse para esa labor, debió suponer para la burguesía
una exigencia propia del ejercicio exclusivo del mismo, cuando
hubo de conseguir el acceso al Poder después de la Revolución
Francesa, a despecho de la nobleza, de los príncipes y los
monarcas. Instituciones como la Escuela Pública y la Universidad
Pública para la formación del Pueblo, debieron convertirse en
instituciones urgentes, imprescindibles; mientras tanto que pasaba
la zozobra y la confusión del proceso revolucionario, la falta de
experiencia por parte de la burguesía debió tener sus
consecuencias: Por ejemplo, inicialmente debió generarse un
empobrecimiento de la visión, del horizonte estratégico y político
prácticos, en el Estado Republicano incipiente, como institución,
lo que probablemente condujo a la asunción del Poder en Francia
por parte del Despotismo Ilustrado, con el acceso de Napoleón
Bonaparte al Poder; en la Edad Moderna, no pocas veces, la
presencia de Occidente en el mundo se muestra a menuda
ingenua, interesada y sin un peso específico notable tal como lo
han expresado muchos tratadistas del tema, particularmente en
otras culturas, cuando se refieren a esa presencia en el resto del
mundo. En política exterior, Occidente solamente ha sabido
mostrar como elemento relevante en sus relaciones
internacionales, no sus valores fundamentales con intenciones de
interacción con otras culturas pura y simple, de igual a igual, los
que sólo esgrime como argumentos de superficie, sino, en el
fondo, sus intereses de supremacía en los aspectos económico y
financiero; muestra también sus intereses militares y estratégicos-
políticos inmediatos, todos los cuales tienen la perspectiva de
alcanzar sobre su contraparte, un mayor control sobre todas sus
iniciativas. Desde fuera es visible apenas su “corteza” económica,
en su orientación geopolítica de carácter público-privado,
enfocada primordialmente en sus conveniencias, hacia los
negocios y las finanzas (como expresiones de su concepto de la
Libre Empresa) y, por otro, en su “corteza” científica, por medio
de la cual, no sólo tiene oportunidad de desarrollar y modernizar
todo su arsenal y procedimientos de carácter militar, sino dar a
conocer su creciente capacidad competitiva, de dominio de la
globalidad.
30
Esa manera mezquina de considerar al otro, debería quedar
eclipsada con las muestras de universalidad y aceptación de las
diferencias en el plano de unas relaciones con equidad, tal como
queda claro en el lanzamiento, en Medellín, del nuevo diccionario
de la lengua castellana por parte de las academias de habla
hispana, <<entre ellas la española>>, en el año de 2007, con la
inclusión de las voces y de los nuevos modos de hablar de las
poblaciones marginadas del continente latinoamericano. Se trata
de un evento de singular importancia para nuestra cultura, pero a
la que la propaganda comercial vulgar no tiene nada que
ofrecerle, sino tal vez <<olvido>>. En marzo del 2007 se clausuró
en Medellín, con presencia, por primera vez en la Historia, del
Rey de España, un evento de gran magnitud protagonizado por
todas las academias de la lengua de habla hispana, y se publicó un
nuevo diccionario que actualiza, a la fecha, nuestro idioma, que es
el fundamento de nuestras comunicaciones interpersonales y de
nuestra cultura, con los aportes lingüísticos de todos los pueblos
que componen nuestra comunidad cultural. Al destacar esa labor
que tiene para nuestros pueblos, un valor incuestionable, aunque
muchos de nosotros no tengamos la consciencia de ello, el
Monarca se refirió expresamente a la labor callada de los
académicos y al alcance inusual, hoy, de su cometido, que
<<probablemente no sea pecuniariamente muy productiva, al
menos a corto plazo (en otras palabras no cae en el limbo de las
actividades utilitarias): Pero que, a pesar de todo, tiene un
resultado imperecedero: Nada menos que acogernos a todos
nosotros y a nuestros aportes lingüísticos populares de cada una
de nuestras regiones, en espíritu, incorporar a la Comunidad todas
las expresiones de nuestra mentalidad, y <<establecer las bases
populares de una cultura que estamos en el deber de fomentar y
aclimatar al contexto universal>>. Esa tarea, logré entender, la
desempeñan personalidades ilustradas con pleno conocimiento de
sus compromisos universales, en un espacio laboral que, como
fue expresamente afirmado, no tiene nada que ver con los
negocios (palabra, que etimológicamente significa, la negación
del ocio), sino con el <<ocio>>, que no es, de ninguna manera un
espacio improductivo, un espacio para la holgazanería, según el
sentido que se ha generalizado entre nosotros, sino un espacio
31
creador de cultura, donde se abren nuevas opciones vitales,
valiosas para el ser humano, aunque probablemente no
intercambiables o convertibles, a corto plazo, a valores
económicos.
Nosotros, la población humana del planeta, ya a principios de este
siglo XXI está sufriendo las consecuencias de una sociedad
moderna establecida a la fuerza, con engaño y apresuradamente
sobre bases conceptuales muy efímeras. El Renacimiento, que
representa como la palabra lo dice, un renacimiento de las
múltiples facetas del espíritu, de la personalidad humana en
Occidente, también representa, la novedad del cuestionamiento
del hombre, como hechura del sometimiento del ser humano a los
poderes monárquicos apoyados en una explicación dogmática de
la Realidad, del significado de la vida del Hombre y del Mundo
que, como decíamos arriba, le sirve de hogar, todo lo cual se
desarrolló, a plenitud, en la cultura de la Edad Media.
Pero es preciso entender que nuestra desgracia no viene
exclusivamente de allí: Eventos históricos, como los grandes
enfrentamientos entre las culturas orientales y Occidentales, que
se originan en las luchas ancestrales de los pueblos asiáticos por
alcanzar una economía segura en un medio inusualmente hostil,
como se daba en los territorios de Asia Central, afectan
gravemente la suerte de Europa. Europa, en un momento dado en
edades más antiguas (entre hace 300.000 años y 70.000 años), ha
sido invadida por dos ramas de homínidos, (primero por el
“Neandertal” y luego por el “Cromañón” o Hommo Sapiens).
Luego en edades más modernas fue invadida por tribus bárbaras
provenientes de Asia, empujadas por los grandes poderes
orientales y liberada sucesivamente por el imperio más fuertes de
Europa como fue el Imperio Romano, mientras le fue posible,
hasta su caída definitiva en la centuria quinta de nuestra Era.
Años más tarde, Europa fué plenamente cercada por los Imperios
Orientales a mediados del primer milenio de nuestra Era. El
comercio con Oriente se interrumpió, la navegación en el
Mediterráneo era casi imposible y solamente una férrea disciplina
y una vida austera y llena de estoicismo, que sólo pudieron ser
32
articuladas sobre la autosuficiencia de la producción agrícola y
ganadera locales, permitieron la posibilidad de mantener un
precario equilibrio económico y una supervivencia difícil. Ese es
el verdadero origen de la manera de ver el Mundo de la cultura de
la Edad Media.
Las cruzadas lograron frenar aquel bloqueo militar y económico.
Abrieron la navegación por el Mediterráneo y permitieron
nuevamente el desarrollo de relaciones comerciales con otros
pueblos. La sociedad europea se abrió a una transformación de
costumbres practicadas durante varias centurias y aquello no se
llevó a cabo sin conflictos, rebeliones, relajamiento de la moral,
cismas religiosos y muchas otras consecuencias, como fue el
mismo Renacimiento, que muchos autores relacionan con un
verdadero cuestionamiento general sobre el significado de la vida
humana misma en el Mundo para los europeos.
El Renacimiento no sólo produce obras de arte famosas, no sólo
tiene el significado de una realización del espíritu humano inédita;
modela también el espíritu de los hombres. Particularmente, el
descubrimiento de América y su conquista, son realizados por
espíritus humanos europeos profundamente influidos por el
Renacimiento. Y el producto de su acción evangelizadora, la
experiencia del contacto de esos hombres con el mundo
americano ha merecido mucha controversia. Podría decirse que
generaron problemas humanos cuyas consecuencias vivimos aún,
que generaron grandes discusiones teológicas y jurídicas que
enriquecen inmensamente nuestra cultura americana y que
merecen un lugar especial en nuestra memoria. El Renacimiento
representa también las raíces de nuestra cultura actual, la promesa
de un mundo mejor, pero es preciso, para modificar la suerte del
hombre moderno, que reiniciemos y llevemos a buen término
aquel debate universal que empezó hace casi seiscientos años y
que aún no ha terminado.
Todos esos acontecimientos producen, entre muchos otros, un
efecto particular en la disponibilidad del poder económico: El
sentido comercial despierta la codicia y refuerza la costumbre ya
33
de uso común en la Guerra, del afán de lucro, del derecho al
disfrute del “botín de guerra” en bien del triunfador y de su
soldadesca. Los tesoros ocupados en Oriente, el producto del
saqueo en América, el producto económico de la Guerra del Opio,
sirven para mantener para Europa el balance comercial con
Oriente; igualmente son una fuente de capital que sirve de firme
base financiera para lo que vendría más adelante: La construcción
de la Industria que se desencadena con el advenimiento de la
Revolución Industrial. En Gran Bretaña se inicia con la
desestabilización de la población campesina bajo la presión de la
demanda de tierras por comerciantes de propiedad raíz con
“visión”. Luego esa población va a ser, y por fortuna lo es, la
proveedora de “mano de obra” de los primeros talleres textiles de
Manchester y Londres. De no ser así, aquello se hubiera
convertido, más de lo que fue, en una verdadera catástrofe social.
Otro fenómeno que se perfila es que la interacción, la
convivencia, entre las burguesías de diferentes culturas es difícil.
No todas las burguesías del Planeta son comparables. La
democracia es un ideal a realizar, no es una realidad en sí misma.
La diplomacia entre poderes, el protocolo, están destinados a
reforzar los lazos entre los jerarcas de los diferentes Estados, a
evitar susceptibilidades maliciosas, a reforzar el mensaje de
amistad con acciones simbólicas adecuadas y no tiene su par en la
sociedad burguesa; no se ha tenido experiencia suficiente para
visualizarlos, al menos como para entender el significado de la
“informalidad” que se sale del orden establecido, de la legalidad,
y cuyo modelo se difunde a través de lo que se llama la <<doble
moral>>. Cuando menos, lo que se practica es una acartonada y
burda imitación de los modales monárquicos, con miras a la
exaltación del ego del interlocutor. De la maraña de sentimientos
y actitudes que surgen de las relaciones comerciales conforme al
trato mutuo, a la lealtad demostrada, al respeto a lo acordado, se
deduce que el Comercio se convierte en la vía burguesa expedita
para sustituirlos, y es de la poca seriedad en el trato comercial de
donde surgen, principalmente la intolerancia con las diferencias y
las enemistades en la base popular de la población.
34
Los revolucionarios franceses creadores de las instituciones
públicas de la República, entre sus tres poderes del Estado, tienen
dos que tienden a busca bases de opinión para empezar los
esfuerzos de integración de los elementos dispersos que llegarán a
formar la Nación, a partir de lo que ya une: el lenguaje común, la
mentalidad, la religión, entre otros valores. Esos dos poderes son
el poder Legislativo y el poder Judicial. Como dice sabiamente
Fernando Savater: El “Parlamento” es el lugar donde se
establecen los términos de la tregua en la “guerra civil” de hecho
que se da entre las diferentes facciones de la ciudadanía; El poder
Judicial, por su parte, juzga el cumplimiento ciudadano del orden
establecido. Todo ello tiene que ver con la Ética, <<de una nueva
ética>> que se va construyendo en el ámbito de la Nación, pero
no, todavía, con una realidad de respeto por las diferencias, una
común valoración positiva del otro, con el reconocimiento de la
visión de la riqueza, de opciones políticas que se dan en una
sociedad heterogénea donde la experiencia humana presenta
variados aportes. A veces, el proceso retrocede y aparecen la
Violencia u otros problemas diversos. La concordia deberá venir
con la madurez de la personalidad de los ciudadanos en el
ejercicio de la vida social. Y todo ello sin considerar que, a veces,
la realidad institucional y humana no se dan tanto por la
racionalidad de los actos, lo juicioso de las decisiones, sino por la
fuerza ingobernable de los encontrados sentimientos y emociones
que las interacciones sociales desencadenan, es decir la
animalidad humana, que puede ser el mayor motor de los
aconteceres de la Historia, <<una seria interferencia a los
quereres racionales de los hombres>>. Así podemos entender,
impotentes, como esa animalidad ha producido en países como el
nuestro, Colombia, una realidad aciaga que tendremos que
superar de alguna manera.
La lucha por nuestra independencia en las naciones
latinoamericanas tiene un significado, de fondo, de valor
indeclinable: La lucha por la libertad de nuestros pueblos de la
tiranía absolutista del sistema monárquico europeo, y del Imperio
de los dogmas del pensamiento imperante, impuestos al calor de
la hoguera por las autoridades religiosas romanas. Pero significa
35
para muchos de nuestros pueblos otras cosas también: Nuestras
naciones pasan a formar parte de la esfera de dominio de la
cultura anglosajona, según las suertes de la política y la guerra de
durante los siglos XVI y XVII.
Ello significó que se interrumpía un proceso de evolución
cultural de una profundidad difícil de comprender en el mundo de
hoy, y del cual formaba parte nuestra experiencia americana en
términos del trato del europeo (generalmente español)
renacentista, con sus fortalezas y debilidades, y el nativo
americano, igualmente con sus fortalezas y debilidades. Esa
experiencia provocó una controversia de significado universal, en
el transcurso del siglo XVI en Europa, que definió lineamientos
jurídicos capitales, asiento del nuevo Derecho de Gentes en
América. Significó, además, para nuestra población indígena, la
consolidación de una empresa explotadora de los hijos de los
antiguos encomenderos en conflicto con la metrópoli española,
que, al menos, mientras duró la regencia de la casa de Austria, no
claudicó nunca de su misión evangélica y de exaltar su valor
igualitario con los súbditos europeos, como súbditos, también, de
las provincias americanas, y sus derechos fundamentales. Esa
experiencia pesa hoy, de manera singular, en las relaciones
sociales, entre la dirigencia formada en los esquemas del
modernismo occidental y el pueblo de base en nuestras naciones,
que conservan muchas de sus costumbres arcaicas de vida, igual
que al nivel de nuestras relaciones internacionales regionales,
alimentando conflictos de importancia política que tenemos
urgencia en superar.
El hecho de que avance el debate que mencionamos arriba,
encierra una promesa para el futuro de la Humanidad: La apertura
espiritual, la comprensión, entre sí, la posibilidad de una sincera
cooperación, la unidad, el sincretismo progresivo de de todas las
culturas de la familia humana. En economía podremos hablar de
la unidad en la diversidad, que conducirá a organismos sociales
humanos cada vez más complejos; algo que contradice la
uniformidad tan predicada hoy, que conduce a los conglomerados,
a las masas humanas. Esos organismos, para mantenerse
36
adaptados al Medio Natural, tendrán que mantenerse adaptados o
adaptarse a la vida animal y a la vida vegetal, a los ecosistemas
existentes del Planeta o constituir otros nuevos, para integrarse
con sus respectivos reinos y aprender a disfrutar en común del
grandioso sistema termodinámico que aporta la relación
astronómica de nuestro Sol y la Tierra, y que es, por encima de
todas las fuentes energéticas terrestres, la más colosal fuente de
energía, de riqueza, de la que podremos nunca disponer en
nuestro Mundo. Ese es el gigantesco “premio de consolación” que
nos espera al final de nuestro esfuerzo, de nuestro recorrido.
Como puede verse, el que sea incorporada esa visión a los
propósitos de los líderes de la Humanidad, el que esa visión sea
reproducida en la mentalidad de los seguidores humanos que
enfrenten los compromisos y las tareas propias de semejante
empresa, va a generar cambios sustanciales en los proyectos
políticos que habrán de conformar mañana nuevas realidades, que
serán necesariamente diferentes a las de hoy. La flexibilidad de la
mentalidad ciudadana, la dinámica de la evolución cultural y, por
lo tanto de la Sociedad, se van a ver beneficiadas por la
introducción de referentes utópicos en la formación de proyectos
personales y sociales. Muy pocas personas actúan hoy con
referencias utópicas; los sueños o están archivados o sepultados
bajo el peso de la dominación y los condicionamientos externos, o
los propósitos que se asumen, con relativa independencia, se
refieren a situaciones, a modelos de vida actuales que se desea
cambien, pero hacia otros formatos típicos, también, de la vida
presente. Así, solamente se logra repetir los mismos resultados
que se consiguen hoy. ¿Y cuales son ellos? Pues anarquía,
discordia, enfermedad, angustia, incertidumbre, una vida sin
sentido expreso, una lucha sin cuartel contra el caos que nos
abruma, la seria probabilidad de sucumbir, la incapacidad por
generar un saldo económico positivo, entre las energías que
logramos recaudar en la denodada lucha por la vida y las pérdidas
de toda suerte que se nos presentan.
37
I UNA EXPERIENCIA, UNA MEMORIA, MUCHOS
CUESTIONAMIENTOS, MUCHA REFLEXION
En un diálogo muy íntimo, quizás por motivos que surgieron
durante nuestra conversación, mi hija Silvia María me propuso
que escribiera las memorias de mi vida. De acuerdo con el tema,
era obvio que ella, dado su descontento con el legado defectuoso,
realmente, según su concepto, recibido de nosotros en nuestra
tarea formativa de ella y de los otros tres hermanos, hubiera
querido encontrar una explicación que le permitiera, en un
momento dado, entender un poco a papá y a mamá, su relación
personal, sus problemas de orden familiar, nuestro sentido de la
vida como padres, nuestra preparación para abrirnos paso en la
lucha cotidiana, las dificultades del Medio en que nos tocó vivir y
quizás, mis dificultades para asegurar el cumplimiento de mis
compromisos de padre, particularmente el de proveedor del
Hogar. Parecía evidente, para ella, que nosotros estábamos
desenfocados respecto de muchos criterios que, en su concepto
estaban vigentes y que definían el perfil de la sociedad en que
ellos crecían y se desarrollaban.
Era obvio que en casa se vivía la zozobra de la inseguridad. El
diálogo posterior con Margarita, el tercer hijo y con Juan Miguel,
el cuarto y último, ha sacado a relucir opiniones muy serias acerca
de diferentes aspectos del mismo tema. Mi acceso a Mario, el
mayor, en diálogos de tal profundidad casi se interrumpió desde
que salió del hogar para hacer su propia vida, en 1985, viajando
un poco prematuramente a Alemania cuando tenía apenas unos
veintiún años, es decir, hace veinte años. Sus planes eran terminar
allí sus estudios, empezar a trabajar y tal vez, formar allí su
propio hogar, como efectivamente hizo. Yo diría que su opinión
es bastante coherente con la de sus hermanos, incluso más radical
todavía. Entre las conclusiones podrían mencionarse, un futuro
ensombrecido por la Violencia, que nos golpeó directamente,
nuestra tendencia a una paternidad autoritaria, una herencia
cultural desactualizada e inútil para su tiempo, la comisión de
errores estratégicos básicos en la planificación económica de mi
38
vida, teniendo en cuenta solamente las oportunidades que tuve de
ubicarme, en mi mocedad, en un medio de trabajo estimulante,
seguro y prometedor en términos de ingresos y buenas
oportunidades de trabajo. El recrudecimiento de la violencia
revolucionaria me conducirían, más tarde, a riesgos incalculables
para las finanzas de mi familia y para mi vida, en momentos en
que mis obligaciones familiares se hacían más exigentes.
El desenlace final de la historia vivida en mi entorno social
durante los últimos diez lustros, es a grandes rasgos así: Me
gradué como ingeniero administrador en la Escuela de Minas de
Medellín, me casé con mi esposa Silvia, de origen alemán, a
mediados de 1963, tuvimos nuestros hijos, los formamos y se
independizaron, hice mi fortuna y la perdí. Esto último fue lo más
diferente a mis expectativas de lo que nunca hubiera podido
imaginar. Podría decir, con certeza, que lo ocurrido en nuestro
caso, se ha repetido por doquier en la geografía de nuestra nación,
con su réplica a lo ancho de todo el Mundo, lo que sembró de
incertidumbres el camino de los hombres de trabajo, como yo,
haciendo mucho más difícil de resolver, no sólo la suerte de una
familia como la mía, sino la de muchas otras familias, aún de
naciones enteras, de pueblos que vieron sacrificadas generaciones
de personas en el vórtice de la guerras suscitadas en la época. No
obstante los logros han sido patentes. Hoy por hoy, me siento
satisfecho de la suerte de mis hijos, de nuestros nietos, lo que se
debe a su esfuerzo, con la labor difícil y heroica que les ha tocado
realizar.
Me doy cuenta, contemplando la experiencia de mi vida, que
quienes querían que yo desistiera de elegir vivir mi propia vida
como yo quería vivirla, con mi actividad independiente, como
empresario del Campo, que yo tomaba entonces a mucho honor,
quizás tenían razón. Una razón reforzada, finalmente, por la
opinión de mis propios hijos, ninguno de los cuales se resolvió a
acompañarme en mi camino. En el fondo, quise seguir la senda
sembrada en mí por mis propios padres, él de origen campesino
de clase media, ella, perteneciente a una de las familia de origen
aristocrático de mi país. En cierta forma, me marcó el amor a la
39
Naturaleza y a la vida de campo que ellos sembraron en mi
corazón.
Cuando los hijos estaban ya adolescentes, ya me había dado
cuenta, con inmenso dolor, que en mi familia había triunfado la
fuerza atractiva de la vida urbana, de la vida burguesa sobre los
valores de mi tradición campesina paterna, que yo amaba
entrañablemente abrumada por la incertidumbre que se cernía
poco a poco con la Violencia, a medida que se extendía ésta por
doquier, en nuestros campos. Aquella dura experiencia era
condimentada, muy a menudo con sentidas amonestaciones de
allegados cuyas “lecciones” recibía yo frecuentemente a
regañadientes y con profundo desengaño: “Mario, no te olvides,
el Campo ennegrece, embrutece y empobrece”. Yo tomaba ese
dicho como un indicio de la irresponsable y desobligada actitud
con que eran tomados en el medio urbano el campesino sencillo y
su Medio Ambiente. Nunca tomé aquella lección como una
amigable amonestación. ¡La tomaba siempre como una afrenta!
Me sentía inmensamente lastimado, y lo peor: Las enseñanzas que
me ofrecía mi propia experiencia, tal como llegué a interpretarla,
movido quizás por una terca postura personal hacia la vida del
Campo, como yo la entendía, tal como la había conocido, me
hicieron pensar que aquellos valores eran algo contradictorio,
opuesto y difícil de conciliar, con los valores que se me habían
inculcado desde la orilla de la Urbe.
Era evidente que todavía no había percibido ni tenía consciencia
del profundo conflicto cultural que vivían y viven hoy las culturas
campesinas tradicionales y la cultura urbana en nuestro país, con
el enfrentamiento soterrado unas veces y franco otras, y que
afecta profundamente las relaciones de la gente del Campo y la
gente de las ciudades, con la pérdida irreparable de un inmenso
patrimonio cultural, como consecuencia, al ser, simplemente,
sustituidas aquellas, por la imposición de los criterios urbanos, sin
mediar una discusión razonable, el más mínimo debate. Es sabido,
como lo demuestran abundantes testimonios antropológicos, que
el desarrollo de todas las artes productivas de la cultura
tradicional, campesina como autóctona, han necesitado para
40
forjarse cientos, miles de años y representan un conjunto de
conocimientos, de altísimo valor patrimonial, cuya pérdida puede
significar el origen de la desaparición de no pocos contingentes de
población humanos. De esa manera, por razones de “mercado”,
estamos olvidando industrias artesanales de gran valor
antropológico, como ciertas artes del tejido textil, el cultivo de
frutos tradicionales como la chirimoya, los madroños, las ciruelas
jobas y otros, el cultivo de ciertos granos como la avena, la
cebada, el trigo, de maderas preciosas como la caoba, el cedro
amarillo, el carreto, el ébano, el santa cruz o diomato, el nazareno
o brasilete entre muchos otros y muchas cosas más que
aprendimos de nuestros aborígenes y de nuestros colonizadores.
Finalmente, quise seguir la recomendación de mi hija Silvia
María, pero con fines didácticos e ilustrativos. Quizás también
con la intención de encontrar la forma de canalizar una catarsis
personal, y por qué no también de mi entorno humano,
profundamente afectado por la Violencia. No escribo mis
memorias, sino la memoria de una experiencia vista desde un
punto de vista insólito: Soy consciente que nuestras frustraciones
son las mismas frustraciones de generaciones de hombres, como
yo, que hubieran dado mucho más a la Humanidad de lo que
pudieron, así fuera anónimamente, si las condiciones en que les
tocó vivir no se lo hubieran impedido. Esa sola afirmación es el
producto de una lección de mi Vida, una lección que, estoy
seguro, debería conmover la consciencia de los medios
científicos, de los estadistas y dirigentes modernos, la de los
ingenieros de última generación, de los filósofos, humanistas y
teólogos contemporáneos. Una lección, acerca del espantoso
desperdicio de los recursos humanos al que se enfrenta la
humanidad actual, del mayor tesoro imaginado por ser humano
alguno, que hemos recibido con profusión, y que hemos
menospreciado tradicionalmente desde tiempos inmemoriales.
Les doy toda la razón a mis hijos, cuando eligieron una vida muy
diferente a la mía. Pero, vi, además, que debería asumir la bandera
de la defensa de todas aquellas generaciones de hombres, de todos
los tiempos, que creyeron en el Hombre, a pesar de haber sufrido
41
toda clase de mutilaciones físicas y espirituales en sí mismos, en
sus familias, en sus comunidades, que tuvieron que buscar un
refugio, tal vez demasiado inhospitalario en las grandes ciudades,
que se vieron sometidos a sufrir el desdén de compatriotas más
afortunados, aunque su sacrificio haya sido incapaz de mover de
su sitio las absurdas decisiones políticas de quienes han manejado
los asuntos públicos de los diferentes pueblos, a lo largo y ancho
del Mundo entero durante todos los tiempos. Este trabajo obedece
a una visión, como decía arriba, insólita: Es la de un campesino
con su consciencia formada en el seno de una cultura raizal de un
país suramericano, ampliamente influida por la visión cósmica de
la cultura grecorromana heredada de los españoles y percibida con
los sentidos propios de un ingeniero de escuela. Mi formación
espiritual dentro de esta cultura, en las disciplinas científicas que
enmarcan mi profesión técnica y la percepción del conocimiento
que me ha deparado mi propia experiencia, me han infundido gran
confianza en el valor humano universal de algunos valores
aprendidos en mi propia cultura. Entre ellos puedo mencionar el
reconocimiento de una dignidad específica y de unos derechos
fundamentales que distinguen al ser humano de los demás seres
de la Creación, a la necesidad del respeto recíproco de nuestras
respectivas dignidades entre los hombres, al principio de la Libre
Empresa personal, individual, de la Libre Empresa también, al
nivel comunitario, pero eso sí, sustancialmente comprometida con
el ser humano como tal; igualmente a la práctica de ciertas
virtudes fundamentales, entre las cuales podría mencionar, la
honestidad, la transparencia, la integridad ética, la humildad, la
responsabilidad y el compromiso con los otros, la solidaridad, la
capacidad de visión, la tolerancia con las diferencias, la
laboriosidad, etc.
Mis aspiraciones, respecto del crédito que pueda merecerle a los
lectores este trabajo, son: Que sea considerado como la reflexión
de una vida vivida seriamente con espíritu emprendedor, es decir,
atreviéndome a vivirla intensamente con plena consciencia de los
riesgos que habría de enfrentar, con un compromiso personal
pleno, con los ojos bien abiertos, calculando cada paso tan bien
como me fuera posible hacerlo, considerando las incertidumbres
42
que se cernían delante de mi tarea, de los medios muy parcos de
que disponía para asegurar el control sobre mi vida y el
cumplimiento de mis compromisos, pero definitivamente, con una
visión optimista de la Vida.
A pesar de los nubarrones que ocultaban lo que podría llegar a ser
aquel “viaje”, yo lo asumí y lo enfrenté con decisión, como un
reto. Tenía plena confianza en mí mismo, en los medios de que
fui dotado en mi formación profesional, en los valores que
aprendí en mi casa para sortear las “dificultades del camino”. No
pocas veces me sentí estimulado por la recia voluntad de los
navegantes españoles y portugueses que se hicieron a la mar en el
siglo XVI para realizar sus empresas descubridoras, por la
audacia de los pioneros de la Revolución Industrial, fundadores
de la industria moderna, que tuvieron muchas veces qué pagar,
por su aprendizaje, un alto precio. Así, con su inspiración enfrenté
mis propias empresas, así enfoqué los descubrimientos de las
oportunidades de que podía disponer a lo largo de mi vida; así
miré los escollos que podían cerrar mis vías de acceso a ellas, ya
generados por razones fortuitas, ya por actitudes descuidadas o
perversas que podrían conducirme definitivamente al fracaso o a
la ruina: Confié en mí mismo, confié en la Providencia de Dios,
pensando que mi tarea tenía una trascendencia particular, aunque
conjugada con las tareas que cumplían otros empresarios, como
yo, sabiendo que formaría parte de una gran empresa que los
hombres de mi país pondrían en marcha para bien de la
humanidad y que sería justamente valorada y reconocida.
De mi trabajo, debía derivar mis ingresos igual que la fortuna
necesaria para mantener a mi propia familia y educar a mis hijos.
En otras palabras, sabía que en aquel “viaje” debería encontrar las
oportunidades de hacerlo. Debería ser cuidadosamente preparado,
pero sabía que esa preparación no garantizaba definitivamente el
éxito. No era consciente, del valor inmediato de circunstancias
políticas que estaban en marcha hacía mucho tiempo, que me
impresionaban hondamente, y que habían avanzado
profundamente en la geografía planetaria, pero que yo todavía
consideraba lejanas. En particular, dada mi calidad de empresario
43
independiente, me convertiría más pronto de lo que imaginé, en
“objetivo militar” de una empresa política destinada a traer la
revolución socialista a mi país. Muchas decisiones deberían ser
tomadas en la marcha y muchas de ellas tendrían que ser tomadas
sin un conocimiento completo de las circunstancias del momento,
sabiendo, por otra parte, que carecía, en absoluto, del apoyo
estratégico que requería mi empresa en épocas difíciles. Enfrenté,
pues, solo mi tarea, tal como la tienen que enfrentar en mi país
cualquier empresario. Era consciente de mis responsabilidades,
pero sabía, que no tendría por qué culparme si no acertaba todas
las veces. Todavía no era el momento de desistir, por lo tanto
asumí, un poco más avanzada mi vida, la decisión de establecer
prioridades en su realización. Así, cuando me pareció imposible
seguir adelante en mi empresa ganadera, dados los riesgos que
representaban para mí y para mi compromiso familiar, renuncié a
mi empresa ganadera y me concentré, como fuera, con los
recursos de que disponía, en la educación de mis hijos y su
establecimiento en sus propias vidas. Felizmente en ello tuve
éxito, y ese éxito cifra en mí la satisfacción de haber logrado mi
propia cosecha.
No es este trabajo un medio para señalar culpables de todo lo
malo que ocurre, un intento de alimentar la conspiración contra el
orden establecido, el fraude, la traición, con una engañosa
presentación del tema. Quiero ser sincero, decir lo que realmente
me parece que he percibido. En primer lugar quiero dar una
respuesta honesta, con plena responsabilidad, a los interrogantes
de mis propios hijos. Más que nadie, ellos y mi esposa son los
directos beneficiados o perjudicados por las acciones de que,
quizás, yo me tenga que arrepentir, o del daño que sin consciencia
de hacerlo o perversamente hubieran recibido de otros. En
segundo lugar, mi experiencia, tal como yo la percibí, tal vez
podría ayudar a otros a evitar las consecuencias de decisiones mal
tomadas como las que yo tomé o de acciones capaces de
perjudicar a otros, tales como las que mi familia y yo sufrimos.
No tengo el menor interés en la polémica, no intento demostrar
nada, no me propongo demoler argumentos de otras personas en
pro o en contra de sus determinadas tesis prácticas o teóricas. No
44
me propongo provocar el derrumbe de ideologías políticas de
tesis filosóficas, o de alguna fe religiosa de quienes se sientan
tentados a asumir la posición de contendores frente a mis
afirmaciones en un probable debate. Probablemente, en muchas
cosas podría estar viendo lo que no es real y debería preocuparme
por ajustar mi visión; podría estar equivocado y debería pensar
seriamente en enmendar mis errores. Lo admito. Pero estoy
seguro que eso puede arreglarse con un intercambio constructivo
con otras personas, con debates abiertos y cordiales, con el
esfuerzo invertido conscientemente en la búsqueda y el
descubrimiento de la Verdad. Esencialmente, sólo busco al
Hombre, tal como es, deseo entender su trascendencia,
comprender cómo puede llegar a ser su vida en el futuro y como
puedo ayudar en eso.
Quiero expresar sí, para empezar, que la sociedad humana está
todavía en “obra negra”, sé que allí hay “madera” para “trabajar”,
que aún a mi nivel de vida, relativamente sencillo, hay
sentimientos y emociones reales, como miedos odios, envidias,
esperanzas, frustraciones; también hay opinión, fe, confianza; el
genio humano abunda en expresión, también se puede escribir
historia, también hay sensibilidad suficiente, consciencia de la
realidad suficiente, amor por la vida suficiente como para
desarrollar, incluso, las obras de artes más sublimes. De hecho
ello ya se ha dado históricamente entre nosotros.
Con una visión globalizada, de fondo, macroscópica, apoyado en
la evidencia científica, hago el intento de mostrar una realidad de
la vida humana casi imposible de percibir desde el punto de vista
del aislamiento en que vivimos los hombres hoy, aún contando
con los medios mecánicos y electrónicos de comunicación de que
disponemos, máximo cuando, como ocurre casi siempre, es
apenas interrumpido por la información tendenciosa y amañada
que se difunde en todas partes. No debemos olvidar, que en su
momento, nuestra cultura occidental tuvo su visión integral de la
Realidad muy elaborada a partir de su pensamiento religioso, y a
partir de la reflexión sobre el Hombre que se dio en el momento
del Renacimiento. Esa visión integral fue rota desde el
45
advenimiento de la llamada Reforma, en tiempos de Calvino,
rotura que, luego, cuando aparece el sistema republicano como
consecuencia de la Revolución Francesa, de la Ilustración, da
paso a una transformación tumultuosa errática y desordenada de
la vida humana en Occidente. Esta visión pierde su perfil en la
consciencia de mucha gente, como efecto de la “disolución de la
personalidad” al nivel colectivo, de la pérdida de la identidad, del
sentido de orientación de la Cultura en Occidente, cuando se da el
proceso de su secularización, y casi, su aislamiento de su entorno
natural. Al nivel colectivo parece darse en la consciencia
occidental, en especial al nivel de lo urbano, un proceso de
transformación “esquizofrénica”, algo comparable con los
problemas de salud mental del ser humano al nivel individual,
algo que podría ser considerado patológico, sin correr muchos
riesgos de error, y que afecta a la vida humana, en la edad
moderna, de manera radical.
Desde el punto de vista científico, aún cuando cada nuevo
conocimiento descubre nuevas incógnitas, cada vez de más difícil
solución, es posible definir ya el perfil de un Universo colosal
frente a cuyas fuerzas potenciales y desencadenadas, nuestro
planeta, el escenario de nuestra vida, puede parecer un
insignificante punto de referencia, y la acción humana más ruda y
poderosa, un intrascendente e inocente balbuceo de niños. Por
más soberbio que sea, por más libre que piensa que es, sus
libertades, solamente las puede disfrutar en ese pequeñísimo
espacio de ese Universo que es nuestro planeta Tierra, por el
momento, y solamente si paga el precio con su propio esfuerzo,
con su trabajo; de otra manera, cualquier atrevimiento solamente
lograría, en medio de su inconsciencia de la Realidad, cavar su
propia tumba.
Históricamente, en diversas culturas humanas, el reconocimiento
de la capacidad de aquellas fuerzas naturales de interferir la vida
humana, ha conducido a la formación de diversas maneras de ser
del pensamiento religioso, si tomamos en cuenta su aspecto
antropológico, expresado, a su vez por medio de diversos
lenguajes míticos, ciertas prácticas ceremoniales y no pocas
46
expectativas de carácter mágico. Así se establece, y
tradicionalmente en muchas de aquellas culturas humanas, se ha
establecido así una visión cósmica integral de amplia aplicación
práctica, que ha regido los usos, las costumbres y muchos valores
de las culturas. Muchas de aquellas manifestaciones del
pensamiento religioso son consideradas formas de idolatría o de
simple superstición por quienes descalifican aquellas maneras
diferentes de ver el Mundo o por quienes han perdido
definitivamente su visión integral del mismo. La espada, la horca
y la hoguera acallaron el producto de la buena fe de muchos
hombres. Hoy se impone por el ostracismo deliberado o forzado,
la mala información, la calumnia y la intimidación, un modelo
teórico, económico – político de visión global terriblemente
pobre, que desconoce las variables humanas más elementales
tomándolas como simples caprichos superables como producto de
su ignorancia. De esa manera solamente se logra mutilar el cuerpo
y el espíritu de los hombres, de sus comunidades, de sus
instituciones. De esa manera se le cierra toda posibilidad al
desarrollo holístico se una sociedad humana superior, promovida
por el esfuerzo de todos los hombres conjugado.
Este trabajo es un intento de promover la reflexión sensata, de
reivindicar al Hombre que todos los seres humanos llevamos
dentro, de reivindicar su obra. Es consecuencia de consentir en la
tentación de sentirme vocero de un clamor popular que no ha
tenido respuesta, particularmente en mi país. Es la consecuencia
de la búsqueda de opciones a la solución de un problema de
relaciones humanas global, que, si no se resuelve, precipita
inexorablemente a la Especie Humana como un todo, por no decir
a la Vida entera, a un terrible fin. Tengo la convicción de que la
Humanidad nunca logrará adaptarse a la Naturaleza si no logra el
éxito en sus esfuerzos por integrarse orgánicamente a sí misma,
en términos satisfactorios para todos los pueblos. Y este reto no es
solamente técnico o científico: ¡Es integral!
Si no logra integrarse, la Especie Humana terminará aniquilando
todo rastro de vida. Para empezar a corregir su conducta, tiene
que renunciar a los beneficios particulares de la Guerra, de la
47
Violencia, de la explotación humana en todas sus formas, que por
miles de años han dado la pauta en la formación de los caracteres
de su personalidad, en la formación de sociedades humanas no
sostenibles, esclavistas, explotadoras del trabajo servil. Ello, en
pos de una sociedad humana integral, seguramente incertada en su
Medio, donde el ser humano cumpla, como debe cumplir, una
amplia labor de liderazgo, a lo largo y ancho del Planeta en bien
de toda la Vida como un todo.
II CUESTIONAMIENTO, HIJO DE UNA ACIAGA
EXPERIENCIA
Pido disculpas al lector por incluir en este trabajo, de sentido
plenamente académico, científico y didáctico, varias referencias
de carácter personal. La verdad es que, a pesar de ser un trabajo
académico, posee un contenido emocional que se relaciona con la
fuente de mucha de su información. La elección del tema a tratar
no es algo que se da dentro de una miríada de temas posibles con
absoluta indiferencia de tipo personal, como suele suceder en
estos casos. Es el producto de una vida de observación, no
siempre sistemática ni rigurosamente científica, de hechos y
sucesos en los cuales tuve alguna participación personal, de los
cuales, de alguna manera, tal vez bastante singular, yo he sido
testigo. Es el producto de una vida de observación sobre temas
que me comprometen íntegramente al nivel emocional, porque he
encontrado que han afectado profundamente mi vida y la vida de
los míos, porque afectan de manera íntima y sustancial la vida de
mis vecinos, del pueblo de mi Nación, a la que he amado
profundamente. Tal vez obedezca a una visione muy subjetiva de
los “paisajes”, unas veces agrestes, otras estimulantes, otras
lúgubres y depresivas del entorno en que me moví. A pesar de
todo, esa observación le aporta a las consideraciones académicas,
al trabajo científico, un afincamiento en la vida real,
conscientemente, responsablemente asumido. Se trata de un tema
científico, es cierto, pero que me compromete afectivamente, con
pasión.
48
Soy consciente que el tema a tratar responde a inquietudes que
fueron tomando forma desde mi niñez, y que en algún momento
de mi vida, consideré de relieve, no sólo para mi vida, sino quizás
para la vida de un pueblo como el nuestro, vapuleado y
escarnecido, sin piedad, no pocas veces con justa razón, pero que
indudablemente aprendí a amar, y a cuya redención quiero
contribuir.
III ALGUNOS DE MIS PRIMEROS CONTACTOS CON
EL MUNDO REAL.
Mi nacimiento se dio en una ciudad verdaderamente provinciana
de Colombia: Medellín. En 1938 tendría, si acaso 192.000
habitantes (hoy tiene 2.5 millones). El país entero tendría una
población de unos 8.000.000 de habitantes (hoy tiene 47
millones). Sesenta años después Medellín es una ciudad, quizás la
segunda de Colombia en población. En su área metropolitana
(incluidos los 8 otros municipios del valle de Aburrá) habitan el
80% de la población actual del Departamento de Antioquia, el
más poblado de Colombia: unos 5.000.000 de habitantes. Eso
significa que hay un contraste impresionante entre las realidades
humanas de entonces y las actuales en esta ciudad. Entonces
vivíamos en una villa apacible, completamente aislada, por tierra,
del resto del país. Los viajes solamente podían hacerse por medio
del incipiente servicio aéreo de transporte, prestado por la única
empresa disponible, Avianca, o en mula por los caminos de
herradura. Una excepción era el Ferrocarril de Antioquia, que
conectaba a Medellín con el área destinada al cultivo del café en
la región suroccidental del Departamento y con Puerto Berrío,
puerto fluvial de importancia capital en el comercio del grano,
sobre el río Magdalena. Esa feliz circunstancia determinó en la
región el desarrollo económico é industrial, que generaría el
primer proceso de acumulación de capital en Colombia,
disponible para la Revolución Industrial del país. Ahora vivimos
en una ciudad desarrollada como tal, conectada con el exterior,
sometida también a nuevas fuerzas sociales y humanas
desencadenadas por múltiples motivos, algunas de ellas capaces
49
por sí solas de aplastarla si no son afrontadas con valor o de
redimirla si sabemos aprovecharlas con inteligencia.
Cuando desde la niñez, en un medio social apacible como aquel,
se viven experiencias de horror, cuando esperaba que el mundo de
los adultos fuera un mundo lúcido, cuando aún la naturaleza
infantil, tal vez porque en medio de su inocencia uno tiene aún la
intuición de que la armonía debería reinar en el mundo espiritual
del adulto, se rebela, en silencio, sin saber lo que hace y sin
entender plenamente lo que le sucede, contra las causas de
semejante dolor y sufrimiento, contra la realidad tozuda que se
siente imponerse sin la menor consideración. Así empecé a tejer y
a vivir en un mundo interno de ensueño más acogedor. Me retraje
a mi interior empeñándome en vivir mi vida íntima, aislada de mi
entorno social, inmensamente celoso de todo intento de invasión
externa de mi propio territorio, al sentirme extraño, quizás no
aceptado en el mundo hostil que mal me parecía que me recibía,
optaba por atrincherarme dentro de las fronteras de mi propia
individualidad, tal vez acumulando resentimientos, y odios contra
las causas a las cuales le atribuía esa hostilidad, aprestándome en
mis fantasías infantiles a la emboscada, a la retaliación cuando las
circunstancias llegaran a favorecerme. Sin saberlo, entré en un
mundo en que incursionan los hombres para construir sus sueños,
para darles forma antes que tengan que confrontarlos con el
mundo físico. Es allí donde se construye el arte, donde se
maquinan las ideas bellas o las ideas perversas; donde puede
dialogar el hombre, donde se gestionan las alianzas o los actos
destructivos de la sociedad, donde se cuece el mañana o donde se
frustra; donde se pueden planear los mecanismos para asegurar el
porvenir del Hombre; donde se puede negociar su participación,
antes que todo aquello sean hechos cumplidos.
A los tres años quizás, ignorante de lo que ocurría ante mis ojos,
sentado en el suelo en el patio de mi casa, todavía de pañales,
observaba a lo alto manojos de hermosos aeroplanos, cuatro, seis,
ocho de ellos, con barriga azul y alas amarillas que “berreaban” y
se desplazaban lentamente como exhibiendo su pintoresco
colorido. A los seis años, oía, a hurtadillas, noticias de radio, de
50
historias que no parecían de la vida real. Contemplaba
estremecido, aterrorizado, sin aliento, sin palabras, sorprendido,
con miedo de expresar sinceramente mis sentimientos aún frente a
papá y mamá que no imaginaban siquiera que a una edad tan
temprana aquellas cosas fueran comprensibles para un niño como
yo. Son no obstante experiencias reales de quien esto escribe.
Entremezclaba esas imágenes mentales con lo que imaginaba que
podía ser la “catástrofe universal” con las fantasías de mis juegos
infantiles, sabiendo que más allá de la voz entrecortada de las
emisiones de onda corta de la BBC de Londres y de las revistas
que muestran los “cadáveres vivientes” que salían de los campos
de concentración recientemente liberados por las fuerzas aliadas,
como Dachau, Aushwitz, y otros, había una realidad humana
trágica, muy distinta de la apacible y aparentemente efímera que
reinaba en mi sencillo hogar de provincia colombiana.
A los nueve años de edad, esa consciencia, infantil todavía, es
sacudida el 9 de abril de 1948, a las 2: 30 p. m. con una noticia
que ha desencadenado la asonada, que hace colapsar al Estado
Colombiano, algo que no había formado parte nunca de mi
mundo real: El asesinato de Jorge Eliecer Gaitán una hora antes
en Bogotá. Ello ocurre en el ambiente enrarecido por los gases
lacrimógenos, por las calles con gentes pálidas, vociferantes y de
semblantes desencajados de la furia, que blanden palos,
herramientas y machetes, y que se van acumulando en las zonas
céntricas de la ciudad, a través de las cuales tenemos que
movernos los pequeños estudiantes buscando llegar a casa, cuanto
antes.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, parece ser un evento
deliberado, nada inocente, que marca profundamente mi vida, y
luego, según me he dado cuenta en mi adolescencia, la vida de
nuestra sociedad, quedando indeleblemente marcado en los
recuerdos de esa consciencia juvenil, al lado de una sensación
insoportable de impotencia frente a fuerzas desconocidas que
corrido el tiempo vapulean y amenazan la seguridad de mi hogar,
que amenazan interferir mi propia vida, haciéndola parecer como
una pavesa de polvo echada al viento. No entendía, entonces, que
51
ese no era más que el abrebocas de toda una época de guerra y
violencia que marcaría, no sólo una, sino millones de vidas,
obligadas a asumir las responsabilidades cotidianas, la crianza y
formación de los hijos en la edad adulta, en un medio social de
altos e imponderables riesgos. ¿Qué clase de información atiborra
mi mente? ¿Quién responde por los “resortes”, por las verdaderas
“catapultas” que han sido armadas en mi cerebro, en mi
inconsciente sin mi consentimiento y que en un momento de
angustia o desesperación pueden disparar mis motores reflejos de
defensa, hacerme enloquecer de furia, de miedo, y producir una
catástrofe? ¡Sólo en mi edad adulta pude entender aquello! Estoy
convencido que la historia que se vive en nuestro país, y no sólo
en él, sino en gran parte de las naciones del planeta, es el producto
de acciones deliberadas inmensamente irresponsables, cuyos
maquinadores y ejecutores, a todos los niveles sociales, llevan a
cabo sin considerar las consecuencias humanas que traen y el
daño trascendental que le causan a la Humanidad. Ya siendo un
hombre maduro, con mucho dolor, pero cuando pude, calculando
que podría ser de valor otra experiencia diferente para los hijos,
hice lo posible para su salida del país, además, con interés de que
ellos pudieran palpar, por sus propios medios, las circunstancias
de vida propias del país de su madre. Como consecuencia, dos se
quedaron para realizar su vida allí y dos se quedaron finalmente
en Colombia.
Con la convicción de que las experiencias vividas no son
experiencias extremas ni excepcionales, de que en las diversas
oportunidades, en las diversas circunstancias concretas vividas, en
escenarios o lugares diferentes, hay correspondencia emocional,
con muchos otros niños de generaciones contemporáneas o
posteriores, empecé a ser consciente de los efectos que aquellos
acontecimientos producían en mí y en el ambiente infantil que me
rodeaba. Ello puede dar una idea de los “motores” que
impulsaban la respuesta inadecuada a aquellos estímulos externos
en la edad adulta. Si cada uno contempla desde fuera su caso
particular, podría dar testimonio de la responsabilidad de aquel
entorno social, modificado y manipulado por personas adultas que
dadas sus propias circunstancias, no quisieron, o no pudieron,
52
generar estímulos más adecuados a la convivencia civilizada, a la
armonía de la vida humana.
Siendo, a mi edad actual una persona plenamente realizada, a
pesar de muchas de las circunstancias difíciles vividas, quizás si
hubiese podido vivir una vida de éxitos, así como se entiende en
nuestro mundo moderno, me hubiera dedicado, probablemente, al
disfrute de mi fortuna, y no se me hubiese ocurrido detenerme y
adentrarme en las reflexiones acerca de un tema tan polémico
como éste. Sí, porque la polémica surge de la naturaleza del tema,
no del posible interés del autor, en defender una postura
determinada, que es, por otra parte, bastante neutral respecto de
las diferentes tendencias ideológicas del momento, especialmente,
si se considera su propósito didáctico. Esto es cierto, aún en
medio de los cruentos conflictos que en el devenir de la vida
cotidiana actual se suscitan y de la violencia y falta de respeto a
las distintas maneras de pensar con los cuales se suelen abordar y
definir su solución, entre nosotros, paradójicamente y muy
especialmente, al más alto nivel de nuestra dirigencia. Podría
decir que me mueve una expectativa diferente, más profunda y
trascendental. El motivo que mueve mis esfuerzos es visceral, es
de pura supervivencia, es solidario con la suerte de un prójimo
que siento próximo, a veces anónimo, pero que veo a menudo
personificado y representando en innumerables hojas de vida
buscando empleo, en las gentes que se mueven en su
desplazamiento forzoso en busca de seguridad hacia los centros
urbanos, en las hordas de mendigos que se estacionan en los
semáforos implorando comprensión y ayuda, en la multitud de
viciosos y negociantes que caen en el crimen víctimas del mal
ejemplo, del engaño, lo que les frustra de por vida su hoja de vida.
Pienso que mi propia suerte pudo haber sido, perfectamente, una
versión más de la de aquellos desgraciados. Yo tuve muchas
oportunidades de responder violentamente a mis dilemas
personales, incluso fui invitado a participar de una organización
que ha cometido toda clase de atrocidades en nombre de una
supuesta “legítima defensa”. Sin embargo no quise responder
nunca a la violencia con más violencia. Hubo algo en mi
53
consciencia que me apartó de aquellas sendas y que me encaminó,
más bien, hacia una reflexión que arrojase luces útiles en la
solución de mis conflictos, mis discordias, de mis incertidumbres,
mi confusión, que en un principio consideraba algo personal y
luego vi cómo era un problema colectivo, no sólo de alcance
doméstico sino incluso, más allá de nuestras fronteras patrias. Así
quise yo buscar seguridad para mí, mis seres queridos, la gente
próxima a mí, mediante esa reflexión que me ha permitido
visualizar nuevos motivos de esperanzas, que expreso en el título
de esta obra: “Es tiempo para el Hombre”. Los desarrollos que ha
logrado el conocimiento contemporáneo de la Realidad, nos
infunden un nuevo ánimo.
IV LAS PRIMERAS INQUIETUDES PROFESIONALES.
Mis experiencias, en la niñez y en la juventud, más íntimas y
entrañables, fueron en el Campo, como lo decía atrás, y en
aquello que con él se relacionaba. De niño amaba a los animales.
Tendría unos cuatro o cinco años cuando llegué a criar en el cajón
de mi mesa de noche mi primera mascota: Un pequeño ratoncito
blanco que encontré en la calle, todavía sin abrir los ojos, y que
escondí allí sin conocimiento de mis padres. Primero le di gotitas
de leche y luego aprendió a comer. Yo aseaba el lugar pero el
berrinche detectó su presencia. Cuando se enteraron del asunto,
me obligaron a tirarlo con mucha pena de mi parte, por la tasa del
inodoro.
Mi primera experiencia en ingeniería se dio en la industria textil
durante seis años. Trabajé un año en Pepalfa, fabricante de
prendas íntimas femeninas, ya desaparecida, Charles e Imperial,
fabricante de camisería fina para hombre, ya desaparecida y
Fabricato, empresa textil, durante cuatro años, donde fundé uno
de los primeros departamentos de mercadeo conocidos en el país,
allá en el año de 1966, y aporté mi experiencia para ayudar a
orientar los primeros pasos de una nueva empresa productora de
fibra sintética textil: Enka de Colombia.
54
No obstante, el eje de mis conflictos se refiere principalmente a la
aplicación de la ingeniería industrial en la medición del trabajo. A
principios de l963, unos pocos meses antes de mi matrimonio,
contando apenas 25 años de edad, y habiendo terminado mis
estudios de Ingeniería Administrativa en la Escuela de Minas de
Medellín fui contratado por el ingeniero industrial Carlos Enrique
Botero Olarte, finado en su juventud en un accidente aéreo uno y
medio años después, para instalar en una empresa de
confecciones, Charles e Imperial de los señores Adolfo y Rafael
Restrepo de Medellín, su departamento de Ingeniería Industrial.
La labor duró un año largo, hasta el accidente aéreo. Hice el
trabajo en coordinación con mi jefe tal como me lo había pedido y
quedó prácticamente terminado. No obstante quedaron flotando
no pocas inquietudes respecto de la labor cumplida.
Particularmente no me parecía justo ni razonable, mirar el
cuidado, la atención, la meticulosidad, el “amor” se diría hoy, con
el que trabajaban algunas operarias, en contraste con la
generalidad, mucho de cuyo trabajo tenía que ser rechazado por
descuidado. Nosotros habíamos evaluado (¿?) el trabajo del
personal, habíamos hecho una planificación de los oficios, otra de
la planta en su conjunto y elaborado también un plan de pagos e
incentivos. Sobre esa base se podían calcular los costos indirectos
de cada prenda elaborada y era posible establecer un precio de
venta mínimo, referido a los costos de producción.
Mis inquietudes giraban alrededor del parámetro tomado en
cuenta, como único a considerar en los costos de mano de obra: El
tiempo. Habíamos usado un método de análisis de la aplicación
de la mano de obra, en términos de acciones sencillas de las
manos, los brazos, el cuerpo, las piernas, etc., cuyo cómputo,
correctamente conjugado, permitía saber el tiempo de operación
por cada pieza cortada, ensamblada, etc. Ese método era una
novedad entonces: El MTM (o Medida del Tiempo de los
Métodos). La empresa colocaba sus productos en un mercado
muy seleccionado y muy exigente de la calidad. Yo entonces no
alcanzaba a percatarme del significado de lo que habíamos hecho,
pero apreciaba las dificultades para mantener la calidad de la
producción, y algo más preocupante: Las niñas que trabajaban
55
bien, habían sufrido una reducción de sus ingresos y se
encontraban bastante desengañadas, con justa razón.
Particularmente teníamos dos indígenas cunas cuyo trabajo era
especialmente pulido, eran casi unas artistas, y la empresa, sin
saberlo cabalmente, había desechado un factor productivo, el más
valioso que tenía. Nosotros carecíamos, yo especialmente, de una
clara consciencia de su significación, por falta de experiencia,
quizás, y por razones “prácticas” o comerciales, que entendería
mucho después. Antes trabajé en Pepalfa, y guardaba en la
memoria una iniciativa que empecé a desarrollar allí y que
hubiera sido una buena solución. A mi retiro de Pepalfa, por
razones ajenas a mi actividad, todo se quedó sin terminar y,
desgraciadamente, en Charles e Imperial no caí en cuenta de
proponerla.
Sobre la base de los conceptos conjugados de Calidad-Cantidad,
pretendía yo desarrollar un plan de incentivos, para empezar a
aplicar a las máquinas de tejido plano, para medias de vena, de
manera que la remuneración del trabajador fuera la máxima,
contando con la máxima producción posible, cruzando el dato con
el máximo número de revientes y añadidos aceptables por unidad
de superficie del tejido. La máquina debería ser ajustada en su
velocidad, para cada operario, según la capacidad de supervisión
de cada uno de ellos.
Unos años después, realicé un curso de actualización en el área de
la Ergonomía, con el doctor Jorge Forcadas Feliu, fundador y
profesor de la facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad
Nacional en Medellín, con sede en la Escuela de Minas. El curso,
referido particularmente a las condiciones del puesto de trabajo,
como cantidad de luz, de ruido, de calor, etc., encaminadas a la
optimización de los rendimientos del trabajador, fue para mí un
descubrimiento y un estímulo a mis observaciones en todas mis
actividades posteriores, especialmente cuando siendo empresario
del campo, constituyó un fundamento importante en la
interpretación de mis observaciones prácticas destinadas a
mejorar los resultados de mi trabajo y el de mis empleados. Le
daba entonces vueltas en la cabeza a una inquietud, cuya
56
respuesta podría cerrar el círculo abierto desde Charles e Imperial,
cuando no me sentía satisfecho con el uso del parámetro tiempo,
como base de la medida del trabajo de las personas: ¿Por qué no,
abordar la medición del trabajo, la proyección de los rendimientos
del trabajo, desde este nuevo punto de vista, el de la Ergonomía?
Aunque no lograba entender todavía cómo podría hacerlo útil
universalmente, como técnica de medición, como técnica
productiva, había pensado en la semejanza de un ingeniero
industrial haciéndolo, con los médicos deportivos, que buscan el
potenciamiento de los deportistas con el uso de dietas adecuadas
al alto rendimiento, que eligen las disciplinas adecuadas a los
deportistas, según sus condiciones anatómicas y anímicas, etc. Sin
que lo hubiera tenido muy claro, desde el principio, ya había
logrado un buen avance en cuanto a mi preparación técnica para
el siguiente paso, el más decisivo de mi vida: La que habría de ser
mi más fructífera oportunidad de entender el significado universal
de una unidad productiva, un equipo de trabajo y mi propio
esfuerzo, en la empresa ganadera que iniciaba. No sabía, al
principio, que iba a quedar situado, como los campesinos, en la
avanzada de la industria humana para el aprovechamiento directo
e inmediatamente de los recursos naturales, el más importante de
los cuales, sin contar al mismo hombre, era la energía solar.
V LA NATURALEZA, LA GENTE DEL CAMPO,
LA VIDA Y EL TRABAJO EN EL CAMPO
COMO FUENTES DE INSPIRACION.
Los mejores años de mi vida los invertí en el Campo. Por razones
familiares y por una estrecha relación cotidiana con él, me
familiaricé con el Campo, y aprendí a trabajar con varios tipos de
cultivos, con la ganadería tanto de carne como de leche y el
cultivo de distintos tipos de pasto, en todos los climas. Sin
embargo, tuve la oportunidad de contratar a un magnífico
administrador de haciendas ganaderas, gran conocedor de la
industria, al nivel tradicional, de magníficas relaciones humanas
con todo el mundo y gran maestro de su arte: Don Gabriel Gil
Madrid, oriundo de Ituango Antioquia. A papá, ya finado, le
aprendí el amor al Campo y su gente. A don Gabriel le aprendí
57
además de su arte, la manera de abordar con dignidad, respeto,
cariño y delicadeza, a muchos campesinos sencillos, por lo que
pudieron ser cultivadas, entre nosotros, no sólo gran lealtad
recíproca, sino una amistad sincera y duradera. La experiencia,
cruzada con la disciplina científica, aún sin ser demasiado
avanzada, me lanzó en mis reflexiones, a la lectura y a la consulta
de fuentes de información más y más profundas, incluso, poco a
poco, hacia una concepción diferente del Mundo, de la vida
humana, de la Realidad, del significado del trabajo empresario, de
las instituciones sociales, algo que apenas unos veinte años
después empieza a tomar los perfiles de una definida “forma
corporal” en mi consciencia.
VI EL PASO DE UNA CONCEPCIÓN TRADICIONAL
A UNA CONCEPCIÓN MODERNA
DE EMPRESA PRODUCTIVA.
Partiendo de un establecimiento sencillo pero productivo, en que
se cumplían meticulosamente las condiciones productivas
tradicionales, empezó una metamorfosis, que, en quince años sin
que fuera algo muy notorio, a primera vista, permitía duplicar la
producción, en kilos de carne por hectárea, sin cambiar
substancialmente la forma como estaba implementada la
producción. Entonces reflexionaba constantemente sobre nuestros
reales costos de producción, si consideraba la empresa tal como
una empresa fabril. Había una consideración importante qué
hacer: ¿Cuál podría ser el valor de la energía solar fijada en la
biomasa vegetal con que alimentábamos el ganado? Todo
dependía, hasta entonces, del precio al que pudiéramos venderla
transformada en carne. Pero ya teníamos un dato importante:
Sabíamos cuanta energía nos costaba producir cada kilo de
proteína cárnica que colocásemos en el Mercado.
No había duda: Nuestra ganadería, era una unidad económica de
avanzada, una de miles de “células” transformadoras de energía
solar en un recurso de uso humano directo e inmediato: La carne.
Nuestra ganadería era una célula transformadora que, en nuestro
caso, era usada eficientemente en orden a ese fin, pero que
58
también podría ser sustraída del Inventario productivo, para servir
como tantas otras, como terreno destinado a la especulación
económica, al “lavado” de moneda extranjera, con lo que
cambiaría radicalmente su significación. Por lo pronto, era una
unidad económica incorporada decididamente al sistema
productivo humano, que se implantaba firmemente en el gran
sistema económico natural, al Sistema Sol - Tierra, a través de lo
que hoy se llama la “cadena de abastecimiento”, conectada con
otras unidades productivas y de servicio como la nuestra.
Las lamentables condiciones de seguridad que se fueron dando en
los años finales de la década de los setenta, particularmente,
cuando fueron evidentes luego del asalto del 5º. Frente de las
FARC en Agosto de l979 al corregimiento de Callejas en el
Departamento de Córdoba, nos obligaron a darle fin al proyecto.
Callejas está ubicado a veinte kilómetros al norte de Valencia,
donde estaba también ubicada Troya, nuestro establecimiento.
Luego de una gestión reconocida, incluso, por fuera de la región,
de una inmensa frustración y tremendo desengaño, fue preciso,
por razones familiares, liquidar la idea y cuando apenas se daba
término al montaje del mismo, vender el inmueble en condiciones
inoportunas y con consecuencias funestas para el patrimonio
familiar. Valga la pena decir, que precisamente esas magníficas
tierras productivas, igual que muchísimos otros activos que
podrían prestar invaluables servicios productivos al país, cayeron
en el vórtice de la especulación, tal como puede apreciarse hoy en
la región, como consecuencia de las actividades del narcotráfico y
de los grupos de autodefensa paramilitar.
VII LA IDEA DE UN TRABAJO ACADÉMICO CON
OBJETIVOS DIDÁCTICOS
Mi vida de trabajo, particularmente en el área del Campo, como
ocurría en aquella época en mi país, significaba aislarse, casi por
completo, del ambiente de la Ciudad, mucho más del ambiente
académico. Aparte de los efectos de una larga violencia, en el
Campo no se veía bien la intervención de zootecnistas,
agrónomos y otros profesionales de formación universitaria,
59
cuyos intentos, tenían generalmente un carácter imperativo que
descalificaba, de entrada, la sabiduría campesina, lograda,
obviamente con experiencias vividas de manera rústica e
interpretadas con medios y referencias no menos rústicas, pero sin
que se llevara a cabo un diálogo constructivo con ellos, para
convenir un accionar interactivo conjunto formativo en el proceso
productivo. Por tal razón la tecnología no fue recibida con
aprecio, sino resistida y rodeada del mayor escepticismo. Aquella
situación ha sido superada con el tiempo, al menos parcialmente,
pero sembró de dificultades caminos como el mío, en que,
habiendo sido universitario tuve que acreditarme y ser recibido
como “hombre de negocios” calificado y de fiar, en el medio
campesino, solamente después de haber probado mi capacidad de
iniciativa, de elegir acertadamente las opciones efectivas de las
que no conducen a ninguna parte, de sortear exitosamente los
retos que surgen, de los albures que se corren diariamente en
medio de toda clase de mentiras que se tejen para confundir al
incauto, para disfrazare la realidad; para identificar las propuestas
razonables que se deben hacer en los diferentes tipos de
negociación que se dan, por ejemplo, en áreas como la ganadería,
en que se practican toda clase de simulaciones ficticias y engaños
para “justificar” las posturas de los negociantes, en la
presentación de sus presupuestos en costos de producción, en
costos de comercialización, en costos de transporte, en costos de
mano de obra, etc. Es un medio en que la gente se arruina por
falta de malicia, de astucia, de visión, de excesiva confianza,
además de porque ignore los presupuestos económicos y
financieros reales de su oficio en un “juego” “competitivo” que
tiene sus reglas y en el que se empeñan la “vida” y el “crédito”
personal en cada partida. Es un medio en que tanto el Estado
como los distintos contendores de la lucha política se inmiscuyen
y se valen del mayor disimulo y la mayor sutileza para interferir y
torcer en beneficio propio el juego en actividades que se
consideran muy rentables, cuartando las libertades básicas y
alterando las reglas que lo regulan fatal pero imperceptiblemente,
sembrando el desconcierto general y afectando generalmente el
costo humano de esas actividades, para perjuicio de toda la
población.
60
Durante mucho tiempo, quizás unos veinte años, me mantuve tan
actualizado en mi materia profesional como pude, participando
incluso en algunos seminarios de actualización. En mi área de
trabajo fui, realmente, de avanzada y tuve la suerte de gozar de la
mejor asesoría técnica con que puede contar un empresario en mi
área de trabajo en Colombia. Por medio de la lectura estuve al
tanto, aunque no siempre en detalle, de mucho del avance
tecnológico y científico aún por fuera de mi campo de trabajo, lo
que me permitió encajar mi labor productiva dentro de un
contexto conceptual general que me permitió percibir el inmenso
valor del conocimiento no siempre reconocido, que tienen los
campesinos de los distintos hábitats, de los distintos oficios y, por
extensión de nuestros artesanos y sus artes, y la trascendencia de
su labor como fundamento de la riqueza, del patrimonio de las
sociedades, de las naciones, y, por qué no, de la humanidad
entera.
De ese valor no somos muy conscientes, particularmente, en
sociedades de clase, de corte muy aristocrático como la nuestra,
en que la clase dirigente se va formando con personas muy
conscientes de sus propios derechos, de sus privilegios y sus
“conquistas” sociales, con personas que miran solamente en
términos de su interés hacia los “incentivos” económicos
inmediatos, por ejemplo, los que provienen de la disminución del
precio de las ofertas de trabajo; con personas con aspiraciones
arribistas que se olvidan de considerar las recompensas morales
que promete la Cultura a los dirigentes de pueblos que por su
intercesión logran su redención. De ese valor no somos muy
conscientes los que vivimos en sociedades en que se acostumbra
limitar la difusión de la Cultura en todas las capas de la Sociedad
para mantener la incompetencia de los más débiles, los más
pobres, los más ignorantes, con lo cual se aseguran “bajos los
costos” en el ejercicio del Poder.
Me di cuenta que mi visión de la Realidad cambiaba radicalmente
a medida que maduraba, que ampliaba mi campo visual, y
observé cómo creció en mi interior el afán por comunicar aquella
61
experiencia. Tuve la convicción de que mediante esa
comunicación podría animar a muchos otros a moverse hacia la
procura de cambios de fondo en las condiciones de pobreza en
que vivían. Con esos cambios cambiaría también en gran medida
el nivel de riesgo nuestro de caer también en ella. ¿Cuántas
oportunidades de progreso perdemos, solamente porque
mantenemos en la ignorancia a quienes podrían ser nuestros leales
colaboradores, solamente porque no queremos competidores
mejores que nosotros? ¡Así se han enseñoreado la corrupción y la
mediocridad de nuestra sociedad!
De ser originalmente una reflexión y un trabajo completamente
aislado e íntimo, pasó a ser una labor apoyada por amigos capaces
de ayudarme en la tarea de darle un perfil adecuado de calidad
académica. Resuelto ese problema, quedaba la necesidad de
aclarar si era pertinente plantear el tema en el medio universitario,
como parte de la materia de estudio de las ingenierías, teniendo en
consideración la responsabilidad de ésta disciplina en el prospecto
de desarrollo sostenible de la vida humana contando con los
recursos que le aporta el medio físico. Me tocó presentarle la idea
a un comité de decanos del área docente de Ingenierías de la
Escuela de Minas de Medellín, dependencia de la Universidad
Nacional seccional de Medellín, en el mes de marzo del 2003, por
invitación de la ingeniera Norma Lucía Botero, entonces
profesora de esa conocida institución.
Plantee la idea de que, para hacerlo posible, era preciso que la
sociedad humana se volviera de nuevo hacia la Naturaleza y
empezara a concebir su economía como parte constitutiva de la
economía natural del planeta, la cual depende del funcionamiento
correcto del gran sistema termodinámico formado por la relación
Sol – Tierra, y de los mecanismos de intercambio de energía que
se dan entre el conjunto de las especies que tienen el poder de
“fijar” o “condensar” energía solar en forma de biomasa, útil
como “alimento” o “materia prima” para las demás especies,
como es el Reino Vegetal, y los demás reinos de la naturaleza que
dependen de esos alimentos o materias primas, como son el Reino
Animal y la Especie Humana. No sólo resultó pertinente el tema,
62
sino que, con sorpresa, me enteré, era coherente con las
inquietudes que se ventilaban y debatían ampliamente en el medio
universitario en ese momento. Por fortuna mi plan de trabajo
había pasado también ese test. Ya solo me restaba poner manos a
la obra. A medida que avanzaba en mi trabajo surgieron nuevas
inquietudes.
Me preguntaba, por ejemplo, si, ¿era posible concebir la cultura
humana como un conjunto de actos colectivos, deliberados,
conscientes, armónicos, quizás promovidos por líderes
comprometidos en la consecución de un fin común de
conveniencia general? Ello debería estar precedido de un esfuerzo
masivo de formación de espíritus creativos, y del prospecto de un
soporte físico suficiente y dinámico. ¿Podrían los ingenieros
aportar el diseño de ese soporte? La respuesta, me pareció,
conllevaba a una ilustración suficiente respecto de dos
experiencias que permiten avanzar sustancialmente en su
definición:
En la historia de la América Española del siglo XVI, se contempla
una proeza cultural sin precedentes en el Mundo, ampliamente
difundida en su época, pero hoy olvidada gracias a la práctica en
la Guerra de los mecanismos de propaganda política por parte las
potencias mundiales vencedoras (anglosajonas) destinadas a
borrar el crédito de la potencia vencida (el Imperio Español). Se
refiere a la actividad misional de la Compañía de Jesús en los
Llanos Orientales de Colombia y con los pueblos guaraníes de
Paraguay y Uruguay, no contando con su colosal intento de llevar
la Cultura Occidental a la India y a China. En el término de una
generación fue posible la transformación de pueblos nómadas de
las selvas suramericanas en pueblos sedentarios que habían
asimilado de manera grandiosa, muchos valores de fondo de la
Cultura Occidental.
La otra experiencia, casi tan insólita como la anterior, pero no ya
histórica, se refiere a lo que parece ser una realidad, y que fue
observada y comentada por el Dr. Gabriel Jaime Gómez actual
director del Planetario Municipal de Medellín, con una autoridad
63
científica alemana en uno de sus viajes, en este caso a la
Universidad de Heidelberg. En su visita a un destacado profesor
de física de dicha universidad, miró sobre su escritorio la obra de
un autor del Taoísmo, conocida religión del Lejano Oriente. A la
manifestación de su curiosidad, recibió poco más o menos la
siguiente respuesta: “Los frentes de investigación en varias de las
diferentes áreas de la Ciencia, ya empiezan a avanzar en terrenos
que se confunden con lo que ha sido del dominio de los místicos”
(referencia verbal del doctor Gabriel Jaime Gómez director del
Planetario Municipal de Medellín, dentro del contexto del
simposium sobre la obra de Albert Einstein reunido en Medellín
entre el 14 y el 15 de octubre del 2005).
Ello no significa otra cosa, que la Ciencia no es un sustituto de
otras formas del pensamiento humano. Quizás, está madura ya
para aportar un soporte más sólido a la intuición desplegada en
otras disciplinas del saber humano. Significa que desconocer el
valor de los aportes de los saberes milenarios de las diversas
tradiciones culturales vivas y muertas u “olvidarlos”, es
despreciar un patrimonio humano invaluable. Sus testimonios
merecen investigación, estudio, mucho diálogo y mucha reflexión
alrededor de ellos. Se puede prever que las disciplinas técnicas
que se desenvuelven dentro del contexto de la Ciencia y aún, se
derivan en sus conocimientos, de ella, como la ingeniería, y la
medicina, entre muchas otras, se beneficiarán inmensamente del
conocimiento muy objetivo de aquella realidad. Y una
consecuencia muy importante: El conocimiento de la Naturaleza,
que le interesa a la Ciencia, mejora las posibilidades de
adaptación del ser humano en su medio, le permite entenderse
mejor, y entender mejor sus relaciones con los otros seres con los
que comparte su espacio. Así podría quedar resuelta, por el
momento, la pregunta.
Pero hay un efecto, que parece necesario, debe ser logrado. Uno
de tantos, como consecuencia de las reflexiones que propongo: Es
la superación definitiva de un paradigma ético terrible que desvía
nuestra visión del cieno de donde provenimos y nos hace alzar la
mirada al Cielo donde está definitivamente nuestro “verdadero
64
potencial de vida”, que señala el sentido del “progreso” tal como
nos lo plantea el sentido ético que nos ha sido insinuado
tradicionalmente dentro de nuestra cultura, y de otras, en virtud de
una visión no muy afortunada, desde el punto de vista
paleontológico. De un paradigma que condiciona totalmente
nuestra visión del Mundo, que condiciona tajantemente los
objetivos de nuestra civilización actual, de sus instituciones,
haciendo que su visión alterada se duplique de padres a hijos, sin
remedio; que nos hace ver unos tesoros que tuvieron un
significado en su tiempo pero que nos hace despreciar el valor
real de otros, los más valiosos, que todavía no comprendemos.
El sentido que ancestralmente se le dio al progreso de la
humanidad, cuando todavía no se conocía ni se aceptaba la
realidad de la Evolución, estaba dado por el “ascenso” de la
consciencia humana del animal, hacia las alturas de la “razón”.
¿Qué intuición humana señala este sentido como el sentido a
buscar en la materialización de la Cultura, por el trabajo de hacer
crecer la consciencia humana? ¿Por qué ascenso? ¿Por qué altura
de la razón? ¿Es la especie humana privilegiada? ¿Qué sabemos
nosotros acerca de cómo miran y entienden otros seres, el
Universo, nuestro mundo, que solamente entendemos y pensamos
desde el punto de vista de nosotros mismos? Es cierto que el
hombre camina erecto, pero ¿por qué motivo? Si nos vemos a
nosotros mismos integralmente, no podemos menos que
reconocer que todo nuestro organismo es coherente con la
totalidad y cada una de las funciones que cumple en conjunto
cada órgano; cada órgano ha sido modificado y acondicionado
para su nueva función de proteger y apoyar la misión de todos de
la manera más eficiente. Según Georges Bataille,… ”la función
del pie humano consiste en darle un asiento firme a esa erección
de la que el hombre se siente tan orgulloso (el dedo gordo deja de
servir para la prensión eventual de las ramas y se aplica al suelo
en el mismo plano que los demás dedos)” (Georges Bataille. El
dedo Gordo. “El Lugar del Hombre en el Universo”. Centro de
Educación Continua Departamento de Humanidades. Universidad
Eafit. Octubre del 2007. Profesor Hilderman Cardona Rodas. P
10)
65
Erróneamente, según el mismo autor “Aún cuando dentro del
cuerpo la sangre fluye en igual cantidad de arriba hacia abajo y de
abajo hacia arriba, [ha ocurrido algo absurdo,] se ha tomado el
partido de lo que se eleva y la vida humana se considera
erróneamente como elevación. La división del universo en
infierno subterráneo y en cielo completamente puro es una
concepción indeleble. El barro y las tinieblas son los principios
del mal del mismo modo que la luz y el espacio celeste son los
principios del bien: con los pies en el barro pero con la cabeza
cerca de la luz los hombres imaginan obstinadamente un flujo que
los eleva sin retorno en el espacio puro. La vida humana implica
de hecho la rabia de ver que se trata de un movimiento de ida y
vuelta, de la basura al ideal y del ideal a la basura [con la muerte],
una rabia que resulta fácil dirigir hacia un órgano tan bajo como
un pié” (Idem. P. 10). Se habla así de “bajezas” cuando se habla
peyorativamente de pensamientos o acciones “inmorales”, lo cual
se asocia también con aquellos seres que viven “cerca” del suelo,
o se arrastran, como las serpientes, los lagartos y otros seres que
se asocian con “demonios”. Desde este punto de vista hay partes
del cuerpo nobles, como la cabeza, las manos y otras innobles
como los pies. El manejo de las relaciones entre los hombres, -
mujeres y hombres-, en las que se manejan algunas formas
diferentes de seducción, cuando ésta se refiere a la atracción por
“altos” motivos, se considera encomiable, cuando se refiere a
“bajos” motivos se considera obsena (Idem. P. 11).
Se asocia esta concepción ética pues, en el fondo, con la erección
del cuerpo humano sobre su tren trasero, es decir sus dos pies,
acción que señala el movimiento de la cabeza hacia las “alturas”,
hacia el cielo, “señalando” el destino del Hombre. Por otra parte
se desprecia la “bajeza” del barro donde los pies soportan el
cuerpo. Los conflictos entre las diversas doctrinas referidas a la
aparición del hombre en Occidente, por ejemplo entre los
“creacionistas” y los “evolucionistas” se dan bajo el influjo del
enfrentamiento de ánimos muy caldeados de tipo ideológico y
religioso, y de criterios muy particulares y curiosos que impiden
el acceso a explicaciones razonables que podrían significar algún
66
tipo de conciliación. En el primer caso el hombre aparece, como
aparecen los animales, tal como son; así piensa Linneo (¿?). Me
parece pertinente desde mi punto de vista, que reconozco
completamente subjetivo, hacer algunas preguntas un tanto
ingenuas: ¿Pero quiénes somos nosotros, -seres insignificantes en
medio de este colosal Universo e incipiente resultado todavía de
un aparentemente prometedor horizonte evolutivo- para
considerarnos jueces competentes para juzgar la Obra de Dios?
¿Hay algo que impida que ambos caminos sean, precisamente el
mismo?
La expresión de nuestros ideales civilizados se da en símbolos
que provienen de esa realidad sentida de los hombres. En virtud
de esos mismos símbolos se discriminan mutuamente las capas de
las sociedades humanas. Los campesinos, los nativos de otras
culturas que viven todavía en medio de la Naturaleza sin haberla
dominado merecen ser despreciados, olvidados, reprobados; El
pobre está “condenado”, el rico y poderoso está redimido, tal
como lo predica la doctrina de un conocido movimiento religioso
de tendencia cristiana. La Naturaleza, en su bajeza, es
despreciable para los altos propósitos de la Humanidad.
Pero las consecuencias no sólo son etéreas y de proyecciones
ideales. Son prácticas y de efectos reales y más contundentes de
lo que debería esperarse: Me refiero aquí al significado del oro,
del concepto actual de riqueza, del sentido del bien y del mal,
porque los vemos, los sentimos y los pensamos a través del
sentido simbólico que se nos ha sugerido tradicionalmente para
que los interpretemos, algo que probablemente vamos a tener qué
cambiar, ya que parece, ha pervertido nuestra visión del orden y
del desorden, nuestros criterios éticos y mortales, nuestros
propósitos políticos, lo cual determina definitivamente la
perversión de las estrategias de la gestión económica social y
política modernas, tanto al nivel de las personas individualmente
consideradas, como de las sociedades, de los estados, en general.
La especie humana, apoyada en la ciencia y la tecnología
occidentales, es verdad, está construyendo con arrogancia, con
autosuficiencia, un estereotipo de universo propio,
67
“independiente” que se “eleva” sobre el “despreciable” origen que
le ha dado la vida, obviamente sobre la base de sus concepciones
simbólicas de la Realidad, haciendo caso omiso de su entorno
natural, de su constitución física, de su medio ambiente, cuyos
comportamientos, finalmente, - no se da cuenta - están totalmente
fuera de su control. ¿No será mejor que salvemos a la Ciencia y a
la Técnica de sus pervertidas aplicaciones, aprovechando esos
recursos mejor, en la explicación más objetiva de las relaciones
reales del Hombre con su medio natural, con su Creador? ¡Estoy
seguro que con esa nueva óptica se despejará un estimulante
panorama de la Realidad que nos animará a nuevas formas de
relación con el Mundo, con la Vida y a disfrutar inmensamente de
los frutos de nuevas relaciones de intercambio entre nosotros!
Es tal la fuerza de esa perversión, verdadero paradigmas de la
visión humana actual, que, frente al optimista panorama que
consideramos antes, puede observarse que hoy se exigen
sacrificios a la especie humana absolutamente inadmisibles, desde
el punto de vista humano, y se destruyen recursos naturales,
opciones de vida nuevas que no conocemos, como son los
bosques inmensos de la región amazónica, la ultima reserva
natural substancial del Reino Vegetal que queda en el planeta, en
aras de la posesión del “tesoro” que no representa, por mucho, el
valor de lo perdido. El conocimiento de esta destrucción colosal
no es del dominio de mucha gente, como parece que sí lo es, el
saqueo colosal de la riqueza de los pueblos nativos americanos
por la acción depredadora de los conquistadores españoles y
portugueses, durante los siglos de la Conquista.
Hoy se pretende un saqueo más amplio: De riqueza y de
oportunidades, y esta vez no de los pueblos de América sino de
todo el mundo, “incentivando” nuestro retraimiento, nuestra
timidez, intimidándonos para que salgamos por la “puerta chica”
del escenario de la “lucha por la vida”, contentándonos con la
oferta de puestos de trabajo diseñados para nuestra explotación
económica, o resignándonos a morir lentamente, pero
inexorablemente por inanición, dejando nuestro espacio y
nuestros recursos a la disposición de nuestros verdugos y
68
depredadores, sin luchar en contra de ello. Los hombres, y los
occidentales más que todos, estamos acostumbrados a mirar
siempre hacia la “cabeza” de la Sociedad, a desear ser parte de
ella, a disfrutar del Poder, del privilegio de pertenecer a ella, de la
posibilidad que esa participación ofrece de construir grandes
fortunas, aunque esas fortunas estén expresadas en valores muy
subjetivos, como ideales, no siempre muy realistas, que nos llevan
a menudo a sacrificar lo más por lo menos. Pero despreciamos sus
“pies”, su basamento, su soporte, el sostén de los sectores
humanos que producen, las demás especies vivas de las que
dependemos, verdadera riqueza natural, tan importantes como la
parte alta del cuerpo, como la cabeza, o como todos los órganos
de su cuerpo, en conjunto; haciendo cada vez más endeble, más
inestable su equilibrio.
La superación de ese paradigma es necesaria para evitar pérdidas
irreparables mayores. Si el oro americano, metal indestructible,
sedujo por su brillantez y lustre permanente, no era, por ejemplo,
lo más valioso de los tesoros acumulados por sus pueblos
aborígenes. Las obras de arte fundidas para facilitar el transporte
de los lingotes de su materia prima, nos dan una idea de la
“ceguera” de aquellos codiciosos “hombres” capaces de cambiar
lo más, por lo menos. Ellos nos frustraron el disfrute de aquellos
tesoros y a sus artífices, del derecho a disfrutar del honor de ser
conocidos universalmente como sus creadores. Es necesario
renunciar a ese paradigma de la riqueza y a todas sus
consecuencias conceptuales en el campo de las disciplinas
humanas, para empezar a construir una nueva cultura sobre las
cenizas de los grandes errores ancestrales y actuales. Solo
entonces podremos entender el significado funesto de la Guerra y
de la Violencia y de su influencia maligna en las civilizaciones
humanas pasadas y actuales. Allí está el umbral de una nueva
Humanidad que puede abrirse hacia horizontes verdaderamente
ilimitados.
Aunque pudiera parecer reiterativo, quiero afirmar otra vez, que
un trabajo académico donde no quepa el testimonio personal de su
autor, no está completo. Quiero decir, de un testimonio acerca de
69
algo que ha sido vivido por el testigo, que ha hecho estremecer las
más íntimas fibras de su consciencia. Algo que lo ha afectado a él
mismo, en persona, de la misma manera que ha afectado a
muchos otros. En otras palabras, debe caber aquí la expresión de
la sensibilidad humana sin que tenga que ser descalificada como
inadecuada para el trabajo científico, ya que tiene un lugar
importante en la personalidad del ser humano, que es el
protagonista del tema, y que es aquel quien demanda una
solución.
Pero ello no solamente significa que la historia que hemos escrito
podría ser muy diferente, quizás más honrosa para la imagen de
ciertas personas de relieve social, de ciertas clases o estamentos
sociales, de ciertas naciones o de ciertas culturas. Pero es que
precisamente, no es ese el problema. El problema reside en las
pérdidas de vidas humanas irreparables, de patrimonios
universales invaluables, en el dolor inmenso generado, en las
lágrimas y la sangre derramadas sin piedad, en la incertidumbre
colosal que enfrentamos muchos seres humanos, que hemos
sufrido y seguiremos sufriendo, si las cosas no cambian, para que
unos pocos egoístas puedan seguir disfrutando de las
extravagancias de su vanidad mundana a un precio demasiado alto
para la Humanidad.
Ese precio es inherente a la naturaleza del ser humano, cuyo
conocimiento da en nuestro tiempo un paso más, que quizás le
ofrezca la posibilidad de una nueva apertura al horizonte del
conocimiento, a una nueva liberación: El ser humano no
solamente es un ser racional, como se considera en Occidente,
para efectos prácticos, apenas desde hace unos trescientos años.
Es un ser que piensa y sus percepciones, su pensamiento, su
cultura, su experiencia y su expresión y comprensión están
codificados en forma de símbolos, que según Ernst Cassirer, y
según el criterio que hoy se reconoce comúnmente en el medio
científico, no son, esencialmente los objetos mismos, sino una
representación interpretada de ellos. Sin embargo por el
desconocimiento generalizado de esa faceta del carácter de la
personalidad humana, y como resultado de las prácticas agresivas
70
e invasivas del fuero ajeno, particularmente de los débiles
practicadas ancestralmente, se han generalizado la Guerra y la
Violencia como norma de las relaciones entre los hombres, a
todos los niveles sociales de la vida humana en el Mundo. Dice
François Jacob: “No es sólo el interés lo que hace que los
hombres se maten entre sí. Es también el dogmatismo. Nada es
tan peligroso como la certidumbre de tener la razón. Nada causa
tanta destrucción como la obsesión de una verdad considerada
absoluta. Todos los crímenes de la historia son consecuencia de
algún fanatismo. Todas las masacres han sido realizadas con
virtud, en nombre de la religión verdadera, del nacionalismo
legítimo, de la política idónea, de la ideología justa; en pocas
palabras, en nombre del combate contra la verdad del otro, del
combate contra Satán. La objetividad y frialdad que se les
reprocha en muchas ocasiones a los científicos puede ser menos
inconveniente que la fiebre y la subjetividad con que se tratan
ciertos asuntos humanos, ya que las ideas de la ciencia no
engendran las pasiones, más bien las pasiones utilizan a la ciencia
para sostener su causa. La ciencia no conduce al racismo y al
odio. Es el odio el que hace uso de la ciencia para justificar su
racismo. Se puede reprochar a ciertos científicos la fogosidad con
que defienden sus ideas. Pero ningún genocidio ha sido todavía
perpetrado para hacer triunfar una teoría científica. En la
actualidad debería estar claro que ningún sistema [de
pensamiento] explica el mundo en todos sus detalles. [Innecesario
por demás, ya que el ser humano solamente cuenta con cinco
sentidos para percibirlo, y aún con los instrumentos más
modernos solamente puede tener consciencia de un manojo de sus
aspectos bien limitado]". (Carlo Chimal. Entrevista con Francios
Jacob. “La araña, la mosca y nosotros” Centro de educación
continua Departamento de Humanidades. Universidad Eafit.
Octubre 2007. Profesor Hildeman Cardona Rodas. P. 9). Ni
siquiera dentro del sistema democrático moderno entendemos los
hombres el significado de sociedad pluralista. Tampoco
entendemos el fenómeno de masificación de la población que se
provoca en la Ciudad, donde se desconoce la complejidad de las
diferentes personalidades humanas que convergen en ella, como
en el caso colombiano, muchas veces cargadas de traumas por el
71
maltrato y el desplazamiento forzado, tratando de vivir su vida,
pero cayendo finalmente en la miseria, el olvido, el abandono y la
muerte.
La visión humana codificada en símbolos circunscritos a cada
cultura particular, es la clave para entender que seis mil millones
de hombres, cientos de culturas diferentes de todos los tiempos,
tengan visiones completamente diferentes y singulares del
Mundo, que nos hallamos enfrentado en guerras y luchas
fratricidas por imponer nuestra manera de ver la realidad objetiva,
por imponer nuestros propios intereses y descalificar los ajenos.
La afinación que hace la Ciencia, día a día, en sus aproximaciones
al conocimiento del Mundo, la extensión de sus disciplinas a
todos los niveles sociales, a través de la aplicación de
innumerables de sus principios a la solución de problemas
prácticos, como es, por ejemplo, el de la interconexión física entre
los hombres, y otros desarrollos de la tecnología para hacer
posible la vida ordenada y el mantenimiento de grandes
contingentes de población, como los que hoy existen, han hecho
que la gente se gane su confianza y que el lenguaje científico se
vulgarice y se extienda por todas las capas sociales por su utilidad
común. El pensamiento científico es, en buena parte, el que
resulta de la codificación matemática, tan rigurosa como sea
posible, de su método experimental, de sus experiencias, de los
criterios que de ellas se derivan y de sus relaciones. Su mundo, el
mundo científico no es un mundo cerrado. En verdad tiene sus
propios paradigmas, pero éstos se discuten abiertamente sin
prevenciones de ningún tipo. El lenguaje científico, y su creciente
extensión, representa para la humanidad, hoy, pues, un buen
recurso para recuperar en Occidente la visión integral del Mundo,
del Universo, de que un día disfrutó, y quizás las cosmovisiones
que las diferentes “familias” en que se gestó la humanidad
llegaron a desarrollar, lo que hizo posible sus diversas culturas
particulares, en busca de una universalidad que nunca se pudo
lograr con anterioridad. La verdad es que el desarrollo
tecnológico nos ofrece una cantidad inmensa de experiencias y
conocimientos extraños en cualquier otra cultura, pero sobre los
que se basa cada vez más claramente la civilización
72
contemporánea. Se trata de algo inédito en otros tiempos, ajeno a
sus espacios culturales, “intraducible” en otros términos, y que ha
producido resultados indiscutibles, asimilados poco a poco por
culturas tradicionales que han venido desarrollándose sobre una
indiscutible base científica, como son las actuales civilizaciones
occidentales, y otras de viejas tradiciones como la civilización
japonesa, la China, la India y la Indostánica.
La sociedad burguesa al moverse por el afán de lucro, no
encuentra en ese sentido de su acción su principal escollo. Éste se
encuentra en otra parte: Los primeros empresarios que se
iniciaron en la Revolución Industrial, una vez hubieron tenido en
sus manos plena libertad de acción, no asumieron otros objetivos
diferentes a la imitación de la opulencia en el gasto, la
dilapidación y la irresponsabilidad en el manejo de la riqueza que
caracterizaron el comportamiento de la nobleza y las monarquías
en las naciones europeas durante la Edad Media, y cuyas
concepciones son otra consecuencia de la mentalidad simbólica
del ser humano. Tal vez, ellos mismos no crearon un mundo
nuevo, con sus propios afanes, no rompieron tajantemente con el
pasado. Siguieron apegados a viejos símbolos, a viejas directrices,
que determinaron el mundo burgués en sus inicios quizás, y sigue
determinando muchas facetas de la vida humana en la actualidad.
Unos símbolos determinantes en la significación de la riqueza
para los pueblos de todo el mundo, han sido el “oro”, y el dinero;
sin embargo, no son realmente la riqueza misma. De la misma
manera, las grandes posesiones, materiales y el derroche de
grandes fortunas en bienes suntuarios, son usos que simbolizan
los diferentes estatus de Poder en la actual sociedad burguesa.
Hoy sabemos que el comportamiento de la nobleza y de las cortes
monárquicas de la época pre – burguesa, orientado a hacer alarde
de su solidez económica y a demostrar su poder, fue muy
importante entre los motivos que produjeron el colapso de la
sociedad que aquellos estamentos sociales generaron. Y esa
costumbre discutible, trasciende hasta nosotros y se refuerza, con
el impulso de la Sociedad de Consumo.
73
VIII LA NECESIDAD DE UNA CATARSIS SOCIAL
A GRAN ESCALA
Este trabajo tiene el significado, además, de una labor de catarsis
llevada a cabo al nivel personal. El “viaje” de mi vida, igual que
los de muchísima gente, han tenido que ser realizados bajo la
acción de fuerzas muy poderosas, de todo orden, salidas
definitivamente de nuestro control y el precio pagado ha sido
demasiado alto en términos humanos. Estoy hablando de fuerzas
puestas en acción al amparo de la crisis general, por gentes
inescrupulosas, por la falta de nuevas opciones de vida, de
trabajo, generada por la política global de las grandes potencias
financieras del Planeta, al amparo del desorden, de la anarquía
general, de la falta de decisión de las autoridades legalmente
constituidas para aplicar la ley, al amparo de la osadía, del
atrevimiento de los criminales que utilizan su creciente poder para
imponer su propia forma de vivir, sus propios valores, su propia
para - sociedad, su propio Para - Estado.
Para realizar mi propia “limpieza” me he apoyado seriamente en
valores que, a pesar de la experiencia vivida, demuestran su
extraordinario significado como sostén de la esperanza de ver
algún día realizado el giro que la realidad humana tiene que dar
para que ésta sea digna de vivirse. Su consideración no es un
sueño más, sino la expectativa de una realidad que puede
cristalizarse en hechos y que puede ser construida sobre la base de
los aportes que el Hombre ya está haciendo en beneficio de su
propia cultura. Frente a esta gran opción, es una calamidad que
unos cuantos personajes de gran poder estén pretendiendo
construir una sociedad humana sobre su sola “corteza”
económico-técnica de nuestra civilización, olvidándose de la parte
sustancial, que tiene un alto valor patrimonial y representa el
conocimiento acumulado en la experiencia vivida por la
humanidad durante muchos miles de años. Nuestra historia
pasada no puede ser borrada de nuestra memoria, olvidada, o aún
tergiversada, por aciaga que sea, por dura que sea, ni siquiera para
conservar la buena memoria de hombres públicos de gran estima
que se equivocaron leve o gravemente. Sin su referencia es
74
imposible verificar el significado comparativo de las grandes
empresas futuras, llegar a la certidumbre de que debemos
rectificar nuestra conducta.
Ahora me resta solamente dar los más efusivos agradecimientos a
las personas que de diferentes maneras me han brindado su apoyo
en la realización de este trabajo. Y ese apoyo quiero transmitirlo a
todos aquellos que lo necesiten para inspirar su propia esperanza
respecto del Porvenir. Espero que este sea el primer paso de una
catarsis general a gran escala que nos anime a la mayoría de los
humanos a salir de nuestro retraimiento, de nuestra depresión y
salgamos a la luz del día, a pensar y a labrar pacientemente pero
resueltamente nuestro porvenir. No juguemos tampoco el juego
del Crimen, por afán de eludir nuestras dificultades existenciales:
El se nutre de nuestras miserias humanas. Nosotros somos el
platillo fuerte que le sirve en bandeja de plata la altiva e
inconsciente Sociedad de Consumo. Movidos por la ansiedad y la
frustración somos el mercado de su variada oferta: Alcohol,
estupefacientes, prostitución, explotación infantil, etc. Y es así
como con nuestra propia ruina fortalecemos sus finanzas y
hacemos colectivamente más difícil la salida de nuestra difícil
condición subhumana.
75
IX ¿QUÉ PERSPECTIVAS LE OFRECE AL MUNDO LA
CULTURA OCCIDENTAL EN SU PROCESO DE
EVOLUCIÓN?
¿Por qué buscar en un terreno tan vasto como el que me he
propuesto explorar, los fundamentos de una reflexión relacionada
con la razón de ser de la suerte que la cultura moderna, de origen
occidental, le está deparando al Hombre, tal como puede
observarse en el desenvolvimiento actual de su vida cotidiana, en
todas las latitudes del Planeta? ¿Es la experiencia del hombre
colombiano una muestra representativa de los resultados reales de
aquel proceso, que se desarrolla a marchas cada vez más forzadas
y más duras? ¿Qué cabría esperar, para la sociedad humana del
mañana, según esa experiencia y de muchas otras semejantes, de
seguir el orden de las cosas, tal como va dándose, dentro del
contexto histórico que nos está tocando vivir? ¿Qué riesgos
representa para el género humano esa situación, con relación a sus
posibilidades de permanecer en la plena posesión de uso de sus
facultades, en una sociedad para la cual el Hombre es cada vez
más un objeto, que ignora lo que significa su existencia, que no se
preocupa de su integridad física y mental, que más bien procura
servirse de él, “cercarlo” para inmovilizarlo, reducirlo a la
impotencia y así explotarlo a su antojo?
Lo hago, porque tengo la convicción de que si no agotamos los
recursos de que disponemos para conocernos, en especial los más
rigurosos y sistemáticos, como los que nos proporciona la
Ciencia, no estaremos en capacidad de entender al Hombre, tal
como es, al menos, tal como podemos descubrirlo en el contexto
histórico que ha dejado plasmado como recuento de su
experiencia, a lo largo de su vida, al menos como nos lo presentan
la visión que con mucho esfuerzo hemos logrado desarrollar
dentro de la escasa discusión interdisciplinaria actual. La historia
vivida por el pueblo colombiano, mi pueblo, que por haber vivido
siempre dentro de su contexto es el que más conozco, plantea la
convergencia de fuerzas humanas internas y externas históricas
que se han conjugado para definir el perfil de un presente que no
76
ha sido satisfactorio para muchos, que en los últimos años parece
estar dando un giro de 180 0 y que, de no consolidarse, nos estaría
mostrando, más bien, un futuro amenazador.
Agotar esos recursos significa, en este caso, atreverse a avanzar a
adentrarse en el estudio y consideración de experiencias humanas
universales que influyeron decisivamente y definitivamente en la
vida presente, como es el caso colombiano que hemos
considerado y como ha ocurrido en muchas otras sociedades,
otras comunidades, otras culturas del planeta, para el bien o para
mal del ser humano. Significa tomar consciencia de que la
relación entre las experiencias que viven hoy nuestras
comunidades humanas y las experiencias universales del Hombre
en el pasado, tal como se dieron en la vida real, están íntimamente
relacionadas en su significado.
Entre otras cosas, el mundo antiguo sobrevive, paradójicamente,
en nuestro mundo presente, queramos aceptarlo o no. En todo el
planeta, incluso en las naciones más desarrolladas, hay
comunidades humanas que viven ancladas, incluso en un pasado
milenario. Esto ocurre hoy, tanto en los pueblos de Asia Central,
como de Europa Meridional, como en la América aborigen, y en
muchos barrios deprimidos de las grandes ciudades, para
mencionar solamente algunos casos. La Tecnología, a pesar del
progreso de los medios de comunicación, no ha trascendido lo
suficiente para generar un desarrollo humano sostenido y
completo.
Otro aspecto del asunto se relaciona con las bases antropológicas
de la tecnología moderna: Es del consenso de los científicos, que
el proceso de desarrollo de la tecnología, incluso la más moderna,
tiene como soporte el conocimiento que parte de la experiencia
humana de miles de años atrás. El desarrollo de la agricultura, y
las actividades pecuarias actuales, por ejemplo, parten del trabajo
realizado, incluso, por nuestros campesinos en todos los tiempos
pasados. Una visión en perspectiva amplia y profunda de las
diferentes culturas, incluso la nuestra, le muestra a los estudiosos
modernos y a los técnicos formados en las disciplinas científicas,
77
algo muy diferente de lo que se observa en perspectivas muy
estrechas y poco profundas, como las que se utilizan
cotidianamente en proyectos de toda índole, muchos de ellos de
“alta ingeniería”, de aparente poca trascendencia para merecer un
cuidado mayor.
Erróneamente, está difundida la idea de que el carácter humano
no cambia, de que es inmutable, y se transmite infaliblemente de
padres a hijos. Esto es cierto. Sin embargo, si se tiene una idea
correcta de cómo evoluciona el Universo, y aplicamos el patrón
natural a la evolución del mundo humano, nos quedaría faltando
considerar la segunda fase del proceso evolutivo: La Naturaleza
se encargará de eliminar del escenario de la vida los caracteres
que carecen de la posibilidad de sobrevivir en el mundo que le
toca a la Especie vivir, en términos de las interacciones que tienen
que darse dentro del contexto particular de los diferentes
conglomerados humanos.
Valga la pena anotar que, a partir de nuestro tiempo, nuestras
comunidades estarán definitivamente integradas a la vida social
del planeta, y estarán irremediablemente sujetas a la influencia
extranjera de cualquier manera que sea, ya por los canales de las
relaciones legales e institucionales, ya por los canales informales,
espontáneos, ilegales y clandestinos, forjados por toda clase de
voluntades, desde las más altruistas hasta el crimen organizado
internacional, sin que parezca que hay la menor opción de
eludirlos.
En mi juventud conocí todavía un mundo feliz, comunidades
pequeñas, sencillas y, quizás, pobres, en términos de la cultura
moderna, que habían vivido muchos años aisladas de un
protagonismo que había hecho del mundo exterior, incluso
considerando los centros urbanos colombianos como tal, algo
muy diferente, pero donde la gente tenía todo cuanto creía
necesitar. Si en algún lugar habían logrado establecerse el
pensamiento escolástico y las disciplinas correspondientes, al
nivel moral, patrocinados decididamente por la Iglesia Católica,
fue en estas tierras. Ese era un motivo de discordia con otras
78
regiones colombianas donde habían anidado el pensamiento de la
Ilustración y la ideología liberal radical.
Definitivamente la apertura, significó a principios del siglo XX, a
medida que se abrían las primeras vías, para nuestra gente, un
deterioro inconmensurable de su calidad de vida, la entrada en un
mundo angustioso, insolidario, traicionero, mentiroso, cuando la
Violencia exterior irrumpía sin piedad, sembrando la ruina y la
muerte por doquier. El Ferrocarril de Antioquia, la primera gran
vía férrea, es tan dañino para el ambiente “monacal” de nuestra
sociedad campesina como las vías carreteables, pero nos muestra,
desde que fue construido, una nueva concepción de la “buena
vida”, de la riqueza, del lucro, que ha servido y servirá de
fundamento, de eje de la cultura industrial en que hemos
avanzado durante todo el siglo XX y que se avecina con la
“globalización económica”, al impulso de fuerzas económicas
locales y foráneas compulsivas que actúan inicialmente a través
del comercio, y que se interesan en la explotación económica de
recursos naturales poseídos y aprovechados tímida e
ineficientemente por nuestra gente.
Esa apertura ha entrado por las carreteras, por la radio, por la
televisión y fue anunciada con alarma y dolor por los curas
párrocos de los pueblos en los púlpitos de hace un siglo. Pocos de
los que recuerdan aquellos días viven todavía, y la juventud se
lanza temerariamente lanza en ristre contra sus tradiciones
paternas, enfrentada ciegamente a su mojigata tradición, bien
atrasada frente al avance avasallador de la “tecnología moderna”,
que impone sus condiciones en esa llamada “globalización”, sin
consultar con nadie, sin el menor concierto y consideración,
arremetiendo de frente, en nombre de “los intereses de la
mayoría”, contra el patrimonio común de nuestro pueblo,
precisamente aquel que nos había permitido antes vivir en medio
de verdadera paz y armonía.
Hasta 1948, en las comunidades campesinas antioqueñas se vivía
trabajando y en paz, algo que no podía decirse ya de otras
comunidades colombianas afectadas por el manejo que nuestros
79
dirigentes le daban a la política interna, como las de las provincias
santandereanas, Boyacá y Cundinamarca, Cauca y el Valle del
Cauca. Desde las ciudades colombianas, ya durante la Colonia y
cuando se instituyó la República, era patente que las instituciones
colombianas servían de caja de resonancia a los conflictos
europeos. Las credenciales de diferentes fuerzas políticas y
sociales cuyos artífices se movían entre nosotros, eran presentadas
de manera sugestiva con el fin de sensibilizar a la población y
seducirla e incorporarla a los movimientos de acción política que
se suscitaban dentro de las clases dirigentes y que perseguían
propósitos claramente asumidos por los líderes provenientes de
ellas. El liderazgo logrado por nuestros hombres públicos
surgidos de allí, alcanzó, ya a mediados del siglo XX, retraer
sectores sustanciales de nuestra población de sus actividades
agrícolas y pecuarias tradicionales productivas, y movilizarlas
hacia la actividad política suya, hacia sus empresas, en el plan de
terciar a su favor en los grandes conflictos políticos suscitados
durante este siglo. De suerte, que, mientras otras naciones, dentro
de las que se cuenta E.E. U.U de Norteamérica, se consagraban a
desarrollar su estructura productiva industrial para hacer que su
trabajo fuera más competitivo dentro del contexto de la economía
mundial, la nuestra se dedicaba a forcejear violentamente para
imponer el imperio y la hegemonía de diversas ideologías,
sustrayendo iniciativa y fuerza de trabajo muy importantes de la
producción de riqueza, y afectando gravemente el trabajo
productivo de las restantes.
Poco a poco, y desde entonces, la identidad y los soportes de la
vida social en aquellas apacibles comunidades campesinas, han
ido desapareciendo y nuestra gente ha tenido que enfrentarse a las
consecuencias del “progreso”, tal cual les ha sido ofrecido, en
“bandeja de plata” a través de todos los medios disponibles de
promoción de la “Sociedad Industrial” actual. Es preciso hablar
de ese progreso, en términos de su significado material, pero
definitivamente, la caída del nivel de vida no cesa. Más aún, ha
irrumpido la pobreza, hasta niveles nunca imaginados antes, del
orden del 64% del total de la población. La población marginada
y desplazada, por causa de la violencia y de los conflictos
80
políticos de todo orden, ha crecido a niveles increíbles,
desfigurando, por completo el orden urbano en las principales
ciudades, donde se han generado agudos problemas de
desempleo, de inseguridad, de crimen organizado, etc.
Es evidente, sin embargo, que nuestra crisis no es solamente
nuestra. Es, más bien, el reflejo de la crisis ideológica global que
se desencadena con el rompimiento del eje de la Cultura
Occidental como consecuencia de la Reforma y del hundimiento
de la potencia española que lo sustenta hasta ese entonces, como
primera potencia que era, de Occidente en su época. Su
consecuencia más dramática, la Revolución Social que se da con
la emancipación de la nación norteamericana, la Revolución
Francesa, revolución política, que se da con el hundimiento de la
monarquía francesa y la Revolución Industrial, que se da en
Inglaterra, las tres revoluciones burguesas que se suscitan en
cascada, ampliamente lideradas por las cabezas del movimiento
de la Ilustración en Francia y por las potencias anglosajonas, en
un liderazgo que se extiende hasta nuestro tiempo, le abren las
puertas a la civilización moderna tal como la conocemos hoy día.
Sin embargo, entre los pliegues de sus triunfos, se adivinan
también las tensiones que generarán el afán desmedido del lucro,
y el dominio de la economía mundial intentado por las grandes
potencias occidentales, articulados forzosamente, como están en
la Edad Moderna, a través del comercio internacional, del
respaldo que su poderío militar le brinda a sus políticas de Estado,
de la desestabilización política de las naciones más débiles y de
los grandes conflictos ideológicos promovidos por los
movimientos de izquierda a lo ancho del mundo entero,
particularmente en el transcurso del siglo XX.
Es evidente que el mundo moderno no ha conseguido identificar
una directriz de común aceptación, capaz de servir de “eje
director” de su actividad económica política y social, y tampoco
ha logrado establecer un objetivo a conseguir, a realizar en un
momento dado que nos conduzca a un futuro predecible. Las
sociedades burguesas actuales, aún en su propósito de involucrar
a todos los pueblos del mundo en su empresa económica, parecen
81
padecer de algunas patologías crónicas: Se comportan como
sociedades de espíritu compulsivo, los seres humanos se sienten
cada vez más aislados, sienten asediado, y aún violado su espacio
personal cada vez con más vehemencia e irrespeto por sus
personas. Es como si tales sociedades se sintieran invadidas por
un espíritu de insolidaridad, que no pocas veces raya en la
esquizofrenia, y como si la debilidad de los individuos aislados
invitara a la persecución de los más fuertes, al desconocimiento
de una dignidad reconocida institucionalmente, generando miedo
y estados patológicos de la consciencia y reacciones de tipo
paranoico. Surgen así la violencia en el trato político, la
arrogancia y la prepotencia frente al enemigo indefenso, la
intolerancia y la persecución; y la defensa adquiere perfiles
dramáticos y se apoya en medios inusuales, como el trato con las
grandes organizaciones criminales del planeta que hacen, a su
modo, sus propios negocios.
Y mientras tanto la población humana crece desbordando toda
posibilidad de sustentación física y el medio natural se degrada
irremediablemente ante la agresión incontrolable de la masa
humana hambrienta, ante el embate de los monopolios de fuera
que invaden los espacios interiores arruinando a sus contendores
comerciales con el “dumping” y la especulación como armas
mortales, generando movimientos desesperados de fusiones
empresariales, aceleradas alianzas estratégicos entre grupos de
antiguos competidores, lanzando a la calle verdaderos ejércitos de
desocupados. De continuar esta situación sin cambio, la
Humanidad se verá tarde o temprano frente a su peor encrucijada
histórica. En este año de 2008 el espectro del hambre se muestra
más indómito que nunca: Los precios del petróleo han llegado a
precios sin precedentes, como US$ 145 por barril y sigue
subiendo, cuando el costo parece no superar los US$ 20. Todo se
debe, hoy, a la demanda creciente de dos sociedades orientales
que se occidentalizan dentro de los patrones establecidos por
autoridades económicas privadas que operan independientemente
de los Estados de Occidente: China e India, obviamente apoyada
por sus autoridades interesadas por mejorar los bajos niveles de
vida de sus pueblos; lo que significa, por otro lado, pingüe
82
negocio, e incomparable oportunidad de acumulación de activos y
poder económico para los empresarios que han emprendido la
tarea de industrializar la región, donde los niveles tradicionales de
ingresos por el trabajo ha sido demasiado bajo.
Ello ha traído, como consecuencia, un incremento de la demanda
de recursos alimenticios nuevos y una demanda adicional de
combustibles para mover su nueva civilización automotriz, que ya
no se mueve a pedal sino con motores de gasolina. Un reto será,
generar los cambios necesarios, aumentar la producción haciendo
más presión sobre las fuentes naturales de recursos naturales del
Planeta o aceptar el riesgo de que la comida deje de llegar a
muchas bocas en el resto del Mundo y mucha gente padezca
hambre. Otro reto es aprender a pensar diferente. Con total
irresponsabilidad estamos usando un recurso bueno en sí mismo:
Estamos aprovechando los recursos renovables para la producción
de biocombustibles, lo que podría mejorar sustancialmente las
fuentes tradicionales de trabajo, pero lo estamos haciendo
olvidándonos de los requerimientos inmediatos de los más
humildes, afectando gravemente el precio de los víveres, su fuente
básica de sustento. Habremos de pensar diferente: Los
desequilibrios económicos, la acumulación indebida de capital
especulativo, sólo para atesorar más poder, la irresponsabilidad de
provocar el sometimiento de grandes sectores de población en
otras regiones del planeta a duras pruebas de supervivencia, a la
incertidumbre sobre su futuro, sin el menor apoyo, sin la menor
posibilidad de adaptarse a los cambios, todas prácticas
tradicionales para hacerse al control, en mayor extensión, de las
vidas humanas, deben ser consideradas como lo que son: armas
económicas de destrucción masiva, son a la vez semillas de mayor
discordia, de nuevos conflictos, de nuevos dolores de cabeza
políticos, en un mundo ya, de por sí dividido, violento, desafiante
del orden establecido. Si: Habremos de pensar diferente si
queremos resultados diferentes.
El trabajo que sigue es el producto de nuestra reflexión acerca de
aquel tema. Nuestro propósito es dar el primer paso, que será
seguido por muchos otros pasos de mucha gente, en el esfuerzo de
83
una toma de consciencia de la Realidad, necesaria para que
nuestro pensamiento cambie y logre generar cambios diametrales
en nuestra acción. Un aporte muy significativo debe provenir de
quienes laboran en el campo de la Ciencia, de los ingenieros, de
los estadistas, de los educadores, quienes están en capacidad de
liderar la movilización humana en la búsqueda de un soporte
físico adecuado a las necesidades de una supervivencia digna para
la Especie Humana.
84
X UNA VISIÓN CIENTÍFICA DE LA VIDA HUMANA
COTIDIANA
Mi propósito en los párrafos que siguen es el de mirar y abordar
el estudio de lo que muchos han visto, con referencia a economía,
sociedad y política, pero con una óptica, probablemente, muy
poco común: La óptica científica. Sin embargo, no planeo
referirme a un público de reconocida formación científica, no me
propongo rebatir teorías científicas. Deseo hacer un intento por
ayudarle a un gran público a cambiar su visión de temas que yo
consideraría cotidianos, sólo porque adoptamos enfoques que ya
son de trajín cotidiano en la Ciencia, y han conducido a ésta a
una verdadera revolución de su pensamiento. Creo que, en gran
proporción, puede cumplirse este objetivo, aunque ese gran
público no tenga un gran dominio de la Ciencia y de la Técnica,
ni sea experto, necesariamente, en otras disciplinas. Espero sí, en
especial, que mi interlocutor tenga conocimientos, esté interesado
en informarse o esté avanzando en sus estudios, al menos, en
alguna de las ramas de la ingeniería.
La Ciencia y la Técnica han avanzado en las últimas décadas de
manera impresionante. El gran público entre muchas cosas sólo
ve los cambios que se dan en los medios de transporte, en las
telecomunicaciones, en la implementación de profesiones como
la medicina, en la implementación electrónica del cálculo
numérico, en el manejo automático robotizado de procesos
industriales, comerciales y de diferentes tipos de servicios, en la
investigación en todos los campos prácticos cotidianos al nivel
físico. La Ciencia y la técnica hacen al Hombre, por ese camino
mucho más poderoso… aunque también más débil. En el medio
caótico moderno urbano, representado, en cierta forma, en la Gran
Ciudad, no siempre tienen su aplicación en provecho del Hombre;
no pocas veces se usa en pro del bien de unos pocos, y no solo
eso, se aplica en pro del sometimiento y utilización de las grandes
mayorías: La vida humana, en términos de su significado como
activo laboral, como bien lo afirma Carlos Marx (1818 – 1882),
se ha vuelto mercancía y su precio está relacionado con la oferta y
85
la demanda del “mercado”, en este caso, del mercado laboral.
Esto parece una consecuencia del enfoque económico desde el
cual se interpreta, hoy día, el valor intrínseco de la Fuerza de
trabajo humana, quizás del tiempo durante el cual el empresario la
usa. Esta es, según lo entienden muchos, la raíz de muchas
injusticias, el origen de mucha de la gran pobreza que azota a la
humanidad hoy. Vale la pena entonces que nos ocupemos de otros
enfoques del tema que pueden ofrecer horizontes insospechados
de avance en el conocimiento del tema del Trabajo, y quizás, de
donde se pueda sacar una solución técnica definitiva al problema
de la pobreza.
Ese gran público ve, ciertamente, cómo el Planeta se ha achicado;
ve cómo en los mismos espacios en que se conducía, en una
suerte de vida íntima, en las viejas comunidades, ya convergen
poblaciones muy diferentes, en el plan de interactuar como
vecinos inmediatos….y cuántas veces de imponer con sus medios
de fortuna, con sus exhibiciones de poder, su dominio arrogante,
de forzarlos al desplazamiento ya apoyados en toda clase de
artificios, desde las más inocentes demandas de conveniencias
extrañas, hasta la intimidación y las amenazas armadas; ve que
pierde, no pocas veces, su independencia, el control sobre su
propia vida, la misma que otros toman en sus manos sin que
medie el más ínfimo debate, teniendo que someterse a
condiciones que nunca ha negociado; ve que sus habilidades de
trabajo, que sus destrezas empiezan a no serle útiles, a no
aportarle los medios de subsistencia que antes le reportaban, ve,
que se ha recrudecido el clima, que el medio ambiente lo castiga
más a menudo con las sequías, las inundaciones, los vendavales, y
lo sume más profundamente en la mayor incertidumbre, le niega
con más crueldad su cobijo, su sustento, su paz. Esa es, ni más ni
menos que la experiencia del Caos. Esa es, ni más ni menos, que
la experiencia sufrida por las comunidades en que vivió el pueblo
colombiano hasta el Siglo XX en su proceso de urbanización,
igual que ha sido vivido por muchos otros pueblos en vías de
“industrialización” en este período. Esa es una experiencia que no
debió estar reñida con la esperanza popular de un mundo mejor.
De un mundo mejor que pudo cifrarse en expectativas de progreso
86
económico y social, pero que desgraciadamente sí están reñidas
con él por un uso desenfrenado y perverso del Poder y las
expectativas que debieron realizarse no se han cumplido.
Hay muchos aspectos de la extraña transformación de su entorno
social que ese gran público no ha estado en condiciones de ver, de
entender: La tecnología ha transformado, por completo, los
medios de comunicación, el transporte, el urbanismo, la oferta de
bienes de consumo; sin embargo, particularmente en la Gran
Ciudad, hacia donde han tenido que emigrar aquellos que han
visto sucumbir sus comunidades raizales en medio de la
Violencia, se sienten más solos, más indefensos, más aislados que
nunca, la visión cósmica que le dio sentido a su vida en su cuna
raizal se ha relativizado allí, en la Ciudad, por completo; su aporte
social se juzga con referencia a escalas de valoración
completamente desconocidas, con varios agravantes: Hay poca
apertura para la interlocución, los medios de comunicación
masivos no permiten sino la comunicación en un solo sentido, la
discrepancia es ofensiva, la agresividad entre quienes comparten
los espacios urbanos se dispara inesperadamente. El delincuente
asecha en muchos lugares a la vuelta de la esquina, está pendiente
del menor descuido ciudadano para asaltarlo. La presión
irreflexiva del medio urbano, las demandas irracionales de
muchos vecinos necesitados, agobiados, angustiados, casi
desesperados, les induce a soluciones de la más variada factura,
en semáforos, en sitios de parqueo de vehículos, en sitios de
mucha afluencia de gente, etc., y es para muchos insoportable,
desconsiderada, despiadada; el trato de mucha gente denuncia la
presencia de patologías como la esquizofrenia colectiva, la
paranoia, y genera altas tensiones, -stress-, neurosis, depresión y
muchas otras patologías de la conducta. Muchos juicios denotan
estados alterados de la consciencia, y se dan adicciones colectivas
a sustancias psicoactivas como el alcohol y las drogas, que
entumecen o embotan los sentidos, que permiten la evasión de
una realidad invivible, de un estado de angustia existencial
insuperable, de una vida ingobernable. En Occidente, según la
OMS (Organización Mundial de la Salud), 30% de la población
consume antidepresivos.
87
Quien tiene acceso a organizaciones como AA y Alanón, donde
se congregan los adictos y sus familiares que tienen la
determinación de luchar, en común, apoyándose unos a otros,
contra el flagelo de las adicciones y las perturbaciones de la
personalidad a la que se llega por contagio u otros caminos, se da
cuenta del daño humano amplio y profundo que esas drogas
producen: Exacerban las neurosis y los desequilibrios
emocionales en el carácter, de cuyos efectos el adicto se quiere
librar angustiosamente, logrando entrar sólo en una espiral que lo
hunde en estados cada vez más deprimentes de consciencia, de
mayor escape de la Realidad, de mayor ingobernabilidad de su
vida, por la impotencia sentida, ya que pierde poco a poco la
capacidad de control consciente sobre su propio comportamiento.
Al exterior de esas organizaciones reina la indiferencia de las
autoridades y del público en general, frente a un problema que se
extiende ad infinitum afectando la suerte de comunidades enteras,
cuyos miembros se vuelven más y más vulnerables, estimulado
por la renta gigantesca que el comercio de estupefacientes
produce. Esas organizaciones se han extendido por múltiples
países de Occidente, marcando el paso de verdadero heroísmo
marcado por el coraje de hombres mujeres y niños, los cuales, sin
más ayuda que la que se proporcionan ellos mismos, se enfrentan
a uno de los “jinetes del Apocalipsis” más inicuos que alimenta
el egoísmo humano. Allí se pueden conocer testimonios
espeluznantes acerca de las condiciones angustiosas que viven
muchos adictos que hay en el Mundo, sus familias y sus seres
queridos. La ciencia médica ha prestado su valiosísimo aporte: Ha
definido las adicciones como consecuencia de una enfermedad
real, que afecta al sujeto en su cuerpo, en su alma y en su sistema
emocional. <<Ha determinado, que se trata de un problema de
salud, que se ha vuelto de salud pública>>. El alcohol, que se
expende libremente, por ejemplo, es un tóxico que desencadena y
hace crecer la enfermedad, que es de por sí incurable y que
compromete seriamente la conducta de las personas y sus juicios.
Es una enfermedad contagiosa a las personas allegadas
emocionalmente al enfermo, progresiva y mortal si no se
administra correctamente. Y ello conlleva la abstención del
consumo de alcohol, el trabajo de los allegados por su propia
88
recuperación, en total, un esfuerzo mayúsculo que realizan las
personas afectadas, en medio del Caos social que los rodea. Es así
como logramos descubrir que todas las sociedades planetarias
enteras están agobiadas por un mal que casi todos se niegan a
reconocer y que afecta fundamentalmente sus decisiones, incluso
a niveles estratégico-políticos, en especial, aquellas decisiones
que les exigen la urgencia de acciones mancomunadas para buscar
la supervivencia y la superación de los estados sociales de
enfermedad, desequilibrio y destrucción desde su interior.
Movidos por intereses insolidarios, anárquicos, cada vez más
independientes, más autosuficientes y menos comprometidos con
los asuntos de interés común, en un contexto de competencias
desleales, de búsquedas de supremacías decisorias, de dominación
de espacios, de fuentes de recursos vitales, de seguridad
financiera, de capacidad competitiva, en el mundo burgués se está
dando una transformación estructural que está favoreciendo la
concentración del poder, el incremento de su control sobre la vida
de comunidades antes independientes, con franco desmedro de su
autonomía, de su soberanía, de su libertad de acción. Los
patrocinadores de la llamada “Globalización Económica” están
generando nuevas formas de monopolio, de justificaciones para
su accionar sin trabas legales, por motivos de lucro, y ha
conducido, al reconocimiento de parte de multitud de poderes
menores, que carecen de medios de defensa contra su desmedida
ambición, en razón de la lógica de los argumentos económicos,
pero en contravía de sus principios fundamentales, y contra la
lógica del derecho de los pueblos a aspirar libremente a su propio
destino.
La coyuntura que representa para la población inmigrante al
medio urbano, que es poco consciente de lo que significa
patrimonialmente su identidad cultural, el paso de un mundo
encaminado al caos es verdaderamente demoledora; la presión
que ejercen sobre él las opciones extrañas que le ofrece el nuevo
medio de vida, que redunda en el abandono de su escala de
valores raizal, por la que ya no se rige, hacen que ceda,
finalmente, ante los halagos de un medio laxo, que no le exige
89
mayor disciplina sino fidelidad a las pautas publicitarias que le
impone.
Esa evolución de la sociedad burguesa la está haciendo
merecedora de muy duros cuestionamientos, y no son pocas los
movimientos de todo orden, especialmente políticos, que han
adoptado la posición de luchar frontalmente contra su estructura,
incluso con la fuerza, como forma práctica y efectiva de buscar la
redención del Hombre, en contra de sus maléficos designios. Un
caso patético de esa lucha, que es hoy casi un “lugar común”, es
la lucha revolucionaria de los movimientos marxistas –leninistas,
que, de actuar en nombre ciertamente de una causa altruista, como
ocurre en Colombia, se ha transformado en un proyecto político
populista, dispuesto a la corrupción, cuya lucha tiránica por el
Poder, que se desarrolla sobre la base del aprovechamiento de
todos los medios físicamente disponibles que contribuyan a la
victoria, incluso los contrarios al orden legítimo, se ha degradado
hasta niveles de infamia inaudita, habiéndose dedicado a cometer
toda clase de atrocidades. Hoy, ese populismo afecta no sólo los
movimientos de izquierda sino los de derecha, cuyos líderes
aspiran al control hegemónico del Poder para tomar en sus manos
el manejo de los erarios públicos de las naciones y volverse
millonarios con el manejo de los presupuestos oficiales. Las Farc
ya no luchan por la toma del Poder para fines filantrópicos; se han
corrompido y transformado en un negocio planetario gracias a sus
conexiones internacionales que los proveen de “mercado” para
sus “exportaciones”: Es el cartel de la Droga mayor del Mundo.
Su acceso al Poder, si lo lograran, significaría la fundación (de
hecho aunque posiblemente, no de derecho) de un nuevo narco-
Estado interconectado a los intereses económicos de escala
global.
Percibir aquella situación de contradicción desde mi juventud,
desde el principio de mi vida productiva, en que los actores,
sabedores de lo que les ocurre, llegan a tales niveles de
desconfianza pública y llegan cínicamente a prescindir de todo
diálogo civilizado, en que ninguno de los actores está en
capacidad de ofrecer una salida digna al conflicto, fue casi
90
traumático para mí. Sentía cómo si mi ciudad, antes un sano
pueblo de provincia, en su crecimiento, como si mi país, antes
hospitalario y acogedor, en su dolorosa agonía, ya no fueran ni mi
patria chica ni mi patria grande. Me sentía como si yo fuera un
extraño en mi propia tierra; como si ya nadie reconociera los
derechos que habían sido tan duramente defendidos, para el
beneficio de nuestros ciudadanos en nuestras gestas guerreras
desde hace doscientos años, por los próceres de nuestra
emancipación, que yo aprendí a mirar como héroes. Mi ciudad se
volvió en 70 años una megaciudad cuyas autoridades luchan con
poco éxito por rescatarla para sus habitantes; mi país ha sido
tomado literalmente por poderosas fuerzas exteriores que antes
sentía lejanas, pero que hoy, enfrentadas en un conflicto terrible,
se ocupan en hacer trizas nuestro patrimonio económico y cultural
para hacernos más accesibles a su dominación. Y como corolario,
el abandono y la indigencia empujan a grandes masas de
población, en especial las más vulnerables, como los jóvenes, a la
terrorífica y destructiva acción del Crimen, de la subversión, junto
a otra fuerza polarizadora, experimentada ya desde hace casi
trescientos años, de gran trayectoria, y extendida hoy por doquier
en el Mundo con el advenimiento de la famosa Revolución
Industrial, que se nutre con el aporte humano que deja, en el caso
de nuestro país, el proyecto nefasto de la violencia con fines
políticos, y el despojo sistemático del poderío económico de
nuestra Industria, ahora casi toda ella en manos de las grandes
corporaciones creadas por la Globalización Económica.
La experiencia que me tocó vivir me expuso a lo que podría
considerarse solamente la “punta del iceberg” de algo mucho más
profundo y complejo de lo que pudiera haber imaginado antes.
Algo imperceptible, en principio, para mí, dentro de la corta
visión del ciudadano individualizado, aislado, informado
amañadamente, aparentemente libre pero definitivamente
apresado, inmovilizado dentro de las tramas de la red tejida por
los más poderosos, dentro de las definiciones de la competencia
económica, de la Guerra en términos económicos, tal como me
tocó vivirla, siendo tan devastadora, tan ruinosa, tan cruel y
cruenta como las que se libran con armas en campos de batalla
91
militares; dentro de una revolución y de unos movimientos de
autodefensa, que, ante la debilidad y el desconcierto de un Estado,
pésimamente manejado, como fue el nuestro por mucho tiempo,
se volvieron los actores de primer plano en nuestro escenario
político y volvieron el país una “colcha de retazos”, dentro de los
esquemas de una vida moderna establecidos por una clase
dirigente muy consciente de sus intereses particulares, armada de
un bagaje ético pobre, de unos recursos técnicos apenas
suficientes para establecer unos, casi incipientes, delineamientos
estratégicos y un sistema institucional acorde con el orden que el
caudillo de turno querían afincar. Así operaba, entre nosotros una
clase dirigente que, supuestamente, ganó para nosotros un puesto
en la sociedad occidental, venciendo en coyuntura afortunada,
nuestra dependencia del caduco imperio español y su vieja
sociedad colonial, pero que nunca pudo ponerse de acuerdo
consigo misma, que se traicionó con irresponsabilidad crasa,
pagando un precio pírrico por sus desplantes, que se enfrentó en
la guerra civil durante doscientos años sin lograr establecer y serle
leal a un proyecto político estable de vida social, a un contrato
social básico único de orden, de aceptación común, a un plan de
desarrollo económico e industrial sólido destinado a servir de
fundamento al desarrollo de nuestra cultura regional.
La visión científica y técnica del tema, cuyos enfoques pueden
facilitarnos su aproximación a una interpretación más realista de
los resultados obtenidos, puede solucionar en gran parte nuestra
confusión. No todos son síntomas de fracaso, de nuestra
incapacidad de avanzar en el orden que nos permita salir del caos
en que hemos vivido. De hecho ya hemos emprendido la tarea de
redimirnos, pero vale la pena revisar el reto que nuestro país, que
la Humanidad como un todo, tienen por delante para alcanzar el
sueño de mejorar sustancialmente su forma y su nivel de vida.
Hoy estamos en capacidad de entender mejor la naturaleza de la
realidad física en que se sitúa nuestra existencia, las posibilidades
del fenómeno que somos, del proceso evolutivo que describimos
sobre nuestro planeta, de los medios casi infinitos con que
podemos contar para cumplir ampliamente nuestra tarea, del papel
de la cultura humana en la tarea de nuestra propia supervivencia,
92
de las actitudes que nos exige el entender mejor aquellas cosas,
porque la solución de los problemas que nos plantean nuestros
retos sólo nos corresponde a nosotros mismos darlas.
XI EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA
No deberíamos extrañarnos del caso de que, el rigor lógico del
pensamiento científico, en un recorrido ya, de más de trescientos
años de existencia, se vea ya conducido, a su sintonización, a su
alineación, convergiendo decididamente con experiencias vividas
en otros aspectos de la vida humana, incluso en otras culturas no
tan especializadas o diferenciadas como la nuestra, como las que
asociamos, a los aspectos religiosos de la vida, en nuestras
sociedades secularizadas modernas. Entre ellas podríamos
mencionar el Tao, el budismo, el judaísmo, el cristianismo, y el
islamismo, entre otros.
El caso es entender si estamos en capacidad de implementar
nuestra civilización, con los recursos descubiertos y desarrollados
por la Humanidad, a lo largo de toda su experiencia vital, y qué
significan, desde nuestro punto de vista, desde el que hemos
enfocado el tema, aquellos recursos humanos. Y esta cuestión no
me la planteo solamente como humanista, como filósofo, como
ideólogo, como científico, sino principalmente como ingeniero,
interesado en contribuir a la construcción de una estructura de
carácter humano, como puede ser una sociedad humana sólida,
estable, sostenible, poderosa, imitando, quizás duplicando el
proyecto de la Naturaleza en la constitución de todas las
estructuras físicas, en cuyo orden ascendente ha producido como
resultado el espécimen que caracteriza toda nuestra especie. Sé
que la visión integral de la Naturaleza, incluyéndonos dentro de
ella, no como un fenómeno aislado, sino como un proceso
complementario, asociado a, e interactuando así con muchos otros
procesos naturales, ofrece un aporte invaluable a ese
entendimiento.
Mirada así, nuestra especie, podemos comprender mejor el papel
del Hombre en el Mundo, cuando busca sobrevivir él mismo, y el
93
significado de su cultura en esa búsqueda. Y algo muy
importante: lo que significa él mismo, en el Mundo, como su
principal recurso de supervivencia.
Es claro para mí que mi compromiso, como ingeniero, no es
solamente con el pueblo colombiano. Como ser humano que soy,
se extiende a la Humanidad entera, con la certeza de que, cuanto
haga por el pueblo colombiano, por extensión, lo estoy haciendo
también por la humanidad como un todo, porque sé que mi país
se convertirá en un gran aliado, en un soporte, digno de tenerse en
cuenta, para la vida de todos los hombres.
Mi compromiso es con el “Hombre Universal”, con todo respeto,
con el Hombre utópico, como prototipo del Hombre consciente
de su individualidad, de su temporalidad, de sus colectividades
considerado, mínimo en cinco dimensiones, incluida la dimensión
temporal y la dimensión espiritual, que sabe soñar y plasmar sus
sueños en realidad, que sabe compartirlos con sus prójimos y
hacer equipo con ellos para realizarlos en conjunto. Para mí el
Hombre es un proyecto de vida en plan de realización. Para mí,
ese es el verdadero significado de la política: Construir el hombre
que vivirá mañana. El Hombre pleno es aquel que se consigue
cuando se procrea y se forma con amor, cuando se zanjan sus
disputas, cuando logra los acuerdos, cuando le da la mano a su
potencial enemigo. Mi compromiso no es con un concepto
abstracto de hombre, con el extracto ideal del estereotipo humano,
de algo realmente inexistente, subjetivo. Para mí el Hombre se
frustra cuando se alienta en él la violencia, la discordia, la
contradicción en la controversia, cuando se toma partido en contra
de él en las discusiones, cuando se interponen barricadas en su
diálogo, cuando se encubren los caminos su encuentro, cuando se
le pone mordaza a su palabra, cuando se usa ésta como arma
ofensiva contra él, cuando se bloquean las posibilidades de su
concordia.
Creo que se logrará el ideal del Hombre Integral, cuando
venzamos el espíritu de la Guerra, y su cultura de la muerte;
cuando el conflicto, la discrepancia y la controversia tengan el
94
significado de verdaderos viajes más allá de nuestras fronteras
exteriores, el significado de verdaderas promesas, de verdaderas
fuentes de iluminación de nuestra consciencia íntima, y no de
ofensa, de descalificación, de confrontación violenta, de amenaza
irresponsable e irrespetuosa, de afán de imposición por encima
del carácter del interlocutor, de conspiración contra el orden
establecido, de dominación, de hegemonía, de imperio sobre el
otro, todos originados en diversas formas del pensamiento
dogmático. Miremos lo que nos dice François Jacobs:
“No es solo el interés lo que hace que los hombres se maten entre
sí. Es también el pensamiento dogmático. Nada es tan peligroso
como la certidumbre de tener la razón. Nada causa tanta
destrucción como la obsesión de una verdad considerada absoluta.
Muchos crímenes históricos son consecuencia de algún fanatismo.
Muchas masacres han sido realizadas por razones poderosas, en
nombre de algún “valor” que mueve a los actores, en nombre de
la “religión verdadera”, del “nacionalismo legítimo”, de la
“política idónea”, de la ”ideología justa”; en pocas palabras, en
nombre del combate contra la verdad del otro, del combate contra
“Satán”. La objetividad y frialdad que se les reprocha en muchas
ocasiones a los científicos pueden ser menos inconvenientes que
la fiebre y la subjetividad con que se tratan ciertos asuntos
humanos, ya que las ideas de la ciencia no engendran las
pasiones, más bien las pasiones utilizan a la ciencia para sostener
su causa. La ciencia no conduce al racismo y al odio. Es el odio
racial el que hace uso de la ciencia para “justificar” su racismo. Se
puede reprochar a ciertos científicos la fogosidad con que
defienden sus ideas. Pero ningún genocidio ha sido todavía
perpetrado para hacer triunfar una teoría científica. En la
actualidad, debería estar claro para todos que ningún sistema
explica el mundo en todos sus aspectos y detalles. Haber
contribuido a romper con la idea de una verdad intangible y eterna
quizás sea una de las mayores glorias de la ciencia” (Carlos
Chimal. Entrevista con François Jacob. http://
www.letraslibres.com/index.php?art=6113. Extracto tomado por
el profesor Hilderman Cardona para el Centro de Educación
Continua. Departamento de Humanidades. Universidad Eafit año
95
2007. P 9). “Jacob es una leyenda viva de la ciencia francesa.
Junto con la figura controversial de Jacques Monod, creó todo un
estilo de investigar en nuestros días. Diez años de intenso trabajo
los condujo a un modelo real de lo que los sociólogos de la
ciencia llaman “sistemas experimentales”, unidades esenciales
de investigación donde los escasos investigadores de la época
(1950 – 1960) pueden sentar las bases de una nueva hiperciencia,
en este caso la genética molecular que, según algunos, deberá
maravillarnos en el siglo XXI”.
“le pregunto al profesor Jacob sobre los límites de la ciencia, de
su ciencia, y me responde: “Hay quienes no soportan el desafío
del conocimiento, y se asustan de que la ciencia parezca ser, una
carrera desenfrenada hacia el mañana”. En 1997 Jacob publicó un
libro donde resume sus experiencias en la construcción de la
biología molecular. La Souris, la mouche et l´home es una
muestra de economía literaria y coraje. En él anuncia que, a los
ochenta años de edad, cambiará de campo de investigación e
iniciará una nueva aventura científica” (Idem. P 8).
“La suerte favorece a los mejor preparados, decía Pasteur. Poco
más de cien años después de su muerte la ciencia vuelve a
enfrentar enormes desafíos en materia de salud pública. ¿Cree
usted que ante el resurgimiento de viejas enfermedades y la
aparición de nuevas y terribles calamidades la suerte está de
nuestro lado? ¿Nuestro espíritu está preparado?”.
“Hablemos de su idea del “bricolaje” en la evolución de los
seres vivos.”
“Creo que aún no sabemos lo suficiente sobre procesos
biológicos. Estamos preparados, sí, para mirar lo que queremos
ver, y ese es el sentido de la frase de Pasteur. Sólo pensando
fuerte en algo puede descubrirse su significado. Y eso sólo lo ha
logrado el método experimental” (Idem. P 8).
“Durante mucho tiempo se dijo que la evolución y la selección
natural trabajaban como un ingeniero [con un sentido claro del
96
fin, de las opciones, del costo del proceso, es decir, plenamente
planificado] y no es así……..No. Esto se parece más a la
actividad del bricoleur, que toma los objetos que encuentra a su
mano, los colecciona y los modifica un poco. La gran diferencia
con el bricoleur es que la evolución no sabe lo que hace, su punto
de partida es el azar y las cosas suceden más o menos
automáticamente; el bricoleur sabe lo que hace cuando toma la
cortina de su abuela para fabricar una falda a su pequeña hija.
Pero la evolución no funciona con la eficacia del ingeniero, la
evolución utiliza lo que está disponible, lo alarga, lo modifica, lo
corta y reproduce algo nuevo sin intención. En efecto, se parece
más al bricolaje que al diseño ingenieril”. (Idem. P 8).
“Hace treinta años estaba gestándose lo que se llama “la nueva
síntesis” de las ideas evolucionistas. En su opinión, ¿cuáles son
los resultados de esas ideas?”
“Las consecuencias están contenidas en los grandes principios de
la teoría darviniana, a saber, que los organismos derivan unos de
otros, y que todos los organismos que viven hoy en esta Tierra
derivan de lo que habría sido un protoorganismo [o más
protoorganismos diferentes exitosos] que se formó [que se
formaron] hace unos tres mil millones de años. Ahora bien, los
detalles de la selección natural, por ejemplo, si la velocidad ha
sido lenta, con pequeños golpes agregados, o bien brusca y con
saltos repentinos, aún está por verse. Hay muchas discusiones. Es
probable que todos tengan un poco de razón y que de todos
tomemos un poco. Los evolucionistas hasta 1950 pensaban que
los organismos estaban esculpidos por la selección natural, hasta
en los detalles mínimos. Hoy se considera que, en efecto, la
selección natural juega un gran papel (no es por azar que los
pájaros tienen alas y los peces aletas) pero que, al mismo tiempo,
la parte que el azar juega es mucho más importante de lo que se
pensaba” (Idem. P 9)
.
Ahora, como parte de mi cosecha personal, propongo que
observemos dos aspectos muy importantes del tema: La colosal
dimensión de los números y la inconmensurable medida del
97
tiempo cósmico: Si se observa con absoluta consternación, en
cualquier selva tropical una imponente ceiba tolúa de 60 metros
de altura, y quizás, cuatro o cinco abarcaduras, como los que
fueron derribadas, en una de las propiedades de mi familia,
arrumadas y quemadas por nuestros mayores para plantar pasturas
para el ganado en aquellos terrenos, se podría preguntar uno:
¿Cuál es la probabilidad de que la conjunción de los factores
naturales necesarios se diera, para hacer posible la existencia de
ese maravilloso espécimen? Si nos regimos por la opinión de
Carsten Bresch, acerca del tema, que maneja maravillosamente en
su obra “La Vida, un Estado Intermedio”, tendríamos que
reconocer, que deberíamos ser completamente escépticos acerca
de su existencia, porque su probabilidad de existencia es
impresionantemente minúscula. ¡Y sin embargo allí estaban,
porque yo las vi! Pero también estamos acostumbrados a los
millones de variedades diferentes de insectos que vuelan y se
mueven en nuestros campos, animales mayores que caminan,
procrean nos dan sus productos y mueren, a seres humanos de
muy diversas edades, géneros, razas, que se preparan para la vida,
que trabajan, ¿cuál debería ser su probabilidad de ser? Sin duda,
aún menor que la de la ceiba tolúa. ¿Qué podría significar toda
aquella realidad que se burla de los magros cálculos, de las
insignificantes opiniones, de la pobre visión, de la arrogante
ignorancia y estupidez, de seres como nosotros, que habitamos un
planeta de un sistema solar situado en un lugar perdido en la Vía
Láctea de ese colosal Cosmos, que contiene incontables galaxias
y sistemas solares como el nuestro? Tal vez sólo una cosa: ¡Esa
insignificante probabilidad, en miles de millones de años, logró la
definición de una “ruta crítica” que condujo al éxito! ¡A esa
escala, la interacción, la conjunción estructural y de los demás
factores naturales que determinan las condiciones ambientales que
le sirven de escenario al fruto culminante de la evolución
universal, a la Vida, a las especies superiores, al ser humano,
tienen el significado de una empresa segura! ¿Es acaso ese que
llamamos azar, el campo del juego consciente del Creador, difícil
de ver desde la perspectiva de un “mundo plano, no
suficientemente trascendente”, tal cual es, el mundo en que se está
moviendo la inteligencia humana en nuestra cultura moderna?
98
He querido puntualizar el ejercicio de introducción en el tema de
reflexión general, en tres factores que, a mi manera de ver, en
calidad de ciudadano común en primer lugar, con una formación
científica verdaderamente limitada, reducida a las bases que exige
la formación de un ingeniero, pueden transformar radicalmente,
en la mente del hombre común, la manera tradicional de ver el
Mundo, de ver la Cultura, de verse a sí mismos, y de contemplar
los retos que la vida le presenta cotidianamente, escueta y
frontalmente, para que los asuma y triunfe en la realización de su
vida:
- El significado simbólico de los productos de la cultura.
- La experiencia del caos. El paso del Principio de causalidad
a la Teoría del Caos.
- El significado del pensamiento utópico.
XII EL SIGNIFICADO SIMBÓLICO
DEL PRODUCTO DE LA CULTURA HUMANA.
Los logros alcanzados, hasta ahora, por el trabajo científico de
investigación sistemática en multitud de centros de investigación
repartidos en el planeta entero, y el valor que la experiencia que
aquel les reporta a los pensadores modernos, verdaderos filósofos
de nuevo cuño, en sus reflexiones, muestran la profundidad de los
cambios que se van a dar, casi como una cascada, cada vez más
amplia y definitiva, en las formas tradicionales de interpretación
de la Realidad. Ello va a hacer posible una mayor comprensión de
las diferencias en nuestras formas de pensar, va a permitir la
profundización del diálogo a niveles nunca alcanzados hasta hoy,
va a permitirnos cambiar valores que nos tienen atados a
paradigmas inadmisibles, en el fondo, que nos están conduciendo
por el camino equivocado en la búsqueda de nuestras aspiraciones
legítimas a una vida mejor, que nos mantienen en una encrucijada
que tenemos que superar si queremos cambiar nuestros
estereotipos de vida, si queremos afinar nuestro juicio para
escoger el camino correcto en la formulación de un porvenir
sostenible para la Humanidad, si queremos aprovechar eficaz y
99
eficientemente los recursos que la Naturaleza ha puesto en
nuestras manos para mantenernos y desarrollarnos, si queremos
cambiar nosotros mismos para permitirnos el ejercicio pleno del
potencial de nuestra naturaleza, y, porqué no, si pensamos
seriamente en nuestra disponibilidad para que las Fuerzas
Creadoras del Universo puedan inaugurar su incursión hacia
nuevos horizontes aprovechables para el desarrollo de la Vida, a
partir de las promesas que, quizás, nos cuesta entender hoy
todavía, pero que se encuentran encerradas en el potencial
evolutivo de nuestra estructura corporal, como punto de partida de
nuevas expresiones de su vitalidad. Veamos lo que piensa Ernst
Cassirer de las inquietudes del biólogo alemán Johanes von
Uexküll (Ernst Cassirer. “La clave de la naturaleza del Hombre:
El símbolo”. Tomado por Hilderman Cardona de “Antropología
Filosófica, Introducción a una filosofía de la Cultura” Bogotá.
FCE. 1976 ps. 43 – 49, para el Centro de Educación Continua,
Depto. de Humanidades, Universidad Eafit 2007):
El biólogo alemán Johanes von Uexküll ha encontrado motivos
serios para emprender una revisión crítica de los principios de la
Biología. Según él, la biología es una ciencia natural cuyo estudio
debe abordarse, estrictamente, con métodos empíricos: La
observación y la experimentación. La increíble complejidad de las
estructuras biológicas hace que el pensamiento biológico no
pueda, realmente, articularse por medio de relaciones precisas
como los pensamientos físico y químico, sino, más bien, a partir
de correlaciones estadísticas. “Uexküll es un resuelto campeón del
vitalismo y defiende el principio de la autonomía de la vida”.
“La vida, para él, es una realidad última y depende de sí misma,
no puede ser descrita o explicada en términos de física o química.
Partiendo de ese punto de vista, Uexküll desarrolla un nuevo
esquema general de investigación biológica. Como filósofo es un
idealista fenomenista, pero su fenomenismo no se basa en
consideraciones metafísicas o epistemológicas, sino más bien en
principios empíricos. Como él mismo señala, representaría una
forma ingenua de dogmatismo, suponer que hay una realidad
absoluta de cosas que fuera la misma para todos los seres
vivientes. La realidad no es una cosa única y homogénea; se halla
100
inmensamente diversificada, poseyendo tantos esquemas y
patrones diferentes cuantos organismos hay. Cada organismo es,
por decirlo así, un ser gonádico. Posee un mundo propio, por lo
mismo que posee una experiencia particular. Los fenómenos que
encontramos en la vida de una determinada especie biológica no
son transferibles a otras. Las experiencias y, por tanto las
realidades de dos organismos diferentes, no son mensurables
entre sí, unas en función de las otras. En el mundo de una mosca,
dice Uexküll, encontramos sólo “cosas de mosca”, en el mundo
de un erizo de mar encontramos solo cosas de erizos de mar”.
La única clave, según él, para entender la vida animal nos la
proporcionan los hechos de la anatomía comparada; si conocemos
la estructura anatómica de una especie animal estamos en
posesión de todos los datos necesarios para reconstruir su modo
especial de experiencias. Un estudio minucioso de la estructura
del cuerpo animal; del número, calidad y distribución de los
diversos órganos de los sentidos y de las condiciones del sistema
nervioso, nos proporciona una imagen perfecta del mundo interno
y externo del organismo. Cada organismo, hasta el más ínfimo, no
solo se halla adaptado en un sentido vago, sino enteramente
coordinado con su ambiente. A tenor de su estructura anatómica,
posee un determinado sistema “receptor” y un determinado
sistema “efector”. El organismo no puede sobrevivir sin la
cooperación y equilibrio de esos dos sistemas: El receptor, por el
cual recibe los estímulos externos y el efector por el cual
reacciona ante los mismos se hallan siempre estrechamente
entrelazados. Son eslabones de una misma cadena, que es descrita
por Uexküll como “círculo funcional”.
Ernst Cassirer tratando el tema de la especie humana plantea, en
su caso, la siguiente pregunta: ¿Es posible emplear el esquema de
Uexküll para una descripción y caracterización del mundo
humano? Es claro que este mundo no constituye una excepción de
esas leyes biológicas que gobiernan la vida de todos los demás
organismos. Sin embargo, en el mundo humano encontramos una
característica nueva que parece constituir la marca distintiva del
hombre. Su círculo funcional no solo se ha ampliado
101
cuantitativamente, sino que ha sufrido también un cambio
cualitativo. El hombre, dijéramos, ha descubierto un nuevo
método para adaptarse a su ambiente. Entre el sistema receptor y
el efector que se encuentran en todas las especies animales,
hallamos en él un eslabón intermedio algo que podemos llamar
“sistema simbólico”. Esta nueva adquisición transforma la
totalidad de la vida humana. Comparado con los demás animales,
el hombre no solo vive en una realidad más amplia, sino, por así
decirlo, en una nueva dimensión de la realidad. Ese
comportamiento corresponde a la aparición de una desarrollada
corteza cerebral capaz de reflexionar, con una “lenta” respuesta
comparada con la que se logra cuando el estímulo sólo llega hasta
el cerebelo, o “centro reptil”, o cuando llega hasta el centro
emocional, la “almendra” o “amígdala cerebral”, o cerebro
mamífero. ¡Representa esto un positivo progreso de nuestra
Especie, o ¿esa “demora” representa una pérdida neta evolutiva
del hombre? Parece algo absurda esta pregunta, dentro del
contexto de nuestra costumbre “homocéntrica” de ver el mundo.
“Uexküll, sin embargo, se niega a hablar de formas inferiores y
superiores de vida. “La vida es perfecta por doquier”.
Aquellas consideraciones de Cassirer ameritan sondear un poco
las consecuencias prácticas de ello: Existe, pues, y sin embargo,
una diferencia innegable entre las reacciones orgánicas y las
respuestas humanas conscientes, sea cual sea la valoración que le
demos a tal diferencia. Algunos filósofos han puesto sobre aviso
al hombre acerca de ese pretendido progreso, el del desarrollo de
su corteza cerebral. “El hombre que medita, dice Rousseau, “es un
animal depravado”: Sobrepasar los límites de la vida orgánica no
representa una mejora de la naturaleza humana sino su deterioro”
(Idem. P 16).
Sin embargo, Michael Serres se refiere a una particularidad que
permite adentrarse en la discusión acerca de si realmente aquella
“demora” en la respuesta humana representa, netamente una
pérdida, o, realmente, abre un horizonte nuevo a explotar, por la
evolución de la Vida: Serres aborda el tema tomando otra madeja
de la experiencia técnica actual: ¿Cuáles consecuencias cognitivas
102
se siguen de las nuevas tecnologías (refiriéndose a las nuevas
aplicaciones de la electrónica que sustituyen muchas funciones
del cerebro humano)? (Michel Serres. “Nuevas Tecnologías y lo
Virtual”. Grupo HEC Management. Acta de intervención de
Michel Serres. Taller de reflexión filosófica del 5 de marzo del
2002. Internet. Traducción de Luis Alfonso Palau. 2004. Extracto
de Hilderman Cardona para el Centro de Educación Continua,
Departamento de Humanidades. Universidad Eafit. 2007. P 73).
Se refiere entonces a un fenómeno emblemático: La pérdida de la
memoria. Las consecuencias de las nuevas tecnologías sobre lo
cognitivo son numerosas y las que operan sobre la memoria son
de las más dramáticas (Idem. P 76). Los diversos almacenes
“exteriores al cuerpo” donde se guarda la información que antes
se llevaba en el cerebro, representa una de las grandes pérdidas
funcionales del cerebro humano. La demora entre el estímulo y la
acción es aquí evidente, la labor de reflexión de quienes
“procesan cerebralmente” el producto de los estímulos exteriores
de los sentidos que se almacena en las bibliotecas, en la memoria
de los computadores, como los filósofos, los escritores, los
intelectuales, los investigadores, también lo es.
Vale la pena traer a colación una actitud nueva que aparece entre
los jóvenes de nuestras ciudades (al menos puedo hablar de la
experiencia en Colombia) bien constatada en los centros de
formación escolarizada, no sólo de Primaria sino del nivel
universitario: El interés por aprender y prepararse para trabajar
bien, para adaptarse al medio en que les toca vivir, <<está
desapareciendo>>. En especial en la Gran Ciudad, los niños <<no
quieren estudiar>>, además, “todo lo que es preciso saber para
vivir está en Internet” piensan en seguir dependiendo, mientras
puedan de papi y mami; en otros casos, la presión de familiares
holgazanes (en especial padrastros o madrastas) que no responden
por ellos los obliga a desempeñar oficios fáciles y bien
remunerados, que, además del sustento de la familia les
proporciona lo que colma sus aspiraciones y sin mucho esfuerzo,
<<plata, moto, novia y rumba>>: trabajar como correos de las
“bandas” transportando droga, dinero y armas, prestarles servicio
103
en el área del sicariato, del cobro de “vacunas”- extorsión-, como
“tropa” en el monte o en los barrios marginados, como “mulas”
en el narcotráfico, etc. Nuestra juventud pierde cada día más y
más, su sentido de familia, de patria, de sus raíces, de su prójimo,
de su perspectiva histórica y cultural de donde debería obtener sus
referentes para actuar en su vida, su fidelidad a ellos. Su vida
pierde más y más sentido si es que en algún momento lo ha
tenido. Vive cada día sin importarle el ayer y menos el mañana.
Aprovecha ya todas las oportunidades que la vida le ofrece para
su disfrute, no tiene planes, no se forja sueños ni los realiza. No
da nada, no ofrece nada, no comparte nada, no se compromete
con nada. Es egoísta y solitaria. Podría preguntarse uno: ¿Acaso
con la educación escolarizada como se practica hoy
institucionalmente entre nosotros, cuando pretendemos evitar la
explotación infantil por parte del adulto y se le niega al niño la
opción de practicar algunas formas de labor adecuadas para la
formación de su consciencia, y mantenerlo espiritualmente
integrado a la vida de su comunidad natural, lo que estamos
haciendo no será, más bien, <<desconectar al joven de su
contexto cultural, comunitario, de su entorno social, familiar
inmediato, de la dinámica de su comunidad, de sus referencias de
vida, etc., de raíz? ¿Acaso lo estamos lanzando nosotros mismos
al vacío? ¡Podría ser que nuestras normas educativas de la
juventud estén apenas completando la destrucción humana de la
consciencia del ciudadano del mañana, que ha comenzado con la
destrucción de nuestras comunidades campesinas por la
Violencia, el desarraigo forzoso, masivo y la migración
desordenada a la Ciudad, en busca de refugio! Este mal nos afecta
en Colombia desde hace unas dos o tres generaciones y todavía
parece que estemos lejos de solucionarlo.
Antes de la difusión democrática de la escritura la memoria estaba
casi por entero “colocada en el cuerpo” de las gentes y era pues
considerada como fiable; así era considerada la “tradición oral”; o
la de los estudiantes de la Edad Media que eran capaces de repetir
su curso de memoria durante muchos años. No se podía contar,
como hoy, con toda una serie de soportes que tienen el lugar de la
memoria. Hoy el papel de la memoria se ha desplazado al papel, a
104
los archivos de computador. Hay una frase célebre de épocas de la
invención y desarrollo de la imprenta, que se le atribuye a
Montaigne: Prefiero una cabeza bien hecha que una cabeza llena”.
Esto muestra un cambio radical de actitud en las prioridades
intelectuales. Más que una “cabeza bien llena”, se buscaba
constituir bibliotecas personales que permitieran tener espíritus
amplios y espíritus capaces de regular bien sus pensamientos
(Idem. P 76)
“La “pérdida” aparece así como uno de los caracteres profundos
del progreso de la evolución humana. “Así ha ocurrido con el
milagro evolutivo de la mano durante el millón de años en que el
hombre pasó de cuatro patas a dos pies; al volverse inútil en la
perspectiva del apoyo, la mano “servía para todo porque no servía
para nada”. Lo mismo ocurrió con la palabra: perdemos la función
prensora de la boca, ganamos la palabra. Lo que se pierde se
compensa con una ganancia formidable…..”Nuestras “pérdidas”
de sentido no deben pues suscitar ni pesar ni nostalgia, son
constitutivas de la naturaleza del hombre y de su dimensión
cultural” (Idem. Ps. 76 y 77). En su camino, el Hombre hace la
técnica y luego, la técnica hace al Hombre.
Aunque ese proceso de “pérdidas” lo valoramos negativamente,
ya no hay salida, a pesar de todo, de esa reversión del orden
natural. Pero si se hace plenamente consciente de él, no le queda
otro remedio al hombre que adoptar las condiciones de su propia
vida; “el hombre no puede escapar a sus propios logros”. Y en
tales circunstancias, ya no vive solo en un universo físico puro
sino en un universo simbólico”. Según Ernst Cassirer, el lenguaje,
el mito, el arte, y la religión constituyen parte de ese universo
simbólico que sobrepasa los límites de sus propias fronteras
físicas: “forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la
urdimbre complicada de la especie humana. Todo progreso en
pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no
puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no
puede verla, dijéramos, cara a cara. La realidad física parece
retroceder en la misma proporción que avanza su actividad
simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto
105
sentido conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto
en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos
míticos, o en ritos religiosos, de tal forma que no puede ver o
conocer nada sino a través de la imposición de ese medio
artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la
práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de crudos hechos o a
tenor de sus necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien en
medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y
desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus
sueños. Lo que perturba y alarma al hombre –dice Epicteto-, no
son las cosas sino sus opiniones y figuraciones sobre las cosas”
(Ernst Cassirer. “Una clave de la Naturaleza del Hombre: El
Símbolo. Tomado de “Antropología Filosófica” por el profesor
Hilderman Cardona para el Centro de Educación Continua.
Universidad Eafit 2007. P 17).
Estas reflexiones nos plantean el reto de modificar
fundamentalmente los criterios sobre los que se asentaba la
opinión de muchos filósofos, humanistas y sociólogos sobre lo
que es, realmente, el mundo de la Cultura humana, con todo su
contenido, las ideologías y las más diversas formas del
pensamiento; entre otras cosas, lo que es la misma Ciencia, la
tecnología, lo que son las disciplinas diversas como la ingeniería,
la medicina, la jurisprudencia, entre otras, sus mutuas relaciones
entre sí, el significado que tienen en los más heterogéneos medios
humanos, etc., y las relaciones de todas ellas con la realidad
física.
Aquello no dejará de tener profundas consecuencias en las
posturas típicas asumidas o que asumirán los hombres que
manejan y tienen serias responsabilidades en las áreas de lo
económico, lo social y lo político en las sociedades humanas que
sobrevivan mañana. Particularmente me quiero referir a las
interpretaciones y al manejo que se les dé al pensamiento de
carácter ideológico, al pensamiento de carácter religioso, entre
otros, los cuales pueden perder toda su significación doctrinal,
cuando se sacan de su contexto cultural; igual podría ocurrir con
su valor relativo en las relaciones entre conjuntos humanos de
106
diversidad ideológica y religiosa. Otra consecuencia será la
separación que habremos de hacer entre lo que son, el signo y la
cosa significada, por ejemplo, entre el dinero, símbolo que
representa la riqueza, y la riqueza, como tal. Sólo así podremos
conformar propósitos conjuntos razonablemente comprendidos
por todos, hablar lenguajes correspondientes a lo que queremos
decir, encontrar el significado de los lenguajes distanciados, no
solo socialmente sino en el tiempo. Igual ocurrirá cuando se
busque la realización de la concordia y de la armonía de vida
consigo mismos, con otras comunidades humanas, con el resto de
la Vida, con la Naturaleza, con Dios, como ideal supremo.
Me atrevo a creer que estas consideraciones nos permitirán la
superación de muchos malentendidos, de las intrincadas
confusiones que nos han mantenido marginados de la unidad, en
un mundo superpoblado desde hace milenios, sumido en
conflictos interminables, insolubles, maltratándonos y
explotándonos con crueldad increíble, mediante la guerra y la
violencia, agregándole a los motivos mecánicos, representados en
las diferencias simbólicas que hacen aparecer diferentes muchos
pensamientos semejantes, otros motivos emocionales que hacen
más difícil la aproximación al diálogo, como son la frustración, el
sentirse engañados, los odios, la envidia, los sentimientos de ser
explotados, de ser engañados, de ser traicionados, los deseos de
venganza, etc.
Dentro de los malentendidos más relevantes hay dos de
importancia capital en nuestro tiempo: En nuestra fe religiosa y en
nuestra valoración de la riqueza, cuyas interpretaciones nos han
precipitado en los conflictos más cruentos de la historia humana.
En su nombre se han levantado las fronteras más difíciles de
sobrepasar entre los hombres, las persecuciones más sangrientas e
inhumanas, los regímenes políticos más tiránicos, la explotación
económica más inicua del hombre, con el mayor irrespeto por su
vida, por su patrimonio, por su dignidad.
Los occidentales que creemos poder vanagloriamos de tener la
civilización más avanzada del planeta, la cultura más amplia y
107
comprensiva, no nos damos cuenta que a pesar de todo no hemos
dejado de lado las posturas típicas de quien dependía sólo del
producto espontáneo del Medio, o en su defecto del trabajo ajeno
y no aportaba mucho en la parte creativa para su manutención
igual que los pueblos cazadores, los pueblos de pescadores y los
recolectores de frutos en los que nuestra especie sobrevivía con el
sólo disfrute de los frutos naturales; además, nunca dejamos de
ser idólatras y fetichistas, también igual que las más primitivas
poblaciones humanas del mundo, de los períodos preagrícolas.
Lo más curioso es que la gran revolución agrícola que abre una
dimensión diferente en la vida humana en la que los pueblos
agricultores contribuyen decisivamente con su espíritu creador a
la labor de la Naturaleza en los procesos de la construcción de la
Vida, de los que derivamos los hombres nuevas perspectivas de
desarrollo poblacional, no logró marcar la consciencia de nuestra
cultura. Para nuestra sociedad moderna, los principios del Bien y
del Mal concebidos por Zoroastro para entender el conflicto entre
la usanza y el principio de la “recolección”, base primitiva de la
supervivencia humana, y la nueva usanza y el principio de la “agri
- cultura” <<verdadera creadora de valor económico>>, los
cuales llegaron hasta nosotros a través del aporte del cristianismo,
son borrada con el codo en toda su significación, en los códigos
“morales” de nuestra autosuficiente y arrogante cultura.
Cuando en la sociedad persa se daba el conflicto en sus períodos
iniciales entre las pretensiones del pastor, prototipo del hombre
nómada, entonces “libre”, que buscaba en las estepas
centroasiáticas, sin fronteras, el pasto natural para sus ganados, y
las primeras sociedades sedentarias, que aprendieron a cultivar la
tierra, un trabajo considerado por los pueblos nómadas como
trabajo de esclavos, y a trabajar <<hombro a hombro con los
elementos naturales>> para obtener sus cosechas, nadie podría
adivinar: Primero, que esa revolución de la agricultura pudiera ser
el origen de nuevas formas de vida humana muchísimo más
desarrolladas, y más aún, el origen de las grandes culturas
superiores humanas que vienen floreciendo desde hace unos seis
mil años en Egipto y Mesopotamia. Y segundo, que tal conflicto
108
haya persistido hasta nuestro tiempo, aunque la acomodaticia
moral de nuestro tiempo quiera tender una cortina de humo y
borrar para siempre en la consciencia humana los principios del
Bien y del Mal. Es por eso que muchos humanos persisten, en
nuestro tiempo, en seguir viviendo, como “parásitos”, no ya de la
Naturaleza, que ha sido explotada al límite, sino de las sociedades
humanas actuales, a través de las diferentes formas de fráude, de
hurto, de asalto a mano armada, de explotación humana, llegando
hoy a extremos tales, que amenazan la sostenibilidad de las
sociedades humanas planetarias que han logrado su
autosuficiencia.
La expresión actual de esos anacronismos es, la codicia sin
limitaciones, el amor al dinero por encima de todo amor, el afán
de lucro por encima de todo afán. Así pues, en la economía
moderna, el ser humano ha perdido, por completo, el buen sentido
que debería animar su trabajo y su sana interacción con el otro,
revalidando los valores primitivos que la Biblia deslegitima en su
historia de “Caín y Abel”, como expresión, en el pueblo hebreo,
del viejo conflicto ilustrado antes por Zoroastro.
El principal motor de nuestra economía es la codicia, el amor al
dinero, el afán de lucro. Nuestra ceguera no solo nos genera
conflictos que no tienen por qué existir, sino que nos conducen a
presupuestos absurdos, que hacen que invirtamos inmensos
recursos, enormes cantidades de energía, de esfuerzos, -verdadera
riqueza- en propósitos insulsos, como atesorar cosas inútiles,
olvidándonos, a menudo, de lo que es más significativo para
asegurar un buen nivel de vida, de lo que son nuestras verdaderas
necesidades. Los arquetipos de la civilización moderna y la
cultura occidental, se basan en una gran proporción, en una
equivocada escala de valores económicos.
XIII LA EXPERIENCIA DEL CAOS. EL PASO DEL
PRINCIPIO DE CAUSALIDAD A LA TEORÍA DEL CAOS
No trataremos aquí de discutir profundamente el tema, desde el
punto de vista filosófico o científico, para tomar posturas
109
definitivas respecto de cualquiera de estas formas de percibir la
dinámica evolutiva del mundo natural, de la Cultura. Nuestro
interés reside en el escrutinio de la visión moderna de los
procesos naturales y de la Cultura, en el descubrimiento
contemporáneo de la complejidad de los factores naturales y
culturales que convergen en múltiples escenarios e interactúan
entre sí para producir diversos resultados, dentro de los cuales
podemos contemplar, por ejemplo, la incontable variedad de
estructuras minerales y organismos vivos que hay a nuestro
rededor, y finalmente y en particular la vida humana.
Le dedicaremos un área completa al estudio del proceso de la
energía que se inicia hace 13.200 millones de años con el “Big
Bang” o Gran Explosión, fenómeno colosal de donde parte el
impulso inicial que, parece, mueve al Universo en un proceso
expansivo que se conoce en algún detalle desde hace ya un siglo,
aunque los astrofísicos siguen encontrando motivos de
incertidumbre o, aún, en contra de tal hipótesis, aunque todavía se
considera una forma perfectamente válida para entender la
Realidad del Universo. Desde principios del siglo pasado Einstein
y otros prestantes hombres de ciencia de la época dedicaron y
vienen dedicando mucho esfuerzo, incluso, a plantearse una ley
matemática que exprese fielmente el proceso expansivo del
Universo. Desde hace más de 70 años se están buscando dos
constantes que deben quedar determinadas y que completan el
cuadro de la solución, aparentemente definitiva. Se trata de la
constante de Hubble Por el momento, y con el propósito de evitar
confusiones innecesarias, vamos a asumir, como lo está haciendo
la Ciencia en la actualidad, que aquella hipótesis es correcta.
Aquel contexto puede explicarnos algo que apenas hoy empieza a
despejarse: El filósofo griego Heráclito pensaba que “lo único
estable en el Universo era el cambio”. Hoy, incluso, podemos
pensar, como algo plausible, que el impulso de todo el proceso
evolutivo universal, dentro del cual se inscribe el de nuestro
mundo, procede del Big Bang. De allí procede todo impulso
creador, cuyo efecto, decía, al menos dentro de lo que podemos
experimentar nosotros, florece a todo nuestro rededor. Nosotros
110
mismos procedemos de él. Con ello no me propongo hacer acopio
de motivos para reforzar una teoría creacionista, o una simple
teoría evolucionista a la cual sería muy dada la opinión actual,
dentro de la sociedad secular en que vivimos. Esa discusión está
en el tapete obviamente, pero el asumir posturas frente a ella me
parece se sale de nuestro interés.
Esas nociones de la realidad van a tener, sin embargo, unas
consecuencias contundentes en la manera en que hemos de
concebir la vida humana y el Medio que le sirve de habitación. Y
dentro de las circunstancias que, parece pertinente considerar,
tenemos una de capital importancia: Para entender los fenómenos
que se están suscitando como consecuencia de aquel impulso
inicial, en todo el Universo, pero lo que es más de interés nuestro,
los que se suscitan en nuestro propio planeta, corresponden a
procesos de interacción de factores naturales, y culturales en lo
que atañe a la misma vida humana, de una complejidad
absolutamente impresionante; algo que se sitúa a “años luz” de la
ingenua simplicidad con que se apreciaba el estudio de la
Naturaleza en tiempos de Newton.
Dentro de esa circunstancia vamos a situarnos, y desde nuestro
lugar de observación podemos apreciar los ajustes que el antiguo
“Principio de Causalidad” ha requerido para llegar hoy a entender
el significado de los conceptos de Orden y de Desorden, cuyo
estudio se aborda en la Teoría del Caos, y que se consideran
claves en el estudio de la Vida en general, de la cultura humana,
en particular, y de los objetivos que el ser humano se pone como
bases para darle significado tangible a sus civilizaciones, para
alcanzar a manejarlas eficazmente, igual que para entender la
relación entre todos los fenómenos de la Naturaleza, incluido el
suyo mismo.
La más antigua experiencia relativa al Caos conocida en cuanto a
relaciones humanas, tal como vamos a entenderla aquí, sucede en
Babilonia (Babel en lenguaje hebreo), más o menos en el año
4.500 antes de Cristo. Describamos un poco el escenario, sobre la
base del conocimiento actual, en que se da esa experiencia, que
111
parece diferir bastante del escenario planetario en que nos
movemos actualmente. Luego refirámonos un poco a aquella
experiencia:
Esa historia empieza, desde tiempos muy antiguos, en los cuales
es difícil precisar fechas, cuando se establecen entre los ríos
Éufrates y Tigris algunos grupos nómadas de las vecindades,
aportando todavía, apenas, una pequeña población. Primero
vienen los asentamientos y luego las poblaciones, generalmente
construidas alrededor de los templos dedicados a sus dioses. El
territorio denominado Mesopotamia (“entre dos ríos”), se dividía
posteriormente en Asiria al Norte y Babilonia (del que tomó
posteriormente su nombre la Ciudad) al Sur, también conocida
como Caldea. La región de Mesopotamia, habitada por un
conglomerado de pueblos diversos de origen nómada, se
consolida, por primera vez en el Mundo sobre la base de
tecnologías neolíticas (entrando de lleno en la Edad Neolítica) de
agricultura y ganadería, apoyadas en el regadío de la tierra entre
los años 6.000 y 5.000 antes de Cristo. Allí se inventa la rueda, y
el arado.
El desarrollo de los primeros asentamientos urbanos existentes en
el Planeta viene posteriormente: Buqras, Umm, Dabaghiyah y
Yarim, y más adelante Tell-es-Sawwan y Choga-Mmami, que
formaron la Cultura Umm-Dabaghiya entre el 5.600 y el 5.000
antes de Cristo, sustituída posteriormente por la cultura Hassuna-
Samarra y por la Cultura Halafa entre el 5.000 y el 4.000 antes de
Cristo.
En el año 3.000 antes de Cristo se desarrolla la primera gran
civilización sumeria, y en ella se inauguran las primeras formas
de escritura, la llamada escritura cuneiforme. Igualmente, en su
seno, en la región meridional de Mesopotamia son construidas las
primeras ciudades – estado: Uruk, Lagas, Kis, Umar Ur (cuna de
Abraham). De todas maneras en un principio la escritura sirve
para registrar las novedades en el orden comercial. Las primeras
relaciones de reyes y crónicas históricas fueron elaboradas sólo en
el siglo XVII antes de Cristo, parece, por la voluntad de algunos
112
de ellos de perpetuar sus genealogías, aunque adolecen de algunas
imprecisiones, según han descubierto los arqueólogos, pues en
ellas hay nombres de personajes de los que no se conocen
registros y faltan los nombres de otros bien conocidos por los
arqueólogos. Allí se estructura, por primera vez, el Estado
alrededor de las actividades de intercambio y cada una de ellas
posee su propio terreno de cultivo.
A partir del 2.500 antes de Cristo, en el Oriente Medio, en el
territorio del actual Irak se asientan estirpes venidas del
Occidente, pues, en los territorios de Mesopotamia, que según la
Biblia hablaban y se entendían en una sola lengua. En otras
palabras debían proceder de una misma estirpe cultural,
probablemente árabes hebreos y sirios.
Más tarde, la posesión del agua se convierte en motivo de
disputas y así empiezan las guerras entre ellas. En 2.340 usurpa el
Poder Sargón el Grande y se toma el Poder en Uruk y desde allí
ataca a las demás ciudades, las controla y funda el primer Imperio
conocido en el Mundo como tal en el sur de Mesopotamia.
Los episodios de las historias referidas en la Biblia y en el Torá,
relativas al Diluvio Universal y a la construcción de la Torre de
Babel ocurren allí (es.wikipedia.org/wiki/Mesopotamia
y www.Youtubee.com/watch?v=H9Eye6utwwHs).
La versión bíblica afirma que unos cien años después del Diluvio,
en la llanura de Senaar, que no es otra cosa que Sumeria, un grupo
de orientales se dedica a elaborar ladrillos y a construir un
zigurat, suerte de templo piramidal para honrar al dios Marduk de
los babilonios que es una pirámide, o torre suficientemente alta
para alcanzar el Cielo. El autor bíblico le atribuye a Nimrod
(bisnieto de Noé) hijo de Cush, hijo de Cam, rey cazador y
enemigo de Yaveh, la construcción de la Torre de Babel más o
menos unos 4.500 años antes de Cristo, para demostrar el poderío
y autosuficiencia de los hombres, porque fue quien los instó a su
construcción. Nimrod fue cambiando su manera de gobernar en
una tiranía, al no hallar otra manera de apartar a la gente del
113
temor de Dios. Cuando Dios se dio cuenta de la intención de la
Obra confundió sus lenguas, los constructores no se entendieron y
fue el fin de ella y el caos por doquier
(es.wikipedia.org/wiki/Nimrod).
Todo eso se da poco tiempo después del Diluvio, fenómeno que
registran casi todas las culturas planetarias, es decir, que parece
afectó prácticamente todo el Planeta. Es difícil ubicar con
precisión la fecha y el origen de tal fenómeno. El fin del último
período glacial que se inicia más o menos 110.000 años antes, se
ha situado hoy a unos 12.000 o 15.000 años anteriores a Cristo.
No es claro todavía, pero parece que pudo ser un fenómeno
climático derivado de ese período. La atmósfera del Planeta antes
del Diluvio, parece, era mucho más húmeda y fresca (si no fría),
el planeta estaba cubierto de nubes de agua y el clima reinante,
era más uniforme, respecto de las latitudes que el actual.
Probablemente el Sol se mantenía cubierto y no llovía o las
lluvias se repartían mejor en toda la superficie planetaria. Se han
encontrado evidencias de que el Sahara tenía vegetación y de que
antes de formarse la capa de hielo en la Antártida hubo vegetación
abundante (posiblemente en el intermedio de las dos últimas eras
glaciales). Hace 20.000 años los continentes norteamericano y
europeo estaban cubiertos, casi todos de hielo y el nivel del mar
era tan bajo que Bering era un istmo entre Asia y América, Japón
y Corea estaban unidos, las islas de Indonesia estaba unidas entre
sí y con el continente, Australia estaba unida a Tasmania, etc.
(tomasenlinea.com/2010/07/antes-del-diluvio/ y
es.wikipedia.org/Último_período_glacial). Parece ser que el fin
del último período glacial fue un poco abrupto.
Podríamos decir entonces que, el escenario de vida humana que
nos ocupa tiene diferencias muy grandes con el escenario en que
se mueve la Humanidad hoy. Babilonia era una ciudad
cosmopolita, la más importante capital del Oriente. Ganó su
independencia durante la Edad Oscura de la Cultura Sumeria y se
convirtió luego en el Imperio de Hamurabi en 1.800 años antes de
Cristo. Era un nudo de caminos donde se hablaban muchos
idiomas.
114
Sin embargo, parece ser que el autor bíblico se sitúa miles de años
atrás y señala que la población de la época sólo hablaba una sola
lengua (parece obvio que se refiere a la época de la migración
semita mencionada atrás, hacia el Oriente), y no siendo una
población muy nutrida, ésta escogió asentarse, construir su ciudad
y quedarse en ella y no regarse por toda la Tierra y poblarla como
era la voluntad de Dios (parece obvio que el autor bíblico al
referirse a toda la Tierra, se refiere solamente a un área limitada
que tiene fronteras con regiones y pueblos completamente
desconocidos). Asume, además el autor bíblico, la actitud de
Nimrod (rey de Babilonia muy anterior a Hamurabi) que la
califica como de desobediencia, de rebeldía, en contra de la
voluntad de Dios (y parece ser que, con esa actitud, está
relacionado el significado de su nombre). Y cuando se dio cuenta
Dios de cuál era el propósito de aquella empresa, decretó la
confusión de lenguas de los constructores haciéndola imposible.
De la misma manera trasmite la idea de que los pueblos que
habitaban la Tierra entonces se dividen en dos: Los pueblos
semitas (hijos de Sem, hijo de Noé) de cuya simiente ha de nacer
el Mesías, -Jesús- (que debe ser preservada) y los pueblos
enemigos de Dios (los pueblos descendientes de Cam y Jafet,
hijos también de Noé).
Esa historia muy antigua ha trascendido hasta nuestro tiempo
como una expresión de importancia capital en el judaísmo y el
cristianismo para entender la dinámica del Mundo, en la cual se
expresa la lucha entre el Mal (personificado en el demonio) que
pretende, en aquel tiempo frustrar la venida del Mesías,
terminando con la línea clara de su estirpe semita, y el Bien,
personificado en Yahveh directamente, quien se ocupa de
construirla y mantenerla segura (es.wiki.org/wiki/Torre_de
_Babel).
No podemos olvidarnos que las rivalidades y las ambiciones que
aparecen en Mesopotamia tempranamente, alcanzan finalmente a
sus culturas, a sus pueblos, a sus religiones y a sus dioses, que
compiten con toda su capacidad por la supremacía propia, tal
115
como sigue ocurriendo posteriormente. El destino de los dioses de
pueblos menos fuertes es el de desaparecer o llegar al Olimpo de
los pueblos más fuertes. Ello no es extraño, ni siquiera para el
Dios de Israel, Yahveh, pueblo, cuya interpretación de la
Divinidad logra que prevalezca y para luego fructificar en el
cristianismo. Esa actitud hacia las divinidades persiste a pesar del
tiempo: Mucho más adelante, ya en el siglo V de nuestra Era,
Clodoveo (466-511), rey de los francos y cabeza de la dinastía
merovingia, unifico a su pueblo, se sintió favorecido por el Dios
cristiano en la batalla de Tolbiac hacia el año 496 de nuestra Era,
contra los “alamanes”, la que dio un giro inesperado luego de que
la tenía perdida y se convirtió al cristianismo por insinuación de
su esposa Clotilde, hija del rey de los bungundíes, ya cristiana.
Pero sigamos ahora la consideración de aquella actitud humana
prepotente y arrogante, que se manifiesta más tarde, ya en la
modernidad del siglo XVIII:
La ciencia decimonónica “<<era lo suficientemente joven para
saberlo todo>>”, sentencia Isaac Asimos acerca de una pretensión
de los jóvenes que creen saberlo todo; y cita a Pedro Simón de
Laplace (1749 – 1827), astrónomo y matemático francés, que a
principios de ese siglo afirmaba << Si en un instante determinado
conociésemos la situación y la velocidad exactas de todas las
partículas del Universo, podríamos deducir por cálculos todo lo
pasado y lo futuro del mismo>>” (Isaac Asimos. “El Electrón es
Zurdo y otros ensayos científicos”. Alianza Editorial Madrid
1981. P 159).
Esa frase pronunciada con la seguridad con la que fue
pronunciada, deja una sensación de autosuficiencia un tanto
arrogante, que se ha manifestado, como “punto común” del
autorreconocimiento, en diversas circunstancias posteriores,
cuando han sido llevadas a cabo empresas que fueron reconocidas
como hitos del poderío de la Ciencia y de la Técnica en su
constante encumbramiento de las capacidades intelectuales
humanas: Uno de ellos, memorable, la botadura del
“insumergible” trasatlántico Titanic, hundido en su viaje
116
inaugural Liverpool – Nueva York, en 1912, al chocar con un
témpano de hielo en el Atlántico Norte, donde perdieron la vida
más de mil quinientos pasajeros y tripulantes.
Entonces los hombres de ciencia no sospechaban siquiera el
problema de números a los que se enfrentaban, menudo detalle
que determinaba la absoluta imposibilidad de aquella pretensión,
algo que, quizás, nunca sea posible, y que compromete al ser
humano a obviarla, sin que ello le haga imposible un
conocimiento de la realidad razonablemente preciso. Ese
problema lo abordó Werner Heissemberg (1901 – 1976), físico
alemán, premio Nóbel de 1932, quien desarrolló el Principio de
Incertidumbre, que considera, no solo la influencia del observador
y sus instrumentos de cualquier fenómeno físico, sino las
dificultades que existen para obviar cierto margen de error, en su
medición.
Ni Laplace ni los hombres de ciencia pensaron en la magnitud del
problema práctico que se les presentaba. ¿A quién se le podría
ocurrir, sensatamente, que es posible contar los granos de arena
del mar? Pero esto solamente sería el principio: Hacia 1987, los
telescopios habían alcanzado a cubrir una profundidad en el Cielo
suficiente para observar lo que se calculaba podrían ser unos
100.000 millones de galaxias. La nuestra, la Vía Láctea, está
compuesta por aproximadamente 150.000 millones de soles
semejantes al nuestro.
Y lo mismo que ocurre en el mundo de lo mayor, de lo colosal,
ocurre en el mundo de lo pequeño, de lo ínfimo, a nuestros ojos:
Ocurre con los cristales, con las células, con las moléculas, con
los átomos, con las partículas de que éstos se componen, todo lo
cual conforma las grandes estructuras organizadas conocidas.
Nuestro cuerpo posee billones de células que estructuran nuestros
órganos; cualquier pedazo del tamaño de un puño de materia
mineral está compuesta por trillones de átomos compuestos, a su
vez, por protones y electrones cuyo diámetro no supera la medida
de 1/1011 centímetros. Nosotros no somos capaces de describir, en
detalle, todo lo que pasa en los procesos que se dan en la
117
Naturaleza. Sólo tenemos la posibilidad de un control relativo, la
visión parcial, entre otras cosas, de ciertos resultados globales.
Para ilustrar un poco el caso, veamos la sencilla reacción de
combustión del hidrógeno con oxígeno y su expresión analítica:
O2 + 2H2 = 2H2O + Δ
Esa ecuación tan simple, sólo nos proporciona información sobre
el principio y el fin de un proceso complejo que se lleva a cabo a
lo largo de más de veinte reacciones distintas: Un átomo de
oxígeno se integra a dos átomos de hidrógeno para formar dos
átomos de agua, y de allí se desprende calor.
Esas cifras impresionantes nos disuaden, definitivamente, de
identificar y medir, una por una, las relaciones de causa y efecto
de las diferentes cadenas de procesos naturales, que en diferentes
circunstancias llegan a desencadenarse y que se dan en la
Naturaleza entre la indescifrable maraña de interacciones que se
da entre los diferentes elementos activos existentes. Sobre esos
elementos activos tienen los científicos algunas consideraciones
que tienen gran trascendencia en la vida cotidiana (sin contar la
que ya se les atribuye en el ámbito científico):
Su acción es ejercida con plena independencia de unos elementos
en relación a otros. Ello se da a todos los niveles estructurales: El
polvo cósmico conformado por partículas en todas las situaciones
imaginables y de todos los tipos que queramos, conforman un
conglomerado que se va condensando, en virtud de los campos
gravitacionales que surgen, en cuerpos cósmicos como nuestro
sol, nuestro planeta. Los seres vivos de todas las clases, ya del
Reino Vegetal como del Reino Animal, convergen en los
diferentes hábitats, formando “cadenas alimenticias”, ecosistemas
en que se incorpora, sin excepción, la totalidad de las especies,
llegando a un “equilibrio ecológico”, en términos de número de
individuos.
Esta acción se conjuga con otras incontables en los diferentes
escenarios de convergencia y “encuentro”. El número y la
118
heterogeneidad de los factores naturales que convergen es, en un
escenario, como podría ser un hábitat o nicho ecológico, un
planeta como el nuestro, un sistema solar como el nuestro, son
materialmente incalculables. La ciencia adopta soluciones
aceptables, no totales, para llegar a un conocimiento incompleto,
aunque útil de la realidad. Una de ellas es el muestreo estadístico
con márgenes de error calculable y muchos otros. Si a estos
factores naturales agregamos los factores culturales que
caracterizan la vida humana, la dificultad crece sin cesar.
Los efectos de aquellas complejísimas causas conjugadas son casi
imposibles de identificar todavía a largo plazo. Las simulaciones
computarizadas más complejas, los modelos matemáticos mejor
diseñados por ejemplo en el área de la meteorología logran cierto
orden de información a dos o tres semanas vista; de allí en
adelante, las inconsistencias en los datos, su imprecisión, la
dificultad para recoger información suficiente o que agote las
fuentes, introduce multitud de factores cuyo comportamiento se
desconoce pero que afectan los resultados.
Estos hallazgos científicos que hemos tomado como ejemplos
relevantes, y muchos otros, afectan profundamente la visión del
Mundo, de lo que somos nosotros, de la imagen que presenta la
Cultura observada desde esta perspectiva. La consolidación de un
conocimiento, que podríamos considerar afectado ya por estas
circunstancias conocidas en la Ciencia, no dudamos, tiene que ver
con el arribo, por ejemplo en la Política del reconocimiento y la
consolidación de legitimidad de fórmulas como las sociedades
plurales, la democracia efectiva, la existencia y aceptación de
opinión pública (y de todas las diferencias individuales de que
ésta pueda provenir), y otras fórmulas institucionales, como
fundamentos de los que pueden ser los mejores proyectos de
civilización humana, de construcción de naciones, o de cualquier
otro proyecto de estructura organizacional humana. Estos hechos
del pensamiento moderno contrastan radicalmente con las
expectativas de los filósofos de formación científica de unos
cientos de años atrás, cuyas doctrinas puestas en práctica en la
modernidad por seres humanos de mentalidad definitivamente
119
atrasada, acomodada a la ética del lucro a toda costa, y con la
ayuda del desarrollo técnico actual sin mayor compromiso
humano, trabajan, con total irresponsabilidad y falta de
consciencia, en un nuevo holocausto humano de consecuencias
inéditas.
El enunciado más antiguo conocido sobre el Principio de
Causalidad fue de Demócrito:” Todas las cosas que fueron, son y
serán, están preordenadas por la necesidad”. Aristóteles
profundizó en la solución del problema distinguiendo entre causa
formal, material, eficiente y final, volviéndose insoluble el
problema en medio de terrible confusión, ya que él enfocaba el
planteamiento hacia sus causas parciales, nunca únicas. En la
Edad Media los listados de causas que podía tener un evento eran
tan inmensos para distintos eventos que hoy parecería absurdos,
ridículos. Sin embargo, sirve aquello de ejemplo para apreciar
que, sea cual sea la longitud de tal lista de las causas que generan
los diferentes eventos, estas serían verdaderamente interminables.
(Henry Margenau. La Naturaleza de la Realidad Física. Ed.
Tecnos. Madrid 1970. P 356).
Las afirmaciones de Simón de Laplace simplemente se entienden
porque las hacía ampliamente entusiasmado por los trabajos del
inglés Isaac Newton, quien planteó los principios de la Mecánica
Clásica, hoy superados por las teorías relativistas y la Física
Cuántica, y que le sirvieron a él para calcular los movimientos de
las lunas de Júpiter y Saturno, entre otros. Ocurre, entonces, que
hoy, al nivel de la vida cotidiana, la gente no está familiarizada
con la visión moderna de la Ciencia, que no ha trascendido,
quizás porque su lógica riñe contundentemente con aquellas
lógicas en las que hemos sido formados, y con las cuales estamos
acostumbrados, y, tal vez aquello a hecho que, a pesar de sus
logros, siga imperando una visión de las cosas, tal cual era la
visión que se tenía unos trescientos años atrás. Esos cambios en
las perspectivas de la visión, en cada uno de nosotros, que se
plantearían, simplemente, como cambios en nuestra consciencia
de la realidad, pueden transformar la vida social, económica y
política de todas las sociedades del Planeta. Pienso sinceramente
120
que es el camino para salir de la encrucijada en que nos han
metido multitud de conceptos políticos y religiosos, que se
fundaban, más bien en la imposición de creencias, de valores
étnicos, de dogmas doctrinales, de ideologías artificiales, que
generaban facciones opuestas y enfrentadas en el seno de la
sociedad, terribles y cruentos conflictos como hemos conocido a
lo largo de toda la historia humana, y que justificaron la
construcción de grandes aparatos represivos, de letales
organizaciones clandestinas, para llevar a cabo ese propósito, o
para defenderse de él.
Esas transformaciones van a hacer posible una sociedad diferente,
tal vez más representativa de las aspiraciones humanas, más sana,
más justa, más eficaz. Quizás, va a ser el principio de la
depuración de las técnicas de relaciones humanas, de acción
política para lograr una humanidad más ecuánime, más feliz y en
la cual se pueda dirigir la atención, más directamente, a las
soluciones de los problemas verdaderamente fundamentales,
como son los de la supervivencia y desarrollo de la Especie, los
de adaptación al medio natural dividido y subdividido en hábitats,
en micromedios de toda especie y que está cambiando hoy,
desordenadamente, por efecto de la acción irresponsable del
Hombre.
Un reto muy importante, es el reto que tiene el hombre actual para
mantener su acceso a recursos naturales suficientes, para
mantener y desarrollar una industria que minimice sus efectos
sobre el clima. Y entre esos recursos, uno de los más importantes,
si no el que más, es su disponibilidad de energía. Esta es la que le
permite moverse; su disponibilidad en cantidad, y de la calidad
necesaria para todos, puede marcar la diferencia entre una vida
activa y suficiente y la muerte. Y en el desarrollo de sus fuentes,
el desarrollo de la ingeniería y de sus aplicaciones, quizás, en
campos donde no era usual, va a ser vital. Y de una vez tenemos
qué decir: Es vital la consideración de una economía humana
integrada a la Naturaleza: No solo las asociaciones del hombre
consigo mismo son importantes en ese propósito económico. Lo
son también las asociaciones, las alianzas estratégicas suyas con
121
toda la Vida, particularmente, con el Reino Vegetal, intermediario
obligado de las infinitas fuentes cósmicas de energía, como la
energía que nos viene del Sol.
De la misma manera que de las “cenizas” cósmicas que dieron
origen a nuestro sistema solar, - base caótica original -, se
levantaron nuestros mundos, así de la base caótica de un mundo
de Vida que se equilibra, en sus efectos, en un “status quo”, en un
frágil equilibrio biológico y ecológico, altamente sensible a los
cambios en los efectos de los factores naturales ambientales
presentes, puede levantarse un orden al nivel planetario,
armónico, liderado, no dominado por el ser humano, capaz de
aprovechar eficazmente los recursos naturales que este medio nos
ofrece para disfrutar nuestra vida.
Sin saber su real significado ni el origen de su fuerza, los
navegantes aprovecharon, por milenios, los vientos y las
corrientes marinas, originadas por la radiación solar y por fuentes
de energía tectónica, todavía misteriosas, para viajar entre los
continentes e impulsar su comercio; los agricultores hacen todo lo
necesario para aprovechar el clima, las lluvias, el agua
subterránea, el agua de deshielo de los montes, los recursos
minerales del suelo, su capacidad de soporte, etc., para
aprovechar, al máximo, la dinámica natural que hace que broten
las semillas de las plantas, que las hace crecer y producir su
cosecha, sus frutos; el hombre moderno ha aprendido a usar la
energía química que se encierra en el seno de los combustibles
fósiles para transformarla en movimiento y ahora tiene frente a sí
la posibilidad de aprovechar las mayores fuentes de riqueza que
jamás soñó:
El sistema termodinámico más colosal, por su escala, que
humano alguno podría concebir, que le permite disponer de la
energía termonuclear que el Astro Rey pone a su disposición, con
la ayuda del complejo y abigarrado “equipo vital” formado por
multitud de seres vivientes, muchos de cuya existencia ni siquiera
tenemos muchos hombres la menor consciencia, empeñados,
incluso simbióticamente en sobrevivir, que pertenecen a todos los
122
reinos de la Naturaleza, desde los más simples hasta los más
complejos, sin dejar de contar con el mismo hombre. Ese
conjunto de socios, muchos de ellos, hoy, apenas potenciales, son
imprescindibles y sin ellos toda esperanza podría ser nula y todo
esfuerzo inútil. Las especies vivas del Reino Vegetal, con su
habilidad innata de transformación de la energía solar en materia
prima básica, tejidos vegetales y animales (verduras, legumbres,
frutos, granos y carne, leche, quesos, etc.), mediante la
fotosíntesis.
La tarea de hacer posible la construcción de aquel colosal equipo
de trabajo, es el mayor reto que haya tenido el ser humano en toda
su historia. Ese reto le exigirá revisar, por completo, todo cuanto
ha sido capaz de construir hasta ahora; le hará reflexionar sobre
todos los valores y las decisiones que le han permitido construir
empresas estables, sociedades estables, fortunas, prosperidad,
riqueza, sociedades y civilizaciones estables, gente feliz, y lo que
no ha podido construir también.
Este trabajo intenta ser solamente un tímido llamado a considerar
el primer paso hacia una epopeya humana, quizás, la de mayor
magnitud de todas aquellas a las que fue jamás algún hombre
conducido desde la época de Alejandro Magno. Epopeya que nos
exigirá no solo el aprovechamiento, a fondo, de toda la tecnología
desarrollada hasta ahora, sino de nuevas actitudes, nuevos
destinos humanos, nuevas formas de liderazgo, nuevos
desarrollos organizacionales, nuevos fundamentos éticos, que nos
permitan rescatar a la Humanidad de la encrucijada a que se dirige
actualmente con sus proyectos de globalización económico -
digital, con el desperdicio de recursos naturales, técnicos,
humanos inapreciables, con la destrucción de la juventud, de
todas sus riquezas, sus esperanzas, sus aspiraciones y sueños en
aras del lucro, en aras del poder económico de unos pocos, que se
dedican, mirando irrespetuosamente a la dignidad del ser humano,
al trabajo sacrílego de construir nuevos bastiones imperiales,
nuevas formas de “estandarización” de los caracteres de la
personalidad, por no decir de su desintegración total, porque
conviene a la producción en masa, al enriquecimiento sin
123
fronteras, al uso despótico del poder, a la eliminación del
diferente, en el concierto social.
Si no se logra cambiar el proceso, en pocas generaciones nos
espera una sociedad, de “derechas”, más terrible que la vivida por
la Humanidad durante el régimen hitleriano de la Alemania nazi,
que conmovió al Mundo hasta la movilización general para su
defensa, a toda costa, en la II Guerra Mundial, tan monstruoso
como el régimen estalinista soviético de “izquierdas” de la URSS,
denunciado por el escritor ruso Alexander Solsenitzin en su
“Archipiélago Gulag”, que colapsó bajo la presión de las etnias
locales y la corrupción del régimen central. Es preciso evitar que
nazca una nueva época de oscurantismo, una nueva Edad Media,
poblada por nuevas clases de siervos y esclavos, destruidos por la
intoxicación de sus cuerpos, por su utilización abusiva, y por
nuevas clases de verdugos y tiranos dispuestos a sacrificar a todo
el género humano por lograr la realización de sus perversos
proyectos. Es preciso evitar en el mundo entero el suicidio
colectivo iniciado ya en nuestro tiempo en Colombia, por quienes
por valores irrisorios, a la mano ya, subastaron, empresas que nos
habían costado a los colombianos cien años para construirlas y de
duro trabajo durante todo el siglo XX; por quienes con malos
manejos o apegados a una inicua y codiciosa exigencia pecuniaria
hicieron quebrar instituciones emblemáticas nuestras como los
Ferrocarriles Nacionales de Colombia, los Puertos de Colombia,
las compañías de navegación fluvial, nuestra Flota Mercante
Grancolombiana, y muchas otras grandes empresas de sectores,
como el industrial, el financiero, que han pasado al dominio de
manos extranjeras.
Es importante desarrollar nuevas técnicas que nos permitan
evaluar, entre muchas otras cosas, más objetivamente la
contribución del Trabajo a la riqueza general y el pago justo por
él. Desde principios del siglo XX se hicieron los primeros
esfuerzos por medir el valor monetario de la mano de obra
industrial. De los trabajos de Federico Taylor y de sus seguidores
surgieron en su tiempo las técnicas contables actuales, las técnicas
de auditoría y la medición del trabajo de las diferentes
124
operaciones industriales, pero con un agravante, algunos de los
objetos perseguidos por ellas despertaron controversias agudas
que caracterizan no pocos de los conflictos laborales entre obreros
y empresarios actuales que nunca se han resuelto. La Ingeniería
Industrial y sus métodos fueron puestos por entredicho en muchos
medios obreros en Colombia.
No obstante aquellos inconvenientes, esta disciplina es una
promesa inapreciable en los cálculos de valor para hacer más
justo el intercambio económico. Desde la década de 1930 empezó
a investigarse en la Universidad de Leipzig en Alemania sobre la
aplicación de enfoques científicos, para avanzar en el estudio del
Trabajo y sus aportes sociales. Prácticamente se fundó una nueva
disciplina que se acostumbra homologar, impropiamente, con la
Ingeniería Industrial clásica y con el concepto de Ingeniería
Humana desarrollado en Norteamérica, y que en Europa ha
recibido la denominación de Ergonomía. Aunque las técnicas
básicas de cálculo están ya establecidas, es muy importante la
extensión de sus aplicaciones a todo el cálculo económico y el
desarrollo experimental de la Economía. Ello contribuirá al
establecimiento de unas condiciones más equitativas en el
intercambio económico. En este trabajo le dedicaremos un
espacio adecuado a ilustrar al lector sobre este tema.
Es importante evitar la frustración y el desperdicio de medios y
riquezas reales útiles en el desarrollo de la vida humana. Es
importante evitar las consecuencias que pueden esperarse de la
férrea acción que las llamadas “sociedades de control” están
empezando a ejercer sobre ciudadanos inermes, confusos e
ignorantes del proceso global que se cierne sobre ellos. Ese es un
reto mayúsculo, sí. Es un reto para todos los seres humanos, para
los líderes políticos y sociales, para los ingenieros, especializados
en la construcción, en este caso, no ya de obras civiles, de vías, de
ferrocarriles, de represas, de acueductos, de redes de energía
eléctrica, sino de relaciones sociales, de redes productivas, de
distribución y de servicios, de estructuras sociales capaces de
soportar el peso de aquellos retos, capaces de competir, de
desarrollarse y crecer, de ofrecer a la humanidad el soporte físico
125
suficiente para serias oportunidades de una vida digna sin
necesidad de pisotear los derechos del prójimo, sin necesidad de
utilizarlo, de defraudarlo, de intimidarlo para arruinarlo,
empobrecerlo, paralizarlo, para ejercer hegemonía sobre él,
someterle, enajenarle su poder de decisión, de violentarlo, de
hacerle la guerra, de destruirlo.
Pero para llegar a ser beneficioso para el Hombre ese poderoso
arsenal de medios para el desarrollo, es preciso vacunarle, salirle
al paso a su utilización, a la monopolización de ellos para la
conquista de los poderes económicos de nuevos contingentes de
humanidad, y hacerlos adictos a los valores que aquellos les
imponen, en el plan, no ya de hacerlos “proletarios”, dadores de
masas humanas de trabajadores rasos, para pagarles mal, para
explotarlos como todavía hoy se hace en las aparentemente
modernizadas economías asiáticas emergentes, e igual como
ocurría a principios de la Revolución Industrial, sino
<”monetarios”>, dadores de renta, como fuente financiera de los
más diversos, incluso los más alocados proyectos financieros que
se desarrollan en el Mundo, como testimonio máximo del
egoísmo, de la soberbia humana, con pleno desconocimiento de la
suerte, en conjunto, de la Especie, incluso a corto plazo.
La tecnología está aportando nuevos medios de comunicación
social que le permiten a sus usuarios multitud de objetivos
insoñables hace poco tiempo, que vale la pena destacar aquí, no
solamente con el propósito de su aplicación masiva al desarrollo
de una consciencia humana plena de la realidad, a la construcción
de personalidades humanas capaces de representarse a sí mismas,
capaces de opinión al nivel público, fundamento “sine qua non”
es imposible soñar con una sociedad democrática plural, donde
puedan expresarse todos sus contenidos culturales, todas sus
tradiciones, todos sus sueños y canalizarse institucionalmente
hacia la construcción de las más diversas sociedades, sino porque,
incluso antes que ésto, están siendo utilizados masivamente, ya,
por los poderes que rigen la vida económica “globalizada” del
Planeta y que maneja, a su arbitrio, la Sociedad de Consumo
moderna, en la conformación de una estructura económica
126
jerarquizada y discriminatoria de dimensiones planetarias, según
los valores de clase, de estamento, de casta, de posición
económica, etc., destinada, básicamente, a consolidar la seguridad
de permanencia del vértice superior de la pirámide del Poder,
sobre la base de nuevos hábitos- símbolo de consumo sugeridos al
consumidor, sobre la base de nueva valoración acomodaticia de
los productos y servicios de consumo que denotan las
“posiciones” de clase y otras de “alto nivel”. Porque se está
usando, ya, para construir una “Sociedad de Control” globalizada,
sin compromiso humano expreso, sobre la base hipotética de
necesidades humanas subjetivas de consumo que distan de
cualquier presupuesto racional de satisfacción, y que pueden
disparar la demanda de recursos no solamente a niveles
imposibles de satisfacer, sino amenazar a corto plazo y
definitivamente la calidad de vida de la humanidad marginada,
igual que alejar de su vista toda posibilidad de redención. En
opinión de los expertos, el acceso de toda la población humana
actual a la plenitud de los niveles de vida en los altos estratos
sociales actuales requeriría la producción, al menos, de tres o
cuatro planetas semejantes a nuestra Tierra para abastecerla.
Mientras esto ocurre es importante anotar también, que en
diferentes medios del Planeta, muy particularmente, en ciertos
medios académicos, se avanza muy positivamente en la reflexión
acerca del futuro del sistema democrático en el mundo
occidentalizado moderno y sobre la posibilidad real de
establecerlo firmemente y consolidarlo. Algo que podría ser de
incalculable valor para la incorporación a la Civilización de
infinidad de comunidades campesinas, países con riquísimas
tradiciones no asociados todavía a los procesos de desarrollo
económico occidentales, de sectores de población aborigen que
llevan una vida indigna, sumida en el abandono, etc., todos los
cuales poseen un patrimonio cultural, un conocimiento técnico,
unas industrias adaptadas a los más increíbles “nichos” o hábitats
naturales, que podrían servir perfectamente como soportes físicos
humanos de una sociedad humana compleja, incorporada en su
conjunto, a la Naturaleza, al “medio cósmico terrestre”, a su
“medio vital”, como la “copa” de un gran árbol cuyas raíces
127
hacen que pueda aprovechar más eficaz y eficientemente todas
sus oportunidades de vida y adaptarse, cada vez más firmemente,
cada vez más plenamente a ellas. El punto de partida de su
consideración técnica, no sólo histórica, pues la democracia en su
aplicación moderna parte de las ideas del liberalismo ilustrado y
algunas de sus consecuencias, representa la posibilidad de la
participación ciudadana en pleno; representa la mejor opción,
hoy, de la existencia del elemento clave y esencial para su
existencia y desenvolvimiento: de una efectiva <opinión
pública>.
Ella no se da de la noche a la mañana. Ello conlleva establecer el
espacio público adecuado donde aquella pueda operar con
eficacia. Para ello es preciso que las fuerzas sociales que
convergen en cada lugar específico, para nuestro caso especial en
la época moderna, la Gran Urbe, debatan las condiciones básicas
para hacerlo efectivo, algunos tipos de acuerdo básicos, el
establecimiento de objetivos cada vez más ambiciosos, entre otras
cosas. La evolución de los medios de comunicación, el desarrollo
de la tecnología aplicable a ellos, permite la apertura de un
horizonte que le daría vigencia a estructuras sociales de tipo
democrático, pluralistas complejas y redes de éstas, que podrían
ser el producto de opciones de expresión que carecen de
precedentes en cuanto a sus posibilidades de manifestación; que
podrían surgir del debate, de la controversia, encaminadas a
restablecer, por consenso, el Bien Común, a emprender la
depuración de las costumbres, de las prácticas políticas, del orden,
de una ética efectiva que haga posible la realización de la
Justicia; de formas de liderazgo y facilitación de nuevo cuño,
contrarios al ejercicio tiránico, al abuso del Poder.
Alfonso Maya Salazar en su conferencia“¿Qué es la Opinión
Pública?” Seminario Tríptico. Saberes de Vida. Universidad
EAFIT) cita a Haberlas, quién la asocia a la existencia de un
espacio público burgués diferente de la representación del Poder
de las Cortes y, además, paralelo a la afirmación del sistema
económico capitalista.
128
Pudiera pensarse, a primera vista, que eso puede ser así, y darse
paralelo al sistema económico capitalista, quizás y, ¿por qué no?,
conteniéndolo. Sin embargo, cualquier concepto de opinión
pública, para ser suficientemente comprehensivo, desbordaría,
definitivamente la anarquía que reina en la vida, la dispersión de
criterios, el aislamiento del individuo moderno, la manipulación
de que es objeto y las perspectivas de preeminencia del sistema
capitalista económico, respecto de los medios urbanos.
Pero dentro del contexto de la moderna cultura urbana, es
posible seguir el rastro dejado por los viejos pobladores,
particularmente en las más antiguas regiones y poblaciones del
Viejo Mundo y no pocas de América, sacadas del misterioso
mundo de las antiguas civilizaciones amerindias, con una vetusta
tradición cuya cultura inconmovible riñe con la superficialidad y
susceptibilidad típicas de la vida moderna. Es importante
entender el contexto interno social que ha sido tejido a través de
la historia en aquellas ciudades y las expresiones tradicionales de
sus habitantes, sus actividades cotidianas, sus instituciones
sociales, sus rituales y costumbres, con su arte, su visión, su
lenguaje, que definen contextos sociales claros y concretos con
sus formas convencionales de regular las relaciones entre las
personas, donde se ha desarrollado el espíritu propio de las
verdaderas comunidades. Todo ello, aparte del mundo de las altas
jerarquías sociales, de la Cortes, del mundo político, que se
mueve en las altas esferas del Gobierno, del Estado, aunque,
obviamente afectado por los eventos que allí se suscitan.
Ciudades como Nápoles, Florencia, Venecia, Cádiz, Viena, París,
Estambul, Bagdad, Atenas, Alejandría, Londres, París, Roma,
Barcelona, Marsella, Jerusalén, Colonia, forman parte de una lista
inmensa de ciudades y pueblos memorables por las más diversas
tradiciones. En ellas se respira una personalidad propia y singular,
algo que se extiende al carácter de sus habitantes; algo que no
puede ser desdeñado, porque vive realmente en el corazón de sus
habitantes. Algo mucho más sólido y firme que la volátil o sutil
idea de una “opinión pública”, que si no es prefabricada por
medio de los medios publicitarias, puede ser una utopía en los
medios cosmopolitas urbanos modernos, particularmente en
129
aquellos centros urbanos donde convergen los desplazados de
regiones enteras, por la Violencia, las guerras, los descalabros
económicos, la persecución ideológica o religiosa, etc., como es el
caso de nuestros centros urbanos colombianos, y como está
sucediendo en Europa con las migraciones, especialmente de
Europa Oriental, de Asia y África.
La personalidad original de muchas de aquellas viejas ciudades
fue vulnerada, trastornada, afectada profundamente, no pocas
veces en el pasado. Esos eventos forman parte de su memoria e
indirectamente, hacen parte de mucho de nuestro acervo
tradicional a través de los pobladores europeos que nos
colonizaron. Los españoles que vinieron a América desde el siglo
XV son definidos en su personalidad, como hijos del
Renacimiento. Por mucho tiempo se movió en nuestro medio la
especie de que América había sido poblada con presidiarios
españoles, denigrando siempre de la dignidad de la tarea
conquistadora y colonizadora, llevada a cabo, con la más perversa
de las intenciones, por esa potencia europea. ¡Pero esa es una
soberana mentira! ¡Es una especie proveniente de la propaganda
militar, con el fin de doblegar el espíritu del vencido en la Guerra!
Todos sabemos que quien carga con la victoria es quien escribe la
Historia, y que al perdedor sólo le queda esperar pacientemente la
hora de su reivindicación. En el prólogo de la segunda edición de
su obra, “La España que conquistó al Nuevo Mundo”, El Ancora
Editores, Bogotá 1989, Rodolfo Puiggrós, afirma: “el
descubrimiento del Nuevo Mundo fue empresa comercial y
mediterránea, originada en el lugar de Europa del siglo XV con el
máximo desarrollo de la economía mercantil – manufacturera,
mientras que su conquista colonizadora trasladó las formas de
producción, las relaciones de clase y el sistema de creencias, ideas
y costumbres del feudalismo ibérico en decadencia”. Fue una
tarea conducida, en gran parte, por su pequeña nobleza, por sus
hidalgos, con el invaluable aporte de muchos de sus artesanos y
comerciantes, de marinos de guerreros, de sacerdotes, entre otros;
de hombres hijos de una región cosmopolita ya con suficiente
tradición comercial, con pueblo heterogéneo proveniente de viejas
raigambres orientales y mediterráneas, donde la Guerra, la derrota
130
y la esclavitud, emparejaron la sangre “azul” de príncipes, de
reyes, portadora de viejos sueños truncados, de viejas tradiciones,
con la sangre de siervos y de esclavos.
En las viejas ciudades – estados, como ocurre en la antigua
Grecia, hablar de la “Polis” es hablar de una ciudad con
personalidad definida, cuyos habitantes poseen un sentido moral y
un sentido ético definidos. Es hablar, además, de una cultura
completa, de un pueblo plenamente consciente de sí mismo, de
una verdadera estructura social, en el sentido más moderno, más
científico, de la palabra. Es hablar de una ciudad – nación, en el
mismo sentido del concepto moderno de Nación, es hablar de un
pueblo con sentido de pertenencia a una “Patria”, en el sentido
que usamos hoy. Allí es posible encontrar ciudadanos con
capacidad de opinión expresable públicamente, de formar
contextos de opinión, cercana al concepto que se pretende usar
hoy, como base para el establecimiento de la participación
ciudadana en las democracias participativas: la opinión pública.
Pero se generan conflictos con los nuevos pobladores. Se dificulta
su “asimilación”, que más que eso puede ser su “aceptación”. Se
genera caos, tal como ocurre en las ciudades con grandes niveles
de inmigración; puede llegar a ponerse en entredicho la
“legitimidad” del contexto cultural original y el modelo
democrático puede ser desestimado como herramienta de
consenso, pues éste puede no existir, ni los recursos de lenguaje
necesarios para interactuar. Como consecuencia se forman
verdaderos “gettos”, o barrios, a los cuales se circunscribe la vida
de los recién llegados. Se genera la discriminación, la
descalificación, la intolerancia con ellos, se genera la respuesta
violenta, la asimilación al crimen, que pulula por todas partes.
Desde finales de la década de los años sesenta, puede decirse que
la capacidad de sinergia para la evolución cultural, el liderazgo
del desarrollo pasa de la sociedad rural a la sociedad urbana. En
esa época, en el año de 1968, en el que se dan, al mismo tiempo,
la “Primavera de Praga”, o la exaltación en Checoeslovaquia de
su línea de “socialismo de rostro humano”, y la huelga estudiantil
en Paris contra los dormitorios sólo para hombres o sólo para
131
mujeres, invocando el derecho del estudiante a su vida privada y
al uso de su libertad sexual, se da el “punto de inflexión”, donde
en la población total del globo la población urbana empieza a
superar a la población rural. A partir del año de 1968, son las
ciudades que lideran la Cultura humana, son las que marcan el
paso del desarrollo. Y es importante, que, desde este punto de
vista, consideremos el papel de las grandes ciudades en el cambio
del modo de vida de la especie humana. Por eso, tampoco puede
echarse de lado la pretensión de las sociedades urbanas modernas,
ampliamente influidas por la personalidad del burgués, del
burgués moderno, de liderar los procesos políticos globales, sólo,
que es importante reconocer el valor de los presupuestos de la
Tradición, como aportes para la definición del Futuro. Eso es lo
que hace relevante el tema que estamos tratando.
Lo que hoy día se llama “espacio público” es un espacio que
encierra singulares promesas a los proyectos de la civilización
humana, siempre y cuando se considere el valor de las
tradiciones, tal y como definen el carácter de los hombres, de los
<<ciudadanos>> que, en un momento dado lo ocupan, pero que
hoy están en proceso de ser suplantados, y su espacio, de ser
tomado, ocupado, usado subrepticiamente, desdeñados por ciertos
poderes económicos de tipo capitalista, por ciertos sujetos con
ambiciones de hegemonía en el orden económico y político, a
través de estructuras de poder destinadas a introducir diversas
formas de control social, a construir opiniones sesgadas que les
permite “fabricar” una demanda, un <mercado>, que convienen a
sus intereses, a construir las llamadas Sociedades de Consumo,
excluyentes, discriminatorias, generadoras de una nueva
estratificación social de clases, en función del lucro, sobre la
base, no ya de una estrategia de fuerza como la de cualquier
vulgar despotismo, sino de la conformación de una “opinión
pública” falsificada, engañada, dócil, dependiente, sujeta,
obediente a valores artificiosos que sólo le convienen a sus
propósitos de masificación de los consumos, de la producción en
masa, del gigantismo, corrupción, ineficacia e ineficiencia
operativa de sus instituciones, entre muchos otros problemas. El
asalto irrespetuoso de ese espacio, <<”espacio público”>>, se da
132
de las más diversas maneras: Una de las más conocidas entre
nosotros, invadiéndolo a lo ancho y largo de los espacios urbanos.
Pero además, de manera sutil y no menos contundente,
manipulando los medios de formación de la consciencia
ciudadana (Edwin Vélez. “Los Medios Audiovisuales” Notas
sobre conferencia en Saberes de Vida. Universidad Eafit. 24 de
Julio del 2008)
El asalto de los medios de comunicación, de la prensa, de la radio,
de la televisión y de otros medios de propaganda, aprovecha la
ignorancia general sobre el tema, para afectar directamente,
incluso el inconsciente de los sujetos que se convierten en su
objeto, subvirtiendo su orden íntimo sin que éste se de cuenta
siquiera de ello. Así atacan, se combaten, se socavan desde el
mismo interior de los hogares, de las comunidades campesinas, de
los barrios urbanos, su identidad, sus tradiciones, sus valores, sus
sueños, etc., y se implantan otros, usando estrategias perversas
apoyadas en los últimos descubrimientos tecnológicos, copiando
experiencias aciagas como la de Goebbles, ministro de
propaganda de Adolfo Hitler en la Alemania Nazi, como la
montada sistemáticamente por el régimen político de la URSS
para penetrar en Occidente a la opinión pública, y ampliamente
utilizada en la Guerra Fría por jerarcas del sistema soviético como
Joseph Stalin, durante la primera mitad del siglo XX, y emulando
a lo que ocurría en los campos de batalla clásicos militares, donde
se montaban nuevas estrategias de intimidación o destrucción
masivas, para confundir al enemigo, cambiar su opinión de la
realidad, y aún, para aniquilar o inclinar a favor la voluntad de
resistencia del enemigo, como se dio en la clásica y controvertida
destrucción de las dos ciudades de Hiroshima y Nagasaki con la
bomba atómica, en Japón, al final de la Segunda Guerra Mundial
en 1945 ( Gonzalo Medina. Notas sobre la conferencia “Los
Medios Escritos” dictada en el Seminario tríptico. Saberes de
Vida. Universidad Eafit. 23 de julio del 2008).
“El juego” [entendido como el ejercicio de sus interacciones con
sus semejantes], es una cualidad sustancial del ser humano. El
Hombre es un animal político, Allí se cuaja la vida relacional de
133
los hombres. Es lo que nos permite trascender de lo individual a
lo común. La constitución etimológica del pronombre personal
<nosotros>, (nos – otros), indica cómo los hombres, mirados
desde el punto de vista antropológico, requerimos de la condición
de <alteridad>. Según Ana Aren, citada por Alfonso Maya
Salazar en su conferencia, afirma: “A los seres humanos nos
define una condición: Nos necesitamos unos a otros” (Alfonso
Maya Salazar. Notas sobre conferencia dictada en Saberes de
Vida. Universidad Eafit, 22 de Julio del 2008).
Es importante que tengamos aquí una consideración: Aunque
aporta claridad con el proceso que estudiamos, ese texto reduce, a
todo el fenómeno humano, en términos de su situación, a algo
“plano”, mecánico, sin profundidad, sin trascendencia, como si
los elementos que formaran, por milenios, el carácter de la
consciencia humana, fueran irrelevantes. Según la evolución del
pensamiento moderno, según, entre otros, de los desarrollos de la
Psicología de la Gestalt, podemos interpretar a las diversas
personalidades de los hombres como verdaderas <<formas>> o
estructuras talladas sobre la naturaleza básica humana por los más
diversos eventos y experiencias a través de las diferentes historias
vividas. Puede decirse que no hay un ser humano idéntico a otro.
Las diferencias de personalidad hacen verdadera diferencia entre
sus diversas consciencias de proyección espiritual, que hacen a
los hombres, más que la suma de los factores que afectaron su
consciencia, haciendo que trasciendan las realidades anteriores a
medida que crecen. En otras palabras, no es propio, siempre,
hablar de “animal” (político), porque la evolución de los
caracteres humanos significa una transformación, una
transfiguración del sujeto, en alguien diferente, de otra condición,
obviamente, convergiendo socialmente, en el plan de compartir su
vida con otros.
Según Alfonso Maya Salazar, en Occidente los pensadores
aceptan que la base sustantiva de las sociedades occidentales es
la sociedad griega. Y en ésta, la vida social se divide en dos
esferas separadas: la esfera propia de los individuos, del
<<”Aiko”>> y la esfera propia de lo público, de la polis. La
134
política se ubica en la vida pública. El oiko está estructurado
verticalmente; allí no funciona la política. Es la esfera de la
Economía –oikonomía-, de la lucha por la supervivencia personal.
Es, por tanto desigual. La polis es horizontal, es la esfera de los
iguales –de los pares- (Adolfo Maya Salazar. Idem). Eso sucede
al nivel formal, institucional, como una manera de separar
espacios, derechos soberanos, intereses, para evitar conflictos.
Pero a mi manera de ver, esa separación de espacios es algo que
corresponde a un hecho histórico particular, singular: a la historia
griega, y a un “modus operandi” legal, a la separación formal de
los fueros propios de los derechos público y privado. Hoy la
Política, contradiciendo esa afirmación, expresamente en la
sociedad burguesa, se desempeña básicamente en términos
económicos. Eso significa que la esfera económica, en nuestra
sociedad moderna ha invadido, por completo, el espacio público,
ejerciendo, verdaderamente, sobre él su poder despótico. El
planteamiento de la “globalización económica”, como estrategia
de control económico, pretende la necesidad de un control
monopolístico de parte de los poderes económicos mundiales, con
el desarrollo de nuevas formas de tiranía, que desconocen las
realidades humanas, y es, hoy, la mayor empresa estratégica de
desarrollo económico en el contexto de la sociedad burguesa
occidental.
“La Democracia, no fue pensada, ni siquiera desde los tiempos de
los griegos, como un <<mecanismo>> político, sino como un
<<estilo de vida>>”…. Los griegos pensaban así y siguen siendo
un referente de primer orden. “Es la mejor manera de vivir
juntos” (Adolfo Maya Salazar. Idem). Su aclimatación a la vida
institucional moderna, a la vida de la polis moderna, la de la Gran
Ciudad, y eventualmente extendida hasta donde su cultura logre
avanzar, llenaría un vacío institucional evidente, encubierto por
el desastre emocional que sufre nuestra población urbana y que la
conduce a la Violencia, pero también por la presión impresionante
de la propaganda realizada cotidianamente a través de los medios
de comunicación, con fines económicos. Se calcula que en
Medellín, ciudad colombiana, el ciudadano promedio es
“bombardeado” más o menos por 3.000 avisos publicitarios por
135
día. Tal bombardeo deja, obviamente rastros subliminales y frena,
por consunción de espacio, la iniciativa y la creatividad propias;
su efecto es peor en la infancia y en los jóvenes (Edwin Vélez
Vásquez. “Los medios Audiovisuales. Conferencia en Saberes de
Vida, Universidad Eafit, Junio24 de 2008).
Según Adolfo Maya Vélez, “la <<palabra>> es el medio de
vínculo en la esfera pública. La palabra [uno de los productos de
la Cultura], es la que define el perfil, la condición de la
naturaleza humana”. Fritz Peris, quien se apoya en los trabajos de
Köhler en 1917 y 1920 en la que emplea monos antropoides y que
concluye: “el comportamiento inteligente depende directamente
de los datos perceptivos en su conjunto, más que de las partes que
contribuyen a ese conjunto”, parte a su vez, de una premisa de la
percepción de la que deduce una conclusión básica: “la naturaleza
humana se organiza en formas o totalidades y es vivenciada por el
individuo en estos términos y puede ser comprendida únicamente
en función de las formas o totalidades de las cuales aquella se
compone” (Marcelo Godoy. De la psicología de la forma o la
psicología del gestáltica. File:///A:/tema-11%20
Marcelo%20Godoy.htm) Si el mensaje de la palabra se expresa
en esas totalidades, y si éstas no se comprenden sólo porque
podamos “hilar” las sílabas en palabras, y éstas en frases, pero sin
alcanzar a trascender hacia la “lectura” que es posible hacer de
ellas, se entiende otra afirmación de Maya: Quien carece de la
capacidad de palabra, de discurso, de opinión, [de comunicación,]
no puede vivir con otros. En realidad, allí, donde es imposible
para cada uno, entre ellos ese quién, establecer posturas amigables
coherentes mutuamente referidas empieza el riesgo de la
Violencia. Carecer de opinión es estar fuera [del contexto social].
[Las posturas personales ciudadanas, sean expresadas o no, o sea]
la opinión es [o tiene trascendencia] pública. La palabra permite
establecer vínculos entre las personas y sus opiniones, es lo que
nos permite trascender de lo individual hacia lo común.
Y si hablamos de los amargos efectos del silencio de las almas y
del grito de las armas, y de su larga tradición entre nosotros, es
obvio que su conjuro es un compromiso de todos. De allí se
136
entiende que “la felicidad es un compromiso público”. El sentido
de todo Estado, sociedad, es construir seres abiertos”. Pero ese
sentido es de difícil entendimiento sin una adecuada
incorporación de todos los individuos a la Cultura por medio de
su toma de consciencia de lo que han sido y son los caminos de
esa cultura, sus instituciones, su pensamiento, su historia, su
lenguaje, objetivos que se consiguen a través de la buena
educación, y no de su olvido o sustitución por otros. Además, es
preciso el amparo de la tolerancia hacia el otro y de parte del otro,
la aceptación de las diferencias, la necesidad de la concordia y
aún de la cooperación. Aprender a hablar, a leer y escribir es, por
lo tanto, su propia lengua, como mínimo, la lengua que comunica
a cada uno con su medio, es el principio de una tarea de
trascendencia colosal en la aclimatación de la democracia en
todos los pueblos del planeta. En la modernidad el individuo, el
ciudadano, se vuelven protagonistas [de su propia historia]. La
opinión expresada públicamente, y no resguardada en actitud de
emboscar, de confundir, de atacar al otro, es la que induce a las
personas a incluirse en una nación, [-extensión de la vieja polis o
ciudad estado griega-], como parte activa de su desarrollo y
progreso.
Muchos piensan que la opinión pública, [desde este punto de
vista,] es sólo un dato. Pero no es sólo eso: es la expresión de la
personalidad de toda una estructura humana superior, de mayor
peso y diferente de las personas que la componen. En principio,
el <<orden>> surge en el medio caótico original y apoya el
mantenimiento y supervivencia de esa estructura; la palabra es
usada como medio para buscar la articulación, la concordia, la
relación social prometedora. Entonces, en su plenitud: “la
sociedad [urbana] no es ya un simple conglomerado, empieza a
ser una verdadera red de individuos, quizás, como en el Viejo
Mundo, anclada en una tradición cargada de sabiduría y buen
sentido. La Política, expresadas por medio de la palabra, es, por
otra parte, el medio articulador entre el gobernante y el
gobernado. El Poder [mejor, o más rigurosamente, la capacidad
de dominio], por lo tanto, no nace ahora de la fuerza sino de la
capacidad de construir vínculos entre los ciudadanos. Es, al
137
mismo tiempo, la capacidad de construir decisiones concertadas
que comprometan el interés colectivo. El Estado, entre otros, se
convierte en un concepto de interés común. Por eso, la Política,
que pertenece a la esfera de lo común, no es, en este sentido, la
que genera un individuo sino un pueblo. La opinión, así
entendida, es la que permite construir el nosotros, dinamizar el
concepto de la Patria. Uno no tiene alternativa y tendrá que ser un
“idiota”, un súbdito, o un esclavo, según los griegos, si no posee
la palabra. La democracia, [que se desenvuelve por medio de la
palabra] es un ejercicio entre iguales. Si uno se cree menos, lo
único que puede hacer es implorar; si se cree más, tiene la
tentación de ordenar. Una apuesta por la modernidad es una
apuesta por la democracia. Una apuesta por la democracia es una
apuesta por una opinión ciudadana genuina.
La opinión públicamente expresada no equivale a opinión
ideológica partidista. Para llegar a la modernidad no tenemos
tampoco que vivir los mismos procesos que vivieron otras
sociedades que llegaron primero a la modernidad que nosotros.
Hay muchos caminos para llegar a ella. Es posible señalar que, la
comunicación [que se materializa con el uso de la palabra]
antecede a la política y esta antecede y se hace hacedora del
Derecho. Este es el producto de un <<”pacto”>>, es un
<<”corpus normativo”>> que debe pasar por la consideración del
orden político. Voltair se convierte en un referente de opinión
pública que carcome la teoría política que soporta el viejo orden
monárquico, no sólo en Francia. La opinión pública. –entendida
como opinión ciudadana públicamente expresada-, es sujeto y
objeto. Su ejercicio permite tomarle el pulso a la calidad del
sujeto; el construirla puede ser el objeto de su artífice. La
racionalidad de la democracia demanda sujetos pensantes y no
individuos numéricos. Esta situación, según Kant, plantea algunas
condiciones citadas por Maya:
Han de pensar por sí mismos.
Han de aprender a ponerse en el lugar del otro.
Han de entender que los absolutos no admiten la razón del otro.
138
“Los seres humanos somos multifacéticos como un poliedro,
somos de por sí, distintos, diferentes. Lo único que tenemos en
común es que tenemos nuestras diferencias, nos valoramos
distinto, por lo cual somos conflictivos. La política sirve, no para
solucionar conflictos, sino para transformarlos. Adolfo Maya
Salazar cita a Estanislao Zuleta quien afirma al respecto: “Una
sociedad no es mejor que otra por tener menos conflictos sino
mejores conflictos”. La Violencia y los conflictos no son algo
equivalente, la violencia puede ser algo cuya dinámica se entiende
con referencia a sus actores individuales, los conflictos son
relacionales. La Violencia es el resultado de no poder resolver o
transformar los conflictos. Ya sabemos que nosotros somos
palabra [y la palabra tiene estrictamente un carácter simbólico] y
ello nos permite “fundar” el Mundo [o nuestra visión de él] a
“nuestra imagen y semejanza”. Si careciéramos de palabra el
Mundo tendría que ser fundado a partir de cero. Ya la teología
cristiana nos habla del valor trascendental de la Palabra. Es allí
donde se define la dimensión democrática del ser que somos. Por
eso estamos los humanos en capacidad de referir nuestra
Historia”.
“Los griegos, de quienes heredamos muchas de nuestras
percepciones de la Realidad, fueron gente racional. No tuvieron
textos sagrados como los judíos o como los árabes, y a pesar de
ello fueron muy creyentes. Nadie tuvo más dioses que ellos,
puesto que cuando incorporaban a un pueblo a sus imperios
integraba sus dioses a su Olimpo. Lo que ocurre es que ellos se
plantearon un mundo antropocéntrico al nivel público. La
Religión, para ellos era un asunto privado, individual. A la
carencia de un texto sagrado, el alcanzar un nivel suficiente de
conocimientos se volvió una necesidad. La necesidad los mete en
el campo de buscar explicaciones, de avanzar en la exploración de
la Realidad. De allí que la modernidad, con los mismos afanes,
trae la posibilidad de la racionalidad. Los “juegos” de la
democracia tienen, por lo tanto, reglas de juego racionales. Al
diferenciar el dogma de la opinión, ellos le asignaron a la opinión
pública aquello que es públicamente transparente, abierto,
luminoso, que es a lo que compromete el interés público.
139
Comparativamente podríamos afirmar, desde este punto de vista,
como se ha hecho ya históricamente, que la Edad Media es una
época de oscuridad, porque allí no hubo opinión, solo había
dogma. Por eso la Cultura engendró allí una sociedad cerrada. El
brujo es un rebelde, la bruja está excluida de la “sociedad” de
machos y de guerreros”. Allí no hay público que pueda tener
opinión. Su experiencia de vida está relacionada con la creencia,
que incorporaba al creyente a la Sociedad, y con la herejía, que
discriminaba, aislaba y, mediante la Inquisición, “asaba” en la
hoguera al asar al no creyente. Su orden es un orden recibido [de
manera semejante a lo que ocurre a los seguidores actuales de las
ideologías de los distintos partidos políticos decimonónicos, de
las facciones, de las asociaciones secretas como la masonería, de
los partidos socialistas del siglo XX, de los pensamientos
religiosos de los distintos movimientos fundamentalistas, de
multitud de sectas existentes en el mundo]. ¿Por qué soy esclavo,
siervo? ¡Porque para eso he nacido! Su orden es recibido, todo lo
contrario de lo que ocurre en la modernidad: el orden social tiene
que ser construido. En la Edad Media se da un proceso
sacralizante. En la modernidad se da un proceso secularizante. De
allí que, en la modernidad, el individuo, como ciudadano, capaz
de opinión y dueño de su palabra, se vuelve protagonista al nivel
público, obviamente, a través de él todo el bagaje de las culturas
tradicionales, incluidos los valores religiosos, sale a la luz del día.
La opinión pública re - humaniza a la Política, cuyo apoyo, hasta
entonces, está más referido al uso de la fuerza. <<No es suficiente
que haya instituciones; tiene que haber ciudadanos>>. Para los
totalitarismos la opinión pública es la “piedra en el zapato”. Las
etapas del crecimiento y reconocimiento de la opinión pública son
también las del declive del absolutismo. El poder absoluto, el
monopolio del poder, las formas de representación y el discurso
premodernos, se enfrentan al poder, a las formas de
representación y el discurso soportados en la visión, en las
promesas de una opinión pública formada por la conjugación del
pensamiento de todos los ciudadanos. Es importante tener en
cuenta que, el consenso no es la unanimidad, sino la capacidad de
140
tomar decisiones desde las diferencias. La mayor pobreza que
puede azotar a un país, es la carencia de opinión pública, de
discurso, de argumentos, de palabra. Eso impide participar”.
Como una solución práctica de la Guerra, los griegos inventaron
las Olimpíadas para hacer la “guerra simbólica” sin hacer daño.
No ganaba el atleta, ganaba la ciudad de donde provenía; Hoy
ganarían el país, las sociedades, la cultura de donde vienen los
triunfadores. Estas posturas contradicen la tesis de un teórico
moderno de la Guerra: Klauswitz: “La Guerra no es la Política por
otros medios”. Es otra política con otros fines. Igual, contradicen
los fundamentos de legitimidad adoptados por muchos
movimientos políticos modernos, apoyados en sus propias tesis
teóricas, y en su capacidad física de imponerlas, y no en el juego
de la opinión pública de ciudadanos maduros y conscientes de sus
propios retos vitales. Como consecuencia, podríamos tener un
nuevo concepto de autoridad: La autoridad no está soportada en la
fuerza sino en la credibilidad, en la obediencia [de quien sabe por
qué obedece].
Resumiendo y usando las mismas palabras de Adolfo Maya
Salazar: “No hay democracia si la Sociedad no logra desarrollar el
concepto de lo público, de lo que es de todos, no de lo que es de
nadie”. De la misma manera, si la cultura no ha logrado que
avanzasen hacia todos los núcleos de población las prácticas del
lenguaje, de las artes, de la música, de la danza y todos los medios
básicos de comunicación intracomunitaria, que, al mismo tiempo
son soportes simbólicos del conocimiento de las realidades
vividas en las distintas comunidades donde éstos se han generado,
si no se logra su proyección exterior, su comprensión, no hay
comunicación posible. Como anécdota, vale la pena recordar
cómo en los lejanos días del siglo XVI, cuando los jesuitas
penetraron a los selváticos territorios de los guaraníes y a la parte
más oriental de los Llanos Orientales de Colombia, poblada por
pueblos nómadas, lograron encontrar una forma de entenderse, al
principio: A través de la música.
141
Los antecedentes nos dicen que la experiencia de la modernidad
podría representar una efectiva revolución de amplias
consecuencias humanas que es preciso entender, que ha avanzado
a medias y que son el principio de una nueva forma de vivir de los
hombres. Según Maya, “la opinión pública es inédita en
sociedades que anteceden a la modernidad”. En la Edad Media,
como veíamos atrás, ni siquiera había sociedad, sólo dogmas que
tenían que ser creídos. Yo discrepo de esa opinión, y creo que en
el submundo de los “plebeyos” efectivamente se desarrollaron
culturas cerradas, como ya lo vimos, con sus propios caracteres,
que fueron las que asumieron el nuevo papel directivo después de
las llamadas Revoluciones burguesas. Como consecuencia,
obviamente, a partir de sus actitudes intransigentes, las clases
aristocráticas, la nobleza y las monarquías, volcadas hacia su
exterior, montaron su poder absoluto sobre la base de su contexto
cerrado, en que se descalificaba cualquier discrepancia. Así
nacieron los Imperios. Y si nos referimos al carácter de las
instituciones que tienen que ver con la vida pública en nuestro
país, Colombia, con plena seriedad y profundo sentido de
responsabilidad, es preciso realizar serias reflexiones sobre ellas
sobre su carácter abierto, sobre su disposición al diálogo, al
intercambio de ideas, a la conciliación ciudadanas. Aquí se siente
la urgencia de ir más velozmente, de tener menos vacilaciones en
el proyecto de desarrollar a la nación colombiana y de
incorporarla más intensamente a la vida regional, a la vida
continental, junto con sus pueblos hermanos.
“Nosotros hemos vivido en una sociedad de ciudadanos de “baja
intensidad” [de baja participación]. Es preciso pasar a otra de
mayor intensidad, donde la participación sea considerada como un
“derecho” ciudadano. Colombia es la democracia de mayor
inequidad en toda América Latina. El hecho de que nos
reconozcamos iguales ante la Ley no debería reportarnos ningún
derecho [como en la práctica se da]; parece ser que, por razones
diversas, los colombianos no vivimos el siglo XVIII [y los
cambios en la consciencia humana que entonces fueron vividos en
las sociedades occidentales del Viejo Mundo]. Nuestra actitud, o
la de los “constructores” de nuestra nacionalidad, [masacrados sus
142
mejores elementos por Pablo Morillo, “cortadas las alas” de
nuestra nacionalidad, y trabajando a espaldas de las expresiones
populares de un pueblo “sin cabeza”] desestimaron,
estigmatizaron, satanizaron el valor humano de sus bases sociales,
de su “materia prima humana”, de sus raíces, de sus expresiones
culturales, e impusieron por encima de aquel patrimonio
insustituible su hegemonía, sus propios privilegios, sus propios
pensamientos; se olvidaron del reto de la Libertad con la que
soñaron nuestros próceres para un proyecto político que la cifró,
sólo en términos de la liberación de la Metrópoli. Unos y otros,
tradicionalistas (conservadores) y “radicales” (liberales),
enjuiciaron mutuamente sus posturas políticas, se odiaron y se
combatieron duramente con sevicia. La modernización y la
apertura social hacia lo público, se presentaron en una de las
orillas del conflicto como un síntoma de degeneración social. El
Arte, en una de las tantas expresiones como la de la pintura fue,
así mismo, satanizado, como en el caso de Débora Arango. Lo
propio le tocó al filósofo antioqueño Fernando González. “Matar
liberales no es pecado” predicaba el obispo de una ciudad
colombiana importante en la época de la Guerra de los Mil Días y
otro durante la violencia política de 1948 en adelante. A mi
propio padre, según afirmaba con amargura, le fueron negados los
sacramentos durante veintitrés años, en su juventud por ser
liberal.
“En Colombia el Estado fue primero que la Nación. Por eso es
importante que nuestra independencia, nuestro proceso
emancipador, deben ser repensados al nivel de la academia, al
nivel del actual conocimiento científico [para ser mejor
comprendidos]. En Colombia, después de la emancipación, y aún
desde antes, la opinión pública empezó a construirse no en las
iglesias, quizás, ni en las pocas universidades existentes, sino en
los cafés, en las tertulias; el género coloquial fue practicado por
muchos autores de carácter político: le entregaban sus textos a los
amigos para ser leídos antes de publicarlos. Allí se encuentran los
iguales. La lengua castellana debió ser objeto de veneración y
orgullo nacional. “¡Allí se debió generar la “masa crítica
pensante” para debatir los asuntos públicos y crecer!”. Pero entre
143
nosotros no se dio ese proceso de manera completa, por lo cual el
lineamiento de los dos partidos tradicionales [y lo propio sucede
con cualquier nuevo partido incluidos los movimientos
socializantes del siglo XX] producen muchas colombias
contrapuestas.
Cabe aquí una pregunta: ¿Qué fue lo que entonces ocurrió?
¿Quisimos, acaso, construir una nación con lo que, de pronto,
consideramos los deshechos de la Colonia? ¡A la hora de la
verdad no tuvimos una visión utópica, no sabíamos hacia dónde
ir! El resultado, hasta hoy, es que no hay Estado Nacional. Hay
partidos nacionales. Apenas ahora se empieza a vislumbrar la
nacionalidad. “La modernidad, entendida como la consecuencia
de la Ilustración, de los procesos revolucionarios del siglo XVIII,
pueden aportar con qué construir efectivamente los “espacios
públicos” donde se mueve el ciudadano y a la Nación, según sus
propios presupuestos; ¿pero corresponden efectivamente éstos a la
visión popular? Desde el punto de vista de lo que fue un
consenso, una “opinión pública” casi inexistente, completamente
aislada, en un territorio accidentado y relativamente poco
poblado, llegaron a ser más importantes los personajes, sus caras,
[sus caudillos] que sus mensajes. Hoy lo propio es discutir y
luego tomar las decisiones. ¡Nosotros hemos decidido primero,
hemos asumido nuestro partido, nuestra facción, hemos montado
toda nuestra estrategia de lucha, hemos forzado, y quizás, hemos
presumido el acuerdo al nivel de partido, de facción. ¡Luego, no
discutimos,… nos matamos! Es preciso que adoptemos la
convicción que nos haga cambiar profundamente de actitud, y
hacerla coherente, precisamente en la dirección inversa: El
debatir, el discutir los asuntos públicos, el establecer una postura
frente a los temas públicos, el ponernos de acuerdo en el espíritu
antes que actuar, el conformar, construir una opinión pública, -no
“prefabricarla”, no disfrazarla, no controlarla-, antes que
“materializar” los conflictos, antes que confrontarnos
cruentamente, son cosas que los que manejan la Política deben
permitir <<que sean prerrogativa, que sean competencia de la
ciudadanía>>. En otras palabras, es más sano, es una “vacuna”
contra la corrupción rampante, hija del populismo, que la
144
delegación de poderes vaya cediéndole terreno poco a poco al
ejercicio de la participación ciudadana.
Esta reflexión nos pone sobre aviso, acerca del camino a adoptar
para alcanzar la paz en el Mundo y particularmente en Colombia,
donde la hemos visto muy esquiva, en especial en los últimos
cincuenta años de historia, para entrar definitivamente en la senda
del Progreso, para salir del estado de profunda confusión e
incertidumbre en las que hemos vivido desde hace doscientos
años, luego de que, por derecho, asumimos nuestra independencia
de poderes extraños; y para ponernos en posición de elaborar una
crítica constructiva de nuestras instituciones sociales actuales,
sacadas de diversas fuentes, experiencias y nichos sociales
diferentes, pero mal incorporadas y mal adaptadas a la que es, y a
la que se espera debería ser la vida de nuestros pueblos.
Hoy, cuando hemos encontrado los límites en la capacidad de
soporte de nuestro medio ambiente planetario, cuando lo hemos
afectado profundamente, cuando los recursos naturales,
particularmente las fuentes energéticas parecen escasear, hasta el
punto en que somos incapaces de prever las consecuencias, el
desarrollar una estructura social humana sostenible no es
solamente un asunto de armonía con la Naturaleza sólo por
motivos estéticos o artísticos. ¡Es un imperativo de supervivencia!
La consideración de los nuevos escenarios de investigación
científica, el reconocimiento de estados de la Realidad antes
desconocidos, como es el Caos, permiten entender la diversidad e
ingente complejidad de factores que afectan a la vida humana y a
sus instituciones sociales, así como afectaron la materia en que se
sustenta la vida humana y la Vida en general, y la seguirán
afectado por tiempo desconocido. Aislarse del mundo real es una
estupidez, pero prepararnos para afrontarlo es digno de la
inteligencia del ser humano. Ello hace que sea prudente revisar
nuestros presupuestos actuales sobre nuestro propio conocimiento
y extender nuestros hallazgos y ponerlos en uso para que el
destino de la Humanidad se despeje.
145
El reto no es sólo la renovación, la depuración de nuestras
instituciones; no es sólo aprender la utilización de la mayoría
posible de nuestras fuentes de recursos naturales, las más
importantes de las cuales no sabemos usar todavía, su
racionalización, manufacturación, y distribución equitativa de
ellos; no es sólo la protección, y quizás, el establecimiento de
medios ambientes naturales y artificiales en el Planeta y en los
otros mundos que lleguemos a colonizar que se adecuen a la
calidad de vida a la que aspiramos. No: ¡Es el reto de atrevernos a
cambiar nosotros mismos! Necesitamos, entre muchas cosas,
trascender el poder significante de los signos que
tradicionalmente hemos usado en nuestra palabra para llegar hasta
la consciencia de los otros; necesitamos reconocer los verdaderos
tesoros, de cuya consciencia carecemos por la torpeza de nuestras
actitudes, por la dureza de nuestro corazón, por el tenaz cerrojo
que hemos puesto frente a nuestra intimidad; necesitamos
alcanzar a reconocer que, por milenios, la posesión de reinos
ajenos, de las vidas ajenas para la explotación del sexo, para su
esclavización en pro de nuestro lucro, el brillo del oro, el de las
piedras preciosas, el lustre del dinero en las cuentas bancarias, la
posesión de bienes para simbolizar nuestro poder de seducción, el
embrujo de la espada y el fusil nos han confundido, nos han
doblegado, nos están frustrando cada día más patéticamente;
representan el testimonio de nuestras mentes obtusas, hacen de
nosotros verdaderos, dóciles, e irracionales “idólatras”. Porque
hemos tomado para nuestro uso práctico el sentido que le hemos
otorgado a esos símbolos, en vez de reconocer, en ellos, a la cosa
verdaderamente significada.
La verdadera riqueza está frente a nosotros, aunque no hayamos
sido capaces de visualizarla: Está en la incalculable riqueza que
representa el contenido de materiales y las propiedades de aquella
ceniza cósmica que aportó a nuestro mundo y a nosotros mismos
el fundamento mismo de nuestra existencia; está en las
misteriosas leyes, algunas de las cuales, apenas comprendemos
superficial y elementalmente, como es, por ejemplo, el campo
gravitacional de la materia, que hizo que aquella ceniza dispersa
se congregara, se calentara, se amalgamara en mundos habitables
146
y nos deparara las posibilidades de disfrutar de su energía
vivificante; está en el inmaculado mundo de la Vida que sirve de
intermediario a nuestras fuentes más preciadas y ricas de
vitalidad; está en la energía que, como consecuencia, emana del
interior de nuestro mundo, de su arquitectura representada en
sendas placas continentales que generan la inconmensurable
riqueza que nutre la vida marina, que podría nutrirnos, con el
tiempo, a nosotros mismos, y que genera gran parte de las
corrientes marinas que sirvieron de “motor” a los antiguos
navegantes para el transporte de sus mercancías, y podrán
servirnos a nosotros, eventualmente, de mil otras maneras con una
implementación más eficiente; está en la fuente inagotable de
energía de todas las frecuencias y longitudes de onda de nuestro
astro solar central, que inocentemente han aprendido a aprovechar
los hombres del Campo desde la más lejana antigüedad, como
recolectores, cazadores pastores y luego como agricultores,
agregándole valor al trabajo de la Naturaleza, sin saber lo que
hacían; está en las corrientes de aire que la energía calórica del
Sol mueve, y que podríamos utilizar en diversas formas, por
ejemplo, del “vuelo a vela” para comunicarnos; está en las masas
de humedad que esa energía extrae de los mares y otras fuentes
terrestres para originar las lluvias y las caudalosas fuentes de agua
que irrigan y enriquecen nuestros terrenos agrícolas; pero lo más
importante: Está en la abigarrada y diferenciada presencia human
en el planeta, adaptada a sus casi infinitos hábitats naturales, está
en ese complejísimo e inusual instrumento de reflexión que es su
cerebro, está en las redes sociales a través de las cuales el ser
humano puede compartir infinitas formas de apreciar, de disfrutar
y de compartir su vida. Para ser exploradas, halladas,
aprovechadas y disfrutadas, esas fuentes de riqueza sólo nos
exigen una condición: Que reconozcamos, que aceptemos la
existencia de los números casi infinitos que determinan las
ofertas casi infinitas que nos hace la Naturaleza, de los caminos
casi infinitos, de las oportunidades casi infinitas, con que
contamos para alcanzar nuestras aspiraciones. ¡Ese es el reto
mayúsculo que tenemos los humanos para superar los niveles de
pobreza que sufrimos, de una pobreza que no tiene ninguna
justificación, para sobrevivir a niveles dignos de vida! Ese es el
147
reto mayúsculo que enfrenta la humanidad para abrir las puertas
de una vida apenas soñada: Entender que tiene que romper con
paradigmas poderosísimos con que él mismo se ha cerrado el
paso, y que irá descubriéndolos a medida que gana en experiencia
y conocimiento.
XIV EL PENSAMIENTO UTÓPICO
Entre la mentalidad del antiguo habitante de los bosques
recolector de frutos, la del pastor de animales y la del agricultor,
hemos propuesto ya, que pueden diferenciarse, en principio, dos
actitudes: La del hombre desprevenido, atenido sólo a sí mismo,
que busca, hasta encontrar, las fuentes de su sustento, las fuentes
de sustento para sus animales, que es como buscar las fuentes del
sustento propio; y la del hombre que ha logrado incorporar su
vida a los procesos creadores de la Naturaleza, confiado en la
promesa de una cosecha abundante que se encierra en las semillas
depositadas en el surco fecundo, en principio, con la conjugación
de su labor de agricultor con complejos factores naturales
favorables, como el poder germinador del agua, de un buen
suelo, de la luz solar, y con otros desfavorables como las plagas,
los depredadores, los posibles ladrones, etc. El origen de esas dos
actitudes está relacionado, en primer lugar con los referentes de su
consciencia: Relativos a su experiencia, a sus conocimientos, lo
que determinan la naturaleza de sus expectativas, y en segundo
lugar el contenido de su forma de actuar.
Según el neurocientífico colombiano, Dr. Rodolfo Llinás (Bogotá,
1934 -), Director de la Escuela de Medicina de Nueva York, sólo
quedan dos opciones de respuesta al Hombre, luego de ser
afectado por algún estímulo externo: <<“Generar secreciones o
moverse”>>. Eso significa para el sujeto sentirse impulsados
hacia la acción, y moverse efectivamente en un sentido
determinado. Cuando un niño pasea con su padre por el parque y
se siente estimulado por una golosina que ve en el carrito de un
vendedor ambulante, “sueña” poder poseerla y disfrutar de ella; se
figura degustándola, su boca se le hace agua y se siente movido a
pedirle a su papá que se la compre. Cuando un hombre decide
148
respecto de referencias que se hallan en el mismo plano cotidiano,
se limitan a escoger entre todas las posibilidades de movimiento
de que puede disponer en ese plano. Cuando entre las referencias,
algunas aluden a algo inexistente, todavía no real pero posible, -
no están en el plano de lo cotidiano-, aunque pueden ser
coherentes, consecuentes con el sentido de la acción, la respuesta
no se limita, entonces, a soluciones localizadas en el plano
cotidiano, sino que pueden ser halladas en cualquier situación
espacial fuera de él. Podríamos decir, que tienen un significado
innovador.
Ese es el atributo que caracteriza al pensamiento utópico: la
naturaleza de las referencias que le sirven de orientación. Los
filósofos y los antropólogos se preguntan qué ha motivado en el
hommo sapiens el proceso innovador de su cultura, qué ha hecho
que crezca, que se desarrolle su civilización, lo que ya veíamos, y
que se da aparte de la evolución de su medio natural. Su
inconformidad con el balance de su situación actual, puede
hacerlo mover hacia otra situación más favorable. En particular,
con el hombre ocurre algo específico: A la aniquilación de sus
piezas de casa acostumbradas, a su debilidad física comparativa,
desde el principio de sus tiempos tiene que adoptar conductas
consecuentes para no perecer. Esos cambios de conducta tienen el
significado de desarrollos de la técnica, a los cuales, a su vez se
acomoda él mismo; no caza solo; estructura partidas de caza,
mejora las puntas de sus flechas y lanzas, inventa nuevas armas.
Y así, por extensión, llegamos a las civilizaciones modernas
altamente tecnificadas y, por lo tanto, de cuyas técnicas el hombre
se hace más y más dependiente. Ese proceso se muestra evidente
en el estudio de las diversas culturas humanas, objeto primordial
de la Antropología. De ese hecho ya hemos hecho algunas
anticipaciones, algunas observaciones preliminares. Sin embargo,
en culturas más avanzadas se observa la actitud contraria:
En el Oriente, miles de años atrás, particularmente en culturas
como la China y la India, que Eric Kahler considera equiparables
en su contenido y dimensiones a nuestra cultura tradicional, el
ideal de la armonía con la Naturaleza parte de la idea de una
149
Naturaleza estable, inmóvil; su orden ético se refiere a
prescripciones normativas, a rituales, a preceptos, que hoy, dentro
del contexto de nuestra cultura secularizada, pendiente solamente
de consideraciones profanas, incluimos en la esfera propia de la
Religión, en no pocas ocasiones para prescindir de sus
afectaciones, aunque entonces pertenecían a la esfera
indiferenciada de la Cultura, en su conjunto.
Hasta no hace mucho tiempo, allí se consideraba cualquier
innovación tecnológica, cualquier cambio en las costumbres, un
atentado contra la moralidad de los actos humanos
Esta actitud puede describirse con un relato de Chiang Tzu, un
pensador chino que vivió en el año 300 a. de C.:
“Cuando Tzu Kung fue por el sur hacia el estado de Ch´u de
canubi para el estado de Chin, pasó por Han – Yin. Vio allí a un
viejo dedicado a hacer un surco para unir un huerto con un pozo.
Tenía un jarro en la mano con el cual sacaba agua y lo vertía en el
surco. Duro trabajo y de muy pocos resultados.
“Si tuvieras aquí una máquina –le dijo Tzu Kung- podrías regar
en un día una extensión cien veces mayor que la actual. El trabajo
necesario para hacerla es insignificante comparado con el
rendimiento que produces. ¿No te gustaría tener una? “
““¿En qué consiste tal máquina?” preguntó el hortelano”.
“Es un aparato de madera –contestó Tzu Kung- pesado en la parte
trasera y liviano en la delantera. Saca agua igual que tú lo haces
con las manos, pero formando una corriente constante. Se llama
noria”.”
“Entonces el hortelano se arrebató y dijo: “He oído a mis
maestros decir que quienes usan instrumentos arteros, son arteros
en sus tratos, y quienes son arteros en sus tratos tienen el corazón
artero, y los que no son puros y limpios tienen el espíritu inquieto,
y quienes tienen el espíritu inquieto no son vehículos de Tao [esto
es, en términos muy generales, el principio de la armonía]. No es
150
que yo desconozca estas cosas. “Pero me avergonzaría de
emplearlas.” (Erick Kahler, filósofo polaco. Historia Universal
del Hombre. Fondo de Cultura Económica. México 1947. P. 30).
“Este mismo argumento lo repitió hacia el año 1900 d. de C. un
escritor chino moderno, Ku Hung Ming, quien llama “mentalidad
de zorra” a la de la moderna civilización europea y, ataca con
violencia a los europeos por obligar a su pueblo a aceptar los
métodos comerciales modernos y a construir ferrocarriles” (Idem.
P 31).
Es cierto, sin embargo, que la cultura occidental moderna es más
que secularizada, más que profana, más que materialista, -se ciñe
a contar solamente con aquello que se pueda observar, medir, y
tocar-, orientada a desconocer, y aún descalificar todo criterio que
se derive de consideraciones acerca de la dimensión de lo
espiritual. Pero sus propuestas sobre los cambios de actitud se
justifican en la medida en que son necesarios nuevos datos nuevo
conocimiento, en la búsqueda de nuevos horizontes que hagan
menos dura, en el futuro, la suerte de los hombres, determinada,
en gran medida, por la falta de apertura de muchas mentes
humanas, por la dureza de los contextos sociales en que se mueve
su vida. La existencia de esos ciertos y determinados contextos
afectan, claro, de diversa y variada manera las forma como la
gente concibe sus sueños, elabora sus proyecciones, define sus
metas, y objetivos: Si los móviles que nos inspiran no se salen de
ellos, los resultados de nuestras acciones siempre estarán situados
dentro de su mismo plano, nuestra política, la visión de nuestro
destino nuestras metas y proyecciones estarán inscritas en esos
contextos y serán las que puedan ser descritas con los parámetros
de esos contextos. Nada entonces cambiará verdaderamente, nada
será distinto substancialmente. Todo seguirá prácticamente igual.
Si lanzamos una ojeada, aunque sea rápida, sobre la población de
base de multitud de sociedades humanas, alrededor del planeta, no
solo urbanas, sino campesinas, por modernas que sean, puede
observarse que muchas de ellas viven en contextos sociales que
no han cambiado, que se han estancado en su evolución cultural,
que han perdido su dinámica evolutiva, a veces por milenios,
151
desde cuando cesó la acción de liderazgo que ejercían sobre ellas
sus antiguas autoridades culturales. Es patético el estado, por
ejemplo, de algunas comunidades situadas en la zona del
Mediterráneo francesa, donde mucha gente vive, todavía, en
aldeas construidas en piedra, sin acueducto, sin alcantarillado, sin
energía eléctrica. En América Latina se destaca el caso de pueblos
descendientes de antiguas civilizaciones muy florecientes, las del
antiguo México y Mesoamérica como los aztecas, los mixtecas,
los zapotecas, los mayas, las de los Andes centrales, como los
incas, los aimaraes, y muchos otros. En Brasil, donde por diversas
circunstancias sociales y económicas, como ocurre en la región
amazónica, muchos pueblos nómadas selváticos, han tenido que
abandonar sus tradiciones para trasladarse a vivir en condiciones
infrahumanas y tremendo aislamiento sicológico, a los tugurios de
Manaos y otras ciudades regionales.
Pues bien, ese ensimismamiento, ese encierro en sí mismos lo
rompe Jesús de Nazareth cuando en el seno de la última cena
anuncia el undécimo mandamiento y la Nueva Alianza: “Hijitos
míos, por un poco de tiempo aún estoy con vosotros. Vosotros me
buscareis; y así como dije a los judíos: a donde voy no podréis
venir vosotros eso mismo os digo a vosotros ahora. Entre tanto,
un nuevo mandamiento os doy, y es: Que os ameis unos a otros; y
que del modo como yo os he amado a vosotros, así también os
ameis recíprocamente”. Por aquí conocerán todos que sois mis
discípulos, si os teneis tal amor unos a otros (Juan, Cap. 14, vers.
33, 34, 35). Jesús nos hace una propuesta que trasciende su
tiempo, valga o no la calidad de la naturaleza Divina que los
cristianos pretendamos reconocer en su persona, sea cual haya
sido la controvertida actitud de la jerarquía de la Iglesia Católica
Romana, que durante siglos, con su Inquisición, pareció “borrar
con el codo lo que hacía con la mano” en su tarea evangelizadora,
la que quizás, como consecuencia del juego de los poderes que se
daba en el contexto de su tiempo, parecía desfigurarse, dejándose
involucrar en el juego político que primaba en el ambiente que
predominaba en la Europa de entonces, y en el cual se movió
hasta finales de la Edad Media. Dadas esas circunstancias que
para muchos siembran muchas dudas, el mensaje que Jesús hace
152
llegar hasta nosotros, por intermedio de la Iglesia, un mensaje que
parece a los escépticos inverosímil, paradójico, no obstante ¡llega!
Y nos invita a todos los hombres de los contextos laberínticos y
absurdos de todo medio social cerrado y dogmático, a abrirnos, a
salir y a superar la falta de solidaridad con el hermano, con el
prójimo, en que la sociedad de su tiempo, de su país, sometidos a
los romanos, había caído.
Un nuevo mandamiento institucionaliza Jesús, que <<completa>
la normativa del Decálogo de la Ley Mosaica, de Moisés, aquel
extraordinario legislador hebreo de la antigüedad, una nueva
propuesta que justifica la adición y complementación del Viejo
Testamento con el Nuevo, y que enriquece más todavía la visión
humana del Porvenir del Hombre y el camino para conseguirlo.
Allí reside, ni más ni menos, el valor doctrinal fundamental de los
autores que dieron origen al pensamiento escolástico, que,
hombro con hombro con otros pensadores universales,
considerados <<iluminados>> por muchos estudiosos modernos,
promovieron un pensamiento que predica el valor del Amor, de la
armonía entre los hombres, como acicate para transformar sus
sociedades, profundamente clasistas, de casta, valor cuya
plenitud, dentro del cristianismo medieval, y dentro de las
sociedades humanas actuales puede apreciarse, y aunque para
muchos puede ser un pensamiento caduco, superado, brilla en la
Suma Teológica de Tomás de Aquino.
El mensaje de Jesús, que trasciende todas las vicisitudes acaecidas
en las formas de vida de la Edad Media, que accedió a nuestra
tierra americana en lo que se llamó más tarde la América
Española, forma parte de un capítulo de importancia singular, no
solo en nuestra historia sino en la historia de la cultura de
Occidente, considerada en su totalidad, y <<señala la ocurrencia
de un “punto de inflexión”>> en la aplicación a las políticas de
Estado de trascendencia planetaria de los principios cristianos,
patentes cuando la Corona Española reconoce a los americanos
como súbditos suyos, al mismo nivel de los peninsulares; cuando
la Compañía de Jesús se preocupa por mostrar en China la
universalidad de los principios morales cristianos, e intenta iniciar
153
el sincretismo de ambas culturas, la Occidental y la China, punto
de inflexión desgraciado que se da con el declive de la potencia
española y el ascenso de la anglosajona, por la cual, lo que
debería haber sido no pudo ser, razón por la cual, el Mundo
apenas si logró conocer en el siglo XVII la cara amiga de
Occidente, algo radicalmente diferente de la cara inquisidora que
conoció en el siglo XX, todo lo cual ha sido reducido casi al
olvido, por razones estratégico – políticas, aún entre nosotros los
americanos.
El acceso del mensaje de Jesús se da en América por la acción
misional de hombres abnegados y comprometidos con la
humanidad, auspiciados y apoyados directamente por la Corona
Española, con un celo que los hace merecedores de que sus
nombres queden inscritos, al lado de los más famosos en la gesta
de fundación de nuestra civilización, algunos de esos nombres son
bien conocidos, como Fray Bartolomé de las Casas, Ignacio de
Loyola, Francisco Javier, Pedro Claver, Fray Antonio de
Montesinos y muchos otros que dedicaron y, aún, sacrificaron sus
vidas en aquella inolvidable epopeya, que eso fue, a pesar de toda
la perversidad que reinó en los procesos de conquista y
colonización, por parte de los inmigrantes españoles. Su mensaje
logró penetrar, en nuestro continente, en sus expresiones más
sencillas, hasta las capas más humildes del Pueblo. El testimonio
de ello lo tenemos en la comunidad antioqueña, que a principios
del siglo XX, aún en medio de su pobreza, ya mostraba todas las
condiciones de una comunidad perfectamente estructurada
alrededor de la cultura originada en la labor evangelizadora de los
peninsulares.
Esa tarea evangelizadora, que asumió con plena responsabilidad y
compromiso la Corona Española, con sus “súbditos de ultramar”,
tuvo sus momentos de crisis, hasta el punto de que los conflictos
surgidos con los capitanes del nuevo poblamiento, casi hacen
perder el dominio de la monarquía sobre sus colonias americanas.
Las sesudas y monumentales controversias que se dieron, a una
altura humanística, y jurídica inusuales para su tiempo, con
154
consecuencias doctrinales, no siempre prácticas, a los ojos de hoy,
son revolucionarias y actuales, aún para nuestra época.
Su memoria debería ocupar un espacio muy amplio en los anales
de nuestra historia, porque encierran referencias a valores
universales de la Cultura Humana trascendentales e inolvidables.
Valores perdidos quizás, en gran medida, enredados en los
pliegues de otra historia sesgada, contada posteriormente con el
propósito de completar la destrucción de la autoestima del
Imperio derrotado en aquellos lejanos tiempos del siglo XVII,
cuando a las potencias anglosajonas, triunfadoras en la Guerra, les
tocó asumir el control estratégico de la política internacional
occidental.
Ese mismo mensaje, renovado en sus formas de expresión, para
hacerlo más inteligible a la mentalidad actual y más coherente con
las costumbres y el lenguaje actual, podría llegar a presidir, como
eje espiritual, con plena autoridad, la renovación espiritual de
nuestros pueblos de base, imprimiéndole un nuevo dinamismo a
sus culturas. Probablemente la expresión actualizada y accesible
al vulgo de hoy, de esos principios, la haga merecedora de su
paso por un serio trabajo de carácter antropológico, para llegar a
una interpretación fiel de los símbolos, por medio de los cuales
están consignados los mensajes, ya en los textos antiguos, en los
rituales religiosos, particularmente a los más antiguos, entre otros,
a los cuales solemos darles, en nuestra ignorancia, si es que les
damos, simplemente un sentido mágico.
Errores muy comunes están relacionados con la actitud simplista
de llegar a la interpretación acomodaticia de los textos bíblicos.
Esa pretensión conduce, definitivamente, a gran confusión. El
movimiento protestante se ha dividido en miríadas de sectas
diferentes por ese motivo entre nosotros. No me refiero aquí, a
que la doctrina que impere deba ser la doctrina oficial”, la
doctrina ortodoxa, me refiero a una fórmula, que debe estar, tan
cerca de lo que quiso decir su autor, como sea posible. Hoy día
hay otro error relacionado con la creencia extendida en nuestra
sociedad secular de nuestro tiempo, de que la Religión solamente
155
tiene valor, en cuanto a sus propuestas, en el plano místicos, para
encontrar, solamente en este plano, alguna forma de realización
humana, quizás, en el plan de evadir una realidad física y
material, desgraciadas. Sobre este tema “hay mucha tela qué
cortar”, y no corresponde al tema que tratamos. ¡Se trata, no
obstante, de propuestas con aplicaciones prácticas en el mundo de
los mortales! Se trata de propuestas que, conjugadas con muchas
otras, particularmente en los planos técnico y científico, son
capaces de transformar radicalmente las condiciones de vida
físicas lamentables, e injustificadas, en que vive la mayoría de la
población humana del Planeta.
Se ha extendido la opinión, en nuestro tiempo, que la Reforma
Protestante rompió en el siglo XVII el monopolio del Poder
Político de la Iglesia Católica Romana, y, por tanto, su monopolio
en la dirección estratégica de la Cultura Occidental. Eso es cierto.
Sin embargo, el sentido de ese efecto no se queda allí. Se rompe
el eje de la Cultura, al mismo tiempo, se diluye éste en medio de
los conflictos político – religiosos, y de una guerra religiosa que
da cuenta de un tercio de la población europea. En aquel epílogo
de corrupción moral, que provoca, en parte, el cuestionamiento
acerca del significado de la vida humana surgido del
Renacimiento, allí mismo nace el germen de la anarquía que
perdura hasta nuestro tiempo, y que ha movido a muchos hombres
a forjar nuevos imperios económicos poderosos para esclavizar
nuevamente al Hombre.
La Reforma Protestante rompió el monopolio del Poder de la
Iglesia Católica Romana; es cierto. Pero con el concurso de las
potencias anglosajonas se ha deslizado en la práctica de la Política
un principio religioso que, para Indalecio Liévano Aguirre,
escritor colombiano, tiene inmensa trascendencia estratégica en la
mentalidad occidental que ha generado el orden capitalista
moderno, y que, tal vez niega, de plano, la significación que tiene
el pensamiento utópico.
Se trata acá del <<principio de la Predestinación>>, que, según
sus promotores y practicantes predetermina la suerte de los
156
hombres. Es, pues, un principio determinista que tiene su origen
en algunas culturas orientales, entre ellas la cultura hebrea. En ese
principio tiene sus raíces la práctica de considerar a la gente
afortunada como “predestinada” a una vida superior, a la
“salvación”, en términos acostumbrados en el lenguaje religioso
cristiano, son <<“santos visibles”>>. De la misma manera, los
humildes, los indigentes, los pobres, son “condenados en vida”.
Esa concepción afecta seriamente el significado y el valor del
liderazgo de las personas de fortuna en la consejería económica,
haciendo avanzar ese valor hasta una esfera religiosa que se
desconoce hoy en día entre muchos de nosotros. Las raíces del
Estado Occidental moderno están clavadas en la misma tradición
religiosa: El Estado Burgués de Derecho, el Estado puritano que
caracterizó, desde un principio, la personalidad de las tradiciones
públicas norteamericanas, y no le daba opciones, como votantes, a
las personas desposeídas. Adam Smith, teórico reconocido como
creador de los principios actuales de la Economía Clásica fue
primero pastor protestante. Como consecuencia se genera un
sistema social que se hace más dependiente de la aspiración
calvinista del lucro, orientado al enriquecimiento de los
poderosos, a la lucha por la supremacía económica, al abandono,
justificado religiosamente, de los desafortunados. Aquí el
progreso se da en el sentido mencionado. No tiene nada que ver
con la evolución global de la cultura humana, menos tiene que ver
con la evolución natural del mundo natural. (Indalecio Liévano
Aguirre. “Conflictos Sociales y Económicos de Nuestra Historia”.
Capítulo IX El conflicto entre la Ética Católica y la Ética
Protestante. Editada por capítulos en Semana y La Nueva Prensa).
El tema es tratado también por el Dr. Alfonso López Michelsen
conocido político liberal y expresidente colombiano en su novela
“Los Elegidos”.
Aunque no es unánime tampoco dentro de la doctrina de la Iglesia
Católica Romana, tenemos un principio ético diferente que orienta
a la actividad de la Contrarreforma, promovida, particularmente
por la Compañía de Jesús y que se opone, de plano al principio
protestante: <<El principio del libre albedrío>>. Mediante éste,
reconoce que el ser humano tiene la opción de salvarse o
157
condenarse, según su voluntad. El efecto pues, depende de la
escogencia del sujeto. El esfuerzo puede orientarse hacia el
objetivo de buscar y realizar el ideal de la salvación. Movido por
este principio ético, que colisiona con las opiniones, incluso de
otros pensadores católicos, Ignacio de Loyola y sus seguidores
emprenden la trascendental actividad misionera en Asia y
América, que los conduce a realizaciones civilizadoras famosas y
que poseen un significado humanístico de trascendencia
universal. Muchas realizaciones en el mundo actual, en las cuales
se usa este principio ético como eje rector de la acción humana,
representan un giro real innovador que parte de la ética calvinista
y avanza hacia la ética ignaciana, con resultados que resultan
igualmente memorables en la ética de la evolución social y
cultural (Idem.).
La “Libertad de Empresa”, principio que anima a muchos para
luchar por una vida digna en términos económicos, se basa en ese
principio del “libre Albedrío”. Otra aplicación de ese principio
ético, se da hoy en el Mundo entero, en la vida cotidiana, a la
lucha de los adictos por superar el dominio sobre su persona que
ejercen las adicciones como el alcohol, por superar su esclavitud,
a la labor de superación de los estados depresivos típicos
generados por esas adicciones, ya del alcohol ya de otros
fármacos. Su aplicación a la recuperación de vidas humanas en
instituciones como Alcohólicos Anónimos, Narcóticos Anónimos
y otras arroja un balance muy positivo, muy prometedor. En todos
estos casos, el referente es el Ser Superior de la manera como lo
conciba el paciente. Así, el paciente puede redefinir su vida,
encontrar la fortaleza y la justificación de sus esfuerzos, dado el
reconocimiento que reasume, la ganancia en autoestima acerca del
valor significativo de sí mismo, como persona humana. Así, lucha
por mantenerse sobrio y enfrentar el reto de su propia
recuperación.
La perspectiva evolutiva de la consciencia humana, de su proceso
de maduración, tal como se nos muestra históricamente, nos
permite apreciar cómo ésta lo dota con el tiempo, dentro de
ciertos límites, de la capacidad de actuar en beneficio del control
158
de su propia suerte, permitiéndole ser <parte activa> en el
desarrollo de su cultura y de sí mismo. Si tal perspectiva fuera
pesimista, no sería del caso tratar temas como el del pensamiento
utópico, como el de la perspectiva de la Política, en el sentido
aquí propuesto, puesto que el ser humano permanecería, en tal
caso, en la condición de total dependencia de las fuerzas naturales
que actúan localmente sobre él, como actuarían cualquier planta,
animal o de cualquier ser viviente, <<con la única posibilidad de
ser actor pasivo de su vida>>. Esta afirmación es preciso tomarla
con reservas, puesto que sabemos cómo cada ser viviente,
inclusive animales y plantas, superan su condición en cada
instante de su vida, al ponerse en acción para buscar su alimento.
Los animales buscan la energía que necesitan en el forraje verde,
en su presa o en otras fuentes; las plantas crecen buscando la
fuente de luz que las nutre.
XV EL LIBRE ALBEDRÍO EN EL HUMANO:
PRODUCTO DE SU MADUREZ, DE LA EVOLUCIÓN DE
SU CONSCIENCIA, DE SU EMPODERAMIENTO PARA
MANEJARSE A SÍ MISMO, DE SUS CONVICCIONES
ACERCA DE LA EFICACIA DE SU ACCIÓN.
El debate acerca del tema ético relacionado con la idea de la
“Predestinación”, mediante la cual los actos humanos están
determinados desde antes por fuerzas poderosas desconocidas o
con un carácter reconocido por los pensadores antiguos, se da a
través de centurias, hasta llegara los tiempos de la
Contrarreforma, en la cual se da un giro efímero pero
infinitamente prometedor, que consiste en el reconocimiento del
<<”Libre albedrío”>>, principio que tiene directa relación con
cierto nivel de madurez de la consciencia humana y
empoderamiento para la acción, en los cuales el Hombre puede
darse el “lujo” de obrar con plena libertad y plena responsabilidad
con las consecuencias de sus actos.
En la Edad Media se discutía sobre la eficacia de la Gracia, -
predisposición proveniente de Dios que actúa iluminando la
consciencia y disponiendo la voluntad del Hombre para el bien
159
obrar-. Podría decirse que aquel cuestionamiento sobre la Gracia
representa un progreso definitivo sobre la postura predominante
en las culturas más primitivas y, aún en las más avanzadas de
Oriente, que reconocen la absoluta impotencia humana frente a
las fuerzas eternas e inmutables del Bien y del Mal, que
representan la expresión de la fatalidad cósmica en relación a sus
consecuencias sobre la vida Humana (Indalecio Liévano Aguirre.
Los Grandes Conflictos Sociales y Económicos de Nuestra
Historia. Revista Semana y La Nueva Prensa (publicándose por
capítulos. 1970?. Vol. 2 Ps. 17, 18, 19).
El “genio religioso hebreo se rebeló contra el fatalismo de las
religiones orientales y en lugar de atribuir un carácter eterno e
inmutable al mal, lo interpretó como el producto de un
acontecimiento histórico, la Caída del Hombre [el Pecado
Original], caída que introdujo, en un mundo inocente y feliz, las
dramáticas desventuras del Mal”. Se necesitó, sin embargo, de
una profunda revolución en el mismo ámbito de la religión judía
para que la humanidad pudiera dar el paso siguiente, el más
decisivo, y desembocar en la grandiosa doctrina de la Redención.
La vida y la muerte de Jesús pusieron término a la idea oriental de
la inevitabilidad del mal y los Padres de la Iglesia, al reducir a
términos teológicos el significado del sacrificio de Cristo,
ofrecieron a la humanidad un nuevo y grandioso credo religioso,
en el cual el gran misterio de la Redención privó de su carácter
fatalista a las injusticias y viejas formas de opresión que las
doctrinas orientales juzgaban inherentes al orden divino del
cosmos” (Idem. P 19).
Este hecho optimista, una vez que hubo emancipado al Hombre
de sus culpas, por los méritos de Cristo, hizo pensar a no pocos
espíritus, dentro de los siguiente tres siglos de la muerte de Jesús,
que la sola imitación de su vida era suficiente para salvarse.
Muchos llegaron a pensar que sobraban la liturgia, toda ayuda,
todo apoyo sacerdotal, la práctica de los sacramentos para
alcanzar a ser bienaventurados. Y esa fue la doctrina que predicó
Pelagio (¿360 – 422?). Se cernía, entonces, una grave amenaza
sobre el proceso de expansión del cristianismo, por lo que
160
algunos autores del pensamiento cristiano, como San Agustín,
obispo de Hipona, adoptó un cambio doctrinal en su pensamiento,
regresando a las tesis de la predestinación, acercándose
nuevamente a la idea del fatalismo oriental. “La Gracia, pues, o
sea el sostén divino necesario para que éste paralítico espíritu [de
los hombres] estire sus miembros contraídos, es un don
enteramente gratuito y la salvación, el fruto de un decreto
infalible de la voluntad divina”. Y anota Liévano: “No obstante
las exageraciones agustinianas, inevitables en una áspera
controversia de veinte años, ellas cumplieron una altísima misión
histórica en el proceso del pensamiento cristiano. A través de los
siglos, podemos reconocer fácilmente que, si hubiese prevalecido
el pelagianismo, el organismo eclesiástico, en cuanto medio e
instrumento de distribución de los carismas, de los cuales se
alimenta la vida espiritual de los fieles, hubiera quedado cortado
de raíz” (Idem. P. 20).
La doctrina de la Gracia fue la solución que ofreció la Teología
medieval para resolver el dramático problema planteado por
Pelagio. “De acuerdo con ella, el hombre, marcado por el pecado,
no podía salvarse por sus propias obras sino por la acción de la
Gracia Divina, que, “sin méritos ni proporción”, le otorgaba Dios
para alcanzar la Bienaventuranzas. <<Dios escoge a los hombres
y no los hombres a Él>>, decían los teólogos medievales. “La
Escolástica, es verdad, trató de salvar la libertad del hombre y el
valor del albedrío, haciendo la distinción forzada entre Gracia
suficiente, que permitía el concurso del albedrío, y Gracia eficaz,
que disfrutaba de plena operancia sobre la voluntad. Esta
distinción tenía, no obstante, un carácter meramente
intelectualista y el sentido profundo de la Teología medioeval se
orientaba a reducir al mínimo la acción de la voluntad en la
economía de la salvación. La contradictoria definición del
problema dada por Tomás de Aquino, muestra que el intento de
armonizar la Omnipotencia de Dios con la libertad del hombre
sólo se consiguió a costa de colocar en un segundo plano al
albedrío. << De que nada resiste la voluntad divina –dice Santo
Tomás- resulta que no solo deviene lo que Dios quiere, sino que
adviene, sea libremente, sea necesariamente>>. El dogma de la
161
Gracia así concebido, se amoldaba perfectamente a un tipo de
sociedad, como el de la Edad Media, en que la vida terrena tenía
el sentido de mera preparación ascética para el logro de la
bienaventuranza” (Idem. P 21).
Cuando Tomás de Aquino termina de escribir su obra cumbre, la
“Suma Teológica” ya se empezaba a producir el fermento que
terminaría en tres grandes procesos revolucionarios de la Cultura
Occidental, cuyas consecuencias terminarían generando toda una
época de convulsión social que engendraría una nueva serie de
revoluciones que irían transformando, por saltos, a la sociedades
occidentales hasta llegar a lo que son hoy día, produciendo, al
mismo tiempo, cada uno de ellos, un prototipo humano de
consciencia, que es el que predomina en los períodos culturales
que se van sucediendo. Esos grandes procesos son: El
Renacimiento, la Reforma y la Contrarreforma. Por tal motivo,
aquella magna obra, que pudo servir de “preludio a una nueva
época, sólo alcanzó a ser el epílogo de la Edad Media”.
Cuando se analiza aquel proceso de viraje radical de la Cultura
puede llegar uno a hacerse algún cuestionamiento. Tal vez una de
las preguntas más simples podría ser: ¿Cómo puede explicarse
que durante centurias, el hombre medieval aceptara el freno que la
ética le impuso a sus instintos más espontáneos de lucro? Es una
pregunta que se hace dentro del contexto de un conflicto vivo de
primer orden: El problema de la usura, en que se denota la
conjugación de varios componentes: Uno, una de las expresiones
más primarias de la personalidad humana, su deseo de
enriquecimiento. Otro, la acción imperativa de un poder
dogmático impuesto por la Iglesia, como máxima autoridad
espiritual y temporal de la Sociedad Occidental. Y Otro, tres
voluntades que convergen, la del hombre, la de la Iglesia, la de
Dios (como personaje “invitado”), cuya puja habría de producir
algún resultado. Pero el problema no solamente puede definirse
contando con ese número simple y muy limitado de componentes:
Debemos contar también con muchos otros motivos, no sólo de
orden ético, sino económico y político, obviamente, entre otros.
162
La respuesta se encuentra según Liévano Aguirre “en la
naturaleza misma de las grandes religiones mesiánicas, entre las
cuales figura, en primer plano, el cristianismo” (Idem. P 12).
La gran vivencia religiosa del mesianismo domina toda la Edad
Media, influyó profundamente en el pueblo y se manifiesta en las
concepciones de la Parusía, del Milenio y tantas otras, que
representaban las sucesivas elaboraciones intelectuales de la
creencia en el fin del mundo (Idem. P13). Pero otras
circunstancias predisponen al pueblo a sus pesimistas
perspectivas, con la tremenda desarticulación introducida en el
mundo clásico, en el cuerpo geográfico de la Cristiandad. Se trata
del tremendo cerco que la invasión de las tribus bárbaras,
incluidas las que provenían del Norte y la ofensiva del Islam en el
Mediterráneo, con consecuencias catastróficas. Cita Liévano: <<
La Europa Occidental –dice Pirenne-, volvió al estado de región
exclusivamente agrícola. La tierra fue la única fuente de
subsistencia y la única condición de la riqueza. Los bienes
muebles ya no tenían uso económico alguno>> [el subrayado es
mío] (Idem- P 14).
Entonces desaparecieron muchas industrias y el comercio. “El fin
de la actividad económica dejó de ser la simple ambición de lucro
para contraerse a la satisfacción de las necesidades esenciales. El
atesoramiento de bienes materiales se miró con desconfianza,
juzgándolo síntoma de avaricia y se trató que la actividad
económica se rigiera por la súplica evangélica: <<El pan nuestro
de cada día dánosle hoy>>. La producción, el uso del dinero, la
propiedad, los contratos, etc., fueron sujetos al fin superior de la
salvación y la economía, como tal, debió someterse a la Ley
Moral. La teoría de los precios se vinculó a los costos de
producción y no a la acción de la oferta y la demanda, y se intentó
acomodar el salario a las necesidades de los obreros y a los
requerimientos de los productores”
En semejantes circunstancia, aislada de sus antiguos contactos
comerciales, con la economía dislocada y empobrecida al
extremo, con la terrible incertidumbre de lo que le deparaba el
163
futuro a aquella sociedad que había perdido ya gran parte del
dominio sobre su propia suerte, era natural que la urgencia de la
protección de los más desvalidos influyera para que toda
actividad, en todos los órdenes, estuviera sometida a un control
draconiano y que los debates acerca de la ética económica
medieval se centrara en la usura. Los Concilios ecuménicos de
Lyon, en 1274 y de Viena, en 1312, promulgaron la más severa
legislación contra los usureros. Cobrar por ayudar al prójimo y
servirse de la miseria y las necesidades ajenas para derivar
utilidades, se consideró un pecado capital. Obvio que la existencia
de duros principios normativos reflejara, exactamente, la realidad
social de la Edad Media, incluso, muchos eclesiásticos no eran
ajenos a tales prácticas. La lucha de la Iglesia contra ellos fue
tenaz. Sería un error no reconocerlo históricamente porque
produjo efectos increíbles: “Los bárbaros que salieron de los
bosques del Norte o de las planicies desérticas de Asia y se
precipitaron como fieras de presa, sobre el mundo occidental,
adoptaron gradualmente, gracias a la profunda religiosidad de la
Edad Media, unos principios éticos que otorgaban protección a
los humildes contra los abusos de los poderosos (Idem. Ps. 14, 15,
16). “El ideal de la Edad Media, fundado en el principio de que la
sociedad es una entidad espiritual y no una máquina económica,
fue sistematizado en las trascendentales disposiciones del
Derecho Canónico sobre la usura, y en sus definiciones del “justo
precio”, “el salario necesario”, y “la ganancia legítima”. Su
expresión más completa, se da en la “Suma Teológica de Tomás
de Aquino”.
Las circunstancias que provocaron aquella situación, y una de sus
consecuencias, el delicado equilibrio económico – social de la
Edad Media empezaron a cambiar cuando las Cruzadas lograron
contener la ofensiva del Islam y reabrir los contactos entre Europa
y Oriente y pudo reanudarse el comercio por el Mediterráneo.
“Un mundo que había estado privado largamente de la abundancia
y del lujo, absorbió con voracidad los productos de civilizaciones
más refinadas y a través de ellos adquirió un concepto distinto de
la riqueza. El precio justo, la ganancia legítima y el interdicto de
la usura perdieron su eficacia restrictiva y la balanza comercial de
164
Europa con Oriente se tornó deficitaria y hubo de compensarse
con el flujo de metales preciosos que venían de América. El
comercio dio origen a gigantescas fortunas y los Fúcar
[españolización de los Fugger], los Welser y los Médicis, para no
citar sino los principales, convirtieron el oficio de los usureros de
la Edad Media en el núcleo central de la actividad económica de
la nueva época. La tierra reseca de la Edad Media, azotada por
vientos de espiritualismo ascético, se vio humedecida, irrigada,
por una corriente de vitalidad hedonística, por una desenfrenada
gula de bienes materiales. Esa tierra reseca se convirtió en selva y
de esa selva emergió de nuevo el hombre sin frenos éticos, la
magnífica bestia de presa, cuyos modelos serían los
“condottieros” italianos, los conquistadores españoles, los piratas
ingleses, los negreros portugueses y los comerciantes y banqueros
alemanes e italianos. El proceso llegó a su culminación cuando
un miembro de la familia Médicis, de esa familia que hizo fortuna
y construyó su poderío con la práctica de la usura, se ciñó la Tiara
Pontificia y se sentó en el trono de San Pedro. Fue Giovanni de
Médicis quien gobernó a la Iglesia como León X- el autor de la
famosa Bula, de l517, en la que se autorizó la venta de
Indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San
Pedro” (Idem. Ps. 16 y 17).
El Renacimiento presenta dos facetas bien distintas al historiador
y al cronista de su época: De un lado, el florecer de las artes, el
espléndido lujo de las minorías enriquecidas en la especulación
comercial y en la banca financiera; del otro lado la extrema
miseria de las multitudes. Una miseria bien diferente a la antigua
pobreza de la Edad Media, ya no como resultado de la estrechez
general de una época sombría que había llegado a su fin, sino de
la franca explotación de los desposeídos por los nuevos ricos, que
ahora se servían de los remanentes del feudalismo para acelerar el
proceso de concentración y atesoramiento de la riqueza (Idem. P
17).
Ese explosivo contraste entre el lujo y la miseria condujo, poco a
poco, a un estado de malestar general, y por doquier empezaron a
conmoverse, con inusitada violencia los fundamentos
165
tradicionales del orden. Los levantamientos campesinos en
Alemania, por ejemplo, dieron testimonio de que aparecían
síntomas inequívocos de una explosiva insurgencia social que,
“de seguir su curso, iban a anegar, en una inmensa marejada
revolucionaria, todas las estructuras jerárquicas de la sociedad”
(Idem. P 18).
La rebelión general de los hombres del Renacimiento contra el
espíritu de la Edad Media se traduce, por tanto, en dos tipos de
reacciones bien distintas: En primer lugar, “los estamentos
acaudalados pretenden desembarazarse de las restricciones éticas
que durante siglos encadenaron el espíritu de lucro”; y, en
segundo lugar, “la multitud de los desposeídos aspira
confusamente a crear un orden social en el que reine la justicia y
desaparezca la miseria. La “comunidad de bienes”, atribuida a las
sectas primitivas cristianas, se entrevé como una esperanza de
todos los humildes y esa esperanza alcanza a contagiar a algunos
de los teólogos católicos del Renacimiento y da motivo a obras
monumentales, como la “Utopía” de Tomás Moro y la “Ciudad
del Sol” de Campanella. En ellas se describe el modelo de una
sociedad comunista, de la que ha desaparecido la propiedad
privada y se rige por los principios esenciales del Cristianismo”
(Idem. P 18).
“Si la Teología medioeval se vio impotente para oponerse al
doble embate del Renacimiento, ello no quiere decir que el
espíritu renacentista fuera capaz de convencer a los hombres de la
legitimidad de los cambios revolucionarios que estaban
cumpliéndose. La consciencia de frustración que se percibe en
todo movimiento intelectual renacentista se debe a la incapacidad
de los Humanistas para ofrecer una teoría capaz de legitimar el
anhelo general de disfrutar plenamente de este mundo y de
construir en él una morada amable para el ser humano, en
contraposición con el espíritu ascético de la Edad Media. [¿Es, o
no es éste, acaso, un síntoma cierto de que los niveles de
consciencia de la realidad vivida, a los que habían llegado,
incluso las mentes profanas más ilustradas (que ya no se
fundaban en una creencia recibida, sino, quizás en pobres criterios
166
de consciencia), no bastaban para proporcionar motivos
poderosos a la voluntad de los seres humanos para aplicarse
eficazmente y con plena responsabilidad, en comprender mejor el
papel de los otros en el concierto del intercambio social y en logro
de un mejor estado de bienestar de cada uno?, en el significado
del crecimiento espiritual personal de cada uno para conseguir el
éxito en el plan del crecimiento espiritual general?; en el valor de
ese crecimiento espiritual para consolidar el compromiso de cada
hombre en la lucha, hombro a hombro, con su prójimo, por la
mejora de las condiciones de vida imperantes?] Como resultado
de ese fracaso se introdujo una radical dicotomía entre las
convicciones y el comportamiento. Las actividades económicas
de la época se desenvuelven sin tener en cuenta los antiguos
preceptos sobre usura, el precio justo, el salario necesario o la
ganancia legítima, pero sobre la conducta de los banqueros y
comerciantes pesa todavía el rechazo público, la sanción moral de
las antiguas doctrinas. Los hombres del Renacimiento se
enriquecen, es verdad, pero no pueden estar orgullosos de su
riqueza, ni mucho menos de los medios empleados para
adquirirla” (Idem. P 18).
“Destruida la antigua armonía entre la fe y la conducta, los
grandes bastiones de la dogmática católica se vieron asediados
por una masa de fuerzas oscuras y repentinamente se cuarteó
aquel de los dogmas de la Iglesia en el que los pensadores
cristianos habían tratado de ofrecer una solución definitiva para el
más profundo y decisivo de los problemas a que deben
enfrentarse todas las religiones: el problema del Mal” (Idem. P
18).
Desde tiempos muy remotos el hombre buscó una explicación
satisfactoria a la capacidad probada, en la práctica, de hacerle el
mal a sus semejantes, igual que a todas las formas de desventura
que en el mundo se traduce en dolor, miseria, enfermedad y
muerte. ¿Son éstos males el producto de una fatalidad cósmica?
¿Son, acaso, el producto legítimo de uno de los principios
divinos que regían, desde toda la eternidad, la marcha del
Cosmos? ¿Son realmente, algo insuperable por la voluntad
167
humana? Evidentemente, se trata de preguntas que deben
responderse dentro del contexto que venimos tratando. Valgan,
por tanto aquí, otras preguntas relacionadas: ¿Es legítimo que el
hombre haga el intento, al menos, de darles a aquellos problemas
una solución? ¿Es la respuesta un asunto de legitimidad, de ética,
de simple visión y acción humana, o de poder físico para
conseguirlo? La respuesta, muy probablemente, habrá de ser un
asunto relacionado con la visión que le permita al Hombre un
nivel de experiencia humana suficiente, con un nivel de
consciencia humano de la Realidad, suficiente; con un nivel de
conocimiento suficiente, que, en nuestro tiempo pueden sin duda,
relacionarse con suficiente desarrollo en el conocimiento
científico, con desarrollo suficiente de la tecnología. La respuesta
no es, como se visualiza hoy, un asunto de legitimidades divinas.
La Naturaleza le pone a la Especie humana condicionamientos
ambientales que tiene que superar mediante artificios técnicos,
artificios que tienen, también, el significado de paradigmas,
autoacondicionamientos, que tiene que superar cuando encuentra
mejores soluciones a sus problemas. La Especie tuvo su infancia:
África fue su cuna (por lo que parece), pero emigró y tuvo que
readaptarse a nuevos, y en ocasiones hostiles ambientes naturales.
Si decide trascender sus límites terrestres tradicionales, habrá de
implementar su vida de modo que pueda afrontar los retos que los
nuevos medios ambientes le impongan. El Hombre tiene que
responder a los retos de su propia supervivencia, y ha sido dotado,
a través de su evolución activa, tanto la natural como la cultural,
de herramientas formidables para asegurarse su crecimiento
personal y dotarse de medios, cada vez más eficaces, para sentirse
seguro de su supervivencia y desarrollo. No obstante todo esto,
que es visible hoy, el debate, hace quinientos años, se dio al nivel
de la legitimidad divina de los designios que, de alguna manera
afectaban la suerte de los hombres en esta tierra.
El primer paso de aquel complejo fenómeno llamado la Reforma
(protestante) lo dio Martín Lutero (1483 – 1546), monje agustino
nacido en Eisleben, Sajonia. Su genio teutón, de “una pieza”, se
rebelaba contra la idea del Papa León X de recaudar fondos para
la construcción de la Basílica de San Pedro con la venta de
168
Indulgencias. Era, como ya lo habíamos visto, hijo de la familia
italiana de los Médicis, con su genio latino más laxo de
consciencia, proveniente de una familia de fortuna, fogueada en el
comercio y las finanzas, que se había movido también en un
amplio medio cosmopolita no muy comprometido con la ética a la
hora de hacer dinero. En principio, para combatir el dogma de la
Gracia al negar su poder salvador y cerrar toda posibilidad al libre
albedrío, Lutero se apoyó en la doctrina de la Predestinación de
San Agustín, empleada por éste en su histórica controversia con
Pelagio, aunque asumió una postura mucho más radical que los
escolásticos, negando el valor del albedrío en la economía de la
salvación. Para él sólo la fe era eficaz para salvarse. Y lo cita
Liévano: “<<La fe –decía- es cosa completamente distinta del
libre albedrío>>. El hombre no tiene libertad <<al igual que un
tronco, que una piedra, que un montón de barro que una estatua
de sal….El testimonio de nuestra razón nos dice que no puede
haber voluntad libre ni en un hombre, ni en un ángel, ni en un ser
viviente alguno>>” (Idem. P. 21).
Lutero tornó más dramática la dependencia espiritual del hombre,
pero, en su actitud, terminó cortando la conexión de los fieles con
el cuerpo de la Iglesia porque al negar la eficacia salvadora de la
Gracia que el creyente obtenía por la práctica de los sacramentos,
hizo innecesaria la presencia del sacerdote, y convirtió el asunto
de la salvación en algo que se resolvía en el diálogo íntimo de
cada fiel con Dios. “Fue su audaz y arrogante negativa a
reconocer la legitimidad del cuerpo material de la Iglesia, y no su
teología el motivo que produjo el estallido revolucionario de la
Reforma”…”El guante de desafío lanzado por él a la Silla
Pontificia, ocupada entonces por un miembro de la familia
Médicis, y su rechazo rotundo a permitir la venta de Indulgencias,
provocaron la revuelta social que venía incubándose en Alemania.
Los campesinos se levantaron en masa y se dio comienzo al asalto
sistemático de los Castillos medioevales. El odio entre siervos y
barones empapó de sangre el suelo germano y, como lo advierten
los cronistas de la época, en las noches podían verse las campiñas
iluminadas por inmensas hogueras en las que se consumían las
fortalezas de los señores feudales. Los siervos, formados en
169
ejércitos improvisados –como acaeció después de la Revolución
Francesa y en la Revolución Rusa-, tomaron cruenta venganza de
de sus antiguos señores y los jefes de los campesinos, Karlstadt, y
Tomás Munster- confiados en el apoyo de Lutero -, propusieron
soluciones que lindaban prácticamente con el comunismo.
……<<Lutero, dice uno de sus biógrafos, procedía realmente de
abajo; era una fuerza eruptiva salida de la tierra, un cráter que
estalló súbitamente, y que vertió su lava ígnea sobre Alemania,
incendiándola; era un volcán que arrojó rabiosamente sus piedras
contra la lejana Roma; y que, con sus erupciones, causó incendios
en el resto de Europa” (Idem. P. 22).
Lutero se sintió aterrado con aquella erupción “y terminó por
entregarse a los Príncipes Electores y a los barones, traicionando a
las multitudes que le veneraban y creían en él. <<Era lo
suficientemente prudente –dice su panegirista Alfred Weber-,
para saber que su nueva fe sólo podría conseguir un apoyo y más
tarde una forma eclesiástica, mediante la protección y los
intereses de los poderes estatales que entonces surgían>>. Con la
bendición y el estímulo de Lutero, los señores feudales de
Alemania masacraron en forma brutal a los campesinos y la
revuelta luterana se redujo, desde entonces, al saqueo de las
tierras de la Iglesia por los Príncipes Electores y su cauda de
voraces barones. El luteranismo dejó de representar la gran
esperanza de redención humana que había encarnado en su
alborada y de él, sólo quedó en realidad, lo que necesitaban las
clases dirigentes alemanas: la repudiación del Papado. Fue
principalmente una religión de los alemanes para los alemanes”
(Idem. P. 23).
Si la Reforma se hubiera reducido a las consecuencias del
movimiento de Lutero, sus alcances habrían sido menores. “pero
la insurgencia iniciada por Lutero se transformó en una doctrina
demoledora cuando la dirección del movimiento reformista pasó a
manos de un hombre excepcional, dotado de un genio frío e
implacable y quien poseía, es verdad, una gran versación
teológica, pero carecía de verdadero espíritu religioso: Juan
Calvino [nacido en Noyon, Francia (1509 – 1564)]. El
170
comprendió, mejor que Lutero, las potentes fuerzas que se
agitaban en el subfondo de la cultura occidental y se propuso
utilizar la Teología no para apaciguar los conflictos de su espíritu,
sino para dar a la revolución económica del Renacimiento la
justificación moral que le faltaba. En su obra monumental “Las
Instituciones Cristianas”, el penetrante genio de Calvino salvó a la
Reforma de ser un mero episodio y la convirtió en un movimiento
formidable, que habría de transformar profundamente el mundo.
Su aspiración fue justificar, con la religión, el derecho de los
lobos a andar, sin ningún género de trabas, en medio del rebaño
de las ovejas. Para conseguir este fin, Calvino ancló en el centro
de su Teología la tremenda doctrina de la Predestinación, como lo
hizo Lutero, y de ella dedujo consecuencias éticas que darían
origen a un tipo de sociedad, en la cual sería difícil reconocer los
valores clásicos del cristianismo. Y cita Liévano a Calvino:
<<Dios no sólo previó –escribió Calvino- la caída del primer
hombre… sino que lo determinó todo por su propia
voluntad…Ciertos individuos que El escoge como sus Elegidos,
están predestinados a salvarse desde toda la eternidad, por
merced gratuita e independiente de todo mérito; los demás han
sido destinados a la condenación eterna por un justo e
irreprochable, aunque incomprensible, juicio divino>>. No se
limitó Calvino a fundar su Teología en un principio que dividía
tajantemente a la humanidad entre los elegidos y los réprobos,
sino que dio, a continuación, el paso revolucionario en que
consistía su aporte a la Predestinación: La doctrina de la
Comprobación. Con esta doctrina se propuso Calvino satisfacer el
explicable anhelo, de los hombres, de conocer si pertenecían o no
al grupo de los Elegidos y formular una nueva ética, contraria y
distinta a la medieval” (Idem. P. 23).
“¿Cuáles eran los síntomas infalibles que consideraba Calvino
como “comprobación” de que una persona formaba parte del
grupo de los Elegidos de Dios? El Reformador juzgaba que las
virtudes salvadoras eran la sobriedad, el ahorro, la diligencia, la
frugalidad, el repudio de los placeres sensuales y, en completo
acuerdo con el espíritu del Renacimiento, miraba el éxito
económico como señal característica de los predestinados. Así la
171
adquisición de riqueza se convirtió para el creyente en el más
elevado deber moral y en auténtico requisito de salvación”…..”El
enriquecimiento como vocación del creyente y la práctica de las
virtudes que conducían al atesoramiento de dinero, como
exigencia par pertenecer al grupo de los Elegidos, he ahí la
esencia de la ética calvinista, designada admirablemente para
transformar a la naciente burguesía occidental en una fuerza
activa y disciplinada”…..Luego, rompiendo con todas las
tradiciones canónicas, declaró legítima la usura” (Idem. P. 24).
“Su Iglesia se ensanchó entonces con las conversiones
“repentinas” de los grandes banqueros, comerciantes y
especuladores de la época –de la alta y media burguesía del
Renacimiento-, que largamente habían esperado una doctrina
moral que legitimara sus riquezas y los medios empleados para
adquirirlas”. Cita Liévano a Henri Pirenne:…”<<El capitalismo
dice Henri Pirenne- estorbado por las restricciones que puso la
Iglesia al comercio del dinero y a la especulación, le procuró a los
calvinistas la adhesión de un buen número de negociantes y
empresarios”….”Hacia 1550 es ya considerable en la plaza de
Amberes el número de los recientemente convertidos entre el
mundo de la Bolsa”……”También la nobleza suministra desde el
principio un numeroso contingente de adeptos>>. Este entusiasmo
estaba sobradamente justificado porque Calvino, con su religión,
convirtió a los ricos en “santos visibles”, como desde entonces
comenzaron a llamarse los burgueses de Londres, de Ginebra, los
países bajos y Alemania” (Idem. P 25).
“Como el fin de toda ética, digna de ese título, es la “crianza” de
un tipo de hombre, debemos considerar, así sea someramente, las
cualidades del tipo humano criado por la moral calvinista; el
burgués puritano” (Idem. P 26).
“Para modelar su arquetipo histórico sobre la frágil masa de la
arcilla humana, Calvino organizó en Ginebra, y lo mismo hicieron
sus seguidores en Inglaterra y Norte América, una verdadera
inquisición, cuya finalidad era imprimir a los creyentes las
virtudes que Calvino situó en el centro de su sistema moral: la
172
sobriedad, el ahorro, la diligencia y el repudio de los placeres de
los sentidos. En Ginebra, como después en la Nueva Inglaterra, se
estableció una feroz “policía de las costumbres” y todas las
acciones de los particulares fueron objeto de acuciosa vigilancia y
de sanciones draconianas. El presupuesto familiar, los gastos
menores, las diversiones, el modo de vestir, el atuendo de las
mujeres, las oraciones y los deberes conyugales, fueron sometidos
a la permanente y alerta intervención de la nueva Iglesia. En sus
observaciones sobre este aspecto del calvinismo dice Max Weber:
<<La concupiscencia aneja al coito, es considerada como
pecaminosa, inclusive en el matrimonio y, según opinión de
Spencer, es consecuencia del pecado, que convierte un hecho
natural y querido por Dios en algo indisolublemente unido con
sensaciones pecaminosas y por tanto en un
pudendum>>”…..”Para anclar la moral burguesa en el alma de los
creyentes, Calvino prendió las hogueras de la Inquisición
protestante. Su alma de moralista sádico gozaba presenciando los
castigos que decretaban los “santos” contra los infractores de las
severas restricciones exigidas por su “moral de la avaricia”.
Centenares de víctimas fueron torturadas en las cárceles de
Ginebra y llevadas a la hoguera, bajo la mirada febril del nuevo
Papa de los protestantes. El caso del sabio español Miguel Server,
a quien se debe el descubrimiento de la circulación de la sangre,
fue uno entre tantos, famosos apenas por la celebridad de la
víctima”…….(Idem. P. 26).
“La moral calvinista tuvo dramáticas consecuencias para el
destino de la humanidad. Por ella, el espíritu de lucro se convirtió
en sinónimo de santidad y la pobreza en síntoma anticipado de
reprobación. <<Un cristiano –reza un proverbio calvinista- no
puede ser un mozo de cuerda o un holgazán, y ser
bienaventurado>>. <<Si el hombre –agrega otro- es grande y rico,
el hará una armonía más dulce y melodiosa en los oídos de Dios,
que si fuese pobre y de baja condición>>. Las naciones, cuyas
clases altas se impregnaron de la ética puritana, dejaron de
considerar la explotación del pobre como hecho censurable y la
juzgaron como una virtud del rico, <<Ya Calvino –observa
Weber- había dicho que “el pueblo”, es decir, la masa de los
173
trabajadores y artesanos, sólo obedece a Dios cuando se mantiene
en la pobreza; esta afirmación sería “secularizada” por los
holandeses en el sentido de que los hombres sólo trabajan cuando
la necesidad los impulsa a hacerlo, y la formulación de ese Leith-
motiva de la economía capitalista condujo más tarde a construir la
teoría de la “productividad” de los salarios bajos>>” (Idem. P 27).
Del concepto de los ricos predestinados se pasó pronto al de los
pueblos y las razas predestinadas. Las grandes colonizaciones
anglosajonas en los siglos XVI y XVII se efectuaron por adeptos
de sectas calvinistas y los crímenes y depredaciones que
cometieron los famosos “peregrinos” puritanos contra los nativos
se justificaron con citas de la Biblia, que oportunamente
invocaban sus Pastores”……”Calvino y sus sucesores
comprendieron que el Nuevo Testamento representaba una
revolución contra el espíritu de la casta de negociantes judíos –
simbolizada por los fariseos, los publicanos y los rabinos –y sus
predilecciones fueron, por tanto, para el Antiguo Testamento.
Jehová, el Dios terrible, el Dios del “pueblo escogido”, reemplazó
en la mente del puritano a Jesús, quien no tenía Elegidos, había
venido a redimir a todos los hombres y arrojó a los mercaderes
del templo, porque <<mi casa es casa de oración y no cueva de
ladrones>>. En el alma del puritano se repitió el drama del
Calvario; Jesús no triunfó sobre Jehová, sino Jehová sobre Jesús y
la ética dio un salto atrás de dos mil años”.
“Renació entonces en el mundo, como era natural que sucediera,
la esclavitud, institución que la Iglesia casi había logrado
extinguir. Los continentes de color se vieron asaltados por las
“naciones predestinadas”, por los “pueblos elegidos”, los cuales
renovaron la monstruosa piratería de la trata de negros. Y como si
todo eso fuera poco, en el curso de corto lapso, las naciones
occidentales pasaron de la ética que prohibía la usura a la
institucionalización de la prisión por deudas. Así se resolvió, en
parte, el problema de la escasez de mano de obra en las colonias
de Norte América. <<los deudores de la plutocracia inglesa
fueron enviados a los dominios, encadenados como esclavos, para
174
pagar las sumas adeudadas con el producto de su venta, como
siervos, a los plantadores del Nuevo Mundo>>” (Idem. P. 28).
“Sólo en un país dominado por la ética puritana, como Inglaterra,
podía concebirse la posibilidad de que se dictaran leyes llamadas
“de pobres”, para perseguir deliberadamente a los pobres. Sólo
ese tipo de ética podía explicar la existencia, en las ciudades
inglesas, de esas infames bastillas, llamadas Casas del Trabajo, en
las que se amontonaban los desocupados no para recibir un alivio
sino para ser “castigados” por estar sin trabajo. Sólo bajo el
régimen de la burguesía puritana podían explicarse las doctrinas
que, en los siguientes términos, describe el historiador inglés
Lagny: << Se quejaban los empresarios de que, en comparación
con los holandeses, los obreros ingleses eran indulgentes y vagos.
Que de ello se deducía la conveniencia de los altos precios, los
cuales no eran una desgracia sino una fortuna, porque de esa
forma se compelía a los asalariados a ser más industriosos; que
los altos salarios, lejos de ser una bendición, eran una desgracia,
porque ellos conducían a las “orgías semanales”. Cuando estas
doctrinas se aceptaron generalmente, fue natural que los rigores
de la explotación económica se predicaran como un deber público
y, con pocas excepciones, los escritores de la época difieren
solamente en los métodos por los cuales la severidad debía ser
ventajosamente organizada….Todos estaban de acuerdo en que,
tanto en el campo moral como en el económico, era vital que los
salarios fueran reducidos…. Cuando los filantropiotas se
preguntaron si sería conveniente como les parecía, restablecer la
esclavitud, nadie esperaba que los sufrimientos de los desposeídos
despertara en sus corazones un sentimiento de compasión. El
rasgo más curioso de todo este debate, fue la absoluta negativa a
aceptar que la sociedad tenía alguna responsabilidad en las causas
de la miseria general>>” (Idem. P. 28).
“Sería inadecuado continuar este estudio sin tratar de inquirir cuál
era el tipio de Estado que la dinámica de la ética calvinista
propendía engendrar. “El problema tiene particular interés,
porque numerosos historiadores y tratadistas, inclusive católicos,
suponen que la organización dada por Calvino a su Iglesia,
175
condujo, por secularización, nada menos que al Estado
Democrático” (Idem. P. 29). Sin embargo esa afirmación parece
carecer, por completo de validez. Esta concepción de la
“democracia” nada tiene que ver con la democracia griega, de
cuyos valores institucionales y de su carácter se va nutriendo cada
vez más la nuestra. Se refiere luego Liévano, entonces, a muchos
elementos de juicio que le hacen pensar que esa opinión es
incorrecta. Más adelante tocaremos más ampliamente el asunto, y
sólo anotaremos un motivo que es más aplicable al tema del que
nos ocupamos. Para ello se apoya en el sociólogo protestante
norteamericano Perry Millar, y su obra “Los Puritanos y la
Democracia”. El habla de las organizaciones políticas que, a
través de sus Iglesias, establecieron las sectas calvinistas en
Norteamérica: “Nos referimos –dice Liévano- a la Iglesia
puritana, concretamente a la Congregacioncita, porque esa Iglesia
constituyó el verdadero Estado de los Puritanos y de ella se
derivó, gradualmente, el orden político propio de la ética
calvinista” (Idem. P 29).
“<<….En Hartford, Connecticut , uno de los colegas del gran
Thomas Hooker, el más completo teórico del Congregacionalismo
puritano, resumía el sistema diciendo que el Congregacionalismo
significaba una democracia silenciosa en frente de una
aristocracia activa>>…”Del Estado Burgués de Derecho, cuyos
principios llevaron a la realidad los puritanos ingleses y los
constituyentes norteamericanos, dice Harlod Lasky con sobrada
razón: <<Su Estado no es más que un contrato entre un grupo de
negociantes que forman una compañía de responsabilidad
limitada cuya ley consecutiva prohíbe a los consejeros todas
aquellas prácticas de las que, hasta su época, los Estuardo habían
sido culpables…..El buen ciudadano es el hombre que ha logrado
o está logrando la prosperidad; la ley debe ser la que él concibe
como necesaria. Las libertades que busca son las libertades que
necesita. De la crisis moral del siglo XVII emergió, en efecto, un
liberalismo, pero acordado a las implicaciones de la religión del
éxito. No es una religión que difiera profundamente de una época
a otra. Es el credo del fariseo que hace de las posesiones externas
la prueba del carácter, y asocia el mérito social con una ley que él
176
ha modelado para sus propios fines….Habiendo hecho de la
desigualdad un artículo implícito de su fe (la Predestinación),
invita luego a la libertad a quienes se les niegan los medios para
alcanzarla” (Idem. P 31),
Aquí vemos algunos pocos de los elementos en que resume James
Madison, uno de los principales autores de la Constitución
norteamericana, su concepto sobre el Estado Burgués de Derecho,
expuestos en su discurso pronunciado en la Convención
Constituyente de Filadelfia:”<<Actualmente prevalecen los
intereses de los terratenientes; pero con el andar del tiempo,
cuando el número de éstos sea comparativamente pequeño, ¿no
perderán la preponderancia en las elecciones venideras? Y, si no
se toman medidas adecuadas para impedir esto, ¿qué será de
nuestro gobierno? En Inglaterra, hoy en día, si se le diese el
derecho de votar a gentes de toda clase, la propiedad de los
terratenientes no tendría seguridad: se establecería la ley
agraria. Si estas observaciones son justas, nuestro gobierno debe
dar seguridad contra toda innovación de los intereses permanentes
del país…. El gobierno de be constituirse de manera que proteja
a la minoría opulenta contra las mayorías>>” (Idem. P 31).
“En el Campo económico el proceso de secularización de la ética
puritana tuvo desarrollos no menos significativos. Los llamados
Economistas Clásicos se encargaron de convertir en supuestas
leyes científicas las cuatro falacias que el calvinismo apuntaló,
con su moral, en el siglo XVI” (Idem. P. 32). De ellas hablaremos
en un próximo capítulo detalladamente.
“El verdadero paso revolucionario frente al ascetismo del
medioevo no lo constituyó la Ética de Calvino sino la postura de
de quienes se propusieron entonces introducir en el ámbito de la
teología, la política y la economía tradicionales, los radicales
cambios que parecían indispensables para emancipar la riqueza de
conceptos morales anticuados y hacer de ella un mero instrumento
para el beneficio de minorías supuestamente bendecidas por Dios,
sino el elemento esencial y necesario para construir un orden
nuevo en el mundo, desembarazado de la convicción agustiniana
177
de una ineludible contradicción entre la Ciudad de Dios y la
Ciudad del Hombre” (Idem P. 34).
“Gracias al genio de la raza española se iba a explorar esta nueva
alternativa y en el curso de esa experiencia habría de constatarse
que la Humanidad no estaba fatalmente obligada a oscilar entre la
influencia constrictora de la doctrina medieval de la Gracia y la
sola emancipación de un grupo de “predestinados”. Que existía el
camino obvio de libertar a todos los hombres, camino que los
humanistas del Renacimiento trataron de reivindicar para la
cultura, pero cuyo hilo perdieron entre las ruinas y los
empolvados manuscritos del mundo clásico. Para que este acto
histórico de liberación general tuviera plena eficacia, debería
operarse en el mismo campo de la Teología, donde las doctrinas
de la Predestinación y de la Gracia habían modelado al hombre
de la Edad Media y se preparaban a forjar al burgués puritano. A
esta empresa se la ha llamado, en nuestro concepto
equivocadamente, la Contrarreforma y ella se debe al genio de un
gran español, Ignacio de Loyola” (Idem. P. 34).
“Loyola, a diferencia de sus émulos contemporáneos, -Lutero y
Calvino-, no se quedó en la mitad del camino sino que frente a la
doctrina de la Predestinación y al dogma de la Gracia, dio el paso
revolucionario –uno de los gestos más audaces de la historia-, de
reivindicar el libre albedrío, es decir la libertad del hombre, frente
a las doctrinas que tradicionalmente la habían sojuzgado. <<No
debemos hablar –decía Loyola- tan largo e instando tanto a la
Gracia que se engendre veneno para quitar la libertad. De
manera que de la fe y de la Gracia se puede hablar, mas no de tal
suerte, ni con tales modos, mayormente en nuestros tiempos tan
peligrosos, que las obras del libre arbitrio reciban detrimento
alguno, o por nihilo se tengan”…. “fue la tajante afirmación de
Loyola, la cual constituía, frente a la Teología medioeval, una
declaración más revolucionaria que las de Lutero y Calvino,
según Liévano. (Idem. P. 35).
“Loyola no liberta al hombre con el fin de emanciparlo de Dios,
sino para situarlo en este mundo, embriagado de energías, que
178
apareció en el Renacimiento. Los valores esenciales del
cristianismo son sus metas, pero esos valores no deben
conseguirse por medio de una actitud contemplativa y de
renuncia, sino impregnando de esencias cristianas el orden
auténticamente terrenal que los hombres aspiran a construir para
su beneficio y bienestar”……..”La ética de Loyola, toma el hilo
perdido de la revolución abandonada y traicionada por Lutero y se
propone rehacer el mundo, no para establecer el reinado de los
Elegidos, sino para crear un orden social en el que puedan tener
cabida las legítimas aspiraciones de los oprimidos y de los
humildes, cuya defensa fue el objetivo central de las prédicas de
Jesús…….Los males que entonces combatieron los jesuitas se
parecen, en muchos aspectos, a los que invaden también los
tiempos actuales: mendicidad, paro, infancia abandonada, y
prostitución” (Idem. P 37).
Cita Liévano a Toynbee: “<<En el momento extremo de la crisis
–dice Arnold Toynbee en su “Estudio de la Historia”- la Iglesia
Católica fue arrancada de las garras de la destrucción por la
acción decisiva de una banda de santos que eclipsaron
completamente a los respetables pero prosaicos padres de
Constanza y Basel y cuya grandeza no tenía pares en la Iglesia
occidental desde que San Luis murió, en 1270, en la última
Cruzada y Santo Tomás, en 1274, se puso en camino para el
Concilio de Lyon. San Ignacio de Loyola capturó la audacia
intelectual de la Italia del Renacimiento, la cual había fomentado
el orgullo mundano del Papado en los tiempos en que Giovanni
de Médicis reinaba como León X y Loyola puso esa audacia al
servicio de una reforma total de la Iglesia, sujetándola a unja
estricta disciplina……Esos superhombres realizaron una tarea en
el mundo occidental la cual aún opera y la cual aún no ha dado
todos los ricos frutos que de ella pueden esperarse.”…… (Idem.
P 39).
“Tiene, por tanto, particular interés estudiar la manera como
Ignacio de Loyola y la Orden militante fundada por él,
propusieron rehacer el mundo. Porque su batalla contra la
dogmática medieval del catolicismo y sus aportes revolucionarios
179
a la organización política y económica de la sociedad, no
obedecieron a fútiles resabios teológicos, sino que fueron el más
grandioso esfuerzo realizado en la historia del catolicismo para
dar a la sociedad una verdadera textura cristiana” (Idem. P, 39).
“Correspondió al gran teólogo de la Orden, el español Luis de
Molina, el mérito de elaborar, en forma acabada, la doctrina
teológica del libre albedrío, como lo hizo en su tratado
“Concordia Liberia arbitri cum gracia donis, divina praesentia et
divina praedestinatione”, considerada, con razón, como la más
demoledora crítica a la Teología agustino – tomista”. Su
compleja argumentación sobrepasa las finalidades de Liévano,
por tanto solo nos consigna el propósito de su obra:
proporcionarle un fundamento teológico a la libertad del hombre
frente a la magna realidad de la Omnipotencia de Dios. Molina
elabora, para el efecto, su famosa doctrina del probabilismo,
doctrina que describe el vasto campo de las decisiones humanas
como regido por la ley de las probabilidades, que Dios conoce
pero no determina. De acuerdo con Molina, cuando el hombre
toma una decisión lo hace seleccionando entre numerosas
alternativas [opciones], todas posibles y probables” (Idem. P 39).
“Las doctrinas de este libro monumental fueron sometidas desde
el principio, a la más despiadada oposición por parte de los
teólogos que defendían la Teología agustino – tomista. Dos
Pontífices pensaron seriamente en prohibirlo por herético y los
luteranos y calvinistas fueron igualmente agresivos en la
manifestación de su rechazo. La idea del libre albedrío, base
esencial de la ética ignaciana, sufrió golpes no menos rudos en el
siglo XIX, cuando los progresos de la Ciencia de la Naturaleza
dieron aparente fundamento a la doctrina teológica de la
Predestinación. La causalidad y el determinismo, propios de la
Física Clásica, y la teoría de la evolución de las especies, de la
cual se deriva la creencia de que la naturaleza sólo deja supervivir
a los más fuertes, otorgaron aparente comprobación a la ética de
los Elegidos. Sólo cuando la Ciencia abandonó el estudio de
superficie de los fenómenos naturales y se adentró en el átomo,
fue posible a los sabios descubrir, no sin sorpresas, que en la base
180
esencial de la naturaleza no regía la determinación sino el
probabilismo. Lincoln Bernett, en su resiente estudio “El
Universo y el Doctor Einstein”, resume así las revolucionarias
conclusiones de la Física atómica: <<La Física de los “quantum”
–dice- ha demolido los dos pilares de la ciencia tradicional, la
causalidad y la determinación>>. Porque tratando, como se trata
en el átomo, en términos estadísticos y de probabilidades, se ha
abandonado toda idea de que la naturaleza presenta una
inexorable secuencia de causa y efecto. Y por la admisión
inevitable de márgenes de incertidumbre se ha renunciado a la
antigua esperanza de que la Ciencia, dado el presente estado y
velocidad de cualquier cuerpo material en el universo, puede
prever la historia del Cosmos para todos los tiempos. El resultado
de la pérdida de esa esperanza ha sido un nuevo argumento en
favor de la existencia del libre albedrío” (Idem. P 40).
Posteriormente a todo aquel proceso, sigue una historia bastante
conocida por nuestros contemporáneos. La caída del Imperio
Español marca el fin de los poderes políticos que rigieron, en gran
parte la suerte de Occidente hasta finales del siglo XVII, que
sostuvieron en alto el orden tradicional de la Edad Media, y los
designios de la Iglesia Católica Romana en el contexto político
europeo y en muchas de sus colonias; aunque no sólo eso, quizás
cambió la suerte del Mundo, en su conjunto, al frustrar los
desarrollos políticos globales, en grande escala, que se gestaban
dentro del espacio estratégico abierto por la aparentemente mal
denominada, Contrarreforma , y que proyectaban instituciones
como la Compañía de Jesús. Tal vez el mundo hubiera sido muy
diferente del actual. Marca el acceso al podio mundial de nuevos
poderes políticos, nuevos estilos de liderazgo, nueva orientación
estratégica, que se basaba, de manera muy perfilada, en los
principios propios de la ética calvinista. Es el tiempo de la cultura
anglosajona y de sus maneras típicas de afectar a los hombres.
Marca el principio del fin de los regímenes monárquicos, anuncia
la Revolución Francesa, la emancipación de Norteamérica de la
metrópoli inglesa, la Revolución Industrial. Nacen el Estado
Republicano, y la Urbe adquiere una nueva dimensión económica:
Nace en ella la nueva Sociedad Industrial. Dentro de este nuevo
181
contexto estratégico–político se desarrollan la Ciencia y la
Técnica. Ya en el siglo XX se produce la primera revolución
exitosa del movimiento socialista europeo, destinado a reivindicar
los derechos de los obreros de los abusos de los patronos; se da a
mediados del mismo siglo el movimiento “hippie” entre la
juventud norteamericana y se extiende a todo el mundo con su
propuesta de apelar a la alternativa del Amor, como solución
radical a la orgía de sangre que se vive en todo el mundo. Se da el
grito de libertad de los estudiantes franceses de la Universidad de
la Sorbona de París en 1968 que se sienten injustamente limitados
por la reglamentación de los dormitorios estudiantiles que
prohíben la convivencia de parejas en ellos, grito con el cual
reclaman el derecho a la “propiedad de su propio cuerpo”, al
derecho de dictarse, a sí mismos, la razón de su propio
comportamiento. Irrumpe y es sofocada con tanques, ese mismo
año, en Checoeslovaquia la “Primavera de Praga”, en la cual el
pueblo checo declara que se siente oprimido por el poderío
soviético y reclama su derecho a proclamar un socialismo
independiente, con rostro humano. Todas esas experiencias hacen
notar que en el mundo actual la población humana ha logrado
niveles de madurez nunca alcanzados antes, que el hombre ha
ganado mucho en responsabilidad y en la consciencia de que a
nadie más que a él le compete resolver el problema de asegurar
mejor la suerte que le espera en el Porvenir.
Dos referentes pueden alimentar nuestra visión acerca del camino
a seguir en la persecución de nuestra genuina realización como
seres humanos, pueden enfocar el impulso de las energías que
comprometamos en la consecución de ese propósito, pueden
mover nuestra atención hacia objetivos que logren remover
nuestra vida, proyectarla más decisivamente, trascender los
paradigmas que nos tienen atados, hoy, a formas de vida abyecta
que anhelamos superar, y que han sido construidas sobre bases
bien deleznables tomadas de épocas de confusión, de violencia
inenarrables, de Imperios, de hegemonías, de usurpación, de
suplantaciones, que han elevado la infamia, la mentira, el abuso, a
la categoría de argumentos suficientes para legitimar
reconocimientos de autoridad, de derechos, so pretexto de
182
merecer la ruina, de padecer el genocidio, de ser víctimas de la
muerte masiva y total como “precios” a pagar por la osadía de
querer ser nosotros mismos; de ese comportamiento que ha sido
el “sello emblemático” de gran parte de las luchas políticas en
Colombia, en nuestro país, desde el más humilde caudillo popular
hasta los grandes líderes partidistas; ese comportamiento ha
determinado nuestro destino como “sociedad”, en medio de la
frustración general, de los odios despertados, del absurdo
desconocimiento de los más elementales derechos del “enemigo
político”, de quien piensa distinto, de quien acaricia otros sueños
personales, todo lo cual significa sólo amenaza, agravio, reto de
vida o muerte; de ese comportamiento que es característico del
espíritu, de la visión de muchos de nuestros líderes, de nuestros
hombres de empresa, de nuestros estadistas; porque sabemos, por
experiencia, para muchos de ellos, sólo la Victoria total sobre sus
contendores, sobre el “enemigo”, su reducción, su sumisión
absoluta, son objetivo digno de cualquier lucha política. Esos
referentes son: nuestros niños, nuestros hijos, cuyo bienestar,
cuya realización debería formar parte de nuestra visión de futuro,
de nuestros desvelos. El otro, que aún en las sociedades
secularizadas modernas, debería ser objeto de respeto, de
consideración de aquellos que no lo toman como un “medio” para
alcanzar una visión más digna de su vida en favor quienes sí lo
hacen: es Dios. Esos dos referentes pueden hacer dinámica
nuestra vida, darle un sentido trascendente a nuestra evolución
cultural, pueden permitirnos cifrar nuestras esperanzas en motivos
distintos a la Violencia, a la Guerra, para salir del “círculo
vicioso” de la caótica tragedia que vivimos en la actualidad.
El mundo moderno, aunque sea secularizado no tiene que ser
materialista, no tiene que ser agnóstico, no tiene que ser ateo, así,
la visión sobre la que se asienta gran parte de la cultura moderna,
se origine en la reducción, casi inverosímil, del ángulo de la
visual de la realidad humana aportada por una ética mezquina,
como es la ética del lucro. Hoy, luego de doscientos años de
experiencia, desde luego, los perfiles de esa ética han sufrido
cambios, han sido permeados por doctrinas de pensamiento más
humanizadas que hacen que su aplicación sea menos radical.
183
Pero, dentro de las circunstancias actuales, es preciso reconocer,
que la relación del Hombre con Dios es diferente: Para muchos
su presencia no tiene mucho significado; pero para otros es un
referente de singular valor utópico, que se mira más allá de todo
paradigma; es ni más ni menos que un destino cierto para muchos
seres humanos, un “pastor que ama y apacienta sus ovejas” no
como en la antigüedad, un Dios tirano, dueño de la vida y muerte
de sus hijos. Aún así, falta mucho camino que recorrer para
restablecer el equilibrio en las relaciones entre el Hombre y Dios,
entre el significado de lo que es un mundo sólo de humanos y
para humanos y lo que es un mundo de humanos que busca
trascender su visión, su realidad actuales, tan tristes como son,
por su redención efectiva, su tránsito real hacia estadios más
universales, a través de la búsqueda de Dios. Espero sinceramente
que este trabajo sea de ayuda para aquellos que deseen emprender
y emprendan efectivamente y seriamente ese camino soñado.
Seguramente, luego de la lectura de este texto, se le va a ocurrir a
nuestros lectores, una, o quizás, muchas preguntas, sobre el
propósito del autor con el planteamiento de este tema.
Anticipándome un poco, empecemos, al menos con algunas:
¿Acaso es importante reivindicar unos valores culturales que
dieron su fruto, pero que, aparentemente, ya carecen de toda
posibilidad de proyección social? ¿Tal vez valga la pena exaltar
los ánimos del lector, profundizar en el conocimiento de los
conflictos actuales, hacerlos más solubles? ¿Sería de valor
encender un debate sobre hechos históricos trasnochados,
superados, y por tanto, que a nadie le interesan? ¿Sería razonable,
sensato, alzar la bandera de una causa cuyo “cuarto de hora” ya
pasó, atizar la hoguera, hurgar heridas todavía no suficientemente
cicatrizadas? ¿O sería más pertinente demoler, de cualquier
manera, como lo hacen los fanáticos y fundamentalistas, la
institucionalidad social actual, desencadenar una nueva
hecatombe humana, abrirle espacio a una nueva edición
revolucionaria, de guerras y violencia, de caos, agregarle un
nuevo ingrediente explosivo a las nada fáciles circunstancias de
conflicto que hoy nos acosan? ¡La respuesta categórica es que ese
no es, definitivamente, el propósito! La visión de una situación
184
tan difícil, tan dramática, como la vive el mundo de hoy, no
puede ser descrita en términos que encubran del dolor humano, la
angustia de los hombres, tal cual es vivida. Tampoco que
induzcan a la indiferencia frente a las tragedias del prójimo,
máximo si se originan en la ignorancia de los efectos que, el
mismo hombre ha generado con sus maneras de pensar, con sus
maneras de actuar. Si queremos un mañana mejor, éste lo tenemos
que construir con los elementos que tenemos a mano hoy, que
difieren, definitivamente, de aquellos en los cuales confiaron
nuestros antepasados para construir nuestro mundo de hoy, entre
los cuales, la promoción de la Violencia y de la Guerra, ha
asumido una posición preponderante, procesos que ascendieron,
con la teoría de Clauswitz, a la dimensión de teoría política.
¡Hemos de tomar la iniciativa sobre la base de la propuesta de
Jesús, <<El Amor>>.
Mis propósitos son pues, muy diferentes: Puedo enumerar
algunos de ellos: Mis indagaciones estaban orientadas, en primer
lugar, a una mayor comprensión de mi propia situación actual, de
mis experiencias directas, de mis aprendizajes, de mis maestros y
profesores de toda la vida, de mis fuentes de información frente a
las circunstancias históricas concretas que, indirectamente o
personalmente, me tocó vivir, y que afectaron y siguen afectando
muy positivamente mi consciencia, mi suerte y la suerte de
quienes, de alguna manera, se relacionaron conmigo,
particularmente mi familia, las personas que trabajaron o siguen
trabajando conmigo, las personas que me rodearon que me
inspiraron o no, mis vecinos, etc.
Ello me permitió enriquecer sustancialmente mi consciencia y
darme cuenta que, el entorno social, el medio comunitario en que
yo me crié, en el que me formé como persona, en los que crecí y
sigo creciendo, en los que viví y sigo viviendo, su historia, su
patrimonio cultural con sus valores y carencias, no sólo afectaron
la calidad de los ambientes sociales en que he vivido, sino a mí
mismo de manera contundente, y también a mi capacidad de
adaptación a nuevas circunstancias vitales, a mi capacidad de
establecer nuevas formas de relación social, a mi voluntad de
185
apertura, a mis capacidades de participar con otras personas en
proyectos de vida comunes, a mis propias posibilidades de
crecimiento personal, con el fin de hacer posible en mi lo que
antes no era posible.
Con ello logré entender, cómo detrás de lo que yo soy, de lo que
yo pienso, de lo que yo aspiro, de lo que son mis vecinos en mi
entorno, de lo que piensan, de lo que sueñan, hay toda una
historia de dolor humano, de perversidad, de equivocaciones, de
aciertos, de frustraciones y realizaciones, de pérdidas y de
ganancias, que a unos abochornan, a otros exaltan, a otros
enorgullecen, a otros enlutan, a otros frustran, a otros llenan de
esperanzas, según sea la vertiente, o los conjuntos de las
vertientes de la cultura humana que han incidido, que se han
conjugado, en la formación de nuestro carácter. Cada vez que
alguien es asesinado, que una economía es defraudada, que una
menor de edad es violada, que un hombre afortunado es
secuestrado, que una persona honrada es asaltada en su buena fe,
que se da un asalto armado a un pueblo, que se acomete una
masacre masiva, que se desata una estela de horror, de dolor, de
odios, de deseos de venganza, se frustran vocaciones completas,
empresas y familias enteras, se tuerce la suerte que debía ser para
hijos potenciales, para futuras madres de familia, para futuros
hombres de empresa, para linajes enteros de seres humanos, de
comunidades, de naciones. Muchos antes de mí, antes de los que
hoy habitan mi país, el planeta, por no decir que muchos
contemporáneos míos y nuestros, tuvieron que pagar el precio de
lo que yo soy, de lo que son los hombres de hoy, con su sangre,
con la pérdida de su patrimonio, con la frustración de sus
aspiraciones, hayan sido ellos señores o siervos, reyes, nobles,
plebeyos, potentados, villanos, campesinos, comerciantes,
empresarios, industriales, artesanos, indigentes, pordioseros,
mendigos, guerreros, delincuentes, pertenezcan o no a la cultura
occidental, o pertenezcan a cualquier cultura raizal europea,
asiática, africana, americana o australiana. ¿Sabe Dios cuál
hubiera sido su suerte en otras circunstancias? De todas maneras
nos queda difícil saberlo. Sin embargo su experiencia nos deja
una lección de vida, a veces dulce y a veces amarga. Pero el valor
186
de esa lección es invaluable, es imperecedera, forma parte de
nuestro patrimonio cultural actual. Ellos han pagado, también, el
costo del mundo en que estamos situados, del nivel de vida del
que, tal vez, nos enorgullecemos de disfrutar y exige que nuestra
memoria se nutra con sus recuerdos, con nuestro respeto, con
nuestro agradecimiento, y en su nombre, nos propongamos la
construcción de un mundo mejor, más justo, más acogedor, más
ecuánime, más digno.
Otro de mis propósitos es compartir esa visión, animar a otros a
que trabajemos sinceramente, diligentemente, en borrar de la faz
de la tierra ese dolor humano, esa frustración, ese sentimiento de
impotencia, esa desconfianza que nos abruman a veces, que nos
deprimen, que nos paralizan, sin que tengamos que esperar que a
nosotros nos corresponda cosechar, para nosotros, todos los
frutos. Queramos o no, la experiencia ya nos dice, que la
“cosecha” no es sólo del sembrador. Las aves del campo también
se lucran de su trabajo, se guarecen bajo los árboles de su granja,
colocan sus nidos bajo los alares de su cabaña. Las creaciones del
más egoísta empresario, por fuerza de las leyes de la Naturaleza,
no solo lo benefician exclusivamente a él; debe compartir el fruto
de su trabajo, de sus iniciativas, de sus experiencias, aunque se
proteja con cualquier suerte de derecho intelectual, de marca; a
veces, benefician a generación tras generación de sucesores, de
empleados y obreros, de nuevos hombres de negocios, etc. Igual
ocurre con los estadistas. El Estado representa, igual que las leyes,
las costumbres, la cultura, el conocimiento, dentro de éste, lo
científico, lo técnico, etc., y el acervo de instituciones sociales y
políticas, todo un patrimonio humano que permanece y sus
usuarios lo reciben como una herencia positiva de quienes
llegaron a promoverlos. El reconocimiento de esa realidad, me ha
permitido entender, que, más que el aislamiento del otro, que la
discriminación del otro, que el repudio del otro, a pesar de las
diferencias, o más bien, por razón de ellas, debemos orientar
nuestra vida a compartirla conscientemente con los otros, a
enriquecernos mutuamente, a llenarnos de motivos para hacer de
nuestra vida algo más útil, más versátil, más valioso para los
demás.
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Históricamente, por lo que hemos observado, el Burgo, la Urbe, la
Gran Ciudad, el medio urbano y sus instituciones, están
destinados a ser el escenario donde se diseñe el mundo humano
del mañana, donde el Hombre pueda proyectar su bienestar o su
desgracia. De ello creo tener consciencia. Allí, en su mundo
cosmopolita, van a converger y a conjugarse los múltiples
caracteres culturales, las múltiples experiencias que han forjado el
alma humana de nuestros contemporáneos y se están forjando, en
parte, el alma humana de quienes nos sucedan. Esa sociedad
urbana de múltiples facetas, de pluralidad reconocida, de
instituciones democráticas ya experimentadas, posee los medios
más prometedores de los que nunca disfrutó en el pasado ninguna
sociedad humana, para asegurar su suerte en condiciones dignas.
Eso es cierto, entre otras cosas, al nivel del conocimiento humano
de sí mismo y de los recursos que le proporciona su Medio
Natural, al nivel de la dinámica evolutiva de su Cultura, incluidas
la Ciencia y la Tecnología.
Todo lo anterior vale como argumento para cualquier persona, a
la hora de tomar decisiones, acerca de lo que vaya a hacer con su
vida. Por ejemplo, si seguir echándole leña al fuego de la
Violencia; si seguir destruyendo vidas haciendo negocios con la
salud ajena, abriéndole nuevos espacios a actividades
perjudiciales como el tráfico de estupefacientes, el tráfico de
niños, el trafico sexual, la trata de blancas, los juego de azar; si
seguir terciando en pro del establecimiento de nuevas formas de
dependencia social, económica, política, y aún criminal, de viejos
o nuevos amos, por interés propio, estorbándole decididamente al
crecimiento y desarrollo efectivos de la Sociedad, de la vida
humana en general, si seguir interfiriendo el desarrollo de la vida
pública, haciendo que el interés público carezca de espacio
suficiente, de recursos suficientes, o lo contrario, bloqueando el
legítimo derecho al trabajo, a la creación empresarial,
interfiriendo la esfera de lo privado con la intervención ilegítima
de lo público; o bien, consagrarse, más bien a apoyar el
crecimiento de sí mismo, de aquellos con quienes comparte su
espacio, a apoyar el desarrollo de la sociedad en que vive y
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comparte su vida, de suerte que mejoren los niveles de vida, de
comunicación, de integración social, a procurar aportarle nuevas
ideas productivas, nuevas instituciones, nuevas fuentes de trabajo,
nuevos horizontes industriales, de servicios, de asentamiento y
poblamiento, a encontrar los medios de lograr mantener un
equilibrio económico adecuado, a desarrollar nuevas estructuras
sociales, a mejorar la eficacia de su función, nuevos medios de
comunicación, a reforzar los vínculos en todos los órdenes con
otras sociedades, etc.
La transferencia directa de tal cantidad de texto tiene dos motivos:
El primero, evitar perder la contundencia conceptual del autor y la
precisión de lo que él pretende afirmar; segundo, sería muy difícil
reproducir tal densidad de mensaje, en un ejercicio de redacción
aún menos compacto que el suyo. Quiero dejar sentado, además,
la necesidad de que el lector pueda asignar la autoría de muchas
opiniones a la persona que, realmente, tiene por origen. Muchas
de mis opiniones provienen, ciertamente, de la detenida lectura de
las fuentes que he usado y, curiosamente, como ocurre en los
últimos textos transferidos, el enlace con otras áreas de este
trabajo se da, magistralmente, haciendo que los temas tratados se
complemente a veces con alusiones directas de los autores
consultados, las que aporten su apoyo argumental, casi de la
misma manera en que yo lo haría.