Escrito final seminario lationamerica

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EL CERRAMIENTO DE LA VIVIENDA EN LA CIUDAD Ángela Mantilla - Jorge Rico

La vivienda es nuestro lugar en el mundo y debe ser concebida de acuerdo a las necesidades de quien la habita, relacionarse con la vida en comunidad, responder a las ideas de su momento y de su lugar de implantación, su eficacia depende de la experiencia de sus ventajas y desventajas; La vivienda es una necesidad que ha acompañado a la humanidad por mucho tiempo y hay muchas respuestas a esta necesidad, en las ciudades actuales surgió otra forma de habitación que son los apartamentos, así que se construyen edificios y conjuntos residenciales para alojar la mayor cantidad de personas que exige su crecimiento acelerado. En la ciudad de Bogotá, con la llegada del movimiento moderno se adoptaron modelos de ciudad con excelentes relaciones público-privadas y se construyeron proyectos ejemplares en donde la vivienda privada se relaciona con su entorno y genera nuevos espacios públicos, pero en algún momento esta forma de hacer ciudad tuvo un cambio drástico y hoy en día la vivienda conforma manzanas cerradas e introvertidas que eliminan la vida en la calle. Este escrito trata entonces de analizar todas las transformaciones que llevaron al cerramiento de la vivienda en la ciudad.

La modernización de la ciudad trata de las transformaciones materiales que alteran la estructura física de un espacio urbano, así como la transformación de la mentalidad individual y colectiva que orientan los cambios materiales y asumen sus efectos; su llegada al país se manifestó en dos campos: la industrialización progresiva que generó bases económicas para otras actividades y la inserción de esquemas culturales en campos de expresión carentes de infraestructura adecuada para desarrollarlos. En el siglo XX Bogotá adoptó la modernización mucho más tarde que en otras partes del mundo, así que se fracturaron las formas de habitar, un proceso ideal sería un estado en el que los beneficios serian para todos y no para unos pocos. Como los beneficios de este proceso no siempre cubren a la mayoría de la población, se trata de una sociedad que estimula los modelos de consumo, así que los ideales del proyecto moderno no se cumplieron en Bogotá.

La transformación del entorno material debe dirigirse a dotar a los ciudadanos de mejores

condiciones de vida. Para lograr este objetivo, así como un desarrollo económico y social, se

optaba por usar la comparación para alcanzar a los países con un alto de grado de

industrialización, institucionalización y masificación de bienestar, pero entre las potencias

mundiales y la realidad de los países de tercer mundo había una distancia abismal, la

modernización en nuestro país requería una noción especial de manejo de las circunstancias. Esta

relación entre modernización y desarrollo se planteó como la vía a la felicidad, pero en ese

momento los países latinoamericanos pasaban por crisis internas como la violencia rural y

migraciones masivas, así que como consecuencia, se genero la ruptura de estructuras económicas

y culturales existentes.

En 1923 surgió la intención de orientar el crecimiento y transformación de Bogotá con un plan, a

través de estudios, programas y normativas. Los planes de ensanche como el de Bogotá futuro y

las propuestas urbanas de Karl Brunner, querían establecer medidas, para organizar una ciudad

armónicamente, para esto propusieron prolongar la trama urbana existente, delimitar las

manzanas y diseñar los espacios abiertos, todo sujeto a geometrías precisas, se describe como la

ciudad “dibujada”, porque su representación en plano contaba con una gran cantidad de detalles.

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Una ciudad se considera moderna urbanísticamente cuando cuenta con una infraestructura completa de servicios públicos, una red de vías jerarquizadas, el uso de sistemas de transporte público, una organización del territorio dividiendo el espacio público y el espacio construido, diversos tipos de edificaciones que adopten nuevas tecnológicas en cuanto a su construcción y nuevos usos que se adapten a las crecientes necesidades de los ciudadanos. Bogotá es y no es moderna, ya que cumple con sus principios pero no componen únicamente su fundamento; la ciudad es moderna a pesar de las condiciones de su transformación.

Después de los años cincuenta se vivieron dos procesos que marcaron esta transformación: el paso de lo rural a lo urbano y de lo tradicional a lo moderno, pero su magnitud y combinación con otros factores junto con la persistencia de una mentalidad tradicionalista que no entendía la necesidad que tenía el país de un cambio, llevaron a un conflicto casi permanente. “La modernización en Colombia es como un horizonte que siempre está en la misma lejana distancia

de quien camina en su persecución” Alberto Saldarriaga.

La vida urbana es el resultado de la presencia y participación de diversos grupos humanos, la cultura ciudadana es la reguladora de la vida de estos grupos, los habitantes de una ciudad como Bogotá no son un una masa homogénea, se agrupan en segmentos diversos según su proveniencia, estrato, educación, intereses y participación en los asuntos de la ciudad. Esta masa, compuesta por la mayoría de la población, está sujeta a las imposiciones de los grupos de poder estatal y los medios de comunicación que determinan sus modos de vida, pero existen a su vez grupos marginales que se alejan de esta manipulación, siendo intérpretes de la realidad urbana; la ciudad es una constante mutación de formas de vida, costumbres, espacios y edificios que se acumulan, permanecen o desaparecen, el carácter de una ciudad deriva de estos cambios y son parte esencial de su encanto o desencanto. Parte de ese carácter son sus tradiciones, como parte de la mentalidad y la vida urbana, la relación entre el pasado y el presente es vital para una ciudad, una modernización mal concebida puede llegar a imponer trasformaciones donde el pasado pierde vigencia y presencia.

La ciudad no se transforma por sí sola, si las personas no son modernas, esta nunca será moderna;

son los ciudadanos y algunos agentes especializados como urbanizadores, promotores, arquitectos

y constructores quienes deciden si conservar o sustituir lo existente por un nuevo entorno

construido, esto regulado por normas oficiales y culturales, el choque entre estas, deja su huella

en el paisaje urbano. Paralelo a estas circunstancias ideológicas el Estado asumió un papel

importante; la vivienda convertida en problema de primer orden fue la razón para tomar una serie

de medidas a través de instituciones estatales con gran fuerza, en medio de esta época de obras y

no de planes, la vivienda comenzó a jugar un papel determinante en el crecimiento urbano y

transformación social de la ciudad, convirtiéndose en el campo de mayor intervención. Y en ello

fue definitivo el paso de la casa unifamiliar al apartamento, una especial tipología y forma de

habitar que negó tanto la conformación urbana como la independencia y discreción de la vivienda

anterior.

Los planes modernos como el Soto-Bateman (que fue modificado por la SCA), el plan director de

Le Corbusier y el plan regulador de Wiener y Sert aplicaron principios que ya se habían trazado en

los congresos internacionales de arquitectura moderna, esta dirección se mantuvo entre los años

cincuenta y setenta con una política de continuidad en la planeación de la ciudad, considerada

“abstracta”, reflejada en códigos de zonificación.

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En 1933 con el acuerdo №28 se fundó el departamento de urbanismo en Bogotá, como

dependencia de la Secretaria de Obras Públicas Municipales, su principal objetivo era crear un plan

de reordenamiento, para esto se contrató al urbanista Karl Brunner, quien propuso intervenciones

urbanísticas en cuatro sectores de la ciudad (reordenamiento y ensanche del tejido urbano). El

gobierno nacional por medio del decreto 711 de 1932 creo el Banco Central Hipotecario, el cual

debía entregar créditos para compra de vivienda, años

después el banco empezó a construir sus propias viviendas

que serían vendidas a sus empleados, desde los años

cincuenta se practicó un sistema diferente a la hora de

desarrollar sus proyectos: el grupo técnico estaba encargado

del trazado urbanístico, mientras arquitectos reconocidos

proponían nuevas tipologías de vivienda, esto resulto en

excelentes modelos de urbanismo y arquitectura

habitacional.

El Instituto de Crédito Territorial se creó para fomentar la

construcción de viviendas campesinas, luego se creó la

“sección de vivienda urbana” que prestaría dinero a los

municipios para la construcción de barrios populares

modelo, en 1958 empezaron programas de

“autoconstrucción” para familias de ingresos mínimos (como

sucedió con el barrio Minuto de Dios), este mismo año

iniciaron programas de “terceras partes” y prestamos de

propietarios de lotes para los ciudadanos de ingresos

medios; la diversidad de modalidades brindadas expandió su

capacidad de servicio.

La Caja de Vivienda Popular, se encargó de la consolidación

de los barrios Primero de Mayo y Acebedo Tejada y

construyó el Barrio Modelo del Norte proyectado por

Brunner, la sección de vivienda urbana del ITC por su parte

se involucró en vivienda para empleados públicos en los

Alcázares y la unidad vecinal de Muzu para familias de bajos

ingresos, en ambos proyectos se empezaron a aplicar los

principios urbanos y arquitectónicos de vivienda en serie. La

Caja de la Vivienda Militar y el Fondo Nacional del Ahorro,

desarrollaron por su parte proyectos de vivienda económica en la ciudad, la caja ofrecía vivienda al

personal de las fuerzas armadas, así que los proyectos se ubicaban cerca a bases militares, el

fondo disponía de los recursos de las cesantías de empleados públicos y oficiales, los ahorros

voluntarios de trabajadores oficiales y los aportes de entidades públicas y privadas para promover

proyectos en diversas ciudades.

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FUNCIONALISMO Y LA TÉCNICA – 1940

La destrucción en el centro de Bogotá (disturbios de 1948) sirvió como una excusa para replantear el urbanismo y proponer grandes intervenciones de renovación del centro de la ciudad, pero se quedaron en ideas. Las visitas de Corbusier en 1947 y 1949 hicieron que sus ideologías se proyectaran en los profesionales más jóvenes, pero su influencia fue tomada con prudencia y a pesar de ser dominante no absorbió del todo a los profesionales que tenían influencias adicionales, se hicieron construcciones Corbusianas a la colombiana como el uso de muros blancos, marcos y techos en concreto, asimetrías, toques escultóricos, texturas,.. Las obras del maestro fueron también muestra de los beneficios y la fácil aplicación en la construcción del concreto reforzado.

El concreto además de ser eficiente permite cierta libertad en el trabajo creativo, lo que generó experimentos muy interesantes. Para su difusión se necesitó el desarrollo de la industria del cemento y el hierro con ingeniería avanzada y obra de mano calificada, de estos ingredientes debía surgir una arquitectura indudablemente moderna. La variedad de ideas en el uso del material muestra el interés de arquitectos e ingenieros por experimentar con nuevas estructuras como el concreto que ya había ganado reputación como signo de la modernidad, en la siguiente década disminuyo la cantidad de obras que demostraban creatividad a la hora de manejar el material y su uso se volvió convencional. En cuanto a las ventajas de combinar diversos usos en un solo conjunto arquitectónico, el Centro Bavaria y el Centro Internacional fueron grandes ejemplos, ya que al mezclar armoniosamente el comercio, oficinas y vivienda, proyectaron edificios en el espíritu funcionalista y tecnológico propio de la modernidad.

Cuellar Serrano Gómez fue una de las firmas que representaron esta tendencia, la “cité” fue una de sus primeras obras y fue una unidad cerrada de apartamentos con comercio sobre la calle y servicios comunales propios, cuando el ingeniero Gabriel Serrano viaja a Brasil siendo presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, trae consigo la idea de sustituir las placas macizas de las estructuras de concreto convencionales, por unas aligeradas mediante el diseño y el cálculo de un procedimiento de aligeramiento de entrepisos con el empleo del ¨reticular celulado¨, tecnología que aplicaron en el centro internacional, donde la firma estuvo encargada de 6 de las 9 edificaciones en cuanto a diseño y construcción; el CIT no es solo una muestra de los avances en cuanto a tecnología de la época, es también un “Centro urbano moderno, de estratégica inserción en la ciudad, que configura a escala Urbano- Arquitectónica un conjunto unitario y variado mediante el uso de edificios en torre y plataforma que albergan diferentes funciones. La primera planta resuelve un articulado sistema de espacios libres que permite la integración física y visual con el entorno y las prexistencias históricas del lugar” Ministerio de cultura, Ciudad y arquitectura moderna

en Colombia, 1950-1970.

Siguiendo el ejemplo del CIT, la vivienda adopto esta forma de ocupar el terreno, pensando en la

vida de calle y en sus visitantes; una norma que cambio la visión de la propiedad de los bienes

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inmuebles fue la ley 182 del 48, “sobre el régimen de la propiedad de pisos y departamentos de un

mismo edificio” o ley de propiedad horizontal, esta reguló por primera vez la copropiedad de

unidades habitacionales que antes era manejado por cada unidad con sus propios estatutos, la ley

se reglamentó en 1959 y le han seguido varias disposiciones. Uno de los primeros edificios

residenciales regidos por esta norma fue el de Residencias Sabana (inspirado en la unidad

habitacional de Marsella), en donde los dos primeros pisos están destinados a locales comerciales,

oficinas y un cinematógrafo, cuenta además con una estructura de pantallas de concreto

estructurales, apartamentos dúplex en L y una circulación central; la edificación además de

contribuir a la densificación en el centro de la ciudad, empezó a utilizar un modelo de ciudad en

donde la vivienda en altura podía tener privacidad, pero al mismo tiempo otorgar espacios de

calidad a la ciudad y sus habitantes.

El mejor ejemplo de vivienda en cuanto a adaptación de ideas, arquitectura y urbanismo moderno es el Centro Urbano Antonio Nariño(52-58), concebido como una ciudad dentro de la ciudad, es una súper manzana con amplias zonas verdes, una gran red peatonal y gigantescos bloques sueltos de vivienda (960 apartamentos para 6400 personas) que liberaban el suelo para plantear una considerable zona comunal, pero este proyecto no planteaba una relación o continuidad en su entorno y tampoco determinó parámetros a seguir en el posterior desarrollo físico del sector y la ciudad; inicialmente el proyecto tuvo mucho rechazo, debido al bajo valor de la tierra en ese momento, lo que permitía la construcción de conjuntos de casas para vivienda popular, en esa época no se consideraba buen negocio comprar una vivienda sin lote, pero esta unidad habitacional introdujo a nuestro medio el concepto de propiedad horizontal y nuevas formas de vida en comunidad. La supermanzana, una generosa porción de terreno rodeada por vías importantes, se convirtió en el modelo para las unidades residenciales y posteriormente los llamados conjuntos cerrados; mientras que la unidad habitacional, se convirtió en un esquema que poco a poco logró validez y dio significado a un sin número de planteamientos presentados.

Al revisar este tipo de conjuntos arquitectónicos en los que la función y la técnica constructiva fueron esenciales en su concepción, se evidencia como la arquitectura Bogotana pasó de una tímida modernización a una producción consolidada y significativa, digna de ser expuesta en el contexto internacional.

LA ESTÉTICA Y LO ORGÁNICO - FINALES ´50

A finales de los años 50 la falta de infraestructura tecnológica adecuada que facilite la reproducción de los modelos internacionales, cuestiones de juicio o la intuición de que fuera de estos modelos, habían posibilidades interesantes y apropiadas al medio de ciudades como Bogotá dio origen al estudio de la arquitectura orgánica, lo que dio vía libre a la expresión personal del

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arquitecto, se buscaban lenguajes arquitectónicos particulares enfrentados a las propuestas de las grandes compañías.

Los arquitectos bogotanos estudiaron los escritos y analizaron las obras del historiador Bruno Zevi, los arquitectos Frank Lloyd Wright, Alvar Aalto y Hans Scharoun entre otros, para experimentar nuevas formas de hacer arquitectura a su manera, así que la personalidad del diseñador cobro especial importancia, también surgieron nuevas formas en que la edificación se relacionara con su entorno (el concepto de “lugar” empezó a tomar forma), así como su espacialidad, forma y manejo estético de los materiales, esta separación del movimiento general que imitaba a la arquitectura internacional se representaba en la división de las corrientes del funcionalismo, la defensa de la intuición en el proceso de diseño desafiaba al racionalismo dominante. A pocos años de iniciada, esta nueva arquitectura bogotana ya era objeto de atención y admiración, no era solo el ladrillo lo que la definía, eran sus conceptos de espacio, forma y sentido de pertenencia al lugar.

El uso del ladrillo a la vista estaba presente desde mucho antes en la arquitectura de la ciudad, pero su relación con la vivienda económica y la construcción popular dificultaban su entrada a la arquitectura culta. El interés de esta nueva corriente por mostrar este material rompió sus prejuicios anteriores, su fácil conservación sin necesidad de recubrimientos valió como un argumento más. Esta tendencia fue a su vez versátil en cuanto a usos de las edificaciones para su aplicación, aunque tuvo especial expansión en la vivienda, pudo atender adecuadamente las demás necesidades de la ciudad en su momento.

Rogelio Salmona lidero esta tendencia; él tenía presente lo heterogéneas, ambiguas e informales que son las ciudades y lo utilizaba como valor y no como algo negativo, diseñaba espacios para las personas, el crecimiento y el esparcimiento; tenía muy claro los tres espacios que conforman la ciudad: individual, colectivo y público, y los usaba para crear una arquitectura que enseña, no desde la norma, pero desde la experiencia, lugares donde los habitantes de la ciudad deben aprender a vivir tanto como individuos como en colectividad, creando así la arquitectura como un acto político. La construcción de las torres del parque reunió todas las búsquedas formales, paisajísticas y urbanas de Salmona con un concepto paisajístico a escala urbana, conectando el conjunto peatonalmente con el parque de la independencia, usó múltiples ángulos en un juego de perspectivas que sorprenden en todo momento y además es completamente abierto hacia los cerros, el arquitecto relata que si hubiera trabajado con las normas de su momento, estaría obligado a crear una pared contra el cerro. El conjunto el polo (1959) de los arquitectos Rogelio Salmona y Guillermo Bermúdez también es un gran ejemplo de la arquitectura de la época, ya que se inserta perfectamente en la ciudad, cuenta con una rica volumetría y funcionalidad e iluminación en los espacios interiores; esta fue una de las construcciones del BCH que dio inicio a la construcción de conjuntos multifamiliares, así como a la experimentación de nuevas formas de vida en comunidad.

Paralelamente a estos proyectos se crearon conjuntos multifamiliares con buenas intenciones, que

querían crear espacios para un grupo de familias, generando una vida de barrio a pequeña escala

pero la mala comprensión de esta idea llevo a la masificación y cerramiento de estos conjuntos

residenciales, entre los primeros ejemplos se encuentra el conjunto de casas-apartamento de la

firma Camacho y guerrero, que se adecua perfectamente a la topografía de los cerros y permitió

una solución unitaria al conjunto preservando privacidad y vistas para cada apartamento, pero en

el primer piso se encuentran las entradas a parqueaderos individuales, cerrando completamente

el conjunto hacia la carrera séptima; otro ejemplo es la agrupación alicante (Diego Suarez

Betancourt), que cuenta con hileras de vivienda articuladas a través de calles y puentes peatonales

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que crean alternativas de luz y sombra en los recorridos que llevan al espacio central, pero este

conjunto solo ofrece al espacio público la continuidad de una reja que distancia al proyecto de la

ciudad en que se inserta.

Con este tipo de proyectos los promotores comerciales adoptaron el nombre de conjunto cerrado,

en donde la seguridad se presentaba como un atractivo más para su venta y era aceptado por la

ciudadanía debido a la creciente inseguridad urbana que sentía la clase media a causa de las

profundas divisiones sociales en las grandes ciudades, la inserción en la malla urbana de este tipo

de conjuntos introvertidos fue directamente proporcional con el crecimiento de esta inseguridad

en las ciudades, ya que las partes perjudican al todo, el tejido no puede ser alterado por partes de

ciudad que pretenden aislarse, al hacerlo se vuelven incompatibles con el lugar que habitan, estos

proyectos llevaron entonces al cerramiento de grandes conjuntos de vivienda basados en

principios urbanos modernos como es el caso del CUAN y el polo, los cuales se vieron obligados a

cerrar su periferia con rejas, segregando al habitante de la participación comunal del espacio

público.

ARQUITECTURA DE LAS GRANDES CANTIDADES - 1970

El gobierno nacional formo por medio de los decretos № 677 y № 678 de 1972 el sistema de

ahorro y préstamo basado en las unidades de poder adquisitivo constante UPAC, este aseguraba el

flujo de recursos destinados a la edificación de vivienda y su venta costeada a largo plazo por las

recién creadas Corporaciones de Ahorro y Vivienda, uno de los efectos de la creación del UPAC fue

la progresiva desviación de la producción de vivienda hacia los sectores solventes de la demanda,

convirtiéndola en un negocio más; En esta época también se crearon y expandieron empresas

urbanizadoras y constructoras para vincularse directamente con estas corporaciones, esto impulso

la construcción de viviendas unifamiliares, luego se implementaron también conjuntos

multifamiliares.

El acuerdo № 7 de 1979 y el acuerdo № 6 de 1990 modificaron las formas de construir en la

Ciudad, para que la industria de la construcción no fuera solo un motor del desarrollo urbano, sino

que también impulsara la economía nacional. Se tuvieron que adaptar a las medidas económicas

que estaban generando un gran volumen de edificaciones. Cuando se elaboró el primer plan de

ordenamiento territorial también se creó una nueva entidad: Metrovivienda, para desarrollar

proyectos urbanísticos de vivienda social; este fue el primer banco de tierras que se constituye en

el país, se crea con un fondo producto de las políticas de privatización del estado, esta institución

se entiende con empresas constructoras, sin llegar directamente al consumidor primario,

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Metrovivienda a diferencia del ITC (construía y vendía directamente y demoraba 15 años en

recuperar la inversión) es auto sostenible y no requiere una reserva grande de terrenos.

En una economía de mercado, cualquier construcción es objeto de comercialización. En el país las

edificaciones se empezaron a proyectar en función del cálculo financiero y de rentabilidad, para

albergar la gran cantidad de población que se estaba desplazando hacia las ciudades se debía

impulsar la industria de la construcción, El estado empezó a disminuir su participación directa en la

producción de vivienda popular y en aquellos casos donde aún actuaba, la mentalidad de hacer

proyectos económicamente lucrativos llevó a un proceso de deterioro en la calidad urbana y

arquitectónica de las soluciones; se crearon entonces sistemas financieros y entidades bancarias,

estas medidas también llevaron a la formación de nuevas empresas urbanizadoras y constructoras

que se vincularon a las corporaciones y aprovecharon sus recursos, así se concibió un bloque

multifacético que busca monopolizar la oferta de vivienda comercial.

Las corporaciones luego ampliaron su campo de financiación para incluir todo tipo de construcciones, lo que llevo a grandes desarrollos de centros comerciales, edificios y centros empresariales. La estrategia de las empresas de construcción y urbanización consistió en adquirir grandes porciones de tierra urbanizable a las afueras de la ciudad, en estas se desarrollaron viviendas unifamiliares y algunos conjuntos de vivienda multifamiliar, así que la ciudad se extendió forzosamente y las normas urbanas lo permitieron, porque la ley daba el espacio para este tipo de desarrollos; para vender estas viviendas se recurrió a las “imágenes negociables”, la arquitectura se empezó a estudiar como producto de mercado y se le dieron características que sirvieran como ancla promocional, recurriendo a nombres y estilos de los años que precedieron a la modernidad, ya que lo moderno dejo de ser rentable, las corporaciones cercaron a la ciudad, la ahogaron.

Bogotá empezó a imitar el modelo suburbano de las grandes ciudades norteamericanas al construir centros comerciales sin valor arquitectónico, creando un sistema autosuficiente y dependiente del automóvil, lo que genera inconvenientes en el funcionamiento de la ciudad; este tipo de construcciones rechazan a la ciudad y esta se resiente de la edificación inhóspita que no contribuye al contorno urbano o a la vida pública.

La arquitectura comercial no es innovadora, ya que se apoya únicamente en estrategias de

publicidad y venta, son ejercicios de construcción designados a proyectos que carecen de sentido

urbano y amabilidad a la ciudadanía, en lugar de construir edificios pensados en los habitantes de

la ciudad, han convertido a la vida urbana en un simple cálculo de producción y consumo.

Actualmente existen dos parámetros que cambian la forma de entender, construir e intervenir a la

ciudad, uno es la “ciudad-región” aún por definir, esta implica entender el territorio como los

sistemas que rodean y no solo conforman a la ciudad misma, el otro es el de la ley 1469 de 2011,

donde se define una nueva forma de hacer ciudad, los “macro proyectos” son una nueva forma de

actuar sobre el territorio; ambas hasta ahora empiezan a ser visibles en Bogotá, pero se anuncian

como disposiciones a mediano plazo.

Los movimientos internacionales y locales, las normas y las entidades públicas y privadas han

orientado la formación de Bogotá y configurado su futuro inmediato. En los planes se propusieron

grandes ideas para construir y organizar la Ciudad. Algunas se transformaron en otros planes y

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otras lamentablemente nunca se trasladaron a la práctica, los proyecto de urbanización (en donde

las empresas proponían el trazado, vías, manzanas y los predios eran encargados a arquitectos)

fueron reemplazados por los conjuntos cerrados y el sector privado desplazó al público,

convirtiéndose así en el principal constructor.

Todo lo anterior genera una Bogotá muy diferente a la que existía hace medio siglo, hoy en día es

una ciudad con terrenos vacíos casi inexistentes, lo que genera una demanda muy alta de los

restantes, creando una burbuja en la industria de la construcción (donde el arquitecto cumple un

papel cada vez menos importante, ya que no permite la experimentación y las propuestas

novedosas) que crece y crece haciendo imposible a la población de ingresos bajos y medios la

compra de su vivienda y cuando esta situación estalle, caerán muchos aspectos de la economía del

País; el cerramiento de las construcciones, por su parte elimina la utilidad del andén y resta

seguridad y vida a este espacio común.

BIBLIOGRAFÍA

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