Escritoras nicaragüenses-un festin de marginalidad

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Escritoras nicaragenses: un festn de marginalidad Helena Ramos Afirmar que la condicin de gnero influencia los enfoques a travs de los cuales la historia o mejor dicho, los historiadores perciben y analizan los fenmenos sociales y culturales, ya no constituye ninguna novedad. Con gran acierto dijo Anas Nin: La historia, igual que un reflector, ha iluminado lo que quera iluminar y a menudo omiti a la mujer. Sin embargo, las formas particulares de esta omisin s ameritan ser examinadas, para poder desenmaraar la compleja urdimbre del sexismo y de la misoginia. La marginacin que a lo largo de los siglos hemos sufrido las mujeres literatas, tiene diversas dimensiones, las cuales con frecuencia se sobreponen formando toda una red que a estas alturas todava nos retiene. Las biografas de las escritoras nicaragenses ofrecen un vasto campo para estudiar dicha marginalidad. Primero que nada, Nicaragua que supuestamente es un pas de poetas no abunda en historias de su literatura, lo cual hace que el pblico lector carezca de posibilidad de comparar y confrontar fuentes, limitndose en muchos casos a una sola: Panorama de la literatura nicaragense del prolfico investigador Jorge Eduardo Arellano (Granada, 1946), publicado por primera vez en 1966 y reeditada ao tras ao. Es un libro ciertamente imprescindible, pero all las mujeres figuran como genuinas integrantes del proceso literario a partir de la dcada de los 60 del siglo pasado, aseveracin que escamotea aproximadamente una centuria de presencia femenina en las letras nicaragenses. Nombres inaugurales Hasta la fecha, las primeras autoras de las cuales se tiene conocimiento son Vital y Leonor Sisn. Son mencionadas nicamente en el estudio del historiador Salvador DArbelles (1900-1977) El Periodismo en Corinto (1972), que dice: Este peridico (La Escuela y la Cruz) vio luz pblica en los primeros das de 1861 en la hoy ciudad de Corinto, cuando sta comenzaba a organizarse en lo que entonces se llamaba Punta de Icaco. Era manuscrito y fue editado por dos hermanas: Vital y Leonor Sisn, oriundas de El Realejo, de padre chino y madre nicaragense; dos hermanas verdaderamente bellas, de ideas religiosas bien arraigadas, devotas, que se trasladaron de El Realejo a la isla Punta de Icaco fundando la primera escuela en la mencionada isla, y sacando una hojita peridica que era colocada en lugares visibles para que fuera leda por los habitantes de la isla. Slo se tienen noticias de cinco ejemplares diferentes; eran de ndole literario-religiosa, y daban a conocer noticias del lugar. Este fue el primer peridico publicado en Corinto. Esta informacin, aunque escueta, refuta tres supuestos bsicos referentes a la participacin de las mujeres en la literatura especialmente la ensaystica y el periodismo (modalidades que a mediados del siglo XIX estaban ms hibridadas que en la actualidad): un involucramiento tardo, circunscrito a los centros de poder poltico e ideolgico (Len, Granada, Managua) y practicado por personas pertenecientes a sectores sociales privilegiados. Las hermanas Sisn iniciaron su labor antes de que surgiera El Diario de Nicaragua, fundado en 1884 por Rigoberto Cabezas (1860-1896) y considerado la primera expresin del diarismo nicaragense; eran provincianas y no formaban parte de la rancia aristocracia local. 1

Hasta donde tenemos conocimiento, en la poesa nicaragense la prioridad cronolgica le pertenece a Cndida Rosa Matus, nacida en Masaya en 1850 y fallecida en la misma ciudad el 21 de diciembre de 1928. Nunca public en vida; ocho de sus poemas, seleccionados por una amiga e incluidos en el libro de otra autora, Adriana Gmez de Caldern, vieron la luz 16 aos despus de su muerte (Poemas regionales y amistosos. Managua: Tipografa Progreso, 1944). Vale la pena sealar que la publicacin tarda aunque rara vez pstuma de la obra escrita por mujeres contina siendo un fenmeno frecuente. Un anonimato revelador El argumento en pro de la constante marginacin de las autoras pioneras que la crtica tradicional suele esgrimir es que la obra de ellas carece de mritos estticos (un hecho un tanto difcil de confirmar o rebatir, ya que los escritos de estas mujeres estn dispersos o extraviados). No obstante, el caso de Clementina del Castillo demuestra que la notable calidad literaria tampoco representa garanta alguna. Con este nombre est firmado Las sensaciones, largo poema epistolar que inaugura ni ms ni menos que la poesa ertica femenina en Nicaragua. Fue publicado por primera vez en 1896. Jorge Eduardo Arellano escribe al respecto: Concentrados y felices, sus versos proceden de una descarga sorprendente de erotismo que supera la censura moral a que estaba sometida la mujer en ese tiempo. Por otra parte, revela a una apologa del sexo, explicable en parte dentro de los logros ideolgicos de la revolucin liberal de Jos Santos Zelaya, ocurrida en 1893. Aunque el libro tuvo mucho xito y fue reeditado 4 veces, result ser demasiado audaz para su tiempo. Permaneci en el olvido durante casi cien aos, hasta que fue rescatado por Jorge Eduardo Arellano e incluido en su Antologa General de la Poesa Nicaragense (1994). No obstante, el rescate en s no ha reivindicado el texto. Los lectores lo ignoran; los crticos lo ven ms bien como una curiosidad y nadie ha intentado investigar a fondo quin est escondido bajo el seudnimo de Clementina del Castillo. El uso del alias y la negativa de salir del anonimato aun para cosechar laureles son argumentos a favor de que la autora era mujer. A un varn, el pblico le hubiera disculpado gustoso el festivo explayamiento sensual de la obra; en cambio, una mujer hubiera tenido que enfrentarse a las acusaciones de inmoralidad, descaro, falta de pudor... Ignoramos si el texto es autobiogrfico, pero es lgico suponer que el pblico lo perciba como tal; entonces, revelando su verdadero nombre, la escritora hubiera puesto en la picota no slo a s misma sino tambin a su pareja. No es de extraarse que no haya querido pagar este costo. Desfile de las olvidadas Los escritos de varias autoras estn perdidos por completo o casi por completo, ya que nadie estim importante recogerlos, mucho menos estudiarlos. Tal es el caso de Mercedes Bermelln. El peridico leons El Nacional la menciona en su artculo del 3 de enero de 1897 como una mujer que, sustrayndose a los oficios propios de su sexo, se ha metido a literata y criticadora. En varias ocasiones la hemos visto agarrarse pecho a pecho con los doctores romanos en materia de Lgica y Oratoria, acota el articulista, enfocando a Mercedes Bermelln como un fenmeno algo similar a un ternero de dos cabezas y no como una persona 2

pensante. Pese a haber sido noticia en su tiempo, est completamente olvidada. No se conoce ni una sola lnea de sus escritos. Comparte con ella el olvido y la prdida de la obra Josefa Mara Vega Fornos (Masaya, 1879/ 80-Masaya, 1920). Llamada la poetisa nia, comenz a componer versos a muy temprana edad. En 1888 fue aplaudida calurosamente durante la velada literaria que el Club Social de Masaya ofreci al presidente de la Repblica Evaristo Carazo. Dentro de seis u ocho aos ser la primera de nuestras poetisas centroamericanas, escribi al respecto la Revista Literaria, Cientfica y de Conocimientos Utiles (Len, 1888). Estudi en el Colegio de Seoritas de Granada, donde obtuvo el ttulo de maestra. Dada su excelencia acadmica, despus de la graduacin pas a dar clases en el mismo establecimiento, perfilndose como docente de grandes capacidades. Sin embargo, su trayectoria literaria y profesional fue interrumpida por lo que en aquella poca se llamaba un flechazo de Cupido. Se cas con el coronel Manuel Antonio Cuadra Urbina y se distanci de la poesa. Sus 6 hijos varones han sido o son TODOS notables intelectuales (4 de ellos, literatos) y sus 3 hijas mujeres, amas de casa. Tena mucha razn Virginia Woolf al afirmar que el primer paso para llegar a ser artista es matar al Angel del Hogar. Prcticamente toda la obra de Josefa Vega est perdida. Se conservan Un saludo en Revista Literaria, Cientfica y de Conocimientos Utiles (Len, No.4, 15 de abril de 1888) y De gris, incluido en Poesa nicaragense, antologa compilada por Mara Teresa Snchez (edicin de 1948). Podemos decir, citando a Lino Argello (1887-1937), que Josefa Vega pudo ser muy bien, pero no quiso nunca. La referencia no es casual: aunque es muy aventurado establecer comparaciones partiendo de un solo texto, en De gris se percibe el hlito de la misma hiriente dulzura que rezuma la obra de Linito de Luna, y las lneas amo los ojos negros, dormidos,/semivelados por la pasin tienen el encanto de oscura transparencia. La lista de autoras que estaban activas en el primer tercio del siglo XX, sin publicar nunca un libro, es harto larga: Aura Rostand, Blanca Vega, Mara Fugle, Blanca Victoria Meja, Rosa Choissel-Praslin, Alicia Rostrn, Fany Glenton, Nila Jimnez, etctera. Si agregamos a la nmina a las ensayistas algunas de ellas, con libros publicados Mara A. Gmez, Josefa Ortega, Adela Moncada, Sara Barquero, Justina Huezo, Sara Sols, Juana Molina, Zoraida Matus, se hace todava ms patente el hecho que TODAS ellas han sido excluidas por completo del corpus literario. Se desconocen sus obras, se ignoran sus biografas. A excepcin de Aura Rostand, Sara Barquero y Justina Huezo, no aparecen en ningn diccionario de autores nicaragenses; nicamente la primera ha sido incluida en antologas. Hermanadas por el olvido Las escritoras del siglo XX que haban logrado salir del anonimato y publicar, se tuvieron que enfrentar con otras formas de la marginalidad: la desdeosa condescendencia cuando obedecan las reglas del ser mujer y las acusaciones de inmoralidad cuando las violaban. En este sentido, es ilustrativo comparar a Bertilda Portocarrero y Rosa Umaa Espinosa. La primera fue lo que se dice una dama; mujer instruida para su tiempo, educadora, ensayista y una poeta postmodernista galardonada en certmenes locales. Su bibliografa consta de los siguientes ttulos: De enseanza musical (Chichigalpa: 1930); Sin dimensin (Len: Editorial El Centroamericano, 1956); Influencia de la mujer educadora en la humanidad: doa Josefa Toledo de Aguerri (Managua: Editorial La Hora, 1962); Acentos polticos (Managua: Editorial 3

Recalde, 1967); Convencin de la Alianza de Mesas Redondas Panamericanas (Managua: Librera y Editorial Recalde, 1968). Adems, durante aos public su poesa en peridicos y revistas. Jorge Eduardo Arellano la caracteriza como representante de la emotiva versificacin subliteraria. Cabe preguntar por qu cito con tanta frecuencia a Arellano, pero resulta que l es el nico que emite juicios crticos sobre estas autoras de escasa divulgacin, y tal exclusividad hace que sus criterios se convierten en juicios irrebatibles. Por supuesto, en teora cualquiera puede cuestionar estas opiniones, empero el inters general por el tema es casi nulo y las fuentes, prcticamente inaccesibles. Como resultado, sus pareceres son transmitidos, mediante las citas, de un libro a otro, sin ser sometidos a una revisin crtica. Con eso no pretendo afirmar que las opiniones de JEA sean necesariamente errneas; el nudo est en las dificultades prcticas para cuestionarlas. Volviendo al tema anterior, apuntalamos que actualmente la obra de Bertilda Portocarrero, pese a la habilidad tcnica que la autora posea, es considerada subliteratura, pasatiempo de una ricahembra ociosa. Probablemente, en aras de mantener el decoro y la decencia la escritora pec de pusilnime. Mas veamos qu suceda cuando una pecaba de atrevida, como ocurri con Rosa Umaa Espinosa (1872-Len, 1924), poeta y crtica literaria que hizo frente a toda una hueste de adversidades: era provinciana (no se sabe exactamente si naci en Villanueva o en Estel), mengala, pobre, hurfana y autodidacta. Para colmo, padeca de tuberculosis. Aun as, ha logrado publicar parte de su obra: Recuerdos y esperanzas. Prosas y verso (Managua: Tipografa Moderna, 1906); Ayes del alma (Len: Tipografa J. Hernndez, 1909); Luz del ocaso. Primera parte: Juicios crticos. Segunda parte: Poesas (Len: Tipografa J. Hernndez, 1916). Casi huelga decir que ninguno de estos libros no ha sido reeditado, ni en su totalidad ni parcialmente. Segn Jorge Eduardo Arellano, Rosa Umaa asumi seriamente la poesa. Asimismo, asumi el malditismo finisecular. Su participacin en los crculos literarios, en ese entonces exclusivamente masculinos, le vali la reputacin de rara e impdica, de lo cual ella estaba perfectamente consciente y crea que se era el precio de ser poeta; Rosa Umaa poetisa maldita lo saba y muri en su ley: pobre y sola. Pero s le preocupaba a ella su permanencia como literata, el destino de su obra. En eso, la rebelde Rosa Umaa se herman con la comme il faut de Bertilda Portocarrero: ambas son marginadas, excluidas, olvidadas. Ninguna aparece ni siquiera en la antologa La mujer nicaragense en la poesa (1992) recopilada por Daisy Zamora. Humillante humildad Tampoco es considerada parte integrante del modernismo nicaragense la poeta Adriana Gmez de Caldern (Granada, 18??-despus de 1945). Fue amiga de Rubn Daro (1867-1916), motivo por el cual sus escritos posteriores evidenciaban, segn la expresin del escritor Gratus Halftermeyer, un vivo recuerdo por el Poeta. Residi un tiempo en Panam, donde estableci amistad con la poeta Mara Olimpia de Obalda (1891-1991), cuya obra haba glosado en Comentario en estrofas a la obra potica de Mara Olimpia de Obalda, publicado en 1930 (ningn ejemplar de ste se conserva). En 1935, Josefa Toledo de Aguerri mencion a Adriana de Caldern entre las mujeres que cultiva(ba)n la gaya ciencia. A una edad ya avanzada, public en Nicaragua dos poemarios: Poemas regionales y 4

amistosos (Managua: Tipografa Progreso, 1944); y Mi ltimo poema (Managua: Tipografa La Nueva Librera, 1944). Pese a su larga trayectoria literaria y sus privilegiadas relaciones en el mundo de las letras, fue para los escritores varones una especie de eterna prvula, nunca una igual entre iguales. Ella misma aceptaba esta desigualdad como algo natural. Por ejemplo, en 1945, enviando un ejemplar de Poemas regionales y amistosos a Carlos Rocha, director de El Correo, la escritora le solicit a travs de la dedicatoria que juzgada la obra como ella se merezca, sin temor de flagelarla, para que se enmienda. Merece la pena sealar que Rocha era menor que Adriana Gmez y, aun perteneciendo ambos al mismo grupo social, ella lo trataba como a un superior. Qu atroz nivel de sumisin: pedir ser castigada y todava sentirse agradecida... Pero este caso, aleccionador por descarnado, slo refleja una disposicin general: las mujeres vistas por todos incluyendo a ellas mismas como eternas menores de edad, y los varones, revestidos de una autoridad que emana de su sexo. Ilustre y marginada El hecho que la humildosa Adriana Gmez no pudo imponerse en el campo de las letras nicaragenses puede ser atribuido a rasgos de su personalidad. Pero lo mismo ocurri con la altiva, dinmica y perseverante Josefa Toledo de Aguerri (Chontales, 1866-Managua, 1962). Su presencia es tan imponente y su aporte, tan descomunal que resulta imposible obviarlo. No obstante, ahora es conocida nicamente como maestra de generaciones; su faceta de escritora antes que nada, ensayista fue primero desvalorizada y luego, olvidada. Josefa Toledo era una autora muy fecunda y de calidad desigual, pero sus mejores escritos permiten perfectamente apreciar su talento narrativo. Durante las dcadas de los 10, 20 y 30, el impacto que causaban era todava mayor. En 1918 obtuvo el primer premio en la rama de ensayo en los primeros Juegos Florales realizados en Managua. Entonces, corri el rumor que ella no era la verdadera autora de aquellas descollantes obras, sino que pagaba a escritores varones para acceder a la excelencia. Esta afirmacin no se basaba en un hecho concreto sino en una premisa misgina: escriba demasiado bien para ser mujer. Ahora la intachable reputacin de Josefa Toledo, ensalzada oficialmente como arquetipo de maestra y proclamada una herona sin fusil, ya no da pie a estas acusaciones. Sin embargo, la beatificacin escindi y margin los aspectos ms interesantes de sus actividades. Apenas en los 90 la historiadora nica-estadounidense Victoria Gonzlez (Santiago de Chile, 1969) redescubri a Josefa Toledo como una figura fundacional del feminismo en Nicaragua. La reincorporacin de su aporte como escritora al acervo cultural del pas est lejos de ser llevada a cabo, puesto que sus obras no se reeditan desde los aos 30. Adems, la crtica tradicional no las considera literatura en pleno sentido de la palabra. Resultado: famosa y venerada, Josefa Toledo contina siendo marginada. Un maana que todava no ha llegado Otra figura de la epopeya de las olvidadas es la poeta Yolanda Caligaris (Managua, 1910dem, 1964). Hija de Angel Caligaris, un emigrante italiano que hizo fortuna durante el gobierno liberal de Jos Santos Zelaya, Yolanda inici sus estudios de secundaria en el Colegio de las ursulinas en Gnova y se gradu en el Colegio de la Inmaculada Concepcin de Managua. 5

Ha publicado tres poemarios: Bajo las estrellas (Mxico D. F.: Editorial Cultura, 1945); Sagitario (Mxico D. F.: Editorial Amrica, 1954); y Alczar de ensueo (Mxico D. F.: Editorial Amrica Nueva, 1960). Obtuvo en el concurso de la Asociacin de Escritores y Artistas Americanos la Flor de Lis de Oro por un soneto dedicado a Rubn Daro. Colaboraba en La Noticia (bajo el seudnimo de zolianica), La Noticia Ilustrada y Suplemento. En 1935 la ensayista Josefa Toledo de Aguerri la seal como una de las escritoras que plasma(ba)n su inspiracin en camino del modernismo, no exento de pensamiento y delicadeza. La eminente educadora incluso consideraba que Yolanda era la que haca una mayor labor entre aquellas literatas. Guillermo Rotschuh Tablada (Juigalpa, 1926), escritor y crtico nicaragense, manifest respecto a Yolanda Caligaris: Ella inaugur un estilo, un sentimiento, y maana, cuando se haga con exclusividad una historia de lo que la mujer produjo en nuestra literatura nacional, ella junto a Rosa Umaa Espinosa sern las pioneras. Lamentablemente, este maana justiciero an no ha llegado. Lucero solitario Otro caso de exclusin es el de Aura Rostand (seudnimo de Mara Selva Escoto, conocida como Mara de la Selva, Len, 1905-Mxico D. F., 1959). Los diez hermanos Selva Escoto los De la Selva fueron una familia extraordinaria. Se destacan especialmente: Salomn (1893-1959), poeta modernista precursor de las vanguardias; Rogelio, licenciado en Derecho, secretario privado del presidente de Mxico Miguel Alemn; y Roberto, escultor y grabador. Mara, que comparta con sus hermanos la vocacin por las letras y las aventuras, es la menos conocida. Creci en la metrpoli, en el ambiente de conspiracin poltica y amorosa, de liturgia, de aparecidas, de brujera. Se cas joven, segn se estilaba en ese tiempo, y tuvo dos hijos, pero nunca se ha convertido en una matrona sedentaria, acomodada en la rutina. Le gustaba viajar; residi un tiempo en Bluefields, Costa Caribe inaugurando de paso el tema costeo en la poesa nicaragense con su poema Medioda en Bluefields, y en Nueva York. El 28 de noviembre de 1929 estuvo presente en el homenaje que Panam rindi a la poetisa Mara Olimpia de Obalda (1891-1991) y, fuera del programa, recit en forma magistral, un poema de su cosecha y preparado para tal ocasin, que recibi nutridos aplausos. En los aos 30 se traslad con sus dos hijos a Mxico, donde se dedic al periodismo (se sabe que colaboraba en la seccin femenina de la revista Hoy). Su esposo no quiso seguirla, lo cual, al parecer, no le import demasiado a Aura. Era arrojada e independiente. Los ltimos 15 aos de su vida los pas prcticamente postrada en la cama; sin embargo, convirti su recmara en un verdadero saln adonde acudan los personajes ms preeminentes del mundo artstico de Mxico: Mario Moreno Cantinflas, Mara Flix, Jorge Negrete, Agustn Lara... Aura prohiba suspender la velada si comenzaba a sentirse mal: respiraba oxgeno puro para aliviarse y se reincorporaba a la conversacin. Jams interrumpi su labor periodstica; al lado de su cama de posiciones, tena la mesita con una mquina de escribir. Dos poemas suyos (Arbol y Medioda en Bluefields) estn incluidos en la antologa Nicaragua lrica (Chile, Editorial Nascimiento, 1937), compilada por Augusto Oviedo y Reyes (19051968). Es la nica mujer que aparece en dicho florilegio. 6

De poco le ha valido esta temprana y merecida distincin. Ahora su obra literaria, dispersa en los peridicos de Amrica Central y Mxico y parcialmente indita, es apenas conocida por el pblico. A su hermano Salomn de la Selva, Jorge Eduardo Arellano lo bautiz como el inmenso solitario. Es mucho ms solitaria Aura Rostand, que, dicho sea de paso, nunca vivi ni escribi arrimada a las glorias fraternas. Doblemente nica Todas las escritoras nicaragenses que podran ser ubicadas dentro de la corriente modernista y posmodernista, quedaron al margen de las investigaciones y de la mayora de las antologas. Fueron condenadas sumariamente al olvido. Lo mismo ocurri con la poeta Carmen Sobalvarro, la nica mujer que formaba parte del autollamado Movimiento de Vanguardia. Es tambin la nica olvidada por la crtica. Se sabe muy poco de su vida. Naci en 1908 en Ocotal, cerca de la frontera de Nicaragua con Honduras. La publicacin peridica El Grfico de Managua de 3 de noviembre de 1929 la menciona como integrante del Comit Central Republicano de Tegucigalpa. Carteaba con Augusto Csar Sandino (1895-1934), de quien estaba enamorada platnicamente. A mediados de 1931 lleg a Granada y se integr al grupo de Vanguardia. Formaba parte de la Anti-Academia Nicaragense de la Lengua, una anttesis sarcstica de la Academia Nicaragense de la Lengua. Sus integrantes aspiraban a una literatura verncula verdaderamente libre, personal y juvenil. En 1929-30 era colaboradora permanente de la revista Mujer nicaragense, publicada por Josefa Toledo de Aguerri. Posteriormente se estableci en Honduras, porque, a diferencia crucial de los dems vanguardistas, no se avino desde el inicio con el rgimen de Anastasio Somoza Garca (1896-1956). Es sencillamente injusto e inexacto proclamar, como lo hace el escritor nicaragense Julio Valle-Castillo (Masaya, 1953) en su prlogo para Tres amores de Manolo Cuadra (1907-1957), que el autor de Contra Sandino en la montaa fue el nico vanguardista de izquierdas. Carmen Sobalvarro no era menos izquierdista, y el autor del mencionado prlogo, un investigador bien informado, lo ha de saber. Pero ella no cuenta, est invisibilizada, marginada. La hondurea Adaluz Pineda en su antologa Honduras: mujer y poesa (1998) dice, refirindose a Angela Ochoa Velsquez (1886-1969): Luis Andrs Ziga, el fabulista hondureo por excelencia, prologa su libro de versos (1934) y la ubica junto a Clementina Surez (1902-1991), Victoria Bertrand (Alma Fiori, 1907-1952), Fausta Ferrera (1891-1971) y Carmen Sobalvarro (esta ltima aparece en la nota de LAZ, pero es nicaragense) como las directoras de este movimiento literario perteneciente a la Ultima gndola. Sobalvarro falleci en los 40. No ha publicado ningn libro; su obra est dispersa en los peridicos y los numerosos estudios dedicados al grupo de Vanguardia la omiten olmpicamente. Pero, si era tan insignificante, cmo esta joven pueblerina logr impresionar a los vanguardistas, que eran iconoclastas, altivos y excluyentes? Off the record, se ofrece una explicacin que no tiene nada que ver con la literatura: Carmen Sobalvarro era hermosa, tena unos ojos inolvidables... Entonces, la catalogan como una suerte de novia del grupo, lo cual no corresponde a la verdad histrica. Ella era una persona reservada, seria, nada decorativa; fue admitida a la agrupacin gracias a sus mritos literarios. Hace tiempo lo narr en sus memorias Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), el nico ex vanguardista que no fue afectado, a partir de los aos 40, por una amnesia selectiva respecto a Carmen Sobalvarro. Es un declarante vlido, bien 7

informado e imparcial, ya que las reivindicaciones feministas no le interesan en absoluto. Aun as, el criterio sexista se impone, a la escritora ocotalea la siguen percibiendo como novia de la agrupacin y no como su plena integrante. La poeta nicaragense Daisy Zamora la incluy en su antologa pero, siguiendo la tradicin de otro autor de Vanguardia, Jos Coronel Urtecho (1906-1994), insisti en el carcter espontneo, primitivista y natural de aquella poesa. Este enfoque esencialista le resta a la autora la dimensin intelectual; sin proponrselo, la reduce de nuevo a la simple sensibilidad intuitiva, dizque inherente a la naturaleza femenina. La preclara emotividad de la poesa de Carmen Sobalvarro no est basada en la mera espontaneidad, que, a su vez, casi siempre brota de la ignorancia. La sencillez de la poeta es meditada y culta (eso no quiere decir culterana o erudita). Para percibirlo, basta con asomarse a esta estrofa: Antiguo cancionero de la llanura/que ama la verde fronda,/como ama la dulzura/los labios de Gioconda. La recuperacin de la obra de Aura Rostand y de Carmen Sobalvarro se dificulta adems por el hecho que ambas vivieron gran parte de su vida fuera de Nicaragua (pero siempre se consideraban a s mismas escritoras nicaragenses). Como resultado de esta escisin, quedaron en el limbo. Los investigadores hondureos no incluyen a Sobalvarro en sus anlisis porque ella era nicaragense; los nicaragenses tampoco la incluyen porque viva en Honduras. Otro tanto ocurre con Mara de la Selva. Las narradoras: ms peor En general, la narrativa nicaragense tuvo un desarrollo ms tardo y modesto que la poesa. Las mujeres dedicadas a la narrativa resultaron ser las ms marginados dentro de un conjunto de por s marginal. La pionera, por as decirlo, simblica, de este gnero fue Mara Cristina Zapata (Chinandega, 1898-Managua, 1970), ensayista, narradora, periodista, poeta y adems, poltica de filiacin liberal. En la dcada de los 10 ensay la novela, pero ningn ejemplar de sta se ha conservado. Tambin introdujo formas modernas de poesa antes de que surgiera el Grupo de Vanguardia, aporte que nadie ha estudiado a fondo. La primera autora nicaragense que ha publicado un libro de narrativa es Nilla Clara Mlida Ravetalla (seudnimo de Carmen Mantilla de Talavera, Ocotal, 18??-despus de 1935), madre de Carmen Talavera Mantilla, tambin escritora. En los aos 30 colaboraba en revistas (por ejemplo, Suplemento de Cristino Paguaga Nez, donde, el 10 de febrero de 1935, public Recuerdos de los das aciagos de la intervencin). En la dcada de los 30 vio la luz su libro Los piratas (Managua: Tipografa Prez, 1935). Josefa Toledo de Aguerri, interesada en tomar pulso a los avances de las mujeres en todas las esferas, sinti en aquella noveleta histrica un eco nostlgico y sabor de leyenda; tambin capt el fuerte romanticismo un tanto trasnochado. No era una obra de aquellas que marcan un hito en la literatura, como tampoco lo fueron los dems escritos publicados en aquel perodo, poco ubrrimo para la prosa pinolera. Sin embargo, a estos otros todos varones no los han relegado por este motivo en la historia de la literatura, como ocurri con Ravetalla. Otra notable segoviana, Madame Fleure (seudnimo de Carmen Talavera Mantilla, Ocotal, 19??Managua, despus de 1967), hija de la autora antes mencionada, era narradora, poeta y asidua 8

colaboradora de peridicos y revistas. Public dos libros: Tormenta en el Norte (Managua: Editorial Nuevos Horizontes, 1947); y Seda de aquellas moreras (Managua: 1957). Jos Floripe, fervoroso investigador de las tradiciones culturales de Estel, la caracteriz de la siguiente manera: Ella no caba en Estel porque era una mujer superior por su instruccin y sus aspiraciones intelectuales. La nica investigadora que prest atencin a esta autora es la filloga nicaragense Nydia Palacios (Masaya, 1939), que la menciona en sus estudios sobre la novela nicaragense. Pero contina siendo una especie de compartimento estanco. La trayectoria literaria o ms bien la aparente ausencia de sta de ngela Robleto (Boaco) ilustra con meridiana claridad cun importante era el gnero para insertarse en el mundo artstico. ngela Robleto era hermana del escritor Hernn Robleto (1892-1968), uno de los autores ms representativos de la novela criollista nicaragense. Durante la dcada de los 50 l lleg a adquirir cierta notoriedad incluso a nivel continental; en cambio, ella nunca public un libro en vida. Su obra era conocida nicamente por sus amistades. La reivindicacin ha tardado mucho: en 1999 fue designada por el captulo local de la Comisin 2000 Ciudadana Notable de Boaco, y en el 2001, vio la luz su primer libro. Al margen del contexto Otra narradora ignota es Graciela Gonzlez (Estel, 1918). Estudiando secundaria en el Colegio La Divina Pastora de Diriamba, escribi y dirigi su primera obra teatral, El bazar de las muecas. En la misma poca comenz a escribir la narrativa corta. Ingres a la Universidad Central de Managua para estudiar Derecho y se desempe en la misma universidad como bibliotecaria. Se vincul con los periodistas nicaragenses, salvadoreos y guatemaltecos. Colabor en diversos medios nacionales. Fungi como conductora, guionista y editora de un programa cultural que se transmita por la emisora Voz de Amrica Central. Su novela costumbrista Vendo mi vida particip en el Concurso Nacional Rubn Daro y, recomendada para la publicacin por el jurado, fue editada por la Editorial Hospicio de Len 1944. Graciela mereci un elogio de Gratus Halftermeyer, quien dijo sobre ella: A sus 24 aos ha hecho ms que muchos a los 50. En 1945 se fue a los EE.UU. para estudiar Bibliotecologa en la Universidad de Michigan. En 1946 fue designada subdirectora de la Biblioteca de la Organizacin de Aviacin Civil Internacional con sede en Montreal, Canad. Adems, fue editora de la revista de la Organizacin de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). En 1950 public su segunda novela, Carne y alma (Managua, sin editorial y sin ao). Durante los aos 50, 60 y 70 fue funcionaria de la ONU y trabaj en varios pases de Amrica Latina, Europa y Asia. En 1980 se jubil y desde entonces, reside en Estel. Su narrativa breve permanece indita. Sus escritos de los 40 son ndole folletinesco (ahora diran que telenovelero), con escasos elementos de permanencia, aunque en su tiempo mucha gente los ley con atencin y deleite, a causa de su sabor regionalista y cierta habilidad para construir la trama. Sin embargo, quedaron al margen de la atencin crtica, la cual no tiene por qu ser necesariamente elogiosa, sino ubicar cada obra en su contexto, labor que todava no est hecha respecto a ambas novelas de Gonzlez. De narradora a poltica 9

Olga Nez Abaunza de Saballos (Masaya, 1920-dem, 1971) es conocida bsicamente como la primera mujer nicaragense graduada en Derecho, mas en su juventud ella tambin escriba narrativa. Mientras cursaba sus estudios de secundaria, se revel como una promesa para con las letras. Apunta vibrante y decidida la adolescente Olga Nez Abaunza, manifest en 1935 Josefa Toledo. En 1945 Olga Nez gan el Premio Nacional de Literatura Rubn Daro por su novela Renunciacin, que, al parecer, nunca fue publicada. Formaba parte del Ateneo de Masaya, su muy querida ciudad natal, y de la Guardia de Honor de Rubn Daro. A finales de los 40 abandon las letras e hizo una brillante carrera como jurista y poltica. En 1950 fue nombrada Viceministra de Educacin Pblica; en 1955 fund el Ala Femenina del Partido Liberal Nacionalista (de hecho, somocista), que haba dirigido hasta su temprana muerte. En una ocasin consultada en privado sobre la razn del abandono de las letras, respondi: No me daban chance, nadie me tomaba en serio, y a m me gusta ser la primera. 1 Paradjicamente, la literatura result ser para Nez, una mujer ambiciosa y dinmica, un campo ms restringido que la poltica. Por cierto, las nicaragenses tienen derecho a voto a partir de 1955 y el derecho a pertenecer a la Academia Nicaragense de la Lengua, a partir de 1998. Un dato asaz ilustrativo. Ilustre desconocida Es realmente dramtica la omisin que sufre la obra de Margarita Gmez Espinosa (Jinotepe, 1915-dem, 1997), narradora y ensayista. Desde 1962 hasta 1979 ella se desempeaba como agregada cultural de la Embajada de Nicaragua en Espaa. El poeta Carlos Martnez Rivas (1924-1998), que rara vez escriba prlogos, hizo uno para su libro Rubn Daro, patriota. En 1956 fue electa Mujer de Nicaragua por la Unin de Mujeres Americanas. En 1974 la Academia Real de Cdiz la design miembra correspondiente. Como no era simpatizante de la Revolucin Sandinista, durante la dcada de los 80 Gmez residi en Guatemala, donde trabaj como docente y colabor en publicaciones peridicas. Regres a Nicaragua en los 90; radicaba en Jinotepe, donde falleci. Ahora la Biblioteca de Jinotepe lleva su nombre, y en 1999 la Comisin 2000 la design Ciudadana del Siglo por Jinotepe. Sin embargo, de poco sirven estos honores si la obra de Margarita Gmez es inaccesible para el pblico nicaragense. La bibliografa de la autora consta de 13 ttulos: Ptalos (Jinotepe: Tipografa Carazo, 1941) Alma indgena (Jinotepe: Tipografa Carazo, 1942) Nuevos rumbos (Managua: Tipografa Heuberger, 1955) Por almas y por mares (Madrid: Editorial Colenda, 1956) La bruja (Barcelona (Ediciones Rumbos, 1958) Po XII (Barcelona: Ediciones Rumbos, 1959) La maraa (Barcelona: E.H.E., 1960) Rubn Daro patriota (Madrid: Triana, 1966) Encuentro en Ibiza (Madrid: 1969) Mallorca, isla invadida (Madrid: Grficas Feij, 1971)1

Entrevista personal con Aurora Argello, Len, 1991.

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Rubn Daro, poeta universal (Madrid: Paraninfo, 1973) As es Nicaragua (Madrid: Paraninfo, 1973) Herencia fatal (Madrid: Papelera Rei, 1977) 10 de estos libros fueron publicados en Espaa y no estn disponibles en las bibliotecas de Nicaragua. A inicios de los 90 la Licda. Mara Manuela Sacasa de Prego, Pesidenta del Instituto Cultural Rubn Daro, una organizacin no gubernamental de ndole cultural, present al Instituto Nicaragense de Cultura un proyecto para la adquisicin de estos libros, pero, como siempre, no hubo fondos disponibles. Nunca hubo tiempo para valorarla Pero todo lo anteriormente expuesto palidece ante el calamitoso destino que corri el legado artstico de Mara Teresa Snchez (Managua, 1918 (?)-dem, 1994), poeta, narradora, promotora cultural y artista plstica. Seguramente, este nombre es casi desconocido fuera de Nicaragua, y tampoco es muy conocido dentro, pese a que la autora posee todos los mritos para ello. Luis Alberto Cabrales (1901-1974), poeta e historiador nicaragense, uno de los fundadores del Grupo de Vanguardia, expres en 1958 sin exageracin localista que Mara Teresa Snchez comparte la supremaca potica centroamericana con Claudia Lars (1899-1975) y Clementina Surez (1902-1991)2. Pero si estas dos autoras son consideradas figuras bsicas de sus respectivas literaturas, Mara Teresa Snchez es una artista marginal. En parte eso se debe a que la literatura nicaragense posee una gala tan formidable como Rubn Daro y por ende, se da un lujo de no prestar atencin a nombres menores. Haber crecido a la sombra de un genio tiene sus desventajas, y tal sombra siempre resulta ms densa para las mujeres. La biografa de Mara Teresa Snchez est llena de lagunas. Ni siquiera se conoce con certeza en qu ao haba nacido. La fecha oficial es 1918, pero, segn sus declaraciones hechas en 1993, haba nacido en 1924 y se agreg aos porque quera pasar por persona mayor de edad con el fin de sacar permiso para fundar la Editorial Nuevos Horizontes.3 Ella evitaba hablar de su familia de origen porque sta, al parecer, era un tanto irregular. Perdi a su padre cuando tena 2 aos, su madre pronto encontr otra pareja y Mara Teresa fue criada por su abuela. Crea que aqulla era su madre y slo cuando tena 9 aos, una vecina le cont la verdad. Escribi sus primeros versos a la edad de 6 7 aos. Dr. Salvador Buitrago Daz publicaba sus escritos en su peridico y prepar el prlogo para su primer poemario, Sombras, editado en 1939 en slo 50 ejemplares. Estudi dos aos en el Colegio de la Inmaculada Concepcin y luego, en el Colegio Francs de Granada, del cual fue expulsada por rebelde. Despus viaj a Puebla, Mxico, donde estudi escultura. Regresando en barco a Nicaragua, el 17 de abril de 1939 conoci al judo hngaro Pablo Steiner (1915-1985), intelectual europeo que hua del nazismo, y en quince das se cas con l. Ha sido un matrimonio muy singular, basado en el cario y la afinidad, y, aparentemente, abierto para ambas partes. Rolando dio de buena gana su afecto y su apellido al hijo e hija de Mara Teresa, nacidos fuera del matrimonio.2 3

Canto amargo... en Educacin, nmero 4, abril-junio de 1958, pg. 66. Entrevista personal con Mara Teresa Snchez, Managua, 1993.

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En 1940 la pareja fund la Editorial Nuevos Horizontes y el 17 de abril de 1942, el Crculo de Letras, que tambin editaba la revista literaria Nuevos Horizontes. Mara Teresa fue directora de todas estas entidades, y nadie puso jams en duda su diligencia. En 1944 la editorial adquiri una imprenta, donde fueron publicadas numerosas obras claves de la literatura nacional. Mara Teresa Snchez hegemoniz la vida cultural de Managua durante los aos 40 y 50 y se convirti, segn Pablo Antonio Cuadra, en un Ministerio de Cultura privado. En 1945 Mara Teresa gan el Premio Nacional Rubn Daro de poesa. En 1948 public su antologa Poesa Nicaragense aumentada y reeditada en 1965, que tambin recibi el mismo premio (1948). En 1949 edit la antologa Poesa mariana nicaragense. Su crculo de letras ha sido el ms significativo en la vida cultural capitalina. Publicaba revistas (Nuevos Horizontes y Pipil), libros, Cuadernos de Literatura Extranjera, organizaba concursos, recitales y conferencias, promova visitas a Nicaragua de personalidades literarias, como, por ejemplo, Len Felipe y Flix Peirayo. En 1957 y 1958 volvi a ganar los Premios Rubn Daro por sus obras El hombre feliz y otros cuentos (narrativa corta) y Canto amargo (poesa). Es la nica persona que obtuvo el dicho galardn en cuatro ocasiones. Desde finales de los 50 comenz a escribir Poemas de soledad y de misterio, libro de cuentos El zoolgico de Dios y la novela La nia y la bomba (no se sabe dnde se encuentran los textos). Tambin incursionaba en las artes plsticas: pintura y escultura. En los 60 an editaba Nuevos Horizontes junto con su hijo Pablo Steiner (1936-1987), dramaturgo y crtico teatral y cinematogrfico. Apoyaba la lucha antisomocista, estuvo involucrada en la conspiracin de 1954, en el 67 escondi en su casa a Carlos Fonseca Amador (1936-1976), lder del Frente Sandinista de Liberacin Nacional, buscado por la seguridad de Somoza vivo o muerto. Como represalia, le confiscaron la imprenta. El estilo de vida de Mara Teresa Snchez era muy poco convencional; era osada y rajatabla. Igual que Josefa Toledo, fue acusada de recurrir a servicios de literatos varones; pero si doa Chepita no se dign de tratar de refutar estas acusaciones, la reaccin de Mara Teresa era mucho ms belicosa. Cuando durante un evento cultural un tipo le acus de haber plagiado textos de Manolo Cuadra (escritor a quien la ligaban afectivamente), ella sac de su bolso una pintura de labios, se colore las manos y le estamp al ofensor dos bofetadas carmeses, profiriendo: Soy lo suficientemente inteligente para no necesitar robar poemas. Genio y figura.4 En 1985 fue condecorada con la Orden Independencia Cultural Rubn Daro. Pese a la amistad que ella mantena con varios lderes sandinistas (incluyendo a la poeta Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega), se ha convertido en opositora del Gobierno del FSLN. Las muertes de su marido e hijo la sumergieron en una profunda tristeza. En 1993 expres al respecto: Viaj a Inglaterra, a Francia, al Canad, a Costa Rica, buscando el pas del olvido. No existe. Siempre llevaba luto y viva en su enorme casa acompaada slo por su empleada, un viejo perro salchicha y las tortugas de tierra. Con el paso del tiempo, Mara Teresa se ha vuelto ms dependiente de la opinin pblica y trat de hacer olvidas sus osadas. Menta piadosamente sobre su vida sentimental, aun cuando los hechos que pretenda negar eran muy fciles de descubrir con slo cotejar las fechas (como, por ejemplo, darse cuenta de que su hijo e hija no podan ser engendrados por su esposo, por la simple razn de que nacieron antes de que ella y Pablo Steiner se haban conocido). Le preocupaba profundamente tener buena imagen. Una cosa es ser poeta y muy otra, ser una4

Conversacin personal con Mara Manuela Sacasa de Prego, Managua, 2000.

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puta, coment en varias ocasiones.5 Asuma una actitud defensiva, porque saba que la gente continuaba recordando sus romances de antao; durante toda la vida llev el estigma de ser una mujer libertina. La censuraban incluso los varones cuya vida sexual era siempre lo menos ejemplar posible.6 Muri en el Hospital Bautista de una dolencia pulmonar; como era de suponerse, le organizaron un funeral pomposo y luego, la olvidaron. No se sabe qu ocurri con sus manuscritos. Ella siempre segua escribiendo pero dej de publicar. Nunca hubo tiempo, memorable poema que aparece en la antologa reunida por Daisy Zamora, lleg hasta la imprenta por mera casualidad: Mara Teresa, crnicamente descuidada con sus papeles, regal el original a un amigo, quien, a su vez, lo proporcion a la antloga. La bibliografa de la literata consta de 9 ttulos: 8 publicados en vida y uno pstumo. La mayora es muy difcil de encontrar, y varios no estn disponibles en bibliotecas pblicas. Los crticos la prefieren misteriosa Muy diferente de la vida audaz y angustiosa de Mara Teresa Snchez fue la existencia de la poeta y artista plstica Mariana Sansn (Len, 1918-dem, 2002). Provena de una familia culta y adinerada, flor y nata de la aristocracia leonesa. Estaba emparentada con varios poetas: Lino Argello (1887-1937), Salomn de la Selva (1893-1959), Pablo Antonio Cuadra (1912-2002), Carlos Martnez Rivas (1924-1998), Ernesto Cardenal (1925). Todos buenos o influyentes, o ambas cosas a la vez. Desde nia estuvo rodeada de misteriosas coincidencias, que le inspiraban ms asombro que miedo. En distintas circunstancias y momentos le aparecieron: un ngel vestido de celeste, una mujer de rostro adusto y atavo color fuego, llevando libros bajo el brazo, y una dama con ropas a la usanza colonial. Cardenal le coment posteriormente que aquellas visiones fueron sus musas. Siempre era una lectora insaciable, pero no evidenciaba mayor inclinacin hacia las letras. A los 19 aos se cas con Eduardo Argello, un potentado productor agropecuario. El matrimonio no fue feliz. A inicios de los 50, a Mariana le aconteci la poesa: Aquella tarde yo estaba en la puerta de mi casa y una conocida me cont que una empleada ma estaba embarazada de mi marido y que l la haba llevado a su finca a la orilla del ro, adonde nunca quiso llevarme. Sent que me atravesaba un rayo y comenc a sangrar; result ser un aborto, as perd a mi cuarto hijo... Y sali mi poesa.7 Publicaba en El Centroamericano (Len) y La Prensa Literaria, dirigida por su primo Pablo Antonio Cuadra (no est de ms decir que en Nicaragua los parentescos facilitan mucho las cosas). Al inicio sus creaciones eran bastante tradicionales, de corte sentimental y/o costumbrista. En 1954, durante una visita a Nueva York, se encontr en el Consulado de Nicaragua con el poeta nicaragense Jos Coronel Urtecho (1906-1994) y le recit algunas estrofas de su cosecha. Aqul escuch sin inters, por mera cortesa. Le agregu que tena otro tipo de poemas y que lo raro era que los haba escrito en ingls, sin hablar esta lengua, habindolos armado con ciertas frases de conversacin que se ofrecen en los textos de enseanza... Esta vez Coronel qued impactado:5 6

Entrevista personal con Mara Teresa Snchez, Managua, 1993. Conversacin personal con Carlos Martnez Rivas, Managua, 1993. 7 Entrevista personal con Mariana Sansn, Len, 1994.

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Puesto de pie y con la excitacin de un hallazgo inesperado, levant su dedo ndice sobre m que, recogida en un sof, no alcanzaba a comprender lo que suceda, y me dijo: Formidable!... formidable!... curioso!... Ese es el camino que usted debe seguir.8 Si admitimos que la poesa de Mariana Sansn es inconsciente (en lo personal, creo que es ms bien preconsciente), el Id de la autora le hizo caso a Jos Coronel, y con muy buen suceso. En 1959 Mariana dio a conocer su obra a un grupo de intelectuales ligados a la Universidad Nacional Autnoma en Len, dirigida esplndidamente por Mariano Fiallos Gil (1907-1964), padre de la entonces futura novelista Rosario Aguilar. Como los versos gustaron, la UNAN public una seleccin en Cuadernos Universitarios. Al enterarse de esto, el esposo de Mariana le pregunt: Qu tens con el rector? En 1960 don Eduardo Argello fue nombrado Embajador de Nicaragua ante el Gobierno de Italia. Bajo el cielo de Roma, que se tiende sereno sobre los siglos, Mariana de pronto cobr consciencia de sus races indgenas. Escriba intensamente y mandaba cuadernos llenos de poemas a Ernesto Cardenal, que estaba estudiando Teologa en el Seminario para vocaciones tardas Cristo Sacerdote (La Ceja, Colombia). En 1962 dio un recital auspiciado por el Comit Internacional por la Unidad y Universalidad en la Cultura; las traducciones de sus poemas han sido publicadas en revistas literarias (La Fiera Letteraria, Giornales del Poeta). En una ocasin se encontr en la calle con Giorgio de Chirico (1888-1978), pintor de universos inquietantes. Mariana afirma que aqul ha sido su nico contacto con el surrealismo, corriente artstica a la cual los crticos suelen adscribir su obra. Durante su permanencia en Europa tom la decisin de divorciarse. No fue fcil, considerando la poca y el crculo social al que perteneca, pero ella senta que su esposo y ella no tenan ya nada en comn. En 1963 se estableci en San Francisco, California, desempendose como agregada cultural del Consulado de Nicaragua. Aquel mismo ao obtuvo el primer premio en el ramo de la poesa en un certamen organizado por la Sociedad de Escritores y Artistas Americanos, seccin de Nicaragua, para conmemorar su vigesimoquinto aniversario. En 1965 regres a su patria y se reincorpor a las actividades culturales de Len. En 1967 se cas en segundas nupcias con Edgardo Buitrago Buitrago (nacido en 1924), destacado catedrtico y dariano. En los 60 incursion a las artes plsticas, fabricando extraas composiciones con ramas y semillas. Tambin hizo pintura primitivista con sello propio. En 1980 organiz el Grupo Subtiava de Pintura Primitiva. Ha sido la primera mujer admitida como miembra correspondiente de la Academia Nicaragense de la Lengua. El solemne acto fue llevado a cabo el 2 de diciembre de 1998, despus de que los honorables acadmicos se acordaron de eliminar el requisito de ser varn para pertenecer a la Academia. Ms vale tarde que nunca, dice el refrn, pero para Mariana, fue demasiado tarde: ella ya sufra del mal de Alzheimer y apenas se daba cuenta de lo que estaba pasando. Su membreca fue netamente simblica. En apariencia, la trayectoria potica de esta autora es bastante venturosa, pero la marginacin de todas maneras est presente. El primer obstculo que ella tuvo que sortear era la reaccin de su primer esposo, que no comparta los intereses artsticos de Mariana. No lleg a prohibirle que escribiera, pero no le agradaba el hecho. Como la relacin entre ambos ya estaba bastante deteriorada, ella no se senta muy tentada de satisfacer los deseos del cnyuge, pero la8

Mariana Sansn, Las horas y sus voces y otros poemas. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1996, pginas 2021.

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aprobacin de la pareja es un elemento que todava hoy es significativo para las escritoras. Si el hombre acepta la vocacin de la mujer y la apoya, el asunto marcha; si no, vienen los conflictos. Los varones perciben sus intereses y aspiraciones como legtimas a priori; las mujeres solemos solicitar la legitimacin de nuestros deseos a los hombres, y nos sentimos agradecidas cuando la obtenemos. Contra viento y marea, Mariana Sansn sigui escribiendo. Entre su primer libro, Poemas, publicado por la UNAN de Len en 1959, y el segundo (Poemas de Mariana Sansn Argello. Len: 1967), transcurrieron 8 aos. Entre este segundo y el tercero (Zoo fantstico. Managua: INC, BANIC, INCH, 1994) pasaron 24 aos. Y eso que se trata de una persona privilegiada, con un acceso relativamente fcil a los poderes culturales de Nicaragua. La publicacin que rene el mayor nmero de poemas de la autora es Las horas y sus voces y otros poemas (Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1996), pero son slo una nfima parte del total de su produccin. Todas las selecciones de la poesa de Mariana siempre fueron hechas por varones; son bastante arbitrarias y la encasillan en el sedicente carcter metafsico de su obra. Ella siempre se ha mostrado reacia a analizar y explicar sus poemas; este distanciamiento, probablemente, obedece al deseo de conservar una libertad irrestricta, que no se atiene a las reglas. La poesa de Mariana es su recodo de libertad9. La poeta confa en su intuicin de mujer; eso bien lo ilustra el siguiente texto suyo: El sexo da un determinado carcter al Hombre. Una mujer adivina en la obscuridad la forma; el hombre se adentra en ella sin saberlo. Los crticos aceptan gustosamente el esencialismo de la poesa de Sansn y casi siempre la enfocan como un misterio al margen de toda lgica. ste es un criterio predominante, pero no nico. Angel Martnez Baigorri (1899-1971), escritor nicaragense de origen espaol, se refiri a los poemas de Mariana en los siguientes trminos: Todas, o por lo menos las mejores logradas de esas poesas, son intuiciones rpidas de experiencias lentas de vida.10 Perdida para la historia La condicin de gnero ha sido determinante en la trayectoria literaria de Magdalena Ubeda Granera (Chinandega, 1928), educadora, ensayista y poeta. Naci en una patricia familia chinandegana, de estirpe conservadora, pero ya venida a menos econmicamente. Desde muy temprano, Magdalena se interes en las letras: Aprend a escribir a los cinco aos, y a esa misma edad comenc a componer cuentos, con mala letra y con tremendas faltas de ortografa. (...) Siempre era muy estudiosa y lea todo lo que caa en mis manos, sin orden11.9

Poema indito de Mariana Sansn. Mariana Sansn, Las horas y sus voces y otros poemas, Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1996, pgina 216. 11 Entrevista personal con Magdalena Ubeda, Estel, 2000.10

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Como en Chinandega no haba bachillerato, decidi trasladarse a Managua para terminar la secundaria. Me fue casi, casi contra la voluntad de mi gente, que era conservadorsima. Pero los convenc.12 Todava siendo estudiante, escribi un ensayo sobre la incidencia de Pedrarias Dvila, primer Gobernador de Nicaragua, en la historia nicaragense. Dicho estudio fue publicado por el peridico capitalino Flecha y caus un debate, que dur alrededor de un mes y promovi a la joven en los crculos intelectuales de Managua. El poeta Pablo Antonio Cuadra le escribi una carta muy afectuosa, afirmando que Magdalena poesa un don de historiadora e instndola a escribir ms. La muchacha fue introducida por sus amistades intelectuales al Crculo de Letras Nuevos Horizontes, recin fundado por la poeta Mara Teresa Snchez. El ambiente all era sumamente agradable porque todo era muy natural. Nadie adoptaba una pose, nadie era maestro de nadie.13 En el ao lectivo 46-47 Magdalena estudi Derecho en la Universidad Libre de Nicaragua. Despus me cas... Entonces, se termin el Derecho. Ya casada, una vez volv a ver a mi amigo el poeta Manolo Cuadra y l me dijo: La perdi la historia pero la gan el hogar. Los esposos se instalaron en La Concordia, un pueblito del departamento de Jinotega. No era, obviamente, un lugar apropiado para el desarrollo de una literata. Magdalena se desvincul casi por completo de los crculos intelectuales y ya nunca ms pudo retomar la labor investigativa. Ha criado 9 hij@s y por 38 aos se desempe como profesora de secundaria. Su nico libro, Estel 79, Jinio-Julio (Managua: Editorial Alemana, 1979) es una especie de diario en verso y prosa escrito durante los ltimos dos meses de la guerra de liberacin del 79 (la autora resida en Estel, donde los combates fueron especialmente cruentos). Si no lo hubiera escrito, me hubiera vuelto loca. El refugio de una escritora es poder escribir. Mi temor era que se me acabara el papel.14 Estel 79 es un sugestivo collage testimonial, cuya vigencia radica no slo en el hecho de ser un documento humano, sino en los mritos literarios. En sus mejores pginas Magdalena Ubeda alcanza, gracias a su capacidad de sntesis y a su orgnica vehemencia, niveles apreciables de tensin potica. Pero es ms conocida por su militancia poltica (es socialcristiana desde los 60) que como literata. En resumidas cuentas Resumiendo lo dicho anteriormente, podemos afirmar que las pioneras de la literatura nicaragense han experimentado y siguen experimentando en vida y en la muerte la marginacin que consiste en: a). Publicacin tarda y selectiva, relacionada con la falta de acceso a los medios editoriales y con el concepto de la decencia requerido de toda mujer correcta. b). Falta de atencin y desvalorizacin de la crtica oficial. c). Insistencia de la crtica en el carcter intuitivo y espontneo de la obra literaria escrita por mujeres. d). Falta de atencin de la crtica literaria para con la ensaystica escrita por mujeres.

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Idem. Idem. 14 Idem.

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e). Descalificacin personal cuando transgreden las reglas de obediencia a las normas de conducta o a las autoridades culturales. Todas estas formas de marginacin, aunque modificadas y atenuadas, persisten hasta la fecha. Bibliografa bsica 1. Arellano, Jorge Eduardo. Antologa General de la Poesa Nicaragense. Managua: 1994. 2. Arellano, Jorge Eduardo. Diccionario de autores nicaragenses, 2 tomos. Managua: Convenio Biblioteca Real de Suecia, 1994. 3. Arellano, Jorge Eduardo. Panorama de la literatura nicaragense. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1986. 4. Cobo de Arco, Teresa. Polticas de gnero durante el liberalismo: Nicaragua 1893-1909. Managua: Publicaciones del Colectivo Gaviota, 2000. 5. Cuadra, Manolo. Tres amores. Edicin y prlogo de Julio Valle-Castillo. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1992. 6. Cuadra, Pablo Antonio. Torres de Dios. Ensayos sobre poetas. Managua: Ediciones de la Academia Nicaragense de la Lengua, 1958. 7. Halftermeyer, Gratus. Diccionario biogrfico-histrico de Managua. Len: Editorial Hospicio, 1945. 8. Pallais Lacayo, Mauricio. El Periodismo en Nicaragua, 1826-1876, tomo 1. Managua: Banco Central de Nicaragua, 1982. 9. Pineda de Glvez, Adaluz. Honduras: mujer y poesa. Tegucigalpa: Editorial Guardabarranco, 1998. 10. Snchez, Mara Teresa. Poesa nicaragense. Managua: Editorial Nuevos Horizontes, 1948 (segunda edicin, 1965). 11. Toledo de Aguerri, Josefa. Anhelos y esfuerzos. Managua: Imprenta Nacional, 1935. 12. Zamora, Daisy. La mujer nicaragense en la poesa. Managua: Editorial Nueva Nicaragua, 1992.

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