Escuela con Julián Carrón - 2010.10.20

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    Apuntes de la Escuela de comunidad con Julin Carrn

    Miln, 20 octubre 2010

    Textos de referencia: Vivir es hacer memoria de M, Asamblea Internacional Responsables de Comunin y Liberacin (La Thuile 2010), supl. Huellas-Litterae

    Communionis, n. 9 (2010); Un da se pregunt quin era , Jornada de aperturade curso de los adultos y de los universitarios de CL (Rho 2010), Huellas-LitteraeCommunionis, n. 9 (2010).

    Canto Zache

    Canto Al mattino

    La ltima pregunta de la pasada Escuela de comunidad y la respuesta a ella hansuscitado muchos debates, y por ello me gustara volver sobre la cuestin a partir devuestras cartas.Querido Julin, me qued muy impresionado despus de la ltima intervencin de la

    pasada Escuela de comunidad y de tu respuesta, que sin embargo no me dejcompletamente satisfecho. Te pido, si es posible, que profundices en ella, pues es unpunto que me atae de forma particular. Por diversas circunstancias, he tenido queenfrentarme personalmente con la enfermedad, el dolor y la posibilidad concreta de unamuerte inminente. Pero incluso en circunstancias mucho menos dramticas he tenidoque afrontar situaciones de mal y de oscuridad en las que la resurreccin y lacontemporaneidad de Jess sonaban como palabras vacas. En esos momentos tena lamisma rabia que el chico que intervino. Mostrar esta rabia a alguien del movimiento yde la Iglesia es expresar una pregunta que inevitablemente se dirige a los nicos mbitosde los que podemos esperar una respuesta. Hace falta valor para gritar esta ausencia( Dios mo, Dios mo, por qu me has abandonado? ), porque se sale de los esquemasdel movimiento para los que slo est bien decir lo que no crea problemas y lo que escoherente con el discurso. Cuando uno vive en la oscuridad y no percibe una presencia,no es suficiente esforzarse para poder ver, ni tampoco tratar de justificar el malbuscando a la fuerza aspectos positivos, como por ejemplo que en la paciencia serevelar el designio bueno , la respuesta llegar de la forma ms inesperada , a lomejor esto te ayuda para . Te pido que nos ayudes, tanto a m como a muchos otros, aentender cmo afrontar la realidad de esta ausencia . No es suficiente con decir quehay otras situaciones en las que la Presencia se ve, porque esto no hace sino agudizar eldrama de un aqu y ahora en donde no se ve esta Presencia. Ni siquiera es suficiente laconciencia, siempre agudsima en estos casos, de que sin la Resurreccin nada tendra

    sentido; el sin-sentido parece a veces una posibilidad concreta, y la fe usada comoanestesia y soporte psicolgico ante lo intolerable del mal resulta frgil e inconsistente;ni siquiera es suficiente la invitacin a la oracin, sin duda esencial incluso cuandoexpresa un grito desesperado, porque cuando se grita a la oscuridad antes o despus estegrito se apaga. sta es una de las muchas cartas.Os leo otra: El chico que vive el drama de su abuela somos nosotros. En l se haexpresado un grito que es el de cada uno de nosotros; s, s, la compaa, el movimiento,la Iglesia, los santos, el mismo Cristo; pero en esta vida sufrimos, existe el mal,morimos; entonces, para qu sirve la fe? La dureza de esta pregunta es exactamente elnico punto gracias al cual se puede resolver la famosa distancia entre saber y creer. Dehecho, nosotros sabemos por la gracia de la fe, es decir, reconocemos que es verdad

    como es verdad que en este momento yo estoy delante del ordenador escribiendo, comoes verdad que hoy el cielo est nublado que Cristo, el Hijo omnipotente creador del

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    cielo y de la tierra, ha muerto en la cruz para que yo, y conmigo todas las personas a lasque amo y todo el mundo, pueda salvarme, mantenerme, conservarme, no perderme,durar para siempre, no terminar en una oscuridad pequea hecha primero de dolor yluego de una nada putrefacta. Justamente all, donde se sita ese grito, Cristo abre unaposibilidad inesperada, abre una esperanza inaudita, tan exagerada, que responde de tal

    forma a nuestro corazn, que a menudo nos cuesta creer que sea verdadera. Si elenganche no se produce al nivel de este grito y de esta respuesta, no hay movimientoque valga, no hay fe que valga, no hay Carrn, Rose, padre Aldo, Cleuza, etc., quevalgan; no hay Cristo que valga. Como hijo, sin embargo, querra regaarle a usted,padre, o a lo mejor slo tirarle de las orejas, por compasin hacia mi hermano. Esechico vino para gritarnos su imposibilidad de ver; su cerrazn ostentosa estaba llena deuna sana duda, como usted trat justamente de insinuar, y como no puede ser de otromodo. De hecho, si l no fuese el primero en dudar de que sus afirmaciones negativasfuesen del todo verdaderas, qu motivo habra tenido para venir a contarlas? Por esome hiri el cierre inmediato despus de su intervencin, tras haber obtenido lademostracin de lo irracional de su posicin. Ese chico somos nosotros, caprichosos e

    incapaces de ver, pero deseosos en el fondo de que alguien fuerce nuestra cabezonera ynos abrace, ayudndonos a entender que nuestra posicin es un mal sueo, y que lapromesa de la realidad se mantendr inesperada e inmerecidamente. Le suplico que lebusque, que vaya a su encuentro, que no le deje marchar con su trgica insatisfaccin; alrecuperarle, usted nos abraza a cada uno de nosotros.Empezamos sobre esto.

    Respecto a esta intervencin y a vuestra discusin, me he dado cuenta mientras

    hablabais de que a m no me libera un abrazo genrico, sino un juicio como el que has

    hecho t cuando l deca: Dnde est Cristo resucitado?, y tu decas: Tienes que

    hacerte la pregunta al contrario: Cmo puedes mirar a tu abuela si no est Cristo

    resucitado?; o tambin: Puedes poner la mano en el fuego afirmando que no hay

    nada ms que lo que t ves?, o tambin cuando hablaba del afecto que se est

    muriendo: Pero justamente porque se est muriendo te conviene mirar, ampliar la

    razn para ver si lo que t ests viendo es todo. Cuando escuch estas respuestas

    experiment una liberacin porque, sobre todo en ciertos momentos, no necesito

    palabras buenas, sino palabras verdaderas, necesito escuchar algo que sea tan

    verdadero que me ponga entre la espada y la pared, porque slo as puedo empezar a

    cambiar. La otra cosa que quera decir es que mientras escuchaba vuestra discusin,

    me vino a la mente un pasaje del Evangelio que haba escuchado unos das antes en el

    que los sacerdotes, para desafiar a Jess, Le dicen: Con qu autoridad haces lo que

    haces?; y Jess, con una inteligencia sin igual les hace una pregunta, y con una solapregunta les pone entre la espada y la pared haciendo que salga a la luz su posicin.

    En ese momento dije: Pero qu uso de la razn!, y este uso de la razn lo reconoc

    en vuestra discusin, reconoc en ella ese mismo rasgo de Cristo. Por eso, en esa

    discusin, yo hice experiencia de la contemporaneidad de Cristo.

    Lo que libera es un juicio, pero qu es un juicio? Estoy de acuerdo con lo que hemosescuchado. Delante de una situacin como la de nuestro amigo de la escuela pasada, ocuando nos bloqueamos como l porque tambin nosotros podemos hacernos un lo ,es verdad que otras situaciones en las que la Presencia se vea pueden no ser suficientes

    pero despus dir algo sobre esto ; no basta ni siquiera la conciencia de que sin la

    Resurreccin nada tendra sentido, porque esto no demuestra la Resurreccin; es verdadque no es suficiente la invitacin a la oracin, porque se puede rezar como si Cristo no

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    hubiese resucitado. La cuestin es, amigos y volvemos al principio de Se puede viviras?, que tratasobre la fe , si el punto de partida de la fe es un hecho y la fe es unrecorrido de conocimiento (aunque el hecho de que yo haya hecho experienciaverdadera de Su presencia, en realidad, no me permite estar ante una situacin como sino hubiese visto nada ). Yo pona este ejemplo: si Juan y Andrs, despus de haberle

    visto resucitado, hubiesen tenido que afrontar la situacin de nuestro amigo con laabuela moribunda, lo habran hecho de forma diferente a los dems o no? Para elloshabra sido imposible mirar a su abuela en esa situacin sin tener presente que habanvisto resucitado al Amigo que ellos mismos haban colocado en la tumba! S o no?Cada uno debemos mirar esto. Ms all de la dificultad que vivo ahora, del desgarro quesufro, del sufrimiento que padezco, la cuestin es que si de verdad estoy queriendo elbien de esa persona, puedo mirarla con la presencia de Cristo resucitado en los ojos! Yesto lo entiendo muy bien, no lo digo ahora para responder: porque yo he tenido quehacer este trabajo ante el cadver de mi padre. A m no se me ha ahorrado, yo tambinme podra haber bloqueado por esta separacin, porque, qu ser humano est preparadoalguna vez para la muerte de su padre? Pero si no hubiese hecho en ese momento el

    trabajo en el que el movimiento me ha educado Es la muerte la ltima palabra sobrela vida de mi padre o he visto algo que ni siquiera un momento como ese puede borrar?Me vino a la mente el ejemplo de Juan y Andrs y de los discpulos, porque el juicio esun hecho, es el reconocimiento de un hecho. Por eso es verdad que no son suficientesslo algunas cosas: se necesita la fe, se necesita el reconocimiento de un hecho. Y unhecho no son pensamientos, o consuelos, o sentimientos, o estados de nimo (por muymalos que sean): un hecho es un hecho, y nadie lo puede borrar. Puedo no querermirarlo, pero que no quiera mirar no significa que para m Cristo no haya resucitado yque no haya esperanza para mi abuela. Muchas veces nos bloqueamos y sufrimos lacircunstancia de un modo que no introduce novedad alguna, porque en el fondoseguimos mirando la realidad como si Cristo resucitado no fuese un hecho, no fuese undato de la realidad. Miro la realidad tal y como es y veo muchos hechos quedocumentan Su presencia, y an as sigo como si no existiera. Pero existe! El hecho esun hecho! Pero aada: el juicio es el reconocimiento de un hecho; en elreconocimiento del hecho entra en juego la libertad, como hemos visto. Y esto es algoque nadie puede hacer en nuestro lugar. Podemos acompaarnos, pero nadie puedesustituirnos. Por eso dice Jess a la hermana de Lzaro: Si crees, tu hermanoresucitar. Si crees, es decir, si reconoces esto. Por lo tanto, cuando decimos quequeremos una compaa que nos ayude a entender que nuestra posicin es un mal sueoy que la promesa de la realidad se mantendr, podemos decirlo como fruto de unvoluntarismo. Como si decirlo y repetirlo con fuerza nos permitiese ser capaces de

    mantenerlo. No! Lo que permite que una promesa se mantenga es que hay un hechoque lo documenta: Cristo ha resucitado. La promesa no se mantendr porque yo ocualquier otro afirme esto con ms fuerza, con ms intensidad, o con ms ardor;depende de la verdad con la que ha sucedido el hecho y con la que yo lo reconozco. Conrespecto a esto, escuchad lo que me escribe otra persona: Te doy las gracias por larespuesta que diste a ese chico triste. Me he visto a menudo en situaciones como sa ylo que yo me deca era que el Misterio no se puede explicar (aunque estuviese seguro deque todo tena un sentido). Pero en la conversacin t dabas razones ms adecuadas[porque nosotros somos cristianos, no afirmamos el Misterio como si estuvisemostodava en el nivel del sentido religioso, nosotros tenemos hechos: la fe cristiana,amigos, parte de los hechos, y por eso podemos dar razones de los hechos, no un

    genrico esperemos ; tenemos que hacer otra vez el recorrido de Se puede vivir as?desde el principio: la fe parte de un hecho que genera una esperanza, y esta esperanza

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    est llena de razones por el hecho que ha sucedido]. T has dado las razones msadecuadas, y sobre todo le has obligado a mirar lo que hay. Por eso mismo no se puedenegar: hechos, y no simples promesas de bien. Esto es decisivo, y lo cambia todo. Elejemplo de poner la mano en el fuego para afirmar que no existe lo que no se ve le dejaa uno realmente desarmado; es tan razonable que somos las criaturas y no el Creador;

    me ha venido a la mente el fragmento de la Escuela de comunidad donde se cita laBiblia: Dnde estabas t cuando yo hice el cielo? . Aqu es donde est Cristoresucitado. Invit a la Jornada de apertura de curso a una amiga que desde hace diezaos no puede estar de pie ms de diez minutos seguidos o sentada en una silla por undolor de espalda que an no se ha conseguido explicar. Le dieron un pase especial paraminusvlidos. Estuvo escuchando tumbada sobre una camilla; de vez en cuando sesentaba para tomar apuntes, pero al cabo de un rato se tumbaba de nuevo. Al final de laleccin me dijo: He entendido el porqu de estos diez aos de dolor. Si no hubiese sidoas, no habra estado aqu . Hablaba de su mal como de una gracia recibida, y yo lamiraba conmovido, porque, quin puede hablar as de un mal que invalida de esamanera? O ests loco o de verdad hay algo que te permite respirar en medio del dolor.

    La llam das despus y me dijo que el dolor no se haba ido, la incomodidad no sehaba ido [la fe no es un narctico!], pero que todo tena un sentido, porque est segurade estar haciendo un camino. Algunas personas me decan que no haban entendido laJornada de apertura de curso: porque estbamos dando por supuesto un camino. Ellaestaba convencida de esto: que estamos haciendo un camino. Est convencida de estarslo al principio, pero tambin de tener a Jess a su lado, y esto le hace feliz.Y aqu no puedo evitar citar el hecho imponente que ha sido la muerte de nuestra amigaMarta, ex-universitaria de la Universidad Catlica de Miln, procedente de Rimini.Quiz algunos hayan ledo la conversacin que mantuvo con su padre. Os leo algnfragmento porque habla de una mujer de veintisiete aos al borde de la muerte quetestimonia qu es lo que le permite estar frente a su dolor (no al de los dems...).Marta, quin es Jess para ti?, le pregunta el padre. Bueno, deja ya losrazonamientos, deja de razonar. Jess es Yo soy T que me haces . La cosa msevidente es que somos objeto de un amor infinito, hay Otro que te ha querido y que tequiere. Mira, mira lo que tienes!. Le dice que no razone, pero ella, qu esthaciendo? Est usando la razn a lo grande: la cosa ms evidente es que somos objetode un amor infinito. Y qu hace esta chica al borde de la muerte? Invita a mirar:Miremos lo que tenemos! Y sigue: Mira la realidad entera, no hacen falta tantosrazonamientos, mira, es como cuando haces una piadina, tienes la masa en tus manos.Para ser felices en necesario amarle a l ms que a nada, sobre cada cosa, y esto te haceamarlo todo ms intensamente. Yo amo todo, toda mi vida, desde que nac hasta ahora.

    La vida es alegra y dolor, y es as porque Jess la ha hecho as, y por eso digo s a mienfermedad. Uno se lava, se viste bien, elige cosas bonitas, se cuida porque hay Otroque le cuida tambin. Esto es una gracia, tienes que pedirlo todos los das y pedir que ted paz. La felicidad la viviremos en el Paraso, aqu podemos pedir que nos haga vivircon paz. Dnde has aprendido todas estas cosas? Ha sido gracias a los amigos?.El amigo es como el objetivo de una cmara de fotos, enfoca, es decir te ayuda a mirarhacia donde est la verdad, pero toda la relacin es tuya y punto, tuya con l, punto,nadie ms, no el amigo-l-y-t; es tuyo y punto. Eres t el que pregunta, eres t el quepide, eres t el que grita, eres t el que pide: mame!. Y l te responde. l teresponde en la realidad. En este caso, por ejemplo, con toda la gente que est a tualrededor. Tambin, pero no slo: me est cambiando, me est cambiando a m y

    mientras tanto yo espero la curacin. Todos la esperamos. Rezamos, luchamos,preguntamos, pedimos. Has dicho antes: Yo me sostengo porque hay Otro que me

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    sostiene ? Has dicho eso?. S. Cmo has aprendido todas estas cosas?.Viviendo, viviendo en compaa de amigos grandes. Y mirando?. S, viviendotodo al mximo; pero, cmo se vive todo de esta manera? Hace falta tambin unmtodo y un camino, y el camino y el mtodo los he aprendido en la universidad. Yome he encontrado con Jess en la universidad. Es precioso lo que me dices, tenemos

    que hablar ms a menudo de estas cosas. No! Esto es lo que estoy diciendo, no es unproblema de hablar. Pero cuando me comunicas tu experiencia me ayuda, lo que mecuentas es un hecho. Pero el problema no es sentarse en una mesa a hablar, elproblema es que t maana por la maana te levantes, te mires al espejo y digas: Yo,Giorgio, yo soy T que me haces , y durante todo el da pidas que l se te manifieste.El problema no es que hablemos t y yo, entiendes? No es se el problema. Y terminala conversacin as: No es un problema de hablar: se trata de tu relacin personal conJess. En eso no te puede sustituir nadie. Tan slo veintisiete aos y hablando as a supadre!Y aado a continuacin lo que me escribe el padre Aldo desde Paraguay: Quera dartelas gracias por la Escuela de comunidad. Me ha impresionado mucho el dilogo con el

    ltimo chico que intervino. Me doy cuenta de que esta actitud puede ser a menudo lama, ya que vivo en un mar de dolor. Con frecuencia escucho reacciones como la de esechico, procedentes de los que estn a punto de morir y de sus parientes. Pero me haimpresionado la actitud con la que desafiaste al chico y con la que me desafas,provocndome para no desviar la mirada de Cristo resucitado e invitndome a laconversin, de tal modo que cualquier circunstancia y cualquier dolor se vuelvan uninstrumento de gracia. Cada da entiendo ms que incluso delante del dolor tenemos quepoder estar con Su presencia. Es necesario un trabajo personal, de modo que ni lamuerte ni la vida puedan separarnos del amor de Cristo. Rezo por este chico, por m,para que la conmocin ( Quin eres T, oh Cristo, que con un amor eterno me hasamado teniendo piedad de mi nada? ) transforme ese no en un s . Te agradezcotambin tu aparente dureza, que en realidad es la forma suprema de ternura cuando es elamor por el destino del otro lo que define nuestras relaciones. Me alegro de que hayasalido a la luz esta cuestin porque nos hace entender de verdad, cuando llegamos aldrama de la vida, qu es lo que de verdad nos acompaa incluso en la oscuridad. Y estoabre toda la cuestin de lo que hemos dicho en Vivir es hacer memoria de M: Cul esla verdadera compaa? Y qu es la memoria?

    Cuento la experiencia del cambio suscitado el otro da por una novedad imprevista. El

    da anterior me haba sentido perdido cuando, como no me suceda desde hace mucho

    tiempo, la jornada empez con una sensacin de extraeza hacia las cosas y las

    personas, de fastidio por el lmite con el que me topaba continuamente durante el da:los colaboradores distrados e imprecisos, el cliente maleducado, mi cansancio porque

    mi hijo no duerme por las noches, el amigo que no responda a las expectativas que

    tena, el hecho de que me cueste el dilogo con mi mujer por la noche. Ese da me

    pareca que todo estaba en mi contra. Por la noche fue inevitable pensar en la cancin

    con la que empez la Jornada de apertura de curso y sorprenderme en esa situacin.

    Sin embargo, cuando t hablaste de ello, me pareci una posicin muy lejana, que no

    me concerna. Por eso me di cuenta de que en todo este tiempo no haba tenido la

    urgencia de entender tu llamada a la conversin, como si realmente no me concerniese.

    La maana siguiente me despert con una sensacin de insatisfaccin y de

    preocupacin por el temor de vivir otro da duro y cansado como el anterior. De forma

    ms o menos consciente le ped a Jess que se manifestara, que me ayudase ese da avencer la extraeza hacia la vida que me asustaba porque no me corresponda, pero no

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    saba cmo salir de ella. Mientras desayunaba vi el nuevo nmero de Huellas que anno haba ledo. Me llam la atencin el ttulo del editorial y empec a leerlo. Enseguida

    me impresion cuando, hablando del relativismo, deca que se reflejaba de forma

    concreta en nuestra vida de cada da; deca: Si todo vale, la consecuencia no es que

    todo tiene valor, sino que nada merece la pena. Todo se consume rpidamente y la vida

    cotidiana trabajo, familia, relaciones nos desilusiona, nos fastidia. A veces, dalugar a una rabia. Me sent descrito de forma dramtica. Verdaderamente, estaba

    muy lejos de no necesitar la conversin! Al seguir leyendo me vi sorprendido por una

    novedad imprevista ante la invitacin a leer la Jornada de apertura de curso, que ya

    haba ledo, aunque sin esta urgencia: seala cul es el nico antdoto a la

    enfermedad de hoy que corroe desde dentro la existencia: la memoria, que se renueva

    porque Cristo se hace presente y atrae hoy nuestra humanidad, cambiando la

    conciencia que tenemos de nosotros mismos. Casi inmediatamente me recuper de la

    apata con la que haba empezado el da, que dio paso a un sentimiento de esperanza y

    de liberacin. Sent al que haba escrito el editorial como un amigo ntimo, porque

    haba descrito perfectamente el deseo de mi corazn, ponindome otra vez de forma

    imprevista delante del lugar donde Cristo ha emprendido la lucha por mi conversin(que es la compaa del movimiento, pero sobre todo tu testimonio, tu continuo reclamo

    a la contemporaneidad de Cristo, tu hincapi en los hechos, acontecimientos y personas

    que hacen que sea familiar la presencia de Aqul que mi corazn tanto desea). El da se

    convirti inesperadamente en una promesa de bien. En el trabajo, las mismas personas

    de antes con los mismos lmites se haban convertido ese da en un desafo, ya no eran

    un obstculo, sino una ocasin para ponerme en juego. Los mismos amigos de siempre

    volvieron a ser el signo de la ternura del Misterio hacia m. Mi mujer volvi a ser el

    signo de la fidelidad de Dios en mi vida; incluso el hijo que no nos deja dormir por la

    noche se ha convertido esta maana en una oportunidad para levantarme pronto a leer

    con gusto la Jornada de apertura de curso a las seis de la maana. He comprobado en

    la experiencia que tienes razn cuando dices que no tenemos que hacernos ilusiones:

    necesitamos hacer un largo camino de conversin para vencer en nosotros la influencia

    del relativismo que dificulta la capacidad de conocer esa verdad que nos da ms vida y

    ms amor.

    Gracias.

    Desde hace ms o menos dos aos vivo una situacin laboral muy dura. Soy mdico, y

    por motivos que no tienen nada que ver con mi profesin, todo el servicio ha sido objeto

    de una autntica vejacin. Y esto se ha agudizado en los ltimos meses, creando tensin

    entre mis colegas y favoreciendo un clima de decadencia en el que cada uno piensa

    slo en s mismo. Probablemente ste sea un escenario comn para muchos, pero, porsuerte, no para m, pues, por el contrario, el grupo en el que trabajo se ha consolidado

    con los aos (sobre todo por mi contribucin), y se preocupa por el bien comn de

    todos. Esta situacin ha creado estos meses en m un gran sufrimiento por el mal

    gratuito que vea y por la imposibilidad de cambiar esta circunstancia tan rida y

    desolada. Esto generaba en m un miedo a manipular la realidad a mi gusto partiendo

    de la hiptesis de un bien presente. Yo entenda que los discursos del movimiento, todos

    ellos verdaderos, que escuchaba y que yo mismo deca podra citar miles no me

    bastaban; adems, me preguntaba cmo era posible que otras situaciones tambin muy

    dolorosas que haba vivido estos aos, en particular algunas graves prdidas

    familiares, como la muerte de mi padre, no me hubieran dejado en una situacin de

    desolacin como la que viva en ese momento. La respuesta que me he dado es que enaquellos momentos no llevaba yo solo el dolor, sino que fsicamente fui sostenido por

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    amigos que estuvieron cerca acompandome y ayudndome hasta en los detalles ms

    banales. No se me ahorraba el dolor, pero el bien estaba presente, yo lo vea. Esta vez,

    en cambio, estaba prcticamente solo. Digo prcticamente porque en realidad ha

    habido por lo menos tres personas que me han ayudado como han podido y que me han

    sostenido. Con una de estas personas, que es viuda y tiene un hijo con problemas, me

    he confrontado sobre estas reflexiones; y ella me ha contado cmo tambin haba sido fsicamente sostenida por una gran cantidad de personas que realmente le haban

    ayudado cuando muri su marido. Pero cuando pasaron los meses, cuando se

    levantaba por la maana o cuando por la noche estaba agotada, el rostro de su hijo

    con problemas se le presentaba como un tormento, como un punto ineludible. Y esto

    me contaba le oblig a comprender que esta situacin, en la que tu problema y tu

    angustia son slo tuyos, era el punto de madurez en el que ests llamado a hacer

    cuentas hasta el final, t solo, con el Misterio que te pide que Lo reconozcas y Lo

    invoques con insistencia. Tengo que admitir que inmediatamente me afect el golpe; no

    haba contemplado nunca la hiptesis de que esta aridez que me llenaba el corazn de

    angustia fuese una ocasin para mi vida. De esta forma, los das siguientes empec a

    vivir todas las circunstancias, exactamente las mismas que antes, partiendo de estaposicin, pidiendo a Jess que me hiciese capaz de reconocerle. El efecto inmediato fue

    la desaparicin del miedo, porque incluso este aspecto tan antiptico para m adquira

    un valor para mi vida; y la desaparicin del miedo ha determinado una mirada

    diferente sobre la realidad, que volva a ser amiga. Esto me ha desbloqueado y he

    empezado a tratar otra vez la realidad como posibilidad de bien y a intentar

    manipularla dentro del pequeo espacio de accin que me permita la situacin. Lo que

    pido ahora para mi vida es no abandonar esta posicin de splica ante el Misterio. Por

    supuesto no pido que se mantenga esta situacin tan hostil, ojal Dios me libre de

    ella! Pero s pido que se mantenga despierta en m la misma urgencia de buscarle que

    esta circunstancia ha provocado.

    Intentemos no perder el ncleo de la cuestin. Fijaos que no ha contado ningn hechoespectacular Qu es lo que ha determinado este cambio?Poder mirar la circunstancia como amiga.

    Punto. Entendis? Punto! Que alguien me abra a la posibilidad de no mirar la realidadsegn mis medidas, y esto puede ser un punto de madurez para ti; es una hiptesis queuno acepta cuando se ve en apuros, porque es cuando uno est ms necesitado, y por lotanto es menos presuntuoso. Esto hace que nuestra razn se abra de tal modo que puedaempezar a percibir la realidad, incluso aqulla en la que me bloqueo, como una ocasinpara mi vida. Fijaos que no es necesario que sucedan hechos excepcionales, como tantasveces esperamos que sucedan: simplemente basta con que seamos leales con este uso

    verdadero de la razn como categora de la posibilidad que introduce Otro, y esto tieneun efecto inmediato: desaparece el miedo, la realidad se vuelve amiga y todo empieza aadquirir un rostro distinto. Simplemente es necesario estar mnimamente abiertos a esto.Y estoy impresionado, porque cada vez me dais ms testimonio de esto. Os leo estacarta: Me ha conmovido mucho cmo respondiste al chico en la ltima Escuela decomunidad. Desafiaste su razn preguntndole si admita algo diferente de lo que lepasaba por la cabeza. Me doy cuenta de que esa actitud es como la ma, porque esverdad que frente a cada circunstancia el punto de partida para juzgar es siempre mipropia medida. Digo esto porque respecto al tema de la conversin sobre el que nosests haciendo trabajar no es que falte el deseo de l [todos lo tenemos: Estoy segurode que estis aqu porque lo tenis!], pero en ltima instancia no prevalece Su presencia

    sobre mi pensamiento, no prevalece como posibilidad sobre mi medida. Mirar toda larealidad con la certeza instantnea de que es para m por el hecho de la presencia de

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    Cristo, me parece casi imposible [y esto podemos decirlo despus de aos de vida en elmovimiento, despus de aos de testimonios a millares]. Y es tan verdadero que, comodices t, incluso lo que veo que les sucede a otros me conmueve; pero despus pareceque para m es imposible [vemos en otros cmo saltan por los aires sus propias medidas,pero es como si para nosotros no fuese posible]. La cosa se vuelve todava ms difcil

    cuando se piensa en las cosas bellas que a uno le han sucedido, en las que es evidente, almenos para m, que es Otro quien obra en m. Muchas veces concebimos la conversincomo dejar de hacer cosas malas para hacer cosas buenas podramos decir que estoestamos dispuestos a hacerlo (casi!) . Pero hace falta casi un cataclismo para cambiarnuestra medida! Fijaos que cuando Jess usa la palabra conversin se est refiriendo aesto: cambiar el modo de percibir la realidad, el nous, es decir, el modo de usar la razn.No es que Giussani fuese un iluso cuando nos haca trabajar sobre esto, es ms, desde laprimera hora de clase en el liceo Berchet saba bien cul era la batalla porque nosotrosseguimos atascados en esta medida. En cambio, cuando dejamos entrar otra posibilidad,empezamos a ver cmo es en verdad la realidad.

    Quera contarte el resultado del trabajo de la Escuela de comunidad. El primerresultado es el cambio de la actitud frente a la realidad, en el sentido que desde que

    abro los ojos por la maana es como si ya no pudiera prescindir del dato de que la

    realidad existe, que existe tal como es en el sentido literal del trmino, como algo que te

    es dado: que uno se despierta, que tiene un marido, hijos, una casa, un trabajo, unos

    padres, la fe. Dicho esto, cuando has empezado a tomarte en serio el punto de la

    conversin y a desafiarnos a nosotros con respecto a l, he visto que esto produca en

    m una rigidez y un temor; y obviamente esto me ha dolido y turbado.Por qu? Por qu ha producido en ti rigidez?

    No lo s.

    Cuando digo que nosotros, delante de la palabra conversin, nos defendemos, estoydiciendo esto; no sabemos por qu, pero en cuanto la escuchamos, nos ponemos rgidosy nos llenamos de temor. Esto es lo que quiero decir.

    A pesar de la gracia que yo siento en m.

    Te lo agradezco, porque es lo que experimento yo tambin.Me he sentido turbada a pesar de que despus t, en el texto, eras comprensivo: no os

    preocupis, en el fondo nos resistimos a algo que est presente. No consegua

    entender cmo poda resistirme a lo que yo creo que es mi mayor deseo. As que hice

    una cosa, la nica cosa que me acompaa cada da; y aqu se produjo la mayor

    sorpresa, en el sentido de que no me habra dado cuenta ni de la contemporaneidad ni

    de la conversin, si no se hubiese introducido un tercer factor, que es el mtodo que nos

    has propuesto. Tambin porque me he dado cuenta de que, adems de reconocerlepresente, yo necesito continuamente volver a encontrarle cada da en todos estos datos,

    necesito ver un punto de novedad ltima en el hombre con el que me cas hace

    veintids aos y al que conozco hasta el punto de poder preverlo, necesito ver en mi

    trabajo (que es el triunfo de lo ordinario) una posibilidad de cambio para m, pero no

    slo para m, sino para el mundo, para la historia. Y entonces entiendo lo que deca el

    correo que has citado antes de que no son suficientes Rose, el padre Aldo, etc. Sin

    embargo, yo los tengo presentes; cuando pienso en tener que perdonar o en ser

    perdonada tengo presente al Papa; cuando miro a mis hijos tengo presente a Rose;

    cuando entro en la oficina tengo presente a Marta Cartabia y lo que dijo; hasta la

    relacin continua con lo que nos dices t, porque de otro modo no es posible para m

    vivir mi humanidad tal como es, hasta ese punto de soledad profunda que hay en m yque nada ni nadie parece colmar. No es posible vivir todo esto como un recurso.

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    Qu es lo que hace posible esto? Porque sta es la conversin de la que no puedesdefenderte.Que Alguien se ha inclinado y me ha amado con un amor infinito.

    La cuestin es sta. Delante de alguien que te dice: Me amas?, te quedas rgido?No. Digo esto porque uno puede quedarse rgido ante ciertas cosas que tiene que dejar o

    que tiene que eliminar, no ante un abrazo. Es verdad o no? Porque nosotros, uninstante despus de haber dicho la palabra conversin, la reducimos al moralismo desiempre (es decir, que tengo que cambiar algo). El primer cambio al que nos estinvitando desde siempre don Giussani es que la primera actividad es casi una pasividadque consiste en acoger el abrazo de otro. Zaqueo se convirti?S.

    Se resisti?No.

    Se qued rgido?No.

    Por qu no? Porque acept; ante todo no prevea que tuviese que cambiar nada, acept

    el imprevisto que supona que Uno le abrazara con toda su humanidad. El problema esque nosotros separamos esto; y despus nos imaginamos la conversin como si fuesealgo nuestro. No. Zaqueo cambi dominado por esta conmocin. Pero nosotros loseparamos: por una parte est el discurso sentimental y por otro la conversin moralista.Separamos dos cosas que slo pueden estar unidas! Tanto es as que cuando se separan,ya no existen, y uno se bloquea. Por qu? sta es la cuestin: porque nosotros yahemos reducido a Cristo, no pensamos en el don de su Presencia, sino en las actitudesque tenemos que cambiar. Cuando Zaqueo acogi aquella mirada que nunca antes habavisto, qued tan desconcertado por Su ternura que despus, sin esfuerzo, cambi. Meexplico? Si nosotros no aceptamos esto, si cuando t te pones rgida no Le dejas entrarno es que tengas que cambiar la rigidez, no es que tengas que prepararte antes porque, sipudisemos prepararnos sin Cristo, entonces qu haramos aqu? , entonces laconversin se convierte en ansia. Y en el fondo Cristo queda reducido a una palabra, aun objeto decorativo. De hecho, en el imaginario colectivo actual (en el que tambinnosotros participamos y de qu modo), cmo se concibe la figura de Cristo? Vino,se fue, nos dej aqu solos con unas cuantas reglas a seguir y despus volver para

    juzgarnos en el juicio final. Cuando me quedo rgido y no vuelvo a partir del bien quehe experimentado, no puedo salir de esta rigidez, me quedo bloqueado. Debemosdesafiar constantemente nuestra rigidez con Su presencia. Y esto es un trabajo.

    Termino leyendo otro correo que explica bien lo que de verdad nos hace entrar en la

    realidad de un modo distinto: Quiero contarte cmo me ha ayudado el trabajo de laEscuela de comunidad y me ayuda ahora a afrontar de nuevo las circunstancias, inclusolas ms impensables. Hace ms o menos un ao, me concedieron, por pura gracia, eltraslado por motivos familiares. El primer da de trabajo me presento al director de lasucursal (trabajo en la banca), y lo primero que me dice sin medias tintas es que, sihubiera podido elegir, nunca me habra elegido a m para ese trabajo, sino a una personaque ya tuviese una cierta experiencia en l. Para m ha sido un perodo difcil perocargado de gracia. Entraba cada da en la oficina pidiendo que l se dejase ver, que nome dejase sentirme sola en ese ambienta tan hostil, que pudiese reconocerle ms. Ms omenos un mes despus el director vino a mi despacho y me dijo: Mira, olvdate de loque te dije el primer da. Si ahora me pidiesen elegir entre t y alguien que hubiera

    hecho este trabajo durante toda su vida, te elegira a ti, porque adems de haberaprendido a hacer este trabajo mejor que quien lo hace durante toda su vida,

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    humanamente he conocido a pocas personas como t . A m me dieron escalofrosporque era evidente que se trataba de una obra de Cristo. La conversin es justamente loque dices: que se despierte en m el deseo de cambiar para no perderme lo que tengodelante, y esto implica un cambio personal, es decir, volverme para mirar dnde meprovoca Cristo en la realidad, porque si no, lo elimino. Esto se hizo evidente en este otro

    episodio que me sucedi. Hace algunos meses fui a unos cursos de formacin de labanca para la que trabajo, y en las conversaciones con los compaeros se perciba ungran descontento: unos se lamentaban porque el director era poco comprensivo, otros lohacan por los compaeros poco colaboradores. Esto me impact, y en ese momentodije: Para m el trabajo no es esto . Unos meses despus, charlando con unacompaera, me cont cmo estaba viviendo el trabajo, y en un momento dado me dijo:Bueno, pero t ya lo tienes resuelto . Evidentemente, stas eran dos ocasiones

    privilegiadas en las que el Misterio me estaba provocando. Para m la conversincoincidi con tomar en serio estos dos episodios que me suscitaron multitud depreguntas sobre el significado de mi persona [el Seor nos llama de esta forma: si noentrevemos ni siquiera una posibilidad de ganar algo, no nos movemos y reducimos el

    corazn al sentimiento]. Surgi en m el deseo de profundizar en la posibilidad quesupone el trabajo, y de comunicarla a los compaeros y amigos. Hablando con algunosde este deseo propuse invitar para un encuentro pblico a un amigo que es el testimoniovivo de una humanidad cambiada por el encuentro con Cristo. Invit a mis compaerosy al director de mi sucursal. Slo vino el director, quien al final del encuentro no sabade qu forma agradecerme que le hubiera invitado, porque estaba realmentedeslumbrado por lo que haba escuchado. Me dijo: A m tambin me gustara formarparte de esta historia. Si llego a saberlo, traigo tambin a mi mujer y a mis hijas [staes justo la modalidad con la que Cristo se da a conocer: afrontando la realidad comotodos pero con esta novedad en los ojos, y l, en cuanto ve un resquicio en nuestrocorazn, nos une a s]. Te agradezco de verdad la pasin con la que nos acompaas eneste recorrido, no nos dejas escapatoria. Seguramente, hace un ao estos hechos[atencin!] slo me habran conmovido, los habra contado en la Escuela de comunidadsin llegar a decir: Quin eres T, oh Cristo mo, que haces que sucedan estas cosas yme atraes cada vez ms hacia Ti, haces que pida cada vez ms Tu compaa? . sta esla conversin, cuyo deseo es suscitado en uno por el asombro: Quin eres T, Cristo?sta es la promesa que encierra la propuesta de don Giussani. No necesitamos no s quaparicin; simplemente, necesitamos aceptar esta hiptesis para entrar en la realidad, encada circunstancia con que la vida nos desafa. En caso contrario, escuchar estas cosas yno verlas en nuestra experiencia no nos basta, ya lo sabemos. Por eso, si cada uno denosotros no acepta este desafo y esta verificacin, la evidencia y la certeza no crecern.

    En cambio, cuando aceptamos, ya veis lo que sucede...Para la prxima Escuela de comunidad seguimos trabajando la leccin de La Thuile,porque hoy ni siquiera le hemos dado una vuelta: Qu ha cambiado en nosotros al leerla leccin? Cmo concebimos la comunin y la compaa? Qu quiere decir lamemoria? Qu es lo que nos acompaa hasta la enfermedad o la muerte, qu es? Si norespondemos a estas preguntas no podremos entender hasta el fondo qu se nos proponeen la leccin.

    Gloria