Escuela Romántica Europea
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Escuela Romántica Europea
Se basa en el romanticismo que es un movimiento cultural y político originado
en Alemania y en el Reino Unido (Gran Bretaña e Irlanda del Norte) a finales
del siglo XVIII como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de
la Ilustración y el Clasicismo, confiriendo prioridad a los sentimientos. Su
característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un
conjunto de reglas estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante,
por eso es que su rasgo revolucionario es incuestionable. Debido a que el
romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, la vida y al hombre
mismo que se presenta de manera distinta y particular en cada país donde se
desarrolla; incluso dentro de una misma nación se manifiestan distintas tendencias
proyectándose también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra a
Alemania hasta llegar a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría
posteriormente en diversas corrientes, como el Parnasianismo, el Simbolismo,
el Decadentismo o el Prerrafaelismo, reunidas en la denominación general de
Posromanticismo, una derivación del cual fue el llamado Modernismo
hispanoamericano. Tuvo fundamentales aportes en los campos de la literatura, la
pintura y la música. Posteriormente, una de las corrientes vanguardistas del siglo
XX, el Surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos de la exaltación del
yo.
Características
El Romanticismo es una reacción contra el espíritu racional y crítico de
la Ilustración y el Clasicismo, y favorecía, ante todo:
La conciencia del Yo como entidad autónoma y, frente a la universalidad de
la razón dieciochesca, dotada de capacidades variables e individuales
como la fantasía y el sentimiento.
La primacía del Genio creador de un Universo propio, el poeta
como demiurgo.
Valoración de lo diferente frente a lo común, lo que lleva una fuerte
tendencia nacionalista.
El liberalismo frente al despotismo ilustrado.
La originalidad frente a la tradición clasicista y la adecuación a los cánones.
Cada hombre debe mostrar lo que le hace único.
La creatividad frente a la imitación de lo antiguo hacia los dioses de Atenas.
La obra imperfecta, inacabada y abierta frente a la obra perfecta, concluida
y cerrada.
Es propio de este movimiento un gran aprecio de lo personal,
un subjetivismo e individualismo absoluto, un culto al yo fundamental y al carácter
nacional oVolksgeist, frente a la universalidad y sociabilidad de la Ilustración en
el siglo XVIII; en ese sentido los héroes románticos son, con frecuencia, prototipos
de rebeldía (Don Juan, el pirata, Prometeo) y los autores románticos quebrantan
cualquier normativa o tradición cultural que ahogue su libertad, como por ejemplo
las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar) y la de estilo (mezclando
prosa y verso y utilizando polimetría en el teatro), o revolucionando la métrica y
volviendo arimas más libres y populares como la asonante. Igualmente, una
renovación de temas y ambientes, y, por contraste al Siglo de las Luces
(Ilustración), prefieren los ambientes nocturnos y luctuosos, los lugares sórdidos y
ruinosos (siniestrismo); venerando y buscando tanto las historias fantásticas como
la superstición.
Un aspecto del influjo del nuevo espíritu romántico y su cultivo de lo diferencial es
el auge que tomaron el estudio de la literatura popular,
(romances o baladasanónimas, cuentos tradicionales, coplas, refranes) y de las
literaturas en lenguas regionales durante este periodo: la gaélica, la escocesa,
la provenzal, la bretona, la catalana, la gallega, la vasca... Este auge de lo
nacional y del nacionalismo fue una reacción a la cultura francesa del siglo XVIII,
de espíritu clásico y universalista, difundida por toda Europa mediante Napoleón.
El Romanticismo se expandió también y renovó enriqueció el limitado lenguaje y
estilo del Neoclasicismo dando entrada a lo exótico y lo extravagante, buscando
nuevas combinaciones métricas y flexibilizando las antiguas o buscando en
culturas bárbaras y exóticas o en la Edad Media, en vez de en Grecia o Roma, su
inspiración.
Frente a la afirmación de lo racional, irrumpió la exaltación de lo instintivo y
sentimental. «La belleza es verdad». También representó el deseo de libertad del
individuo, de las pasiones y de los instintos que presenta el «yo», subjetivismo e
imposición del sentimiento sobre la razón. En consonancia con lo anterior, y frente
a los neoclásicos, se produjo una mayor valoración de todo lo relacionado con
la Edad Media, frente a otras épocas históricas.
El estilo vital de los autores románticos despreciaba el materialismo burgués y
preconizaba el amor libre y el liberalismo en política, aunque hubo también un
Romanticismo reaccionario, representado por Chateaubriand, que preconizaba la
vuelta a los valores cristianos de la Edad Media. El idealismo extremo y exagerado
que se buscaba en todo el Romanticismo encontraba con frecuencia un violento
choque con la realidad miserable y materialista, lo que causaba con frecuencia
que el romántico acabara con su propia vida mediante el suicidio. La mayoría de
los románticos murieron jóvenes. Los románticos amaban la naturaleza frente a la
civilización como símbolo de todo lo verdadero y genuino.
Precursores del romanticismo
Los precursores del Romanticismo los podemos encontrar en Inglaterra y Francia
(Rousseau), pero filosóficamente nace en Alemania con el antecedente del
movimiento Sturm und Drang (tempestad e ímpetu) cuyo propósito, entre otros,
era superar los limites kantianos impuestos a la razón humana por medio del
sentimiento, la fe o la experiencia mística. Dicho movimiento se desenvolvió como
una filosofía irracionalista en torno a Herder y Jacobi con la participación de
poetas jóvenes como Goethe y Schiller. Fichte (1762-1814) impulsa el
Romanticismo identificando el Yo no intelectivo con la razón infinita, entidad donde
podría alcanzarse el conocimiento superior o de la divinidad. Pero el filósofo por
excelencia del Romanticismo es Federico Schelling (1775-1854), para quien el
mundo era un poema creado por un principio denominado Absoluto y el artista, no
el filósofo, era el más capaz de revelarlo. Cuando se pasa de la razón finita a la
infinita, afirmando el valor de lo subjetivo en función de la fe, la moral, el
sentimiento, la pasión, la imaginación y la libertad individuales, aparece también la
definición romántica del arte como creación y originalidad absolutas, en contraste
con la imitación o recreación de la realidad natural, lo racional, objetivo y utilitario
de la estética clásica y neoclásica.
El fundador del Romanticismo literario fue el filósofo alemán Federico
Schlegel (1772-1829), quien propone la infinitud del sentimiento personal,
intransferible y casi siempre incomunicable, como el espacio donde se fragua la
poesía: fenómeno evolutivo, siempre inconcluso, en oposición al modelo
neoclásico. Así lo plantea en el texto inaugural del Romanticismo en 1798,
publicado en la revista Athenaeum. Algunas de las tendencias principales del
Romanticismo, además de las mencionadas, son el primado de la intuición y la
síntesis sobre la razón analítica; la preferencia por lo grandioso e incluso caótico
en oposición a la medida y al orden; por lo imprevisible, oculto, contrastante y
contradictorio, patético o pintoresco: con el Romanticismo surge el Costumbrismo,
el interés por el folklore y por lo popular, y, asimismo, por lo exótico, lo nocturno, lo
fantástico, lo sobrenatural y por el pasado, especialmente por el de la Edad Media.
El Romanticismo es irrelevante a las formas, dinámico e historicista, aunque
también providencialista y tradicionalista. Por todo lo dicho, sin perder de vista lo
universal, defiende las diferencias locales y nacionales, destacando el genio en lo
individual o en las disposiciones específicas de los pueblos. Las formas literarias
cultivadas por el Romanticismo fueron la lírica, el drama –sin respetar las unidades
clásicas–, la novela histórica, el diario, las memorias, las confesiones y los relatos
de viajes.
Escuela romántica en Europa
Alemania
La aparición del romanticismo en Alemania es muy temprana. Ya a comienzos del
siglo XVIII se dieron rasgos prerrománticos en los poetas paisajistas —Albrecht
von Haller y su poema Los Alpes, seguido por la admiración de lo infinito y lo
insignificante en el paisaje de Klopstock, cuya lírica influyó en Goethe—, y en el
tercer cuarto de dicho siglo surge con fuerza el movimiento Sturm und
Drang ('tempestad e ímpetu'), que se opuso al racionalismo neoclásico para
exaltar la rebeldía de la juventud, la pasión y la intuición creadora. En este ámbito
se inscribe el Werther de Goethe (1774), que cuenta el amor imposible y el
suicidio por este de un joven; la obra tuvo una inmediata influencia internacional.
Los ideales de la Revolución francesa llevaron a Friedrich von Schiller a escribir en
su juventud dramas como Los bandidos (Die Räuber, 1776), y en su madurez el
célebre Guillermo Tell (1804). En la lírica, Novalis escribe Himnos de la noche a
raíz de la muerte de su prometida de quince años en 1797, donde se exalta lo
nocturno, se canta a la muerte y se identifica a la amada con Dios, todo en una
atmósfera de sincretismo místico.
En el siglo XIX, tras las guerras contra Napoleón, se da una involución
conservadora, y se prefieren destacar los rasgos identitarios y nacionales y la
tradición y el folclore como aspectos que revelan el espíritu de un pueblo
(Volkgeist), y se consolida la figura central de
Goethe, que cultiva todos los géneros literarios y
vuelve a un clasicismo que añora la civilización
grecolatina tras un viaje a Italia en 1786, momento
del que son muestras sus Elegías romanas y la
novela de aprendizaje Wilhelm Meister, cuyo
personaje central evoluciona desde un fervor
romántico inicial hasta convertirse en un educador
maduro que trabaja por el bien de la humanidad, en
la línea del pensamiento ilustrado.
Hölderlin (1792).
Los poetas más representativos del romanticismo alemán, además de Goethe, son
en primer término Friedrich Hölderlin, que enloqueció en 1803 y cantó con
encendido entusiasmo el sentido trágico de la existencia y un deseo de ideal en un
mundo de angustia y dolor; y Heinrich Heine, que supo conjugar el folclore alemán
con las inquietudes románticas en el Libro de los cantares (1827), que tuvo una
enorme difusión, y el Romancero(1852)
El Fausto de Goethe es la labor de toda su vida, pues trabajó en él durante más
de sesenta años —sus primeras versiones datan de 1772— y hasta el final de sus
días, y la segunda parte fue publicada ya póstuma en 1832. En esta obra se
muestran las dos grandes etapas de su producción literaria, en la primera, con el
asunto central del hombre que vende su alma al diablo a cambio de obtener
juventud y amor eternos, se hace patente el espíritu del romanticismo; en la
segunda, más cercana al ideal reformista ilustrado, Fausto gana el favor de un
emperador y acaba dedicado a la labor de ministro de obras públicas con las miras
puestas enla felicidad social y llevado al cielo como premio por acabar su vida
haciendo el bien para los demás.
Autores Alemanes
Los primeros autores románticos alemanes aún conservan rasgos
del Neoclasicismo y de la Ilustración alemana (Aufklärung), y se encuadran en el
movimiento Sturm und Drang. Es decisiva en la gestación del romanticismo
alemán el idealismo de pensadores como Kant, Herder, Hamann, Hegel, Fichte y
Schelling. Entre los literatos más destacados suele citarse a Goethe, Schiller,
Novalis. Los hermanos August y Friedrich Schlegel teorizaron este movimiento
romántico.
Johann Wolfgang Goethe
La obra de Johann Wolfgang Goethe (1749-1832)
excede el marco del romanticismo pues, si bien
sus comienzos están inmersos en el Sturm und
Drang, tras un viaje a Italia en 1786 vuelve su
estética hacia el clasicismo. Escribió teatro,
poesía lírica y novela, y en este último género
trabajó a lo largo de toda su vida en la obra
cimera de este periodo, el Fausto.
Teatro. Comenzó escribiendo en la década de los 1760 comedias y tragedias
neoclásicas. De 1773 data Götz von Berlichingen, que supuso primer éxito en
las tablas. En 1887 escribe un clásico de la literatura dramática, Ifigenia en
Táuride. Escribió asimismo dramas que reflejaban la sociedad burguesa,
como La hija natural. La obra que mejor representa el tema romántico de la
libertad es Torquato Tasso.
Lírica. Cultivó desde la poesía de raíces folclóricas y pupulares hasta las
creaciones exóticas de su Diván de Oriente y Occidente (1819), que recuerdan
vagamente la poesía persa. Aunque suele señalarse que su obra lírica cumbre
son las Elegías romanas (1790), inspiradas por su estancia italiana y la
contemplación de los vestigios de la Antigua Roma. También practicó la poesía
épica, con su idilio Hermann y Dorotea.
Novela. Su obra de juventud Los sufrimientos del joven Werther (1774) supone
un punto de arranque del romanticismo en Alemania y es una de las
creaciones más influyentes de su tiempo. En ella plantea las tribulaciones de
un alma atormentada por un amor imposible que provoca el suicidio final del
protagonista, unalter ego del propio Goethe. Mediante fragmentos del diario de
Werther y extractos de su correspondencia, se cuenta la peripecia interior de
un joven cuyo carácter fue imitado por la juventud de su tiempo. De su periodo
clasicista es Años de aprendizaje de Wilhelm Meister, novela de aprendizaje
de un joven que, tras unos inicios marcados por la rebeldía, la marginalidad y
la bohemia en una compañía de cómicos, acaba dedicándose a la enseñanza
y a fomentar el progreso social. Las afinidades electivas (1809) plantea
conflictos amorosos entre dos parejas y contiene un incisivo análisis
psicológico.
Friedrich Schiller.
Su principal obra, en la que se afanó durante toda su carrera literaria, es Fausto,
novela dialogada de temas filosóficos, publicada en dos partes, la primera en 1808
y la segunda, póstuma, en 1832. Los primeros testimonios de esta reelaboración
de la leyenda medieval del hombre que vende su alma al diablo a cambio de
conseguir el amor y la juventud eterna datan de 1772. La novela abarca las dos
grandes etapas de su producción literaria. En la primera, con el asunto central del
hombre que vende su alma al diablo a cambio de obtener juventud y amor eternos,
se hace patente el espíritu del romanticismo; en la segunda, más cercana al ideal
reformista ilustrado, Fausto gana el favor de un emperador y acaba dedicado a la
labor de ministro de obras públicas con las miras puestas en la felicidad social y
llevado al cielo como premio por acabar su vida haciendo el bien para los demás.
Dramaturgos: Friedrich Schiller, Heinrich von Kleist y Georg Büchner
A Friedrich Schiller (1759 – 1805) se le considera el mayor dramaturgo alemán,
junto a Goethe, una de las figuras centrales del romanticismo de la primera época.
Inspirado por las ideas de la Revolución francesa escribió en su juventud dramas
como Los bandidos (Die Räuber, 1776), que le valió un importante reconocimiento
de la Primera República Francesa. Destaca su drama de madurez Guillermo
Tell (1804), que trata el tema de la rebelión frente a la tiranía.
Otro destacado autor dramático es Heinrich von Kleist. Destacan de entre su
producción El príncipe de Homburg, Pentesilea y El jardín roto. También relatos
cortos: La marquesa de O.
Georg Büchner (1813-1837) escribió el drama La muerte de Dantón y Leoncio y
Lena pero es conocido por una tragedia inconclusa que preludia
la vanguardia:Woyzeck, historia de un soldado desgraciado que mata a su
amante, que le es infiel.
Lírica: Novalis, Hölderlin y Heine
Novalis
Friedrich Leopold von Hardenberg, conocido como Novalis, escribió Himnos de la
noche a la muerte de su jovencíasima amada. En este poemario místico y
nocturno se canta a la muerte y se identifica a la amada con los misterios del
cristianismo, y el misticismo del viaje de la prometida muerta por las regiones de la
oscuridad se hace patente al fundir la persona de la amada con las personas de la
Trinidad cristiana. Se trata de una lírica onírica, visionaria y exaltada, que busca lo
sublime y, por tanto, se incardina en la raíz de la sensibilidad romántica.
Friedrich Hölderlin
En Friedrich Hölderlin (1770-1843) destacó su conocimiento de la lengua y la
literatura griegas que aportaba elementos clásicos a su poesía romántica. Escribió
una lírica de gran sensibilidad, que trata temas como el amor a la libertad, los
ideales revolucionarios, la mitología pagana y el cristianismo. Entre sus obras
poéticas sobresalen El archipiélago, En medio del camino de la vida y Patmas.
Fue también autor de la novela epistolar Hiperión.
Heinrich Heine.
Entre los románticos tardíos destaca Heinrich Heine (1797-1856). Judío exiliado
de Alemania, cantó su relación de amor y odio con su patria en el largo poema
satírico Alemania, un cuento de invierno. Su libro de canciones se hizo muy
popular, pero es sobre todo un gran prosista: se ganaba la vida con crónicas
periodísticas de ternas sociopoliticos.
Otros poetas reseñables son Clemens Brentano (1788-1842) y Achim von
Arnim (1781-1831), que colaboran en una reelaboración de la poesía folclórica
breve: El cuerno de la abundancia del muchacho. Von Arnim escribió también
novelas, como Isabel de Egipto, cuyo asunto es un imaginario amor de juventud
de Carlos I de España y V de Alemania.
Narrativa
Además de la ingente obra narrativa de Goethe, destaca la novela y el cuento
fantástico, que hunde sus raíces en la novela gótica anglosajona por un lado y en
los elementos mágicos del cuento tradicional de hadas por otro.
E. T. A. Hoffmann (1776-1822) explora la frontera entre realidad y fantasía en sus
relatos breves Piezas de fantasía, El elixir del diablo, Opiniones sobre la vida del
gato Murr o Cascanueces y el rey de las ratas.
Adelbert von Chamisso (1781-1838) concibió La maravillosa historia de Peter
Schlemnihl, que trata el mito de Fausto.
Joseph von Eichendorff, poeta y narrador, escribe Vida de un inútil (o Vida de un
tunante), que se puede relacionar con la novela picaresca y presenta a un pobre
vagabundo que malvive con su violín y sus ideales poéticos.
Inglaterra
Inglaterra es, junto con Alemania, la cuna del Romanticismo. Con una fuerte
tradición prerromántica, la literatura inglesa de la primera mitad del siglo XIX se
caracteriza por sus grandes poetas, el desarrollo de la novela histórica y el inicio
de la novela gótica o de terror.
El Romanticismo inglés alcanza su máximo esplendor con Lord
Byron, Shelley y Keats. Se les conoce como los poetas satánicos, en alusión
a Satán, el rebelde por excelencia, dedibo a su inadaptación a la sociedad de la
época. Los tres coronaron con prematuras muertes, lejos de Inglaterra, sus
atormentadas y errantes vidas, ejemplos también de existencias románticas.
Lord Byron (1788-1824) logró una enorme fama en su tiempo, en parte por su
escandalosa existencia, en parte por sus extensas obras. Sus primeras
composiciones poéticas son plenamente románticas como Las perigrinaciones de
Childe Harold, que narra los viajes del melancólico protagonista por el sur
de Europa, o El corsario, leyenda en verso con héroe individualista y rebelde.
Su obra maestra es el extenso e incompleto Don Juan, sobre el famoso seductor.
Byron también escribió obras de texto: la tragedia Manfredo y los dramas Marino
Faliero y Los dos Foscari.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822), amigo y compañero de viajes de Lord Byron,
abandonó a su esposa y a su patria para recorrer Europa y murió ahogado en un
naufragio. En su obra plasmó un gran idealismo, matizado por una profunda
melancolía. Escribió extensas obras entre dramáticas y poéticas, como Prometeo
liberado, en la que expresa su fe en la humanidad, o La reina Mab. Sus poemas
líricos, más breves, como la Oda al viento al Oeste, destacan por su musicalidad y
abundantes metáforas. También compuso una elegía Adonais, inspirada por la
muerte de Keats.
John Keats (1795-1821) escribió largos poemas narrativos, como Endymion, un
homenaje a la cultura griega, pero su fama se debe a sus poemas breves,
recogidos en los libros Odas, Sonetos y Lamia y otros poemas. En ellos destaca la
búsqueda y la expresión de la belleza, y la creación de atmósferas sugestivas
mediante ricas imágenes. Keats reflexiona sobre la condición humana, el tiempo y
elarte, dando rienda suelta a sus sentimientos.
Lord Byron Shelley John Keats
Francia e Italia
El Romanticismo en Francia representó un movimiento de reacción contrario a la
literatura nacional, dominada por un Clasicismo que ya no era exactamente un
modelo de imitación de los clásicos. En las literaturas inglesa y alemana el
Clasicismo no había calado con tanta intensidad como en Francia o España,
aunque esta corriente fue predominante en este siglo. En Francia, país de
tradición grecolatina, la literatura continuó siendo clásica hasta mucho después
del Renacimiento.
El pensamiento romántico comenzó a formarse hacia 1750 y alcanzó su término
aproximadamente un siglo más tarde. Se fraguó ya en el siglo XVIII, fue contenido
y hasta rechazado durante la Revolución y el Primer imperio, llegó a la madurez
sólo bajo la Restauración y su triunfo se confirmó hacia 1830, en la Batalla de
Hernani.
Los precursores del Romanticismo: el Prerromanticismo (1750-1800)
Querella entre antiguos y modernos - El teatro de Diderot
La rebelión contra la imitación de la Antigüedad clásica había comenzado ya a
finales del siglo XVII con la Disputa entre antiguos y modernos. Perrault, La Motte,
y Fontenelle rechazaban ya la imitación de los modelos clásicos de la tragedia y
la comedia. La crítica era cada vez más virulenta con las obras de estos nuevos
dramaturgos, que eran comparadas con las grandes figuras del Siglo de Oro
francés. Es en este contexto cuando Diderot, que se oponía a los extremos de la
tragedia y la comedia aristotélicas, asentó las bases para un nuevo género
denominado drama burgués, que se caracteriza por no respetar las unidades de
tiempo y de lugar, por una mayor proximidad con las preocupaciones de la época,
el empleo de la empatía con el fin de enseñar a través de la emoción, y una
finalidad moralista. Desde el punto de vista escénico, el drama burgués introduce
una serie de innovaciones con el fin dotar a la obra de un mayor realismo.
Esta renovación teatral se basó en la búsqueda de sus héroes en la vida
doméstica, el Drama burgués empleaba elementos tanto de la tragedia como de la
comedia. El elemento dramático ya no era el origen en los personajes, sino las
circunstancias de la vida cotidiana.
Este cambio hizo posibles otros: el verso se sustituyó por la prosa y dio lugar a un
lenguaje más natural, a una mayor variedad en el vestuario y el decorado y más
movimiento en la acción. Ejemplos del teatro burgués de Diderot son Padre de
familia (1757) y El hijo natural (1758).
Jacques Rousseau
Si bien la influencia de los enciclopedistas, la de los romanticismos germánicos y
el interés por la Edad Media son importantes para entender el Romanticismo y
especialmente el Romanticismo francés, no bastan para ello, pues hay otra que
las eclipsa: la influencia de Rousseau (1712 - 1778)
Hijo de un calvinista de Ginebra, hoy se considera a Rousseau como uno de los
pensadores que más han influenciado el pensamiento moderno no solo en el
terreno literario, sino también en la filosofía política.9
Considerado como el padre del Romanticismo, muchas de las características
principales del pensamiento romántico tienen un claro precursor en sus escritos: la
exaltación y contemplación de la naturaleza y las descripciones paisajistas que se
encuentran en su Julia, o la nueva Eloisa marcaron una tendencia entre los
Románticos, cuyo seguidor más directo en Francia sería Bernardin de Saint-
Pierre con obras como Chaumière indienne, Paul et Virginie y Harmonies de la
nature.10
El subjetivismo y la introspección, la exposición de los sentimientos íntimos en
busca de la compasión y comprensión del lector que caracterizan la literatura
romántica fueron inaugurados también por sus Confesiones. Afirma en su
discurso Sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1775) que la
civilización ha corrompido al hombre, y es labor de la educación el devolverlo a su
estado primitivo, un retorno a la naturaleza; en su novela Emilio, o De la
educación (1762), de carácter pedagógico y sentimental, expone cómo debe
educarse al hombre en ese ideal de sencillez.11 El éxito de La nueva Eloísa atrajo
a generaciones al lago de Ginebra, buscando el rastro de Julie y de Saint-Preux, y
el rastro mismo de Rousseau en Clarens, Meillerie, Yverdon, Môtiers-Travers y
el lago de Bienne.
Rousseau hizo discípulos desde el primer momento: Saint-Lambert con
sus Saisons, Roucher con sus Mois, Delille con sus Jardins, Homme des
champs, Trois Règnes de la Nature. Todos estos escritores hicieron, a partir de
finales de siglo, variaciones sobre algunos de los temas iniciados por Rousseau.
Sin embargo, las preocupaciones de los últimos años del siglo provocaron un
cambio en las ideas filosóficas y políticas, y la gota final de la Revolución dejó en
la incertidumbre las especulaciones literarias iniciadas por Rousseau hasta el
Romanticismo.
Bosque de Fontainebleau, Jean-Baptiste-Camille Corot (1830). Los paseantes del
siglo XVIII gustaban de caminar en un entorno natural. Fue en este bosque en el
que Musset encontró la inspiración para el poemaSouvenir (National Gallery of
Art, Washington, DC).La transformación de las ideas y de las costumbres
Francia había cambiado después del agitado siglo XVIII. De la mano del cambio
económico y social, el espíritu de la Revolución francesa influyó fuertemente la
literatura y la filosofía posterior, introduciendo ideas de democracia y derechos del
individuo. En palabras de Emilia Pardo Bazán, "el Romanticismo representa tres
direcciones dominantes: el individualismo, el renacimiento religioso y sentimental
después de la Revolución, y el influjo de la contemplación de la naturaleza".
La naturaleza que amaban los románticos no es la naturaleza sabia y ordenada
sin exuberancia de los jardines que gustaba a los clasicistas. Se desarrolla un
gusto por la verdadera naturaleza, con sus caprichos y su
salvajismo. Meudon, Montmorency, Fontainebleau se hacen el asilo de quienes
buscan la introspección.
Estos lugares aislados son muy propicios para el género epistolar, en el que
pueden apreciarse notas románticas. Se da a conocer otra vida más allá de los
salones, y muchos de los impulsores acudirán a la naturaleza buscando asilo,
como podemos leer en la correspondencia de Mlle. de Lespinasse, deMme. de
Houdetot o de la condesa de Sabran. La contemplación de la naturaleza se
convierte en un culto, en una fuente de inspiración y exaltación de la fantasía
basada en la filosofía de Rousseau.
El paisaje romántico por excelencia, más allá de las fronteras de cada país es el
de las montañas y los lagos de Suiza. Ejemplo de ello es el poema del
suizo Albrecht von Haller, "Die Alpen"13 que ilustra un recorrido comenzando con
los lagos de Ginebra, de Bienne y de Thun, las altitudes medias, etc. y que fue
prontamente traducido a varios idiomas, contribuyendo a hacer de Suiza uno de
los destinos turísticos más importantes del siglo XIX.
Aunque el espíritu enciclopedista, impregnado de racionalismo y la Revolución
habían diezmado el sentimiento y las manifestaciones religiosas francesas tras
abolirse el Antiguo Régimen, el Romanticismo, en un movimiento pendular vio un
renacimiento religioso y monárquico, cuyo máximo exponente esFrançois-René de
Chateaubriand con El genio del Cristianismo, obra que sirvió como chispa para
dos corrientes dentro del Romanticismo religioso: los apologistas y la introspección
religiosa de Lamartine.
El retorno a la Edad Media
Según el escritor alemán Heinrich Heine, la escuela romántica no más que un
renacimiento de las canciones, temas y el arte de la Edad Media.
Este interés por la Edad media se da al tiempo que una revisión de las tradiciones
nacionales, conocida como Nacionalismo romántico y se caracteriza por la
intención de rescatar los romances, los cantares de gesta y los temas medievales.
El impulsor de esta tendencia fue en Francia sobre todo el conde de Tressan,
quien escribió en 1782 sus Extractos de las novelas de caballería (Extraits des
romans de chevalerie). Se retoma el interés por los trovadores y el amor cortés,
pues las novelas y las romanzas de la época medieval son bien recibidas por su
aparente ingenuidad y su lenguaje.
La Biblioteca de las novelas y la Biblioteca azul (Bibliothèque bleue, como se
designa a la literatura popular de los siglos XVII, XVIII y XIX),15 prodigan a sus
lectores con los extractos y las adaptaciones de Los cuatro hijos de Aymon, Huon
de Burdeos, Amadis, Genoveva de Brabante y Jean de París. Villony Charles de
Orléans son rescatados del olvido, el primero en 1723, el segundo en 1734.
También las obras de Marot son ampliamente
leídas. Poemas,cuentos, novelas y relatos se llenan de caballeros, de torneos y de
damas, de castillos y de pajes.
Primer periodo: Chateaubriand y Mme. De Staël (1800-1820)
La literatura de la Revolución
La época revolucionaria no fue una gran época literaria; las preocupaciones de los
filósofos y literatos no estaban dirigidas a la literatura, sino a la transformación
social. Además, si el período revolucionario, a causa de la multiplicidad de los
acontecimientos y de su importancia, parece inmenso, su duración fue en realidad
sólo de doce años, tiempo insuficiente para renovar toda una literatura, a pesar de
que ésta daba ya signos de transformación.
Con la excepción de Marie-Joseph Chénier, el autor de Charles IX, la época de la
Revolución no conserva ningún nombre de poeta que citar, salvo las obras
de André Chénier, que no serán conocidas hasta 1819 y sobre quien algunos
críticos, como Emilia Pardo Bazán, que sigue a Ferdinand Brunetière, dudan en
incluirlo como autor romántico, pues lo consideran como el "último clásico".
La literatura del Primer Imperio
Napoleón favoreció a algunos poetas buscando crear bajo su Imperio una época
dorada similar a la época Augusta. Con esta idea, pidió al eminente
académico Fontanes que descubriera a un nuevo Corneille, pero sólo se descubrió
a Luce de Lancival, el correcto autor de Héctor.
Mientrasque Goethe y Schiller iluminaban Alemania y Byron revolucionaba
literariamente Inglaterra, Francia contaba solo con escritores anclados en una
época anterior y con pálidos calcos de las obras maestras de los anteriores: en
poesía, narradores semielegíacos como el citado Fontanes (Le Jour des Morts à la
campagne), Andrieux (Le Meunier de Sans-Souci), Arnault (Fables); En teatro, las
tragedias pseudoclásicas de Népomucène Lemercier, Etienne de
Jouy o Raynouard.
Chateaubriand
Al margen de la literatura oficial vivía otra literatura. La corriente nacida con
Rousseau no se detuvo, y sus brotes, a pesar de ser intermitentes, fueron
impetuosos.
Chateaubriand (1768-1848) dejó obras como Atala (1801), El genio del
cristianismo (1802), René (1802), Los nátchez, Los mártires (1809) o la traducción
de El paraíso perdido de Milton.
Dos cosas aporta Chateaubriand a la literatura francesa: exotismo y un
renacimiento religioso. Exotismo al describir Norteamérica en Los nátchez, Oriente
Próximo en el Itinerario de París a Jerusalén (Itinéraire de Paris à Jérusalem),
en Los mártires (les Martyrs) el mundo antiguo, celta y a la Germania primitiva,
lugares que visitó durante los años de exilio. Chateaubriand introduce un arte
cosmopolita en lugar de un arte exclusivamente nacional. Seguidor de Rousseau,
invita también en Atala y en René, a dilucidar la verdadera emoción y la
melancolía y trasponerlas sobre el papel.
La Francia post-revolucionaria abría de nuevo sus puertas al cristianismo, y
Chateaubriand, por sus lecciones y por las teorías expuestas en El genio del
Cristianismo, un poema laudatorio de la obra de Dios, se abrió paso entre los
poetas franceses llegando a ser protegido de Napoleón Bonaparte, estrenándose
la obra el mismo día que éste abría de nuevo las puertas de la Catedral de Notre-
Dame al culto tras acabar las reformas de la catedral. Napoleón quería así
reconciliar el país con el Vaticano, con el fin de ser coronado por el Papa Pío VII.
Chateaubriand se enemistaría más adelante con Napoleón tras la ejecución
del duque de Enghien, apoyando a los Borbones y buscándose por ello muchos
enemigos. Su vida política fue siempre muy agitada y su popularidad prodigiosa;
no enseguida, porque a decir verdad, la influencia de Chateaubriand es sensible
sólo hacia 1820, pero fue prolongada y tuvo consecuencias inmensas.
Senancour
Fue uno de los primeros discípulos de Rousseau. Para evitar una profesión para la
cual no tenía vocación, escapó a Suiza en 1789, por lo que, una vez dio comienzo
la Revolución, se le incluyó en la lista de "emigrados", impidiéndole el
retorno. Obermann, la novela epistolar por la que es más recordado se publicó
en 1804. En esta novela, el autor quiso retratarse a sí mismo, mostrando los
escritos íntimos de un héroe desgraciado, devorado por el aburrimiento, y las
dudas e inquietudes. La obra no tuvo éxito cuando se publicó, pero una vez lo
obtuvo el "mal de Obermann" se trasformó en el mal del siglo.
Madame de Staël
Más inmediata y decisiva fue la influencia de Madame de Staël (1766-1817) en la
renovación literaria.
Forzada -a consecuencia de la hostilidad de Napoléon- a vivir fuera de Francia,
pasó una larga temporada en Alemania, donde un arte nuevo le fue revelado, por
el cual se entusiasmó. Pero para acoger este nuevo arte, Francia necesitaba
experimentar una renovación literaria.
La vida de sociedad había refinado los talentos y los sentimientos, pero en
detrimento de la individualidad. Los autores escribían según las reglas clásicas,
para ser comprendidos enseguida por un público acostumbrado a ellas. Los
escritores "tradicionales" se destacaban sólo en los géneros que representan
una mímesis de las costumbres de la sociedad, o como muestra de estilo
y finesse: poesía descriptiva o dialéctica, poesía ligera o burlesca.
Los románticos alemanes, al contrario, producían una poesía personal e íntima,
expresión de sentimientos vivos y profundos, desafiando las convenciones
clásicas. Es el sentimiento, la poesía, el ensueño, el lirismo, el misticismo, lo que
genera a una literatura original, completamente autóctona y personal, muy
filosófica, profunda y grave.
Todo esto, Staël lo presentó como la literatura del futuro, lo que separaba la
producción literaria en dos vertientes: por un lado el Clasicismo, que imitaba la
antigüedad clásica; y por el otro, lo que acabaría siendo el Romanticismo, término
que ella comenzó a emplear en francés, que recuperaba la temática cristiana, de
la Edad Media y de inspiración septentrional.
Las ideas de Staël contribuyeron a extender horizontes, hicieron girar las cabezas
y las miradas hacia el otro lado del Rin, como Chateaubriand las había hecho girar
al otro lado del canal de la Mancha. En De la literatura considerada en sus
relaciones con las instituciones sociales establece una comparación entre las
tradiciones literarias sajonas y latinas, apuntando hacia los países sajones como
fuente de la renovación literaria: "La literatura debe volverse europea", proclamaba
Staël, y si los escritores franceses habían frecuentado
a italianos, españoles e ingleses, el comercio con los alemanes era relativamente
nuevo, y había que advertirlos de lo que podían ofrecer. Esta es sobre todo la
advertencia que Mme. de Staël da con insistencia en su obra De
l'Allemagne (1810), que tuvo una fuerte repercusión y asentó las bases del
Romanticismo y de la literatura posterior.
La revolución romántica (1820-1830)
Causas del establecimiento definitivo del Romanticismo en la literatura
francesa
La revolución literaria que se había preparado en el siglo XVIII, anunciada
por Chateaubriand y Mme. de Staël, estuvo en incubación todavía bastante
tiempo. El libro de Mme. de Staël, en particular, permaneció durante varios años
sepultado por la policía imperial y durante la época del Imperio la literatura fue
oficial, como todas las manifestaciones de opinión. La poesía clásica se empleó
como propaganda y protección del imperio, y la ortodoxia, en medida de la
fidelidad del buen ciudadano.
Pero la generación de 1815, ya tras la caída de Napoléon, estuvo menos
dispuesta a someterse a las normas sociales y más pronta en hacer del "yo" la
medida del universo. Es por este "yo" atormentado y orgulloso por quien los
artistas iban a expresarse, abandonando finalmente las formas que les habían
sido legadas. También en las corrientes filosóficas se presentó un cambio, en
contraposición a la generación anterior, ilustrada, representada por
los enciclopedistas: los románticos eran herederos del sensualismo de Condillac y
eran monárquicos y católicos.
El primer triunfo: Las Meditaciones poéticas de Lamartine
Las Meditaciones poéticas de Lamartine aparecieron en 1820 y fueron el debut del
autor en la poesía a modo de inicio de la poesía romántica en la literatura
francesa. Gozaron de un gran éxito. Después de la poesía sensual, seca y
convencional de los últimos clasicistas, la originalidad de un poeta que se atrevía a
ser emotivo y sincero, conmocionó al público francés. Los temas principales de
la poesía lírica de Lamartine son el amor como efusión platónica que conduce
hasta la Divinidad.
Poemas como "El Lago", "El Aislamiento", "El Otoño" o "El Vallejo", llevaban a la
perfección esta poesía personal, sentimental y descriptiva, elegíaca y febril, que
iba a ser uno de los triunfos del Romanticismo; "El Templo" y "La Inmortalidad"
inauguraban una poesía filosófica y religiosa de una sonoridad nueva en la
queVictor Hugo y Alfred de Vigny iban a inspirarse, y que el mismo Lamartine, diez
años más tarde, debía llevar a su perfección en las "Armonías". El lirismo de
Lamartine tiene muchos componentes neoplatónicos, incluyendo reminiscencias
de los antiguos poemas indios como el Mahábharata, el Ramayana o lo Vedas.
Victor Hugo y la batalla romántica
Los románticos defienden la literatura como expresión de la sociedad, por lo que a
estos principios literarios se añaden otros políticos. El movimiento romántico
comienza monárquico y católico, como expuesto por Chateaubriand y Madame de
Staël y estaba plagado, en ojos de sus detractores, de germanismos, frente al
tradicional Clasicismo nacional. La crítica literaria de este periodo desencadenó lo
que ha venido a llamarse una "batalla" que se desarrolló en todas las corrientes
artísticas, pero que lo hizo con mayor crudeza en el teatro, siendo Victor Hugo su
mayor exponente.
La lucha por la poesía
Dos años después de las Meditaciones, aparece una nueva colección de poesías,
un volumen de Odas cuyo autor era un joven de apenas veinte años
llamado Victor Hugo. Esta colección, así como las poesías que se publicaban en
la Muse Française de escritores jóvenes y sentimentales como Alfred de
Vigny, Charles Nodier, Émile Deschamps, Marceline Desbordes-Valmore, Amable
Tastu, Sophie yDelphine Gay (la futura Mme. de Girardin) redoblaron el éxito que
la nueva forma poética obtendría entre el gran público.
Las Odas de Victor Hugo fueron pronto aumentadas y complementadas bajo el
título de Baladas. Todavía no había audacias muy grandes en esta poesía, aún
bastante clásica, pero la escuela de Delille y deLuce de Lancival la encontró
magnífica. Esta nueva poesía no era bien recibida por la academia: así, por
ejemplo, el 25 de noviembre de 1824, Auger, director de la Academia francesa, al
recibir a Soumet, lo felicitó por su "ortodoxia literaria", y, censuró la "poética
bárbara" de la "secta naciente" del cenáculo de la Muse Française que "de todo
corazón cambiarían el Fedra e Ifigenia por Fausto y Götz von Berlichingen".
El Constitutionnel, el periódico rival de la Muse française, se preguntaba si no se
encontraría por fin, entre los autores dramáticos, a un Molière o un Regnard para
entregar a los románticos al ridículo público con una buena comedia en cinco
actos; Duvergier de Hauranne, futuro colega de Hugo en la Academia, respondía:
El romanticismo no es un ridículo, es una enfermedad, como el sonambulismo y
la epilepsia. Un romántico es un hombre cuyo espíritu comienza a enajenarse. Hay
que compadecerlo, hablarle razonablemente, traerlo de vuelta poco a poco; pero
no podemos hacerlo el sujeto de una comedia; pues serviría más para una tesis
de medicina.
La lucha por el teatro
El teatro fue desde el principio el género más atacado. Victor Hugo se ocupó de
proclamar más alto que sus adversarios las maravillas de los maestros del
pasado, Corneille,Racine o Molière, a pesar de oponerse a ellos sin cesar. La
escena teatral parisina estaba dividida entre el círculo de Talma, que ocupaba los
teatros de la Comédie Française, que pasó a llamarse Théátre de la Republique y
el Odéon y los teatros secundarios, donde se representaban melodramas, más
populares que el teatro clásico de Talma. Es de este teatro secundario del que se
inspira el drama romántico, que pretende hacer tabla rasa con el teatro anterior.
Todo lo que se debatía sobre la grandeza de las letras se contempla en el Prefacio
de Cromwell. En Victor Hugo contado por un testigo de su vida, escrito por su
mujer Adèle, encontramos una conversación que se efectuó en aquella época
entre el poeta y Talma, y lo dice allí Talma es curioso, dada la asociación de su
nombre a la tragedia clásica:
El actor no es nada sin un papel, y yo jamás tuve un verdadero papel. Jamás tuve
una pieza como la que me habría hecho falta. La tragedia es bella, es noble, es
grande. Habría querido algo de igual grandeza, pero con más realidad, un
personaje que tuviera la variedad y el movimiento de la vida, que no fuera
totalmente teatral, que fuera trágico y también familiar.
La vuelta a la verdad, la expresión de la vida íntegra y la libertad en el arte fueron
las fórmulas características de la escuela nueva. Sus adeptos, después de 1824,
establecieron su cuartel general, su Cénacle, en el salón de Charles Nodier,
bibliotecario del arsenal, del cual Victor Hugo se convirtió en jefe indiscutible.
Todos convenían en la necesidad de una renovación literaria. La diligencia con la
cual el público se apresuraba al Odéon, donde los autores ingleses venían para
hacer representaciones de las obras de Shakespeare lo demostraba. Pero una
cosa eran las representaciones de obras extranjeras, y otra cosa las de las obras
nuevas, concebidas por autores franceses bajo las mismas ideas. El público no
apreciaba este cambio a través de un libro, ni mucho menos por un prefacio, sino
en el mismo teatro; la verdadera revolución se daba en los escenarios.
Así, Vigny iba a arriesgarse con la traducción de Otelo, cuando un joven de
veintisiete años, un desconocido, a la víspera todavía un oscuro secretario
del duque de Orléans, brindó al teatro francés un éxito clamoroso. En un
día, Alexandre Dumas se hizo célebre mediante un drama titulado Enrique III y su
corte. La obra envejeció pronto, pero contenía bastantes escenas osadas, que
agitaron a público y crítica.
La batalla, sin embargo, no había finalizado. La primera representación
del Otelo de Vigny, fue ya ruidosa. Los críticos y los artistas llegaban a las
representaciones de obras románticas como a una batalla cuyo éxito debía decidir
una cuestión literaria. Se trataba de saber si Shakespeare, Schiller y Goethe iban
a expulsar de la escena francesa a Corneille, Racine y Voltaire. Pero no se trataba
de echar a los maestros franceses de su Parnasse secular, sino de proclamar la
libertad literaria, de crear un nuevo tipo de héroe. Otello tuvo éxito a pesar de una
oposición admirablemente organizada.
La batalla de Hernani
Cromwell no fue representada, así que el poeta retomó su pluma y escribió Marion
Delorme, que también fue rechazada por la censura. Hugo escribió
entonces Hernani y la batalla decisiva dio comienzo.
Tan pronto como la obra fue recibida por el comité de lectura de la Comédie-
Française, siete académicos enviaron al rey Carlos X una petición para que este
teatro fuera cerrado a los "dramaturgos". El rey, que no era favorable al poeta,
decidió autorizar la representación de la obra so pretexto que era "tal tejido de
extravangancias" que el autor y sus amigos definitivamente serían desacreditados
ante el público: "Es bueno que el público vea hasta qué punto de extravío puede ir
el espíritu humano cuando ha sido liberado de toda regla y de toda conveniencia".
Sin embargo, la juventud romántica, los escritores y los artistas de la joven
Francia, recibieron calurosamente la obra.
El día 28 de febrero de 1830 se estrenó Hernani en la Comédie-Française. En la
calle Richelieu se acumulaban grupos de artistas, barbudos y de pelo largo,
vestidos de formas extravagantes. Fue en esta ocasión cuando M. Théophile
Gautier se atavió con el chaleco de raso escarlata, sobre unos pantalones verde
claro con banda de terciopelo negro que forma ya parte de su leyenda. Hugo
decidió despedir a los encargados de aplaudir entre los actos, decidiendo
prescindir de los "aplausos comprados" y buscando en su lugar la ayuda de sus
compañeros del cenáculo: Honoré de Balzac, Gérard de Nerval, Petrus
Borel, Hector Berlioz, Alejandro Dumas,Théophile Gautier, etc. Entraron todos
ellos antes de comenzar la función, y según cuenta Hugo:
Hablamos, cantamos, pero la conversación y los cantos se agotan.
Afortunadamente, se había venido demasiado temprano como para haber cenado:
entonces sacamos salchichas cortas y gruesas, salchichones, jamón, pan, etc.
Cenamos pues. Como solo teníamos esto que hacer, se cenó durante tanto
tiempo que todavía estábamos a la mesa cuando el público entró. A la vista de
este restaurante, el público de los camerinos se preguntó si soñaba; incomodados
por el olor del ajo y del salchichón, las bellas damas y correctos clásicos
protestaron, y fue en medio de una algazara indescriptible cuando la cortina se
levantó.
Durante el entreacto se rompieron banquetas y se desfondaron sombreros con los
puños. Dice Gautier, cuarenta y cuatro años más tarde:
Sería difícil describir el efecto que producían sobre el auditorio estos individuos,
tan varoniles, tan fuertes, de un aspecto tan extraño, de un corte tan de Corneille y
tan shakespeariano a la vez. Dos sistemas, dos partidos, dos ejércitos, dos
civilizaciones incluso, y esto no es decir demasiado, estaban en presencia uno el
otro, odiándose cordialmente, como se odia en los odios literarios. Algunos fueron
tomados y prendidos, como los reductos disputados por cada ejército con igual
tesón. Para esta generación, Hernani fue lo que fue Le Cid para los
contemporáneos de Corneille. Todo lo que era joven, valiente, enamorado,
poético, recibió su soplo… El encanto todavía dura para los que fueron cautivados.
El reinado del Romanticismo (1830-1843)
La poesía
Mientras que la revolución se llevaba a cabo en la escena teatral, toda una
literatura nueva, original y fuerte, se desarrollaba en los libros.
En poesía podemos citar las Meditaciones poéticas de Alphonse de Lamartine y
las Odas y las Baladas de Hugo. El primero publicó en 1823las Nuevas
meditaciones (Nouvelles Meditations), 1825 el Dernier chant du Pèlerinage de
Childe Harold, continuación de la Pèlerinage de Childe
Harolde de Byrony en 1830, las Harmonies poétiques et religieuses. El segundo,
que había publicado en 1829 Les Orientales, expondrá en 1831Feuilles
d'automne, en 1835 Chants du crépuscule, en 1837 Vois intérieures, en 1840 Les
Rayons et les Ombres. Alfred de Vigny, por su parte, publicó en 1826 los Poèmes
antiques et modernes, inspirados sobre todo por la antigüedad bíblica y homérica,
y por la época medieval.
Al lado de estos tres, toda una pléyade ardiente y joven se arrojó a la batalla por la
independencia del arte. Sainte-Beuve, el autor del Tableau de la poésie française
au XVI siècle, después de haber resucitado a Ronsard y a Du Bellay, el
antiguo Pléyade, se hace también poeta bajo el pseudónimo de Joseph Delorme.
Émile Deschamps mira hacia España, a ejemplo de su maestro Hugo, y hace
conocer en Francia, con laRomanza del rey Rodrigo (Romance du roi Rodrigue),
las bellezas del romancero español. Théophile Gautier publicó, a finales de 1830,
sus primeros versos, con los cuales se reveló en seguida como maestro de la
forma. Alfred de Musset publicó en 1829 sus Cuentos de España y de Italia,
(Contes d'Espagne et d'Italie), eminentemente románticos con sus versos
dislocados de rimas ricas e imprevistas. Pero, de 1829 a 1841, cambiando de
estilo y buscando en su propia experiencia la materia de su poesía, gritará el
sufrimiento de haber amado y creará una serie inmortales poemas: Nuits de
Mai, De Décembre, D'Août, D'Octobre, L'Espoir en Dieu y Le Souvenir.
La novela
La novela romántica fue objeto de una importante renovación, lo que llevó a una
clara distinción entre cuatro nuevas formas novelescas:
La novela propiamente romántica, que presenta la ruptura de un individuo con el
mundo y está frecuentemente escrita en primera persona o a modo epistolar.
Ejemplos de estas novelas son Atala o René de Chateaubriand, Corinne de Mme
de Staël, Oberman de Senancour, Armance de Stendhal, Adolphe de Benjamin
Constant, las novelas de George Sand como Lélia, Indiana, y Consuelo,
las Confesiones de un hijo del siglo de Alfred de Musset o Mademoiselle de
Maupin, deThéophile Gautier.
La novela pseudohistórica. Victor Hugo había publicado en 1823 Han de
Islandia y, en 1826 Bug-Jargal, novelas muy imaginativas y fantasiosas, pero
en 1831publica Nuestra Señora de París, donde el autor quiere resucitar alrededor
de la catedral, el París del siglo XV, con sus calles negras e infectas y su
hormigueo de estudiantes, de mendigos y de pícaros. Según los historiadores, sin
embargo, la obra de Hugo carece de verosimilitud, algo que será el punto de
partida de la generación de escritores realistas. En esta vía de la novela
histórica, Nuestra Señora de París había sido precedida por algunas obras de
Vigny entre las que cabe destacar Cinco de marzo (1826) o de Prosper
Mérimée, La crónica de Carlos IX (1829).
La novela de aventuras y de viajes, en la que destaca Alejandro Dumas con obras
como Los tres mosqueteros, Veinte años después, El vizconde de Bragelonne, oEl
conde de Montecristo). El interés por España puede apreciarse en este género
en Carmen de Prosper Mérimée o La cartuja de Parma de Stendhal.
La novela social precede a la novela realista, cuyos dos mayores representantes
son Stendhal, Rojo y negro y Balzac con La comedia humana y Papá Goriot.
También Victor Hugo hizo su contribución a este género con Los
miserables y Alejandro Dumas hijo , con La dama de las camelias.
os exitosa Les Burgraves que Victor Hugo estrenaba en el Comédie-Française.
El final del Romanticismo
A partir de 1850 no se producen más obras según los cánones clásicos. Los ecos
de la batalla romántica ya se habían acallado, Lamartine es condenado a vivir de
la "copia" a los editores; Musset no produce nada más; Vigny no publicó más
versos después de su primera colección. Sin adversarios y sin rivales, Victor
Hugo reina solo, prolongando el romanticismo un cuarto de siglo más. El Segundo
imperio, que le expulsó de Francia, le abastece de la materia de
los Castigos (1853), una explosión de sátira lírica; las Contemplaciones (1856),
derramamiento copioso de poesía individualista, ofrecen toda variedad de
emociones y pensamientos íntimos; es finalmente en la Leyenda de los
siglos (1859, 1877, 1883) donde se recoge y reúne toda la obra anterior.
Después de este despliegue, la poesía se transforma, y al mismo tiempo que ella
toda la literatura. El tiempo de las exaltaciones apasionadas está acabado: la
poesía deja de ser exclusivamente personal, se impregna del espíritu científico, y
busca mostrar las concepciones generales de la inteligencia, en lugar de los
accidentes sentimentales de la vida individual. La inspiración escapa del corazón.
Vigny reaparece, pero esta vez es para enseñar a borrar el "yo" y la particularidad
de la experiencia intima (Les destinées, 1864, obra póstuma). El egoísmo pasional
del romanticismo murió y fue reemplazado por el Realismo y Naturalismo.
España
El Romanticismo en España fue tardío y breve, más intenso, pues la segunda
mitad del siglo XIX lo acapara el Realismo, de características antagónicas a la
literatura romántica.
En España, el romanticismo es considerado complejo y confuso, con grandes
contradicciones que comprenden desde la rebeldía y las ideas revolucionarias
hasta el retorno a la tradición católico-monárquica. Respecto a la libertad política,
algunos la entendieron como una mera restauración de los valores ideológicos,
patrióticos y religiosos que habían deseado suprimir los racionalistas del siglo
XVIII. Exaltan, pues, el Cristianismo, el Trono y la Patria, como máximos valores.
En esta vertiente de Romanticismo tradicional se incluyen Walter Scott,
en Inglaterra, Chateaubriand en Francia, y el Duque de Rivas y José
Zorrilla en España. Se basa en la ideología de la Restauración, que se origina tras
la caída de Napoleón Bonaparte, y defiende los valores tradicionales
representados por la Iglesia y el Estado. Por otro lado, otros románticos, como
ciudadanos libres, combaten todo orden establecido, en religión, arte y política.
Reclaman los derechos del individuo frente a la sociedad y a las leyes. Ellos
representan el Romanticismo revolucionario o Romanticismo liberal y sus
representantes más destacados son Lord Byron, en Inglaterra, Victor Hugo,
en Francia y José de Espronceda, en España. Se apoya en tres pilares: la
búsqueda y la justificación del conocimiento irracional que la razón negaba, la
dialéctica hegeliana y el historicismo.
El Romanticismo penetra en España por Andalucía y por Cataluña (El Europeo):
En Andalucía: El cónsul de Prusia en Cádiz, Juan Nicolás Böhl de Faber, padre
de la novelista "Fernán Caballero" (seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Larrea),
publicó entre 1818 y 1819 en el Diario Mercantil gaditano, una serie de artículos en
los que defendía el teatro español del Siglo de Oro, tan atacado por los
neoclasicistas. A él se enfrentaron José Joaquín de Mora y Antonio Alcalá
Galiano, empleando para ello argumentos tradicionalistas, antiliberales y
absolutistas. Las ideas de Böhl de Faber eran para ellos inaceptables (pues
seguían aferrados a la Ilustración), pese a que representaban la modernidad
literaria europea.
En Cataluña: El Europeo fue una revista publicada
en Barcelona entre 1823 y 1824 por dos redactores italianos, un inglés y los
jóvenes catalanes Bonaventura Carles Aribau y Ramón López Soler. Dicha
publicación defendió el Romanticismo moderado y tradicionalista siguiendo el
modelo de Böhl, negando totalmente los valores del neoclasicismo. En sus
páginas, se hace por primera vez una exposición de la ideología romántica a
través de un artículo de Luigi Monteggia titulado Romanticismo.
José de Espronceda
Nació en 1808, en Almendralejo, Badajoz. Fundó la sociedad secreta de Los
numantinos, cuya finalidad era "derribar al gobierno absoluto". Sufrió reclusión por
ello. Huye a Lisboa a los dieciocho años y se une con los exiliados liberales. Allí
conoce a Teresa Mancha, mujer con la que vivió en Londres. Tras una actuación
política agitada, vuelve a España en 1833. Lleva una vida disipada, plagada de
lances y aventuras, por lo que Teresa Mancha lo abandona en 1838. Estaba a
punto de casarse con otra amada, cuando en 1842 fallece en Madrid.
Espronceda cultivó los principales géneros literarios, como la novela histórica,
con Sancho Saldaña o El castellano de Cuéllar (1834), el poema épico, con El
Pelayo, pero sus obras más importantes son las poéticas.
Publicó Poesías en 1840 tras volver del exilio. Son una colección de poemas de
carácter desigual que reúne poemas de juventud, de aire neoclásico, junto con
otros del romanticismo más exaltado. Estos últimos son los más importantes, en
los que engrandece a los tipos más marginales: Canción del pirata, El verdugo, El
mendigo, Canto del cosaco. Las obras más importantes son El estudiante de
Salamanca (1840) y El diablo mundo:
El estudiante de Salamanca (1840): Es una composición que consta de unos dos
mil versos de diferentes medidas. Narra los crímenes de don Félix de Montemar,
cuya amada Elvira, al abandonarla, muere de amor. Una noche, ve la aparición y
la sigue por las calles y contempla su propio entierro. En la mansión de los
muertos se desposa con el cadáver de Elvira, y muere.
El diablo mundo: Esta obra quedó sin terminar. Consta de 8.100 versos
polimétricos, y pretendía ser una epopeya de la vida humana. El canto segundo
(Canto a Teresa) ocupa buena parte del poema, y en él evoca su amor por Teresa
y llora por su muerte.
Carolina Coronado
Mención especial merece Carolina Coronado (Almendralejo, 1823 † Lisboa, 1911).
Pasó gran parte de su infancia en el campo extremeño y muy joven se manifestó
como poeta. Casada con un diplomático norteamericano, vivió en varios países
extranjeros. Las desgracias familiares le hicieron buscar la soledad y el retiro
en Lisboa, donde murió en 1911. Su obra más importante es Poesías (1852).
En novelas de exaltación tradicional y católico. Los autores españoles más
destacados son:
Enrique Gil y Carrasco (Villafranca del Bierzo, 1815 † Berlín 1846). Abogado y
diplomático, fue el autor de El señor de Bembibre, la mejor de las novelas
históricas españolas influenciada por la obra de Walter Scott1
Antonio Trueba (1821 † 1889) escribió una serie de leyendas y relatos, en
especial los cuentos que tienen por escenários Castilla o el País Vasco. Es
célebre por haber escrito la novela histórica Paloma y halcones (1865).
Francisco Navarro Villoslada (1818 † 1895), que escribe una serie de novelas
históricas cuando el género romántico está en declive y comienza el auge
del Realismo. Sus novelas están inspiradas en tradiciones vascas, ambientadas
en la época medieval. Su obra más famosa es Amaya, o los vascos en el siglo
VIII, en ella, los vascos y los visigodos se alían para luchar contra la invasión de
los musulmanes.
Juan Donoso Cortés procede de la corriente liberal, aunque más tarde acabó
defendiendo las concepciones católicas y autoritarias. Su obra más importante es
el Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo, publicada en 1851.
Su estilo es de tono solemne y efectista y suscitó vivas polémicas.
Jaime Balmes Urpía, sin embargo, se sitúa dentro del sector conservador y
católico. De su amplia obra, cabe destacar El protestantismo comparado con el
catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (1842) y El criterio (1845).
El teatro
El teatro neoclásico no logró calar en los gustos de los españoles. A comienzos
del siglo XIX seguían aplaudiéndose las obras del Siglo de Oro. Estas obras eran
despreciadas por los neoclásicos por no sujetarse a la regla de las tres unidades
(acción, lugar y tiempo) y mezclar lo cómico con lo dramático. Sin embargo
aquellas obras atraían fuera de España, precisamente por no sujetarse al ideal
que defendían los neoclásicos.
El Romanticismo triunfa en el teatro español con La conjuración de Venecia,
de Francisco Martínez de la Rosa; El Trovador, de Antonio García Gutiérrez; Los
amantes de Teruel, de Juan Eugenio Hartzenbusch; pero el año clave es 1835,
cuando se estrena Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas (1791-
1865). Lo más cultivado es el drama. Todas las obras contienen elementos líricos,
dramáticos y novelescos.
Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano (Córdoba, 1791 † Madrid, 1865).
Luchó contra la invasión francesa y, en política, actuó como progresista exaltado.
Por ello fue condenado a muerte, aunque consiguió escapar.
En Malta conoció a un crítico inglés, que le hizo valorar el teatro clásico y lo
convirtió al Romanticismo. Vivió en Francia durante su destierro, y regresó
a Españadiez años más tarde, en 1834. Si, cuando salió de España, Ángel de
Saavedra se consideraba como un neoclásico liberal, cuando regresó a España ya
era romántico conservador.
Desempeñó importantes cargos públicos. Como la mayoría de los escritores de su
época, comenzó adoptando la estética neoclásica en el género lírico
(Poesías,1874) y el género dramático (Lanuza, 1822). Su incorporación al
Romanticismo fue progresiva y puede apreciarse en poemas como El desterrado.
En Romances históricos hace plena su conversión.
José Zorrilla.
Nació en Valladolid, 1817 y murió en Madrid, en 1893. Inició su carrera literaria
leyendo unos versos en el entierro de Larra, con los que ganó gran fama. Contrajo
matrimonio con una viuda dieciséis años mayor que él, pero fracasó y, huyendo de
ella, marcha a Francia y después a México en 1855, donde el emperador
Maximiliano lo nombró director del Teatro Nacional. Al regresar
a España en 1866 fue acogido con entusiasmo. Volvió a casarse y, con constantes
penurias monetarias, no tuvo más remedio que malvender sus obras, como Don
Juan Tenorio. Las Cortes le otorgaron una pensión en 1886.
Obra
La trayectoria literaria de Zorrilla es prolífica. Su poesía alcanza el cenit
con Leyendas, que son pequeños dramas contados como narraciones en verso.
Las más importantes de sus leyendas son Margarita la Tornera y A buen juez,
mejor testigo.
Sin embargo, su reconocimiento se debe más a sus obras dramáticas. De sus
dramas destacan El zapatero y el rey, sobre la muerte del rey don Pedro; Traidor,
inconfeso y mártir, acerca del famoso pastelero de Madrigal, que se hizo pasar por
don Sebastián, rey de Portugal; Don Juan Tenorio (1844), la más famosa de sus
obras, se representa como una tradición en muchas ciudades de España a
principios de noviembre. Trata el tema del célebre burlador de Sevilla, escrito
antes porTirso de Molina (siglo XVII) y por otros autores nacionales y extranjeros.
Francisco Martínez de la Rosa, escritor de transición
Martínez de la Rosa (1787 † 1862), nació en Granada. Como político intervino
fervientemente en las Cortes de Cádiz. Por sus ideales liberales, sufrió pena de
prisión. Emigró a Francia y es nombrado jefe del Gobierno en 1833 al regresar
a España. Su política de "justo medio" fracasó entre los extremismos de la
izquierda y de la derecha. Sus contemporáneos le apodaron "Rosita la pastelera",
aunque hubiese padecido cárcel, destierro y atentados en su lucha por la ansiada
libertad.
Sus primeras obras están impregnadas de neoclasicismo, como La niña en casa y
la madre en la máscara. Más tarde, al practicar el "justo medio", adoptando la
nueva estética latente, escribió sus obras más importantes: Aben Humeya y La
conjuración de Venecia.
Antonio García Gutiérrez
Nació en Chiclana de la Frontera, Cádiz, en 1813 y murió en Madrid, en 1884. De
familia artesana, se dedicó a las letras y, escaso de recursos, se alistó en el
ejército. En 1836 estrenó El trovador, obra que entusiasmó al público, pues le
obligó a saludar desde el escenario, inaugurando en España una costumbre
vigente en Francia. Gracias a sus éxitos pudo salir de la penuria económica con la
que vivía. Al estallar la "Gloriosa", se unió a los revolucionarios, con un himno
contra los Borbones que obtuvo una gran popularidad.
Gustavo Adolfo Bécquer
Nació en Sevilla en 1836. Aunque sus apellidos son Domínguez Bastida, firmó con
el segundo apellido de su padre, procedente de Flandes. Quedó a temprana edad
huérfano y tuvo el deseo frustrado de estudiar Náutica, aunque más tarde hallaría
su verdadera vocación, la de escritor. A los 18 años se trasladó a Madrid, donde
intentó alcanzar el éxito literario y pasaría penurias. A los 21 años contrajo la
enfermedad de la tuberculosis, que más tarde le llevaría a la tumba. Se enamoró
fervientemente de Elisa Guillén, quien le correspondió, aunque rompieron pronto,
con un gran pesar en el poeta. En 1861 se casa con Casta Esteban y ejerce de
periodista con una actitud política conservadora. Más tarde obtiene 500 pesetas
mensuales (cantidad importante para la época) como censor de novelas, pero lo
pierde en la revolución de septiembre de 1868. Se separa de su esposa, cuya
fidelidad no es completa. Comienza a llevar una vida de desilusión y bohemia, y
viste con desaseo. En 1870 muere su hermano Valeriano, compañero inseparable
del poeta. Gustavo Adolfo se reconcilia con Casta pocos meses antes de su
muerte en Madrid, en 1870. Su fallecimiento pasó casi inadvertido y sus restos
fueron enterrados, junto a los de su hermano, en Sevilla.
Prosa
Su obra en prosa consta de Leyendas, veintiocho historias, en las que, según el
ideal romántico, predominan el misterio y el más allá. Además, también
escribióCartas desde mi celda, un conjunto de crónicas compuestas durante su
estancia en el monasterio de Veruela.
Poesía: Las Rimas
Bécquer reunió los poemas que compuso a lo largo de su vida, en Rimas. Son 79
poemas breves, de dos, tres o cuatro estrofas (salvo raras excepciones),
generalmente asonantadas, con combinaciones de versos libres.