ESCUELA Y DEMOCRACIA, UNA OPORTUNIDAD DE ORO

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El aula de clase: un escenario posible para la formacion de ciudadanos democraticos Mg. Julio César Orozco G. Aspirante a doctorado en Educación y Sociedad Universidad de la Salle, Bogotá, 2012. Resumen El presente artículo reflexiona acerca de los desafíos que enfrentan los docentes de Bogotá, D.C., en el aula de clase, para posibilitar desde sus prácticas educativas nuevos espacios de crítica y pensamiento que aporten a la formación de ciudadanos democráticos. En este documento se desarrolla un análisis de las tensiones e interacciones de los agentes básicos y fundamentales de toda democracia moderna, los cuales están presentes al interior de la escuela: los gobernantes, los representantes, los ciudadanos y lo público. Por último, concluye sobre la necesidad de una redefinición de la cultura democrática de la escuela y de su rol social como referente formador de los valores y prácticas ciudadanas. Palabras clave: Escuela, gobierno, democracia, ciudadanía, agentes, tensiones. Tensiones: Indiferencia y apatía estudiantil De acuerdo con Barbero J.M. (2001) democracia, ciudadanía y política son conceptos demasiado ajenos, con poco sentido y significado para los jóvenes actuales. No es gratuita esta postura indiferente y ajena al ejercicio de la ciudadanía entre los estudiantes de educación básica y media. Según el citado autor, esta postura desinteresada tiene su origen en una

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El presente artículo reflexiona acerca de los desafíos que enfrentan los docentes de Bogotá, D.C., en el aula de clase, para posibilitar desde sus prácticas educativas nuevos espacios de crítica y pensamiento que aporten a la formación de ciudadanos democráticos. En este documento se desarrolla un análisis de las tensiones e interacciones de los agentes básicos y fundamentales de toda democracia moderna, los cuales están presentes al interior de la escuela: los gobernantes, los representantes, los ciudadanos y lo público. Por último, concluye sobre la necesidad de una redefinición de la cultura democrática de la escuela y de su rol social como referente formador de los valores y prácticas ciudadanas.

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El aula de clase: un escenario posible para la formacio n de ciudadanos democra ticos

Mg. Julio César Orozco G.

Aspirante a doctorado en Educación y Sociedad

Universidad de la Salle, Bogotá, 2012.

Resumen

El presente artículo reflexiona acerca de los desafíos

que enfrentan los docentes de Bogotá, D.C., en el aula de

clase, para posibilitar desde sus prácticas educativas nuevos

espacios de crítica y pensamiento que aporten a la formación

de ciudadanos democráticos. En este documento se desarrolla un

análisis de las tensiones e interacciones de los agentes

básicos y fundamentales de toda democracia moderna, los cuales

están presentes al interior de la escuela: los gobernantes,

los representantes, los ciudadanos y lo público. Por último,

concluye sobre la necesidad de una redefinición de la cultura

democrática de la escuela y de su rol social como referente

formador de los valores y prácticas ciudadanas.

Palabras clave: Escuela, gobierno, democracia, ciudadanía,

agentes, tensiones.

Tensiones: Indiferencia y apatía estudiantil

De acuerdo con Barbero J.M. (2001) democracia, ciudadanía

y política son conceptos demasiado ajenos, con poco sentido y

significado para los jóvenes actuales. No es gratuita esta

postura indiferente y ajena al ejercicio de la ciudadanía entre

los estudiantes de educación básica y media. Según el citado

autor, esta postura desinteresada tiene su origen en una

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precaria concepción y práctica del ejercicio de la democracia

y la ciudadanía al interior las comunidades educativas. De otra

parte, según Mejía (2006, pág. 45) al parecer, hay una pérdida

de la ciudadanía social derivada de las nuevas dinámicas de

mercado (globalización y neoliberalismo) que afectan la

concepción de escuela y sus prácticas democráticas y

ciudadanas. Para Mejía, la escuela actual se encuentra

descentrada de sus propósitos de formación democrática y

ciudadana debido a las tendencias mercantilistas en las que se

halla sumida.

De manera empírica y con el propósito de ahondar en los

planteamientos de Barbero y Mejía, realice una encuesta de

percepción1 con un universo de cuarenta estudiantes de

Educación Media de cuatro colegios de Bogotá, dos públicos y

dos privados, enmarcados entre los estratos 2 y 3. El propósito

era conocer cuales son las percepciones que los estudiantes

tienen sobre los órganos de gobierno y participación escolar,

tales como el Consejo Estudiantil, El Consejo Directivo, el

Consejo Académico, el Consejo de Profesores y el Consejo de

Padres. En el mismo sentido, pretendía conocer cuáles son los

aportes que según los estudiantes, estos organismos de gobierno

escolar hacen a la democracia institucional.

En cuanto a los aportes que genera el gobierno escolar a

la práctica democrática, la mayoría de los estudiantes

consultados (67%) consideran que los Consejos Directivo y

Académico poco o nada aportan al desarrollo de las prácticas

1 Esta encuesta de percepciones y creencias, fue aplicada a diez estudiantes

de los colegios Julio Flórez IED, Luis Carlos Galán IED, Instituto de

Integración Cultural y el Colegio Cristiano Semilla de Vida, todos ubicados

en Bogotá, con una población escolar propia de los estratos dos y tres. A

cuantos, de que grados.

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democráticas escolares propias de una democracia moderna2.

Entendiéndose como prácticas representativas de la democracia

moderna asuntos como la rendición de cuentas, acceso a la

información, reconocimiento de derechos fundamentales y

transparencia y responsabilidad en el ejercicio de las tares

propias de la vida institucional. Sin embargo, el 95% de los

estudiantes encuestados afirma que el Consejo Estudiantil si

es un órgano líder de las prácticas democráticas escolares.

En este sentido, se puede afirmar que las prácticas

democráticas escolares no se derivan de una puesta en escena

clara y precisa de los órganos más importantes del gobierno

escolar (Consejo Directivo y Consejo Académico). Lo estudiantes

consideran que es su propio Consejo Estudiantil quien si

representa sus opciones democráticas. Sin embargo, para ellos

no es clara la función democrática que implica el Consejo

Estudiantil en el gobierno escolar. Otra lectura que se puede

dar a este dato consiste en que solo un 33% de los estudiantes

encuestados considera que las prácticas democráticas modernas

2 El concepto contemporáneo (democracia moderna) va mucho más allá de lo

meramente político y electoral. Según José Carbonell y Rodrigo Gutiérrez

(2002), la democracia moderna, aparte de sus valores intrínsecos, presupone

la existencia de elementos abstractos, tales como libertades de asociación

y expresión, estado de derecho, reconocimiento de derechos fundamentales,

acceso a la información, rendición de cuentas, transparencia y eficacia en

el ejercicio de las responsabilidades públicas y otros, que impactan en las

instituciones y políticas públicas del Estado, para garantizar la plena

existencia de un régimen en el que la sociedad pueda acceder al pleno

ejercicio de sus derechos fundamentales. De acuerdo con Schmitter y Karl

(1996:37), es concebida como un sistema de gobierno en el que los

gobernantes son responsables de sus acciones en el terreno de lo público

ante sus ciudadanos representados. Tales ciudadanos tienen la posibilidad

de elegirse o elegir a otros en el rol de representantes para administrar

o gobernar sobre los bienes y acuerdos comunes propios de la comunidad en

la que viven. En este orden de ideas, la gobernanza de la institución

educativa configura en la mente de sus líderes y gobernados una

conceptualización (correcta o incorrecta) de lo público como lo

perteneciente a todos y sobre lo que todos tenemos intereses y expectativas.

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son un asunto inherente al ejercicio de su rol de ciudadanos

escolares, lo cual incluye a los demás órganos de gobierno

escolar.

En este punto, pienso que muy posiblemente estas

instituciones educativas si pueden estar aplicando tales

prácticas y valores democráticos modernos, pero su incidencia

e impacto en la forma como los estudiantes las perciben, no es

muy clara o notoria, lo cual trae como consecuencia que el

ejercicio de la democracia y la ciudadanía en la escuela

pareciera ser un práctica invisible, o por lo menos

inconsciente para los estudiantes encuestados.

De lo anterior se deduce que es necesario por parte de

los directivos, los docentes y de los mismos órganos de

gobierno escolar, que se generen estrategias de sensibilización

de manera deliberada e intencionada para la comunidad educativa

y desde luego para los estudiantes, acerca de la vivencia y

práctica de los valores democráticos modernos, el ejercicio

consciente de la ciudadanía y la forma concreta como estas

prácticas se de deben manifestar en el día a día de la comunidad

educativa. Es decir, a la comunidad educativa se le debe

“recordar” que las acciones de justicia, de rendición de

cuentas, de ejercicio de derechos, el cumplimiento de tareas y

responsabilidades, de disenso y acuerdos, participación,

representación, junto con las actividades electorales también

son propias de la cotidianeidad de escuela democrática moderna

y del rol de los ciudadanos escolares.

Otro aspecto interesante para tener en cuenta, es el de

las tareas y contenidos que desarrolla el gobierno escolar. Un

64% de los estudiantes consideran que los contenidos tratados

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por el Gobierno Escolar no se relacionan con los propuestos en

una democracia moderna. Muy posiblemente, la restricción o

ausencia de espacios y tiempos para la deliberación, análisis

y crítica de las prácticas democráticas genera que las mismas

se “invisibilicen” ante la comunidad educativa. Este es punto

de quiebre de la vida democrática y ciudadana al interior del

aula y de la escuela. Es aquí donde se promueve o se

desincentiva el pensamiento crítico y deliberante. Es en este

espacio y momento donde se genera o restringe el liderazgo

escolar, y donde se construye o destruye el concepto de lo

público3 al interior de la institución educativa.

De otra parte, para la mayoría de los estudiantes

consultados (74%), el concepto de democracia se reduce al

momento de la elección de los representantes y lideres

escolares para los diferentes órganos de participación. Aunque

anualmente las comunidades escolares eligen sus Consejos de

Gobierno; los espacios y momentos para el ejercicio del

gobierno y la democracia son tan reducidos, que en últimas,

estos terminan siendo un apéndice de las acciones y decisiones

tanto de los órganos directivos como de las personas que

ejercen autoridad en las instituciones educativas.

Aunque es evidente la importancia que la escuela y el aula

de clase poseen como gran espacio, por demás socializador y

formador de la mentalidad política y democrática, para el

ejercicio consciente de la ciudadanía por parte de los niños y

3 Para Margarita Bonamusa, Renata Segura y Rodrigo Villar, lo público es

el punto de encuentro entre el Estado, las organizaciones de la sociedad

civil y en menor grado, aunque también presente, la sociedad política y el

mercado. Lo público, se ubica entonces como un espacio de mediación entre

la sociedad y el Estado, como escenario de la participación social para la

consulta y concertación de las políticas públicas. En esa perspectiva, la

participación en política adquiere un nuevo sentido.

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jóvenes, se hace necesario que los directivos, los docentes y

demás órganos del gobierno escolar, sean más deliberativos e

intencionados tanto en el diseño de los contenidos democráticos

y ciudadanos a visibilizar, como de las propias prácticas

democráticas y políticas de los ciudadanos escolares.

De esta manera la escuela dará un paso adelante en la

resignificación y reconfiguración de lo público como asunto

tocante a todos. Mediante la articulación de los preceptos o

valores de una democracia moderna con las prácticas pedagógicas

y convivenciales de la comunidad educativa. Sus implicaciones

en las transformaciones escolares terminan siendo

estructurales: se debe repensar el PEI, el rol y las prácticas

democráticas y ciudadanas de los directivos y los docentes, el

tipo de estudiante democrático que desea formar la institución,

el tipo de valores democráticos a proyectar, y si duda alguna,

el tipo de cultura centrada en los criterios y fundamentos de

la democracia moderna.

Tensiones: micropolítica y democracia

Toda escuela produce y reproduce una cultura en particular: su

liderazgo, el tipo de relaciones, así como sus conflictos y

problemáticas. En este sentido, Hoyle (1988) plantea que las

interacciones en toda institución educativa se basan en la

micropolítica escolar. Es decir, el conjunto de estrategias y

recursos de autoridad e influencia utilizados por un individuo

o grupo, en un contexto organizativo específico, para procurar

la satisfacción de sus intereses.

Cuando las prácticas democráticas de la escuela no tienen

en cuenta las dinámicas de la participación, representación y

disenso propias de la democracia moderna, surgen de manera casi

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que espontánea las dinámicas de la micropolítica. De hecho,

tales dinámicas siempre están ahí, latentes en los espacios

escolares, esperando a tomar preponderancia sobre los valores

democráticos. De tal forma que, y de acuerdo con este mismo

autor, estas pueden tornarse en tendencias de dominación y

control, así como de oposición y resistencia a las prácticas

democráticas y a las interacciones sociales de la comunidad

educativa.

De lo anterior se puede afirmar que una debilidad

estructural de la escuela actual radica en los pocos espacios

y momentos para la vivencia y práctica de la cultura

democrática y sus valores, lo cual puede generar otras

problemáticas relacionadas con el ejercicio del poder al

interior de los diferentes microgrupos y/o estamentos de las

comunidades educativas. Problemáticas y tensiones que se pueden

generar de acuerdo con la concepción de poder que posean los

funcionarios elegidos o contratados para la administración de

lo público (directivos, docentes, personal administrativo);

los padres de familia, como también desde el ejercicio de las

relaciones de poder que se producen y reproducen en otros

escenarios escolares tales como el lugar de recreo, en aula

de clase, los puntos de encuentro de estudiantes (parques,

calles aledañas a las instituciones educativas, etc.), y en la

sociedad en general (Foucault en Castro-Gómez, 2010:54).

Bien podría afirmar que una escuela en la que las

prácticas democráticas modernas y el ejercicio consciente de

la ciudadanía escolar están ausentes o invisibles, termina

convirtiéndose en nudo de conflictos de poder, de grupismo y

caudillismo. Las prácticas de micropolítica desligadas de los

valores democráticos pueden tomar control del ejercicio de la

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autoridad, del gobierno y desplazar gradualmente los verdaderos

valores democráticos modernos, y de paso la estabilidad y

credibilidad de la institución educativa.

La escuela democrática moderna requiere de la

implementación y desarrollo de mecanismos que garanticen la

claridad y la transparencia de las prácticas democráticas, de

la existencia de mecanismos consenso y el disenso, de peso y

contrapeso democráticos4, que permitan una adecuada percepción

y práctica de los valores democráticos entre los miembros de

su comunidad educativa. De esta manera se podrá demostrar a la

misma y a la sociedad en general, un adecuado y visible

ejercicio de la ciudadanía (Ackerman, 2007). Es aquí cuando

los proyectos sobre formación en ciudadanía y democracia toman

sentido y pertinencia en las comunidades educativas.

Tensiones: la relación objeto-sujeto

Para los antiguos griegos, democracia se entendía en

sentido amplio, como el gobierno del pueblo, es decir, la

facultad inherente a los ciudadanos de participar en la toma

de decisiones políticas como sujetos políticos con capacidad

de votar y elegir autónomamente. Los griegos llegaron a aplicar

la llamada democracia directa, es decir aquella en la que todos

los ciudadanos tenían el derecho a votar de manera directa (sin

4 Para Montesquieu el sistema de pesos y contrapesos es una forma de

distribución social y estatal de los tres poderes públicos, que recoge en

definitiva la estructura estamental de la sociedad. La distribución de los

poderes estatales entre las tres fuerzas sociales: monarquía, nobleza y

el pueblo, logra un equilibrio estable, Se puede decir que Montesquieu

ofrece en realidad una modernización del principio aristocrático en el

sentido de que la aristocracia requiere la monarquía y la monarquía –para

no ser despótica- necesita la existencia de la nobleza. –los poderes-

distribuidos de manera equilibrada entre las tres fuerza sociales

dificultan y estorban la existencia de un poder autocrático y se garantiza

de esta manera la libertad política (Abellán, 2011).

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intermediarios), acerca de cualquier asunto tocante a sus

intereses, necesidades o problemáticas. Esta práctica surgía

del hecho de considerarse a si mismos como ciudadanos sujeto

de sus propios derechos y responsables de su destino y de las

consecuencias de sus decisiones.

Más adelante, con el surgimiento de las formas de gobierno

propias de la Europa moderna5, el concepto republicano de

democracia se vinculaba con el establecimiento de un orden

legal y político, en donde el ejercicio del poder se repartía

entre diversos órganos, que estaban encabezados por

representantes populares elegidos por el pueblo y renovados

periódicamente, aunque era un sistema incipiente, garantizaba

el ejercicio de derechos y libertades del ciudadano. Esta fue

la base de la democracia indirecta, ya que el pueblo

participaba a través de órganos representativos del interés

popular.

De lo anterior se puede inferir que el ejercicio de la

democracia, llámese directa o indirecta, permitía que los

ciudadanos se reconocieran como sujetos activos y partícipes

de sus propios derechos y decisiones sobre lo que para ellos

es público (de ellos). El hecho de que el individuo se pudiera

manifestar como sujeto de derechos, implicaba el ejercicio de

la razón y la toma de conciencia sobre su poder de decisión.

En la cultura colombiana, y particularmente en la escuela

actual, existe la tendencia de los ciudadanos a comportarse

5 La influencia de la Revolución Francesa fue enorme. La concepción de

gobierno, democracia, economía y las relaciones sociales fueron modificados

en Francia, y desde allí hacia gran parte de Europa y el mundo occidental.

Sus ideas y sus hechos repercuten todavía en la actualidad. Los ideales

modernos de libertad, democracia, derechos y deberes; surgieron en gran

medida de este conflicto de finales del siglo XVIII.

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como objeto y no como sujeto político. Es decir, condicionar

el poder de decisión y participación a los beneficios

inmediatos que se pueden recibir, no importando los principios

y beneficios comunes (públicos) que haya que dejar a un lado,

configurándose así una relación mercantilista basada en el

principio de costo beneficio. En síntesis, la ciudadanía, la

conciencia política, la democrática y lo público como objetos

que se pueden comprar y vender

En el caso concreto de los estudiantes consultados, el

100% de ellos, considera que es su derecho elegir y participar

en la conformación del gobierno escolar (de hecho en los

procesos electorales escolares, el 100% de los estudiantes vota

por sus candidatos). Sin embargo un 63% de los estudiantes

encuestados no se ven a sí mismos como ciudadanos sujeto de

derecho a decidir. Por el contrario, manifiestan que no es

necesario ni pertinente el comportarse como sujetos

democráticos. Reciben mejor ganancia de una posición objeto

que de un ejercicio consciente de su ciudadanía (sujetos

políticos).

Tensiones: institucionalidad débil

Otro grupo de tensiones y problemáticas democráticas

surgen de una institucionalidad débil. En otras palabras las

prácticas gubernamentales escolares, y el ejercicio de una

ciudadanía, a veces descontextualizada, otras veces desmarcada

de los valores y principios propios de la democracia moderna,

deslegitimizan y deterioran el constructo social de democracia,

participación y gobierno de lo público al interior del aula de

clase.

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Cuando el ejercicio de la democracia y la ciudadanía por

parte de los docentes o directivos docentes no corresponde con

la escala de valores éticos y democráticos modernos, estos

generan un efecto negativo en múltiples sentidos que van desde

la pérdida de la confianza por parte del estudiante en los

mecanismos democráticos, hasta la conformación y

enquistamiento de graves prácticas de corrupción y clientelismo

(Launay-Gama y Fernán González, 2010:37) similares a las que

se ven en las prácticas políticas nacionales. Como ejemplos

puedo resaltar algunos casos de candidatos estudiantiles que

ofrecen a sus compañeros electores prebendas (dulces,

chocolatinas y pequeños juguetes) a cambio de sus votos.

En otras palabras, las prácticas de corrupción y demagogia

propias de la política colombiana hacen metástasis en los

escenarios escolares generando no solo las problemáticas

propias de la corrupción, clientelismo y compra de votos.

También producen, a largo plazo, otros tipos de problemáticas

aún más perversas para la vida democrática y ciudadana: la

exclusión, la violación sistemática de los derechos humanos,

el aumento de los niveles de pobreza, marginalidad e inequidad

social6. En este sentido se hace necesario que los esfuerzos

6 Pobreza e inequidad en Colombia. Cerca del 44% de la población colombiana, no tiene acceso a recursos, bienes y servicios; La desigualdad y la pobreza

aparecen como las principales causas que obstruyen el camino democrático,

así como la consolidación de estructuras institucionales capaces de hacer

efectivos los derechos de los ciudadanos y su dignificación como personas.

En este sentido el ejercicio de la democracia muestra grandes distorsiones

en el orden social. El número de personas que apoyarían a un gobierno no

democrático si éste les resolviera sus problemas económicos y sociales ha

aumentado. Es decir, los valores democráticos pierden sentido y peso ante

las necesidades básicas insatisfechas de los ciudadanos. En general, existe

un malestar en la democracia, aunque no necesariamente con la democracia.

Los desafíos que enfrenta la nación son tan significativos que demandarán

un gran esfuerzo por organizar y consolidar prácticas democráticas visibles

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democráticos y políticos por parte de los órganos de gobierno

y liderazgo escolar se orienten hacia el fortalecimiento del

sistema político participativo y democrático logrando que la

instituciones educativas se fortalezcan y garanticen a los

ciudadanos escolares el cumplimiento irrestricto e

incondicional de sus derechos ciudadanos, además de hacer

visible el concepto de democracia, ciudadanía y gobierno

mediante la formulación de políticas de desarrollo democrático

que garanticen la inclusión de los ciudadanos, el cumplimiento

de sus derechos, así como su vinculación a los procesos de

participación y decisión, es decir la vinculación del estado

de derecho a las prácticas democráticas y de gobierno escolar

(Habermas 1999:234).

Tensión: enseñando y ejemplificando la democracia en la escuela

Es indudable: la democracia se enseña y se aprende. Por

lo tanto la escuela es la puerta de entrada a la cultura de la

democracia y la gobernanza. Es allí donde se inicia el proceso

de construcción de ciudadanía y las relaciones democráticas de

los ciudadanos. Esto demanda una re-conceptualización de los

elementos estructurales de las prácticas democráticas

(gobernantes, ciudadanos, representantes y lo público) y a

partir de ello una construcción social fundamentada en la

promoción de acciones tales como la inclusión, la justicia, la

dignificación de la persona, la deliberación, el disentimiento

y demás acciones que estimulen la participación de los

diferentes colectivos en la toma de decisiones, el debate

constructivo, el ejercicio de libertades, el cumplimiento de

normas, etc.

en términos de la reducción de la pobreza, y que a la vez re-dignifiquen

la condición humana.

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Es decir, concebir la democracia y la ciudadanía no como

el simple ejercicio de “adoctrinamiento” hacia una tendencia

política en particular, sino como la oportunidad de promover

mediante el ejemplo y la cultura, la práctica de valores

democráticos que generan una elevación de los niveles de

conciencia social, ética y política al interior de las

instituciones educativas.

La idea de democracia y ciudadanía en la escuela se podría

legitimar y validar mediante el fortalecimiento e

intencionalidad de las prácticas pedagógicas, administrativas,

directivas y relacionales alineadas con el ideal democrático

moderno. Es decir, cuando se garantizan de manera puntual

libertades de asociación y expresión, la inclusión en sus

diferentes formas, el estado de derecho, el reconocimiento de

derechos fundamentales, el acceso a la información, la

rendición de cuentas, la transparencia y eficacia en el

ejercicio de las responsabilidades escolares por parte de

docentes y directivos.

El papel de los docentes y directivos es determinante para

el aseguramiento o anclaje de prácticas de valores que

configuren una verdadera vivencia y cultura de la democracia

al interior de la escuela. Tal y como lo expresa Taylor (1992),

citando a Hannah Arendt "la participación en el propio gobierno

como parte de la esencia de la libertad" y, por ende, "como un

componente fundamental de la capacidad ciudadana que debe ser

asegurada". Esto conlleva la puesta en la escena escolar de

ejercicios de re-significación de los agentes, valores y

prácticas de la democracia; la autoevaluación crítica de las

prácticas de poder al interior de las clases y demás

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actividades escolares, y la reconfiguración del sentido de lo

“público7” al interior de la comunidad educativa. De esta

manera se podrán generar los espacios y oportunidades para el

análisis, el debate, el disenso y demás rutinas propias del

pensamiento democrático moderno. Se hace necesario que las

prácticas democráticas de orden político propias del gobierno

escolar y el liderazgo de la escuela, se vean reflejadas en

actitudes y comportamientos de orden ético y moral bien

precisas e identificables. Tal y como lo expresan Echavarría y

Vasco (2009:84) en “Las voces de los niños y las niñas sobre

la moral”:

Las expresiones de los niños y las niñas sobre la no

discriminación, el respeto mutuo, las relaciones de

amistad y el reconocimiento del diferencia, entendidos

como la base del respeto mutuo y la superación de la

exclusión a partir de las valoraciones positivas de lo

que son las personas y de lo que pueden aportar en la

relación humana, está en concordancia con los

planteamientos de Taylor (1996) sobre las características

por las que se piensa que una persona es merecedora de

respeto. Taylor entiende el respeto como el pensar bien

de alguien, e incluso admirar a alguien, así como el que

implica cuando, en el lenguaje común y corriente, se

afirma que el otro tiene nuestro respeto. El respeto es

la fuente de sentido que determina el contenido de la

naturaleza de la vida buena y la respuesta de lo que es

7 Hanna Arent en su libro La Condición Humana, condiciona el ejercicio de la ciudadanía al reconocimiento de

lo público sobre la particular o lo privado. Es decir, cuando un ciudadano está en capacidad de discutir

públicamente mediante la argumentación política, está en capacidad de acceder al terreno en el que los hombres

se reconocen como seres libres y sociales. La capacidad del ser humano de descubrirse en el otro, mediante un

punto común, abierto y de reconocimiento (lo público), implica la reconfiguración del pensamiento ciudadano

en términos de política, ideología y la responsabilidad del Estado (Libreros, 2002, 93).

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bueno ser. Según Taylor, dar sentido es identificar que

hace que un objeto sea digno de respeto, la dignidad es

una capacidad que compartimos todos los seres humanos, un

potencial humano universal que debe ser respetado

igualmente para todos (Taylor, 1994)

Conclusiones

La escuela actual es una oportunidad de oro para proponer

y desarrollar toda una política de formación en las prácticas

democráticas y ciudadanas modernas. No es que los jóvenes no

posean un criterio personal sobre democracia y ciudadanía, o

que se manifiesten indiferentes “per se” a las prácticas

democráticas y de ejercicio de la ciudadanía escolar.

Básicamente, es que ellos no se ven reflejados ni “encajados”

en los valores democráticos propuestos por la escuela. En el

mismo sentido, no es que la escuela no desarrolle prácticas

democráticas y ciudadanas modernas, de hecho la escuela lo

hace, pero no lo intenciona, delibera ni direcciona. En este

punto se requiere una escuela con mentalidad crítica y abierta

a la participación y al cambio. También una escuela que

posibilite el desarrollo del liderazgo escolar, su vinculación

plena y consciente a otros escenarios del gobierno escolar.

En relación con las tensiones propias de la vida escolar,

estas siempre van a existir y van a estar al acecho en las

diferentes interacciones entre los agentes escolares (los

gobernantes, los representantes, los ciudadanos escolares y lo

público de esa comunidad), pero se requiere una rápida y

oportuna redefinición y/o reconfiguración de los roles y

responsabilidades de estos agentes, su grado de responsabilidad

con la administración, valoración y cuidado de lo público

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propio de esas comunidades escolares. Solo de esta forma la

cultura democrática escolar tendrá una notable influencia

social como referente formador de los valores y prácticas

ciudadanas.

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