NORBA-ARTE XVII (1997)/ 149-163

ESCULTURA MONUMENTAL PŬBLICA DE TEGUCIGALPA

José Vicente . TORREJON MORA

Alta es la noche y Morazán vigila

Pablo Nenida Morazán2

Frente a la catedral metropolitana de Tegucigalpa, en el Jardín que lleva su nom-bre, se levanta la estatua del General Francisco Morazán (fig. 1), quien fuera pala-dín de la unidad centroamericana, el que fue «caudillo, (...) capitán valiente y há-bil estratega, no era estadista ni político. Sabía vencer, no utilizar la victoria. Sabíapelear, no gobernar» 3 . El héroe que puso en marcha la revolución liberal del istmoamericano con el fin de transformar la secular estructura política, económica y so-cial de la zona, mártir inmolado en la tragedia de San José de Costa Rica el 15 deSeptiembre de 1842, monta un brioso corcel al tiempo que empuria la espada de susvictorias, como si se abriera ante él un «ampliado horizonte de esperanzas, apagan-do la envidia y el rencor de sus enconados enemigos» 4 . Porta un vistoso uniformede general de División, y el bicomio clásico que también llevaron Bolívar, San Mar-tín, Sucre y todos los grandes generales. El sombrero de dos picos con morrión deplumas y las botas federicas —indumentaria típica de los mariscales franceses—, Ile-varon a hacer cuestionar la propia identidad del egregio representado, polemizandosobre si se-trataba de Massena o de algŭn otro de los lugartenientes de Napoleón 5.

' Para la historia de la escultura hondureña dedicada al período colonial cons ŭ ltense: AMAYA Ama-DOR, R., Escultura en Honduras, tesis leída el 12 de noviembre 1974 en la Escuela Nacional de BellasArtes de Comayagŭela (Tegucigalpa); y MARTINEZ CABALLERO, M. F., La escultura en Honduras, Tegu-cigalpa, Publicaciones del Instituto Hondureño de Cultura Hispanoamericana, n.° 1, 1961.

Rev. «Presente», año I, n.° 87, Tegucigalpa, octubre, 1971, p. 3.3 GoNzÁt.ez V1QUEZ, C., «Retrato de Francisco Morazán», en Anales del Archivo Nacional, n.° 11,

Tegucigalpa, septiembre, 1972, p. 93.4 P1NEDA PORTILLO, N., «Vibrante pieza oratoria», en la Revista Hondureña de Geografi'a e Histo-

ria, tomo LXVII, Tegucigalpa DC, julio-diciembre, 1992, n.°' 64 y 65, Homenaje al General Francis-co Morazán en el Memorable Bicentenario de su nacimiento, p. 48.

Los falsos críticos, los crudos en historia y los empecinados y exhibicionistas (...) No se hanpuesto, sin embargo, si se trata de Massena, el lugarteniente predilecto de Napoleón, de Ney, de Mu-rat o de Bernadene, pero así y todo, estos «grandes» de la farsa «crudos» en historia, se olvidan queel Duque de Rivoli era al tiempo de empuñar el bastón de Mariscal un hombre de edad madura; que

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En cualquier caso, la proliferación de la estatuaria monumental en toda Hispanoa-mérica es un fenómeno que está en intima relación con los proyectos de ornamen-tación de las ciudades, en una suerte de afrancesamiento urbano que nos lleva a laVenezuela de Guzmán Blanco, al México de Porfirio Díaz, a la Guatemala de J. M.Reyna Berios o al Chile del general M. Bilnes, por no citar a toda la Argentina fini-secular.

Este fenómeno de urbanización y de adelanto cultural en los gobiernos de losincipientes nuevos países americanos, desembocó en la promoción de los próceresde la patria, la cual resulta excesiva en el caso de Morazán cuando uno recorre lasplazas de las localidades hondurerias, para observar, por otra parte, resultados esti-lísticos muy lejanos a la talla de su figura histórica. Estos próceres son los mode-los y los prototipos de virtud a imitar, prolongándose su publicidad —a ŭn con másvehemencia—, en la actualidad. De hecho, el boulevard de los próceres de la capitalhondureria contiene los bustos de los libertadores o héroes nacionales del mundoiberoamericano, obras de los arios sesenta, setenta y ochenta de nuestro siglo ofre-cidas por los diferentes países del continente, y de escasa calidad artística la ma-yoría, entre los que destacan los del general Justo Rufi-Beros de Guatemala, el delGran Mariscal Ramón Castilla de Perŭ , el busto del general Francisco Paula San-tander de Colombia (fig. 2) o del chileno O'Higgins (fig. 3), obra de G. Benítez.

Todas estas esculturas, —tal es el caso de la ecuestre de Morazán—, ponen en evi-dencia el papel de referencia urbana insoslayable de los monumentos conmemora-tivos, dada su colocación estratégica en las plazas o vías pŭblicas más relevantes.

Inaugurada el 30 de noviembre de 1883 6 por el general don Luis Bográn, conun discurso del lcdo. don Jerónimo Zelaya, el encargo, empero, había sido realiza-do por el anterior gobiemo de Marco Aurelio Soto, con acuerdo del 27 de agostode 1882, suscrito por Ramón Sosa como Secretario de Estado en el Despacho deGuerra 7 . Se encomendaba al arquitecto italiano Francesco Durini Vasalli (1856-1920) la realización del diserio del monumento (eso sí, con unas proporciones muydeterminadas con respecto a su estructura básica y medidas 8) y la supervisión de la

el «valiente de valientes», Principe de la Moskowa era de cara ovalada y facciones un tanto duras;que el Rey de Nápoles, Joaquín Murat tenía la cara redonda y cubierta de rizada barba con ensorti-jados cabellos que no alcanzaba a cubrir su emplumado bicornio, y que quien fuera Rey de Suecia,Bernadotte, tenía el rostro ovalado y la nariz encorvada un tanto. REINA-VALENZUELA, J., «La estatuade Francisco Morazán», en la Revista de la Sociedad de Geografi'a e Historia de Honduras, n.° LXIV,Tegucigalpa, abril-mayo-junio, 1967, p. 35; asimismo reproducido en la revista EXTRA, n.° 32, año ILLTegucigalpa, pp. 30-31.

6 REINA VALENZUELA, J., op. cit., p. 36.«Contrata celebrada por el Supremo Gobierno para que se coloquen en esta capital las estatuas

de Francisco Morazán, y de José Cecilio del Valle, y los bustos de José Trinidad Cabañas, y de JoséTrinidad Reyes», en la Revista de la Sociedad de Geografi'a e Historia de Honduras, n.° 3, tomo LIV:Homenaje al General Cabañas en el primer centenario de su fallecimiento, Tegucigalpa, enero-marzo,1971, pp. 38-45.

El monumento debía medir nueve varas en total, es decir 7,5231 metros (1 vara = 835,9 mm),y se debía distribuir en altura en una gradería de cuatro escaleras de 34 pulgadas cada uno, un zócaloo basamento de pedestal que alcanzase la vara y 17 pulgadas, un capitel de 28 pulgadas, un plinto de

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FIG. 3.

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fundición en bronce en Génova (Italia), por parte de alguno de sus colaboradoreshabituales: Adriático Froli o Pietro Capurro (1856-1931), autor éste ŭltimo demonumento erigido en memoria de Cristóbal Colón en Guatemala 9.

Durini y su hermano Lorenzo trabajaron con frecuencia en Iberoamérica. DeFrancesco es el monumento al Reformador Justo Rufino Barrios, ubicado frente alpalacio de la Reforma de Ciudad Guatemala, en el cual sobresale la figura de la li-bertad apoyada sobre el primer cuerpo del monumento (fig. 4). En Ecuador colabo-raría con su sobrino Pedro Durini Cáceres (1882-1912), quien formaría más tardejunto a su padre Lorenzo Durini Vasalli (1855-1906) y su hermano mayor Francisco(1880-1970) la firma de «L. Durini & Hijos», de destacada labor en proyectos dearquitectura y monumentos I°.

Es probable que Francesco Durini trabajase con el escultor Pedro Capurro, puesfue éste quien realizó numerosas piezas que acababa enviando al país sudamericano,como es el caso de los Mausoleos Teodoro Larrea y Gonzalo S. Córdova en Quito,los Mausoleos Naranjo —perdidos en el terremoto de 1949— y Albomoz en Ambato,y el monumento de Juan Montalvo en la misma localidad, inaugurado finalmenteen 1911 ". Al igual que Capurro, también tenía su taller en Génova el escultor AchileCanessa (fallecido en 1905), autor del Monumento a Cristóbal Colón de Puerto Rico(1894)".

En cualquier caso, los escultores italianos y los franceses gozaron de mucho éxi-to en Iberoamérica, sobre todo en el campo funerario. S. Verni, G. Cerasco, R. Rinal-di, F. Fabiani, R. Romalli... entre los italianos fueron los más prestigiosos; o E. Ber-nian entre los franceses. El hecho pone de manifiesto, por otra parte, la escasa inde-pendencia de los escultores autóctonos, así como el alto coste de los materiales detrabajo, lo que propiciaba el encargo de un proceso de fundición de mayor calidadal viejo continente. El espariol Tomás Mur, por ejemplo, quien llegaría a fundar unaAcademia de Bellas Artes en la capital hondureria a finales del s. XIX, se trasladóa Guatemala para modelar un grupo que representa a Fray Bartolomé de las Casascon un indio a sus pies. La obra, bastante grandiosa y cuyas dos figuras son muy

6 pulgadas y la estatua finalmente, con una dimensión de 3 varas y 17 pulgadas. El monumento se cir-cunscribía entre un largo de 7,5 varas, y un ancho de 6. Ibid., p. 39.

9 GUTIERREZ VIÑUALES, R., Un siglo de Escultura en Iberoamérica, 1840-1940, en GUTTERREZ, R.,

y GUTIERREZ VIÑUALES, R. (coords.), Pintura, escultura y fotografi'a en Iberoamérica, siglos XIX y XX,Madrid, Cátedra, 1997, p. 100.

'° Sus obras más destacadas fueron: el Monumento a los Héroes del 10 de Agosto en 1809, en laplaza de la Independencia de Quito, inaugurada en 1906; algunos monumentos funerarios para los ce-menterios peruanos Presbítero Maestro de Lima, Baquíjano (Callao) y para el de San Diego de Quito,caso del Mausoleo Palacios —obra de Lorenzo—, o el Mausoleo Teodoro Larrea (1908), el primer en-cargo de Pedro con la colaboración de P. Capurro. Vid. GUTIERREZ VIÑUALES, P., op. cit., pp. 120, 134y 135, así como los estudios históricos de P. DURINI R., CEVALLOS ROMERO, A., y DInum R., P. M., Ecua-dor Universal. Visión desconocida de una etapa de la arquitectura ecuatoriana, Quito, Creadora Pro-ducciones, 1990; y Duiurn R., P. M., Ecuador Monumental y sus obras hermanas en América, Quito,Edición del autor, 1995.

" GUTIERREZ VIÑUALES, R., op. cit., p. 114.12 Ibid., p. 114.

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FIG. 4.

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expresivas, llegaría a ser fundida en bronce en la fundición artística barcelonesa deFederico Massiera en 1895.

F. Durini se comprometía asimismo a hacer llegar la obra hasta el puerto hon-durerio de Amapala, en la costa del Pacífico. El monumento consiste en un zócaloen cuya fachada se lee la inscripción: «A Francisco Morazán: La Patria», en letrasdoradas sobre lápida de mármol de Carrara (fig. 5). En la parte posterior (fig.1) sepuede leer igualmente: «Al Repŭblico inmortalizado por la más grande de las ideas:la Unión Nacional de Centroamérica. Al héroe de la Trinidad, de Gualcho, de lasChozas, del Espíritu Santo, de San Pedro Perulapán, que despreció la dictadura parafundar el gobierno de la democracia».

En el lateral preminente se dispuso un relieve del escudo de armas de la Repŭ -blica igualmente en mármol italiano. Bajo él, se lee el decreto de gobierno que pre-viene la construcción del monumento, y en el opuesto, otro relieve del escudo dela Repŭblica con la inscripción «Francisco Morazán. Nació en Tegucigalpa el 3 deOctubre de 1792. Murió en San José de Costa Rica, el 15 de Septiembre de 1842».

En las fachadas del fuste se disponen, en bajorrelieve de bronce, el escudo dela Rep. Federal de Centroamérica, y un simulacro de la batalla de la Trinidad muyconseguido, identificada con una inscripción que da cuenta del suceso (11 de no-viembre de 1827). En los laterales, sendos festones de laurel, asimismo en bronce.Una verja de hierro fundido con cuatro entradas, hoy destruida, rodeaba el monu-mento y lo iluminaba de noche con sus faroles «de hermosa forma» ' 3 en los ángu-los. Tras las modificaciones de la década de los 70, la verja fue suprimida, hechoque propició la exigencia de otra nueva en 1990, ya que el bronce se veía «profa-nado por gentes que ignoran la grandeza moral e histórica del momento» 14 , lo cualse evita en la medida de lo posible desde la remodelación del entorno en 1992. Noobstante, veinte arios antes se había cambiado la orientación meridional tradicionaldel monumento. Ángel Juárez Bustillo 15 subrayó el equívoco urbanístico a los téc-nicos de la municipalidad: «Siempre vio hacia el Sur, y su magnificencia en bron-ce debe alzarse como retaguardia de los cuatro edificios pŭblicos del gobierno re-publicano que son: Casa de gobierno, Palacio Legislativo, Corte Suprema de Justi-cia y del Gobierno Municipal, Palacio de los Cabildos».

La obra resulta coetánea del monumento homónimo que se erigió en San Sal-vador, sólo que los bajorrelieves con las acciones del «libertador» se multiplicaron(batalla del Espíritu Santo, acciones del Gualcho, San Pedro Perulapán y las de LasCharcas). Las inscripciones y dedicatorias se extendieron como versículos coráni-cos, y las estatuas alegóricas de las cuatro estaciones que completan el conjunto enla capital metropolitana hondureria, se transforman aquí en representaciones antro-pomorfas de las cinco repŭblicas de Centroamérica, cada una con su correspondiente

13 Revista de la Sociedad de Geografi'a e Historia de Honduras, n.° 3, op. cit., p. 40.«Se pide artístico barandal para la estatua del general Francisco Morazán», Revista de la Academia

Hondureria de Geografra e Historia, n.° 60, tomo LXVH, Tegucigalpa DC, julio-diciembre, 1990, p. 37.15 JUÁREZ BusTmw, A. A., La ecuestre estatua del Gral. Morazán urbanísticamente mal colocada.

Archivo Municipal de Tegucigalpa. Carpeta: Homenajes, Bustos, Estatuas...

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FIG. 5.

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escudo de armas y las palabras «Unión Centroamericana», con la intención de «glo-rificar al héroe y dar a conocer su pensamiento dominante» 16 . Sólo que en la capi-tal salvadoreria la estatua deviene una obra de acción: la espada rota del General yel pabellón federal señalan al espectador, invitándole a que insignia y realice la de-seada unión centroamericana.

El diserio de Durini responde al valor neutro de la estatuaria honorífica, predo-minantemente ecuestre, conferido en un principio a las obras pŭblicas de los alema-nes Christian Rauch y Ernst Rietschel a mediados del siglo XIX, y que tanto éxitoencontró entre los movimientos historicistas, y en las plazas americanas en los monu-mentos empuñe la espada, levántela a los generales Santander en Bogotá, AntonioMaceo de La Habana, O'Higgins en Santiago de Chile, Zaragoza en Puebla de Méxi-co, o las de los generales Garibaldi, San Martín, Carlos María de Alvear o Belgra-no en Buenos Aires, introducida, por cierto, en la escultura de Carlos IV de MéxicoDF, obra del valenciano M. Tolsá y Sarrión (1757-1816).

Aŭn y todo, no hay que olvidar todo el género de monumentos a José de SanMartín en Argentina, y, fundamentalmente, a la colección de Bolivares en todo elNorte de la América Meridional. Fue inevitable que el culto a la figura de Mora-zán en Centroamérica fuera equiparable y considerada con las encomendadas a Bolivaren el cono sur 17 , sin embargo, Honduras quiso honrar a otros de sus hombres ilus-tres 18 , ejemplos de moralidad política, valor heroico y lealtad militar, en el encargorealizado a Durini en 1882: dos bustos destinados a la Plaza de la Merced y dedi-cados a José Trinidad Cabañas y a José Trinidad Reyes, y una tercera en la Plazade San Francisco, en el que se representara a José Cecilio del Valle.

José Trinidad Cabañas, presidente Constitucional de la Repŭblica, asimismo sol-dado de la causa centroamericana, el hombre «de un semblante» como afirmó Si-quier en 1852 19 , que es contemplado sin los excesos del historicismo. La obra enmármol está dotada de un gran movimiento y expresión, y, por lo tanto, de un ca-rácter naturalista e intimista. El busto se alza sobre una columna de mármol de Ca-rrara ornada con festón de laurel (fig. 6) 2°. En el pedestal, entre adornos alegóricos

16 REYES, R., «El monumento del General Morazán», Anales del Archivo Nacional, n.° 1, ario 1,Tegucigalpa DC, septiembre, 1967, p. 29. Extraído de la Revista Repertorio del Diario del Salvador,vol. XVII, n.° 105, San Salvador, 15 de junio, 1910.

17 Había en Morazán, a quien los centroamericanos rinden un culto semejante al que todos loshijos de Hispano América rinden a Bolívar, algo del empuje del poder, excelso, de la fuerza mágica,del valor resplandeciente de nuestro maravilloso héroe. MARTÍ, J., «Morazán», en Encuentro de dosmundos, año 2, n.° 5, Tegucigalpa DC, marzo, 1989, p. 32. Publicado originalmente en La opinión na-cional de Caracas, n.° 17, noviembre, 1881, tomado a su vez por el Diario «EL HERALD0», Teguci-galpa DC, 3 de octubre, 1988.

18 «Decretos del encargo de las estatuas monumentales de Morazán, Cabañas, Reyes y Valle», enRevista de la Sociedad de Geografi'a e Historia de Honduras, n.° LXIV, abril-mayo-junio, 1967, Te-gucigalpa, pp. 37-45.

19 DURÓN, R. G., «José Trinidad Cabañas», Revista de la Academia Hondureña de Geografi'a eHistoria, tomo LIV, Tegucigalpa, enero-marzo, 1971, n.° 3, p. 167.

«Decreto y contrata en que se previene se coloque un Busto de Mármol del General José Tri-nidad Cabaiias», en Revista Hondureña de Geografi'a e Historia, tomo LIV, n.° 3, Tegucigalpa, enero-marzo, .1971, pp. 168-169.

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del arte de la guerra se enmarcan cuatro lápidas, de las cuales la de la fachada Ile-va inscrito: «A José Trinidad Cabañas, la Patria»; y la posterior, «Al heroico sol-dado de la Unión Centroamericana. Al guerrero Modelo de valor, de constancia, dehonradez y de lealtad»; y en las laterales, en letras doradas, los datos de su naci-miento y cronológica (1875), así como el decreto por el que se erigió el monumento.

El busto de José Trinidad Reyes (fig. 7), sacerdote, filósofo y poeta, y de JoséCecilio del Valle, el eminente científico hondurerio, cumplen exactamente la mismaestructura, adornándose en este caso las inscripciones con grabados alegóricos delas ciencias, de la poesía y de la mŭsica. Al igual que en el caso anterior, prima enestas dos la serenidad de las formas, el cuidado de los perfiles y el verismo de larepresentación.

FIG. 7.

La ciudad de Tegucigalpa cuenta con numerosos parques (tanto en su denomi-nación hispanoamericana de plaza, como en la castellana de paseo bucólico). Parquesdominados por escultura monumental, hoy en día caída en la incuria y en el aban-dono. La estatua de Colón, valga como ejemplo, obra que data de 1916 y de tresmetros de altura, cercana al aeropuerto intemacional de Toncontín, fue víctima delbarbarismo reivindicativo en vísperas del día de la hispanidad de 1997 ".

21 ME.IIA, F. J., Veinte mil pesos es el valor de la Estatua pedestre de Cristóbal Colón. Se aprue-ba una contrata, en Anales del Archivo Nacional, fasc. n.° 13. Tegucigalpa, diciembre, 1974, pp. 83-84 (tomado de «La Gaceta», abril, 1917, n.° 479).

«EL PAÍS», 13 octubre, 1997.

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FIG. 8.

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FIG. 11.

El Parque de la Concordia es con mucho el más interesante del lugar. Data de1880 23 , de los tiempos del presidente Marco Aurelio Soto. Participa en su adornodel neoindigenismo recuperado con la independencia a remedo de Volkgeist en lospaíses iberoamericanos, erróneo en cualquier caso en el contexto hondureño, por loque se refiere a sus raíces equívocas en la cultura maya, pero que encontraría éxi-to en el campo del muralismo si hablamos del gran pintor y ceramista Arturo Ló-pez Rodezno. No obstante, son interesantes las soluciones que despierta la imita-ción de la figuración de la civilización centroamericana, rnímesis acertada en losmonstruos y relieves fantásticos de los pedestales de las farolas (fig. 8). Se repro-dujeron algunas estelas de la famosa y cercana ciudad de Copán, entre las que des-taca la copia de la n ŭmero 18 dedicada al rey Conejo (fig. 9) en le centro del ejedel parque. El resto son caprichos a modo manierista o romántico: el «puente delos suspiros», «el lago del Amor» —con lo que podría ser una reproducción basadaen alguna de las pirámides del área de Yucatán (fig. 10)—, la «senda del sí y del no»(fig.11)... todo participando de lo que accedería a denominar «estilo neomaya», co-etáneo a los «neos» medievales y simbolistas del XIX europeo.

Vid., GUL1 de Tegucigalpa, Madrid, UCCI, Sociedad Estatal para la ejecución del V Centena-rio. 1992; y BAHR, E., «Paseo por Tegucigalpa», en Literarte, año 0, n.° 1, Tegucigalpa, enero-febrero,1997. p. 24.