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Los Cuadernos de Liter@ura ESPAÑA EN LA POESIA DE LEON FELIPE José María Fernández Gutiérrez « Mi poes entera no es más que una larga fila de ofrendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos y parada aqu( ahora en la Puerta Oscura de la Pisión y en el ámbito mismo del infierno para el Rescate orulloso de la clava.» (León Felipe: Ganarás la luz, «Epílogo») S ólo como una «larga fila de oendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos» se comprende el con- cepto de España en la poesía de León Felipe y sólo rastreando en los libros anteriores a la guerra y buceando en los posteriores al con- flicto podemos rmarnos una idea cabal de cómo la lucha atricida dio un nuevo rumbo a unos temas y a unas inquietudes poéticas iniciadas años antes. Porque al estudiar cualquier tema en León Felipe no se puede prescindir, en absoluto, del antes y del después, ya que en sus libros, según afirma tajantemente «me incluyo y me reitero. A veces coloco un mismo verso y un poema com- pleto en tres sitios distintos, pero en cada mo- mento tiene una intención diferente. Porlo demás, soy pobre, vivo del ritornelo y me repito como la noria y como l mundo. La llama, la Luz es la que ca _ mbia. Ilummar es repetir. Me gusta poner el mismo verso bajo distintas luces, bajo la luz del mediodía y de la estrella. En la mañana no sueña la canción como en la noche. Y el mismo salmo es dirente leído en el coro que cantado sobre el camino abierto del Éxodo». (De Ganarás la luz «Epílogo»). A veces, nos encontramos con salmos, con ver- sos que «leídos en el coro» y «bajo la luz del mediodía» tienen un sonido transparente aunque pare en dichos por un poeta solo y cansado ya de cammar. Son los versos de los primeros libros: Versos y oraciones del caminante, Madrid, 1920; Versos y oraciones del caminante, Nueva York, 1929 Y Drop a star con cuatro variantes escritas en Méjico entre 1933 y 1935. Otras veces la canción «suena como en la no- che», se vuelve obsesiva y habla de guerra y de exilio. Son los versos de La Insignia. Valencia, 1937, poema con dos versiones tituladas «La In- signia» y «Orta», al que siguen El payaso de las btadas y el pescador de caña de 1938, El Ha- cha Y El español del éxodo y del llanto de 1939 y Ganarás la luz de 1943, libro en el que culmina, en buena medida, la «canción de la noche» sobre la guerra y el exilio, pero que abre, dentro de la misma oscuridad, otro en el que el poeta ha ba- jado a un abismo trágico y contempla al mundo como un lugar siniestro de aniquilación y de ab- sorción en la nada. Aquí hay que incluir, además 14 de numerosos versos de Ganarás la luz, los de Llamadme publicano (1950), Cuatro poemas con epígrafe y colofón (1958) y El Ciervo aparecido en México en 1958, libro que contiene el poema «Bertuca» (1957) dedicado a su mujer. De esta época son también una serie de títulos suyos que por su carácter prerentemente antoló- gico combinan lo que hasta aquí, abusando de la metára del propio León Felipe, hemos venido llamando salmos o versos del «mediodía» y de la «noche». Citamos «Poesía e Hispanidad» (1946- 1948), glosa, en parte, de Ganarás la luz; la pri- mera versión de la Antolog rota que es de 1947 y que recoge pasajes de libros anteriores, especial- mente de Ganarás la luz y poemas que después pasarán a Llamadme publicano; la segunda ver- sión de la Antolog rota (1957) y sobre todo las Obras Completas publicadas por Losada en 1963. A partir de aquí los poemas con una voz, por lo general, más humilde van a reunir los temas y las inquietudes anteriores. Don Quijote, Cristo, las piedras y las preguntas sobre el poeta y el destino del hombre, se cuentan entre los principales que aparecen en Oh, este viejo y roto violín (1965), Versos del merolico o del sacamuelas (1967), Ro- cinante (1968) y Puesto ya el pie en el estribo y otros poemas (1983) que, como el anterior, es obra publicada póstuma. Creo, por cuanto llevamos dicho hasta aquí, que sin prescindir del todo de ningún libro de León Felipe, los que nos interesan de una manera espe- cial para estudiar el tema que nos ocupa son La Insignia, El payaso de las bofetadas y el pescador de caña, El Hacha, El español del éxodo y del llanto, Ganarás la luz y Llamadme publicano. Y de entre ellos principalmente Ganarás la luz por- que según su autor «en este libro hay versos míos antiguos y palabras recientes y dichas en otro lugar, mo- viéndose, transrmándose, corriendo ahora como los ríos a la mar en busca de otra es- tructura, de otro sitio y de otra rima de más amplitud y más sentido. Todos mis poemas anteriores, mis oraciones y mis blasmias, Drop a star, La Insignia, El Hacha, El espa- ñol del éxodo y del llanto, y todos los que vienen después... Llamadme publicano, El Ciervo, etc... deben desembocar aquí natu- ralmente y organizarse solos en una rma sencilla, en una línea casi procesional... » (De Ganarás la luz, «Epílogo») Y de hecho desembocan y se reúnen en Gana- rás la luz el antes y el después inmediato de sus versos. José Paulino Ayuso en el prólogo a su edición de Ganarás la luz en Cátedra afirma que el tema de España en León Felipe no es homogéneo a lo largo de las sucesivas obras en que aparece, pero él lo concreta en tres, la visión de las dos Espa- ñas, «la de las rmas» y «la de las esencias»,

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Los Cuadernos de Literatura

ESPAÑA EN LA POESIA DE LEON FELIPE José María Fernández Gutiérrez

« Mi poes(a entera no es más que una larga fila de ofrendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos y parada aqu( ahora en la Puerta Oscura de la P,risión y en el ámbito mismo del infierno para el Rescate or[?ulloso de la Esclava.»

(León Felipe: Ganarás la luz, «Epílogo»)

Sólo como una «larga fila de ofrendas dolorosas y de lágrimas recogidas por todos los caminos» se comprende el con­cepto de España en la poesía de León

Felipe y sólo rastreando en los libros anteriores a la guerra y buceando en los posteriores al con­flicto podemos formarnos una idea cabal de cómo la lucha fratricida dio un nuevo rumbo a unos temas y a unas inquietudes poéticas iniciadas años antes. Porque al estudiar cualquier tema en León Felipe no se puede prescindir, en absoluto, del antes y del después, ya que en sus libros, según afirma tajantemente «me incluyo y me reitero. A veces coloco un mismo verso y un poema com­pleto en tres sitios distintos, pero en cada mo­mento tiene una intención diferente. Porlo demás, soy pobre, vivo del ritornelo y me repito como la noria y como �l mundo. La llama, la Luz es la que ca_mbia. Ilummar es repetir. Me gusta poner elmismo verso bajo distintas luces, bajo la luz del mediodía y de la estrella. En la mañana no sueña la canción como en la noche. Y el mismo salmo es diferente leído en el coro que cantado sobre el camino abierto del Éxodo». (De Ganarás la luz «Epílogo»).

A veces, nos encontramos con salmos, con ver­sos que «leídos en el coro» y «bajo la luz del mediodía» tienen un sonido transparente aunque pare�en dichos por un poeta solo y cansado ya de cammar. Son los versos de los primeros libros: Versos y oraciones del caminante, Madrid, 1920; Versos y oraciones del caminante, Nueva York, 1929 Y Drop a star con cuatro variantes escritas en Méjico entre 1933 y 1935.

Otras veces la canción « suena como en la no­che», se vuelve obsesiva y habla de guerra y de exilio. Son los versos de La Insignia. Valencia, 1937, poema con dos versiones tituladas «La In­signia» y «Oferta», al que siguen El payaso de las bofetadas y el pescador de caña de 1938, El Ha­cha Y El español del éxodo y del llanto de 1939 y Ganarás la luz de 1943, libro en el que culmina, en buena medida, la «canción de la noche» sobre la guerra y el exilio, pero que abre, dentro de la misma oscuridad, otro en el que el poeta ha ba­jado a un abismo trágico y contempla al mundo como un lugar siniestro de aniquilación y de ab­sorción en la nada. Aquí hay que incluir, además

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de numerosos versos de Ganarás la luz, los de Llamadme publicano (1950), Cuatro poemas con epígrafe y colofón (1958) y El Ciervo aparecido en México en 1958, libro que contiene el poema «Bertuca» (1957) dedicado a su mujer.

De esta época son también una serie de títulos suyos que por su carácter preferentemente antoló­gico combinan lo que hasta aquí, abusando de la metáfora del propio León Felipe, hemos venido llamando salmos o versos del «mediodía» y de la «noche». Citamos «Poesía e Hispanidad» (1946-1948), glosa, en parte, de Ganarás la luz; la pri­mera versión de la Antología rota que es de 1947 y que recoge pasajes de libros anteriores, especial­mente de Ganarás la luz y poemas que después pasarán a Llamadme publicano; la segunda ver­sión de la Antología rota (1957) y sobre todo las Obras Completas publicadas por Losada en 1963.

A partir de aquí los poemas con una voz, por lo general, más humilde van a reunir los temas y las inquietudes anteriores. Don Quijote, Cristo, las piedras y las preguntas sobre el poeta y el destino del hombre, se cuentan entre los principales que aparecen en Oh, este viejo y roto violín (1965), Versos del merolico o del sacamuelas (1967), Ro­cinante (1968) y Puesto ya el pie en el estribo y otros poemas (1983) que, como el anterior, es obra publicada póstuma.

Creo, por cuanto llevamos dicho hasta aquí, que sin prescindir del todo de ningún libro de León Felipe, los que nos interesan de una manera espe­cial para estudiar el tema que nos ocupa son La Insignia, El payaso de las bofetadas y el pescador de caña, El Hacha, El español del éxodo y del llanto, Ganarás la luz y Llamadme publicano. Y de entre ellos principalmente Ganarás la luz por­que según su autor

«en este libro hay versos míos antiguos y palabras recientes y dichas en otro lugar, mo­viéndose, transformándose, corriendo ahora como los ríos a la mar en busca de otra es­tructura, de otro sitio y de otra rima de más amplitud y más sentido. Todos mis poemas anteriores, mis oraciones y mis blasfemias, Drop a star, La Insignia, El Hacha, El espa­ñol del éxodo y del llanto, y todos los que vienen después ... Llamadme publicano, El Ciervo, etc... deben desembocar aquí natu­ralmente y organizarse solos en una forma sencilla, en una línea casi procesional ... » (De Ganarás la luz, «Epílogo»)

Y de hecho desembocan y se reúnen en Gana­rás la luz el antes y el después inmediato de sus versos.

José Paulino Ayuso en el prólogo a su edición de Ganarás la luz en Cátedra afirma que el tema de España en León Felipe no es homogéneo a lo largo de las sucesivas obras en que aparece, pero él lo concreta en tres, la visión de las dos Espa­ñas, «la de las formas» y «la de las esencias»,

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presente en la versión de La Insignia (1937) publi­cada en «Hora de España», que después se repite como «dos mundos, el de las formas y el de las esencias» en el libro III de Ganarás la luz y lo que él llama dos líneas interpretativas. La primera lí­nea está representada en «Oferta» y El payaso de las bofetadas y el pescador de caña y mediante ella el poeta intenta situar la tragedia española en relación o identificándola con figuras de gran al­cance simbólico, como Cristo o don Quijote. En «Oferta» España está al nivel de Cristo y en El payaso de las bofetadas y el pescador de caña España, defensora de la justicia ante la incom­prensión del mundo, se identifica con don Quijote, héroe y bufón que apuesta por un cambio total, por la justicia. La segunda línea es la que habla de la destrucción de España, de angustia, de pérdida y de desesperación y se advierte sobre todo en El español del éxodo y del llanto y en poemas con­cretos como «está muerta ... ¡miradla!», «El ha­cha», « Me compraré una risa» , y « Poemas para Mr. Chamberlain». De esta segunda línea se de­riva una aspiración a encontrar sentido y remedio a la situación en versos concretos como

«Te salvarás como hombre pero no como español».

Y en «No tienes patria ni tribu» que aparecen en el poema «¡Lavanderas ... tintoreros!» del Es­pañol del éxodo y del llanto.

Acorde fundamentalmente con la primera línea interpretativa se hallaría también Ganarás la luz y con la segunda Llamadme publicano (1950).

Nos parece que como una primera aproxima­ción es válida y exacta, pero incompleta porque para definir el tema de España hay que comenzar por la poesía del exilio y su alcance conceptual.

En poemas como «La Insignia» y «Oferta» y en el libro El payaso de las bofetadas y el pescador de caña, obras escritas durante la guerra, lo que predomina es, aparte de lo ya comentado, la de­nuncia poética de la situación de España, abando­nada, despreciada y escarnecida por un grupo de mercaderes o espectadores y por algunas naciones que logran sacar de sus casillas al poeta y provo­can su cólera.

«El Hacha» (1939), que luego se incorpora al Español del éxodo y del llanto, y este libro comu­nican una impresión de derrota, de destrucción de todo lo genuino y más noble de lo español con las lógicas y esperables acusaciones contra los que él identifica como causantes de la desolación fisica, moral, espiritual y política de España.

Siguen textos, como El Gran Responsable de 1940, la primera versión de Los lagartos de 1941 y poemas sueltos como «Hispanidad» y «Mi patria» y otros de 1942 como «Nacimiento», «Esta es la historia» y «Tal vez me llame Jonás» cuyo conte­nido se reúne, aprovechando la herencia de los anteriores títulos, como en una gavilla en Ganarás la luz, libro de 1943. No creemos, por tanto, que

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Ganarás la luz pueda, como hacía José Paulino Ayuso, adscribirse a lo que él llamaba primera línea interpretativa ya que aparecen el tema de las dos Españas, las dos líneas interpretativas y otras direcciones que señalaremos más adelante.

Hay algunas señas de identidad, también, de la poesía del exilio en Llamadme publicano (1950) que recoge aspectos vistos en «La Insignia» y en El payaso de las bofetadas y el pescador de caña y que se incrementa con el poema «Mi regreso» en el que hay un anhelo de volver a las entrañas de España para descansar para siempre. (Y en España ya no va a haber nada de lo que hubo de podrido después de la guerra).

En menor medida también hay que contar con El ciervo de 1958 y con Oh, este viejo y roto violín (1965) que recoge el tema de España como patria perdida, ya tratado en «Poesía e Hispanidad» (1947) y antes en Ganarás la luz cuando León Felipe decía:

«mi patria está donde se encuentre aquel pá­jaro luminoso que vivió hace ya tiempo en mi heredad».

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Por otra parte, el concepto de España en la poesía de León Felipe no es ninguna elucubración abstracta, tiene una base, una geografía, un apoyo en hechos localizables. Y de nuevo el ya citado prólogo de José Paulino Ayuso nos sirve para desbrozar el camino.

La primera, la «España del Verbo puede verse proyectada a toda América, a la Hispanidad con razón justamente en la comunidad lingüística y cultural. Así León Felipe piensa en el reino de la Hispanidad como resultado de la muerte heroica de España» (p. 30).

«He perdido la España matriz ... , la vieja [España europea

y africana donde nací. .. pero aquí... se me ha multiplicado la patria ...

Y a cada paso que doy ... una puerta nueva [se me abre ...

y una cara amable, sonriente y familiar... se [adelanta

siempre a decir: ¡Pasa ... ésa es tu mansión! ( . . . ) ¡ Mi casa es inmortal!

y no tiene fronteras ... La sangre no tiene fronteras ... como el Amor.

América es la patria de mi sangre» (De «La España de la sangre»

en la Antología rota)

La segunda es la de «un reino que no será de este mundo», «un anhelo sin raíces ni piedras», pertenece al mundo de la sangre. ( ... ) La Hispani­dad es hija de España, que de nuevo aparece con su doble personificación de Cristo y don Quijote» (p. 31).

«Para crear la Hispanidad ... hay que mo­

porque sobra el cuerpo. Murió el héroe ...

morirá su pueblo.

[rirse ...

Murió el Cristo ... y morirá la tribu toda, que el Cristo redentor será ahora un grupo

[entero de hombres crucificados que al tercer día ha de resucitar de entre los muertos ...

Hispanidad será este espíritu que saldrá de [la sangre

y de la tumba de España ... para escribir. .. un Evangelio nuevo»

(De «La España de la sangre» en Antología rota)

La tercera es la de la patria perdida y por tanto «es sólo el canto del ruiseñor de luz que el poeta anda buscando. Mientras no lo encuentra, le queda el verso, el canto, única realidad de una España que aún está por construir». (p. 31).

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«Geográficamente, sin embargo, ya no cae [en la misma

latitud. Ahora: mi patria está donde se encuentre aquel pá­

[iaro luminoso que vivió hace tiempo en mi heredad.

Cuando yo nací ya no le oí cantar en mi [huerto.

Y me fui en su busca, solo y callado por el [mundo.

Donde vuelva a encontrarlo, encontraré mi [patria porque

allí estará Dios. Un día creí que este pájaro había vuelto a

[España y me entré por mi huerto nativo otra vez.

Allí estaba en verdad, pero voló de nuevo y me quedé solo otra vez y callado en el

[mundo. ( . . . ) Luego empecé a gritar. .. a cantar. Y mi grito y mi verbo no han sido más que

[una ll�mada otra vez,

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( . . . ) que me ha de decir dónde he de plantar la

[primera piedra de mi patria perdida»

(De «Diré algo más de mi patria» en Ganarás la luz)

La cuarta es el extrañamiento de la patria a raíz de la derrota, la pérdida de la España republicana que dejó al poeta callado:

«Me voy porque ya no hay caminos para mí [en el suelo.

Salí del agua, he vivido en la Sangre y ahora me espera el Viento».

(De «Me voy porque esta tierra ya no es mía»

en Ganarás la luz)

La quinta reproduce un espacio español de hundimiento, de tragedia, de ciudad de muertos:

«Buenas noches. Buenas noches ... Oye, no dejes los zapatos a

[la puerta. Se han ido todos ya. No hay servicio ma­

[ ñana ... Buenas noches. -Buenas noches»

(De «España» en Ganarás la luz)

Finalmente España es «el espacio del ausente, del desterrado, es el viento, móvil, inestable e inasible» (p. 32).

«Y me voy sin haber recibido mi legado, sin haber habitado mi casa, sin haber cultivado mi huerto, sin haber sentido el beso de la sombra y de la

[luz.»

(De « Y ahora me voy» en Ganarás la luz)

En resumen, España como espacio es una co­munidad lingüística y cultural que adquiere su verdadera dimensión tras la muerte heroica de España para el logro de la justicia en el mundo. Y como España ha muerto hay que resucitarla, hay que hacerla resucitar mediante la canción.

Por otra parte, para el desterrado, lo que queda de España es un espacio inasible, lejano y trágico.

Si hasta aquí hemos ofrecido un marco, no pormenorizado, pero sí sistemático de España en la poesía de León Felipe, a partir de ahora quere­mos ofrecer un recorrido bastante completo agru­pando por afinidades conceptuales los versos que hacen referencia al tema que nos ocupa. El resul­tado esperamos que sea algo más cordial, un fruto leonfelipesco.

Es claro que para nuestro poeta hay dos Espa­ñas, la de lo auténtico y la de lo ficticio y corrom­pido:

«Hay dos Españas, la de las formas y la de las esencias.

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La de las formas que se desgastan y la de las esencias eternas. La de las formas que mueren y la de las esencias que comienzan a organi­

[ zarse de nuevo.

En la España de las formas desgastadas están los símbolos obliterados, los ritos sin sentido, los uniformes inflados, las medallas sin leyenda, los hombres huecos, los cuerpos de serrín, el ritmo doméstico y sonámbulo, las exégesis farisaicas, el verso vano y la oración muerta que van contando las

[avellanas horadadas de los rosarios. Dios, la fuerza creadora del mundo, se ha ido de esa España y todo se ha quedado sin substancia. Nuestra morada nacional entonces es una cueva donde ordena la avaricia, y los privilegios de la avaricia. Es la época de los raposos. Y los pueblos de historia tan pura como el

[nuestro no son ya más que madrigueras donde los raposos amontonan su rapiña. En la España de las esencias que quieren or­

[ganizarse de nuevo, están las ráfagas primeras que mueven las

[ entrañas nacionales, los huracanes incontrolables que sacuden la

[substancia dormida, la substancia prístina de que está hecho el

[árbol y el cuerpo del hombre. Y están también los terremotos que rompen la

[tierra, desgarran la carne, desbordan los ríos y las arterias de nuestra anatomía para dar salida al espíritu encadenado y mostrarle su camino hacia la renovación y

[hacia la luz. Es la época de los héroes. De los héroes contra los raposos. Es la época en que todo se deforma y se

[revuelve; las exégesis se cambian del revés, los presagios de los grandes poetas se hacen

[realidad, aparecen nuevos cristos. Y las viejas parábolas evangélicas se escapan

[ de la ingenua retórica de los versículos para venir a mover y a

[ organizar nuestra vida.»

(De «Que la justicia existe» en El payaso de ... )

Lo mismo había hecho ya, aunque más velada­mente en La Insignia:

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«Hay dos vientos, ¿no los oís? Hay dos vientos, españoles de Valencia. El uno va a la Historia. El otro va al silencio. El uno va a la épica, el otro va a la vergüenza» .

En El español del éxodo y del llanto declara paladinamente:

«La España de las harcas no tuvo nunca poetas. De Franco han sido y siguen siendo los arzobispos, pero no los poetas. En este reparto injusto, desigual y forzoso, del lado de las harcas cayeron los arzobispos y del lado del éxodo los poetas» .

(De «Reparto»)

En Ganarás la luz, que ya hemos dicho que reúne muchos materiales anteriores y preludia otros, se reitera el tema en dos ocasiones, en una el poema se titula precisamente «Hay dos Espa­ñas» y dice:

«Hay dos Españas: la del soldado y la del poeta. La de la espada fratricida y la de la canción vagabunda» .

La otra aparece en el poema «Los dos mundos» y como puede comprobarse eleva a la categoría de universal la división de las dos Españas. Dice:

«Hay dos mundos: el de las formas y el de las [esencias,

el de las formas que se desgastan y el de las [ esencias eternas,

el de las formas que se mueren y el de las [ esencias que comienzan a

[ organizarse de nuevo. En el mundo de las formas desgastadas están los símbolos obliterados, los ritos sin sentido, los uniformes inflados, las medallas sin leyenda, los hombres huecos, los cuerpos de serrín, el ritmo doméstico y sonámbulo, la exégesis farisaica el verso vano, y la oración muerta que van contando las

[avellanas horadadas de los rosarios. Dios, la fuerza original y creadora, se ha ido

[ de este mundo y todo se ha quedado [sin substancia.

En el mundo de las esencias que quieren or­[ganizarse de nuevo

están las ráfagas primeras que mueven las · [ entrañas de la tierra.

los huracanes incontrolables que sacuden la [ substancia dormida,

la substancia pristina de que está hecho el [árbol y el cuerpo del hombre.

Y están también los terremotos que rompen la [tierra.

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desgarran la carne, y desbordan los ríos y las arterias de nuestra

[anatomía para dar salida al espíritu encadenado y mostrarle su camino hacia la renovación y hacia la luz.»

En la Antología rota en 1957 la España digna y noble forma una única comunidad con los pueblos de Hispanoamérica:

«Hay dos Españas: la de la tierra ... y la de [la sangre.

La España geográfica ... la España física y [temporal murió ...

Pero queda la España del Espíritu ... la Es-[paña del

Hijo ... Del Hijo muerto y resucitado ... ¡ La España de la sangre redentora! ¡ La que nos importa a nosotros! A nosotros ... y a vosotros hispanoamerica­

[nos ... A vosotros ... poetas de América ... A vosotros ... y a mí...

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A vosotros y a todos los españoles del Exodo [y del llanto ...

La que tenemos que defender juntos ... »

(De «La España de la sangre»)

Hay momentos en los que, a pesar de haber reiterado insistentemente lo de las dos Españas y quedarle al poeta la ilusión de luchar por una de ellas, por la noble, digna y justa, se siente abru­mado y

«¿Por qué habéis dicho todos que en España hay dos bandos, si aquí no hay más que polvo?

En España no hay bandos, en esta tierra no hay bandos, en esta tierra maldita no hay bandos. No hay más que un hacha amarilla que ha afilado el rencor.»

(De «Elegía española, II» en El español del éxodo ... )

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El tema de las dos Españas se entremezcla en el poema de «La España de la sangre» , que hemos citado antes con el de la Hispanidad o la herman­dad cultural con los pueblos de habla hispana. Ya antes en Ganarás la luz había sido tratado por León Felipe con un sentido trascendente ya que se identifica a la Hispanidad redentora con Cristo también redentor. (Véase «Ahora definiré la His­panidad»). Pero donde primero hemos encontrado la formulación del tema es en «Variante» , poema del Payaso de las bofetadas y el pescador de caña, que citamos entero, aunque sea un poco largo, dado el interés global del mismo:

«España ... la España inmortal de la sangre ... limita

al norte ... con la pasión, al oeste ... con el orgullo, al este ... con el lago de los estoicos ... y al sur ... con una puerta inmensa que mira al

Mar y a un cielo de nuevas constelaciones. ( . . . )

Hispanidad ... ¡tendrás tu reino! Pero tu reino no será de este mundo. Será un reino sin espadas ni banderas ... ¡ Será un reino sin cetro! No se erguirá en la tierra nunca. Será un anhelo ... un anhelo que vivirá en la Historia sin historia ... ¡ Sólo como un ejemplo! Cuando se muera España para siempre quedará un ademán en la luz y en el aire ... Un gesto ... Hispanidad será aquel gesto vencido, apasio­

[nado y loco del Hidalgo Manchego ...

Sobre él los hombres levantarán mañana ... el mito quijotesco ... Y hablará de Hispanidad la Historia ... cuando todos los españoles se hayan muerto. Para crear la Hispanidad ... hay que morirse ... porque sobra el cuerpo. Murió el héroe ... Morirá su pueblo. Murió el Cristo ... y morirá la tribu toda, que

[el Cristo redentor será ahora un grupo entero

de hombres crucificados que al tercer día ha de resucitar de entre los muertos ... Hispanidad será este espíritu que saldrá de la

sangre y de la tumba de España ... para escribir ... un Evangelio nuevo.»

León Felipe está seguro que en España se luchó por defender una causa justa y que muchos pue­blos, especialmente el inglés, no ayudaron a los españoles por mezquindad. Esto se lo echó en cara en numerosas ocasiones a los ingleses. La primera en un extenso fragmento de La Insignia. Después volvió a insistir en dos ocasiones en El payaso de las bofetadas y el pescador de caña, una en el poema titulado precisamente «Raposa»

y otra en un texto, casi todo él en prosa, que lleva

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el título de «La justicia vale más que un imperio» y en el que se afirma que Inglaterra queriendo sal­var su imperio ha perdido al hombre.

Como el tema le preocupaba mucho a León Fe­lipe lo vuelve a repetir en el poema «Raposa» de Llamadme publicano y en una nota a pie de pá­gina, al evocar las versiones anteriores, recuerda unas palabras que había puesto dirigiéndose a In­glaterra y dice:

« Y estas palabras que ya están allí Las estrellas no duermen ... y pedirán un día tu sangre

fueron una profecía terrible que tenía que cumplirse. Se cumplió. La sangre británica en 1942 enrojeció las aguas del Támesis y Londres contempló, se­rena, el rostro ceñudo y oscuro, la tragedia ... y heroicamente, es verdad. Tan heroicamente como los españoles de Madrid y Barcelona, cinco años antes.» Y sigue comentando León Felipe que con la diferencia de que cuando las bombas caían en España «la gran prensa uni­versal comentaba «que mueran esas ratas», pero cuando caían sobre Londres esa misma prensa se arrodillaba para rezar. Había que ayudar a Inglaterra. A España no la defendió nadie. Y don Quijote pudo decir amargamente:

Un día me robasteis el airón y ahora me habeis escondido la espada.

Todo ha pasado ya... ( ... ) Los ingleses, cuando ya con la ayuda de los yanquis se vie­ron salvados, dijeron por boca de Churchill: «Nosotros nos proponemos defender lo nues­tro y el hombre ya no combate por un ideal».

(Por eso, la sangre vertida ha sido infe­cunda ... Sobre el cielo y la conciencia de In­glaterra no ha florecido la justicia (y) este poema que debía resultar ahora anacrónico tiene la misma vigencia histórica y poética que hace más de cuatro lustros ... )

El tema que nos ocupa, según la versión de Llamadme publicano está expresado así por el poeta:

Inglaterra, eres la vieja Raposa avarienta, que tiene parada la Historia de Occidente

[hace más de tres siglos,

y encadenado a Don Quijote. Cuando acabe tu vida y vengas ante la Historia grande donde te aguardo yo, ¿qué vas a decir? ¿ Qué astucia nueva vas a inventar entonces

engañar a Dios? ¡Raposa! ¡ Hija de rapo·sos !

[para

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Italia es más noble que tú y Alemania también. En su rapiña y en sus crímenes hay un turbio hálito nietzscheano de he­

[roísmo, en el que no pueden respirar los mercaderes,

un gesto impetuoso de jugárselo todo a la úl­[tima

carta, que no pueden comprender los hom­[bres

pragmáticos. Cuando abran sus puertas a los vientos del

[mundo, cuando las abran de par en par y pase por ellas la justicia y la democracia heroica del hombre, yo pactaré con las dos para echar sobre tu

[cara de vieja raposa sin dignidad y sin amor,

toda la saliva y todo el excremento del [mundo.

¡ Vieja raposa avarienta, has escondido, soterrado en el corral, la llave milagrosa que abre la puerta diaman­

[tina de la Historia ...

¡No sabes nada! ¡No entiendes nada y te metes en todas las

[casas a cerrar las ventanas y a cegar la luz de las estrellas! ¡Y los hombres te ven y te dejan! Te dejan porque creen que se le han acabado

[los rayos a Júpiter.

Pero las estrellas no duermen. Tu imperio es sólo una torre artificiosa de ambiciones encadenadas que se la llevará el viento como las cuentas vencidas de un avaro monstruoso. A la larga, la Historia es mía, porque yo soy el Hombre y tú eres sólo un trust de mercade­res. Vieja reposa avarienta, has amontonado tu rapiña detrás de la puerta, y tus hijos ahora no pueden abrirla para que entren los primeros rayos de la nueva aurora del mundo ... ¡eres un gran mercader! ¡Eres un gran mercader! Sabes llevar muy bien las cuentas de la cocina y piensas que yo no sé contar. ¡Sí, sé contar! He contado mis muertos. Los he contado todos, los he contado uno por uno. Los he' contado en Madrid, los he contado en Oviedo, los he contado en Málaga, los he contado en Guemica,

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los he contado en Bilbao ... Los he contado en todas las trincheras; en los hospitales, en los depósitos de los cementerios, en las cunetas de las carreteras, en los escombros de las casas bombardeadas (resbalando en la sangre, tanteando en las sombras y en las ruinas). Contando muertos este otoño, en el Paseo del Prado, creí una noche que caminaba sobre el barro, y eran sesos humanos que llevé por mucho tiempo pegados a las suelas de mis za­patos ... Los he contado en las plazas y en los par­ques. He visto a un niño con la cabeza rota y do­blada sobre un velocípedo, en una plaza soli­taria, cuando todos habían huido a los refu­gios. El 18 de noviembre, sólo en un sótano de ca­dáveres, conté trescientos niños muertos. Los he contado en los carros de las ambulan­

[ cias, en los hoteles, en los tranvías, en el metro, en las mañanas lívidas, en las noches negras sin alumbrado y sin es-

[trellas ... Y en tu conciencia todos ¡ Raposa! y todos te los he cargado a tu cuenta ... ¡Ya ves si sé contar! Eres la vieja portera del mundo de occi­

[ dente ... Tienes desde hace mucho tiempo las llaves de

[todos los postigos de Europa, y puedes dejar entrar y salir por ellos a quien

[se te antoje. Y ahora por cobardía por cobardía y avaricia nada más porque quieres guardar tu despensa hasta el

[último día de la Historia, has dejado meterse en mi solar a los raposos y a los lobos confabulados del

[mundo para que se sacien en mi sangre y no pidan en seguida la tuya. Pero ya la pedirán, ya la pedirán las estrellas. La Historia es larga, el hombre eterno, y tú eres sólo la sombra ·pasajera de la avari­

[ cia. Oye, Raposa: Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo de

[las grandes auroras de occidente. Ayer sobre mi sangre mañanera, el mundo

[burgués edificó en América todas sus factorías y mer­

[ cados. Sobre mis muertos de hoy, el mundo de ma­

[ ñana

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levantará la Primera casa del Hombre. Y yo volveré, volveré porque aún hay lanzas y hiel sobre la

[Tierra. Volveré, volveré con mi pecho y con la aurora otra

[vez.»

Otro concepto muy frecuente en fos poemas que tratan de España es el comparar o situar a España al mismo nivel de Cristo. La redención en nuestro caso sólo se hace por la luz y la autenticidad.

En La Insignia el tema se plantea en términos de transacción:

«Sola y en cruz. España-Cristo -con la lanza cainita clavada en el costado,sola y desnuda-jugándose mi túnica dos soldados vesáni-

[ cos-. ( ... ) Estrellas: vosotras sois la luz. La Tierra, una cueva tenebrosa sin linterna y

[yo tan sólo sangre,

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sangre, sangre, sangre ... España no tiene otra moneda ... ¡Toda la sangre de España por una gota de luz!

(De «Subasta»)

Tanto aquí como después en el poema «Oferta» de El payaso de las bofetadas y el pescador de caña donde se reitera el texto en el que se identi­fica a España con Cristo la operación aparece he­cha en términos mercantilistas, por eso, en ambos casos se complementa con otro poema titulado «Envío» en el que Lord Duff Cooper, Jefe del Almirantazgo de Inglaterra afirma que «todo lo que se ventila en España no vale la vida de un marinero inglés».

Si León Felipe afirma la identidad de España­Cristo y por otra parte que Inglaterra es la gran raposa del mundo, el despropósito del Jefe del Al­mirantazgo de Inglaterra queda al nivel de que la sangre redentora de Cristo no merece la pena ver­terla si para ello tiene que morir un solo marino inglés. La furia de León Felipe es enorme, es la de un poeta-profeta prometeico.

Como ya viene siendo frecuente el tema se rei­tera en Ganarás la luz:

« Un día que está escrito en el calendario de las grandes ignominias, España, antes de mo­rir, habló de esta manera: Mercaderes: Yo, España, ya no soy nadie aquí. En este mundo vuestro ya no soy nadie. Ya lo

[sé. Entre vosotros, aquí en vuestro mercado, yo

[ no soy nadie ya. Un día robásteis el airón y ahora me habéis

[robado la espada.

( . . . ) Y aquí estoy yo otra vez. Aquí, solo. Sola. Sola y en cruz ... España-Cristo, con la lanza cainita clavada en el costado, sola y desnuda, jugándose mi túnica dos soldados extraños y

[vesánicos; sola y desamparada. Mirad cómo se lava las manos el pretor».

(De «Diré algo más de mi patria»)

Gran número de poesías de El español del éxodo y del llanto insisten en que España está perdida, que es un lugar de desolación, que está muerta, que la han matado los cobardes, que la han desangrado los generales, los políticos y los arzobispos, que el ser de España fue la República y que al perder la guerra se acabó España y que, por consiguiente, sólo quedan fantasmas. Todo está perdido, pero cabe la esperanza de hacer con honestidad una patria nueva, la España del futuro.

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Cabe esperar que algún día se encuentre sentido y remedio a España y que entonces los españoles del exilio, justificados por el llanto, recuperen Es­paña.

Estas ideas aparecen, sobre todo, en los poemas titulados «Dejad quieto el molinillo» , «Está muerta ... la hemos asesinado entre tú y yo» , «Allí no hay nadie ya», «¿Signos?» , y «¡Lavanderas ... tintoreros!» .

De estos poemas son los versos que recogemos como muestras más representativas:

«Miradla los comediantes y los políticos que sosteníais

[330 veces la misma comedia en el cartel. .. y el chulo democrático del manubrio, que

[piensa aún que España tiene cuerda para siempre. ¡ Ya no hay más vueltas! ¡Dejad quieto el molinillo!»

« Ya no hay patria. La hemos matado todos: los de aquí y los de allá los de ayer y los de hoy. España está muerta. La hemos asesinado en-

[tre tú y yo».

«Español del éxodo de ayer y español del éxodo de hoy ... Allí no queda nada. Haz un hoyo en la puerta de tu exilio, planta un árbol, riégalo con tus lágrimas y aguarda. Allí no hay nadie ya ... quédate aquí y aguarda.

( . . . ) -¿Has oído?Dicen «Arriba España»-No hay nadie ...son fantasmas.»

«Allí no hay nadie ... Unas harcas ... arenas del desierto ... polvo estéril del Sabara ... polvo, polvo sobre una inmensa charca.»

«No tienes patria ni tribu. Si puedes, hunde tus raíces y tus sueños en la lluvia ecuménica del sol. Y yérguete ... ¡yérguete!, que tal vez el hombre de este tiempo es el hombre movible de la luz, del éxodo y del viento.»

Estos planteamientos se recogen, en parte, en Ganarás la luz en un poema titulado «Tampoco soy el gran loco» , poema que, a la vez, nos sirve para introducir otro tema, bastante obsesivo en El payaso de las bofetadas y el pescador de caña. Es el de que España y don Quijote son la misma cosa

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porque ambos son unos locos, locos por la justi­cia. El tema llega a ser obsesivo en Rocinante.

«Sí, don Quijote es un clown lo mismo que España: el clown de las bofetadas. Porque, ¿para qué imaginó Cervantes este engendro si no para divertir al Olimpo? Fue una invención original y monstruosa este truco de la justicia de don Quijote, con el que tanto se había de reír el universo entero.

Porque don Quijote no está loco. Y si está loco, ¿por qué está loco? ¿Quién ocasiona esta locura? Sobre esto no puntualiza bas­tante el cronista. No olvidemos que al princi­pio del libro, Cervantes no es ni cronista si­quiera. No es más que un empresario de circo.

Don Quijote está loco para nosotros porque los resortes que mueven esta capacidad de transbordo que hay en todo poeta prometeico para pasar de lo euclidiano a lo místico, de lo doméstico a lo esencial, se mueven con él con una rapidez y una pasión inusitada, al conjuro sólo de la palabra justicia.

No está loco. Está en un grado de humani­dad al que no ha llegado casi ningún hombre todavía. Y no es verdad que a don Quijote le subiesen a ese grado, a esta tensión humana que se ha llamado locura, la lectura de los li­bros de caballería, sino el concepto platónico de la justicia. Platón, Platón es el responsa­ble, y no el autor del Amadís de Gaula. Don Quijote no sale a buscar aventuras para imitar a aquellos caballeros que crea la imaginación medieval y que entran en el Renacimiento con una cabalgadura barroca y un lenguaje con­fuso. Don Quijote sale a poner en práctica su evangelio español, el evangelio de la justicia, que ahora conviene recordar para que sepa­mos todos quién es su legítimo heredero y por dónde se ha de trazar la línea divisoria que parta España. Porque la línea no se ha tra­zado bien. Por lo menos no se ha trazado con medidas españolas. Que no se trata de comu­nismo ni de fascismo. La cuestión es más vieja y viene de más alto.»

No queremos dejar de anotar, aunque nada más sea a modo de enumeración de enfoques y títulos de poemas que el tema de España no se agota en lo ya visto. Es muchísimo más rico, así en «Good bye Panamá» se anuncia que si no ganan la guerra los republicanos España será un espacio de deso­lación y en «La Insignia» se dice que España ca­mina hacia la muerte porque nadie defiende la jus­ticia.

Dentro de El payaso de las bofetadas y el pes­cador de caña hay títulos que contienen ideas in­teresantes. Destacamos «Estética» , «El hombre es lo que importa» y «Que la justicia existe». En ellos se habla respectivamente de la función que España tiene de encender la luz en las tinieblas de

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la tierra, de la necesidad de matar el odio contra el que lucha el español y de que en España se ha ultrajado a la justicia misma.

En El español del éxodo y del llanto habla tam­bién de España como interiorización poética, como algo sin cuerpo ya que hoy no la salvan los partidos políticos, sino el llanto, el llanto del poeta, la poesía, que es algo noble y digno: («Nos salvaremos por el llanto» ). En «Elegía española, IV y V» España es lugar de polvo y rencor y es­pectáculo circense del mundo: no hay esperanza. En «Primera lección» y «Segunda lección» Es­paña y Dios han sido robados por los que ganaron la guerra a los que la perdieron. Y en «Acertijo primero» y en «Acertijo segundo» la salvación de España nunca vendrá ni por los obispos, ni por el ejército, sino por el trabajo, la lucha y la honra­dez.

Por lo que se refiere a Ganarás la luz destaca­mos los títulos de «El salmo fugitivo», «Soy un vagabundo» , «El sueño, la locura, el borracho ... » , «El emperador de los lagartos» , «¿ Y el hombre?» , y «Jonás se equivoca» que aunque no contienen ideas absolutamente nuevas insisten en España

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como lugar purificado del que puedan volver to­dos los españoles.

Es frecuente terminar este tipo de trabajos con un capítulo de conclusiones en el que se reúnen las quintaesencias de lo ya dicho, pero nosotros, de algún modo, ya lo hemos hecho, por eso aca­bamos con el propio resumen de León Felipe en Ganarás la luz:

«Amigos: He querido escribir una autobio­grafía poemática, una antología biográfica. La vida poética del hombre. No es mi vida, pero sí se apoya en mi experiencia. Es la vida de un poeta cualquiera que nació en España, pero que pudo haber nacido en otra parte del globo, con menos sol, con menos vino y con más ganas de pasear entre los gansos del es­tanque.

Lo español es lo específico, pero no lo permanente. Hoy cuenta todavía y es nece­sario consignarlo. Mañana el género habrá devorado a la especie. A este género le he an­dado buscando un nombre, pero no lo he en­contrado. Sé que es una fuerza sorda y una vaga conciencia llevadas por el Viento ... Todo ello no sé aún cómo se llama. Y este libro no es más que el afán angustioso por en­contrarle un nombre.

( . . . ) Luego he comenzado a caminar. A andar, a

andar, a andar hasta llegar al acantilado. El Viento me ha arrancado dolorosamente de mi patria como de la matriz y con las viejas raí­ces húmedas aún y lleno de arcilla española, he cruzado el mar.

Y aquí estoy. Ahora soy un vagabundo sin patria, sin decálogo y sin tribu.

No tengo una canción que podáis aplau­dirme porque mi retórica está hecha de gritos, de blasfemias y de llanto. Además, como el aire está lleno de gases venenosos, nadie puede hoy cantar.

He dicho también: No soy el filósofo porque apenas alcanzo a

discurrir. Ni el sabio. Ni el gran buzo tampoco. Ni el historiador porque no tengo memoria.

Me reconozco a veces, sin embargo, por al­gunos indicios, en Edipo, en Fausto, en Pro­meteo, en Cristo ... mas no soy irreverente ni orgulloso porque he visto mi imagen también en el gusano, en el lagarto y en la iguana.

Tengo un juicio ortodoxo con el que puedo caminar todavía por las calles. Pero me he encontrado muchas veces en el cerebro del loco y del imbécil y entre don Quijote y el eNiño de Vallecas se ha movido mi pén-dulo.»

(De «Resumen en Ganarás la luz)

Fotografías J. Ortiz Echague

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SELECCION BIBLIOGRAFICA

Agostini del Río, Amelía: León Felipe: el hombre y el poeta, Madrid, Nueva York, 1980.

Capella, María Luisa: La huella mexicana en la obra de León Felipe, México, Finisterre, 1975.

García Cantalapiedra, Aurelio: Santander en la vida y en el recuerdo de León Felipe, Santander, 1974.

Murillo, Margarita: León Felipe, sentido religioso de su poe­sía, México, Grijalbo, 1966.

Paulino Ayuso, José: La obra literaria de León Felipe, Ma­drid, Universidad Complutense, 1980.

Rius, Luis: León Felipe, poeta de barro, México, «Colección Málaga», 1968.

Villatoro, Angel: León Felipe. Mi último encuentro con el ppeta, Valencia, Prometeo, 1975.

OTROS ESTUDIOS

Cernuda, Luis: «León Felipe» en Estudios sobre poesía espa­ñola contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1970.

Diego, Gerardo: «Prólogo» en León Felipe: Obra poética es­cogida, Madrid, España Calpe, 1975.

Díez-Canedo, Enrique: « Un poeta español trashumante: León Felipe» en Estudios de poesía española contemporánea, México, Joaquín Mortiz, 1965.

Fernández Gutiérrez, José María: León Felipe y los niños, León, Everest, 1982.

León Felipe: Antología poética, Madrid, Alianza Editorial, 1981. Con una Introducción de Jorge Campos y la selección de textos de Alejandro Campos Ramírez. (Figura en págs. 17 y 18 una «Bibliografía ampliatoria y textos citados» que se sale un poco de la Bibliografía que se cita normalmente en los estudios sobre León Felipe. Su interés está íntima­mente relacionado con la originalidad.)

Paulino, José: «Estudio preliminar» en Versos y oraciones del caminante, I y JI y Drop a star, Madrid, Alhambra, 1979:

Paulino, José: «Estudio preliminar» en Ganarás la luz, Ma­drid, Cátedra, 1982.

Torre, Guillermo de: «León Felipe, poeta del tiempo agónico» en La aventura y el orden, Buenos Aires, Losada, 1943.

PUBLICACIONES MONOGRAFICAS

Revista «Litoral», núm. triple, 67, 68 y 69' de Homenaje a León Felipe con colaboraciones de Max Aub, Agustí Bar­tra, Jesús Fernández Palacios, José Gaos, Francisco Giner

. de los Ríos, Pedro Gringoire, Andrés Henestrosa, Eugenio Imaz, Juan Larrea, María Teresa León y Alfonso Reyes.

* Nota. Las citas de textos de León Felipe están hechassiempre por las ediciones de Finisterre, a excepción de laAntología rota (Losada), Versos y Oraciones del Cami­nante, I y JI y Drop a star (Alhambra), Ganarás la luz (Cá­tedra), El español del éxodo y del llanto y Puesto ya el pieen el estribo y otros poemas (Visor). Hemos preferido ha­cerlo así porque las Obras Completas son de 1963 y noincluyen los libros posteriores a esta fecha y porque hoyson más dificiles de encontrar que los textos que maneja­mos.