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3 Volumen 23 Cristo, nuestra justicia La revolución que todos necesitamos La evolución y la diversidad de la vida ¿Es correcto que un cristiano haga carrera en el mundo de los negocios? E s p a ñ o l F r a n c é s I n g l é s P o r t u g u é s

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3Vo l u m e n 2 3

Cristo, nuestra justicia La revolución que todos necesitamosLa evolución y la diversidad de la vida¿Es correcto que un cristiano haga carrera en el mundo de los negocios?

E s p a ñ o l • F r a n c é s • I n g l é s • P o r t u g u é s

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2 DIÁLOGO 23 • 3 2011

Cristo, nuestra justiciaSolo la justificación y la santificación por el poder de Cristo pueden salvarnos y transformarnos para que lleguemos a ser sus verdaderos discípulos. Es algo que Jesús hace por nosotros y en nosotros.Ted N.C. Wilson

La revolución que todos necesitamosEl mundo atraviesa una fase revolucionaria. ¿Y nosotros? Lincoln E. Steed

La evolución y la diversidad de la vida¿Explica la teoría de la evolución la diversidad de la vida?David L. Cowles y L. James Gibson

¿Es correcto que un cristiano haga carrera en el mundo de los negocios?Toda tarea donde se pueda realizar un servicio productivo y legítimo es valorada en la Biblia, siempre y cuando cada esfuerzo sea llevado a cabo de una manera que honre a Dios.Michael E. Cafferky

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ENSAYOS

DEPARTAMENTOS

EDITORIALLas reglas del combateGilbert R. Cangy

PERfILNorma NashedEntrevistada por Shelley Nolan Freesland

Dennis Dean TidwellEntrevistado por Charles H. Tidwell, Jr.

LIbROSThe Church, Culture and Spirits: Adventism in AfricaEditado por Kwabena Donkor Reseña de Hudson Kibuuka

Red Alert: Hurtling Into EternityReseñado por Herbert E. DouglassReseña de Gerhard Pfandl

LOgOS¡Su Palabra permanece para siempre!Artur Stele

PuNTO DE vISTA¿Nuestras tinieblas o su luz?Marcelo Falconier

PRIMERA PERSONATu Dios es superiorFunmilola Ifeoluwapo Babalola

EN ACCIÓNEstudiantes universitarios adven-tistas se organizan a nivel nacio-nal en Indonesia

INTERCAMbIO

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DIvISÓN ASIÁTICA DEL PACÍfICO NORTEP.O. Box 43, Koyang Ilsan 411-600, COREaChek Yat Phoon [email protected] Hyung Kim [email protected]

DIvISIÓN ASIÁTICA DEL PACÍfICO SuRP.O. Box 040, 4118 Silang, Cavite, FILIPINaSLawrence Domingo [email protected] Yabut [email protected]

DIvISIÓN DE ÁfRICA CENTRO-OCCIDENTAL22 Boîte Postale1764, abidjan 22, COSTa DE MaRFILChiemela Ikonne [email protected]. John Enang [email protected]

DIvISIÓN DE ÁfRICA CENTRO-ORIENTALP.O. Box 14756, 00800-Westlands, Nairobi, KENIaMutero andrew [email protected] Mwakalonge [email protected]

DIvISIÓN DE ÁfRICA MERIDIONAL Y OCÉANO ÍNDICOP.O. Box 4583 Rietvalleirand 0174, SUDÁFRICaEllah Kamwendo [email protected] Khumalo [email protected]

DIvISIÓN EuRO-AfRICANASchosshaldenstrasse 17, 3006 Berne, SUIzaBarna Magyarosi [email protected] Sigg [email protected]

DIvISIÓN EuRO-ASIÁTICAKrasnoyarskaya Street 3, 107589 Moscú, RUSIaBranislav Mirilov [email protected] Gennady [email protected]

DIvISIÓN INTERAMERICANAP.O. Box 830518, Miami, FL 33283-0518, EE. UU.Gamaliel Florez [email protected] Benjamín Carballo [email protected]

DIvISIÓN NORTEAMERICANA12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904-6600, EE. UU.Larry Blackmer [email protected] Black [email protected] Councell [email protected]

DIvISIÓN DEL PACÍfICO SuRLocked Bag 2014, Wahroonga, N.S.W. 2076, aUSTRaLIaMalcolm Coulson [email protected] Kross [email protected]

DIvISIÓN SuDAMERICANACaixa Postal 02600, Brasília, 70279-970 DF, BRaSILareli Barbosa [email protected] Luz [email protected]

DIvISIÓN SuDASIÁTICAP.O. Box 2, HCF Hosur, 635 110 Tamil Nadu, INDIaG. Nageshwara Rao [email protected] Lyngdoh [email protected]

DIvISIÓN TRANSEuROPEA119 St. Peter’s St., St. albans, Herts, aL13EY, INGLaTERRaDaniel Duda [email protected] Tompkins [email protected]

REPRESENTANTES REgIONALES

CONTENIDO

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Las reglas para entablar combate determinan cómo llevar a cabo las operacio-nes militares. Son reglas sumamente importantes porque ofrecen normas con-secuentes, comprensibles y aplicables, de cómo actúan las fuerzas militares en tiempo de guerra.

Como cristianos, estamos en medio de una gran contienda: el conflicto cós-mico entre Dios y Satanás (Efesios 6:12). ¿Tenemos también nosotros reglas de combate que nos aseguren la victoria en este gran conflicto?

El evangelio de Lucas ya en su comienzo nos brinda una clave. Allí cuenta la historia de Zacarías y Elisabet, las primeras dos personas que participaron direc-tamente en la misión redentora de Jesús. La descripción que hace el Evangelio de ese matrimonio sin hijos nos ofrece al menos cinco reglas de combate, es decir, la naturaleza y las modalidades de nuestra asociación con Dios en su plan de salvar al mundo.

Regla 1: Obedece sin dudar la voluntad de Dios, nuestro Comandante.Tanto Zacarías como Elisabet “eran justos delante de Dios y andaban irre-

prensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor” (Lucas 1:6). Esta noción de obediencia casi resulta ofensiva a los individualistas recalcitran-tes y los así llamados cristianos “liberados”. Sin embargo, como seguidores de Cristo, somos conscientes de que formamos parte de una lucha espiritual contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este mundo y huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:10-18); ni siquiera comprendemos la naturaleza de las operaciones del enemigo. Nuestra única seguridad y efectividad es permanecer cerca del consejo y la orientación de nues-tro Comandante, teniendo diariamente en cuenta sus instrucciones y valores al momento de tomar decisiones simples o complejas.

Regla 2: La obediencia no garantiza una vida libre de perplejidades.Aunque Zacarías y Elisabet eran obedientes a Dios y soldados bien dispues-

tos en su gran ejército de justicia, “no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Ambos eran ya de edad avanzada” (Lucas 1:7). La obediencia inquebrantable a Dios no garantiza una vida libre de problemas y perplejidades. Al enfrentar las realidades más oscuras de la vida solemos preguntar: “¿Qué es lo que hice mal, o qué he hecho para merecer esto?” Esa pregunta esconde una suposición de duda (“¿Fui realmente obediente?”) o de justificación (“No le importa a Dios que fui obediente?”). Ese no fue el caso de Zacarías y Elisabet.

Eso no significa que no cosechamos las consecuencias de nuestras malas decisiones, aunque no es el caso de este relato. Es imposible imaginar un deseo y una oración más naturales y legítimos para un matrimonio joven que sirve y teme a Dios: tener un hijo, un fruto de su amor y de su unión, que ilumine el hogar. Como descendían del linaje sacerdotal, seguramente conocían muy bien las palabras del salmista: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos, como plantas de olivo alrededor de tu mesa. Así será ben-decido el hombre que teme a Jehová” (Salmos 128:3, 4). Sin embargo, habían sido privados de esa bendición, y ya “eran de edad avanzada”. En la lucha de la vida, el pueblo de Dios tiene que convivir con la realidad de que la fidelidad y la obediencia se enfrentan continuamente con los enigmas y perplejidades de este mundo pecaminoso.

Las reglas del combate Esta revista internacional de fe, pensamiento y acción, se publica dos a tres veces al año, en cuatro ediciones paralelas (español, fran-cés, inglés y portugués), bajo los auspicios de la Comisión de apoyo a Universitarios y Profesionales adventistas (CaUPa) de la asociación General de los adventistas del Séptimo Día.

volumen 23, Número 3. Copyright © 2012, de la Comisión de CaUPa. Todos los derechos son reservados.

Diálogo Universitario afirma las creencias fundamentales de la Iglesia adventista y apoya su misión. No obstante, los puntos de vista expresados en los artículos corresponden a los autores.

Junta EditorialRedactora en Jefe: Lisa M. Beardsley-HardyEditor: John M. Fowler, John W. Taylor VEdiciones Internacionales: Susana SchulzRevisores de Manuscritos: Monique Lemay (Francés) Henrianne Barbosa (Portugués) Susana Schulz (Español)

Correspondencia Editorial Diálogo12501 Old Columbia Pike; Silver Spring, MD 20904-6600; EE. UU.Teléfono: (301) 680-5060Fax: (301) 622-9627Email: [email protected]

Directivos de CAuPAPresidente: Ella S. SimmonsVicepresidente: Gilbert Cangy, Gary R. CouncellSecretario: Lisa M. Beardsley-HardyVocales: Mario Ceballos, Lyndelle Chiomenti, John M. Fowler, Linda Koh, Kathleen Kuntaraf, Dionne Rowe, Roy Ryan

Información sobre distribución: Dirigirse al representante regional de CaUPa en la zona en que reside el lector. Su nombre y dirección aparecen en la página 2.

Suscripciones: US$13,00 por año (tres números, vía aérea). Ver el cupón en la página 6.

Sitio en la Red: http://dialogue.adventist.org

DiáLoGo ha recibido correspondencia de lectores en 120 países del mundo.

EDITORIAL

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Iría “delante de él con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17). Las respuestas de Dios siempre son las mejores para nosotros y contribuyen al progreso de su causa. La grandeza a los ojos de Dios no es medida como la mide el mundo –por el poder, la fama, la riqueza y la posición–, sino por la utilidad para la causa del reino.

Regla 4: Como nada es imposible para nuestro socio el Comandante Supremo, él espera que creamos lo increíble.

Imagina el asombro de Zacarías ante un anuncio tan trascendente: “¿En qué conoceré esto? –preguntó–, porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada” (vers. 18). Uno espera-ría cierta simpatía de parte del ángel; unas palabras de explicación le habrían ayudado. En su lugar, Zacarías es cas-tigado por su incredulidad, al menos temporariamente. “Ahora […] queda-rás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda” (vs. 20).

El corazón humano tiende a evaluar nuestros aprietos en términos de los recursos de los que disponemos y, en consecuencia, pasa por alto el hecho de que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad por medio de nuestro conocimiento de Jesús. Cuando cedemos a esta tenden-cia, debilitamos nuestra posición como representantes de Dios dentro del gran conflicto. Pero nuestro Comandante en Jefe dirige continuamente nues-tra atención a su santa Palabra para que cada día aprendamos más de los recursos infinitos que hay a nuestra disposición y sintamos la certeza de la victoria en esta lucha espiritual. Por lo tanto, las reglas divinas de combate exigen que nos fortalezcamos en el Señor y en su fuerza poderosa (Efesios 6:10).

Regla 5: La historia de nuestra asociación con el Comandante en Jefe siempre termina bien.

Por último, la historia de Zacarías y Elisabet –la historia de su fe, oración,

Regla 3: Recuerda que Dios siempre responde las oraciones de sus hijos; lo hace en sus tiempos y teniendo presente su propósito mayor de salvar el mundo.

Zacarías y Elisabet llevaron una vida de obediencia, oración, fe y esperan-za, y sin embargo la vida les parecía desconcertante. Aun cuando acepta-ban la perplejidad de no tener hijos, Dios escogió responder sus oraciones para cumplir su propósito en el gran conflicto. La respuesta no dejó lugar a dudas: “Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elisabet dará a luz un hijo” (Lucas 1:13).

Uno puede imaginar al ángel Gabriel haciendo una pausa después de pronunciar la primera frase: “Tu oración ha sido oída”. Puede ser que Zacarías se haya preguntado a qué ora-ción se refería el ángel, porque era un hombre de oración, que con regulari-dad y diariamente presentaba sus peti-ciones y súplicas. Gabriel se refería a la oración que Zacarías acaso había olvi-dado: la oración por un hijo. Después de todo, tanto él como Elisabet “eran ya de edad avanzada”. Ellos lo habían olvidado; pero Dios no. Habían pasa-do la edad de tener hijos, pero nada es imposible para el Comandante en Jefe. Él siempre responde las oraciones, pero lo hace en su tiempo y teniendo presente su propósito mayor.

Su hijo les daría gran gozo y delei-te; sería lleno del Espíritu y prepa-raría el camino para el Señor Jesús.

obediencia y esperanza– terminó bien. El anciano sacerdote elevó una gran oración de confesión: “[Dios] ha mos-trado su bondad al quitarme la ver-güenza que yo tenía ante los demás” (Lucas 1:25). Quitar la vergüenza, restaurar nuestra dignidad, darnos un lugar de honor al asociarnos con él en la operación de rescate más grande de todas: eso es lo que nos ofrece nuestro Comandante en Jefe. Pronto nuestra historia terrenal llegará a su fin; al momento de su segunda venida se iniciará la eternidad. Oh sí, nuestra historia tiene un final feliz cuando aceptamos las reglas de combate de nuestro Jefe.

Gilbert R. CangyDirector de Ministerios Juveniles, Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

¡Escríbenos!Te invitamos a escribirnos expresando tus

reacciones y preguntas sobre el contenido de los artículos, pero limita tus comentarios a 200 palabras. Envíalas a Diálogo-Cartas; 12501 Old Columbia Pike; Silver Spring; MD 20904; EE. UU., o vía fax: (301) 622-9627, o bien e-mail: [email protected].

Nos reservamos el derecho de editar tu carta por razones de claridad y espacio.

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Cristo, nuestra justicia

Al tratar de entender nuestra nece-sidad de reavivamiento y reforma en estos últimos días, necesitamos darnos cuenta de que su fundamento no es otra cosa que una aceptación plena y correcta de Cristo y su justicia plena. Los adventistas debemos proclamar en alta voz que la salvación es única-mente por la gracia de Cristo. Las dos grandes provisiones de la salvación –la justificación y la santificación– no pueden separarse, porque constituyen la plenitud de Cristo, nuestra Justicia.

En ocasiones, parece haber una con-fusión en cuanto a la relación que hay entre la justificación y santificación, y nuestra salvación. Algunos promueven la justificación excluyendo la santifica-ción y terminan en lo que se suele lla-mar la “gracia barata”. Otros se enfo-can casi exclusivamente en la santifi-cación y terminan en lo que se conoce como el “perfeccionismo”, una forma personal de salvación legalista por las obras. Pero la justicia plena de Dios incluye la totalidad de ambas. Es su plan, no el nuestro. Es su manera de llevarnos hacia una relación inmediata y a largo plazo con él, en preparación para pasar la eternidad a su lado. Es el medio señalado por la divinidad para declararnos y también hacernos bue-nos; para cambiar nuestro estado en los libros celestiales y nuestro carácter

aquí en la tierra.El plan divino de salvación es

maravilloso y seguro aunque no com-prendamos cada detalle. Es tan simple que un niño puede entenderlo, pero al mismo tiempo tan grande que será estudiado por toda la eternidad. Jesús, el Hijo de Dios, vino a esta tierra para ser uno de nosotros. Vivió una vida perfecta y sin pecado, murió por nosotros, se levantó a la vida, intercede por nosotros en el Lugar Santísimo del Santuario celestial, y pronto regresará a llevarnos al hogar.

Privilegios especiales de los adventistas

Dios nos ha encomendado el privi-legio de proclamar el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 –que se enfocan en Cristo y su justicia– y buscar que los seres humanos adopten nuevamente la adoración verdadera a Dios. “En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centi-nelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles.

Ninguna otra obra puede ser compara-da con esta y nada debe desviar nues-tra atención de ella”.1

Esto significa que debemos ensalzar la verdadera adoración a Dios, nuestro Creador, dándole gloria y proclaman-do el evangelio eterno y la llegada de su juicio. Tenemos que proclamar la caída de Babilonia –las fuerzas que producen confusión espiritual en los seres humanos– y regresar a la com-prensión pura y simple del plan divino de salvación. Tenemos que lanzar una advertencia a los seres humanos para que no adoren a la bestia o su imagen y reciban la marca de la bestia en su frente o en su mano, que se recibe al aceptar la autoridad que ha alegado cambiar la ley de Dios y promovido una enseñanza falsa de la verdad bíbli-ca y la justificación en Cristo.

La verdad que está en CristoDebemos proclamar la verdad que

está en Jesús. Él y solo él es nuestra salvación. Pablo declara: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de ante-mano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:8-10).

Ted N.C. Wilson Solo la justificación y la santificación por el poder de Cristo pueden salvarnos y transformarnos para que lleguemos a ser sus verdaderos discípulos. Es algo que Jesús hace por nosotros y en nosotros.

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Solo la gracia divina nos salva del pecado, nos justifica mediante la jus-ticia de Cristo y nos declara perfectos ante Dios. Al aceptar el poder que acompaña a la justificación, Cristo comienza a santificarnos, transfor-mándonos en su gloriosa imagen. Este cambio total se debe a la justicia abarcadora de Cristo. Es por ello que Pablo, después de describir la extraor-dinaria humildad de Cristo al venir a morir como sustituto por los peca-dores, proclama en Filipenses 2:12, 13: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solamen-te cuando estoy presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, ocupaos en vuestra salvación con temor y tem-blor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.

Este no es un llamado a la salvación por obras. Es un llamado a la justi-ficación por la fe en Dios, “que en vosotros produce así el querer como el hacer”. Cuando aceptamos a Cristo

en nuestra vida, se produce una con-versión maravillosa llena del Espíritu, y Cristo nos transforma a su imagen. Nos justifica y permite que disfrute-mos de su comunión, para asemejar-nos cada vez más a él.

Es por eso que los inconversos se convierten. Los borrachos se vuelven sobrios. Los de dudosa moral se vuel-ven castos. Los de espíritu penden-ciero, pacificadores. Los mentirosos, honestos. Los de mente sucia, puros. Los egoístas y egocéntricos se vuelven benefactores generosos y altruistas.

Todo lo produce el poder de Dios, que comienza a producir el fruto del Espíritu en nuestra vida. Por ello, tiene razón Santiago, que escribe: “Así también la fe, sin obras, está comple-tamente muerta” (Santiago 2:17). Al concentrarnos plenamente en Cristo y su justicia, desarrollamos una relación correcta con él, y su poder nos cambia desde adentro.

Pablo describe esta provisión para una relación correcta en uno de los

versículos más poderosos de la Biblia: “Al que no conoció pecado, por noso-tros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él” (2 Co- rintios 5:21). Dios el Padre ofreció a su Hijo en sacrificio por nuestros pecados, para que pudiéramos recibir la justicia perfecta de Cristo. Esta es la experiencia del “nuevo nacimiento” proclamada por Jesús: “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

Esta experiencia nos hace personas completamente nuevas: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva cria-tura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Mediante la dirección del Espíritu Santo, confesamos nuestros peca-dos y caemos ante la cruz de Cristo, somos limpiados de nuestros pecados y recreados a imagen de Dios. Dice Juan: “Si confesamos nuestros peca-dos, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Y agrega: “Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Estos no nacieron de sangre, ni por voluntad de carne, ni por voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12, 13). Y también: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Juan 5:4).

¿Qué es la justicia de Cristo?Somos salvos por gracia y vivimos

por fe, y todo por medio de Cristo nuestro Salvador y Señor. Junto con Pablo podemos proclamar:“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Es decir que aceptar a Cristo y su justicia significa aceptarlo y obedecerle, y obedecer las maravillosas verdades y doctrinas de la Biblia, que se centran todas ellas

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en él. Como dice Pablo: “La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad, y nos enseña que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación glo-riosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11-13).

En Tito 3:5, 6 Pablo indica que Cristo “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Notemos lo que dice Pablo: somos justificados solo mediante el poder de Cristo (“por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración”) y nos santificó solo mediante el poder de Cristo (“la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nues-tro Salvador”). Toda nuestra justicia, ya sea en los libros del cielo o en nuestra vida aquí en la tierra, se hace realidad tan solo mediante la gracia y el poder de Cristo.

Pablo agrega en el versículo 7: “Para que, justificados por su gracia, llegá-ramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eternal”. Somos justificados por Cristo. Somos cubier-tos con su manto de justicia. Esta jus-ticia que nos justifica nos es imputada. Ante el Padre aparecemos perfectos, como si no hubiéramos pecado. Esa es la justicia de Cristo.

En el versículo 8, Pablo dice: “Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres”. Las buenas obras no son resultado de nuestras fuerzas sino del poder san-tificador de Cristo. El Espíritu Santo obra en nosotros para hacernos cada vez más semejantes a Cristo. Para la santificación, dependemos totalmente de nuestra relación con Cristo. Esa es la justicia de Cristo.

cable de la naturaleza humana de Cristo. Nuestra fe debe ser inteligente; debemos mirar a Jesús con perfecta confianza, con fe plena y entera en el sacrificio expiatorio […]. El poder divino es colocado sobre el hombre para que pueda llegar a ser participan-te de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Por esto el hombre, arrepentido y creyente, puede ser hecho justicia de Dios en Cristo”.5

Conformidad a la voluntad divi-na. “La justicia que Cristo enseñaba es la conformidad del corazón y de la vida a la voluntad revelada de Dios. Los hombres pecaminosos pueden llegar a ser justos únicamente al tener fe en Dios y mantener una relación vital con él. Entonces la verdadera pie-dad elevará los pensamientos y enno-blecerá la vida. Entonces las formas externas de la religión armonizarán con la pureza interna del cristiano”.6

La obra de toda una vidaQue ningún adventista crea que es

mejor que otro o acuse a otros de no ser santos o perfectos. Todos somos pecadores a los pies de la cruz, necesi-tados de un Salvador que nos ofrezca su justicia. Al consagrar nuestras vidas a Cristo y permitirle que obre en noso-tros, permanecemos cerca de él y su Palabra. En el proceso, “Cristo espera con un deseo anhelante la mani-festación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea per-fectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos”.7

No es posible cumplir por nuestra cuenta con la tarea de reflejar perfecta-mente el carácter de Cristo en nuestra vida. Cada día debemos permitir que el Espíritu Santo nos transforme más y más a semejanza de Cristo. Es la obra de toda una vida. Debemos solicitar el carácter de Cristo en nuestra vida mientras aprendemos la obediencia práctica a su Palabra por medio de su poder. No debemos esforzarnos por

El Espíritu de Profecía nos ofrece perspectivas hermosas sobre la justicia de Cristo. He aquí algunas gemas escogidas:

Cristo creó una vía de escape. “No tenemos justicia propia con que cumplir lo que la ley de Dios exige. Pero Cristo nos preparó una vía de escape. Vivió en esta tierra en medio de pruebas y tentaciones como las que nosotros tenemos que afrontar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros, y ahora ofrece quitar nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si te entregas a él y lo acep-tas como tu Salvador, por pecaminosa que haya sido tu vida, gracias a él serás contado entre los justos. El carácter de Cristo reemplaza el tuyo, y eres acep-tado por Dios como si nunca hubieras pecado”.2

“Cristo cambia el corazón, y habita en el tuyo por la fe. Tienes que mantener esta comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de tu voluntad a él. Mientras lo hagas, él obrará en ti para que quieras y hagas conforme a su beneplácito […]. Así que no hay en nosotros mismos cosa alguna de qué jactarnos. No tenemos motivo para ensalzarnos. El único fundamento de nuestra esperanza es la justicia de Cristo que se nos imputa y la que produce su Espíritu obrando en nosotros y por nosotros”.3

“La vida es Cristo es una vida de plena confianza. […]. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo […]. Piensa en su amor, su belleza y la perfección de su carácter. Cristo en su abnegación, Cristo en su humillación, Cristo en su pureza y santidad, Cristo en su incomparable amor: este es el tema que debe contemplar el alma. Amándolo, imitándolo, dependiendo enteramente de él, es como serás trans-formado a su semejanza”.4

Cristo es el todo en todo. “Al tomar sobre sí la naturaleza del hom-bre en su condición caída, Cristo no participó de su pecado en lo más mínimo […]. No debemos tener dudas en cuanto a la perfección impe-

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alcanzar lo que podría llamarse un estado de “perfeccionismo”, mostrando una lista legalista de buenas acciones o buscando ser mejores por nuestras propias fuerzas. No hemos de señalar las faltas ajenas o producir divisiones en la iglesia al afirmar que somos más justos que otros. No hemos de creer que somos perfectos, con la excepción de que podemos serlo por la justicia de Cristo, por lo que él hace al justifi-carnos, y por lo que hace por nuestro medio al santificarnos.

Tenemos que estar unidos a Cristo en palabra y acciones: “El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se halla en la separación de Cristo. Cristo es el centro hacia el cual todos debieran ser atraídos, pues mientras más nos acer-camos al centro, más estrechamente nos uniremos en sentimientos, simpa-tía, amor, crecimiento en el carácter e imagen de Jesús”.8

No debemos pensar que somos justos por derecho propio. Cuando nos entregamos a Cristo, dependemos completamente de él para producir cualquier cambio. “Nadie que aduzca santidad es realmente santo. Los que están registrados como santos en los libros del cielo no son conscientes de ello, y son los últimos en jactarse de su propia bondad. Ninguno de los profetas y apóstoles profesó alguna vez la santidad, ni siquiera Daniel, Pablo o Juan. Los justos jamás hacen semejan-te afirmación. Cuanto más se aseme-jan a Cristo, más lamentan lo que les falta para asemejarse a él”.9

“Cuando los hombres comprenden que no pueden obtener la justificación por los méritos de sus propias obras, y con firme y completa confianza miran a Cristo como su única esperanza, no hay en sus vidas tanto del yo y tan poco de Jesús […]. Dios obra y coo-pera con los dones que ha impartido al ser humano, y este, siendo partícipe de la naturaleza divina y realizando la obra de Cristo, puede ser vencedor y obtener la vida eterna […]. La com-

binación del poder divino y el agente humano será un éxito completo, porque la justicia de Cristo lo realiza todo”.10

Esta es en verdad la justicia abar-cadora de Cristo. Dependemos total-mente de él.

¿Cómo, entonces, deberíamos vivir?¿Cómo deberíamos vivir en estos,

los últimos días de la historia de la tie-rra que preceden a la segunda venida de Cristo? La “gracia barata” no sirve, porque niega el poder que tiene el Espíritu Santo de transformar la vida del creyente de manera que llegue a ser más y más como Cristo. El legalis-mo tampoco sirve, porque bloquea el único camino hacia la salvación, que es la dependencia total de Jesucristo, la única vía para alcanzarla. El enfoque intelectual y de la alta crítica no sirve, porque destruye el milagro mismo de la conversión y la santificación, y des-poja a la salvación divina de su poder para transformar vidas. Solo la justifi-cación y la santificación por el poder de Cristo pueden salvarnos, transfor-marnos y desarrollarnos para que lle-guemos a ser sus verdaderos discípulos. Es algo que Jesús hace por nosotros y en nosotros. “No hay excusa para el pecado o para la indolencia. Jesús ha señalado el camino, y desea que siga-mos sus pisadas. Él ha sufrido. Él se ha sacrificado como ninguno de nosotros puede hacerlo, para poner la salvación a nuestro alcance. No necesitamos desanimarnos. Jesús vino a nuestro mundo para poner a disposición del ser humano el poder divino, a fin de que mediante su gracia pudiéramos ser transformados a su semejanza”.11

Mediante su gracia podemos recibir el poder divino y su carácter, y ser cada vez más semejantes a él. Cristo vino a esta tierra. Vivió una vida sin pecado, murió por nosotros, resucitó por nosotros, intercede ahora mismo por nosotros en el Lugar Santísimo del Santuario celestial como nuestro Sumo Sacerdote, y pronto regresará por nosotros como Rey de Reyes y

Señor de Señores. ¡Qué maravilloso día será ese! ¡Marcará la culminación de toda la historia terrenal y el fin del conflicto de los siglos! ¡Será la reve-lación última de justicia y salvación plenas! Iremos al hogar a estar con él para siempre, para ya nunca más sepa-rarnos de nuestro Señor.

Ted N. C. Wilson (Ph.D., New York University) es presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

REFERENCIAS 1. Elena G. White, Testimonios para la iglesia (Doral,

Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2005), 9:17.

2. -----, El camino a Cristo (Doral, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2005), p. 94.

3. Ibíd., pp. 94, 95. 4. Ibíd., pp. 104, 105. 5. -----, Mensajes selectos (Mountain View, California:

Publicaciones Interamericanas, 1966), vol. 1, pp. 299, 300.

6. -----, El Deseado de todas las gentes (Doral, Florida: Asociación Publicadora Interamericana, 2007), p. 279.

7. -----, Palabras de vida del gran Maestro (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1971), p. 47.

8. -----, Mensajes selectos, vol. 1, p. 304. 9. -----, True Revival, (Hagerstown, Maryland: Review

and Herald Publ. Assoc., 2010), p. 62. 10. -----, Fe y obras (Doral, Florida: Asociación

Publicadora Interamericana, 2010), pp. 26, 27. 11. Ibíd., p. 60.

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9DIÁLOGO 23 • 3 2011

La revolución que todos necesitamos

Lincoln E. Steed El mundo atraviesa una fase revolucionaria. ¿Y nosotros?

De tanto en tanto, nuestro mundo se ve exaltado por las revoluciones. Son momentos en los que el viejo orden es sacudido y emerge un nuevo modelo. La historia muestra que esos momentos no solo reformulan una época sino que determinan radicalmente el futuro.

La China de 1963 avanzaba hacia el estancamiento. La guerra civil posterior a la Segunda Guerra Mundial no trajo consigo ningún paraíso obrero. Rusia, su antiguo aliado, ahora consideraba a China irrelevante. Y los Estados Unidos habían comenzado a concen-trar tropas en la vecina Vietnam, en parte para contener el poderío chino.

En 1963, el líder chino Mao Zedong escribió un poema. El viejo revolu-cionario escarbó en las profundidades para recapturar la imagen de otra época. “Tantas acciones claman por hacerse realidad –escribió–. Y con urgencia siempre, el mundo sigue. El tiempo apremia. Diez mil años es demasiado. ¡Aprovechad el día, apro-vechad la hora! Los cuatro mares se levantan; las nubes y las aguas rugen. Los cinco continentes se sacuden; el viento y el trueno braman. Nuestra fuerza es irresistible; ¡basta ya de pes-tes!”

En poco tiempo China se vio con-vulsionada por la Revolución Cultural. Pero el resultado no fue el que Mao esperaba. Nixon visitó China, el país se abrió a Occidente y, en último térmi-no, emergió como una nueva superpo-tencia económica.

Hoy día estamos presenciando la misma presión radical a las normas

en el mundo árabe. Primero Túnez y luego Egipto se vieron convulsiona-dos por revoluciones populares que derribaron sus respectivos gobiernos. Casi todos los países de la región han recibido llamados populares en pro del cambio; incluso el sumamente sólido reino de Arabia Saudita.

¿Adónde nos lleva la revolución?¿Adónde nos lleva ese fervor revolu-

cionario?Cuando la Primera Guerra Mundial

era inminente, Elena White escribió que “los gobernantes y los estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres pensadores de todas las clases, tienen la atención fija en los aconteci-mientos que se producen en derredor. Observan las relaciones que existen entre las naciones. Observan la inten-sidad que se apodera de todo elemento terrenal, y reconocen que algo grande y decisivo está por acontecer, que el mundo se encuentra en vísperas de una crisis estupenda”.1 Esa descripción se aplica con mucha más fuerza en la actualidad. Atravesamos un momento revolucionario casi sin precedentes.

Como suele suceder, la religión es una dinámica fundamental. Twitter, Facebook, YouTube y el acceso a Internet pueden haber funcionado como herramientas en pro del cambio en Oriente Medio, pero la pugna de perspectivas religiosas lo alimentó. Primero fue la guerra al terrorismo, y ahora el deseo de cambio. La libertad se huele en el aire. Pero, ¿libertad de

qué? ¿Libertad para creer y practicar qué cosa? Aún no se ha escrito el último capítulo.

Jesús comenzó su ministerio con un momento revolucionario en la sinagoga de Nazaret. Era joven, y aún no había sido puesto a prueba según las normas de sus días. Pero el rabino tuvo la sufi-ciente apertura como para dar el honor de leer la Torá al joven que regresaba a su pueblo natal con sus seguidores. Se le dio el libro de Isaías, y Jesús leyó del capítulo 61: “El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19). ¡Qué palabras poderosas! Y enton-ces Jesús agregó: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Los oprimidos vasallos del Imperio Romano no podían sino sentirse encantados con esas palabras.

Poco más de tres años después, Judas traicionaría a su Maestro porque enten-dió erróneamente esas palabras. Y unas décadas más tarde, Roma aplastaría por completo a los judíos y destruiría Jerusalén después de una revuelta ali-mentada por la misma comprensión errónea del concepto revolucionario.

Jesús presentó la libertad religiosa como el punto central de su misión. El ser humano era esclavo del pecado. Tenía que ser liberado. Podía ser libera-do. La revolución del pensamiento era posible. Esa es la historia del evangelio.

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10 DIÁLOGO 23 • 3 2011

Los adventistas y la libertad religiosaSomos un pueblo de la profecía.

Nuestra iglesia es heredera del estudio concienzudo de la Biblia por parte de un grupo casi exclusivamente de jóvenes convencidos de que Cristo regresaría pronto para establecer su reino eterno. Entendieron que el llamado a prepararse es un llamado a la libertad religiosa, y cuán importante es que escojamos libremente servir al Señor. Vieron en las profecías para los últimos días un esbozo de cómo Satanás impediría que muchos se prepararan para el regreso de Cristo. Actuaría sobre los líderes eclesiásticos y civiles para obligar a otros a la adoración falsa. Por ello, la libertad religiosa es un resultado necesario que permite la res-puesta al llamado final.

Acaso no ha habido un momento más polémico para los adventistas que el Congreso de la Asociación General de 1888. En el centro del debate figuró Alonzo T. Jones, editor de la publicación de libertad religiosa The Sentinel. Y el debate se relacionaba plenamente con la libertad religiosa.

Ese año, una coalición de grupos mayormente protestantes, con un tal senador Blair a la cabeza, presentó un proyecto de ley que iba mucho más allá de las leyes que regulaban las activida-des dominicales, para proponer una ley nacional sobre la santidad del domingo.

Jones se vio envuelto en el debate y llenó las páginas de la publicación que dirigía con argumentos en contra extraí-dos de la historia y la profecía. Estableció un paralelo entre el proceso por el cual la Roma pagana abrazó el cristianismo y entonces usó su poder para obligar a que todos obedecieran edictos religio-sos, y la cesión por parte de la república estadounidense de su función secular en aras de una compulsión similar y una negación misma de su Constitución. En resumen, vio el cumplimiento de la profecía. Vio que los Estados Unidos avanzaban hacia el modelo develado por el tercer ángel de Apocalipsis 14. Era el momento para que el pueblo remanen-te objetara el acto final de negación a Dios y su libertad. Era el momento del

reavivamiento, el último momento revo-lucionario de la historia. El mal estaba a punto de revelarse; por ello, Dios honra-ría a sus fieles preparados con un poder especial de testificación.

Cuando habló en el Congreso de la Asociación General de ese año, Jones, junto con su editor asociado E. Waggoner, instó a un reavivamiento y un regreso a la centralidad de Cristo en la testificación. Pero curiosamente, la respuesta fue débil. Hubo más debates que decisiones. El llamado revoluciona-rio fue en gran medida ignorado, aun cuando Elena White lo apoyó.

En el siguiente Congreso de la Asociación General, en 1893, Jones otra vez tuvo la palabra. Una vez más instó a la acción y, más que en la ocasión previa, la explicó en el contexto de la libertad religiosa. En esta época actual de fervor revolucionario, cuando los viejos “ismos” sucumben y las viejas identidades se desdibujan, haríamos bien en tomar en cuenta sus palabras.

Jones presentó la situación ante sus oyentes en los términos más descar-nados: “Cuando él [Dios] os llame a vosotros y a mí a asumir una posición de lealtad a su ley que nos lleve a perder el derecho a la vida, que ponga nuestras vidas en peligro porque algún poder terrenal nos prive de ella, ¿qué sucederá? Bueno, nos dice el Señor. No os afe-rréis a ella. De todas maneras, en poco tiempo se desvanecerá. Pero hay una vida que durará por la eternidad […]. Por ello, el hombre o la mujer que solo tiene esta vida no necesita el mensaje del tercer ángel, porque cuando venga la prueba y su vida esté en juego, se aferra-rá a ella. Ese es el peligro. Un hombre no puede atravesar el contexto del men-saje del tercer ángel con solo su vida. Imposible. Dado que es todo lo que tiene, cuando se vea en peligro se aferra-rá a su vida. Pero el que entrega su vida, la tiene por nada, y toma en cambio una vida medida según la vida de Dios y […] tendrá una vida que jamás podrá ser puesta en peligro. Ese hombre está seguro. Y puede ir doquiera el mensaje lo convoque”.2

Esta es la lógica revolucionaria que propugnaba Mao: “Nuestra fuerza es irresistible”. Es la gran verdad que Jesús proclamó en Nazaret: ¡La libertad revolucionaria del alma para la acción espiritual!

Los llamados a la acción no siempre poseen una respuesta inmediata, pero la verdad posee cierta inevitabilidad. El proyecto de ley de los días de Jones se desvaneció, así como el llamado de dar una respuesta apropiada. Pero hoy enfrentamos una dinámica similar, y es preciso analizar una vez más la libertad religiosa desde su base verdadera, espiri-tual. En tiempos de fervor revoluciona-rio, somos llamados a abrazar un mensa-je transformador para un mundo donde escasea la libertad. Después de todo, con Dios, nuestra fuerza es irresistible.

El Oriente Medio se está embarcando en una travesía política y social que debe equilibrar las presiones de la violencia fundamentalista y la probable dictadura de la voluntad pública. Por ello necesita escuchar el verdadero mensaje de libera-ción de la verdadera libertad religiosa.

El denominado Occidente cristiano busca estar a salvo de amenazas externas. También es vulnerable a soluciones coer-citivas ante el aprieto social y religioso en el que se encuentra. El recientemente designado domingo como día de des-canso familiar en Europa acaso sea tan solo el comienzo. La gente necesita saber de la verdadera libertad religiosa.

Estados Unidos está más fijado que nunca en la guerra contra el terrorismo. Está más preocupado que nunca defi-niendo su identidad para protegerse del enemigo interno. Por ello, está destinada a aparecer alguna forma de religión esta-tal. Estados Unidos necesita descubrir la verdadera libertad religiosa, la que existe más allá de la hasta ahora razonable pro-tección de la Primera Enmienda. Viene la revolución pero, ¿qué ideas reemplaza-rán a las actuales? Necesitamos trabajar para garantizar que ante los desconcerta-dos seres humanos se instauren modelos de libertad religiosa con sustento bíblico.

Continúa en la página 14

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11DIÁLOGO 23 • 3 2011

La evolución y la diversidad de la vida

¿Explica la teoría de la evolución la diversidad de la vida?

David L. Cowles y L. James Gibson

La respuesta a esta pregunta variará en gran medida según a quién se lo preguntemos. La teoría de la evolu-ción es un vasto conjunto de ideas de amplio alcance, respaldado por una gran cantidad de meticulosos estudios, y ofrece un inmenso poder explicativo. Para la mayoría de los biólogos, la declaración de Theodosius Dobzhansky1 de que “en biología nada tiene sentido de no ser a la luz de la evolución” es literalmente así. Aunque la mayoría de los biólogos no estudia la evolución en forma directa, trabajan dentro de un marco de ideas que pre-supone que todos los organismos vivos están unidos por un ancestro común; dado que asumen que el ancestro común existió, trabajan como si así fuera. Sin embargo, una minoría de biólogos, entre los que nos incluimos, percibimos importantes lagunas en el paradigma evolucionista, que según nuestra perspectiva, pone en tela de juicio su capacidad de explicar la diversidad de la vida.

La evolución describe el ensamblaje diverso de los organismos vivos median-te un “árbol evolutivo” (figura 1), que postula que todas las especies están unidas por un patrón de bifurcaciones que se remiten a un ancestro común. Ese ancestro, que se cree se formó espon-táneamente a partir de materia inerte, es la raíz del árbol. Diversas líneas de descendientes conforman las diferentes ramas, hasta llegar a las ramitas (que no se muestran), que representan las especies, sean vivientes o fósiles. Cada gran cambio evolutivo o innovación está representado por una rama del árbol. El árbol está unido por sus raíces y rami-

ficaciones principales. Este artículo se enfoca en esos puntos.

La raíz del árbol En la base del árbol se puede hallar

un conjunto completo de brechas sig-nificativas en el poder explicativo de la biogénesis, o la formación de la vida a partir de materia inerte. El primer paso que postula la biogénesis es la produc-ción de simples moléculas orgánicas (por ejemplo, aminoácidos) a partir de mate-ria inorgánica. Aunque esas moléculas han sido sintetizadas, las condiciones necesarias son inverosímiles en la tierra primitiva. El siguiente paso es la poli-merización, es decir, la vinculación de las pequeñas moléculas. Aunque se han hallado algunas condiciones naturales que permiten la polimerización, ninguna ayuda a formar las secuencias precisas y complicadas que son características de las moléculas de las células vivas. La brecha entre lo que pueden producir los procesos aleatorios de polimerización y la célula viva más simple es enorme.

Otro elemento que caracteriza a los seres vivos es la capacidad de reproducir copias detalladas de sí mismos, que a su vez estos también pueden reproducir. Ese proceso altamente complejo, invo-lucra a todo un conjunto de moléculas, y todas ellas deben interactuar entre sí de una forma precisa. Se requiere todo el complicado sistema de moléculas para que la célula pueda copiarse a sí misma. Si falta una parte de la cadena molecu-lar, todo el proceso falla y la célula no puede funcionar o reproducirse. Este hecho ha sido reconocido por mucho tiempo como un desafío formidable para la teoría evolutiva del origen de la vida.2

Más allá de las moléculas mismas, al observar la estructura celular, vemos que los seres vivos son sistemas extre-madamente complejos y ordenados, con una formación estructural específica. Muchos componentes celulares son en esencia máquinas moleculares, con partes que interactúan y funcionan de manera similar a las máquinas diseñadas por el hombre.3 Así como la estructura

figura 1. Un árbol evolutivo. Las ramas representan los taxones más elevados, como por ejemplo los filos.

figura 2. Árbol evolutivo donde se han removido los hipotéticos últimos ancestros comunes.

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haber producido gran parte de la infor-mación nueva, específica y compleja que se necesita para originar la vida, o para producir una nueva, o una clase dife-rente de criatura.4

Sin embargo, esto es precisamente lo que se necesita para pro-ducir una nueva rama del árbol. Se ha procurado explicar esto mediante, por ejemplo, la exaptación (el uso de partes existentes con un nuevo y diferente pro-pósito que en su función original).5 Sin embargo, esas explicaciones no revelan cómo se desarrolló en primera instancia la función original, o qué hace que las partes se unan de una nueva manera para llevar a cabo alguna otra función. No hay duda de que en el futuro se llevarán a cabo más investigaciones en relación con este interrogante.

Otro obstáculo para explicar la diver-sidad de la vida según el modelo evolu-cionista se basa en la estructura de los cromosomas. Estos están compuestos de ADN, una molécula lineal muy extensa. Los genes, que contienen la información necesaria para el funcionamiento celular, son secuencias alineadas como oraciones a lo largo de las hebras de ADN. En ocasiones, un gen se duplica accidental-mente, produciendo una copia extra. El modelo evolutivo de mutación/selección propone que los pequeños cambios alea-torios (mutaciones) del ADN en la copia extra del gen pueden acumularse lenta-mente. Si estas diferencias son beneficio-sas, se verán favorecidas por la selección natural. Con el tiempo, el modelo indica que esos pequeños cambios pueden producir un gen que lleva a cabo una nueva función radicalmente diferente de la original.

Uno de los problemas de este modelo deriva del hecho de que muchas muta-ciones tienen escaso efecto o son de hecho perjudiciales. Es probable que ese tipo de mutaciones sea mucho más común que una mutación beneficiosa. Algunos evolucionistas han presentado modelos matemáticos que procuran mostrar de qué manera las mutaciones beneficiosas pueden acumularse median-te la selección y con el tiempo formar nuevos genes. Pero esos modelos rara vez

explican que toda mutación beneficiosa está vinculada con un gran número de mutaciones neutrales o perjudiciales, dado que todas forman parte de la misma extensa cadena de ADN. Sobre la base de las estimaciones de la propor-ción entre unas y otras, los modelos que toman en cuenta este hecho indican que las raras mutaciones benéficas se ven sobrepasadas por el efecto acumulativo de las numerosas mutaciones perjudicia-les en el ADN.6

Puede que las mutaciones perjudiciales estén o no en el mismo gen, pero de todas maneras están vinculadas porque se encuentran en el mismo cromosoma, lo que suele heredarse como unidad. En otras palabras, es difícil avanzar dema-siado cuando uno está fuertemente atado a muchos individuos que están retroce-diendo. Es verdad que las conexiones no son absolutas (los genes tienen formas de cambiar de posición y reacomodarse en el cromosoma). A pesar de ello, el principio de que las mutaciones negati-vas superan a las positivas se cumple no importa en qué parte del cromosoma se encuentre el gen. Como mínimo, este vínculo complica mucho la ya formida-ble barrera de producir genes de molé-culas nuevas y funcionales mediante la mutación aleatoria y la selección natural. Esta cuestión puede representar un problema en virtualmente cada nueva característica evolutiva, y es probable que se aplique a numerosas ramas grandes y pequeñas del árbol evolutivo.

La selección artificial es otra línea de evidencia que brinda perspectivas sobre los problemas que implica producir nue-vas ramas en el árbol evolutivo. Darwin usó la analogía de la selección artificial para sostener que la selección natural podía lograr cambios a una escala aún mayor si se le daba suficiente tiempo. Pero muchos científicos se muestran escépticos de que los cambios a escala menor, observados en experimentos de crianza o en la naturaleza, sean sufi-cientes para explicar las diferencias entre los principales grupos de organismos. ¿Puede la naturaleza producir un caballo a partir de un pez usando la misma clase

de un automóvil no es inherente a las propiedades básicas del metal, el plástico y la pintura, la estructura celular no es inherente a las propiedades de las molé-culas que la conforman. En su lugar, las células son “construidas” de maneras específicas, con complicados patrones y combinaciones de materiales que requie-ren para llevar a cabo sus funciones.

La célula tiene que trabajar constan-temente para mantener su ambiente interno y conservarse en estado funcio-nal. El ADN (un ácido que contiene las instrucciones necesarias para el funcionamiento de todos los organismos vivos) almacena información detallada de cómo se logra esto y se llevan a cabo todas las funciones celulares. Sin embar-go, tal información tampoco es inheren-te a la estructura del ADN. Así como los sentimientos expresados en un soneto no resultan espontáneamente de las propiedades del alfabeto, la información celular tiene que ser colocada allí por medios que trascienden lo que puede ser hallado en las propiedades mismas del ADN. La falta de una fuente naturalista para esta información representa otra brecha importante en la teoría de abio-génesis. Es por ello que la falta de una explicación verosímil para el origen de la vida hace que la teoría de la evolución quede sin una raíz conocida para el árbol evolutivo (véase figura 2).

Las principales ramas del árbol A continuación analizaremos la

conexión de las principales ramas con el árbol evolutivo. Aunque los modelos evolucionistas procuran explicar de qué manera la información evolutiva puede incrementarse por una combinación de mutaciones aleatorias y selecciones naturales, sus modelos se aplican mejor a la reacomodación de la información ya existente, como es el caso de las especies que cambian gradualmente con el tiem-po. Esto es análogo a las variaciones a lo largo de las ramas del árbol evolutivo.

Los modelos enfrentan tremendos y crecientes problemas de probabilidad cuando se procura explicar de qué manera los cambios aleatorios pueden

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de cambios que observamos al estudiar los picos de los pinzones o nuestra expe-riencia en la crianza de perros o pollos? Es probable que no, más allá de la cantidad de tiempo que dispongamos.7 El problema tiene que ver con la nece-sidad de información genética nueva, no meramente con un incremento o disminución de la información ya exis-tente. Podemos ver de qué manera una sola especie ancestral puede producir una variedad de especies descendientes adaptadas a diferentes ambientes, pero el patrón resultante se parece más a un árbol pequeño en un bosque de árboles separados que a un árbol en particular (figura 3).

Los fósiles y el árbol evolutivo El registro fósil brinda otra oportu-

nidad de evaluar los problemas de las ramas del árbol evolutivo. Una de las características más destacadas del regis-tro fósil es la abrupta aparición de la mayoría de los filos (tipos principales de organismos) en un intervalo estratigrá-fico relativamente breve de los estratos rocosos del Cámbrico. Conocida como la Explosión Cámbrica, ofrece una de las más convincentes líneas de evidencia en contra del árbol evolutivo. Un gran número de filos y clases de animales del cámbrico no tiene antepasados o víncu-los entre sí. El modelo se resume bien en la frase “la disparidad precede a la

diversidad”.8 En otras palabras, las prin-cipales diferencias entre los organismos vivos aparecen antes en el registro fósil que las muchas variedades con diferen-cias menores. No existe una evidencia fósil que muestre una divergencia gra-dual a lo largo del tiempo para producir organismos con nuevas conformaciones corporales.9

Las brechas sistemáticas del registro fósil tampoco apoyan la teoría evolucio-nista.10 La escasez de fósiles transiciona-les es un elemento bien reconocido del registro fósil, expresada en la conocida frase “eslabón perdido”. En ocasiones se escuchan informes del descubrimiento de un eslabón fósil que estaba perdido, y estos descubrimientos son acogidos como evidencia de conexiones evolutivas entre las diversas ramas del árbol evoluti-vo. Sin embargo, el aspecto más signifi-cativo del problema es que los eslabones están ausentes según un patrón parti-cular.

Por ejemplo: Es posible comparar al registro fósil de caballos y burros con el de las almejas y cangrejos. Los caba-llos y los burros son muy similares; se podría explicar fácilmente la falta de intermediarios entre ellos. Después de todo, podría haber solo dos o tres espe-cies intermedias y por lo tanto pocas probabilidades de hallar un fósil de una muestra tan pequeña. Por el contrario, las almejas y los cangrejos son muy

diferentes. Según la teoría evolucionista, el número de eslabones fósiles que los conectan a un ancestro común debería alcanzar los miles. Lógicamente, uno esperaría hallar muchos fósiles de una muestra tan grande. Pero la realidad muestra exactamente lo contrario. Hay muchas especies de caballos fósiles, algunos de los cuales podrían llegar a ser considerados como eslabones entre caba-llos y burros, pero no existe virtualmente ningún fósil que se crea que vincula las almejas con los cangrejos. Este es exac-tamente el patrón esperado en caso de que los diferentes tipos de organismos se hayan originado en forma independiente y variaran dentro de sus límites. Una vez más, el patrón se parece más a un bos-que de árboles independientes que a un solo árbol evolutivo.

Se han propuesto algunos ejemplos de eslabones evolutivos entre los taxones superiores (o familias de organismos), algunos de los cuales parecen muy con-vincentes a primera vista. Pero cuando se los examina críticamente, no resultan convincentes para los que albergan dudas sobre la evolución. Un problema importante es la secuencia en la que aparecen algunas de esas especies den-tro del registro fósil. Un buen ejemplo de ello son los peces tetrápodos fósiles. Poco después de que Darwin publicó su teoría, los científicos comenzaron a bus-car los potenciales ancestros evolutivos de los vertebrados terrestres.11 En primer lugar se propuso el pez pulmonado, pero se consideró que era demasiado especia-lizado. En la década de 1940, se descri-bió en detalle el pez fósil Eusthenopteron, que llegó a ser el modelo de antepasado tetrápodo. Las descripciones del pez fósil Panderichthys en 1980 y del Tiktaalik12 en 2006 brindaron ejemplos adicionales de fósiles con combinaciones de carac-terísticas intermedias entre los peces y los tetrápodos. Se ha usado la secuencia fósil para sostener que los tetrápodos evolucionaron a partir de los peces Sarcopterygii. En los últimos años, sin embargo, se halló un conjunto de hue-llas de un fósil tetrápodo en un estrato más bajo que el del pez fósil considerado

figura 3. Por falta de pruebas para unir las ramas, el modelo acaba siendo un "bosque" de árboles separados.

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dentro de una forma ya existente. Por lo tanto, no puede explicar la amplia diversidad de la vida tal cual la vemos. Para nosotros, la evidencia inherente a la estructura de la vida misma es una evidencia convincente de que “en el principio, creó Dios” una diversidad de “especies”.

David L. Cowles (Ph.D., University of California, Santa Barbara) estudió el metabolismo de las especies de las pro-fundidades marinas. Después de enseñar en la Universidad de Loma Linda por catorce años, en 2001 se trasladó a la Universidad de Walla Walla en el estado de Washington, EE. UU.

L. James Gibson (Ph.D., Loma Linda University, California) es director del Instituto de Investigaciones en Geociencia. Sus principales intereses son la biología histórica y la relación de la creación con la ciencia. También es edi-tor de la publicación orígenes.

REFERENCIAS 1. T. Dobzhansky, “Nothing in biology makes sense

except in the light of evolution”, American Biology Teacher 35 (1973): 125–129.

2. S. C. Meyer, Signature in the Cell: DNA and the Evidence for Intelligent Design (Nueva York: HarperCollins Publishers, 2009).

3. M. J. Behe, Darwin’s Black Box (Nueva York: Free Press, 1996).

4. M. J. Behe, The Edge of Evolution (Nueva York: Free Press, 2007), p. 320; D. L. Overman, A Case Against Accident and Self-Organization (Lanhan, Maryland: Rowman and Littlefield Publishers, 1997), p. 244.

5. Propuesto en primer lugar por S. J. Gould y E. S. Vrba, “Exaptation — a missing term in the science of form”, Paleobiology 8 (1982): 4-15.

6. J.C. Sanford, Genetic Entropy and the Mystery of the Genome (Waterloo, Nueva York: FMS Publications, 2008), 232; el efecto es conocido como “Muller’s Ratchet”.

7. J. Valentine and D. Erwin, “Interpreting Great Developmental Experiments: The Fossil Record”, en Development as an Evolutionary Process, R.A. Raff and E.C. Raff, eds. (Nueva York: Alan R. Liss, Inc., 1985), pp. 95, 96.

8. Véase S. J. Gould, Wonderful Life: The Burgess Shale and the Nature of History (Nueva York: Norton, 1989), p. 49.

9. D. Erwin, J. Valentine y J. Sepkoski, “A comparative study of diversification events”, Evolution 41 (1988): 1183.

10 M. Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, Maryland: Adler and Adler, 1986), pp. 191, 192.

el antepasado tetrápodo.13 En términos evolucionistas, el pretendido descendien-te existió antes que su antepasado, lo que obviamente es imposible. Por ello, parece ser que otros factores están presentes en la producción de esa secuencia fósil.

Las ballenas fósiles presentan otro ejemplo. Se han hallado varios mamífe-ros fósiles que, se sostiene, son antepasa-dos de las ballenas.14 Esos fósiles mues-tran combinaciones de características que en nada se parecen a cualquier ser vivo de la actualidad, y parecen mostrar una tendencia de similitud creciente con las ballenas. Sin embargo, se cree que ninguna de esas especies fósiles es un antepasado de otra especie conoci-da, ya sea viviente o fósil. Si uno desea determinar si esos fósiles son parte de la descendencia evolutiva o si provienen de animales creados en forma separada, hay que recurrir a alguna teoría expli-cativa, dado que las evidencias son muy incompletas. Un evolucionista podría aceptarlas como resultado de la evolu-ción, mientras que un creacionista puede buscar otra explicación, como la afirma-ción de que las especies fueron creadas en forma separada, o que resultan de un factor desconocido como el que ilustra el ejemplo del párrafo anterior.

Conclusión En conclusión, aunque la mayoría de

los científicos afirma que la evolución puede explicar adecuadamente la diver-sidad de la vida, en nuestra perspectiva no logra ese objetivo por varias razones. Entre ellas, mencionamos la falta de información sobre las nuevas formas, las mutaciones perjudiciales que ahogan a las beneficiosas, la disparidad fósil que precede a su diversidad, y las brechas sistemáticas del registro fósil. En su con-junto, estas observaciones muestran que el árbol evolutivo es imaginario, y que el patrón de la naturaleza es mejor ilustra-do por un “bosque” de árboles creados en forma independiente. Creemos que la evolución no puede explicar el origen de la vida, el origen de cualquier nueva forma importante, o siquiera el desarro-llo de nuevas estructuras de importancia

11. Véase J.A. Clack, Gaining Ground: The Origin and Evolution of Tetrapods (Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 2002), pp. 68-77.

12. E.B. Daeschler, N.H. Shubin y F.A. Jenkins, “A devonian tetrapod-like fish and the evolution of the tetrapod body plan”, Nature 44 (2006): 757-763.

13. G. Niedzwiedzki et al., “Tetrapod trackways from the early middle devonian period of Poland”, Nature 463 (2010): 43–48.

14 Véase, por ejemplo, C. de Muizon, “Walking with whales”, Nature 413 (2001): 259, 260.

Este artículo fue publicado originalmente como parte de la compilación Understanding Creation: Answers to Questions on Faith and Science (Entender la creación: Respuestas a preguntas sobre fe y ciencia), editado por L. James Gibson y Humberto M. Rasi (Nampa, Idaho: Pacific Press Pub. Assn., 2011). Usado con autorización.

Cuando pienso en cambios revolu-cionarios, pienso en los jóvenes. Es un hecho histórico y fisiológico que los jóvenes suelen estar más motivados a la acción y muestran más energía para lle-varla a cabo. Por cierto, en Egipto, Irán o Libia se han visto semblantes jóvenes. Los rostros que Jesús contempló alrede-dor de la mesa de la Última Cena eran jóvenes. Y los que se unieron para for-mar y proclamar la identidad adventista también lo eran.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día actual está hablando una vez más de reavivamiento. Estoy convencido de que tiene que producirse pronto. El mundo se encuentra en una fase revolucionaria. ¿Por qué no nosotros? Después de todo, la verdadera libertad religiosa que tanto se necesita es un concepto revoluciona-rio.

Lincoln Steed es editor de la revista Liberty. E-mail: [email protected].

REFERENCIAS 1. Elena G. White, Profetas y reyes (Mountain View,

California: Pacific Press Pub. Assn., 1957), p. 394. 2. A.T. Jones, en General Conference Daily Bulletin,

(Battle Creek, Míchigan, Estados Unidos) 5 (2-4 de febrero de 1893) 4:128.

La revolución...Continuación de la página 10

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15DIÁLOGO 23 • 3 2011

¿Es correcto que un cristiano haga carrera en el mundo de los negocios?

Toda tarea donde se pueda realizar un servicio productivo y legítimo es valorada en la Biblia, siempre y cuando cada esfuerzo sea llevado a cabo de una manera que honre a Dios.

Michael E. Cafferky

Años atrás, se entendía que para servir a Dios había que trabajar para la iglesia a través de la profesión personal. Inclusive algunos cristianos creían que una carrera en un negocio lucrativo discordaba con la Biblia. Sin embargo otros lo veían coincidente con los prin-cipios bíblicos.

¿Puede un cristiano considerar como servicio una carrera en el ámbito comercial? ¿Deberíamos animar a un cristiano a trabajar en una compañía con fines de lucro? En este artículo abordaremos estos dos interrogantes explorándolos desde una perspectiva bíblica. Comenzaremos con la creación.

Creación y sábadoAun cuando el tema central de la

Escritura es nuestra relación con Dios, el lado material de la vida tiene un lugar respetable en la Biblia. El trabajo que nos brinda las bendiciones materia-les es un objetivo legítimo. Sin embar-go, la dimensión material de la vida no puede ser separada de la espiritual, tal como se evidencia en la obra de Dios de la creación y el sábado.

La creación provee un fundamento de cómo encarar el tema de la rique-za. Dios creó todos los materiales que generan riquezas. Creó a los seres humanos para ser interdependientes entre sí y con el ambiente creado y pidió a la raza humana que sojuzgara la tierra y la cuidara como fieles admi-nistradores (Génesis 1:26-28; 2:15). La razón: Dios es el dueño de todos los

bienes materiales y ha encomendado a los seres humanos que trabajen por él en esta tierra. El modo en que utiliza-mos estos recursos y la manera en que tratamos a las personas con las cuales los compartimos, está a la vista de aquel a quien debemos todo.

Dios declaró que el mundo material era, “muy bueno” (Génesis 1:31). Su plan original incluía a los seres huma-nos trabajando en el mundo material (Génesis 2:15). Sin embargo, el mayor objetivo del trabajo, tan paradójico como suena, no era acumular valores económicos ganados por la producción y la venta de bienes materiales, sino llegar a disfrutar del descanso con Dios. El sábado semanal, un anticipo del pacto divino, es inseparable de la orden de trabajar. En el descanso sabático, demostramos nuestra lealtad a Dios al descansar de nuestra búsque-da de bienes materiales. El sábado fue diseñado, en parte, como una barrera al materialismo. El trabajo se tornó una labor agobiante. Los trabajadores necesitaron descansar no solamente de sus labores, sino también de la brutal batalla por la supervivencia. Más aún, los seres humanos necesitamos el recor-datorio constante del sábado para tener presente que la confianza en nuestro trabajo nunca debe reemplazar nuestra confianza en Dios.

Pacto, shalom y bendicionesEn su sabiduría, Dios conocía el

impacto del pecado. El pacto de gracia

de Dios, ofrecido inmediatamente des-pués de la entrada del pecado (Génesis 3:15), y repetido a lo largo de las Escri-turas, abarca todas las dimensiones de la vida: espiritual, física, social, políti-ca, económica, etc. Bajo el poder del pecado, la tendencia de la naturaleza humana es transformar algo bueno en algo egoísta. Así como el trabajo se trasformó en algo fatigoso, el trabajo surgido del deseo de acumular riquezas se transformó en una fuente de desáni-mo y cansancio (Proverbios 23:4, 5). Cuando Dios estableció el pacto con Moisés, nos recordó la importancia del sábado (Éxodo 20:8). Los seres humanos vieron el trabajo de sus pro-pias manos, y olvidando la importancia del sábado, comenzaron a confiar en su propio poder para obtener grandes riquezas.

El poder otorgado para construir riquezas está descripto en términos de pacto; “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confir-mar su pacto que juró a tus padres” (Deuteronomio 8:18). El pacto no fue únicamente una promesa de prosperi-dad económica, sino que fue también una promesa de alianza completa con Dios, la familia, la comunidad y con todas las naciones, basada en la abun-dancia espiritual. El significado de esta vida plena fue capturado en el concepto de “shalom” (paz). Bajo el pacto divino, todo el mundo sería bendecido en toda la dimensión de shalom, incluyendo la

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16 DIÁLOGO 23 • 3 2011

prosperidad económica. Sin embargo, la prosperidad económica generada por fuera de una relación de alianza con Dios es el tipo de prosperidad que conduce a una persona en la dirección opuesta al plan divino.

Principios empresariales en la BibliaLa Biblia está repleta de consejos

sobre cómo encarar los negocios. Salomón aconseja que deberíamos vigilar nuestros recursos de crecimien-to económico, porque nuestro futuro económico es incierto (Proverbios 27:24-27). El consejo de podar las plantas frutales da como resultado una mayor producción (Levítico 25:3, 4; Juan 15:1, 2). En el ámbito de la agri-cultura, ciertos factores incrementan el rendimiento (Génesis 26:12; Mateo 13:8, 23; Marcos 4:8, 20; 2 Corintios 9:6). Es claro que se valora un mejor rendimiento por sobre uno menor. Por lo tanto, no es sabio utilizar tecnolo-gía ineficiente o inútil. El uso de la tecnología debe ser racional para que su alcance tenga un amplio espectro, siempre que al hacerlo honremos a Dios (Proverbios 1:17, 24:27; Eclesiastés 10:9, 10).

La Biblia asimismo desaprueba los recursos improductivos (Deuteronomio 29:23; 2 Reyes 2:19; Proverbios 26:7; Ezequiel 15:3-5; Lucas 13:6, 7; 14:35; Hebreos 6:8). Cuando un recurso llega a ser improductivo, su dueño debe corregir el problema utilizándolo de una mejor manera, o reemplazándolo con algo que produzca. El principio de destruir recursos improductivos reempezándolos por otros productivos, puede ser el razonamiento que guió a Salomón para decir que hay un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar aquello que está plantado, haciendo alusión a cuando el recurso llega a ser irreversiblemente improductivo (Eclesiastés 3:2; Mateo 3:10; Lucas 3:9; 13:6, 7). Estos principios de admi-nistración resaltan la norma espiritual de que Dios es el dueño de todos los recursos generadores de riquezas; los seres humanos somos sus colaborado-

res al utilizar estos recursos. La tierra, y por extensión todo aquello que ella contiene –incluyendo la tecnología apli-cada a la producción– debe ser santa, apartada para el servicio a Dios.

Tecnología de negociosLa Biblia menciona cientos de tec-

nologías usadas en emprendimientos empresariales. En ningún sitio las critica, ni tampoco a los objetivos que representan. En los tiempos bíblicos, la tecnología crucial para generar lucros estaba representada por un comerciante que compraba y vendía bienes. Este era el sistema de pesos y medidas utilizados para calcular el precio de compra o venta. Quienes se dedican a los nego-cios, deben considerar su tecnología como perteneciente a Dios. No sola-mente porque él es el dueño de todas las cosas materiales (1 Crónicas 29:11; Salmos 50:10; 104:24; Proverbios 16:11; Hageo 2:8), sino también por-que las transacciones comerciales en el mercado, que involucran el uso de sus recursos para el bien de sus criaturas, deben ser llevadas a cabo en una forma que le honre y que se preocupe por los intereses de su comunidad (Levítico 19:35, 36; Deuteronomio 25:13-15; Proverbios 11:1; 20:10, 23; Ezequiel 45:10-12; Oseas 12:7; Miqueas 6:11). Así, cualquier trabajo que los seres humanos hagan con la tecnología para mejorar su estado económico es un trabajo para y con Dios. Al desarro-llar inventos que son de utilidad para promover la justicia, los seres humanos también están avanzando la obra de Dios en la tierra. Usando el mismo principio, es una abominación engañar a otros bajo la excusa del uso de la tec-nología.

Jesús y el mercadoJesús criticó a los fariseos ricos y

amantes del dinero debido a su codicia y a las prácticas no éticas que los enri-quecían, pero no por sus riquezas. Él aceptó invitaciones a cenar con los ricos y recibió recursos provistos por otros (Mateo 23:25; Lucas 11:39; 16:14). Sin

embargo, también advirtió que debían estar alertas frente a cualquier tipo de codicia (Lucas 12:13-15). Aconsejó al joven rico que vendiera todo lo que poseía y lo diera a los pobres, pero no hizo de esto un principio general que todos debían seguir (Lucas18:18-30). Por ejemplo, cuando Zaqueo, el rico jefe de cobradores de impuestos aceptó a Jesús, entregó la mitad de sus bienes a los pobres. Jesús no le ordenó que entregara el resto (Lucas 19:1-10).

Jesús ayudó a sus discípulos en sus propios negocios (Juan 21:6-11) y uti-lizó la riqueza, los recursos generadores de riqueza y el trabajo, como ilustra-ciones de grandes verdades espiritua-les. Nunca cuestionó el derecho a la propiedad. Muchos de sus milagros de curación fueron para ayudar al enfermo y al discapacitado a restablecerse, no solamente en cuerpo y espíritu, sino también en su habilidad para poder hacer frente a su propio mantenimien-to. Existe una tensión importante aquí. La prosperidad nace a partir de la dili-gencia y la sabiduría que viene de Dios ya sea a través de nuestra experiencia o la de personas confiables y temerosas de Dios, a las que deberíamos escuchar (Deuteronomio 8:10-20; 1 Crónicas 29:12; 2 Crónicas 1:11, 12; Proverbios 3:13-20). El problema es que cuando se logra un grado de prosperidad, las personas fácilmente pueden comenzar a confiar en sus bienes, apartándose ingratamente de Dios quien ha provisto la habilidad y los recursos para cons-truir esa riqueza, ya que son recursos que él creó (Proverbios 11:28).

Las profesiones en la BibliaLa Biblia describe cientos de ocu-

paciones. Los recursos mediante los cuales una persona podía alcanzar un grado de riqueza en los tiempos bíblicos incluían, la tierra, los metales preciosos, las joyas, los animales, el equipamien-to y las cosechas que dependían del sol y la lluvia. El comercio era parte del proceso. Se requería tener emplea-dos para incrementar la producción (Deuteronomio 24:14, 15; Marcos

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17DIÁLOGO 23 • 3 2011

1:20; Mateo 20:14, 15). Algunos con-seguían sus riquezas con integridad, otros con deshonestidad. Pero tanto los justos como los impíos podían llegar a obtener riquezas (Salmos 17:4; 37:16; 49:5, 6; 52:7; 73:3, 12; 92:7; 109:8; 123:4; Mateo 5:44, 45).

Abraham, Isaac y Jacob llegaron a ser ricos ganaderos. Jesús mismo trabajó en lo que seguramente era considera-do un trabajo con fines de lucro en el rubro de la construcción. Algunos de sus discípulos trabajaron en la pesca. El apóstol Pablo no era extraño a las actividades comerciales. Aparentemente tenía un negocio de fabricación de tien-das. Él advirtió que el amor al dinero es la raíz del mal (1 Timoteo 6:9, 10). Mientras algunos comerciantes sacaban ventaja de otros a través de prácticas deshonestas, había personas como Lidia a quien se la menciona positivamente por su asociación con el ministerio de la creciente iglesia.

Servicio en el mercado laboralBíblicamente, el servicio a los demás

es una respuesta a los dones otorgados por Dios como un préstamo, durante los limitados días de nuestra vida, y no como un medio de obtener el favor de Dios. Pedro amonestó a los primeros cristianos a usar sus dones espirituales en servicio unos por otros, de modo que demostrase administración de la gracia de Dios. La razón es que todo lo que hacemos, es para dar gloria a Dios (1 Pedro 4:8-11). Pablo aconseja a los creyentes a trabajar sinceramente para y en nombre de Jesús –el Señor– y no meramente para los seres humanos (Colosenses 3:17-23).

Productividad y gananciasLa Biblia presupone que los seres

humanos intentarán ser productivos. Se espera que sean útiles y si no lo son, se los considera destructivos (Proverbios 18:9; Tito 3:14). El trabajo diligente y honesto produce ganancias honestas, aunque tal ganancia no es automática. Hay quienes siendo diligentes, pueden no tener abundancia económica. En

la Biblia, tanto las ganancias como las pérdidas económicas son vistas como un regalo de Dios. De todas maneras, los seres humanos no se toman todo el trabajo de plantar y cuidar lo plantado sin esperar obtener un buen rédito: algo más que lo que pusieron en el proceso (Deuteronomio 20:6; Proverbios 27:18; 1 Corintios 9:7). De esta manera, un modo de medir la utilidad es com-parando el valor de lo que se posee antes y después del trabajo diligente, que viene a ser la ganancia o rédito (Proverbios 3:13, 14; 15:27; Eclesiastés 3:9; Jeremías 6:13; 12:13). Las ganan-cias muestran que los que toman las decisiones económicas están siendo buenos administradores de los recursos que les han sido confiados. Por lo tanto aunque no debe “amar” las ganancias, el fiel profesional comerciante, escucha lo que esas ganancias dicen respecto a sus operaciones comerciales.

Mientras que en la Biblia la idea de obtener ganancias no es criticada per se, obtener ganancias en forma injusta o deshonesta recibe su juicio. Los profetas bíblicos hablaron vigorosamente con-tra las prácticas comerciales malvadas en las que los ricos tomaban ventaja de los pobres. Asimismo condena el obtener prosperidad mediante acciones inmorales e injustas. Respecto a esto, la crítica de la Biblia hacia los líderes que construían su fortuna injustamente, es presentada contra los líderes políticos y religiosos tanto como contra aquellos cuya ocupación primaria es el comercio. La codicia, el fraude y la corrupción son pecados que acosan también a aquellos que trabajan en organizaciones gubernamentales o sin fines de lucro, y no solamente a los que lo hacen en fir-mas comerciales (Isaías 1:23; Jeremías 8:10; 22:17; Ezequiel 22:27, 28; Amós 5:11; Miqueas 3:11).

Conclusión¿Cómo debería ver un cristiano una

carrera en el sector comercial del mer-cado laboral? En resumen, una carrera en el sector lucrativo, es una carrera de trabajo para Dios siempre y cuando sea

en beneficio a los demás, y como admi-nistradores de la gracia de Dios. Debe ser neutralizada por el descanso sabá-tico para que continuamente manten-gamos en alto la restricción económica del sábado, en honor de Dios quien es dueño de todo con lo cual trabajamos.

¿Deberíamos estimular a un cristia-no a trabajar en una firma con fines de lucro? ¡Por supuesto! Tenemos la responsabilidad de ser buenos adminis-tradores de los recursos de la comuni-dad. La ganancia honesta obtenida del trabajo esforzado, de desarrollos admi-nistrativos e intercambio de los recursos comunitarios, no debe ser denigrada, sino apreciada. La ganancia obtenida al aprovecharse de los demás es deshones-ta y debe ser evitada a cualquier costo. Pero trabajar en una ocupación legítima con fines de lucro es una oportunidad para que el cristiano ejerza una influen-cia para el bien. No solamente en tér-minos de apoyar el trabajo productivo, sino también de transformar el mundo del trabajo –si fuera necesario– esti-mulando a otros a acogerse al descanso periódico en lugar de vivir en forma compulsiva procurando frenéticamente generar ganancias. La vida, aún la vida laboral, es mayor que la abundancia económica que pueda ser generada, “Porque la vida del hombre no consis-te en la abundancia de los bienes que posee.” (Lucas 12:15). Todos los medios en donde el servicio productivo pueda ser brindado, son valorados en la Biblia, siempre que cada empresa sea llevada a cabo de una manera que honre a Dios.

Michael E. Cafferky (D.B.A., Anderson University, Anderson, Indiana) es pro-fesor de Administración de Empresas en la Southern Adventist University (Collegedale, Tennessee, EE. UU.). Ha escrito seis libros; Management: A faith-based perspective (Pearson Education Inc., 2012), es el primer libro de texto destinado a estudiantes de universi-dades adventistas. E-mail: [email protected].

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18 DIÁLOGO 23 • 3 2011

PERFIL

Norma Nashed

Diálogo con la presidenta y fundadora de Restore a Child (Restituir a un Niño)Entrevistada por Shelley Nolan Freesland

solo por las noches, pero para empeo-rar la situación quedó ciega unos pocos años después.

La madre de Norma se había con-vertido al adventismo unos años antes, y un matrimonio de misioneros llevó a Norma a su hogar por seis años, en tanto la niña avanzaba con su educación formal. Luego de culminar dos años de nivel terciario consiguió un trabajo que le permitiría ayudar a su madre y her-manos. En realidad, el trabajo resultó ser de cierta jerarquía, aunque esto no era de importancia para ella. Trabajó para el fundador de Jordanian Airlines, quien a la vez que era asesor del ya fallecido rey Hussein. Cuando el monar-ca se dirigía a las oficinas de la aerolínea Norma casi no podía creer que ella estaba compartiendo ese momento. ¡Ella, una simple niña huérfana!

Desde hace mucho, la vida y el minis-terio de Norma se ha volcado hacia los menos privilegiados de la sociedad. A través de los años, su servicio ha tocado la vida de gente joven tanto dentro como fuera de la iglesia. Su interés en los niños, especialmente en los huérfanos, la llevó a fundar Restore a Child, cuya misión es la de proveer cuidados básicos para niños: comida, agua, atención médica, educación, y en algunos casos, hogares sustitutos. Tuvo su inicio de manera informal, dando apoyo educativo para alumnos

en Jordania. Actualmente ayuda a niños en trece países: Bolivia, Chad, EE.UU., Etiopía, Haití, Indonesia, Jordania, Kenia, Rep. Democrática del Congo, Ruanda, Tanzania, Zambia y Zimbabue.

n Comencemos con su primer empleo. ¿Cómo obtuvo un trabajo tan estupendo?

Sí, fue magnífico y nunca sospeché llegar a tener ese trabajo. Cuando me entrevistaron sabía que había dos obs-táculos. Jordania es un país musulmán, y siendo yo cristiana no tenía la espe-ranza de obtenerlo. Además estaba mi observancia del sábado. Expliqué que yo no podría trabajar desde la tarde del viernes hasta la puesta del sol del sábado. Pero para mi sorpresa, fui seleccionada. Cuando tiempo después le preguntaron a mi jefe cómo podía manejarse sin un asistente los días sábados, el contesto: “Puedo pasar un día sin ayuda si a cam-bio tengo a alguien como Norma, los otros días”.

n Pero entonces su vida tomó un giro, y comenzó a trabajar para la iglesia.

Conocer a Norma Nashed es ingre-sar en el ojo de un huracán. Como fundadora de la organización sin fines de lucro, Restore a Child, Nashed tiene una pasión ardiente en servir a huérfa-nos alrededor del mundo, y no es tími-da al atraer a otros a unirse a su causa. Apenas hemos completado parcialmen-te nuestra introducción cuando ella es la que me hace preguntas: “¿Eres casa-da? Sí ¿Tienes hijos? No ¡Bien! Entonces deberías tener tiempo libre para traba-jar como voluntaria con nosotros.”

Tal audacia permite explicar cómo Nashed ha logrado coordinar Restore a Child alcanzando a miles de niños, en los últimos trece años. Esta es una mujer cuya propia vida ha cambiado de curso dramáticamente, y ha enfrentado desafíos desalentadores en muchas oportunidades, y aún así ha mantenido una fe firme e inquebrantable en Dios y su dirección.

Norma nació en Palestina, pero su familia se trasladó a Jordania, lugar en el cual su padre consiguió trabajo. Sus recursos eran muy limitados, y los nueve miembros de la familia vivían en una habitación. Unos pocos años después, su padre falleció de cáncer, dejando a su madre sin un centavo a los treinta y siete años de edad, con siete hijos. Para obtener dinero, pidió pres-tada una máquina de coser a un vecino, para realizar costuras. La podía tener

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19DIÁLOGO 23 • 3 2011

Mis padres adoptivos y mi madre biológica, fueron mi más elevada inspi-ración. Aún cuando mi madre era viuda y pobre, siempre compartía lo poco que tenía con los pobres y necesitados. Aún si ella tan solo tenía un poco de pan para alimentar a su familia, lo compartía con un menesteroso que golpeara su puerta. Mi madre era una mujer de fe y siempre me decía: “Norma, deja tu empleo y trabaja para Dios, y él tendrá cuidado de ti”.

Seguí su consejo y comencé a trabajar para la iglesia. Por muchos años trabajé en educación. Cuando fui encargada de las cuentas de alumnos, tomé conciencia de que los niños no debían ser castigados por su pobreza. No nos era permitido entregar las notas de los estudiantes hasta que sus cuentas estuvieran pagas, lo cual por supuesto limitaba sus posibi-lidades de continuar con sus estudios.

También trabajé en el departamento de Ministerios Juveniles de la Asociación General, donde tuve la posibilidad de servir en beneficio de los jóvenes. Pero enfermé de cáncer, y ese fue un punto decisivo.

n ¿Cómo llegó a ser esto un punto decisi-vo?

Muy simple, sentí que Dios me lla-maba a dar una nueva dirección a mi vida. Renuncié a mi trabajo y comencé a servir a los niños.

n ¿Así de simple?Estaba viviendo en un edificio donde

aparentemente vivían familias de clase media, y aún así, había niños que me pedían comida cuando me veían llegar a casa, con las bolsas del mercado. ¡No podía creerlo! Comencé comprando de más para compartir con ellos. Sus madres me miraban con cierto recelo, de tal manera que al principio no podía ir a sus hogares. Cuando tuve la posibilidad de visitarlos, vi que casi no había mue-bles y muy poca comida.

Me dirigí a supermercados circun-dantes y hablé con los administradores. Ellos me darían alimentos y yo me encargaría de distribuir. También me

ayudaron a recolectar artículos que otros clientes donaban colocando en un lugar llamativo donde había un cartel expli-cativo. Hice esto por más de seis años. Recibía mucha comida, por lo que debía almacenarla en las casas de diferentes personas hasta ser distribuida.

n ¿Cómo inició su trabajo internacional por los niños?

Cuando tuve cáncer, volví a Jordania de visita. Allí visité una escuela adventis-ta a la que yo había asistido. Coincidió que estaban enviando a dos niños a su casa porque sus padres eran pobres y no podían pagar las cuotas. Vi cuán humi-llante resultaba esto para los niñitos; entonces pregunté cuánto necesitaban. Era el equivalente a mil dólares, lo cual estaba en condiciones de reunir.

Al volver a casa, me di cuenta que seguramente no eran los únicos, sino que habría muchos más como ellos allí. Creo firmemente que debemos asegurar que los niños tengan una buena edu-cación. Es la llave para su futuro, para conseguir buenos trabajos, para mejo-rar sus vidas, como también las de sus familias. En muchos países a las niñas particularmente, no se les brindan opor-tunidades. Ellas serán las madres del futuro, si las entrenamos y equipamos con una buena educación, el impacto se dejará ver en todos sus hijos.

n Pero ¿cómo hace una persona para ini-ciar una organización de caridad?

Me contacté primeramente con las personas que conocía y en las que podía confiar para obtener fondos. Había vivido en Egipto y tenía amigos allí, entonces ayudé a enviar niños a la escuela adventista en El Cairo. Uno de mis hermanos estaba designado como diplomático en Pakistán, y a través de él comencé a ayudar a alumnos en la escuela adventista en Karachi. Desde allí hice contactos en India, luego Tailandia (ayudando a niños birmanos de un campo de refugiados), y luego se exten-dió más, especialmente en África.

Ahora estamos trabajando en trece países, ayudando a cerca de tres mil

niños, generalmente de entre cuatro y diez años. No he contado a todos los que hemos ayudado a través de los años, pero sería un número grande. Solo el año pasado, alimentamos a cinco mil niños. Estamos financiando escuelas en Haití y Etiopía, pagando a los maestros, los uniformes y los libros, así como en Indonesia. En los últimos tres años, 143 de “nuestros” jóvenes han sido bautiza-dos. Nuestra meta es no solamente ocu-parnos de las necesidades físicas de los niños, sino también de sus necesidades espirituales.

n ¿Dónde encuentra fuerzas para realizar tamaña tarea?

Cuando tuve cáncer y concurría a mi tratamiento, todos a mi alrededor me preguntaban, “¿cómo es que está tan feliz?”. Un año antes, yo había vuelto a consagrar mi vida a Dios, y él me daba paz. El cáncer resultó ser una bendición, porque me atrajo más cerca de Dios y me hizo poner toda mi confianza en él. No cuestioné a Dios y no lloré, ni una vez. Yo sabía que si él estaba con-migo, cualquier cosa que apareciera en mi camino sería porque él tenía un plan. Cuál era ese plan, yo no tenía idea. Ahora lo sé: era este ministerio. Me enfoqué en estos niños, no en mí misma, y Dios me dio la fuerza.

La paz y el gozo que tengo están den-tro. No puedo expresarlo. Simplemente tienes que tener esa relación con Dios para experimentarlo. Realmente creo que “todas las cosas ayudan a bien”.

Cuando regresé de mi visita a Jordania, supe que debía comenzar este ministerio, y lo hice sin pérdida de tiempo. Los primeros tres años usé mis propios ahorros, y a medida que cre-cían las necesidades, mi familia me fue ayudando. Comencé a hablar con mis amigos, y luego comencé oficialmente a recaudar fondos.

Inicialmente trabajé proveyendo edu-cación, pero muchos huérfanos también carecen de hogares, especialmente las niñas, por lo que comenzamos a cons-truir orfanatos. Cada dos segundos un niño queda huérfano. En este momento

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20 DIÁLOGO 23 • 3 2011

existen 145 millones de huérfanos alre-dedor del globo. Ellos necesitan amor, cuidado, educación y dignidad.

n ¿Cómo ve su ministerio, tan diferente de los demás?

Dios nos ha dado diferentes dones, pero cuando se trata de los pobres no es opcional. En Deuteronomio 15 Dios dice que debemos dar al pobre para sus necesidades. En Santiago 1:27 se establece que la religión pura es cuidar de los huérfanos y las viudas. Podemos decirle a un niño, “Jesús te ama”, pero esta frase no significa nada para un niñi-to hambriento y sin hogar. A través de nuestro trabajo humanitario, los niños pueden ver que Jesús se preocupa por ellos. Cuando estuvo en este mundo, estaba siempre mezclándose con los pobres y los enfermos, los hambrientos y los lisiados.

n ¿Alguna vez ha dudado de su compro-miso con la misión?

Hubo ocasiones en las que quise abandonar. Pero cuando me encontraba en mi más profundo desánimo, Dios enviaba a alguien, ya sea un donante o alguien que ayudara a compartir las tareas. Hace tres años, estábamos cons-truyendo un orfanato en Etiopía y yo me encontraba allí. De pronto recibí un correo electrónico de un canal de televisión de Maryland diciendo, “Su edificio de apartamentos esta en llamas.

Buscamos su dirección en Google y la encontramos a través de su obra de cari-dad. Queremos entrevistarla. Si usted abre nuestro sitio de Internet, verá su casa en llamas”. Era verdad. Perdí nueve años de documentos, mi ministerio esta-ba acabado… esa vez lloré y pensé: “amo a Dios, estoy haciendo su trabajo, ¿por qué permitió esto?”

Pero me quedé en Etiopía. Tenía una misión, trabajo, cosas que hacer. Cuando regresé, tres cadenas de televi-sión fueron al aeropuerto a esperarme. A causa de ese incendio, un doctor judío de Washington D.C., me vio en el noti-ciero. Yo soy una mujer árabe, pero eso no le impidió buscarme y realizar una donación de ¡doscientos mil dólares! dijo que se comprometía de por vida. Dios no desperdicia tragedias, algo bueno siempre resulta de ellas.

n ¿Qué ha aprendido usted acerca de cómo trabaja Dios?

Cuando Dios llama a una persona para que le sirva en algo específico, siem-pre provee las habilidades, oportunidades y recursos. El hizo esto por mí, y aun cuando soy humana y me desaliento, la verdad acerca de Dios es que él siempre provee en el momento exacto. En una oportunidad teníamos menos de dos mil dólares, pero algunas personas que leye-ron un artículo sobre mi trabajo enviaron ¡ciento cincuenta mil! Otras personas oyeron acerca de ese regalo y enviaron

considerables donaciones también.No me avergüenzo del evangelio de

Cristo, y la gente respeta eso. Siempre digo que soy adventista. Estoy orgullosa de ser adventista del séptimo día. Dios ha dado a cada persona tres T: tiempo, talentos y tesoros. Lo que hagamos con estos dones nos diferencia de otra gente. ¿Los usas solo para ti o los compartes?

n ¿Podría compartir la historia de un niño en particular que haya sido ayudado a través de su ministerio?

Hace siete años en Tanzania, resca-tamos a un niño de la calle. Samuel Atupele, tenía doce años, no tenía calzado, ni hogar. Lo enviamos a una escuela adventista con internado. El año pasado me encontré con él, cuando visité Tanzania. Es un joven maravilloso. Le pregunté qué le gustaría hacer cuando finalice la escuela secundaria, y me con-testó que quería ser pastor. ¿Qué hubiera sido de él si lo hubiéramos dejado en la calle? Fácilmente podría haberse invo-lucrado en el crimen o las drogas, pero en lugar de esto quiere ser un pastor y ayudar a los niños de su país.

¡Estos niños serán los futuros líderes de nuestra iglesia! Darles una opor-tunidad de llegar a ser buenos ciuda-danos no es simplemente una buena inversión por ellos, sino también por nosotros. Todos estamos conectados, no aislados. Si le damos a los huér-fanos una oportunidad, ellos pueden llegar a ser líderes y a hacer grandes cosas. Todos los niños necesitan un héroe, alguien que se preocupe por ellos, que les muestre respeto y restau-re su dignidad. Esa es nuestra respon-sabilidad.

Shelley Nolan Feesland (M.S.M. John Hopkins University) es la directora de Comunicación de la Radio Adventista Mundial. E-mail: nolans@ gc.adventis.org.

Norma Nashed puede ser contactada en [email protected] o en www.restoreachild.org.

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21DIÁLOGO 23 • 3 2011

PERFIL

Dennis Dean Tidwell

Diálogo con un funcionario adventista del servicio diplomático de EE.UU.Entrevistado por Charles H. Tidwell, Jr.

Dennis Dean Tidwell está trabajan-do actualmente en el Departamento de Estado de EE.UU. en Kabul, Afganistán, donde colabora en la coordinación de la asistencia interna-cional para el desarrollo.

Tidwell comenzó su carrera en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Tailandia y durante cerca de veinte años trabajó principalmente con el grupo de minoría étnica karen (o kayin). En 1989, se incorporó a la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) y ayudó a establecerla como una agencia de desarrollo reconocida a nivel nacional en Camboya, Laos y Vietnam. En 1992, se trasladó a Hanoi (Vietnam) como director de ADRA Vietnam. A continuación, fue el direc-tor de ADRA India por seis años y ayudó a obtener el reconocimiento gubernamental para la agencia de asis-tencia.

Después de un breve tiempo como director del programa regional de Hábitat para la Humanidad de la ofici-na regional de Asia, Tidwell se unió al Departamento de Estado de EE.UU. en 2004. Antes de trasladarse a Kabul en enero de 2012, se desempeñó como funcionario del servicio diplo-mático en Rangún (Myanmar); Mumbai (India); y Chiang Mai (Tailandia).

Nacido en una familia de misione-ros, Tidwell se crió en la India, donde cursó la secundaria. Estudió Teología en la Universidad Andrews, y tam-bién una Maestría en la Enseñanza del Inglés como Segunda Lengua en la Universidad de Indiana y una Maestría en Salud Pública en la Universidad de Mahidol, en Tailandia. Sus padres fueron educadores que sirvieron toda su vida en el campo misionero –India, Sri Lanka y Hong Kong. Habla tailan-dés, karen, hindi/urdu y laosiano. Está casado con Lila Goertzen, también hija de misioneros. Se conocieron en el colegio de Vincent Hill (India) y, por lo tanto, la educación adventista ha tenido mucho que ver con la vida, misión y servicio de la familia Tidwell. Tienen dos hijos, quienes también trabajan para el Departamento de Estado de EE.UU.

n ¿Qué le llevó a dedicar una gran parte de su vida al trabajo humanitario? Y luego, ¿qué lo llevó a cambiarse al Departamento de Estado de EE.UU.?

Habiendo crecido en la India, siem-pre me veía a mí mismo viviendo y trabajando en un entorno internacio-nal. Originalmente fui a Tailandia para supervisar los pastores tribales de las montañas, pero después de ver la pobreza y las múltiples necesidades de

las tribus locales me involucré más en el trabajo de desarrollo comunitario. Fue un paso lógico unirme a ADRA poco tiempo después de que fuera establecida.

Cuando estaba en la universidad, siempre pensé que tomaría el exa-men de Servicio Exterior después de graduarme, pero me invitaron a trabajar en Tailandia y me olvidé del Departamento de Estado. Cuando vivíamos en Hanoi (Vietnam), mis hijos eran amigos de los hijos de un diplomático de EE.UU. que había ido a sentar las bases para el restableci-miento de relaciones oficiales entre los dos países. Me acordé de mi pospuesto interés en el Departamento de Estado y decidí presentarme en la primera oportunidad posible.

n Usted ha sido esencialmente un expa-triado de carrera. ¿Cuáles han sido los desafíos de trabajar fuera de su país durante casi toda su vida?

En realidad, parecía bastante nor-mal trabajar fuera de mi país, porque me fui de Estados Unidos junto con mis padres a la India cuando era muy joven. Estar separado de la familia ha sido una desventaja al trabajar en el extranjero, además que a veces me siento como un extraño en mi propia patria, es un desafío.

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Tailandia y Myanmar, como así tam-bién contratar a los pastores para que los lideraran.

Como empleado de una ONG, me pareció emocionante establecer ADRA en Camboya, Laos y Vietnam y desa-rrollar vibrantes programas nacionales. Esto incluyó el establecimiento de un insólito proyecto de “banco bovino” en zonas rurales de Vietnam para aumentar los ingresos de los granje-ros, y la respuesta a diversos desastres en Vietnam y la India, incluyendo tifones, ciclones, inundaciones y terre-motos. Fue muy gratificante sentar las bases para establecer oficinas de Hábitat para la Humanidad en Laos y Myanmar.

Como diplomático, las satisfaccio-nes han sido poner de manifiesto las violaciones a los derechos humanos en Myanmar, mantener las fronteras de Estados Unidos seguras a través de la adjudicación cuidadosa de visas para visitantes no inmigrantes y la detección e investigación de fraudes de visas. Pero quizá lo mejor ha sido el trabajo con las minorías étnicas de Myanmar, para ayudarles a lograr la unidad y negociar con el gobierno nacional para obtener la paz.

n ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta como cristiano adventista al trabajar en organizaciones no eclesiásticas?

No hay nada que no pueda ser superado. A veces los colegas tienden a dejarlo a uno de lado por cosas como no beber alcohol. En ocasiones me ha tocado acompañar a un visitante en sábado. En estos casos, he tenido que planificar actividades únicas con las que me podía sentir cómodo, o bien pedir a los colegas que me suplanten. Contrariamente a lo que algunos pien-san, no es necesario beber alcohol para ser un exitoso diplomático. La gente en el Departamento de Estado es muy tolerante y, son abiertos a respetar creencias religiosas distintas.

Por pedido de Diálogo, Charles H. Tidwell, Jr. –hermano mayor de Dennis– condujo esta entrevista. E-mail: [email protected].

Charles H. Tidwell, Jr. (Ph.D. Universidad de Calgary, Alberta, Canadá), recientemente se jubiló como Decano de los Programas de Afiliación y Extensión de la Universidad Andrews. Trabajó durante más de cuarenta y tres años como profesor y administrador en el sistema de educación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en los EE.UU., Canadá y Hong Kong.

n ¿Cuál es el rol que un cristiano adven-tista puede cumplir en el Departamento de Estado?

Creo que es importante ser un tes-tigo de mis creencias. Por ejemplo, todos mis colegas en el Departamento de Estado saben que yo no bebo alcohol y trato de seguir un estilo de vida vegetariano. Recientemente, hicieron una despedida para mí en el Consulado de EE.UU. en Chiang Mai en la que sirvieron un menú vege-tariano libre de bebidas alcohólicas. Estaban honrando mis creencias y estilo de vida.

Yo veo mi trabajo como un “fabri-cante de carpas” y aunque no está permitido llevar a cabo actividades religiosas en la propiedad del gobierno, he sido capaz de apoyar y alentar a las iglesias adventistas locales dondequiera que hemos servido. También he esta-do involucrado en escribir el informe anual del Departamento de Estado acerca de libertad religiosa y creo que con mi perspectiva adventista he sido capaz de entender mejor estas cuestio-nes en los diferentes países; asimismo estoy más alerta que otros funcionarios diplomáticos acerca de temas de liber-tad religiosa y he tenido oportunida-des de llegar a los líderes religiosos en cada país donde serví. Dos veces he organizado cenas de iftar –la comida del final de cada día de ayuno durante el Ramadán– para los líderes musul-manes locales para demostrar nuestro respeto por sus creencias.

n ¿Cuáles han sido las satisfacciones más importantes de su carrera –como pastor, empleado de una ONG (ADRA, Hábitat para la Humanidad) y diplo-mático?

Como pastor, me pareció gratifi-cante ayudar espiritual y físicamente a miembros de la iglesia, capacitar a trabajadores de salud de las aldeas para servir en las zonas donde había muy poca o ninguna infraestructura de salud, y ayudar a organizar las com-pañías e iglesias en las comunidades karen a lo largo de la frontera entre

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LIBROSros misioneros cristianos, señala Nathaniel Walemba (p.133), relegaban estos temas a las prácticas tradicionales y las supers-ticiones que asumieron se desvanecerían a medida que los conversos se volvieran más versados en el cristianismo. Esta suposición no sucedió, sino que la influencia de los falsos sis-temas llevó a muchos creyentes a una mezcla peligrosa. Otra de las causas que dieron origen a este falso fenómeno religio-so, de acuerdo a Vida Mensah (p.146), es la doctrina de la inmortalidad. Dado que la mayoría de las principales iglesias “creía en la inmortalidad del alma, era fácil para los africanos establecer una conexión con el concepto de los ancestros”, el cual es parte de toda la cuestión del espiritismo. Donkor (p. 4) señala que las iglesias independientes contemporáneas, principalmente bautistas, han sacado ventaja de la doctrina no bíblica de la inmortalidad del alma para introducir elementos de las creencias tradicionales y culturales en el cristianismo, en detrimento de su núcleo bíblico. El capítulo 12, escrito por Sampson Nwaomah, discute el tema de la unción con aceite y otras prácticas contemporáneas que son predominantes en dos iglesias carismáticas. Nwaomah apunta a tres tipos de unción muy comunes en las iglesias de África: la unción por enfermedad, por logros o avances y por posesiones materiales. Nwaomah señala correctamente que, mientras que la unción es bíblica, la forma en que se realiza a través de una mezcla de tradición y religión no es más que una burda perversión de las declaraciones bíblicas que se suelen citar en apoyo de este rito.

Todos los colaboradores del libro ponen énfasis en que los africanos son personas con fuertes vínculos comunitarios y creencias en la inmortalidad del alma, que a su vez los lleva a creer en el espiritismo y la veneración de los antepasados. El libro advierte de dos posturas extremas: o bien dudan de la existencia de los demonios, o tienen una creencia total en ellos. Los autores argumentan que los demonios son seres rea-les –los ángeles caídos que fueron echados con Satanás cuan-do decidió rebelarse contra la autoridad de Dios. Brempong Owusu Antwi trata la realidad del diablo. Como señala Elena White (p. 67), “incluso el poder de los demonios está bajo el control de nuestro Salvador”. En un apéndice se hace una importante distinción entre ser acosados y poseídos por un espíritu maligno (en el sentido de que todos los seres huma-nos se sienten tentados) y el atribuir a la posesión demoníaca los problemas físicos de la neurología y la fisiología humanas. Donde esta distinción se ve comprometida y rendida, el fenó-meno falso de la posesión diabólica se hace cargo.

El trabajo de Donkor es un llamado a volver a la Biblia y a Cristo como camino para recibir la libertad total. El indivi-duo tiene que elegir no tomar partido por el diablo. Philemon Amanze y Kayode Makinde hacen una sugerencia muy útil: que los ministros en formación deberían tener cursos en reli-gión tradicional africana, así como seminarios para los que ya están en servicio, para ayudarles a hacer frente a esta proble-mática durante su ministerio.

La sección final proporciona directrices y recomendaciones

The Church, Culture and Spirits: Adventism in AfricaEditado por Kwabena Donkor (Hagerstown, Maryland: Review and Herald Pub. Assn. 2011. 242 páginas, tapa blanda).

Reseñado por Hudson Kibuuka

El cristianismo en África está pasando por una crisis que ha afectado tanto a la posición teológica como a la misión pastoral y de evangelización de la iglesia. Aunque la teolo-gía adventista ha tratado de mantener su rebaño dentro del marco bíblico de fe y creencia, no ha sido fácil mantener a los miembros de iglesia plenamente conscientes de que aunque están en el mundo, no son del mundo –tanto en la creencia como en la práctica. En ausencia de tal conocimiento –y atacados por extrañas doctrinas emanadas de la brujería, prác-ticas culturales antiguas y fuerzas espiritistas– una nueva teo-logía que combina las posiciones precristiana y cristiana está amenazando la postura bíblica acerca de la fe y la creencia. El libro que reseñamos es parte de la respuesta de la iglesia a este problema.

Editado por Kwabena Donkor, director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día, el objetivo del libro es ayudar a los pastores y maestros para que sean conscientes de los peligros de este nuevo fenómeno y que puedan lidiar con él, ya que puede terminar confundiendo a los creyen-tes. El libro no es una obra de una sola persona: ha reunido a los principales teólogos adventistas, profesores de Biblia, pastores y administradores eclesiásticos de todo el África Subsahariana, así como dos expertos internacionales bien informados acerca de los desafíos que enfrenta el cristianismo en ese continente. Los ensayos tratan acerca de la cultura, el mundo de los espíritus, las desviaciones del cristianismo bíblico, las interpretaciones extrañas y las cosmovisiones no bíblicas que desafían a la Iglesia Adventista en África. Este libro es una herramienta que llega en el momento certero, para preservar la verdad del adventismo y protegerlo de las desviaciones de una cosmovisión bíblica.

Esta compilación pone en evidencia que las cuestiones del espiritismo, la magia, posesión demoníaca y brujería son reales en muchas comunidades del África y afectan a muchas personas, incluidos los que profesan la fe cristiana. Los prime-

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Red Alert: Hurtling Into EternityHerbert E. Douglass (Nampa, idaho: Pacific Press, 2011. 216 páginas, tapa dura).

Reseñado por Gerhard Pfandl

Herbert Douglass es un autor adventista prolífico. Ha escrito muchos libros –desde lo simple a lo profundo– y el más reciente no es para los débiles ni asustadizos. Por lo tanto, tranquiliza tu corazón, agudiza tu mente y disfruta de una fiesta que llena el alma y desafía el intelecto. En la primera mitad del libro (capítulos 1 a 6), Red Alert nos lleva por un viaje relámpago a través de los acontecimientos mun-diales recientes. Se comienza con un análisis del aumento de apariciones marianas y de la mariología entre los protestantes y musulmanes. El segundo capítulo relata el aumento expo-nencial de los desastres (naturales y artificiales), terremotos, inundaciones, huracanes, volcanes, hambre, enfermedades, etc. El siguiente capítulo, titulado “Los siglos más sangrien-tos del mundo”, reseña las guerras del siglo XX y destaca los barriles de pólvora que han sido la religión y la raza en muchos de los disturbios civiles y las guerras del mundo. El cuarto capítulo analiza las razones de la actual crisis finan-ciera y las revueltas callejeras en Europa. El asunto de la globalización y la presión por un gobierno mundial y una religión mundial es el tema del quinto capítulo, pasando en el sexto al sorprendente interés que ha generado el papado en los últimos tiempos en todo el mundo.

La cantidad de datos y cifras que Douglass reúne en estas páginas describe un mundo fuera de control, tambaleándose por el impacto de todos estos eventos de la naturaleza y la sociedad. Esta dosis condensada de señales negativas puede provocar pesadillas en los lectores. Sin embargo, se trata de una verificación de la realidad de que estamos viviendo en un momento en que estarán “desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:26).

La segunda mitad del libro (capítulos 7 a 12) enfatiza el tema del gran conflicto que proporciona el fundamento espiritual de estos acontecimientos mundiales. Se analiza el papel de Satanás en esta guerra entre el bien y el mal, como así también el papel de los Estados Unidos en los acon-tecimientos de los últimos días, de acuerdo a Apocalipsis 13:12-14 y los escritos de Elena White. Dos capítulos están dedicados al tsunami de la nueva espiritualidad –

específicas para los miembros de iglesia y líderes respecto de diversas manifestaciones espiritistas del diablo. Puesto que los vínculos comunitarios son muy fuertes en África, las sugerencias de trabajo deberían tener esto en cuenta, y una de las recomendaciones es que la iglesia actúe como una familia sustituta. El desafío es que esta familia tenga el mismo tipo de “unión” o “vínculo” que el que la familia tradicional nor-malmente tiene sobre sus miembros. Estas familias se harían cargo de las diversas celebraciones o ritos de paso de las dife-rentes etapas de la vida, basadas en principios bíblicos, para todos los miembros de la iglesia.

La curación es un problema específico en el que los miem-bros de la iglesia necesitan una guía: ¿cómo ayudarles a dis-tinguir entre los herbolarios y curanderos místicos –lo expli-cable e inexplicable de la medicina tradicional? El primero trata con prácticas que son científicas y farmacológicamente explicables, mientras que el segundo usa prácticas místicas, mágicas, psíquicas, metafísicas, lo sobrenatural y lo oculto. El conocimiento útil de las hierbas y la práctica de curación han sido desacreditados y condenados al ostracismo, como resul-tado de la confusión provocada por los curanderos, así como algunos guías religiosos.

Con respecto a tratar con la posesión demoníaca, la Biblia dice que Jesús le dio a los apóstoles el poder de expulsar los demonios, y ese poder está disponible para la iglesia hoy. Pero, como señala el libro, es un error aceptar la caza de bru-jas y buscar oportunidades para el exorcismo, como parecen hacer algunas organizaciones religiosas contemporáneas. La comisión de Cristo a la Iglesia Adventista del Séptimo Día es predicar que el mensaje bíblico es la fuente de la libertad. El diablo estaría feliz de lograr que la iglesia se concentrase en algo distinto a lo que traiga libertad para aquellos que aceptan a Jesús y, por lo tanto, lo convierte (al diablo) en perdedor. Ekkehardt Mueller deja en claro (p. 107) que los cristianos solamente pueden ser victoriosos conquistando al dragón y la bestia, dando testimonio de Dios y del Cordero.

Aunque se usan los términos “África” y “africanos”, la mayoría de los ejemplos dados son del África subsahariana, lo que probablemente sea la delimitación no anunciada del libro. Sin embargo, yo hubiera aprendido mucho al saber algo acer-ca de los territorios árabes de África, como así también de los ciudadanos inmigrantes de Sudáfrica.

En general, recomiendo el libro a todos los ministros en servicio y en formación, educadores y líderes de la iglesia, así como miembros de iglesia. Provee mucha luz acerca de este tema y ofrece directrices y recomendaciones muy útiles.

Hudson Kibuuka (Doctor en Educación, Universidad de Sudáfrica) es director asociado del Departamenteo de Educación en la Asociación General. E-mail: [email protected].

Continúa en la página 31

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25DIÁLOGO 23 • 3 2011

¡Su Palabra permanece para siempre

El salmo 119 declara la eficacia de la Palabra de Dios en la vida del creyente que la ama y obedece.Artur Stele

LOGOS

El salmo 119 es el capítulo más extenso de la Biblia. Charles Spurgeon una vez relató la historia de George Wishart, obispo de Edimburgo en el siglo XVII, quien fue condenado a muerte junto a su mentor, el Marqués de Montrose. En el patíbulo de eje-cución, Wishart hizo uso de una cos-tumbre de esos tiempos, que permitía al condenado elegir un salmo para ser cantado. El escogió el salmo 119 y antes que dos tercios del salmo fueran cantados, llegó el perdón y fue libera-do.

David Livingstone, misionero pio-nero en África, fue premiado con una Biblia de parte de la maestra de su escuela dominical, por repetir el salmo 119 de memoria, a los nueve años de edad.

Esto me hace recordar mi propia experiencia en la Unión Soviética cuando yo era niño y no era fácil conseguir una Biblia. No solo no se publicaban, sino que estaban prohibi-das pero aún así cuando los creyentes se reunían para adorar, –en viviendas privadas– tenían Biblias. Por eso, a los cinco años yo estaba obsesionado con el deseo de conseguir una Biblia propia.

Me enteré que únicamente los líderes de iglesia podían recibir una. Entonces, la siguiente vez que vi al pastor Kulakov –fue un líder no ofi-

cial de la iglesia por muchos años–1, le pedí si podía ayudarme a conseguir una Biblia. El me dijo: “Tu debes aprender a leer primero, tan pronto como aprendas a leer bien, recibirás tu Biblia”. Por lo tanto comencé a estudiar diligentemente. En ocasiones, los líderes de la iglesia se reunían en nuestro hogar, y el pastor Kulakov estaba allí para presidir las reunio-nes. Pero era casi imposible acercarse debido a que todos deseaban hablar con él. Intenté descubrir un modo en que podría hacerle saber que ya había aprendido a leer bien y que era el momento para que me consiguiera una Biblia. Noté que en ocasiones el pastor Kulakov se retiraba de las reuniones para ir al baño y decidí que esa era mi oportunidad; me paré frente a la puer-ta del baño, leyendo un libro, como enviándole una señal clara: es tiempo de darme una Biblia.

En aquellos días, la Biblia no era solamente comida espiritual, sino que además su mensaje era la llave que abría puertas de casas-iglesias y de hogares de creyentes. Siendo que la iglesia debía operar en forma muy disi-mulada, algunas agencias especiales del gobierno estaban intentando infil-trarse en la iglesia

Si un creyente visitaba un pueblo o ciudad, intentaba encontrar creyentes y adorar con ellos. Antes de viajar, nos

acercábamos al pastor y él nos daba la dirección de algunos creyentes. Al llegar a destino buscábamos la casa y llamábamos. Entonces se oía una voz que preguntaba: “¿Quién está ahí?”. Generalmente contestábamos: “Soy un adventista. ¡Tu hermano o hermana!” En algunas ocasiones oías otras pre-guntas como, “¿Quién le dio mi direc-ción? ¿Cuál es el versículo de memoria de esta semana? ¿Cuál es la lectura devocional de hoy? ¿Conoce el cuarto mandamiento?” Pero si el dueño de casa todavía tenía algunas dudas, ¡reci-tar el salmo 119 lo convencería! Era la llave maestra.

Una de las características más noto-rias del salmo 119 es que está escrito en forma de acróstico. Los 176 versí-culos están organizados en veintidós grupos de ocho. Los ocho versículos de la primera estrofa comienzan con la primera letra del alfabeto hebreo, “Alef”. Cada línea de los ocho versos de la segunda estrofa comienza con la segunda letra del alfabeto hebreo, “Bet”, y así sucesivamente hasta que las veintidós letras del alfabeto hebreo han sido usadas.

¿Por qué estrofas de ocho y no de siete? La palabra “siete” en hebreo deriva de una palabra que significa “ser lleno, satisfecho, tener suficiente de”. ¡Así sería muy apropiado utilizar este número! Sin embargo, la palabra “ocho” en hebreo deriva de un voca-blo que significa “engordar, hacer que sobreabunde”. De esta manera “siete” es suficiente, pero “ocho” es más que suficiente. En la palabra de Dios existe una sobreabundancia que supera la plenitud. Todos podemos encontrar cada bocado de consejo y sabiduría que necesitamos y ¡en sobreabundan-cia!

Pero es interesante que el libro de Salmos contiene tanto el capítulo más corto (Salmo 117) como el más largo (Salmo 119). El capítulo más corto invita a todas las naciones y pueblos a adorar a Dios, “¡porque ha engrande-cido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre!

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26 DIÁLOGO 23 • 3 2011

(Es constante, nunca cambia)”. El capítulo mas largo alaba la Palabra de Dios, su revelación, su ley, su guía, poniendo énfasis especial en el hecho que su palabra permanece para siem-pre.

Plenamente eficazUn aspecto notable del Salmo 119,

es que casi todos los versículos hacen referencia a la Palabra de Dios. Hay numerosos sinónimos para Escritura en este salmo. Algunos argumentan que hay ocho; otros ven diez. Por ejemplo, ley-Torah, 25 veces; palabra- Dabar, 24 veces; dichos, promesas u otro vocablo hebreo para palabra- Imra’, 19 veces; reglas u ordenanzas, 23 veces; testimonios, 23 veces; man-damientos, 22 veces; decretos o estatu-tos, 21 veces; preceptos, 21 veces y así sucesivamente.

Franz Delitzsche escribió, “Aquí tenemos descripto en plenitud inagota-ble lo que la Palabra de Dios es para el hombre y cómo debe el hombre com-portarse en relación a ella”.

El salmo 119 declara la eficiencia total de la Palabra de Dios en la vida del creyente que la ama y obedece. ¿Quién no recuerda palabras del salmo 119 tales como: “ En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (vers. 11), o “Ella es mi con-suelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado” (vers. 50)?

El salmo habla del deleite interior de la palabra de Dios.¡ Hace énfasis espe-cial en el hecho de que la Palabra de Dios purifica el corazón, consuela al alma, reconforta el espíritu, conquista los temores, aconseja, ilumina, fortale-ce la mente, da entendimiento, anima el corazón, estimula la fidelidad, enri-quece la vida, trae esperanza, incre-menta la fe, da apoyo en la persecu-ción, infunde paz, muestra el camino, guía a la verdad, satisface plenamente, sostiene firmemente, da vida, protege de la destrucción, protege de los mal-vados, reaviva, provee misericordia y llena de gozo!

El aspecto más fascinante del

salmo 119 es que exactamente en el medio, en el corazón del mismo, (ver-sículo 89) encontramos la siguiente declaración, la cual en realidad es el fundamento de todo lo que se ha dicho hasta aquí y lo que será dicho en los siguientes versos hasta el final del salmo. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (RV). “Tu palabra, Señor, es eterna, y está firme en los cielos. Tu fidelidad permanece para siempre” (vers. 89, 90 NVI). ¡Este es el corazón de todo el salmo! Este es el fundamento real de todo lo que se ha sido dicho en el salmo.

La naturaleza eterna de la palabra de Dios

Este salmo se enfoca en la natu-raleza infinita y eterna de la Palabra de Dios que además de perdurable, se mantiene firme en los cielos, por siempre inmutable, siempre nueva, fresca y relevante. La fidelidad de Dios es un sinónimo de Escritura, signifi-cando que Dios está comprometido eternamente a mantener sus promesas a través de todas las generaciones, incluyendo la nuestra. Así como Dios estableció la tierra que permanece firme, por su palabra hablada, su Palabra escrita también permanecerá segura y firme a través de todas las generaciones.

Note aquí la referencia al cielo, a Dios mismo y a su fidelidad. Verdaderamente significa que aquel que inspiró la Palabra, y que nos la envió, está vivo, y lo mismo su Palabra que es y será relevante por siempre. Esta es la razón por la cual el salmista (vers. 18) exclama: “Abre mis ojos, y miraré”.

Debido a que Dios es quien respalda esta Palabra y él está vivo, deberíamos siempre esperar nuevos descubrimien-tos al embarcarnos en una jornada de estudio de la Biblia. Nunca llegará el momento cuando podamos decir que sabemos todo lo que sus páginas tie-nen para decir. Al abrirla nuestra ora-ción debería ser: “Abre nuestros ojos, y

miraremos.” Como la Palabra de Dios es eterna en el cielo, ¡claramente puede también ser confiable aquí en la tierra! Martín Lutero declaró: “La Biblia está viva, me habla, tiene pies, corre detrás de mí, tiene manos, y me toma. La Biblia no es antigua ni moderna. Es eterna”.

Elena White escribió: “La Palabra de Dios es la única cosa firme y sin cambio que el mundo conoce. Como su Autor, en carácter es la ‘misma ayer, hoy y por siempre”’.2 “La palabra del hombre fracasa, y quien se aferre de las aserciones del hombre como su fuente de dependencia, bien puede temblar, porque algún día llegará a ser como un barco que naufragó. Pero la Palabra de Dios es infalible y subsiste para siempre. Cristo declara: ‘Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido’. (Mateo 5:18.) La Palabra de Dios permanecerá a través de las interminables edades de la eter-nidad”.3

Una vez se le preguntó a John Ryle, un obispo anglicano, qué sucedería con la Biblia dado que se encuentra bajo el ataque de la alta crítica. Él respondió: “Denme la teoría de la inspiración bíblica con todas sus difi-cultades, en vez de la duda. Acepto las dificultades y humildemente espero su solución. Pero mientras espero, estoy parado sobre la roca”. Tenemos una elección, una roca sólida o las siempre cambiantes teorías y filosofías huma-nas.

Todo cambia en esta vida. Nada es sólido. Los reinos vienen y van, los líderes vienen y van. Nací en un país que ya no existe más. Para mi formación académica fui a otro país que tampoco existe más. Los líderes soviéticos prometieron a la gente un buen retiro o jubilación. La gente trabajó esforzadamente, creyendo en sus líderes. Sin embrago, cuando llegó el tiempo del retiro, los que habían hecho la promesa se habían ido y el país también. ¡No así la Biblia!

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¡El que habla a través de las Escrituras y que hace promesas en la Biblia está vivo! El es el mismo ayer, hoy y mañana. Solamente Dios y su Palabra nunca cambian, son inamovi-bles y totalmente confiables. Las teo-rías humanas, aun cuando puedan ser muy populares, no duran mucho. Las filosofías vienen y se van. ¡Solo existe una roca sólida! El libro de Daniel, en el capitulo 5, describe una ocasión interesante cuando el rey Belsasar se encuentra con el profeta Beltsasar. El rey necesita alguien que le interprete la escritura manuscrita en la pared y le promete al profeta riquezas y honra. El profeta sabe que el fin del reino ha llegado. Un ejército ya ha rodeado la ciudad. El reino está casi tomado. Pero el rey Belsasar continúa prometiendo: “…Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás ves-tido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino” (Daniel 5:16). Pero la historia continúa: “Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: ‘Tus dones sean para ti, y da tus recompen-sas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación’” (Daniel 5:17).

El rey promete lo que en realidad no tiene. Cuán a menudo nos sucede algo parecido. Este mundo nos ofrece cosas muy atractivas, y parece que somos tentados a seguir la moda del día, olvidando que este mundo no tiene nada que ofrecer que sea perdurable. Nunca olvidaré el día cuando como soldado del ejercito soviético, los ofi-ciales militares, luego de muchas horas de lavado de cerebro e interrogatorios, me invitaron a la oficina del principal oficial de la unidad, y me dijeron: “No sea necio; no destruya su joven vida. Simplemente olvide a su Dios, por lo menos por un tiempo, mientras está en el ejército. Vamos a hacer que su vida sea maravillosa. Le daremos vaca-ciones, una vida placentera, y usted tendrá un buen futuro… pero con su Dios usted perderá todo eso”. Hoy me pregunto ¿dónde están aquellos que me

hicieron esas promesas? ¡Pero mi Dios está aún en el trono!

Promesas que perduranLas bendiciones prometidas en el

salmo 119 son reales. Si necesitas sabi-duría y entendimiento, este salmo te dice: “¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos. Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos” (vers. 97-100, NVI).

Si hoy estás perdido y no puedes encontrar el camino, el salmo 119 te anima a conseguir un GPS de máxima calidad: “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” (vers. 105). “Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad” (vers. 133, NVI).

Si necesitas ayuda o protección este salmo te dice dónde obtener la mejor póliza de seguro: “Tú eres mi escon-dite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. ¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cum-plir los mandamientos de mi Dios! Sostenme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas. Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos” (vers. 114-117, NVI).

Tuve un alumno que actualmen-te es pastor en uno de los países del Cáucaso, que me relató una experien-cia reciente. El había comenzado a dar estudios bíblicos a un joven cuyo padre estaba por segunda vez en la cárcel; ambas veces había sido senten-ciado por homicidio. Cuando final-mente fue liberado de la prisión, llegó a casa y notó un cambio en la vida de su hijo. Cuando descubrió que el muchacho estaba asistiendo a la Iglesia Adventista, se sintió muy disgustado, de manera que decidió salvar a su hijo de lo que el creía era una secta peligrosa. Comenzó hablándole para persuadirlo, pero no produjo cambios.

Entonces comenzó a golpearlo, y eso tampoco ayudó. Entonces pensó: si continúo en este camino puedo llegar a matar a mi hijo. ¿No sería mejor matar al pastor que ha influenciado tan fuerte-mente a mi hijo?”

Así es que el padre decidió matar al pastor. Ya tenía suficiente experiencia. Tomó un cuchillo, que era como una pequeña espada, y obligó al pastor a entrar en su vehiculo. Comenzaron a hablar. Mientras estaban conversando, el pastor intentó hablar acerca de la Palabra de Dios, la cual en realidad es, como nos dice la Biblia, “una espada de doble filo”. El padre intento tomar su espada, pero tan pronto la tocó, su mano se entumeció y no pudo mover-la. Mientras continuaban hablando, “la espada de dos filos” de la Biblia atrapó al padre. Poco después este hombre fue bautizado y como es habi-tual, quiso dar un testimonio: “Tengo un regalo que me gustaría darle al pastor. Esta es la espada que yo estaba tratando de usar para matarlo. Pero la otra espada, la de doble filo, la Palabra de Dios…”

Queridos amigos, la Palabra de Dios permanece para siempre. Su espada es suficientemente poderosa.

Arthur Stele (Ph.D., Andrews University) es vicepresidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y director del Instituto de Investigación Bíblica. Antes de trabajar en la Asociación General sirvió a la iglesia en Rusia y fue presidente de la División Euroasiática por muchos años. E-mail: [email protected].

REFERENCIAS 1. Luego de la desaparición del comunismo, Mikhail

Kulakov fue presidente de la División Euroasiática. 2. Elena White, The Bible Echo, Mayo 1894, párrafo 1. 3. ----------------, Alza tus Ojos, p. 94.

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El versículo de Salmo 139:12 me ha desconcertado más de una vez: “Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; ¡lo mismo te son las tinieblas que la luz!” ¿Qué está diciendo el salmista? ¿Le dará lo mismo a Dios una cosa que la otra?: Un violador que un filántropo? ¿Hitler que Teresa de Calcuta? ¿Una atrocidad que una acción noble?

Repetidas lecturas tanto del salmo en su contexto inmediato como del macrocontexto bíblico, me han con-vencido de otra cosa: no sólo hay un Dios al que no le da lo mismo el ino-cente que el culpable, el justo que el injusto, sino que es un Dios que revela algo grande, demasiado grande, que todo humano necesita saber.

Ignorar las tinieblasEl versículo anterior señala: “cier-

tamente las tinieblas me encubrirán”. Pareciera que asumimos como inevita-ble que las tinieblas nos alcancen. Se trata de la derrota de un sistema muy activo en la autopreservación humana: el de evitar por todos los medios que las tinieblas nos cubran. Solemos pen-sar “si hay miseria, que no se note”, y para eso hemos desarrollado una extraña manera de evitar la realidad especialmente cuando se trata de nues-tras propias tinieblas; no las vemos y

además fallamos en darnos cuenta de que no vemos.

Heinz von Foerster1 cuenta que un soldado de la Primera Guerra Mundial herido de bala en el cráneo, tenía un punto ciego casi tan extenso como el campo total de la retina. Todos tene-mos un pequeño punto ciego pero no nos afecta seriamente porque el cerebro reconstruye ese pequeño espa-cio con el resto de la información. El problema era que este soldado tenía un punto ciego tan grande que no veía una gran cantidad de objetos, y no se daba cuenta que no los veía. Atrapado en esta negación de la realidad, el sol-dado no era plenamente capaz de ver su entorno y se convirtió en una vícti-ma de sus puntos ciegos.

Por más de un siglo, los académicos han intentado analizar los puntos cie-gos de nuestra existencia y su posible solución. Algunos han establecido que la causa del fenómeno radica en los propios individuos; otros lo han pen-sado como resultado de mecanismos sociales que niegan la oscuridad. Lo cierto es que las tinieblas no desapare-cen, pero hacemos todo lo posible para no verlas. Y entonces nos sentimos más tranquilos, respetables y honora-bles mientras vivimos en un estado de negación y riesgo.

Cuando las tinieblas se hacen evidentes

El problema surge cuando esa tran-quilidad “digna” entra en crisis y se hace evidente la oscuridad: “¿Soy real-mente así?” “¿Somos así?” “¡No puede ser!” “¡El que dice esto miente...!” “¡La situación debe estar mintiendo!”, –son las frases que nos decimos.

Finalmente, cuando nos vemos for-zados por las circunstancias a ceder ante la claridad de la evidencia, nos sentimos destrozados, con la dignidad y el respeto propio por el piso. “¿Será que esto es así desde hace mucho?” “Yo recién me doy cuenta, pero mi familia, mis amigos, los que me rodean ¿lo veían todo el tiempo?” Y, en repetidas ocasiones, cuando ya no podemos castigar más al que denunció nuestra oscuridad, nos castigamos a nosotros mismos: “¿cómo es posible?”

David afirma que Dios conoce las tinieblas que no vemos; incluso las que ni siquiera nos animamos a mirar. Pero incluso así ¡eso no lo aleja de nosotros! “Lo mismo te son las tinie-blas que la luz”. En su conocimiento infinito sabe de ambas.

La verdad es que hay sectores que siempre están sucios. En una casa puede ser arriba de los rollos de cor-tinas de enrollar, de algunos muebles altos, detrás del refrigerador o de algún piano. No nos molestan mien-tras no los vemos.

Cuando era estudiante vendí libros durante algunos veranos en el sistema de colportaje. Tuve la oportunidad de entrar a cientos de hogares, y más de una vez encontré una vivienda donde era notorio que la dueña de casa era muy dedicada a la limpieza. Su hogar lucía impecable, al menos hasta donde llegaba su campo visual. Soy más alto que la mayoría de la gente, y veo lugares donde otros no ven, y sobre los muebles no todo relucía.

Esa experiencia me ha hecho pensar en mis zonas que están impecables, y en aquellas que acumulan suciedad. En los rincones que solemos mirar y mostrar para sentirnos bien y en

¿Nuestras tinieblas o su luz?

El modo en que Dios trata con los rincones oscuros de nuestras vidas.Marcelo Falconier

PUNTO DE VISTA

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aquellos otros que ni nos atrevemos a mencionar. Hay que colocar la basura lejos o en lugares donde no sea vista. Pero la basura no desaparece, y los que la producen o contienen tampoco.

En cada contexto existen especifica-ciones de lo que es respetable y lo que no. Pero es tal vez más duro cuando son cosas nuestras. Insoportables. Y pagaríamos para olvidarlas porque estamos descreídos de nuestros inten-tos para superarlas. Y nos volcamos a cualquier otra cosa que nos “haga el favor” de poner una venda y algo de calmante en una herida infectada.

Dios y nuestras tinieblasAsí nos ve Dios: ve lo mejor de

nosotros; ve lo peor. Sabe todo. Ve todo junto. Pero no se espanta. No se horroriza de nuestras partes oscuras, ni tampoco de nuestra tendencia a ocultarlas. En maniobras humanas de poder no es raro que se busquen esas zonas del oponente para hacerlas públicas o incluso extorsionarlo. Este Dios es diferente.

Juan 3:17 nos recuerda que “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo”. Que no era nece-sario, porque ya estaba condenado; es como decir: no vino a ensuciar los rincones sucios. Lo envió “para que el mundo sea salvo por él”.

Mis tinieblasEscribo estas líneas sintiéndome

indigno e indignado. Indigno al enfrentarme ante algunas de mis tinie-blas; indignado, porque “no puede ser”. Me gusta sentirme respetable. Detesto encontrarme con elementos que muestren lo contrario. Y, aunque la evidencia muchas veces es lo más difícil de percibir, en ocasiones queda demasiado expuesta. Y así me acerco a Dios –sin deseos de arrastrarme pero sin argumentos para no hacerlo.

Entonces Dios me recuerda el capí-tulo 28 de Génesis, que tantas veces he leído. Y me solidarizo con el Jacob transgresor, que queda solo, expuesto a su suciedad y su oscuridad. Y veo

como en ese contexto Dios le mues-tra el cielo abierto, y una escalera que comunica el cielo y la tierra. Me emociona, y me da escalofríos por-que esa escalera está siempre, pero se vuelve significativa en la oscuridad. Sí, muchos están dispuestos a tender puentes y realizar intercambios en nuestros momentos luminosos, pero sólo Dios conoce la profundidad de nuestra miseria y aun así quiere ten-der un puente de comunicación, de esperanza, de restauración. Eso no es humano. Es algo divino.

Se trata del Dios que nos lleva a delicados pastos y nos acompaña en momentos de quietud, de prosperidad, pero también del que está en la crisis (Isaías 43:2), en el valle de sombra y de muerte (Salmo 23:4). No es un Dios que ama la oscuridad pero nos ama a nosotros incluso en nuestras oscuridades. Cuando él llega, esta oscuridad se disipa. No encandila ni avasalla como prefieren hacer algunos con sus limosnas. Pero tiene maneras de hacer que esos rincones terminen mejorando. Propone un camino alter-nativo a las tinieblas (Efesios 2:10; Tito 3:3-8).

Lo más significativo para mí es que sigue con esa actitud. Porque yo he elegido –y sigo eligiendo– caminar ese camino. Pero repetidas veces me vuelvo a encontrar con mis oscurida-des, y me siento peor todavía porque me había propuesto algo diferente. Algunas veces, pienso que directamen-te no vale la pena intentar.

Pero Dios vuelve a acercarse a mí (en mis tinieblas); a mostrarme su escalera; a señalarme que Jesús es el que hizo los méritos en la cruz. Que cuando me siento digno le estoy ofreciendo veinte pesos en lugar de diez, para pagar un regalo que vale millones. Que en realidad lo estoy ofendiendo con mi oferta. Pero enton-ces mi ansiedad por realizar méritos se aplaca, porque están los de Jesús (que me hace el favor de incluir esta ofensa con el resto). Los que no se aplacan –en realidad se avivan– son los deseos

de una vida mejor y de cooperar con Dios en mi restauración teniendo como horizonte la regeneración com-pleta, en la que todas las cosas sean recreadas, y la cizaña que me acosa sea destruida.

Dios frente a otras alternativas En una conversación sobre autos,

un amigo comentó que había leído que cerca del noventa por ciento de los vehículos todoterreno nunca deja el asfalto. Muchos simplemente sirven como objetos que ofrecen cierta dis-tinción social, y una buena parte se limita a recorrer los caminos que unen la casa con la escuela, el supermercado, el gimnasio y el centro comercial. Por eso algunas marcas decidieron llevar al mercado modelos que aunque lucen idénticos, no tienen el caro sistema de tracción en las cuatro ruedas.

La religión puede terminar en algo semejante a estos vehículos: tiene aspecto interesante, nos hace sentir bien... pero nunca sale del asfalto. Y –siguiendo la metáfora– podemos decir que la 4x4 bíblica sirve muy bien para el asfalto, pero también para caminos donde los otros se quedan varados. En tiempos antiguos, había muchos pueblos con sus divinidades y sacerdotes, pero Jehová seguía adon-de Baal se quedaba empantanado. Actualmente existen innumerables visiones del mundo, pero el evange-lio implica más “caballos de fuerza”, porque es “poder de Dios” (Romanos 1:16). Marcha muy bien en nuestros momentos luminosos, pero se destaca todavía más en el lodo de nuestras oscuridades.

Hace poco estuve visitando una cárcel, y pude escuchar testimonios de presos que encontraron la luz del evangelio. Contaban cómo “la 4 x 4 del evangelio” es capaz de superar las “pruebas” realizadas en los terrenos y situaciones más rigurosas. Y resiste. Y sale adelante. La religión propuesta por Jesús está preparada para todo

Continúa en la página 31

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Tu Dios es superiorMi fe en Dios no está en revisión, ni es negociable. al observar el sábado, simplemente obedecí su mandamiento.Funmilola Ifeoluwapo Babalola

PRIMERA PERSONA

“Tu Dios es grande. Tu Dios es grande. ¡Tu Dios es grande!” –declaró ella.

Todo comenzó un viernes. El jefe del departamento había reprogramado un examen de histopatología del vier-nes para el sábado. Ese cambio fue un gran golpe para mí. Estaba cursando cuarto año de medicina en el Hospital Universitario de Olabisi Onabanjo en Nigeria. Durante mis años de estudio, había tenido que buscar soluciones para no rendir exámenes en sábado. En la mayoría de las ocasiones, me habían cambiado los exámenes luego de que mucha gente orara por mí; pero en dos ocasiones perdí esos exá-menes. Sin embargo a lo largo de todo el proceso Dios había estado conmigo y esta sería una vez más, una experien-cia inolvidable.

En una ocasión me acerqué al jefe del departamento para buscar alguna alternativa para un seminario que esta-ba previsto para el sábado. Se esperaba que los alumnos presentaran sus temas en estos seminarios. Él se cerró a mi petición; puso en duda mi seriedad como estudiante y me advirtió que si continuaba por ese camino, difícil-mente podría terminar mis estudios. Recurrí a uno de mis profesores, que además era mi supervisor. Después de mucha argumentación accedió a darme el sábado libre con la condición de que para compensar yo debía poner mucha dedicación. Le agradecí por esta ayuda que para mí era una bendi-

ción. Cuando el jefe del departamento se enteró del arreglo, se puso furioso. Debido a eso, no sólo no tendría la posibilidad de hacer mi presentación, sino que esto deterioraría mis califica-ciones.

De todos modos no me preocupé demasiado porque esa era sólo una presentación. El examen final esta-ba programado para un viernes y yo podría tener un buen desempeño para compensar la pérdida de la nota ante-rior. Sin embargo, cuando el jefe del departamento cambió el examen final del viernes al sábado me sentí devas-tada. Yo ya había perdido puntos por no estar en la presentación y ahora el examen se había reprogramado para el sábado. Estaba tan segura de que el cambio se había hecho por mí que decidí reunirme con el jefe de depar-tamento. Traté de pedirle disculpas si es que lo había ofendido al tratar de presentarle anteriormente mi situación. Afirmó que no lo había ofendido, pero entró en su coche y se marchó.

Una línea de batalla surgió entre Dios (no yo) y mi jefe de departamen-to. Mis compañeros me aconsejaron que cediera: “Dios no se enojará conti-go... Deja de ser extremista, después de todo, todos creemos en Dios y parece que todos nosotros somos pecadores porque no guardamos el sábado”. Muchas personas me expresaron su opinión, pero la opinión de Dios era la que me importaba.

Estaba muy cansada cuando llegué

a casa esa noche; además estaba con-fundida. Pero mis buenos amigos cris-tianos me hicieron ver que tenía que ponerme del lado de Dios. Quedaban dos semanas para el examen. Los hijos de Dios siguieron orando por mí. Nunca había sentido al Señor más cerca que en ese momento. Me sentí amada y orgullosa de pertenecer a la familia de Dios.

Cuando volví a la facultad, me acerqué a mi representante de curso para ver qué podía hacer por mí. Se comprometió a ayudar, pero olvidó el asunto. Cuando por fin se acordó, fue a ver al jefe del departamento, quien le dijo que lo pensaría. Una semana antes del examen, todavía seguía pensando sin expresarse. Seguí preparándome para el examen, cre-yendo que Dios honraría las oraciones de sus hijos. Cuando faltaban sólo cinco días para el examen me acerqué nuevamente al representante de curso, y todavía no había recibido ninguna respuesta. Cuando faltaban tres días me comunicaron a través del represen-tante que el día del examen seguiría siendo el sábado: el día de mi cita con la persona más importante de mi vida, Dios. En ese momento, dejé de lado mi preparación y le di mis materiales a quienquiera que los necesitase. Me dije que aun cuando esa fuese la respuesta a mi oración, de todos modos él segui-ría siendo Dios.

El viernes –un día antes del exa-men– fui a asistir a mis clases con muchos deseos de que llegase el descanso sabático. Llegué un poco retrasada y no encontré al grupo. Otro compañero de clase se unió a mí en busca de los demás. A medida que avanzamos de un aula a otra, nos encontramos con otros dos compañe-ros y les preguntamos qué estaba suce-diendo. Lo primero que escuché fue que el examen había sido desplazado para el viernes de la semana siguiente. Salté de alegría; no había otra forma de expresar mi sorpresa y regocijo. “¡Este es un milagro!”, me dije a mí misma y a todo el que me escuchase.

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Era hora de alabar. A medida que me encontraba con mis compañeros de curso me felicitaban y afirmaban que mis oraciones habían sido contestadas. Escuché comentarios como: “Es tu fe la que ha logrado esto”; “Tu Dios es bueno”.

Pero lo que más me impresionó fue lo que dijo mi compañera de habita-ción. Con una sonrisa de incredulidad y asombro, me preguntó: “¿Qué ibas a hacer si la fecha del examen no cam-biaba? ¿Tuviste la convicción de que se iba a cambiar?”

Mi respuesta fue simple: “Mi fe en Dios no está en revisión ni es nego-ciable. Al observar el sábado, sim-plemente obedecí su mandamiento. El Creador que da ese mandamiento también sabe cómo permitirme lograr mi objetivo en la vida. Y él siempre viene en primer lugar en mi vida. Si el examen hubiese sido el sábado, yo no lo hubiera hecho. Dios viene primero”.

Su respuesta fue: “Tu Dios es en verdad grande”.

“Sí –le dije– y muy digno de ala-banza”.

Funmilola Ifeoluwapo Babalola era una estudiante de cuarto año de medicina en la Universidad Olabisi Onabanjo, Estado de Ogun, Nigeria, cuando escri-bió este artículo. En la actualidad está terminando su último año de carrera. E-mail: [email protected].

el movimiento de la iglesia emergente que Douglass ve como la ya predicha falsa espiritualidad. El libro concluye con un discurso sobre la Segunda Venida y cómo veía Jesús el fin del mundo.

Red Alert pone al gran conflicto en el contexto de la historia del mundo y muestra que realmente estamos vivien-do en el fin del tiempo. También mues-tra que muchas de estas señales son sólo el “principio de dolores” (Mateo 24:8), sin embargo, se nos dice que “los movi-mientos finales serán rápidos” (Elena G. de White, Testimonios, Vol. 9,. 11). En este libro, Douglass introduce al lec-tor a las advertencias de Dios acerca de los eventos futuros. Él escribe: “Puedo decir sin ambigüedad que la tempestad que se levanta en cada una de las áreas señaladas en este libro será verdade-ramente ‘implacable en su furia’. Los efectos combinados alcanzarán a todos con ‘sorpresa abrumadora’. ¡Todos nosotros! Pero cuanto mejor estemos preparados, más fácil será mantener el equilibrio cuando nos sorprendamos” (p. 204).

Todo adventista que realmente crea en la realidad del gran conflicto necesi-ta leer este libro; cada pastor encontrará una riqueza de material e ilustraciones para sermones acerca de los aconteci-mientos de los últimos días. Después de todo, ¿no es el tema de los eventos de los últimos días parte del énfasis de reavivamiento y reforma en nuestra iglesia hoy?

Gerhard Pfandl (Ph.D., Andrews University) fue director asociado del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland, EE. UU.; actualmente colabora como jubilado. E-mail: [email protected]

Red Alert...Continuación de la página 24

Nuestras tinieblas...Continuación de la página 29

tipo de terrenos; incluso los más com-plicados. Efectivamente, para alguien que tiene uno de esos vehículos, es un insulto sugerir que no es capaz de realizar ciertas cosas. De manera similar, me atrevo a suponer que para Dios es un insulto que pongamos en tela de juicio su capacidad de entrar en nuestras situaciones complicadas y resolverlas.

El mensajeLa próxima vez que nuestras tinie-

blas se hagan evidentes y no nos sinta-mos dignos de acercarnos a Dios, sería bueno recordar que cuando nosotros ni las notábamos, Dios ya nos venía mirando, consciente de nuestra posi-ción, ¡y está dispuesto a quedarse con nosotros!

No es idea mía. Lo dice la Biblia: no hay oscuridad –ni siquiera la mía, la tuya, la nuestra– demasiado complica-da para Dios.

Marcelo Falconier es docente e investigador en el área de Teoría de la Educación en la Facultad de Humanidades, Educación y Ciencias Sociales en la Universidad Adventista del Plata (Entre Ríos, Argentina).

REFERENCIAS 1. D. Fried Schnitman, Nuevos paradigmas,

cultura y subjetividad (Buenos Aires: Paidós, 1994), pp. 103-105.

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Estudiantes universitarios adventistas se organizan a nivel nacional en Indonesia

EN ACCIÓN

“Amando a Dios, amándonos unos a otros” fue el lema que reunió a doscientos estudiantes universitarios adventistas en Yogyakarta. El evento de cinco días fue organizado por la Asociación de Estudiantes Adventistas de Yogyakarta y recibió el apoyo de la Unión del Oeste de Indonesia. Este evento se celebra cada dos años y está diseñado para atraer a todos los estu-diantes adventistas –especialmente los que estudian en instituciones no adventistas– para adorar, estudiar temas difíciles desde una perspectiva bíblica, estar en comunión con los estudiantes de toda Indonesia con fines sociales y espirituales y poder dialogar entre sí sobre asuntos rela-cionados con la búsqueda espiritual e intelectual en sus campus.

El programa se inició con la intro-ducción de todas las delegaciones. El propósito principal del retiro fue establecer una organización nacional que pudiera hablar con una voz única sobre los asuntos que afectan la vida del estudiante adventista y del enfoque espiritual en las universidades de todo

el país. El resultado fue la creación oficial de la Asociación de Estudiantes Adventistas de Indonesia.

Durante años, las clases y exáme-nes en sábado han sido un problema persistente para los adventistas en la mayoría de las universidades. Se reali-zaron muchos intentos por medio de las asociaciones de estudiantes adven-tistas y los líderes de la iglesia para apelar a las universidades en base a la libertad religiosa y de conciencia, pero con escaso o ningún éxito. Después de muchos intentos, las asociaciones y agrupaciones locales de estudiantes adventistas decidieron unirse y estable-cer una nueva asociación a nivel nacio-nal, para apelar a niveles más elevados e incluso al Presidente de la República de Indonesia. Esta nueva asociación llevará a cabo encuentros anuales, proporcionará un foro nacional cen-trándose en las necesidades educativas, sociales y espirituales adventistas y reunirá a las muchas asociaciones loca-les a escala nacional.

El retiro no se concentró solamen-te en organización. El enfoque en la

espiritualidad y el servicio formaron una parte esencial del encuentro. Además de los momentos de ado-ración y los devocionales, desafió a los jóvenes acerca de lo que significa vivir una vida adventista en los cam-pus seculares. Estos temas estuvieron configurados bajo el lema “Amando a Dios, amándonos unos a otros”. El Pastor Jobbie D. Yabut, director de Ministerios Juveniles en la División del Asia-Pacífico Sur, coordinó y lideró los seminarios. Las sesiones pro-porcionaron oportunidades para que los estudiantes compartiesen sus expe-riencias acerca de su trayecto a lo largo del camino adventista en los campus seculares. El vivir con otras personas de diferentes creencias, amando con genuino interés, orando por aquellos en necesidad especial y negociando formas de guardar el sábado con sen-sibilidad y testimonio personal, fueron algunas de las áreas de las cuales los estudiantes compartieron experiencias. A menudo este intercambio se volvió tan emotivo que los estudiantes, con lágrimas, alabaron a Dios por ser su facilitador en los momentos de desafío y en la toma de decisiones difíciles, ayudarlos a mantener su fe.

El sábado fue el momento cumbre. Muchos de los estudiantes experimen-taron a Dios de una manera nueva e íntima. Todos sintieron que a su regreso debían ser embajadores de Dios –viviendo una vida más vibrante, amando genuinamente a sus compañe-ros y profesores, y dando un testimo-nio auténtico de su fe. Como símbolo de su compromiso, la sesión finalizó con un servicio a la luz de las velas. Cada vela fue un símbolo de la luz que deberían ser en el mundo en que viven. Con esa promesa, cada uno regresó a su universidad con ener-gía renovada para llevar una vida de fe genuina, a medida que avanzan en su camino de logros académicos.

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33DIÁLOGO 23 • 3 2011

INTERCAMBIO

Expande tu red de amistadesUniversitarios y profesionales adventistas interesados en intercambiar correspondencia con colegas en otras partes del mundo.

Jimena Beatriz AGILA C.: 21; estudia Psicología Educativa en la Universidad Central del Ecuador. Intereses: escuchar músi-ca instrumental, leer y acampar. Correspondencia en español. E-mail: [email protected]. ECUADOR.

Carlos Diego DOS SANTOS CARVALHO: 23; soltero. Estudia Ciencias de la Computación en la Faculdade Hebraica Renascença. Intereses: colaborar en el Club de Conquistadores, acampar, fotografía e informática. Correspondencia en por-tugués, español o inglés. E-mail: [email protected]. BRASIL.

Aparecido Helao GABRIEL: 22; soltero. Estudia Biología y Geografía en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Conrado Benítez García. Intereses: testificar como un discípulo de Cristo. Correspondencia en portu-gués o español. E-mail: [email protected]. Es de Angola pero estu-dia en CUBA.

Teolinda Rosa GOMEZ F.: 37; soltera. Está completando requisitos para obtener una Maestría en Gestión y Políticas de la Educación Superior en la Universidad de Guadalajara. Ha completado anteriormente una Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de San Martín de Porres y una Maestría en Administración en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, Perú. Intereses: colaborar en proyectos misioneros, leer e investigar sobre educación como también salud

y viajar. Correspondencia en español. E-mail: rosagomezf209@hotmail. Es de Perú, pero está estudiando en MÉXICO.

Abigail GUZMAN M.: 18; sol-tera. Actualmente está estudiando Odontología en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Intereses: estar en contacto con personas de diferentes culturas. Correspondencia en español o inglés. E-mail: [email protected]. REPÚBLICA DOMINICANA.

José Mario JIMÉNEZ V.: 18; soltero. Estudia Medicina en la Universidad Privada de Tacna. Intereses: escuchar música, tener nue-vos amigos y compartir el evangelio eterno. Correspondencia en español o inglés. E-mail: [email protected]. PERÚ.

Jessica Leonita JONG: 20; sol-tera. Está estudiando Diseño y Arte Gráfico en la Petra Christian University. Intereses: tener nuevos amigos, navegar en Internet, fotografía y diseño. Correspondencia en inglés o indonesio. E-mail: [email protected]. INDONESIA.

André KABEYA: 30; casado. Realiza estudios en Ingeniería Rural de Desenvolvimiento y Gestión de Desarrollo de Proyectos Comunitarios en el Institut Supérieur de Développement Rural. Intereses: escuchar música cristiana, compu-tación y fútbol. Correspondencia en francés, inglés o tshiluba. E-mail: [email protected], o también [email protected]. REPÚBLICA

DEMOCRÁTICA del CONGO.Elias Musiba KULEBA: 23;

soltero. Está concluyendo la carrera de Contaduría en la St. Augustine University. Intereses: viajar, hacer nue-vos amigos, escuchar música y apren-der nuevas cosas. Correspondencia en inglés, suajili o francés. E-mail: [email protected]. Dirección postal: P.O. Box 307, Mwanza, TANZANIA.

Junior LEY CHA: 40; soltero. Es médico. Intereses: trabajar en proyectos misioneros y testifica-ción. Correspondencia en español. Dirección postal: Barrio Estación Nº 1; e/Línea del ferrocarril y callejón del Tarro; Cándido González Morales; C. P. 74510; Camagüey, CUBA.

Victor David NKUNUNDU: 24; soltero. Está estudiando la carrera de Comercio y Finanzas. Intereses: leer la Biblia, escuchar música góspel y hacer nuevos amigos. Correspondencia en inglés o suajili. E-mail: [email protected]. TANZANIA.

Derrick ORVILL: 20; solte-ro. Está estudiando Ciencias de la Computación en el Roorkee Adventist College. Intereses: leer temas de informática y nuevas tecnologías. Correspondencia en inglés, benga-lí, hindi o burmés. E-mail: [email protected]. Dirección postal: Roorkee Adventist College, P. B. 46 “The Retreat”, Roorkee-247667, Uttarakhand, INDIA.

Rober PEREZ R.: 28; soltero. Es Ingeniero Agrónomo con una espe-cialidad en Irrigación; su título es

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34 DIÁLOGO 23 • 3 2011

InvitaciónSi eres un estudiante adventista universi-

tario o de colegio superior, o un profesional adventista, y deseas ser incluido en esta lista, envíanos la siguiente información: (1) tu nom-bre completo, con tu apellido en mayúscula; (2) edad; (3) sexo; (4) estado civil; (5) campo de estudio o título obtenido y especialidad; (6) colegio/universidad donde estudias o donde te graduaste; (7) tus tres intereses más importantes; (8) idioma(s) en los que deseas que te escriban; (9) el nombre de la iglesia adventista local de la que eres miembro; (10) dirección postal; (11) tu correo electrónico, si lo tienes. Por favor, escribe claramente. Dirige tu carta a Diálogo-Intercambio: 12501 Old Columbia Pike; Silver Spring, MD 20904-6600; EE.UU. O puedes usar nuestro correo electrónico: [email protected]. Sólo publicaremos aquellos nombres que provean los 10 datos de información requeridos. Diálogo no puede asumir responsabilidad por la exactitud de la información dada o el contenido de la correspondencia que pueda surgir.

de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro. Intereses: escuchar música, mirar películas y chatear por Internet. Correspondencia en espa-ñol o inglés. E-mail: [email protected]. Dirección postal: Loma Bonita, 3 Calle Oriente Nº 465, Colonia Centro Motozintia, Chiapas, MÉXICO.

Noemí Teresa RUPANI: 21; sol-tera. Estudiante de Enfermería en la Universidad Adventista del Plata. Intereses: leer, cocinar y trabajar con niños. Correspondencia en español, portugués o inglés. E-mail: [email protected]. ARGENTINA.

Champion SANOPA: 39; soltero. Tiene planes de estudiar Ciencias

Políticas y Derecho. Intereses: estudiar la Biblia, viajar y hacer nuevos amigos. Correspondencia en inglés. Dirección postal: P. O. Box 298, Popondetta, Oro Province, PAPÚA NUEVA GUINEA.

David Teodoro SOTOMAYOR: 26; soltero. Es graduado como Técnico en Electricidad Industrial en el Instituto Politécnico de Nivel Superior. Intereses: estudiar inglés, viajar y escuchar música. Correspondencia en español o inglés. E-mail: [email protected]. Dirección postal: Calle Agramonte Final 930, San Pedro y Final, Cruces, Cienfuegos, CUBA.

Parece ser que Alberto Einstein no fue el único que se dedicó a reflexio-nar sobre las propiedades relativas del tiempo. Muchos de nosotros también lo hacemos, aun en forma inconsciente o por razones mucho más prosaicas. Por ejemplo, mi hijo de tres años, que todavía dice “ayer” cuando su inten-ción es decir indistintamente “hace dos horas” o “el mes pasado”, a veces deja entrever que el tiempo es tan flexible como su cama elástica.

Cada jueves por la noche, asiste con otros niños a un club bíblico. Juntos

¿Matar o redimir el tiempo?Marcos Paseggi

aprenden cánticos cristianos, memori-zan versículos bíblicos breves y repa-san las grandes historias de la Biblia. Cuando paso a buscarlo al final de la sesión, siempre se muestra ansioso de compartir sus impresiones sobre lo que ha sucedido durante la hora y media de “diversión seria”. “Todo fue tan largo hoy”, se queja a veces, dejando escapar un fuerte suspiro. En otras ocasiones, tan pronto como me ve lle-gar, me mira con incredulidad y pre-gunta: “¿Ya es hora de irse? ¡Pero hoy fue tan corto!” Por supuesto, su clase

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bíblica semanal suele mantenerlo ocu-pado de 18:30 a 20:00, exactamente noventa minutos. Pero es su percepción del tiempo la que de alguna manera se ve trastocada, según cuán aburrido, cansado, concentrado o entretenido esté ese día en particular. El tiempo no cambia; su percepción temporal, sí.

Desafortunadamente, su infantil encuentro fortuito con la aparente flexibilidad del tiempo no es algo que alguna vez superará por completo. Como lo sabe todo estudiante uni-versitario, no todas las clases duran lo mismo. Depende de cuánto (o cuán poco) nos guste el profesor, el tema analizado o inclusive nuestros com-pañeros o la institución. Una hora en la sala de espera de la sala de cirugía donde un ser querido es operado de urgencia dura “mucho más” que cuatro horas mirando un encuentro eliminato-rio de nuestro deporte favorito (¡siem-pre y cuando nos guste el deporte!)

Los científicos parecen concordar con esta y otras percepciones tempo-rales. Incluso tienen un nombre para una de ellas: “dilación temporal”; es la idea de que “el paso del tiempo que registran dos observadores con relojes idénticos, diferirá si uno de los obser-vadores viaja a una velocidad distinta respecto del otro”.1 En el campo de las neurociencias, algunos investigadores han demostrado mediante experimen-tos muy simples que la percepción de la duración de un acontecimiento puede ser distorsionada con facilidad. Por ejemplo, imagine que alguien proyecta un cuadrado en la pantalla de su computadora durante medio segundo. Ahora bien, si la persona proyecta un segundo cuadrado más grande, usted pensará que el segundo dura más tiempo. Y lo mismo sucede si el cuadrado que se proyecta es más brillante, o si se mueve. Todos ellos “son percibidos como si tuvieran una mayor duración que el cuadrado origi-nal”.2 En consecuencia, los científicos han llegado a la conclusión de que “la percepción del tiempo es en realidad una construcción”.3

¿Matar o redimir?Ahora bien, en relación con nuestra

“defectuosa” percepción del tiempo o precisamente debido a ella, se nos conmina a prestar atención especial a la manera de usarlo. “Matar el tiem-po” es una apropiada metáfora que sin embargo guarda un profundo viso de realidad. El tiempo que se mata queda sepultado. Para siempre. No existe expiación posible para recuperar el tiempo que dejamos escurrir entre nuestros dedos y que nunca regresa-rá. Elena White escribió: “El tiempo desperdiciado no puede recuperarse jamás. No podemos hacer retroceder ni un solo momento. La única manera en la cual podemos redimir nuestro tiempo es aprovechando lo más posible el que nos queda”.4

En este contexto de “reembolso par-cial”, la Biblia nos llama a redimir el tiempo, a “readquirirlo”, aprovechando al máximo cada segundo de vida que Dios nos da. Esto se convierte en un imperativo moral, no en un sentido kantiano basado en la razón pura sino en el contexto de la cosmovisión bíbli-ca, que tiene algo que decir sobre todo lo que somos, decimos o hacemos. El tiempo es valioso porque nuestra vida es valiosa. Y esta es valiosa porque Dios nos ha otorgado valor, primero al hacernos a su imagen y luego al entregarse a sí mismo en la cruz por cada uno de nosotros. ¡Eso sí que es ser valioso! Y no termina aquí, porque gracias a sus promesas, el Señor nos garantiza una navegación segura que trasciende los altibajos de la vida.

Las promesas de Dios, sin embargo, no terminan en el presente sino que se extienden al futuro. Por ello, la decisión de redimir el tiempo también implica ser conscientes del lugar e instante que ocupamos en la historia del mundo (que en términos bíblicos no es otra cosa que la historia de la redención). El apóstol Pablo escribió: “Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios

5:15, 16, la cursiva es mía). En efec-to, nuestra función ante los episodios finales del gran conflicto nos exige ser más conscientes del tiempo que nunca antes.

Como cristianos, no tenemos que matar el tiempo sino redimirlo, no importa qué tiempo nos quede en este mundo. Aun Moisés, al enfrentarse a la realidad de su propia mortalidad, exclamó: “Acabamos nuestros años como un pensamiento” (Salmos 90:9). Pero un momento después, le supli-có sabiamente al Señor: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría” (Salmos 90:12). Nuestro objetivo final es alcanzar el día cuando el tiempo y la percepción actual de este dejen de ser para siempre.

Marcos Paseggi es traductor, investiga-dor bíblico y escritor. Vive en Ottawa, Ontario, Canadá. Su dirección electróni-ca: [email protected].

REFERENCIAS 1. Phil Schewe, James Riordon y Ben Stein, “Inside

Science Research,” American Institute of Physics, Number 655 # 2, 26 de septiembre de 2003, retrie-ved from http://www.aip.org/pnu/2003/split/655-2.html.

2. David Eagleman, Incognito: The Secret Lives of the Brain (New York: Pantheon Books, 2011), p. 52.

3. Ibíd., p. 51. 4. Elena G. White, Palabras de vida del gran Maestro,

(Mountain View, California: Pacific Press Publ. Assn., 1978), p. 277.

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