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CART[L[S EL SEMANARIO NACIONAL

ALFRED~,,!;,,QUÍLEZ t H;~~~~:c~A I EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING

Sub-Director.

FRANCISCO DÍEZ, ALEJO CARPENTIER, OSCAR H. MASSAGUER, Gerente General. Jefe de Redacción·. Administrador.

Publicado por Sindicqto de Arus Gráficos de ú, Hab~, Avenida de Almcn­dares y Bruzón.-Cablc y Telégrafo "Cartclcs".-Tcléfonos U-2732 y U-16S 1.-Númcro suelto, 1 O centavos; atrasado, 20 centavos.-Acogid_o a la franqukia postal y registrado en Correos como correspondencia de 2• da.se.

NU ES'TRA PORTADA CELIA MONTALVÁN, la deliciosa tiple de la compa­

ñía de revistas mexicanas que nos trajo el maestro Castro Pa­dill a, es la que aparece en la fotografía que engalana la por­tada de este número de CARTELES.

Poseedora del envidiable título de Tiple 1926, elegante, gracios:i, linda, con unos ojos que dicen como ningunos, CE­LIA MONT ALV AN es tal vez la actriz más interesante en­tre las que han triunfado· en la escena ligera de la Ciudad de los Palacios.

CELIA MONTALVÁN no tardará en ser una de la~ tiples favoritas del público habanero. Y a pesar de que su ex­_presión, dotada de extraordinaria movilidad, _ha sido retenida muy pocas veces con éxito por el lente de los fotógrafos y el lápiz de los artistas, el retrato que de ella ofrecemos hoy per­mitirá apreciar la gran belleza de la encantadora mujer y fina actriz que nos visita.

.l-.JOTAS r N07ICIAS Un bellísimo vals enrique·

cerá la galería de publicacio­nes m u.siailes de CARTELES en su próximo número.

Dicha pieza ostenta la fir­mo de E . Peña Morell, com,­positor de quien hemos dado a conocer otras obras en edi­ciones anteriores de este sema,­nario.

Val~e du soir, se titula ese vals, tercero de una serie que )' ª conoan nuestros lectores.

"Había dos excelentes cow­hoys en el rancho O. K. ubica­do. en la frontera de Texas }' lw Jxico; \' esos dos hombres

. '

PL-\NOS?

AUTOPL\NOS? ..

eran amigos. Más aún: ernn inseparahles camaradas. Se lla­maban Gil León y Dick Lo­well; el primero había nacido en México, y el segundo en Texas . "

A sí comienza el cuento Dos buenos amigos, que firma Ben Ames Williams, verdadero "espr.cialista" de narraciones del O este.

Dicho cuento verá la luz er1 nuestra próxima edición. En él podrán conocer nuestros lec· tares la aventura de que fie­ron héroes los dos inseparables rancheros .

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El Cubano -- Te admiro por tus anhelos de libertad. Pero cuando montes el corcel

republicano apriétale las espuelas si no te darás algunas caídas como yo ... 6

itCARThL~Sli EL SEMANARIO NACIONAL ·

FUNDADO EN EL 1919 POR OSCAll H. MASSAGUER

VOL IX. LA HABANA, JULIO l l DE 1926 NUM. 28

LA LECCION DEL TRAYECTO

e UANDO estas líneas vean la luz meridiana que nos está deparando el solecito canicular-que este verano se las trae de veras-, ya habrá pasado a la categoría de episodio histórico la excursión a Oriente del Honorable Presidente de la Repúbli-

ca, con todos sus corifeos. Acaso . se haya borrado ya comple­tamente de la memoria general el recuerdo de las pencas de guano, de los sones, de los discursos, de las zalamerías reelec­cionistas, hasta de las largas . sonri~as con que, a despecho <f l calor y de los apretones 1e manos inacabables, demostr~a el Presidente en las fotografías la satisfacción de verse aplau­dido y vitoreado como al primer jefe de Estado cubano que nos ha sabido despachar la mercancía anunciada. En Santiago se habrán secado ya las guirnaldas de las calles, se habrán des­teñido los gallardetes, y obreros irónicos habrán terminado de demoler los arcos de triunfo a la vista del pueblo, poseído de ese vago desencanto que dejan siempre en el ánimo los grandes alborozos fugaces.

Y sin embargo, nosotros seguimos creyendo que de ese via­je del Presidente, que ya ha pasado a la historia, están todavía por derivarse sus más permanentes y benéficas consecuencias. Porque.nada ayuda tanto a resolver los problemas como el.mi­rarlos .. de cerca. Desde la ventanilla del tren presidencial, a la ida -gozosa igual que al fatigado retomo, el General Macha­do habrá podido contemplar, en los momentos en que le haya dejado algún sosiego la obsequiosidad de sus acompañantes, un mudo espectáculo que sin duda habrá sido su mejor y má~ amplia fuente de observaciones y de estímulos. Habrá con­templado el Honorable Presidente, desde la ventanilla, la lar­ga y menesterosa campiña criolla, tan pródigamente dotada por la Na tu raleza como abusada por la incauta ~od~cia de sus hombres; la procesión de sórdidos bohíos en que mnumeras fa­milias guajiras 'entretienen con .esperanzas el hambre; los vas-

J HEMEROTECA

R::::RVA

visto desaparecer su palmo de tierra entre las garras de ·un re­faccionador extranjero . ..

Y el Presidente habrá meditado.

LA SERENA IMPARCIALIDAD

Y a han sonado los tiritas pre-electorales en Candelaria.

Mal empezamos. Sobre el hervor de las declaraciones po­líticas, de los vaticinio~ de la prensa y las estridencias del pas­quí_n, el Dr. Gutiérrez Quirós, dignísimo Presidente del Tri­bunal Supremo, acababa de verter el acicate de sus recomenda­ciones oficiales, en forma de circular dirigida a los Presidentes de las AudieRcias. En . esta circular se encarece la necesidad en que están todos los funcionarios del Poder Judicial de guar­dar y hacer guardar una serena imparcialidad durante la lucha de los comicios.

Por otra parte; el General Machado, que no tiene necesi­dad d,e circulares explícitas para hacer llegar sus instrucciones a toqos los destinos, también ha declarado enfáticamente que las elecciones baio su gobierno serán de una exquisita probidad.

Todo permite esperar, pues, que en cuanto de las autoridades de uno y otro Poder dependa, la emisión del sufragio se va a efectuar del modo más beatífico en toda la Isla. Si alguna "bulla" hay, no será culpa de los funcionarios administrativos y judiciales, sino del gran público.

Ante éste, cuyo Pqder representativo es la Prensa, CAR­TELES quiere asumir también su responsabilidad de revista po­pular, haciéndoles idéntica recomendación a los electores. Va­mos a ver, caballeros, si esta vez podemos tener la fiesta en paz.

EL PRESUPUESTO MUNICIPAL tos plahtíos de caña, siem~re de caña y no ~ás,. que P~~~º."ª~ al mismo tiempo nuestra riqueza y nuestra m1sena; los sitios que se quedan como alucinados al paso del tren, porque toda:.. vía no hay escuela pública cerca de ellos que les haya desve- "Nivelado" y todo, son siete millones y casi medio más ... lado los misterios del progreso; la manigua maravillosamente ¿Se imaginan ustedes lo que se pudiera hacer de la Habana con inaccesible, que está pidiendo a gritos agrestes, de confín ª esta cantidad casi fabulosa en los tiempos que corren? Divi­confín, el trazo blanco, alegre, civilizado de la Carretera ~~n- dida entre el número de habitantes de la ,Capital, esa suma da tral . . . Y luego, entre frases melosas Y protestas de ca~ida un cociente de $13.00 per cápita. Esto quiere decir que cada adhesión el Honorable Presidente habrá oído allá en Santiago habanero paga unos trece pesos anuales por el derecho a vivir el jadeo 'de la gente que tiene sed crónica, la cuita de los fun- en una ciudad decente. No sería caro el alquiler si en realidad cionarios judiciales que piden se aligere un poco la carga que se nos diera "vida" ciudadana a cambio de él; pero lo que se los abruma por falta de personal; el lamento del colono que, nos ha dado hasta ahora es una mera existencia sufrida. No al c .. bo de mil luchas, de mil ahorros, de mil sacrificios, ha lo olvide usted el día de las elecciones.

7

RAUL PEMBERTON

leyó el párrafo en la página mercantil de "El Sol" que afirmaba que él estaba arruinado.

El párrafo estaba siendo leído en ese momento, sin duda, por millones <le lectores del gran diario matutino, pero seguramente a muy pocos les importaría tan mediocre noticia.

Sentado en la biblioteca de su apartamento en el décimo piso del edificio O'Madan, el joven t'rona­do v_olvió a leer la escueta informa­ción :

"Entre los que fueron alcanzados por el reciente desastre por la baja de acciones de cobre en la Bolsa se

encuentra el Sr. Rnúl Pembcrton_ que recientemente heredó la f ortu­na de su ab"elo, el General Mar­tín Pemherton. Se rumora que la ruina del joven Pemberton es com­pleta y que se ha convocado t1 11nt1 junta de acreedores".

Fumando calmosamente su ciga­rrillo, Raúl dejó caer al suelo el pe­riódico. Su semblante expresaba in­diferencia y sus gestos eran tran­quilos. Se levantó sin prisa del asiento y se dirigió a uno de los estantes que ocultaban por comple­to las paredes de la biblioteca. Eli­gió un volumen de Marco Aure­lio, volvió a su asiento y se abismó en las páginas del más sereno de los filósofos.

Dentro de las dos horas siguientes, Raúl esperaba saber de tres mujeres. Eran tres jóvenes señoritas, encan­tador:,is, y, según todas las apitrien­cias, enamoradas de él. Con mucha frecuencia habían dado a entender que su afecto estaba centrado en el joven. Pero Raúl, gran observ; dor a pesar de que no ·contaba sino trein­ta años de edad, abrigaba serias du­das.

Se ha dicho por los cínicos y des­pechados que el estado económico de un hombre casadero ·influye mucho en sus relaciones con las solteras, viudas y di vorciadas. Raúl Pem­berton creía que cada una de esas tres señoritas lo amaba solamente por sus dotes físicas y sus encantos intelectuales. Lo creía firmemente; pero ello no impedía que sospechase que, en el fondo, su fortuna entraba por mucho en aumentar e~os atrac­tivos personales.

Esta última creencia, apenas rs­hozada, f ué la causante de la inser­ción del párrafo en las columnas

financieras de "El Sol", el gran cotidiano mañanero.

II

El primer paso de Raúl había si­do celebrar una consulta con un abo­gado.

"Me decido a casarme la semana que viene", le anunció.

El letrado era un caballero ya entrado en años, canoso y elegante como un verdadero dandy. El Dr. Wilfre<lo Ferguson tenía fama de gastrónomo, usaba cristales ahuma­dos y admiraba fervientemente a Schopenhauer.

"Lo felicito, mi querido cliente", dijo, con voz que sonaba a hueco. Para su fuero interno, el abogado pensó que el joven era un necio.

"¿ El nombre de la dama?" "No lo sé", contestó Raúl. "¿Cómo puede ser eso?" El hom-

bre de leyes parpadeó repetidamen­te. " i Por qué me dice entonces que va a contraer matrimonio?"

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''Pues para preguntarle si un pro­yecto que he fraguado es legal". Raúl se arrellanó confortablemente en el butacón de cuero y explicó el plan: "Puedo f ácilmente hacer pu­blicar, en el rotativo de más im­portancia, que me he quedado vir­tualmente sin un cc:ntavo. L o ven y lo leen las tres damitas que están enamoradas de mí, y-¡Ya está el caíé!"

"Exactamente. Ya está". El letrado esperó, tamborileando sobre el cristal de su mesa-min istro, que su cliente le sirviese una dosis más o menos clara de la fantástica infu­sión.

"¡ Pues si es claro!" El joven no podía comprender la falta de entu­siasmo y comprensión de su consul­tor; lo atribuyó, in mente, a que los lentes opscuros del abogado hacían opaca y pesimista su visión mental.

"¿ No lo vé usted?" prosiguió. "No ouedo decid irme francamente por n inguna en particular. Cuando pienso en Eleanora, entonces Silvia-

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na e I sabela desapa recen de mi ima­g inac iún. Cuando contemplo a Sil­viana , las otras dos quedan cclipsa­:las, sencill amente. E idéntico fe­nómeno me \lCUrre con Isabela. Así es que }io creo que .

L a atmós fera del despacho se es­pesa ha a ojos vistas. Entonces ha­bl ó el doc tor en leyes.

"Usted dijo algo sobre esponsa-les . " comenzó.

"Sí, nupcias," interrumpió Raúl'. "E insisto en casarme. Se publica­rá que todo lo he perd ido en la Bol­sa especulando sobre el cobre. Por supuesto, El eanora, 5ilviana e Isa­bela me dirán lo que piensan sobre ese cataclismo. Ahora bien, si no les importa mi dinero--y ellas me han insinuado que nó--entonces contrae-ré matrimonio . "

Ahora fué el abogado el que in~ terrumpió a su interlocutor.

"Su plan es perfectamente legal," dictaminó, ajustándose los espejue­los con la siniestra para ocultar una sonrisa digna de Maquiavelo.

III

Raúl estaba encantado de su pr<>­yecto y esperaba obtener del experi­mento provechosas enseñanzas.

Eleanora era bellísima, con gran· des ojazos inocentes y una boquita virg inal. Un tanto tímida-blonda al f in-y de lánguidos modales. Empero, se animaba en su presen· cia y pa recía provoca rlo con inge· nua coqueterías de princesita de le­yenda. Se veían con sorprendente y deliciosa frecuencia . Aquella mu­ñeca ruhia no parecía ser interesada. ¿Se casaría con ella?

Si se casaba con Eleanora, no po­dría ver a Silviana tan amenudo como quisiese . Sil viana tenía el pe­lo casta ño, casi veneciano, y en sus ojos amistosos se reflejaba la más frnn c;i ca m;i radería. En sus ratos de ocio componía versos alegres Y pequeiios poe mas líricos. Le ag~a~a­ba enormemente platicar con Silvia· na, y pasear con ella, y leer sus tra­baj os literarios, y . . Pero con ella, como con Eleanora, surgía la inte­rrogación inquietante : ¡ Sería su .oro lo que la fascinaba, sus conocidos paquetes de bonos y acciones?

Respecto a Isabela, las dudll.~ de Raúl no eran tan fuertes. En este ca~o, Isabela era la perseguidora Y Raúl el perseguido. El ardor de ella no se recataba, su entusia~mo era en extremo aparente. Aquella

(Continúa en lo pág. 29

¿ Un tri,í 11g 11 /o? De ni11g11110 mon,·rr1.I ¿.\ o

s, · ·vr ¡,¡,.,, o /ns cloro.< In l'xprnió11 rlc pro­f1111 d fJ rlo11grndo rr­·,1,·!11rl" pur HAROLD LLO r D an,,. l11s cn­ri,·ias rl, · JOBr.V!l

RALSTON

l:.' , tn figurn ra npnrccr en la cin­ta : Es e~ t" el ma­tr im0011io; A In ver-dad 1ue no acerta­m os a comprender el papel q11e pueda de­sem pniar esa intrusa

El/11 c., GRETA CA RBO, la li11-rla ,·s trl'llo sueca que figurn com o prot11gonistn en El T orrente de Bf,rsro f /,á,i ,,-::.. El de !ns barbas hir­wtas o LE IV CODY en el garbo

dr Otc/v.

!lNTON/0 D'ALGY, hermano de la Linda HELENA, ha ingresado en Las huestes de La Metro-Goldwyn-Mayer. A ntonio es madriLC110 .\' desempeñó un importante pnpcl e,z El D iablo San-

tificado.

O C AS t ·;¿ Jr.:t~ hay , en d p a 1101 ,, ;_na dt ! a~ tc c<mt<.:)11poraneo, tan m­tcrcsantcs, tan f ucrtes,

como la de este enorme Diego Rivera . . . Imagin ad un h0m·­bre del Renacimiento, .:.,m el espí­ritu abierto a todas las ideas avanzadas y generosas de cstL ~;1:k, un Gargantuá artista y u ccgcta de

cosas bellas, que supo pascar por Montparnasse en compañía dt P: casso y Leger sin entregar su ta len­to al engranaje efímcro de los is11,,,, . Este gigante jovial no crée rn el "arte por el ar~e"; ~~aba Ja .~:imo 1:n obrero, desprcc.ia la capilla , y u ,n pasmosa seguridad emprewk ta1 cas formidables, invirtiendo varios años en cubrir con sus pinturas, kilóme­tros cuadrados de pared.

Sería menester hacer un largo os­tudio para otear, siquiera rapidamen­te, el conjunto de su obra y ponde­rar la trascendencia de su orienta­ción estética. Habrí¡i que seguir pa­so a paso esa enorme labor ini­ciada en el Anfiteatro de la Prepa­ratoria, continuada en la Secretaría de Instrucción Pública de México, y a cuya última florescencia debe­mos los ~rescos que ornan las pare­des de la Escuela A gronónúca de Cha pingo.

He llamado a Diego Rivera "re­nacentista", y es porque s6lo el Re­nacim1~nto supo mostramos hombres de esa envergadura. En la admira­ble sinfonía pictórica de la Secre­taria · de Educación Pública,-¡sin­fonía heroica, sinfonía pastoral, sin­fonía patética, sinfonía de las mil voces !-queda plasmada toda una era de la vida mexicana, con sus tra­diciones, sus triunfos, sus dramas .

En el Patio de las Fiestas, desfilan todos los holgorios populares y las rústicas ceremonias animadas de un panteísmo helénico en que se glori­fica la planta más fecunda y se ado­ra el oro de las mies. Fiestas de las flores y de los árboles, danzas ya,­quis d"e "la vida y la muerte"; ve­lorios de indios y, como !=Ontraste, la alegría urbana, en dos frescos que muestran la estrepitosa incine­ración de los Judas. Luego apare­cen las industrias típicas; los inge­nios rudimeñtários, .. las . minas, las

"" ~ , 6 manos del art1st <1 , tn una mera mLr-

§ (; C º·. fi I VC" ,-u ~HIZJ.,/" menos escrupuloso, y la obra viene·

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, d,. -- . ,,,~AH~~ • _L cancía para henefi ciar al 111a1·chand

• :1~ • a enc;i ll ar en la antesala de un buen 'J', n,e~1~~,,_,a burgués, ~in más finalidad que su

r ,¿4~ 6, .... ~ #" 1 _. ~# pl ace r ego1sta y el de algunos de sus h A~ • ~ ,:,n~,,,,,,~.4h amigos. ¿Y el arte es eso? ... Ade-

ri'/ _.,,.///~/O 1.,(/ '4!(1,~ ';,~'i~~r ;n" ,;: ::;,:'~~~:,:' d:":::01::,:'. C/'" dad cap1tal1sta, porque siendo el arte

una manifestación social, aún en el caso de la aparición de un artista gen ial, mai puede un orden viejo producir un arte nuevo. El arte pro­letario crea rá la pl as ticidad de las multitudes, su dinámica y su estéti­ca, a la par múltipl es y profunda­

¡.,ürón de la hacienda, la dolorosa ' \ ¡,] ida de la mina", ¡ con qué sa­tisfacción se contempla el gran tríp­ti co del "Reparto de las tierras! ..

L os frescos de Diego Rivera 111

constituyen solamente una maravi· llosa lección de estética; no dan una gran lección de humanidad , hacién­donos mirar de muy ce rca la exis­tencia de los humildes, con tooós sus dramas, sus al egrías y congojas.

L os arti stas son generalmente in­fer iores a sus obras ; Diego Rivera, prolongación de su obra, es casi tan interesante como ella.

Cuando dibuja una mano gigan­tesca a varios metros de altura, los andamios gimen, fl aquean, agobia­dos por el peso de su cuerpo enor­me. Dos albañiles trabajan a su la­do, preparando pequeñas superfic ies lisas que Diego cubre inmediata­mente con sus pinceles, mientras es­tán húmedas. D e cuando en cuan­do, con ligereza increíble, el artista se desliza por una escala, retrocede varios pasos y mordiendo golosamen-

te un chile verde, atisba un efecto de color . Cerca de él, en cordial camaradería, se halla siempre uno de: sus discípulos-muchachos algunos que han venido de Escocia y F ran· cia para trabajar el f resco con él.

lJ ;1 a sonrisa p,111 tagruélica ilumi· mente coherentes. Y sus caracter ís­na perennemente la faz del pintor ticas se rán una sólida organización y

E s de hablar lento, con una aparen· te indolencia de pensa mien to, pero apenas una conve rsac ión se interna en los meandros del arte, deja en­treve r una singular cu ltura. L a pr i­mera vez que me mostr.S sus frescos , el artista hizo esta decl arac ión des-conce rtante :

-A mí el arte no me interr ;1.

L uego se explicó : - Lo que me interesa e el comu­

nismo . L a labor mezqui na e in­grata a que se dedican tan tos y tan­tos pinto.res y a la que consagr~ mis esfuerzos por muchos a i: os me es :i l­tamente antipática. E l cua !ro de ca­ballete, en el que se deja ie mpre 11 n poco de juventud , de idea les, d, vi­da, se transfo rma, apenas sa le el , l:is

la mayor sencillez y claridad en la txpn: ión envolviendo el fuego in­terno Je una pasión más poderosa que la de cualquier individuo, por· que sumará la de las masas inume­r:ibl es

D iego Ri vera, anticenacular y ant irom:í ntico por excelencia, no cree en la inspiración y otros fan­tas mas adorad,,s en la penumbra per­fom a<la de las torres de marfil. Ca­da m;! 1iana, como obrero consciente se di rige a su tarea, empuñando un c:1 i legendario bastón que debe pe· sa r veinte o treinta libras. Sin más' a limento que algunas frutas, uno que otro taco y numerosos vasos de agua, trabaja de doce a veinte horas segui­das sin cansarse. Y de noche, con el traje tornasolado por la pintura, reg resa a su estud io enclavado en la vetusta ca lle de Mixcalco.

fundiciones; estupen4a utilización del motivo habitual en un whitma­niano salmo al trabajo . . . Y luego vemos las artes del pueblo: la co­pla ruda que habla de amores des­venturados, de exilios y de noche~ tristes; la pintura tosca, la leyenda que se transmite por corridos de ge­neración en generación, el 'teatro proletario . .. Y como eje, allá en el fondo del Patio de la.r fiestas, en un triple fresco, se alzan los rojos pendones del l 9 de Mayo, cuyo sim­bolismo es un leít motiv que Diego hace percibir de cien maneras en e_l _ mundo plástico de sus frescos . . . "---F--d-------=---.....;;.. __________ _J Pespués de ver el patético "entierro iesta e las Flores en Santa .Anita, fresco de D iego R ivera r¡ue

All í le fui a ver una tarde acom· pa ii ado de Guillermo Jiménez, mi jovial y talentoso cicerone de la Ciu­cb<l de las C úpulas. Diego Rivera vive en una vieja casona colonial, de puertas claveteadas y con anchas ~s­caleras de made ra. Nada hay en su casa que no sea genuinamente me­xicano: esteras, muebles f abricados Y pin tados por indios; irisados s~ rapes de Saltill o, sarapes de Texcoco con dibuj os geométricos, y sarapes tr icolores, de O axaca. En las pa-. redes de su comedor se alinean las piezas <l e una va jilla se leccionada en la marav ill osa va riedad de los ca· charros, platos y botellones típicos. E n las estancias se ven ídolos, unos auténticos, otros imitados, que re­presentan distintas épocas de la for­midable escultura azteca; juguetes ind ios, de cartón y arcilla, en for­ma de aves raras y de diablos1 más­caras carnava lescas, típicamente me· xicanas, de una sorprendente diver­sidad de expresiones; pinturas popu­lares , recogid as por Diego en pul­quería~ y haciendas. Y en casi ~?dos los tah11.¡ues, cuadros del pmtor, que hoy le parecen mu y malos", per~e­nccientes a las d iversas tendencias que hurgnron su talento, sin sojuz· t!arlo: paisa jes compl etamente aca· démicos ; li enzos impresionistas ; un

del indio", la figura inolvidable del se halla en la Secretaría. de Instrucción Pública, de M éx~co. ( e 011ti11iía e,i la pág.34)

1()

- !

11

e on charras co­mo esta linda Thelma H .¡ 1 1, pueden hacerse jaripeos verda~e­ramente emocio­nantes . . . (F. Mack Sen­net Comedies.)

é7 a'~dfk~ de 11//(/!Pt1 ftyllfa'a '7!ft!ID9'1 . por l(O[ff ~~uc&eop;w

IV '"Ín/Jh'é'es 4,Z ,u,a(ynuen,J ,n4/es

TDO el que investigue, absurdamente-es para los niños po- y sa lones sun tuosos, celebre luet1as pn vados es teatra l: casa grande, pre·

analice y estudie los bres ; a ella solo van los mataper_ros fi estas mensuales de d.istribuc ión de mios mensua les, cin ta_s de colorin~s problemas de nuestra del barrio ; en ella no les ense nan premios o atl éticas; y ade más, va ya n y medallas doradas, fiestas con rec1-

segunda enseñanza y la más que cantar el Himno y saludar a ese plantel los hijos de las 11U'jores taCil>n es de memorias de lecciones, crisis gravísima porque la bandera. familias de nuestro smart set. ¿ D e fiestas atl éticas . y nada más. Lo.

actualmente atraviesa, se encontrará Y entonces se observa este fenó· cómo se enseña en esos grandes co- profesores a muchos de ellos bas­con este hecho: a medida que el Ins·· meno curiosísimo: padres de muy es- legios privados? Eso no les preocu- ta verles la cara para darse cuenta • tituto de. la Hahana se desmoraliza casos recursos, prefieren enviar su, pa a los padres de familia. Tenien- <le la cantidad de cerebro que tie· van creciendo en número, auge y pequeñuelos, antes que al Kindergar.. do a sus hijos en alguno de esos pl an- nen . H ay colegios de esos en los que arraigo en las familias, los colegio~ ten y a la escuela oficiales, a una es· teles su deber paternal está cumpli- las asignaturas del bachillerato se es­privados. cuelita de barrio, desprovista de todc do. Amigos y conocidos no podrán tudiaba n ¡ por cuadros sinópticos!

. Los espíritus superficiales encon-. material y métodos pedagógicos, 1~ro echarles en cara reproche alguno en E l si tema de apre nder las lecciones trarán en ello un remedio o alivio al de paga (esta paga suele ser un peso cuanto a la educación de sus hij os. de memori a se sigue practicando en mal antes apuntado, afirmando: al mes, abonado por semanas). Así, Estos se educan en el gran Colegio eso colegios como método pedagó-"El Instituto de la Habana es muy entre sus amistades, podrán darse el de . gico. o se en eña al n iño a discu-malo, ¡,ero en cambio tenemos la tono de que su hijo está en un cole- rrir, a pen ar por su cuenta. ¿Con· suerte de que existen espléndidos co- gio de paga. Y su conciencia, de Es asi como lo padres de familia secuencia? due para suplir la incom· legios privados." bueno's padres de familia, atentos r desprecian los Institutos ofici ales Y petencia de los profesores de estos

Pero los espíritus observadores no la educación de sus hijos, yucda sa - protegen los colegios pri va dos que co leg ios y poder sacar aprobados en podrán quedar satisfechos con esta tisfecha. se han multiplicado, prosperando los exámenes a los a lumnos, necesi· tesis; muy lejos de ello, asegurarán Con la segunda enseñanza ocurre fantásticamente. taban la tolerancia de los profesores que el auge de los colegios privados lo mismo. ¿ Ha sido ello beneficioso O pcr- del Instituto, y para lograrla sur· es Un nuevo mal que Vi.ene a aumen- L d d t. ·¡· d' judicial a la segunda enscz'ianza en . d l . os pa res e ami 1a pu 1ent..:s Cuba? ~ g1eron, poco a poco, to as as mmo-tar y agravar el desastre de nuestra le han tenido en todo tiempo repul· ral idades a que me he referido en segunda enseñanza. sión a los Institutos oficiales. Cuan- Totalme.nte perj udici al. el artículo an terio r : compra de no-

Efectivamente. do se trata de que sus hij os estudi en Primero, porque colegios privaJos tas, subvenciones, regalos Y los Los colegios privados se han de- el bachillerato, buscan un gran ca- y padres de familia h11 n sido los co- padres de fa milia , ¡encantados! Sus

sarrolla<lq y crecido a expensas de legio. rruptores del profesor11do del lnsti- hij os se educaban en un gran colegio los males de la enseñ11nza oficial, Y Esta grandeza es simplemente tuto de la Habana y cómpli ces de y sacaban el mio. ¿ Qué más querían? de la crisis del Instituto ·de la Ha- material. Ellos se fijan en que el todas las inmoralidades allí rea li za- Pero ese no era el único mal del bana. Como ciertas plantas, han edificio sea de considerables propor- das. auge de los colegios privados. No necesitado el mal, el fango para de- cienes, varias plantas, patios, clases La educación en muchos colegios solo d11ñaban y echaban por tierra senvolverse Y progresar. Y en esto la segund 11 enseñanza oficial. Hay han sido cómplices los padres de fa- tJJ otro ma l mucho más grave.

milia. /4 En casi todos esos colegios los pro· • Por lo pronto es neéesario decir, fesores son ex tranjeros. ¿C ómo van

y decirlo muy alto, que los padres ",/") /';1 ~ ~ a ense iiarl es a los n i ríos cubanos el de familia, en general,-5iempre '-""' (:::;:, /, €,,¿ amor a la patria cubana, el conoci· hay honrosísimas excepciones-ado- miento de nuestra historia y nuestros

lecen de una absoluta y total incons- /z: d)~ ~~u héroes, mártires y grandes hombres; ciencia en lo que se refiere a la edu- 'd /" /1' ~ ~.L'.7. ( ~ ~.hÁ~~ cómo van 11 inculcarles sentimiento cación de sus hijos. &,IC::L. ~· ''3''C ~ naciona lista cubano? Cumplirán

Cuando llega la edad en que el F astidio, monotonía ... desde lu ego con las disposiciones ofi-niño debe ir a la escuela para estu- Siempre igual: cia les, guardarán las fiestas naciona- . , diar "las primeras letras", buscan comer, dormir, sufrir poco, les, izarán la bandera cubana. Todo la manera de cumplir ante la socie- y nada más. eso fo rma parte del anuncio y re· dad en que viven el deber que tic- clamo ele la casa comercial. Pero

nen de educar a sus hijos, mejor di- Viejos motivos en el canto nuevo: n11cionalismo, cuhanismo . . . de. eso cho, de mandarlos a algún colegio? besos de amor, una mujer nilgar, nada . ¿Cómo .cumplen con esta obligación. un flirt absurdo, una sonrisa falsa, y este es un mal gravísimo. Si la Lo natural sería enterarse minucia- inconsciencia de los padres de (a· samente de cómo enseñan en los dis- un gran hastío, Y nada más. milia no ¡

0 vé ni reconoce, el Esta·

tintos colegios oficiales o privados O do, el G obierno cuban·o. sí debe ~or~ · 1 · d d bl d ir al cuervo trágico graznar desde la sombra,

que existen ·en a c1u a o pue o e como una pesadilla brutal, le toda la gravedad e importancia su residencia. Pues no I señor Í esto, en réplica a las ansias que piden nuevos goces, que ti ene. . que debía ser lo esencia , no es in- su n,·-vcr-m orc, r nada más. La República no puede tolerar 111

teresa. permitir que su juventud se :duque Lo primero que les preocupa es Fastidio, monotonía . y crezca sin el amor a :a patria y el

mandar a su hijo a un colegio de pa- Ayer, hoy , maría na: igu,11- conocimiento de su hist,1ria. y a es-go. El Kindergarten y la escuela mente los mismos an helos las mismas to urge ponerle remedio, por~ue es pública son sitios en los que lo~ pa- tristezas . N d • problema de vital trascendencia . pa· dres de la clase media o de la · bur- ª :i mas. ra Cuba.

guesía tienen a menos el mandar su~ ¿Cómo resolverlo? hijos. La esruela púhlica-p:ensan En el próximo artículo lo veremo~

12

¡---·~-~,,__/?_o_~_i-=----¿_·~-ª-C-L---L;_Wu n d; ·a/ e@S'~ Thomas HAYA­KAWA y Tsunio KOBA, estudian-

F. ,t ,, / 011,zrnf ía ,!,· los R cyrs de / nglaterra fué tomado recicnte-111 ,·111,· ,· 11 .1SCO T P1IRJ..: , /11 gl<1tl'rro, cuando Sw Mogestodes r,· diri ~i ,111 a la Casa Club paro presenciar lo gran carrera anual C ol.! , ·~ , ,:. [' ,,r ,,.'zo ;,·/,· llama a las correros de cahallo1 el "de-

p,,rtc dr los reyes."

stas dos sc,ioritas, VIS so11 las hiias del Sccr,:tario de Guerra !vfr. Da-.iis, donador de la famoso Copa Davis. Los Srtru. Dn-.iis imitan a m ilustre padn: en aj icio-11es d,eportivas, y hoy puede decirse que so,~ 11110 de• lm m,ís temibles roquetistws entre lo aristo-

cracia de la' capital de los Estados Unidos

Esta i11tr:rr:so11tísima vista /ué tomada en AS­COT PARK, fo glaterra, durante la celehroció11 de la carr<Jra anual ':n que se dispuÍa el célebre trofeo Gold Base. " Higli Art" quedó primero,

(Foto1

Underwood)

r

tes de la Univer­sidad de Colum-

prÓKÍmas j u s las por la Copa Davis. Hayakawa y Ko­ha, parecen más un par de títeres que tennistas. La agilidad de éstos dos muchachos e1

a10mhro1a.

'EL/A DE ALVAREZ, la magnífica ten­nista espaiiola, orgullosa representante de nuestro raza, acabó con la tem,ista de fama mundial Mrs . Molla Mallory en los semi­finales por el torneo de Vlimhledon en "straight sets". La Srta . Alvarez ganó fa .. cilmente y es 11110 de las más sólidas espe­

ranzas para destronar a la gentil Susana.

Teniente ALLAN P . SNODY, urw de los aviado­res norteamericanos qtte intentaron el vuelo San Fra11-cisco-Ho11olulti, acaba de ser seleccionado por ¿l "as" fran cés Capitán RENE FONK, para qtie lo acompaiie en el vuelo sin parada1 de París-New

Y ork.-S1wdy 'irá como navegan/e.

~~~~~ffl~-k~uy~- 1~~~~~~~~~~~~~~~1~~~~~,~~~=~~~~~~~~~~w grac<J" tercero. ~

el corle de caña Es noche. En !os bohío~ la luz está .encendida. ft"'r~rurlln Ocorla Los gallos agudizan sus cantos a la vida. 7 • / ,. El rocío ha mojado los campos aún sombríos. Olor de café fresco despierta en . los bohíos; y constante a la noche abre torcidas grietas un monótono y áspero rechinar de carretas.

La zafra! Es que comienza la zafra ! Qué alegría ... ! En las cañas se cuaja cristalino temblor . . Y brillarán las mochas antes que apunte el día . (El buey ya sabe su misión.)

El acero, al cortar el despajado fruto, lanza al naciente sol su nota musical; y la cafia le ofrece el óptimo tributo de su dulzura de panal.

Que si perfuma el sándalo al hacha que lo hiere, la caña, generosa y orgullosa también, al corto acero rústico acaso brindar qu ie re la maravilla de su miel.

Porque la caña es como un alma nazarena que su dulzura ofrece a toda crueldad; que da néctar al agrio filo que la cercena, y al hierro que la estruja opone su bondad.

La zafra ... ! Qué aleg ría ! E l so l que nace echa anticipado oro sobre el cuadro rural. Baco de las vendimias auspicia la cosecha, oculto en el . ca,iaveral.

El manso buey devora cogollos relucientes y junto a las pirámides de las c:i ,i as co rtadas las carretas alargan sus pért igos sa lientes, y abren su dentadura las recias estacadas.

La caña sa lta al golpe de la mocha bl andida por el brazo certero . y luego de traza r un arco en el espacio-música suspendida­cae sobre el. montículo de cañas a cargar.

Las abejas se asombran y sa len de su niJo, -rubias presentidoras de un provec ho mejor-a chupar los panales que ell as no han constru í do, ávidas de sa ber dónde brota esa fl or .

D ónde brota esa fl or que sin ardua faena de abejas obedientes a la ley de l pana l, hace de cada caña una absurda col mena, más dulce que su propio palac io de cristal . .. !

(De La Zafra, el admirn/,/c ''poema de com­bate" que acaba rle p11blirnr 1111 t' slro gran poe­ta llg11 stín !leos/a en la n litorial Mi ncrrn. )

fl/ /llcói;, ffk/ 4/~ab ~~.,o~ázr 3ol.to.

I El indio h:i bla so lamente con las como all í hay escond id:i un :i chi, pa sonre,r como un n1iio peque no. Sin yw: nad ie se h s hap dicho, sombras. que es como un precioso lucero y Y mientras pone las semillas en

1!1 indio sabe muchas cosas. Cuando el indio duerme su fa- que arde haci :i :ident ro de la som- el agujero, su m:111 0 :1 cari ci:1 la rie-l El indio k e con sus ojos tristes ti c:a, está habl ando con aquellos que bra. Esa luz alumbra y le ense fi a los rra y sus mir:idas se ll enan de ter-1., ljllt: ,·scril1L'n b s estre lhs que pa- · Je~ escuchan y está escuchando a aque- c:i mirws. Pnn n:id ie, ni él mismo, nura. Luego el indio se martha. Y

1

:111 ,·.,Iando, In que l'Stá escond ido ll os que le hablan. s:i be quien la encendió. se tien de ;i descansa r sobre b t;e-II t•I :1 '.[ 11:1 muert:1 del fondo de las Cuando despierta , sabe más que Enrnelto en su tr is te obscuridad rr:i, que es para él como un reg:izo rrutas, -lo qu l' cs t.1 grabado sobre el antes y ca lla más que antes. '"ª por tod:is partes , y ve. Ve lo que de mu je r que rid :i .

I olni ht'rm cd .. J e h s;ih;i n;i en el todo el mundo puede ve r, y algo El amor que hay en las noches : ihuj" d,· la pa uiia del Cie rvo fu- II más. No se lo preguntes, porque no del indio que duerme abrazado ~ la

D e dí:1, el indio camina con los ha de decírtelo. tierra, en\'u rl to rn el aire y cub1er-¡;i tini. I El .,¡.¡ ,, ik i ind in e,cucha lo qu e

llict·n In~ p:í j;1rns , abios cuando . se ap:i,;a el ,ni, ." l,~-~ hablar a los ar~ ~,,l ,·s en el ~il cnc10 de la noche , )

I la, piedras dnradas por la luz J e! 1m;1J1c'Cl'f.

;\';1di,· k ha cnse,iado a l'ér ni a ¡,ir ni ;1 entend er esta , cos;is miste­rio~as 1· !! r,1 ndes, pero él sabe. Sabe · no lÍic; nada.

oj"s f ijos rn la t ie rra y deja que el El ,·iento de las t:i rdes r la bri- to po r las estrell as del cielo, es lo so l anh sobre su cabeza y tueste su sa de la alta noche hablan con el qu e él solo s.,be y lo que a nad ie espa lda desnud a. corazón del indio, como si fueran d ice.

D e noche, el indio levanta la ecos de voces que sólo él comprende fren te y mi ra a las estrellas, que caen en el sil encio. d t> ntro . de sus o jos, r, entonces, lo Cuando el indio se inclin ;i sobre qu e ha~· en lo ~ás profund o _de su la tierra , oye una voz dulcísima, co­pecho se llena todo de luz. mo la música de la canc ión de una

Sí tú puedes alguna vez mirar lar- madre que adormece a su hij o. Y ga mcnte a 1 fo · do de sus ojos, verás si pudiera~ 1 , rlo entonces, le ,·erías

Y así de muchas cosas que son solamente para él. S, no tuviera es­tas cosas, ¿ qué tendría ?

Piensa de esto lo que qu ie rns, pero si algo de él mismo necesitas averi­guar, procura adivinarlo y no se lo preguntes.

[ ,- f ronitam os. lrr tor, a E L E/l lVO R B L A C K, uno de Los marav illosos bi-be lots anim ad os que Mack Senn ct !:,, rn hirlo a.aparar p11rn sus com edias. D esd e su debut en la pmita!La Miss Black ha tenido una brillant ísima cn-rr,·ra 11rt ísti, n. ,".\'nt11 rnlmn1te ! . ¡Es tan trabajadora que se ha f otografiado con ove ra ll !

( F oto C annons. )

• • ·'.'> t. --á; v M l · ' ' T I V O L 1 ' ': V i g o r , N u t r i e i ó n . B e 11 e z a i~Ó- ·J;r.:, _ . ·a t In a .l. I

1 5

Grupo de seriares masones que ofrecieron un hnnr¡u,.te al Dr. FRANCISCO MARIA FERNANDEZ con motivo de su nombra­mirnto pnrn ornpar la Secretaría de Sanidad.

Un asp,·cto de In sesión solt-mne celebrada por In Academ ia Nacio­--------------------....L----,-----l nal de A rtes y L etras, con m otivo del ingreso del Dr. EMILIO Gl!SPl!R RODR!GUEZ, com o minn li ru rlc 111Ímcro en la Sec­ción de Litf'rnt11rn . El Dr. Emilio G n.spnr R orlríg11c-:. aparece le­yendo su /,rillante discurso sobre Mari:ino J o. é dc L arra y E~a de -----

Presidencia del banquete ofrecido por el Sr. I ROSA, Vicepresidente de la Rrp1íblica, al J1inis­

tro de México en Cuba, lng. JU ,1,V DE DIOS BOJORQ U EZ, en el Countrr Club.

Una de las m esas del banquete celebrado en honor del Ing. J U /1N DE DIOS BOJOR-

El Ar::.obispo de la Habana M on­se,íor R U / Z, fotografiado e,z

el muelle, a m regreso del Con­greso E11carístico de Chi.cago, ro­dead o de sw

(Foto Blez.)

Queiroz.

Sr. REG/NQ TRUFFIN, el prestigioso hombre de negocios y distig1,i­do ![entlema11, Presidente del Unión Cluh, ex-presidente dd H:ivana acht Club, a-rónml de Rwia en C11hr1, uno dr los tipos más representa~

uvos del cubano cnballt'roso, gentil , hospitalario, amigo de sus amigos, dispuesto sicmprr n romper lanzas 'fJOr wnnto al prestigio y bcnr. ficio de su patria se r11/iricra, )' cura muerte ha constituido 1111 verdadero duelo

par~ la sociedad habanera.

Q U I:.:Z, el sábado pasado. ----------------------------=:......-...J / 16

U n aspecto de la presidencia del banquete ho­menaje celebrado en honor del Director D isci­plinario dr l Instituto Cuh:1 , Sargento A N DRES

DIAZ BAZAS. (Foto Kiko.)

BERTA SI N GERMA N , la excelsa declam,1-dora argentina, que acaba de reaLi-::.ar una larga tuurn ee por Eur opa ro11r¡u ista11do ruidosos triun­f os, }' que la semana pa sada es f,!VO dos días en­lrl' 11 n.< otros, de paso para l'vldxico donde dará

una serie de recitales . .

L a; lindas chinas pohhnas r¡ue presidieron el pmtorrsc o jaripeo ce­lebrado el sábado pasado en el Stadium Universitario.

U110 de los palcos "interesantes", en la fies­ta mexicana.

17

Mesa del almuerzo celebrado por la Asociación de Corredores de Aduana, con el fin de recibir la bandera m exicana que la Federación de Cá­maras de Comercio de la Ciudad de México, donó a la f unta Directiva de la citada asociación.

El charro ALFREDO CUELLAR, coleando un novillo.

(Foto Kiko.)

A t,1 escuela de Quinn, l' n Bct /tleli cm , Estados U ni­d os, concurre t!sl e pintoresco grupo de alumnos re­presentantes d e Vf' inte nacionalidades distintas . Stt pm f esor M . M cNamara, v erdadero pol íglota, ha lo-

g rado em etiar ing lés a m auditorio cosm opolita .

F R A V K H O I'­PER , l ibrero de L o1 Angele1, ha sido J<' ­lcccion11do cntr,· t·a ­rios candidato1, para encarnar a T li ,·oilnre R oo1c11,·lt, 01 1111t1 g ran pel íc 11lt1 hútñ­rica q11e rccr, 11 1tr11 i­rrí la •1:id11 dd gr11n presidcnft·, y 11n11 de c11yt11 partCJ 1,· fil ­m ar,í e n C uba. r·,._ m os aq 11í r1 FR .·l .\'K H OPPER rr, 11 ,·I 1111i f o r m e d ,· Ir,¡ Rough Riders de 111

g 1:C·rra h ispr1110-0mt'r i c1111 ,1.

El C omandante R ! CH.4. RD E BYRD, el 1eg 1111do h ombre que llegó al Polo N orte , y el primero que atravrsó 101 fríg ida1 regiones en aeroplano , aparece en esta f oto­g rafía, a su reg;re10 a N ew Y ork, acompaíiado de FLOYD BEN­NET, 11i. piloto. Al d e1cmbarcar

l~~~~~~~~~~~-_:~~~~~~~~~~ los h eroicos exploradore1 fueron ovacionadM por una multitud en-tusiasta

C on el fin de tomar m e­dida1 para evitar el con­trabando d e licore1 por la frontera d e M éxico e1pecialmente por Rí~ Cra11dc, d elcgado1 m e­xica nos y am ericano¡ e1-tán celebrando im por­tanteJ con/ eren cia1 en L 1 An 'l,cle1. E 1ta f oto­g rafía f:,11 : tomada du­ran /,· la prim ,·ra rr,nf1· ­rcncia, prl'Jidida por el C o/.f'ral U N C OLN C.

ANDRF.IVS

/,· 1111,·r,· ,,111/<'S ,·xf>,·ri111n1to1 1obre IDI ti t ,111Út' 11t u tÍ1· o>rtas t' nf ,:nm:d(ldc1, ohl~ ,·, 111 f utu ,1p11rt'C<' II el D r. COBLE~t /¡

ª" ( Fo101 Und,·r-<iiOOd"'

Est1· 1111, ·v o arco poli fó ni co, inve11tado_P~ 1': 0 ll'S F..: ). ¡/, · Berlín, pcrmitr' tocar sim

d.-l violín, d otflf11Ío al imtrumc11to 1e. ""', ef ectos polifomcos,

nidos, ;e están rcali-::.ando ac111a/m c11 -es de l11s luces art if icialcs <J I/ el tra­

e impor/antísimos resultados. E11 M. G. DARCAS, probando 11111111c'vO

T11de,..-u1ood)

:;}ife1or HERMANN BER­lf,1ente en todcr las c11erdaJ I /Í!!ªd de nttevos acordes y ~111 belleza. ·

del maestro J ean Patou.

l..: n director de tcatros de L os .'111geles , convencido de que jamás llegaría a saber "quién es quién" de estas lindas gemelas que milita11 en el cast de su espectáculo, decidió ponerles estas "etiquetas", pa.ra estar seguro de que al rega,i,arlas, de ah ora e11 adelante, no hará ningún

"papelazo'' .

"BEE " PAL!v!ER , la a eadora del 11111 vituperado shimmy, aparece aquí c11sc1ia11do al Conde MOLE­J,:OFF, c'11 pi1,í11 d,· ,·u.ra,·os y al Coronel PROTZF,NKO, los tí.ltimo1 pasos d,·I Charleston. Estos ukrania­nus amcrica11iu1dos Se' ha//a11 actualmente nr N ew York, dem ostra11do que 110 solamente en el Oeste hay

f ormidables jinetes.

M ayari, cuenta ya con un buen club de cazadores. Esta foto nos m·uestra la glorieta del Club de Cazadores de Mayarí el día 13 de Junio, fecha en

q11e se celebró la inaugurtteión.

Oé!o$oúd ~rhiu FEDERICO MORA .-_ - .... ------r.----------1 el más viejo de los de­portistas cubanos y el más joven de los vie­jos, mcumbió días pa­sados víctima de re­pentina enf ermedad Los "sports" en Cuha han perdido una gran columna, especialmen­te el base hall y el bo-xeo, de los cuales el ..; doctor Mora era un entusiasta sostenedor. •, r

' Estas lindas chiquillas, partidarias de Ra­Jaelito /11clá11, respo11den a los nombres de NENA ACOSTA, ! VANA MAR IA BORGES y "FEFITA" ACOSTA, las cuales el pawdo domingo saliao11 "mus­tias" al ver el team d<J sw simpat ías pf' r­der a manos de la r /111n tcs d11 los luan

"Fortuna" y "Juventud Asturiana'' se ba­tieron como leones y ganaron los campeo­nes un gran j,uego el pasado domingo con el "score" de dos por una. Aquí fueron sorprendidos los campeones en los momen­tos que intentaban un "goal" y era impe-

dido por el guardameta "Astur".

Ma11ucln.

ECII A RR! y G U T/ERREZ, lor mai:níf icos "sluggers" del "Fortu­na" que con su oportu110 "battiflg'' lograron una /ran ca v ictoria sobre el

C. A . C. Ecliarri bateó de 4-4.

( Foto, K if.:oJ

RUIZ, el. viejo lanzador de los "Policías' ' det1r.Jo et empuje de los "batsmen" Vedad·istas, · mientras que los "Polis" apabullaban al gran To1iit o en el juego celebrado el pasado domingo en opción

al primer lugar del campeonato de amateurs.

La -United Promoters ofrecerá una gran ,pelea el próximo sábado a base del gran boxeador belga ARMANDO SCHAKELS. · Será su opositor ARAMIS DEL PINO. Aquí se ve a Porgas, Anastasie, Moran y a los boxeadores Schakels y

Del Pino. 20

"El Cuatro'' del Habana Yaclit Club que quedó en segundo lu­gar a dos y media canoas del V. T . C. Estos muchachos lu­charo11 romo bue11os y responden a los nombres de Quesada, Fa­lla, Ortega, Castroverde y Ji-

mé11cz, timonel.

Et "crew" del Vedado Tennii C Jub entrando a do1 y medio Jargo1 del Habana Yaclit Club. F~lé una 1,ic-

toria fácil.

Foto1. Kiko.

,.._ _____ ...;¡LLANOS, el gran atle-

Club, que en las regatas de "double scull" libres, derrotaron a sus grandes opositores Nufer y A/va­res que represe11taban los colores del Cie11fuegos Yach t Club. L os herma­nos Ferná11dez en "dou­ble scull hacen tma com-

binación formidable .

ta, que e1 de la misma madera que T oñito CalU­so, ya está nuevamente en tre nosotros. Al igual que triunfó en base hall ha trittnfado en su carrera, ya es todo un Graduado en la Escuela del Estado M ayor del Ejército ame­rica110, e11 Fort Leaven­worth, Kansar. En los dos últimos años tomó los cursos de Jefes de Com­paiíías y Oficiales Supe­riores en la Escuela de Infanteria de Fort Ben­ning, Ca. Su ingreso . en el Ejército fué por me­dio de la E-.scuela de Ca­detes habiéndose gradua­do después en la E1eue­la de Aplicación de In-

fantería.

__ , ~ -;.. -' . --~~ .........

l,os "Polis" que a pesar del esfuerzo desesperaáo que /uczeron por ga11ar, tuviero11 que conformarse con un ettarto lugar. La boga alta es tm sistema que nunca ha remltado en Cuba, y a pesar de eso los

"Policías" lo wan.

RIVA , MAÑAS, ALVAREZ DE LA CAMPA, VINENT Y PERTIERRA, los valientes Marquesitos qtte supieron co­mo burnos, sacar del frtargo a los fanáticos del remo, que cre­ycro11 que la historia hrilla11te del V edad o Te1111is Cltth había pasado a "tiempos de Espa,ia" . Estos muchachos marcaron un

nuevo record de novicios, cinro 111i11utns cinco segundos.

21

voy.

LA BORRACHITA

Danza Popular

ene voy

Letr• 'ti M G.elo• "'•

IGN -'CIO FERNANDEZ ESP~RON

(TATA NACHO)

pa_raoJ _ vi _dar __ le .

le que _ _ ro mun _cho él, bm_bcn me que .... __ re, Lorra.chL ta. JDC 3 .a

has ta la ca _ pi __ ta.l , pa ser_ vir al pa_

--~f:\.-~ -~

_,tron qu" mc..man.d6 Ila __ mar Yo le tra_er,

pa_que vol-_

)~~~~~~~

(~~===~ ver. me voy" has_ta la ca_p1 _

___ tal, pa.tr6n que me man.d6 IJa_ mar

DON CARLOS TIENE ¿

24

LA CULPA

A MIGUEL MARIANO

~........_...-r-rr'' TR~IERONLE-Urv APISACO

M I amigo Paco Zarzoza y

Rabanal llegó de la Ha­bana en el mismo vapor que condujera a nuestro

país a los simpáticos excursionistas cubanos capitaneados por el no me­nos simpático Vicepresidente don Carlos de la Rosa.

~ Comisión saliéndole al paso coim un fantasma. _

~

,., ..l.ttA ~ ~ , in -Señor Zarzoza, imposible. Us· u,-vc..1 ~ ~I¿ ted no nos abandona. Hemqs arre· / ~ 1

• ~ glado a lojamiento para todos uste·

(?;t"CU~Oh~ Gl de~Pero, d éjeme usted hablar, ami-

Paco ve nía en busca de sa lud, mi­n ada por el paludismo . n ostálgico, -nueva enfermedad que general­mente háce g rand e~ estragos en los expatri ados-, y traía, al baja r a ti er ra, además de sus equipajes, el estñmago hecho cisco a causa del ma reo.

"'"r .-. 2 dJuAn -/,. ,-&~~md go _:;i·x~~sas con nosctros'. que so-/'• ~,. p¿,,,~,/ue Vr/_J mos hermanos de ustedes? ,No fal-taba más !

L as auto r idades enca rgadas de re­cib ir d i!,; n;unente a los exc ursionistas lo tom:1ron como t:i l. Quiso expli­car su cnndiciún, pero no se le dejó hablar.

-Mire 11 ted, es que yo -Sí, e n : que vi ene usted un po-

co l' n fc:r mo, pero eso p:1sa rá pronto·, nn tcn!!a cuidado. En ll e~ando a

- Oriz:1b;, cnn el c;1 mbio de ~cli ma y un :1 " rervec'Ía n:1" se sentirá usted otro.

- Pero, d;jc me usted :icla rar - 'a J:1 1 n:1 d:1, no faltab;i más, en

~1 t \ 1c11 los c¡u crcm<,s a ustedes como a h,· rm:111 0, 1· n i un o so lo se nn, ha J e l',c:1 p:1 r d~ que los agasa jemos.

P:ico fu ~ rmhodegndo en el pull­m:1 n en ca lidad de il ustre huésped y dc,dc '' Los C ocos" hasta "Paso del ~ h dw'' ne, pudo su tr:ie rsc a bs ..i n­' it:1cinnl'S de 1111 tcquilit:i de J .1 l i co,

un mezca l de O axaca, un "parras" Empezaba a sentir esa agrndable de C oahu ila, que uno de l_os m ie m- laxitud precursora. del sueño, cuando bros de la com isión escanciaba en fi- todo eco va apagándose y parece que nas copas con nobl e ademán y una el al ma se desprende del cuerpo, y cl ara sonrisa jugueteando en los la- héte ahí nuevamente al de la Co­bios, bajo el bigote recortado a lo misión: Chapl in. -Usted me perdonará, señor Zar-

Nuestro hombre se vió libre al fin y, d;i ndo gracias :i l T odopoderoso , di6 con su humanidad en la cama que le fu é se ii al;1 da ; pe ro el in fo rtu­nado no se imag in ó j:i m,ís que a la l lega d.1 a C órdoba se r ía :i rrancado del lecho para recibir el obsequio de un:1 cesta desbordante de man e-ns, dulce, \' ' c:1 rn nsos como Libios~ de muje r. Y poco despu~. , en O r iza­ba, uh lie-ado a tom.1r un a rc rveza par:1 que~ ,e repu,ia:1 cnmpl etamentc r 11 11 lo fucr;i .1 clc ·con cc r el clima. . P:1c<> l111b icra d:1 do a le-o en esos m11ml'11tn, pnrqt1 l' ] ;¡ tin r.; se .1hrier:1 }' ~e hundiera todo el convoy, aun­qu l' un sent1m1 entu pa tn c1t1co le ha­cía refrcn;i r esa c:i lenturienta idea cata tr,, ii c:1.

zoza, pero hemos llegado a Apizaco. Asómese un momento a la ventani­lla y tenga la bondad de escoger un bastón que sea de su gusto, pa ra que lo conserve como "souvenir."

Y el desventurado P aco se resignó a no descansa r si no hasta México, que se le hacía tan le jan o como el P olo N orte, }' se vió forzado a to­mar pu lque en Apam con su res­pectivo acompaiiamiento de enchila­das y gusanos <le maguey que arma­ron en su estómago una revolución solo comparable con el levantamien­to de los moros en !\1arruecos.

:\ b ! legada a la metrópoli trató de esca ~ullirse. En la Villa de Gua-dalupe fracasa ra su pri mer in tento r ya en la estac ión a punto de lograr la ansiada fu ga , otra vez el de la

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Y ahí tienen ustedes a Zarzoza otra vez embodegado en uno de los automóviles oficiales camino del Re­gís y de ahí en adelante, el delirio. Tres banquetes diarios, pulque aquí, enchiladas allá, mole de guajolote acull á, todos los platillos inventados por algún genio m eléfico para man­dar al sepulcro a un hombre en las coñdiciones del supradicho, en me­nos que el doctor Ferrara se "empu­ja" un brindis.

Y Zarzoza comiendo como un lo­co, trepando las pirámides de Teoti­huacán, visitando museos, bibliotecas y otros edificios públ icos, hasta el día en que nuestros ilustres huéspe­des abandonaron la capital, hecho un dl'sastre se vió libre y el último a liento que le quedaba de vida lo enderezó hacia una farmacia donde, ante la perplejidad del boticario, di­jo sólo estas palabras y cayó desfa­llecido.

-Déme usted una purga de ca­ballo para este servidor y paisano suyo.

El Cuach6c es tan antiguo como su patria - el viejo Imperio moscovita - y es bailado por el pueblo ruso lo mismo en el más pequei\o pueblo de la fria y lejana Siberia que en los aristocráticos palacios de San Petersburgo. Aún en los más intensos fríos de Rusia el Atophán-Schering previene el reumatismo y la gota garantiza el perfecto funcionamiento de músculoo y articulaciones y cura estas enferme­dades en todos los casos. -· Fíjese en el envase original: Atophan en tubos con 20 tabl. de 1/z g.

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11

l ¡.Si rs o.< so 11 los dd mal , , 0 -

111 0 s,11i11 / 1) ; d, I hi, ·11 .' ) (F 1, tr, f ux.)

T 11,1 rlr las m ás i11 t,Ternn ln cscn1a.r de El Príncipe de Pil ,,·n, /11 últi m a prnrl11 rc i!m

n, ,¡11f' A.VITA STE­Tr' A RT rlon nstr í J/1 rxtrrr­orr/i111rrin ta/01!0 , sa 111idarla

pnr C, ·orun Sid11rr. ( F ,,tn Prr)(/11 / ·n ! 11tr'/'; ll1 lio-

1111I r: ,,rf. )

E RA una época terrible.

L os ríos, crecidos por las aguas primaverales, no habían recobrado su

·aspecto normal. Los pantanos y los prados, también lle­nos de ag ua, parec ían lagos. Los campos estaban húmedos, y en los harrancos no se había fundid o la nie ve, proteg ida por la frialdad de las noches. La primave ra proseguía su obra de regenerac ión; pero el fu e­go, oculto hasta ahora, cautivo del invierno, había surgido ya, lanzan­do al cielo sus resplandores lúgu­bres. La serie de los incendios CO·

menzaba. Algo invisible había despertado

an tes de tiempo aquel fuego dormi­do. Algo invisible rodaba, en las tin ieblas, por la tierra rusa y a ma-

nos llenas aventaba el grano de la angustia y de la alarma, resucitaba las esperanzas perdidas, sembraba la semilla para una terrible recolección.

Por el pueblo se extendían noti­cias y rumores lúgubres; no los tras­mitían palabras humanas, sino voces mister iosas. Los límites entre lo real y lo invisible habían desapare­cido. Sabíase de antemano q~ tal o cual persona debía morir;- y ya se la consideraba como muerta. Ape­nas comenzaba a arder una finca se­ñorial cualquiera, cuando ya lo sa-, bían los campesinos a treinta verstas de distancia, aún antes de ver teñido el cielo con el rojo resplandor del incendio; con sus carros y sus caba­llos acudían los pobladores de las aldeas próximas a aquella propiedad para apoderarse de los bienes seño-

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riales. Diríase que la muchedum­bre había adquirido un don miste­rioso de adivinación, o recibía avi­sos y sabía qué propiedades estaban destinadas al fuego y al' pillaje y qué hombres iban a ser asesinados. El fu ego y los fusiles habían en­trado en acción, y llenaban de ruido y sembraban la alarma por los cam­pos pacíficos.

Algo invisible rodaba en las ti­nieblas por la tierra rusa. Nadie po­día alcanzarlo, detenerlo en su mar­cha. ¿ Qué era? ¿Quién era? ¿ Qué quería? ¿Qué buscaba? ¿Era el al­ma del pueblo, despierta en su noche, sedienta de venganza, acechando a quienes le habían robado la luz del astro del día? ¿ Era Dios mismo, ar-

diendi:> en ira, por la maldad de los que gobiernan la tierra, y castigando no solamente a los culpables, sino • también a los inocentes? ¡Qué ·era? .. ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Qué buscaba?

Las máquinas de imprenta, con ruido monótono, tiraban a diario grandes hojas, donde estaban· cuida­dosamente registrados los incendios, los crímenes, el dolor que agarrota· ba a las gentes.. Los habitantes de las ciudades, asustados, alarmados, dirigían miradas de terror, por en~ cima de los muros, hacia los cam­pos y los pueblos. Allá en las aldeas, todo era negro, obscuro, in~ompren· sible, misterioso. Algo invisible ro­daba en las tinieblas. Algún olvida­do lanzaba, como fiera herida, gri· tos de dolor, aullaba, plañía, inju· riaba, se agitaba en la noche negra, se escondía en los bosques. Sólo se veían los resplandores lúgubres de los incendios.

Las gentes se buscaban, como per-:lidas, en la selva virgen.

- ¿ Están todos allá? -Todos. -¿Qué es lo que rueda en las

tinieblas? -No lo sabemos. -¡Qué es lo que pasa? -No se sabe. Era una época terrible, llena de

amena7.;is misteriosas.

FOTOGRAFIA ARTISTICA PINEIRO Y POSE

La Gran Flota Blanca SERVICIO DE PASAJEROS Y CARGA

5alidas de la Habenn a:

~[~ b'krr..:Ns ..... . Mié;.,~ v' s!:

SAN RAFAEL 32 HABANA Paseies especieles de ide v vuelta incluyendo~ y las comidas:

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Dos negociantes polacos tomaron cada cual un secretario, que se ocu-= paba de las compras y ventas del al­macén. U no de los secretarios era armenio; el otro judío.

Un buen día los dos negociantes polacos se encontraron en una feria }' cada uno alabó las cualidades de

su secretario.

-Mi armenio, dijo el primero, y ie propone venderle un buen caba­cs muy listo, tan listo que sería ca- llo, pues su amo--según decía­paz de engañar a tu judío. quería tener otro más chico. ·El ju­

Pero el segundo repuso, seguro de dío examina el caballo, Jo compra, sí mismo: y se va muy contento a enseñarle -¡ Que trate de engañarlo! Ve- al amo su última adquisición.

rás los resultados. El amo ·examina la ·bestia, pero de Algún tiempo después, el secre- pronto salta iracundo, y le grita al

tario armenio se encuentra al judío judío:

28

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-¡ Imbéci l ¡ El caballo es tue~tol ¡ Ves como te eng.1ñ6 el ar~enio!

Pero el judío k respond10 tran-

quilamente:

-¡No se excite, señor! El caba· !lo será tuerto, pero el billete ca; que lo he pagado . . . es falso. i bien falso!

' -,

¿;:, ,á'PH3da (Continuación de la pág. 8) Si los dientes pudieran hablar, dirían

trigueña se le había declara.do casi ~ boca de jarro en plen o f ox trot. No obstante, una leve desconfianza envenenaba su espíritu a l pensar en Isabela, la de la cabellera negra y cuerpo de <liosa. ¿Su inclinación irre­fren able tenía por objetivo su per­sona, o el impulso era inspirado por egoístas apetitos 1

legua que venía muy agitada. Sus ojos violeta estaban húmedos. Raúl

se fuso : n pie;, an.~elante. Tem1a . . . d1Jo ella, con voz

entrecortada, "temía que usted . hubiese hecho algo . . horribl e."

El joven adivinó que ella aludía a una posibilidad suicida.

D ispuesto a casa rse a todo tran­ce, Raúl-c;rnsadu de aventura~ mercena rias-creía que él podría elegir una de esas tres bellas e in­tac hables mujeres, para hacerla su compañera.

" D e ninguna manera." Eviden­temente , pensó, ella ha leído el pa­rraf ito. "Tengo motivos para vivir. Alguien . " Use Crema Dental Colgate

Es creencia general entre los hom­bres que ellos no tien en más que ha­cer una seña, pronunciar una fra se , y la mujer escogida para esposa cae hechizada en sus brazos. L as mu­jeres viven igualmente seguras de que con una simpl e sonrisa pueden cautivar a cualquier hombre que no sea ciego. Ambas creencias son fal­sas, absurdas, y uni versales.

"Es usted valeroso", dijo Elea­nora. "Me agrada verlo tan sereno. Ha sido una imprudencia suya arries­gar.;e así, con ese papel de cobre. D ebió usted consultarme . "

"Quería dar un buen golpe de efecto bursátil, y he fracasado. No importa. "

"Pero le habrá quedado algo .. . Díga me, ¿ es que lo ha perdido todo?

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La experiencia enseña que la prevención es el me1or medio de haéer frente a po­sibles caries en la dentadura.

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Colgate & Co. Una con ve rsac ión con un redac­tor de "El Sol" , y quedó concertada la in se rci ,ín del párrafo. D espués Raú l esc ribió una breve nota a cada una de las tres damise las, pidiendo el fovor de una entrevista.

"Casi, casi. Prácticamente, estoy en la pobreza. Tendré que cambiar mi tren de vida, trabajar."

"¡ Cuánto lo siento!" dij o ella ;;encillamente, sin afecto. E,toblecidos en 1806

Starks lncorporared Arsenal 2 y 4 · Haban.o

IV

Mientras leía a Marco Aurelio, .lbúl estaba esperando las respuestas a sus tres cartas.

El ayuda de dmara japonés abrió la puerta de la biblioteca.

Entró Eleanora y se notaba a la

Raúl reunió todo su valor y se aprestó a declararse. Estaba positi va­mente seguro de que Eleanora en la única majer que podría hacerlo feliz . Su voz temblaba.

"Yo sé, Eleanora, que la sor­prenderá lo que voy a decir . ape­sar de que no podré tenerla en las condiciones . "

Ella comprendió a donde iba él a parar. Pa"r lo tanto, no le dejó terminar la declarac ión amorosa.

(Continúa en La pág. 3 t

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-¡No cojas ahora peces colorados, Gustavo, que se acerca un toro!

(De Péle Méle, de París.)

Va Swift a montar a caballo, y pide que le lleven sus calzas de cue­ro:

-¿Cómo .·es que no están lim­pias ?-pregunta.

-Es que como va usted a man­charlas por esos caminos--le rc;spon­dc su criado--pensé que no merecía la pena quitarles el barro que tienen.

Poco después el doméstico pide a Swift la llave del aparador:

-¿Y para qué la quieres?-le pregunta.

-Para comer. -¡Oh!-respo~de Swift-como

lkntro de dos horas volverá usted a tl'ncr hambre, no merece la pena que coma ahora.

Antes de comprometer su dinero en un ne!!ncio, Rubén va al templo y ~xclam;:

-Dios de los judíos, si . gracias a tu prote,-cit',n este negocio sale bien, ro te p:·nmL·to dar mil frnncos para tu templo.

Y '1:1 ne!!ocio sale mal. • .\ntes de- meterse en otro, va a la

i!!l~sia, se arrodilla ;rnte San Anto­;io de Padua y suplica:

-Grar San Antonio de Padua, si mi negocio sale bien, gracias a tí,

yo te prometo meter mil francos en este cepillo que está a mi derecha.

El negocio sale bien. Y Rubén se va a su templo y dice

dirigiéndose a Jehová: -Tú solo, Dios de mis padres,

eres el verdadero Dios inteligente. Tú sólo sabías que si el negocio hu­biera salido bien, yo no te hubiera dado los mil francos que te había prometido. El santo de los cristia­nos se ha dejado engañar . . j Se­ñor, ahí tienes los mil francos para tu templo!

Salen Chapeau y su esposa, nuevos ricos, de casa de Rothschild. Y al ajustarse los guantes, madame Cha­peau le dice a su marido:

-¿ Bueno, y qué, . te has fijado? Total, Rothschild no es gran cosa ... ¡No viste como en un mismo pjano ~ocaban dos?

Se sienta Tristán Bernard en un restaurant, y pide la comida. El mo­zo le sirve sopa.

-Mozo-llama Bernard al poco rato-yo no puedo comer esta sopa.

El mozo le da el menú, y el ilus­tre humorista pide esta vez una sopa

La ropa de la abuela. -.-La de In nirtn.

(De Judge, de Ncw }'ork.)

-¿Quieres comer conmigo esta noche? -¡ Ya lo creo, y muy agradecido! -Pues a las ocho estoré en tu casa.

de cangrejos. El mozo se la sirve. Y un minuto después, Tristán Ber­nard vuelve a llamarle:

-Mozo, yo no puedo comer es­ta sopa.

El mozo no com.prende lo que ocurr~, y llama al maitre d'hotel. Este se acerca respetuosamente, y pregunta al ·escritor :

( De Brummen, de Berlín.)

pondió Tristán Bernard-pero yo no puedo comerla porque no me han puesto cuchara.

Por unanimidad . El dispéptico.-Tres médicos han

diagnosticado mi caso de distinta manera.

-¿Qué es lo que tiene esa sopa, El amigo.-¿Y no estuvieron de caballero? Todos los clientes la han acuerdo en algún detalle?

encontrado, y algunos hasta me han El dispéptico.-¡ Cómo no .. . 1

felicitado. Cada uno me dijo que le debía vein--¡ Oh!, yo no digo que no--res- te pesos.

-¿Pero está ya vacía mi caja de cigarros? -Fumamos demasiado, señorito.

(De Paris Midi.)

30

fa e8Pn4'd4 (Continuación de la pág. 29)

"¿ No cree w ted" pregunt~ ,,"no cree usted que ueho retlr:irme.

~a interrupción lo ,~onfundió. Es que . que ..

"Iba usteci a declara rme su pa­sión" dijo ella tranquilamente. "Yo simp~tizo como amiga con su ~es­grac1a; pe ro, de otro modo . .

El joven quiso oirla decir que él le era indiferente, ahora. Asiéndo­la una mano, la miró a lo hondo de sus ojos.

"No sabía que éramos meramente amigos, y nada más," dijo en voz baja. "En los últimos dos meses ... "

Impertérrita, ella miró la mano que sujetaba la suya. Su actitud fría y altanera era suficiente para con­vencerlo de que él no pesaba nada en el corazón de aquella hembra. Ya libre, ella desarrugó su guante con los dedos de la otra mano, mien­tras Raúl se daba cuenta de que el buen gusto exigía no insistir sobre una explicación desagradable.

"Debo irme," dijo ella. "Vaya por casa; telefonée primero de mo­do que me encuentre . "

La puerta se cerró tras ella y Raúl se sumergió de nuevo en la lectura de Marco AureM. Miraba la pá­gina impresa, pero ni un ·solo afo­rismo se trasmitía a su cerebro. Elea­nora, la deliciosa, adorable y exqui­sita, había resultado una vulgar am­biciosa.

Suspiró y puso el libro en el es­~nte. Verdaderamente, la desgra­cia pone a prueba-a los amigos. Aho­ra que ella había descubierto que él estaba arruinado, Eleanora rehusaba escuchar sus palabras de amor. Y se daba perfecta cuenta de que su de­serción tenia su origen en la lectura

tQS&Q3!§22J TINT!S PUOS

PUTNAM

del párrafo que apareció en la pla­na mercantil de "El Sol".

V

Después de reflexionar un rato sobre el tratamiento que hal?ía re­cibido de Eleanora, se sintió contento de que ella lo hubiese rechazado. Después de todo, Silviana era infi­nitamente más deseable. ¡ Oh, segu­ramente que lo era! Esbelta, gra­ciosa en sus movimientos, con ma­nos de hada y frágiles tobillos; su boca escarlata era un madrigal, y sus ojos la sinceridad m isma. ¡ Sí, era perfecta como una rosa! Ahora estaba con\·encidu Je que era a ell;, a quien amaba realmente. Las otras ...

Sonó el t imbre del teléfono. Raúl empuñó el receptor y palideció al oir la voz de Sil viana: '

"¡ Es usted, Pemberton I Acabo de recibir su nota y . "

Silviana hizo una larga pausa. "Sí, querida." Trató de hacerla

comprender, con la simple enuncia­ción de esos dos vocablos, que la adoraba.

"También acabo de leer en el pe­riódico el suelto referente a su per­sona. Quisiera verle y hablar con usted sobre el asunto; pero, franca­mente, hoy no tengo tiempo. ¡ Com­prende usted?"

Raúl comprendió. ¡ Cómo no! Tartamudeó algo en la boquilla del teléfono y colgó .

Eleanora, la exquisita, y Silviana la adorable, ambas buscaban, no la persona de Raúl Pemberton, sino el dinero que este había heredado. Sus sontisas, sus miradas y sus caranto­ñas no le pertenecían ya.

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Ya no era una buena posibilidad matrimonial. Se avergonzaba ahora de haberse creído gallardo y gentil. Se despreciaba por haber sido tan tonto. ¡Las mujeres! Todas eran unas comediantas, codiciosas e hipó­critas. Trató de barrer de su men­te pensamientos tan bochornosos y tomó la resolución de lanzarse a un largo viaje.

Ni un solo instante había pensa­do en Isabela, la bruna, audaz y exu­berante.

VI

Con una sonrisa de careta japonesa. el ay uda de cámara abnó la puerta y entró I sabela. Avanzó resuelta, con una mano ext•:ndida. Raúl la estre­chó ávidamente y, con gran sorpre­sa suya, sintió que aquella mano apretaba su mano afectuosamente.

Un estremecimiento recor ri ó todo su se r. Se sintió henchido de satis­facción. Aquella manecita tibia que permanecía todavía dentro de la suya , exhalaba un fluído ex traño y embriagador .

I sabe la no apartaba sus ojos gar­zos de los de Raúl, impresionada, cautivada. Su actitud y expresión da­ban bien claramente a entender que consideraba a Pemberton Íncompa­rable, __ y excesivamente deseable. No ocultó la admiración que sentía por él. Sus labios se adelantaron tenta­dores.

U na súbita oleada de alborozo ioondó a Raúl. Lentamente, con g~avedad deliberada, la besó en la frente y en la boca. Todas sus pe­nas desaparecieron como por ensal­mo.

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mera vez que la besaba y estaba dis­puesto a que hubiera repeticiones. Se inc}}nó de n~ev~. hacia ella y-

¿ Isabela, d1Jo de pronto, "ac­cedes a casarte conmigo?"

~lla tf tube? , r~glamentaria~ente, ¿ Que hanas s1 me negase? pre­

guntó ella, gazmoña. "Probablemente moriría ." Res-

pondió. "Estoy segurísi mo." Ella le echó los brazos al cuello. "¡Muy bien dicho!" U na idea horrible, espantosa,

atravesó el ce rebro de Raúl. Com­prendía que I sabela era el ideal cie su vida, una necesidad inaplazable. Era la única muj er a quien no -le imp() rtaba que fuese millonario o mendigo. Por lo tan to, era preciso casa rse con ell a cuanto antes, lo más rápido posible

Mientras la joven permanecía abraznda a su adorador, Raúl se trazó un cuadro de la vida, sin ella. La perspec ti va era horripilante, de­sol adorn, fúnebre. Se arrancó de los brazos de su novia y sa lió corriendo de la habitación.

Un segundo después reapareció. I sabela estaba sentada, todavía es­tupefacta, en la silla donde la ha­bía tirado al salir. Luchando por poner,e la levita. excitadísimo, Raúl hizo una pregunta impaciente:

"¿Te casarías conmigo--'ahora mismo?"

"Pero . temo . : Si yo .. Se precipitó sobre ella, la abrazó

e hizo un intento desesperado de re· <lucirla a pulpa.

"Dí 'sí,'' ordenó. Ella dijo "SI".

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Raúl la engarzó por la murieca con tal fuerza que le produjo un ca n.l ena! que se notaba todavía una semana después. La arrancó del lu­gar y casi en andas la transportó al el evador, y a la calle, y a bordo de un taxi, si n soltar la muñeca de la cuitada . Una voz dentro .del auto, cantó un fragmento de una canción popu lar, y después interrumpió el canto con un acceso de risa, y I u e­go cnrt<', las carcajadas con un beso, y rntonccs interrumpió los besos con otra canción.

A fu erza de oro consiguió en el acto una licencia matrimonia l y se casaron por la vía civil, sobre el te­rreno, "galopand ito."

(¡Y después que se casaron tuvie­ron muchos hijos y fueron siempre felices, como rezan los libros de cuentos?) '

VII

Resplandeciente de alegría inef a­ble lindando con el éxtasis, el Sr. Raú l Pemberton salió de la ofici­na nupcial llevando del brazo a su esposa, después de despedirse de los testigos, un bombero y un policía.

" Quiero hacerte una confesión", dijo el desposado al partir el taxi. "Ese suelto en "El Sol" , no es ver-

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"¡Sí, qué me dices?" dijo Isabela. Recibió la noticia calmosamente y sin reflejar emoción alguna.

"Lo que oyes. Pagué para que inse rtaran la noticia. Jamás he es­peculado en cobres ni en ningún otro mineral. T odo fu é un . "

¡ De qué. estás hablando, cariño mío? I sabel le va ntó sus límpidos ojos asombrados para mirar ti ros-tro dt: su esposo. "Te juro quf' no comprendo."

"¡ Tú no . tú no . Raúl perd ió el aliento. ¡ No viste el pá­rrafo en "EL Sol" en que mencio­naba mi nombre? ¿ No sabes que en ese periódico salió un suelto que de-cía . ? "

"No. No he leído los di~rio( esta mañana". Se acurrucó tod~vía más "Bésame, maridito."

C onteniendo un . gemido, la besó. Y aunque se perdió en los deliquios de la luna de miel, Raúl no cesaba de cavi lar si Isabela se había casado con ~l porque lo amaba, o porque él era, el poseedor de una fortuna.

Ignoraba el pobre millonario que , si se juega con el amor, las mejores carnadas se malogran cuando la car­ne es débil.

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ª~" ,1'1Peró'.. • (C=tinuad ón d, la pág 101

,puente de Toledo construído geo- guia el arabesco modernísimo de métricamente y que podría llevar la una rústica melodía arrancada a dos firma de Derain ¡ composiciones cu- guitarras y un violín rajado por los bistas . Y como contraste, dos o mú icos de b Marinchí . . . ) tres obras .actuales del artista, muy sobrias, muy equilibradas, y que A pesa r de su genio, de la mara­muestran indias sentadas en actitu- villosa orientación de su arte, Die­des hieráticas, tal cual se las vé des­de el ferrocarril, durante todo el .ia je de Veracruz a M éxico.

C omplemento del estudio r del artista es Lupe Marín, esposa de D iego Ri vera. Es una muchacha alta, nerviosa, bellamente estilizada, e inverosímilmente triguer'ia a pesar de sus ojos de un verde muy claro. Nunca he oído hablar una mujer con análoga dosis de personalidad , ni emitir opiniones con tan absoluta ausencia de prej uicios. Baste decir que tiene al menos tanto carácter co­mo su marido y que sus ideas sob re todas las cosas son de una ~locuen­cia desconcertante .

En una t,amalada organizada por Diego en honor de M assaguer y mío, ví reunido en su estudio a un interesante grupo de sus amigo~: O rozco, el pintor ( otro "hombre del Renacimiento" ), el Dr. Atl, pintor escritor y Presidente de la Liga de Escritores de América; el gran Mi­guel d'e C ovarrubias, el caricaturista que epató a New Y ork ; y escritores: D on Artemio. del ValJe Arizpe, Gui­llermo Jiménez, Salvador N ovo, Vi1laurrutia, Gorostiza, la poetisa María del M ar, y otros. (En un rincón, abstraído, hipnotizado, el de­licioso folklorista Tata Nacho se-

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Neptuno 4,. La H,ben,

go Ri vera no es admirado en su país como debiera se rlo. Resul ta increíble que esa ob ra, tan sana, tan fuerte, tenga de tractores y adversa rios. Sus f re cos han motivado ve rdaderas po­lémicas en la prensa. La élite inte­lec tual y los a rt istas jóvenes están con él. Pero la cl ase med ia y la gente bien, en ca mbio, le hacen una guerra sorda. Su verdadero públi­co es, en rea lidad, el puebl o, para qu ien trabaja. Diego Ri ve ra se en­ternece contando como obreros y campesinos suelen veni r de lejos pa­ra contemplar sus pinturas :

-A esos, que no t ienen el gus-­to fa lseado por convenc ional ismos acad ~micos y conse rvan a lgo de la ingenuidad primit iva , mis frescos no les parecen arhitrarios. ¡ No me pi­den que reprod uzca el ideal de be­ll eza griego, cuando pinto ind ios ,:o¡: sus h11acnles !

Diego R ivera es insensible a los elogios y las censu ras. Solo le in­teresa trabajar. Y trabaja con todas sus energías, como un super-obrero, real izando una de NIS obras más tras­cendentales de estos tiempos ...

Porque la fórmula del arte mo­derno en A mérica Latina se halla en los frescos de este enorme Diego.:.

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