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Esta es la mágica historia de un intrépido negrito que, en busca de respuesta a una inquietudfilosófica nacida del afecto a una niña, emprende una peligrosa travesía en plena selva tropicalcon peripecias que ponen a prueba su ingenio y valentía. Las ilustraciones de esta ediciónfueron hechas por Hugo Díaz, gran maestro costarricense de la plumilla y el color. Cocorí tieneuna notable historia de trotamundos. En 1947 obtuvo en Chile el Premio Rapa Nui, fueposteriormente publicado en inglés, francés, alemán, portugués, ruso, ucraniano, holandés,eslovaco, lituano, búlgaro y, con patrocinio de la UNESCO, en sistema Braille para ciegos. Hasido numerosas veces llevado al teatro en Alemania, Checoeslovaquia, México, Perú, Ecuador,Venezuela, Colombia, Argentina, Chile y Costa Rica. Con el auspicio de la Unión Europeaintegra una colección destinada a tres mil bibliotecas de los países de América Central. En laactualidad circulan sendas ediciones en Argentina, Costa Rica, Honduras y Cuba.
Títulooriginal:CocoríJoaquínGutierrez,19471.ªpublicaciónenidiomaoriginal
Editordigital:AsiComoLoOyeePubbaser1.2
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«Abrevevidanacedestinada,susedadessonhorasenundía»
QuevedoSonetoofreciendoaVelisalaprimerarosaqueabrióelverano.
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ENELBARCOVIENEUNAROSA
Enelaguatranquilade lapoza, lascopasde losárbolessereflejabanreproduciendounaselvasubmarina.
Cocoríseagachóparabeberenelhuecodelasmanosysedetuvoasombradoalversubirdel fondo del agua un rostro obscuro como el caimito, con el pelo en pequeñas motasapretadas. Los ojos de porcelanadeCocorí tenían enfrente otro par de ojos que lomirabanasustados. Pestañeó, también pestañearon. Hizo una morisqueta y el negrito del agua lecontestóconotraidéntica.
Diounapalmadaenelaguaysuretratosequebróenmultituddefragmentos.Estabamuycontento Cocorí y su risa descubrió sus encías rosadas como papayas. Por primera vez sehabía atrevido a penetrar entre los árboles milenarios de la selva, y lleno de curiosidad yexcitación,vivíaunaaventuramagnífica.YamamáDrusiladebíaestarimpaciente:
—Cocorí,andaatraermeleña—lehabíadicho.Perorecogiendounaramaporaquíyotraporallásehabíaidoadentrandoenelbosque,y
yaerahoradeemprenderelregreso.Cruzólosprimerosmatorralesenloslímitesdelaselva.Seapresuró,receloso,porqueelsol
comenzabaaocultarseenelhorizonteyseiniciabaelconciertonocturno.
—Croá,croá,quésustomeda.
Elsapolegritabadesdesupantano,yelgrillointerveníaconsuvozenfalsete:
—Cri,cri,cri,apúrate,Cocorí.
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Las ramassealargabancomogarrasparaatraparloy veíasombraspavorosaspor todaspartes.Ycuandounbúhoabriósuojoredondoylegritó:
—Estucurú,¿québuscastú?
Cocorí arrancódespavorido a todo lo que le daban las piernas.Corriendo cruzó frente alranchodelCampesino.Unolorapescadofritolealegrólasnarices.
—Adiós,Cocorí,¿adóndevastanligero?Pero no tenía ánimo de contestar y no se detuvo hasta que se encontró a salvo junto a
mamáDrusila.Aferradoasusfaldassesintiótranquilo,porquelasmamáspuedendefenderasusnegritosdelamontaña,delhambredeljaguarodelrelámpago.
Poresonoprotestódelpellizcodelanegraqueledecía:—¿Dóndehasestado?Cocoríno lecontestó, llenode remordimientos,porquesiempre lehabíaprohibidoquese
aventuraraenelbosque.Además,amamáDrusilaeramejordejarlaqueseserenarasola.Despuésde lacomidaCocorísalióa laplaya.Laselva,asusespaldas,elevabasumole
tenebrosaycasiimpenetrable.Deellasalían,aveces,impresionantesmensajerosqueponíansobresaltosenelcorazóndelNegrito.ElafelpadoJaguaraparecíaenloslinderosdelaplayaenacechodedoñaTortuga,quesehacíaunovillo,atrincheradaensucaparazón,yavecesdonZorro,enrápidavisita,secuestrabalasmástiernasavesdelcorral.
Elmar,enfrente,eratambiéndueñoyseñordeinnumerablessecretosqueaguijoneabanlaimaginacióndeCocorí.Poresocorrióhaciaelcírculodepescadores,que,alaluzdelaluna,referíansusaventurasheroicasenelmaryenlaselva.
AcuclilladoenelruedodehombresescuchóunavezmásalPescadorViejo—susbarbasblancasbailabanconlosvientossalinos—contardeloshombresrubiosquevivíanalotroladodelmar,deladentelladafugazdeltiburón,delasanguilaseléctricasydelaiguanaacorazadaconsulenguadesietepalmos.
—Dime,Pescador—preguntóelNegrito—:¿quiénesmásfuerte,elCaimánolaSerpienteBocaracá?
ElViejoserascólasbarbas,dubitativo,guiñóunojoy,porúltimo,respondió:—Tododepende.SielCaimánlamuerdeprimero,ganaelCaimán;perosi laSerpientelo
aprisionaentresusanillosycomienzaadestrozarloconsuabrazo...¡adiósCaimán!La conversación se alargó hasta que los párpados de Cocorí comenzaron a pesarle y a
duraspenassefuetrastabillandodesueñohastasucasa.LoúltimoqueescuchófuelacancióndecunademamáDrusila:
—Duérmete,negrito,carademoronga,quesinoteduermestellevacandonga.
***
Alalba,Cocorísaltódesuhamaca.Elcantodelgallocorríaporelcaserío:
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Quiquiriquí,yaestoyaquí.
Selavólacaraconelaguafrescadelatinajadebarroyseencaminóaordeñarlascabras.Pero al salir a la playa, comprendió que sucedía algo inusitado. Los hombres del pueblogesticulaban exaltadamente frente al mar. Con el sol matutino sus sombras se prolongabanenormes por los arenales y venían a lamer las piernas de Cocorí. Algunos lanzaban sussombrerosalaireylaalgazaracrecíapormomentos.Elvientotrajolosgritos:
—Unbarco.—Quevieneunbarco.—Lleganloshombresrubios.ElcorazóndelNegritodiounvuelco.Seolvidóde lacabray ladejó tranquila triscando la
matadeorégano.Seprecipitóhaciaelmaryprontocompartíalaexcitacióndelosdemás.ElPescadorViejosentenció:—Hacíaveintelunasquenoveníaninguno.Los ojos de Cocorí quedaron prendados del mar inmenso que centelleaba asperjado de
diamantes.Unalejanacolumnadehumodelgadoseelevabaenelhorizonte.Teníaunavagaideadelosbarcos.Enlasnochesdelunahabíapreguntado:—¿Cómosonlosbarcos?
—Grandes,comotodaslascasasdelpueblojuntas—lehabíanrespondido.Comenfuegoyechanacorrerbufando.—Peronuncahabíavistoninguno.Porfinresolveríaunmisterio.
Lospescadorescomenzaronaempujarsusbotesalaguacargadoscon frutasolorosasymulticolores:caimitos,papayas,piñas,plátanos.Adornaronlasbordasconrojasfloresydesdeloaltodelmástilcolgaronlargasguirnaldasdeorquídeas.
Cocorísecolóporentre laspiernasde losmayoresy,encogiéndose lomásposiblepara
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pasarinadvertido,seacomodóenunalancha.Pocodespuéstodosbogabanbajoelsolardiente.El casco del barco relucía sobre las aguas. Con sus banderas multicolores y la gran
chimeneapintadadeblancoquearrojabaunagruesacolumnadehumo,infundíaenCocoríunatemerosafascinación.Losojosqueríansaltársele.
Yamáscerca,vieronaloshombresacodadosenlaborda.ErancomolosdescribíaelViejoPescador.Elcontramaestre,consucabellerarojarevueltaporelviento,hizogritaralNegrito:
—Miren,seleestáquemandoelpelo.Losnegrosserieronalegresmientrasrecogíanlassogasparaaproximarsealbarco.Cocorí
seapoderódeunay,agarrándoseconpiesymanos,trepóágilmentehastaelpuente.Cuandodeunsaltocayósobrelacubierta,ungritolosorprendió:
—Mamá,¡miraquéraro!Cocoríbuscóalrededor.¿Dequéhablarían?Hastaquesediocuentadequehablabandeél
ylacaraselepusomoradacomounaberenjena.«Eslinda—pensó—comounliriodeagua».Suaveyrosa,conojoscomorodajasdecieloyunpuñadodebuclesdesolymiel,laniñase
acercabapocoapoco.—¡Esqueestátodotiznado!PasóundeditocuriosoporlamejilladeCocorí.—¡Ohmamá,noselesaleelhollín!—ylosojoscelestesreflejabandesconcierto.El Negrito estaba como clavado en su sitio, aunque tenía unos deseos frenéticos de
desaparecer.Hubieraqueridolanzarsedezambullidaalagua,peronoleobedecíanlaspiernas.Sudesconciertocreciócuandolamamáseacercóamirarlo,ydeunsaltoalcanzólacuerdaysedeslizóhasta la lancha.Laniña,desde laborda, lobuscabacon lavistaentre las floresyfrutas, pero Cocorí, escondido debajo del asiento, sólo asomaba de vez en cuando un ojotodavíacargadodeturbación.
Devueltaalaplaya,lacomezóndelainquietudlerecorríaelcuerpo.¡Sehabíaportadotantonto!Con gusto se tiraría los pelos, se daría de puñetes, gritaría. ¿La había enojado?Y elpesaragolpabalaslágrimasalosojosdeCocorí.
Porfintuvounaidea.Corrióalolargodelaplayarecogiendoeltornasoldelasconchas,loscaracolesnacarados,
lasestrellasdemary losarbolitosdecoral,saltandoentre lasrocasconriesgoderesbalarydarseunpeligrosochapuzón.
Contodossustesorosesperóelmomentoenqueunalanchapartiócargadadecocoshaciaelbarcoyrepitiólatravesía.Cuandolasobscurasmanitas,rebosantesdereflejos,depositaronelcargamentodelucesensufalda,laniñagritójubilosa:
—¡Quélindoscaracoles!Estepareceuntrompo,éseunaestrella,aquélunpájaro—yconsaltosdealegríacorríaamostrarlosatodoslostripulantes.
—Escucha—ledijoCocorí,acercándoleunenormecaracolalaoreja—elcantodelmar.Ylaniña,embelesada,oyóunlejanofragordetempestad.Cocorí era feliz. La niña le hablaba, le sonreía encantada. Arrastrado por su alegría,
comenzóacontarlelasmilyunahistoriasdelPescador.LehablódelmalignodonTiburón,delasflorescarnosascomofrutasydelosmonosturbulentosytraviesos.
Alaniñaselellenarondeluzlosojoscelestes:—¿Haymonos?—¡Uf!,muchísimos.
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—¿Yvivencerca?Cocorí,disimulandosuignoranciaenlossecretosdelaselva,señalóconsudeditohacialas
copasdeloscedros:—AllívivelatribudelosTitíes.—¡Ay,cómoquisierateneruno!¿Esmuydifícilatraparlo?PorlamentedelNegritopasaronfugazmentelasprohibicionesdemamáDrusila,losruidos
quehabíaescuchado la tardeanterior, elmiedoalTigre ya laSerpiente.Pero laniña teníatantailusiónenlosojos,quetodoloolvidó.
—Yotetraeréuno—leprometióimpulsivo.Ellalelanzólosbrazosalcuelloylediounsonorobesoenlamejilla.Despuésledijo,entre
exclamacionesdealegría:—Yotambiénquieroregalartealgo.Y rápido corrió hacia su camarote. Cocorí se quedó pensando en la temeridad de su
ofrecimiento, cuando la vio reaparecer. Entre susmanos traía una Rosa. Parecía hecha decristalpalpitante,conlosestambrescomohilosdeluzyrodeadadeunaaureoladefragancia.
Para Cocorí era algo mágico. Retrocedió unos pasos asombrado. El sólo conocía lasgrandes florescarnosasdesu trópico.Esta floreradistinta. Jamáspodríacerrarsuspétalospara comerse una abeja como lo hacían las flores de lamanigua. Su perfume no tenía esearomahipnóticodelasorquídeas.EraunolorlevecomounagasatransparentequeenvolvióaCocoríensunube.
MiróalaniñaatónitoyvolvióaverlaRosa.«Enelpaísdeloshombresrubios—pensóelNegrito—,lasniñasylasfloressoniguales».
Y con su rosa apretada contra el pecho, celoso del viento que quería arrebatársela, Cocoríemprendióelregresohacialacosta.
EsanochelafloriluminólachozademamáDrusila.
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UNNEGRITOCUMPLESUPROMESA
—Yotengounclaríndeoroyungorritocarmesíyconmicantosonorodespiertoalcaimán,altoro,alleón,aljabalí,alatortugayalloroyalnegritoCocorí.
Cantóelgalloysucantocruzóelcielocomounaflechadeplata.Cocorísaltóyse lavó lospárpadosdelúltimosueño.Primerobuscó ramassecaspor los
matorralesydejóunhermosofuegocrepitando,paraahorrartrabajosamamáDrusila.Así,talvez,leperdonaríasuescapatoria.DespuéssedespidiódelaRosadesdelaventana:
—Ahoravoyalbosqueabuscarelmonitoqueteprometí.Le tiró un beso con la punta de los dedos, y, con la visión de la flor desbordándole el
corazón,salióalaplaya.Laalegríacantabaensuinterior.BuscaríaunTitícolorcanela,conunamanchaenelrostro,comosisehubieraempolvado.
Aunque, ¿cómo haría para cazarlo? Eran livianos y rápidos, columpiándose en las lianas ytrepandohastaelcogollodelapalmeraapenasalguienseaproximaba.
Laempresapresentabadificultades,peroCocoríteníaquebuscarelmododevencerlas.Diolavueltaalapenínsula,siempreconlasiluetadelbarcofrentealosojos,tanensimismadoensuspensamientosquenoreparóenelobstáculoquehabíaensucamino.
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Eltropezónlovolvióalarealidad.—¡Auch!AcariciándoseeldedoadoloridosedejócaeralsueloyentoncesvioadoñaModorra.La
pobre tortuga se había caído de espaldas y pataleaba que era un gusto en sus afanes porenderezarse.Quiénsabecuántoratollevaríaenaquellaposición.
En otra ocasión, Cocorí hubiera gozado con los trabajos de doña Tortuga que sebamboleabaridículamentesobresucaparazón.PeroelrecuerdodelaRosaendulzabasualmaynuncaCocorísehabíasentidomásbuenoqueaquellamañana.
—¡Ay,pobrecitademí!—gemíalaTortuga—.¡Sinadiemeayuda,measaréalsol!
ElNegritolatomódeunapatayconunenormeesfuerzolapusodepie.DoñaModorra,todacongestionada,suspiró:—¡Quémododedolermelosriñones!¡Yaestabaviendoestrellas!Ellesobólaespaldaunratoparaaliviárselayescuchóelrelatodelavieja:—Vieras de la que me has salvado, Cocorí. Si el Jaguar llega a sorprenderme en esa
posiciónindefensa,hubieramuertoenlaflordelaedad.—Pero...,¿ustedesjoven?—preguntóél,todosorprendido.—¿Y qué te has figurado?—DoñaModorra se pavoneó coqueta—. Si tengo solo ciento
cincuentaaños,loquenoesnadaparanosotras,quevivimostrescientos.Cocorí,unpocodesconfiado,lemirólas«patasdegallo»,yloscentenaresdearrugasdel
pescuezo,peroprefiriódisimular:—Yasesientebien,¿verdad,doñaModorra?—Sí, gracias a ti, hijo mío. Nunca olvidaré tu ayuda. Pero, dime, ¿a dónde vas tan de
mañana?—Voy a cazar un Tití, pero la verdad es que... —hizo un puchero— no sé bien cómo
hacerlo.—¿UnTití?—enlavozdelaTortugahabíaunpocodeburla—.PerosiunTitírecorretoda
laselvaenmenostiempoqueyogastoenbostezar.—Yosé,yoséquesonunosdemonios—suspiróCocorí—,perotengoquecazaruno.AdoñaModorraleentrólástima:—Explotasusvicios,Cocorí,y loatraparás.Siempre losviciosacabanporperderaldébil
quenosabedominarlos—terminó,abusandodesufamadefilósofa.Lodefilósofaseloganabaconsucaradeausente,siemprecomorumiandopensamientos
muyprofundos,aunquealgunasmalaslenguas,comolaArdillaylaLagartija,decíanquesóloeraunaperezosa.
—El Tití es goloso —prosiguió la tortuga—. La gula lo pierde. Es también un poquito...aturdido—terminó,buscando la formamássuavededecir quenoera inteligente.Noqueríaquedespuéscontaranqueeraunaviejachismosa.
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Cocorílediolasgraciasysedespidieroncomograndesamigos.Atravesó el bosque de bambúes y pronto divisó la choza del Campesino con un humo
blancoquesalíadelachimenea.«Pero¿quéseránesosgritos?»SesubióaunárbolparamirarmejorloqueocurríayvioalCampesinocorrerysaltar,conla
caradescompuestadecólera.—¡Ladrones,monossinvergüenzas,ladrones!¡Siemprerobándomelacosecha!Yconsuhondalestirabagrandespiedras.Cocorívioalosmonoscorreragranvelocidad,enfilaindia,porentrelashilerasdelmaizal.
Cadaunohabíaamarradodosmazorcascolgándoselasdelcuello.Prontoserefugiaronentrelascopasdelosárboles.
CocoríseacercóalCampesino,quesequejabaplañideramente.—¡Quémonostanmalos!¿Cómosellaman?—SonlosTitíes,perodeberíanllamarsesietediablos.Algúndíamelavanapagar.CuandoelNegritooyólodeTití,estirólasorejas:
—Vamosaperseguirlos—propuso.—¡Deacuerdo,vamos!Yseinternaronporentrelaszarzamorasylaintrincadaurdimbredeloshelechos.Desúbitosintieronsobresuscabezasunaduralluviaquelosapedreabasinmisericordia.—¡Ay!,¿quéestántirando?—¡Minariz,ay,minariz!Losmonos,desdelasaltasramas,sereíanacarcajadas,apretándoseelestómagoconlos
puñitos:—Hi,hi,hi—yrápidosterminabandecomerseelmaíz,mientraslanzabanlascorontascon
certerapuntería.CocoríyelCampesinotuvieronquesaliralacarreraenvergonzosaretirada.Alhombrele
aparecióunenormechichónentreelpeloyCocoríteníalapuntadelanarizcoloradacomoun
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pimiento.—¿Cómohacemosparapillaralguno?—decíarabiosoelCampesino.YCocorírecordólos
consejosdedoñaModorra.Cocinaronunriquísimoarrozconlechequedespedíauntufitoqueles hacía la boca agua; recogieron un coco y en la dura cáscara le abrieron un hueco deltamaño de un peso, justo para que cupiera lamano abierta del Tití, y en el fondo del cocopusieronunacucharadadelhumeantearroz.
—Se losvaa llevar la trampaporgolosos—decíaCocorí, felizcon lospreparativos;yelCampesinogozabadeantemanoconsuvenganza.
Sepusieronenmarchay fuerona laselva,endondedejaronel cocobienamarradoconbejucos al pie de unapalmera.Después semetieron por el platanal, se cubrieron conhojasparaquenolosdivisaranysequedaronalacecho.
AlcabodeunratoelCampesinomusitóaloídodeCocorí:—Yavienen,¡chist!Yporun largobejucomirarondeslizarseaunmonoTitíatraídoporelolor.Seacercóde
puntillashaciendomuecasgolosasymirandoconsusojillosredondosparatodoslados.Llegóalladodelapalmera,olióeltufillodelarrozymetiólamanoenlatrampa.
—¡Ya!—gritóelCampesinoaCocorí,yambosseprecipitaron.ElTitíquisosacar lamanoyescapar,peroelhuecodelcocoeramuyestrechoparaque
pasaraelpuñocerradollenodearroz.Cegadoporlagula,noatinabaasoltarlagolosinaparaescaparse,ygemíayhacíamil forcejeospegadoalcoco.Porúltimoseacurrucó,muertodemiedo,mientraspensabaqueestavezibaapagartodassuspicardías.
ElCampesinollegóprimeroylozamarreódelbrazo:—Yateenseñaréarobarmeelmaíz.¡Teecharéaguahirviendo!ElTití, todocompungido,hacíamuecasycon lamano librese tapaba lacara,asomando
sólounojoporentrelosdedos.Cocorí, a duras penas, consiguió aplacar al hombre, salvando al mono de su cólera tan
justa.Porque,¿cómoibaapresentarseantelaniñaconunTitídesolladoenaguahirviendo?—Mire,nolehaganada—suplicaba—.Yomeencargodecastigarlo.—A ese bribón yo le doy un tirón de orejas— gritaba el Campesino. Y pasando de las
palabrasaloshechos,lediountironazoquecasiselasarranca.—¡Ayayayay!gimióelTití,ehizotantoteatroymuecastanexageradas,quealCampesino
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seleaplacólacólera.—Estábien,teloregalo,Cocorí,peroteprevengoquenadabuenovasaaprenderconeste
picaronazo—ysobándoseelchichóndelacabeza,regresóasumaizal.
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COCORÍENCUENTRAUNACANCIÓN
Unavezlosdosasolas,CocorísacóelarrozdelcocoyelTitíselocomiótodoenlapalmadesumano.Ycuandoelmonillo terminósufestín,con losojoshúmedosdeagradecimiento,volvió hacia su salvador una cara toda embadurnada. Saltó a su hombro y pronto los dosreanudaronsumarchaporlaselva.
A un lado y otro, asustadizos con el ruido de sus pasos, pájaros gigantescos con largascolas multicolores levantaban el vuelo graznando. Desde la copa de los árboles sedesbordabanhastaelsuelolasenredaderasy,entretodas,seimponíala«lluviadeoro»,quederramabasucataratademielrubiaconlosrayosdelsol.
ACocorílohacíafelizimaginarselaexcitaciónquebrillaríaenlosojosdelaniñacuandolovierallegarconelmono.Elleenseñaríaadarledecomerenlamanoparaqueloacostumbraraasuladoynolaabandonaranunca.
Todoleparecíaamableyhermoso.Enelmismosueloyanodivisabalanataverdedelospantanosni lasraícesretorcidasyrugosasquetantodisgusto lehabíanproducido laprimeravez.Sóloveíaloshongosmulticolores:unos,enormes,conlacabezotallenadepintasverdesyrojas; otros, esponjados comounabanico, y losmásdiminutos, escondidosentre las raíces,consusboinasdecolorpúrpurahumedecidasporelrocío.
Elmono correteaba por las ramasmultiplicando sus picardías; tironeaba las colas de lasardillasytirabapiedrasenlasbocazasabiertasdelossapos:
—Croá,croá,yalaspagará,
legritabanéstosfuriosos,amenazándoloconelpuño.Alpocoratocruzaronel río,yenelbosquedebambúesseencontraronalNegroCantor,
queestabacortandounacañaparaconstruirseunaflautanueva.Eraamigodetodosytodosloquerían.Cuandoalguienteníaundolordecabezadeenloquecer,enseguidasolicitaba:
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—LlamenalNegroCantor.Yésteveníaconsuflauta,ydesuscañasbrotabauntorrentedemelodíassuavísimasque
aliviabaneldolormásagudo.Peroestoera loúnicoquehacía:cantar.Subidoen las rocas,ahorcajadasenuna rama
mecidaporelviento,obientumbadodeespaldasentrelasyerbas,tocabasuflautaycantaba.SólomamáDrusiladecíaqueeraunvagabundo.—¿Porquénotrabajas?—leincrepababurlona.
—Estoy trabajando —respondía el Cantor, y se recostaba plácido sobre la arena, acontemplarlasestrellas.
AlveraCocorí,lepreguntó:—¿Dedóndevienestanalegre?Estelecontestóconapresuramiento,sofocadoporlaalegría:—Vengodelaselva.—¡Uyuyuy!¿Ynotedamiedo,Cocorí?—Sí,missustospasé,perolaniñamepidióqueleconsiguieraunmonitoyaquíselotraigo.
—Volvió losojosparabuscarasucompañero,peronoloencontró.ElTití,encaramadoenlaramamásalta,mirabaalNegroCantorconrecelo.
El Negro sacó su flauta y comenzó a arrancarle un lamento suave, que fue creciendo ymultiplicándoseentrelaarboleda.Prontounamultituddepájarospiabaasualrededortratandodeimitarlamúsica.Losviolinesdelosgorriones,eloboedelruiseñor,laliradeloscanariosylosyigüirrosacompañabanlamelodía.
ElTitícomenzóadescendercomoatraídoporun imánypocoapocosearmódevalorysaltóalhombrodelNegro.Consusdedostratódecuriosearenloshuecosdelaflauta:brotóunsonidoestridente yel conciertodepájarosenmudeciódepronto.ElNegroCantor lanzóunacarcajada:
—¿Esteeraelamigoquemeteníamiedo?Cocoríintervinoparasuplicar,esperanzado:—¿Nomeregalaríasunacanciónparalaniña?ElNegrosilbócuatronotas:—Cógelas.
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—Selasllevóelviento—suspiróCocorí.Yotracarcajadaresonó,haciendocaerunalluviadehojas.PeroelCantorsetornogravede
pronto, entornó los ojos yCocorí sintió que sumirada le llegabahasta el fondode sualma.Entonces,cantó:
—Laniñarubiayaviene,laniñarubiaseva,tieneelcabellodelinoylacarnedeananá;peronosdejóunaRosarojaalaorilladelmar.
ElTitíseechóareírsinsaberdequé,peroaCocoríselehizounnudoenlagarganta;seaprendió la cancióny, sindar siquiera lasgracias,partió corriendohacia laplaya.Noqueríademorarmássufelicidad.
Pediría alPescadorViejoque lo llevara con subarca, pasaría adar unbesoa su flor, ahurtadillasdemamáDrusila,laqueloestaríabuscandoportodaspartesparadarleuntiróndeorejas,yseembarcaríaparaentregarsusregalosalaniña:elmonitoylacanción.
Cruzóen locacarrera losúltimosmatorrales, llegóal caseríoy,despuésdeatravesar losalmendrosquecircundabanlaplaya,salióalaarenaardiente.
Deprontosedetuvoenseco,comoheridoporunrayo.¡Todoelinmensomarestabavacío!Hizopantallaconlamanoparadefendersedelreflejo.¡Inútil!Entodalaenormidaddelocéanosólosedivisabanlasolasjugandounasconotras,incansables.
—Tití,¿dóndeestáelbarco?Peroelmonohurgabaconeldedoparasacaruncaracoldesuconchaynolehizocaso.Volvió el rostro hacia la selva. Quizás la selva, poseedora de tantos misterios, podría
revelarleelsecretodelbarcoperdido.Perolaselvalecontestoconlavozincomprensibledelvientoquepasóbramandoconfuriaporentreelfollaje.
Ymientras corría por su piel de chocolate una lágrima enorme, murmuró los versos delNegroCantor:
—Laniñarubiayaviene,laniñarubiaseva...
¡Oh, pero entonces el Cantor ya lo sabía todo! Cocorí sintió que se abrasaba en cólera.¡Cómo no le había avisado a tiempo! El hubiera corrido como el más rápido de los gamossaltarinesparaalcanzaraverlaporúltimavez.
Suslabiossiguieronsolosrecitandolosversos:
—Tieneelcabellodelinoylacarnedeananá.
La miró de nuevo—linda como los lirios de agua— en su imaginación. ¡Por lo menos,haberle podido entregar el monito! Quizás si bogara sin descanso durante muchos días ymuchasnochesen la lanchadelPescadorpodríaalcanzarla...Perono;el boteera tan viejocomo su dueño y el barco en cambio corría bufando comoel huracán.El dolor nublaba sus
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ojos.
—Peronosdejóunarosarojaalaorilladelmar.
¡Deveras!,¡todavíateníalaRosa!Hechaaromaycolor,laniñaloesperabaenelranchodemamáDrusila.
Corriócomounventarrón.Losvecinos,asupaso,legritaban:—Cocorí,tumamáteandabuscando.—Lovasapasarmuymal.—¿Qué,tepicaronlostábanos?PeroCocorínolesescuchaba.Comounaludentróensucasa,derramólatinajadeleche,
tropezóconunasilla,dejóprendidounjiróndesublusaenunclavoyllegóasucuarto.Alprincipionocomprendióloquesucedía.¡Elcorazónlediounvuelco!Serestrególosojosconlospuñoscerradosymiródenuevo.
Nosepodíaacostumbraralapenumbradelcuarto.—Nopuedeser,eselsolquemetieneencandilado.Seprecipitóaabrirlaventanayvolvióamirar.Estavezsintióqueelmundosedesplomabasobresucabeza.Enelvasoenquehabíadejadosuflor,sólohabíaunaramaseca,yenelsuelo,alrededor,unalluviadepétalosmuertos.
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UNAPREGUNTASALEARODARTIERRAS
DurantemuchosdíasmamáDrusilaanduvopreocupadaporsuhijo.—Cocorí,cuidaloscamotesquedejéenelfuego.Pero el Negrito, sentado frente al fuego, con la cabeza entre las manos, los dejaba
convertirseenunobscurocaramelo.—¡Cocorí,cierralapuerta!PeroelNegritonolacerraba,ylacosallegóalcolmolanocheenquevinolaculebrayse
bebiótodalalecheordeñadadelascabras.—Cocorí,otraquemehagasylavasapagar.Perodenadavalíanlostironesdeorejas.Nadielearrancabapalabra.Noqueríanisiquiera
jugarconsusamigos.—Vamosacogercangrejosalasrocas—loinvitaban.—Pescaremosolominas.—Teprestomihondaparamatarpájaros.YelNegritonorespondía.MamáDrusilalecocinabamedallonesdeplátanosconmiel,frescastortasdemaízoricos
caldosdehuevosde tortuga; peroel plato seenfriaba y la cabezadeCocorí sepoblabadeideasmásnegrasquesupiel.
—Esta noche hay luna llena y el Pescador Viejo va a contar las historias del TigreManchado.
Niseinmutaba.¿Porquésehabíaquedadotansolo?,eralapreguntaquesehacía.¿Porquéelbarconohabíaesperadosuregresoylaflorsehabíamarchitado?
LaRosahabíaaromadosuchoza.Lohabíahechomásbueno.PorellahabíaenderezadoadoñaModorrayhabíadefendidoalTitídelasfuriasdelCampesino.
Elmonito,consucaradepayaso,lomirabacompungidodesdesuhorcón.Avecessecolgabadelacolaybalanceándosesaltabafueraporlaventana,dandovarias
volteretasmortales.PerolatrompitadeCocorípermanecíafruncidaylosojosentornadosllenos
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delágrimas.¿PorquélaRosahabíahuidotanluego?¿Porquénolohabíaacompañadohastaquefuera
grande?AlViejoPescadorlohabíaescuchadonarrarinnumerablesveces:—Esaspalmerasnacieroneldíaenqueyonací.Cuandoyoeramuchacho,saltódelatierra
elprimercogollodeesetamarindo.YCocorí sentía una profunda pena de que, cuando fuera viejo; no podría contar en una
nochedeluna:—CuandoyoteníasieteañosestaRosanació.Mehaacompañadotodalavida.Yunarebeldíaibafermentándoseensucorazón.¡QuésuRosahubieravividoundíayen
cambiootros,quedenadaservíansinoparahacerdaño,vivierantantísimosaños!Yalpensarenesto recordabaalCaimán,elviejoCaimándel lago,alcualya lehabían tenidomiedo losabuelosdelosabuelosdeCocorí.
«Elmundomarchadecabezayyosoyunniñoynopuedocomprenderlo».Porfinundíaseresolvióasalirdesusilencio.CorriódondeestabamamáDrusilapelandopapasylepreguntó:—¿PorquémiRosatuvounavidatancorta?¿Porquéotrostienenmásañosquelashojas
delroble?La Negra lomiró de arriba abajo. «¿Qué le pasará a Cocorí preguntando esas cosas?»
Terminódepelarlaspapasyfueadentroabarrer.PeroCocorílepisabalostalonesportodaspartesconsupregunta.Porfinperdiólapaciencia:
—¡Dejademolestar!AndaapreguntarlealViejoPescador.YosoyunaNegraignoranteynoentiendotuspreguntas.
Cocorísalióysedirigióa lachozadelViejoPescador.Loencontróocupadoremendandosusredes.
—Enlatardevimospasaruncardumendeatunesyestanochevamosasalirdepesca—leexplicóelViejoalrespondersusaludo.
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PeroaCocorínadaleimportabanlosatunesyvolvióasupregunta:—¿Por qué mi Rosa tuvo una vida tan corta? ¿Por qué otros tienen más años que las
yerbasdelmonte?ElPescador,queteníalacabezadealgodónylapielrugosa,elPescadorquesabíatanto
delosbarcosydelaselva,sequedóperplejo.Lentamenteserascólalanadesucabeza:—¡Ah,Cocorí,cuandosomostanviejoscomoyo,yanonoshacemosesaspreguntas!Cada
pregunta que yo me hice me dejó una arruga en la frente. Cada misterio que quise Cadamisterioquequisecomprendermedejóconundientemenos.Ahora tengomásarrugasqueolastieneelmar,ymiracómomequedaronlasencías.—Lemostrósusencíaslisasyrosadasyterminó—:Ahoraesperoqueelocéanoyelbosquemecuentenloquemequierancontar.Yonolespreguntonada.
Cocorísaliódesilusionado,perofueavisitaralCarpintero,quevinoarecibirloconlacabezallenadeaserrín,ylehizosupregunta.
PeroelCarpinterosediounmartillazoeneldedoporescucharloygruñó:—Yonoséquiénhaceestosnegritostanpreguntones.PorelcaminovioveniralAguadorcargadoconsustinajonesdeagua.—Mira, Aguador, ¿por qué...?—pero lo desanimó verlo con la lengua afuera,muerto de
cansancio,yprefiriódejarlopasar.FueabuscaralLeñadoryloencontróconelgenioavinagrado:—Te contestaré cuando termine de aserrar todos estos troncos—le dijo, y con un vasto
gestodelamanoleseñalótodoslosárbolesdelbosque.
Por último corrió donde el Campesino. Podía decir que eran amigos desde la últimaaventura.
—Dime,Campesino,¿porquémiRosatuvounavidatancorta?¿Porquéotrostienenmásañosquelassemillasdelhigo?
El Campesino se encogió de hombros, demasiado ocupado en vigilar el maizal de lasincursionesdelosmonos.
Cocorísesentódesanimadoalasombradeunapalmera.¿Quéesperanzaslequedabande
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encontrarunarespuestasilosmásviejosnohabíantenidotiempodehallarla?El Tití, desde una rama, copiaba sus gestos de desconsuelo. Pero algo divisó y bajó
corriendoaavisarle:—Cocorí,hi,hi,hi—yleseñalabaconeldedo.Por la playa, con su paso lento, entrecerrando los párpados de corcho bajo el sol
encandilador,searrastrabadoñaModorracomounajorobaenlaarena.Cocorícorrióasuencuentro,saltandodescalzoporlaarenacandentequelequemabalas
plantas.—¡Estasíquedebesaber!¡Consuscientocincuentaañosdeexperiencia!—¿Quétepasa,Cocorí?—dijolaTortuga,enmarchahacialasombradelosalmendrosy
arrastrandoalTití,queyaselehabíaencaramadoencima.—¡Ay!—suspiróelNegrito.—Tanniñoyyasuspirando—sentenciólaVieja.—DoñaModorra,ustedqueestanviejaytansabia,ayúdeme.—Cuentaconmigoparaloquequieras.—He ido dondeelPescador, elCarpintero, el Leñador, elAguador y elCampesino, pero
ningunohasabidocontestarmipregunta.—¡Oh!, ¡los hombres! —dijo la Tortuga con una sonrisa torcida, como diciendo: «¿Qué
puedensaberesosreciénnacidos?»—.¿Ycuálestupregunta?—¿PorquémiRosaviviósóloundíayotrostienenmásañosquelasarenasdelmar?—Notanto,tampoco,notanto—dijolaTortuga,mirándolorecelosadequefueraunaburla.
PeroelNegritoteníalamiradalimpiayenellasóloseadivinabalaansiedadconqueesperabaunarespuesta.
DoñaModorrasearrastróunpardemetrossindecirpalabra.Despuésapoyólafrenteenunpuñoyprometió:
—Voyapensarentuproblema.Hasdesaberquesoyunatortugajovenymequedanmasdecienañosparaencontrarunarespuesta.Aunquetalvezestésapurado,asíquetrataríadecontestarteunpocoantes.
ACocoríselecayóelalmaalospies.¡Cienaños!¿Cómopodríaesperarcienañosenunmundopatasarriba?
—Tal vez otros tengan más experiencia, Cocorí —agregó jadeando la Tortuga, porquenuncahabíapronunciadoundiscursotanlargoensuvida—.
Peroespeligrosollegardondeellosynoquisieraquetepasaranada.—¿Quiénesson,quiénesson?—gritóCocorí,otravezesperanzado.DoñaModorravaciló,seabotonóelchaleco,selovolvióadesabotonar.—«¡Uf!,¡quécalorcitohace!»—yporúltimoconfesó:—DonTorcuato,elmásviejode loscaimanes.Eraamigodemiabuelo.Talvezélpueda
dartealgunarespuesta.Cocoríestabahechounapilaeléctrica.—Pero¿cómollegarhastaél,doñaModorra?—Cruzandolaselva.—Esonomedamiedo,pero,¿cómoencontraréelcamino?—QuizáselTitíteayude.Desdelacopadelosárbolespodráorientarse.El monillo se dio golpes en el pecho, lleno de importancia. Pero de súbito, con los ojos
desmesurados,sediocuentadequeeraadonTorcuatonadamenosaquienibanabuscar.DeunchillidosedespojódetodadignidadysaltóalcuellodeCocorí,temblandodemiedo.
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—No, no, yo no sirvo, yo no sé subir a los árboles. Además,me duele estamano, ymimamánomedeja.
LotranquilizaroncongrantrabajoyCocorí,tímidamente,aventuró:—Yusted,doñaModorra,¿nonosacompañaría?DoñaModorraseestremeció.Las tortugasnunca tienenespíritudeaventura.Cercade la
playaestáel recursode lanzarsealmaryescaparasídesusenemigos,peroenmitadde laselva...
—¡Esmuylejos!—Leharíabien;estiraríalaspiernasunpoco.—Hum,hum—dijotemerosa—.Esdemasiadolejos.Cocorísehincó frenteaella,sepultó lacabezaensuhombroycomenzóasuplicarlecon
unavozquepartíaelalma:—Ustedquehasidounasegundamamáparamí,porloquemásquiera,ayúdeme.YlosojosdeporcelanadelNegritodemostrabanunapenatanhonda,quedoñaModorrase
quedópensativa.Esdecir,máspensativaquedecostumbre.Eraunpoquitoperezosa,esverdad,pero teníaadentrounagran ternuramaternal.Noen
vanoelsollehabíacalentadoinnumerablesnidadasdehuevos.¡Yaeratatarabuela!—Tendría que disponer algunas cosas durantemi ausencia—murmuró dudosa—.Ven a
vermemañana,Cocorí,ytetendréunarespuesta.ElNegrito,segurodeque iríaconellos,seacercó impulsivoy lebesó lapequeñacabeza
puntiaguda.El calor de sus labios penetró la gruesa piel apergaminada de la Tortuga y llegó a su
corazón.Seruborizóylosúltimoscristalesdeladudayelmiedosedeshicieroncomoterronesdeazúcarenelagua.
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DOÑAMODORRASABEMUCHASCOSAS
Salierondemadrugada,cruzaronlosprimerosmatorralesyelbosquedebambúes,ypocodespuéscaminabancongrandificultadporlaselvaenmarañada.
ElTití ibasaltandomuy felizde ramaen rama.Sólodevezencuando la imagendedonTorcuatoleerizabalospelos.
—¡Uh,uuuuu!,¡Oh,ooooo!Elruidoloparalizódegolpe.Unvendavalfuriosoavanzabaporelbosque,aventándolotodo
asupaso.ElmonosaltócomounresortesobrelacabezadeCocoríjustoenelinstanteenqueelTapirenormepasócomouncaballoalgalope.
Nosehabíarepuestoaúndelsustocuando:—Ra-cuaaaaaá,ra-cuaaaaaá—estallólacarcajadaestridentedeunacacatúa,yotravezel
Titítuvoquehuirarefugiarseenloaltodeunapalmera.
DoñaModorra,paradisimularsucansancio,propuso:—Celebremosunaconferencia—ytosióconairedeimportancia.PeroCocorí,queardíaen
impaciencia,consiguióconvencerladequenoeranecesario,yprosiguieronhacialosdominios
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delCaimán.Conformeseacercaban,doñaModorracomenzódarleconsejos:—Tienesque sermuyeducado,Cocorí; ya sabesquedonTorcuatoesmuyquisquilloso.
Trata de halagarlo, porque es muy sensible a las adulaciones. Es triste esto —suspiró laTortuga—,quetengamosquerecurriraarmasinnobles,peronohayotras.
Era obscura la selva por donde caminaban nuestros amigos. Sólo unos rayos de sol sefiltrabanaduraspenasydejabancaersusmonedasdeoroenlatierra.
Horasdespués,alllegarlanoche,lassombrassehicieronmásdensas.AcadapasoCocorítropezabaycaíadebrucesenloscharcos.
ElTitísesentíaenfermodelcorazóncontantosobresaltoydoñaModorraeralaúnicaquese mantenía imperturbable, venciendo, constante y lenta, los espantos de la selva y de lanoche.
Portodaspartesbrillabanojosfosforescentesenlaespesura.—Deee-me la maa-no —tartamudeó Cocorí, y tomado la mano de la Tortuga prosiguió
adelante.—Ya es hora de dormir—aconsejó una hora después doña Modorra—. Tití, trae cuatro
horquetas.Ytú,Cocorí,andaabuscarunosbejucos.Regresaronycongranpericiasepusoaconstruirunacama.Plantó lascuatrohorquetas,
atravesó varios palos encima, lo amarró todo con bejucos y lo cubrió con anchas hojas deplátano.
ElTití,dominadoporelsueño,laveíahacersuspreparativossentadoenunconodetierra.Nosehabíafijadoenlamultituddepuntitosnegrosquehervíanenelmontículo.
—¡Ayayayay!—saltógritandodepronto.Ycorrióasentarseenuncharcoparacalmarelardordelashormigascarniceras.Perotodalanocheseagitóyserascóremeciendoelrústicocamastro.
Aldíasiguienteselevantaroncongrandesbríos.Alolejosbramabaelríoentrelaspiedras.—YanosestamosacercandoalpoceróndelLagarto—advirtiódoñaModorra.Cocorícomenzóasentirapetito.Enelrecuerdolehumeabaeltazóndelechecalienteque
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lellevabaenlasmañanasmamáDrusila,ysentíauncosquilleoenlabocadelestómago.DivisóunárbolfrondosocargadodefrutasjugosasyconelTitísesubieronalasramasconlailusióndeunbanquete.
—¡Cuidado!,¿adóndevan?—gritódoñaModorra.—Esasfrutastanlindas.¿Noledanganas?preguntóextrañadoCocorí.—Comedeesasotrasmejor—leindicólaTortuga,señalandounárbolretorcidoendonde
lasfrutasseasomabanmenosapetitosas.Cocorísedetuvodudoso.EstaríabromeandodoñaModorra?—¿Cómo,deesastanfeas?Siestántodaspicoteadasdepájaros.—Por lo mismo, mocoso imprudente —sonrió la Tortuga—. ¿No comprendes que si los
pájaroshanrespetadoésastantentadorasesporquedebenservenenosas?Elmono,queyasehabíaechadounaalaboca,laescupióydelpurosustoselepasóel
hambre.Cocorí agradeció una vez más a la sabia Tortuga. ¿Qué habrían hecho sin su valiosa
experiencia?Yescogióparaellalasfrutasmejoresylepartióuncocoparaquecalmaralased.Siguieronelcaminoyalatardecerescucharonelríocomountruenodeagua.Elsuelose
habíavueltomásfangoso.—Debemosorientarnosunpoco—aconsejó laTortuga—.CreoqueelTitídebesubirsea
eseárbolyversidivisaalgo.Elmonotrepóenuninstanteporunenormeguayacánquesobresalíadelrestodelbosque
comounatorre.Arribatuvoquesujetarseconfuerza,porqueelvientoloqueríaderribar,y,bienprendidodelacola,miró:¡Oh!,lalagunabrillabaazulentrelosárboles.
—AllívivedonTor...—TuvoquetragarsalivaalmencionaralCaimánysedeslizóhastaelsuelo—.Hi,hi,hi—indicóconlamano.
Yanimados,lostresprosiguieronorillandolosdominiosdelJaguar.DeprontovieronalTití,queibaporlasramas,agazaparsecautelosoy,¡zuás!,sedejócaer
comoundisparosobreotraramamásbaja.Eldesesperadopiardeunpajarillo lesexplicó loquesucedía,yentrelashojasvieronalmonoquecomenzabatranquilamenteaarrancarlelasplumas.
—Suéltalo—legritaron.Sequisoescaparconsupresa,peroCocorídeunsaltoloatrapóporlacola.—Pobrecito,cómotiembla,—acaricióconsuavidadalpajarito,ledioaguaenlapalmadela
manoyelplumóncomenzópocoapocoaretornar,tembloroso,alavida.
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—Gracias,Cocorí—pióconsuavidad.—¡Cómo!,¿meconoces?—Enelbosquetodolosabemos.—Pero,¿cómo?—Los correos de la selva nos contaron que los tres andan en busca de don Torcuato.
Cuando conversaban en la playa, los escuchó el Moscardón; corrió a contárselo a sucompincheelTábano;éstese losusurróalYigüirro,queescompadredelTopo,elque teníaquehacerunmandadoporestosbarriosyviajótodalanocheconlanueva.
Cocoríescuchabamaravillado.—Pero tencuidado—leprevinoelPájaro—,porqueelCaimán tieneungenio terrible.Tal
vezyopuedaintercederporti.ElNegritomiróalPájaroquecasihabíamuertoen lasmanosdelmonoydudómuchode
quepudieraservirdealgoanteeltodopoderosodonTorcuato,elferozCaimán.—Pero¿túloconoces?—Pss,somosasí—ytorció losdedosde lapata—.Talvezyosoysuúnicoamigo.Ya lo
verás,soysudentista.Yseadelantóalegre,cuidando,esosí,demantenerseaprudentedistanciadelTití.Pero
éste,con lacolaentre laspiernasdepuravergüenzade loocurrido,no le jugóningunaotradiablura.
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LOSCAIMANESTIENENMALASPULGAS
LaselvaseabriódeprontoyaparecióanteelloselaguabarrosadelalagunadelCaimán,orilladademangles.Las raícesde losmanglesseabríancomodedosquesehundíanenelagua,formandomúltiplescanalesbajoelfollaje.
PerodonTorcuatonosedivisaba.Debíaestartomandosubañomatinal.El Tití caminó por la orilla haciendo una inspección general. Trepó por un tronco caído,
verdoso de musgo, y se equilibró por encima. Cuando llegó a la punta, contento de haberpuestotérminoasuexpedición,separódemanos.
Eltroncoseremeció.YjuntoalojodelTitísedescorrióunacostrarugosa.Enelfondohabíaunojoinyectadoensangrequelomirabaechandofuego.¡EltroncodeárboleraelCaimán!
Elmono,conunchillidodeterror,sesuspendiódeunmangleconlacolayseperdióentrelashojas.
DonTorcuatosedesperezó,borrachodesol,arqueóel lomoy,furiosodequelehubieraninterrumpidosusiestadesobremesa,diountarascónalaire.
—¡Allíestá,allíestá!—gritóelPájaroaldivisarasuamigo.PeroniCocorí,escondidoentreunasyerbas,temblando,nidoñaModorra,convertidaenun
pedróndentrodesucaparacho,leprestaronatenciónalguna.ElPájarovolóalrededordelabocaza:—Pi,pi,pi.—Alverlosedulcificólaexpresióndedon
Torcuato, abrió la enorme tarasca y se quedó esperando. El Pájaro entró en la bocaza ycomenzóapicotearentrelosinmensoscolmillos.
EsedíadonLagartosehabíaalmorzadocasiuncientoderanasyagradecióinfinitamenteelpapeldepalillodedientesquecumplíasuamigoalaperfección.
—DonTorcuato,¡quémagníficadentadura!Notieneniunacaries.Sevequeestáustedenplenajuventud—comenzóadecirleelPájaro,dispuestoaadularlounpoco.
—Quengojoloquejientosaños—contestóelLagarto,hablandoconlabocaabierta.Cocorí, desde su escondite, sintió otra vez el fuego de la rebeldía. Que ese animalote
malignotuvieratrescientosañosysuRosasóloundía.¿Porqué?—Pues,apesardesujuventud—prosiguióelavecita,todazalamera—,lafamadesusaber
ybuencriteriohatrascendidoyaportodalaselva.
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—Gajerahora—comentóhalagadoelLagarto.—Hoymismohetenidonoticiadetresperegrinosquevienendemuylejosparahacerleuna
consultayqueyahablanmaravillasdesuciencia.DonLagartopensóparasusadentros lobienquelevendríaunpocodepropagandapara
convenceraalgunosescépticosquenolereconocíansusméritos.—¿Quierequeselospresente?—terminóelave,mientrasleescarbabauncolmillo.DonTorcuato,dignoydistante,bajólospárpadosenseñaldeasentimientoyserevistióde
solemnidad.Aunaseñaldelpajarito,Cocorí,todomedroso,apartólasramasy,lentamente,seadelantó
por la arenisca caliente hasta quedar a sólo pocos metros del tres veces centenario donTorcuato.LaTortuga,másprudente,seconformóconestirarmediapulgadadepescuezoparaescucharmejor.
ElLagartomiróinterrogante:—¿EsteNegritotemerarioseráunodelosperegrinos?Cocorítragóelnudoqueteníaenlagargantaysedecidióporfinahablar:—Ilustre don Torcuato—comenzó, recordando el tratamiento que le había recomendado
doñaModorra.
—Ejem,ejem—dijoelCocodrilo,muydeacuerdoconlodeilustre.—Queríadirigirmeaustedporqueséquesiendotanviejosabrátodaslasrespuestas.El Pájaro, que conocía las pretensiones juveniles de don Torcuato, comenzó a aletear
furiosamenteparacrearunaalharacaquenolodejaraoíraquellaimprudenciadeCocorí.«¡PorDios,llamarloviejodebuenasaprimeras!»
—¡Ah!,poderosodonTorcuato,quéespléndidofestíntuvoustedhoy—ledijo,zalamero,apesardequeyaestabahartodefibrasderanas.
ElrecuerdodesubanqueteledevolvióelbuenhumoralCocodrilo,queserelamióyolvidóel poco tacto de Cocorí. Desdichadamente, éste, que no se había dado cuenta de nada,prosiguió:
—Poresovengoahacerleunapregunta:¿PorquémiRosaviviótanpocoyotrosencambiosecansandecontarlaslunas?
LosojosdelCaimánparpadearonextrañados:¿Cómopodíanadieinteresarseporunaflor,algotaninsignificante?¿Paraquéservíanlasflores?¡Nosepodíancomer!Habíaquesertantontocomounamariposaparaquererlas.Elhabíaesperadoquelepreguntaranalgorespectoasusgustosculinarios,asuúltimapeleaconelTorosalvaje,oalgúnrecuerdodesupadre,don
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Torcuato el Viejo, tan venerable que tenía el recuerdo de cuando llegaron las carabelas deColón.Pero¿unaflor?¡Puah!
Cocorí,desconcertadoanteelsilenciodelCaimán,explicó:—Eratanhermosa,esparcíasólobondad,yenundíasedeshojó.¡Encambiousted,yave
todoslosañosquetiene!¡Y dale! El Pájaro picoteó desesperado en un colmillo, armando un escándalo de pájaro
carpintero,sintiendoquedonTorcuatocomenzabaatragarsaliva.
¿Cómopodíaestegusanilloimpertinentecompararloaél,donTorcuato,elLagarto,conunaflor?¡Niconnada!Erayademasiado.
—Yustedsabe—proseguíaelatolondradoCocorí—queaustedno letienenmiedonadamásquepor atropellador..., es decir...—Quisoatenuar la impresióndándose cuentadequehabíaidounpocolejos.
Latarascaterriblesecerróconunestruendodedientesrechinantes.Elruidorodócomountruenoríoabajo.ElPajarillo,pi,pi,pi,alcanzóaponerseasalvo,dejandodoso tresplumasentrelastremendasmandíbulas.
Cocorícomprendióporfinqueerahoradeescabullirseendirecciónalosárbolesqueveíaahora tan distantes. Ya la Tortuga había emprendido una prudente retirada y comenzaba aalcanzarlosprimerosmatorralesconlalenguaafuera.Desdeallílegritó:
—Escápate,Cocorí.El Caimán se lanzó recto como una jabalina contra los talones del Negrito. El playón le
aparecíainterminablealpobreCocorí.ElCaimánganaterreno.Dosalacranesapuestandoblecontrasencilloaqueselocome,y
elPájaropiensa:«PobreCocorí,tienelacarreraperdida».AdoñaModorraelterrorlaparaliza.Estáhechaunagelatinademiedodentrodesuconcha.
Pero,dominándose,porelamorasuamigo,legrita:—¡Cocorí,nocorrasenlínearecta,porquetealcanza!¡Correhaciendocírculos!ElNegritocomprendeelconsejosalvadorycomienzaaejecutarlo.Torciendosiempre,va
describiendounaespiralsobrelaarenadelplayón.
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Don Torcuato cede terreno, porque si en las rectas corre como un caballo al galope, encambio,paradarsevueltaleestorbansuenormearmazónysusvértebrastorpes.
Cocorígana terreno.Laespiralsevaampliandoy terminaporperderseentre losgrandesárboles.Enellosestáasalvo.Cocoríhavencido.
SereúnecondoñaModorraconelcorazónlatiendodesordenadamente.—¡Cocorí,delaquetehasescapado!—¡Québárbaro!—terciaelmono.—También,quéidealadeirahablarledesusaños—píaelPájaro.—Quésustomellevé—explicaelNegrito—.Hubounmomentoenquesentíaelvahodel
Lagartoquemándomelostalones.—Iradecirlequeeraunviejochocho—insistióelPájaro;peroaquíCocorí,yarepuesto,le
salióalpaso:—EsqueyotengoqueaveriguarporquémiRosaviviósóloundíayotros...—Cocorí—lecortóyaunpocoseveralaTortuga—.Yonosecómonotehedadountirón
de orejas. Ya hemos pasado bastantes apuros por tu preguntita y lo mejor será que nosdevolvamos.
—¡No, por lo que más quiera, doña Modorra! Por lo menos, visitemos a Talamanca laBocaracá.
AlPájaro,aloírestenombre,selepusocarnedegallina.—Es lamásviejade lasserpientes—continuóelniño—,ynospodráexplicarporquéel
mundoandapatasarriba.—Noteapures,hijomío—dijolaTortugaalverqueladesolaciónadelgazabaelrostrode
suamigo—.¡IremosaveraTalamanca!AloírlaCocorísaltadecontentoyatrapaalTití,quetratabadeescabullirsecomoquienno
quierelacosa.—¡Adelante!—gritaelNegrito.Yconlaseguridaddequeéseseríasuúltimoesfuerzo,doñaModorraseponeencamino.
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LASABEJASBAILANCONUNAFLAUTA
Mientras tanto, en el pueblo, mamá Drusila andaba desesperada. Hacía dos días habíadesaparecidoCocorísindejarrastros.
¿Sehabríaahogadoenelmar?¿SelohabríacomidoelTigreManchado?EstasymuchasotraspreguntasfúnebressehacíalaNegra.Porúltimodecidióconsultarasusvecinos:
—PescadorViejo,¿tienesalgunaideadeadóndepudohaberidoCocorí?ElPescadordiounachupadaasucachimbaytratódeanimarla:—Noteapures,comadreDrusila;debeestarconelCampesino.PerofuedondeelCampesinoyésteledijo:—Nolohevistodesdehacemuchosdías.ConeseTitídelosmildiablosnopuedehaber
idoaningúnsitiorecomendable.Comosuúltimaesperanza,DrusilacorriódondeelNegroCantor.Lobuscóprimeroenlas
rocas, en los zarzales, en el bosque de tricopilias. Por fin lo encontró de espaldas entre elmonte,conunenjambredeabejas revoloteandoen tornoasu flauta,queemitía lossonidosmásdulces.
—NegroCantor,¿hasvistoaCocorí?ElNegrosacudiólasalivadesuflauta,seincorporósobreuncodoycontestó:
CocoríbuscalaRosa,laRosaenelvientoestá,yconlasrosasdelvientonuncasedebesoñar.
—Nomevengasconmajaderíasenverso—bramófuriosamamáDrusila,dandopataditasenelsuelo—.DimesihasvistoaCocorí,ysino,déjametranquila...—ylapobreNegrasoltóelllanto.
ElCantorletuvolástimaysepusoserio.Silbóensuflautatresnotas:
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—Sol,mi,do.—Si,fa,re,mi—lecontestóunyigüirro.Yentonces,volviéndoseamamáDrusila,ledijosolemnemente:Cocorímarchapor la selva condosamigos.Unode losamigos tieneunaenorme joroba
jaspeada.Elotro...—volvióasilbarlealYigüirroy,cuandoéstelecontestó,prosiguió—:elotrosecuelgaconlacoladelasramas.Peroahora,¡atención!Cocoríseacercaaunaculebra.
—Laculebraloquierecomer,TalamancalaBocaracá.¡Sucurú,sucurú,sucurú,curutá!¡Crótalo,quenolocomas,ylaculebraseva!
Cuando terminó, se dejó caer al suelo. El sudor perlaba su frente y a mamá Drusila letemblabalaquijadayselehabíapuestoresecalalengua.
—Y¿quépodemoshacer,NegroCantor?—Cantar—lecontestó,segurodelaeficaciadesuconjuro.Y,tomandodenuevolaflauta,
comenzóacongregarotravezalasabejasentornoalhilodemieldesumelodía.Fue incapazmamáDrusila de arrancarle ninguna otra confesión, y casi segura de haber
perdido para siempre a suNegrito, volvió hacia su casa con la cabeza baja. El dolor en supecho,ardientecomounazarzamora,learañabatodaslasfibrasdesualma.
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ELPELIGROONDULAENLOSÁRBOLES
El Pájaro se despidió cariñosamente y se dirigió a continuar prestando sus servicios dedentistaalCaimán.
La selva continuó abriéndose ante nuestros tres amigos. Por todas partes descubríanpavorosossecretos.Escorpionesqueretorcíansustenazasycorríanaescondersedebajodelas piedras, gusanos venenosos arrastrando sus emes por las ramas y, entre las raíces, elrayonazoverdedelaslagartijas.
Tomarondelaguarecogidaenloscálicesdelasflores,porqueenloscharcossecubríadeunanataverdedelégamo.Sóloalegrabanlossentidoslosquetzalesconlacataratamulticolordesuscolasylasinfoníadelospájarosquepiabanenlascopas.
Pero laprudenciadedoñaModorra, laagilidaddelTitíy ladecisióndelNegrito lesfueronallanandoelcamino.Aunquenoescasearonlasaventuras.
Enlatardedescubrieronunpanaldemiel.Lasavispaszumbadorashabíanhechosucasaenuntroncoahuecadoporelrayoyunhilorubiogoteabahastaelsuelo.
—¡Qué rica miel! —comentó goloso el Tití, y largo rato estuvo con la lengua estirada,recogiendoelchorrillodelicioso.
Siguieronadelantehastaquedescubrieronlaausenciadelmonito.—Quédiabluraestaráhaciendoahora—comentólaTortuga.—Yolovidevolverse—apuntóCocorí—,comosihubieraolvidadoalgo.Ysiguieronelcaminosinpreocuparsemás,porqueelmonosiemprelesdabaalcance.Perounruidolejanoquecrecíapormomentosloshizodetenerse.¿Quéseríaaquello?Un
chillidoquecortólaselvalespareciófamiliar.¡YahívaelTitícomounaexhalación,saltando,conlosojosdesorbitadosylasmanosenla
cabeza!Unvendavaldeavispaslorodeabaconsuzumbidoatronador.DoñaModorrayCocorí comprendieronel tristepercancedesugolosoamigoyoyeronel
chapoteocuandoselanzódecabezaenunapoza.—¡Splashssh!Merecidoselotiene,lacodiciarompeelsaco—comentólaTortuga.Y cuando más tarde se les reunió, traía una cara tan divertida, toda mofletuda con las
picaduras, que se tentaron de risa y desistieron de regañarlo. Seguro que no olvidaría con
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facilidadlalección.
Laselvase fuehaciendomásymás impenetrable.Llegóunmomentoenquedejarondeescucharloscantosdelospájarosqueloshabíanacompañadotodoelcamino.
—Estamosllegando—dijolaTortuga,yuntemblorlequebrólavozasupesar.—¿Deveras?¿Ycómolosabe?—preguntóCocorí.—Porqueenestastierrasnoseaventuranlospájaros.—Perosi lospájarosvuelan,¿cómopuedentemerlesa lasculebras,quecondificultadse
arrastranporelsuelo?—Porque la culebra los mira fijamente con sus ojos de vidrio acuoso y los comienza a
atraer.Y la Tortuga explicó a sus asombrados amigos que los pájaros, ante esa mirada
hipnotizante,sientenquelasalasselesparalizanycomienzanaacercarsecomosonámbulos.La culebra no hace otra cosa quemirarlos, vibrando su lengua viperina entre las fauces. Elpájarosaltaderamaenrama,siempreacercándose,sinpoderapartarlavista,hastaquesevadebrucesenlabocazaabierta.
—Por eso, por si acaso —terminó sentenciosamente doña Modorra—, lo mejor es nomirarlasdefrente.
Me está dando miedo—dijo Cocorí, a quien los dientes ya le castañeteaban como unamatraca.
Losárboles,vacíosdelcantodelospájaros,mecíansusramasemitiendolúgubressonidosconelviento.
—Chiss,chass,chiss,chass—gemíaelpenachóndeunapalmeradeshabitada.Yelclamordelosgrilloshabíaidocreciendoyerayacasiintolerable.
—No, no tengasmiedo—dijo la Tortuga, tranquilizándolo—. Hay un sortilegio contra lasculebras.Vamosaaprenderlotodosylodiremoscongranfervor.Hayqueponertodaelalmaaldecirloparaquesurtaefecto.Entoncesnocorreremosningúnpeligro.
ElTití teníaungestodepánicoquedaba lástima; losojosse lehabíanhundido, lanarizperfiladay,biensujetodelospantalonesdeCocorí,mirabatemerosoaunoyotrolado.
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DoñaModorrarecitólentamente:
—Laculebramequierecomer,TalamancalaBocaracá.¡Sucurú,sucurú,sucurú,curutá!¡Crótalo,quenomecoma,ylaculebraseva!
Laselvasefuehaciendotodavíamásobscura.Enesoscontornosyanollegabaalsueloniunsolo rayodesol.La tierra,pantanosa,ofrecíagrandesdificultadesadoñaModorra,queacadaratoseatascaba.
—Vamos,Tití,unesfuerzo.—Una,dos...—¡Ya!¡Jum!Ypujabancontodassusfuerzasparaayudarlaadespegarse.¡ElNegritoseestremeció!Lamanose lequedóparalizadaagarrandoalgo fríoquecrujía
entre sus dedos. Volvió a mirar, revolcando los ojos en las órbitas con el espanto de ir aencontrarseconunavíboraenelextremodelbrazoyviouncilindrotransparenteycalcáreo.
—No te asustes tanto; es la piel que las víboras mudan dos veces al año —explicó laTortuga.
YelcolorvolvióalasmejillasdeCocorí,quesehabíapuestocenicientoconlapalidez.Ahorafueelmonitoelquediounalarido.Alsaltardeunaramaaotrasobresucabeza,el
verderesortedeunacascabellehabíahechocosquillasenlanuca.En la obscuridad se divisaron numerosos animalillos fosforescentes. Las luciérnagas
prendíansusdos farolesamarillentosyen la coladel cocuyobrillabauna luzazuldibujandoespiralesporelaire.
Comenzaron a menudear las víboras. Enredadas en racimos o arrastrándose gordas,abrazadasalasramasconsusanillos.
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ElTitínocesabaderepetir,conlalenguasueltacomountrapo:—Sucurú,sucurú,sucurú,sucurú...Ynoterminabanuncadedecirlo,trastrocándolotodo.Pasaron un riachuelo y, por un enorme tronco inclinado, vieron arrastrarse majestuosa,
luciendosupieljaspeada,laculebramásgrandequehastaentonceshabíanvisto.Duranteunlargo rato desfilaron sus anillos: delgada en la cabeza, se engordó monstruosamente en lapanzayvolvióaaguzarsealfinalentintineantescascabeles.
—Triquitrac,triquitric—fueelruidodecastañuelasquequedóenelaire.ACocoríselefueelestómagoalagarganta:—Talaaamaaanca,dooooñaModorraaa,Talaman-caaa,laBocaraaaracá.—No,cómoseteocurre—lecorrigiólaTortuga,queacausadetantocontratiempoestaba
más filosófica que nunca—. Si ésa es una cualquiera. Es doña Crótalos. ¡Ya verán cuandoveamosaTalamanca!
YlasimaginacionesdelmonitoyCocorísepoblarondetinieblasmásdensasquelaselvaquecruzaban.
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TALAMANCALABOCARACÁ
Lashierbascomenzaronaralear.Latierraaparecíamásdescarnadaentrelostroncosquesealzabanmudosdepájarossobreunsueloarrasado.Enlatierrareseca,sin laalfombradeverdura,laspisadasrepercutíanenelsilencioimpresionante:
—Toc,toc,toc.AlTitíyanoleparecíasuficienteelconjuroyenredabalosdedosensignoscabalísticos.Si
salíaconvidadeesto,novolveríaaalejarsedesuscocoteros.—¿Porquétantadesolación?—preguntóCocorí,queyanirespirabadenerviosidad.—Nos acercamos —susurró doña Modorra, y ante el gesto interrogante del negrito,
prosiguió—:DondeTalamancalaBocaracásearrastraporlaselvalayerbanocrecemás.Poreso,cercadesunidaltodoesdevastaciónyruina.
Deimprovisolaselvaseabrióenunclaroenorme:sinunasolabriznadeyerba,sinunsolomatorral, ni siquiera un arbusto. En una superficie gigantesca, pelada y árida, reposabaTalamancalaBocaracá.
Los tresamigos sedetuvieronamparadosdetrásdel últimoárbol queavanzabacomouncentinelaenelclarodondeTalamancateníasucubil.Desdeallílacontemplaronensilencio.
—Esmásgruesaqueeltroncodeunroble—articulóporfinelNegrito.—Chist,chist—lohizocallarelTití,desesperadodequepudierandelatarse.—Es como el río que ondula por el llano y se pierde en la lejanía —repitió Cocorí,
hipnotizado.El Tití se tiró al suelo y escondió la cabeza entre sus largos brazos, que le anudaron el
cuello.¡Quéimprudente!ConuncoletazoTalamancaloslanzaríahastaelmar.HastalaimpasibleTortugadejabaverunaexpresióndeestupefacción.—Entodosmisañosnohevistonadaigual.Mucho rato estuvieron contemplando el enorme cuerpo zigzagueante del cual no
alcanzabanaverlacabeza,perdidaenlontananza.PeroTalamancanosemovía.
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ElTití fuesacando lacabezapocoapocodeentre losbrazosy,mástranquilizadocon laquietuddelaserpiente,terminóporerguirsejuntoaCocorí.
Esperaronmucho rato, sin osar aventurarse en el terreno desolado donde no tendrían laescasaproteccióndelospocosárbolesquelosrodeaban.¿YsiTalamancaseenojaba?¡Oh,mejoreranopensarsiquieraeneso!
AlfinelmiedodeCocoríseatenuóconlaimpaciencia.—Pero,¿quélepasaalaBocaracá?—¿Noestarádormida?—sugiriódoñaModorra.Yporasociaciónde ideasbostezótantoquecasisesafa laquijada, loqueera insólitoen
unatortugatanbieneducada.Al amanecer, continuaban allí y decidieronmandar al Tití de explorador. Podría orillar el
claroatravésdelosescasosárbolesparacontemplarmásdecercalacabezotadelmonstruo.—¡No,yonoquieroir!Notengoningunacuriosidaddeverlelacabeza.Discutieronmuchoratoyporúltimoloobligaronaempellones.Refunfuñando,sealejóentre
losárboles.—¡Grrr!,sí,claro,comoellossequedanenlugarseguro.En la tarde regresómuyagitado. LaTortugaperdió toda su compostura y se abalanzóa
preguntarle:—¿Qué hubo? ¿Duerme? ¿Está haciendo la siesta? ¿Le viste el rostro? ¿Tiene gesto
colérico?ElTitícomenzóadarseimportancia,hastaqueporfinaclarósolemnemente:—LacabezadeTalamancareposadormida.Porlabocaabiertalesalendoscuernos.—¡Ay,doscuernos!—¡Unaculebraconcuernos!—Debeserundragón.—Vámonos.—Corramos.Pero el Tití había tenido buen cuidado de preguntar a la reina de un hormiguero de los
alrededores,lacuallehabíaexplicado:—NosoncuernosdeTalamanca.Esqueayersecomióuntoroalahoradelamerienda.Se
lo tragó de un solo bocado y, como los cuernos no le cupieron por la boca, le quedaron defuera.
—¡Quéhorroroso!
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—Sí—dijoelTití,tomándoselabarbilla—.Esalgomuyimpresionante.LaTortuga se dio cuenta de que se había excedido en sus transportes de entusiasmo y
recuperósutono.Entrecerrólosojosytratóderecordarsusconocimientos,heredadosatravésde las pocas generaciones de tortugas que habían corrido tierras desde que el mundo esmundo.
—Yarecuerdo—entonó,catedrática—.Tendremosaquípararato.Pero,¿porqué,doñaModorra?—interrogóCocorí.—Nosedespertarámientrasnodigierasualmuerzo.—Oh,bueno,siessólounasiesta—dijoelNegrito,encogiéndosedehombros.—Peroesassiestasduransemanas—aclaródoñaModorra.Cocoríabriólosojosdesesperanzado:—¿Semanas?—Yalgunasveceshastameses.FuecomounbaldedeaguaheladaparaCocorí,yotravezlaideadelasiestacontagióasu
viejaamiga:—¡Ah, que sueño teeengo! —dijo desperezándose—. No nos queda más remedio que
esperar.—¿Ysisedespierta?—Notemas,nohaycuidado—contestólaTortuga—Ysitúmelopermites,yo...voooy...a...
dormir...un...—Y,sin terminar la frase,doñaModorrarecogióelpescuezo,seencerróensucarapachoysequedómásdormidaqueunapiedra.
Cocoríletocóconlosnudillosenlaespalda:—¡Tun,tun!Peroya laotraestabaenelquintosueño.Entoncessesintiómásdesanimadoquenunca
ahoraquesóloteníaporcompañeroaesecabezahuecadelTití.Pasado un rato, de puro aburridos comenzaron a salir al claro hasta que terminaron por
quedarjuntoalacoladeTalamanca.Las enormes escamas aparecían gastadas por los años y se le veía la piel algo
descascarada.¡Cuantísimascoyundassacaríaelcurtidordeesecuero!—pensóCocorí.Bordearon la cola y cuando llegaron a la altura del enorme vientre, el Negrito se detuvo
impresionado:
—Quédesgracianopoderplantearlemiproblema—comentóconelmono—.Unapersona
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conunvientretanmajestuosoyunsueñotansatisfecho,tienequesermuyimportante.ElTitítomóconfianzayseencaramóallomo,continuandosurecorridoporarriba.Asíllegaronhastalacabezota,doscuadrasmásallá,chataymaligna.
Elmonillocomenzóahacercabriolasenunodeloscuernos.Luegolelevantóunpárpadocon gran esfuerzo, pero los ojos en blanco lo terminaron de convencer de que ningún ruidoseríacapazdedespertarla.
—¡Niquereventarauntruenojuntoasusoídos!Porfinsebajódeslizándosecomoporuntobogán.Llegó la noche, salió el sol, de nuevo aparecieron las estrellas entre los árboles. Cocorí
espiabaadoñaModorraa ver si dabaseñalesde vida.Sesentía ya cansado.Recordabaamamá Drusila, que no sabía de él hacía tantos días, y las lágrimas le corrieron a raudalespensandoeneltibioamordelaNegra.
AltercerdíadoñaModorracomenzóadarseñalesdevida.Seagitósucarapazón.Mediahoradespuésentreabrióunojo.Locerródenuevo.Sevolviódecostadoyabrióelotroojo.ElNegritoyelTitílacontemplabanansiosos.Porfinsedesperezó.
—¡Aaaaah,quépesadillatuve!SoñéqueestabaenlosdominiosdelaBocaracá.Pero,¿quéesesto?—Lavisióndelpaisaje lavolvióa la realidady,depurosusto,quisoescondersedenuevoparaseguirdurmiendo.
—No,doñaModorra,yanoduermamás.Desdeellunesestamosesperándolaymañanaesdomingo—protestócompungidoCocorí.
—Estamosmuyaburridos—agregóelmonito.—¿CuántotiempofaltaráparaquedespierteTalamanca?—Vamosaver—repusolaTortuga,ydirigiéndosedondereposabaelvientredelaculebra,
tomóvariasmedidas,calculó,contóconlosdedosyalfindijo—:Porlahinchazóndelapanzafaltamuchísimo.¿YsidespuésdeesperarnosresultacomodonTorcuato?—terminó,yaquedesde esa aventura había quedadomuy escéptica acerca de la sabiduría de los grandes yalgunosprestigiosinjustosquereinabanenelbosque.
Cocorínoseresignabaarenunciarasuempresa.—¿Notegustaríadarteunbuenbañodemar?,¿oiraveratumamá?—preguntóinsidiosa
la Tortuga, pensando para sus adentros que ya era tiempo de que naciera la nidada detortuguitasquehabíadejadoempollandoalsol.
—Claroquesí—lecontestóCocoríinfantilmente.—Entoncesvámonos.
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ElTitíchillófeliz:—Sí,sí,vámonos.Enel interiordelNegritoseprodujounabatalla.¿Irse,quedarse?Siseiba,¿quiénpodría
resolverle su pregunta? Talamanca había sido la última esperanza. ¿Que hacer, ¡ay!, quehacer?
Sedabacuentaclaradequesusamigosestabanansiososderegresarasupacíficavidadeantes.Nopodíaabusardeellos.Porfinsedeclaróvencido:
—Vámonos—aceptósuspirando.Ylatristezaplegósusalasgrisessobresucorazón.
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SUSEDADESSONHORASENUNDÍA
Conlamismaapetenciaconqueloscaballosvuelvenasupesebre,laTortugamarchabaderegresoconuntrotecitoanhelosoquenopodíadisimular.ElTití,descaradamentecontento,ibasilbando con lasmanos agarradas a la espalda. Sólo Cocorí se veíamuy alicaído. Siemprerezagado,nopodíaolvidarquesuRosahabíamuertoenundíayque,encambio,esosseresquevivencentenaresdeañosarrastranunaexistenciasinsentido.Eraunaespinaquenosepodíaarrancar.
SalierondelatierradelaSerpiente,orillarondenuevolosdominiosdelJaguar,demarcadosporunolorcilloaalmizcle,inconfundible,ydandounlargorodeoevitaroncuidadososlaLagunadelosCaimanes.
—PodríareconocernosdonTorcuato—recordóprudentelaTortuga—,yesmuyrencoroso.AldíasiguientegastarontodaunamañanaporculpadelTití.Alegreconlaideadelregreso,veníaadornándoseconfloresmulticoloreslacabezayyase
habíatejidounaguirnaldaque,colgadadelcuello,learrastrabaalandar.Alverunamariposaaterciopeladaselanzóacorrerdetrásdeella.
—Me la pondré sobre la cabeza como un lazo.—Además recordó que el gusanito de lamariposaeraunexquisitomanjar.
Salióalacarrerasiguiendoelcaprichosovuelodelinsecto,peroéstefueadesaparecerenunhueco,juntoaunárbol.ElTití,empecinadoensucacería,metiólacabezaporlaestrechaabertura.¡Buencastigosufriósutestarudez!Eraésalamadrigueradeunzorrohediondoqueapestódemaloloralpobremonito.
CuandoelTitíregresó,llevabaunacaratanlargaquedoñaModorralepreguntó:—¿Quénuevacalamidadtehapasado?Perononecesitólarespuesta.—¡Uf!—yconambasmanossetapólanariz.ElTitílosmirabaconprofundodesconsuelo.Niélsepodíaresistir.
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—¿Quéhajemoj,oñaBodorra?—preguntóCocoríconlanarizapretadaentrelasmanos.LaTortugaindicóunapozayelmonitosealejóparaprocederaunaconcienzudalimpieza.
Peroasuregresotodavíaapestaba.DoñaModorrabuscótricopiliasyorquídeasylasexprimiósobreelmonito,peroelperfume
naufragabaenelmalolor.Ledieronfriccionesconorégano,perejil,albahacaytodaslasyerbasolorosasquepudieron
encontrar. ¡Llegaron al recurso final de fregarlo con floripondio y por fin lograron dejarlotolerablementeinodoro!
A la tarde prosiguieron el camino. Fue quedando atrás la selva espesa y llegaron a lasmárgenesdelrío.ConlaproximidaddesushogareshastaelabatimientodeCocoríseatenuó.Pero era triste volver derrotado. Prosiguieron por la orilla del río y al llegar a la cascadadivisaronaalguien.AlreconoceralNegroCantoreldesalientodeCocoríestallóensollozos.
—¡Ah,NegroCantor,quédesgraciadosoy!—Pero,¿quétepasa,Cocorí?Tumamáhaandadolocabuscándote.Elllantonoledejócontestar.—Cuéntame—insistióelNegroconamablebondad.—¿Te...acuerdas...de...miflor?—sollozóporfin.—¿LaRosaquetediolaniñarubia?—Sííí,laquenoesperómiregreso—yunanuevaexplosióndepenalecortólapalabra.—Tranquilízate,Cocorí—loanimóelCantor,conmovido,ylehizocariñoenelpelo.—Pero¿porqué,NegroCantor, simiRosaera lindaybuena,porqué tuvounavida tan
corta?—Teengañas,Cocorí—sonrió elCantor conun relámpagodedientesblancos—,no fue
unavidacorta.—Si ya te lodije, vivióundía.Yahí tienesadonTorcuato yaTalamancahinchadosde
tiempo.ElCantoracomodóalNegritosobresusrodillas:—¿NovistequetuRosatuvounalindavida?—lepreguntó—.¿Novistequecadaminutose
dabaenterahechadulzurayperfume?—Oh,sí,¡cómomellenódefelicidad!
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—¿QuéeslavidadeTalamancalaBocaracá,quesearrastraperezosaasolandotodoasupasoydurmiendolargasdigestiones?¿YdonTorcuato,biliosoporelpoderdesuvecina,quesedesquitahaciendodañosasualrededor?
Cocoríseestremecióanteelrecuerdo.—¿Tu crees que eso es vivir, Cocorí? Dormitar al sol rumiando pensamientos negros y
malvados.¿NovesquetuRosatuvoensuvidaluz,generosidad,amor,yestosotrosnuncaloshanconocido?
DoñaModorracomenzóaasentirviolentamentecon lacabeza.¡Esoera,claro,ésaera laexplicaciónqueellahabíaandadobuscando!
ElNegroCantorprosiguió:—TuRosa vivió enalgunashorasmásque los centenaresdeañosdeTalamanca ydon
Torcuato.Porquecadaminutoútilvalemásqueunañoinútil.Cocorísentíaqueunaluzloempapabapordentro.—¡Escierto!,porellasalvéyoadoñaModorra—recordó—.PorellarescatéalTitíyporella
meatrevíavencerlaselva—ycomenzóaensanchárseleunasonrisaenelrostro.—¿Asíesquesepuedevivirmuchoenunratito?—preguntóinocente.—¡Claroquesí!—lerespondióelNegro,contentodequelehubieranentendido—.¿Verdad
quefueunalargavida?Cocorímiróasualrededoryvioalairegaloparalegrearrastrandomariposas.Lasaviasubía
poreltallodelasmagnoliasjugosasyseregabaporlosprados.Cocoríerafeliz.Yloscuatroamigos,tomadosdelamano,comenzaronabailarysaltarlocosdealegría.—Yahoraacasita—lerecomendóelCantor—,quetumamádebeestarmuyintranquila.ElTitísedespidióycorrióasuscocoterosacontarsusaventuras.CuandoCocorí,después
de abrazar al Negro y a la Tortuga, pasó por allí, lo oyó, todo importante, exagerando susaventurasenlaselva.
—...entonceslemordílacolaaTalamanca...Los monillos, a su alrededor, saltaban y alborotaban de excitación. Claro que el Tití se
guardababiendedecirqueTalamancaestabadormida.LacarcajadaestrepitosadeCocoríamoscóuntantoalmono,queenmediodelcírculode
oyentesteníaunaactituddearrojoyvalentía.PeroCocorínoquisodescubrirasuamigoycontinuóa lacarrera.Pasó losmatorralesy
salióa laplaya.Vioque loshuevosdedoñaModorrayasehabíanabiertoconelcalorde laarenayunadocenadetortuguitasestabanaprendiendoamojarselospiesenlaespumadelasolas.
—Yavienelamamá—lesprevino,alegrededarleslanoticia.
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Siguiócorriendoporlaplayaycuandodivisósuchozacomenzóagritar:—¡MamáDrusila,aquívengo,soyyo,Cocorí!LaNegrasalióalapuertalimpiándoseelrostroconeldelantal.DeunabrazoalzóaCocorí
hastaquedarsucaritajuntoalasuya.—¡Michiquitito!,¿dóndeestabas,hijomío?¿Qué tehabíashecho?—Y losbesos llovían
sobreelrostrodelNegrito.—Yatecontaré,mamá.¿Sabes?Miflortuvounavidamuylarga;meloexplicóelCantor.—¿Sí,cómo?—Dice que tuvo una vida apretada, que en un día vivió más que el Caimán y que
Talamanca,porquepasósuvidahaciendoelbien.—¡Ah!escierto,Cocorí;pero,además,yotetengounasorpresa.¿Recuerdaslaramadela
Rosaquequedóenelvaso?Puesvenaverla.Ydelamanolollevóaljardín.Con los desvelosde laNegra, que la había regadodía y noche, ansiosadeque cuando
regresaraCocorílesirvieradecompañíaparaquenuncalavolvieraaabandonar,enelcentrodeljardíncrecíaunrosal.
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Cocorípodríadecirmástardeorgulloso:—Yoteníasieteañoscuandoesterosalfueplantado.Susgrandes rosas rojas se abrían bajo el candente sol del trópico.Y tenían también los
estambresdelmásfinocristal,yesparcíanalrededorunaromasutil,comounanuberosadadeencanto.
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JoaquínGutiérrezMangel(Limón,30demarzode1918–16deoctubrede2000,SanJosé)fueunescritorcostarricense,creadordelfamosopersonajeinfantilCocorí,miembrodelaAcademiaCostarricensedelaLenguayPremioNacionaldeCulturaMagón1975.Hombremultifacético,fue ajedrecista, periodista, cronista de guerra, novelista, cuentista, poeta, traductor, editor,profesor universitario y político. Trotamundos, de sus muchos recorridos escribió diarios,crónicasymemorias.
Enelaño1999,eldiariocostarricenseLaNación loconsideró la figura literarianacionalmásimportantedelsigloXX.
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