Esta obra de Miguel de Unamuno es uno de los ejemplos ...
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EstaobradeMigueldeUnamunoesunodelosejemplosclásicosmáseminentesdelanovelamoderna.Laficcióndejaaquídeserunpurovehículonarrativo,transmisordehistorias,paraconvertirseenununiversotextualdefecundassugerencias.
Unamuno cuenta de manera extraña su historia, inventando su nuevo géneronarrativo,la«nivola»,dondelospersonajeshablanenmonólogospropiosdurantelaobra.Agregandoextrañossucesosliterarios(comoelencuentrodelpersonajeconsucreadoroelmonólogodelmismoperro)conviertenestelibroenuntesoroliterario.
Eltítulo,Niebla,expresaconclaridadelpropósitonovelescodedesdibujarlovisibley materializar, en cambio, lo impalpable. En este ambiente vemos moverse a unhombre esencialmente frustrado, Augusto Pérez, sobre cuya muerte nos vemosobligadosapronunciarnos.
Laaventuraamorosadeunhombrequeseveenfrascadoenunaapasionadadevociónfrenteaunadama.Juntoconelencuentrodeestehombreconunperroquepasaríaasersucompañeromásadelante,eslahistoriadelengañoylapasión.
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MigueldeUnamuno
Niebla(Nivola)
ePubr2.0emiferro29.05.2020
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Títulooriginal:NieblaMigueldeUnamuno,1914Diseñodeportada:emiferroEditordigital:emiferroePubbaser2.1
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Prólogo
SeempeñadonMigueldeUnamunoenquepongayounprólogoaestesulibroenque se relata la tan lamentable historia de mi buen amigo Augusto Pérez y sumisteriosamuerte,yyonopuedomenossinoescribirlo,porquelosdeseosdelseñorUnamunosonparamímandatos,en lamásgenuinaacepcióndeestevocablo.Sinhaberyo llegadoal extremodeescepticismohamletianodemipobreamigoPérez,que llegó hasta a dudar de su propia existencia, estoy por lo menos firmementepersuadidodequecarezcodeesoquelospsicólogosllamanlibrealbedrío,aunqueparamiconsuelocreotambiénquetampocogozadonMigueldeél.
Parecerá acaso extraño a alguno de nuestros lectores que sea yo, un perfectodesconocidoenlarepúblicadelasletrasespañolas,quienprologueunlibrodedonMiguelqueesyaventajosamenteconocidoenella,cuandolacostumbreesqueseanlos escritores más conocidos los que hagan en los prólogos la presentación deaquellos otros que lo seanmenos. Pero es que nos hemos puesto de acuerdo donMiguelyyoparaalterarestaperniciosacostumbre, invirtiendolos términos,yquesea el desconocido el que al conocido presente.Porque en rigor los librosmás secompranporelcuerpodeltextoquenoporelprólogo,yesnaturalporlotantoquecuandoun jovenprincipiantecomoyodeseedarseaconocer,envezdepediraunveteranodelasletrasqueleescribaunprólogodepresentación,deberogarlequelepermita ponérselo a una de sus obras. Y esto es a la vez resolver uno de losproblemasdeeseeternopleitodelosjóvenesylosviejos.
Unenme, además, no pocos lazos con donMiguel deUnamuno.Aparte de queesteseñorsacaarelucirenestelibro,seanovelaonivola—yconstequeestodelanivolaesinvenciónmía—,nopocosdichosyconversacionesqueconelmalogradoAugusto Pérez tuve, y que narra también en ella la historia del nacimiento demitardíohijoVictorcito,parecequetengoalgúnlejanoparentescocondonMiguel,yaquemiapellidoes eldeunode susantepasados, segúndoctísimas investigacionesgenealógicasdemiamigoAntolínS.Paparrigópulos,tanconocidoenelmundodelaerudición.
YonopuedoprevernilaacogidaqueestanivolaobtendrádepartedelpúblicoqueleeadonMiguel,nicómose la tomaránaéste.Hacealgúntiempoquevengosiguiendo con alguna atención la lucha que don Miguel ha entablado con laingenuidad pública, y estoy verdaderamenté asombrado de lo profunda y cándidaque es ésta. Con ocasión de sus artículos en elMundoGráfico y en alguna otrapublicaciónanáloga,harecibidodonMiguelalgunascartasyrecortesdeperiódicosde provincias que ponen de manifiesto los tesoros de candidez ingenua y desimplicidadpalominaquetodavíaseconservanennuestropueblo.UnavezcomentanaquellasufrasedequeelseñorCervantes(donMiguel)nocarecíadealgúningenio,
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y parece se escandalizan de la irreverencia; otra se enternecen por esas susmelancólicasreflexionessobrelacaídadelashojas;yaseentusiasmanporsugrito«¡guerraa la guerra!»que le arrancó el dolor de ver que los hombres semuerenaunquenolosmaten;yareproducenaquelpuñadodeverdadesnoparadójicasquepublicó después de haberlas recogido por todos los cafés, círculos y cotarrillos,dondeandabanpodridasdepuromanoseadasyhediendoa ramploneríaambiente,porloquelasreconocieroncomosuyaslosquelasreprodujeron,yhastahahabidopalomillasinhielquesehaindignadodequeestelogómacodedonMiguelescribaalgunas veces Kultura con K mayúscula y después de atribuirse habilidad parainventaramenidadesreconozcaserincapazdeproducircolmosyjuegosdepalabras,puessabidoesqueparaestepúblicoingenuoelingenioylaamenidadsereducenaeso:aloscolmosylosjuegosdepalabras.
YmenosmalqueeseingenuopúbliconoparecehabersedadocuentadealgunaotradelasdiablurasdedonMiguel,aquienamenudolepasalodepasarsedelisto,como es aquello de escribir un artículo y luego subrayar al azar unas palabrascualesquieradeél,invirtiendolascuartillasparanopoderfijarseencuáleslohacía.Cuandomelocontólepreguntéporquéhabíahechoesoymedijo:«¡Quéséyo…porbuenhumor!¡Porhacerunapirueta!Yademásporquemeencocoranyponendemalhumorlossubrayadosylaspalabrasenbastardilla.Esoesinsultarallector,esllamarletorpe,esdecirle:¡fíjate,hombre,fíjate,queaquíhayintención!Yporesolerecomendabayoaunseñorqueescribirsesusartículostodoenbastardillaparaqueelpúblicosediesecuentadequeeranintencionadísimosdesdelaprimerapalabraalaúltima.Esonoesmásquelapantomimadelosescritos;querersustituirenellosconelgestoloquenoseexpresaconelacentoyentonación.Yfíjate,amigoVíctor,en los periódicos de la extremaderecha, de eso que llamamos integrismo, y veráscómo abusan de la bastardilla, de la versalita, de las mayúsculas, de lasadmiraciones y de todos los recursos tipográficos. ¡Pantomima, pantomima,pantomima!Tales la simplicidadde susmediosdeexpresión,omásbien tal es laconcienciaque tienende la ingenuasimplicidadde sus lectores.Yhayqueacabarconestaingenuidad».
Otras veces le he oído sostener a don Miguel que eso que se llama por ahíhumorismo, el legítimo, ni ha prendido en España apenas, ni es fácil que en ellaprendaenmuchotiempo.Losqueaquísellamanhumoristas,dice,sonsatíricosunasvecesyotrasirónicos,cuandonopuramentefestivos.LlamarhumoristaaTaboada,verbigracia,esabusardel término.Ynohaynadamenoshumorísticoquelasátiraáspera,peroclaraytransparente,deQuevedo,enlaqueseveelsermónenseguida.Como humorista no hemos tenido más que Cervantes, y si este levantara cabeza,¡cómohabíadereírse—medecíadonMiguel—delosqueseindignarondequeyolereconociese algún ingenio y, sobre todo, cómo se reiría de los ingenuos que hantomadoenserioalgunadesusmássutilestomadurasdepelo!Porqueesindudablequeentrabaenlaburla—burlamuyenserio—quedeloslibrosdecaballeríashacía
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el remedar el estilo de estos, y aquello de «no bien el rubicundoFebo, etc.», quecomomodelodeestilopresentanalgunosingenuoscervantistasnopasadeserunagraciosa caricatura del barroquismo literario. Y no digamos nada de aquello detomarporunmodismolode«ladelalbasería»conqueempiezauncapítulocuandoelanterioracabaconlapalabrahora.
Nuestro público, como todo público poco culto, es naturalmente receloso, lomismoqueloesnuestropueblo.Aquínadiequierequeletomenelpelo,nihacerelprimo,niquesequedenconél,yasí,encuantoalguienlehablaquieresaberdesdeluego a qué atenerse y si lo hace en broma o en serio. Dudo que en otro puebloalgunomolestetantoelquesemezclenlasburlasconlasveras,yencuantoaesodequenosesepabiensiunacosavaonoenserio,¿quiéndenosotroslosoporta?Yesmuchomásdifícilqueunrecelosoespañoldetérminomediosedécuentadequeunacosaestádichaenserioyenbromaalavez,deverasydeburlas,ybajoelmismorespecto.
DonMigueltienelapreocupacióndelbufotrágicoymehadichomásdeunavezquenoquisieramorirsesinhaberescritounabufonadatrágicaounatragediabufa,peronoenquelobufoogrotescoylotrágicoesténmezcladosoyuxtapuestos,sinofundidosyconfundidosenuno.Ycomoyolehicieseobservarqueesonoessinoelmásdesenfrenadoromanticismo,mecontestó:«Noloniego,peroconponermotesalas cosas no se resuelve nada. A pesar demis más de veinte años de profesar laenseñanza de los clásicos, el clasicismo que se opone al romanticismo no me haentrado.Dicenquelohelénicoesdistinguir,definir,separar;pueslomíoesindefinir,confundir».
Yelfondodeestonoesmásqueunaconcepción,omejoraúnqueconcepciónunsentimiento de la vida que no me atrevo a llamar pesimista porque sé que estapalabranolegustaadonMiguel.Essuideafija,monomaniaca,dequesisualmanoesinmortalynolosonlasalmasdelosdemáshombresyaundetodaslascosas,einmortales en el sentidomismo en que las creían ser los ingenuos católicos de laEdadMedia,entonces,sinoesasí,nadavalenadanihayesfuerzoquemerezcalapena. Y de aquí la doctrina del tedio de Leopardi después que pereció su engañoextremo,
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de creerse eterno. Y esto explica que tres de los autoresmás favoritos de donMiguelseanSénancour,QuentalyLeopardi.
Pero este adusto y áspero humorismo confusionista, además de herir larecelosidaddenuestrasgentes,quequierensaberdesdequeunosedirigeaellasaqué atenerse, molesta a no pocos. Quieren reírse, pero es para hacer mejor ladigestión y para distraer las penas, no para devolver lo que indebidamente sehubiesen tragado y que puede indigestárseles, ni mucho menos para digerir las
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penas.YdonMiguelseempeñaenquesisehadehacerreíralasgentesdebesernoparaqueconlascontraccionesdeldiafragmaayudenaladigestión,sinoparaquevomitenloquehubierenengullido,puessevemásclaroelsentidode lavidaydeluniversoconelestómagovacíodegolosinasyexcesivosmanjares.Ynoadmiteesodelaironíasinhielnidelhumorismodiscreto,puesdicequedondenohayalgunahielnohay ironía yque ladiscreciónestá reñidaconelhumorismoo, comoél secomplaceenllamarle:malhumorismo.
Todolocuallellevaaunatareamuydesagradableypocoagradecida,delaquedicequenoessinounmasajedelaingenuidadpública,aversielingeniocolectivodenuestropueblosevaagilizandoysutilizandopocoapoco.Porquelesacadesuscasillas el que digan que nuestro pueblo, sobre todo el meridional, es ingenioso.«Puebloqueserecreaenlascorridasdetorosyhallavariedadyamenidadeneseespectáculosencillísimo,estájuzgadoencuantoamentalidad»,dice.Yagregaquenopuedehabermentalidadmássimpleymáscórneaqueladeunaficionado.¡Vayaustedconparadojasmásomenoshumorísticasalqueacabadeentusiasmarseconuna estocadadeVicentePastor!Y abominadel género festivo de los revisteros detoros,sacerdotesdeljuegodevocablosydetodalabazofiadelingeniodepuchero.
Si a esto se añade los juegos de conceptosmetafísicos en que se complace, secomprenderáquehayamuchasgentesqueseapartencondisgustodesulectura,losunosporquetalescosasleslevantandolordecabeza,ylosotrosporque,atentosalodequesancta sancte tractanda sunt, «lo santo ha de tratarse santamente», estimanqueesosconceptosnodebendarmateriaparaburlasyjugueteos.Maséldiceaestoquenosabeporquéhandepretenderquesetratenenseriociertascosasloshijosespirituales de quienes se burlaron de las más santas, es decir, de las másconsoladoras creencias y esperanzas de sus hermanos. Si ha habido quien se haburladodeDios,¿porquénohemosdeburlarnosdelaRazón,delaCienciayhastade la Verdad? Y si nos han arrebatado nuestramás cara y más íntima esperanzavital,¿porquénohemosdeconfundirlotodoparamatareltiempoylaeternidadyparavengarnos?
Fácil es también que salga diciendo alguno que hay en este libro pasajesescabrosos, o, si se quiere, pornográficos; pero ya don Miguel ha tenido buencuidadodehacermedeciramíalgoal respectoenelcursodeestanivola.Y estádispuesto a protestar de esa imputación y a sostener que las crudezas que aquípuedan hallarse ni llevan intención de halagar apetitos de la carne pecadora, nitienen otro objeto que de ser punto de arranque imaginativo para otrasconsideraciones.
Su repulsión a toda forma de pornografía es bien conocida de cuantos leconocen. Y no sólo por las corrientes razonesmorales, sino porque estima que lapreocupación libidinosa es lo que más estraga la inteligencia. Los escritorespornográficos, o simplemente eróticos, le parecen los menos inteligentes, los máspobresdeingenio,losmástontos,enfin.Leheoídodecirquedelostresviciosdela
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clásicaternadeellos:lasmujeres,eljuegoyelvino,losdosprimerosestropeanmásla mente que el tercero. Y conste que donMiguel no bebe más que agua. «A unborrachose lepuedehablar—medecíaunavez—yhastadicecosas,pero¿quiénresiste la conversación de un jugador o unmujeriego?No hay por debajo de ellasinoladeunaficionadoatoros,colmoycopetedelaestupidez».
Nomeextrañaamí,porotraparte,esteconsorciodeloeróticoconlometafísico,puescreosaberquenuestrospueblosempezaronsiendo,comosusliteraturasnoslomuestran, guerreros y religiosos para pasarmás tarde a eróticos ymetafísicos.Elculto a la mujer coincidió con el culto a las sutilezas conceptistas. En el alborespiritual de nuestros pueblos, en efecto, en la EdadMedia, la sociedad bárbarasentíalaexaltaciónreligiosayaunmísticaylaguerra—laespadallevacruzenelpuño—;perolamujerocupabamuypocoymuysecundariolugarensuimaginación,y las ideas estrictamente filosóficas dormitaban, envueltas en teología, en losclaustrosconventuales.Loeróticoylometafísicosedesarrollanalapar.Lareligiónesguerrera;lametafísicaeseróticaovoluptuosa.
Eslareligiosidadloquelehacealhombreserbelicosoocombativo,obieneslacombatividad la que le hace religioso, y por otro lado es el instintometafísico, lacuriosidaddesaberloquenonosimporta,elpecadooriginal,enfin,loquelehacesensual al hombre, o bien es la sensualidad la que, como a Eva, le despierta elinstintometafísico,elansiadeconocerlacienciadelbienydelmal.Yluegohaylamística,unametafísicadelareligiónquenacedelasensualidaddelacombatividad.
BiensabíaestoaquellacortesanaatenienseTeodota,dequeJenofontenoscuentaensusRecuerdoslaconversaciónqueconSócratestuvo,yqueproponíaalfilósofo,encantadadesumododeinvestigar,omásdepartearlaverdad,queseconvirtieraencelestinodeellayleayudaseacazaramigos.(Synthérates,con-cazador,diceeltexto,segúndonMiguel,profesordegriego,queesaquiendeboestainteresantísimay tan reveladora noticia). Y en toda aquella interesantísima conversación entreTeodota, la cortesana, y Sócrates, el filósofo partero, se ve bien claro el íntimoparentesco que hay entre ambos oficios, y cómo la filosofía es en grande y buenapartelenocinioyellenocinioestambiénfilosofía.
Ysitodoestonoesasícomodigo,nosemenegaráalmenosqueesingenioso,ybasta.
Nosemeoculta,porotraparte,quenoestaráconformeconesamidistinciónentre religión y belicosidad de un lado y filosofía y erótica de otro mi queridomaestrodonFulgencioEntrambosmaresdelAquilón,dequiendonMiguelhadadotancircunstanciadanoticiaensunovelaonivolaAmorypedagogía.PresumoqueelilustreautordelArsmagnacombinatoria establecerá: una religiónguerrera y unareligión erótica, unametafísicaguerrera yotra erótica, un erotismo religioso yunerotismometafísico,unbelicosismometafísicoyotroreligiosoy,porotraparte,unareligiónmetafísicayunametafísicareligiosa,unerotismoguerreroyunbelicosismoerótico;todoestoapartedelareligiónreligiosa,lametafísicametafísica,elerotismo
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eróticoyelbelicosismobelicoso.Loquehacedieciséiscombinacionesbinarias.¡Yno digo nada de las ternarias del género: verbigracia, de una religiónmetafísico-erótica o de una metafísica guerrero-religiosa! Pero yo no tengo ni el inagotableingenio combinatorio de don Fulgencio, ni menos el ímpetu confusionista eindefinicionistadedonMiguel.
Muchosemeocurreatañederoal inesperado finaldeesterelatoya laversiónqueenéldadonMigueldelamuertedemidesgraciadoamigoAugusto,versiónqueestimoerrónea;peronoescosadequemepongayoahoraaquíadiscutirenesteprólogoconmiprologado.Perodebohacerconstar endescargodemi concienciaqueestoyprofundamenteconvencidodequeAugustoPérez,cumpliendoelpropósitode suicidarsequemecomunicóen laúltimaentrevista,queconél tuve, se suicidórealmente y de hecho, y no sólo idealmente y de deseo. Creo tener pruebasfehacientesenapoyodemiopinión;tantasytalespruebas,quedejadeseropiniónparallegaraconocimiento.
Yconestoacabo.
VÍCTORGOTI.
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Post-prólogo
Debuenaganadiscutiríaaquíalgunadelasafirmacionesdemiprologuista,VíctorGoti,perocomoestoyenelsecretodesuexistencia—ladeGoti—,prefierodejarlela entera responsabilidad de lo que en ese su prólogo dice. Además, como fui yoquienleroguéquemeloescribiese,comprometiéndomedeantemano—oseaapriori—aaceptarlotalycomomelodiera,noescosanidequelorechace,nisiquieradequemepongaa corregirlo y rectificarloahoraa trasmano—o seaa posteriori—.Perootracosaesquedejepasarciertasapreciacionessuyassinalgunamía.
Noséhastaquépuntosealícitohacerusodeconfidenciasvertidasenelsenodela más íntima amistad y llevar al público opiniones o apreciaciones que no lasdestinabaaélquienlasprofiriera.YGotihacometidoensuprólogolaindiscrecióndepublicarjuiciosmíosquenuncatuveintencióndequesehiciesenpúblicos.Oporlo menos nunca quise que se publicaran con la crudeza con que en privado losexponía.
Yrespectoasuafirmacióndequeeldesgraciado…Aunque,desgraciado,¿porqué? Bien; supongamos que lo hubiese sido. Su afirmación, digo, de que eldesgraciado,oloquefuese,AugustoPérezsesuicidóynomuriócomoyocuentosumuerte,esdecir,pormilibérrimoalbedríoydecisión,escosaquemehacesonreír.Opinioneshay,enefecto,quenomerecensinounasonrisa.Ydebeandarsemiamigoy prologuista Goti con mucho tiento en discutir así mis decisiones, porque si mefastidiamuchoacabaréporhacerconélloqueconsuamigoPérezhice,yesqueledejarémorirolemataréaguisademédico.Loscualesyasabenmislectoresquesemuevenenestedilema:odejanmoriralenfermopormiedoamatarle,o lematanpormiedodequeselesmuera.YasíyosoycapazdemataraGotisiveoquesemevaamorir,odedejarlemorirsitemohaberdematarle.
Y no quiero prolongarmás este post-prólogo, que es lo bastante para darle laalternativaamiamigoVíctorGoti,aquienagradezcosutrabajo.
M.DEU.
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Prólogoaestaedición,osea,historiade«Niebla»
Laprimeraedicióndeestamiobra—¿míasólo?—aparecióen1914enlaBiblioteca«Renacimiento»,alaqueluegoselahanllevadolatrampaylostramposos.Parecequehayotrasegunda,de1928,perodeellanotengomásquenoticiabibliográfica.Nolahevisto,sinqueseadeextrañar,puesenesetiemposeencontrabaladictaduraenelpoderyyodesterrado,paranoacatarla,enHendaya.En1914,alhabérsemeechado —más bien desenjaulado— de mi primera rectoría de la Universidad deSalamanca,entréenunanuevavidaconlaerupcióndelaguerradelasnacionesquesacudióanuestraEspaña,aunqueestanobeligerante.Dividiónosalosespañolesengermanófilos y antigermanófilos —aliadófilos si se quiere—, más según nuestrostemperamentosquesegúnlosmotivosdelaguerra.Fuelaocasiónquenosmarcóelcursodenuestraulteriorhistoriahasta llegara lasupuestarevoluciónde1931,alsuicidio de la monarquía borbónica. Es cuando me sentí envuelto en la nieblahistóricadenuestraEspaña,denuestraEuropayhastadenuestrouniversohumano.
Ahora,alofrecérsemeen1935coyunturadereeditarmiNiebla,laherevisado,yal revisarla lahe rehecho íntimamente, lahevueltoahacer; lahe revividoenmí.Que el pasado revive; revive el recuerdo y se rehace.Esunaobranuevaparamí,como lo será, de seguro, para aquellos de mis lectores que la hayan leído y lavuelvanaleerdenuevo.Quemereleanalreleerla.Penséunmomentosihacerladenuevo,renovarla;peroseríaotra…¿Otra?CuandoaquelmiAugustoPérezdehaceveintiúnaños—teníayoentoncescincuenta—semepresentóensueñoscreyendoyohaberlefinadoypensando,arrepentido,resucitarle,mepreguntósicreíayoposibleresucitar a donQuijote, y al contestarle que ¡imposible!: «Pues en elmismo casoestamos todos losdemásentesde ficción»,mearguyó,yalyoreplicarle:«¿Ysi tevuelvoasoñar?»,él:«Nosesueñadosveceselmismosueño.Esequeustedvuelveasoñarycreasoyyoseráotro…».¿Otro?¡Cómomehaperseguidoymepersigueeseotro!BastavermitragediaElotro.YencuantoalaposibilidadderesucitaradonQuijote,creohaberresucitadoaldeCervantesycreoqueleresucitantodoslosquelecontemplanyleoyen.Noloseruditos,porsupuesto,niloscervantistas.Resucitanal héroe como al Cristo los cristianos siguiendo a Pablo de Tarso. Que así es lahistoria,osealaleyenda.Nihayotraresurrección.
¿Ente de ficción?¿Ente de realidad?De realidadde ficción, que es ficciónderealidad.CuandounavezsorprendíamihijoPepe,casiniñoentonces,dibujandounmuñeco y diciéndose: «¡Soy de carne, soy de carne, no pintado!», palabras queponíaenelmuñeco,revivíminiñez,merehíceycasimeespanté.Fueunaapariciónespiritual.YhacepocominietoMiguelínmepreguntabasielgatoFélix—eldelos
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cuentosparaniños—eradecarne.Queríadecirvivo.Yalinsinuarleyoquecuento,sueño o mentira, me replicó: «¿Pero sueño de carne?». Hay aquí toda unametafísica.Ounametahistoria.
PensétambiéncontinuarlabiografíademiAugustoPérez,contarsuvidaenelotromundo,enlaotravida.Peroelotromundoylaotravidaestándentrodeestemundo y de esta vida. Hay la biografía y la historia universal de un personajecualquiera, sea de los que llamamos históricos o de los literarios o de ficción.OcurriósemeunmomentohacerleescribiramiAugustounaautobiografíaenquemerectificara y contase cómo él se soñó a sí mismo. Y dar así a este relato dosconclusionesdiferentes—acasoadoscolumnas—paraqueellectorescogiese.Peroellectornoresisteesto,notoleraqueselesaquedesusueñoyselesumerjaenelsueño del sueño, en la terrible conciencia de la conciencia, que es el congojosoproblema. No quiere que le arranquen la ilusión de realidad. Se cuenta de unpredicador rural que describía la pasión deNuestro Señor y al oír llorar amocotendidoalasbeatascampesinasexclamó:«Nolloréisasí,queestofuehacemásdediecinuevesiglos,yademásacasonosucedióasícomoos locuento…».Yenotroscasosdebedeciraloyente:«acasosucedió…».
HeoídotambiéncontardeunarquitectoarqueólogoquepretendíaderribarunabasílicadelsigloX,ynorestaurarla,sinohacerladenuevocomodebióhabersidohechaynocomosehizo.Conformeaunplanodeaquellaépocaquepretendíahaberencontrado. Conforme al proyecto del arquitecto del siglo X. ¿Plano?Desconocíaque las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos,llevando las manos de los edificadores. También de una novela, como de unaepopeya o de un drama, se hace un plano; pero luego la novela, la epopeya o eldrama se imponen al que se cree su autor. O se le imponen los agonistas, sussupuestas criaturas. Así se impusieron Luzbel y Satanás, primero, y Adán y Eva,después,aJehová.¡Yéstasíqueesnivola,uopopeyaotrigedia!AsísemeimpusoAugusto Pérez. Y esta trigedia la vio, cuando apareció esta mi obra, entre suscríticos, Alejandro Plana, mi buen amigo catalán. Los demás se atuvieron, porperezamental,amidiabólicainvencióndelanivola.
Estaocurrenciadellamarlenivola—ocurrenciaqueenrigornoesmía,comolocuentoenel texto—fueotraingenuazorreríaparaintrigaraloscríticos.Novelaytannovelacomocualquieraotraqueasísea.Esdecir,queasísellame,puesaquíseres llamarse. ¿Qué es eso de que ha pasado la época de las novelas? ¿O de lospoemasépicos?Mientrasvivan lasnovelaspasadasviviráy revivirá lanovela.Lahistoriaesresoñarla.
AntesdehabermepuestoasoñaraAugustoPérezysunivolahabíaresoñadolaguerracarlistadequefui,enparte,testigoenminiñez,yescribímiPazenlaguerra,una novela histórica, o mejor historia anovelada, conforme a los preceptosacadémicosdelgénero.Aloqueselellamarealismo.Loquevivíamisdiezañoslovolvía vivir, lo reviví,amis treinta,al escribir esanovela.Y lo sigo reviviendoal
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vivir lahistoriaactual, laqueestádepaso.Depasoydequeda.SoñédespuésmiAmor y pedagogía —aparecido en 1902—, otra tragedia torturadora. A mí metorturó, por lomenos.Escribiéndola creí librarmede su tortura y trasladárselaallector.EnestaNieblavolvióaapareceraqueltragicómicoynebulosonivolescodonAvitoCarrascalqueledecíaaAugustoquesóloseaprendeavivirviviendo.Comoasoñar soñando. Siguió, en 1905,Vida deDonQuijote y Sancho, segúnMiguel deCervantes Saavedra, explicada y comentada. Pero no así, sino resoñada, revivida,rehecha.¿QuemidonQuijoteymiSanchonoson losdeCervantes?¿Yqué?LosdonQuijotesySanchosvivosenlaeternidad—queestádentrodeltiempoynofueradeél;todalaeternidadentodoeltiempoytodaellaencadamomentodeeste—nosonexclusivamentedeCervantesnimíos,nideningúnsoñadorquelossueñe,sinoquecadaunoleshacerevivir.YcreopormipartequedonQuijotemehareveladoíntimos secretos suyos que no reveló a Cervantes, especialmente de su amor aAldonzaLorenzo.En1913,antesquemiNiebla,aparecieronlasnovelascortasquereuníbajoel títulodeunadeellas:Elespejode lamuerte.DespuésdeNiebla,en1917, miAbel Sánchez: una historia de pasión, el más doloroso experimento quehaya yo llevado a cabo al hundirmi bisturí en elmás terrible tumor comunal denuestracastaespañola.En1921dialuzminovelaLatíaTula,queúltimamentehahalladoacogidayeco—graciasalastraduccionesalemana,holandesaysueca—enloscírculos freudianosde laeuropacentral.En1927aparecióenBuenosAiresminovela autobiográficaCómo se hace una novela, que hizo que mi buen amigo elexcelente crítico Eduardo Gómez de Baquero, andrenio, agudo y todo como era,cayera en otro lazo como el de la nivola, ymanifestase que esperaba esribiese lanoveladecómose lahace.Por fin,en1933,sepublicaronmiSanManuelBueno,mártir;ytreshistoriasmás.Todoenlaseguidadelmismosueñonebuloso.
Obras mías han conseguido verse traducidas —y sin mi instancia— a quinceidiomasdiferentes—queyosepa—yson:alemán,francés,italiano,inglés,holandés,sueco,danés,ruso,polaco,checo,húngaro,rumano,yugoslavo,griegoyletón;perodetodasellaslaquemástraduccionesalogradohasidoésta:Niebla.Empiezanen1921,sieteañosdespuésdesunacimiento,al italiano:Nebbia,romanzo, traducidapor Gilberto Beccari y con prefacio de Ezio Levi; en 1922, al húngaro: Köd(Budapest), por Gárady Viktor; en 1926, al francés: Brouillard (Collection de aRevue Européenne), por Noémi Larthe; en 1927, al alemán: Nebel, einphantastischer Roman (München), porOtto Buek; en 1928, al sueco:Dimma, porAllanVougt,yalinglés:Mist,atragicomicnovel(NewYork),porWarnerPite,yalpolaco:Migla—aquí una l con un travesañode sesgo— (Varsovia), por el doctorEdward Boyé; en 1929, al rumano: Negura (Budapest), por L. Sebastian, y alyugoslavo:Magia (Zagreb), por Bogdan Ráditsa; y por último, en 1935, al letón:Migla (Riga),porKonstantinRaudive.Enjuntodiez traducciones,dosmásquelasquehanobtenidomisTresnovelasejemplaresyunprólogo,dequeformaparteNadamenosquetodounhombre.
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¿Porquéestapredilección?¿Porquéhaprendidoenpueblosdeotras lenguasantesqueotrasobrasmíasestaaqueeltraductoralemánOttoBuckllamó«novelafantástica» y el norteamericanoWarner Pite «novela tragicómica»? Precisamenteporlafantasíayporlatragicomedia.Yonomeequivoqué,puesdesdeunprincipiosupuse —y lo dije— que esta que bauticé de nivola habría de ser mi obra másuniversalizada.NomiSentimiento trágicode lavida—seis traducciones—,porqueexige ciertos conocimientos filosóficos y teológicosmenos corrientes de lo que sesupone.PorloquemehasorprendidosuéxitoenEspaña.NomiVidadedonQuijoteySancho—trestraducciones—,porqueelQuijotedeCervantesnoes tanconocido—ymenos popular— fuera de España—ni aun en esta— como aquí suponen losliteratosnacionales.Yhastameatrevoaavanzarqueobrascomoesamíapuedencontribuir a hacerlomás ymejor conocido. No otra cualquiera. ¿Por su carácternacional?MiPaz en la guerra ha sido traducida al alemán y al checo. Es que lafantasíaylatragicomediademiNieblahadeserloquemáshableydigaalhombreindividualqueeseluniversal,alhombreporencima,ypordebajoalavez,declases,decastas,deposicionessociales,pobreorico,plebeyoonoble,proletariooburgués.Yestolosabenloshistoriadoresdelacultura,alosqueselesllamacultos.
Sospechoque lomásde esteprólogo—metálogo—,al quealguien le llamaríaautocrítico,me lohayasugerido,cuajandode suniebla,aqueldon—mereceyaeldon—Antolín SánchezPaparrigópulos, de quien se da cuenta en el capítuloXXIII,aunque yo no haya acertado en él a aplicar la rigurosa técnica del inolvidable yprofundo investigador. ¡Ah, si yo acertara, siguiendo su propósito, a cometer lahistoriadelosquehabiendopensadoescribirnollegaronahacerlo!Desucasta,desuíndolesonnuestrosmejoreslectores,nuestroscolaboradoresycoautores—mejorco-creadores—, los que al leer una historia—nivola si se quiere— como esta sedicen:«¡Perosiestolohepensadoasíyoantes!¡Siaestepersonajeleheconocidoyo! ¡Si a mí se me ha ocurrido lo mismo!». ¡Cuán otros que esos presos deapabullanteramploneríaqueandanpreocupadosdeloquellamanlaverosimilitud!Odelosquecreenvivirdespiertos,ignorandoquesóloestádeverasdespiertoelquetiene conciencia de estar soñando, como sólo está de veras cuerdo el que tieneconciencia de su locura. Y «el que no confunde se confunde», como decía VíctorGoti,mipariente,aAugustoPérez.
TodoestemimundodePedroAntonioyJosefaIgnacia,dedonAvitoCarrascalyMarina,deAugustoPérez,EugeniaDomingoyRosarito,deAlejandroGómez,«nadamenosquetodounhombre»,yJulia,deJoaquínMonegro,AbelSánchezyHelena,de la tía Tula, su hermana y su cuñado y sus sobrinos, de san Manuel Bueno yÁngela Carballino —una ángela—, y de don Sandalio, y de Emeterio Alfonso yCeledonioIbáñez,ydeRicardoyLiduvina,todoestemundomeesmásrealqueeldeCánovas y Sagasta, de Alfonso XIII, de Primo de Rivera, de Galdós, Pereda,MenéndezPelayoytodosaquellosaquienesconocíoconozcovivos,yaalgunosde
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elloslostratéolostrato.Enaquelmundomerealizaré,siesquemerealizo,aúnmásqueenesteotro.
Ybajoesosdosmundos,sosteniéndolos,estáotromundo,unmundosustancialyeterno,enquemesueñoamímismoyalosquehansido—muchoslosontodavía—carnedemiespírituyespíritudemicarne,mundode laconcienciasinespacionitiempoenlaquevive,comoolaenlamar,laconcienciademicuerpo.Cuandomenegué a indultar de lamuerte amiAugustoPérezme dijo este: «No quiere usteddejarmeseryo,salirdelaniebla,vivir,vivir,vivir,verme,oírme,tocarme,sentirme,dolerme,serme,¿conquenoloquiere?,¿conquehedemorirentedeficción?¡Puesbien, mi señor creador donMiguel, también usted se morirá, también usted, y sevolveráa lanadadequesalió!…¡Diosdejarádesoñarle!¡Semoriráusted,sí,semorirá, aunque no lo quiera; semorirá usted y semorirán todos los que leanmihistoria, todos, todos, todos, sin quedaruno! ¡Entes de ficción como yo, lomismoqueyo!¡Semorirántodos,todos,todos!».Asímedijo,y¡cómomesusurran,atravésde más de veinte años, durante ellos, en terrible silbido casi silencioso, como elbíblicodeJehová,esaspalabrasproféticasyapocalípticas!Porquenoessóloquehevenidomuriéndome,esquesehanidomuriendo,semehanmuertolosmíos,losquemehacíanymesoñabanmejor.Semehaidoelalmadelavidagotaagota,yalgunavezachorro.¡Pobresmentecatoslosquesuponenquevivotorturadopormipropiainmortalidadindividual!¡Pobregente!No,sinoporladetodoslosquehesoñadoysueño, por la de todos los queme sueñan y sueño. Que la inmortalidad, como elsueño,oescomunalonoes.Nologrorecordaraningunoaquienhayaconocidodeveras—conocerdeverasaalguienesquererle,yaunquesecreaodiarle—yquesemehayaidosinqueasolasmelediga:«¿Quéeresahoratú?,¿quéesahoradetuconciencia?, ¿qué soy en ella yo ahora?, ¿qué es de lo que ha sido?». Esta es laniebla, esta la nivola, esta la leyenda, esta la vida eterna… Y esto es el verbocreador,soñador.
Hay una visión radiosa de Leopardi, el trágico soñador del hastío, que es elCánticodelgallosilvestre,gallogigantescosacadodeunaparáfrasistargúmicadelaBiblia,galloquecantalarevelacióneternaeinvitaalosmortalesadespertarse.Yacaba así: «Tiempo vendrá en que este universo y la naturalezamisma quedaránagotados. Y al modo que de grandísimos reinos e imperios humanos, y de susmaravillosasmoviciones,que fueronfamosísimosenotrasedades,noquedahoyniseñalni famaalguna,parejamentedelmundoenteroyde las infinitasvicisitudesycalamidadesdelascosascreadasnopermaneceránisiquieraunvestigio,sinoqueunsilenciodesnudoyunaquietudprofundísimallenaránelespacioinmenso.Asíestecercanoadmirableyespantosodelaexistenciauniversalantesdeserdeclaradonientendidoseborraráyperderáse».
Perono,quehadequedarelcánticodelgallosilvestreyel susurrodeJehováconél;hadequedarelVerboque fueelprincipioyseráelúltimo,elSoploySonespiritualquerecogelasnieblasylascuaja.AugustoPéreznosconminóatodos,a
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todoslosquefueronysonyo,atodoslosqueformamoselsueñodeDios—omejor,elsueñodesuVerbo—,conquehabremosdemorir.Semevanmuriendoencarnedeespacio, pero no en carne de sueño, en carne de conciencia. Y por esto os digo,lectoresdemiNiebla,soñadoresdemiAugustoPérezydesumundo,queestoeslaniebla,estoeslanivola,estoeslaleyenda,estoeslahistoria,lavidaeterna.
Salamanca,febrero1935.
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Capítulo1
AlaparecerAugustoa lapuertadesucasaextendióelbrazoderecho,con lamanopalmaabajoyabierta,ydirigiendolosojosalcieloquedóseunmomentoparadoenesta actitud estatuaria y augusta. No era que tomaba posesión delmundo exterior,sino eraqueobservaba si llovía.Yal recibir en el dorsode lamanoel frescordellentoorvallofruncióelsobrecejo.Ynoeratampocoquelemolestaselallovizna,sinoeltenerqueabrirelparaguas.¡Estabatanelegante,tanesbelto,plegadoydentrodesufunda!Unparaguascerradoestanelegantecomoesfeounparaguasabierto.
«Esunadesgraciaestodetenerqueservirseunodelascosas—pensóAugusto—;tenerqueusarlas,elusoestropeayhastadestruyetodabelleza.Lafunciónmásnobledelosobjetosesladesercontemplados.¡Québellaesunanaranjaantesdecomida!Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca, o más bien seensancheacontemplaraDiosy todas lascosasenÉl.Aquí,enestapobrevida,nonoscuidamossinodeservirnosdeDios;pretendemosabrirlo,comoaunparaguas,paraquenosprotejadetodasuertedemales».
Díjoseasíyseagachóarecogerselospantalones.Abrióelparaguasporfinysequedó unmomento suspenso y pensando: «y ahora, ¿hacia dónde voy?, ¿tiro a laderechaoalaizquierda?».PorqueAugustonoerauncaminante,sinounpaseantedelavida.«Esperaréaquepaseunperro—sedijo—ytomaréladireccióninicialqueéltome».
Enestopasóporlacallenounperro,sinounagarridamoza,ytrasdesusojossefue,comoimantadoysindarsedeellocuenta,Augusto.
Yasíunacalleyotrayotra.«Pero aquel chiquillo —iba diciéndose Augusto, que más bien que pensaba
hablabaconsigomismo—,¿quéharáallí,tiradodebrucesenelsuelo?¡Contemplaraalgunahormiga, de seguro! ¡Lahormiga, bah, unode los animalesmáshipócritas!Apenashacesinopasearseyhacernoscreerquetrabaja.Escomoesegandulquevaahí,apasodecarga,codeandoatodosaquellosconquienessecruza,ynomecabedudadequenotienenadaquehacer.¡Quéhadetenerquehacer,hombre,quéhadetener que hacer! Es un vago, un vago como… ¡No, yo no soy un vago! Miimaginaciónnodescansa.Losvagossonellos,losquedicenquetrabajanynohacensino aturdirse y ahogar el pensamiento. Porque, vamos a ver, ese mamarracho dechocolateroqueseponeahí,detrásdeesavidriera,adarlealrollomajadero,paraqueleveamos,eseexhibicionistadel trabajo, ¿quées sinounvago?Yanosotros¿quénosimportaquetrabajeono?¡Eltrabajo!¡Eltrabajo!¡Hipocresía!Paratrabajoeldeesepobreparalíticoquevaahímedioarrastrándose…Pero¿yquéséyo?¡Perdone,hermano! —esto se lo dijo en voz alta—. ¿Hermano? ¿Hermano en qué? ¡Enparálisis!DicenquetodossomoshijosdeAdán.Yeste,Joaquinito,¿estambiénhijo
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deAdán?¡Adiós,Joaquín!¡Vaya,yatenemoselinevitableautomóvil,ruidoypolvo!¿Yquéseadelantaconsuprimirasídistancias?Lamaníadeviajarvienedetopofobiay no de filotopía; el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y nobuscando cada lugar a que llega.Viajar…viajar…Qué chismemásmolesto es elparaguas…Calla,¿quéesesto?».
Ysedetuvoalapuertadeunacasadondehabíaentradolagarridamozaquelellevaraimantadotrasdesusojos.YentoncessediocuentaAugustodequelahabíavenido siguiendo.Laportera de la casa lemiraba conojillosmaliciosos, y aquellamiradalesugirióaAugustoloqueentoncesdebíahacer.«EstaCerberaaguarda—sedijo— que le pregunte por el nombre y circunstancias de esta señorita a que hevenidosiguiendoy,ciertamente,estoes loqueprocedeahora.Otracosaseríadejarmi seguimiento sin coronación, y eso no, las obras deben acabarse. ¡Odio loimperfecto!».Metiólamanoalbolsilloynoencontróenélsinounduro.Noeracosadeirentoncesacambiarlo,seperderíatiempoyocasiónenello.
—Dígame,buenamujer—interpelóalaporterasinsacarelíndiceyelpulgardelbolsillo—, ¿podría decirme aquí, en confianza y para ínter nos, el nombre de estaseñoritaqueacabadeentrar?
—Esonoesningúnsecretoninadamalo,caballero.—Porlomismo.—PuessellamadoñaEugeniaDomingodelArco.—¿Domingo?SeráDominga…—No,señor,Domingo;Domingoessuprimerapellido.—Puescuandosetratademujeres,eseapellidodebíacambiarseenDominga.Y
sino,¿dóndeestálaconcordancia?—Nolaconozco,señor.—Ydígame…dígame…—sinsacarlosdedosdelbolsillo—,¿cómoesquesale
asísola?¿Essolteraocasada?¿Tienepadres?—Essolterayhuérfana.Viveconunostíos…—¿Paternosomaternos?—Sóloséquesontíos.—Bastayaunsobra.—Sededicaadarleccionesdepiano.—¿Ylotocabien?—Yatantonosé.—Bueno,bien,basta;ytomeporlamolestia.—Gracias,señor,gracias.¿Seleofrecemás?¿Puedoservirleenalgo?¿Deseale
llevealgúnmandado?—Talvez…talvez…Noporahora…¡Adiós!—Dispongademí,caballero,ycuenteconunaabsolutadiscreción.«Puesseñor—ibadiciéndoseAugustoalsepararsedelaportera—,veaquícómo
hequedadocomprometidoconestabuenamujer.Porqueahoranopuedodignamente
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dejarlo así. Qué dirá si no de mí este dechado de porteras. ¿Conque… EugeniaDominga, digoDomingo, delArco?Muybien, voy a apuntarlo, no sea que semeolvide.Nohaymásartemnemotécnicaquellevarunlibrodememoriasenelbolsillo.YalodecíamiinolvidabledonLeoncio:¡nometáisenlacabezaloqueosquepaenelbolsillo!Aloquehabríaqueañadirporcomplemento:¡nometáisenelbolsilloloqueosquepaenlacabeza!Ylaportera,¿cómosellamalaportera?».
Volvióunospasosatrás.—Dígameunacosamás,buenamujer…—Ustedmande…—Yusted,¿cómosellama?—¿Yo?Margarita.—¡Muybien,muybien…gracias!—Nohaydequé.Y volvió a marcharse Augusto, encontrándose al poco rato en el paseo de la
Alameda.Habíacesadolallovizna.Cerróyplegósuparaguasyloenfundó.Acercóseaun
banco,yalpalparloseencontróconqueestabahúmedo.Sacóunperiódico,locolocósobreelbancoysentóse.Luegosucarterayblandiósuplumaestilográfica.«Heaquíun chisme utilísimo—se dijo—; de otro modo, tendría que apuntar con lápiz elnombre de esa señorita y podría borrarse. ¿Se borrará su imagen demimemoria?Pero¿cómoes?¿CómoesladulceEugenia?Sólomeacuerdodeunosojos…Tengola sensacióndel toquedeunosojos…Mientrasyodivagaba líricamente,unosojostiraban dulcemente de mi corazón. ¡Veamos! Eugenia Domingo, sí, Domingo, delArco.¿Domingo?Nomeacostumbroaesodequese llameDomingo…No;hedehacerlecambiarelapellidoyquesellameDominga.Pero,ynuestroshijosvarones,¿habránde llevarporsegundoapellidoeldeDominga?Ycomohandesuprimirelmío, este impertinente Pérez, dejándolo en una P, ¿se ha de llamar nuestroprimogénito Augusto P Dominga? Pero… ¿adónde me llevas, loca fantasía?». Yapuntó en su cartera: Eugenia Domingo del Arco, Avenida de la Alameda, 58.Encimadeestaapuntaciónhabíaestosdosendecasilabos:
Delacunanosvienelatristezaytambiéndelacunalaalegría…
«Vaya—sedijoAugusto—,estaEugenita,laprofesoradepiano,mehacortadoun excelente principio de poesía lírica trascendental. Me queda interrumpida.¿Interrumpida?…Sí,elhombrenohacesinobuscarenlossucesos,enlasvicisitudesdelasuerte,alimentoparasutristezaosualegríanativas.Unmismocasoestristeoalegresegúnnuestradisposición innata.¿YEugenia?Tengoqueescribirle.Perono
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desdeaquí,sinodesdecasa.¿IrémásbienalCasino?No,acasa,acasa.Estascosasdesdecasa,desdeelhogar.¿Hogar?Micasanoeshogar.Hogar…hogar…¡Ceniceromásbien!¡Ay,miEugenia!».YsevolvióAugustoasucasa.
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Capítulo2
Alabrirleelcriadolapuerta…Augusto,queeraricoysolo,puessuancianamadrehabíamuertonohacíasino
seismeses antes de estosmenudos sucedidos, vivía con un criado y una cocinera,sirvientesantiguosen lacasaahijosdeotrosqueenellamismahabíanservido.Elcriadoylacocineraestabancasadosentresí,peronoteníanhijos.
AlabrirleelcriadolapuertalepreguntóAugustosiensuausenciahabíallegadoalguien.
—Nadie,señorito.Eran pregunta y respuesta sacramentales, pues apenas recibía visitas en casa
Augusto.Entró en su gabinete, tomó un sobre y escribió en él: «Señorita doña Eugenia
DomingodelArco.EPM».Yenseguida,delantedelblancopapel,apoyólacabezaenambasmanos,loscodosenelescritorio,ycerrólosojos.«Pensemosprimeroenella»,sedijo.Yesforzóseporatraparenlaoscuridadelresplandordeaquellosotrosojosquelearrastraranalazar.
EstuvoasíunratosugiriéndoselafiguradeEugenia,ycomoapenassi lahabíavisto, tuvo que figurársela. Merced a esta labor de evocación fue surgiendo a sufantasía una figura vagarosa ceñida de ensueños. Y se quedó dormido. Se quedódormidoporquehabíapasadomalanoche,deinsomnio.
—¡Señorito!—¿Eh?—exclamódespertándose.—Estáyaservidoelalmuerzo.¿Fuelavozdelcriado,ofueelapetito,dequeaquellavoznoerasinouneco,lo
queledespertó?¡Misteriospsicológicos!AsípensóAugusto,quesefuealcomedordiciéndose:¡oh,lapsicología!
Almorzóconfruiciónsualmuerzodetodoslosdías:unpardehuevosfritos,unbistequeconpatatasyuntrozodequesoGruyere.Tomóluegosucaféysetendióenla mecedora. Encendió un habano, se lo llevó a la boca, y diciéndose: «¡Ay, miEugenia!»sedispusoapensarenella.
«¡MiEugenia,sí,lamía—ibadiciéndose—,estaquemeestoyforjandoasolas,yno la otra, no la de carne y hueso, no la que vi cruzar por la puerta de mi casa,apariciónfortuita,noladelaportera!¿Apariciónfortuita?¿Yquéapariciónnoloes?¿Cuáleslalógicadelasapariciones?Ladelasucesióndeestasfigurasqueformanlasnubesdehumodelcigarro.¡Elazar!Elazareselíntimoritmodelmundo,elazares el alma de la poesía. ¡Ah, mi azarosa Eugenia! Esta mi vida mansa, rutinaria,humilde, es una oda pindárica tejida con las mil pequeñeces de lo cotidiano. ¡Locotidiano! ¡El pan nuestro de cada día, dánosle hoy! Dame, Señor, las mil
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menudenciasdecadadía.Loshombresnosucumbimosalasgrandespenasnialasgrandes alegrías, y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en unainmensaniebladepequeños incidentes.Y lavidaesesto, laniebla.Lavidaesunanebulosa.AhorasurgedeellaEugenia.¿YquiénesEugenia?Ah,caigoenlacuentadequehacetiempolaandababuscando.Ymientrasyolabuscabaellamehasalidoalpaso. ¿No es esto acaso encontrar algo? Cuando uno descubre una aparición quebuscaba,¿noesquelaaparición,compadecidadesubusca,selevienealencuentro?¿Nosalió laAméricaabuscaraColón?¿NohavenidoEugeniaabuscarmeamí?¡Eugenia!¡Eugenia!¡Eugenia!».
YAugustoseencontrópronunciandoenvozaltaelnombredeEugenia.Aloírlellamar,elcriado,queacertabaapasarjuntoalcomedor,entródiciendo:
—¿Llamaba,señorito?—¡No,atino!Pero,calla,¿notellamastúDomingo?—Sí,señorito—respondióDomingosinextrañezaalgunaporlapreguntaquese
lehacía.—¿YporquétellamasDomingo?—Porqueasímellaman.«Bien,muy bien—se dijoAugusto— nos llamamos como nos llaman. En los
tiemposhoméricosteníanlaspersonasylascosasdosnombres,elquelesdabanloshombresyelquelesdabanlosdioses.¿CómomellamaráDios?¿Yporquénohedellamarmeyodeotromodoquecomolosdemásmellaman?¿PorquénohededaraEugeniaotronombredistintodelque ledan losdemás,delque ledaMargarita, laportera?¿Cómolallamaré?».
—Puedesirte—ledijoalcriado.Selevantódelamecedora,fuealgabinete,tomólaplumaysepusoaescribir:
«Señorita: Esta misma mañana, bajo la dulce llovizna del cielo, cruzó usted,apariciónfortuita,pordelantedelapuertadelacasadondeaúnvivoyyanotengohogar.Cuandodespertéfuialapuertadelasuya,dondeignorositieneustedhogarono lo tiene.Mehabían llevado allí sus ojos, sus ojos, que son refulgentes estrellasmellizas en la nebulosa de mi mundo. Perdóneme, Eugenia, y deje que le défamiliarmente este dulce nombre; perdóneme la lírica. Yo vivo en perpetua líricainfinitesimal.
»Noséquémásdecirle.Sí,sísé.Peroestanto,tantoloquetengoquedecirle,queestimomejoraplazarloparacuandonosveamosynoshablemospuesesloqueahoradeseo,quenosveamos,quenoshablemos,quenosescribamos,quenosconozcamos.Después…Después,¡Diosynuestroscorazonesdirán!
»¿Medaráusted, pues,Eugenia, dulce aparicióndemivida cotidiana,medaráustedoídos?
»Sumidoenlaniebladesuvidaesperasurespuesta.
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»AUGUSTOPÉREZ».
Yrubricódiciéndose:«Megustaestacostumbredelarúbricaporloinútil».Cerrólacartayvolvióaecharsealacalle.«¡Gracias aDios—se decía camino de la avenida de laAlameda—, gracias a
Diosqueséadóndevoyyquetengoadóndeir!EstamiEugeniaesunabendicióndeDios.Yahadadounafinalidad,unhitodetérminoamisvagabundeoscallejeros.Yatengocasaquerondar;yatengounaporteraconfidente…».
MientrasibaasíhablandoconsigomismocruzóconEugeniasinadvertirsiquieraelresplandordesusojos.Lanieblaespiritualerademasiadodensa.PeroEugenia,porsuparte,sísefijóenél,diciéndose:«¿Quiénseráestejoven?,¡notienemalporteyparecebienacomodado!».Yesque,sindarseclaracuentadeello,adivinóaunoqueporlamañanalahabíaseguido.Lasmujeressabensiemprecuándoselasmira,aunsinverlas,ycuándoselasvesinmirarlas.
Ysiguieronlosdos,AugustoyEugenia,endireccionescontrarias,cortandoconsus almas la enmarañada telaraña espiritual de la calle. Porque la calle forma untejidoenqueseentrecruzanmiradasdedeseo,deenvidia,dedesdén,decompasión,de amor, de odio, viejas palabras cuyo espíritu quedó cristalizado, pensamientos,anhelos,todaunatelamisteriosaqueenvuelvelasalmasdelosquepasan.
PorfinseencontróAugustounavezmásanteMargaritalaportera,antelasonrisadeMargarita.Loprimeroquehizoestaalveraaquelfuesacarlamanodelbolsillodeldelantal.
—Buenastardes,Margarita.—Buenastardes,señorito.—Augusto,buenamujer,Augusto.—DonAugusto—añadióella.—Noatodoslosnombreslescaeeldon—observóél—.AsícomodeJuanadon
Juan hay un abismo, así le hay deAugusto a donAugusto. ¡Pero… sea! ¿Salió laseñoritaEugenia?
—Sí,haceunmomento.—¿Enquédirección?—Porahí.YporahísedirigióAugusto.Peroalratovolvió.Selehabíaolvidadolacarta.—¿Haráelfavor,señoraMargarita,dehacerllegarestacartaalaspropiasblancas
manosdelaseñoritaEugenia?—Conmuchogusto.—Peroasuspropiasblancasmanos,¿eh?Asusmanostanmarfileñascomolas
teclasdelpianoaqueacarician.—Sí,ya,losédeotrasveces.—¿Deotrasveces?¿Quéesesodeotrasveces?
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—Pero¿esquecreeelcaballeroqueesestalaprimeracartadeestegénero…?—¿Deestegénero?Pero¿ustedsabeelgénerodemicarta?—Desdeluego.Comolasotras.—¿Comolasotras?¿Comoquéotras?—¡Puespocospretendientesquehatenidolaseñorita…!—Ah,¿peroahoraestávacante?—¿Ahora?No,no,señor,tienealgoasícomounnovio…aunquecreoquenoes
sinoaspiranteanovio…Acasoletengaenprueba…puedeserqueseainterino…—¿Ycómonomelodijo?—Comoustednomelopreguntó…—Escierto.Sin embargo, entréguele esta carta y enpropiasmanos, ¿entiende?
¡Lucharemos!¡Yvayaotroduro!—Gracias,señor,gracias.ContrabajoseseparódeallíAugusto,pueslaconversaciónnebulosa,cotidiana,
deMargarita la portera empezaba a agradarle. ¿No era acasounmododematar eltiempo?
«¡Lucharemos! —iba diciéndose Augusto calle abajo—, ¡sí, lucharemos!¿Conque tiene otro novio, otro aspirante a novio…? ¡Lucharemos!Militia est vitahominis super terram.Ya tienemi vida una finalidad; ya tengo una conquista quellevaracabo.¡Oh,Eugenia,miEugenia,hasdesermía!¡Porlomenos,miEugenia,estaquemeheforjadosobrelavisiónfugitivadeaquellosojos,deaquellayuntadeestrellas en mi nebulosa, esta Eugenia sí que ha de ser mía, sea la otra, la de laportera,dequienfuere!¡Lucharemos!Lucharemosyvenceré.Tengoelsecretodelavictoria.¡Ah,Eugenia,miEugenia!».
Yseencontróa lapuertadelCasino,dondeyaVíctor leesperabaparaechar lacotidianapartidadeajedrez.
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Capítulo3
—Hoy te retrasaste un poco, chico —dijo Víctor a Augusto—, ¡tú, tan puntualsiempre!
—Quéquieres…quehaceres…—¿Quehaceres,tú?—Pero¿esquecreesquesolotienenquehacereslosagentesdebolsa?Lavidaes
muchomáscomplejadeloquetútefiguras.—Oyomássimpledeloquetúcrees…—Todopudieraser.—¡Bien,sal!Augustoavanzódoscasillaselpeondelrey,yenvezdetararearcomootrasveces
trozos de opera, se quedó diciéndose: «¡Eugenia, Eugenia, Eugenia, mi Eugenia,finalidaddemivida,dulceresplandordeestrellasmellizasenlaniebla,lucharemos!Aquísíquehaylógica,enestodelajedrezy,sinembargo,¡quénebuloso,quéfortuitodespués de todo! ¿No será la lógica también algo fortuito, algo azaroso? Y esaaparicióndemiEugenia,¿noseráalgológico?¿Noobedeceráaunajedrezdivino?».
—Pero,hombre—leinterrumpióVíctor—,¿noquedamosenquenosirvevolveratráslajugada?¡Piezatocada,piezajugada!
—Enesoquedamos,sí.—Puessihacesesotecomogratisesealfil.—Esverdad,esverdad;mehabíadistraído.—Pues no distraerse; que el que juega no asa castañas. Y ya lo sabes; pieza
tocada,piezajugada.—¡Vamos,sí,loirreparable!—Asídebeser.Yenelloconsisteloeducativodeestejuego.«¿Yporquénohadedistraerseunoeneljuego?—sedecíaAugusto—.¿Esono
esunjuegolavida?¿Yporquénohadeservirvolveratráslasjugadas?¡Estoeslalógica! Acaso esté ya la carta en manos de Eugenia. Alea jacta est! A lo hecho,pecho.¿Ymañana?¡MañanaesdeDios!¿Yayer,dequiénes?¿Dequiénesayer?¡Oh,ayer,tesorodelosfuertes!¡Santoayer,sustanciadelanieblacotidiana!».
—¡Jaque!—volvióainterrumpirleVíctor.—Esverdad,esverdad…veamos…Pero¿cómohedejadoquelascosaslleguen
aestepunto?—Distrayéndote, hombre, comode costumbre. Si no fueses tan distraído serías
unodenuestrosprimerosjugadores.—Pero,dime,Víctor,¿lavidaesjuegooesdistracción?—Esqueeljuegonoessinodistracción.—Entonces,¿quémásdadistraersedeunmodoodeotro?
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—Hombre,dejugar,jugarbien.—¿Yporquénojugarmal?¿Yquéesjugarbienyquéjugarmal?¿Porquéno
hemosdemoverestaspiezasdeotromodoquecomolasmovemos?—Estoeslatesis,Augustoamigo,segúntú,filósofoconspicuo,mehasenseñado.—Bueno,puesvoyadarteunagrannoticia.—¡Venga!—Pero,asómbrate,chico.—Yonosoydelosqueseasombranaprioriodeantemano.—Puesalláva:¿sabesloquemepasa?—Quecadavezestásmásdistraído.—Puesmepasaquemeheenamorado.—Bah,esoyalosabíayo.—¿Cómoquelosabías…?—Naturalmente, tú estás enamorado ab origine, desde que naciste; tienes un
amoríoinnato.—Sí,elamornaceconnosotroscuandonacemos.—Nohedichoamor,sinoamorío.Yyasabíayo,sinquetuvierasquedecírmelo,
queestabasenamoradoomásbienenamoriscado.Losabíamejorquetúmismo.—Pero¿dequién?Dime,¿dequién?—Esonolosabestúmásqueyo.—Pues,calla,mira,acasotengasrazón…—¿Notelodije?Ysino,dime,¿esrubiaomorena?—Pues, laverdad, no lo sé.Aunqueme figuroquedebede serni lounoni lo
otro;vamos,así,pelicastaña.—¿Esaltaobaja?—Tampocomeacuerdobien.Perodebedeserunacosaregular.Pero¡quéojos,
chico,quéojostienemiEugenia!—¿Eugenia?—Sí,EugeniaDomingodelArco,avenidadelaAlameda,58.—¿Laprofesoradepiano?—Lamisma.Pero…—Sí,laconozco.Yahora…¡jaqueotravez!—Pero…—¡Jaquehedicho!—Bueno…YAugustocubrióelreyconuncaballo.Yacabóperdiendoeljuego.Aldespedirse,Víctor,poniéndoseladiestra,aguisadeyugo,sobreelcerviguillo,
lesusurróaloído:—ConqueEugenitalapianista,¿eh?Bien,Augustito,bien;túposeeráslatierra.«¡Peroesosdiminutivos—pensóAugusto—,esosterriblesdiminutivos!».Ysalió
alacalle.
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Capítulo4
«¿Porquéeldiminutivoesseñaldecariño?—ibadiciéndoseAugustocaminodesucasa—. ¿Es acaso que el amor achica la cosa amada? ¡Enamorado yo! ¡Yoenamorado! ¡Quién había de decirlo…! Pero ¿tendrá razón Víctor? ¿Seré unenamoradoabinitio?Talvezmiamorhaprecedidoasuobjeto.Esmás,esesteamorelque lohasuscitado,elque lohaextraídode lanieblade lacreación.Perosiyoadelantoaquellatorrenomedaelmate,nomeloda.¿Yquéesamor?¿Quiéndefinióelamor?Amordefinidodejadeserlo…Pero,Diosmío,¿porquépermitiráelalcaldequeempleenparalosrótulosdeloscomerciostiposdeletratanfeoscomoese?Aquelalfilestuvomaljugado.¿Ycómomeheenamoradosienrigornopuedodecirquelaconozco?Bah,elconocimientovendrádespués.Elamorprecedealconocimiento,yestemataaaquel.Nihil volitumquinpraecognitum,meenseñóelpadreZaramillo,peroyohellegadoalaconclusióncontrariayesquenihilcognitumquinpraevolitum.Conocer es perdonar, dicen. No, perdonar es conocer. Primero el amor, elconocimientodespués.Pero¿cómonoviquemedabamatealdescubierto?Yparaamaralgo,¿québasta?¡Vislumbrarlo!Elvislumbre;heaquílaintuiciónamorosa,elvislumbreenlaniebla.Luegovieneelprecisarse,lavisiónperfecta,elresolverselaniebla en gotas de agua o en granizo, o en nieve, o en piedra. La ciencia es unapedrea.¡No,no,niebla,niebla!¡Quiénfueraáguilaparapasearseporlossenosdelasnubes!Yveralsolatravésdeellas,comolumbrenebulosatambién.
»¡Oh,eláguila!¡QuécosassediríaneláguiladePatmos,laquemiraalsolcaraacaraynoveen lanegrurade lanoche,cuandoescapándosede juntoasanJuanseencontró con la lechuza deMinerva, la que ve en lo oscuro de la noche, pero nopuedemiraralsol,ysehabíaescapadodelOlimpo!».
AlllegaraestepuntocruzóAugustoconEugeniaynoreparóenella.«Elconocimientovienedespués…—siguiódiciéndose—.Pero…¿Quéhasido
eso? Juraría que han cruzado por mi órbita dos refulgentes y místicas estrellasgemelas…¿Habrásidoella?Elcorazónmedice…¡Pero,calla,yaestoyencasa!».
Yentró.Dirigióse a su cuarto, y al reparar en la cama se dijo: «¡Solo!, ¡dormir solo!,
¡soñar solo! Cuando se duerme en compañía, el sueño debe de ser común.Misteriososefluvioshandeunirlosdoscerebros.¿Onoesacasoqueamedidaquelos corazonesmás se unen,más se separan las cabezas?Tal vez. Tal vez están enposiciones mutuamente adversas. Si dos amantes piensan lo mismo, sienten encontrario uno del otro; si comulgan en el mismo sentimiento amoroso, cada cualpiensa otra cosa que el otro, tal vez lo contrario. Lamujer sólo ama a su hombremientras no piense como ella, es decir, mientras piense. Veamos a este honradomatrimonio».
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Muchasnoches,antesdeacostarse,solíaAugustoecharunapartidadetuteconsucriado,Domingo,ymientras,lamujerdeeste,lacocinera,contemplabaeljuego.
Empezólapartida.—¡Veinteencopas!—cantóDomingo.—¡Decidme!—exclamóAugustodepronto—.¿Ysiyomecasara?—Muybienhecho,señorito—dijoDomingo.—Segúnyconforme—seatrevióainsinuarLiduvina,sumujer.—Pues¿notecasastetú?—leinterpelóAugusto.—Segúnyconforme,señorito.—¿Cómosegúnyconforme?Habla.—Casarseesmuyfácil;peronoestanfácilsercasado.—Esopertenecealasabiduríapopular,fuentede…—Y lo que es la que haya de ser mujer del señorito… —agregó Liduvina,
temiendoqueAugustolesespetaratodounmonólogo.—¿Qué?Laquehayadesermimujer,¿qué?Vamos,¡dilo,dilo,mujer,dilo!—Puesquecomoelseñoritoestanbueno…—Anda,dilo,mujer,dilodeunavez.—Yarecuerdaloquedecíalaseñora…A lapiadosamenciónde sumadreAugustodejó las cartas sobre lamesa, y su
espíritu quedó un momento en suspenso. Muchas veces su madre, aquella dulceseñora,hijadelinfortunio,lehabíadicho:«Yonopuedoviviryamucho,hijomío;tupadremeestállamando.Acasolehagoaélmásfaltaqueati.Asíqueyomevayadeestemundo y te quedes solo en él tú cásate, cásate cuanto antes. Trae a esta casadueña y señora. Y no es que yo no tenga confianza en nuestros antiguos y fielesservidores,no.Perotraeamaalacasa.Yqueseaamadecasa,hijomío,queseaama.Hazla dueña de tu corazón, de tu bolsa, de tu despensa, de tu cocina y de tusresoluciones.Buscaunamujerdegobierno,quesepaquerer…ygobernarte».
—Mi mujer tocará el piano —dijo Augusto sacudiendo sus recuerdos yañoranzas.
—¡Elpiano!Yeso¿paraquésirve?—preguntóLiduvina.—¿Para qué sirve? Pues ahí estriba su mayor encanto, en que no sirve para
malditadeDioslacosa,loquesellamaservir.Estoyhartodeservicios…—¿Delosnuestros?—¡No,delosvuestros,no!Yademáselpianosirve,sí,sirve…sirveparallenar
dearmoníaloshogaresyquenoseanceniceros.—¡Armonía!Yeso¿conquésecome?—Liduvina…Liduvina…Lacocinerabajólacabezaanteeldulcereproche.Eralacostumbredeunoyde
otra.—Sí,tocaráelpiano,porqueesprofesoradepiano.
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—Entoncesnolotocará—añadióconfirmezaLiduvina—.Ysino,¿paraquésecasa?
—MiEugenia…—empezóAugusto.—¿Ah,perosellamaEugeniayesmaestradepiano?—preguntólacocinera.—Sí,¿pues?—¿LaqueviveconunostíosenlaAvenidadelaAlameda,encimadelcomercio
delseñorTiburcio?—Lamisma.¿Qué,laconoces?—Sí…devista…—No,algomás,Liduvina,algomás.Vamos,habla;miraquesetratadelporvenir
ydeladichadetuamo…—Esbuenamuchacha,sí,buenamuchacha…—Vamos,habla,Liduvina…,¡porlamemoriademimadre!…—Acuérdesedesusconsejos,señorito.Pero¿quiénandaenlacocina?¿Aquees
elgato?…Ylevantándoselacriada,sesalió.—¿Yqué,acabamos?—preguntóDomingo.—Esverdad,Domingo,nopodemosdejarasílapartida.¿Aquiénletocasalir?—Austed,señorito.—Puesalláva.Yperdiótambiénlapartida,pordistraído.«Pues señor —se decía al retirarse a su cuarto—, todos la conocen; todos la
conocenmenosyo.Heaquílaobradelamor.¿Ymañana?¿Quéharémañana?¡Bah!Acadadíabástelesucuidado.Ahora,alacama».
Yseacostó.Yyaenlacamasiguiódiciéndose:«Pueselcasoesqueheestadoaburriéndome
sinsaberlo,ydosmortalesaños…desdequemuriómisantamadre…Sí,sí,hayunaburrimientoinconsciente.Casitodosloshombresnosaburrimosinconscientemente.Elaburrimientoeselfondodelavida,yelaburrimientoeselquehainventadolosjuegos,lasdistracciones,lasnovelasyelamor.Laniebladelavidarezumaundulceaburrimiento, licor agridulce. Todos estos sucesos cotidianos, insignificantes; todasestas dulces conversaciones con quematamos el tiempo y alargamos la vida, ¿quésonsinodulcísimoaburrirse?¡Oh,Eugenia,miEugenia,flordemiaburrimientovitaleinconsciente,asístemeenmissueños,sueñaenmíyconmigo!».
Yquedósedormido.
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Capítulo5
Cruzaba lasnubes,águilarefulgente,con laspoderosasalasperladasderocío, fijoslos ojos de presa en la niebla solar, dormido el corazón en dulce aburrimiento alamparo del pecho forjado en tempestades; en derredor, el silencio que hacen losrumores remotos de la tierra, y allá en lo alto, en la cima del cielo, dos estrellasmellizas derramando bálsamo invisible. Desgarró el silencio un chillido estridentequedecía:«¡LaCorrespondencia!…».YvislumbróAugustolaluzdeunnuevodía.
«¿Sueñoovivo?—sepreguntóembozándoseen lamanta—.¿Soyáguilaosoyhombre? ¿Quédirá el papel ese? ¿Quénovedadesme traerá el nuevodía consigo?¿Sehabrá tragadoestanocheun terremotoaCorcubión?¿YporquénoaLeipzig?¡Oh, la asociación lírica de ideas, el desorden pindárico! El mundo es uncaleidoscopio. La lógica la pone el hombre. El supremo arte es el del azar.Durmamos,pues,unratomás».Ydiosemediavueltaenlacama.
¡La Correspondencia!… ¡El vinagrero! Y luego un coche, y después unautomóvil,yunoschiquillosdespués.
«¡Imposible!—volvióadecirseAugusto—.Estoeslavidaquevuelve.Yconellael amor…¿Yquéesel amor?¿Noesacaso ladestilaciónde todoesto?¿Noeseljugodelaburrimiento?PensemosenEugenia;lahoraespropicia».
YcerrólosojosconelpropósitodepensarenEugenia.¿Pensar?Peroestepensamientoselefuediluyendo,derritiéndosele,yalpocoratonoera
sinounapolca.Esqueunpianodemanubriosehabíaparadoalpiedelaventanadesucuartoyestabasonando.YelalmadeAugustorepercutíanotas,nopensaba.
«Laesenciadelmundoesmusical—sedijoAugustocuandomuriólaúltimanotadelorganillo—.YmiEugenia,¿noesmusicaltambién?Todaleyesunaleyderitmo,yelritmoeselamor.Heaquíqueladivinamañana,virginidaddeldía,metraeundescubrimiento: el amor es el ritmo. La ciencia del ritmo son las matemáticas; laexpresión sensible del amor es la música. La expresión, no su realización;entendámonos».
Leinterrumpióungolpecitoalapuerta.—¡Adelante!—¿Llamaba,señorito?—dijoDomingo.—¡Sí…eldesayuno!Habíallamado,sinhabersedadodeellocuenta,lomenoshoraymediaantesque
decostumbre,yunavezquehubollamadoteníaquepedireldesayuno,aunquenoerahora.
«El amor aviva y anticipa el apetito—siguió diciéndoseAugusto—. ¡Hay quevivirparaamar!Sí,¡yhayqueamarparavivir!».
Selevantóatomareldesayuno.
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—¿Quétaltiempohace,Domingo?—Comosiempre,señorito.—Vamos,sí,nibuenonimalo.—¡Eso!Eralateoríadelcriado,quientambiénselastenía.Augustoselavó,peinó,vistióyaviócomoquientieneyaunobjetivoenlavida,
rebosandoíntimoarregostodevivir.Aunquemelancólico.Echósealacalle,ymuyprontoelcorazónletocóarebato.«¡Calla—sedijo—,si
yo la había visto, si yo la conocía hace mucho tiempo; sí, su imagen me es casiinnata…!¡Madremía,ampárame!».Yalpasarjuntoaél,alcruzarseconélEugenia,lasaludóaúnmásconlosojosqueconelsombrero.
Estuvoapuntodevolversepara seguirla,perovencióelbuen juicioyeldeseoqueteníadecharlarconlaportera.
«Es ella, sí, es ella—siguió diciéndose—, es ella, es la misma, es la que yobuscabahaceaños,aunsinsaberlo;eslaquemebuscaba.Estábamosdestinadosunoaotroenarmoníapreestablecida; somosdosmónadascomplementariaunadeotra.La familia es laverdadera célula social.Yyono soymásqueunamolécula. ¡Quépoéticaeslaciencia,Diosmío!¡Madre,madremía,aquítienesatuhijo;aconséjamedesdeelcielo!¡Eugenia,miEugenia…!».
Miróatodaspartesporsilemiraban,puessesorprendióabrazandoalaire.Ysedijo:«Elamoresunéxtasis;nossacadenosotrosmismos».
Levolvióalarealidad—¿alarealidad?—lasonrisadeMargarita.—¿Yqué,nohaynovedad?—lepreguntóAugusto.—Ninguna,señorito.Todavíaesmuypronto.—¿Nolepreguntónadaalentregársela?—Nada.—¿Yhoy?—Hoy,sí.Mepreguntóporsusseñasdeusted,ysileconocía,yquiénera.Me
dijoqueelseñoritonosehabíaacordadodeponerladireccióndesucasa.Yluegomediounencargo…
—¿Unencargo?¿Cuál?Novacile.—Me dijo que si volvía por acá le dijese que estaba comprometida, que tiene
novio.—¿Quetienenovio?—Yaselodijeyo,señorito.—Noimporta,¡lucharemos!—Bueno,lucharemos.—¿Meprometeustedsuayuda,Margarita?—Claroquesí.—¡Puesvenceremos!
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Yseretiró.FuesealaAlamedaarefrescarsusemocionesenlavisióndeverdura,aoírcantaralospájarossusamores.Sucorazónverdecíaydentrodeélcantábanletambiéncomoruiseñoresrecuerdosaladosdelainfancia.
Era, sobre todo, el cielo de recuerdos de su madre derramando una lumbrederretidaydulcesobretodassusdemásmemorias.
Desupadreapenasseacordaba;eraunasombramíticaqueseleperdíaenlomáslejano;eraunanubesangrientadeocaso.Sangrienta,porquesiendoaúnpequeñitoloviobañadoensangre,deunvómito,ycadavérico.Yrepercutíaensucorazón,atanlargadistancia,aquel¡hijo!desumadre,quedesgarrólacasa;aquel¡hijo!quenosesabía si dirigido al padre moribundo o a él, a Augusto, empedernido deincomprensiónanteelmisteriodelamuerte.
Pocodespuéssumadre, temblorosadecongoja, leapechugabaasuseno,yconuna letaníade ¡hijomío!, ¡hijomío!, le bautizaba en lágrimasde fuego.Yél llorótambién, apretándosea sumadre,y sinatreverseavolver la carani apartarlade ladulce oscuridad de aquel regazo palpitante, por miedo a encontrarse con los ojosdevoradoresdelcoco.
Yasípasarondíasdellantoydenegrura,hastaquelaslágrimasfueronyéndosehaciadentroylacasafuederritiendolosnegrores.
Eraunacasadulceytibia.Laluzentrabaporentrelasblancasfloresbordadasenlosvisillos.Lasbutacasabrían,conintimidaddeabueloshechosniñosporlosaños,susbrazos.Allíestabasiempreelceniceroconlacenizadelúltimopuroqueapurósupadre.Yallí,enlapared,elretratodeambos,delpadreydelamadre,laviudaya,hecho el día mismo en que se casaron. Él, que era alto, sentado, con una piernacruzadasobrelaotra,enseñandolalengüetadelabota,yella,queerabajita,depieasuladoyapoyandolamano,unamanofinaquenoparecíahechaparaagarrar,sinoparaposarsecomopaloma,enelhombrodesumarido.
Sumadre ibayveníasinhacerruido,comounpajarillo,siempredenegro,conunasonrisa,queeraelposodelaslágrimasdelosprimerosdíasdeviudez,siempreenlabocayentornodelosojosescudriñadores.«Tengoquevivirparati,paratisolo—le decía por las noches, antes de acostarse—, Augusto». Y este llevaba a sussueñosnocturnosunbesohúmedoaúnenlágrimas.
Comounsueñodulceselesibalavida.Por las noches le leía su madre algo, unas veces la vida del Santo, otras una
noveladeJulioVerneoalgúncuentocandorosoysencillo.Yalgunasveceshastasereía,conunarisasilenciosaydulcequetrascendíaalágrimaslejanas.
Luego entró al Instituto y por las noches era su madre quien le tomaba laslecciones. Y estudió para tomárselas. Estudió todos aquellos nombres raros de lahistoriauniversal,ysolíadecirlesonriendo:«Pero¡cuántasbarbaridadeshanpodidohacer los hombres,Diosmío!».Estudiómatemáticas, y en esto fue en lo quemássobresalióaquelladulcemadre.«Simimadrellegaadedicarsealasmatemáticas…»,sedecíaAugusto.Yrecordabaelinterésconqueseguíaeldesarrollodeunaecuación
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desegundogrado.Estudiópsicología,yestoeraloquemásseleresistía.«Pero¡quéganasdecomplicarlascosas!»,solíadeciraesto.Estudiófísicayquímicaehistorianatural.Delahistorianaturalloquenolegustabaeraaquellosmotajosrarosqueselesdaenellaalosanimalesylasplantas.Lafisiologíalecausabahorror,yrenuncióatomarsus leccionesasuhijo.Sóloconveraquellas láminasquerepresentabanelcorazón o los pulmones al desnudo presentábasele la sanguinosa muerte de sumarido.«Todoestoesmuyfeo,hijomío—ledecía—;noestudiesmédico.Lomejoresnosabercómosetienenlascosasdedentro».
Cuando Augusto se hizo bachiller le tomó en brazos, le miró al bozo, yrompiendoenlágrimasexclamó:«¡Siviviesetupadre…!».Despuéslehizosentarsesobresusrodillas,deloqueél,unchicarrónya,sesentíaavergonzado,yasíletuvo,ensilencio,mirandoalcenicerodesudifunto.
Yluegovinosucarrera,susamistadesuniversitarias,ylamelancolíadelapobremadrealverquesuhijoensayabalasalas.«Yoparati,yoparati—solíadecirle—,ytú,¡quiénsabeparaquéotra!…Asíeselmundo,hijo».EldíaenqueserecibiódelicenciadoenDerecho,sumadre,alllegarélacasa,letomóybesólamanodeunamanera cómicamente grave, y luego, abrazándole, díjole al oído: «¡Tu padre tebendiga,hijomío!».
Sumadre jamás se acostaba hasta que él lo hubiese hecho, y le dejaba con unbesoen la cama.Nopudo,pues, nunca trasnochar.Yera sumadre loprimeroqueveíaaldespertarse.Yenlamesa,deloqueélnocomía,tampocoella.
Salíanamenudojuntosdepaseoyasí iban,ensilencio,bajoelcielo,pensandoellaensudifuntoyélpensandoenloqueprimeropasabaasusojos.Yellaledecíasiemprelasmismascosas,cosascotidianas,muyantiguasysiemprenuevas.Muchasdeellasempezabanasí:«Cuandotecases…».
Siempre que cruzaba con ellos algunamuchacha hermosa, o siquiera linda, sumadremirabaaAugustoconelrabillodelojo.
Yvino lamuerte, aquellamuerte lenta,graveydulce, indolorosa,queentródepuntillasysinruido,comounaveperegrina,yselallevóavuelolento,enunatardedeotoño.Murióconsumanoenlamanodesuhijo,consusojosenlosojosdeél.SintióAugustoquelamanoseenfriaba,sintióquelosojosseinmovilizaban.Soltólamano después de haber dejado en su frialdad un beso cálido, y cerró los ojos. Searrodillójuntoallechoypasósobreéllahistoriadeaquellosañosiguales.
Yahoraestabaaquí,enlaAlameda,bajoelgorjeardelospájaros,pensandoenEugenia.YEugeniateníanovio.«Loquetemo,hijomío—solíadecirlesumadre—,escuandoteencuentresconlaprimeraespinaenelcaminodetuvida».¡Siestuvieraaquíellaparahacerflorecerenrosaaestaprimeraespina!
«Sivivieramimadreencontraríasoluciónaesto—sedijoAugusto—,quenoes,despuésdetodo,másdifícilqueunaecuacióndesegundogrado.Ynoes,enelfondo,másqueunaecuacióndesegundogrado».
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Unosdébiles quejidos, comodeunpobre animal, interrumpieron su soliloquio.Escudriñó con los ojos y acabó por descubrir, entre la verdura de unmatorral, unpobre cachorrillo de perro que parecía buscar camino en tierra. «¡Pobrecillo!—sedijo—.Lohandejadoreciénnacidoaquemuera;lesfaltóvalorparamatarlo».Ylorecogió.
Elanimalitobuscabaelpechodelamadre.Augustoselevantóyvolvióseacasapensando:«Cuando lo sepaEugenia, ¡malgolpeparami rival! ¡Quécariño levaatomar al pobre animalito! Y es lindo, muy lindo. ¡Pobrecito, cómo me lame lamano…!».
—Traeleche,Domingo;perotráelapronto—ledijoalcriadonobienestelehuboabiertolapuerta.
—¿Peroahoraseleocurrecomprarperro,señorito?—Nolohecomprado,Domingo;esteperronoesesclavo,sinoqueeslibre;lohe
encontrado.—Vamos,sí,esexpósito.—Todossomosexpósitos,Domingo.Traeleche.Le trajo la leche y una pequeña esponja para facilitar la succión. Luego hizo
Augusto que se le trajera un biberón para el cachorrillo, para Orfeo, que así lebautizó,nosesabenisabíaéltampocoporqué.
Y Orfeo fue en adelante el confidente de sus soliloquios, el que recibió lossecretosdesuamoraEugenia.
«Mira, Orfeo —le decía silenciosamente—, tenemos que luchar. ¿Qué meaconsejas que haga? Si te hubiese conocido mi madre… Pero ya verás, ya veráscuandoduermasenelregazodeEugenia,bajosumanotibiaydulce.Yahora,¿quévamosahacer,Orfeo?».
Fuemelancólico el almuerzo de aquel día,melancólico el paseo, la partida deajedrezmelancólicaymelancólicoelsueñodeaquellanoche.
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Capítulo6
«Tengoque tomaralgunadeterminación—sedecíaAugustopaseándosefrentea lacasanúmero58delaavenidadelaAlameda—;estonopuedeseguirasí».
Enaquelmomentoseabrióunode losbalconesdelpisosegundo,enquevivíaEugenia,yaparecióunaseñoraenjutaycanaconunajaulaenlamano.Ibaaponerelcanarioalsol.Peroal iraponerlofaltóelclavoylajaulasevinoabajo.Laseñoralanzóungritodedesesperación:«¡Ay,miPichín!».Augustoseprecipitóarecogerlajaula.Elpobrecanariorevolotabadentrodeelladespavorido.
SubióAugustoalacasa,conelcanarioagitándoseenlajaulayelcorazónenelpecho.Laseñoraleesperaba.
—¡Oh,gracias,gracias,caballero!—Lasgraciasausted,señora.—¡Pichínmío!,¡miPichincito!¡Vamos,cálmate!¿Gustaustedpasar,caballero?—Conmuchogusto,señora.YentróAugusto.Llevólolaseñoraalasala,ydiciéndole:«Aguardeunpoco,quevoyadejarami
Pichín»,ledejósolo.Enestemomentoentróenlasalauncaballeroanciano,eltíodeEugeniasinduda.
Llevabaanteojosahumadosyun fezen lacabeza.AcercóseaAugusto,y tomandoasientojuntoaélledirigióestaspalabras:
—(Aquíunafraseenesperantoquequieredecir:¿Yustednocreeconmigoquelapazuniversalllegaráprontomercedalesperanto?).
Augustopensóenlahuida,peroelamoraEugenialecontuvo.Elotroprosiguióhablando,enesperantotambién.
Augustosedecidióporfin.—Noleentiendoaustedunapalabra,caballero.—Deseguroquelehablabaaustedenesamalditajergaquellamanesperanto—
dijo la tía,queaestepuntoentraba.Yañadiódirigiéndosea sumarido—:Fermín,esteseñoreseldelcanario.
—Puesnoteentiendomásquetúcuandotehabloenesperanto—lecontestósumarido.
—Esteseñorha recogidoamipobrePichín,quecayóa lacalle,yha tenido labondaddetraérmelo.Yusted—añadióvolviéndoseaAugusto—¿quiénes?
—Yo soy, señora, Augusto Pérez, hijo de la difunta viuda de Pérez Rovira, aquienustedacasoconocería.
—¿DedoñaSoledad?—Exacto;dedoñaSoledad.
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—Ymuchoqueconocíalabuenaseñora.Fueunaviudayunamadreejemplar.Lefelicitoaustedporello.
—Y yo me felicito de deber al feliz accidente de la caída del canario elconocimientodeustedes.
—¡Feliz!¿Llamaustedfelizaeseaccidente?—Paramí,sí.—Gracias,caballero—dijodonFermín,agregando—:Rigena loshombresya
suscosasenigmáticasleyes,queelhombre,sinembargo,puedevislumbrar.Yo,señormío,tengoideasparticularessobrecasitodaslascosas…
—Cállate con tu estribillo, hombre—exclamó la tía—. ¿Y cómo es que pudoustedacudirtanprontoensocorrodemiPichín?
—Seréfrancoconusted,señora;leabrirémipecho.Esquerondabalacasa.—¿Estacasa?—Sí,señora.Tienenustedesunasobrinaencantadora.—Acabáramos,caballero.Ya,yaveoel felizaccidente.Yveoquehaycanarios
providenciales.—¿QuiénconoceloscaminosdelaProvidencia?—dijodonFermín.—Yolosconozco,hombre,yo—exclamósuseñora;yvolviéndoseaAugusto—:
tieneustedabiertaslaspuertasdeestacasa…Pues¡nofaltabamás!AlhijodedoñaSoledad…Asícomoasí,vaustedaayudarmeaquitaraesachiquillauncaprichitoqueselehametidoenlacabeza…
—¿Ylalibertad?—insinuódonFermín.—Cállatetú,hombre,yquédatecontuanarquismo.—¿Anarquismo?—exclamóAugusto.IrradiódegozoelrostrodedonFermín,yañadióconlamásdulcedesusvoces:—Sí,señormío,yosoyanarquista,anarquistamístico,peroenteoría,entiéndase
bien,enteoría.Notemausted,amigo—yaldecirestolepusoamablementelamanosobrelarodilla—,noechobombas.Mianarquismoespuramenteespiritual.Porqueyo,amigomío,tengoideaspropiassobrecasitodaslascosas…
—Y usted, ¿no es anarquista también?—preguntó Augusto a la tía, por deciralgo.
—¿Yo? Eso es un disparate, eso de que no mande nadie. Si no manda nadie,¿quiénvaaobedecer?¿Nocomprendeustedqueesoesimposible?
—Hombresdepocafe,quellamáisimposible…—empezódonFermín.Ylatía,interrumpiéndole:—Puesbien,miseñordonAugusto,pactocerrado.Ustedmepareceunexcelente
sujeto,bieneducado,debuenafamilia,conunarentamásqueregular…Nada,nada,desdehoyesustedmicandidato.
—Tantohonor,señora…—Sí;hayquehacerentrarenrazónaestamozuela.Ellanoesmala,sabeusted,
perocaprichosa…Luego,¡fuecriadacontantomimo!…Cuandosobrevinoaquella
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terriblecatástrofedemipobrehermano…—¿Catástrofe?—preguntóAugusto.—Sí, y como la cosa es pública no debo yo ocultársela a usted. El padre de
Eugenia se suicidó después de una operación bursátil desgraciadísima y dejándolacasienlamiseria.Lequedóunacasa,perogravadaconunahipotecaquesellevasusrentas todas.Y la pobre chica se ha empeñado en ir ahorrandode su trabajo hastareunir con qué levantar la hipoteca. Figúrese usted, ¡ni aunque se esté dandoleccionesdepianosesentaaños!
Augustoconcibióalpuntounpropósitogenerosoyheroico.—Lachicanoesmala—prosiguiólatía—,peronohaymododeentenderla.—Siaprendieraisesperanto—empezódonFermín.—Déjanosdelenguasuniversales.¿Conquenonosentendemosenlasnuestrasy
vasatraerotra?—Pero¿ustednocree,señora—lepreguntóAugusto—,queseríabuenoqueno
hubiesesinounasolalengua?—¡Eso,eso!—exclamóalborozadodonFermín.—Sí,señor—dijoconfirmezalatía—;unasolalengua:elcastellano,yalosumo
elbableparahablarconlascriadasquenosonracionales.La tía de Eugenia era asturiana y tenía una criada, asturiana también, a la que
reñíaenbable.—Ahora,siesenteoría—añadió—,nomeparecemalquehayaunasolalengua.
Porqueestemimarido,enteoría,eshastaenemigodelmatrimonio…—Señores—dijoAugustolevantándose—,estoyacasomolestando…—Usted no molesta nunca, caballero —le respondió la tía—, y queda
comprometidoavolverporestacasa.Yalosabeusted,esustedmicandidato.AlsalirseleacercóunmomentodonFermínyledijoaloído:«¡Nopienseusted
eneso!».«¿Yporquéno?», lepreguntóAugusto.«Haypresentimientos,caballero,haypresentimientos…».
Aldespedirse,lasúltimaspalabrasdelatíafueron:«Yalosabe,esmicandidato».CuandoEugeniavolvióacasa,lasprimeraspalabrasdesutíaalverlafueron:—¿SabesEugenia,quiénhaestadoaquí?DonAugustoPérez.—AugustoPérez…AugustoPérez…¡Ah,sí!Y¿quiénlehatraído?—Pichín,micanario.—Y¿aquéhavenido?—¡Vayaunapregunta!Trasdeti.—¿Tras de mí y traído por el canario? Pues no lo entiendo. Valiera más que
hablasesenesperanto,comotíoFermín.—Élvienetrasdetiyesunmozojoven,nofeo,apuesto,bieneducado,fino,y
sobretodorico,chica,sobretodorico.—Puesquesequedeconsuriqueza,quesiyotrabajonoesparavenderme.—Y¿quiéntehahabladodevenderte,polvorilla?
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—Bueno,bueno,tía,dejémonosdebromas.—Túleverás,chiquilla,túleveráseiráscambiandodeideas.—Loqueeseso…—Nadiepuededecirdeestaaguanobeberé.—¡Son misteriosos los caminos de la Providencia! —exclamó don Fermín—.
Dios…—Pero,hombre—learguyósumujer—,¿cómosecompadeceesodeDiosconel
anarquismo?Ya te lohedichomilveces.Sinodebemandarnadie,¿quéesesodeDios?
—Mi anarquismo, mujer, me lo has oído otras mil veces, es místico, es unanarquismo místico. Dios no manda como mandan los hombres. Dios es tambiénanarquista,Diosnomanda,sino…
—Obedece,¿noeseso?—Túlohasdicho,mujer,túlohasdicho.Diosmismotehailuminado.¡Venacá!Cogióasumujer,lemiróenlafrente,soplóleenella,sobreunosrizosdeblancos
cabellosyañadió:—TeinspiróÉlmismo.Sí,Diosobedece…obedece.—Sí,enteoría,¿noeseso?Ytú,Eugenita,déjatedebobadas,quesetepresenta
ungranpartido.—Tambiényosoyanarquista,tía,peronocomotíoFermín,nomística.—¡Bueno,severá!—terminólatía.
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Capítulo7
«¡Ay,Orfeo!—decíayaensucasaAugusto,dándolelalecheaaquel—.¡Ay,Orfeo!Dielgranpaso,elpasodecisivo;entréensuhogar,entréenelsantuario.¿Sabesloqueesdarunpasodecisivo?Losvientosdelafortunanosempujanynuestrospasossondecisivos todos.¿Nuestros?¿Sonnuestrosesospasos?Caminamos,Orfeomío,porunaselvaenmarañadaybravía,sinsenderos.Elsenderonoslohacemosconlospiessegúncaminamosalaventura.Hayquiencreeseguirunaestrella;yocreoseguirunadobleestrella,melliza.Yesaestrellanoessinolaproyecciónmismadelsenderoalcielo,laproyeccióndelazar.
»¡Unpasodecisivo!Ydime,Orfeo,¿quénecesidadhaydequehayaniDiosnimundo ni nada? ¿Por qué ha de haber algo? ¿No te parece que esa idea de lanecesidadnoessinolaformasupremaqueelazartomaennuestramente?
»¿DedóndehabrotadoEugenia?¿Esellaunacreaciónmíaosoycreaciónsuyayo?,¿osomoslosdoscreacionesmutuas,ellademíyyodeella?¿Noesacasotodocreacióndecadacosaycadacosacreacióndetodo?Y¿quéescreación?,¿quéerestú,Orfeo?,¿quésoyyo?
»Muchasvecessemehaocurridopensar,Orfeo,queyonosoy,eibaporlacalleantojándosemeque losdemásnomeveían.Yotrasveceshefantaseadoquenomeveían como me veía yo, y que mientras yo me creía ir formalmente, con todacompostura, estaba, sin saberlo, haciendo el payaso, y los demás riéndose yburlándosedemí.¿Notehaocurridoalgunavezatiesto,Orfeo?Aunqueno,porquetúeresjoventodavíaynotienesexperienciadelavida.Yademáseresperro.
»Pero,dime,Orfeo,¿noseosocurriráalgunavezalosperroscreeroshombres,asícomohahabidohombresquesehancreídoperros?
»¡Quévida esta,Orfeo, quévida, sobre tododesdequemuriómimadre!Cadahoramellegaempujadaporlashorasqueleprecedieron;noheconocidoelporvenir.Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado.Eugeniaesyacasiunrecuerdoparamí.Estosdíasquepasan…estedía,esteeternodía que pasa… deslizándose en niebla de aburrimiento. Hoy como ayer, mañanacomohoy.Mira,Orfeo,miralacenizaquedejómipadreenaquelcenicero…
»Estaeslarevelacióndelaeternidad,Orfeo,delaterribleeternidad.Cuandoelhombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir, al ensueño, se le revela elabismopavorosodelaeternidad.Laeternidadnoesporvenir.Cuandomorimosnosda lamuertemediavuelta ennuestraórbita y emprendemos lamarchahacia atrás,haciaelpasado,hacialoquefue.Yasí,sintérmino,devanandolamadejadenuestrodestino,deshaciendotodoelinfinitoqueenunaeternidadnoshahecho,caminandoalanada,sinllegarnuncaaella,puesqueellanuncafue.
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»Pordebajodeestacorrientedenuestraexistencia,pordentrodeella,hayotracorrienteensentidocontrario;aquívamosdelayeralmañana,allísevadelmañanaalayer.Setejeysedestejeauntiempo.Ydevezencuandonoslleganhálitos,vahosyhastarumoresmisteriososdeeseotromundo,deeseinteriordenuestromundo.Lasentrañasdelahistoriasonunacontrahistoria,esunprocesoinversoalqueellasigue.Elríosubterráneovadelmaralafuente.
»YahoramebrillanenelcielodemisoledadlosdosojosdeEugenia.Mebrillanconelresplandordelaslágrimasdemimadre.Ymehacencreerqueexisto,¡dulceilusión!Amo, ergo sum! Este amor, Orfeo, es como lluvia bienhechora en que sedeshaceyconcretalaniebladelaexistencia.Graciasalamorsientoalalmadebulto,latoco.Empiezaadolermeensucogollomismoelalma,graciasalamor,Orfeo.Yelalmamisma,¿quéessinoamor,sinodolorencarnado?
»Vienenlosdíasyvanlosdíasyelamorqueda.Alládentro,muydentro,enlasentrañasde lascosasserozanyfriegan lacorrientedeestemundocon lacontrariacorrientedelotro,ydeeste rocey friegavieneelmás tristey elmásdulcede losdolores:eldevivir.
»Mira,Orfeo, las lizas,mira la urdimbre,mira cómo la trama ya viene con lalanzadera,miracómojueganlasprimideras;pero,dime,¿dóndeestáelenjulloaquesearrollalateladenuestraexistencia,dónde?».
ComoOrfeo no había visto nunca un telar, esmuy difícil que entendiera a suamo.Peromirándolealosojosmientrashablabaadivinabasusentir.
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Capítulo8
Augustotemblabaysentíasecomoenunpotrodesuplicioensuasiento;entrábanlefuriosasganasdelevantarsedeél,pasearseporlasalaaquella,darmanotadasalaire,gritar,hacer locurasdecirco,olvidarsedequeexistía.NidoñaErmelinda, la tíadeEugenia,nidonFermín,sumarido,elanarquistateóricoymístico,lograbantraerlealarealidad.
—Puessí,yocreo—decíadoñaErmelinda—,donAugusto,queestoeslomejor,queustedseespere,puesellanopuedeyatardarenvenir;lallamo,ustedessevenyseconocenyesteeselprimerpaso.Todas lasrelacionesdeestegénero tienenqueempezarporconocerse,¿noesasí?
—Enefecto,señora—dijo,comoquienhabladesdeotromundo,Augusto—,elprimerpasoesverseyconocerse…
—Yyocreoqueasíqueellaleconozcaausted,pues…¡lacosaesclara!—No tan clara —arguyó don Fermín—. Los caminos de la Providencia son
misteriosossiempre…Yencuantoaesodequeparacasarseseaprecisoosiquieraconvenienteconocerseantes,discrepo…discrepo…Elúnicoconocimientoeficazeselconocimientopostnuptias.Yamehasoído,esposamía,loqueenlenguajebiblicosignifica conocer.Y, créemelo, no haymás conocimiento sustancial y esencial queese,elconocimientopenetrante…
—Cállate,hombre,cállate,nodesbarres.—Elconocimiento,Ermelinda…Sonóeltimbredelapuerta.—¡Ella!—exclamóconmisteriosavozeltío.Augustosintióunaoleadadefuegosubirledelsuelohastaperderse,pasandopor
sucabeza,enloalto,encimadeél.Yempezóelcorazónamartillarleelpecho.Se oyó abrir la puerta, y ruido de unos pasos rápidos e iguales, rítmicos. Y
Augusto,sinsabercómo,sintióquelacalmavolvíaareinarenél.—Voyallamarla—dijodonFermínhaciendoconatodelevantarse.—¡No,deningúnmodo!—exclamódoñaErmelinda,yllamó.Yluegoalacriada,alpresentarse:—¡DialaseñoritaEugeniaquevenga!Se siguió un silencio. Los tres, como en complicidad, callaban. Y Augusto se
decía:«¿Podré resistirlo?,¿nomepondré rojocomounaamapolaoblancocualunliriocuandosusojosllenenelhuecodeesapuerta?,¿noestallarámicorazón?».
Oyóseun ligerorumor,comodepalomaquearrancaenvuelo,un¡ah!,breveyseco,ylosojosdeEugenia,enunrostrotodofrescordevidaysobreuncuerpoquenoparecíapesarsobreelsuelo,dieroncomounanuevaymisteriosaluzespiritualalaescena.YAugustosesintiótranquilo,enormementetranquilo,clavadoasuasientoy
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comosifueseunaplantanacidaenél,comoalgovegetal,olvidadodesí,absortoenla misteriosa luz espiritual que de aquellos ojos irradiaba. Y sólo al oír que doñaErmelindaempezabaadecirasusobrina:«AquítienesanuestroamigodonAugustoPérez…»,volvióensíysepusoenpieprocurandosonreír.
—AquítienesanuestroamigodonAugustoPérez,quedeseaconocerte…—¿Eldelcanario?—preguntóEugenia.—Sí,eldelcanario,señorita—contestóAugustoacercándoseaellayalargándole
lamano.Ypensó:«¡Mevaaquemarconlasuya!».Peronofueasí.Unamanoblancayfría,blancacomolanieveycomolanieve
fría,tocósumano.YsintióAugustoquesederramabaporsusertodocomounfluidodeserenidad.
SentóseEugenia.—Yestecaballero—empezólapianista.«¡Este caballero… este caballero… —pensó Augusto rapidísimamente— este
caballero!¡Llamarmecaballero!¡Estoesdemalagüero!».—Estecaballero,hijamía,quehahechoporunafelizcasualidad…—Sí,ladelcanario.—¡SonmisteriososloscaminosdelaProvidencia!—sentencióelanarquista.—Estecaballero,digo—agregó la tía—,queporuna felizcasualidadhahecho
conocimientoconnosotrosyresultaserelhijodeunaseñoraaquienconocíalgoyrespetémucho;estecaballero,puestoqueesamigoyadecasa,hadeseadoconocerte,Eugenia.
—¡Yadmirarla!—añadióAugusto.—¿Admirarme?—exclamóEugenia.—¡Sí,comopianista!—¡Ah,vamos!—Conozco,señorita,sugranamoralarte…—¿Alarte?¿Acuál,aldelamúsica?—¡Claroestá!—¡Pueslehanengañadoausted,donAugusto!«¡DonAugusto! ¡DonAugusto!—pensó este, ¡Don…! ¡De quémal agüero es
estedon!,¡casitanmalocomoaquelcaballero!».Yluego,envozalta:—¿Esquenolegustalamúsica?—Nipizca,seloaseguro.«Liduvina tiene razón —pensó Augusto—; esta, después que se case, y si el
maridolapuedemantener,novuelveateclearunpiano».Yluego,envozalta:—Comoesvozpúblicaqueesustedunaexcelenteprofesora…—Procurocumplirlomejorposibleconmideberprofesional,yyaquetengoque
ganarmelavida…—Esodetenerqueganartelavida…—empezóadecirdonFermín.
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—Bueno,basta—interrumpió la tía—;yaelseñordonAugustoestá informadodetodo…
—¿Detodo?¿Dequé?—preguntóconasperezayconunligerísimoademándeiralevantarseEugenia.
—Sí,delodelahipoteca…—¿Cómo?—exclamó la sobrina poniéndose en pie—. Pero ¿qué es esto, qué
significatodoesto,aquévieneestavisita?—Ya te he dicho, sobrina, que este señor deseaba conocerte…Y no te alteres
así…—Peroesquehaycosas…—Dispenseasuseñoratía,señorita—suplicótambiénAugustoponiéndoseasu
vezenpie,ylomismohicieronlostíos—;peronohasidootracosa…Yencuantoaesode lahipotecayasuabnegacióndeustedyamoral trabajo,yonadahehechoparaarrancardesuseñoratíataninteresantesnoticias;yo…
—Sí, usted se ha limitado a traer el canario unos días después de habermedirigidounacarta…
—Enefecto,noloniego.—Pues bien, caballero, la contestación a esa carta se la daré cuandomejorme
plazcaysinquenadiemecohibaaello.Yahoravalemásquemeretire.—¡Bien,muybien!—exclamódonFermín—.¡Estoesenterezaylibertad!¡Esta
eslamujerdelporvenir!¡Mujeresasíhayqueganarlasapuño,amigoPérez,apuño!—¡Señorita…!—suplicóAugustoacercándoseaella.—Tieneustedrazón—dijoEugenia,yledioparadespedidalamano,tanblancay
tanfríacomoantesycomolanieve.Al dar la espalda para salir y desaparecer así los ojos aquellos, fuentes de
misteriosaluzespiritual,sintióAugustoquelaoladefuegolerecorríaelcuerpo,elcorazónlemartillabaelpechoyparecíaquererestallarlelacabeza.
—¿Sesienteustedmalo?—lepreguntódonFermín.—¡Quéchiquilla,Diosmío,quéchiquilla!—exclamabadoñaErmelinda.—¡Admirable!, ¡majestuosa!, ¡heroica! ¡Una mujer!, ¡toda una mujer!—decía
Augusto.—Asícreoyo—añadióeltío.—Perdone,señordonAugusto—repetíalelatía—,perdone;estachiquillaesun
pequeñoerizo;¡quiénlohabíadepensar!…—Pero ¡si estoy encantado, señora, encantado! ¡Si esta recia independencia de
carácter,amí,quenoletengo,esloquemásmeentusiasma!;¡siesesta,esta,estaynootralamujerqueyonecesito!
—¡Sí,señorPérez,sí—declamóelanarquista—;estaeslamujerdelporvenir!—¿Yyo?—arguyódoñaErmelinda.—¡Tú,ladelpasado!¡Estaes,digo,lamujerdelporvenir!¡Claro,noenbaldeme
ha estado oyendo disertar un día y otro sobre la sociedad futura y la mujer del
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porvenir;noenbaldeleheinculcadolasemancipadorasdoctrinasdelanarquismo…sinbombas!
—¡Puesyocreo—dijodemalhumorlatía—queestachicuelaescapazhastadetirarbombas!
—Yaunqueasífuera…—insinuóAugusto.—¡Esono!,¡esono!—dijoeltío.—Y¿quémásda?—¡DonAugusto!¡DonAugusto!—Yocreo—añadiólatía—quenoporestoqueacabadepasardebeustedceder
ensuspretensiones…—¡Claroqueno!Asítienemásmérito.—¡Alaconquista,pues!Yyasabeustedquenostienedesuparteyquepuede
veniraestasucasacuantasvecesguste,yquiéraloonoEugenia.—Pero,mujer,¡siellanohamanifestadoqueledisgustenlasvenidasacádedon
Augusto!… ¡Hay que ganarla a puño, amigo, a puño!Ya irá usted conociéndola yverá de qué temple es. Esto es toda unamujer, donAugusto, y hay que ganarla apuño,apuño.¿Noqueríaustedconocerla?
—Sí,pero…—Entendido,entendido.¡Alalucha,pues,amigomío!—Cierto,cierto,yahora¡adiós!DonFermínllamóluegoaparteaAugusto,paradecirle:—SemehabíaolvidadodecirlequecuandoescribaaEugenialohagaescribiendo
sunombrecon jotaynoconge,Eujenia,ydelArcoconka:EujeniaDomingodelArko.
—Y¿porqué?—Porquehastaquenollegueeldíafelizenqueelesperantosealaúnicalengua,
¡una sola para toda la humanidad!, hay que escribir el castellano con ortografíafonética.¡Nadadeces!,¡guerraalace!Za,ze,zi,zo,zuconzeta,yka,ke,ki,ko,kuconka.¡Yfueralashaches!¡Lahacheeselabsurdo,lareacción,laautoridad,laedadmedia,elretroceso!¡Guerraalahache!
—¿Demodoqueesustedfoneticistatambién?—¿También?,¿porquétambién?—Porlodeanarquistayesperantista…—Todo es uno, señor, todo es uno. Anarquismo, esperantismo, espiritismo,
vegetarianismo, foneticismo… ¡todo es uno! ¡Guerra a la autoridad!, ¡guerra a ladivisión de lenguas!, ¡guerra a la vil materia y a la muerte!, ¡guerra a la carne!,¡guerraalahache!¡Adiós!
DespidiéronseyAugustosalióalacallecomoaligeradodeungranpesoyhastagozoso.Nuncahubierapresupuestoloquelepasabapordentrodelespíritu.AquellamaneradehabérselepresentadoEugenialaprimeravezquesevierondequietoydecercayquesehablaron,lejosdedolerle,encendíalemásyleanimaba.Elmundole
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parecíamásgrande,elairemáspuroymásazulelcielo.Eracomosirespiraseporvez primera. En lomás íntimo de sus oídos cantaba aquella palabra de sumadre:¡cásate! Casi todas las mujeres con que cruzaba por la calle parecíanle guapas,muchashermosísimasyningunafea.Diríasequeparaélempezabaaestarelmundoiluminado por una nueva luzmisteriosa desde dos grandes estrellas invisibles querefulgían más allá del azul del cielo, detrás de su aparente bóveda. Empezaba aconocer elmundo.Y sin saber cómo se puso a pensar en la profunda fuente de laconfusiónvulgarentreelpecadodelacarneylacaídadenuestrosprimerospadresporhaberprobadodelfrutodelárboldelacienciadelbienydelmal.
YmeditóenladoctrinadedonFermínsobreelorigendelconocimiento.Llegóacasa,yalsalirOrfeoarecibirle locogióensusbrazos, leacaricióy le
dijo: «Hoy empezamos una nueva vida, Orfeo. ¿No sientes que el mundo es másgrande,máspuroelaireymásazulelcielo?¡Ah,cuandolaveas,Orfeo,cuandolaconozcas…!¡Entoncessentiráslacongojadenosermásqueperrocomoyosientoladeno sermásquehombre!Ydime,Orfeo, ¿cómopodéis conocer, si nopecáis, sivuestro conocimiento no es pecado? El conocimiento que no es pecado no es talconocimiento,noesracional».
AlservirlelacomidasufielLiduvinaselequedómirando.—¿Quémiras?—preguntóAugusto.—Meparecequehaymudanza.—¿Dedóndesacaseso?—Elseñoritotieneotracara.—¿Locrees?—Naturalmente.¿Yqué,searreglalodelapianista?—¡Liduvina!¡Liduvina!—Tieneustedrazón,señorito;pero¡meinteresatantosufelicidad!—¿Quiénsabequéeseso?…—Esverdad.Ylosdosmiraronalsuelo,comosielsecretodelafelicidadestuviesedebajode
él.
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Capítulo9
AldíasiguientedeestohablabaEugeniaenelreducidocuchitrildeunaporteríaconunjoven,mientraslaporterahabíasalidodiscretamenteatomarelfrescoalapuertadelacasa.
—Esmenesterqueestoseacabe,Mauricio—decíaEugenia—;asínopodemosseguir,ymenosdespuésdeloquetedigopasóayer.
—Pero¿nodices—dijoelllamadoMauricio—queesepretendienteesunpobrepanoliqueviveenBabia?
—Sí,perotienedineroymitíanomevaadejarenpaz.Y,laverdad,nomegustahacerfeosanadie,ytampocoquieroquemeesténdandolajaqueca.
—¡Despáchale!—¿Dedónde?,¿decasademistíos?¿Ysiellosnoquieren?—Nolehagascaso.—Nilehagonipiensohacerle,perosemeantojaqueelpobretevaadarenlaflor
de venir de visita a hora que esté yo. No es cosa, como comprendes, de que meencierreenmicuartoymeniegueaquemevea,ysinsolicitarmevaadedicarseamártirsilencioso.
—Déjalequesededique.—No, no puedo resistir a losmendigos de ninguna clase, ymenos a esos que
pidenlimosnaconlosojos.¡Ysivierasquémiradasmeecha!—¿Teconmueve?—Meencocora.Y,laverdad,¿porquénohededecírtelo?,sí,meconmueve.—¿Ytemes?—¡Hombre,noseasmajadero!Notemonada.Paramínohaymásquetú.—¡Yalosabía!—dijollenodeconvicciónMauricio,yponiendounamanosobre
unarodilladeEugenialadejóallí.—Esprecisoquetedecidas,Mauricio.—Pero¿aqué,ricamía,aqué?—¿Aquéhadeser,hombre,aquéhadeser?¡Aquenoscasemosdeunavez!—Y¿dequévamosavivir?—Demitrabajohastaquetúloencuentres.—¿Detutrabajo?—¡Sí,delaodiosamúsica!—¿Detu trabajo?¡Esosíqueno!; ¡nunca!, ¡nunca!, ¡nunca!; ¡todomenosvivir
yodetutrabajo!Lobuscaré,seguirébuscándolo,yentanto,esperaremos…—Esperaremos…esperaremos…¡yasísenosiránlosaños!—exclamóEugenia
taconeandoenel sueloconelpie sobrequeestaba la rodilla enqueMauriciodejódescansarsumano.
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Yél,alsentirasísacudidasumano,laseparódedondelaposaba,perofueparaecharelbrazosobreelcuelloyhacerjuguetearentresusdedosunodelospendientesdesunovia.Eugenialedejabahacer.
—Mira, Eugenia, para divertirte le puedes poner, si quieres, buena cara a esepanoli.
—¡Mauricio!—¡Tienes razón, no te enfades, ricamía!—y contrayendo el brazo atrajo a la
cabezaladeEugenia,buscóconsuslabioslosdeellaylosjuntó,cerrandolosojos,enunbesohúmedo,silenciosoylargo.
—¡Mauricio!Yluegolebesóenlosojos.—¡Estonopuedeseguirasí,Mauricio!—¿Cómo?Pero¿haymejorqueesto?,¿creesquelopasaremosnuncamejor?—Te digo,Mauricio, que esto no puede seguir así. Tienes que buscar trabajo.
Odiolamúsica.Sentía la pobre oscuramente, sin darse de ello clara cuenta, que la música es
preparacióneterna,preparaciónaunadvenimientoquenuncallega,eternainiciaciónquenoacabacosa.Estabahartademúsica.
—Buscarétrabajo,Eugenia,lobuscaré.—Siemprediceslomismoysiempreestamoslomismo.—Esquecrees…—Esqueséqueenelfondonoeresmásqueunharagányquevaaserpreciso
queseayolaquebusquetrabajoparati.Claro,¡comoaloshombresoscuestamenosesperar…!
—Esocreerástú…—Sí, sí, sé bien lo queme digo. Y ahora, te lo repito, no quiero ver los ojos
suplicantesdelseñoritodonAugustocomolosdeunperrohambriento…—¡Quécosasseteocurren,chiquilla!—Yahora—añadiólevantándoseyapartándoleconlamanosuya—,quietecitoy
atomarelfresco,¡quebuenafaltatehace!—¡Eugenia! ¡Eugenia!—le suspiró con voz seca, casi febril, al oído—, si tú
quisieras…—Elquetienequeaprenderaquerererestú,Mauricio.Conque…¡aserhombre!
Busca trabajo, decídete pronto; si no, trabajaré yo; pero decídete pronto. En otrocaso…
—Enotrocaso,¿qué?—¡Nada!¡Hayqueacabarconesto!Ysindejarlereplicarsesaliódelcuchitrildelaportería.Alcruzarconlaportera
ledijo:—Ahíquedasusobrino,señoraMarta,ydígalequeseresuelvadeunavez.
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Y salió Eugenia con la cabeza alta a la calle, donde en aquel momento unorganillodemanubrioencentabaunarabiosapolca.«¡Horror!,¡horror!,¡horror!»,sedijolamuchacha,ymásquesefuehuyócalleabajo.
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Capítulo10
Como Augusto necesitaba confidencia se dirigió al Casino, a ver a Víctor, suamigote,aldíasiguientedeaquellasuvisitaacasadeEugeniayalamismahoraenqueestaespoleabalapachorraamorosadesunovioenlaportería.
SentíaseotroAugustoycomosiaquellavisitaylarevelaciónenelladelamujerfuerte —fluía de sus ojos fortaleza— le hubiera arado las entrañas del alma,alumbrando en ellas un manantial hasta entonces oculto. Pisaba con más fuerza,respirabaconmáslibertad.
«Yatengounobjetivo,unafinalidadenestavida—sedecía—,yesconquistaraestamuchachaoqueellameconquiste.Yeslomismo.Enamorlomismodavencerqueservencido.Aunque¡no…no!Aquíservencidoesquemedejeporelotro.Porelotro,sí,porqueaquíhayotro,nomecabeduda.¿Otro?,¿otroqué?¿Esqueacasoyosoyuno?Yosoyunpretendiente,unsolicitante,peroelotro…elotrosemeantojaque no es ya pretendiente ni solicitante; que no pretende ni solicita porque haobtenido.ClaroquenomásqueelamordeladulceEugenia.¿Nomás…?».
Uncuerpodemujer irradiantede frescura,desaludydealegría,quepasóa suvera, le interrumpió el soliloquio y le arrastró tras de sí. Púsose a seguir, casimaquinalmente,alcuerpoaquel,mientrasproseguíasoliloquizando:
«¡Y qué hermosa es! Esta y aquella, una y otra. Y el otro acaso en vez depretenderysolicitarespretendidoysolicitado;talveznolecorrespondecomoellasemerece…Pero¡quéalegríaesestachiquilla!,¡yconquégraciasaludaaaquelquevaporallá!¿Dedóndehabrásacadoesosojos?¡Soncasicomolosotros,comolosdeEugenia! ¡Qué dulzura debe de ser olvidarse de la vida y de la muerte entre susbrazos!,¡dejarsebrezarenelloscomoenolasdecarne!¡Elotro…!PeroelotronoeselnoviodeEugenia,noesaquel aquienellaquiere; elotro soyyo. ¡Sí,yo soyelotro;yosoyotro!».
Alllegaraestaconclusióndequeéleraotro,lamozaaqueseguíaentróenunacasa.Augustosequedóparado,mirandoalacasa.Yentoncessediocuentadequelahabíavenidosiguiendo.RecapacitóquehabíasalidoparairalCasinoyemprendióelcaminodeeste.Yproseguía:
«Pero ¡cuántas mujeres hermosas hay en este mundo, Dios mío! Casi todas.¡Gracias, Señor, gracias; gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam! ¡Tugloria es la hermosura de la mujer, Señor! Pero ¡qué cabellera, Dios mío, quécabellera!».
Era,enefecto,unagloriosacabelleraladeaquellacriadadeservicio,queconsucestaalbrazocruzabaenaquelmomentoconél.Ysevolviótrasella.Laluzparecíaanidar en el oro de aquellos cabellos, y como si estos pugnaran por soltarse de su
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trenzado y esparcirse al aire fresco y claro. Y bajo la cabellera un rostro todo élsonrisa.
«Soyotro, soy el otro—prosiguióAugustomientras seguía a la de la cesta—;pero¿esquenohayotras?¡Sí,hayotrasparaelotro!Perocomolauna,comoella,como laúnica, ¡ninguna!, ¡ninguna!Todasestasnosonsino remedosdeella,de launa,delaúnica,¡demidulceEugenia!¿Mía?Sí;yoporelpensamiento,poreldeseolahagomía.Él,elotro,esdecir,eluno,podrállegaraposeerlamaterialmente;perolamisteriosaluzespiritualdeaquellosojosesmía,¡mía,mía!Y¿noreflejantambiénunamisteriosaluzespiritualestoscabellosdeoro?¿HayunasolaEugenia,osondos,una lamíayotra ladesunovio?Puessiesasí, sihaydos,quesequedeélcon lasuya,yconlamíamequedaréyo.Cuandolatristezamevisite,sobretododenoche;cuandomeentrenganasdellorarsinsaberporqué,¡oh,quédulcehabrádesercubrirmicara,miboca,misojos,conestoscabellosdeoroyrespirarelairequeatravésdeellossefiltreyseperfume!Pero…».
Sintióse de pronto detenido. La de la cesta se había parado a hablar con otracompañera. Vaciló unmomentoAugusto, y diciéndose: «¡Bah, hay tantasmujereshermosas desde que conocí a Eugenia…!», echó a andar, volviéndose camino delCasino.
«Si ella se empeña en preferir al otro, es decir, al uno, soy capaz de unaresolución heroica, de algo que ha de espantar por lo magnánimo. Ante todo,quiérameonomequiera,¡esodelahipotecanopuedequedarasí!».
Arrancóledel soliloquiounestallidodegocequeparecíabrotarde laserenidaddelcielo.Unpardemuchachasreíanjuntoaél,yerasurisacomoelgorjeodedospájaros en una enramada de flores. Clavó un momento sus ojos sedientos dehermosura en aquella pareja de mozas, y apareciéronsele como un solo cuerpogeminado. Ibancogidasdebracete.Yaél leentraron furiosasganasdedetenerlas,cogeracadaunadeunbrazoeirseasí,enmediodeellas,mirandoalcielo,adondeelvientodelavidalosllevara.
«Pero ¡cuánta mujer hermosa hay desde que conocí a Eugenia! —se decía,siguiendo en tanto a aquella riente pareja— ¡esto se ha convertido en un paraíso!;¡quéojos!,¡quécabellera!,¡quérisa!Launaesrubiaymorenalaotra;pero¿cuáleslarubia?,¿cuállamorena?¡Semeconfundenunaenotra!…».
—Pero,hombre,¿vasdespiertoodormido?—Hola,Víctor.—TeesperabaenelCasino,perocomonovenías…—Alláiba…—¿Allá?,¿yenesadirección?¿Estásloco?—Sí, tienes razón; pero mira, voy a decirte la verdad. Creo que te hablé de
Eugenia…—¿Delapianista?Sí.—Puesbien;estoylocamenteenamoradodeella,comoun…
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—Sí,comounenamorado.Sigue.—Loco,chico, loco.Ayer laviensucasa,conpretextodevisitarasus tíos; la
vi…—Ytemiró,¿noeseso?,¿ycreísteenDios?—No,noesquememiró,esquemeenvolvióensumirada;ynoesquecreíen
Dios,sinoquemecreíundios.—Fuerteteentró,chico…—¡Yesoquelamozaestuvobrava!Peronoséloquedesdeentoncesmepasa:
casitodaslasmujeresqueveomeparecenhermosuras,ydesdequehesalidodecasa,no hace aún media hora seguramente, me he enamorado ya de tres, digo, no, decuatro:deuna,primero,queeratodoojos,deotradespuésconunagloriadepelo,yhacepocodeunapareja,unarubiayotramorena,quereíancomolosángeles.Ylasheseguidoalascuatro.¿Quéesesto?
—Pues eso es, querido Augusto, que tu repuesto de amor dormía inerte en elfondode tu alma, sin tener dondemeterse; llegóEugenia, la pianista, te sacudióyremejió con sus ojos esa charca enque tu amor dormía: se despertó este, brotó deella, y como es tan grande se extiende a todas partes. Cuando uno como tú seenamoradeverasdeunamujerseenamoraalavezdetodaslasdemás.
—Pues yo creí que sería todo lo contrario… Pero, entre paréntesis, ¡mira quémorena!, ¡es lanocheluminosa!¡Biendicenquelonegroes loquemásabsorbelaluz! ¿No ves qué luz oculta se siente bajo su pelo, bajo el azabache de sus ojos?Vamosaseguirla…
—Comoquieras…—Pues sí, yo creí que sería todo lo contrario; que cuando uno se enamora de
verasesqueconcentrasuamor,antesdesparramadoentretodas,enunasola,yquetodas las demás han de parecerle como si nada fuesen ni valiesen… Pero ¡mira!,¡miraesegolpedesolenlanegruradesupelo!
—No;verás, verás si logro explicártelo.Tú estabas enamorado, sin saberloporsupuesto,de lamujer,delabstracto,nodeestanideaquella;alveraEugenia,eseabstractoseconcretóy lamujersehizounamujery teenamorastedeella,yahoravasdeella,sindejarla,acasitodaslasmujeres,yteenamorasdelacolectividad,delgénero.Haspasado,pues,deloabstractoaloconcretoydeloconcretoalogenérico,delamujeraunamujerydeunamujeralasmujeres.
—¡Vayaunametafísica!—Y¿quéeselamorsinometafísica?—¡Hombre!—Sobre todoen ti.Porque todo tuenamoramientonoes sinocerebral,o como
sueledecirse,decabeza.—Esolocreerástú…—exclamóAugustounpocopicadoydemalhumor,pues
aquellodequesuenamoramientonoerasinodecabezalehabíallegado,doliéndole,alfondodelalma.
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—Ysimeapurasmuchotedigoquetúmismonoeressinounapuraidea,unentedeficción…
—¿Esquenomecreescapazdeenamorarmedeveras,comolosdemás…?—De veras estás enamorado, ya lo creo, pero de cabeza sólo. Crees que estás
enamorado…—Y¿quéesestarunoenamoradosinocreerqueloestá?—¡Ay,ay,ay,chico,esoesmáscomplicadodeloquetefiguras!…—¿En qué se conoce, dime, que uno está enamorado y no solamente que cree
estarlo?—Mira,másvalequedejemosestoyhablemosdeotrascosas.CuandoluegovolvióAugustoasucasatomóenbrazosaOrfeoyledijo:«Vamos
aver,Orfeomío,¿enquésediferenciaestarunoenamoradodecreerqueloestá?¿EsqueestoyyoonoestoyenamoradodeEugenia?,¿esquecuandolaveonomelateelcorazónenelpechoysemeenciendelasangre?,¿esqueyonosoycomolosdemáshombres?¡Tengoquedemostrarles,Orfeo,quesoytantocomoellos!».
Yalahoradecenar,encarándoseconLiduvinalepreguntó:—Di,Liduvina,¿enquéseconocequeunhombreestádeverasenamorado?—Pero¡quécosasseleocurrenausted,señorito…!—Vamos,di,¿enquéseconoce?—Puesseconoce…seconoceenquehaceydicemuchastonterías.Cuandoun
hombre se enamoradeveras, se chala, vamosaldecir, porunamujer, yanoesunhombre…
—Pues¿quées?—Es…es…es…unacosa,unanimalito…Unahacedeélloquequiere.—Entonces,cuandounamujerseenamoradeverasdeunhombre,sechala,como
dices,¿hacedeellaelhombreloquequiere?—Elcasonoesenteramenteigual…—¿Cómo,cómo?—Esoesmuydifícildeexplicar,señorito.Pero¿estáusteddeverasenamorado?—Esloquetratodeaveriguar.Perotonterías,delasgordas,nohedichonihecho
todavíaninguna…meparece…Liduvinasecalló,yAugustosedijo:«¿Estarédeverasenamorado?».
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Capítulo11
Cuando llamó aquel otro díaAugusto a casa de don Fermín y doña Ermelinda, lacriada le pasó a la salita diciéndole: «Ahora aviso». Quedóse unmomento solo ycomosiestuvieseenelvacío.Sentíaunaprofundaopresiónenelpecho.Ceñíaleunaangustiosasensacióndesolemnidad.Sentóseparalevantaralpuntoyseentretuvoenmirar los cuadros que colgaban de las paredes, un retrato de Eugenia entre ellos.Entráronle ganas de echar a correr, de escaparse. De pronto, al oír unos pasosmenudos,sintióunpuñaldehieloatravesarleelpechoycomounabrumainvadirlelacabeza. Abrióse la puerta de la sala y apareció Eugenia. El pobre se apoyó en elrespaldo de una butaca. Ella, al verle lívido, palideció un momento y se quedósuspensaenmediodelasala,yluego,acercándoseaél,ledijoconvozsecaybaja:
—¿Quélepasaausted,donAugusto,seponemalo?—No,noesnada;quéséyo…—¿Quierealgo?,¿necesitaalgo?—Unvasodeagua.Eugenia,comoquienveunagarradero,saliódelaestanciapara irellamismaa
buscarelvasodeagua,queselotrajoalpunto.Elaguatembloteabaenelvaso;peromástemblóesteenmanosdeAugusto,queselobebiódeuntrago,atropelladamente,vertiéndoseleaguaporlabarba,ysinquitarentantosusojosdelosojosdeEugenia.
—Si quiere usted —dijo ella—, mandaré que le hagan una taza de té, o demanzanilla,odetila…¿Qué,sehapasado?
—No,no,no fuenada;gracias,Eugenia,gracias—yseenjugabael aguade labarba.
—Bueno, pues ahora siéntese usted—y cuando estuvieron sentados prosiguióella—:Leesperabacualquierdíaydiordenalacriadadequeaunquenoestuviesenmistíos,comosucedealgunastardes,lehicieseaustedpasarymeavisara.Asícomoasí,deseabaquehablásemosasolas.
—¡Oh,Eugenia,Eugenia!—Bueno, las cosas más fríamente. Nunca me pude imaginar que le daría tan
fuerte,porquemedioustedmiedocuandoentréaquí;parecíaunmuerto.—Ymásmuertoquevivoestaba,créamelo.—Vaasermenesterquenosexpliquemos.—¡Eugenia!—exclamóelpobre,yextendióunamanoquerecogióalpunto.—Todavía me parece que no está usted en disposición de que hablemos
tranquilamente,comobuenosamigos.¡Aver!—ylecogiólamanopara tomarleelpulso.
YesteempezóalatirfebrilenelpobreAugusto;sepusorojo,ardíale lafrente.LosojosdeEugeniaseleborrarondelavistaynovioyanadasinounaniebla,una
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nieblaroja.Unmomentocreyóperderelsentido.—¡Tencompasión,Eugenia,tencompasióndemí!—¡Cálmeseusted,donAugusto,cálmese!—DonAugusto…donAugusto…don…don…—Sí,mibuenodedonAugusto,cálmeseustedyhablemostranquilamente.—Pero,permítame…—ylecogióentresusmanosladiestraaquellablancayfría
como la nieve, de ahusados dedos, hecha para acariciar las teclas del piano, paraarrancarlesdulcesarpegios.
—Comoustedquiera,donAugusto.Esteselallevóaloslabiosylacubriódebesosqueapenasentibiaronlafrialdad
blanca.—Cuandoustedacabe,donAugusto,empezaremosahablar.—Peromira,Eugenia,ven…—No,no,no,¡formalidad!—ydesprendiendosumanodelasdeélprosiguió—:
Yonoséquégénerodeesperanzaslehabránhechoconcebirmistíos,omásbienmitía,peroelcasoesquemeparecequeustedestáengañado.
—¿Cómoengañado?—Sí,handebidodecirlequetengonovio.—Losé.—¿Selohandichoellos?—No,nomelohadichonadie,perolosé.—Entonces…—Peroes,Eugenia,queyonopretendonada,quenobusconada,quenadapido;
es,Eugenia, queyomecontento conque semedejevenirde cuandoencuandoabañar mi espíritu en la mirada de esos ojos, a embriagarme en el vaho de surespiración…
—Bueno,donAugusto,esassoncosasqueseleenenloslibros;dejemoseso.Yonomeopongoaqueustedvengacuantasvecesseleantoje,aquemeveaymerevea,aquehableconmigoyhasta…ya lohavistousted,hastaaquemebese lamano,peroyotengounnovio,delcualestoyenamoradayconelcualpiensocasarme.
—Pero¿deverasestáustedenamoradadeél?—¡Vayaunapregunta!—Y¿enquéconoceustedqueestádeélenamorada?—Pero¿esquesehavueltoustedloco,donAugusto?—No,no;lodigoporquemiamigomejormehadichoquehaymuchosquecreen
estarenamoradossinestarlo…—Lohadichoporusted,¿noeseso?—Sí,pormílohadicho,¿pues?—Porqueenelcasodeustedacasoseaverdadeso…—Pero ¿es que cree usted, es que crees, Eugenia, que no estoy de veras
enamoradodeti?
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—Noalceustedtantolavoz,donAugusto,quepuedeoírlelacriada…—¡Sí,sí—continuóexaltándose—,hayquienmecreeincapazdeenamorarmede
veras…!—Dispenseunmomento—leinterrumpióEugenia,ysesaliódejándolesolo.Volvióalpocoratoyconlamayortranquilidadledijo:—Ybien,donAugusto,¿sehacalmadoya?—¡Eugenia,Eugenia!Enestemomento seoyó llamar a lapuertayEugeniadijo: «¡Mis tíos!».A los
pocosmomentosentrabanestosenlasala.—VinodonAugustoavisitaros,salíyomismaaabrirle,queríairse,peroledije
quepasara,quenotardaríaisenvenir,¡yaquíestá!—¡Vendrán tiempos —exclamó don Fermín— en que se disiparán los
convencionalismossocialestodos!Estoyconvencidodequelascercasytapiasdelaspropiedadesprivadasnosonmásqueun incentivopara losque llamamosladrones,cuandolosladronessonlosotros,lospropietarios.Nohaypropiedadmásseguraquelaqueestásincercasnitapias,alalcancedetodoelmundo.Elhombrenacebueno,esnaturalmentebueno;lasociedadlemaleaypervierte…
—¡Cállate,hombre—exclamódoñaErmelinda—,quenomedejasoírcantaralcanario! ¿No le oye usted, don Augusto?, ¡es un encanto oírle! Y cuando esta seponía a aprender sus lecciones de pianohabía que oírle a un canario que entoncestuve:seexcitaba,ycuantomásestadabaalasteclas,másélacantarymáscantar.Comoquesemuriódeeso,reventado…
—¡Hastalosanimalesdomésticossecontagiandenuestrosvicios!—agregóeltío—.¡Hastaalosanimalesqueconnosotrosconvivenleshemosarrancadodelsantoestadodenaturaleza!¡Oh,humanidad,humanidad!
—Y¿hatenidoustedqueesperarmucho,donAugusto?—preguntólatía.—Oh,no,señora,no,nada,nada,unmomento,unrelámpago…porlomenosasí
melopareció…—¡Ah,vamos!—Sí, tía,muypoco tiempo, pero lo bastante para que se haya repuesto de una
ligeraindisposiciónquetrajodelacalle…—¿Cómo?—Oh,nofuenada,señora,nada…—Ahorayolesdejo,tengoquehacer—dijoEugenia,ydandolamanoaAugusto
sefue.—Y ¿qué, cómo va eso?—le preguntó aAugusto la tía así queEugenia hubo
salido.—Y¿quéeseso?—¡Laconquista,naturalmente!—¡Mal,muymal!Mehadichoquetienenovioyquesehadecasarconél.—¿Notelodecíayo,Ermelinda,notelodecía?
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—Pues ¡no,noyno!,nopuedeser.Esodelnovioesuna locura,donAugusto,¡unalocura!
—Pero,señora,¿ysiestáenamoradadeél…?—Esodigoyo—exclamóeltío—,esodigoyo.¡Lalibertad,lasantalibertad,la
libertaddeelección!—Pues¡no,noyno!¿Acasosabeesachiquillaloquesehace…?¡Despreciarlea
usted,donAugusto,austed!¡Esonopuedeser!—Pero, señora, reflexione, fíjese… no se puede, no se debe violentar así la
voluntaddeunajovencomoEugenia…Setratadesufelicidad,ynodebemostodospreocuparnossinodeella,yhastasacrificarnosparaquelaconsiga…
—¿Usted,donAugusto,usted?—¡Yo,sí,yo,señora!¡EstoydispuestoasacrificarmeporlafelicidaddeEugenia,
desusobrina,porquemifelicidadconsisteenqueellaseafeliz!—¡Bravo!—exclamóel tío—¡bravo!, ¡bravo! ¡Heaquíunhéroe!, ¡he aquíun
anarquista…místico!—¿Anarquista?—dijoAugusto.—Anarquista,sí.Porquemianarquismoconsisteeneso,enesoprecisamente,en
quecadacualsesacrifiqueporlosdemás,enqueunoseafelizhaciendofelicesalosotros,enque…
—¡Puesbuenotepones,Fermín,cuandoundíacualquieranosetesirvelasopasinodiezminutosdespuésdelasdoce!
—Bueno, es que ya sabes, Ermelinda, que mi anarquismo es teórico… meesfuerzoporllegaralaperfección,pero…
—¡Y la felicidad también es teórica!—exclamóAugusto, compungido y comoquien habla consigomismo, y luego—:He decidido sacrificarme a la felicidad deEugeniayhepensadoenunactoheroico.
—¿Cuál?—¿No me dijo usted una vez, señora, que la casa que a Eugenia dejó su
desgraciadopadre…—Sí,mipobrehermano.—…estágravadaconunahipotecaquesellevasusrentastodas?—Sí,señor.—Puesbien;¡yoséloquehedehacer!—ysedirigióalapuerta.—Pero,donAugusto…—Augusto se siente capaz de las más heroicas determinaciones, de los más
grandessacrificios.Yahorasesabrásiestáenamoradonadamásquedecabezaoloestátambiéndecorazón,siesquecreeestarenamoradosinestarlo.Eugenia,señores,mehadespertadoalavida,alaverdaderavida,y,seaelladequienfuere,yoledebogratitudeterna.Yahora,¡adiós!
Ysesaliósolemnemente.YnobienhubosalidogritódoñaErmelinda:¡Chiquilla!
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Capítulo12
—Señorito—entró un día después a decir a Augusto Liduvina—, ahí está la delplanchado.
—¿Ladelplanchado?¡Ah,sí,quepase!Entró la muchacha llevando el cesto del planchado de Augusto. Quedáronse
mirándose,yella,lapobre,sintióqueseleencendíaelrostro,puesnuncacosaigualleocurrióenaquellacasaen tantasvecescomoallíentró.Parecíaantescomosielseñoritonilahubiesevistosiquiera,loqueaella,quecreíaconocerse,habíalatenidoinquieta y hasta mohína. ¡No fijarse en ella! ¡No mirarla como la miraban otroshombres! ¡Nodevorarlacon losojos,omásbien lamerleconellos losdeellay labocaylacaratoda!
—¿Quétepasa,Rosario,porquecreoquetellamasasí,no?—Sí,asímellamo.—Y¿quétepasa?—¿Porqué,señoritoAugusto?—Nuncatehevistoponerteasídecolorada.Yademásmeparecesotra.—Elquemeparecequeesotroesusted…—Puedeser…puedeser…Peroven,acércate.—¡Vamos,déjesedebromasydespachemos!—¿Bromas? Pero ¿tú crees que es broma? —le dijo con voz más seria—.
Acércate,así,queteveabien.—Pero¿esquenomehavistootrasveces?—Sí,perohastaahoranomehabíadadocuentadeque fueses tanguapacomo
eres…—Vamos,vamos,señorito,noseburle…—yleardíalacara.—Yahora,conesoscolores,talmenteelsol…—Vamos…—Venacá,ven.TúdirásqueelseñoritoAugustosehavuelto loco,¿noesasí?
Puesno,noeseso, ¡no!Esque lohaestadohastaahora,omejordicho,esqueheestadohastaahoratonto,tontodeltodo,perdidoenunaniebla,ciego…Nohacesinomuy poco tiempo que se me han abierto los ojos. Ya ves, tantas veces como hasentrado en esta casa y te he mirado y no te había visto. Es, Rosario, como si nohubiesevivido,lomismoquesinohubiesevivido…Estabatonto,tonto…Pero¿quétepasa,chiquilla,quéesloquetepasa?
Rosario,quesehabíatenidoquesentarenunasilla,ocultólacaraenlasmanosyrompióallorar.Augustoselevantó,cerrólapuerta,volvióalamocita,yponiéndoleunamanosobreelhombroledijoconsuvozmáshúmedaymáscaliente,muybajo:
—Pero¿quétepasa,chiquilla,quéeseso?
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—Queconesascosasmehaceustedllorar,donAugusto…—¡ÁngeldeDios!—Nodigaustedesascosas,donAugusto.—¡Cómoquenolasdiga!Sí,hevividociego,tonto,comosinoviviera,hastaque
llegóunamujer,¿sabes?,otra,ymeabriólosojosyhevistoelmundo,ysobretodoheaprendidoaverosavosotras,alasmujeres…
—Yesamujer…seríaalgunamalamujer…—¿Mala?,¿maladices?¿Sabesloquedices,Rosario,sabesloquedices?¿Sabes
loqueessermalo?¿Quéessermalo?No,no,noesamujeres,comotú,unángel;peroesamujernomequiere…nomequiere…nomequiere…—yaldecirloselequebrólavozyseleempañaronenlágrimaslosojos.
—¡PobredonAugusto!—¡Sí,túlohasdicho,Rosario,túlohasdicho!,¡pobredonAugusto!Peromira,
Rosario,quitaeldonydi:¡pobreAugusto!Vamos,di:¡pobreAugusto!—Pero,señorito…—Vamos,dilo:¡pobreAugusto!—Siustedseempeña…¡pobreAugusto!Augustosesentó.—¡Venacá!—ladijo.Levantóseellacualmovidaporunresorte,comounahipnóticasugestionada,con
larespiraciónanhelante.Cogiólaél,lasentósobresusrodillas,laapretófuertementea su pecho, y teniendo su mejilla apretada contra la mejilla de la muchacha, queechabafuego,estallódiciendo:
—¡Ay,Rosario,Rosario,yonoséloquemepasa,yonoséloqueesdemí!Esamujerquetúdicesqueesmala,sinconocerla,mehavueltociegoaldarmelavista.Yo no vivía, y ahora vivo; pero ahora que vivo es cuando siento lo que esmorir.Tengo que defenderme de esa mujer, tengo que defenderme de su mirada. ¿Meayudarástú,Rosario,meayudarásaquedeellamedefienda?
Un¡sí!,tenuísimo,consusurroqueparecíavenirdeotromundo,rozóeloídodeAugusto.
—Yoyanoséloquemepasa,Rosario,niloquedigo,niloquehago,niloquepienso; yo ya no sé si estoy o no enamorado de esamujer, de esamujer a la quellamasmala…
—Esqueyo,donAugusto…—Augusto,Augusto…—Esqueyo,Augusto…—Bueno,cállate,basta—ycerrabaél losojos—,nodigasnada,déjamehablar
solo,conmigomismo.Asíhevividodesdequesemuriómimadre,conmigomismo,nada más que conmigo; es decir, dormido. Y no he sabido lo que es dormirjuntamente,dormirdosunmismosueño.¡Dormirjuntos!Noestarjuntosdurmiendo
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cadacual susueño, ¡no!, sinodormir juntos, ¡dormir juntoselmismosueño!¿Ysidurmiéramostúyyo,Rosario,elmismosueño?
—Y esa mujer… —empezó la pobre chica, temblando entre los brazos deAugustoyconlágrimasenlavoz.
—Esamujer,Rosario,nomequiere…nomequiere…nomequiere…Peroellamehaenseñadoquehayotrasmujeres,porellahesabidoquehayotrasmujeres…yalguna podrá quererme… ¿Me querrás tú, Rosario, dime, me querrás tú? —y laapretabacomolococontrasupecho.
—Creoquesí…quelequerré…—¡Quetequerré,Rosario,quetequerré!—Quetequerré…—¡Así,así,Rosario,así!¡Eh!En aquel momento se abrió la puerta, apareció Liduvina, y exclamando: ¡ah!,
volvió a cerrarla. Augusto se turbó mucho más que Rosario, la cual, poniéndoserápidamenteenpie,seatusóelpelo,sesacudióelcuerpoyconvozentrecortadadijo:
—Bueno,señorito,¿hacemoslacuenta?—Sí,tienesrazón.Perovolverás,eh,volverás.—Sí,volveré.—¿Ymeperdonastodo?,¿meloperdonas?—¿Perdonarle…qué?—Esto,esto…Hasidounalocura.¿Meloperdonas?—Yonotengonadaqueperdonarle,señorito.Yloquedebehaceresnopensaren
esamujer.—Ytú,¿pensarásenmí?—Vaya,quetengoqueirme.ArreglaronlacuentayRosariosefue.YapenassehabíaidoentróLiduvina:—¿Nomepreguntabaustedelotrodía,señorito,enquéseconocesiunhombre
estáonoenamorado?—Enefecto.—Yledijeenquehaceodice tonterías.Puesbien,ahorapuedoasegurarleque
ustedestáenamorado.—Pero¿dequién?,¿deRosario?—¿DeRosario…?¡Quiá!¡Delaotra!—Y¿dedóndesacaseso,Liduvina?—¡Bah!Ustedhaestadodiciendoyhaciendoaestaloquenopudodecirnihacer
alaotra.—Pero¿tútecrees…?—No,no,siyamesupongoquenohapasadoamayores;pero…—¡Liduvina,Liduvina!—Comoustedquiera,señorito.
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Elpobrefueaacostarseardiéndole lacabeza.Yalecharseen lacama,acuyospiesdormíaOrfeo,sedecía:«¡Ay,Orfeo,Orfeo,estodedormirsolo,solo,solo,dedormirunsolosueño!Elsueñodeunosoloeslailusión,laapariencia;elsueñodedosesya laverdad, la realidad.¿Quéeselmundo real sinoel sueñoquesoñamostodos,elsueñocomún?».
Ycayóenelsueño.
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Capítulo13
Pocos días después de esto entró una mañana Liduvina en el cuarto de Augustodiciéndolequeunaseñoritapreguntabaporél.
—¿Unaseñorita?—Sí,ella,lapianista.—¿Eugenia?—Eugenia,sí.Decididamentenoesustedelúnicoquesehavueltoloco.ElpobreAugustoempezóatemblar.Yesquesesentíareo.Levantóse,lavósede
prisa,sevistióyfuedispuestoatodo.—Yasé,señordonAugusto—ledijosolemnementeEugeniaencuantolevio—,
quehacompradoustedmideudaamiacreedor,queestáensupoderlahipotecademicasa.
—Noloniego.—Y¿conquéderechohizoeso?—Con el derecho, señorita, que tiene todo ciudadano a comprar lo que bien le
parezcaysuposeedorquieravenderlo.—Noquierodecireso,sino¿paraquélahacompradousted?—Puesporquemedolíaverladependerasídeunhombreaquienacasoustedsea
indiferenteyquesospechonoesmásqueuntraficantesinentrañas.—Es decir, que usted pretende que dependa yo de usted, ya que no le soy
indiferente…—¡Oh,esonunca,nunca,nunca!¡Nunca,Eugenia,nunca!Yonobuscoqueusted
dependademí.Meofendeustedsóloconsuponerlo.Veráusted—ydejándolasolasesalióagitadísimo.
Volvióalpocoratotrayendounospapeles.—He aquí, Eugenia, los documentos que acreditan su deuda. Tómelos usted y
hagadeellosloquequiera.—¿Cómo?—Sí,querenuncioatodo.Paraesolocompré.—Losabía, ypor eso ledijequeustednopretende sinohacerquedependade
usted.Mequiereustedligarporlagratitud.¡Quiereustedcomprarme!—¡Eugenia!¡Eugenia!—Sí,quiereustedcomprarme,quiereustedcomprarme;¡quiereustedcomprar…
nomiamor,queesenosecompra,sinomicuerpo!—¡Eugenia!¡Eugenia!—Estoes,aunqueustednolocrea,unainfamia,nadamásqueunainfamia.—¡Eugenia,porDios,Eugenia!—¡Nosemeacerqueustedmás,quenorespondodemí!
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—Puesbien,sí,meacerco.¡Pégame,Eugenia,pégame;insúltame,escúpeme,hazdemíloquequieras!
—Nomereceustednada—yEugeniase levantó—;mevoy,pero¡cónstelequeno acepto su limosna o su oferta! Trabajaré más que nunca; haré que trabaje minovio,prontomimarido,yviviremos.Yencuantoaeso,quédeseustedconmicasa.
—Pero¡siyonomeopongo,Eugenia,aqueustedsecaseconesenovioquedice!—¿Cómo?,¿cómo?¿Aver?—¡Siyonohehechoestoparaqueusted,ligadaporgratitud,accedaatomarme
pormarido!… ¡Si yo renuncio a mi propia felicidad, mejor dicho, si mi felicidadconsisteenqueustedseafelizynadamás,enqueseaustedfelizconelmaridoquelibrementeescoja!…
—¡Ah, ya, ya caigo; usted se reserva el papel de heroica víctima, de mártir!Quédeseustedconlacasa,ledigo.Selaregalo.
—Pero,Eugenia,Eugenia…—¡Basta!Ysinmásmirarle,aquellosdosojosdefuegodesaparecieron.Quedóse Augusto un momento fuera de sí, sin darse cuenta de que existía, y
cuandosacudiólaniebladeconfusiónqueleenvolvieratomóelsombreroyseechóalacalle,aerraralaaventura.Alpasarjuntoaunaiglesia,SanMartín,entróenella,casisindarsecuentadeloquehacía.Novioalentrarsinoelmortecinoresplandordelalamparillaquefrentealaltarmayorardía.Parecíalerespiraroscuridad,oloravejez,a tradiciónsahumadaen incienso,ahogarde siglos,yandandocasia tientas fueasentarse en un banco. Dejóse en él caer más que sé sentó. Sentíase cansado,mortalmente cansado y como si toda aquella oscuridad, toda aquella vejez querespiraba lepesasensobreel corazón.Deunsusurroqueparecíavenirde lejos,demuylejos,emergíaunatoscontenidadecuandoencuando.Acordósedesumadre.
Cerró losojosyvolvióasoñaraquellacasadulcey tibia,enque la luzentrabaporentrelasblancasfloresbordadasenlosvisillos.Volvióaverasumadre,yendoyviniendosinruido,siempredenegro,conaquellasusonrisaqueeraposodelágrimas.Yrepasósuvidatodadehijo,cuandoformabapartedesumadreyvivíaasuamparo,yaquellamuerte lenta,grave,dulcee indolorosade lapobreseñora,cuandose fuecomounaveperegrinaqueemprendesinruidoelvuelo.LuegorecordóoresoñóelencuentrodeOrfeo,yalpocoratoencontrósesumidoenunestadodeespírituenquepasabananteél,encinematógrafo,lasmásextrañasvisiones.
Junto a él un hombre susurraba rezos. El hombre se levantó para salir y él lesiguió.Alasalidadelaiglesiaelhombreaquelmojólosdedosíndiceycorazóndesudiestra enel aguabenditerayofreció aguabendita aAugusto, santiguándose luego.Encontráronseenlacancela.
—¡DonAvito!—exclamóAugusto.—¡Elmismo,Augustito,elmismo!—Pero¿ustedporaquí?
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—Sí,yoporaquí;enseñamucholavida,ymáslamuerte;enseñanmás,muchomásquelaciencia.
—Pero¿yelcandidatoagenio?Don Avito Carrascal le contó la lamentable historia de su hijo. Y concluyó
diciéndo:«Yaves,Augustito,cómohevenidoaesto…».Augustocallabamirandoalsuelo.IbanporlaAlameda.—Sí,Augusto,sí—prosiguiódonAvito—;lavidaeslaúnicamaestradelavida;
nohaypedagogíaquevalga.Sóloseaprendeavivirviviendo,ycadahombretienequerecomenzarelaprendizajedelavidadenuevo…
—¿Ylalabordelasgeneraciones,donAvito,ellegadodelossiglos?—No hay más que dos legados: el de las ilusiones y el de los desengaños, y
ambossóloseencuentrandondenosencontramoshacepoco:eneltemplo.Deseguroquetellevóalláounagranilusiónoungrandesengaño.
—Lasdoscosas.—Sí,lasdoscosas,sí.Porquelailusión,laesperanza,engendraeldesengaño,el
recuerdo,yeldesengaño,elrecuerdo,engendraasuvezlailusión,laesperanza.Laciencia es realidad, es presente, queridoAugusto, y yo no puedo vivir ya de nadapresente.DesdequemipobreApolodoro,mivíctima—yaldeciresto le lloraba lavoz—,murió,esdecir,semató,nohayyapresenteposible,nohayciencianirealidadquevalganparamí;nopuedovivirsinorecordándoleoesperándole.Yheidoapararaesehogardetodaslasilusionesytodoslosdesengaños:¡alaiglesia!
—¿Demodoesqueahoracreeusted?—¡Quéséyo…!—Pero¿nocreeusted?—Nosé si creoonocreo; séque rezo.Yno sébien loque rezo.Somosunos
cuantosquealanochecernosreunimosahíarezarelrosario.Noséquiénesson,niellosmeconocen,peronossentimossolidarios,eníntimacomuniónunosconotros.Yahorapiensoquealahumanidadmalditalafaltaquelehacenlosgenios.
—¿Ysumujer,donAvito?—¡Ah,mimujer!—exclamóCarrascal,yunalágrimaqueselehabíaasomadoa
un ojo pareció irradiarle luz interna—. ¡Mi mujer!, ¡la he descubierto! Hasta mitremendadesgracianohesabidoloqueteníaenella.SólohepenetradoenelmisteriodelavidacuandoenlasnochesterriblesquesucedieronalsuicidiodemiApolodororeclinabamicabezaenel regazodeella,de lamadre,y lloraba, lloraba, lloraba.Yella, pasándome dulcemente la mano por la cabeza, me decía: «¡Pobre hijo mío!,¡pobre mío!». Nunca, nunca ha sido más madre que ahora. Jamás creí al hacerlamadre, ¿y cómo?, nada más que para que me diese la materia prima del genio…jamáscreíalhacerlamadrequecomotallanecesitaríaparamíundía.Porqueyonoconocíamimadre,Augusto,nolaconocí;yonohetenidomadre,nohesabidoquéestenerlahastaquealperdermimujeramihijoysuyosehasentidomadremía.Tú
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conocisteatumadre,Augusto,alaexcelentedoñaSoledad;sino,teaconsejaríaquetecasases.
—Laconocí,donAvito,perolaperdí,yahí,enlaiglesia,estabarecordándola…—Puessiquieresvolveratenerla,¡cásate,Augusto,cásate!—No,aquéllano,aquélla,nolavolveréatener.—Esverdad,pero¡cásate!—¿Y cómo? —añadió Augusto con una forzada sonrisa y recordando lo que
había oído de una de las doctrinas de don Avito— ¿cómo?, ¿deductiva oinductivamente?
—¡Déjate ahora de esas cosas; por Dios, Augusto, nome recuerdes tragedias!Pero…Enfin,sitehedeseguirelhumor,¡cásateintuitivamente!
—¿Ysilamujeraquienquieronomequiere?—Cásatecon lamujerque tequiera,aunqueno loquieras tú.Esmejorcasarse
paraqueleconquistenaunoelamorqueparaconquistarlo.Buscaunaquetequiera.Por lamentedeAugustopasóen rapidísimavisión la imagende lachicade la
planchadora. Porque se había hecho la ilusión de que aquella pobrecita quedóenamoradadeél.
Cuando al caboAugusto se despidió de donAvito dirigióse al Casino. QueríadespejarlaniebladesucabezayladesucorazónechandounapartidadeajedrezconVíctor.
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Capítulo14
NotóAugusto que algo insólito le ocurría a su amigoVíctor; no acertaba ningunajugada,estabadisplicenteysilencioso.
—Víctor,algotepasa…—Sí, hombre, sí; me pasa una cosa grave. Y como necesito desahogo, vamos
fuera;lanocheestámuyhermosa;telocontaré.Víctor,aunqueelmásíntimoamigodeAugusto,lellevabacincooseisañosde
edadyhacíamásdedocequeestabacasado,puescontrajomatrimoniosiendomuyjoven,pordeberdeconciencia,segúndecían.Noteníahijos.
Cuandoestuvieronenlacalle,Víctorcomenzó:—Yasabes,Augusto,quemetuvequecasarmuyjoven…—¿Quetetuvistequecasar?—Sí, vamos, no te hagas el de nuevas, que lamurmuración llega a todos.Nos
casaronnuestrospadres,losmíosylosdemiElena,cuandoéramosunoschiquillos.Y el matrimonio fue para nosotros un juego. Jugábamos a marido y mujer. Peroaquellofueunafalsaalarma…
—¿Quéesloquefueunafalsaalarma?—Puesaquelloporquenoscasaron.Pudibundecesdenuestrossendospadres.Se
enterarondeundesliznuestro,quetuvosucachitodeescándalo,ysinesperaraverquéconsecuenciastenía,osilastenía,noscasaron.
—Hicieronbien.—Nodiréyotanto.Maselcasofuequenituvoconsecuenciasaqueldesliznilas
tuvieronlosconsiguientesdeslicesdedespuésdecasados.—¿Deslices?—Sí,ennuestrocasonoeransinodeslices.Nosdeslizábamos.Yatehedichoque
jugábamosamaridoymujer…—¡Hombre!—No, no seas demasiado malicioso. Éramos y aún somos jóvenes para
pervertirnos.Peroen loquemenospensábamoseraenconstituirunhogar.Éramosdosmozuelosquevivíanjuntoshaciendoesoquesellamavidamarital.Peropasóelañoyalverquenoveníafrutoempezamosaponernosdemorro,amirarnosunpocodereojo,a incriminarnosmutuamenteensilencio.Yonomeaveníaanoserpadre.Eraunhombreya, teníamásdeveintiúnañosy, francamente, esodequeyo fuesemenos que otros, menos que cualquier bárbaro que a los nueve meses justos dehabersecasado,oantes,tienesuprimerhijo…aestonomeresignaba.
—Pero,hombre,¿quéculpa…?—Y,esclaro,yo,aunsindecírselo, leechaba laculpaaellaymedecía:«Esta
mujer es estérily teponeen ridículo».Yella,por suparte,nomecabíaduda,me
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culpabaamí,yhastasuponía,quéséyo…—¿Qué?—Nada,quecuandopasaunañoyotroyotroyelmatrimonionotienehijos,la
mujer da en pensar que la culpa es delmarido y que lo es porque no fue sano almatrimonio, porque llevó cualquier dolencia… El caso es que nos sentíamosenemigoselunodelotro;queeldemoniosenoshabíametidoencasa.Yalfinestallóel tal demonioy llegaron las reconvencionesmutuasy aquellode«túno sirves»y«quiennosirveerestú»ytodolodemás.
—¿Seríaporesoquehubounatemporada,alosdosotresañosdehabertecasado,queanduvistetanmalo,tanpreocupado,neurasténico?,¿cuandotuvistequeirsoloaaquelsanatorio?
—No,nofueeso…fuealgopeor.Hubounsilencio.Víctormirabaalsuelo.—Bueno,bueno,guárdatelo;noquierorompertussecretos.—¡Puessea,telodiré!,fuequeexacerbadoporaquellasquerellasintestinascon
mipobremujer,lleguéaimaginarmequelacuestióndependíanodelaintensidaddeloquesea,sinodelnúmero,¿meentiendes?
—Sí,creoentenderte…—Y di en dedicarme a comer como un bárbaro lo que creímás sustancioso y
nutritivoybiensazonadocontodogénerodeespecias,enespeciallasquepasanpormásafrodisiacas,yafrecuentarlomásposibleamimujer.Y,claro…
—Tepusisteenfermo.—¡Natural!Ysinoacudoatiempoyentramosenrazónmelaslíoalotromundo.
Pero curé de aquello en ambos sentidos, volví a mi mujer y nos calmamos yresignamos.Ypocoapocovolvióareinarencasanoyalapaz,sinohastaladicha.Alprincipiodeestanuevavida,aloscuatroocincoañosdecasados,lamentábamosalgunaqueotraveznuestrasoledad,peromuyprontonosólonosconsolamos,sinoque nos habituamos.Y acabamos no sólo por no echar demenos a los hijos, sinohastaporcompadeceralosquelostienen.Noshabituamosunoaotro,noshicimoselunocostumbredelotro.Túnopuedesentenderesto…
—No,noloentiendo.—Pues bien; yo me hice una costumbre de mi mujer y Elena se hizo una
costumbremía. Todo estabamoderadamente regularizado en nuestra casa, todo, lomismoquelascomidas.Alasdoceenpunto,niminutomásniminutomenos,lasopaenlamesa,ydetalmodo,quecomemostodoslosdíascasilasmismascosas,enelmismoordenyenlamismacantidad.AborrezcoelcambioyloaborreceElena.Enmicasasevivealreló.
—Vamos, sí, estome recuerda lo que dice nuestro amigoLuis delmatrimonioRomera,quesueledecirquesonmaridoymujersolterones.
—Enefecto,porquenohaysolterónmássolterónyrecalcitrantequeelcasadosinhijos.Unavez,parasuplirlafaltadehijos,quealfinyalcabonienmíhabíamuerto
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elsentimientodelapaternidadnimenoseldelamaternidadenella,adoptamos,osiquieresprohijamos,unperro;peroalverleundíamoriranuestravista,porqueseleatravesó un hueso en la garganta, y ver aquellos ojos húmedos que parecíansuplicarnosvida,nosentróunapenayunhorror talquenoquisimosmásperrosnicosaviva.Ynoscontentamosconunasmuñecas,unasgrandespeponas,quesonlasquehasvistoencasa,yquemiElenavisteydesnuda.
—Esasnoseosmorirán.—En efecto. Y todo iba muy bien y nosotros contentísimos. Ni me turban el
sueñollantosdeniño,niteníaquepreocuparmedesiserávarónohembrayquéhedehacerdeélodeella…Y,además,hetenidosiempremimujeramidisposición,cómodamente, sin estorbos de embarazos ni de lactancias; en fin, ¡un encanto devida!
—¿Sabesqueesoenpocoonadasediferencia…?—¿Dequé? ¿Deun arrimo ilegal?Así lo creo.Unmatrimonio sin hijos puede
llegar a convertirse en una especie de concubinato legal,muy bien ordenado,muyhigiénico, relativamente casto, pero, en fin, ¡lo dicho!Marido y mujer solterones,perosolteronesarrimados,enefecto.Yasíhantranscurridoestosmásdeonceaños,vanparadoce…Peroahora…¿sabesloquemepasa?
—Hombre,¿cómolohedesaber?—Pero¿nosabesloquemepasa?—Comonoseaquehasdejadoencintaatumujer…—Eso,hombre,eso.¡Figúratequédesgracia!—¿Desgracia?¿Puesnolodeseasteistanto…?—Sí,alprincipio,losdosotresprimerosaños,pocomás.Peroahora,ahora…Ha
vueltoeldemonioacasa,hanvueltolasdisensiones.Yahoracomoantañocadaunodenosotrosculpabaalotrodelaesterilidaddellazo,ahoracadaunoculpaalotrodeestoquesenosviene.Yyaempezamosallamarle…no,notelodigo…
—Puesnomelodigassinoquieres.—Empezamos a llamarle ¡el intruso! Y yo he soñado que se nos moría una
mañanaconunhuesoatravesadoenlagarganta…—¡Québarbaridad!—Sí,tienesrazón,unabarbaridad.Y¡adiósregularidad,adióscomodidad,adiós
costumbres! Todavía ayer estaba Elena de vómitos; parece que es una de lasmolestias anejas al estado que llaman… ¡Interesante! ¡Interesante! ¡Interesante!¡Vayauninterés!¡Devómito!¿Hasvistonadamásindecoroso,nadamássucio?
—Pero¿ellaestarágozosísimaalsentirsemadre?—¿Ella?¡Comoyo!EstoesunamalajugadadelaProvidencia,delaNaturaleza
o de quien sea, una burla. Si hubiera venido… el nene o nena, lo que fuere… sihubiera venido cuando, inocentes tórtolos llenos, más que de amor paternal, devanidad,leesperábamos;sihubieravenidocuandocreíamosqueelnotenerhijosera
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sermenosqueotros;sihubieravenidoentonces,¡santoymuybueno!,pero¿ahora,ahora?Tedigoqueestoesunaburla.Sinofuerapor…
—¿Quéhombre,qué?—Teloregalaba,paraquehiciesecompañíaaOrfeo.—Hombre,cálmate,ynodigasdisparates…—Tienesrazón,disparato.Perdóname.Pero¿teparecebien,alcabodecercade
doce años, cuando nos iba tan ricamente, cuando estábamos curados de la ridículavanidaddelosreciéncasados,venirnosesto?Esclaro,¡vivíamostantranquilos,tanseguros,tanconfiados…!
—¡Hombre,hombre!—Tienesrazón,sí,tienesrazón.Ylomásterriblees,¿aquenotefiguras?,quemi
pobreElenanopuededefendersedelsentimientodelridículoquelaasalta.¡Sesienteenridículo!
—Puesnoveo…—No,tampocoyoloveo,peroasíes;sesienteenridículo.Yhacetalescosasque
temoporél…intruso…ointrusa.—¡Hombre!—exclamóAugustoalarmado.—¡No,no,Augusto,no,no!Nohemosperdidoelsentidomoral,yElena,quees
comosabesprofundamentereligiosa,acata,aunquearegañadientes,losdesigniosdela Providencia y se resigna a sermadre.Y será buenamadre, nome cabe de elloduda, muy buena madre. Pero es tal el sentimiento del ridículo en ella, que paraocultarsuestado,paraencubrirsuembarazo,lacreocapazdecosasque…Enfin,noquieropensarenello.Pordepronto,haceyaunasemanaquenosaledecasa;dicequeledavergüenza,queselefiguraquevanaquedarsetodosmirándolaenlacalle.Yyahabla dequenosvayamos, deque si ella hade salir a tomar el aire y el solcuando esté ya en meses mayores, no ha de hacerlo donde haya gentes que laconozcanyqueacasovayanafelicitarlaporello.
Callaron losdos amigosun rato,ydespuésqueelbreve silencio selló el relatodijoVíctor:
—Conque ¡anda,Augusto, anda y cásate, para que acaso te suceda algo por elestilo;andaycásateconlapianista!
—Y¡quiénsabe…!—dijoAugustocomoquienhablaconsigomismo—¡quiénsabe…!Acasocasándomevolveréatenermadre…
—Madre,sí—añadióVíctor—,¡detushijos!Silostienes…—¡Ylamadremía!Acasoahora,Víctor,empiecesatenerentumujerunamadre,
unamadretuya.—Loquevoyaempezarahoraesaperdernoches…—Oaganarlas,Víctor,oaganarlas.—En fin, queno sé loquemepasa,ni loquenospasa.Yyopormí creoque
llegaríaaresignarme;peromiElena,mipobreElena…¡Pobrecita!—¿Ves?Yaempiezasacompadecerla.
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—Enfin,Augusto,¡quepiensesmuchoantesdecasarte!Ysesepararon.Augustoentróen sucasa llena la cabezadecuantohabíaoídoadonAvitoya
Víctor. A penas se acordaba ya ni de Eugenia ni de la hipoteca liberada, ni de lamozueladelaplanchadora.
CuandoalentrarencasasaliósaltandoarecibirleOrfeo,lecogió,letentóbienelgaznate, y apretándole el seno le dijo: «Cuidado con los huesos, Orfeo, muchocuidaditoconellos,¿eh?Noquieroqueteatragantesconuno;noquierovertemoriramisojossuplicándomevida.Yaves,Orfeo,donAvito,elpedagogo,sehaconvertidoa la religión de sus abuelos… ¡es la herencia!YVíctor no se resigna a ser padre.Aquelnoseconsueladehaberperdidoasuhijoyestenoseconsueladeiratenerlo.Y ¡qué ojos,Orfeo, qué ojos!Cómo le fulguraban cuandomedijo: “¡Quiere ustedcomprarme!, ¡quiere usted comprar no mi amor, que ese no se compra, sino micuerpo!¡Quédeseconmicasa!”¡Compraryosucuerpo…sucuerpo…!¡Simesobraelmío,Orfeo,mesobraelmío!Loqueyonecesitoesalma,alma,alma.Yunaalmade fuego, como la que irradia de los ojos de ella, de Eugenia. ¡Su cuerpo… sucuerpo… sí, su cuerpo esmagnífico, espléndido, divino; pero es que su cuerpo esalma,almapura, todoélvida, todoélsignificación, todoél idea!Amímesobraelcuerpo,Orfeo,mesobraelcuerpoporquemefaltaalma.O¿noesmásbienquemefaltaalmaporquemesobracuerpo?Yometocoelcuerpo,Orfeo,melopalpo,meloveo,pero¿elalma?,¿dóndeestámialma?,¿esquelatengo?Sólolasentíresollarunpococuando tuveaquí abrazada, sobremis rodillas, aRosario, a lapobreRosario;cuando ella lloraba y lloraba yo. Aquellas lágrimas no podían salir demi cuerpo;salíandemialma.Elalmaesunmanantialquesóloserevelaenlágrimas.Hastaqueselloradeverasnosesabesisetieneonoalma.Yahoravamosadormir,Orfeo,siesquenosdejan».
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Capítulo15
—Pero¿quéhashecho,chiquilla?—preguntódoñaErmelindaasusobrina.—¿Quéhehecho?Loqueusted, siesque tienevergüenza,habríahechoenmi
caso;estoydeellosegura.¡Querercomprarme!,¡querercomprarmeamí!—Mira,chiquilla,essiempremuchomejorquequierancomprarlaaunaquenoes
elquequieranvenderla,nolodudes.—¡Querercomprarme!,¡querercomprarmeamí!—Pero si no es eso, Eugenia, si no es eso. Lo ha hecho por generosidad, por
heroísmo…—Noquierohéroes.Esdecir,losqueprocuranserlo.Cuandoelheroísmoviene
por sí, naturalmente, ¡bueno!; pero ¿por cálculo? ¡Querer comprarme!, ¡querercomprarmeamí,amí!Ledigoausted,tía,quemelahadepagar.Melahadepagarese…
—¿Ese…qué?¡Vamos,acaba!—Ese…panolidesaborido.Yparamícomosinoexistiera.¡Comoquenoexiste!—Peroquétonteríasestásdiciendo…—¿Esquecreeustedtía,queesetío…?—¿Quién,Fermín?—No,ese…esedelcanario,¿tienealgodentro?—Tendráporlomenossusentrañas…—Pero ¿usted cree que tiene entrañas? ¡Quiá! ¡Si es hueco, como si lo viera,
hueco!—Pero ven acá, chiquilla, hablemos fríamente y no digas ni hagas tonterías.
Olvidaeso.Yocreoquedebesaceptarle…—Perosinolequiero,tía…—Ytú¿quésabesloqueesquerer?Carecesdeexperiencia.Túsabrásloquees
unafusaounacorchea,peroloqueesquerer…—Meparece,tía,queestáustedhablandoporhablar…—¿Quésabestúloqueesquerer,chiquilla?—Perosiquieroaotro…—¿Aotro?¿AeseganduldeMauricio,aquienselepaseaelalmaporelcuerpo?
¿A eso le llamas querer?, ¿a eso le llamas otro? Augusto es tu salvación y sóloAugusto.¡Tanfino,tanrico,tanbueno…!
—Pues por eso no le quiero, porque es tan bueno como usted dice… No megustanloshombresbuenos.
—Niamí,hija,niamí,pero…—¿Peroqué?—Quehayquecasarseconellos.Paraesohannacidoysonbuenos,paramaridos.
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—Perosinolequiero,¿cómohedecasarmeconél?—¿Cómo?¡Casándote!¿Nomecaséyocontutío…?—Pero,tía…—Sí,ahoracreoquesí,meparecequesí;perocuandomecasénosésilequería.
Mira,esodelamoresunacosadelibros,algoquesehainventadonomásqueparahablaryescribirdeello.Tonteríasdepoetas.Lopositivoeselmatrimonio.ElCódigocivil no habla del amor y sí del matrimonio. Todo eso del amor no es más quemúsica…
—¿Música?—Música,sí.Yyasabesquelamúsicaapenassirvesinoparavivirdeenseñarla,
yquesinoteaprovechasdeunaocasióncomoestaquesetepresentavasatardarensalirdetupurgatorio…
—Y¿qué?¿Lespidoyoaustedesalgo?¿Nomeganopormímivida?¿Lessoygravosa?
—No te sulfures así, polvorilla, ni digas esas cosas, porque vamos a reñir deveras.Nadietehabladeeso.Ytodoloquetedigoyaconsejoesportubien.
—Sí,pormibien…pormibien…Pormibienhahechoel señordonAugustoPérez esa hombrada, pormi bien… ¡Una hombrada, sí, una hombrada! ¡Querermecomprar…! ¡Quererme comprar a mí… a mí! ¡Una hombrada, lo dicho, unahombrada… una cosa de hombre! Los hombres, tía, ya lo voy viendo, son unosgroseros, unos brutos, carecen de delicadeza. No saben hacer ni un favor sinofender…
—¿Todos?—¡Todos,sítodos!Losquesondeverashombresseentiende.—¡Ah!—Sí, porque los otros, los que no son groseros y brutos y egoístas, no son
hombres.—Pues¿quéson?—¡Quéséyo…maricas!—¡Vayaunasteorías,chiquilla!—Enestacasahayquecontagiarse.—Peroesonoselohasoídonuncaatutío.—No,semehaocurridoamíobservandoaloshombres.—¿Tambiénatutío?—Mitíonoesunhombre…deesos.—Entoncesesunmarica,¿eh?,unmarica.¡Vamos,habla!—No, no, no, tampoco.Mi tío es…vamos…mi tío…Nome acostumbro del
todoaqueseaalgoasí…vamos…decarneyhueso.—Pues¿qué,quécreesdetutío?—Quenoesmásque…nosécómodecirlo…quenoesmásquemitío.Vamos,
asícomosinoexistiesedeverdad.
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—Esotecreerástú,chiquilla.Peroyotedigoquetutíoexiste,¡vayasiexiste!—Brutos,todosbrutos,brutostodos.¿NosabeustedloqueesebárbarodeMartín
RubioledijoalpobredonEmeterioalospocosdíasdequedarseesteviudo?—Noloheoído,creo.—Puesveráusted;fuecuandolaepidemiaaquella,yasabeusted.Todoelmundo
estabaalarmadísimo,amínomedejaronustedessalirdecasaenunaporcióndedíasy hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía aalguiendelutorecienteeracomosiestuvieseapestado.Puesbien;aloscincooseisdíasdehaber enviudado el pobredonEmeterio tuvoque salir de casa, de lutoporsupuesto,yseencontródemanosabocaconesebárbarodeMartín.Este,alverledeluto, semantuvoaciertaprudentedistanciadeél, como temiendoelcontagio,y ledijo:«Pero,hombre,¿quéeseso?,¿algunadesgraciaentucasa?».«Sí—lecontestóelpobredonEmeterio—,acabodeperderamipobremujer…».«¡Lástima!Y¿cómo,cómohasidoeso?».«Desobreparto»,ledijodonEmeterio.«¡Ah,menosmal!»—lecontestóelbárbarodeMartín,yentoncesseleacercóadarlelamano.¡Habrásevistocaballeríamayor…!¡Unahombrada!Ledigoaustedquesonunosbrutos,nadamásqueunosbrutos.
—Yesmejorqueseanunosbrutosquenounosholgazanes,como,porejemplo,esezanguangodeMauricio,quetetiene,yonoséporqué,sorbidoelseso…Porquesegúnmisinformes,ysondebuenatinta,teloaseguro,malditosielmuybausánestádeverasenamoradodeti…
—¡Peroloestoyyodeélybasta!—Y¿teparecequeese…tunovioquierodecir…esdeverashombre?Sifuese
hombre,hacetiempoquehabríabuscadosalidaytrabajo.—Pues si no es hombre, quiero yo hacerle tal. Es verdad, tiene el defecto que
usted dice, tía, pero acaso es por eso por lo que le quiero.Y ahora, después de lahombradadedonAugusto…¡querermecompraramí,amí!…despuésdeesoestoydecididaajugarmeeltodoporeltodocasándomeconMauricio.
—Y¿dequévaisavivir,desgraciada?—¡De lo que yo gane! Trabajaré, ymás que ahora.Aceptaré lecciones que he
rechazado. Así como así, he renunciado ya a esa casa, se la he regalado a donAugusto.Erauncapricho,nadamásqueuncapricho.Eslacasaenquenací.Yahora,libreyadeesapesadillade lacasaydesuhipoteca,mepondréa trabajarconmásahínco. Y Mauricio, viéndome trabajar para los dos, no tendrá más remedio quebuscartrabajoytrabajarél.Esdecir,sitienevergüenza…
—¿Ysinolatiene?—Puessinolatiene…¡dependerádemí!—Sí,¡elmaridodelapianista!—Yaunqueasísea.Serámío,mío,ycuantomásdemídependa,másmío.—Sí,tuyo…perocomopuedeserlounperro.Yesosellamacomprarunhombre.
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—¿Nohaqueridounhombre,consucapital,comprarme?Pues¿quédeextrañotienequeyo,unamujer,quiera,conmitrabajo,comprarunhombre?
—Todoestoqueestásdiciendo,chiquilla,separecemuchoaesoquetutíollamafeminismo.
—No sé, ni me importa saberlo. Pero le digo a usted, tía, que todavía no hanacidoelhombrequemepuedacompraramí.¿Amí?,¿amí?,¿comprarmeamí?
En este punto de la conversación entró la criada a anunciar que don Augustoesperabaalaseñora.
—¿Él?¡Vete!Yonoquieroverle.Dilequelehedichoyamiúltimapalabra.—Reflexiona un poco, chiquilla, cálmate; no lo tomes así. Tú no has sabido
interpretarlasintencionesdedonAugusto.CuandoAugusto se encontró antedoñaErmelinda empezó adarle sus excusas.
Estaba,segúndecía,profundamenteafectado;Eugenianohabíasabidointerpretarsusverdaderasintenciones.Él,porsuparte,habíacanceladoformalmentelahipotecadelacasayestaaparecíalegalmentelibredesemejantecargayenpoderdesudueña.Ysiellaseobstinabaennorecibirlasrentas,él,porsuparte,tampocopodíahacerlo;demanera que aquello se perdería sin provecho para nadie, o mejor dicho, iríadepositándoseanombredesudueña.Además,élrenunciabaasuspretensionesalamano de Eugenia y sólo quería que esta fuese feliz; hasta se hallaba dispuesto abuscarunabuenacolocaciónaMauricioparaquenotuviesequevivirdelasrentasdesumujer.
—¡Tieneusteduncorazóndeoro!—exclamódoñaErmelinda.—Ahora sólo falta, señora, que convenza a su sobrina de cuáles han sidomis
verdaderasintenciones,yquesilodedeshipotecarlacasafueunaimpertinenciamelaperdone.Peromeparecequenoescosayadevolveratrás.Siellaquiereseréyopadrinodelaboda.Yluegoemprenderéunlargoylejanoviaje.
DoñaErmelindallamóalacriada,alaquedijoquellamaseaEugenia,puesdonAugustodeseabahablarconella.«Laseñoritaacabadesalir»,contestólacriada.
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Capítulo16
—Eresimposible,Mauricio—ledecíaEugeniaasunovio,enelcuchitrilaqueldelaportería—,completamenteimposible,ysisiguesasí,sinosacudesesapachorra,sinohaces algo para buscarte una colocación y que podamos casarnos, soy capaz decualquierdisparate.
—¿Dequédisparate?Vamos,di,rica—yleacariciabaelcuelloensortijándoseenunodesusdedosunrizodelanucadelamuchacha.
—Mira,siquieres,noscasamosasíyyoseguirétrabajando…paralosdos.—Pero¿yquédirándemí,mujer,siaceptosemejantecosa?—¿Yamíquémeimportaloquedetidigan?—¡Hombre,hombre,esoesgrave!—Sí, a mí no me importa eso; lo que yo quiero es que esto se acabe cuanto
antes…—¿Tanmalnosva?—Sí,nosvamal,muymal.Ysinotedecidessoycapazde…—¿Dequé,vamos?—DeaceptarelsacrificiodedonAugusto.—¿Decasarteconél?—¡No,esonunca!Derecobrarmifinca.—Pues¡hazlo,rica,hazlo!Siesaeslasoluciónynootra…—Yteatreves…—¡Puesnohedeatreverme!EsepobredonAugustomepareceamíquenoanda
biendelacabeza,ypueshatenidoesecapricho,nocreoquedebemosmolestarle…—Demodoquetú…—Pues¡claroestá,rica,claroestá!—Hombre,alfinyalcabo.—Notantocomotúquisieras,segúnteexplicas.Perovenacá…—Vamos,déjame,Mauricio;yatehedichocienvecesquenoseas…—Quenoseacariñoso…—¡No, queno seas…bruto!Estáte quieto.Y si quieresmás confianzas sacude
esapereza,buscadeveras trabajo,y lodemásya lo sabes.Conque, aver si tienesjuicio,¿eh?Miraqueyaotraveztediunabofetada.
—¡Yquébienquemesupo!¡Andarica,dameotra!Mira,aquítienesmicara…—Nolodigasmucho…—¡Anda,vamos!—No,noquierodarteesegusto.—¿Niotro?
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—Tehedichoquenoseasbruto.Yterepitoquesinotedasprisaabuscartrabajosoycapazdeaceptareso.
—Puesbien,Eugenia,¿quieresquetehableconelcorazónenlamano,laverdad,todalaverdad?
—¡Habla!—Yotequieromucho,peromucho,estoycompletamentechaladoporti,peroeso
delmatrimoniomeasusta,medaunmiedoatroz.Yonacíharagánportemperamento,no te lo niego; lo quemásmemolesta es tener que trabajar, y preveo que si noscasamos,ycomosupongoquetúquerrásquetengamoshijos…
—¡Puesnofaltabamás!—Voyatenerquetrabajar,ydefirme,porquelavidaescara.Yesodeaceptarel
que seas tú la que trabaje, ¡eso, nunca, nunca, nunca! Mauricio Blanco Clará nopuedevivirdel trabajodeunamujer.Perohayacasounasoluciónquesin teneryoquetrabajarnitúsearregletodo…
—Aver,aver…—Pues…¿meprometes,chiquilla,noincomodarte?—¡Anda,habla!—Portodoloqueyoséyloqueteheoído,esepobredonAugustoesunpanoli,
unpobrediablo;vamos,un…—¡Anda,sigue!—Peronotemeincomodarás.—¡Quesigastehedicho!—Es,pues,comoveníadiciéndote,un…predestinado.Yacasolomejorseano
sóloqueaceptesesodetucasa,sinoque…—Vamos,¿qué?—Queleaceptesaélpormarido.—¿Eh?—ysepusoellaenpie.—Leaceptas,ycomoesunpobrehombre,pues…todosearregla…—¿Cómoquesearreglatodo?—Sí,élpaga,ynosotros…—Nosotros…¿qué?—Puesnosotros…—¡Basta!Y se salió Eugenia, con los ojos hechos un incendio y diciéndose: «Pero ¡qué
brutos,québrutos!Jamáslohubieracreído…¡Québrutos!».Yalllegarasucasaseencerróensucuartoyrompióallorar.Ytuvoqueacostarsepresadeunafiebre.
Mauriciosequedóunbreveratocomosuspenso;masprontoserepuso,encendióuncigarrillo,salióalacalleyleechóunpiropoalaprimeramozadegarboquepasóasulado.Yaquellanochehablaba,conunamigo,dedonJuanTenorio.
—Amíesetíonoacabadeconvencerme—decíaMauricio—;esonoesmásqueteatro.
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—¡Yquelodigastú,Mauricio,quepasasporunTenorio,porunseductor!—¿Seductor?,¿seductoryo?¡Quécosasseinventan,Rogelio!—¿Ylodelapianista?—¡Bah!¿Quieresquetedigalaverdad,Rogelio?—¡Venga!—Pues bien; de cada cien líos,más omenos honrados, y ese a que aludías es
honradísimo, ¡eh!, de cada cien líos entre hombre y mujer, en más de noventa laseductoraesellayelseducidoesél.
—Puesqué,¿menegarásquehasconquistadoalapianista,alaEugenia?—Sí, te lo niego; no soy yo quien la ha conquistado, sino ella quien me ha
conquistadoamí.—¡Seductor!—Comoquieras…Esella,ella.Nosuperesistirme.—Paraelcasoesigual…—Peromeparecequeesosevaaacabaryvoyaencontrarmeotravezlibre.Libre
de ella, claro, porqueno respondodequemeconquisteotra. ¡Soy tandébil!Si yohubieranacidomujer…
—Bueno,¿ycómosevaaacabar?—Porque…pues,¡porquehemetidolapata!Quisequesiguiéramos,esdecir,que
empezáramos las relaciones, ¿entiendes?, sin compromiso ni consecuencias… y,¡claro!,meparecequemevaadarsoleta.Esamujerqueríaabsorberme.
—¡Yteabsorberá!—¡Quiénsabe…!¡Soytandébil!Yonacíparaqueunamujermemantenga,pero
condignidad,¿sabes?,ysino,¡nada!—Y¿aquéllamasdignidad?,¿puedesaberse?—¡Hombre,esonosepregunta!Haycosasquenopuedendefinirse.—¡Esverdad!—contestóconprofundaconvicciónRogelio,añadiendo—:Ysila
pianistatedeja,¿quévasahacer?—Pues quedar vacante. Y a ver si alguna otra me conquista. ¡He sido ya
conquistadotantasveces…!Peroesta,conesodenoceder,demantenersesiempreahonestadistancia,deserhonrada,enfin,porquecomohonradaloeshastadondelaquemás, con todoesome teníachaladito,perodel todochaladito.Habríaacabadoporhacerdemíloquehubiesequerido.Yahora,simedeja,losentiré,ymucho,peromeverélibre.
—¿Libre?—Libre,sí,paraotra.—Yocreoqueharéislaspaces…—¡Quiénsabe!…Perolodudo,porquetieneungeniecito…Yhoylaofendí,la
verdad,laofendí.
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Capítulo17
—¿Te acuerdas, Augusto—le decía Víctor—, de aquel don Eloíno Rodríguez deAlburquerqueyÁlvarezdeCastro?
—¿Aquel empleado de Hacienda tan aficionado a correrla, sobre todo de lobaratito?
—Elmismo.Puesbien…¡sehacasado!—¡Valientecarcamalsellevalaquehayacargadoconél!—Pero loestupendoes sumaneradecasarse.Entérateyvé tomandonotas.Ya
sabrásquedonEloínoRodríguezdeAlburquerqueyÁlvarezdeCastro,apesardesus apellidos, apenas si tiene sobre qué caerse muerto ni más que su sueldo enHacienda,yqueestá,además,completamenteaveriadodesalud.
—Talvidahallevado.—Pueselpobrepadeceunaafeccióncardiacadelaquenopuederecobrarse.Sus
díasestáncontados.Acabadesalirdeunachuchóngravísimo,quelehapuestoalaspuertasdelamuerteylehallevadoalmatrimonio,peroaotro…revienta.Eselcasoqueelpobrehombreandabadecasaencasadehuéspedesydetodaspartesteníaquesalir,porqueporcuatropesetasnopuedenpedirsegolleríasnicanguingosenmojodegatoyéleramuyexigente.Ynodeltodolimpio.Yasírodandodecasaencasafueadaraladeunavenerablepatrona,yentradaenaños,mayorqueélque,comosabes,máscercaandadelossesentaquedeloscincuenta,yviudadosveces;laprimera,deuncarpinteroquesesuicidótirándosedeunandamioalacalle,yaquienrecuerdaamenudocomosuRogelio,ylasegunda,deunsargentodecarabinerosqueledejóalmoriruncapitalitoqueledaunapesetaaldía.YheteaquíquehallándoseencasadeestaseñoraviudadamidonEloínoenponersemalo,muymalo,tanmaloquelacosaparecía sin remedio y que semoría. Llamaron primero a que le viera don José, yluegoadonValentín.Yelhombre, ¡amorir!Ysuenfermedadpedía tantosy talescuidados, y a las veces no del todo aseados, quemonopolizaba a la patrona, y losotros huéspedes empezaban ya a amenazar con marcharse. Y don Eloíno, que nopodíapagarmuchomás,yladobleviudadiciéndolequenopodíatenerlemásensucasa,puesleestabaperjudicandoelnegocio.«Pero¡porDios,señora,porcaridad!—parece que le decía él—. ¿Adónde voy yo en este estado, en qué otra casa van arecibirme? Si ustedme echa tendré que ir amorirme al hospital… ¡PorDios, porcaridad!, ¡para losdíasquehedevivir…!».Porqueélestabaconvencidodequesemoría ymuy pronto. Pero ella, por su parte, lo que es natural, que su casa no erahospital,quevivíadesunegocioyqueseestabayaperjudicando.CuandoenestoaunodeloscompañerosdeoficinadedonEloínoseleocurreunaideasalvadora,yfuequeledijo:«Ustednotiene,donEloíno,sinounmediodequeestabuenaseñoraseavengaatenerleensucasamientrasviva».«¿Cuál?»,preguntóél.«Primero—ledijo
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elamigo—sepamosloqueustedsecreedesuenfermedad».«Ah,puesyo,quehededurarpoco,muypoco;acasonolleguenavermeconvidamishermanos».«¿Tanmalse cree usted?». «Me siento morir…». «Pues si así es, le queda un medio deconseguirqueestabuenamujernolepongadepatitasenlacalle,obligándoleairseal hospital». «Y ¿cuál es?». «Casarse con ella». «¿Casarme con ella?, ¿con lapatrona?¿Quién,yo?¡UnRodríguezdeAlburquerqueyÁlvarezdeCastro!¡Hombre,noestoyparabromas!».Yparecequelaocurrencialehizounefectotalqueapocosequedaenella.
—Ynoesparamenos.—Pero el amigo, así que él se repuso de la primera sorpresa, le hizo ver que
casándosecon lapatrona ledejaba trecedurosmensualesdeviudedad,quedeotromodonoaprovecharíanadieyseiríanalEstado.Yavestú…
—Sí,sédemásdeuno,amigoVíctor,quesehacasadonadamasqueparaqueelEstadonoseahorraseunaviudedad.¡Esoescivismo!
—PerosidonEloíno rechazó indignado talproposición, figúrate loquediría lapatrona:«¿Yo?¿Casarmeyo,amisaños,yporterceravez,conesecarcamal?¡Quéasco!».Peroseinformódelmédico,leaseguraronquenolequedabanadonEloínosinomuypocosdíasdevida,ydiciendo:«Laverdadesque trecedurosalmesmearreglan», acabó aceptándolo. Y entonces se le llamó al párroco, al bueno de donMatías,varónapostólico,comosabes,paraqueacabasedeconvenceraldesahuciado.«Sí,sí,sí—dijodonMatías—;sí,¡pobrecito!,¡pobrecito!».Yleconvenció.LlamóluegodonEloíno aCorreíta y dicen que le dijo que quería reconciliarse con él—estaban reñidos—, y que fuese testigo de su boda. «Pero ¿se casa usted, donEloíno?». «Sí, Correíta, sí, ¡me caso con la patrona!, ¡con doña Sinfo!; ¡yo, unRodríguezdeAlburquerqueyÁlvarezdeCastro, figúrate!Yoporquemecuide lospocos días de vida queme queden… no sé si llegaránmis hermanos a tiempo deverme vivo… y ella por los trece duros de viudedad que le dejo».Y cuentan quecuandoCorreítase fueasucasayse locontó todo,comoesnatural,asumujer,aEmilia,estaexclamó:«Pero¡túeresunmajadero,Pepe!¿PorquénoledijistequesecasaseconEncarna—Encarnaciónesunacriada,nijovenniguapa,quellevóEmiliacomo de dote a su matrimonio—, que le habría cuidado por los trece duros deviudedad tan bien como esa tía?».Y es famaque laEncarna añadió: «Tiene ustedrazón, señorita; también yo me hubiera casado con él y le habría cuidado lo queviviese,quenoserámucho,portreceduros».
—Perotodoeso,Víctor,pareceinventado.—Pues no lo es. Hay cosas que no se inventan. Y aún falta lo mejor. Y me
contaba donValentín, que es después de don José quien ha estado tratando a donEloíno,quealirundíaaverleyencontrarsecondonMatíasrevestido,creyóqueeraparadarlelaExtremaunciónalenfermo,yledicenqueestabacasándole.Yalvolvermástardeleacompañóhastalapuerta lareciéncasadapatrona,¡porterceravez!,ycon voz compungida y ansiosa le preguntaba: «Pero, diga usted, don Valentín,
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¿vivirá?, ¿vivirá todavía?». «No, señora, no; es cuestión de díás…». «Se morirápronto,¿eh?».«Sí,muypronto».«Pero¿deverassemorirá?».
—¡Quéenormidad!—Ynoestodo.DonValentínordenóquenoselediesealenfermomásqueleche,
ydeestapoquitadecadavez,perodoñaSinfodecíaaotrohuésped:«¡Quiá!,¡yoledoydetodoloquemepida!¡Aquéquitarlesusgustossihadevivirtanpoco…!».Yluegoordenóqueledieseunasayudas,yelladecía:«¿Unasayudas?¡Uf,quéasco!¿Aesetíocarcamal?¡Yo,no,yono!¡Sihubiesesidoaalgunodelosotrosdos,alosque quería, con los queme casé pormi gusto! Pero ¿a este?, ¿unas ayudas? ¿Yo?¡Comono…!».
—¡Todoestoesfantástico!—No,eshistórico.YllegaronunoshermanosdedonEloíno,hermanoyhermana,
y él decía abrumado por la desgracia: «¡Casarse mi hermano, mi hermano, unRodríguez de Alburquerque y Álvarez de Castro, con la patrona de la calle dePellejeros!,¡mihermano,hijodeunpresidentequefuedelaAudienciadeZaragoza,deZa-ra-go-za, con una…doñaSinfo!».Estaba aterrado.Y la viuda del suicida yreciéncasadaconeldesahuciadosedecía:«Yahoraveráusted,comosiloviera,¡conestodequesomoscuñadosseiránsinpagarmeelpupilaje,cuandoyovivodeesto!».Yparecequelepagaron,sí,elpupilaje,yselopagóelmarido,perosellevaronunbastóndepuñodeoroqueéltenía.
—¿Ymurió?—Sí, bastante después.Mejoró,mejoró bastante.Y ella, la patrona, decía: «De
estotienelaculpaesedonValentín,quelehaentendidolaenfermedad…Mejorerael otro, don José, que no se la entendía. Si sólo le hubiese tratado él, ya estaríamuerto,ynoqueahoramevaafastidiar».Ella,doñaSinfo,tiene,ademásdeloshijosdelprimermarido,unahijadelsegundo,delcarabinero,yapocodehabersecasadoledecíadonEloíno:«Ven,venacá;ven,venquetedéunbeso,queyasoytupadre,eres hija mía…». «Hija, no —decía la madre—, ¡ahijada!». «¡Hijastra, señora,hijastra!Ven acá… os dejo bien…».Y es fama que lamadre refunfuñaba: «¡Y elsinvergüenzanolohacíamásqueparasobarla…!¡Habrásevisto…!».Yluegovino,como es natural, la ruptura. «Esto fue un engaño, nada más que un engaño, donEloíno,porquesimecaséconustedfueporquemeaseguraronqueustedsemoríaymuy pronto, que si no… ¡pa chasco! Me han engañado, me han engañado».«Tambiénamímehanengañado,señora.Y¿quéqueríaustedquehubieseyohecho?¿Morirmepordarlegusto?».«Esoeraloconvenido».«Yamemoriré,señora,yamemoriré… y antes que quisiera. ¡Un Rodríguez de Alburquerque y Álvarez deCastro!».
Yriñeronporcuestióndeunoscuartosmásomenosdepupilaje,yacabóellaporecharledecasa.«¡Adiós,donEloíno,quelevayaaustedbien!».«QuedeustedconDios,doñaSinfo».Yal fin sehamuertoel tercermaridodeesta señoradejándola2,15pesetasdiarias,yademáslehandado500paralutos.Porsupuesto,quenolasha
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empleadoentaleslutos.Alomáslehasacadounpardemisas,porremordimientoyporgratitudalostrecedurosdeviudedad.
—Pero¡quécosas,Diosmío!—Cosasquenoseinventan,quenoesposibleinventar.Ahoraestoyrecogiendo
másdatosdeestatragicomedia,deestafarsafúnebre.Penséprimerohacerdeellounsainete;peroconsiderándolomejorhedecididometerlodecualquiermanera,comoCervantesmetióensuQuijoteaquellasnovelasqueenélfiguran,enunanovelaqueestoy escribiendo para desquitarme de los quebraderos de cabeza que me da elembarazodemimujer.
—Pero¿tehasmetidoaescribirunanovela?—¿Yquéquieresquehiciese?—¿Ycuálessuargumento,sisepuedesaber?—Mi novela no tiene argumento, omejor dicho, será el que vaya saliendo. El
argumentosehaceélsolo.—¿Ycómoeseso?—Puesmira,undíadeestosquenosabíabienquéplacer,perosentíaansiade
haceralgo,unacomezónmuy íntima,unescarabajeode la fantasía,medije:voyaescribirunanovela,perovoyaescribirlacomosevive,sinsaberloquevendrá.Mesenté,cogíunascuartillasyempecé loprimeroquesemeocurrió,sinsaber loqueseguiría, sin plan alguno. Mis personajes se irán haciendo según obren y hablen,sobretodosegúnhablen;sucarácterseiráformandopocoapoco.Yalasvecessucarácterseráeldenotenerlo.
—Sí,comoelmío.—Nosé.Elloirásaliendo.Yomedejollevar.—¿Yhaypsicología?,¿descripciones?—Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes
hablen,quehablenmucho,aunquenodigannada.—EsotelohabráinsinuadoElena,¿eh?—¿Porqué?—Porqueunavezquemepidióunanovelaparamatareltiempo,recuerdoqueme
dijoquetuviesemuchodiálogoymuycortado.—Sí, cuandoenunaque lee se encuentra con largasdescripciones, sermoneso
relatos,lossaltadiciendo:¡paja!,¡paja!,¡paja!Paraellasóloeldiálogonoespaja.Yyavestú,puedemuybienrepartirseunsermónenundiálogo…
—¿Yporquéseráesto?…—Pues porque a la gente le gusta la conversación por la conversaciónmisma,
aunquenodiganada.Hayquiennoresisteundiscursodemediahorayseestátreshorascharlandoenuncafé.Eselencantode laconversación,dehablarporhablar,delhablarrotoeinterrumpido.
—Tambiénamíeltonodediscursomecarga…
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—Sí, es la complacenciadelhombreenelhabla,y enelhablaviva…Ysobretodo que parezca que el autor no dice las cosas por sí, no nos molesta con supersonalidad, con su yo satánico. Aunque, por supuesto, todo lo que digan mispersonajeslodigoyo…
—Esohastaciertopunto…—¿Cómohastaciertopunto?—Sí,queempezaráscreyendoquelosllevastú,detumano,yesfácilqueacabes
convenciéndote de que son ellos los que te llevan.Esmuy frecuente que un autoracabeporserjuguetedesusficciones…
—Tal vez, pero el caso es que en esa novela piensometer todo lo que semeocurra,seacomofuere.
—Puesacabaránosiendonovela.—No,será…será…nivola.—Y¿quéeseso,quéesnivola?—Pues leheoídocontar aManuelMachado, elpoeta, elhermanodeAntonio,
queunavez le llevóadonEduardoBenoit, para leérselo, un sonetoque estaba enalejandrinosoennoséquéotraformaheterodoxa.SeloleyóydonEduardoledijo:«Pero ¡eso no es soneto!…». «No, señor—le contestóMachado—, no es soneto,es… sonite». Pues así con mi novela, no va a ser novela, sino… ¿cómo dije?,navilo…nebulo,no,no,nivola,esoes,¡nivola!Asínadietendráderechoadecirquederoga las leyesdesugénero…Inventoelgénero,e inventarungéneronoesmásquedarleunnombrenuevo,yledoylasleyesquemeplace.¡Ymuchodiálogo!
—¿Ycuandounpersonajesequedasolo?—Entonces… un monólogo. Y para que parezca algo así como un diálogo
inventounperroaquienelpersonajesedirige.—¿Sabes,Víctor,quesemeantojaquemeestásinventando?…—¡Puedeser!Alsepararseunodeotro,VíctoryAugusto,ibadiciéndoseeste:«Yestamivida,
¿esnovela,esnivolaoquées?Todoestoquemepasayquelespasaalosquemerodean,¿esrealidadoesficción?¿NoesacasotodoestounsueñodeDiosodequiensea,quesedesvaneceráencuantoÉldespierte,yporesolerezamosyelevamosaÉlcánticosehimnos,paraadormecerle,paraacunarsusueño?¿NoesacasolaliturgiadetodaslasreligionesunmododebrezarelsueñodeDiosyquenodespierteydejedesoñarnos?¡Ay,miEugenia!,¡miEugenia!YmiRosarito…».
—¡Hola,Orfeo!Orfeo le había salido al encuentro, brincaba, le quería trepar piernas arriba.
Cogióleyelanimalitoempezóalamerlelamano.—Señorito—ledijoLiduvina—,ahíleaguardaRosaritoconlaplancha.—¿Ycómonoladespachastetú?—Quéséyo…Ledijequeelseñoritonopodíatardar,quesiqueríaaguardarse…—Peropodíashaberledespachadocomootrasveces…
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—Sí,pero…enfin,ustedmeentiende…—¡Liduvina!¡Liduvina!—Esmejorqueladespacheustedmismo.—Voyallá.
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Capítulo18
—¡Hola,Rosarito!—exclamóAugustoapenaslavio.—Buenastardes,donAugusto—ylavozdelamuchachaeraserenayclarayno
menosclarayserenasumirada.—¿CómonohasdespachadoconLiduvinacomootrasvecesenqueyonoestoy
encasacuandollegas?—¡Nosé!Medijoquemeesperase.Creíquequerríausteddecirmealgo…«Pero ¿esto es ingenuidad o qué es?», pensóAugusto y se quedó unmomento
suspenso.Hubouninstanteembarazoso,preñadodeuninquietosilencio.—Lo que quiero, Rosario, es que olvides lo del otro día, que no vuelvas a
acordartedeello,¿entiendes?—Bueno,comoustedquiera…—Sí,aquellofueunalocura…unalocura…nosabíabienloquemehacíanilo
quedecía…comonoloséahora…—eibaacercándosealachica.Estaleesperabatranquilamenteycomoresignada.Augustosesentóenunsofá,la
llamó: ¡ven acá!, la dijo que se sentara, como la otra vez sobre sus rodillas, y laestuvounbuenratomirandoalosojos.Ellaresistiótranquilamenteaquellamirada,perotemblabatodaellacomolahojadeunchopo.
—¿Tiemblas,chiquilla…?—¿Yo?Yono.Meparecequeesusted…—Notiembles,cálmate.—Novuelvaahacermellorar…—Vamos,sí,quequieresquetevuelvaahacerllorar.Di,¿tienesnovio?—Peroquépreguntas…—Dímelo,¿letienes?—¡Novio…así,novio…no!—Pero¿esquenosetehadirigidotodavíaningúnmozodetuedad?—Yaveusted,donAugusto…—¿Yquélehasdicho?—Haycosasquenosedicen…—Esverdad.Yvamos,di,¿osqueréis?—Pero,¡porDios,donAugusto…!—Mira,siesquevasallorartedejo.LachicaapoyólacabezaenelpechodeAugusto,ocultándoloenél,yrompióa
llorarprocurandoahogarsussollozos.«Estachiquillasemevaadesmayar»,pensóélmientrasleacariciabalacabellera.
—¡Cálmate!,¡cálmate!
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—¿Yaquellamujer…?—preguntóRosario sin levantar la cabezay tragándosesussollozos.
—Ah, ¿te acuerdas? Pues aquella mujer ha acabado por rechazarme del todo.Nuncalagané,peroahoralaheperdidodeltodo,¡deltodo!
Lachicalevantólafrenteylemirócaraacara,comoparaversidecíalaverdad.—Esquemequiereengañar…—susurró.—¿Cómoquetequieroengañar?Ah,ya,ya.Conqueesastenemos,¿eh?Pues¿no
dicesqueteníasnovio?—Yonohedichonada…—¡Calma!,¡calma!—yponiéndolajuntoasíenelsofáselevantóélyempezóa
pasearseporlaestancia.Pero al volver la vista a ella vio que la pobre muchacha estaba demudada y
temblorosa.Comprendió que se encontraba sin amparo, que así, sola frente a él, aciertadistancia,sentadaenaquelsofácomounreoanteelfiscal,sentíasedesfallecer.
—¡Esverdad!—exclamó—;estamosmásprotegidoscuantomáscerca.Volvióasentarse,volvióasentarlasobresí,laciñóconsusbrazosylaapretóasu
pecho.Lapobrecillaleechóunbrazosobreelhombro,comoparaapoyarseenél,yvolvióaocultar sucaraenel senodeAugusto.Yallí, comooyeseelmartilleodelcorazóndeeste,sealarmó.
—¿Estáustedmalo,donAugusto?—¿Yquiénestábueno?—¿Quiereustedquellameparaqueletraiganalgo?—No, no, déjalo. Yo sé cuál es mi enfermedad. Y lo que me hace falta es
emprenderunviaje.—Ydespuésdeunsilencio—:¿Meacompañarásenél?—¡DonAugusto!—¡Dejaeldon!¿Meacompañarás?—Comoustedquiera…UnanieblainvadiólamentedeAugusto;lasangreempezóalatirleenlassienes,
sintióunaopresiónenelpecho.YparalibertarsedeelloempezóabesaraRosaritoenlosojos,quelosteníaquecerrar.Deprontoselevantóydijodejándola:
—¡Déjame!,¡déjame!,¡tengomiedo!—¿Miedodequé?Larepentinaserenidaddelamozuelaleasustómásaún.—Tengomiedo,nosédequién,deti,demí;¡deloquesea!,¡deLiduvina!Mira,
vete,vete,perovolverás,¿noeseso?,¿volverás?—Cuandoustedquiera.—Ymeacompañarásenmiviaje,¿noesasí?—Comoustedmande…—¡Vete,veteahora!—Yaquellamujer…
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AbalanzóseAugustoalachica,quesehabíayapuestoenpie,lacogió,laapretócontrasupecho,juntósuslabiossecosaloslabiosdeellayasí,sinbesarla,seestuvounratoapretandobocaabocamientrassacudíasucabeza.Yluegosoltándola:¡anda,vete!
Rosario se salió. Y apenas se había salido fue Augusto, y cansado como siacabasederecorrerapieleguasporentremontañasseechósobresucama,apagólaluz,ysequedómonologando:
«La he estado mintiendo y he estado mintiéndome. ¡Siempre es así! Todo esfantasíaynohaymásquefantasía.Elhombreencuantohablamiente,yencuantosehablaasímismo,esdecir,encuantopiensasabiendoquepiensa,semiente.Nohaymásverdadquelavidafisiológica.Lapalabra,esteproductosocial,sehahechoparamentir.Leheoídoanuestrofilósofoquelaverdades,comolapalabra,unproductosocial,loquecreentodos,ycreyéndoloseentienden.Loqueesproductosocialeslamentira…».
Al sentir unos lametones en lamano exclamó: «Ah, ¿ya estás aquí,Orfeo?Túcomo no hablas nomientes, y hasta creo que no te equivocas, que no temientes.Aunque,comoanimaldomésticoqueeres,algosetehabrápegadodelhombre…Nohacemos más que mentir y darnos importancia. La palabra se hizo para exagerarnuestras sensaciones e impresiones todas… acaso para creerlas. La palabra y todogénero de expresión convencional, como el beso y el abrazo… No hacemos sinorepresentarcadaunosupapel.¡Todospersonas,todoscaretas,todoscómicos!Nadiesufrenigozaloquediceyexpresayacasocreequegozaysufre;sino,nosepodríavivir.Enelfondoestamostantranquilos.Comoyoahoraaquí,representandoasolasmicomedia,hechoactoryespectadoralavez.Nomatamásqueeldolorfísico.Laúnicaverdadeselhombrefisiológico,elquenohabla,elquenomiente…».
Oyóungolpecitoalapuerta.—¿Quéhay?—¿Esquenovaustedacenarhoy?—preguntóLiduvina.—Esverdad;espera,queallávoy.«Y luegodormiréhoy,como losotrosdías,ydormiráella. ¿DormiráRosarito?
¿No habré turbado la tranquilidad de su espíritu? Y esa naturalidad suya, ¿esinocenciao esmalicia?Pero acasonohaynadamásmaliciosoque la inocencia, obien,más inocenteque lamalicia.Sí,sí,yamesuponíayoqueenel fondonohaynadamás…más…¿cómolodiré?…máscínicoquelainocencia.Sí,esatranquilidadconquesemeentregaba,esoquehizomeentraramiedo,miedo,nosébiendequé,eso no era sino inocencia. Y lo de: “¿Y aquella mujer?”, celos, ¿eh?, ¿celos?Probablemente no nace el amor sino al nacer los celos; son los celos los que nosrevelanelamor.Pormuyenamoradaqueestéunamujerdeunhombre,ounhombredeunamujer,nosedancuentadequeloestán,nosedicenasímismosqueloestán,esdecir,noseenamorandeverassinocuandoélvequeellamiraaotrohombreoellaleveaélmiraraotramujer.Sinohubiesemásqueunsolohombreyunasolamujer
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en el mundo, sin más sociedad, sería imposible que se enamorasen uno de otro.Además de que hace siempre falta la tercera, la Celestina, y la Celestina es lasociedad.¡ElGranGaleoto!¡Yquébienestáeso!¡Sí,elGranGaleoto!Aunquesólofuese por el lenguaje. Y por esto es todo eso del amor una mentira más. ¿Y elfisiológico?¡Bah,esofisiológiconoesamornicosaquelovalga!¡Poresoesverdad!Pero…vamos,Orfeo,vamosacenar.¡Estosíqueesverdad!».
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Capítulo19
A los dos días de esto anunciáronle a Augusto que una señora deseaba verle yhablarle. Salió a recibirla y se encontró con doña Ermelinda, que al: «¿usted poraquí?»deAugusto,contestóconun:«¡comonohaqueridovolveravernos…!».
—Ustedcomprende,señora—contestóAugusto—,quedespuésdeloquemehapasadoensucasalasdosúltimasvecesqueheido,launaconEugeniaasolasylaotracuandonoquisoverme,nodebíavolver.Yomeatengoa lohechoy lodicho,peronopuedovolverporallí…
—PuestraigounamisiónparausteddepartedeEugenia…—¿Deella?—Sí,deella.Yonoséquéhapodidoocurrirleconelnovio,peronoquiereoír
hablardeél, estácontraél furiosa,yelotrodía, alvolveracasa, seencerróen sucuartoysenegóacenar.Tenía losojosencendidosdehaber llorado,peroconesaslágrimasqueescaldan,¿sabeusted?,lasderabia…
—¡Ah!,pero¿esquehaydiferentesclasesdelágrimas?—Naturalmente; hay lágrimas que refrescan y desahogan y lágrimas que
enciendenysofocanmás.Habíalloradoynoquisocenar.Ymeestuvorepitiendosuestribillo de que los hombres son ustedes todos unos brutos y nadamás que unosbrutos.Yhaestadoestosdíasdemorro,conunhumordetodoslosdiablos.Hastaqueayermellamó,medijoqueestabaarrepentidadecuantolehabíadichoausted,quese excedió y fue con usted injusta, que reconoce la rectitud y nobleza de lasintencionesdeustedyquequierenoyaqueustedleperdoneaquelloqueledijodequelaqueríacomprar,sinoquenocreesemejantecosa.Esenestoenloquehizomáshincapié. Dice que ante todo quiere que usted le crea que si dijo aquello fue porexcitación,pordespecho,peroquenolocree…
—Ycreoquenolocrea.—Después…despuésmeencargóqueaveriguaseyodeustedcondiplomacia…—Ylamejordiplomacia,señora,esnotenerla,ysobretodoconmigo…—Despuésmerogóqueaveriguasesilemolestaríaaustedelqueellaaceptase,
sincompromisoalguno,elregaloqueustedlehahechodesupropiacasa…—¿Cómosincompromiso?—Vamos,sí,elqueacepteelregalocomotalregalo.—Sicomotalselodoy,¿cómohadeaceptarlo?—Porquedicequesí,queestádispuesta,parademostrarlesubuenavoluntadylo
sincerodesuarrepentimientoporloqueledijo,aaceptarsugenerosadonación,perosinqueesoimplique…
—¡Basta, señora, basta! Ahora parece que sin darse cuenta vuelven aofenderme…
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—Serásinintención…—Hayocasionesenquelaspeoresofensassonesasqueseinfligensinintención,
segúnsedice.—Puesnoloentiendo…—Yes,sinembargo,cosamuyclara.Unavezentréenunareuniónyunoqueallí
habíaymeconocíanimesaludósiquiera.Alsalirmequejédeelloaunamigoyestemedijo:«No le extrañeausted,no lohahechoaposta; esqueno sehapercatadosiquieradelapresenciadeusted».Ylecontesté:«Puesahíestálagroseríamayor;noenquenomehayasaludado,sinoenquenosehayadadocuentademipresencia».«Eso es en él involuntario; es un distraído…», me replicó. Y yo a mi vez: «Lasmayores groserías son las llamadas involuntarias, y la grosería de las groseríasdistraersedelantedepersonas».Es,señora,comoesoquellamanneciamenteolvidosinvoluntarios, como si cupiese olvidarse voluntariamente de algo. El olvidoinvoluntariosueleserunagrosería.
—Yaquévieneesto…—Estoviene,señoradoñaErmelinda,aquedespuésdehabermepedidoperdón
poraquellaespecieofensivadequeconmidonativobuscabacomprarlaforzandosuagradecimiento, no sé bien a qué viene aceptarlo pero haciendo constar que sincompromiso.¿Quécompromiso,vamos,quécompromiso?
—¡Noseexalteustedasí,donAugusto…!—¡Pues no he de exaltarme, señora, pues no he de exaltarme! ¿Es que esa…
muchacha se va a burlar demí y va a querer jugar conmigo?—y al decir esto seacordabadeRosarito.
—¡PorDios,donAugusto,porDios…!—Yatengodichoquelahipotecasedeshizo,quelahecancelado,yquesiellano
sehacecargodesucasayonadatengoqueverconella.¡Yquemeloagradezcaono,yanomeimporta!
—Pero,donAugusto,¡nosepongaasí!¡Siloqueellaquiereeshacerlaspacesconusted,quevuelvanaseramigos…!
—Sí,ahoraqueha roto laguerraconelotro,¿noeseso?Anteserayoelotro;ahorasoyeluno,¿noeseso?Ahorasetratadepescarme,¿eh?
—Pero¡sinohedichotalcosa…!—No,peroloadivino.—Pues se equivoca usted demedio a medio. Porque precisamente después de
habermemisobrinadichotodoloqueacaboderepetirleausted,al insinuarleyoyaconsejarle que pues ha reñido con el gandul de su novio procurase ganar a ustedcomotal,vamos,ustedmeentiende…
—Sí,quemereconquistase…—¡Eso!Puesbien,alaconsejarleesto,medijounaycienvecesqueesonoyque
noyqueno;queleestimabayapreciabaaustedparaamigoycomotal,peronole
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gustabacomomarido,quenoqueríacasarsesinoconunhombredequienestuvieseenamorada…
—Yquedemínopodrállegaraestarlo,¿noeseso?—No,tantocomoesonodijo…—Vamos,sí;queestotambiénesdiplomacia…—¿Cómo?—Sí,quevieneustednosóloaqueyoperdoneaesa…muchacha,sinoaversi
accedo a pretenderla para mujer, ¿no es eso? Cosa convenida, ¿eh?, y ella seresignará…
—Lejuroausted,donAugusto,lejuroporlasantamemoriademisantamadrequeestéengloria,lejuro…
—Elsegundo,nojurar…—Pues le juro que es usted el que ahora se olvida, involuntariamente por
supuesto,dequiénsoyyo,dequiénesErmelindaRuizyRuiz.—Siasífuese…—Sí,asíes,así—ypronuncióestaspalabrascontalacentoquenodejabalugara
duda.—Pues entonces… entonces…diga a su sobrina que acepto sus explicaciones,
quese lasagradezcoprofundamente,queseguirésiendosuamigo,unamigo lealynoble,perosóloamigo,¿eh?,nadamásqueamigo,sóloamigo…Ynoledigaqueyonosoyunpianoenquesepuedetocaratodoantojo,quenosoyunhombredehoytedejoyluegotetomo,quenosoysustitutonivicenovio,quenosoyplatodesegundamesa…
—¡Noseexalteustedasí!—¡No,sinomeexalto!Puesbien,quesigosiendosuamigo…—¿Eiráustedprontoavernos?—Eso…—Mirequesinolapobrecillanomevaacreer,vaasentirlo…—Esquepiensoemprenderunviajelargoylejano…—Antes,dedespedida…—Bueno,veremos…Separáronse. Cuando doña Ermelinda llegó a casa y contó a su sobrina la
conversaciónconAugusto,Eugeniasedijo:«Aquíhayotra,nomecabeduda;ahorasíquelereconquisto».
Augusto, por su parte, al quedarse solo púsose a pasearse por la estanciadiciéndose:«Quierejugarconmigo,comosiyofueseunpiano…medeja,metoma,mevolveráadejar…Yoestabadereserva…Digaloquequiera,andabuscandoqueyovuelvaasolicitarla,acasoparavengarse,talvezparadarcelosalotroyvolverlealretortero…Comosiyo fueseunmuñeco,unente,undonnadie…¡Yyo tengomicarácter,vayasi le tengo,yosoyyo!Sí, ¡yosoyyo!,¡yosoyyo!Ledeboaella,a
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Eugenia,¿cómonegarlo?,elquehayadespertadomifacultadamorosa;perounavezquemeladespertóysuscitónonecesitoyadeella;loquesobransonmujeres».
Alllegaraestonopudopormenosquesonreírse,yesqueseacordódeaquellafrase de Víctor cuando anunciándoles Gervasio, recién casado, que se iba con sumujerapasarunatemporaditaenParís,ledijo:«¿AParísyconmujer?¡EsoescomoirconunbacalaoaEscocia!».LoquelehizomuchísimagraciaaAugusto.
Y siguió diciéndose: «Loque sobran sonmujeres. ¡Yqué encanto la inocenciamaliciosa,lamaliciainocentedeRosarito,estanuevaedicióndelaeternaEva!,¡quéencantodechiquilla!Ella,Eugenia,mehabajadodelabstractoalconcreto,peroellame llevó al genérico, y hay tantas mujeres apetitosas, tantas… ¡tantas Eugenias!,¡tantasRosarios!No,no,conmigonojueganadie,ymenosunamujer. ¡Yosoyyo!¡Mialmaserápequeña,peroesmía!».Ysintiendoenestaexaltacióndesuyocomosiesteselefuerahinchando,hinchandoylacasalevinieraestrecha,salióalacalleparadarleespacioydesahogo.
Apenaspisólacalleyseencontróconelcielosobrelacabezaylasgentesqueiban y venían, cada cual a su negocio o a su gusto y que no se fijaban en él,involuntariamenteporsupuesto,ni lehacíancaso,pornoconocerlesinduda,sintióquesuyo,aquelyodel«¡yosoyyo!»seleibaachicando,achicandoyselereplegabaenelcuerpoyaundentrodeestebuscabaunrinconcitoenqueacurrucarseyquenoseleviera.Lacalleerauncinematógrafoyélsentíasecinematográfico,unasombra,unfantasma.Yesquesiempreunbañoenmuchedumbrehumana,unperderseenlamasadehombresque ibanyveníansinconocerlenipercatarsedeél, leprodujoelefecto mismo de un baño en naturaleza abierta a cielo abierto, y a la rosa de losvientos.
Sólo a solas se sentía él; sólo a solas podía decirse a sí mismo, tal vez paraconvencerse,«¡yosoyyo!»;ante losdemás,metidoen lamuchedumbreatareadaodistraída,nosesentíaasímismo.
Así llegóaaquelrecatadojardincilloquehabíaenlasolitariaplazadelretiradobarrio en que vivía. Era la plaza un remanso de quietud donde siempre jugabanalgunosniños,puesnocirculabanporallí tranvíasniapenascoches,eibanalgunosancianos a tomar el sol en las tardecitas dulces del otoño, cuando las hojas de ladocenadecastañosdeIndiasqueallívivíanrecluidos,despuésdehabertembladoalcierzo,rodabanporelenlosadoocubríanlosasientosdeaquellosbancosdemaderasiemprepintadadeverde,delcolorde lahoja fresca.Aquellosárbolesdomésticos,urbanos,encorrectaformación,querecibíanriegoahorasfijas,cuandonollovía,porunareguerayqueextendíansusraícesbajoelenlosadodelaplaza;aquellosárbolespresosqueesperabanversaliryponerseelsolsobrelostejadosdelascasas;aquellosárbolesenjaulados,quetalvezañorabanlaremotaselva,atraíanleconunmisteriosotiro.Ensuscopascantabanalgunospájarosurbanostambién,deesosqueaprendenahuirdelosniñosyalgunavezaacercarsealosancianosquelesofrecenunasmigasdepan.
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¡Cuántasveces sentado soloy solitario enunode losbancosverdesde aquellaplazuelavioel incendiodelocasosobreun tejadoyalgunavezdestacarsesobreeloroenfuegodelespléndidoarrebolelcontornodeungatonegrosobrelachimeneadeunacasa!Yentanto,enotoño,llovíanhojasamarillas,anchashojascomodevid,amododemanosmomificadas, laminadas,sobrelos jardincillosdelcentroconsusarriatesy susmacetasde flores.Y jugaban losniñosentre lashojas secas, jugabanacasoarecogerlas,sindarsecuentadelencendidoocaso.
Cuando llegóaqueldíaa la tranquilaplazaysesentóenelbanco,nosinanteshaber despejado su asiento de las hojas secas que lo cubrían—pues era otoño—,jugabanallícerca,comodeordinario,unoschiquillos.Yunodeellos,poniéndoleaotrojuntoal troncodeunodeloscastañosdeIndias,bienarrimaditoaél, ledecía:«Tú estabas ahí preso, te tenían unos ladrones…». «Es que yo…», empezómalhumorado el otro, y el primero le replicó: «No, tú no eras tú…». Augusto noquisooírmás;levantóseysefueaotrobanco.Ysedijo:«Asíjugamostambiénlosmayores;¡túnoerestú!,¡yonosoyyo!Yestospobresárboles,¿sonellos?Selescaelahojaantes,muchoantesqueasushermanosdelmonte,ysequedanenesqueleto,yestosesqueletosproyectansu recortadasombrasobre losempedradosal resplandorde los reverberos de luz eléctrica. ¡Un árbol iluminado por la luz eléctrica!, ¡quéextraña,quéfantásticaapariencialadesucopaenprimaveracuandoelarcovoltaicoeseledaaquellaaparienciametálica!,¡yaquíquelasbrisasnolosmecen…!¡Pobresárbolesquenopuedengozardeunadeesasnegrasnochesdelcampo,deesasnochessin luna,consumantodeestrellaspalpitantes!Parecequealplantaracadaunodeestosárbolesenestesitioleshadichoelhombre:“¡túnoerestú!”yparaquenoloolviden le han dado esa iluminación nocturna por luz eléctrica… para que no seduerman…¡pobresárbolestrasnochadores!¡No,no,conmigonosejuegacomoconvosotros!».
Levantóseyempezóarecorrercallescomounsonámbulo.
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Capítulo20
Emprenderíaelviaje,¿síono?YalohabíaanunciadoprimeroaRosarito,sinsaberbienloquesedecía,pordeciralgo,omásbiencomounpretextoparapreguntarlesileacompañaríaenél,y luegoadoñaErmelinda,paraprobarle…¿qué?,¿quées loquepretendióprobarleconaquellodequeibaaemprenderunviaje?¡Loquefuese!Maseraelcasoquehabíasoltadopordosvecesprenda,quehabíadichoque ibaaemprenderunviajelargoylejanoyélerahombredecarácter,éleraél;¿teníaqueserhombredepalabra?
Los hombres de palabra primero dicen una cosa y después la piensan, y porúltimolahacen,resultebienomal luegodepensada; loshombresdepalabranoserectifican ni se vuelven atrás de lo que una vez han dicho. Y él dijo que iba aemprenderunviajelargoylejano.
¡Unviajelargoylejano!¿Porqué?,¿paraqué?,¿cómo?,¿adónde?Anunciáronle que una señorita deseaba verle. «¿Una señorita?». «Sí —dijo
Liduvina—,meparecequees…¡lapianista!».«¡Eugenia!».«Lamisma».Quedósesuspenso.Comounrelámpagodemareopasóleporlamentelaideadedespacharla,de que le dijeran que no estaba en casa. «Viene a conquistarme, a jugar conmigocomoconunmuñeco—sedijo—,aquelehagaeljuego,aquesustituyaalotro…».Luegolopensómejor.«¡No,hayquemostrarsefuerte!».
—Dilequeahoravoy.Le tenía absorto la intrepidezde aquellamujer. «Hayque confesar que es toda
unamujer, que es todo un carácter, ¡vaya un arrojo!, ¡vaya una resolución!, ¡vayaunosojos!;pero,¡no,no,no,nomedoblega!,¡nomeconquista!».
CuandoentróAugustoenlasala,Eugeniaestabadepie.Hízoleunaseñadequese sentara, mas ella, antes de hacerlo, exclamó: «¡A usted, don Augusto, le hanengañado lo mismo que me han engañado a mí!». Con lo que se sintió el pobrehombredesarmadoysinsaberquédecir.Sentáronselosdos,ysesiguióunbrevísimosilencio.
—Puessí,lodicho,donAugusto,austedlehanengañadorespectoamíyamímehanengañadorespectoausted;estoestodo.
—Pero¡sihemoshabladounoconotro,Eugenia!—Nohagaustedcasodeloqueledije.¡Lopasado,pasado!—Sí,siempreeslopasadopasado,nipuedeserdeotramanera.—Ustedme entiende. Y yo quiero que no dé a mi aceptación de su generoso
donativootrosentidoqueelquetiene.—Comoyodeseo,señorita,quenodéamidonativootrasignificaciónquelaque
tiene.
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—Así,lealtadporlealtad.Yahora,comodebemoshablarclaro,hededecirlequedespués de todo lo pasado y de cuanto le dije, no podría yo, aunque quisiera,pretender pagarle esa generosa donación de otra manera que con mi más puroagradecimiento.Asícomousted,porsuparte,creo…
—Enefecto,señorita,pormiparteyo,despuésdelopasado,deloqueustedmedijoennuestraúltimaentrevista,deloquemecontósuseñoratíaydeloqueadivino,nopodría,aunquelodeseara,pretendercotizarmigenerosidad…
—¿Estamos,pues,deacuerdo?—Deperfectoacuerdo,señorita.—Yasí,¿podremosvolveraseramigos,buenosamigos,verdaderosamigos?—Podremos.LetendióEugeniasufinamano,blancayfríacomolanieve,deahusadosdedos
hechosadominarteclados,ylaestrechóenlasuya,queenaquelmomentotemblaba.—Seremos, pues, amigos donAugusto, buenos amigos, aunque esta amistad a
mí…—¿Qué?—Acasoanteelpúblico…—¿Qué?¡Hable!,¡hable!—Pero, en fin, después de dolorosas experiencias recientes he renunciado ya a
ciertascosas…—Explíqueseustedmásclaro,señorita.Novaledecirlascosasamedias.—Puesbien,donAugusto,lascosasclaras,muyclaras.¿Creeustedqueesfácil
quedespuésdelopasadoysabiendo,comoyasesabeentrenuestrosconocimientos,queustedhadeshipotecadomipatrimonioregalándomeloasí,esfácilquehayaquiensedirijaamíconciertaspretensiones?
«¡Estamujeresdiabólica!»,pensóAugusto,ybajólacabezamirandoalsuelosinsaberquécontestar.Cuando,alinstante,lalevantóvioqueEugeniaseenjugabaunafurtivalágrima.
—¡Eugenia!—exclamó,yletemblabalavoz.—¡Augusto!—susurrórendidamenteella.—Pero,¿yquéquieresquehagamos?—Oh,no,eslafatalidad,noesmásquelafatalidad;somosjuguetedeella.¡Es
unadesgracia!Augustofue,dejandosubutaca,asentarseenelsofá,alladodeEugenia.—¡Mira, Eugenia, porDios, que no juegues así conmigo! La fatalidad eres tú;
aquínohaymásfatalidadquetú.Erestú,quemetraesymellevasymehacesdarvueltas como un argadillo; eres tú, que me vuelves loco; eres tú, que me hacesquebrantarmismásfirmespropósitos;erestú,quehacesqueyonoseayo…
Y le echó el brazo al cuello, la atrajo a sí y la apretó contra su seno. Y ellatranquilamentesequitóelsombrero.
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—Sí, Augusto, es la fatalidad la que nos ha traído a esto. Ni… ni tú ni yopodemos ser infieles, desleales a nosotros mismos; ni tú puedes aparecerqueriéndome comprar comoyo enunmomentode ofuscación te dije, ni yopuedoaparecerhaciendodetiunsustituto,unvice,unplatodesegundamesa,comoamitíaledijiste,yqueriendonomásquepremiartugenerosidad…
—Pero¿yquénosimporta,Eugeniamía,elaparecerdeunmodoodeotro?,¿aquéojos?
—¡Alosmismosnuestros!—Yqué,Eugeniamía…Volvióaapretarlaasíyempezóallenarledebesoslafrenteylosojos.Seoíala
respiracióndeambos.—¡Déjame!,¡déjame!—dijoella,mientrassearreglabaycomponíaelpelo.—No,tú…tú…tú…Eugenia…tú…—No,yono,nopuedeser…—¿Esquenomequieres?—Esodequerer…¿quiénsabeloqueesquerer?Nosé…nosé…noestoysegura
deello…—¿Yestoentonces?—¡Estoesuna…fatalidaddelmomento!,productodearrepentimiento…quésé
yo… estas cosas hay que ponerlas a prueba…Y además, ¿no habíamos quedado,Augusto,enqueseríamosamigos,buenosamigos,peronadamásqueamigos?
—Sí,pero…¿Yaquellodetusacrificio?¿Aquellodequeporhaberaceptadomidádiva,porseramiga,nadamásqueamigamía,novayaahaberquientepretenda?
—¡Ah,esonoimporta;tengotomadamiresolución!—¿Acasodespuésdeaquellaruptura…?—Acaso…—¡Eugenia!¡Eugenia!Enestemomentoseoyóllamaralapuerta,yAugusto,tembloroso,encendidosu
rostro,exclamóconvozseca:«¿Quéhay?».—¡LaRosario,queespera!—dijolavozdeLiduvina.Augustocambiódecolor,poniéndoselívido.—¡Ah!—exclamóEugenia—,aquíestorboya.Es la…Rosarioque leesperaa
usted.¿Veustedcómonopodemossermásqueamigos,buenosamigos,muybuenosamigos?
—PeroEugenia…—QueesperalaRosario…—Ysime rechazaste,Eugenia, comome rechazaste, diciéndomeque te quería
compraryenrigorporqueteníasotro,¿quéibaahaceryoluegoquealverteaprendíaquerer?¿Nosabesacasoloqueeseldespecho,loqueeselcariñodesnidado?
—Vaya, Augusto, venga esa mano; volveremos a vernos, pero conste que lopasado,pasado.
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—No,no,lopasado,pasado,¡no!,¡no!,¡no!…—Bien,bien,queesperalaRosario…—PorDios,Eugenia…—No, si nada de extraño tiene; también amíme esperaba en un tiempo él…
Mauricio.Volveremosavernos.Yseamosseriosylealesanosotrosmismos.Púsoseelsombrero,tendiósumanoaAugustoque,cogiéndosela,selallevóalos
labiosylacubriódebesos,ysalió,acompañándolaélhastalapuerta.Lamiróunratobajar lasescalerasgarbosayconpiefirme.Desdeundescansillodeabajoalzóellasusojosylesaludóconlamiradayconlamano.VolvióseAugusto,entróalgabinete,yalveraRosarioallídepie,conlacestadelaplancha,ledijobruscamente:«¿Quéhay?».
—Meparece,donAugusto,queesamujerleestáengañandoausted…—Yati¿quéteimporta?—Meimportatodolodeusted.—Loquequieresdeciresqueteestoyengañando…—Esoesloquenomeimporta.—¿Mevasahacercreerquedespuésdelasesperanzasquetehehechoconcebir
noestáscelosa?—Si usted supiera, don Augusto, cómo me he criado y en qué familia,
comprendería que aunque soy una chiquilla estoy ya fuera de esas cosas de celos.Nosotras,lasdemiposición…
—¡Cállate!—Comoustedquiera.Perolerepitoqueesamujerleestáaustedengañando.Si
nofueraasíysiustedlaquiereyesesesugusto,¿quémásquisierayosinoqueustedsecasaseconella?
—Pero¿dicestodoesodeverdad?—Deverdad.—¿Cuántosañostienes?—Diecinueve.—Venacá—ycogiéndolaconsusdosmanosdelossendoshombroslapusocara
acaraconsigoyselequedómirandoalosojos.YfueAugustoquiensedemudódecolor,noella.—Laverdades,chiquilla,quenoteentiendo.—Locreo.—Yonoséquéesesto,siinocencia,malicia,burla,precozperversidad…—Estonoesmásquecariño.—¿Cariño?,¿yporqué?—¿Quiereustedsaberporqué?,¿noseofenderásiselodigo?,¿meprometeno
ofenderse?—Anda,dímelo.—Puesbien,por…por…porqueesusteduninfeliz,unpobrehombre…
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—¿Tambiéntú?—Comoustedquiera.Perofíesedeestachiquilla;fíesede…laRosario.Másleal
austed…¡niOrfeo!—¿Siempre?—¡Siempre!—¿Paseloquepase?—Sí,paseloquepase.—Tú,túereslaverdadera—yfueacogerla.—No,ahorano,cuandoestéustedmástranquilo.Ycuandono…—Basta,teentiendo.Ysedespidieron.YalquedarsesolosedecíaAugusto:«Entreunayotramevanavolverlocode
atar…yoyanosoyyo…».—Meparecequeelseñoritodebíadedicarsealapolíticaoaalgoasíporelestilo
—ledijoLiduvinamientrasleservíalacomida—;esoledistraería.—¿Ycómosetehaocurridoeso,mujerdeDios?—Porqueesmejorquesedistraigaunoanoqueledistraigany…¡yaveusted!—Bueno,puesllamaahoraatumarido,aDomingo,encuantoacabedecomer,y
dilequequieroecharconélunapartidadetute…quemedistraiga.Y cuando la estaba jugando dejó de prontoAugusto la baraja sobre lamesa y
preguntó:—Di,Domingo, cuandounhombre está enamoradodedos omásmujeres a la
vez,¿quédebehacer?—¡Segúnyconforme!—¿Cómosegúnyconforme?—¡Sí!Sitienemuchodineroymuchasagallas,casarsecontodasellas,ysino,no
casarseconninguna.—Pero¡hombre,esoprimeronoesposible!—¡Enteniendomuchodinerotodoesposible!—¿Ysiellasseenteran?—Esoaellasnolesimporta.—¿Puesnohadeimportarle,hombre,aunamujerelqueotralequitepartedel
cariñodesumarido?—Secontentaconsuparte,señorito,sinoseleponetasaaldineroquegasta.Lo
quelemolestaaunamujeresquesuhombrelapongaaracióndecomer,devestir,detodolodemásasí,delujo;perosiledejagastarloquequiera…Ahora,sitienehijosdeél…
—Sitienehijos,¿qué?—Que losverdaderos celosvienende ahí, señorito, de loshijos.Esunamadre
queno toleraotramadreoquepuede serlo, esunamadrequeno toleraque se lesmermeasushijosparaotroshijosoparaotramujer.Perosino tienehijosyno le
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tasanelcomederoyelvestidero,ylapompaylafanfarria,¡bah!,hastaleahorranasímolestias…Si uno tiene además de unamujer que le cueste otra que no le cuestenada,aquellaquelecuestaapenassisientecelosdeestaotraquenolecuesta,ysiademásdenocostarlenadaleproduceencima…sillevaaunamujerdineroquedeotrasaca,entonces…
—Entonces,¿qué?—Quetodomarchaapedirdeboca.Créameusted,señorito,nohayOtelas…—NiDesdémonos.—¡Puedeser…!—Peroquécosasdices…—Es que antes de haberme casado con Liduvina y venir a servir a casa del
señoritohabíaservidoyoenmuchascasasdeseñorones…mehansalidolosdientesenellas…
—¿Yenvuestraclase?—¿Ennuestraclase?,¡bah!,nosotrosnonospermitimosciertoslujos…—¿Yaquéllamaslujos?—Aesascosasqueseveenlosteatrosyseleeenlasnovelas…—¡Pues,hombre,pocoscrímenesdeesosquellamanpasionales,porcelos,seven
envuestraclase…!—¡Bah!,esoesporqueesos…chulosvanalteatroyleennovelas,quesino…—Sino,¿qué?—Queatodosnosgusta,señorito,hacerpapelynadieeselquees,sinoelquele
hacenlosdemás.—Filósofoestás…—Asímellamabaelúltimoamoquetuveantes.Peroyocreoloquelehadicho
miLiduvina,queusteddebededicarsealapolítica.
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Capítulo21
—Sí,tieneustedrazón—ledecíadonAntonioaAugustoaquellatarde,enelCasino,hablando a solas, en un rinconcito—, tiene usted razón, hay unmisterio doloroso,dolorosisímoenmivida.Ustedhaadivinadoalgo.Pocasveceshavisitadoustedmipobrehogar…¿hogar?,perohabránotado…
—Sí,algoextraño,yonoséquétristezaflotantequemeatraíaaél…—Apesardemishijos,demispobreshijos,austedlehabráparecidounhogar
sinhijos,acasosinesposos…—Nosé…nosé…—Vinimosdelejos,demuylejos,huyendo,perohaycosasquevansiemprecon
uno,quelerodeanyenvuelvencomounánimomisterioso.Mipobremujer…—Sí,enelrostrodesuseñoraseadivinatodaunavidade…—Demartirio,dígalousted.Puesbien,amigodonAugusto,ustedhasido,nosé
bien por qué, por una cierta oculta simpatía, quien mayor afecto, más compasiónacasonoshamostrado,yyo,parafigurarmeunavezmásquemelibrodeunpeso,voyaconfiarlemisdesdichas.Esamujer,lamadredemishijos,noesmimujer.
—Melosuponía;perosiesellalamadredesushijos,siconustedvivecomosumujer,loes.
—No,yotengootramujer…legítima,segúnsela llama.Estoycasado,peronoconlaqueustedconoce.Yesta,lamadredemishijos,estácasadatambién,peronoconmigo.
—Ah,undoble…—No,uncuádruple,comovaustedaverlo.Yomecasé loco,peroenteramente
locodeamor,conunamujercitareservadaycallandrona,quehablabapocoyparecíaquererdecirsiempremuchomásdeloquedecía,conunosojosgarzosdulces,dulces,dulces, que parecían dormidos y sólo se despertaban de tarde en tarde, pero eraentoncesparachispearfuego.Yellaeratodaasí.Sucorazón,sualmatoda,todosucuerpo, que parecían de ordinario dormidos, despertaban de pronto como ensobresalto,peroeraparavolveradormirsemuypronto,pasadoelrelámpagodevida,¡ydequévida!,yluegocomosinadahubiesesido,comosisehubieseolvidadodetodoloquepasó.Eracomosiestuviésemossiemprerecomenzandolavida,comosila estuviese reconquistando de continuo.Me admitió de novio como en un ataqueepilépticoycreoqueenotroataquemedioelsíanteelaltar.Ynuncapudeconseguirquemedijese simequeríaono.Cuantasveces se lopregunté, antesydespuésdecasarnos, siempreme contestó: «Eso no se pregunta; es una tontería».Otras vecesdecía que el verbo amar ya no se usa sino en el teatro y los libros, y que si yo lehubieseescrito:¡teamo!,mehabríadespedidoalpunto.Vivimosmásdedosañosdecasados de una extraña manera, reanudando yo cada día la conquista de aquella
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esfinge.Notuvimoshijos.Undíafaltóacasapor lanoche,mepusecomoloco, laanduvebuscandoportodaspartes,yalsiguientedíasupeporunacartamuysecaymuybrevequesehabíaidolejos,muylejos,conotrohombre…
—Ynosospechóustednadaantes,nolobarruntó…—¡Nada!Mimujersalíasoladecasaconbastantefrecuencia,acasadesumadre,
deunasamigas,ysumismaextrañafrialdadladefendíaantemídetodasospecha.¡Ynada adiviné nunca en aquella esfinge! El hombre con quien huyó era un hombrecasado,quenosólodejóasumujeryaunapequeñaniñaparairseconlamía,sinoquesellevólafortunatodadelasuya,queeraregular,despuésdehaberlamanejadoasuantojo.Esdecir,quenosóloabandonóasuesposa,sinoquelaarruinórobándolelosuyo.Yenaquellasecaybreveyfríacartaquerecibísehacíaalusiónalestadoenquelapobremujerdelraptordelamíasequedaba.¡Raptororaptado…nolosé!Enunosdíasnidormí,nicomí,nidescansé;nohacíasinopasearporlosmásapartadosbarriosdemiciudad.Yestuveapuntodedarenlosviciosmásbajosymásviles.Ycuandoempezóaasentársemeeldolor,aconvertírsemeenpensamiento,meacordédeaquellaotrapobrevíctima,deaquellamujerquesequedabasinamparo,robadadesucariñoydesufortuna.Creíuncasodeconciencia,puesquemimujereralacausadesudesgracia,iraofrecerlamiayudapecuniaria,yaqueDiosmediofortuna.
—Adivinoelresto,donAntonio.—No importa. La fui a ver. Figúrese usted aquella nuestra primera entrevista.
Lloramosnuestras sendasdesgracias, que eranunadesgracia común.Yomedecía:«¿Yespormimujerporlaquehadejadoaestaesehombre?»,ysentía,¿porquénohedeconfesarlelaverdad?,unaciertaíntimasatisfacción,algoinexplicable,comosiyohubiesesabidoescogermejorqueélyélloreconociese.Yella,sumujer,sehacíaunareflexiónanáloga,aunqueinvertida,segúndespuésmehadeclarado.Leofrecímiayuda pecuniaria, lo que de mi fortuna necesitase, y empezó rechazándomelo.«Trabajaréparavivirymanteneramihija»,medijo.Peroinsistíytantoinsistíqueacabó aceptándomelo. La ofrecí hacerla mi ama de llaves, que se viniese a vivirconmigo, claro que viniéndonosmuy lejos de nuestra patria, y después demuchopensarloloaceptótambién.
—Yesclaro,alirseavivirjuntos…—No,esotardó,tardóalgo.Fuecosadelaconvivencia,deunciertosentimiento
devenganza,dedespecho,dequéséyo…Meprendénoyadeella,sinodesuhija,deladesdichadahijadelamantedemimujer;lacobréunamordepadre,unviolentoamordepadre,comoelquehoyletengo,pueslaquierotanto, tanto,sí,cuandonomás, que amis propios hijos. La cogía enmis brazos, la apretaba ami pecho, laenvolvíaenbesos,ylloraba,llorabasobreella.Ylapobreniñamedecía:«¿Porquélloras, papá?», pues le hacía queme llamase así y por talme tuviera.Y su pobremadrealvermellorarasíllorabatambiényalgunavezmezclamosnuestraslágrimassobrelarubiacabecitadelahijadelamantedemimujer,delladróndemidicha.
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Un día supe—prosiguió—quemimujer había tenido un hijo de su amante yaquel día todasmis entrañas se sublevaron, sufrí como nunca había sufrido y creívolvermelocoyquitarmelavida.Loscelos, lomásbrutalde loscelos,no losentíhastaentonces.Laheridademialma,queparecíacicatrizada,seabrióysangraba…¡sangrabafuego!Másdedosañoshabíavividoconmimujer,conmipropiamujer,y¡anda!,¡yahoraaquelladrón…!Meimaginéquemimujerhabríadespertadodeltodoyquevivíaenpurabrasa.Laotra,laquevivíaconmigo,conocióalgoymepreguntó:«¿Qué te pasa?». Habíamos convenido en tutearnos, por la niña. «¡Déjame!», lecontesté.Peroacabéconfesándoselotodo,yellaaloírmelotemblaba.Ycreoquelacontagiédemisfuriososcelos…
—Yclaro,despuésdeeso…—No,vinoalgodespuésyporotrocamino.Yfuequeundíaestandolosdoscon
la niña, la tenía yo sobre mis rodillas y estaba contándole cuentos y besándola ydiciéndolabobadas,seacercósumadreyempezóaacariciarlatambién.Yentoncesella,¡pobrecilla!,mepusounadesusmanitassobreelhombroylaotrasobreeldesumadrey,nosdijo:«Papaíto…mamaíta…¿porquénome traéisunhermanitoparaque juegue conmigo, como le tienen otras niñas, y no que estoy sola…?». Nospusimos lívidos,nosmiramosa losojosconunadeesasmiradasquedesnudan lasalmas,nosvimosestas al desnudo,y luego,paranoavergonzarnos,nospusimosabesuquearalaniña,yalgunodeestosbesoscambióderumbo.Aquellanoche,entrelágrimasyfuroresdecelos,engendramosalprimerhermanitodelahijadelladróndemidicha.
—¡Extrañahistoria!—Y fueron nuestros amores, si es que así quiere usted llamarlos unos amores
secosymudos,hechosdefuegoyrabia,sinternezasdepalabra.Mimujer,lamadredemishijosquierodecir,porqueestaynootraesmimujer,mimujeres,comoustedhabrávisto,unamujeragraciada,talvezhermosa,peroamínuncameinspiróardordedeseos,yestoapesardelaconvivencia.Yaundespuésqueacabamosenloqueledigomefigurénoestarenexcesoenamoradodeella,hastaquepudeconvencermedelocontrario.Yesqueunavez,despuésdeunodesuspartos,despuésdelnacimientodelcuartodenuestroshijos,semepusotanmal,tanmal,quecreíquesememoría.Perdió la más de la sangre de sus venas, se quedó como la cera de blanca, se lecerraban los párpados… Creí perderla. Y me puse como loco, blanco yo tambiéncomolacera,lasangresemehelaba.Yfuiaunrincóndelacasa,dondenadiemeviese,ymearrodilléypedíaDiosquememataraantesdequedejasemoriraaquellasantamujer.Y lloré yme pellizqué yme arañé el pecho hasta sacarme sangre.Ycomprendíconcuánfuerteataduraestabamicorazónatadoalcorazóndelamadredemishijos.Ycuandoesta se repusoalgoy recobróconocimientoysaliódepeligro,acerquémibocaasuoído,segúnellasonreíaalavidarenacientetendidaenlacama,yledijeloquenuncalehabíadichoynuncalehevueltodelamismamaneraadecir.Yellasonreía,sonreía,sonreíamirandoaltecho.Ypusemibocasobresuboca,yme
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enlacéconsusdesnudosbrazoselcuello,yacabéllorandodemisojossobresusojos.Ymedijo:«Gracias,Antonio,gracias,pormí,pornuestroshijos,pornuestroshijostodos…todos…todos…porella,porRita…».Ritaesnuestrahijamayor,lahijadelladrón…no,no,nuestrahija,mihija.Ladelladróneslaotra,esladelaquesellamómimujerenuntiempo.¿Locomprendeustedahoratodo?
—Sí,ymuchomás,donAntonio.—¿Muchomás?—¡Más,sí!Demodoqueustedtienedosmujeres,donAntonio.—No,no,notengomásqueuna,unasola,lamadredemishijos.Laotranoesmi
mujer,nosésiloesdelpadredesuhija.—Yesatristeza…—Laleyessiempretriste,donAugusto.Yesmástristeunamorquenaceyse
críasobrelatumbadeotroycomounaplantaquesealimenta,comodemantillo,delapodredumbredeotraplanta.Crímenes,sí,crímenesajenosnoshanjuntado,¿yesnuestrauniónacasocrimen?Ellosrompieronloquenodeberomperse,¿porquénohabíamosnosotrosdeanudarloscabossueltos?
—Ynohanvueltoasaber…—Nohemosqueridovolverasaber.YluegonuestraRitaesunamujercitaya;el
mejordíasenoscasa…Conminombre,porsupuesto,conminombre,yhagaluegolaleyloquequiera.Esmihijaynodelladrón;yolahecriado.
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Capítulo22
—Y bien, ¿qué? —le preguntaba Augusto a Víctor— ¿cómo habéis recibido alintruso?
—¡Ah, nunca lo hubiese creído, nunca! Todavía la víspera de nacer nuestrairritacióneragrandísima.YmientrasestabapugnandoporveniralmundonosabesbienlosinsultosquemelanzabamiElena.«¡Tú,tútieneslaculpa,tú!»,medecía.Yotrasveces:«¡Quítatededelante,quítatedemivista!¿No tedavergüenzadeestaraquí?Simemuero, tuya será la culpa».Yotrasveces: «¡Estaynomás, estaynomás!».Peronacióytodohacambiado.Parececomosihubiésemosdespertadodeunsueñoycomosiacabáramosdecasarnos.Yomehequedadociego,talmenteciego;ese chiquillo me ha cegado. Tan ciego estoy, que todos dicen que mi Elena haquedadoconlapreñezyelpartodesfiguradísima,queestáhechaunesqueletoyqueha envejecido lomenos diez años, y amíme parecemás fresca,más lozana,másjovenyhastamásmetidaencarnesquenunca.
—Esomerecuerda,Víctor,laleyendadelfogueteiroquetengooídaenPortugal.—Venga.—TúsabesqueenPortugalesodelosfuegosartificiales,delapirotecnia,esuna
verdaderabellaarte.ElquenohavistofuegosartificialesenPortugalnosabetodoloquesepuedehacerconeso.¡Yquénomenclatura,Diosmío!
—Perovengalaleyenda.—Allávoy.Pueselcasoesquehabíaenunpuebloportuguésunpirotécnicoo
fogueteiro que tenía unamujer hermosísima, que era su consuelo, su encanto y suorgullo.Estabalocamenteenamoradodeella,peroaúnmáseraorgullo.Complacíaseen dar dentera, por así decirlo, a los demás mortales, y la paseaba consigo comodiciéndoles: ¿veis estamujer?, ¿os gusta?, ¿sí, eh?, ¡pues es la mía, mía sola!, ¡yfastidiarse!No hacía sino ponderar las excelencias de la hermosura de sumujer yhastapretendíaqueeralainspiradoradesusmásbellasproduccionespirotécnicas,lamusa de sus fuegos artificiales. Y hete que una vez, preparando uno de estos,mientrasestaba,comodecostumbre,suhermosamujerasuladoparainspirarle,seleprende fuego la pólvora, hay una explosión y tienen que sacar a marido y mujerdesvanecidosycongravísimasquemaduras.Alamujerselequemóbuenapartedelacaraydelbusto,de talmaneraquesequedóhorriblementedesfigurada,peroél, elfogueteiro,tuvolafortunadequedarseciegoynovereldesfiguramientodesumujer.Ydespuésde esto seguía orgullosode la hermosurade sumujer y ponderándola atodosycaminandoalladodeella,convertidaahoraensulazarilla,conelmismoairey talle de arrogante desafío que antes. «¿Han visto ustedesmujermás hermosa?»,preguntaba,ytodos,sabedoresdesuhistoria,secompadecíandelpobrefogueteiroyleponderabanlahermosuradesumujer.
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—Ybien,¿noseguíasiendohermosaparaél?—Acasomásqueantes,comoparatitumujerdespuésquetehadadoalintruso.—¡Nolellamesasí!—Fuecosatuya.—Sí,peronoquierooírselaaotro.—Esopasamucho;elmotemismoquedamosaalguiennossuenamuydeotro
modocuandoselooíamosaotro.—Sí,dicenquenadieconocesuvoz…—Nisucara.Yoporlomenossédemídecirtequeunadelascosasquemedan
máspavoresquedarmemirándomealespejo,asolas,cuandonadiemeve.Acabopordudardemipropiaexistenciaeimaginarme,viéndomecomootro,quesoyunsueño,unentedeficción…
—Puesnotemiresasí…—Nopuedoremediarlo.Tengolamaníadelaintrospección.—Puesacabaráscomolosfaquires,quedicensecontemplanelpropioombligo.—Ycreoquesiunonoconocesuvoznisucara,tampococonocenadaquesea
suyo,muysuyo,comosifuerapartedeél…—Sumujer,porejemplo.—Enefecto;semeantojaquedebedeserimposibleconoceraaquellamujercon
quien se convive y que acaba por formar parte nuestra. ¿No has oído aquello quedecíaunodenuestrosmásgrandespoetas,Campoamor?
—No;¿quéesello?—Puesdecíaquecuandounosecasa,silohaceenamoradodeveras,alprincipio
no puede tocar el cuerpo de sumujer sin emberrenchinarse y encenderse en deseocarnal,peroquepasa tiempo, se acostumbra,y llegaundía enque lomismo le estocar con lamano al muslo desnudo de sumujer que al propiomuslo suyo, perotambiénentonces,si tuvieranquecortarleasumujerelmusloledoleríacomosi lecortasenelpropio.
—Yasíes,enverdad.¡Nosabescómosufríenelparto!—Ellamás.—¡Quiénsabe…!Yahoracomoesyaalgomío,partedemiser,mehedadotan
pocacuentadeesoquedicendequesehadesfiguradoyafeado,comonosedaunocuentadequesedesfigura,seenvejeceyseafea.
—Pero¿creesdeverasqueunonosedacuentadequeseenvejeceyafea?—No, aunque lo diga. Si la cosa es continua y lenta. Ahora, si de repente le
ocurreaunoalgo…Peroesodequesesientaunoenvejecer,¡quiá!;loquesienteunoesqueenvejecenlascosasenderredordeéloquerejuvenecen.Yesoesloúnicoquesientoahoraaltenerunhijo.Porqueyasabesloquesuelendecirlospadresseñalandoasushijos:«¡Estos,estossonlosquenoshacenviejos!».Vercreceralhijoeslomásdulceylomásterrible,creo.Notecases,pues,Augusto,notecases,siquieresgozardelailusióndeunajuventudeterna.
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—Y¿quévoyahacersinomecaso?,¿enquévoyapasareltiempo?—Dedícateafilósofo.—Y¿noesacasoelmatrimoniolamejor,talvezlaúnicaescueladefilosofía?—¡No, hombre, no! Pues ¿no has visto cuántos y cuán grandes filósofos ha
habido solteros? Que ahora recuerde, aparte de los que han sido frailes, tienes aDescartes,aPascal,aSpinoza,aKant…
—¡Nomehablesdelosfilósofossolteros!—YdeSócrates,¿norecuerdascómodespachódesuladoasumujerJantipa,el
díaenquehabíademorirse,paraquenoleperturbase?—Nomehables tampocodeeso.Nome resuelvoacreer sinoqueesoquenos
cuentaPlatónnoessinounanovela…—Ounanivola…—Comoquieras.Yrompiendobruscamentelavoluptuosidaddelaconversaciónsesalió.Enlacalleacercóseleunmendigodiciéndole:«¡Unalimosna,porDios,señorito,
quetengosietehijos…!».«¡Nohaberloshecho!»,lecontestómalhumoradoAugusto.«Yaquisierayohaberlevistoaustedenmicaso—replicóelmendigo,añadiendo—:y¿quéquiereustedquehagamoslospobressinohacemoshijos…paralosricos?».«Tienes razón—replicó Augusto—, y por filósofo, ¡ahí va, toma!», y le dio unapeseta,queelbuenhombresefuealpuntoagastaralatabernapróxima.
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Capítulo23
ElpobreAugustoestabaconsternado.Noerasóloqueseencontrase,comoelasnodeBuridán, entreEugeniayRosario; eraque aquellode enamorarsede casi todas lasqueveía,envezdeamenguársele,íbaleenmedro.Yllegóadescubrircosasfatales.
—¡Vete, vete, Liduvina, porDios! ¡Vete, déjame solo! ¡Anda, vete!—le decíaunavezasucriada.
Yapenasellasefue,apoyóloscodossobrelamesa,lacabezaenlaspalmasdelasmanos,ysedijo:«¡Estoesterrible,verdaderamenteterrible!¡Meparecequesindarmecuentadeellomevoyenamorando…hastadeLiduvina!¡PobreDomingo!Sinduda.Ella, a pesar de sus cincuenta años, aún está de buen ver, y sobre todo bienmetidaencarnes,ycuandoalgunavezsaledelacocinaconlosbrazosremangadosytanredondos…¡Vamos,queestoesunalocura!¡Yesadoblebarbillayesosplieguesqueselehacenenelcuello…!Estoesterrible,terrible,terrible…».
«Ven acá, Orfeo—prosiguió, cogiendo al perro—, ¿qué crees tú que debo yohacer?¿Cómovoyadefendermedeestohastaquealfinmedecidaymecase?¡Ah,ya!, ¡una idea, una idea luminosa, Orfeo! Convirtamos a la mujer, que así mepersigue, enmateria de estudio. ¿Qué te parecedequemededique a la psicologíafemenina? Sí, sí, y haré dos monografías, pues ahora se llevan mucho lasmonografías;unasetitulará:Eugenia,ylaotra:Rosario,añadiendo:estudiodemujer¿Quéteparecedemiidea,Orfeo?».
YdecidióiraconsultarloconAntolínS.—oseaSánchez—Paparrigópulos,queporentoncessededicabaaestudiosdemujeres,aunquemásenloslibrosquenoenlavida.
AntolínS.Paparrigópuloseraloquesediceunerudito,unjovenquehabíadedaralapatriadíasdegloriadilucidandosusmásignoradasglorias.YsielnombredeS.Paparrigópulosnosonabaaúnentrelosdeaquellajuventudbulliciosaqueafuerzaderuido quería atraer sobre sí la atención pública, era porque poseía la verdaderacualidadíntimadelafuerza:lapaciencia,yporqueeratalsurespetoalpúblicoyasímismoquedilatabalahoradesupresentaciónhastaque,suficientementepreparado,sesintieraseguroenelsueloquepisaba.
Muylejosdebuscarconcualquiernovedadarlequinescaunefímerorenombrederelumbróncimentadosobrelaignoranciaajena,aspirabaencuantostrabajosliterariosteníaenproyecto,alaperfecciónqueenlohumanocabeyanosalirse,sobretodo,deloslinderosdelasensatezydelbuengusto.Noqueríadesafinarparahacerseoír,sinoreforzar con su voz, debidamente disciplinada, la hermosa sinfonía genuinamentenacionalycastiza.
La inteligencia de S. Paparrigópulos era clara, sobre todo clara, de unatransparencia maravillosa, sin nebulosidades ni embolismos de ninguna especie.
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Pensabaencastellanoneto,sinasomoalgunodehórridasbrumasseptentrionalesnidejosdedecadentismosdebulevarparisiense, en limpiocastellano,y así era comopensabasólidoyhondo,porquelohacíaconelalmadelpuebloquelosustentabayaquedebíasuespíritu.Lasnieblashiperbóreasleparecíanbienentrelosbebedoresdecervezaencabezada,peronoenestaclarísimaEspañadeesplendentecieloydesanoValdepeñas enyesado. Su filosofía era la del malogrado Becerro de Bengoa, quedespuésdellamartíoraroaSchopenhauerasegurabaquenoselehabríanocurridoaeste las cosas que se le ocurrieron, ni habría sido pesimista, de haber bebidoValdepeñas envezde cerveza,yquedecía tambiénque laneurasteniaprovienedemeterseunoenloquenoleimportayquesecuraconensaladadeburro.
ConvencidoS.Paparrigópulosdeque enúltima instancia todo es forma, formamásomenosinterior,eluniversomismouncaleidoscopiodeformasenchufadaslasunasenlasotrasydequeporlaformavivencuantasgrandesobrassalvanlossiglos,trabajaba con el esmero de losmaravillosos artífices del Renacimiento el lenguajequehabíaderevestirasusfuturostrabajos.
Había tenido la virtuosa fortaleza de resistir a todas las corrientes desentimentalismoneo-románticoyaesamodaasoladorapor lascuestiones llamadassociales.Convencidodequelacuestiónsocialesinsolubleaquíabajo,dequehabrásiemprepobresyricosydequenopuedeesperarsemásalivioqueelqueaportenlacaridaddeestosylaresignacióndeaquellos,apartabasuespíritudedisputasqueanadaútilconducenyrefugiábaseenlapurísimaregióndelarteinmaculado,adondenoalcanzalabrozadelaspasionesydondehallaelhombreconsoladorrefugioparalasdesilusionesde lavida.Abominaba,además,delestérilcosmopolitismo,quenohacesinosumiralosespíritusenensueñosdeimpotenciayenutopíasenervadoras,yamabaaestasuidolatradaEspaña, tancalumniadacuantodesconocidadenopocosdesushijos;aestaEspañaquelehabíadedarlamateriaprimadelostrabajossobrequefundaríasufuturafama.
Dedicaba Paparrigópulos las poderosas energías de su espíritu a investigar laíntima vida pasada de nuestro pueblo, y era su labor tan abnegada como sólida.Aspirabanadamenosquearesucitaralosojosdesuscompatriotasnuestropasado—es decir, el presente de sus bisabuelos—, y conocedor del engaño de cuantos lointentabanapura fantasía,buscabay rebuscabaen todogénerodeviejasmemoriasparalevantarsobreinconmoviblessillareseledificiodesueruditacienciahistórica.Nohabíasucesopasado,porinsignificantequepareciese,quenotuvieraasusojosunprecioinestimable.
Sabíaquehayqueaprender aver eluniversoenunagotadeagua,queconunhuesoconstituyeelpaleontólogoelanimalenteroyconunasadepucherotodaunaviejacivilizaciónelarqueólogo, sindesconocer tampocoquenodebemirarsea lasestrellas con microscopio y con telescopio a un infusorio, como los humoristasacostumbranhacerparaverturbio.Masaunquesabíaqueunasadepucherobastabaalarqueólogogenialparareconstruirunarteenterradoenloslimbosdelolvido,como
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ensumodestianoseteníaporgenio,preferíadosasasaunasasola—cuantasmásasasmejor—ypreferíaelpucherotodoalasasola.
«Todo lo que en extensión parece ganarse, piérdese en intensidad»; tal era sulema.SabíaPaparrigópulosqueenuntrabajoelmásespecificado,enlamásconcretamonografíapuedeverterseunafilosofíaentera,ycreía,sobretodo,enlasmaravillasdeladiferenciacióndeltrabajoyenelenormeprogresoaportadoalascienciasporlaabnegada legiónde lospincha-ranas, caza-vocablos, barrunta-fechasy cuenta-gotasdetodalaya.
Tentaban en especial su atención los más arduos y enrevesados problemas denuestrahistorialiteraria,talescomoeldelapatriadePrudencio,aunqueúltimamente,a consecuencia decíase de unas calabazas, se dedicaba al estudio de mujeresespañolasdelospasadossiglos.
Entrabajosdeíndolealparecerinsignificanteeradondehabíaqueveryadmirarla agudeza, la sensatez, la perspicacia, la maravillosa intuición histórica y lapenetracióncríticadeS.Paparrigópulos.Habíaqueversuscualidadesasí,aplicadasyen concreto, sobre lo vivo, y no en abstracta y pura teoría; había que verle en lasuerte. Cada disertación de aquellas era todo un curso de lógica inductiva, unmonumentotanmaravillosocomolaobradeLionnetacercadelaorugadelsauce,yunamuestra,sobretodo,deloqueeselausteroamoralasantaVerdad.Huíadelaingeniosidad como de la peste y creía que sólo acostumbrándonos a respetar a ladivina Verdad, aun en lo más pequeño, podremos rendirle el debido culto en logrande.
Preparaba una edición popular de los apólogos de Calila y Dimna con unaintroducciónacercadelainfluenciadelaliteraturaíndicaenlaEdadMediaespañola,yojaláhubiesellegadoapublicarla,porquesulecturahabríaapartado,deseguro,alpueblo de la taberna y de perniciosas doctrinas de imposibles redencioneseconómicas. Pero las dos obras magnas que proyectaba Paparrigópulos eran unahistoriadelosescritoresoscurosespañoles,esdecir,deaquellosquenofiguranenlashistorias literarias corrientes o figuran sólo en rápida mención por la supuestainsignificanciadesusobras,corrigiendoasílainjusticiadelostiempos,injusticiaquetantodeplorabayauntemía,yeraotrasuobraacercadeaquelloscuyasobrassehanperdidosinquenosquedemásquelamencióndesusnombresyalosumoladelostítulosde lasque escribieron.Yestaba apuntode acometer la historiade aquellosotrosquehabiendopensadoescribirnollegaronahacerlo.
Paraelmejor logrodesusempresas,unaveznutridodelsustanciosomeollodenuestraliteraturanacional,sehabíabañadoenlasextranjeras,ycomoestoselehacíapenoso, pues era torpe para lenguas extranjeras y su aprendizaje exige tiempo queparamásaltosestudiosnecesitaba,recurrióaunnotableexpediente,aprendidodesuilustremaestro.Yeraqueleíalasprincipalesobrasdecríticaahistorialiterariaqueenelextranjerosepublicaran,siemprequelashallaseenfrancés,yunavezquehabíacogidolaopiniónmediadeloscríticosmásreputados,respectoaesteoaquelautor,
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hojeábaloenunperiqueteparacumplirconsuconcienciayquedarlibrepararehacerjuiciosajenossinmenguadesuescrupulosaintegridaddecrítico.
Vese, pues, que no era S. Paparrigópulos uno de esos jóvenes espíritusvagabundos y erráticos que se pasean sin rumbo fijo por los dominios delpensamiento y de la fantasía, lanzando acaso acá y allá tal cual fugitivo chispazo,¡no! Sus tendencias eran rigurosas y sólidamente itinerarias; era de los que van aalgunaparte.Siensusestudiosnohabríadeaparecernadasalientedeberíaseaqueenellostodoeracima,siendoamododemesetas,trasuntofieldelasvastasysoleadasllanurascastellanasdondeondealamiesdoradaysustanciosa.
¡Así diera la Providencia a EspañamuchosAntolines Sánchez Paparrigópulos!Con ellos, haciéndonos todos dueños de nuestro tradicional peculio, podríamossacarle pingües rendimientos. Paparrigópulos aspiraba—y aspira, pues aún vive ysiguepreparandosustrabajos—aintroducirlarejadesuaradocrítico,aunquesóloseauncentímetromásque losaradoresque lehabíanprecedidoensucampo,paraquelamiescrezca,mercedanuevosjugos,máslozanaygranenmejorlasespigasylaharinaseamásricaycomamoslosespañolesmejorpanespiritualymásbarato.
HemosdichoquePaparrigópulossiguetrabajandoypreparandosustrabajosparadarlosalaluz.Yasíes.Augustohabíatenidonoticiadelosestudiosdemujeresaquesededicabaporcomunesamigosdeunoydeotro,peronohabíapublicadonadanilohapublicadotodavía.
Nofaltanotroseruditosqueconlacaracterísticacaridaddelaespecie,habiendovislumbrado a Paparrigópulos y envidiosos de antemano de la fama que preven leespera, tratandeempequeñecerle.TalhayquedicedePaparrigópulosque,comoelzorro,borraconel joposuspropiashuellas,dando luegovueltasymásvueltasporotrosderroterosparadespistaralcazadoryquenosesepapordóndefueaatraparlagallina,cuandosidealgopecaesdedejarenpielosandamios,unavezacabadalatorre, impidiendoasíque se admireyveabien esta.Otro le llamadesdeñosamenteconcionador,comosieldeconcionarnofueseartesupremo.Eldemásalláleacusa,ya de traducir, ya de arreglar ideas tomadas del extranjero, olvidando que alrevestirlasPaparrigópulos en tan neto, castizo y transparente castellano como es elsuyo,lashacecastellanasyporendepropias,nodeotromodoquehizoelpadreIslapropioelGilBlasdeLesage.Algunolemotejadequesuprincipalapoyoessuhondafe en la ignorancia ambiente, desconociendo el que así le juzga que la fe estrasportadora de montañas. Pero la suprema injusticia de estos y otros rencorososjuiciosdegentesaquienesPaparrigópulosningúnmalhahecho,suinjusticianotoria,severábienclara con sólo tener encuentaque todavíanohadadoPaparrigópulosnada a luz y que todos los que lemuerden los zancajos hablan de oídas y por nocallar.
Nosepuede,enfin,escribirdeesteeruditosingularsinoconreposadaserenidadysinefectismosnivolescosdeningunaclase.
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Enestehombre, quierodecir, en este erudito, pues, pensóAugusto, sabedordequesededicabaaestudiosdemujeres,claroestáqueenloslibros,queestratándosedeellaslomenosexpuesto,ydemujeresdepasadossiglos,quesontambiénmuchomenosexpuestasparaquienlasestudiaquelasmujeresdehoy.
AesteAntolín,eruditosolitarioquepor timidezdedirigirsea lasmujeresenlavidayparavengarsedeesatimidezlasestudiabaenloslibros,fueaquienacudióaverAugustoparadeélaconsejarse.
Nobienlehuboexpuestosupropósitoprorrumpióelerudito:—¡Ay, pobre señor Pérez, cómo le compadezco a usted! ¿Quiere estudiar a la
mujer?Tarealemando…—Comoustedlaestudia…—Hayquesacrificarse.Elestudio,yestudiooscuro,paciente, silencioso,esmi
razón de ser en la vida. Pero yo, ya lo sabe usted, soy un modesto, modestísimoobrerodelpensamiento,queacopioyordenomaterialesparaqueotrosquevengandetrás de mí sepan aprovecharlos. La obra humana es colectiva; nada que no seacolectivoesnisólidonidurable…
—¿Y las obras de los grandes genios? La Divina Comedia, la Eneida, unatragediadeShakespeare,uncuadrodeVelázquez…
—Todo eso es colectivo, mucho más colectivo de lo que se cree. La DivinaComedia,porejemplo,fuepreparadaportodaunaserie…
—Sí,yaséeso.—YrespectoaVelázquez…apropósito,¿conoceustedellibrodeJustisobreél?ParaAntolín, elprincipal, casi elúnicovalorde lasgrandesobrasmaestrasdel
ingeniohumano,consisteenhaberprovocadounlibrodecríticaodecomentario;losgrandes artistas, poetas, pintores,músicos, historiadores, filósofos, hannacidoparaque un erudito haga su biografía y un crítico comente sus obras, y una frasecualquieradeungran escritor directono adquierevalorhastaqueun eruditono larepitey cita laobra, la edicióny lapáginaenque la expuso.Y todoaquellode lasolidaridaddeltrabajocolectivonoeramásqueenvidiaeimpotencia.PertenecíaalaclasedeesoscomentadoresdeHomeroquesiHomeromismoredivivoentraseensuoficinacantandoleecharíanaempellonesporquelesestorbabael trabajarsobrelostextosmuertosdesusobrasybuscarunapaxcualquieraenellas.
—Pero,bien,¿quéopinausteddelapsicologíafemenina?—lepreguntóAugusto.—Una pregunta así, tan vaga, tan genérica, tan en abstracto, no tiene sentido
precisoparaunmodestoinvestigadorcomoyo,amigoPérez,paraunhombrequenosiendogenio,nideseandoserlo…
—¿Nideseando?—Sí, ni deseando. Es mal oficio. Pues bien, esa pregunta carece de sentido
precisoparamí.Elcontestarlaexigiría…—Sí, vamos, como aquel otro cofrade de usted que escribió un libro sobre
psicología del pueblo español y siendo, al parecer, español él y viviendo entre
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españoles,noseleocurriósinodecirqueestediceestoyaquelaquellootroyhacerunabibliografía.
—¡Ah,labibliografía!Sí,yasé…—No,nosigausted,amigoPaparrigópulos,ydígamelomásconcretamenteque
sepaypuedaquéleparecedelapsicologíafemenina.—Habríaque empezarporplantearunaprimera cuestióny es lade si lamujer
tienealma.—¡Hombre!—Ah,nosirvedesecharlaasí,tanenabsoluto…«¿Latendráél?»,pensóAugusto,yluego:—Bueno, pues de lo que en las mujeres hace las veces de alma… ¿qué cree
usted?—¿Me promete usted, amigo Pérez, guardarme el secreto de lo que le voy a
decir?…Aunque,no,no,ustednoeserudito.—¿Quéquiereusteddecirconeso?—Queustednoesunodeesosqueestánarobarleaunoloúltimoquelehayan
oídoydarlocomosuyo…—Pero¿esastenemos…?—Ay,amigoPérez,eleruditoespornaturalezaunladronzuelo;selodigoausted
yo,yo,yoque lo soy.Loseruditos andamosaquitarnosunosaotros laspequeñascositasqueaveriguamosyaimpedirqueotrosenosadelante.
—Secomprende:elquetienealmacénguardasugéneroconmásceloqueelquetienefábrica;hayqueguardarelaguadelpozo,noladelmanantial.
—Puede ser. Pues bien, si usted, que no es erudito, me promete guardarme elsecreto hasta que yo lo revele, le diré que he encontrado en un oscuro y casidesconocido escritor holandés del siglo XVII una interesantísima teoría respecto alalmadelamujer…
—Veámosla.—Diceeseescritor,ylodiceenlatín,queasícomocadahombretienesualma,
lasmujerestodasnotienensinounasolaymismaalma,unalmacolectiva,algoasícomoelentendimientoagentedeAverroes,repartidaentre todasellas.Yañadequelasdiferenciasqueseobservanenelmododesentir,pensaryquererdecadamujerprovienen no más que de las diferencias del cuerpo, debidas a raza, clima,alimentación, etc., y que por eso son tan insignificantes. Las mujeres, dice eseescritor,separecenentresímuchomásqueloshombresyesporquetodassonunasolaymismamujer…
—Veahíporqué,amigoPaparrigópulos,asíquemeenamorédeunamesentíenseguidaenamoradodetodaslasdemás.
—¡Claroestá!Yañadeeseinteresantísimoycasidesconocidoginecólogoquelamujer tiene mucha más individualidad, pero mucha menos personalidad, que el
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hombre;cadaunadeellassesientemásella,másindividual,quecadahombre,peroconmenoscontenido.
—Sí,sí,creoentreverloquesea.—Yporeso,amigoPérez,lomismodaqueestudieustedaunamujeroavarias.
Lacuestiónesahondarenaquellaacuyoestudioustedsededique.—Y¿noseríamejor tomardosomásparapoderhacerelestudiocomparativo?
Porqueyasabeustedqueahorasellevamuchoestodelocomparativo…—Enefecto,lacienciaescomparación;masenpuntoamujeresnoesmenester
comparar.Quien conozca una, una sola bien, las conoce todas, conoce a laMujer.Además,yasabeustedquetodoloqueseganaenextensiónsepierdeenintensidad.
—Enefecto, y yodeseodedicarme al cultivo intensivoyno al extensivode lamujer.Perodosporlomenos…porlomenosdos…
—¡No,dosno!,¡deningunamanera!Denocontentarseconuna,queyocreoeslomejoryesbastantetarea,porlomenostres.Ladualidadnocierra.
—¿Cómoquenocierraladualidad?—Claroestá.Condoslíneasnosecierraespacio.Elmássencillopolígonoesel
triángulo.Porlomenostres.—Pero el triángulo carece de profundidad. El más sencillo poliedro es el
tetraedro;demodoqueporlomenoscuatro.—Perodosno,¡nunca!Depasardeuna,porlomenostres.Peroahondeusteden
una.—Talesmipropósito.
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Capítulo24
CuandosalióAugustodesuentrevistaconPaparrigópulosíbasediciendo:«Demodoquetengoquerenunciaraunadelasdosobuscarunatercera.Aunqueparaestodelestudio psicológico bienme puede servir de tercer término, de término puramenteideal de comparación, Liduvina. Tengo, pues, tres: Eugenia, que me habla a laimaginación,alacabeza;Rosario,quemehablaalcorazón,yLiduvina,micocinera,quemehablaalestómago.Ycabeza,corazónyestómagosonlastresfacultadesdelalmaqueotrosllamaninteligencia,sentimientoyvoluntad.Sepiensaconlacabeza,sesienteconelcorazónysequiereconelestómago.¡Estoesevidente!Yahora…».
«Ahora—prosiguiópensando—,¡unaidealuminosa,luminosísima!Voyafingirque quiero pretender de nuevo a Eugenia, voy a solicitarla de nuevo, a ver simeadmite de novio, de futuromarido, claro que nomás que para probarla, como unexperimentopsicológicoysegurocomoestoydequeellamerechazará…¡puesnofaltaba más! Tiene que rechazarme. Después de lo pasado, después de lo que ennuestraúltimaentrevistamedijo,noesposibleyaquemeadmita.Esunamujerdepalabra,creo.Mas…¿esquelasmujerestienenpalabra?,¿esquelamujer,laMujer,así, con letra mayúscula, la única, la que se reparte entre millones de cuerposfemeninosymásomenoshermosos—másbienmásquemenos—;esquelaMujerestá obligada a guardar su palabra? Eso de guardar su palabra, ¿no es acasomasculino?Pero¡no,no!Eugenianopuedeadmitirme;nomequiere.Nomequiereyaceptóyamidádiva.Ysiaceptómidádivayladisfruta,¿paraquévaaquererme?».
«Pero…¿ysi,volviéndoseatrásdeloquemedijo—pensóluego—,medicequesíymeaceptacomonovio,comofuturomarido?Porquehayqueponerseentodo.¿Ysimeacepta?,digo.¡Mefastidia!¡Mepescaconmipropioanzuelo!¡Esosíqueseríaelpescadorpescado!Pero¡no,no!,¡nopuedeser!¿Ysies?¡Ah!,entoncesnoquedasino resignarse. ¿Resignarse? Sí, resignarse. Hay que saber resignarse a la buenafortuna. Y acaso la resignación a la dicha es la ciencia más difícil. ¿No nos dicePíndaroquelasdesgraciastodasdeTántaloleprovinierondenohaberpodidodigerirsufelicidad?¡Hayquedigerirlafelicidad!YsiEugeniamedicequesí,simeacepta,entonces… ¡venció la psicología! ¡Viva la psicología! Pero ¡no, no, no! No meaceptará, no puede aceptarme, aunque sólo sea por salirse con la suya.UnamujercomoEugenianodasubrazoatorcer;laMujer,cuandoseponefrentealHombreavercuálesdemástesónyconstanciaensuspropósitos,escapazdetodo.¡No,nomeaceptará!».
—Rosaritoleespera.Contrespalabras,preñadasdesentimientos,interrumpióLiduvinaelcursodelas
reflexionesdesuamo.
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—Di, Liduvina, ¿crees tú que las mujeres sois fieles a lo que una vez hayáisdicho?,¿sabéisguardarvuestrapalabra?
—Segúnyconforme.—Sí, el estribillo de tu marido. Pero contesta derechamente y no como
acostumbráishacerlasmujeres,queraravezcontestáisaloqueseospregunta,sinoaloqueseosfigurabaqueseosibaapreguntar.
—Y¿quéesloqueustedquisopreguntarme?—Quesivosotraslasmujeresguardáisunapalabraquehubiéseisdado.—Segúnlapalabra.—¿Cómosegúnlapalabra?—Pues claro está. Unas palabras se dan para guardarlas y otras para no
guardarlas.Yanadieseengaña,porqueesvalorentendido…—Bueno,bueno,diaRosarioqueentre.YcuandoRosarioentrópreguntóleAugusto:—DiRosario,¿quécreestú,queunamujerdebeguardarlapalabraquediooque
nodebeguardarla?—Norecuerdohaberledadoaustedpalabraalguna…—Nosetratadeeso,sinodesidebeonounamujerguardarlapalabraquedio…—Ah,sí,lodiceustedporlaotra…poresamujer…—Porloquelodiga;¿quécreestú?—Puesyonoentiendodeesascosas…—¡Noimporta!—Bueno,yaqueustedseempeña,lediréquelomejoresnodarpalabraalguna.—¿Ysisehadado?—Nohaberlohecho.«Estávisto—sedijoAugusto—queaestamozuelanolasacodeahí.Peroyaque
estáaquí,voyaponerenjuegolapsicología,allevaracabounexperimento».—¡Venacá,siéntateaquí!—yleofreciósusrodillas.Lamuchachaobedeciótranquilamenteysin inmutarse,comoacosaacordaday
prevista. Augusto en cambio quedóse confuso y sin saber por dónde empezar suexperiencia psicológica. Y como no sabía qué decir, pues… hacía. Apretaba aRosariocontrasupechoanhelanteylecubríalacaradebesos,diciéndoseentretanto:«Me parece que voy a perder la sangre fría necesaria para la investigaciónpsicológica».Hastaquedeprontosedetuvo,pareciócalmarse,apartóaRosarioalgodesíyladijoderepente:
—Pero¿nosabesquequieroaotramujer?Rosariosecalló,mirándolefijamenteyencogiéndosedehombros.—Pero¿nolosabes?—repitióél.—¿Yamíquémeimportaesoahora…?—¿Cómoquenoteimporta?—¡Ahora,no!Ahoramequiereustedamí,meparece.
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—Yamítambiénmeparece,pero…Y entonces ocurrió algo insólito, algo que no entraba en las previsiones de
Augusto,ensuprogramadeexperienciapsicológicasobrelaMujer,yesqueRosario,bruscamente, leenlazó losbrazosalcuelloyempezóabesarle.Apenassielpobrehombretuvotiempoparapensar:«Ahorasoyyoelexperimentado;estamozuelaestáhaciendo estudios de psicología masculina». Y sin darse cuenta de lo que hacíasorprendióseacariciandoconlastemblorosasmanoslaspantorrillasdeRosario.
Levantóse de prontoAugusto, levantó luego en vilo a Rosario y la echó en elsofá. Ella se dejaba hacer, con el rostro encendido. Y él, teniéndola sujeta de losbrazosconsusdosmanos,selequedómirandoalosojos.
—¡No loscierres,Rosario,no loscierres,porDios!Ábrelos.Así,así,cadavezmás.Déjamequemeveaenellos,tanchiquitito…
Y al verse a símismo en aquellos ojos como en un espejo vivo, sintió que laprimeraexaltaciónseleibatemplando.
—Déjamequemeveaenelloscomoenunespejo,quemeveatanchiquitito…Sóloasíllegaréaconocerme…viéndomeenojosdemujer…
Yelespejolemirabadeunmodoextraño.Rosariopensaba:«Estehombrenomeparececomolosdemás;debedeestarloco».
Apartóse de pronto de ella Augusto, se miró a sí mismo, y luego se palpó,exclamandoalcabo:
—Yahora,Rosario,perdóname.—¿Perdonarle?,¿porqué?Yhabíaen lavozde lapobreRosariomásmiedoqueotro sentimientoalguno.
Sentía deseos de huir, porque ella se decía: «Cuando uno empieza a decir o hacerincongruenciasnoséadóndevaaparar.Estehombreseríacapazdematarmeenunarrebatodelocura».Ylebrotaronunaslágrimas.
—¿Loves?—ledijoAugusto—,¿loves?Sí,perdóname,Rosarito,perdóname;nosabíaloquemehacía.
Yellapensó:«Loquenosabeesloquenosehace».—Yahora,¡vete,vete!—¿Meechausted?—No,medefiendo. ¡No te echo,no! ¡Diosme libre!Siquieresme ireyoy te
quedasaquítú,paraqueveasquenoteecho.«Decididamente,noestábueno»,pensóellaysintiólástimadeél.—Vete,vete,ynomeolvides,¿eh?—lecogiódelabarbilla,acariciándosela—.
Nomeolvides,noolvidesalpobreAugusto.Laabrazóy ladiounlargoyapretadobesoen laboca.Alsalir lamuchachale
dirigióunamirada llenadeunmisteriosomiedo.Yapenasella salió,pensóparasíAugusto:«Medesprecia,indudablementemedesprecia;heestadoridículo,ridículo,ridículo… Pero ¿qué sabe ella, pobrecita, de estas cosas? ¿Qué sabe ella depsicología?».
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Si el pobre Augusto hubiese podido entonces leer en el espíritu de Rosariohabríasedesesperadomás.Porquelaingenuamozuelaibapensando:«Cualquierdíavuelvoadarmeyounratoasíabeneficiodelaotraprójima…».
ÍbalevolviendolaexaltaciónaAugusto.Sentíaqueeltiempoperdidonovuelvetrayendolasocasionesquesedesperdiciaron.Entróleunarabiacontrasímismo.SinsaberquéhacíayporocupareltiempollamóaLiduvinayalverlaantesí,tanserena,tan rolliza, sonriéndosemaliciosamente, fue tal y tan insólito el sentimientoque leinvadió, que diciéndole: «¡Vete, vete, vete!», se salió a la calle. Es que temió unmomentonopodercontenerseyasaltaraLiduvina.
Alsaliralacalleseencalmó.Lamuchedumbreescomounbosque;leponeaunoensulugar,lereencaja.
«¿Estarébiendelacabeza?»,ibapensandoAugusto.¿Noseráacasoquemientrasyo creo ir formalmente por la calle, como las personas normales—¿y qué es unapersonanormal?—,vayahaciendogestos,contorsionesypantomimas,yquelagentequeyocreopasasinmirarmeoquememira indiferentementenoseaasí, sinoqueestántodosfijosenmíyriéndoseocompadeciéndome…?Yestaocurrencia,¿noesacaso locura? ¿Estaré de veras loco?Y en último caso, aunque lo esté, ¿qué? Unhombre de corazón, sensible, bueno, si no se vuelve loco es por ser un perfectomajadero.Elquenoestálocoesotontoopillo.Loquenoquieredecir,claroestá,quelospillosylostontosnoenloquezcan.
«Lo que he hecho con Rosario —prosiguió pensando— ha sido ridículo,sencillamenteridículo.¿Quéhabrápensadodemí?Y¿quémeimportaloquedemípienseunamozuelaasí?…¡Pobrecilla!Pero…¡conquéingenuidadsedejabahacer!Es un ser fisiológico, perfectamente fisiológico, nada más que fisiológico, sinpsicología alguna. Es inútil, pues, tomarla de conejilla de Indias o de ranita paraexperimentos psicológicos. A lo sumo fisiológico… Pero ¿es que la psicología, ysobre todo la feminidad, es algo más que fisiología, o si se quiere psicologíafisiológica? ¿Tiene la mujer alma? Y a mí para meterme en experimentospsicofisiológicosme falta preparación técnica.Nunca asistí a ningún laboratorio…carezco, además, de aparatos. Y la psicofisiología exige aparatos. ¿Estaré, pues,loco?».
Despuésdehabersedesahogadoconestasmeditacionescallejeras,porenmediodelaatareadamuchedumbreindiferenteasuscuitas,sintióseyatranquiloysevolvióacasa.
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Capítulo25
Fue Augusto a ver a Víctor, a acariciar al tardío hijo de este, a recrearse en lacontemplación de la nueva felicidad de aquel hogar, y de paso a consultar con élsobreelestadodesuespíritu.Yalencontrarseconsuamigoasolas,ledijo:
—¿Y de aquella novela o… cómo era… ¡ah, sí, nivola!… que estabasescribiendo?Supongoqueahora,conlodelhijo,lahabrásabandonado.
—Puessuponesmal.Precisamenteporeso,porseryapadre,hevueltoaella.Yenelladesahogoelbuenhumorquemellena.
—¿Querríasleermealgodeella?SacóVíctorlascuartillasyempezóaleerporaquíyporalláasuamigo.—Pero,hombre,¡temehancambiado!—exclamóAugusto.—¿Porqué?—Porqueahíhaycosasquerayanenlopornográficoyhastaalasvecespasande
ello…—¿Pornográfico? ¡Deningunamanera!Loquehay aquí son crudezas, perono
pornografías.Algunavezalgúndesnudo,peronuncaundesvestido…Loquehayesrealismo…
—Realismo,sí,yademás…—Cinismo,¿noeseso?—¡Cinismo,sí!—Peroel cinismonoespornografía.Estas crudezas sonunmododeexcitar la
imaginaciónparaconducirlaaunexamenmáspenetrantedelarealidaddelascosas;estascrudezassoncrudezas…pedagógicas.¡Lodicho,pedagógicas!
—Yalgogrotescas…—Enefecto,noteloniego.Gustodelabufonería.—Queessiempreenelfondotétrica.—Porlomismo.Nomeagradansinoloschisteslúgubres,lasgraciasfunerarias.
La risa por la risa misma me da grima, y hasta miedo. La risa no es sino lapreparaciónparalatragedia.
—Puesamíesasbufonadascrudasmeproducenundetestableefecto.—Porque eres un solitario, Augusto, un solitario, entiéndemelo bien, un
solitario… Y yo las escribo para curar… No, no, no las escribo para nada, sinoporquemedivierteescribirlas,ysidiviertena losque las leanmedoyporpagado.Perosialavezlogroconellasponerencaminodecuraciónaalgúnsolitariocomotú,dedoblesoledad…
—¿Doble?—Sí,soledaddecuerpoysoledaddealma.—Apropósito,Victor…
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—Sí,yaséloquevasadecirme.Veníasaconsultarmesobretuestado,quedesdehacealgúntiempoesalarmante,verdaderamentealarmante,¿noeseso?
—Sí,esoes.—Loadiviné.Puesbien,Augusto,cásateycásatecuantoantes.—Pero¿concuál?—¡Ah!,pero¿haymásdeuna?—Y¿cómohasadivinadotambiénesto?—Muy sencillo. Si hubieses preguntado: pero ¿con quién?, no habría supuesto
que hay más de una ni que esa una haya; mas al preguntar: pero ¿con cuál?, seentiendeconcuáldelasdos,otres,odiez,oene.
—Esverdad.—Cásate,pues,cásate,conunacualquieradelasenedequeestásenamorado,con
la que tengas más a mano. Y sin pensarlo demasiado. Ya ves, yo me casé sinpensarlo;nostuvieronquecasar.
—Es que ahora me ha dado por dedicarme a las experiencias de psicologíafemenina.
—LaúnicaexperienciapsicológicasobrelaMujereselmatrimonio.Elquenosecasa, jamás podrá experimentar psicológicamente el alma de la Mujer. El únicolaboratoriodepsicologíafemeninaodeginepsicologíaeselmatrimonio.
—Pero¡esonotieneremedio!—Ninguna experimentación de verdad le tiene. Todo el que se mete a querer
experimentar algo, pero guardando la retirada, noquemando las naves, nunca sabenadadecierto.Jamástefíesdeotrocirujanoquedeaquelquesehayaamputadoasímismo algún propiomiembro, ni te entregues a alienista que no esté loco.Cásate,pues,siquieressaberpsicología.
—Demodoquelossolteros…—Ladelossolterosnoespsicología;noesmásquemetafísica,esdecir,másallá
delafísica,másalládelonatural.—Y¿quéeseso?—Pocomenosqueenloqueestástú.—¿Yoestoyenlametafísica?Pero¡siyo,queridoVictor,noestoymásalládelo
natural,sinomásacádeello!—Esigual.—¿Cómoqueesigual?—Sí,másacádelonaturaleslomismoquemásallá,comomásalládelespacio
eslomismoquemásacádeél.¿Vesestalínea?—ytrazóunalíneaenunpapel—.Prolongadaporunoyotroextremoalinfinitoylosextremosseencontrarán,cerraránen el infinito, donde se encuentra todo y todo se lía. Toda recta es curva de unacircunferenciaderadioinfinitoyenelinfinitocierra.Luegolomismodalodemásacádelonaturalquelodemásallá.¿Noestáclaro?
—No,estáoscurísimo,muyoscuro.
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—Puesporqueestátanoscuro,cásate.—Sí,pero…¡measaltantantasdudas!—Mejor,pequeñoHamlet,mejor.¿Dudas?,luegopiensas;¿piensas?,luegoeres.—Sí,dudarespensar.—Ypensaresdudarynadamásquedudar.Secree,sesabe,seimaginasindudar;
ni la fe, ni el conocimiento, ni la imaginación suponen duda y hasta la duda lasdestruye,peronosepiensasindudar.Yesladudaloquedelafeydelconocimiento,quesonalgoestático,quieto,muerto,hacepensamiento,queesdinámico, inquieto,vivo.
—¿Ylaimaginación?—Sí,ahícabealgunaduda.Suelodudarloqueleshedehacerdecirohaceralos
personajesdeminivola,yaundespuésdequeleshehechodecirohaceralgodudodesiestuvobienysiesloqueenverdadlescorresponde.Pero…¡pasoportodo!Sí,sí,cabedudaenelimaginar,queesunpensar…
MientrasAugustoyVictorsosteníanestaconversaciónnivolesca,yo,elautordeesta nivola, que tienes, lector, en la mano y estás leyendo, me sonreíaenigmáticamente al ver quemis nivolescos personajes estaban abogando pormí yjustificandomisprocedimientos,ymedecíaamímismo:«¡Cuánlejosestaránestosinfelicesdepensarquenoestánhaciendootracosaquetratardejustificarloqueyoestoyhaciendoconellos!Asícuandounobuscarazonesparajustificarsenohaceenrigorotra cosaque justificar aDios.Yyo soy elDiosde estosdospobresdiablosnivolescos».
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Capítulo26
Augusto se dirigió a casa de Eugenia dispuesto a tentar la última experienciapsicológica, ladefinitiva,aunque temiendoqueella le rechazase.Yencontróseconellaenlaescalera,quebajabaparasalircuandoélsubíaparaentrar.
—¿Ustedporaquí,donAugusto?—Sí,yo;maspuestoquetieneustedquesalir,lodejaréparaotrodía;mevuelvo.—No,estáarribamitío.—Noesconsutío,esconusted,Eugenia,conquienteníaquehablar.Dejémoslo
paraotrodía.—No,no,volvamos.Lascosasencaliente.—Esquesiestásutío.—¡Bah!,¡esanarquista!Nolellamaremos.YobligóaAugustoaquesubieseconella.Elpobrehombre,quehabíaidocon
airesdeexperimentador,sentíaseahorarana.Cuandoestuvieronsolosenlasala,Eugenia,sinquitarseelsombrero,coneltraje
decalleconquehabíaentrado,ledijo:—Bien,sepamosquéesloqueteníaquedecirme.—Pues…pues…—yelpobreAugustobalbuceaba—pues…pues…—Bien;pues¿qué?—Quenopuedodescansar,Eugenia;queleshedadomilvueltasenelmagínalas
cosasquenosdijimos laúltimavezquehablamos,yqueapesarde todonopuedoresignarme,¡no,nopuedoresignarme,nolopuedo!
—Y¿aquéesloquenopuedeustedresignarse?—Pues¡aesto,Eugenia,aesto!—Y¿quéesesto?—Aesto,aquenoseamosmásqueamigos…—¡Másqueamigos…!¿Lepareceaustedpoco,señordonAugusto?,¿oesque
quiereustedqueseamosmenosqueamigos?—No,Eugenia,no,noeseso.—Pues¿quées?—PorDios,nomehagasufrir…—Elquesehacesufriresustedmismo.—¡Nopuedoresignarme,no!—Pues¿quéquiereusted?—¡Queseamos…maridoymujer!—¡Acabáramos!—Paraacabarhayqueempezar.—¿Yaquellapalabraquemediousted?
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—Nosabíaloquemedecía.—YlaRosarioaquella…—¡Oh,porDios,Eugenia,nomerecuerdeseso!,¡nopiensesenlaRosario!Eugenia entonces se quitó el sombrero, lo dejó sobre una mesilla, volvió a
sentarseyluegopausadamenteyconsolemnidaddijo:—Puesbien,Augusto,yaquetú,queeresalfinyalcabounhombre,notecrees
obligadoaguardarlapalabra,yoquenosoynadamásqueunamujertampocodeboguardarla.Además,quierolibrartedelaRosarioydelasdemásRosariosoPetrasquepuedan envolverte. Lo que no hizo la gratitud por tu desprendimiento ni hizo eldespecho de lo que con Mauricio me pasó —ya ves si te soy franca— hace lacompasión.¡Sí,Augusto,medaspena,muchapena!—yaldecirestolediodoslevespalmaditasconladiestraenunarodilla.
—¡Eugenia!—yletendiólosbrazoscomoparacogerla.—¡Eh, cuidadito! —exclamó ella apartándoselos y hurtándose de ellos—
¡cuidadito!—Pueslaotravez…laúltimavez…—¡Sí,peroentonceseradiferente!«Estoyhaciendoderana»,pensóelpsicólogoexperimental.—¡Sí —prosiguió Eugenia—, a un amigo, nada más que amigo, pueden
permitírsele ciertas pequeñas libertades que no se deben otorgar al… vamos, al…novio!
—Puesnolocomprendo…—Cuando nos hayamos casado, Augusto, te lo explicaré. Y ahora, quietecito,
¿eh?«Estoeshecho»,pensóAugusto,quesesintióyacompletayperfectamenterana.—Yahora—agregóEugenialevantándose—voyallamaramitío.—¿Paraqué?—¡Toma,paradarleparte!—¡Esverdad!—exclamóAugusto,consternado.AlmomentollegódonFermín.—Mireusted,tío—ledijoEugenia—,aquítieneustedadonAugustoPérez,que
havenidoapedirmelamano.Yyoselaheconcedido.—¡Admirable!,¡admirable!—exclamódonFermín—,¡admirable!¡Venacá,hija
mía,venacáqueteabrace!,¡admirable!—¿Tantoleadmiraaustedquevayamosacasarnos,tío?—No,loquemeadmira,loquemearrebata,loquemesubyugaeslamanerade
haber resuelto este asunto, los dos solos, sinmedianeros… ¡viva la anarquía!Y eslástima, es lástimaquepara llevara cabovuestropropósito tengáisqueacudir a laautoridad…Porsupuesto,sinacatarlaenelfuerointernodevuestraconciencia,¿eh?,proformula,nadamásqueproformula.Porqueyoséqueosconsideráisyamaridoy
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mujer. ¡Yen todocasoyo,yosolo,ennombredelDiosanárquico,oscaso!Yestobasta.¡Admirable!,¡admirable!DonAugusto,desdehoyestacasaessucasa.
—¿Desdehoy?—Tieneustedrazón,sí,lofuesiempre.Micasa…¿mía?Estacasaquehabitofue
siempredeusted, fue siemprede todosmishermanos.Perodesdehoy…ustedmeentiende.
—Sí,leentiendeausted,tío.EnaquelmomentollamaronalapuertayEugeniadijo:—¡Latía!Yalentrarestaenlasalayveraquello,exclamó:—Ya,¡enterada!¿Conqueescosahecha?Estoyamelosabíayo.Augustopensaba:«¡Rana,ranacompleta!Ymehanpescadoentretodos».—Sequedaráustedhoyacomerconnosotros,porsupuesto,paracelebrarlo…—
dijodoñaErmelinda.—¡Yquéremedio!—seleescapóalpobrerana.
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Capítulo27
EmpezóentoncesparaAugustounanuevavida.Casitodoeldíaselopasabaencasadesunoviayestudiandonopsicología,sinoestética.
¿YRosario?Rosarionovolviópor su casa.La siguientevezque le llevaron laropaplanchadafueotralaqueselallevó,unamujercualquiera.YapenasseatrevióapreguntarporquénoveníayaRosario.¿Paraqué,siloadivinaba?Yestedesprecio,porquenoerasinodesprecio,bienloconocíay,lejosdedolerle,casilehizogracia.Bien.BiensedesquitaríaélenEugenia.Que,porsupuesto,seguíaconlode:«¡Eh,cuidaditoymanosquedas!».¡Buenaeraellaparaotracosa!
Eugenialeteníaaracióndevistaynomásquedevista,encendiéndoleelapetito.Unavezledijoél:
—¡Meentranunasganasdehacerunosversosatusojos!Yellalecontestó:—¡Hazlos!—Masparaello—agregóél—seríaconvenienteque tocasesunpocoelpiano.
Oyéndoteenél,entuinstrumentoprofesional,meinspiraría.—Peroyasabes,Augusto,quedesdeque,graciasatugenerosidad,hepodidoir
dejando mis lecciones no he vuelto a tocar el piano y que lo aborrezco. ¡Me hacostadotantasmolestias!
—Noimporta,tócalo,Eugenia,tócaloparaqueyoescribamisversos.—¡Sea,peroporúnicavez!SentóseEugeniaatocarelpianoymientraslotocabaescribióAugustoesto:
Mialmavagabalejosdemicuerpoenlasbrumasperdidasdelaidea,perdidaalláenlasnotasdelamúsicaquesegúndicencantanlasesferas;yyacíamicuerposolitariosinalmaytristeerrandoporlatierra.Nacidosparaararjuntoslavidanovivían;porqueéleramateriatansóloyellanadamásqueespíritubuscandocompletarse,¡dulceEugenia!Masbrotarontusojoscomofuentesdevivaluzencimademisendayprendieronamialmaylatrajerondelvagocieloaladudosatierra,
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metiéronlaenmicuerpo,ydesdeentonces¡ysólodesdeentoncesvivo,Eugenia!Sontusojoscualclavosencendidosquemicuerpoamiespíritusujetan,quehacenquesueñeenmifebrillasangreyqueencarneconviertenmisideas.¡Siesaluzdemividaseapagara,desuncidosespírituymateria,perderíameenbrumascelestialesydelprofundoenlavoraztiniebla!
—¿Quéteparecen?—lepreguntóAugustoluegoqueseloshuboleído.—Comomipiano,pocoonadamusicales.Yesode«segúndicen…».—Sí,esparadarlefamiliaridad…—Ylode«dulceEugenia»mepareceunripio.—¿Qué?,¿queeresunripiotú?—¡Ahí,enesosversos,sí!Yluegotodoesomeparecemuy…muy…—Vamos,sí,muynivolesco.—¿Quéeseso?—Nada,untimoquenostraemosentreVíctoryyo.—Puesmira,Augusto, yo no quiero timos enmi casa luego que nos casemos,
¿sabes?Ni timos ni perros.Conque ya puedes ir pensando lo que has de hacer deOrfeo…
—Pero ¡Eugenia, por Dios!, ¡si ya sabes cómo le encontré, pobrecillo!, ¡si esademásmiconfidente…!,¡siesaquiendirijomismonólogostodos…!
—Esque cuandonos casemosnohadehabermonólogos enmi casa. ¡Está demáselperro!
—PorDios,Eugenia,siquierahastaquetengamosunhijo…—Silotenemos…—Claro,silotenemos.Ysino,¿porquénoelperro?,¿porquénoelperro,del
que se ha dicho con tanta justicia que sería elmejor amigo del hombre si tuviesedinero…?
—No,situviesedineroelperronoseríaamigodelhombre,estoyseguradeello.Porquenolotieneessuamigo.
OtrodíaledijoEugeniaaAugusto:—Mira,Augusto, tengoquehablartedeuna cosagrave,muygrave,y te ruego
quemeperdonesdeantemanosiloquevoyadecirte…—¡PorDios,Eugenia,habla!—Túsabesaquelnovioquetuve…—Sí,Mauricio.
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—Peronosabesporquéletuvequedespacharalmuysinvergüenza…—Noquierosaberlo.—Esotehonra.Puesbien;letuvequedespacharalharagánysinvergüenzaaquel,
pero…—¿Qué,tepersiguetodavía?—¡Todavía!—¡Ah,comoyolecoja!…—No,noeseso.Mepersigue,peronoyaconlasintencionesquetúcrees,sino
conotras.—¡Aver!,¡aver!—Notealarmes,Augusto,notealarmes.ElpobreMauricionomuerde,ladra.—Ah,pueshazloquediceelrefránárabe:«Sivasadetenerteconcadaperroque
tesalgaaladraralcamino;nuncallegarásalfindeél».Nosirvetirarlespiedras.Nolehagascaso.
—Creoquehayotromediomejor.—¿Cuál?—Llevaraprevenciónmendrugosdepanenelbolsilloeirlostirandoalosperros
quesalenaladrarnos,porqueladranporhambre.—¿Quéquieresdecir?—QueahoraMauricionopretendesinoquelebusqueunacolocacióncualquiera
ounmododevivirydicequemedejaráenpaz,ysino…—Sino…—Amenazaconperseguirmeparacomprometerme…—¡Desvergonzado!,¡bandido!—Noteexaltes.Ycreoquelomejoresquitámosledeenmediobuscándoleuna
colocacióncualquieraqueledéparaviviryquesealomáslejosposible.Es,además,demipartealgodecompasiónporqueelpobrecilloescomoes,y…
—Acasotengasrazón,Eugenia.Ymira,creoquepodréarreglarlotodo.Mañanamismohablaréaunamigomíoymeparecequelebuscaremoseseempleo.
Y,enefecto,pudoencontrarleelempleoyconseguirque ledestinasenbastantelejos.
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Capítulo28
Torció el gestoAugusto cuando unamañana le anunció Liduvina que un joven leesperabayseencontróluegoconqueeraMauricio.Estuvopordespedirlosinoírle,peroleatraíaaquelhombrequefueenuntiemponoviodeEugenia,alqueestaquisoyacasoseguíaqueriendoenalgúnmodo;aquelhombrequetalvezsabíade laqueibaa sermujerdeél,deAugusto, intimidadesqueeste ignoraba;deaquelhombreque…Habíaalgoquelesunía.
—Vengo, señor—empezó sumisamenteMauricio—, a darle las gracias por elfavorinsignequemercedalamediacióndeEugeniaustedsehadignadootorgarme…
—Notieneusteddequédarmelasgracias,señormío,yesperoqueenadelantedejaráustedenpazalaquevaasermimujer.
—Pero¡siyonolahemolestadolomásmínimo!—Séaquéatenerme.—Desdequemedespidió,ehizobienendespedirme,porquenosoyyoelquea
ellacorresponde,heprocuradoconsolarmecomomejorhepodidodeesadesgraciayrespetar,porsupuesto,susdeterminaciones.Ysiellalehadichoaustedotracosa…
—Leruegoquenovuelvaamentaralaquevaasermimujer,ymuchomenosqueinsinúesiquieraelquehayafaltadolomásmínimoalaverdad.Consuélesecomopuedaydéjenosenpaz.
—Esverdad.Yvuelvoadarlesaustedesdoslasgraciasporelfavorquemehanhechoproporcionándomeeseempleíto.Iréaservirloymeconsolarécomopueda.Porciertoquepiensollevarmeconmigoaunamuchachita…
—Y¿amíquémeimportaeso,caballero?—Esquemeparecequeusteddebedeconocerla…—¿Cómo?,¿cómo?,¿quiereustedburlarse…?—No…no…Esuna talRosario, que está enun taller de planchadoy queme
parecelesolíallevaraustedlaplancha…Augustopalideció.«¿Sabráeste todo?»,sedijo,yesto leazaróaúnmásquesu
anteriorsospechadequeaquelhombresupiesedeEugenia loqueélnosabía.Perorepúsosealprontoyexclamó:
—Y¿aquémevieneustedahoraconeso?—Meparece—prosiguióMauricio, como si no hubiese oído nada—que a los
despreciadossenosdebedejarelquenosconsolemoslosunosconlosotros.—Pero ¿qué quiere usted decir, hombre, qué quiere usted decir? —y pensó
Augusto si allí, en aquel que fue escenario de su última aventura con Rosario,estrangularíaonoaaquelhombre.
—¡Noseexalteasí,donAugusto,noseexalteasí!Noquierodecirsinoloquehedicho.Ella…laqueustednoquierequeyomiente,medespreció,medespachó,yyo
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meheencontradoconesapobrechicuela,alaqueotrodesprecióy…Augusto no pudo ya contenerse; palideció primero, se encendió después,
levantóse, cogióaMauriciopor losdosbrazos, lo levantóenviloy learrojóenelsofásindarseclaracuentade loquehacía,comoparaestrangularlo.Yentonces,alverseMauricioenelsofá,dijoconlamayorfrialdad:
—Míreseustedahora,donAugusto,enmispupilasyveráquéchiquitoseve…ElpobreAugustocreyóderretirse.Porlomenosselederritiólafuerzatodadelos
brazos, empezó la estancia a convertirse en niebla a sus ojos; pensó: «¿Estarésoñando?»,yseencontróconqueMauricio,depieyayfrenteaél,lemirabaconunasocarronasonrisa:
—¡Oh, no ha sido nada, don Augusto, no ha sido nada! Perdóneme usted, unarrebato…nisésiquieraloquemehice…nimedicuenta…Y¡gracias,gracias,otravezgracias!,¡graciasaustedya…ella!¡Adiós!
ApenashabíasalidoMauricio,llamóAugustoaLiduvina.—Di,Liduvina,¿quiénhaestadoaquíconmigo?—Unjoven.—¿Dequéseñas?—Pero¿necesitaustedqueselodiga?—¿Deveras,haestadoaquíalguienconmigo?—¡Señorito!—No…no…júramequehaestadoaquíconmigounjovenydelasseñasqueme
digas… alto, rubio, ¿no es eso?, de bigote, más bien grueso que flaco, de narizaguileña…¿haestado?
—Pero¿estáustedbueno,donAugusto?—¿Nohasidounsueño…?—Comonolohayamossoñadolosdos…—No,nopuedensoñardosalmismotiempo lamismacosa.Yprecisamentese
conocequealgonoessueñoenquenoesdeunosolo…—Pues¡sí,estésetranquilo,sí!Estuvoesejovenquedice.—Y¿quédijoalsalir?—Alsalirnohablóconmigo…nilevi…—Ytú¿sabesquiénes,Liduvina?—Sí,séquiénes.Elquefuenoviode…—Sí,basta.Yahora,¿dequiénloes?—Esoyaseríasaberdemasiado.—Comolasmujeressabéistantascosasquenoosenseñan…—Sí,yencambionologramosaprenderlasquequierenenseñarnos.—Pues bueno, di la verdad, Liduvina: ¿no sabes con quién anda ahora ese…
prójimo?—No,peromelofiguro.—¿Porqué?
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—Porloqueestáusteddiciendo.—Bueno,llamaahoraaDomingo.—¿Paraqué?—Para saber si estoy también todavía soñando o no, y si tú eres de verdad
Liduvina,sumujer,osi…—¿OsiDomingoestásoñandotambién?Perocreoquehayotracosamejor.—¿Cuál?—QuevengaOrfeo.—Tienesrazón;¡esenosueña!Alpocorato,habiendoyasalidoLiduvina,entrabaelperro.«¡Ven acá,Orfeo—le dijo su amo—, ven acá! ¡Pobrecito!, ¡qué pocos días te
quedanyadevivir conmigo!No tequiere ella en casa.Y¿adóndevoya echarte?,¿quévoyahacerdeti?,¿quéserádetisinmí?Erescapazdemorirte,¡losé!Sólounperroescapazdemorirsealversesinamo.Yyohesidomásquetuamo,¡tupadre,tudios!¡Notequiereencasa;teechademilado!¿Esquetú,elsímbolodelafelicidad,le estorbas en casa? ¡Quién lo sabe…!Acaso un perro sorprende losmás secretospensamientos de las personas con quienes vive, y aunque se calle… ¡Y tengo quecasarme, no tengomás remedioque casarme…si no, jamásvoy a salir del sueño!Tengoquedespertar».
«Pero¿porquémemirasasí,Orfeo?¡Siparecequellorassinlágrimas…!¿Esquemequieresdeciralgo?,teveosufrirpornotenerpalabras.¡Quéprontoaseguréquetúnosueñas!¡Túsíquemeestássoñando,Orfeo!¿Porquésomoshombresloshombressinoporquehayperrosygatosycaballosybueyesyovejasyanimalesdetodaclase,sobretododomésticos?,¿esqueafaltadeanimalesdomésticosenquedescargarelpesodelaanimalidaddelavidahabríaelhombrellegadoasuhumanidad?¿Esqueano haber domesticado el hombre al caballo no andaría la mitad de nuestro linajellevandoacuestasalaotramitad?Sí,avosotrosseosdebelacivilización.Yalasmujeres.Pero¿noesacasolamujerotroanimaldoméstico?Ydenohabermujeres,¿seríanhombresloshombres?¡Ay,Orfeo,vienedefueraquiendecasateecha!».
Y le apretó contra su seno, y el perro, que parecía en efecto llorar, le lamía labarba.
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Capítulo29
Todoestabadispuestoyapara laboda.Augusto laquería recogidaymodesta,peroella,sumujerfutura,parecíapreferirqueselediesemásboatoyresonancia.
A medida que se acercaba aquel plazo, el novio ardía por tomarse ciertaspequeñaslibertadesyconfianzas,yella,Eugenia,semanteníamásenreserva.
—Pero¡sidentrodeunosdíasvamosaserelunodelotro,Eugenia!—Puesporlomismo.Esmenesterqueempecemosyaarespetarnos.—Respeto…Respeto…Elrespetoexcluyeelcariño.—Esocreerástú…¡Hombrealfin!YAugustonotabaenellaalgoextraño,algo forzado.Algunavezparecióleque
tratabadeesquivarsusmiradas.Yseacordódesumadre,desupobremadre,ydelanheloquesintiósiempreporquesuhijosecasarabien.Yahora,próximoacasarsecon Eugenia, le atormentabamás lo queMauricio le dijera de llevarse a Rosario.Sentíacelos,unoscelosfuriosos,yrabiaporhaberdejadopasarunaocasión,porelridículoenquequedóante lamozuela.«Ahoraestaránriéndoselosdosdemí—sedecía—,yéldoblemente,porquehadejadoaEugeniaencajándomelayporquesemellevaaRosario».YalgunavezleentraronfuriosasganasderompersucompromisoydeiralaconquistadeRosario,aarrebatárselaaMauricio.
—Y de aquella mocita, de aquella Rosario, ¿qué se ha hecho? —le preguntóEugeniaunosdíasantesdeldelaboda.
—Y¿aquévienerecordarmeahoraeso?—¡Ah,sinotegustaelrecuerdo,lodejaré!—No…no…pero…—Sí, comounavez interrumpióellaunaentrevistanuestra…¿Nohasvuelto a
saberdeella?—ylemiróconmiradadelasqueatraviesan.—No,nohevueltoasaberdeella.—¿Quiénlaestaráconquistandooquiénlahabráconquistadoaestashoras…?—
yapartandosumiradadeAugustolafijóenelvacío,másalládeloquemiraba.Por lamentedelnoviopasaron,en tropel,extrañosagüeros.«Estaparecesaber
algo»,sefijo,yluegoenvozalta:—¿Esquesabesalgo?—¿Yo?—contestóellafingiendoindiferenciayvolvióamirarle.Entrelosdosflotabasombrademisterio.—Supongoquelahabrásolvidado…—Pero¿aquéestainsistenciaenhablarmedeesa…chiquilla?—¡Qué sé yo!… Porque, hablando de otra cosa, ¿qué le pasará a un hombre
cuandootrolequitalamujeraquepretendíayselalleva?
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AAugustolesubióunaoleadadesangrealacabezaaloíresto.Entráronleganasdesalir,correrenbuscadeRosario,ganarlayvolverconellaaEugeniaparadeciraesta:«¡Aquílatienes,esmíaynode…tuMauricio!».
Faltabantresdíasparaeldelaboda.Augustosaliódecasadesunoviapensativo.Apenaspudodormiraquellanoche.
Alamañanasiguiente,apenasdespertó,entróLiduvinaensucuarto.—Aquíhayunacartaparaelseñorito;acabandetraerla.Meparecequeesdela
señoritaEugenia…—¿Carta?,¿deella?,¿deellacarta?¡Déjalaahíyvete!SalióLiduvina.Augustoempezóatemblar.Unextrañodesasosiegoleagitabael
corazón.SeacordódeRosario,luegodeMauricio.Peronoquisotocarlacarta.Mirócon terror al sobre. Se levantó, se lavó, se vistió, pidió el desayuno, devorándololuego.«No,noquiero leerlaaquí», sedijo.Saliódesucasa, fuesea la iglesiamáspróxima, y allí, entre unos cuantos devotos que oían misa, abrió la carta. «Aquítendréquecontenerme—sedijo—,porqueyonoséquécosasmediceelcorazón».Ydecíalacarta:
«ApreciableAugusto:CuandoleasestaslíneasyoestaréconMauriciocaminodelpuebloadondeestevadestinadogracias a tubondad, a laquedebo tambiénpoderdisfrutardemisrentas,queconelsueldodeélnospermitirávivir juntosconalgúndesahogo. No te pido que me perdones, porque después de esto creo que teconvencerásdequeniyotehubierahechofeliznitúmuchomenosamí.Cuandosetepaselaprimeraimpresiónvolveréaescribirteparaexplicarteporquédoyestepasoahoraydeestamanera.Mauricioqueríaquenoshubiéramosescapadoeldíamismode la boda, después de salir de la iglesia; pero su plan eramuy complicado ymepareció, además, una crueldad inútil. Y como te dije en otra ocasión, creoquedaremosamigos.Tuamiga.
»EugeniaDomingodelArco.
»P.S.NovieneconnosotrosRosario.Tequedaahíypuedesconellaconsolarte».
Augustosedejócaerenunbanco,anonadado.Alpocoratosearrodillóyrezaba.Alsalirdelaiglesiaparecíalequeibatranquilo,maseraunaterribletranquilidad
de bochorno. Se dirigió a casa de Eugenia, donde encontró a los pobres tíosconsternados. La sobrina les había comunicado por carta su determinación y noremanecióentodalanoche.Habíatomadolaparejauntrenquesalióalanochecer,muypocodespuésdelaúltimaentrevistadeAugustoconsunovia.
—Y¿quéhacemosahora?—dijodoñaErmelinda.—¡Quéhemosdehacer,señora—contestóAugusto—,sinoaguantarnos!—¡Esto es una indignidad —exclamó don Fermín—; estas cosas no debían
quedarsinunejemplarcastigo!
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—Y¿esusted,donFermín,usted,elanarquista…?—Y ¿qué tiene que ver? Estas cosas no se hacen así. ¡No se engaña así a un
hombre!—¡Alotrono le ha engañado!—dijo fríamenteAugusto, y despuésdehaberlo
dichoseaterródelafrialdadconquelodijera.—Peroleengañará…leengañará…¡nolodudeusted!Augusto sintió un placer diabólico al pensar que Eugenia engañaría al cabo a
Mauricio.«Peronoyaconmigo»,sedijomuybajito,demodoqueapenassiseoyeseasímismo.
—Bueno,señores,lamentolosucedido,ymásquenadaporsusobrina,perodeboretirarme.
—Ustedcomprenderá,donAugusto,quenosotros…—empezódoñaErmelinda.—¡Claro!,¡claro!Pero…Aquellonopodíaprolongarse.Augusto,despuésdebrevespalabrasmás,sesalió.Iba aterrado de símismo y de lo que le pasaba, omejor aún, de lo que no le
pasaba. Aquella frialdad, al menos aparente, con que recibió el golpe de la burlasuprema, aquella calma le hacía que hasta dudase de su propia existencia. «Si yofuese un hombre como los demás—se decía—, con corazón; si fuese siquiera unhombre, si existiese de verdad, ¿cómo podía haber recibido esto con la relativatranquilidadconque lo recibo?».Yempezó, sindarsedeellocuenta, apalparse,yhastasepellizcóparaversilosentía.
De pronto sintió que alguien le tiraba de una pierna. Era Orfeo, que le habíasalidoalencuentro,paraconsolarlo.AlveraOrfeosintió, ¡cosaextraña!,unagranalegría, lo tomóenbrazosyledijo:«¡Alégrate,Orfeomío,alégrate!, ¡alegrémonoslosdos!¡Yanoteechandecasa;yanoteseparandemí;yanonossepararánalunodel otro!Viviremos juntos en la viday en lamuerte.Nohaymal queporbiennovenga,porgrandequeelmalseayporpequeñoqueseaelbien,oalrevés.¡Tú,túeresfiel,Orfeomío,túeresfiel!Yoyasupongoquealgunasvecesbuscarástuperra,peronoporesohuyesdecasa,noporesomeabandonas;túeresfiel,tú.Ymira,paraqueno tengasnuncaquemarcharte, traeréunaperraacasa, sí, te la traeré.Porqueahora,¿esquehassalidoamiencuentroparaconsolarlapenaquedebíatener,oesquemeencuentrasalvolverdeunavisitaatuperra?Detodosmodos,túeresfiel,tú,yyanadieteecharádemicasa,nadienosseparará».
Entróensucasa,ynobiensevolvióaverenella,solo,seledesencadenóenelalma la tempestad que parecía calma. Le invadió un sentimiento en que se dabanconfundidos tristeza, amarga tristeza, celos, rabia, miedo, odio, amor, compasión,desprecio,ysobretodovergüenza,unaenormevergüenza,ylaterribleconcienciadelridículoenquequedaba.
—¡Mehamatado!—ledijoaLiduvina.—¿Quién?—Ella.
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Yseencerróensucuarto.YalavezquelasimágenesdeEugeniaydeMauriciopresentábaseasuespírituladeRosario,quetambiénseburlabadeél.Yrecordabaasumadre. Se echó sobre la cama,mordió la almohada, no acertaba a decirse nadaconcreto, se le enmudeció el monólogo, sintió como si se le acorchase el alma yrompió a llorar. Y lloró, lloró, lloró. Y en el llanto silencioso se le derretía elpensamiento.
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Capítulo30
VíctorencontróaAugustohundidoenunrincóndeunsofá,mirandomásabajodelsuelo.
—¿Quéeseso?—lepreguntóponiéndoleunamanosobreelhombro.—Y¿mepreguntasquéesesto?¿Nosabesloquemehapasado?—Sí,séloquetehapasadoporfuera,esdecir,loquehahechoella;loquenosé
esloquelopasapordentro,esdecir,noséporquéestásasí…—¡Pareceimposible!—Setehaidounamor,eldea;¿notequedaeldeb,oeldec,oeldex,oelde
otracualquieradelasn?—Noeslaocasiónparabromas,creo.—Alcontrario,estaeslaocasióndebromas.—Esquenomedueleenelamor;¡eslaburla,laburla,laburla!Sehanburlado
demí,mehanescarnecido,mehanpuestoenridículo;hanqueridodemostrarme…¿quéséyo?…quenoexisto.
—¡Quéfelicidad!—Noteburles,Víctor.—Y¿porquénomehedeburlar?Tú,queridoexperimentador,laquisistetomar
derana,yesellalaquetehatomadoderanaati.¡Chapúzate,pues,enlacharca,yacroaryavivir!
—Teruegootravez…—Quenobromee,¿eh?Puesbromearé.Paraestasocasionessehahecholaburla.—Esqueesoescorrosivo.—Y hay que corroer. Y hay que confundir. Confundir sobre todo, confundirlo
todo.Confundirelsueñoconlavela,laficciónconlarealidad,loverdaderoconlofalso; confundirlo todo en una sola niebla. La broma que no es corrosiva yconfundente no sirve para nada. El niño se ríe en la tragedia; el viejo llora en lacomedia.Quisistehacerlarana,tehahechorana;acéptalo,pues,yséparatimismorana.
—¿Quéquieresdecirconeso?—Experimentaentimismo.—Sí,quemesuicide.—Nodigoniquesíniqueno.Seríaunasolucióncomootra,peronolamejor.—Entonces,quelesbusqueylesmate.—Matarpormataresundesatino.Alosumoparalibrarsedelodio,quenohace
sino corromper el alma. Porque más de un rencoroso se curó del rencor y sintiópiedad,yhastaamorasuvíctima,unavezquesatisfizosuodioenella.Elactomaloliberadelmalsentimiento.Yesporquelaleyhaceelpecado.
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—Y¿quévoyahacer?—Habrásoídoqueenestemundonohaysinodevoraroserdevorado…—Sí,burlarsedeotrososerburlado.—No; cabe otro término tercero y es devorarse uno a símismo, burlarse de sí
mismo uno. ¡Devórate! El que devora goza, pero no se harta de recordar elacabamientodesusgocesysehacepesimista;elqueesdevoradosufre,ynosehartade esperar la liberación de sus penas y se hace optimista. Devórate a timismo, ycomoelplacerdedevorarteseconfundiráyneutralizaráconeldolordeserdevorado,llegarás a la perfecta ecuanimidadde espíritu, a la ataraxia; no serás sinounmeroespectáculoparatimismo.
—Y¿erestú,tú,Víctor,túelquemevienesconesascosas?—¡Sí,yo,Augusto,yo,soyyo!—Puesenuntiemponopensabasdeesamaneratan…corrosiva.—Esqueentoncesnoerapadre.—Y¿elserpadre…?—Elserpadre,alquenoestálocooesunmentecato,ledespiertalomásterrible
que hay en el hombre: ¡el sentido de la responsabilidad! Yo entrego a mi hijo ellegadoperennedelahumanidad.Conmeditarenelmisteriodelapaternidadhayparavolverseloco.Ysilosmásdelospadresnosevuelvenlocosesporquesontontos…ono son padres.Regocíjate, pues,Augusto, que con eso de habérsete escapado teevitóacasoelquefuesespadre.Yyotedijequetecasaras,peronoquetehiciesespadre. El matrimonio es un experimento… psicológico; la paternidad lo es…patológico.
—¡Esquemehahechopadre,Víctor!—¿Cómo?,¿quetehahechopadre?—¡Sí, demímismo! Con esto creo haber nacido de veras. Y para sufrir, para
morir.—Sí,elsegundonacimiento,elverdadero,esnacerporeldoloralaconcienciade
lamuerteincesante,dequeestamossiempremuriendo.Perositehashechopadredetimismoesquetehashechohijodetimismotambién.
—Parece imposible, Víctor, parece imposible que pasándome lo que me pasa,después de lo que ha hecho conmigo… ¡ella!, pueda todavía oír con calma estassutilezas,estosjuegosdeconcepto,estashumoradasmacabras,yhastaalgopeor…
—¿Qué?—Quemedistraigan.¡Meirritocontramímismo!—Es la comedia, Augusto, es la comedia que representamos ante nosotros
mismos,enloquesellamaelforointerno,eneltabladodelaconciencia,haciendoalavezdecómicosydeespectadores.Yenlaescenadeldolorrepresentamoseldolorynospareceundesentonoelquederepentenosentreganasdereírentonces.Yescuandomásganasnosdadeello.¡Comedia,comediaeldolor!
—¿Ysilacomediadeldolorlellevaaunoasuicidarse?
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—¡Comediadesuicidio!—¡Esquesemueredeveras!—¡Comediatambién!—Pues¿quéesloreal,loverdadero,losentido?—Y¿quiéntehadichoquelacomedianoesrealyverdaderaysentida?—¿Entonces?—Que todo es uno y lo mismo; que hay que confundir, Augusto, hay que
confundir.Yelquenoconfundeseconfunde.—Yelqueconfundetambién.—Acaso.—¿Entonces?—Puesesto, charlar, sutilizar, jugar con laspalabrasy losvocablos…¡pasar el
rato!—¡Ellossíqueloestaránpasando!—¡Ytútambién!,¿tehasencontradonuncaatuspropiosojosmásinteresanteque
ahora?¿Cómosabeunoquetieneunmiembrosinoleduele?—Bueno,y¿quévoyahaceryoahora?—¡Hacer…hacer…hacer…!¡Bah,yateestássintiendopersonajededramaode
novela! ¡Contentémonos con serlo de… nivola! ¡Hacer… hacer… hacer…! ¿Teparecequehacemospococonestarasíhablando?Eslamaníadelaacción,esdecir,de la pantomima. Dicen que pasanmuchas cosas en un drama cuando los actorespueden hacer muchos gestos y dar grandes pasos y fingir duelos y saltar y…¡pantomima!,¡pantomima!¡Hablandemasiado!,dicenotrasveces.Comosielhablarnofuesehacer.EnelprincipiofuelaPalabrayporlaPalabrasehizotodo.Siahora,porejemplo,algún…nivolistaocultoahí,trasesearmario,tomasenotataquigráficadecuantoestamosaquídiciendoyloreprodujese,esfácilquedijeranloslectoresquenopasanada,ysinembargo…
—¡Oh,sipudiesenvermepordentro,Víctor,teaseguroquenodiríantalcosa!—¿Por dentro?, ¿por dentro de quién?, ¿de ti?, ¿de mí? Nosotros no tenemos
dentro.Cuandonodiríanqueaquínopasanadaescuandopudiesenversepordentrodesímismos,deellos,delosqueleen.Elalmadeunpersonajededrama,denovelaodenivolanotienemásinteriorqueelqueleda…
—Sí,suautor.—No,ellector.—Puesyoteaseguro,Víctor…—Noaseguresnadaydevórate.Esloseguro.—Y me devoro, me devoro. Empecé, Víctor, como una sombra, como una
ficción;duranteañoshevagadocomounfantasma,comounmuñecodeniebla,sincreer en mi propia existencia, imaginándome ser un personaje fantástico que unocultogenioinventóparasolazarseodesahogarse;peroahora,despuésdeloquemehanhecho,despuésdeloquemehanhecho,despuésdeestaburla,deestaferocidad
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deburla,¡ahorasí!,¡ahoramesiento,ahoramepalpo,ahoranodudodemiexistenciareal!
—¡Comedia!,¡comedia!,¡comedia!—¿Cómo?—Sí,enlacomediaentraelquesecreareyelquelorepresenta.—Pero¿quéteproponescontodoesto?—Distraerte.Yademás,que si, como tedecía,unnivolistaocultoquenosesté
oyendotomanotadenuestraspalabrasparareproducirlasundía,ellectordelanivolallegueadudar,siquierafueseunfugitivomomento,desupropiarealidaddebultoysecreaasuveznomásqueunpersonajenivolesco,comonosotros.
—Yeso¿paraqué?—Pararedimirle.—Sí,yaheoídodecirquelomásliberadordelarteesquelehaceaunoolvidar
queexista.Hayquiensehundeenlalecturadenovelasparadistraersedesímismo,paraolvidarsuspenas…
—No,lomásliberadordelarteesquelehaceaunodudardequeexista.—Y¿quéesexistir?—¿Ves?Yatevascurando;yaempiezasadevorarte.Lopruebaesapregunta.¡Ser
onoser!…,quedijoHamlet,unodelosqueinventaronaShakespeare.—Puesamí,Víctor,esode«seronoser»mehaparecidosiempreunasolemne
vaciedad.—Lasfrases,cuantomásprofundas,sonmásvacías.Nohayprofundidadmayor
queladeunpozosinfondo.¿Quéteparecelomásverdaderodetodo?—Pues…pues…lodeDescartes:«Pienso,luegosoy».—No,sinoesto:A=A.—Pero¡esonoesnada!—Yporlomismoeslomásverdadero,porquenoesnada.Peroesaotravaciedad
deDescartes,¿lacreestanincontrovertible?—¡Ytanto…!—Puesbien,¿dijoesoDescartes?—¡Sí!—Ynoeraverdad.PorquecomoDescartesnohasidomásqueunenteficticio,
unainvencióndelahistoria,pues…¡niexistió…nipensó!—Y¿quiéndijoeso?—Esonolodijonadie;esosedijoellomismo.—Entonces,¿elqueeraypensabaeraelpensamientoese?—¡Claro!Y,figúrate,esoequivaleadecirqueserespensaryloquenopiensano
es.—¡Claroestá!—Puesnopienses,Augusto,nopienses.Ysiteempeñasenpensar…—¿Qué?
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—¡Devórate!—Esdecir,¿quemesuicide…?—Enesoyanomequierometer.¡Adiós!YsesalióVíctor,dejandoaAugustoperdidoyconfundidoensuscavilaciones.
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Capítulo31
AquellatempestaddelalmadeAugustoterminó,comoenterriblecalma,endecisiónde suicidarse. Quería acabar consigo mismo, que era la fuente de sus desdichaspropias.Masantesde llevaracabosupropósito,comoelnáufragoqueseagarraaunadébiltabla,ocurrióseleconsultarloconmigo,conelautordetodoesterelato.PorentonceshabíaleídoAugustounensayomíoenque,aunquedepasada,hablabadelsuicidio,ytalimpresiónparecióhacerle,asícomootrascosasquedemíhabíaleído,quenoquisodejarestemundosinhabermeconocidoyplaticadoun ratoconmigo.Emprendió, pues, unviaje acá, aSalamanca, dondehacemásde veinte años vivo,paravisitarme.
Cuandomeanunciaronsuvisita sonreíenigmáticamentey lemandépasaramidespacho-librería.Entróenélcomounfantasma,miróaunretratomíoalóleoqueallípresidealoslibrosdemilibrería,yaunaseñamíasesentó,frenteamí.
Empezó hablándome de mis trabajos literarios y más o menos filosóficos,demostrandoconocerlosbastantebien, loquenodejó,¡claroestá!,dehalagarme,yen seguida empezó a contarme suviday susdesdichas.Le atajédiciéndoleque seahorraseaqueltrabajo,puesdelasvicisitudesdesuvidasabíayotantocomoél,yselodemostrécitándolelosmásíntimospormenoresylosqueélcreíamássecretos.Memiróconojosdeverdaderoterrorycomoquienmiraaunserincreíble;creínotarquese le alteraba el color y traza del semblante y que hasta temblaba. Le tenía yofascinado.
—¡Parecementira!—repetía—,¡parecementira!Anoverlonolocreería…Nosésiestoydespiertoosoñando…
—Nidespiertonisoñando—lecontesté.—Nomeloexplico…nomeloexplico—añadió—;maspuestoqueustedparece
sabersobremítantocomoséyomismo,acasoadivinemipropósito…—Sí—ledije—,tú—yrecalquéestetúconuntonoautoritario—,tú,abrumado
portusdesgracias,hasconcebidoladiabólicaideadesuicidarte,yantesdehacerlo,movido por algo que has leído en uno de mis últimos ensayos, vienes aconsultármelo.
El pobre hombre temblaba como un azogado, mirándome como un poseídomiraría. Intentó levantarse, acaso para huir de mí; no podía. No disponía de susfuerzas.
—¡No,notemuevas!—leordené.—Esque…esque…—balbuceó.—Esquetúnopuedessuicidarte,aunqueloquieras.—¿Cómo?—exclamóalversedetalmodonegadoycontradicho.—Sí.Paraqueunosepuedamatarasímismo,¿quéesmenester?—lepregunté.
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—Quetengavalorparahacerlo—mecontestó.—No—ledije—,¡queestévivo!—¡Desdeluego!—¡Ytúnoestásvivo!—¿Cómoquenoestoyvivo?,¿esquemehemuerto?—yempezó,sindarseclara
cuentadeloquehacía,apalparseasímismo.—¡No,hombre,no!—lerepliqué—.Tedijeantesquenoestabasnidespiertoni
dormido,yahoratedigoquenoestásnimuertonivivo.—¡Acabeusteddeexplicarsedeunavez,porDios!,¡acabedeexplicarse!—me
suplicó consternado—, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo estatarde,quetemovolvermeloco.
—Pues bien; la verdad es, queridoAugusto—le dije con lamás dulce demisvoces—,quenopuedesmatarteporquenoestásvivo,yquenoestásvivo,nitampocomuerto,porquenoexistes…
—¿Cómoquenoexisto?—exclamó.—No,noexistesmásquecomoentedeficción;noeres,pobreAugusto,másque
unproductodemifantasíaydelasdeaquellosdemislectoresqueleanelrelatoquedetusfingidasventurasymalandanzasheescritoyo;túnoeresmásqueunpersonajedenovela,odenivola,ocomoquierasllamarle.Yasabes,pues,tusecreto.
Aloírestoquedóseelpobrehombremirándomeunratoconunadeesasmiradasperforadorasqueparecenatravesarlamiraeirmásallá,miróluegounmomentoamiretrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fuerecobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estabaarrimado frente amí y, la cara en las palmas de lasmanos ymirándome con unasonrisaenlosojos,medijolentamente:
—Mireustedbien,donMiguel…noseaqueestéustedequivocadoyqueocurraprecisamentetodolocontrariodeloqueustedsecreeymedice.
—Y¿quéeslocontrario?—lepreguntéalarmadodeverlerecobrarvidapropia.—Nosea,miqueridodonMiguel—añadió—,queseaustedynoyoelentede
ficción,elquenoexisteenrealidad,nivivo,nimuerto…Noseaqueustednopasedeserunpretextoparaquemihistorialleguealmundo…
—¡Esomásfaltaba!—exclaméalgomolesto.—Noseexalteustedasí,señordeUnamuno—mereplicó—,tengacalma.Usted
hamanifestadodudassobremiexistencia…—Dudasno—leinterrumpí—;certezaabsolutadequetúnoexistesfuerademi
producciónnovelesca.—Bueno,puesnoseincomodetantosiyoamivezdudodelaexistenciadeusted
ynodelamíapropia.Vamosacuentas:¿nohasidoustedelquenounasinovariasveceshadichoquedonQuijoteySanchosonnoyatanreales,sinomásrealesqueCervantes?
—Nopuedonegarlo,peromisentidoaldeciresoera…
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—Bueno, dejémonos de esos sentires y vamos a otra cosa.Cuando un hombredormido e inerte en la cama sueña algo, ¿qué es lo que más existe, él comoconcienciaquesueña,osusueño?
—¿Ysisueñaqueexisteélmismo,elsoñador?—lerepliquéamivez.—Enesecaso,amigodonMiguel,lepreguntoyoamivez,¿dequémaneraexiste
él,comosoñadorquesesueña,ocomosoñadoporsímismo?Yfíjese,además,enquealadmitirestadiscusiónconmigomereconoceyaexistenciaindependientedesí.
—¡No,esono!,¡esono!—ledijevivamente—.Yonecesitodiscutir,sindiscusiónno vivo y sin contradicción, y cuando no hay fuera de mí quien me discuta ycontradigainventodentrodemíquienlohaga.Mismonólogossondiálogos.
—Yacasolosdiálogosqueustedforjenoseanmásquemonólogos…—Puedeser.Perotedigoyrepitoquetúnoexistesfuerademí…—Yyovuelvoainsinuarleaustedlaideadequeesustedelquenoexistefuera
demíydelosdemáspersonajesaquienesustedcreehaberinventado.SeguroestoydequeseríandemiopinióndonAvitoCarrascalyelgrandonFulgencio…
—Nomientesaese…—Bueno, basta, no le moteje usted. Y vamos a ver, ¿qué opina usted de mi
suicidio?—Puesopinoquecomotúnoexistesmásqueenmifantasía,telorepito,ycomo
nodebesnipuedeshacersinoloqueamímedélagana,ycomonomedalarealganadequetesuicides,notesuicidarás.¡Lodicho!
—Esodenomedalarealgana,señordeUnamuno,esmuyespañol,peroesmuyfeo.Yademás, aun suponiendo superegrina teoríadequeyono existodeverasyusted sí, de que yo no soy más que un ente de ficción, producto de la fantasíanovelescaonivolescadeusted,aunenesecasoyonodeboestarsometidoaloquellamaustedsurealgana,asucapricho.Hastalosllamadosentesdeficcióntienensulógicainterna…
—Sí,conozcoesacantata.—Enefecto;unnovelista,undramaturgo,nopuedenhacerenabsolutoloquese
lesantojedeunpersonajequecreen;unentedeficciónnovelescanopuedehacer,enbuenaleydearte,loqueningúnlectoresperaríaquehiciese…
—Unsernovelescotalvez…—¿Entonces?—Perounsernivolesco…—Dejemosesasbufonadasquemeofendenymehierenenlomásvivo.Yo,sea
por mí mismo, según creo, sea porque usted me lo ha dado, según supone usted,tengomicarácter,mimododeser,milógicainterior,yestalógicamepidequemesuicide…
—¡Esotecreerástú,peroteequivocas!—Aver,¿porquémeequivoco?,¿enquémeequivoco?Muéstremeustedenqué
estámiequivocación.Comolacienciamásdifícilquehayesladeconocerseunoasí
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mismo, fácil es que esté yo equivocado y que no sea el suicidio la solución máslógicademisdesventuras,perodemuéstremelousted.Porquesiesdifícil,amigodonMiguel,eseconocimientopropiodesímismo,hayotroconocimientoquemeparecenomenosdifícilqueél…
—¿Cuáles?—lepregunté.Memiróconunaenigmáticaysocarronasonrisaylentamentemedijo:—Pues más difícil aún que el que uno se conozca a sí mismo es el que un
novelistaounautordramáticoconozcabienalospersonajesquefingeocreefingir…Empezaba yo a estar inquieto con estas salidas de Augusto, y a perder mi
paciencia.—Einsisto—añadió—enqueaunconcedidoqueustedmehayadadoelseryun
serficticio,nopuedeusted,asícomoasíyporquesí,porqueledélarealgana,comodice,impedirmequemesuicide.
—¡Bueno,basta!,¡basta!—exclamédandounpuñetazoenlacamilla—¡cállate!,¡noquierooírmás impertinencias…!¡Ydeunacriaturamía!Ycomoyametieneshartoyademásnoséyaquéhacerdeti,decidoahoramismonoyaquenotesuicides,sinomatarteyo.¡Vasamorir,pues,peropronto!¡Muypronto!
—¿Cómo?—exclamóAugustosobresaltado—,¿quemevaustedadejarmorir,ahacermemorir,amatarme?
—¡Sí,voyahacerquemueras!—¡Ah,esonunca!,¡nunca!,¡nunca!—gritó.—¡Ah!—ledijemirándolecon lástimay rabia—.¿Conqueestabasdispuestoa
matarteynoquieresqueyotemate?¿Conqueibasaquitartelavidayteresistesaquetelaquiteyo?
—Sí,noeslomismo…—Enefecto,heoídocontarcasosanálogos.Heoídodeunoquesalióunanoche
armadodeunrevólverydispuestoaquitarselavida,salieronunosladronesarobarle,leatacaron,sedefendió,matóaunodeellos,huyeronlosdemás,yalverquehabíacompradosuvidaporladeotrorenuncióasupropósito.
—Secomprende—observóAugusto—;lacosaeraquitaraalguienlavida,matarunhombre,yyaquematóaotro,¿aquéhabíadematarse?Losmásdelossuicidasson homicidas frustrados; se matan a sí mismos por falta de valor para matar aotros…
—¡Ah, ya, te entiendo, Augusto, te entiendo! Tú quieres decir que si tuviesesvalor paramatar a Eugenia o aMauricio o a los dos no pensarías enmatarte a timismo,¿eh?
—¡Mireusted,precisamenteaesos…no!—¿Aquién,pues?—¡Austed!—ymemiróalosojos.—¿Cómo?—exclaméponiéndomeenpie—,¿cómo?Pero¿setehapasadoporla
imaginaciónmatarme?,¿tú?,¿yamí?
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—Siénteseytengacalma.¿Oesquecreeusted,amigodonMiguel,queseríaelprimercasoenqueunentedeficción,comoustedmellama,mataraaaquelaquiencreyódarleser…ficticio?
—¡Estoyaesdemasiado—decíayopaseándomepormidespacho—,estopasadelaraya!Estonosucedemásque…
—Másqueenlasnivolas—concluyóélconsorna.—¡Bueno,basta!,¡basta!,¡basta!¡Estonosepuedetolerar!Vienesaconsultarme,
amí,ytúempiezaspordiscutirmemipropiaexistencia,despuéselderechoquetengoahacerdetiloquemedélarealgana,sí,asícomosuena,loquemedélarealgana,loquemesalgade…
—Noseaustedtanespañol,donMiguel…—¡Y eso más, mentecato! ¡Pues sí, soy español! Español de nacimiento, de
educación, de cuerpo, de espíritu, de lenguay hasta de profesióny oficio; españolsobretodoyantetodo,yelespañolismoesmireligión,yelcieloenquequierocreeresunaEspañacelestialyeternaymiDiosunDiosespañol,eldeNuestroSeñorDonQuijote,unDiosquepiensaenespañolyenespañoldijo:¡sealaluz!,ysuverbofueverboespañol…
—Bien,¿yqué?—meinterrumpió,volviéndomealarealidad.—Yluegohasinsinuadolaideadematarme.¿Matarme?,¿amí?,¿tú?¡Moriryoa
manos de una de mis criaturas! No tolero más. Y para castigar tu osadía y esasdoctrinasdisolventes,extravagantes,anárquicas,conquetemehasvenido,resuelvoyfalloquetemueras.Encuantolleguesatucasatemorirás.¡Temorirás,telodigo,temorirás!
—Pero¡porDios!…—exclamóAugusto,yasuplicanteydemiedotemblorosoypálido.
—NohayDiosquevalga.¡Temorirás!—Esqueyoquierovivir,donMiguel,quierovivir,quierovivir…—¿Nopensabasmatarte?—Oh,siesporeso,yolejuro,señordeUnamuno,quenomemataré,quenome
quitaréestavidaqueDiosoustedmehandado;selojuro…Ahoraqueustedquierematarmequieroyovivir,vivir,vivir…
—¡Vayaunavida!—exclamé.—Sí,laquesea.Quierovivir,aunquevuelvaaserburlado,aunqueotraEugeniay
otroMauriciomedesgarrenelcorazón.Quierovivir,vivir,vivir…—Nopuedeserya…nopuedeser…—Quierovivir,vivir…yseryo,yo,yo…—Perositúnoeressinoloqueyoquiera…—¡Quieroseryo,seryo!,¡quierovivir!—ylellorabalavoz.—Nopuedeser…nopuedeser…—Mireusted,donMiguel,porsushijos,porsumujer,porloquemásquiera…
Mirequeustednoseráusted…quesemorirá.
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Cayóamispiesdehinojos,suplicanteyexclamando:—¡DonMiguel,porDios,quierovivir,quieroseryo!—¡Nopuedeser,pobreAugusto—ledijecogiéndoleunamanoylevantándole—,
nopuedeser!Lotengoyaescritoyesirrevocable;nopuedesvivirmás.Noséquéhaceryade ti.Dios, cuandono sabequéhacerdenosotros,nosmata.Yno semeolvidaquepasóportumentelaideadematarme…
—Perosiyo,donMiguel…—Noimporta;séloquemedigo.Ymetemoque,enefecto,sinotematopronto
acabespormatarmetú.—Pero¿noquedamosenque…?—Nopuedeser,Augusto,nopuedeser.Hallegadotuhora.Estáyaescritoyno
puedovolvermeatrás.Temorirás.Paraloquehadevalerteyalavida…—Pero…porDios…—NohayperoniDiosquevalgan.¡Vete!—¿Conqueno, eh?—medijo—,¿conqueno?Noquiereusteddejarme seryo,
salirdelaniebla,vivir,vivir,vivir,verme,oírme,tocarme,sentirme,dolerme,serme:¿conque no lo quiere?, ¿conque he demorir ente de ficción? Pues bien,mi señorcreadordonMiguel,¡tambiénustedsemorirá,tambiénusted,ysevolveráalanadadequesalió…!¡Diosdejarádesoñarle!¡Semoriráusted,sí,semorirá,aunquenoloquiera;semoriráustedysemorirántodoslosqueleanmihistoria,todos,todos,todossin quedar uno! ¡Entes de ficción como yo; lo mismo que yo! Se morirán todos,todos,todos.Oslodigoyo,AugustoPérez,enteficticiocomovosotros,nivolescolomismoquevosotros.Porqueusted,micreador,midonMiguel,noesustedmásqueotroentenivolesco,yentesnivolescossus lectores, lomismoqueyo,queAugustoPérez,quesuvíctima…
—¿Víctima?—exclamé.—¡Víctima,sí!¡Crearmeparadejarmemorir!, ¡ustedtambiénsemorirá!Elque
crea secreayelque secrea semuere. ¡Moriráusted,donMiguel,moriráusted,ymorirántodoslosquemepiensen!¡Amorir,pues!
Este supremo esfuerzo de pasión de vida, de ansia de inmortalidad, le dejóextenuadoalpobreAugusto.
Y le empujé a la puerta, por la que salió cabizbajo. Luego se tanteó como sidudaseyadesupropiaexistencia.Yomeenjuguéunalágrimafurtiva.
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Capítulo32
AquellamismanochesepartióAugustodeestaciudaddeSalamancaadondevinoaverme.Fueseconlasentenciademuertesobreelcorazónyconvencidodequenolesería ya hacedero, aunque lo intentara, suicidarse. El pobrecillo, recordando misentencia,procurabaalargarlomásposiblesuvueltaasucasa,perounamisteriosaatracción,un impulso íntimo learrastrabaaella.Suviaje fue lamentable. Ibaeneltrencontandolosminutos,perocontándolosalpiedelaletra:uno,dos,tres,cuatro…Todas sus desventuras, todo el triste ensueño de sus amores con Eugenia y conRosario,todalahistoriatragicómicadesufrustradocasamientohabíanseborradodesumemoriaohabíansemásbienfundidoenunaniebla.Apenassisentíaelcontactodelasientosobrequedescansabanielpesodesupropiocuerpo.«¿Seráverdadquenoexistorealmente?—sedecía—¿tendrárazónestehombrealdecirquenosoymásqueunproductodesufantasía,unpuroentedeficción?».
Tristísima,dolorosísimahabíasidoúltimamentesuvida,peroleeramuchomástriste, le era más doloroso pensar que todo ello no hubiese sido sino sueño, y nosueñodeél, sinosueñomío.Lanada leparecíamáspavorosaqueeldolor. ¡Soñarunoquevive…pase,peroquelesueñeotro…!
«Y ¿por qué no he de existir yo?—se decía—, ¿por qué?Supongamos que esverdad que ese hombre me ha fingido, me ha soñado, me ha producido en suimaginación;pero¿novivoyaenlasdeotros,enlasdeaquellosqueleanelrelatodemivida?Ysivivoasíenlasfantasíasdevarios,¿noesacasorealloqueesdevariosynodeunosolo?Y¿porquésurgiendodelaspáginasdellibroenquesedepositeelrelato demi ficticia vida, omás bien de lasmentes de aquellos que la lean—devosotros, losqueahora la leéis—,porquénohedeexistir comounalmaeternayeternamentedolorosa?,¿porqué?».
Elpobrenopodíadescansar.Pasabanasuvista lospáramoscastellanos,ya losencinares, ya los pinares; contemplaba las cimas nevadas de las sierras, y viendohaciaatrás,detrásdesucabeza,envueltasenbrumalasfigurasdeloscompañerosycompañerasdesuvida,sentíasearrastradoalamuerte.
Llegóasucasa,llamó,yLiduvina,quesalióaabrirle,palidecióalverle.—¿Quéeseso,Liduvina,dequéteasustas?—¡Jesús!¡Jesús!Elseñoritoparecemásmuertoquevivo…Traecaradeserdel
otromundo…—Delotromundovengo,Liduvina,yalotromundovoy.Ynoestoynimuertoni
vivo.—Pero¿esquesehavueltoloco?¡Domingo!¡Domingo!—No llames a tu marido, Liduvina. Y no estoy loco, ¡no! Ni estoy, te repito,
muerto,aunquememorirémuypronto,nitampocovivo.
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—Pero¿quédiceusted?—Quenoexisto,Liduvina,quenoexisto;quesoyunentedeficción,comoun
personajedenovela…—¡Bah, cosas de libros! Tome algo fortificante, acuéstese, arrópese y no haga
casodeesasfantasías…—Pero¿túcreesLiduvina,queyoexisto?—¡Vamos,vamos,déjesedeesasandróminas,señorito;acenaryalacama!¡Y
mañanaseráotrodía!«Pienso,luegosoy—sedecíaAugusto,añadiéndose—:Todoloquepiensaesy
todoloqueespiensa.Sí,todoloqueespiensa.Soy,luegopienso».Al pronto no sentía ganas ningunas de cenar, y no más que por hábito y por
acceder a los ruegos de sus fieles sirvientes pidió le sirviesen un par de huevospasadosporagua,ynadamás,unacosaligerita.Masamedidaqueibacomiéndoselosabríaseleunextrañoapetito,unarabiadecomermásymás.Ypidióotrosdoshuevos,ydespuésunbisteque.
—Así, así—le decía Liduvina—; coma usted; eso debe de ser debilidad y nomás.Elquenocomesemuere.
—Yelquecometambién,Liduvina—observótristementeAugusto.—Sí,peronodehambre.—¿Yquémásdamorirsedehambrequedeotraenfermedadcualquiera?Yluegopensó:«Pero¡no,no!,¡yonopuedomorirme;sólosemuereelqueestá
vivo,elqueexiste,yyo,comonoexisto,nopuedomorirme…soyinmortal!Nohayinmortalidadcomoladeaquelloque,cualyo,nohanacidoynoexiste.Unentedeficciónesunaidea,yunaideaessiempreinmortal…».
—¡Soyinmortal!,¡soyinmortal!—exclamóAugusto.—¿Quédiceusted?—acudióLiduvina.—Queme traigasahora…¡quéséyo!…jamónendulce, fiambres, foiegras, lo
quehaya…¡Sientounapetitovoraz!—Asímegustaverle,señorito,así.¡Coma,coma,queelquetieneapetitoesque
estásanoyelqueestásanovive!—Pero,Liduvina,¡yonovivo!—Pero¿quédice?—Claro,yonovivo.Losinmortalesnovivimos,yyonovivo,sobrevivo;¡yosoy
idea!,¡soyidea!Empezóadevorareljamónendulce.«Perosicomo—sedecía—,¿cómoesque
no vivo? ¡Como, luego existo! No cabe duda alguna. Edo, ergo sum! ¿A qué sedeberá este voraz apetito?». Y entonces recordó haber leído varias veces que loscondenadosamuerteenlashorasquepasanencapillasededicanacomer.«¡Escosa—pensaba—dequenuncahepodidodarmecuenta…!AquellootroquenoscuentaRenánensuAbadesadeJouarre secomprende…Secomprendequeunaparejadecondenados a muerte, antes de morir, sientan el instinto de sobrevivirse
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reproduciéndose,pero¡comer…!Aunquesí,sí,eselcuerpoquesedefiende.Elalma,alenterarsedequevaamorir,seentristeceoseexalta,peroelcuerpo,siesuncuerposano,entraenapetitofurioso.Porquetambiénelcuerposeentera.Sí,esmicuerpo,micuerpoelquesedefiende.¡Comovorazmente,luegovoyamorir!».
—Liduvina,tráemequesoypastas…yfruta…—Estoyamepareceexcesivo,señorito;esdemasiado.¡Levaahacerdaño!—¿Puesnodecíasqueelquecomevive?—Sí, pero no así, como está usted comiendo ahora… Y ya sabe mi señorito
aquellode«másmatólacena,quesanóAvicena».—Amínopuedematarmelacena.—¿Porqué?—Porquenovivo,noexisto,yatelohedicho.Liduvinafueallamarasumarido,aquiendijo:—Domingo,meparecequeelseñoritosehavueltoloco…Diceunascosasmuy
raras…cosasdelibros…quenoexiste…quéséyo…—¿Quéeseso,señorito?—ledijoDomingoentrando—,¿quélepasa?—¡Ay, Domingo —contestó Augusto con voz de fantasma—, no lo puedo
remediar;sientounterrorlocoaacostarme!…—Puesnoseacueste.—No,no,espreciso;nopuedotenermeenpie.—Yocreoqueelseñoritodebepasearlacena.Hacenadoendemasía.IntentóponerseenpieAugusto.—¿Loves,Domingo,loves?Nopuedotenermeenpie.—Claro,contantoembutirenelestómago…—Alcontrario,conlastresetieneunomejorenpie.Esquenoexisto.Mira,ahora
poco,alcenarmeparecíacomosi todoesomefuesecayendodesde labocaenuntonelsinfondo.Elquecomevive,tienerazónLiduvina,peroelquecomecomohecomidoyoestanoche,pordesesperación,esquenoexiste.Yonoexisto…
—Vaya,vaya,déjesedebobadas;tomesucaféysucopa,paraempujartodoesoysentarlo,yvamosadarunpaseo.Leacompañaréyo.
—No,nopuedotenermeenpie,¿loves?—Esverdad.—Venquemeapoyeen ti.Quieroqueestanocheduermasenmicuarto,enun
colchónquepondremosparati,quemeveles…—Mejor será, señorito, que yo nome acueste, sino queme quede allí, en una
butaca…—No,no,quieroque teacuestesyque teduermas;quierosentirtedormir,oírte
roncar,mejor…—Comoustedquiera…—Y ahora, mira, tráeme un pliego de papel. Voy a poner un telegrama, que
enviarásasudestinoasíqueyomemuera…
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—Pero¡señorito!…—¡Hazloquetedigo!Domingoobedeció,llevóleelpapelyeltinteroyAugustoescribió:
«Salamanca.»Unamuno.
»Sesalióustedconlasuya.Hemuerto.»AugustoPérez».
—Encuantomemueraloenvías,¿eh?—Comoustedquiera—contestóelcriadopornodiscutirmásconelamo.Fueron los dos al cuarto. El pobre Augusto temblaba de tal modo al ir a
desnudarsequenopodíaniauncogerselasropasparaquitárselas.—¡Desnúdametú!—ledijoaDomingo.—Pero¿quélepasaausted,señorito?¡Siparecequelehavistoaldiablo!Está
ustedblancoyfríocomolanieve.¿Quierequeselellamealmédico?—No,no,esinútil.—Lecalentaremoslacama…—¿Paraqué?¡Déjalo!Ydesnúdamedeltodo,del todo;déjamecomomimadre
meparió,comonací…¡siesquenací!—¡Nodigaustedesascosas,señorito!—Ahoraéchame,échametúmismoalacama,quenomepuedomover.ElpobreDomingo,aterradoasuvez,acostóasupobreamo.—Yahora,Domingo,vediciéndomealoído,despacito,elpadrenuestro,elave
maríaylasalve.Así…así…pocoapoco…pocoapoco…—ydespuésqueloshuborepetidomentalmente—:Ahora,mira,cógemelamanoderecha,sácamela,meparecequenoesmía,comosilahubieseperdido…yayúdameaquemepersigne…así…así…Estebrazodebedeestarmuerto…Miraaversitengopulso…Ahoradéjame,déjameaversiduermounpoco…perotápame,tápamebien…
—Sí,mejoresqueduerma—ledijoDomingo,mientraslesubíaelembozodelasmantas—;estoselepasarádurmiendo…
—Sí, durmiendo seme pasará…Pero, di ¿es que no he hecho nuncamás quedormir?,¿másquesoñar?¿Todoesohasidomásqueunaniebla?
—Bueno,bueno,déjesedeesascosas.Todoesonosonsinocosasdelibros,comodicemiLiduvina.
—Cosasdelibros…cosasdelibros…¿Yquénoescosadelibros,Domingo?¿Esque antes de haber libros en una u otra forma, antes de haber relatos, de haberpalabra, de haber pensamiento, había algo? ¿Y es que después de acabarse elpensamiento quedará algo? ¡Cosas de libros! ¿Y quién no es cosa de libros?¿ConocesadonMigueldeUnamuno,Domingo?
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—Sí,algoheleídodeélenlospapeles.Dicenqueesunseñorunpocoraroquesededicaadecirverdadesquenohacenalcaso…
—Pero¿leconoces?—¿Yo?,¿paraqué?—PuestambiénUnamunoescosadelibros…Todoslosomos…¡Yélsemorirá,
sí, semorirá, semorirá también, aunque no lo quiera… semorirá! Y esa serámivenganza.¿Noquieredejarmevivir?¡Puessemorirá,semorirá,semorirá!
—¡Bueno,déjeleenpazaeseseñor,quesemueracuandoDioslohaga,yustedadormirse!
—Adormir…dormir…asoñar…¡Morir…dormir…dormir…soñaracaso…!—Pienso, luego soy; soy, luego pienso… ¡No existo, no!, ¡no existo…madre
mía!Eugenia…Rosario…Unamuno…—ysequedódormido.Alpocoratoseincorporóenlacamalívido,anhelante,conlosojostodosnegros
ydespavoridos,mirandomásalládelastinieblas,ygritando:«¡Eugenia,Eugenia!».Domingoacudióaél.Dejócaerlacabezasobreelpechoysequedómuerto.
Cuandollegóelmédicoseimaginóalprontoqueaúnvivía,hablódesangrarle,deponerlesinapismos,peroprontopudoconvencersedelatristeverdad.
—Hasidocosadelcorazón…unataquedeasistolia—dijoelmédico.—No, señor —contestó Domingo—, ha sido un asiento. Cenó horriblemente,
comonoacostumbraba,deunamaneradesusadaenél,comosiquisiera…—Sí,desquitarsedeloquenohabríadecomerenadelante,¿noeseso?Acasoel
corazónpresintiósumuerte.—Puesyo—dijoLiduvina—creoquehasidodelacabeza.Esverdadquecenó
de un modo disparatado, pero como sin darse cuenta de lo que hacía y diciendodisparates…
—¿Quédisparates?—preguntóelmédico.—Queélnoexistíayotrascosasasí…—¿Disparates?—añadióelmédicoentredientesycualhablandoconsigomismo
—,¿quién sabe si existíaono, ymenos élmismo…?Unomismoesquienmenossabedesuexistencia…Noseexistesinoparalosdemás…
Yluegoenvozaltaagregó:—Elcorazón,elestómagoylacabezasonlostresunasolaymismacosa.—Sí,formanpartedelcuerpo—dijoDomingo.—Yelcuerpoesunasolaymismacosa.—¡Sinduda!—Peromásqueustedlocree…—¿Yustedsabe,señormío,cuántolocreoyo?—Tambiénescierto,yveoquenoesustedtorpe.—No me tengo por tal, señor médico, y no comprendo a esas gentes que a
cualquierpersonaconquientropiezanparecenestimarlatontamientrasnopruebelo
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contrario.—Bueno,pues,comoibadiciendo—siguióelmédico—,elestómagoelaboralos
jugosquehacenlasangre,elcorazónriegaconellosalacabezayalestómagoparaquefuncione,ylacabezarigelosmovimientosdelestómagoydelcorazón.Yporlotanto este señor don Augusto ha muerto de las tres cosas, de todo el cuerpo, porsíntesis.
—Puesyocreo—intervinoLiduvina—queamiseñoritoselehabíametidoenlacabezamorirse,y¡claro!,elqueseempeñaenmorir,alfinsemuere.
—¡Esclaro!—dijoelmédico—.Siunonocreyesemorirse,niaunhallándoseenla agonía, acaso nomoriría. Pero así que le entre lamenor duda de que no puedemenosdemorir,estáperdido.
—Lodemiseñoritohasidounsuicidioynadamásqueunsuicidio.Ponerseacenarcomocenóviniendocomoveníaesunsuicidioynadamásqueunsuicidio.¡Sesalióconlasuya!
—Disgustosacaso…—Ygrandes,¡muygrandes!¡Mujeres!—¡Ya,ya!Pero,enfin,lacosanotieneyaotroremedioqueprepararelentierro.Domingolloraba.
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Capítulo33
Cuando recibí el telegrama comunicándome la muerte del pobre Augusto, y supeluego las circunstancias todas de ella,me quedé pensando en si hice o no bien endecirleloqueledijelatardeaquellaenquevinoavisitarmeyconsultarconmigosupropósitodesuicidarse.Yhastamearrepentídehaberlematado.Lleguéapensarqueteníaél razónyquedebíhaberledejadosalirsecon lasuya,suicidándose.Ysemeocurriósileresucitaría.
«Sí—medije—,voya resucitarleyquehaga luego loquese leantoje,quesesuicidesiesasísucapricho».Yconestaideaderesucitarlemequedédormido.
ApocodehabermedormidosemeaparecióAugustoensueños.Estabablanco,conlablancuradeunanube,ysuscontornosiluminadoscomoporunsolponiente.Memirófijamenteymedijo:
—¡Aquíestoyotravez!—¿Aquévienes?—ledije.—Adespedirmedeusted,donMiguel,adespedirmedeustedhastalaeternidady
amandarle,así,amandarle,noarogarle,amandarlequeescribaustedlanivolademisaventuras…
—¡Estáyaescrita!—Lo sé, todo está escrito. Y vengo también a decirle que eso que usted ha
pensado de resucitarme para que luego me quite yo a mí mismo la vida es undisparate,másaún,esunaimposibilidad…
—¿Imposibilidad?—ledijeyo;porsupuesto,todoestoensueños.—¡Sí, una imposibilidad! Aquella tarde en que nos vimos y hablamos en el
despachodeusted,¿recuerda?,estandousteddespiertoynocomoahora,dormidoysoñando, le dije a usted que nosotros, los entes de ficción, según usted, tenemosnuestralógicayquenosirvequequiennosfingepretendahacerdenosotrosloqueledélagana,¿recuerda?
—Síquelorecuerdo.—Yahoradeseguroque,aunquetanespañol,notendráustedrealganadenada,
¿verdad,donMiguel?—No,nosientoganadenada.—No, el que duerme y sueña no tiene reales ganas de nada. Y usted y sus
compatriotas duermen y sueñan, y sueñan que tienen ganas, pero no las tienen deveras.
—Dagraciasaqueestoydurmiendo—ledije—,quesino…—Esigual.Yrespectoaesoderesucitarmehededecirlequenoleeshacedero,
quenolopuedeaunqueloquieraoaunquesueñequeloquiere…—Pero¡hombre!
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—Sí, a un entede ficción, comoaunode carneyhueso, a loque llamaustedhombredecarneyhuesoynodeficcióndecarneydeficcióndehueso,puedeunoengendrarloy lopuedematar; perounavezque lomatónopuede, ¡no!, nopuederesucitarlo.Hacerunhombremortalycarnal,decarneyhueso,querespireaire,escosa fácil,muy fácil,demasiado fácilpordesgracia…matar aunhombremortalycarnal,decarneyhueso,querespireaire,escosafácil,muyfácil,demasiadofácilpordesgracia…pero¿resucitarlo?,¡resucitarloesimposible!
—¡Enefecto—ledije—,esimposible!—Pues lomismo—me contestó—, exactamente lomismo sucede con eso que
usted llama entes de ficción; es fácil darnos ser, acaso demasiado fácil, y es fácil,facilísimo,matarnos,acasodemasiadamentedemasiadofácil,pero¿resucitarnos?,nohay quien haya resucitado de veras a un ente de ficción que de veras se hubiesemuerto.¿CreeustedposibleresucitaradonQuijote?—mepreguntó.
—¡Imposible!—contesté.—Puesenelmismocasoestamostodoslosdemásentesdeficción.—¿Ysitevuelvoasoñar?—Nosesueñadosveceselmismosueño.Esequeustedvuelvaasoñarycreasoy
yoseráotro.Yahora,ahoraqueestáusteddormidoysoñandoyquereconoceustedestarloyqueyosoyunsueñoyreconozcoserlo,ahoravuelvoadecirleaustedloquetantoleexcitócuandolaotravezselodije:mireusted,miqueridodonMiguel,novayaa serqueseaustedelentede ficción,elquenoexisteen realidad,nivivonimuerto…novayaaserquenopaseusteddeunpretextoparaquemihistoria,yotrashistoriascomolamía,corranporelmundo.Yluego,cuandoustedsemueradeltodo,llevemossualmanosotros.No,no,nosealtereusted,queaunquedormidoysoñandoaúnvivo.¡Yahora,adiós!
Ysedisipóenlanieblanegra.Yosoñéluegoquememoría,yenelmomentomismoenquesoñabadarelúltimo
respiromedespertéconciertaopresiónenelpecho.YaquíestálahistoriadeAugustoPérez.
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Oraciónfúnebrepormododeepílogo
Suelesercostumbreal finalde lasnovelasy luegoquemuereosecasaelhéroeoprotagonistadarnoticiadelasuertequecorrieronlosdemáspersonajes.Nolavamosaseguiraquíniadarporconsiguientenoticiaalgunadecómo les fueaEugeniayMauricio, a Rosario, a Liduvina y Domingo; a don Fermín y doña Ermelinda, aVíctorysumujeryatodoslosdemásqueentornoaAugustosenoshanpresentado,nivamossiquieraadecir loquedelasingularmuertedeestesintieronypensaron.Sóloharemosunaexcepcióny es en favordelquemáshondaymás sinceramentesintiólamuertedeAugusto,quefuesuperro,Orfeo.
Orfeo,enefecto,encontrósehuérfano.Cuandosaltandoenlacamaolióasuamomuerto, olió la muerte de su amo, envolvió a su espíritu perruno una densa nubenegra.Teníaexperienciadeotrasmuertes,habíaolidoyvistoperrosygatosmuertos,habíamatado algún ratón, había olidomuertes dehombres, pero a su amo le creíainmortal.Porquesuamoeraparaélcomoundios.Yalsentirleahoramuertosintióquesedesmoronabanensuespíritulosfundamentostodosdesufeenlavidayenelmundo,yunainmensadesolaciónllenósupecho.
Yacurrucadoa lospiesdesuamomuertopensóasí:«¡Pobreamomío!,¡pobreamomío!¡Sehamuerto;semehamuerto!¡Semueretodo, todo, todo; todosememuere!Yespeorquesememueratodoaquememueraparatodoyo.¡Pobreamomío!, ¡pobre amo mío! Esto que aquí yace, blanco, frío, con olor a próximapodredumbre,acarnedesercomida,estoyanoesmiamo.No,noloes.¿Dóndesefuemiamo?,¿dóndeelquemeacariciaba,elquemehablaba?
»¡Qué extraño animal es el hombre! Nunca está en lo que tiene delante. Nosacariciasinquesepamosporquéynocuandoleacariciamosmás,ycuandomásaélnosrendimosnosrechazaonoscastiga.Nohaymododesaber loquequiere,siesquelosabeélmismo.Siemprepareceestarenotracosaqueenloqueestá,ynimiraaloquemira.Escomosihubieseotromundoparaél.Yesclaro,sihayotromundo,nohayeste.
»Y luego habla, o ladra de un modo complicado. Nosotros aullábamos y porimitarleaprendimosaladrar,yniaunasínosentendemosconél.Sololeentendemosde veras cuando él también aúlla. Cuando el hombre aúlla o grita o amenaza leentendemosmuybienlosdemásanimales.¡Comoqueentoncesnoestádistraídoenotromundo…!Peroladraasumanera,habla,yesolehaservidoparainventarloquenohayynofijarseenloquehay.Encuantolehapuestounnombreaalgo,yanoveestealgo;nohacesinooírelnombrequelepusooverloescrito.Lalengualesirveparamentir, inventar lo que no hay y confundirse. Y todo es en él pretextos parahablarconlosdemásoconsigomismo.¡Yhastanoshacontagiadoalosperros!
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»Esunanimalenfermo,nocabeduda.¡Siempreestáenfermo!¡Sóloparecegozardealgunasaludcuandoduerme,ynosiempre,porquea lasveceshastadurmiendohabla!Yestotambiénnoshacontagiado.¡Noshacontagiadotantascosas!
»¡Y luego nos insulta! Llama cinismo, esto es, perrismo o perrería, a laimpudenciaosinvergüencería,él,elanimalhipócritaporexcelencia.El lenguaje lehahechohipócrita.Comoquelahipocresíadeberíallamarseantropismosiesquealaimpudenciaselellamacinismo.¡Yhaqueridohacernoshipócritas,esdecir,cómicos,farsantes, a nosotros, a los perros! A los perros, que no fuimos sometidos ydomesticados por el hombre como el toro o el caballo, a la fuerza, sino que nosunimos a él libremente, en pacto sinalagmático, para explotar la caza.Nosotros ledescubríamoslapieza,éllacazabaynosdabanuestraparte.Yasí,encontratosocial,naciónuestroconsorcio.
»Y nos lo ha pagado prostituyéndonos e insultándonos. ¡Y queriendo hacernosfarsantes,monosyperrossabios! ¡Perrossabios llamanaunosperrosa losque lesenseñan a representar farsas, para lo cual les visten y les adiestran a andarindecorosamentesobrelaspatastraseras,enpie!¡Perrossabios!¡Aesolellamanloshombressabiduría,arepresentarfarsasyaandarsobredospies!
»¡Y es claro, el perro que se pone en dos pies va enseñando impúdica,cínicamente, sus vergüenzas, de cara! Así hizo el hombre al ponerse de pie, alconvertirseenunmamíferovertical,ysintióalpuntovergüenzaylanecesidadmoraldetaparselasvergüenzasqueenseñaba.YporesodicesuBiblia,segúnlesheoído,queelprimerhombre,esdecir,elprimerodeellosquesepusoaandarendospies,sintió vergüenza de presentarse desnudo ante su Dios. Y para eso inventaron elvestido, para cubrirse el sexo. Pero como empezaron vistiéndose lomismo ellos yellas,nosedistinguíanentresí,noseconocíansiempreybienelsexo,ydeaquímilatrocidades…humanas,queellosseempeñanenllamarperrunasocínicas.Ellos,loshombres, que son quienes nos han pervertido a los perros, quienes nos han hechoperrunos, cínicos, que es nuestra hipocresía. Porque el cinismo es en el perrohipocresía,asícomoenelhombre lahipocresíaescinismo.Noshemoscontagiadounosaotros.
»Se vistió el hombre, primero, con el mismo traje ellos y ellas; mas como seconfundían,tuvieronqueinventardiferenciadetrajesyllevarelsexoalvestido.Esospantalonesnosonsinounaconsecuenciadehaberseelhombrepuestoendospies.
»¡Quéextrañoanimaleselhombre!¡Noestánuncaendondedebeestar,queesaloqueestá,yhablaparamentiryseviste!
»¡Pobre amo! Dentro de poco le enterrarán en un sitio que para eso tienendestinado. ¡Los hombres guardan o almacenan susmuertos, sin dejar que perros ocuervos los devoren! Y que quede lo único que todo animal, empezando por elhombre,deja enelmundo:unoshuesos. ¡Almacenan susmuertos! ¡Unanimalquehabla,quesevisteyquealmacenasusmuertos!¡Pobrehombre!
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»¡Pobre amo mío!, ¡pobre amo mío! ¡Fue un hombre, sí, no fue más que unhombre,fuesólounhombre!¡Perofuemiamo!¡Ycuánto,sinélcreerlonipensarlo,me debía…!, ¡cuánto! ¡Cuánto le enseñé con mis silencios, con mis lametones,mientrasélmehablaba,mehablaba,mehablaba!“¿Meentenderás?”,medecía.Ysí,yo le entendía, le entendíamientras élme hablaba hablándose y hablaba, hablaba,hablaba.Élalhablarmeasíhablándosehablabaalperroquehabíaenél.Yomantuvedespiertosucinismo.
»¡Perra vida la que ha llevado, muy perra! ¡Y grandísima perrería, o mejor,grandísimahombradalaquelehanhechoesosdos!¡HombradalaqueMauriciolehahecho;mujeradalaquelehahechoEugenia!¡Pobreamomío!
»Yahoraaquí, fríoyblanco, inmóvil,vestido,sí,perosinhablaniporfueranipordentro.YanadatienesquedeciratuOrfeo.TampocotieneyanadaquedecirteOrfeoconsusilencio.
»¡Pobre amo mío! ¿Qué será ahora de él? ¿Dónde estará aquello que en élhablabaysoñaba?Talvezalláarriba,enelmundopuro,enlaaltamesetadelatierra,en la tierrapura todaelladecolorespuros,comolavioPlatón,alque loshombresllamandivino;enaquellasobrehazterrestredequecaenlaspiedraspreciosas,dondeestánloshombrespurosylospurificadosbebiendoaireyrespirandoéter.Allíestántambién losperrospuros, losdesanHumbertoelcazador,eldesantoDomingodeGuzmánconsuantorchaenlaboca,eldesanRoque,dequiendecíaunpredicadorseñalandoasuimagen:¡AllíletenéisasanRoque,consuperritoytodo!Allí,enelmundopuroplatónico,eneldelas ideasencarnadas,estáelperropuro,elperrodeverascínico.¡Yallíestámiamo!
»Sientoquemiespíritusepurificaalcontactodeesamuerte,deestapurificacióndemiamo,yqueaspirahacialanieblaenqueélalfinsedeshizo,alaniebladequebrotóyaque revertió.Orfeo sientevenir laniebla tenebrosa…Yvahacia suamosaltandoyagitandoelrabo.¡Amomío!¡Amomío!¡Pobrehombre!».
DomingoyLiduvinarecogieronluegoalpobreperromuertoalospiesdesuamo,depuradocomoesteycomoélenvueltoenlanubetenebrosa.YelpobreDomingo,alveraquello,seenternecióylloró,nosesabebiensiporlamuertedesuamooporladel perro, aunque lomás creíble es que lloró al ver aquelmaravilloso ejemplo delealtadyfidelidad.Ydijo:
—¡Yluegodiránquenomatanlaspenas!
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MIGUEL DE UNAMUNO (Bilbao, 29 de septiembre de 1864–Salamanca, 31 dediciembrede1936), filósofoyescritorespañol.Estáconsideradocomoelmiembromás influyente de la Generación del 98 y uno de los principales intelectualesespañoles de principios del siglo XX. Licenciado en filosofía y letras, comenzó atrabajarcomoprofesoren1883mientrascolaborabaendiversasrevistas.Susteoríassobre la identidadvascachocaroncon lasnacionalistas tesisdeSabinoArana.TrasunatemporadaenEuropa,UnamunovolvióaEspaña,dondefuenombradorectorenla Universidad de Salamanca. De tendencias políticas socialistas y republicanas,sufriórepetidamenteelboicotdegruposconservadores.
Bajo la dictadura de Primo de Rivera fue desterrado a Fuerteventura para,posteriormente, exiliarse en París hasta la caída del régimen militar. Tras laproclamacióndelaIIRepública,enlaquejuegaunpapelimportante,decidealejarsedelmundopolítico,visiblementedecepcionado trascumplirunaprimera legislaturacomodiputadoindependiente.DurantelaGuerraCivilespañolatomapartidoporelbando golpista, pero tras su primera defensa del alzamiento llegó una tremendadecepción y arrepentimiento al comprobar la purga política y los fusilamientos,algunos de gente cercana a Unamuno, que ejecutó el bando franquista. Tras unaconocida discusión pública con Millán Astray, en la que le espetó su famoso«Venceréis pero no convenceréis»,Unamuno acabó sus días recluido en su propiacasa,sumidoenunagrandepresiónysoledad.
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EnsuobraseapreciaclaramenteelespíritudelaGeneracióndel98ysu«MedueleEspaña»,ellamentomásutilizadoporlosintelectualesdefindesigloparahablardela torpe evolución de una España a caballo entre viejas glorias y nuevasmiserias.Unamunotratóeltemadesdeelensayocervantino,usandoalQuijotecomoejemploy metáfora, hasta en escritos de carácter más filosóficos donde se aprecia lainfluenciadeKierkegaardoHegel.Elejedesuobra,sobretodoeneltramofinal,esladisyuntivaentresu racionalismoporun ladoysunecesidaddecreerenunDiossuperior,enunabondadsuprema,quizáenunúltimosentidoalaexistencia.
En sus ensayos destacarDel sentimiento trágico de la vida (1913), y en narrativaNiebla(1914),AbelSánchez(1917),LatíaTula(1921)ySanManuelBueno,mártir(1930),susmejoresymásconocidasobras.
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Índicedecontenido
Cubierta
Niebla
Prólogo
Post-prólogo
Prólogoaestaediciónoseahistoriade«Niebla».
Capítulo1
Capítulo2
Capítulo3
Capítulo4
Capítulo5
Capítulo6
Capítulo7
Capítulo8
Capítulo9
Capítulo10
Capítulo11
Capítulo12
Capítulo13
Capítulo14
Capítulo15
Capítulo16
Capítulo17
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Capítulo18
Capítulo19
Capítulo20
Capítulo21
Capítulo22
Capítulo23
Capítulo24
Capítulo25
Capítulo26
Capítulo27
Capítulo28
Capítulo29
Capítulo30
Capítulo31
Capítulo32
Capítulo33
Oraciónfúnebrepormododeepílogo
Sobreelautor
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