Éste Era Un Gato

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Reseña de la novela "Éste era un gato" de Luis Arturo Ramos

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ste era un gatoCecilia Muoz MoraMe recuerdo caminando de la mano de mi padre hacia una tortillera cuya existencia no puedo asegurar actualmente. De repente, frente a nosotros, un gato amarillo. Un hermoso e imperturbable gato amarillo ue haba logrado consu sola presencia encandilar a mi padre, uien agachado y sonriente, me anim!" #$!calo%. &unca he 'uelto a sentir esa emoci!n.(eguramente au)lla no era la primera 'ez ue haba 'isto un gato. (in embargo, s es la primera ocasi!n ue rememoro al respecto y ue parece signi*car algo, tal 'ez el haber descubierto +sin conciencia de ello+ ue los gatos esconden en la mirada de desd)n la condici!n de un tiempo entre tiempos, un tiempo muy suyo y apenas compartido. ,uiz-s a partir de entonces me a*cion) a los felinos, a su *gura, a su presencia y a sus menciones. .or ello, uien me acompa! a cierta mesa de libros, muchos aos despu)s de ese gato amarillo, no pareci! sorprenderse cuando agarr) impulsi'amente ste era un gato, de /uis 0rturo 1amos, y lo compr).Este era un gato no es, por supuesto, la narraci!n extraordinaria de las a'enturas de un gato, sino la cr!nica de un anciano reci)n llegado a 2eracruz" 1oger Copeland, un exmarino ue desembarca en el puerto das antes del sexag)simo ani'ersario de la in'asi!n norteamericana. (in embargo, uiz-s podamos a'enturar en Copeland cierta condici!n felina, la de auellos ue ante la llamada del celo desconocen la llamada del hogar y hasta se ol'idan de)l. (u conuista, una prostituta ue le dice llamarse #$riana%, aunue )l la bautiza #$irana%. Un sobrenombre curioso por adecuado en tanto la mal3amante, causa de ue Coopeland descuidara sus funciones como soldado.0 1oger Copeland lo descubrimos, irona de ironas, a tra')s de la mirilla de otro tipo de francotirador" nuestro narrador, 0lberto 4olao, un 5o'en 'einteaero, periodista y de tendencias neofascistas ue escudria a Copeland y lo reconstruye a su anto5o. 6l norteamericano lo intriga y pronto empieza a buscar conexiones entre )l y la familia de su me5or amigo, Miguel 7ngel 8errador./a in'asi!n norteamericana signi*c! para los 8errador la piedra angular sobre la ue construiran su in*erno familiar. (i Copeland fue un traidor ue ol'id! a su patria tras enamorarse de una 'eracruzana cuyo nombre ni siuiera poda pronunciar bien, (ebasti-n 8errador fue su smil mexicano. &acido con lo ue llam! su 'ocaci!n al sacri*cio, contempla la in'asi!n como una sal'aci!n, toda 'ez ue asegura ue en 6stados Unidos la fe no ha recorrido el camino de perdici!n ue ha corrompido tanto a M)xico. Dispuesto a darlo todo por la resurrecci!n de sus creencias religiosas, (ebasti-n 8errador colabora con el enemigo e5erciendo el o*cio m-s traidor posible" el de traductor, una herencia ue pesa sobre su hi5o y su nieto. 0lberto 4olao pronto descubre los puntos donde las historias de los 8errador yde Copeland se entrelazan para formar una sola ue no ha llegado a t)rmino. .ero )l no espera el clmax, lo construye. &o se satisface con el papel de mero narrador3espectador, sino ue especula y reconstruye los relatos del norteamericano a su anto5o, rellenando huecos y encontrando conexiones para crear en el futuro unas nue'as. De la misma forma act9a con lo relatado por doa 0mparo Chazaro, 'iuda del primer 8errador. /a 'oz de la seora se desdibu5a para lle'arnos al pasado, pero contado con las palabras de 4olao. Conociendo las historias necesarias, 4olao engaa al lector traslad-ndolo a escenarios ue en la trama interna no han ocurrido pero ue son tan plausiblesue uno los cree hasta ue ocurre el desengao y la ine'itable molestia y confusi!n de un 0lberto ue no entiende por u) sus conocidos no act9an como ha especulado. 4olao se 'uel'e, pues, el dios de su uni'erso, condenado como la rima infantil ue da nombre al libro a la repetici!n de las desgracias y las traiciones, a pesar de ser )l mismo un persona5e atado a sus propios giros argumentales.(iendo 0lberto 4olao periodista, no es de sorprender su af-n por manipular el hecho con el discurso. 0l *n y al cabo, ha reconocido la condici!n desleal de la prensa ue no de5a de recordar ue antes es empresa. (u maestro es 6rnesto 8errador, dueo del peri!dico La Opinin y padre de su amigo Miguel, uien le descubre ue los hechos no son lo sucedido, sino lo publicado. &o importa cu-nto 'ocifere la pluma del prestigiado editor, pues nunca de5ar- publicar unapalabra contra los 'erdaderos propietarios del peri!dico :y de la 'erdad; y con uienes lo unen los lazos de su matrimonio" los poderosos turcos radicados en 2eracruz, dueos de la acti'idad comercial, de la economa y de los medios. ste era un gato nos remite a un estado infantil, no por la ingenuidad, sino por el esfuerzo por desenmaraar la historia ue 0lberto 4olao nos cuenta, te5iendo y deste5iendo los hilos de una made5a antigua y sin *n. 4uscamos, como los nios, conocer una historia a trozos, leyendo como peueos detecti'es ue interrogan sin palabras a uien parece estar confesando y ue contin9a sin esperar el #