Estereotipos

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10 Pensar desde el otro lado. Los desafíos de una educación sin fronteras Aprender para la convivencia intercultural Yo tengo un sueño: que mis cuatro pequeños niños algún día vivirán en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter. —Martin Luther King Jr. (agosto de 964) En la educación sin fronteras, consideramos que el cambio cultural que actualmente experimentamos como país puede ser una fuente para enri- quecernos como nación, siempre y cuando sepamos aprovechar, en términos educativos, la oportunidad que nos brinda el intercambio cultural como vía para revalorarnos y reconocernos como mexicanos en ese proceso, para aprender cosas nuevas a partir del encuentro con los otros. Por ello hablamos del enfoque intercultural; porque consideramos que esta alternativa puede ser una herramienta para que la escuela pueda enfrentar la diversidad y el cambio que actualmente vivimos en nuestra sociedad, y que hasta ahora muchos de nosotros sólo hemos valorado en su parte negativa, sin reconocer todo lo que nos pueden aportar para favorecer que los niños, niñas y jóvenes puedan comprender la diversidad del mundo y aprender a convivir interculturalmente. El objetivo fundamental de la pedagogía intercultural se centra en el desarrollo de la capacidad para revalorarnos culturalmente, a partir del reconocimiento de que existen otras formas de ser, hacer y sentir tan valio- sas como las propias. Se trata de aprender a vivir entre culturas diferentes, construyendo nuestra identidad cultural de una forma más abierta al inter- cambio con los otros, en un contexto de equidad, al tener presente que dichos procesos nos enriquecen como mexicanos. Si bien son muchos los planos que necesitamos cambiar para abrir la escuela y poder hacer realidad la posibilidad de aprender para la convi- vencia intercultural, uno de los aspectos clave para lograr ese propósito se relaciona con la necesidad de repensar el concepto de cultura, que orienta el trabajo educativo que cotidianamente realizamos, pues aunque no nos demos cuenta, de él depende en gran medida la manera como valoramos las diferencias que existen en nuestros grupos escolares, así como las ventajas que puede tener el intercambio cultural como fuente para el aprendizaje y el enriquecimiento mutuo.

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Pensar desde el otro lado. Los desafíos de una educación sin fronteras

Aprender para la convivencia intercultural

Yo tengo un sueño:que mis cuatro pequeños niñosalgún día vivirán en un paísen el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter.

—Martin Luther King Jr. (agosto de �964)

En la educación sin fronteras, consideramos que el cambio cultural que actualmente experimentamos como país puede ser una fuente para enri-quecernos como nación, siempre y cuando sepamos aprovechar, en términos educativos, la oportunidad que nos brinda el intercambio cultural como vía para revalorarnos y reconocernos como mexicanos en ese proceso, para aprender cosas nuevas a partir del encuentro con los otros.

Por ello hablamos del enfoque intercultural; porque consideramos que esta alternativa puede ser una herramienta para que la escuela pueda enfrentar la diversidad y el cambio que actualmente vivimos en nuestra sociedad, y que hasta ahora muchos de nosotros sólo hemos valorado en su parte negativa, sin reconocer todo lo que nos pueden aportar para favorecer que los niños, niñas y jóvenes puedan comprender la diversidad del mundo y aprender a convivir interculturalmente.

El objetivo fundamental de la pedagogía intercultural se centra en el desarrollo de la capacidad para revalorarnos culturalmente, a partir del reconocimiento de que existen otras formas de ser, hacer y sentir tan valio-sas como las propias. Se trata de aprender a vivir entre culturas diferentes, construyendo nuestra identidad cultural de una forma más abierta al inter-cambio con los otros, en un contexto de equidad, al tener presente que dichos procesos nos enriquecen como mexicanos.

Si bien son muchos los planos que necesitamos cambiar para abrir la escuela y poder hacer realidad la posibilidad de aprender para la convi-vencia intercultural, uno de los aspectos clave para lograr ese propósito se relaciona con la necesidad de repensar el concepto de cultura, que orienta el trabajo educativo que cotidianamente realizamos, pues aunque no nos demos cuenta, de él depende en gran medida la manera como valoramos las diferencias que existen en nuestros grupos escolares, así como las ventajas que puede tener el intercambio cultural como fuente para el aprendizaje y el enriquecimiento mutuo.

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La Pedagogía Intercultural Herramienta para enfrentar la diversidad y el cambio en una educación sin fronteras

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La pedagogía intercultural: un nuevo modo de entender el intercambio cultural basado en relaciones de igualdad entre culturas El término cultura se refiere al tejido de significados, expectativas y com-portamientos, discrepantes o convergentes que comparte un grupo humano (Geertz, �993). Frente a la tendencia a considerar el carácter esencialista, estático y ahistórico de la cultura, en la perspectiva intercultural ésta se concibe como una construcción social e histórica, por lo que si bien pueden definirse sus rasgos en un momento dado, estos van modificándose con el tiempo, a través de una compleja dinámica de cambio-permanencia, que no se encuentra exenta de conflicto.

Las culturas muestran diferenciaciones y conflictos internos. En ese sentido es necesario pensar en ellas reconociendo sus múltiples especifi-cidades. Por ejemplo no significa culturalmente lo mismo ser mexicano, cuando lo piensa un hombre o una mujer, un habitante del norte o sur del país o un migrante que se encuentra en el exterior, aunque —aun con sus diferencias— todos comparten rasgos de la cultura mexicana.

El proceso de creación y recreación de las culturas es producto de mez-clas, mestizajes e intercambios, por lo que difícilmente se puede identificar una formación cultural pura, exenta de contactos. Estas relaciones de inter-cambio con otras formaciones culturales pueden estar basadas en el afán de predominio de una sobre otra, lo que produce desigualdad para con la cultura subordinada, lo que genera profundas asimetrías:

Económica: entendida como la carencia de oportunidades para el desarrollo productivo.Política: la falta de voz.Social: la ausencia de opciones.Valorativa: implica discriminación y racismo.Educativa: significa carencia de oportunidades para acceder a una educación pertinente y consecuente con las características sociocul-turales y lingüísticas específicas de cada grupo (Schmelkes, 200�, citado en CGIB, 2006).

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Los procesos básicos de la pedagogía interculturalDe manera general, la pedagogía intercultural busca favorecer el desarrollo de competencias para la comprensión e intercambio intercultural que per-mitan que las niñas, niños y jóvenes puedan desarrollar herramientas para decodificar las experiencias que producen el encuentro con diversas culturas y perspectivas de vida, en condiciones de igualdad.

Para lograr lo anterior, la pedagogía intercultural se enfoca en el desa-rrollo de tres grandes procesos relacionados entre sí:

La apertura a la diferencia. El combate a los estereotipos y prejuicios.La revalorización de la cultura e identidad propias.

La apertura a la diferenciaLa escuela y el magisterio, el hogar y la escuela, son los espacios donde se inicia el combate contra el odio a la gente de raza o de cultura diferentes a las nuestras. El encuentro con lo que no somos nosotros acaba por fortale-cer nuestra identidad... Recibimos y damos. No excluimos nada ni lo nuestro ni lo ajeno. Sólo desterramos el prejui-cio, la persecución, la muerte de lo distinto.

—Carlos Fuentes

Partiendo del reconocimiento de que una de las maneras más válidas de conocerse a uno mismo, consiste en conocer las culturas de los demás, ya que obliga a prestar atención a ciertos detalles de la vida que la diferencian de la propia (Hall, �973), la pedagogía intercultural aspira a que la escuela se convierta en un espacio para que las niñas y niños que poseen distintos patrones culturales, aprendan a valorar sus prácticas y saberes, a partir del reconocimiento de que existen otras formas de ser, hacer y sentir igual-mente valiosas que las propias. Se trata de propiciar la capacidad de que las niñas y niños reconozcan que no todos son “como nosotros”; que existen diferencias entre las personas, las comunidades y los países, sin que ello signifique que unos sean mejores ni peores frente a los demás.

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“Educar a partir del otro es el nuevo paradigma educativo. Se ha elaborado una cultura de la identidad, pero no una cultura de la diferencia. Todos los diferentes han sido sis-temáticamente marginados y reprimidos: tanto los de fuera (colonialismo, esclavitud) como los de adentro (paganos, herejes, mujeres, pobres, gitanos, discapacitados). Desde siempre, la diferencia ha sido vista como una amenaza para la propia identidad: lo distinto genera miedos, infiere sospechas. Hemos sido educados en una concepción marca-damente negativa de las diferencias, y no estamos habituados a ver al otro como riqueza, pero vivimos en un mundo donde la diversidad es la regla. Los procesos de mundialización son evidentes, pero no existe aún el hombre o mujer planetarios” (Besalú, 2000; p. 56).

Con este proceso, lo que nos interesa es contrarrestar la tendencia a juzgar y limitarnos creyendo que sólo nuestra forma de ser, de pensar y de vivir es válida, mientras que las de los demás son equivocadas y, por lo tanto, deben desaparecer. Para comprender la complejidad del proceso de la apertura a la diferencia, observa el modelo que describe Bennett para lograr el desarrollo de la sensibilidad multicultural que se encuentra al margen de esta página.

Modelo de desarrollo de la sensibilidad multicultural de Bennet (Bennett, �986 y �993, citado por Soriano, 2004; p. 203-204)

Rechazo o negación Desconocimiento de la diferencia o diferencias. “Todos somos iguales” Las personas asumen un único punto de vista: el suyo. “Nadie sería capaz de comer eso”

DefensaLas personas caen en cuenta de diferentes vivencias, pero lo hacen de manera etnocéntrica. Tres caminos:

Los que denigran la otra cultura: “Son unos puercos, ¿cómo pueden comer eso?”

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Los que consideran la propia como superior: “No hay comida como la mexicana”.Los que viviendo fuera de la comunidad la enaltecen como superior: “En mi pueblo sí saben cocinar, no como aquí”.

MinimizaciónLas personas minimizan las diferencias, pero siguen actuando dentro de su propio patrón cultural: “Mientras que sus costumbres sólo las practiquen en su casa, a mí no me importa, sólo que cuando estén con nosotros se comporten igual que los demás”.

AceptaciónLas personas reconocen que “otros” tienen diferentes valo-res y puntos de vista del mundo: “Ellos no se bañan todos los días”, “ellos son más serios, menos platicadores”.Empiezan a aceptar y respetar los otros comportamientos y estilos de comunicación: “No son tan afables como los mexicanos, pero ellos así son, no es grosería”.

AdaptaciónLas personas actúan de manera etnorrelativa y son capa-ces de pensar y actuar desde la perspectiva de otra cultura: “Ellos acostumbran convivir juntos en las fiestas, procure-mos no hacer dos grupos”.

Integración Dos fases:

Evaluación contextual. Las personas pueden evaluar un fenómeno desde otra perspectiva o en el contexto cultural: “Si yo estuviera en su lugar, me sentiría incómodo, es algo a lo que no está acostumbrado”.Marginalidad constructiva. Las personas ven fuera de ellas continuamente y se colocan fuera de todas las marcas culturales: “Todos y todas somos diferentes, no existe una forma de ser que sea mejor que otra, podemos aprender unos de otros”.

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Sólo cuando somos capaces de reconocer al otro, más allá de los estereotipos y prejuicios, es que podemos conocerlo

y, por lo tanto, enriquecernos de él.

“Pero la frontera es un ídolo, cuando se usa como barrera para rechazar al otro. La obse-sión por la propia identidad, que cuanto más persigue una propia y regresiva pureza más se rodea de fronteras, conduce a la violencia… Las diversidades, redescubiertas y justamente apreciadas como variantes de lo universal humano, se convierten, si se absolutizan, en la negación y destrucción de éste” (Magris, 200�, p. 67).

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El combate a los estereotipos y prejuiciosSólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.

—Antoine de Saint Exupery, El Principito

Para favorecer la apertura a la diferencia, la pedagogía intercultural se empeña en construir el lenguaje del encuentro frente al del prejuicio, la discriminación, la cerrazón e ignorancia. Para ello, plantea como una de sus principales líneas de trabajo el combate a los estereotipos que impiden el reconocimiento de los otros y de sí mismo, más allá de las etiquetas. Se trata de combatir los prejuicios que califican determinadas manifesta-ciones culturales o el modo de ser de las personas como malas, insuficientes o desviadas de lo que debe ser, con el fin de propiciar el conocimiento e intercambio con los otros, en condiciones de mayor igualdad. En ese sentido, uno de los objetos de análisis de la pedagogía intercultural son las valoraciones, estereotipos y categorizaciones, mediante las cuales se estigmatizan las diferencias culturales entre determinados grupos sociales (Exteberria, �992).

¿Qué son los estereotipos?

“Los estereotipos son formas compartidas por un grupo de personas que tienden a sobrevalorar los atributos de aquello que se han formado como imagen mental. Comúnmente son formas simples de pensar pero que encuentran, en las perso-nas que los tienen, un profundo arraigo; es decir, que creen en ellas profundamente.

“Por lo general, se trata de ideas deformadas que dañan las relaciones sociales, porque cada uno se convierte en una espe-cie de molde con el que se pone a prueba a los demás, y sí éstos no encajan con exactitud en él, simplemente no mere-cen pertenecer al grupo.

“Los estereotipos son excluyentes, pero, además, son la base de la discriminación; es decir, del trato desigual y a veces de inferioridad que se da a otras personas, porque se tiene la idea de que no encajan con ciertos grupos sociales o culturales” (Carvajal, 2002; p. 50).

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Frases y ejemplos del lenguaje del prejuicio y la discriminación:“Los indios son flojos”.“Los ilegales son delincuentes”.“Los gringos no tienen valores ni tradiciones”.“El mexicano es mujeriego, parrandero y jugador”.“Los de mi barrio son todos peleoneros”.“El que chille es vieja”.“Juan, ¿cuándo dejarás de ser tan burro?” “Todos los niños que vienen del otro lado no saben nada ni tam-poco respetan a nadie”. “Los chavos que usan piercings o tienen tatuajes han de ser drogadictos”.“La gente decente usa el pelo corto”.

Preguntas para reflexión:

¿Recuerdas alguna frase como las anteriores que te haya marcado en la infancia?

En tu trabajo como docente:

¿Cómo reaccionas frente a la diferencia de tus alumnos?

¿Recuerdas alguna situación, en la que hayas estereotipado a algún niño o niña por sus características o modo de ser?

La revalorización de la cultura e identidad propiasA veces, tememos que el intercambio con otros patrones culturales y de vida pueda “arrasar” con muchos de los valores y tradiciones que hasta ahora nos parecen incuestionables; por ello, frente a la infinidad de perspectivas que el intercambio cultural nos acerca, surge la urgente necesidad de pre-guntarnos ¿quiénes somos?, ¿hacia donde queremos ir?

Al tomar en cuenta la fuerza globalizadora de algunos de los mensajes e ideas que actualmente se propagan por el mundo entero, y la experien-cia de confusión que muchos niños y niñas viven cuando se enfrentan a distintos modelos de vida, resulta necesario revalorizar lo propio, en el reconocimiento de las diferencias y semejanzas que existen ante otras formas de vivir. Todo ello para descubrir aquello que queremos cambiar

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