Estrellas Fugaces BUBOK

8/12/2019 Estrellas Fugaces BUBOK

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Estrellas fugacesAmores que marcan un antes y un

despus


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Estrellas fugacesVioletas Azules

Violetas Azules

2014


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Copyright 2014 por Violetas Azules

Todos los derechos reservados. Queda prohibida lareproduccin total o parcial de esta obra incluyendolas caractersticas del diseo de interiores y portadapor cualquier medio o procedimiento sin la previaautorizacin de su autor excepto en el uso de citas

para crticas o material escolar.

ISBN: 978-1-291-75168-0

Primera impresin: 2014

Violetas Azules25 de mayo y ColombiaEl Talar, Buenos aires. CP: 1618

www.ask.fm/VioletasAzules

www.fanfiction.net/~violetasazules

www.twitter.com/Vio_Azules


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A mi hermana, Camila, fan nmero uno y

Beta Reader


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Contenidos

Clara1

Rosa.5

Estrella.9

Alba13Karina.15

Elena17

Luz (Parte I)20

Luz (Parte II)...22

Luz (Parte III)..24

Luz (Parte IV).26

Luz (Parte V)...27

Daniela28


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Agradecimientos

Ac quisiera agradecer profundamen-te mis las chicas de Mundo SasuSaku: Adri,Shari, Sari, Andre, Gaby y a todas en gene-ral por los mejores das que pude pasar.

A las chicas Universo Fanfics, queme han sacado ms de una sonrisa y unainspiracin momentnea cuando la sequame azotaba sin piedad.

A mis lectoras de Fanficslandia yFanfiction.net. Ellas, con sus hermosos co-mentarios a mis historias, lograron darme elempujn necesario para atreverme a publi-car mis continuos desvaros.

A mi familia, por hacerme descubrirel maravilloso mundo de las letras y estarsiempre, siempre conmigo.

A mi profesora Pollio, de literatura,por otorgarme dos maravillosos aos bajosu enseanza.

A mis vecinas y amigas, Beln,Ayeln y Solange y a sus familias, portodas las noches de pizzas, pelculas y jue-gos.


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A todos los que tengan este ejemplaren las manos y le den una oportunidad aestas historias, muchas gracias.


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Sinopsis

Las estrellas fugaces son consideradas

slo cuerpos que pasan al lado de la Tierray cruzan el cielo. Sin embargo, ms all deeso, estn las personas que imitan demasia-do bien a las estrellas con estelas brillantesque te enceguecen y te obligan a acostum-brarte a su resplandor para simplemente, deun momento a otro, desaparecer sin dejarrastro de que hayan existido.

Estas historias hablan de ellos, perso-nas que se van, se quedan o vuelven, queson importantes y dejan una marca muy

profunda en nosotros.


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Clara

A Clara siempre le gustaron los dasnublados, el fro y la lluvia. Por eso cadavez que llova amaba sentir el spero pastoentre sus dedos y la textura del barro en lasplantas de los pies. Le encantaba sentir lasfras gotas filtrarse entre sus ropas, y el olora tierra mojada le pareca la mejor colonia.

Clara siempre supo que no era nor-mal, pero ella no se defina como loca

una palabra que siempre usaban doaEsther y sus hijas, simplemente miraba elmundo con otros ojos. Slo le encantabanlos espacios cerrados como el armariodel saln de qumica en el cual se refugipor dos das, las mariposas muertas cuya coleccin atesora y los funerales porque una persona ms haba podido esca-par de este mundo demasiado exigentedel mismo modo que estar bajo la lluvia.


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Clara tena los ojos miel, por esocuando Joaqun la vio por primera vez eseda lluvioso supo que esos orbes se fun-diran en su interior, lo atraparan y no lodejaran escapar nunca. Y no se equivoc.Porque cuando Clara lo abrazaba senta lafuerza que sus brazos delgados no hacan

justicia; pero l no le devolva el abrazo. Nolo haca porque pareca frgil, y tema quesi lo haca con tanta fuerza como quera ellase rompera o se ira con la misma facilidadque el agua entre sus dedos.

Clara tena la piel muy blanca, ysegn los dems, pareca que todos los dasestaba enferma; pero l saba que no era poreso. l crea que tena esa tonalidad albinaporque era como una mueca de porcelana.

Por esa razn la miraba bailar bajo la lluviadesde su habitacin en el segundo piso y lerecordaba a la bailarina que giraba al son dePara Elisaen la caja de msica que tena sumam en el comedor.

Clara lloraba mucho, pero no lohaca por ella. Por eso cuando Joaqun lepregunt por qu llors? a los once aos,no fue porque Raquel, la chica del 3-A, lahaba empujado de la hamaca, sino porque


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ella le dijo que sus paps se haban separa-do y que no le importaba; que llorabaporque ella no poda hacerlo.

Clara sonrea cuando vea a Joaqun;por eso senta como si las mariposas muer-tas que estaban en el telgopor de suhabitacin revivieran para dar un ltimoaleteo en algn lugar perdido entre su es-fago y estmago. Pero l no le devolva lasonrisa, simplemente caminaba con ella sintocarla porque saba que no le gustaba quela agarren de las manos. Le recordaba a esavez que la llevaron a un lugar de blancoinfinito, paredes mullidas y personas quehablaban mucho en la noche y no la deja-ban dormir.

Clara tena problemas, por eso se

permita escapar a su lugar soado. Un lu-gar donde los gritos de su madre equivalana tortas de cumpleaos y das de lluvia; y laausencia de su padre eran mil abrazostardos. Joaqun quera escapar con ella,pero todava no le daba la llave.

A Joaqun le gustaba Clara no por suaspecto fsico, sino por lo que era ella enesencia. Le encantaba que le gustasen losdas lluviosos, los abrazos y las tortas de


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cumpleaos. Que llorase por los que nopodan, que le gustasen las mariposas muer-tas y que an no le hubiera dado la llave desu lugar soado. Por eso ese da levant lacara y permiti que unas gotas saladas ensus ojos que no, no eran lgrimas, sinoque alguien estaba triste y se le haba pega-

do la mana de llorar por otros y la lluviase mezclaran. Por eso no opuso resistenciacuando sinti el metal envolver sus mue-cas detrs de la espalda y que unos hombresde trajes raros como los llamaba ella lometieran dentro del auto que rea porquecrea que las sirenas eran risas.

Por eso el da del funeral de Clarasonri, porque ella haba escapado de estemundo, tal vez demasiado imperfecto para

ella.


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Rosa

Cuando pienso demasiado, suelo re-cordar las clases de biologa de antao.Recuerdo que el corazn es una bomba as-pirante e impelente que, oh, casualidad dela creacin, es algo vital para mi existencia.Y son estos momentos en que lo comparocon ella, porque si bien no controla la san-gre de mi cuerpo aunque a veces s, enciertas zonas, est en mi interior la mayorparte del da y noche, sobre todo noche,alojada en el lbulo frontal y es vital para

mi supervivencia porque, oh, qu hagosi no pienso en ella todo el tiempo?.

Divago un poco, y el recuerdo msantiguo que tengo es de los cuatro aos. Enese tiempo era ms pequeo que los niospromedio, pero eso no me impeda aventu-rarme a la estantera de la cocina y robaralgo para picar mientras esperaba que lacomida estuviera lista. En realidad, eso algodeprimente, porque ni siquiera usando una


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silla lograba alcanzar mi objetivo un pe-queo tarro con moldura en forma depayaso que se burlaba de m, lo que mehaca llorar pasados diez minutos de inten-tos fallidos. Y eso es lo que me trae devuelta a ella.

Rosa es una chica no tan chicaun poco comn en su excentricidad.Tiene la cara en forma de corazn y es derisa fcil, siempre enseando los dientes sinprovocacin e incitando a cualquiera a unr-sele. Sus ojos son chocolate fundido queregalaba a todo mundo menos a m;pero tiene dedos de aguja y espinas conveneno que atraviesan la piel y huesohasta llegar al centro del ser humano y a laderecha, habilidosamente serpenteando

entre venas e hilos escarlatas hasta llegar alventrculo izquierdo e instalarse ah de for-ma permanente. Su pelo es corto, algo queme remita a una frase que sola decirme mimadre cuando intentaba sin xito algu-no darme consejos sobre el espcimenfemenino en mis aos pre pberes: el cabe-llo de una chica es como su corazn.

Cuando miro sus cortas y oscurashebras, no puedo evitar imaginarme su co-


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razn. Pienso que es oscuro como la oscu-ridad misma como su pelo, con agujasy espinas puntiagudas y ponzoosas como sus dedos y pequeo, tan pequeoque cabe perfectamente en la palma de mimano como sus puos; y que albergasemillas del color de su nombre preparadas

para sembrarlas en sus pobres vctimas.Rosa es daina. Un ser que adora lo

efmero y se autodestruye cclicamente aplacer. Por eso creo que soy su complemen-to, porque a pesar de que me rompe ydestroza miembro a miembro siempre, sque me coser con sus dedos e hilos rojosporque en el fondo no quiere estar solay nos destruiremos otra vez porque tam-poco me soporta slo para volver a

empezar otra vez.Cuando pienso demasiado s, esasocasiones en las que el mundo es demasia-do ruidoso para hablar, pero no lo suficientepara gritar, suelo pensar en Rosa. Piensoen ella con sus ptalos abiertos, sonriendode forma genuina y a la vez no tanto,en sus espinas intoxicantemente adictivasque acabas odiando y amando y en sussemillas destructivas que germinan y


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perecen una y otra vez en mi ventrculoizquierdo. Tambin pienso en un senti-miento cuyo nombre no recuerdo, pero esono es importante ahora: por el momentoslo quiero infectarme de ella un poco ms,slo un poco ms.


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Estrella

A veces, en mi aburrimiento, se medaba por darle una historia a alguien queobservaba en la distancia. A veces simple-mente me dejaba perder en la multitud ylograba mezclarme con las dems personas.A veces haca muchas cosas, pero todocambi el da en que la vi.

Despus de comprar un boleto para eltren de las seis y quince y hacerle una mue-ca a la mquina, me puse los auriculares y

prend mi celularslo para colocar una me-loda vintage que amainara mi tiempo de

espera. Vea a las personas de ca-ra random pasar a mi lado o cerca de mesperando un tren o corriendo alguno; otrosorbitando como una luna alrededor delhombre que venda agua sabor caf a preciode oro. Charlando si es que estaban reuni-dos de a dos o ms personas o soltando unaque otra palabra con algn desconocido queestaba a su lado, tal vez tratando de no des-


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esperarse por el monumental retraso deveinte minutos del transporte pblico.

Cuando finalmente el tren arrib, yoya estaba por la quinta cancin de mi listade reproduccin. Not impasiblemente laalegra de ciertas personas por algo tan tri-vial como si fuera un esperado regalode cumpleaos atrasado, y sin mirar anadie me adentr a la cabina ms cercana.Mi viaje al trabajo sera de pie simplementeporque quera, no porque no alcanc asien-to.

Y en ese instante fue que comet elestpido error de girar mi cabeza a la iz-quierda. Un error que me haca pensarque Cupido tena diarrea y me haba cagadoencima.

Lo malo de enamorarse de estrellasfugaces era que quedas deslumbrado y tuvida cambia para siempre.

Se poda decir que antes de eso era unchico normal que simplemente le encantabarelajarse y perderse entre la gente cuandocaminaba por la ciudad. En ese momentoera verdaderamente prctico, con curiosidadde las personas en s y una personalidadcasi camalenica que le gustaba ahondar en


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sus vidas para simplemente irse y no dejarhuella de que alguna vez estuvo ah. Eracomo la arena que est debajo el agua, por-que cada vez que caminas sobre ella, alcabo de unos segundos la pisada siempredesaparece. Siempre.

Yo era como la arena y el agua por-que no serva para otra cosa. No podacompartir heridas y reparar cosas estabaroto desde hace tiempo y mucho menosllenar huecos con mis sentimientos artificia-les. Era un ser que serva para destruir,romper y quebrar, y que apretaba su dedoen la yaga ajena o soltaba palabras de vene-no en cortadas recientes.

Ella era igual a m; pero no era comola arena y el mar. Ella era como una estre-

lla, una estrella que tena fuego ensortijadoen su cabeza que cuando caminaba parecanllamas que danzaban y se avivaban con elviento; sus pecas doradas adornando la carade porcelana simulando ser una mueca ysus ojos de caleidoscopio que revoloteabaninquietos en cualquier direccin. Todo estobajo una capa de base, mscara y lpiz.

Lo nico que ella no saba era que elmaquillaje no ocultaba sus grietas. Porque


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cuando pas al lado mo para bajar del treny me regal una sonrisa de mujer, not ellpiz labial rojo como su cabello algocorrido y las grietas de porcelana rota en lacomisura de sus labios; al mismo tiempoque supe que esa slo era una nia preten-diendo hacerse la adulta.

A la par que miraba el fuego extin-guirse mientras los vagones se balanceaban,pens que lo malo de enamorarse de estre-llas fugaces era que quedas deslumbrado ytu vida cambia para siempre.

Que lo malo de enamorarse de estre-llas fugaces era que no parecan como laspisadas en la arena debajo del agua quedesaparecen; que su luz queda grabada en laretina hasta que mueres.

Que lo malo de enamorarse de estre-llas fugaces era que no las volvas a ver.


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Alba

Se dice que las almas gemelas son al-go que aparece slo una vez. Yo encontr la

ma.Recordaba que mi madre era una de

esas personas que crea en los ngeles de laguarda y los encuentros con el destino.Sola decirme que era una mariposa de co-lores explosivos que danzaba al son delviento, pero ella ignoraba que estaba losuficientemente rota como para ir contra lacorriente.

Yo no era una mariposa, pero s tena

alas. Unas alas que eran trozos de tela cosi-dos con hilos de bisutera y estampado desentimientos robados que usaba sus poderespara perderse en la multitud y matar lenta-mente; tan daada me disfrazaba de sueosajenos y baada en salitre robaba hasta elltimo aliento de un beso corrosivo y mo-vimientos de mueca.

Pero no, no siempre fui as. Antes dis-frutaba volar, y planear, y danzar con los


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grciles vientos que casi parecan orbitar ami alrededor. Todo cambi cuando unhuracn de pas y violencia proveniente delugares ms all de mi visin me obnubil,porque ese viento no estaba acostumbrado atratar con seres frgiles que fui, lo queantes era, pero ya no ser y yo estaba

hambrienta de maldad, de todo lo que yo noera y l representaba. Cuando lo conoc,supe al instante que l se sinti atrado porla anterior blancura de mis alas y la purezaque significaba.

Se dice que las almas gemelas son al-go que aparece slo una vez. Yo encontr lama. Un ser que necesitaba romper y que-brar, ser devorado y destruirse; y volver aremendarse con lo que haba quedado. Al-

guien que me haba arrancado las alas perohaba construido un corazn de cartn ehilos rojos y me haba prestado sus ojospara ver su realidad.

Yo encontr a mi alma gemela, y supeque no me arrepentira de ofrecerle hasta miltimo aleteo en esta vida y en las otras.


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Karina

La primera vez que pens en ello esta-ba en la soledad de mi cuarto. Las cortinasevitaban que los ltimos rayos de sol entra-ran al embotado cuarto. El olor a sexo ydesodorante de ambiente barato anegabamis fosas nasales. La leve luz del televisoriluminaba tenuemente mis rasgos deforma-dos mientras una chica de rostro libidinosoy senos grandes pareca salir de la pantalladel televisor.

La hebilla del cinturn que una vezmantuvo mis pantalones arriba repiqueteabacon cada movimiento de mi mano derecha;mis ojos fijos en la voluptuosa mujer quegema de manera exagerada y casi cmica,provocando una agradable y conocida sen-sacin en mi parte baja, logrando acelerarmi respiracin y hacerme sentir incapaz decontener algn que otro jadeo mientras es-timulaba aquella zona. Y cuando llegu a la


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cima, no fue la cara de la chica lo que acu-di a mi mente cuando cerr los ojos,sino... ella.

Mierda.

Apagu el televisor con un bufido nibien los espasmos abandonaron mi cuerpo.

El control pareci protestar mientras lo ti-raba a algn lado de la habitacin.Restregu mi rostro con la mano izquierdaen un evidente signo de frustracin, echan-do algunos de mis cabellos negros haciaatrs.Esto no estaba bien, pens,para nadabien.

Yo en ese entonces tena veintidsaos, estaba gozando de un maravillososexo de la mano de mi novia y supe quedeseaba a la mejor amiga de mi hermana,de diecisiete aos.

Y en ese momento, me sent un malditopedfilo.


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Se acerc a la chica sin hacer ruido, y lacubri para evitar que pasase fro.

Y no supo por qu, pero una fuerza ex-traa que an no pudo identificar, peroque lo atacaba con frecuencia le hizopermanecer al lado de ella observndola,ajena de todo en su mundo de sueos.

ltimamente le pasaba constantementeel hecho de quedrsele mirando por muchotiempo, tal vez el demasiado como paraconsiderarse normal. En la prctica se habaacostumbrado a su presencia tcita peroconfortante en la lgubre oficina, y no en-tenda por qu, pero se le haca imperativotenerla cerca de l incluso le inquieta-ba un poco que estuviera trabajando adeshoras con su mejor amigo en el bar de la

esquina.Suspir. Saba que estaba mal, pero por

ms contradictorio y hasta estpidoque sonase, no planeaba hacer nada sobreeso.

Mientras se aproximaba de nuevacuenta a su ordenador, se percat que lhaba cambiado. Imperativo podan ser lasnecesidades bsicas, como comer y dormir.Ahora se le haba sumado algo nuevo: ella.


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Y eso no le molestaba.


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LuzParte I

Quieres escuchar la historia de la chi-ca que lleg y se qued? Es de esas chicas alas que quieres tanto que luego lo lamen-tas Aunque no te arrepientas ni un soloda.

Su nombre es Luz, y cuando lleg,movi la estabilidad completa de mi uni-verso. Con sus largos cabellos negros, consus orbes claros mirando nerviosamente susmanos, con sus labios apretados y mejillasrosadas. Oh, Dios!Desde el momento quela maestra prcticamente oblig a presen-tarse, supe que sera mi perdicin. Qumejor que un pequeo, hermoso y letalngel, extendiendo sus alas e invitndome ala muerte segura?

Pero soy tonto, tonto, tonto; porqueapenas cruz la puerta del saln, sus ojos seenfocaron en el chico a mi lado. Te handicho que el dolor llevaba al placer? En


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ese momento, una pequea parte de m losupo: ella gustaba de matar lentamente.


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LuzParte II

Alucino cuando la veo pasar. Es esetu perfume especial? El que usas slo pa-

ra atraer la atencin de los dems? Puesfunciona, siento el cosquilleo en mi interior.Por qu la maestra es tan cruel? Por qume pregunta el porqu de mi rubor, si esobvio que es por ti?

Por qu soy tan tmido cuando estoy atu lado? Tenemos slo nueve aos, y no

entiendo nada de lo que me pasa. Por qutengo que sentirme as? Por qu no puedotomar tu mano como cuando nos conoci-mos? Por qu es tan difcil invitarte a jugara mi casa, cuando antes lo haca sin pro-blemas?

Por qu me enojo cuando ests conl? Por qu se me oprime el pecho cuandodiriges tus clidas sonrisas y bonitos sonro-

jos a mi amigo? Por qu tengo que


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sentirme as? Mi padre me lo dijo: es sloamor y nada ms.

Pero es tan doloroso amarte.


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LuzParte III

Nunca sabrs lo mucho que te quiero,nunca sabrs lo mucho que te amo. Sabespor qu? Porque hoy me enter de algo, dela forma ms estpida y masoquista. Des-confi cuando me dijiste de encontrarnos enel parque donde antes jugbamos, cuandotus ojos brillaron ms de la cuenta bajo elclido sol de un cercano verano. Y por unmomento, la esperanza inund mi pecho,cmo poder evitarlo? Pero entonces tus

labios evocaron las palabras que me hicie-ron dudar: escucha, quieres saber unsecreto? Me prometes no contrselo a

nadie? Saba que no debera haberlo escu-chado, pero lo hice, porque soy masoquista,porque ese secreto me derrumbara. PeroDios, cmo resistirme a tu aliento rosandomi odo?

Lo descubr hace mucho, soy maso-quista y un perfecto mentiroso. Soy de los


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mejores, porque nadie podra jams sopor-tar con una sonrisa que el mundo se tevenga abajo, que te destrocen por dentro.

Que la persona que amas te confieseque est enamorada de tu mejor amigo.


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LuzParte IV

Fragmentos de cristal en el suelo, olora alcohol inunda la habitacin y qu es esaescena tan deplorable? Eres t mi amigo?Eres el que est tendido de forma descui-dada en el suelo, ahogado en el licor baratoy tus pensamientos? Lo s, cres que hasperdido a tu amor. Y si lo supieras? Sisupieras que ella est igual o peor que t,slo por una simple confusin? Porque lavi, la vi ayer. Y sabes lo que es peor? Ella

te ama. Ama al bastardo que eres. Al est-pido bastardo que se dej besar por unachica que ni siquiera conoce.

Qu pasara? Qu pasara si no te lodigo? Qu pasara si no te digo que an tequiere? Qu a pesar del dao causado, ante quiere? Sabes?, deberas estar contento.Ella depende de ti. Y sabes? Yo no s sidebera comentarte esto a ti.


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LuzParte V

Frunzo mis labios, y an debatindomeinternamente, te tomo del cuello de tu ca-misa, sacndote de tu inmundicia. Eresidiota, lo sabes?, digo, vas a perder a esachica sino la buscas esta noche. Y me ro,acaso no eras un maldito genio? Tu carade estpido no lo demuestra. Lo entiendesahora? Cambiar de idea. Y ser yo quien labusque. An me mofo, aunque por tu ex-presin ya s que entiendes tu situacin;

porque no ests dispuesto a perder a la ni-ca mujer que te comprendi en la vida.

Y qu es eso? Hay determinacin entus ojos? Vas a perder a esa chica, porque

yo me ver obligado a quitrtela.

Entonces me empujas, te tambaleashasta la puerta y quedo mirando tu espalda,con una estpida sonrisa en el rostro. Tan tienes una oportunidad. Yo ya no tengonada que perder porque nunca la tuve.


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Daniela

La estabas observando. Otra vez.

Su cabello largo se meca con el viento,hondaba, jugaba, mientras ella trataba deretenerlo intilmente con sus pequeas yblancas manos. La traviesa rfaga habalevantado su falda, rebelando sus blancaspiernas antes de poder cubrirse, despertan-do una que otra interesada mirada de lapoblacin masculina presente.

Y t gruiste.Maldita sea.Ya haban pasado quince aos. Quince

aos desde que ella te llam, desde que tuperfecta vida inmortal se haba ido al dia-blo. Era slo un beb, pero ya a tantemprano tiempo sentiste salirte de tu eje alnotar la fuerza con la que te haba atado asu existencia. Desde ese veintiocho de mar-zo, te habas transformado en la sombra dela nia.


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Pero, demonios, todo comenz a cam-biar dos aos atrs. De un momento a otro,sus suaves facciones de nia comenzaron aafinarse. Sus caderas se ensancharon, sussenos comenzaron un lento proceso de cre-cimiento y su cuerpo comenz a atraerdemasiadas miradas

Con eso, tus viejos instintos demona-cos resurgieron.

Al principio te fue un poco ms fcilcontenerse, pero llegados a esta fecha, elda de los espritus 31 de octubre,sabas que reprimirse era imposible.Adems, claro, que esto era mortalmentepeligroso para ella. No slo t podas ata-carla, sino que otros se sentiran atradospor su esencia. Eso era algo que no podas

permitir. Ella era tuya. Toda ella te perte-neca.

Y hoy la reclamaras.


Transitaba a paso rpido por las hme-das y oscuras calles. Se haba tardado ms


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de lo esperado en el bar con sus amigas, ypodas percibir, estaba reprendindose porello, ya que igual que t, not la presenciadel hombre horroroso que no dej de mirar-la desde que entr al local. Aunque claro, tlo advertiste mucho antes, pero no ibas aeliminarlo.An no.

Pronto le viste derrapar a gran veloci-dad en la esquina de una calle cerrada senotaba que todava no conoca muy bien lascalles del centro. Era tan seguro queaqul ser inferior iba a atraparla como quet ibas a matarlo por ello. Por eso caminastecon lentitud deliberada hacia l, mientrasella trataba de fundirse con la pared, que-riendo encontrar una escapatoria.

Las comisuras de tus labios se alzaron,

y mucho antes de que l pudiera tocarla, tumano atraves el pecho masculino, cortan-do y destrozando los rganos a su paso ysalpicando de carmn toda la extensin dellugar. Sin perder la maquiavlica sonrisa,apartaste el cadver a la izquierda, lanzn-dolo sin mucho esfuerzo y escuchando sushuesos quebrarse sonoramente ante el gol-pe.


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pia hasta obtener la misma marca. Descu-briste su mueca, y con satisfaccinadmiraste las tres marcas formarse en esablanda piel, sintiendo tambin el retrocesode las nimas que antiguamente deseabanposeerla. Esa marca, el pretrito sello de tuclan, haca figurar a esa alma humana como

tu propiedad ms formalmente, por lo me-nos por tres aos, hasta que se desarrollarapor completo.

Tomaste su cuerpo desfallecido, y envolandas la llevaste hasta el patio de sucasa, donde la dejaste recostada en la bancadel pequeo jardn. Acariciaste su rostrodormido, y uniste ambos dedos marcados.

Tres aos ms.

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