ETICA FILOSÓFICA

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Ética Filosófica Seminario Misionero del Espíritu Santo (MIES) LA FUNDAMENTACION DE LA ÉTICA ASPECTOS METODOLOGICOS I. LA ÉTICA FILOSOFICA 1. Nociones preliminares La Ética filosófica o filosofía moral es aquella parte de la filosofía que estudia la vida moral del hombre, esto es su obrar libre. La Ética filosófica se distingue a) Del conocimiento moral espontáneo, que es parte integrante de la vida moral; es una realidad vivida, una dimensión esencial de la existencia humana. Cada hombre, sin estudiar ética, tiene un conjunto de ideas y criterios morales de acuerdo con los cuales toma las decisiones relativas a su comportamiento. La ética filosófica es, en cambio, una reflexión sistemática y críticamente elaborada, que no la realizan todas las personas. b) Del estudio teológico de la vida moral, (teología moral), que incluye todo aquello que la razón non enseña sobre la vida moral, y también la enseñanza que viene de la fe, luz intelectual de la razón, fundada en la revelación divina. La ética filosófica está de frente a la teología moral como el incompleto al completo. c) De las ciencias positivas, en particular de aquellas que estudian la realidad moral (Psicología y Sociología de la moralidad) por la perspectiva de la totalidad y por el diverso grado de profundidad. La perspectiva de la totalidad es característica esencial del estudio verdaderamente filosófico. El interrogante filosófico es en un cierto sentido omnicomprensivo, estudia el mundo, el hombre y Dios. Esto no significa que la filosofía se a una enciclopedia de todas las ciencias, sino que quiere 1

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LA FUNDAMENTACION DE LA ÉTICA

ASPECTOS METODOLOGICOS

I. LA ÉTICA FILOSOFICA

1. Nociones preliminares

La Ética filosófica o filosofía moral es aquella parte de la filosofía que estudia la vida moral del hombre, esto es su obrar libre.

La Ética filosófica se distingue

a) Del conocimiento moral espontáneo, que es parte integrante de la vida moral; es una realidad vivida, una dimensión esencial de la existencia humana. Cada hombre, sin estudiar ética, tiene un conjunto de ideas y criterios morales de acuerdo con los cuales toma las decisiones relativas a su comportamiento. La ética filosófica es, en cambio, una reflexión sistemática y críticamente elaborada, que no la realizan todas las personas.

b) Del estudio teológico de la vida moral, (teología moral), que incluye todo aquello que la razón non enseña sobre la vida moral, y también la enseñanza que viene de la fe, luz intelectual de la razón, fundada en la revelación divina. La ética filosófica está de frente a la teología moral como el incompleto al completo.

c) De las ciencias positivas, en particular de aquellas que estudian la realidad moral (Psicología y Sociología de la moralidad) por la perspectiva de la totalidad y por el diverso grado de profundidad. La perspectiva de la totalidad es característica esencial

del estudio verdaderamente filosófico.

El interrogante filosófico es en un cierto sentido omnicomprensivo, estudia el mundo, el hombre y Dios. Esto no significa que la filosofía se a una enciclopedia de todas las ciencias, sino que quiere llevar el ideal de la inteligibilidad hasta su realización más plena.

El origen etimológico del término "ética" puede esclarecer la naturaleza de esta ciencia. Ética es un término muy antiguo. Aristóteles tiene tres tratados morales que llevan el título de: "Ética a Nicómaco", "Ética a Eudemo" y "Gran Ética".

Ética deriva del vocablo "éthos" (_qoV), que significa "carácter", "modo de ser" que según Aristóteles, deriva a su vez de "êthos" (_qoV), que se traduce por "habitus" o "costumbre".

De aquí podemos deducir que la Ética es una disciplina práctica, porque se refiere a las acciones humanas y a la vida moral, no sólo para conocerlas, sino sobre todo para dirigirlas; y que considera las acciones humanas en sus relaciones con el modo de ser (èthos) que la persona adquiere a través de ellas.

Para concluir, podemos decir que la Ética estudia a la persona humana considerada directamente, no en su ser físico o psicológico, sino en el ser y en la configuración buena (virtuosa) o mala (viciosa) que se da a sí misma mediante las propias

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acciones. Este, en cierto modo es el objeto de la Ética.

2. El objeto de la Ética

a. Objeto material: los actos humanos. El objeto material de una ciencia es la realidad o el conjunto de realidades que constituyen su objeto de estudio. El objeto material de la Ética son las acciones humanas; pero no de todo aquello que hace el hombre se ocupa la ética. Debemos por tanto distinguir entre actos humanos y actos del hombre.

Actos humanos son aquellos en los cuales el hombre es absolutamente libre de hacerlos u omitirlos, de hacerlos de una manera o de otra. Son las acciones libres, esto es, aquellos que proceden de la voluntad y razón libres.

Actos del hombre en cambio, son aquellos no libres, los quiere porque en el momento en que se realizan falta el conocimiento necesario y la voluntad, quiere porque se trata de procesos sobre los cuales el hombre no tiene un dominio directo (desarrollo físico, circulación de la sangre, etc.)

Se puede explicar también por medio de conceptos de "obrar" y "suceder". Cuando el hombre hace alguna cosa, tiene el conocimiento de ser el agente activo y responsable de aquello que hace; es el autor de sus acciones; esto es un acto humano. En cambio cuando se cumple un acto del hombre, el sujeto humano tiene la conciencia de que alguna cosa sucede en él, como si su ser fuese un escenario sin su activa participación personal.

Santo Tomás afirma que se llaman humanos sólo aquellos que pertenecen al hombre en cuanto tal; aquellos que se hacen libremente. A diferencia de la

actividad de los otros seres vivientes, los actos humanos no se adecuan instintivamente y en modo automático a la realidad en la cual el hombre vive y a los bienes que lo solicitan: es el hombre mismo que debe orientarlos a su fin.

Sólo en relación con los actos humanos hablamos propiamente de conducta humana. El hombre es un ser moral en la exacta medida en que es un agente racional. Las acciones de la persona humana son objeto material de la Ética en cuanto son libres.

Objeto formal: la moralidad de los actos humanos. El objeto formal de un saber es el aspecto o la propiedad del objeto material del cual se ocupa. Por objeto formal se entiende el aspecto del acto humano del cual la Ética se interesa directamente; es un aspecto de la realidad misma; es la moralidad de las acciones humanas.

La moralidad es una dimensión real y esencial de la acción humana y no solamente un modo de considerarla. El objeto formal de la Ética es aquel según el cual los actos humanos, vistos formalmente en cuanto tales, vienen calificados como buenos o malos. La bondad o maldad de las acciones humanas en cuanto tal se llama generalmente moralidad. Por esto decimos que el objeto formal de la Ética es la moralidad de los actos humanos.

La moralidad -bondad o maldad- de las acciones humanas no se identifican formalmente con las cualidades naturales (inteligencia, habilidad, etc.) que la persona coloca en acto en el obrar. Las características naturales del hombre son moralmente ambiguas, porque pueden ser utilizadas en sentido positivo o negativo.

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Sólo mediante una decisión libre, un hombre puede ser bueno o malo en sentido moral. San Agustín caracteriza la virtud moral diciendo que por ella se vive rectamente y que ninguno puede usarla con fines malos. Santo Tomás afirma que sólo quien tiene una voluntad buena es bueno en sentido absoluto.

Debemos distinguir el bien o mal moral de la cualidad técnica o natural. Podemos hablar de un ladrón que es bueno como ladrón (experto, hábil, no se deja sorprender de la policía) pero que no es bueno como persona. Cuando se habla de bien o mal como cualidad técnica, se habla sólo en modo relativo, pero cuando vienen utilizados en su acepción ética, bien y mal tienen un sentido absoluto. El bien y el mal moral son el bien y el mal que las acciones poseen en cuanto humanas.

3. El estatuto científico de la Ética.

3.1 La Ética como ciencia especulativo-práctica y normativa

La Ética es una ciencia práctica: La moralidad de los actos humanos, objeto de la Ética, no es una realidad únicamente especulable, al contrario, es una realidad del agente en cuanto tal, es real sólo en cuanto realizada por el hombre. La moralidad es objeto de realizaciones y no simplemente de contemplaciones: es un objeto práctico relativo a la acción humana.

Objetivo de la ética no es solamente la comprensión de la moralidad de las acciones, sino también ayudar al hombre a realizar la moralidad en sus acciones. La Ética quiere dirigir los actos libres al bien perfecto o fin último de la persona; dirigir las

acciones humanas del punto de vista del bien en sentido absoluto. La Ética filosófica es un saber práctico, no sólo porque tiene por objeto las acciones, sino porque es un saber que guía las acciones.

La Ética tiene 3 fines fundamentales:- Aclarar los conceptos.- Justificar los juicios- Sistematizar: colocar en orden.

La Ética estudia el obrar en cuanto libre. La Ética formula y funda filosóficamente los juicios de valor de las normas de comportamiento dotadas de validez absoluta, con la intención de orientar el ejercicio de la libertad personal hacia el bien de la persona humana en cuanto tal. La Ética filosófica es ciencia moral y como tal se distingue netamente de las ciencias positivas de la moralidad (psicológicas, sociológicas...)

La Ética es una ciencia especulativo-práctica y no simplemente práctica. Los juicios y las normas éticas deben ser racionales y filosóficamente fundadas, y no decididas e impuestas de modo arbitrario. Por esto, la finalidad práctica de la Ética presupone un momento especulativo, esto es, un momento en el cual se busca el conocimiento de la naturaleza y del sentido de la moral, de la virtud, de la justicia, etc.

Carácter normativo de la Ética. Existen otras ciencias (medicina, lógica...) que establecen las normas de conducta; son disciplinas prácticas, pero en modo distinto de la Ética; el valor de las reglas lógicas, de medicina... es condicionado; estas reglas son válidas en la misma medida en que es válido el fin al cual tienden (el razonar correctamente, la salud...). La lógica enseñas qué debe hacer quien quiere razonar

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correctamente, pero no puede establecer si existe la obligación de razonar siempre correctamente, sólo en algunas ocasiones o nunca. La medicina establece los medios necesarios para adquirir la salud o mantenerla, pero no puede decir nada a quien se muestre dispuesto a perder la propia salud.

Los juicios y las normas éticas tienen en cambio un valor absoluto, incondicionado, que está a la raíz de las otras ciencia prácticas. A la Ética le corresponde determinar cuál debe ser la posición de la persona de frente a la verdad lógica, a la salud, a la justicia fiscal. Por esto decimos que la Ética no es simplemente u saber práctico; es propiamente un saber normativo capaz de establecer virtud y normas de valor absoluto e incondicionado, el cual no depende de normas establecidas de otra ciencia práctica.

La libertad como facultad de la voluntad y de la razón. Aclaraciones sobre el concepto de razón práctica. El acto humano o acto libre es el fruto de la colaboración de entendimiento y voluntad. En este parágrafo se desarrollan dos conceptos antitéticos de razón práctica: el de Hume y el de Kant.

Para Hume las sensaciones de placer y de dolor son los resortes fundamentales del dinamismo humano. El motivo de la acción es el impulso que estas sensaciones producen en el hombre: de acercamiento hacia lo que promete placer o de alejamiento de lo que anuncia dolor. El ámbito específico de la razón es de índole teórica y por esto no se puede atribuir a la razón una función propiamente directiva (normativa) de la acción.

Tesis fundamental de Hume es 1º "que la sola razón no puede

constituir jamás el motivo de una acción de la voluntad"; 2º "que no puede oponerse en absoluto a la pasión en la dirección de la voluntad misma". La razón cumple un papel de servicio y obediencia de frente a la pasión que dirige las acciones. No existe un bien inteligible, pero, puesto que la motivación tiene su origen en el nivel de los impulsos, Hume atribuye a la razón un limitado papel de dirección técnica, no axiológica. La razón juzga la adecuación de los medios a los fines que surgen de la vida impulsiva, pero no es su competencia el pronunciarse sobre el valor de estos fines; lo que en Hume se pudiera llamar razón práctica es una razón técnica e instrumental. La suerte que la voluntad tiene en Hume no es mucho más favorable. Caracterizada como la impresión que tenemos cuando damos origen a un movimiento corporal o a una nueva percepción de la mente, carece de dinamismo interno propio y, dando curso a los motivos procedentes de las pasiones, es arrastrada por ellas.

Kant representa, desde un cierto punto de vista, el extremo opuesto. En Kant, la razón pura es inmediatamente práctica, y un principio puede ser considerado moral en la misma medida en que es puro, es decir, independiente de todo móvil empírico (placer y dolor; inclinación o interés por el objeto de la acción). El único móvil de la acción moral es la razón pura, el deber.

Kant piensa con Hume que el sistema tendencial de la naturaleza humana está unívocamente gobernada por los sentimientos de placer y de dolor. Para que la moral pueda ser motivo de la voluntad, debe ser forzosamente hedonista, y ante la alternativa o hedonismo o formalismo, Kant se decide por el formalismo apriorista.

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El pesimismo rigorista de Kant no concede a la naturaleza una tendencia racional al bien. Kant habla de la voluntad pero no le reconoce un propio dinamismo y por esto la identifica con la razón práctica. Si el motivo de la acción es el deber, tenemos una acción libre y moral; si el motivo de la acción procede de la sensibilidad, no se tiene acción libre porque no hay autonomía respecto al determinismo causal psíquico.

La acción que obedece a motivos empíricos no puede ser libre porque libertad y heteronomía se excluyen; el error de ambos es que no advierten que entre la motivación y la acción se encuentra el acto de la voluntad, por el que la persona toma postura ante lo presente en el plano de la motivación; Hume y Kant no pueden comprender que la voluntad tenga una energía activa propia. Ninguno de los dos admite que en la naturaleza humana exista una inclinación racional, es decir un dinamismo naturalmente orientado hacia el bien racional. Hume piensa que en una naturaleza sin voluntad, naturalmente egoísta, es posible fundamentar la moral, que se configuraría como la limitación aceptada inteligentemente por el interés propio, a fin de volver pacífica, fructuosa y agradable para todos la necesaria coexistencia con los intereses de los demás individuos: no es muy difícil admitir que la exclusión del bienestar público no es el mejor camino para asegurar el propio bienestar.

Kant piensa al contrario que tales motivaciones no son en sí mismas morales ni pueden dar origen a una verdadera moral, y por eso concluye que es posible hablar de moral sólo si la razón pura es inmediatamente práctica. No se puede comprender por qué la razón es práctica si es ajena al

dinamismo y a los intereses de la naturaleza. El deber Kantiano es una normativa extraña, impuesta a la acción y a sus fines; es una instancia negativa, represiva e incomprensible, pues es muy dudoso que quien no quiere absolutamente nada pueda experimentar algún deber. el deber se comprende sólo si responde a lo que en el fondo queremos y que la tradición filosófica llama fin último; las exigencias morales responden a aquello que en el fondo todos queremos.

Vistas estas dos posiciones buscamos encontrar una respuesta. Podemos decir que la respuesta a la pregunta sobre la posibilidad de la razón práctica está en la voluntad, es decir, ¿por qué existe la razón práctica? porque en el hombre hay una tendencia que se llama voluntad, que no es más que la tendencia racional al bien, característica del hombre unida a su misma sensibilidad. La razón humana es llamada por la voluntad misma a regular desde el interior las actividades libres; la razón se vuelve práctica porque co-actúa con la voluntad.

La razón práctica no se debe separar del acto de voluntad. La razón práctica interviene dentro de la acción de la voluntad y en armonía con ella, es decir, interviene en el acto humano gracias a que la voluntad asume como fines de su acción los objetos o las acciones cuya razón de bien le es presentada por la razón ordenadora. La voluntad realiza dos actos: el acto de querer o volición y el acto de elegir o acto voluntario.

El acto de querer es la expresión del dinamismo específico e irreductible por el que la voluntad se dirige a un determinado objeto, haciéndolo fin de un acto propio

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en el que aparece comprometida toda la persona.

El acto voluntario es un acto por el cual la persona se autodetermina en relación a los bienes que la razón le presenta, y que adquieren entonces el rango de fines o motivos. El objeto del juicio racional es la verdad sobre el bien que debe ser realizado a través de la acción (bien como fin); a la razón práctica le toca distinguir el verdadero bien para la persona humana de aquello que es sólo aparente. La espontaneidad emocional ha de ser trascendida y corregida por la razón práctica que es la facultad de la verdad sobre el bien y el mal de la persona. La integración de las emociones y sentimientos en la verdad sobre el bien es una tarea propia de la razón práctica. El fundamento dinámico de la razón práctica y de su posibilidad está en la referencia a la verdad sobre el bien contenido en la voluntad. La verdad práctica puede ser definida como la conformidad de la razón con el apetito recto. Este es el que quiere lo indicado por la razón verdadera.La razón especulativa considera la verdad en cuanto tal, que puede también ser la verdad sobre el bien. Razón especulativa no es lo mismo que ciencia especulativa, ni razón práctica es lo mismo que ciencia práctica: la ciencia es siempre un habito de la razón especulativa, pero hay ciencias prácticas como la ética. La razón práctica guía desde dentro la operación voluntaria, discerniendo la bondad de la operación y del objeto operable con relación a la persona agente y también con relación a la persona que es objeto de la acción. Ejemplo: el médico valora si un tratamiento determinado va a beneficiar verdaderamente al enfermo. Para dirigir la acción la razón utiliza todos los conocimientos y procedimientos pertinentes en cada caso sin excluir ninguno por

principio. En la razón práctica entrarán en juego la aprehensión de un bien como fin (salud), el conocimiento universal (la medicina incompatible con otra enfermedad) y las experiencias particulares (conozco bien esta medicina), consecuencias ciertas o probables de la acción.

La razón humana es una, con dos funciones (especulativa y práctica) estrechamente relacionadas y comunicadas.

3.2 Las objeciones de matriz positivista a la Ética normativa

El positivismo no es una doctrina específicamente ética, pero tiene repercusiones en la ética. Positivismo deriva del latín positum = lo que es dado, lo dado. Según el positivismo, el saber debe limitarse registrar y a ordenar los hechos verificables por medio de la experiencia sensible, sin que sea nunca posible trascender el plano por ella determinado. La única fuente legítima de conocimiento cierto está constituida por las ciencias positivas, y el único método científico es el empírico.

a) El positivismo sociológico. Su fundador fue Augusto Comte (1797-1858). El positivismo sociológico considera los fenómenos morales como fenómenos de origen social que han sido interiorizados a causa de la presión ejercida sobre el individuo por la sociedad. Lèvy-Bruhl afirma que el comportamiento moral depende en realidad de la estructura social. La consecuencia más negativa del sociologismo positivista está en el relativismo ético, paralelo a la negación positivista de la metafísica. Así como niega la existencia de un conocimiento metafísico, intenta suprimir toda noción de bien absoluto de las acciones humanas.

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b) El empirismo lógico-lingüístico. Se encuentran aquí varias posiciones éticas: el hedonismo de Schlick, el intuicionismo de Moore, Prichard y Ross, el emotivismo ético de Ayer y Stevenson, el prescriptivismo de Hare, etc.

En Primer lugar se acepta el principio empirista que reduce el conocimiento humano a la experiencia sensible. Según estos autores, la ética debería ser reducida a una lógica del razonamiento moral que definiría los conocimientos morales, las relaciones entre sí y con conceptos no morales y que establecerían el uso legítimo. Moore piensa que no hay espacio para una ética teórica, porque el bien es indefinible. Russell opina que las proposiciones éticas no pueden ser funciones de verdad de las proposiciones atómicas empíricas; Wittgenstein afirma en el Tractatus: "no puede haber proposiciones éticas. Las proposiciones no pueden expresar algo más alto. Es claro que la ética no puede ser expresada. La ética es trascendental".

La tesis filosófica que está detrás de estas expresiones lógicas es: "los valores no pueden residir en el mundo, puesto que si residiesen en él dejarían de ser valores para ser simplemente otra parte del mundo, serían hechos, y hablar de hechos es describir, no evaluar". (J. Searle)

Los emotivistas piensan que las proposiciones éticas son no significativas porque no corresponden a ningún hecho empírico, no nos dicen nada del mundo y por lo tanto no pueden ser ni verdaderas ni falsas. El significado factual que se puede encontrar en el lenguaje moral no es originariamente ético, pero debe ser conducido a la psicología y a la sociología, que darán razón del proceso psíquico o social que

está en el origen de las valoraciones. Schlick afirma explícitamente que la ética es una parte de la psicología. En la tradición filosófica del empirismo lógico se advierte un carácter marcada y cerradamente escolástico, con un semblante no actualizado. Esto puede verse en el criterio de realidad aceptado por el círculo de Viena y conocido como principio de verificación, que establece "que el significado de una afirmación se determina por la forma en que puede ser comprobada, y su comprobación consiste en ser contrastada por la observación empírica".

3.3 El problema de la universalidad y singularidad de la verdad moral. Si la Ética es un saber científico ha de configurarse como un conjunto de proposiciones universales necesariamente verdaderas. ¿Un saber universal puede ser verdaderamente práctico y eficaz en una situación concreta? La distancia entre universal y singular, necesario y contingente es un problema de todas las ciencias prácticas. La distancia entre el saber universal moral y las exigencias de una situación Ética concreta, se supera gracias a la síntesis de diversos principios morales completados con el análisis de las circunstancias, con la experiencia del pasado y con la previsión de las consecuencias futuras. Hacer esta síntesis es tarea de la prudencia que dirige la acción en modo más inmediato que la ética. La ciencia moral se basta a sí misma para enseñar a los hombres lo que no deben hacer nunca.Si la ética es un saber verdaderamente práctico, sin embargo no lo es en grado máximo y necesita recurrir a la prudencia de la cual se distingue y con la cual mantiene un conjunto de relaciones estrechas. La prudencia es un juicio directivo del acto singular. Su insuprimible

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novedad y particularidad impide que pueda ser el acto de un hábito científico, pero su esencial racionalidad obliga a considerarlo como aplicación de la ciencia moral. Una concepción inadecuada de las relaciones entre prudencia y ética es la de ciertas corrientes de pensamiento que no dejan espacio al conocimiento moral universal y que se llaman "éticas de situación".

La ética de situación podría ser considerada también como un "intuicionismo del deber" por el cual la persona intuirá cada vez lo que debe hacer en su situación; la verdad y las normas morales serían la generalización de lo que ha sido instituido en las diversas situaciones concretas y no el reconocimiento de una verdad universal encarnada en el particular.

La verdad ética es singular y sólo como tal es válida en modo absoluto. El núcleo de la cuestión está en entender por un lado que el juicio prudencial es epistemológicamente juicio de conclusión, y por otro lado, esto no significa que sea siempre obtenido por medio de un proceso lógico, reflejo y consciente. Muchas veces la valoración ética surge espontánea e instantáneamente, y aquí está la parte de verdad del intuicionismo del deber, pero esto no significa que la verdad ética sea en sí intuitiva, y ése es el error. Los preceptos negativos obligan siempre y para siempre; los preceptos positivos obligan siempre y no por siempre. La originalidad de la prudencia está en su conexión con el saber moral. El verdadero saber moral se aprende cuando se desarrolla la acción.

II. ÉTICA FILOSOFICA, TEOLOGIA MORAL Y ÉTICA CRISTIANA.

Las relaciones entre Ética y teología natural son una cuestión interna al saber filosófico cuya solución debe salvar antes de todo la unidad de la filosofía, que es la unidad de la razón y de la persona humana. Entre Ética filosófica y Ética teológica hay una diferencia: la Ética estudia con la luz de la razón las exigencias morales propias de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios; la Ética teológica trata de la vida del hombre elevado a la dignidad sublime y misteriosa de hijo de Dios y hermano de Cristo. Partiendo de la revelación, la teología moral concentra su interés en la dignidad partícipe del hombre a través de la gracia de la naturaleza divina. Entre la Ética y la teología moral se establece por tanto la misma distinción y la colaboración existente entre razón y fe o entre naturaleza y gracia.

Razón y fe no son principios cognoscitivos paralelos que no se encuentran nunca; no se debería hablar de razón y fe, sino de razón y razón enriquecida por la fe. Si la existencia de lo sobrenatural no modifica la naturaleza y las condiciones de la vida vegetativa o de la cantidad dimensiva, y por tanto no afecta el estudio filosófico de tales realidades, lo sobrenatural modifica accidentalmente la situación existencial de la persona humana.

La Ética filosófica puede parecer no solamente incompleta sino también problemática: ¿Qué valor práctico puede tener una ética tan distante de las condiciones reales de la actividad moral? Podemos decir que la Ética es la base sobre la cual se apoya lo sobrenatural. Pero el valor práctico de la filosofía moral es imperfecto porque no puede hacerse cargo de todas las condiciones reales de la actividad que debe ordenar. Para alcanzar la plenitud a la cual

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el hombre ha sido libremente destinado por Dios es necesario recurrir a la ética teológica: a) Para conocer la finalidad y las exigencias éticas específicamente teológicas y b) para disponer de una justificación más alta y eficaz en el cumplimiento de lo que es naturalmente justo. (La segunda razón todos la aceptan, pero la primera es negada por los autores de la ética autónoma o autonomía moral).

La ética filosófica debe mantener en relación con la ética teológica la máxima apertura compatible con la esencial racionalidad de la filosofía. La razón humana tiene su origen y su fundamento en la razón divina; razón y fe tienen la misma fuente.

Lo sobrenatural es una realidad gratuita al hombre y sería un error considerar como pura posibilidad (el hombre en vista de Cristo) lo que de hecho por gratuidad es la única realidad existente y viceversa.

NATURALEZA ==> GRACIA ==> CRISTO

El teólogo no puede olvidar que la gracia ha sido establecida sobre la naturaleza, y por esto, para conocer la gracia debe conocer también la naturaleza. ========

| CRISTO |REVELACION |--------| | GRACIA | |--------| RAZON | NATURA | ========

La Ética Cristiana. Es un caso particular del problema que toca a las relaciones entre ética y religión. Podemos preguntarnos: ¿existe al menos en la cultura occidental una ética no cristiana? Debemos decir que no. Por ética cristiana se entiende no una ética

fundada en la fe sino una ética deudora de valores introducidos en la cultura occidental por el cristianismo. La ética kantiana, por ejemplo, sería impensable sin el cristianismo. La teología moral presupone el ejercicio de la fe por parte de quien la elabora. La ética cristiana es reflexión filosófica sobre la vida moral, sobre la cultura, sobre la sociedad, sobre las manifestaciones artísticas y literarias consecuentes a la aceptación y a la práctica de la fe por parte de los hombres.

Ética cristiana y teología moral no son sinónimos. La Ética cristiana es una pura investigación filosófica y no introduce ningún argumento inaccesible a nuestra luz de la razón; en cambio en la teología moral se presupone la fe y en la argumentación se incluye la verdad revelada que sobrepasa nuestra razón.

Una ética no cristiana sería una reflexión sobre la moralidad realizada por un pagano y tendría como objetivos los valores accesibles a un pagano virtuoso (Sócrates). La ética cristiana es una reflexión sobre la totalidad de la moralidad, ya que añade a esos valores otros nuevos (humildad, bondad, servicio desinteresado, perdón y sobre todo el amor). Se trata de valores que pueden resultar incomprensibles para quien no conoce a Cristo. Junto a una ética cristiano encontramos una musulmana, una budista, etc. V.S. 36,37,40,44.

III LA CONSTITUCION DE LA ÉTICA COMO DISCIPLINA FILOSOFICA

La ética filosófica y el conocimiento moral espontáneo o precientífico, tienen un objeto casi idéntico, pero son dos disciplinas dotadas de estructura y condiciones epistemológicas

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diversas. La constitución de la Ética como disciplina filosófica es un problema diferente del de la formación del conocimiento moral espontáneo. El estatuto filosófico de la ética tiene ciertas dificultades:

1- El problema metodológico común también a otras ciencias. El método es el camino que una ciencia recorre en su desarrollo.

2- Ambigüedad de los temas de la metodología filosófica. Los vocablos como: experiencia, inducción, deducción, cambian de significado según se utilicen, p.e. Aristóteles, J. Stuart Mill, Hegel, hablan de experiencia pero cada uno en sentido diferente.

3- El diverso nivel en que varios autores ponen el problema metodológico. P.e. un autor dice: "la ética debe ser empírica"; otro dice que debe ser fundada sobre la metafísica. Los dos pueden tener razón, sea que nos refiramos a) al punto de partida de la ética; b) a la introducción del estudio; c) a la interpretación y fundamentación filosófica de la vida moral o d) al desarrollo de la ciencia.

4- El método de una ciencia depende estrictamente de la naturaleza de su objeto y por esto los diversos modos de considerar el objeto de la ética dan lugar a otras tantas maneras de concebir sus bases filosóficas y su método.

2. El punto de partida de la reflexión ética: la experiencia moral.

La ética tiene como punto de partida y como fuente de sus datos la experiencia, entendida como un contacto del hombre con el ser (con el mundo, consigo mismo, con otros hombres), que tiene lugar gracias a la cooperación entre sentido e

intelecto. El punto de partida de la ética es la experiencia de su objeto: experiencia de la moral y experiencia moral. El problema moral, antes de ser estudiado es una realidad existente. El objeto de la ética y su necesidad de estudiarlo no viene dado por otra ciencia, el problema moral surge por sí mismo debido a que el hombre es un ser moral. La ética tiene un punto de partida experimental, propio y específico.

Experiencia de la moral es el conocimiento de realidades morales que se obtiene por observación externa, de modo directo, o mediante la lectura, historia etc. La experiencia moral en cambio es la actividad espontánea con la cual nuestra razón práctica dirige las acciones voluntarias desde el punto de vista del bien absoluto. La experiencia de la moral sin la experiencia moral no es suficiente a la ética.

El papel de la experiencia moral en la metodología ética es muy complejo; esto porque la experiencia, que es la fuente de la ética, es también fuente de ilusiones y errores, no porque sea engañosa en sí misma, sino por las pretensiones personales, sociales, ideológicas, etc., que a veces la fuerzan y distorsionan; estos errores deben ser corregidos por la misma ética, basándose en sus experiencia pasadas. Entre la experiencia moral y la reflexión ética se establece un círculo vital que permite superar los errores y jerarquizar debidamente los diversos puntos de vista. La experiencia moral por ser la fuente y el punto de partida de la Ética, no es toda la Ética; a la reflexión ética le corresponde como tarea original propia la interpretación y la fundamentación filosófica de los contenidos de la experiencia.

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3. Interpretación y fundación filosófica de la moral.

El punto de partida de la reflexión ética es la moral vivida y experimentada, en la cual los hechos morales son los mismos para todos, pero su interpretación ha sido muy diversa, debido no a la solución particular de cada uno de los problemas éticos, sino a las bases filosóficas desde las cuales esos problemas son planteados y resueltos. La base que ahora nos planteamos es que la Ética puede ser elaborada de modo adecuado sólo desde las bases de la filosofía del ser. Al margen de esta base se ha dado una fundamentación empirista, trascendental y fenomenológica de la moral.

3.1 La fundamentación empirista

Tenemos que partir de los principios de que (a) el empirismo excluye todo lo que no es dado por los sentidos, y (b) para el empirismo, fundamentar filosóficamente es, en general, lo mismo que analizar. El método empirista es el análisis; para los empiristas sólo es real aquello que es captado por los sentidos. Analizar es tomar aquellas palabras complejas y abstractas como alma, bien, etc., y llevarlas a las experiencias sensibles de las que proceden; es descomponer, reducir lo complejo a lo simple, lo universal inteligible a lo singular observable. (ej. la proposición: "El hombre es mortal" se reduciría a "todos los hombres que hemos conocido han muerto").

El problema lo encontramos sobretodo cuando se trata de proposiciones morales; a qué hecho sensible se puede reducir, por ejemplo el principio de que el aborto es moralmente malo? Los partidarios del método empirista proponen 4 soluciones:

a) Entender lo moral como la expresión de una voluntad superior que la impone; Positivismo teológico (Ockam), Dios podría mandar que fuese bueno odiarlo, porque dicen, Dios no ordena (comanda) las cosas porque sean buenas, sino que son buenas porque Dios lo ordena. Existe también un positivismo jurídico, que es la voluntad del Estado.b) Psicologismo Etico (Adam Smith) Aquí la Ética se reduce al estudio de la génesis y de las bases psicológicas de las ideas y estructuras éticas. Las estructuras éticas y los sentimientos morales sólo pueden ser estudiados por un "espectador imparcial" que mira todo desde fuera. Juzgar nuestra conducta es verla como la ven los demás, y al ver la impresión que causa en ellos la vamos ajustando.

c) Emotivismo Etico Las normas morales son simplemente de los sentimientos subjetivos. La obligación moral tiene en la práctica una fundamentación utilitarista.

d) Utilitarismo El bien o el mal moral se reduce al placer o al dolor que producen: el problema moral no sería un problema de cualidad sino de cantidad. Aquí se pierde el carácter específico del bien y del mal moral; tampoco se puede fundamentar adecuadamente la obligación moral, sea porque el deseo de felicidad es visto como un simple hecho psicológico o natural que no admite una ulterior explicación de tipo trascendente, sea porque la idea de felicidad del utilitarista es una idea no moral de felicidad (máximo de placer y ausencia de dolor). Según Kant esta es una moral pura y simplemente hedonista y por ello relativista, ya que cada uno es muy dueño de formarse su idea de felicidad; al fin y al cabo no a todos les gustan o interesan las mismas cosas. Una

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moral así concebida excluye la existencia de normas éticas de valor absoluto y universal.

"La ley de Hume"

"Es imposible pasar del ser al deber, del indicativo al imperativo, del conocimiento a la norma, de la razón teórica a la razón práctica". Niega que en el mundo puedan existir "valores": Hume es atomista y afirma que en el mundo sólo existen "hechos" y éstos no pueden ser calificados como buenos o malos: son simplemente hechos; defiende que no existe ni causalidad ni finalidad: solamente existe el ser, pero no el deber ser. Ej. Podemos decir que el agua hierve a los 100º, pero no podemos decir que el agua debe hervir a los 100º.

Crítica: No se pasa del plano del ser al del bien o deber ser: la ética parte de una experiencia moral que existe; no se puede inventar, y el principio haz el bien y evita el mal existe en la naturaleza. La ética no produce nada sino que explica las cosas. El deber no es puesto por la ética sino que se pone por sí solo,y si se pone por sí solo no se fundamenta por sí solo, por tanto lo debe fundamentar la ética. El deber se fundamenta en una exigencia encerrada en el ser mismo y lo que se trata de explicar es precisamente cuál es la naturaleza de esa exigencia contenida en el ser y por qué el ser contiene normatividad y valor.

3.2 La fundamentación sobre la base de la filosofía del ser y la fundamentación trascendental.

La filosofía trascendental tiene su inicio en Kant, ya como reflexión filosófica, ya como instrumento racional del saber teológico (K. Rahner). La filosofía del ser, comúnmente llamada también realismo filosófico tiene como

máximo representante a santo Tomás de Aquino.

a) Dos puntos de partida análogos

Fundamentar un hecho es hacer presente su fundamento. El hecho que se va a fundamentar aquí es la vida y la experiencia moral.Kant expresa esta experiencia como el "factum rationis"; es la experiencia de la necesidad práctica y absoluta de responder a la situación en que me encuentro aquí y ahora con una cierta acción. Ej. si me encuentro un herido, siento una llamada categórica que me dice que lo debo socorrer, independientemente de que esto me interese o me resulte cómodo. Esta necesidad práctica e incondicionada es la que Kant llama "deber".

Santo Tomás en cambio quiere expresar este hecho con las palabras del Apóstol S.Pablo: "Cuando los gentiles, que no tienen la Ley, siguiendo la naturaleza cumplen los preceptos de la Ley, ellos sin tener la Ley, son para sí mismos ley. Con esto muestran que tienen grabado en sus corazones lo que la Ley prescribe, como se lo atestigua su propia conciencia y según los acusan o los excusan los razonamientos que se hacen unos a otros." (Rom 2,14-15). Lo que exigen explicación son los juicios formulados espontáneamente por la razón humana, que califican moralmente nuestras acciones; a esa calificación está unido el impulso natural para realizar lo que la razón aprueba y para omitir lo que condena. El punto de partida es algo diferente pero posee el denominador común suficiente para establecer una comparación.

b) El planteamiento filosófico realista y trascendental

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En toda fundamentación filosófica, realista o no, se recorre de algún modo el camino del ser. El problema está en que el ser se dice y se entiende en varios sentidos como advirtió Aristóteles. Según Santo Tomás ser significa por una parte "acto de ser" (actus essendi): es el ser como acto o mejor dicho, el ser como acto existencial o de realidad; por otra parte, ser significa la composición realizada por la mente entre sujeto y predicado, es decir, la verdad de la composición realizada por el pensamiento: es el ser como verdad (ut verum) o con un lenguaje más actual, "el ser veritativo" (S.Th I, q3, a4 ad 2).

La diferencia fundamental entre la filosofía del ser y la filosofía trascendental está en que la primera respeta, en el proceso de fundamentación, la entera amplitud de la semántica del ser, distinguiendo sus dos significados y la articulación que existe entre ellos (el ser real es el fundamento del ser como verdad), mientras que la filosofía trascendental restringe la semántica del ser, y lo considera únicamente como verdad, esto es, en su presencia ante el sujeto cognoscente en cuanto tal.

Para la filosofía del ser, fundamentar filosóficamente un hecho de experiencia (hecho moral), significa explicar la realidad (existencia) de tal hecho y la causa de su realidad o existencia. Hay que explicar fundamentalmente "por qué es" y "por qué es así", y no sólo "por qué yo puedo conocerlo". La filosofía del ser no olvida la existencia de las cosas (intra mentem), pero tampoco olvida la clara distinción entre los dos sentidos del ser: una cosa es el ser como acto existencial (actus essendi) y otra el ser como verdad, es decir el ser en cuanto conocido. La filosofía del ser

sostiene a la vez que el ser real es la causa y la medida del ser en cuanto conocido.

Para santo Tomás "lo verdadero y lo falso están en la mente" y la inteligencia en acto y lo entendido en acto se identifican. El acto de lo conocido en cuanto conocido es la operación cognoscitiva, y no el acto de ser, y en ese sentido se sostiene que "ser" no equivale a "ser percibido", contrariamente a cuanto defiende el idealismo gnoseológico de Berkeley, ya que el acto por el que algo existe es distinto del acto por el que algo es percibido.

En la filosofía del ser, el proceso de fundamentación recorre la línea de las causas en el plano del ser real, y así llega en último término a Dios Creador, causa primera del ser, tanto de los entes de la naturaleza, que obran según el determinismo físico, como de las realidades espirituales, que obran según la libertad.

No se trata de medir con la misma medida los seres espirituales y los que no lo son. Lo que se quiere evitar es la confusión entre el acto de ser y el acto de conocer, impidiendo tanto la constitución del pensamiento metafísico como la elaboración de una antropología que dé el debido realce a la originalidad del acto en que consiste el conocimiento.

La filosofía trascendental centra su atención exclusivamente en el ser como verdad, en el ser en cuanto presente ante la conciencia cognoscente. La pregunta inicial de la reflexión Kantiana no es: ¿por qué existen las cosas? ni ¿cómo se explica su existencia? La pregunta kantiana es: ¿cómo son posibles las matemáticas y la física? es decir: ¿cómo es posible el saber acerca de las cosas? ¿cómo son posibles las cosas en cuanto sabidas? La filosofía kantiana se propone explicar el

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"ser sabidas" de las cosas y no su existencia real.

El método trascendental es una reflexión sobre las estructuras subjetivas de posibilidad de aparición del objeto (natural o moral) ante la conciencia (científica o moral). La fundamentación trascendental trata de individuar cuáles son las estructuras objetivantes del espíritu que explican el objeto en cuanto presente, es decir, que explican la presencia del objeto ante la conciencia. El interés se centra en el saber acerca del objeto y no en su realidad. La fundamentación trascendental no pretende explicar la existencia del objeto, sino la posibilidad de mi saber acerca de él, o mejor dicho, "la existencia para mí" de la cosa. Esta existencia para mí es lo único que interesa, aunque la existencia real (la cosa en sí) no se niegue. El problema surge cuando la fundamentación gnoseológica se convierte, sin más, en la única fundamentación filosófica, porque entonces, el ser conocido es el único ser.

Hay una identidad entre ser, conocer y ser conocido. Esta identidad no se encuentra explícita en Kant, pero constituye la primera proposición de la ontología fundamental de K. Rahner. Esto tiene importantes consecuencias antropológicas y éticas.

c) Algunas consecuencias ético-antropológicas

El espíritu humano no debe ser explicado ni fundamentado, porque es precisamente el espíritu humano aquello que fundamenta y explica las cosas en cuanto sabidas. Para Kant la naturaleza significa formalmente la legalidad de los fenómenos espacio-temporales y por eso el entendimiento humano produce y

domina la naturaleza formalmente vista.

Se sigue de esto que es imposible hablar del espíritu humano y de los fenómenos morales en términos de naturaleza, porque esto supondría desconocer una de las características esenciales del espíritu, que es la capacidad de conferir sentido a la naturaleza, que es lo mismo que decir: desconocer su índole trascendental. La inteligibilidad del mundo físico es un producto de las ciencias físicas, un producto del espíritu humano, el cual no es creador de la materialidad de las cosas, pero sí confiere a esa materialidad su significado inteligible, al pensarla según las formas y los conceptos a priori. se da así el dualismo entre naturaleza y espíritu o entre naturaleza y persona. La naturaleza es lo fundamentado por el espíritu en el plano del significado, el espíritu o la persona es lo que fundamenta y da sentido a la naturaleza. Para la filosofía trascendental carece de sentido hablar de una ley moral natural. La consideración exclusiva y absolutizada de las cosas en cuanto conocidas genera un dualismo entre naturaleza y espíritu, que hace imposible, o por lo menos muy difícil la elaboración de una antropología unitaria de mucha importancia para la Ética.

d) Por qué el método trascendental?

Se utiliza en esta reflexión el método trascendental, impulsado por Kant, porque subraya con energía y eficacia la existencia y el carácter absoluto e incondicionado del valor moral. La filosofía trascendental es la respuesta de Kant al idealismo gnoseológico y al escepticismo teórico en el que desembocó, especialmente con Berkeley y Hume, la interpretación empirista de la realidad.

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Kant concede al empirismo que lo que en el objeto conocido es formal (forma según Aristóteles), es atribuido a la materia sensible por la función sintetizadora del espíritu (síntesis a priori), pero esto no significa que el objeto así conocido carezca de validez necesaria y universal. La síntesis a priori no debe ser llevada a la subjetividad del individuo empírico sino al sujeto trascendental. El precio pagado por Kant es: a) el idealismo trascendental, o sea, que el conocimiento de los fenómenos no se podrá ya considerar con rigor como una conmensuración intencional con el ser real de las cosas; b) La imposibilidad de un saber científico acerca de realidades inaccesibles a la observación sensible, pues faltando ésta falta la materia que aquel saber ha de estructurar. por esta última razón se hace imposible para Kant la teología natural, o sea el conocimiento racional de Dios, que para la ética clásica tiene una gran importancia. En cambio son posibles las ciencias de la naturaleza elaborada mediante la estructuración de los conceptos a priori, principalmente por el de causalidad.

Kant entiende la causalidad como una conexión necesaria entre fenómenos. Las ciencias permiten la previsión de acontecimientos naturales y el dominio técnico de la naturaleza; desde este punto de vista el concepto de libertad resulta inútil, ya que las ciencia naturales aceptan fácilmente una imagen determinista del mundo. En el mundo de la naturaleza, que es el mundo de las ciencias, no queda espacio para la libertad ni para el valor, y por lo tanto para la Ética.

La reflexión trascendental de Kant subraya con energía y eficacia, la existencia y el carácter absoluto e incondicionado del valor moral,

pero lo hace a costa de perder la unidad de la visión filosófica del mundo y del hombre. El sujeto humano es entendido por la ciencia (Psicología, Sociología) según el determinismo causal y la Ética lo entiende al mismo tiempo desde el punto de vista de la libertad y el valor; ello es posible mediante la distinción dada por Kant entre mundo sensible y mundo inteligible, mundo de la naturaleza y mundo del espíritu, mundo de la necesidad y mundo de la libertad, mundo de la razón teórica y mundo de la razón práctica, mundo de la ciencia y mundo de la moral. La duplicación de mundos es para Kant la condición de posibilidad de la existencia de la libertad y de la moral.

e) La fundamentación última

La filosofía del ser coloca como fundamento último de todos los seres a Dios Creador y la Ética considera esto como una verdad ya establecida por las ciencias. Si se emprende esta fundamentación, no en línea del ser real, como lo hace la filosofía trascendental, surgen dos alternativas: o la eternidad autosubsistente de la materia o la acción creadora de un Ser inteligente; La primera alternativa obviamente es absurda y nos condena a vivir en un mundo sin sentido, en el que el azar lo es todo y la razón y el amor no son nada; luego, debemos elegir la segunda, lo que implica para la Ética que la capacidad del hombre de regular moralmente su conducta se explica como la participación del ser y de la bondad de Dios; La razón humana es práctica por participación del orden y del proyecto finalizador de la Inteligencia creadora; esto se llama ley moral natural.

El nexo participativo natural entre inteligencia humana e inteligencia divina se establece por dos

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canales: a) los primeros principios morales captados por el hábito intelectual llamado sindéresis y b) la naturaleza de la persona humana, que es vista como regulada por la inteligencia creadora y dotada de racionalidad moral y de indicaciones normativas que la razón humana debe descubrir cuidadosamente.

La creación del hombre en cuanto obra de la inteligencia y del amor de Dios es también finalización. La finalización divina es intrínseca al acto creador; crear y finalizar es lo mismo por parte de Dios. Lo que en el creador es una finalización intencional, en la criatura es una finalidad interna o estructural. El hombre ha recibido su ser como una participación del ser de Dios, y con ello ha recibido también una libertad plena, de modo que pueda actuar en un sentido moral.

3.3 La fundamentación fenomenológica

La Fenomenología se puede entender de dos formas: como un método abierto a una fundamentación metafísica, y como una forma de fundamentación filosófica alternativa a la filosofía del ser. Si la entendemos en el primer caso como un elemento descriptivo y analítico de la experiencia moral, se puede considerar de gran utilidad y eficacia; La Ética tiene su punto de partida en la experiencia moral, que en cierto sentido es experiencia del valor. La fenomenología siempre y cuando no sostenga la separación entre ser y valor, constituye un momento necesario de la Ética Filosófica, pero un momento que ha de ser completado. Si entendemos la Fenomenología en el segundo caso, surge un problema bastante complicado.

Después de Husserl, fundador de la Fenomenología, han surgido entre sus seguidores

diversas orientaciones, entre otras la del "circulo de Munich", que es el sector epistemológicamente más realista de la fenomenología. La idea fenomenológica de fundamentación filosófica se puede comparar a la de Kant, por ejemplo en la necesidad del apriorismo para fundamentar la moral, y por consiguiente en la completa separación de ser y valor (M. Scheler); también para éste al Ética se fundamenta con independencia de la reflexión metafísica, pero no está de acuerdo con el desenlace formalista que la reflexión ética trascendental adquiere en Kant. El apriorismo kantiano exige forzosamente el formalismo, ya que Kant pensaba que toda ética "material" es necesariamente una ética que reduce el valor moral al placer que esos bienes nos prometen, y que subordinan el valor de la persona al egoísmo instintivo de la naturaleza humana del que brotan nuestros intereses por los bienes. Los fenomenólogos por el contrario piensan que se puede elaborar una ética "material" que no incurra en estos defectos. Tal convicción se basa en un modo diverso de entender el apriorismo.

Para Kant el elemento racional a priori es una condición de la experiencia; si el a priori es funcional y sin contenido, todo contenido será, para Kant, sensible y a posteriori, lo que equivale a afirmar que toda ética material es empirista. Para Scheler, por el contrario, el a priori es el contenido propio de un tipo particular de experiencia: la experiencia fenomenológica entendida como intuición de esencias. Para Kant las leyes de los objetos de la experiencia y del querer se rigen por las leyes de los actos de experimentar y de querer; para Scheler las conexiones entre actos y objeto son recíprocas: a un tipo de

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objetos corresponde un tipo de actos y viceversa.

Para Scheler el a priori ético es material; los valores constituyen el fundamento apriorístico material de la Ética. Los fenomenólogos defienden con insistencia la objetividad de los valores Según Scheler existen valores objetivos y valores morales. Los valores objetivos son: los sensibles (agradable/desagradable), los de la percepción afectiva-vital (vitales), los espirituales (estéticos, jurídicos, filosóficos) y los valores religiosos (lo santo); los valores morales no tienen un contenido objetivo propio, por lo que no entran en la clasificación anterior. El valor moral no puede ser según Scheler fin del obrar, sino que surge como a las espaldas de la acción, porque el valor moral no tiene una materia propia sino que surge en la experiencia emocional con ocasión de la realización de valores objetivos.

Von Hildebrand distingue entre valores ónticos, valores cualitativos, valores técnicos y el valor integral de la persona. Para éste la fundamentación epistemológica de la Ética descansa sobre la consciencia moral, que aprehende los valores y distingue entre lo moralmente importante y lo que no lo es. La moralidad es entendida principalmente como respuesta al valor.

La Ética, como saber fundamentado en la experiencia fenomenológica de los valores es un saber dotado de base experiencial, pero no es una ciencia, ni menos, una ciencia empírica. Tampoco es un saber fundamentado en el ser porque la fenomenología entiende por ser lo fáctico existencial, el conjunto de los hechos más o menos contingentes de que se ocupan las ciencias naturales, mientras que la

Ética filosófica sería un saber de esencias verdaderamente a priori respecto a toda experiencia no fenomenológica. Ejemplo: la amistad se me da fenomenológicamente como un valor positivo, aunque en mi experiencia del mundo no hubiese conocido aún un solo amigo que no sea traidor.

H. Reiner considera que el método fenomenológico en cuanto examina los contenidos de la experiencia atendiendo a su estructura interna a priori puede en principio presentar exigencias esenciales con valor normativo. Hay que aclarar que la ausencia de una fundamentación última de carácter metafísico hace que el valor de la normatividad propuesta sea bastante endeble; por otra parte, la fenomenología no proporciona un criterio decisivo para discernir lo verdaderamente bueno de lo aparentemente bueno; y es innegable que la experiencia moral personal puede ser víctima de las apariencias.

Hay que afirmar con Scheler y Von Hildebrand que el valor no puede reducirse a lo fáctico. Una cosa es lo que sucede y otra lo que debe suceder; que muchos se comporte de un cierto modo no significa que tal comportamiento sea justo; lo que es justo no deja de serlo porque nadie lo cumpla; lo que debe ser no pierde su valor porque de hecho no llegue a ser; una cosa mala no deja de ser mala porque muchos la hagan. Pero en su intento de superar el racionalismo y el positivismo Scheler establece una separación indebida entre lo esencial y lo actual (existencial).

En la filosofía del ser la esencia está fundamentada en el ser, lo que permite el acceso metafísico al Ser subsistente; en Scheler no está presente esa función fundante del ser, y no queda claro si la esencia se agota en su darse

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al conocimiento o si postula una fundamentación ontológica superior.

El proyecto de fundamentar fenomenológicamente la Ética responde a numerosas instancias positivas, pero, (al parecer de Luño), esas exigencias pueden ser salvadas en el marco de la filosofía del ser sin caer en los defectos señalados; basta con liberarse de los condicionamientos históricos que vician las nociones de ser, naturaleza y razón.

4. PRINCIPALES ASPECTOS DE LA METODOLOGIA ÉTICA

El método propio de la Ética, según santo Tomás es el compositivo, que consiste en la iluminación de las realidades y situaciones particulares y complejas a través de la aplicación de principios éticos más simples y universales.

Nuestro juicio ético será legítimo si está verdaderamente fundamentado en principios justos y razonables. Quien quisiera justificar un comportamiento que parece instrumentalizar valores personales, aduciendo que ese comportamiento resulta útil o placentero, o que satisface un deseo subjetivo, estaría bien seguro de no haber alegado a su favor una justificación ética.

Los primeros principios prácticos, la luz fundamental y el horizonte de sentido de toda actividad de la razón práctica, los poseemos por el hábito de los primeros principios morales o sindéresis. Otros principios más restringidos pero fundamentales se obtienen a través de la inducción filosófica. El momento aplicativo o compositivo de la metodología ética presupone los dos: primeros principios (base

intelectual) e inducción filosófica (base experimental).

Aclaraciones: Tomando en cuenta la distinción entre actividad intelectual y actividad racional, el hábito de los primeros principios especulativos y morales es el hábito por el que el conocimiento humano participa naturalmente del entender puro (la visión intelectual simple), y en el que el discurso racional tiene su primer origen. Los primeros principios morales giran en torno a la noción de bien. La intuición primera del bien explica que la razón humana pueda concebir un objeto, no sólo como objeto de saber (A es A), sino como objeto de realización (A debe ser A), es decir, como bien, y determina por tanto el modo de ponerse frente al mundo propio del hombre como ser moral

Lo propio del hombre es el discurso racional, el paso de una verdad a otra. La necesidad humana de pasar de lo conocido a lo desconocido (discurso lógico) tiene su causa en el discurso psicológico, o sea el paso de lo inteligible en potencia (lo sensible) a lo inteligible en acto (lo propio de un espíritu encarnado). Lo que hace posible el progreso cognoscitivo es la comunicación entre sensibilidad e inteligencia, garantía del realismo cognoscitivo para un conocimiento que trasciende lo sensible, pero que sólo participativamente goza de la visión intelectual pura. Esta es la importancia de la inducción de los principios morales a partir de la experiencia. La inducción consiste en un movimiento de la sensibilidad hacia la inteligencia. La inducción no es una demostración ni un raciocinio propiamente dicho, sino un descubrimiento aprehensivo de orden intelectual basado en la experiencia y dotado muchas veces de plena certeza.

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El proceso inductivo pasa de lo pasajero de las sensaciones exteriores a la estabilidad de la memoria, de la multiplicidad de los recuerdos al significado de una experiencia y de la diversidad de experiencias a la presencia común de un mismo significado esencial. En este proceso es muy importante el papel de la cogitativa o razón particular.

Desde Aristóteles se ha insistido en que el juicio moral requiere una amplia experiencia de la vida y de los hombres, la cual no es ninguna prueba, pero facilita la captación de una unidad significativa y esencial. El razonamiento prepara el terreno a la inducción, mostrando las diversas facetas y relaciones a los problemas y valores, pero muchas veces es imposible formular una verdadera demostración.

Por último santo Tomás estima que el razonamiento ético se dirige a hombres libres que sienten tanto el atractivo del bien, como del bien aparente. El razonamiento ético no sólo debe ser objetivamente válido, sino que debe ser persuasivo. Una norma ética, si expresa la verdad sobre el bien de la persona, tiene valor por sí misma, y no en virtud de un acuerdo negociado con nuestros interlocutores. Es posible y deseable una búsqueda colectiva de la verdad, pero querer fundamentar en el consentimiento colectivo normas válidas en sí mismas es un proyecto contradictorio: las normas éticas o tienen valor en sí y por sí mismas o tienen valor en virtud del mutuo acuerdo. La ética busca la verdad y no sólo la persuasión; ésta es el objetivo de la retórica.

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