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Etnias y medios de comunicación Una apreciación metodológica
Ramón Gil Olivo El Colegio de Michoacán
1. Introducción
El investigador que busca estudiar la influencia de los medios de comunicación en las etnias de nuestro país se enfrenta al hecho de ser un pionero en semejante tipo de estudios, con los problemas inherentes a esta condición: ausencia de investigaciones previas que sirvan de guía orientadora sobre el tema y, sobre todo, a la necesidad de adecuar un método a requerimientos que provienen tanto de la teoría de la información, como de la etnografía, de la sociolingüística y de la antropología cultural. Aparte de ello, el investigador se ve colocado ante una realidad extremadamente compleja. En primer lugar, debe definir los tipos de comunicación que son objeto de su trabajo: si ellos son de carácter exclusivamente lingüístico; si corresponden a otras formas de comunicación cultural, como ocurre en el arte y con formas de carácter ceremonial, o si tienen que ver con técnicas de comunicación más avanzadas, como es el caso de la radio, el cine y la televisión. Y en segundo lugar, debe poseer suficiente claridad sobre el carácter de la estratificación social propia a una sociedad como la nuestra, con todos
sus atrasos y deformaciones, a fin de que analice e identifique correctamente la situación que guardan en ella los grupos emisores de información, por un lado, y por el otro, al conglomerado de etnias receptoras de la misma, tomando en cuenta que tanto los grupos emisores, enclavados en el seno de la sociedad nacional, como las etnias receptoras, poseen su propia historia, su propia cultura y, por lo tanto, su propia manera de percibir el mundo que les rodea. De igual manera, y a diferencia de otros sectores sociales que actúan también como receptores de información, las etnias de nuestro país guardan una situación muy especial en relación a la sociedad nacional, situación que puede ser definida como el de comunidades minoritarias subordinadas a dicha sociedad en lo económico, en lo político y en lo cultural y, por la misma razón, en el interior del proceso de comunicación que nos interesa abordar mantienen una posición con rasgos muy propios a esa condición. Dueñas de su propia identidad, la historia de las etnias de nuestro país se ha caracterizado por una lucha permanente y desigual frente a las agresiones e influencias provenientes de la sociedad nacional, lucha en donde la lengua, costumbres y ceremonias tradicionales son los principales elementos de resistencia, aunque es también en ellos en donde se hacen más notorios los cambios propiciados desde el exterior.
Si bien esas influencias externas se han dado tradicionalmente a través del contacto físico entre la sociedad y las comunidades culturales minoritarias, la historia contemporánea registra un nuevo factor de penetración de una con
tundencia capital en las relaciones de dominio establecidas por los grupos hegemónicos en la sociedad nacional. Este nuevo factor está integrado por los medios de comunicación de masas en general, y en particular por los de carácter audiovisual, como son el cine y la televisión, los que han cobrado especial significación debido a la fuerza que poseen para penetrar en comunidades minoritarias sin importar su cultura y su lengua.
Sin embargo, para que el investigador interesado en este tipo de problemas —ya sea antropólogo, sociólogo o sociolingüista— cumpla su tarea con efectividad es preciso que posea una descripción detallada del proceso de comunicación que busca estudiar, así como un marco general en donde estén señaladas las características del cuerpo social en el cual se halla insertado. De la claridad que posea sobre los componentes del proceso y de la justa descripción histórica y social que se haga de los participantes en él, depende la certeza con que se determinen los mecanismos de penetración y los tipos de influencia que se detecten dentro de las comunidades culturales minoritarias. De aquí que el investigador deba satisfacer las siguientes exigencias:
1. Poseer un modelo del proceso de comunicación que le sirva de sólida referencia a lo largo de su estudio. En él deben especificárselas características y funciones de cada una de las partes que componen dicho proceso, es decir, de los emisores, de los receptores y del canal utilizado para transmitir la información. En ese modelo ocuparía un sitio importante el análisis de los sistemas de signos empleados para codificar la información, si son de carácter verbal o si son de carácter
visual, pues las diferencias encontradas entre ellos pueden ser indicadores de sus distintas capacidades para penetrar en las comunidades minoritarias. Es preciso señalar que durante los últimos quince años este tipo de estudios ha proporcionado importantes resultados en la clasificación de sistemas de códigos no propiamente verbales. En base a ello, la semiótica ha llegado a considerar la comunicación como un proceso continuo que utiliza diferentes canales de acuerdo a la situación. Estos pueden ser de carácter audio- acústico, kinésico-visual, olfativo, táctil, etc. Si bien ninguno de estos canales en particular está en permanente uso, sí por lo menos uno de ellos funciona siempre en el proceso de comunicación.1 De igual manera, a través del análisis del signo se ha llegado a establecer las causas de la llamada impresión de realidad provocada en el espectador por la imagen tanto televisiva como cinematográfica, y en la cual el cine y la televisión basan su superioridad sobre otros medios de comunicación no visual.2
2. Cuantificar la competencia comunicativa,* que poseen los grupos emisores para elaborar correctamente la información, tanto en los aspectos formales como de contenido, y la que poseen los grupos receptores para la descodificación correcta de la información recibida. Si el emisor o emisores son incompetentes para elaborar la información y hacerla llegar al receptor o receptores con un alto grado de aceptabilidad, entonces deben especificarse las razones de que ello sea así. Lo mismo debe hacerse en caso de que los receptores sean incompetentes para descodificar plenamente la información. Así, hay una compe
tencia comunicativa respecto a la comunicación verbal y hay otra referida a la comunicación visual. Ambas se diferencian radicalmente entre si, pues están relacionadas con sistemas de significación de distinto orden, a la vez que se hallan comprometidas con órganos sensoriales diferentes.
3. Determinar los propósitos con que la información es elaborada y transmitida. Aquí es preciso que el investigador verifique, como enfoque básico, si se busca a través de ella dar una visión correcta de la realidad, tanto inmediata como mediata, que rodea a los grupos receptores, y si no es asi que determine y describa hasta donde sea posible los motivos que poseen los grupos emisores para dar una visión incorrecta o incompleta de esa realidad. Por ejemplo, sería interés del investigador analizar si los programas televisivos y los films, elaborados tanto en el extranjero como en el país, representan cierto tipo de realidad, o si la realidad a la que supuestamente se refieren se halla falseada o si sencillamente no existe o no tiene posibilidades de existir. Con ello nos referimos a series noveladas o programas de ficción y documentales, pues de acuerdo a encuestas parciales realizadas en diez municipios de la meseta tarasca, si en televisión la preferencia está por las telenovelas y en general por la programación del canal 2;4 en el cine la preferencia es, respectivamente, por los westerns (tanto mexicanos como norteamericanos), las películas de luchadores, de criminales y de ciencia ficción. Si tomamos en cuenta que, tanto la imagen televisiva como la cinematográfica transmiten información que conlleva una intención a varios
niveles: en lo social, en lo político, en lo ideológico, etc., y que una incorrecta lectura puede tener profundas repercusiones en la personalidad del individuo,6, y por lo tanto, en su conducta social en general, vemos que es preciso que el investigador analice el sentido de esa intencionalidad. Ya no basta, pues, analizar el proceso de comunicación a lo largo de la línea “quién dice qué a quién” sino que debe ampliarse de manera que sea “quién dice qué a quién con qué intenciones y con qué efecto”. Aquí está implícita la necesidad de ubicar histórica, geográfica y socialmente tanto a los grupos emisores como a los grupos étnicos receptores a fin de determinar no únicamente cuál es la realidad que ambos reconocen, sino también cuál es su visión del mundo así como el proyecto histórico de que disponen, y si éstos son afines o si sus diferencias generan conflictos entre la sociedad nacional como sector emisor, y los grupos étnicos, como sector receptor.
4. Determinar el grado de permeabilidad de los grupos étnicos receptores frente a la información recibida y, por lo tanto, definir en qué se manifiesta ésta. Esto llevaría al investigador a definir qué tan saturados con elementos extraños están los distintos componentes de la cultura de la etnia receptora, en su lengua, en el comportamiento social de sus miembros, en sus costumbres, creencias y tradiciones, lo cual le ayudaría a especificar qué tan profundamente y con cuánta efectividad han penetrado en la comunidad los medios de comunicación audiovisual.
La comunicación es un hecho social y a la sociedad misma no se la puede concebir sin la presencia de aquélla. Existe una estrecha relación entre ambas: lo que afecta a una de ellas termina por afectar a la otra. De ahí que a la evolución de la sociedad ha correspondido una evolución en las formas de comunicación, no únicamente en lo que a técnicas se refiere sino también en cuanto a los estamentos sociales que se comunican entre sí. Si en cada fase de esta evolución existe un tipo específico de comunicación, también puede decirse que existen modelos que los representan y definen y los cuales están integrados a la cultura de la sociedad. Dicha cultura es en gran medida un producto de la comunicación tanto verbal como no verbal, o, como lo expresa A. Hoebel, la cultura existe a través de la comunicación, a la vez que la falta de una comunicación desarrollada impide para siempre el acceso a una cultura verdadera.6 Si inicialmente la comunicación se efectuaba por lo general de individuo a individuo, la evolución social, la polarización de los grupos, el desarrollo de la técnica, propiciaron que la comunicación se realizara entre estamentos sociales y no exclusivamente entre miembros aislados de la sociedad. Si la primera era una comunicación directa, la segunda llegó a ser una comunicación indirecta y corresponde plenamente a la comunicación efectuada a través de los medios de comunicación audiovisual. A ambos tipos de comunicación corresponden distintos esquemas que los explican. Para desarrollar un modelo de la comunicación que tome en
cuenta no únicamente a los distintos estamentos de la sociedad sino que también ubique dentro del proceso a los grupos étnicos del país, es preciso detenerse y describir las características fundamentales de estos dos tipos de comunicación.
2.1 Comunicación directa
El paso directo de información puede ser presentado por el esquema más extendido hasta la fecha (fig. I),7 en donde el emisor y el receptor se encuentran uno frente al otro, con un código que les permite la codificación y descodificación inmediata de los mensajes. La posesión de dicho código se encuentra incluida en la cultura de ambos. El caso más común de este tipo de comunicación es el de dos dialogantes y es típica de los lenguajes verbales.
Fig. 1
En este modelo de comunicación tanto el emisor como el receptor poseen competencias co-
municativas hipotéticamente idénticas, las cuales corresponderían a conocimientos perfectos de los códigos empleados. Esta relación de identidad sólo sería posible si poseyeran relaciones también idénticas con el contexto social, histórico y cultural. Esta es una relación que no se da en la práctica, pues no todos los miembros de una comunidad poseen un conocimiento idéntico de los códigos culturales que todos los miembros están obligados a utilizar en sus distintas prácticas sociales. Refiriéndose exclusivamente a la lengua, Sapir afirma que “dos individuos de la misma generación que viven en un mismo lugar, que hablan un mismo dialecto y que pertenecen al mismo ambiente social, nunca coinciden por completo en sus hábitos lingüísticos”8. Esto se hace más evidente cuando quienes intercambian información a través de un diálogo pertenecen a distintas comunidades. Una condición que garantiza que la comunicación directa se lleve a cabo satisfactoriamente, es que ambos miembros dominen el código común más importante: la lengua. Aparte de este código común, existen otros de carácter cultural cuyo dominio permite un intercambio de información más completo. Entre estos códigos culturales se encuentran algunos tan simples como es el saludo, el intercambio de presentes, o tan complejos como ciertas ceremonias matrimoniales, religiosas o luctuosas. Quien desea integrarse a una comunidad ajena a la suya, debe aprender dichos códigos si no desea cometer errores en su práctica social. En un panorama como el que hay en nuestro país, en donde no existen descripciones completas de la mayoría de las lenguas y dialectos,9 es manifiesta la gran
complejidad que representaría un estudio de todos los posibles códigos culturales y lingüísticos que conviven en gran amalgama tanto hacia el interior de la sociedad nacional como entre las comunidades indígenas, pues si bien existen patrones de uniformidad estructural básica en las comunidades que sobrevivieron a la conquista española, la diversidad cultural que existe entre ellas comienza por sus lenguas, pero también incluye aspectos como son su historia particular, la vestimenta utilizada, su compartimentación y conducta sociales, sus rasgos antropomórficos, así como su visión del mundo y su capacidad perceptual para captar el mismo,10 todo lo cual se une para crear la identidad de cada comunidad. Por ello, al describir una comunicación directa efectuada entre dos o más individuos deben tomarse en cuenta los diferentes factores que influyen determinantemente en el contenido y en la forma de realizarse esa comunicación. Señalemos dos casos en donde estos factores se ponen de manifiesto:
a) cuando el emisor y el receptor pertenecen a una misma comunidad y están familiarizados con los códigos de interpretación cultural de esa comunidad como para producir y reconocer sin mayores dificultades cierta cantidad de información. Este es el caso de los miembros de una comunidad en donde su lengua y sus tradiciones son importantes factores de cohesión entre sus miembros. Si uno de estos miembros comete fallas evidentes en la interpretación de los códigos familiares a todos los demás miembros, entonces es considerado como “anormal” o situado en otro nivel cultural, puesto que quebranta alguna délas nor
mas en las que se basa la cultura de todo el grupo. Esta “anormalidad” puede ser positiva o negativa de acuerdo a cómo la valore la comunidad. “Anormalidad” negativa sería cuando ese miembro es incapaz de descodificar la información standard compartida con los demás miembros de la comunidad. Es el caso de un miembro con rasgos patológicos que le imposibilitan actuar de manera “normal”. En el habla, por ejemplo, serían aquellos que poseen algún defecto fisiológico que les impide la pronunciación correcta de su lengua; un caso extremo sería el de los sordomudos. Otro caso es el de los miembros extraños a la comunidad que desconocen los sistemas de códigos existentes en ella, o que no los conocen adecuadamente. “Anormalidad” positiva sería el de aquellos miembros que sobresalen en su conocimiento y práctica de los sistemas de códigos propios a la comunidad, pero que también dominan códigos extraños provenientes de otras comunidades, próximas o lejanas culturalmente, ya sean condenadas o aceptadas y respetadas por la comunidad. Es el caso de quienes dominan otro u otros idiomas o formas de comportarse. El desequilibrio llega a plantearse cuando esta “anormalidad” —ya sea negativa o positiva— termina por considerarse como normal o incluso como superior a la normalidad hasta entonces conocida y aceptada por la comunidad. Este es el caso de los miembros de las comunidades tarascas emigrados a los Estados Unidos, quienes encuentran en aquella sociedad estímulos económicos y posibilidades de consumo que no les ofrecía su comunidad original, y quienes al regresar a ésta son considerados en un status diferente al de la generali
dad de los miembros de la comunidad. Este hecho tiene, por supuesto, consecuencias en todos los ámbitos culturales y sociales de la comunidad. La lengua y toda la estructura ceremonial y lú- dica sufren una violenta sacudida, al igual que su vestimenta, su dieta alimenticia y toda la expresión gestual y kinética. Ello es así debido a que los emigrados se convierten en un canal transmisor de elementos culturales ajenos a los de su comunidad, y a fin de mantener el status obtenido con ello, terminan por ser idealizadores de esa cultura extraña, rechazando o relegando a un segundo plano los elementos de su propia cultura. Asi por ejemplo en Ichán, una de las once comunidades purépechas situadas en la Cañada, de quince ancianos entrevistados, tres de ellos tienen hijos que viajan o que viven largas temporadas en los Estados Unidos, un índice elevado si se toma en cuenta que Ichán es una de las comunidades que poseen uno de los números más reducidos en este tipo de emigrados.11 En los ancianos se reconoce a la vez un deseo, si bien difícil de realizar, de viajar a conocer los Estados Unidos, así como cierto orgullo por sus hijos emigrados. En algunos de éstos se identifica una inclinación por ciertos valores de aquella cultura, a la vez en su léxico se localiza con frecuencia el uso de anglicismos, un fenómeno normal en todo individuo que busca dominar los códigos fundamentales de otra cultura.12 Esta influencia tiene ciertas semejanzas a la provocada por los medios de comunicación y cuyo peligro es el de que los jóvenes se formen un ideal que se encuentre fuera de su comunidad, sustituyendo ciertos valores de su cultura por los de la cultura o culturas de que forma
parte su ideal, ya sean ellas reales o en alto grado ficticias. Una de las tareas del investigador seria valorar hasta dónde esos ideales se han difundido entre los miembros de la comunidad y resultan un riesgo para su identidad cultural.
b) cuando el emisor y el receptor pertenecen a una misma comunidad pero proceden de una distinta jerarquía social. Aquí, un análisis sociológico nos puede proporcionar una lista de factores que intervienen en la diferenciación económica, cultural e ideológica del emisor y del receptor, lo cual es fundamental para determinar ciertas interferencias en la comunicación. Aun cuando pertenezcan a una misma comunidad, los individuos que participan en una comunicación directa a través de un diálogo pertenecen a mundos de experiencia bien particularizados, pero insertados en una sociedad en donde mantienen relaciones económicas, políticas e ideológicas determinadas por las características de esa sociedad. Esas relaciones se hallan subyacentes en la práctica comunicativa de esos individuos. En el curso de una comunicación, el mensaje está integrado a un contexto que puede ser interpretado a varios niveles: un contexto explícito, correspondiente a los elementos manifiestos de la comunicación misma (aparatos, accesorios, el juego de luces y sombras que son percibidos por el espectador), un contexto implícito, correspondiente (circunstancias ambientales, condiciones psíquicas momentáneas, etc.), el contexto creado por las relaciones que existen entre los participantes, los cuales son parte de un grupo social (familia, clase, etc.), el momento histórico social, la comunidad misma, la sociedad nacional en general, y la “sociedad humana” en su totalidad.13
La introducción de esta diferenciación basada en los rasgos de clase, nos coloca ante un hecho que rompe violentamente con el modelo de comunicación directa, así como con el concepto de competencia comunicativa y nos acerca a un modelo que responde a los medios de comunicación de masas. Mientras más marcados son los rasgos que diferencian a una clase social de otra, menos posibilidades existen de entablar un diálogo entre sus miembros. Las funciones que estos miembros desempeñan dentro de la sociedad tienden a circunscribirlos a grupos sociales bien definidos tanto por el lenguaje de que hacen uso como por la cultura que poseen y la ideología que representan. Estas diferencias de clase también se manifiestan por la forma como se realiza la comunicación y por los medios de que se hace uso para efectuarla. De tal manera, la comunicación entre individuos pertenecientes a diferentes clases sociales deja de ser posible como un acto de directa y mutua realización para transformarse en una comunicación de grupos, la cual encuentra su más elevada expresión en los medios de comunicación de masas. Esta es una comunicación indirecta y unidireccional, pues va del grupo hegemónico poseedor de los medios hacia el conglomerado de estamentos sociales, quienes no tienen siquiera la posibilidad de responder por los mismos. Este también es el tipo de comunicación que se da entre la sociedad nacional, y las comunidades indígenas.
2.2 Comunicación indirecta14
En una comunicación de este tipo, por una parte, se presenta el hecho inicial de que el receptor está
distanciado espacialmente del emisor. Este dis- tanciamiento espacial puede darse de dos maneras básicamente. Una de ellas sería el distancia- miento técnico causado por el complejo de elementos materiales que se interponen entre el emisor y el receptor, y entre los que se incluyen el proceso de producción de la información, la distribución de la misma hacia los canales correspondientes y su transmisión a través de estos canales. Otro tipo de distanciamiento espacial puede ser de carácter geográfico y puede variar de acuerdo al sitio en que se origina la información y al sitio en que se recibe. Ello pone en evidencia principalmente diferencias de carácter geográfico y cultural entre el emisor y el receptor.
Distanciamiento temporal. Otra forma de distanciamiento es el causado por el factor tiempo, pues con frecuencia el emisor y el receptor están separados no únicamente por el espacio, sino que el tiempo también actúa como factor de distanciamiento. Este distanciamiento temporal puede ser tan amplio como el tiempo que tiene de existencia el medio a través del cual se recibe la información, teniendo como única condición el que existan rasgos significativos que se hayan preservado en el tiempo hasta llegar a un receptor o receptores que los reciban y los descodifiquen. A diferencia de otros tipos de comunicación indirecta (telegráfica, telefónica, ciertas emisiones radiofónicas y televisivas), en la televisión y en el cine no se da la contemporaneidad absoluta entre el emisor y receptor. El emisor puede ser relativamente contemporáneo al receptor si se toman únicamente en cuenta el tiempo de producción y de distribución de la información hasta el
momento en que llega al espectador. Pero también puede ser que el receptor sea actual y el emisor pertenezca a un tiempo pretérito, el cual puede ser definido en días, meses o años, de acuerdo al momento en que fue producida la información, manifiesta en un programa de televisión o en un film, los cuales pueden ser observados incluso por espectadores pertenecientes a generaciones posteriores a la del realizador.
De la combinación de los factores de espacio y tiempo resultan varios tipos de competencia comunicativa que es preciso señalar:
1) La competencia comunicativa de un emisor actual perteneciente a una comunidad x frente a la competencia comunicativa deXin receptor actual perteneciente a la misma colectividad x. Lo único que separa a ambos es el canal físico de transmisión:
En este tipo de comunicación, la competencia comunicativa es muy semejante en el emisor y en el receptor, pues ambos pertenecen a la misma comunidad cultural, por lo que tienen que en-
frentarse a códigos que son familiares a ambos. Este es el caso de la comunicación efectuada con los media en el interior de la sociedad nacional. Un estudio de los factores subyacentes nos llevaría a localizar los elementos que integran la conciencia de la comunidad, entendida ésta como “el locus de existencia de sistemas individuales y de fenómenos culturales tales como el lenguaje, religión, ciencia, política, etc.”15 Así, en programas audiovisuales hechos por individuos pertenecientes a una sociedad y dirigidos a individuos de esa misma sociedad, se utilizan por lo general elementos significativos y simbólicos reconocibles para la mayoría de esos individuos; esos elementos deberán estar además insertados en una estructura narrativa que permita su correcta descodificación.
2) La competencia comunicativa de un emisor actual perteneciente a una comunidad x frente a la competencia comunicativa de un receptor actual perteneciente a una comunidad y. En donde (fe) es el factor espacio:
Este tipo de comunicación es más complejo que el anterior y corresponde expresamente al modelo que nos interesa. El distanciamiento espacial o geográfico implica que en esta comunicación se enfrentan sistemas de cultura con rasgos diferentes. Estas diferencias dependen de si la comunicación se da entre miembros separados geográficamente pero pertenecientes a la sociedad nacional, o bien entre miembros de ésta y miembros de comunidades étnicas con una cultura totalmente distinta. En el primer caso, por ej emplo, la competencia comunicativa de un espectador de la ciudad es hipotéticamente superior a la de un espectador de una zona rural.16 Ello está determinado por el hecho de que la ciudad es el centro cultural por naturaleza, lo que le permite al espectador urbano una mayor adquisición de conocimientos sobre los diferentes sistemas de significación cultural y los distintos modelos heredados durante generaciones. Aquí hay un desequilibrio en el conocimiento y práctica de los códigos culturales. En el segundo caso, cuando la comunicación se efectúa entre la sociedad nacional y una de las comunidades culturales minoritarias, ocurre que todos o la mayoría de los códigos culturales de que disponen son diferentes. Ello es el resultado de numerosos factores ya mencionados con anterioridad: el desarrollo histórico, el medio geográfico, sus técnicas o falta de ellas, sus formas políticas y sociales, sus normas de conducta económica y religiosa, etc. Con esto se plantea en esencia una tesis sugerida por Sa- pir y desarrollada por Whorf y otros, y la cual considera que las gentes al hablar diferentes lenguas hablan de “diferentes mundos de realidad”,
y que “los mundos en los cuales diferentes sociedades viven son distintos mundos, no únicamente el mismo mundo con diferentes niveles relacionados”.17 De tal manera, el espectador de un programa de televisión se enfrenta con frecuencia no exclusivamente al “mundo” de un emisor nacional sino también a los “mundos de realidad” de gran variedad de emisores extranjeros. Así, se colocan frente a frente dos maneras diferentes de percibir las cosas, y por lo mismo, dos maneras diferentes de comunicarse.
Otra forma que nos interesa señalar es la siguiente:
3) La competencia comunicativa de un emisor no actual perteneciente a una comunidad x frente a la competencia de un receptor actual perteneciente a una comunidad y. En donde (fe) y (ft) son el factor espacio y el factor tiempo y se presentan simultáneos:
Es en este tipo de comunicación en donde se presentan las mayores exigencias para el espectador, pues el emisor no únicamente pertenece a un “mundo de realidad” diferente, sino también a un tiempo o épocas distintas. Si en dos sociedades desarrolladas se presentan barreras importantes en el intercambio de información audiovisual debido a esa combinación de factores, esas barreras son mucho mayores entre grupos humanos con diferente nivel de desarrollo tecnológico. Este simple hecho evidencia distintos patrones de percepción, en cuanto a que el contacto permanente con modelos evolucionados (de carácter audiovisual, por ejemplo) influye en la manera de percibir esos modelos y su contexto social y cultural.
Esta combinación de factores, aunada al desarrollo tecnológico, permite que los medios puedan ser un elemento de promoción y de unidades culturales, siempre y cuando cumplan con la finalidad para la que fueron creados: informar, educar, recrear, etc. Pero cuando no cumplen con ella, también pueden ser un peligro para la unidad cultural no únicamente de la sociedad nacional, sino de los grupos étnicos que existen en el país. Los riesgos son mayores cuando este uso se hace de manera consciente y en base a proyectos específicos. De ahí que el análisis del receptor y de su competencia comunicativa ocupe un sitio importante en el modelo de la comunicación que hemos presentado.
1. Cfr. R.L. Birdwhistell, Kinesics and Context. Essays on Body Motion Communication, Philadelphia: University ofPennsyl- vania Press, 1970.
2. Sobre este aspecto, importantes son los estudios realizados por Rudolf Amheim, Art and Visual Perception, University of California, Berkeley, 1964; Umberto Eco, “Semiologie des messages vissueles”, en Communications, 15, 1970; y G. Bettetini, The language and Technique oftheFilm , Mouton, Paris, 1974.
3. A pesar de que el término competencia comunicativa implica cierto grado de confusión semántica, su utilización se ha extendido en campos como la sociolingüistica y la teoría de la comunicación. Si bien Chomsky inició su aplicación en relación a la gram ática generativa y Dell Hymes al proceso de comunicación verbal en su conjunto, otros autores lo han utilizado para tipos de comunicación no verbal. Su definición, en un sentido amplio, seria la siguiente: el conocimiento que poseen tanto el emisor como el receptor de todo el proceso de comunicación del cual forman parte; mientras mayor conocimiento posean sobre el mismo, mayor será también su capacidad de comprender la información recibida. Cfr. Dell Hymes, “The Ethnography of Speaking”, en Readings in the Sociology of Language, Mouton, The Hague, Paris, 1968; “On Communicative Competen- ce”, en Sociolinguistics, J.B. Pride, Penguin Modern Languis- tics Readings, 1974. También A.J. Greimas, Semiotique et sciences sociales, Ed. du Seuil, París, 1972.
4. U na de las causas del predominio del canal 2 en la meseta ta rasca son las condiciones orográficas de la región. Para recibir la señal de otros canales se precisa de una antena especial, que resulta costosa; aun con ella, en ciertas comunidades, como Ichán, la señal llega defectuosa.
5. Cfr. Olena Sentón, Expos ure to Films and School Adjus tement, Uppsala, 1965. También G. Cohen-Seat, Problèmes actuels du cinema et de Vinformation vissuelle, P.U.F., Paris, 1959. Olena Sentón hace énfasis en la forma indiscriminada como se envia la información sin tomar en cuenta la estructura mental del individuo, la cual es resultado de su experiencia vital y biológica. Cohen-Seat señala el carácter irreversible de ciertos cambios en la conducta del espectador ante estímulos perniciosos.
6. E. Adamson Hoebel, “La naturaleza de la cultura”, en Hombre, cultura y sociedad, FCE, México, 1975, p. 234.
7. Este esquema corresponde en esencia al de Otto Jespersen en Filosofía del lenguaje y al posteriormente propuesto por R. Ja-
kobson en sus Esais de linguistique generale y que es el que más se ha generalizado. Ver también: Tatiana Slama-Cazacu, “The Role of Social Context in Language Acquisition”, en Lan- guage and Man, The Hague 1976. Este modelo se ha utilizado por mucho tiempo y sobre él han trabajado la mayoría de los lingüistas.
8. E. Sapir, El lenguaje, FCE, México 1980, p. 169.9. Cfr. Evangelina Arana de Swadesh, “Investigación de las len
guas indígenas de México”, en Las Lenguas de México, Sep- Inah, México 1975. “Podría pensarse que, con la considerable reducción del número de lenguas que ahora se hablan y tomando en cuenta lo ya hecho, en unos años más se tendría completo el estudio en este campo. Sin embargo, el mejor conocimiento de los grupos indígenas de nuestro país nos revela nuevos problem as” (p. 15).
10. Cfr. S. Howard Bartley, Principios de percepción, Trillas, México, 1982. “Uno de los ejemplos más interesantes de los efectos culturales sobre la percepción, se encuentra en el hecho de que los isleños trobriandeses se niegan a ver o declaran que no pueden ver ningún parecido entre los parientes maternos, mientras que exageran las semejanzas a lo largo de la línea paterna” (p. 127). También A. Hoebel, quien parece traducir “percepción” como capacidad de descodificación cuando dice que “la aguda visión de los indios de las planicies no es el resultado de una superioridad en la agudeza visual real. Obedece a su habilidad aprendida para leer el significado en el modo como se mueve un animal o un jinete, la clase de polvo que levanta y la disposición del terreno” (op.cit. p. 239). También ver de Carmen Viqueira, Percepción y cultura, Ed. de La Casa Chata, México. La autora hace un profundo análisis del problema de la percepción y de las investigaciones realizadas sobre el tema en diferentes comunidades culturales.
11. Mientras que en Ichán las autoridades aceptan un 2%, en Zopo- co, otra comunidad de La Cañada, aceptan un 5%. Estas cifras son reducidas si se toma en cuenta que en municipios como Tangancícuaro se reconoce entre un 10 y 20% y en otros como San Juan Parangaricutiro entre 20 y 40%.
12. Consideremos el caso visto por Lance en su estudio de los bilingües Español-Inglés, en donde, a causa de la mezcla de ambos, es posible encontrar construcciones como las siguientes: ¿Sabes componer fíats?, —y luego la meringue la hago con los egg whithes; o bien: —una bike (una bicicleta), —el dress (el vestido), —las dishes (las vasijas), —al shopping center(al centro). Cfr. D.L. Lance, A briefstudy of Spanish-English bilingualism: final report, Texas, 1969.
13. Cfr. Tatiana Slama-Cazacu, op.dt., p. 32; también: Uhlenbeck, E.M., “An appraisal of Transformational Theory”, en Lingua12, 1963.
14. Aquí dejamos fuera el esquema correspondiente a este tipo de comunicación, pues por el número de elementos que lo integran, sería demasiado extenso dar una descripción detallada de los mismos. Nos limitamos a señalar las variantes de la competencia comunicativa en la relación emisor-receptor.
15. Jan Mukarovsky, Aesthetic Function, Norm and Value as Social Facts, Ann Arbor, Michigan, 1970, p. 20.
16. Mediante la presentación de films, y de test este hecho ha sido comprobado en más de una ocasión. Por ejemplo, Franklin Fearing comprobó la marcada diferencia existente entre la información expuesta y el aprovechamiento de la misma por un grupo de individuos a los que se les exhibió un film con un tema sexual. Los de mayor aprovechamiento tenían proveniencia urbana y una vida m arital normal; los de menor aprovechamiento provenían del campo o bien habían tenido una educación moral muy estricta, lo cual actuaba como una barrera que impedía una lectura normal del film. Franklin Fearing, Motion Pictures as a Medium of Instruction and Communication, Berkeley, 1950.
17. E. Sapir, “The Status of Linguistics as a Science”, en Selected Writings o f Edward Sapir, Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1949.