Eugenia Grandet Monografia
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INTRODUCCIÓN
Muy habitualmente, los profesores de literatura enseñamos que Romanticismo y
Realismo son dos movimientos diametralmente opuestos y enfrentados. Algunos -
no todos- sabemos que esto no es absolutamente cierto, pero así lo decimos para
facilitar al alumnado el aprendizaje de los rasgos más relevantes de cada uno
donde, ciertamente, sí existe ese enfrentamiento. Eugenia Grandet, novela del
proyecto de la Comedia Humana, es un ejemplo de que Romanticismo y Realismo
pueden unirse, mezclarse y combinarse y dar como resultado una obra
inestimable dentro de la historia literaria.
De este modo, en Eugenia Grandet damos con descripciones detallistas de tintes
líricos, conducidos por la omnisciencia en tercera persona del narrador que nos
introduce, desde lo más general de las ciudades de provincia -Saumur-, hasta las
calles, deteniéndonos ante la puerta de la “Casa Grandet”. Una vez allí, va
desgranando la historia de la casa, de la fundación de la familia Grandet y
presenta a cada uno de los personajes, física y moralmente, al tiempo que
introduce la trama simple de la novela: una muchacha por casar, dos
pretendientes y sus familias, avaricias y codicas familiares, un amor más soñado
que real, y la frustración final. Del entorno llegamos hasta los individuos,
enmarcados en lo burgués. Toda la galería de personajes recibe en estas
primeras páginas sus descripción física y moral, sin que pase desapercibido el
tono de ternura y comicidad que Balzac impone a la presentación de la criada
Nanon:
A la edad de veintidós años, la pobre chica no había podido colocarse en
ninguna casa debido a su rostro repelente; y en verdad que ese sentimiento
era bien injusto, ya que el mismo rostro hubiera sido muy admirado encima
de los hombros de un granadero de la guardia.
(…) Para una muchacha del campo que en su juventud sólo había conocido
malos tratos, para una mendiga recogida por caridad, la risa equívoca del
tío Grandet era como un verdadero rayo de sol. (…) Desde hacía treinta y
cinco años, se veía siempre llegando descalza, cubierta de harapos, frente
a la tonelería del señor Grandet, y oía siempre cómo éste le decía: ¿Qué
quiere usted, guapa?, y su agradecimiento era eternamente joven.
(…) ¿Quién no diría también?: ¡Pobre Nanon! Dios reconocerá a sus
ángeles en las inflexiones de la voz y por sus misteriosas pesadumbres.
Rematando este cuadro de Nanon, Balzac añade a la descripción:
(…) un ser hembra tallado como un Hércules, asentada sobre los pies como
un roble de sesenta años sobre sus raíces, ancha de caderas, de espalda
cuadrada, con unas manos de carretero y una probidad tan vigorosa como
su virtud intacta. Ni las verrugas que adornaban aquel rostro marcial, ni el
color aladrillado, ni los brazos nervudos, ni los andrajos de Nanon asustaron
al tonelero, que se hallaba aún en la edad en que el corazón se estremece.
Entonces vistió, calzó, alimentó a la pobre muchacha, le dio un sueldo y la
empleó sin maltratarla demasiado
Me detengo en este personaje porque no me cabe duda que su primer pasaje es
el anzuelo de la novela. Gasta Balzac un tono jocoso, tierno, irónico y cruel al
mismo tiempo, uniendo dos personajes tan dispares como uña y carne para toda
su vida. Le basta a Balzac detener las descripciones de la poca feminidad física,
de la poca fortuna en la vida, de la condición miserable de Nanon, en el preciso y
justo instante para decir -y lo hace varias veces-: ¡pobre Nanon! o ¡pobre
muchacha!. Y ese “pobre” torna en un valor de incalculable contraste para saltar
de unos tonos a otros, logrando el compadecimiento del lector, moviéndole
momentáneamente a risa. En general, junto a Nanon, tanto Eugenia y su madre,
los tres personajes femeninos principales, son tratados por Balzac con una
extraordinaria amabilidad.
Es una historia amorosa atravesada por la cruel codicia del dinero y del poder.
Ahora bien, un tema tan destinado al romanticismo, donde habría de surgir esa
tendencia narrativa de interiores de espíritu, en Balzac adquiere el relieve del
provincianismo burgués exterior y la arrogancia parisiense. La avaricia extrema de
un acaudalado tonelero, la caza de dotes, la ruina de un heredero, se van
turnando frente a la generosidad de una hija dispuesta a no escatimar migas de
pan o piezas de mantequilla por amor. Avaricia y sentimientos, representados, por
ejemplo, en la muerte de Guilleaume Grandet, hermano del tonelero y padre del
primo desheredado. El tonelero Grandet cavila cómo dar la noticia al sobrino en
estos términos:
Grandet no sentía ningún embarazo para informar a Charles de la muerte
de su padre, pero experimentaba una especie de compasión al saber que
no tenía un céntimo; buscaba una fórmula que le permitiera dulcificar la
expresión de esta cruel verdad. Decir: “Ha perdido usted a su padre”, no era
nada. Los padres mueren antes que los hijos. Pero en la frase: “Se halla
usted sin recursos de ninguna especie”, está condensado todo el infortunio
de la tierra.
El dinero se manifiesta más importante que la muerte del propio hermano; más
importante es la noticia de estar sin blanca, que tener que transmitir la muerte de
un padre a su sobrino. Un sobrino nada apreciado, sobre todo, por su ruina y su
desgracia. Balzac aprovecha la oportunidad para opinar y centrar el núcleo de la
novela:
Los avaros no creen en una vida futura, el presente lo es todo para ellos.
Esta consideración, proyecta una horrible claridad sobre la época actual, en
la que, más que en cualquier otro tiempo, el dinero domina las leyes, la
política y las costumbres. Instituciones, libros, hombres y doctrinas, todo
conspira para minar la creencia en una vida futura, sobre la cual está
apoyado el edificio social desde hace mil ochocientos años. Ahora, el
féretro es una transición poco temida. (…) El pensamiento general es llegar
por fas o por nefas al paraíso terrenal del lujo y de los goces vanidosos,
petrificarse el corazón y macerarse el cuerpo (…). Cuando esta doctrina
haya pasado de la burguesía al pueblo, ¿qué será del país?
La lectura no resulta solitaria. De continuo uno va leyendo rodeado por un mar de
murmuración, por el cotilleo y rumor de un pueblo que vive cada suceso en la casa
Grandet, dividido entre cruchotinos y grassinistas, es decir, por los apellidos de las
dos familias pretendientes de Eugenia, los Cruchote y los de Grassins.
Sorprendentemente, Balzac adelanta parte de la trama cuando identifica un grupo
nuevo: los que pensaban que Grandet no entregaría a su hija ni a una ni a otra
familia, sino a algún par de Francia. Y llegará un par, el mencionado sobrino
Charles, con los lujos puestos, enamorando a Eugenia, pero sin herencia. ¿No
suena, una vez planteada la circunstancia privilegiada del dinero, al antiguo y
permanente “amor imposible” literario? Es el Charles hundido, dolorido, el que
encandila a Eugenia:
Es posible también que la desgracia le hubiese acercado a ella. Charles ya
no era el joven rico y guapo, colocado en una esfera que para ella resultaba
inasequible, sino pariente sumido en una espantosa miseria. La miseria
origina la igualdad. La mujer tiene de común con el ángel que los seres que
sufren le pertenecen.
El mismo Charles que el señor Grandet no quiere cerca de su hija, enviado a las
Indias a rehacer su fortuna. Sin dinero, mal partido para Eugenia. Y de nuevo,
emerge la generosidad de Eugenia regalando su dinero al primo que marcha sin
fortuna, pero con promesas de amor eterno. Como es de esperar, a cada golpe de
generosidad, responde dialécticamente en la novela, un golpe de avaricia. Sobre
Eugenia cae un encierro por castigo, salvado al final por la muerte, primero de su
madre y después, inesperadamente, por la de su padre. Eugenia tiene ahora las
riquezas del avaro, pero no tiene su espíritu -tan sólo conservará lo que se ha
hecho costumbre-. Balzac se ha ocupado de señalarlo unas páginas antes:
Así fue como el padre y la hija habían contado cada cual su fortuna; él, para
ir a vender su oro, Eugenia, para lanzar el suyo a un océano de afecto.
Ella es capaz de entender la utilidad del dinero en la caridad, frente a un nuevo
antagonista: su propio amor Charles, a la caza de mujer por interés económico,
ignorando, irónicamente, la nueva situación de aquella Eugenia a la que juró su
amor.
El estilo realista de Balzac se aprecia en esta novela, fundamentalmente, en dos
puntos: el didactismo moral, por el que para algunos se justifica que, siendo el
tacaño tonelero el carácter más fuerte de la novela, sin embargo ésta lleve por
título el nombre de la hija; por otro lado, la presentación de personajes “estándar”,
universalmente válidos, una vez más, sobre todo, entre padre e hija. La avaricia
del señor Grandet tiene tal presencia a lo largo de toda la obra, sin embargo, en
Balzac, la avaricia convive con su prima hermana: la codicia de una buena parte
de los personajes, incluído el propio señor Grandet. Son dos rasgos de la
pescadilla y su cola: el avaro que hace por no gastar nada de lo que
codiciosamente acumula, símbolo de la burguesía. Ese es precisamente el marco
de la novela, razón por la que el señor Grandet se extiende por sus páginas como
fondo de la desventura de Eugenia, frágil contrapeso de la balanza frente a avaros
y codiciosos. Eugenia, no me cabe duda, es símbolo de un pueblo que, sin estar
envilecido, corre el riesgo de venderse a la visión burguesa de un egoísta Grandet
“amasafortunas” -recordemos las palabras de Balzac de líneas antes sobre el
futuro del país si el pueblo se empapara de la doctrina burguesa que nos muestra
en la novela.
Quepa añadir que, si bien Eugenia se casará y será viuda del heredero de los
Cruchot, los que apostaron por él -los cruchotinos- no acertaron: el señor Grandet,
que jugó con las intenciones de las dos familias en lucha por la mano de Eugenia,
jamás entregó la mano de su hija -¿más avaricia?-. Murió como el más rico del
cementerio, como solemos decir, y su fortuna terminó por emplearse debidamente
por una heredera que perdió todo lo demás.
Eugénie Grandet: La comedia humana
Balzac escribió La comedia humana prácticamente durante toda su vida (1799 –
1850). La obra completa, una de las más célebres creaciones literarias de todos
los tiempos, comprende 95 trabajos terminados y 48 que no fueron finalizados
debido a la muerte del autor. El trabajo tiene múltiples secciones culturales,
filosóficas, y analíticas, con categorías como la vida privada, parisina, provincial,
política, militar, y del campo. La creación, una obra ambiciosa, es un retrato del
mundo que al escritor francés vivió.
Eugénie Grandet, uno de los libros más conocidos de toda la colección, muestra la
vida de dos personajes, perfiles del mundo provincial. El escritor francés
desarrolla primero al padre, Félix Grandet, un hombre enchapado a la antigua y
avaro a más no poder. El hombre tiene buenos ingresos y aun así somete al límite
de la frugalidad a su hija —él cuenta tanto las velas como el azúcar—; las
relaciones con su familia y amigos son basadas en cuánto le cuestan y los
ingresos que puedan traerle (con su mujer se casó por su fortuna, y su hija, está
reservada para el mejor partido económico).
Una vez introducido y desarrollado este personaje, la trama de la novela comienza
con la entrada del sobrino del tacaño. El joven y apuesto parisino llega a la
modesta casa con una letra de su padre avisando que se ha pegado un tiro debido
a las deudas que no pudo pagar —en ese tiempo el suicidio era una prueba de
honor ante los acreedores; usualmente no suficiente—. El joven, con su porte y
comportamientos, deja flechada a la hija del rico comerciante quien al mismo
tiempo se apiada por la suerte de su primo. Balzac entra entonces a desarrollar a
Eugénie, una joven inocente y pura que ama eternamente a su primo.
El final de la novela, que es a la vez real y romántica, es triste. Balzac muestra
tanto la corrupción como las consecuencias de la inocencia, situaciones que,
como la gran mayoría de los episodios de La comedia humana, nunca terminarán
de mostrarse en nuestra naturaleza.
Esta obra es considerada por algunos como la obra maestra de Honoré de Balzac,
encierra la desbordante fuerza vital de su autor, cuya excentricidad, su ansia de
gloria y ambición política y una carrera frenética de amores sucesivos o
simultáneos lo llevaron a vivir como todo un personaje literario.
Lo ineludible en Eugenia Grandet
Uno de los rasgos que más claramente diferenciaron a los realistas del
movimiento romántico precedente, fue la inclusión de los elementos más sórdidos
de la realidad, sin hacer reparo en aquella exaltación de la belleza, sino
concentrándose en una descripción detallada de las cosas, las personas, los
hechos como una reacción objetiva. Tales características son bien ejemplificadas
en Eugenia Grandet, que hace un retrato humano donde Eugenia a causa de esos
objetos al parecer inamovibles de la realidad, se enfrentará a un ineludible destino,
muy al estilo de los griegos.
Eugenia Grandet, obra incluida dentro de la Comedia Humana, una de las
empresas más impresionantes de la literatura, pudiera funcionar como vaso
comunicante con el cuento, es reflejo de sociedades en un proceso de
reconstrucción, producto de revoluciones, esto guardando las distancias prudentes
entre las sociedades de Francia y España. En ella encontramos el retrato de una
sociedad que está aprendiendo a quitarse las ataduras de un feudalismo de
antaño y es por eso que aparecen los títulos de “señor Grandet”, que denotan las
figuras de poder. Eugenia es el manifiesto de una sociedad temerosa, hambrienta
y un poco ingenua, que sueña con escapar, con la realización de una fantasía.
Eugenia Grandet, es una chica nacida en buena cuna pero está sometida a las
duras condiciones de vida impuestas por su padre. En la casa donde habita todo
se raciona, se cuida cada céntimo y hasta la manteca que se ha utilizar en la
cocina, está bajo llave en una alacena que es resguardada por una fiel celadora.
Ella comenzará a soñar con el amor al llegar su primo Carlos, digno representante
de la aristocracia parisina; pero sólo tiene su belleza y ésta no le basta para lograr
sus sueños de libertad, así el corazón de Eugenia, no será suficiente para ver
consumado su sueño de amor.
Esta mujer, plenamente representa al género que hasta nuestros tiempos es
blanco de los infortunios de la desigualdad, y donde las puertas hacia las ilusiones
se encuentran cerradas. El desencanto es evidente, lo cual hace que esta obra
ponga en evidencia la corriente donde ha sido enmarcada. La historia de Eugenia
Grandet termina con el poder aplastante de su padre, quien se encargará de
apagar las esperanzas, de sepultar los movimientos ingenuos de esta joven.
La sociedad se encuentra en un proceso de reconstrucción y en esta dinámica es
seguro encontrar los ojos atentos a cualquier señal, cualquier indicador que nos
traiga las buenas o las malas noticias. En Eugenia Grandet, su buen corazón le
hace entregar un pequeño tesoro en monedas a su primo Carlos, para que
emprenda viaje hacia América; su padre descubre el hecho y enfurece
sometiéndola al castigo: “… - Ni la veré ni le hablaré. Se quedará en su cuarto
encerrada a pan y agua hasta que haya desagraviado su padre. ¡Qué diablos!, un
jefe de familia debe saber a dónde va a parar el oro que sale de su casa…”. Es en
el dinero donde está instalado el amor de este hombre a su hija y por este amor es
capaz de cometer las más grandes atrocidades.
Las historias realistas y naturalistas privan al lector, en el mayor de los casos, de
los finales felices, así como es su función entregarnos esas fotografías que nos
atemorizan y exponen al embate crudo de las palabras, las imágenes. Y para el
caso particular de la mujer, Balzac lo deja claro: “…la mujer se queda quieta, cara
a cara con su dolor, nada la detiene; desciende hasta el fondo del abismo, lo mide
y a menudo lo colma con sus anhelos y sus lágrimas. Esto es lo que hacía
Eugenia. De este modo se iniciaba en su destino. Sentir, amar, sufrir, sacrificarse,
éste será siempre el texto de la vida femenina…”.
Así que en el texto realista/naturalista de la vida femenina, nos encontramos que
no podrá escapar nuestra protagonista. No importa su belleza ni su dinero,
tristemente hay un destino que se impone y empeña en frustrar esas
embarcaciones, las redes de protección, las empresas audaces donde ella
concreta sueños, lo sublime. En los relatos de esta corriente, encontraremos una y
otra vez, este discurso de crueldad mezclado con inocencia; la ingenuidad de su
protagonista que se lanza a desactivar bombas de tiempo. Mujer que acudirá
puntual al fin de su empresa y que no será recibida en el barco de la dicha.