Europa y El Islam

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BERNARD LEWIS EUROPA Y EL ISLAM* E n ocasiones se olvida que el contenido de la historia, el trabajo de los historiadores, lo constituye el pasado, no el futuro. Recuerdo haber asistido a una reunión internacional de historiadores en Roma, donde un grupo comenzó a debatir sobre si deberían los historiadores tratar de predecir el futuro. Argumentamos sobre este tema con respuestas diferen- tes e incluso opuestas. Esto sucedió en la época en la que la Unión Sovié- tica todavía existía y gozaba de buena salud. Uno de nuestros colegas soviéticos finalmente intervino y dijo, “en la Unión Soviética, la tarea más difícil para los historiadores es predecir el pasado”. No pretendo ofrecer predicciones acerca del futuro de Europa o del Islam, pero hay una cosa que sí se puede esperar legítimamente de un his- toriador: identificar las tendencias y los procesos. Observar las tendencias del pasado, que continúan en el tiempo presente, y por lo tanto ver las po- sibilidades y elecciones que se nos presentarán en el futuro. Al tratar con el mundo islámico existe una razón especial para prestar atención a la Historia, y es que se trata de una sociedad con una inusual y aguda conciencia histórica. A diferencia de lo que ocurre en América y cada ENERO / MARZO 2008 9 Bernard Lewis es titular de la cátedra Cleveland E. Dodge de Estudios de Oriente Medio en la Uni- versidad de Princeton. Especialista en Historia del Islam y de sus relaciones con Occidente, Lewis es autor de una veintena de libros y de innumerables artículos sobre su materia. *Europe and Islam by Bernard Lewis. Copyright© AEI, Washington, D.C., 2007 all rights reserved. Traducción de Estefanía Pipino

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  • BERNARD LEWIS

    EUROPA Y EL ISLAM*

    En ocasiones se olvida que el contenido de la historia, el trabajo de loshistoriadores, lo constituye el pasado, no el futuro. Recuerdo haberasistido a una reunin internacional de historiadores en Roma, dondeun grupo comenz a debatir sobre si deberan los historiadores tratar depredecir el futuro. Argumentamos sobre este tema con respuestas diferen-tes e incluso opuestas. Esto sucedi en la poca en la que la Unin Sovi-tica todava exista y gozaba de buena salud. Uno de nuestros colegassoviticos finalmente intervino y dijo, en la Unin Sovitica, la tarea msdifcil para los historiadores es predecir el pasado.

    No pretendo ofrecer predicciones acerca del futuro de Europa o delIslam, pero hay una cosa que s se puede esperar legtimamente de un his-toriador: identificar las tendencias y los procesos. Observar las tendenciasdel pasado, que continan en el tiempo presente, y por lo tanto ver las po-sibilidades y elecciones que se nos presentarn en el futuro.

    Al tratar con el mundo islmico existe una razn especial para prestaratencin a la Historia, y es que se trata de una sociedad con una inusual yaguda conciencia histrica. A diferencia de lo que ocurre en Amrica y cada

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    Bernard Lewis es titular de la ctedra Cleveland E. Dodge de Estudios de Oriente Medio en la Uni-versidad de Princeton. Especialista en Historia del Islam y de sus relaciones con Occidente, Lewises autor de una veintena de libros y de innumerables artculos sobre su materia.

    *Europe and Islam by Bernard Lewis. Copyright AEI, Washington, D.C., 2007 all rights reserved.

    Traduccin de Estefana Pipino

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  • vez ms en Europa, en tierras islmicas, especialmente en Oriente Medio,el conocimiento histrico desde el advenimiento del Islam en el siglo XVIIes algo generalizado, exhaustivo, y aunque no siempre exacto, s es intensoy detallado. Durante la guerra que tuvo lugar entre 1980 y 1988 entre dospotencias musulmanas, Irak e Irn, la propaganda de guerra de ambos ban-dos, dirigida tanto a su propia gente como al enemigo, estaba repleta dealusiones histricas, no de sucesos histricos, sino de menciones rpidas ysuperficiales, en ocasiones tan slo el nombre de una persona, lugar o su-ceso. Se utilizaron porque sus creadores saban perfectamente que la gentelas entendera, incluso esa parte significativa de la audiencia que era analfa-beta. Muchas de las alusiones hacan referencia a sucesos del siglo XVII dela era cristiana, sucesos que todava se recuerdan intensamente y que sonprofundamente significativos. Es esencial saber algo de historia para enten-der el discurso pblico de los lderes musulmanes actuales, tanto en casacomo en el exilio, tanto en el gobierno como en la oposicin.

    Una de las tareas favoritas de los historiadores es dividir la historia enpocas, lo hacen ms que nada por comodidad al ensear o escribir. Sinembargo, hay momentos en la larga historia de la aventura humana en querealmente tuvo lugar un verdadero punto de inflexin, un gran cambio, elfinal de una poca, el comienzo de una nueva. Cada vez estoy ms con-vencido de que ahora nos encontramos en un momento as, un cambio enla historia comparable a la cada de Roma, el advenimiento del Islam y eldescubrimiento de Amrica.

    Tradicionalmente, la historia moderna de Oriente Medio comienza alfinal del siglo XVIII, cuando un pequeo cuerpo expedicionario francscomandado por un joven general llamado Napolen Bonaparte fue capazde conquistar Egipto y gobernar en l con total impunidad. Supuso unasorpresa terrible que uno de los ncleos centrales del Islam pudiese ser in-vadido y ocupado sin prcticamente resistencia alguna. La segunda sor-presa aconteci unos aos despus con la partida de los franceses,provocada no por los egipcios ni por sus protectores, los turcos otomanos,sino por un pequeo escuadrn de la armada britnica comandado por unjoven almirante llamado Horatio Nelson, que expuls a los franceses fuerade Egipto y los mand de vuelta a Francia.

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  • Estos sucesos tuvieron una profunda importancia simblica. Desde elcomienzo del siglo XIX en adelante, los ncleos del Islam dejaron de estarcontrolados en su totalidad por dirigentes islmicos. Estaban bajo la in-fluencia directa o indirecta o, ms frecuentemente, bajo el control extran-jero de diferentes partes de Europa o, como ellos lo vean, de la cristiandad.No fue hasta ese momento cuando el hasta entonces desconocido nombrede Europa comenz a utilizarse en el Oriente Medio musulmn, un cam-bio de terminologa ms que de connotacin.

    Las fuerzas dominantes en tierras musulmanas eran ahora fuerzas ex-tranjeras. Eran las acciones y decisiones extranjeras las que conformabansus vidas. Su poder de eleccin quedaba confinado a los rivales extranjeros.El juego poltico al que podan jugar, el nico abierto para ellos, era el deintentar beneficiarse de las rivalidades entre las fuerzas extranjeras, tratarde utilizarlas en su contra. Esto se puede observar una y otra vez duranteel siglo XIX y XX e incluso durante el comienzo del XXI. Se puede vercmo, por ejemplo, durante la Primera Guerra Mundial, la Segunda Gue-rra Mundial y la Guerra Fra los lderes de Oriente Medio jugaron a estejuego con diversos niveles de xito.

    Durante mucho tiempo, los aspirantes que competan por la domina-cin fueron las potencias imperiales rivales europeas: Gran Bretaa, Fran-cia, Alemania, Rusia, Italia. En la fase final del siglo XX, estas rivalidadesadquirieron un contenido ideolgico explcito en la Segunda GuerraMundial, los aliados contra el Eje; en la Guerra Fra, Occidente contra lossoviticos. Bajo el principio de el enemigo de mi enemigo es mi amigolo natural fue que los pueblos que estaban bajo el gobierno o la domina-cin extranjera se volvieran hacia los rivales imperiales, y ms tarde tam-bin ideolgicos, de sus dominadores. Esto queda patente observandolas facciones pro-nazis y pro-soviticas, en ocasiones con los mismos l-deres, en los pueblos sometidos del imperio britnico y francs. Es inte-resante observar que no parece que hayan existido movimientospro-occidentales entre los pueblos musulmanes sometidos bajo el Go-bierno sovitico. Los soviticos, incluso en la vspera de su cada, eranmucho ms adeptos al adoctrinamiento y la represin que los abiertosimperios occidentales.

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  • Pero este juego ha acabado ya. La era inaugurada por Napolen y Nel-son fue clausurada por Reagan y Gorbachov. Oriente Medio ya no estgobernado ni dominado por fuerzas extranjeras. Las sociedades orientalesestn atravesando por diversas dificultades para adaptarse a esta nueva si-tuacin, para asumir la responsabilidad de sus propias acciones y sus con-secuencias. Recuerdo que una mujer iran, amargamente crtica delGobierno de su pas, me pregunt por qu las potencias imperiales habandecidido imponer un rgimen islamista teocrtico en Irn. Pero ahora al-gunos estn comenzando a asumir su responsabilidad, y este cambio hasido expresado con la claridad y elocuencia caracterstica de Osama binLaden.

    ***

    Con la finalizacin de la era del dominio extranjero, vemos el renaci-miento de ciertas tendencias antiguas y de corrientes profundas de la his-toria de Oriente Medio, que haban sido sumergidas o al menos ocultadasdurante los siglos de dominio occidental. Ahora estn regresando. Unatendencia consiste en las luchas internas tnicas, sectarias, regionalesentre las diferentes fuerzas de Oriente Medio. Evidentemente, stas tam-bin existieron durante la poca imperialista, pero eran de menor impor-tancia. Ahora estn saliendo a la luz nuevamente y adquiriendo fuerza,como se puede comprobar con el choque actual entre el Islam sunn y elchi, a una escala sin precedentes durante siglos.

    Otro cambio ms directamente relacionado con nuestro tema de hoyes el regreso de los musulmanes a lo que ellos consideran la lucha csmicaentre las dos religiones principales, el cristianismo y el Islam. Existen mu-chas religiones en el mundo, pero que yo sepa, slo dos afirman que suverdad no slo es universal (todas las religiones reivindican esto) sino queadems es exclusiva: ellos los cristianos en un caso, los musulmanes en elotro son los privilegiados receptores del mensaje final de Dios a la hu-manidad, y que su deber es no guardrselo egostamente, como los segui-dores de cultos tnicos o regionales, sino comunicarlo al resto de lahumanidad, eliminando todos los obstculos que pudieran aparecer por elcamino. Esta autopercepcin, compartida por los cristianos y los musul-

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  • manes, condujo a la larga lucha que ha continuado durante catorce siglosy que ahora est entrando en una nueva fase. En el mundo cristiano, quecomienza ahora el siglo XXI de su era, esta actitud triunfalista ya no pre-valece, sino que se encuentra confinada a unos cuantos grupos minorita-rios. En el mundo islmico, que ahora se encuentra a principios de su sigloXV, el triunfalismo sigue siendo una fuerza significativa y ha encontradofuerza de expresin en nuevos movimientos militantes.

    Es interesante comprobar que en pocas tempranas, ambas partes du-rante bastante tiempo se negaron a reconocer esta lucha entre religiones,es decir, reconocer a la otra como una religin universal rival. Efectiva-mente, lo consideraban ms bien como diferencias entre la religin, su pro-pia fe nica y verdadera, y los no creyentes o infieles (en rabe, kafir).Ambas partes, durante largo tiempo, prefirieron referirse al otro con tr-minos no religiosos. El mundo cristiano se refera a los musulmanes contrminos como moros, sarracenos, trtaros y turcos; incluso de los con-versos se deca que se haban hecho turcos. Los musulmanes, por su lado,llamaban a aquellos pertenecientes al mundo cristiano romanos, francos,eslavos y trminos similares. Fue slo lenta y reticentemente que empeza-ron a designarse con trminos religiosos, y aun as eran trminos mayori-tariamente inexactos y degradantes. En Occidente, lo habitual era referirsea los musulmanes como mahometanos, un trmino que ellos nunca usanpara s mismos; esto se basaba en la asuncin totalmente falsa de que losmusulmanes adoran a Mahoma, de la misma forma que los cristianos aCristo. El trmino habitualmente usado por los musulmanes para referirsea los cristianos era el de nazarenos Nasrani que implica el culto local deun lugar llamado Nazaret.

    La declaracin de guerra lleg casi en los albores del Islam. Segn unahistoria temprana, en el ao 7 de la hgira, correspondiente al 628 D.C., elprofeta envi seis mensajeros con cartas a los emperadores de Bizancio yPersia, al negus de Etiopa y a otros gobernadores y prncipes, informn-doles de su advenimiento y exigindoles abrazar su fe o atenerse a las con-secuencias. Se duda de la autenticidad de estas cartas profticas, pero sumensaje es exacto en el sentido de que efectivamente refleja la visin do-minante entre los musulmanes desde pocas tempranas.

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  • Tenemos pruebas duras algo ms tarde, y digo duras en el sentido ms li-teral, a travs de inscripciones. Una de las visitas ms famosas de Jerusaln esuna construccin extraordinaria conocida como la Cpula de la Roca. Es sig-nificativa por varias razones, est construida en el Monte del Templo, un lugarsagrado para la tradicin judeo-cristiana; su estilo arquitectnico es el de lasiglesias cristianas ms antiguas; es la construccin musulmana religiosa msantigua fuera de Arabia, data del final del siglo VII y fue construida por Abdal- Malik, uno de los primeros califas. El mensaje en las inscripciones de lamezquita es especialmente significativo: l es Dios, El nico Dios, El Ab-soluto, No engendr ni ha sido engendrado (Corn, IX, 31- 3; CXII, 1- 3). Setrata de un desafo directo a ciertos pilares de la fe cristiana.

    Curiosamente, el califa proclam el mismo mensaje acuando monedasde oro. Hasta ese momento, las monedas de oro acuadas haban sido unaprerrogativa de Roma, y ms tarde de Bizancio, y los dems Estados, entreellos el califato islmico, las importaban segn su necesidad. El califa isl-mico por primera vez acu monedas de oro rompiendo as el privilegioinmemorial de Roma y poniendo la misma inscripcin en las monedas. Elemperador bizantino entendi el doble desafo y les declar la guerra, sinconsecuencias.

    El ataque musulmn a la cristiandad y el conflicto resultante, que surgims debido a las similitudes que a las diferencias, ha pasado por tres fasesen este tiempo. La primera data del comienzo mismo del Islam, cuando lanueva fe viaj de la Pennsula Arbiga, donde haba nacido, hacia OrienteMedio y ms all. Fue entonces cuando las fuerzas musulmanas de Arabiaconquistaron Siria, Palestina, Egipto y el norte de frica; todo ello formabaparte del mundo cristiano en ese momento, y as comenz el proceso de is-lamizacin y arabizacin. Desde ah avanzaron a Europa, conquistando Es-paa, Portugal, Sicilia y las regiones colindantes del sur de la pennsulaitlica, convirtiendo todo ello en parte del mundo islmico, e incluso cru-zaron los Pirineos y durante un tiempo ocuparon partes de Francia.

    Tras una larga y amarga lucha, los cristianos lograron recuperar partede los territorios perdidos. Lo consiguieron en Europa, y en cierto sen-tido Europa qued definida por los lmites de este xito. No lograron re-

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  • cuperar el norte de frica ni Oriente Medio, quedando as perdidos parala cristiandad. Especialmente, no pudieron reconquistar Tierra Santa,cosa que intentaron a travs de una serie de campaas conocidas comolas Cruzadas.

    Pero esto no fue el final del asunto. Entretanto, el mundo islmico, al nolograr conquistar Europa la primera vez, avanzaba hacia un segundo ata-que, conducido esta vez no por los rabes y moros, sino por los turcos ytrtaros. A mediados del siglo XIII los conquistadores mongoles de Rusiase convirtieron al Islam. Los turcos, que ya haban conquistado la hastaentonces cristiana Asia Menor, avanzaron hasta entrar en Europa y en1453 capturaron la antigua ciudad cristiana de Constantinopla. Conquis-taron los Balcanes y durante un tiempo gobernaron la mitad de Hungra.Dos veces lograron llegar hasta Viena, sitindola en 1529 y nuevamente en1683. Los corsarios berberiscos del norte de frica, muy conocidos porlos historiadores de Estados Unidos, atacaban Europa occidental. Llegaronhasta Islandia en 1627 la frontera ms lejana y a varios lugares de Europaoccidental, incluyendo especialmente un ataque a Baltimore (la original,en Irlanda) en 1631. En un documento contemporneo tenemos una listade 107 cautivos que fueron trasladados desde Baltimore a Argelia, inclu-yendo a un hombre llamado Cheney.

    Nuevamente Europa contraatac, esta vez con ms rapidez y xito. Loscristianos lograron recuperar Rusia y la Pennsula Balcnica y avanzar atierras islmicas, persiguiendo a sus otrora gobernantes hasta su lugar deorigen. Para esta fase del contraataque europeo se acu un nuevo tr-mino: imperialismo. Cuando Asia y frica invadieron Europa no fue im-perialismo. Cuando Europa atac Asia y frica s que lo fue. Esta nocinfuncion como doble fuente de inspiracin, de resentimiento por un lado,de culpa por otro. Occidente, sin duda debido a su herencia judeo-cris-tiana, tiene una larga tradicin de culpa y autoflagelacin. Los trminosimperialismo, machismo, racismo son todos occidentales, no porque loshaya inventado Occidente, pues forma parte de nuestra herencia comnhumana y tal vez tambin animal, sino porque fue Occidente el primero enidentificarlos, denominarlos, condenarlos y luchar contra ellos con algo dexito.

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  • Este contraataque europeo dio comienzo a una nueva fase que llev ladominacin europea al corazn mismo de Oriente Medio. Se complettras la Primera Guerra Mundial; finaliz tras la Segunda Guerra Mundial.En nuestro tiempo, hemos sido testigos del final del dominio europeo, in-cluido el ruso, sobre las tierras del Islam.

    Osama bin Laden ha comentado mediante unas proclamacionesy declaraciones muy interesantes su visin sobre la guerra de Afganis-tn de 1978-1988 que, como se recordar, condujo a la derrota y reti-rada del Ejrcito Rojo y al derrumbamiento de la Unin Sovitica.Tendemos a considerar esto como una victoria occidental, en particu-lar una victoria americana en la Guerra Fra contra los soviticos. ParaOsama bin Laden no fue nada de esto. Fue una victoria musulmana enuna yihad contra los infieles. Si uno observa lo que sucedi en Afga-nistn y lo que tuvo lugar despus, esto no es una interpretacin inve-rosmil.

    Segn la visin de Osama bin Laden, el Islam haba alcanzado su mayorhumillacin en la larga lucha que aconteci tras la Primera Guerra Mun-dial, cuando el ltimo de los grandes imperios musulmanes, el ImperioOtomano, fue desmembrado y la mayor parte de sus territorios divididosentre los aliados victoriosos, y cuando el califato fue abolido y suprimidoy el ltimo califa exiliado por turcos laicos y prooccidentales. Este puntopareca el ms bajo de la historia musulmana.

    Segn su percepcin, la milenaria lucha entre los verdaderos creyentesy los no creyentes haba atravesado varias fases, en la que los primeros fue-ron liderados por varias dinastas de califas, y los ltimos por varias po-tencias imperiales cristianas sucesoras de los romanos en el liderazgo delmundo de los infieles: el Imperio bizantino, el Sacro Imperio Romano, losimperios britnico, francs y ruso. En esta fase final, dice, el mundo de losinfieles estaba dividido entre dos superpotencias rivales que se lo disputa-ban, los Estados Unidos y la Unin Sovitica. Los musulmanes se habanenfrentado y haban derrotado al ms peligroso y mortfero de los dos. En-cargarse de los blandos, mimados y afeminados americanos sera cosahecha.

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  • Esta creencia pareci confirmarse en la dcada de los 90 cuando elmundo fue testigo de los ataques que se sucedan contra las bases e insta-laciones americanas sin prcticamente ninguna respuesta efectiva, nica-mente palabras de enojo y caros misiles que se despachaban a lugaresremotos e inhabitados. Las lecciones de Vietnam y Beirut (1983) fueronconfirmadas por Mogadiscio (1993). Tanto en Beirut como en Mogadiscio,los americanos se retiraron rpida y completamente tras un ataque mort-fero contra ellos, cuando estaban ah como parte de una misin de las Na-ciones Unidas. El mensaje fue comprendido y explicado: golpales, yhuirn. Este es el curso de los acontecimientos que condujeron al 11-S.Este ataque claramente pretenda dar trmino a la primera secuencia y co-mienzo a la nueva, llevando la guerra al corazn del campo enemigo.

    ***

    A ojos de una minora de musulmanes fantica y decidida, la terceraoleada de ataques sobre Europa claramente ha comenzado. No deberamosengaarnos sobre lo que es y lo que significa. Esta vez est adoptando for-mas diferentes y dos en particular: terror y emigracin.

    El terror forma parte integrante del problema an mayor que es la vio-lencia y le sirve de utilidad en la causa de la religin. El Islam no compartelas aspiraciones pacifistas de los primeros cristianos, a pesar de lo que al-gunos quieran hacernos creer. La teologa y la ley islmica, como la prc-tica cristiana a pesar de la teora, reconocen la guerra como un hecho dela vida y en algunas situaciones la elogian e incluso la exigen. Segn la vi-sin tradicional, el mundo est dividido en dos, la casa del Islam dondeprevalece la ley y las normas islamistas, y el resto, conocido como Dar al- Harb, la casa de la guerra. Ms tarde y durante algn tiempo se introduje-ron algunas categoras intermedias para designar regimenes con autonomalimitada bajo un protectorado musulmn.

    Guerra no significa terror. La enseanza islamista, y especficamente laley islamista, regula la conducta de la guerra, exigiendo el respeto a lasleyes de la guerra y el trato humano de mujeres, nios y resto de no com-batientes. No aprueban las acciones que hoy consideramos terroristas. La

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  • doctrina y la ley islmica prohben el suicidio, se considera un pecado ca-pital que da lugar a la condena eterna. Segn las enseanzas islmicas, in-cluso si se ha llevado una vida de virtud infatigable, el suicidio impedir laentrada en el paraso y enviar a la persona al infierno, donde el castigoconsistir en la repeticin eterna del acto a travs del cual se suicid.

    Estas reglas y creencias generalmente se respetaban en la poca clsicadel Islam. Hoy han sido erosionadas, reinterpretadas y explicadas por las di-versas escuelas actuales del Islam radical. Los jvenes, hombres y mujeres,que cometen estos actos de terror deberan informarse ms sobre las doc-trinas y tradiciones de su propia fe. Desafortunadamente no lo hacen; encambio, el hombre-bomba suicida y otros tipos de terroristas se han con-vertido en modelos de conducta, entusiastamente seguidos por cantidadescada vez mayores de jvenes hombres y mujeres frustrados y enfadados.

    La otra forma, ms relevante para Europa, es la emigracin. Hace algntiempo, que un musulmn se fuese voluntariamente a un pas no musulmnhabra sido algo impensable. Los juristas discuten la cuestin de los mu-sulmanes que viven bajo normas no musulmanas en los libros de texto ylos manuales de la Sharia, pero de forma diferente: Puede un musulmnvivir o incluso visitar un pas no musulmn? Y si lo hace, qu deberahacer? En trminos generales esto se consideraba bajo ciertos encabezadosespecficos.

    El primer caso es el de los cautivos o prisioneros de guerra. Obviamenteno tienen eleccin, pero debern preservar su fe y regresar a casa lo antesposible.

    El segundo caso es el de un no creyente en la tierra de los no creyen-tes que ve la luz y abraza la fe real, es decir, se convierte en musulmn. De-ber abandonar el pas lo antes posible y trasladarse a un pas musulmn.

    El tercer caso es el de un visitante. Durante mucho tiempo, el nico ob-jetivo que se consider legtimo era el de recuperar prisioneros por mediode rescates. Ms tarde esto se extendi a misiones diplomticas y comer-ciales.

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  • Con el avance del contraataque europeo, se presentaba un nuevo casoa este debate recurrente. Cul deber ser la posicin de un musulmn sisu pas es conquistado por infieles? Deber irse o quedarse?

    Tenemos algunas disquisiciones interesantes acerca de estas cuestiones,tras la conquista normanda de la Sicilia musulmana en el siglo XI, y sobretodo de finales del siglo XV, cuando se complet la reconquista de Espaay los juristas marroques discutan esta cuestin. Preguntaban si los mu-sulmanes podan quedarse. La respuesta general era que no, no podan. Sepregunt entonces, podran quedarse si el gobierno cristiano en el poderfuera tolerante? (esto demostr ser una cuestin puramente hipottica,claro). La respuesta segua siendo que no, que no podan quedarse porquela tentacin de apostasa sera an mayor. Deban irse y esperar que con eltiempo y la ayuda de Dios pudiesen reconquistar sus hogares y restaurarla fe verdadera.

    Esta fue la posicin tomada por la mayor parte de juristas. Hubo algu-nos, al principio una minora, posteriormente un grupo ms importante,que dijeron que sera permisible para los musulmanes quedarse siempreque se cumplieran ciertas condiciones, bsicamente que se les permitierapracticar su fe. Esto plantea otra cuestin: qu quiere decir practicar su fe?Aqu debemos recordar que estamos tratando no slo con una religin di-ferente sino con un concepto diferente de lo que es la religin, especial-mente con respecto a la Sharia, la ley sagrada del Islam, que cubre unaamplia variedad de temas considerados laicos por el mundo cristiano, in-cluso durante la era medieval, y desde luego en lo que algunos llaman laera postcristiana del mundo occidental.

    Todas estas disquisiciones giran alrededor de los problemas de un mu-sulmn que, por alguna razn, se encuentra bajo dominacin infiel. Lanica cuestin que parece que nunca se les pas por la cabeza a ningunode estos juristas clsicos fue que un musulmn pudiera, por voluntad pro-pia, dejar la casa del Islam e irse a vivir, permanentemente, a tierra infiel,a la casa de la guerra, bajo dominio infiel. Sin embargo, esto es lo queviene sucediendo, a escala cada vez mayor, en tiempos recientes y ac-tuales.

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  • Evidentemente, hoy hay muchas atracciones que traen a los musulma-nes a Europa, sobre todo en vista del empobrecimiento econmico cre-ciente de gran parte del mundo musulmn y del empeoramiento de larapacidad y tirana de muchos de sus gobernantes. Europa ofrece oportu-nidades de empleo e incluso subsidios de desempleo. Los inmigrantes mu-sulmanes tambin disfrutan de una libertad de expresin y niveles deeducacin que en casa no tienen. Incluso los terroristas tienen mucha mslibertad de preparacin y operacin en Europa, y hasta cierto punto tam-bin en Amrica, que la que tienen en la mayora de tierras islmicas.

    Hay otros factores de importancia en la situacin actual. Uno es elnuevo radicalismo en el mundo islamista, que adopta diversas formas: elsunnismo, especialmente wahhabista, y el chismo iran, que data de la re-volucin iran. Ambos se estn convirtiendo en factores de enorme im-portancia. Sufrimos la extraa paradoja de que el peligro del islamismo yel terrorismo fundamentalista es mayor en Europa y Amrica de lo que loes en la mayor parte de Oriente Medio y el norte de frica, cuyos gober-nantes son ms hbiles y tienen menos inhibiciones para controlar a sus ex-tremistas que los occidentales. Sin embargo, cada vez ms musulmanescomienzan a ver el fundamentalismo islamista como un peligro mayor parael Islam que para Occidente.

    La rama sunn es mayoritariamente wahhabista, una versin radical delIslam que apareci por primera vez en el remoto distrito de Najd, en Ara-bia, en el siglo XVIII. Entre los que se convirtieron al wahhabismo estabala casa de Saud, jefes de las tribus locales. Con la conquista saud de Hiyaza mediados de los aos 20 y la formacin del reino rabe saud, lo que alprincipio slo era un sector extremista en un pas marginal, se convirti enuna de las mayores fuerzas en todas las tierras del Islam y ms all. El wah-habismo se ha beneficiado mucho del prestigio, influencia y poder de lacasa de Saud como los controladores de los sitios sagrados del Islam, delperegrinaje anual y de la enorme riqueza que el petrleo ha puesto a su dis-posicin.

    La revolucin iran es diferente. El trmino revolucin se usa conmucha frecuencia en Oriente Medio. Es prcticamente el nico ttulo de le-

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  • gitimidad generalmente aceptado. Pero la revolucin iran fue una revolu-cin verdadera en el sentido en que usamos esa palabra para las revolu-ciones francesa y rusa. Al igual que la revolucin francesa y rusa en su da,ha tenido un gran impacto en toda la zona en la que los iranes compartenun mismo universo de discurso, es decir, en todo el mundo islmico, chiy sunn, en Oriente Medio y mucho ms all.

    Otra cuestin muy discutida en la actualidad es la de la asimilacin. Enqu medida es posible para los emigrantes musulmanes que se han esta-blecido en Europa, Norteamrica y resto de pases, convertirse en parte delos pases en los que se han establecido, de la misma forma que lo hanhecho tantas otras olas de inmigrantes?

    Hay varios puntos que deben considerarse. Uno de ellos consiste en lasdiferencias bsicas entre lo que exactamente se pretende y lo que se en-tiende por asimilacin. Existe aqu uno de los contrastes ms obvios e in-mediatos entre la situacin europea y americana. Para que un inmigrantese convierta en americano se necesita un cambio de lealtad poltica. Paraque un inmigrante se convierta en francs o alemn se necesita un cambiode identidad tnica. Cambiar de lealtad poltica es evidentemente ms sen-cillo y ms prctico que cambiar de identidad tnica, ya sea de sentimien-tos o de medida de aceptacin. Durante mucho tiempo, Inglaterra tuvo lasdos opciones. Un inmigrante nacionalizado se converta en britnico perono en ingls.

    He mencionado anteriormente la importante diferencia que existe entrelo que cada uno entiende por religin. Para los musulmanes, cubre toda unavariedad de asuntos diferentes, normalmente se conoce como la ley de fa-milia o de estatus personal; el matrimonio, divorcio y herencia son losejemplos ms obvios. Desde la antigedad, muchos de estos temas hansido considerados laicos por el mundo occidental. La distincin entre Igle-sia y Estado, espiritual y temporal, eclesistico y laico, son conceptos cris-tianos que no tienen lugar en la historia islmica y, por lo tanto, escomplicado de entender para los musulmanes, incluso en la actualidad. Nisiquiera disponan de vocabulario para expresarlo hasta la llegada de lostiempos modernos. Ahora s.

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  • Cules son las respuestas europeas ante esta situacin? En Europa,al igual que en Estados Unidos, una respuesta frecuente es lo que se co-noce como multiculturalismo y correccin poltica. En el mundo isl-mico no existen tales inhibiciones. Son muy conscientes de su identidad.Saben quines son y lo que quieren, una cualidad que muchos en Occi-dente parecen haber perdido. Esto es una fuente de fortaleza para uno,de debilidad para el otro.

    Otra respuesta occidental popular es lo que algunas veces se deno-mina compromiso constructivo hablemos con ellos, juntmonos todosy veamos que se puede hacer. Este enfoque data de tiempos remotos.Cuando Saladino reconquist Jerusaln y otras ciudades de Tierra Santa,permiti que los mercaderes cristianos de Europa permaneciesen en lospuertos donde se haban establecido bajo dominio cruzado. Parece quesinti la necesidad de justificarse, y escribi una carta al califa de Bag-dad explicando su accin. Los mercaderes, dijo, eran tiles ya que nohay ni uno de entre ellos que no traiga y no nos venda armas de guerra,en su perjuicio y en nuestro beneficio. Esta actividad continu durantelas cruzadas y despus. Incluso cuando las fuerzas otomanas se aden-traban hacia el corazn de Europa, siempre podan encontrar mercade-res europeos dispuestos a venderles armas, y banqueros europeosdispuestos a financiar sus compras. Los proveedores modernos de ar-mamento avanzado a Saddam Hussein ayer, y a los gobernantes de Irnhoy, continan la tradicin. El compromiso constructivo tiene una largahistoria.

    Las tentativas contemporneas de dilogo tambin adoptan otras for-mas. Hemos sido testigos en nuestros das del extraordinario espectculode un Papa disculpndose ante los musulmanes por las Cruzadas. Nome gustara tener que defender la conducta de los cruzados, que fue ver-daderamente atroz en muchos aspectos. Pero hay que mantener ciertosentido mnimo de la proporcin. Ahora se espera que creamos que lasCruzadas fueron un acto injustificado de agresin contra un pacficomundo musulmn. Difcilmente fue as. El primer llamamiento papalpara acudir a las Cruzadas tuvo lugar en el 846 D.C., cuando una expe-dicin naval de la Sicilia gobernada por rabes, calculada por los con-

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  • temporneos en 73 barcos y 10.000 hombres, subieron el Tber y ataca-ron Roma. Tomaron brevemente Ostia y Porto, y saquearon la Baslicade San Pedro en Roma y la Catedral de San Pablo en el banco derechodel Tber. En respuesta, un snodo en Francia emiti un llamamiento alos soberanos cristianos para unirse contra los enemigos de Cristo, yel papa Len IV, prometi una recompensa celestial a aquellos que mu-riesen peleando contra los musulmanes, promesa menos especfica quela musulmana de la que probablemente era reflejo. Es prctica comn enla guerra aprender del enemigo y, si fuere practicable, adoptar sus es-trategias ms eficaces.

    Dos siglos y medio y muchas batallas ms tarde, en 1096, los cruza-dos de hecho consiguieron llegar a Oriente Medio. Los cruzados fueronuna imitacin tarda, limitada e ineficaz de la yihad, una tentativa de re-cuperar mediante la guerra santa lo que se haba perdido con la guerrasanta. Fall y no se continu con ello.

    Un ejemplo asombroso del enfoque moderno nos llega de Francia. El8 de octubre de 2002, el entonces Primer Ministro Jean- Pierre Raffarinpronunci un discurso en la Asamblea Nacional de Francia discutiendola situacin en Irak. Hablando de Saddam Hussein, mencion que unode los hroes de Saddam Hussein era su compatriota Saladino, que pro-vena de la misma poblacin iraqu, Tikrit. Por si acaso los miembros dela Asamblea no estaban al corriente de la identidad de Saladino, el Sr.Raffarin les explic que fue l el que consigui vencer a los cruzados yliberar Jerusaln. Cuando un primer ministro catlico francs describela conquista de Jerusaln por Saladino, de manos de los cruzados quemayoritariamente eran franceses, como un acto de liberacin, esto pa-recera indicar un caso bastante extremo de reajuste de lealtades o porlo menos de percepciones. Segn el acta parlamentaria, cuando el Sr.Raffarin utiliz la palabra liberar, un parlamentario grit: Librer?, elprimer ministro sigui, haciendo caso omiso. sta fue la nica interrup-cin, y que yo sepa no hubo comentarios despus.

    Los islamistas fundamentalistas han encontrado algunos aliados en Eu-ropa. Para describirlos tendr que usar los trminos izquierda y dere-

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  • cha, trminos que cada vez confunden ms. La organizacin de los asien-tos en la primera Asamblea Nacional de Francia tras la Revolucin no siguelas leyes de la naturaleza, pero nos hemos acostumbrado a utilizarlos. Amenudo son confusos cuando se aplican a Occidente hoy en da. Son unacompleta tontera cuando se aplican a las diferentes ramas del Islam fun-damentalista. Pero es lo que la gente utiliza, as que lo explicaremos as.

    Los islamistas fundamentalistas resultan atractivos para la izquierdapor los elementos antiamericanos en Europa, para quienes han reem-plazado a los soviticos. Resultan atractivos para la derecha por los ele-mentos antisemitas en Europa, reemplazando a los nazis. Han sidocapaces de obtener un apoyo considerable bajo ambos encabezamien-tos, a menudo de la misma gente. Para algunos en Europa, los odios apa-rentemente tienen ms peso que las lealtades.

    En Alemania hay una variacin interesante, donde los musulmanesson mayoritariamente turcos. Ah han tendido a equipararse con los ju-dos, a considerarse sus sucesores como vctimas del racismo y la per-secucin alemana. Recuerdo una reunin en Berln acordada parahablar de las minoras musulmanas en Europa. Por la noche, un grupode musulmanes turcos me pidi que me uniera a ellos y escuchase loque ellos tenan que decir, y result ser muy interesante. La frase quems me marc fue en mil aos ellos [los alemanes] fueron incapacesde aceptar 400.000 judos. Qu esperanza hay de que acepten dos mi-llones de turcos? A veces utilizan esta lnea, manipulando los senti-mientos de culpa alemanes para avanzar en su propia agenda.

    Esto plantea la cuestin ms amplia de la tolerancia. Con la finaliza-cin de la primera fase de la reconquista cristiana en Espaa y Portugal,se oblig a los musulmanes que en ese tiempo eran muy numerosos enlas tierras reconquistadas a elegir: bautismo, exilio o muerte. En las tie-rras anteriormente otomanas en el sureste de Europa, los lderes de loque se podra denominar la segunda reconquista eran algo ms toleran-tes, pero no mucho ms. An quedan algunas poblaciones musulmanasen los Balcanes, con problemas que continan todava hoy. Kosovo yBosnia son los ejemplos ms conocidos.

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  • La cuestin de la tolerancia religiosa plantea nuevas e importantescuestiones. En el pasado, durante las largas luchas entre musulmanesy cristianos en Europa oriental y occidental, haba poca duda de quelos musulmanes eran mucho ms tolerantes con otras religiones y conla diversidad dentro de la suya propia, que los cristianos. En la cris-tiandad medieval occidental, las masacres y las expulsiones, las inqui-siciones e inmolaciones eran corrientes; con el Islam eran atpicas ypoco frecuentes. La emigracin de los refugiados en esa poca era deOeste a Este por abrumadora mayora, y no, como ocurri despus, deEste a Oeste. Cierto, los sujetos no musulmanes en un Estado musul-mn sufran ciertas desventajas, pero su situacin era inmensamentemejor que la de los no creyentes y la de los herejes en la Europa cris-tiana.

    Estas desventajas, aceptables en el pasado, entraban cada vez ms enconflicto con las nociones democrticas sobre la coexistencia civili-zada. Ya en 1689, el filsofo John Locke, en su Carta sobre la tolerancia,escribi que ni los paganos, ni los mahometanos, ni los judos debe-ran ser excluidos de los derechos civiles del Estado a causa de su reli-gin. En 1790, George Washington, en una carta al lder de unacomunidad juda en Newport (Rhode Island) fue ms all todava, ydesestim la propia idea de la tolerancia por considerarla esencial-mente intolerante, como si fuera gracias a la indulgencia de una clasede gente que los otros pueden disfrutar de unos derechos inherentesnaturales que le son propios.

    A finales del siglo XVII la situacin prctica estaba mucho mejor enEuropa occidental que en tierras islmicas. Y desde ese momento la pri-mera fue mejorando, y la segunda empeorando. La discriminacin y lapersecucin no desapareci de Occidente pero, a excepcin del flagranteinterludio nazi en la Europa continental, la situacin de las minoras re-ligiosas estaba mejor en el confiado y adelantado Occidente que en elamenazado y retirado Oriente.

    Los musulmanes, y tambin muchos de sus compatriotas no musul-manes, no lo vean de esa forma, sino que pensaban en la tolerancia con

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  • trminos algo diferentes. Cuando los inmigrantes musulmanes venan avivir a Europa tenan ciertas expectativas, una idea de que tenan dere-cho a recibir al menos el mismo grado de tolerancia que ellos habanconcedido a los no musulmanes en los grandes imperios musulmanesdel pasado. Tanto sus expectativas como su experiencia fueron muy di-ferentes.

    Al venir a pases europeos obtuvieron ms pero tambin menos de loque esperaban. Ms porque obtenan en teora, y a menudo tambin enla prctica, igualdad de derechos polticos, igual acceso a las profesiones,seguridad social, libertad de expresin, y otras prestaciones.

    Pero tambin obtuvieron significativamente menos de lo que elloshaban otorgado en los Estados islmicos tradicionales. En el ImperioOtomano y otros Estados anteriores menciono el Imperio Otomanopor ser el ms reciente las comunidades no musulmanas tenan orga-nizaciones separadas y se encargaban de sus propios asuntos. Cobrabansus propios impuestos y exigan el cumplimiento de sus propias leyes.Existan varias comunidades cristianas, cada una viviendo bajo su pro-pio mandato, reconocido por el Estado. Estas comunidades dirigan suspropias escuelas y sistemas educativos, y administraban sus propias leyesen asuntos tales como el matrimonio, divorcio y herencia, as como enla observancia religiosa debida. Los judos hacan lo mismo.

    As que se poda dar la situacin de que tres hombres viviendo en lamisma calle, podan morir y sus propiedades ser distribuidas por tres sis-temas jurdicos diferentes si uno de ellos resultaba ser judo, otro cristianoy otro musulmn. Un judo poda ser castigado por un tribunal hebreo yencarcelado por violar el Sabbath o por comer durante el Yom Kippur. Uncristiano poda ser arrestado y encarcelado por tomar una segunda es-posa; la bigamia es un delito cristiano, no lo era para los islmicos ni losotomanos. Con este mismo razonamiento, los judos y los cristianos es-taban exentos de las normas distintivamente islmicas. Se les permitacomer, incluso en pblico, durante el mes sagrado del Ramadan. Se lespermita fabricar, vender, servir y beber vino, siempre que hicieran estascosas entre ellos. Algunos documentos de los archivos otomanos discu-

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  • ten un problema que aparentemente preocupaba a las autoridades judi-ciales: cmo prevenir que los invitados musulmanes bebiesen vino en lasbodas cristianas y judas. La solucin ms simple y obvia imponer la pro-hibicin de alcohol a todos aparentemente ni se planteaba.

    Los musulmanes no tienen ese grado de independencia en su propiavida social y jurdica en el Estado moderno y laico. Indudablemente espoco realista por su parte esperarlo, dada la naturaleza de los Estadosmodernos, pero ellos no lo ven as. Consideran que tienen el derecho arecibir en la misma medida que dieron. Se dice que un musulmn enEuropa coment, supuestamente de broma, nosotros os permitimospracticar la monogamia e incluso obligar a que se cumpliese; por quno deberais permitirnos practicar la poligamia?.

    Las cuestiones de este tipo, la poligamia en especial, plantea impor-tantes cuestiones de naturaleza ms prctica. No tiene un inmigrante alque se le permite ir a Francia o Alemania derecho a llevarse su familiacon el? Pero en quin consiste exactamente su familia? Exigen y obtie-nen permiso cada vez ms a menudo para traerse varias esposas. Lamisma norma tambin se est extendiendo a las prestaciones sociales yde otro tipo.

    El contraste en la situacin de las mujeres en las dos sociedades reli-giosamente definidas ha sido un asunto delicado, especialmente en lapoca de la derrota y el retroceso musulmn. Mediante su derrota en laguerra, los musulmanes fueron plenamente conscientes de que habanperdido su supremaca en el mundo. A travs del aumento del controly de la influencia de Europa, incluida la emancipacin de sus sujetos nomusulmanes, perdieron la supremaca en su propio pas. Con la eman-cipacin de la mujer, de inspiracin europea, se consideraron en peligrode perder la supremaca incluso en su propia casa.

    La aceptacin o rechazo del gobierno de la Sharia entre los musul-manes de Europa plantea la importante cuestin de la jurisdiccin. En lavisin jurdica tradicional de los sunnes, la Sharia formaba parte de lasoberana y jurisdiccin musulmana y, por lo tanto, nicamente se apli-

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    caba en la casa del Islam, es decir, en pases con gobierno musulmn.Una minora de sunnes y una mayora de chies consideraron que la Sha-ria tambin deba aplicarse a los musulmanes fuera de la casa del Islam,y que deba obligarse a su cumplimiento siempre que ello fuera posible.

    Pero en ningn momento, hasta hace bien poco, se le ocurri a nin-guna autoridad musulmana plantear la posibilidad de que la ley de laSharia se pudiese aplicar a los no musulmanes de pases no musulmanes.La primera instancia de este nuevo enfoque la tuvimos cuando el Aya-tollah Jomeini en Irn decret una sentencia de muerte por el delito deinsultar al profeta, no slo para el autor musulmn Salman Rushdie queviva en Londres en ese momento, sino tambin para todos aquellos in-volucrados en la preparacin, produccin y distribucin del libro, esdecir, para los redactores, encargados de imprenta, editores y librerosingleses y, es de suponer, no musulmanes. Esto fue seguido de cada vezms tentativas de imponer la ley de la Sharia en Europa, y ms recien-temente, en otros lugares de establecimiento musulmn. Un ejemplo no-table fue la respuesta musulmana a las famosas o dichosas caricaturasdanesas. No menos sorprendente fueron las respuestas europeas frenteal enojo musulmn y su exigencia de castigo, alternaban entre la msleve reprobacin hasta la ms fuerte aquiescencia.

    ***

    Y dnde se encuentra Europa ahora? A la tercera va la vencida?No es imposible. Los musulmanes disponen de ciertas ventajas indu-dables. Tiene fervor y conviccin, algo que en la mayor parte de los pa-ses occidentales no existe o es ms bien dbil. La mayora de ellosestn convencidos de lo correcto de su causa, mientras que los occi-dentales pasan gran parte de su tiempo en la autodenigracin y auto-humillacin. Tienen lealtad y disciplina, y quiz lo ms importante detodo sea que tienen demografa la combinacin del aumento naturaly la emigracin ha producido grandes cambios en la cantidad de po-blacin que podran conducir en un futuro prximo a mayoras mu-sulmanas significativas en al menos algunas ciudades europeas oincluso pases.

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  • El filsofo sirio Sadiq al -Azm ha comentado que la cuestin pen-diente sobre el futuro de Europa es: Ser una Europa islamizada, o unIslam europeizado?. La formulacin es persuasiva y mucho dependerde la respuesta.

    Pero Occidente tambin dispone de algunas ventajas, siendo las msimportantes el conocimiento y la libertad. El atractivo del conocimientogenuinamente moderno en una sociedad que, en un pasado ms dis-tante, dispona de una larga historia de logros cientficos y acadmicoses evidente. Los musulmanes de hoy en da son plena y dolorosamenteconscientes de su relativo retraso comparado con su propio pasado y elpresente de sus rivales, y muchos daran la bienvenida a la oportunidadde rectificarlo.

    Menos evidente quiz pero tambin poderoso es el atractivo de la li-bertad. En el pasado, en el mundo islmico, la palabra libertad no se uti-lizaba en sentido poltico. La libertad era un concepto jurdico. Uno eralibre si no era esclavo. Los musulmanes no utilizaban la libertad y la es-clavitud como metfora del buen o mal gobierno, como nosotros hemoshecho durante tanto tiempo en el mundo occidental. Los trminos queellos utilizaban para denotar un buen o mal gobierno eran justicia e in-justicia. Un buen gobierno es un gobierno justo, uno en el que la ley sa-grada, con sus limitaciones por la autoridad soberana, se aplicaestrictamente. La tradicin islmica, en teora y, en gran parte en la prc-tica hasta el comienzo de la era moderna, rechaza enfticamente el go-bierno desptico y arbitrario. El estilo moderno de dictadura que floreceen muchos pases musulmanes es una innovacin, y en gran medida unaimportacin de Europa; primero, sin mala intencin a travs del pro-ceso de modernizacin, fortaleciendo la autoridad central y debilitandoaquellos elementos de la sociedad que previamente la haban constre-ido; segundo, a travs de las sucesivas fases de influencia y ejemplonazi y sovitico.

    Vivir con justicia, en la escala tradicional de valores, es el enfoquems cercano a lo que en Occidente llaman libertad. Pero con la propa-gacin de las dictaduras de corte europeo, la idea de libertad en su in-

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  • terpretacin occidental tambin est progresando en el mundo islamista.Se comprende mejor, se aprecia ms y se desea ms ardientemente.Quiz sea, a la larga, nuestra mejor esperanza de sobrevivir a esta ltimaetapa, en algunos aspectos la etapa ms peligrosa, de una lucha que yatiene catorce siglos.

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