Evaluación psicológica en el adulto mayor

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Evaluación psicológica en el adulto mayor. La evaluación debe perseguir los siguientes objetivos: Establecer un diagnostico presuntivo claro. Identificar causas tratables del deterioro cognoscitivo y otras afecciones tratables concurrentes, descartando el delirium como causa de la confusión mental. Precisar las necesidades asistenciales del paciente y de su cuidador primario. Es de suma importancia que el proceso de evaluación sea sistematizado, que lleve a un diagnóstico en poco tiempo, y que utilice recursos estrictamente necesarios. De acuerdo con Corey Bloom, se recomienda evaluar: El paciente con fallas en la memoria o alguna otra habilidad cognoscitiva con o sin deterioro funcional. El paciente adulto en quien existe duda de su competencia laboral. El paciente deprimido o ansioso con alteraciones cognoscitivas. Aquel en quien el médico sospecha durante la consulta que puede tener un deterioro cognoscitivo. El paciente con franco deterioro cognoscitivo. El paciente anciano que súbitamente presenta alteraciones del estado mental o que cursa con manifestaciones psiquiátricas de reciente instalación. Historia clínica: (Interrogatorio) Se examina la historia familiar, los hábitos del paciente, el antecedente de trauma craneoencefálico, la comorbilidad (hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad cerebrovascular), y su ingesta de medicamentos. (Exploración física) Se hace énfasis en la exploración neurológica, buscando anomalías, y también indagando si hay deterioro sensorial tal como auditivo, visual, afasia, apraxias o agnosias.

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Evaluación psicológica en el adulto mayor.

La evaluación debe perseguir los siguientes objetivos:

Establecer un diagnostico presuntivo claro. Identificar causas tratables del deterioro cognoscitivo y otras afecciones tratables

concurrentes, descartando el delirium como causa de la confusión mental. Precisar las necesidades asistenciales del paciente y de su cuidador primario.

Es de suma importancia que el proceso de evaluación sea sistematizado, que lleve a un diagnóstico en poco tiempo, y que utilice recursos estrictamente necesarios.

De acuerdo con Corey Bloom, se recomienda evaluar:

El paciente con fallas en la memoria o alguna otra habilidad cognoscitiva con o sin deterioro funcional.

El paciente adulto en quien existe duda de su competencia laboral. El paciente deprimido o ansioso con alteraciones cognoscitivas. Aquel en quien el médico sospecha durante la consulta que puede tener un deterioro

cognoscitivo. El paciente con franco deterioro cognoscitivo. El paciente anciano que súbitamente presenta alteraciones del estado mental o que cursa

con manifestaciones psiquiátricas de reciente instalación.

Historia clínica: (Interrogatorio) Se examina la historia familiar, los hábitos del paciente, el antecedente

de trauma craneoencefálico, la comorbilidad (hipertensión arterial, diabetes mellitus, enfermedad cerebrovascular), y su ingesta de medicamentos.

(Exploración física) Se hace énfasis en la exploración neurológica, buscando anomalías, y también indagando si hay deterioro sensorial tal como auditivo, visual, afasia, apraxias o agnosias.

(Examen del estado mental) Para revisar el deterioro cognitivo, y funciona mejor si se realiza en evaluaciones consecutivas, para revisar el cómo continua el deterioro, se debe evaluar memoria, cálculo, lenguaje, abstracción, comprensión, planeación, juicio.

(Examen del estado funcional) Se revisa la repercusión funcional, y el funcionamiento laboral, social y familiar. La escala de Blessed es utilizada para evaluar estos aspectos.

Diagnóstico diferencial entre depresión y demencia senil.

La demencia senil y la depresión son enfermedades que son comunes en la vejez, el deterioro cognitivo que se da por la edad y el desgaste hacen la demencia senil una afección que es un asunto de salud importante, y los distintos cambios, tanto de rol social como de relaciones sociales, pueden causar un estado de ánimo decaído en los adultos mayores, es importante realizar un diagnóstico diferencial en estos casos, para mejorar la calidad de vida del paciente.

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La demencia senil se expresa ordinariamente en la forma de un deterioro constante y gradual.

El rasgo más notable de la demencia senil es la atrofia extendida, es decir, la pérdida de células de la corteza cerebral; la causa es desconocida.

La persona clasificada como senil con frecuencia ha perdido la capacidad para desarrollar y captar abstracciones, la cual se ve ejemplificada al entender relaciones sutiles, ejecutar operaciones matemáticas y de lógica.

Diagnosticar a una persona como senil es exacto sólo cuando nos referimos al patrón de deterioro progresivo en el pensamiento y comportamiento, asociado con el daño irreversible del cerebro.

En cuanto a la depresión, los signos de depresión con frecuencia pasan desapercibidos, porque los afectados sufren desesperanza y no sienten la necesidad o utilidad de contar sus síntomas.

La depresión debe considerarse cuando existe una historia breve de evolución y cuando los pacientes se muestran retraídos o apáticos y se ven desinteresados en el proceso de evaluación.

Los puntos de diferencia entre depresión y demencia senil son:

La progresión de síntomas: En depresión es rápida, en demencia no. Las quejas de un depresivo son detalladas, mientras que en un demente son vagas. Los depresivos aumentan u déficit, los dementes lo disimulan. Los pacientes con demencia muestran esfuerzo al contestar preguntas, a diferencia de los

depresivos. Los pacientes con demencia mantienen sus relaciones sociales, los depresivos no tanto. Los pacientes depresivos pueden mantener la atención, en pacientes con demencia puede

estar alterada. Los depresivos responden a antidepresivos. Los depresivos suelen tener historial familiar de depresión.

Relaciones familiares

La familia tiene un papel muy importante, sobre todo en el ámbito de las relaciones socio-afectivas ya que la familia es la mejor para proporcionar sentimientos de arraigo y seguridad, ofrecer sentimientos de capacidad, utilidad, autoestima, confianza y apoyo social.

La vida de la mayoría de los individuos de edad avanzada se enriquece por la presencia de personas que cuidan de ellos y a quienes éstos sienten cercanos.

La familia es todavía la fuente primaria de apoyo emocional, y en la edad avanzada tiene sus propias características especiales.

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Bibliografía:

Morales, F. (2000) Temas prácticos en geriatría y gerontología. 1ra Edición. San José, Costa Rica. Editorial Universidad Estatal a Distancia.