Evidencias Deriva Continental

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    La idea de que los continentes van a la deriva por la su-perficie de la Tierra se introdujo a principios del sigloXX. Esta propuesta contrastaba por completo con laopinión establecida de que las cuencas oceánicas y los con-tinentes son estructuras permanentes muy antiguas. Esta opi-

    nión era respaldada por las pruebas recogidas del estudio delas ondas sísmicas que revelaron la existencia de un manto só-lido rocoso que se extendía hasta medio camino hacia el cen-tro de la Tierra. El concepto de un manto sólido indujo a lamayoría de investigadores a la conclusión de que la cortezaexterna de la Tierra no podía moverse.

    Durante este período, la opinión convencional de la co-munidad científica era que las montañas se forman a causade las fuerzas compresivas que se iban originando a medidaque la Tierra se enfriaba paulatinamente a partir de un esta-do fundido previo. Sencillamente la explicación era la si-guiente: a medida que el interior se enfriaba y se contraía, lacapa externa sólida de la Tierra se deformaba mediante plie-gues y fallas para ajustarse al planeta, que se encogía. Se

    consideraban las montañas como algo análogo a las arrugasque aparecen en la piel de la fruta cuando se seca. Este mo-delo de los procesos tectónicos* de la Tierra, aunque inade-cuado, estaba profundamente arraigado en el pensamientogeológico de la época.

    Desde la década de los años sesenta, nuestra com-prensión de la naturaleza y el funcionamiento de nuestro pla-neta han mejorado de manera espectacular. Los científicos sehan dado cuenta de que la corteza externa de la Tierra es mó-vil y de que los continentes migran de una manera gradual através del planeta. Además, en algunas ocasiones las masascontinentales se separan y crean nuevas cuencas oceánicasentre los bloques continentales divergentes. Entretanto, por-

    ciones más antiguas del fondo oceánico se sumergen de nue-vo en el manto en las proximidades de las fosas submarinas. A causa de estos movimientos, los bloques de material con-tinental chocan y generan las grandes cadenas montañosasde la Tierra. En pocas palabras, ha surgido un nuevo mode-lo revolucionario de los procesos tectónicos de la Tierra.

    Este cambio profundo de la comprensión científica seha descrito de manera muy acertada como una revolucióncientífica. La revolución empezó como una propuesta relati-vamente clara de Alfred Wegener, llamada deriva continen-tal. Después de muchos años de acalorado debate, la granmayoría de la comunidad científica rechazó la hipótesis de

     Wegener de los continentes a la deriva. El concepto de unaTierra móvil era particularmente desagradable para los geó-

    logos norteamericanos, quizás porque la mayoría de las prue-bas que lo respaldaban procedían de los continentes meri-dionales, desconocidos para la mayoría de ellos.

    Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta,nuevos tipos de pruebas empezaron a reavivar el interés por esta propuesta que estaba casi abandonada. En 1968, esos

    nuevos avances indujeron el desarrollo de una explicaciónmucho más completa que incorporaba aspectos de la derivacontinental y de la expansión del fondo oceánico: una teoríaconocida como tectónica de placas.

    En este capítulo, examinaremos los acontecimientosque llevaron a este gran cambio de la opinión científica en unintento de proporcionar una visión de cómo funciona la cien-cia. También describiremos brevemente los avances que tu-vieron lugar desde la concepción del concepto de deriva con-tinental, examinaremos los motivos por los que se rechazó alprincipio y consideraremos las pruebas que finalmente con-dujeron a la aceptación de la teoría de la tectónica de placas.

    Deriva continental: una ideaque se adelantó a su época

    La idea de que los continentes, sobre todo Sudamérica y 

     África, encajan como las piezas de un rompecabezas, seoriginó con el desarrollo de mapas mundiales razonable-mente precisos. Sin embargo, se dio poca importancia aesta noción hasta 1915, cuando Alfred Wegener, meteo-rólogo y geofísico alemán, publicó  El origen de los conti-nentes y los océanos. En este libro, que se publicó en variasediciones, Wegener estableció el esbozo básico de su ra-dical hipótesis de la deriva continental.

     Wegener sugirió que en el pasado había existido un supercontinente único denominado Pangea ( pan   todo, gea  Tierra) (Figura 2.1). Además planteó la hipótesis deque en la era Mesozoica, hace unos 200 millones de años,este supercontinente empezó a fragmentarse en continen-tes más pequeños, que «derivaron» a sus posiciones ac-tuales. Se cree que la idea de Wegener de que los conti-nentes pudieran separarse se le pudo ocurrir al observar lafragmentación del hielo oceánico durante una expedicióna Groenlandia entre 1906 y 1908.

    34 C A P Í T U L O 2 Tectónica de placas: el desarrollo de una revolución científica

    ∗ Por Tectónica se entiende el estudio de los procesos que deforman lacorteza de la Tierra y las principales características estructurales produ-cidas por esa deformación, como las montañas, los continentes y lascuencas oceánicas.

    ? A VECES LOS ALUMNOS

    PREGUNTAN

    Si todos los continentes estaban unidos durante el pe-

    ríodo de Pangea, ¿qué aspecto tenía el resto de la Tierra 

    Cuando todos los continentes estaban unidos, también debióexistir un océano enorme que los rodeaba. Este océano se de-nomina Panthalassa ( pan = todo; thalassa = mar). Panthalassatenía varios mares más pequeños, uno de los cuales era elpoco profundo mar de Tethys , situado en el centro (véase Fi-gura 2.1). Hace unos 180 millones de años, el superconti-nente Pangea empezó a separarse y las distintas masas conti-nentales que hoy conocemos empezaron a derivar hacia susposiciones geográficas actuales. Hoy todo lo que queda dePanthalassa es el océano Pacífico, cuyo tamaño ha ido dis-minuyendo desde la fragmentación de Pangea.

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     Wegener y quienes defendían esta hipótesis reco-gieron pruebas sustanciales que respaldaban sus opiniones.El ajuste de Sudamérica y África y la distribución geográ-fica de los fósiles y los climas antiguos parecían apoyar laidea de que esas masas de tierra, ahora separadas, estuvie-ron juntas en alguna ocasión. Examinemos sus pruebas.

    Encaje de los continentes

    Como algunos antes que él, Wegener sospechó por pri-mera vez que los continentes podrían haber estado unidosen alguna ocasión al observar las notables semejanzas exis-tentes entre las líneas de costa situadas a los dos lados del

     Atlántico. Sin embargo, la utilización que él hizo de las lí-neas de costa actuales para hacer encajar los continentesfue inmediatamente contestada por otros geólogos. Estosúltimos sostenían, correctamente, que las líneas de costaestán siendo continuamente modificadas por procesoserosivos y sedimentarios. Aun cuando hubiera tenido lu-gar el desplazamiento de los continentes, sería improba-

    ble tal ajuste en la actualidad. Wegener parecía conscientede este hecho, ya que su ajuste original de los continentesera muy aproximado (Figura 2.1B).

    Los científicos han determinado que una aproxima-ción mucho mejor del verdadero límite externo de loscontinentes es la plataforma continental. En la actualidad,el borde de la plataforma continental se encuentra sumer-gido unos cuantos centenares de metros por debajo delnivel del mar. A principios de la década de los sesenta Sir

    Edward Bullard y dos de sus colaboradores produjeron unmapa en el que se intentaba ajustar los bordes de las pla-taformas continentales sudamericana y africana a profun-didades de 900 metros. El notable ajuste que se obtuvo semuestra en la Figura 2.2. Aunque los continentes se sola-paban en unos pocos lugares, se trata de regiones dondelas corrientes han depositado grandes cantidades de sedi-mentos, aumentando con ello el tamaño de las plataformascontinentales. El ajuste global fue incluso mejor de lo quehabrían sospechado quienes apoyaban la teoría de la de-riva continental.

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    Mar de TethysP      

     A    

    N    G   

    E    A  

     A. Reconstrucción moderna de Pangea

    B. La Pangea de Wegener

     Europa Asia Norteamérica

     África

     Antártida

     AustraliaSudamérica

    ▲ Figura 2.1 Reconstrucción de Pangea como se piensa que era hace 200 millones de años. A. Reconstrucción moderna. B. Reconstrucción

    realizada por Wegener en 1915.

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    Evidencias paleontológicas Aunque la semilla de la hipótesis de Wegener procedía delas notables semejanzas de los márgenes continentales aambos lados del Atlántico, al principio pensó que la ideade una Tierra móvil era improbable. No fue hasta quesupo que se habían encontrado organismos fósiles idénti-cos en rocas de Sudamérica y de África cuando empezó atomar en serio esta idea. A través de una revisión de la li-teratura científica, Wegener descubrió que la mayoría depaleontólogos (científicos que estudian los restos fosiliza-

    dos de organismos) estaban de acuerdo en que era nece-sario algún tipo de conexión continental para explicar laexistencia de fósiles idénticos de formas de vida meso-

    zoicas en masas de tierra tan separadas. (Igual que las for-mas de vida autóctonas de Norteamérica son muy distin-tas de las africanas, cabría esperar que durante la era

     Mesozoica los organismos de continentes muy separadosserían también bastante diferentes.)

     Mesosaurus  Para añadir credibilidad a su argumentosobre la existencia de un supercontinente, Wegener citócasos documentados de varios organismos fósiles que sehabían encontrado en diferentes masas continentales, apesar de las escasas posibilidades de que sus formas vivaspudieran haber cruzado el vasto océano que ahora separaestos continentes. El ejemplo clásico es el del Mesosaurus,

    un reptil acuático depredador de peces cuyos restos fósi-les se encuentran sólo en las lutitas negras del Pérmico(hace unos 260 millones de años) en el este de Sudaméri-ca y en el sur de África (Figura 2.3). Si el Mesosaurus hu-biera sido capaz de realizar el largo viaje a través del enor-me océano Atlántico meridional, sus restos deberían teneruna distribución más amplia. Como esto no era así, Wege-ner supuso que Sudamérica y África debieron haber esta-do juntas durante este período de la historia de la Tierra.

    ¿Cómo explicaban los científicos de la época de Wegener la existencia de organismos fósiles idénticosen lugares separados por miles de kilómetros de mar

    abierto? La explicación más ampliamente aceptada a estetipo de migraciones fueron los puentes de tierra transo-ceánicos (Figura 2.4). Sabemos, por ejemplo, que du-rante el último período glacial la bajada del nivel delmar permitió a los animales atravesar el corto estrechode Bering entre Asia y Norteamérica. ¿Era posible quepuentes de Tierra hubieran conectado en alguna oca-sión África y Sudamérica y luego se hubieran sumergi-do por debajo del nivel del mar? Los mapas actuales delfondo oceánico confirman el argumento de Wegener deque nunca habían existido puentes de tierra de esta mag-

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     varios estadios hace entre 180 y 165 mi-llones de años. Este lapso de tiempo pue-de utilizarse como la «fecha de nacimien-to» de esta sección del Atlántico norte.

    Hace 130 millones de años, el Atlán-

    tico sur empezó a abrirse cerca de la pun-ta de lo que ahora es Sudáfrica. Confor-me esta zona de separación migraba haciael norte, el Atlántico sur se abría de ma-nera gradual (compárense los esquemas B

     y C de la Figura 2.A). La fragmentacióncontinua de la masa continental meridio-nal condujo a la separación de África y la

     Antártida y empujó a la India a un viajehacia el norte. Al principio del Cenozoi-co, hace unos 50 millones de años, Aus-tralia se había separado de la Antártida y el Atlántico sur había emergido como un

    océano completamente desarrollado (Fi-gura 2.A, parte D).Un mapa moderno (Figura 2.A, parte

    F) muestra que la India acabó colisionan-do con Asia, un acontecimiento que em-pezó hace unos 45 millones de años y creóla cordillera del Himalaya, junto con lastierras altas tibetanas. Aproximadamente

    al mismo tiempo, la separación de Groen-landia de Eurasia completó la fragmenta-ción de la masa continental septentrio-nal. Durante los últimos 20 millones deaños, aproximadamente, de la historia de

    la Tierra, Arabia se separó de África y seformó el mar Rojo, y la Baja Californiase separó de Méjico, formando el golfo deCalifornia (Figura 2.A, parte E). Mien-tras, el arco de Panamá se unió a Norte-américa y Sudamérica, produciéndose así el aspecto moderno que conocemos denuestro planeta.

    Sudamérica

     África

    Superposición

    Hueco

    ▲ Figura 2.2  Aquí se muestra el mejor ajuste entre Sudamérica y África a lo largo del talud continental a una profundidad de unos900 metros. Las áreas de solapamiento entre los bloquescontinentales están coloreadas en marrón. (Tomado de A. G.Smith, «Continental Drift». En Understanding the Earth, editado por I. G. Gass).

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    nitud. De ser así, sus restos estarían todavía debajo delnivel del mar.

    Glossopteris   Wegener citó también la distribución delhelecho fósil Glossopteris como una prueba de la existen-cia de Pangea. Se sabía que esta planta, caracterizada porsus grandes semillas de difícil distribución, estaba muy dispersa entre África, Australia, India y Sudamérica du-rante el Paleozoico tardío. Más tarde, se descubrierontambién restos fósiles de Glossopteris en la Antártida. We-gener también sabía que esos helechos con semilla y la flo-ra asociada con ellos crecían sólo en un clima subpolar.

    Por consiguiente, llegó a la conclusión de que cuando lasmasas de tierra estuvieron unidas se encontraban muchomás cerca del Polo Sur.

    Organismos actuales  En una edición posterior de su li-bro, Wegener citó también la distribución de los organis-mos actuales como una prueba de apoyo para la deriva delos continentes. Por ejemplo, los organismos actuales cu-

     yos antepasados eran similares tuvieron que evolucionarclaramente en aislamiento durante las últimas decenas demillones de años. El caso más obvio son los marsupialesaustralianos (como los canguros), que tienen un vínculo

    38 C A P Í T U L O 2 Tectónica de placas: el desarrollo de una revolución científica

    Sudamérica

     África

    Figura 2.4 Estos bocetos de JohnHolden ilustran varias explicaciones parala aparición de especies similares enmasas de tierra que en la actualidadestán separadas por un enorme océano.(Reimpreso con el permiso de JohnHolden.)

    Figura 2.3 Se han encontrado fósiles deMesosaurus a ambos lados del Atlántico sur yen ningún otro lugar del mundo. Los restosfósiles de éste y otros organismos en loscontinentes africano y sudamericanoparecen unir estas masas de tierra entre el

    final del Paleozoico y el comienzo delMesozoico.

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    fósil directo con la zarigüeya, marsupial encontrado en elcontinente americano. Después de la fragmentación dePangea, los marsupiales australianos siguieron un caminoevolutivo distinto que las formas vivas del continente ame-ricano relacionadas con ellos.

    Tipos de rocas y semejanzas estructuralesCualquiera que haya intentado hacer un rompecabezassabe que, además de que las piezas encajen, la imagendebe ser también continua. La imagen que debe encajaren el «rompecabezas de la deriva continental» es la de loscontinentes. Si los continentes estuvieron juntos en el pa-sado, las rocas situadas en una región concreta de un con-tinente deben parecerse estrechamente en cuanto a edad

     y tipo con las encontradas en posiciones adyacentes delcontinente con el que encajan. Wegener encontró prue-bas de rocas ígneas de 2.200 millones de años de antigüe-

    dad en Brasil que se parecían mucho a rocas de antigüe-dad semejante encontradas en África.

    Pruebas similares existen en forma de cinturonesmontañosos que terminan en la línea de costa, sólo parareaparecer en las masas continentales situadas al otro ladodel océano. Por ejemplo, el cinturón montañoso quecomprende los Apalaches tiene una orientación noresteen el este de Estados Unidos y desaparece en la costa de

     Terranova. Montañas de edad y estructuras comparablesse encuentran en las Islas Británicas y Escandinavia.Cuando se reúnen esas masas de tierra, como en la Figu-ra 2.5, las cadenas montañosas forman un cinturón casi

    continuo. Wegener debía de estar convencido de que las se-mejanzas en la estructura de las rocas en ambos lados del

     Atlántico relacionaban esas masas de tierra cuando dijo:«Es como si fuéramos a recolocar los trozos rotos de unperiódico juntando sus bordes y comprobando después silas líneas impresas coinciden. Si lo hacen, no queda másque concluir que los trozos debían juntarse realmente deesta manera».

    Evidencias paleoclimáticasDado que Wegener era meteorólogo de profesión, estaba

    muy interesado en obtener datos paleoclimáticos ( paleo

    antiguo, climatic clima) en apoyo de la deriva continen-tal. Sus esfuerzos se vieron recompensados cuando en-contró pruebas de cambios climáticos globales aparente-mente notables durante el pasado geológico. En concreto,dedujo de depósitos glaciares antiguos que grandes masasde hielo cubrían extensas áreas del hemisferio Sur, a fina-les del Paleozoico (hace unos 300 millones de años). Enel sur de África y en Sudamérica se encontraron capas desedimentos transportados por los glaciares de la mismaedad, así como en India y en Australia. Gran parte de las

    zonas que contienen pruebas de esta glaciación paleozoi-ca tardía se encuentra en la actualidad en una franja de 30grados en torno al Ecuador en un clima subtropical o tro-pical.

    ¿Pudo la Tierra haber atravesado un período de fríosuficiente como para generar extensos glaciares en zonasque son tropicales en la actualidad? Wegener rechazó estaexplicación, porque durante el Paleozoico tardío existie-

    ron grandes pantanos tropicales en el hemisferio norte.Estas ciénagas, con su lujuriosa vegetación, se convirtie-ron finalmente en los principales campos de carbón deleste de Estados Unidos, Europa y Siberia.

    Los fósiles de estos niveles de carbón indican que loshelechos arbóreos que produjeron los depósitos de carbóntenían grandes frondas, lo que indica un ambiente tropi-cal. Además, a diferencia de los árboles de los climas másfríos, estos árboles carecían de anillos de crecimiento, unacaracterística de las plantas tropicales que crecen en re-giones con fluctuaciones mínimas de la temperatura.

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    Europa

    Groenlandia

    Montañas Apalaches

    Escandinavia

    MontañasCaledónicas

    IslasBritánicas

    Norteamérica

     África

    ▲ Figura 2.5 Unión de cordilleras montañosas a través del Atlántico Norte. Los Apalaches se sitúan a lo largo del flanco orientalde América del Norte y desaparecen de la costa de Terranova.Montañas de edad y estructuras comparables se encuentran en lasislas Británicas y Escandinavia. Cuando esas masas de tierra secolocan en sus posiciones previas a la separación, esas cadenasmontañosas antiguas forman un cinturón casi continuo. Esoscinturones montañosos plegados se formaron hace

    aproximadamente 300 millones de años conforme las masas detierra colisionaron durante la formación del supercontinente Pangea.

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     Wegener sugirió que el supercontinente Pangeaproporcionaba una explicación más plausible para la gla-ciación del final del Paleozoico. En esta configuración loscontinentes meridionales están unidos y se sitúan cerca delPolo Sur (Figura 2.6B). Esto explicaría las condiciones

    necesarias para generar extensiones enormes de hielo gla-cial sobre gran parte del hemisferio meridional. Al mis-mo tiempo, esta geografía colocaría las masas septen-trionales actuales más cerca del Ecuador y explicaría susenormes depósitos de carbón. Wegener estaba tan con-

     vencido de que su explicación era correcta que escribió:«Esta prueba es tan convincente que, por comparación,todos los demás criterios deben ocupar una posición se-cundaria».

    ¿Cómo se desarrolló un glaciar en el centro de la ca-liente y árida Australia? ¿Cómo migran los animales te-rrestres a través de extensiones enormes de mar abierto?

    Por muy convincente que esta evidencia pudiera habersido, pasaron 50 años antes de que la mayoría de la co-munidad científica aceptara el concepto de la deriva con-tinental y las conclusiones lógicas que de él se derivan.

    El gran debate

    La propuesta de Wegener no fue muy discutida hasta1924, cuando su libro fue traducido al inglés, francés, es-pañol y ruso. Desde ese momento hasta su muerte, en1930, su hipótesis de la deriva tuvo muchas críticas hosti-les. El respetado geólogo norteamericano R. T. Cham-berlain afirmó: «La hipótesis de Wegener es en generaldel tipo de las hipótesis poco fundadas, en las que se to-man considerables libertades con nuestro planeta, y estámenos ligada por restricciones o atada por hechos desa-

    gradables e inconvenientes que la mayoría de sus teoríasrivales. Su atractivo parece radicar en el hecho de que sedesarrolla un juego en el cual hay pocas reglas restrictivas

     y un código de conducta poco estipulado». W. B. Scott, antiguo presidente de la Sociedad Fi-

    losófica Norteamericana, expresó la opinión que predo-minaba en Norteamérica sobre la deriva continental enmenos palabras al describir la hipótesis como «un com-pleto disparate».

    Rechazo de la hipótesis de la derivacontinental

    Una de las principales objeciones a la hipótesis de Wege-ner parece haber procedido de su incapacidad para iden-tificar un mecanismo capaz de mover los continentes a tra-

     vés del planeta. Wegener sugirió dos mecanismos posiblespara la deriva continental. Uno de ellos era la fuerza gra-

     vitacional que la Luna y el Sol ejercen sobre la Tierra y queprovoca las mareas. Wegener argumentaba que las fuerzasmareales afectarían principalmente la capa más externa dela Tierra, que se deslizaría como fragmentos continenta-les separados sobre el interior. Sin embargo, el destacadofísico Harold Jeffreys contestó correctamente con el ar-gumento de que las fuerzas mareales de la magnitud ne-

    cesaria para desplazar los continentes habrían frenado larotación de la Tierra en cuestión de unos pocos años. Wegener sugirió también, de manera incorrecta, que

    los continentes más grandes y pesados se abrieron paso porla corteza oceánica de manera muy parecida a como losrompehielos atraviesan el hielo. Sin embargo, no existíanpruebas que sugirieran que el suelo oceánico era lo bastantedébil como para permitir el paso de los continentes sin de-formarse él mismo de manera apreciable en el proceso.

    En 1929, una fuerte oposición a la idea de Wegenerprocedía de todas las áreas de la comunidad científica. A 

    40 C A P Í T U L O 2 Tectónica de placas: el desarrollo de una revolución científica

    ▲ Figura 2.6 Pruebas paleoclimáticas de la deriva continental.A. Casi al final del Paleozoico (hace unos 300 millones de años) loscasquetes de hielo cubrían áreas extensas del hemisferio sur y laIndia. Las flechas indican la dirección del movimiento del hielo quepuede deducirse de las estrías glaciares de la roca subyacente.B. Se muestran los continentes recolocados en su posición anterior,con el polo Sur situado aproximadamente entre la Antártida y África. Esta configuración explica las condiciones necesarias paragenerar un extenso casquete glaciar y también explica lasdirecciones del movimiento glaciar que se alejaban del polo Sur.

    Nortea-mérica

    Eurasia

     África

    Suda-mérica

    IndiaPolo Sur

     Antártida

    Mar deTethys

    Ecuador

     Australia

     A.

    B.

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    pesar de estas afrentas, Wegener escribió la cuarta y últi-ma edición de su libro, manteniendo su hipótesis básica y añadiendo nuevas pruebas de apoyo.

    En 1930, hizo su cuarto y último viaje a la zona gla-ciar de Groenlandia. Aunque el objetivo fundamental de

    esta expedición era estudiar el duro clima invernal en estaisla cubierta de hielo, Wegener continuó comprobando suhipótesis de la deriva continental. Wegener creía que lasdeterminaciones repetidas de la longitud en el mismo pun-to exacto verificarían la deriva de Groenlandia hacia eloeste con respecto a Europa. Aunque los primeros esfuer-zos en los que se utilizaron métodos astronómicos parecí-an prometedores, los trabajadores daneses que tomaron lasmedidas en 1927, 1936, 1938 y 1948 no encontraron prue-bas de la deriva. Por tanto, la prueba fundamental de We-gener fracasó y su hipótesis perdió crédito. En la actuali-dad las técnicas modernas permiten a los científicos medir

    el desplazamiento gradual de los continentes que Wege-ner había esperado detectar.En noviembre de 1930, mientras volvía de Eismitte

    (una estación experimental localizada en el centro de Gro-enlandia), Wegener murió junto con su compañero. Su in-trigante idea, sin embargo, no murió con él.

    La deriva continental y el métodocientífico

    ¿Qué fue mal? ¿Por qué no fue capaz Wegener de modi-ficar el punto de vista científico establecido de su época?En primer lugar, aunque el núcleo de su hipótesis era co-

    rrecto, contenía muchos detalles incorrectos. Por ejemplo,los continentes no se abren paso a través del suelo oceá-nico, y la energía de las mareas es demasiado débil paraimpulsar el movimiento de los continentes. Además, paraque cualquier teoría científica exhaustiva gane aceptacióngeneral, debe hacer frente al examen crítico desde todaslas áreas de la ciencia. Esa misma idea fue comentada muy bien por el propio Wegener en respuesta a sus críticoscuando dijo: «Los científicos todavía no parecen entendersuficientemente que todas las ciencias deben aportar prue-bas para desvelar el estado de nuestro planeta en los pe-ríodos más primitivos, y la verdad de la cuestión sólo pue-

    de alcanzarse combinando todas estas pruebas». A pesarde la gran contribución de Wegener a nuestro conoci-miento de la Tierra, no todas las pruebas apoyaban la hi-pótesis de la deriva continental como él la había formula-do. Por consiguiente, el propio Wegener respondió a lamisma pregunta que probablemente él debió formularsemuchas veces. «¿Por qué rechazan mi propuesta?»

     Aunque muchos de los contemporáneos de Wege-ner se oponían a sus puntos de vista, incluso hasta consi-derarlo claramente ridículo, unos pocos consideraronplausibles sus ideas. Entre los más notables de este último

    grupo se encontraba el eminente geólogo sudafricano Ale- xander du Toit y el bien conocido geólogo escocés ArthurHolmes. En 1937, du Toit publicó Our Wandering Conti-nents, donde eliminó algunos de los puntos más débiles dela teoría de Wegener y añadió una gran cantidad de nue-

     vas pruebas en apoyo de su revolucionaria idea. En 1928 Arthur Holmes propuso el primer mecanismo impulsorplausible para la deriva continental. En el libro de HolmesGeología física, elaboraba esta idea sugiriendo que las co-rrientes de convección que actúan dentro del manto eranresponsables de la propulsión de los continentes a travésdel planeta.

    Para estos pocos geólogos que continuaron la bús-queda, el apasionante concepto del movimiento de loscontinentes atraía su interés. Otros consideraban la deri-

     va continental como una solución a observaciones previa-mente inexplicables. Sin embargo, la mayor parte de la co-

    munidad científica, en especial en Norteamérica, rechazóabiertamente la deriva continental o al menos la trató conun escepticismo considerable.

    Deriva continental y paleomagnetismo

    En las dos décadas siguientes al fallecimiento de Wegeneren 1930, se arrojó muy poca luz nueva sobre la hipótesisde la deriva continental. Sin embargo, a mediados de ladécada de los años cincuenta, empezaron a surgir dos nue-

     vas líneas de evidencia, que cuestionaban seriamente lacomprensión científica básica del funcionamiento de la Tierra. Una línea procedía de las exploraciones del suelooceánico y se tratará más adelante. La otra línea de prue-bas procedía de un campo relativamente nuevo: el  paleo-magnetismo.

    El campo magnético de la Tierra y el paleomagnetismoCualquiera que haya utilizado una brújula para orientar-se sabe que el campo magnético de la Tierra tiene un polonorte y un polo sur magnéticos. En la actualidad estos po-

    los magnéticos se alinean estrecha, pero no exactamente,con los polos geográficos. (Los polos geográficos, o polonorte y polo sur verdaderos, son los puntos en los que eleje de rotación terrestre hace intersección con la superfi-cie.) El campo magnético de la Tierra es similar al gene-rado por una barra imantada. Líneas de fuerza invisiblesatraviesan el planeta y se extienden de un polo magnéticoal otro como se muestra en la Figura 2.7. La aguja de unabrújula, un pequeño imán con libertad para rotar sobre uneje, se alinea con esas líneas de fuerza y apunta hacia lospolos magnéticos.

    Deriva continental y paleomagnetismo 41