Experiencia inteligencia emocional martina bragado
-
Upload
davidsanchezbarbudo -
Category
Documents
-
view
187 -
download
1
Transcript of Experiencia inteligencia emocional martina bragado
EXPERIENCIA SOBRE INTELIGENCIA EMOCIONAL
Etapa educativa: 1er ciclo Ed. Infantil.
Edad de los niños: 2 – 3 años (aula de mayores 1).
Tutora: Martina Bragado Rodríguez.
La experiencia que a continuación voy a describir no es un hecho puntual y
aislado en mi aula sino una rutina diaria que llevamos a cabo desde principio de curso y
que tiene una duración de unos 2 – 3 minutos. A los niños les gusta mucho y participan
activamente.
EL PANEL DEL ESPEJO
Cada mañana nos sentamos en círculo y designo al niño/a que, por orden de
lista, le toca ser el “encargado” del día. Este niño, con mi ayuda (o sin ella, dependiendo
del niño), cuenta numéricamente a los niños, piensa quién falta, marca el día de la
semana que es, observa el tiempo atmosférico… y además acude a un panel que
tenemos en el aula para decidir qué emoción quiere representar físicamente. Este panel
cuenta con un espejo, cuatro caras esquemáticas pegadas con velcro representando
cuatro emociones (contento, triste, enfadado y sorprendido) y un espacio vacío con
velcro para poner una de las caras.
La dinámica es la siguiente: el encargado/a se acerca al panel y decide qué carita
quiere poner sobre el espejo (puede ser porque le guste, porque le haga gracia, porque
realmente se sienta así… lo dejo un poco a su elección). Una vez colocada, él mismo
nos dirá verbalmente qué emoción es y se mirará al espejo gesticulando dicha emoción.
A continuación se girará y mostrará su gesto a los demás niños, y todos juntos (tutora
incluida, por supuesto) pondremos también el gesto en el rostro y lo acompañaremos
con variaciones secuenciadas:
- contento: primero una sonrisa, luego una gran sonrisa mostrando los dientes,
luego pequeñas risas, grandes carcajadas, risas con las cinco vocales, nos
caemos al suelo de la risa…
- triste: primero boca cerrada y cabizbajos, luego brazos caídos, luego puchero,
llanto…
- enfadado: primero ceño fruncido, luego con los labios apretados, luego de
brazos cruzados, gruñendo…
- sorprendido (siempre es una sorpresa positiva): primero boca en forma de “o”,
luego nos llevamos una mano a la cara o a la cabeza, luego la boca se abre un
poco más y el gesto empieza a mezclarse con el de contento.
Esta actividad tiene dos finales distintos:
1. Si la emoción elegida fue “contento” o “sorprendido”, después de habernos
reído hasta acabar por los suelos, les digo a los niños que nos vamos a
tranquilizar sentándonos de nuevo y respirando por la nariz inflando la barriga
como si fuéramos globos. Hacemos 5 o 6 respiraciones, nos sonreímos y
cambiamos de actividad.
2. Si la emoción elegida fue “triste” o “enfadado”, con las que de verdad nos
hemos tenido que esforzar mental y físicamente, a continuación pregunto a los
niños si realmente les gusta estar así o si prefieren estar contentos, a lo cual
todos suelen responder que prefieren estar contentos, así que relajamos el gesto
y simplemente sonreímos.
OBSERVACIONES Y RESULTADOS
- Es una actividad que realmente les encanta y todos acaban participando en ella.
- Dependiendo de la edad utilizan un criterio u otro para la elección de la cara: por
lo general, los niños más pequeños del aula eligen de acuerdo a cómo se sienten
en ese momento (que suele ser “contento”, porque han sido designados
encargados y son los protagonistas) mientras que los niños más mayores del aula
buscan más la diversión de interpretar una emoción que no sienten y eligen
cualquiera menos “contento”.
- Los niños se sienten muy implicados en la actividad, tanto que en algún caso de
“triste” a un par de niños se les escapó una lágrima.
- Cuando relajamos el gesto tras las emociones de “triste” o “enfadado” es curioso
escuchar que muchos niños suspiran de alivio tras el esfuerzo y la vuelta a la
normalidad.
- Independientemente de la emoción elegida e interpretada, tras esta actividad se
aprecia en los niños unos minutos de mayor tranquilidad y atención.
- Creo que es una actividad muy completa porque no sólo se trabaja el
reconocimiento de emociones en uno mismo y en los demás de manera interior y
exterior, sino que también permite crear un momento de conexión entre todos
los alumnos y con la tutora que nos une más como grupo-aula y favorece el
desarrollo de la empatía.