Extraños Cuentos Breves - Angel Cuevas

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Cuentos breves

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  • Extraos cuentos breves

    Por: Miguel ngel Cuevas Guinto

    Todos los derechos reservados 2013

    Prohibida la reproduccin total o parcial de esta obra.

    TABLA DE CONTENIDO

    El pacto Nada Cobarda

    En la montaa El judicial El cdigo fuente de Dios

    La despedida Quin quiere estar loco? Invencible

    Emilio Mi miedo La primera vez

    El secreto El extrao La bsqueda

    Treinta y cinco aos despus Prisciliano El loco

    El segundo nacimiento El vuelo La visita

    Ligero como el aire El libro La partida

    La declaracin El cerdo Regresaste?

    Nunca jams Panchito el sapo El feo

    Un mal da La sordera Cmo muri el Chavo del 8?

    El buen da La cacera El celular

    El nacimiento La llorona

    Mi vida

    El pacto

    Despus de muchos aos la volva a ver, estaba sonriente y miraba detenidamente con la atencin perdida en el ensimismamiento que tanto me llenaba decuriosidad; me asombr, que lo que supuse una mana perviviera al desgaste de tantos aos, ahora caa en la cuenta que aquella mirada vaga en los momentos enque pareca mirar atentamente, provenan ms all de una superficial banalidad.

    Durante largos aos slo tuve ocasin de mirarla en tres ocasiones, breves momentos de recuerdo pcaros de una reciente juventud que se marchara a pasos

    apresurados; ahora era diferente, poco quedaba de la atraccin que alguna vez nos hizo jurar un pacto de amor invocado en tres ocasiones; la ltima vez que la vi llor lleno de nostalgia dolorosa, pero no por la ternura del encuentro, lloraba por mi, por lo que supona que haba perdido y ella traa de regreso. Haba dejadode ser joven, pero ella me miraba como ayer, y en el espejo radiante de sus ojos no encontraba el reproche de los aos idos.

  • En una ocasin de loco apasionamiento nos juramos que cuando el tiempo y la distancia nos separaran, cuando los aos pasaran y el destino nos deparara

    otra suerte y otros brazos, cualquiera de los dos poda exigirle al otro un encuentro amoroso.

    Ella segua mirando con su atenta mirada perdida y la misma sonrisa hmeda de siempre; yo siempre cre en las segundas oportunidades, en las vueltas de lavida que nos trae y lleva siempre al mismo lugar; pero el paso de los aos empezaba a quebrantar esa creencia, ya no quedaba tiempo para nuevas vueltas ynuevos regresos, la vida terminaba por colocarnos en la posicin de espectador, ahora la rueda giraba para los otros, los que tiene tiempo todava de ir y venir.Volvi la mirada y, con ello trajo un torrente de sentimientos encontrados, su presencia terminaba por ahogarme de nostalgia, en ella estaban los recuerdosolvidados, las vueltas de la vida, los sueos incumplidos, con ella estaba lo que fui y lo que pude ser y lo que soy, lo completo e inacabado de toda una vida.

    Me abraz y me bes con un beso rpido, pronunci mi nombre con una voz fresca juvenil, una voz cargada en su equipaje como precioso tesoro de

    juventud; me tom del brazo y caminamos juntos, como eternos amantes. Se volvi a mirarme con sus ojos rejuvenecedores y me dijo: Te acuerdas del pacto?

    En la montaa

    Mara los escucho venir como un rumor, un tropel silencioso que rasgaba la noche, se incorpor del rstico camastro y tom entre sus brazos al pequeochilpayate que dorma profundamente, lo apret contra su pecho, mientras el perro que ladraba aull lastimeramente; una embestida derrib la puerta. Losdemonios de verde, sudorosos y jadeantes lo invadieron todo.

    A ver tu india!, donde est tu marido? Le dijo uno que iba al frente. Su hijo empez a llorar, Mara chill, quiso luchar cuando se lo arrebataron. Nada poda

    contra ellos que violentamente, una y otra vez preguntaban por el paradero de un marido mujeriego y borracho que no vea hace mucho tiempo.

    Despus se qued sola, el silencio le apretaba los odos, junto a ella, su hijo haba dejado de llorar, estaba quieto arrullado por el vaivn de una docena de carasansiosas que desfilaron frente al camastro.

    Carg al nio y en la noche oscura encamin sus pasos rumbo al arroyo, all lavara las penas de su alma y la suciedad de su cuerpo; pronto el sol despuntara,

    echara lumbre al fogn del caf, al fogn de los frijoles y las tortillas, entonces nada recordara, nada quedara del mal sueo, las limpias aguas del arroyo se lollevaban todo.

  • La despedida

    Lo visit por ltima vez; l saba que no volvera cuando le di un beso de despedida en la mejilla; mi amigo estaba plido, mora sin duda; cuando hice el intento

    de marcharme me pidi que me acercara, yo le prest el odo; un moribundo debe tener sobradas prerrogativas, sobre todo cuando se trata de tu mejor amigo.

    Por los buenos tiempos!, dijo cansado; por los buenos tiempos contest, su aliento arda cuando nuevamente musit; vete, no vuelvas!, el tiempo no semalgasta visitando moribundos; ya tendremos tiempo suficiente, salvar la distancia entre la vida y la muerte, es tan simple que slo consiste en morirse; recuerdaque la vida siempre tiene prisa y termina por adelantarse, la trampa est en querer alcanzarla, an cuando sabemos que la muerte acecha al principio, en cadatrecho y al final del camino.

    Le dije que s, que crea saberlo, pero en mi interior cuestion la razn por la que los muertos pretenden ser ms sabios que cuando viven.

    Emilio

    Emilio era muy pobre, viva con sus padres y hermanos en las afueras de la pequea ciudad, en una casuca de una huerta que cuidaban.

    Todos los das caminaba varios kilmetros bajo el ardiente sol, siempre llegaba sediento, pero contento y sonriente de mirar a la gente ir venir, pero sobretodo

    de ver tantas y tantas mujeres de dulce olor, l tena hermanas, pero ninguna ola como las mujeres de la ciudad.

    Emilio se alquilaba por unos pesos o por un taco, era muy diligente en los encargos de la gente, que lo buscaban cuando tenan necesidad de un quehacer o unsimple mandado. Iba y vena, lo conocan muy bien en aquel pueblo con ttulo de ciudad.

    A veces se acercaba a las mujeres, quera aspirar de cerca ese aroma que lo inquietaba; pero huan despavoridas, en ocasiones regresaban acompaadas de

    hombres que golpeaban a Emilio; las ms, slo se alejaban maldicindolo.

    Emilio naci de madrugada, durante una violenta tormenta que caus muchos estropicios, la comadrona estaba furiosa, aquel bulto de cuatro kilos se negaba asalir y cuando lo hizo no mugi como todos los nio, slo se qued quieto y morado. Por el recuerdo de la tormenta, sus padres creen saber que Emilio debe contar con veinticinco aos.

    Emilio calzaba huaraches de correas gruesas y toscas, siempre llenos de lodo, pantaln de talla indefinida; a menudo volva a su casa con ropa que la gente le

    regalaba, antes que tirarla; camisa sin abotonar, anudada a la cintura; sobre su cabeza de crines indomables, un deshilachado sombrero de palma. Emilio era anchoy fuerte, no muy alto; sus manos acostumbradas al diario esfuerzo deban contener bastante fuerza, pero jams las haba alzado contra nadie, aunque se lomereciera; su abdomen se pronunciaba brillante de grasa y sudor a consecuencia de las ganancias de su diligencia; en su cara, picoteada de un feroz ataque deviruelas del que ya lo daban por muerto, se adverta cierto miedo; algunos trataban de ser compasivos, otros le espetaban a diario su desprecio con burlas yagresiones y, todos, absolutamente todos lo soportaban slo el tiempo necesario.

  • Un da Emilio empez a hincharse, se le hincharon los brazos, se le hincho la cara y dej de sonrer al percibir el dulce aroma. Pronto dej de ir a la ciudad, y

    luego se supo que haba muerto y su recuerdo perdur un tiempo; como la muerte del Palomo, un caballo cornado en la feria del pueblo o, la de Travieso, el perrodel vecino atropellado por un auto.

    El secreto

    En mltiples ocasiones haba pensado los pros y los contras, pero se negaba a decidirse, tena miedo de enfrentarlo!, tena miedo de las consecuencias!; si

    tuviera valor, el valor suficiente para decirlo cara a cara!, para apualarlo con su verdad!, para acribillarlo con la mirada, que bien ocultaba una verdad o unamentira del tamao del mundo!

    Era su amigo, su compaero; cuando posaba su amistoso brazo sobre su hombro se estremeca con placer y angustia, su corazn se detena por un instante,

    para saltar en un galope incontenible.

    Cmo decirle que le gustaba, como decirle que abrigaba la loca esperanza de la correspondencia.

    El era su amigo, l era su parna de toda la vida!

    Treinta y cinco aos despus

    Juan Marn Palacios! Escuch cantar el nombre con una voz aguda, cmica que movi a la risa; as se presentaba al mundo escolar, aquel hombrecito queaseguraba que conquistara el mundo.

    Lo encontr una tarde, a pesar de las canas y del tiempo transcurrido, mantena el mismo cuerpo enteco, una sonrisa y unos ojos que parecan burlarse del

    mundo y sus penas; de inmediato lo reconoc, y por extrao que parezca me reconoci.

  • Me cont de sus planes y proyectos, exactamente como si el tiempo no hubiera pasado, como si reanudramos una pltica pospuestas horas antes. Sus ojos

    sonrean con la misma expresin de porfa y cumplimiento futuro de los aos mozos.

    Se march, y como ayer, dej en m la misma sensacin. Lograr lo que se proponga, me dije por un instante, ante de caer en cuenta que la edad de los sueosse encontraba mucho tiempo atrs, entre los recodos de la esperanza, la ilusin y el desengao.

    El segundo nacimiento

    Fue una tarde en que despus de una siesta abr los ojos, todo me pareca extrao, como si por primera vez abriera una puerta prohibida y me enfrentara a lo

    desconocido; me llam la atencin el calendario, en el se apreciaba una fecha; un ao, un mes, un da; una fecha desconocida en mi memoria infantil, donde el tiempono se meda por el paso de las horas, sino por el descubrimiento diario de la vida.

    Todo pareca deslumbrante, nuevo, cre que no acababa de despertar, que soaba o que renaca atravesando el frgil cascarn de mi primera niez.

    Lo cierto es que desde aquella tarde tengo conciencia del paso del tiempo, de los calendarios ominosos que me muestran rigurosos el mes, el ao en que se

    vive o se muere. Ah desde entonces empec a envejecer!

    Ligero como el aire

  • Muy temprano lo inquiet la extraa sensacin de liviandad, como si miles de ligeras burbujas intentaran soliviantar el peso de su cuerpo. La sensacin era

    tan real que extenda los brazos pretendiendo anclarse a la cama, temeroso de verse elevar por los aires como globo de feria. Pens en la cena de vegetales y elespumoso licuado para la digestin, sin duda su penuria de la maana tena culpable en esa mezcla de hierbas y un toque de bicarbonato que tom por la noche sinrespirar.

    Se incorpor sujetndose, una rfaga de aire lo llen de pnico y se cogi del dintel temiendo lo peor, estuvo as por varios minutos, se senta zarandeado ante

    la ms leve brisa; lleg hasta su patio y se content de encontrar una pesada roca, la carg trabajosamente, discerniendo sobre el trabajo de montarla sobre suhombro y el servicio inapreciable que le prestaba el peso.

    Al principio fue novedad que mova a la intriga, un profesor de andar medroso, cargando pesos sobre su hombro, pero pronto la gente dej de admirarse y

    prestar atencin a la extravagancia del profesor, luego slo los nios lo sealaban y algunos piadosos que murmuraban: un loco ms en el pueblo!

    La declaracin

    Siempre llegaba con un ramo de rosas, digo, si se puede llamar ramo de rosas a unas flores apretujadas y marchitas recogidas aqu y all.

    Se acercaba sonriendo, iluminando los ojos cuando alargaba la mano y ofreca aquellas flores como un tesoro invaluable.

    Ella las reciba juguetonamente, agradeciendo con una expresin que acompaaba de un parpadeo, los expertos y conocedores de gestos femeninos,consideraran el contenido del gesto como de sutil coquetera.

    Esta vez no se retir como acostumbraba, las risas alegres se detuvieron antes de empezar; el corro de jvenes se removi inquieto ante lo imprevisto. l por

    primera vez en mucho tiempo dijo algo, lo dijo con una voz inquieta que nadie conoca y que se trab una y otra vez mientras se esforzaba mostrando una lengua que chasqueaba atascndose entre unos dientes descuidados e incompletos.

    Algo que son o se escuch como: T te quieres casar conmigo?

    El inquieto silencio atron en cantarn coro de juveniles carcajadas. Te quieres casar conmigo? Reverberaba como una broma que mereca rer toda la vida,

    como una burla perfecta, labrada por el mismo seor de las bromas, si tal seor existiera.

    El pobre infeliz retrocedi torpemente, en su juventud marchita de harapiento vestido, signada por una locura magnnima se dibuj cruel la sensatez; por unsegundo, por un instante malhadado, la luz de la conciencia lo ilumin y supo de su miserable condicin. Llev las manos al rostro lleno de horror, arranc gironesde piel, mientras se acurrucaba gimiendo quedamente.

  • Nunca jams

    Venan polvosos y cansados, no llegaron juntos, primero mi madre y mis hermanos, despus en grupos de dos o tres parientes de gestos adustos que

    intercambiaban miradas y palabras tan anodinas como su propia pena.

    Algunos haba venido de muy lejos tras dcadas de ausencia, otros forzados por la formalidad se mantenan fieles en espera de los ltimos trmites delprotocolo.

    Durante tres das desfilaron por mi casa y por nuestra mesa amigos, familiares y desconocidos que agotaron una y otra vez las viandas, la muchedumbre

    pareca interminable; nada era ms importante que la atencin de quienes nos visitaban silenciosos, ensimismados de una pena ajena.

    Pero ahora se marchaban, se retiraban como llegaron, uno a uno o en grupos, se rean contentos de marcharse, de haber cumplido a cabalidad con uncompromiso ineludible; la algaraba terminaba, la fiesta del duelo tocaba a su fin.

    La casa se qued sola, la soledad sombra me record la ausencia irremediable, entonces sent un filoso fri atravesar mi pecho; un filoso frio que me hizo

    sollozar, llenndome de la plena conciencia de que ya no estaba, que no estara jams.

  • Un mal da

    Los aos pasan y, en el aleteo de la gaviota o el murcilago de la vida, de pronto me encontr sentado, meditando en lo pronto del tiempo, miro atrs, y

    apenas en el prximo recodo, he visto a un nio caminando, lo he visto crecer lleno de sueos que florecan y revoloteaban por su cabeza como mariposas o floresmulticolores que alegremente esperanzaban el porvenir. Rpidos eran sus pasos, tan rpidos que pronto dej atrs el florido jardn que aureolaba su vida, quiso coger las briznas de su esperanza, pero slo la marchitez seca de sus sueos apenas si animaban su paso.

    Su paso de pronto se torno tan rpido que en un suspiro del alma ma estuvo a mi lado, junto a mi, tan cerca de mi que sus secos sueos fueron los mos, lo vi

    llorar de tristeza al saber en lo que se haba convertido, en la sombra del ayer, en el seco tronco del ahora.

    El buen da

    Hoy he abierto los ojos, no entraba la luz de la maana, ni oa el gorjeo de las aves anunciar un nuevo da; slo despert, slo sent latir la vida en mi pechomientras me grua el hambre dicindome: ests vivo!, anda levntate! Prepara caf, sal, mira el sol y respira la vida!

    Le hice caso a mi estmago que me aquejaba a gruidos como un buen viejo que gusta dar lecciones de vida cuando pesa el fardo. Mi cara gastada por otros

    ojos, miradas que nos quitan hlitos de tiempo, soplos como rasguos que se llevan para siempre imperceptibles trazas de tiempo; mi cara gastada mir la vida ysonri, la mir con anhelo y con asombro, como si por primera vez presenciara el milagro, no slo de sentir y vivir, sino el milagro de participar en un inmensotodo que en ocasiones oramos y llamamos Dios.

    El buen da estaba frente a mi, el buen da tena la cara de un sol que me guiaba el ojo tras una nube juguetona, el buen da estaba en un nido que a trizas armaba

    una madre pjaro y un nio que corra tras la falda de su madre, el buen da estaba en el aroma del caf y en un sueo que apenas recordaba, el buen da apenasempezaba, dando un sorbo, me hice la promesa de disfrutarlo.

  • El nacimiento

    Cuando nac estuve empujando, luchando fuerte por mirar del otro lado, de pronto sent ahogarme, me inund la suave caricia del aire y grit vencedor

    Me encontr vistindome de la vida, enarbolando los futuros sueos, empezando a padecer frio, calor hambre, sueo y dolor, pero tambin alegra, risas

    espontaneas que se pintan en el rostro como breves oleadas de felicidad, la risa de los nios es el recuerdo ms cercano del hombre de su estancia en el Paraso, aque edad se empieza a soar?, yo he soado desde siempre, soaba cuando lata, como insignificante, pero viva bola de carne.

    Ahora estoy en el mundo, he nacido al mundo, pero tambin el mundo ha nacido para mi, somos l y yo, mirndonos de frente, como dos combatientes, uno

    siempre dispuesto a escalar, el otro, en su giro eterno, ponindome trabas; pero somos dos combatiente justos, yo conquistar lo que proponga mi esfuerzo, el brindar honores a mis triunfos, pero en mis derrotas se mostrar implacable.

    Bien, he empezado a crecer, apenas nac he empezado a crecer y he empezado a olvidar, con este aliento que ahoga mis pulmones he gritado al mundo mi

    presencia.

    Mi vida

    Tmame, me dijo la vida, yo se lo cre, como enamorado dispuesto que empieza a ver todo con los ojos del amor, eran tan coqueta con sus guios placenteros,que sin lugar a dudas me dije: Me quiere!

    Fueron das felices de requiebro y vanidad, gran parte de la felicidad que gusta a los hombres viene de sentirse amado, sentirse amado, querido una y otra vez,

    el amor es egosta, lo quiere uno todo, pero a pesar de exigirlo todo, siempre se tiene algo de este en reserva.

    Yo amaba a la vida! Y crea ser feliz, pero un da, veleidosa me dio la espalda y me mostr su desprecio, yo quise mirarle a la cara y pedirle una explicacin,mirar ese rostro esplndida que pens conocer, mirar esa cara querida que slo saba sonrerme; pero la cara que mir, la cara que me mostr, era desconocida, ya noera mi amada, ni siquiera mi conocida, ahora era mi enemiga; una enemiga furiosa dispuesta a abatirme, destrozar mis sueos y rendirme humillado; no hubo ruegou oracin que me la devolvieran. Quise entenderla, comprenderla, pero mi orgullo no me lo permita, de pronto se acerc el destino y me murmur un secreto:Djala ir, me dijo, ya volver con mejor cara.

  • Nada

    Muchas veces al intentar escribir algunas lneas no encuentro a mi alcance el tema que ilumine mi entendimiento ni la sensacin de agilidad mental que mepermita avanzar, ser perspicaz, agudo e ingenioso; en ocasiones, en mltiples ocasiones estoy slo, ms slo que nunca sin la compaa de las ideas que pululan endas de fiesta por mi cabeza.

    Pienso que cuando la inspiracin nos permite ser fieles con nuestro ingenio hay mucho que festejar, no siempre saltan los peces dorados en el mar de las ideas,

    no siempre llueven estrellas fugaces sobre nuestro espritu.

    Sentarse innime de letras e ideas junto a la pluma y el cuaderno (en estos tiempos de luz y sombra frente al ordenador), es la peor sensacin de abandono yvaciedad que pueda ocurrirme, sentirme incapaz de dar nada, de decir nada al mundo, pero principalmente a mi mismo. Los minutos pueden pasar sin que ocurraabsolutamente nada. Oprimo una tecla, oprimo otra y, en el vaci, en la lejana parecen tiritar signos extraos que me niego a comprender, a llenarlos de vitalidad,a ser un dios creador de su pequeo mundo en los siete das de la semana.

    El judicial.

    Ese da, pens que se haba levantado con el pie derecho, patrullando con su parna, mir el paso rpido y nervioso de aquel desarrapado que cargaba una

    maleta de buena calidad; no necesit de la agudeza deductiva de Sherlock Holmes, que segn le haba dicho un compa apretado de tanta letra, el fulanoHolmes se las gastaba deduciendo la criminalidad con solo ver la pinta del criminal, para darse cuenta que aquel miserable robaba a un turista despistado. Miracompadre, ya sacamos el da, le dijo, mientras daba un codazo de complicidad a su compaero.

    Lo alcanzaron y lo subieron de fea manera, un rpido golpe en las costillas con el arma y lo dejaron tan flojito que tuvieron que levantarlo en vilo; el pobre

    infeliz, vesta unas chanclas remendadas, un short y camisa rada, su hurto se evidenciaba ante tanta pobreza.

    Lo llevaron primero a una casa de seguridad que usaban para los biznes, abrieron la maleta, se les alumbraron los ojos de felicidad ante la bonita cmara devideo que estaba a la vista, empezaron a sacar la ropa de buena calidad y bajo ellas, estaban, bien acomodadas, bolsas de cocana.

    Durante toda su vida haba esperado un milagro, una oportunidad como aquella, un encuentro fortuito con la suerte, que tanto se narraban entre compaeros

    policas. Lo senta por el desdichado, ya estaba muerto, nadie lo extraara, se dijo a si mismo, es slo desperdicio de la vida.

    Lo compartira con su parna, porque no, la suerte los favoreca a los dos, chatelo compadre, le dijo, sin ruidos, aadi. Sin esperar, le cubrieron la cara con una bolsa de plstico, estaba esposado y no dio tanta lata.

  • Brincaban de felicidad, en esa maleta estaba su suerte, ellos saban del negocio, saban como sacar la pasta. Ya vio compadre, algn da iba a ser la nuestra,

    dijo, mientras entornaba los ojos, como calculando, cuanto podas hacer con el hallazgo. La puerta se abri violentamente, varios individuos se acercaron amagandocon las armas ms grande que haban visto en su vida, uno con cara de maldito se adelanto y le dio un tiro en la cabeza al compadre, quien qued tendido,posiblemente, preguntndose todava, que tanta suerte corra ese da por su sangre, si el milagrito le alcanzara para comprarse esa casita que tanto le gustaba. l, lslo sinti que se le oscureca la vista, que todo lo que haba se desvaneca, se desvaneca lo presente, pero tambin lo pasado y lo por venir, nada slo la oscuridadabsoluta.

    Quin quiere estar loco?

    Entre el bagaje de recuerdos que guardan las cosas, los hombres y hasta un pueblo entero, podemos mencionar a ciertos hombres que por su comportamiento

    e ingenio han llenado de chispa el alma trovadora de una poca. Muchas veces no son los escritores ni los poetas de renombre quienes mejor representan el clidoy sentimental aliento que exhala el pueblo, es la criatura desprotegida, la que en su inocente desvari escribe pginas memorables en la historia y el recuerdo;deambulan yaciendo en un sueo salvador que los libra del lastre infernal de su abandono, su locura salva y ciega su espritu que mira otro mundo, otra realidad, de advertir su tragedia, esta lo aniquilara. En los rostros de nios mira ngeles y querubes a los que canta salmos piadosos.

    Es el loco del pueblo, pero el loco que rima y canta, el loco tierno que los nios no apedrean en su inocencia, Cuntos locos soamos con saltar las estrellas,

    vagando por mundos lejanos y luminosos?; el loco no dice lo que piensa, dice lo que ve tras su mundo, el mundo perfecto, el castillo de cristal que suean habitarlos hombres cuerdos en sus sueos de colores, cuando por algn momento se suea loco.

    Mi miedo

    La calle estaba oscura, sobre la pared de ladrillo mi miedo apreciaba sombras amenazantes, met las manos a las bolsas de pantaln, quera entretener mi miedo,

    hacerle creer que aquella calle oscura en medio de la noche era como un paseo por el parque.

  • La calle se alargaba con el miedo, se converta en un angosto y amenazador tnel, cuya salida se apreciaba a lo lejos, no como una lejana luz de esperanza que

    tranquilizaba mi espritu, ms aun lo llenaba de zozobra y espanto.

    Una sombra se desprendi del tabique, mi corazn salt tan violentamente que conmovi mi pecho, una segunda se alarg tanto que estuvo a mis espaldas,tan cerca que percib el calor de su aliento; estaba perdido!, mi miedo vio brillar en la escasa luz el brillo de los puales.

    Mi miedo arremeti, vinieron a mi memoria las historias de espanto del callejn Sal si puedes, mi hermana me haba dicho que no cometiera la imprudencia de

    regresar por el mismo camino a horas tan indispuestas; apenas dos das antes, un hombre amaneci tan herido y golpeado que sin duda muri. Yo vi al pobrehombre!, asegur para reafirmar lo dicho.

    Corr como con las alas del miedo, la luz de esperanza se agrandaba a cada paso y mis piernas esperanzadas renovaban sus esfuerzos; dos, tres pasos ms y

    seguramente alcanzara la salida de ese largo tnel al que me condujo mi imprudencia. Pero desgraciadamente el diablo y sus zancadillas se encargan de truncar laesperanza ms certera. Rod por el piso, di tantas vueltas que pens}, no terminara de dejar mis restos por el piso vasto. Quise incorporarme dolorido, alcanzar eldintel de salvacin que se abra, ms fui sacudido violentamente por un gendarme que grit con aprensin: Aqu el ladrn que buscamos!

    El extrao

    l vino de lejos, no s de donde ni cundo. Nunca supe que lo trajo ac; slo s que miraba constantemente la lejana; como cuando se extraan las cosas lejanas

    que uno deja atrs, como cuando se quiere agarrar el camino de regreso, a sabiendas de encontrarse de frente con un mal recuerdo.

    Ese da estuvo inquieto, mirando los pasos que dejaba, como si vigilara su sombra que lo segua con lealtad a todas partes, bajo ese sol sin cobijos. Un da lohaba escuchado decir: mi sombra y yo, como si se refiriera al ltimo vestigio de lo que quedaba de l.

    Nada de lo dejado atrs, estaba a su lado, ni el recuerdo, que borr apenas se deshizo de las trazas de su otra vida, pero en los ltimos da lo inquietaba la

    extraa sensacin de que todo haba sido en vano, que la lejana y el recuerdo perdido, nunca se haban ido del todo.

    Ese da lo vi angustiado, lo acongojaba la certeza que iba de vuelta, se sent bajo un rbol de sombra alargada que pareca mostrarle otro camino, uno ms queseguir, pero slo se arrellan y fij la mirada por donde venan a los hombres que se lo llevaron sin mucha resistencia.

  • Prisciliano

    La primera vez que lo vi, entr balancendose por la amplia puerta de dos hojas, que solo se abra en toda su amplitud en las horas de entrada y salida, laverja de dos metros se vea inmensa al lado del pequeo que la traspasaba con el andar de los hombres fuertes; su cabeza era inmensa para su cuerpo y creadivinar un gran potencial en ella.

    Se llamaba Prisciliano, nombre poco comn, nico en la escuela, pero su denotacin no se deba a su nombre, ms bien a un aspecto que apenas rebasaba el

    metro de altura. Prisciliano era el nico enano en la escuela secundaria; todos, o cuando menos yo, esperbamos grandes cosas de aquella gran cabeza que, a decir denosotros, debera encerrar un cerebro, privilegiado apreciacin, contagiada por tiras cmicas y pelculas donde los villanos eran genios de escasa estatura.

    Pero prisciliano, poco inters tena en los nmeros o en las ciencias naturales, sino era para contar versos u observar el vuelos de las aves y mariposas;

    Prisciliano haba nacido poeta, un poeta encerrado en un pequeo cuerpo, no era poca cosa, sufra su tragedia encerrndose en un mundo de ritmo y colores, no seatreva a mirarse de frente, slo lo haca a travs del espejo de la poesa, un escudo portentoso y frgil a la vez como ala de mariposa, cubra de la maledicencia,pero no del ataque directo.

    El da en que este escudo se hizo aicos, fue una maana en que la poesa saltaba de aqu, all, hasta encontrarse de frente con la liosa juventud de Carlangas, el

    cual, encogindose perversamente le peg un grito espeluznante al odo de Prisciliano. Enano! Le dijo, con tal felona que el grito cimbr y paraliz la escuela.Prisciliano nunca regres a la escuela. La leyenda escolar cuenta que lo haban encontrado colgado de un cable; cuenta adems que lo llevaron a sepultar, lejos, tanlejos como de donde lleg y de donde no debi salir jams.

    El vuelo

  • Cuando decid volar me di cuenta que me faltaban las alas; pero no me import mucho, slo salte desde lo alto y realmente no me hicieron falta las alas, puesdesde entonces vuelo por siempre.

    El libro

    Nunca haba abierto un libro, la primera vez que toqu uno me estremec, lo tom entre las manos y cuidadosamente, como hojas de mariposa intent

    descubrir su secreto.

    Mas ay! slo saltaban de aqu all ilegibles formas, pero no me desanim escudri hasta que me dolieron la cabeza y los ojos; da tras noche sin dormirmirando cada signo, cada traza de los desconocido.

    Pasaron los das, los meses y los aos, y un da, una noche, realmente no lo s descubr el secreto y lo saboree. Fue un exquisito nctar jams probado. Dicen

    que estoy loco de atar y que leo un libro da y noche. Lo que no saben es que yo, nunca haba conocido escritura alguna.

    El cerdo

    Un da le que existi una bruja que converta a los hombres en cerdos, como tengo buena memoria recuerdo que se llamaba Circe. Nunca lo cre hasta ahoraque me top con ella.

    Creo que ahora soy un cerdo y, como cerdo, temo que un da u otro me devoren, lo que no entiendo?, es el motivo que la llev a convertirme en cerdo, pues,

    sin ningn artificio o conjuro muchos hombres gruen y actan como tal.

  • Creo entender que ella me quiere, pero para quererme bien necesita verme como cerdo, quiz lo de cerdo le quede bien a los hombres, en particular me mir en elespejo y me pareci muy apuesto el cerdo al que vi sonrerme.

    Panchito el sapo

    Quienes me odian dicen que yo no alcanc a nacer del todo, que soy un pequeo renacuajo con cara de sapo. No s si lo digan por mis apenas piernas, mis

    grandes ojos y mi gran boca, no entiendo que les molesta o que ven de mal en ello, si con mis ojos no hay quien sepa mirar en la lejana mejor que yo y nadieengulle de una vez un plato entero.

    A mi no me molesta lo que dicen de mi, al contrario los persigo a saltos mientras estiro la mano, algunos me dan algo de provecho, los dems patadas o me

    arrojan a la cabeza lo que encuentran a la mano, como es grande mi cabeza nunca fallan, pero mi cabeza es dura y llena de baches, bien valen la pena los insultos ylos golpes si, cuando salto tras alguien este me alarga una moneda.

    La sordera.

    Me haba hecho la idea de la sordera, si alguien me hablaba yo responda con un gesto dubitativo e interrogante imbcil murmuraban algunos, mientras yo

    agrandaba ms lo ojos, pronto se acostumbraron a mi estupidez, pero no por eso dejaron de burlarse en mi cara.

  • Pero todo vala la pena, mucho mejor que los gritos espeluznantes de mi mujer cuando me mola a insultos. Que cruel venganza llegu a pensar, ella ante la faltadel aliciente de humillarme empez a marchitarse.

    Y gracias a Dios se obr el milagro, dicen mis amigos y vecinos, apenas echaban la ltima palada sobre su fretro, empec a or hasta el zumbido de las moscas.

    Yo me rio de ellos en mi interior y, los maldigo por estpidos.

    La cacera

    Se acerc volando, era una jugosa mosca que apenas si se sostena de gorda, yo cerr los ojos y me hice el desentendido, como si no me importara supresencia.

    Zumbo dos o tres veces a mi alrededor, baj la cabeza y fing dormitar, adormilado por el sol caliente. La mosca planeo imprudente frente a mi, abr y cerr

    los ojos con la misma velocidad con que mi lengua la atrap como un espanta suegras largo y efectivo.

    Fue todo, la engull, mi cola prensil se arroll a una rama seca ahta de satisfaccin; como buen camalen me mimetic en la rama donde calentaba mi sangrefra en espera de la presa.

  • La llorona.

    Vi la mujer que vena, era alta y blanca, blanco su vestido, me dije, qu har una mujer en altas horas de la noche, aflor el don Juan que llevo dentro yme prepar para el cortejo.

    Justo a mi lado quise sonrerle con coquetera, era lo menos que busca una mujer que camina sola de noche.

    Llam su atencin y ella gir el cuello y me mir. Lo que entonces vi me provoc tal salto del corazn que quise gritar, pero para gritar tena que jalar aire que

    nunca encontr.

    Ca sin sentido, de maana cuando me levantaron y me llevaron a mi casa, ya jams sera el mismo; una profunda arruga cruzaba mi frente y mis sienes estabancompletamente blancas, pero lo peor fue el miedo en los ojos, ese perpetuo miedo que desde entonces siempre me acompaa y me eriza los pelos al temer hastade mi propia sombra.

    Que fue lo que vi aquella noche en la mujer?, no me atrevo a recordarlo, pero creo que el infierno.

    Cobarda

    Tanto tiempo sin verla, presinti que no lo resistira, que lo sofocara la emocin del reencuentro, evoc el sensual aroma, su mirada de lince y la tersa piel

    que tantas veces acariciara y el chicotazo del deseo recorri su bajo vientre hasta el plexo solar.

    La vio venir a lo lejos, cojeaba y se sostena de un bastn, ella no lo vio, l si a sus anchas, dio la vuelta y se marcho en sentido contrario, mientras la cobardade los veinticinco aos que abatieron a aquella mujer lo obligaban a alejarse presuroso.

  • El cdigo fuente de Dios

    Cuando apretaba el botn que encenda la computadora, se le ocurri que Dios poda ser un algoritmo, el ms prodigioso software jams creado, de ser as, l, elmayor escritor de programas de la historia moderna encontrara el cdigo fuente.

    Se sent en su silla y escribi, escribi por toda una eternidad.

    Invencible

    Hua dando de tumbos, tropezando una y otra vez, sin mirar atrs ni adelante, slo saba que ese espacio que se abra era su salvacin. Era un jabal, un

    poderoso animal salvaje orgulloso de su podero.

    De pronto a aquel mpetu salvaje lleno de fuerza pareci le cortaban los hilos de la vitalidad. La energa que lo impulsaba cedi de pronto por aquelinsignificante agujero por donde escurra un hilo de sangre.

    La primera vez

  • Mientras abra las piernas la angustia ceda, a temprana hora sus hijos tendran que llevarse a la boca. Seguramente comprara pan y leche y, entonces sonricasi triunfal al ver las caritas amadas tomando un buen vaso de leche y una gran pieza de pan.

    Entre tanto alguien gema y se regodeaba de su habilidad como amante ocasional.

    La bsqueda

    Esa noche la busqu, la busque por los ms extraos parajes, pero no la encontr; no la encontr ni en mis sueos, tuve que morir de madrugada mientras un

    frio de hielo se meta por mis huesos, fue cuando me alarg el brazo y me tom de la mano, yo me levant, quise mirar atrs pero no pude, ya lo olvidaba todocuando me dijo: Porqu tardaste tanto!

    El loco

    Pens que l pens que yo estaba loco, lo vi en sus ojos abiertos y brillantes, tan abiertos y brillantes que me irritaron, pero no par ah la cosa, abri la boca

    y dijo o, yo creo que l dijo:

    Pobre loco!

    Y se hubiera cansado de mirarme y decir cosas de mi, pero yo le met una piedra por la boca y le ara los ojos, se la met hasta que la polica me arrebat desu lado, cuando slo quedaban huecos rojos de aquella boca y aquellos ojos.

  • La visita

    Lleg por la noche sin avisar, no toc la puerta slo entr, se quit la ropa y se tendi para quedarse.

    La partida

    Me dijo que se iba, no quise preguntarle por qu.

    No le bast mi silencio, agreg sonriendo que recorrera el mundo.

    Le abr las puertas de mi corazn, extendi las alas y se fue.

    Regresaste?

    Te estuve esperando anoche, pero llova.

    Llova tanto que tuve miedo que te ahogaras.

    Sabes?, deje la tierra floja porque saba que vendras. No quise que te cansaras y rompieras tus uas.

    Toma un bao mujer que tengo sueo.

  • El feo.

    Nunca miraba a los ojos, escondindose siempre tras la esquiva mirada; hay va el feo oa decir a su paso. Crea saber que escondiendo la mirada en el piso,

    su fealdad quedaba a resguardo; si no los vea, no vean, pensaba.

    El feo conoca muy bien su fealdad, hasta donde le alcanzaban los recuerdos, la gente siempre se haba encargado de que nunca la olvidara. Al principiobuscaba en los reflejos las razones que lo distinguan y, en honor a la verdad, no encontr cosa alguna que lo hiciera diferente a quienes le murmuraban sufealdad. Con los aos, de tanta murmuracin, se encontraba tan horroroso que le daba miedo su reflejo.

    El feo tiraba basura, a veces le daban algunas monedas, pero l la recoga aunque no hubiera paga; la basura era fea, afeaba la calle, afeaba las esquinas, afeaba

    la ciudad y l la limpiaba de esa fealdad; su fealdad no poda ser recogida, estaba all para siempre, acumulndose da a da como la fealdad de la basura, sin quenada ni nadie pudiera recogerla; su fealdad estaba donde la gente la poda ver, no estaba escondida como la fealdad de los drenajes que se encuentra bajo tierra,estaba a flor de piel y la gente la vea y arrugaba la cara; por eso el prefera esconderla apartando la mirada, clavndola muy hondo en el piso, all la pona aresguardo como los drenajes.

    Conoca muy bien a don Ramn, un hombre feo, al que la gente nunca le haba murmurado su fealdad, l ms que nadie se haba fijado en la fealdad de don

    Ramn; era muy malo, y l haba visto lo feo que era, cuando lo mir en el ro descuartizar a una mujer a machetazos; don Ramn tena la fealdad por dentro, en sutienda siempre estaba sonriendo a la gente y la gente le sonrea si poder ver la fealdad que le herva por dentro.

    Cmo muri el Chavo del 8?

    Como todo mundo sabe, el Chavo del 8 viva en una vecindad, dentro de un barril, muy a su manera era feliz, slo lo perturbaban los sinsabores naturales deun muchachito sin familia y siempre hambriento; pero Dios y la vecindad provean: la torta, los paseos, los amigos y hasta la escuela donde un profesorlarguirucho se esforzaba por ensear a los nios de la misma vecindad.

    Una partida de inquietos nios que vivan para la travesura, molestando y golpeando a quien se dejara; un gordo panzn, dueo de la vecindad y cobrando unarenta de la cual pocas ganancias obtena, era la vctima propicia del Chavo, el gordo era eternamente recibido de un golpazo; el mejor amigo del Chavo comoustedes saben era un cachetn consentido por su madre.

    Bueno, ustedes conocen mejor que yo quienes eran los amigos del Chavos, los vecinos del barril, las aventuras que vivi mientras era nio. Pero los aos nopasan en balde y los nios crecieron, la ciudad de Mxico se moderniz, se ampliaron las avenidas y la vecindad del Chavo fue derrumbada por las autoridades.

    Los amigos y vecinos de siempre se fueron buscando refugio en otra vecindad, en un departamento de alquiler barato y, otros como el viejo cartero regres asu pueblo enfermo y viejo listo para descansar en paz.

    Los felices amigos de la noche a la maana se perdieron de vista, el Chavo del Ocho era ya un joven y la magia de la vecindad que provea haba desaparecido.

    Lo atosig el hambre, el frio, la soledad, el miedo y una angustia horrenda le revolva las entraas, invada la garganta hasta aposentarse en el estmago, dondele recordaba con chicotazos de hambre que estaba solo, ms solo que nunca.

    Los primeros das de soledad llor, llor tanto hasta que se le secaron las lgrimas y esta fuente en ocasiones consoladora se cerr para siempre y el Chavodej de llorar, un gesto duro cruzaba el antes sonriente rostro, este gesto como cicatriz del alma haca del Chavo un hombre, el hombre que haba renunciado a lamgica vecindad para enfrentarse a un mundo malvado, a un mundo que haba dejado de sonrerle para mostrarle los afilados dientes, aquellos destinados paratriturar a los abandonados de Dios, a los que la vida de un da para otro decidi mirar con desprecio.

  • El Chavo del Ocho entonces estuvo seguro que la vecindad que provea de todo nunca volvera, que estaba solo, los amigos se haban ido sin volver la miradapara ver su triste y sola figura; en otro lugar, en otra vecindad estaran jugando felices mientras el mora de tristeza y hambre.

    El Chavo hizo lo que tena que hacer para sobrevivir, el da en que muri, haba arrebatado una cartera con unos cuantos pesos, se la arrebat a una pobremujer que apenas llevaba para el mandado, como siempre que corra por su vida, oa el alborot que iba dejando atrs, esta vez fue diferente, una patrulla dejudiciales lo persegua y le marcaba el alto; no los escuch, no quiso escucharlos y le puso alas a los pies, era muy rpido, pero no tan rpido como para noescuchar las detonaciones y mucho menos rpido que las balas que lo dejaron tendido mientras una mancha roja se ampliaba.

    Pero no todo era malo despus de todo, cuando el Chavo del Ocho cerraba los ojos para siempre, la vieja sonrisa infantil curv sus labios, la vecindad queprovea lo esperaba con sus amigos y vecinos de siempre, junto al barril estaba una gran torta, tena hambre y la devor, una gran pelota salt junto a l y Kiko ledijo: jugamos Chavo.

    El celular

    Era pequeo, demasiado pequeo, se vea tan frgil y hermoso que me conmovi al tenerlo entre mis manos, cuanto tiempo desendolo hasta la locura,admirando su belleza, envidiando tan preciada posesin al grado que la ira me morda las entraas cuando lo vea en otras manos.

    Pero un da me dije que sera para mi, lo buscara da y noche, ira tras de su posesin como si en la vida no existiera nada ms deseado, nada ms caro; ni elhonor, ni el amor de madre. Sera mo! Me deca una y otra vez, sera mo me repeta en sueos, pero no era un sueo plcido donde se suea con lo bien querido,era un sueo, una pesadilla donde gritaba, gesticulaba, y peda al santo cielo por lo mo, para terminar implorando al mismo demonio cumpliera mi deseo.

    Ahora lo tena junto a mi, los sufrimientos por su ausencia estaban resarcidos, su brillo me acariciaba, su suavidad me produca un goce semejante al orgasmo,lo quise llevar a la boca pero slo me atrev a darle un beso; clido y brillante me salud a los ojos con un parpadeo que me emocion. Quise decirlo eres mo!, tetengo como tener el corazn en el pecho, la lengua en la boca, los ojos en mi cara; los ojos con los que poda verlo amorosa mientras l me vea directo a los ojoscon un parpadeo de vida propia. Acarici nuevamente mi iPhone 5, lo volv a mirar largamente, antes de meterlo orgullosa en el bolsillo trasero de mi stretch.

    Fin

    El pactoNadaCobardaEn la montaaEl judicialEl cdigo fuente de DiosLa despedidaQuin quiere estar loco?InvencibleEmilioMi miedoLa primera vezEl secretoEl extraoLa bsquedaTreinta y cinco aos despusPriscilianoEl locoEl segundo nacimientoEl vueloLa visitaLigero como el aireEl libroLa partidaLa declaracinEl cerdoRegresaste?Nunca jamsPanchito el sapoEl feoUn mal daLa sorderaCmo muri el Chavo del 8?La caceraEl celularEl nacimientoLa lloronaMi vida