FA - Adobo de Cerdo

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Adobo de cerdo A Micaela Hernández. Presente. Tus manos obrando el prodigio: machacan, muelen, maceran las lonjas troceadas y bañadas en vinagre. Tu sola mirada percibe lo que está más allá del tacto. El olor, el gusto, la pizca necesaria de algún condimento oscuro mínimo y necesario que hará su labor en la alquímica sucesión de baños y untos. Percibes en el primer hervor las ausencias y lo que está vedado al neófito. Ajustas, mezclas, remueves desde el fondo, y bates delicadamente el caldo sin raspar ni tocar el cazo y sin permitir que se asiente trozo alguno. Entre hervor y hervor miras por la puerta hacia el horizonte mediodía que mecido en las ramas de guamúchiles y guayabos está por abrigarse con las nubes de manta. Y llega la voz de Jovita, el silencio de Cipriano. Y vuelves y miras el guiso y pruebas y asientes, ellos también estarán contentos. Eso es seguro.

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Adobo de cerdoPoema.A Micaela Hernández.Presente.Francisco ArriagaMéxico, Frontera Norte25 de Abril de 2014

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  • Adobo de cerdo

    A Micaela Hernndez. Presente.

    Tus manos obrando el prodigio: machacan, muelen, maceran las lonjas troceadas y baadas en vinagre. Tu sola mirada percibe lo que est ms all del tacto. El olor, el gusto, la pizca necesaria de algn condimento oscuro mnimo y necesario que har su labor en la alqumica sucesin de baos y untos. Percibes en el primer hervor las ausencias y lo que est vedado al nefito. Ajustas, mezclas, remueves desde el fondo, y bates delicadamente el caldo sin raspar ni tocar el cazo y sin permitir que se asiente trozo alguno. Entre hervor y hervor miras por la puerta hacia el horizonte medioda que mecido en las ramas de guamchiles y guayabos est por abrigarse con las nubes de manta. Y llega la voz de Jovita, el silencio de Cipriano. Y vuelves y miras el guiso y pruebas y asientes, ellos tambin estarn contentos. Eso es seguro.

  • Y sirves a cada quien segn le corresponde: platos hondos infantiles, adultos platos extendidos, en cada uno cabe un poco de magia, concedida en porciones exactas. Una cucharada infinitesimal de tierra negra con forma de canicas, y la festiva tortilla de maz fresco, y el guisado alqumico entre vapores y rocos que renuevan el diluvio en la boca. Y probamos y res. Y tus manos, siempre olorosas, siempre limpias descansan en el delantal. Y pruebas tambin. Y la gloria es esa cocina de adobe y el fogn de barro y el comal de latn.

    Francisco Arriaga Mxico, Frontera Norte

    25 de Abril de 2014