Facultad de Educación. · 2020. 7. 2. · Facultad de Educación. Detección de conductas...
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Facultad de Educación.
Detección de conductas problemáticas asociadas a niños-as con TDAH utilizando la
Escala de Déficits en el Funcionamiento Ejecutivo de Barkley.
Trabajo Final de Grado.
Autora: Isabel Mazón Esquiva.
Tutor: Ignacio Javier Navarro Soria
Cotutora: María Carlota González Gómez.
Curso de elaboración y defensa: 2019/2020.
Declaración de responsabilidad y autoría.
ÍNDICE. 1. INTRODUCCIÓN ........................................................................................................ 1
2. MÉTODO ...................................................................................................................... 7
2.1 Participantes .................................................................................................... 7
2.2 Instrumentos .................................................................................................... 7
2.3 Procedimiento .................................................................................................. 9
2.4 Análisis de datos ............................................................................................ 10
3. RESULTADOS ........................................................................................................... 11
3.1 Diferencias en los perfiles cognitivos entre ambos grupos ........................... 14
4. DISCUSIÓN ............................................................................................................... 16
5. CONCLUSIÓN ........................................................................................................... 18
6.REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ........................................................................ 20
RESUMEN.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los trastornos
más comunes en el neurodesarrollo de niños y adolescentes con una prevalencia en la
infancia del 3% al 7%. Las personas diagnosticadas se caracterizan por la presencia de
dificultades en la atención sostenida, ser muy activas y poseer un deficiente control de
sus impulsos. Desde hace décadas, se han desarrollado diversas pruebas utilizadas para
su diagnóstico, de las cuales se conocen escasos datos sobre su utilidad y fiabilidad
diagnóstica. De acuerdo a la gran alteración que presentan estas personas en las
funciones ejecutivas, el objetivo de esta investigación es comprobar la utilidad y validez
de la Escala de Déficits en el Funcionamiento Ejecutivo de Barkley (BDEFS-CA) en
niños y adolescentes, como herramienta pronosticadora de apoyo al diagnóstico de
TDAH. La muestra de estudio está compuesta por 25 sujetos de ambos sexos (14
varones y 11 mujeres), con edades comprendidas entre los 6 y 17 años. La BDEFS-CA
es una escala de aplicación individual, formada por 70 ítems distribuidos en cinco
subescalas en las que, en cada una de ellas, se evalúa una función ejecutiva única. Se ha
seguido un estudio descriptivo a partir de análisis estadísticos y perceptivos. Los
resultados señalaron que los grupos clínicos presentaban mayores alteraciones en todas
las subescalas que los grupos controles, como es propio del diagnóstico del TDAH.
Entre los grupos no se establecieron diferencias significativas en cuanto a sexo y edad,
de acuerdo a que la escala emplea percentiles diferentes dependiendo de estos dos
factores. En general, este estudio apoya la utilidad y validez de la prueba BDEFS-CA
como herramienta para el diagnóstico clínico del TDAH.
Palabras clave: Funciones ejecutivas. Trastorno por Déficit de Atención e
Hiperactividad (TDAH). Hiperactividad. BDEFS-CA. Barkley.
1. INTRODUCCIÓN.
Desde hace algo más de 200 años, en descripciones clínicas y referencias anecdóticas,
se han descrito comportamientos y síntomas propios del concepto de Trastorno por
Déficit de Atención e Hiperactividad (a partir de ahora TDAH) en sus tres dimensiones:
atención, hiperactividad e impulsividad (Pelayo, Trabajo y Zapico, 2012). Asimismo,
Alexander Crichton en 1978 realizó una descripción de unas conductas muy semejantes
al TDAH actual, como son: la inquietud, inatención y falta de persistencia en las tareas.
Como ejemplo de anécdotas más conocidas, podríamos destacar la del médico Heinrich
Hoffman, quien regaló a su hijo de 4 años un libro escrito e ilustrado por el propio
Hoffman, posteriormente titulado como ‘Der Struwwelpeter’ (Pedro el melenas). Este
libro contenía dos historias que ilustraban conductas de niños con TDAH. Sin embargo,
a pesar de la experiencia médica de Hoffman, no se puede contemplar como una
descripción clínica, ya que la metodología de recogida de información no era
consistente y, al crear cuentos, se tiende a hacer historias entretenidas para los infantes.
Pero, fue en la Inglaterra del siglo XIX, concretamente en 1902, donde surgió la primera
descripción clínica moderna sobre TDAH durante la conferencia realizada por el
médico pediatra, George Still. Still presentó 43 casos de niños con una serie de
conductas asociadas a la hiperactividad, inatención, agresividad, resistentes a la
disciplina y muy emocionales (Pelayo, Trabajo y Zapico, 2012; Rebollo y Montiel,
2006). De acuerdo al comportamiento de estos niños y de la aparición temprana de la
sintomatología (la mayoría antes de los 7 años), Still lo interpretó como un déficit de
control moral, es decir, desvinculó el patrón conductual del ambiente de crianza.
Durante las siguientes cuatro y cinco décadas, los avances en neurociencia permitieron
modificar, en diferentes ocasiones, las opiniones sobre el TDAH. Así pues, se pasó de
interpretar el déficit de control moral como síntoma predominante, a causas por lesiones
cerebrales mínimas. Aunque en 1963 el Grupo Internacional de Estudio de la
Neurología del Niño de Oxford, no sostuvo que las alteraciones de la conducta fueran
realizas por un daño cerebral y, por lo tanto, se cambió el término por disfunción
cerebral mínima (DCM). Pese a la aparición de este nuevo concepto, durante los años
80, surgieron críticas que hicieron reemplazarlo progresivamente hasta términos cada
vez más específicos como hiperactividad. Así pues, en el Diagnostic and Statistical
1
Manual of Mental Disorders II (a partir de ahora como DSM) apareció la primera
definición de hiperactividad (Asociación Americana de Psiquiatría, 1968). Años
después, el DSM III estableció un número mínimo de síntomas del TDAH (Asociación
Americana de Psiquiatría, 1980). Tras varias revisiones, los estudiosos comprobaron
que existían niños con y sin hiperactividad que se diferenciaban en su comorbilidad y
alteraciones funcionales, por lo que afirmaron la coexistencia de subtipos. En 1996, el
DSM-IV incluyó el criterio de alteración funcional durante los problemas de
aprendizaje (Pelayo, Trabajo y Zapico, 2012; Asociación Americana de Psiquiatría,
1994). En su versión actual, el DSM V define el TDAH como un patrón persistente de
inatención y/o hiperactividad-impulsividad, el cual comienza durante la infancia, que
interfiere con el funcionamiento o el desarrollo, debido a que las manifestaciones deben
estar presentes en más de un entorno (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014;
Portellano, 2009; Toplak, West y Stanovich, 2017).
El TDAH es un trastorno que afecta al 1% de la población mundial, siendo uno de los
más frecuentes en la infancia con una prevalencia del 3% al 7% (Amador y Edith, 2013;
Stefanatos y Baron, 2007; Yildiz, Sismanlar, Memik, Karakaya y Agaoglu, 2010;
(Navarro, Fenollar, Carbonell y Real, 2020), dándose en mayor medida en niños que en
niñas. Además, este trastorno está asociado con un riesgo de problemas de comorbilidad
como trastorno negativista desafiante, trastorno de conducta, trastorno de personalidad,
trastorno disocial, depresión, ansiedad o comportamiento criminal. Además, otros
trastornos comórbidos son los Tics, síndrome de Tourrette y el trastorno obsesivo
compulsivo (Stefanatos y Baron, 2007; Barkley, 2004). Incluso, existen evidencias
empíricas que verifican un cierto grado de heredabilidad entre el 55% y 78% y, en
muchos casos, la sintomatología permanece a lo largo de la vida (Ramos-Loyo, Michel,
Sánchez-Loyo, Matute y González-Garrido, 2011; Navarro, González y Carrascosa
2013).
Asimismo, el DSM V define las tres características principales del trastorno. La
inatención se manifiesta mediante la falta de organización, atención y persistencia en las
tareas. La hiperactividad se presenta a través de una actividad motora excesiva. Y, la
impulsividad, se muestra con acciones apresuradas, sin reflexión que pueden producir
riesgo de daño del individuo (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).
2
Estudiosos del ámbito clínico, han elaborado ensayos en los que han comprobado la
eficacia de los tratamientos farmacológicos asociados a la regulación de la conducta de
los TDAH en niños y adolescentes. Concretamente en España, están aprobados
tratamientos de estimulantes y no estimulantes. Los estimulantes como el metilfenidato
y las anfetaminas (lisdexanfetamina) son seguros y eficaces, tratando de elevar la
actividad del Sistema Nervioso Central empleando una acción similar a la dopamina
(DA) y noradrenalina (NA), con la finalidad de incrementar la DA en el córtex
prefrontal, en el estriado (zona del cerebro implicada en el control de movimientos y
tics) y en el nuccleus accumbens (zona que media la respuesta a sustancias de abuso)
para una mayor atención y memoria. Cuando existen efectos adversos, falta de respuesta
o abusos de medicación, se consideran los no estimulantes. En este caso encontramos la
Atomoxetina que inhibe la recaptación de la NA y eleva sus niveles, únicamente, en el
córtex prefrontal para un efecto beneficioso (Soutullo y Álvarez, 2014). En 2017, se
aprobó en España el uso de la Guanfacina (no estimulante) como un antihipertensivo de
acción central que reduce los impulsos nerviosos generados por el sistema nervioso
simpático del centro vasomotor hacia el corazón y los vasos sanguíneos (Ministerio de
Sanidad, 2017).
En el momento actual, las investigaciones se dirigen hacia la búsqueda del sustrato del
cuadro sintomatológico asociado al TDAH. Ya en los años 90, uno de los
investigadores más prolíficos en este ámbito, Rusell A. Barkley publicó su modelo de
las disfunciones ejecutivas como posible medio para explicar los déficits cognitivos y
modelo conductual de sujetos con TDAH (Rebollo y Montiel, 2006; Pelayo, Trabajo y
Zapico, 2012).
Barkley definió el TDAH como un déficit en la inhibición de respuesta del niño y, como
consecuencia, subyacen diferentes trastornos del neurodesarrollo infantil como son los
problemas en el manejo de la memoria de trabajo verbal y no verbal; problemas de
autocontrol; motivación; autorregulación del afecto y rendimiento, a los que añadió
problemas en la internalización del lenguaje, por lo que el problema se observa en el
deterioro de la voluntad del niño a lo largo del tiempo para controlar su conducta y
mantener metas, lo que implica consecuencias futuras en diferentes ámbitos:
académicos, sociales, laboral o emocional (Andrade, González, Romo, Romero y
3
Maestú, 2006; Hidalgo, Cantero y Primo, 2012; Spencer, Faraone, Tarko, McDermott y
Biederman, 2014; Abad-Mas et al., 2011; Alder et.al, 2017).
Desde hace tres décadas, numerosos autores, incluido Barkley, están empleando el
término funciones ejecutivas (a partir de ahora FE) para referirse a una serie de procesos
cognitivos independientes entre sí, pero que actúan de forma interrelacionada para la
solución de problemas no rutinarios empleando operaciones cognoscitivas complejas
(Soprano, 2003; Portellano, 2009; Berlin, Veleiro, Siu y Mohammadi, 2012; Pineda,
2000; García, González-Castro, Areces, Cueli y Rodríguez, 2014; Tirapu-Ustárroz,
Muñoz-Céspedes y Pelegrín-Valero, 2002; Berlin y Nyberg, 2008; Ullate, 2014;
Barkley, 2012; Diamond, 2013).
Lezak fue el pionero en introducir el concepto de las FE en Neuropsicología,
definiéndolas como la capacidad del ser humano para planificar y alcanzar los objetivos
propuestos de forma eficaz (Blanco-Menéndez y Vera de la Puente, 2013; Portellano,
2009). Pese a ello, fue Alexander Luria, quien destacó la importancia de la actuación del
área prefrontal en el funcionamiento ejecutivo, concretamente de la corteza o córtex
prefrontal, ya que es donde se establecen conexiones entre el lóbulo frontal y las FE. Es
por ello que, dentro de este concepto, se engloban aptitudes relacionadas con la
organización, planificación y anticipación de una tarea, inhibición de las distracciones,
autorregulación y control de la conducta, flexibilidad y memoria de trabajo que
favorecen a resolver los problemas planteados de manera eficaz y eficiente (Bausela,
2014).
Existen estudios que demuestran que personas con lesiones en esta zona del cerebro
presentan el síndrome disejecutivo, es decir, poseen disfunciones cognitivas en la
atención, memoria o conductas desadaptativas, especialmente emocionales y sociales,
debido a que los lóbulos frontales conforman un sistema neurológico muy complejo que
establece conexiones con diferentes sistemas como el límbico (sistema motivacional), el
sistema de atención sostenida; el sistema organizativo de los reconocimientos o el
sistema de control sobre las respuestas comportamentales (Pineda, 2000; Ullate, 2014;
Portellano, 2009; Stuss y Knight, 2013).
4
Según diversos autores, el desarrollo ejecutivo se establece en diferentes etapas del
desarrollo. Éstas coinciden con la educación obligatoria, donde sujetos con diagnósticos
específicos como Trastorno del Espectro Autista, trastornos de conducta o TDAH
comienzan a presentar diferentes dificultades de aprendizaje debido a los déficits de las
FE (García, González-Castro, Areces, Cueli y Rodríguez, 2014; Ullate, 2014). Entre los
6 y 8 años, se desarrollan rápidamente las habilidades de planificación y organización,
aunque no alcanzan un nivel óptimo hasta edades posteriores. Entre los 12 y 14 años, se
produce el control inhibitorio, mientras que funciones como la memoria de trabajo,
flexibilidad cognitiva o resolución de problemas se desarrollan progresivamente hasta
los 15 y 19 años (Burns y Cecil, 2004).
Del seguimiento de las investigaciones desarrolladas en base a la evaluación de las FE,
se han elaborado diferentes pruebas aplicadas en niños y adolescentes. Estas pruebas se
dividen en dos tipos: pruebas basadas en el rendimiento o pruebas neuropsicológicas y
pruebas basadas en la observación del comportamiento. Las primeras, hacen referencia
a pruebas individuales o baterías formadas por diferentes pruebas que miden el
rendimiento del individuo, siendo específicas de contextos clínicos y de investigación.
Tres de las más conocidas son: la Torre de Hanoi, que consiste en la reproducción de
una torre compuesta por ejes verticales con círculos de diferentes tamaños (Goel y
Grafman, 1995).
Otra de las pruebas de rendimiento por excelencia es la Whechsler Intelligence Scale for
Children- Fourth Edition (WISC-IV; Wechsler, 2005): es una escala formada por 15
pruebas, en las que el resultado de cada una de ellas, se relaciona con el nivel de
desarrollo cognitivo en virtud de una serie de competencias intelectuales. De estos
resultados se obtienen 5 escalas directas que miden la Comprensión Verbal,
Razonamiento Perceptivo, Memoria de Trabajo, Velocidad de Procesamiento y
Coeficiente Intelectual Total. También, se obtienen dos índices: uno, de la competencia
cognitiva y, otro, de la capacidad general (Navarro, Fenollar, Carbonell y Real, 2020;
Fenollar-Cortés, Navarro-Soria, González-Gómez, García-Sevilla, 2015).
La última prueba de rendimiento es la Evaluación Neuropsicológica de las Funciones
Ejecutivas en Niños (Portellano, Martínez, Zumárraga, 2009). ENFEN es una batería de
aplicaciones individuales que evalúa globalmente el nivel de madurez y el rendimiento
5
cognitivo asociado a las FE. La batería está compuesta por cuatro pruebas divididas en
seis escalas: Fluidez fonológica y fluidez semántica valoran la fluidez verbal;
Construcción de Gray Path y Color Naming Path, evalúan la velocidad perceptiva,
atención sostenida y memoria de trabajo; Anillas valora la capacidad de planificación y
abstracción; e Interferencia, que evalúa la capacidad de inhibición y la resistencia a la
interferencia (Navarro, Real, Lavigne y Piqueras, 2019).
En cuanto al segundo tipo de pruebas, indicar que hacen referencia a cuestionarios de
calificación del comportamiento del sujeto según lo observado en el hogar y en la
escuela. Dentro de éstas encontramos el instrumento más utilizado en la medición de las
FE, el BRIEF (del inglés, Behaviour Rating Inventory of Executive Function), que
consiste en dos cuestionarios, uno para padres y otro para el profesorado (Gioia, Isquith,
Guy y Kenworthy, 2000).
Una de las escalas más recientes basadas en cuestionarios de calificación de
comportamiento y, sobre la cual se basará el presente estudio, es Barkley Deficits in
Executive Functioning Scale Children and Adolescents (BDEFS-CA), traducida al
castellano como Escala de Déficits en el Funcionamiento Ejecutivo de Barkley
(BDEFS-CA) en su versión larga para niños y adolescentes.
Por lo tanto, en base a lo que hemos descrito previamente, una de las principales
finalidades del presente estudio de investigación es comprobar si dicha escala es una
herramienta de evaluación válida para valorar si las FE de los/as participantes con
TDAH se hallan alteradas respecto a los grupos controles y, como consecuencia, incluir
esta escala como instrumento de utilización en el proceso de diagnóstico de TDAH.
Nuestra primera hipótesis es que los grupos clínicos obtendrán, muy probablemente,
puntuaciones más elevadas en las cinco subescalas en comparación con los grupos
controles, ya que presentan mayores carencias en las FE. Además, planteamos que
dentro de los grupos clínicos los varones se caracterizarán por una diversidad funcional
más elevada que las mujeres.
6
2. MÉTODO.
2.1 Participantes.
La muestra del estudio está compuesta por un total de 25 sujetos, 14 varones (56%) y 11
mujeres (44%), cuya edad oscila entre los 6 y los 17 años y 11 meses. Entre ellos, doce
poseen un diagnóstico clínico de TDAH, representando un (48%) de la muestra total. Se
eligió este intervalo de edades, ya que es cuando se inicia el período escolar y
comienzan a establecerse los diferentes diagnósticos, si bien los síntomas deben haberse
presentado antes de los 7 años.
Es importante añadir que, en el momento del estudio, dos de los participantes estaban
tomando medicación para tratar la sintomatología asociada a dicho trastorno. Sin
embargo, en la escala se calificó su comportamiento en función de sus actuaciones
cuando no están bajo los afectos de la medicación.
Todos/as los/as participantes están escolarizados en distintos colegios e institutos
públicos pertenecientes a la provincia de Alicante, concretamente, a la población de
Orihuela. Además, he de decir que la escala fue realizada por familiares y maestros/as,
del/de la sujeto a valorar, quienes poseen la mayoría de edad y aceptaron
voluntariamente participar en el estudio respondiendo a las conductas observadas en
el/la sujeto.
Además, se garantizó en todo momento el anonimato de los/as participantes y la no
utilización de la información para otros fines que no sea la del presente estudio, por lo
que algunas personas decidieron mantener su nombre real y los del/de la sujeto
valorado/a en el anonimato.
2.2 Instrumentos.
Para la evaluación de las funciones ejecutivas, familiares y maestros han
cumplimentado la Escala de Barkley de Déficits en el Funcionamiento Ejecutivo
(BDEFS-CA), en su versión larga para niños y adolescentes.
7
De acuerdo a su organización y funcionamiento, este tipo de instrumentos se denominan
escalas de Likert, ya que los ítems que presentan no están relacionados con las típicas
preguntas dicotómicas, es decir, preguntas a las que se responde con un sí o un no, sino
que dichos ítems se relacionan con afirmaciones que crean diferentes comportamientos
y actitudes en la persona encuestada, lo que favorece a la medición de esas conductas.
Los estudios realizados por el investigador Barkley han revelado la importancia de
destacar que la BDEFS-CA tiene niveles satisfactorios de consistencia interna así como
trans-temporal. En otras palabras, se ha comprobado que presenta gran fiabilidad, ya
que no se producen cambios significantes en los resultados de las subescalas durante el
intervalo de tiempo establecido entre la primera vez que los familiares y profesorado
cumplimentan la escala y la segunda vez que lo hacen. Incluso, existen evidencias de
que la escala puede distinguir fácilmente varios patrones de deficiencias de las FE en la
vida diaria en casos de TDAH comórbido con trastornos del desarrollo neurológico, el
aprendizaje y la psiquiatría, mostrando patrones de deterioro en varios dominios. Por
este hecho, se evidenció que la BDEFS-CA tiene una gran validez tanto en la práctica
clínica como en la investigación de la naturaleza de los déficits en las FE (Barkley,
2012).
La Escala de Barkley es una herramienta constituida con un total de 70 ítems divididos
en cinco subescalas/secciones donde, en cada una, se evalúa una función ejecutiva
diferente (Barkley, 2012). Por ello, la primera sección está dirigida al automanejo del
tiempo (13 ítems); la segunda subescala analiza la auto-organización/solución de
problemas (14-27 ítems); la tercera sección evalúa la inhibición/autocontrol (28-40
ítems); la cuarta subescala se centra en la automotivación (41-54 ítems) y, por último, la
quinta sección se focaliza en la auto-activación/concentración (55-70 ítems). Cada ítem
se valora en una escala de 1 a 4 puntos, siendo las puntuaciones más elevadas
indicativas de mayores problemas en esa función ejecutiva.
En la primera subescala, automanejo del tiempo, se evalúa la capacidad del sujeto para
comprender la noción del tiempo y, como consecuencia, si es capaz de planificar y
terminar sus tareas con la finalidad de cumplir unos plazos establecidos.
En la segunda subescala, auto-organización/solución de problemas, se miden la
velocidad de procesamiento para la organización ideas o pensamientos, así como las
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acciones realizadas cuando surgen acontecimientos inesperados y la capacidad para
solventar obstáculos en tipología variada de actividades.
En la tercera subescala, inhibición/autocontrol, se evalúa la aptitud de dominio que el
sujeto tiene sobre sí mismo, es decir, ser capaz de inhibir la toma de decisiones
impulsivas, de realizar acciones o comentarios impulsivos o de actuar asumiendo
riesgos.
En la cuarta subescala, automotivación, se analiza el grado de constancia y actitud que
presenta el sujeto ante las tareas asignadas.
Finalmente, en la quinta subescala, auto-activación/concentración, se califica la
habilidad con la que el sujeto maneja sus emociones en situaciones que le generan
diferentes impresiones (ira, frustración o nerviosismo) y emplea la concentración para
reenfocar su mente hacia ambientes más positivos, logrando mantener el control.
2.3 Procedimiento.
Para poder llevar a cabo la investigación se empleó la traducción de la Escala de
Barkley de Déficits en el Funcionamiento Ejecutivo Niños y Adolescentes (BDEFS-
CA) en su versión larga, ya que hasta la fecha no hay una versión española oficial de la
misma. Dicha traducción fue realizada por intérpretes que trabajaban conjuntamente con
la Universidad de Alicante (UA). Así pues, el Departamento de Psicología Evolutiva y
Didáctica de la UA, decidió participar, junto con otras instituciones, en un ensayo sobre
la fiabilidad de esta escala para el diagnóstico del TDAH.
Una vez, los/as tutores/as proporcionaron la traducción de la escala y, aprovechando el
inicio del Prácticum III basado en la mención de Pedagogía Terapéutica, pudimos
acceder al número de alumnos/as que presentaban diagnóstico de TDAH en el centro
educativo de prácticas con el objetivo de hablar, posteriormente, con sus familiares o
tutores/as legales y maestros/as, e informarles del estudio que se iba a realizar si
aceptaban participar, así como de la confidencialidad de los datos. Debido a ello, la
escala fue completada tanto por familiares como por profesorado.
9
Igualmente, he de añadir que, siguiendo el procedimiento anterior, se solicitó la
participación tanto de familias conocidas cuyos hijos poseían diagnóstico de TDAH
como de familias cuyos hijos no presentaban ninguna tipología de trastornos o
dictámenes.
Para seleccionar a los sujetos de la investigación, se tuvieron en cuenta una serie de
criterios de inclusión y de exclusión. Respecto a los primeros, los tres únicos criterios
fueron:
– Sujetos entre un rango de edad de 6 años a 17 años y 11 meses.
– Sujetos diagnosticados clínicamente como TDAH.
– Sujetos sin ningún tipo de dictamen médico asociado a trastornos mentales.
En cuanto a los segundos, los dos criterios de exclusión consistieron en:
– Sujetos menores de 6 años y mayores de 18.
– Sujetos con diagnóstico diferente a TDAH.
Así pues, tras realizar las escalas, de forma individual, se ha obtenido una muestra total
de 25 sujetos, 14 niños (56%) y 11 niñas (44%), de los que 12 presentan TDAH.
2.4 Análisis de datos.
Realizar una breve explicación sobre cómo se han analizado e interpretado los datos de
la BDEFS-CA, resulta imprescindible para comprender los resultados obtenidos tanto
en el grupo clínico (TDAH) como en el grupo control (sin TDAH), además de las
diferencias observables entre dichos grupos.
Como hemos mencionado anteriormente, esta escala posee un total de cinco subescalas
en las que, al final de cada una, se halla un apartado denominado Puntaje Total de
Sección, donde hemos de añadir el número resultante de la suma de la puntuación
seleccionada, en cada uno de los ítems, por el/la informante que la cumplimentó.
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Es relevante comentar que, al final de la escala, se sitúan tres secciones relacionadas
con los datos proporcionados en las diferentes secciones. La primera es el Total de las
Secciones 1-5, es decir, consiste en la suma de cada uno de los puntajes totales de las
cinco subescalas con el objetivo de conocer la puntuación total de la escala.
Seguidamente, se halla el Recuento de Síntomas FE, que se basa en el conteo del
número de respuestas con un 3 (frecuente) o un 4 (muy frecuente). Finalmente, se
muestra una de las puntuaciones más destacables, el TDAH-FE Índice de Puntuación,
ya que sirve para evaluar la probabilidad de que un sujeto posea dicho trastorno. Este
índice se fundamenta en la suma de la puntuación de cada uno de los diez ítems (5, 20,
21, 23, 27, 35, 47, 51, 59 y 68) que aparecen en negrita durante las cinco secciones
(Barkley, 2012).
Para la interpretación de los resultados obtenidos debemos tener en cuenta dos factores:
el sexo y la edad del/de la sujeto, debido a que los percentiles varían. Por ello, he hecho
uso de los formularios de perfil establecidos en el apéndice del Manual de Barkley
(2012). Estos formularios están distribuidos según el sexo y el rango de edad del/de la
individuo y contienen percentiles, ordenados de mayor a menor, que establecen
porcentajes para cada una de las puntuaciones resultantes en las ocho secciones. La
interpretación consiste en que cuanto mayor sea el percentil representado en la
puntuación del/de la sujeto, mayor es la probabilidad de que presente déficits en el
dominio de esas FE, pudiendo encontrar deterioros en las actividades cotidianas como
consecuencia de esas deficiencias.
3. RESULTADOS.
La tabla 1 indica la distribución total de la muestra de estudio (25 participantes),
distinguiéndolos por grupos de edad así como por sexo, de acuerdo a que el análisis e
interpretación de los datos se ha llevado a cabo mediante la relación existente entre
estos y los formularios de perfil determinados en el Manual de Barkley (2012) y, como
hemos comentado anteriormente, de esos dos factores dependen los percentiles
establecidos.
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Tabla 1
Distribución de la muestra de estudio según edad y sexo.
VARONES MUJERES
Grupos por edad Grupo clínico
(TDAH) Grupo control
Grupo clínico
(TDAH) Grupo control
6-7 años 1 2 1 1
8-9 años 3 2 2 2
10-13 años 1 1 1 2
14-15 años 2 2 1 1
TOTAL 14 11
Asimismo, con el objetivo de conocer la diferencia de puntuación entre los grupos
clínicos y los grupos controles, en la tabla 2 se muestra el conteo de cada una de las
ocho secciones, además del total de la puntuación de cada sección resultante de la suma
de los datos proporcionados por los/as sujetos en cada una.
Tabla 2
Comparación de las puntuaciones entre grupo clínico y grupo control.
Participantes Sección 1
Sección 2
Sección 3
Sección 4
Sección 5
Total de las
secciones 1-5.
Recuento Síntomas
FE.
TDAH-FE Índice de
Puntuación.
VARONES
Grupo clínico
V1 (7 años) 43 53 42 43 33 214 56 34
V2 (8 años) 46 36 46 49 43 220 57 33
V3 (8 años) 40 42 27 23 16 148 27 24
V4 (9 años) 36 44 31 44 26 181 36 25
V5(10 años) 52 47 52 56 60 267 70 34 V6(14 años) 52 53 52 56 52 265 70 39
V7(15 años) 45 45 41 53 30 214 51 29
TOTAL 314 320 291 324 260 1509 367 218
Grupo control
V1 (7 años) 24 29 21 14 21 109 5 17 V2 (7 años) 48 41 44 56 54 243 62 35 V3 (8 años) 22 21 17 17 19 96 1 17 V4 (8 años) 13 14 20 18 17 82 0 13 V5(10 años) 13 14 19 16 31 93 3 12
V6(14 años) 36 17 29 26 23 131 18 18
V7(15 años) 31 29 20 24 48 152 24 16
TOTAL 187 165 170 171 213 906 113 128 MUJERES
12
Notas: Sección 1: automanejo del tiempo. Sección 2: auto-organización. Sección 3: Inhibición. Sección 4: Automotivación. Sección 5: auto-activación.
Las puntuaciones brutas obtenidas por cada sujeto en las ocho secciones de la escala,
fueron convertidas en percentiles con la ayuda de los formularios de perfil de Barkley,
con la finalidad de evaluar qué sujetos poseen déficits en uno o varios dominios de las
FE o, por el contrario, se mantienen en los percentiles normativos. Los resultados
pueden observarse en la tabla 3.
Para interpretar los porcentajes es necesario conocer la existencia de unos rangos típicos
de déficits en la población (1-9, 10-19, 20-29, 30-39, 40-49, 50-59 y 60-69%). Es decir,
los/as sujetos que se hallen en esos porcentajes no tendrán deficiencias en ese dominio
de las FE. Sin embargo, los porcentajes individuales comienzan a partir del 70 hasta el
99%. Generalmente, las puntuaciones obtenidas entre el 76 y el 84% tienen una
importancia clínica marginal. Las que se hallan entre el 85 y 92% son consideradas
borderline o algo deficiente. Las que están entre 93 y 95% son estimadas deficiente
medio. Entre el 96 y 98% son deficientes moderados y las que tienen un percentil de
99% son notablemente deficientes o severos (Barkley, 2012). Por lo tanto, quienes
presenten puntuaciones en el cuartil más alto, adquieren importancia clínica debido a
que muestran riesgo de deficiencias en las FE, como es el caso de todos/as nuestros/as
sujetos con TDAH, además del sujeto varón V2 del grupo control, quien puntúa muy
similar a los grupos clínicos.
Grupo clínico
M1 (6 años) 35 42 48 47 51 223 66 33
M2 (8 años) 52 42 52 56 50 252 70 35
M3 (9 años) 43 56 39 50 50 238 70 38
M4(13 años) 49 48 48 56 48 249 68 35
M5(15 años) 52 42 52 55 48 249 70 34 TOTAL 231 230 239 264 247 1211 344 175
Grupo control
M1 (6 años) 26 20 13 28 25 112 0 16
M2 (8 años) 18 14 13 14 16 75 0 10
M3 (9 años) 19 14 24 28 29 114 1 15
M4(10 años) 18 17 24 15 26 100 5 14
M5(13 años) 26 28 35 33 39 161 30 21
M6(14 años) 16 15 19 18 17 85 0 10
TOTAL 123 108 128 136 152 647 36 86
13
Tabla 3
Comparación de los porcentajes entre ambos grupos.
Participantes Sección 1
Sección 2
Sección 3
Sección 4
Sección 5
Total de las
secciones 1-5.
Recuento Síntomas
FE.
TDAH-FE Índice de
Puntuación.
VARONES
Grupo clínico
V1 (7 años) 95% 99% 96% 94% 85% 96% 97% 99%
V2 (8 años) 96% 96% 97% 97% 89% 96% 97% 98%
V3 (8 años) 94% 97% 78% 50-59% 10-19% 83% 86% 91%
V4 (9 años) 90% 98% 86% 95% 60-69% 91% 91% 92%
V5(10 años) 99% 98% 99% 99% 98% 99% 99% 99%
V6(14 años) 99% 99% 99% 99% 96% 99% 99% 99%
V7(15 años) 95% 98% 94% 98% 74% 95% 94% 94%
Grupo control
V1 (7 años) 60-69% 89% 40-49% 10-19% 40-49% 40-49% 60-69% 70% V2 (7 años) 97% 97% 96% 99% 95% 98% 98% 99% V3 (8 años) 40-49% 72% 30-39% 30-39% 30-39% 30-39% 40-49% 70% V4 (8 años) 1-9% 20-29% 40-49% 30-39% 20-29% 20-29% 30-39% 40-49% V5(10 años) 1-9% 20-29% 40-49% 20-29% 71% 30-39% 50-59% 40-49%
V6(14 años) 86% 50-59% 84% 60-69% 50-59% 60-69% 80% 72% V7(15 años) 75% 87% 50-59% 50-59% 94% 84% 84% 60-69%
MUJERES
Grupo clínico
M1 (6 años) 91% 98% 98% 97% 96% 98% 99% 98%
M2 (8 años) 99% 98% 99% 99% 96% 99% 99% 99%
M3 (9 años) 97% 99% 96% 98% 96% 99% 99% 99%
M4(13 años) 98% 99% 98% 99% 96% 99% 99% 99%
M5(15 años) 99% 98% 99% 99% 96% 99% 99% 99%
Grupo control
M1 (6 años) 77% 72% 20-29% 83% 60-69% 60-69% 40-49% 70%
M2 (8 años) 30-39% 30-39% 20-29% 20-29% 20-29% 10-19% 40-49% 10-19%
M3 (9 años) 40-49% 30-39% 76% 83% 72% 60-69% 50-59% 60-69%
M4(10 años) 30-39% 50-59% 76% 30-39% 60-69% 50-59% 70% 50-59%
M5(13 años) 72% 89% 94% 88% 91% 89% 91% 88%
M6(14 años) 30-39% 40-49% 50-59% 40-49% 30-39% 30-39% 40-49% 20-29% Notas: Sección 1: automanejo del tiempo. Sección 2: auto-organización. Sección 3: Inhibición. Sección 4: Automotivación. Sección 5: auto-activación.
3.1 Diferencias en los perfiles cognitivos entre ambos grupos.
La resolución a posteriori de los datos conseguidos revelan varias diferencias entre los
grupos clínicos y los grupos controles.
14
La figura 1, proporciona información gráfica de la puntuación total de las secciones 1-5,
donde encontramos, a simple vista, que los grupos clínicos han obtenido puntuaciones
más altas en todas las subescalas que los grupos controles. Así pues, las puntuaciones
más elevadas en los grupos clínicos se obtienen en la subescala 4 (Automotivación),
mientras que en los grupos controles se sitúan en la sección 5 (Auto-activación).
Además, los datos más inferiores de los grupos clínicos se sitúan en subescalas
diferentes, para los varones en la sección 5 y para las mujeres en la sección 2 (Auto-
organización). Sin embargo, en los grupos controles los resultados inferiores se hallan
en la subscala 2.
Figura 1. Representación gráfica de la puntuación total de las secciones 1-5.
La figura 2, presenta notables diferencias entre los grupos clínicos y controles en las tres
secciones restantes. Así pues, se reflejan las elevadas puntuaciones de los grupos
clínicos en las tres secciones con respecto a los grupos controles. Cabe mencionar que
ambos grupos clínicos se hallan muy similares en cuanto a los resultados del recuento
de síntomas FE y el Índice de puntuación. Además, el grupo control de las mujeres es el
que posee los datos más inferiores, concretamente, en el recuento de los síntomas FE.
0
50
100
150
200
250
300
350
Grupo clínico (varones)
Grupo clínico (mujeres)
Grupo control (varones)
Grupo control (mujeres)
Sección 1 (Automanejo del tiempo) Sección 2 (Auto-organización)
Sección 3 (Inhibición) Sección 4 (Automotivación)
Sección 5 (Auto-activación)
15
Figura 2. Representación gráfica de la puntuación total de las secciones 1-5, Recuento síntomas FE y
TDAH-FE índice de puntuación.
4. DISCUSIÓN.
El propósito de este trabajo ha sido estudiar la eficacia de la Escala de Déficits en el
Funcionamiento Ejecutivo de Barkley (BDEFS-CA) en su versión larga para niños y
adolescentes como herramienta de evaluación en la alteración de las FE de los/as
participantes diagnosticados/as con TDAH. Esta escala surgió de la necesidad de poseer
una medida centrada, exclusivamente, en el funcionamiento ejecutivo excluyendo
elementos de superposición semántica con los criterios de diagnóstico del TDAH.
Los dos elementos fundamentales que han favorecido a la interpretación de los
resultados obtenidos, han sido el sexo y la edad de los/as individuos.
En las diferencias por sexo, la tendencia es que las niñas presenten puntuaciones más
elevadas que los niños, pero no se han encontrado diferencias significativas. En nuestro
caso, independientemente de la influencia de los factores culturales, la similitud de los
datos pueden explicarse mediante la propia escala. Es decir, para llegar al percentil 90
un niño de 8 años necesita una puntuación entre 33-35 en la sección de recuento de
síntomas FE; mientras que una niña de la misma edad necesita un resultado entre 26-27
(Barkley, 2012). Así pues, debido a que la tasa de diagnóstico en varones es tres veces
0
200
400
600
800
1000
1200
1400
1600
Grupo clínico (varones)
Grupo clínico (mujeres)
Grupo control (varones)
Grupo control (mujeres)
Total de las Secciones 1-5 Recuento Síntomas FE TDAH-FE Índice de Puntuación
16
mayor que en mujeres, entendemos que las puntuaciones de los varones TDAH son más
elevadas que las de las niñas en los estudios clínicos (Cardo, Servera y Llobera, 2007) .
Las diferencias por grupos de edad tampoco han sido reveladoras, ya que se han
obtenido puntuaciones muy similares tanto en los grupos clínicos como en los controles,
puesto que la escala también presenta puntos de corte diferenciados en función de la
edad (Barkley, 2012). Además, es cierto que ha sido más sencillo hallar a sujetos con
una edad entre los 6-10 años que entre los 11-15 años, conforme a que durante los
primeros cursos suelen situarse más diagnósticos relacionados con este trastorno.
Aunque no se hayan observado desigualdades significativas entre sexo y edad, sí que se
han obtenido algunas semejanzas entre los grupos de estudio. Así pues, como hemos
comentado en la Figura 1, ambos grupos clínicos obtienen las puntuaciones más
elevadas en la sección 4 (Automotivación) logrando los varones una puntuación de
(324) y las mujeres (264). Se considera que la automotivación se establece a partir de
las tres secciones anteriores (automanejo del tiempo, auto-organización, inhibición)
(Barkley, 2012). Este hecho muestra un déficit en el funcionamiento de esa FE, es decir,
los/as sujetos con TDAH reflejan mayores dificultades para reemplazar la excesiva
emocionalidad por respuestas emocionales alternativas que den solución a las demandas
sociales, así como a la habilidad para auto-motivarse en la consecución de metas
propuestas por el/la individuo y al bienestar a largo plazo, como consecuencia de
alteraciones emocionales y sociales producidas por lesiones en el córtex prefrontal que,
a su vez, producen una disfunción en el sistema límbico (Gaxiola, 2015).
Seguidamente, existe una pequeña diferencia entre varones y mujeres con TDAH en las
puntuaciones mínimas, aunque cabe mencionar que presentan un gran déficit en todas
las secciones, pero en las que muestran menor déficit son: en el caso de los varones, en
la sección 5 (Auto-activación) y, en el caso de las mujeres, en la sección 2 (Auto-
organización). Esta relación de puntuaciones débiles entre estas dos subescalas coincide
con el estudio de fiabilidad de Barkley.
Pese a mostrar puntuaciones más bajas en unas secciones que otras, todas ellas están
afectadas por el síndrome disejecutivo, produciendo deficiencias significativas en el
funcionamiento de las FE en las actividades diarias.
17
En cuanto a los grupos controles las puntuaciones altas y bajas son coincidentes, siendo
la subescala 5 (Auto-activación) donde obtienen mayores puntuaciones (varones: 213,
mujeres: 152) y, por lo tanto, mayores déficits de las FE. Y, la subescala 2 (Auto-
organización), donde están los datos inferiores teniendo una puntuación de 165 los
varones y las mujeres de 108. Dentro de este grupo, es conveniente destacar al sujeto
varón V2, quien presenta puntuaciones semejantes al grupo clínico, por lo que existe la
posibilidad de que sea un candidato para una evaluación clínica con el fin de determinar
el diagnóstico de TDAH.
Entre el rango de edad de nuestros/as participantes de 6 a 15 años, es frecuente que
presenten dificultades de aprendizaje como consecuencia de que cada FE se desarrolla y
mejora en etapas de edad diversas, presentando una continua evolución hasta los 19
años (Burns y Cecil, 2004). Estas alteraciones en el funcionamiento ejecutivo son
determinantes del comportamiento y del desempeño de todos/as nuestros/as
participantes, especialmente los/as TDAH, en sus diferentes contextos diarios como la
educación, familia o sus relacionales interpersonales (García, González-Castro, Areces,
Cueli y Rodríguez, 2014).
Tal y como habíamos supuesto en la formulación de las hipótesis, éstas quedan
aprobadas. En nuestra primera hipótesis, la escala establecida por Barkley ha sido muy
exhaustiva con los percentiles de los datos, estableciendo una clara diferencia entre
los/as sujetos TDAH y sin TDAH, aportando una valiosa información en cuanto a las
características, pronóstico y evaluación del trastorno. También, hemos podido
comprobar que dentro de los grupos clínicos y controles, los varones se caracterizan por
una diversidad funcional de las FE mucho más alta que la de las mujeres, lo que se halla
en consonancia con la segunda hipótesis de que los varones son más extremos tanto en
las puntuaciones positivas como negativas.
5. CONCLUSIÓN.
La validez de la BDEFS-CA ha sido comprobada por su capacidad para diferenciar a
los/as sujetos con TDAH de los controles. La principal conclusión es que los/as
individuos con TDAH evaluados tanto por sus familiares como por su profesorado,
presentan muchas más deficiencias en todas las subescalas que el grupo control y, como
18
consecuencia, sus FE se hallan alteradas influyendo en las actividades cotidianas.
Además, no se han encontrado diferencias significativas entre el sexo y la edad, ya que
la escala posee percentiles diferentes en función de estos factores.
Finalmente, las limitaciones de este trabajo se centran en una muestra de niños y
adolescentes relativamente pequeña para llevar a cabo análisis confirmatorios. Por ello,
sería aconsejable la realización de análisis con muestras más amplias con la finalidad de
determinar con más exactitud la capacidad de dicha escala para la evaluación del estado
de las FE en TDAH.
19
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