Favor de leerse antes del 3 de septiembre Condiciones … · Señor! ¡De ningún modo te sucederá...

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Favor de leerse antes del 3 de septiembre Condiciones para seguir a Jesús Mateo 16, 21-27 Jesús: Después de hablar con Pedro sobre la misión que tenía para él en el mundo y en la Iglesia, comencé a manifestarles a mis discípulos que Yo debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Muchos de ellos se entristecieron y no comprendían por qué debían pasar así las cosas. Pedro, me llevó a parte y se puso a reprenderme diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” Pero Yo, volviéndome a él le dije: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para Mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!». Pero Yo quiero que también tú seas como Yo y que me sigas. Por eso dije a mis discípulos: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame». Negarse a uno mismo, es ser capaz de hacerse uno nada por amor a Mí. Cuando tú te haces nada, Yo puedo ser Todo en ti. Hacerse nada, significa ponerme a Mí por delante. En lugar de poner tus gustos, tus expectativas, tu egoísmo, tu soberbia, tu orgullo, etc. me pones a Mí, con mis criterios, con mis deseos para ti. I II III Seguirme, es no verse a uno mismo, ni ver al mundo, sino mantener los ojos fijos en Mí. Tomar la cruz, es lo mismo que estar dispuesto a dar la vida. Es tomar la decisión de morir al mundo, para vivir por Mí. Por eso, aún cuando alguien te quiera quitar la vida, tú sabes que nadie te la quita, sino que tú mismo la entregaste primero voluntariamente. Eso mismo fue lo que Yo hice. «Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por Mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?». Seguirme a Mí es la mejor inversión. No gastes tu vida siguiendo a alguien más. Te aseguro que no encontrarás la felicidad verdadera. Yo vine al mundo para mostrarte el camino de la verdadera felicidad. Y Yo soy el Hijo de Dios, Yo no me equivoco. Confía en Mí, pues Yo, como el Hijo del hombre, he de venir en la gloria de mi Padre, con mis ángeles, y entonces pagaré a cada uno según su conducta. De modo que si te la pasaste juzgando a los demás y a ti mismo, con los criterios del mundo, estarás muy triste, porque no le diste cabida en tu corazón al amor verdadero y profundo que Yo te tengo. Yo no soy quien condena, sino tú mismo. Por eso deseo que me sigas y que tengas vida en abundancia. A mis discípulos también les dije: «Yo les aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino». Y fueron tres de mis discípulos los que me vieron en la Transfiguración, lleno de la gloria de Dios. Yo quiero que tú también abras tus ojos de la fe, para que me reconozcas como el Hijo de Dios y me veas venir en mi Reino. Sigrid Villaseñor Johnsson Sé que para todos los hombres es difícil comprender que el amor en abundancia siempre lleva sufrimiento. Yo te amo hasta el extremo, por eso Yo di mi vida por ti. Yo soy capaz de renunciar a mí mismo, de negarme, de hacerme nada y de sufrir mucho, por el gran amor que te tengo. No me importó sufrir ni morir, pues sabía que así te salvaba. 1

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Favor de leerse antes del 3 de septiembre

Condiciones para seguir a JesúsMateo 16, 21-27

Jesús: Después de hablar con Pedro sobre la misión que tenía para él en el mundo y en la Iglesia, comencé a manifestarles a mis discípulos que Yo debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.

Muchos de ellos se entristecieron y no comprendían por qué debían pasar así las cosas. Pedro, me llevó a parte y se puso a reprenderme diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” Pero Yo, volviéndome a él le dije: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para Mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!».

Pero Yo quiero que también tú seas como Yo y que me sigas. Por eso dije a mis discípulos: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame».

Negarse a uno mismo, es ser capaz de hacerse uno nada por amor a Mí. Cuando tú te haces nada, Yo puedo ser Todo en ti. Hacerse nada, significa ponerme a Mí por delante. En lugar de poner tus gustos, tus expectativas, tu egoísmo, tu soberbia, tu orgullo, etc. me pones a Mí, con mis criterios, con mis deseos para ti.

I

II III

Seguirme, es no verse a uno mismo, ni ver al mundo, sino mantener los ojos fijos en Mí.

Tomar la cruz, es lo mismo que estar dispuesto a dar la vida. Es tomar la decisión de morir al mundo, para vivir por Mí. Por eso, aún cuando alguien te quiera quitar la vida, tú sabes que nadie te la quita, sino que tú mismo la entregaste primero voluntariamente. Eso mismo fue lo que Yo hice.

«Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por Mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?».

Seguirme a Mí es la mejor inversión. No gastes tu vida siguiendo a alguien más. Te aseguro que no encontrarás la felicidad verdadera. Yo vine al mundo para mostrarte el camino de la verdadera felicidad. Y Yo soy el Hijo de Dios, Yo no me equivoco. Confía en Mí, pues Yo, como el Hijo del hombre, he de venir en la gloria de mi Padre, con mis ángeles, y entonces pagaré a cada uno según su conducta.

De modo que si te la pasaste juzgando a los demás y a ti mismo, con los criterios del mundo, estarás muy triste, porque no le diste cabida en tu corazón al amor verdadero y profundo que Yo te tengo. Yo no soy quien condena, sino tú mismo. Por eso deseo que me sigas y que tengas vida en abundancia.

A mis discípulos también les dije: «Yo les aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino».

Y fueron tres de mis discípulos los que me vieron en la Transfiguración, lleno de la gloria de Dios. Yo quiero que tú también abras tus ojos de la fe, para que me reconozcas como el Hijo de Dios y me veas venir en mi Reino.

Sigrid Villaseñor Johnsson

Sé que para todos los hombres es difícil comprender que el amor en abundancia siempre lleva sufrimiento. Yo te amo hasta el extremo, por eso Yo di mi vida por ti. Yo soy capaz de renunciar a mí mismo, de negarme, de hacerme nada y de sufrir mucho, por el gran amor que te tengo. No me importó sufrir ni morir, pues sabía que así te salvaba.

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Héroes entre nosotros¡Hola amigo! ¿sabes quiénes son los gitanos? ¿has oído hablar acerca de la guerra civil española? Tal vez no, por eso déjame que te cuente quiénes son los gitanos y quién soy yo.Yo soy Ceferino Jiménez, me dicen El Pelé y soy gitano. Los gitanos somos una raza que vive por todo el mundo, a veces de pueblo en pueblo, e incluso de país en país. Somos nómadas, es decir que vamos de un lugar a otro. En Europa la gente nos ve mal, es muy común que no nos acepte por nuestra manera de vivir y por nuestro color de piel, pues somos más morenos que la mayoría de los europeos y no tenemos un trabajo fijo. Hay un dicho que dice 'nunca confíes en un gitano', porque tenemos fama de ser poco honestos, incluso nos llaman flojos o robachicos. Por eso mi pueblo siempre ha tenido muchas peleas con la gente blanca.

Yo nací en Cataluña, pero crecí en diferentes lugares de Barbastro (España). Nunca fui a la escuela. De niño aprendí a hacer trabajos de cestería, eso es que tejía canastas que luego vendíamos para vivir. Mis padres me bautizaron siendo muy chico y me hablaban de Jesús. Nunca aprendí a leer ni a escribir pero me gustaba mucho oír historias de la Biblia.Me casé siendo muy joven. Viví muchos años con mi esposa, hasta que quedé viudo. Nunca tuvimos hijos propios pero adoptamos a mi sobrina que quedó huérfana y toda la vida fue para nosotros como una hija de nuestra sangre. Teníamos una vida sencilla pero muy feliz. A mí me daba mucha pena la discriminación que sufría mi pueblo y también me apenaba que muchos gitanos

enojados y resentidos buscaban pleitos y problemas con los payos (así les llamamos nosotros a los blancos). Yo siempre intervenía porque sabía que a Jesús no le gustaba vernos peleando, yo sentía que a Jesús le entristecía ver nuestras peleas. Por eso yo intentaba que hubiera paz entre nosotros. De adulto siempre me dediqué al negocio de comprar y vender ganado, tenía muy buen ojo para eso. Me gustaba mucho la música y bailar. Como siempre trabajé duro y honestamente pude al fin comprar una casa y establecerme en la ciudad. La gente me reconocía por eso, era yo un gitano diferente a los demás o diferente a lo que pensaban de un gitano.

Un día me denunciaron por hacer trampa en los negocios y me llevaron preso a la cárcel, durante el juicio yo no tuve miedo, pues sabía que Jesús cuidaría de mí. Para mi sorpresa, el día del juicio, un abogado muy brillante me defendió porque sabía que yo era honesto y no cobró un centavo por sus servicios. Al final como no había ninguna prueba, quedé libre y el juez dijo en voz alta a todos: 'Este no es un ladrón, éste es Ceferino Jiménez, patrón de los gitanos y hombre honesto'. Me sentí muy honrado con sus palabras, y con mayor razón me esforcé más cada día en ser mejor.Aunque era raro para un señor, en ese entonces yo daba catecismo a los niños, sabía tanto de la Biblia que les contaba a manera de cuento todo lo que yo sabía. También me uní a las obras de caridad de Vicente de Paul y nunca faltaba los jueves a la hora de la adoración Eucarística. Me gustaba mucho estar en oración a los pies de Jesús.

Tristemente la guerra estalló en España, los revolucionarios entre otras cosas, no querían que la gente amara a Dios, querían acabar con la religión católica y por eso clausuraron las iglesias y los conventos. La gente se escondía y se cuidaba de no tener ninguna cruz o imagen que los señalara como católicos. Por esos tiempos se llevaban presos a los sacerdotes y misioneros.

Una tarde iba yo caminando por la calle y vi que muchos guardias golpeaban a un sacerdote. Yo tomé la decisión de negarme a mí mismo y tomar la cruz. Por eso, corrí para defender al sacerdote y les grité: 'Virgen Santísima, no les da vergüenza, tantos hombres armados contra un sacerdote indefenso'. Me detuvieron entonces y al registrar mis bolsillos encontraron mi rosario. Me preguntaron: ¿es suyo?. Yo respondí: ¡claro que sí!

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Me llevaron preso junto con el sacerdote. Un jefe revolucionario intentó salvarme, me dijo: 'Deja ese rosario y tus cosas de fanático y yo te sacaré de aquí'. Yo le respondí: gracias, pero moriré con mi rosario...El 2 de agosto a mitad de la noche, me sacaron de la cárcel junto con 20 misioneros claretinos y junto al muro del cementerio caímos por las balas, mientras juntos gritábamos: 'Viva Cristo Rey'.

Fuimos muchos los que tuvimos el valor de nunca negar a Jesús porque sabíamos que junto a Él tenemos la vida eterna. Por eso hemos sido reconocidos y nuestra vida llevada a los altares. Juan Pablo II dijo de mí: 'El Pelé murió por la fe en la que había vivido, su vida muestra como Cristo está presente en todos los pueblos y razas y todos están llamados a la santidad, guardando sus mandamientos y permaneciendo en su amor, honesto en su trabajo, fiel a su raza, hombre de paz y de buen consejo, con profundas creencias religiosas'.

Por eso me nombró Beato el santo padre. Yo fui muy feliz en mi patria y soy más feliz al lado de Jesús.

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