Fernando Solís Cámara

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  Comisión Especial Encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana del Senado de la República 1 LA RECONSTRUCCIÓN DE NUESTRA PATRIA  “Cuando el campesino sea dueño de la tierra que tanto ama, cuando el individuo reciba del Estado beneficios y no males, cuando la acción reguladora del Estado se traduzc a en bienestar, entonces, y sólo entonces seremos una nación grande y digna” Fernando Solís Cámara publicó su obra La reconstrucción de nuestra patria en Nueva York, en 1915. En trece capítulos hace el análisis de los diversos aspectos que habrán de ser tomados en cuenta para el restablecimiento del orden so cial y político en México. El primer capítulo, “La causa de nuestras miserias”, explora los antecedentes, que en opinión de Solís Cámara, son el origen del rezago histórico que experimenta México, particularmente la conquista española y la dominación religiosa: “militarismo, esclavitud, superstición, clericalismo, patronazgo, latifundios y ¡tantas otras podredumbres!” En el siguiente apartado, Solís Cámara afirma que la Revolución mexicana ha sido la continuadora de las demandas planteadas en los movimientos de Independencia y Reforma. La consolidación de estos ideales y la construcción de un nacionalismo, a través de la promoción del amor a los símbolos e historia patria, son objetivos fundamentales en el proceso de crecimiento intelectual del país. “El problema religioso” es el tema del tercer capítulo. En él, Solís Cámara afirma que el clero ha sido siempre un obstáculo para el desarrollo, en casi todas las esferas de la vida pública. Siempre caracterizado por gozar de privilegios y por acaparar grandes riquezas, su nociva influencia debe ser eliminada: “Es necesario, pues, arrebatarle los privilegios de que goza y ponerla en la misma situación de todas las demás agrupaciones que funcionan dentro del Estado. La ilustración del pueblo hará lo demás”. Fernando Solís Cámara reconoce que existen otros sectores que gozan de privilegios en la sociedad, los grandes propietarios de la tierra, son un claro ejemplo de ello. Esto significa, de acuerdo con el autor, que los grandes movimientos de Independencia y Reforma lograron cambiar muchos aspectos, pero que otros persisten hasta aquel momento: “Los

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Comisión Especial Encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia

y del Centenario de la Revolución Mexicana del Senado de la República

1

LA RECONSTRUCCIÓN DE NUESTRA PATRIA 

“Cuando el campesino sea dueño de la tierra que tanto ama,

cuando el individuo reciba del Estado beneficios y no males,

cuando la acción reguladora del Estado se traduzca en bienestar,

entonces, y sólo entonces seremos una nación grande y digna” 

Fernando Solís Cámara publicó su obra La reconstrucción de nuestra patria en Nueva York,en 1915. En trece capítulos hace el análisis de los diversos aspectos que habrán de ser

tomados en cuenta para el restablecimiento del orden social y político en México.

El primer capítulo, “La causa de nuestras miserias”, explora los antecedentes, que en

opinión de Solís Cámara, son el origen del rezago histórico que experimenta México,

particularmente la conquista española y la dominación religiosa: “militarismo, esclavitud,

superstición, clericalismo, patronazgo, latifundios y ¡tantas otras podredumbres!”

En el siguiente apartado, Solís Cámara afirma que la Revolución mexicana ha sido la

continuadora de las demandas planteadas en los movimientos de Independencia yReforma. La consolidación de estos ideales y la construcción de un nacionalismo, a través

de la promoción del amor a los símbolos e historia patria, son objetivos fundamentales en

el proceso de crecimiento intelectual del país.

“El problema religioso” es el tema del tercer capítulo. En él, Solís Cámara afirma que el

clero ha sido siempre un obstáculo para el desarrollo, en casi todas las esferas de la vida

pública. Siempre caracterizado por gozar de privilegios y por acaparar grandes riquezas, su

nociva influencia debe ser eliminada: “Es necesario, pues, arrebatarle los privilegios de que

goza y ponerla en la misma situación de todas las demás agrupaciones que funcionan

dentro del Estado. La ilustración del pueblo hará lo demás”.

Fernando Solís Cámara reconoce que existen otros sectores que gozan de privilegios en la

sociedad, los grandes propietarios de la tierra, son un claro ejemplo de ello. Esto significa,

de acuerdo con el autor, que los grandes movimientos de Independencia y Reforma

lograron cambiar muchos aspectos, pero que otros persisten hasta aquel momento: “Los

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gachupines murieron: pero el inicuo sistema establecido por ellos no murió. Quedó con

vida prolongando un siglo más los sufrimientos y miseria de toda una raza”.

Ante esta reflexión, Solís Cámara afirma

que la Revolución mexicana fue una

esperanza de cambio: “el pueblo vio en el

movimiento encabezado por Francisco I.

Madero una esperanza de redención.

Bebió las palabras que le ofrecían la

repartición de las grandes extensiones

territoriales acaparadas por los

privilegiados y se lanzó a ciegas en la

honda aventura que ya le cuesta tantas

vidas y tan grandes dolores”.

Respecto al tema de la propiedad de la

tierra, Solís Cámara propuso la

expropiación a favor del bien público, el

fomento de la pequeña propiedad y el

impulso del crecimiento de instituciones

estatales de crédito y finanzas que

proporcionaran apoyo económico e

instrumentos de trabajo a los campesinos.

Además, el Estado debía encargarse de la realización de estudios sobre determinación de

zonas, deslinde, preparación del terreno, obras de mejoramiento, entre otros aspectos, es

decir, toda una política agraria integral.

En el capítulo “El proletariado urbano”, Solís Cámara hizo diversos planteamientos en

torno a la situación de los obreros, sobre los derechos laborales, algunos de los cuales

serían consignados más tarde en las disposiciones jurídicas sobre el tema: la higiene en las

fábricas para procurar la seguridad del trabajador, una remuneración o salario mínimo,

 jornada de trabajo de 8 horas, legislación sobre accidentes de trabajo, fundación de casas

de asilo para obreros ancianos y desvalidos, organización de sociedades cooperativas de

producción y de consumo, entre otros puntos.

 Alegoría a la Patria Mexicana

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Otro de los temas que aborda Solís Cámara es la expropiación y municipalización de los

servicios públicos. Al respecto señala que los servicios de transporte, agua, luz y gas,

deben ser nacionales. La explotación de recursos y la prestación de estos servicios,

siempre debe atender al bien público y no a los intereses de grupos privados cuyo único

objetivo es el lucro desmedido. En este sentido, el Estado deberá procurar que las

necesidades de la sociedad sean efectivamente cubiertas: “El día en que el habitante de

una ciudad mexicana, pueda, por estrechos que sean sus recursos, habitar una casa sana y

alegre, aunque sea humilde, y tenga servicio gratuito de luz y calefacción, amén de las

otras comodidades que el progreso vaya facilitando a la humanidad, ese día se sentirá

identificado con todos sus conciudadanos…”

El fomento de las instituciones de crédito para el pueblo, es otro aspecto que el gobierno

debe tener entre sus prioridades, afirma Solís Cámara, en el siguiente capítulo de su obra:

“Es necesario fundar prontamente un gran banco de Estado que pueda prestar a la Nación

los valiosos servicios que en Alemania presta esa institución”.

El crédito, señala el autor, debe “facilitar fondos para la inversión a los pequeños

propietarios”, siempre bajo el estricto control del Estado: “Estos bancos deberán estar

sujetos a la inspección más rigurosa, para impedir la serie de combinaciones indecentes a

que suelen dedicarse estas instituciones en beneficio exclusivo de algunos capitalistas

rapaces”.

Como podemos constatar, los planteamientos de Fernando Solís Cámara recogían una

parte fundamental de las demandas sociales que dieron origen a la Revolución.

En los últimos capítulos, se refiere a temas cruciales como la constitución de un seguro

para los obreros, una reforma política que consolidara el sistema federal, la asignación de

puestos en la administración pública en base a las aptitudes y conocimientos y la igualdad

 jurídica de los ciudadanos.

El bienestar social, incluía, además, el derecho del pueblo al esparcimiento y la educación:

“Urge poner al alcance del pueblo, es decir, de la mayoría de la Nación, espectáculos que

no corrompan el espíritu. Esta simple medida contribuirá más a la regeneración de las

clases menesterosas que todos los sermones de los corrompidos clérigos y moralistas que

ostentan la máscara de la rectitud sobre su faz ennegrecida por el cieno de todas las

impurezas”.

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Fernando Solís Cámara nació en Yucatán, en 1884. Hizo sus estudios en la ciudad de

México, donde se tituló como abogado. Radicó por varios años en Nueva York, en Estados

Unidos, representando al sector henequenero de su estado natal. Entre sus obras se

encuentran: México y los Estados Unidos. Al borde de la intervención (1913) y Origen y

evolución en América de las instituciones políticas anglosajonas (1930). Murió en 1960