Fernando Toyos - El caso de Alex como una identidad discreta (análisis de la película XXY de...
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Psicología social – Segundo parcial
Introducción
El presente trabajo propone que Alex posee una 'identidad discreta' (Pecheny, 2002), fundada por
sus padres para protegerla de un mundo en el que la sexualidad hegemónica designa su anatomía
como parte de 'lo abyecto' (Butler, 2002), lo que la/o ubica en una posición estigmatizable (Goffman
en Pecheny, 2002). Además, sus padres decidieron no operarla al nacer, en virtud de preservar su
libertad de elegir, entraña una voluntad de preservar la capacidad de Alex de decidir sobre su sexo
y/o su gé nero. Esta decisión, entendida como la capacidad de construir el propio género más allá
del sexo anatómico, enfrenta las presiones de la sexualidad hegemónica; a la cual se le suma la
intervención médica, que – retomando a Ilich (1975) – priva a Alex de la capacidad de tomar
decisiones sobre su cuerpo de manera autónoma. Por último, entendemos que la decisión de
proteger a Alex, a la vez que preservando su autonomía, habla de un funcionamiento democrático al
interior de su familia, voluntad democrática que está expresada principalmente en Néstor – el padre
a la que Suli, la madre, se pliega; no sin dudas y temores. La película pone este funcionamiento
directamente en contraste con la familia de Ramiro, que funciona bajo otra lógica.
El análisis en torno a la construcción y crisis de la identidad discreta de Alex, con todos los aportes
mencionados anteriormente, constituye el núcleo analítico del trabajo. Se eligieron, además, dos
temáticas – medicalización y familia por resultar estas en una mejor articulación con la temática
principal. Baste aquí mencionar algunos posibles aportes desde otros ángulos que podríamos haber
utilizado:
– Los aportes de Foucault y Mauss acerca de la constitución del cuerpo podrían resultar de
interés, en especial a la hora de analizar la construcción corporal de los personajes –
elección de los actores, vestimenta, etc. entendiendo que la directora también utiliza este
medio para decirnos algo acerca de todos y de cada uno.
Por otra parte, no consideramos que la película ofrezca suficientes elementos para un análisis en la
clave de maternidad; los personajes de Erika y Suli son secundarios a la trama de la película, y las
relaciones que se destacan – y permiten analizar familia – son las de Néstor Alex y Ramiro
Álvaro. Tratándose de que ambas parejas son parejas heterosexuales, la comaternidad como clave de
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análisis queda descartada.
La problemática de sufrimiento social alude a fenómenos de sufrimiento masivo como el uso de
drogas y el Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirido (VIH/SIDA). Teniendo en cuenta que la
intersexualidad no constituye un fenómeno masivo,no nos parece relevante el análisis en estos
términos.
Antecedentes
El concepto de 'identidad discreta', de Pecheny (2002), fue originalmente pensado en función de
analizar cómo se insertan los homosexuales en la esfera de lo público. A esto se le suma la
definición de 'lo abyecto' de Butler (2002) y el 'afuera constitutivo' de Hall (2002) como aquello
que la sexualidad hegemónica deja afuera de sí en el proceso de constituirse. Invisibilizado, 'lo
abyecto' sufre del repudio de la sexualidad hegemónica cuando se atreve a manifestarse como
diferencia. En ninguno de estos textos, que alimentan el núcleo del análisis, se aborda la temática de
la intersexualidad; sólo Butler lo hace, aunque sólo tangencialmente.
El caso de Alex como una identidad discreta
“nos fuimos de Buenos Aires para estar lejos de cierta clase de gente” (Néstor, 0:39)
“por eso nos fuimos, para evitar que todos los idiotas del mundo se pusieran a opinar” (Suli, 1:06)
Pensamos a Alex – o, mejor dicho, la forma en la que Alex se inserta en el mundo en el que vive
en el marco de los aportes de Stuart Hall, quién propone que los procesos de identificación son
caminos abiertos, que pueden 'ganarse o perderse', en los cuales 'lo propio' se afirma como tal a
partir de la exclusión de 'lo ajeno'. Esta escisión entre 'lo propio' y 'lo ajeno' es lo que Butler
denomina 'lo abyecto', que designa “aquellas zonas 'invivibles', 'inhabitables' de la vida social que,
sin embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos, pero
cuya condición de vivir bajo el signo de lo 'invivible' es necesaria para circunscribir la esfera de
los sujetos” (Butler, 2002, pag. 20). Lo 'invivible' no puede menos que remitirnos a Laclau, según el
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cual “si (…) una objetividad logra afirmarse parcialmente, sólo lo hace reprimiendo lo que la
amenaza. Derrida demostró que la constitución de una identidad siempre se basa en la exclusión
de algo y el establecimiento de una jerarquía violenta entre los dos polos resultantes” (Laclau, en
Hall 1996, pag. 19).
En este sentido, habitan en Alex dos identidades irreconciliables: es públicamente una niña
devenida mujer adolescente (XX), mientras que en el ámbito privado es intersexual (XXY). Estas
identidades discretas se fundan cuando Alex era recién nacido/a: “a los dos días nos ofrecieron
operarla, dijeron que no iba a tener ningún recuerdo de nada, más allá de las cicatrices” (Néstor
1:08), y se ve refrendada cuando deciden mudarse a un pueblito de la costa uruguaya para proteger a
Alex de la discriminación. El cuadro se completa con el amigo de Alex (la película nos permite
sospechar de algo más, también), Bando. Cuando llega Ramiro con su familia, Alex comentó
(informándole, de paso, a su madre) que iba a ser expulsada del colegio porque “le pegué a Bando,
le rompí la nariz” (Alex 0:09). Más adelante nos enteraríamos que Bando era “un traidor” (Néstor
0:18), pero, ¿en que consiste esta traición? Bando, quién integraba el círculo de la vida privada de
Alex, eventualmente accede a conocer su 'identidad discreta' (XXY), y divulga esta información
hacia 'el afuera', poniendo en crisis la escisión sobre la que se funda la identidad discreta. Esto,
además, traiciona la confianza de Alex, con quién se intuye que hubo cierto acercamiento sexual,
probablemente frustrado, lo cual explicaría la premura con la que Alex le propone a Álvaro tener
relaciones sexuales (0:08). En este punto, nos es útil traer el aporte de Goffman con el concepto de
estigma, un 'atributo que lo vuelve diferente de los demás' (…) y lo convierte en alguien menos
apetecible”. (Goffman, 1989, pag. 12). En el caso de Alex, no se trata de un estigma visible – la
identidad discreta tiene el objetivo de invisibilizarlo – lo que la/lo convierte en una persona
“estigmatizable”, es decir, como alguien “cuyo estigma no es evidente a los ojos de los demás,
pero puede llegar a serlo” (Goffman, 1989 en Pecheny, 2002, pag. 129).
La película, entonces, se sitúa en esta crisis de la identidad discreta de Alex a partir de la traición de
Bando; pero también producto del desarrollo hormonal que supone la adolescencia de Alex. A partir
de este punto, sostener privadamente la identidad hermafrodita supone darle curso a un proceso que
terminaría convirtiendo a la identidad pública de Alex (a partir de la transformación de su
fisonomía) de XX a XY: “¿vos sabés lo que le va a pasar a Alex si no toma los corticoides? (…) Se
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va a virilizar (…) se va a dejar de desarrollar como mujer” (Ramiro, 0:30). Como indica la cita, a
este escenario debemos agregarle el hecho de que Alex, harto/a de la medicalización de su
condición – expresada en las operaciones y el uso de corticoides para inhibir las hormonas
masculinas – deja de tomar estos últimos.
El concepto de 'identidad discreta' (Pecheny, 2002) remite a la escisión de la sexualidad de las
personas homosexuales entre la esfera pública y la esfera privada. Mientras la sociedad 'les permite'
el desarrollo de su vida emocional y sexual dentro de los límites de su intimidad, ellos 'aceptan' no
manifestar públicamente su sexualidad disidente1. Si bien no podemos hablar estrictamente de
homosexualidad, hay un componente en XXY que permite este análisis: Alex siempre se muestra
dispuesto/a a romper con la 'privatización' de la constitución intersexual que sus padres – al mudarse
a un pueblito tranquilo del Uruguay – pensaron como estrategia para protegerlo/a. A esto, hay dos
respuestas: el padre (y también Álvaro) quién, no sin dudas y angustias, pone el deseo de su hijx en
primer lugar; y la madre (extensivo a Ramiro) quién entiende que lo mejor para Alex es operarla,
castrándola, 'convirtiéndola' en una mujer. Ambas estrategias suponen romper con la 'identidad
discreta' que, conforme Alex entra en el desarrollo sexual de la adolescencia, se vuelve cada
vez más insostenible: dejar que Alex se siga desarrollando como hermafrodita, lo cual implicaría
su progresiva 'virilización', resultaría en una ruptura “hacia afuera”: el carácter hermafrodita,
asumido al interior del círculo íntimo, se explicitaría hacia el mundo público, ya que Alex iría
asumiendo rasgos cada vez más masculinos, contradiciendo la 'identidad discreta pública' que venía
asumiendo (mujer). Intervenir quirúrgicamente a Alex, interrumpiendo el desarrollo de hormonas
masculinas, implicaría una ruptura “hacia adentro”: la 'identidad discreta pública' se refrendaría al
interior de su círculo privado. Al menos en la ilusión de su madre, Alex se volvería una mujer
“completa”. Siguiendo a Hall (1996), quién planteaba que la ficción es una parte constitutiva de la
identidad, la operación de Alex implicaría que la ficción identitaria que se asumió en la esfera
pública se 'vuelva realidad', no sólo en el el círculo privado de Alex, sino que se inscribiría – a
través de la intervención quirúrgica – en su propia constitución fisonómica. Es interesante señalar
que la intervención de la medicina tiende a refrendar la escisión del yo en identidad pública y
privada. En este sentido, retomando los aportes de Ilich, no podría decirse que el sufrimiento de
1 Habría que reprocharle, tal vez, a Pecheny, no profundizar acerca del potencial disidente de la(s) sexualidad(es) alternativa(s),
potencial que invitaría a la sexualidad hegemónica a ofrecer esta suerte de pactos.
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Alex – sufrimiento social más no biológico – sea yatrogénico; pero sí que la intervención médica
refuerza esa escisión de la identidad de Alex, que es la fuente de su angustia.
La relación de Alex con Álvaro, nacida en un principio de la – presumible – experiencia sexual
frustrada con Vando, culminará en una primera experiencia sexual entre ambos, en la que Alex
asume la función 'activa' y penetra a Álvaro. En pleno acto, Néstor los ve, provocando la vergüenza
de ambos: en el coito, ambos quedaron igualmente expuestos en un carácter de abyecto que se
volvió compartido. La escena siguiente en la que Álvaro se trata de masturbar puede entenderse
como un intento de reingresar a la sexualidad legítima, en la que el hombre se identifica por la
posesión y el uso del falo.
– ¿Yo te caigo bien a vos? (…)
– Más o menos. Y yo, ¿te caigo bien? ¿Te gusta lo que hago?
– Yo daría todo por tener tu talento.
(Álvaro y Ramiro, 1:13)
Ramiro es cirujano, y fue a 'conocer' a Alex para evaluar la posibilidad de operarla. Su 'talento' es la
capacidad de designar lo abyecto y lo legítimo. Él puede convertir a Alex en alguien 'normal', pero
insiste en ver a su hijo bajo la lógica de lo abyecto:
– Y yo, ¿tengo talento?
– No
– Alguna vez creíste...
– No (…) Igual me das una alegría, tenía miedo de que fueras puto.
(Álvaro y Ramiro, 1:1415)
Por otra parte, la relación con Vando queda suspendida hasta que tres compañeros de colegio,
alertados de la identidad XXY de Alex gracias a Vando, exponen sus genitales a la fuerza. A partir
de ese momento, queda disuelta la identidad discreta al quedar Alex expuesta como intersexual. Sin
embargo, Vando defiende a Alex de esta situación, redimiéndose de su traición.
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“Normalización”, apuntes sobre la intervención médica
Tal vez el caso de Alex hubiera hecho las delicias de Iván Ilich, quién sostiene que la medicina
moderna adolece de una enfermedad del poder (en griego, hubris), que entiende como “la
arrogancia de un individuo que busca adquirir los atributos de un Dios” al “usurpar los
privilegios que los dioses guardan para sí mismos” (Ilich, 1975, pags. 3132). Desde una crítica
radical de la medicina moderna en tanto práctica institucionalizada (e institucionalizante), Ilich
sostiene que, lejos de proveer cura a las afecciones, la práctica médica las genera, ya que “tiende a
mistificar y a expropiar el poder del individuo para sanarse a sí mismo y modelar su ambiente”
(Ilich, 1975, pag. 17). Así, define como yatrogénesis a la tendencia de la medicina moderna a
generar enfermedades “una nueva carga de enfermedades de los últimos quince años es en sí
misma el resultado de la intervención médica en favor de personas que están enfermas o podrían
enfermar. Es de origen médico, o yatrogénico” (Ilich, 1976, pag. 22).
¿Vos sabés cuales son mis primeros recuerdos? Las inspecciones médicas. Yo creía que había
nacido tan horrible que me habían tenido que operar cinco veces antes de cumplir un año. A eso lo
llaman 'normalización'. Esas no son operaciones, es una castración. Si la operaban iban a hacer
que tenga miedo de su propio cuerpo”. (Intersex hombre, 0:50).
El encuentro de Néstor con el hombre intersex insinúa una crítica a la medicina que podemos pensar
en el sentido de Ilich: la intervención médica construye a la intersexualidad de Alex como un
problema, una condición 'de interés médico'; pero, ¿acaso la condición de Alex amenaza su
integridad y su supervivencia en términos biológicos/fisonómicos ? No parece ser el caso. Antes
bien, “la extendida práctica de realizar cirugía coactiva a los neonatos y niños con anatomías
sexualmente indeterminadas o hermafroditas, con el fin de normalizar sus cuerpos”, con el costo
que implica en términos de dejar “sus cuerpos mutilados para toda la vida, traumatizados y
físicamente limitados en sus funciones sexuales y sus placeres” (Butler, 2006, pag. 17, 20) pareciera
responder a otra lógica; ¿podemos caracterizar a la construcción de la intersexualidad de Alex como
yatrogénica?
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Lo sospechaban antes de que naciera, querían autorización para filmar el parto, declararlo de
interés médico, informar al consejo de ética...” (Néstor, 1:08)
La medicalización estaba presente en el origen mismo de la vida de Alex, y lo que la protegió fue
la decisión de Néstor: “dijimos que no a todo (…) Suli estaba asustada; yo la convencí para que no
le hiciéramos nada...era perfecta” (Néstor 1:0809). Como continuidad de esta decisión, luego
fundarían la identidad discreta de Alex; quién – quince años después – haría suyo este parecer a la
hora de adueñarse de la decisión sobre su anatomía: “no quiero más pastillas, más operaciones (…)
quiero que todo siga igual”.
Sin embargo, el concepto de yatrogénesis no parece ser del todo apropiado, puesto que el objeto
sobre el que la medicina construye esta mirada no es un objeto estrictamente médico como puede
ser la tuberculosis o la fiebre tifoidea. Antes bien, entendemos que la mirada medicalizante que la
película retrata aparece como la continuidad de una normatividad del sexo que designa la
intersexualidad como . Lo que nos interesa del planteo que hace Ilich, es proponer que Alex no
solamente puede desarrollarse fisonómicamente sin depender de la intervención médica, sino que
puede construir su identidad de género independientemente de operación alguna. Si la medicina le
expropia a los individuos la capacidad de sanarse a sí mismos, hace otro tanto con Alex, a quién
despoja de la capacidad de pensar su género con autonomía. La “medicalización de la vida” radica
en “la errónea presuposición según la cual cada cuerpo alberga una 'verdad' innata sobre su sexo que
los profesionales médicos pueden discernir y traer a la luz por sí sólos” (Butler, 2006, pag. 21).
Baste aquí con decir que la intervención médica – en términos de la medicalización de la vida – se
ejerce sobre Alex construyendo su condición como un problema médico. En este sentido, refuerza
aquellas miradas que la perciben como lo abyecto, o el otro constitutivo; el sexo XXY es lo que la
medicina designa como anormal, para construir la normalidad de los sexos XX y XY. Lejos de
proponer una mirada superadora, podemos afirmar que no hay diferencia de contenido entre lo
que la medicina – encarnada en el personaje de Ramiro, en la posibilidad de la operación y en las
intervenciones previas – le puede 'ofrecer' a Alex y esas miradas 'de todos los idiotas del mundo' de
las cuales Suli y Néstor, tal vez con cierta (comprensible) hipersensibilidad, protegen a su hijo/a. La
posición que ellos sostuvieron ante la problemática que la intersexualidad de Alex presentaba da
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cuenta de la democracia que existe al interior del núcleo familiar, democracia que se destaca aún
más en contraste con la familia de Ramiro.
Dos modelos de familia
– ¿Qué hacés?
– Te cuido
– No me vas a poder cuidar siempre
– Hasta que puedas elegir
(Alex y Néstor, 1:16).
Según Schmukler y Di Marco (1997), “la democratización de la familia implica incluir a todos los
miembros en una nueva dinámica, más flexible, incorporando las voces de la madre y de los hijos
en la toma de decisiones” (pag. 41). Los padres de Alex deciden no operarla al nacer; en esta
decisión no están protegiendo la autonomía de Alex; la están fundando. Esta voluntad democrática
es impulsada, en primer lugar, por Néstor; quién es capaz de convencerla a Suli; y finalmente
encarna en Alex cuando decide no operarse ni seguir tomando los corticoides. Sin embargo, esto no
sucede sin disenso: Suli se contacta con Ramiro a través de su amiga de la infancia, Erika, para que
'conozcan' a Alex. Las intenciones de Suli serán un secreto para Néstor y Alex, trayendo al seno
familiar la mirada normalizadora de la medicina. Estas tensiones, que expresan un juego en el que
'son escuchadas' todas las voces, se resolverán en la decisión de Alex; que será respetada por los
padres: más allá de las tensiones en juego, se impuso la voluntad democrática de respetar la
autonomía de Alex para decidir sobre su cuerpo.
– ¿Y si me equivoqué?
– ¿En dejar que elija? (…) Si la operaban hubieran hecho que tenga miedo de su propio
cuerpo, y eso es lo peor que se le puede hacer a un hijo.
(Néstor y el hombre intersex, 0:50)
Muy diferente es el caso de la familia de Ramiro, fundamentalmente de la relación entre Ramiro y
Álvaro. Mientras para Néstor su hija/o 'era perfecta' desde que la vió; Álvaro cree que su hijo no
tiene ningún talento – a pesar de vanagloriarse: “mirá qué bien dibuja mi hijo (0:39) –
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reproduciendo una mirada que lo ubica en el terreno de 'lo abyecto'. Por esto mismo, la decisión de
Néstor y Suli les resulta incomprensible, (mal)entendiéndola como una posición conservadora: 'no
la pueden tener toda la vida escondida'. (Erika, 1:06). De todas maneras, este comentario pulsa
sobre una tensión interna del funcionamiento familiar de Néstor, Suli y Alex: habiendo tomado la
decisión de protegerla del rechazo, a la vez que le otorgaron autonomía para decidir sobre su cuerpo,
la capacidad de intervención de Néstor y Suli en tanto padres llega a un límite: es necesario que
Alex tome sus propias decisiones para resolver definitivamente la situación.
Reflexiones finales
La identidad es esa ficción que asumimos y sostenemos de cara a los demás, y es lo que nos permite
relacionarnos con otros. Es necesario tener una identidad para habitar la vida, pero hay identidades
más habitables que otras. Esto se refleja en las dos relaciones heterosexuales que Alex mantiene en
la película: mientras Vando se hace amigo a partir de la identidad discreta pública de Alex como
mujer, Álvaro sospecha muy pronto de esta: Vos no sos normal, vos sos distinta y lo sabés. ¿Por qué
todos te miran así? ¿Qué tenés? (0:31). Poco antes, Álvaro encuentra los corticoides de Alex, quién
le dice que son “Para que no me crezca la barba”. En este punto, es inocultable que la identidad de
Alex, y sin embargo Álvaro no se aparta de ella, como se apartó – momentáneamente – Vando.
Vando la quiere porque cree que es una mujer, y Álvaro se enamora de ella cuando sabe que es “las
dos cosas” (0:57). Pero, ¿por qué?
El encuentro entre Alex y Álvaro es el encuentro entre dos identidades de lo abyecto: una, protegida
por su familia y rechazada por la sociedad; y la otra, constituida como abyecta a partir de la mirada
del propio padre. Mientras Alex es 'amiga/o' de Vando, ella está siendo lo que Vando quisiera que
ella fuera, y lo que el/ella quisiera ser para él; pero esto es una ficción que se disipa cuando Vando,
presumiblemente en un acercamiento sexual, descubre la doble genitalidad de Alex. Con Álvaro, la
relación se funda sobre el mutuo reconocimiento de ambos como 'abyectos', reconocimiento que se
simboliza en la escena en la que Alex le regala una chapa como las que usa Néstor para identificar a
las tortugas en sus rutas migratorias. El mensaje es claro, y podría formularse así: “somos una
misma especie, la especie de los abyectos”.
La relación con Álvaro es, finalmente, clave para que Alex pueda aceptarse a sí misma: habiéndose
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encontrado en el amor de otro, amor que se sostiene a pesar de y por su misma condición abyecta,
su identidad se vuelve habitable. Esto es lo que Alex muestra en la escena final, cuando le muestra
sus genitales a Álvaro: finalmente, Alex puede mostrarse tal como es; ya no se ve a sí misma como
abyecta, su identidad discreta ya no tiene razón de ser.
Referencias
PECHENY, M. (2002). Identidades discretas, en ARFUCH, L. (comp.) Identidades, sujetos y
subjetividades. Buenos Aires: Prometeo.
BUTLER, J. (2002). Cuerpos que importan, sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”.
Buenos Aires: Paidós.
BUTLER, J. (2006). Deshacer el género. Buenos Aires: Paidós.
GOFFMAN, E. (1989). Estigma, en PECHENY, M. (2002).
HALL, S. (2003). ¿Quién necesita identidad?, en HALL, S. y DU GAY, P. Cuestiones de identidad
cultural. Buenos Aires: Amorrortu.
LACLAU, E. (1990). Nuevas Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo, en PECHENY, M.
(2002).
ILICH, I. (1975). Némesis Médica, la expropiación de la salud. Cuernavaca: Joaquín Mortiz.
SCHMUKLER, B. y DI MARCO, G. (1997). Madres y democratización de la familia en la
Argentina contemporánea. Buenos Aires: Biblos.
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