Filosofìa Analìtica y lenguaje cotidiano en gris

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ADOLFO LEON GOMEZ

FILOSOFIA ANALITICAY LENGUAJE COTIDIANO

Introducción a la filosofía del lenguajede J. L . Austin

y sus desarrollos posteriores

BIBLIOTECA COLOMBIANA

DE FILOSOFIAu s t a

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ADOLFO LEON GOMEZ

5 FILOSOFIA ANALITICA Y LENGUAJE COTIDIANO

INTRODUCCION A LA FILOSOFIA DEL LENGUAJE DE J. L. AUSTINY SUS DESARROLLOS POSTERIORES

IX.

^ *Q, xS

BIBLIOTECA COLOMBIANA DE FILOSOFIA

BOGOTA, D.E. 1988

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Hech o el depó sito que establece la ley

© A d o l fo L e ón G óm e z

Derechos reservados pa ra esta ediciónUniversidad Santo TomásCentro de Enseñanza Desescolarizada

D epar tam ento de PublicacionesCarrera 9a. No. 51-23Tels . : 2553034 - 2357192, Ext. 223o go tá, D.E. - Colom bia

Impreso en Colom biaPrinted in Colombia

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INDICE

Adolfo León Gó mez, o la lógica del lenguaje co tid ian o .................................

In t ro d u c c ió n .................................................................................................................. 25

PRIMERA PARTE

I. Un prim er broch az o sobre la fi loso fía de A u s t in ................................ 31II. Austin y el lenguaje ord inar io ................................................................... 35

II I. Los enuncia dos perform ativos................................................................... 49

IV. Arrastre, “ im pl icación” y p re suposic ión ............................................... 59

V. El deba te de la dife renc ia per fo rm at iv o-c onst a tivo........................... 83

VI . Nostalgia de los performativos................................................................... 97

VII . Acto s ilocucionar ios y fuerzas ilocuc iona rias ....................................... 105VIII. El deba te sob re la existenc ia de las fuerzas ilo cu cio na ria s..............121

SEGUNDA PARTE

I. Clases de ac tos ilocuc ionarios y la fu nció n fá ti ca................................ 135

II. Lógica de la conversación, máxim as de la conversación, implica

turas y teoría de la a c c ió n .....................................................................147

III. Acto s ling üíst icos in d irec to s ......................................................................167

IV. Dos teorí as pragmát icas sobre la m etá fora .............................................183

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V. Lógica i locucionaria, paradojas pragmáticas y argum entación . . 213Apéndice ......................................................................................................... 235

T E R C E R A P A R T E

I. El problem a de la v erd ad ........................................................................... 255

II. Et ica , persuasión y ra cio n al id ad ............................................................. 271

III. Es posible derivar un debe de un e s? .................................................... 285

Bib liog rafía cit ada y c o n s u l t a d a .............................................................................29 5

In dice analí tico de a u t o r e s ....................................................................................... 303

Indic e an alí tico de m a t e r i a s .....................................................................................309

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AD OL FO LEON GOMEZ, O LA LOGICA DEL LENGUA JE COTIDIANO

(Entrevista de R ob erto J. Salazar Ramos)

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 — A d o lfo L eó n G óm ez es cuídense: ¿qué le m otivó a llí para orienta r su  vida hacia la vocación filosófica?

 —  Sí Roberto, nací en Manizales en el barrio de los Agustinos. En micasa había muchos libros, ya que mi padre trabajaba en la imprenta de lospadres como armador-cajista y mis hermanos hacían algo similar en la Editorial Zapata y en la Patria; mis hermanas mayores eran maestras. Los librosde mi casa no eran selectos, a pesar de que había algunos clásicos literarios,dado el oficio de cada uno de los componentes de la familia, pero había unpoco de todo: Tentación, de M. A. Gallego; Diálogos en otros m undos, de F.Restrepo; Cartas a Estanislao, de F. González; los Fragmentos, de H eráclito;

 La mujer, de Severo Catalina y  E l criterio , de Balmes, entre otros. Habíalibros sobre la social-democracia europea, la encíclica de León XIII, librosde higiene, cartillas, revistas del Ministerio de Educación y, por supuesto, lahistoria de Manizales del padre Fabio. Creo haber leído todo lo que había enla biblioteca: lo regular, lo malo, lo remalo y lo requetemalo.

El libro que más me gustó fue  E l criterio , a él le dediqué varios años demi adolescencia; fue casi una Biblia y lo aprendí casi de memoria, aunque

hoy solo recuerdo ese exceso de sent ido común en que abunda esa obra. Enel Instituto Universitario leí las Cartas a un escéptico y, en la Universidad deCaldas,  E l pro testan tism o com parado con el cato licism o y la Filosofía fun-

damental. Como puede constatarlo, Roberto, sin saberlo, fui un adelantadodiscípulo de monseñor Rafael María Carrasquilla, pero todavía no del Cardenal Mercier.

A mediados del bachillerato, como era de esperar, ingresé a la Acción

) Católica —pos terio rm en te Equ ipos Universitarios— y com o el am biente libredel colegio invitaba a la discusión tuve que armarme con mis compañeros

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de acción, para hacerlo. Nuestros profesores de filosofía, los padres Henao yYepes, nos formaron; venían de Roma y estaban acostumbrados a la quaestio  y a la disputatio; eran huesos duros en la discusión,  y discutir con ellos eradifícil, perc siempre dejaba algo.

La universidad fue un desastre. Yo quería estudiar lenguas, pero mispadres no podían enviarme a Bogotá o a Tunja. Por los años 62 apareciómilagrosamente la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldase ingresé a ella gracias a una beca de la Asamblea de Caldas que, mi profesorde literatura y magistrado del Tribunal, consiguió para su hijo que no queríaestudiar más. Los cursos eran de idiomas y de filosofía; griego, latín, inglés,francés y alemán; historias de la filosofía y los tratados clásicos de Lógica,Teoría del conocimiento.. . ; aún recuerdo los manuales de Hessen, Todolí,Pfänder..., las historias, Llenas o malas, de Hirschberger, Gilson, Windelband,Bréhier, y otros tantos. Afortunadamente leí a hurtadillas a Platón, SanAgustín, Descartes y Leibniz, y b uena parte de la Suma Teológica.

Me gradué con una tesis sobre  La nueva cris tiandad en J. Maritain , siempre buscando resolver el problema entre la fe y la razón, que me asediabapermanentemente .

Para que el balance no sea m uy negativo, deb o recon oce r que J. Teu zabáy R. Sierra nos pusieron en contacto directo con Kant y Scheler, y de lejosco n Heidegger; de R. Sierra conservo una excelente imagen que no se ha descolorido con el t iempo.

— La provincia colombiana, especia lm ente la cu ídense, ha dado varios nombres cuya presencia es significativa en la actual filosofía colombiana: Da-

nilo Cruz Vélez, Daniel Herrera, Rub én Sierra, entre o tros. H ay tres nuev os   profesores que pertenecen ya a la Sociedad Colo mbiana de Filo sofía. ¿Cóm o  ve el hecho de que la provincia colom biana se interese po r la filoso fía?

— Reconociendo los méritos de los filósofos citados, creo, Roberto, queusted ha omitido varios nombres; pero quiero centrarme en Jaime VélezSáenz, la figura más amable y quizás más participativa en nuestros encuentros de filósofos; él tuvo parte de culpabilidad en la fund ació n de la Fa cultad

de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas que, como en la Universidad Nacional, nació bajo la tutela de la Facultad de Derecho.

En cuanto al cómo veo el interés de la provincia colombiana por la filosofía, debo decirle que me parece maravilloso. He leído con mucho detalle

 La filoso fía en Colombia . Bibliografía del siglo X X , que editó esta BibliotecaColombiana de Filosofía y, con excepción de Francisco Posada y MagdalenaHolguín, todos los profesionales de este oficio son provincianos, con menta

lidad cosmopolita. Parece ser que el provincialismo cosmopolita desborda el

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parroquialismo de la capital. Esto no es una explicación, pero es un hechoque habría que explicar.

— ¿Cómo evalúa su magisterio filosófico en Manizales, antes de viajar  a la Universidad del Valle?

— Aprendí mucho con R. Sierra y Javier Vélez; con ellos aprendí queMarx y Freud no eran unos canallas, como se decía en la Acción Católica;solo fueron 8 meses, pero aprendí.

— Usted cursó estudios de filosofía en Lovaina: ¿qué pasó allí? ¿Le  siguió deslumbrando Descartes? Entiendo que su tesis doctoral versó sobre este autor. En Lovaina, por otra parte, aún subsistía el eco del Cardenal Mer cier, hecho que tendría que ver con el problema de la relación razónfe. De otro lado, ¿qué experiencias de interés filosófico le deparó su estancia en  

 Europa?

 —  Son muc has preguntas en una, que trataré de responderle m uy sucintamente. ¿Qué pasó conmigo en Lovaina? Puedo decirle que muchas cosas;me puse en contacto con el Cardenal Mercier, con sus discípulos y me con

vencí de que ellos pensaban distinto con respecto a la filosofía. Para comenzar no creían en la filosofía cristiana tal como la pensaban Maritain, Gilson,Bogliolo, y otros pensadores neotomistas. Creían en una independencia casitotal de la filosofía con respecto a la fe.

Aprendí que algunos de los pensadores con los que me había ocupadoen mis años de colegio y de estudios universitarios eran pensadores superficiales, y comencé a leer a algunos filósofos clásicos que no había leído en

sus textos originales. Leimos filósofos griegos, en especial Platón y Aristóteles, con S. Mansión; algunos medievales, con Van Steenbergen; filósofosracionalistas y empiristas, Kant y la Fenomenología del espíri tu y muchosfilósofos contem poráneos.

¿Me si'guió deslumbrando Descartes? No, porque mientras más lo leíamás me decepcionaba; el conocimiento a veces defrauda. Inicialmente nocomencé una tesis sobre Descartes, sino sobre Leibniz; en los años 67-70,

en que estuve por primera vez en Lovaina, quise trabajar sobre Leibniz, perolas expectativas que me hice con este filósofo no las pude colmar, por razones muy simples; yo quería leer toda la obra del filósofo y en ese momentola obra de Leibniz no estaba completamente editada; apenas se había publi cado un a c uarta parte de su produc ción y c reí ser traidor al pensa mien to deLeibniz si trabajaba con esa mínima parte. En cambio, Descartes se mepresentó fácil porque tenía a mi disposición las ediciones completas y críti cas de Adam-Tannery y Adam-Miehaud; las leí con relativo entusiasmo, no

porque Descartes me deslumbrara, sino simplemente porque tenía que hacer

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un trabajo académico, y mi formación académica me daba para hacer untrabajo sobre Descartes. En esta época, mientras hacía la tesis, me entreteníaleyendo a otros filósofos. Hice mi tesis sobre Descartes como un ejercicioacadémico; la tesis se tituló  El conocim iento c ien tífico en la filosofía de 

 Descartes y fue defendida a mediados de 1974. Este nombre es curioso

porque ya en esa época estaba embarcado en otras filosofías de la cienciamás moderna s. Por esa época leía a Kant, sobre tod o la primera C rítica, peromi lectura recaía básicamente sobre los filósofos contemporáneos: Popper,casi todo; Wittgenstein en buena parte, Austin y Strawson, y cuando terminéla tesis la decepción era total, porque al lado de Descartes estaba leyendo suant ídoto .

¿Qué experiencia de interés filosófico me deparó la estancia en Euro pa?

Muchas. Para comenzar, dejé de ser cristiano, porque comprendí que elconflicto entre fe y razón era imposible de resolver y opté por una de laspartes de la incompatibilidad, opté por la fe en la razón; cambié de fe, una feciega por una fe más o menos ilustrada y justificada. Fue en este momentoen que comencé a pensar no solo en las razones de Popper sobre la fe en larazón, sino también en las razones de Perelman sobre la fe en la fe de larazón.

En la última parte de su pregunta me dice, ¿qué experiencias de interésfilosófico me deparó la estancia en Europa? Pues también fueron muchas,muchas. Tuve acceso a libros que hacía mucho tiempo quería leer, conocí bibliotecas monumentales, conocí profesores excelentes —aunque tambiénlos h abí a malos—, co m pa rtí con estudiante s suizos, italianos, norte am erica nos, y, en especial, con un grupo de latinoamericanos que nos reuníamospermanentemente a hacer nuestra tertulia fi losófica acompañados de lagrata Stella Artois, la cerveza típica del pueblo. Recuerdo entre ellos a JorgeAurelio Díaz, Luis Carlos Bernal, Alberto Restrepo —ya fallecido—, Luis A.Restre po, Nelson Duque, Ed uar do Piacenza —filósofo urugua yo, quizás elhombre más sólido de esta barra de amigos— y a un cura, caldense también,Olmedo Gaviria. Ocasionalmente nos veíamos con Chepe Vallejo, Luis E.Orozco, y con filósofos brasileños y argentinos. En la tertulia tomábamoscerveza, chupábamos el mate del sur y hablábamos de filosofía y otrasyerbas.

En mi estancia en Europa aprendí a trabajar con todas las de la ley, tuveun contacto muy directo con los filósofos clásicos del pasado y del presente. Tuve la idea de volverme historiador del racionalismo moderno, perodesistí al viajar a Colombia porque el trabajo era imposible.

 — Digamos que, además de Descartes, filósofos com o Popper, W ittg

tein y Au stin han influen ciado profu nd am en te en su form ación e interés fi -

losófico: ¿cómo ha sido ese paso y cómo relaciona a uno y otro filósofo  

en su propio pen sam iento?

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— Como ya le dije, Descartes para mí ha sido un problema, una especiede enemigo a quien combatir —aunque debo confesarle, pasajeramente, quefue un sustituto de San Agustín y Santo Tomás—. En Lovaina, pocos mesesdespués de haber llegado, me interesé por la filosofía de alguna firmeza. Meexplico: yo creía que la fe era sólida, pero la razón me demostraba que no loera; después me pasé a la razón filosófica y descubrí que tampoco lo era;entonces me afilié al campo de los filósofos logicistas y empiristas porquecreí encontrar allí alguna salida, no tan frágil como el análisis que hace Kantde las verdades analíticas o las quinqué viae de Santo Tomás. Leí muchosensayos de Wittgenstein, Russell, Carnap, Schlick, Neurath. Con ellos mesentí bien por un t iempo; pero me mortificaba mucho su rechazo de lasnormas morales, como algo irracional. Mi encuentro con Popper fue undescubrimiento im por tante porq ue me enseñó que el empirismo y el neoposi-tivismo, en especial, no-eran la solución; sin embargo, a él le quedabanrezagos positivistas. Mi problema con las normas se aclaró posteriormentecon la lectura del segundo Wittgenstein, de Austin y, sobre todo, de Perel-man, que me orientó por la vía de la racionalidad práctica. Aquí me encuentro todavía, no sé hasta cuan do.

— U sted vivió a plenitu d, co m o profesor, la crisis universitaria de la dé-

cada de los 70. ¿Cuál es su análisis filosó fico de ese fen óm en o? D esde la  perspectiva filosófica en la cual se desenvuelve h o y en día , ¿es posible una valoración translingüística de dicho fenómeno?

 —  En el 70, cuando regresé de Europa, la Universidad de Caldas estabatransformada; se habían implantado los estudios generales y el plan de desarrollo de la Universidad parecía ser el  In fo rm e A tcon . La Facul tad de Fi losofía y Letras había desaparecido y solo existía un modesto plan de estu

dios sin auto no m ía. Ve nía con deseos de trabajar, pe ro las cond iciones eranmuy difíciles porque hasta los programas de los cursos nos los imponía unplan de estudios, elaborado por un farsante cuyo único mérito era el desaber alemán. Así que con otros filósofos y un grupo numeroso de profesores de otras facultades organizamos la asociación de profesores y, posteriormente, el sindicato ASPU. Mi negativa a dictar un curso más de los reglamentarios le ofreció la coartada al rector para “despedirme” con otrosseis colegas. Del asfalto regresé a Europa y me doctoré.

Me es muy difícil hacer un análisis sociopolítico y menos filosófico de•a crisis. Lo único que puedo anotar ahora es que leí a Marcuse con misalumnos y en el ambiente comenzaron a circular las ideas de Althusser, Ba-chelard y otros franceses; en el medio universitario se respiraba la epistemología francesa, las rupturas epistemológicas y la distinción entre ciencia eideología. Estuve marginado de este movimiento porque consideraba queestos trabajos carecían de la seriedad de los neopositivistas, Popper o Kuhn.

Me parece que en este período se logró una politización excepcional de

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profesores y estudiantes, con las consiguientes ventajas y desventajas parala vida académica; aparecieron nuevas facciones marxistas, críticas del tradicional Partido Comunista; se discutió mucho, pero dentro de los paradigmasmarxistas, y en últimas se cayó en el dogmatismo, en los vetos políticos, enla elección popular de rectores, el cogobierno, etc. Retrospectivamente creoque le hizo bien a la universidad, pero fue una crisis superficial porque susefectos no fueron duraderos; lo que quedaba del 70 fue borrado por elDecreto-Ley 080 de 1980.

— E l D epartam ento de F ilosofía de la Universidad del Valle —en el cual trabaja— tiene hoy en día una presencia manifiesta en el campo de la actual  filo sofía colombiana: ¿a qué a tribuye este hecho?

 — Sencillamente a que tiene gente bien formada, que ama su trabajo, yes tolerante y responsable. Debo agregar que, también, a la forma organizat iva del departamento por cátedras que permite proyectos de estudio y deinvestigación de largo alcance y que da la posibilidad de especializarse sindesvincularlos del trabajo directo con los estudiantes; las cátedras permitendictar sem inarios y cursos y a la vez realizar un a investigación.

— La actividad investigativa en el D epartam ento de F ilosofía, cierta -mente, ha sido intensiva: pero ¿qu é pasa ho y con la investigación y las p u -

blicaciones en el Departamento de Filosofía de la Universidad del Valle?

 — La investigación es realmente intensa en la Universidad del Valle y,por supuesto, en su Departamento de Filosofía. Hoy, espero no equivocarme, todos los profesores del departamento tenemos proyectos de investi gación en marcha. Pero una cosa es la investigación y otra la publicación. El

sistema de publicaciones de la Universidad del Valle es reducido, viejo y obsoleto; por lo demás, la Universidad carece de un sistema de distribución desus pocas publicaciones que pe rm ita recupe rar la inversión. Las publicacionesdel Departamento de Filosofía son muy artesanales y la revista Praxis Filo-

sófica, en este momento, solo requiere del golpe de gracia.

 — D entro de las actividades que desarrollaba el D epartam ento de Filo -

sofía estaba la programación de conferencias y encuentros, a las cuales asis-

tía un pú blico m uy am plio en Cali: ¿qué resultados y experiencias les en-señaron estas actividades? ¿S í existe un cierto am bien te en Cali que perm ita su cult ivo y fom ento ?

 —  Sí, el Departamento de Filosofía en los últimos años ha programadovarios ciclos de conferencias para el gran público en Cali. El público no esmuy grande, pero es permanente, lo que muestra un interés reducido peroconstante. En Cali no existe un ambiente excepcional por la filosofía, pero

el pequeño público que se ha podido conformar invita a continuar la tarea.

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— Un num eroso grup o de profesores del depa rtam ento, William Betan cur Daniel Herrera y usted, entre otros, crearon la Asociación para la Promo-

ción de la Filo so fía en C olom bia y em pre nd ieron la tarea de publicar varios libros. ¿Q ué ha pasado con la A sociación y las pub licaciones? ¿Qué ecos han tenido en Cali y en todo el país?

 —  Por los años 80 un grupo de filósofos establecimos la Fu ndación para la Promoción de la Filosofía, con sede en Cali, y cuy a finalidad era la de p a t roc ina r todas las actividades filosóficas en Colombia. Hemos logrado acumular más o m enos m edio millón de pesos -^que es poca cosa— pero hem oshecho relat ivamente mucho en comparación con tan pocos caudales. Hemospublicado varios libros, entre ellos  Estudios de his to ria de la filosofía y  E l Coloquio de filosofía analítica de la Sociedad Colombiana de Filosofía; hemos financiado la participación en eventos filosóficos y realizado 10 seminarios y ciclos de conferencias. Este año hemos realizado un seminario sobreC. Wright Mills, el sociólogo norteamericano. Y pensamos realizar a fines deagosto otro sobre Lévi-Strauss; para terminar el año proyectamos realizar un 

 ju icio a la filosofía la tinoamericana en un foro de dos o tres días. Estamosempeñados en continuar nuestra colección de publicaciones Papeles y derealizar un concurso filosófico nacional con un premio halagüeño, pero aún

no hemos conseguido financiación. Su eco en Cali y en el resto del país eslento, aunque en los dos últimos años hemos podido doblar el número desocios con filósofos de Cali y del resto del país. Espero que esta nota le sirvade publicidad a la Fundación para conseguir nuevos socios y mecenas.

 — Podríam os afirmar que, actualm ente, hay tres tendencia s que predo-

m inan en la filosofía colombiana: la fenom eno logía, con un pr ofu nd o  arraigo ya, la filosofía latinoamericana y la filosofía analítica. ¿Comparte  

esta apreciación?

— Por sup uesto que no. En Colom bia no  predom ina ninguna de estasfilosofías. Si se puede hablar de predominio filosófico me atrevería a decirque éste lo tiene el marxismo en todas sus direcciones y matices y en todossus niveles, académico, de catecismo, manual, tratado e investigación, es decir, me parece que tiene arraigo, y como filosofía de la praxis que es, estápresente en la vida de muchos colombianos.

La fi losofía lat inoamericana es un fenómeno muy reciente en Colombia; sé que su divulgación ha sido masiva a través del postgrado a distanciade la Universidad Santo Tomás, pero debemos esperar para ver cómo se decanta, y creo que ya lo están haciendo. Personalmente creo —por los indicios que he observado en los dos últimos años—, que la filosofía latinoamericana terminará siendo absorbida en el nivel teórico por la historia de las ideas   y por algo que está de moda, la historia de las mentalidades —esto me

Parece muy bien—, y, en su nivel político y militante, por los partidos de

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profesores y estudiantes, con las consiguientes ventajas y desventajas parala vida académica; aparecieron nuevas facciones marxistas, críticas del tradicional Partido Comunista; se discutió mucho, pero dentro de los paradigmasmarxistas, y en últimas se cayó en el dogmatismo, en los vetos políticos, enla elección popular de rectores, el cogobierno, etc. Retrospectivamente creo

que le hizo bien a la universidad, pero fue una crisis superficial porque susefectos no fueron duraderos; lo que quedaba del 70 fue borrado por elDecreto-Ley 080 de 1980.

— El D epartam ento de F ilosofía de la Universidad del Valle —en el cual trabaja— tiene hoy en día una presencia manifiesta en el cam po de la actual  filosofía colo mbiana: ¿a qué atribuye este hecho?

 — Sencillamente a que tiene gente bien formada, que ama su trabajo, yes tolerante y responsable. Debo agregar que, también, a la forma organizativa del departamento por cátedras que permite proyectos de estudio y deinvestigación de largo alcance y que da la posibilidad de especializarse sindesvincularlos del trabajo directo con los estudiantes; las cátedras permitendicta r semina rios y cursos y a la vez realizar un a investigación.

— La activ id ad investigativa en el D epartam ento de F ilo sofía, cierta -m ente, ha sido intensiva: pero ¿qué pasa ho y con la investigación y las pu -

blicaciones en el Departamento de Filosofía de la Universidad del Valle?

 — La investigación es realmente intensa en la Universidad del Valle y,por supuesto, en su Departamento de Filosofía. Hoy, espero no equivocarme, todos los profesores del departamento tenemos proyectos de investi gación en marcha. Pero una cosa es la investigación y otra la publicación. El

sistema de publicaciones de la Universidad del Valle es reducido, viejo y obsoleto; por lo demás, la Universidad carece de un sistema de distribución desus po cas publicaciones que pe rm ita recuper ar la inversión. Las publicacionesdel Departamento de Filosofía son muy artesanales y la revista Praxis Filo-

sófica, en este momento, solo requiere del golpe de gracia.

 — D entro de las actividades que desarrollaba el D epartam ento de Filo -

sofía estaba la programación de conferencias y encuentros, a las cuales asis-

tía un público m uy am plio en Cali: ¿qué resultados y experiencias les en -señaron estas actividades? ¿Sí existe un cierto am bien te en Cali que perm ita su cult ivo y fomento?

 — Sí, el Departamento de Filosofía en los últimos años ha programadovarios ciclos de conferencias para el gran público en Cali. El público no esmuy grande, pero es permanente, lo que muestra un interés reducido peroconstante. En Cali no existe un ambiente excepcional por la filosofía, pero

el pequeño público que se ha podido conformar invita a continuar la tarea.

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— Un num eroso grup o de profesores del departam ento, William Betan cur Daniel Herrera y usted, entre otros, crearon la Asociac ión para la P rom o-

ción de la Filosofía en Colombia y emprendieron la tarea de publicar varios libros. ¿Qué ha pasado con la Aso ciación y las pub licaciones? ¿Qué ecos han tenido en Cali y en todo el país?

 —  Por los años 80 un grupo de filósofos establecimos la Fundación para la Promoción de la Filosofía, con sede en Cali, y cuya finalidad era la de  pa-

trocinar   todas las actividades filosóficas en Colombia. Hemos logrado acumular más o meno s medio millón de peso s—que es poca cosa— per o he moshecho relat ivamente mucho en comparación con tan pocos caudales. Hemospublicado varios libros, entre ellos  E studios de his to ria de la filosofía y  E l Coloquio de filosofía analítica de la Sociedad Colombiana de Filosofía; hemos financiado la participación en eventos filosóficos y realizado 10 seminarios y ciclos de conferencias. Este año hemos realizado un seminario sobreC. Wright Mills, el sociólogo norteamericano. Y pensamos realizar a fines deagosto otro sobre Lévi-Strauss; para terminar el año proyectamos realizar un 

 ju ic io a la filosofía latinoamericana en un foro de dos o tres días. Estamosempeñados en continuar nuestra colección de publicaciones Papeles y derealizar un concurso filosófico nacional con un premio halagüeño, pero aúnno hemos conseguido financiación. Su eco en Cali y en el resto del país eslento, aunque en los dos últ imos años hemos podido doblar el número desocios con filósofos de Cali y del resto del país. Espero que esta nota le sirvade publicidad a la Fundación para conseguir nuevos socios y mecenas.

 — Podríam os afirmar que, actualm ente, hay tres tendencia s que predo-

m inan en la filoso fía colom biana: la fenom eno logía, con un pr ofu nd o  arraigo ya, la filosofía latinoamericana y la filosofía analítica. ¿Comparte  

esta apreciación ?

 —  Por supuesto que no. En Colombia no  predom ina ninguna de estasfilosofías. Si se puede hablar de predominio filosófico me atrevería a decirque éste lo tiene el marxismo en todas sus direcciones y matices y en todossus niveles, académico, de catecismo, manual, tratado e investigación, es decir, me parece que tiene arraigo, y como filosofía de la praxis que es, estápresente en la vida de muchos colombianos.

La fi losofía lat inoamericana es un fenómeno muy reciente en Colombia; sé que su divulgación ha sido masiva a través del postgrado a distanciade la Universidad Santo Tomás, pero debemos esperar para ver cómo se decanta, y creo que ya lo están haciendo. Personalmente creo —por los indicios que he observado en los dos últimos años—, que la filosofía latinoamericana terminará siendo absorbida en el nivel teórico por la historia de las ideas y por algo que está de moda, la historia de las mentalidades —esto me

Parece muy bien—, y, en su nivel político y militante, por los partidos de

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inspiración marxista. Esta asimilación la veo factible debido a los aspectosreligiosos-militantes (porque también hay religiosidad contemplativa) quehay en ambas corrientes, secundado por la mayor fuerza del aparato en lospartidos de inspiración marxista.

Si nos trasladamos a la vida académica, a la vida del Scholarship y desu público universitario, creo que la tendencia con más arraigo es la fenomenología, cuyos representantes, o casi todos, figuran más allá de las fronteras parroquiales, me refiero a Danilo Cruz, Daniel Herrera, Guillermo Hoyos, Rafael Carrillo, y por qué no citar a J. J. Botero, Jaime Vélez Sáenz, ypuede parecer inusitado, a Estanislao Zuleta.

En cuanto a la filosofía analítica creo que apenas comienza a penetrar

en los ambientes universitarios. Creo que lo que hacemos R. Sierra, J. G.Hoyos, M. Holguin, D. Guzmán y el profesor Suárez de la Universidad Javeriana y yo mismo, apenas es un comienzo. La filosofía analítica se leemucho en el medio universitario, se debate y da lugar a cursos, seminariosy trabajos de grado, pero apenas comienza. Por mi parte le deseo buena ylarga vida, ¡así sea!

Se me quedan por fuera otros estilos diferentes de trabajo filosóficocomo la historia de la filosofía, la filosofía de la ciencia, que también penetran al país, pero los dejo de lado para limitarme a su pregunta.

— Un grupo de profesores, adscritos básicamente a la Facultad de Fi-

losofía de la Universidad Santo Tomás, ha venido cultivando y divulgando  en los últimos 10 años la llamada filosofía latinoamericana. Sabemos que  usted es un profundo crítico de esta tendencia. ¿Por qué su actitud?

— Esta pregunta es muy complicada porque no quiero ser grosero conel huésped ni tampoco desistir de mis convicciones actuales...

— Bueno, no le estoy pid iendo una respuesta de cortesía , sino la expli citación de su convicción...

 —  Sí, por supuesto. Digamos de todas maneras algo sobre el asunto.

Cuando estuve en Europa y aún era cristiano, a través de Mgr. Dondeyne mefamiliaricé con la teología de la muerte de Dios y leí muchos de sus clásicosy vulgarizadores de momento. Me atrajeron mucho sus planteamientos derescatar (?) a Marx, Freud y Nietzsche en el pensamiento cristiano. Al llegara Colombia en el 70, descubrí que la teología de la muerte de Dios en suversión colombiana —y quizás latinoamericana— se llamaba teología de las realidades terrestres y luego teología de la liberación, con el respectivo atuen-

do colombiano (o latinoamericano). Hacia mediados del decenio del 70

descubrí que existía una filosofía de la liberación o latinoamericana, y des

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cubrí que allí se camuflaba algo, bajo la respetabilidad académica de unclaustro centen ario, que h acían con franq ueza curas otrora tildados de jesuítas.

Este largo preámbulo lo hago simplemente para sostener una tesis quele debo a Lovaina: no existe una filosofía cristiana; no hay manera de c o m -

 paginar la fe y la razón , aunque reconozc o que pue den coexistir com o lo veodiariamente en personas sinceras e inteligentes. La única filosofía cristianaque puedo aceptar es la que H. Masai llama cristianismo secularizado porfuera de la regla y de los dogmas, como la filosofía alemana después de Leibniz que, a mi manera de ver, es teología protestante mundana; no obstante,no osaría decir con Maritain que esa filosofía cristiana es una semilla crecidaen tierra estéril o en terreno putrefacto. Con Gilson  —El filóso fo y la teo lo -

gía—, sigo pensando que los “grandes filósofos cristianos” eran teólogos yno quiero demeritarlos. La teología es más digna que la filosofía cristianaporque se presenta como tal y, como tal, se toma.

 — Pero podríam os decir que una filosofía que in ten te tom ar com o ob-

 je to un cierto horizonte cultural, Am éric a Latina, y una inte ncionalidad  (la liberación, p or ejemplo), ¿es una mera teología disfrazada de filoso fía?

 —  Le devuelvo la pregunta: podríamos decir que un examen que tomecomo horizonte cultural a los manizaleños y como intencionalidad el Gua duanio, ¿es una filosofía excepcional?

No me tome a mal la respuesta. Sé que existe una desesperación generalde los intelectuales de este país —fruto desgraciado de la frustración de 30años—, pero estoy seguro de que la desesperación es mala consejera. Personalmente creo que la profesionalización de la filosofía la ha encerrado en los

ghettos universitarios; es irremediable, pero pasajero; ojalá el pasaje no duremucho porque necesitamos argumentos en la vida nacional para apaciguar losánimos, el ar gum en to apacigua y libera; ¡paciencia...!

— E l prim er libro que aparece publicado en C olo m bia sobre filo sofía  analítica, del profesor Rubén Sierra, apenas data de 1987; el suyo va a ser  el segundo. ¿Quiere ello decir que son obras em ine n tem en te divulgadoras?

— No conozco el trabajo de Rubén Sierra; lo supongo muy bueno. Encuanto al mío, como lo digo en la introducción, es un trabajo de divulgación, Slstematización e investigación. En él planteo teorías existentes, añado, re-corto, objeto, discuto, propongo, confronto, y tomo decisiones responsables.¿Qué será? Que lo diga el lector.

.. E n realidad, la com pren sión del lenguaje que se maneja en la filoso la analítica crea algunas dificultades en los procesos de divulgación. Su mis 

m ° tex to expresa un m anejo m u y técnico del lenguaje y los problem as que

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suscita la filosofía analítica con respecto a su propia comprensión. Para los lectores no especializados. ¿Qué le diría a éstos?

— Que se dejen guiar p or el texto, que él les ayudará a en tend er los tec nicismos. El principio de expresividad de Searle sostiene que en un lenguaje

na tural to do se puede decir —el lenguaje  passeparto ut  de Helmslev—; variosprocedimientos existen: el arcaísmo, el neologismo o la transcripción literalde la lengua traducida. Prefiero el neologismo porque le da la idea al lectordel avance producido. Aristóteles pensó en diversos actos lingüísticos, perofue una intuición; de mom ento , solo Austin vio qué h ab ía allí; así que al descub rimien to de Austin lo bautizo performativo-i locucionario; cuan do la“herejía” se vuelva “trasto viejo” la llamare performativo-ilocutivo, o algo

por el estilo.

— ¿Mantiene aún la posición, en su libro, de que, en algún sentido, la  filoso fía del lenguaje es una especie de terapéutica de las pato logía s lin güis -

ticas de la metafísica canónica, que es una enfermedad?

— No la sostengo porque en mi libro no propongo esta tesis. Mi idea esla de que hay filosofías del predominio metodológico   y  filosofías del predo-

minio de los problemas.   Donde predomina el método ~el método empír ico

o lógico -ma tem ático —, se tiende siem pre o casi siempre a dem ostr ar que loque no se adecúa a esas redes son falsos problemas y carecen de sentido; donde predominan los problemas, los filósofos hacen esfuerzos   para inventarmétodos en la medida en que son cada vez más acuciantes. Entre los primeros están los neopositivistas y Wittgenstein y, entre los segundos, Russell,Popper y Austin. Usted comprenderá cuál es mi l ínea, por más de que reconoz co que los filósofos han dicho y escrito much as bestialidades; ¡yo nome excluyo!

— Pero también podríamos afirmar, con usted, que el lenguaje nos tien-

de trampas, por ejemplo, la hipersimplificación. ¿No ha caído usted también  en esta trampa?

— Austin dice qu e la hipersim plificación es la enferm edad profesional del filósofo, si no fuera su profesión. Así que si un filósofo tan minucioso hacometido tal delito, ¿por qué no permitirme a mi tal crimen? En mi últimotrabajo,  Breve tratado sobre la mentira, cito la Nueva visión a un m undo fe liz de Huxley, que quizás satisfará su pregunta: “La vida es breve y la información inacabable, nadie tiene tiem po para to d o ” . Vale más hacer algo, lo quees una mentira explicable, que no hacer nada, lo que es una omisión incomprensible.

—  Estam os de acuerdo. N o obstante, creo que su posición es que la tera-

 pia filo sófica tiene com o objetivo descubrir la verdad, no la perplejidad filo

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sófica ni la angustia metafísica. ¿Debemos contentamos entonces con los enunciados de verdad expresados en el lenguaje? ¿A ello debemos reducir  los problemas filosóficos?

— Mi posición no es esa; esa es la idea, pero no transcrita con exactitud,

de Quine, a quien cito en el texto. La tesis de Austin, que comparto casi porcompleto, es la de que la filosofía busca descubrir la verdad, así sea incompleta. Sin embargo, eso no quiere decir que debamos contentarnos con losenunciados veritativos. Como usted lo sabe, uno de los descubrimientos deAustin es precisamente el de que todo enunciado tiene una dimensión verita-tiva y una dimensión per form ativa o prác tica — locuc ionaria e ilocucionaria—¡y este descubrimiento es una gran verdad!

 — B ueno, si el espectro de problem as es m ucho más amplio, de to dos m odos , para u sted, se trata de evitar la conclus ividad de la cua l está llena la historia de la filoso fía, que tilda de “minusvalía de la filos ofía con respecto  a las otras ciencias, c uyo pro blem a radica en la falta de m éto do y en la form a  confusa com o se p lantean los problemas f i lo só f ico s¿ H a sta qué pu nto está asum iendo el “prejuicio m etod oló gico ” com o perspectiva conclusiva?

— No, yo no asumo ningún prejuicio cientificista en la interpretaciónde lo que es la filosofía. Luego le expondré cuál es mi idea de la ciencia y dela filosofía. La “minusvalía de la filosofía con respecto a las otras ciencias,cuyo problema radica en la forma confusa como se plantean los problemas”,se refiere al desenca nto que sintieron filósofos co m o Russell frente a la m eta física tradiciona l, esto llevó a Russell a buscar un lenguaje “p er fe ct o” y aembarcarse en la elaboración de una filosofía científica. Como puede verseen mi trabajo, yo sigo a Austin, quien fue uno de los analistas del lenguajeordinario que más insistió en que este lenguaje, en el que se plantean lamayor parte de los problemas filosóficos, tiene su lógica propia. La mayorparte de mi libro está consagrado al estudio de esta lógica sui generis.

En cuanto al otro punto, diré que la fi losofía es “un intento racional ,aunque no científico, por resolver problemas inmaduros, es decir, problemaspara los cuales no existe un método estándar reconocido por una comunidadde especialistas” ; esta definición que tom o de mi ensayo ¿Qué es filosofía?, 

trata de contrastar la filosofía con la ciencia que sí tiene estándares metodo-ogicos reconocidos por una comunidad científica y donde se sabe a priori 

c omo resolver los problemas, dónde buscar la solución y si la solución es uceptable o no. Pero esto no quiere decir que la filosofía sea una ciencia minusválida, porque como agrego en este mismo ensayo, “las ciencias formalesy naturales son un paradigma de racionalidad, sus progresos y descubrírmenos son espectaculares, pero los problemas que resuelve representan una candad ínfima al lado de la variedad infinita de problemas abiertos e inmadu

ros que debemos intentar resolver permanentemente”. Lo invito a releer el

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bello pasaje de Austin que cito en mi libro y que comienza así: “La filosofíaes un sol central, seminal y turbulento...”.

 — Sí, es una hermosa metá fo ra. Pero digamos entonces que la búsqueda de la verdad debe tener co m o o bje to lo que expresam os a través del lenguaje: sea de las ciencias (la lógica matemática de Russell), o del lenguaje ordinario  (Au stin). ¿Pero qué es esa verdad que buscamos en el lenguaje? ¿No estam os  también en presencia de un “prejuicio lingüístico?

— Ningún pre juicio lingüístico . Digámoslo con Austin , que es mejorhablar del predicado verdadero que del sustantivo verdad. Ahora bien, el predicado verdadero se atribuye a afirmaciones; el predicado verdadero es unpredicado metalingüístico porque se predica de afirmaciones (expresiones

lingüísticas) que hablan del mundo. Por lo mismo, para que haya verdad serequiere un lenguaje —un sistema de signos—, pero también se requiere un“mundo”, es decir, aquello a lo que se refieren los signos; la verdad requieredos; sin mundo los signos son vacíos, el mundo sin signos es inexpresable;recuerde lo que decía Perelman, parodiando a Kant: el lenguaje sin contenido es vacío, el contenido sin lenguaje es ciego.

— E xisten algunas delim ita cio nes que sería inte resante esta blecer para  

quienes nos sabemos legos en el manejo de los problemas y el lenguaje de la  fi losofía analítica, sobre to do en la vertiente del análisis del lenguaje ordi-

nario que trabaja A ustin, y que usted maneja m uy bien. Por ejem plo: habla de que la filoso fía del lenguaje de A us tin es una “fenom eno logía ling üística ”. ¿En qué sentido debemos tomar aq u í el término fenom enología? ¿Cómo es su relación con la lingüística?

— Co me nzan do por la última parte, y co ne ctad o con lo anterior, meparece que la diferencia de la fenomenología lingüística y la lingüística radica en que esta última se interesa por la verdad del lenguaje —en fin de cuentas el lingüista pretende enunciar afirmaciones verdaderas sobre el lenguaje—,mientras que la fenomenología del lenguaje pretende no solo esto, sino también enunciar afirmaciones verdaderas sobre el mundo extralingüístico. Estoes lo que permite com pre nde r que su filosofía del lenguaje sea una fen om en ología l ingüíst ica porque “cuando examinamos qué diríamos cuándo, quépalabras usaríamos en qué situaciones, no estamos meramente considerandolas palabras (o ‘los significados’, sean lo que fueren), sino también las realidades, para hablar de las cuales usamos las palabras; estamos empleando unaagudizada percepción de las palabras para agudizar la percepción, aunque nocomo árbitro final, de los fenómenos”. Austin repite esta denominación enotros lugares, pero no desarrolla mucho su sentido. Sin embargo, lo dicho essuficiente para mostrar que su filosofía del lenguaje dista mucho del encierroen el mundo de los signos de que tanto alardean los semiólogos franceses.

Debo ano tar que mu chos de los plant eam ientos de Austin —sobre todo

en la versión de Searle— son ya m on ed a legal y corr iente en casi todas las teo

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rías lingüísticas, lo que indica que el paso del sol central seminal y turbulento, al planeta frío y bien regulado, fue más rápido de lo que Austin esperaba.

— Uno de los mé ritos que, a su juicio, hacen de A us tin un em ine nt 

lósofo, es el de haber extrapo lado los info rtun ios de las pro posiciones info r-

mativas o descriptivas a los enunciados performativos, y las consideraciones  del análisis científico a los enunciados performativos y al hecho lingüístico  en general. Usted sigue esta misma dirección: ¿qué resultados ha logrado?

 —  La idea es más bien al con trario : Aus tin descubrió que hay enuncia-

dos indicativos —“y o pr om et o ” , po r ejemplo— que no inform an ni describenla realidad, sino que son actos —performativos—; en un segundo momento

descubrió que los performativos podían ser infortunados por razones similares a las que pueden invalidar las afirmaciones —fallas en el arrastre, en la

 presuposic ión y en la im plicación p r a g m á t i c a y en un tercer momento, quees el culminante, descubrió que las afirmaciones - paradigma de los enunciados descriptivos—, también eran actos; es decir, que todo decir es un hacer,todo enunciado es un acto ilocucionario.

He descubierto que la teoría se desarrolla en diversas direcciones: lógica

de la conversación y los actos lingüísticos indirectos, el análisis de los macroactos lingüísticos directos e indirectos; la lógica ilocucionaria, etc. De logros

 personales solo menciono el análisis del lenguaje fáctico que hago en estelibro, y de un intento de explicar parte de la teoría de la argumentacióndentro de la teoría de los actos lingüísticos que en parte desarrollo en estelibro y en parte en mi obrita  E l prim ado de la razón práctica.

 — En esa dirección, creo que exis te en su trabajo una cierta preocupa-

ción por establecer algunas diferencias metodológicas entre el lenguaje for-

malizan te de las ciencias y el lenguaje ordinario: m ientras que el pr im ero es  falsable, el segundo, en tanto que norm ativ o, no lo es. ¿Podría exp lic itam os  su posición al respecto?

 —  Por supuesto que quiero establecer una diferencia entre estas dosclases de lenguaje; y creo haber indicado varias diferencias en más de un lugarde mi trabajo. Pero no afirmo que esta diferencia se reduzca a lo que usted

menciona. Esta diferencia hay que situarla en el contexto de la polémica ficticia entre Popper y Austin sobre la falsabilidad o no del enunciado verita-tivo ‘tod os los cisnes son b lanco s” . La respuesta que yo do y en mi traba jo esa de que no hay incompatibil idad entre los dos planteamientos porque mien

tras que Austin considera este enunciado ordinario como una generalizaciónempírica, Popper, desde un punto de vista científico, lo considera como unaProposición universal irrestricta y, por lo mismo, refutable. En el trabajo,agrego que Popper ha seleccionado mal el ejemplo, porque bien pudo citar

cualquier ley científica.

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— Ha afirmado que la terapia fi lo sófic a tiene com o objetivo descubrir  la verdad: ¿qu é pasa entonc es co n la mentira, un prob lem a de obligada refe-

rencia en sus análisis?

— Le repito que yo no he afirmado esto. Una cosa es la terapia que di

suelve pseudoproblemas y otra cosa es buscar la verdad y evitar el error.

La mentira es un tema apasionante. Como ya lo he dicho, acabo de terminar una obra sobre ella. Para decirlo en pocas palabras, en la primera partede este trabajo aplico la teoría de los actos lingüísticos, la lógica de la conversación y el aspecto presuntivo de sus máximas al análisis de la mentira, conresultados maravillosos. Por ejemplo, he descubierto que el cogito cartesianoen su formulación inicial es una mentira que nadie puede creer (“yo no exis

to”, dicho por cualquiera), y también que uno puede mentir diciendo la verdad. Pero no puedo ahondar más aquí en el asunto. Lo único que puedoagregar es que en esta obra creo haber dicho algo de verdad, no todo, sobrela mentira.

— B ueno, quisiera hacerle algunas pregunta s sobre las condiciones de estud io de la filoso fía en nues tro país. Por ejem plo, ¿qué opina de los pr o-

gramas con que se form an ho y en las universidades a los pro fesionales de la filosofía en Colombia?

— En general, son buenos, pero lo más importante en el incipiente desarrollo filosófico nuestro no es el programa, pues con él se puede hacer lo quese quiera —al menos en las universidades públicas— Ahora, la profesionaliza-ción del trabajo, la buena formación y la responsabilidad de sus profesores,los estudiantes entusiastas, las bibliotecas institucionales y privadas, las publi

caciones autóctonas, las revistas especializadas, las reseñas, y la discusión deforos y coloquios; tod o e sto se está d ando con las deficiencias conna turalesa una empresa que apenas comienza.

— A m enudo se sostie ne que los filó sofos colom bianos m u y poco se leen entre sí y que, cuando se reúnen, dichos encuentros se convierten en  unas agrupaciones de m utu os elogios. Es decir, se desconocen entre s í y evi-

tan la co nfr on tac ión crítica. ¿Qué opina de lo anterior?

— No creo qu e sea la regla general. En las mu chas reun ion es de filósofosen que he estado en Colombia, siempre he visto presente la discusión, a vecesacalorada, y las conversaciones apacibles. No han faltado los show men yhasta los  pagliacce, pero esta es la excepción, no la regla. Los mutuos elogiosno son nada frecuentes. Lo que sí he pod ido co nsta tar es la presencia de unacrítica negativa soterra da que no se expresa po r los medios adecu ados, lo quele quita la eficacia que desearíam os com o filósofos y crea indisposiciones po

co filosóficas.

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Nos leemos en ta nto c onoc em os la produ cción de nuestros colegas, peroa veces las dificultades locales no nos permiten tener el contacto que quisiéramos. En este sentido el ambiente caleño es muy parroquial; personalmentecreo que Manizales tiene m ejores librerías que Cali. Sea dicho esto para justi ficar por lo m enos en parte, mi desc onoc imien to de la obra de R ub én Sierra

sobre filosofía analítica, de reciente aparición.

— ¿Podemos hablar de A do l fo León Gó m ez com o un f ilósofo o com o  un profesor de filosofía?

— Yo no me apego mucho a la frase de Kant, si es a la que alude. Indudablemente que Kant, antes de enseñar a filosofar, aprendió filosofía, y después filosofó y enseñó filosofía. Guardando las proporciones, yo tambiénenseño filosofía —porque debo iniciar a mis estudiantes en una mínima tradición filosófica—, y filosofo y enseñe a filosofar en la medida en que progreso hacia un pensamiento cada vez más autónomo. Esta es mi opinión,pero no le pr oh íbo al lector que se form e otra opinión. En lo que no pue dopensar como profesor es en tanto agente del sistema y de su ideología. Soylibre pensador en ejercicio y seguiré siéndolo.

— ¿Qué m ensajes le daría a los jóve ne s que actu alm ente se encu entran  estud iand o filos ofía en las más variadas universidades colomb ianas?

— Mi libro, en su introducción, dice que aunque no fuese un aporte significativo a los problemas tratados, sería, sin embargo, útil para los jóvenesestudiantes que podrán descubrir el mensaje de Austin, de que con un pocode tale nto, m uc ha paciencia, de pu nto s de pa rtid a mod es tos —casi triviales—se puede llegar a impo rtan tes resultados.

— Quisiera seguir conversa ndo con usted, po rq ue nunca es suficiente.  Ahora debo agradecer su gentileza al concederm e esta entrevista . Espero que  próxim am ente esté leyendo sus nuevas produccio nes que, indudablem ente, enriquecerán al acervo filosófico colombiano.

~ Le agradezco el esfuerzo que hizo de leer y comprender mis trabajos.Nunca creí que fuera tan difícil darle una “entrevista” a una persona ilus

trada, pero creo que mis penas se ven colmadas porque pude reconstruir,mal que bien, mi trayectoria intelectual y mi actual posición.

Santiago de Cali, agosto de 1987

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INTRODUCCION

En este trabajo abordo la filosofía de Austin, fundamentalmente su fi losofía del lenguaje. La forma de abordaje no es la tradicional del comentarioliteral y de la exégesis ceñida, que ocasionalmente empleo, sino la del comentario libre desde Austin pero también desde los enfoques actuales de la prag

mática y de la teoría de los actos lingüísticos.

Resumidamente se podría decir que la primera parte es una defensa dela teoría lingüística de Austin, la segunda un reconocimiento a las críticasque se le han hecho y una rectificación de sus limitaciones y la tercera ensayos filosóficos al margen o alrededor de temas austinianos.

En la primera parte hago una presentación somera de la filosofía de

Austin y expongo su método filosófico; luego consagro tres capítulos a lateoría de los performativos que incluyen la exposición de la teoría, las críti cas de Benveniste y Vendler y críticas ajenas y propias a los nostálgicos dela performatividad: Chisholm, Black y Jacobsen; entre ellos intercalo unlargo capítulo salpicado de muchas consideraciones filosóficas, sobre el arrastre, la implicación pragmática y la presuposición. Los capítulos restantesestán dedicados a la discusión de la teoría de los actos lingüísticos; en ellostrato de reivindicar a Austin, con la ayuda de Forguson, Gochet y Récanati,

de las críticas de Cohén y Searle contra la existencia de actos ilocucionariosdel primero, y actos locucionarios del segundo; también intento desarrollarel acto locucionario a partir de consideraciones de Ladriére sobre el sentidoy la referencia y ver hasta dónde existe convencionalidad en los actos perlocucionarios cuyo intento de realización constituye la condición esencial de larealización de algunos actos ilocucionarios.

La idea central de esta parte es que la teoría de Austin sobre performa-

°s y actos ilocucionarios es correcta en lo fundamental y que la interpreta-

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po de la filosofía del lenguaje que puede servir a nuestros jóvenes estudiantesque se inician en estos problemas filosóficos. Creo que ellos podrán derivarde este trabajo una enseñanza crucial: los pequeños comienzos filosóficosel análisis del lenguaje ordinario, de enunciados humildes, puede conducir aimportantes resultados. Reconozco que el trabajo tiene fallas, sobre todo rei

teraciones de ideas y a veces anticipos inmotivados de tesis que solo se desarrollan posteriormente; pero esto se debe a que los diferentes capítulos(sobre todo los de la primera parte) no fueron redactados en el orden en quese presentan. Tal defecto se debe a las condiciones bibliográficas precarias enque se realizó la investigación durante el primer año. Estos aspectos realmente poc o elegantes podrá n enmendarse pa ra una futura publicación.

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PRIM ERA PARTE

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UN PRIMER BROCHAZO SOBRE LA FILOSO FIA DE AUSTIN

I

Quine en un simposio sobre la filosofía de Austin comenzaba su intervención con estas palabras:

Hubo una vez un puñado de terapeutas posi t ivistas y una mult i tud de metafísi cos crónicos. A hora hay terape utas en todas las facultades. La epidem ia ha sidocon tenida y la terapia es ru t in a ¿En q ué form a han de ocupa r sus m entes desde

ahora en adelante los terapeutas veteranos? Una forma es dirigiendo sus esfuerzos con tra una form a con t inua da, pe ro no m enos virulenta, de infección, a saber ,la perplejidad fi losófica en la mente de los profanos. Ryle, en sus  D ilem as, fueun ejemplo de éxito en hacer tal cosa. Otra es continuar el t ipo de estudio lin-

gü ístico que form a parte de la terapia, pero p rosiguiendo ahora co m o una línea de investigación pura. Lo s escritos característicos de A us tin parecen en trar a h í 1.

La apreciación de Quine es casi justa. Podría decirse que Austin fueterapeuta en más de un sentido. Primero que todo Austin estuvo atento a las

patologías lingüísticas como medio de descubrir lo normal. En  A legato en   favor de las'éxcüsas nos lo dice de manera manifiesta: “El estudio de las excusas puede arrojar luz sobre estas cuestiones fundamentales de dos grandesmodos. En primer lugar, examinar las excusas es examinar casos en los que seha producido algo anormal o algún fallo. F rec uen tem en te lo anormal esclare-

cerá lo normal y nos ayudará a traspasar el velo cegador de lo fácil y lo m an i-

 fie sto que oculta los mecanism os del acto natural a fo rtun ado ”... El mismoprocedimiento se encuentra in actu exercitu en Palabras y acciones donde lo

anormal se intersecta con lo cómico. Casi podríamos decir que aunque lonormal es lógicamente primero, lo anormal es gnoseológicamente prioritario.De allí el interés de la patología para el analista Austin2.

A simposium on Aust in’s method, en Symposium on J . L . Aust in edited by K. T.Fann, N. Y., Humanities Press, 1969, p. 86. Hay traducción española  La F ilosofía  de J. L. Austin, en  La C oncepció n A n a lí tica de la Filosofía, selección e introducción de J. Muguerza, Alianza Universidad, 1974, p. 539.

“ Un alegato en favor de las exc usas” , en J. L. A ustin,  Ensayos fi lo sóficos. Biblioteca de la Revista de O ccidente, 1975, p. 173. Este ensayo tam bién está tradu cido

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Se puede decir también que Austin practicó la terapia filosófica en tanto que el interés por clarificar los conceptos fue permanente en su carrerafilosófica. Realizaba seminarios en los que se discutían las diferencias entreexpresiones como hacer algo inadvertidamente, por error, accidentalmente  

r  y análogos3; buscó la precisión a toda costa hasta los límites de la pedantería

y del tedio, po rque “ las palabras son nuestros instrum entos y, com o m ínim o,i debe mo s usar instrum ento s claros: deb em os saber lo que significamos y lo| que no significamos, y estar preven idos co ntr a las tram pas que nos tiende el

lenguaje”4. ¡Nuestras frases son nuestros significados! Si nos olvidamos deello caeremos en la hipersimplificación que “podría llamarse la enfermedadprofesional del filósofo, si no fuera su profesión”5.

en V. C. Chappell,  El lenguaje com ún, Ensayos de fi losofía analít ica, Técnos, 1971,

p. 63.En cuanto a las relaciones de lo normal y de lo patológico vale agregar dos pasajes.El primero es de Sen se a nd Sensibilia. Oxford University Press, 1962, pp. 11-12. Enla t raducción francesa de Gochet .  L e Langage de la Perception, A. Colin, 1971, p.32. “ En seguida, im po rta acordarse que hab lar de engaño no t iene sent ido sino sobre un fondo de no engaño general . (No se puede engañar a todo el mundo todo elt iempo). Debe ser posible reconocer un caso de engaño, comparando los casos extra ño s co n casos m ás norm ales. Si digo que ‘el m arca do r del nivel de gasolina de micarro nos engaña a veces’, me comprenden así: ‘aunque lo que el marcador indicacorresponde habitualmente a lo que hay en el tanque, a veces no lo hace’. ‘Indica a

veces 10 li tros, mientras que el tanque está casi vacío’. Pero supongamos que yodiga ‘nuestra bola de cristal a veces nos engaña’. Este propósito nos intrigaría, puesen verdad no tene m os la m en or idea de lo que se ría el caso ‘no rm al’, es decir el casoen que no nos engaña nuestra bola de cristal”. El segundo pasaje que completa alan terior es de “ Un a legato en favor de las exc usas ” , en  Ensayos fi lo sófi cos, p. 181:

. . .Pues a veces no somos tan cuidadosos observando lo que n o p o d e m o s decir,como lo que s í podemos, aunque, lo pr imero es bas tante regularmente lo más re velador”.

“ Un alegato en favor de las ex cu sas” en  E nsayos fi lo sófi cos, pp. 169-92; y en  E l le n-

guaje común, pp. 57-83; tamb ién se puede consul tar “ Tres m odos de derramar tin t a ” , en Ensayos fi losóficos, pp. 249-261.

“ Un alegato en favor de las exc usa s” , en  Ensayos fi lo sófi cos, p. 174 y en  El le ngua- je com ún,  p . 64 .

Palabras y acciones, Paidós, Buenos A ires, 197 1, p. 80; “ Em isiones realizativas” , en Ensayos fi lo sófi cos, p. 231.

Para no dar lugar a dudas agreguemos este pasaje de Sense and Sensibilia, p. 3 (Le langage de la perception,  p. 23), relativo a la d icoto m ía en tre cosas m ateriales y da

tos sensibles: “Mi opinión general sobre esta doctrina es la de que ella presenta demanera t ípica una opinión de erudi to (scholastic view) im putable a la a tención ob sesiva que se da a algunas palabras particulares cuyo empleo simplificado en extremo no ha sido comprendido bien ni ha sido estudiado cuidadosamente o descri tocorrectamente; imputable también a una atención obsesiva acordada a algunos he Cftos (casi siempre los mismos) estudiados imperfectamente. (Dije ‘erudito’, perohubiera podido decir ‘fi losófico’. La simplificación excesiva, la esquematización yla repet ición constante y obsesiva de la misma gama l imitada de ejemplos empobrecidos no son tan particulares a estos casos, pero son tan frecuentes para que se lesponga de lado como si fueran una debilidad ocasional de los fi lósofos). . . nuestraspalabras comunes son mucho más sut i les en sus usos y marcan muchas más dist in

ciones de lo que piensan los fi lósofos.. .”.

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Quizás también fue terapeuta, como otros de sus colegas de Oxford, enc u a n t o su estilo filosófico tendió a sustraerse del dramatismo y de la solemn i d a d de muchas filosofías oraculares del pasado y del presente.

Pero no fue terapeuta como otros de sus colegas de Oxford ni como

Wittgenstein. Para Austin la filosofía no tiene por misión curar al hombre dela perplejidad filosófica, ni de la resultante angustia metafísica, sino descu-

brir la verdad6 ; verdades interesantes y  profundas , si es posible, pero bastaque sean verdades. Quizás mejor, para comenzar verdades llanas relativas a lacompleja trivialidad  de nuestra vida cotidiana. Contrasta el humilde comienzo de Palabras y acciones:

Lo que habré de decir aquí no es difícil ni polémico; el único mérito que quisierareivindicar para mi exposición es que es verdadero, por lo menos en parte. El fenómeno que examinaré es muy difundido y muy obvio, y sería imposible queotros no lo hubieran advert ido, al menos ocasionalmente. Sin embargo, no hevisto que se le preste atención de manera específica.

Con el final del prólogo de la primera obra del vienés oracular:

Por otra parte la verdad  de los pensamientos que se comunican aquí me pareceinatacable y defini t iva. Por consiguiente creo haber encontrado, en todos lospuntos esenciales, la solución final de los problemas.. .7.

Contra esta man ía (me goloma nía) que pretende decir toda la verdad,solo la verdad y nada más que la verdaden el primer libro o en el primer artículo, ¡Austin reco m end aba la buena paciencia y mucho trabajo en equipo !

El intento de Austin es más constructivo; en esto tiene razón Quine,pero hay que matizar su apreciación; Austin desconfiaba de las generaliza-

6 En “ fingir”,  Ensayos fi lo sófi cos, p. 247 , escribe A ustin: “ ¿Cuál es finalm en te, laimportancia de todo esto con respecto al f ingir? Contestaré a esto brevemente:aunque no estoy seguro de que la importancia sea importante, la verdad lo es , yagrega en no ta de pie de página: “ Soñé una línea que valdría de lema para una fi losofía sabia:  N eith er a be —all, ñor an end — all be”. En Sense and S ensibilia, p. 62,tam bién escribe: “ Me prop on go, si ustedes lo perm iten, d iscutir la natura leza de larealidad  —un tema verdaderamente importante—, aunque no me gusta, en general ,reivindicar este t í tulo para un tema”.

7  No de scon ozco que W ittgenstein m od ificó su posición en su segunda fi losofía, algo

similar a lo que hizo Austin con su teoría de los performativos, pero difiero de loque dice Apostel con respecto a este parentesco (Illocuticnary forces and the logic o f Change, en Mind, 81, p. 209 ); Apostel dice que “ A usun com parte, sin embargo,

*con Wittgenstein el mérito de demoler lo que se ha construido por el mismo hechoIde construir lo, produciendo algo mejor a t ravés de este proceso”. Esto me pareceIválido de Austin pero no de Wittgenstein porque éste consideraba que su primeraConstrucción era definitiva e inatacable (unassai lable y unantasthar) , mientras quela de Austin era apenas un boceto sobre el papel provisional y por lo mismo, despe-pazable; y para el cual no necesitaba escalera sino una simple  flecha que indicabaIencrucijada. Por supuesto que la jugada de Austin es menos dolorosa, pero la éticadel lenguaje y de la filosofía nunca exigen un sacrificio total, porque la satisfacción

puede ser nula.

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ciones precipitadas pero no rechazaba las teorías por principio; siempre aspiró, en med io de sugerencias y titub eos , a co ntrib uir a la creación de una ciencia verdadera y comprensiva del lenguaje. Su idea de la filosofía era m uysingular: la filosofía es un saco en el cual se ponen todos los residuos, todos

los problemas que permanecen insolubles porque no se ha encontrado un tratamiento que encuentre un asent imiento unánime8, porque tan pronto seencuentre se formará una nueva ciencia que tenderá a separarse de la filosofía a medida que define mejor su objeto y afirma su autoridad9.

La filosofía ocupa en la historia de la investigación humana el lugar de un solcentral , seminal y turbulento: de vez en cuando arroja de sí una porción, unaciencia, un planeta fr ío y bien regulado que progresa estacionariamente hacia unestado f inal distante. Esto sucedió hace t iempo con el nacimiento de las mate

máticas, y de nuevo con el nacimiento de la física; sólo al final del últ imo siglose ha rep etido el pro ces o —len to e im pe rcep tible casi—, con el nac im iento de lalógica m atem át ica m ediante el trabajo conjun to de f ilósofos y m atem át icos . ¿Noes posible que el próx im o siglo pu eda ver el nacim iento, me dian te el t rabajo c on

 ju n to de filó sofos, gram áticos y m uchos o tro s estu dio sos del le nguaje , de una ciencia del lenguaje verdadera y comprensiva? Entonces nos habremos l iberadode una parte de la f i losofía (quedarán aún muchos más) de la única maneraque po dem os liberarnos de ella, dándole un pu ntap ié hacia arr iba 10.

8 En este pu n to tam bién hay un a diferencia en tre A ust in y W ittgenstein. M ientras queAust in considera que hay problemas f i losóf icos aunque no hayan encont rado solu ción unánim e, W ittgenstein considera que si no ha y solución un ánim e (es decir cient íf ica) , no hay problema s ino un pseud oproblem a com o pu ede leerse en el Tractatus6 .51 “ . . .Porque la duda solo puede exis t i r donde hay un problema, y un problemasolo cuan do existe un a respuesta, y un a respu esta solo don de se  p u ed e deci r a lgo” .

9  La Philosophie A n a ly tiq u e , Cahiers de Royaumont , IV, Edi t ions de Minui t , 1962,pp. 292-3.

10 “ Sis y pu ede s” , en  Ensayos fi lo sóficos, p. 215.

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AUSTIN Y EL LENGUAJE ORDINARIO

II

Si un o mismo piensa m ucho , encue ntra inserta en el idiom a m ucha sabiduría. Espoco probable que nosotros mismos le at r ibuyamos, sino realmente hay muchasabiduría en él , así como en los refranes.

Nuestra falsa fi losofía está totalmente incorporada al lenguaje; casi diría que nopodemos razonar sin razonar equivocadamente. No se considera que el hablar,sin ten er en c ue nta de qué , de p or sí es filosofa r. El que hab la su idiom a, es unfilósofo popular, y nuestra fi losofía universitaria es corrección del uso idiomàtico, es decir, la corrección de una filosofía, de la más general. Solo que la filosofía común tiene la ventaja de hallarse en posesión de las declinaciones y con ju gacio nes. De m anera que sie m pre enseñam os la verdadera filo sofía m ed ia nteel lenguaje de la falsa...

La mayoría de nuestras expresiones, son metáforas; en ellas se conserva la fi lo

sofía de nuestros antepasados.

 L ich tenberg

 A forism o s seleccionados, traducidos y prologados por Guillermo Thiele, EditoraConi, Buenos Aires, s.d.

En el ca pí tu lo an terio r dije que para Austin la tarea de la filosofía es des

cubrir la verdad, pero es recurrente en la historia la constatación contrariade su eterna falta de conclusividad. ¿A qué se debe esta minusvalidez de la filosofía, frente a los logros espectaculares de la ciencia?

Austin, como Russell por ejemplo, pensó que esto se debía a la forma  confusa como se plantean los problemas filosóficos y también a la ambición  hipotrofiada de querer decirlo todo muy rápidamente. Pero Russell creyóQue la confusión se debía a la vaguedad, asistematicidad e incoherencia de los

términos del lenguaje en que se discuten esos problemas, y optó por la vía

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de la corrección del lenguaje mediante el recurso al lenguaje artificial e idealde la lógica matemática. Esto se requería porque si los conceptos del lenguajecorriente son nebulosos, los argumentos construidos con ellos no puedenserlo menos.

' 3 v ’

Al contrario, Austin optó por la vía del análisis del lenguaje ordinario/ po rque pensaba que “ el principal ob jeto de la investigación filosófica es el

desenredar problemas que se le plantean a aquellos que  piensan y hablan en  lenguajes ordinarios”11. Es verdad que no todos los problemas filosóficosque se plantean son de esta naturaleza; por lo demás, tampoco se excluye a 

 priori que pueda ser ventajosa la corrección del lenguaje ordinario medianteformalismos artificiales e ideales. Más bien lo que sugiere Austin es que los

lenguajes naturales son mucho más complejos y mucho menos asistemáticosde lo que los partidarios del lenguaje ideal han pensado y que deben estudiarseen su estado natural antes de cualquier corrección; esta solo será útil despuésdel análisis del lenguaje ordinario en su hábitat  natural . En efecto, por unaDarte, el lenguaje ordinario es ineludible incluso para el formalista porque éles “el metalenguaje de todos los lenguajes y metalenguajes, e incluso de sí mismo ” ; y, por otra parte, por ejemplo, respuestas ordinarias com o “sí y n o ” ,que pueden sonar contradictorias para un formalista, son perfectamente sen

satas y aceptables.

Pero, ¿por qué comenzar precisamente por el análisis del lenguaje ordinario que es el lenguaje del sentido común, es decir, en términos de Russell,de “la metafísica de la edad de piedra”? Austin justifica su escogencia portres razones:

1. “Las palabras son nuestras herramientas, y, como mínimo, debiéra

mos usar herramientas pulidas: debiéramos saber qué significamos y qué no,y debe mos estar prevenidos contra las trampa s que el lenguaje nos t ien de ” .

2. “Las palabras no son (excepto en su propio pequeño rincón) hechoso cosas: necesitamos por tanto arrancarlas del mundo, mantenerlas aparte deél y frente a él , de modo que podamos darnos cuenta de sus inadecuacionesy arbitrariedades, y podam os remirar el mu ndo sin anteojos” .

3. “Nuestro común stock  de palabras incorpora todas las distincionesque los hombres han hallado conveniente establecer, durante la vida de muchas generaciones; seguramente es de esperar que estas sean más numerosas,más razonables, dado que han soportado la larga prueba de la supervivenciadel más apto, y más sutiles, al menos en todos los asuntos ordinarios y razo-

11 WA RNO CK , G. J. ; AU STIN , J. L., en  La Philosophie C onte m porain e, Chroniquespar les soins de R. Klibansky, Firenze. La Nuova Italia Editrice, III, 1969, pp. 263-71. En lo que sigue de esta sección me inspiraré l ibrem ente de este trabajo.

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 jjablemente prácticos, que cualesquiera que plausiblemente usted o yo excogitásemos en nuestros sillones durante una tarde el método alternativo mássocorrido ” 12.

“El lenguaje ordinario incorpora realmente algo mejor que la metafísica de la Edad de Piedra, a saber, como se dijo: la experiencia y la agudezaheredadas de muchas generaciones de hombres. Ahora bien, esa agudeza seha centrado en las ocupaciones prácticas de la vida. Si una distinción funciona bien para los propósitos prácticos de la vida ordinaria (lo cual no dejade ser una hazaña, pues incluso, la vida ordinaria está llena de cosas difíciles), entonces es seguro que tiene que haber algo en ella, algo remarcará;aunque es bastante de esperar que no sea la mejor forma de ordenar las cosas

si nuestros intereses son más amplios o más intelectuales que los ordinarios.Y además esa experiencia se ha obtenido solo de las fuentes al alcance de loshombres corrientes a lo largo de la mayor parte de la historia civilizada; nose ha alimentado de los recursos que proporcionan el microscopio y sus sucesores. Y debe añadirse también que la superstición y el error y la fantasíade to do s los géne ros se han incorp or ado al lenguaje ordin ario e incluso a vecessoportan la prueba de la supervivencia (solo que, cuando lo hacen, ¿por quéno habríamos de detectarlo?). Ciertamente, pues, el lenguaje ordinario no es

la última palabra: en principio en todo lugar puede ser completado y mejorado y suplantado. Pero recordemos, es la p rim era”13.

Estos últim os pasajes14 han dado origen a una interp reta ción hipersim-plificada de la concepción austiniana frente al neologismo en filosofía. S.Hampshire sugirió dos interpretaciones. Según la más radical, Austin aplicaría a las formas del lenguaje una clase de  prin cip io de razón suficiente, queformularía así:

Para cada distinción de palabra o de expresión idiomà tica que enc ontram os en ellenguaje cot idiano , se puede e nco ntrar , si buscamos bien, una razón que expl iquepor qué existe esta distinción. La investigación mostrará siempre que se ha obtenido el mayor número de distinciones posibles por los medios l ingüísticos más

12 “ Un alegato en favor de las exc usas” , en  Ensayos fi lo só ficos , p. 174.

13  Ib id ., p. 177.

14 Pero sobre tod o le ha sido sugerida po r un pasaje de Sense and Sensibilia. Recons t ructed from the manuscript notes by G. J . Warnock. Oxford Paperbacks, 1964VII, p. 63 q ue d ice así: “ (c). .. to da alteración de las palabras, en lo qu e a nuestrosojos ocurre en un pequeño r incón de nuestro campo semántico, siempre puede producir repercusiones imprevistas en un terri torio adyacente. La alteración, de hecho,no es tan fácil como a menudo se piensa; no se justifica, ni se requiere tan frecuentemente como frecuentemente se cree. Se la juzga a menudo necesaria por la únicarazón de que se ha desnatural izado lo que ya se poseía. Debemos desconfiar siempre de la costumbre que t ienen los fi lósofos de rechazar algunos empleos ordinarios tachándolos de despreciables. Es una costumbre que hace inevitable la deformación. . .” .

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económicos. Si , en tanto que f i lósofos, t ratamos de introducir una dist incióncompletamente nueva, veremos que destruimos la economía del lenguaje borrando algunas distinciones úti les y que han sido reconocidas15.

Este principio tendría un corolario, el principio de continuidad en el 

lenguaje según el cual “cada posición de sentido está ocupada o significada.Recíprocamente, hay una presunción de que a cada diferencia verbal correspon de una diferencia de sentido indispensable” .

La segunda, la débil, se formularía así: “Debemos primero establecercuidadosamente los hechos y todos los hechos antes*de erigir una teoría sobre su base”. Tal tesis, con la cual Austin podría estar de acuerdo, no es pertinente en el análisis actual. Por lo tanto nos centraremos en el análisis de la

tesis fuerte .Es evidente, si se confronta la hipótesis radical de Hampshire con los

pasajes de Austin, que ella no es sino una caricatura. Austin no ha canoni-1zado, ni siquiera beatificado, al lenguaje ordinario, este no es intangible, ni

es la últim a palabra. El lenguaje o rdinario —co m o el sen tido co m ún en teo ríadel conocimiento, o el statu quo en polític a— es un p un to de partid a falibley revisable16.

Tampoco se le puede atribuir a Austin sordera hacia el lenguaje científico y ceguera frente a la innovación lingüística necesaria para describir lasnuevas realidades, como lo sugiere Mundle en más de un lugar de su obra17.Es verdad que Austin no es un filósofo de la ciencia, ni reflexiona incidentalmente sobre ella, pero no la excluye, ni excluye su lenguaje. Además, como lo vimos en el primer capítulo, existe una relación entre la filosofía y lasciencias y él mismo aspiraba a co nstru ir una ciencia comprensiva y verdaderadel lenguaje. Por otra parte, fue clarividente con respecto a las innovaciones

lingüísticas para describir cosas nuevas.

15 AU STIN, J . L. , 1911 -1960, en Symposium on J . L. Aust in edited by K. T. Fann,Humanities Press Inc., N. York, 1969, pp. 33-46.

16 Cf. URM SON, J. O., and W ARN OCK , G. J. , Co m m ents on H am pshire’s “ J. L. Au st in 1911 -60” , in Sym pos ium onJ . L . Aus t in , pp. 46-8. N uestros autore s com enta n asi“sin duda que Aust in creyó que siempre había una razón por la cual se hicieron lasdist inciones de palabras y modismos en el lenguaje común, pero no consideraba se

guro que tales razones de bían ser buenas y suf icientes”.

17 M UN DL E, C. W. K ., Una crítica de la filosofía lingüística. Breviarios del Fondo deCu ltura Econó m ica, 249, 1970, pp. 111-27. Por ejem plo, dice “ A ustin parece habersido sordo al lenguaje de los científicos; imagínense a un fi lósofo de la mitad delsiglo XX impartiendo conferencias sobre la percepción sin siquiera mencionar loslenguajes... por medio de los cuales los físicos, los fisiólogos y psicólogos describeny explican la percepción de los hechos correspondientes” (p. 124). Más adelanteagrega: “Pero su receta para l levar esto a cabo lo hace aparecer más bien como unintento de mejorar la propia visión usando anteojos que carecen de lentes; porquesu método es pedirnos que describamos los fenómenos, m u y cuidadosamente, conpalabras que aprendim os a usar antes de que leyeram os f i loso fía” (p. 126).

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El pasaje que cito a continuación debe poder corroborar lo dicho:

Aunque no valdrá forzar el lenguaje efectivo para ajustarlo a algún modelo preconcebido, no valdrá igualmente, habiendo descubierto los hechos sobre el “usoordinar io”, quedar contentos con esto, com o si no hubiera más que discut i r y

descubrir . Puede haber mult i tud de cosas que podrán suceder y de hecho suceden y que exigirían un nuevo y mejor lenguaje para describirlas. Muy frecuentemente los fi lósofos se embarcan sólo en esta tarea cuando parecen estar usandoretorcidamente las palabras de una manera que no tiene sentido de acuerdo conel “uso ordinario”. Puede haber hechos extraordinarios, incluso con respecto anuestra experiencia cotidiana, que los hombres l lanos y el lenguaje l lano pasenpor a l to 18.

Me parece que la idea que estaba sugiriendo Austin era algo así comoun principio de razón suficiente para la innovación lingüistica y conceptual  

que permite hacer innovaciones lingüísticas solo cuando existen razones suficientes para hacerlas como en los casos anotados antes por el mismo Austin. Este principio tiene otro corolario que es el principio de responsabilidad: puesto que el lenguaje no es ni natu ral —com o piensan los realistas— ni arb itrario —co m o piensan los nom inal istas—, su uso debe obedecer a está nda resde responsabilidad. Tal idea que me la ha sugerido Perelman19, creo podercorroborarla con un pasaje poco citado por los comentaristas de A.ustin ydel que transcribo solo las partes pertinentes:

A menudo los fi lósofos parecen creer que pueden, sin más formalidades, asignarcualquier significación a cualquier palabra; y sin duda es así , en el sentido tri vial de poder (como Humpty-Dumpty). . . Es verdad que una vez descubiertocómo se emplea efect ivamente una palabra, nuestra tarea no puede considerarseterminada; ninguna razón impone, en general, dejar las cosas como las encontramos: podemos desear poner un poco de orden en los hechos observados, revisarla carta aquí o allá, trazar las fronteras y las diferencias en un orden diferente.Sin embargo, es aconsejable tener siempre presente al espíri tu (a) que estas dis

t inciones inco rporad as a nu estro stoc k —vasto, en general, relativam ente anti guo— de palabras ordinarias no son ni extrañas, ni siempre evidentes a primeravista y casi jamás arbitrarias, (b) que, en cualquier caso, antes de ceder a la tentación que nos empuja a proceder por nuestra propia autoridad, buscar en él loque nos interesa.. .20.

Pero —y aquí está nuestro  pero a Aus tin — buscar en el lenguaje lo que nos interesa, nuestro campo semántico filosófico no nos libera de practicaruna lingüística a priori y  prescriptiva.

“ El significado de una p alab ra” , en  Ensayos fi lo sófi cos, p. 81.

Avoir un sens et donner un sens, en  Le Cham p d el'A rgum enta ti on . Presses U niversitaires de Bruxelles, 1970, pp. 64-78.

20 Sense and Sensibilia. VII, pp. 62-3 H um pty-D um pty es uno de los personajes de  A li -cia a través del espejo de L. Carrol que sostiene: “Cuando yo uso una palabra significa lo que yo quiero que signifique.. . ni más ni m en os” . A la preg unta de Alicia “ Lacuestión es si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferen

tes” , responde “ La cuest ión es quién m anda m ás.. . si las palabras o yo, eso es tod o ” .

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Como puede verse, por lo menos en el caso del análisis de las excusas,Austin no escoge su campo semántico solo por puro amor del lenguaje sinopor interés —o prejuicio— filosófico: no es lo mismo preocuparse por el usode expresiones como “del iberadamente”, “intencionalmente”, “accidental

mente”, “por error” o “en forma involuntar ia”, etc. , que por “niño”, “infan te” , “ pelafustán ” , “ bebé” , etc.; puesto que las primeras obedecen a intereses filosóficos, mientras que las segundas respon den a otros p ropós itos que,por importantes que sean, no pueden clasificarse de filosóficos21. El tener unprejuicio no tiene nada de malo; lo malo es dejarse obnubilar por él, y, porlo menos, en algunos aspectos de su análisis de las excusas, Austin cedió anteel prejuicio lingüístico.

Para enta blar el proceso es meneste r consulta r el sumario.El m ét od o de Austin en el análisis de los camp os —si algún m ét od o

tuvo— consistía en dar cuenta de la manera más completa, clara y precisaposible de las expresiones (es decir, palabras, modismos, frases, formas gramaticales, y sus usos) de algún campo con el que estamos interesados en usarla técnica. No podemos estudiar la semántica de un lenguaje en su totalidad—por lo menos para comenzar—, pero sí podemos escoger alguna área deldiscurso, tal como la propuesta en el campo de las excusas22.

Una vez escogido el campo y algunas expresiones de la familia, los pasossiguientes serán o deberán ser:

a.  La asociación libre mediante la cual los investigadores agregarán expresiones a los pocos parientes previamente seleccionados; de hecho antes determinar la investigación, no hay ningún criterio cierto que permita determinar si una expresión pertenece a nuestra familia.

b.  La lectura de docum entos relativos al campo de la responsabilidad,tales co m o alegatos o sentencias jurídicos, pe ro abstenerse al principio de trabajos filosóficos.

c.  La lectura del diccionario en busca de las expresiones ya anotadas yagregando aquellas que usan en sus definiciones hasta completar y cerrar elcírculo. Austin tenía, y recomendaba, el aburrido hábito de leer el  L ittle  Oxford Dictionary, que al final le produjo alegres frutos. Insistió más de unavez que su lectura no duraba mucho como se podría imaginar; ¡podría agregar yo que solo unos cuantos años!

21 Al resp ec to con súltese Un alegato en favo r de las excusa s y para lo que sigue  A plea   fo r linguis tics de C. G. New, en S y m p o s i u m o n  J.  L. A u stin edited by K. T. Fann,pp. 148-65.

22 URMSON, J . O. “ A Sym posium on A ust in’s m eth od ”, en S y m p o s iu m o n  J. L.  A u s tin  edi ted by K. T. Fann, pp. 77-86.

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El trabajo deberá hacerse en equipo, como lo sugerí en la sección anterior. Esta forma de trabajar tiene la ventaja de que cada uno puede corre-

gir los errores de los demás y a la vez completar  sus escogencias prejuiciadas. Hecho esto, los componentes del equipo deben proceder a elaborardiálogos o imaginar historias circunstanciales en las cuales se puedan o nose pue dan utilizar tales expre siones y especificar las razon es de por qué sí o porqué no. Las dos historias que narra Austin sobre el disparo al burro en Un alegato en favor de las excusas, hacen parte de este segundo paso23.

En este momento del alegato bien nos podemos detener ya sea paradeclarar nuestro entusiasmo en favor del método austiniano, ya para plantearle una seria objeción.

En efecto, si reparamos en la técnica del campo filosófico y la completamos con las partes menos nocivas de los principios de razón suficientey de continuidad que vimos anteriormente, podríamos decir con Gochet queel método de Austin evoca —y quizás desarrolla sin conocerla— la célebreteoría del valor sostenida por Saussure que se resume en el siguiente pasajedel Curso de Lingüística General:

En un mismo lenguaje, todas las palabras que expresan ideas vecinas se l imitanrecíprocamente: s inónimos como redou ter, creaindre, avoir p eu r  no t ienen va

lor propio sino por su oposición, si redouter no exist iera, todo su contenidopasaría a sus com pe tidores 24.

Si som os aún más op timistas —y creo que lo pode m os ser— po dría m osafirmar que A ustin creó u na te oría de los cam pos sem ánticos ta n buena —yquizás mejor— que las de Trier y Porzig25.

Pero antes de que el entusiasmo llegue a su clímax es necesario tener encuenta una objeción que parece de fondo, porque C. G. New y otros hanacusado a Austin de construir su campo mediante métodos intuitivos, es

23 U sted tiene un burro , yo tengo o tro, y pastan en el m ism o cam po. Llega el día enque le tomo manía al mío. Voy a dispararle, apunto hacia él , disparo: el animal caeen el acto. Inspecciono la victima y encuentro para mi espanto que es su burro.Aparezco en su puerta con los restos y digo —¿qué? “Mire, amigo, lo siento mucho,etc., he disparado a su burro ¿por accidente?, ¿o po r confusión ? Por otro lado, voya disparar a mi burro como antes, apunto hacia él , disparo —pero cuando lo hago elanimal se mueve y para mi espanto cae el suyo. De nuevo la escena a la puerta— ¿qué digo? ¿por co nfusión ? ¿o por accide nte?

24 Cours de L ing uistiq ue genérale, Payot, Paris, 1969, p. 160. Las afirmaciones deGochet aparecen en el avant propos de  Le Langage de la perceptio n , Armand Colin,1971, p. 9 que es la traducción francesa de Sense and Sensibilia.

25 Cfr. LY ON S, J., Structural Semantics, Blackwell, 1969, Cap. 3 y 4, para una ideamás amplia de los campos semánticos.

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decir, introspectivos, y frecuentemente  prescrip tivos, lo que contraviene losestándares descriptivos y empíricos —es decir objetivos— de la lingüística26.

Como puede observarse la objeción tiene dos cuernos, el aspecto introspectivo y el aspecto prescriptivo, pero el segundo defecto parece dependerdel primero.

En cuanto al primer punto podemos responder la objeción y just if icarparcialmente el método de Austin, part iendo de las consideraciones que propone Quine: en realidad, la manera austiniana de investigación semántica—nos dice Quine— contrasta con los principales rasgos de la lingüística, enta nt o qu e es manif iesta mente introspectiva . Cualqu ier lingüista —agrega

Quine— hace estudio introspec tivo con frecuencia, pero lo inusual de Austinradica en que adhirió exclusivamente a datos introspectivos. Pero, como loha explicado Urmson, Austin tenía un ingenioso remedio para controlar esesubjetivismo: él lograba la objetividad  mediante la introspección en grupo27.

Este remedio que es ingenioso solo cura parcialmente el subjetivismo dela introspección, porque, a todas luces, Austin restringía el “grupo de introspección” a filósofos o, por lo menos, a personas cultas e interesadas. Esto es

quizás lo que sugiere Urmson cuando nos dice, hablándonos del método deAustin que “la experiencia muestra que un grupo, no un grupo de filósofosde Oxford, sino, por ejemplo, un grupo mixto de británicos y americanos,virtualmente pueden lograr unanimidad sobre estos asuntos”28.

Ahora bien, si esto es así difícilmente podremos liberarnos de la acusación de practicar una lingüística prescriptiva por subjetiva, y también serádifícil rechazar la acusación de Mundle de que:

Sus exposiciones [las de A ust in] de la lengua a m enu do son norm ativas y no m eramente descriptivas; o si son descriptivas, describen como hablan el inglés laspocas gentes que son tan quisquillosas como él y tan sensibles a los matices y eti mologías de las palabras. A veces Austin transmite sus escalofríos ante los “vulgarismos” , así com o ante el hablar d esat inado de f ilósofos y abo gado s29.

Como veremos en seguida las acusaciones de Mundle están en buena

26 NEW, C. G., “ Ap lea for Lingu istica” en Sym pos ium on J. L . Aus t in edited by K; T.Fann, p. 152.

27 QU INE, W., V. O., “ A Sym posium on A ust in’s m ethod II” , en  A S ym p o siu m o n J. L.  A u stin , pp. 86-7.

28 URMSON , I . J . O., “ A Sym posium on A ust in’s m eth od ”, en Sym pos ium on J . L .  A u s tin , p. 79.

29 Op. cit., p. 111.

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p a r t e  justificadas. Precisamente C. G. New, desde la perspectiva de un lingüista, desarrolla y analiza en detalle las objeciones de Mundle.

Me limitaré a exponer tres de las objeciones30 que plantea New.

1. El uso del dicc iona rio es bueno e instructivo , pe ro no es suficien

Por ejemplo, si tomamos las acepciones que da el OED (Oxford Englisk   D ic tio nary) sobre el adverbio deliberadam ente y q ue son:

De manera deliberada I. Con cuidadosa consideración, no precipitadamente otemerariamente; con propósi to manif iesto II . Sin precipi tación, pausadamente,con calma.

Se pueden plantear por lo menos tres inquietudes. Primero que es posible que haya usos de “deliberadamente” que no haya detectado el OED,ya sea por cambios de significado en el transcurso del tiempo, o también,por la atención mayor que presta el OED al lenguaje escrito que al hablado; es claro que entre el escrito y el hablado existen grandes diferencias.Segundo, los usos que observa el OED pueden no haber sido registradoscuidadosamente. Por ejemplo, el uso que glosa “con cuidadosa considera

ción”. En efecto, este puede entenderse de dos maneras, podemos si hacemosx o no lo hacemos, y podemos considerar c ómo hacerlo; “ del iberadamente”se usa más cómodamente para indicar la primera de estas maneras, lo quemuestra que en este caso la definición no es tan cuidadosa como podría ser.Por último, el OED a veces registra cuidadosamente los usos pero no losexplica claramente; así por ejemplo, el OED hace la diferencia entre dossentidos de “ delibe rad am ente ” pero no observa que la palabra tiene el primer sentido o el segundo según el contexto de su aparición. Así, por ejem

plo, en los dos enunciados que siguen:

1.  Deliberadam ente me pisoteó el dedo gordo del pie. 2. Me pisoteódeliberadamente el dedo gordo del pie; según sus estructuras sintácticas, en1 deliberadamente tiene el sentido 1 y en 2 tiene el sentido 2; pero bastahacerle modifica cione s a las ilustraciones ( ¡si es que son gram aticales en español!) para ver la función del contexto, así, en los enunciados que siguen:

•l(a).  De manera m u y deliberada me pisoteó el dedo gordo del pie. 2(a).Me pisoteó el dedo gordo del pie de manera completamente deliberada, don de deliberada (mente) en l(a) parece tener el sentido 2, mientras que 2(a)parece tener el sentido 1. Algo similar podría suceder si complicáramos lasilustraciones, por ejemplo, con diversos tipos de verbos.

2. Austin a veces confunde las exigencias l ingüísticas (que quizás podríamos l lamar competencia lingüística) con las que se podrían llamar op

30 A plea for Lingu istics, en  A S ym p o siu m on J. L. A u stin edited by Fann, pp. 148-65.

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d o n e s lingüísticas —o competencia comunicativa de algunos grupos sociales(?)—. Así, por ejemplo, de alguien que considera que “accidentalmente” y“deliberadamente” son sinónimos, difíci lmente podremos decir que t ienecompetencia lingüística, pero otra cosa diremos de aquél que considera que“accidentalmente” y “sin intención” son sinónimos e intercambiables. Estaúltima distinción hace parte de las opciones lingüísticas.

3. Austin introduce las etimologías en la comunicación efectiva.su “A legato en favor de las excusa s” no s dice que:

Una pa labra nu nc a —bien, casi nu nc a— se l ibera de su etim olo gía y de su form ación. A pesar de todos los cambios en y extensiones de y adiciones a sus signifi cados, y en real idad más bien perneándolos y gobernándolos aún persist i rá la

vieja idea. En un accidente algo sucede;  p o r con fu sió n mezcla una cosa con o t radiferente; en el error  te desvías, cuando actúas deliberadamente actúas despuésde sopesarlo (no después de excogi tar modos y medios) . Vale la pena preguntar nos s i conocemos la e t imología de "resul tado” o de “espontáneamente”, y valela pena record ar qu e [en inglés] “ unw ill ingly” e “ invo luntarly” provienen defuentes m uy d iferentes31.

Al respecto se pueden hacer varias consideraciones. Para comenzar, sepuede decir que todos pensamos (vale decir,  ponderam os) con etimologías

cultas, semicultas o vulgares; cuando el poeta distingue entre el sacerdote  que contempla el mundo y el astrónomo que lo considera, no hace algo dist into de lo que practica el bohemio metafísico que cuando toma “aguardiente” dice que solo “aguarda al ente” o cuando el marido despechado dice que“novio” es el que “no vio”. La necesidad de explicar etimológicamente ellenguaje radica en la necesidad raizal de comprender, a veces más de lo requerido; si los sonidos que se escuchan no nos recuerdan nada familiar, semodifican de tal manera que nos recuerden algo más conocido32.

Para proseguir vale recordar lo que nos dice el mismo traductor españolde Austin, y que contradice lo afirmado por Austin, de que en español esmás común que las palabras de etimología idéntica, una vulgar y otra culta,se usen de mo do diferente, por ejemplo, “ despectivam ente” y “ despechadamente”. Y para concluir, es preciso anotar que, sobre todo, las etimologíaspertenecen a la historia de la lengua (aspecto diacrònico), mientras que suuso —la comunicación— solo se presenta en la ficción, pero en fin de cuentas

explicativa, de lo sincrónico. De otra forma sería muy difícil explicar porqué podemos utilizar ascensores para descender o destornilladores para atornillar. Así por ejemplo, en el caso de “deliberadamente” a Austin lo extravióla et imología. “Deliberadamente” deriva de “de l ibra” que t iene que ver conbalanza; es por esto que nuestro autor dice que “cuando actúas deliberada

31 “ Un alegato en pro de las excusas” , en Ensayos fi losóficos, p. 190.

32 OLB RECH TS-TYTECA , Lucie,  Le C om unique du Disco urs, Editions del ‘Université

de Bruxelles, 1974, p. 77.

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mente actúas después de sopesarlo (no después de excogitar modos y medios)”. En realidad, si comprendemos el lenguaje a partir de su etimología,podremos comprenderlo como lo hizo Austin, pero la dificultad comienzacuando comparamos su uso con los usos actuales que pretende esclarecerpor qué es de perfecto buen sentido afirmar que “Juan siempre planeó deliberadamente cómo realizar los fines que había adoptado por impulso”.

Austin hizo otros ensayos con campos semánticos (por ejemplo, postizo, parece, aparece, ilusión, etc.) donde aún no estoy seguro si tuvo éxito;pero aún, si fuera así, ha despertado nuestra sensibilidad por los matices dellenguaje a los que los filósofos somos en general ciegos o, por lo menos, estrábicos. Si queremos ser buenos filósofos debemos reconocer que todospodemos aprender de nuestros errores y que existen pecados felices: ¡O felix  culpa! Tal es la idea que sugiere el estudio de los performativos que veremosen el capítulo siguiente, y en el que Austin se enfrenta con análisis más globales del lenguaje, quiero decir más globales que los campos semánticos delfilósofo.

Sin embargo, y aquí está mi  pero al  pero anterior, no se puede evaluarel trabajo de Austin en función de una simple, pura y llana lingüística; quiero decir de un sistema lingüístico estructuralista donde las palabras solo remiten a palabras, como si el sistema fuera cerrado, y el análisis remitiera aese mundo fantástico del cercado de los signos33. Tampoco se puede evaluardesde la perspectiva de una semántica que no se interesa por el problemade la verdad, puesto que este es un problema filosófico, aunque “...en determinada concepción realista del lenguaje el problema de la verdad pase alprimer p lano [pero] ... repres enta una pre ocu pac ión más bien secundariapara el lingüista”34.

La lingüística de Austin se distingue de la de los lingüistas, psicólogosy científicos, porque no se interesa solo en el funcionamiento sintáctico,no se detiene solo en la subjetividad de la práctica lingüística, ni erige lasregularidades del uso de la lengua en leyes naturales35. Para Austin, el lenguaje no tiene sentido sino se refiere al mundo, a la comunicación (y a lacom unid ad) lingüística, y, p or lo mismo , a las convenciones sociales.

La lingüística de Austin pretende ser una  fenom enología lingüística, porque “cuando examinamos qué dir íamos cuándo, qué palabras usar íamos

33 RICOEUR, P., “ Le D iscoursde l ’A ct ion” , en La Sem a ntiqu e d e l'A c tio n , recueil éditépara D. T iffeneau. E ditions du Cen tre N ationale de la R eche rche Sc ientifique , 1977.

34 Ch. Perelma n, en ladlscusión de E. Benveniste, “ Fo rm a y sentido en el lenguaje” , enProblem as de lingüistica general II, Siglo XXI, 1979, 15, p. 236.

35 LES CO UR RE T, M. A., “ Vers une gramaire de la ce rt i tud e” , en Critique, octubre1983, n. 437, p. 765.

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en qué situaciones, no estamos meramente considerando las palabras (o “lossignificados”, sean lo que fueren), sino también las realidades, para hablar delas cuales usamos las palabras;estamos empleando una agudizada apercepciónde las palabras para agudizar nuestra percepción, aunque no como el árbitrofinal de los fenómenos. Por esta razón creo que pudiera ser mejor emplear,para este modo de hacer fi losofía, un nombre mejor que los dados anteriorme nte [filosofía “ ana lítica” o “ lingüística” o “ el análisis del lenguaje” ] —porejemplo “ fenomenología l ingüíst ica” , solo que es un tanto r im bo m ban te” 36.

Y esta idea no es casual porq ue fue rat if icada en R oy au m on t de lguiente manera:

Utilizamos la m ultipl icidad de expresiones que no s sum inist ra la r iqueza de nu estra lengua, para dirigir nuestra atención sobre la multiplicidad y la riqueza denuestras experiencias. El lenguaje nos sirve de intermediario para observar loshechos vivos que const i tuyen nuestra experiencia, y que tendríamos tendenciaa no v er, sin é l37.

Incluso, cuando Austin se interesó por el lenguaje por sí mismo (comoen el análisis de los performativos y de los actos ilocucionarios) no se desentend ió de los hechos, antes bien los integró íntim am en te al lenguaje.

Como agudamente lo plantea J. H. Harris38, la fenomenología lingüística de Austin es una manera original de abordar el problema o la preguntade cómo se relacionan las palabras con el mundo. La manera tradicional deplantear el problema consiste en establecer primero, una dicotomía estrictaentre lenguaje y mundo, y, en seguida establecer una inferencia que va de laspalabras a las cosas, como lo hace, por ejemplo Aristóteles, pero no es elúnico ni el último, cuando infiere de la estructura predicativa del lenguaje

(griego) la prioridad de la sustancia sobre los accidentes en el libro VII,capítulo 1 de la Metafísica39.

Esta solución tiene la dificultad lógica, muy similar al problema platónico de la relación de las form as co n los partic ulares ; esta dificultad tieneque ver, por supuesto, con el argumento del tercer hombre, porque si tenemos una afirmación A l que supuestam ente describe (refleja, mapea, etc.)

36  A le gato en pro de las excusas, pp. 174-5. La idea de A ustin ha sido en tend ida com ouna analogía seria por Paul Ricoeur, trabajo citado, capítulo V, pp. 113-32; GillesLane en su introducción a Quand dire c ’es t faire, editions du Seuil, Paris, 1970, p.16 y P. Gochet en la introducción a  Le Language de la Perception, A. Colin, 1971,pp. 9-10.

37 C itado po r G. Lan e, p. 13.

38 HA RR IS, Jam es F. , “ A New Loo k at A ust in’s Linguistic Phe nom eno logy” , en Philo-sop hy and Phenom enological Research, vol. XXXVI, march, 1976, n. 3, pp. 384-90.

39 102 8 a, 10-33.

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algún aspecto particular de la realidad, po r ejemplo, el he cho f 1; adem ásdebe mo s tener la S2 que dice que “ S I describre c orrec tam ente a f2 ” ; S2no se dice en el modo formal (es decir no es solo una afirmación sobre lossignos del lenguaje), porque si eso fuera el caso, la pretensión de que el

lenguaje describe algo de la realidad subyacente se perdería. Por consiguientedebemos concluir que S2 describe correctamente un aspecto particular de larealidad, al hecho f2; y esta situación debería conducir a S3, es decir a laafirmación de que “S2 describe correctamente a f2”, y así sucesivamentead infinitum. Quizás la única solucion posible a esta dificultad consistiría enestablecer una jerarquía de hechos o “metahechos”.

El primer Wittgenstein introdujo una solución no inferencial. Wittgen

stein estuvo muy intrigado con la capacidad que tienen las personas de comprender una proposición escuchada (o leída) por primera vez, y también deentender el estado de cosas descrito por la proposición y que tampoco hasido parte de su experiencia. Wittgenstein pensó entonces aue debe haber unrasgo en la proposición misma que lo vincula al mundo. En el Tractatus nospropone que las proposiciones se relacionan con la realidad a través de su fo rma lógica: “Las proposiciones pueden representar toda la realidad, perono pueden representar lo que deben tener en común con la realidad para

poder representarla —su forma lógica” (4.12); “las proposiciones no puedenrepresentar la forma lógica: eJla se refleja en ellas. Lo que encuentra su reflexión en el lenguaje, el lenguaje no puede representarlo. Las proposicionesmuestran la form a lógica de la realidad. Ellas la os ten tan ” (4.1 21). “ Lo qu e se

 puede mostrar no se puede decir” (4.1212). La propuesta de Wittgenstein esoriginal porque establece un puente en la fisura sin recurrir a una inferencia,pero conserva la dicotomía ante los dos mundos.

La originalidad de Austin radica en el hecho de que su fenomenologíalingüística cuando examina “lo que debemos decir cuando” examina de una vez y simultáneamente las realidades. El análisis de la noción de acto lingüístico requiere considerar el lenguaje —o mejor los actos lingüísticos como algoque se da en el mundo; las realidades y las maneras como hablamos estánunidas inseparablemente unidas en la promesa y en muchos otros actos afortunados, porque la doctrina de la fuerza ilocucionaria de un enunciado exigeconsiderar como inseparables los actos de hacer  y de decir; por otro lado,

cuando cometemos el error de asumir que decir algo siempre, o casi siempre,es afirmar o describir algo fácilmente caemo s en la dico tom ía lenguaje/hecho,lenguaje/realidad. En consecuencia si este análisis es adecuado, puede afirmarse que la fenomenología lingüística muestra que por lo menos en algunoscasos no hay fisura entre lenguaje y realidad, que el problema de la fisura esun falso problema, y que en estos casos el método de inferir fenómenos nolingüísticos a partir de evidencias lingüísticas, es inapropiado.

Esta tesis de Harris me parece correcta pero, como lo anota él mismo,en algunos casos, en los casos de los performativos, y en general, en el caso

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de actos ilocucionarios cuya dirección de ajuste va del mundo a la palabra;en estos casos el lenguaje, o mejor su uso, instaura hechos y situaciones queno preexistían al uso de las expresiones.

Pero para el caso de las afirmaciones, que es el tipo de casos al que seatribuye el predicado verdadero, la situación es completamente diferente,puesto que allí Austin reintroduce la dicotomía; según Austin, para que hayaverdad se requieren dos, signos convencionales y situaciones o acontecimientos. Sin e mbargo, c om o veremos en la última pa rte de este trabajo, el estudiode esta d ico tom ía lo hará Austin de manera m uy original a partir de las llama das convenc iones descriptivas y de las convenciones demostrativas.

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Ill

LOS ENUNCIADOS PERFORM ATIVOS

Fue muy frecuente en el momento de la euforia neopositivista, considerar como algo natural “que la única ocupación, la única ocupación interesante, de cualquier enunciado —es decir de cualquier cosa que decimos—esser verdadero o al me nos falso” 40. Solo tení an sentido los enun ciado s con

sentido informativo. En consecuencia, todos los demás enunciados que noson verificables —en el sentido neopositivista— carecen de sentido. Haciendoesto no solo se eliminaban la metafísica, la ética y la estética, sino que sedesdeñaban expresiones perfectamente comunes como los imperativos, lasexpresiones de deseo, las preguntas y las exclamaciones, por ejemplo. Era laépoca de la  falacia  “descriptiva

Buena parte de la filosofía del lenguaje ordinario consistió en reivindicar la sensatez de estas expresiones modestas; y cupo el mérito a Austin dedescubrir los enunciados performativos41 (performative utterances) que sonenunciados que generalmente se disfrazan de enunciados fácticos o descriptivos, pero cuya función no es la de describir o registrar nada con verdad ofalsedad, sino hacer, realizar el acto significado por él enunciado. En consecuencia ellos no describen, aquello que hago, ni enuncian lo que estoy haciendo —tampoco describen algo que yo he hecho o que no he hecho toda

40 Em isiones realizativas, en  Ensayos fi lo sófi cos, p. 217.

41 GA RRIO y RABOSSI (Palabras y acciones) y García Svárez (Ensayos filosóficos)lo traducen como emisiones realizativas. Ferrater Mora (Las palabras y los hombres,pp. 135-6) t raduce verbo Performativo como verbo ejecutivo. Quizás la mejor traducción sería enunciado operat ivo en el sentido técnico que le dan los abogadospara aludir a aquellas cláusulas de un contrato, por ejemplo, que sirven para realizarla t ransacción, pero esta expresión t iene otras acepciones. Nosotros nos contentaremos con el barbarismo enunciado Performativo dando a entender que no es lafrase u oración  p er se las que realizan los actos, sino el hecho de ser enunciadas oproferidas por alguien.

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vía—, sino que hacen lo significado por el enunciado. Mientras que el enunciado descriptivo representa un estado de cosas preexistentes al enunciado,o coexistente con él, el enunciado Performativo, por el simple hecho de serproferido seriamente y en circunstancias apropiadas, instaura un estado decosas; como lo dice J. Ladriére, “el (enunciado) Performativo es parte integrante del ac to, da a éste su figura pr op ia” 42. Es to es lo que se da en enu nciados com o:

• Me com pro m eto a resti tuirle el dinero dentro de un mes.• Le ruego guardar absoluta discreción sobre el asunto d e marras.• Lo ratifico en el cargo.• Lo no m bro director de la escuela Tibu rcio Cuevas.• Juro (desempeñar el cargo con lealtad), que son, respectivamente,

una promesa, un ruego, una rat if icación, un nombramiento y un juramento.

Austin ratifica su tesis respecto de los performativos con una notacuriosa tomada del derecho procesal norteamericano, donde se admite comoprueba la referencia a lo que otro ha dicho, si lo que este ha dicho es una expresión de tipo Performativo. No se considera que la referencia sea a lo que

dijo —pues en este caso sería un testimonio de segunda mano inadmisibleco m o pru eba—, sino a lo que esta persona h izo43.

Hemos llegado pues a detectar que al lado de los enunciados descriptivos, informativos, que Austin bautiza genéricamente como constativos, existen enunciados performativos. Los primeros son susceptibles de ser verdaderos o falsos, pero los segundos no. No obstante, los performativos debencumplir con algunas condiciones para ser afortunados y que, de no darse,

los hacen  fallidos.

Las condiciones de fortuna de los performativos son, según Austin,las siguientes:

Al. Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado, que poseacierto efecto convencional; dicho procedimiento debe incluir la emisiónde algunas palabras por parte de algunas personas en algunas circuns

tancias.

A2. En un caso dado, las personas y las circu nstancia s debe n ser las ap rop iadas para recurrir al procedimiento particular que se emplea.

42  L articula tion du sens , Discours scientifique et parole de la foi- Aubier Montaigne,1970, p. 96.

43 Palabras y acciones, p. 54.

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g l . El procedim iento debe llevarse a cabo por todos los participante s enform a correcta, y

B2. En todo s sus pasos.

T i. En aquellos casos en que, com o sucede a me nud o, el pro ced im iento requiere que quienes lo usan tengan ciertos pensamientos o sentimientos,o está dirigido a que sobrevenga cierta conducta correspondiente dealgún participante, entonces quien participa en él y recurre así al procedimiento debe tener en los hechos tales pensamientos o sentimientos,o los participantes deben estar animados por el propósito de conducirsede la manera más adecuada, y, además

T2. Los participantes tienen que c om portars e así efectivam ente en su op ortunidad.

Una violación de una o más de estas seis reglas hará que el Performativosea infortunado de un modo u otro, como puede verse en el siguiente cuadrode infortunios que transcribimos, con leves modificaciones, de Austin:

I n f e l i c i t i e s

A B 1

AbusesMisfires A ct professed bu t

A ct pu rpo rted bu t void hol low

MisinvocationsMisexecutions

A ct vit iated

A ct disallowed

n

Insincerities(dissimulations)

T2

(dislofalties;

infractions,breaches)

A1?(Non plays)

A2

B1Flaws

B2Hitches

Misaplications

Que podríamos introducir, tomando sugerencias de Rabossi y Carrió (Pala-

bras y acciones), de Garzón Valdés traductor de Von Savigny (La filosofía  analítica) y de la traducción francesa de G. Lañe (Quand dire c'es t faire), así:

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AB.I n f o r t u n i o s

DesaciertosActo in tentado pero nulo

Malas apelacionesActo no autorizado B1

A ctos viciados(“en tu rb iamien to”del procedimiento)

AbusosActo pretendido pero

hueco

Ti T2

A ctos insinceros ?(disimulos) (inconse-

2 2 cuencias)

Actos inconclusos(“lagu na” en elprocedimiento)

IB1 B2

(?)(“M ala invocación” )de una convención

Mala aplicaciónde una convención

Austin distinguió cuidadosamente las condiciones A y B de las condiciones T (gamma), porque la infracción de las primeras hacen que el acto intentado no tenga lugar, no se lleve a cabo, mientras que la transgresión de lassegundas no anula el acto aunque sí consti tuye un abuso de procedimiento.Mientras que la omisión de las condicio nes A y B prod uce nulidad y carencia  de efecto, la omisión de las condiciones T conduce a un acto no perfeccio-

nado o no consumado.

Veamos algunos casos de infortunios. Se dan infortunios de la clase Al(“mala invocación” de la convención) cuando no existe un procedimientoconvencional o cuando el procedimiento no es aceptado por aquellos a quienes se dirige la acción intentada, por ejemplo,  y o te o fendo no es ningunaofensa —mientras que  y o te alabo sí es una alabanza—, porque no existe ninguna convenc ión po r la cual una expresión de este tip o signifique una ofensa.Al respecto, señala Austin que esto se debe a que la sociedad aprueba el alabar —y muchas otras como aprobar, censurar, etc.— y por eso hemos desarrollado una fórmula explícita para realizar tales actos, mientras que estas no sedan para realizar actos presumiblemente reprobados como ofender, insultar,alardear, etc.44.

También se da infortunio Al cuando, por ejemplo, pretendo retar aduelo a mi interlocutor diciéndole “le enviaré mis padrinos”, si mi interlo-

44 Em isiones realizativas.  Ensayos fi lo sóficos, p. 226.

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c u t o r —qu e n o es ningún aris tócrata inglés— rechaza el código del hon or queincluye esta práctica.

Los infortunios A2 (“mala aplicación” de una convención) aparecencuando las personas o las circunstancias no son las apropiadas, por ejemplo,

cuand o digo “ te nom bro para este cargo” y no tengo la potestad para hacer-lo, o cuando teniéndola, mi interlocutor ya ha sido nombrado para otro, ono puede ser nombrado para ninguno (por ejemplo, el caballo ministro delemperador romano). Estos son casos de incapacidad (ultra vires se dice enderecho), o de inadecuación pero hay otros en que el procedimiento es adecuado, pero no en esas circunstancias, por ejemplo, cuando el sacerdote baut iza a un niño “Camilo Libre Antonio” en lugar de “Lenin Libre Antonio”,o cuando pretendo pedirle un favor a alguien que ignora el holandés dicién-

dole “ ais tu blieft” .

En los infortunios B1 también se usan fórmulas inadecuadas, pero lainadecuación proviene del uso de fórmulas  poco explíc itas, vagas o con refe -

rencias imprecisas. Según nos dice Austin , las ilustraciones son más fáciles dehallar en el derecho, porque en la vida cotidiana hay más tolerancia —de otramanera no se podría administrar una universidad—, por ejemplo, en vez del“sí, la acepto por esposa”, digo “yo no digo que no”, que aunque ordinaria

mente puede querer decir sí , jurídicamente no. Pero hay candidatos corrientes como el “ a n o n y m e ” francés (que puede leerse tal cual o también “á ne o n ym e”), o, para pon er una ilustración más seria, esto sucede cua ndo digo“ te apuesto que hoy no se correrá la carrera” , cuando el programa co ntem plamás de una. Esta clase de infortunios se presenta frecuentemente en las expresiones que contienen deícticos, porque ellas son sistemáticamente am-

biguas.

Existen algunos performativos contractuales que exigen, para su cabalcumplimiento, reciprocidad  de parte del interlocutor; no se puede compraro apostar si el otro no vende o acepta la apuesta. Son estos los que dan lugara los infortunios B2: mi inten to de conc ertar una apuesta diciendo “ te apuesto dos botellas de whisky a que mañana caerá granizo”, fracasa si nadie dice“ ac ep to” ; fracaso igualmente si respondo “ sí la acepto por esposa” pero mipresu nta esposa se niega a pro nun ciar las palabras adecuadas.

En relación con estos infortunios, Austin nos dejó una inquietud:

Por cierto —dice— que a veces surgirán dudas acerca de si es menester o no agregar algo más. Por ejemplo, ¿es m enester que mi inter loc uto r acepte el obsequ iopara que pueda decirse que le he obsequiado? Es indudable que cuando se t ratade situaciones formales la aceptación es necesaria, pero ¿lo es en la vida ordinaria? Surgen dudas si se efectúa una designación sin el consentimiento de la persona designada. El problema consiste en saber hasta qué punto los actos puedenser un ilaterales45.

45 Palabras y acciones, p. 79.

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Co ncu erd o con Austin en qu e en las situaciones formales la ace ptac ión esforzosa para concluir el acto como lo atestiguan las expresiones jurídicas“.. .aceptar o rechazar legados y donaciones” o “aceptar una herencia conbeneficio de inven tario” . Pero creo que la dud a que plan tea en las situacionesordinarias se puede resolver recurriendo a las consideraciones que hace J.

Lyons en su Structural Sem antics46.

Según el lingüista existe entre los llamados términos conversos una relación de simetría o reciprocidad según la cual no se puede dar uno sin sugerirel otro. La palabra a decu ada será —co m o veremos después— “ no se puede darun o sin arrastrar el otro”, porque

X vendió Z a Y

arrastra

Y compró Z a X

Existe sin embargo —y aquí seguimos a Lyons— una relación conversa más débil y no con tractual como la que se da entre

ofrecer Y aceptar o rehusarpedir Y dar o no darproponer Y aceptar o no(nombrar) Y aceptar o no

 E n tre aceptar o rehusar existe una relación de antonim ia, pero ofrecer  está en relación con ellos. Ofrecer, arrastra, aceptar o rehusar.

En mi país se ha puesto de moda una costumbre l ingüíst ica sumamentesingular que consiste en considerar a pedir  como converso simple, y no débil,de dar, porque si no se da, o no se da lo pedido o no se quiere dar, llegan losimproperios y a veces la violencia. Indudablemente que aquí hay confusiónentre una solicitud respetuosa y un  pliego de peticiones que, por lo menos,debe ser negociado y, a lo más, conciliado o arbitrado, pero esto, quizás, esvolverse muy formal.

No obstante, lo cómico del discurso llama la atención sobre este hechoen términos que no dejan de ser dramáticos. Cuenta F reud que:

“ El schnorrer  se presenta regularmente con su padre a casa del judío rico dequien reciben dinero cada uno. El padre murió. El schnorrer  llega solo. El donante le entrega su parte háíñtual. El schnorrer reclama. El donante sorprendido

46 LYON S, J. , Structural S emantics, pp. 51-90.

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dice: ¡pero tu pa dre m urió !” . El schn orrer en furecido responde: “sí , pero quienes el hered ero de mi padre, ¿tú o yo ?” 47.

Aunque la historia del sablista es cómica, hay situaciones que la vuelvendramática. Viví en un pe queño pu ebl o —don de además nací— y tenía la cos-

tumbre de dar algunos pesos al mismo pordiosero; mis demás amigos hacíanlo mismo con otros mendigos. Cuando no teníamos que darles o no queríamos teníamos que rehuirles o escondernos; habíamos conseguido mendigo

 propio y darles era casi como darles la mesada al hijo. En esa ocasión entendí implícitamente lo que solo después comprendí de manera explícita, lo dichopor E. Gombrich en su homenaje crítico a Popper:

¿Por qué —se pregu nta— nos po rtam os co m o el t ím ido fun cion ario a quien legustaría tomar determinada iniciativa, por ejemplo, invitar a tomar el té al cartero en un día l luvioso; a pesar de que no exista una tradición social que loprohíba?

Y contesta:

“ El cono cim iento de que un a vez nos ablandam os hace que cualquier posiblenegativa futura a transgredir la regla parezca doblemente inamistosa. En el casode que no hubiese alternativa no habría posibil idad de quejarse. En el caso de

que hayam os m ostrado q ue existe, la queja está más que just i ficada” 48.

¡Concluyo que habíamos sentado un  precedente y los precedentes se deben respetar mientras haya razones para no hacerlo! Todavía tengo razones par a no hacerlo en el caso de las ¡Telefones!

Los disimulos y las inconsecuencias —inf ort un ios TI y T2— se dan cua n

do no se dan los  pensam ie nto s, sentim ien tos o intenciones exigidos por larealización del acto, así, si “aconsejo hacer tal cosa” doy a entender que pienso que el acto o actitud aconsejados serán benéficos para mi interlocutor; si “ te felicito” , doy a enten de r que m e siento complacido; si “te apuesto” doy a entender que tengo intenciones de pagar, en caso de que pierda.

Con respecto a esta teoría de los infortunios hay varias dificultades queAustin m ismo plantea:

1. ¿Has ta dón de se ex tien de el radio de acción de los info rtun iostodos los actos que tienen el carácter de ser convencionales, es decir ritualesy ceremoniales. Además —como veremos en el capítulo siguiente— ella se

47 La historia la cita L. O lbrechts-Tytec a en  L e C om iq ue du Discours. El Schnorrer  es simplemente el Sablista.

48 The Logic of V anity fair, en The P hilosophy o f K. Popper , edited by P.A. Schlipp.The Library of Living Philosophers, vol. XIV, 1974, II, p. 925-57, ahora parte deTras la historia de la cultura, Ariel, 1977, pp. 163-218.

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aplica a todas las expresiones lingüísticas, incluyendo, por supuesto, losenunciados constativos.

2. ¿En qué medida es completa esta clasificación? En tanto que actos, 

los performativos están expuestos a todas las deficiencias a que están expuestas las acciones en general, ellas se pueden realizar por la fuerza, por accidente, por error. Una teoría general de la acción debería incluir, abarcar los infortunios y las “desdichas” de cualquier acción. Indudablemente que Austintrató de completar su teoría mediante el análisis de las llamadas “circunstancias aten ua nte s” en su ensayo “ Un alegato en favor de las excusa s” 49. Sobreeste problema volveremos en la segunda parte del trabajo. En tanto que e x -

 presio nes los performativos son susceptibles de padecer otras deficiencias que

afectan a todas las expresiones, así pueden descolorarse en contextos comola escena teatral, el poem a, el chiste o el soliloquio; o ta mb ién po drá n ser mal comprendidos. En estos casos anotados se puede decir que el acto fue nuloo que solo fue un intento.

3. “ ¿Son m utu am ente excluyen tes estas clases de info rtunio s?” . No—respo nde— en la me dida en que, po r un a pa rte q ue es obvia, po de m os fallarde dos maneras a la vez, por ejemplo, prometerle, sin intención de cumplir,

un plátano a una cacatúa; y, por otra parte en la medida en que las manerasde fal lar “no se dist inguen entre sí ní t idamente”, “se superponen” y decidiren tre ellas es “ arb itrar io” de distintas maneras. Au stin agrega que “ no creoque estas cuestiones tengan importancia en teoría, aunque sea agradable investigarlas y resulte con ven iente en la práctica tener a mano, co m o los juris-

tas, una terminología para l idiar con ellas” s0.

Por el momento me l imitaré a comentar la primera inquietud a part ir

de una nota crí t ica hecha por M. Coulthard51. Este autor, exagerando probablemente una afirmación de Searle52, sostiene que Austin solo hace unateoría de las convenciones rituales y ceremoniales extralingüísticas: del matrim on io y del divorcio, del b au tism o —de niños y ba rcos— y de la confirmación; del duelo, de las apuestas y de los fallos jurídicos o deportivos,aunque se dio cuenta de que el Performativo, tenía una aplicación más general. Por lo mismo, Austin solo logró hacer una teoría de enunciados, lingüíst icamente muy heterogéneos que t ienen en común que el enunciarlos

cue ntan com o hacer esto o aquello, en virtud de convenc iones no l ingüíst icas. Esto hace que “en un sentido importante, los enunciados performa-

49  Ensayos fi lo sóficos, pp. 169-92.

50 Palabras y acciones, p. 65, subrayados míos.

51  A n In tro d u ctio n to discourseanalysis , Longm an, 1977, pp .11-29.

52  Expressio n and Meaning, Cambridge UniversityPress, 19 79 , p. 18.

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tivos solo sean modismos en los cuales los significados de las palabras individuales no sean de gran importancia y para los cuales la sustitución de sinónimos no es posible —porque es la enunciación de palabras  predete rm ina-

das—  en una secuencia fija, en raras situaciones altamente convencionaliza-das, a veces rituales, lo que constituye la realización del acto”.

“Si los performativos se restringieran a tales situaciones su existenciasería un hecho interesante pero no particularmente significativo para el usodel lenguaje” 53. Lo que lo co ndu ce a concluir que “ mien tras que A ustinsugirió cuatro condiciones —[es decir seis]— que gobiernan la producciónafortunada de performativos rituales o arquetípicos y no sugirió condiciones o reglas para otros performativos, Searle (1965) intenta, mediante una

discusión detallada del acto no-convencional de “prometer”54, explicarla noción de acto ilocucionario estableciendo un conjunto de condicionesnecesarias y suficientes para su realización, y de éstas extrae las reglas semánticas para el uso de la expresión.

Podíamos aceptar que Austin se interesó mucho por los performativosceremoniales que están regidos por convenciones extralingüísticas y que aúnllegó a a firmar con respecto a la condición A l que “ la última par te de su formulación, por supuesto, solo procura restringir la regla a casos de expresioneslingüísticas, y, en principio, carece de importancia”55. Podemos aceptar también que muchos performativos analizados por Austin son modismos altamente ri tuales. También podemos aceptar que Austin no hizo una teoría deotros performativos. Pero no se puede aceptar, por contraevidente, que nohay a sugerido condicion es o reglas para estos performativos.

Si se con sulta aq uí y allá en Palabras y acciones y en  Em isiones realiza

tivas, se podrán descubrir, por ejemplo, para el acto de prometer que es elarquetipo, las cond iciones que luego sistematizó Searle:

Así, por ejemplo, para prometer se requiere que el promitente se proponga hacer lo prometido (condición de sinceridad)56 ; se requiere igualmente que piense que “lo prometido es practicable y, pensar quizás, que el actoprometido resultará ventajoso para el destinatario de la promesa, o que esteconsidera que dicho a cto será ventajoso para él” 57 (cond iciones prepara

53  Ib íd em , p. 13.

54  Ib íd e m , pp. 21-2.

55 Palabras y acciones, p. 67.

56  Ib íd em , p. 83.

57  Ib íd em , p. 83.

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torias); por último dice Austin “si prometo, debo”58 (condición esencial).En nuestro inventario solo falta la condición de contenido proposicional,pero este punto solo lo podremos tratar cuando abordemos la segunda teoría de A ustin, la teo ría de los actos ilocucionarios. Por el m o m e nt o solo

agregaré que Austin hizo algo más que sugerencias puesto que trató de poneren relación algunas de las condiciones analizadas con los fenómenos lingüísticos del arrastre, la implicación pragmática y la presuposición, como veremos en el capítulo siguiente. A estas reflexiones llegó cuando descubrió quelos perfo rma tivos —co m o los constativos— “ pr es up on en ” (en un sentido vagoque analizaremos en detalle en seguida) que ciertos enunciados sean verdaderos.

58  Ib íd em , p. 94.

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ARRA STRE, “ IMPLICACION” Y PRESUPOSICION

IV

Austin, después de analizar los tres pares de infortunios, que es una encuesta completa pero informal, trata de sistematizar el análisis, relacionandolos infortunios de los performativos con los que pueden afectar a los consta-tivos. Por supu es to q ue al analizar los con stat ivos —es decir, los enuncia dosveritativos—, nos movemos en un terreno más firme, porque ellos han tenidoma yor consideración de parte de lógicos y científicos. El mérito que habráque abonarle a Austin será el de extrapolar con éxito tal análisis al caso delos performativos y, posteriormente, a los actos lingüísticos en general.

Para facilitar la comprensión del lector, comenzaré hablando sobre losenunciados (los constativos) y sobre las maneras cómo ellos pueden “conectarse” con otros enunciados; tal comienzo lo haré con ilustraciones patológicas para darle un poco de sustento a la tesis que propuse inicialmente.

Los enunciados que propo ngo a continuación son anormales:

1. Tod os los filósofos son analíticos, per o algunos no lo son.2. Tod os los filósofos son analíticos, pero n o lo creo.3. Algunos filósofos son analíticos, pero no hay filósofos.

Según Austin (y otros filósofos) el primer caso es una anomalía delarrastre (entailment), el segundo de la “implicación” en el sentido de G. E.Moore y el tercero de la presuposición en el sentido de Collingwood-Strawson.

Tales patologías evidencian tres de las formas de “conexiones” que existen entr e los enunc iados, veámoslas en detalle:

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 E l arrastre es una conexión fuerte entre enunciados y fund am enta nuestra concepción de la lógica pero es de difícil tratamiento en ella. Sus sinónimos, ded ucción , im plicación ilativa o inferencial, sugieren que no se tratade una simple implicación material o estricta. Rec orde m os que la implicaciónmaterial (o condicional lógica) es una relación entre enunciados donde solo

se tiene en cuenta su valor de verdad  pero no su contenido, cuyo símboloes 0 y cuya matriz o valor de verdad es 1011, co rre spo ndie nte a los valores1-1, 1-0, 0-1, 0-0 para el antecedente y el consecuente de la implicación respectivamente. La implicación solo es falsa cuando el antecedente es verdadero y el consecuente falso, en los casos restantes es verdadera. Esto quieredecir que de los cuatro enunciados complejos que siguen:

1. Carlos B. Gutiérrez es filósofo, implica que Cali es la capital colom

biana de la salsa.

2. D.C.N. no es filósofo, implica que Leibniz nació en Berlín.

3. Lelio Fernández no es filósofo implica que Galtieri perdió la guerrade las Malvinas.

4. Bog otá es la Aten as sura merica na implica que la televisión col om

biana es la mejor de este mundo.

El segundo es falso y los restantes verdaderos, aunque ninguna o muypoca relación semántica se dé en tre el anteced ente y el consecu ente. No estamos aún en el arrastre pero pudiera parecer curioso que Austin utilice una desus propiedades para tratar el arrastre y diferenciarlo de la “implicación” yde la presup osición; se trata de la ley de la con trapo sición :

(p + q) ( ~ q ■* ~ p ) ,

que permite invert ir antecedente y consecuente en una implicación siemprey cua ndo se nieguen. Pero n o es extra ño p orqu e la implicación es una co ndición necesaria —no suficiente— del arrastre. Todo lo que vale para la implicación, vale para el arrastre pero no a la inversa.

Algunos lógicos han pretendido que la implicación material es paradó ji ca porque, según su matriz, lo verdadero se sigue de cualquier cosa (de loverdadero a lo falso) y de lo falso se sigue igualmente cualquiera (lo falso olo verdadero), co m o pue de con statarse en las siguientes leyes lógicas:

1. p ^ ( q ^ - p ) (verum sequitur ad quodlibet )

2. ~ p -* (p ->q) (El falso sequ itu r qu od libet )

Insatisfechos con tal relación han tratado de elaborar una relación de

implicación más estrecha uti l izando nociones modales tales como necesario,

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imposible y  posible . Esta nueva noción ha sido bautizada implicación estricta. La imnlicación m aterial pue de escribirse bajo la forma:

(p ■*q) — ~ (p ~ q), es decir, que la implicación m aterial pue de ser re-

escrita como de hecho no se da que el antecedente sea verdadero y el consecuente falso, la implicación estricta se presenta bajo la forma de

(p — < q) —— ~ ^ (p V ~ q), que puede leerse:no es posible ( ^ ) tener el ante ce den te verdadero, y el consecuente falso.

Tal noción parece estar más cerca del arrastre pero está sujeta a las mis

mas paradojas que la implicación material, puesto que en el nuevo cálculoson válidas las siguientes expresiones:

1. Ñ

1. ~ 4   ~ p - < ( q - < p )

2. ~ ^ p — < (p — < q), que pue den traducirse así: 1 —

si p es necesaria (no es posible que no p), esto implica estrictamente que unaproposición cualquiera (por ejemplo, q) implica estrictamente a p; y si p esimposible esto implica estrictamente que p implica estrictamente a una proposición cualquiera q. Dicho en términos menos pedantes, una proposiciónnecesaria —po r ejemplo, un a ta uto log ía— es implicada po r cualquier pr op osición y una imposibilidad implica una proposición cualquiera; digamos, parailustrarlo, que, según esta lógica “2 + 2 = 4” es implicada por “el hombrees y un depravado salsómano” y que “2 + 2 = 13” implica que “el hombre

es una pobre bípedo implume”. Pero esto no basta para afirmar que la primera proposición se deduce o se sigue de la segunda o que la primera arrastrala segunda.

Como puede comprobarse las dos conexiones anteriores son puramentesintácticas porque solo enlazan signos pero no significados59. En cambio, larelación de arrastre es una noción semántica que exige que los enunciados con ectado s per tenezca n al m ism o universo del discurso y que prese nten un 

 parentesco en la significación. Los verbos que usamos frecuentemente paraexpresar esta relación son p arrastra, conlleva, engendra, etc., q, o q se sigue,se deduce, se deriva, etc., de p.

En consecuencia —y este es un arrastre—,

1. Todos los filósofos son analíticos, arrastra que algunos lo son. Negar

59 BLAN CHE, R. ,  L e raisonnem ent, París, P.U.F., 1973, pp. 27-30.

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su consecuente es absurdo y crea una contradicción o incompatibilidad, t an to como

— A. P es soltero, pero es casado— Las gallinas ponen huevos, pero son gallos— El gato está sob re la alfomb ra, p ero la alfom bra está encim a del gato.

En el arrastre las relaciones entre los valores de verdad es más restringido que en la implicación material. La relación semá ntica —es decir, de sentido— es más restringida, tanto como la relación entre los valores veritativos.

De he cho, el arrastre puede definirse, en té rm inos veritativos, así:

Cuando p arrastra q, y q es falsa, entonces p es falsa; lo que quiere decirigualmente que si p es verdadera, q es verdadera, y también que si q es falsa,p también lo es.

La utilidad de esta definición se verá cuando confrontemos el arrastrecon la “implicación” y la presuposición.

Más adelante, también veremos cómo puede complicarse este análisis

de la implicación y del arrastre, cuando introduzcamos la noción de presuposición. Por el momento nos limitaremos a introducir nuestra segunda idea,la de “implicat ion” —que no tiene nada que ver con las implicaciones materiales o estrictas de que hablé antes— y que algunos prefieren llamar lo que se deja entender, o, subentendido. Tal fenómeno l ingüíst ico fue detectadopor G. E. Moore, uno de los pioneros de la filosofía analítica. Esta relaciónentre enunciados —que, como veremos más adelante, es una relación pragmática y no semántica—, es la que se da entre la afirmación “el gato estásobre la alfombra, y, lo creo” (decir “no lo creo”, después de la primera afirmación, es absurdo, aunque no es contradictorio, en el sentido lógico de lapalabra).

Para ver un poco la historia de este descubrimiento citaré varios textosde Moore que tomo del ensayo de M. Black, Sa ying and disbelieving60.

En su  E tica dice:

“ Hay una distinción im po rtan te que n o siem pre se observa, en tre lo que alguiensignifica mediante una aserción dada y lo que expresa con el la. Cuando hacemosuna aserción cualquiera (a menos que no signif iquemos lo que decimos) siempreexpresamos una de dos, o que pensamos que las cosas son así o sabemos que esasí” ... “ Aun c ua nd o no quiera de cir lo que digo, mis palabras, puede decirse‘im plica n’ o que lo pienso. . . o que lo conozco, puesto que normalmente el loscondu cen a la gente a supon er lo uno o lo o t ro ” .

60 En  A na ly sis 13, 2, december, 1952, pp. 25-6.

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En The Philosophy of G. E. Moore es más implícito pero de análisis máscomplejos:

No parece que haya nada misterioso sobre el sentido de “implicar” en que si usted afirma que fue al cine el pasado jueves, usted “implica”, aunque no lo afir-ma, que usted cree o sabe  que lo hizo; y en que si usted afirma que la acción de  Bruto fue correcta, usted “implica”, pero no afirma, que aprueba la acción de Bruto. En el primer caso usted implica esta proposición sobre su actitud presen-te, aunque no se sigue   de lo que afirma, porque todos sabemos por experiencia  que en la inmensa mayoría de casos un hombre que hace tal aserción cree o sabe  lo que afirma: ment ir  , aunque suficientemente común, es ampliamente excepcio-nal. & esta la razón por la que decir “fui al cine el pasado jueves, pero no creo  haber ido”, es algo absurdo, aun que lo qu e se afirma es pe rfecta m en te posible  lógicamente.

La última palabra sobre el asunto la dio en The Philosophy o f Bertrand   Russell:

Decir tal cosa como “creo que he salido, pero no salí” es absurdo, pero no con-tradictorio, porque puede ser verdadero. Pero es absurdo porque al decir “no  salí” implico   que “no lo creo”, aunque no lo afirmo ni se sigue de lo que afirmo.  Lo que implicamos significa solo algo que resulta del hecho de que la gente, en  general, no hace una afirmación, a n o ser que crea que lo contrario es verdadero: 

la gente, en general, no afirmaría positivamente “no salió” si creyeran que salió.  Y resulta de esta verdad general que un auditor que me oye decir “no salió”, en  general, aceptará que no creo que haya salido, aunque no lo afirme, ni se sigue  de lo que afirmé. Puesto que en general la gente acepta esto, se puede decir  que esto se implica  al decir “no salió”, puesto que el efecto de mi decir, en gene-ral, hará creer a la gente que lo cree y puesto que sé muy bien que mi decir ten-drá tal efecto.

Antes de discutir algunas dificultades que produce el planteamiento de

Moore, constatemos desde ya dos cosas. Primera, que la implicación es unaforma de implícito, ella no se afirma sino que más bien se expresa, se da a entender o se subentiende. Por otra parte, Moore insiste en que tampoco se sigue de lo que afirma. Esta últ ima observación es importante porque (y essobre este punto que quiere llamar la atención) desea distinguir a este fenómeno lingüístico del arrastre semántico. En efecto, si le aplicamos a la impli-

cación, el test de la contraposición, veremos que el resultado es insatisfactorio, por ejemplo: la expresión:

“ El gato está sobre la alfombra ” , implica “ lo creo” ,

contrapuesta daría:

“No lo creo”, implica “el gato no está sobre la alfombra”, que es unaexpresión inaceptable porque perfectamente puede suceder que el gato estésobre la alfombra y que yo no lo crea. Esto es lo que hace que la implicaciónno se siga de la afirmació n, ni su negación sea inco mpati ble con el primerenunciado.

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Sin embargo, la conjunción “el gato está sobre la alfombra, pero no locre o” , es absurda. Pero el absurdo no proviene de los enu nciad os conjugados,sino del uso que un locutor hace de esta expresión, porque es inaceptableque un locutor haga una afirmación como “el gato está sobre la alfombra” y

agregue en seguida “ pero no lo cre o” , po rqu e toda afirmación implica unacreencia en lo afirmado. Para decirlo en otros términos, la implicación no esuna relación semántica entre enunciados, sino una relación  pragmática.

Tal situación la ha puesto de relieve con mucha originalidad, el filósofoJaakko Hintikka en su obra KnowlecLge and Belief 61. Hintikka extrapola elcriterio usado po r A ustin para distinguir los perform ativos de los constativos:tal criterio gramatical es el de la asimetría entre la primera persona del pre

sente, indicativo, voz activa, y las demás personas y tiempos: “prometo salirtemprano” es un Performativo que se transforma en constat ivo cuando cambio la persona o el t iempo . (“ Pro m etí salir tem pr an o” , “ él pro m ete salir tem prano”). Tal asimetría no se da en los constativos. Pues bien, Hintikka propone partir de la asimetría entre:

1. “p, pero no creo que p”y

2. “p, pero él no lo cree”, por ejemplo, “el gato está sobre la alfombrapero él no lo cree”.

Y también entre:

1. “p, pero no creo que p”y3. “ p, pero yo no creía (creí) p ”

(po r ejemplo, “ el estaba en casa pero yo no cre ía” ).

Mientras que el enunciado complejo 1. es inaceptable, los enunciados 2.y 3. son normales y aceptables. Hecho esto, Hintikka pasa a definir lo que esun enunciado doxásticamente indefendible, es decir, un enunciado anormalcomo 1. que niega la implicación.

Todos los enunciados anteriores son de la forma:

“p, pero a no cree que p” (donde a designa a una persona mediante unnombre o una descripción definida).

Ahora bien, Hintikka dice que un enunciado de la forma “p, pero a nocree que p” es doxásticamente indefendible “cua ndo las em ite la persona a la que se refiere a ”. Tales enunciados no los puede creer nadie y son auto

61 Knowledge and belief , An intro du ct ion to the logic of the tw o no t ions, Cornell Uni-versity Press, capitulo 4, en especial pp. 64-69.

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destructivos (self defeating). Esto vale para las afirmaciones, en general, perohay casos especiales, cuando en vez de a aparece el pronombre de primerapersona yo; en este caso la cláusula (“cuando la emite la persona a la que serefiere a”) de la definición, no se necesita y se podría cambiar por “cualquie-

ra que la emita”62.

Para concluir su análisis, termina Hintikka con una nota curiosa que seadelanta a nuestros análisis posteriores:

El absurdo de estas expresiones do xásticam en te indefend ibles  es de carácter p er -

 fo m a tiv o :   su absurdo, su carácter autodestructivo, se manifiesta solo cuando se emiten aseverativamente..., este carácter se debe al hacer algo , más que al signi-ficado de la frase: es más natural decir que emitir la frase p doxásticamen te im -

 plica   que lo creo, que decir que la primera frase  p o r s í m is m a   implica doxástica mente la última Por lo mismo, estos enunciados no son generalizables  sino que cada uno los formula por sí mismo.

Por la razón anterior, en adelante hablaremos de la implicación “moo-riana’: como implicación pragmática.

La objeción más seria que se ha hecho al análisis de Moore radica en queél explícitamente ha basado la implicación pragmática en una generalización  inductiva. En los tres pasajes citados son recurrentes las expresiones normal-

mente , en la inmensa mayoría de casos, en general, etc., que delatan la formainductiva de la inferencia. Ahora bien C. K. Grant en su artículo Pragmatic 

 Im p lica tion63 , sugiere que la inferencia realizada en el caso de la implicaciónpragmática no es ni un arrastre a prio ri —lo que para n oso tros ya es bastanteclaro— ni una inducción empírica; antes bien ella hace un llamado tácito alconcepto de hombre racional: en este sentido puede decirse que un hombreracional da a entender las actitudes proposicionales que implican aquello quedice; si afirma, da a entender que cree lo que afirma; si pregunta, da a entender que no sabe la respuesta y que le interesa conocerla; si felicita a alguien,da a entender que se alegra por lo sucedido, etc.

Lo que sugiere Grant es que la comunicación es una actividad cooperativa racional, como antes lo había pensado Grice. Pero hay algo más en su

62 A ustin en su ensayo “ El significado de una pa lab ra” en  E nsayos fi losófi cos, p. 78, pro

pone un test análogo para diferenciar implicación pragmática de arrastre.

Mientras que la expresión:

“ p y  y o p o d ría no haberlo c re íd o ” es de perfecto buen sentido, la expresión:

“los t r iángulos son f iguras y los t r iángulos podrían no haber tenido contorno” estan absurda com o

“ los tr iángulos son f iguras y no t ienen c on torn o” .

6 3 Philosophy, XXXIII , London 1958, pp. 303-24.

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análisis. Precisando su crítica a Moore nos dice “si podemos inferir que unhablante cree que p por el hecho de que él afirma p, es evidente que tal inferencia no podría ser simplemente la aplicación de una generalización psicológica inductiva, ya que si se revelara que el hablante, en realidad no cree

que p, no concluiríamos por este motivo que nuestra inferencia pragmáticano era válida”. Con este desarrollo entramos en el tema de la mentira. “Lamentira no invalida la implicación, porque aún el que miente deja entender  que dice la verdad”64. Esto a su vez se debe a que el uso del lenguaje es algomás que intención; es también asunto de convención y de reglas. El discursoes una actividad regida por reglas y una de ellas prescribe que quien realizauna afirmación debe saberlo, creerlo o, por lo menos, no descreerlo65. Si nofuera así, mentir sería más difícil de lo que es. Un mentiroso juega con la

significación convencional de su acto lingüístico para producir una impresión de engaño.

En términos más generales se puede decir que todo acto lingüístico querequiera condiciones de sinceridad, las implica pragmáticamente. Pero si nose satisfacen no anulan el acto, simplemente lo hacen insincero: “cuandodigo ‘prometo’ sin intención de cumplir, he prometido pero...”66. La ideaha sido desarrollada por Searle en  A c to s de habla61, en la misma dirección

austiniana: “ Al hac er una prom esa insincera, el hab lante no tiene todas lasintenciones que tiene cuando hace una promesa sincera; en particular, carecede la intención de realizar el acto prometido. Sin embargo, él da a entenderque tiene esa intención. En efecto, puesto que da a entender que tiene intenciones que no tiene es por lo que describimos su acto como insincero”. Enlas promesas insinceras el locutor “asume la responsabilidad de tener la intención más bien que enunciar que la tiene efectivamente. Un indicio de queasume tal responsabilidad lo constituye el hecho de que no podría decir sin

64 A qu í tam bién Aust in, m ostrando la diferencia entre arrastre e implicación pragm ática, es pionero en el análisis:

“ Pero, p or sup ue sto” , el gato está sobre la al fom bra no arrastra. “ A ust in cree que elgato está sobre la alfombra”; ni tampoco “el hablante cree que el gato está sobre laalfombra” —pues el hablante puede estar mint iendo. La doctr ina que se produce eneste caso es, no que p realmente, sino que el aseverar  que p implica pragmáticamente “ yo (quien asevera p) creo que p ” . Y aq uí a “ im plicar” se le debe dar un sentidoespecial: pues na turalm ente no es que “ yo asevero que p ” arrastre (en el sent ido o r

dinario) “yo creo que p”, pues puedo estar mint iendo. Es el t ipo de sent ido en que»1 hacer una p regu nta yo “ im plico ” que no con ozc o su respue sta. Al aseverar quep doy a entender  “ que creo que p ” . “ El signif icado de una palab ra” , en  E nsayos fi lo só-

 fi cos, pp. 77-8.

65 BLACK, Max, Saying and disbelieving, pp. 23-33. Cfr . también François Récanat i . La transparencia y la enuncia ció n, Hachet te, 1979, pp. 153-58.

66 Aust in , Palabras y acciones, p. 57.

67 SEA RLE, John R. ,  A c to s de habla. Ensayo de fi losofía del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1980, pp. 69-70.

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absurdo ‘prometo hacer a, pero no tengo la intención de hacer a’. ‘Prometohacer a ’ es asumir la responsabilidad de tener la intención de hacer a, y estacondición vale, ya sea la emisión sincera o insincera”68.

Existen, como acabamos de ver, enunciados que pueden camuflar unaintención distinta de la que implican y que pue den ser creíd os por los inter locutores. Pero existen unos curiosos enunciados que nunca pued en inducir a nadie a que los crea, tales como “Descartes no existe” (cuando lo pronunciala persona a la que se refiere “ Descarte s” ), y, de mane ra más general, “ yo noexisto”. Tales enunciados, de los que Descartes explotó sus propiedades lógicas, son auto destructivos o autofágicos y pueden definirse así:

<f>es autodestructivo, para un usuario u y un auditorio a, si a usa </>con

el intento de que a crea lo que 0 expresa; pero si las circunstancias comunicativas son normales el hecho de que u use $ lleva a a a descreer loque 0 expresa.

Sus negaciones son autoverificantes.

Este análisis de los enunciados citados que se debe a Hintikka y a Feld-man69, no resuelve, sin embargo, un enigma que dejó planteado Austín; según él “hay otros tipos de oración que pecan contra las condiciones fundamentales de toda comunicación de formas distintas de la forma en que ‘Esto es rojo y no es rojo’ peca; por ejemplo, ‘Esto (yo) no existe (existo)’, oigualmente absurda ‘Esto existe (yo existo)’. Hay más de un pecado mortal;y no está el cam ino para la salvación en una jera rq uía ” 70.

En efecto, parece extraño que Austin pueda afirmar que es tan absurdo decir “yo existo” y su negación “yo no existo”.

Me parece que la respuesta radica en decir que “yo existo” es analítico(tautológico), mientras que “yo no existo” es también analí t ico pero contradictorio, y lo tautológico y lo contradictorio son igualmente intolerablesen la comunicación ordinaria. No obstante, puesto que esta última afirmación no parece obvia, merece una buena explicación.

68 En la tax on om ía de Searle, con respec to a la cond ición de sinceridad y a la con di

ción esencial , se presenta una situación curiosa en el análisis de actos como  fe licitaro  agradecer;  en cada caso la condición esencial es la expresión de la condición desinceridad (expresión de alegría o de reconocimiento). En este caso decir “te feli c i to” o “ te agradez co” , no solo implican pragm áticam ente la con dición de sinceri dad, sino que ¡también la arrastran!

69 HINTIKKA, J., “ Cogi to ergo sum : inference or per forma nce” , en  Descartes ,  a collect ion of cr i t ical essays edi ted by Wil l is Doney, MacMil lan, London, 1968 y F. Feldm an . “ On the per fo rmatory in te rp re ta t ion o f the cog i to” , en Phi losophica l Rev iew ,  1973, pp. 345-63.

70 “ V erdad” , en  E ns ayos f i losóficos,   p. 128.

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Tradicionalmente se ha pensado en la analiticidad en términos de necesidad y a la inversa. Sin embargo, esta creencia es falsa, porque impide anal izar enunciados com o “ yo e xisto” que es una verdad co ntingente y evidente, co m o lo pens ó Descartes. Es necesario, pues, disociar las dos nociones, lo quenos permitirá a veces tener verdades fácticas y analíticas, como en el caso anterior; y verdades necesarias —o— imposibles que no son analíticas, como

“Esto es idéntico a aquello”.

Para dar cuenta de esta separación de analiticidad y necesidad, Gochettoma consideraciones de Kaplan. Según este autor es preciso:

Primero, reemplazar la dicotomía entre extensión e intención, por lat r icotomía: extensión, contenido y significación. En efecto, podemos separar las dos nociones si sabemos a qué clase de entidades se aplican los predicados analíticos y es necesario , se puede decir que las significaciones de lasfrases pueden ser analíticas, y de los contenidos proposicionales se puededecir que son necesarios. El contenido proposicional es una función queaplica mundos posibles sobre valores de verdad. La significación es una función que aplica contex tos sobre proposiciones. Por ejemplo, el contenido

proposicional expresado por la frase:

“Estoy aquí”, pronunciada por Kaplan en los Angeles el 21 de abril de 1973,  es la clase de los mundos posibles en los cuales esta frase es verdadera. Esta pro-posición es la misma que la expresada por “Kaplan está en los Angeles el 21 de abril de 1973”. Al contrario, la significación de la frase “Estoy aquí” varía con  el locutor que la pronuncia. La significación es la regla que rige esta variación sistemática.

Segundo, Kaplan renuncia a considerar los contextos como fragmentosde mundos posibles; en efecto, todos los contextos si tuaciones son fragmentos de mundos posibles (una si tuación con un locutor), pero todos los fragmentos de mundos posibles no son contextos, una si tuación sin locutor noes un contexto.

Esta dist inción entre contextos y mundos posibles conduce a dist inguirentre dos conceptos de validez:

a. Un a fór mula es válida en la lógica de los d eíc ticos si y sólo si es verdadera en todos los contextos del modelo.

b. Una fórmula es válida en la lógica modal tradicional si y solo si esverdadera en todos los mu ndos posibles y en tod os los mom ento s del t iempo.Esta segunda distinción p ermite explicar por qué “ yo exis to” es un a verdad

analítica sin ser necesaria. En efecto, “yo existo” es verdadera en todos los

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contextos, pero no en todos los mundos posibles. Si lo fuera en todos losmundos posibles sería verdadera la frase:

“ yo existo neces ariam ente” 71

Las situaciones anteriores son marginales, pero en la comunicación lame ntira y la insinceridad siempre son posibles. En relación co n la sinceridad y la mentira, podríamos preguntarnos: es cierto, a veces se miente, pero¿qué sucedería si siempre se mintiera?, y en este caso ¿no estaríamos justificados a desconfiar sistemáticamente de todo lo que se nos comunica?

Wittgenstein no llegó a plantearse esta posibilidad pero la dejó al me

nos abierta cuando dijo que “la mentira es un juego de lenguaje que se aprende como cualquier otro”72. Pero, como lo dice Searle, esto no puede serporque “mentir consiste en violar una de las reglas regulativas de la realizaciónde actos lingüísticos. Si la regla define lo que es una violación, no es necesario aprender por sepa rado cóm o seguirla y cóm o violarla” 73.

El pensamiento de Searle va en la dirección apropiada. Si la mentirafuera norma sería adecuada la afirmación de Wittgenstein, pero la mentira

no es norma, sino una desviación de la norma; la norma en este caso es la veracidad; al respecto nos dice Russell:

Hay una diferencia entre la eficacia de una mentira y la de una verdad; la mentira  no produce el efecto buscado sino tanto tiempo como se espera la verdad. De he-cho. nadie podría aprender a hablar si lo verdadero no fuera la regla; si su niño ve  un perro y usted dice “gato”, “caballo” o “cocodrilo”, usted no estaría en medi-da de engañ arlo74, ¡o de enseñarle a hablar!

Si la veracidad en la comunicación, de parte del locutor, es la norma, seespera credibilidad  de parte del interlocutor. Existe, en efecto, una presun-

ción de credibilidad  “que hace que nuestro primer movimiento sea el de acoger co m o verd ade ro lo que se nos dice” —esta pre sunció n a su vez no es sinola especificación de un a pre sunc ión de orde n más general—, aquella que milita en favor de lo normal'5. Las presunciones son acuerdos (o premisas) de

‘ 1 GO CHET , Paul, Pragm atique F ormelle: Théorie des m odèles et com pé tence prag-

matique, en Hermán Parret (édi teur) ,  Le langage en co n tex te . Etudes Phi losophi ques et Linguistique de Pragm atique, John Benjamins, A m sterdam , 1980, pp. 353-5.

'2 Ph ilosophical Investigations, parágrafo 249 no o bstan te los 345 y 346 po drían co rregir esta afirmación.

13  Expressio n and meaning, Cambridge University Press, 1979, p. 67.

^4 Signification et Vérité, Flammarion, 1969, p. 38.

PERELMAN Ch. , OLBRECHTS-TYTECA, L. , Traité de l ’ar gu m enta tion, Edit ionsdel’Université de Bruxelles, 1970, párrafo 17.

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la argumentación relativas a lo real y se consideran como “verdad por provisión en caso de que lo contrario no se pruebe, y son algo más que conjetu-

ras”’’6 , pero la adhesión a ellas no es máxima, porque puede ser reforzada, ysi puede reforzarse también puede debilitarse, y en algunos casos revocarse:

es lo que sucede cuando en una situación concreta, frente a un mentirosocrónico o a un reo convicto, puedo revocar la presunción de credibilidad o deinocencia: en realidad lo que se revoca no es la presunción sino el hecho presunto; algunas presunciones son irrevocables pero no revisables y otras revi-sables pero no revocables. (Al respecto cfr. el apéndice Presunciones y juegos de lenguaje). Pero podemos replantear de nuevo la pregunta: ¿podríamos revocar de manera general la presunc ión de cred ibilidad?

En el caso del derecho parece posible: revocando la presunción de inocencia y cam biándo la po r la de culpabilidad, ca mb iam os de sistema juríd ico—bastan te salvaje, pe ro no abs urdo—, co m o su ced ía en el sistem a de los jui cios de Dios.

¿Qué pasa en el caso de la credibilidad en la comunicación? Si la revocamos, destruimos la posibilidad de la comunicación humana. La comuni cación presupone cooperación y un mínimo de buena voluntad que incluyen

la confianza mutua entre los participantes. Por esta razón Gochet77 prefierehablar de la convención tácita de que el destinatario en general, puede confiar en las palabras de su interlocutor. En efecto, si el constativo es unaforma de representar lo ausente y el Performativo una forma de obrar sobrela ausencia, estas formas de representación y de acción son  formas de con-

tratos que solo pueden darse a partir de aquella convención tácita.

En esta reflexión Austin también fue pionero. Corro el riesgo de cansar

el lector pero no quiero privarme de releer las consideraciones austinianas:

“Es fundamental al hablar (como en otros asuntos) [saber] que estamos autori-zados a confiar en los demás, excepto en la medida en que haya alguna razón  concreta para desconfiar   de ellos. Creer en las personas, aceptar su testimonio es la, o una pr inc ipa l clave del hablar. N o practicamos juegos com petitivos, ex cep to  en la creencia de que, nuestro oponente está tratando de ganar; si no lo está ha-ciendo, no es un juego sino algo diferente. Del mismo modo, no hablamos con

76 LEIBNIZ, Teodicea, primera parte, parágrafo 33.

77 Performatif et forcé il locutionnaire, p. 163. Recientemente he descubierto este pasaje de G. R adni tzky, que desde una orientación p opp eriana, va en la m ism a dirección de las tesis de G och et: “ U na razón para la sospech a tarskian a de la po r así  decirlo, contradicción interna de cualquier lenguaje natural, es la antigua paradojadel ‘mentiroso’ . Pero una af i rmación como ‘todos los cretenses mienten siempre’no es prop iam ente, incluso en el lenguaje ordinario y cuan do la af irma un cretense,una paradoja. Primero, porque ella t iene que ser falsa, pues de ser verdadera, los cretenses no po dr ían formar de n inguna m anera una com unidad de entendim iento quefuncion ase, y esto está asegurado po r hip ótes is. . .” . “ Tres e stilos de pensar en la actual teoría de la ciencia”, en Pensam iento, vol. 35, No. 13 7, enero -m arzo 1 979 , p. 20.

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personas (descriptivamente), excepto en la creencia de que están tratando de transmitir infor m ación” 78. “Si alguien m e ha pro m etido hacer a, entonces estoy  autorizado a confiar en ella, y yo mismo puedo hacer promesas apoyándome en  ella; así mismo, cuando alguien me ha dicho ‘yo sé’ estoy autorizado a decir que  yo sé, también de segunda mano. El derecho a decir ‘yo sé’ es transmisible de la  manera en que otro tipo de autoridad es transmisible. De ahí que si yo lo digo a la ligera, puedo ser responsable de meterte a ti en problemas”79. “Parece, por el  contrario, que el creer en otras personas, en su autoridad y testimonio, es una  

 parte esencia l  del acto de comunicar, un acto que todos ejecutamos constante-mente”®. Y, a manera de corolario, agrega, "no pu edes burlarte de todo el m un -

do todo e l t iempo",  es “ ¡analítico!”81.

Se me ocurre que una de las ilustraciones del imperativo kantiano, la prohibición de m entir, para el caso de la promesa, pero también válido para

la afirmación, proviene de la consideración de lo crucial que la veracidadcumple en la comunicación humana, porque dice Kant “admitir como leyuniversal que todo hombre que cree estar necesitado, pueda prometer lo quequiera, con la intención de no cumplir con su promesa, sería hacer imposible el hecho mismo de prometer con el fin de que uno se propone, ya que nadie  creería en lo que se promete y todo el mundo reiría de tales demostraciones, como vanas ficciones”82.

Me parece, si voy por el buen camino que la tesis que ataca Kant, llevada a su l ímite, se autodestruye, porque destruye la comunicación humana yaque “el lenguaje humano no puede concebirse sin recurso a las nociones éti-

cas y sociológicas de acuerdo y de convención tácita...”83: La credibilidad  está en la base de toda sociedad y de toda ética, y a lo mejor una y otra nacen simultáneamente. Pero esto no destruye la situación sociológica empí-

rica de que a veces se miente sin destruir la convención general, porque perfectamente puede suceder que crea en la necesidad de que la mayor parte delgrupo cumpla con el deber de decir la verdad, que personalmente crea en lanecesidad de ese objetivo, y, sin embarg o, ¡escabullir el bu lto !84. Ta m po cose destruye la  posibilidad ética de que a veces sea moralmente bueno ment ir   ¡por huma nidad!

78 “ Otras m entes” , en  Ensayos fi lo sóficos, p. 92.

7 9 76id., p. 105.

80  Ib íd ., p. 117.

81  Ib íd ., p. 115.

82 Fondements de la Méthaphisyque des Moeurs, Trad. Delbos, Delagrave, 1967, pp.139-40.

83 GOCH ET, P ., P erfo rm atif e t force illocutionnaire, p. 163.

84 BO CH ENS KI, J. M., ¿ Q ué es autorida d?, Herder,1979, p. 103.

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De hecho, la mentira, por detestable que sea, ha cumplido un papel fundam enta l en la historia de la hu m anid ad desde el pu nt o de vista gnoseológico—no olvidar nue stras consideracio nes preliminares—. En este mom en to de mireflexión no puedo eximirme de citar a otro de mis filósofos queridos:

. . . lo más característico del hombre, del Mundo Tres, y de la mayoría de los produc tos hum anos, es el lenguaje del hom bre (sic). Y quizá el m om ento m ás im po rtante en la aparición del lenguaje humano fue aquel en que el hombre resul tócapaz de contar una historia, de relatar algo que no era verdad, y p or con siguiente de inve ntar la diferencia en tre verdad y m entira, y  fa lsedad. Porque tal distinción abrió la posibil idad de la inven ción imaginativa, co m o de la discus ión crítica.

La idea de verdad y falsedad.. . es el resultado del descubrimiento de la mentira. L e d ebem os nosotros m u ch o al ho m b re que dijo la prim era m entira; y lo dijo  

quizás p ara escapar de las desagradables consec uenc ias de algo que te n ía que ex presar. Porq ue sin la idea de falseda d no po d ría m o s ten er la idea de verdad, ycu an to sem ejante distinción ha sup ue sto poster iorm ente para el desarrol lo de loshumanos. Por supuesto que las abejas t ienen también su lenguaje; un lenguajeque, creemos, posee ciertos poderes de descripción; pero las abejas no puedenm ent ir , sup ong o85.

La excepción presupone la regla y la regla admite (¿autoriza?) la excepción. Astucias de la comunicación, ¡dear watson!

 La presuposic ión también fue descubier ta en un contexto puramentefi losófico y fue propuesta como reacción contra el reduccionismo pregonadopor logicistas y neopositivistas. Fue descubierta dos veces en dos contextosfilosóficos diferentes. Su primer descubrimiento lo hizo R. G. Collingwood,el historiador filósofo. Entre 1939 y 1940, fechas de publicación de A n Au tobiography y  A n Essay on M eta physic s*6 , Collingwood se enfrentaba al positivismo en expansión que acababa de introducir en Inglaterra el joven terrible A. Ayer en su  Lenguaje , verdad y lógica (1936). Ahora bien, una delas tesis fundamentales del primer neopositivismo era el par de dicotomíassentido —sinsentido   y verdadero— falso. Un enunciado tiene sentido si es ve-rificable, y es verificable si es posible en principio, determinar por métodosem píri cos su verdad o falsedad.

Collingwood, aunque acepta parte del principio de verificabilidad, lorepiensa en un c on tex to más amplio. L a lógica de las pr op os ic io ne s—verdaderas o falsas— quería sustituirla por una lógica de las preguntas y las res-

 puesta s, porque según Collingwood la verdad o la falsedad de una proposición depende de la pregunta a la cual la proposición es una respuesta adecuada; y toda afirmación, positiva o negativa, es respuesta a una pregunta

85  La fi lo sofí a y los problem as actuales, ed. por Fo ns Elders, Ed i tor ia l Fun dam entos ,1981, Entrevista con K. Popper y Sir J. Eccles, pp. 115-6.

86 O xford C larendon Press, 1940 , Part . I , IV.  La A u to b iog ra fía está publ icada en F on

do de C ul tura Eco nóm ica, 1953.

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que se dirige a sí a los demás, explícita o implícitamente. Toda afirmacióntrata de resolver un problema o es afirmación de su solución. Ahora bien,cada pregunta contiene (involves) una presuposición; puede contener varias,pero directamente solo una; esta presuposición inmediata puede contener

otra y así sucesivamente, así, po r ejem plo, si le pre gu nto a mi colega:

“ ¿Vive usted más feliz después de que murió su esposa ?”.

Esta pregun ta es compleja y c ontiene por lo menos estas tres:

1. ¿Tuvo usted una esposa?2. ¿Ha muerto?

3. ¿Es usted más feliz desde entonces?

El hecho de plantear la pregunta 2,  presupone d irectam ente una respuesta positiva a 1; si la respuesta 1 es negativa, la pregunta 2 no se plantea;el hecho de plantear la pregunta 3, presupone directamente una respuestaafirmativa a la pregunta 2; si la respuesta no se plantea o su respuesta es negativa, la pr egu nta 3 no se plantea. Agrega Collingwood que un a pre gunta nose plantea (does not arise) cuando contiene una presuposición que de hecho

no se da.

El análisis de Collingwood quiere llevarnos a una distinción de caráctercientífico más general como es la que se da entre presuposiciones relativas yabsolutas: las primeras, son aquellas que con relación a una determinada pregunta funcionan como presuposiciones y con relación a otra funciona comorespuesta. En cambio las absolutas funcionan como presuposiciones, jamáscomo respuestas, con relación a todas las preguntas que puedan hacerse con

respecto a ellas. Cua ndo pregunto: ¿cuál es la distancia entre estos dos pu n tos?, presupongo que la lectura en mi metro de cinta es correcta; pero puedodudar de esta medida y, probablemente, corregirla si la confronto con elmetro patrón. Siempre podré preguntar, y responder at inadamene la pragunta, ¿es correcta mi lectura? ¿Realmente mide mi metro de cinta unmetro? Pero no será posible preguntar ni responder la pregunta ¿cuánto midf mi metro patró n? Esta últ ima presuposición es absoluta.

A esto quiere llevarnos Collingwood, a una reflexión de carácter epistemológico de gran alcance en el análisis del método científico, pero nosotros,interesados ahora en problemas de fi losofía del lenguaje, no podemos ahondar más en este asunto87. Solo me basta agregar que las dos reflexiones deCollingwood contienen in nuce los dos test   para detectar la presuposición.

87 R em itim os al lecto r a la obra de To ulm in.  La com prensión hum ana , I, Alianza Universidad, 191, 197 7, sección A, ca pítu lo 1, do nd e pone en relación a Collingwoodcon T. S. Kuhn. Por mi parte en mis Presuposiciones y presuposiciones absolutas, 

 Ideas y valores, n. 53-4, diciembre, 1978 . Puse, por m i cu en ta, en relación a Colling-

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Técnicamente se dice que una afirmación  p presupone q cuando q tieneque ser verdadera para que  p pueda ser verdadera o falsa. Dicho en otrostérminos, la presuposición se conserva en la transformación negativa del enunciado:

Si “ los hijos de Juan son m elenud os” p resupone que “Ju an t iene hijos”,su negación “ los hijos de Juan no son m elenu dos” , presupon e lo mismo.

La ventaja del análisis collingwoodiano es la de que inserta este test  enel juego de pr egu ntas y respuestas y po r lo mismo, hace qu e la presuposiciónse conserve también en la transformación interrogativa del enunciado, porque la pregunta:

¿Son me lenudos los hijos de Juan? , sigue pre sup onie ndo que “ ¡Juantiene hijos!” .

Para poner otra ilustración, sobre la cual volveré más adelante para verlos contrastes c on la primera,

“Regresé de Oxford”.

“No regresé de Oxford”.¿Cuándo “regresaste de Oxford?”, presuponen que “yo he ido a Oxford”.

La ventaja y el interés del test  collingwoodiano radica en que ya poneen relación la dimensión constativa con el elem ento Perf orm ativo —y, en ú lti ma instancia ilocucionario—, del lenguaje, como lo hará Austin.

El segundo descubrimiento de la presuposición se hizo dentro de un

contexto filosófico más restringido pero, por lo mismo, más analítico.

La historia comenzó con un art ículo de P. F. Strawson, On Referrings&,que era una crítica bastante sacrilega del ensayo “On d en o ting ”, y en generalde la Teoría de las descripciones definidas, del venerable Russell89.

No puedo entrar en los detalles de esta discusión ni en las consecuenciasdel ensayo de Strawson. Me limitaré a tocar los puntos pertinentes para mi

wood con Kuhn y con el Wit tgenstein de Sob re la certidum bre. Consúl tese tambiénS. Stern-Gillet.  La th eorie des presupposit io ns absolu es chez R. G. C oll in gw ood, en

 Les etudes philosophiques, pp. 319-34. Pero sobre todo debe leerse a R. G. Collingwood  A n essay on meta physics.

88 En The theory o f meaning, ed. by G.H .R. Parkinson, O xford U niversity Press, 1968,pp. 61-85.

89 On denoting en  In ten tio n a lity , m in d and languaje, ed. by A. Morras, University of Illinois Press, 1972, pp. 362-79.

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pro pósito110. Russell partió de la idea —que luego heredó el pos itiv ism o— deque un enunciado que tiene sentido es verdadero o falso. Frente a ella se leplanteó el siguiente enigma, con respecto al enunciado “el actual rey deFrancia es calvo” : este enuncia do tiene sentido y, por lo mismo , en virtud

del principio del tercero excluso, este enunciado, o su negación, debe ser verdadero; pero, por otra parte, si buscamos al rey de Francia entre las cosascalvas o entre las no calvas no lo encontraremos; de allí la dificultad. SegúnRussell un hegeliano diría que “el actual rey de Francia usa peluca”, perola solución, por dialéctica que sea, no es seria. La dificultad tiene tambiénotro origen: para Russell el significado de los nombres propios es su referente que debe ser indicado por un gesto mostrativo (ostensivo); ahora bien,es imposible designar de ese modo al referente del presunto nombre “el ac

tual rey de Francia”.

La estrategia de Russell, para resolver el rompecabezas consistió en mostrar, por una parte, que expresiones como “el actual rey de Francia” o “lamontaña de oro” no son nombres propios sino en apariencia, y, por otraparte, que el enunciado “el actual rey de Francia es calvo” no es una expresión predicativa simple como lo sugiere su aparente estructura gramatical. Elanálisis lógico de la expresión —y aquí nos topamos con un caso de regimen-

tación del lenguaje ordinario por la lógica ideal— nos permitirá reconocer quesu gramática lógica p rof un da es más compleja de lo que parece.

El análisis informal del mismo es así:

a.  E xiste un objeto x que actualmente es rey de Francia.b. Solo existe un objeto x que actualmente es rey de Francia.c. Ese único objeto x es calvo.

Todo el enunciado será la conjunción de los enunciados a., b. y c.;ahora bien, puesto que para que esta conjunción sea verdadera se requiereque exista un objeto, y solo un o, que sea actua lme nte rey de Francia, ¡elenunciado es falso y está resuelto el enigma!

La idea de Strawson consiste en negar la tesis de que las oraciones sonsiempre verdaderas o falsas. Para mostrarlo introduce la distinción entre (Al)

una oración, (A2) un uso de una oración y (A3) el acto de proferir (utteran-ce) una oración, y paralelamente la distinción entre (Bl) una expresión, (B2)un uso de una expresión y (B3) el acto de proferir una expresión. La oración

—>1 rey de Francia es calvo” puede haber sido proferida durante diversos reinados en Francia; será la misma oración proferida en diversos momentos. Porotra parte la misma oración puede ser usada en diferentes momentos para re

90 Para otro s aspectos de esta discusión se pue de con sultar a A. Rossi,  Lenguaje y sig nificado, Siglo XXI, 1981, el capítulo teoría de las descripciones, significación y

presuposición.

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ferirse a diferentes reyes, de donde se sigue que en unos casos el uso de laoración puede prod ucir un enunc iado verdadero, y en otros, u no falso.

Análogamente la misma expresión, por ejemplo, “el rey de Francia”, sepuede proferir en diversos momentos y usarse para referirse a diferentes personas.

A partir de estas distinciones Strawson propone disociar la significaciónde los valores veritativos y de la referencia: solo se puede hablar de la significación de oraciones y expresiones, de la verdad o falsedad del uso de oraciones y de la refe rencia en relación con el uso de la exp resión y de la oración.

El significado de una oración o de una expresión —que es algo que pertenece a la lengua— es el conjunto de reglas que rigen el uso de las oracionespara afirmar o de las expresiones para referir. En consecuencia, una oraciónpuede ser significativa y ser usada en afirmaciones ilegítimas que no puedenser verdaderas ni falsas, por ejemplo, en la afirmación “el actual rey de Francia es calvo” proferido en 1905.

Quizás esto último pudiera decirse en otro estilo, que también es de

Strawson; la existencia actual del Rey de Francia es una precondición necesaria de la verdad o falsedad  de la afirmación “el actual rey de Francia escalvo” . E n este caso la afirmación “ el actual rey de F ranc ia es calvo” para serlegítima —es decir, verdadera o falsa— p resupone la existencia de uno, y unosolo, rey de Francia. Técnicamente, se puede decir que A (afirmación) presupone A’ si la verdad de A’ es una precondición necesaria de la verdad ofalsedad de A’.

Mientras que en el arrastre (A arrastra A’) es contradictorio conjugar aA con la negación de A ’ si A’ es una pre con dic ión necesaria de la verdad deA; en la presuposición A’ es una precondición de la verdad o falsedad  de A’.Es esto lo que explica que el test de la contraposición tampoco opere en estecaso, porque si “el actual rey de Francia es calvo” presupone “existe actualmente un rey de Francia”, esto no equivale a “si no existe actualmente unrey de Francia” presupone “el actual rey de Francia no es calvo”, porqueeste último enunciado sigue presuponiendo su existencia.

No quiero terciar en el debate sobre los análisis de Russell y Strawson,porque ese no es mi propósito; me basta decir que me parece que son dosanálisis diferentes, útiles para dos campos de investigación diferentes comoson la lógica, por una parte, y el lenguaje ordinario por otra, y de ningunamanera incompatibles como lo ha hecho aparecer la polémica y el sacrilegio.Lo presu pue sto —co m o lo implicado pra gm ática m ente — no es dicho, no espuesto sino impuesto por el locutor como un cuadro implíci to de referencia

para desarrollar la comunicación; ahora bien, esta es una de las características

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 j e la comunicación ordinaria, la de dar cabida a todas las posibilidades de lo¡ m p l í c i t o ; además el lenguaje ordinario vive de algo más que de enunciadosver i t a t ivos como lo muestran Strawson y, por supuesto, Austin. Pero la lógica es un código donde todo debe ser explicitado, incluso los presupuestos,y si ella opera con valores veritativos a veces deberá tratar enunciados comoel v is to en términos russellianos.

Sobre lo que sí quiero insistir es sobre las diversas clases de presuposiciones que han detectado los estudiosos de la filosofía del lenguaje —mucho— después de Strawson.

Maurice van Overbeke91 ha sugerido las siguientes:

a.  Exis tencia l. que es fundamentalmente la estudiada por Strawson.Toda afirmación que contenga una expresión referencial en el sujeto, presupone la existencia del o bjeto de referencia, co m o en este caso:

“ Los sindicatos paraguayos son m uy activos”presupone que “existen sindicatos en Paraguay”.

b. Fáctica, tal como:

“Deploro que R. H. haya abandonado la vuelta a Francia”presupone que “R. H. abandonó la vuelta”.

c.  Etica, como se ve en:

“Acuso a Juan de haber besado a su sobrina”, presupone

que “ besar a su sobrina es un acto repre nsible” .

d. Situacional, tal como:

“ Abre la pu erta” , presupone que “ la puerta está cerrada” .

Esta clasificación me parece útil pero frágil. No obstante antes de analizarla y criticarla quiero in tro du cir o tra que con Kie fer92 bautizo.

e.  Léxica, que es aquella que se da entre ítems lexicales y que permiteno inhiben las amalgamas predicativas u otras entre estos mismos ítems léxicos.

91 A nalyse de Pe non ciat ion en l inguistique m ode rne et con tem po raine en H. Parret(ed)  Le langage en c o n tex te , pp. 454-9.

92 K IEFER, Ferenc,  Essais de S ém a n tiq u e Générale. Réperes-Mame, 1974, pp. 91-104.

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Es ta es la que se da entre:

“Regresaré a Tanzania el próximo año”, presupone “he ido algunavez a Tanz ania” .

Como puede apreciarse aquí también operan los test de la negación yde la interrogación).

“ ¿Regresarás (e) a Ta nzania ?” .“No regresaré a Tanzania”, presuponen lo mismo.

La presuposición léxica tiene relación estrecha con la selección restric-

tiva de que hablan los semantistas de la escuela generativo-transformacionaly su infracción tiene que ver con lo que Ryle y Pap llaman error de catego-

ría (“las ideas verdes e incoloras duermen furiosamente”).

Por mi parte creo que las presuposiciones  fundam entales son las exis te n ciales y las léxicas que aunque comparten las características generales tienenserias diferencias que a mi manera de ver son las siguientes:

1. A las expresiones que fallan en la presuposición existencial no se lespuede asignar valor de verdad, pero conservan su sentido y son expresionesnormales, por ejemplo, “el actual rey de Francia es calvo”.

Las expresiones que fracasan en la presuposición léxica no solo no tienen valor de verdad, sino que tampoco tienen sentido, son absurdas, o porlo menos, anormales, como:

“ César es un núm ero pr im o” .

2. La anterior diferencia se debe al hecho de que la primera falla afectala referencia, mientras que la segunda afecta la connotación. Es claro que lafalta de referencia no afecta la significación, mientras que la falla de la connotación, por definición, la afecta.

3. Las léxicas hacen parte de la semántica; las existenciales de la prag

mática. Esto explica por qué los fracasos de las primeras lo son de la fraseu oración y las de las segundas del enunciado y de su enunciación.

4. Las léxicas, que se expresan bajo la forma de una compatibilidad entre términos, se conservan bajo todas las transformaciones lógicas que seoperen entre ellas, tales co m o la conversión, la contraposic ión, etc.

Las existenciales, por el contrario, solo se conservan en aquellas opera

ciones lógicas que no alteran el orden del atributo y del predicado en el

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e n u n c i a d o , pues toda modificación del orden modifica la presuposición, pore j e m p l o , enunciados como:

(1). Ningún filósofo es sabio

y(2). Ningún sabio es filosofo,consideradas, con frecuencia, lógicamente equivalentes, son diferentes porsus presuposiciones, pues

(1) parece com prender el presupuesto “hay filó so fos ” ; en efe cto , habría para-doja en afirmar después “por otra parte, no hay filósofos”, mientras que es fácil continuar con “por otra parte, no hay sabios”. Al contrario (2) parece presuponer que la clase de los sabios es vacía; de hecho, se le puede agregar  

más fácilmente “por otra parte, no hay filóso fos” que “ no hay sabios” 93.

Volvamos, después de esta aclaración, a la clasificación de Van Overbeke.

Por una parte, lo que llama  presuposic ió n ética i lustrada por:

“Acuso a Juan de haber besado a su sobrina” pero “este no es un acto repren-sible”,

es más bien un caso de implicación pra gmática tal com o la pro pu es ta porMoore en el pasaje antes citado:

“Si usted afirma que la acción de Bruto es correcta, usted implica que aprueba  la acción de Bruto”.

Y de la misma familia y matrimonio que la ilustración de Austin:

“Creo que x es bueno pero no lo apruebo”94.

De hecho el caso propuesto por Van Overbeke no satisface el criterio dela negación, porque, si bien:

“Acuso a Juan de haber besado a su sobrina”, implica pragmáticamente que “ considero reprensible su acción ”,

su negación:

“No acuso a Juan..., no presupone lo mismo sino que implica pragmáticamente el sentimiento moral contrario, de la misma manera que ‘no afirmo que la acción

93 DUCROT,  Dire e t ne pas dire, H erm án, 197 2, pp . 233-4.

94 “ El significado de una pa lab ra” , en  Ensayos fi lo sófi cos, p. 79.

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de Bruto es correcta’, implica otra cosa diferente, tanto como ‘afirmo que no es corr ecta’ 1,95.

En cuanto a los otros dos tipos, la táctica y la situacional, me parecenun complejo de las presuposiciones fundamentales: en el primer caso presuponemos la existencia de R. H. y que los predicados “correr en la vuelta aFrancia” y “haber abandonado” son amalgamables con R. H.; en el segundocaso, presuponemos la existencia de una puerta identificada por locutor einterlocutor y que el predicado “está cerrada” es amalgamable con ella.

Van Overbeke piensa que su clasificación no es la única y que hay otrasmás complejas, por ejemplo, con Keenan podría pensarse en las presuposiciones de los términos honoríf icos, por ejemplo, la de los pronombres tú (presupone familiaridad o igualdad) y usted  (distancia o desigualdad). Por miparte, aunque reconozco que los pronom bres son fundam entalm ente referen-ciales, aquí solo veo presuposiciones léxicas.

Después de analizar el arrastre, la implicación pragmática y la presuposición para los constativos y proyectarlo sobre los performativos, Austin tratade poner estos “nexos” en relación con las condiciones de fortuna de los performativos, lo que logra en buena parte: la implicación pragmática encajaperfectamente con las condiciones T; la presuposición referencial con lascondiciones A (en especial con A2) puesto que un enunciado que carece dereferencia no es falso (como pensó Russell) sino nulo; con el arrastre no pasalo mismo, pero de todas maneras él se da también para los performativos,puesto que “Prometo hacer x pero no estoy obligado a hacerlo” es prácticamente una contradicción; igualmente si “prometo arrast ra debo”, “no deboarras tra no pro m et í” .

Esta últ ima consideración corrobora aún más mi crí t ica a Coulthard.Ahora bien, si estoy en lo correcto, las diferencias entre Searle y Austinpodrían formularse de la siguiente manera:

Mientras que Searle formula cuatro reglas para la ejecución de actos lingüíst icos, performativos o i locucionarios, poco importa en este momento;Austin formularía tres.

Las searlianas son las siguientes:

1.  Regla del con ten ido proposicional que incluye la realización desubactos de referir  y  predicar, así por ejemplo, en la promesa se debe predicar del referente (el promitente) un acto futuro.

95 Se pue de com plicar el análisis co n dos t ipos de negación, i locuc ionaria y pro po sicional, pero esto no invalida el análisis.

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2.  Regla s preparatorias. En una promesa a) el promitente debe creer queel prometido desea que se haga lo prometido y que b) que el promitente hagaalgo que salga del curso normal de los acontecimientos pero que sea posible.

3.  Regla de sinceridad. El locutor, de nuevo en la promesa, debe tener laintención de realizar la acción.

Y por últ imo

4.  Regla esencial. La emisión de las palabras “te prometo.. .” cuente  cómo, es una obligación de hacer la acción prometida96.

Lo cual resume así:

Mientras que la realización del acto implica [ ¿pragmáticamente?] lascondiciones preparatorias, expresa la con dición de sinceridad y quizás se pue de afirmar, por simetría, que dice lo que especifica la cond ición es enc ial97.

En términos austinianos esta versión estaría ligeramente modificada. Enmi parecer, Austin diría:

Un acto lingüístico presupone las condiciones del contenido proposicio-

nal, implica pragm áticam ente las cond iciones preparatorias y de sinceridad yarrastra la condición esencial.

Las diferencias son significativas, puesto que Searle distingue entre im -

 plicar  y expresar, mientras que Austin no lo hace; esto se debe a que Searledisocia los sentimientos, intenciones y creencias (que se expresan en el acto),

de los  pensam ientos (que se implican en el mismo). Probablemente sea útilesta distinción, pero ello no invalida el tratamiento que le da a estos elementos A ustin po rq ue un a falla en ellos no invalida la realización del acto p ues toque todos ellos hacen parte de lo que da a entender el locutor y se presumeque los tenga: sus actitudes proposicionales.

Por otra parte, mientras que Searle sostiene con algunas restricciones,que el acto dice la condición esencial, Austin diría que la arrastra, ya quequien pronuncia la fórmula explíci tamente performativa “por la presente te 

 p ro m e to ...”, no solo promete sino que dice que lo hac e9&. Pero la fórmula

96 Speech Acts . An Essay in the Philosophy of language. Cambridge University Press,1969, chapter 3.

97  Ib íd e m , pp. 65 y 68.

98 Op. cit., p. 68. Paradójicamente Searle en su nueva obra  E xpressio n and Meaning.

Studies in the theory of speech acts. Cambridge University Press, 1979, p. 16, afirma que en los actos expresivos (agradecer , congratular , ofrecer excusas, deplorar ,

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austiniana tendría el mérito de preservar las capacidades inferenciales del interlocutor para arrastrar consecuencias cuando las fórmulas performativasexplíci tas no existen (por ejemplo, para insultar o alardear) o para realizaractos indirectos, por ejemplo, hacer una pregunta para solicitar o rogar comoen “puedes dejarme tranquilo (?)”. Por supuesto que en estos últimos casoslas inferencias no serían simple arrastre sino inferencias pragmáticas, cercanas a las implicaturas.

La fórmula nuestra no es completamente adecuada pero podría perfeccionarse más adelante.

etc.). “ La verdad de la prop osición ex presada se  p resu p o n e” (subrayado mío). Yopor mi parte sostengo que ella es implicada lógicamente po rqu e ella es la condiciónesencial en esta clase de actos, como ya lo había sugerido en una nota de la secciónanterior.

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EL DEBATE DE LA DIFERE NCIA PERFO RMATIVO-CONSTATIVO

V

Como podemos constatarlo por lo dicho en los capítulos anteriores,Austin descubrió que los performativos son afortunados o fallidos, mientrasque los constativos son verdaderos o falsos; pero sucesivamente descubriótambién que los performativos arrastran, implican pragmáticamente y pre

suponen la verdad de ciertos enunciados. Tal descubrimiento perturbadorhace borrosa la distinción tajante entre haceres y decires.

Para afrontar esta dificultad. Austin se pone en la empresa de buscarun criterio gramatical y/o lexicográfico que permita mantener nítida la distinción inicial. Entre los muchos criterios propuestos por Austin, su predilecto es el gramatical de “enunciado en primera persona del  presente —ver-

dadero presente, no presente histórico ni con tinuo, ni frecu enta tivo—  del

indicativo, voz activa”. A este criterio se le debe agregar el test complementario —co m o lo sugerimos ya en el ca pítu lo an ter ior —del cam bio de Perfo rmativo a constativo cuando se modifica en el Performativo la persona o eltiempo; tal asimetría entre personas y tiempos no se da en los constativos".

Así, por ejemplo:

“pongo en entredicho tus palabras mientras se aclara la situación”, se trans

forma en constativo cuando modifico las personas o tiempos, por ejemplo,en

‘él pone en entredicho tus palabras...”o

“yo puse (ponía o pondré) en entredicho tus palabras.. .”.

“ 9 Palabras y acciones, Conferencia V.

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Existen otras fórmulas gramaticales canónicas para realizar performa-tivos, por ejemplo, la  fórm ula im personal (en español) “se prohíbe fumar”,“se ruega...”, etc., pero tales fórmulas fácilmente se pueden reescribir comola primera. También es fácil hacerlo con expresiones léxicas tales como “cul

pable”, cuando la pronuncia un juez o un jurado.La predilección de Austin por este criterio se debe al hecho de que la

expresión performativa consiste en la realización de una acción y las accionessolo pueden realizarlas personas. Así que es obvio que quien usa la expresióndebe ser el que la realiza. Además, el presente gramatical y la voz activa indican que en el m om en to en que se emite la expresión, la persona que la emiteestá haciendo algo100. Emile Benveniste acotará que el enunciado Performativo, puesto que es acto, es único; com o acto individual e histórico un enun

ciado Performativo no puede repetirse; toda aparente reproducción es unacto nuevo realizado por quien tiene la investidura para ejecutarlo101. Por lomismo, no puede ser generalizado; dicho sea de paso, este es un punto enfavor de la interpretación performativa del cogito cartesiano, propuesto porHintikka; ya vimos algo al respecto en el capítulo pasado, pero aun esto esun adelanto porque es introducirnos en la teoría de los actos ilocucionarios.

La teoría de los  perform ativos exp líc itos —es decir, de aque llos en un

ciados que realizan un acto nombrándolo: “te ordeno que vengas”, realizael acto de ordenar diciendo que te ordeno—, ha logrado aceptación unánimede filósofos y lingüistas. Pero las reticencias comenzaron luego, con los nuevos descubrimientos austinianos.

Primero que todo, Austin detectó la existencia de fórmulas  perfo rma tivas primarias o implícitas; implícitas en tanto que no nombran el acto realizado y primarias en tanto que, según Austin, en una de las pocas especula

ciones que se permitió, en la historia del lenguaje, ellas aparecieron primero,mientras que las explícitas son un progreso posterior cuya finalidad es la deexplicitar cuál es la acción  precisa que se ha realizado al emitir la expresión.Es indudable que “estaré al l í” o “vete”, aunque en sí pueden ser performativos ambiguos, según las circunstancias, pueden entenderse como una  p ro -

mesa o una orden.

Aquí ya no lo sigue el lingüista Benveniste. El lingüista primero nos diceque él descubrió un fenómeno lingüístico análogo que fue descrito en suart ículo  De la Sub jectiv ité dans le langage, en el que describe las formas sub

 jetivas de la enunciación y donde opone “ yo ju ro” —que es un acto— a “ él ju ra” que es una info rm ación102. Reconoce que las formas canónicas que

100 Palabras y acciones, Con ferencia V, pp . 103-4.

101 La philosop hie A nalytiqu e et le langage, en Problèmes de linguistique générale, Gallimard, 1966, p. 273.

102 El ar t ícu lo data de 1958 y se enc uen tra publ icado en la obra citada, pp. 259-66.

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anuncian el Performativo son las propuestas por Austin, e incluso proponeuna mejora formal para detectar la presencia de performativos, así: a) sonenunciados performativos los enunciados en que un verbo declarativo-yusivoen primera persona del presente de indicativo se construye con un dictum,  por ejemplo, ordeno (mando, decreto, etc.) que se movilice la población;“se movilice la población” es claramente un dictum puesto que su enunciación expresa es indispensable para que el texto tenga la calidad de Performativo.

Esta primera delimitación permite excluir enunciados como “se quePedro llegó” y “veo que la casa está cerrada”, porque saber y ver no sonperformativos y las proposiciones “Pedro llegó”, “la casa está cerrada” noenuncian dicta sino  facta ; b) verbo en primera persona con un complemento

directo y un término predicativo: “lo proclamo electo”, “lo nombro director”, “lo encargo de esta misión”, etc.; c) también deben considerarse comoperformativos enunciados que no tienen su apariencia porque ellos no lo son sino implíci tamente, teniendo en cuenta la autoridad competente, por ejemplo, “se declara vacante la cátedra de lógica” o “se decidió que...”, o “elpresidente de la República decreta que.. .”; y, por último d) los enunciadosque plantean un compromiso personal por parte de quien los enuncia: juro,prometo, repudio, renuncio, etc.

Pero hay algo más de fondo en el Performativo: los enunciados vistos son performativos porque son actos. El criterio para detectarlos no radica  en la escogencia de los verbos;  un verbo como decir es apto para formar un enunciado Performativo si la fórmula “digo que...”,  emitida en las condicio-nes apropiadas, crea una situación nueva,  tal es la regla del juego. Un enun-ciado Performativo que no es acto no existe. Tal reflexión me parece pre-monitoria de lo que hará Austin más adelante; pero en seguida Benveniste  

restringe el alcance de sus palabras: por el hecho de ser acto, el Performa-tivo, es único; es por esto que a menudo viene acompañado de indicaciones  sobre fecha, lugar y actores participantes; por lo mismo no se puede repetir, y la reproducción del enunciado Performativo por otra persona lo transforma  en enunciado constativo.

Lo anterior conduce a atribuirle al Performativo la propiedad de ser sui referencial, de referirse a una realidad que él mismo constituye por el hechode ser enunciado en las condiciones que lo hacen acto: el acto se identificacon el enunciado del acto, el significado es idéntico al referente como testi-monia la cláusula “por la presente”. Ahora bien, el enunciado que se toma así mismo po r referente es sui referencial.

En resumen un enunciado Performativo es aquel que nombra el acto realizado por el hecho de que ego pronuncia una fórmula que contiene elverbo en la primera persona del presente; el Performativo debe nombrar la

actuación lingüística y su actor.

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Este análisis, por sutil que sea, tiene por función bloquear el avance delos performativos porque una fórmula imperativa como “vete” es una ordenpero es diferente de “te ordeno que te vayas”, puesto que en esta hay mención del acto y en aquella no; por otra parte, el imperativo según Benveniste,no es un t iempo verbal , no comporta marco temporal ni referencia personal;

el criterio de performatividad no lo da el com po rtam iento esperado del inter-locutor, sino la forma de los respectivos enunciados.

No hay que dejarse engañar —dice Benveniste— por el hecho de que el imperat ivo “ ¡ven!” prod uzc a efect ivam ente la venida de aquél a quien se dir ige. No esel resul tado empírico el que cuenta. Un enunciado Performativo no es tal en tanto que pue de m odif icar la si tuación de un individuo, sino en cua nto que es p o r sí  m i s m o un acto. El enunciado es el acto; quien lo pronuncia realiza el acto n o m -

brándolo... Otra cosa sucede con el imperat ivo. En este caso tenemos una moda

l idad específ ica del discurso; el im perat ivo no es den otat ivo y no p retend e com unicar un contenido, sino que se caracter iza como pragmático t ratando de actuarsobre el audi tor pendiendo de int imarle un comportamiento103.

Estamos de acuerdo con Benveniste en que el Performativo se defineporque es acto por sí mismo y no por los resultados empíricos que producesobre el interlocutor. Pero Benveniste debería aceptar que el Performativoen tanto que acto crea una si tuación nueva, como lo hace el imperativo

“ ¡vete!”. Sin haberlo sabido, Benveniste confunde —o por lo menos no distingue— la creación de una situación nueva e intrínseca al lenguaje, con el efecto empírico y extrínseco sobre el in terlo cu tor. Sin saberlo conf und e loque más adelante llamaremos fuerza ilocucionaria (que será un sustituto dela performatividad), con efectos causales y empíricos perlocucionarios. Lacon fusión proviene —y p arece na tura l— del hec ho de que la orden “ vete ”(como otros performativos) es un acto i locucionario que pretende producirefectos perlocucionarios, pero que existe o sigue existiendo aunque el efecto

pretendido no se logre: aunque las órdenes no se cumplan a veces, han cumplido su cometido ilocucionario que es el de transformar directa y lingüísti-

camente las relaciones jurídicas del interlocutor, situándolo en la posiciónde obedecer o desobedecer104. Sobre este tema volveremos en detalle en elcapítulo siguiente.

Más sofisticada es la propuesta de Zeno Vendler, en  Les Perform atifs  en perspective105, de reconstruir las intuiciones (adecuadas) de Austin en

los términos técnicos de una teoría lingüística. Esta reconstrucción tiene laventaja de hacer una teoría excelente de los performativos explícitos sinponer en peligro la existencia de los implícitos, ni de la teoría general de los

103  Ib id em , pp. 274-5.

104 DU CRO T, O., De Saussure a la phi losophie de langage. Introd uc ción a la t raducciónfrancesa de la obra de Searle.  A c te s de langage, Herman, París, 1972, pp. 21-3.

105  Langages, n. 17, marzo 1970, pp. 73-90. La traducción es de P. Gochet.

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actos ilocucionarios, porque Vendler parte de la premisa general de que “laforma normal de todos los enunciados afortunados del lenguaje debe poder  llevar un verbo Performativo prefijo a la sustancia del enunciado”.

A partir de esta premisa propone su tesis: el criterio austiniano no es

una criba suficientemente fina para dejar pasar todas las expresiones perfor-mativas y solo las performativas. Existen familias enteras de verbos no per-formativos que com parte n con los performativos su predilección por el t iempo presente: la familia de los verbos de actitudes proposicionales —creer, sa-

ber, comprender, dudar, recordarse, etc.— y los verbos que expresan actitu-

des —amar, odiar, preferir, detestar, etc.—, que no son performativos. Valgaanotar que Austin consideró a algunos verbos de actitudes proposicionalescomo performativos, o entre los performativos ambiguos, para acicatearnosen el camino; así, por ejemplo, en la conferencia VII de Palabras y acciones (p. 131), sugiere a “sé que... " y “creo que. . .” como enunciados no puram en-

te descriptivos, y en la conferencia XII (p. 210), los repite con interrogantes,agregando dudar.

Vendler, para mostrar la diferencia y el parentesco de estos verbos conlos performativos, propone el siguiente criterio de performatividad para losverbos: ' “Los verbos performativos son verbos con completivos, prenomina-

les, débiles, cuya conjugación es la de los verbos de realización y cuya primera persona del presente, en singular, no necesita de calificación modal otemporal” .

El criterio es bastante complicado pero, a riesgo de simplificarlo, trataréde resumirlo.

Tanto los verbos performativos como sus parientes (de acti tudes y acti

tudes proposicionales) toman o pueden tomar como complemento directouna  proposición sustantiva en vez de un nombre, es decir un tipo de nomina-lización de la frase. La nominalización transforma la frase en elemento deotra frase. La frase transformada en sustantiva se puede llamar nominal y lafrase en la cual puede entrar esta como elemento,  frase con com ple tiva. Unacom pletiva debe t ene r un espacio vacío p ara la inserción de la no mi nal; así,por ejemp lo, con la frase

“ él llegó”

se pued en elaborar nominales tales como:

1. que él llegará2. sí llegó3. su llegada

que pueden insertarse en completivas tales como:

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4. Espié...5. ...me sorprendió6. ... es incierta (o)

Los recep táculos de nominales no toleran to dos las mismas clases de nominales; 3 casa bien con 4, 5 y 6, pero 2 no casa con 1 y tal vez en algunoscon textos con 2.

Existen dos clases de nominales corrientes,  Xas im perfectas y  \a sperfec tas; en las primeras la nominalización no es completa porque el verbo de lafrase original conserva su com ple m ent o, se conjuga, admite mo dos, adverbiosy la forma negativa:

“ Ad mito que haya cantado el Himno Nacional”

— que cantó— que canta bien— que sea capaz de cantar— que no cante.

En el segundo caso la nominalización es completa, el verbo se ha transform ado en nom bre, solo admite subordinadas relat ivas, epíteto s y art ículos,y el complemento se separa:

— su ejecución del Himno Nacional— su bella ejecución del Himno Nacional...— la ejecuc ión del Hi mn o Nacional, qu e escuchamos.

Las nominales perfectas pueden tener como introductorios a verbos pre nominales, tales como mirar atentamente, observar, gustar, imitar, y verbos posnom inales, como acaecer, suceder, comenzar, durar, terminar; adjetivoscomo lento, rápido, prolongado, repentino, y nombres como acontecimiento, proceso. Las nominales imperfectas comprenden verbos  prenomin ales tales como mencionar, negar, recordar; verbos  posnom inales como sorprender, implicar, indicar; adjetivos como verdadero, cierto, probable y sus antónimos, y nombres co m o hecho, resul tado.

Los verbos performativos pertenecen a la clase de verbos con completivas prenominales débiles o imperfectas. Esta clase de verbos es defectiva conrelación al  presente con tinuo; este rasgo los distingue de los verbos con completivos fuertes o perfectos: es correcto decir que estoy observando o mirando (o espiando) la llegada del astronauta, o imitando su forma de caminar,pero carece de sentido decir que estoy sabiendo que llego o aludiendo elhecho de su llegada.

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Entre los verbos defectivos en materia de tiempos continuos existen dosclases importantes: verbos como conocer o reconocer, que no indican unproceso que ha durado y que sin embargo se pueden predicar de un sujetopor un t iempo dado; los otros solo se pueden predicar por un instante, pore j e m p l o , descubrir, alcanzar, llegar. Los segundos son verbos de realización, los primeros de estado; entre los primeros se encuentran los  perform ativos, entre los segundos los de actitud proposicional. La distinción podría versemás claramente si se compara su comportamiento con relación a los adverbios de tiempo aún, todavía y siempre; con los verbos de estado se les empleasin dificultad:

— él siempre supo

— aún cree,pero— él promete aún o promete siempre,

si significan algo, quieren decir o que él mantiene su promesa o que está dispuesto a prometer si se realizan ciertas condiciones, pero no significa que laformulación de su promesa no ha llegado a su término, ni que su promesa noconoce interrupción.

Este último criterio no es aún definitivo porque deja filtrar un pequeñonúmero de verbos no performativos como son decidir, identificar, reconocer  y otros. Es preciso, pues, refinar la criba. En los verbos de realización puros,el presente se utiliza casi siempre como presente histórico o como indicadorde futuro inmediato (“ahora gano la carrera” o “encuentro el tesoro”). Estoes válido para los perform ativos, pe ro con la excep ción de la prim era perso nasingular del presente de indicativo; mientras que decido, identifico, reconozco, por lo general solo se usan en un sentido frecuentativo, los performativos

no. En otros términos, los performativos se presentan en primera persona delpresente con un complemento directo bien definido pero sin modalidades, niadverbios de tiempo o de modo; en cambio, los verbos de la categoría de decidir sí los requieren (“ me decido siempre bajo la presión de los ac on teci mientos”, “puedo identificarlo”, “lo reconozco bajo cualquier disfraz”). Hayocasiones, cuando estos tres últimos verbos se emplean de manera categóricaen primera persona del presente y sin calificación, en que se presentan conun sentido Performativo:

— Me decido en favor del proyecto.— Identifico al acusado como el hombre que penetró en la casa.— Re cono zco el consejo co m o representan te de la com pañía.

Estas excepciones —con cluy e Vendler— tienden más a confir ma r que a*nvalidar el criterio propuesto.

El criterio de Vendler es más rico que las intuiciones de Austin y más

formal que las propuestas lingüísticas de Benveniste, pero nos deja dos pro

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blemas filosóficos muy serios, ambos relacionados con la aplicación de lateoría de los performativos a la solución de problemas filosóficos. El primero tiene que ver con el lenguaje de la decisión que estudia J. Ladriére enun conocido ensayo publicado en  L ’A rticula tion du sens (pp. 141-59). Elsegundo con la interpretación performativa que da Austin del “sé qué...”.

Ladriére en su análisis sobre el discurso de la decisión —y que recuerdabas tante el análisis de la promesa de Searle—, después de estud iar las co nd iciones preliminares de la decisión (una descripción de la situación, estrategiasposibles, consecuencias de las estrategias, enunciados evaluativos, enunciadosnormativos, enunciados de preferencia, un enunciado de elección y uno deresponsabilidad, etc.), plantea que el enunciado fundamental solo puede serun enunciado Performativo de la forma “me decido a adoptar tal estrategia”.

Este enunciado es propiamente Performativo porque expresa una modificación del sujeto hablante que no le viene del exterior, ni de una interacción entre el sujeto y el medio, sino que se produce por la palabra que estesujeto pronuncia. La decisión se puede expresar por otros medios simbólicos(una firma, un gesto, levantando la mano), pero el símbolo siempre se puedetraducir en el lenguaje explícito, bajo la forma de un enunciado de decisión.

Es obvio que el enunciado de decisión que propone Ladriére es un Performativo porque tiene las características fundamentales de él, la de haceralgo nombrándolo y la de modificar la situación de locutor e interlocutorpor un acto de habla. También es claro que según Vendler el verbo decidirsolo es marginalmente Performativo. Estamos en la encrucijada: o seguir elanálisis lingüístico y rechazar el análisis de Ladriére, o a la inversa, negar losanálisis del científico y fiarnos de nuestras intuiciones.

 N o quisiera ahora decid ir el debate de manera definitiva. Quiero por elmomento sesgar la dificultad de la siguiente manera: por una parte, decidirno es un verbo Performativo estricto, pero sí  denota la clase de todos losperformativos, porque los performativos, en tanto que acciones humanas,exigen una decisión. Ahora bien, en virtud de una  figura retó rica trillada  podemos aplicarle la performatividad al verbo que denota el género a partirde los verbos que denotan las especies e incluso, los individuos. Algo más, si

como lo observa Vendler, “la fórmula normal de todos los enunciados afortunados del lenguaje debe llevar un verbo Performativo prefijo a la sustanciadel enunciado” (aludiendo al ich denke kantiano que contiene la forma detodo juicio y de cada uno), la fórmula de todo enunciado afortunado será“y o decido (que) p ”, si es cierto que en el principio fue la acción: “Decido”es el metaacto de todos los actos lingüísticos.

Por otra parte, se me ocurre que “decido” es de la misma familia de los

enunciados mixtos que simultáneamente describen un acto y lo realizan,

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tales como “yo pienso”, o “yo dudo”, tanto como “estoy hablando español”; pero, como lo plantea Gochet,

los dos primeros —“pienso” y “dudo”—, de los que Descartes explotó sus propie-dades lógicas, no son performativos sino constativos. Mientras que en el caso del  

Performativo, la producción del enunciado es condición necesaria pero no sufi-ciente, de la existencia del acto, en los enunciados del tipo “yo pienso” esta es  una condición suficiente pero no necesaria de la acción descrita. Es posible pen-sar sin decirlo... pero no prometer sin decirlo, a no ser de manera elíptica106.

La idea de G och et m erece po r lo menos tres com entarios. Primero quetodo, Descartes no parece distinguir entre la condición necesaria y la suficiente del acto, por lo menos en aquel célebre pasaje de la Segunda Medi-

tación:

“Ego sum, ego existo, quoties a me pro fer tur  , vel mente conciptur,   necessario  esse verum”;

aquí  proferir  y concebir  parecen intercambiables. En segundo lugar, no parece tampoco verdad que la producción del enunciado “prometo.. .” es solocondición necesaria pero no suficiente de la existencia del acto, porquecomo lo dice Austin:

Nos sentimos inclinados a pensar que la seriedad de la expresión consiste en que  ella sea formulada —ya por conveniencia, ya para fines de información— como  un (mero) signo externo y visible de un acto espiritual interno. De aquí hay solo  un paso a creer, o dar por sentado, que en muchas circunstancias la expresión  externa es una descripción, verdadera o falsa , del acaecimiento del acto interno.

La expresión clásica de esta idea puede hallarse en el Hyppolitus, donde Hipólito  dice “ mi lengua lo juró, pero no lo juró mi corazón ” (o mi men te u otro protago-

nista oculto). Así “te prometo...”, me obliga: registra mi adopción espiritual de una atadura espiritual.

Es interesante observar en este ejemplo cómo el exceso de profundidad, o más bien de solemnidad, allana el camino a los irresponsables. Porque quien dice  “ ¡prometer no es meramente cuestión de expresar palabras, se trata de un acto  interno y espiritual!”, puede parecer un sólido moralista erguido frente a una ge-neración de teóricos superficiales. Lo vemos como él se ve a sí mismo oteando  las profundidades invisibles del espacio ético con toda la prestancia de un espe-

cialista en lo su¡generis.  Sin embargo, nuestro moralista proporciona una escapa-toria a Hipólito, una excusa al perjuro que ha dicho “sí, juro”, y una defensa al tramposo que ha dicho “te apuesto”. La precisión y la moral están igualmente  en favor de la expresión común según la cual la palabra em peñ ad a nos o blig a101

106 Performatif et forcé il locutionnaire, en  Logiq ue e t A naly se, VIII, 31, 1965, p. 165.

107 Palabras y acciones, pp. 50-1.

108  K n o w le a d g e an Belief,  p. 95.

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En tercer lugar la idea de Gochet parece proponer una radical separación entre actividades lingüisticas y actividades de pensamiento no lingüisticas. Una idea opuesta, que p rop on em os a títu lo polém ico, es la de Hintikkaque sostiene que el pensamiento es dialogal, por una parte,  y que el pensar  

es una extensión analógica del decir10*. Si esto es así, es difícil pensar que yopueda pensar sin decir yo pienso de cualquier manera que sea, y decir “yopienso” de manera afortunada, sin pensar.

La segunda dificultad, proviene de la aparente asimilación que haceAust in del Performat ivo “ pro m eto ” y el constat ivo “ yo sé. ..” .

El dossier  de Austin con respecto a “yo sé” es más complicado y com

prometedor porque a pesar del interrogante que le puso a saber  en Palabras  y acciones, en un ensayo anterior “ Otras m entes” 109, Austin proy ectó buenaparte de la performat ividad de “ pro m eto ” a “ sé”.

No obstante, como lo dice Vendler, casi todos los tests formales propuestos por Austin para detectar un Performativo, fallan con el verbo saber;así, por ejemplo:

“ Decir (en las circunstancias apropiadas) ‘pr om eto ’ hacer V es prom eter ‘x ’ ”, no vale para “saber”, porque decir“sé que  p ”, no es en toda s las circunstancias decir que “ sé que p ” , ya que“sé que  p ” puede ser verdadero aunque no lo diga o, al contrario puede serfalso aunque lo diga.

Esta objeción puede comentarse a partir de lo que dijimos respecto de“ pensar” y “ du da r” ; pero la segunda objeción, que t iene que ver con otro

test Performativo, es más difícil de desenredar, porque siAl decir “prometo  x ”, él prometíano es comparable con“ Al decir” sé que p ” , el sabía “p ” .Y, por último, en la fórmula  p o r la presente , también falla la simetría porque“ por la presente pro m eto x ” , es de buen sentido, pero“ po r la presen te sé que p ” , no es gramatical ni de b uen s en tid o110.

Sin embargo, Austin insiste en que existe paralelismo entre “sé” y “prometo”. Así , por ejemplo:“Sé” y “prometo” en primera persona del presente del indicativo t ienen caracter ís t icas dist intas de “sabía” o “prometía” o de “él sabe” o “él pro

109 En Palabras y acciones, pp. 87-117.

110 VE ND LER , Z. , “ Tell ing the facts” , en Speech A c t T heory and Pragmatics, edited bySearle, Kiefer and Bierwisch, Reidel Publishing Company, 1980, pp. 273-4.

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m e t e ” ; esta característica es la que ha recalcado Vendler con respecto a los  performativos y a los verbos de actitudes proposicionales: su predilección  po r el tiempo presente.

Pero Austin va aún más lejos; él asimila los infortunios de “prometo” á

los infortunios de “sé”, y esto a partir de los ataques que se pueden haceren con tra de la expresión “ yo sé que.. .”.

— sé que es un jilguero— pero tú nunca has visto un jilguero (no tienes derecho a afirmarlo)análogo a— p ro m et o regalarte mi reloj— pero, tu no tienes reloj (el reloj que tienes no es tuyo)

( infortunio A2)— sé que es un jilguero— pero tú dudas de lo que dicesanálogo a— prometo darte mi reloj— pero, ¡tú no t om as tus prom esas en serio!

( infor tunio F l )— mala suerte para ti , hemos comprobado que es un canarioanálogo a— pero el reloj no me ha llegado aún

(infortunio r2) .

El paralelismo es casi perfecto pero aún así el verbo saber (sé) no es unPerformativo. El ensayo de Austin ha dado lugar a confusiones y a considerar“yo sé” como Performativo —en algún momento creo haber cometido esta

confusión— debid o a que en aquella época (1946 ), Austin solo hab ía podidohacer la diferencia entre constativos y performativos explícitos, y por otraparte, porque realizó su investigación estableciendo el paralelismo entre elPerformativo “prometo” y “yo sé”. Pero el asunto se aclara si part imos delas observaciones que hacen Chisholm y Von Savigny. En efecto, como loanota atinadamente el primero, la investigación que emprende Austin enOtras mentes no se interesa por la expresión “yo sé” ni responde a las preguntas “cómo sé” o “por qué lo cree usted”, sino que responde a la pre

gunta socrática “¿cuál es m i justificac ión para pensar  que sé es to?” 111.A part ir de esto podemos agregar con ambos, “yo sé”, en este contexto, esUn Performativo pero primario que podría ser equivalente a “garantizo”,“ refue rzo” , “ aseguro” , “ atest iguo” , “ cert if ico” o cosas similares112.

H i CHISHOLM, Rod er ick M., “ A ust in’s Phi losophical Pape rs”, en Sympos ium on J . L .  A u stin , pp. 106-111.

112  A u s t in ’s P hilosophic al Papers , p. 110.

SAVIGNY, Eike von, Filosof ia An ali tica. Sur, Buenos Aires, 1974, pp. 102-3.

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Este gambito permite entender la afirmación de Austin, que antes parecía chocante, de que “suponer que ‘yo sé’ es una frase descriptiva, es soloun ejemplo de la falacia descriptiva...”113, y permite entender muchas páginas de Otras mentes, pero deja inexplicada una línea de Palabras y accio-

nes donde Austin propone en tono interrogativo a “saber (?)” como Per

form ativo ex plícito. ¡Que cada cual escoja don de está el po de r explicativo!114.

Además esta diferencia entre “yo sé” y “estoy just if icado para deciryo sé”, permite establecer una diferencia epistemológica de valor, porquecóm o po dría apreciarse, todos los ataque s que p ueda n hacerse co ntra lasegunda expresión “estoy just if icado.. .” no son ataques contra la primeraexpresión “ yo sé” . Como atinad am ente lo anota V on Savigny, estoy justif icado a decir “yo sé...”, aunque el escéptico quiera convencerme de todolo contrario, y porque un ataque injustificado no afecta para nada la justi ficación de mi expresión; los ataques infundados no son ataques; la objeciónescéptica general de que uno podría estar sujeto podría estar alucinado oque uno podría haber perdido la memoria de cual es el aspecto de un jilguero, no afecta para nad a mi justificación al decir yo sé que el pájaro del jardínes un jilguero, mientras no se haga referencia a elementos concretos de alucinación, o de fragilidad de memoria.

Pero, por otra parte, sería un error concluir que la actitud escéptica conrespecto al saber es falsa; porque del hecho de que yo esté justificado a deciryo sé no se sigue que yo sepa, ya que estar autorizado con respecto a unaexpresión es diferente a que ella sea correcta; por lo mismo, el escépticotambién comete el error inverso al de los justificacionistas, cuando concluyedel hecho de que yo no tengo absoluta razón con mi expresión, que yo no

estoy justificado a decir yo sé115.

Antes de decirle adiós a los performativos vale plantear dos preguntasque se han for mu lado con respecto a los performativos:

La primera tiene que ver con el carácter estereotipado de ciertas fórmulas performativas. Benveniste ya había objetado a Austin que muchos de sus

113 Otras mentes, p. 107.

114 O tra razón d e m ás para pensar que “ yo sé” es un perform ativo prim ario, es la siguiente: puesto que el saber es transmisible, y si decir “yo sé” autoriza a mi interlocutor a decir “yo sé” (de segunda mano), podemos relacionar este punto con lo yadicho sobre el derecho americano, y que repi to para mayor clar idad: se admitecom o prue ba a lo que otro ha d icho si lo que éste ha dicho es una exp resión pe rfor mativa. No se considera que la referencia sea a lo que el otro dijo —pues en este casosería un test imo nio de segunda m ano inadm isible com o prueba —, sino a lo que estapersona hizo.

115  Ib id em , pp. 103-4.

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e j e m p l o s solo eran rituales desacralizados y trivializados por la vida social116 ;si esto es así ¿acaso, como lo sugiere Coulthard, los performativos no sonsino modismos en los cuales los significados de las palabras individuales noson de gran importancia y para los cuales la sustitución de sinónimos no es

posible, porque es la enunciación de palabras  predete rm in adas en una secuencia  fija, en raras situaciones altam ente convencionalizadas, a veces rituales, loque constituye la realización del acto?, o ¿acaso, como lo sugiere el profesorDevaux, los performativos no son sino residuos de empleos arcaicos del lenguaje destinados a desaparecer tarde o tem pra no ?117.

Gochet sugiere, respecto a este interrogante, que esto podría ser válidopara algunas clases de performativos, ya por el carácter estereotipado de algu

nas fórmulas que hacen pensar en ritos mágicos que remontan a los tiemposdel realismo verbal, tales como el insulto, la imprecación o la maldición, ya por el m odo de ser eficaces que semejan la eficacia instan tánea y efím era dela magia tal como las felicitaciones; pero, continúa Gochet, hay  perform a-

tivos permanentes en toda vida social; mientras que el uso constativo dellenguaje es un sustituto de la ausencia, el uso Performativo es un medio social de obrar sobre la ausencia; la promesa y toda forma de contrato son formas de obrar sobre el futuro y así quizás se vuelven la condición previa de

toda comunicación lingüística, puesto que esta reposa en el contrato tácitode que el destinatario, en general, puede confiar en las palabras de su interlocutor, tanto en las que representan lo ausente como en las que actúansobre él118.

La segunda pregunta la plantea y la responde el mismo Gochet: ¿porqué, se pregunta nuestra autor, tardamos tanto en descubrir que el lenguajees instrumento de acción sobre los demás, incluso, en descubrir la forma más

pura en que el lenguaje ejerce su función de instrumento de acción, es decir,en los performativos?

La razón, sugiere Gochet, radica en que ningún  Performativo —porejemplo, te prometo hacer esto— produce su efecto si sus usuarios  no cono-

cen  su sentido,  y se con fun dió esto —de que to do sentido debe ser cono cidopara tener un efecto—, con la tesis falsa de que  todo sentido debe  ser cog-nitivo119.

116  Ib idem , p. 271.

117 Citado por G ochet en P erfo rm atif e t force illocutionnaire, pp. 162-3.

118 P erfor m atif et force illocutionnaire, p. 163.

119 “ La théorie de l’A rgum entat ion et la phi losophie a na lyt ique ” , en  Log iq ue e t A n a ly -se (nouvelle série):  La Théorie deV A rgum enta tion , perspectives e t A pp lica ti ons, II.21-24, décembre 1963, p. 84.

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Paradójicamente Austin, en las pocas especulaciones lingüísticas que seperm itió, con jetur aba que las lenguas primitivas no d istinguían en tre lo cons-tativo y lo Performativo, y solo con el advenimiento de la era científica hemos podido reconocer enunciados t ípicamente constat ivos o t ípicamentepe rform ativo s120. ¡Quizás la obn ubila ción q ue p rodu ce el cientismo nos pa

sará con la segunda te or ía de Austin!

120 Palabras y acciones, Conferencia V I, p. 117.

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NOSTALGIA DE LOS PERFORMATIVOS

Austin, como Russell, como Platón, pero sobre todo como el vienésoracular, tuvo y tiene el mérito de haber inventado una teoría novedosa yfructífera, de gran acogida entre lingüistas y filósofos, y haberla desechadoluego porque a pesar de sus cualidades intrínsecas reconoció que la teoríade los performativos era limitada, y no daba cuenta de todos los hechos lingüísticos, ni siquiera de la mayor parte.

La historia comenzó —como ya lo hemos visto— cuando descubrió quela afirmación (tanto como la descripción, la información, etc.), que es el prototipo de los enunciados constat ivos, también en un acto; pero vayamos porpartes y en cámara lenta para comprender la historia.

En la primera teoría Austin logró detectar y aislar un conjunto de enunciados que son acciones y no descripciones de estados de cosas o de acciones.En la segunda teoría Austin, situándose en una perspectiva más general ytomando como unidad básica del lenguaje, no la palabra ni el enunciado sinoel acto que una persona realiza con la ayuda de palabras o enunciados, nosdirá que todos los decires son haceres, que decir es hacer. La nueva teoríaaparece cu an do Austin trata de resolver las dificultades que p lan tea la vieja.

Recordemos que la dist inción entre performativos y constat ivos radi caba fundamentalmente en que los primeros eran actos afortunados o infortun ado s y los segundos enunc iados descriptivos verdade ros o falsos.

La primera dificultad la encontró cuando descubrió que los performativos para ser afor tun ad os deben “ pr es up on er” —es decir, arrastrar, pres uponer e implicar pragmáticamente—, que algunas proposiciones sean verda-

deras, y que los constativos si no cumplen con estas “presuposiciones” sevuelven infortunados. Esto debilita parcialmente la diferencia porque intro

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duce una relación con los hechos en los performativos, y la noción de infor-tunio para los constativos, pero no la destruye porque solo el constativo  puede ser  verdadero o falso.

No obstante, existen muchos performativos que tienen una relación  con los hechos que es algo más que la simple relación de “presuposición”. Así, los epítetos que se utilizan para calificar o evaluar a estos performativos, indican esta nueva dimensión: estimar acertada o erróneamente  que x tiene 40 años, declarar correcta   o incorrectamente  quex es culpable, aconsejar con razón o sin  ella que compre   tales acciones.

Estas dos situaciones se complican más aún cuando Austin descubre que 

al lado de las fórmulas performativas explícitas, existen  fó rm ula s perfo rma tivas primarias o implícitas   (es decir, fórmulas elípticas donde el verbo Per-formativo no aparece explícitamente) y cuya  fuerza   performativa tiene que ser explicitada:  la expresión “estaré allí” puede explicitarse como promesa  o como predicción sobre mi comportamiento futuro; más incómodo es el caso del enunciado “el toro va a embestir”, que puede tomarse como adver-

tencia, predicción   o ( ¡nótese bien!) como información ;la explicitación de la fuerza —de cómo ha de tomarse o comprenderse la acción— pone en claro, 

por lo menos, en este caso, que la información también es una forma de ac-ción lingüística.

Más dramático es el descubrimiento de performativos mixtos y de cam-bios insensibles (una especie de travetismo) de un banco a otro; por ejemplo, “apruebo” puede tener la fuerza performativa de dar aprobación o el signi-ficado descriptivo de “estoy en favor de esto”; y también expresiones como: agradezco —estoy agradecido— siento gratitud, ofrezco disculpas—lo siento—, 

estoy compungido, etc., muestran el paso insensible de lo Performativo alo  constativo.

No obstante, el enredo mayor se produjo cuando se descubrió {quiero decir, cuando Austin descubrió) que afirmo  —paradigma de los constativos— tiene el mismo derecho a ser Performativo como los performativos más vete-ranos y resistentes a cualquier contraejemplo. Como lo dice Forguson121, el test más promisorio para distinguir performativos de constativos es el criterio 

gramatical (todo Performativo genuino es o se puede reducir a una emisión  en primera persona, singular, presente de indicativo de la voz activa), pierde  actualidad porque “afirmo” tiene tantas credenciales como “prometo” o “apuesto”. Incluso, la fórmula más solemne, “por la presente” vale tanto  para “presento renuncia”, como para “afirmo”, aunque en este último caso es un poco pom poso . También se puede decir que en la expresión “ al decir que llovía, no apostaba, no demostraba, ni advertía: simplemente afirmaba

121 FORG USON , L. W. ,“ In pursui t of per form at ives” , en Symposium on J . L. Aust in,

edited by K. T. Fann, p. 43.

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un hecho”, afirmar se sitúa en el mismo plano que demostrar, apostar y adver t i r ; igual sucede con “afirmo que no lo hizo” que no es diferente de “demuestro que no lo hizo”, “sugiero que no lo hizo” o “apuesto que no lohizo” ; po r último “ él no lo hizo ” , bajo la form a primaria siempre puede ex-plicitarse como “afirmo que no lo hizo”, de la misma forma que “cállate”puede explicitarse como “ordeno que te calles”.

En cuanto a los infortunios, la situación no es menos evidente. Los infortunios  A se dan cuando el referente de la afirmación no existe (por ejemplo, “el actual rey de Francia es calvo”); en este caso la afirmación es nulay sin efecto; se “han llenado las formalidades de la afirmación” pero no seha afirmado nada. El otro infortunio se da cuando el locutor “no tiene la

autoridad” o “no está en posición” de afirmar: puedo decir que en la salade enseguida hay 25 personas, pero si no tengo fundamentos para decirlo,puedo estar conjeturando, adivinando, etc., pero no afirmando.

Los infortunios  B se dan cuando afirmo algo que, de hecho, no queríadecir (empleando, por ejemplo, palabras equivocadas), o cuando la referencia es ambigua. Los infortunios F saltan a la vista si nos remitimos a la implicación pragmática.

Los casos son claros, pero existen nostalgias de nostálgicos. Destruir noes bueno, pero es preferible destruir ideas que realidades; el peligro social seda cuando procedemos al revés y preferimos destruir la realidad para quesubsistan nuestras ideas. No creo que Chisholm, Black y Jacobsen hagan parte de los destructores de realidades, pero sí creo saber que son nostálgicoscon respecto a Austin.

Chisholm122, por ejemplo, manifiesta su sorpresa por el hecho de queAustin “desesperó muy rápido” de su distinción inicial, y propone que envez de buscar, como lo hace Austin, “las características de enunciados (utte rances) que hagan de ellos puramente performativos”, “tratemos de describirlas características de actuaciones (perform ances) que sean puramente enun ciables (utterable)”. A partir de esta idea, nos propone dos definiciones deperformativos, una estricta y otra extensa, que no distan mucho de las definiciones austinianas de Performativo explícito y Performativo primario.

La definición de Performativo estricto reza así:

“Hay actos (por ejemplo, solicitar) que tienen las siguientes características: cuan-do las circunstancias son apropiadas, para realizar el acto es suficiente hacer una  emisión (por ejemplo, ‘solicito...’) que contenga una expresión que el locutor  corrientemente usa para designar tal acto”.

122 “ A ust in’s Phi losophical, Pap ers” en Sym pos ium on J. L . A us t in ed. by K. T. Fann,

pp. 108-12.

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El per f om at iv o la to se da cuando

“La emisión de una expresión (por ejemplo, ‘deseo’ o ‘sé’) se hacen para reali-zar el acto en virtud del cual la emisión de otra expresión (por ejemplo ‘solici-to ...’ o ‘garan tizo...’) puede ser performativa en el sentido estricto defin ido antes ”.

Pero la distinción de Chisholm no resuelve nada, porque está expuesta ala misma dificultad que la austiniana, ya que “afirmar” es una palabra queen español —y sus análogos en otras lenguas— se usan para designar un acto,el de afirmar y es suficiente para realizar este acto (si las circunstancias sonadecuadas), que uno profiera la expresión “afirmo”. Como lo dice Forguson,“ afirmo que el gato está sobre la alfom bra” es tan perform ativa en sentidoaustiniano como chisholniano; las credenciales son tan impecables para una

“emisión realizable (performable utterance) como para una “actuación pro-ferible” (utterable performance). Por otra parte, la definición de Performativo lato deja por fuera una clase de performativos con los que también tuvoque habérselas Austin: se trata de aquellas acciones lingüísticas para los queno hay verbo Performativo explícito, puedo insultar a alguien diciéndole“enano” o “lagarto”, pero insultar no es un verbo Performativo; igual sucederá con actos como alardear, abuchear, alentar, azuzar, amenazar, etc.;como podrá constatarse al consultar un diccionario de verbos, la lista de tales

actos n o es despreciable y m erece la conside ración que les dio Austin.

Max Black también propone una doble definición de performativos,pero esta se hace en líneas diferentes a la anterior y evita las dificultades queencuentra Chisholm con la expresión “afirmo que.. .”. Black propone dist inguir entre emisión performativa A que se da cuando la emisión se usa en circunstancias especificadas para hacer  algo distinto, o algo más, que decir algoverdadero o falso; y emisión es performativa B, pues es, por ejemplo, la ex

presión “ Yo x ” [tal cual], cu and o, al usarse en circunstancias especificadas,su uso cuenta con un caso de  x (a, e, i , e)ndo por parte del locutor; porejemplo, cuando digo “yo afirmo que está l loviendo”, cuenta como x(yo),estoy afirmando.

Black123 afirma que las dificultades de Austin con expresiones como“afirmo...”, “sostengo...” y otras de la misma familia provienen de su incapacidad para distinguir entre estos dos sentidos de performatividad, porque

co m o acabamos de verlo, “ afirmo que.. .” es “ afirmar qu e” , pero, no es haceralgo distinto, o hacer algo más, que decir algo verdadero o falso.

Pero, como de nuevo observa Forguson, esta distinción no resuelve todas las dificultades con las que se topó Austin, porque la función de cualquier emisión, aún de las que son verdaderas o falsas, es hacer algo más quesimplemente decir algo verdadero o falso; ahora bien, puesto que la distin

123 “ Aust in on performat ives” en Sym pos ium on J. L . Au s tin , pp. 401-11.

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c ión entre performativos y constativos trata de establecer dos clases disyun-

tas, este planteamiento no hace sino oscurecer este ruego fundamental de todos los enunciados; y es por eso que Austin abandonó la toería inicial para considerar las  fu erzas  de todos los enunciados. Así, para volver a un Perfor-mativo primario, nos propone Forguson considerar la expresión “hay un toro en los alrededores”; decir esto es decir algo verdadero sí hay un toro en los  alrededores, y falso si no lo hay; pero a la vez se pueden estar haciendo mu-chas cosas diferentes a la de simplemente decir algo verdadero o falso; en circunstancias especiales puedo estar expresando mi enfado o mi sorpresa, puedo estar acusándolo, advirtiéndole, informándole, y muchas cosas más.

El último nostálgico, pues su trabajo data de 1971, es Jacobsen124. Su

tesis recuerda algunas ideas de Benveniste y del mismo Austin, pero su conclusión es más agresiva en tanto que considera que si la verdad  del enunciadoes relativa a la persona que la enuncia, y a la totalidad de su situación, entonces “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto sony de las que no son en cuanto no son, lo que lo coloca en la compañía deProtágoras”; claro está que no es mala compañía, pero si uno no se da cuentade ello como le sucedió a Austin, entonces tampoco se puede disfrutar de losplaceres dudosos del relativismo125.

Su tesis es muy simple aunque el autor piensa que su criterio distintivono lo vio Austin ni tampoco los que han escrito sobre el asunto, después deAustin.

Este criterio es el de la transferencia interpersonal  que vale para los constativos, pero no para los performativos, puesto que afirmaciones como  “el gato está sobre la alfombra” se  pueden transfe rir de una persona a otra 

sin hacer un acuerdo previo sobre la transferencia;  soy tan libre de usar la afirmación “el gato está sobre la alfombra”, como usted o cualquiera otro; al contrario, no es posible usar con la misma libertad, un acto que usted ha rea-lizado mediante un enunciado Performativo, a no ser que hayamos  pactado  un acuerdo mediante el cual usted me da la autoridad de actuar a partir de su comportamiento y yo, por medio de un enunciado Performativo, acepto su pacto. En realidad, y en esto estamos completamente de acuerdo, un acto  siempre lo realiza alguien,  una persona o un grupo de personas (una corpora-

ción de personas, por ejemplo) que actúa como una persona jurídica.

El autor, sin embargo, antes de concluir, se plantea dos preguntas polé-micas de su propia posición: ¿existen enunciados constativos no transferí bles? y ¿existen enunciados p erform ativos transferibles?

124 JACOBSE N, Klaus H. , “ How to ma ke the d is tinct ion betw een constative and per-format ive u t terances”, en The Philosophical Quarterly, vol . 21, n. 85 october 1971,pp. 357-60.

125  Ib íd ., p. 360.

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La respuesta a la primera pregunta tiene una doble faz.

La primera dice que s í y no porque “del hecho de que un acto perte-nece a alguien, a una persona se sigue que un enunciado Performativo, como  acto específico pertenece a la persona que lo profiere, y si un constativo no  pertenece a alguien..., entonces los performativos no son transferibles pero 

los constativos s í” 126; claro está que am bos enunciados vistos como actos lingüísticos son actos, pero también está claro que por el hecho de enunciar un constativo yo no realizo un acto por lo que digo sino que simplemente realizo el acto de decir121, lo que parece trivial.

El reverso dice que no. Aparentemente parece que sí porque un enun-ciado como “yo soy danés” pretende describir algo (es constativo) pero no parece transferible como lo es “el gato está sobre la alfombra”; esta situa-

ción, sin embargo, se presenta en todos los casos de constativos en que el sujeto es la primera persona del singular del presente; sin embargo estos enunciados son transferibles porque cualquier nombre personal al que se refiere “yo” puede remplazarse por yo y en este caso se vuelven transferi-bles, así, por ejemplo, si “yo” se refiere a Hjelmslev, entonces “Hjelmslev es danés” es una afirmación equivalente a “yo soy danés” cuando la usa  Hjelmslev.

Esto no sucede con los performativos, porque si en “yo te prometo  arreglarte la estufa mañana”, remplazo “yo” por la persona a la que “yo” se refiere nos dará un Performativo no transferible o un constativo no equiva-lente al Performativo inicial: “Hjelmslev promete arreglarte la estufa ma-ñana” puede expresar una promesa cuando la usa Hjelmslev, pero solo des-cribe una promesa cuando la pronuncia otra persona diferente, salvo que esta haya sido autorizada por la primera a actuar a partir de su comportamiento.

Pasemos a la segunda pregunta, ¿existen performativos transferibles? La respuesta es de nuevo no; tenemos el Performativo “yo le advierto que el  toro es peligroso”; aquí el “yo” puede representar potencialmente a cual-quier persona que en circunstancias dadas esté habilitada para hacer adver-tencias, pero en el preciso momento de su enunciación se vuelve un acto rea-lizado por una persona específica; el acto está ligado a la persona y la respon-sabilidad del acto le compete a ella.

Independientemente del mérito que pueda tener el criterio de transfe-rencia interpersonal para distinguir a los constativos de los performativos,  me parece que el criterio no es lo suficientemente refinado ni permite esta-blecer la tajante distinción entre constativo y Performativo, porque, para

126  Ib id ., p. 359.

127  Ib íd ., p. 359.

102

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c o m e n z a r , existen  por lo menos  algunos performativos que en algunas  circunstancias son transferibles sin acuerdo previo y explícito; así, por ejemplo,nos dice el mismo Austin: “si alguien me ha prometido hacer  A , entoncesestoy autorizado   a confiar y yo mismo puedo hacer promesas apoyándomeen ello” 128; el acuerd o es tácito pero no en el sentido de un convenio in te rpersonal, sino en virtud de las reglas lingüísticas que rigen la realización de

tales actos; pero igual transferencia vale para la afirmación enfática   “yo séque el todo no siempre es mayor que la parte”: cuando alguien me dice “yosé” (tal cual) estoy autorizado a decir yo sé también de segunda mano. Elderecho a decir “yo sé” es transmisible, de la manera en que otro tipo deautoridad es transmisible, de ahí que, si lo digo a la ligera, puedo ser respon-

sable de meterte a ti  en problemas; cuando digo “yo sé”, (que s es p ),  le doya los demás mi palabra; le doy a los demás mi autoridad para decir que “s es

 p ”129. Esta reflexión indica, por lo menos en estos casos, que el criterio de

la transferencia no permite establecer dos clases de disyuntas de enunciadosconstativos y performativos.

Pero volvamos a la idea primitiva de Jacobsen. Supongamos que el núcleo de su tesis es que los performativos son actos personales, situados espa-ciotemporalmente e intransferibles en el sentido de que yo realizo mis actosy respondo por ellos, y usted realiza los suyos y responde por ellos; si esto es

así no tengo objeción a la tesis, pero no veo en que sentido esta tesis puedeservir para decir que los constativos no son actos; porque cuando hoy, 5 defebrero de 1985, en la Cava, yo afirmo que el poeta Jairo Urrea es malo,estoy realizando un acto personal, único e intransferible, lo que de nuevo nonos lleva muy lejos.

Es un poco extraño que mientras que Jacobsen trivializa el aspecto vivode las afirmaciones, en tanto que para él son solo actos lingüísticos de decir, 

cuando trata de los performativos banaliza, o ignora su aspecto constativo.Pero la táctica de Austin es diferente, porque después de haber escindido alos enunciados en constativos y performativos, comienza a introducir la cizaña —aunque no por su culpa sino por culpa de la realidad lingüística—, dela constatividad a los performativos, y la anticizaña de la performatividad alos constativos, hasta llegar a la conclusión de que los aspectos constativosy performativos están imbricados en todos los enunciados y solo son separables como abstracciones de un acto total llamado ilocucionario; este acto

tiene una relación con los hechos  (la dimensión constativa) y una con la ac-ción (la dimensión performativa)130.

128 Otras mentes, p. 105.

129  Ib id ., p. 105.

130 Palabras y acciones, Conferencia XI, pp. 192-3.

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Donde parece atinar Jacobsen, pero sin tener mucha claridad, es en ladistinción entre dos aspectos del significado: el aspecto representativo (elque tiene que ver con el sentido y la referencia) y el aspecto ilocucionario;creo que se puede afirmar que el aspecto representativo es transferible intersubjetivamente, mientras que el aspecto ilocucionario es intransferible, porlo m enos en el segundo sentido que le dimo s a la transferencia.

En últimas, todos los enunciados tienen su papel Performativo, las afirmaciones tanto como las promesas, y por lo mismo no vale salvar una diferencia que realmente no existe.

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ACTOS ILOCUCIONARIOS Y FUERZAS ILOCUCIONARIAS

VII

Por todo lo dicho en los capítulos anteriores, Austin concluyó que todos los decires son haceres, y que cuando hablamos hacemos  por lo menostres clases de cosas:

1. Em itim os algunas palabras de un vocabulario en dete rm inada ctrucción gramatical y con determinado significado —es decir, sentido y referencia definidos— Este acto de decir algo  es el acto locucionario131. Estea su vez se com po ne de tres si lbados:

1.1 La emisión de algunos ruidos (acto fonético).  No se requiere, sugiere Forguson132, que sean  fonem as,  pero si la emisión de sonidos pre ten de seralgo más que acto fonético, deben serlo.

1.2 El acto fático   que incluye, además de la emisión de sonidos, la emisión de palabras de algún vocabulario, organizados en una determinada construcción gramatical y en tanto que pertenecen a una determinada gramática,con cierta entonación, etc. La doble exigencia del acto fático excluye construcciones como “Los inidosos tr ingles fragaron”, “gato concienzudamenteel entonces” y “las ideas incoloras corren detrás del ladrón”. Obsérvese que

la primera expresión es gramatical en español pero su vocabulario no existeaún o dejó de existir; la segunda es agramatical aunque el vocabulario es español; la tercera es gramatical, su vocabulario es español, pero carece de sen-

tido.  Esta últ ima observación es importante porque Austin insiste en que la

131 Para lo relativo al acto locu cion ario con súltese Palabras y acciones, Co nferencia VIIal final y prim era p arte de la VIII.

132 FORG USO N, L. W. ,  L o cu ti o n a ry and Illo cu tio nary A cts . En Berlín I. and others. Essays on J. L . A ustin . Oxford Clarendon Press, 1973, pp. 161-85.

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deficiencia típica del fema, que es la expresión del acto fótico, es la de carecer  de sentido,  pero (sic) es una unidad de lenguaje (language), no de habla133.

1.3  E l acto rético   consiste en usar   tal fema con un sentido y una rrencia más o menos definidos. Sentido y referencia equivalen a significado.El sentido y la referencia (naming y referring)  son actos accesorios del actorético.  El rema  que es la expresión del acto rético, es una unidad de habla(speech)  y su deficiencia típica es ser vago, vacuo, oscuro, etcétera.

Vale agregar que un mismo fema   se puede usar en distintas ocasionescon un sentido y una referencia distintos, y en estos casos son remas diferen-

tes  con el mismo sentido y referencia; serán remas equivalentes pero no el

mis mo re m a134.

Según Austin el fema se registra en estilo directo (oratio recta)  y elrema en estilo indirecto (oratio obliqua):

él dijo “allí estaré” (fema)él dijo que   allí estaría (rema). Sin embargo, no siempre se puede usar“dijo que ” con comodidad: si se ha usado el imperativo   diremos mejor

“in d ic ó ”,  “aconsejó ” o frases equivalentes. Incluso, agrega Austin,“compárese” “di jo que” con “pre se ntó d isc ulpas”, “dio las gracias”, etc.135.

Además, cuando en discurso indirecto el sentido o la referencia no hansido entendidos con claridad, toda la expresión o parte de ella debe ir entrecomillas, así podría decir “x   dijo que fue ra a ver al ‘m in is tro ’ pe ro no dijo aqué ministro”, o “dije que x se estaba comportando mal y él me contestó

que ‘mientras más alto se sube menos se es’ ”.

Para distinguir más aún y mejor entre el fema y el rema, echaremosmano de las preciosas consideraciones de Forguson, en su ensayo  Locutio nary and illocutionary acts.  Para que se pueda pasar de un acto fonético auno fático se requiere apelar a convenciones gramaticales y léxicas del lenguaje, convenciones L,  y a l a s intenciones   del locutor de conformarse en un grado mínimo   con esas convenciones al emitir los sonidos que emite. En este

caso el fema resultante es una unidad del lenguaje con sentido.   ¿Pero quédiferencia existe en tre el sentid o del fema y el sentido del rema? Para responder a la pregunta Forguson introduce la pareja determinabledeterminado.   El

133 Palabras y acciones, p. 142.

134 Así, por ejemplo, pod em os tene r los dos femas diferentes: “ ven, pue s” y “ ven, quer ido am igo” a los cuales se les at r ibuy e casi el m ismo sent ido “ rét ic o” que "m e dijoque viniera”.

135 Palabras y acciones, pp. 140-1.

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fema es el sentido determinable, cada fema tiene un horizonte de acto rético   pote ncia l restringido por las convenciones lingüísticas que lo rigen. Para queun fema se convierta en rema es preciso que el sentido se determine mediante las intenciones del locutor en cuanto al sentido y a la referencia. Tomemos

la frase:

 El lo encontró en el banco(adaptación de una mejor en inglés:  He m et her at the bank, que trae For-guson).

La frase es española y está construida de acuerdo con todas las restricciones fonológicas, gramaticales y semánticas, pero su sentido y referencia

no son determinados, solo son determinables; el fema será pues la disyunción  de las lecturas determinadas posibles que permite la frase. Solo cuando ellocutor determine el sentido de encontró y banco y las referencias de el, lo, el banco, obtendremos el rema. En este caso el acto rético suprime la ambigüedad del significado del fema. Habrá casos, por supuesto, en que el femapuede determinar el acto rético potencial, dadas las características del fema,cuando el número de lecturas es uno; en principio esto parece posible siempre, pero en la realidad lingüística no parece la regla.

En este momento creo prudente abrir un paréntesis útil para mí y mislectores —y paradójicamente quizás más útil para mí que para mis lectores,pero esto debe entende rse com o provo cación para ambos— Me refiero alproblema del sentido y de la referencia (o denotación) al estilo de Frege quees el estilo que naturalmente evocan estos conceptos. Una razón más, fuerade la evocación, radica en el hecho de que Austin leyó y tradujo una de lasobras fundamentales de Frege,  L os prin cipios de la aritmética. No obstante,

L. Jonathan Cohén duda de que Austin pueda tener una idea clara sobre loque es el significado, porque aunque Frege pensó su distinción entre sentidoy referencia como extensible a las afirmaciones, la teoría de Frege tiene tresdesventajas mayore s para los prop ósitos de Austin.

Para comenzar, según Frege, cuando después de expresiones como‘mandar”, “preguntar”, etc., sigue una cláusula subordinada con “que”, la

referencia de la cláusula es una orden, una solicitud, etc.; esto quiere decir,

en términos austinianos, que cuando se explícita la fuerza ilocucionaria “retírate” en “le ordeno que se retire”, esta fuerza deja de existir y desapareceen la referencia, lo que contradice la posición austiniana. Además, con relación a las afirmaciones, Frege sostuvo que “tengo 40 años” debería tener unsentido y una referencia distinta de “afirmo que tengo 40 años”; esto debel a con duc ir a Austin a sostener la posición paradójica de que la fuerza ilocucionaria de una afirmación no se puede explicitar sin cambiar su signifi-cado. Por último, si Austin usa la palabra “significado” como equivalente a

sentido y referencia” fregeanos, entonces en términos austinianos, no se po

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dría conocer el significado de una afirmación a no ser que se conozcan sus 

valores de verdad, puesto que Frege considera que la referencia normal (odirecta) de una afirmación son sus valores de verdad, lo que no concuerdacon la pretensión de Austin de que la emisión de vocablos con sentido y referencia más o menos definidos normalmente se reporta en estilo indirecto;y un reporte en estilo indirecto no nos compromete con la verdad o falsedad de la a firmación repor t ada1 .

Estas tres objeciones pueden ser legítimas desde una línea de pensamiento fregeana ortodoxa, pero, como veremos más adelante, desde unaperspectiva menos ortodoxa se puede obviar.

Ahora bien, la teoría del sentido y de la referencia de Frege no se puede tomar en términos literales, porque, como más de un comentarista lo haseñalado, conduce a más de una dificultad137. Me limitaré a presentar la propuesta de Ladriére —que a su vez toma consideraciones de Gochet y Rivetti-Barbó— en las cuales se analizan algunas objeciones y se abren alternativasde solución138.

Es sabido que la distinción fregeana entre sentido y referencia fue dise

ñada inicialmente para tratar expresiones nominales, es decir, expresionesque pueden uti l izarse para designar un objeto de manera determinada (nombres propios, nombres abstractos precedidos del artículo definido —la veracidad—, expresiones descriptivas precedidas de un artículo definido o de undemostrativo. —El autor del Quijote o este lápiz amarillo—, o para designarlode manera indeterminada, indicando solo a qué clase de objetos pertenece,co m o sucede en las expresiones cuantificadas, generales o particulares.

 In icia lm ente las expresiones nominales tienen una función referencialen el lenguaje; la referencia es la relación que existe entre un término y unaentidad real o ideal, a la cual remite el término y del que está encargado deser su representante en el discurso; la entidad a la cual representa se llamá sureferente; pero la relación de referencia no basta para explicar el significadode una expresión nominal como puede verse examinando el célebre ejemplode Russell “ Sir Walter Sc ot t es el au to r de Waverley” ; en este enunciado encontramos dos expresiones nominales, un nombre propio y una expresióndescriptiva; la frase afirma la identidad de los objetos representados por estas

136 COH EN, L. Jon atha n, “ Do i llocut ionary forces exists, en The philosophical Quar terby , voll 14, 1964, pp. 118-37, retomado en Sympos ium on J . L . Aus t in , editedby Fann, pp. 420-44.

137 Al respe cto rem ito al lecto r a los trabajos  Le Problè m e de la R éfé rence de LeonardLinsky, editions du Seuil , Paris, 1974, pp. 45-54,  y Logiq ue, Langage e t A rg u m en -tation de Michel Meyer, Hachette Université, 1982, pp. 16-21.

138 LA D RIER E, Jean , “ Langage Scient if ique et Langage Spé culat if I” , en  R eveu P hilo-

sophique de Louvain, février 1971, pp. 92-132.

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dos expresiones, es decir, del mismo referente, pero eso no quiere decir quelas expresiones signifiquen lo mismo; si así fuera la expresión sería analítica,tautológica, pero es conocido que la identidad del autor de Waverley permaneció desconocida durante mucho tiempo, lo que hace que esta frase seainformativa. Este fenómeno llevó a Frege a disociar dentro del significado de

una expresión nominal, lo que ella designa, su referente, de la propiedad—ev en tual me nte c om ple ja— me diante la cual se presenta o se piensa el referente; esta forma de presentación del referente es el sentido.

Frege llegó a este desdoblamiento de la significación entre sentido y referencia tratando de resolver el problema de la identidad: ¿es la identidaduna relación  entre objetos  o entre signos  de objetos? Si aceptamos la primera

solución entonces el enunciado a  —b  significaría lo mismo que a = a,  si a = b es verdadero; porque si a = b  es verdadero,  y a y b  son dos nom bres para elmismo objeto, a = b  no puede decir más que a = a; ahora bien, esta solucióntiene que ser falsa porque mientras que a = b  es un enunciado informativo,a = a  no inform a nada; así, mien tras que “ la estrella de la m aña na es la estrella de la mañana” es una simple tautología, el enunciado “la estrella de lamañana es la estrella de la tarde” fue un descubrimiento astronómico importante.

Por otra parte, tampoco se puede aceptar la solución según la cual laidentidad es una relación entre nombres o signos de objetos, pues según estola expresión a b  solo diría que los nombres a y b  son nom bres de la mismacosa; y este análisis también es falso porque, por una parte, cuando afirmoque “Venus es la estrel la de la mañana” comunico una información sobreastronomía y no sobre el empleo de signos; por otra parte, el hecho de quea y b  sean signos para el mismo objeto resulta de un acuerdo arbitrario sobre

el empleo de estos signos.

Para resolver esta perplejidad Frege introduce el desdoblamiento entresentido y referencia, porque él permite resolver el enigma inicial ya que a = b puede ser verdadera, y diferente en contenido informativo de a = a,  ya quedos signos pueden tener la misma referencia y sentidos diferentes: “Venuses la estrella de la mañana” es verdadera porque los dos nombres tienen lamisma referencia —Venus—, pero “Venus es la estrella de la mañana” es dife

rente de “Venus es Venus”, porque “Venus” y “la estrel la de la mañana”tienen se ntidos diferentes.

La distinción, puede verse, da buenos dividendos para el estudio de expresiones nominales, y para resolver el pro ble m a de la iden tidad ; pe ro Fregese entus iasm ó c on ella y la extrap oló a los predic ados y a los enunciados.

Los predicados son términos que expresan  propiedades   o relaciones y  

se pueden afirmar o negar, dentro de la frase, de un sujeto o de varios. En

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lo que se refiere al sentido   de los predicados, la extrapolación no planteadificultad: el sentido de un predicado es su contenido significativo, es decir“la modalidad según la cual permite presentar el objeto u objetos de los cuales puede ser afirmado o negado”; desde este punto de vista no hay diferencia esencial entre el sentido de las expresiones nominales y el de las expresiones predicativas. Pero con la referencia   el paso ya no es natural; se puedesostener que un predicado denota la clase de objetos   a los cuales se puedeaplicar, pero esto conduce a una dificultad ya que la relación de referenciapara expresiones nominales denota entes individuales; para salir del paso sepodría pensar en tratar a la clase  como una entidad, que puede ser nombradapor un predicado, como un individuo puede ser nombrado por un nombrepropio; esto, no obstante, es inaceptable porque existen razones ontológicaspara considerar a una clase como una entidad diferente de sus consti tuyentes. Ahora bien, si queremos obviar esta última dificultad deberíamos aceptarque un predicado denota de manera dist inta como denota un nombre, lo quenos llevaría a la solución poco económica de distinguir entre dos conceptos diferentes de denotación.

La solución que propone Ladriére —a partir de las indicaciones deGochet y Rivetti Barbó— resuelve el impasse;  es preciso, partiendo de suge

rencias de Wittgenstein y del mismo Frege, decir que los  predic ados no tienen denotación en estado aislado;  y si esto es así ya no es necesario recurrir a unconcepto especial de denotación para predicados; los predicados reciben unade no tació n en el con tex to de la frase y solo las frases asocian una denotacióna los predicados que en ella figuran.

Vale observar, agrega Ladriére, que es preciso definir bien cómo funciona el principio del contexto de frase; éste no se puede entender en la versión

radical sugerida por Wittgenstein de que el sentido de una palabra estaríacompletamente determinado por la  función   que esta palabra ejerce en unafrase o en algún nú m ero de frases per tenec ien tes a una clase dad a; si estofuera así, una palabra no tendría ninguna significación en estado aislado yno podrían ser reutilizadas en nuevos contextos lingüísticos; ahora bien, estocontradice la experiencia de la creatividad lingüística que muestra que perpetuamente podemos engendrar nuevos contextos l ingüíst icos de frase con losmismos materiales léxicos. Esta dificultad se resuelve recurriendo a la distin

ción consabida entre sentido y denotación: un predicado puede tener un sen-

tido   en estado aislado pero solo puede tener denotación  en el contexto de lafrase; cuando se emplea un predicado en una frase nueva, se le toma en el sentido que ya tiene   por sí, pero se le da una nueva denotación:  esta nuevadenotación es simplemente la del sujeto de la frase (o del conjunto de los su

 jetos de la frase cuanto se tra ta de una re lación). En efecto, puesto que cuando se enuncia una frase, se afirma que el predicado conviene o no al objetodesignado por el sujeto (o sujetos) de la frase, al mismo tiempo el sujeto con

fiere denotación al predicado refiriéndolo a los objetos que denota el sujeto.

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Ladriére aclara este punto mediante el análisis formal, que aunque puede parecer reduccionista no deja dudas al respecto. Se puede considerar queuna frase elemental puede considerarse como el resultado de la aplicación de una función proposicional a constantes o de la cuantificación de las varia-

bles que figuran en una función proposicional. Una función proposiconal esuna expresión formada con un  predicado y variables indiv iduales; si el predicado expresa una propiedad, estará acompañado de una sola variable, siexpresa una relación de n términos, estará acompañado de n variables; sea,por ejemplo, el predicado “ser visible” (a); con él podemos formar la función proposicional ax que puede traducirse como “la propiedad, para unobjeto cualquiera, de ser visible” ; igualmente, si tene mos la relación  R , deber a; podemos con ella formar la función proposicional  R x y z que puede

leerse “relación que existe entre objetos cualesquiera  x, y y z, cuando x debey a z ” .

A partir de una función proposicional se puede formar una frase quepuede ser verdadera o falsa ya sea remplazando las variables por constantes  que juegan el papel de expresiones nominales (por ejemplo si  x {  es la constante que designa el Monte blanco, podemos formar la frase a x x que significa el Monte blanco es visible); la otra forma consiste en ligar las variables

mediante cuantificadores —universal o part icular, por ejemplo, podemoscon stru ir la frase .Ex (ax) que significa “ algunos objetos son visibles” .

Las variables que figuran en una función proposicional indican que elpredicado contenido en la función aún no t iene denotación pero que podríarecibir una cuando, en una frase, se remplacen estas variables por designaciones efectivas —ya sea por sustitución, ya sea por cuantificación.

Cuando se procede por sustitución, los términos sustituidos por las variables son expresiones nominales que tienen denotaciones, es decir, sus referentes; por su intermedio el predicado adquiere denotación que es el con

 junto de estos referentes; cuando es una descripción definida se trata de unreferente único.

Cuando se llega a la frase por cuantificación, las variables de la funciónse vuelven ligadas a un campo de variación que es conjunto de entidades que

la variable designa de manera indeterminada; en la cuantificación universal,la frase afirma que la propiedad expresada por el predicado vale para todoslos objetos que hacen parte del campo de variación de la variable; en el casode la particular, la frase afirma que la propiedad expresada por el predicadovale para al menos uno de los objetos que hacen parte del campo de variación de la variable; y, por último, para no ilustrar y transcribir a saciedad,la frase que cuantifica universalmente para n argumentos, afirma que la relación vale para todos los n-uplos de objetos que forman el campo de variación

del conjunto de las n variables.

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Como puede observarse, en todos estos casos, el contexto de la frase dapor denotación al predicado la denotación de la (las) variable(s) ligada(s).Esta denotación es el conjunto de los objetos a los cuales se refiere(n) la(s)variable(s), es decir su campo de variación para las propiedades o el productode los campos de variación de las diversas variables para las relaciones.

En cuanto a la denotación y connotación de las frases, las dificultadescreadas por Frege fueron mayores, porque él consideró que una frase teníapor denotación un pensamiento (proposición); el pensamiento o proposiciónes un objeto abstracto que no es un contenido mental subjetivo ni tampocouna entidad lingüística, sino más bien el contenido objetivo expresado en ellenguaje que trasciende la subjetividad y los lenguajes particulares. El pro

blema de este ente platónico es el de que despierta la sospecha de aquellosfilósofos que desean afeitar la barba de Platón con la navaja de Occam, yaque no se líe b en mu ltiplicar los entes sin necesidad, y este  pensam iento esinnecesario, ya que es posible explicar el sentido de la frase de otra manera,com o veremos más adelante.

La denotación de las frases, que para Frege, la constituyen sus valoresde verdad —que solo pueden ser lo verdadero o lo falso— conduce igualmen

te a curiosas dificultades, porque según esto, casi se podría afirmar que todaslas frases verdaderas tienen la misma d eno tació n (su valor “ ve rda de ro” ) ytodas las frases falsas también tienen la misma (a saber, su valor falso). Yesta idea se vuelve plausible debido a que Frege considera a la frase como unnom bre com plejo; ahora bien, él admite, igualmente, que en un no mb re com plejo que contiene nombres como partes consti tuyentes, cuando se remplazauno de estos nom bres por otro que t iene la misma deno tación, la denotacióndel nombre complejo no cambia aunque sí cambia el sentido; ahora bien,

esto nos permite afirmar que dos frases que no t ienen ningún parentesco designificación pueden tener la misma denotación, como puede verse en esteejemplo que nos da Ladriére: sea la frase “Julio César es el autor de célebrescom entarios m ili tares” ; si remplazam os “ el autor de célebres com entarios mil i tares” por “el hombre que escribió dos obras de comentarios mili tares”,que tiene la misma denotación que la primera, obtendremos “Julio César esel hombre que escribió dos obras de comentarios militares”; prosiguiendo,formemos la frase “el número tal que Julio César es precisamente el hombre

que escribió este número de obras de comentarios militares es dos”; estafrase es una traducción un poco barroca de la anterior y tiene la misma denotación. Si se remplaza el sujeto de esta frase por una expresión que denotatambién el número dos por ejemplo “el número de raíces de la ecuación desegundo grado”, obtenemos “el número de raíces de la ecuación de segundogrado es dos”, que debe tener la misma denotación que la precedente; estonos lleva a pensar que la frase “Julio César es el autor de célebres comentarios militares” y “el número de raíces de la ecuación de segundo grado es

dos ” ¡t ienen la misma denotación!

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Ladriére, siguiendo de nuevo a Rivetti-Barbó, propone una solución aes t a segunda dificultad, desarrollando una teoría de la denotación de las frases que se sobrepone estrechamente a la teoría de la denotación de los predicados: la deno tac ión de una frase no es su valor de verdad sino la(s) cosa(s) queq u e habla la frase; ahora bien, es el sujeto de la frase el que indica de quecosas habla la frase. Por consiguiente, si el sujeto de la frase es un nombrep r o p i o , la denotación de la frase será el referente de este nombre; si el sujetoes un nombre abstracto, la denotación de la frase es el objeto abstracto denotado por el nombre; si es una expresión descriptiva o cuantificada, la denotac ión de la frase es el campo de variación de la variable, etc.

El p roble ma de la con no tac ión de la frase lo resuelve Ladriére, de mane ra

original, recurriendo a los desarrollos de la semántica de Fodor-Katz. El problema de esta semántica es el de toda la gramática generativo-transformacio-nál: explicar la productividad del lenguaje, es decir la capacidad de formarfrases nuevas, in definida me nte, y de co m pre nd er frases jamás escuchadasantes. El programa de investigación propone una solución a partir de reglascombinatorias (generativas y transformacionales) que permiten explicarcómo se puede engendrar el sentido de una expresión compleja a partir delos sentidos de las expresiones constituyentes. Estas unidades elementales

son los símbolos terminales de los indicadores sintagmáticos subyacentes139y Katz los llama morfemas.

Para engendrar el sentido de la frase debemos partir de un diccionarioque nos dará la descripción semántica de los morfemas, y de reglas de pro-

 yección que harán los amalgamas entre los morfemas. El diccionario deberácontener todas las informaciones necesarias para que operen las reglas de proyección; él deberá dar para cada unidad su representación fonológica, su ca

racterización sintáctica y en seguida su caracterización sem ántica. Esta últimacontendrá una serie de indicadores semánticos y una regla de restricción; losindicadores semánticos representan elementos conceptuales que hacen partede la connotación del morfema en cuestión y postulados no como existentessino como constructos teóricos que tienen consecuencias explicativas, porejemplo “objeto físico”, “artefacto”, etc.; la regla de selección formula condiciones necesarias y suficientes para que una lectura determinada del diccionario pueda combinarse con otra, por ejemplo, “no se puede decir sino de

objetos inan im ad os” ; la regla de selección no hace sino especificar la(s) pre-suposición(ones) léxica(s) del morfema. Las reglas de proyección permitencaracterizar la significación de grupos de unidades lingüísticas a partir de lassignificaciones de las unidades; ellas deben hacer posible una reconstituciónprogresiva del sentido de una frase compleja o partir de los sentidos asociados a los morfemas gracias al diccionario; estas reglas de proyección funcionan como operaciones de amalgama; el sentido de la frase resultará de una

139 En el sen t ido chom skiano.

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especie de mezcla entre los sentidos de las unidades subyacentes, posibilitadapor las reglas de selección.

Si este mecanismo de generación del sentido de la frase es correcto yfactible, como parece, ya no será necesario presuponer un sentido global bajola forma de una proposición en el sentido fregeano de la palabra.

2.  A c to ilocucionaria : de manera un poco impresionista y poco clAustin nos dice que es lo que hacemos al decir algo (in saying), o esta otramás impresionista de Strawson: “es lo que hacemos al decir  lo que decimos”. Tomemos un ejemplo: la expresión “el toro va a atacar” podemos tenerlaclara en cuanto a lo que estamos diciendo en todos los sentidos locuciona-

rios vistos, sin que tuviéramos claro en absoluto si al emitir la expresión estam os advirtiendo, informando, aconsejando, amenazando o lo que fuere. Explicitar como deben ser tomadas las palabras es explicitar su fuerza y determinar qué clase de acción —advertencia, información, consejo, amenaza,etc.— se realizó mediante su emisión. Lo que se sugiere con esta ilustraciónes que lo ilocucionario desborda el campo de lo Performativo explícito,—co m o ya fue dicho—, porq ue pue do orde nar o solicitar sin decir “ or de no ”o “solici to”, como lo resume en otra fórmula impresionista Deleuze: “Hay

relaciones intrínsecas entre la palabra y ciertas acciones que se cumplen di ciéndolas (el p er fo m ati vo : juro diciendo ‘lo ju ro ’) y más generalmente entrela palabra y ciertas acciones que se cumplen hablando (el ilocucionario: interrogo diciendo ¿qué es...?, ordeno empleando el imperativo, etc.)”140.

Tenemos sugerencias e ilustraciones pero no definiciones. El mejor intento por definir un acto i locucionario es el que propone Ducrot en  Dire et  ne pas d ire141. Los pasos de la definición son los siguientes:

a. Llamarem os acción a toda actividad de un sujeto cuando se la caracteriza según las modificaciones que produce o quiere producir en el mundo(incluido el sujeto actuante en su mundo físico o social);

b. La llamaremos acción jurídica cuando la actividad se caracteriza poruna modificación de las relaciones legales existentes entre los individuos participantes, por ejemplo, cuando se la describe como meritoria, criminal,

com o acto de autoridad, re cono cimien to de obligación, etc.;

c.  E l acto jurídico: es un caso particular de acción jurídica, a saber,cuando la transformación de las relaciones legales se produce como efecto

140 DE LE UZ E, G. - GU AT TA RI, F. Mille  p la teaux , ed. du Minuit , 1980, cap. IV; haytraducción española de este capí tulo hecha por L. A. Paláu, en Ciencias Humanas, U. N. de Medellín, vol. 2, n. 2, julio de 1982, pp. 3-47.

141 He rma n, París, 197 2, pp. 76-9.

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 prim ario de la actividad y no como consecuencia de un efecto lógica o cronológicamente anterior. Así por ejemplo, calificar una acción de robo, chantaje, abuso de confianza, etc., no es un acto jurídico puesto que la situación

 jurídica de culpabilidad, que define el crimen, debe surgir de otras conse

cuencias de la actividad descrita, tal actividad es punible porque es nocivaa los demás, al orden social, etc. En cambio la sentencia del magistrado esun acto jurídico puesto que ningún efecto se intercala entre su palabra y latransformación del acusado en condenado —la palabra condena—;

d.  El acto ilocucionaria : es un caso particular de acto jurídico, un a juríd ico realizado por la palabra, que es lo que sucede en la sentencia del m agistrado, en la promesa, en una orden, en una pregunta, etc.

La definición de Ducrot tiene más de un mérito. Resalta el hecho deque es una verdadera acción, pues modifica las relaciones jurídicas entre losparticipantes. Resalta el hecho de la convencionalidad de la acción y da lapista para distinguir lo ilocucionario de lo perlocucionario, como veremos unpoco más adelante.

Por el momento, solo agregaremos que, ¡cosa curiosa!, Austin propone

como prueba para distinguir el acto locucionario del ilocucionario, el uso delestilo directo y del estilo indirecto para reportar respectivamente estos actos,por ejemplo:

Locución: El me dijo, “déselo a ella”, queriendo decir con “déselo”,déselo y refiriéndose con “ella” a ella.

Ilocución: Me aconsejó (me ordenó, me rogó, me instó, etc.) que se lo

diera a ella142.

Como veremos más adelante, este test  traerá algunas dificultades.

Digamos, aunque sea al final, que realizar un acto locucionario es eo  ipso (la expresión es de Austin) realizar un acto ilocucionario; también realizar un acto ilocucionario es realizar un acto locucionario, excepto en lasinterjecciones ( ¡carajo, caramba, recorcholis, miércoles!) que no tienen un

sentido descriptivo o referencial, co m o lo sugiere Austin, o expresiones c omo“ ¡abajo Ló pez !” que solo te ndría n un significado referencial, com o lo sugiere Searle.

3.  A c to s perlo cucionario s: son los efectos o consecuencias que los acilocucionarios producen sobre los pensamientos, sentimientos o acciones delauditorio o de quien emite la expresión, o de otras personas: decepcionar,divertir, distraer, impresionar, embarazar, llamar la atención, convencer, etc.

142 Palabras y acciones, Conferencia VIII, pp. 145-6.

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Austin propone, entre otros, el siguiente test, que no considera comple tam ente satisfactorio, para distinguir acto ilocucionario de perlocucion ario:

Ilocucionario: "Al decir x estaba haciendo  y ” “hice y ”.Perlocucionario: “ Po rqu e dije x hice y ” o “estaba haciend o y ”.

De todas maneras nuestra intuición nos guía más fácilmente en el estudio de las diferencias. Austin considera que la convencionalidad y la intencionalidad del acto son mejores guías: los actos ilocucionarios son actos conven -

cionales, de convenciones lingüísticas o extralingüísticas —de hecho Austininsistió mucho más en las últimas—, mientras que los perlocucionarios noobedecen a convenciones. Existen convenciones para afirmar, conjeturar,

vender, comprar, bautizar, etc., pero no existen para divertir, persuadir oembarazar. Además, los ilocucionarios son intencionales, cosa que Austinvio bien, pero en lo que insistió poco, mientras que los ilocucionarios no sonintencionales en el sentido de que puedo pretender lograrlo y no lograrlo olograr otro distinto (y hasta opuesto), o también lograrlo sin pretenderlo143.

La excesiva insistencia de Austin en las convenciones extralingüísticasen el estudio de los actos ilocucionarios, condujo a Strawson, a partir de una

discusión un poco bizantina, me parece, a desarrollar una valiosísima y complejísima idea: la de intención en relación con el acto ilocucionario; posteriormente Searle la mejoró y le retribuyó a Austin lo debido144.

La h istor ia c om en zó así: una vez G rice 145 se pr op us o definir las palabras m eaning y mean (significado y quere r decir) y llegó despu és de durotrabajo a lo siguiente:

El locutor  L quiere decir (significa) algo mediante la emisión de e si L t iene la intención ( i l ) de producir, mediante la emisión de e, algunarespuesta r en la audiencia  A.

Y  L tiene la intención i2 de que  A reconozca la intención i l de LY  L t iene la intención i3 de que este reconocimiento de parte de  A de su

intención i l funcione como una razón, o parte de ella, para que  A produzca su respuesta r.

143 Palabras y acciones, Conferencias IX y X.

144 STRAW SON, P. F . , “ Inten t ion and con ven t ion in Speech A cts” , en The Philosophy  o f Language edited by J. R. Searle, Oxford, readings in Philosophy, Oxford, U.P.,1971, pp. 22-38. J. R. Searle.  A c to s de habla, Cátedra, 1980, pp. 51-61.

145  Meaning, en Philosophic al Logic edited by P. F. Strawson, Oxford readings in Phi

losophy, Oxford, U.P., 1967, pp. 39-49.

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Por complicada que parezca no es completa, da lugar a contraejemplosy c o n f u n d e lo ilocucionario con lo perlocucionario. Strawson propone agregar una cuarta intención:

 L t iene la intención i4 que  A debería reconocer su intención i2 , peroteme que se pueda seguir en una serie infinita de intenciones!

Searle nos propone esta versión ligeramente simplificada:

 L emite la oración  R queriendo decir lo que significa (esto es, quiere decir literalmente lo que dice si y solo si:

(a) .L intenta i l que la emisión  E  de  R produzca en  A el reconocimientode que se dan los estados de casos especificados por las reglas de  R  (este es el efecto ilocucionario  E l).

(b).  L intenta i2 que E produzc a el E l por medio del reconocimiento deil

(c ) .L intenta i3 que il se reconozca por medio del conocimiento que  A  

tiene de las reglas que gobiernan la lengua T.

Esta última regla confirma que la realización del acto no es solo asuntode intención sino también de convención146.

146 STRAWSON , P. F., ar t ícu lo citado, prop on e un o en el co nte xto de su formulaciónartículo citado, pp. 28-9:

“S intenta con cier ta acción inducir en  A la creencia que  p ; así satisface la condición ( i l ): él organiza evidencia que parece convincente de que  p, en el lugar en que A debe verla. El hace esto, sabiendo que  A lo está m irando hacerlo, pero sabiendotambién que  A no sabe que S  sabe que  A lo está mirando hacerlo. El se da cuenta deque  A no tomará la evidencia organizada como evidencia genuina o natural de que

 p, pero se da cuenta, y también tiene la intención de que  A tomará la organizaciónde el la como fundamentos para pensar que S intenta inducir en  A la creencia que  p. Es decir, intenta que  A reconozca su intención (il) . Así satisface la condición i2. El sabe que  A t iene fundamentos generales para pensar que S  no desearía hacer que

 A piense que  p a no ser que S supiera que p; y por consiguiente que el reconocimien to de  A de la intención de S de inducir a  A la creencia que  p de hecho parecerá

a  A una razón suficiente para creer que  p; y él intenta que el reconocimiento por  A  de la intención (il) funcionaría de esta manera, lo que sat isface la condición ¡3”.Pero, agrega, este no es un caso de comunicación realizada en el sentido que buscadi lucidar Grice, porque  A tomará esto como el intento de S de que  A sea consciente de algún hecho, pero no lo interpre tará com o el inten to de en el sent ido coloquial, de darle a conocer algo o de decirle algo. Es preciso agregar la condición queS debería intentar que A reconozca su intención de lograr que  A piense  p.

Searle propone el bien conocido ejemplo del soldado norteamericano que para hacerse pasar por alemán le dice a los captores i talianos Kennst du das Land Wo die   Z it ronen blühen?, pero por supuesto que esto no signif ica ich bin ein deutscher  Soldat, op. cit., pp. 52-5.

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Lo cierto del caso es que aunque intuitivamente es fácil distinguir unosactos de otros, formalmente resulta difícil .

E. Benveniste —ana lizando los per form ativos primarios, es decir, losmarc an la transición hacia la segunda teo ría de Austin —, con fun dió los actos

ilocucionarios con los perlocucionarios, per o, es justo decirlo, n o solo por razones teóricas saussurianas como lo pretende Ducrot , sino también por ignorancia invencible de la obra principal de Austin. Precisamente en su famosoensayo dice, refiriéndose al trabajo de Austin en Royaumont:

No hay que dejarse engañar por el hecho de que el imperativo “ ¡ven!” produzcaefectivamente la venida de aquél a quien se dirige. No es el resultado empírico elque cuenta. Un enunciado Performativo no es tal en tanto que puede modif icar

la si tuación de un individuo, sino en cuanto que es  p o r s í m ism o un acto . Elenunciado es el acto; quien lo pronuncia realiza el acto nombrándolo . . . O tra cosasucede con el imp erat ivo. En este caso tenem os un a m odal idad espec íf ica del dis curso; el imperat ivo no es denotat ivo y no pretende comunicar un contenido,sino que se c aracter iza com o pragm ático tratan do de actuar sobre el aud i tor , t ratand o de int im ar le un co m po r tam iento147.

Inf ortu na da m en te, Benveniste co nfu nd e —sin h aberlo sabido—, fuerzailocucionaria con efec to perlocucion ario. La confusión proviene —y parece

natural— del hecho de que la orden (como otros performativos) es un actoilocucionario que pretende producir efectos perlocucionarios, pero queexiste o sigue existiendo aunque el efecto pretendido no se logre: aunque lasórdenes no se cumplan en algunos casos, han cumplido su cometido ilocucionario que es el de tra nsfo rma r directa y lingü ísticam ente las relaciones jurídicas del interlocutor, situándolo en la posición de obedecer o desobedecer148.

Vale observar que las intenciones de que se habla aquí  no son secretas, sino pú bli-

cas, hecho que recalca F. Récanat i .  La Transpare ncia y la enuncia ció n, Hachet te,Buenos A ires, 19 79 (?), p. 154 : “ Las intencion es del hab lante deb en ser públicas ym ostrarse a to da luz pa ra que siendo reconocidas la com unicación se realice.

“ Es im po rtante precisar el carácter  pú b lico de la comunicación humana. Digamosque un hecho es p ú b lico cuando muchas personas t ienen de él un conocim iento m utuo; el conocimiento mutuo de un hecho por parte de muchas personas es el conoci m iento que esas personas t ienen a la vez de ese hecho , del con oc im iento que de élt ienen los otros, del conocimiento que los otros t ienen de su propio conocimiento

de ese hec ho, etc. Decir que las intencion es del ha blan te son púb licas en la co m un icación intencional quiere decir que el oyente las conoce, que el hablante sabe queél las conoce, e tc.” .

147 Problèmes de Linguistique générale, pp. 274-5.

La sugerencia de Ducrot se encuentra en  D e Saussure a la Philosophie du Langage, introducción a la traducción francesa de la obra de Searle,  A c te s de Langage, Hermán, 1972, pp. 17-25. Este trabajo fue traducido por Rubén Sierra M. en  R evis ta  

 Eco.

148 Cfr. cita 104.

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Lo cierto del caso es que, según parece, la relación entre nuestros enunc iados y los actos ilocucionarios es intrínseca, mientras que la relación entreaquéllos y los actos perlocucionarios es extrínseca.

Sé por experiencia, que la filosofía puede derivar gran provecho dele s t u d i o de algunos efectos perlocucionarios (retóricos) como son persuadir,d i suad i r y convencer, pero me queda claro que para la dilucidación de conc e p t o s —y de conc ep tos filosóficos— es útil el es tud io de los actos ilocucionar io s pero más bien poco el de los efectos perlocucionarios.

Siguiendo una indicación de Alston149, se podría decir que dos términos son sinónimos o dos enunciador paráfrasis uno de otro, si se pueden in

tercambiar salva vi illocutionaria, en el enunciado en que aparecen o intercambiar un enunciado por otro. En este caso, parece interesante, desde elpunto de vista del filósofo, saber si decir que “algo es bueno” tiene la mismafuerza que “ algo es rec om end able ” , “ algo es obligato rio”, “ algo tiene consecuencias útiles para el mayor número”, etc. Pero resulta completamente insensato (!) tratar de saber algo acerca del conocimiento cuando digo que elenunciado “sé que el sol saldrá mañana, podría servir para asustar a alguiensi lo pron un cio con una voz de ¡ultratumba!

Dije lo anterior en la modalidad de “según parece”, porque hay otraposibilidad: la de pensar que el significado locucionario, su  fuerza ilocucionaria y su virtud  perlocucionaria, no son independientes como Austin ySearle lo pretenden, sino que nacen los tres de la virtud perlocucionaria o son definibles con relación a ella, como lo pretende, con extrañas y geniales razones L. Apostel150. Pero esto supone que adoptemos una posición praxeo lógica —es decir, leer la teo ría de los actos ilocucionarios en térm inos de una

teoría general de la acción—, y que adoptemos una teoría de las institucionesen términos dinámicos, es decir no solo en términos de reglas constitutivas,sino también en términos “de los procesos que hacen que se impongan, se obedezcan, o se rechacen tales reglas”.

Estas reflexiones nos llevarían a pensar en el poder y en sus estrategias;por el momento prefiero seguir tomando té en los simposios de filósofos,aunque no me disgustan las bebidas fuertes en su bohemia.

Pasemos, sin embargo, a una bebida menos fuerte, alegre ma non tropo. Sucede a pesar de todo, que existen muchos actos ilocucionarios cuyo pro pósito central en la comunicación humana, es el de intentar producir efec

149 Phil osoph y o f Language, Prentice-Hall , 1964, capítulo 2, pp. 32-49.

150 “ Symbole et paro le”, en Cahiers de Sy m bo lism e, n. 22-3, 1973, pp. 5-23. En Comu nication et action, Apostel propone una teoría formal de los performativos a part i rde la teoría de la acción.

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tos perlocucionarios: hacemos preguntas para elicitar respuestas, damos órdenes para que sean obedecidas, argumentamos para persuadir; lo mismo valepara actos como exigir, rogar, mandar, reclamar, suplicar, presionar, pedir,urgir, etc.

Para decirlo en la terminología de Searle, estos actos ilocucionarios tienen por condición esencial el intento por lograr efectos perlocucionarios.

En este sentido pueden considerarse convencionales e intencionales, pero en sentidos más débiles que los estudiad os antes, en t an to que la realización de ese acto ilocucionario intenta producir un efecto perlocucionario, yen tanto, también, que existe una divisa convencional para intentar producir

el efecto —y para q ue se reconozca la intención , p or pa rte del interlo cutor,de intentar producirlo—, pero no son intencionales en el sentido de que elreconocimiento de la intención de intentar producirlo, produzca ipso fado  el efecto.

Pero hay algo más en esta historia. Wittgenstein ha dicho con razón, que“las órdenes a veces no se cumplen. Pero ¿qué sucedería si las órdenes no secum plieran nun ca? El co nc ep to de orden p erde ría su razón de ser” 151.

En efecto, si nunca lográramos el efecto perlocucionario que buscamoslograr con nuestro acto ilocucionario, no tendría sentido realizar el intentoy tales acciones lingüísticas perderían su razón de ser: ¿qué sentido tendríaargumentar, preguntar o pedir, si nunca se lograra el propósito perlocucionario?

En este sentido se podría hablar de una convención que rige la pro du c

ción de efectos perlocucionarios cuando su producción es el intento esencialde un acto ilocucionario; esta convención es análoga a la de credibilidad, entanto que siempre se espera que lo comunicado sea creído por el interlocutor,aunque en circunstancias especiales no lo sea.

La analogía podría expresarse de la siguiente manera: así como la convención de credibilidad es constitutiva, en sentido searleano, para el lenguajeen general, pero solo regulativa para actos lingüísticos particulares; así tam

bién la nueva convención propuesta vale para el lenguaje en general de manera colectiva (pues de otra manera pe rdería n su razón de ser muc hos juegoslingüísticos), per o solo es regulativa en partic ular (es decir distributivamente) en tanto que la producción del efecto perlocucionario puede darse o nodarse1S2.

151  Investigacio nes fi lo sóficas, p. 345.

152 Quizás esta reflexión resuelve en pa rte las dificultades qu e plan tea Steven Davis en“ Per locut ions” publicado en Speech act theory and pragmatics, edited by J.R . Searle,

F. Kiefer and Manfred Bierwisch, Reidel Publishing Company, 1980, pp. 37-55.

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EL DEBATE SOBRE LA EXISTENCIA DE LASFUERZA S ILOCUCIONARIAS

Mientras que Austin creyó que las dificultades de su teoría vendrían dela distinción entre actos ilocucionarios y ac tos perlocucionarios, por lo cualse esmeró tanto en clarificar la diferencia, de hecho, las dificultades de suteoría se presentan sobre la distinción entre actos ilocucionarios e ilocucionarios, que tratan de devorarse uno a otro. Aquí está la crux de la teoría deAustin. ¿Ex isten actos locuc ionario s? ¡No! (Searle, discípulo). ¿Existe nfuerzas ilocucionarias? ¡No! (Cohén, ¿discípu lo?). ¡Sí! (Go chet, su adm irador). ¿Existen actos proposicionales ( ¡Searle!), locucionarios e ilocucionarios? ¡Sí! (Réc ana ti, ¡escuela de Ducrot ! gracias a Forgu son).

El primer problema, el de los actos locucionarios ha sido causado en

parte por el mismo Austin: hay pasajes de su obra en que el acto locuciona-rio se identifica con el sentido descriptivo-referencial, es decir, con lo que losfilósofos llaman proposición, un elemento abstracto —no lingüístico— quees neutro en cuanto a fuerza i locucionaria; pero, por otra parte, en otros pasajes, c uan do Austin rep orta los actos locucio narios en el estilo in directo: “él  me dijo...”, “él me indicó”, “él me aconsejó...” “me preguntó si...”, etc., seve claramente que la fuerza ilocucionaria, así sea genérica, se refleja en elacto locucionario a través de los elementos modales del enunciado. Y esto,

si no es contradictorio, merece por lo menos un arreglo que le dé congruencia a las dos posiciones153.

A partir de acá Searle tratará de mostrar que solo la oposición entrecontenido proposicional y fuerza i locucionaria es aceptable; mientras que laoposición entre actos locucionarios e ilocucionarios, en una primera versiónes interesante pero no es general, en una segunda versión, es general pero no  es interesante.

153 Palabras y acciones, Conferencia VIII y XI.

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Una expresión como “lo haré”, si no es ambigua, puede tener un significad o literal, un sen tido preciso y una referencia determ inad a —en u na ocasión esp ecífica— y sin em bargo tener difere ntes fuerzas, según la ocasión, porejemplo, de promesa, predicción, advertencia, amenaza, etc. Aquí se puede

apreciar la diferencia entre un acto y otro, pero la dificultad de esta diferencia radica en que no es completamente general, en el sentido de demarcar dosclases de actos mutuamente exclusivas, porque en muchos enunciados su significado determina al menos una fuerza ilocucionaria de la emisión delenunciado: es lo que sucede en el caso de las fórmulas performativas explícitas, com o “ po r m edio de la presente m e perm ito presentar renuncia irrevocable de mi cargo como tesorero de la Sociedad Colombiana de Filosofía”.Emitir el enunciado con cierto significado es realizar un acto locucionario y

emitir el enunciado con cierta fuerza es realizar un acto ilocucionario; perocuando el significado determina la fuerza particular, no hay dos actos diferentes, sino dos etiquetas para el mismo acto; sería como distinguir a los solteros de los no-casados.

Podría pensarse —dice Searle— que persiste sin embargo una distinción,porque aún para emisiones de enunciados como “Por la presente.. .” se puede conservar la diferencia en tre el ac to locu cionario realizado y el logro afor

tunado del acto ilocucionario, porque puedo realizar el primero dirigiéndoloa alguien que no me oye, por ejemplo, y no realizar el segundo. En este casopodría conservarse la distinción entre los dos actos como la que se da entreintentar y tener éxito, que es una distinción general pero menos interesante,porqu e también esto pued e suceder con cualquier tipo de ac to154.

En resumen, Searle propone restringir el sentido del acto locucionario

al de contenido proposicional para poder conservar las fuerzas ilocucionariasy darle un se ntido co ng ruen te a la doc trina de A ustin —un a táctica opuestala veremos más adelan te— T am bién Searle m odifica lo que queda de Austinen el acto proposicional, cuando propone hablar de los subactos de referir y

 predicar.

Forguson se sorprende que Searle encuentre difícil establecer la diferencia, porque aún si fuera cierto que hay casos en que el significado determina

completamente la fuerza, no es lo mismo que la fuerza: cada acto se distingue por las condiciones o reglas diferentes que lo constituyen: el acto fáticopor las convenciones  L y las intenciones del locutor de conformarse en mínim o grado a esas conven ciones, el ac to rético p or las intencion es S R (de sentido y referencia) del locu tor d en tro de los lím ites de las conve nciones fá ti cas, y el acto ilocucionario por las intenciones ilocucionarias del locutor, esdecir, por las intenciones de cómo deben tomarse sus palabras.

154 “ Aust in , on Locu t ionary and I llocutionary A cts” , en  Essays on J .L . A u stin , pp.141-59.

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Esto mismo muestra que la distinción es completamente general y quelas dos objeciones de Searle son completamente “retóricas”, porque las condiciones constitutivas de la realización de cualquier acto pueden llamarse lascondiciones de éxito del mismo. Establecer lo que constituye un jaque mate

es establecer las condiciones que satisfechas permiten poner en jaque mate asu oponente. De la misma manera las condiciones constitutivas de un actolocucionario son las condiciones para la realización afortunada de tal acto;hablar de tal emisión es hablar acerca de una emisión con significado; si laemisión llena otras condiciones, constituye la realización de un acto ilocu-cionario y hablar de esta emisión es hablar de una emisión con cierta fuerza:estas condiciones adicionales incluyen la condición que el locutor asegure lacomprensión (uptake) de la fuerza por parte de su audiencia. Ahora bien, si

el hecho de que un enunciado tiene actualmente la fuerza que tiene es con -tingente con relación al éxito del acto locucionario, entonces nunca se puededecir que el significado de un enunciado comunicado determina completamente su fuerza.  A lo más determ in a su fuerza pote ncial. En consecuencia, ladistinción entre tratar de realizar un acto ilocucionario y tener éxito actualmente es idéntica con la distinción entre un enunciado con cierto significadoy un enunciado con cierta fuerza; y si son idénticas la primera no puede serni menos interesante ni menos general que la segunda.

Tampoco se puede aducir, como lo hace Searle, la ambivalencia deAustin en la fó rm ula para rep or tar los actos, el estilo, direc to para re po rtarel acto fáctico en la oposición fático-rético y el estilo^iirecto para reportarel acto rético en la oposición rético (o locucionario)-ilocucionario. Ademásde que aq u í solo se trata de registrar los actos, el asunto proviene de que solodisponemos de dos fórmulas para cuatro términos. Pero el registro en amboscasos tiene una diferencia de foco que normalmente se evidenciará con el

contexto: en términos generales el uso del estilo directo o indirecto dependede nuestro grado de compromiso en cuanto a las indicaciones sobre el sentido y la referencia, y sobre la fuerza.

Vistas las cosas así no hay nada extraño que en el registro del acto locucionario se refleje levemente la fuerza ilocucionaria, porque así como el fematiene un sentido determinable —un horizonte de acto rético potencial—, así mismo el rema tiene un horizonte de acto ilocucionario potencial, que es el

que refleja en su registro.

F. R éc an ati155, con más sutileza, sugiere que se debe resp etar la dis tción searliana entre contenido proposicional y fuerza ilocucionaria; pero,por otra parte, es necesario conservar la distinción locucionario/ilocuciona-rio para poder hacer un estudio adecuado de, por ejemnlo, los actos ilucucio-narios indirectos y de aquellos que nunca pueden ser directos porque no tie

155 “ Q ’est-ce q u ’un acte locu t ionn aire?” , en Communicat ions , No. 3 2,1 9 80 , pp. 190-215.

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nen m arca do r lingüístico. Según Searle la distinción locuciona rio-ilocucionariose reduce a la distinción entre la significación de la frase (sentence meaning) y el sentido comunicado cuando se enuncia en cierto contexto (speaker ’$meaning, Utterance meaning). Esta distinción es criticable en términos austi-

nianos, porque Austin distingue la significación de la frase que es el sentidodeterminable del fema, y el sentido del enunciado que es el sentido determinado del fema en el momento del acto rético; este sentido lo determinan lasintenciones S R del locutor dentro de las restricciones que impone el sentidofático. Searle no hace esta distinción porque identifica el sentido rético conel sentido de la frase.

Existe otra distinción bien conocida entre lo que alguien dice y lo que

quiere de cir ; esta distinc ión es per tine nte en el caso en que lo qu e se dice no es elcontenido verdadero de la comunicación, por ejemplo, en un subentendido,en la ironía, o en la metáfora; esta distinción la desarrolla Grice 156 y la explota en detalle Searle en su  Ind irect Speech A c ts 157.

Ahora bien, se pueden articular las dos distinciones: de la significaciónde la frase se pueden distinguir tanto el sentido del enunciado (lo que diceel lo cu tor), com o el sentido de la enu nc iación (lo que quiere de cir el locutor).

Hay casos en que lo que dice el locutor y lo que quiere decir coinciden ytambién casos en que lo que dice el locutor coincide con la significación de lafrase.

A partir de estas dos distinciones y de su articulación podemos detectarla con fusión searliana: la distinc ión e ntre sentencemea ning y sp ee ke r’s utteran-

ce meaning recubre a veces la distinción del sentido fático y del rético y aveces la del sentido rético y la del sentido implicado o subentendido; lo pri

m ero se da en A u stin on locutionary and illocu tionary; lo segundo en  Indirect  Speech Acts . La confusión es explicable porque hay una semejanza entre lasdos distinciones: lo que quiere decir el locutor puede desbordar lo que dicey lo que dice pue de de sbo rdar lo que significa la frase que enu ncia, pero subsiste una diferencia: el desbordamiento de la significación de la frase por elsentido del enu nciado se hace de ntro de los lím ites determ inad os Dor la significación de la frase como se ve en  A u stin on locutionary.. . , m ientras que en

 Ind irect Speech A c ts el desbordamiento de lo que dice el locutor por lo que

quere decir no está determ inado po r lo que dice.

Ahora bien, continúa Récanati, si nos limitamos a la primera versiónde Searle que identifica la distinción locucionario-ilocucionario con la distinción entre lo que significa literalmente el locutor y lo que quiere decir,distinción que se aplica tanto a la fuerza ilocucionaria como al sentido y a la

156 “ Logique et conv ersat ion” , en Communicat ions , No. 30, 1979, pp. 57-72.

157 En  Expressio n and mea ning, Cambridge University Press, 1979, pp. 30-57.

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r e f e r e n c i a , lo que nos propone Searle es poner en el mismo plano, sentido,r e f e r e n c i a y fuerza, determinables en el fema (sentence meaning) y deter m i n a d o s en el rema (Utterance meaning), lo que es contrario a Austin quec o l o c ó el sentido y la referencia determinables en el fema, el sentido y lar e f e r e n c i a determinados y la fuerza potencial en el rema, y la fuerza determin a d a e n el acto ilocucionario. Lo anterior lleva a Searle a confundir no soloel a c t o rético con el acto ilocucionario genérico sino con el acto ilocucionar io específico.

¿Cuál sería pues la posición de Austin? Según Récanati, Austin trata atoda costa de separar el sentido del enunciado de su fuerza; Austin coloca lafuerza ilocucionaria del lado de lo que Récanati llama “el sentido de la enunciación, es decir, del lado de los subentendidos y no del lado del sentido del

enunciado en tanto que es función del sentido de la frase; de alguna manerahace como si la fuerza fuera independiente del sentido de la frase, aun cuando reconoce la presencia en la frase de indicadores ilucionarios. Esta parecela afirmación de una tesis: la autonomía relativa de la pragmática con rela-

ción a la semántica; aunque la significación de la frase contenga indicacionespragmáticas, ella no determina directamente el acto ilocucionario que realizael lo cu tor al enun ciarla; ella determ ina algo interm ediario que A ustin designacomo acto locucionario: la significación de la frase “vendré mañana” hace

que quien la enuncia diga que vendrá mañana, la de “prometo venir” haceque quien la enuncie diga que p rom ete venir, la de “ ¿quieres co rrerte unpoco?” hace que quien la enuncia pregunte al auditor si puede correrse unpoco; estos actos locucionarios no son ilocucionarios porque “un acto ilocucionario es el acto pragmático que realiza efectivamente el locutor por laenunciación de esta frase en este contexto, y puede suceder perfectamenteque este acto no tenga sino relaciones muy lejanas con la significación de lafrase y sea muy diferente de aquel cuya realización está indicada por algúnelemento de la frase. Para Austin quien dice ‘¿puedes correrte un poco?’ noplantea una pregunta sino una solicitud, aun si en el plano locucionario pregunta a su interloc utor si pued e correrse un po co .. .”.

Claro está, el acto locucionario es el mismo tipo de acto que el ilocucionario, pero la distinción no es superflua porque permite tratar los casosen que el acto ilocucionario realizado no es el acto ilocucionario significado, ni tampoco es una especificación del acto ilocucionario significado, es decir,cuando el acto ha sido realizado indirectamente. El acto locucionario es, si sequiere, el acto ilocucionario significado como tal, y el acto ilocucionario es elacto ilocucionario realizado como tal.

E sta aclaración pe rm ite resolver las dificultade s que se plantea n a Searleen su explicación de los actos indirectos, porque si para Searle hay actos ilocucionarios efectivam ente realizados que no son significados por la frase (po rejemplo, cu ando se dice “hace fr ío ” pa ra solici tar ind irectam ente al interlocu

tor que cierre la ventana), al contrario, no puede haber acto ilocucionario

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significado que no sea realmente realizado; solo con esta condición Searlepuede liberarse de la distinción locucionario/ilocucionario, pero a un alto costo, porq ue deb ería, en consecuencia, sostener que quien dice: “ ¿Quiereusted dejarme tranquila?” plantea una pregunta y al mismo t iempo una soli citud o exigencia; pero es claro intuitivamente que el enunciado tiene solo la

 fo rm a de una pregunta, no su función. Una consideración análoga y más general po dr ía hacerse con los per form ativo s ex plíc itos; ellos tienen la formadeclarativa de las afirmaciones pero no su función: quien dice “te ordenovenir” no afirma que orde na sino que sim plemente ordena.

Interpretada de esta manera la dist inción locucionario/i locucionario escompatible con la dist inción contenido proposicional/fuerza i locucionaria,

sea po r el ejem plo, el enu nc iado “ creo que va a llover” ; el locu tor al enu nciarlo dice que cree que va a llover  (acto locuciona rio) y afirm a con reservas que va a llover (acto ilocucionario); los dos actos tienen un contenido proposicional y una fuerza, pero en el primer caso se trata del contenido y de lafuerza potencial del rema y en el otro caso del contenido y de la fuerza efectiva de la enunciación: el acto ilocucionario realmente realizado tiene comocontenido “va a l lover” (o peor aún por pedante, lluvia después de to)y porfuerza, la fuerza de una aserción mitigada, m ientras que el rema t iene un po

tencial de fuerza ilocucionaria —la fuerza de una aserción, indicada por elmodo del verbo creer—que recae sobre el contenido  proposicional “creenciadel locu tor en to en lluvia después de t o” .

Este desdoblamiento del contenido y de la fuerza t iene por lo menosuna utilidad , la de p erm itir distinguir a los perform ativos ex plícitos de los primarios correspondientes. Mientras que para Searle los enunciados “vete” y“o rden o que te vayas” t ienen la m ism a represen tación semántica:

¡(ida del inte rloc uto r en t i ),

en la nueva versión tienen representaciones semánticas diferentes:

1 . ¡(ida del in terlo cu tor en t i ) acto de ilocución

¡(ida del interlocutor en t i ) acto de locución

2 . ¡(ida del inte rlocu to r en t i ) acto de ilocución

(orden dada en to por locutor de irse en t i ) acto de locución

En un caso, el locutor ordena al interlocutor que se vaya diciéndole quelo haga; en el otro ordena que se vaya diciéndole que le ordena que lo haga.Ilocucionariamente son equivalentes, pero locucionariamente t ienen conteni

do y fuerza potenciales distintas.

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Esta solución tiene otro mérito mayor y es que permite asignarle unsen t ido rético a los performativos explícitos y de esta manera eliminar unad e las principales objeciones de L. J. Co hén co ntra la distinción locucion ario/ ilocucionario, como veremos en seguida.

Pero, lo que es más importante, ¿existen realmente fuerzas ilocucionarias? L. J. Cohén 158 no lo cree; él piensa que si tales fuerzas existen, ellas nose pueden distinguir del significado y, por consiguiente, el término fuerza ilocucionaria es inútil . Para afirmar su tesis propone tres objeciones fundamentales.

La primera objeción se articula así: Austin sostiene dos tesis difícilmen

te reconciliables; la p rim era es que toda em isión - exc epto las dos an otadas —es a la vez un acto locucionario y un acto ilocucionario; y la segunda sugiereque cuando tenemos un Performativo explíci to, por ejemplo “le ordenoque.. .”, realizamos un acto i locucionario de ordenar; pero podemos preguntar en este último caso, ¿cuál es el significado de la emisión como algo diferente de su fuerza? Podría pensarse que Austin sostiene que el significado dela emisión solo se encuentra en la cláusula que sigue al prefijo perfomativo,por ejemplo en la cláusula “que vayas a Londres” en “te ordeno que vayas a

Londres”. Esta última aclaración es difícil de aceptar porque según lo dicholas dos emisiones tendrían el mismo significado; ahora bien, es obvio que laexpresión “ te ord en o.. .” tiene una referencia y que ordenar t iene un sentido.Además es difícil ver cómo la adición de tal prefijo Performativo no agreganad a al acto locuciona rio realizado, sise piensa que tal acto se define en términos de emisión de sonidos y de ciertos términos estructurados por unagramática. Austin podría alegar que las expresiones “ve a Londres” y “teordeno que vayas a Lo ndre s” t ienen actos fonéticos y fáticos diferentes pero

el rético es el mismo. Pero un traductor, si se le pide que traduzca las dosexpresiones al francés, dará dos versiones diferentes. Por último, aun si fueraposible responder a lo anterior, se puede decir que, puesto que cada actolocucionario es también uno ilocucionario, la emisión performativa de“protesto”, “lo congratulo”, “le agradezco”, etc., cuando van solas t ienentambién un significado y no se puede decir que lo tienen cuando van solas ylo pierden cuando van acompañadas!

Como puede apreciarse, la objeción de Cohén radica en la dificultad deasignarle un significado rético al prefijo Performativo explícito, pero comohem os visto el truco de Ré can ati pe rm ite resolver el impasse, porque permitesalir de la encrucijada: ambas expresiones tienen la misma fuerza de unaorden pero su sentido rético y su fuerza rética potencial son diferentes.A riesgo de re petirme .

158 “ Do U locutionary forces ex ist”, en The Philosophical Quarterley, vol. 14, 1964, pp.

118-37, republ icado en A. Sym posium on J. L. Au stin ed. by F ann.

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¡(ida del interloc uto r en t i a Londres)actoilocucionario

¡(ida del locutor en t i a Lo ndres) acto locucionario

Mientras “Te ordeno que vayas a Londres” se escribiría

¡(ida del interloc uto r en t i a Londres)actoilocucionario

(orden dada p or el locutor en to al interlocutorde ir en t i a Lo ndres). acto locucionario

Como lo dijimos antes, la fuerza efectiva es la misma pero el significadorético y la fuerza potencial rética son diferentes. Igualmente son diferenteslos c on tenido s propo sicionales de los actos: en el prim er caso es el contenido  de la orden, en el segundo es, en el modo asertivo, la orden dada.

Agreguemos algo más sobre este punto para progresar en la reflexión.Según Austin hay que distinguir entre precisar la significación locucionaria y

explicitar la fuerza ilocucionaria; cuando paso por ejemplo de “todos losfilósofos son ana lít ico s” pronu nciado en ton o interrogativo a “ le pregu nto sitodos los filósofos son analíticos”, lo que hago según Austin es explicitar lafuerza del enunciado, no precisar su significado; en cambio para Cohén loque hago es precisar el sentido de la cópula. Ahora bien, agrega Gochet159,será mejor decir que se especifica el mo do y no que se precisa el sentido, porque el sen tido de la cóp ula siem pre es el m ismo —es un co ne ctor intrapropo -sicional que establece un lazo entre conceptos; es al modo gramatical al que

incumbe especificar si este nexo es afirmado, deseado, preguntado, etc. Sidejamos la gramática por la lógica—, el procedimiento lo empleó esporádicam ente A ustin, parece, con tinúa G och et, que hay buenas razones para rechazarla idea de que la especificación del modo es una precisión de la cópula. Lacópula, en efecto, tiene dos funciones radicalmente diferentes, la funciónconectiva y la función asertiva y entre ellas existe no una diferencia de grado sino de naturaleza. El sentido de la cópula se expresaría, en escritura lógica,en el caso de la frase considerada, por el signo de implicación y quizá por

la variable individual x com ún a las funcione s “x es filóso fo” y “x es an alíti co”, mientras que el modo se expresaría por el signo de aserción.

La información comunicada por el modo no se agrega a la informacióncomunicada por la lexis como la información comunicada por un predicadose agrega a la comunicada por otro. El modo no aumenta el sentido de lafrase sino que lo altera. En apoyo de esta tesis de que el modo es una nue-

“V e a Lo nd res ” t iene la forma

159 P erfor m atif et forcé illocutionnaire, pp. 155-72.

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va dimensión de sentido y no una  parte de él se puede invocar el hechode que una frase desprovista de modo no es una frase empobrecida de senti-

do sino lógicamente incompleta. El modo erige la frase en pregunta, en aserción, en suposición, es decir, en acto.

Esta tesis —sigo con G oc he t— tiene d os consecu encias im po rtan tes. Laprimera permite precisar la manera de significar de los modos gramaticales:Austin no descubrió un nuevo modo -«1 Performativo—, sino que reveló elcarácter Performativo de todos los modos. La segunda, aún más importante, es que la relación semántica que liga el signo del modo a lo que él signifi-

ca, es de naturaleza convencional, pero se trata de una relación totalmentediferente de la relación convencional existente entre los signos y su sentido

o den otación : m ientras que la segunda es un a relación convencional derepresentante a representado, com o la del no m bre a lo que designa, la prim eraes de const i tuyente a consti tuido; el signo de interrogación está en relacióncon la interrogación en ese nexo, como también el empleo Performativo deun verbo con el acto que constituye. Esto hace que las frases y enunciadossean no solo hechos acústicos o signos o representaciones simbólicas, sinotambién actos simbólicos.

La originalidad de la nueva dimensión del significado que es necesario distinguir del sentido y de la referencia, así como antes fue necesario distinguir estos dos en el interior del significado, clarifica igualmente la definición de acto ilocucionario como acto jurídico lingüístico que proponeD ucrot, perm ite enten de r que hablar es realizar actos de acuerdo con sistemasde reglas constitutivas como lo propone Searle; y, por último, vía Pécanati,permite conservar la distinción entre el acto locucionario representativamente determinado y consti tut ivamente determinable v el acto i locucionario

const itutivam ente determ inado.

La segunda objeción de Cohén plantea, en la misma dirección, que losdos actos son indiscernibles porque la ambigüedad que puede afectar a unoes indiscernible de la que puede afectar al otro: así, según Cohén, a) “aldecir que el alumno tenía un conocimiento excepcional del texto, hacíael elogio de su memoria no de su inteligencia” y b) “al decir que el alumnotenía un conocimiento excepcional del texto, lo cri t icaba no lo elogiaba”,son indiscernibles, mientras que para Austin en el primer caso sería precisarel sentido locucionario y en el segundo, explicitar la fuerza ilocucionaria.

Gochet sugiere contestar parcialmente a esta objeción, aduciendo quelos dos casos de ambigüedad son diferentes porque la primera puede ser resuelta apelando al contexto y a detalles objetivos de la si tua ció n—por ejemplo, ¿de bía el alum no com entar de m em oria un tex to claro o un tex to oscuro a libro abierto?—, en cambio la segunda exige información sobre los valores 

 personales del autor de la crítica.

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La tercera objeción de Cohén se refiere a la prueba que propone Austinpara de tec tar las fuerzas ilocucionarias:

“Al decir  x estaba haciendo y” o “hice  y ”.

Según Cohén las expresiones a) “Al decir el toro va a atacar, daba unavoz de alerta” y b) “Al decir a los periodistas: los cohetes no son eficaces,cometía una traición”, son asimilables porque pasan con éxito la pruebaaustiniana, pero si esto es así se sigue una inflación de fuerzas ilocucionariasque deja exangüe el concepto inicial. Algo similar pasa si cambiamos de prueba, como sugiere Austin, para los casos en que el significado no es ilocucionario, por ejemplo, “al hablar de...” o, “al usar la expresión...” o “con la

palabra...”, porque con estas fórmulas también se pueden expresar los actosque Austin llama ilocucionarios, por ejemplo “Al usar la palabra ‘radical’, loestaba elogiando”. Esta objeción no es completamente justa con Austinporque Austin utilizó esta prueba no para distinguir lo ilocucionario de lolocucionario, sino de lo perlocucionario; porque no estaba completamentesatisfecho con él y porque consagró toda la décima conferencia de Palabras 

 y acciones a discutir todas las dificultades de su prueba.

Nos dice Austin que “su uso no se limita a los actos ilocucionarios miesla fórmula se aplica a) a actos locucionarios y b) a actos que quedan por  completo al margen de nuestra clasificación..., por ejemplo al decir yodo yesto” estaba emitiendo los sonidos “yo doy esto” o “Al decir . . . estaba comet iendo un e rro r” , “ transgrediendo una ley, etc., dond e —en los dos últ im oscasos— co m eter un erro r o transgredir un a ley no son ni actos ilocuc ionarios ni locucionarios. “Lo más que se puede decir, agrega Austin, es quela fórmula al... no se adecúa bien al acto perlocucionario, mientras que la

fórm ula po rgue ... no se adecúa bien al i locu cionario” .

No obstante Austin sugiere un perfeccionamiento de la prueba cuandose trata de actos al margen de su clasificación; dice él que en estos casospode m os rem plazar en la fórm ula “ al decir x, él estaba y ” , “e s ta b a y ” —do nde  y es un gerundio— por el verbo correspondiente en pretérito o presente,o cambiando la fórmula al por  porque: por ejemplo podem os decir sin cambiar de sentido “al decir eso cometiste un error”, “. . .cometes un error” o

“porque dijiste eso estabas cometiendo un error”; en cambio no es lo mism o decir “ al decir eso estaba pro testan do ” que decir “al decir eso, pro testé ” ,“al decir eso, protesto”, ni “poique dije eso yo estaba protestando”. Estaprue ba perfeccionada parece valer para las expresiones pro pue stas p or Cohén:en efecto parece natural decir: “Al decir a los periodistas que los cohetes noeran ef icaces, cometía una t raición” como también “cometí una t raición”,“cometo.. .” o “porque dije eso a los periodistas está cometiendo una trai ción”, pero poco natural “al decir el toro va a atacar, lo alerté”, “lo alerto” o

“porque le dije el toro va a atacar, lo estaba alertando”.

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¡Helas! las diferencias en español no son m uy p er ce p tible s—una razónquizás para endilgarle a la filoso fía lingü ística el calificativo del parroqu ialismolingüístico.

Creo que la prueba se puede perfeccionar con las indicaciones del mismo Austin, pero para no fatigar al lector prefiero pasar a la propuesta deGochet. Dice nuestro filósofo belga que lo que condena la objeción de Cohénno es la teoría de las fuerzas ilocucionarias sino el reactivo que Austin nosprop one para detectarlas; los dos ejemp los de Cohén se adecúan a la fórm ula“al decir  p , se hace y ” , pero con es ta gran diferencia: en la prim era (“ el tor ova...”) la expresión  y es un complemento de inform ación indispensable paracompletar el sentido de la frase, en el segundo caso es un suplemento de in

formación relativamente superfluo, como lo es el predicado atribuido por un ju ic io analí tico a un su jeto en el que está contenido: parece obvio y analí ticoque “si comunico secretos militares al enemigo, cometo traición”, “si digoque el todo es mayor que la parte”, estoy cometiendo en error, si digoque “el lenguaje es un conjunto de ruidos, estoy omitiendo una distinciónnecesaria” 160.

Gochet propone entonces complementar el cri terio austiniano así : la 

 fó rm ula “al decir, p hice (hizo) ” y “no puede ser un enunciado analít ico: será un enunciado sintético que describe un lazo convencional, por ejemplocuando digo me “excuso ”, que solo en apariencia es analítico...

160 Po dría pensarse que hay contrae'jem plos a esta prop ues ta de G ochet pu esto que esanalít ico, casi , decir “al decir(te) ‘enano’ o ‘lagarto’, te estaba insultando o te insu l to” ; pero estos casos son diferentes porqu e hacen parte de aquel las acciones l ingüísticas que no tienen verbo Performativo explícito. En este caso la determinación del significado coincide con la explicitación de la fuerza!

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SEGUNDA PARTE

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I

CLASES DE ACTOS ILOCUCIONARIOS Y LA FUN CION F ATICA

En el presente capítulo busco traducir las funciones del lenguaje deJak ob son a la teo ría de los actos de lenguaje de A ustin-Searle e inte nta r - atítulo de peq ue ñísim a co ntribuc ión a la teo ría— difinir en este m arco la fu n ción fática.

Es bien conocida la clasificación de las funciones del lenguaje propuestapor Jakobson en su ensayo “Lingüíst ica y poética” publicado en  Ensayos delingüística general1. En resumen, el autor parte de los elementos fundamentales de la comunicación: emisor, receptor, mensaje, contexto, canal y código. Según el énfasis que hagam os sobre uno de estos elem en tos tendrem os lasfunciones emotiva (expresiva o manifestativa), conativa (directa o imperati va), poética, referencial (descriptiva o informativa),  fá tic a y meta lingüística.

Al respecto vale observar que:

Las funciones descritas en los mensajes concretos no se dan aislados. Ladescripción dada es una idealización, una presentación en estado químicopuro.

Las funciones primitivas permiten definir algunas derivadas como lo sugiere Jakobson, por ejemplo, la función mágica (o encan tator ia) puede co m prenderse como la conversión de una “tercera persona” ausente o inanimadaen destinatario de un mensaje conativo.

Aunque la taxonomía de Jakobson es armónica porque establece unacorrespond encia b iunívoca en tre los elemenos de la com unicación y las diver

1 JAKOBSO N, R om an,  Essais de L in gu istique Généra le, Edit ions de Minui t , 1963,pp. 210-218.

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sas funciones, es obvio que es incompleta porque, por lo menos, se olvida delos usos  p e r fo m a tiv o y lógico, en su doble sentido: lógico-formal y argumentativo.

A ra íz de lo anterio r, surge una dificultad: ¿es finito o infinito el núm ero de fu ncione s lingüísticas? Si infinito, estam os cond ena dos a desconocerlas.Si finito, ¿cuál será el principio clasificatorio adecuado que nos permitadescribirlas exhaustivamente, y a partir de ellas las derivadas, sin incurrir enla incompletez descubierta en una construcción tan armónica como la deJakobson?

Wittgenstein, en su segunda filosofía, sugirió que hay innumerables (un-

 zählige) funciones, usos o juegos en el lenguaje ordinario.

En el parágrafo 23 de las Investigaciones filosóficas, dice:

Pero ¿cuántas clases de frases hay? ¿Afirmación, pregunta, orden? Hay innume-rables clases: innumerables clases de usos diferentes de lo que podemos llamar “símbolos”, “palabras”, “frases”. Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado una  vez por todas sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, co-m o pod em os decir, aparecen, y otros se vuelven ob soleto s y se olvidan (...).. .

Pasen revista a la multiplicidad de juegos de lenguaje en los siguientes ejemplos,  y en otros:

• Dar órdenes y obedecerlas.

• Describir la apariencia de un ob jeto , o dar sus medidas.

• Construir un objeto a partir de una descripción (un dibujo).

• Relatar un acontecimiento.

• Especular sobre un aco ntecim iento.

• Formar y “ testar” una hipótesis.

• Presentar los resultados de un exp erim en to en tablas y diagramas.

• Hacer un cuen to y leerlo.

• Actuar en teatro.

• Cantar.

• Adivinar acertijos.

• Hacer un chiste; contarlo.

• Resolver un problema en aritmética práctica.

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• T raduc ir de una lengua a otra.

• Preguntar, agradecer, maldecir , saludar, rezar o rogar.

Es interesante comparar la multiplicidad de herramientas en el lenguaje y las ma-

neras como se usan, la multiplicidad de clases de palabras y frases, con lo que los lógicos han dicho acerca de la estructura del lenguaje (incluyendo al autor del  Tractatus lógicofilosófico)'1.

Sin embargo la posición de Wittgenstein crea dificultades.

Por una parte, si para él, el significado es igual al uso, y si, igualmente,los contextos de aprendizaje de usos son  fin itos (verdad obvia), es difícil

explicar la existencia de infinitos juegos de lenguaje, sobre todo, si no sequiere ap elar a una hipótesis similar a la chom sky an a3.

Por otra, Austin4 anotó, maliciosamente, que los  filósofos están m uy  inclinados a hablar del infinito cuando han descubierto, por ejemplo, dieci-

siete expresiones diferentes. Obviamente, el blanco de su ironía es el anteriortexto de Wittgenstein.

Austin, por su cuenta, consideró que las diversas clases de empleos dellenguaje son finitas, y siempre buscó una lista exhaustiva de todas las clases%de actos lingüísticos.

En la última conferencia de Palabras y acciones, Austin, partiendo delos verbos ilocuc ionarios - que considera una clase finita expresable por lafórm ula cuasi científica y un poco solemne de 10 po tencia 3— inte n ta haceruna clasificación de las clases más generales de actos ilocutorios. El resultado

de la encuesta es el logro de cinco clases, así:•  L o s judica tivos que, com o su nom bre lo indica, se caracterizan p orqu e

 jurados, árb itros o jueces, dan un veredic to . E n tre ellos tenem os: absolver,condenar, considerar, juzgar, interpretar cómo, calcular, determinar, esti mar, ubicar, incluir, clasificar, caracterizar, diagnosticar, describir,...

•  L o s ejecutivos que consisten en el ejercicio de potestades, derechos oinfluencias: designar, votar, ordenar, instar, aconsejar, degradar, escoger, le

gar, promulgar, etc. ...

2 W ITTGENSTEIN, L. Philosophical Investigations, Blackwell, 1972, pp. 23-4.

3 En realidad si el significado es el uso y si el significado varía en cada c on tex to, estateoría solo puede funcionar si se puede demostrar que los contextos son f ini tos.Por lo demás, ya lo dij imos con Ladriére, si el principio del contexto se entiendeen forma radical , no podremos comprender cómo las mismas palabras se pueden ut i l izar en frases absolutamente nuevas que serán comprendidas por los usuarios dela lengua utilizada.

4  E nsayos fi lo sóficos. Emisiones realizativas, p. 218.

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M ientras que los segundos son legislativos, los prim eros son judicia les.

0  L os com promisorios com prom eten a hacer algo: p rom eter, proponerse,garantizar, adoptar, convenir, proyectar, declararse en favor de, oponer

se, dar la palabra, etc. ...

•  Los com portativos t ienen que ver con las acti tudes y com portam ientossociales: excusarse, agradecer, felicitar, deplorar, congratular, aplaudir, alabar, etc... Y, por último,

•  L os expositivos que pon en de m anifiesto el m odo cóm o nuestras expresiones se insertan en la argumentación o en la conversación, o cómo usamos las palabras: responder, demostrar, conceder, ilustrar, afirmar, negar,postular, deducir, reportar, explicar, etc.

En resumen, se puede decir que los judicativos enjuician, los ejecutivos ejercen una influencia o po testa d, los com prom isorios obligan o declaranuna intención, los comportat ivos adoptan una actitud y los expositivos clari-

 fican razones, argum entos y com unic acio nes. Estas serían las cinco grandesclases de funciones o usos ilocucionarios del lenguaje.

A unque A ustin consideró su taxo no m ía provisional y no estuvo satisfecho con ella5, vale la pena ver si es enmendable. Su discípulo J. R., Searle haintentado mejorarla y, creemos, con éxito6.

Searle descubre por lo menos seis dificultades en la clasificación de sum aestro, que enum eradas son:

1. No existe un principio consistente de clasificación porque, por ejem

plo, solo los comisivos se han definido sin ambigüedad a partir del propósitoilocucionario (es decir, de la condición esencial), pero los ejercitativos sedefinen, por lo menos en parte, en términos del ejercicio de autoridad, y loscomportativos no se definen aunque su bosquejo encierra las nociones de loque es bueno o malo para locutor e interlocutor, tanto como de la expresiónde actitudes.

2 . Muchos de los verbos pr op ue sto s en cada lista no satisfacen la de fini-

ción dada de la categoría, así , por ejemplo, nombrar (mame) ordenar (ap-point) y excomulgar no son “tomar una decisión en favor de que se realice laacción ni tampoco abogar por ella, sino realizar las acciones indicadas”.

3. Cada categoría con tiene elem ento s heterogéneos, por ejemplo, paraAustin, desafiar se encuentra entre los comportativos, con agradecer, deplo

5 Palabras y acciones, Co nferencia XII.

6 A T axon om y of I l locu t iona ry Acts, en  E xpressio n and m eaning, capí tu lo 1 .

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rar y dar  lá bienvenida; p° ro e. imero tiene qu e ver con las accionas subsiguientes del interlo cu tor — lecir, con los directivos como o rden ar o proh ibir.

 A. E xiste superposic ió n de una categoría con otra, describir, por eplo, aparece tanto en la lista de los veredictivos como en la de los expositivos; al revés, muchos expositivos, según este criterio, podrían situarse entrelo s veredictivos (afirmar, negar, clasificar, etc.).

5 .N o tod os los verbos son ilocucionarios: Además de los ya vistos,creer, dudar y conocer, tenemos simpatizar, considerar cómo, significar eintentar.

6 . A ustin co nfun de verbos ilocucion arios con actos ilocucion arios, p oque mientras que los primeros hacen parte de las lenguas particulares, lossegundos hacen parte del lenguaje en general; parece confundir los verbos ilocucionarios del inglés con los actos ilocucionarios, puesto que parece asumirque dos verbos performativos no sinónimos deben marcar diferentes actosilocucionarios, pero, por ejemplo, “anunciar” no marca la diferencia entredos tipo s de actos diferen tes sino sobre la m anera cóm o se realizan los actos;se pueden anunciar órdenes, promesas o afirmaciones (p. 13), pero anunciar

no está en las clases de ordenar, prometer o afirmar; un “anuncio” no es jam ás solo un anuncio ; debe ser tam bién, afirm ació n, orden, prom esa, etc .

Puesto que la falla más seria de esta clasificación austiniana es la primera, Searle propone una serie de dim ensiones de la com unicación que permitendiferenciar unos actos de otros y a part ir de los más im po rtantes intenta unaclasificación de las diversas clases de actos.

En total, Searle propone doce, pero nos limitaremos a exponer seis queinteresan a nuestro propósito:

1.  D iferencia en el propósito del tipo de acto que corresponde a diferencias de la condición esencial de los actos analizados por Searle en Speech  

 A cts: prometer es obligarse a realizar un acto; ordenar es un intento paralograr que el auditorio A haga a, preguntar es un intento por lograr una información i de A, etc.

El propósito de un tipo de ¡locución es parte de la fuerza ilocucionariapero no se iden tifica con ella: el propó sito ilocuc ionario de u na orden es elmismo que el de una demanda o solicitud, pero las fuerzas ilocutorias sondiferentes.

2. D iferencia s en la dirección de adecuación entre las palabras y el m u n -

do: Algunas ilocuciones buscan qu e las palabras se adecúen al m und o (afirma r,describir, reportar, etc.), otras que el mundo se adecúe a las palabras (orde

nar, prometer, etc.).

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Esta diferencia se refiere ala condición de co ntenido proposicional, donde la fuerza ilocucionaria determina cómo se relaciona este contenido con elmundo .

Para efecto s de simb olización, indicaremo s la adecua ción de las palabrascon el m und o con una flecha hacia abajo  \  y la situación inversa con una flecha hac ia arriba f , com o lo hace Searle.

3.  D iferencia s en los esta dos psicoló gicos expresados: quien afirma, describe, pretende que, etc.,  p, expresa la creencia de (que)  p \  quien promete,hacer a, expresa la intención de hacer a, quien solicita, ordena, etc., que Ahaga a expresa un deseo de que A haga a, etc.

Estas diferencias se refieren a la condición de sinceridad.

4.  D iferencia en el acento com o se presenta el propósito ilocucionaria  “sugiero q ue vam os a cine ‘e ’ insisto que vam os a cine” tiene el m ismo propósito pero presentado con acento diferente.

5 .D iferenc ias en el status o po sición del loc uto r y el auditor con rela-

ción al acento ilocutorio: si un general le pide a su subordinado que le limpieel cuarto, con toda verosimilitud es una orden; pero si sucede lo contrario lom ás proba ble —si no está arm ado — será una so licitud, un a pro pu esta o unruego.

6 .  D iferencia s en la form a cóm o las enuncia cio nes se relacionan con

intereses de locu tor y auditor: congratular y condoler, prometer y amenazar,alardear y lamentar, difieren en esto.

Las diferencias 5 y 6 se refieren a las cond iciones preparatorias.

Con estos criterios Searle propone enmendar la clasificación austinianaasí:

1. A sertivos /—  j C (p), cuyo propósito (/—) es el de comprometer alloc u tor L —en grados variados— de qu e algo es o no es. A ellos pe rtenecen afirmar, describir, reportar, sugerir, postular, jurar, etc. La relación de adecuación se da de las palabras al m un do ( \ ), se expresa el estado psicológico decreencia C y el contenido proposicional p .

2.  Directivos: ¡ f D (A hace a), cuy o prop ósito (!) es el inten to —en grado s variados— de qu e A haga a; la dirección de adec uación va del m un do a laspalab ras ( t ) y el estad o psicológico es el de un deseo D de L. De esta categ o

ría son: ped ir, preg un tar, orde nar, rogar, invitar, aconsejar, etc.

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3. Compromisorios: C of I (S ha ce a), cuyo pro pó sito (Co) es comoroter —en grados variados— al locuto r para que realice ac tos fu tu ro s a, la dirección de adecuación es del mundo a las palabras ( f ), el estado psicológicoexpresado de intención I y el contenido proposicional es siempre que el locu

tor haga el acto futuro a. E ntre ellos tenemo s prom eter.

 A. Expresivos: E o (P )(S /H +- prop iedad ). En estos el pro pó sito (“expresar” el estado psicológico expresado en la condición de sinceridadsobre el estado de cosas especificadas en el contenido proposicional. Tal como sucede en agradecer, congratular, condoler, deplorar, pedir, excusar, etc.La direc ción de adecu ac ión es nula (</> ) po rque un ac to expresivo no tr a ta deque el mundo se adecúe a las palabras ni que las palabras se adecúen al mun

do; más bien la verdad de la proposición expresada se presupone. P es unavariable cuyo rango es el de los posibles estados psicológicos diferentes y elcontenido proposicional adscribe una propiedad (no necesariamente unaacción) a L o a A.

 Declaraciones: D J <p (p). Su característica es que la realización afortunada de una de ellas garantiza que el contenido proposicional correspondeal mundo. D indica el propósito ilocutorio; la dirección de adecuación es si

multáneamente de las palabras al mundo y del mundo a las palabras porqueesa es la característica de las declaraciones y la condición de sinceridad esvacía ( <t >).

Este tipo de ilocuciones corresponde a los performativos iniciales deAustin que requieren en general la existencia de instituciones extralingüísti cas: eclesiásticas (m aldecir, exco m ulgar, bautizar), jurídicas (co ntratar, no m brar, vender, comprar), etc. Pero al lado de ellas existen declaraciones sobre

naturales como las estudiadas por Evans en el lenguaje bíblico7, y otrasdeclaraciones que se dan en el lenguaje: definir, ab reviar, llamar, apod ar, etc.

Lo anterior lleva a Searle a concluir que hay un número limitado de cosas 3ue hacemos con el lenguaje: “le decimos a la gente como son las cosas,  tratamos de lograr que ella haga algo o nos comprometemos a hacer algo, ex-

 presam os nuestros sen tim ien tos y actitudes y producim os cam bio s m edia nte nuestras enunciaciones. A menudo hacemos a la vez más de una de estas

cosas”.

La tesis de Wittgenstein es falsa y se debe a la falta de claridad sobrelos criterios para demarcar un juego o uso de lenguaje de otro.

7 EVA NS, D onald D., The Logic o f se lf involvement: A Philosophical Study of everyday language with special reference to the Christian use of language about god ascreator . The Library of phi losophy and theology. London, SCM Press, 1963. Jean

Ladriére en  L ’A rti cu la tion du sens le consagra el capitulo IV: Langage auto-impli-catif et langage biblique selon Evans, pp. 91-139.

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Por otra parte, si nadie supone que hay innumerables clases de sistemaseconómicos, de organizaciones matrimoniales o de sistemas políticos, ¿porqué suponer que el lenguaje es un aspecto de la vida social más recalcitranteque ellos?

Nos parece que la clasificación searleana rescata una parte de las func'nes “jakobsianas”:  función referencia l (asertivos), función em otiva (= ex-

 presivos y comisarios) función conativa (direc tivos) y los rescata m ejor quela clasificación de Jakobson.

Mejor porque va más allá del enfoque de Jakobson. Este destaca el elemento comunicativo sobre el cual se centra la comunicación, pero Searleanaliza diversos criterios diferenciales de cuya com posición form an las

diversas categorías de actos ilocutorios.No obstante queda sin explicar la otra parte de la clasificación jakob-

siana: las funcion es m etalingü ísticas, po ética y fática.

Lo cierto del caso es que Searle ha desarrollado una teoría de la metá-

 fora8  que supone una distinción entre el significado literal (sentence meaning) y el significar del locutor (speaker ’s utterance meaning). Esta distinción lepermite explicar no solo la metáfora (donde un locutor al usar un enunciadoquiere decir algo diferente de lo que significa el enunciado), la ironía (dondeel locutor quiere decir lo contrario de lo que significa el enunciado) y losactos ilocutorios indirectos (donde se quiere decir lo que significa el enunciado pero también se quiere decir algo más). Incluso, Searle ha hecho un bonito intento po r estudiar el status lógico del discurso de la ficción.

En cuanto a la función meta-lingüística es necesario decir que sus criterios de apreciación no son diferentes de los usados para evaluar los asertivos

y que, en consecuencia, serían una clase de ellos. No intentamos desconocerla importancia de esta función ni disminuir el valor de las especulacionessobre las afasias que, a pa rtir de ella, ha hecho Jako bs on . N uestro ú nico interés es tratar de traducir o interpretar las funciones jakobsianas en términosde la teoría de los actos ilocucionarios. Con respecto a la función fática intentaremos una interpretación y este será quizá nuestro único aporte en elpresente capítulo.

El uso fático del lenguaje, cuyo descubrimiento debemos al antropólogo Malinowski9, tiene por función particular de entablar y pro longar  la comunicación10 , y de manera general m an tene r la cohe sión del grupo social.

8  E xpressio n and Meaning, capi tulo 4, Metaphor, pp. 76-116. D e e l l a h a b l a r e m o s enel ca pí tulo c uarto.

9 MA LINOW SKI, B., El pro ble m a del significado en las lenguas prim itivas en C. K.Ogden. I. A. Richards,  E l sig nif ic ado del sig nif icado, 2a. ed., Suplemento I, Paidós,1967, pp. 312-60.

10 JAKO BSO N, R. ,  Essais de L in gu istiq ue Générale, p. 217.

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To m em os el siguiente corpus que nos servirá o ara los análisis posteriores:

1. a. Haloo..., ¿me escucha?

b. Dígame, ¿me escucha?

c. ¿Me comprende?

d. ¿Me entiende?

e. ¿Cierto? Verdad, ¿no?

f. Présteme atención (Shakespeare)

y otras m uletillas.

2.  A . ¡Hola!

 B. ¡Hola!

 A . Hace calor, ¿n o es cierto?

 B. Sí, claro. Sin embargo, parece que va a llover

 A . Bien, cuídate

 B. Lo mismo te digo11.

3.  A . Bien

 B. Bien

 A . Bien, henos aquí 

 B. Aquí estamos, ¿no es cierto?

 A . Estoy seguro que aquí estamos

 B. Seguro, estam os aq uí  

 A . Bueno

 B. Bueno12.

11 LEECH, G eo ffrey, Semanlics, Penguin Books, 1974, p. 63.

12 JAKO BSON , R. , op. cit., p. 217.

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El lenguaje fático, como puede verse en el corpus, sirve para entablary mantener la comunicación tanto como para mantener la cohesión del gru.po social. Para lograr esta finalidad recurrimos al “bla-bla” (“chit-chat”),a las muletillas consabidas, a los saludos, adioses y preguntas corteses,y a las afirmaciones incontrovertibles: ¿“Cómo está usted”, “su familia”,“ qué tal” , “ cóm o estás” , “ cóm o te va” , “ qu ihu bo ” ?, “las noches son cadavez más largas, ¿no es cierto”?, “hace buen día, ¿verdad?”, y a las conversaciones ya citadas.

Como puede verse las palabras usadas son vacías de significado, y esopoco importa en la medida en que llenan un hiato en la conversación o enel intercambio comunicativo.

Con extraños y conocidos casuales, para mostrar que nuestras intenciones son amistosas, se aconseja tener, y de hecho se tiene, un repertorio deobservaciones inofensivas y de afirmaciones incontrovertibles, así por ejemplo, en los países de estaciones, las observaciones que se hacen sobre elt iempo atmosférico gozan de acuerdo unánime. Si yo afirmo que “el t iempoestá frío” y me replica el interlocutor que “la temperatura es más al ta queel promedio de los últimos veinte años, para la estación”, tendré indudablemente la sensación de que el espíritu de la observación ha sido mal com

prendido.

Algunos han pensado que el uso fático en el adulto es el sustituto de lascaricias que requieren los nenes y que normalmente se reciben para su propiodesarrollo; con el desarrollo del niño, se conserva la necesidad de seguridadfísica pero se remplaza por el contacto verbal; el lenguaje fático se vuelve unacaricia ritual mutua en la cual se mantiene una balanza entre las cantidadesde placer recibido y dado13.

Por mi parte preferiría decir con Jakobson que el discurso fático “es laúnica func ión (lingüística) que com partim os con los animales y es la primera 

 func ión verbal que adquieren los niños: la tendencia a com unic ar procede a la capacidad de em itir o recibir mensajes po rtado res de info rm ac ión ”' 4 .

13 LEECH, op. cit., pp. 63-4.

14 Op. cit., p. 217. Subrayados míos.

Vale agregar que no es la única función “ l ingü ística” que com part im os con los animales, pues además, como ya lo vimos parcialmente en el capítulo IV, de la primeraparte, algunos animales t ienen la función descriptiva (abejas, cornejos y gibones).Pero co n do s diferencias im po rtantes: 1. los mensajes, po r ejem plo de las abejassiempre son verídicos (insinuación de Popper) y 2. la comunicación siempre se refiere a un dato objetivo, no a un dato l ingüístico, porque el mensaje de una abeja nopuede ser reproducido por otra que no ha visto las cosas de la primera anuncia (sugerencias de Benveniste en Problèm es de Ling uistique Genérale, pp. 75-87.

. . .Aquí el saber no es transmisible. Existen otras diferencias, pero creo que estas sonsuficientes para m i propó si to.

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Esto hace que el lenguaje fático no sea un acto lingüístico especial, niu n a c l a s e de actos lingüísticos aparte, sino una condición de posibilidad pre -

via a las condiciones de posibilidad de la realización de actos lingüísticos  afortunados.

T a l idea, tanto como la tesis de Jakobson, me parece que las corroborap a r c i a lm e n t e el análisis que hace Searle del saludo, el acto lingüístico másp a r e c i d o al lenguaje fático, que Austin considera como una clase de compor tativos, y que Searle no introduce en ninguna de sus clases de actos ilocu-

cionarios (???).

E l análisis es és te 1' :

S a l u d a r

1. De contenidoproposicional:  Ninguna

Tiposde Regla

2. Prepa ratoria:

3. Sinceridad:

4. Esencial:

 L ha encontrado (o ha sido presentado, o haenc on trado a un pariente, etc.) de  A (auditor).

 Nin guna

Cuenta como (es) un reconocimiento cortésd e A p o r L .

La regla de contenido proposicional indica que en el lenguaje fático el

contenido del mensaje es prácticamente despreciable; la regla de sinceridadpermite comprender que el lenguaje fático es neutro con respecto a ella; yla regla esencial da a entender que el mensaje fático solo cuenta como reconocimiento y signo amistoso d e L para con A.

Para term inar este c ap ítulo q uiero ha cer dos observaciones finales.

La primera tiene que ver con la falta de informatividad de algunos usos

fáticos. Esta carencia de información se debe distinguir de los mensajes quepecan contra la máxima conversacional de la cantidad que nos pide “dar lainformación, toda la información y solo la información requerida”. Expresiones como “más vale ser rico y estar sano que ser pobre y estar enfermo”,o “un centavo es un centavo ”, se deben analizar de manera distinta; mientrasque la primera expresión pretende ser informativa pero no es sino tautolo-

gía, la segunda no es tautológica, como información, pero pretende serlo como expresión. En cambio los usos fáticos del lenguaje no son informá

i s Speech Acts, p. 67.

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t ivos en ninguno de los dos sentidos. Estos enunciados son estereotipos culturales y, cuando no lo son, invitan al destinatario, no a darles otro sentidoinformativo, u otro más profundo, o a descalificarlo como verdad deperogrullo, como a las tautologías propuestas, sino que el hecho de la pero

grullada o de la ñoñería nos invita a entender el mensaje como algo distinto  de intercambio de información.

La segunda tiene que ver con el discurso epidíctico, que es el discursoque ensalza los valores de una comunidad, sociedad o grupo social. En másde una ocasión he caracterizado al discurso epidíctico como cuasi-fático,pero ahora me atrevería a decir que es fático, aunque en un sentido levemente distinto del visto.

Mientras que el uso fático, en el sentido inicial, es la tendencia de losnenes a co m unicar, tendencia indudab lem ente al imentada por la sociedad, eldiscurso epidíctico en sus diversas manifestaciones (discurso pedagógico,efemérides políticas, calendarios religiosos, discursos fúnebres, etc.) es lainiciativa de la sociedad para integrar a los no iniciados en los rituales delgrupo y reforzar en los ya iniciados la adhesión a los mismos.

Este discurso epidíctico t iende a transmitir una competencia culturalo ideológica (pero entiéndase ideología en el buen sentido), que consiste enel conjunto de conocimientos, creencias, sistemas de representación y evaluación del universo referencial del que disponen los interlocutores en el momento del acto lingüístico. Tal sistema, que es un conocimiento compartido,puede asimilarse perfectamente a lo que Perelman llama acuerdos previosde la argu m entación: hechos, verdades, p resunciones, valores y jerarq uías devalores16, y que son también fundamentales para asegurar la comunicación.

Recordemos el estruendo que causó Kruschev en su visita a los EstadosUnidos, cuando reunido con empresarios norteamericanos exclamó: “nosotros los enterraremos”. Tal expresión se entendió como una declaración deguerra; pero no era tal porque ella simplemente aludía a una forma de decirde las ancianas ukranianas cuando sobrevivían a sus esposos. Aún entre lasviejas “paisas” se acostumbra decir, sin remembranzas belicosas: “he enterrado dos m aridos” .

16 Traité d el’A rg um enta tation,   p. 89-131.

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w

II

LOGICA DE LA CONVERSACION, MAXIMAS DE LA CONVERSACION,IMPLICATURAS Y TEO RIA DE LA ACCION

Vimos en la primera parte de este trabajo que la presuposición y la implicación pragmática son nexos lógicos entre enunciados, irreductibles a relaciones lógico-formales, pero en fin de cuentas nexos lógicos de una lógicanatural, expresada en lenguaje ordinario. En este capítulo veremos una nue

va relación entre enunciados conversacionales de naturaleza un poco diferente.

Fue H. Paul Grice quien un día decidió emprender la tarea de descubrirlos p rincipios lógicos que rigen la conversación. Por supu esto que para buscaruna lógica de la conversación es preciso postular que esta es racional; es estoprecisamente lo que hace Grice:

Me gustaría poder considerar las reglas ordinarias de la conversación no solo co-mo principios que todos o casi todos observamos de hecho, sino aún como prin-cipios que seguimos con razón y que no deberíamos abandonar17.

La conversación es una actividad humana cooperativa (y en cierta forma contractual), lo que hace que el princinio rector de su lógica sea unprincipio de coo perac ión (P.C.), qu e Grice form ula de la siguiente manera:

Haz tu contribución a la conversación tal como se requiere en el estado a que ella  ha llegado, para el fin o la dirección aceptados del intercambio hablado en que  tú estás comprometido18.

Este principio coop erativo de por sí es una co ntribución a la interpre tación de los enunc iados. A ntes de Grice se consideraba qu e la interp retac ión

17  Logic and C onversation, p. 48.

18  Ib id em , p. 45.

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de los enunciados dependía de dos factores; ñor una parte del sentido de la  frase enunciada, por otra del contexto l ingüíst ico o extralingüístico (el tiempo, el lugar, la situación, la identidad del locutor, los temas que constituyenel foco inmediato de interés, las historias personales del locutor y del interlocutor); después de Grice es preciso agregar un tercer factor: el princip io de cooperac ión '9 .

Este principio se ramifica en cu atro clases de m áxima s que G rice agrupasiguiendo las cuatro clases de categorías kantianas20, así:

1 .Máximas de la cantidad  referentes a la cantidad de informacióndebe darse:

a. Haz tu contribución tan informativa como se requiere para los propósitos del intercambio.

b.  N o hagas tu con tribu ción más informativa de lo requerido.

Podría pensarse, dice Grice, que una infracción de la segunda máximano es una violación del P.C., sino una simple Dérdida de tiempo; pero debe

observarse qu e un exceso de inform ación pue de h acer desviar la conversacióna p un tos de detalle, y también puede tener un efecto indirecto pues los interlocutores erróneamente pueden pensar que existe una razón pa rticular  paradar tal exceso de información.

" G ordon-L akoff y D ucro t interpre tan estas m áxim as así:

a.  L e y de inform ativ id ad: en una situación de conversación que no

pura charlatanería, es decir, en las situaciones en que se debe dar información normalmente, no se enuncia algo que la persona a la que se habla probablemente sabe ya.

Como puede verse esta ley es una ley antitautológica en la comunicación, que excluye, por lo menos en situaciones normales, las verdades deperogrullo (passés les bornés, il n ’y a p lu s de lim ites; más vale ser rico y tenerbuena salud que ser pobre y estar enfermo; ¿en quién piensas? en alguien)

G ordon L ako ff21.

19 WILSON, Deirdre, et SPER BER , Don, Rem arques Sur l ’Inte rpré tat ion des énoneésSelon Paul Grice, en Communicat ions , n. 30, 1979, p. 79.

20 Este agrupa m iento según las clases de catego rías preten de establecer un parentescocon Kant , según creemos, porque Kant se planteó un problema similar en su  Lógica ( Lo g iqu e, trad. de L. Guillermit, París, Vrin, 1970) cuando nos plantea la perfec-tion lógica del conocimiento según la cantidad, la cualidad, la relación y la modalidad.

21 GO RDO N, D., LAK OFF, G., “Con versational po stu late s”, en Syntax and Sem ant ics 3

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b.  L ey de exhaustiuidad: es la form a como D uc rot reformu la las m ámas de la cantidad; esta ley “exige que el locutor dé, sobre el tema de que sehabla, las informaciones más fuertes que posee y que son susceptibles de interesar al destinatario”22.

Esta ley tiene innegables aplicaciones empíricas, por ejemplo, ella permite dar cuenta del hecho que la afirmación “en este libro algunos capítulosson interesantes” , norm alm ente da a entend er que “ algunos cap ítulos no soninteresantes”; partiendo de esta ley Ducrot ha podido demostrar que lacondicional del lenguaje ordinario (si... entonces) con frecuencia debe entenderse no como una simple condición suficiente (como sucede con la condicional lógica) sino como una condición necesaria y suficiente: supongamos,

dice Du crot, que yo a nuncie “ si llueve, perm anece ré en casa” ; supong amos, igualmente, que haga buen tiempo y me quede en casa; los interlocutores tendrán la tendencia a dudar de mi buena fe, porque en virtud de la leyde exhaustividad habrán interpretado que el enunciado quería decir también  que el mal tiempo era necesario para quedarme en casa23.

2. M áxim a de la cualidad. La máxima de la cualidad “trata de hacerque tu contribución sea verdadera” es quizá la máxima más importante y se

desdobla en dos:

a. No digas lo que creas falso.

b. No digas aquello de lo que careces de prueba.

Estas máximas tienen relación con la implicación pragmática y con lapresunción de sinceridad; así que tod o lo d icho en aquel cap ítulo vale en esta

situación.

Solo agregaré un punto que luego pondré en relación con Grice: estasmáximas, como todas las máximas de la conversación, se pueden transgredir,por ejemplo, en la ironía y en la mentira por omisión (ya que la mentirapor omisión tiene que ver más con las máximas de la cantidad); pero hayuna diferencia entre la ironía y la mentira; mientras que en la mentira ellocutor trata de pasar por sincero —en vano si lo descubren—, en la ironía

el locutor señala su falta de sinceridad discretamente gracias a indicios ges-tuales o situacionales.

3.  En las máxim as de la relación. Grice solo plantea una “se pertinente”, que aunque es relativamente vaga (puesto que hay diversas clases y focos

22 DUC ROT, O.,  Dire e t ne pas dire, p. 134.

23. DU CRO T, O.,  La Pre uve e t le dire. Langage et Logique, Repères Mame, 1973, pp.

136-6.

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de pertinencia, hay cambios de pertinencia en la conversación), puede serútil para la definición de im plicatura.

4. D en tro de las máximas de modo, que se relacionan no con lo qu

dice (como las máximas anteriores) sino con el cómo se dice lo que se dice,Grice propone las siguientes:

a. Evita la oscuridad de la expresión.

b. Evita la ambigüedad.

c. Se breve (evita la prolijidad innecesaria).

d. Se ordenado.

Grice se apresura a observar —ya lo sugerimos— que la observación dealguna de estas máximas es más urgente que la de otras, puesto que serápenalizado más fuertemente quien dé información que cree o sabe falsa, quequien es prolijo o desordenado. De hecho, agrega, la primera máxima de lacualidad es una supermáxima que debería estar por fuera del esquema de

las máximas propuesto, porque otras máximas pueden ser operativas solo sise asume que se satisface esta m áxim a d e la cualidad. P ero, de nuevo, ya losugerimos, en lo que se refiere a la generación de implicaturas, no parece

 jugar un papel d iferente de las dem ás máxim as.

Pasemos pues al estudio de las implicaturas. Hay implicatura cuando ellocu tor viola una m áxima , la viola consc ientem en te, el interlo cu tor recono-

ce que la viola conscientemente y el interlocutor presume que se respeta la

máxima en cuestión, o por lo menos, el C.P., en el nivel de lo implicitado(de la implicatura).

Partamos de algunos ejemplos que tomamos, con modificaciones, delmismo Grice y que enumeraremos en el orden en que hemos expuesto lasmáximas:

1. Al solicitársele al direc tor del hospital una reco m end ación para un

puesto de médico a uno de sus residentes escribió lo siguiente: “El señor  x  es un excelente calígrafo y conoce muy bien la historia de la música”.

2. Pronun cio la expresión “estaba un poco eb rio” después de que unborracho ha destruido toda su casa.

3. En una reunión social acaba de decir que “x es una vieja  p ... después del silencio  B afirma: “ ¡Qué bello día! ¿no es cierto?”.

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4. Sup ongam os que un crítico musical dice a pro pó sito de la can tacinvitada

“ La señorita x em itió una serie de sonidos que correspo ndían aprox im a

damente con el aire de la aria”.

En cada caso hay infracción de una máxima, 1. de la primera máximade la cantidad generando la im plicatura “es un mal m édico” ; 2 . de la primera de la cualidad, implicitando, mediante litote interpretada según elcontexto, com o “estaba com pletam ente borrach o” ; 3. de la per tinencia, dando a entender “se te fue la lengua”, y 4. del modo (claridad v concisión),queriendo decir “no cantaba, bram aba” .

En efecto, para que haya implicatura conversacional, es decir, para queun locu tor L genere una implicatura Q cuando diceP, se requiere que:

1. El interlocutor  I  no tenga razones para suponer q u e l / no cumple conlas máximas, o por lo menos con el P.C.

2.  L piensa que Q es necesario para que el hecho de que él diga P nosea con tradictorio con 1.

3. L piensa (y espera qu e / piense qu e él piensa) que  I  es capaz de deducir o aprehender intuitivamente que es necesario hacer la suposición expresada en 2 .

Pero adem ás / deberá tener en cu en ta com o algo previo:

1. El sentido convencional de las palabras utilizadas.

2. El contexto lingüístico o extralingüístico del enunciado, incluyendo la determinación de los referentes y la precisión del sentido cuandoeste es ambiguo.

3. Otros elem entos de co nocim ientos previos.Veamos el primer ejemplo, la recomendación del director del hospital :

si el ca nd idato fue ra bue no en su profesión sería una violación de la m áxima de la cantidad elogiar sus talentos de calígrafo y de historiador de lamúsica; ahora bien, el director coopera con su interlocutor y lo que dice nolo dice por ignorancia porque lo conoce bien; luego si no dijo más es porqueno tenía más que decir; por consiguiente, en el contexto presente, lo dichocuenta como una insinuación de incompetencia del candidato.

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Según Gochet24, que sigue algunas sugerencias de la última parte delartículo de Grice, las implicaturas de la conversación tienen las siguientescaracterísticas:

a. Ellas no hacen parte de la significación de las expresiones utilizadas,“buen calígrafo” no significa “médico mediocre”, ni “qué bello día, ¿noes cierto?”, no significa “se te fue la lengua”. En resumen, no son convencionales, po r eso su interp retac ión requiere del P. C. y de las m áximas.

b .Dependen de l contex to , pues si el candidato hubiese postulado para un cargo de historiad or de la m úsica, la reco m end ación hu biera sidoválida.

c. Son anulables, pues el director del hospital puede agregarcalígrafo e historiador de la m úsica es el m ejor m édico q ue co no zc o” .

d.  N o son separables, en el sentido que no se puede substituir el enunciado portador de la insinuación por otro sinónimo donde esté ausente lainsinuación, así una expresión como “es un perito en caligrafía y un excelente conocedor de la música universal”, continúa portando la misma insi

nuación; y

e.  L a proposición insinuada pued e ser falsa, sin que la proposición   portadora de la insin uació n lo sea25, contrariamente a lo que sucede con elarrastre porque si p arrastra q, y q es falsa  p también debe serlo, y tambiéncontrariamente a lo que sucede con la proposición portadora de la presuposición que se privará de valor de verdad si la propo sición pre sup ue sta es falsa;

24 GOCHET, P., “Théor ie des m odéles e t com petence pragm at ique ” en  L e langage en  con tex te , p. 366.

25 E sto es lo que explica que se pu eda m en tir diciend o la verdad co m o sucede en estaterrible historia de marineros, donde se viola la máxima de la pertinencia:

“Casi a punto de part i r el barco, hubo una disputa entre el capi tán y su primer ofi cial . La discusión se agravaba por la tendencia a beber del primer oficial , pues elcapi tán era un fanát ico de la abstinencia y nunca pe rdía la op ortun idad para regañarlo por su defecto. Inút i l decir que sus sermones solo conseguían que el pr imeroficial bebiera aún más. Después de repetidas advertencias, un día en que el pri mer oficial había bebido más que de costumbre, el capi tán regist ró el hecho en eldiario de bitácora y escribió: ‘Hoy, el primer oficial estaba borracho’. Cuando letocó al prim er oficial hace r los registros en el libro, se horrorizó al ver esta co ns tan cia oficial de su mala conducta. El propietario del libro iba a leer el diario y su reacción, probablemente, sería despedir al primer oficial , con malas referencias. Suplicóal capitán que eliminara la co nsta nc ia, pero el cap itán se negó. El prim er oficial nosabía qué hacer, hasta que finalmente dio con la manera de vengarse. Al final de los

registros regulares que había en el diario ese día, agregó: ‘Hoy, el capitán estabasobrio’ ”.

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en efecto, “es un medico mediocre” puede ser falsa aunque puede ser verdadera “es un buen calígrafo y un buen conocedor de la historia de la mú-sica .

Como se puede constatar por las características anotadas, las implicaturas discursivas parecen muy alejadas de la lógica formal, en tanto que solotienen nexos muy relajados con el valor de verdad de las posiciones que liga;y, por otra parte no parece tener ninguna relación con la  form a lingüística  que la porta: hubiera sido posible insinuar que el médico es mediocre pormedio de un enunciado diferente del utilizado, tanto por lo que se refiereal sentido como a la  forma. Las inferencias insinuadas parecen desafiar todalógica porque cualquier frase puede insinuar casi cualquier cosa. Sin em

bargo, como antes lo vimos el P.C. y las máximas nos permiten leer entrelíneas e interp retar los enunciados.

Algo más, Grice sugiere que las figuras (es decir los tropos) se puedenentender a partir de implicaturas donde se infringe la primera máximade la cualidad, así por ejemplo, sucede con la ironía, que Grice ilustra conel siguiente ejemplo:  x , con quien  A se ha encontrado en buenos términoshasta ahora, acaba de revelar un secreto de  A a sus competidores en ne

gocios.  A lo sabe y su asistente también; en el momento en que se encuentran reunidos  A dice: “x es un amigo con quien se puede contar”. Griceglosa lo dicho de la siguiente manera: es perfectamente claro para  A y paraquien lo escucha que lo que  A dice no corresponde a lo que piensa, y losauditores saben que  A sabe que ellos lo saben; por consiguiente si se suponeque los propósitos de  A t ienen un objetivo, entonces es porque  A t rata detransmitir otro enunciado; un enunciado l igado al precedente de maneraobvia; la más probable es la proposición opuesta.

Análisis análogos realiza Grice con la métafora, la litote (o meiosis) y lahipérbole. La originalidad de esta idea radica en que inserta conceptos retóricos clásicos d en tro de una teoría pragm ática mo derna; y nos permite superaruna concepción del discurso en que los tropos son un simple decorado peligroso porque desvían y pervierten la información leal y directa; según estaconcepción las figuras no son técnicas paralógicas de persuasión y de propaganda, sino que hacen parte de las estrategias discursivas y más que un

epifenómeno, son formas de implíci to reguladas por un principio de cooperación26 .

Sin embargo, D. Wilson y D. Sperber han hecho varias objeciones a estapropuesta de Grice; según los autores Grice peca por defecto en el aspectorelativo a la determinación del sentido del enunciado y de los referentes y laeliminación de la ambigüedad, pero peca por exceso en lo relativo al análisis

26 M EN DE NH AL L, V., “ Transgressions-figures et déraisons- stratégies con versa tionne lles” en Carrefour , v. 5, n. 2, novembre 1983, pp. 81-2.

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de las figuras. En efecto, el sentido del enunciado, la determinación de los referentes y la exclusión de la ambigüedad se hace a partir del cálculo de lasimplicaturas de Grice, aunque él mismo no lo notó.

Tomemos, por ejemplo, el siguiente enunciado:

La cocina de Guadalupe es impecable.

En términos de Grice este enunciado tiene por lo menos dos significados, puesto que “cocina” designa tanto la preparación de alimentos como ellugar destinado a su preparación. Por otra parte Guadalupe puede referirse atodas las personas llamadas Guadalupe y conocidas de los interlocutores quepueden ser un solterón o una señora recién casada, si son dos las personas

que responden a estas condiciones; la combinación de estas dos alternativasconduce a cuatro proposiciones completamente diferentes; si se supone queel enunciado sea la respuesta a esta afirmación: “en mi tiempo se lavaba lacocina con agua todos los días, pero las mujeres de hoy no saben mantenersu casa”, y si el interlocutor considera que el locutor se conforma con lasmáximas de Grice, en particular con la máxima de pertinencia, él puede eliminar tres interpretaciones y quedarse con la cuarta donde “cocina” designael lugar y Guadalupe designa a la joven señora; solo con esta interpretación

puede hacerse una contribución pertinente a la conversación. Incluso sepuede generalizar la hipótesis y proponer que la eliminación de la ambigüedad, lo mismo que la determinación de los referentes, se hace sistemáticamente aplicando las máximas de Grice; si esto es así, tal exclusión dela ambigüedad tiene que ver con la pragmática y no con la semántica, contralo que piensa Grice; en consecuencia la pragmática no se limita al estudio delo im plícito, sino que tam bién explica cómo se determ ina lo exp lícito.

Por otro lado, Grice peca por exceso cuando trata de integrar la teoríade los tro p os d en tro de las im plicaturas y de la lógica de la conversación . Wil-son y Sperber sugieren que las implicaturas tienen un modo de operacióndistinto de los tropos. Mientras que las implicaturas corrientes se agregan ala significación de la frase enunciada, la completan, y con ella constituyenlo que el locutor ha querido hacer entender, en los tropos, al contrario, lasimplicaturas sust i tuyen la significación, la remplazan en vez de completarla. E n consecuen cia, esta es un a extensió n injustificada del cálculo de las im

plicaturas: “en general, las implicaturas permiten establecer, contra lasapariencias, que un enunciado particular t iene una interpretación conformea las máximas de la conversación; este es el principio mismo del cálculo de lasimplicaturas. En el caso de los tropos la sustitución de una implicatura porla significación del enunciado, confirma la hipótesis de una violación, en vezde infirmarla; por consiguiente, las implicaturas de los tropos no satisfacenel mismo criterio que las demás implicaturas y no hacen parte del mismocálculo”.

IfU

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Esta hipótesis de Wilson y Sperber, sin embargo, merecen algunos com entarios críticos.

Si partimos de la tesis de Gochet de que la implicatura puede ser falsa,mientras que la portadora puede ser verdadera, y también de que la impli

catura es anulable, esto indica que no completa el sentido del enunciadopo rtador sino qu e lo sustituye.

Además, y esto tiene que ver con lo anterior, si las implicaturas no dependen del sentido del enunciado portador de ellas, difícilmente puedehablarse de com pletar el sen tido p uesto que lo que está en tela de juicio noes el sentido ni el contexto (como ellos mismos lo afirman). Podríamos preguntar, en qué sentido “se te ha ido la lengua” completa a “hace buen tiem

po, ¿no es cierto ?” ; lo q ue se ve en este caso es m ás bien una sus tituc ión, ysustitución radical.

En realidad, puesto que cualquier enunciado puede portar cualquier in-

sinuación, es muy difícil pensar que el uno completa al otro, cuando no t ienen ninguna relación lógica ni lingüística.

Me parece, por otra parte, que Wilson y Sperber no tienen una idea cla

ra de las implicaturas, porque en uno de sus ejemplos confunden la implicatura con una inferencia lógica, así, por ejemplo, el siguiente diálogo:

• ¿Tom a usted café?

• No, no tom o café .

• Jamás tomo exc itan te .

• Me quiero acostar a dorm ir de ntro de dos horas.

Según los autores la primera respuesta es directa, pero las otras dos no,porque para interpretarlas como adecuadas se requiere un razonamientoen el que el auditor debe utilizar como premisas, además de la proposiciónenunciada, todo el saber compartido por los interlocutores; el auditor, porejemplo, debe saber que el café es un excitante. Según los autores en las dos

últimas respuestas se infringe la máxima de pertinencia (que curiosamentelos autores consideran muy vagas y que al final del artículo niegan); pero esto no es lo más importante, porque creo que las respuestas no oecan contrala pertinencia y al contrario son muy lógicas puesto que “el café es un excitante y no tomo excitante, luego no tomo café” es una inferencia lógicaelemental, aceptable y aceptada; en realidad café  y excitante tienen relaciones de sentido puesto que el primer concepto pertenece a la clase del segundo no solo empírica sino también l ingüísticamente. Con respecto a la últ ima

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respuesta, la inferencia será análoga con la premisa suplementaria, “un excitante no permite conciliar el sueño en tan breve lapso”. Vale anotar quelas implicaturas son inferencias, pero no todas las inferencias son implicaturas.

Pero quiero agregar algo más. Wilson y Sperber sostienen que en el casode las implicaturas corrientes solo se violan las máximas de manera aparente, no real. Sin embargo, esto no es absolutamente cierto porque para que sedé una implicatura no se requiere que se respeten todas las máximas sino “almenos el principio de cooperación” y además porque a veces para respetar una máxima se requiere infringir otras, como puede verse en uno de losejem plos prop ue stos po r Grice.

 A está organizando con  B el itinerario para un viaje de vacaciones aFrancia. Los dos saben que  A quiere visitar a su amigo C, siempre que no seprolongue mucho el trayecto.

•  A — D ónd e vive C 

• B — En alguna parte del sur de Francia

Si se supone que  B coopera y se sabe que incumple la máxima de la can

t idad, es de inferir que no pude dar más información porque infringiría lam áxima de la cualidad.

En síntesis, creo que las ideas de c om pletar y s ustituir de Wilson y S perber se deben completar o, mejor, sustituir! Pero, quiero dejar en claro que aestas objeciones, los autores no las consideran fundamentales puesto quela objeción mayor es que “la interpretación de un tropo no se reduce aldescubrimiento de una implicatura apropiada”. Puesto que la interpretación

de un enunciado supone un conjunto definido de proposiciones, las implicadas lógicamente por la frase (que tienen que ver con la semántica), las impli-citadas por el enunciado (que tienen que ver con la pragmática), más losefecto s de o tras clases, po r ejemp lo, la evocación de imágenes, la sugestión deun estado de espíritu (que son las características de las figuras y tienenque ver con la retórica); el conjunto de estos últ imos enunciados consti tuyeuna l ista abierta y mal puede servir como premisa de un argumento que permite salvaguardar la idea de que se han respetado las máximas; los autores

prefieren decir que “un enunciado figurado evoca una lista abierta de enunciados”. Esta propuesta tendrá que ser analizada cuando tengamos en claroqué es evocar y sobre todo qué es una lista abierta.

Sin em bargo, sigo creye nd o qu e la tesis fun da m en tal es la conc lusión deun razon am iento que t iene com o premisas las tesis meno s fund am entales quecriticamos antes; por lo mismo, creo que la conclusión del argumento no esaceptable. Estoy convencido de que las figuras son algo más que implicatu

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ras pero Wilson y Sperver no me han demostrado por qué son algo más, nit a m p o c o po r qué no son algo m ás en la prolon gación del análisis de Grice.

En su ensayo Grice también introduce parentéticamente la idea de im-plicatura convencional, es decir, de las que están ligadas al sentido conven

cional del enunciado, pero el desarrollo que hace de esta idea es insuficiente.

Gochet, por su parte, ha desarrollado la idea y nos propone las características que la diferencian de la implicatura convencional.

Según G och et, algunas palabras po rtan imp licaturas convencionales queno son anulables, ni están ligadas al contexto, pero son separables; ellastienen m ucho s rasgos en com ún con las presuposiciones sem ánticas ( ¿léxicas?),

pero se diferencian de ellas en la medida en que no contribuyen a las condi-ciones de verdad  sino solo a las condiciones de oportunidad o de fortuna dela frase; así, pronunciar la frase:

María está embarazada, pero Ju an está feliz,

es insinuar, en virtud del  pero, que la alegría de Juan es inesperada o quecontrasta con la actitud de María; aquí  pero porta la insinuación porque la

frase:

M aría está em barazada y Juan está feliz,

tiene las mismas condiciones de verdad que la frase anterior, pero carece desu insinuación.

Por mi parte quisiera relacionar el arrastre, la presuposición y la implica

ción pragm ática con las imp licaturas convencionales, en ta nto que ellas hacenparte del significado de la frase (semántica) o del enunciado (pragmática).

El arrastre hace parte del significado de la frase, no depende del contex-

to, no es anulable, no es separable y si la frase  p arrastra q, y q es falsa,  p  también debe serlo.

La presuposición hace parte del significado del enunciado, no hace par

te del contexto, no es anulable, no es separable y si el enunciado  p presupone9 se privará de valor de verdad si q es falsa.

La implicación pragmática hace parte de la significación del enunciado,  no hace parte del contexto, no es separable, no es anulable porque aunque elque afirma, por ejemplo, puede no creer lo que afirma “asume la responsabilidad de creerlo”, y no contribuye a las condiciones de verdad porque ouedocreer un enunciado falso y descreer uno verdadero.

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Antes de pasar a consideraciones sobre la teoría de la acción quiero hacer una última consideración. I. J. Tonissen en su artículo Pragmatics an em pirical sc ience?21 propone que si la pragmática es y debe ser parte delcontenido empírico de la teoría del lenguaje, debe ser una ciencia empírica,puesto que un subcampo del contenido empírico de una ciencia emm'rica

debe ser empírico. Ahora bien, el principio de cooperación y las máximas dela conversación son conceptos normativos que tienen que ver con la racio-

nalidad de la com unica ción.

Y puesto que las teorías empíricas son falsables, o por lo menos infir-m ables m ediante con traejem plos em píricos, el principio y las m áximas gricea-nas, en tan to que son norm ativas no p ued en ser falsadas po rqu e si asumimos,mediante un experimento imaginario que la comunicación verbal humanaactual n o satisface las exigencias que ellas pla ntea n, ese h ec ho no ref uta la teo ría sino que simplemente muestra que los seres humanos ahora no comunican racionalmente de acuerdo con los estándares de la teoría.

Por otra parte Tonissen sugiere que las máximas griceanas están comprometidas con una forma específica de racionalidad, a saber “la de facilitarla transmisión efectiva de información entre las partes que desean maximi-zar el intercambio de significado descriptivo con el menor esfuerzo”, pero,según el au tor, es razona ble y racional violar todas las m áximas, especialm en

te si se interpretan las máximas fuera de su contexto griceano, sin que lacomunicación parezca parásita o anormal, por ejemplo, en lo que respecta a la can tidad, usted deb erá ser prud en te y ser men os inform ativo de lo quese requiere cuando habla de negocios con sus competidores comerciales;en lo que se refiere a la cualidad, cuando usted habla con depresivos o conniños, se le aconseja que no diga la verdad acerca de hechos sórdidos o brutales; si tratamos con la relación, imaginemos la situación en que se le pregunta sobre circunstancias que no quiere revelar; en este caso lo mejor es no ser

pertinente; si nos las tenemos que arreglar con máximas de modo, imaginemos situaciones en las cuales tenemos que firmar convenios, donde el gestode la firma es más importante que el acuerdo sobre los detalles; o en que elhecho de ser desordenado crea un efecto sugestivo, cómico o evocadorde sentimientos.

Pero Tonissen confunde aquí una cantidad de cosas que vale consideraren detalle, aunque mi crítica de fondo es diferente de éstas.

Comenzaré por decir que la infracción de las máximas es posible peroque tal patología no infirma ni confirma nada. Este punto lo dejaré paralo último.

Veamos las infracciones una por una (aunque debe constatarse que lastres primeras t ienen que ver con la mentira por omisión). La primera vio

27 En Philosophica, vol. 27, No. 1, 1981, pp. 95-106.

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l ac ión es perfectamente comprensible porque aquí no nos encontramos enuna conversación común y corriente sino en una competencia que tieneque ver con la teoría de la lucha, es decir, con una colaboración negativa28;la segunda, tiene que ver con la m entira piadosa que se relaciona con la m entira p o r hum anidad ; la tercera es una m en tira —tam bién p or om isión— pe r

fectamente lícita para el oficio de diplomático porque como lo dice Vol-taire “cuando un diplomático dice no, quiere decir tal vez; cuando dicetal vez, quiere decir sí, y cu and o dice sí, ha dejado de ser dip lom ático ” ; lacuarta violación, nos dice el autor, produce efectos cómicos, pero estotampoco prueba nada porque precisamente lo cómico del lenguaje “resultade la no observación por el locutor de las reglas que siguen normalmentela producción de actos lingüísticos”29.

Pero mi crítica va más lejos; aunque sea posible violar las máximas, esto

no dice nada en contra de ellas.

Me explico al respecto. Me parece que la solución a la objeción de fond ode Tonissen, consiste en interpretar las máximas como presunciones, lo quepermite conservar el aspecto normativo y a la vez la posibilidad de refutar elhecho presunto.

Una presunción es una premisa que nos perm ite tom ar decisiones en los

casos en que tenemos información insuficiente; esta premisa tiene un aspectoprop osicional que tiene que ver con los hecho s, pero la fórm ula propo sicionalautoriza una regla de inferencia que puede esquematizarse así: “Dado que esel caso de que  p (es decir el hecho que plantea la presunción) proceda comosi q (hech o p resu nto ) fuese verdadera a no ser que tenga razón suficientepara creer que q no es el caso”.

E sta regla tiene d os características: es parcial po rque favorece un a parteen contra de otra, por otra parte, la regla de presunción solo nos dice que enpresencia de  p procedamos como si q fuese verdadera, pero no conlleva quedebamos creerla verdadera o aceptarla como verdadera; algo diferente sucede con la cláusula restrictiva “a no ser  (hasta) que tenga razón suficientepara creer que q no es verda de ra” ; com o lo dice esta cláusula, para invertir lapresunción (es decir para concluir que no q) se requ iere creer que no q y tener razones suficientes oara creerlo. Las razones para creer que no q tienendiversos grados, fuerte, débil e intermedio y las presunciones lingüísticasson débiles.

A p artir de lo anterior pod em os reform ular las m áximas en térm inos depresunciones, así:

28 KO TAR BINSK I, T hadée, “ L ’éris tique — cas part iculier de la théorie de la lu t te ”, en La th éorie de l ’a rgum en ta tion , perspectives et applications,  L ogiq ue e t analy se, n.21-24 décembre 1963, pp. 19-29.

29 OLBR ECH TS-TYTECA , L. ,  Le C om ique du Discours, pp. 398-9.

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Cuando el locutor  L haga una afirmación (o realice cualquier acto lingüístico) el interlocutor I debe presum ir  q u eL da toda la inform ación requerida (dice la verdad y tiene pruebas para decir lo dicho, es pertinente, evitala am bigüedad, es breve y ord en ad o) a no ser qu e / tenga razones suficientespara creer lo contrario.

Como puede verse, esta reformulación de las máximas en términos depresunciones interpretativas conserva el aspecto normativo (I debe presum ir) de las máximas y a la vez permite refutar el hecho presunto cuando hay razones pra creer lo con trario.

Para entender esta situación importa saber que en el derecho existendos grandes clases de presunciones:  p resunciones de derecho (juris e t de jure) que no adm iten prueb a en contrario pero que son revisables, es decir, se pue

den cambiar por otras (antiguamente el derecho norteamericano presumíaque la mujer podía engendrar durante toda su vida, pero los datos de la biología y de la medicina obligaron a revisar tal presunción); y  presunciones legales que adm iten prueb a en con trario y son tam bién revisables (la presunción de culpabilidad que hacía parte de las ordalías fue remplazada por la deinocencia en el derecho m od erno , pero am bas admiten pru eb a en con trario).

A hora bien, en el ensayo que aparece al final de esta segunda parte,

 presunsiones y juegos de lenguaje, yo he desarrollado la idea de qu e los principios de veracidad (y correlativam ente de credibilidad) y de coo peración sonpresunciones sui géneris puesto que son presunciones legales, débiles, que admiten prueba en contrario pero no son revisables; y no son revisables porque presumir la mentira y la falta de cooperación en la comunicación engeneral sería quitarle toda posibilidad a la comunicación misma, porque estapresupone cooperación y un mínimo de buena voluntad que incluye la confianza mutua entre los participantes; partiendo de consideraciones análogas

Radni tzki disuelve la paradoja del m entiroso:

Una razón para la sospecha tarskiana de la, por así decirlo, contradicción interna  de cualquier lenguaje natural, es la antigua paradoja del mentiroso. Pero una afir-mación como “todos los cretenses mienten siempre”, no es propiamente, incluso en el lenguaje ordinario, y cuando lo afirma un cretense, una paradoja (...) por-que ella tiene que ser falsa, pues de ser verdadera, los cretenses no podrían  formar de ninguna manera una comunidad de entendimiento que funcionase y esta está asegurada por hipótesis.

Me parece que este análisis preserva el aspecto normativo de estos principios y que los hace consti tutivos como condiciones de posibil idad de todacomunicación, de todo lenguaje, y, por lo mismo, de toda teoría del lengua

 je , y p o r o tra p arte se preserva el aspecto em pírico de los hechos presuntos.

Para terminar este capítulo quiero hacer algunas observaciones de utili dad para un futuro trabajo que tiene que ver con la teoría general de la ac

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ción. No me detendré aquí en Austin quien también pensó en la posibilidad¿e “una concepción de muy alto nivel” que nodría abarcar en una sola doctrina la teoría de los infortunios lingüísticos y las desdichas que se puedenoresentar en la ejecución de acciones30, no me detendré en algunos de susaportes a la teoría general de la acción31, ni repetiré lo ya dicho sobre las ac

ciones lingüísticas, tampoco me detendré en los aportes que Searle, su discípulo, ha hecho al respecto32.

A qu í solo m e limitaré a exp on er la sugerencia de Grice de que sus máx imas de la conversación valen para otras actividades humanas intencionales ycooperativas, así po r ejemplo:

1. Cantidad: si alguien me ayuda a reparar mi vehículo espero que su

contribución corresponda, ni más ni menos, a lo solicitado; si por ejemplo,en un momento dado, necesito cuatro tornil los, espero que me dé cuatro yno seis o dos.

2. Cualidad: espero de mi colaborador una ayuda verdadera, no una simulación de ayuda; si requiero azúcar para un pastel que alguien me ayudaa hacer, espero que no me pasará sal, y si quiero una cuchara espero que nome pase una de caucho o de plastilina.

3.  Relació n: cuen to con la ayuda de mi colabora do r ajustado a las necesidades inmediatas de cada estado de la transacción; si mezclo ingredientespara hacer un pastel espero q ue n o me pase un buen libro.

4 .Modalidad: supongo que mi colaborador me aclare la naturaleza desu con tribución y la realice en u n tiem po razo nab le33.

Pues bien, creo que Apostel hace una contribución importante cuandotrata de leer en términos praxeológicos —la praxeología es la teoría de la acción eficaz34—, las condiciones de fortuna de la promesa de Searle, puestoque, da una versión praxeológica de los actos lingüísticos que sintetiza, me

30 Palabras y acciones, pp. 62-3.

31 A1 respecto cfr . FOR GU SO N, L. W., “ A ustin’s Philosophy of A ction ” en S y m p o -

sium on J. L. A ustin, pp. 127-47.32 SEA RL E, J. R., “ L ’intentionali t6 de l’inten t ion del’ac t ion ” en Critique, octobre

1980, No. 401, pp . 990-1010.

33  Logic and Conversation, p. 47.

34 KOT AR BINSK I, Tadeusz, “ Praxiological sentences an how the y are pro ved ”, en Logic , M ethodology and P hilosophy o f sc ie nce (Proceedings of the 1960 internat ional congress of Philosophy) edited by Nagel-Suppers- Tarski, Stanford UniversityPress, 1962, pp. 211-23.

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parece, a Austin, a Searle y a Grice (con su principio de cooperación ) 35 . Parapresentar las tesis de Apostel será preciso repasar las condiciones necesarias ysuficientes para realizar el acto lingüístico de prometer. Ellas son:

1. Condiciones normales de emisión y recepción del mensaje: el locutor

y el receptor deben ser capaces de hablar y comprender el mismo lenguaje,el cual no debe estar perturb ado po r ruidos.

la. Praxeológicamente, hablar es una acción cooperativa entre agentes,lo que permite traducir esta condición así: los instrumentos y materiales dela acción deben estar disponibles, y los agentes deben ser capaces de utilizarlos en co operación.

2. C ondición de con tenido proposicional: en la frase “p rom eto venirm añana” , prom eto p que es la proposición que prometo realizar.

2a. Puesto que la promesa también es una acción cooperativa, la proposición, en praxeología, es un modelo miniaturizado de la acción que “vamosa realizar”; puesto que la promesa es una acción que prepara otra acción,“uno de los Darticipantes hace un mimo para guiar, de alguna manera, la acción de los demás y sus acciones futura s” .

3. Al expresar “prometo venir mañana” el locutor se atribuye un actofu turo .

3a. A tribu ir un pre dica do es de term ina r la clase de accion es actuales o futuras que los interlocutores cooperantes van a tener hacia el objeto al cualse atribuye un predicado y en este sentido es una tentativa de promoveralguna actitud hacia las acciones futu ras del prom itente.

4. U no d e los colaborado res (el interlo cu tor) prefiere que el otro (ellocutor), haga la acción prometida a que no la haga y el locutor se hace unmodelo del interlocutor en el cual las acciones prometidas tienen las orefe-rencias del interlocutor.

4a. Esto quiere decir que los fines del inte rloc uto r son tales que él quiere utilizar algunos medios (mi presencia) más que otros que implican mi

ausencia y que mis fines son tales y que he elaborado un modelo del interlocu tor en el cual figura esta relación e ntre m edios y fin.

5. No es evidente ni para  L ni para  I  qu e no rm alm en te <S ha rá la acciónprometida.

35 APO STEL, Léo, “ Essai sur les rappo sts entre la théorie du langage et la théorie del’ac t ion” en Cahiers de Sym bo lisme, No. 22-23, 1973, pp. 5-23.

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5a. Esto se puede traducir así:  L prep ara la acción que hará en el futu rop o r q u e el resultado de esta acción no es probable sin esta intervención deLy el modelo que  I  se hace de la situación, implica igualmente esta relativaimprobabilidad de la acción prometida.

6 . C on dición de sinceridad: es cierto que el loc uto r tien e la inten ció nde hacer el acto pro m etido: “ tengo la intención de ve nir” creye nd o pod erhacerlo y queriendo hacerlo cuando prometo.

6 a. Tener la intención de hacer algo en el futuro es abstenerse, por unaparte, de hacer ahora acciones que la harían imposible y, es por otra parte,hacer algunas acciones que comiencen la realización puesto que intención ypreparación se unen.

7. Condición esencial: por su promesa el locutor se coloca en la obligación de hacer el acto prometido; comprometerse es aceptar por anticipadolas sanciones que seguirán si la promesa no se mantiene y, eventualmente,definir uno mismo el género de sanciones que se esperan al crear una situación en la cual estas sanciones tendrán lugar y se seguirán si la promesa no semantiene y es, también, definir el género de sanciones que uno espera alcrear u na situación en la cual estas sanciones se seguirán auto m áticam en te de

la ejecución.

7a. Comprometerse es una acción que consiste en suscitar otras accionesde uno mismo (no resistencia, aceptación), como de los demás. En este sentido es aún una cond ición preparatoria (sic).

8 . Si prometo tengo la intención de comprometerme provocando en elinter locutor e l reconocimiento de mi intención de comprometerme, provo

cando en él la certeza de que la expresión que realizo debe tomarse como uncompromiso y e l locutor t ra ta de producir en e l inter locutor esta comprensión con la ayuda del conocimiento que este último tiene del sentido de laspalabras en su lengua común.

8 a. Uno de los dos agentes que prepara la acción en cooperación, provoca en el otro agente acciones de preparación com plem entarias, m ostrando susacciones propias, llamando la atención sobre ellas, evocando su comprensión

co m par tida adqu irida p or inducción y abstracc ión de la especie de acción en lacual se van a comprometer y de su organización interna.

9. La última condición es la de que las reglas semánticas de la institución que es el dialecto común de locutores e interlocutores sea tal que lapromesa P solo se expresa de manera correcta y sincera cuando se dan todasestas condiciones.

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9a. El acto cooperativo que p re p ar a d no es afortun ado sino en la medi da en que los diferentes subactos descritos en las condiciones que precedenhacen normalmente parte de una preparación de  A en el grupo o mejor enun o d e los grupos o e n el grupo principal al cual pe rten ece n los colaboradores.

Más curioso aún es el hecho de que Apostel también nos ha dado unaversión praxeológica del principio de cooperación y de las máximas quededuce de aquél36, así:  principio de cooperació n.

Para todos los miembros del grupo tales que en todos los momentossituados entre n y m este grupo realiza acciones para lograr un objetivo complejo, entonces si al final de este período se requiere que un miembro del

grupo realice una acción part icular en un momento intermedio, este miembro del grupo deberá realizar la acción en ese momento.

M áximas de la cantidad

Si una acción de un miembro del grupo en el momento to t  no es condición n ecesaria de la realización del ob jetivo del grupo, e nton ces el miembrodel grupo no la realizará. Esta máxima solo es deducible del principio si se

agregan las restricciones de que a) cada individuo es miembro de un solo grupo y b) hace exactamente lo que es necesario para lograr el objetivo del grupo.

Esta m áxima se po dría form ular de otras dos maneras:

1. Si una acción realiza en el momento t  un estado que no es  parte deun estado necesario, o un estado no es sino una parte del estado necesario,no se realizará si hay disponible una acción que produce exac tamente el estado requerido.

2. Cada agente da un momento a su colaborador el control sobre los ob jetivos que su co laborador requiere para realiz ar en cada m om ento las acciones necesarias para el objetivo del grupo.

Máximas de la cualidad

En cada momento los miembros del grupo realizan acciones que no son

solo aparentemente útiles sino realmente útiles.

Máximas de relación

La acción de un agente es pertinente para el objetivo del grupo, en lam edida en qu e el hech o de realizar esta acción a fecta la proba bilidad de reali

3 6 “ Co m m u n ica tio n e t ac t io n ” en  Le Langage en C on tex te , pp. 191-315.

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zar el objetivo del grupo. Una acción puede ser más o menos pertinente y losfines del grupo pueden cambiar, sin ruptura, lo que hace que sea posible queen un m om ento da do haya acciones incom patibles pero igualmente pertinen tes. La pertinencia también puede ser positiv a o negativa, lo que permite unadefinición más general: la acción de un agente a es pertinente para los fines

de b  si ella afecta los fines de b. Una definición muy exigente de esta máxima rezaría así:

“En cada momento, cada miembro del grupo realiza la acción positivamente más pertinente, para los fines del grupo y para los fines del mayornúmero de los otros colaboradores, en los momentos temporales más cercanos”.

Una más débil se formularía de la siguiente manera:

“En cada momento del t iempo, un número suficiente de miembros delgrupo, realizan acciones que no son dem asiado negativamente per tinentes p ara algunos fines de otros miembros del grupo en momentos más o menosalejados”.

Máximas de la modalidad

Una acción es clara en la medida en que los otros miembros del gruDOque conocen que ha sido realizada pueden deducir rápido y con gran probabilidad las acciones que deben realizar después para los fines del gruño.La acción es expeditiva cuan do su ejecución tom a el t iem po m ínimo com patible con la realización de su objetivo.

Como puede apreciarse la praxeología podría servir para la elaboración

de una teoría general de la acción lingüística y extralingüística, pero esteasunto solo lo abordaré en un trabajo futuro37.

37 R ecientem ente Apo stel ha hech o un nuevo aporte a la teoría general de la acción ensu artículo  Illocu tionary forces and th e logic o fC hange, en Mind, 1981, pp. 208-24.

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ACTOS LINGÜISTICOS INDIRECTOS

Searle, en su última obra, agrega ur nuevo análisis a su teoría de los actos lingüísticos38. Considera que los casos más simples de significar (quererdecir, meaning) son aquellos en que el locu tor profiere u na frase y q uiere decir exacta y literalmente lo que dice: en tales casos el locutor intenta producir algún efecto ilocucionario en el auditor, e intenta producir este efecto

logrando que el locutor reconozca su intención de producirlo, e intenta lograr que el locutor reconozca esta intención en virtud del conocimiento quetiene el auditor de las reglas que gobiernan la emisión de la frase. Pero no todos los casos de significar son así, porque, por ejemplo, en las insinuaciones,en la ironía y la metáfora el significado del enunciado del locutor (S p ea ke r’s utterance meaning) y el significado de la frase (Sentence meaning) son diferentes de diversas maneras.

Un caso especial de esta manera de significar es la que se presenta en losactos lingüísticos indirectos en los que el locutor profiere una frase y quiere  decir lo que dice pe ro tam bién quiere decir algo m ás; el caso ya citado: “ ¿puede usted dejarme tran qu ilo?” , dicho p or la chica de rojo al playb oy de turno ,se plantea incidentalmente como una pregunta pero  prim ariam ente es unasolicitud o una exigencia; aquí se realiza una solicitud o exigencia por mediode una pregunta; en estos casos “una frase que contiene los indicadores defuerza ilocucion aria para realizar un acto ilocucionario, se puede pro ferir para

realizar además (in adition) otro t ipo de acto i locucionario” ; en resum en, enun acto indirecto el enunciado tiene dos fuerzas ilocucionarias puesto queaquí se realiza indirectamente un acto mediante la realización directa de otroacto y, además, porque el locutor dice una cosa y significa lo que dice pero también significa algo más.

38  Expressio n and Meaning. Studies in the tehory of speech acts. Cambridge UniversityPress, 1979, capitulo 2 Indirect Specch Acts, p. 30-57.

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Es to últim o es precisam ente lo que pl a el prob lem a de su interpretación: ¿cóm o es posible para el aud itor co m pre r el acto indirecto cuando la frase que él escucha y comprende significa al"o más?

La propuesta de Searle es muy simple: en un acto indirecto el locutorcomunica al auditor más de lo que dice confiando en su información básicamutuamente compartida, que puede ser l ingüística o extralingüística y apelando a los poderes generales de racionalidad e inferencia del auditor.

Esta propuesta podrá entenderse como un disposit ivo que incluye lossiguientes elem entos:

a. Una teoría general de los actos lingüísticos;b. Principios generales de la conversación cooperativa (algunos de los

cuales han sido d iscutidos po r Grice);c. Informac ión básica com partida p or locu tor e interlocu tor, yd. La capacida d del loc u to r de hacer inferencias. Searle agrega que no se

requiere asumir la existencia de postulados de la conversación, ni como adición a la teoría de los actos lingüísticos, ni como parte de ella, ni otras ambigüedades.

Aunque esta última afirmación parece incompatible con las precedentes,no lo es porque en la última Searle alude a los postulados de la conversaciónque plantean Gordon y Lakoff en un célebre y discutido artículo 39 en el quelos autores tratan de insertar la lógica de la conversación en una gramáticagenerativa, y, para ello, proponen postulados conversacionales particulares—aunque en algunos momentos generalizan parcialmente—, que representanuna falta de economía explicativa; por esta razón Searle postula simplementecomo elemento de su teoría interpretativa de los actos indirectos, la teoríageneral de los actos lingüísticos, así, por ejemplo, los llamados por Gordon-Lakoff postulados de sinceridad, son simples elementos de la teoría generalde los actos lingüísticos y son innecesarios porque ya hacen parte de la teoríageneral de los actos lingüísticos.

También se debe observar desde ahora que Searle ha dicho que Gricesolo ha discutido algunos principios de la conversación. No estoy seguro deque Searle esté en lo cierto, pero en todo caso Searle agrega uno más “hablecorrectamente (diomatically) a no ser que tenga una razón especial para no

hacerlo”40, y por otra parte considera que “la cortesía es la motivación másimportante para la indirección en las solicitudes y algunas formas tiendennaturalmente a volverse convencionalmente maneras corteses de hacer solici

39 “Conv ersat ional po stulate d’ en Sy nta x and Sem antics , vol. 3, Spee ch Acts , pp. 83-106.

40  Ib idem .,  p. 50.

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tudes indirectas”41. No obsta anotar que Grice consideró su principio y susmáximas como las normas fundamentales que rigen la conversación comoactividad racional de cooperación pero reconoció que “hay toda clase dereglas diferentes que la rigen (por ejemplo, estéticas, sociales o morales), delgénero ‘se cortés’, que los participantes observan normalmente en los inter

cambios hab lados y que pued en dar lugar a im plicaturas no con vencion ales” 42.

Después de este paréntesis continuemos con la exposición de Searle.

Según el autor, si un estudiante  x propone a  y “vamos a cine esta noche” y  y responde “ tengo que estudiar para un exam en” , y está rehusan do lapropuesta mediante una afirmación.

Según Searle, el dispositivo su bya cente de la interpre tación de este actoindirecto es el siguiente:

1. Y  acaba de recibir una propuesta de x y  y ha respondido con unaafirmación referente al estudio para un examen (hechos sobre la conversación).

2 . X  asume que  y está cooperando en la conversación y que su observación p reten de ser relevante.

3. U na resp ues ta relevante (princ ipios de la con versac ión) debe ser unarespuesta de aceptación, rechazo o de contrapropuesta (teoría de los actoslingüísticos).

4. Pero su respuesta literal no fue relevante (inferencia a partir de 1 y 3).

5. Sin emb argo, p robab lem ente quiere decir más de lo que dice, en con secuencia su propósito (point) ilocucionario primario debe diferir de supropósito literal (inferencia a partir de 2 y 4).

6 . Y  sabe que estudiar para un exam en exige mu cho tiem po en la nochey sabe que ir al cine también toma tiempo en la noche (información fácticade fondo).

7. Po r consiguiente, pro ba blem ente no p ued e a la vez ir a cine po r la no che y estudiar para un examen (inferencias a partir de 6 ).

8 . Una condición prep aratoria para la aceptación de una pro pu esta o decualquier otro acto compromisorio es la capacidad para realizar el acto predi

41  Ib ídem ., p. 49; también p. 36.

42  Logic and Conversatio n, p. 47.

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cado en la condición de contenido proposicional (teoría de los actos lingüísticos).

9. Por consiguiente,  y sabe que  x ha <^icho algo que tiene la consecuencia de que probablemente no puede aceptar la propuesta (inferencia a partir

de 1, 7 y 8 ).

10. Luego, su propósito ilocucionario probablemente fue el de rechazarla propuesta (inferencia a partir de 5 y 9).

E ste análisis un poco com plicado es aún incom pleto, pero debem os n otardesde ahora que Searle considera que la conclusión es probabilística y debe serlo porque la réplica no constituye necesariamente un rechazo de la pro

puesta ya que  y podría agregar:

1. Tengo que estudiar para un examen, pero de todas maneras vamos a

cine, o

2. Tengo que estudiar para un examen, pero lo haré cuando regrese decine.

Tal análisis que me parece correcto en tanto que las implicaturas sonanulables, creo que tiene el mismo defecto que la justificación del principiode colaboración en términos probabilísticos; por mi parte seguiré pensandoque la conclusión es presuntiva en el sentido técnico que propuse en el capítulo anterior; pienso igualmente que la nueva máxima propuesta por Searletambién puede interpretarse presuntivamente así “presuma que su interlocutor habla correctamente a no ser que tenga una razón para no hacerlo”. Talm áxima, despu és de tod o , ya está presente, po r lo men os de m anera parcial

e implícita en las máximas de Grice.

Pero quizás esto es poco importante porque Searle no se limita a casoscomo el anterior, sino que descubre un fenómeno más general en el campode los actos ilocucionarios directivos donde las exigencias de la cortesía impiden la presencia de imperativos directos o performativos explícitos, loque obliga a buscar el sesgo del acto indirecto. Además, las frases que sirvenpara realizarlas tienen marcas formales en la estructura superficial; esto haceque tales expresiones sean en buena parte convencionales. Searle detecta varios grup os de los que cito algunos:

Grupo 1: Frases referente a la capacidad del auditor de realizará.

• ¿Pued e usted pasarme la sal?• ¿Pu ede usted callarse?

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G rupo 2: Frases referentes al deseo de  L que el auditor haga  A.

• Me gustaría que vinieras mañana.• Me gu staría que lo hicieras.

G rupo 3: Frases referen tes al deseo del au dito r de hacer  A .

• ¿Le gu staría escribir una carta de recom end ación para m í?• ¿Desea usted pasarm e el m artillo que está en el rincó n?

G rupo 4: F rases referentes a las razones para hacer  A .

• Usted debe ser más cortés con su m am á

• ¿Debe usted seguir m artillando de esa m anera?• ¿Por qué no parar aquí?

De estas ilustracion es Searle cree qu e se derivan los siguientes hecho s:

1. Las frases en cuestión no tienen una fuerza imperativa como parte desu significado. Este hec ho q ue a veces lo niegan filósofos y lingü istas está co rroborado por la evidencia poderosa de que es posible sin inconsistencia

conectar la emisión literal de una de estas formas con la negación de que seintenta un acto d irectivo, así:

Me gustaría que lo hicieras, Oscar, pero no te lo estoy pidiendo, solicitando u o rden and o qu e lo hagas.

2. Las frases en cues tión no son ambiguas en ta n to que pu edan ser directivas y otra cosa diferente. Esta idea también ha sido sostenida pero es a

quien la sostenga a quien corresponde el onus probandi, po rque en virtud dela navaja de Occam no se m ultiplican los significados sin nec esidad ; obsérvesetambién que no es de uti l idad decir que son “ambiguas en contexto” porquetodo lo que esta expresión significa es que no siempre se puede derivar elsignificado del enunciado del locutor del significado de la frase que enuncia.

3. Las frases en cu estión se usan p ara realizar directivas en térm ino sestándares, ordinarios y normales —es decir, convencionales—, a pesar de loshechos anteriores. Además de los marcos formales, una razón adicional esque a ellos no rm alm ente se agrega la expresión “p or fa vo r” en algún lugar dela frase.

4. Las frases no son modismo (idioma) en el sentido ordinario de la palabra; un modismo ordinario es por ejemplo, “colgó la lira” en el enunciado“C hernenko colgó la l ira” .

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Según Searle, la evidencia más fuerte que m ues tra que no son modismoses el hech o de que en su uso com o directivos indirectos ellos adm iten respuestas literales, lo que presupone que han sido pronunciados literalmente. Así la emisión “ ¿p or qué no te callas, E nriq ue ?” adm ite como resp uesta “bienAlex, hay varias razones para no hacerlo”. Una razón de más es que una tra

ducción palabra por palabra de “Chernenko colgó la lira” a otra lengua noproducirá la frase “Chernenko murió”; en cambio, las traducciones de lasfiases en cuestión a menudo, aunque no siempre, producirán frases con elmismo potencial de acto ilocucionario indirecto: “¿Pourriez vuns m ’aider  “¿kön nen sie mir he lpen ?", “¿podr ía us ted ayudarme?” .

5. Sin embargo, las expresiones de que hablamos son idiomáticas y sonidiomáticas para realizar solicitudes y directivos en general, pero son conven-

ciones de uso, no convenciones de significado, porque si bien expresionescomo “puede usted...” son formas convencionales para hacer solicitudes,sin embargo, ellas no tienen un significado directivo. Estas convenciones deuso están determinadas por la cortesía que es, digámoslo otra vez, la motivación m ás pro m inen te de la indirección.

6 . Las frases en cuestión tienen emisiones literales en las cuales no sonsolicitudes indirectas, p or ejem plo, “ ¿pue de usted pasarme la sal?” puede seruna pregunta sobre sus habilidades (por ejemplo, cuando el ortopedista lepregunta a su paciente para verificar sus progresos).

7. En los casos en los que estas frases se usan como solicitudes, conservan su significado literal, y por lo mismo cuando estas frases se usan con elpropósito primario de un directivo, también se realiza el acto ilocucionarioliteral, como puede verse en el registro de estos actos: por ejemplo, “deseoque se vaya ahora” puede registrarse “me dijo que deseaba que me fuera yentonces yo me fu i” .

D ados estos hecho s Searle cree que es posible unificar la teo ría de estosdirectivos sistemáticos con el primer ejemplo que es un comisivo (tengo queestudiar para un examen). La explicación general deberá hacerse en términosde la teoría de los actos lingüísticos. En efecto, cada tipo de acto ilocucionario tiene un conjunto de condiciones que son necesarias para la realizaciónfeliz del acto; en el caso de los actos indirectos se realiza directamente unade las condiciones de felicidad del acto e indirectamente el acto que tiene

por condición necesaria la realizada directamente, así:

1 .L puede realizar una solicitud indirecta (u otro acto directivo)  pre -

guntando si se da o afirmando que se da la condición referente a la habilidadde I  de hacer A.

2.  L puede hacer un acto directivo indirecto preguntando si se da o afirm ando que se da la condición de co ntenido proposicional.

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3. L puede realizar un directivo indirecto afirmando que se da la condición de sinceridad, pero no preguntando si se da.

4 .L puede ejecutar un directivo indirecto afirm ando que o pregun tandosi hay buenas razones para hacer .4, excepto cuando la razón es que/desea

hacer A y en tal caso él solo pu ede pregun ta s i / desea hacerlo.

Estas generalizaciones son el resultado de la aplicación de las reglas, másla información fáctica de fondo y los principios generales de la conversación.

Otras generalizaciones valen para la clase de los comisivos.

1 .L puede hacer un comisivo indirecto preguntando si o afirmando que

se da la cond ición p rep arato ria referente a su habilidad de h acer A .

2.  L puede realizar un comisivo indirecto preguntando si, pero no afirmando que, se da la condición preparatoria referente al deseo de  I  que  L  haga A.

3.  L puede hacer un comisivo indirecto afirmando que, y a veces preguntando si se da la condición del contenido proposicional.

4 . L puede hacer un acto indirecto comisivo afirm ando, p ero no pregu ntando si se da la condición de sinceridad.

5.  L puede hacer un comisivo indirecto afirmando si hay buenas razonespara hacer  A , exc epto si la razón es que / desea hacer  A , y en tal caso solopuede afirmar pero no preguntar si él desea hacer A .

La teoría de Searle tiene poder explicativo y el mérito de integrar lasteorías de la conversación y de los actos lingüísticos; no obstante, ha recibido críticas de fondo y de detalle que se deben tener en cuenta para su adecuada evaluación.

La primera crítica viene de Ré can ati43 y simplem ente la repetirem os p orque ya hab lamos de ella en la primera parte.

Lo primero que observa Récanati es que Searle en su artículo citado 44solo distingue entre la significación de la frase (sentence meaning) y el sentido comunicado en cierto contexto (S p ea ke r’s M eaning). Esta distinción nocorresponde a la austiniana porque Austin distingue la significación de la fra-

se que es el sentido determinable del fema, y el sentido del enunciado que es

43 Q u’et-ce q u ’un acte locution naire.

44 A ustin on Locut ionary and i llocut ionary ac ts .

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el sentido determinable del fema en el momento del acto rético; este sentidolo determinan las intenciones S R del locutor dentro de las restricciones queimpone el sentido fático; Searle no hace esta distinción porque identifica elsentido rético del en unc iado con el sentido de la frase. En cambio en el capítulo II de  Expressio n and M eanin g Searle, bajo las mismas denominaciones

(Sentences Meaning y Speaker’s Meaning), explota otra distinción bien conocida que se da entre lo que alguien dice y lo que quiere decir; esta distinción es pertinente en el caso en el que lo que se dice no es el contenido verdadero de la com unicación com o en la insinuación, la iron ía, la me táfora y elacto lingüístico indirecto; esta distinción es la que desarrolla Grice en el art ículo comentado en el capítulo anterior.

Desde este punto de vista hay un progreso en este último artículo que

data de 1975 con respecto a su teoría anterior puesto que se hace presenteuna distinción que no existía en la etapa anterior —a pesar de las confusiones— pe ro persiste aun un pro blem a qu e es la exp licación que da Searle delos actos indirectos porque si  para Searle hay acto s ilo cucionarios efectiv a-

m en te realizados que n o son significados p o r la frase (por ejemolo, “hacefrío” para solicitar indirectamente al interlocutor que cierre la ventana),al contrario, no puede haber acto ilocucionaria significado que no sea rea-

lizado; solo con esta condición Searle puede liberarse de la distinción locu-

cionario/ilocucionario, pero a un alto costo porque deberá, en consec”encia,sostener que quien dice “ ¿quiere usted dejarme tranq uilo ?” plantea unapregunta y al mismo tiempo una solicitud; pero es intuitivamente claro queel enunciado solo tiene la  form a de una pregunta, no su  función.

Como vimos, una de las razones (de las poderosas razones) que Searleaduce para sostene r tal teoría radica en el hecho de que el enunciado:

1) ¿Puede pasarme la sal? no contiene un acto literal de solicitud puestoque se puede encadenar con un enunciado que niegue esta solicitud, porejemplo,

2) ¿Puede pasarme la sal?, no le solicito que lo haga sino que me diga sipu edo hacerlo.

Pero esta tesis, an ota Jean Claude Anscom bre:

1) Tiene dos dificultades ;el enu nciado 2 ) solo es posible si el autor de 1)no ha querido hacer una solicitud, y, segundo, el mismo razonamiento conduce a negar la existencia de la preg un ta en el sen tido literal puesto que tam bién es de b uen sen tido el siguiente:

¿Pu ede pasa rm e la sal? ¡No le pre gu nto si lo pu ed e hac er, sino qu e lepido que lo haga!

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Claro está que Searle puede redargüir que el acto literal siempre se realiza porque aún si 1 ) es una solicitud, siempre se puede responder al acto literal o registrarlo literalmente en estilo indirecto, pero de nuevo Anscombrereplica que unr respuesta s í  a 1 ) no muestra que el acto literal haya sido realizado, sino simplemente que su destinatario lo ha descodificado como Dregun-

ta. Ahora bien, si el lceutor codificó una solicitud, la respuesta linda con elhumor desplazado. Aquí, de nueve , lo cómico sirve como reactivo para detectar un a anormalidad lingüística, com o sucede en esta conversación sostenida por el autor con su secretaria:

— Profe, ¿tie r- " n cigarrillo?— Sí, sí tengo, ¿y qué?

Algo similar sucede con el registro del acto literal. Si el destinatario descodificó a 1) com o solicitud , la registrará com o me pidió (solicitó que le pasara la sal)

e incluso:

.me solicitó si podía pasarle la sal, lo que indica que lo que interesa es la solicitud o la petición porque suena extraño decir:

él me solicitó si podía pasarle la sal o no; según Anscombre parece que Searleconfunde aquí codificación por el locutor y descodificación por el destinatario.

Por otra parte, aunque algunos actos indirectos son más corteses que losactos directos equ ivalentes, n o es la regla general porq ue:

• ¿Le im po rtaría ser más breve? (Qa ne vous ferait rien d ’etre bref)

• ¡Qué bestialidades dice usted!

• Cu ando us ted se calle, las gallinas ten drán d ientes.• ¿Su padre fabrica botellas?,

que son m ás agresivos que los actos d irectos corresp ond ientes.

• Sea breve.• Deje de decir ton terías.

• No me tapes la vista.

Aristóteles proponía ya una nota curiosa con respecto a los actos indirectos en la poética45. El pasaje es un poco largo pero merece citarse y pensarse, dice así:

45 C apítulo 19, p. 95,  La Ilocución .

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“Entre lo que se refiere a la locución hay una cuestión que considerara saber, las actitudes o modos expresivos que debe adoptar la locución, yconocerlos corresponde al arte del actor y al especialista versado en esta materia, co m o es, po r ejemplo, saber qué es dar u na orden o hacer una plegaria,o una narración, una amenaza, una pregunta, una respuesta y cualquier otracosa que pueda ocurrir. Efectivamente, no se puede uno guiar por el conocimiento o desconocimiento que de estos modos pueda tener el poeta, 'paradirigir a su arte ningún reproche que merezca ser tenido en cuenta. Porque¿cóm o se p uede adm itir que Protágo ras le eche en cara a H om ero que d a unaorden, cuando quiere dirigir una súplica en las palabras: ‘Canta, oh diosa, lacólera’?, pues, dice él, hablar de hacer o no hacer una cosa es una orden. Poreso dejamos de lado esta cuestión, como propia de otra ciencia y no de lapoética”. Entrevería Aristóteles la teoría de los actos lingüísticos directos eindirectos, y la realización de estos últimos por la vía cortés (litote) y por lavía desco rtés (hipérbo le)? Nada im posible, pero esto solo es posible por nuestra visión actual d el lenguaje.

Sin embargo no hemos agotado las críticas. La última que hace Ans-combre t iene que ver con la oposición modismo/expresión idiomática//con- 'vención de uso/convención de significado.

En efecto, si tomamos la oposición modismo/expresión idiomàtica, podem os decir que los modismos se pued en reco no cer po rque en su uso pierdensu sentido literal y solo toleran las transformaciones sintácticas compatiblescon este caso; así ‘Pedro colgó la lira” (Pierre a vetidu la meche) es un m odismo, pero “Pedro nada en la felicidad” es una expresión idiomàtica. SegúnSearle los actos indirectos solo son expresiones idiomáticas (jamás modismos) y no tienen que ver con la significación. Esta tesis tiene por lo menosdos dificultades:

1. El hecho de ser expresión idiomàtica, y no modismo, solo prueba quesu sentido literal no interviene directamente en su uso convencional, pero noprueba que estos usos no se reflejen en la significación.

2. Si estos usos convencionales no se reflejan en la significación, algunoshechos son incomprensibles. Así “es necesario que bajes el basurero” y “esnecesario que alguien baje el basurero”, son dos expresiones idiomáticas utilizadas a m enu do com o peticiones; ahora bien, solo la prim era adm ite la jus

tificación de la petición por “puesto que es tu turno”, pero la segunda, aunque idiomàtica, se comporta como el enunciado no idiomàtico “el basureroestá l lena”.

No quiero ensañarme con Searle en este trabajo porque aún su teoríame seduce notablemente, pero quiero mostrar nuevas alternativas a suteoría.

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Valdría la pena, por ejemplo, sugerir con Grice que hay toda clase dereglas que rigen la conversación como actividad cooperativa: racionales(maximización de la eficacia) éticas, estéticas, sociales, de cortesía, etc., ytodas pueden dar lugar a implicaturas no convencionales, no necesariamente com patibles, pero tam poco incom patibles p er se.

Searle, por ejemplo, ha llamado la atención sobre un grupo de implicaturas donde las reglas de cortesía son las directrices, que aunque de facto sonincompatibles con una teoría de la acción eficaz al máximo, son de jure  ne utra l izare s puesto que un m ínim o de cortesía es com patible con un m áxi mo de razonabilidad; en fin de cuentas las fórmulas indirectas de cortesíason expresiones idiomáticas que pueden representar arreglos diplomáticosancestrales con otras clases de m áximas.

Sin embargo, la idea de Wilson y Sperber que critiqué en el capítuloanterior —y que se origina en Searle—, puesto que consideran que las implicaturas corrientes se agregan a la significación, mientras que los tropos la susti tuyen, me sigue pareciendo falsa.

Puedo aún reconocer que los actos indirectos de Searle, corresponden alas implicaturas corrientes, no tanto porque ellas se agregan a la significación,

ni porque realizan el acto literal y algo más, sino en cuanto el acto literalsignificado es fundamental para descubrir la interpretación del acto indirectorealizado; para decirlo más llanamente, la forma del acto literal significadopermite descubrir su función. En algún sentido, que debe aclararse, los actosindirectos corteses son litotes   (mentiras po r omisión, que afectan la m áximade la cantidad) significadas que pueden entenderse com o verdades realizadas.

Pero, por otra parte, existen implicaturas antisociales pero toleradas 

por la sociedad como los insultos. Los insultos, como lo dijimos al comienzode este trabajo, carecen de verbo Performativo explícito puesto que infringen reglas sociales y éticas. Aquí la litote no es la figura predilecta, sino lahipérbole (asociada con la m etáfo ra, la com paración , la ironía, e tc.):

“E nano ” , “ lagar to” , “cam aleón” , “ cerdo”o los ejem plos prop ues tos por Anscom bre:

• ¿Le im po rtaría ser m ás breve?• ¡Qué bestialidad dice usted!• Su pad re, ¿fabrica botellas?

Estas pequeñas reflexiones nos deberían hacer pensar en varias cosas.Primero que todo que diversas clases de reglas (razonables, éticas, estéticas, de cortesía, etc.) pu eden dar lugar a im plicaturas diferentes. S egundo: enqué m edidas las diversas clases de reglas son com patibles, inco m patibles o

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compatibles por acuerdos y arreglos diplomáticos. Tercero: en qué medidason distinguibles las implicaturas searlianas (actos indirectos) donde el actolingüístico significado es un elemento fundamental en la interpretación delacto lingüístico realizado, de las implicaturas que sustituyen el acto significado por el acto realizado. De hecho, acabamos de ver la litote, la hipérbole,

la metáfora, la ironía, etc., pueden combinarse con los actos lingüísticosindirectos.

Dicho esto, creo que podríamos adoptar cum granu salís y para pensarloen el futuro el esquema que propone Searle sobre los actos directos, indirectos y las implicaturas figuradas, donde Searle nos presenta una comoaracióngráfica de las relaciones entre el significado de la frase (S es P) y el significado del enunciado (S es R) y, en el último caso, el locutor prefiere una frase

que significa literalmente que el objeto S pertenece (o está incluido, o esidéntico, etc.) a P, pero donde el locutor quiere decir que el objeto S pertenece (etc.) a R:

 Enunciado literal

El locutor dice que S es P yquiere decir S es P. El significado literal coincide con el significado del

_ _ enunc iado.S P=R

Ó A c to lingüístico in directo

El locutor quiere decir lo que

dice, pero quiere decir algo más. Elsignificado del enunciado incluye elsignificado de la frase pero va máslejos que ella.

El locutor quiere decir loopuesto de lo que dice. Se llega alsignificado del enunciado medianteel significado de la frase y luego regresando al opuesto del significadode la frase.

a P

S

P está incluido en R pero P R

 Enunciado irónico

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 Anuncia do catacresis (m etáfo ra m uerta)

antiguo P

tO:R antiguo P

R = nuevo P

Se sesga el significado de la frase original y la frase adquiere un

nuevo P, R nuevo significado literal idé ntic o alsignificado metafórico del enunciado. A qu í se pres enta un a desviacióndel diagrama del enunciado metafórico anterior, hacia el diagrama delenun ciado literal.

 Enunciado m eta fórico sim ple

tO P ^ R

El lo cu tor dice que S es P peroquiere decir metafóricamente que Ses R. Se llega al significado delenunciado a través del significadoliteral de la frase.

El locutor dice S es P, peroquiere decir metafóricamente unrango indefinido de significados p.S es R ], S es R 2, etc. Co m o en elcaso de la metáfora simple, se llega

al significado metafórico a travésdel significado literal46.

Se p od ría con statar en el esquem a anterior una am bigüedad m uy interesante, con la cual ya nos hem os to pa do ; m ientras en los actos ind irectos Searledice que se “realiza el acto literal más algo más” en el caso de la ironía, lametáfora simple y la metáfora abierta se limita a decirnos que “se llega al sig

nificado mediante (o a través) del significado literal de la frase”. La ambigüedad es interesante porque quizá la idea última pueda valer también para losactos l ingüísticos indirectos; en este caso tendríamos que matizar doblemente nuestras críticas a Searle puesto que, por un lado, para él solo en los actosindirectos se realiza el acto literal significado, pero en la ironía y la metáforael acto literal solo es un a guía para descubrir el acto indirecto.

 Enunciado m eta fórico (abierto ) 

R i R 2 R 3 R 4

46 Este út i l esquema se encu entra en  Expressio n and M eanin g , capítulo 4, p. 115.

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Si m is críticas m atizadas son pe rtine nte s me parece que la nueva investigación tendría que ver con la definición de grados de indirección y  fo rm as de la misma. Por el momento, este problema solo puede quedarse planteado,¡si es que está bien plan teado !

Pero para no terminar este capítulo con un a n ota pesimista quieroreforzarlo con una idea optimista.

T eu n van D ijk47 h a intro du cid o —lo que es un a inno vació n— la idea demacroacto ling üís tico . Para hace r análisis discursivos, se req uie re asignarestructuras de actos globales a una secuencia de actos de habla; en tal situación se habla de macro-estructuras pragmáticas, cuyas unidades se llamaránmacroactos lingüísticos; un macroacto es un acto de habla que resulta de larealización de una secuencia de actos de habla linealmente conectados, y

la secuencia es linealmente conectada cuando el discurso que la realiza eslinealmente coherente y adecuada. Los macroactos t ienen las funcionescognoscitivas usuales de reducir  y organizar  la información, son un mediopara hacer ex plícito el p ropósito pragm ático de un discurso, tanto como paradeterm inar las  funciones glo bales de un discurso o conversación.

Veamos este diálogo entre padre e hijo, que tomamos de van Dijk:

P. ¡Qué p in tu ra tan fantástica! ¿La hiciste tú?H. ¡Por supuesto que la hice yo!P. Es im presiona nte. Me gusta. Pero veo que necesitas más tub os de

pintura.H.Sí, el azul y el rojo están casi vacíos.P. M añana te co m praré otros.H. ¡Qué no se te olvide!P. ¡No! Haré un nu do en m i pañu elo.

La conversación consta de varios actos de habla, tales como alabanza,pregunta, aseveración, sugerencia, confirmación y promesa, pero todo funciona como una promesa o quizá como una alabanza promesa.

Existen problemas teóricos interesantes relativos a las reglas que permiten condensar la información y que eliden la información irrelevante, predecible y los actos auxiliares o preparatorios48, pero por el momento solo

47 DIJK, Teu n van, Tex to y contex to , Semántica y pragmática del discurso. Madrid,Ediciones Cátedra, 19 80, cap. IX y  E structuras y F unciones del Discurso , Siglo XXI,1980, conferencia 3.

48 T e x to y c on t e x to , pp. 333-4, para los problem as plan teado s, cfr . T oda su segundaparte .

En este aspecto me parece que A ustin dio sugerencias im po rtantes (que V an Dijk sigue desde otro punto de vista a part i r de la idea de acción intencional. Austin recal-

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quiero observar que aquí también se puede presentar el fenómeno de laindirección, lo que complica más las dificultades que ya tenemos con respecto a los microactos indirectos, y a las implicaturas; veámoslo en este fragmento de discurso que pronuncia Juan:

“Hola, Juan. He tenido algunos problemas con la reparación de mi casay me urge un coche nuevo para poder trabajar. Pero no quieren darme unpréstamo personal en el banco. Así que, no sé si pudieras ayudarme...”.

Este discurso es un a secuencia de afirmaciones (y un saludo) que globalmente implican (o implicitan) una petición.

Van Dijk, que en este punto es muy searliano, sugiere que en este casose da al oyente “la aparente opción de interpretar el acto de habla literal

mente, sin que tenga que reaccionar a la petición” y además agrega con respecto al caso anterior, cosa que yo mutilé para este propósito, que “estasecuencia de oraciones de las que cada una funciona como una aseveración,

 pu ede implicar  globalmente el macroacto de una petición”49. Me preguntosi el problema se plantea de manera diferente para los microactos y losmacroactos, y también me pregunto si no había que replantear de nuevotodo el problema. Pero me parece que no porque el “así que, no sé si pudieras ayudarme.. .” es una pregunta indirecta y cortés que funciona comouna petición, y me parece que el mismo Van Dijk lo reconoce en las líneassiguientes cuando dice que “los actos de habla funcionan por separado como una introducción a la conversación y como aseveraciones acerca de lasituación y sus causas, y resultan en una preparación concreta de la peticiónde ayud a” 50.

ca que no es hab itual d ecir “ lo hizo inten cion alm ente” pu esto que lo habitual

es decir que lo hizo ya que en circunstancias normales “ lo hizo intencionalmente”es redundante porque la mayor ía de los verbos de acc ión cont ienen como par te desu significado, la idea de una intención. Pero yo no tengo mi vida futura completa mente estructurada por intenciones porque puedo tener la intención de ir a la t ienda pero no intentar  hacer todo lo que hago cuando voy a la tienda. De allí que lasin tenc iones cumplan un e fec to parentè t ico que nos permi te es t ruc turar , por lo menos parc ia lmente , la con du cta y de te rm inar qué par te de la con du cta hum ana const i tuye una acción singular. Es nuestra manera de ver las intenciones la que influyeen la escogencia de palabras para d escribir lo q ue el otro hizo; po r e jemp lo, pod em ostomar t res nombres  x, y, z com o tres no m bres para designar tres acciones diferentes(tomó la pipa, escogió el l impiapipas y la limpió) si creemos que el meticuloso tuvo

tres intenciones; pero si no tenem os razones especiales para pensarlo pod em os describirlas con un solo nombre y con una sola intención (limpió la pipa). Tal parenti-zación tendrá algo de arbi trario si no tenemos en cuenta la manera como el agenteplaneó su acción, por e jemplo, como un todo o como parte de la misma. Cfr. L. W.Forguson. A ustin’s Philosophy of Action en Sy m posium on J. L. Aust in ed. byFann, pp. 139-140 y Austin Tres Modos de Derramar Tinta, en Essays Filosóficos,pp. 252, 257-8, 259.

49  E structu ras y func iones del discurso, p. 75.

50  Ib idem .

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Para terminar este capítulo haremos una reflexión final con respecto alos macroactos indirectos. Frédéric Nef51, ha introducido la noción de deri-

vación global retroactiva (o recurrente). A veces la derivación se hace progresivamente a medida que se desarrolla el discurso por el encadenamiento delos actos lingüísticos, como sucede en el último caso que cité. Pero a veces se

hace de manera retroactiva a partir de un último acto que da la clave del discurso. Tal idea clave para el estudio del discurso, puede apreciarse en estefragmento de un célebre discurso de Giscard d’Estaing:

Cuando tenía trece años asistí en Auverque al desastre del ejército francés. Para  los muchachos de mi edad, antes de la guerra, el ejército francés era una cosa  importante y poderosa. Y lo vimos llegar en migajas. Sobre el camino, cerca de la ciudad donde iré a votar en marzo como simple ciudadano, interrogábamos a los soldados para tratar de comprender lo que pasó. La respuesta era siempre la 

misma, “fuim os engañados, fuimos engañad os”.

Después de cuarenta años escucho esta respuesta. Por eso me dije que si algún día ejercía responsabilidades, jamás permitiría que los franceses pudiesen decir “fuimos engañados”. Por esto les hablo claramente. Las consecuencias de su es cogencia para ustedes y para Francia, cada una y cada uno de ustedes puede co-nocerlas...

¡Y entonces, como siempre lo han hecho, ustedes tomarán la buena decisión por  Francia!

En este caso la derivación se hace a partir del último acto de lenguaje,“ustedes tomarán la buena decisión por Francia”; este acto es  predictivo  pero es equivalente a uno de tipo directivo puesto que las predicciones convencionalmente pueden servir para realizar actos directivos, como puedeconstatarse en la fórmula típica de los mandamientos: no matarás, no desearás..., etc. En realidad, como lo recuerda Nef, Gordon v Lakoff, en el ensayocitado, proponen cuatro formas convencionales de imnlicitar una orden (y la

prohibición es una orden negativa), es decir, formas convencionales de darun a ord en sin recu rrir al im perativo; ellas son:

• Me gu staría que cerrara la p u er ta al salir.• ¿Qu iere usted c errar la pu er ta al salir?• ¿Puede usted cerrar la pu er ta al salir?• U sted cerrará la pu er ta al salir.

51 N ote po ur une pragm atique textuel le . M acro-actes indirects e t derivat ion retro act i ve, Communicat ions , 32, 1980, pp. 183-89.

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DOS TEORIAS PRAGMATICAS SOBRE LA META FORA

IV

Aludimos a la metáfora más de una vez en el capítulo anterior, peroaquí nos detendremos en detalle en su análisis desde la perspectiva pragmática, es decir, desde la teoría de los actos ilocucionarios y desde la lógica dela conversación (Apostel y Searle). Sin embargo, antes de embarcarnos en suestudio, veremos, con algún detalle, las teorías corrientes sobre la metáfora

a las que aluden, y , las más veces, critican las nuevas teo ría s prag m áticas.

Quizá la explicación más vieja de la metáfora es la de Aristóteles paraquien la metáfora “es el traslado a una cosa de un nombre que designa otra,traslado o del género a la especie, o de la especie al género, o de la especie ala especie, o según relaciones de an alo gía ” 52.

La metáfora según esto, constituiría el estudio de todas las expresiones

no literales, es decir, de lo que hoy llamaríamos tropos; a los nombrados porAristóteles (metonimia y metáfora), se podrían agregar, la sinécdoque, lahipérbole, la litote, la aliteración, etc., como lo autorizan otros pasajes de la

 R e tó r ica 53. Después de Aristóteles la metáfora se convirtió en una de las especies de lo que él llama el género metáfora, a saber “el traslado de un nombre a una cosa de un nombre que designa a otra.. . según relaciones de analogía” .

La analogía en su forma canónica podría expresarse: A es a B como Ces a D según lo corrobora su ilustración:

Llamo relación de analogía la que se da cuando un segundo término es al prime-ro lo que el cuarto es al tercero... para explicarme con ejemplos, diré que hay la

52 Poética, (Cito la edición de Aguilar, Obras Comp letas, 1964-1967. pp. 97-98.

53  R etó rica, pp. 190-1, 199-203.

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misma relación entre la copa y Dionisos que entre el escudo y Ares... De manera semejante, existe la misma relación entre la vejez y la vida que entre el día y el atardecer54.

La metáfora será una analogía condensada —la expresión es de Perel-man—, cuando se emplea el cuarto término en lugar del segundo y el segundo

en lugar del cuarto; y aún a veces también se añade el término a quien se refiere la palabra sustituida por la metáfora... El poeta dirá la copa es “el escudo de Dionisos” y “el escudo es la copa de Ares” y dirá que la vejez es “elatardecer de la vida ” o “ el po niente de la vida” 55.

Al respecto A ristóteles hace dos observaciones que serán de m ucha utilidad para la discusión posterior. La primera tiene que ver con la inexistenciade nombres para designar uno de los términos de la analogía pero eso no

impide que se pueda expresar la relación, por ejemplo, “.. .la acción de echarel grano se llama sembrar, pero para designar la acción del sol que esparce suluz no hay una palabra propia, por lo menos en griego; con todo, la relaciónde esta acción a la de la luz del sol es la misma que hay entre sembrar y elgrano; por eso se ha dicho, “sembrando una luz divina”. Aquí la analogíaexplícita tendría tres términos puesto que dos agentes (o instrumentos) real izarán dos acciones nombradas como sembrar. La segunda observación tieneque ver co n la lectura de la m etáfora, p ues to q ue en seguida nos dice que “se

puede emplear esta especie de metáfora todavía de otra manera: luego dehaber llamado a una cosa con el nombre que corresponde a otra, se niega anade las cualidades propias de esta última; por ejemplo, en lugar de llamar alescudo “copa de Ares”, se le llama “copa sin vino”56. Lo que tiene por consecuencia de que toda lectura metafórica t iene que hacer una selección decaracteríst icas del elemento metafórico del enunciado, para hacerlo compatible con los elementos literales.

El trad uc tor español —F. de P. Sam aranch— hace una reflexión m uy atinada sobre este segundo p un to:

Siguiendo en rigor esta minimización habría que añadir una forma más, que con-sistiría en, una vez designada una cosa con el nombre de otra, calificar a esta se-gunda acepción con una cualidad propia de la primera... la copa de Ares (sin vi-no ) po dría calificarse de “ cop a de sangre” . El autor no cu enta con esa posib ili-dad. ¿Por qué  no pretendió hacer exhaustiva esa analítica de las formas de la metáfora? ¿Por qué  no contaba con el hecho concreto de donde inducir este ca-

so como principio? ¿O  por qué  al quedar algo más alejado el punto de la refe-rencia de la analogía quedaba más audaz la metáfora? 57.

54 Poética, p. 98.

55  Ib id e m , p. 98.

56  Ib id em , p. 98.

57  Ib id e m , pp. 98-9.

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La definición de Aristóteles podría complementarse con otra de Perel-man. En realidad, parece que Aristóteles considera intercambiables lostérminos A-B con los términos C-D, puesto que nos ha dicho que se puededesignar el cuarto término con el nombre del segundo y viceversa, ¿horabien, anota Perelman, por razones que veremos más adelante, cuando las re

relaciones A-B y C-D son igualmente conocidas, se puede decir de maneraindiferente “la tarde es una vejez” o “la vejez es una tarde” (un poniente);en este caso la metáfora es puramente ornamental. Pero hay casos en que lametáfora deja de ser verbal porque algunos aspectos de los términos A-Bcolocan los términos C-D en la perspectiva afectiva deseada; así, la metáfora “la juventud es una mañana”, será más expresiva que “la vejez es unatarde”, en la medida en que las sensaciones ligadas a la frescura de la mañanao al hecho que no dura mucho, acentuarán estos aspectos de la juventud

sobre los cuales se quiere llamar la ate n ció n 58.Con resp ecto a la definición de m etáfo ra debe m os agregar do s considera

ciones más provenientes de Ricoeur. La primera tiene que ver con la inserción de la metáfora dentro del análisis de la lexis; el análisis de la lexis, en laPoética, tiene que ver con el estudio de las partes (méré) de la ilocución(la letra, la sílaba, la conjunción, el artículo, el nombre, el verbo, el caso, lalocución). Aristóteles se toma el cuidado de distinguir este análisis de la lexis del estudio de los m od os de i locución (Ta Skh ém ata tés Lexéos); que se rela

ciona rían con n ocion es tales com o la orden, la plegaria, el relato, la am enaza,la interrogación, la respuesta, etc., cuyo estudio pertenece a otra ciencia, ala retórica, según Ricoeur. Esta observación tiene una consecuencia importante pu esto que según lo dicho el estudio de la m etáfora, se distanciará delas formas ilocucionarias del discurso (a las que obviamente pertenecen losmodos de la enunciación), y sellará su destino, con el nombre (onoma) quees el térm ino com ún a la enu m eració n de las partes del discurso y a la definición de la metáfora; en adelante la metáfora (en la  R etórica y en la Poética)  

será vista no en el nivel del discurso sino en el nivel de un segmento del discurso, el nombre59.

La otra observación nos introduce en el laberinto de la metáfora. SegúnRicoeur, y estamos totalmente de acuerdo con él , no es posible hablar metafóricamente de la metáfora. Aristóteles la define en términos de movimiento, de desplazamientos, de... hacia.. . (epiphora, traslado). Esto indica que ladefinición de metáfora es recurrente, lo definido está implicado en el defi

niente de la definición puesto que no existe un lugar no metafórico desdedonde se pueda considerar la metáfora, y las demás figuras, como un juegodesplegado ante la mirada60. Esta idea va en contravía de las filosofías que

58  Le Champ del'argum entation, p. 273.

59 RICOE UR , P., La M etá fora viva. Ed iciones M egápolis, Bueno s Aires, 19 77, p p. 22-3.

60  Ib íd e m , pp. 27 y 29.

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quieren desembarazarse de la metáfora en beneficio de conceptos no metafóricos; según ella llamarle la atención al filósofo sobre sus metáforas ya noserá un empequeñecimiento, ni la adicción a la metáfora será proscrita porque, como lo recalcan muchos estudios contemporáneos, ella no es incompatible con el pensamiento serio61.

La segunda teo ría co rriente sobre la m etáfora es m ucho más reciente, puesdata de la Philosophy o f Rh etoric de I. A. Richards62 y más recientementeha sido repensada por M. Black en su obra  M odels and M etaphors63; es laconcepción de la metáfora como interacción, según la cual, por el momento,la metáfora encierra una interacción entre dos contenidos semánticos, el dela expresión usada metafóricamente y el del contexto literal que rodea laexpresión metafórica64.

Para B lack decir que una frase es m etafó rica, es decir algo sob re su signifi-

cado no sob re su fo rm a sintáctica o fonética; las reglas (semánticas) •Je nuestro lenguaje determ inan que algunas expresiones son m etafóricas y el locu torno p uede cambiarlas, com o no p uede legislar que “ vaca” quiere decir “ oveja”.Sin embargo, Black reconoce que existen m uchísimos c o n te x to s - incluyendo los más interesantes— en que el significado de una expresión metafórica setiene que reconstruir a partir de las intenciones del locutor porque las reglasdel uso estándar de las expresiones es muy general para poder suplir la infor

mación requerida. La expresión de Churchill “Mussolini ese utensil io” muestra cuan necesario es tener en cuenta las circunstancias particulares del enunciado (utterance) para la interpretación de la metáfora. En este caso habríaun sentido de “metáfora” que pertenece a la pragm ática más qu e a la sem ántica.

La teoría interaccionista de la metáfora de la que hablaremos en detallemás adelante, es una reacción, según parece contra la teoría de la metáfora  como susti tución, de la que es una especie la aristotélica; según Black. Lateoría de la metáfora como sustitución considera que la expresión metafóri -

ca es un sustituto de una expresión literal y que el significado de la expresiónmetafórica es el sustituto de un significado literal: “Ricardo es un león” esel su stitu to de “ R icardo es fiero” qu e es su paráfrasis literal. Según esta teo ría,comprender la metáfora es algo así como descifrar un código o adivinar unacertijo.

61 W ittgenstein lúcidam ente reconoció que “ una buena m etáfora refresca el enten di m ien to” y agregó “ lo que descubro son nuevas m etá for as ", Observaciones. SigloXXI, pp. 13 y 42.

62. Las referencias a Richards las tom am os de los trabajos de Black, Perelm an y Apo stel.

63. BLACK, M.,  M odels and M eta phors. Connell University Press, 1962, cap. III. Metaphors, pp. 25-48.

64 . SEARLE,  Expressio n and Meaning, p. 85.

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Si las cosas se presentan así, se puede preguntar, ¿cuál es la función de lametáfora? La respuesta es doble. La primera consiste en decir que de hecho  no toda metáfora tiene un equivalente literal en el lenguaje y que ella sirvepara llenar las grietas que hay en el léxico literal: es la función de la catecresis que es el uso de una expresión en un sentido nuevo que sirve para remediar

una carencia en el vocabulario. Pero debe objetarse que si la catecresis esverdaderamente necesaria, el nuevo sentido que introduce, muy pronto sevolverá el sentido literal: las “curvas osculantes pronto dejarán de besarse”para tener un con tacto más prosaico.

La segunda respu esta co ntesta a la otra p arte del pro blem a;si hay un equivalente literal se utiliza la expresión indirecta para producir placer al lector,placer que proviene de la solución de un problema en tanto que el autor es

conde parte de su significado. La metáfora es una decoración. Esta últimatesis la atribuye el autor a Aristóteles, pero vale la pena observar que Aristóteles, en la  Retórica, le asigna a la metáfora una función retórica, es decir,argum entativa y, p or lo m ismo, filosófica.

Relacionada con esta idea, existe u na teo ría general de los tro po s según lacual cada figura implica un cambio semántico que consiste en una transfor-

mación del sentido literal s, según una  fun c ió n f: el autor expresa no el sig

nificado s sino una función  f  (s); la tarea del lector consiste en aplicar unafunción inversa f-1 y así obtiene f-1 f(s), es decir, el significado literal s; según la función aplicada surgirán diversas figuras: en la ironía el autor dicelo opuesto de lo que quiere decir, en la hipérbole exagera el significado, en lalitote lo atenúa, etc.

En la m etáfora dirá que la expresión m etafórica es análoga o similar a laexpresión literal, y esto nos conduce a la teoría de la metáfora com o com pa-

ración o analogía que consiste en decir que la metáfora es la presentación deuna analogía subyacente o que la metáfora es un símil elíptico o condensa-do. Tal teoría, es un caso especial de la sustitución porque ella sostiene que laafirmación metafórica se puede remplazar poruña comparación (o analogía)literal equivalente; la única diferencia entre símil y metáfora sería que en elprimero la semejanza es explícita, en la segunda es implícita. La única diferencia entre la primera teoría de la sustitución y la presente de la comparación, radica en que mientras que en la primera “Ricardo es un león” signifi

ca aproximadamente que “Ricardo es fiero”, en la segunda el equivalenteserá “Ricardo es c o m o un león (en tanto que es fiero)”. Esta últ ima teoríala profesa Whately65 y probablemente, según Black, deriva de la breve definición de metáfora que dio Aristóteles en la Poética. Más adelante, veremosque al respecto habrá que hacer algunas distinciones que favorecerán a Aristóteles.

65  E lem ents o f R hetoric , citado en los trabajos de Black y Perelman.

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La objeción más seria que puede hacerse a esta idea de la metáfora es suvaguedad que linda con la vacuidad. Decir que una expresión E es semejantea E ’ es poco inform ativo, p orq ue la semejanza no es algo dad o objetivamente; por lo demás la semejanza siempre admite grados, de tal manera que unapresunta pregunta objetiva sobre la semejanza entre objetos A y B tendríala form a: “ ¿Es A más sem ejante a B qu e C en tal escala de grados G ?” . En la

medida en que nos acercamos a tales problemas, las metáforas pierden su eficacia, y la teoría que las explica su carácter informativo. En estos casos vald ría m ejor decir que la m etáfora crea la semejanza.

Black no niega qu e e xistan estas m etá fo ra s—com o se pu ede apreciar en elejemplo que nos dio Perelman—, pero considera que estas son metáforas triviales; las metáforas interesantes solo se pueden entender mediante la teoríade la interacción.

La teo ría de la interacción nos dice que cuando usamos un a m etáfora tenemos “dos pensamientos de casos diferentes, ambos activos y soportadospor una misma palabra o frase cuyo significado es el resultado de su interacción”. Si tomamos la expresión metáfora “los pobres son los negros de Europa”, según la teoría de la sustitución diremos indirectamente algo (quedebe especificarse) de los pobres europeos; según la teoría de la comparación, la frase presenta una semejanza entre los pobres y los negros; según lateoría de la interacción, nuestros pensam ientos sobre los pob res europeos ylos negros americanos son activos e interactúan para producir un significado q ue es el resu ltado d e esa interacción.

E sta explicación po co conv incente de R ichards, la m ejora Black de la siguiente m anera: En general, cua ndo hablam os de m etáfora nos estam os refiriend o a una frase o a otra ex presión en la cual algunas palabras se usan metafóricamente mientras que las restantes se usan de manera literal. Según Black

el intento de construir una frase entera con palabras que se usan metafóricamente producen un proverbio, una alegoría o una adivinanza y ningún análisis previo de la metáfora cubrirá satisfactoriamente ni siquiera casos tan tril lados como “de noche todos los gatos son pardos”. Esta observación valehacerla po rqu e Searle volverá sobre el asunto.

A hora bien, se puede llamar foco (focus) de la metáfora a la(s) palabra(s)usada(s) metafóricamente, y al resto de la frase se le puede llamar estructura  (frame). Richards ha bía uti lizado los térm inos tenor (tenor) y vehículo (vehi cle) y Perelman los bautizará tema ( théme) y  foro (phore).

Si aplicam os esta term inología a la explicación de R ichards pod em os decircon Black que en un determinado contexto el foco “negros” obtiene un nuevo significado que no es su significado en sus usos literales, ni el significadoque cualquier susti tuto puede tener. El nuevo contexto, la estructura de la

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metáfora, impone una extensión de significado al foco; en la metáfora se debe ten er en cu en ta el viejo significado y el nuevo jun tos ; el lecto r está for zado a conectar las dos ideas.

La metáfora  fi ltra y organiza; la es tru ctu ra se ve a través del fo co o, si seprefiere, la estructura se proyecta sobre el campo del foco. Tomemos la ilus

tración de Black “el hombre es un lobo”. La metáfora transmitirá el significado intentado solo si el intérprete tiene conocimiento suficiente de loslobos; este conocimiento está formado no solo por el significado que da eldiccionario sino también de un sistema de lugares comunes asociados (y quepueden ser falsos y varían de una cultura a otra). Un locutor que habla delobo está implicando que se refiere a un ser feroz, hambriento, carnívoro,astuto, etc. Calificar metafóricamente de lobo a un hombre, es evocar elsistema lobino de lugares comunes asociados. Todos los rasgos humanos

que puedan ponerse en relación con ese sistema de lugares comunes se destacará mientras que los demás quedarán en la penumbra; en resumen, la metáfora del lobo organiza nuestra visión del hombre: suprime algunos rasgosy enfatiza otros.

Sin embargo, vale agregar, las implicaciones (el sistema de creencias) sepuede crear, por ejemplo, cuando se revisan los lugares comunes; un naturalista q ue conoce m ucho de lobos puede decirnos, cuan do describe al hom brecomo un lobo, cosas muy diferentes de las que sugiere la metáfora. Lorenzalguna vez nos dijo que, lo que queremos expresar con la metáfora de Hob-bes se po dría expresar m ejor así: “El hom bre es una palom a para el ho m bre”. Ciertamente que aún tenemos que aprender mucho sobre lobos, palomas, y, ve rem os luego, gorilas.

Po r o tra parte se debe an ota r qu e hab lar com o si el sistem a de imp licaciones de la expresión metafórica quedase inalterado, es una simplificación. Llama lobo a un hombre es ponerlo en una nueva luz, pero tampoco se debeolvidar que la metáfora hace que el lobo se parezca más al hombre de lo quese parecía antes.

En resum en la teo ría de la interacción ace pta las siguientes tesis:

1. Una afirmación metafórica tiene dos temas distintos, uno principal (laestructura) y otro subsidiario (el foco).

2. Estos temas, a menudo, se deben considerar mejor como sistemas decosas que com o cosas.

3. La m etáfora trabaja aplicando el tem a principal a un sistema de “ impli caciones asociadas” característico del tema subsidiario.

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4. Estas implicaciones a veces son “ lugares comunes sobre el tem a subsidiario, pero en algunos casos pueden ser implicaciones nuevas establecidasad hoc po r el escritor” .

5. La m etáfo ra enfa tiza, sup rime, y organiza los rasgos del tem a principal

sugiriendo sobre él afirmaciones que normalmente solo se aplican al temasubsidiario.

La teoría interaccionista t iene una consecuencia im po rtante, porqu e implica que una metáfora interesante no tiene paráfrasis literal. Mientras quelas metáforas de sustitución y de comparación se pueden remplazar por traducciones literales, sacrificando el encanto, la vivacidad e ingenuidad, perono su contenido cognoscitivo, las metáforas de interacción no tienen equi

valente literal.

Una metáfora de interacción se puede parafrasear en un conjunto deenunciados que afirmen las relaciones pertinentes entre los dos temas (elprincipal y el subsidiario), los enunciados literales resultantes no tendrán lamisma fuerza informativa ni el mismo poder esclarecedor, porque las implicaciones (que se dejan para que el lector las comprenda con sus relativasprioridades y grados de importancia) se presentan ahora como poseedoras

del mismo peso; la paráfrasis inevitablemente dice demasiado, y con el énfa-sis errado, pero no por ser muy prolija, o muy explícita, sino porque no da lainformación que da la metáfora.

El m érito de Pere lman-O lbrech ts66 —que en adelan te llamaré Perelman —radica en el intento por hacer una síntesis original de las teorías de la analogía y de la interacción, una síntesis en tre A ristóteles y Richards.

Para Perelman la me táfora es una analogía cond ensada y un a analogía esun argumento que permite estructurar la realidad, mediante una semejanza de relaciones; en la analogía el locutor (o escritor) afirma que a es a b comoc es a d; la analogía puede parecerse a la  proporción aritmética pero difierede ella en que la proporción plantea una igualdad  de relaciones, mientras quela analogía solo afirma una semejanza, una similitud.

Un a analogía trillada “ así como los ojos del m urciélago se deslumb ran con

la luz del día, la inteligencia de nuestra alma se deslumbra con la s cosa s másnaturalmente evidentes”, nos permitirá ver más claramente la diferencia. Enla analogía la relación de los términos a b (entendimiento deslumbrado porlas cosas más evidentes) que es la conclusión del argumento se llamará tema, mientras que la relación c d  (murciélago deslumbrado por la luz), que es la

66 Traité del'argumentation, pp. 499-545. Y  A nalogie e t m éta phore en Science Poésie et Philosophie, de Le C hamp d e l’argum entation, cap i tu lo XX III .

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p r e m i s a del argumento, se llamará  foro. Estas relaciones no son intercambiables, como en la proposición aritmética, porque normalmente el foco es más conoc ido   que el tema puesto que la función del foco es esclarecer la estructura del tema: su valor de conjunto o el valor de uno de los términos. Sin embargo no siempre es así pues, por ejemplo, Catalina de Génova, al final de su

Tratado sobre el purgatorio, tratará de elucidar su propio estado de alma poranalogía con el de las almas del purgatorio del que es difícil decir que se conoce mejor, pero que ella supone mejor conocido porque ya le ha consagrado largos desarrollos. En todo caso, entre tema y foco se da una relaciónasimétrica que nace del lugar que o cup an en el razo nam iento analógico.

Además, tema y foro deben pertenecer a dominios diferentes, porquecuando las dos relaciones pertenecen al mismo dominio, la analogía se con

vierte en ilustración donde tema y foro son casos particulares de una relación A R B más general (la analogía se vuelve modelo).

Esta prime ra reflexión nos con du ce a m atizar las críticas que se h an hechoa la concepción de la metáfora analogía o comparación.

1. En términos perelmanianos una analogía no es una comparación. Lacomparación es un argumento donde se confrontan varios objetos (dos o más

para evaluar uno con relación a (los) otro (s).

Al decir: sus mejillas son como manzanasParís es tres veces más grande que BruselasEs más bello que Adonis,

comparemos realidades entre sí según relaciones de seme janza, de tamaño (nú mero de habitantes), de belleza, etc., donde las relaciones pueden ser m uy  variadas y pueden pertenecer a dominios sem ejantes o diferentes. La analogíarelaciona relaciones mediante la relación de semejanza.

2. El mismo Perelman muestra que su análisis es compatible con el deBlack, del que aparentemente difiere. Para Black, la metáfora se funda sobreun nexo entre dos términos situados cada uno en su contexto con los lugarescom unes asociados. P ero, en realidad, dice Perelm an, en la m edida en que lotco ntex tos a los cuales él hace alusión son indispensables para la com pren sión,Uega también a no ver en la metáfora sino una analogía condensada, pues los

co ntexto s representan los térm inos B y D imp lícitos.

Cuando se dice de un ho m bre, continúa Perelman, que es un oso, un león,un lobo, un puerco, o un cordero, se describe metafóricamente su carácter,su comportamiento, o su lugar entre los otros hombres, gracias a la idea quenos formamos del carácter, del comportamiento o del lugar de tal o cualespecie en el mundo animal, tratando de suscitar hacia él las mismas reacciones que se experim entan com únm ente h acia aquellas especies.

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3. La d o ctrin a pare lm an iana no exige qu e el foco sea literal, sino simmente más conocido o supuestamente más cono cido, lo que no excluye quepueda ser metafórico. Esto nos deja una inquietante dificultad que abordarem os m ás adelante.

La fórmula canónica de la analogía es la que vimos, de cuatro términos,pero las analogías pu eden ten er tres térm inos; en este caso se pu ede co nstataruno de los efectos de la analogía, el de contribuir a determinar uno de lostérminos, incluso los dos, del tema, donde la semejanza de relaciones se expresará B es a X como C es a B tal como puede verse en esta analogía de Plo-tino, que cita Perelman:

Como el lenguaje hablado, comparado con el lenguaje interior del alma se fragmen-ta en palabras, el lenguaje del alma que traduce el Verbo Divino es fragmentario  si se compara con el Verbo.

Sucede incluso que los dos términos del tema sean desconocidos y quesolo las supuestas relaciones entre e! dominio del tema y del foco permitanprecisar la estructura: se razona sobre Dios y sus propiedades, dice Perelman,basándose sobre relaciones conocidas entre el hombre y sus propiedades, tanto como sobre la idea que nos formamos de la distancia que separa a Diosdel hombre. (“La sabiduría de Dios es a su bondad como la inteligencia delhom bre es a su virtud ” ).

Pero debemos llamar la atención sobre un aspecto esencial de la analogíaque no observó, o no destacó Aristóteles; se trata de la interacción en tre eltema y el foco. En efecto, para comenzar, decir que la analogía es una relación en tre cua tro término s es una form a mu y esquem atizada de presentar lascosas, pues cada término puede corresponder a una situación muy compleja(que es lo que caracteriza precisamente a una analogía rica). En segundolugar, puesto que lo esencial en ella es la interacción entre tema y foro, ellano implica en absoluto que haya una relación previa entre los términos deuno y otro; esto es lo que hace pensar que aparentemente la naturaleza de lostérminos es secundaria, puesto que solo la analogía precisa su significación.Cu ando E zequiel exclam a, de nuevo citando a Perelman:

Pondré en sus entrañas un e spíritu nu evo , quitaré de su cuerpo el corazón de pie-dra y les daré un corazón de carne.

Ezequ iel em plea la ana logía “ la carne es a la pied ra com o la piedad es a lafalta de sumisión”; pero en muchas otras analogías “la carne es al espíritucomo el estado de pecado al estado de gracia”, lo que quiere decir que unmismo término se concibe de manera diferente cuando aparece en analogíasdiferentes. En tercer lugar la analogía difiere profundamente de la proporción matemática, en tanto que sus términos no son indiferentes; gracias a laanalogía, se establece entre A y C y entre B y D una interacción, y, en espe

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cial, una evaluación (positiva o negativa) de los términos del tema, como loilustra de nuevo este ejem plo que Perelman tom a de Calvino:

Y esta elección de Am ado (duque de Savoya), perfeccionad o solem nem ente por la autoridad del sagrado concilio general, se esfumó; pero el antedicho Amado fue  tranquilizado con un sombrero cardenálico, como un perro que ladra por un tro-

zo de pan.

A qu í, com enta Perelm an, la desvalorización del tem a proviene de la na turaleza del foro, pero el valor de ésta se deriva, por lo menos en parte, de suempleo en la analogía, puesto que un perro que ladra no es necesariamenteun juicio pey orativo 67. Perelm an cita varios (m uchos) procedim ientos de interacción, pero para no cansar al lector, lo invito a leer directamente a Perelman para que descubra una teoría de la interacción más rica que la vista

anteriormente.

Para term inar, es preciso reco rdar el com ienz o; una m etáfora es un a analogía condensada que resulta de la fusión de un elemento del foco con uno deltema. Tal definición preserva los elementos aristotélicos e insiste en el carácter vivo, matizado y variado de las relaciones entre los conceptos expresadosde una vez, por la metáfora, la que sería interacción (más que com paración ysustitución) e invención (más que ornam ento) .

Pero, agrega Perelman, ninguna concepción que no esclarezca la importancia de la metáfora en la argumentación no puede ser satisfactoria. Estealcance argumentativo de la metáfora solo se entiende perfectamente si seent iende la metáfora com o analogía condensada prod ucto de una  fusión en tre un elemento del foro y del tema. Las metáforas más ricas y más significativas no son las que surgen de una analogía, sino aquellas que se presentantal cual directamente y sin preparación analógica, de la fusión, más frecuente, de los términos superiores del tema y del foro (A y C), dejando a los términos inferiores (B y D) sin expresar. Estos términos, agrega Perelman, nose deben considerar simplem ente com o sub entendido s o imp lícitos, pues hayque admitir que una vez realizada la fusión, se crea una expresión que sebasta a sí misma; pero en casos de análisis se pueden explicitar de manerasmuy diversas; es así como la metáfora “un océano de falsa ciencia” sugierepuntos de vista y actitudes diferentes según que los términos B y D se comprendan respect ivamente como “un nadador” y un “sabio”, o como “unriachuelo” y “la verdad”, o “la tierra firme” y “la verdad”. Todas estas analogías que se presentan simultáneamente al espíritu, se fecundan, se influyen,sugieren desarrollos variados; entre los cuales solo el contexto permitiría unaescogencia, raras veces desprovista de am bigüedad e indeterm inación.

Por lo mismo, no es sorprendente que la metáfora, en tanto que  fusiona  los dominios y trasciende las clasificaciones tradicionales, sea el instrumento

67 T r a i t e del 'argumentation, p. 508.

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de la creación poética y la filosófica: el célebre pensamiento de Pascal “elhombre es una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante”, realiza la fusión del tema y del foro en una fórmula inolvidable.

Ahora sí hablaremos de las teorías pragmáticas, las de Apostel, Searle.

Ambas datan de la misma época (1979) pero comenzaremos con la de Apostel, un discípulo de Perelman, puesto que nos permite ver de manera muyprecisa la polémica contra una teoría muy bien sustentada, como es la delmismo Perelman.

A po stel68 se apoy a imp lícitam en te en la teo ría de los actos lingüísticos,y de manera explícita, en la lógica de la conversación de Grice. Su análisiscomienza con una ilustración de Píndaro “el hombre es una sombra”. Estafrase se presenta en algún contexto C.

1. La frase es falsa (en otros casos puede ser aun contradictoria, semánticamente absurda, irrelevante, etc.) porque no se puede identificar (o incluir)la consecuencia de la intersección de la luz por un cuerpo sólido con la clasede los seres humanos.

2. El au dito r (o lo cu tor) sabe q ue el loc uto r (o escritor) sabe que lafrase es falsa y sabe que el auditor (o lector) sabe que él lo sabe.

3. La frase es gram aticalm ente correcta.

4. El aud itor, pued e derivar del co nte xto y de sus prop iedades que elautór de la frase es: a) capaz de producir frases sintácticas y semánticamentebien formadas, b) y que de acuerdo con el contexto lo está haciendo y c)también que está produciendo frases relevantes para el discurso en el contexto C.

De esta convicción el aud itor deriva el imperativo “ interp reta la frase detal manera que la frase sea sintáctica y semánticamente correcta y, además,relevante para el discurso en cuestión”.

5. Los pasos (2) y (4) son incompatibles; ahora bien, en virtud de estaincom patibilidad el auditor debe creer que hay un a o m ás interpretaciones delas palabras (“so m bra” , “es” , “h om bre” ) que transform an la frase (f) , que noserá ni falsa ni con trad ictoria , ni sin sentid o, ni irrelevante.

En general, esta frase f’ no es única y puede ser alguna o todas las frasesde la siguiente lista:

1. T od o ser hu m ano es hasta cierto pu nto una copia de alguien(“es” y “sombra” cambian de significado).

68 APOSTE L, L., Persuasive Co m m unicat ion as M etaphorical Discours und er the guidance of conversational Maxims, en  Logiq ue e t A naly se, XXII, 87, 1979.

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2. Cada ser humano es hasta cierto punto el resultado de la interacciónentre entidades no humanas (“es” y “sombra” cambian).

3. Cada ser hu m ano es débil y carece de resistencia (rasgos de “ so m bra ” ).

4. El “h om bre ” universal no es un ente real (“ ho m bre” y “ som bra”cambian).

5. Cada ser humano es solo una realización imperfecta de lo que puedeser (“ som bra” cambia).

6. El auditor puede o seleccionar una frase privilegiada dentro de la listay declara qu e es el sen tido literal de la m etáfo ra, o las con sidera a tod os si

m ultáneam ente, u oscila en tre las diferentes paráfrasis de la lista y consideraque esta oscilación entre varias creencias es el propósito pretendido por ellocuto r o escritor.

En general, se puede pensar que hay un número indefinido de paráfrasis(ya que se pueden agregar otros candidatos a la lista), pero el auditor seleccionará las posibles interpretaciones que muestren que la metáfora es la desviación mínima necesaria del uso común, para lograr el propósito buscadopor el locutor. Igualmente, se puede agregar que, en virtud de las máximasde la conversación, la m etáfora no tiene equivalente literal, ya que si el locu tor se desvía de las reglas del uso del lenguaje lo hace necesariamente, porquesu significado no se puede transmitir por ningún uso convencional. (Si existiera una traducción literal de la metáfora, el locutor no hubiera tenido necesidad de usarla). Po r otra pa rte, sin embargo, el intérp rete es capaz de pro d u cir una lista de interpretaciones literales. De estas dos últimas tesis se sigue elcorolario de que p ara cada m etáfora debe existir una l ista indefinida de inter

pretaciones. Este colorario tiene una justificación interesante y curiosa; enefecto, dice Apostel “o debemos afirmar que para cada frase gramaticalmente correcta y semánticamente incorrecta usada por el locutor en el contextoC, existe un número infinito de frases sintáctica y semánticamente correctas.. . , a la distancia mínima de f, o debemos afirmar que para cada frasesintácticamente correcta y semánticamente incorrecta, en el contexto C,existe una lista finita de frases correctas a la mínima distancia; pero las relaciones entre las frases de esta lista finita también se tienen que afirmar (o al

menos proponer), de tal manera que ninguna lista finita de creencias o deafirmaciones puede ser equivalente a esta secuencia infinitamente potencialque pasa continuamente de un nivel jerárquico a otro”.

Esta idea es, a la vez, una consecuencia de la adopción, por Apostel, deuna concep ción interaccionista fuerte que to m a de R ichards, Black y del mismo Perelman, porque la multiplicidad de las interpretaciones, las interacciones de unas interpretaciones con otras, tanto como las interacciones entre

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las operaciones realizadas simultáneamente en diferentes palabras de la frasemetafórica original, son constitutivos de la metáfora como tal.

Antes de entrar en el estudio de las críticas que Apostel dirige a la ideaperelmaniana de la metáfora, veamos una consecuencia importante q u e 

Apostel deriva de su interpretación.

Vimos en el capítulo segundo de esta parte, que el principio y las máximas de la conversación no son sino casos especiales de postulados que rigenlas acciones cooperativas en general. Pues bien, a partir de esta idea, Apostelextrapola su idea de la metáfora a la actividad humana no discursiva. Al analizar la relación entre símbolo y simbolizado (una de las relaciones perelma-nianas de coexistencia), Apostel introduce las nociones de acción metafórica  

y objeto metafórico. Cuando en una sociedad totémica, nos dice Apostel,alguien dice que es “un oso”, no pretende que viva en el bosque y que solocome miel, sino que pretende participar en algún grado en la esencia deloso mítico y que esta Darticipación le induce varias características, comunesa su clan y a su tótem. Esta no es una metáfora simple porque tenemos unarelación de parte a todo (sinécdoque), una relación de semejanza combinadacon las anteriores (metáfora), pero una relación de semejanza mítica.

Cualquier teórico meticuloso quisiera poner en tela de juicio esta asimi

lación en tre diversos tropo s. A po stel considera q ue pu eden existir diferencias,pero que en fin de cuentas el principio que subyace en todos estos usos desviantes del lenguaje es el mismo, el principio y las máximas de la conversación.

En efecto, existe una convergencia entre mito, símbolo, metáfora, me-tonin ia y sinécdoq ue, que t iene consecuencias im po rtantes, porque si la cruzse usa como un símbolo de la pasión o de la comunión de aquellos que creen

en la pasión, ¿acaso no se usa como una metáfora? El creyente que muereaferrado a su crucifijo está diciéndose a sí mismo y a los demás, en su lengua

 je gestual “ con fío en aquel que m urió en la cruz y mi m uerte es su m u erte” .Es ta afirm ación im plícita es falsa, si se inte rp re ta literalm ente; esto nos 'levaa pensar que las acciones rituales son acciones metafóricas y que los objetossimbólicos, la cruz, la bandera, son objetos metafóricos (dos m aderos cruzados no son sagrados).

Ap ostel justifica la extrapo lación m ediante u na analogía (sic): de la misma manera que las máximas de la conversación, aplicadas a la interacciónverbal, se aplican a afirmaciones que son o absurdas o falsas, haciéndolas metafóricamente significativas, las máximas de la cooperación se aplican a lasacciones colectivas que, a primera vista, no ayudan a lograr sus fines, y, permiten a los miembros del grupo insertar estos movimientos, regulares peroinútiles, en una actividad con propósito mediante la interpretación ritualista;las máximas de la conversación permiten dar una interpretación metafórica

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a afirmaciones “raras”, las máximas de la cooperación permiten dar un significado ritual a acciones “inútiles”. Cuando un cristiano hace la señal de lacruz al entrar en la iglesia, nosotros pensaremos que la cruz sea sagrada a partir de la significación ritual de su gesto, aunque sabemos que literalmenteno lo es.

Pasemos pues a la crí t ica de la concepción de la metáfora como analogía condensada. Contra esta tesis, Apostel propone defin ir la analogía p o r la m etáfora y no la metá fora po r la analogía.

La idea básica de A pos tel radica en que la definición de analog ía es m etafórica; una ilustración análoga a la de Perelman lo muestra en vivo; “Laevidencia ciega la inteligenc ia, com o el sol los ojos” ; en esta ana logía obvia

mente tenemos una relación metafórica, pues l i teralmente nada puede cegarla inteligencia. La misma fórmula general realiza una identidad metafóricaporque la fórmula literal R (ab)=S (db) es falsa o sin sentido ya sea queR=S o que R/S sean falsos. Otros elementos de la definición contienen elementos metafóricos: la semejanza de estructura es una idea tomada de Prin-

cipia Mathematica, que difícilmente puede tomarse l i teralmente, dado elantiformalismo de Perelman. La noción de dominios diferentes, además demetafórica es vaga porque al decir que “N. Y es a Amberes como Betelgeuze

es al sol” aparentem ente estoy habland o de dos dom inios diferentes (geografía y astronomía) pero las relaciones son estrictamente idénticas.

Pero Apostel sostiene que otras observaciones de detalle de la obra dePerelman corroboran su tesis de la prioridad de la metáfora. Solo citaré doscasos:

1. Cuando una analogía solo tiene tres términos, por ejemplo, en la for

m a A es a B co m o B e s a C o B e s a A com o C es a B ( “el h om b re con re la ción a la divinidad es tan pueril como el niño con relación al hombre”), puesto que las relaciones pertenecen a diferentes dominios, el término comúnsolo pued e tener un significado metafórico. E n el caso citado niño es m etafórico, como lo es dinero en este otro: “Pues el dinero, cuando se lo pone enuna balanza, al lado de una decisión, la arrastra bruscamente y saca de él elraciocinio que quien lo recibe no pu ede calcular nada sana m ente” .

2. En el caso en que u no de los térm ino s de la analogía se descon oce (Aes a X com o B es a C), la analogía se usa para determ inarlo; el carácter m etafórico es más obvio, porque su determ inación n o es posible de man era un ívo ca, de tal m anera que la semejanza de relaciones qu e existe en tre tem a y forose atribuye de muchas maneras diferentes. El efecto es más claro en el casoen que hay 'dos incógnitas com o en la analogía de l ser: “ La sabiduría de Dioses a su bo ndad com o la inteligencia de los hom bres a su virtu d” . A qu í solopodemos adivinar cuál es la relación entre los dos términos desconocidos,

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puesto que la semejanza de relación entre dominios tan heterogéneos solo sepuede entender en el senido metafórico más fuerte.

Y ya que uno de los usos más importantes (ricos) de la analogía es éste,la conclusión parece derimente.

Pasemos a la explicación inversa, ¿cóm o e nten de r la analogía a partir dela explicación de la metáfora y de las máximas de la conversación? En realidad la afirmación de la analogía debe tener valor informativo y este valor nolo puede expresar una fórmula más clara o más simple sin analogía, pues siesto fuere posible, la analogía sería inútil. Pero, por otra parte, el que usalenguaje analógico respeta las máximas de la conversación (aunque aparentemente no lo hace) y esto se realiza bajo las siguientes circunstancias: a) el

locutor cree que conoce la relación que desea transmitir acerca de los elementos del tema pero simultáneamente cree que no existe en su lenguaje(compartido por el auditor) una descripción (o por lo menos una descripciónsuficientemente simple) de esa relación.

Por eso usa la referencia a otra relación en otro dominio, porque la distancia en tre la relación que desea expresar y la que expresa es m ínim a y porque sabe que no existe ningún peligro de que el auditor identifique las rela

ciones: solo el cará cter me tafórico de la analogía jus tifica el uso de la analogíacomo acto lingüístico; b) el locutor cree que hay muchas relaciones entrelos elementos del tema y del foro, todos los cuales son igualmente importantes y están interconectados, y él no puede enumerar esta multiplicidad sinperder la interconexión entre ellos; c) el locutor sabe que hay muchas otrasrelaciones entre el tema y la otra pareja de términos, y desea usar estas relaciones para iluminar la naturaleza del tema, pero él solo puede preparar laevocación de estas múltiples relaciones por medio de algo así como el térmi

no medio de un silogismo (en este caso, el foro); d) el locutor sabe que estasnuevas relaciones sobre las cuales desea llamar la atención se deben encontrarentre los términos que ha usado.

La explicación de Apostel me parece muy original y en más de un punto explicativa, pero me deja por lo menos dos interrogantes. El primero, esun enigma que se me presenta cuando Apostel dice “cualquier metáfora sepu ede ‘des arrollar’ parcialmente po r m edio de la correspo nden cia o la analogía, pero la metáfora no se puede reducir a la analogía”. El enigma se me

presenta cuando pienso que si la analogía se puede explicar totalmente apa rtir de la m etáfora no veo claro cómo la m etáfora pued e explicarse parcialmente a partir de la analogía. Apostel confiesa que “cada metáfora parcialmente se puede ‘desarrollar’ por medio de la analogía” (como lo muestran sus ejemplos), pero estas paráfrasis no dan cuenta de las interaccionesde to da índole q ue prod uce la m etáfora. La última pa rte de la objeción pu ede valer quizá para la idea de Aristóteles, pero no para Perelman, según suevidencia en lo dicho antes.

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Quizá se podría responder que la interpretación (y elaboración) de lametáfora se hace a partir de relaciones diferentes de la analogía (por ejemplo, relaciones de parte a todo, de género a especie, de símbolo a simbolizado, etc .). De hecho, ya lo hem os visto, A postel generaliza la idea de m etáforaa todos los tropos. Esta idea original, que marcaría un retorno a la concep

ción aristotélica de la metáfora, me parece sensata, podría significar tambiénque las máximas de Grice solo permiten explicar la indirección del discurso(incluyendo las figuras) de manera genérica y que habría que elaborar unateoría particular para los tropos en general, y una más particular para cadatropo en particular (o por lo menos para los menos para los más sobresalientes). Esta dificultad la volveremos a tratar en la teoría de Searle, pero conmenos virulencia.

La otra preocupación en más sumaria. Ella consiste simplemente enrecordarle a Apostel que es muy curioso que justifique la metáfora de acción  y objeto metafórico mediante el recurso a una analogía, como lo subrayamosen aquél lugar, para llamar la atención sobre el hecho.

La teo ría de Searle69 la em pren de co ntra las dos teo rías tradiciona les dela metáfora (analogía e interacción) y solo afecta a Apostel de manera indirecta y parcial.

La tesis central de Searle es la de que el problema de la metáfora es uncaso especial del problema general que consiste en explicar cómo se separanel sentido literal de la frase (o palabra) de lo que quiere decir el locutor. Enrealidad, ya lo sabemos, el locutor puede pronunciar una frase y a la vezquerer decir lo que ella significa literalmente, pero hay ocasiones en que ellocutor profiere una frase literal pero quiere decir  algo diferente, tal comosucede en los actos indirectos, o como sucede en la metáfora. El significado

de la metáfora hay que buscarlo, pues en el significado d el enunciado del lo-cutor (speakers utterance meaning) y no en el significado de la frase o pa la-

bra (sentence (word) meaning). Estudiar una determinada metáfora es inda-

gar sobre las po sibles intenc iones de l locutor.

Esta primera tesis, original y útil, nos permite descartar la concepcióninteraccionista de la metáfora. Recordemos que según esta concepción lam etáfora implica u na oposición verbal o interacción en tre dos contenido s se

m ánticos que son la expresión m etafórica y su con texto l iteral. E sta teor ía esinadecuada fundamentalmente porque no dist ingue entre sentence (word) meaning que  jam ás es m eta fórico y el speaker's utterance meaning que sí  pued e ser m etafórico.

Estrictamente hablando, en la metáfora no hay cambio de significado. D iacrónicam ente hablando las metáforas inician cambios semánticos, pero

69  E xpressio n and Meaning, 4 Metaphor.

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tan pronto como éste se realiza, la expresión deja de significar lo que significó y la expresión deja de ser metafórica. Pero en una emisión metafórica ge-nuina, hay metáfora precisamente porque las expresiones no han cambiadosu significado. La confusión aquí es evidente, pero como puede constatarseel enunciado metafórico (utterance) quiere decir algo diferente de lo que significan las palabras y frases, pero esto no se debe a un cambio de significado

en los elementos léxicos, sino porque el locutor quiere decir algo distinto delo que significan literalmente.

La otra o bjeción q ue hace Searle a la teo ría interaccio nista es m enos decisiva. Ella consiste en decir que existen metáforas (no todas por supuesto)que no contienen elementos l i terales, por ejemplo, si designamos aMaruchacon la metáfora “la mala nueva” se puede construir un enunciado completamente metafórico.

“L a mala nueva es un bloque de hielo” , o para que no qued en dudas dela literalidad de la cópula “es”, se podría decir:

“La mala nueva se congeló en un bloque de hielo”.

Esta objeción es menos decisiva porque Searle reconoce que estas metáforas mixtas pueden ser estilísticamente objetables, y la mayoría de lasmetáforas se presentan en contextos literales, porque de otra manera seríamuy difícil entenderlas, si no ocurrieran en estos contextos literales, pero nohay ninguna necesidad lógica para que todo uso metafórico se dé dentro deun contexto l i teral y, por supuesto, muchos famosos ejemplos de metáforasno son de esta naturaleza.

De hech o las restriccione s a su objeción rinden justicia parcial a los matices ya planteados por Black, en tanto que Black reconoce la existenciade esas metáforas (enigmas, refranes, adivinanzas) que necesitan un tratamiento especial. Lo más curioso del caso es que Searle después de olantear laobjeción, no da cuenta de estas metáforas en ninguno de los principios interpretativos de la metáfora que propone al final de su trabajo. Me parece queAristóteles ya había visto este problema con muchísima claridad en  \a Poéti-

ca cua ndo nos hab la de la claridad y n oblez a de la ilocución:

La iloc uc ión pose e, com o cualidad esencial, el ser clara sin ser vulgar. Ahora bien, 

es indu dab lemente clara cuando se com po ne de palabras corrientes, pero entonces es vulgar... La ilocución es noble y escapa a la trivialidad cuando utiliza palabras  extrañas al lenguaje ordinario. Llamo palabras extrañas a los nombres dialecta-les, la metáfora, las palabras alargadas y, de una manera general, a todo aquello  que está fuera del uso ordinario. Pero si toda la ilocución se compone de pala-bras de este tipo, se convertirá la obra en un enigma o en un barbarismo; enigma  si se la compone toda en metáforas; barbarismo si se la compone toda en formas  dialectales. Efectivamente: la esencia del enigma está en que se presentan juntos, diciendo realmente lo que es, términos inconciliables entre sí. Ahora bien, eso no

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es posible hacerlo... sino por la metáfora... Por consiguiente, es necesario, por así  decir, una mezcla de estos nombres, porque, por medio de la palabra dialectal, la  metáfora, la voz ornamental y las demás clases de palabras de que se ha hablado,  quedará descartada la trivialidad y la vulgaridad y, por otra parte, el nombre co-rriente le dará a la ¡locución la claridad70.

La otra teoría, la teoría de la comparación o del símil, según la cual lametáfora es una comparación entre dos objetos, también, según Searle incurre en otra confusión; ella no distingue entre la tesis, falsa, de que la afirma-

ción de la compa ración es par te de l significado de la m etáfora y, por lo mismo,  parte de sus condiciones de verdad, con la tesis, verdadera de que la afirma ción d e la semejanza es el prin cipio de inferencia o un paso en la p ro -

ducción y com prensión de metáforas.

Esta confusión puede desglosarse de varias maneras con diversas objeciones.

1. La expresión metafórica no es necesariamente la comparación de dosobjetos, cuando digo que:

Marucha es un bloque de hielo, no estoy cuantificando sobre bloques

de hielo, mi m etáfora no arrastra.

Ex (x es un bloque de hielo).Tal que estoy com parand o a M arucha con este x.

La objeción es más obvia si se utiliza la metáfora Marucha es un dragón,que no arrastra que Ex (x es dragón).

O tam bién se pu ede co nstatar a pa rtir de la expresión negativa, quetan metafórica como la afirmativa. Si digo:

M arucha no es un bloque de hielo

No pretendo suscitar la pregunta absurda, ¿cuál es ese bloque de hieloque usted co m para con Marucha, para decir que no es com o él?

2. Las teorías de la comparación generalmente tratan la afirmación dela comparación como parte del significado (y por consiguiente de las condiciones de verdad) de la afirmación metafórica. Ahora bien, hay casos en quela afirmación metafórica puede ser verdadera aunque la afirmación de lasemejanza sobre la cual se hace la inferencia metafórica sea falsa. Así, supongamos que alguien dice: “R es un gorila”

70 Poética, p. 99.

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R es feroz, impulsivo, violento, etc.

Supongamos que la inferencia del auditor se basa en la creencia de que:

los gorilas son feroces, impulsivos, violentos, etc.

A partir de estos enunciados, sobre la base de la teoría de la comparación, se p od ría justificar la inferencia:

“ R y los gorilas son sem ejantes en varios respe ctos, a saber, son feroces,impulsivos, violentos, e tc .” .

Ahora bien, esta última afirmación de la comparación es falsa oorquelos etólogos han demostrado que los gorilas son tímidos, tiernos y propensosa ataques de sentimentalismo, pero esto no demuestra que la afirmaciónm etafórica es falsa, po rqu e la m etáfora no es sobre gorilas sino sobre R.

Este último punto se puede explicar más claramente diciendo que lam etáfora “ R es un gorila” es una afirm ación sobre R y no sobre gorilas mientras que la afirmación de sem ejanza es a la vez sobre R y so bre gorilas.

Esta parte del argumento de Searle me parece un poco débil porque elhecho de com parar dos objeto s a y b no significa que yo pued a decir indistintamente que a se parece a b o que b se parece a a, pues la relación no es simétrica. Austin, en Cómo Hablar 71 nos hab la del onus del encaje; hay quedistinguir entre x encaja en  y , de  y encaja en  x : “ tendem os a pasar por altoesto con el verbo ‘encajar’... Pero si consideramos la palabra análoga ‘asimilar’ la distinción en tre asimilar x a  y , donde el onus de la asimibilidad recaesobre x, y asimilar  y a x, donde el onus recae sobre y, queda bastante claro.Nos eq uivocam os al asimilar porq ue estamo s confu nd idos con o concebimosincorrectamente la naturaleza del miembro x, en el primer caso y y en elsegundo... Cuan do preg untam os si debiéram os asimilar x a  y , la pregunta es six tiene las cualidades que tiene  y ; una comparación ‘A es como B’ es unamala comparación no porque B tenga los rasgos que A tiene o tenga rasgosque A no tiene, sino po rque A no tiene (o no se supon e que tiene) los rasgosque tiene B o tiene rasgos que B no tiene”.

Tal reflexión tiene sentido puesto que Searle extiende su reflexión alsímil, puesto que cuando alguien afirma que R actúa como un gorila, eso nolo compromete con la verdad de la proposición.

“ Los gorilas son tales que su com po rtam iento semeja al de R ” .

queriendo decir que:

71   Op. cit.

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Por lo demás, debe agregarse que la comparación, cuando se comparanseres muy disímiles, es decir, pertenecientes a dominios muy diferentes,sean Dios y el hom bre, u hom bres y ratas, por ejem plo, produ ce un fenóm e

no común (Searle puede llamarlo como quiera) que yo llamaré la interacciónvaluación-devaluación, según la cual uno de los términos de la compara

ción tiende a valorizarse, el término inferior, y el otro a devaluarse, el término superior: es un honor para un poeta mediocre el ser declarado inferior aun m aestro fam oso; p or este h ech o, él en tra en la cofrad ía de los ilustres, aunsi solo es para ocupar un puesto bajo; pero para el maestro la comparaciónserá probablemente una infamia. El dicho popular lo dice claramente: lascom paraciones son odiosas.

Si esto es así, la comparación con el gorila me permite ver de otra ma

nera al hombre, pero de contragolpe podré ver de otra manera el gorila. Estaobservación, sea d icho de paso , fortifica la tesis de la m etáfora com o intera cción, aunque no invalida la idea central de Searle.

3. La tercera crítica alude a la recurrencia de la metáfora. El símil confrecuencia no elimina las expresiones metafóricas.

Al decir que “Marucha es un bloque de hielo” (o al contrario, que “es

una hoguera”), una paráfrasis “literal” de la metáfora nos vuelve a introducirtérminos metafóricos (frío o ardiente). En realidad, la sinestesia (sabores ysensaciones sinestésicos) están profundamente arraigados en nuestros hábitoslingüísticos y culturales, y parece difícil (si no imposible) deshacernos deella.

Esta objeción es más fuerte porque muestra que en muchos enunciadosm etafóricos no hay un a paráfrasis l iteral correspon diente al enun ciado m eta

fórico. Esto nos lleva a la cuarta objeción que tiene que ver con la reflexiónde Apostel sobre las paráfrasis de la metáfora.

4. Algunas metáforas admiten paráfrasis, por ejemplo, la metáfora.

(Met) hace mucho calor aquí, puede tener la paráfrasis:

(Par). La discusión está subida de ton o, d on de (Met) es la frase enu nc iada metafóricamente y (Par) es la frase que expresa literalmente lo que ellocutor quiere decir cuando enuncia la primera (Met) y la significa metafóricamente.

Pero, en general, la paráfrasis es inadec uad a; se pu ede n perd er cualidadesinformativas (aunque se conserven las condiciones de verdad); a veces comprendemos exactamente la metáfora pero nos vemos en la incapacidad dehacer la paráfrasis y a veces el conjunto de paráfrasis es indefinido. Searle

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"i. Regrese al térm ino S y observe cuáles de los m uc ho s cand idatos a ser  valores de R son propiedade s verosímiles o posibles de S.

Si el auditor escucha la expresión “el carro de R es un cerdo”, él interpretará la m etáfora de m anera diferente a la prim era; él la interp retará quizásasí “ el carro de R. consum e gasolina com o los cerdos consum en alim ento ” o“el carro tiene la forma de un cerdo”, etc. Aunque la metáfora es quizá lamisma, en cada caso el térm ino S la restringe de m anera d iferente.

Ahora sí se puede ver la utilidad de las dos teorías sobre la metáforaque Searle ha criticado. Ellas no son incompatibles porque han sido elaboradas para responder a dos preguntas diferentes. Las teorías de la comparaciónse han diseñado p ara co ntes tar a la pre gu nta de la segunda fase “ ¿cóm o calcular los posibles valores de R ?” . Las teo rías de la interacción se han elabo rado

como respuestas a la pregunta de la tercera fase. “Dado un rango de valoresposibles de R, com o restringe ese rango la relación entre S y P ” .

Ex iste una variedad de principios para calcular R, dad o P, es decir, alguna variedad de principios de acuerdo con loS cuales la emisión de P “nos recu erd a” el significado R . A lgunos de ellos son los siguientes:

1 .Los casos P son R por def inic ión. Si la metáfora es eficaz, en estos

casos, R será una de las características sobresalientes de la definición de P.

(Met) R es un gigantesignificará(Par) R es grandeporque, por definición, los gigantes son grandes.

2 .L o s casos P son R de manera contingente. En este caso, si la metáforatrabaja, la propiedad R debe ser un rasgo sobresaliente y bien conocido de P.

(M et) R es un cerdosignificará(Par) R es sucio, glotón, etc.

Los principios (1) y (2) correlacionan enu nciados m etafóricos con sím iles literales.

3.  De los casos P a m enudo se dice o se cree que son R , aunque locuy auditor pueden saber que R es falso de P.

Así,(Met) R es un gorilaSe puede usar para significar(Par) R. es feroz, violento, impulsivo, etc., aunque de hecho locutor e

interloc uto r sepan que los gorilas se com po rtan de m anera diferente.

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4.  L os casos P no son R , ni son com o R , ni se cree que son R ; sin em bargo, es un hecho de nuestra sensibilidad, determinado natural o culturalmente, que nosotros percibimos una conexión entre P y las propiedades R.

(Met) Marucha es un bloque de hielo

(Met) M. es dulce(Met) R es agrio(Met) Las horas corren.

Son frases que se pueden usar metafóricamente: M no es emocional,M. es gentil, amable, etc., pero para las cuales no existen semejanzas literalessobre las cuales se pueda fundamentar la metáfora.

5.  L os casos P no son com o R ni se cree que son com o R , pero la condi-ción de ser P es com o la condición de ser R .

Te volviste un aristócrata

No significa que él personalmente se ha vuelto como un aristócrata, pero su nueva condición es como ser un aristócrata.

6. H ay casos en que P y R tienen el m ism o significado, o un o similar,pero donde un término, generalmente P, se restringe en su aplicación y literalmente no se aplica literalmente a S. Así “huero” solo se dice literalmente de los huevos, pero metafóricamente se puede decir que alguien tiene lacabeza hu era y casos po r el estilo.

7. Este principio es una m anera de aplicar los prim eros seis casos queno tienen la forma “S e s P”, sino que son metáforas relaciónales o que tie

nen o tras form as sintácticas, po r ejemplo:

R devora libros.El barco surca el marBolívar fue el padre de la Gran Colombia.

En cada caso tenemos dos expresiones nominales literales relacionadaspor una expresión metafórica; aquí la tarea del auditor no es ir de “S esP”

a “ S es R ” , sino ir de la relación S P S’, S R S ’ y la tarea es difere nte de la realizada en los principios anteriores; en los casos anteriores, los principios desemejanza, por ejemplo, permiten descubrir una propiedad R que S y P tienen en común; pero, en este último caso, se descubre una relación R que esdiferente de la relación P pero semejante a ella en algún aspecto.

Estos principios pueden aumentarse si se quiere construir la metonimiay la sinécdo que com o casos especiales de la m etáfora. En estos casos el paso

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de “ S es P ” a “S es R ” estaría asociado con relaciones tales com o, tod o yparte , co ntin en te —co nte nid o, efe cto — causa, género-especie, etc. Searleconsidera que estos dos tropos son casos especiales de la metáfora, pero si lospuristas insisten en la diferencia, no tiene objeciones taxonómicas.

Para terminar este recuento sobre la metáfora quiero hacer algunas consideraciones finales.

I. Me parece que Apostel y Searle tienen toda la razón en insistir queno existe —ni existirá— una teo ría única de la m etáfo ra pu esto que diversasmetáforas pueden requerir diversas explicaciones. De hecho, las ilustracionesde Apostel y, sobre todo las de Searle, indican que sus teorías explican metáforas amodorradas (es decir, metáforas más o menos despiertas o más o

menos adormecidas). Me parece que aún se puede decir más sobre las metáforas poéticas, po r un lado, y sobre los enunciados com pletam ente m etafóri cos qu e, a pesa r de ser marginales, existen.

II. El análisis de Searle —tanto como los análisis de Aristóteles, Black,Perelman y Apostel—, destaca un punto central: la seriedad de la metáfora.Precisamente Searle, al definir el discurso llamado figurativo (del que haceparte la metáfora) en contraposición al lenguaje de la ficción, sostiene que,aunque en ambos se alteran o se suspenden las reglas semánticas, en el discurso figurativo los enunciados son “serios” pero no literales, mientras queen el lenguaje de la ficción los enu nc iado s son literales ñero no son “ serios” .Independientemente de lo que quiera decir Searle con la palabra “serio”, meparece que esta idea de “seriedad” debe dar lugar a la metáfora como un instrumento de innovación conceptual del que requieren no solo los poetas,sino también los filósofos y, quizá los científicos, por lo menos, en algunosm om entos de su trabajo.

III. Me parece que las ideas centrales de Searle —originadas en Grice, ylatente en los análisis de Black y Apostel— se deben conservar: la diferenciaentre el sentence meaning y el Sp eak ens Ulterance Meaning, la idea de que lametáfora es una de las formas en que el locutor dice algo literalmente peroquiere decir algo diferente, y la idea de que en la metáfora no se altera elsignificado literal de lo que se dice, aunque el sentido literal si es un puntode partida para descubrir la intención metafórica del locutor. Incluso, no

tengo reparos a las propuestas de Searle y Apostel de considerar a otros tropos como especies de metáforas. Me parece, que esto es legítimo puesto quecomparten los mismos principios teóricos.

IV. Sin embargo, el hecho de incluir la metáfora —y todos los tropos—dentro de la clase de actos lingüísticos en que se dice algo literal pero sequiere decir otra cosa, vuelve a replantear el problema, puesto que esta clasede actos se vuelve muy compleja y disímil porque abarcaría el problema lin

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güístico de la eliminación de la ambigüedad en enunciados, las implicaturasprop iam ente dichas, los actos indirectos y la m etáfora en este sentido ampli0

De hecho, el mismo Searle trata de poner un poco de orden en este nía-remagnum cuando trata de establecer diferencias entre los actos indirectosla ironía, la catacresis y la metáfora, como lo vimos en la parte final del capí.’tulo anterior.

Po r otra p arte se deberán establecer algunas diferencias entre los troposya que, por lo menos, se debe conservar la idea de que la metáfora propiamente dicha no tiene paráfrasis literal. Aparentemente, no todos los tropostienen esta característica.

Un co nte m po rán eo de Searle —qu e escribió sobre el tem a casi en la mis

ma época—, ha tratado de hacer una tipología más sofisticada que la deSearle. Se trata del alemán Wolfong Berg de quien citaré algunas ideas, peroconfesándole al lector que las referencias a él son indirectas, a partir de unareseña de su obra72.

Según Berg en los tropos el locutor dice algo diferente de lo que quieredecir, pero el locutor puede reconstruir el significado intentado siguiendo este esquema de inferencia:

1. La en un ciació n de la frase F ’ co ns tituy e la realización de un acto lingüístico de tipo I con el conten ido p roposicional indicado p.

2. A I se asocian las condiciones de sinceridad, las máximas de la conversación relevantes, etc.

3. Po r el c on tex to de la enun ciación de T es claro que el locuto r nocumple con las condiciones (2).

4. Pero el locu tor ac túa de m anera cooperativa.

5. El con flicto e ntre (3) y (4) se resuelve bus cand o el acto inten tado Jy/o el contenido proposicional intentado q para la enunciación T que seaconsistente con las condiciones (2).

Se puede constatar que estos factores que Berg atribuye a los tropos sonlos m ismos qu e pe rm iten realizar actos indirectos; sin em bargo, Berg sostieneque la diferencia entre ellos radica en que los actos indirectos implican expectativas sociales, normas y/o consideraciones de cortesía.

72 BER G, W olfong, Uneigentl iches Sprechen: Zur Pragmatik und Semantik von Meta- pher, M etonym ie , Ironie , L ito tes und rhetoris cher Frage, 1978, Tübingen. La resenaes de John Dinsmore y aparecio  Journal o f Pragmatics, vol. 6, n. 1, february, 1982.

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Berg considera que a partir de los cinco pasos del esquema se puedendeterminar tres criterios para diferenciar algunos tropos, así: (a) diferenciasentre el tipo de acto indicado y el tipo de acto intentado, (h) los tipos decondiciones indicadas que se violan en (2), y (c) la clase de conocimiento quese necesita para buscar la interpre tación (5).

Así po r ejem plo la ironía se distingue de la m etáfora (y de la m etonim ia)en que en el primer caso el tipo de acto indicado no es del mismo tipo deacto intentado; en la ironía, el tipo de acto intentado es el contrario del indicado; esto implica que se trate a la negación como un acto converso al de laafirmación; y en la litote, el acto indicado es la negación y el intentado esla negación del contenido proposicional indicado: en la expresión “él no esmuy despierto”, no se niega que él es despierto como se indica, sino que seafirma que es estúpid o.

Con respecto a la metáfora y a la metonimia y la hipérbole se afirmaque ellas implican violación de las consideraciones de sinceridad según la cualel locutor cree que ni el contenido proposicional indicado, ni el intentadoson verdaderos; esta consideración conlleva que en el caso de “R es un cerdo”, el locutor no cree que R es un verdadero cerdo pero tampoco cree queno lo es.

La metáfora difiere de la metonimia, en que la primera se interpreta apartir de la semejanza (definida por estereotipos), mientras que la segunda seinterpreta por la contigüidad en un sentido muy amplio, por ejemplo “R esun cerdo” atribuye a R semejanza con los cerdos, mientras que “leo a Aus-tin” dice algo sobre entidades que tienen relaciones de contigüidad con losreferentes indicados.

Además la metáfora implica una diferencia entre una predicación indicada, y otra intentada, mientras que la metonimia implica una diferencia'entre la referencia indicad a y la inten tada .

Esta clasificación que trata de utilizar criterios más ricos, aparentemente fracasa, pero esto no es un m otivo p ara no seguir investigando en esa dirección.

Las dificultades que anota el reseñador son variadas y sutiles, pero yome limitaré a presentar cuatro:

a. Algunas figuras tam bién incluyen consideraciones sociales y de ctesía; a veces la ironía es una forma de evitar la brusquedad, y la litote amenudo se utiliza por razones de diplomacia; por consiguiente el criteriopara distingu ir los actos ind irectos de, por lo m enos, algunas figuras, no lograsu objetivo.

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b. La primera consideración sobre la metáfora y la metonimia, contiene por lo menos una afirmación falsa, porque si el locutor cree que R es unser hum ano , ento nc es debe creer que no es un cerd o real. En otros casos laprimera suposición también puede ser falsa, porque, por ejemplo, yo puedodecir metafóricamente “he tenido que arrastrar una carga muy pesada”, aun

que literalmente haya tenido que arrastrar una carga muy pesada, si el contenido literal conduce a la violación de otra condición, tal como la informati-vidad o la pertinencia.

c. Las diferencias en tre semejanza y contigüid ad no son tam po co decisivas, porque la contigüidad (sobre este punto han llamado la atención Lakoff y Johnson) juega un papel importante también en la metáfora.

d. Por último, a veces la metáfora tiene que ver con la referencia, porejemplo, cuando se dice “llegó el patrón” para hablar de alguien que no !o espero que se comporta como si lo fuera; y a veces la metonimia tiene que vercon la predicación, por ejemplo, cuando digo que “mi carro es veloz” parapredicar la capacidad de mi carro para moverse velozmente.

Me parece que a pesar de las dificultades de estos primeros ensayos exploratorios, vale la pena seguir ahondando a partir de esta teoría que ha pro

ducido tan bueno s dividendos.

V. Como Searle lo ha demostrado, las dos teorías clásicas sobre la metáfora, analogía e interacción, y sintetizadas por Perelman, se pueden aceptar, así sea solamente como procedimientos para codificar y descodificar lasmetáforas. Pero no para computar   (o calcular) posibles o reales valores, porla simple razón de que estas expresiones me producen desconfianza, ya queen este caso solo se pueden entender como metáforas que solo en apariencia

dan la sensación de una actividad lógica o matemática.

VI. Como hem os podido constatar, la m etáfora es recurren te. Una m etáfora determinada (o la metáfora) solo se puede analizar mediante un conjunto de metáforas subordinadas, puesto que una metáfora (o la metáfora) “envuelve” un número de metáforas subordinadas entre sus implicaciones; pero,como lo dice Black, “las metáforas subordinadas, pienso, usualmente se pretende que se tomen menos enfáticamente, es decir, ...con menos acento...(Las implicaciones de una metáfora son como los sobretonos de un acordemusical; darles mucho  peso es como tratar que los sobretonos sean tan fuertes com o las no tas principales —e igualmen te un des pro pó sito)” 73.

Sin emb argo, h ay o tra recurrencia de la m etáfora que consiste en hablarde la m etáfora en términos de un t ipo determ inado de m etáfora; la m etáforavitalista ha sido muy longeva (sic). Se habla de metáforas vivas, muertas,

73 BLAC K, M., op. cit., p. 43.

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adormecidas, congeladas; las m etáfo ras se reviven y se despiertan, se rejuvene-

cen y entran en estado de sopor, y, con frecuencia, producen la emergencia de un nuevo concepto.

De hecho F. Pire74, de quien tomamos esta sugerencia, cree que de la

metáfora se puede hablar en estos términos, siempre que las metáforas setomen como  ficciones heurísticas o com o m odelos pro yec tivo s con valor  instrumental o didáctico, o, por lo menos, siempre que no se tomen comovalores contantes y sonantes, pues las metáforas son  papeles fiducia rio s: “laspalabras por sí mismas son valores fiduciarios, pero por el uso inconscienteo excesivo de metáforas, nos permitimos una doble ingenuidad, ir más alláde lo arbitrario del signo e ir más allá de la arbitrariedad de la metáfora quese desliza entre los signos o los hace de slizar”.

Si el lenguaje es un instrumento de comunicación institucional, ¿porqué no pensar que la metáfora es uno de esos instrumentos aparentementeinútiles, como lo piensa Apostel a través de Grice?

74 PIRE , François, “ M étaphores de la vie e t vie des m étap ho res” en  R eveu In tern a tio -nale de Ph ilosoph ie, n. 91, 1970.

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V

LOGICA ILOCUC IONARIA, PARAD OJAS PRAGM ATICASY ARGUMENTACION

Era de esperar que una teoría elaborada poco a poco diera frutos a largoplazo. Ho y —y esto y ha blan do de ho y— se abre cam ino la idea de una lógicailocucionaria.

Creo que es suficientem ente evidente ya, la existencia de un a lógica del

lenguaje ordinario: la implicación pragmática, la presuposición y las implicaturas conversacionales lo atestiguan.

También es evidente, pero no obvio, que existen conectivos ilocucionarios con características d istintas de los conectivos propo sicionales de la lógicade las proposiciones.

Así, por ejemplo, Searle propone distinguir la negación proposicional de

la negación ilocucionaria. Si consideramos que un acto lingüístico puede representarse como F (p) donde p es el contenido proposicional y F la fuerzailocucionaria, el acto puede tener dos negaciones:

F ( ~ p)o~ F ( p) ;

“prometo venir” puede negarse como

“prometo no venir”

o

“no prom eto veni r” ,

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donde la primera negación es proposicional y deja sin modificar el acto ilocu-cionario, pu esto que ella solo cambia la prop osición p ero deja intacta la fuerza; la segunda, por el contrario, deja intacto el contenido proposicional, peromodifica la fuerza porque “no prometo venir” no es una promesa sino unrechazo a hacerlo; esta negación se llama técnicamente denegación ilocucio-

naria75.

Para el lógico Frege todo  ju ic io es afirm ativo y la negación hace partedel co nten ido afirmad o, pero no de la afirm ación misma: dos juicios como“vendré mañana” y “no vendré mañana” t ienen la misma forma de afirmaciones (/—), la una con contenido proposicional positivo /— (p) y la otra concontenido proposicional negativo /— (~ p). En ambos casos el acto realizadoes de la misma naturaleza y solo varía el co nten ido propo sicional.

Esta maniobra la legitima Frege pensando en un principio de economíaque, entre otras cosas, preserva la ley lógica de la doble negación: cuandonegamos doblemente a  p , las negaciones son de la misma naturaleza, operansobre el contenido proposicional y producen otro contenido. Si las negaciones fuesen de naturaleza distinta —negación proposicional e ilocucionaria—,la situación se volvería muy complicada porque la primera sería la negaciónde p (~ p), mientras que la segunda sería un juicio negativo sobre p (o sobre

~ P ) .

La reducción de Frege es legítima para los fines de la lógica, pero ellono permite afirmar que “no hay que tomar criterios del lenguaje (ordinario),pue s las lenguas no ofrecen ninguna ay ud a cierta para las cuestiones lógicas”,sobre todo cuando el lógico las utiliza para explicar su concepto su i generis  de negación76.

El filósofo Searle, pensando en el lenguaje ordinario, nos permite verque las expresiones:

1 .1 . /— (P)1-2. /— ( ~ p)2 . 1 . - / — (p)2 .2 ~ / (~ p )

(dond e /— es el indicador de la fuerza i locucionaria de afirm ación), son diferentes; 1.1. y 1.2 son actos de afirmación con contenidos proposicionalescon trarios; 2.1 y 2.2. son actos de denegación de afirmación con con tenido sproposicionales opuestos. Ahora bien, estas dos formas de negación (llama

75  A c to s de habla, p. 41.

76 FR EG E, G., R echerches Logique en  Ecrits Logiq ues et Philosophiq ues, ed du Seuil,1971, pp . 170-234.

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das también negación descriptiva y negación polémica) tienen comportamientos distintos desde el punto de vista semántico, por ejemplo, con respecto a la presuposición; mientras que la primera conserva las presuposicionesdel enunciado afirmativo correspondiente, la segunda las enjuicia77.

Los otros conectivos ilocucionarios, también tienen comportamientosespeciales. Así, por ejemplo, la disyunción semántica (es decir, lógica) esmu y distinta de la disyun ción pragm ática; esta última señala corrección, por que es inconcebible una disyunción de actos lingüísticos78. Pero “quítese elsombrero o váyase” expresa en cualquier contexto de enunciación una fuerza ilocucionaria que se aplica a la proposición disyuntiva completa que es elcontenido de sentido del enunciado relativo al contexto de la enunciación79.

Con la conjun ción la situación es más ambigüa porque:

“Regresaré a casa y terminaré el trabajo”,

puede entend erse com o un enun ciado con cláusulas conjugadas que, en principio cada una parece poder realizar un acto de habla aislado; pero, por otraparte, es posible decir que hay un solo acto basado en el contenido proposicional com pu esto p "q80. “ P ero ” es un conectivo que se relaciona con la con

 junción . T odos los lógicos, al m enos, lo traducen por la conjunción . Sin em bargo, “pero” no es un conectivo proposicional sino pragmático, ya que nocon ecta prop osiciones sino a ctos lingüísticos.

El análisis más ce rtero de esta conju nc ión lo pro po ne D u cr o t81 : “p er o ”no solo señala oposición entre las proposiciones que conjuga, sino algo más.Cuando digo “A pero B”, realizo el acto A y, por eso mismo, el interlocutortiene tende ncia a sacar una con clusión r; pero esto n o debe ser po rqu e B, tan

aceptable como A, sugiere la conclusión contraria, no-r; en otros términos r  es una proposición para la cual A es un argumento y B un contraargumento.

Con la condicional (si... entonces...) suceden cosas más curiosos aún.Una expresión de la forma “si  p , entonces q ” no tiene la significación originaria de decir que “p es causa de q ” ni que “p es condición de q”, sino más

77 DU CR OT , O., Le rôle de la nég ation dans le langage ord inaire, en  La Preuve e t le 

dire, 1973, pp. 117-31.

78 DIJK, Teun van,  Estr uctu ras y Fu ncion es del Discurso, p. 68.

79 VA ND ERV EKE N, Daniel , Pragm atique, sém antique et force illocutioire, en Philo-sophica, 27, 1981, p. 117.

80 DIJK, T. van, op. cit., p. 69.

81 Dire et ne pas dire,La preuve et le dire, p. 226.

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bien la de realizar dos actos ilocucionarios: a) pedir al interlocutor que imagine  p y b) una vez introducido el interlocutor en esta situación imaginariaafirmar (o realizar otro acto de contenido) q 85.

Estos actos ilocucionarios tienen la forma:

“si P entonces F (Q )”“si llueve, tom a tu paragua s”si tengo tiempo, vendré a buscarte en el carro.

Estos actos condicionales realizan los actos de ordenar (autorizar) y deprometer (“toma tu paraguas”, “vendré a buscarte en carro”), es decir, si serealiza la condición o la situación imaginaria (“si llueve” o “si tengo tiem

p o ” ) .

Sin embargo Van Dijk plantea un problema teórico de si en este caso lasegunda cláusula es la promesa, o si la constituye la frase como un todo, basada en una proposición compuesta conectada condicionalmente83.

La respuesta parece ser que así como existen actos lingüísticos condicionados, también existen actos con contenido proposicional condicional de

la form a F (si P enton ces Q).

Así, por ejemplo, en la apuesta “si P entonces apuesto $1.000 que Q”,cuando P es falso, no habrá ni ganador ni perdedor, pero en la apuesta“apuesto $1.000 que si P entonces Q”, habrá ganador y perdedor84.

Lo que ciertam ente n o parece evidente, ni obvio, es la existencia de una lógica ilocucionaria en cuya elaboración trabajan actualmente J. Searle y D.

Vanderveken.

Según el último autor las principales tareas de esta lógica son:

1. La de finición de la noción de fuerza ilocucionaria y la caracterizaciónde las condiciones suficientes y necesarias para la realización afortunada deun acto ilocucionario.

2. La formalización de las diferentes relaciones que existen entre actosilocuciona rios en el m un do del discurso.

82 DUCROT,  Dire e t ne pas dire, p. 168.

83 Op. cit., p. 70.

84 VAN DERVEK EN, D„ art. cit., p. 118.

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Com o no qu iero recurrir a una p resentación técnica y form al de las tesisdesarrolladas hasta ahora en esta lógica, me limitaré a resumirlas en el lengua

 je corriente y rem ito al lector a los ensayos de D. V anderveken Pragmatique, Sémantique et forcé Il locutoire85 y  Illocutionary Logic and se lf defeating  speech acts86.

Nuestro autor, tomando consideraciones de Searle relativas a las condiciones para realizar actos ilocucionarios87 y a los criterios que permiten diferenciar los actos ilocucionarios unos de otros88, r.os define la  fuerza ilocucio-

naria como un séptuplo form ado por un fin ilocucionario, un m odo de reali zación característico, un grado de potencia del fin ilocucionario, condicionessobre el contenido proposicional, condiciones preparatorias, condiciones desinceridad y un grado de po tencia de las condiciones de sinceridad.

El  fin ilocucio nario de una fuerza ilocucionaria es lo que el enunciadortiene la intención de realizar cuando realiza un acto ilocucionario que tieneesta fuerza. Los principales fines, como ya lo vimos, son el aseverativo queconsiste en representar como actual un estado de cosas; el comisivo que consiste en comprometer al enunciador en una acción futura; el directivo queconsiste en hacer una tentativa para que el interlocutor haga una acción fu tu ra; el declarativo que consiste en dar existencia a un estado de cosas por el

hecho de la enunciación, y el expresivo que consiste en expresar un estadopsicológico del enun ciado r a pro pó sito de un es tado de cosas.

Diferentes fuerzas ilocucionarias pueden tener en común el mismo finilocucionario; por ejemplo, las fuerzas de los actos de afirmar, conjeturar,predecir, testimoniar, informar y recordar, son fuerzas ilocucionarias diferentes, pero tienen el mismo fin aseverativo; esto muestra también que aunque el fin ilocucionario es el componente principal de la fuerza ilocuciona

ria, no se iden tifica con ella.

Por lo demás, debe notarse que cualquier  séptuplo no es una fuerza i locucionaria, pues existen algunas relaciones lógicas entre los diversos componentes de una fuerza: por ejemplo, toda fuerza i locucionaria con un findirectivo t ienen contenido proposicional que representa una acción futuradel interlocutor, la condición preparatoria de que él es capaz de realizar laacción y la condición de sinceridad de que el enunciador quiere o deseaque el inter loc u tor haga la acción.

85 En Philosophica, 27, n. 1, 1981, pp. 107-26.

86 En Speech A c t Theo ry and Pragmatics , ed by J. R. Searle, F. Kiefer y M. Bierwisch,Reidel , 1980, pp. 247-72.

87  A c to s de habla, capítulo III .

88  Expressio n and Meaning, cap í tu lo I.

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Los fines ilocucionarios se pueden realizar de diferentes maneras. Estasfuerzas, se dice, que tienen un modo particular característico de realización  de su fin ilocucionario. Así, la fuerza ilocucionaria de testimonio tiene pormodo característico de realización del fin ilocucionario aseverativo, que elenunciador que testimonia invoque la calidad de testigo del estado de cosas

representado por el contenido proposicional. La ilocucionaria de orden tienepor modo característico de la realización del fin que el enunciador que ordena invoque una posición de autoridad o de fuerza sobre el interlocutor, etc.

La mayor parte de los fines ilocucionarios pueden realizarse con dife-

rentes grados de po ten cia ; así, por ejem plo, quien p rom ete ir a un peregrinajese compromete con más fuerza que aquél que simplemente acepta ir; y quienordena hace una tentativa más fuerte para lograr que el interlocutor hagaalgo, que aquél que simplemente solicita o requiere.

 Las condiciones de contenido proposicional de un a fuerza ilocucionariason las condiciones que deben satisfacer una proposición para ser un contenido proposicional apropiado de un acto de esta fuerza en un contexto deenunciación, así una condición sobre el contenido proposicional de las fuerzas ilocucionarias con fin comisivo es el de que su contenido proposicionalrepresente un a acción futu ra del enunciador.

Cada acto ilocucionario tiene también condiciones preparatorias queson “los estados de cosas cuya existencia se presupone cuando se realiza esteac to” ; así , una condición p reparatoria de u na prom esa es que la acción representada por el contenido proposicional es buena para el interlocutor (o alo-cutario), y una condición pre paratoria co m ún a tod os los comisivos es de queel enu nciad or es capaz de realizar la acción represe ntad a po r el con tenid o pro posicional.

Un acto ilocucionario se puede realizar aunque no se cumpla una de suscondiciones prep aratorias; en este caso el acto es afortunado pero defectuoso; sin embargo, puesto que todo locutor “presupone” las condiciones preparatorias de su acto, es paradó jico realizar un acto y negar sim ultáneam ente unade sus cond iciones preparatorias:

“ Prom eto hacer esto, pero estoy en la absoluta incapacidad de hace rlo”.

V andervek en c oncluye su análisis con u na referencia crítica a Au stin:

No todos los actos ilocucionarios afortunados (réussis) son nodefectuosos pero todos los actos ilocucionarios no defectuosos son afortunados (réussis). Austin con su noción de fortuna (felicité) no distingue los actos ilocucionarios afortuna-dos (réussis) de los actos ilocucionarios no defectuosos.

 Las condiciones de sincerid ad  de un acto ilocucionario son los estadospsicológicos q ue el enu nciado r debe tene r a prop ósito del contenido propo si

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Este pasaje me merece varios comentarios. Para comenzar, no tengo dudas sobre la tesis que diferentes actos ilocucionarios puedan tener el mismocontenido proposicional, pero esto no valida la tesis de que ellas son indepen-dientes de la fuerza ilocucionaria, puesto que el autor ya nos ha dicho, poruna parte, que las condiciones de contenido proposicional hacen parte de lafuerza, y, por otra parte, algunas fuerzas ilocucionarias no son indiferentes

al con tenido prop osicional pu esto que existen relaciones lógicas en tre los diversos componentes de una fuerza, así, por ejemplo, la fuerza ilocucionariacon prop ósito directivo debe tener un contenid o proposicional que represente una acción futura del interlocutor. No tengo inconveniente en aceptar queen este caso estamos hablando del acto predicativo (pues es esto lo que distingue a los directivos de los comisivos), pero creo que vale recordar que elacto predicativo t iene también presuposiciones, porque de otra manera nosería posible detectar la anormalidad de la promesa (o denegación de pro

mesa):

“le prometo que ya lo hice”

o

“no le prom eto que ya lo hice” .

Mi segundo comentario va más allá del pasaje citado. Me parece queVenderveken se ha enredado tratando de buscar una terminología para diferenciar las diversas condiciones de fortuna de los actos ilocucionarios y delas maneras como se manifiestan en el acto. Una propuesta como la de Sear-le-Austin, de que un acto ilocucionario implica las cond iciones prep aratorias,expresa las condiciones de sinceridad,  presupone las condiciones de co ntenido proposicional y dice (y/o arrastra) el fin ilocucionario, me parece másadecuad o, siem pre y cu an do se diga cuál es la diferencia en tre “ imp licar” y“expresar”. He sido escéptico con respecto a esta última porque Austin viomuy bien con respecto a las condiciones —condiciones preparatorias y desinceridad— que ellas tienen un efecto co m ún , que difiere de las condicionesA y B, que consiste en que su falla no invalida el acto y simplemente lo hacedefec tuoso . Esto lo ratifica Vend erveken en su análisis de los elem entos de lafuerza ilocucionaria. No obstante, estoy dispuesto a aceptar que hay una diferencia entre implicar las condiciones preliminares y expresar las condiciones de sinceridad, porque solo éstas pueden expresarse con diversos grados 

de fuerza. Tal diferencia hay que abo narla a Searle y a V anderveken .

Mi tercera y última reflexión crítica tiene que ver con la crítica a Austin. No veo claro lo que Vanderveken critica. En efecto, si la crítica va en ladirección de que no distingue entre actos afortunados (réussis) y actos nodefectuosos (non defectuex) , la crítica se dirige a otro autor, porque eso es,precisamente lo que hace Austin cuando distingue las condiciones A y B de

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igu r: un acto puede ser defectuoso y afortunado. Pero la conclusión deVanderveken es más curiosa: “No todos los actos ilocucionarios afortunados son no-defectuosos, pero todos los actos i locucionarios no-defectuososson afortunados”. No puedo ver aquí nada que no haya visto claramenteAustin, y me atrev ería a decir que las nociones de fortu n a (felicity, felicité) einfortuna, con sus diversos grados de gravedad, es mejor que las de éxito

(réussite, succés) y defectuosidad p ropu estas po r el autor, po r lo m enos en lasituación analizada.

Para mostrar el valor de su análisis, Vanderveken nos propone unosejemplos en los que diversas fuerzas ilocucionarias difieren'en al menos unode sus seis aspectos constitutivos90, de la fuerza ilocucionaria del acto deafirmar: la fuerza del acto de atestiguar difiere de la fuerza de la afirmaciónpor el hecho de que el locutor, cuando representa el estado de cosas comopresente (¿o pasado?), se presenta como testigo (lo que es un modo particular de realización d el fin ilocucionario). La fuerza de una co njetu ra difiere dela fuerza de la afirmación porque el compromiso con la verdad del contenidoproposicional es menor en la primera que en la segunda. La fuerza de la afirmación difiere de la predicción por el contenido proposicional, ya que en lapredicción el contenido proposicional se refiere a un estado de cosas futurocon respecto al momento de la enunciación; la fuerza ilocucionaria de recordar difiere de la afirmación por la condición preparatoria de que el interlocutor supo alguna vez y pudo olvidar la verdad del contenido proposicional; y,por último, la fuerza de una queja difiere de la afirmación por el hecho deque la primera tiene la condición adicional de sinceridad de que el locutor noestá satisfecho con el estado de cosas representado por el contenido proposicional.

El análisis de Vanderveken también debe tener en cuenta la condiciónde éxito del ajuste, puesto que en la realización de un acto ilocucionario, elfin ilocucionario liga de alguna manera el contenido proposicional con

el mundo. Se da ajuste entre el contenido proposicional y el mundo, en elmomento de realización del acto i locucionario, cuando el contenido proposicional es verdadero en el mundo de la enunciación. Puesto que diversasclases de actos tienen diferentes clases de dirección de ajuste (lenguaje-mundo, mundo-lenguaje, ajuste en la doble dirección y dirección de ajustevacía), será preciso que en cada acto ilocucionario se dé la dirección de ajuste requerida. Esto hará que para la clase de los aseverativos, un acto seráverdadero si el ajuste es exitoso, y falso cuando falla. Los predicados verda

dero y falso serán predicados de proposiciones; pero también podrán serlo

90 VA ND ERV EK EN, M ocut ionary Logic .. ., p . 259.A quí tam bién hay u na am bigüedad te rminológica porq ue s i las condic iones prepa ra to r ias y las de sinceridad pu eden ser defectuosas y el acto ser afortun ad o, dif íc ilm entepuede hablarse de condiciones const i tut ivas (constitutive). Searle parece más cuidadoso porque en algún lugar de  Expression and Meaning, p. 67, dice expresamenteque las condiciones de sinceridad son regulativas —no constitutivas— de un acto lingüístico.

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de actos cuando expresan la propiedad de un éxito de ajuste para los actosilocucionarios aseverativos.

De los actos comisivos se dice que se mantienen o no. Uno directivo sesigue o se obedece, o se rehúsa y se desobedece. Para los declarativos eléxito de la actua ción equivale a un éxito de ajuste pues el enu nciad or realiza

el fin ilocucionario al instaurar en el mundo el estado de cosas representadopo r el conten ido proposicional.

A partir de estos análisis se puede progresar un poco más en la lógicailocucionaria, y definir una relación de compromiso ilocucionario entre actos  ilocucionarios. Esta relación de com promiso entre los actos F, ( P i ) y F 2 (P2)se da cuando la realización de F i ( P i ) implica (en un sentido que deberáaclararse) la realización del acto F2 (P2), así, aconsejar a un interlocutor de

que haga algo compromete a sugerirle que lo realice, porque aconsejar P essimplemente sugerirle que lo haga más la “presuposición” de que la acciónrepresentada por P es buena para el interlocutor; predecir P compromete aafirmar P, porque la predicción es simplemente una afirmación de una proposición futura con relación al momento de la enunciación. La relación decompromiso más fuerte es la que se da entre realizar Fi ( P i ) y tener querealizar   F2 (P2) , pero un locutor puede estar comprometido con un acto queno realiza explícitamente, así, por ejemplo, si un locutor afirma que Julio

César es un gran hombre y que todos los grandes hombres son letrados, estácomprometido a afirmar que Julio César es letrado, aun cuando no diga estoúltimo.

Esta relación de compromiso ilocucionario es reflexiva y transitiva ypermite definir una ley de identidad proposicional y de fuerzas ilocucionarias, así:

1. Identidad proposicional: para todo par de proposiciones P y Q, P=Qsi y solo si para tod a fuerza ilocucionaria F, F(P ) com orom ete a F(Q ) y F(Q)com prom ete a F(P).

2. Ley de identidad de las fuerzas ilocucionarias: para toda pareja defuerzas F , y F 2 , F t = F 2 si y solo si para to d a prop osición P,

Fi (P) com prom ete a F 2 (P) y F 2 (P) com prom ete a Fi (P).

Lo que se-puede glosar así: toda diferencia de sentido en la fuerza ilocucionaria se refleja en una diferencia de compromiso en el nivel de la fuerzailocucionaria. Y puesto que para toda proposición P, los actos ilocucionariosF i(P ) y F 2(P) engendran exactam ente los mismos comprom isos i locucionarios, entonces las fuerzas ilocucionarias Fi y F 2 son idénticas; dos fuerzasdiferentes deben servir para usos diferentes. Por lo mismo, a manera de corolario, dos actos i locucionarios son cong ruentes cuando F i ( P i) com prom etea F 2 (P2 ) y viceversa.

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Todo lo anterior nos conduce a la noción de actos locucionarios relati-

vamente incompatibles: dos actos F ■ (Pi ) y F 2 (P2 ) son relativamente incompatibles cu and o no es posible realizar un com prom iso ilocucionario afortun adocon ambos en un contexto de uso; por ejemplo, el acto F(P) y su denegaciónF(P) son relativamente incompatibles porque sus fines son relativamente in

compatibles.

Un acto ilocucionario es autodestructivo cuando es incom patible consigo mismo, es decir, cuando un locutor no puede comprometerse con él en uncontexto de uso, 1) ya que ningún locutor puede realizar simultáneamentelas condiciones de éxito del compromiso ilocucionario sobre el contenidopropo sicional según el m od o de realización y con el grado de fuerza de F, 2)no presupone las condiciones preparatorias de F(P), 3) no puede comprome

terse con el estado psicológico requerido y/o con el grado de fuerza requerido, 4) el contenido proposicional requerido no puede satisfacer las condiciones de con tenido proposicional de F.

Veamos algunas ilustraciones:

1. La impos ibilidad de lograr el fin ilocucion ario de F sob re P comodo requerido y el grado de fuerza:

a). El fin ilocucionario es vacío

“A firmo que n o hago ninguna af irm ación” .

Obviamente es imposible, porque es contradictorio tener éxito en comprometerse con la verdad de la proposición de que uno no está comprometi do con ninguna proposición.

Del mismo estilo son:

“D esobedezco todas las órde nes”

“Me comprometo a no guardar jamás mis compromisos”

y

“Afirmo que todas las afirmaciones son falsas”.

b) El fin ilocucionario no es vacío pero el modo de logro requerido esimposible.

“Le ordeno desobedecer todas las órdenes”.“P rometo n o guardar ninguna promesa” .

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Un locutor puede tener éxito en intentar lograr que el interlocutor desobedezca todas las directivas que le hacen invocando una posición de auto-ridad; pero en este caso él no d ebe invocar una po sición d e au toridad , porquesu intento es auto-contradictorio; de manera análoga en el caso de la promesa.

2. Inadecuación del contenido proposicional:

“Predigo que estuve enfermo hace dos días”.“Le agradezco po r algo que no t iene nad a que ver con u sted ” .

3. La imposibilidad de presuponer las condiciones preparatorias.

“A firmo que no exis to” .“P rom eto h acer algo que nun ca seré capaz de h acer” .

En efecto ningún locutor puede atinar una afirmación en la que presupone que hay razones para su no existencia en el mundo de su emisión, porque su acto por definición implica (?) su existencia y ningún locutor puedeatinar a presuponer que es capaz de hacer algo que reconoce que nunca serácapaz de hacer.

4. La imposibilidad de comprometerse con el estado psicológico.

“Me quejo de su acto pasado y que fue bueno”.“ Le agradezco p or hacer esta mala cosa” .

La m ayor parte de los actos autode structivos son algo más que incom pati bles con sí mismos; hay actos que son au todestructivos porq ue com prom eten

al locuto r con actos que son relativam ente incom patibles (respecto del pro pó sito, con tenido proposicional, etc.).

Por e jemplo: “afirmo y niego el teorema de Fermat” compromete a lloc uto r a afirm ar y a negar la m isma propo sición aritm ética; ahora bien el finilocucionario de la negación de P es el de representar el estado de cosas correspondiente a P como inactual, lo que es relativamente incosistente con elfin de P.

La paradoja del mentiroso:

“ Afirmo que esta afirmación es falsa”que tend ría la forma:“Afirmo que, para cualquier proposición P, afirmo P y P es falsa y P es

la proposición que afirm o” es paradójica; com prom ete al locuto r con las dosafirmaciones relativamente incompatibles:

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(1). “ Afirmo que para cualquier prop osición P q u e y o afirmo, P es falsa” .

(2). Afirmo que todas las proposiciones P que afirmo son verdaderas”.Aquí el contenido proposicional de (2) es la negación verifuncional del con

tenido proposicional de (1).

En el acto:“Le orden o y le suplico” .

Se presenta paradoja porque el modo de logro del fin directivo de unaorden implica (?) que el locutor invoca una posición de autoridad sobre elinterlocutor, lo que es incompatible con el modo de logro del fin de una sú

plica hum ilde que da opción d e rechazo al locutor.

Otras, quizá muchas, ilustraciones, podrían darse de actos incompatibles o autodestructivos, pero me limitaré a citar la explicación que da Vanderveken de la paradoja de Moore, que él plantea como corolario de su

teoría:

Si un acto ilocucionario compromete al locutor con dos actos ilocucionarios  tales que el modo de logro del fin ilocucionario del primero es relativamente in-

compatible con la presuposición de las condiciones preparatorias o con el com-promiso con el estado psicológico del segundo, tal acto es autodestructivo.

Una consecuencia de este postulado es que un acto ilocucionario y lanegación de sus condiciones preparatorias son actos relativamente incomna-tibles, lo que explica lo paradójico de:

“Prometo hacerlo y le informo que soy absolutamente incapaz de ha

cerlo”.

Otra consecuencia es que un acto ilocucionario y la negación de la condición de sinceridad son actos relativamente incompatibles, lo que explica laparadoja de Moore.

• Le ofrezco excusas po r lo que hice pero afirmo que no siento ninguna pena po r ello.

• Le solicito que se vaya, pero n o deseo en absolu to que lo haga.

Esta lógica ilocucionaria deberá dar cuenta de una serie de actos ilocucionarios que son argumentos autodestructivos, autofágicos o sui-referencial-mente autodestructivos como los que estudia J. M. Boyle Jr. 91.

91 BOYLE Jr . , Josp eh M., “ Self-referencial inconsistency, inevitable fa lsity and m etaphysica l a rgu m enta t ion” , en  M etaph ilosophy, vol. 3, n. 1, january 1972, pp. 25-42.

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Así, por ejemplo, Boyle propone como audestructivos los siguientes argumentos:

1). La refutación que hace Aristóteles en el libro gama (IV) de la afirmación de que la misma cosa puede ser y no ser. Aristóteles arguye que un

filósofo que sostiene tal tesis no puede decir nada sin mostrar la imposibilidad de su punto de vista por el mismo hecho de afirmarla; no puede decirnada porque sobre sus bases, las palabras no pueden tener significación; sise asume que la misma cosa puede ser y no ser a la vez, cada vez que se useuna palabra, se puede usar con igual propiedad su contradictoria. En resumen, esta posición implica que las palabras no tienen significados definidos;pero si el filósofo dice algo al afirmarla, debe decir algo con significado determinado; por consiguiente, el filósofo cuando afirma su posición hace uso

de lo que explícitamente niega.

2). La tesis del escepticismo universal de que

“Tod a af irmación es dud osa”

que está sujeta a todas las dud as de cualquier afirm ación.

3). La paradoja de la concepción naturalista del conocimiento según lacual “el conocimiento es asunto de ajuste con el medio”. Urban consideraque esta tesis en tan to que explicación de tod o conocim iento no puede serverdadera (como lo pretende el naturalista, sino un valor de ajuste al medioy un valor de supervivencia.

4). “Descartes no existe” pronunciada por el individuo al que se refiere“Descartes”, o, de manera más general, “yo no existo” (cogito cartesiano).

5). La parad oja de M oore:

“P pero no creo P”.

6). La parad oja del amnésico“No recuerdo absolutamente nada”.

Esta lógica deberá explicar igualmente los argumentos que Perelman llama autofagias (autophagies).

7). Retorsión que es una inco m patibilidad entre el enunciado como acto y el enunciado como norma, por ejemplo, al filósofo que quiere ordenarnos(o cosa po r estilo) que“ no hay que f ilosofar” ,

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se le podría responder “que hay que filosofar” (argumento del Protréptico)para lograrlo.

Olbrechts Tyteca relaciona claramente estas autofagias con el problemade las autofagias de la implicación y de la presuposición, lo que da una direc

ción para integrarlas en la lógica ilocucionaria.

8).  A u to in clusión cuando la incompatibilidad entre el enunciado comono rm a y su autoa plicac ión, po r ejem plo la para do ja —el criterio em pirista delsignificado que afirma que—:

“Toda proposición es analí t ica o experimental”, porque siempre se podrá preguntar si esta afirmación es “analítica o experimental”.

9) Autofagia entre el enunciado y las consecuencias que se siguen de élcomo puede verse en la paradoja cómica del solitario:

Un ho m bre declara q ue le gusta pasearse solo, a m í tam bién —dice otro —,¡vamos juntos !

10). Autofagia entre una afirmación y sus condiciones de aplicación, co

m o pued e verse en la parado ja del profeso r distraído .

“Un profesor recibe una carta de su colega en la que solicita un libro.El profesor olvida el asunto, pero un día llega su colega ante quien exclama:“L o siento pero no recibí su carta pidiéndom e el l ibro” .

La explicación de estos fenómenos lingüísticos y argumentativos no meparece imposible po rque de hecho d os de ellos (el cogito cartesiano y la par a

doja de M oore ya han sido explicados), pero me parece que, po r lo m enos,las autofagias perelmanianas exigirán mucho cuidado “ya que supone que seinterprete el acto y el enunciado de alguna manera, es decir rehusando unarreglo que los haría conciliables”92.

En todo caso me parece que deben tenerse en cuenta algunas ideas deBoyle que pueden integrarse para complicar esta lógica, y en más de un casocriticarse. Una de las ideas de Boyle es la de que la inconsistencia que se ex

plota en sus ejemplos es de carácter p e r fo m a tiv o porque ella se da entre unaproposición y algún aspecto de su enunciación. Ellas no son inconsistenciasformales como las de la lógica, ni tampoco empíricas como las discrepanciasque pueden presentarse entre las afirmaciones y los hechos que presumiblemente describe. En resumen, las inconsistencias que revelan no son simplesasuntos de sintaxis o semántica, ni tampoco inconsistencias empíricas basa

92  L e C om ique du Discours, p. 170.

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das sobre hechos contingentes; ellas son inconsistencias entre lo que unafrase expresa y su actual emisión, son inconsistencias pragmáticas. Esta últim a term inolo gía no es tan sofisticada, p ero creo que este asunto no es elmás im portante .

Boyle de nuevo afirma que las paradojas pragmáticas no son puramente formales, cosa que ya sabemos. Pero es más interesante su observación deque también son diferentes de las paradojas semánticas como la paradoja delmentiroso cuya afirmación predica la falsedad de sí misma; ya que si lascosas son así , nunca descubriremos de qué afirmación pretendemos que esfalsa: en este caso realmente no sabemos de qué estamos hablando. En lasparadojas semánticas la afirmación se refiere a sí misma como refiriéndosea sí el objeto al que se refiere es el mismo una frase referente y así para

determinar el significado de la frase original es necesario determinar a qué serefiere; puesto que esta última se refiere a sí misma es claro que la búsquedadel significado continúa en círculo indefinidamente.

Alf Ross ha propuesto una técnica de transcripción de las afirmacionesgenuinamente auto-referenciales para demostrar su sin sentido, es decir, laimposibilidad de determinar su significado. Este método opera sobre elsupuesto de que el significado de una palabra es incompleto mientras no se

indique su referente: el m étod o consiste en su stituir la frase original po r alguna indicación de su referente, así “este hombre es sabio”, la transcribe como“este h om bre —es decir, el ho m bre S. Pop ó— es sab io” .

Si le aplico este método a una afirmación genuinamente auto-referencial descubro su sin sentido: la afirmación “esta afirmación es falsa”, cuandose usa para referirse a sí misma contiene una cláusula referencial que no sepuede eliminar cuantas veces se reitere la transcripción: “La afirmación

—esto es la afirma ción ” , “es ta afirm ación ” “es falsa” .

Sin embargo hay otras maneras en que una afirmación puede referirsea sí misma, por ejemplo, una afirmación puede referirse a ella misma comouna instancia de gramática; en este caso no hay dificultad en determinar dequé se habla; tal afirmación no se refiere a sí misma en tanto que refiriéndose a sí, sino como una instancia de gramática. La afirmación “no me acuerdo de nada en absoluto” es paradójica no porque no tenga un claro referen

te sino porque la emisión de este enunciado requiere que el usuario recuerdeal menos cómo usar el lenguaje.

Esta irreductibilidad de la inconsistencia performativa a la contradicción lógica o al sin sentido de las paradojas sem ánticas supera por su pu esto laobjeción q ue f orm ularo n Russell y otr os d e que la auto-refe rencia es viciosay por lo mismo sin sentido; esto conducía a pensar que carecía de interésfilosófico refutar esas tesis paradójicas, pues la única aproximación legítimaa esas tesis consistía en mostrar su sin sentido.

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Pero, co ntin úa Boyle, no tod a au to-referencia es viciosa, y po r lo mismono hay razón para sospechar que las inconsistencias performativas carezcande sentido, por lo menos en el sentido anotado.

Po r o tra pa rte, ya se sabe que el remedio q ue inven tó Russell —la teo ría

de los tipos—, si se considera como una prohibición general de auto-referencia conduce a las mismas dificultades que quería evitar: como prohibicióngeneral de auto-referencia se vuelve una tesis acerca de todo lenguaje y porlo tanto de sí mismo, lo que la hace carente de sentido sobre sus propiosfundamentos .

Pero, agrega Boyle, establecer la no auto-referencia de éstos no es suficiente para afirm ar su aceptabilidad; para establecer su ace ptabilidad, se debe

revelar la raíz de la inconsistencia: pu esto que un a inconsistencia perform a-tiva es una inconsistencia entre lo que la frase dice (o expresa) y algún aspecto de su actual aseveración, entonces el problema es el de saber cómo lo queexpresa la frase puede ser inconsistente con una enunciación. La propuestade Boyle es qu e la discrepanc ia que se da es la discrepancia de una a firma ción  

 y un esta do de cosas que la falsa; en otras palabras, una afirm ación es perfor-mativamente inconsistente cuando es falsada por algún aspecto de su propiaemisión.

Esta idea de falsación es peculiar pero perfectamente legít ima puestoque una afirmación es un evento, nada impide que ella se refiera al acontecimiento de su propia emisión. Podría pensarse que la idea no es legítima porque la idea de falsación es una noción empírica y que ella se da cuando unestado de cosas (exterior a la afirmación) no es descrito adecuadamente porla afirmación qu e presu ntam ente lo describe, lo que es un hecho contingente.Pero las inconsistencias performativas no son contingentemente falsas sino

necesariamente, porque los hechos que falsan una afirmación performativa-m ente los da la misma afirma ción cuando es pronu nciada y po r lo mismo loshechos son inevitables si la afirmación tiene un uso real. En consecuencia, losfactores falsadores son  fácticos pero inevitables.

A esta tesis se le pued en hacer dos observaciones:

La primera que se hace el mismo Boyle consiste en decir que el hecho

que falsa la inconsistencia performativa, como cualquier hecho, se puede interp reta r para evitar la inconsistencia.

Esta observación ya la hicimos a propósito de las autofagias perelma-nianas. A esto responde Boyle sagazmente que la interpretación del enunciado también t iene que ser enunciado, y ella también será performativamenteinconsistente en tan to qu e es un inten to po r interp retar el aspecto em barazoso del enunciado. La nueva interpretación será simplemente un dispositivo

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ad hoc para evitar las consecuencias de un argumento certero. La reinterpretación no responde la crítica sino que altera la posición inicial para evitar lacrítica, lo qu e presup one que la crítica era certera.

La segunda observación proviene de Récanati93 y me parece que precisa

una ambigüedad, que puede conducir a una falsedad de la tesis de Boyle. Según Récanati, las paradojas pragmáticas, como las contradicciones lógicas,siempre son falsas, pero no lo son de modo necesario.  Las contradiccio nes 

 pragmáticas son proposiciones que contradicen el hecho de su propia enun-

ciación; el hecho de decirlas contradice lo que se dice.

Esta consideración de Récanati me parece justa porque deja abierta laposibilidad de que tales proposiciones no sean pronunciadas y que por lo

mismo los hecho no las contradigan, y por otra parte recalca la posibilidadde que la paradoja del cogito se resuelve adecuadamente porque, “yo noexisto” siempre es falsa cuando la pronuncia alguien, pero no es una falsedad necesaria, como “yo existo” es verdadera siempre que la pronunciaalguien pero “yo no existo” necesariamente. En definitiva, Récanati no hacesino reconocer que la dicotomía analítico-necesaria y sintético contingentedebe modificarse como ya lo propusimos ampliamente en el capítulo IV dela primera parte. Como lo recuerda Récanati, esta última posición era la

de Austin para quien el descubrimiento de las paradojas pragmáticas señalaba la quiebra del esquema representacionalista con su bipartición de losenun ciados en analít icos y sintéticos94.

Sin embargo, agrega Récanati, el hecho de que el enunciado se vuelvafalso por el hecho de su enunciación no es una condición suficiente paraengendrar una paradoja pragmática, es necesario también que el hecho de suenunciación se refleje en el significado de tal enunciado. El enunciado “el

presidente de la República no está hab land o” , pron unc iado p or el presidentede la República se volverá falso por el hecho de su enunciación, pero nohabrá contradicción, en la medida en que el hecho que vuelve falso al enunciado no está indicado por el enunc iado en sí mismo, com o es el caso de “yono estoy hablando” en el que el empleo del pronombre yo indica que la persona de la que se dice que no habla es la persona que está pronunciando taloración. De este reflejo que lo vuelve falso en el significado de lo enunciado,resulta una contradicción, interna al significado del enunciado, entre lo que

se dice y lo que se indica. Incluso la condición de que el enunciado se vuelvefalso por el hecho de su enunciación no siempre es una condición necesariacomo lo atestigua la paradoja de Moore: el enunciado “el gato está sobre laalfombra, pero no lo creo” no es una proposición siempre falsa; puede serverdadera y para ello es suficiente que el gato esté sobre la alfombra y el

93  La transp arencia y la enuncia ció n, pp. 165-76.

94 “ El signif icado de una palab ra” , en  Ensayos filosó ficos, pp. 77-80.

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h a b l a n t e lo crea en o tro lado; en este caso los hecho s no hacen falsar el enu n c i a d o , pero el enunciado es paradójico po r lo que ya hemos dicho en más deuna ocasión.

La idea de Récanati de que la enunciación se refleja en el enunciado,

tiene su origen en 0. Ducrot, quien ha tratado de hacer una síntesis entre lalingüística en especial la de Benveniste, y la filosofía del lenguaje ordinario.Precisamente, Ducrot partiendo de la idea obvia de que muchos actos deenunciación t ienen una func ión argum entativa y qu e preten den llevar al destinatario a una conclusión o apartarlo de ella, ha llegado a descub rir que estafunción t iene marcos en la estructura misma del enunciado. El enunciadopuede contener diversos morfemas, expresiones o giros que, además de sucontenido informativo, sirven para dar una orientación argumentativa al

en un ciado , a co nd uc ir al de stina tario en tal o cual dire cció n95 : la co nju nción  p ero es una de ellas; también  p u es to que (quisque) ya que al decir Apuesto que B, no me contento con informar al destinatario que el contenido A está implicado necesariamente por B, sino que partiendo del hecho deque él admite B, al referirme a la implicación de A por B, lo urge (je l’asom-mé) a que admita A; es pues insuficiente decir que  p uesto que pued e ser u ti lizado para realizar el acto de argumentar, pues en realidad su significaciónes la de servir para realizar este acto (es esto lo que la distingue de si y de

 po rque). La partícula incluso (méme) t iene también una función argumentativa puesto que es imposible dar una descripción puramente informacionala un enunciado: “Incluso vino Pedro”; incluso no se limita a agregar a la información “Pedro vino”, otra información “La venida de Pedro era improbable”; un enunciado de la forma citada solo se profiere si el enunciador tienela intención de utilizar esta venida para probar alguna cosa (por ejemplo, eléxito de la fiesta). Estas expresiones testimonian que la utilización argumentativa del lenguaje no es algo que se le agrega, sino que está inscrito en ella

y está prevista en su organización interna.

Ducrot nos dice que, si utilizáramos la terminología de Austin, se podría hablar del acto ilocucionario de argumentar, pero esta denominaciónno debe extraviarnos con lo que otros (Perelman; por ejemplo), y yo mismosiguiendo a Perelman, han denominado argumentación. Porque lo queDucrot busca es una teoría general de la argumentación de las lenguas naturales “ o, más exa ctam ente, de esta form a de argum entación que... es inheren

te a la actividad lingüística y que deja huellas, inexplicables de otra manera,en la organización misma de la lengua”96, mientras que la argumentaciónperelmaniana no es una lógica del discurso —aunque no es incompatible con

95  La Preuve e t dire, capítulo XIII Les échelles argumentat ives. Recientemente ha sidoreeditado solo este t rabajo con el mismo t í tulo en Edit ions de Minuit , 1980 con unprólogo po lémico al que harem os alusión m ás adelante .

96  La Pre uve e t le dire, p. 7.

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ella y puede presuponerla—, sino una lógica del razonamiento práctico y dela justifica ción de las decisiones.

La distinción entre argumentación discursiva y razonamiento (que parael caso puede ser o informal, teórico o práctico), la ilustra Ducrot a partir de

una anéc dota curiosa:

“En el curso de una exposición sobre la noción de argumentación, un día tuveque poner en paralelo los dos enunciados:

(a). El no ha leído todas las novelas de Balzac.

(b). El ha leído algunas novelas de Balzac”.

Mi tesis era —y es aú n— qu e el prim ero (a) está nece sariam ente o rientado hacia una conclusión negativa de la clase “la persona en cuestión conocemal a Balzac”. El segundo, al contrario está orientado hacia una conclusiónpositiva “la persona en cuestión conoce a Balzac”.

“Para someter a prueba mi descripción un psicólogo de la asistencia—nu nc a se desco nfía bas tan te de la psicolog ía— organizó poc o despu és un

test. El encuestador planteaba a sus conejillos de indias, especialmente estudiantes de lingüística, la siguiente pregunta: ‘Usted desea una informaciónsobre tal o cual episodio de la Comedia Humana y, para obtenerla, ustedtiene que escoger entre dos informadores A y B. De A le dicen (a) y de B ledicen (b). ¿Cuál escogería?’. Sin dudar, los interrogados optaron por A... Lapsicología parece desmentir formalmente lo que yo presento como un resultado l ingü ístico”.

La respuesta de Ducrot no es que el test está mal hecho ni que la pregunta del test ha sido mal formulada, sino que no son incompatibles puestoque sus objetos son diferentes, ya que el test se refiere a un razonamiento  porque tiene que ver con las conclusiones que se pueden sacar de un enunciado y desde este punto de vista es perfectamente razonable escoger la inform ación de A, pero la teo ría de Du crot t iene que ver con la m anera cóm o unopued e emp lear el enunciado en un discurso argumentativo.

Ahora bien, razonamiento y argumentación pertenecen a dos órdenesdistintas, la lógica y el discurso.

Un razonamiento lógico no es un discurso en el sentido propuesto porDucrot. En el razonamiento los enunciados de que se compone son independientes unos de otro s en la m edida en qu e cada uno expresa una propo sición,y por lo mismo designa un estado de cosas del mundo, real o virtual; es poresto que en el razon am iento, el enca denam iento de los enunciados no se fun

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da sobre los enunciados sino sobre las proposiciones; por ejemplo, si seconcluye  p de q la conclusión está basada sobre lo que ellos dicen del m und o,de los estados de cosas  p y q y de la relación necesaria o probable entre  p yq ; esto es lo que ha sucedido en el test psicolingüístico.

La situación es completamente diferente cuando se trata de un discurso;aq uí el encad enam iento de los enun ciados tiene origen interno y está fund adosobre la naturaleza de los enunciados, o mejor, sobre su sentido y no sobre elestado del mundo al que remite. Ahora bien, el tema central de la teoríaargumentativa es que el sentido del enunciado contiene una alusión a su eventual continuación, él exige una continuación y pretende orientar el discurso posterior en tal o cual dirección: el enunciado (a) puede continuarse“ha leído muy poco” y también “nada de Balzac”, mientras que (b) puede

continuarse por “ha leído muchas novelas”, “incluso todas las novelas deBalzac”. Esta continuación del enunciado no es efectiva, en tanto que no esprevisible lo que puede pasar realmente; el silencio, la fingida incomprensióno un golpe pueden venir después, pero es una continuación  presunta (préten-due) que se da como su razón de ser  porque es esa continuación la que élreivindica y es ta reivindicación lo constituye.

Según esta tesis todos los enunciados son  publicita rios, no solo por la

información que dan y que puede permitir algunas conclusiones, sino por elhecho de que su valor interno se confunde con la continuación que ella recla-

ma, lo que quiere decir es lo que quiere hacer decir al otro.

Como puede verse esta última idea ya no está lejos de los  postu lados de la lingüística de Deleuze y Guattari y de la tesis de que el lenguaje es transmisión de la palabra (mot) que funciona como slogan (m o t d ’ordre) y no com unicación de un signo como información. “Aquí la euforia comienza a desbor

dar los límites de lo razonab le; com enzam os a olvidar la paciente elaboraciónde la diferencia entre significado locucionario y significado ilocucionario;también comenzamos a definir el significado ilocucionario en términos perlocucionarios. Me parece que las consideraciones que hice en la primera partepueden permitir reintroducir el sentido de los matices porque una cosa esdecir que “muchos actos de enunciación contienen una función argumentati va” y luego concluir “que todo s los enunciados son publicitarios” ; aqu í parece que “ corremos antes de aprender a gatear” .

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APENDICE

PRESUNCIONES Y JUEG OS DE LENGU AJE

I

Hace unos años leí una conferencia en la sala del Fondo Cultural Cafetero intitulada ¿qué puede aportar al filósofo una reflexión sobre el derecho?

En ella desarrollaba algunos temas de la filosofía de Perelman (que es conHart) uno de los pocos fi lósofos contemporáneos que ha reflexionado seriamente sobre el derecho. El tema central de la conferencia (que ya había sidoestudiado en mi librito  E l prim ado de la razón práctica97 ten ía qu e ver conla diferen cia e ntre la racionalidad an alítica —lógica y c ientífica— y la racio nalidad jurídica.

Mientras que en lógica (formal) y ciencia existen proposiciones indecidi-

bles dentro de cada sistema y que no se pueden demostrar o refutar sus contradictorias, y, por lo mismo los sistemas son consistentes pero incompletos(o completos pero inconsistentes), el sistema jurídico se le presenta al juez ala vez como consistente y completo: el juez debe interpretar el derecho detal manera que elimine las incompatibilidades, que a primera vista puedanpresentarse, y debe tom ar decisiones (so pen a de denegación de justicia) refiriéndose a los textos legales. La conclusión a la que llegaba consistía en decirque la filosofía tiene más que aprender del derecho que de la lógica analítica,

ya que en fi losofía también hay que decidir porque estamos comprometidos;esta posición suponía una crítica a los positivistas, patrocinados por Wit-tgenstein, para quienes todo verdadero problema tiene solución (por mediosanalíticos), y lo que no tiene solución (por medios analíticos) no es un problema sino un pseudoproblema. Perelman propone, contra este esti lo de pensar, que hay problemas —casi todos los problemas humanos- que no se

97 M ono grafías de Investigación de la D ecana tura de Investigaciones. Universidad delValle, Cali, 1982.

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pueden resolver mediante  pruebas analíticas o científicas, pero se puedendecidir m ediante justificaciones responsables y p or lo m ismo razo nables98.

En este capítulo pretendo continuar esa l ínea de reflexión tratando demostrar, por una parte, que las  presunciones son ayudas para el agente que

delibera y está constreñido a actuar antes de que el proceso de deliberacióntermine, es decir, cuando tiene que comportarse como un juez, y, por otraparte, que la noción de presunción puede exportarse del derecho a la filosofía y, en particular, a la filosofía del lenguaje.

II

Los juristas distinguen hab itualm ente tres clases de presunciones:

Presunciones de hombre (o jurídicas) que son las que dependen completamente de la íntima convicción del magistrado y se fundan sobre elementosde p rueb a; en la práctica no difieren de las presun ciones del policía secreto odel historiador que tratan de establecer un hecho desconocido a partir desimples indicios.

 Las p resunciones legales (Juris ta n tum ) que no dan elem entos de pruebasino que, al contrario, dispensan de la prueba a quien benefician; el papel deéstos consiste en facilitar la tarea del juez o administrador y de todo aquelque debe tomar una decisión cuando la prueba del hecho es difícil de hacer;la institución de la presunción legal se da por preocupaciones de seguridad

 ju ríd ica , pero crean una desiguald ad ante las partes (pues son  parcia les), porque necesariamente favorecen a una de ellas en nombre de valores diferentes de la verdad; po r ejem plo, la presu nción de inocencia protege al individuo

contra la calumnia y el abuso de poder; pero, puesto que la presunción legaladmite prueba en contrario, permite que la verdad aparezca, sin olvidar otrosvalores que no se quieren desechar.

 Las presunciones de derecho (Juris e t de jure), que no admiten pruebaen contrario, tienen un papel diferente, en tanto que no se refieren a la cargade la prueba de un hecho pasado, sino que propugnan por ejercer una influencia sobre acontecimientos futuros, de manera que se conformen lo más

posible con la presunción establecida. Estas presunciones son diferentes delas  ficciones, porque mientras que éstas “son procedimientos jur ídicos queconsisten en suponer un hecho o una situación diferente de la realidad paradeducir consecuencias jurídicas”, las presunciones ju ris e t de jure, po r ejem plo, la ignorancia de la ley no excusa, o la de silencio administrativo (en algu-

98 PERELM AN, Ch .,  L e Champ de l ’argum enta tio n, p. 341 y Justice et raison, PresseU niversitaires de Bruxelles, 1963 , p. 108.

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ñas legislaciones), no riñen necesariamente con la verdad, pues buscan unaadecuación futura con ella, en caso de que no se dé y admiten excepcionalmente pruebas en contrario, lo que no sucede con las ficciones".

En esta charla solo me interesa ré p o r las presun ciones legales po r razones

que se verán más adelante.

III

Una presunción (legal u ordinaria) es, en términos perelmanianos, unapremisa argumentativa relativa a lo real (a lo que es), pero a diferencia de loshechos y verdades, la adhesión que le concede el auditorio no es máxima, loque la hace susceptible de argumentar en su favor para reforzar la adhesión,

aunque aquellos que las admiten, normalmente, dan por descontado este refuerzo100.

Com o primera aproximación me parece buena la definición pero quisiera remontar a una concepción más primitiva antes de generalizarla; quierodecir, debemos abordar el uso ordinario de este concepto, y, como cosa curiosa, el hábitat ordinario del concepto es el derecho; es de allí de dondedebemos exportarlo a la filosofía y al uso ordinario como lo sugiere Ullman-

M argalit101.

En lo que sigue del análisis me inspiraré de la “descripción ordinaria”que Ullman-Margalit hace de la presunción a partir del derecho.

Comencemos con una lista de ejemplos de presunciones legales: el niñonacido durante el matrimonio legal es legítimo; una persona desaparecidade la cual no se ha oído hablar en los últimos siete años sin ninguna explica

ción razonable, se presume muerta; un matrimonio realizado regularmentees válido; un niño menor de catorce años no tiene intención criminal; cuandoen un desastre mueren dos personas que tienen relaciones de herencia, se presume que el más joven (o más rico) murió después; toda persona es sana demente; una persona intenta las consecuencias naturales de sus actos; el reose presume inocente, etc.

Las presunciones tienen dos aspectos; uno  proposicional que es el ex

presado en las fórm ulas p resuntivas citadas antes; esta fórm ula po dría esque

99 PERELM AN, Ch. ,  Droit , Morale et Philosophie , Capítulo X Presomptions et f ic-tions en droit , essai de Synthese, Bibliothéque de Philosophie du droit , París, 1976,pp. 145-54.

100 Traité de l ’argu m entation, Editions de l’Université de Bruxelles, 1970, pp. 93-4.

101 ULLM AN-M ARGA LIT, Edna , On presum ption en the Journal o f Phi losophy, vol.LXXX, n. 3, march, 1983, pp. 143-63.

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matizarse así “pres (P, Q)”, donde P es el hecho que plantea la presuncióny Q el hecho presunto; la fórmula es proposicional porque se refire a estados de cosas.

El otro aspecto es regulativo, porque la fórmula proposicional da lugar

a una regla que a su vez autoriza una inferencia, que podría esquematizarse

Dado que es el caso de que Q (es decir, de que existe un hecho que plantea la  presunción), usted procederá como si q fuese verdadera, a no ser que tenga razón (suficiente) para creer que q no es el caso.

Esta regla tiene varias características; la primera es que de ella se deriva

un efecto artificial (quizás arbitrario, por lo menos en algunos casos); la derivación del efecto es obligatoria por ley; la derivaciones  parcial en tanto quehabiendo dos respuestas posibles a la cuestión fáctica bajo consideración (sio no), la regla de presunción favorece a una de ellas contra la otra, pone eldedo sobre uno de los platillos de la balanza; por último, la regla de presunción solo nos dice que en presencia del hecho  p debemos proceder como siq fuera verdadera, pero no conlleva que debamos creerla verdadera o acep-

tarla com o verdadera.

Algo diferente sucede con la cláusula restrictiva “a no ser  (o hasta) quetenga razón (suficiente) para creer que q no es el caso”; como lo dice estacláusula, para invertir la presunción (es decir, para concluir que no q) se requiere creer que no q y tener razones su ficientes para creerlo.

Esta asimetría entre presumir q y creer no q tiene qu e ver con las nociones gemelas de on us pro ban di y beneficio de la duda; con las presunciones

legales, solo la evidencia puede refutarla (pero vale anotar que lo que se refuta no es la regla de presunción sino la presunción de que q )\  ahora bien, puesto que en un sistema contradictorio la evidencia solo puede ser aducida porun o de los litigantes, la ley dictam ina claram ente a quien incum be la tarea dea lucir tal evidencia refutato ria.

r

Las razones para creer no q tienen diversos grados; en otros térm inos, lafuerza de la presunción es variable; según Ullman-Margalit podrían definirse

tres grados,  fuerte, débil e intermedio; una presunción fuerte obliga a presum ir q a no ser que se tenga una razón concluyente para creer que no q; unaintermedia autoriza la misma inferencia a no ser que se tengan buenas razo-

nes para la creencia contraria; y en una déb il se perm ite co ncluir no q cuandose tiene alguna razón para creerlo; así por ejemplo, en el derecho norteamericano, las presunciones de legitimidad y de inocencia son fuertes y exigencontraevidencias concluyentes para refutarlo, mientras que la presunciónde sanidad (cordura) es débil puesto que alguna contraevidencia puede in

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vertirla; sin embargo la mayor parte de las presunciones legales son de fuerza intermedia.

Como veremos más adelante, las presunciones interpretativas, de lasque hablaremos al final son débiles.

Hemos dicho que las presunciones autorizan inferencias cuyos efectosson artificiales (a veces arbitrarios) y  parciales; ahora, cualquiera puede pregun tar ¿qué pued e justificar la existencia de reglas que justifican efectos tanespeciales? Esto nos lleva a plantearnos la doble pregunta ¿por qué se requieren las presunciones y por qué se requieren determinadas presunciones?

Con respecto a la primera pregunta ya habíamos dicho que una reglade presunción viene en ayuda de un agente que debe decidir —puesto queno puede postergar la decisión esperando ver claro— y que se encuentra enestado de ignorancia o duda con respecto a la respuesta que se debe dar ala cuestión. Cuando en un proceso no queda duda sobre la culpabilidad oinocencia del reo, el juicio está d ado ; pero cuand o no es posible decidir sobrela una o la otra entonces interviene la presunción que es simplemente un 

 p roced im ien to de decis ión p o r defecto ; teóricamente puede intervenir cualquiera de las dos presunciones contrarias, la de inocencia (como en el derecho moderno) o la de culpabilidad (como en el sistema más salvaje de los

 juicios de Dio s). En cualq uiera de los dos casos la presunción es parcial p o rque favorece a una de las alternativas sobre la otra, pero no es arbitraria(o no totalmente arbitraria) en tanto que trata de remplazar la arbitrariedad por “algo así como un prejuicio racional”, prejuicio que es racionalen un doble sentido: (1) en todo caso particular la presunción puede invertirse o refu tarse y (2) la parcialidad que ella prom ueve se pu ede justificarindependientemente. Este segundo punto nos lleva a plantearnos la segundapregunta, ¿por qué —qué justifica— una determinada presunción particular?

Según Ullman-Margalit existen tres razones (las dos primeras centralesy la tercera periférica) que pueden justificar una determinada presunción:(1) consideraciones inductivas (2) consideraciones relacionadas con valores 

y (3) consideraciones procedim entales.

Es obvio qu e con sideracion es de lógica inductiva y de proba bilidad —enun sentido vago—, tienen que ver con la verosimilitud de Q cuando se da P,puesto que la mayor parte de las personas inexplicablemente desaparecidasdurante siete años están muertas; la mayor parte de la gente quiere decir,la m ayo r parte del tiem po , lo que dice; la evidencia de nu estros sentidos enla mayoría de los casos es confiable; la mayoría de los niños en un matri

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monio legítimo son hijos del marido de la madre, etc. Pero estas consideraciones  p o r s í m ism as no pueden fund am en tar la justificac ión en una pre-

sunción, ni la institu ció n de las presu nc ione s como tal. Si así fuera, si laregla de presunción “procede como si q, cuando  p ” tuviera como únicofundamento racional el que “P hace probable (o más probable) a Q, enton

ces tendríamos, para el caso una regla de procedimiento fundada sobre loscánones del razonamiento inductivo, pero propiamente no tendríamos unaregla de presunción; esto se debe, agrega nuestra autora, a que una regla depresun ción para justificarse debe co m binar o tras consideraciones —de valor—con consideraciones de lógica inductiva y de probabilidad, si es que tal lógicaexiste.

Por mi parte iría más lejos. Casándome con algunas tesis popperianasadm itiría que la lógica ind uctiva no existe porq ue no existe un a justificaciónlógica ni probabilística de la inducción. Creo que el paso inductivo de que lascosas (o acontecimientos) serán o se comportarán en el futuro como han sidoo se han comportado hasta el presente, solo tiene una justificación práctica(pragmática), y esta justificación práctica es una presunción: la presunción  de lo normal, porque se presume que lo normal es lo que se producirá o loque se produce; esta presunción que es una presunción  juris tan tum se justi

fica en valores vitales en tanto que se requiere una relativa estabilidad ennuestro entorno para poder planear y realizar nuestras acciones.

Perelman por su parte introduce consideraciones análogas en la metodología científica y en la teoría del conocimiento en general, puesto que, poruna parte, sostiene que “las ciencias naturales no pueden prescindir de presunciones e hipótesis, y, como en derecho, cuando la prueba no es simple

ejercicio dialéctico, sino que se trata de establecer la verdad de una proposición dudosa, será una prueba contraria a presunciones admitidas”, ya quetodas las presunciones científicas admiten prueba en contrario102. Y, porotra parte, afirma, refiriéndose a la duda cartesiana: “una duda universalno basta, porque, para retomar una regla de Leibniz, no está permitido cambiar nada sin razón. Para dudar, hay que creer en una razón que justifiquela duda... No todas las opiniones están sumergidas en la misma incertidum-bre; se puede juzgar que algunas son preferibles a otras, y adherir a ellasserá razonable, pero a condición de aceptar un principio de inercia y de estabilidad, que es la contrapartida de la regla de Leibniz...”, sin esta regla presuntiva “a toda vida social toda tradición, todas las relaciones humanas sevolverían imposibles” 103.

102  Justic e e t raison , p. 216.

103  Ib idem , pp. 147 y 149-50.

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Pero, aunque ya he hecho incursión en el paréntesis en el segundo tipode consideraciones justificatorias de las presunciones, regresemos en detallea ellas.

 Las consideracio nes valorativas (que son normativas) sopesan las supues

tas consideraciones inductivas (es decir, presuntamente normales) y conducen a la acep tación de la presun ción d eterm inada; por ejemp lo, considerem osla presunción de inocencia; no es claro si las presuntas consideraciones proba-bilísticas se refieren a la clase de los seres humanos o a la clase de los humanos acusados por ofensas criminales; pero el sunto crucial es otro; aunque lamayoría de los acusados fuesen de hecho culpables de los crímenes de quese les acusa, la presun ción de ino cencia se puede m anten er y d efen der en fu n ción de consideraciones valorativas o normativas, que son el núcleo del con

cepto de pres unción ; m ientras que el prim er grupo de co nsideraciones tieneque ver con la pro ba bilidad de error (chance o f error), las consideracionesnormativas tienen que ver con la aceptabilidad de error; las reglas de p resu nción operan en situaciones don de se tienen que tom ar decisiones con du cen tes a la acción y la información no es suficiente; en este caso habrá errores(por ejemplo, proceder como q cuando no q, y viceversa); el problema no esel de evitar errores —a lo más se tratará de disminuirlos; pero existe otro problema que es el de qué clase de error es preferible sobre otro, partiendo deconsideraciones morales o sociales; las presunciones regulan por anticipadola dirección de los errores allí donde se cree que estos errores son inevitables;como lo dice Bentham “en casos dudosos el juez debería considerar más justificable o menor injurioso para el bien de la sociedad al error que absuelve,que al error que condena”; más justificable para la defensa de la fama v delos abusos del poder, el error que declara inocente al reo que el que lo declara culpable, como lo i lustra, por otra parte, con una ironía macabra JaumePerich en esta h istoria cómica de su pericchionario:

 Huellas. El hecho de tener las huellas digitales distintas no sirve más que para complicar la labor de la policía. En efecto, si todos las tuviéramos iguales, al co-meterse un crimen la policía podría detener a cualquiera, con lo cual la mayoría  de los casos se resolverían eficazmente en pocas horas.

La tercera y última consideración justificatoria de la presunción tieneque ver con la conve niencia proc edim ental, p or ejem plo, en el caso en que un

pasajero que viaja en tren resulta lesionado, a raíz de un descarrilamiento, sepresume que la compañía de ferrocarriles fue negligente; esta presunción se

 justifica por los factores antes anotados, y adem ás por la consideración de laconveniencia comparativa con la cual se espera que las partes presenten evidencias; estas consideraciones tienen que ver con la cuestión de saber quépresunción es más útil de adoptar como paso inicial en el proceso de deliberación; cuando ellas entran en conflicto con las dos primeras clases, deberánsopesarse.

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IV

Me parece, para continuar en mi empeño, que cabe el mérito a Perel-man de haber reivindicado de manera temática y sistemática la presencia depresunciones, y de formas de inferencia presuntivas, fuera del derecho aun

que más de un pensador los ha utilizado y ha inferido según ellas104.

Según Perelman, son presunciones corrientes en nuestra acción ordinaria, por ejemplo, las siguientes: la presunción que la cualidad del acto manifiesta la cualidad de la persona que lo realiza; la presunción de credibilidadsegún la cual nuestra primera tendencia es aceptar como verdadero lo que senos dice, tanto t iempo como no tenemos razones para desconfiar; la presunción de interés según la cual presumimos que todo enunciado que se nos co

munica, nos interesa; la presunción referente al carácter sensato de toda acción humana105, y la presunción general (¿meta-presunción?) de lo normal ala qu e alud im os antes; a las presu ncion es particu lares se po d rían agregar, lapresunción de la sensatez del discurso (y de toda acción humana), segúnla cual se pres um e qu e la gente q uiere d ecir lo que d ice y que si dice algo,sabe usar las palabras ; o la presun ción de que las afirmacion es que alguienhace son verdaderas y hech as sinceram ente, etc., etc.

Para nuestros propósitos, es decir, para mirar el aspecto presuntivo dellenguaje solo seleccionarem os dos presunciones m ás o menos generales y máso menos específicas, que ilustraremos mediante situaciones cómicas, es decir,patológicas.

Presunción de sensatez de toda acción humana

Un hombre entra en una pastelería y propone comprar un pastel en forma de S.

El panadero responde que es preciso hacer una horm a especial y que costarácaro. El cliente no tiene objeción. El panadero promete el pastel para dentro de tres días. A los tres días regresa el cliente pero no está satisfecho puesto que él  quería una S mayúscula. El panadero le promete tener el nuevo pastel en otros  tres días. Al regresar, el cliente está satisfecho. ‘ ¡Muy bien! Es lo que yo quería;

104 A títu lo ilustrativo po dem os citar a Leibniz quien en el parágra fo 33 de la prim eraparte de la Teodicea dice lo siguiente: “pero es preciso considerar que cuando se haprevisto el mal, que no se le impidió, aunque parezca que se pudo hacer fácilmente,y q ue incluso se hicieron cosas qu e lo facilitaron, no se sigue por eso necesariamente que uno sea su cómplice; solo es una  presunción m u y fu er te que corr ienteme nte seconsidera verdad en los casos humanos, pero que se dest inaría por una discusiónexacta del hecho si fuéramos capaces de hacerlo por respeto a Dios; pues, se llama

 presunció n en los jurisconsu ltos lo q ue de tenerse com o verdad por provisión, en caso de que lo con trario no se pru eb e; es algo m ás que con jetura , au nqu e el diccionario dela Academia no ha espulgado la diferencia...”. En fin de cuentas, Leibni 2 era abogado y le rindió su pleitesía al derecho, a pesar de que quiso matematizarlo.

105 Traite de I’arg um entation , pp. 94-5.

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estoy feliz”. “Lo lleva o se lo enviamos a la casa”, pregunta el panadero. “Oh no” —responde el cliente— “no se preocupe. Me lo comeré aquí”.

Presunción de sensatez del dicurso

D. C. cuenta cómo planteó una serie de adivinanzas de las que luego dio su solu-ción; al final plan teó ésta: “en qué se parece una vaca a una barbera” . Nadie pu -do responderle. “B ien” , dice D. C .,“ tendrán que averiguarlo o preguntarle a al-guien, porque yo tampoco lo sé”.106

V

Pasemos al lenguaje y al discurso. Es una tesis aceptada casi sin discusión, la de que “hablar es realizar actos de acuerdo con un sistem a d e reglas co nstitu tiva s” 107. El uso del lenguaje es un a  fo rm a de actuar  según reglas; enconsecuencia, cuando alguien habla presumo, como intérprete, que su acciónlingüística es sensata y que el conocimiento de las reglas lingüísticas haceparte de la sensatez de su comportamiento discursivo.

Esto nos lleva a introducir tres nociones que son claves en la filosofíadel lenguaje: el arrastre, la presuposición y la implicación pragmática. Elarrastre, del que nos ocuparemos aquí solo como modelo de comparación,es una relación lógica —o en térm ino s lingüísticos, sem ántica—, com o la quese da entre las frases “el gato está sobre el tejado” y “el tejado está debajodel gato”, o entre “todos los peludos son bebedores” y “algunos peludos sonbebedores” o “algunos bebedores son peludos”.

El criterio que propone Austin108, para diferenciar al arrastre de la presuposición y de la implicación pragmática, criterio que aún no es arrastrepero que vale para él, es el de la contraposición para enunciados en lógicaproposicional o cuan tificada:

si p im plica (m aterialme nte) q, enton ces'v q implica (materialmente ) 'v p,

lo que ilustrado da:

Si el gato está sobre el tejado implica (materialmente) el tejado está debajo del gato; entonces si el tejado no está debajo del gato, el gato no está sobre el tejado.

106 OLBRECH TS-TYTECA, L. ,  L e C om ique du Discours, parágrafos 131 a 136.

107 SEA RL E, J. R.,  A c to s de habla, ediciones cátedra, Madrid, 1980, p. 46.

108 Palabras y A ccion es, Co nferencia IV.

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Pasemos a la presuposición. La presuposición en general se define con-textualmente de la siguiente manera:

El enunciado p presupone q  cuando q  debe ser verdadero para que p pueda ser verdadero o falso, o para que la pregunta porp sea pertinente, así:

Los hijos de Ju an son narigonesLos hijos de Juan no son narigones¿Son narigones los hijos de Juan ?“Juan tiene hijos”Volveré a Salaminano volveré a Salamina¿Volveré a Salamina?presuponen

“he venido ”

La presuposición existencial de manera más precisa nos comprometecon la existencia del (de los ) referente (s) del sujeto del enunciado. Así, porejemplo, cuando uso una descripción definida de objeto (una expresión el tal 

 y cual) en u n enun ciado m e com prom ete con la existencia única del referente descrito en virtud de las reglas lingüísticas que rigen el uso de esa expresión; así por ejem plo si digo q ue “ El au tor de E l Q uijote murió en la miseria”

me com prom eto con la existencia de un referente ú nico, a saber “el autor de E l Q uijote ” o “Cervantes” .

Este compromiso es tácito porque el presupuesto no se dice, ni se afirma ni se sigue de lo que se dice (como puede verse en el efecto fuera de lugarque produce el hecho de aplicarle la contraposición:

“Si los hijos de Juan son narigones, presupone que Juan tiene hijos, entonces si 

Juan no tiene hijos, presupone que los hijos de Juan no son narigones”, lo que es  contrario a la definición que dimos antes.

¿Qué relación tiene este análisis con la presunción? Uno muy simple:siempre que un hombre usa una expresión se presume que él piensa que laestá usando correctamente; por lo mismo cuando él usa la expresión “el tal ycual” de manera referencialmente única, se presume que él piensa a la vezque existe un individuo de tal clase, y que el contexto de uso determinará

suficientemente de que individuo se trata109; en este caso el uso del “tal ycual” presupondría las condiciones existenciales descritas antes. Y se presumirá qué se dan las presuposiciones existenciales descritas, a no ser que tengamos razones para pensar que no usa literalmente el lenguaje o que lo usacon la intención de hacernos creer que existen condiciones existenciales quede hecho no existen; por ejemplo, cuando usa metafóricamente la expresión

109 STRAWSON, On referring, p. 73.

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“el actual rey de Francia es arrogante” para referirse a Giscard o a De Gaulle,o también cuando nos pregunta si hemos leído la autobiografía de Hemin-gway. Esta presunción va en la dirección del intérprete (interlocutor) al locutor; pero como veremos hay otra que va del locutor al intérprete.

En efecto, se ha dicho a veces que entre las presuposiciones de la afirmación A de alguien se encuentran su creencia en A y su creencia en las p re -

supo siciones referenciales de A ; pero esto no puede ser, porque supongamosa dos hermanos que pronuncian la afirmación “el carro de papá está en el garaje”, el uno sabiendo que su padre acaba de comprar un carro y el otro, queignora la situación , tratan do de engañar al prim ero; la afirmación del prim erono presupone que cree que su padre tiene un carro y que está en el garaje,porque el segundo hizo la misma afirmación sin creerlo; lo que sucede es

que cualquiera de las dos afirmaciones “el carro de papá está en el garaje”crea la presunción de que p apá tiene u n carro que está en el garaje; si no fu era así a nadie engañaría; pero la afirmación del segundo no crearía la presunción (no ind uc iría a creer que él cree), si no fue ra porq ue “el tener un ca rro ”es una condición necesaria para que la afirmación sea verdadera o falsa110.

Ya hemos introducido el tema de la sinceridad y de la creencia en elanálisis anterior; pero debemos regresar a él para analizarlo de manera más

amplia en relación con la implicación pragmática.

Es ta imp licación es un a relación qu e se da tam bién en el uso de enunciados y no entre los enunciados mismos. Esta relación es la que se da entre“los hijos de Juan son narigones” y “lo creo”, cuando un mismo locutor usaambas expresiones; corrijo, la creencia en una afirmación no se dice, ni se si-

gue de lo dicho sino que se da a entender, se expresa, o mejor, se implica

pragmáticamente; decir “los hijos de Juan son narigones” y agregar pero “nolo creo” es absurdo, pero es un absurdo diferente al que se produce con ladeducción “ todos los hijos de Juan son narigones” pero “ algunos no lo son ” ,y diferente también de la secuencia “los hijos de Juan son narigones” pero“Juan no tiene hijos” (que es una falla de la presuposición).

La diferencia puede palparse si de nuevo le aplicamos el test de la contraposición.

“Los hijos de Juan son narigones implica que lo creo, luego si no lo creo enton-ces los hijos de Juan no son narigones”;

pero esto no es sensato porque bien pueden ser narigones y yo no creerlo.

110 LLEW ELYN, J. E . , Presup posi t ions, assum ptions and presum ptions, Theoria, XXVIII,1962, pp. 159-72.

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En términos más generales se puede decir que todo acto lingüístico querequiera condiciones de sinceridad (creencias, intenciones, deseos, etc.) lasimplica pragmáticamente: si afirmo, implico que lo creo, si felicito implicoque me alegro, si prometo implico que tengo la intención de hacerlo, si pregunto implico que me interesa la respuesta y que no la conozco, etc.

G. E. Moore, quien descubrió este fenómeno lingüístico, trató de darleuna explicación inductivista po rque tod os los célebres pasajes en que analizaeste fe nó m eno siempre nos dice que los actos lingüísticos im plican sus cond iciones de sinceridad po rque normalmente , en la inmensa mayoría de los casos, en general, etc., la mentira es amp liamente exc ep cion al111.

Ahora bien, como lo sostiene C. K. Grant112, la inferencia realizada en

el caso de la implicación pragmática no es ni un arrastre a priori —lo quepara nosotros ya es bastante claro—, ni una inducción empírica, lo que ya esalgo m ás nuevo, aunq ue no tan to; la inferencia se hace más bien a partir de la

 presunción de hom bre racional: en este sentido puede decirse que un hombreracional da a en ten de r las actitudes pro posicionales que imp lican aquello quedice: si afirma da a entender que cree lo que ha afirmado; si pregunta da a entender que no sabe la respuesta y que le interesa conocerla; si felicita a alguien da a enten de r q ue se alegra p or lo que le ha suced ido, etc.

Pero hay algo más en el análisis de Grant. Precisando su crítica a Mooreno s dice:

Si podemos inferir que un hablante cree que p por el hecho de que afirma p, es  evidente que tal inferencia no pod ría ser simplem ente la aplicación de una genera-lización psicológica inductiva, ya que si se revelara que el hablante, en realidad no cree p, no concluiríamos por ello que nuestra inferencia pragmática no era  válida.

En efecto, la mentira no invalida la implicación pragmática, porque aúnel que m iente deja entend er que dice la verdad; de o tra manera no p od ría engañarnos; esto, a su vez, se debe a que el lenguaje es algo más que intención;es también asunto de convención y de reglas, y una de estas reglas prescribeque quien realiza una afirmación, por ejemplo, debe creer o, por lo menos,no descreer lo afirmado. En este caso, de nuevo, la presunción de racionalidad de la acción se dobla con la presunción de racionalidad del discurso.

Como ya podemos concluir, la presunción de credibilidad es una presunción legal correlativa de la presunción de verosimilitud (en el sentido

111 Los pasajes son de la E tica (19 12 ), The Ph ilosophy o f G. E. M oore (1942) y ThePhilosoph y o f B. Russell (1944) y están citados por M. Black en Saying and disbe-lieving,  A nalysis 13, 2, december 1952, pp. 25 y 26.

112 GR AN T, C. K . ,Pragm at ic Impl ica tíon , en Phi losophy, XXXIII, 1958.

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anotado) y débil (en el sentido definido), pero tiene una característica especial: no es reuisable; no en el sentido de que uno puede refutar el hecho presunto pero no la presunción, sino en el sentido de que la presunción nose puede cambiar por otra. Hemos visto que la presunción de inocencia, enun mundo más civilizado, fue el sustituto de una presunción, menos civiliza

da, de culpabilidad. Pero ¿qué sucedería si cambiáramos esta presunción decredibilidad po r la con traria, por la de m entira, por ejem plo, como se planteaen la paradoja del mentiroso? Sencillamente destruiríamos la posibilidad dela comunicación humana, porque la comunicación supone cooperación y unmínimo de buena voluntad que incluye la confianza mutua entre los partici pantes. Es precisamente en esta dirección en la que Radnitzky disuelve laparado ja del m entiroso; dice así:

Una razón para la sospecha tarskiana de la, por así decirlo, contradicción inter-na de cualquier lenguaje natural, es la antigua paradoja del “mentiroso”. Pero una afirmación como “todos los cretenses mienten siempre” no es propiamente, incluso en el lenguaje ordinario, y cuando lo afirma un cretense, una paradoja.  (...) porque ella tiene que ser falsa, pues de ser verdadera los cretenses no po-drían formar de ninguna manera una comunidad de entendimiento que funcio-nase y esto está asegurado por hipótesis113.

En el análisis teórico de la conversación sucede algo análogo; aquí se

produce otra forma de implícito —llamada implicatura conversacional— quees diferente de la implicación pragmática y de la presuposición. La implicatura se presenta cuando, por ejemplo, al director del hospital se le pide unarecomendación en favor de uno de sus médicos residentes y éste escribe conrelación a su recomendado: “tiene una bella caligrafía y un conocimiento musical muy amplio”. En este contexto, los elogios hechos invitan al lector aconcluir que el candidato es m ediocre en su profesión.

La implicatura conversacional difiere de la presuposición y de la implicación pragmática en que ella no hace parte de la significación de las expresiones utilizadas, pues “buen músico” no significa “médico mediocre”; depende del con tex to , puesto que si el candidato hubiera postulado para unpuesto de amanuense o de historiador de la música, la recomendación hubiera sido válida; y es anulable, en tanto que el director del hospital puede agregar “y este músico calígrafo es el mejor médico que conozco”.

Como aparece por lo dicho antes la implicatura conversacional no parece tener ninguna relación con la expresión lingüística que la porta; hubierasido posible insinuar que el candidato es mediocre por medio de un enunciado diferente por la  form a lingüística y po r el sentido; parece además com o sicualquier enunciado pudiese insinuar cualquier cosa114.

113 Tres estilos de pensar en la actual teoría de la ciencia, p. 19.

114 GOC HET P., Th éorie des modéles e t com petence pragm atique, en  Le Lengage en

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Sin embargo Grice logró tematizar las inferencias insinuadas y nos hapermitido entender por qué podemos “leer entre l íneas” lo que insinúa nuestro interlocutor.

El cuadro teórico de la explicación comienza con la idea de que la con-

versación es una variedad de comportamiento intencional (finalizado) y ra-cional:

Me gustaría pensar —dice Grice en las reglas de la práctica discursiva no simple-men te co m o algo que tod os n osotros, o la mayor parte seguimos de hecho, sino como algo que es razonable que sigamos115.

En esta perspectiva la conversación es una acción mediante la cual los

interlocutores intentan comunicar (se). Esta acción está gobernada por el princip io de cooperació n. “Haz que tu contribución a la conversación seala requerida para el fin reconocido de la comunicación en la que estás comprom etido y en el m om ento op o rtu n o ” . Este principio se ramifica en cuatroclases de máximas: de la cantidad (haz que tu contribución sea tan informativa como se requiera pero no sea más informativa de lo requerido); de lacualidad  (no digas aquello que creas falso, ni aquello para lo cual no tienessuficiente evidencia); de la relación (di cosas pe rtinente s), y de la modalidad  

(se breve, se ordenado; evita la oscuridad y la ambigüedad).

Hecho esto basta aplicar la máxima de la cantidad al ejemplo inicial para descu brir la insinuación del d irecto r del hosp ital; para ello razona m os de lamanera siguiente: si el candidato fuera bueno en su profesión, sería una violación de la máx im a de la cantidad elogiar sus talento s de calígrafo y músico;ahora bien mi interlocutor coopera conmigo; luego si no dijo más es porqueno tenía más que decir; por consiguiente, en el contexto presente lo dicho

cuenta como una insinuación de incompetencia en el candidato.

Esto se debe a que hay implicatura conversacional cuando se viola unade las máx imas, la violación se hace conscientemente y se reconoce como rea-

lizada consc ientem ente. En efecto, según Grice, se dice que un lo cu tor cuando dice P implícita Q deliberadamente cuando 1- Se debe presumir que observa las reglas de la conversación, o por lo menos el principio de cooperación,2- Se debe suponer que el locutor sabe o piensa que Q es necesario para que

el hecho de decir P no sea contradictorio con 1. 3- El locutor piensa (y especontexte . Etudes Philosophiques et Linguist iques, de pragmatique edité par H. Pa-rret , John Benjamis, Amsterdam, 1980, 366.

115 GR ICE. P., Logic and Co nversa tion, en Sy nta x and Semant ics , vol. 3, edited by P-Colé y J. Morgan, N. Y., Academic Press, 1975, pp. 41-58.

Hay traducción española en la obra  Lenguaje y Sociedad , editada por e l Departa mento de Idiomas, Universidad del Valle , Centro de Traducciones, 1983. Subrayados m íos.

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ra que el interlocutor piense que él piensa) que el interlocutor es capaz dededu cir o de com pren der qu e es necesario hacer la suposición evocada en 2.

De nuevo, hay que constatarlo, las presunciones vistas (de racionalidad,de sinceridad y de veracidad) vuelven en el análisis; pero en el caso presente

ellas tienen operatividad solo a partir de la presunción más general de coope-ración, que de nuevo es una presunción que gobierna la interpretación deenunciados; y que también es una presunción legal, débil y no revisable, entanto que su eliminación puede conducir a quitarle toda posibilidad a lacom unicación en general.

Tal presunción, agrega Grice, vale para todas las actividades humanascoope rativas —lingüísticas o extralingüísticas— po rqu e, co m o está d icho, la

conversación no es sino un caso particular de actividades finalizadas, racionales y cooperativas.

Pero hay algo más; Francois Flahault detecta una ambigüedad en la explicación griceana, porque en tanto que no se plantea el problema searleano entre reglas constitutivas y normativas (o regulativas), no se sabe si el principio y las máximas que lo desarrollan instauran la posibilidad de un funcionamiento de la palabra, o simplemente lo rigen, obligándola a revestir la form a

policiva llamada con ve rsac ión 116.

Mi respuesta para la presunción de cooperación, tanto como para lassubsidiarias de verosimilitud y de credibilidad, es que son lo uno y lo otro; esto es lo que he querido decir cuando afirmo que son presunciones legales (que admiten prueba en contrario) y por lo mismo normativas, pero no revi sable y por esto constitutivas', me explico un tanto. Una regla de presunción,según vimos, se pu ede expresar bajo la form a

pres (P, Q ), do nd e P y Q (mayúsculas)

representan estados de cosas genéricos; cuando aplicamos la regla lo hacemosa casos concretos es decir a instancias lógicas pero no jurídicas , que representamos por pres (p, q), donde p y q (minúsculas) representan las cosas; paralas situaciones genéricas la regla siempre prevale y no es revisable (es constitutiva), mientras que para casos concretos admite prueba en contrario (es

regulativa).

Esto nos lleva a una nueva consideración. UllamnMargalit  y su esposo A vishai Margalit, han propuesto una interpretación de los enunciados analí-

116 “ Le fon c t ionnem ent de la parole . Rem arques a par t i r des m axim es de G rice” , enCommunica t ions , n. 30 , 1 979, pp . 73-4 .

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ticos por la vía de la presunción 117, es decir, por la vía práctica. Es de suponer que los enunciados analíticos se deben entender, en esta orientación,como  presunciones que no adm iten prueba en contrario; son revisables com o  reglas genéricas de la form a pres (P, Q ), pero no refu table s p o r instancias de la form a   “pres (p, q), pero noq”.

Así, por ejemplo, nos dicen los autores que el volumen de un kilo deagua sin aire, a 3.98° y a una atmósfera es 1.000 cc. Esto no es más que ladefinición de litro, y como tal es sin ninguna duda analítico; si releemos estoen términos de la nueva concepción propuesta aquí, la regla de presunciónse podría proponer así: “dado que un kilogramo de agua en condicionesestándar, entonces, para propósitos prácticos, proceda bajo el supuesto deque su volumen es 1.000 cc.”. No hay ningún sentido en que una contraevi

dencia pueda refutar esta presunción en alguna instancia particular en la cualse aplica la regla. Sin embargo se puede revisar. Como sabemos, en Franciala Asamblea Legislativa de 1799 aprobó y legalizó las unidades métricas delongitud y de masa basadas sobre el sistema decimal y sobre una base física natural. La base física para la longitud la determina la circunferencia de latierra: el cuadrante de la circunferencia de la tierra medido sobre el meridiano de París se definió como 10 millones de metros. En el caso de la unidadde masa la base física natural era el agua: el gramo se definió como la masa

de un ce ntím etro cúbico de agua en su m áxima densidad.

Ahora bien, en 1875 se fundó la Oficina de Pesos y Medidas y se le encargó de la cus todia y de la com paració n de los estándares. En 1889 depositóen sus bóvedas una barra de platino-iridio para el metro patrón y un cilindrode platino-iridio para el kilogramo. Así se abandonaron las unidades basadassobre hech os físicos naturales y se rem plazaron por pa trones arbitrarios; fueuna consideración práctica la que condujo a este cambio: se podrían copiar

más fácil y más seguramente estos estándares artificiales, que los basados enunidades naturales.

Los autores consideran que los enunciados definitorios son analíticos  de coordenadas puesto que son definiciones que tienen que ver con nuestroscuadros de referencia, con pu nto s fi jos de referencia o coordenad as del m undo: pesos, temperaturas, tiempo, fechas, etc.

La propuesta de pensar la analiticidad por la vía de las presunciones./«-ris et de jure tiene el atractivo de mostrar la productividad de la noción en elcampo de la filosofía del lenguaje; pero tiene el inconveniente de que lasdefiniciones no son enunciados analít icos; mientras que los enunciados analíticos son verdaderos o falsos (en el sentido de verdad lógica), las definicio

117 ULLM ANN-M ARGAL IT, E., and M ARG ALIT, Avisha i, “ An alyc ity by way of pre sumpt ion” , en Canadian Journal o f P hi losop hy, vol. XII, n. 3, September 1982, pp .435-52 .

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TERCERA PARTE

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Mi actitud en aquella época (con respecto al problema de la verdad) era esta:  aunque aceptaba, como casi todo el mundo lo hace, la teoría de la verdad obje-tiva, absoluta o de correspondencia —la verdad como correspondencia con los hechos— preferí evitar el tema porque me parecía sin esperanza tratar de enten-der claramente esta idea extrañamente elusiva de una correspondencia entre una afirmación y un h ech o3 .

Esta situación es la que tuvo desprestigiada la idea de la verdad comocorrespon denc ia. Sin embargo , el asunto se aclaró con la teo ría de Tarski.

La idea de Tarski consistió en plantear que si queremos hablar de correspondencia entre una afirmación y un hec ho d ebo disponer de un lenguajeen el que pueda hablar de afirmaciones y de hechos, y para po der hacerlo ten go que utilizar un lenguaje distinto (metalenguaje semántico lo llama Tarski)

a aquél en que se hacen las afirmaciones corrientes. En este metalenguaje sepue de hab lar sobre las afirm aciones, po r ejemplo, sobre la afirma ción “ la nieve es bla nc a” y sobre los hech os, por ejem plo, sobre el hecho de que la nievees blanca. Con este instrumento se puede decir que la afirmación “la nieve esblanca” es verdadera (corresponde a los hechos) si y solo si la nieve es blanca,y, de m anera m ás general, la afirm ación “ p ” es verdad era si y solo si p 4.

Esta de finición d e ve rda d5 pued e pa recer algo trivial, pe ro , concluye

Popper, “una teoría de la verdad debe ser trivial, porque todos sabemos loque e nten de m os p or verdad. Si un juez dice a un testigo: “Ju ra decir la verdad, tod a la verdad y nada más q ue la verdad; enton ces no está com binandoeso con una conferencia sobre el significado de la verdad; más bien, el juezasume que el testigo conoce de lo que se está tratando ahí”6. Por su parte,Austin agrega: “En realidad, debo confesar que no creo realmente que seaincorrecto en absoluto (que un enunciado es verdadero cuando correspondecon los hechos): la teo ría de la verdad es un a serie de pero grulladas” .

Sin embargo, la definición de verdad no es puramente tautológica. Escasi trivial, cuasitautológica en el sentido anotado, pero no es trivial ni difícil elaborar porque requiere construir un metalenguaje semántico, es decir unlenguaje en el que podemos hablar sobre otro lenguaje7. Tarski fue conscien

3 Conjectures and refutations, Ro utledge an d Kegan Paul, 1963, p. 223.

4 TAR SKI, A. , “ The Semant ic C oncep t ion of T ru th” , en Philosophy and Phenome-nological Research, 4, 1944, pp. 341-75.

5 De hech o T arski pensó que este dispositivo no es aún un a definición , pe ro él especifica las condiciones necesarias y suficientes para obtener una buena definición. Porotra parte , Po pper no se interesa po r la definición de verdad sino p or la teoría de laverdad.

6  La filo so fía y los problem as actu ale s, Edi tor ia l Fundamentos , 1981, p . 136.

7 PO PPE R, K., en  La F iloso fí a y los problem as actu ale s, p. 136.

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te de esto cuando dijo que su definición de verdad “no curaba el dolor demuelas ni resolvía el problema de la paz internacional”.

La d efinición de Tarski, com o su au tor lo anota, es  filosó ficam ente neu -

tra8 en el sen tido de que se pue de ac eptar sin renegar de sus convicciones

filosóficas; el escéptico, que sería el enemigo más recalcitrante, la acepta porque su lucha no es contra la definición sino contra los criterios que no lepermiten decidir ni  p , ni no p. De hecho, Tarski dice que su definición depurada es la misma de Aristóteles9, ya bosquejada en Platón10, y es la misma,grosso modo, qu e la medieval de la “ adecu ación del intelec to a la cosa” 11, laque Kant acepta al comienzo de su lógica trascendental12. Incluso, segúnColletti13, la definición de Lenin de verdad como reflejo no es otra que latarskiana expresada en lenguaje demasiado rudo. Rescher en su excelente

obra sobre la verdad presenta más testimonios de filósofos de variadas tende nc ias14 , lo que pe rm ite co rro bo rar —p o r lo m enos— la tesis de la n eu tra lidad.

La definición de verdad que en principio puede aceptar cualquier filósofo se vuelve problemática cuando se vuelve criterio, cuando “ ‘p ’ es verdadera si y solo si p ” se transform a en “ ‘p ’ es verdadera si y solo si efectiva-

m e n te p ' \  

Rescher en la obra citada p lantea dos clases de dificultades con respectoa la interp retació n criteriológica; que la dem eritan p ara tal efecto:

1. Rescher acep ta que tal versión opera co nfo rtablem ente, en la esde los enunciados de observación (observation reports) pero no tienen oficio

8 A rt ículo ci tado.Algún fi lósofo husserl iano reía con sorna cuando planteé esta idea en alguna reunión de filósofos.

9 M etafísica 101 1b, “ decir de lo que es que no es o de lo qu e es que no es, es falso,es falso, mientras que decir de lo que es que es y de lo que no es que es es, verdadero.

10 Cratilo, 385b: “Sócrates: Vamos, dime lo siguiente ¿Hay algo que llamas decir y decir falsedad? —Herm ógenes: S í—Sócrates. Por tan to existiría un discurso verdad eroy u n discurso falso? Herm ógenes: ciertam en te— Sócrates: ¿El discurso que hab la de

los seres como son, es verdadero y el que habla de ellos como no son, es falso?—Hermóg enes: S í” . Cito la tradu cción J. Z arank a, Biblioteca Filosófica, UniversidadNacional de Colombia, 1983, pp. 21-22.

11 Santo Tom ás, Suma Teológica, I, 16, 2.

12 Crítica de la razón pura, Lóg ica Trascende ntal, Introducción, III .

13 COL LET I, L. ,  Hacia un m arxis m o vivo, Pu nta de Lanza, Bogotá, 1 976, p. 80.

14 Op. cit., pp. 2-3.

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con: a) afirmaciones universales, sobre todo si son universales irrestrictos, esdecir, no restringidos a coo rden ada s espacio-tem porales; b) afirm aciones referentes al pasado; c) afirm aciones referentes a eventos probables; d) afirmaciones referentes a la necesidad  o a la posibilidad (las afirmaciones lógicas o matem áticas no tienen que ver con los hechos y las posibilidades no actualizadas

no tienen punto de comparación; e) proposiciones condicionales, sobre todocondicionales irreales de las que no puede prescindir las ciencias.

2. Pero la ob jeción más seria se refiere a la dificu ltad —de dar una ecación sobre la clase de correspo nden cia de que se tra ta 1̂ ; po r ejemp lo, Pop-per (y Rescher también) se refiere a la teoría de  E l Tractatus, teoría de laimagen como una “teoría sorprendentemente ingenua”, puesto que en él seconsidera a la proposición como una imagen o proyección del hecho que in

tenta describir y con la m isma estruc tura o form a del hecho, justo com o unagravación gramafónica es una imagen o proyección de un sonido y compartecon él algunas de sus prop iedad es es truc tura les16.

Tarski pensó que su definición de verdad, perfectamente aplicable a lenguajes formales difícilmente podía aplicarse a las lenguas naturales que sonuniversales (en el sentido de Hjelmslev) y excluyen los desniveles y la com-partim entación de los sistemas form alizados. Por otra parte, mientras que la

definición tarskiana pretende eliminar las paradojas, como la de Epiménides,el lenguaje natural las permite. Sin embargo, Tarski nunca concluyó que ellenguaje ordinario es incoh erente.

Popper, siguiendo a Tarski, ha propuesto una alternativa que se vuelveinteresante puesto que prolonga el análisis de Tarski hacia el lenguaje ordinario y, por lo mismo hacia la reflexión filosófica:

La opinión de que su teoría (la de Tarski sobre la verdad) no es aplicable a cual-quier lenguaje natural más o menos coherente, es, pienso, errónea. Debemos sa-car las consecuencias del análisis de Tarski lecciones sobre la manera de esquivar las incohere ncias de este lenguaje, lo que significa —hay que aceptarlo— introdu-cir una dosis de artificialidad —o de prudencia—en el uso que de él se hace17.

Sin em bargo, agrega Po pp er, intro du cir algo más o m enos artificial en ellenguaje ordinario —la distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje semántico no es formalizarlo. Todo lenguaje formal es artificial pero no todo

lenguaje más o m enos artificial, es decir, más o m eno s regim entad o p or reglasestablecidas o regulado p o r reglas, es un lenguaje form alizado:

15  Ib íd em , p. 8.

16 Op. cit.,  p. 223.

17  Ib ídem , p.223.

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El reconocimiento de la existencia de todo un rango de lenguajes no formaliza-dos más o menos artificiales me parece de importancia considerable, sobre todo  para la evaluación filosófica de la teoría de la verdad1S.

Esta últ ima observación popperiana me permite introducirme en la teoría de la verdad de Austin. Nuestro filósofo, como Tarski, Popper y Rescher,no pretende definir la verdad  sustantiva sino el predicado “ es verd adero” “in vino veritas; in sober sym po siu m , v e ru m ”19.

Para comenzar, Austin sugiere que las formas primarias en que se usa laexp resión son las siguientes:

Es verdad (decir) que el gato está sobre la alfombra, etc. Esta afirmación suya, es  verdadera.

La afirmación de que el gato está sobre la alfombra es verdadera.

La verdad es una propiedad de las afirmaciones, no de las frases; la afirmación se hace y al hacerla es un evento histórico, las frases se usan; la misma frase se puede usar para hacer diferentes afirmaciones; también se puedeusar en dos ocasiones diferentes o por dos personas diferentes para hacer elmismo enunciado, pero para esto la emisión debe hacerse con referencia a lamisma situación o evento20.

Dicho esto se puede plantear la pregun ta, “ ¿cuándo es una afirmaciónverdadera?”. La respuesta de Austin es la ya citada: “Cuando corresponde alos hechos”. Esta respuesta que es correcta puede, sin embargo, ser desorientad ora.

Por una parte, el uso de la palabra “hechos” para situaciones y eventos,pues hecho se usa regularmente en conjunción con que en las frases “el

hecho es que E ” o “es un hecho que E ” y en la expresión “el hecho de queE” todas las cuales implican que sería verdadero decir que E”. Esto puedeconducirnos a suponer que a) “hecho” es solo una expresión alternativa a“afirmación verdadera”, lo que lleva a algunos de los errores de las teoríasformalistas o coherentistas. s; se puede llegar a suponer que no hay nada, excepto la propia afirmación verdadera, a lo que ella corresponde. Pero también esta idea nos puede conducir a algunos errores de la teoría de la correspondencia que consiste en pensar que para toda afirmación existe un hecho

propio correspondiente: hechos posit ivos doblados de hechos negativos, hechos singulares dob lado s de hechos generales. A ustin alude aq uí a la m eta fí

18  Ib íd em , p. 398-9.

19 En Verdad, p. 119.

20  Ib íd em , p. 120-1.

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sica del atomismo lógico, en especial la de Russell, que considera que loshechos negativos y los generales son irreductibles a los hechos positivos ysingulares. Sin embargo, anota Austin, ser falso no es corresponder con unno hech o sino correspond er incorrectam ente a un h ech o21.

Pero, agrega Austin, cuando una afirmación es verdadera hay, por cierto, un estado de cosas que la hace verdadera y que es com pletam ente distintade la afirmación verdadera sobre él; igualmente es cierto que solo podemosdescribir ese estado de cosas con palabras: solo puedo describir la situaciónen que es verdadero decir que tengo mareo diciendo que es una en la queestoy sintiendo mareo, sin embargo, entre afirmar, por muy verdadero quesea, que estoy sintiendo mareo y el sentir mareo hay un abismo. Cuesta doshacer una verdad. De esta consideración derivan dos tesis importantes: a) no

existe un criterio de verdad en el sentido de que ninguna afirmación porta lamarca registrada que garantice que es verdadera o falsa; b) un enunciado nopuede sin absurdo referirse a sí mismo. Los enunciados sui referenciales sonabsurdo s, pero no solo son abs urdo s los que p redican de sí su pro pia falsedad(como la paradoja de Epiménides “p:p es falsa”), sino también aquellos quepredican de sí su propia verdad, “p: es verdadera”). Como puede apreciarseesta segunda exigencia elim ina, en térm inos análogos a los pro pu esto s porPopper, la posibilidad de paradojas dentro del lenguaje ordinario. Sin embar

go, más ade lante volveré m ás sobre este a su nto 22.

Por otra parte, la idea de correspondencia también da lugar a problemasporque se la toma en un sentido restringido o colorista: se piensa que el lenguaje es un a imagen de la situación o eve nto y que los refleja, pero la correlación e ntre las frases y el tipo de s ituación , ev ento, etc ., que ha de ser tal cuando se hace un enunciado con estas palabras con referencia a una situaciónhistórica el enunciado es entonces verdadero, es absoluta y puramente con-

vencional.

Pero para entender esta reflexión es necesario mirar el perfeccionamiento que Austin le hace a la definición de verdad como correspondencia. SegúnAustin para que haya la comunicación que alcanzamos con el lenguaje, debehaber, prim ero un c onjun to de signos (palabras u otros) que el locutor puedeutilizar a vo luntad y que el interlocu tor pu eda observar; segundo, debe existir algo distinto de las palabras, para cuya comunicación utilizamos las pala

bras y que se puede l lamar “mundo”. Este mundo debe exhibir semejanzas ydesemejanzas, pues si todo fuera indiferenciable de todo lo demás o comple

21  Ib íd em , p. 128.

22 A ustin acepta qu e un enun ciado pu ede referirse a sí m ismo en el sent ido, po r e jem plo, de la oración usada o la emisión emit ida al hacerlo; pero es paradójico cuandoenun ciar de sí que es verdadero o enunc iar a qué se refiere e l m ismo (“ Este enuncia do es sobre Pa tón”) .  Ib íd em , p. 126.

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tamente diferenciable de todo lo demás, no se podría decir nada. Además,  para los propósitos de una definición de la verdad debe haber dos conjuntos  de convenciones: convenciones descriptivas  que correlacionan las Dalabras (frases) con los tipos   de situación, cosa, evento, etc., que se encuentran en el  mundo, y, convenciones demostrativas  que correlacionan las palabras (afir-

maciones) con las situaciones, etc., históricas  que se encuentran en el mundo.

A hora bien, “se dice q ue una afirm ación es verdadera cuan do el estadode cosas histórico con el que está correlacionado por las convenciones dem ostrativa s (aquél al que “ se refie re” ) es de un tipo —es suficien tem en te parecido— con el que la frase usada al hacerla está correlacionada por las convenciones descriptivas”23.

Antes de entrar a hacer algunos comentarios a esta versión “mejorada”de la definición de verdad, debo decir que Austin se enfrenta con la tesis sostenida por Ramsey y Ayer24, según la cual el predicado “es verdadero” en laexpresión “p es verdadera” es superflua porque decir que una afirmación esverdad era no es hacer ninguna afirmación po sterior, ya que d ecir que un a p roposición es verdadera es justamente afirmarla y decir que es falsa es justam ente aseverar su co ntrad ictoria. La respuesta clásica a esta preten sión d e superfluidad es que por lo menos en los casos en que lo que se caracteriza comoverdadero no se expresa directam ente sino m ediante alusión, no es superfluo,pues si se suprime en enunc iados com o “ Lo que dijo mi colega es verd ade ro”o “ La p rimera tesis de Austin sobre los perform ativos es verd adera” , el en un ciado es incompleto25.

Uno de los argum entos de A ustin es más fuerte: A ustin considera que latesis confunde la falsedad con la negación, pues según ella es la misma cosadecir “él no está en casa” que decir que “es falso que él esté en casa”; ahora

bien, Austin considera que afirmación y negación pertenecen a un nivel puesto que no puede existir ningún lenguaje que no contenga convenciones paraambos para referirse al mundo de manera directa, no a enunciados sobre elmundo, mientras que puede existir un lenguaje sin recurso que lo haga lasveces de verdadero y falso. Como explícitamente lo dice Austin esta distinción no es sino el rescate de una distinción de Aristóteles (que los lógicosposteriores no hicieron) entre la “enunciación” (discurso en el cual reside loverdadero y lo falso) y la “proposición” (que es el discurso que afirma o nie

23  Ib idem , p. 122-3.

24 RAM SEY, F. P. , “ Fa cts and pro po si t ions” , en The Fou ndat ions o f Mathematics , Routledge and Kegan Paul, 1931.

AYER, A. J . ,  Language, Truth and Logic , Penguim Books, 1936, pp. 117-119.

25 Cf. W HITE, A llan, Truth, Macmillan, 1970, p. 94.

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ga alguna cosa de algo y sus elementos son el sujeto y el predicado)26. Austinpropo ne distinguir entre estos dos conjun tos de axiomas.

(a). Ningún enunciado puede ser a la vez verdadero y falso.Ningún enunciado puede ser ni verdadero ni falso.

(b).De dos enunciados con tradictorios:• ambos no pueden ser verdaderos• ambos no pueden ser falsos.

La clase (a) define la enunciación aristotélica que es independiente decualquier teoría lógica, mientras que la clase (b) se define dentro de una teoría del cuadrado lógico y del silogismo y define las prooosiciones aristotélicas. De hecho, agrega Austin, “la segunda clase exige una definición de con

tradictorios y se une usualmente con un postulado inconsciente de que paratodo enunciado hay uno y solo un enunciado tal que el par son contradictorios. Es dudoso hasta que punto cualquier lenguaje contenga o deba contener contradictorios.. .” que satisfagan este postulado como los axiomas (b)27.

Ahora bien, concluye Austin, cualquier teoría satisfactoria de la verdadtiene que habérselas con la falsedad (en el sentido de afirmación y negación)y solo pued e sostenerse que el predicado “es falso” es superfluo com etiendo

esta confusión lógica fund am en tal28.

Pero existe otro argumento propuesto por Austin que nos conduce auna nueva perspectiva en relación con el problema de la verdad en el lengua

 je o rd inario . Según A ustin: a) no to d a afirm ación p re ten d e ser to talm enteverdadera, b) ni toda “afirmación” pretende ser verdadera. En efecto, unamanera de apreciar que el predicado “es verdadero” no es lógicamente superfluo, consiste en estudiar otros predicados que están en la misma clase

que “es verdadero” y “es falso (y que tratan de expresar las relaciones entrelas palabras y el mundo y nadie consideraría superfluos, por ejemplo, decimos que una afirmación es exagerada, vaga o árida, una descripción un tanto tosca, desorientadora, o no m u y buena, un relato más bien general o m uy  conciso29, etc. Hay diversas dimensiones y grados de fortuna al hacer afirmaciones; las afirmaciones se ajustan a los hechos siempre más o menos laxamente: Verdadero’ y ‘falso’ no designan en modo alguno algo simple. Talespalabras solo apuntan a una dimensión general de crítica que admite la posi

bilidad de sostener que en circunstancias dadas, en relación con un auditorio

26 Sobre la interpretación, cap. 4, 5, 6.

27 Verdad, p. 128.

28  Ib ídem , p. 128-9.

29 Verdad, p. 129.

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determinado, para ciertos fines y con ciertas intenciones, lo que ha sido propio o correcto como cosa op uesta a algo inco rrecto ” 30. “ Franc ia es hex ag on al”es verdadero, en cierta medida, para algunos fines y propósitos, por ejemplo,pu ed e ser suficiente para un general, pero no para u n cartógrafo.

Por supuesto que a pu ntam os a un ideal que qu izás se logre a veces: “d ecir lo que sería correcto decir en todas las circunstancias, con cualquier propósito, y frente a cualquier auditorio”31.

El otro aspecto nos introduce en la nueva dimensión del lenguaje queintrodujo Austin: no toda “afirmación” pretende ser verdadera; muchas expresiones lingüísticas se disfrazan de afirmaciones y una vez que han sido detectadas como “impostores” deben excluirse de la categoría de afirmaciones:una definición, una fórmula de un cálculo, una afirmación en una obra deficción, un juicio de valor y los enunciad os p erformativos.

Ahora bien, para centrarnos en los enunciados performativos, buenaparte de estos comparten con los constativos sus grados y dimensiones deevaluación: podemos estimar  acertada o erróneamente, decidir  correcta o incorrectamente argüir justificada o injustificadamente...

Como lo dice Z. Vendler32, Austin nos ha liberado de la obsesión bima-níaca por la pareja verdadero-falso: las órdenes son difíciles o fáciles de ejecutar, arbitrarias o justificadas, las descripciones fieles o inexactas, las sentencias justas o injustas, los consejos oportunos o inoportunos, los proyectosrealizables o irrealizables, las previsiones co rrec tas o in corr ectas , etc.: desde elpunto de vista fi losófico, Austin ha ampliado nuestro horizonte, pues ahoraliberados de los anteojos podemos contemplar el paisaje en su totalidad.

Sin embargo, la definición de Austin ha sido duramente criticada envarios trabajos polémicos33; me centraré en el primero34 y segundo y enalgunas de las respuestas que le han dado Fo rguso n y W arnock.

La primera objeción que Strawson dirige a Austin consiste en afirmarque el término afirmación que aparece en su definición de verdad es estructuralmente ambiguo, porque puede designar el acto de afirmar y lo que es afir-

30 Palabras y acciones, p. 192.

31  Ib ide m , p. 193.

32 “ Le Perform at ifs” , en Perspective, P. F. Strawson.

33 Truth, en  A nalysis IX (1945).

34 Y Truth, en Proceedings of the Aristotel ian Society publicado Truth edited byGeorge Pitcher, Prentice-Hail, 1964, pp. 32-53.

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mado. Como lo anota Searle esta diferencia puede observarse en el siguientepar de enunciados:

(a). La afirmación d e nue stra posición du ró to da la sesión de la m añana.

(b). La afirmación de que todos los hombres son mortales es verdadera.

Ahora bien, continúa Searle, el descubrimiento de Austin de que todaslas afirmaciones son actos, vale para el acto de afirmar pero no para lo afirmado. Sin embargo, no detectó esta ambigüedad que tuvo serias repercusiones sobre la te o ría de la verdad , po rqu e si las afirm aciones son actos lingüísticos y puesto que las afirmaciones son verdaderas o falsas, entonces se concluye que lo que es verdadero o falso es un acto lingüístico; pero esta infe

rencia es falaz porque envuelve una falacia de ambigüedad, puesto que sololos ac tos de afirmación son ac tos lingü ísticos y solo lo afirm ado es verdaderoo falso 35.

Esta última observación de Searle es correcta, porque para corroborarlocon una fórmula de White “aunque decir algo es hacer algo, lo que se dicecuando se dice algo no es lo que se hace cuando se dice algo; porque lo que sehace es decir que p, es decir, decir que hay una vida después de la muerte;

mientras que lo que se dice es que p, es decir, que hay un a vida despué s de lamuer te”36.

Pero parece sorprendente que Austin haya incurrido en la confusión deque lo acusa Searle.

Precisamente Forguson37, y yo estoy de su parte, considera que en másde un lugar (en Verdad  y en Palabras y acciones) Austin es consciente de la

ambigüedad y de la distinción, así por ejemplo en Verdad, en nota de la p.126, reconoce que “afirmación no está exenta de toda ambigüedad” y enPalabras y acciones nos dice “consideremos que todas las circunstancias de lasituación t ienen que estar en orden para que yo haya tenido éxito, pero unavez abstenido esto se plantea la pregunta ¿era lo que afirmé verdadero ofalso? Y esto es, creo, la pregunta si la afirmación ‘corresponde a los hech os ’ ” 38. En este ú ltim o pasaje es obvia la diferencia: “ afirm ac ión ” es loafirmado y “afirmé” es la realización de un acto.

Sin em bargo, se preg un ta Forguson, ¿po r qué les dedicó tan to espacio a

35 SEA RLE , J . R . ,  A u stin on lo cu tionary and ¡llo cutio nary acts , pp. 157-59.

36 Op. cit., pp. 7-8.

37  L ocu tion ary and il locu tionary acts, pp. 182-5.

38 Palabras y acciones, pp. 186-7.

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los actos de afirmar en su discusión sobre la verdad? Una razón para esto,sugiere F orgu son es esta:

Para aceptar una afirmación como verdadera o falsa, tenemos que determinarsu identidad, tenemos que determinar justo lo que ha sido afirmado; y determi-nar esto es identificar el sentido y la referencia determinados de la afirmación  (para ser capaz de determinar si “el gato está sobre la alfombra” es verdadero,  tenemos que determinar de qué gato se ha dicho que está sobre la alfombra). Y determina esto es determinar las intenciones del locutor con respecto al sentido  y la referencia tal como se expresan en el acto de afirmar. Así para aceptar una afirmación como verdadera o falsa, tenemos que considerarla como el producto  (quizás imaginado o posible) de un acto de afirmación.

La segunda objeción es de n aturaleza m ás radical. S traw son sostiene quela teoría de la verdad como correspondencia no puede ser mejorada sino que

debe ser eliminada, puesto que los predicados verdadero y falso no se usanpara describir una característica, “verdadero no se usa para hablar de nada”,sino para otro propósito, apreciar, aceptar y rechazar, conceder y desaprobar,confirmar, garantizar (o cosas por el estilo). En este caso tenemos una interpretación presumiblemente performativa de los predicados “verdadero” yfalso”.

La tesis de Strawson es plausible puesto que decir que una opinión es

verdadera implica pragmáticamente que quien lo dice acepta la opinión, porque es absurdo decir “es verdad que p pero no acepto p”.

Austin reconoce que un enunciado de la forma EV (el gato está sobre laalfombra) a menudo (muy a menudo) se usa para confirmar, garantizar, etc.,e e q E (la afirmación de que el gato está sobre la alfombra), pero esto nopuede demostrar que decir que EV no sea también y al mismo tiempo haceruna aseveración sobre e e g E. Es común, agrega Austin, que las afirmaciones

ordinarias tengan un aspecto Performativo, decir que eres una cornudo puedeser insultante, pero es también y al mismo tiempo hacer un enunciado que esverdadero o falso. Además, decir que “te creo” es, según el caso, aceptar tuafirmación, pero es también hacer una aseveración que no la hace el enunciado estrictam ente Performativo “ acepto tu en un ciado ” . Así com o el principiológico de que “toda proposición debe ser verdadera o falsa” ha operadocomo la forma más simple de la  falacia descrip tiva, la interp retació n sirawso-niana es una de las formas simples de la  fa lacia perform ativa.

En resumen, como lo plantea White, lo que hacemos cuando decimosqu e algo es verdad ero, po r ejemp lo, expresar acuerdo, y lo que decimos cuando decimos que algo es verdadero, a saber, lo que nos dice cómo son las cosas, no son lo mismo ni tampoco son incompatibles. Y además usamos elpredicado “verdadero” para expresar aceptación con lo que se dijo porque loque queremos decir con “verdadero” es que lo que se ha dicho es como es39.

39 T ruth , p. 101.

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restringida puesto que solo permite definir la verdad para afirmaciones quepretendan ser verdaderas sobre fundamentos empíricos. Esta definición excluye las llamadas verdades lógicas y m atem áticas que no son em píricas (no senecesita conocer ningún estado de cosas relevante para su verdad o falsedad,puesto que no hay ninguno), pero también excluye las afirmaciones universa

les de la ciencia natural, por ejemplo, “todos los metales se dilatan con elcalor” puesto que esta afirmación universal irrestricta no da lugar a convenciones demostrativas (ya que no se refiere a partes particulares del mundo oa segmentos de la historia del mundo: dilatable es un término disposicional).

La teoría de Austin solo puede aplicarse a proposiciones particulares ya universales restringidas.

¿A qué obedece esta concep ción? En Palabras y acciones42 Austin parece reconocer una doble interpretación de las proposiciones universales, puesto que reconoce, por una parte, que las proposiciones que comienzan con elcuant if icador “ todos” han sido interpretados “muy just i f icadamente” comodefiniciones prescriptivas o recomen daciones que indican que hay que ado ptar una determinada regla; esta fue la solución de Ramsey para eludir los molestos hechos universales del atomismo lógico42; pero, por otra parte, Austin se preg un ta ¿qué regla? y respond e: “ Esta idea se origina parcialm ente en

no comprender que la referencia (convenciones demostrativas) se limita a loscasos conocidos. No podemos formular el enunciado simple de que la verdadde los enunc iados depen de de los hechos, com o cosa distinta del conocim iento de estos. Supongamos que antes del descubrimiento de Australia x dice‘todos los cisnes son blancos’. Si más tarde se descubre un cisne negro enAustralia, ¿ha sido refu tad o x? Su enu nciad o, ¿es ahora falso? No, necesariamente. X puede rectificarlo, pero podría también decir ‘no estaba hablandoacerca de todos los cisnes, en términos absolutos, cualquiera que sea el lugar

en que se encuentren; por ejemplo, mi enunciado no se refería a los posiblescisnes de M arte’. La referencia dep end e del cono cim iento que se tiene al em it ir la expresión” .

Este pasaje, que sin duda alguna corrobora la última conclusión de War-nock, me oarece que deja abierta la posibilidad de distinguir entre afirmaciones universales ordinarias y afirmaciones universales científicas, puesto que

referencia en “todos los t r iángulos t ienen tres lados”. Este úl t imo enunciado aunque no está asociado a ningún estado de cosas part iculares, está asociado con convenciones descriptivas a un tipo de estado de cosas, a saber, el estado de cosas const i tuido por e l “hecho” de que un tr iángulo no tendría t res lados; y e l enunciado di ce que no hay estado de cosas de este t ipo”. Aunque el autor habla aquí de otroasunto, e l lector podrá constatar más de una confusión en el texto como se aclararám ás adelante.

42 p. 191.

43 URMSON, J. O., Ph ilosophical Ana lysis, Oxford University Press, 1967, pp. 65-7.

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desde el punto de vista  práctico, resulta poco decoroso (si se piensa en losfines de la ciencia) desde el punto de vista teórico, porque se convierten enestratagemas ad hoc en la terminología popperiana; tales estratagemas losestudié, desde el pu nto de vista teórico, en mi ensayo “El argum ento po r elcontraejemplo entre la lógica y la teoría de la argumentación”45 y los ilus

tro con casos tom ado s de Pop per, L ákatos y Agassi.

Esto nos conduce a una nueva distinción que articulo a partir de Perel-man (pero que es perfectamente compatible con la propuesta de Austin). Pe-relman y Popper están de acuerdo sobre los mecanismos de progreso de laciencia y de la revisión de teorías al saber teórico. Perelman  presum e que elsaber establecido es verdadero hasta tanto se presenten contraejemplos ocasos invalidantes; tal presunción no es sino una aplicación particular de la

presu nción que m ilita en favor de lo norm al qu e a su vez pue de justificar pragmáticamente el recurso a la inducción y a la verificación; tal procedimientome Darece aceptable solo por razones prácticas. Popper en cambio, por razones teóricas, presume la falsedad de toda teoría (a falta de corroboracionesen contrario); por esta razón apela al método deductivo, que permite refutarlas teorías (pero no verificarlas) y exige, que toda buena teoría especifiquepor anticipado aquellos enunciados que podrán refutarla.

Para terminar este capítulo quiero retomar rápidamente el problema delas paradojas. Vimos que Austin recurre a la prohibición de suireferencia paraimpedir la presencia de paradojas; en realidad dice Austin no es permisiblehacer una afirmación que se refiera a su propio valor de verdad (tanto “p: pes falsa” como “p: p es verdadera” son absurdas). Sin embargo, implícitamente Austin propone otra manera de detectar el absurdo a partir del enunciado ana lítico. “ Nadie p uede engañar a tod os siem pre” ; si este enun ciado esanalítico, en tanto que es una condición de posibilidad de la comunicación

humana, entonces es falso lo que decía Epiménides el cretense de que todoslos cretenses mienten siempre, porque en este caso no podría existir la comunidad cretense, lo que se acepta como hipótesis en el enunciado de Epiménides.

Esta reflexión que he reiterado en mi trabajo, la traigo de nuevo a colación para hacer una pregun ta que p erm anen tem ente me acecha, ¿existirán auténticas paradojas en el lenguaje ordinario? Me explico, no quiero decir que

no existan expresiones absurdas en el lenguaje ordinario y que a veces se usancom o lo acabam os de ver con el Epim énides, pero lo que no creo es que existan, fuera de la lógica y de la matemática, expresiones que son falsas en elcaso de que sean verdaderas. Las paradojas del barbero y del bibliotecario(el barbero que si se afeita él mismo no se puede afeitar y a la inversa, y elbibliotecario que tiene que hacer el catálogo de todos los catálogos que no

45 En  Revis ta de la Univers idad de Caldas, vol. 2, no. 3, sept.-dic. 1981. pp. 285-303.

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se incluyen a sí mismos) son agradables ilustraciones de la paradoja de la teoría de conjuntos, pero solo pueden verse como paradojas (en el sentido estricto) cuando se las saca del contexto en que se dan: una prohibición o undecreto. Pero esta  prohib ición y este decreto son absurdos porque conducena esa situación absurda; no hay mucha diferencia con la orden absurda del

rey solitario al Principito “te ordeno que bosteces y no bosteces...”, la paradoja del ahorcado tampoco debió motivar la renuncia a una gobernación. Losabogados saben cómo proceder en tales casos: una disposición jurídica queconduce a absurdos, es absurda. Quizá la “paradoja” ordinaria más parecida alas lógicas es1la de Velezefe, a propósito del juramento exigido para participar en un concurso de mentirosos: “ ¿Jura decir la m entira, tod a la m entira ynada m ás que la m en tira?” , pero el hecho cóm ico indica que estam os en uncontexto diferente. En este punto, como en muchos otros, coincidimos con

Austin: las llamadas paradojas, en lenguaje ordinario son con dificultad unacosa genuina; hay más de un pecado mortal contra el lenguaje ordinario “yno está el camino para la salvación en una jerarquía” de tipos o en una estratificación de ¡lenguajes!46.

46 Verdad, p. 128.

9.7n

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La condición c) resume las tesis de la imposibilidad de deducir el deber  ser del ser, y la im po sibilidad de verificar los juicio s de valor p o r la ex pe rien -

cia; la condición b) resume la tesis de la imposibilidad de definir los predicados m orales con la ayuda de los predicados neutros.

La condición a) especifica la tesis de que hay discusión en asuntos éti-cos, lo que contradice la tesis de que decir “esto es bueno” y ononerle “estoes malo”, desde el momento en que se entiendan como exoresión de senti-

mientos, se sigue que no hay ninguna contradicción 4' .

A partir de sus condiciones Moore estipuló que bueno es una propiedadinanalizable c o mo rojo, irreductible y de ello solo tenemos una intuición  (¿racional?) directa; lo mismo sucede con otros predicados morales.

Los neopositivistas aceptaron todas las tesis de Moore, con excepciónde la última. A. Ayer, en  Lenguaje, verdad y lógica hizo una defensa de laconcepción emotivista de la ética que trata de conservar las tesis centrales deM oore sin apelar a la intuición intelectual. En esta ob rita —ca p ítulo V i -Ayer propone un firme rechazo del naturalismo sobre bases lógicas como yalo había hecho Moore: la fórmula de Moore era la de considerar la(s) defini-ción(es) propuesta de bueno como D, puesto que siempre es posible pregun

tar si “ ¿D es bu en o? ” , esto indica que no estam os tratan do a D com o equivalente de bueno. La fórmula de Ayer es que para cualquier definición D propuesta, siempre se puede negar, sin contradicción, que es bueno48.

Pero a pesar de este paren tesco hay y a una diferencia en el prop ósito desu rechazo: M oore es taba interesad o en afirm ar verdades éticas y en determ inar qué cosas son buenas en sí mismas; el análisis del lenguaje era solo unaterea preliminar. Al contrario, para Ayer la tarea de la filosofía moral consis

te en la dilucidación de los términos éticos. Ahora bien, puesto que un positivista solo acepta enunciados analíticos --lógico-matemáticos— y enunciadosempíricos, y puesto que los conceptos éticos no son derivables de la experiencia, ni son analíticos, esto se debe a que no son concentos, sino  pseudo conceptos:

La presencia de un símbolo ético en una proposición no agrega nada a su conte-nido fáctico... si digo a alguien “usted actuó mal al robar ese dinero”, yo no afir-mo nada más que si dijere simplemente “usted robó aquel dinero”. Al agregar  

que esta acción es mala simplemente estoy mostrando mi desaprobación moral de ella49.

47 En este capítu lo abordaré sobre todo las dos primeras condiciones y dejaré la tercerapara el capítulo siguiente , aunque no desconozco que interactúan.

48 AY ER , A. J . ,  Language, Truth and Logic, Pinguin books, 1936, p. 139. Ayer ha re considerado sus posiciones en  E nsayos Filosóficos, Ariel, 1979 , C apítulo X.

49  Ib ídem , p. 142.

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Por la misma razón es imposible que dos personas se contradigan enasuntos de moral, o que yo me contradiga cuando digo que “algo es bueno”y luego que “es malo”, porque al usar las palabras bueno y malo yo no afirmo que tengo esos sent imientos sino que simnlemente los expreso; puedeexistir una aparente discusión sobre asuntos éticos y asuntos de valor, Dero

“si se examina la disputa más de cerca se descubrirá que ella versa sobre asuntos de hecho , no de valor” 50.

En otros términos, solo hay disputas cuando se trata de creencias sobreasuntos de hecho, pero no cuan do se trata de expresión de sentimientos.

Sin emb argo A yer reconoce que los con cep tos éticos no solo sirven oaraexpresar sentimientos sino que también han sido calculados para desDertarsentimientos y así estimular a la acción, algunos de ellos tienen la función demandamientos.

Fue sin embargo Charles L. Stevenson quien desarrolló sistemáticamente la concepción emotivista de la ética en su obra  E th ics and L a n g m g e51, quese convirtió en la Bib lia del emotivism o.

Stevenson comienza su planteamiento diciendo que cuando A sostieneque una acción es buena y B dice que es mala, existe un desacuerdo entreellos, pero no es desacuerdo sobre creencias, como lo pensó Moore, sino undesacuerdo sobre actitudes que en ética es más imDortante que el desacuerdo sobre creencias:

Un hombre cree que p es la respuesta y otro que nop, o alguna proposición in-compatible con p, es la respuesta; en la discusión cada uno trata de dar alguna  forma de prueba para lo que es su punto de vista, o revisarlo a la luz de nueva  información —este es un desacuerdo sobre creencia—. Pero hay otros casos, 

diferentes claramente de los anteriores, que se pueden llamar desacuerdos co n  igual propiedad. Ellos implican una oposición, tentativa y gentil, y a veces vio-lenta, que no es sobre creencias, sino sobre actitudes, es decir una oposición  entre propósitos, aspiraciones, deseos, preferencias, etc.52.

El desacuerdo ético siempre implica desacuerdo de actitud. Puede implicar desacuerdo sobre creencia; cuando este se resuelve, no hay más desacuerdo, mientras que el desacuerdo moral puede subsistir. Cuando decimosque una acción particular es buena no estamos atribuyendo una propiedada algo sino afirm and o nu estra a ctitu d fren te a esa cosa. Un a difere ncia deacti tud no implica necesariamente un desacuerdo; lo que causa la disputa es

50  Ib idem , pp. 145-6.

51  E th ics and Language, Yale University Press, 1944.

52  Ib idem , Capftulo I, 2, p. 2-3.

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determinar a ciencia cierta qué es lo que una afirmación ética significa y loque solo sugiere, a causa de su vaguedad, es claro que oor lo menos en ciertas situaciones es posible hacerlo.

Cuando los juicios morales se conciben según este primer patrón, las

disputas frecuentemente toman la forma de aducir creencias como razones que fundam entan los juicios cuando esta forma fracasa se debe recurrir a la 

 persuasión, al uso del lenguaje con alta carga de significado em otivo.

El segundo patrón de análisis tiene que ver con las definiciones persua-sivas, que son definiciones que alteran —trituran— el significado descrintivo—en el sentido de las características qu e tiene un ob jeto, o aquel hom brebuen o de que hab lábam os antes— pero preservand o su significado emotivo.

Este patrón es tan amplio como el anterior porque engloba no solo a lostérm inos puram ente éticos, sino tam bién a tod os los térm inos con carga valo-rativa pesada: un po lítico pued e hablar de las formas com unistas de gobiernocomo de las únicas verdaderas democracias; un abogado podrá afirmar que lagenuina libertad consiste en el acatamiento sine conditione de las leyes; aquí se echa mano del significado emotivo de los términos “democracia” y “libertad” para ganar la audiencia en favor de las formas comunistas de gobiernoo para predicar el respeto a las leyes.

Tácticas parecidas pueden usarse en el caso de los términos morales:cuand o alguien dice que “ la caridad verdadera com ienza po r casa” , pued e estar tratando, por un habilidoso uso del lenguaje, de extender la aureola emotiva del altruism o a sus prop ias acciones. Esta pecu liaridad de las definicionespersuasivas es posible porque el significado emotivo de una palabra es el poder que la palabra adquiere en el transcurso de su historia en situacionesemocionales para evocar o expresar directamente actitudes, como algo distin

to de describirlas o designarlas.

De los dos patron es a ntes vistos se sigue que los conce ptos y enun ciadoséticos son dinámicos (recomienda, reorientan o modifican intereses) es decirtienden a modificar la actitud del interlocutor. Para decirlo en términos ste-vensonianos la moral es persuasión y los conc eptos y enunciados m orales son

 persuasivos.

Pero persuadir no es dem ostrar, ni siquiera aducir razones o justificacio nes, sino que es una manera no racional de actuar sobre los temperamentos y  las e m ocion es de los dem ás a través del contagio de nuestros pro pios se nti-

mientos. Esto depende “del puro y directo impacto emocional de las palabras —de su significado em otiv o—, de la cad enc ia retó rica , la m etá fo ra adecuada, los tonos de voz estentóreos, estimulantes o a manera de alegato, gestos dramáticos, cuidado de establecer contacto con la audiencia, etc.”54.

54  Ib ídem , Capítulo VI, p. 139.

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Usar un térm ino ético es tratar de influir sobre los dem ás; p ro po ne r un asun to mo ral es pe dir ser influido ; llegar a una decisión m oral es un proceso  similar al de la autosugestión en la que tratamos de acallar nuestro malo yo ypromover al verdadero. No existe diferencia cognoscitiva entre moralista, 

 propagandis ta y  predicador, excepto que el término de moralista —y quizá

 pred icad or están rodeados de un halo de respeto, mientras que  propagan-dista es un estigma55.

Valga anotar, a manera de paréntesis, que la idea stevensoniana de persuasión está muy difundida en tre los fi lósofos contem poráneo s. A tí tulo ilustrativo citaré tres pasajes de tres de ellos.

Wittgenstein en Sobre la certidu m bre 56 expresa la misma tesis así “cuan

do realmente se enfrentan dos principios irreconciliables entre sí, entonces,cada hombre declara al otro estúpido o hereje”; antes había dicho “Dije quecom ba tiría al otro pero ¿no le da ría razones? C iertam ente; mas ¿q ué t ienen?Al término de las razones sobreviene la  persuasió n (pienso en lo que sucedecua ndo los m isioneros co nvierten a los nativos” 57.

T. S., Kuhn por su parte, en la  E structura de las revolu ciones c ien tífi-

cas es mucho más explícito que el anterior al presentar la inconmensurabili dad de los paradigmas científicos: “La superioridad de una teoría sobre otraes algo que no puede probarse en el debate. Por el contrario, he insistido eneso, cada partido debe tratar mediante la persuasión de convertir al otro...  En el debate sobre selección de teorías no puede haber recursos a buenasrazones; en última instancia las teorías deben ser seleccionadas por razonespersonales y subjetivas58.

P. K. Feyerabend refiriéndose a Galileo en el capítulo VII de Contra el  M éto d o se alia co n las tesis an teriores sobre la persuasión:

Puede anticiparse que los argumentos no bastarán —una interesante y altamen-te importante limitación del racionalismo— y que las expresiones de Galileo solo en apariencia son verdaderos argumentos. Porque Galileo emplea la propaganda. Además de cualesquiera razones que tenga en ofrecer, emplea trucos psicológi-cos59. Verdaderamente la persuasión es fuerte. Cediendo a esta persuasión em-pezamos ahora de modo automático a confundir las condiciones de las cosas y  a convertirnos en relativistas60.

55  Ib ídem , Capítulo XI.

56 O ncertainty Uber Gew issheit, Blackwell; Oxford, 1974, aforismo 612.

57  Ib ídem , aforismo 611.

58 The Structure o f Scient i fic Revolut ions . Un iversity of Chicago Press, 197 0, pp . 198-9.

59 Contra el método, Ariel, 1970, p. 73.

60  Ib ídem , p. 77.

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Valga anotar en favor de los dos primeros autores que ellos reconocenciertas “razones” para aceptar un nuevo sistema. Simplicidad o simetría  reco no ce W ittgens tein61 y K uh n agrega que: “L os deb ates sobre escogenciade teorías alternativas no pueden ser moldeadas bajo la forma de una pruebaque se identifique con las pruebas lógicas o matemáticas... Nada de esto im

plica que no haya buenas razones para estar persuadido o que estas razonesno sean en definitiva, decisivas para el grupo. Ni tampoco que las razonespara escoger entre teorías alternativas sean diferentes de las usadas comúnmente por los filósofos de la ciencia: exactitud, simplicidad, que sea fructífera, etc. Lo que se sugiere, sin embargo, es que tales razones funcionan como valores y que pueden ser aplicadas de manera diferente...”62.

Y en contra del tercero podemos aducir, así sea por un simple argu

mento de autoridad, la obra de Maurice A. Finocchiaro Galileo y el arte del razonamiento. Fundamentos retóricos de lógica y método cientí f ico, cuyotítulo es bastante significativo63.

De esta nueva idea de la persuasión y de la retórica hablaré en las dossecciones siguientes.

No obstante, el análisis que hace Stevenson de la persuasión tiene dos

límites serios, como veremos en seguida. El primero tiene que ver con el usoordinario de este verbo, pues Stevenson pretende que todo su trabajo es unanálisis del uso o rdinario de los térm inos éticos: “ El objeto del presente estu dio no es elaborar de manera arbitraria un sentido para los términos éticosque se ajuste a un propósito limitado y técnico; el objeto es más bien liberarel lenguaje de todos los días de la confusión. Es esencial para este propósitodarse cu en ta que la vida cotidian a no nos ofrece ‘u n ’ uso de los térm inos,sino muchos usos diferentes”64. Ahora bien, el análisis de la “persuasión”

que hace Stevenson no da cuenta completa de su uso corriente y en buena  parte es una defin ición persuasiva.

El segundo tiene que ver con otra tesis que acepta Stevenson referentea los juicios morales (o de valor) están ligados con sentimientos, emocionesy actitudes. De acuerdo con el utilitarismo se puede decir “sé que sería moralm ente malo hacer x, pero no tengo razón para no hacerlo y lo haré” ; peroStevenson anota que hay absurdo en decir “x es malo, pero estoy en favor de

hacerlo”, tanto como lo hay en decir que “el presidente murió en 1945 pero

61 On Certainly, p. 92.

62 The Structure o f Scient i fic R evolutions , pp. 198-200.

6.'i (iatileo and the art o f reasoning. Rhetorical Foundations of Logic and Scientif icMethod, Reidel , Dordrecht , 1980.

64 lithics and Language, p. 34.

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no lo creo”; un juicio de valor expresa una actitud de valor, como un juiciofáctico expresa una creencia65. Ahora bien, como veremos más adelante, siyo digo que “el primer argumento me persuadió” implica que este argumento es relevante.

Esto lo veremos con el análisis de J. N. Garver, On the Rationality of   Persuading66 , que es un estud io que em plea el m étodo de  A ustin .

Con Austin podríamos decir muchas cosas en contra de Stevenson, porejercido, que no existe una distinción tajante entre enunciados descriptivosy enunciados prácticos, y por lo mismo tampoco existe la tajante distinciónentre creencias y actitudes. Esta última distinción es artificial porque paracalificar a los con stativos y a los judica tivos se utilizan los mismos epítetos,ya que un os y o tros pu eden calificarse de adecuados (fair) o inadecuados conlos hecho s (unfair to fac ts)61.

También se puede agregar que Austin nos ha liberado de la obsesiónmonomaníaca por la pareja verdadero-falso: las órdenes son difíciles o fáciles de ejecutar, arbitrarias o justificadas, las descripciones fieles o inexactas, las sentencias justas o injustas, los consejos oportunos o inoportunos,etc. Por lo m ismo , al m ostrarn os que aún los enun ciados constativos sonactos y que los aspectos locucionarios e ilocucionarios están imbricados, ysolo son separables como abstracciones, nos muestra la imanencia de la acciónen el conocim iento.

Pero no nos detendremos en esto en este capítulo. Solo diré que unaparte del método de Austin consiste en desconfiar de las distinciones quehacen los filósofos en una tarde sentados en sus sillas, a la vez, que se olvidan de las riquísimas distinciones que ha hecho el lenguaje ordinario a lolargo de siglos, distinciones éstas que han resistido al test de la supervivenciadel más fuerte. Austin propone comenzar por un análisis del lenguaje ordinario pa ra p od er ver la necesidad po sterior de reform arlo o de dejarlo tal cual.El lenguaje ordinario no es la última palabra, pero sí es la primera. Es esto loque no los ilustra Garver en su análisis ordinario del verbo persuadir.

Persuadir  es lo que se puede llamar un verbo fronterizo. No se Duedeexplicar sin referencia a otros verbos psicológicos. Conocer, creer, entender  y desear  son todas maneras como se puede tener algo en la mente. Persuadirno es otra manera, sino que se refiere a una diferencia entre lo que está enla mente de estas maneras en dos m om entos di ferentes. La referencia de per

65  Ih íd e m , pp. 96-7 y Facisan Valúes, Yale University Press, 1963, pp. 212-14.

66 M ind, LX IX, april 196 0, pp. 163-74.

67 Palabras y acciones, Conferencia XI, p. 187 y Conferencia XII, pp. 200-201.

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suadir es primariamente a un cambio de mente, no a un estado. Persuadires también un verbo de logro más que un verbo de actividad, indica éxito:  Si R. Sierra me persuadió de x, logró algo y tuvo éxito en cambiar mi estadomental. En este sentido hace parte de la familia de los verbos suasivos: disuadir, convencer, seducir, inducir, convertir, decepcionar y algunos verbos decompromiso “decidir”, “resolver”, o “cambiar ” la mente de alguien. Dado

que es un verbo de logro su uso más frecuente es en el  pasado o en el infini-tivo. Los otros tiempos pocas veces se usan y a veces no tienen sentido: elindicativo pre sente ordin ario —es decir no fre cue ntativo , ni histórico — n u n ca se usa con persuadir; en este tiempo solo podemos estar intentando per-

suadir. (El presente se puede utilizar para referirse a un éxito repetido o quizá para alardear: no se preocupe, lo estoy persuadiendo. Solo dame dos otres días más). Análogamente en el futuro solo se utiliza en el sentido de tra-

tar de persuadir.

Persuadir es una relación triádica entre un agente, un paciente y un ob jeto (creencia, com prom iso o acción). El esquem a típ ico es y persuadió a xqué (hacer) S. En este esquema  x es el sujeto (?) de la persuasión, S es elobjeto de la persuasión y y el agente de la persuasión.

Pacientes de persuasión pueden ser todos los seres humanos; a veces incluimos a los animales, pero esta es una manera metafórica de hablar y de

darles un status superior al de los simples brutos.

 L os objetos de la persuasión pueden ser de varias clases: puedo ser persuadido a hacer  algo; puedo ser persuadido de algo —de la verdad de una teoría o de la belleza de la música de Bethoven— y puedo ser persuadido que algo es así  —qu e el m un do es redo nd o. C om o se ve, el ob jeto de pe rsuad irpuede tener o una frase infinitiva, una clausula que o una frase que comienzacon de. La forma de frase que comienza por de es, parafraseable en la forma

de una cláusula que: si yo he sido persuadido de la redondez de la Tierra, puedo decir igualm ente qu e fui persuad ido que la Tierra es redond a. La  frase in fi-

nitiva que solo puede emplearse con verbos que se refieren a acciones, no adisposiciones —po rqu e p ued o persuadirlo que no coma repollo, pero no pu edo persuadirlo que le disgusten, puedo persuadirlo que rehuya a  x pero noque lo odie—, también pueden traducirse en términos de la claúsula que peroagregando un término moral, así:  y persuadió a x que haga S, se puede cambiar. sin alterar el sentido, por  y persuadió a x que x debe hacer S. Por su

puesto. debe observarse que el conjunto de cláusulas que que pueden acompañar a persuadir desborda el de las cláusulas que morales: en algunos casoslos objetos no morales de persuasión son creencias (más que actitudes), porejem plo, “ que la t ierra es red on da ” o “que el todo no es m ayor que la p ar te” .

 L os agentes de persuasión no son las personas en cuanto personas (qué  personas) sino hechos, datos, circunstancias, argumentos, razones, 'etc.

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Cuando  y aparece como una persona de carne y hueso, siempre se puedepreguntar cómo lo hizo (por lo que dijo, hizo, etc.) y este cómo lo hizo haceparte del significado de persuadir.

Tam bién hacer parte del significado de persuadir la existencia - o por lo

m enos la creenc ia en la existen cia— de estánd ares p ara juzga r la relevancia delos hechos o argumentos presentados: “Decir que el segundo argumento mepersuadió es inconsistente con la negación de su relevancia”. En estos términos, decir que tal o cual argumento me persuadió implica pragmáticamenteque yo juzgo (de manera tácita) que este argumento es relevante.

Hecho este análisis cabe la pregunta, ¿persuadir es una actividad racional? Garver sugiere que  p o r lo m enos en ciertos casos lo es, es decir cuando

(a) las razones, hechos, argumentos son el agente de la persuasión y (b) cuando las razones, argumentos, etc., son relevantes, y no es en el caso contrario, es decir cuando (a) es la persona  p er se o la propaganda  p er se las quepersuaden o (b) cuando las “razones” no son relevantes, por ejemplo cuandopara persuadir a alguien que debe comer nabos o espinacas, aduzco que debecom er m uchas pro teínas68.

Una de las dificu ltad es d el verbo persu adir es la de que se usa para referirse ambiguamente a la persuasión racional e irracional, y también, por loanterior, porque t iene una  función dignificante o laudatoria —qu e depen dede su fu nció n racional. E sta func ión dignificante se da cuan do trato de aplicarlo a situaciones en las que no se aplica, con el objeto de predisponer positivamente a los demás frente a mis acciones; este uso es normal cuando su uso esaceptado y no induce al hombre ordinario en malas interpretaciones, que silo fueran serán consideradas como chistes tal como sucede en la expresión“El agente secreto, revólver en mano, me persuadió que lo siguiera”, igualcosa sucede con el uso de la expresión las “armas disuasivas”.

Sin embargo hay dos test  para detectar si la persuasión ha sido irracional. El primero consiste en remplazar la ocurrencia de “persuadió” por“indujo”, “instó” o palabras similares sin que cambie el sentido de la expresión. El segundo consiste en determinar si el verbo persuadir ha sido utilizado con una  función dignificante: ambos test  están íntimamente relacionados porque el primero es también un test para determinar si t iene una función dignificante, y al revés, si persuadir ha sido usado con una función digni

ficante, entonces tiene el sentido de seducir, instar, inducir, etc.

68 Esta tesis de Garver po dría en trar en confl ic to con otr a de Perelm an puesto que esteautor sost iene que la autoridad es un argumento que se usa, con más frecuencia ypertinencia de lo que pensamos y creemos. Pero me parece que no hay divergenciapuesto que para Perelman el argumento ad uerecundiam tiene su explicación en lainterrelación que se da entre el acto y la persona, ya que los actos de la persona secomportan como estar compuestos, entre otras cosas, de argumentos, razones y just i f icaciones, que por re troal imentación revierten sobre la persona como tal . Al respecto, consúltese el Traité de l ’arg um enta tion.

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c a t i v o : testimonia que estamos decididos a sobrepasar los acuerdos particula res , por lo menos en intención, y que reconocemos la importancia dela c u e r d o universal, que es tos valores perm iten realizar.

También se conserva la pretensión de universalidad sin caer en las mise-

rias que autoriza el inm aculado categórico k antiano . En efecto, el imnerativokantiano, en otra de sus formas permite tratar al hombre como medio, porque lo que nos dice es “no tratarlo nunca solo como medio sino tambiéncomo fin”, es decir nos permite explotarlo, siempre y cuando lo consideremos también como perteneciente al reino de los fines. Igualmente el imperativo categórico kantiano en su forma inicial, permite casos como esteexpuesto en form a caricaturesca por Th om as de Q uincey en  E l Asesinato con -

siderado co m o una de las bellas artes:

Antes de com enzar, perm ítanme dirigir una o dos palabras a ciertos hipócritas  que pretenden hablar de nuestra sociedad como si su orientación tuviese algo de  inmoral. ( ¡Inmoral! ¿Júpiter nos asiste caballeros! ¿Qué pretende esta gente? Es-toy y estaré siempre en favor de la moralidad, la virtud y todas esas cosas; afirmo  y afirmaré siempre (cualesquiera sean las consecuencias) que el asesinato es una  manera incorrecta de comportarse, y hasta muy incorrecta; más aún no tengo  empacho en afirmar que toda persona que se dedique al asesinato razona equi-vocadam ente y debe seguir principios muy inexa ctos, de m odo que, lejos de pro-

tegerlo y ayudarlo señalándole el lugar en que se esconde su víctima, lo cual es  el deber de toda persona bien intencionada según afirma un distinguido moralis-ta alemán, yo suscribiría un chelín y seis peniques para que se le detuviera, o sea  dieciocho peniques más de lo que hasta ahora han contribuido a tal objeto mora-listas más eminen tes.

En pie de página De Quincey anota que el moralista alemán es “Kant,quien llevó sus exigencias de veracidad incondicional hasta el extremo extravagante de afirmar que si alguien ve a una persona inocente que huye de un

asesino y este último lo interroga, su deber será contestar la verdad y señalarel escondite de la persona inocente, aunque tenga la certeza de que con elloserá causa de un asesinato. Y para que no se creyera que tal doctrina se lehabía escapado en el calor de la controversia, al reprochársela un célebre autor francés, Kant la reiteró solemnemente y expuso sus razones”71.

La nueva retórica, más mundana, reconoce que hay conflictos de valores y que los valores entre más tengan pretensión de universalidad más fácil

conducen a incompatibilidades relativas que tendrán que ser resueltas mediante jerarquizaciones de valores que obligan a hacer sacrificios dolorosos.

71 Brug uera, 1981. p. 19.

El célebre autor francés es Benjamín Constant quien en 1797 escribió un art ículoen que sostenía que los deberes kan tianos no siempre no s pued en guiar en la acción.Kant le repl icó en su opúsculo “Sobre un pre tendido derecho a ment i r por human i d a d ” .

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Esto lleva a la nueva retórica a pensar en una forma kantiana de utilitarismo, es decir a manchar la pura intención kantiana, mediante una nuevaforma de imperativo categórico, que deja de ser tan categórico y se vuelveun poco más hipotético, como es el propuesto por Harrison en su artículode 1953, “U tilitarismo, universalización y nuestro deber de ser ju s to ”.

Una acción es justa o injusta, buena o mala, en función de las consecuencias que  se seguirían de su g enera lización. El utilitarista ya n o define el bien y el mal con relación a un acto particular sino con relación a reglas referentes a actos de cier-ta especie. Una vez admitida la regla en razón de las consecuencias del conjunto  de los comportamientos que describe, no tenemos que preocuparnos de cada acto en particular: es una inversión de la tesis de Godwin según la cual hay que decidir en función de cada situación particular, pues la regla no puede darnos  indicaciones sino para la medida de los casos. Para los utilitaristas modernos que 

tuvieron cuenta de la objeción de los intuicionistas, hay una síntesis entre la  aceptación de la regla y la escogencia de la regla. Es moral la conducta cuya uni-versalización tendría consecuencias útiles para el mayor número. Se elimina la idea del deber  estricto: se puede mentir para salvar a un inocente, y por otra  parte, el acto injusto y útil —la razón de E stad o autorizada por el utilitarismo  salvaje, se vuelve inmoral72.

Quería decir, para terminar, que de esta manera la moral aterriza, perocaigo en la cu en ta de q ue la m oral —es decir la ética— se vuelve más exigente.

Valga esto para reafirmar que la nueva retórica no es solo retórica, sino también una nueva exigencia racional!

72 U tilitarism e, U niversalisation et no tre devoir d ’etre juste, 1953, citad o en Ch. Perelman.  In tro d u ction H is toriq ue a la P hilosophie Mora le, Editions del’Université deBruxelles, 1980, p. 139.

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El pasaje de lo normal a la norma es un fenómeno completamente corriente y parece evidente. Es la desociación de las dos y su oposición por laafirmación de la primacía de la norma sobre lo normal, lo que necesita deuna argumentación que la justifique: esta argumentación, tenderá a la desvalorización de lo norm al, lo más a m enu do p or el uso de otro s lugares diferen

tes de la ca n tida d ” 74.Curiosamente la definición formal de justicia que introdujo Perelman

en su trabajo de 1945 Sobre la Justicia15, “Todos los seres de la misma categoría esencial deben ser tratados de la misma manera” introduce este pasajeporque el primer enunciado es descriptivo, mientras que el segundo es nor-

mativo como puede apreciarse mejor en esta pseudoformalización: si x pertenece a C entonces x debe ser tratado com o cualquier otro x que pertenezcaa C”. Más curioso aún es el hecho de que Perelman fundamenta esta regla de

 justic ia en un  principio de inercia psíquiso-social, análogo de la inercia físicasegún el cual la psiquis individual y la sociedad tienden a conservar su estadode reposo o de movimiento uniforme mientras fuerzas extrañas no alterenese estado de reposo o de movimiento uniforme. Tal principio inercial quePerelman considera común a todas las sociedades —y quizás es así—, es sindud a alguna un enun ciado descriptivo qu e no t iene nada de norm ativo.

Ladriére tam bién parte de la acep tación de la tesis em pirista de que hay

una indepe nde ncia en tre el dom inio de los hechos y el dom inio de los valores; si se toma al pie de la letra la tesis conduciría a pensar que la ciencia nopuede aportar a la cultura (a la ética o a la estética, por ejemplo) sino elementos de orden cognoscitivo y que la tecnología solo puede introducir enella nuevas formas de saber-hacer, que pertenecen exclusivamente al ámbitode los medios76. Pero, considera Ladriére, la situación es mucho más complicada porque a pesar de la irreductibilidad de las proposiciones nomológi-cas de la ciencia a las proposiciones normativas, “hay que reconocer que las

prácticas científicas y tecnológicas tienen una incidencia en el dominio de lacultura en general y en el de los valores en p articu lar” 77.

Tal influencia se pued e describir com o u na indu cción prá ctica que no esla forma o la consecuencia práctica de una inducción lógica sino un fenóm eno de trasvase “que hace pasar ciertos esquemas de actitudes o de comoorta-mientos desde un dominio en que ejercer solamente a otro donde se proponen temáticamente como normas”78.

74 Traité d e l’argu m entation, pp. 118-9.

75 En  Justices e t raison, pp. 9-41.

76 LA DR IERE, Jean ,  El R e to de la Racio nalidad. La Ciencia y la Tecnología frentea las culturas, Ediciones Sígueme, UNESCO, 1978, p . 105.

77  Ib id em , p. 109.

78  Ib ide m , p. 109.

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Para entender este fenómeno es preciso entender que la ciencia y la tecnología no solo deben considerarse por sus contenidos explícitos o por susoperaciones efectivas, sino también “por los actos que engendran estas proposiciones y operaciones”79. Estos actos, como todo acto humano están influidos por los intereses y los modos de interpretar que le dan su forma espe

cífica: la investigación cien tífica está regida po r la op ción en favor de un tipode conocimiento objetivo (intersubjetivo) que obedece a estrictos criteriosde intersubjetividad, aceptabilidad y utilidad cognoscitiva; tales normas constituyen una normatividad inmanente del acto científico como tal; igualmentela actividad tecnológica apunta a una elección en favor de la máxima eficaciaen la utilización de los medios que proviene de una previa determinación delos objetivos, una evaluación cr ítica de los m étodo s y un a utilización m áximade la información relativa al funcionamiento de los sistemas utilizados. Vale

anotar que estas normas inmanentes en los actos científicos y tecnológicosno se explicitan desde el principio sino que se tematizan con ocasión de lascrisis que obligan al pensamiento científico a reflexionar sobre sus métodos ycriterios específicos80. Existen otras normas particulares (por ejemolo, lasque se refieren al detalle metodológico de tal o cual disciplina), pero sonlas normas más generales las que presionan más sobre diferentes dimensionesde la cultura y terminan por producir nuevos elementos en el sistema de losvalores81 .

Le acción de trasvase no es directa, pues comienza con “la familiariza-ción progresiva con estas orientaciones normativas que se lleva a cabo por eluso de los métodos científicos o tecnológicos y de los instrumentos utilizados en la aplicación de estos métodos. Los esquemas así adquiridos tiendena inspirar otras prácticas, en particular, las que pertenecen al sistema cultural” ' '2.

Al respecto, Perelman anotaba, en algún artículo que no he nodido volver a encontrar en mi bibliografía, pero poco importa, que los políticos hindúes se quejaban de que los científicos que formaban en Europa lenta orápidamente terminaban por mostrar desafecto por sus valores autóctonos.Me parece que es una constatación cotidiana, aunque también lo cotidianonos muestra que a veces la aculturación linda con la inautenticidad y con loridículo.

Según Ladriére, el impacto de la ciencia y la tecnología sobre la ética nose prod uce en los fun da m en tos de la ética (la au ton om ía de la vo lun tad) sino

79  Ib íd em , pp. 109-10.

80  Ib ídem , pp. 110-11.

81  Ib ídem , p. 111.

82  Ib íd em , pp. 111-2.

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en el plano de los criterios conc retos de acción. Este im pacto p ued e ser negativo o positivo. D esde el pu n to de vista negativo el efecto m ay or de la cienciay de la tecnología es el descrédito de las normas que se basan en una valoración profun da —sacralización a ve ce s- de las fuerzas naturales y en un respeto sistemático de los procesos cuyo centro es la naturaleza. Pero el aspecto

más im po rtante de este im pacto es el que se da po r la vía positiva pue sto quela ciencia y la tecnología extien de n el do m inio ético, crean nuevos problem as  éticos, sugieren nuevos valores y pro du cen cam bios en el m od o de plantearse el pro blem a de la determinac ión de las norm as53. Así, por ejemplo, con respecto a la sugerencia de nuevos valores nos dice Ladriére lo siguiente:

Cuando el hombre no tiene más remedio que adaptarse a la ley exterior, la liber-tad tiende a interpretarse como conciencia y aceptación de la necesidad; no es  posible cambiar la ley del mundo, pero es propio del ser dotado de razón hacer  

de ésta su propia ley y asumir así, por su cuenta, lo que de alguna manera tiene  que soportar. Pero el hombre logra el dominio de su medio y de sus propios com-portamientos, cuando la adquisición de conocimientos no es ya el fruto del azar feliz, sino de una actividad concertada, cuando las “artes” no dependen ya de in-venciones fortuitas, sino que se organizan en función de las finalidades que se autoproponen o que les son propuestas, la libertad comienza a interpretarse co-mo poder efectivo de transformación, fuente original de causalidad, y por consi-guiente, comienza a sentirse, en la efectividad misma de su ejercicio como poder irreductible de autonomía.

Es obvio que la idea perelmaniana del naso de un es a un debe es menosortodoxa que la de Ladriére. Pero Ladriére a pesar de conservar la doctrinaortod ox a, m uestra den tro de este m arco los com plejos fenóm enos de trasvasede valores del ám bito cien tífico y técnico al ám bito d e la ética.

J. Searle hará un planteamiento totalmente heterodoxo por respecto alproblema del “es-debe”, puesto que sostendrá que el paso del uno al otro es

una operación corriente (la idea de Perelm an), po r una parte, y, po r otra parte, mostrará que esta derivación no es necesariamente algo que tiene que vercon la mo ral.

¿Cómo proceder? Searle propone considerar esta serie de enunciados:

1. Ju an em itió las palabras: “ po r la presente pro m eto a ti, Pérez, veinteduros” .

2. Juan prometió pagar a Pérez veinte duros.3. Juan se colocó a sí mismo (asumió) bajo la obligación de pagar a Pé

rez veinte duros.4. Juan está bajo la obligación de pagar a Pérez veinte duros.5. Ju an debe pagar a Pérez veinte duros.

83  I b í d e m , pp . 134 -5 .

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En esta secuencia la relación de cada enunciado con su sucesor es unarelación que si bien no es de arrastre tampoco es puramente accidental o contingente; pero la relación puede hacerse de arrastre mediante la adición deenu nciado s que n o son ni evaluativos ni m orales84.

Así, por ejemplo, la relación entre 1 y 2 es la siguiente: en ciertas circunstancias emitir las palabras entre comillas en 1 constituye el acto de haceruna promesa; es parte del significado de 1 que emitirlas, en esas circunstancias es prometer. Las condiciones de que se hable aquí son las condicionesnecesarias y suficientes para que la em isión de las palabras sean la realizaciónafortunada del acto de prometer. En consecuencia el paso de a 1 a 2 se logramediante las premisas adicionales la “bajo ciertas condiciones c, cualquieraqu e em ita las palabras por la presente pro m eto pagarte a ti, Pérez, veinteduros’, promete pagar a Pérez veinte duros” y Ib “las condiciones c se dan”'(esta última es una suposición empírica).

La relación entre 2 y 3 es obvia porque del análisis que hace Searle de lapromesa se sigue que prometer, por definición, es un acto que coloca al promitente bajo una obligación. El paso de 3 a 4 es también trivial ya que si unapersona se ha colocado bajo una obligación, en el momento en que la obligación se asume, entonces esa persona está bajo una obligación. Por último, la

relación entre 4 y 5 es también tautológica ya que si una persona está bajo laobligación de hacer algo, por lo que respecta a esa obligación, esa personadebe hacer lo que está bajo la obligación de hacer85.

Esta derivación, que parece impecable, tiene las siguientes características:

1. Las premisas adicionales requeridas para lograr la derivación son su

posiciones empíricas, tautologías o descripciones del uso de palabras; en ningún caso premisas morales o evaluativas.

2. Los pasos de la derivación se llevan a cabo en la tercera persona: “éldijo prometo” luego “él debe”. Si se hubiera hecho en primera persona podría parecer sospechosa.

3. Este análisis perm ite m os trar que el análisis clásico no pue de darcuenta de los hechos institucionales86 puesto que parte de la dicotomíaentre hechos brutos (o naturales) y valores; pero, agrega Searle, a menudoes un hecho que una persona tiene ciertas obligaciones, compromisos, derechos y responsabilidades, a partir de ciertos hechos institucionales. Toda la

84  A c to s de habla , segunda parte, Cap. VIII, p. 180.

85  Ib id em , pp. 181-84.

86  Ib idem , primera parte, Cap. II, 2.7, pp. 58-61.

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derivación descansa en un llamado a la regla constitutiva de que hacer unapromesa es asumir una obligación y esta regla es una regla del significado dela palabra “descriptiva” “promesa”.

De este punto, concluye Searle, se puede colegir que la vieja tesis po

dría reformularse de otra manera que es más plausible: “Ningún conjuntode enunciados sobre hechos brutos puede arrastrar un enunciado sobre hechos institucionales sin añadir al menos una regla constitutiva”. Tal tesis,agrega, “no sé con seguridad si es verdadera, pero me siento inclinado a pensar que lo es” .

4. El enunciado de que “se deben guardar las promesas hechas” es solouno entre muchos de una clase de tautologías similares que tienen que ver

con las form as institucionales de obligación.

Algo similar a la promesa puede verse en los siguientes enunciados:

• “ No se debe ro b ar” pu ede considerarse com o la afirmación de quereconocer algo como propiedad de alguien incluye necesariamente reconocerque esa persona tiene derecho a disponer de ello (esta es la regla constitutivade la institució n d e la prop iedad privada).

• “No se debe m en tir” pued e considerarse como la afirmación de quehacer una aseveración incluye necesariamente asumir la obligación de hablarverazmente.

• “ Se deben pagar las deu das ” pued e interpre tarse com o la afirmaciónde que reconocer algo como una deuda es necesariamente reconocer la obli gación d e pagarla.

5. La derivación del debe a partir del hecho de la promesa es una derivación categórica, en el sentido kantiano, no hipotética, porque 5 debe interpretarse no como “Juan debe pagar si desea tal y cual” , sino com o “p or lo querespecta a la promesa a su obligación de pagar a Pérez veinte duros, Juan debe pagar a Pérez duros”. Tal análisis podría hacerse con los demás enunciados vistos en 4.

Sin embargo, en la medida en que la obligación derivada de los hechosinstitucionales depende de la existencia y aceptación de la institución, ellosno pueden constituir deberes estrictos, en el sentido kantiano de la palabra.Resu lta un po co irónico qu e los ejemp los que p ropon e Searle correspon dan alos dos grandes deberes estrictos kantianos con relación a los demás (no mentir y pagar sus deudas) con su extensión legítima (cumplir sus promesas —omejor, tener la intención de cumplirlas en el momento de su realización— y,no robar).

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6. Sin em bargo , la tesis más fu ert e qu e pla nte a Searle es la He quederivaciones “es-debe” no tienen ninguna conexión necesaria con la moralidad. Lo qu e es inmoral no es no hacer algo que p rom etim os hac er sino no hacer algo que debemos (porque es muy importante , muy valioso)42. Al médico lo condenamos Dorque peca gravemente contra los deberes de su profe

sión, y no porque viole el juramento de Hipócrates93.

El planteamiento de Searle es seductor y en su mayor parte aceptable.Acepto su idea de que no todos los actos ilocucionarios pueden definirseen términos de efectos perlocucionarios, aunque me pregunto qué sucederíaen términos morales, si fuera así, como lo sugiere Apostel. Sería posible derivar debes, a partir de hechos no institucionales. Pero me molesta que la ideade la diferencia entre obligaciones lingüísticas y deberes morales se reduzca a

la importancia de los últimos. La importancia (es decir, el valor) tamb ién sepuede predicar de obligaciones lingüísticas, lo que indica que no son incompatibles. Searle reconoce que el nexo entre unos y otros no son necesarios,pero tampoco excluye que sean simplemente contingentes, porque:

(a).  N o to das las obligaciones contractuales lingüísticas son eliminables com o lo recon oce Searle; tal tesis nos parece ya un logro si partim os de nuestros análisis de las presunciones de sinceridad y de cooperación que analizamos en la segunda parte de nuestro trabajo. Tales presunciones deberán sercondiciones de posibilidad de la vida social y de la ética como lo vimos anteriormente.

(b). Existe una moral de reglas (si se quiere estática) según la cual unacto moral requiere que sea: (a) conforme con una regla, es decir presuponela existencia de la regla y (b) un acto que produzca un detrimento real oeventual, co nse ntido po r el agente, es decir, un sacrificio94.

(1).>1 cum ple la prom esa hecha a B , aunque fue onerosa.(2). El bu en sam aritano cuida del herido con su dinero.(3). Un juez condena el culpable, a pesar de las amenazas de sus cómpli

ces.(4).  A reconoce u na verdad q ue choca a su am or propio.

A ntes de seguir con este análisis, debe entend erse bien lo qu e quiero decir; no pretendo sostener que todo acto moral es un acto lingüístico; solopretendo sugerir que algunos actos lingüísticos pueden involucrar aspectosmorales como puede verse en los ejemplos (1) y (4) anteriores (aunque debo

92  Ib íd em , p. 191.

93 BOU VERE SSE, J . , op. cit., p. 394.

94 DU PRE EL, E., “ Trai te de m orale” . Citado po r Ch. Perelman, en  Introduction a laPhilosophie morales, Editions del’Université de Bruxelles, 1980, p. 184.

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manidad). La moral no solo es observancia ciega de las reglas sino también jerarquización de las mismas a partir de las incompatibilidades que puedenpresentar y de los ideales morales del individuo, y, en últimas, infracción delas reglas y creación de nuevas reglas: es la actitud de Antígona, ¡pero también de to do s los reforma dores, p rofetas, m ártires y revolucionarios!

Pero no hay necesidad de llegar a mayores para justificar el recurso alrobo o al robo leve de no pagar sus deudas; más de un moralista cristiano hadefendido el robo in extrema necessitate y los sistemas de propiedad privadahan decretado moratorias y amnistías a las deudas. Quise agregar esta últimaacotación porque muchos filósofos de los nuestros, consideran que la éticacristiana comienza y termina con Kant, es decir, con la moral pietista protestante; creo poder afirmar, para concluir este extenso trabajo, que la igno

rancia no es un argum ento; no quiero defender al crist ianism o pero tampocoquiero excusar a Kant de su  parroquialism o p ietista; y no lo quiero excusarporque él pretendió unlversalizarlo , y , lo qu e es más grave, pre ten dió univer-salizar la teología protestante. Después de todo es posible preguntar, ¿a título de qué los seguidores de la teología protestante en Latinoamérica descalifican la teología de la liberación, que también es teología protestante? Sobreeste asunto habrá que hablar mucho, pero lo dejaremos para nuestro próximo trabajo. . .

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BIBLIOGRAFIA CITADA Y CONSULTADA

Obras de J. L. Austin

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INDICE ANALITICODE AUTORES

ALSTON, W. 149  ANSCOMBRE, J. P., 174,175  APOSTEL, L., 150, 162, 165, 183, 194,  

195, 196, 197, 198, 199, 200, 207,  2 1 1 , 2 9 2

ARISTOTELES, 39. 175, 183, 185, 187, 

190, 192, 200, 207, 257, 262, 271  AYER, A. , 261, 272, 273,274

BENVENISTE, E., 45, 84, 86 , 89, 94, 118, 144 

BERG, W., 208, 209  BIERWISCH, M., 92, 120, 217  BLACK, M., 62, 6 6 , 99, 100, 186, 187, 

188, 189, 191, 200, 207, 210  BLANCHE, R., 61 

BOCHENSKY, J. M., 71 BOUVERESSE, J., 291, 292, 293  BOYLE, J. M., 225, 227, 228, 229

CARRIO, G., 49, 51 CARROL, L., 39COHEN, L. J., 107, 108. 121, 127, 128," 129 , 130 , 131COLE, P., 248COLLINS, C. D., 266

COLLETI, L., 257CONSTANT, B., 283COULTHARD, M., 56, 95COLLINGWOOD, R. G., 59, 72, 73

CHISHOLM, R., 93, 99, 100  CHURCHILL, W., 186

DAVIS, S., 307,DELEUZE, G., 114, 233

DESCARTES, R., 67, 6 8 , 91 DINSMORE, J., 208  DONEY, W., 67DUCROT, O., 79, 8 6 , 115, 118, 121, 

129, 148, 149, 215, 216, 231, 232  DUPREEL, E., 282, 292

ECCLES, J., 72 ELDERS, F., 72  EPIMENIDES, 260, 269 EVANS, D.D., 141  EZEQUIEL, 192

FANN, K. T., 31, 38, 40, 42, 43, 98, 99,  108, 127, 181 

FELDMAN, 67 FEYERABEND, P. K., 276  FLAHAULT, F., 249  FORGUSON, L. W., 98, 100, 105, 121,

122 , 16 1 ,1 81 , 263 , 264  FREGE, G., 107, 108, 109, 110, 112, 

214FREUD, S., 54

GARCIA MARQUEZ, G., 293  

GARCIA SUAREZ, 49  GARVER, J. N., 278, 280  GARZON VALDES, E., 51 GISCARD D’ESTAING, V., 182  GOCHET, P., 32, 41, 46, 6 8 , 69, 71, 86 , 

91, 92, 95, 108, 110, 121, 128, 129, 131, 152, 155, 157, 247, 291

GOMBRICH, E., 55 G O R D O N , 1 4 8 , 1 6 8 , 1 8 2

303

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tICE, H. P., 116, 117, 147, 148, 149,  150, 153, 154, 156, 157, 161, 162, 168, 169, 170, 174, 177, 199, 211, 

248, 249

RANT, C. K., 65, 246  

UATTARI, F., 114  UILLERMIT, L., 148

AMPSHIRE, S., 37, 38  ARRIS, J. H., 46, 47  

iARRISON, J., 284  [ERMOGENES, 257  IINTIKKA, J., 64, 67, 92  IIPOCRATES, 292  nPOLITO, 91  

IJELMSLEV, L., 102, 258  iOMERO, 176

JACOBSEN, K. H., 99,101, 103, 104  JONHSON, 210JAKOBSON, R., 135, 136, 142, 143,  

1 4 4 , 1 4 5

KANT, I . , 71 ,148, 257, 283, 293  

KAPLAN, 68KATZ, J. J., 113  KIEFER, F., 77, 92, 120, 217  KLIBANSKY, R., 36  KOTARBINSKY, T., 159, 161  KRUSCHEV, N., 146  KUHN, T. S., 73, 276, 277

LADRIERE, J. , 50, 90, 108, 110, 111,  112, 113, 141, 285, 286, 287, 288  

LAKOFF, 148 , 168 ,182 , 210  LANE, G., 46, 51 LEECH, G., 143,144  LEIBNIZ, G. W., 60, 70  LENIN, 257LESCOURRET, M. A., 45  LLEWELYN, J. E., 245  LINSKI, L., 108  LICHTENBERG, 35 

LYONS, J., 41, 54

MALINOWSKI, B., 142  MAQUIAVELO, N., 293  MARGALIT, A., 25 0, 2 51  MARRAS, A., 74  MENDENHALL, V., 153  

MEYER, M., 108MOORE, G. E., 59, 62, 63, 65, 6 6 , 225, 

2 4 6 , 2 7 1 , 2 7 2 , 2 7 4

MORGAN, J., 248  MUGUERZA. J., 31 MUNDLE, C. W. K., 38, 42

NAGEL, 161 N E F , F . , 1 82 

NEW, C. G., 40, 42, 43

OCCAM, de G., 112 OGDEN, I. A., 142OLBRECHTS TYTECA, L., 44, 55, 69  

159, 227, 243, 268

PASCAL, B„ 194 PARKINSON, G. H. R., 74 

PARRET, H., 77, 248  PERELMAN, CH., 19, 45 , 69,184,187, 188, 190, 191, 193 , 194 , 195,197, 207, 210, 231 , 235, 236, 237,240 , 242, 268, 269, 271, 280 , 282,284, 285, 287, 292  

PIRE, F., 211  PITCHER, G., 263  PLATON, 97 ,11 2 , 257 PALAU, L. A., 114

POPPER, K. R„ 5 5, 72 , 1 44, 25 6, 258,  259, 268, 269  

PORZIG, 41PROTAGORAS, 101, 176 PROUDHON, 291

QUINCEY, de TH. 283  QUINE, W. V. O., 31, 33,42

RABOSSI, E., 49, 51 RADNITZKY, G., 70, 160, 247 RAMSEY, F., 261RENECATI, F., 6 6 , 118, 121, 123, 125, 

127, 129, 173, 230, 231, 266  RESCHER, N., 255, 258, 259  RICHARDS, I. A., 142, 186, 188, 190,  

195RICOEUR, P. 45,46, 185  ROSS, A., 228  

ROSSI, A., 75RUSSELL, B., 35, 36, 63, 69, 74, 75, 76,  9 7 , 1 0 8 ,2 6 0  RYLE, G., 31

SAMARANCH F., de P., 184 SANTO TOMAS, de QUINO, 257  SAUSSURE, de F., 41 , 86 ,11 8  SCHLIPP, P. A., 55SEARLE, J., 56, 57, 66 , 69, 80, 81, 8 6 ,

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90, 92, 116, 117, 118, 120, 121, 122,123, 124, 125, 126, 129, 135, 138,139, 140, 141, 142, 145, 161, 167,168, 169, 170, 171, 172, 173, 174,175, 176, 177, 179, 18 3, 186, 194,199, 200, 201, 202, 203 , 205 , 207,208, 210, 213, 214, 217, 221, 243,

264, 285, 288, 290, 291, 292  SIERRA, R., 118,279  SOCRATES, 257STEVENSON, C. L., 271, 273, 274, 277,

281SPERBER, Don, 148, 153, 154, 155,

156, 157, 177 STRAWSON, P. F., 59, 74, 75, 76, 116,  

117, 244, 263, 265, 266  SUPPES, 161

TARSKY, A., 161, 256, 258, 259  TONISSEN, I. J., 158, 159  TRIER, 41

ULLMANMARCALIT, E., 237, 239,

250, 251 URMSON, J. O., 38, 40, 42, 267  URREA, J., 103

VANDIJK, T., 180, 215, 216 VAN OVERBEKE, M., 78, 79, 80  VANDERVEKEN, D., 215, 216, 218, 

219, 220, 221, 225  VENDLER, Z., 8 6 , 87, 89, 90, 92, 263  VOLTAIRE, 159  VON SAVINGNY, E., 51, 93, 94

WARNOCK, G. J., 36, 37, 38, 263, 266,  267

WHATELY, 187 WHITE, A., 261, 264, 265 WILSON, D., 148, 153, 154, 155, 156, 

157, 177WITTGENSTEIN, L., 33, 34, 47, 69, 74, 

110, 120, 136, 137, 141, 186, 235, 276, 277

ZARANKA, J., 257

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INDICE ANALITICODE MATERIAS

Acción: 114,115, 162.— lingüística: 98,100— jurídica: 114  

Actos:— autodestructivos: 223, 225— fát icos: 105,122,124— Fonéticos: 105

— ilocucionarios: passim— jurídicos: 114— lingüísticos: passim— lingüísticos indirectos: 1 6 7 ,1 8 2— literal: 17 4 ,1 7 8 ,1 7 9 , 207— locucionarios: 105, 115, 118, 121, 

1 2 6 , 1 2 7 , 1 2 9 , 1 3 0Macrolingüísticos: 180,181— morales: 292

— performativos: 46, 47, 50, 53, 56, 57 , 64 , 80 , 8 5 ,10 3— perlocucionarios: 115,119,120— réticos: 1 0 6 ,1 2 2 ,1 2 4 ,1 7 4— simbólicos: 129  

Afirmaciones: 48, 65, 107, 108, 228,229, 258, 259, 261, 262, 264, 285— éticas: 274, 275  

Análisis:— de los campos lingüísticos: 40, 41

— del lenguaje: 45— del lenguaje ordinario: 36— de la promesa: 6 6 , 90— del uso fático: 142,146  

Analiticidad: 68Analog ía : 120 ,196 ,199  Argumentación: 146, 213, 231, 233, 269,

2 8 5 , 2 8 6  Argumentos: 282

Arrastre: 58, 59, 60, 61, 62, 63, 80, 81,157 , 243, 289 

Asociación libre: 40  Austiniana:

clasificación—: 1 3 8 ,1 4 0  concepción—: 37 método—: 42  semántica—: 4 1 ,4 2  taxonomía—: 13 5 ,20 7  

Autofagias: 67, 227

Catacresis: 179,187Ciencia: 34, 35, 39, 240, 269, 286, 287, 

288Comunicación: 44, 45, 67, 70, 71, 77, 

1 3 5 , 1 3 9 , 1 4 2 , 1 5 8 , 1 6 0 , 2 47 , 26 0 

Conceptos:— emotivos: 272, 273— éticos: 272, 274, 275  

Condición: 57— esencial: 80, 81,120, 139, 163— preparatoria: 81 , 140 , 1 63 , 2 17 , 

2 1 9 , 2 2 1— proposicional: 80 , 81, 1 40 , 217 , 

218— sinceridad: 6 6 , 81, 140, 145, 163,  

217, 218, 220, 221, 246, 292Conectivos: 213, 215  Conjunción: 215 Connotación: 112,113  Consideraciones: 106, 239, 241 Constativos: 50, 58, 59, 64, 83, 92, 97  

2 6 3 , 2 7 8  Contenido proposicional: pássim. Conversación: 147,169, 247, 248

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7/31/2019 Filosofìa Analìtica y lenguaje cotidiano en gris

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Credibilidad: 69, 71, 120, 246

Deducción: 60, 245Denegación: 214Denotación: 110 113Derecho: 53, 160, 235, 237, 238, 240Diccionario: (uso del): 40 , 4 3 ,1 1 3Discurso: 232, 243, 246

— de la decisión (hadriére): 90— epidíctico: 146  

Distinción: 37, 39— fregeana: 107  

Duda (cartesiana): 240

Enunciado: pássimEtica: 71, 271, 272, 284, 287, 288Etimologías: 44 45

Falsación: 229Fema: 106 107, 124, 173Fenomenología:

— lingüística: 4 5 , 4 6 ,4 7  Ficciones: 236, 237Filosofía: 33, 35, 36, 38, 119, 185, 235,

282— analítica: 46, 271— del lenguaje: 231, 236, 243, 250— moral: 272  

F o r o : 1 8 8 , 1 9 1 , 1 9 3  Fuerza: 105,125

— ilocucionaria: pássim  Función:

— conativa: 135,142— emotiva: 135,142— fát ica: 135,142,146— del lenguaje: 135

— lingüística: 136— metalingüística: 135,142— proposicional: 111— referencial: 142

Implicación: 58, 59, 60, 61, 62, 63, 65— pragmática: 15 7, 2 43 , 245 , 24 6,

247Implicatura: 1 5 2 ,1 5 7 ,1 7 7 ,1 8 1  Inducción: 65, 286  

Infortunios: 51, 56, 98, 99  Intención: (kantiana): 282 283  Introspección: 42

Justif icación: 281,282

Lenguaje: 36,243, 281ciencia del—: 32 , 34 , 36 , 38

— científico: 38— de la decisión: 90— fático: 144,145— formal: 258— hablado y escrito: 43  

instrumentos del—: 136 jueg os del—: 137, 235— ordinario: 35, 36, 37, 38, 258, 262  

271, 278, 279, 281— primitivo: 96  produ ctividad del—: 11 3

Ley:— de la exhaustividad: 149— de identidad de fuerzas ilocucio-

narias: 222— de identidad proposicional: 222— de informatividad: 148  

Lingüística: 31, 37, 42, 45, 46, 97, 231,

233— de Austin: 45  exigencias de la—: 43  fenomenología—: 45,46, 47  innovación de la—: 38, 39

Lógica: 76, 77, 128, 232, 239, 240, 262, 270— de la conversación: 147,154,194— ilocucionaria: 213, 216, 217, 222

— del lenguaje ordinario: 213— matemática: 36

Máximas: 156,158, 160— de cantidad: 148, 156, 161, 164, 

248— de la conversación: 196— de la cualidad: 149, 156, 161,164,

248— de l modo: 150 ,161 ,165 , 248

— de la relación: 149, 161,164, 248  Mentira: 6 6 , 67, 69, 71, 72, 159, 160,

246, 247, 293  Metafísica: 33, 259  Metáfora: 35,142, 179, 183, 211  Metafórica:

acción—: 1 9 6 ,1 9 9  objeto—: 1 9 6 ,1 9 9  

Metonimia: 209, 210  Modismo: 57 , 9 5 ,1 7 6  Modo: 128, 129  Moralidad: 282, 283  Morfemas: 113, 231

Naturalismo: 271, 272  Negación: 213, 214  Neologismo: 37

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Nominal: 87, 88Norma: 285, 286, 287

— de un lenguaje: 40, 41  relación—, 62  reglas : 163