Filosofía árabe y judía

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Durante la Edad Media, el pensamiento filosófico árabe y judío tuvo tal influencia en el pensamiento cristiano que produjo un cambio en su orientación. La aparición de la filosofía árabe y judía fue fruto de su contacto con el pensamiento del mundo griego. La filosofía influyó en el campo científico, teológico, jurídico, etcétera, puesto que en todos estos ámbitos se utilizaron métodos propiamente filosóficos. Su orientación tuvo carácter racionalista y religioso, ya que su objetivo fue conciliar la filosofía con la teología. Estos pensadores consideraron que la labor de la filosofía era ayudar a comprender y demostrar a Dios haciendo accesible la Revelación que aparece en los libros sagrados

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los sarracenos, si bien produjo grandes desastres a las

letras, no siendo uno de los menores el incendio de la biblioteca de Alejandría, contribuyó también algún tanto al desarrollo intelectual en Europa. La pujanza del imperio político despertó entre los árabes la ambición de la ciencia: no se contentaron con mandar, quisieron lucir. Al cultivo de la poesía y de las bellas artes unieron el estudio de la filosofía, dedicándose muy particularmente a la de Aristóteles, cuyas obras poseían traducidas, aunque no siempre con fidelidad. La reputación de Alkendi, Alfarabi, Avicenna, Algazel, Abubekre, Averroes y otros indica la estimación y altura que tuvo entre los árabes la filosofía. Aunque los cristianos estaban casi siempre en guerra con los musulmanes, no faltaban momentos de tregua en que se establecían relaciones entre ambos pueblos; y además, viviendo en unos mismos países, era inevitable el que las ideas de los unos se comunicasen a los otros, siquiera se hubiese de realizar entre el polvo de los combates.

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La tradición árabe combina algunos pensamientos del neoplatonismo y el aristotelianismo con otras ideas que fueron insertadas mediante el Islam. Ciertos filósofos de peso como los persas al-Kindi, al-Farabi y Avicena, así como el ibérico Averroes, precisaron algunas interpretaciones de Aristóteles que fueron después absorbidas por los intelectuales judíos y cristianos.

Los musulmanes, como también en menor medida los cristianos y los judíos, contribuyeron con el folclor arábigo y se distanciaron entre sí de acuerdo a sus dogmas filosóficos más que por sus doctrinas religiosas. Cuando el pueblo árabe dominó España, la literatura filosófica arábiga fue traducida a los idiomas hebreo y latín; contribuyendo al desarrollo de la filosofía europea contemporánea.

Más o menos por las mismas fechas en Egipto, la tradición árabe fue cultivada por Ibn Jaldún y Maimónides.

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Hay que distinguir dos corrientes en el pensamiento Islámico temprano. La primera es Kalam, que sobre todo trata sobre cuestiones teológicas del Islam, y la otra es Falsafa, que se centró en interpretaciones del aristotelismo y el neoplatonismo. Hubo intentos posteriores de parte de filósofos-teólogos por armonizar ambas tendencias, en particular los de Avicena y Averroes, y otros no tan relevantes como los de Ibn al-Haytham (Alhacen), Abū Rayhān al-Bīrūnī, Ibn Tufayl (Abubacer) y Ibn al-Nafis.

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Al-Kindi.Fue llamado el filósofo de los árabes y se le considera el primer filósofo célebre de la filosofía musulmana. Su vida transcurrió durante el siglo IX, vivió en Basora y luego en Bagdad, coincidiendo con el apogeo cultural; allí colaboró en las traducciones encargadas por los califas. Murió en el año 873.

Fue un enciclopedista y sus conocimientos abarcaron prácticamente todos los dominios del saber griego: aritmética, geometría, astronomía, música, óptica, medicina, lógica, psicología, etcétera. Incluso realizó un comentario a los ocho primeros capítulos del Almagesto de Ptolomeo, el Libro sobre el arte mayor, exponiendo los logros científicos griegos y reconociendo que la filosofía griega suponía una búsqueda de la verdad. También escribió una exposición de todos los tratados aristotélicos titulado Sobre los libros de Aristóteles.

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Con él se incorporaron por primera vez elementos ajenos al pensamiento de la época. Consideraba la filosofía como un saber concordante con la verdad revelada y fue el primero en centrar su planteamiento en las relaciones entre la religión y la filosofía

Al-Kindi, al igual que Aristóteles, sostenía que el último grado de la filosofía es la teología, el conocimiento de la causa primera: «En el conocimiento de la verdadera naturaleza de las cosas está incluido el conocimiento de la divinidad, el conocimiento de la unicidad de Dios y el conocimiento de la virtud y, además, un conocimiento completo de todo lo que es útil» (Sobre la filosofía primera). Por lo tanto, la filosofía es simultáneamente un conocimiento teórico y práctico.

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AlfarabíEs el segundo gran nombre de la filosofía árabe, nació en el segundo tercio del siglo IX. Estudió y enseñó en Bagdad y, posteriormente, marchó a Damasco, donde murió en el año 950. Tradujo y comentó al neoplatónico Porfirio y el Organon de Aristóteles, escribió tratados sobre La inteligencia y lo inteligible, sobre El alma, etcétera. Una de sus obras más significativas es Concordia entre el divino Platón y el sabio Aristóteles, pues pensaba que el pensamiento aristotélico estaba de acuerdo con el de Platón.

Alfarabí creó la distinción entre esencia y existencia que marcó una etapa en la historia de la metafísica. Para realizar esta distinción se basó en una observación lógica de Aristóteles: la noción de lo que una cosa es (su esencia) no incluye el hecho de que esa cosa exista (su existencia). Si esto fuera así, bastaría conocer lo que es el hombre para saber que el hombre existe, y esto no es así.

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No tenemos ninguna prueba de la existencia de las cosas hasta que no obtenemos una percepción por los sentidos.

Por lo tanto, la existencia es un accidente de la esencia.

Una característica fundamental de la filosofía de Alfarabí es su carácter político. Con una clara influencia platónica buscaba cimentar un estado sobre bases filosóficas. La filosofía es el camino para poder alcanzar una sociedad perfecta; identificó la figura del filósofo gobernante platónico con el profeta guía musulmán. La ciudad perfecta sería una organización única que se ramificaría a toda la humanidad y donde se alcanzaría la realización plena y racional del hombre.

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MaimónidesNació en el año 1135 en Córdoba, pero tuvo que abandonar España debido a la intolerancia de los almohades refugiándose en Fez y trasladándose posteriormente a El Cairo, donde murió en 1204. Su inspiración, como en filósofos anteriores, se encuentra en la filosofía aristotélica y neoplatónica con predominio de la primera. Ejerció mucha influencia en filósofos cristianos del siglo siguiente, especialmente en Tomás de Aquino.

Según Maimónides, aunque la Ley y la filosofía tienen naturalezas distintas deben conciliarse; es más, el objetivo de la filosofía es la demostración y confirmación de la Ley. Se puede demostrar que Dios existe y que es uno e incorpóreo. De manera parecida a Alfarabí expone que las cosas existentes son contingentes y, por lo tanto, reclaman la existencia de un Ser necesario.

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La existencia de Dios está demostrada independientemente de si el mundo es eterno o ha sido creado ex nihilo en el tiempo. De todas formas, niega que el mundo sea eterno; es contingente y resultado de la libre voluntad divina.

De Dios sabemos que existe, pero no sabemos lo que es, solo podemos hablar de Él acumulando atributos negativos, esto es, negando toda imperfección; así sabremos, al menos, lo que no es. Esta doctrina evidencia la preocupación judaica de impedir cualquier ataque a la unidad de Dios.

Respecto al ser humano, Maimónides afirma que cada hombre tiene una capacidad intelectual que varía según sus méritos y se reúne con el intelecto agente después de la muerte. La inmortalidad no pertenece al hombre individual, ya que si la materia (en cuanto forma sensible corpórea) es lo que nos individualiza, al morir y corromperse tan solo queda el puro intelecto. El hombre no es inmortal en cuanto individuo, sino solo como parte del intelecto activo. Esta doctrina será totalmente rechazada por Tomás de Aquino en el siglo XIII.