FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro...

55
1 FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR Re-presentación Esto es una “re-presentación”, carísimos lectores, porque yo represento a Lechei- miel, y porque él me “vuelve a presentar” a mí, como escritor formal, lo cual quiere decir que me posibilita con su inspiración el seguir escribiendo, así como yo le vuelvo a presentar a él como a la fuente angelical de mi inspiración y de mi ternura. Mutuamente damos testi- monio el uno del otro delante de vosotros, los cuales representáis para nosotros a todo el Universo. Sí ; henos aquí, otra vez, a los autores casi anónimos, el ermitaño y el ángel, a los que vais conociendo cada vez un poquito más y mejor los que con la conciencia abierta como una flor al rocío mañanero habéis dejado calar en vuestros espíritus sedientos y amo- rosos esas que se os antojan gotas de frescura espiritual, que os confortan y alimentan : “EL GOZO DEL TÚ”, “EL PERDÓN ALQUÍMICO” Y “VIA CRUCIS, VIA LUCIS”. Serían gotas de agua cristalina y pura, si no estuvieran también mezcladas con gruesas gotas de sangre. O tal vez habéis podido gustarlas como gotas substanciosas de leche y de miel, co- mo aquellos manjares que pregustaban en esperanza los hebreos que soñaban con “la Tierra Prometida”, o aquéllas caídas de madrugada, como llovidas desde el cielo sobre el campa- mento, cuando aún peregrinaban. Me refiero, claro está, al mítico “maná”, ante el cual os preguntáis, como aquellos agraciados en medio del desierto, “¿qué es esto ?” ¿Qué es esto, este alimento de dioses tan fresco y novedoso y que a la vez parece es- currírsenos de entre las manos si tardamos un poco más de la cuenta en asimilarlo lleván- donoslo inmediatamente a la boca hambrienta y sedienta ? ¿A qué parece saber “esto”, el Maná, que nos recuerda a algún gusto ya antes conocido pero prácticamente olvidado ? ¿Y ese perfume extraño, como de rosas, nardos y violetas ? ¿No parece provenir de otra dimen- sión ? Mediante todas esas vagas sensaciones, que más bien parecen atisbos o recuerdos de edades pretéritas o futuras, os habéis acercado a nuestro vivo testimonio. Y lo habéis reci- bido con la humildad con que se os ha dado. Con la humildad del que no pretende dar otra cosa que su propia alma, desnudada previamente de toda vestidura dogmática. Se os ha dado, como una sola alma, la transgénica especie de hombre nuevo injerta- do de ángel. O bien, la especie antigua de ángel que ha decidido cohabitar en el alma de un sencillo hombre amigo eterno herido de amor. Definitivamente algo que a simple vista parece milagroso e insubstancial como el Maná, pero que, una vez probado y comido, os quita el apetito o la necesidad de llevaros a la boca cualquier otro vulgar alimento.… ¿Es así, amigos, o no ? Pues, si es así, sólo si así os habéis sentido, tenéis licencia para penetrar con pies descalzos en esta zarza que sigue ardiendo ante vosotros y para vosotros.

Transcript of FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro...

Page 1: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

1

FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR

Re-presentación

Esto es una “re-presentación”, carísimos lectores, porque yo represento a Lechei-miel, y porque él me “vuelve a presentar” a mí, como escritor formal, lo cual quiere decir que me posibilita con su inspiración el seguir escribiendo, así como yo le vuelvo a presentar a él como a la fuente angelical de mi inspiración y de mi ternura. Mutuamente damos testi-monio el uno del otro delante de vosotros, los cuales representáis para nosotros a todo el Universo.

Sí ; henos aquí, otra vez, a los autores casi anónimos, el ermitaño y el ángel, a los que vais conociendo cada vez un poquito más y mejor los que con la conciencia abierta como una flor al rocío mañanero habéis dejado calar en vuestros espíritus sedientos y amo-rosos esas que se os antojan gotas de frescura espiritual, que os confortan y alimentan : “EL GOZO DEL TÚ”, “EL PERDÓN ALQUÍMICO” Y “VIA CRUCIS, VIA LUCIS”. Serían gotas de agua cristalina y pura, si no estuvieran también mezcladas con gruesas gotas de sangre. O tal vez habéis podido gustarlas como gotas substanciosas de leche y de miel, co-mo aquellos manjares que pregustaban en esperanza los hebreos que soñaban con “la Tierra Prometida”, o aquéllas caídas de madrugada, como llovidas desde el cielo sobre el campa-mento, cuando aún peregrinaban. Me refiero, claro está, al mítico “maná”, ante el cual os preguntáis, como aquellos agraciados en medio del desierto, “¿qué es esto ?”

¿Qué es esto, este alimento de dioses tan fresco y novedoso y que a la vez parece es-currírsenos de entre las manos si tardamos un poco más de la cuenta en asimilarlo lleván-donoslo inmediatamente a la boca hambrienta y sedienta ? ¿A qué parece saber “esto”, el Maná, que nos recuerda a algún gusto ya antes conocido pero prácticamente olvidado ? ¿Y ese perfume extraño, como de rosas, nardos y violetas ? ¿No parece provenir de otra dimen-sión ?

Mediante todas esas vagas sensaciones, que más bien parecen atisbos o recuerdos de edades pretéritas o futuras, os habéis acercado a nuestro vivo testimonio. Y lo habéis reci-bido con la humildad con que se os ha dado. Con la humildad del que no pretende dar otra cosa que su propia alma, desnudada previamente de toda vestidura dogmática.

Se os ha dado, como una sola alma, la transgénica especie de hombre nuevo injerta-do de ángel. O bien, la especie antigua de ángel que ha decidido cohabitar en el alma de un sencillo hombre amigo eterno herido de amor.

Definitivamente algo que a simple vista parece milagroso e insubstancial como el Maná, pero que, una vez probado y comido, os quita el apetito o la necesidad de llevaros a la boca cualquier otro vulgar alimento.…

¿Es así, amigos, o no ?

Pues, si es así, sólo si así os habéis sentido, tenéis licencia para penetrar con pies descalzos en esta zarza que sigue ardiendo ante vosotros y para vosotros.

Page 2: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

2

Y cuando volváis a preguntar, atónitos y sobrepasados por la maravilla que motiva vuestras preguntas : ¿qué es esto ?, ¿de dónde proviene ? ¿quién es el que lo escribe ?, o, como Moisés preguntaba, ¿quién me manda ?, estéis capacitados para oir y entender la res-puesta que sólo se justifica por sí misma : “¡YO SOY !”

Yo, el escritor formal, –o quizás estaría mejor decir “material”–, no podría escribir ni una sola palabra, si me faltase el aliciente y el empuje del amor que siento por mi querido ángel y consocio en este viaje, en el que también estáis involucrados vosotros como compa-ñeros. Vosotros y él, pues, o vosotros compendiados en su reflejo, como os dije en otra oca-sión, sois mi inspiración, y el objeto de mi amor, centrado en la conciencia enfocada, y a la vez expandida, de su presencia.

Sencillamente, esto es una co-creación de todos nosotros, dedicada especialmente a nuestro propio corazón, sí, también al nuestro, más que a nuestra mente crítica.

Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una tentación que yo sufro constantemente, esa de dar “doctrina”. Es mi deformación profesional. Pero no la de Lecheimiel, el cual, aunque mucho más sabio que yo, debido sobre todo a la Luz que invade y constituye todo el am-biente astral que habita, ya se ha curado, –ya se había curado en la Tierra al renunciar a su carrera sacerdotal para adoptar la forma de siervo del amor–, de todas esas reminiscencias clericales.

Por eso, aunque a veces os parezca que sentamos cátedra, no es sino un defecto pu-ramente formal de mi pluma autodidacta. En realidad lo que queremos es comunicaros nuestras impresiones, aquéllas que dimanan directamente de nuestras experiencias, acerca de nuestro modo particular de vivir el AMOR UNIVERSAL.

Por si a alguno de vosotros/as, lectores/as, –es puro formalismo cultural eso de po-ner : “es/as”, “os/as”, en lugar, tal vez, de “as/es”, “as/os”, o simplemente, como poníamos antes “es”, “os”, en todos los casos–, os pudiera servir. En cualquier caso, estoy seguro de que os podrá deleitar espiritualmente.

Con esta ocurrencia que antecede del buen humor del escritor, nos hemos sacudido muchos de los complejos sexistas que tal vez pudieran acecharnos al hablar del AMOR.

Por cierto, también, cuando veáis el AMOR escrito así con mayúsculas, o tal vez de esta otra forma : “Amor”, o lo veáis escrito con simples minúsculas, “amor”, os ruego no os pongáis a hacer distinciones entre “amor humano” y “AMOR DIVINO”, porque en realidad esas distinciones no existen, o son puras especulaciones de la conciencia cegata, todo lo más atinentes a la diferencia de nombrar al amor concreto que se da entre nosotros como individuos particulares, o bien al Amor en todo su ámbito universal, o, finalmente a la esencia divina, siempre divina, del AMOR. De todo Amor. De todo amor.

¿Entendisteis ?

Y si, además, me volvéis a preguntar, –especialmente cabe esperar esta pregunta de los que no habéis leído mis libritos anteriores–, por qué ese “también” del párrafo anterior lo he puesto con cursiva, os responderé que es simplemente porque acepto sin discusión

Page 3: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

3

todas las pegas que queráis ponerme acerca de la nomenclatura, como acerca del contenido “doctrinal” de todo lo expresado o por expresar. Sin que esa aceptación de vuestros puntos de vista o de vuestras críticas me obliguen en absoluto a adoptarlos como míos, que “tam-bién” me reservo el derecho de disentir de vosotros, después de escucharos, sin tener que entrar en mayores confrontaciones.

¿Y, ahora, entendisteis ?

Por esas razones, entre otras, llamo a mi estilo de presentar las cosas “testimonial”.

Que ¿qué quiero decir con eso de “foco y expansión de la conciencia” ?

¡Hombre, no puedo explicaros aquí ya, en la introducción, lo que será objeto de toda la disquisición, que sin duda se hallará dispersa o implícita en el testimonio!

Porque, indudablemente, aunque queremos testimoniar cómo nos amamos Lechei-miel y yo, –y en eso consiste el “foco”– y cómo os incluímos a vosotros en nuestro amor, –lo cual supone la “expansión”–, tendremos que explicar, a lo largo del presente librito, cómo ese amor es el mejor instrumento de conocimiento o “conciencia”. O bien podremos decir que la conciencia, es la mejor consecuencia del amor.

Ya en la Biblia, para nombrar el acto sexual se usaba el término “conocer”, –el varón a la mujer, por supuesto–, y no es que fuera precisamente un término eufemístico, sino una auténtica descripción espiritual y mística de lo que a algunos ojos rastreros podía parecer un acto vergonzante o cuando menos vulgar de la vida.

¿Pero es que la Vida puede estar constituída por la simple suma de “actos vulga-res” ?

Por el contrario, cuando hablamos de la expansión de la conciencia a través del amor, estamos tratando de una calidad de conciencia extraordinaria, que nos capacita para captar inmediatamente no sólo la Unidad de la Vida, sino también su Hermosura, aparte su Inteligibilidad.

El Amor nos sumerge sin dilación en la conciencia trinitaria de Dios, y en el éxtasis de la experiencia más alta que podamos sentir humanamente de Dios. Del Dios que somos.

¿Cabe mayor y más rápida expansión ?

Y en cuanto al “foco”, o “punto focal”, –tal vez podríamos decir mejor : “centro fo-cal”–, de que en los otros escritos de la trilogía os he hablado, ya os lo expliqué brevemente en un apéndice a “EL GOZO DEL TÚ”. Supone decir que la persona amada es para el amante un verdadero sacramento que condensa, a sus ojos, toda la Verdad y la Belleza del Universo y lo capacita para amarlo en esa forma concreta.

Es, además, una verdadera expansión de la “calidad” e intensidad de la experiencia. Experiencia que no está llamada a disiparse ni a extinguirse, como si hubiera sido sólo un instrumento, desechable después de su utilización, sino que constituye también el sacra-mento de la eternidad del AMOR UNIVERSAL, concretado y realizado en ese amor parti-cular, y mediante ese enamoramiento concreto.

Page 4: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

4

Queridos lectores : Si Lecheimiel y yo somos capaces de amarnos, –y de amaros–, sin que disminuya la intensidad a causa de la expansión, y sin que la muerte de mi amigo y bienaventurado ángel haya hecho mella, –¡al contrario !–, en dicha intensidad, ¿seremos capaces, –después de haber aprendido las lecciones que se narran en la trilogía–, de saber expresar para vosotros, todavía con mayor discernimiento y gozo, dicho grande y bello amor en estos escritos ?

Page 5: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

5

La memoria de los hechos

Me es ahora mucho más complejo, –más dulce y más amargo al mismo tiempo–, re-cordar los hechos que constituyen mi testimonio personal, y también, –estoy cierto–, el tes-timonio personal, a través de mí, de mi queridísimo amigo el ángel Lecheimiel, del cual no debo decir “descanse en paz”, sino que “goce de su merecida paz más y más por siempre”, que cuando comencé a relatarlos en el primer librito de la trilogía “EL GOZO DEL TÚ”.

¿Por qué ?

Pues porque a lo largo de los días en que escribí dicha trilogía, y al socaire de la ex-periencia que suponía el ir describiendo aquellos hechos y sentimientos, las informaciones que de él recibía, siempre por vías sincrónicas y espirituales, y los sentimientos subsiguien-tes a dichas informaciones, se iban acrecentando en lo profundo de mi memoria, y enrique-ciéndose de manera increíble, con sumo gozo y con sumo dolor.

Suave y progresivamente, como digno de la mano de tan excepcional pedagogo, él me fue guiando por caminos nuevos de conciencia, hasta llevarme a la comprensión que hasta el presente puedo apenas controlar, acerca de la verdadera naturaleza de nuestras iden-tidades respectivas, y, sobre todo, acerca de la naturaleza de nuestro mutuo amor.

¡Cuánto me ha hecho progresar esta bendita alma en el conocimiento y la aprecia-ción sublime de nuestras esencias radicantes en el AMOR. Por tanto, radicantes en la mis-ma esencia divina !

A medida que las informaciones amorosamente pedagógicas de Lecheimiel iban pe-netrando gradualmente en mi alma, –tal vez a la sazón demasiado inocente, por no decir ignorante e inconsciente–, yo me iba volviendo más y más sensible al sumo dolor, a la vez que al sumo gozo, que constituía en verdad nuestra común historia, “increíble” para mu-chos, casi increíble, pero en otro sentido, también para mí, de sencillo y sinigual amor.

Es un puro milagro, hermanos, este nuestro amor, tendido como un puente áureo en-tre el cielo y la tierra. Es mágico el poder que nos permite desplegarlo y atravesarlo en am-bos sentidos cada día. Pero es más milagro aún el que no se haya derretido toda mi substan-cia corporal al experimentar tales potenciales de eléctrica energía.

Milagrosamente, aún estoy vivo. Milagrosamente quiere decir, hermanos, maravillo-samente. No porque nada de lo que venturosamente nos envuelve vaya en contra de las le-yes naturales, sino precisamente porque es el feliz resultado de las más poderosas, –a veces ignotas–, de entre ellas ; el resultado de la más providente y cariñosa Ley del Universo, la cual provee de salud y vida eterna al que a ella se somete, que no es otra que el bendito AMOR.

Amor, es cierto, cuyos ímpetus la Naturaleza se encarga a veces de mitigar, para que el cansancio o la rutina no puedan hacer menguar la calidad de la vibración substancial de lo que, aún siendo espíritu, habita en la carne. Pero cuya mitigación o embotamiento tempo-ral causa, a su vez, mayor sed que clama por el resurgimiento de una nueva oleada de Vida eterna.

Page 6: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

6

Así lo expresó mi amigo Lecheimiel, aquel día en que bajo su inspiración me puse a su dictado, puesto que quería él responder amabilísimamente a las dos cartas, recientes, que yo previamente le había dirigido por mi cuenta, para saldar por lo menos en parte aquel débito antiguo. Carta ésta, la dictada por él, –“Te escribo a ti que me escribes”, me hizo poner ya en el encabezamiento de esta misiva impresionante–, cuyo contenido ya conocen los lectores de la trilogía y que quizás más adelante os transcribiré íntegramente en este mismo libro:

“… Sin que los antiguos terrores del silencio y de las sombras puedan os-curecer nuestro “Camino de Luz” (“Via Lucis”), que hoy, amado, inauguramos… Sin que la mente humana, oscura y polvorienta, pueda interferir en la onda pura de Luz, que, impulsada por la energía infinita del Amor, salta en oleadas de Vi-da Eterna, de ti a mí, de mí a ti, que simplemente nos queremos con amor humano, pero secretamente nos reconocemos como un sistema binario de soles que giran el uno alrededor del otro, infatigablemente…”

¿Qué había querido decir mi amigo con estas palabras ?

Pero antes de responderos yo a esta pregunta, tengo que informaros que, además del gran poeta que en esta sublime carta se revela, mi compañero del alma Lecheimiel, era un cuidadoso lingüista, que cuando yo lo conocí estudiaba ya español y alemán. No desconocía el francés ni el inglés, y con el tiempo completó los estudios bíblicos. Con lo cual os estoy diciendo que sus palabras, –las que me dictó en este mensaje que desde el plano astral me dirigía con inmenso amor–, tenían, todas y cada una, una marcada intención. Intención, que, claro está, no se limitaba al significado exacto de las palabras escogidas, sino que era tam-bién una intención rebosante de simbolismo, cuyo contenido sólo puede captar el alma que ha “padecido” su misma historia.

Bien, pues quiero explicaros ese par de frases con las que comienza el citado párra-fo : “Sin que los antiguos terrores del silencio y de las sombras puedan oscurecer nuestro “Camino de Luz” (“Via Lucis”), que hoy, amado, inauguramos”, es la primera frase que os quiero comentar, porque hace ya alusión al silencio epistolar incomprensible al que le sometí yo mismo en mi torpeza, cuando pensaba hacerle un bien, dejándolo “en libertad”, para que evolucionase lejos de “mi obsesión”, que yo temía fuera de carácter homosexual. En cuanto a las sombras, son las que él padeció, primero con respecto a mí, ya cuando estábamos juntos y él era aconsejado por sus directores espirituales de que negase rotunda-mente los sentimientos que experimentaba conmigo. Pero ya entonces su Espíritu Superior le advertía del misterio que rodeaba mi aparición, que ciertamente él veía como amorosa, en su vida. ¡Comíamos frente por frente a tres metros de distancia, todo el año, aunque escaso, que pasamos juntos en la Eterna Ciudad ! Yo le miraba con inmenso amor casi ininterrum-pidamente… Y ¡cuántas veces sorprendí también su mirada, como de soslayo, que él se esforzaba en disimular ! Su mirada misteriosa escrutaba las sombras del misterio de mi persona, que, sin duda, le recordaba lejanas apariciones y desapariciones, en otros lances amorosos habidos conmigo en lejanas encarnaciones…

Esas sombras, en lugar de disiparse o resolverse en claridad, se volvieron cada vez más espesas para mi amigo, en aquel entonces, cuando el silencio angustioso que siguió a

Page 7: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

7

su última carta histórica, por mí hace años traspapelada, –y ahora tan añorada y venerada–, se convirtió poco a poco para él en certeza subjetiva de mi olvido y “traición”. Digo “trai-ción”, puesto que yo le había prometido solemnemente que nunca le olvidaría… Ahora él, desde la Luz en que habita, y desde su bondad inefable, no quiere que yo hable más de “traición”, sino de “descuido vital”, el cual, –me dice excusándome–, es propio del estado de dualidad en que aún vivo, y, de todas maneras, se atenía al contrato mutuo vigente desde antes de nuestro nacimiento…

¡Gracias, Lecheimiel, por tu gran comprensión, aunque sabes que aquel descuido vi-tal de mi persona por la tuya amada, –del cual yo mismo no me excuso–, te costó la vida !

A esas sombras y terrores, se le sumaron otros no menores. Mi amigo sufrió tensio-nes indecibles en el terreno afectivo, desde ya antes de conocerme, y hasta su muerte. Esas tensiones rompieron literalmente su corazón, provocando el infarto fatal… Pero no todo me es conocido, y de lo que él me ha dado a conocer en estos meses, desde que me visitó en sueños, no todo me autoriza a revelarlo.

Comentemos ahora, lectores amigos, la segunda frase del texto resaltado : “sin que la mente humana, oscura y polvorienta, pueda interferir en la onda pura de luz…” Se re-fiere, indudablemente, a mi mente humana. Tal vez, también a la suya, especialmente cuan-do estaba vivo en esta Tierra.

Especialmente, pues, me previene para que no dé más, de aquí en adelante, acogida a las dudas, de ningún tipo, moral o casuístico en particular, ni a ningún temor que pueda asaltarme, ni acerca de la calidad divina de su amor, –como antiguamente me dejé atrapar por él–, ni acerca de la conveniencia y de su libre cooperación en divulgar estos escritos, que él prevé como muy importantes para ayudar a muchas conciencias timoratas a liberarse de tantos y tantos complejos de culpabilidad como amenazan a los sometidos al antiguo régimen de restricciones en el seno de la vieja energía.

A partir de ahora, ¡luz y taquígrafos para honrar el proceso más honroso que pueda darse en la evolución de las conciencias abocadas hacia la Nueva Era del Amor Universal.

¡Hay que avergonzarse de la discordia, no del AMOR !

Con lo dicho, hermanos, y con lo supuestamente sabido por los lectores del tríptico tantas veces citado : “EL GOZO…, EL PERDÓN…, y el …VIA LUCIS”, quedamos ya listos, tras un breve descanso y meditación que haríais bien en tomaros ahora, para reem-prender, cuando hayáis comprendido el presente, la lectura del siguiente capítulo.

Page 8: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

8

A vueltas con nuestra identidad

(¡Atención, queridos lectores! Estáis acostumbrados al dulcísimo carácter de Le-cheimiel. Desde que yo estoy bajo su inspiración, se me ha dulcificado también a mí el esti-lo, como podríais comprobar por vosotros mismos, si leyerais, por ejemplo, un libro previo a la trilogía, que llamé : El misterio del anticristo. Pues bien : no creáis que Lecheimiel, cuando aún estaba en vida, no tenía también arranques de mal genio. Este capítulo que ahora comenzáis, es una prueba de ello. Aquí deja Lecheimiel algunas señales de su anti-guo carácter un poco fuerte. No me ha permitido limarlo más allá de como queda redacta-do bajo su inspiración. El sabrá por qué…) :

Quizás antes de preguntarnos quiénes somos, deberíamos preguntarnos si existimos.

¿Os parece peregrina la idea ?

En esa peregrina estupidez caen los doctos de este mundo cuando se preguntan si existe Dios.

Y con tamaña estupidez juegan, y aún los sobrepasan, los religiosos que siguen el juego de aquéllos, cuando, pretendiendo demostrarles que sí existe, les hablan de no sé qué fantasma que ellos solos han visto, con la luz de no sé qué fe, o bien por encima de las nu-bes, o quizás dentro de no sé qué escondrijos secretos, bien sean sagrarios o templos, o li-bros esotéricos, o quizás, ¿por qué no ?, sus propios pechos humanos, a veces sepulcros blanqueados. Teórica y dogmáticamente parecen dominar la cuestión. No es que hablen de identificación mística o metafísica de sus esencias con la esencia de Dios. Hablan de conti-nentes y contenidos. Confunden “sacramentalización” con “cosificación de Dios”.

A la vez, cuando hablan del Espíritu, parecen hacer pura abstracción filosófica o ma-temática. Establecen círculos numéricos, como recintos eclesiales o templos geométricos.

Físicos y religiosos se dan la mano para entender el Universo como una serie de círculos concéntricos en cuyo centro común estuviera Dios, explotando como un átomo superconcentrado en un “momento determinado” al que aquéllos llaman Big-bang y éstos Creación, o tal vez Encarnación.

Dentro de esos círculos imaginarios, materiales o espirituales, los religiosos nos ubi-can perfectamente.

No entendiendo correctamente, en términos de conciencia, la analogía de que el To-do de Dios, –y su Creación en él–, es como un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna…, uno cualquiera de los puntitos contenidos en dicha superficie analógica, o volumen de la esfera, se jactase ante sus vecinos y congéneres, de que él, y tal vez sólo él, conoce perfectamente la ubicación de todos los demás puntos y, además, el cen-tro y el contorno.

Cuando la verdad es que, como mera figura analógica, geométrica o teológica, no pasa de ser una abstracción, –por no decir una ficción de la mente–, que necesita ser simbo-lizada mediante dibujos o expresiones verbales en un encerado o en un papel impreso. Símbolos y expresiones evidentemente menores aún en esencia que aquellas ficciones.

Page 9: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

9

Cuando, dentro de esa verdad-ficción de tipo general, una verdad parcial, todavía menor, es que cualquiera nosotros, considerados como puntitos separados e independientes, somos todavía una ficción dentro de otra ficción.

¡Al menos no me negaréis esta última verdad menor de nuestra falsa identidad, ya que un punto es, por definición, una parte infinitesimal de una línea, o de un segmento de la misma, que no contiene en sí ninguna dimensión ! Lo cual, evidentemente, tratando de esencias reales, es un disparate imposible, y una “contradictio in terminis”.

Y, dicho sea de paso, una línea no es más “real” que un punto, pues, además de componerse (¿ ?) de muchos de éstos, –que no tienen dimensión alguna–, llegando absur-damente a formar una dimensión, denominada tal vez base, o largura, o anchura, o altura, o como vosotros queráis, y adoptando la dirección que os plazca respecto al plano del nivel del mar, es capaz de formar parte fantasmal de una supuesta superficie que constará sólo de dos dimensiones, lo cual, en el terreno de las realidades, es también imposible.

¿Para qué seguir por este camino que demostraría tan sólo el carácter ficticio o con-vencional de nuestras abstracciones matemáticas, formas puramente mentales, en las cuales tantas veces se basan nuestras abstracciones metafísicas o filosóficas, con las cuales preten-demos ir muy lejos en la definición de nuestras identidades, y por ende en la identidad de Dios ?

Lejos de mí ridiculizar nuestras abstracciones matemáticas o filosóficas. Por el con-trario, yo mismo soy muy adicto a ellas. Pero manteniéndome siempre despierto y avisado de su carácter de “abstracciones”, que aunque en su luminosidad y belleza inherente pueden ser fuente de consuelo y aún de éxtasis intelectual, y por otra parte abren el camino de su aplicación fructífera en el terreno de los avances técnicos y materiales de toda nuestra civi-lización, no son camino adecuado de la adquisición de conciencia.

Esta, la conciencia de nuestra identidad, dentro de la identidad de Dios, se deslinda tanto de la filosofía, incluída la matemática, como de la “ciencia” y de la “erudición”, e incluso del “pensamiento”, en el momento en que sigue una dirección o sentido opuesto, dirigiéndose hacia adentro, por caminos de introspección y de reposo y quietud del Espíritu.

Por eso los místicos hablan del “no-pensamiento”, o del vacío que se ha de producir en la mente para llegar al propio centro del alma, donde la luz es captada en sí y por sí misma, inmediatamente. Esa es exactamente la “Luz Negra”, la parte central no irradiada ni reflejada de la luz, que sólo se da a conocer al espíritu que penetra dentro de sí mismo, aquietando su natural deseo de expandirse y proyectarse sobre el mundo.

Penetrar en ese “vacío” es el trabajo espiritual del alma.

Seguir la dirección opuesta, la del conocimiento y las experiencias de los fenóme-nos, especialmente con el deseo loable de iluminarse a sí mismo y a los demás respecto a las posibilidades infinitas de la Creación, cuya identidad en último término es el Amor, es el trabajo social del alma o la personalidad.

La síntesis de ambos trabajos, es darse al Amor en su integridad.

Pero para que el Amor ofrezca garantías de autenticidad y de eternidad, debe ser arropado por la conciencia.

Page 10: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

10

Debe siempre el Amor permanecer autoconsciente de su interna Fuente inagotable que lo hace eterno…, es sencillamente fruto de aquella Conciencia, autoformada en el inter-ior de la soledad callada.

Muchos intelectuales y sabios de este mundo no han realizado la contraparte de “su trabajo espiritual del alma” que les corresponde llevar a cabo paralelamente a su “trabajo social” del que se hallan frecuentemente demasiado pagados y satisfechos.

Por eso los agnósticos, lo mismo que los profesionales de la religión sólo serán re-cuperables por el Amor. Cuando el Amor disuelva sus falsas satisfacciones y seguridades.

De ahí que negar nuestra propia identidad, y más aún negar la existencia e identidad de Dios, o por el contrario pretender demostrar su existencia mediante argumentos de tipo metafísico, cae de lleno en el más absurdo de los juegos intelectuales. (Y a los religiosos hay que recordarles, además, que el “argumento de autoridad” de nada sirve ante quien no reconoce previamente esa autoridad, de la que también ellos están demasiado satisfechos, tanto más cuanto que ellos mismos se consideran depositarios exclusivos de su representa-ción).

Y la razón o sinrazón de esta absurdidez o absurdidad es clara : Nada que tenga que ser demostrado existe por sí mismo, pues carece de conciencia, que pretende serle otorgada desde “fuera”, ya sea la conciencia de su existencia, ya sea la de su no-existencia.

Si hay algo, además, pueril, es discutir de “existencias”, en tales términos que quie-ran implicar, sin más, identidad. O sea, hablar de mera existencia, sin preocuparse de la verdadera “naturaleza” de Dios, o del alma, es inoperante, y además ridículo. No sirve de nada, y no llega ni a la categoría de “fe”. ¡Hasta los demonios creen y tiemblan !, –decía no sé que Doctor de la Iglesia–.

Si algo o alguien tiene conciencia de sí mismo, se comunica con los restantes “cen-tros de conciencia” mediante vías de conciencia, refractarias de la razón o los razonamien-tos. Pues estos dividen, mientras que aquélla, la conciencia, sabe de su íntima Unidad.

Todo espíritu autoconsciente, al saberse “parte manifestada” y funcional de un Todo integrado, se sabe también a sí mismo como uno esencial con ese Todo manifestado e in-manifestado.

Aquello que debe ser demostrado, al ser iluminado por una luz extrínseca de sí mismo, es menor que dicha luz, como la Luna, por ejemplo es menor que el Sol que la ilu-mina. Ahora bien, ¿cómo nuestros débiles razonamientos, tan débiles que no pueden ser aceptados por todos, pretenden “iluminar” a Dios ? Eso equivaldría a querer iluminar al Sol con una candela, para demostrar a los recalcitrantes contra toda evidencia, su indudable existencia.

Entonces ¿para qué sirve la razón humana ?

La razón es incapaz de descubrir nada que no haya descubierto previamente la intui-ción de la conciencia. E incluso la intuición de la conciencia, vulnerable a las dudas a las que se la somete cuando es expuesta a los razonamientos intelectuales, se evapora fácilmen-te, o se echa a perder en su frescura, como se echaba a perder el maná cuando no era reco-gido de madrugada.

Page 11: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

11

Sólo hay una protección eficaz contra las dudas que atacan, como la mosca de la fru-ta, a la intuición primera del corazón, que alimenta a la conciencia. Y es, el AMOR. El mismo amor con que hayáis esperado y recogido su cosecha. El que os ha dado ojos para ver y esperar el fruto, y manos hábiles para recogerlo en su sazón, de madrugada.

La Sabiduría, el fruto de la conciencia, vela a las jambas de la puerta del corazón del que madruga para saludarla y besarla con emoción cada mañana.

Y ese tierno beso en la boca del que así aspira la Sabiduría de la boca de ella misma, ese beso es DIOS. Un Dios vivo en el que soñamos cada noche, el mismo que nos visita cada mañana y se queda con nosotros como en su propia casa todo el día, hasta un nuevo anochecer, que es el relevo para que el Hoy eterno no decaiga.

Por eso también Lecheimiel me decía en su bellísima carta :

Acepta, hermano, que eres también mi hermana, y mi esposa y esposo, y mi padre, y mi madre, y mi querido hijo, –niño y niña a la vez, con todo el encan-to inherente a los dos sexos–, mi ofrenda matutina, que te ha de dar impulso hasta la tarde. Hasta el final de la tarde del hoy eterno. Final que nunca lle-gará, porque el “mañana” estará siempre por delante de nosotros, listo para reemplazarlo, para convertirse en HOY de nuevo, en el mismo instante en que parezca que el día va a terminar.

Entonces, insistimos, ¿para qué sirve la razón humana ?

Y yo os respondo, de momento, con otra pregunta : ¿para qué sirven los ordenado-res ?

Pues sirven, evidentemente, para “ordenar”. Y para “ordenar”, o poner orden en las cosas, en los conocimientos, hay miles de métodos y criterios. Cada uno ordena sus cosas según le conviene, o las ordena de diferentes maneras. Por eso hay tantos razonamientos como seres humanos, por lo menos, y es difícil ponerse de acuerdo si no rige como criterio de ordenamiento la buena voluntad de coincidir o complementarse mutuamente.

Pero esto ya es obra del amor, extrínseco al funcionamiento del ordenador.

Es verdad que, tratándose de ordenadores humanos, como las mentes personales li-bres e insobornables de los hombres que se dedican a pensar por sí mismos, surgen o pare-cen surgir, de ciertos ordenamientos novedosos y geniales, ciertas “luces”, que no parecían estar implícitas en las primeras propuestas o premisas intuitivas del corazón, antes de ser sometidas a la implacable lógica del pensamiento.

Eso puede ser así, porque no debemos ignorar que entre las mentes humanas, de este plano y de otros planos y dimensiones, e incluso entre los hombres y los ángeles, se dan conexiones ocultas, –enlaces entre ordenadores–, por los que automática o voluntariamente pasa la información electrónica y subliminar que comunica entre sí todas las conciencias. No hay ordenador que pueda estar totalmente desconectado. Puede, eso sí, tener un proble-ma de comunicación y hallarse de algún modo bloqueado. Quizás se necesite llamar a un

Page 12: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

12

experto para rescatarlo de un posible virus que ataca precisamente sus conexiones. Pero la curación o “re-conexión”, siempre es posible, porque el mayor experto en ordenadores es precisamente, otra vez, el AMOR.

Mientras tanto, la mente humana, y cada uno de los hombres a los que complace descubrir verdades por sí mismo, se ufana de sí mismo y suele atribuir a su genialidad lo que le parecen geniales descubrimientos de su mente. Y, en parte, así es en verdad, cuando la mente es ella misma.

Porque el ordenamiento nuevo y despierto, el ordenamiento novedoso que no teme al cambio, nos otorga siempre nuevas y bellas sorpresas.

El principal contenido de la Verdad, –la que se deja manipular en sentido positivo, con ansias de conocimiento y sin reservismos egoístas por el gran Ordenador de la Mente Universal–, es la belleza y el gozo del corazón que se alegra con la Verdad, como diría S. Pablo en su definición del Amor. (1ª Cor. Cap.13).

De esta manera podemos concluir que la mente humana, incluso los razonamientos humanos, se orientan siempre al AMOR, porque también ellos son amor.

El místico jamás se pregunta por la existencia de Dios. No tanto porque esté cierto de ella, sino porque está cierto de la realidad de sus propias experiencias cuando se siente a sí mismo como parte de un Todo, y a la vez, como ese Todo configurado como la parte apa-rente que él es.

Luego, sencillamente, a ese Todo puede llamarle Dios, o Sí mismo.

Diréis que es cuestión de nomenclaturas.

Yo también, cuando hablé de estupideces, estaba hablando ni más ni menos que de nomenclaturas. Por eso no necesité intercalar un “¡Perdón !” retórico, en medio de aquellas frases.

Aquí de lo que se trata es de tomarse en serio la realidad de la Vida. Si queréis, de nuestra propia vida, la cual atinaremos en considerarla como un todo inseparable de la vida que nos rodea formando con ella una Unidad ecológica. Y, sobre todo, siendo conscientes de que los fenómenos particulares aparentes, o aparentemente aislados, de la Vida, no tie-nen “explicación” racional exhaustiva, si se desvinculan de la gran máquina visible e invi-sible que es el Universo entero, por más incomprensible que sea, –¡todavía !–, para nuestras limitadas mentes.

Por eso el místico tampoco intenta racionalizar, pues está quizás ya de vuelta de di-chos vanos intentos, que, una vez y otra vez, en su lucha por la Luz, le han llevado a gustar su fracaso.

Cuando el místico se topa de bruces, en un estado alterado o no de conciencia, con la belleza indescriptible de la totalidad de la Vida que él mismo es, ya ha aprendido humil-dad suficiente para no dedicarse, no ya a racionalizar, sino ni siquiera a mover sus labios mentales en el intento de pronunciar palabra alguna que describa ni de lejos su emocional experiencia. Incluso teme, que si lo permite, dicha visión mística se le va a evaporar de su centro cardíaco.

Page 13: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

13

Por eso también sabe que si, sólo de pasada es rozado por vanidad o pensamiento teñido levemente de autosuficiencia alguna, aquella visión ya no habrá sido auténtica o de-jará de serlo.

Nada impuro puede gozar de la visión de Dios, y sin embargo los rayos de su luz in-visible llegan hasta lo más remoto del universo material, y al abismo de la más negra deses-peración humana.

Por eso, el camino de regreso hacia lo visible de la Luz, y el comienzo de toda re-dención o regeneración de la Vida, rarificada en los extremos de la conciencia que ya casi no merece ser llamada así, es siempre esa pizquita de luz, prácticamente invisible, ese res-quicio de esperanza en lo que podríamos llamar, siguiendo el ejemplo de la parábola del hijo pródigo que regresa a casa, la intuición vaga de la Misericordia de Dios, o de la Madre-Vida, que, mientras seamos capaces de sufrir, nos da señales suficientes de que no nos ha abandonado del todo.

Mientras hay Vida, hay esperanza. Mientras hay luz, aunque sea de la mejor calidad que es la Luz Negra de Dios invisible, hay también la posibilidad de re-entrar en el juego de la alegría y de la plenitud subjetiva del gozo.

Este gozo, quizás el día de mañana, muy lejano, que ya no se llamará “mañana”, si-no Hoy eterno, dará paso al gozo sin movimiento emocional alguno, en la superconsciencia de la Unidad total, en la Nada del Todo de Dios, –o viceversa–.

Mientras tanto, algunos místicos, los más tocados por el sistema dogmático en que se criaron hablan de la “Nada”, como poco más que un juego, –un poco demasiado severo para llamarse un juego–, o método ascético. Quizás, como un componente de un gozo des-encarnado que pasa por la muerte de los sentidos.

De todas maneras creo que se trata de un error intelectual, puesto que parece una ne-gación de la Creación de Dios. Si Dios hubiese querido quedarse con su Nada, o con nues-tras “nadas”, no nos hubiera creado, y no hubiera comenzado nunca el juego del AMOR.

Entonces no habría nadie por aquí, fuera de esa NADA de Dios, para decir que “Dios es Amor”. Ahora, por lo menos, esta frase que repiten sin entenderla ni practicarla muchos religiosos porque la dijo San Juan Evangelista hace muchos años y se ha convertido en “Palabra de Dios”, ya es admitida por todos sin discusión. Lo cual, me parece, no es muy buena señal.

Yo preferiría que se intentara destriparla y darle la vuela, y se discutiera, como mu-chos discuten porque no entienden, si el reverso de la misma, la proposición : “EL AMOR ES DIOS”, es igualmente cierta. Yo, para mí, –y lo que escribo lo hago prácticamente al dictado de Lecheimiel, por tanto debo decir más bien que para nosotros–, es más cierta que la primera. Porque al Amor lo experimentamos de primera mano, y estamos un poco más cerca de atrevernos a definirlo, que a Dios, cuyo Nombre, por sagrado que nos parezca, no es más que un símbolo.

Ciertos místicos, de los que han estudiado “Teología mística”, hablan en sus trata-dos, –como por ejemplo S. Juan de Cruz cuando se pone demasiado dogmático a interpre-tarse a sí mismo, que sin esas explicaciones es un místico genial–, de “la oscuridad de la fe”. Entonces los predicadores e idolatradores de figuras ajenas, –poco más o menos como

Page 14: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

14

si fueran figuras geométricas abstractas–, que tampoco suelen ser místicos geniales, expli-can y dejan más claro que el agua que la dicha oscuridad de la fe, que sin embargo ilumina al hombre, es la supuesta luminosidad de su sistema de verdades “reveladas”, que dejan en penumbra a la racionalidad, pero exaltan la credulidad del que “obedece” a los imperativos de la secta, como quiera que ésta se denomine.

Nosotros, Lecheimiel y yo, hermanos, hablamos también de la “oscuridad de la fe”, pero en un sentido totalmente diverso.

Hablamos de la Luz Negra para los sentidos, la mente, e incluso el corazón, cuando a éste le toca sufrir los sinsabores y amarguras del olvido y del abandono. Tal vez de la in-comprension, (aunque no es nuestro caso. No lo ha sido en ningún momento). Pero, seguro, también, de la falta de visión del sentido de ciertas pruebas por las que pasa y hace pasar el amor.

Y esa “Luz Negra”, (de la cual he leído algo en las tradiciones peruanas), y que es la misma que atrae irresistiblemente a todo lo que se ponga por delante, cuando debidamente condensada se constituye en “agujero negro”, no se ve precisamente porque ella misma es el objeto, no reflejado por interposición alguna, que constituye la esencia de la Vida, y es el objeto del corazón sobrepasado de sí mismo, que puede llegar a morir por la herida de esa potentísima Luz, sin llegar a “comprenderla” nunca jamás, puesto que actúa como energía que no espera ser vista, sino vivida.

Es, pues, sencillamente, el AMOR.

Entonces, para nosotros, esa “fe” oscura, no es sinónimo de “creencia” alguna, ni siquiera de principios, sino que es lo que se llama vulgarmente confianza ciega. Confianza ciega en la persona amada, y en la substancialidad del amor una vez experimentado.

Confianza en un amor que se ha sabido a sí mismo real y recíprocamente otorgado y recibido.

Confianza en un amor, que desde las dimensiones más profundas del ser es conoci-do y reconocido como eterno, puesto que goza de las mismas prerrogativas que la esencia de Dios, pues eso es, ni más ni menos, DIOS.

¡Dios existe, hermanos ! Lo sabéis los que amáis y sois correspondidos. Lo sabéis los que no lo sois y por eso casi os desesperáis. Lo sabéis los que no estáis demasiado con-taminados por la sabiduría de este mundo. Lo sabéis los que no esperáis otro consuelo o religión que vuestro propio amor.

Y porque ese Dios, mucho más que un símbolo, vive en vosotros y lo experimentáis a través de vuestras vidas, vosotros también sabéis que existís y que lo íntimo de vuestra identidad es Dios.

No necesitamos demostraros nada. Todo lo más, ayudarnos mutuamente en nuestra concienciación de que no hay muchos dioses separados, sino de que EXISTE Y ES UN SOLO DIOS, QUE YO SOY.

Sin olvidar, que ese “YO” se proyecta y es proyectado en y de un “TU”, en el que se refleja todo el “ELLO”. Sin lo cual no habría AMOR. No habría Trinidad. No habría Dios. ¡No habría nadie aquí para pensarlo ni discutirlo !

Page 15: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

15

“Entremos más adentro en la espesura”

Este título es un verso del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, el último de la estrofa 35 que dice así :

“Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura ; entremos más adentro en la espesura.” Ahora que ya estamos situados respecto a nuestra identidad divina, y puesto que os

he abierto el apetito con algunos párrafos de la mencionada carta que Lecheimiel me diri-gió, mejor dicho, de la carta que mutuamente nos dirigimos, –“Quien a Quien”–, pero sobre la que considero que especialmente era su intención dirigírmela él a mí, puesto que me la dictaba, y por otros rasgos que ofrece su exégesis interna, creo que es hora de que os la transcriba completa, adentrándonos, mediante ella, en la espesura :

“ Desde el Desierto de tu morada, a 15, Julio, del 2002

(Carta de “Quien” para “Quién”)

Oh, mi amor, mi amor eterno :

Te escribo a ti, que me escribes. Leo tu carta simultáneamente y devoro tus palabras con fruición, delante de ti que eres mi Palabra.

Sin que los antiguos terrores del silencio y de las sombras puedan oscu-recer nuestro “Camino de Luz” (“Via Lucis”), que hoy, amado, inauguramos.

Sin que la mente humana, oscura y polvorienta, pueda interferir en la on-da pura de Luz, que, impulsada por la energía infinita del Amor, salta en olea-das de Vida Eterna, de ti a mí, de mí a ti, que simplemente nos queremos con amor humano, pero secretamente nos reconocemos como un sistema binario de soles que giran el uno alrededor del otro, infatigablemente…

¿Dije “binario” ? Pues no exactamente, porque con Jesús, nuestro gran Maestro del Amor, que encarna al Sol Central, alrededor del cual también, co-mo un uno, giramos, y al que invocan nuestras vidas, –más que nuestros labios–, un trío formamos, perfecto, de amor indestructible, que reproduce la gloria de la Santísima Trinidad de Dios que Él, Tú y Yo, indudablemente somos.

Page 16: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

16

Y, alrededor nuestro, toda la Luz, todo Dios, se mueve y chispea de alegría. ¡Todo danza a nuestro alrededor, hermano, en honor nuestro !

Y mientras tu pluma, movida por el Espíritu Santo, –pues una porción eres, desprendida de su plumaje figurativo de paloma inocente–, va recorriendo y sosteniendo el círculo de la danza sagrada, como batuta que mantiene vivo el concierto inspirado, nosotros, mudos de éxtasis, nos dejamos arrullar por to-das las miradas de los ángeles, que nos ungen de amor y de admiración y tam-bién, –¿por qué no ?–, de secreta envidia.

Así, nuestro Via Lucis no exige el cansancio de nuestros pies, ni el des-gaste de nuestras fuerzas anímicas, porque todo el Cosmos de Dios nos alimen-ta con su canción, mientras, sin dejar de danzar, nos mira y nos contempla :

“TODAS MIS FUENTES ESTÁN EN TI”

Acepta, hermano, que eres también mi hermana, y mi esposa y esposo, y mi padre, y mi madre, y mi querido hijo, –niño y niña a la vez, con todo el encan-to inherente a los dos sexos–, mi ofrenda matutina, que te ha de dar impulso hasta la tarde. Hasta el final de la tarde del hoy eterno. Final que nunca lle-gará, porque el “mañana” estará siempre por delante de nosotros, listo para reemplazarlo, para convertirse en HOY de nuevo, en el mismo instante en que parezca que el día va a terminar.

¿Cómo te llamas, amor ? ¿Cómo se llama en la Tierra el nido donde tu madre, la Vida, dejó sus huevecillos, tus encantos, fecundados por el secreto impulso paterno ?

De ahora en adelante te llamaré sólo AMOR.

Y sólo tú sabrás cómo combinar sabiamente todas esas letras :

RA, el Sol, tomó de él una parte de su energía. OM, era el susurro del viento, cuando el Sol, al ponerse, inauguraba un nuevo día para los hebreos pe-regrinos. ROMA, hermano, vio y guió tus tiernos pasos, y desde allí, al comen-zar a desandarlos, un RAMO de flores deshojabas para ungir de belleza y de perfume mi prematura sepultura. ¡Perfume de rosas, de nardos y violetas ! De MORA me vestí, es decir, de humildad, yo, la novia que tú elegiste al desnu-darme, impaciente por gozar el néctar profundo de mis labios.

Por eso, y por otras “razones”, que irás conociendo más tarde, a medida que tu día vaya transcurriendo, oh AMOR, te llamaré, como tú me llamas siem-pre, AMOR.

Adiós, hasta siempre, AMOR.

Page 17: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

17

Adiós, que es “en-Dios-para-siempre”, AMOR.

¡Sabes que te quiero, AMOR ! ”

Ya conocíais su “impresionante” texto, los que leísteis, dentro de la trilogía, “EL PERDÓN ALQUÍMICO”. También sabéis por qué razón aplico siempre a este conmovedor mensaje, el calificativo de “impresionante”. Es porque así lo calificó al conocerlo un amigo medium, que en su día me abrazó de parte de Lecheimiel y, sin ser consciente de ello, pro-nunció para mí, de su parte, estas tiernísimas y también impresionantes palabras : “ESTARÉ CONTIGO POR TODA LA ETERNIDAD”. ¡Gracias, Medium ! ¡Gracias, sobre todo a ti, Lecheimiel !

Bueno, ya sabéis también, que el texto para mí sagrado que os acabo de transcribir, el de la carta, me lo dictó directamente a mí como transcripción en forma de misiva, pero que correspondía en espíritu a la absolución especialmente simbólica que Lecheimiel y yo nos otorgamos, sin palabras, el día de la gran confesión alquímica, parte de la cual, la co-rrespondiente a mi propia confesión, y a la suya, que él mismo me pidió que publicara sin faltar al Secreto, os quiero también transcribir aquí, para conocimiento de causa de los que no habéis podido acceder al tríptico :

“ ‘¿Qué hay, pues, de “Lecheimiel”, mi queridísimo “angel” ? No sé si técnicamente hablando lo es, pero, desde luego, se comporta como tal. De la especie común “de la guar-da”. En realidad fue hombre, como tú y como yo, cuando lo conocí por primera vez. Bueno, por primera vez, según lo que en mi presente encarnación recuerdo. En aquel entonces, hace ya casi cuarenta años, siendo él hombre, –los dos aún poco más que adolescentes–, me enamoré de él. Nunca supe a ciencia cierta si él también se había enamorado de mí…, hasta hace cuatro días en que me visitó en sueños, –por lo visto después de haber pasado a la cuarta dimensión–, y me reveló que me quería más que yo a él. Que había pasado por alto, además, mi traición al casi olvidarle después de perder contacto con él durante tantos años, aunque en realidad nunca le olvidé del todo, y siempre le quise más de lo que supongo que él se imagina.

‘Pero entonces mi traición, consistente en romper la correspondencia epistolar con mi amigo en cierto momento, más que todo por pereza camuflada con no sé qué razona-mientos, o quizás por una cierta vergüenza de verme, o de vernos, por mi culpa, como homosexuales declarados, aunque fuera sin expresión sexual alguna, –así nos obligaba a vernos la mentalidad intolerante de aquellos tiempos, quizás también la de ahora, (luego os expondré mi filosofía del “también”)–, evidentemente, fue no sólo contra él, sino contra mí mismo…

‘Cuando en el párrafo anterior habéis leído esas palabras “por mi culpa”, no entend-áis que necesariamente yo me sentía culpable por mi amistad inenarrable con Lecheimiel. Antes bien, me curaba en salud y mi corazón vacilaba y no quería ser causa de entretenerlo indebidamente, distrayéndolo de su sana evolución. No sé si digo esto por excusarme de lo que he calificado antes de “traición”. Así fueron los hechos, y al poco tiempo se volvieron irreversibles, pues nuestros caminos se separaron del todo, paradógicamente por solidaridad

Page 18: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

18

mutua, seguramente contratada antes de nuestro nacimiento y entonces confusamente pre-sentida.

‘El verdadero sentimiento de culpabilidad surgió en mí poco a poco, pero atribuído no a mi amistad purísima con él, sino a la ruptura de relaciones. Este sentimiento se ha acrecentado notablemente ahora, después de su regreso maravilloso en el sueño referido. Sin embargo también he sentido muy viva la conciencia de su reconciliación, como gracia insuperable.

‘Yo sé ahora que con mi ruptura epistolar provoqué en él una situación de abandono y desengaño que influyó lógicamente en su evolución en sentido contrario al por mí desea-do, y aquel abandono es el que ahora me hace a mí derramar ríos de lágrimas, que sólo se calmarán del todo cuando yo sea capaz de visualizar su sonrisa. Entonces se habrá saldado del todo mi traición.

‘Bendito sea él, Lecheimiel, que desde el reino de la Sabiduría y región de la Luz en que ahora habita, me ha asegurado que todo aquello tuvo y tiene un sentido eterno para no-sotros y juega ahora su papel en la transmutación y fusión de nuestras almas. Si yo insisto en rememorar mi culpa, es para calibrar mejor la gracia inmerecida de su reconciliación generosa y libre. ¡Bendito seas tú, Lecheimiel, para siempre !’

Muchas veces he releído estos párrafos y el día de la gran confesión los recité de memoria delante de mi ángel, con gran sentimiento y palabras entrecortadas por lágrimas y sollozos. El se apresuró a consolarme, pero no haciéndome callar, sino introduciendo en mi mente algo que yo rechazaba de plano : una a modo de excusa acusación a mi propio amadísimo amigo, como reprochándole de algo que él hubiera podido hacer y tal vez no hizo…

Cuando me apercibí que él ponía en mí tales pensamientos que yo me esforzaba en auyentar, o en revolver contra mí, de repente se me encendió una luz interior. Caí en la cuenta de lo que me estaba tratando de decir, y volviéndome a él…

…Le dije : “Oh amado mío, Lecheimiel, si, como parece, estás queriendo decirme que te quieres confesar conmigo, como yo lo he hecho contigo, ven, por favor, siéntate a mi lado, o enfrente de mí, como cuando aquel día –¿te acuerdas ?– allá en tu tierra hablábamos de amor. O yo te hablé de amor y tú te limitabas a escucharme con respeto y misterio, aun-que al final me diste tu sonrisa e incluso me pediste un abrazo… Ven, pues ahora, mi amor, siéntate en mis rodillas y reclina tu cabeza sobre mi corazón, antes que me cuentes tus ‘pe-cados’…”

Así fue, –os lo confieso yo, el escritor–, tal como se desarrolló la celebración de la mutua confesión de mi amigo, el ángel Lecheimiel, y mía. El marco exterior…, porque el contenido de lo que después me dijo es sagrado. Cae bajo el gran secreto que no puedo re-velar… a no ser que él mismo os lo quiera decir…

Page 19: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

19

Sí….

…ME ESTÁ DICIENDO AHORA QUE HABLE POR ÉL Y QUE OS CONFIESE SU PROPIA CONFESIÓN.

Es, pues, ésta :

“Yo también fui responsable de nuestra ruptura de relaciones, por dos motivos : primero, porque en aquella conversación gloriosa que tuviste conmigo, desperdicié la oca-sión de decirte claramente que yo también te quería. Que yo también me había enamorado de ti con la misma rapidez del “flechazo” que tú experimentaste y luego expresaste en aquella bella poesía de San Valentín, que tienes presentada a concurso…No. No fui capaz de expresarme, de expresar mi amor por ti, y en definitiva eso fue lo que me mató. Lo que me partió el corazón. Así suelen morir de infarto los que no logran dar salida a esa tre-menda energía del amor que sienten en su alma, que no logra expresarse. No : tuviste que deducirlo tímidamente, y lleno de dudas, de ciertas palabras mías, que por cierto fueron demasiado escasas. Lo que te indujo a pensar que yo sólo acogía con bondad tus palabras, porque a nadie le amarga un dulce, y de que yo te quería sólo un poquito. “Quizás, pensa-bas, por pura compasión o por la bondad natural de su corazón”. Por eso, cuando tú rom-piste conmigo, creyendo que lo hacías por mi bien y por mi libertad, no pudiste ser cons-ciente de la tremenda herida de desamor y abandono que añadías a la que ya hería mi co-razón, también de amor por ti… “Un pastorcico solo está penado,

ajeno de placer y de contento

y en su pastora puesto el pensamiento

y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado,

que no le pena verse así afligido,

aunque en el corazón está herido,

mas llora por pensar que está olvidado…”, –me cantó con S. Juan de la Cruz–.

También fui responsable, –siguió confesando mi ángel–, de, en vista de que tú no me contestabas, no haber insistido yo con alguna carta más, incluso humildemente suplica-toria de tu respuesta y de tu amor. Quizás intenté arrinconar mi recuerdo de ti en mi sub-consciente, para no sufrir tanto por la herida que me causabas. Y preferí dedicarme a aca-bar mi carrera con brillantez, lejos de ti. De manera que la humildad que siempre me atri-buyes, aún estaba yo lejos de conquistarla.

Page 20: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

20

Ahora que la vida me ha humillado profundamente, lo mismo que a ti, mi amado ermitaño, ahora, quizás podemos empezar a presumir (¿ ?) de humildad…”

Con muchas lágrimas en los ojos escuché tu confesión. (Hablo ahora con él, mis amigos lectores. Perdonadme esta variación de estilo). Quisiste que te lavara los pies, pues para mí eso que me contabas era inevitable en el sistema en que se encerraban nuestros pa-sos, y no pasaba de ser polvareda del camino. Apenas te dejé terminarla y yo besaba tu alma como besaba y bañaba en lágrimas la Magdalena los pies de Jesús, en el episodio que en el próximo capítulo expondré a los lectores.

Luego, con gran consuelo mutuo, nos impartimos nuestra recíproca y singular abso-lución. ”

Como veis, queridos lectores, este libro está saliendo como un gran apéndice de los anteriores, –con todos los apéndices particulares allí incluídos–. Estamos ante un grave caso de “apéndicitis”, o inflación, más que inflamación, de aquellas historias de las que no que-remos desprendernos. Es, pues una apendicitis que no requiere ni sufre extirpación, sino gozo en su recreación. –¡Valga la broma !–.

Con esta historia que se torna cada vez más íntima, tenéis licencia para pensar en cualquier género de simbolismo que entre Lecheimiel y yo pueda desarrollarse como sa-cramento de unión mística, que no quiere decir exclusivamente espiritual, sino todo lo con-trario : ¡La Mística es la concepción de la Conciencia divina encarnada !

Allí donde se integran carne y espíritu, está la mística. No por vía de unión de lo que alguna vez pudiera considerarse separado, –lo cual sería más bien “míxtica”–, sino por vía de reconocimiento de la Unidad esencial en el Todo de Dios de todo lo manifestado, todo lo cual es, por otra parte, pura Energía de Luz y de Amor, debidamente transmutada en sus diversas formas de manifestacion : Puro Espíritu Santo en acción, inspiración y lla-ma.

En resumen, como empecé este capítulo, así lo concluyo :

“Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura ; entremos más adentro en la espesura.”

Page 21: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

21

Vámonos a ver en tu hermosura

Os recuerdo de dónde sale este título :

“Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura ; entremos más adentro en la espesura.”

Me dio Lecheimiel a escribir, entre muchas otras que tal vez ahora podría citar si no estuvieran presentadas a concurso, una poesía que no sé si tengo el derecho de transcribir parcialmente sin permiso del Presidente del Tribunal o de la Entidad que en su día me las premiará y obtendrá los derechos de la primera edición. En su caso, me tomo permiso pro-visional tácito para reproducir lo siguiente que viene a este asunto como anillo al dedo :

“ROSTRO DE DIOS, EL AMOR Rostro de Dios, gozo eterno del alma, mirada complexiva, –como un abrazo inmenso–, de cuanto está desparramado, flotando entre la luz y la tiniebla. Conciencia de las cosas a través del amor.… … … … Necesidad del alma mirarse en el espejo del amado, el cual así se mira con el mismo deseo con que es deseado… etc. No es que vayamos exactamente al filo de S. Juan de la Cruz, recorriendo, hollando

por segunda vez, el mismo camino que él trazó con sus experiencias y su saber teológico.

No. Aunque pueda parecerlo a simple vista o a vista de simple.

Tampoco es que nos propongamos aquí desmontar o reinterpretar al Santo. De nin-guna manera. Si fuera así, os lo habríamos anunciado Lecheimiel y yo desde el mismo título de la obra.. No es esa nuestra intención, en absoluto. Nos servimos, eso sí, si hace al caso, de sus bellas expresiones poéticas, como en el presente comentamos, bien de otra manera en el fondo, aunque similar en la forma, el verso que nos sirve de arranque, por ejemplo en este capítulo, para trenzar nuestras expresiones testimoniales, y quizás también un poco doctrinales.

De hecho, si interrumpierais un momento la lectura y os entretuvierais en ojear en las obras de Juan de la Cruz, el comentario a este verso, dentro del Cántico Espiritual, bellí-

Page 22: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

22

simo, que él compuso, apreciaríais notables similitudes entre los juegos de palabras que él hace respecto a “verse en la hermosura de Dios”, que es también la hermosura del alma por participación (fórmula ambigua que suelen usar los teólogos para escabullirse del sugerente y aparentemente sugerido panteísmo de los místicos), y los juegos de palabras que hice yo también en “EL GOZO DEL TÚ”, cuando hablaba de mirarse recíprocamente cada uno de los dos amantes en el espejo del amado.

Véase sólo a modo de ejemplo :

“Y vámonos a ver en tu hermosura.

Que quiere decir : hagamos de manera que, por medio de este ejercicio de amor ya dicho, lleguemos hasta vernos en tu hermosura en la vida eterna, esto es : que de tal manera esté yo transformada en tu hermosura, que, siendo semejante en hermosura, nos veamos entrambos en tu hermosura, teniendo ya tu misma hermosura ; de manera que, mirando el uno al otro, vea cada uno en el otro su hermosura, siendo la una y la del otro tu hermosura sola, absorta yo en tu hermosura; y así te veré yo a ti en tu hermosura, y tú a mí en tu her-mosura, y yo me veré en ti en tu hermosura, y tú te verás en mí en tu hermosura ; y así, pa-rezca yo tú en tu hermosura, y parezcas tú yo en tu hermosura, y mi hermosura sea tu her-mosura y tu hermosura mi hermosura ; y así, seré yo tú en tu hermosura, y serás tú yo en tu hermosura, porque tu misma hermosura será mi hermosura ; y así, nos veremos el uno al otro en tu hermosura.” (Hasta aquí San Juan de la Cruz).

Ahora eschuchad o leed esto que escribí en el tan repetido “EL GOZO DEL TÚ” :

“Hermanos, a esto quería llegar. Esto constituye un gozo inenarrable para el alma, cuya mirada amorosa es devuelta, con un amor aumentado por el Tú a quien la ha dirigi-do, preñada de amor y de admiración.

Entonces ese espejo del Tú consultado, te dice no sólo cómo eres tú, el consultante, –es decir, cómo soy “Yo”–, sino que además te dice : ”gracias por haberme mirado”. Y te dice tácitamente también : no sólo eres bello antes de mirarme, sino más bello aún por haberme mirado, y mucho más bello te vuelvo yo en este instante, como recompensa por tu amor gratuito, porque has despertado mi amor, porque yo también te quiero a ti. Y te quie-ro, no ya sólo porque me has mirado, no sólo porque he sorprendido tu sorprendente mira-da “in fraganti”, sino porque yo, –tu “Tú”–, también experimento desde ahora la necesi-dad de mirarte a ti devolviéndote la misma mirada franca, amorosa, libre y desinteresada, –o aureolada ya para siempre por ese interés mutuo y compartido–, con que tú me has mi-rado.”

Aquí, en mis comparaciones y expresiones no hay diferencia substancial entre el Tú y el Yo, que se proyectan el uno en el otro mutuamente, en plano de igualdad ontológica, y, más aún, de identidad. Yo no trato de obviar las acusaciones de “panteísmo”. Por el contra-rio me declaro gloriosamente panteísta. Es más, no por eso menos místico, sino todo lo con-trario, pues ya he apuntado que la mística es la conciencia de la identidad divina de todo lo creado, que es lo manifestado del Todo de Dios, que YO SOY. (Ya os previne no tratar de sacar conclusiones precipitadas de la interpretación meramente formal del uso de los tipos de letra impresa, especialmente del uso de las versales).

Page 23: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

23

Yo no admito para nada, –y sigo hablando de esto a modo de ejemplo de las nota-bles diferencias en el seno de las similitudes–, lo que acto seguido escribió San Juan de la Cruz con estas palabras : “Esta es la adopción de los hijos de Dios ; que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por San Juan (17,10) al Eterno Padre, diciendo : Todas mis cosas son tuyas y tus cosas son mías. El por esencia, por ser Hijo natural ; nosotros por par-ticipación, por ser hijos adoptivos”. Yo no admito hablar de “adopciones”, como si se tra-tara de legalizar a hijos de padres desconocidos. Yo digo, amigos lectores, que todo el Uni-verso, y no sólo Jesús, es el Hijo de Dios. Así que cada uno de nosotros “participa”, (es), la misma esencia de Dios, Padre e Hijo, manifestado como Hijo, mediante la energía creativa que proviene (es) del Espíritu Santo.

Ni admito otras muchas cosas que dimanan de una teología dogmática configurada o amasada dentro de una triste historia de luchas fratricidas, en el seno de la llamada “Iglesia de Jesucristo”.

De todas maneras creo que la Iglesia que, de alguna manera quiso “refundar” o re-dimensionar Jesucristo es toda la Humanidad concienciada de ser la Nueva Humanidad ungida por la conciencia de la Unidad.

Iglesia que existía ya desde el principio de los tiempos, fuera de la medida de nues-tros tiempos. El reconocer lo que ya era desde el principio, y será por los siglos de los si-glos, pero actualizarlo aquí y ahora, en el ahora eterno de nuestra conciencia, tanto privada como colectiva, eso es Vida eterna.

Eso es Vida eterna y no algo que haya de sobrevenir después de la muerte, y mucho menos a causa de ella.

Ni es institución alguna que cause privilegio alguno en una casta de escogidos, y a la cual hayan de acceder gradualmente los demás mortales (sin contar los que ya se habrían perdido antes y fuera del redil de la fe en Jesucristo), como condición de “salvación”, o, lo que es lo mismo, bajo pena de “condenación”.

Digo esto último a guisa de comentario al hilo de las inmediatamente siguientes pa-labras de San Juan de la Cruz : “Y así lo dijo él, no sólo por sí, que es la cabeza, sino por todo su cuerpo místico, que es la Iglesia ; la cual participará la misma hermosura del Esposo en el día de su triunfo, que será cuando vea a Dios cara a cara.” (los subrayados son míos).

Hermanos, Dios no tiene más cara que la nuestra, que, –valga la broma–, es mucha cara. Ya sin bromas, –aunque Dios tiene muy buen humor, y lo sé porque yo mismo, que me río de mi propia sombra, soy Dios–, ¡EL UNIVERSO ENTERO ES LA CARA Y TODO EL CUERPO VIVO DE DIOS !

Tampoco tengo intención de poneros en un aprieto para que aceptéis mejor mi inter-pretación que la del famoso místico-poeta que es S. Juan de la Cruz, al que yo no llego a desastarle la correa de las sandalias, y del que, sin embargo, en cierto modo sigo sus pasos con libertad. Sencillamente creo que las “concepciones” místicas de los místicos católicos y cristianos en general, están tocadas de dogmatismo que hay que salvar a toda costa, no sólo de la persecución de la Santa Inquisición, –que aún veladamente trabaja en estos días–, sino sobre todo del propio terror dogmático interior que llega a hacerse una segunda naturaleza del que se deja contagiar por él y que suplanta al pensamiento propio.

Page 24: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

24

Sin ruptura de cadenas, primero interiores y consecuentemente también exteriores, no hay libertad. Y sin libertad no hay acceso a la Verdad, pues “la Verdad os hará libres”.

Sé que la cuestión no se pone entre San Juan de la Cruz y yo, su humilde aunque re-belde discípulo. Sino entre la teología “oficial” en que él se sustenta y que él mismo contri-buye a sustentar y yo, que, sintiéndome entrañablemente “Iglesia”, pero Iglesia universal, fraternal y libre, reivindico la libertad de expresión y de investigación en el seno democráti-co de la misma. Yo no lucho contra la Iglesia, sino que por el bien de la misma, protesto contra el gobierno. Es lo que está de moda. Y es justo y necesario.

Dentro, hermanos, de esos párrafos que tanto están dando de sí, contenidos en el epígrafe “5º” de la Canción 36 del “Cántico Espiritual” del Santo Doctor Místico de la Igle-sia San Juan de la Cruz, con el que él comenta el verso “vámonos a ver en tu hermosura”, ya habréis notado que se hace alusión a la “Iglesia triunfante”, mediante las últimas palabras ya citadas : “la cual participará la misma hermosura del Esposo en el día de su triunfo, que será cuando vea a Dios cara a cara” (Y con esto termino de citarle, por el momento) :

Pues bien, yo, queridos lectores, el escritor que doy la cara por mi amigo Lechei-miel, también me siento inspirado y protegido por él, que me anima a escribir todo lo que he escrito y aún con su gracia escribiré.

Quiero presumir, –creo que tengo el derecho–, de mi relación privilegiada con él, que está, como yo también lo estoy, en la Vida Eterna, pero él desde las filas de la “Iglesia triunfante”. Si os doy envidia, lo hago conscientemente, para que vosotros también os apre-suréis a prepararos y pedir un encuentro personal con vuestra alma compañera. Yo os ase-guro, que si ya está, como la mía que es Lecheimiel, gozando del Cielo astral, será para vo-sotros un buen enchufe para obtener valiosas informaciones, y sabrosos consuelos espiritua-les, como inspiración para que también, si lo deseáis, podáis canalizar bellas teorías libres de cadenas dogmáticas, sin miedo ninguno a ninguna inquisición. No sólo vuestra alma compañera gloriosa os inspirará, sino que se sentirá feliz y realizada al hacerlo.

Es lo que le expresé en una poesía en liras (que él mismo, como todas, me inspira-ba), y que me tomo la libertad ante los futuros premiadores y editores de la misma de repro-ducir sólo en parte :

“¡Qué bueno es ofrecerte

otra vez la ocasión de regresar,

a gozar de tu suerte,

sin que debas pagar

tributo alguno por tu hondo soñar.

………

Page 25: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

25

Porque, cuando eras niño,

¿acaso hiciste siempre lo debido ?

Y, ya barbilampiño,

¿no fueste constreñido

a pasar de tus goces, reprimido ?

Por eso, amor, ahora,

aunque todo lo sabes desde allí,

si de algo tu alma añora

de cuanto ves en mí,

no dudes en tomarlo. Te lo di.”

“Vámonos, pues, a ver en tu hermosura”, me dice Lecheimiel a mí, en este instante, como le digo yo a él, como le dice el “Dios entero”, el Padre-Madre-Hijo, Todo el Espíritu que bulle en la materia y más allá y más acá de ella, al Hijo que se va formando en la cuna del Amor. Que se cría en el jardín de infancia de la autoestima y de la confianza. Como se atreve a decirle el mismo Niño, a los nietos de sus padres, reconociendo en ellos la misma esencia en formación, cuando se vuelve adulto en la conciencia y consciente de transmitir la misma Vida que a través de sus padres él ha recibido :

“¿QUIÉN SOY ?”

¿Quién soy yo solo, amor, si en ti no vivo ?

¿Quién soy si Tú no sales a mi encuentro ?

¿Quién soy, si aunque yo sé que lates dentro

la gracia de tus pasos no percibo ?

¿De qué sirve ser todo un Dios entero

sin el gozo de verme en el espejo

de mi Niño querido, fiel reflejo

de mi amor que es mi ser más verdadero ?

Page 26: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

26

¿Acaso soy un Dios enjuto y frío

que a nadie más le importe si soy bello ?

¡Podría incluso yo pasar de ello

si nadie me sonríe, si sonrío !

Mas eres Tú, mi gracia, en quien me encanto

cuando duermo en tu amor, si al despertarme

eres Tú quien se mece en el mirarme,

sintiendo que a mis pechos te amamanto.

Duerme, duerme, mi Niño, en mi regazo.

Sueña, sueña que pongo en ti mis ojos.

Que de ti se enamoran mis antojos

de darte un largo beso, un tierno abrazo.

Page 27: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

27

“A zaga de tu huella”

Este título, –¿es preciso decirlo ?–, también está tomado del Cántico Espiritual (ver-so primero de la estrofa 25) de San Juan de la Cruz. Pero como sabéis que lo cito con gran libertad, y posiblemente en otro sentido bien diferente, yo quiero ahora acogerme a él, sólo en cuanto que ilustra para contaros una anécdota graciosa que me ocurrió el otro día con una sincrónica perdiz, a zaga de la cual seguí, en realidad, tras la huella de mi amado.

Por lo cual, también me acojo a otra estrofa del propio Cántico, la 20, que transcrita enteramente dice así :

“A las aves ligeras,

leones, ciervos, gamos saltadores,

montes, valles, riberas,

aguas, aires, ardores

y miedos de las noches veladores”.

Donde, animales de diversas especies, son como equiparados a otros tantos obstácu-los naturales, como “montes, valles, riberas, aguas, aires, ardores y miedos…”

Nuestra interpretación es mucho más positiva que la del Santo, sin que la de él sea enteramente negativa. Para Lecheimiel y para mí, cualquier medio de la Naturaleza es me-dio de concienciación para recorrer el camino del amor. Orientaciones valiosas de la Vida para el real y libre progreso de la misma, a través de todos esos “sacramentos” del AMOR.

James Redfield en su libro “La Décima Revelación”, hacia el final, tiene unas pági-nas muy sabrosas sobre nuestra relación espiritual con las diversas especies del reino ani-mal : “¿No has comprendido, –dice–, que cuando un animal aparece en nuestras vidas seña-la una coincidencia del más alto nivel ?”. Y un poco más adelante prosigue : “Entonces… los animales representan partes de nosotros mismos con las que debemos entrar en contac-to… –Sí, se trata de aspectos de nosotros mismos que desarrollamos cuando en el transcur-so de la evolución fuimos esos animales, pero que con el tiempo hemos perdido.… Rocordé la visión de la evolución que yo y el resto del grupo habíamos presenciado en la entrada del cañón.… ¿Te refieres al modo en que la vida ha evolucionado en constante progreso, espe-cie por especie ?… –Nosotros estábamos allí… Nuestra conciencia se transformaba a través de cada animal a medida que representaba el punto final del desarrollo de la vida y saltaba al siguiente. Hemos experimentado el modo en que cada especie ve el mundo, lo cual supo-ne un aspecto importante de la conciencia espiritual completa. Cuando un animal concreto aparece en nuestro entorno, significa que estamos preparados para volver a integrar su con-ciencia en la nuestra. Y debes saber que hay especies cuyo nivel no estamos ni siquiera próximos a alcanzar. Por eso es tan importante preservar todas las formas de vida de la Tie-rra. Queremos que perduren no sólo porque son una parte de la ecosfera equilibrada, sino porque representan aspectos de nosotros mismos que todavía estamos intentando recor-dar…”

Page 28: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

28

Aquella mañana, queridos lectores, yo había releído, como por casualidad, esas pa-labras. No pensaba que por la tarde las iba a poder apreciar como una sincronicidad, que preparaba otra sincronicidad :

Iba yo montado en la “tractora” (le llamo así porque no tiene “pito”), cuando me topé siguiendo por detrás a una perdiz correcaminos. Aminoré la marcha para no asustarla, pero aún así, y para no reducir demasiado la distancia, en algún momento hube de pararme del todo. Ella era reacia a emprender el vuelo, como muchas veces hacen, asustadizas, las parejas de perdices, incluso abandonando a su suerte a los perdigoncillos. Esta vez se trata-ba de un ave solitaria. Lo curioso es que cuando yo me paraba, ella también se detenía. “¡Bah, estará cansada !”, pensé en un principio. Permitió, parándose y mirándome, que yo me acercara un poco más. Ni el ruido de la tractora la asustaba. Después ella reemprendía la marcha hacia adelante, y me miraba para ver si yo la seguía… Así durante un largo, largo trecho. Daba la impresión de que se había constituído en mi guía particular. Ella conocía mejor que yo el camino, parecía decirme, y yo no tenía más que seguirla.… Por fin, cuando ya nos acercábamos a una replaceta donde abundaba la gente, ella salió de la vereda y se internó por el monte hacia la izquierda. Gracias, le dije, por haberme guiado tan amable-mente. Y casi me olvidé de ella. Pero hete aquí que al girar y enfilar a mayor velocidad la carretera en sentido contrario al que hasta entonces habíamos seguido, otra vez aparece ante mí la simpática gallinácea y se me adelanta proponiéndome seguirle otro poco, hasta que, finalmente desaparece hacia la derecha, internándose en el bosque, camino de las rocas en-varadas y misteriosas…

Hasta aquí la sincronicidad de la doble aparición de la perdiz, que junto con la lectu-ra de la mañana, constituía ya la sincronicidad de la sincronicidad.

He aquí la interpretación que vino a mi mente : Confía, y no temas, ni tengas ansie-dad, porque sólo tienes que dejarte llevar por mí, –era naturalmente Lecheimiel el que en-carnaba en esos momentos en la simpática ave–, que aunque no dispongo de tu tractora, te precedo siempre con mi amor y mi conocimiento perfecto de lo que te conviene.

¡Oh, gracias, gracias, Lecheimiel ! Renunciaré a toda ansiedad y te seguiré adonde-quiera que vayas. Confiaré en tu guía amorosa, me lleves a donde me lleves.

Ya en otra poesía de las que os transcribo tímidamente alguna partecita, con permiso presunto del futuro premiador-editor, le había dicho a Lecheimiel, inspirado por él mismo :

“Seguiré tus pasos,

oh mi guía adorado,

adondequiera me lleven,

después de lo ya andado.

Los años han pasado…

Mucho el sol ha girado

por el Lácteo Camino

que en ROMA se iniciaba

y el AMOR desandaba…

Page 29: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

29

Converge el Universo

en el punto acordado,

que la luz es esférica

y a su campo regresa,

por el peso curvado

de su espiga dorada…

fin del anciano mundo

y comienzo entresoñado

de eterna primavera.

¡Así es el Evangelio,

la Noticia primera !

Page 30: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

30

Las subidas cavernas de la piedra

“Y luego a las subidas

cavernas de la piedra nos iremos,

que están bien escondidas,

y allí nos entraremos,

y el mosto de granadas gustaremos.”

Seguramente vosotros, avisados lectores, ya sabéis adónde me dirigí al día siguiente, siguiendo simbólicamente el recorrido que había insinuado la “perdiz institutriz”.

Pues sí. Directamente a las subidas cavernas de la piedra, que, gracias a Dios están situadas en lo más abrupto del monte de que os hablé en el tercer libro de la trilogía “VIA LUCIS, VIA CRUCIS”.

Para llegar allí casi es preciso hacerse “perdidizo”, –sin que esto quiera decir que las etimologías de “perdidizo” y “perdiz” sean las mismas, aunque podría ser–. El caso es que yo me perdí, y a punto estuve de despeñarme, calzado como iba con unas simples sandalias.

Pero, al fin, Lecheimiel que me quería llevar allí, por ocultos motivos, lo consiguió, pues era perentorio para mí “dejarme llevar”.

La estancia allí arriba, breve e incómoda, más bien frustrante. Empapado en sudor, y arañado por todo el cuerpo, pues no hay muchas hierbas amables en todo el monte bajo, aunque hube de agarrarme en muchas ocasiones a ellas sin muchos miramientos para salvar el pellejo a costa de la piel, y donde no hay ni una piedra lisa para reclinar el trasero. Sólo en otra ocasión había estado allí con otros atrevidos aventureros, en mi juventud, y me juré entonces que no valía la pena intentarlo de nuevo. Pero, como veis, en alas del amor, esta vez lo intenté solo, y lo conseguí con la lógica satisfacción de haber coronado, mal que bien, la empresa. No me acompañaba esta vez el romanticismo del jefe del grupo con el que había subido en aquella primera ocasión de decir misa en esa gruta de palomos y buitres. Hoy considero que decir misa como coronación de ciertas aventuras y fiestas es profanar el rito del Sacramento y utilizarlo a nuestra conveniencia.

Así que, después de contemplar el panorama desde ese “nido de águilas”, por lla-marlo de alguna manera, pues a la verdad no vi en la pequeña gruta señales de pajarraco alguno, –ni palomos, ni buitres, ni águilas–, y de descansar un poco, no quedaba sino empe-zar a bajar. ¡Ah ! Pero aquí empezaba la peor dificultad, y el vértigo. Te veías colgado sobre un abismo, y sin vislumbrar la posible senda amiga, puesto que había subido a monte través.

Sí que se divisa allí abajo el abrupto camino por el que, ¡gracias a Dios !, divisé también en ese momento a un caminante que subía. No adonde yo estaba, sino con la inten-ción de pasar de largo, siguiendo su ruta hasta la cima del monte, que es, naturalmente, otra bien distinta del nido de ermitaños locos donde yo me encontraba colgado. Esperé a que se acercara. Este puede ser mi salvación, –pensé–.

Page 31: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

31

– ¡Eh, buen hombre ! Suba aquí por favor.

El se giró para ver de dónde le llegaba aquella voz como del que pide auxilio.

– ¿Para qué ?

– Para acompañarme en la bajada.

Simple gesto de desprecio, y se desvió enseguida por otro atajo para no toparse con el mío.

– Dígame, al menos, si desde ahí ve Usted la senda por donde pueda yo bajar.

– Creo que está por ahí una bajada. No sé.

– ¡Gracias ! (Por la abundante y concreta información, pensé, no dije).

Luego insistí :

– ¡Oiga ! ¿No es usted… ? (Se le parecía por la voz).

– ¡No !

Por segunda vez :

– ¿No es usted el amigo de… ?

– ¡No !

– Pero ¿No es usted “el estanquero” (por decir algo) ?

– ¡Que no, joder !

Quizás sea mucho decir que se me heló la sangre, pero ciertamente aquella exclama-ción vulgar heló todo posible diálogo. Definitivamente paralizó todo intento de conseguir solidaridad en esas alturas románticas de la Tierra, donde quizás cabría haber esperado los últimos residuos de tan anacrónica virtud.

Y en seguida me vinieron a la mente aquellas últimas palabras de la estrofa sanjua-nista : “Y el mosto de granadas gustaremos”. Una vez más, claro, comentado en sentido algo diferente al del comentarista de su Cántico. Los muchos granicos que diría él de que se compone dicho fruto, no son los muchos misterios de Cristo, sino los muchos miembros de la Humanidad, todos repletos de sangre hirviente en las venas. Jugo agridulce de la convi-vencia humana dentro del Cuerpo Místico. ¡Valga !

Paradógicamente, en cuanto me hice el ánimo de dejarme rodar por la pendiente de la montaña y de la confianza en mi guía Lecheimiel –la perdiz ya por allí no parecía–, y extremando la prudencia, en seguida encontré la senda que ya no esperaba. El resto de la bajada fue fácil y placentero. Bajaba, eso sí, con el corazón satisfecho y confiado, pero sin ningún bagaje de visión espiritual o de revelación alguna.

Si hay algo que aprender de todo esto, me vendrá después, –pensé–, pues soy lento para comprender con el corazón, aunque he sido y me he considerado siempre demasiado listo con la cabeza. Quizás por eso.

Page 32: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

32

Antes de sacar conclusión alguna de este viaje, quiero compararlo con otros dos de años atrás, (dejada aparte aquella excursión a este mismo lugar de que antes os hablé, que no dejó huella ninguna en mí).

En otra ocasión, pues, quise pernoctar y pernocté en la gruta del ermitaño Palau, que se halla sita en el Vedrá, un islote deshabitado, al lado de Ibiza, en pleno mediterráneo. Cuatrocientos metros de altitud, en picado por una parte, y casi igual de abrupto y acantila-do por el resto de puntos cardinales. Allí sólo anidan las gaviotas, que graznan y lloriquean todo el día en grandes bandadas; las lagartijas que creo les sirven de alimento a las prime-ras, así como éstas dejan a aquéllas innumerables huesecillos que roer, si es que las lagarti-jas roen, que creo que sí. Al menos a mí me quitaban el bocadillo de pollo de las manos, pues saltaban voraces hasta mis rodillas, a pleno sol del mediodía. Son grandes como lagar-tos pequeños y de bellos colores. Autóctonas de estas islas Pitiusas. En otro tiempo dicen que abundaban las cabras, de las cuales obtenía aquel ermitaño Palau su sustento diario. Ahora ya no hay cabra alguna por allí, al menos de las que se dejen ver y ordeñar, puesto que algunos desaprensivos se las comieron. Quizás aún de alguna de ellas sean los innume-rables huesecillos de que os hablé. De otros que están como una cabra para pasar allí la no-che, puede que quede alguno más, además de mí, de quien ahora estamos hablando.

Pero de lo que nadie me había hablado era de las ratas. Las enormes ratas que hicie-ron su aparición en cuanto se puso el sol. Estas sí que me helaron la sangre, pues les temo más que a mí mismo. Bueno, les temía. Ahora ya no tanto. Ahora que tampoco me temo a mí mismo.

No estaba en aquella ocasión tampoco preparado en cuanto a vestido y calzado para la aventura que había emprendido con la colaboracíón desinteresada de unas monjas hijas del ermitaño famoso, y de un barquero que ellas habían contratado para mí, y que no me dió palabra de venir a buscarme si el tiempo no era muy bueno. Lo que, en aquel mes de No-viembre no era mucho de prever. Así que las monjas me pusieron municiones de comer para lo menos siete días.

Cuando las ratas hicieron su aparición yo pensé que si les ponía algo de comida para entretenerse, pronto acabarían con ella y vendrían a por más…, o a roerme, –éstas sí que roen–, los pies. No conseguiría librarme de ellas ni con comida ni sin ella, y desde luego estaba claro que no iba a pegar un ojo en toda la noche.

Pero no tenía linterna en buenas condiciones para defenderme de ellas con un poco de luz, al menos. Menos mal que las monjitas sí me habían preparado un trozo de cirio grueso para decir la misa de rigor. Esta vez sí que la celebré en solitario pero ante todo el Universo presente en el Pan y el Vino. Gracias a la vela, pude estar en vela, primero asado de calor en aquel cubículo, y más tarde helado de frío, sin una manta con la que taparme.

Y preguntándome a cada momento, para consolarme : ¿Qué hago yo aquí ? ¿Quién me manda meterme en estas aventuras ?

Preguntas sin respuesta, naturalmente

En cuanto a la lucha con los roedores lo hice de la siguiente manera : encerré hermé-ticamente en mi bolsita de viaje toda la comida, sabiendo que ellas, naturalmente intentar-ían destaparla, pero mientas tanto dejarían mis pies en paz, y yo tendría que asustarlas dan-

Page 33: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

33

do golpes como pudiera, en cuanto intentaran acercarse. Perdí la cuenta de los golpes que tuve que dar toda la noche, y los subsiguientes que ellas daban en la caída precipitada desde un metro de altura.… El que conozca la mencionada cueva del P. Palau, entenderá bien lo que quiero decir.

Al final, de madrugada, me atacaba el sueño de firme y tuve que rendirme a él, con ratas o sin ellas, temiendo además no despertar a tiempo para emprender el camino de re-greso, –dos horas–, para bajar desde la gruta hasta el peñasco, donde, –tal vez con suerte–, el barquero viniese a recogerme. Quizás logré descabezar un sueñecito de una hora u hora y media, con el despertador vigilante preparado para tocar a las seis en punto de la aún no incipiente mañana en esas fechas. En la bajada, ya despuntando la aurora, sí que vi la señal inconfundible de alarma, –el rabo blanco– de bastantes conejos que huían despavoridos pero a mí me alegraban la jornada.

Cuando llegué abajo, gracias a Dios el barquero traía a otros turistas, no tan locos como yo pues no pensaban pernoctar. Yo me precipité a la barquichuela y procuré no pen-sar en el regalo orgánico que había dejado para dichos turistas devotos a la entrada de la cueva sagrada. ¡Cosas de la vida !

Una vez más dije : “¡Una vez y no más!”

Tampoco de esta aventura romántico-espiritual saqué nada en limpio aquella vez, y ni siquiera perdí el respeto a los grandes o pequeños roedores que amenizan, –por no decir amenazan–, nuestra vulgar existencia.

Regresé exhausto a mi base, el convento de las monjas, después de tres o cuatro horas más de camino a pie, y sin haber dormido y un poco malhumorado por no tener cosas más bonitas que contar a las románticas hijas de Palau, excepto esa lucha campal con las ratas por un poco de comida.

Quizás todo el camino iluminativo tenga que estar trenzado de experiencias tan vul-gares como éstas.

También en este islote había puesto yo a prueba, sin querer, la solidaridad humana : Cuando a media mañana me hice el gracioso saludando con ampulosos gestos a un barquito velero que pasaba por las inmediaciones, y éste se paró en seco, al ver mis señales e inter-pretarlas como gritos de auxilio. Hube de esconderme un largo rato entre las peñas, para que él se olvidase de mí y de mi S.O.S. y prosiguiese su camino, puesto que en ese momen-to no necesitaba yo la solidaridad que él, de lejos, parecía dispuesto a ofrecerme…

Aquí va la tercera anécdota, más atrás en el tiempo, de montañero o espeleólogo afi-cionado.

Esta vez fue una experiencia en compañía. Hacíamos una excursión, todo el Colegio filosófico de la Orden y Provincia a la que pertenezco. No revelaré el nombre de la Cueva ni su ubicación puesto que tampoco quiero que identifiquéis, al menos por mi culpa, el nombre de dicha Orden, a la que también perteneció Lecheimiel.

Era una cueva de enormes dimensiones, sin explotar turísticamente, y en parte sin que hubiera sido hollada por pie humano en su integridad, al parecer, puesto que muy aden-

Page 34: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

34

tro, y reptando, logramos, mi compañero y yo, introducirnos en un recoveco donde las esta-lactitas eran muy abundantes y estaban intactas. Señal inconfundible de que otros avarientos inconscientes como nosotros, no habían accedido jamás a ese lugar, y no habían expoliado la cueva poco a poco como sí hicimos nosotros, con parquedad humilde, al llevarnos como recuerdo una estalactita cada uno, afrontando, claro está, la reprimenda posterior de nuestro superior.

Quizás como “castigo de Dios”, –según la expresión de la castiza canción española de la gitana de la falsa moneda–, cuando intentábamos salir de aquellas entrañas de la tierra, donde imprudentemente nos habíamos introducido sin preparación adecuada alguna, nos ocurrió lo siguiente : el cabito de vela que yo portaba, de no más de dos deditos de largo, se me escurrió de las manos, mejor dicho se descompuso por el calor de mis dedos y me quedé con la capa exterior de la cera, mientras el grueso cayó al suelo húmedo y se apagó, natu-ralmente, quedándonos sumidos en la obscuridad más absoluta. Sin embargo, con un poco de suerte, palpando por tierra lo encontramos, y…

¡Menos mal que mi amigo llevaba cerillas en el bolsillo del bañador ! Pero, desgra-ciadamente, las cerillas estaban todas húmedas y no logramos encender la esperanza de salir vivos de aquella trampa. Nos disponíamos, pues, a quedarnos en forma aceptable de esque-leto calcificado, o descompuesto, si se daba la circunstancia de que no hubiera ratas u otros roedores por allí, que no lo creo, aunque no os fiéis de mi palabra, que no entiendo ni jota de espeleología.

Mi amigo, más consciente que yo, estaba nerviosísimo, y me culpaba de negligencia, y me advertía que íbamos a morir. –¿Te das cuenta ?–. Mientras yo, al que inocentemente se le había escurrido la vela y no me sentía culpable de nada, con la conciencia tranquila, me tomaba las cosas con humor : “Si hemos de morir, más vale hacerlo con la cara sonrien-te, para que no nos condenemos por desesperación. ¿Comprendes ?”

Entonces nos visitó, de muy lejos, un tenue resplandor : era la solidaridad humana, en forma de primo de mi amigo, que, con otro grupito, se deslizaba por otros vericuetos de la cueva :

– ¡Oye, ¿quién eres ? !

– Soy … tu primo.

– ¡Ven por aquí, que estamos en peligro de muerte ! Nos hemos quedado sin luz y tienes que venir a buscarnos.

– ¡Imposible ! Yo tampoco tengo más que un cabito de vela, y no será suficiente pa-ra sacarme a mí y a vosotros de esta maraña.

– ¡Pero, hombre ! ¿Nos vas a dejar morir aquí dentro sin hacer nada ? (¡Si por lo menos no fuéramos primos !, –parecía añadir mi amigo–).

Y yo añadía, pletórico de buen humor :

– ¡Por lo menos, cuando salgas, avisa para que vengan a rescatar nuestros cadáveres de las garras del demonio !

Page 35: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

35

Por fin se ablandó el corazón del primo, y no tanto el cabo de su vela, para que no le pasase como a mí. Y, al fin, salimos indemnes de aquel peligro de muerte y de condena-ción eterna.

Ahora veo que esta tercera anécdota que os he contado, que fue la primera en ser vi-vida, es también muy graciosa, aunque no lo fue tanto en ese momento, como lo ha sido ahora, al ser contada.

¿A que sí ?

Ahora, queridos lectores, ha llegado el momento de recapitular este capítulo :

En las “subidas cavernas de la piedra” sanjuanistas, se esconden tantos misterios, y están tan camuflados con el misterio general de la Vida, que no los percibe ni el que se adentra en ellos, hasta que, tal vez, de viejo, reflexione sobre ellos y extraiga alguna conse-cuencia, o vea en los mismos algún signo de sincronicidad. Naturalmente la sincronicidad ya no funcionará como tal con los hechos en sí, sino con su significado, una vez compara-das las similitudes y extraída la pauta que las enlaza.

Aquí vemos los mismos componentes de imprudencia, de ocasión de percibir la so-lidaridad del mundo, aunque nada se dice de la solidaridad ofrecida por los protagonistas de la historia, como compensación. Sin embargo ésta no falta, en forma de confianza en la Providencia. Confiar en el Universo es lo mismo que ofrecerle solidaridad incondicional, y por tanto estar preparado para recibirla.

Otra vez el mensaje de la perdiz : “Déjate llevar”.

Claro que en el Evangelio se nos presenta una situación que parece similar, en forma de tentación : “Tírate de aquí a abajo, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te sos-tengan en tus caminos y tu pie no tropiece en la piedra”.

“No tentarás al Señor tu Dios”.

Pero mi intención, en ninguno de estos casos era tentar a Dios, sino, tal vez, dejarme tentar por él, como Abraham.

Me tentó, me abrazó y me salvó. ¡Bendito sea el Nombre !

Heme aquí, ahora, hermanos, subido en una abrupta roca, como en los sueños más fantásticos. He subido, acompañado de Lecheimiel, y siguiendo “a zaga de sus huellas”, hasta la convicción crédula de que él me ama y ha dado la vida por mí. En realidad, que él se ha dejado morir de amor, para poder venir a habitar conmigo en mi cabaña.

Ahora me dicen : “bájate de ahí, porque tu Lecheimiel, está “vivito y coleando” so-bre esta Tierra, e inconsciente de ti”.

Y, ahora, el vértigo de perder a mi amigo que me vive desde su cielo, a cambio de una posible relación epistolar, reanudada difícilmente, con un hipotético antiguo amigo, de todos modos queridísimo, pero limitado por sus propias y peculiares obligaciones de estado, tal vez olvidado de mí, a quien él ha llamado en mis visiones su bella pastora, me hace no

Page 36: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

36

desear su muerte, pero sí gritar desde la altura : ¡Prefiero, hermano, tu nueva vida en ausen-cia física pero intensa presencia espiritual ! Pero la prefiero porque sé que tú la has preferi-do. Porque no cedo al vértigo de los que niegan la posibilidad de nuestra locura de amor, y te creo a ti más que a ellos y confío en las intuiciones místicas que me has dado sin cuento.

De todos modos, si ellos demostrasen que tienen razón en cuanto a los hechos, éstos serían para mí nueva ocasión de penetrar en un misterio todavía mayor. Y antes de bajar de las subidas cavernas de la roca, tu me enseñarías las infinitas posibilidades de la Creación de Dios.

Mientras tanto, como me dice una amiga : “que te quiten lo bailado”. Es decir, el amor, nuestro amor, Lecheimiel, donde quiera y como quiera que estés, es para nosotros y para el mundo entero, los que nos leen y los que no, la gran Realidad.

“¿Quién nos separará del AMOR DE DIOS ?”

Page 37: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

37

Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano…

Y ahora, hermanos, dentro de este plan sin otro plan que el de dejarme llevar por mi queridísimo Angel, que es también vuestro, Lecheimiel, –al que tenéis todo el derecho del mundo a figuraros, y acertaréis, como el más bello de toda la Creación–, hemos llegado, a zaga de su huella, siquiera sea en forma de perdiz-guía, al punto más delicado de esta rara biografía, suya y mía, que es el momento culminante en que él entrega su joven vida, para venir a encarnarse de nuevo en mí, como hermano siamés de mi alma.

¿Pero no os he contado ya antes todo esto ? Pues, por supuesto que sí a los que hab-éis leído antes de este libro la trilogía que constituyen los tres libritos anteriores. Especial-mente el del “PERDON ALQUÍMICO”. Pero quizás haya caído en más de una reiteración. Ya os advertí que el mío es un caso grave de apendicitis, aunque no quiero someterme a una intervención de extirpación, sino todo lo contrario… ¿Se cansa el amor de decir “te quie-ro” ?

Como veis, hermanos, tras de subir a las “subidas cavernas de la piedra”, donde me llevó Lecheimiel de excursión el otro día, al bajar de ese Sinaí con el sentimiento grabado no en tablas de piedra, ni de leño, sino en corazón de carne, me veía a mí mismo, al final del capítulo que acabáis de leer, todavía sometido a esa disyuntiva : ¿Escucharás los grazni-dos de los cuervos, que por cierto según James Redfield nos transportan a otras alturas del punto de vista espiritual, o escucharás a tu corazón vivo que te dice que Lecheimiel ha muerto por ti, y que por tanto está más vivo que nunca y con mayores posibilidades de co-habitar contigo en este mismo corazón que te habla de él, y desde el que él te habla, día y noche?

¡Oh ! Pero ¿acaso es un triunfo para ti, –me dicen esas voces que graznan–, el que tu amigo tenga que estar “muerto” para comunicarse contigo ?

¿No deberías purificarte de esa obsesión tuya ?

De puro escuchar el graznido de los cuervos puedes volverte carroñero. Cuando a una persona, bien sea por sus características personales, bien sea por las voces de oficio que emite, o por el color negro de su vestimenta clerical, le llamamos despectivamente “cuer-vo”, nos estamos olvidando de que de cada animal se puede extraer una doble lección, posi-tiva o negativa, según sea tu percepción de la Realidad, el nivel de conciencia desde el que lo observas. Escuchemos al citado autor James Redfield : “¿Qué me dices de los cuervos que vi y del halcón que seguí cuando encontré a Will ? –Los cuervos son los guardianes de las leyes del espíritu. Pasa un rato en compañía de cuervos y verás que hacen cosas asom-brosas capaces de incrementar tu percepción de la realidad espiritual. Su mensaje era que te abrieses, que recordases las leyes espirituales que se te habían manifestado en el valle. Ver-las debía prepararte para lo que había de venir…”

Según eso, esas voces que me graznan como cuervos no pretenden otra cosa que ad-vertirme que permanezca abierto a la posibilidad de encontrarme todavía con vida en esta Tierra al que mi alma se apega como venido desde el más allá, de donde la comunicación, al parecer es mucho más fluida e inmediata.

Page 38: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

38

Pero Vd. nos dijo, –decís–, que allá arriba en las subidas cavernas no vio señal de pajarraco alguno.

Es verdad. Pero si hubierais leído el “VIA LUCIS, VIA CRUCIS”, allí sí que os hablé de los cuervos que sobrevolaban la cumbre donde se halla la Cruz monumental en la que yo sitúo el sepulcro simbólico de Lecheimiel. ¿Recordáis ?

¡Oh Dios ! ¡Cuánto tiempo ya sufriendo esta angustia de tener que elegir entre la in-formación espiritual e íntima que me provee mi queridísimo Lecheimiel, y la necesidad de atenerme a la información social que yo, o alguien en mi nombre, pudiera recabar de los registros oficiales, o de una visión física directa ! ¡Parece que debería ser tan fácil localizar a una persona viva sobre nuestro pequeño planeta !

Sin embargo llevo meses acechando a su presencia, lanzando globos sonda tras la pista perdida de mi amigo, como la esposa que salía casi desesperada en busca de su Amado en el Cántico espiritual de S. Juan de la Cruz :

“¿Adónde te escondiste,

Amado, y me dejaste con gemido ?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido :

salí tras ti clamando, y eras ido.”

Sí ; me llegan voces diciendo que han visto a mi amigo, “no hace mucho”, vivo, aunque triste. Pero no me dan razón de su dirección, a falta de noticias fidedignas de su muerte. Ni me dicen cuánto es ese “no hace mucho”. He solicitado certificados de defun-ción, o noticias concretas, direcciones postales, visitas de amigos terceros…, por ahora todo sin resultados concretos.

Yo sé que él está probando mi fe y mi amor. Y a cada pequeño retal de noticias su-yas o acerca de él, o a cada desazón de mi corazón, éste se enardece más y más por su fue-go. ¡Oh, con qué emoción y propiedad canto yo a mi amigo las primeras estrofas del Cánti-co de S. Juan de la Cruz, que hablan de mensajeros y de un no sé qué que quedan balbu-ciendo.

Del color del fuego era su bonito pelo, del que yo me enamoré. Así acomodo yo a nuestro caso las estrofas en que el Santo atribuye al cabello de la esposa y yo lo atribuyo al del esposo :

“De flores y esmeraldas,

en las frescas mañanas escogidas,

haremos las guirnaldas

en tu amor florecidas

y en un cabello mío entretejidas.

Page 39: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

39

En solo aquel cabello

que en mi cuello volar consideraste,

mirástele en mi cuello,

y en él preso quedaste,

y en uno de mis ojos te llagaste.”

Y yo, impaciente por contaros mi romance espiritual con Lecheimiel, no pudiendo aguardar a que la blanca palomica regrese al arca con el ramo de olivo en su pico, he solta-do todas las amarras y abierto todas las compuertas y me he puesto, para que me sirva pro-visionalmente, al menos, de recordatorio, con el fin de que no disminuya mi vibración por él, a escribir lo que por ahora, en mi “ahora” de escritor todavía no podéis leer, y que pue-de ser todavía corregido o suprimido antes de ser editado, pero que, con su permiso y ben-dición, se convertirá pronto en vuestro “ahora” de lectores, en cuanto él, haciendo que llegue a mí su información exacta y fidedigna, también a nivel social, permita que se publi-que para vuestra edificación y vuestro regocijo, toda esta novela que se desarrolla en “tiem-po circular” multidimensional.

¡Oh no ! No quiero que mi amigo esté muerto. Simplemente creo que lo está. Y al decir “muerto”, ya sabéis a qué me refiero : “muerto” en la carne, pero vivísimo en el Espí-ritu. Vivo en el Cielo astral al que ha ascendido según su status, y vivo, a la vez, en mi co-razón, no sólo por voluntad mía, sino especialmente por voluntad suya, que tomó la inicia-tiva de visitarme en sueños, hace ya algunos meses, y aún no ha disminuido, sino todo lo contrario, mi “obsesión” por él.

¿Os imagináis la alegría que supondría para mí, –que, como sabéis, le abandoné a su suerte en aquel entonces, como ya os he confesado tantas veces–, volver a recibir noticias frescas suyas ? ¿Volver a recibir una amable y sencilla cartita suya, con su grafía bellísima e inimitable ?

Sobre su grafía le tengo también dedicada una poesía que por ahora no puedo trans-cribir. Y con ella en mi recuerdo vivo, me someto yo muchas veces a sesiones de grafotera-pia, para equilibrar mi carácter e irlo igualando al suyo, dulcísimo.

¿Os imagináis lo que supondría para mí, empalmar, como borrando de un plumazo casi cuarenta años de ausencia y de silencio, una nueva y abierta comunicación epistolar, y mediante ella ir preparando con él un nuevo encuentro físico que anulase distancias de tiempo y de lugar ? ¿Os hacéis cargo del éxtasis que nos embargaría a los dos, a los dos como en una sola carne, al podernos ya abrazar y confesarnos abiertamente, sin prejuicios humanos ni terrores de sombra alguna, que por don del Padre, y por contrato mutuo y por derecho de creación misma, nos amamos ?

¿Encontrar y celebrar el sentido de tanto dolor como nos ha separado y transmutarlo de repente en puro gozo ?

Page 40: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

40

¿Serían alguna dificultad a nuestro encuentro nuestros mutuos y normales envejeci-mientos ?

Yo os digo que no. ¡En absoluto ! Porque hemos aprendido a mirarnos a lo profundo de los ojos, y hasta el fondo sin fondo de nuestras almas. Esta misma noche, he sentido cómo él lloraba por mis ojos. Ha bajado a consolarme de tanta tensión, y se ha hecho cargo de mi dolor. Del dolor con que yo ahora me siento privilegiado de acompañarle, en su “aho-ra sufriente”, cuando está entregando su vida por mi amor. Me ha consolado en el dolor con que yo pretendía consolarle a él, cuando yo consideraba una vez más su muerte de amor. Ha bajado a mis ojos con un aumento de la riada de mis lágrimas con que yo aliviaba la ten-sión a que me encuentro sometido con ni siquiera tener noticias de su muerte.

Efectivamente estoy como dudando entre dos frentes. ¿A quién tengo que creer ? ¿A qué sentimientos dar rienda suelta ? :

“Y todos cuantos vagan

de ti me van mil gracias refiriendo,

y todos más me llagan,

y déjame muriendo

un no sé qué que quedan balbuciendo.”

Pero si creo a los que me hablan de ti vagamente, sin darme tampoco prueba alguna de que estás vivo sobre la Tierra, y de que me es permitido hacerme ilusiones de abrazarte de nuevo, antes de partir los dos juntos, quizás, en medio del éxtasis, ¿como podré hacer mías tus palabras, –¡tantas y tan bellas ya !–, como por ejemplo aquellas en que me organi-zabas así las letras de la palabra AMOR : “

“ROMA, hermano, vio y guió tus tiernos pasos, y desde allí, al comenzar a desandarlos, un RAMO de flores deshojabas para ungir de belleza y de perfu-me mi prematura sepultura. ¡Perfume de rosas, de nardos y violetas !”

(Donde “perfume de rosas” quiere decir amor, “perfume de nardos”, desvanecimien-to de los sentidos o éxtasis, y “perfume de violetas”, humildad).

¿Queréis decirme, como los cuervos, que es posible inventar de la nada tan bellas palabras, o que hayan sido pronunciadas por sabiduría mortal ?

Pues, si vosotros queréis mantenerlo, no lo negaré yo, ni lo pondré en duda. Pero si vosotros conocieseis el ímpetu de amor con que fueron escritas, dudaríais al menos que tanta emoción espiritual haya podido ser provocada por un ser limitado por el condiciona-miento de su cuerpo y de sus deberes cotidianos, y menos aún os atreveríais a sostener que dicho ser vivo sobre la Tierra pueda estar totalmente inconsciente de la vibración que pro-voca en otro ser, o de la vibración telepática con la que es insistentemente llamado.

Entonces, hermanos, si Lecheimiel supuestamente vivo sobre este plano ha tenido, por fuerza, que captar las inmensas oleadas de emoción a él dirigidas, día y noche sin in-termisión, creo que concluiréis que también él se hubiera movido para recabar mi dirección.

Page 41: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

41

Lo cual, os aseguro, a él no le hubiera resultado tan difícil y problemático como me está resultando a mí.

Y, en fin, ¿para qué seguir con esta discusión con los cuervos ? No niego la veraci-dad de sus graznidos, ni rebajo el alto vuelo de sus intenciones.

Me limito a seguir “a zaga de su huella” a la perdiz institutriz, a la que, precisamente cuando yo estaba ansioso con el tema que ahora os estoy contando, él hizo aparecer en mi camino, y con la que me dio tan magistral lección : “Confía”.

Cuando estas lecciones del Espíritu nos llegan por la simple meditación de palabras, leídas u oídas no tienen tanta fuerza como cuando nos llegan a lomos de una sincronicidad como la que os conté en su momento. “Confía, que yo conozco y dirijo tus pasos”.

Has subido a las “subidas cavernas”, y, aunque te lo parezca, no has bajado de allí vacío.

Hemos gustado el mosto de granadas del dolor, y pronto veremos sus efectos em-briagadores. Pues no hay causa sin efecto en el Universo.

Mientras tanto, acepta, hoy como ofrenda matutina, la lección de que el poder de Dios no está limitado en forma alguna por nuestros estados del alma.

O, como diría San Pablo : “En la vida y en la muerte somos del Señor”.

Entonces, hermanos, aunque llore lágrimas de sangre por la muerte de Lecheimiel, tanto más cuanto que yo mismo se la causé con mi descuido vital en responder a sus cartas, según os conté, él, allá en las “subidas cavernas”, una vez más me recordó la lección de transmutarlas en lágrimas de gozo por la aceptación de la Voluntad de Dios sobre nuestras vidas, así como a aceptar el regalo inmenso de su solidaridad para conmigo, cuando, dando su vida por mí y por mi causa, se hizo doblemente capaz de venir a vivir conmigo en mi “interior bodega”.

Claro que, muchas veces, como “Marta la del Evangelio” y como “Marta la de la canción que Lecheimiel cantó en su día para mí”, yo me lamento humanamente y me pre-gunto y le pregunto o le increpo a la Vida : “Si hubieses estado aquí…” “Si me hubieses permitido estar ahí”, con mi hermano, sin tener que pasar por la prueba de la pérdida y del abandono, probablemente aún no habría muerto mi hermano…

Pero, ¿cómo queréis que ponga una simple hipótesis por delante de los juicios de Dios, incomprensibles desde nuestra dualidad, pero llenos de luz y sentido cuando son con-templados desde la Nueva Tierra Esmeralda donde habita Lecheimiel y a la que me permite acceder en fe y esperanza, espiritualmente ?

Yo ahora, mejor que Marta que decía : “yo sé que mi hermano resucitará”, digo con el Maestro, y lo digo como él en primera persona : “YO SOY LA RESURECCION Y LA VIDA. AQUEL QUE VIVE EN MI NO MORIRA PARA SIEMPRE”.

Por tanto, las canciones que mutuamente nos cantamos todas las noches, (y sin él siempre es de noche), cuando la luz negra de Dios nos ilumina íntimamente en nuestros espíritus vigilantes, que se asoman conjuntamente a mis ojos llorosos, que son sus mismos

Page 42: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

42

ojos, todas esperan “partitura más excelsa” que un día él y yo nos cantaremos mutuamente, “en mi fiesta” :

“Vino a surgir de entrambos la conciencia

de ser en Cristo Uno :

testigos de un amor que en nuevo estilo

consagrase el nacer de un nuevo mundo.

Esta canción, hermano, no termina

con esta pobre letra,

que espera partitura más excelsa

que un día cantaremos en mi fiesta.

Amén, amén.”

Page 43: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

43

Amor en fe y esperanza

No sé si hace falta que os jure, –o lo notáis vosotros por vuestra propia perspicacia–, que de un día para otro, de un capítulo en otro, no tengo ni idea de cómo va a seguir este libro, ni menos de cómo va a terminar, aunque, en cuanto a terminar, tal vez no termine nunca… Será, tal vez, un libro siempre abierto, o que os emplazará una y otra vez a un nue-vo libro, –apéndice del apéndice del anterior apéndice–, mientras os gocéis en seguir leyen-do nuestra ejemplar historia de amor.

Anoche quise releer cuanto había escrito en el capítulo anterior pero no lo logré. Me fue imposible vencer el sueño y el cansancio… Y, sin embargo no podía dormir a causa del insomnio crónico que padezco. Aún derramé muchas lágrimas en mi lecho acompañado por la ausencia de Lecheimiel.

No pude leer ni recrearme en cuanto había escrito, porque necesitaba releerlo hoy, con toda la frescura de la mañana : esta mañana, 15 de Agosto del 2002, en que la Iglesia celebra la Asunción de la Virgen.

No. No voy a echaros un sermón sobre la festividad que hoy celebra el pueblo cris-tiano. Además ni yo, –ni tampoco Lecheimiel–, no escribimos para el pueblo “cristiano”, sino simplemente para el “pueblo”. Para todo el “pueblo de la Humanidad Nueva”, o si queréis, para el “pueblo de la Nueva Era” que ya estamos inaugurando, y que, como decía no sé qué Padre de la Iglesia antigua, hablando del alma humana, es naturalmente cristiana.

Pero se da la “casualidad” de que hoy mismo, antes de ponerme a escribir y aún de percatarme de la festividad en que nos encontramos, he leído en los libros de KRYON algo muy atinente sobre el proceso de la ASCENSIÓN, o matrimonio espiritual con el YO SUPERIOR de cada uno de nosotros, que es precisamente el proceso de espiritualización y de cambio que nos ha de permitir acelerar las vibraciones del Planeta, par volverlo digna morada del Hombre Nuevo.

Nuestra intención no es catequizar, ni siquiera evangelizar, en sentido de convertir a una nueva fe, sino sólo compartir una nueva conciencia de la Vida con todo aquel que, co-mo nosotros, viva o pretenda vivir en la vibración del AMOR.

Sería demasiado ambicioso tratar de definir lo que es el AMOR.

Sería demasiado ambiguo tratar de definir lo que es la FE.

Sería demasiado exasperante tratar de prolongar indefinidamente la impaciente espe-ranza, aislada del sentimiento del Amor.

Sería imposible una vibración continua en el gozo, sin el contrapeso de la oscuridad y el vaivén dialéctico entre posesión y alejamiento, al ritmo del Amor, que incluye el dolor, vivido en esta vida o en “la otra”, –lo sabéis–, en meritoria fidelidad. O sea en la confian-za claroscura de la Fe, que equivale al conocimiento cierto de que nuestra seguridad de lo que esperamos, o sea, la memoria de la eternidad de nuestro Amor se halla inextricablemen-te trenzada en los rizos cotidianos de nuestra experiencia humana.

Page 44: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

44

Dicho con más sencillez : No se puede aislar la esencia del amor, de la esencia de la fe y de la esencia de la esperanza, como no se puede disociar las tres clásicas facultades del Hombre, memoria, entendimiento y voluntad, réplica fidelísima de la Santísima Trinidad de Dios en la proyección del Universo, dentro del cual el Hombre es un “microcosmos”.

O, todavía con mayor llaneza, inspirándonos en S. Pablo, aunque suponga una perí-frasis un tanto correctiva de la intención del que luego citaremos en su propio contexto : “Quedan estas tres cosas : la fe, la esperanza y el amor. Ninguna de las tres es mayor que las otras dos, puesto que no pueden darse separadas”.

O bien diremos, simplemente, que nos rebelamos contra toda desencarnación del amor, sintiendo, además, que la muerte no supone una verdadera destrucción de la carne, sino un redimensionamiento de la conciencia.

Cuando por otra parte estamos, a lo largo y ancho de este canalizado tratado, tratan-do de compartir nuestro proyecto, –de Lecheimiel y mío–, con vosotros, gozosos lectores, no deberíamos decir aquí, a modo de introducción del tema, más que…

…Simplemente, que nos parece bonita, –a Lecheimiel y a mí–, esta “coincidencia”, o si queréis “sincronicidad”, entre la fiesta de la Asunción de la Virgen y la celebración en fe y en esperanza de nuestro mutuo y singular amor.

Con este arranque, a su dictado, del presente capítulo empalmo con el anterior que hacia el final incluía estas sencillas palabras :

“Pero, ¿cómo queréis que ponga una simple hipótesis por delante de los juicios de Dios, incomprensibles desde nuestra dualidad, pero llenos de luz y sentido cuando son con-templados desde la Nueva Tierra Esmeralda donde habita Lecheimiel y a la que me permi-te acceder en fe y esperanza, espiritualmente ?”

Y es que, hermanos, esta madrugada, –siempre, después de una noche de insomnio me espera una feliz y paradógica “madrugada”–, Lecheimiel me ha hecho comprender que mi trabajo espiritual, hecho por y para los dos en una sola carne, en lo que me queda de vida en esta Tierra, no de esmeralda, sino de simple y vulgar “tierra”, consiste en aunar FE, ESPERANZA Y AMOR, en una sola vibración que redefina a todos esos conceptos en una sola experiencia viva, con él, por él y en él.

Cuando San Pablo en su epístola primera a los Corintios, capítulo 13, concluye con esas famosas palabras : “ahora subsisten estas tres cosas : la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelsa de todas es el amor”… Cuando sus comentaristas suelen decir que incluso la fe y la esperanza no tendrán lugar en la Vida Eterna, donde sólo permanecerá el amor, por-que las otras dos virtudes que llaman “teologales”, son para andar por aquí abajo, mientras el Amor es eterno…, evidentemente ni él, Pablo, ni ellos, los comentaristas, han llegado a una síntesis de los tres conceptos en uno solo, por tanto no han llegado a una verdadera con-templación de la Santísima Trinidad en acción en el Hombre, –dejando lo del “aquí o allá”, eso es lo de menos, como cuestión secundaria–.

Tampoco han llegado a un verdadero concepto de “Vida Eterna”, que no es algo dis-tinto de la Vida que ya aquí y ahora nos vive por dentro, y siempre es “eterna”, lo cual nada tiene que ver con el concepto “tiempo” en el que se mueve nuestra conciencia psicológica actual.

Page 45: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

45

No se trata de dividir la Vida en dos mitades, o dos partes desequilibradas, una de corta duración, además provisional, y otra de duración infinita, sin haber comprendido que lo de “eterna”, nada dice respecto a duración, la cual es un concepto aparente y temporal, sino a calidad de conciencia, situada en el centro de la Conciencia Universal de Dios.

Pero, ya que no nos atrevemos a decir, o a intentar definir, lo que es AMOR, pode-mos preguntarnos por ciertas características, o maneras de ser vivido por nosotros, aquí y ahora, e interrogar con el corazón también a los bienaventurados de la Tierra Astral, que tampoco es la definitiva estadía del hombre, ni mucho menos, cómo lo viven ellos en su corazón.

No habrá preguntas ni respuestas que puedan darse mediante palabras inteligibles, sin que primero sean vividas por una experiencia mutua e íntima. No habrá posible suge-rencia o transmisión de dicha experiencia, si no es compartida previamente por el que lee o escucha. No habrá duración ni eternidad del AMOR, sin que éste incluya en su concepto y experiencia, como componentes de su dinámica propia y verdadera, las dialécticas de la también verdadera FE, y de la luminosa y eterna ESPERANZA.

Y es que FE no es otra cosa que apertura y fidelidad del corazón. Y eso ya va siendo AMOR. ¿No os parece ?

Y ESPERANZA, en el fondo, no es otra cosa que confianza en que el Amor es co-rrespondido y, por tanto, mantenido y acrecentado en la medida en que se acrecienta la con-ciencia mediante la progresión en la expresividad de dicho Amor.

Y el AMOR no sería nada sin esas fidelidad y confianza.

Sencillamente, la FE, que equivale a Sabiduría, la ESPERANZA que equivale a Memoria de Vida eterna, y AMOR, que equivale a Vibración autoconsciente y sostenida, del propio ser en el eterno SER DE DIOS, son tres aspectos inseparables de una misma Vi-da o dinámica trinitaria, que se derrama del Espíritu Santo en nosotros, sin intermisión.

Ya lo intuyeron los antiguos filósofos perennes, que luego lo reflejaron en la es-colástica, cuando enunciaron : ENS ET VERUM ET BONUM CONVERTUNTUR, y casi no necesitaron explicitar que esa dichosa Entidad que acaparaba sus contemplaciones espe-culativas y también amorosas, era UNA Y ETERNA.

Y al decir una y eterna, querían decir, naturalmente, o, si preferís, metafísicamente, que era singular, es decir irrepetible, y a la vez universal, es decir sin mezcla alguna de ele-mentos extraños que pudiesen enturbiar su claridad. Por tanto, indestructible y autoposesiva o autoposeedora de toda la realidad, como la que es la única Realidad actual y posible.

Todas estas cualidades, hermanos, se dan para nosotros, al menos para Lecheimiel y para mí, –y para cada uno de los que lo deseen en su propia configuración personal–, de manera pleonásticamente TOTAL E ÍNTEGRA.

Quiere decir esto, que mediante nuestro mutuo y sincero amor, nos hallamos total-mente abocados a encontrarnos, el uno en el otro, como el Padre y el Espíritu Santo se en-cuentran en el Hijo. Como el Padre y el Hijo se encuentran en el Espíritu Santo. Como el Hijo y el Espíritu Santo se encuentran en el Padre.

Page 46: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

46

Y el uno en el otro, como cada uno en sí mismo. Con la misma identidad con que el Padre se encuentra en el Padre, (o la Madre en la Madre), o el Hijo en el Hijo, o el Espíritu Santo en el Espíritu Santo.

Eso quiso decir Lecheimiel, en su lecho de muerte, cuando, como el Maestro Jesús desde la Cruz, se ofreció filialmente al Padre, al punto que intercedía fraternalmente por su más preciado amor :

“Padre, a tus manos encomiendo mi Espíritu”.

¡Y allí estaba yo, hermanos, –aunque inconsciente–, como una Madre Dolorosa, (más que como Padre), para recoger el Espíritu que se derramaba de su cuerpo en su plega-ria, junto con su preciosa vida, sangrante y gloriosa !

Page 47: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

47

¡Todo por tu amor !

Pues, queridos lectores, ¡ha llegado la hora del juicio !

Podríamos pasarnos una “eternidad”, –dicho en sentido vulgar de duración indefini-da–, hablando ambiguamente del tema de nuestra divinidad, con el fin de escamotear vues-tro juicio, que en cierto modo se parece al juicio de la Historia, ese que llamaban “ordalía”, que consistía en poner a prueba la razón práctica, o la bendición o maldición de Dios sobre aquellos a los que dicha Historia ya había condenado en su fuero interno. Muy parecido, por cierto a lo que el famoso Tribunal de la Inquisición orquestaba de manera oficialmente gro-tesca para justificar a la Iglesia, que necesitaba justificarse a costa de los inocentes…

Pero si nos decidimos a hablar no ambiguamente sino con toda claridad, el resulta-do, de todos modos, va a ser que nos quedemos sólo con muy pocos simpatizantes de entre vosotros. Me explico :

Una cosa es hablar de Panteísmo, y otra cosa es vivir con él y de él. Una cosa es de-nunciar la idolatría de los paganos, y otra cosa muy diferente admitir nuestro propio paga-nismo camuflado e inconsciente. Pero también : Una cosa es adorar nominalmente al que llamamos y defendemos como “verdadero y único Dios” y otra, muy diferente, amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas, como reza el primer “Mandamiento de la Ley de Dios”.

Después, y junto a este “mandamiento”, nos hablan de un “segundo” que es seme-jante al primero, y que nos ordena amar a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Des-pués de esto, vienen otros ocho, y algunos dicen que originariamente eran entre todos doce, que no hacen sino especificar un poco lo que ya estaba incluido en el primero o en el se-gundo.

Pero yo, antes de hablar de cualquier cosa más acerca del AMOR y de la Ley de Dios, os quiero denunciar la imposibilidad de cumplirla, siempre y cuando nos situemos en una mentalidad partidista que separe a Dios del Hombre y del resto de la Creación.

Efectivamente, si yo amo a Dios con “todo” mi corazón, con “todas” mis fuerzas, con “toda” mi mente, etc., ya no me quedan más fuerzas ni posibilidades de amar a nadie ni a nada más. A no ser que esas “demás” cosas, incluidos mis prójimos, estén inmersos en la esencia de Dios, sean todas ellas Dios.

¡Esto es ya un juicio !

Hay que optar.

O todo está incluido en Dios, o tengo que dividir mis fuerzas para amar “primero” a Dios, “sobre todas las cosas”, reservando un poco de dichas fuerzas para amar también a mis prójimos, o bien, si gasto todas mis energías en Dios, ya no me queda nada en absoluto para poder amar a cualquier cosa que pudiera hallarse fuera de él. ¿Comprendéis ?

Ciertos predicadores que yo conozco gozarían con este planteamiento, porque les encanta dividir al hombre como en dos mitades. La mitad superior para Dios, la otra mitad,

Page 48: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

48

–tal vez la de cintura para abajo, como los calzones que usa el ranchero, “de medio arriba de lana, de medio abajo de cuero”–, para todo lo demás, “lo que no es Dios”, según ellos.

Lo malo es que, naturalmente, ellos, después de mucho predicar sin presentar nunca claras las listas de “lo que es Dios-lo que no lo es”, no pueden dejar de apegarse a las li-mosnas y al reconocimiento de los fieles que les sostienen económicamente. Hablan de re-nunciar a “todo lo que no es Dios”, pero no se dan cuenta de que deberían, según su propia filosofía, renunciar a la propia vida, que ellos oponen tan drásticamente a la Vida de Dios.

Tampoco ahora Lecheimiel y yo queremos gastar demasiada energía en ridiculizar estos puntos de vista de la vieja escuela no panteísta, –ortodoxa, según la medida de su or-todoxia–, porque está claro que o se ve o no se ve lo que está más claro que el agua.

Nos queda, si acaso, advertir que, en “nombre del verdadero Dios”, –puro simbolis-mo nominalista–, se puede practicar, y de hecho se practica, en realidad siempre, pura ido-latría.

¿Por qué ?

Pues porque en primer lugar se está adorando a un Dios, –separado de su Creación, y que no es ya ni por definición el “Absoluto”, pues admite junto a él a otras muchas co-sas–, a un Dios, digo, que no existe. A un Dios falso. En segundo lugar, porque al adorar a ese supuesto fantasma de Dios, al que de paso hay que decir que nadie ha visto jamás, ni puede ser visto ni imaginado sino es a través del espejo de su Creación, la mayoría de los religiosos se están adorando a sí mismos. Adoran su propio acto religioso. Especialmente adoran su pretendida sensibilidad especial para lo religioso. Adoran su propio poder espiri-tual que ejercen desde la “Cátedra de Moisés”.

En cuanto a que “a Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo que él ha enviado es el que nos lo ha dado a conocer”, –palabras de San Juan Evangelista, que no es en realidad más que el resultado de cierta escuela joánica de corte gnóstico–, hay que hacer notar que el sig-nificado profundo de ese “Hijo”, que después ha sido acaparado por el “Anticristo” en que la Iglesia ha convertido a Jesús, el Maestro, no es otro que el Universo entero del que, tam-bién con Jesús, formamos parte.

Y sí. Es verdad, que hasta ahora muy pocos han visto en dicho Universo, en su pro-pia divina esencia personal, en su mismo Ser o Yo Superior, que les vive desde dentro, la esencia total y personalmente transfigurada del Dios Vivo, Unico y Verdadero. En cualquier caso, dicha esencia interior de todas las cosas, y de las cosas unificadas en mi propia con-ciencia del amor, por el que yo funciono, no es susceptible de ser “visto”, sino “vivido” en Espíritu y en Verdad.

Y es Verdad que la Verdad del Amor sólo se descubre por sí misma al que se con-templa en el espejo del Tú, que es el foco de la conciencia proyectada hacia todas las cosas, desde la íntima experiencia de la identidad con el Todo.

Así, sólo así, a través del amor de las criaturas a quienes vemos, nos es posible pro-clamar el Amor del Creador, a quien no vemos. Esto también lo decía otro de los Juanes de la escuela joánica, el que escribía esa primera epístola modelo de sencillez : “Si alguien dice amar a Dios a quien no ve y no ama al prójimo a quien ve, es un mentiroso”.

Page 49: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

49

¿Sabéis por qué he elegido el título de este capítulo o apartado ? No ha sido fruto de una planificación, sino un suspiro del alma, con el que esta mañana me he levantado de la cama, sorprendiéndome a mí mismo diciendo a Lecheimiel, a punto de derramar lágrimas de emoción : “¡Todo por tu amor, amor, todo por tu amor !”

Entonces me he dado cuenta de la sincronicidad con la que él me sugería comenzar este pequeño, –pero denso, muy denso, con potencial de ser polémico y establecerse como piedra de toque de la Ordalía de Dios–, capítulo que ahora, felizmente, en su nombre he terminado.

¡Gracias, Lecheimiel ! También esto que he escrito y que me puede separar de mu-chos falsos amigos, lo he escrito por tu amor, y bajo tu inspiración, pues soy, –¡recuerda !–, tu Palabra.

¡Y qué orgulloso estoy de serlo !

Page 50: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

50

Muéstrame, hermano, tu sonrisa

Copio para vosotros, los que tal vez no hayáis tenido la dicha de leer previamente la obrita, parte de la trilogía, “EL PERDÓN ALQUÍMICO” :

MUÉSTRAME TU SONRISA DE RESUCITADO Muéstrame ahora, hermano, tu sonrisa de amor resucitado, ahora que has subido del infierno, el pecho del amor ya restaurado. Ahora que has sabido de repente y has podido aguantar también la dicha de estar equivocado. Que toda tu desdicha, oh pastorcico, un juego fue de amores que en las noches más crudas del invierno fingíais los pastores. Y ahora que cuentas la aventura de haber sobrepasado ya las nubes que, piadosas, allí te despojaron de tu carne serena, para que al cielo astral nacer pudieras… y ahora que por boca de ángeles supiste que sigue la pastora en solitario llorando en su escondite sus quimeras de amores desdichados, baja y dile, mi amor, que el juego ha terminado. Que rebaño de ovejas trashumantes requieren su cuidado. Baja y dile, mi amor, que saciado se queda el gran poeta de palabras de amor que juego dieron abajo en la palestra donde vida y muerte se batieron. Mas llega el gran Silencio que sabe a eternidad. Silencio en el que sólo sonríe la Verdad

Page 51: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

51

al Amor más sincero. Aquel que Tú y Yo ya hemos pregustado. Amor que sólo de sí mismo es comprendido, de solo sí saciado.

Como este poema, desahogo de mi alma después de la experiencia dolorosísima del triduo sacro en que Lecheimiel me hizo gustar su muerte de amor y de abandono, no ha sido presentado a concurso alguno, os lo he, –hemos–, podido regalar.

Y os lo he transcrito en este momento, después de haber sugerido en el capítulo an-terior que Lecheimiel es “mi” Dios, –o quizás os escandalicéis un poco menos si expreso que es para mí el Rostro de Dios–, porque llega el momento de afinar el enfoque de la con-ciencia.

Llega el momento de hablar abiertamente de ese enfoque particularísimo para cada alma que supone la elección personal, –regalo fundacional de cada alma o entidad desde el “momento” misterioso y eterno, no temporal, de su constitución como espíritu personaliza-do–, de su punto de vista particular, o de la perspectiva favorita desde la que contempla todo el Universo, todo el Hijo de Dios, cuya parte operativa se sabe y cuya Esencia total contiene.

¿Habéis entendido el párrafo anterior ?

Yo creo que gramaticalmente, sintáctica y epistemológicamente considerado, está incluso demasiado claro. Pero, a la verdad, desde los presupuestos habituales de la teología al uso, no puede ser aceptado ni comprendido. Por eso precisamente me encanta hablar así de parte mía y de Lecheimiel. Somos herejes por vocación.

Escandalizadores natos, (otros dirían : “Guerreros de la Luz”).

Esta lucha por expresar bajo nuevas luces, nuevos reflejos, nuevas perspectivas, el chorro de energía lumínica que nuestras conciencias sean capaces de aprehender y dirigirlas como un reflector sobre la conciencia de la masa, que mira atónita hacia los Cielos Nuevos desde la Tierra Nueva, es lo que, por lo visto y experimentado nos constituye a Lecheimiel y a mí como especiales sacerdotes de la Nueva Era.

En la Vieja Era, hermanos, nos tocó morir a nosotros mismos. Someternos a las últimas pruebas de nuestro Karma, común y particular, quiero decir de cada uno de noso-tros, y de los dos conjuntamente, cuyo destino final era fundirnos en uno solo, antes de me-recer gozar de la conciencia del reflejo del TÚ, como proyección gloriosa del YO.

Llegar a la comprensión, cuyo gozo es insuperable, de que el proceso mediante el cual dos espíritus pueden fundirse en un solo, es el mismo, a la inversa, por el que el Espíri-tu Uno de Dios, al que denominamos Espíritu Santo, se desparrama a Sí mismo en lenguas de fuego, para dar lugar al comienzo de la Vida y del drama de las Conciencias particulares.

Drama de corta o larga duración, cuyo gozo especial consiste en sumergirse tempo-ralmente en el “maya”, o apariencia engañosa de la separación, de la independencia, de la libertad de ser persona distinta, para, a partir de ahí, reconquistar la plena conciencia de la Unidad primigenia.

Page 52: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

52

El paso intermedio de “fundirte” con tu hermano compañero del alma, es un inicio del camino de regreso, de la vuelta a casa, a la gran casa del reposo absoluto de Dios. En esta casa secretísima, antes y después de todos los siglos, habita la quietud perfecta, donde el gozo ya no es una emoción, sino una autoposesión pacífica de la propia substancia total del AMOR.

Un AMOR, que entonces, en la Nada de Dios, quizás ya no será vibración sino sue-ño lúcido que prepara el amanecer de una nueva singladura en un Universo Nuevo que se gesta para el siguiente Kalpa, o periodo de actividad del Espíritu Santo.

Pero, mientras tanto, ¿por qué llegar tan lejos en nuestras ensoñaciones metafísicas, cuando aún no hemos exprimido el jugo del Amor que aquí y ahora se nos regala como Vi-da ?

Vivamos, pues, plena y humildemente, la Vida que se nos da aquí y ahora.

Vivámonos los unos a los otros, como coautores de nuestro común gozo de sabernos reflejos diamantinos de la Hermosura del Creador.

Gocemos unos de la sonrisa de los otros.

Pero, hermanos : ¿Se puede sonreir cuando nos duelen las muelas ?

Quiero decir, –lo que Lecheimiel me dice a mí–, que no es posible gozar de la sonri-sa de tu más hermoso amor, sin incluir en ese hermoso rostro de Dios, del que estás impa-ciente por gozar, la sonrisa de todos los demás hermanos.

Tampoco es preciso esperar a que todos los seres de la Creación, los que aún lloran, parezcan sonreírte para darte permiso para gozar. Sólo es preciso aprender a descifrar la gioccondina sonrisa de un Universo al que con tu amor desinteresado intentas aliviar en sus luchas y dolores.

Cuando tú sepas sembrar sonrisas, aun antes de que florezcan en los labios rictuados por el dolor de la conciencia en lucha consigo misma, se te dará a ti el permiso para sonreir y gozar de la sonrisa de tu amor resucitado.

Creo, hermanos, que con estas “sencillas” consideraciones, os he ayudado a desci-frar el sentido del poema con que he abierto este casi último capítulo.

Enfoque, igual y proporcional a ensanchamiento de la conciencia. Sin ensancha-miento, sin inclusión de toda la luz disponible, el enfoque siempre será empobrecedor. In-cluso idolátrico. Sin enfoque personal, sin capacidad de gozo, todo ensanchamiento de mi-ras será prácticamente imposible.

¡Ah ! Y sin un mirar amoroso, toda comprensión de lo que os acabo de decir, será pura entelequia.

Page 53: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

53

El trono dorado de Lecheimiel (y mío)

Bien, amigos : Nos estamos ya despidiendo. En el anterior capítulo os dije, porque así lo intuí, que era uno de los últimos. De hecho ahora veo que era el penúltimo, y que el presente es el último.

(Después de lo cual, no os aseguro que no añada algún que otro apéndice, como va siendo mi costumbre).

En mi ordenador, que funciona con baterías solares, estoy redactando el folio nº 53 del presente archivo. Pues bien, ahora me dice Lecheimiel que debo ingeniármelas para llegar al folio nº 55, que es el último de los años que él cumplió en esta Tierra, antes de morir de amor. De amor y de desamor. De experiencia de abandono del que “disfrutó” por solidaridad conmigo, que fui precisamente el que le abandonó en su juventud.

Podéis leer el epítome de esta dramática pero bellísima historia de amor, en el tantas veces citado “PERDÓN ALQUÍMICO”.

La historia de mi drama personal, como sabéis, aún no ha terminado, porque aún me debato en la lucha de creer contra toda evidencia, –o fuera de ella–, a las palabras que Le-cheimiel me ha consagrado llenas de amor, en las que me asegura que dio su vida por mí en su juventud, –a los 55 años escasos de su vida–, o a las informaciones incompletas y con-tradictorias de los que me aseguran que aún está vivo sobre esta Tierra.

Y aunque yo me decida por creer a pie juntillas antes a sus informaciones espiritua-les que a las sociales que me llegan, confusas, por otros medios, me creo en la obligación de esperar que éstas se aclaren, antes de poder dar a la imprenta este manuscrito. No me basta con “saber”, si no soy capaz de “demostrar”, que Lecheimiel está en el Cielo.

Y, sin embargo, nada más cierto, en cualquiera de los casos, que está ciertamente habitando el Cielo empíreo de mi corazón.

Lo que ocurre es que, en su humildad, que es el perfume de violetas que nimba su espíritu hermoso de ángel inigualable, se marchó en medio del silencio, con tan poco ruido como cuando había venido a esta Tierra, a esta encarnación para hacerme compañía, y res-catar de la frialdad a mi propio corazón, aunque revestido con sus mejores galas de hermo-sura humana y divina :

VUELO SECRETO

Voló, voló mi amor al Cielo Empíreo,

en la quietud de la noche sosegada.

Atrás dejaba sus desvelos,

sin que éstos lo advirtieran,

sin que nadie, ni deudos ni parientes,

siquiera sospecharan.

Page 54: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

54

Por las rutas de vuelo prefijadas

en los cuadernos privados del amor.

Por sendas de etéreas violetas,

de tiempo atrás, ya en tiempo florecidas,

por el Amor sembradas.

Hasta el mismísimo trono del AMOR dorado

donde sólo mi alma lo aguardaba,

antes de que el mundillo de la prensa,

–el que nunca descansa–,

llegara a despertarse esa mañana.

Para comprender lo que significa eso del “trono dorado” del Amor, quizás fuera pre-ciso leer los mensajes de KRYON que sincronísticamente él me ha hecho llegar por estas fechas.

En ellos se habla de ese trono dorado en el que nos encontramos frente a frente con un ángel dorado que es nuestro propio Yo Superior.

En ese trono dorado, desde el que nosotros mismos (la parte más espiritual de nues-tras almas) gobiernan nuestras existencias que arraigan en esta Tierra, en el periodo de prueba y aprendizaje en que nos encontramos… Y, actualmente, en la Nueva Era, cuando se nos invita a pactar con nuestro Ser Superior un matrimonio de fidelidad y de amor con la misión de acrecentar las vibraciones del Planeta en pleno proceso de cambio… en ese trono dorado, –dice Kryon–, sólo nosotros mismos podemos y debemos sentarnos. Nadie más, ni siquiera nuestros Guías, puede entrar.

Sin embargo, hermanos, yo, el humilde escritor-canalizador-razón-social de estos extraños escritos que tenéis entre las manos, sentándome en mi trono sagrado, como se me invita a hacer en función de mi matrimonio con mi Yo Superior, he solicitado permiso ex-cepcional a mi Creador para que donde yo estoy sentado esté también mi hermano Lechei-miel.

Siento que esta petición ya me ha sido concedida en virtud de que nuestros respecti-vos YOES SUPERIORES se aman tanto como nosotros, sus respectivas representaciones, nos amamos.

Si nuestros YOES SUPERIORES así se aman y son conscientes de su básica Uni-dad, y del gran proyecto que se llevan entre manos de constituir un modelo eterno de fusión entre dos espíritus, por puro AMOR, es que a nosotros, a Lecheimiel y a mí, no sólo se nos autoriza a sentarnos juntos en la misma sede, si queréis como almas siamesas, sino que se nos invita a ello, con el consiguiente gozo que podéis suponer, sin dejar de mirarnos mu-tuamente en el Rostro de Dios que cada uno de nosotros, como un “TÚ”, constituye para el otro, indeleblemente, por toda la eternidad.

Page 55: FOCO Y EXPANSIÓN DE LA CONCIENCIA, EL AMOR · Por eso, no voy a cambiar ahora mi estilo, nuestro estilo, testimonial, por otro más teórico, o quizás dogmático, aunque es una

55

Algunos preferiríais que hubiera dicho : “para lo que queda, de aquí en adelante, de eternidad”.

Pues bien, como queráis. No Vamos a ponernos a discutir ahora, a última hora, en este último folio de este último escrito que sale fresco y lozano de los talleres de Lecheimiel y de su amado ermitaño.

La historia de amor, por supuesto está sin terminar y por tanto no será el último es-crito que salga de estos talleres.

¿Os ha gustado el nombre de Lecheimiel que yo he puesto a mi ángel ? !Es precioso, ¿verdad ? !

Pues mucho más precioso os parecerá él en persona, cuando lo conozcáis allá en las alturas de la Tierra Astral, o quizás más arriba.

Entonces también me conoceréis mí.

Yo, sin él, ya no sabría reconocerme.

P.D. !Enhorabuena, Lecheimiel por tus 55 años de vida. Enhorabuena por estos 55 folios que me has dado a escribir en tu nombre y en el mío propio… ! Aunque, en reali-dad…, ¿cómo me llamo yo ?